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LA ORALIDAD COMO PRINCIPIO

FUNDAMENTAL PARA LA
FLEXIBILIZACIÓN DE LA
CONGRUENCIA CAUSAL DE LA
PRETENSIÓN DE DESPIDO NULO
DENTRO DEL NUEVO PROCESO
ORDINARIO LABORAL
Marjorie de Fátima Serra-Landívar
Piura, noviembre de 2016

FACULTAD DE DERECHO
Área Departamental de Derecho

Serra, M. (2016). La oralidad como principio fundamental para la flexibilización de la


congruencia causal de la pretensión de despido nulo dentro del nuevo Proceso
Ordinario Laboral (Tesis para optar el título de Abogado). Universidad de Piura.
Facultad de Derecho. Programa Académico de Derecho. Piura, Perú.
LA ORALIDAD COMO PRINCIPIO FUNDAMENTAL PARA LA FLEXIBILIZACIÓN DE LA
CONGRUENCIA CAUSAL DE LA PRETENSIÓN DE DESPIDO NULO DENTRO DEL NUEVO PROCESO
ORDINARIO LABORAL

Esta obra está bajo una licencia


Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional

Repositorio institucional PIRHUA – Universidad de Piura


MARJORIE DE FÁTIMA SERRA LANDÍVAR

LA ORALIDAD COMO PRINCIPIO FUNDAMENTAL PARA LA


FLEXIBILIZACIÓN DE LA CONGRUENCIA CAUSAL DE LA
PRETENSIÓN DE DESPIDO NULO DENTRO DEL NUEVO
PROCESO ORDINARIO LABORAL

UNIVERSIDAD DE PIURA
FACULTAD DE DERECHO
Tesis para optar el Título de Abogado

2016

3
4
APROBACIÓN

La tesis titulada “La Oralidad como principio fundamental para la


flexibilización de la congruencia causal de la pretensión de despido nulo
dentro del nuevo Proceso Ordinario Laboral.”, presentada por la
bachiller Marjorie de Fátima Serra Landívar en cumplimiento con los
requisitos para optar el Título de Abogada, fue aprobada por la Directora
de Tesis Dra. Karla Patricia Maribel Vilela Carbajal.

_______________________
Directora de Tesis

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6
DEDICATORIA

A mis padres, quienes son el motor de mi vida, mi ejemplo a seguir como


persona y profesional, porque gracias a su apoyo incondicional he podido
concluir tesis. A mis hermanas, por su ayuda en los momentos difíciles.

Y especialmente dedico esta tesis a mi abuelita, mi mami Ofe, quien


cuidó de mí durante los primeros años de mi carrera universitaria y que, aunque
ahora está en el cielo, sé que se siente orgullosa de mí.

7
8
ÍNDICE

INTRODUCCIÓN ................................................................................... 1

CAPÍTULO I. EL DESPIDO NULO EN LA LEGISLACIÓN


PERUANA................................................................................................ 7
1.1. Definición del Despido .................................................................... 7
1.1.1. El despido por causa justa .................................................. 10
1.2. El despido nulo............................................................................... 17
1.2.1. Causales de nulidad: supuestos de hecho ........................... 20
1.2.1.1. La discriminación antisindical ............................. 20
1.2.1.2. La discriminación por razón de sexo, raza,
religión, opinión o idioma .................................... 24
1.2.1.2.1. La incorporación de dos causales
de nulidad de despido basadas en
motivos de discriminación: los
portadores del VIH/SIDA y las
personas con discapacidad ................ 27
1.2.1.3. El estado de embarazo.......................................... 29
1.2.1.4. El ejercicio del derecho a la tutela
jurisdiccional ........................................................ 34

9
CAPÍTULO II. EL NUEVO PROCESO LABORAL DENTRO
DE LA NLPT: LA VÍA DEL PROCESO ORDINARIO PARA
LA TRAMITACIÓN DE LA PRETENSIÓN DE NULIDAD
DE DESPIDO .........................................................................................39
2.1. Breve panorama de la Nueva Ley Procesal de Trabajo
Principales ......................................................................................42
2.2. El proceso ordinario laboral como vía procedimental típica
para el trámite de la pretensión de despido nulo ............................44
2.2.1. Procedimiento del proceso laboral ordinario ......................47
a) Presentación de la demanda ................................................47
b) Admisión y emplazamiento ................................................47
c) Audiencia de conciliación...................................................50
d) Audiencia de juzgamiento ..................................................57

CAPÍTULO III. LA PRETENSIÓN PROCESAL Y SUS


ELEMENTOS ........................................................................................71
3.1. Acción y demanda ..........................................................................71
3.1.1. Concepto de Acción ............................................................71
3.1.1.1. El derecho de contradicción .................................75
3.1.2. Concepto de demanda .........................................................82
3.2. La pretensión procesal ....................................................................84
3.2.1. Noción de pretensión procesal ...........................................84
3.2.2. Elementos de la pretensión procesal ...................................87
3.2.2.1. Elementos subjetivos ............................................88
3.2.2.2. Elementos objetivos ..............................................89
a) El petitorio u objeto de la pretensión .............90
b) La causa de pedir ...........................................93
c) La fundamentación jurídica ...........................98

10
CAPÍTULO IV. HACIA UNA FLEXIBILIZACIÓN DE LA
CONGRUENCIA CAUSAL EN EL PROCESO DE DESPIDO
NULO: ALCANCE Y LÍMITES ...................................................... 103
4.1. Modificación y/o ampliación de la demanda de despido nulo ..... 104
4.1.1. La modificación del elemento fáctico de la pretensión
y la preclusión de la prueba .............................................. 111
4.2. La influencia de los principios procesales sobre los hechos
dentro del proceso laboral ............................................................ 116
4.2.1. El principio dispositivo .................................................... 118
4.2.2. El principio de congruencia procesal ............................... 127
4.2.2.1. Tipos de incongruencia ....................................... 132
a) Incongruencia subjetiva .............................. 133
b) Incongruencia objetiva ................................ 134
c) Incongruencia causal ................................... 139
4.2.3. Principio de veracidad y su materialización dentro del
proceso laboral ................................................................. 146
a) Principio de sencillez ................................................ 149
b) Principios de oralidad y de inmediación ................... 151
b.1. El principio de oralidad ...................................... 151
b.2. El principio de inmediación ............................... 153
c) Los poderes de dirección del juez ............................ 156
4.3. Hacia una flexibilización de la congruencia sobre la causa de
pedir de la pretensión de despido nulo: primacía de lo oral
sobre lo escrito ............................................................................. 160
4.3.1. Flexibilización de la congruencia en el proceso judicial ... 161
4.3.2. Flexibilización de la congruencia sobre los hechos de
la causa de pedir de la pretensión de despido nulo .......... 169
4.3.2.1 La prevalencia de lo oral sobre lo escrito como
instrumento para la flexibilización ................................... 173
A.- Durante la confrontación de posiciones .................... 176
B.- Durante la actuación probatoria ................................ 188

CONCLUSIONES ............................................................................... 201

BIBLIOGRAFÍA ................................................................................ 207

11
INTRODUCCIÓN

Las causas de la extinción del vínculo laboral entre el empleador y


el trabajador pueden ser de diversa índole, no obstante, la más
trascendente de ellas para el trabajador es aquella referida a la cesación
de la relación laboral por voluntad unilateral del empleador: el despido.
Ello en la medida que la relación laboral deja de subsistir por la sola
decisión del empleador, lo que en buena cuenta puede dar lugar a la
vulneración de los derechos del trabajador cuando el despido no se
encuentra basado en una causa justa expresamente prevista en la Ley.

Uno de los supuestos de despido que se encuentra proscrito por el


Ordenamiento laboral peruano, en tanto que el empleador pone fin al
contrato de trabajo por una causa ilícita es el llamado despido nulo. La
norma laboral actualmente vigente, Ley de Productividad y
Competitividad Laboral, establece de forma taxativa las causales por las
que se configura este tipo de despido y en virtud de las cuales puede
impugnarse en la vía judicial.

En consecuencia, el demandante debe sustentar su pretensión de


despido nulo en alguna de las causales establecidas en la ley. Pero esto
no impide al juez realizar la correcta calificación jurídica de los hechos
alegados por el demandante dentro de la causal de nulidad que
corresponde cuando el actor hubiera errado en la invocación de la causal,
en virtud del principio iura novit curia. En otras palabras, en la medida
que el juez conoce el derecho tiene la obligación de subsumir los hechos
alegados por el demandante como fundamento de su pretensión dentro
del correcto supuesto de hecho de la norma jurídica (causal de nulidad)
cuando el demandante no lo hubiera hecho o lo hubiera hecho de forma

1
equivocada. Sin embargo, la aplicación del principio de iura novit curia
siempre tendrá como límite otro principio, el de congruencia procesal, en
mérito del cual el juez en su pronunciamiento no podrá ir más allá de los
hechos afirmados por las partes. Por tanto, al momento de emitir su
sentencia el juez deberá atenerse a los hechos que constituyen la causa
petendi de la pretensión de despido nulo; no pudiendo conceder la
pretensión de nulidad por una causa de pedir distinta a aquella.

Pero ¿sería posible la flexibilización del principio de congruencia


procesal dentro del proceso laboral, y más concretamente en el proceso
de nulidad de despido, para permitir al juez tomar en cuenta dentro de su
pronunciamiento hechos no invocados por el demandante como
fundamento de su pretensión; sobre todo si a la luz de la Nueva Ley
Procesal del Trabajo - Ley N° 29497- la reconstrucción de los hechos que
dieron origen al conflicto laboral se produce dentro del marco de una
audiencia oral?

Precisamente, la presente tesis tiene por objetivo determinar si


dentro del proceso laboral de despido nulo, bajo el régimen instaurado
por la Ley N° 29497, cabe la posibilidad que el juzgador puede emitir
una sentencia de primera instancia considerando en ella hechos no
alegados por el demandante en su escrito de demanda pero que se ponen
en evidencia durante el transcurso de la audiencia de juzgamiento, a
consecuencia del debate oral entre las partes y del interrogatorio que
hubiera realizado el juez o incluso las propias partes. En tal sentido,
nuestra investigación se centrará en analizar si el modelo oral sobre el
que se estructura el nuevo proceso laboral permite al juez flexibilizar el
principio de congruencia en cuanto al elemento fáctico de la pretensión
para que pueda pronunciarse en base a los hechos conocidos por aquel
durante la audiencia de juzgamiento, a pesar que éstos no hubieran sido
invocados por el trabajador demandante en la oportunidad establecida por
la ley. Incluso, se estudiará la si cabe la posibilidad admitir un cambio de
causa de pedir de la pretensión de nulidad en la misma audiencia de
juzgamiento.

Para ello primero comenzaremos hablando en el Capítulo I acerca


de la regulación del despido nulo en la legislación laboral peruana,
desarrollando así cada uno de los supuestos los supuestos previstos en la
ley como causales que dan origen a esta clase de despido. Luego en el
Capítulo II se expondrán brevemente algunos de los principales aportes

2
de la Ley N° 29497 al ordenamiento procesal peruano. Así como también
se tratará sobre la nueva estructura del proceso ordinario laboral en tanto
vía procedimental por excelencia para la tramitación de la pretensión de
despido nulo.

En el Capítulo III se estudiará la pretensión procesal, pero previo a


ello se le distinguirá de la acción y la demanda, figuras jurídicas con las
cuales ha solido confundírsele. Efectuada la diferenciación de conceptos
abordaremos el estudio de los elementos que componen la pretensión
procesal, identificando –al mismo tiempo- los elementos que conforman
concretamente a la pretensión de nulidad de despido.

Finalmente en el Capítulo IV de la presente investigación se


buscará determinar el alcance y los límites de una posible flexibilización
de la congruencia causal en el proceso laboral de despido nulo. Así pues,
en este último capítulo se comenzará exponiendo los supuestos en los que
la ley permite al demandante modificar los hechos afirmados por el
demandante en su demanda y los casos en los que el actor puede
presentar medios de prueba extemporáneos sobre los hechos que
modifica. Después, se tratará de aquellos principios a los que se
encuentra sujeto el juez en relación a los hechos alegados por los
litigantes dentro del proceso, los cuales deberá tener en consideración al
momento de emitir su pronunciamiento. Se estudiará entonces el
principio dispositivo y el de congruencia procesal; pero también el
principio de veracidad, conjuntamente con el de oralidad, inmediación y
los poderes de dirección material del juez, los cuales hacen exigible que
dentro del proceso laboral los dos primeros principios procesales sean
aplicados con menos rigidez. Acto seguido analizará el fenómeno de la
flexibilización de la congruencia dentro del proceso judicial en general y
los límites que debe respetar el juez al momento de emitir su fallo. Para
luego trasladar su aplicación al proceso laboral, y específicamente al
elemento fáctico de la pretensión de despido nulo. Y, en último lugar, se
determinará en qué etapas procesales de la audiencia de juzgamiento el
juez puede hacer mérito en su sentencia de aquellos hechos no invocados
por el demandante en su escrito de demanda pero los cuales surgen
durante el desarrollo del debate oral entre las partes o a consecuencia del
interrogatorio, sin incurrir en incongruencia. Estableciendo, asimismo,
las pautas o límites que debe observar al momento de flexibilizar la
congruencia fáctica para no afectar el debido proceso.

3
Las fuentes bibliográficas de las que nos hemos valido para
elaborar la presente investigación provienen tanto de estudios
doctrinarios (monografías y artículos) nacionales como internacionales,
no solo en materia laboral y procesal laboral, sino también en procesal
civil. Así como de la jurisprudencia emitida por nuestra Corte Suprema
de la República y del Tribunal Constitucional.

En cuanto a las dificultades con las que nos hemos encontrado éstas
han sido de lo más diversas, empezando por el hecho que la Ley N°
29497 tiene muy poco tiempo de existencia en nuestro ordenamiento
jurídico y todavía no se encuentra vigente en muchos Distritos judiciales
del país. Por lo que, se está ante una norma que, si bien ha sido estudiada
y comentada por procesalistas peruanos destacados, este estudio aún se
mantiene a un nivel superficial, a más que la doctrina y jurisprudencia no
es unánime en cuanto al tratamiento de algunos vacíos o deficiencias de
las que adolece la nueva ley procesal. De otro lado, al analizar conceptos
básicos y fundamentales del Derecho procesal como la pretensión no
hemos logrado encontrar alguna fuente que tratara propiamente sobre la
pretensión de despido nulo. En otras palabras, no se ha encontrado algún
tratado o estudio en material procesal laboral en donde se haya
desarrollado la pretensión dentro del proceso laboral, y más
concretamente la pretensión de despido nulo. Por lo que, para esta parte
de nuestra tesis se hubo de recurrir a la doctrina procesal civil y trasladar
los conceptos al específico ámbito del proceso laboral. Lo mismo ha
ocurrido con otros institutos jurídicos, que adquieren características
distintas en el proceso laboral a las que toman en el contexto del proceso
civil. Pero sobretodo nuestra mayor dificultad se ha presentado en el
estudio de la flexibilización de la congruencia dentro del proceso judicial,
pues las investigaciones en esta materia son muy escasas y poco
exhaustivas, tanto en la doctrina nacional como internacional, más aún
para el caso del proceso laboral. En tal sentido, sobre la flexibilización
del principio de congruencia procesal solo se ha podido encontrar
estudios en relación al petitorio de la pretensión (petitorio implícito) pero
ninguno referido a los hechos que constituyen la causa de pedir de la
pretensión de despido nulo. De forma tal que, para la construcción teórica
de la flexibilización causal se ha recurrido a investigaciones genéricas
sobre la flexibilización de la congruencia en el ámbito procesal civil, así
como a razonamientos lógicos, instituciones básicas del Derecho laboral
y a los principios procesales sobre los que se asienta el nuevo proceso
laboral.

4
En consecuencia, con la presente tesis esperamos aportar una nueva
visión dentro del Derecho procesal laboral peruano para la aplicación por
parte del juez de excepciones o flexibilizaciones en la sentencia, no solo
en cuanto al petitorio de la pretensión –como es lo más común- sino
también en relación a los hechos de la pretensión. Sobre todo porque el
modelo de proceso construido por la Ley N° 29497 se asienta sobre la
oralidad, la cual cumple un rol fundamental para una reconstrucción
veraz de los hechos. No obstante, dicha flexibilización siempre habrá de
hacerse respetando la garantía del debido proceso. Asimismo, aspiramos
a incentivar a la comunidad jurídica a realizar un estudio más profundo
de este fenómeno jurídico para así convertir al proceso laboral en un
instrumento no solo para la resolución de conflictos sino para el logro de
una justicia social a través de una sentencia más ajustada a la verdad de
los hechos.

5
6
CAPÍTULO I.
EL DESPIDO NULO EN LA LEGISLACIÓN PERUANA

Existen diversas causas a través de las cuales se puede extinguir la


relación laboral entre el empleador y el trabajador, siendo el despido una
de las figuras más estudiadas y desarrolladas por la doctrina debido a su
mayor uso por parte del empleador, ya que éste por su sola voluntad y de
manera unilateral, pone fin al contrato laboral celebrado con el
trabajador. Esta facultad o poder del empleador para despedir, en muchas
ocasiones, afecta o lesiona los derechos del trabajador; razón por la cual
es importante la intervención de la legislación laboral para que dicha
facultad del empleador se ejerza únicamente cuando exista una causa
justa de despido. Dentro de este contexto, es preciso conocer qué es lo
que se entiende por despido.

1.1. Definición del despido.

Según la doctrina mayoritaria el despido tiene como caracteres


principales ser un acto unilateral, recepticio, constitutivo y que extingue
la relación laboral. Es unilateral en cuanto este acto proviene
exclusivamente de la voluntad del empleador sin necesidad de someter su
decisión a la voluntad del trabajador; recepticio pues va dirigido y debe
ser conocido por el trabajador para producir eficacia; es constitutivo
puesto que el despido no consiste en una propuesta planteada a una
instancia superior y distinta del propio empleador (la Autoridad de
Trabajo) sino que es un acto que éste realiza de manera directa1.

1
MONTOYA MELGAR, Alfredo. Derecho del Trabajo. 30ª ed. Madrid: Tecnos, 2009.
pp. 469- 470. QUISPE CHÁVEZ, Gustavo. “El despido en la normativa laboral y su

7
Se han desarrollado dos interpretaciones o nociones de la palabra
DESPIDO: en sentido estricto o restringido y en sentido amplio. La primera
de ellas define al despido como la extinción de la relación laboral por
voluntad unilateral del empleador debido al incumplimiento contractual o
falta grave imputable al trabajador; noción que describe propiamente al
llamado despido disciplinario. Por su parte, en un sentido amplio, el
despido simplemente se define como la extinción de la relación laboral
por voluntad unilateral del empleador; es decir, se considera como
despido cualquier causa de extinción o cesación de la relación laboral que
tenga su origen en la decisión unilateral del empleador, sin importar si
dicha causa es imputable o atribuible al trabajador. Así pues, dentro de la
noción amplia no solo se considera como despido la resolución del
contrato laboral por causas imputables al trabajador (despido
disciplinario) sino también su terminación por causas ajenas a su
voluntad, como económicas, tecnológicas u otras similares (despido
colectivo). De modo que, el despido entendido en sentido amplio sería el
género, mientras que el despido en sentido restringido sería una especie
dentro de aquel2, puesto que el primero abarca cualquier causa que
extinga la relación laboral por decisión unilateral del empleador, sea de
forma individual o colectiva.

Señala ARCE ORTÍZ que quienes sostienen una noción estricta de


despido excluyen de éste los supuestos en los que la conclusión de la
relación laboral se produce por causas objetivas, debido a que para la
extinción del vínculo laboral no solo se requiere la voluntad unilateral del
empleador sino también la configuración de ciertos supuestos facticos
que deben ser previamente acreditados ante la Autoridad Administrativa.

desarrollo en la jurisprudencia”. En: QUISPE CHÁVEZ, Gustavo y MESINAS


MONTERO, Federico. El despido en la jurisprudencia judicial y constitucional. Lima:
Gaceta Jurídica, 2009. p.10-11. Cfr. ALMANSA PASTOR, José. El despido nulo.
Madrid: Tecnos, 1968. pp. 13-29.
2
QUISPE CHÁVEZ, Gustavo. “El despido…” Op. cit. p. 10. BLANCAS
BUSTAMANTE, Carlos. El despido en el derecho laboral peruano. 2ª ed. Lima: Ara
Editores, 2006. pp. 49-59. RIERA VAYREDA, Carlos. El despido nulo. Valencia:
Tirant lo Blanch, 1999. pp. 28 – 29 y 37. ORTÍZ LALLANA, María del Carmen.
“Causas, forma y efectos del despido disciplinario”. En: DOMBLÁS, María Asunción y
FERNÁNDEZ BARAIBAR, Maite (comp). Aspectos Generales del Despido. V1. Cizur
Menor (Navarra): Thomson & Aranzadi, 2007. p. 48-50. Véase también BLANCAS
BUSTAMANTE, Carlos. El derecho de estabilidad en el trabajo. Lima: Asociación
Laboral para el Desarrollo. ADEC-ATC, 1991. pp. 34-43.

8
Esto significa que para que se pueda poner fin a la relación laboral no
basta una decisión unilateral del empleador sino que ésta debe ser
complementada con el acuerdo o autorización de un tercero, que pueden
ser de los trabajadores o de la Autoridad Administrativa. Pero para el
sector de la doctrina partidaria de una noción amplia de despido, la
terminación del contrato laboral por causas objetivas sí se encuentra
dentro de los supuestos de despido, ya que dependerá –finalmente- de la
voluntad del empleador invocar o no cualquiera de las causas para
extinguir la relación laboral3. Con todo, si bien la extinción colectiva de
las relaciones laborales por causas objetivas se produce solamente si así
lo decide el empleador, pues la sola aparición de una causa de orden
económico, tecnológico u otra semejante no produce la extinción del
contrato si ésta no es invocada por el empleador; no deja de ser cierto
también que para que se produzca un despido válido es necesario contar
con la autorización de la Autoridad administrativa de trabajo.

Para BLANCAS BUSTAMANTE el concepto de despido no puede


aplicarse únicamente a los casos en que la relación laboral se extingue
por causa imputable al trabajador sino que, más bien, se debe adoptar una
noción amplia o genérica del despido, pues identificar la figura del
despido únicamente con el despido disciplinario podría dejar sin
protección al trabajador en aquellos otro supuestos de terminación de la
relación laboral originados en la voluntad unilateral del empleador, pues
al no estar reconocidos positivamente como despido, podrían no
encontrarse sujetos necesariamente a la exigencia de una causa justa para
su validez4.

Por nuestra parte, consideramos que debe entenderse el despido en


su concepción más amplia, esto es, como la extinción de la relación
laboral por voluntad unilateral del empleador, sea que tenga lugar por
causas imputables al trabajador o por razones objetivas. Sin embargo,

3
ARCE ORTÍZ, Elmer. La nulidad del despido lesivo de derechos constitucionales. 2a
ed. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo Editorial, 2006. p. 45.
Sostiene Blancas Bustamante que en los supuestos de terminación de la relación laboral
por causas objetivas el hecho que la sola voluntad del empleador no sea suficiente para
extinguirla - por requerirse la previa aprobación de una autoridad- no establece una
diferencia sustancial con el despido individual, en tanto que aprobado el despido la
terminación del contrato depende únicamente de lo que el empleador decida.
BLANCAS BUSTAMANTE, Carlos. El despido… Op. cit. p. 56
4
BLANCAS BUSTAMANTE, Carlos. El despido… Op. cit. pp. 50-58.

9
aun cuando se asuma una noción amplia de despido, necesariamente debe
diferenciarse entre el despido individual y el despido colectivo puesto
que, si bien en ambos casos se pone fin a la relación laboral por voluntad
unilateral del empleador, las causales de extinción, el procedimiento para
el despido, la vía de impugnación judicial, entre otros, no son los mismos
en uno y otro caso.

A pesar de esto, como se verá en un momento, la legislación


laboral peruana se adscribe a una noción estricta de despido. No obstante,
esto no puede llevar a concluir que el trabajador se encontrará
desprotegido frente a la extinción del contrato de trabajo por causas de
orden económico, tecnológico, etc. Si bien para estos casos no se habla
propiamente de una causa justa para la procedencia del despido, sí se
requiere la invocación de una causa objetiva expresamente prevista en la
ley; por lo que, no es un despido desprovisto de causa. Además, la
terminación de la relación laboral por causas objetivas también se
encuentra sujeta a un procedimiento, en el cual –incluso- participa la
Autoridad Administrativa de Trabajo. De otro lado, si bien la extinción
del contrato de trabajo por causa objetivas no aparece en la ley laboral
con el nombre de despido colectivo, en la jurisprudencia se consideran
estos supuestos como una forma de despido colectivo, con independencia
de su denominación en la ley, aunque evidentemente sujetos a una
regulación diferente de la del despido individual.

1.1.1. El despido por causa justa.

No cualquier forma de extinción de la relación laboral por


voluntad unilateral del empleador, es considerada un acto legítimo
para el Ordenamiento Jurídico, pues solo lo será aquel que se
fundamente en una causa justa.

El derecho al trabajo ha sido reconocido por diversos


instrumentos internacionales, específicamente, en el ámbito de los
Estados Americanos tenemos el “Protocolo Adicional a la
Convención Americana sobre Derechos Humanos en Materia de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales” –conocido también
como "Protocolo de San Salvador"-en cuyo artículo 6° proclama el
derecho que tiene toda persona al trabajo, así como el compromiso
que asumen los Estados parte para garantizar la plena efectividad
de este derecho. Nuestro Ordenamiento Jurídico, no solo ha

10
ratificado el Protocolo de San Salvador mediante Resolución
Legislativa N° 26448, de 28 de abril de 1995, sino que también ha
recogido expresamente este derecho en el artículo 22° de la
Constitución Política de 1993.

La importancia del reconocimiento del derecho al trabajo


reside –precisamente- en que éste se erige como un límite a la
facultad que tiene el empleador para despedir, pues la legitimidad
del despido se encuentra condicionada a la existencia de una causa
justa. Ello encuentra su basamento en la interpretación que la
jurisprudencia ha realizado sobre el derecho al trabajo, la misma
que fue desarrollada por primera vez por el Tribunal Constitucional
italiano en la Sentencia número 45, del 09 de junio de 1985, y
luego adoptada por el Tribunal Constitucional español a través de
la Sentencia número 22/1981, del 02 de julio de 1981. Esta última
sentencia señala en su octavo fundamento jurídico que el derecho al
trabajo tiene un doble aspecto: individual y colectivo. En su
aspecto individual se concreta –a su vez- en el derecho a acceder a
un puesto de trabajo en igualdad de condiciones y en el “derecho a
la continuidad o estabilidad en el empleo, es decir, a no ser
despedidos si no existe causa justa”. Por otra parte, en su aspecto
colectivo el Derecho al trabajo implica un mandato a los poderes
públicos para que adopten una política de pleno empleo que
garantice el ejercicio de este derecho para todos los sectores de la
población5.

5
BLANCAS BUSTAMANTE, Carlos. “Flexiseguridad, derecho al trabajo y estabilidad
laboral”. Derecho PUCP [en línea]. N° 68. Lima: Revista de la Facultad de Derecho,
2012. p. 392. Disponible en: http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/derechopucp/
article/view/2839/2768. Consultado el 17 de septiembre 2015. También Sentencia Nº
22/1981, emitida por el Tribunal Constitucional – Pleno español, de fecha 02 de julio de
1981. Disponible en: http://tc.vlex.es/vid/14-9-53-35-as-ma-29-15034928. Consultado
el 17 de septiembre de 2015. Esta interpretación del contenido esencial del derecho al
trabajo también ha sido recogida por nuestro Tribunal Constitucional en la Sentencia
recaída dentro del Expediente N° 1124-2001-AA/TC, de fecha 11 de julio de 2002,
seguido por el Sindicato Unitario de Trabajadores de Telefónica del Perú S.A. y la
Federación de Trabajadores de Telefónica del Perú (FETRATEL) contra las empresas
Telefónica del Perú S.A.A. y Telefónica Perú Holding S.A. Véase en:
http://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2002/01124-2001-AA.html. Consultado el 18 de
septiembre de 2015.

11
Entonces, la exigencia de causa justa para la validez del
despido se desprende de uno de los aspectos individuales del
contenido esencial del derecho al trabajo, específicamente, del
derecho a la estabilidad laboral. Dicho de otro modo, el derecho al
trabajo en cuanto derecho del trabajador a continuar en el empleo
exige al empleador el tener que invocar una causa justa para
privarle de él. La causa justa se constituye pues en el elemento que
convierte al despido en un acto legítimo. Contrario sensu, el
despido ad nutum o incausado se proscribe por ser un acto
arbitrario6.

A diferencia de la Constitución de 1979 que reconoció


expresamente el derecho a la estabilidad en el empleo como un
derecho fundamental de la persona en su artículo 48°; la
Constitución Política de 1993 no ha previsto expresamente este
derecho en su texto. En su lugar, el artículo 27° ha delegado a la
ley la “adecuada protección contra el despido arbitrario”. Sin
embargo, a pesar que el nuevo texto de la Carta Magna de 1993 no
recoge el derecho a la estabilidad laboral como prohibición de
despedir al trabajador sin una causa justa, contiene un mandato al
legislador para proteger al trabajador frente al despido arbitrario.
“Razón por la cual la doctrina nacional coincide en opinar que la
norma constitucional tiene como contenido mínimo la interdicción
de la arbitrariedad del despido, y que, en tal sentido reconoce su
carácter causal y la consiguiente invalidez del despido ad nutum,
pero deja a criterio del legislador elegir entre la reposición o la
indemnización, como medida reparadora del despido arbitrario. En
consecuencia, el Art. 27° de la Constitución al ordenar al legislador
proteger al trabajador contra el despido arbitrario expresa la
voluntad del constituyente de proscribir el despido arbitrario7.
Además, aunque no se haya reconocido el derecho a la estabilidad
en el empleo como un derecho fundamental dentro la Constitución
Política de 1993, este derecho – como ya se ha dicho- forma parte
del contenido esencial del derecho al trabajo, que sí ha sido
recogido por la Carta Magna en su artículo 22°. Y también forma
parte de nuestro ordenamiento jurídico por vía del Protocolo de San

6
BLANCAS BUSTAMANTE, Carlos. “Flexiseguridad …”. Op. cit. pp. 392-393.
Véase también BLANCAS BUSTAMANTE, Carlos. El despido… Op .cit. p. 64.
7
BLANCAS BUSTAMANTE, Carlos. El despido… Op. cit. pp. 113-120.

12
Salvador (Art. 7° literal d) con el mismo rango de un derecho
constitucional, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 55° y
la Cuarta Disposición Final y Transitoria de la Constitución
vigente.

Existen diferentes supuestos de hecho que pueden


configurarse como causas legítimas que justifiquen la terminación
de la relación de trabajo. Al respecto, el artículo 4° del Convenio
N° 158 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), sobre
la terminación de la relación de trabajo por iniciativa del
empleador, además de reconocer la vigencia del principio de
causalidad del despido, prevé tres tipos de causas justas: i) aquellas
relacionada con la capacidad del trabajador, ii) las referidas a la
conducta del trabajador y/o iii) aquellas basadas en las necesidades
de funcionamiento de la empresa. Por su parte, el artículo 5° del
Convenio menciona algunos supuestos de hecho que no pueden ser
considerados -bajo ningún concepto- como causas justificadas de
despido, entre los cuales destaca la afiliación a un sindicato, la
presentación de una queja contra el empleador y la discriminación
por motivos de raza, sexo, religión, etc.

Pese a que este Convenio no forma parte de nuestro Derecho


Nacional, pues no ha sido ratificado por el Perú, sí tiene carácter de
recomendación y nuestra legislación laboral ha seguido la línea de
lo regulado por dicho instrumento internacional. Así pues, el
artículo 22° de la nuestra Ley de Productividad y Competitividad
Laboral (LPCL) además de exigir la existencia de una causa justa
para proceder al despido del trabajador, señala que la causa justa
debe estar relacionada con la capacidad del trabajador o con su
conducta. Mientras que el tercer tipo de causas justas de despido
previsto por el Art. 4 del Convenio N° 158 OIT ha sido
considerado dentro de la LPCL como causas objetivas para la
terminación de la relación de trabajo (Art. 46°), que sería lo que la
doctrina se conoce como despido colectivo. De otro lado, los
supuestos contenidos en el artículo 5° del Convenio has sido
recogidos en la LPCL como causales de despido nulo, en cuanto
motivos prohibidos para despedir al trabajador.

13
Es por eso que se dijo anteriormente que en la legislación
laboral peruana se acoge una noción estricta de despido8. Es decir
que, solamente se considera como despido la extinción de la
relación laboral por decisión unilateral del empleador motivada en
causas imputables al trabajador. Esto se termina de corroborar de
una mirada al artículo 16 ° de la LPCL, en la medida que esta
disposición jurídica considera como de extinción del contrato de
trabajo, por un lado, el despido; y por otro, la “terminación de la
relación laboral por causa objetiva”, que no es otra cosa que el
despido colectivo.

En cuanto a las causas justas relacionadas con la capacidad


del trabajador, previstas en el Art. 23° de la LPCL, éstas se
encuentran referidas a supuestos en los que el trabajador no es
idóneo o no se encuentra apto para realizar el servicio que presta,
no teniendo el desempeño que requiere el trabajo. Mientras que
aquellas que tienen que ver con la conducta del trabajador,
contenidas en el Art. 24° de la LPCL, comprenden supuestos en los
que la conducta diaria del trabajador no es acorde con las directivas
de la empresa9.

Pero el artículo 22° de la LPCL no solo exige la causalidad


del despido sino, además, que ésta encuentre debidamente
comprobada por el empleador. La sola alegación de la existencia de
una causa justa no basta para considerar como válido el despido si
es que no existen documentos u otros elementos de prueba que
puedan sustentar la causal de despido10. Es por esta razón que se ha
establecido en la ley un procedimiento para proceder al despido, a
través del cual el empleador imputa la falta al trabajador y éste –a

8
En realidad nuestro ordenamiento laboral empieza a asumir una noción restringida del
despido desde la Ley de Fomento del Empleo, aprobada por Decreto Legislativo N°
728, rompiéndose con ello la “unidad conceptual del despido” que se venía adoptando
en los anteriores modelos normativos. Así, con la LFE se produce la “reformulación del
concepto de despido”, considerándose como tal únicamente la extinción de la relación
laboral por causa referida a la conducta del trabajador o a su capacidad; excluyendo de
dicha noción a todos los demás supuestos de extinción de la relación laboral originados
en la voluntad unilateral del empleador. Es decir, se deja fuera del concepto de despido
al denominado “despido colectivo”. Vid. ARCE ORTÍZ, Elmer. Op. cit. pp.37-45.
BLANCAS BUSTAMANTE, Carlos. El despido… Op. cit. pp. 103-107.
9
QUISPE CHÁVEZ, Gustavo. “El despido…” Op. cit. p. 14- 50.
10
QUISPE CHÁVEZ, Gustavo. “El despido….” Op. cit. pp. 16-17.

14
su vez- puede formular sus descargos ante la causal atribuida.
Solamente en caso los descargos no se presenten o no sean
suficientes para desvirtuar la falta imputada, el empleador puede
proceder al despido.

Como ya se dijo, la Constitución vigente ha delegado a la ley


adoptar las medidas de protección más adecuadas cuando el
trabajador sufre un despido sin causa justa, no habiendo previsto un
modelo específico de estabilidad laboral (absoluta o relativa)11.
Precisamente, desarrollando el mandato constitucional contenido
en el Art. 27° la LPCL ha establecido en su artículo 34° dos tipos
de sistemas de protección frente al despido: una tutela resarcitoria
(indemnización) aplicable como regla general para el despido
arbitrario; esto es, a todo aquel despido realizado sin expresión de
causa justa o con expresión de ésta pero sin poder demostrarla en
juicio12. Y una tutela restitutoria (reposición) para aquel despido
basado en motivos ilícitos, vale decir, para el despido nulo.

11
Sobre las clases de estabilidad laboral véase FERRO DELGADO, Víctor. “La
protección frente al despido en la evolución de la jurisprudencia del Tribunal
Constitucional”. Derecho PUCP [en línea]. N° 68. Lima: Revista de la Facultad de
Derecho, 2012. pp. 473-475. Disponible en: http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/
derechopucp/article/view/2843/2772. Consultado el 28 de agosto de 2015. FERRO
DELGADO, VÍCTOR. “El despido arbitrario y el despido nulo”. Themis: Revista de
Derecho. N° 34. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, 1996. pp. 47-49.
TOYAMA MIYAGUSUKU, Jorge. Los contratos de trabajo y otras instituciones del
derecho laboral. Lima: Gaceta Jurídica, 2008. pp.464- 466. Sobre los modelos de
estabilidad laboral de otros países puede verse también ZEGARRA GARNICA,
Federico. “La estabilidad laboral”. Derecho PUCP [en línea]. N° 40. Lima: Revista de
la Facultad de Derecho, 1986. pp. 309-328. Disponible en: http://revistas.pucp.edu.pe
/index.php/derechopucp/article/view/6274. Consultado el 28 de septiembre 2015.
ROJAS MIÑO, Irene. “La indemnización por término de contrato de trabajo:
instrumento de protección ante el despido”. Revista Ius Et Praxis [en línea]. Vol. 20. N°
01. Chile: Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Talca, 2014.
pp. 91-122. Disponible en: http://www.revistaiepraxis.cl/index.php/iepraxis/
article/view/7/5. Consultado el 16 de noviembre de 2015.
12
Dentro del término “despido arbitrario” se pueden comprender distintos supuestos,
tales como: i) el despido realizado por una causal no prevista en la ley, ii) el despido
realizado sin invocación de causa justa ni cumplimiento del procedimiento previo para
despedir (conocido también como despido de hecho), iii) el despido con notificación de
carta de despido al trabajador pero realizado sin expresión de causa (que sólo señala
fecha de cese sin el motivo del despido) iv) el despido realizado sin cumplir con las
formalidades establecidas por la ley, v) el despido realizado por una causal prevista en
la ley, cumplimiento con las formalidades establecidas, pero que no se logra demostrar

15
Sin embargo, desde hace varios años el Tribunal
Constitucional ha venido emitiendo diversos pronunciamientos en
materia de despido a través de los cuales ha creado otras variantes
de despido distintas a las previstas por la LPCL, entre los que
destacan el despido incausado y el despido fraudulento13. Este
desarrollo jurisprudencial del TC ha supuesto una modificación
radical del sistema de protección previsto para el despido arbitrario
por la LPCL. En otras palabras, la creación de nuevas modalidades
de despido por vía constitucional ha modificado el mecanismo de
protección dispuesto por la LPCL para el despido considerado
como arbitrario, debido a que ha extendido la tutela restitutoria -en
el la vía jurisdiccional ordinaria- a supuestos de despido arbitrario
para los que la LPCL solamente ha previsto el pago de una
indemnización. Lo que ha sido objeto de una vasta discusión
doctrinal14.

Pese a ello, dado que nuestro objeto de estudio se encuentra


centrado en el despido nulo solamente se tratará sobre la regulación
de este tipo de despido dentro de la LPCL.

en juicio o que, en todo caso, no es de tal magnitud que hubiera configurado una falta
grave; entre otros que puedan materializarse en los hechos. TOYAMA
MIYAGUSUKU, Jorge. Instituciones del derecho laboral. Lima: Gaceta Jurídica,
2004. pp. 466-467. Véase también PAREDES VEREAU, María José [et al.]. El despido
laboral: despido nulo, arbitrario, incausado y fraudulento. ALVA LÓPEZ, Noelia
(coord.). Lima: Gaceta Jurídica, 2014. pp. 91-114.
13
Véase STC recaída en el Expediente N° 976- 2001- AA/TC (conocida como caso
Eusebio Llanos Huasco), del 13 de marzo de 2003. También STC N° 0206- 2005-
PA/TC (conocido como Caso Cesar Baylón Flores), del 28 de noviembre de 2005.
14
Sobre el régimen de protección sustantivo y procesal contra el despido construido por
el TC. Vid. TOYAMA MIYAGUSUKU, Jorge. Op. cit. pp. 537-538. Cfr. BLANCAS
BUSTAMANTE, Carlos. El despido… Op. cit. pp. 374-379.

16
1.2. El despido nulo.

Como se dijo en el acápite anterior, dentro de la legislación laboral


peruana coexisten dos tipos de protección contra el despido: por un lado,
está el pago de una indemnización dispensada frente al despido
arbitrario; y por el otro, la readmisión en el empleo, prevista para los
supuestos de despido nulo; salvo que el trabajador opte por el pago de
una indemnización en ejecución de la sentencia.

En consecuencia, el despido nulo se configura como una clase de


despido claramente diferenciada del despido arbitrario, al que el
ordenamiento laboral le ha otorgado un mayor grado protección mediante
una tutela restitutoria. La razón por la que el ordenamiento opta esta
diferenciación obedece a la trascendencia que para éste tienen los bienes
jurídicos que se ven afectados o lesionados con esta clase de despido.
Entonces, la LPCL sanciona el despido con su nulidad cuando éste se
funde en alguno de los motivos ilícitos previstos taxativamente en norma
laboral; que, por ser tales, no pueden ser tolerados o admitidos como
causas válidas para extinguir la relación laboral. De lo anterior se tiene
que, mientras el despido arbitrario es un despido carente de causa justa –
por no haberla demostrado en juicio el empleador o simplemente por no
haber alegado una-; el despido nulo sí tiene en una causa, pero ésta es
rechazada por el ordenamiento jurídico porque vulnera derechos
fundamentales que le son reconocidos al trabajador en su calidad de tal y
también como persona y ciudadano. En otras palabras, el despido
arbitrario es incausado y el nulo es un despido con causa ilícita15.

Ahora bien, existen dos formas diferentes para determinar los


motivos de nulidad de despido que pueden ser adoptadas por los
ordenamientos laborales. Una en sentido amplio y por la cual se
considera como causal de nulidad del despido la lesión de los derechos
fundamentales del trabajador. Y otra en un sentido más restringido, de
acuerdo a la cual se considera como causales de nulidad solamente
aquellas que se encuentra taxativamente previstas en la ley. En el caso
peruano, nuestra legislación laboral no ha previsto una cláusula genérica
que abarque dentro del despido nulo cualquier despido que se hubiera
producido con vulneración de derechos de orden constitucional, sino más

15
Vid. BLANCAS BUSTAMANTE, Carlos. El despido… Op. cit. pp. 277-279.
QUISPE CHAVEZ, Gustavo. “El despido en la normativa laboral …” Op. cit. p. 58.

17
bien ha optado por una enumeración taxativa o numerus clausus de los
motivos ilícitos que originan la nulidad del despido. Dichos supuestos se
encuentran taxativamente regulados en el Art. 29° de la LPCL16. A las
causales de nulidad previstas en la norma laboral ha de incorporarse dos
causales adicionales recogidas una de ellas en el Art. 6° de la Ley N°
26626, sobre la lucha contra el VIH, y la otra en el numeral 2) del Art.
31° de la Ley N° 27050, Ley General de la persona con discapacidad.

Existe un sector mayoritario de la doctrina que sostiene que no


existe razón para prever supuestos típicos de despido nulo y excluir
aquellos otros casos en los que el despido también se efectúa vulnerando
derechos constitucionales, como sucede por ejemplo con la
discriminación por razón de la edad, la condición económica, buena
presencia, la estatura, el debido proceso, el honor, entre otros. Así pues,
en tanto que el fundamento de la nulidad del despido se encuentra en la
lesión a los derechos constitucionales del trabajador que se produce a
través del despido, la afectación de cualquiera de estos derechos
mediante el despido debería merecer protección y sancionarse con
nulidad dicho acto; aun cuando la LPCL reserve la declaración de
nulidad únicamente a la lesión de los derechos constitucionales
contemplados en el Art. 29°17. Sin embargo, la posición de la
jurisprudencia es distinta, así tenemos la Casación Nº 3034 – 2009 –
HUAURA, del 26 de agosto de 2009, emitida por la Sala de Derecho
Constitucional y Social Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la
República, en la que establece claramente que cuando el trabajador
demandante opta por una tutela restitutoria a través de un proceso de

16
“El análisis de los motivos que la LPCL (Art. 29°) proscribe como causa del despido,
revela que estos entrañan conductas del empleador lesivas a determinados derechos
constitucionales del trabajador, tales como la libertad sindical, el derecho a no ser
discriminado, y el derecho a la tutela jurisdiccional. En tal sentido, el fundamento
último de la nulidad del despido, radica en la lesión a los derechos constitucionales del
trabajador que se materializa por la vía del despido, aun cuando el efecto concreto de la
enumeración legal consista en reservar la declaración de nulidad únicamente a la lesión
de los derechos constitucionales comprendidos en ella, excluyendo, por tanto, que ésta
pueda extenderse, en forma general, a toda violación de los derechos fundamentales que
opere efectivamente como motivo real del despido”. BLANCAS BUSTAMANTE,
Carlos. El despido… Op. cit. p. 280-292 y 317-318.
17
Vid. TOYAMA MIYAGUSUKU, Jorge. Los contratos de trabajo … Op. cit. p. 508.
BLANCAS BUSTAMANTE, Carlos. El despido… Op. cit. pp. 317-323. Véase también
ARCE ORTÍZ, Elmer. La nulidad del despido lesivo de derechos constitucionales. 3ra
ed. Lima: UBI LEX ASESORES, 2015. pp. 127-130.

18
despido nulo dentro de la vía ordinaria laboral, debe sustentar su
demanda necesariamente en alguno de los supuestos numerus clausus
establecidos por el Art. 29° de la LPCL, al ser estas causales las únicas
por las cuales el juez puede ordenar la reincorporación de trabajador en
su puesto habitual de trabajo.

Es cierto que a través del despido pueden lesionarse derechos


constitucionales distintos a los previstos expresamente en el texto del Art.
29° de la LPCL, no habiendo una justificación suficiente y razonable por
la cual tutelar a través de la figura del despido nulo solo algunos derechos
constitucionales; dejándose de lado aquellos otros derechos que también
pueden verse afectados o lesionados con el despido. Pese a ello, lo cierto
es que el legislador peruano ha optado por un modelo numerus clausus
de despido nulo, previéndose como causales de nulidad los supuestos
regulados taxativamente en el Art. 29° de la LPCL. De esta manera, en
atención al principio de legalidad, consideramos que en tanto no se
modifique el Art. 29° de la LCPL y se incorpore como causal de nulidad
de despido la vulneración de cualquier derecho constitucional, no es
posible que en la vía laboral los jueces declaren la nulidad de despidos
por causales diferentes a contempladas en el Art. 29° de la LCPL. Lo
contrario implicaría un cambio sustancial en la regulación del despido
realizado no por vía legislativa sino jurisprudencial.

Sin embargo, en aquellos casos no contemplados por el Art. 29° de


la LPCL pero que son vulneratorios de derechos fundamentales el
trabajador tiene la posibilidad de acudir a la vía constitucional del
amparo, para obtener la reposición. En este orden de ideas, ARCE ORTIZ
sostiene que “el Tribunal Constitucional (…) ha permitido la utilización
de la vía constitucional de amparo como vía de defensa de todos los
derechos constitucionales que eventualmente puede lesionar el despido.
Los derechos constitucionales, excluidos del listado del despido nulo
laboral (artículo 29 LPCL), encontrarían protección, como no podía ser
de otra manera, en la acción de amparo (artículo 200 inciso 2 de la
Constitución). El objeto: reponer las cosas al estado anterior a la
violación del derecho constitucional (artículo 1 del Código Procesal
Constitucional). Esto es, traducido para el despido: reponer al trabajador

19
en su puesto de trabajo, toda vez que su despido inconstitucional no
puede desplegar efectos jurídicos por ser nulo”18.

1.2.1. Causales de nulidad de despido: supuestos de hecho.

La causales de despido nulo recogidas en el Art 29° de la


LPCL, como se dijo, han sido tomadas de lo dispuesto por el Art.
5° del Convenio OIT N° 158, que establece una serie de motivos
que bajo ningún concepto pueden constituir una causa justa para
despedir al trabajador.

Para exponer las causales que dan origen a que el despido sea
considerado nulo seguiremos el esquema desarrollado por el jurista
BLANCAS BUSTAMANTE19, que agrupa en cuatro (4) los supuestos
de nulidad de despido: i) la discriminación antisindical, ii) la
discriminación por razón de sexo, raza, religión, opinión o idioma,
iii) el estado de embarazo y, finalmente, iv) el ejercicio del derecho
a la tutela jurisdiccional.

1.2.1.1. La discriminación antisindical.

Este supuesto recoge las causales previstas en los


incisos a) y b) del Art. 29° de la LPCL; es decir, “la afiliación
a un sindicato o la participación en actividades sindicales” y
el “ser candidato a representante de los trabajadores o actuar
o haber actuado en esa calidad”, respectivamente.

18
ARCE ORTÍZ, Elmer. La nulidad del despido… Op. cit. 3ra ed. pp. 129-130. Existen
sentencias en las que reconoce la posibilidad de otorgar una tutela restitutoria en casos
donde el despido se ha producido con lesión de derechos fundamentales distintos a los
que se encuentran recogidos en el Art. 29 de la LPCL. Surgen así dentro de la
jurisprudencia constitucional los llamados despidos vulneratorios de derechos
constitucionales. Que son despidos que por su afectación a derechos fundamentales son
declarados inconstitucionales, con la consiguiente reposición en el empleo. Vid.
MESINAS MONTERO, Federico. “El despido en la jurisprudencia del Tribunal
Constitucional: Análisis de los supuestos de despido inconstitucional”. En: QUISPE
CHAVEZ, Gustavo y MESINAS MONTERO, Federico. El despido en la
jurisprudencia judicial y constitucional. pp. 130-134.
19
Vid. BLANCAS BUSTAMANTE, Carlos. El despido… Op. cit. pp. 293-317. Sobre
las causales de nulidad y su desarrollo véase también ARCE ORTÍZ, Elmer. Op. cit. pp.
134 -172. QUISPE CHÁVEZ, Gustavo. “El despido…” Op. cit. pp. 62-79.

20
Ambas causales de nulidad tienen su sustento en la
necesidad de proteger la libertad sindical a la que tiene
derecho todo trabajador. Este derecho no solo ha sido
recogido en el inciso 1) del Artículo 28° de nuestra
Constitución sino también ha sido reconocido en números
instrumentos internacionales sobre Derechos humanos de los
que el Perú es parte, tales como la Declaración Universal de
los Derechos del Humanos, la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, el Protocolo de San Salvador, los
Convenios OIT N° 87 y N° 9820. Así pues, por ejemplo, el
artículo 1° del Convenios OIT N° 98 establece que los
trabajadores deben gozar de una protección adecuada contra
cualquier acto de discriminación que tienda a menoscabar la
libertad sindical en relación con su empleo. Especialmente,
cuando estos actos tengan por objeto condicionar el empleo
del trabajador a su no afiliación o a su desafiliación de un
sindicato; o cuando se despida o perjudique al trabajador por
su afiliación sindical o su participación en actividades
sindicales.

De este modo, a través de los supuestos de hecho


recogidos en los incisos a) y b) del Art. 29° de la LPCL se
busca protege el aspecto individual de la libertad sindical,
entendido como el derecho del trabajador de afiliarse a un
sindicato y de realizar actividades sindicales. Ello debido a
que es en este ámbito en donde suelen presentarse actos de
discriminación por parte del empleador, ya que el sindicato se
configura como un “contrapoder” capaz de poder limitar y
equilibrar el poder del empleador frente a sus trabajadores;
siendo usual que aquel se resista a la conformación de este
tipo de organizaciones y a su actuación21. Es por eso que a fin
de tutelar la libertad sindical del trabajador, la norma laboral
sanciona el despido con la nulidad cuando éste se realiza con
la finalidad de vulnerar o impedir que el trabajador se afilie al
sindicato o participe en sus actividades.

20
BLANCAS BUSTAMANTE, Carlos. El despido… Op. cit. p. 293.
21
Ibídem. pp. 293-294.

21
La causal de nulidad recogida en el inciso a) del Art.
29° de la LPCL protege dos manifestaciones del aspecto
individual de la libertad sindical: el derecho del trabajador a
afiliarse a un sindicato y el derecho a participar en las
actividades del mismo. Respecto al primero de ellos,
comprende no solo el derecho de afiliarse a un sindicato ya
existente en la empresa sino el derecho a constituir nuevas
organizaciones sindicales. En cuanto al derecho a participar
en las actividades sindicales, su protección es importante
porque es el objeto de la libertad sindical. Como indica la
doctrina, la actividad sindical es el resultado o la concreción
del ejercicio de la libertad sindical, tan es así que dicha
actividad puede existir sin necesidad de que exista una
organización sindical. Quiere decir que, la actividad sindical
puede ser practicada bien por un sindicato, bien por un
trabajador de forma individual, e incluso en sin la existencia
de un sindicato. De este modo, no solo importa el elemento
estático u organizativo del contenido del derecho a la libertad
sindical, consistente la constitución o afiliación a un
sindicato, sino también el elemento dinámico pues es éste el
que permite desarrollar acciones en tutela de los intereses del
trabajador. En consecuencia, la protección que brinda esta
causal de despido nulo alcanza a todo trabajador que sea
objeto de un despido motivado en la decisión del trabajador
de integrar o constituir un sindicado o por su participación en
actividades sindicales, sea o no dirigente o militante
sindical22.

En cuanto al inciso b) del Art. 29° de la LPCL, para


ARCE ORTÍZ esta causal es “obvia y redundante”, ya que tanto
los candidatos como los representantes y ex representantes de
los trabajadores lo que hacen es desempeñar una actividad
sindical. Por tanto, se encuentran protegidos frente a un
despido discriminatorio en virtud a lo dispuesto en el inciso
a) del referido Art. 29° de la LPCL. La protección que la
norma otorga frente a este supuesto sería entendible si dicha

22
ARCE ORTÍZ, Elmer. Op. cit. p. 151-158. BLANCAS BUSTAMANTE, Carlos. El
despido… Op. cit. pp. 295-296. Puede verse también a QUISPE CHÁVEZ, Gustavo.
“El despido…” Op. cit. pp. 62-65.

22
causal de nulidad se aplicara a aquellas personas que actúan
como representantes de los trabajadores pero que no son
miembros o forman parte de una organización sindical. Sin
embargo, esta interpretación extensiva del término
“representante de los trabajadores” no es posible, pues el
Reglamento del TUO de la LFE prevé en el último párrafo de
su Art. 46° que solo gozan de la protección frente al despido
nulo aquellas personas que “postulan, han sido elegidos o han
cesado en cargos que gozan del fuero sindical, conforme a
Ley” 23. En otras palabras, solo se protege contra el despido
nulo a aquellos que actúen o hayan actuado dentro de marco
de una organización sindical.

De otro lado, el fuero sindical no otorga una protección


especial o reforzada contra el despido para los representantes
sindicales pues, al igual que sucede con cualquier otro
trabajador, para la validez de su despido se exige la existencia
de una causa justa, no contemplando las normas peruanas
ninguna garantía que permita condicionar el despido a la
aprobación previa (despido-propuesta) o que posibilite
declarar la ineficacia absoluta del despido y, por tanto, la
reposición del trabajador cuando la causa justa no se pueda
demostrar en juicio. Por otro lado, el trabajador amparado por
el fuero sindical no se encuentra excluido de la carga de
probar la existencia del motivo prohibido del despido. Esto
significa que la condición de candidato, representante o ex
representante del sindicato no genera la presunción legal de
que despido constituye un acto antisindical. Al no existir esta
presunción legal será el trabajador quien deberá probar en
juicio que el despido tuvo como motivo su condición de
candidato, representante o ex representante sindical. Siendo
que, su falta de acreditación conllevará a declarar infundada
la demanda de nulidad de despido24.

23
ARCE ORTÍZ, Elmer. Op. cit. pp. 159-161.
24
BLANCAS BUSTAMANTE, Carlos. El despido… Op. cit. pp. 297-302.

23
En conclusión, el supuesto previsto en el inciso b) del
Art. 29° de la LPCL no dota de una mayor protección o de
una protección reforzada al trabajador que ejerce una función
sindical en relación con cualquier otro trabajador
sindicalizado o no protegido a través del inciso a) de la norma
en comentario. Configurándose simplemente como un motivo
prohibido más específico que trae consigo la nulidad del
despido.

1.2.1.2. La discriminación por razón de sexo, raza,


religión, opinión o idioma.

El derecho a no ser discriminado exige que no se


excluya o se impida que los miembros de grupos o colectivos
de personas de un grupo social gocen de las mismas
oportunidades y reciban el mismo trato que se brinda a otros
sectores de la sociedad. En otras palabras, busca evitar que
las características inherentes al ser humano (sexo, raza,
religión, etc), sus condiciones socio -económicas o su
adscripción a determinado grupo social sean motivo para
establecer diferenciaciones de trato en relación a los derechos
y libertades que corresponde a cualquier persona, sin una
causa objetiva que lo justifique25.

En materia de despido, a nivel de las normas


internacionales, tenemos el Convenio OIT N° 111, a través
del cual se prohíbe la discriminación por motivo de raza,
sexo, religión, opinión u otra condición inherente al ser
humano en relación al trabajo. Así, el numeral 1.a) del Art. 1°
del Convenio OIT N° 111 define la discriminación como
“cualquier distinción, exclusión o preferencia basada en
motivos de raza, color, sexo, religión, opinión política,
ascendencia nacional u origen social que tenga por efecto
anular o alterar la igualdad de oportunidades o de trato en el
empleo y la ocupación”. Encargando a los Estados miembros
la obligación de establecer una política nacional destinada a
promover a “la igualdad de oportunidades y de trato en

25
Ibídem. pp. 304-305.

24
materia de empleo” con la finalidad de eliminar cualquier
tipo de discriminación (artículo 2°).

En nuestro ordenamiento jurídico el mandato de no


discriminación ha sido recogido en el inciso 2) del Artículo
2° de la Constitución, que expresamente prohíbe la
discriminación “por motivo de origen, raza, sexo, idioma,
religión, opinión, condición económica o de cualquiera otra
índole”. Así pues, la causal de nulidad de despido prevista en
el inciso d) del Art. 29° se base en el mandato de prohibición
de discriminación establecido en la Constitución.

Sucede, sin embargo, que el inciso d) del Art. 29° de la


LPCL prevé la nulidad del despido solamente cuando éste
tenga por motivo “la discriminación por razón de sexo, raza,
religión, opinión o idioma”. Entonces, a diferencia del Art.
2.2. de la Constitución, la LPCL establece una lista cerrada o
numerus clausus de los motivos de discriminación que
constituyen causal de nulidad del despido, dentro de los que
no se incluye la discriminación por razón de origen, de la
condición económica y, principalmente, no contiene la
cláusula general dispuesta por la norma constitucional sobre
la prohibición de la discriminación (“de cualquiera otra
índole”), que es lo que –precisamente- posibilita ampliar la
tutela frente a otros supuestos de discriminación. De esta
forma, el tenor del inciso d) del Art. 29° de la LPCL26

26
La razón por la que la LPCL establece una lista cerrada de los motivos de
discriminación que son causal de nulidad de despido se debe al hecho que su texto
original es anterior a la vigencia de la Constitución de 1993 y la Constitución de 1979 al
regular el mandato de no discriminación lo hizo a través de una cláusula cerrada de
motivos discriminatorios. TOYAMA MIYAGUSUKU, Jorge y HUAMÁN ESTRADA,
Elmer. “La prueba del despido nulo en la Nueva Ley Procesal del Trabajo”. En: Revista
de Estudiantes Ita Ius Esto. 7a ed. Noviembre 2012. p. 54. Disponible en:
http://www.itaiusesto.com/la-prueba-del-despido-nulo-en-la-nueva-ley-procesal-del-
trabajo/. Consultado el 16 de Enero de 2016. Efectivamente, la Carta Magna de 1979, al
regular el mandato de no discriminación establecía en su Art. 2.2. el derecho de toda
persona “a la igualdad ante la ley, sin discriminación alguna por razón de sexo, raza,
religión, opinión e idioma”. Es de verse pues, que la Constitución de 1979 no establecía
una cláusula abierta de motivos discriminatorios como hoy lo establece la constitución
de 1993, sino más bien contemplaba una de tipo cerrada, que fue la que siguió el D.L.
728 (LFE), que posteriormente dio lugar al texto de la LPCL.

25
restringe sustancialmente el contenido del Art. 2.2. de la
Constitución al otorgar protección contra el despido nulo
únicamente frente a los supuestos de discriminación previstos
taxativamente en la ley, excluyendo a aquellos otros que -
aunque no hayan contemplados legalmente- han servido de
razón para despedir al trabajador.

A pesar de esto, tanto la doctrina como la


jurisprudencia27 son firmes en considerar que el inciso d) del
Art. 29° de la LPCL no puede interpretarse de forma
restrictiva, en la medida que la ley no puede limitar la
protección establecida por un mandato constitucional. Por lo
tanto, debe prevalecer lo dispuesto por el Art. 2.2. de la
Constitución y, en tal virtud, el juez laboral debe declarar la
nulidad de todo despido que tenga por motivo un acto de
discriminación, cualquiera que sea éste28.

De otro lado, el Art. 48° del Reglamento del TUO de la


LFE ha establecido algunos criterios para definir la conducta
discriminatoria que constituye causal de nulidad que no
hacen sino limitar su aplicación. En efecto, la norma
reglamentaria exige que la conducta discriminatoria se funde
en “una notoria desigualdad no sustentada en razones
objetivas o el trato marcadamente diferenciado entre varios
trabajadores”. Quiere decir entonces que, el reglamento
establece como requisito para alegar esta causal de nulidad
que la discriminación se especialmente intensa o notoria, lo
que podría llevar a situaciones en las que, habiéndose

27
La Casación N° 2386-2006-Callao, emitida por la Corte Suprema de Justicia de la
República, considera al despido por trato desigual como una causal de nulidad de
despido. Con esta sentencia la Corte Suprema “no ha roto el numerus clausus del
artículo 29 de la LPCL, sino que solamente destaca que esta cláusula no puede
interpretarse en forma limitada y, más bien, debe comprender todo supuesto de
discriminación carente de una justificación objetiva (…) En ese sentido, lo único que
hace esta sentencia es una reinterpretación del inciso d) del artículo 29 de la LPCL,
acorde con la vigente Constitución, lo cual de ningún modo rompe el carácter taxativo
de la referida norma (…)”. QUISPE CHAVEZ, Gustavo. “El despido…” Op. cit. pp. 58
y ss
28
Vid. ARCE ORTÍZ, Elmer. Op. cit. pp. 145-147. Además, FERRO DELGADO,
Víctor. “El despido arbitrario …” Op. cit. p. 54. QUISPE CHÁVEZ, Gustavo. “El
despido…” Op. cit. p. 54.

26
desconocido la dignidad de la persona, ésta no se restablezca
debido a que el acto discriminatorio no ha sido marcadamente
diferenciado o notoriamente desigual29.

Es por eso que, coincidimos con la opinión de aquellos


autores que sostienen que el Art. 48° del Reglamento del
TUO de la LFE es una norma inconstitucional, pues vulnera
lo dispuesto por el Art. 2.2. de nuestra Carta Magna sobre
que “nadie debe ser discriminado”, así como el inciso 8) del
Art. 118° de la Constitución, por cuanto esta norma
reglamentaria transgrede y desnaturaliza lo dispuesto por el
Art. 29° de la LPCL, ya que esta disposición legal no ha
establecido ningún tipo de condicionamiento para que se
configure la conducta discriminatoria30, no pudiendo una
norma de rango inferior (reglamento) limitar o restringir su
aplicación.

1.2.1.2.1. La incorporación de dos causales de nulidad de


despido basadas en motivos de discriminación:
los portadores del VIH/SIDA y las personas con
discapacidad.

A las causales de nulidad previstas en el Art. 29° de la


LPCL debe agregarse otros dos supuestos, que han sido
recogidos por otras normas y están basados en motivos
discriminatorios. En primer lugar, el Artículo 6° de la Ley N°
26626 contempla como causal de nulidad de despido aquel
que tenga por motivo “la discriminación por ser portador del
VIH/SIDA”. La norma en mención señala que las personas
que tienen el VIH/SIDA “pueden seguir laborando mientras
estén aptas para desempeñar sus obligaciones”. Por tanto,
esta enfermedad no puede ser motivo para despedir al
trabajador; salvo que dicha enfermedad ocasione una merma
significativa en las capacidades del trabajador, como puede
ser el detrimento de sus facultades físicas o mentales que sea

29
ARCE ORTÍZ, Elmer. La nulidad del despido… Op. cit. 3ra ed. p. 137.
30
BLANCAS BUSTAMANTE, Carlos. El despido…. Op. cit. pp. 306-308. ARCE
ORTÍZ, Elmer. Op. cit. pp. 141-145. QUISPE CHÁVEZ, Gustavo. “El despido…” Op.
cit. pp. 69-70. Véase también NEVES MUJICA, Javier. Introducción al derecho del
trabajo. 2ª ed. Lima: PUCP, 2012. pp. 138-147.

27
determinante para el desempeño de sus tareas habituales.
Causa justa que deberá encontrarse debidamente acreditada
por el empleador.

La discriminación que realiza el empleador respecto al


trabajador es que portador del VIH/SIDA puede
materializarse en la negación de acceso al empleo, la
restricción a capacitaciones, el despido del trabajador, etc. En
cuanto a la causal de nulidad de despido por ser portador del
VIH/SIDA es muy complicada de demostrar, pues el
empleador generalmente encubre el motivo real de la
extinción de la relación laboral bajo una supuesta causa justa.
Por lo que, un primer paso para probar la causal de nulidad es
acreditar que el empleador conocía la enfermedad del
trabajador, para luego -a través de otros medios probatorios-
demostrar que fue su condición de seropositivo lo que
motivó su despido31.

La Ley N° 26626 ha sido posteriormente


complementada con la Resolución Ministerial N° 376-2008-
TR, del 28 de noviembre de 2008, en la cual se estableció una
serie de obligaciones y derechos para los empleadores,
trabajadores y personas que buscan empleo, orientadas –entre
otros- a eliminar cualquier tipo de discriminación contra las
personas que padecen del VIH/SIDA. Con lo cual se reafirma
lo dispuesto por la Ley N° 26626 sobre la declaración de
nulidad del despido y de cualquier otro acto basado en la
condición del trabajador que sufre esta enfermedad.

El otro supuesto que constituye causal de nulidad de


despido ha sido introducido por el inciso 2) del Art. 31° de la
Ley N° 27050 – Ley General de la Persona con
Discapacidad, conforme al cual se prohíbe la discriminación
por el hecho de ser una persona con discapacidad, siendo
nulo cualquier acto que afecte el acceso, la permanencia o las
condiciones de empleo por el hecho de ser una persona con
discapacidad. De forma que, es claro que el despido basado
en este motivo prohibido será causal de nulidad.

31
QUISPE CHÁVEZ, Gustavo. “El despido…” Op. cit. pp. 70-74.

28
Respecto a la nulidad del despido de una persona con
discapacidad, en nuestra opinión habría que evaluarse con
mayor detenimiento aquellos casos en que la discapacidad de
la persona sobreviene a la relación laboral. Según el Art. 2°
de la Ley N° 27050, “la persona con discapacidad es aquella
que tiene una o más deficiencias evidenciadas con la pérdida
significativa de alguna o algunas de sus funciones físicas,
mentales o sensoriales, que impliquen la disminución o
ausencia de la capacidad de realizar una actividad (…)
limitándola en el desempeño de un rol, función o ejercicio de
actividades (…)”. De lo anterior, se observa que la persona
que sufre una discapacidad con posterioridad al inicio de la
relación laboral verá afectado el desempeño habitual de sus
labores dentro la empresa por la merma de sus funciones
(físicas, mentales o sensoriales) o de sus capacidades. En tal
sentido, en relación a las persona que adolecen de una
discapacidad habrá de analizarse en el caso concreto las
circunstancias que han rodeado dicha incapacidad y hasta qué
punto el empleador se encuentra impedido de extinguir la
relación laboral con el trabajador sin que esto sea considerado
como una causal de nulidad de despido por discriminación.

1.2.1.3. El estado de embarazo.

La LPCL ha previsto en el inciso e) de su Art. 29° la


nulidad del despido cuando éste tenga por motivo el
embarazo. Esto, en realidad, es un supuesto específico de la
prohibición contenida en el inciso d) del Art. 29 de la LPCL,
por cuanto es una manifestación de la discriminación por
razón de sexo, debido el embarazo es una situación propia y
exclusiva de la mujer32.

El inciso e) del Artículo 29° de la LPCL establece que:


“Es nulo el despido que tenga por motivo: (…) e) El
embarazo, si el despido se produce en cualquier momento del
período de gestación o dentro de los 90 (noventa) días
posteriores al parto. Se presume que el despido tiene por

32
BLANCAS BUSTAMANTE, Carlos. El despido…. Op. cit. p. 309. ARCE ORTÍZ,
Elmer. Op. cit. pp. 148-149.

29
motivo el embarazo, si el empleador no acredita en este caso
la existencia de causa justa para despedir. Lo dispuesto en el
presente inciso es aplicable siempre que el empleador hubiere
sido notificado documentalmente del embarazo en forma
previo al despido y no enerva la facultad del empleador de
despedir por causa justa”.

Se observa entonces que la protección para la


trabajadora embarazada frente al despido arbitrario cubre
todo el periodo de gestación, además de los noventa (90) días
posteriores al parto. Al mismo tiempo, contiene una
presunción legal (iuris tamtum), según la cual se tendrá por
cierto que el motivo del despido de la trabajadora ha sido su
estado de embarazo si es que el empleador no logra acreditar
que aquel estuvo basado en una causa justa. No obstante, para
que dicha presunción opere es necesario que se haya
notificado documentalmente del embarazo al empleador33, de
forma previa al despido. En consecuencia, comunicado el
empleador del estado de embarazo de la trabajadora, si luego
ésta es despedida durante el periodo de gestación o dentro de
los noventa días posteriores al parto, se presume que el
despido tuvo por motivo el embarazo de la trabajadora, salvo
que el empleador demuestre la existencia de una causa justa
para despedir.

Entonces, a diferencia de lo que ocurre con las otras


causales de nulidad, en este supuesto específico de nulidad se
varía la regla general de la carga de la prueba prevista para el

33
Respecto a la notificación al empleador del estado de embarazo, la Corte Suprema de
la República, a través de su jurisprudencia, ha señalado que este requisito legal no es
necesario para presumir que el motivo del despido ha sido el embarazo cuando el estado
de gestación de la mujer es evidente debido al desarrollo del feto, siendo lo razonable
entender que la madre trabajadora también se encuentra protegida contra el despido en
estos casos. Entonces, el Art.29 de la LPCL ha de interpretarse en el sentido de exigir la
notificación documental del embarazo al empleador solamente en aquellos supuestos
donde el estado de gestación de la mujer no es evidente, pues cuando éste es notorio no
se hace obligatorio presentar documentación al empleador. TOYAMA
MIYAGUSUKU, Jorge y HUAMÁN ESTRADA, Elmer. Op. cit. pp. 57-58. Véase
también Jurisprudencia Laboral. ¿Es necesario notificar previamente al empleador del
embarazo de la trabajadora, para que se configure la causal de despido nulo? En: RAE
JURISPRUDENCIA, febrero de 2009. Tomo 8. pp. 331-333.

30
despido nulo, pues no será la trabajadora quien deberá probar
la causal de nulidad sino que corresponde al empleador
demostrar que el despido se ha basado en una causa justa.

Ahora bien, en el mes de marzo de 2015, el Congreso


de la República aprobó el Convenio N° 183 de la OIT del año
2000, sobre la Protección de la Maternidad34. La ratificación
de este Convenio OIT por el Perú es de vital importancia,
pues a través de éste se busca brindar una protección más
amplia en el ámbito laboral para las mujeres trabajadoras que
quedan embarazadas. Sin embargo, de acuerdo a lo señalado
en su Art. 15, esta norma internacional recién entrará en vigor
en nuestro país a los doce meses de haberse registrado la
ratificación ante el Director General de la OIT, aunque el
Convenio también exige que sus disposiciones sean aplicadas
mediante la legislación nacional (Art. 12). En tal sentido, con
la entrada en vigencia del Convenio OIT N° 183 éste formará
parte de nuestro ordenamiento jurídico, pero sus normas
deberán ser desarrolladas o introducidas al ordenamiento por
la vía legislativa.

A pesar de la vacatio legis del Convenio, en noviembre


de 2015, se promulgó la Ley N° 30367 – “Ley que protege a
la madre trabajadora contra el despido arbitrario y prolonga
su periodo de descanso”, cuyo artículo 2° modificó al artículo
1° de la Ley 26644, ampliando el periodo del descanso pre y
post natal a cuarenta y nueve días (49) días cada uno.
Plasmándose, de este modo, dentro de una norma de derecho
interno el Art. 4° del Convenio OIT N° 183 que establece el
derecho de la mujer a gozar de una licencia de maternidad de
al menos catorce (14) semanas.

34
El Convenio N° 183 de la OIT del año 2000 fue aprobado mediante Resolución
legislativa N° 30312, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 22 de marzo de 2015.
Entre sus disposiciones jurídicas destacan: el derecho de toda mujer embarazada a
licencia de maternidad de como mínimo 14 semanas (98 días), el derecho de la
trabajadora a retornar a su mismo puesto de trabajo o a uno equivalen al término su
licencia de maternidad, la prohibición de exigir una mujer que solicita un empleo que se
someta a un examen para comprobar si se encuentra o no embarazada, el otorgamiento
de una licencia -antes o después del período de la licencia de maternidad- en caso de
enfermedad o si existe riesgo de complicaciones o complicaciones como consecuencia
del embarazo o del parto.

31
Por su parte, en el Art. 1° de la Ley N° 30367 se
dispuso la modificación del tenor del inciso e) del Art. 29 de
la LPCL, quedando actualmente redactado en los siguientes
términos: “Es nulo el despido que tenga por motivo: (…) e) el
embarazo, el nacimiento y sus consecuencias o la lactancia, si
el despido se produce en cualquier momento del periodo de
gestación o dentro de los 90 (noventa) días posteriores al
nacimiento. Se presume que el despido tiene por motivo el
embarazo, el nacimiento y sus consecuencias o la lactancia, si
el empleador no acredita en estos casos la existencia de causa
justa para despedir. Lo dispuesto en el presente inciso es
aplicable siempre que el empleador hubiere sido notificado
documentalmente del embarazo en forma previa al despido y
no enerva la facultad del empleador de despedir por causa
justa".

A primera vista, entonces, la finalidad de la


modificación del inciso e) del Art. 29 de la LPCL es ampliar
el ámbito de protección de la mujer trabajadora contra el
despido, comprendiendo ahora dentro de esta causal de
nulidad no solo el estado de embarazo de la mujer sino
también el momento del nacimiento del bebé y las
consecuencias que ello traiga consigo, además de la lactancia.
Entendemos que el legislador peruano ha modificado el tenor
de esta norma para adaptarla a lo dispuesto por el Art. 8° del
Convenio N° 183 OIT, que prohíbe al empleador despedir a
una mujer por motivos que estén relacionados con su
embarazo, del nacimiento del hijo y sus consecuencias o por
la lactancia.

Sin embargo, en nuestra opinión, el nuevo tenor del


inciso e) del Art. 29 de la LPCL realmente no se condice con
el espíritu del dispositivo internacional en mención. En
efecto, el Art. 8.1 del Convenio señala que “se prohíbe al
empleador que despida a una mujer que esté embarazada, o
durante la licencia mencionada en los artículos 4 o 5, o
después de haberse reintegrado al trabajo durante un período
que ha de determinarse en la legislación nacional, excepto
por motivos que no estén relacionados con el embarazo, el
nacimiento del hijo y sus consecuencias o la lactancia. La

32
carga de la prueba de que los motivos del despido no están
relacionados con el embarazo o el nacimiento del hijo y sus
consecuencias o la lactancia incumbirá al empleador”. De lo
anterior, es claro que esta norma busca proteger contra el
despido a la mujer trabajadora en los siguientes casos
durante: a) el estado de embarazo, b) el periodo de la licencia
por maternidad (Art. 4), c) el periodo de licencia por
enfermedad o por complicaciones o riesgo de complicaciones
a consecuencia del embarazo o del parto (Art.5), d) el periodo
de lactancia; pero también d) luego de la reincorporación de
la madre a su trabajo, por el periodo que establezca la
legislación nacional.

En cambio, analizando el nuevo inciso e) del Art. 29


de la LPCL se puede observar que se protege a la mujer
trabajadora contra el despido que tenga por motivo el
embarazo, el nacimiento y sus consecuencias o la lactancia,
pero siempre que el despido se produzca durante el periodo
de gestación o dentro de los 90 (noventa) días posteriores al
nacimiento del bebé. Es decir que, se sigue sujetando la
nulidad del despido al límite temporal máximo de noventa
(90) días posteriores al parto, lo cual de ningún modo se
corresponde con la protección contra el despido establecida
en el Convenio OIT.

Por tanto, aunque se han ampliado los motivos


prohibidos por los que no se puede despedir a una trabajadora
– protegiendo ya no solo a la mujer embarazada sino también
a la que ha dado a luz-, la Ley N° 30367 no ha modificado el
periodo establecido como límite máximo para que se
configure la causal de nulidad, a pesar que el Art. 8.1 del
Convenio protege a la mujer que ha dado a luz incluso hasta
después de su reincorporación en el trabajo al término de su
licencia, cualquiera que ésta haya sido. Por lo que, tal y como
está redactado actualmente el inciso e) del Art. 29 de la
LPCL no cumple con la finalidad de brindar una protección
más amplia contra el despido a la mujer trabajadora y, menos
aún, con desarrollar adecuadamente el Art. 8 del Convenio
N° 183 OIT. Poco o nada cambia que ahora se extienda la
protección contra el despido hasta el nacimiento del bebe o

33
sus consecuencias, si esta causal de nulidad se va a aplicar
únicamente como máximo hasta los noventa (90) días
posteriores al parto, cuando es sabido que aquellas pueden
prolongarse por periodos de tiempo mayores. La insuficiencia
de la ley se nota más claramente para el caso de la lactancia,
ya que el Art. 1° de la Ley Nº 27240- Ley que otorga Permiso
por Lactancia Materna, modificado por la Ley N° 28731,
dispone que “la madre trabajadora, al término del período
postnatal, tiene derecho a una hora diaria de permiso por
lactancia materna, hasta que su hijo tenga un año de edad
(…)”. En este sentido, carece de lógica prever la lactancia
como motivo prohibido que configura causal de nulidad de
despido si la madre trabajadora, del año a que tiene derecho a
dar de lactar a su hijo, solo se encontrará protegida contra el
despido los tres (3) meses posteriores al parto.

En conclusión, el nuevo tenor del inciso e) del Art. 29


de la LPCL no ha supuesto mayor protección del que trajo
consigo la Ley Nº 27185, y tampoco una adopción plena del
Art. 8.1 del Convenio N° 183 OIT.

1.2.1.4. El ejercicio del derecho a la tutela jurisdiccional.

De conformidad con lo dispuesto en el inciso 3) del


Art. 139° de la Constitución toda persona tiene derecho un
debido proceso y la tutela jurisdiccional efectiva. Éste es un
derecho fundamental que ha sido plenamente reconocido por
los más importantes instrumentos internacionales. Así, la
Declaración Universal de Derechos Humanos prescribe en su
Artículo 8° el derecho que tiene toda persona a presentar un
recurso efectivo ante los tribunales nacionales competentes
“que la ampare contra actos que violen sus derechos
fundamentales reconocidos por la constitución o por la ley”.
Por tanto, toda persona tiene derecho a acceder a los órganos
de administración de justicia en busca del amparo de sus
derechos contra actos que considera que los afectan.

34
En el ámbito concreto de las relaciones laborales, a
nivel internacional, el Convenio N° 158 de la OIT, sobre la
terminación de la relación de trabajo por iniciativa del
empleador, ha establecido expresamente en el inciso c) de su
Art. 5° que no puede constituir causa justa de despido el
“presentar una queja o participar en un procedimiento
entablado contra un empleador por supuestas violaciones de
leyes o reglamentos, o recurrir ante las autoridades
administrativas competentes” 35.

Pese a que el Convenio OIT N° 158 no ha sido


ratificado por el Perú, sí tiene carácter de Recomendación y,
en tal virtud, la LPCL ha recogido en el inciso c) del Artículo
29° como causal de nulidad de despido aquel que tenga por
causa “presentar una queja o participar en un proceso contra
el empleador ante las autoridades competentes, salvo que
configure la falta grave contemplada en el inciso f) del
Artículo 25º”.

Y es que el trabajador tiene derecho de recurrir en


contra de su empleador para reclamar por los
incumplimientos y/o infracciones que éste cometa con aquel,
sin que esta situación deba generar la extinción del contrato
de trabajo. De ahí que, la prohibición expresa de despedir al
trabajador –bajo sanción de nulidad- por el hecho de
presentar una queja o participar en un procedimiento contra el
empleador constituye una garantía del derecho del trabajador
a la tutela jurisdiccional; de forma tal que pueda acudir
libremente a las autoridades competentes para hacer valer sus
derechos frente al empleador sin correr el riesgo que éste, en
represalia, ponga fin a la relación laboral. De nada valdría
reconocer al trabajador el derecho a litigar en contra de su
empleador si no se asegura que el ejercicio de éste no
originará la extinción de la relación laboral.

35
BLANCAS BUSTAMANTE, Carlos. El despido…. Op. cit. pp. 310-311.

35
En tal sentido, despedir al trabajador como represalia
por haber ejercido o intentado ejercer una acción judicial
contra el empleador configura una conducta que vulnera su
derecho a la tutela judicial efectiva. Siendo que, por tanto, si
se impide al trabajador iniciar un proceso o si como
consecuencia del ejercicio de su derecho de acción se le
despide, la norma sanciona este acto con la nulidad36.

De otro lado, el Reglamento del TUO de la LFE


establece en su Art. 47° que esta causal de nulidad se
configura si es que la queja o el reclamo se ha planteado ante
las autoridades administrativas o judiciales competentes, y
siempre que se acredite que el despido ha estado precedido de
actitudes o conductas del empleador que hubieran
evidenciado el propósito de impedir arbitrariamente reclamos
de sus trabajadores.

Comentando esta disposición reglamentaria DELGADO


FERRO advierte que esta norma ha hecho dos (2) precisiones
adicionales que más bien han restringido o limitado la
aplicación de la causal prevista en el inciso c) del Art. 29° de
la LPCL. En primer lugar, señala que la queja o el reclamo
contra el empleador se debe haber presentado ante el Poder
Judicial o la Autoridad Administrativa de Trabajo, lo que
significa que el reglamento solamente otorga protección
contra el despido nulo si la queja es de carácter judicial o
administrativa, dejando con ello fuera de su ámbito a la queja
directa que se presenta ante el empleador. Entonces, si el
trabajador reclama directamente ante su empleador la
existencia de un incumplimiento o la vulneración de sus
derechos y a consecuencia de ello es despedido, éste despido
no podrá ser considerado como nulo. Y, en segundo lugar, no
basta que el trabajador haya presentado la queja ante la
autoridad competente (judicial o administrativa) sino que
también es necesario que aquel acredite que su despido ha
estado precedido de conductas o actitudes que denotan la
intención del empleador de impedir los reclamos de sus
trabajadores. Afirma pues este jurista que, si bien la finalidad

36
Ibídem. p. 313. También ARCE ORTÍZ, Elmer. Op. cit. pp. 162-163.

36
de la norma reglamentaria parece ser evitar la presentación de
quejas o reclamos maliciosos o infundados destinados a
constituir prueba frente a un eventual despido, la exigencia de
estos dos requisitos es excesiva y podría favorecer el
amedrentamiento al trabajador de presentar reclamos que
siendo justificados se abstendrá de interponer por miedo a la
separación del trabajo. Por lo que, la norma reglamentaria
limita bastante la posibilidad de invocar válidamente la
causal del inciso c) del Art. 29° de la LPCL. Considerando
además que, el Art. 47° del Reglamento del TUO de la LFE
condiciona la protección contra el despido nulo por esta
causal a un término máximo de “tres meses de expedida la
resolución consentida que cause estado o ejecutoriada que
ponga fin al procedimiento”37.

Sobre la opinión antes descrita hemos de coincidir


respecto a que es un exceso del reglamento exigir al trabador
tener que probar que el despido estuvo precedido de
conductas o actitudes que evidencien la intención de
empleador de impedir su reclamo, pues el inciso c) del Art.
29° de la LPCL no establece este requisito como condición
para invocación de esta causal. Es por eso que, esta norma
reglamentaria fue objeto de cuestionamiento por la
jurisprudencia nacional y, a través de la Casación N° 1887-
2006- Lima, se señaló que la exigencia del Art. 47° del
Reglamento del TUO de la LFE respecto a que el reclamo del
trabajador se encuentre precedido de actitudes o conductas
del empleador que evidencien la intención de impedir
arbitrariamente los reclamos de sus trabajadores, excede el
marco de lo dispuesto en la LPCL pues no reglamenta
estrictamente la ley sino que –más bien- agrega un supuesto
de hecho no se encuentra contenido en la norma principal.
Sin embargo, discrepamos con dicho autor en relación a que
el Art. 47° de reglamento se excede de la ley al exigir que
reclamo contra el empleador haya debido presentar ante el
Poder Judicial o la Autoridad Administrativa de Trabajo. Esto

37
FERRO DELGADO, VÍCTOR. “El despido arbitrario … Op. cit. p. 53. Véase
también ARCE ORTÍZ, Elmer. Op. cit. pp. 161-167. QUISPE CHÁVEZ, Gustavo. “El
despido…” Op. cit. pp. 65-67.

37
toda vez que el inciso c) del Art. 29° de la LPCL habla de
“autoridad competente” y, de ningún modo puede
considerarse al propio empleador como una autoridad. Por
tanto, lo que hace el reglamento simplemente es especificar
cuáles son las autoridades competentes ante cuya reclamación
se puede configurar un despido nulo. Sobre el particular la
Casación N° 12914-2014-Junín, emitida por la Sala
Constitucional y Social Transitoria de la Corte Suprema de la
República, ha sostenido que la queja planteada por el
trabajador solamente contra su empleador (queja directa)
escapa del ámbito de protección del despido nulo, pues éste
se configura cuando la queja o el reclamo se presenta ante las
autoridades competentes, judiciales o administrativas.

Finalmente, el resultado de la queja o demanda


interpuesta ante el Poder Judicial no es relevante para invocar
esta causal de nulidad. Esto quiere decir que, aun cuando la
queja ante el empleador sea desfavorable es posible alegar la
existencia de esta causal de nulidad del despido pues, lo
importante es que lo que ha motivado al empleador a
despedir al trabajador es el hecho de haber reclamado.
Asimismo, en relación a la queja, reclamo o proceso que
opera como motivo ilícito del despido es preciso señalar que
éste debe ser de naturaleza laboral. Vale decir, que debe estar
referida a incumplimientos o conductas del empleador que
lesionen los derechos del trabajador que se deriven de la
relación de trabajo o sus derechos fundamentales, pudiendo
tramitarse en cualquier clase del procedimiento, no solo en la
vía procesal laboral. Siendo además que, debe existir
identidad entre el trabajador que ha sido despedido y la
persona que presentó la queja o participó en un proceso
contra el empleador, en tanto que solo dicha persona podría
ser objeto de represalia por parte del empleador por aquel
motivo38.

38
BLANCAS BUSTAMANTE, Carlos. El despido…. Op. cit. pp. 315-317.

38
CAPÍTULO II.
EL NUEVO PROCESO LABORAL DENTRO DE LA
NLPT: LA VÍA DEL PROCESO ORDINARIO PARA LA
TRAMITACIÓN LA PRETENSIÓN DE NULIDAD DE
DESPIDO.

Habiendo desarrollado en el capítulo anterior algunos aspectos


sustantivos de la regulación del despido nulo en el Derecho laboral
peruano; corresponde ahora estudiar las cuestiones de orden procesal que
rodean a este tipo específico de despido. No basta la existencia de un
derecho material que establezca los derechos y obligaciones que rigen
entre las partes que componen la relación laboral, sino que –además- se
necesita de un Derecho adjetivo, como es el Derecho procesal laboral, a
través del cual se logre la eficacia del Derecho sustantivo, en tanto sirve
de instrumento para resolver los conflictos laborales surgidos frente a los
incumplimientos o trasgresiones de las normas laborales materiales.

Sin ánimo de ahondar demasiado sobre el surgimiento y la


naturaleza jurídica del Derecho procesal laboral, a grandes rasgos se
puede decir que éste nace frente a la necesidad de resolver los conflictos
surgidos entre el empleador y trabajador a consecuencia del
incumplimiento de las normas laborales sustantivas. En un primer
momento, los conflictos laborales se solucionaban a través del proceso
civil. Sin embargo, con el paso del tiempo el Derecho procesal civil
empezó a presentar limitaciones para resolver adecuadamente este tipo de
conflictos, pues los bienes jurídicos tutelados por el Derecho laboral son
distintos a los del Derecho civil y, por tanto, cada uno de estos Derechos
sustantivos requieren contar con un derecho adjetivo que se adecúe a sus

39
propias necesidades. Así pues, en tanto que el Derecho laboral busca
proteger a la parte más débil de la relación laboral (trabajador), dada la
desigualdad (económica, jurídica, social, etc.) existente entre las partes,
necesita un Derecho procesal que se adapte a las particularidades de este
Derecho sustantivo, para poder resolver satisfactoriamente los conflictos
laborales. Por esta razón, el Derecho procesal laboral busca equilibrar las
desigualdades materiales de la relación laboral a través una protección
favorable al trabajador dentro del proceso39.

Son muchos los autores que se inclinan por sostener que el Derecho
procesal laboral es un Derecho autónomo, puesto que -en tanto que se
adecúa a la naturaleza del Derecho Laboral- tiene principios e
instituciones propias y distintas a los de otras disciplinas jurídicas40. No
obstante, sobre este punto coincidimos más bien con la posición de
aquellos autores que sostienen que el Derecho procesal laboral es una
rama del Derecho procesal, pues comparte instituciones y principios
generales que son comunes al cualquier tipo de proceso, pero –al mismo
tiempo- posee normas independientes de las normas procesales
ordinarias, principios propios en razón de las peculiaridades que tiene el
Derecho laboral41.

39
ROMERO MONTES, Francisco. El nuevo proceso laboral. Lima: Grijley, 2011. pp.
23-26. GÓMEZ VALDÉZ, Francisco. Nueva ley procesal del trabajo (Ley Nº 29497):
análisis secuencial y doctrinario. Lima: San Marcos, 2010. pp. 9 y ss. MALCA
GUAYLUPO, Víctor. Manual del nuevo proceso laboral y litigación oral. Trujillo:
Ediciones BLG, 2013. pp. 23-45.
40
ROMERO MONTES, Francisco. Op. cit. pp. 27-30. GÓMEZ VALDÉZ, Francisco.
Op. cit. pp. 9 y ss. MALCA GUAYLUPO, Víctor. Op. cit. pp. 36-45.
41
El Derecho procesal es un derecho instrumental, pues tiene que adecuarse a las
necesidades especiales que requiera el derecho material al cual le sirve; por eso existen
diversas disciplinas procesales. En este orden de ideas, el Derecho procesal laboral es
una expresión singular del Derecho procesal a través del cual se atienden las situaciones
jurídicas laborales. Precisamente, las peculiaridades que reviste el Derecho laboral son
las que hacen necesario contar con un proceso en el que se apliquen principios propios
para que éste pueda ser un instrumento eficaz de protección de los derechos laborales.
De este modo, el Derecho procesal de trabajo es una rama del Derecho Procesal, pues
tiene principios e instituciones comunes a cualquier tipo de proceso, pero –a su vez-
cuenta con principios y normas especiales que son necesarios para resolver los
problemas específicos del Derecho laboral. PRIORI POSADA, Giovanni [et al.].
Comentarios a la nueva Ley Procesal del Trabajo. Lima: Ara Editores, 2011. pp. 27-29.
Entonces, es errado considerar al Derecho procesal laboral como una rama autónoma
del Derecho porque para serlo necesita un objeto de estudio propio y distinto al de
cualquier otra disciplina jurídica, que en este caso sería el proceso laboral. Sin embargo,
el proceso como tal, ya es objeto de estudio del Derecho Procesal. Así, existen unos

40
Entonces, en la medida que el Derecho laboral busca tutelar los
intereses de la parte más débil de la relación de trabajo, el proceso laboral
posee una estructura, instituciones y unos principios propios que lo hacen
diferente de cualquier otro proceso. De este modo, existen principios
procesales en materia laboral que son diferentes a los del proceso civil,
los mismos que se encuentran estrechamente vinculados a los principios
del Derecho del trabajo. Por ejemplo, en el proceso laboral en cuanto a la
carga de la prueba no resulta aplicable el principio según la cual quien
afirma un hecho debe probarlo. Todo lo contrario, la regla general en el
proceso laboral es la inversión de la carga de la prueba, correspondiendo
al empleador demostrar en juicio lo alegado. Asimismo, se aplican el
principio protector, el in dubio pro operario y la primacía de la realidad,
que son propios y exclusivos del proceso laboral42.

Precisamente, por las particulares características del Derecho


laboral al cual sirve de instrumento el Derecho procesal laboral, los
ordenamientos jurídicos de los países se han esforzado por contar con
una legislación procesal en materia laboral independiente de la
legislación procesal civil; y el Perú no ha sido la excepción. No
corresponde, sin embargo, a la presente investigación estudiar la
evolución del Derecho procesal del trabajo dentro del ordenamiento

principios y conceptos básicos (acción, jurisdicción y proceso) que forman parte del
objeto de estudio del Derecho Procesal y que son comunes a cualquier tipo proceso
(civil, penal, administrativo, laboral, etc). Por tanto, aunque existen distintas disciplinas
procesales, dependiendo de las particularidades y la naturaleza jurídica del derecho
material al que sirven de instrumento, todas ellas se desprenden de un tronco común que
es el Derecho Procesal. Los autores que sostienen que el Derecho procesal es un
Derecho autónomo, en realidad lo hacen poniéndolo en relación con el Derecho
procesal civil, al cual estuvo estrechamente ligado durante sus primeros años de
gestación y del cual se fue desligando con el paso del tiempo debido a las limitaciones y
excesivas formalidades que impedían resolver adecuadamente los conflictos laborales.
Aunque esta separación del Derecho procesal civil no es absoluta pues aún se sigue
aplicando de forma supletoria a las normas procesales laborales. Se puede concluir
entonces que, lo que en realidad se quiere expresar es que el Derecho procesal laboral es
una rama del Derecho procesal que posee autonomía respecto a las demás disciplinas
procesales (civil, penal, administrativa, etc).
42
HUAMÁN ESTRADA, Elmer [et al.]. Análisis y comentarios de la nueva ley
procesal del trabajo. VINATEA RECOBA, Luis y TOYAMA MIYAGUSUKU, Jorge
(dir.). Lima: Gaceta jurídica, 2012. pp. 31-32. MALCA GUAYLUPO, Víctor. Op. cit.
pp. 107-110. TOLEDO TORIBIO, Omar. Derecho procesal laboral: principios y
competencia en la Nueva ley procesal del trabajo, Ley 29497. Lima: Grijley, 2011. p.
65.

41
jurídico peruano; debiendo concentrarse los esfuerzos únicamente
analizar el nuevo régimen del proceso ordinario laboral.

2.1. Breve panorama de la Nueva Ley Procesal de Trabajo.

El antecedente inmediato de la NLPT, que incluso hasta hoy se


continúa aplicando en algunos Distritos judiciales, es la Ley N° 26636 –
Ley Procesal de Trabajo (en adelante LPT). La LPT entró en vigencia el
23 de septiembre de 1996 teniendo el mérito de compilar en su texto a
todos los procesos en materia laboral y establecer como sus principios
base a la inmediación, concentración, celeridad y veracidad. Sin
embargo, esta norma procesal estuvo bastante influenciada por el Código
Procesal Civil de 1992. Precisamente, el influjo que tuvo el Derecho
procesal civil sobre la LPT trajo consigo una gran congestión de las
causas laborales, debido a que el proceso laboral adoptó un modelo
escriturado, característico del proceso civil; y, por ende, se trasladó a
aquel los déficits del que éste adolecía43.

Lamentablemente, a pesar de las diversas modificaciones de las que


fue objeto la LPT con la finalidad de poder agilizar la tramitación de los
procesos judiciales, se hizo necesario plantearse una reforma general de
la norma procesal, pues la Ley N° 26636 no estaba siendo un instrumento
adecuado para brindar una solución rápida y eficaz a los conflictos
laborales. De este modo, luego de varios intentos de reforma, finalmente
el 13 de enero del 2010 el Presidente de la República, señor Alan García
Pérez, promulgó la Ley N° 29497 – Nueva Ley Procesal del Trabajo
(NLPT); publicándose en el Diario Oficial El Peruano el 15 enero del
201044 y entrando en vigencia el 15 de julio de 2010.

43
Vid. MALCA GUAYLUPO, Víctor. Op. cit. p. 32 y 50. ROMERO MONTES,
Francisco. Op. cit. pp. 74-75. También puede verse HUAMÁN ESTRADA, Elmer [et
al.]. Op. cit. pp. 9-17.
44
Acerca del proceso de reforma laboral hasta la dación de la Ley N° 29497 véase
ARÉVALO VELA, Javier. “Antecedentes de la Reforma del Proceso Laboral en el
Perú”. En: Doctrina y análisis sobre la Nueva ley procesal del trabajo [en línea]. Lima:
Academia de la Magistratura del Perú, 2010. Disponible en:
http://sistemas.amag.edu.pe/publicaciones/derecho_trabajo/doctrina_analisis_ley_trabaj
o.pdf. Consultado el 14 de enero de 2016. pp. 20-21. También GÓMEZ VALDÉZ,
Francisco. Op. cit. pp. 32-35.

42
Pese a su entrada en vigencia, su aplicación no ha sido inmediata
para todos los Distritos Judiciales de nuestro país. En efecto, de acuerdo
a la Novena Disposición Complementaria de la NLPT, la aplicación de la
ley se realizará de forma progresiva en la oportunidad y en los Distritos
judiciales que disponga el Consejo Ejecutivo del Poder Judicial. Siendo
pues que, para aquellos otros en lo que aún no se disponga su aplicación
seguirá rigiendo la Ley N° 26636 y sus modificatorias respectivas.

Esto quiere decir que la LPT, pese a su derogación expresa por la


NLPT (Primera Disposición Derogatoria) continúa teniendo aplicación
en aquellos Distritos Judiciales donde el Consejo Ejecutivo todavía no
haya dispuesto la implementación de la nueva ley procesal. Además,
claro está, de seguir aplicándose en los Distritos judiciales en los que,
pese a estarse aplicando la NLPT, existen procesos judiciales iniciados
durante la vigencia de la LPT que deben seguir tramitándose bajo ésta, en
virtud al principio de ultractividad y la Tercera Disposición
Complementaria de la NLPT.

La principal innovación de la NLPL es que introduce el principio


de oralidad como piedra angular del proceso laboral, pasándose entonces
del modelo escritural establecido por la LPT a uno predominantemente
oral, lo que en buena cuenta fortalece también el principio de
inmediación. Otra novedad que trae esta ley es la supresión de los
procesos sumarísimos tramitados bajo las reglas del CPC y la creación -
en su lugar- de los procesos abreviados, cuyo trámite se rige por las
disposiciones contenidas en la propia norma procesal laboral y ya no por
el CPC. Siendo, además, que este tipo de procesos puede ser tramitado
por el juez laboral o por los juzgados de paz letrado especializados en lo
laboral, en este último caso cuando su cuantía no supere las cincuenta
(50) unidades de referencia procesal (URP). De otro lado, se amplía el
régimen de competencia de los jueces, se establecen legitimaciones
especiales, se prevé que las notificaciones judiciales se realicen de forma
electrónica, entre otros45.

45
Vid. ROMERO MONTES, Francisco. Op. cit. pp. 74-75. HUAMÁN ESTRADA,
Elmer [et al.]. Op. cit. pp. 10-11 y 18-27. MALCA GUAYLUPO, Víctor. Op. cit. pp.
100-101. PEÑA CAMARENA, Humbelino y PEÑA ACEVEDO, Juan. El nuevo
proceso laboral en sus documentos. Lima: Gaceta Jurídica, 2013. pp. 15-18. Sobre las
deficiencias o imprecisiones de la NLPT véase MONROY GÁLVEZ, Juan.
“Comentarios a la Ley procesal de trabajo”. Themis: Revista de Derecho [en línea]. N°
58. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, 2010. pp. 165-184. Disponible en:

43
En líneas generales, más allá de las deficiencias de las que -como
cualquier otra norma- pueda adolecer, la NLPT propone un proceso
laboral caracterizado por la concentración de las principales actuaciones
procesales y por la oralidad como forma de expresión de lo dicho por las
partes dentro del proceso. Un ejemplo de ello es el caso de la audiencia,
donde en un solo acto se realiza la confrontación de posiciones, la
actuación probatoria, los alegatos y la expedición de la sentencia; lo cual
se contrapone al antiguo proceso escrito y desconcentrado de la LPT, en
el cual la audiencia de actuación de pruebas es un acto distinto y
separado de la sentencia. En consecuencia, la entrada en vigor de NLPT
ha supuesto un gran avance para el Derecho procesal peruano en su
búsqueda por ser una rama del Derecho Procesal con autonomía e
independencia del Derecho procesal civil, al cual solamente se acudirá de
forma supletoria en lo que no esté expresamente regulado. De igual
manera, la previsión por la nueva norma procesal de un proceso oral
busca lograr que el proceso laboral sea más ágil para solucionar los
conflictos laborales46.

2.2. El proceso ordinario laboral como vía procedimental típica


para el tramite de la pretensión de despido nulo.

El proceso ordinario laboral es el proceso típico, el más recurrente


de los procesos regulados en la NLPT y, por ende, es el que absorbe la
mayor carga procesal. Esto sucede porque el proceso ordinario laboral es
de carácter general, dado que se aplica para resolver una gran diversidad
de conflictos jurídicos. A diferencia de lo que ocurre con procesos
laborales especiales, los cuales constituyen excepciones que se han
previsto en la ley debido a la peculiar naturaleza de los asuntos que se
tramitan dentro de los mismos47.

Así pues, el inciso 1) del Art. 2° de la NLPT preceptúa que los


juzgados especializados de trabajo conocen en vía de proceso ordinario
laboral “todas las pretensiones relativas a la protección de derechos
individuales, plurales o colectivos, originadas con ocasión de la
prestación personal de servicios de naturaleza laboral, formativa o

http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/themis/article/view/9126/9538. Consultado el 28
de Enero de 2016.
46
Ibídem.
47
HUAMÁN ESTRADA, Elmer [et al.]. Op. cit. p. 72. ROMERO MONTES,
Francisco. Op. cit. pp. 269-272.

44
cooperativista, referidas a aspectos sustanciales o conexos, incluso
previos o posteriores a la prestación efectiva de los servicios”. De este
modo, la competencia material de los juzgados especializados de trabajo
para conocer en la vía de proceso ordinario laboral es muy vasta, ya que
no solo abarca las controversias jurídicas originadas en relaciones
surgidas dentro de un contrato laboral, sino también en aquellas de
naturaleza formativa y cooperativista; a excepción de las relaciones de
naturaleza civil, a no ser que encubran una relación de trabajo. Incluso, a
través de este proceso el juez laboral conoce sobre las vulneraciones de
derechos producidas con anterioridad a la efectiva prestación de
servicios; con lo cual el Estado tutela el derecho al acceso al trabajo.

Asimismo, el segundo párrafo del Art. 2.1 de la NLPT prevé una


serie de supuestos que no son sino expresiones concretas de la premisa
general citada precedentemente, pero que no tienen carácter limitativo
sino más bien enunciativo. Siendo que, de todos estos supuestos, el literal
a) del Art. 2.1 de la NLPT establece la competencia del juez laboral para
conocer en el proceso ordinario laboral de las pretensiones relacionadas
con “el nacimiento, desarrollo y extinción de la prestación personal de
servicios”. Por tanto, corresponde a aquél resolver sobre la pretensión de
despido nulo, en tanto el despido es un acto unilateral del empleador
mediante el cual extingue la relación laboral con el trabajador.

En consecuencia, el proceso ordinario laboral ha sido y sigue


siendo -digámoslo así- la vía procedimental “por excelencia” a través de
la cual el trabajador puede tramitar su pretensión de despido nulo. A
pesar de ello, y en opinión que es compartida por un sector importante de
la doctrina peruana48, consideramos que la NLPT ha abierto la

48
Al respecto véase HUAMÁN ESTRADA, Elmer [et al.]. Op. cit. pp. 82-83.
ROMERO MONTES, Francisco. Op. cit. pp. 102-103. MALCA GUAYLUPO, Víctor.
Op. cit. pp. 187-189. Este último autor sostiene, además, que cuando la norma procesal
señala que solo se conocerá en proceso abreviado laboral la reposición como única
pretensión, solo se está refiriendo a pretensiones principales, no a las accesorias. Y es
que la reposición trae naturalmente como consecuencia el pago de las remuneraciones
devengadas, intereses legales generados y los costos y costas del proceso. No comparte
esta opinión Arce Ortíz, quien considera que la disposición contenida en el Art. 2.2. de
la Nueva Procesal Del Trabajo definitivamente “no se refiere al despido nulo, ya que el
despido nulo tiene su propia vía procesal de impugnación de despido. Por eso se está
refiriendo a otras formas de impugnar el despido, cuya reparación consiste en la
reposición del trabajador en su puesto (…) De esta manera la Nueva Ley Procesal del
Trabajo abre una vía procesal al despido incausado y fraudulento (….) cuando el Pleno

45
posibilidad para que el trabajador pueda accionar su pretensión de
despido nulo también en la vía del proceso abreviado laboral. Y es que, el
Art.2.2 de la NLPT dispone que los jueces especializados de trabajo
conocen en dentro del proceso abreviado laboral “de la reposición
cuando ésta sea planteada como pretensión principal única”. Siendo pues
que, es factible que el trabajador que se ha visto afectado con un despido
nulo pueda acudir a un proceso abreviado laboral para solicitar la
readmisión en el empleo, en la medida que la LPCL ha previsto como
mecanismo de protección frente este tipo de despidos la reposición en el
empleo. Con lo cual se marca una diferencia notable con la regulación
establecida por la LPT, donde la pretensión de nulidad solamente podía
ser tramitada a través del proceso ordinario laboral.

De todo lo antes dicho, la pretensión de despido nulo puede ser


tramitada en la vía del proceso ordinario o del abreviado laboral, lo cual
ya dependerá de la elección que tome el demandante; aunque en
cualquiera de los dos casos el proceso será competencia del juez laboral.
Sin embargo, a diferencia del proceso ordinario, en el proceso abreviado
el trabajador no podrá plantear el pago de una indemnización por despido
arbitrario como pretensión subordinada, en caso la demanda de nulidad
de despido fuera desestimada, ya que no cabe la acumulación de
pretensiones (salvo cuando se trate de pretensiones accesorias como el
pago de devengados, costas y costos, entre otros).

Jurisdiccional Supremo de 2012 interpreta el artículo 2.2. de la Nueva Procesal Del


Trabajo, solo admite en esta vía procesal a los despidos incausado y fraudulentos”. Cfr.
ARCE ORTÍZ, Elmer. La nulidad del despido… Op. cit. 3a. ed. pp. 165-166. Sin
embargo, no nos encontramos de acuerdo con lo manifestado por dicho autor. En primer
lugar, porque si bien es cierto que la pretensión de despido nulo de suyo se tramita en
proceso ordinario laboral, la norma procesal no establece expresamente que dicha
pretensión solo pueda ser conocida en este tipo de proceso. Además, el Art. 2.2. de la
NLPT solo exige dos (2) condiciones para acudir al proceso abreviado laboral: que la
pretensión sea la reposición en el empleo y que ésta se plantee como pretensión única.
En segundo lugar, porque el Pleno Jurisdiccional Supremo de año 2012, al interpretar el
Art. 2.2. de la NLPT no lo hace en el sentido de señalar que en el proceso abreviado
laboral solo se conoce de la pretensión de reposición del despido fraudulento e
incausado, sino más bien en el sentido de establecer que la vía para tramitar este tipo de
despidos es la del proceso abreviado laboral y no la ordinaria; conclusión plenaria con la
que en realidad tampoco estamos muy de acuerdo.

46
Ahora bien, dado que el objeto de la presente investigación se
encuentra referido a la pretensión de despido nulo dentro de la vía del
proceso ordinario laboral, solamente analizaremos las normas de la
NLPT concernientes a este tipo de proceso laboral.

2.2.1. El procedimiento del proceso ordinario laboral.

El procedimiento del proceso ordinario laboral se encuentra


regulado en los artículos 42° a 47° de la NLPT. Por lo que, a
continuación, desarrollaremos brevemente cómo se encuentra
estructurado.

a) Presentación de la demanda:

El proceso se inicia con la presentación de la demanda por el


trabajador, la cual – de acuerdo a lo dispuesto en el Art. 16 de la
NLPT- debe hacerse por escrito y cumpliendo con todos los
requisitos y anexos establecidos en los artículos 424° y 425° del
CPC. Además debe cumplir con aquellas otras exigencias previstas
en el Artículo 16° de la NLPT, como es el precisar la finalidad que
cumple cada medio de prueba que se anexa a la demanda y la
prohibición de incluir algún pliego de preguntas para la contraparte.
Esto último debido a que durante la audiencia de juzgamiento el
juez tiene libertad de interrogar a los participantes de ella, sin tener
seguir ninguna fórmula preconstituida o ritualismo.

Del mismo modo, la norma procesal exige al accionante


indicar, en los casos que corresponda, el monto total del petitorio,
así como de los montos individualizados de cada uno de los
extremos que integren la demanda; entre otros requisitos que
deberá cumplir el demandante en caso corresponda.

b) Admisión y emplazamiento:

Presentada la demanda, el juez debe verificar el


cumplimiento de los requisitos de admisibilidad y procedencia
dentro del plazo de cinco (5) días hábiles siguientes a su recepción.

47
Al momento de calificar la demanda el juez tiene tres
posibilidades: i) declarar inadmisible la demanda, en cuyo caso –
de acuerdo a lo dispuesto por el Art. 17° de la NLPT- se otorgará al
demandante un plazo de cinco días hábiles para subsanar las
omisiones advertidas por el juez, bajo apercibimiento de disponerse
la conclusión del proceso; ii) declararla improcedente, siendo que
en este caso el juez rechaza de plano la demanda pero siempre y
cuando el incumplimiento de los requisitos de procedencia sea
notorio, por lo que su uso es excepcional; y, finalmente, puede iii)
admitir a trámite la demanda si ésta cumple con todos los requisitos
de admisibilidad y procedencia.

Cabe señalar que en la calificación de la demanda el juez


debe evaluar los requisitos de admisibilidad y procedencia
aplicando el principio pro actione o también conocido como favor
procesum, según el cual en caso de duda entre admitir una demanda
o rechazar el juez tiene la obligación de admitirla y continuar con el
proceso. Lo mismo ha de ocurrir cuando el juez advierte que la
demanda no cumple con formalidades intrascendentes, en cuyo
caso puede emitir el auto admisorio, sin perjuicio de requerir al
demandante que cumpla con la corrección correspondiente como
máximo en la fecha de la audiencia49. De ahí que el Art. 17° de la
NLPT disponga que la declaración de improcedencia de la
demanda sea algo de carácter excepcional, solamente cuando el
incumplimiento de los requisitos de procedencia es notorio.

Verificado el cumplimiento de los requisitos de admisibilidad


y procedencia, el juez emite una resolución, denominado auto
admisorio de demanda, en la que además de admitir a trámite la
demanda, cita a las partes a la audiencia de conciliación, indicando
la fecha y hora en la que deberán acudir; no pudiendo exceder de
los treinta (30) días hábiles siguientes a la fecha de calificación de
la demanda. Asimismo, el auto admisorio debe incorporar el
emplazamiento formal al demandando para que concurra a la
audiencia de conciliación con el escrito de contestación y sus
respectivos anexos. Dado que esta resolución judicial contiene el
traslado de la demanda, de conformidad con lo estipulado en el Art.

49
Vid. PRIORI POSADA, Giovanni [et. al.]. Op. cit. pp. 230-231.

48
13° de la NLPT, se deberá notificar a las partes con aquella
mediante cédula.

A diferencia de lo que ocurría con la LPT, en el nuevo


proceso ordinario el emplazamiento al demandado con la demanda
no contiene el otorgamiento de un plazo para que éste se apersone
al proceso y conteste la demanda; sino -más bien- supone la puesta
en conocimiento de empleador del inicio de un proceso laboral en
su contra, indicándole la fecha en la que debe acudir para la
celebración de la audiencia de conciliación, a la que recién deberá
asistir con su escrito de contestación de demanda. La contestación
debe cumplir con todo lo dispuesto por el Art. 19° de la NLPT; es
decir, debe ser presentada por escrito y con todos los requisitos y
anexos establecidos en la norma procesal civil. Además, indicar la
finalidad de cada de medio de prueba ofrecido y no incluir pliego
de preguntas dirigido a la contraparte, testigos o peritos. De otro
lado, la contestación de demanda debe contener todas las defensas
procesales y de fondo que el demandado estime convenientes; y no
cabe planear reconvención50.

Se observa entonces que la NLPT logra reducir los plazos y


formalidades que se mantenían con la antigua ley procesal, ya que
ahora el auto admisorio contiene no solo la admisión de la demanda
y de los medios de prueba ofrecidos por el demandante, sino
también la citación a la audiencia de conciliación, en la cual –como
veremos más adelante- en caso no llegarse a un acuerdo, el
demandado recién hará entrega de la contestación de la demanda;
lo cual refleja la eficacia del principio de concentración51.

50
La NLPT señala claramente que la contestación de demanda debe contener tanto las
defensas de fondo como las defensas procesales; es decir, las excepciones, defensas
previas, cuestiones probatorias, entre otras. Además, si el demandado no niega
expresamente los hechos expuestos en la demanda éstos se consideraran como
admitidos; lo que significa que el juez no tendrá posibilidad de evaluar si los aprecia o
no como reconocidos, pues la propia norma ordena que sean considerados como
admitidos. Vid. PRIORI POSADA, Giovanni [et. al.]. Op. cit. pp. 148-149. ROMERO
MONTES, Francisco. Op. cit. pp. 175-176.
51
En el proceso ordinario laboral regulado por la LPT en el auto admisorio de la
demanda se tenían por ofrecidos los medios probatorios y se disponía correr traslado de
la demanda para que dentro del plazo de ley el demandado procediese a contestarla. Una
vez contestada la demanda, el juez emitía una nueva resolución en la que se tenía por
apersonado al demandando, por contestada la demanda, y en caso de existir excepciones

49
c) Audiencia de conciliación:

Notificadas las partes con el auto admisorio de la demanda el


acto procesal que sigue a continuación es la celebración de la
audiencia de conciliación en la fecha y hora pactada. Adviértase
que bajo la LPT la conciliación formaba parte de la audiencia
única, en donde además se actuaban los medios de prueba. En el
nuevo proceso ordinario laboral, en cambio, la conciliación es una
etapa procesal distinta y separada de la audiencia de juzgamiento,
esta última en la que no solo se realiza la actividad probatoria sino
también se emite sentencia.

La audiencia de conciliación en el nuevo proceso ordinario


laboral se caracteriza por la oralidad que existe entre las partes y el
juez a efectos de llegar a la solución del conflicto. Por eso, en esta
etapa se aplica el principio de inmediación, ya que el juez es quien
preside la conciliación entre las partes. Además, es recién en este
acto procesal en el que el demandado se apersona al proceso.

Por otro lado, esta audiencia se lleva a cabo en forma privada


entre las partes y el juez; por lo que, las actuaciones realizadas en
la etapa de conciliación no se registran a través de audio y video
(Art. 12.1 de la NLPT), como sí ocurre con la audiencia de
juzgamiento. Esto se hace con la finalidad que el juez y los
litigantes actúen con plena libertad durante su desarrollo52.

y cuestiones probatorios se tenían por presentadas, disponiéndose correr traslado al


demandante. De igual modo, en esa misma resolución judicial el juez debía citar a las
partes a audiencia única. Es por eso que, entre la presentación de la demanda y la
audiencia única podían trascurrir entre ochenta y noventa días, dado que se debían
sumar todos los plazos otorgados para la presentación de los escritos y las respectivas
notificaciones. HUAMÁN ESTRADA, Elmer … [et alt]. Op. cit. p. 235. Sin embargo,
esto cambia en el nuevo proceso laboral porque el emplazamiento al demandado no
contiene un plazo para la contestación de la demanda, pues ésta se presenta en la misma
audiencia de conciliación.
52
A ello se suma el hecho que la norma procesal (Art. 30°) ha dispuesto que las
manifestaciones realizadas por las partes durante la conciliación no serán consideradas
como declaraciones que el juez pueda apreciar y valorar para dictar su fallo. Dicha
disposición resulta acertada y adecuada pues propicia la conciliación, ya que cualquier
intento de conciliar colapsaría si las declaraciones o cualquier dicho de las partes
pudieran ser utilizadas como medios probatorios dentro del proceso. HUAMÁN
ESTRADA, Elmer [et al.]. Op. cit. p. 237. MALCA GUAYLUPO, Víctor. Op. cit. pp.
286-288.

50
Concretamente, en la práctica judicial la única actuación procesal
que no se registra en audio y video es la conciliación propiamente
dicha. En otras palabras, la filmación y audio registran el inicio de
la audiencia de conciliación, suspendiéndose durante la
conciliación entre las partes, concluida la cual se retoma para
registrar el acuerdo conciliatorio al que hubieran arribado las
partes; o, en caso de no haberse producido éste, dejar constancia de
la falta de conciliación, así como del resto de la audiencia hasta su
conclusión.

Esta audiencia reúne dentro de sí varios actos procesales, lo


que pone de manifiesto la eficacia del principio de concentración:

i) Acreditación de las partes:

La acreditación consiste en la presentación e identificación


que las partes realizan ante el juez. Esta etapa se inicia primero con
la identificación del juzgado que se encuentra a cargo del proceso,
debiendo también señalarse a las partes y la materia controvertida.
Luego, se prosigue con la acreditación del abogado del trabajador,
identificándose éste por su nombre, registro de colegiatura, número
de casilla electrónica y/o domicilio procesal; así como al
trabajador, con sus nombres y apellidos completos, DNI y
domicilio real. Finalmente, el juez solicita la acreditación del
demando, debiendo identificarse el abogado con su número de
registro de colegiatura, casilla electrónica y/o domicilio procesal,
luego de lo cual el empleador procede a acreditarse de la misma
forma que el trabajador, pero indicando además el domicilio fiscal
o real de la empresa. Realizado todo esto el juez debe hacen
mención de las reglas de conducta que las partes deben observar
durante el desarrollo de la audiencia, las misma que se encuentran
previstas en el Art. 11° de la NLPT, concluido lo cual se da por
instalada la misma. En caso la parte asista a través de un apoderado
éste debe acreditar su representatividad y sus facultades para
conciliar. La presentación de las partes o apoderados y de sus
abogados es muy importante en la medida que de esto depende la
suerte de la audiencia y del proceso53.

53
MALCA GUAYLUPO, Víctor. Op. cit. pp. 293-297. HUAMÁN ESTRADA, Elmer
[et al.]. Op. cit. pp. 238-240. PRIORI POSADA, Giovanni [et. al.]. Op. cit. pp. 234-235.

51
En este orden de ideas, la asistencia o inasistencia de una o
ambas partes (demandante y demandado) a la audiencia de
conciliación puede dar a lugar a diversas consecuencias jurídicas
dentro del proceso:

1) Asistencia de ambas partes: si ambas partes asisten a la


audiencia de conciliación el juez las invita a conciliar sus
posiciones.
2) Inasistencia del demandante: si éste no asiste a la audiencia
de conciliación el demandado puede contestar la demanda y
se prosigue con la audiencia. Sin embargo, frente a este
panorama, podría ocurrir que el demandado opte por no
apersonarse al proceso, con lo cual no se llevaría a cabo la
audiencia por inasistencia de ambas partes. Y en este último
caso el juez se encontrará facultado para declarar la
conclusión del proceso si dentro de los treinta días (30)
naturales siguientes ninguna de las partes solicita nueva fecha
para audiencia54.
3) Inasistencia del demandado: frente a este supuesto la norma
procesal dispone que el demandado incurrirá
automáticamente en rebeldía sin necesidad que exista una
declaración expresa que así lo señale. Pero el demandado
también incurrirá en rebeldía automática si, asistiendo a la
audiencia, no contesta la demanda55 o el apoderado o
representante designado no cuenta con poderes suficientes
para conciliar56. No obstante, el demandado rebelde puede

54
PRIORI POSADA, Giovanni [et. al.]. Op. cit. p. 235.
55
La NLPT mantiene el error de la legislación procesal civil peruana cuando considera
que la no contestación de demanda produce la rebeldía del demandado. Lo cual no es
correcto, pues la rebeldía se produce por la no comparecencia del demandado al
proceso, no por la falta de contestación de la demanda. La comparecencia al proceso es
una carga, mientras que la contestación de la demanda es un acto a través del cual se
manifiesta el derecho a la defensa, y –por tanto- corresponde al demandado elegir si
ejerce o no este derecho. PRIORI POSADA, Giovanni [et. al.]. Op. cit. p. 235.
Entonces, la rebeldía se produce por la falta de comparecencia al proceso dentro del
plazo fijado en la ley, no por la falta de contestación de la demanda. No obstante, el
efecto inmediato de la declaración de rebeldía es que el demandado no pueda contestar
la demanda o ejercer otro medio de defensa, lo que no impide el demandado luego se
pueda apersonar al proceso en el estado en que éste se encuentre.
56
Con la figura de la rebeldía automática por falta de poderes suficientes para conciliar
del apoderado o representante, consideramos que la norma procesal busca propiciar que
se realice la conciliación entre las partes. De nada serviría la celebración de esta

52
incorporarse al proceso en el estado en que se encuentre, sin
necesidad de pagar multa alguna. Aunque no tiene
posibilidad de renovar los actos previos, precisamente por las
consecuencias jurídicas de la rebeldía.
4) Inasistencia de ambas partes: si ni el demandante ni
demandado asisten a la audiencia de conciliación el juez
declara la conclusión del proceso si dentro de los treinta días
(30) naturales siguientes ninguna de las partes solicita nueva
fecha para audiencia.

ii) Conciliación:

Como se ha señalado precedentemente, si ambas partes


acuden a la audiencia y se encuentran debidamente acreditadas, el
juez procede a invitarlas a conciliar sus posiciones, para lo cual la
ley le faculta a participar activamente de ella con la finalidad que
aquellas solucionen su conflicto, ya sea total o parcialmente.
Coincidimos con PRIORI POSADA en el hecho que el juez debe
intentar que las partes lleguen a un acuerdo sobre la controversia
que las enfrenta, pero que dicho intento debe ser real. Es decir que
debe insistir en la obtención de un acuerdo y no limitarse a
proponer una forma conciliatoria superficial, que de no ser
aceptada por las partes le lleve a dar por concluida la
conciliación57. Ahora bien, el juez debe propiciar la conciliación a
fin que las partes lleguen a un acuerdo pero respetando siempre el
principio de irrenunciabilidad de derechos y demás principios que
informan al Derecho Laboral.

audiencia si es que el demandado asiste a ella sin contar con poderes para conciliar. De
modo que, la finalidad de la norma es sancionar al demandado por frustrar la
conciliación, impidiéndole contestar la demanda. Sin embargo, existe un Pleno
Jurisdiccional Nacional Laboral, celebrado en la ciudad de Lima en el año 2012, en el
que se concluye por mayoría que “el demandado que incurre en rebeldía automática por
no tener facultades suficientes para conciliar sí puede contestar la demanda”, debido a
que prima el derecho de defensa y de contradicción. A pesar que los plenos
jurisdiccionales no son jurisprudencia vinculante, habría de tomarse en cuenta lo
señalado por el pleno en cuestión, toda vez que la rebeldía en estricto se produce por la
incomparencia del demandado al proceso y no por la ausencia de facultades para
conciliar. Siendo que, la ley no puede privar al demandado de ejercer su derecho de
defensa por el hecho que no querer o no tener facultades para conciliar con el
demandante, más aún cuando la conciliación depende de la voluntad de ambas partes.
57
PRIORI POSADA, Giovanni [et. al.]. Op. cit. pp. 235-237.

53
La conciliación puede prolongarse todo lo que sea necesario
hasta que se dé por agotada, siempre que las partes así lo hayan
decidido. Es por eso que ésta puede continuarse los días hábiles
siguientes, las veces que se necesite, hasta un plazo máximo que no
exceda de un mes58. No obstante, aunque la norma no lo señala, en
caso una o ambas partes inasista en la fecha programada para
continuar con la conciliación, se deberán aplicar las consecuencias
jurídicas establecidas en el primera parte del Art. 43.1 de la NLPT,
que ya hemos desarrollado líneas arriba. Esto es así porque se
entiende que, aunque se programen nuevas fechas para proseguir
con la conciliación, todos estos actos siguen formando parte de un
solo acto procesal que es la audiencia de conciliación.

Si las partes llegar a una conciliación, sea total o parcial, el


juez –en ese mismo acto- aprueba lo acordado con calidad de cosa
juzgada, y ordena el cumplimiento de las prestaciones acordadas
dentro del plazo fijado por las partes o, en su defecto, dentro de los
de cinco (5) días hábiles siguientes. De que, si la conciliación es
total se concluye el proceso; pero si solo es parcial o las partes no
llegaron a un acuerdo se procede con la siguiente etapa de la
audiencia de conciliación.

iii) Fijación de pretensiones y contestación de demanda.

Si el conflicto se concilia parcialmente o, por el contrario, la


partes no han llegado a ningún acuerdo, el juez procede a precisar
las pretensiones que serán materia del proceso.

La fijación de pretensiones es muy importante porque puede


suceder que éstas varíen en su número, debido a que es posible que
durante la conciliación el demandante se haya desistido de alguna
de las pretensiones de su demandada, o incluso que algunas de ellas

58
Realmente es poco probable la ejecución de esta disposición en la práctica, pues la
carga procesal de los juzgados laborales sino excesiva es abundante. El juez
difícilmente podría programar más de una sesión de conciliación -adicional a audiencia
de conciliación que quedó en continuación- en el lapso de un mes, debido a la gran
cantidad de procesos que tiene a su cargo, en los cuales tiene programada o por
programar su respectiva audiencia de conciliación o, incluso, la audiencia de
juzgamiento. Por lo que, la norma ciertamente busca un ideal que lamentablemente es
poco viable dentro del sistema procesal peruano.

54
hayan sido conciliadas entre las partes, careciendo de sentido seguir
discutiéndolas en el proceso59. Es por eso que es necesario que el
juez defina cuáles serán las pretensiones sobre las que versará el
proceso laboral. Nótese, que la ley habla sobre fijación de
pretensiones y no sobre fijación de puntos controvertidos, esto
debido a que hasta ese momento el demandado aún no ha
contestado la demanda.

Establecidas las pretensiones el juez requiere al demandado


presentar su escrito de contestación, con los respectivos anexos,
luego de lo cual también se hace entrega de una copia al
demandante. Acto seguido el juez procede a la calificación de
contestación, la misma que si reúne los requisitos de ley se tendrá
por contestada. Lo propio se hará con las defensas procesales, si el
demandado hubiera deducido alguna. Asimismo, fija fecha y hora
para la realización de la audiencia de juzgamiento, cuya
programación no podrá exceder los treinta (30) días hábiles
siguientes; debiendo las partes darse por notificadas en este mismo
acto sobre todas las actuaciones realizadas.

No obstante, si el juez observa que, presentada o no la


contestación, la controversia solamente es una cuestión de derecho
o que, siendo también de hecho, no existe la necesidad de actuar
medios de prueba; dispone –en ese mismo acto- que los abogados
de las partes presenten sus alegatos, al término de los cuales (o en
un plazo máximo de sesenta minutos), el juez emite el fallo
sentencia. Siendo que, la sentencia completa se notificará a las
partes igual que como se hace con la sentencia que se dicta en
audiencia de juzgamiento (Art. 43.3. in fine de la NLPT). En
consecuencia, puede ocurrir que, si se dan los presupuestos
señalados en la ley, el juez resuelva la controversia jurídica dentro
de la misma audiencia de conciliación, sin que para ello tenga que
citar a una audiencia de juzgamiento.

Finalmente, antes de proceder a desarrollar la siguiente etapa


del proceso ordinario laboral, es necesario realizar una observación
a la primera parte del Art. 43.3 de la NLPT. Y es que sucede que la
nueva norma procesal no ha previsto un plazo para que el

59
PRIORI POSADA, Giovanni [et. al.]. Op. cit. p. 238.

55
demandante absuelva las defensas procesales que hubieran sido
planteadas por el demandado en el escrito de contestación,
entregado en la audiencia de conciliación, cuestión que si se
encontraba regulada en la LPT. Efectivamente, el Art. 63° de la
LPT establecía que, contestada la demanda, el juez debía notificarla
al demandante otorgándole un plazo de tres (3) días para la
absolución escrita de las excepciones y cuestiones probatorias
propuestas por el demandado, señalando también en la misma
resolución el día y hora para la celebración de la audiencia única.
Así pues, el Art. 43.3. de la NLPT debió seguir la misma línea y
prever un plazo para la absolución a las excepciones, cuestiones
probatorias o defensas previas propuestas por el demandado.

Lo que suele hacerse algunas veces en la práctica judicial es


conceder a la parte demandante un lapso de tiempo para que pueda
leer la contestación de demanda y absolver las defensas procesales
propuestas por el demandado en el mismo acto de la audiencia de
conciliación. Es cierto que el procedimiento del proceso ordinario
laboral regulado por la NLPT busca una mayor celeridad y
concentración procesal. No obstante, no se puede perder de vista el
respeto de principios procesales y de los derechos constitucionales
inherentes al debido proceso, como son el principio del
contradictorio y el derecho de defensa. En tal sentido, el
demandante tiene derecho a absolver las defensas procesales que
hubieran sido formulados por el demandado dentro de un plazo
razonable. Por lo que, sería adecuada una modificación de la norma
para incorporar un plazo para la absolución de las defensas de
forma propuestas en la contestación de demanda. En tanto ello no
suceda, si las excepciones o cualquier otra defensa procesal no
pudiera ser absuelta en el acto de la audiencia de conciliación, sea
por su complejidad u otro factor determinante, el juez haciendo uso
de su facultad de director del proceso debería otorgar un plazo al
demandante para la absolución de las mismas por escrito, aplicando
supletoriamente el Código Procesal Civil.

56
d) Audiencia de juzgamiento:

Esta etapa del proceso laboral ordinario, prevista en el Art.


44° de la NLPT, es una clara demostración de la aplicación de los
principios de oralidad e inmediación. Es en la audiencia de
juzgamiento donde se desarrolla a plenitud la oralidad, pues ésta
consiste en un debate oral entre las partes donde exponen sus
posiciones y actúan su medios de prueba; y en la que el juez
participa de forma activa y personal, lo que le permitirá crearse un
juicio de valor sobre los hechos controvertidos, no solo porque
percibe directamente las cuestiones en litigio sino porque podrá
valorar el comportamiento de las partes durante todo el proceso y
darse cuenta de la contundencia o no de sus afirmaciones, o de las
contradicciones en las que incurran60. Por otro lado, la audiencia
de juzgamiento es una materialización del principio de
concentración, puesto que en un acto único reúne los siguientes
actos procesales: i) confrontación de posiciones, ii) actuación
probatoria, iii) alegatos y iv) sentencia.

La audiencia se inicia con la acreditación de las partes o


apoderados y sus abogados ante el juez. Pero si ambas partes
inasisten se declarará la conclusión del proceso si ninguna de ellas
solicita nueva fecha para la celebración de la audiencia dentro de
los treinta (30) días naturales siguientes. De otro lado, contrario a
lo que sucede en la audiencia de conciliación, todas las actuaciones
procesales de la de juzgamiento deben ser registradas en audio y
video. No obstante, si acaso no se contase con medios de grabación
electrónica, las exposiciones orales realizadas dentro de la
audiencia deben registrarse en un acta, en la que deberán constar
las ideas centrales que hubieran sido expuestas. Aunque es evidente
que la transcripción de las actuaciones orales en un documento
escrito no tendrá en mismo efecto que su registro en video.

60
HUAMÁN ESTRADA, Elmer [et al.]. Op. cit. pp. 244-245.

57
i) Confrontación de posiciones:

Acreditadas de las partes procesal, de conformidad con el


Art. 45° de la NLPT el juez inicia esta etapa de la audiencia de
juzgamiento concediendo la palabra a la parte demandante para que
realice la exposición oral de su pretensión o pretensiones y los
fundamentos de hecho que las sustentan. Luego, el juez cede la
palabra a la parte demandada, quien deberá exponer oralmente los
hechos que contradicen la demanda, sea por razones procesales o
de fondo. Es decir que, además de expresar su defensa de fondo
también puede desarrollar sus defensa procesales (excepciones y
defensas previas, pues para las cuestiones probatorias la nueva
norma procesal prevé su exposición en la actuación probatoria).

Entonces, en la confrontación de posiciones las partes


presentan lo que se conoce en litigación oral como alegatos de
apertura. Por lo que, esta etapa se caracteriza por el desarrollo de la
oralidad y la aplicación de técnicas de litigación oral. Los alegatos
de apertura deben realizarse de forma clara, breve y precisa. Para
lo cual, el abogado de cada parte empieza narrando los hechos
ocurridos, con la finalidad de mostrar al juez un panorama
comprensible, coherente y persuasivo. Luego introduce su teoría
del caso, con la que busca convencer al juez que los hechos
sucedieron tal cual lo manifiesta dicha parte, comprometiéndose a
demostrarlo con los medios de prueba que se actuarán en la
audiencia. Y finalmente, concluye su alegato solicitándole al juez
que se pronuncie en el sentido al que apunta su tesis61.

De otro lado, aunque no se ha contemplado el derecho de


réplica ni de contrarréplica, el juez puede conceder este derecho a
las partes en aras de la búsqueda de la verdad sobre los hechos. De
este modo, las partes podrán hacer uso de la palabra cuantas veces
el juez lo estime necesario, pudiendo solicitar a aquellas precisar
los hechos alegados cuando no hayan sido expresados de forma
clara. En tal sentido, la presencia de la oralidad en la confrontación
de posiciones permite a las partes exponer en forma directa y en
presencia del juez los hechos que se denuncian, en el caso del
demandante, y los hechos que se niegan, para el caso del

61
Ibídem. pp. 293 y 297-299.

58
demandado; ayudando así al juzgador a descartar aquellos hechos
que no se discutirán en el proceso por no ser controvertidos. Dicho
de otro modo, el debate oral entre las partes sobre los hechos
alegados por cada una de ellas facilitará la labor del juez para fijar
los hechos controvertidos objeto del proceso, y respecto de los
cuales se realizará la actuación probatoria destinada a acreditarlos.
La fijación de los hechos controvertidos por el juez fomenta la
celeridad procesal ya que, de todos los medios de prueba ofrecidos
por las partes, solo se actuarán aquellos que estén destinados a
acreditar los hechos materia de conflicto62.

Finalmente, es necesario advertir que la NLPT no ha


regulado una etapa de saneamiento procesal dentro de la audiencia
de juzgamiento, luego de la conclusión de la confrontación de
posiciones, en donde el juez se pronuncie sobre la relación jurídico
procesal y, en consecuencia, sobre las excepciones propuestas en la
contestación de demanda y expuestas durante dicha la etapa.

Haciendo un paralelo entre la antigua y la nueva regulación


del proceso laboral, se observa que, bajo la LPT la audiencia única
se iniciaba con el saneamiento procesal, para lo cual el juez actuaba
las pruebas referidas a las excepciones que hubieran sido
propuestas por el demandado (Art. 65°). A continuación, en ese
mismo acto declaraba: 1) la validez de la relación jurídico procesal,
2) la nulidad por invalidez insubsanable de la relación, con la
consiguiente conclusión del proceso, o 3) la suspensión de la
audiencia, concediendo un plazo de cinco días para la subsanación
de los defectos si así fuera el caso, subsanados los cuales el juez
señalaba fecha para la realización de la audiencia; o en caso
contrario, declaraba concluido el proceso. En cambio, la NLPT no
ha contemplado el saneamiento de la relación jurídica procesal, una
vez concluida la confrontación de posiciones donde el demandado
expone sus defensas procesales. Por lo que, el legislador no ha
regulado cómo debe proceder el juez frente a situaciones en las que
la relación jurídico procesal podría adolecer de vicios. Omisión que
no puede pasar desapercibida y debería ser objeto de una
modificación a la ley.

62
Vid. HUAMAN ESTRADA, Elmer [et al.]. Op. cit. pp. 246-250.

59
En la doctrina se ha señalado que la regulación de la
audiencia de juzgamiento es limitada y, por tanto, son los jueces
quienes deberán definir la secuencia y el orden en que se han de
realizar algunas actuaciones procesales; como ocurre con las
excepciones. De modo que, en este este caso, el juez deberá
decidir el orden en que se resolverán las excepciones; esto es, si se
resuelven antes de la actuación de los medios probatorios sobre las
pretensiones o después, en forma concurrente con la sentencia.
Ello dependerá del tipo de excepción de que se trate y de lo que
estime adecuado el juez, considerando la aplicación del principio
pro actione. De modo que, en los casos en que existe duda acerca
de la continuación o no del proceso el juez debe optar por lo
primero, es decir, por continuar con la audiencia hasta la etapa de
juzgamiento63.

VINATEA RECOBA y DELGADO DE MARKY apuestan por


resolver las excepciones dentro de la etapa de actuación de pruebas.
Señalan así que, durante esta etapa de la audiencia de juzgamiento
el juez enuncia los medios de prueba admitidos, dentro de los
cuales se encuentran los referidos tanto a las cuestiones de forma
como a las de fondo. De presentarse ambas defensas el juez debe
resolver las primeras, decidiendo su orden de resolución: antes de
la emisión de la sentencia o conjuntamente con ella. Hay
excepciones –como la falta de legitimidad para obrar- cuya
resolución puede reservarse para la sentencia. En cambio, existen
otras que deben resolverse antes de la emisión de la sentencia,
como la excepción de prescripción, caducidad, representación
defectuosa, la de convenio arbitral, entre otras. Por tanto, el juez
deberá establecer primero la actuación de las pruebas que
corresponden a las excepciones de previo pronunciamiento y
proceder a resolverlas64.

63
VINATEA RECOBA, Luis y DELGADO DE MARKY, Elizabeth. “La audiencia de
juzgamiento en la Nueva ley procesal del trabajo”. En: Revista Laborem. Lima:
SPDTSS. pp 367 y 372-373. Artículo extraído del material de lectura del Pleno
Jurisprudencial Nacional Laboral del año 2013. Disponible en: https://www.pj.gob.
pe/wps/wcm/connect/38261080472f6623b5c4ff0b69dcafad/Tema+3.pdf?MOD=AJPER
ES&CACHEID=38261080472f6623b5c4ff0b69dcafad.
64
VINATEA RECOBA, Luis y DELGADO DE MARKY, Elizabeth. “La audiencia…
Op. cit. p. 374.

60
Es claro entonces que, frente al vacío legal sobre la
oportunidad procesal para la resolución de las excepciones y el
saneamiento procesal, el juez no puede quedarse inmóvil y deberá
decidir discrecionalmente sobre qué excepciones se pronunciará
antes de emitir sentencia y cuales otras diferirá hasta el momento
de la misma. Algunas necesariamente deberán ser resueltas con
anterioridad a la sentencia, en tanto que denuncian la ausencia o
defecto de alguna de las condiciones de la acción o los
presupuestos procesales, de tal envergadura que harían imposible la
continuación del proceso. Frente a este tipo de excepciones que,
por su naturaleza, no pueden ser resueltas conjuntamente con la
sentencia, lo más prudente sería que el juez se pronuncie sobre ellas
concluida la confrontación de posiciones pero antes iniciar de la
etapa de actuación probatoria. Esto con el fin que la etapa de
actuación se lleve a cabo únicamente sobre los medios de prueba
referidos a la cuestión de fondo y así también evitar la interrupción
de dicha etapa ante la estimación de alguna de las excepciones
planteadas por el demandado. Sería una pérdida de tiempo y
esfuerzo que el juez enunciara todos los hechos que no necesitan de
prueba, así como los medios de prueba dejados de lado, para luego
proceder a enunciar todas las pruebas admitidas sobre los hechos
que necesitan de actuación probatoria, si es que inmediatamente
después el juez resuelve una excepción declarándola fundada y
dando por concluido el proceso o suspendiéndolo temporalmente.

Por tanto, lo más adecuado sería que el juez, luego de


expuestas las defensas procesales por parte del demandado dentro
de la etapa de confrontación de posiciones, señale las excepciones
sobre las que se pronunciará en ese mismo momento, indicando –
además- los medios de prueba admitidos para acreditarlas; y acto
seguido proceder a resolverlas. Si el juez estima la excepción
deberá actuar conforme a lo dispuesto en el en el Art. 465° del
CPC, de aplicación supletoria al proceso laboral. Por el contrario, si
desestima las excepciones deberá declarar saneada la relación
jurídica procesal y proseguir con la etapa de actuación probatoria.
Pero aun cuando no se hubieran planteado cuestionamientos de
forma, el juez igualmente debería realizar el saneamiento procesal
concluida la etapa de confrontación de posiciones para poder pasar
a la etapa de actuación probatoria, pues para proceder a la práctica
de la prueba sobre los hechos controvertidos es necesario que –

61
previamente- el juez haya declarado la existencia de una relación
procesal válida entre las partes.

ii) Actuación probatoria:

En esta etapa de la audiencia las partes, haciendo el máximo


uso de la oralidad, buscan acreditar ante el juez la existencia o
inexistencia de los hechos alegados dentro del proceso. Para el caso
del demandante buscará demostrar los hechos que denuncia,
mientras que el demandado los hechos que contradice. En
consecuencia, la actuación probatoria es la etapa en donde las
partes practican sus medios de prueba con la finalidad de acreditar
–a través de éstos- los hechos que alegan y así causar convicción en
el juez sobre su real existencia o, por el contrario, sobre su
inexistencia65.

Se observa pues que la actuación probatoria ayuda al juez a


tener suficientes elementos de juicio para resolver el conflicto, ya
que deberá emitir su sentencia en base a los hechos probados
durante la audiencia de juzgamiento.

En este punto vale hacer una digresión para señalar que en


materia de impugnación del despido por regla general rige el
principio de inversión de la carga de la prueba. Así, el último
párrafo del Art. 22° de la LPCL dispone que corresponde al
empleador demostrar la existencia de la causa justa de despido
dentro del proceso judicial que inicie el trabajador para su
impugnación. Esto significa que no es el trabajador quien debe
demostrar la arbitrariedad del despido, sino el empleador el que
tendrá que probar que el despido estuvo basado en una causa justa
prevista en la ley. Siendo que, su improbanza en juicio por el
empleador dará lugar a la consideración del despido como
arbitrario y la fundabilidad de la demanda. Sin embargo, para el
caso del despido nulo no se aplica regla de la inversión de la carga
de la prueba; siendo el trabajador y no el empleador quien deberá
probar que el despido ha tenido lugar por alguna de las causas
previstas en el Art. 29° de la LCPL, por razón de su discapacidad o
su condición de portador de VIH. En este orden de ideas, tanto la

65
Vid. HUAMÁN ESTRADA, Elmer [et al.]. Op. cit. pp. 251-252.

62
Ley N° 26636 – Ley Procesal del Trabajo (Art. 27.3), vigente aún
en algunos Distritos Judiciales, como la Ley N° 29497 -Nueva Ley
Procesal de Trabajo (Art. 23.3.b), han atribuido al trabajador la
carga de probar la existencia del motivo alegado como causal de
nulidad del despido. Salvo –como se ha visto supra- el caso del
inciso e) del Art.29° de la LPCL, para el cual la carga de la prueba
retorna al empleador, siendo éste quien debe demostrar la
existencia de la causa justa; de lo contrario se presumirá que el
despido ha tenido por motivo el embarazo, el nacimiento y sus
consecuencias o la lactancia.

La razón por la que no es posible aplicar en el despido nulo el


principio de inversión de la carga de la prueba reside en el hecho
que no se puede exigir al empleador probar un hecho negativo
(prueba diabólica). Esto es, probar que no ha existido el motivo
prohibido (lesión de un derecho fundamental) alegado por el
trabajador como causa del despido. Sin embargo, sucede que la
carga de la prueba del motivo ilícito del despido por parte del
trabajador suele ser muy complicada pues, por lo general, el
empleador tiende a encubrir o camuflarlo bajo una un despido en
apariencia legal. Por eso, debido a la dificultad de probar el motivo
prohibido del despido, la doctrina se ha manifestado en contra de
esta rigidez de la carga de la prueba para el trabajador y se ha
buscado modular las normas concernientes a la práctica de la
prueba del despido nulo, como por ejemplo el principio de
facilitación probatoria66.

Volviendo al desarrollo de la etapa de actuación probatoria,


de acuerdo a lo dispuesto por el Art. 46° de la NLPT, en primer
lugar, el juez comienza la misma enunciando primero los hechos

66
BLANCAS BUSTAMANTE, Carlos. El despido…. Op. cit. pp. 353-354. Sobre el
principio de facilitación probatoria en el despido nulo. Vid. MONEREO PÉREZ, José
Luis. La carga de la prueba en los despidos lesivos de derechos fundamentales.
Valencia: Tirant lo Blanch, 1996. pp. 41 y ss. También ARCE ORTÍZ, Elmer. La
nulidad del despido… Op. cit. 3ra ed. pp. 113 y ss. TOYAMA MIYAGUSUKU, Jorge y
HUAMÁN ESTRADA, Elmer. Op. cit. pp. 59 y ss. BLANCAS BUSTAMANTE,
Carlos. El despido…. Op. cit. pp. 351 y ss. A nivel de la jurisprudencia peruana
podemos citar la Casación N°889-2012 – La Libertad, emitida por la Sala de Derecho
Constitucional y Social Permanente de la Corte Suprema de Justicia el 20 de agosto de
2012, en cuyos considerandos Tercero y Cuarto recoge el principio de facilitación
probatoria y prueba indiciaria.

63
que no necesitan de actuación probatoria por tratarse de: a) hechos
admitidos por las partes, b) presumidos por ley67, c) hechos
notorios o d) hechos recogidos en una resolución judicial con
calidad de cosa juzgada68. Quiere decir que la actuación probatoria
no se realiza sobre todos los hechos del proceso sino solamente
sobre los hechos que son controvertidos, vale decir, respecto de los
cuales existe discrepancia entre las partes por ser afirmados por una
y negados por la otra. Por tanto, al haber disconformidad entre los
litigantes sobre estos hechos se hace necesario que se acredite su
existencia o inexistencia. De ahí la importancia que el juez

67
La presunción es una actividad lógica de inferencia de nuevos hechos a partir de
afirmaciones base que han sido fijadas en el proceso, en virtud al nexo que existe entre
ellas. Así, la presunción se encuentra integrada por una afirmación base, una afirmación
presumida y el enlace que une a ambas, el cual si es fijado por la ley la convierte en una
presunción legal. Toda presunción se apoya siempre en una afirmación base y a partir
de ella se obtiene la afirmación presumida. En este orden de ideas, las presunciones
legales no se encuentran relevadas de la carga de la prueba por la parte favorecida con la
presunción, pues aunque no tiene que probar el hecho favorecido con la presunción
legal (afirmación presumida), sí tiene que acreditar la afirmación base de la presunción
sino no se podrá formar ésta. Por tanto, para que aplique la presunción se requiere que el
hecho a partir del cual se va a deducir aquella se encuentre completamente acreditado.
No obstante, la prueba de la afirmación base puede hacerse a través de cualquier medio
de prueba o por haber sido admitida expresamente por las partes. RAMOS MÉNDEZ,
Francisco. Derecho Procesal Civil. 5ª ed. Vol. 1. Barcelona: Bosch, 1992. pp. 534-535
y 635-642. Nuestro Código procesal civil regula las presunciones legal absoluta y
relativa en sus artículos 278° y 279°, exigiendo tanto para una como para otra que el
beneficiario de la presunción acredite “la realidad del hecho que a ella le sirve de base”.
Entonces, a pesar de no tratarse de hechos controvertidos, los hechos presumidos
legalmente serán objeto de prueba respecto al hecho base de la presunción legal, a no
ser que éste haya sido reconocido expresamente por las partes, con lo cual no habrá
necesidad de desplegar actividad probatoria alguna.
68
Los hechos admitidos son aquellos que las partes reconocen como ciertos, ya sea
porque éstos fueron afirmados por una parte y admitidos o no contradichos por la otra, o
porque ambas los reconocen a la vez. Esta situación se puede verificar del escrito de
demanda y contestación, y de la confrontación de posiciones. Sin embargo, el juez
puede ordenar la actuación de algunos medios probatorios que versen sobre hechos
admitidos, cuando se trate de derechos indisponibles o se presuma dolo o fraude
procesal. En cuanto a los hechos notorios éstos no requieren ser probados, bastando su
sola alegación dentro del proceso, aunque si el hecho no es conocido por el juez se
requiere probar su notoriedad, con lo cual indirectamente se demuestra el hecho.
Finalmente, en cuanto a los hechos recogidos en una resolución judicial con calidad de
cosa juzgada, puede tratarse de hechos que provengan de un proceso judicial anterior o
de hechos contenidos en una resolución emitida en audiencia de conciliación.
HUAMÁN ESTRADA, Elmer [et al.]. Op. cit. pp. 252-253. RAMOS MÉNDEZ,
Francisco. Op. cit. pp. 531-535.

64
determine correctamente los hechos controvertidos, ya que éstos
serán el objeto de la prueba. Es por esto que, la etapa de
confrontación de posiciones se ubica en un momento
inmediatamente anterior a la actuación probatoria, en la medida que
la exposición oral de cada una de las partes sobre su versión de los
hechos permite al juez darse cuenta de la naturaleza de cada uno de
los hechos alegados y así determinar con mayor facilidad los
hechos controvertidos.

En segundo lugar, el juez debe proceder a señalar los medios


de prueba que no serán actuados por estar dirigidos a acreditar
hechos impertinentes o irrelevantes para la causa. Esto es, los
hechos que no están referidos a la pretensión, que no forman parte
del litigio o que, siendo hechos controvertidos, no ayudan o no son
esenciales para resolver el conflicto. Finalmente, una vez depurado
el proceso de aquellos hechos que no necesitan ser probados y de
los medios de prueba que no será actuados, el juez procede admitir
los medios probatorios que sí lo serán por encontrase referidos a
hechos controvertidos.

Obsérvese que la NLPT opta por disponer que el juez enuncie


los hechos que no necesitan de actuación probatoria y los medios
de prueba que no serán admitidos, en vez de disponer directamente
la determinación de los hechos controvertidos que, por ser tales,
necesitan de la actuación de los medios de prueba para acreditar su
existencia o inexistencia. Es poco práctico que el juez primero
tenga que establecer los hechos que no requieren actuación
probatoria (por no ser hechos controvertidos, ser impertinentes o
irrelevantes), para luego disponer los medios de prueba que serán
admitidos al proceso sin que previamente haya dispuesto la fijación
de los hechos controvertidos, que son los que requerirán de medios
de prueba. Hubiera sido mejor que la norma simplemente señalara
que el juez empiece la etapa de actuación probatoria enunciando los
hechos controvertidos objeto del proceso y, una vez fijados éstos,
admitir los medios de prueba a ser actuados por estar destinados a
probarlos.

Inmediatamente después de la admisión de los medios de


prueba, las partes pueden proponer cuestiones probatorias pero
únicamente respecto de los medios probatorios admitidos. Pero el

65
juez solo admitirá las cuestiones probatorias que se sustenten en
medios de prueba que puedan actuarse en esta etapa de la audiencia
de juzgamiento69. Bajo la LPT una vez contestada la demanda por
el empleador, el juez emitía una resolución en la que tenía por
presentadas todas las cuestiones probatorias formuladas por el
demandado y corría traslado de las mismas al demandante por el
término de tres (3) días para que las absolviera; resolviéndose
aquellas en la audiencia única. En cambio, en el nuevo proceso
ordinario laboral si bien el demandado formula todas las cuestiones
probatorias en su escrito de contestación de demanda, dentro de la
etapa de actuación probatoria solo podrá proponer aquellas
referidas a los medios de prueba admitidos. Pero además de eso, el
juez no aceptará todas las cuestiones probatorias propuestas sino
únicamente las que se sustenten en medios de prueba que se puedan
actuar dentro de la misma audiencia. Lo cual definitivamente es un
claro ejemplo del principio de economía procesal.

Admitidas las cuestiones probatorias el juez toma juramento


a todos los que van a participar en esta etapa. Acto seguido, se
procede con la actuación de todos los medios probatorios
admitidos, incluyendo aquellos que están referidos a las cuestiones
probatorias, empezando por los ofrecidos por el demandante y de
acuerdo al siguiente orden: declaración de parte, testigos, pericia,
reconocimiento y exhibición de documentos (Art. 46.5 de la
NLPT).

Los medios de prueba son actuados por cada una de las partes
pero siempre en presencia del juez, siendo éste quien -como
director del proceso- guía la actuación probatoria bajo los
principios de oralidad, inmediación, veracidad, entre otros;
pudiendo sancionar cualquier conducta temeraria, dilatoria,
obstructiva o contraria al deber de veracidad. Durante la actuación
probatoria el juez, además, tiene la facultad para interrogar de
manera libre a las partes, testigos, peritos y cualquier otro

69
Existen autores que sostienen que si bien solo se admitirán las cuestiones probatorias
que se sustenten en medios de prueba que puedan actuar en la audiencia de juzgamiento,
en caso alguna de las partes requiera un informe pericial para contradecir una cuestión
probatoria -aunque la ley no lo diga- debería aplicarse lo dispuesto en el Art. 49.2 de la
NLPT y, en consecuencia, suspender la audiencia por el término establecido en ella.
PRIORI POSADA, Giovanni [et al.]. Op. cit. p. 247.

66
participante de esta etapa, sin tener que acudir a ningún ritualismo
o fórmula preconstituida; pero siempre haciéndolo de forma clara y
concreta. Por eso, el juez para hacer uso de esta facultad de
interrogar no necesita que las partes presenten pliegos de preguntas,
es más no se permite su utilización. Esto marca una diferencia muy
importante con el antiguo proceso laboral, pues bajo este régimen
el juez solamente se limitaba a leer las preguntas contenidas en el
pliego interrogatorio, sin más participación que la de un
intermediador entre el demandante y demandado, o viceversa. En
cambio, con la introducción del Art. 24° del NLPT, el juez ahora
mantiene un rol activo durante la actuación probatoria,
interrogando a los intervinientes con plena libertad y buen juicio.
Por otro lado, los abogados de las partes también pueden realizar
preguntas o solicitar aclaraciones de forma libre y sin hacer uso de
pliegos interrogatorios. Esto sin duda permite un dialogo fluido y
directo entre las partes y el juez, existiendo más probabilidad que
se pongan de manifiesto las cuestiones que permitan llegar a la
verdad de los hechos que difícilmente se podrían obtener a través
de un proceso escrito.

Esta etapa de la audiencia de juzgamiento no debe reducirse a


una mera lectura por parte del juez sobre los medios de prueba
admitidos en el proceso, sino que –por el contrario- se debe dar a
las partes la oportunidad para explicar y sustentar cómo es que sus
medios probatorios respaldan su posición en el proceso70.

En principio la actuación probatoria debe concluir en el día


programado para ello, no obstante, si no se hubiese agotado ésta, la
audiencia se continúa dentro de los cinco (5) hábiles siguientes. Si
la actuación probatoria se hubiese agotado pero es imprescindible
realizar una inspección judicial, el juez debe suspender la audiencia
y señalar día, hora y lugar para su realización, citando también a las
partes, testigos o peritos que corresponda. La inspección judicial se
puede grabar en audio y video o ser recogida en un acta con la
anotación de las observaciones constatadas; a cuyo término el juez
señala fecha y hora, dentro de los cinco (5) días hábiles de
producida, para que v5se realicen los alegatos y la sentencia.

70
MALCA GUAYLUPO, Víctor. Op. cit. p. 302.

67
Finalmente, un sector de la doctrina –con la que coincidimos-
considera que, antes de continuar con la siguiente etapa de la
audiencia de juzgamiento (esto es, con los alegatos y sentencia), el
juez debe pronunciarse sobre las cuestiones probatorias y no diferir
su resolución hasta la emisión de la sentencia. Esto porque las
partes deben tener pleno conocimiento de las prueban que serán
valoradas y tomadas en cuenta por el juez al momento de emitir su
fallo, y también a efectos de realizar su exposición final de forma
correcta. Por tanto, la etapa de actuación probatoria debe concluir
con el pronunciamiento del juez sobre la estimación o no de las
cuestiones probatorias71.

iii) Alegatos y sentencia:

Culminada la actuación probatoria, los abogados de las partes


presentan sus alegatos de forma oral. Esto también se diferencia del
proceso laboral anterior, en el que se otorgaba a las partes un plazo
de cinco (5) días desde la actuación de pruebas para la presentación
de los alegatos por escrito.

La etapa de los alegatos consiste pues en la exposición que


hacen las partes de los argumentos finales donde se explica al juez
las razones por las cuales se debería declarar fundada o infundada
la demanda. Entonces, los alegatos de clausura suponen una
exposición de los hechos que se han logrado acreditar a través de
los medios probatorios actuados, con la finalidad de convencer al
juez de fallar a favor de su posición. Por tanto, esta es la última
oportunidad que tienen las partes para convencer al juez de su
posición, por lo que, deben presentar conclusiones sólidas en base a
los hechos probados en la audiencia72.

Concluidos los alegatos de las partes, el juez procede


inmediatamente, o en un lapso no mayor a una (1) hora, a dar a
conocer a las partes su fallo. Asimismo, fija fecha y hora, dentro de
los cinco (5) días hábiles siguientes, para la notificación de la
sentencia. Sin embargo, excepcionalmente por la complejidad del

71
HUAMÁN ESTRADA, Elmer [et al.]. Op. cit. p. 253.
72
Vid. MALCA GUAYLUPO, Víctor. Op. cit. p. 304. HUAMÁN ESTRADA, Elmer
[et al.]. Op. cit. pp. 261-262. PRIORI POSADA, Giovanni [etnh al.]. Op. cit. p. 247.

68
caso, el juez puede diferir el fallo de su sentencia como máximo
hasta dentro de los cinco (5) días hábiles posteriores a la
realización de los alegatos, informando a las partes en ese mismo
acto y citándolas para que comparezcan al juzgado a la notificación
de la sentencia.

Es preciso señalar que lo que se da a conocer en esta última


etapa de la audiencia de juzgamiento no es propiamente la
sentencia sino el fallo de la misma. Esto es, si se declara fundada,
infundada, procedente o improcedente la demanda, señalando
también el juez las razones generales de por qué se ha llegado a esa
decisión; dejando las razones complejas para esbozarlas en la
sentencia que habrá de notificarse en su integridad posteriormente.
Aunque sea difícil pensar que el juez pueda expedir su fallo dentro
de una hora, lo cierto es que el juzgador se encuentra en mejores
condiciones de evaluar y valorar los medios de prueba
inmediatamente después de haber sido actuados, y así tomar una
decisión, que si lo hiciese después de un tiempo, donde además ya
se han realizado actuaciones procesales de otros procesos.
Existiendo, incluso, el riesgo de que el juez que conoció el proceso
ya no sea el mismo al momento de emitir la sentencia. Por lo que,
las posibilidades de emitir un fallo con arreglo a justicia son
mejores si se hace de inmediato. No obstante, en la práctica judicial
no todos los jueces llegan a emitir su fallo en la misma audiencia
de juzgamiento73.

73
Vid. MALCA GUAYLUPO, Víctor. Op. cit. pp. 304-305. HUAMÁN ESTRADA,
Elmer [et al.]. Op. cit. pp. 260-261. Sobre la sentencia Vid. ROMERO MONTES,
Francisco. Op. cit. p. 225-231.

69
70
CAPITULO III.
LA PRETENSIÓN PROCESAL Y SUS ELEMENTOS.

El estudio de la pretensión procesal es de vital importancia dentro


de lo que será el objeto de nuestra investigación. En efecto, para
determinar con exactitud si la nueva estructura que ha adoptado el
proceso laboral peruano con la NLPT abre la posibilidad al juez de
incorporar en su sentencia hechos constitutivos de la pretensión de
despido nulo no invocados por el demandante en su escrito postulatorio
de demanda, es oportuno tratar sobre la pretensión procesal y los
elementos que la componen.

Lo primero que debe decirse sobre la pretensión procesal es que


constituye el objeto del proceso. Se entiende por objeto del proceso el
asunto jurídico o la materia sobre la cual el actor pide la sentencia y que,
además, sirve de soporte a todos los elementos que integran el proceso.
Por tanto, este objeto no puede ser otro que la reclamación que una parte
dirige frente a otra y ante el Juez, esto es, la pretensión procesal. Es en
torno a ella giran una serie de cuestiones procesales, tales como la
competencia, la acumulación, litispendencia, cosa juzgada, la
modificación de la demanda, la reconvención, entre otras74.

74
ORTELLS RAMOS, Manuel. Derecho procesal civil. 6ª ed. Cizur Menor (Navarra):
Aranzadi, 2005. pp. 241- 247. GUASP DELGADO, Jaime. La pretensión procesal. 2ª
ed. Madrid: CIVITAS, 1985. pp. 58-62. GUASP DELGADO, Jaime. Derecho procesal
civil. ARAGONESES, Pedro (dir.). 4ª ed. Vol. 1. Madrid: CIVITAS, 1998. p. 201.
También Véase también ASENCIO MELLADO, José María. Derecho Procesal Civil.
2ª ed. Vol.1. Valencia: Tirant lo Blanch, 2000. pp. 140-141.

71
Pero para estudiar correctamente la pretensión procesal primero es
necesario ocuparse brevemente de los concepto de acción y demanda,
con la finalidad de evitar confundirlos con aquella.

3.1. Acción y Demanda.

3.1.1. Concepto de acción.

El Estado en tanto titular de la función jurisdiccional, no solo


tiene el poder para ejercer en exclusiva esta función y resolver los
conflictos intersubjetivos, sino que además tiene el deber de
proteger los derechos del justiciable cuando éste acuda al Estado a
solicitar la tutela de los mismos. En tal sentido, frente a ese poder-
deber del Estado denominado Jurisdicción surge como contraparte
el derecho de acción, definido de forma muy general como “ (…) la
actividad que se realiza para poner en movimiento, en defensa del
propio derecho, el ejercicio del poder jurisdiccional del Estado”75.

Ahora bien, el derecho de acción ha sido uno de los


conceptos más difíciles y complicados de definir dentro de la
historia del Derecho contemporáneo, pues este término tiene
múltiples acepciones en el campo del Derecho, ya que se emplea
tanto para designar conceptos de contenido sustancial como
procesal. Esa diversidad de significados y usos del término es lo ha
hecho difícil su adecuada comprensión desde el punto de vista
estrictamente procesal76.

75
CALAMANDREI, Piero. Instituciones de Derecho procesal civil. SENTIS
MELENDO, Santiago (trad.). 2ª ed. Vol. 1. Buenos Aires: Ediciones Jurídicas Europa-
América, 1986. pp. 229-230.
76
Se habla de acción, por ejemplo, en oposición a la omisión dentro del campo de la
culpa civil o del delito penal, también se emplea esta palabra seguida del nombre del
derecho material que se quiere proteger (acción reivindicatoria, posesoria, contractual
de esta civil, etc.); para distinguir la rama del Derecho material a la que pertenece el
derecho de que se trate (acción civil, penal, laboral, administrativa, etc.); para expresar
si el sujeto del derecho material es una persona determinada o personas indeterminadas
(acción real y acción personal); entre otros significados. Vid. DEVIS ECHANDÍA,
Hernando. Teoría general del proceso: aplicable a toda clase de procesos. 3ª ed.
Buenos Aires: Editorial Universidad, 2002. pp. 173-174, 195-199. CARRIÓN LUGO,
Jorge. Tratado de Derecho procesal civil. 2ª ed. Vol. 1. Lima: Grijley, 2007. pp. 68-69.

72
Dentro de la historia del Derecho procesal se han tejido
diversas teorías en torno a la naturaleza jurídica de la acción, que
han ido desde identificarla con el derecho subjetivo material que se
discute en el proceso (teoría clásica de la acción) hasta finalmente
llegar a reconocerle un carácter autónomo e independiente del
éste77.

Uno de los pioneros en reconocer la autonomía del derecho


de acción fue CARNELUTTI para quien la acción es “(…) el derecho
subjetivo procesal de las partes. Tan lejos están de confundirse el
derecho subjetivo procesal y el derecho subjetivo material, que el
uno puede existir sin el otro: yo tengo derecho a obtener del juez
una sentencia acerca de mi pretensión, aunque esa pretensión sea
infundada (…) la acción de las partes no es un derecho subjetivo
privado, sino un derecho subjetivo público (…) la acción, así sea
con efectos limitados, no compete ya a la parte (en sentido
material), sino a quien asume ser parte, por lo cual, aquello de que
depende es la apariencia de ser sujeto de la litis o del negocio, y,
por tanto, dicha acción compete a cualquier ciudadano”. En
consecuencia, se pone de manifestó claramente que el derecho
material no es lo mismo que la acción por cuanto ésta corresponde
también a quien no tiene razón. De este modo, el derecho de acción
es el “derecho al proveimiento y, en particular, a la sentencia, no a
la sentencia justa o a la sentencia favorable”78.

77
Vid. GUASP DELGADO, Jaime. Derecho procesal… Op. cit. pp. 202-205.
MONROY GÁLVEZ, Juan. Introducción al proceso civil. Santa fe de Bogotá: Temis de
Belaúnde & Monroy, 1996. pp. 252-268. DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Op. cit. pp.
175-186. ALSINA, Hugo. Tratado teórico práctico de derecho procesal civil y
comercial. 2ª ed. Vol. 1.Buenos Aires: EDIAR, 1956. pp. 299-337.
78
CARNELUTTI, Francesco. Instituciones de Derecho procesal civil. SENTIS
MELENDO, Santiago (trad.). 5ª ed. Vol. 1. Buenos Aires: Ediciones Jurídicas Europa-
América, 1959. pp. 315-318. Buenos Aires: Ediciones Jurídicas Europa- América, 1959.
pp. 315-318. CARNELUTTI, Francesco. Sistema de Derecho procesal civil. SENTIS
MELENDO, Santiago y ALCALÁ-ZAMORA Y CASTILLO, Niceto (trad.). Vol. 2.
Buenos Aires: UTEHA Argentina, 1944. pp. 637 y 644.

73
A pesar que su teoría de la acción fue objeto de algunas
críticas79, su aporte supuso un gran avance en el Derecho procesal
para lograr la construcción del concepto de acción vigente en
nuestros tiempos.

En este orden de ideas, la doctrina procesal actual es pacífica


en definir a la acción como el derecho público, subjetivo, autónomo
y abstracto, que tiene toda persona para exigir al Estado tutela
jurisdiccional para solucionar un conflicto de intereses o una
incertidumbre jurídica, en un caso concreto. Es un derecho
subjetivo porque es inherente a todo sujeto de derecho por el solo
hecho de serlo, siendo irrelevante si éste se encuentra o no en
condiciones de hacerlo efectivo, como en el caso del concebido. Es
público porque el sujeto pasivo de la acción es el Estado, quien
actuando a través del juez se encuentra obligado a prestar la
actividad jurisdiccional. Sin embargo, la acción no es un derecho
contra el Estado, pues entre éste y el actor no existe una
contraposición de intereses, sino un derecho frente al Estado, en
cuanto que a él se dirige la exigencia de la prestación de la
actividad jurisdiccional. Es un derecho autónomo porque es un
derecho distinto e independiente del derecho material, se desarrolla
de forma separada a éste y por esto tiene requisitos y presupuestos
propios, teorías sobre su naturaleza jurídica, entre otros. Y,
finalmente, es un derecho abstracto porque para su existencia no
requiere de un derecho material que lo sustente, pues solamente
consiste en exigencia de tutela jurisdiccional del Estado, por eso
puede ser ejercitado por cualquier persona, tenga o no tenga la
razón80. En otras palabras, es un derecho abstracto porque consiste
en el derecho a obtener una sentencia a obtener una sentencia,
independientemente que ésta sea favorable o desfavorable; por eso,

79
Vid. DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Op. cit. pp.180-183. AZULA CAMACHO,
Jaime. Manual de Derecho procesal civil. 6ª ed. Vol. 1. Santa Fe de Bogotá: Temis
S.A., 1997. pp. 114-115
80
MONROY GÁLVEZ, Juan. Introducción … Op. cit. pp. 271-272. DEVIS
ECHANDÍA, Hernando. Op. cit. pp.186-189. TICONA POSTIGO, Víctor. El Derecho
al debido proceso en el proceso civil. 2ª ed. Lima: Grijley, 2009. pp. 363-366.
CARRIÓN LUGO, Jorge. Op. cit. pp. 68-69. Además, la acción es un derecho
indisponible porque no se puede renunciar a él ni se puede transmitir. No se puede
realizar sobre él ningún acto jurídico (de disposición), sea a título gratuito u oneroso.
HURTADO REYES, Martín. Fundamentos de Derecho procesal civil. Lima: IDEMSA,
2009. pp. 31-42.

74
corresponde a cualquier ciudadano, tenga o no tenga el derecho
material que reclama.

3.1.1.1. El derecho de contradicción.

Antes que nada es preciso señalar que el derecho de


contradicción no es una derivación o manifestación del
derecho de acción, como es la opinión de algunos autores,
sino que más bien ambos son expresión del derecho a la
tutela jurisdiccional81.

El derecho de contradicción corresponde a toda


persona, natural o jurídica, por el solo hecho de ser
demandada. Así, este derecho existe desde el momento en
que el juez admite la demanda, con independencia de si el
demandante tiene razón o no en su pretensión o de si el
demandado se opone o no a ésta. En consecuencia, el derecho
de contradicción es el derecho del demandado a obtener una
sentencia justa que resuelva el conflicto planteado contra él,
previa oportunidad de ser oído en el proceso. No se pierde
por el hecho que el demandado carezca de razón para
oponerse a la pretensión del demandante pues, de lo
contrario, no se explicaría la existencia del derecho de
contradicción aun cuando la sentencia resulte desfavorable al
demandado82.

Al ser una manifestación del derecho a la tutela


jurisdiccional, el derecho de contradicción posee las mismas
características que la acción; es decir: 1) es un derecho
subjetivo, porque es inherente a todo sujeto de derecho por el
solo hecho de serlo; 2) es público porque tiene como sujeto
pasivo al Estado, pues el demando también exige a través de
él el otorgamiento de tutela jurisdiccional para una sentencia
justa; 3) es abstracto, pues consiste en la oportunidad que

81
MONROY GÁLVEZ, Juan. Introducción … Op. cit. pp. 283-285.
82
DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Op. cit. pp. 205-207. También HURTADO REYES,
Martín. Op. cit. pp. 43-47. El derecho de contradicción es un derecho de naturaleza
constitucional, público, subjetivo, abstracto y autónomo que tiene todo sujeto de
derechos emplazado para exigir al Estado que le preste tutela jurisdiccional. MONROY
GÁLVEZ, Juan. Introducción … Op. cit. p. 283.

75
debe concederle el Estado al demandado para que se
defienda, con prescindencia de si lo hace o no; y 4) es un
derecho autónomo, pues su existencia no depende de si lo
que expresa el emplazado tiene o no un sustento real. El
derecho de contradicción no persigue una sentencia favorable
al demandado sino que tiene por objeto la obtención de una
sentencia justa, cualquiera que ésta sea, aunque también la
oportunidad de ser oído en el proceso para ejercer su derecho
de defensa en igualdad de condiciones. El resultado que se
obtenga mediante la sentencia no dependerá del derecho de
acción o de contradicción, sino de la existencia del derecho
pretendido por el demandante83.

Sin embargo, pese a que el derecho de acción y de


contradicción revisten las mismas características, existe entre
ellos una notable diferencia. Y es que, el derecho de
contradicción carece de libertad para su ejercicio. Mientras el
actor puede ejercer su derecho de acción cuando lo desee; el
demando, en cambio, solo puede ejercitar su derecho de
contradicción cuando otra persona ha solicitado tutela
jurisdiccional al Estado frente a aquel. De esta forma, el
derecho de contradicción solo se puede ejercitar cuando ya se
ha iniciado un proceso 84. Por tanto, su ejercicio no depende
de la libre voluntad del demandado sino del hecho que otro
sujeto ejercite su derecho de acción a través de una demanda.
Por eso, bien señala PEYRANO85 que el ejercicio del derecho

83
Pero el derecho de contradicción no solo tiene naturaleza procesal sino también
constitucional, ya que suele expresarse a través del derecho de defensa. Aunque este
último es mucho más extenso y complejo, pues no solo corresponde al demandado. En
otras palabras, el desarrollo del derecho de contradicción dentro del proceso judicial
genera –a su vez- el derecho de defensa; no obstante, las manifestaciones del derecho de
defensa –como ser notificado, oído, poder probar, presentar recursos, etc.- no solo
permiten garantizar el derecho del demandado sino también el derecho de todos los
sujetos de la relación procesal, incluido el demandante. MONROY GÁLVEZ, Juan.
Introducción … Op. cit. pp. 283-287. DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Op. cit. p. 206.
HURTADO REYES, Martín. Op. cit. p. 47. El derecho de contradicción “nace desde
que se presenta y admite la demanda, materializándose con la notificación de esta
providencia”. AZULA CAMACHO, Jaime. Op. cit. p. 127.
84
MONROY GÁLVEZ, Juan. Introducción … Op. cit. p. 285.
85
PEYRANO, Jorge. Procedimiento civil y comercial. Vol. 2. Rosario: Editorial Juris,
1992. pp. 127-128. cit. por: MONROY GÁLVEZ, Juan. Introducción … Op. cit. pp.
285-286.

76
de acción es totalmente libre, mientras que el ejercicio del
derecho de contradicción, si bien es libre en el sentido que el
demandado puede optar por defenderse o no hacerlo, es
menos libre que el derecho de acción pues, cualquiera sea la
actitud que tome el demando en el proceso, ésta siempre será
consecuencia del ejercicio previo del derecho de acción.

Finalmente, ser titular del derecho de contradicción no


significa necesariamente intervenir en el proceso para
controvertir u oponerse a la pretensión sino solamente
implica tener la oportunidad de ser oído y de defenderse para
obtener una sentencia de acuerdo a ley. De este modo, no es
necesario que el demandando asuma una actitud de
resistencia u oposición a la demanda, ni que haga valer su
defensas y excepciones, puesto que éstas solo son algunas de
las maneras como se puede ejercitar el derecho de
contradicción. En tal sentido, según la doctrina, en ejercicio
de su derecho de contradicción, el demandado puede adoptar
diversas actitudes frente a la demanda del actor86:

1) Abstención o incomparecencia: aquí el demandante


adopta una actitud meramente negativa y no comparece
al proceso; lo que dará lugar a la declaración de
rebeldía. Entonces, propiamente no habría ejercicio del
derecho de contradicción.

2) Comparecencia sin contestación: el demandado


concurre al proceso pero no contesta la demanda87. Esta
actitud no se puede equiparar a la aceptación de la
demanda o a la admisión de los hechos contenidos en
ella, porque la contestación de la demanda no
constituye una obligación del demandado sino solo una
carga cuyo incumplimiento únicamente implica perder

86
DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Op. cit. pp. 208-209. ASENCIO MELLADO, José
María. Op. cit. pp. 195- 200.. Véase también ALVARADO VELLOSO, Adolfo.
Introducción al estudio del Derecho procesal. Vol. 1. Santa Fe: Rubinzal – Culzoni
Editores, 1997. pp. 179 y ss. AZULA CAMACHO, Jaime. Op. cit. pp. 127-130.
87
En el ordenamiento jurídico peruano erróneamente se identifica la contestación de
demanda con la comparecencia al proceso, siendo que la falta de contestación de aquella
produce la rebeldía del demandado (Art. 458° del CPC).

77
la posibilidad de incorporar nuevos hechos o
fundamentos jurídicos que contradigan los expuestos
por el actor en su demanda. Tan es así que la no
contestación de la demanda no supone que la sentencia
será favorable al demandante, pues para ello éste debe
probar los hechos que alega.

3) Comparecencia al proceso y contestación de la


demanda: en este caso el demandado, a su vez, puede
adoptar seis diferentes conductas:

a.- Allanamiento a la demanda: esta modalidad de


contestación supone la aceptación por parte del
demandado de las pretensiones contenidas en la
demanda; emitiéndose así una sentencia conforme a lo
pedido por el actor. Dicha figura se encuentra prevista
en el Art. 330° del CPC; pero además, en esta misma
disposición regula el reconocimiento de la demanda,
que consiste en la aceptación no solo de la pretensión
sino de los hechos contenidos en ella.
b.- Admisión de los hechos de la demanda, pero negación
de las consecuencias jurídicas: el demandado acepta los
hechos de la demanda pero discute que éstos produzcan
las consecuencias jurídicas que pretende el actor.
c.- Negación de los hechos de la demanda: en este caso la
defensa es meramente pasiva, pues el demandado
solamente se limita a oponerse a la pretensión negando
el derecho material y los hechos que sustentan la
pretensión, sin incorpora nuevos hechos que refuten la
demanda. Esto restringe las posibilidades de éxito del
demandado, pero no implica un beneficio para el actor,
en la medida que éste aún tiene la carga de probar los
hechos que alega.
d.- Excepción procesal: es una de las formas de
contestación de la demanda más frecuentes en el
proceso y su finalidad es evitar un pronunciamiento de
fondo sobre la pretensión. En nuestro ordenamiento
procesal las excepciones se encuentran reguladas en el
Art. 446° del CPC.

78
e.- Excepción material88: es la postura normal o que adopta
generalmente el demandado y consiste en oponerse a la
demanda en cuanto a su fondo, ya no simplemente
negando los hechos señalados en ella sino incorporando
nuevos hechos a su defensa para desvirtuar la
pretensión demandante. Estos hechos que el
demandado puede oponer a la pretensión de
demandante puede ser: impeditivos, extintivos y
excluyentes. A diferencia de la oposición procesal, con
este tipo de oposición el demandando pretende que se
emita una sentencia favorable a él pero en la que se
pronuncie sobre el fondo; es decir, una sentencia con
calidad de cosa juzgada.
f.- Reconvención: en este caso, el demandando contesta la
demanda no solo oponiéndose a la pretensión sino que,
además, él mismo formula una pretensión contra el
actor.

Entonces, el demandado puede ejercitar o no su


derecho de contradicción; y en este segundo caso ejercitarlo
de forma plena o limitada.

88
Monroy Gálvez no está de acuerdo con la clasificación que realiza la doctrina
mayoritaria sobre la excepción: sustantiva y procesal. Sostiene que, aunque un sector de
la doctrina afirme la existencia de excepciones sustantivas, que denuncian la existencia
de un hecho extintivo, impeditivo o modificativo de la relación jurídica sustantiva; el
hecho que éstas –normalmente- se apoyen en normas contenidas dentro del
ordenamiento civil demuestra que no existen excepciones sustantivas. La excepción es
un instituto procesal mediante el cual el demandado ejerce su derecho de defensa
denunciando la existencia de una relación jurídica procesal inválida, sea por omisión o
defecto de algún presupuesto procesal, o el impedimento de pronunciarse sobre el fondo
de la controversia, por omisión o defecto de una condición de la acción. MONROY
GÁLVEZ, Juan. Temas de proceso civil: introducción estudio de la medida cautelar,
apuntes para un estudio sobre la excepción, el aforismo iura novit curia y el art. VII del
título preliminar del código civil. Lima: Librería Studium, 1987. pp. 101-105. Aunque
la doctrina mayoritaria suele clasificar las excepciones en sustantivas y procesales, el
Código procesal civil peruano no hace distinción alguna entre unas y otras cuando las
regula en el Art. 446°.

79
Cuando el demandado adopta alguna o algunas de las
conductas señaladas en los literales c), d) o e) formula una
oposición a la pretensión. Siguiendo a DEVIS ECHANDÍA, la
oposición es la declaración de voluntad a través de la cual el
demandado manifiesta su resistencia a la pretensión del
demandante con la finalidad de obtener una sentencia que le
sea favorable o para que no haya proceso. Entonces, la
oposición comprende desde la simple negación del derecho y
los hechos que sustentan la pretensión hasta las excepciones
previas y las de mérito o fondo89. En consecuencia, existen
diversas clases de oposición. Así, la oposición será pasiva
cuando el demandado se limita simplemente a negar el
derecho material pretendido por el actor y/o los hechos que
en que aquel se fundamenta. O será activa, y en este caso
puede ser –a su vez- de fondo o de forma. La oposición de
fondo no consiste ya en una simple negación de la pretensión
sino en la alegación de hechos distintos a los afirmados por el
actor en su demanda con el objeto de desvirtuar la pretensión.
El demandado no niega o no se conforma con negar los
hechos de la demanda sino que además incorpora al proceso
hechos nuevos o distintos a los que fundamentan la demanda,
que pueden ser extintivos, impeditivos, excluyentes o
modificativos. Y en estos casos se dice que el demandado
propone excepciones de mérito. Por su parte, la oposición
procesal supone denunciar la inexistencia o la existencia
defectuosa de un presupuesto procesal o una condición de la
acción, sin atacar en fondo de la cuestión ni en derecho
material pretendido; a las que suele denominarse excepciones
previas o procesales90.

89
Por tanto, por defecto se excluyen de este concepto los casos de incomparecencia del
demandado, de comparecencia sin contestación (ni negación ni aceptación de la
pretensión) y el allanamiento, pues aquí no existe oposición ni defensa del demandado.
Y por exceso, la reconvención porque en este último caso existe un ataque separado
dentro del mismo proceso, en la medida que el demandado tiene una pretensión propia.
DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Op. cit. p. 226.
90
Sin embargo, a decir de este jurista colombiano, las excepciones previas no son
verdaderas excepciones, ya que atacan exclusivamente el procedimiento o la forma del
proceso y no a la cuestión de fondo. Se trata simplemente de impedimentos procesales.
DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Op. cit. pp. 228 y ss. Cfr. Por todos véase HURTADO
REYES, Martín. Op. cit. pp. 371 y ss.

80
De otro lado, la oposición tiene dos elementos: objeto y
razón. El objeto está constituido por la tutela jurídica que se
solicita al juez para que le otorgue determinado efecto
jurídico, que puede ser el rechazo total o parcial de la
pretensión, su paralización temporal, la reducción de la
pretensión, la suspensión o anulación del procedimiento,
entre otras. Y la razón, que es el fundamento de la oposición,
y que –al igual que la pretensión- se distingue en razón de
hecho o de derecho, según se trate de oponer hechos distintos
a los que sustentan la pretensión, o solamente deducir
consecuencias jurídicas distintas a las pretendidas por el
demandante. Sin embargo, debe quedar claro que la
oposición a la pretensión no integra ni forma parte del objeto
del proceso (pues esto corresponde solamente a la pretensión)
sino que su función es solamente delimitarlo, sin posibilidad
–en principio- de un cambio ulterior. Entonces fija los límites
dentro de los cuales el juez debe examinar la pretensión, los
cuales no puede desconocer sin incurrir en incongruencia91.

En último lugar, no se puede confundir el derecho de


contradicción con la oposición. El derecho de contradicción
consiste en la oportunidad que el Estado le debe conceder al
demandado de ser oído y defenderse en el proceso, con
independencia de si lo hace o no. Por tanto, no deja de existir
por el hecho que el demandado no lo ejercite y decida
permanecer inactivo o no comparecer al proceso. La
oposición, en cambio, es una de las formas como se puede
ejercitar el derecho de contradicción. La oposición es la
especie y el derecho de contradicción el género. Mientras este
último busca simplemente obtener una sentencia justa,
aquella persigue una sentencia favorable al demandado92.
Entonces, el demandado puede ejercer su derecho de
contradicción de muchas formas, sin que ello implique
necesariamente que tenga que formular una oposición a la
pretensión.

91
DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Op. cit. p. 227. GUASP DELGADO, Jaime.
Derecho procesal … Op. cit. pp. 259 y 266.
92
DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Op. cit. pp. 209, 226-227 y 231. También GUASP
DELGADO, Jaime. Derecho procesal … Op. cit. p. 258.

81
3.1.2. Concepto de demanda:

El Estado tiene el poder de ejercer su función jurisdiccional


pero también el deber de prestarla cuando el particular se lo solicita
a través del su derecho de acción. Pero como la acción es un
derecho abstracto necesita de un instrumento para poder
materializarse: la demanda 93.

La demanda es el acto procesal introductivo y de postulación


a través de la cual el justiciable ejerce su derecho de acción frente
al Estado y propone una o varias pretensiones procesales contra el
demandado, con la finalidad de obtener un pronunciamiento
favorable del órgano jurisdiccional mediante un proceso. Es un acto
introductivo porque con él se da inicio al proceso y se apertura la
primera instancia; pero también es un acto postulatorio porque a
través de ella el actor formula una pretensión, por eso se dice que
es el acto procesal más importante para la parte demandante94.

Por tanto, no se puede confundir a la acción con la demanda,


ya que ésta última no solo contiene a la acción sino también a la
pretensión del actor. La demanda es una declaración de voluntad
dirigida al órgano jurisdiccional con la finalidad de solicitar la
tutela jurisdiccional al Estado y, a su vez, formular una pretensión
contra el demandado. Entre la acción y la demanda existe una
relación de derecho y ejercicio del derecho. Ninguna persona inicia
un proceso -ni podría hacerlo- solamente para pedir la actividad
jurisdiccional del Estado; quien presenta una demanda e inicia un
proceso no se limita a pedir al juez la emisión de una sentencia
sino, además, que le resuelva de manera favorable la pretensión que
plantea contra otra persona. Es por eso que, la demanda se dirige
ante el órgano jurisdiccional pero se formula contra el demandado.
Así, la demanda es el instrumento para el ejercicio del derecho de

93
Sin embargo, la demanda no agota el ejercicio del derecho de acción, pues interpuesta
ésta la acción continua ejerciéndose durante todo el curso del proceso hasta que
concluya definitivamente. DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Op. cit. p. 383. TICONA
POSTIGO, Víctor. Op. cit. pp. 358-363 HURTADO REYES, Martín. Op. cit. p. 300.
MONROY GÁLVEZ, Juan. Introducción … Op. cit. pp. 274-275..
94
TICONA POSTIGO, Víctor. Op. cit. pp. 355-357. DEVIS ECHANDÍA, Hernando.
Op. cit. pp. 383- 385. También MONROY GÁLVEZ, Juan. Introducción … Op. cit. pp.
274-275.

82
acción pero también es el instrumento que contiene la o las
pretensiones del demandante. De ahí que la pretensión es el
elemento central de la demanda. Por eso, se dice que la pretensión
es el petitum de la demanda95. Acción, demanda y pretensión son,
por tanto, conceptos distintos entre sí aunque relacionados.

En consecuencia, la demanda puede definirse como el acto


procesal de iniciación del proceso que consiste en la declaración de
voluntad a través de la cual se ejercita el derecho de acción y se
formula una o varias pretensiones, con la finalidad de obtener una
sentencia favorable del órgano jurisdiccional.

Para finalizar, es importante señalar que la interposición de la


demanda genera dos tipos de efectos jurídicos: sustantivos y
procesales. Los primeros producen consecuencias jurídicas sobre la
relación jurídico material existente entre el demandante y el
demandado, como por ejemplo la interrupción de la prescripción y
de la caducidad, entre otros. Mientras que los efectos procesales
son aquellos que se producen sobre la relación jurídico procesal
existente entre el demandante, el demandado y el juez. Uno de los
más importantes es la fijación del objeto del proceso y el contenido
de la sentencia, ya que el órgano jurisdiccional solamente debe
resolver sobre lo pedido por el demandante y los hechos invocados
en la demanda, pues si accede a la pretensión con base en hechos
probados pero no alegados en la sentencia cae en incongruencia96.
Otro de los efectos de la interposición de la demanda es la
preclusión97 del derecho del demandante para ofrecer medios de
prueba. Así pues, de conformidad con lo dispuesto en el Art. 189°
del CPC, “los medios probatorios deben ser ofrecidos por las partes

95
Por todos Vid. TICONA POSTIGO, Víctor. Op. cit. pp. 349-355, 371 y 375. DEVIS
ECHANDÍA, Hernando. Op. cit. pp. 213 y 383-384. HURTADO REYES, Martín. Op.
cit. pp. 299- 304. ASENCIO MELLADO, José María. Op. cit. p. 181. ORTELLS
RAMOS, Manuel. Op. Cit. pp. 283-284
96
Sobre los efectos de la demanda véase AZULA CAMACHO, Jaime. Op. cit. pp. 342-
343. DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Op. cit. pp. 399-401. ORTELLS RAMOS,
Manuel. Op. cit. pp. 297-301. FALCÓN, Enrique. M. Manual de derecho procesal. Vol.
1. Buenos Aires: Astrea, 2005. pp. 272- 273.
97
La preclusión procesal puede ser definida como la pérdida o extinción del derecho
para cumplir con un acto procesal, que puede deberse - entre otros factores, a la
conclusión del término o a la falta de ejercicio de derecho en el momento oportuno.
FALCÓN, Enrique. M. Op. cit. p. 130.

83
en los actos postulatorios, salvo disposición distinta de este
Código”. Esto significa que, el demandante debe ofrecer sus
medios de prueba dentro de la demanda; siendo que, una vez
presentada la misma el actor queda impedido de ofrecer otros
medios probatorios, salvo en los supuestos permitidos por el
Código procesal civil (artículos 374°, 440° y 429°).

3.2. La pretensión procesal.

Hoy por hoy es unánime en la doctrina la consideración de la


pretensión procesal como el objeto del proceso sobre el que habrá de
resolver el órgano jurisdiccional. De ahí que su estudio no sea algo inútil
o meramente teórico sino más bien necesario y de gran relevancia
jurídica, en tanto se encuentra vinculada con otros institutos procesales
sobre los cuales tiene incidencia o vinculación; tales como el principio de
congruencia, la cosa juzgada, las excepciones procesales, la acumulación,
la litispendencia, la prohibición del cambio de la demanda (mutatio
libelli). Además, del objeto del proceso depende también la jurisdicción y
la competencia98.

3.2.1. Noción de pretensión procesal.

Lo primero que ha de dejarse claro es que la pretensión


procesal no es un derecho subjetivo material, toda vez que “la
pretensión es un acto no un poder; algo que alguien hace, no que
alguien tiene (…) No sólo la pretensión es un acto y, por tanto, una
manifestación de voluntad, sino uno de aquellos actos que se
denominan declaraciones de voluntad (…) Dicho acto, no solo no
es, sino que ni siquiera supone el derecho (subjetivo); la pretensión
puede ser propuesta tanto por quien tiene como por quien no tiene
el derecho y, por tanto, puede ser fundada o infundada. Tampoco el
derecho reclama necesariamente la pretensión; como puede haber
pretensión sin derecho, así también puede haber derecho sin
pretensión; al lado de la pretensión infundada tenemos, como
fenómeno inverso, el derecho inerte”99.

98
MONTERO AROCA, Juan [et al.]. Derecho jurisdiccional. 12ª ed. Vol. 2. Valencia:
Tirant lo Blanch, 2003. pp. 116-119. DE LA OLIVA SANTOS, Andrés. Objeto del
proceso y cosa juzgada en el proceso. Cizur Menor (Navarra): Thomson – Civitas,
2005. 23-25. HURTADO REYES, Martín. Op. cit. p. 344.
99
Ibídem. p. 31.

84
Entonces, la pretensión es un acto, una manifestación de
voluntad a través de la cual se pide algo, la misma que puede ir o
no acompañada del derecho material que se reclama; siendo
precisamente de la existencia o no del derecho sustantivo de lo que
dependerá su fundabilidad o infundabilidad.

En palabras de CARNELUTTI, la pretensión es “la exigencia de


subordinación del interés ajeno al interés propio”100. Esta
exigencia puede realizarse a través de un proceso judicial o fuera
de él, por lo que, no se puede confundir la pretensión procesal con
la pretensión material.

Dentro de este orden de ideas, la pretensión material es el


acto de exigir a otro la satisfacción de un interés jurídicamente
relevante de forma extrajudicial; o sea antes del inicio de un
proceso. Por eso, esta pretensión se dirige directamente contra el
sujeto del deber de la relación jurídica material, sin que intervenga
entre ambas el órgano jurisdiccional, ni exista un proceso de por
medio. Pero cuando la pretensión material no es satisfecha por la
otra parte, y el titular de la pretensión no cuenta con otras medidas
extrajudiciales alternativas para exigir su satisfacción, tiene la
posibilidad de acudir al órgano jurisdiccional101.

Entonces, la pretensión material puede convertirse en una


pretensión procesal mediante el ejercicio del derecho de acción.
Pero como la acción es un derecho abstracto ésta se ejercita
mediante un instrumento que es la demanda. En consecuencia, la
pretensión material se convierte en procesal cuando, en ejercicio
del derecho de acción, se incorpora dentro de la demanda. Se habla
entonces de pretensión procesal porque la exigencia de
subordinación del interés ajeno al propio ya no se realiza de forma

100
CARNELUTTI, Francesco. Sistema … Op. cit. p. 14. CARNELUTTI, Francesco.
Derecho procesal civil y penal. SENTIS MELENDO, Santiago (trad.). Vol. 1. Buenos
Aires: Ediciones Jurídicas Europa- América, 1971. pp. 61-62.
101
MONROY GÁLVEZ, Juan. Introducción … Op. cit. pp. 272-273. TICONA
POSTIGO, Víctor. Op. cit. pp.367-369. HURTADO REYES, Martín. Op. cit. pp. 345-
347. La pretensión material “es la facultad o derecho de exigir el cumplimiento de una
prestación y solo puede actuarse contra el sujeto pasivo de la correspondiente relación
jurídico material”, a diferencia de la pretensión procesal que se dirige a un órgano
decisor. PALACIO, Lino Enrique. Manual de derecho procesal civil. 18ª ed. Buenos
Aires: Lexis Nexis, 2004. pp. 96.

85
personal y directa contra el pretendido sino por intermedio del juez
a través del proceso. Sin embargo, no necesariamente la pretensión
material da origen a un proceso, pues puede ocurrir que el
demandante inicie el proceso sin haber exigido a la otra parte la
satisfacción de la pretensión con anterioridad al mismo, como
también puede suceder que al exigirse a la contraparte la
satisfacción de la pretensión material ésta cumpla lo requerido. Por
tanto, puede haber proceso sin necesidad de una pretensión material
y una pretensión material sin que exista proceso102. Así pues, la
pretensión material no siempre se convierte en procesal, como
tampoco la pretensión procesal surge necesariamente de una
pretensión material.

Se puede definir, por tanto, la PRETENSIÓN PROCESAL como la


declaración de voluntad a través de la cual un sujeto de derechos
exige algo a otro a través del órgano jurisdiccional103.

De acuerdo a PEYRANO, “la pretensión procesal es una


manifestación de voluntad a través de la cual alguien reclama algo
ante el órgano jurisdiccional y contra otro (…) no es un derecho
sino un simple acto de voluntad exteriorizado mediante la
presentación de la demanda en el ejercicio del derecho de acción.
Por ello es que la pretensión procesal es una declaración de
voluntad en cuyo mérito se solicita una actuación del órgano
jurisdiccional en miras a la satisfacción de un interés concreto y
frente a una persona distinta al autor de la declaración”104. Pero no
es cualquier declaración de voluntad sino una declaración petitoria,
esto es, es una petición sobre un bien de la vida que se hace ante el

102
MONROY GÁLVEZ, Juan. Introducción … Op. cit. p. 273. TICONA POSTIGO,
Víctor. Op. cit. p. 369. HURTADO REYES, Martín. Op. cit. pp. 345-347. Puede verse
también ALVARADO VELLOSO, Adolfo. Op. cit. pp. 97-99.
103
MONROY GÁLVEZ, Juan. Introducción … Op. cit. p. 273. La pretensión procesal
es “la petición de una determinada consecuencia jurídica dirigida al órgano
jurisdiccional frente a otra persona, fundamentada en unos hechos de la vida que se
afirman coincidentes con el supuesto de hecho de una norma jurídica de la cual se hace
derivar la consecuencia pretendida”. ASENCIO MELLADO, José María. Op. cit. p.
139. Esta definición incorpora los principales elementos que componen a la pretensión
procesal.
104
PEYRANO, Jorge. Derecho procesal civil. Lima: Ediciones jurídicas, 1995. pp. 23-
24. cit. por: HURTADO REYES, Martín. Op. cit. p. 351.

86
juez pero frente a un sujeto pasivo105. Se infiere pues que, por un
lado, la pretensión se formula ante el juez porque la exigencia del
interés se realiza a través de un proceso para que sea el órgano
jurisdiccional quien se encargue de pronunciarse sobre aquella
mediante la sentencia. Pero, por otro, se dirige contra o frente al
demandado en tanto que éste es el sujeto pasivo de dicha exigencia,
el sujeto a quien se pretende obligar a cumplir con ella.

Finalmente ha de señalarse que, en tanto la pretensión


procesal no es un derecho subjetivo material sino un simple acto de
voluntad, para su configuración jurídica solo requiere contener una
afirmación del derecho o de la consecuencia jurídica derivada de la
situación de hecho que la origina, con independencia de la
existencia o inexistencia del derecho material106. En consecuencia,
“la pretensión procesal puede estar respaldada o no por un derecho,
lo que significa que pueden existir pretensiones fundadas e
infundadas. Igualmente, puede existir un derecho en cabeza de
alguien y estar vulnerado o desconocido y, sin embargo, su titular
puede no pretender su eficacia o ejercicio, por indiferencia o
ignorancia; lo que demuestra que también puede existir un derecho
sin pretensión”107. Por tanto, la existencia de la pretensión no
depende de la existencia del derecho material, y viceversa.

3.2.2. Elementos de la pretensión procesal.

Según la doctrina mayoritaria la pretensión procesal está


integrada por tres elementos: sujetos, objeto y causa. Sin embargo,
para estudio más didáctico algunos autores los agrupan en dos (2)
elementos: subjetivos y objetivos; los cuales desarrollaremos
detalladamente a continuación.

105
Este bien de la vida puede ser una cosa corporal o una conducta de otra persona.
GUASP DELGADO, Jaime. La pretensión procesal. Op. cit. pp. 71-75 y 84-85.
106
PALACIO, Lino Enrique. Op. cit. p. 96. AZULA CAMACHO, Jaime. Op. cit. p.
284. ASENCIO MELLADO, José María. Op. cit. p. 140.
107
DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Op. cit. p. 216. Véase también HURTADO
REYES, Martín. Op. cit. pp. 356-357. ASENCIO MELLADO, José María. Op. cit. p.
140.

87
3.2.2.1. Elementos subjetivos.

Los elementos subjetivos de la pretensión son los


sujetos que forman parte de la pretensión procesal.

El primero de ellos es el sujeto activo, demandante o


también llamado pretensor, que es quien propone la
pretensión ante el órgano jurisdiccional. El sujeto activo no
solo puede proponer la pretensión, y con ello fijar sobre qué
es lo que se va a discutir en el proceso, sino que también
puede extinguirla y finalizar el proceso, a través de su
desistimiento108.

Pero cuando el actor incorpora una pretensión a la


demanda lo hace con la finalidad de exigir el cumplimiento
de ésta a otra persona. En este sentido, la pretensión está
compuesta también por un sujeto pasivo, demandado o
también llamado pretendido, que es aquel contra o frente a
quien se formula la pretensión. El sujeto pasivo, entonces, es
la persona que a quien se le exige cumplir una determinada
prestación o comportamiento; es por eso que la pretensión se
dirige contra él109.

Para algunos autores, el elemento subjetivo está


compuesto por tres partes: quien formula la pretensión
(demandante), contra quien se formula (demandado) y el
sujeto ante quien se formula la pretensión, que sería el juez o
–más propiamente dicho- el órgano jurisdiccional110. Sin

108
HURTADO REYES, Martín. Op. cit. pp. 358-359. DEVIS ECHANDÍA, Hernando.
Op. cit. pp. 221-222. ASENCIO MELLADO, José María. Op. cit. p. 142. ALVARADO
VELLOSO, Adolfo. Op. cit. pp.102-103.
109
Ibídem.
110
TICONA POSTIGO, Víctor. Op. cit. p.390. AZULA CAMACHO, Jaime. Op. cit. p.
284. GUASP DELGADO, Jaime. La pretensión procesal. Op. cit. pp. 68-70.
PALACIO, Lino Enrique. Op. cit. p. 97. Este último autor incluso afirma que el órgano
jurisdiccional tiene la calidad de destinatario de la pretensión y el deber de satisfacerla,
sea acogiéndola o rechazándola. Sin embargo, el destinatario de la pretensión no es el
juez sino el demandando; el órgano jurisdiccional solo es el medio para hacer llegar al
demandando, mediante el proceso, la exigencia en que consiste la pretensión. Por tanto,
quien está llamado a satisfacer la pretensión no es el juez sino el pretendido, pues es

88
embargo, la mayor parte de la doctrina considera que el juez
no es un elemento subjetivo de la pretensión sino más bien el
encargado de resolver sobre ella en la sentencia. Si el juez
fuera un elemento de la pretensión perdería objetividad e
independencia para administrarla y resolverla. De manera
que, la pretensión procesal solo tiene como elementos
subjetivos a las partes, “siendo el juez un tercero imparcial
que se encargará de resolverla”111.

En el caso concreto de la pretensión de despido nulo, el


sujeto activo es el trabajador y el sujeto pasivo está
constituido por el empleador, que es quien deberá cumplir
con reincorporar al trabajador en su puesto de trabajo si la
demanda se declarase fundada.

3.2.2.2. Elementos objetivos.

En general, se considera que la pretensión se encuentra


constituida por dos elementos objetivos: el petitorio o
también llamado petitum y la causa de pedir o causa petendi.
En cuanto a esta última, un sector de la doctrina sostiene que
ésta se encuentra compuesta por los fundamentos de hecho y
de derecho, mientras que otros por los hechos, ya que los
fundamentos jurídicos son de libre disposición por el
juzgador. Nosotros somos partidarios de la segunda posición,
no obstante, la fundamentación jurídica no puede dejar de
considerarse como un elemento de la pretensión.

Por esta razón, se considerará como elementos


objetivos de la pretensión: el petitorio, la causa de pedir y la
fundamentación jurídica; los mismos que desarrollaremos a
continuación.

éste quien deberá cumplir con la prestación debida, en caso se declarase fundada la
demanda.
111
HURTADO REYES, Martín. Op. cit. p. 360. También DEVIS ECHANDÍA,
Hernando. Op .cit. p. 117. ASENCIO MELLADO, José María. Op. cit. p. 142.
ALVARADO VELLOSO, Adolfo. Op. cit. p. 103.

89
a) El petitorio u objeto de la pretensión:

El petitum es aquello que se pide o solicita en la


demanda, el efecto o la consecuencia jurídica que persigue el
demandante cuando propone su pretensión. De ese modo, el
petitorio es el núcleo o elemento esencial de la pretensión, es
por eso que se le considera como el objeto de la pretensión,
ya que contiene el pedido concreto y expreso de lo que exige
el actor112.

Dicho esto, el petitorio u objeto de la pretensión tiene


un doble aspecto: mediato e inmediato. El objeto inmediato
está referido a la clase de pronunciamiento que se reclama, es
decir, al tipo de tutela jurisdiccional que se solicita (de
condena, declaración, constitución, ejecución, etc.). Mientras
que, el objeto mediato de la pretensión lo constituye el bien
de la vida sobre el que habrá de recaer el pronunciamiento
pedido, ya que la tutela jurisdiccional no se pide ni puede
prestarse en vacío sino respecto de un bien jurídico
determinado (suma de dinero, hacer algo a favor del
demandante, la relación jurídica cuya existencia o
inexistencia debe declararse, etc.). Por ejemplo, cuando se
plantea una pretensión reivindicatoria el objeto inmediato
sería una sentencia de condena y el mediato es la cosa mueble
o inmueble que debe restituirse a consecuencia de dicha
sentencia. Pero ocurre también que un mismo objeto mediato
puede dar lugar a una diversidad de peticiones dependiendo
del tipo de tutela jurisdiccional que se pida, dando con ello
origen a diferentes objetos procesales (pretensiones)113.

112
DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Op. cit. pp. 215 y 219. TICONA POSTIGO, Víctor.
Op. cit. p. 389. ASENCIO MELLADO, José María. Op. cit. p. 142. HURTADO
REYES, Martín. Op. cit. pp. 361-362.
113
MONTERO AROCA, Juan [et al.]. Op. cit. pp. 120-122. ORTELLS RAMOS,
Manuel. Op. cit. pp. 248-250. También PALACIO, Lino Enrique. Op. cit. p. 97.
HURTADO REYES, Martín. Op. cit. p. 362-363. SOLÓRZANO ASTETE, Silvia. La
aplicación procesal del principio iura novit curia [en línea]. MATHEUS LÓPEZ,
Carlos (dir.). Lima: Portal jurídico de la Facultad de Derecho de la USMP, 2009.
Consultado el 27 de mayo de 2016. pp. 28-30. Disponible en:
http://www.derecho.usmp.edu.pe/postgrado/doctorado/trabajo_alumno.htm.

90
Ahora bien, dado que la pretensión procesal forma
parte del contenido de la demanda y ésta se encuentra sujeta
al cumplimiento de determinados requisitos de admisibilidad
y procedencia, lógicamente que algunos de ellos se
encuentren referidos a la propia pretensión. En este orden de
ideas, el inciso 5 del Art. 424° del Código Procesal Civil
exige que el petitorio comprenda la determinación clara y
concreta de lo que se pide. En cuando al tipo de concreción
ésta “debe ser cualitativa, esto es, que debe indicarse la
naturaleza o índole de lo que se pide, ya sea una cosa, una
conducta de otra persona”, pero también -cuando la
naturaleza de la pretensión así lo requiera- la concreción debe
ser cuantitativa, es decir, precisarse el importe o el valor de lo
que se reclama. La claridad y concreción del petitorio es lo
que permitirá reconocer la naturaleza de la providencia
jurisdiccional114. En otras palabras, el petitorio de la
pretensión tiene que señalar de forma clara y concreta el tipo
de tutela jurisdiccional que reclama y el bien jurídico sobre el
cual ha de recaer dicha tutela. Por lo que, un petitorio
ambiguo, ininteligible, impreciso o indeterminado puede
originar la declaración de inadmisibilidad de la demanda, o
en su caso, puede ser cuestionado por el demandando a través
de la excepción procesal de oscuridad o ambigüedad en el
modo de proponer la demanda, prevista en el inciso 5 del Art.
446° del Código Procesal Civil.

Por otro lado, el petitorio es un elemento esencial de la


sentencia, ya que el juez tiene que pronunciarse de forma
expresa sobre lo pedido por el demandante al momento de
emitir su fallo. En tal sentido, el petitum de la pretensión fija
los límites de la sentencia y, por consiguiente, es un elemento
fundamental para determinar la congruencia de la misma,
toda vez que el juez debe resolver solamente en base a lo que
ha sido pedido, no pudiendo omitir, alterar ni excederse de
las peticiones que han sido formuladas por el demandante115.

114
TICONA POSTIGO, Víctor. Op. cit. p. 391.
115
HURTADO REYES, Martín. Op. cit. pp. 362-363. DEVIS ECHANDÍA, Hernando.
Op .cit. pp. 388- 389.

91
En lo que respecta a la pretensión de nulidad de despido
el petitum de esta pretensión vendría a ser la declaración de
nulidad del despido. Siendo el objeto inmediato la sentencia
declarativa de nulidad y el mediato el acto jurídico unilateral
del empleador extintivo de la relación laboral (despido), cuya
invalidez el trabajador pretende que sea declarada por el juez.

Señala ARCE ORTÍZ que la sentencia que resuelve de


forma favorable la pretensión de nulidad de despido tiene un
contenido de carácter dual, pues es declarativa pero al mismo
tiempo de condena. Tiene carácter declarativo porque a través
de la sentencia se varía la situación jurídica existente al privar
de toda eficacia jurídica al acto unilateral del empleador
(despido) desde su origen (ex tunc). Pero, simultáneamente,
el juez se encuentra obligado a condenar a la remoción de
todos los efectos que se derivaron de este acto, “reponiendo
la situación fáctica al momento anterior de producirse el
despido (carácter de condena)”. Por tanto, no basta con que
se declare nulo el despido, sino que es necesario que se
condene al empleador a la reposición del trabajador (Art. 34
de la LPCL), así como al pago de las remuneraciones dejadas
de percibir y al depósito de compensación por tiempo de
servicios correspondiente (Art. 40 de la LPCL). Entonces,
aunque el efecto por antonomasia de la declaración de
nulidad de despido es la reposición del trabajador en el
empleo, no es el único pues con él concurren otros dos
efectos que siendo autónomos están relacionados entre sí116.

En consecuencia, trasladando lo dicho por este autor al


ámbito de la pretensión procesal, podría decirse que junto con
la pretensión de nulidad de despido, a través de la cual se
persigue la declaración de la invalidez de despido, concurren
otras tres pretensiones (de condena) que son de naturaleza
accesoria, en tanto que son intrínsecas a aquella.

116
ARCE ORTÍZ, Elmer. La nulidad del despido… Op. cit. 3ra ed. pp. 230-231.

92
b) La causa de pedir:

El solo petitorio es insuficiente para determinar el


objeto del proceso por la sencilla razón que un mismo bien
puede pedirse en base a distintas causas de pedir. De modo
que, la pretensión no se podría individualizar y distinguir de
otras posibles si no se hace referencia a una causa precisa y
determinada117.

En líneas generales, la causa petendi es la razón o el


fundamento de la pretensión, aquello en lo que se sustenta la
petición. Es el elemento que identifica a la pretensión
procesal. En efecto, si solamente nos limitáramos a
considerar como elemento de la pretensión al petitorio ésta no
podría identificarse plenamente, pues ante una pluralidad de
pretensiones que tuvieran como contenido una misma
petición no podría distinguirse a unas de otras, sino fuera
porque se fundan en causas de pedir distintas. Entonces,
función de la causa petendi es delimitar la pretensión,
identificarla y distinguirla de otras pretensiones posibles118.

Sin embargo, la doctrina se encuentra dividida respecto


a qué elemento o elementos conforman la causa de pedir. En
tal sentido, por un lado están aquellos autores -como
ALVARADO VELLOSO y MONROY GÁLVEZ119- que consideran
que la causa petendi se encuentra integrada por los
fundamentos de hecho y de derecho. Mientras que otro sector
de la doctrina –entre ellos AZULA CAMACHO y TICONA
POSTIGO120- considera que la causa petendi se encuentra

117
MONTERO AROCA, Juan [et al.]. Op. cit. p. 122.
118
ORTELLS RAMOS, Manuel. Op. cit. p. 250. ASENCIO MELLADO, José María.
Op. cit. pp. 142-143.
119
ALVARADO VELLOSO, Adolfo. Op. cit. pp. 103- 106. MONROY GÁLVEZ,
Juan. Introducción … Op. cit. p. 274. Cfr. HURTADO REYES, Martín. Op. cit. p. 365-
366.
120
AZULA CAMACHO, Jaime. Op. cit. p. 286. TICONA POSTIGO, Víctor. Op. cit.
pp. 393 y ss. La causa petendi y los hechos son dos términos sinónimos. En tal sentido,
la causa de pedir es el conjunto de hechos de donde se deriva el derecho pretendido por
el demandante o la relación jurídica sustancial que éste alega. DEVIS ECHANDÍA,
Hernando. Op .cit. pp. 219-221 y 393-396. Cfr. HURTADO REYES, Martín. Op. cit.
pp. 365-366.

93
compuesta solamente por los fundamentos de hecho alegados
por el demandante.

Frente a estas dos posiciones existe otra postura que,


podríamos denominar ecléctica o moderada, según la cual la
causa petendi de la pretensión es el conjunto de hechos
jurídicamente relevantes en que los que se funda la petición
(petitum). En consecuencia, la causa de pedir está compuesta
por los hechos, pero no cualquier hecho forma parte de ella
sino solamente hechos concretos calificables jurídicamente,
es decir, hechos que configuren el supuesto de hecho de una
norma que otorgue la consecuencia jurídica solicitada
(petitorio). Estos hechos que componen la causa petendi
pueden ser de diversa naturaleza (un hecho histórico, una
relación o situación jurídica o un derecho), ello dependerá del
tipo de pretensión de que se trate (declarativa, de condena o
constitutiva). De otro lado, aunque la causa de pedir solo este
integrada por los hechos jurídicamente relevantes, existen
hechos que siendo jurídicamente intrascendentes para
identificar la pretensión pueden ser importantes para
probarla, aunque no se debe confundir unos hechos con
otros121.

Entonces, no se debe identificar los fundamentos de


hecho de la demanda con la causa petendi de la pretensión.
Aunque en la práctica procesal podrían ser utilizados como
sinónimos, los fundamentos de hecho son el conjunto de
hechos que se redactan en la demanda y entre los cuales
pueden estar o no los hechos que permiten determinar lo que
se pide. En cambio, la causa petendi solamente está
compuesta por aquellos hechos fundamentales de los cuales

121
En consecuencia, la causa de pedir no consiste en la invocación de normas,
principios jurídicos o calificaciones jurídicas, pues éstas por sí mismas son
abstracciones predicables a una pluralidad de hechos de la vida social, no siendo aptas
para identificar la causa de pedir de una petición e individualizar la pretensión respecto
de otras. MONTERO AROCA, Juan [et al.]. Op. cit. pp. 123-124. ORTELLS RAMOS,
Manuel. Op. cit. pp. 250-252. ASENCIO MELLADO, José María. Op. cit. pp. 142-143.
Véase también APOLÍN MEZA, Dante. “Apuntes iniciales en torno a los límites en la
aplicación del aforismo iura novit curia y la reconducción de pretensiones”. En: DI
MAJO, Adolfo [et al.]. Derecho procesal civil. Lima: Jurista Editores, 2009. pp. 134-
135 y 137-139.

94
deriva el derecho que se pretende. En consecuencia, dentro de
los fundamentos de hecho de la demanda deben distinguirse
los hechos sustanciales o constitutivos de la pretensión de los
que son meramente accesorios, secundarios o
circunstanciales; siendo que la causa petendi solo está
configurada por los primeros. Tal es así que la falta de
enunciación en la demanda de los segundos no impide que se
determine claramente la causa de pedir. Podría decirse
entonces que la causa de pedir de la pretensión es el
contenido de los fundamentos de hecho de la demanda122.

Así pues, dentro del conjunto de hechos que se narran y


describen en la demanda no todos ellos sirven para identificar
la pretensión y distinguirla de cualquier otra posible. En tal
sentido, la fundamentación fáctica puede contener -aunque no
debería- hechos jurídicamente irrelevantes o impertinentes
para resolver el conflicto o incertidumbre jurídica; otros que
no siendo jurídicamente trascendentes sirven, no obstante,
para probar la pretensión (hechos secundarios o
circunstanciales); así como aquellos que hechos sí son
jurídicamente relevantes (hechos constitutivos) y, en
consecuencia, constituyen forman la causa petendi.

De otro lado, la causa de pedir tampoco se encuentra


compuesta por los fundamentos de derecho, ya que las
normas jurídicas no sirven para identificar la pretensión y
distinguirla de cualquier otra, toda vez que son de carácter
general y aplicables a una diversidad de acontecimientos o
situaciones fácticas. Sin embargo, el hecho que no formen
parte de la causa petendi no significa que no sean un
elemento importante e integrativo de la pretensión, pues los
hechos que sustentan la pretensión deben ser subsumibles o
coincidentes con el supuesto de hecho de la norma jurídica
cuyas consecuencias busca obtener el demandante; esto es,
deben respaldarse en una norma jurídica.

122
DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Op .cit. pp. 393-395.

95
Respecto a la pretensión de despido nulo, el Art. 29° de
la LPCL establece una serie de causales que dan lugar a la
declaración de nulidad del despido. Sin embargo, la causa
petendi de la pretensión de despido nulo no es la causal legal,
pues esta última solo es el supuesto de hecho de la norma
jurídica cuya consecuencia solicita el trabajador. La causa de
pedir está integrada por el conjunto de hechos subsumibles
dentro de alguno de los supuestos de hecho (causales)
contenidos en el Art. 29° de la LPCL. En consecuencia, cada
conjunto de hechos calificables jurídicamente dentro de
alguna de las causales de nulidad configura una causa de
pedir distinta. Por tanto, no será lo mismo declarar la nulidad
del despido por haber existido un trato discriminatorio hacia
el trabajador por su creencia religiosa que por la presentación
de una queja contra su empleador ante el Poder Judicial. El
efecto o consecuencia jurídica (nulidad del despido) será la
misma sí pero la causa en la que se sustenta el petitorio no.

Al igual que el petitorio, la causa de pedir también es


un requisito de la demanda, previsto en el inciso 6 de su Art.
424° del CPC; y en tal sentido, los hechos que sustentan la
pretensión deben ser expuestos de forma clara, precisa y
ordenada. A decir de LINO PALACIO123, la exigencia de
precisión, orden y claridad en la redacción de los hechos es
importante por tres razones: 1) porque el demandado debe
pronunciarse sobre todos y cada uno de los hechos afirmados
por el actor en su demanda, reconociéndolos o negándolos
categóricamente; además que con ello se tutela el derecho de
contradicción y de defensa del demandado, ya que podrá
oponer los medios de defensa que estime convenientes; 2)
porque los hechos alegados por las partes, en la demanda y
contestación, son los que van a determinar la pertinencia de
los medios de prueba; y, finalmente, 3) porque la sentencia
solamente podrá fundarse en los hechos alegados por las
partes.

123
PALACIO, Lino. Derecho procesal civil. Vol. 4. p. 294. cit. por: TICONA
POSTIGO, Víctor. Op. cit. p. 396. En cuanto a la primera de las razones señaladas por
este autor, creemos que no es necesario que el demandado se pronuncie sobre todos y
cada uno de los hechos alegados por el demandante, sino únicamente sobre los hechos
jurídicamente relevantes y aquellos otros referidos a la prueba de la pretensión.

96
Ahora bien, los hechos constitutivos de la pretensión,
solamente pueden ser invocados por la parte demandante al
momento de plantear su pretensión en la demanda y vinculan
directamente al juez, vale decir, no podrán ser propuestos o
modificados por el órgano jurisdiccional. En consecuencia,
los hechos alegados por el demandante en su demanda
constituyen un límite para el juez al momento de resolver la
pretensión en la sentencia, ya que no puede basarse en hechos
que no han sido propuestos por las partes. A diferencia de los
fundamentos de derecho que sí pueden ser aplicados por el
juez oficiosamente, por lo que, su variación no supone una
modificación de la pretensión del actor124.

Como veremos después, para la sentencia sea


congruente, no solo debe atender al petitorio de la pretensión
sino también a la causa petendi, pues en tanto ésta es el título
del cual se deriva la consecuencia jurídica solicitada
(petitum), la sentencia que emita el juez debe pronunciarse
sobre pretensiones formuladas por el demandante pero en
relación con la causa invocada como sustento de ellas. Ergo,
ninguno de estos dos elementos de la pretensión pueden ser
modificado por el juez125. Entonces, al momento de la
sentencia el juez deberá pronunciarse sobre la pretensión de
nulidad de despido en base a la causa de pedir en que el
demandante ha sustentado su petitorio, no pudiéndose
conceder la demanda por una causa distinta a la alegada.

Finalmente, debe existir una relación directa entre el


petitorio de la pretensión y la causa petendi, es decir, tiene
que haber concordancia entre lo que se pide y los hechos que
sustentan lo pedido126. Por lo que, la falta de vinculación o
conexión lógica entre ambos elementos de la pretensión es
causal de improcedencia de la demanda (inciso 5 del Art. 427
del CPC)127.

124
DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Op .cit. pp. 219- 220, 393 y 395.
125
Ibídem. pp. 393 y 395.
126
HURTADO REYES, Martín. Op. cit. p. 365.
127
No obstante, por el carácter tuitivo del Derecho laboral, desde hace un tiempo se
viene aplicando en el proceso laboral el principios de suplencia de queja, principio que
es propio del Derecho constitucional. En virtud a dicho principio, el juez debe subsanar

97
c) La fundamentación jurídica.

Se ha dicho que las normas jurídicas no forman parte de


la causa de pedir, ya que por ser abstractas no sirven para
individualizar e identificar a la pretensión respecto de otras
posibles. Sin embargo, esto no significa que aquellas no sean
un elemento importante de la pretensión procesal.

Siguiendo a DEVIS ECHANDÍA128 la pretensión tiene dos


elementos importantes: su objeto, que es lo que el
demandante persigue a través de ella; y su razón, que es la
afirmación de que lo que se reclama se deduce de
determinados hechos que coinciden con el supuesto de hecho
de una norma jurídica cuya actuación se solicita al juez para
obtener sus efectos jurídicos. En consecuencia, la razón es el
fundamento de la pretensión y debe distinguirse entre la
razón de hecho o causa petendi, y la razón de derecho, que es
la afirmación de la conformidad de la pretensión con el
derecho objetivo, con las normas materiales129.

En consecuencia, la fundamentación jurídica de la


pretensión está formada por las normas jurídicas en las que el
demandante sustentan su petitorio130. O dicho de otro modo,
es el conjunto de normas (o la norma) que invoca el
demandante como fundamento del petitorio de su pretensión.

No es necesario que los fundamentos de derecho se


señalen de forma muy precisa y detallada dentro de la
demanda, principalmente, por dos razones: 1) porque la
conveniencia o no de la aplicación de las normas invocadas
por el demandante solamente podrá ser apreciada en la
sentencia y 2) porque el juez está obligado a aplicar el

las omisiones procesales advertidas para hacer viable el proceso, aunque sin alterar los
fundamentos de hecho o el petitorio de la demanda. Al respecto Vid. NUÑEZ PAZ,
Sandro. “Los principios de suplencia de queja y pro actione y sus alcances en la Nueva
Ley Procesal del Trabajo”. pp. 229-248.
128
DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Op .cit. pp. 219 y 395.
129
DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Op .cit. pp. 393- 395.
130
TICONA POSTIGO, Víctor. Op. cit. p. 398.
DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Op .cit. p. 396.

98
derecho, cualquiera que sea la norma que lo contenga, haya
sido o no alegada por las partes, y sin que se tenga que probar
su existencia (iura novit curia)131.

En nuestro ordenamiento jurídico, como en muchos


otros, la fundamentación jurídica de la pretensión ha sido
recogida como un requisito de la demanda (Art. 424.7 del
CPC). Ergo, la omisión de este requisito de forma puede dar
lugar a la declaración de inadmisibilidad de la demanda,
debiendo el demandante subsanar la omisión dentro del plazo
conferido por el órgano jurisdiccional. Sin embargo, su falta
de subsanación no trae como consecuencia la improcedencia
de la demanda, como sí ocurre en el caso de los fundamentos
de hecho. Ello es así debido a la aplicación del principio del
iura novit curia, previsto en el Art. VII del Título preliminar
del CPC. En virtud a este principio, el juez debe aplicar el
derecho aunque éste no haya sido invocado o haya sido
invocado erróneamente por las partes; pero siempre
respetando el petitorio y los hechos alegados por el
demandante como sustento de éste. Por tanto, si el
demandante alega una norma jurídica que no es idónea para
sustentar su petitorio o simplemente no alega ninguna, el juez
no puede dejar de resolver o desestimar la pretensión sino
que -porque conoce el derecho- debe aplicará la norma
jurídica que corresponda al caso concreto. Señala así TICONA
POSTIGO132 que la falta de fundamentación jurídica de la
demanda –a diferencia de lo que sucede con la
fundamentación fáctica- no autoriza al demandado a proponer
la excepción de oscuridad o ambigüedad en el modo de la
proponer la demanda. Esto porque los fundamentos de
derecho no individualizan la pretensión y, por eso mismo, la
contradicción y la prueba del demandado solo habrá de recaer
sobre los hechos. Igualmente, si el juez no advierte
oportunamente (se entiende al momento de calificar la
demanda) la omisión de este requisito legal, luego no puede
disponer su subsanación en vía de saneamiento, ya que en

131
DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Op .cit. p. 396. Cfr. TICONA POSTIGO, Víctor.
Op. cit. p. 398.
132
TICONA POSTIGO, Víctor. Op. cit. p. 399.

99
este caso el juez deberá actuar en aplicación del principio
antes mencionado.

De ahí que se señalara anteriormente que el juez no se


encuentra vinculado a la fundamentación jurídica realizada
por el demandante, pues la calificación jurídica de los hechos
corresponde ser realizada por el órgano jurisdiccional en
atención a la naturaleza jurídica de los mismos. Las
calificaciones jurídicas que realice el demandante sobre los
hechos si bien pueden facilitar el ejercicio de la función
jurisdiccional, no obligan al juez ni tampoco alteran la
verdadera naturaleza jurídica de esos hechos si son erradas.
Entonces, al momento de resolver el litigio el juez puede
considerar la fundamentación jurídica efectuada por el
demandante, pero si éste ha errado en la invocación de la
norma o no la ha invocado, el juez igualmente se encuentra
obligado a aplicar el derecho que corresponda. Por tanto, si el
sentido de lo que se pide es claro y los hechos en que este
pedido se sustenta han sido debidamente probados por el
demandante, el juez deberá estimar la demanda, aun cuando
el actor hubiera calificado los hechos de forma incorrecta133.

En este orden de ideas, el juez podrá variar la


calificación jurídica realizada por el demandante, en
aplicación del principio de iura novit curia, sin que con ello
se modifique la pretensión procesal. Concretamente, para el
caso de la nulidad de despido, el demandante tiene que
sustentar su pretensión en alguna de las causales establecidas
en el Art. 29° de la LPCL. No obstante, si los hechos
constitutivos de la pretensión alegados por el demandante son
subsumibles dentro de una causal de nulidad distinta a la
invocada por aquel el juez deberá emitir su sentencia
aplicando la causal correcta.

133
Vid. DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Op .cit. pp. 389, 393 y 395. TICONA
POSTIGO, Víctor. Op. cit. pp. 365-366. ORTELLS RAMOS, Manuel. Op. cit. pp. 258-
259.

100
Lo hasta aquí dicho sobre la aplicación del iura novit
curia podría llevar a concluir –equivocadamente- que los
fundamentos de derecho, como elemento de la pretensión y
requisito de la demanda, carecerían de utilidad práctica o, en
todo caso, no serían imprescindibles. Sin embargo, destacada
doctrina advierte con gran acierto que, aunque la verdadera
calificación jurídica de los hechos viene determinada por su
naturaleza y por las circunstancias en las que éstos se dan, es
conveniente que el demandante exponga sus fundamentos de
derecho, pues sucede en algunos casos que una misma
situación de hecho pueda encajar en diversas normas
jurídicas con distintas consecuencias. Por tanto, la exposición
de los fundamentos de derecho puede convertirse en un
elemento importante para determinar el alcance de la
pretensión. Dicho con otras palabras, existen casos en donde
unos mismos hechos pueden calificarse jurídicamente de
distintas formas, en la medida que es posible subsumirlos en
el supuesto de hecho de dos o más normas con consecuencias
jurídicas diferentes. Por lo que, la calificación jurídica
realizada por el demandante sí puede servir para delimitar la
pretensión, ya que la petición del actor se encontrará sujeta a
la norma jurídica específicamente invocada; y la congruencia
y cosa juzgada habrán de referirse al objeto del proceso así
constituido134. En consecuencia, la fundamentación jurídica si
bien no identifica a la pretensión sí constituye un elemento de
ésta cuya mayor o menor necesidad dependerá del caso
concreto.

134
TICONA POSTIGO, Víctor. Op. cit. p. 398. CARLI, Carlo. La demanda civil. p. 87.
cit. por: TICONA POSTIGO, Víctor. Op. cit. pp. 365-366. MONTERO AROCA, Juan
[et al.]. Op. cit. p. 123. Véase también ORTELLS RAMOS, Manuel. Op. cit. p. 258.

101
102
CAPÍTULO IV.
HACIA UNA FLEXIBILIZACIÓN DE LA
CONGRUENCIA CAUSAL EN EL PROCESO DE
DESPIDO NULO A TRAVÉS DE LA ORALIDAD:
ALCANCE Y LÍMITES.

Cuando se verá más adelante, el principio de oralidad es el


principio rector del nuevo proceso laboral y que, además, posibilita la
eficacia de todos los demás principios procesales recogidos en la NLPT.
Así pues, en un proceso oral el juez puede tener un acercamiento más
directo con las partes e interactuar con ellas, logrando con ello la
aplicación del principio de inmediación y el fortalecimiento del principio
de dirección, pues el juez asume un rol activo y protagónico dentro del
proceso. Además, la oralidad permite que el proceso se realice de forma
más sencilla, rápida y expeditiva, haciendo efectivo el principio de
celeridad y economía procesal. También fomenta que los actos
procesales sean menores en comparación con los de un proceso escrito,
con lo cual el principio de concentración adquiere real eficacia. De otro
lado, un proceso en el que predomina la oralidad ayuda al juez a darse
cuenta con mayor facilidad y de forma más certera de la autenticidad o
falsedad de los hechos alegados por las partes procesales, logrando con
ello que se pueda alcanzar la verdad dentro del proceso (principio de
veracidad)135.

135
Vid. HUAMÁN ESTRADA, Elmer [et al.]. Op. cit. pp. 34-35. MALCA
GUAYLUPO, Víctor. Op. cit. pp. 112-116. También ROMERO MONTES, Francisco.
Op. cit. pp. 43-44. PEÑA CAMARENA, Humbelino y PEÑA ACEVEDO, Juan. Op.
cit. pp. 18-19.

103
En consecuencia, el principio de oralidad es, sino el más
importante, un principio esencial dentro del proceso laboral, a través del
cual se puede lograr la obtención de una sentencia acorde con la realidad
de los hechos. Precisamente, dadas las ventajas del acogimiento de este
principio en el ordenamiento procesal laboral, interesa analizar si el juez
puede sentenciar el proceso en base a hechos no invocados por el
demandante en su acto postulatorio de demanda, pero que surgen a
consecuencia de la efectiva realización de la oralidad y la inmediación en
el proceso. Más concretamente, se estudiará si acaso cabe la posibilidad
que el juez emita una sentencia favorable al trabajador fundada en hechos
que recién aparecen o, mejor dicho, se ponen de manifiesto durante la
audiencia de juzgamiento producto de las actuaciones orales de las
partes. Incluso, si es que la oralidad permitiría al juez pronunciarse sobre
la pretensión del trabajador en base a una causa petendi distinta a la
alegada por éste en su demanda.

A priori, la congruencia procesal impide al juez tomar en


consideración hechos no invocados oportunamente por las partes en los
actos de postulación del procesos. Sin embargo, antes de plantear
cualquier posibilidad de una flexibilización de la congruencia sobre los
hechos dentro del proceso laboral de despido nulo, es necesario tratar
algunas cuestiones preliminares que nos brinden un marco general acerca
de cómo se encuentra regulada la introducción de los hechos en el
proceso y en qué medida el juez se encuentra obligado a su observancia.

4.1. Modificación y/o ampliación de la demanda de despido nulo.

La modificación de la demanda es un derecho que permite al


demandante variar algunos aspectos esenciales de aquella136. La NLPT
no ha contemplado ninguna disposición jurídica que regule la
modificación o ampliación de la demanda laboral. No obstante, en virtud
a lo dispuesto por la primera disposición complementaria de esta ley, son
de aplicación supletoria al proceso laboral las normas del Código
Procesal Civil en lo no previsto por la NLPT. Aunque, dadas las
particularidades del proceso laboral ordinario regulado por la nueva ley
procesal sí se hará necesario efectuar algunas precisiones que deben ser
consideradas para la modificación y ampliación de la demanda de
despido nulo.

136
AZULA CAMACHO, Jaime. Op. cit. p. 343.

104
En este orden de ideas, el Art. 428° del Código Procesal Civil137
permite al demandante modificar su demanda pero solo hasta antes que
ésta sea notificada al demandado. Quiere decir que, el actor tiene la
facultad de modificar su demanda aun después de haberla presentado, no
obstante, este derecho tiene como límite temporal para su ejercicio el
emplazamiento al demandado. Por tanto, la notificación de la demanda a
la parte contraria impide la variación de la demanda.

La pregunta que surge ahora es qué elementos de la demanda


pueden ser modificados antes de su notificación a la parte contraria. El
Art. 428° del CPC solamente se limita a conceder al demandante el
derecho de modificar la demanda y la oportunidad en que puede hacerlo,
pero no define su contenido o alcance. Aun así, es evidente que uno de
los elementos de la demanda que puede ser modificado por el
demandante es la pretensión procesal, pues es el contenido central de la
demanda

Uno de los efectos procesales de la presentación de la demanda es


la determinación del objeto del proceso, vale decir, la fijación de la
pretensión procesal que será materia del debate138. No obstante, en mérito
de lo dispuesto por el Art. 428° del CPC, el actor tiene la facultad de
modificar la pretensión o pretensiones formuladas en la demanda hasta
antes del emplazamiento al demandado. A excepción de los fundamentos
jurídicos que, como hemos visto, pueden ser objeto de variación por el
órgano jurisdiccional al momento de emitir su sentencia en aplicación del
principio del iura novit curia.

Ahora bien, del tenor del inciso 2) del Art. 438° del CPC pareciera
ser que el emplazamiento con la demanda solo impide la modificación
del petitorio de la pretensión. Es decir que, el único elemento de la
pretensión que no podría ser modificado luego de la notificación de la
demanda sería el petitorio, salvo en los casos permitidos por el Código
Procesal Civil. Sin embargo, a pesar de no estar expresamente regulado
en la norma procesal civil, es claro que el emplazamiento con la demanda
también impide la variación de la causa petendi que sustenta el petitorio
de la pretensión, así como de los sujetos de la misma. Esto se sustenta en

137
Este artículo ha sido modificado por la Ley N° 30393, publicada en el Diario El
Peruano el 28 de diciembre de 2014.
138
AZULA CAMACHO, Jaime. Op. cit. pp. 342-343. DEVIS ECHANDÍA, Hernando.
Op. cit. pp. 399-401. ORTELLS RAMOS, Manuel. Op. cit. pp. 297-301.

105
la tutela del derecho de defensa de la parte demandada. Si se permitiera
al actor modificar los sujetos o los hechos que fundamentan su pedido
luego de que el demandado ya ha tomado conocimiento de la demanda,
éste no podría ejercer adecuadamente su defensa, en la medida que el
demandado contradice la demanda en los términos en que ésta le fue
notificada (esto es, con un petitorio, unos sujetos y causa petendi
determinada). Además, también por una cuestión de seguridad jurídica,
puesto que si el actor pudiera modificar los elementos de su pretensión en
cualquier momento del proceso, cada vez que el demandante realizara
una modificación habría que correrle traslado al demandado para que
absuelva (a fin de evitar la indefensión del demandado), lo que haría casi
imposible la conclusión del proceso. En consecuencia, notificada la
demanda el actor no podrá modificar los sujetos, el objeto y la causa de la
pretensión formulada en la demanda.

En esta misma línea, MONROY GÁLVEZ señala que la demanda es


un acto procesal muy importante que, en circunstancias muy concretas,
admite que elementos esenciales de ella, como la pretensión, puedan ser
modificados. Esta facultad de modificar la demanda solamente le ha sido
atribuida al actor, pero por ser una circunstancia muy excepcional, el
demandante solo puede ejercerla dentro de un plazo muy breve (hasta
antes de la notificación de la demanda). Esto es así porque, una vez que
el demandado conoce las pretensiones contenidas en la demanda, la
modificación del contenido de ésta implicaría dos situaciones
alternativas, pero que igualmente son perjudiciales: generaría una severa
indefensión para al demandado; o en todo caso, un retraso injustificado
en la tramitación del proceso, debido a que la modificación que el
demandante realice con posterioridad al emplazamiento tendría que ser
nuevamente notificada la parte contraria139.

Respecto a qué se debe entender por modificación de la demanda,


para AZULA CAMACHO el término variación o modificación debe
entenderse en el sentido más amplio. Así pues, no solamente implica
reformar sino también adicionar o eliminar elementos de la demanda. No
obstante, la modificación de la demanda está sujeta a dos requisitos: de
fondo y de forma. Los segundos están referidos a la manera y la
oportunidad para realizar la modificación. En cuanto a la manera, en
realidad la ley no ha dispuesto una formalidad para el escrito de

139
MONROY GÁLVEZ, Juan. Introducción … Op. cit. p. 275.

106
modificación de demanda como sí existe para el escrito de la demanda,
salvo que el juez lo considere necesario. Y respecto a la oportunidad, la
modificación de la demanda debe efectuarse dentro del término
establecido en cada ordenamiento procesal, luego de lo cual precluye. En
cuanto al requisito de fondo, se exige que la modificación no consista en
una completa sustitución de los elementos esenciales de la demanda, sino
solamente en una modificación o alteración parcial. Por ejemplo, puede
incluirse un nuevo demandado y/o eliminarse otro, pero lo que no puede
hacerse es cambiar la totalidad de los demandados iniciales. En
consecuencia, es posible agregar nuevas pretensiones a la demanda o
suprimir algunas de las existentes pero no modificar totalmente las
pretensiones originales140.

ENRIQUE FALCÓN expone de una manera clara y sencilla la


diferencia que existe entre modificar y transformar la demanda. Señala
así que, que puede ocurrir que el demandante haya cometido errores,
incurrido en omisiones o –simplemente- que quiera enmendar la
demanda. En este orden de ideas, antes del emplazamiento, el
demandante puede modificar la demanda o transformarla. La
modificación supone integrar nuevos elementos a la demanda, aclarar
deficiencias formales o sustanciales, o adicionar elementos al proceso sin
alterar sustancialmente la pretensión. La transformación, en cambio,
implica la sustitución de una pretensión por otra (por ejemplo, la
sustitución de los demandados) y, por tanto, en este caso se producen los
efectos de la interposición de una nueva demanda. Esto significa que se
pone fin a la instancia anterior y, por consiguiente, se extinguen los
efectos de la primera demanda y se pierden los beneficios que se
hubieran obtenido con ella, v.gr. la interrupción de la prescripción141.

140
AZULA CAMACHO, Jaime. Op. cit. pp. 343- 344. Véase también CARRIÓN
LUGO, Jorge. Análisis del Código procesal civil. Vol. 1. Lima: Cultural Cuzco S.A.,
1994. pp, 320-321. PALACIO, Lino Enrique. Op. cit. p. 117. DE LA OLIVA SANTOS,
Andrés y FERNÁNDEZ, Miguel Ángel. Derecho procesal civil. 3ª ed. Vol. 2. Madrid:
Centro de Estudios Ramón Areces S.A., 1992. pp. 98.
141
Los términos “transformación” y “cambio” se pueden utilizar como palabras
sinónimas para significar el “mudamiento total” de la demanda, mientras que los
términos “corrección” o “modificación” implican un cambio no de la totalidad de la
demanda sino solamente de una parte, de algo incidental. Por su parte, la ampliación y
reducción de la demanda son especies dentro de la modificación. FALCÓN, Enrique M.
Op. cit. pp. 257-258. Sin embargo, en cuanto a las dos primeras expresiones
consideradas como sinónimas, es preferible emplear únicamente el término
“transformación” para referirse a la sustitución de la demanda, debido a que el término

107
Bien advierte este autor que, un cambio sustancial de la pretensión
no sería ya una modificación de la demanda sino una trasformación de la
misma142, que conllevaría a la existencia de una nueva demanda y traería
como consecuencia dar por concluida la instancia abierta con la demanda
originaria. Ocurre, sin embargo, que nuestra legislación no contempla la
figura de la transformación de la demanda sino solo su modificación. Por
lo que, el juez al momento de evaluar el escrito de modificación de
demanda habrá de examinar si éste cumple con los requisitos de forma y
de fondo mencionados anteriormente. Siendo que, si de su contenido
aprecia la existencia de una modificación sustancial de la pretensión
deberá declarar improcedente la modificación, de conformidad con lo
dispuesto en el Art. 128° del CPC.

De todo lo expuesto, en relación a la modificación de la demanda


de despido nulo el trabajador puede hacer uso de este derecho para:

1) Ampliar o reducir las pretensiones de la demanda: el trabajador


puede acumular en la demanda junto a la pretensión de despido
nulo la pretensión de indemnización por despido arbitrario143, como
subordinada a la principal; o por el contrario, eliminar esta última

“cambio” puede utilizarse para a designar un cambio parcial o incidental


(modificación) o, por el contrario, un cambio total o sustancial (transformación) de la
demanda.
142
Existe transformación de la pretensión cuando, por ejemplo, se modifica la base
fáctica que la sustenta, como ocurre cuando el actor originalmente alega ser propietario
y luego cambia su condición por la de usuario usufructuario. También la pretensión se
transforma si se modifica el objeto mediato o inmediato de la pretensión, como en el
caso que se solicite la declaración de recisión de un acto jurídico y luego se pida su
nulidad. PALACIO, Lino Enrique. Op. cit. p. 108.
143
Según el Artículo 52° del Reglamento del TUO de la LFE, la acción de nulidad de
despido excluye la acción indemnizatoria por despido arbitrario, aunque en ejecución de
sentencia puede optarse por el pago de la indemnización, quedando extinguido el
vínculo laboral. Es decir, la norma reglamentaria prohíbe la acumulación de estas dos
acciones dentro de un mismo proceso. Sin embargo, el hecho que tengan un carácter
alternativo no puede significar en absoluto que sean excluyentes entre sí, más aún
cuando la LPCL no establece nada respecto a que la acción de nulidad de despido
impide el ejercicio de la acción de indemnización. Afortunadamente, con buen criterio,
la NLPT a través del literal b) de su Segunda Disposición Derogatoria ha dejado sin
efecto el Artículo 52° del Reglamento del TUO de la LFE que prohíbe la acumulación
de la acción de indemnización con la de nulidad de despido. En consecuencia, el
trabajador podrá acudir a la vía judicial demandando la nulidad de despido y, en forma
subordinada, solicitar la indemnización por despido arbitrario en caso fuera desestimada
la pretensión de nulidad.

108
de la demanda. En cuando a las pretensiones accesorias que son
intrínsecas a la pretensión de nulidad (reposición, pago de
remuneraciones devengadas y CTS), aun cuando aquellas no sean
acumuladas o sean eliminadas de la demanda, el juez igualmente
deberá concederlas.

2) Ampliar o reducir los elementos (sujetos, objeto o causa) de la


pretensión de nulidad formulada: en este caso la ampliación o
reducción solamente sería posible respecto del elemento subjetivo y
de la causa de pedir de la pretensión, toda vez que el petitorio de la
pretensión de despido nulo no es cuantificable.

3) Variar o modificar, en sentido estricto144, los elementos de la


pretensión de despido nulo: también en este caso la variación
solamente es posible respecto del elemento subjetivo y de la causa
de pedir de la pretensión; y siempre que ello no suponga un cambio
sustancial de la pretensión.

La modificación de la pretensión no puede ser tal que suponga su


sustitución por otra distinta. Mejor dicho, no se puede variar la
pretensión al punto de transformarla en una pretensión distinta a la
que se formuló inicialmente en la demanda. Esto debe ser así
porque el derecho subjetivo que se reclama dentro de un proceso
está sujeto a un plazo de prescripción o de caducidad (como ocurre
en el caso de la demanda de despido nulo). Y es que, en la medida
que la presentación de la demanda interrumpe el plazo de
prescripción o evita el cumplimiento del plazo de caducidad, no se
puede permitir que el demandante utilice su derecho de
modificación de la demanda para reemplazar la pretensión
inicialmente formulada por otra distinta, porque eso abriría la
posibilidad a la presentación de demandas sin un contenido
verdadero, con el solo propósito de evitar la prescripción o la
caducidad del derecho. Así, por ejemplo, no será lo mismo pedir la
nulidad de despido por la afiliación del trabajo al sindicato de la
empresa que por haber sido discriminado por sufrir una
discapacidad motora; o iniciar una demanda de despido incausado

144
Entendemos por modificación en sentido estricto una sustitución, el cambio de una
cosa por otra pero sin alterar sus cualidades o características esenciales.

109
y luego modificarla para demandar la existencia de un despido
nulo.

Para el caso del demandado no cabe, sin embargo, la posibilidad de


modificar su contestación de demanda antes que sea notificada, ya que en
el nuevo proceso laboral ordinario la contestación es entregada al juez
luego de concluida la audiencia de conciliación y puesta en conocimiento
de la parte demandante en ese mismo instante. Por lo que, no existe un
intervalo de tiempo entre su presentación y su notificación a la
contraparte dentro del cual pueda modificar su defensa. Aunque es
evidente que el demandado tiene plena libertad de modificar o -incluso-
cambiar su contestación de demanda hasta antes de la realización de la
audiencia de conciliación.

Finalmente, en cuanto a la ampliación de demanda con


posterioridad al emplazamiento al demandado, regulada en el tercer
párrafo del Art. 428° del CPC, es un supuesto distinto del contemplado
en el primer párrafo de dicha norma procesal. Dicha ampliación es
considerablemente más restringida que la que se efectúa antes del
emplazamiento, en tanto que solamente permite al demandante
incrementar la cuantía de la pretensión. Así se desprende de lo dispuesto
en el tercer párrafo del Art. 428° del CPC cuando señala que el
demandante puede “ampliar la cuantía de lo pretendido si antes de la
sentencia vencieran nuevos plazos o cuotas originadas en la misma
relación obligacional, siempre que en la demanda se haya reservado tal
derecho”145. Esto quiere decir que el actor no tiene la facultad de agregar
nuevas pretensiones o de ampliar cualquier elemento de la pretensión, y
ni siquiera incrementar cualquier tipo de petitorio; sino que solamente
puede ampliar la cuantía de la pretensión siempre y cuando esté sujeta a
una relación obligacional de tracto sucesivo y periódico.

Sin embargo, en el caso de la pretensión de despido nulo no cabe la


figura de la ampliación de demanda con posterioridad al emplazamiento
al demandado, porque este tipo de pretensión no tiene una estimación
cuantitativa, ya que lo que se solicita a través de ella es que se declare la
invalidez del despido, por haberse ha basado en una causa ilícita.

Véase sobre el particular MONROY GÁLVEZ, Juan. Introducción… Op. cit. p. 276.
145

HINOSTROZA MINGUEZ, Alberto. Derecho procesal civil. Vol. 6. Lima: Jurista


Editores, 2010. pp. 248-251.

110
4.1.1. La modificación del elemento fáctico de la pretensión y la
preclusión de la prueba.

Se ha dicho que el derecho de modificación de la demanda


debe entenderse en un sentido amplio, pudiendo el demandante no
solamente cambiar parcialmente los elementos de la pretensión
formulada en la demanda, sino también ampliar o reducir el
número de pretensiones o sus elementos, todo ello sin llegar a
transformar la demanda.

Sucede, sin embargo, que la oportunidad procesal para


ofrecer los medios de prueba es con la interposición de la demanda;
por lo que, una vez presentada ésta precluye el derecho del
demandante de ofrecer medios de prueba adicionales a los
contenidos en su acto postulatorio. Así pues, dentro del ámbito
procesal laboral el Art. 21° de la NLPT establece que “los medios
probatorios deben ser ofrecidos por las partes únicamente en la
demanda y en la contestación (…)”.

En este orden de ideas, cabe preguntarse si el demandante


puede ofrecer medios de prueba en los casos donde ha modificado
su demanda; específicamente, cuando modifica el elemento fáctico
la pretensión de despido nulo. En el apartado anterior se dijo que el
demandante puede ampliar el elemento causal de la pretensión pero
también puede modificarlo, aunque sin alterarlo sustancialmente.
Siendo pues que se analizará ambos supuestos.

a.- El primero de ellos se produce cuando el trabajador


modifica su pretensión de nulidad agregando una nueva causa
petendi para sustentarla. Cada uno de los supuestos de hecho o
causales previstas en el Art. 29° de la LPCL permiten configurar
una causa de pedir distinta para sustentar la pretensión de despido
nulo. De modo que, el trabajador puede ampliar el elemento fáctico
de la pretensión incorporando hechos jurídicamente relevantes que
configuren otra causa de pedir, en adición a la o las invocadas
inicialmente en la demanda como fundamento de la pretensión.

En los casos donde se adiciona una nueva causa petendi a la


pretensión de nulidad sí sería posible que el demandante ofrezca
todos aquellos medios de prueba que estén destinados a acreditarla,

111
en la medida que se está incorporando al proceso hechos
constitutivos distintos a los que configuran la causa de pedir
inicialmente invocada en la demanda como sustento de la
pretensión de nulidad. No podría aplicarse a este supuesto la
preclusión procesal establecida en el Art. 21° de la NLPT, en la
medida que dicha preclusión opera solamente respecto de la causa
de pedir alegada en la demanda.

En efecto, entendemos que la preclusión de la oportunidad


para el ofrecimiento de los medios de prueba contemplada en el
Art. 21° de la NLPT se encuentra referida a aquellos medios
probatorios dirigidos a acreditar los hechos que componen la causa
petendi propuesta en la demanda. El actor debe presentar todos los
medios de prueba que demuestren los hechos que sustentan el
petitorio de la pretensión de nulidad de despido dentro del escrito
de demanda, luego de lo cual pierde el derecho a presentar nuevos
medios de prueba referidos a estos mismos hechos, salvo en los
casos previstos por la ley. Entonces, si el trabajador modifica su
demanda incorporando otra causa petendi para sustentar su
pretensión de nulidad, no sería aplicable preclusión procesal
establecida en el Art. 21° de la NLPT; siendo factible que se admita
el ofrecimiento de medios probatorios, única y exclusivamente,
sobre los hechos que componen la nueva causa de pedir que se
incorpora al proceso.

La posibilidad de ofrecer medios de prueba sobre hechos que


se incorporan al proceso como parte de una nueva causa de pedir de
la pretensión de nulidad sería -digámoslo así- una excepción de
lege referenda a la preclusión probatoria contenida en la primera
parte del Art. 21° de la NLPT, pues el objeto de la prueba en el
caso sub examine no son hechos que guardan relación con la causa
petendi formulada en la demanda sino con una nueva que se
incorpora al proceso.

Pero el trabajador también puede modificar su pretensión de


nulidad ya no incorporando una nueva causa de pedir sino
simplemente adicionando que complementen la causa petendi que
fue planteada en la demanda como sustento de la pretensión. La
diferencia con el supuesto anterior es que aquí no se trata de
incorporar al proceso hechos para configurar otra causa de pedir

112
que sustente el petitorio de nulidad sino de incluir hechos para
complementar o reforzar la causa de pedir que fue alegada en la
demanda.

En la doctrina esto se conoce propiamente como integración


de la pretensión. Es decir, cuando se incorporan al proceso una o
más circunstancias de hecho tendientes a confirmar o
complementar la causa petendi de la pretensión invocada en la
demanda pero sin alterarla sustancialmente146.

En este caso al introducir en el proceso hechos que sirven


para complementar la causa de pedir formulada en la demanda
éstos no pueden ser objeto de ningún medio de prueba, ya que la
oportunidad para el ofrecimiento de los medios de prueba relativos
a las pretensión invocada en la demanda precluyó con la
presentación de la misma; a no ser que los hechos que se integren a
la pretensión sean hechos nuevos. Así lo ha dispuesto el primer
párrafo in fine del Art. 21° de la NLPT cuando señala que “(…)
Extraordinariamente, pueden ser ofrecidos hasta el momento previo
a la actuación probatoria, siempre y cuando estén referidos a
hechos nuevos o hubiesen sido conocidos u obtenidos con
posterioridad”.

Entonces, luego de presentada la demanda y hasta antes de su


notificación al demandado, el actor puede integrar la pretensión con
hechos que complementen o confirmen la causa de pedir alegada en
la demanda. Sin embargo, el único supuesto de integración en el
que podrá ofrecer medios probatorios extemporáneos será cuando
se trate de hechos nuevos. Es más, los hechos nuevos se pueden
integrar a la pretensión no solo dentro del término establecido para
la modificación de la demanda sino incluso hasta la etapa de
confrontación de posiciones.

146
El supuesto de integración por excelencia es el de los hechos nuevos. PALACIO,
Lino Enrique. Op. cit. pp. 96 y 109. HINOSTROZA MINGUEZ, Alberto. Comentarios
al Código procesal civil. 3ª ed. Vol. 2. Lima: IDEMSA, 2010. pp. 351-352.

113
HURTADO REYES sostiene que aunque nuestra legislación no
ha definido concretamente qué se entiende por “hecho nuevo” la
doctrina y jurisprudencia sí han hecho un desarrollo sobre esto. En
tal sentido, hechos nuevos son aquellos hechos acontecidos con
posterioridad al momento procesal oportuno para introducir la
pretensión (esto es, la demanda) o también aquellos hechos
ocurridos con anterioridad al proceso pero sobre los cuales no se
había tenido noticia de su existencia al momento de formular la
pretensión en la demanda. Estos hechos nuevos deben guardar
relación con las afirmaciones que ya han sido introducidas en el
proceso, siendo que su acreditación coadyuvará a ratificar (o
desvirtuar en el caso del demando) la pretensión que constituye el
objeto del proceso; sin embargo, en ningún caso estos hechos
pueden alterar la causa petendi. De hecho, la incorporación de
hechos nuevos al proceso podría afectar el derecho a la tutela
judicial efectiva y el debido proceso si es que se hace de forma
arbitraria, es por ello que su introducción no debe generar una
modificación de la causa de pedir147.

A decir de LINO PALACIO148, en principio, los hechos sobre


los cuales debe versar la prueba y ha de recaer la sentencia son
aquellos hechos afirmados por las partes en sus escritos de
demanda y contestación (y, de ser el caso, en la reconvención y su
contestación). Sin embargo, excepcionalmente, el ordenamiento
jurídico permite la alegación de hechos con posterioridad a dichos
actos postulatorios; esto es, de hechos nuevos, siempre que estos
hechos nuevos se hallen encuadrados dentro de los términos de la
causa y el objeto de la pretensión que ha sido deducida en el
proceso.

De igual modo, MARIANELLA LEDESMA señala que “esta


situación excepcional -de incorporar nuevos hechos- configura un
caso de integración de la pretensión, pues sin alterar ninguno de los
elementos de ésta (sujeto, objeto y causa) se incorporan al proceso
una o más circunstancias de hecho tendientes a confirmar o
complementar la causa petendi; por ello debemos destacar que los
hechos nuevos no solo deben tener relación con la cuestión

147
Por todos HURTADO REYES, Martín. Op. cit. pp. 310-311.
148
PALACIO, Lino Enrique. Op. cit. pp. 409- 410.

114
controvertida, sino que además deben hallarse encuadrados dentro
de los términos de la causa y el objeto de la pretensión, ya que de lo
contrario, esta no resultaría integrada sino transformada” 149. Por lo
que, para que se puedan ofrecer medios probatorios extemporáneos
sobre hechos nuevos éstos deben reunir dichas características.

b.- El segundo supuesto está referido a la modificación en


sentido estricto de los hechos la pretensión. No se trata pues de
incorporar una nueva causa de pedir ni de integrar al proceso
hechos complementarios de la causa petendi inicial, sino de
cambiar algunos de los hechos propuestos en la demanda, siempre
que este cambio no sea sustancial; esto es, que no implique un
remplazo total de esos hechos. En este caso el demandante
solamente se podría ofrecer medios de prueba extemporáneos sobre
los hechos que modifica y siempre y cuando se trate de hechos
nuevos.

Entonces, ha de concluirse que, a pesar que es posible la


modificación de los hechos que sustentan la pretensión formulada
en la demanda hasta antes del emplazamiento al demandado, el
demandante solamente se podrá ofrecer medios probatorios sobre
los hechos modificados cuando introduzca una nueva causa de
pedir para fundamentar la pretensión de despido nulo y cuando
añada hechos nuevos para complementar la causa petendi alegada
en la demanda, aunque en el caso de los hechos nuevos éstos se
pueden incorporar al proceso incluso después del emplazamiento
con la demanda pero hasta la confrontación de posiciones de la
audiencia de juzgamiento150.

149
LEDESMA NARVÁEZ, Marianella. Comentarios al Código procesal civil: análisis
artículo por artículo. 3ª ed. Tomo I. Lima: Gaceta Jurídica, 2011. pp. 947-950
150
Los hechos nuevos pueden ser incorporados al proceso no solo por el demandante
sino por el demandado. Aunque, en el caso del proceso de despido nulo, la invocación
de hechos nuevos por parte del empleador demandado es poco probable, dado que éste
despide al trabajador en virtud a los hechos ocurridos y conocidos al momento del
despido, así como en base a los medios de prueba con los que contaba. Por lo que, el
conocimiento posterior de hechos ocurridos con anterioridad al inicio del proceso no
puede servir al empleador para sustentar la causa justa alegada como motivo del
despido, en la medida no se valió de estos hechos para la cesación del vínculo laboral
con el trabajador. Más difícil aun es el caso de alegar hechos ocurridos con
posterioridad a la contestación de demanda, debido a que la extinción del vínculo
laboral entre el empleador y el trabajador debe haberse producido por hechos ocurridos

115
4.2. La influencia de los principios procesales sobre los hechos en el
proceso laboral.

De lo visto hasta aquí se tiene que, hasta antes del emplazamiento


con la demanda el actor tiene la oportunidad de modificar los hechos de
la pretensión de despido nulo, ya sea invocando una nueva causa de
pedir, cambiando algunos hechos o integrando la pretensión con otros
hechos para reforzar la causa de pedir inicialmente alegada. Sin embargo,
a pesar de la diversidad de supuestos, todos ellos tienen como común
denominador que es el demandante quien tiene que alegar los hechos.

Como se dijo al inicio de este último Capítulo, a través de la


presente investigación se busca determinar si el juez motu propio puede
considerar en la sentencia hechos constitutivos de la pretensión no
invocados por el demandante sino introducidos al proceso como producto
del debate oral entre las partes durante la audiencia de juzgamiento; e
incluso si es que sería factible que estos hechos evidenciados en la
audiencia configuren una causa petendi distinta a aquella que sustenta el
petitorio de la pretensión de nulidad de despido sobre la cual pueda
pronunciarse el juez en reemplazo de la causa de pedir alegada por el
actor en su demanda.

No se trata de aplicar el aforismo iura novit curia pues, en virtud a


este principio lo que hace el juez es realizar la correcta calificación
jurídica de los hechos alegados por el demandante en su demanda dentro
de alguna de las causales establecidas en el Art. 29° de la LPCL. Siendo
que, en ningún caso el juez se aparta de los hechos afirmados por las
partes. En cambio, en el caso que se plantea como objeto de la presente
Tesis lo que se busca es evaluar si cabe la posibilidad de flexibilizar la
congruencia procesal para que el juez pueda tomar en cuenta en su
sentencia hechos que no han sido alegados por el demandante como parte
de la causa petendi de la pretensión formulada en la demanda o que
constituyen una nueva. Piénsese, por ejemplo, en un proceso en el que se

con anterioridad a dicha extinción. A no ser que se trate de hechos que complementan o
refuerzan los hechos que han constituido la causa justa de despido alegada por el
empleador; como puede ser, por ejemplo, la disposición del Ministerio Público de la
apertura de proceso penal por el presunto delito de hurto en perjuicio del empleador. Sin
perjuicio de ello, el juez habrá de analizar en el caso concreto los hechos nuevos
alegados por el empleador para establecer ellos coadyuvan a demostrar que existió un
motivo razonable del empleador para despedir al trabajador.

116
pide la nulidad de despido por haberse motivado dicho despido en el
inicio por parte del trabajador de un proceso judicial en contra el
empleador por el pago de beneficios sociales y que, sin embargo, del
debate surgido durante la audiencia de juzgamiento se revela que el
empleador extinguió el vínculo laboral debido a que conoció sobre la
presentación de otra demanda de trabajador que aún no le había sido
notificada; o que, por el contrario, la causa del despido fue realmente el
profesar la religión musulmana, debido a que el empleador no se
encontraba en desacuerdo con que el trabajador la practicara en el trabajo
(v.gr. vestimenta, oración, etc.).

Para dar respuesta a la cuestión planteada es necesario desarrollar


aquellos principios que fijan los límites de la actuación del juez con
respecto al objeto del proceso151, como son el principio dispositivo y el
de congruencia procesal. Por aplicación de estos principios, solamente las
partes pueden aportar los hechos al proceso, debiendo el juez emitir su
pronunciamiento sobre la base de los hechos invocados por aquellas en
sus actos postulatorios. Sin embargo, el rigorismo con que se aplican
estos principios en el proceso civil no puede trasladarse al proceso
laboral, en la medida que lo que se discute en éste último son derechos
que no tienen una naturaleza estrictamente privada. Tan es así que el juez

151
Los principios procesales son pautas o directrices que sirven para orientar el
desarrollo del proceso. Son una expresión monodisciplinaria de los principios generales
del derecho y, como tales, tienen básicamente tres funciones: 1) creativa o informadora,
por cuanto sirven de inspiración al legislador para construir o fundamentar un
ordenamiento jurídico procesal; 2) interpretativa, pues sirven como criterio orientador
del juez para una interpretación cabal de la norma jurídica; y una función 3) integrativa,
ya que son una herramienta que ayuda al juez a integrar las lagunas o vacíos legales, a
suplir las deficiencias de las normas jurídicas procesales. Asimismo, los principios
expresan un deber de conducta de los individuos, por tanto, son criterios que permiten al
juez y a las partes conducir su actuación dentro del proceso. Y en cuanto a los principios
procesales que rigen dentro del proceso laboral, no solo se aplican en él aquellos que
son comunes a todo proceso, sino que cuenta con principios propios, los mismos que
guardan relación con el objetivo del Derecho laboral. Es decir que, tienden a compensar
dentro del proceso la desigualdad material existente entre empleador y trabajador
derivada de la relación laboral (v.gr. principio protector, principio de irrenunciabilidad
de derechos, inversión de la carga de la prueba, entre otros). HURTADO REYES,
Martín. Op. cit. pp. 93 y ss. MALCA GUAYLUPO, Víctor. Op. cit. pp. 107-108.
CASTILLO GUZMÁN, Jorge y CADILLO PONCE, José. Biblioteca manual del
litigante laboral. RAE JURISPRUDENCIA. Lima: ECB Ediciones, 2012. pp. 19-21.
PASCO COSMÓPOLIS, Mario. Fundamentos del derecho procesal del trabajo. 2ª ed.
Lima: AELE, 1997. pp. 37-39.

117
laboral se encuentra dotado de una serie de potestades y facultades que le
otorgan un rol protagónico dentro del proceso. Además de ello, la
estructuración del nuevo proceso laboral sobre un modelo oral convierte
al proceso en uno más flexible y más cercano a la verdad de los hechos.
Entonces, junto con los principios dispositivo y de congruencia, existen
otros que hacen del proceso laboral uno menos rígido en sus formas y de
los que también es necesario hablar para determinar si cabe hacer
excepciones al principio de congruencia respecto a los hechos de la
pretensión de despido nulo; y si puede hacerlo bajo qué límites.

4.2.1. El principio dispositivo.

Empezaremos desarrollando la aplicación que este principio


jutiene dentro del nuevo proceso laboral para poder delimitar cuál
es el rol que cumplen las partes en proceso, y conocer así también
la función que desempeña el juez.

De acuerdo a este principio corresponde al actor iniciar el


proceso a través de la interposición de la demanda, es él quien debe
poner en movimiento el aparato jurisdiccional del Estado, así como
también aportar los hechos que sustentan su pretensión y los
medios de prueba que los acrediten. Por tanto, el Estado no puede
otorgar tutela jurídica de oficio sino que esto dependerá únicamente
de la voluntad del particular. De ahí se desprende el aforismo
jurídico nemo iudex sine actore (no existe juez sin actor)152.

El principio dispositivo en estado “puro” equivalía a decir


que las partes ejercían un señorío ilimitado, amplio y absoluto
dentro del proceso, que abarcaba tanto la relación sustancial como
los aspectos procedimentales del proceso (inicio, marcha y
conclusión). De este modo, la actividad del juez se encontraba
supeditada a la iniciativa de las partes, no cabiendo la posibilidad
que aquel realizara algún tipo de actividad de oficio para investigar
y llegar a esclarecer la verdad. La actividad del juez era

152
HURTADO REYES, Martín. Op. cit. pp. 110-111 y 593-594. En cambio, el
principio inquisitivo - antítesis del dispositivo-, por un lado faculta al juez a investigar
la verdad por todos los medios legales que estén a su alcance, sin que la inactividad de
las partes lo obligue o lo limite a decidir el proceso únicamente sobre los medios de
prueba que éstas aporten o le pidan; y por otro, faculta al juez a iniciar de oficio el
proceso. DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Op. cit. pp. 60-61.

118
prácticamente nula, su situación era la de un simple espectador al
que solamente le correspondía administrar el proceso ateniéndose a
la actividad realizada por las partes, sin que pudiera ejercer
facultades de oficio. Sin embargo, esta visión tan radical del
principio dispositivo ha quedado superada, habiendo sido atenuada
por el principio de autoridad o también conocido como principio de
dirección judicial del proceso, que marca el tránsito de un juez-
espectador a un juez-director153.

Hoy en día la doctrina es unánime en señalar que no existe


ordenamiento procesal alguno en el que se aplique solamente el
principio dispositivo o el inquisitivo. En ningún país se aplica uno
u otro con carácter exclusivo dentro de un proceso, sino que lo que
se suele observar es la primacía de uno sobre otro. Es así que
incluso cuando se dice que un procedimiento es dispositivo no
significa que el principio dispositivo es el único que gobierna el
proceso, puesto que en todos los sistemas legislativos así como
existen ciertas actividades que corresponden exclusivamente a las
partes, no pudiendo el juez realizarlas en su lugar, debido al influjo
del principio dispositivo; también se ha otorgado al juez ciertos
poderes dentro del proceso, que pueden ser mayores o menores
según la influencia del principio inquisitivo154. Esto significa que
ambos principios coexisten dentro del proceso judicial, aun cuando
en el proceso pueda dominar uno más que el otro, dependiendo de
la naturaleza jurídica del proceso (penal, civil, laboral, contencioso
administrativo, etc.). Pero además, tampoco se aplican en su
concepción pura precisamente porque confluyen en el proceso con
otros principios que los atenúan.

153
Vid. PEYRANO, Jorge. El proceso civil: principios y fundamentos. Buenos Aires:
Astrea, 1978. pp. 51-124. HURTADO REYES, Martín. Op. cit. pp. 111-112 y 593-596.
DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Op. cit. p. 60. Sobre el principio de dirección judicial
MONROY GÁLVEZ, Juan. Introducción … Op. cit. pp. 92-93.
154
HURTADO REYES, Martín. Op. cit. pp. 112-113. DEVIS ECHANDÍA, Hernando.
Op. cit. pp. 61-63. Véase también MONROY GÁLVEZ, Juan. Introducción … Op. Cit.
pp. 87-108.

119
Recogiendo lo desarrollado por la doctrina, las
manifestaciones del principio dispositivo atenuado en un proceso
son diversas155:

A.- Iniciativa de parte: quiere decir que el proceso solo puede ser
iniciado a instancia de parte. Por tanto, el juez no puede
ejercer su actividad jurisdiccional de oficio e iniciar un
proceso mientras éste no haya sido solicitado por la parte
interesada a través del ejercicio de su derecho de acción
(nemo iudex sine actore, ne procedat iudex ex officio).
MONROY GÁLVEZ concibe esta expresión del principio
dispositivo como un principio propio al que denomina
principio de iniciativa de parte o de demanda privada.

B.- Disponibilidad del derecho material: supone que las partes


tiene libertad para disponer de la relación sustancial y poner
fin al proceso por desistimiento, renuncia, allanamiento,
transacción, conciliación, etc. Sin embargo, esta
manifestación del principio dispositivo no se aplica de forma
absoluta en el proceso, ya que existen ciertas relaciones
jurídicas en las que, al haber de por medio un interés social
comprometido, se hace prevalecer el poder del juez sobre la
facultad dispositiva de las partes (v.gr. procesos relativos al
estado civil y la capacidad de las personas).

C.- Impulso procesal: consiste en la actividad que se debe


realizar para que, una vez iniciado el proceso, éste pueda
continuar y superar las distintas etapas que lo componen,
hasta llegar a la decisión final. Se distingue entre el principio
de impulso de parte y de oficio, según que esta actividad la
realicen las partes o el órgano jurisdiccional,
respectivamente. En este orden de ideas, el principio de
impulso de parte es una manifestación del principio
dispositivo que consiste en la actividad que realizan las partes

155
PALACIO, Lino Enrique. Op. cit. pp. 63-66. HURTADO REYES, Martín. Op. cit.
pp. 112-115 y 596-597. DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Op. cit. pp. 62-63. CASTILLO
GUZMÁN, Jorge y CADILLO PONCE, José. Op. cit. pp. 21-22. También MONROY
GÁLVEZ, Juan. Introducción … Op. cit. pp. 87-108. ENDERLE, Guillermo. La
congruencia procesal. Santa Fe: Rubinzal – Culzoni Editores, 2007. pp. 23- 40.

120
tendientes a impulsar el proceso. No obstante, esto no impide
que el juez pueda impulsar de oficio el proceso.

En consecuencia, el impulso de parte coexiste dentro del


proceso con el principio de impulso de oficio, que se
relaciona directamente con el principio inquisitivo, y por el
cual se faculta al juez a hacer avanzar o impulsar la marcha
del proceso, a intervenir en su desarrollo y conducirlo por las
diversas etapas previstas por la ley hasta llegar a su fin, sin
necesidad que las partes lo insten a hacerlo. Lo cual no
supone que el juez realice en lugar de las partes actos que
corresponden ser ejecutados exclusivamente por ellas, como
consecuencia de la presencia del principio dispositivo.

D.- Delimitación del “thema decidendum”: el principio


dispositivo exige que sean exclusivamente las partes quienes
determinen el tema a decidir en el proceso, el cual viene dado
por la pretensión del demandante, y lo pedido por el
demandado en cuanto delimita la pretensión. Por tanto, el
juez debe decidir solamente en base a las pretensiones
deducidas por el actor y aquello que reconoce o controvierte
el demandado sobre las mismas, no pudiendo pronunciarse
sobre cuestiones que no han sido solicitadas en los actos
constitutivos del proceso.

E.- Aportación de los hechos: esta manifestación es


complementaria de la anterior, ya que el tema de decisión se
funda en hechos. De este modo, corresponde a las partes
proporcionar los hechos que sustentan las pretensiones del
demandante y las defensas del demandado. Quiere decir
entonces que, el juez solamente debe resolver en base a los
hechos aportados por las partes al proceso, estando prohibido
de pronunciarse sobre hechos distintos o no alegados por
aquellas. Igualmente, no puede esclarecer la verdad de
aquellos hechos que han sido afirmados por una de las partes
y reconocidos por la otra; es decir que, el órgano
jurisdiccional no puede desconocer los hechos admitidos por
las partes.

121
F.- Aportación de la prueba: es otra manifestación del principio
en comentario que exige que las partes aporten todos los
medios de prueba necesarios para sustentar los hechos que
afirman (en el caso del demandante los hechos que sustentan
su pretensión, y en del demandado los hechos de su defensa).
En su concepción pura era una atribución monopólica de los
litigantes, por lo que el juez estaba prohibido ordenar pruebas
de oficio. Sin embargo, esta rigidez del principio dispositivo
ha sido morigerada por la confluencia en el proceso del
principio inquisitivo, con lo cual ahora en el proceso el juez
también tiene la facultad de realizar actividad probatoria y,
por consiguiente, decretar de oficio las pruebas que considere
convenientes para verificar la realidad de los hechos; en tanto
y cuanto esta prueba de oficio esté referida a hechos
invocados por las partes. Sin embargo, es claro que la
actividad probatoria del oficio por parte del juez no puede
suplir la actividad probatoria de las partes. En otras palabras,
los litigantes no pueden acudir a un proceso sin material
probatorio alguno pretendiendo que sea el juez quien obtenga
los medios de prueba por ellos.

G.- Impugnación privada: el principio dispositivo se manifiesta


también en la vía recursiva, pues solamente las partes tienen
la potestad para decidir -dentro de los márgenes que la ley
permita- si una resolución judicial queda firme o se impugna.
Ergo, el juez no puede conceder de oficio un recurso de
apelación, a lo más puede elevar en consulta aquellos casos
legalmente previstos.

H.- La congruencia procesal: hay quienes lo consideran como


una manifestación o exteriorización más del principio
dispositivo, en virtud al cual el juez solamente debe resolver
sobre las pretensiones oportunamente deducidas por el
demandante, así como sobre aquellas cuestiones planteadas
por el demandado, no pudiendo juzgar fuera de los límites
establecidos por las partes. De modo que, la congruencia
sería la faceta del principio dispositivo que mejor demuestra
la intención de frenar cualquier tipo de exceso de autoridad
por parte del órgano jurisdiccional, ya que impide al juez
sopesar hechos no alegados por los litigantes o conceder

122
cosas no reclamadas por ellos156. Con todo, a pesar que el
principio dispositivo es uno de los principales fundamentos
de la congruencia no es el único en que se basa, como se verá
luego.

Habiéndose desarrollado hasta aquí los principales postulados


o manifestaciones del principio dispositivo dentro de un proceso
judicial (principalmente en el civil), toca ahora determinar el grado
de influencia que tiene este principio en nuestro ordenamiento
procesal laboral.

Para TOLEDO TORIBIO si se tuviera que ubicar al proceso


laboral dentro del Sistema Inquisitivo o del Sistema dispositivo, sin
lugar a dudas aquel se ubicaría dentro del primero de ellos. Esto
porque el Art. III del Título preliminar de la NLPT confiere al juez
una serie de facultades, atribuciones y prerrogativas que lo
convierten en el principal impulsor del nuevo proceso laboral y que
hacen que éste tenga un carácter marcadamente inquisitivo. Prueba
de ello también es que el juez laboral se encuentra facultado para
expedir sentencias que vayan más allá del petitorio contenido en la
demanda (segundo párrafo in fine del Art. 31° de la NLPT),
posibilidad que se encuentra proscrita en el proceso civil debido a
que en él impera de forma plena el principio de congruencia
previsto en el artículo VII del Título preliminar del CPC157. Sin
embargo, lo dicho por este destacado autor peruano merece ser
objeto de algunas precisiones, en la medida que el principio
dispositivo mantiene una presencia importante en el proceso
laboral.

El hecho que el nuevo proceso laboral tenga muchas de las


características propias del sistema inquisitivo no significa de
ningún modo que el principio dispositivo tenga poca incidencia en
el proceso laboral o que no desempeñe un papel importante dentro
de él. Lo que sucede es que, por la naturaleza jurídica del Derecho
sustantivo al que sirve de instrumento, el legislador ha estimado

156
PEYRANO, Jorge. Op. cit. pp. 63-64. MILLAN, Carlos. La incongruencia civil.
Madrid: Tecnos, 1983. pp. 21-23.
157
TOLEDO TORIBIO, Omar. “El petitorio implícito y otras hipótesis de
flexibilización en el marco de la Nueva ley procesal del trabajo”. En: Soluciones
Laborales. N° 71. Lima: Gaceta Jurídica, noviembre 2013. pp. 13-14.

123
conveniente dotar al juez laboral de mayores facultades a fin de
evitar que la desigualdad existente entre las partes que configuran
la relación laboral sea determinante en el proceso. Entonces, el
carácter tuitivo del Derecho laboral obliga a la NLPT a atribuir un
mayor protagonismo al juez laboral del que la norma procesal civil
le confiere a sus órganos jurisdiccionales para así poder compensar
la desigualdad de las partes, lo que se ve reflejado en las potestades
que se han otorgado como: hacer prevalecer lo oral sobre lo escrito,
el fondo sobre la forma, el poder interrogar libremente a los
participantes del proceso, la facultad para sancionar conductas
contrarias a la buena fe, lealtad, probidad, etc.; sin que por ello se
deba concluir que el proceso laboral es de corte inquisitivo

Es innegable que el principio dispositivo sigue teniendo


vigencia dentro del proceso laboral, aun cuando sus
manifestaciones se apliquen de forma menos intensa que en el
proceso civil. Así pues, el proceso laboral no se inicia de oficio
sino a instancia de parte, es el trabajador quien ejerciendo su
derecho de acción pone en funcionamiento la actividad
jurisdiccional del Estado. Del mismo modo, las partes pueden
poner fin al proceso mediante desistimiento, allanamiento,
transacción, conciliación o cualquier otra forma especial de
conclusión del proceso. No obstante, la NLPT exige que para que
un proceso concluya por acuerdo conciliatorio o transaccional éste
debe superar el test de disponibilidad de derechos, lo que
demuestra que esta manifestación del principio dispositivo rige en
el proceso pero con ciertas limitaciones, en tanto el juez puede
decidir la continuación del proceso si la conciliación o transacción
versa sobre derechos indisponibles en virtud al principio de
irrenunciabilidad de derechos.

De igual manera, en el proceso laboral también se aplica el


principio de impulso de parte, tan es así que la inasistencia de las
partes por segunda a vez a cualquiera de las audiencia programadas
pone fin al proceso laboral (Art. 30° de la NLPT), e incluso el juez
puede declarar el abandono158 del proceso después de cuatro meses

158
Bajo la LPT no cabía el abandono del proceso, por eso el proceso se podía aletargar
indefinidamente sin que hubiera forma de concluirlo, debido a que el juez no podía
declarar el abandono del proceso como sanción a la inactividad de las partes; salvo
archivarlo si ambas partes inasistían a la audiencia única. La figura del abandono dentro

124
sin que se haya realizado acto procesal alguno que lo impulse (Art.
30° de la NLPT in fine). De esta manera, la actividad que realicen
las partes para hacer avanzar el curso del proceso es de suma
importancia, aun cuando también se haya facultado al juez para
impulsarlo de oficio y conducirlo por las diversas etapas
procesales. Por otro lado, son las partes quienes deben aportar los
hechos que respalden sus pretensiones o sus defensas. De modo
que, a pesar de las mayores prerrogativas otorgadas al juez dentro
del proceso laboral, éste no puede modificar los hechos del proceso
ni sustentar su decisión en hechos que no han sido introducidos a
aquel por alguna de las partes.

En cuanto a la aportación del material probatorio, también


son las partes las encargadas de ofrecer los medios de prueba
necesarios para sustentar los hechos que afirman. No obstante, por
influencia del principio inquisitivo, el juez también tiene la facultad
de realizar actividad probatoria. La NLPT en su Art. 22° a la letra
señala que “excepcionalmente, el juez puede ordenar la práctica de
alguna prueba adicional, en cuyo caso dispone lo conveniente para
su realización (…) la omisión de esta facultad no acarrea la nulidad
de la sentencia”. De lo anterior se observa que, la aportación de la
prueba, en principio, corresponde a las partes; no obstante, el juez
también podrá actuar prueba de oficio cuando así lo considere
necesario para el esclarecimiento de los hechos.

del nuevo proceso laboral permite la materialización del principio de celeridad procesal,
ya que el proceso concluirá si se configura el supuesto previsto por la norma para
declarar el abandono del mismo, a pedido de parte o de un tercero. Esto no solo ayudará
a reducir la carga procesal de los juzgados, preocupándose éstos solo de los casos en
donde existe interés de las partes de resolver la controversia; sino que además fomentará
que las partes –al menos el demandante- eviten que transcurra demasiado tiempo sin
que se realice el acto procesal que continúa dentro de la secuela del proceso. Lo anterior
no significa que el principio de impulso de oficio del proceso quede fuera del nuevo
proceso laboral, pues el abandono solo es predicable respecto de aquellas actuaciones
procesales que corresponde realizar a las partes, no a las del juez. Así también, la figura
del abandono no tiene por qué perjudicar al trabajador cuando se observa la presencia de
una conducta maliciosa del empleador para retrasar indebidamente el proceso, pues para
estos casos la NLPT ha previsto la facultad del juez para sancionar las conductas
dilatorias u obstructivas a la continuación del proceso. Por tanto, este instituto optimiza
el proceso, fomentando a que se realice en el menor tiempo posible.

125
Finalmente, en el proceso laboral la delimitación del objeto
sobre el que habrá de recaer el pronunciamiento judicial también
corresponde a las partes. Por tanto, el juez no puede decidir sobre
lo no pedido por las partes. Sin embargo, esta expresión del
principio dispositivo se encuentra bastante flexibilizada dentro del
proceso laboral, a diferencia de lo que ocurre en proceso civil en
donde su aplicación es plena. Ello toda vez que, la norma procesal
laboral faculta al juez a emitir sentencias ultra petita al permitirle
otorgar al trabajador mayores sumas a las demandadas cuando ha
existido un error en el cálculo de los derechos demandados o un
error en la invocación de las normas aplicables (Art. 31° de la
NLPT).

Nos parece, por tanto, que el nuevo proceso laboral sigue


siendo un sistema regido por el principio dispositivo, aunque con
bastante más influencia del principio inquisitivo que el que se
produce en un proceso de carácter civil.

En consecuencia, coincidimos con PASCO COSMÓPOLIS, para


quien si el proceso laboral pretende lograr la verdad real no puede
conformarse con un sistema dispositivo en el que el juez
simplemente es un espectador. Se hace necesaria la introducción de
elementos inquisitivos para que el juez tenga una mayor actividad y
así lograr llegar a la verdad. Sin embargo, a pesar de las grandes
atribuciones que se lleguen a otorgar a un juez, el proceso laboral
no es propiamente inquisitivo. El esquema inquisitivo se
caracteriza porque el juez tiene las facultades de iniciación del
proceso, impulso, prueba y resolución. Es decir, tiene la totalidad
de los atributos procesales, lo que lógicamente conlleva a la
limitación de las posibilidades de actuación de las partes. Es por
eso que, el proceso laboral básicamente es dispositivo pero no de
modo absoluto, ya que lo altera ese amplio margen de actividad que
se atribuye al magistrado, que le confiere rasgos inquisitivos.
Resulta entonces que, el proceso laboral es un proceso “dispositivo
atenuado o, si se quiere, cuasi inquisitivo”. Y entre estos poderes
inquisitivos o amplias facultades de que goza el juez en el proceso
laboral se encuentran: el impulso procesal, la sentencia inmediata,

126
fallo ultra petita159, la prueba de oficio, la dirección del proceso,
entre otras.

4.2.2. El principio de congruencia procesal.

En virtud al principio dispositivo corresponde a las partes


determinar el objeto del debate y aportar los hechos que sustenten
su posición. Precisamente, el principio de congruencia debe
respetar estas dos manifestaciones del principio dispositivo y, por
tanto, el juez se encuentra prohibido de pronunciarse en la
sentenciar sobre cuestiones no solicitadas por los litigantes y sobre
hechos no invocados por aquellos.

Siguiendo a DEVIS ECHANDÍA160, la congruencia es el


principio normativo que exige la identidad jurídica entre lo resuelto
por el juez y lo peticionado por las partes. Por tanto, delimita el
contenido de las resoluciones judiciales que se emitan, ya que éstas
deben ser conformes con el sentido y alcance de las peticiones
formuladas por los litigantes. Pero no es un principio aplicable
solamente a las sentencias sino a cualquier resolución judicial que
responda a una instancia de parte. De forma que, es un principio
que delimita las facultades resolutivas del juez. Sin embargo, es
evidente que es en la sentencia donde el principio de congruencia
reviste mayor importancia, en la medida que es el acto procesal del
juez con el que se satisface la obligación de proveer que le impone
el derecho de acción y de contradicción.

159
PASCO COSMÓPOLIS, Mario. Op. cit. pp. 47-59. CASTILLO GUZMÁN, Jorge y
CADILLO PONCE, José. Op. cit. pp. 21-22. HERRERA GONZÁLES –PRATTO,
Isabel. “La búsqueda de la verdad en el proceso laboral”. En: Doctrina y análisis sobre
la Nueva ley procesal del trabajo … Op, cit. 108 y ss.
160
DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Op. cit. pp. 433-434. También SERRA
DOMINGUEZ, Manuel. Estudios de Derecho procesal. Barcelona: Ariel, 1969. p. 395.
ASENCIO MELLADO, José María. Derecho Procesal Civil … Op. cit. p. 334. De otro
lado, la congruencia tiene una doble vertiente, la interna o impropia, que consiste en la
conformidad que debe existir entre la parte considerativa y parte dispositiva de la
sentencia; y la congruencia externa, que propiamente se refiere a la concordancia entre
lo pedido por las partes y la sentencia. AZULA CAMACHO, Jaime. Op. cit. pp. 79-80.
ENDERLE, Guillermo. Op. cit. p. 95.

127
En este orden de ideas, la congruencia predicada de la
sentencia consiste en la adecuación o conformidad que debe existir
entre lo resuelto por el juez en la sentencia y la pretensión o
pretensiones del demandante que constituyen el objeto del proceso,
y la oposición u oposiciones del demandado, en cuanto que
delimitan dicho objeto161.

En consecuencia, la congruencia resulta de hacer una


comparación (positiva) entre dos términos:

1) El objeto procesal. Esto es, la pretensión procesal y la


oposición a ella en cuanto la delimita o acota. Por tanto, el
juez debe tener en cuenta todos los elementos que
individualizan este objeto procesal, que son los sujetos, la
materia sobre la que recae y el título que jurídicamente lo
sustenta, sin que pueda extralimitarse de ellos162. En palabras
de SERRA DOMÍNGUEZ, el primer elemento de comparación
para determinar la congruencia son las “pretensiones de las
partes”, entendiendo el término “pretensión” en un sentido
amplio; es decir, en cuanto abarca a la pretensión del actor y
la oposición del demandado, pues mientras el primero de
ellos pretende una sentencia estimatoria, el segundo persigue
una sentencia absolutoria163.

Lo anterior no significa que el objeto del proceso está


compuesto por la pretensión y la oposición, pues ya se ha
dicho que el objeto del proceso está constituido únicamente
por la pretensión procesal del demandante. Sin embargo,
aunque la oposición no forme parte de la pretensión sí define
los contornos en que ésta ha de ser analizada por el juez en la
sentencia. Ergo, si bien no constituye el objeto procesal lo

161
GUASP DELGADO, Jaime. Derecho procesal … Op. cit. p. 483. También DEVIS
ECHANDÍA, Hernando. Op. cit. p. 434.
162
GUASP DELGADO, Jaime. Derecho procesal … Op. cit. p. 483. ASENCIO
MELLADO, José María. Derecho Procesal Civil … Op. cit. pp. 334-335. ORTELLS
RAMOS, Manuel. Op. cit. pp. 432- 433. ENDERLE, Guillermo. Op. cit. pp. 57 y ss. .
BORDENAVE, Leonardo. “La regla de congruencia y su flexibilización”. En:
QUIROGA LEÓN, Anibal [et al]. El proceso civil: problemas fundamentales del
proceso. CÓRDOVA SCHAEFER, Jesús (ed.). RAE JURISPRUDENCIA. Lima: EBC,
2011. pp. 41 y ss.
163
SERRA DOMINGUEZ, Manuel. Op. cit. pp. 397.

128
delimita y establece el objeto del debate. De modo tal que,
para emitir una sentencia congruente el órgano jurisdiccional
deberá atenerse a los sujetos, el petitum y la causa petendi de
la pretensión, así como a la defensa del demandado, en tanto
que se opone a aquella. .

Entonces, el juez debe resolver “dentro de los límites máximo


y mínimo de la pretensión actora y de la oposición del
demandado, en el modo y forma en que han sido formuladas
y han quedado fijadas (…) Pero para que las pretensiones de
las partes vinculen al juzgador es menester que hayan sido
formuladas oportunamente” 164. Por tanto, el órgano
jurisdiccional se encontrará vinculado a lo siguiente165:

- En el caso del demandante: a la pretensión formulada


en la demanda, a la ampliación de la misma, y a los
actos del demandante que contengan una modificación
admisible de la pretensión.
- En el caso de demandado: a las defensas propuestas en
su escrito de contestación, y también a aquellos actos
del demandado que contengan una modificación
admisible.
Sin embargo, la sentencia también habrá de atenerse a los
actos de disposición de objeto del proceso que hagan las
partes; esto es, a la renuncia, allanamiento, transacción,
conciliación o desistimiento que se hubieran realizado.

2) La sentencia. Algunos autores que consideran que la


congruencia de la sentencia solamente se determina en
relación a su parte dispositiva o fallo, pues aquí es donde
concretamente se resuelven las pretensiones de las partes, no
importando sus considerandos. Por lo que, aun cuando éstos
sean incoherentes y no guarden relación alguna con las

164
Ibidem. p. 397.
165
Ibidem. p. 398. Véase también ORTELLS RAMOS, Manuel. Op. cit. p. 436.
MONTERO AROCA, Juan [et al.]. El nuevo proceso civil (Ley 1/2000). Valencia:
Tirant lo Blanch, 2000. p. 430. cit. por: ENDERLE, Guillermo. Op. cit. p. 101.

129
pretensiones del proceso, no habría incongruencia si el fallo
se atiene a aquellas166.

Sin embargo, nos adscribimos a la opinión de ORTELLS


RAMOS167, para quien esta tesis no siempre es acertada, pues
aunque sirve para detectar la incongruencia que se produce
cuando existe divergencia entre lo pedido y lo concedido, no
permite determinar la incongruencia relativa al fundamento
de la estimación o desestimación de la pretensión. En este
caso, no bastará considerar el fallo de la sentencia sino que
deberá acudirse a su motivación para comprobar si en ésta se
ha tomado como base de la decisión los hechos invocados por
las partes. En el mismo sentido, MONTERO AROCA168 sostiene
que la congruencia debe establecerse en relación a la
sentencia y no solo a su parte dispositiva, pues en ocasiones
habrá de mirarse las razones por las que esta parte dispositiva
contiene un determinado pronunciamiento; y esto porque si la
congruencia alcanza a la causa de pedir, también debe
incluirse “la causa de estimar o desestimar de la petición de la
parte” y esto está contenido en la fundamentación de la
sentencia.

De otro lado, no existe unanimidad en la doctrina acerca de


cuál es el fundamento de la congruencia. Así, hay quienes sostienen
que la congruencia tiene su fundamento en los principios
dispositivo y de contradicción; otros la sustentan en las nociones de
proceso y sentencia, o en la relación de jurisdicción como derecho
y deber del Estado169. Por su partes, autores como ORTELLS RAMOS
consideran que el fundamento de la congruencia es doble y se
encuentra en relación con las dos exigencias que la congruencia
impone al juez, que son el deber de no exceder de los límites de las
peticiones de las partes al momento de resolver, cuya inobservancia

166
GUASP DELGADO, Jaime. Derecho procesal … Op. cit. p. 483. SERRA
DOMINGUEZ, Manuel. Op. cit. pp. 399-400. ASENCIO MELLADO, José María.
Derecho Procesal Civil … Op. cit. pp. 334-335.
167
ORTELLS RAMOS, Manuel. Op. Cit. p. 436.
168
MONTERO AROCA, Juan [et al.]. El nuevo proceso civil (Ley 1/2000). Valencia:
Tirant lo Blanch, 2000. p. 430. cit. por: ENDERLE, Guillermo. Op. cit. p. 101.
169
SERRA DOMINGUEZ, Manuel. Op. cit. pp. 395-397. Véase también ENDERLE,
Guillermo. Op. cit. pp. 80-82. DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Op. cit. p. 434-436.

130
produce una incongruencia por exceso, y el deber de exhaustividad
o de pronunciamiento, cuyo incumplimiento da lugar a una
incongruencia por omisión. En tal sentido, el fundamento de la
congruencia residiría, por un lado, en el principio dispositivo y de
aportación de parte, ya que el primero veta al órgano jurisdiccional
de pronunciarse sobre un objeto procesal distinto al propuesto por
el actor y respecto a partes que no han sido traídas al proceso por
él, y el segundo impide al juez resolver sobre el objeto del proceso
en base a hechos no alegados por las partes o peticiones no
formuladas por el demandado. Pero, por otro lado, la congruencia
también se funda en el derecho a la tutela judicial efectiva –y en el
derecho a la defensa, agrega ASENCIO MELLADO-, ya que éste
persigue la obtención de una sentencia de fondo y fundada en las
cuestiones planteadas en la demanda, de forma que, una sentencia
que omita pronunciarse sobre todas o algunas de las pretensiones
viola aquel derecho constitucional e incurre en una incongruencia
por defecto170.

Por nuestra parte, consideramos que el fundamento de la


congruencia se encuentra en el principio dispositivo, en cuanto
deber de no exceder, y en el derecho a la tutela jurisdiccional,
como deber de exhaustividad. En tal sentido, en virtud del principio
dispositivo, el juez únicamente debe pronunciarse sobre el thema
decidemdum delimitado por las partes y los hechos aportados por
aquellas. Por tanto, el órgano jurisdiccional no podrá resolver más
allá de lo pedido por las partes o distinto a lo pedido; debiendo
limitar el contenido de su sentencia a los sujetos, el objeto y la
causa de pedir de la pretensión, y a la oposición propuesta por el
demandado. Pero la aplicación del principio dispositivo si bien
impide al juez incurrir en una incongruencia por exceso, éste no es
suficiente para explicar por qué el órgano jurisdiccional debe emitir
un pronunciamiento sobre todas las peticiones formuladas en el
proceso. Precisamente, ese deber del juez de emitir
pronunciamiento se sustenta en el derecho a la tutela jurisdiccional
efectiva, en cuanto que éste impone al juzgador la obligación dictar

170
ORTELLS RAMOS, Manuel. Op. cit. pp. 434-435. ASENCIO MELLADO, José
María. Derecho Procesal Civil … Op. cit. pp.334-336. También CORTÉS
DOMÍNGUEZ, Valentín [et al.] Derecho procesal. Parte General. Proceso Civil. Tomo
I, Vol.1. Valencia: Tirant lo Blanch, 1991. p. 480. cit. por: ENDERLE, Guillermo. Op.
cit. pp. 80-81.

131
su providencia sobre todas las peticiones formuladas por las partes
en el proceso.

4.2.2.1. Tipos de incongruencia.

Si la congruencia consiste en la adecuación o


conformidad que debe existir entre lo resuelto en la sentencia
y la pretensión procesal delimitada por la oposición;
entonces, contrario sensu, la incongruencia será la
discordancia o falta de adecuación entre estos dos términos
de comparación.

En cuanto a las clases de incongruencia existe en la


doctrina diversas formas de clasificarlas. La más tradicional,
acogida por la mayoría de autores, divide a la incongruencia
en ultra petita, extra petita y citra petita; otra similar a la
anterior que la clasifica en incongruencia negativa, positiva y
mixta. También hay quienes agrupan a la incongruencia en
dos modalidades: por omisión o defecto, cuando el juez
incumple su deber de exhaustividad; y por exceso, cuando no
observa su deber de no exceder en su pronunciamiento171;
entre otras clasificaciones que puedan existir.

Nosotros, sin embargo, preferimos construir una


clasificación acorde a lo que constituye nuestro objeto de
estudio, aunque tomando como base las elaboradas por la
doctrina172.

De conformidad con el principio de congruencia, el


pronunciamiento que emita el juez en la sentencia debe
atender a los sujetos, al objeto y la causa petendi de la

171
DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Op. cit. pp. 440-446. GUASP DELGADO, Jaime.
Derecho procesal … Op. cit. pp. 483-484. ENDERLE, Guillermo. Op. cit. pp. 95, 103 y
105 y ss. ORTELLS RAMOS, Manuel. Op. cit. pp. 433 y ss. ASENCIO MELLADO,
José María. Derecho Procesal Civil … Op. cit. pp.335-336. Véase también SERRA
DOMINGUEZ, Manuel. Op. cit. pp.407 y ss.
172
Coincide con nuestra forma de clasificar los tipos de incongruencia HURTADO
REYES, Martín. Op. cit. pp. 142-149. DE LOS SANTOS, Mabel. “Postulación y
flexibilización de la congruencia (Su análisis con relación al Código Procesal Civil
peruano)”. En: Revista peruana de Derecho procesal. MONROY PALACIOS, Juan
(dir.). N° 8. Lima: Palestra, 2008. pp. 94-95.

132
pretensión, así como a la oposición del demandado que se
enfrenta a ella en cuanto la precise. En este orden de ideas, la
incongruencia de la sentencia puede ser subjetiva, objetiva o
causal, según si el juez dicta una sentencia que no se
encuentre conforme con los sujetos, con el objeto o con la
causa de pedir de la pretensión, sea porque aquella resuelva
más allá o distinto a alguno o algunos de los elementos de la
pretensión (por exceso), o porque omita pronunciarse sobre
ellos (por defecto).

a) Incongruencia subjetiva.

El juzgador al momento de resolver en la sentencia


sobre la pretensión debe tener en consideración a todos los
sujetos que integran la relación jurídico procesal; es decir, a
los sujetos que tienen la calidad de partes, como demandante
(s) o como demandado (s), ya sea que se encuentren desde el
inicio del proceso o se incorporen con posterioridad173, dentro
de los márgenes previstos por la ley.

En consecuencia, la incongruencia subjetiva se produce


cuando el órgano jurisdiccional se pronuncia en la sentencia
sobre personas que no son parte, conjuntamente con quienes
sí lo son (ultra petita); cuando se pronuncia sobre personas
distintas a las demandantes o demandadas (extra petita); e
incluso, cuando se les otorgue a las partes una calidad distinta
a aquella con la que demandaron o fueron demandados174.
En todos estos casos habrá una incongruencia subjetiva por
exceso, ya que el juez introduce en la sentencia a personas
que no son parte del proceso o resuelve sobre partes distintas
o con calidad distinta a la solicitada por aquellas.

173
ENDERLE, Guillermo. Op. cit. p. 106.
174
ENDERLE, Guillermo. Op. cit. pp. 106-109. ORTELLS RAMOS, Manuel. Op. cit.
p. 437. BORDENAVE, Leonardo. “La regla de … Op. cit. pp. 41 y ss. HURTADO
REYES, Martín. Op. cit. pp. 146-147. DE LOS SANTOS, Mabel. “Postulación… Op.
cit. p. 94.

133
Empero también se puede dar una incongruencia
subjetiva por defecto, cuando la sentencia omite pronunciarse
sobre alguna de las partes de la relación jurídico procesal175.
Es decir, cuando la sentencia se pronuncia solo sobre algunos
demandantes o demandados, dejando fuera a otros pero sin
sustentar el motivo por el que se los excluye (citra petita). El
deber del juez de pronunciarse sobre todas las partes del
proceso no supone que tenga que favorecer a todos los
demandantes, o condenar o absolver a todos los demandados,
sino únicamente que el juez se encuentra obligado a
considerarlos en la sentencia y emitir un pronunciamiento
expreso sobre aquellos en el sentido que corresponda.

b) Incongruencia objetiva.

La sentencia para ser congruente también ha de guardar


correlación con el objeto de la pretensión, tanto respecto del
tipo de tutela jurisdiccional que solicita el actor (objeto
inmediato) como del bien de la vida que se pretende (objeto
inmediato)176. En sentido contrario, existirá incongruencia
objetiva cuando falte esa adecuación entre la sentencia y lo
pedido por el actor en su demanda o el demandado en su
reconvención; aunque en el proceso laboral no se presenta la
figura de la reconvención177.

175
ENDERLE, Guillermo. Op. cit. pp. 164-165. HURTADO REYES, Martín. Op. cit.
pp. 146-147.
176
ORTELLS RAMOS, Manuel. Op. cit. p. 438. GUASP DELGADO, Jaime. Derecho
procesal … Op. cit. p. 483. HURTADO REYES, Martín. Op. cit. p. 142.
177
Algunos consideran que este tipo de incongruencia se configura también respecto de
la oposición deducida por el demandado. En tal sentido, habría incongruencia si la
sentencia otorga más de lo pedido en una excepción, si resuelve sobre excepciones no
pedidas por el demandado u omite pronunciarse sobre las propuestas por aquel. DEVIS
ECHANDÍA, Hernando. Op. cit. p. 441. ENDERLE, Guillermo. Op. cit. pp. 119-120.
HURTADO REYES, Martín. Op. cit. p. 142. Sin embargo, a nuestro entender no cabe
hablar de incongruencia objetiva respecto de la oposición del demandado, pues si bien
ésta contiene el pedido del demandado de tutela jurídica al órgano jurisdiccional para
que desestime la pretensión, ya sea de forma total o parcial, por el fondo o por la forma;
la oposición básicamente consiste en una resistencia a la pretensión del demandante
mediante la negación de la existencia de la razón (de hecho y de derecho) que la
sustenta. En consecuencia, si el demandado solicita que declare infundada la demanda y
el juez resuelve declararla improcedente no se podría decir que es incongruente por no
otorgar lo pedido por el demandado. Ahora bien, cuando el juez no resuelve o resuelve

134
Entonces, la incongruencia objetiva puede darse por
exceso, cuando se resuelve más allá de lo pedido (ultra
petita) o sobre algo distinto de lo pedido (extra petita); o por
defecto, cuando no resuelve sobre todas las peticiones
formuladas (citra petita) por el demandante (o por el
demandando en la reconvención).

A.- La incongruencia plus o ultra petita se produce


cuando la sentencia otorga más de lo pedido por las partes.
Así por ejemplo, la sentencia será incongruente si el
demandante solicita el pago de una determinada cantidad de
dinero y la sentencia otorga una cifra mayor a la pedida; o
cuando el actor reclama la nulidad de un contrato y el juez
falla declarando su nulidad pero además condena al pago de
daños y perjuicios, cuando no ha sido pedido178.

En el proceso laboral, sin embargo, no cabe hablar de


incongruencia objetiva ultra petita, pues el Art. 31° de la
NLPT faculta al juez (en virtud al principio de
irrenunciabilidad de los derechos laborales) a otorgar al
trabajador sumas mayores a la demandadas por aquel, si
aprecia la existencia de un error en el cálculo de los derechos
demandados o un error en la invocación de las normas
aplicables. De este modo, en el proceso laboral el juez puede
conceder una cuantía mayor a la solicitada por el
demandante.

Ahora, si el juez otorga en la sentencia más de lo


probado, pero igual a lo pedido, no incurre en incongruencia
ultra petita, pues aunque su decisión será ilegal la
congruencia no se verá afectada debido a que ésta mira a las

en exceso las excepciones, o se pronuncia sobre otras distintas de las propuestas,


definitivamente se afecta la congruencia de la sentencia pero no en cuanto al objeto de
la oposición sino por cuanto no se toma en consideración los hechos alegados por el
demandado en la excepción o porque se resuelve en base a hechos distintos o que no
han sido invocados por aquel.
178
GUASP DELGADO, Jaime. Derecho procesal … Op. cit. p. 483. MILLAN, Carlos.
La incongruencia… Op.cit. p. 104. ENDERLE, Guillermo. Op. cit. pp. 119-120.
ASENCIO MELLADO, José María. Derecho Procesal Civil … Op. cit. p. 336. DEVIS
ECHANDÍA, Hernando. Op. cit. p. 440.

135
peticiones de las partes no a las pruebas179. Así pues, el tema
de la prueba de los hechos es ajeno a este principio.

De otro lado, para que la sentencia sea congruente en


cuanto al objeto de la pretensión el juez deberá tener en
consideración no solo el petitorio formulado en la demanda,
sino también la modificación que el demandante hubiera
hecho de este elemento dentro de la oportunidad prevista por
ley. Consecuentemente, si la sentencia se pronunciara sobre
petitorios formulados extemporáneamente por el actor,
adolecería de un vicio de incongruencia.

B.- La incongruencia extra petita se presenta cuando el


juez se pronuncia sobre algo distinto a lo pedido por las
partes. Es decir, cuando la sentencia concede una cosa
distinta a la solicitada, por ejemplo, cuando se pretende la
nulidad de un contrato y en la sentencia se declara su
recisión, o cuando se reclama el dominio sobre un vehículo y
se condena a la entrega de otro180. Pero también existirá este
tipo de incongruencia si el juez deniega o rechaza un pedido
que no ha sido solicitado. En materia laboral, por ejemplo,
existiría incongruencia si el demandante pide el pago de las
vacaciones truncas y en la sentencia el juez deniega el pago
de la compensación por tiempo de servicios; o se solicita la
declaración del despido como nulo y juez declara infundada
la pretensión por despido arbitrario.

También habrá incongruencia extra petita si el tipo de


sentencia pronunciada (declarativa, de condena o
constitutiva) no es conforme con la clase de tutela pretendida
por el demandante. Como sucedería, por ejemplo, cuando se
pide la declaración de nulidad de despido y el juez emite una

179
DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Op. cit. p. 442. Si la sentencia recoge una cuestión
de hecho alegada pero no probada no estamos ante una incongruencia, sino solo ante un
error (de hecho o de derecho) en la apreciación de la prueba. SERRA DOMINGUEZ,
Manuel. Op. cit. p.401.
180
HURTADO REYES, Martín. Op. cit. p. 143. GUASP DELGADO, Jaime. Derecho
procesal … Op. cit. p. 484. ENDERLE, Guillermo. Op. cit. pp. 121-122. ASENCIO
MELLADO, José María. Derecho Procesal Civil … Op. cit. p. 336.

136
sentencia de condena ordenando el pago de una
indemnización por despido arbitrario.

De acuerdo con CARLOS MILLAN, la incongruencia


ultra petita primariamente incurre en incongruencia por extra
petita, en tanto que la sentencia otorga cuestiones no pedidas
por los litigantes. No obstante, el criterio para distinguir entre
ambas clases de incongruencia se encuentra en la relación
entre lo pedido y lo otorgado por el juez. En el vicio de
incongruencia por extra petita lo pedido por las parte es
sustituido por el juez por otra cosa distinta. En cambio, en la
incongruencia ultra petita el juez no sustituye lo pedido por
las partes sino que se concede más de lo pedido por aquellas,
se le añade otra cosa distinta a la solicitada; entonces, supone
un incremento cuantitativo respecto de lo que originariamente
fue pedido por las partes181.

Algunos autores señalan que cuando el juez resuelve


sobre una pretensión no formulada por el demandante que es
accesoria o consecuencia natural de la pretensión formulada
no existe incongruencia extra petita; v.gr. cuando la sentencia
declara fundada la demanda de indemnización por
responsabilidad civil extracontractual y se condena al pago de
intereses legales, cuando se demanda la nulidad de un
contrato y el juez dispone además la restitución del bien
materia del contrato182. En realidad, cuando el órgano
jurisdiccional concede en la sentencia pretensiones accesorias
que no han sido pedidas por el actor más que otorgar algo no
pedido por aquel, lo que hace es conceder algo adicional a lo
pedido por el demandante (ultra petita). Pero en la medida
que lo otorgado es consecuencia lógica o accesoria de la
pretensión principal no podría haber una incongruencia. A
modo de ejemplo, si la sentencia declara la nulidad del
despido y, además, condena al empleador al pago de las
remuneraciones devengadas, a pesar de que esta pretensión
no ha sido formulada por el trabajador, no existirá

MILLAN, Carlos. La incongruencia… Op. cit. p. 105.


181
182
HURTADO REYES, Martín. Op. cit. p. 144-145. DEVIS ECHANDÍA, Hernando.
Op. cit. p. 443.

137
incongruencia ultra petita, en tanto que se trata de una
pretensión accesoria y connatural a la misma.

C.- La incongruencia citra petita se produce cuando la


sentencia no se pronuncia sobre todas las peticiones
formuladas por las partes183. En otras palabras, cuando el juez
solo se pronuncia sobre algunas de las pretensiones
formuladas omitiendo resolver sobre el resto de ellas. Por
ejemplo, cuando se pretende la nulidad del despido y el pago
de las remuneraciones devengadas y la sentencia solo declara
la nulidad sin ordenar el pago de las remuneraciones.

Sin embargo, la falta de pronunciamiento en la


sentencia sobre alguna pretensión no necesariamente origina
una incongruencia por omisión, como ocurre en el caso de las
pretensiones planteadas de forma subordinada, ya que la
concesión de la principal excluye el pronunciamiento sobre la
subordinada; siendo más bien que si se otorgan ambas se
produciría una incongruencia por ultra petita184. Entonces,
cuando exista una pluralidad de pretensiones habrá de verse
el modo en cómo han sido acumuladas al proceso para
determinar la congruencia o incongruencia de la sentencia.

Finalmente, cabe señalar que la sentencia infra petita,


esto es, que otorga menos de lo pedido, no incurre en
incongruencia omisiva, pues el juez se pronuncia sobre toda
la pretensión del demandante pero solo le concede lo que
considera que ha resultado probado dentro del proceso185.
Significa pues que, el juez debe pronunciarse sobre la
pretensión o pretensiones planteadas pero no se encuentra
obligado a concederlas o estimarlas en su totalidad si no han
sido probadas por el actor.

183
HURTADO REYES, Martín. Op. cit. pp. 142-143. GUASP DELGADO, Jaime.
Derecho procesal … Op. cit. p. 483. ENDERLE, Guillermo. Op. cit. pp. 165-169.
184
DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Op. cit. p. 445. ENDERLE, Guillermo. Op. cit. p.
165. MILLAN, Carlos. La incongruencia… Op.cit. pp. 115-117.
185
DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Op. cit. p. 440. ENDERLE, Guillermo. Op. cit. p.
167.

138
c) Incongruencia causal.

Para que una sentencia sea congruente no basta que el


juez se pronuncie respecto de los sujetos que integran la
relación jurídico procesal y que resuelva exclusivamente
sobre lo pedido por las partes, sino que –además- la
congruencia alcanza a los hechos que configuran la causa de
pedir alegada por el demandante como sustento su pretensión
y los hechos alegados por el demandado como fundamento de
su oposición. Es por este elemento de la pretensión que la
congruencia no puede analizarse únicamente en relación a la
parte dispositiva de la sentencia, pues los hechos alegados
por las partes se encontraran recogidos en los considerandos
de la sentencia y en virtud a estos el juez emitirá su fallo.

Señala SERRA DOMINGUEZ que la sujeción del juez al


poder dispositivo de las partes sobre los hechos es absoluta;
de modo que, tiene la obligación de resolver las pretensiones
de las partes por la misma causa por la que fueron
formuladas. En consecuencia, la incongruencia en cuanto al
modo (causa) puede producirse: i) por alteración de los
hechos alegados por las partes, ii) por variación de la causa
de pedir de la pretensión y iii) por modificación de las
excepciones del demandado186. La incongruencia fáctica
también puede clasificarse en incongruencia por exceso,
cuando el juez se pronuncia en la sentencia sobre hechos no
alegados por las partes (ultra petita), o resuelve en base a
hechos distintos a los invocados por aquellas (extra petita); y
en incongruencia por defecto, cuando omite pronunciarse
sobre los hechos planteados por los litigantes (citra petita)187.

186
SERRA DOMINGUEZ, Manuel. Op. cit. p.410.
187
DE LOS SANTOS, Mabel. “Postulación … Op. cit. p. 95. PEYRANO, Jorge. Op.
cit. p. 66. La congruencia exige el respeto por parte del juez de la causa petendi
oportunamente introducida al proceso por las partes. Por tanto, se incurrirá en
incongruencia causal cuando se resuelve en base a hechos no invocados por las partes,
cuando se resuelve una cuestión distinta a la invocada por ellas, o cuando se omite
considerar los hechos invocados y aceptados por alguna de las partes o por ambas.
Igualmente, existirá incongruencia cuando la sentencia admite una pretensión sustentada
en una causa distinta a la alegada por el actor. BORDENAVE, Leonardo. “La regla de
congruencia … Op. cit. pp. 43-44.

139
Sin embargo, desarrollaremos la clasificación propuesta por
SERRA DOMINGUEZ por ser más completa.

i) Incongruencia por alteración de los hechos alegados


por las partes:

El juez solamente debe fundamentar su decisión en los


hechos oportunamente alegados por ambas partes. Ergo,
existirá incongruencia si la sentencia se aparta de estos
hechos, sea porque el juez resuelve sobre cuestiones distintas
a las invocadas por las partes o porque introduce hechos no
alegados por ninguna de ellas, aun cuando éstos puedan
surgir como consecuencia de las pruebas practicadas en el
proceso; salvo aquellos casos en los que el juez deba apreciar
de oficio la existencia de determinadas circunstancias188.

Para la correcta aplicación de este principio deben


prevalecer los hechos alegados sobre los hechos probados.
Por tanto, si los hechos que resultan de la prueba no se
corresponden con aquellos que fueron invocados por las
partes, el juez no puede tomarlos en consideración en la
sentencia, por cuanto son introducidos al proceso
inoportunamente. Esto, sin embargo, opera solamente
respecto de los hechos esenciales o principales que
identifican a la pretensión. Por lo que, si el juez considera en
la sentencia hechos secundarios, accesorios o circunstanciales
no alegados por las partes pero que aparecen de la prueba
practicada en el proceso, no incurrirá en incongruencia en la
medida que no son hechos constitutivos de la causa
petendi189.

188
SERRA DOMINGUEZ, Manuel. Op. cit. p. 410. BORDENAVE, Leonardo. “La
regla de congruencia … Op. cit. p. 43. Así, no podrá calificarse de incongruente la
sentencia que aprecia la existencia de hechos referidos a las condiciones de la acción y
presupuestos procesales, ya le corresponde al juez la verificar si se ha cumplido con
éstos.
189
Si el juez falla en su sentencia sobre hechos alegados por la parte pero no probados,
no existe aquí incongruencia sino un error en la apreciación de la prueba. SERRA
DOMINGUEZ, Manuel. Op. cit. pp.400-402. ENDERLE, Guillermo. Op. cit. p. 152.
DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Op. cit. p. 438.

140
Pero la incongruencia no solamente se produce cuando
el juez introduce en la sentencia hechos distintos o no
alegados por las partes, sino también si es que se desconocen
los hechos admitidos por aquellas. Los hechos admitidos por
ambas partes vinculan al órgano jurisdiccional de manera tal
que si éste incorpora hechos contradictorios a aquellos se
verá afectada la congruencia de la sentencia. Esto no significa
que el juez necesariamente tenga que considerarlos en su
sentencia, pero sí está obligado a respetarlos, sea
incluyéndolos en aquella o absteniéndose de incluir hechos
contradictorios con los admitidos. De modo que, si la
sentencia concede al demandante menos de lo admitido por el
demandado incurrirá en incongruencia190.

Y es que como se vio al estudiar el principio


dispositivo, si una de las partes admite parte de los hechos
alegados por la contraria, el juez no puede desconocer ni
indagar acerca de la veracidad o falsedad de los hechos
admitidos, debiendo más bien tenerlos por ciertos. De ahí que
no pueda condenar o absolver por menos de lo admitido sin
afectar la congruencia de la sentencia. Como bien dice SERRA
DOMÍNGUEZ191, los hechos admitidos por el demandado fijan
el límite mínimo de la discrecionalidad del juez, mientras que
la pretensión del demandante el límite máximo dentro del que
aquel debe moverse; siendo que cualquier decisión que tome
fuera de esos límites será incongruente.

En último término, la sentencia no solo puede ser


incongruente por exceso, sino también por defecto, lo que
ocurre cuando el juez omite pronunciarse sobre los hechos
alegados por las partes.

190
SERRA DOMINGUEZ, Manuel. Op. cit. pp.400-402 y 410. ENDERLE, Guillermo.
Op. cit. p. 152. Cfr. DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Op. cit. pp. 438 y 441.
191
SERRA DOMINGUEZ, Manuel. Op. cit. p. 408.

141
ii) Incongruencia por variación de la causa de pedir de
la pretensión.

La sentencia también será incongruente si el juez varía


la causa de pedir de la pretensión. El órgano jurisdiccional
solo puede conceder o denegar lo pedido por el demandante
en base a la causa petendi alegada por él como fundamento
de su pretensión. La congruencia exige que no cambie el
título jurídico o causa de pedir de la pretensión. Por tanto, si
el juez concede la pretensión o la rechaza por una causa
distinta a la invocada por el actor, la sentencia será
incongruente192.

La diferencia con el supuesto anterior es que, en la


incongruencia por alteración de los hechos el juez incorpora
en la sentencia hechos esenciales de la causa petendi pero sin
transformarla; vale decir que, el juez agrega hechos
constitutivos que no habían sido alegados por el actor como
fundamento de su pretensión pero sin alterar sustancialmente
la causa de pedir invocada por el demandante en su demanda.
En cambio, en la incongruencia por variación de la causa de
pedir, el juez introduce en la sentencia un conjunto de hechos
no invocados por el demandante todos los cuales configuran
una causa petendi diferente a la que fue alegada en la
demanda. En consecuencia, lo que hace el juez es transformar
la demanda del actor, ya que éste fundamenta su pretensión
en una causa y aquel se pronuncia sobre otra distinta. Por
poner un ejemplo, en el caso del proceso de despido nulo, la
sentencia será incongruente si el demandante solicita la
nulidad de despido por haber presentado una queja contra el
empleador a través de un proceso judicial y el juez declara la
nulidad más bien por la existencia de un despido
discriminatorio por razón del ejercicio de actividades
sindicales.

192
SERRA DOMINGUEZ, Manuel. Op. cit. pp. 410-411. ENDERLE, Guillermo. Op.
cit. p. 150. BORDENAVE, Leonardo. “La regla de congruencia … Op. cit. p. 44.
DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Op. cit. pp. 138-139.

142
El juez solo debe limitarse a examinar en la sentencia
los hechos que constituyen la causa de pedir invocada por el
demandante y que han sido controvertidos por el demandado.
No es lo mismo pedir algo por una causa determinada que por
otra, ya que se puede tener el derecho en virtud a ésta y no de
aquella193.

iii) Incongruencia por modificación de las excepciones.

Este supuesto de incongruencia es similar al


desarrollado precedentemente pero visto desde la perspectiva
de la parte demandada.

Como se dijo al tratar sobre el derecho de


contradicción, ante el emplazamiento con la demanda el
demandado puede adoptar diversas actitudes: negarse a
comparecer al proceso, comparecer sin contestar la demanda,
allanarse a la demanda, plantear una reconvención o
defenderse de la demanda. Si el demandado se defiende
puede limitarse a negar los hechos y/o la norma jurídica en
que se fundan esos hechos; o, por el contrario, además de
negar o admitir (total o parcialmente) los hechos de la
demanda, introducir hechos impeditivos, extintivos o
excluyentes de la pretensión del demandante. Y es que para
que un derecho nazca requiere la presencia de hechos
constitutivos pero también la ausencia de hechos impeditivos.
Aunque además, para que subsista necesita que no concurran
hechos extintivos. De ahí que cuando el demandado afirma la
existencia de estos dos últimos tipos de hechos busca la
desestimación de la pretensión del demandante194.

En este orden de ideas, el juez puede desestimar la


demanda cuando considera inexistente los hechos
constitutivos (absolutamente o por no haber sido probados), o
cuando aun admitiendo su existencia advierte que al mismo

193
DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Op. cit. pp. 439-440 y 442-443.
194
SERRA DOMINGUEZ, Manuel. Op. cit. pp. 405-406. DEVIS ECHANDÍA,
Hernando. Op. cit. p. 230. CHIOVENDA, Giuseppe. Principios de Derecho procesal
civil. CASAIS Y SANTALÓ, José (trad.). Vol. 1. Madrid: Instituto Editorial Reus,
1977. p. 337.

143
tiempo existen hechos impeditivos o hechos extintivos para
negar la pretensión. En cualquiera de estos tres casos el juez
puede rechazar la demanda incluso aun sin instancia del
demandado. Sin embargo, existen hechos que solamente
pueden ser tomados en cuenta por el juez si son afirmados y
hechos valer por el demandado. Se trata de hechos que
constituyen un contraderecho frente a la pretensión y que
están dirigidos a anularla195.

Dicho de mejor modo, el juez en la sentencia puede


apreciar la existencia de hechos impeditivos y extintivos de la
pretensión aun cuando no hubiesen sido alegados por el
demandado si éstos resultan de la prueba practicada, pero lo
que no puede hacer es tomar en consideración los hechos
excluyentes si es que éstos no han sido alegados por el
demandado. En los dos primeros casos no importa el silencio
del demandado, pudiendo el juez apreciarlos de oficio,
debido a que por justicia no se puede otorgar un derecho
inexistente. En cambio, los últimos tipos de hechos son
circunstancias que no impiden la existencia del derecho del
demandante sino únicamente su exigibilidad. Por tanto, el
juez no podrá apreciarlos de oficio -aunque incluso fuesen
afirmados por el actor- sino solamente cuando sean alegados
por la parte demandada196.

En consecuencia, el juez solo puede estimar de oficio


las excepciones impropias, es decir, aquellas basadas en
hechos impeditivos o extintivos, siempre y cuando el
demandado no se hubiera allanado a la pretensión. Pero
nunca las excepciones propias, fundadas en hechos
excluyentes, pues éstas necesitan ser alegadas por el
demandando (v.gr. prescripción, condonación, compensación,
etc.). Por tanto, la sentencia será incongruente si el juez
estima una excepción propia que no fue alegada por el
demandado, sea porque no compareció, porque se allanó a la

195
CHIOVENDA, Giuseppe. Principios … Op. cit. pp. 337 y ss. ASENCIO
MELLADO, José María. Op. cit. p. 200. MILLAN, Carlos. La incongruencia… Op.cit.
pp. 118 y 125.
196
SERRA DOMINGUEZ, Manuel. Op. cit. p. 406. DEVIS ECHANDÍA, Hernando.
Op. cit. p. 437. CHIOVENDA, Giuseppe. Principios … Op. cit. pp. 339.

144
demanda o porque simplemente no propuso ninguna. Lo
mismo sucederá con las excepciones procesales, salvo
aquellas apreciables de oficio197.

Entonces, a diferencia de lo que ocurre para el caso del


demandante, el juez podrá basar su sentencia en hechos no
invocados por el demandando sin incurrir en incongruencia
causal si se trata de hechos impeditivos o extintivos de la
pretensión, si es que éstos aparecen como resultado de la
prueba actuada dentro del proceso. Sin embargo, si el juez
basa su sentencia en hechos excluyentes no invocados o
invocados por el demandado fuera de la oportunidad
previstas por la ley, incurrirá en incongruencia. De otro lado,
la sentencia también será incongruente si el juez omite
pronunciarse sobre las excepciones (materiales o procesales)
formuladas por el demandado (incongruencia por defecto).

Cabe concluir, por tanto, que en virtud al principio de


congruencia, la sentencia solamente puede pronunciarse
sobre los hechos alegados oportunamente por el demandante
en su demanda como sustento de las pretensiones, y por el
demandado en su contestación cuanto se trate de las
excepciones materiales en sentido estricto (propias) y las
procesales que puedan ser declaradas de oficio; salvo se trate
de hechos nuevos.

Sin embargo, la congruencia de la sentencia no se verá


afectada si el juez, sin apartarse de los hechos alegados por
las partes, aplica normas jurídicas no alegadas por aquellas. A
diferencia de la causa de pedir, las normas jurídicas
invocadas por los litigantes no vinculan al juez. Por lo que, la
modificación por el juez de las normas jurídicas alegadas por

197
SERRA DOMINGUEZ, Manuel. Op. cit. p. 411. En la misma línea CHIOVENDA,
Giuseppe. Principios … Op. cit. pp. 341 y ss. MILLAN, Carlos. La incongruencia…
Op.cit. p. 125-126. En la doctrina procesalística se ha acostumbrado a distinguir entre
excepciones en sentido propio (exceptiones iuris) y excepciones en sentido impropio
(exceptiones facti); siendo que las primeras el juez no puede tenerlas en cuenta sin la
instancia de parte; en cambio, las segundas sí debe tenerlas en cuenta aun de oficio.
CAPPELLETTI, Mauro. El proceso civil en del derecho comparado. SENTÍS
MELENDO, Santiago (trad.). Lima: ARA, 2006. pp. 40-41.

145
las partes no altera la pretensión del demandante ni la
excepción (propia) del demandado. Los elementos de derecho
que las partes proporcionan al juez no tienen trascendencia en
materia de la congruencia por la sencilla razón de que el
órgano jurisdiccional tiene plena libertad en la aplicación del
derecho y de las normas jurídicas que lo contienen, en virtud
al principio de iura novit curia. De modo que, la discrepancia
entre la calificación jurídica de los hechos efectuada por el
juez y aquella hecha por las partes, que no altera la causa de
pedir, no origina la incongruencia de la sentencia198.

4.2.3. Principio de veracidad y su materialización dentro del


proceso laboral.

Siguiendo a TARUFFO, todo proceso judicial debe orientarse


al descubrimiento de la verdad. El hecho que en muchas ocasiones
este objetivo no sea alcanzado no significa que el proceso no pueda
ser concebido como un instrumento para la reconstrucción de la
verdad de los hechos. Si bien a través del proceso se busca poner
fin a las controversias jurídicas, éstas deben ser resueltas a través
de decisiones justas. Precisamente, para que una decisión sea justa
debe basarse en hechos veraces, pues ninguna decisión podría
preciarse de serlo si se funda en hechos erróneos o que no son
ciertos. En consecuencia, el proceso judicial debe orientarse al
descubrimiento de la verdad de los hechos para solucionar el
conflicto a través de una decisión justa199.

Dentro de este orden de ideas, es sumamente importante que


nuestra legislación procesal laboral haya recogido al principio de
veracidad como uno de los pilares sobre los que se asienta el
proceso (Art. I del Título preliminar de la NLPT). Dicho principio

198
SERRA DOMINGUEZ, Manuel. Op. cit. pp. 403-404. DEVIS ECHANDÍA,
Hernando. Op. cit. p. 439.
199
TARUFFO, Michele. “Conocimiento científico y criterios de la prueba judicial”. En:
Conocimiento, prueba, pretensión y oralidad. TARUFFO, Michele y CARVAJAL
RAMÍREZ, Diana. pp. 11-12 y 16-17. TARUFFO, Michele. La prueba de los hechos.
FERRER BELTRÁN, Jordi (trad.). 3ª ed. Madrid: Trotta, 2009. pp. 56-71. Puede verse
también BERIZONTE, Roberto. “El fin social del proceso y la importancia de los
hechos”. En: DÍAZ, Clemente [et al.]. Los hechos en el proceso civil. MORELLO,
AUGUSTO (dir.). Buenos Aires: La Ley, 2003. pp. 51-57.

146
apunta, precisamente, a determinar la verdad de los hechos
invocados por las partes dentro del proceso; a descubrir lo que
realmente ha sucedido entre aquellas, para así poder emitir una
decisión justa.

PASCO COSMÓPOLIS señala que el principio de veracidad es


uno de los principios esenciales del Derecho procesal laboral,
siendo unánime en la doctrina la necesidad de que en el proceso
laboral se dé primacía a la verdad real sobre la verdad formal. Es
inaceptable separar la verdad en dos categorías distintas: verdad
real y verdad procesal, puesto que la justicia solo se hará efectiva
en la medida que la verdad del proceso coincida con la verdad
material. A pesar de ello, la verdad real es algo difícil de alcanzar
dentro del proceso: pero en la medida que dentro de él se restrinjan
los elementos de forma, el margen que separe la verdad de la
apariencia será más estrecho200.

Señala TARUFFO que no puede aceptarse la distinción entre


verdad formal (también llamada procesal o judicial), que sería la
establecida dentro del proceso por medio de las pruebas, y verdad
material (o empírica, histórica o simplemente verdad), que sería la
establecida en la realidad y que se obtendría a través de medios
distintos a las pruebas judiciales. Es cierto que el proceso se
encuentra regulado por normas jurídicas, y que algunas de éstas se
encargan de establecer los medios de prueba para determinar la
verdad de los hechos. Sin embargo, esto no es razón suficiente para
afirmar que la verdad que se obtiene a través del proceso es distinta
de la verdad que existe fuera de él. A lo mucho puede decirse que
la verdad procesal tiene peculiaridades que son consecuencia de
encontrarse situada en un contexto específico y jurídicamente
determinado como es el proceso, pero eso no significa que no
pueda conectarse con la verdad existente fuera del proceso. La
mayor o menor proximidad de la verdad procesal con la verdad

200
Por todos PASCO COSMÓPOLIS, Mario. Op. cit. pp. 40-42. El principio de
veracidad está muy ligado al principio de primacía de la realidad del Derecho laboral,
pues el juez busca alcanzar la verdal real a través del proceso y el principio de primacía
de la realidad actúa como un “hilo conductor” para llegar a ella. Pero no se les debe
confundir, puesto que la primacía de la realidad no es en sí la verdad sino que el
vehículo que permite llegar a ella. MALCA GUAYLUPO, Víctor. Op. cit. pp. 124-125
y 128-129.

147
extraprocesal dependerá de los límites que impongan las normas de
un determinado ordenamiento procesal “a la búsqueda de una
versión verdadera de los hechos”201.

Entonces, no es correcto decir que la verdad que se obtiene


en el proceso es una verdad formal y que ésta es diferente de la
existente fuera del mismo. La mayor o menor coincidencia de la
verdad procesal con la extraprocesal dependerá únicamente del
modo cómo se estructure el proceso y de las normas que lo regulen.
Así pues, un proceso en el que se establezcan una lista taxativa de
los medios de prueba que pueden ser ofrecidos en el proceso, o en
donde exista una valoración legal de la prueba, no podrá aspirar a
alcanzar una verdad procesal que se conecte con la verdad
cognoscible fuera del proceso.

Sin embargo, al hablar del principio de veracidad la mayor


parte de la doctrina emplea el término verdad real o material para
referirse a aquella verdad ubicada en el plano extraprocesal a la que
el proceso laboral debe buscar aproximarse. En tal sentido, a pesar
de lo inapropiado de la distinción de la verdad en dos tipos, se
continuará utilizando el término verdad material o real, incluso
simplemente la palabra verdad.

La NLPT está enfocada a que el juez alcance la verdad real


de los hechos y que emita su fallo en base a ésta. Es por eso que el
Art. III del título preliminar establece que dentro del proceso
laboral los jueces de trabajo deben privilegiar el fondo sobre la
forma. A este cometido de conseguir la verdad real contribuye
también el otorgamiento al juez de amplias facultades para
escudriñar las afirmaciones expuestas por las partes, facultad de
sancionar las conductas contrarias al deber de veracidad, probidad,
lealtad y buena fe, entre otros mecanismos procesales que permiten
descubrir la verdad real dentro del proceso. De modo que, la nueva
norma procesal obliga al juez a dejar de lado los formalismos
excesivos y concentrarse en el contenido de los actos procesales
para conseguir la verdad de los hechos 202.

201
TARUFFO, Michele. La prueba… Op. cit. pp. 24-25 y 71-79.
202
ALARCÓN SALAS, Magaly [et al.]. Comentarios a la Nueva Ley Procesal del
Trabajo. VINATEA RECOBA, Luis y TOYAMA MIYAGUSUKU, Jorge (dir.). Lima:
Gaceta Jurídica, 2010. pp. 31-32. BARZOLA ROMERO, Marlene. “Principios

148
Puede verse entonces que, a través del principio de veracidad,
se busca que la verdad sobre los hechos que se obtenga dentro del
proceso laboral coincida con la existente fuera del mismo. Pero la
efectividad de este principio no se logra simplemente con su
reconocimiento formal dentro del ordenamiento procesal sino que,
para su materialización, necesita de la concurrencia de otros
institutos jurídicos.

Dentro de este orden de ideas, consideramos que para la


consecución de la finalidad del proceso laboral (la búsqueda de la
verdad), es necesario e imprescindible la presencia de los principios
de sencillez, oralidad e inmediación; así como la atribución al juez
de mayores potestades dentro del proceso para determinar la
autenticidad o la falsedad de los hechos alegados por las partes.

a) Principio de sencillez:

Aunque no ha sido recogido bajo este nombre en la NLPT,


este principio se encuentra contenido en el Art. III del título
preliminar de la nueva ley procesal cuando dispone que el juez
debe privilegiar el fondo sobre la forma. En la doctrina civil se le
conocer como principio de elasticidad203.

DE LITALA citado por PASCO COSMÓPOLIS señala que “(…) el


formalismo es necesario para garantizar una justicia objetiva, y
para evitar los arbitrios; pero si la forma no tiende a este fin, es
necesario negarle importancia, sabiéndose que a menudo la
obediencia a la misma oculta dilaciones acerca del mérito de la
controversia (…) Por consiguiente, obediencia a la forma sí, desde
luego, pero cuando sirve a la tutela de la sustancia, y no
observancia de la forma por la forma (…). Una justicia que no sea

operacionales en la Nueva Ley procesal del Trabajo”. En: ARÉVALO VELA, Javier [et
al]. Nuevas instituciones del proceso laboral. CASTILLO MONTOYA, Carlos (dir.).
Lima: Gaceta Jurídica, 2014. pp. 66-68. MALCA GUAYLUPO, Víctor. Op. cit. pp.
124-125 y 128-129
203
El principio de sencillez implica una limitación al formalismo. ARÉVALO VELA,
Javier. Comentarios a la nueva ley procesal del trabajo. Lima: Jurista Editores, 2011.
pp. 32-33. CARRILLO CISNEROS, Félix. Comentarios a la nueva ley procesal del
trabajo (Ley N° 29497). Lima: Ideas Solución Editorial, 2013. p. 70. Cfr. MONROY
GÁLVEZ, Juan. Introducción… Op. cit. pp. 104-105.

149
así no es justicia”. En consecuencia, un proceso judicial como el
laboral en el cual se busca llegar a la verdad debe limitar la
formalidad a lo indispensable204.

La prevalencia del fondo sobre la forma es de gran


importancia dentro del nuevo proceso laboral, más aun cuando la
presencia de la oralidad en las audiencias hace que éstas sean
informales. De modo que, aferrarse a formalidades –propias de un
proceso escrito- le resta dinamismo y fluidez. Por ejemplo, para el
caso de las pruebas, la prevalencia del fondo sobre la forma hace
que, aun cuando aquellas sean formalmente correctas, el juez deba
vincularse a lo que ha sucedido en el campo de la realidad, pues
muchas veces lo que se refleja en los documentos es producto de la
desigualdad existente entre las partes procesales. Por eso, el juez no
solamente debe tomar en cuenta los documentos que han sido
presentados en el proceso sino que también debe concentrarse en
analizar las conductas de las partes en las actuaciones orales,
teniendo que dar preferencia a lo ocurrido en el terreno de los
hechos. Sin embargo, no ha de perderse de vista que si bien el juez
“debe evitar que el formalismo afecte la sustancia, debe hacerlo de
modo tal que no asuma una posición de defensa del demandante,
sino solo para evitar que la desigualdad del proceso lo
perjudique”205.

En consecuencia, es claro que la disposición jurídica prevista


en el Art. III del título preliminar de la NLPT permite la
materialización del principio de veracidad, pues en mérito de esta
norma el juez debe procurar que la exigencia en el cumplimiento de
las formalidades dentro del proceso no llegue a ser tal que impida
la continuidad del mismo y la emisión de un pronunciamiento sobre
el fondo; lo cual no significa la ausencia total de formalidad en el
proceso sino que ésta deba ceder en determinados casos para hacer
prevalecer los fines del proceso. Pero incluso obliga al juez a que,
frente a actos procesales que son formalmente correctos, se
privilegie aquello que percibe durante las actuaciones orales de las
partes.

204
PASCO COSMÓPOLIS, Mario. Op. cit. p. 42.
205
ALARCÓN SALAS, Magaly [et al.]. Comentarios a la …. Op. cit. pp. 31-32 y 38-
39. VINATEA RECOBA, Luis y DELGADO DE MARKY, Elizabeth. Op. cit. p. 367.

150
b) Principios de oralidad y de inmediación:

Estos dos principios juegan un papel fundamental dentro del


proceso laboral para encontrar la verdad sobre los hechos. Y es
que, solamente dentro de un proceso oral en donde el juez escuche
la posición de cada una de las partes se podrá tener una visión más
clara sobre los hechos. Pero la oralidad propicia, a su vez, el
contacto directo y personal del juez con las partes, con los hechos
que alegan y con los medios de prueba que los respaldan, lo que le
permitirá contar con mayores elementos de juicio para descubrir la
verdad y así tomar una decisión justa. De ahí que la presencia de la
oralidad y la inmediación se revelan en su máxima expresión
durante las audiencias, especialmente, dentro de la audiencia de
juzgamiento, pues es la que contiene la etapa de confrontación de
posiciones y de actuación probatoria.

b.1) El principio de oralidad.

Este principio no fue recogido por la LPT y es


precisamente lo que marca una diferencia fundamental entre
el antiguo y el nuevo proceso laboral. En efecto, bajo la Ley
N° 26636 el proceso laboral tenía una forma
predominantemente escritural, lo que repercutió
negativamente en su objetivo de constituirse en un
instrumento ágil y eficaz para solucionar los conflictos
suscitados entre el trabajador y el empleador. Esto toda vez
que, en un modelo de proceso escrito es mucho más fácil
dilatar las etapas procesales a través de la presentación de
escritos adicionales a la demanda y contestación, en cualquier
momento del decurso del proceso con la finalidad de
complementar o reforzar los actos postulatorios.

La NLPT, en cambio, no solo recoge el principio de


oralidad en el Art. I de su título preliminar sino que lo ha
convertido en el principio rector de los proceso laborales por
audiencias; el mismo que, además, posibilita el desarrollo
eficaz de los demás principios procesales contemplados en el
Art. I del título preliminar. Efectivamente, un proceso oral
permite que el juez tenga un contacto directo y personal con
las partes, fomentando así el principio de inmediación.

151
También coadyuva a que el proceso sea más sencillo y con
menos etapas procesales, lo que hace que el proceso sea
proceso más ágil; por lo que, la oralidad ayuda a la
realización de los principios de economía procesal,
concentración y celeridad. Pero sobre todo, un proceso oral -
de la mano con la inmediación- permite al juez no solo
apreciar de forma más clara los hechos que rodean la
controversia jurídica sino también observar las actitudes y
comportamientos de las partes durante el curso del proceso.
Esto en la medida que en las audiencias orales las partes
exponen sus argumentos, actúan sus pruebas, interactúen
entre sí y con el juez a través del interrogatorio; todo lo cual
ayuda a que el juez pueda darse cuenta de la autenticidad o
falsedad de las afirmaciones vertidas por cada una de las
partes procesales; haciendo posible la eficacia del principio
de veracidad.

Sin embargo, nuevo proceso laboral no es


exclusivamente oral sino con un predominio de la oralidad.
Esto significa que no es un proceso totalmente oral, pues todo
sistema procesal tiene un carácter mixto (escrito y oral),
aunque prime uno u otro elemento. Por tanto, el nuevo
proceso laboral es predominantemente oral pero no prescinde
de la escritura - aun cuando ésta sea mínima-, toda vez que
existen actos procesales que requieren ser plasmados a través
de la forma escrita206, como es el caso de la demanda, la
contestación y la sentencia; así como en aquellos otros casos
que la NLPT contempla en su Art. 12°.

Compilando opiniones de la doctrina, PASCO


COSMÓPOLIS207 señala que la oralidad es una característica
fundamental que debe estar presente en los procesos

206
HUAMÁN ESTRADA, Elmer [et al.]. Op. cit. p. 35. MALCA GUAYLUPO, Víctor.
Op. cit. pp. 112-113.
207
Por todos PASCO COSMÓPOLIS, Mario. Op. cit. pp. 92-94. También PALOMO
VELEZ, Diego. “Proceso civil oral: ¿Qué modelo de juez se requiere?”. En: Revista de
Derecho (Valdivia) [en línea]. Vol. XVIII. N° 1. Chile: Facultad de Ciencias Jurídicas y
Sociales de la Universidad Austral de Chile, Julio 2005. Consultado el 12 de agosto de
2016. Disponible en: http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-
09502005000100007&lng=es&nrm=iso&tlng=es.

152
laborales. Es la condición sine qua non para la operatividad
de un conjunto de peculiaridades que hacen del proceso
laboral uno sustantivamente diverso del proceso común. Esta
herramienta es el medio más apropiado para averiguar y
aclarar los hechos en que las partes sustentan sus pretensiones
porque consiente el diálogo, la réplica instantánea, las
preguntas y respuestas a las mismas; también posibilita la
aclaración de dudas o inquietudes que le surjan al juez
durante las exposiciones que realicen los abogados de las
partes. De ahí que la oralidad sea el mejor vehículo para la
recepción de pruebas como la declaración de parte, testigos,
peritos. En consecuencia, el proceso oral es el sistema más
adecuado para la averiguación de la verdad de modo certero.

En consecuencia, el principio de oralidad informa una


serie de normas de la NLPT, pero tiene su máxima expresión
durante el desarrollo de las audiencias, “toda vez que la
oralidad en las audiencia favorece el diálogo, la declaración
espontánea y el esclarecimiento de los hechos sobre los
cuales se tenga duda o que carezcan de sustento”208.

b.2.) El principio de inmediación.

El principio de inmediación busca que el juez tenga el


mayor contacto posible con los elementos del proceso. Es
decir, que el juez se halle en un contacto directo, personal y
permanente con los sujetos que intervienen en el proceso
(elemento subjetivo) y con los medios de prueba que se
aporten a éste (elemento objetivo), a efectos que pueda tener
mayores elementos de juicio o un mayor grado de apreciación
de las cosas para emitir un fallo que se adecúe a la realidad de
los hechos y obtener una decisión justa209.

BARZOLA ROMERO, Marlene. “Principios … Op. cit. p. 71.


208

Vid. MONROY GÁLVEZ, Juan. Introducción … Op. Cit. pp. 94-95. También
209

ROMERO MONTES, Francisco. Op. Cit. p. 45.

153
La LPT recogió este principio en el Art. I de su Título
preliminar. Pero, si bien tuvo un reconocimiento formal no
llegó a ser eficaz en la práctica procesal, pues el único
contacto medianamente directo del juez con las partes era
durante la audiencia única, en la cual -no obstante- solamente
era un agente pasivo que se limitaba a cumplir
metódicamente con el procedimiento establecido en la ley
para su realización, sin tener un real acercamiento e
interacción con las partes. En tal sentido, en el antiguo
proceso laboral el juez conocía sobre los hechos y las
posiciones de las partes a través de los escritos presentados
por aquellas, los cuales recién evaluaba al momento de emitir
sentencia. Es pues recién con la NLPT que, gracias a la
introducción de la oralidad como principio esencial del nuevo
proceso laboral, el principio de inmediación ha logrado
alcanzar su verdadero sentido, propiciando una cercanía
directa entre el juez, las partes y los medios de prueba dentro
del proceso; primordialmente, a través de las audiencias.

El principio de inmediación exige la presencia del juez


en las principales diligencias del proceso, especialmente en la
etapa probatoria. Pero –como ya se ha dicho- para lograr la
eficacia de la inmediación es indispensable que el proceso sea
oral. Así por ejemplo, no será lo mismo prestar una
declaración a través de un documento escrito que
directamente ante el juez, pues “(…) una declaración no es
tan solo la respuesta breve que queda registrada
imperfectamente, sino todo un cúmulo de gestos, de
actitudes, de ademanes, de dudas, de vacilaciones. La
convicción del juez se alimenta de la percepción de todo esto,
que es lo que lo conduce a considerar si el deponente es veraz
y categórico o si oculta o esconde algo. Jamás la trascripción
escrita es fiel, porque nunca podrá dejar constancia del
entorno, de los elementos concurrentes que acompañan a la
exposición oral y que son muchas veces más reveladoras que
las palabras mismas (…), el confesante o el testigo puede
haber vacilado, tartamudeado, esbozado una respuesta para
corregirla después, manifestado, en fin, una gama de
emociones y sentimientos que se expresan por vía no oral,
que el registro escrito no recoge pero que un juez atento y

154
diligente puede aprehender como elementos coadyuvantes a
la formación de su criterio (…). Igual sucede con la
inspección ocular y, en general, con toda prueba que requiera
de actuación en vivo”210.

Entonces, la participación directa y personal del juez


durante la audiencia no solo le permitirá escuchar y dialogar
con las personas que han intervenido en ella, sino además
observar la conducta y lenguaje corporal de las partes
(reacciones, gestos, expresiones, vacilaciones, etc.), de los
que puede extraer algunas conclusiones. Pero sobre todo, la
inmediación es fundamental durante la actuación probatoria,
pues la percepción directa de toda la actividad probatoria
ayudará al juez a formarse su propia convicción sobre los
hechos y a valorar la prueba de acuerdo a lo que ha percibido
durante su actuación. Así pues, la inmediación es un
instrumento muy importante para el descubrimiento de la
verdad en el proceso, debido a que brinda al juez un
conocimiento más directo y exacto sobre la situación fáctica
discutida. Por esta razón, si el juez no participa de forma
activa en las audiencias y solamente se avoca al conocimiento
de los hechos a través de los documentos, traerá como
consecuencia un pronunciamiento fragmentado que puede no
estar ajustado a la realidad211.

De todo lo expuesto, es evidente que la presencia de


ambos principios es fundamental para el esclarecimiento de
los hechos dentro del proceso laboral y el logro de una
sentencia justa basada en hechos veraces. Y es que, tanto la

210
Vid. PASCO COSMÓPOLIS, Mario. Op. cit. pp. 96-99.
211
DUCE, Mauricio [et al]. “Reforma de los Procesos Civiles Orales: consideraciones
desde el debido proceso y calidad de la información”. En: ARIZA, María Jesús [et al.].
La modernización de la justicia civil [en línea]. PEREIRA CAMPOS, Santiago (coord.).
Uruguay: Facultad de Derecho de la Universidad de Montenvideo, 2011. Consultado el
18 de agosto de 2016. Disponible en: http://biblioteca.cejamericas.org/bitstream/
handle/2015/4623/modernizacionjusticiacivil.pdf?sequence=1&isAllowed=y. pp. 208-
209 y 217. PEREIRA CAMPOS, Santiago. “Mecanismos legales para garantizar la
efectiva aplicación del principio de inmediación en el proceso por audiencias”. En:
ARIZA, María Jesús [et al.]. La modernización… Op. cit. p. 268. PASCO
COSMÓPOLIS, Mario. Op. cit. pp. 96-99. HUAMÁN ESTRADA, Elmer [et al.]. Op.
cit. pp. 33-34. También MALCA GUAYLUPO, Víctor. Op. cit. p. 110-112.

155
oralidad como la inmediación son piezas clave durante la
actuación de la prueba de la audiencia de juzgamiento, ya que
en esta etapa del proceso las partes actúan los medios
probatorios que respaldan los hechos alegados por ellas de
forma oral y en presencia del juez. Por lo que, esta cercanía
directa del juez con las partes, los hechos y los medios de
prueba, le ayuda a conocer lo que realmente ha ocurrido entre
las partes, pudiendo incluso obtener mayor información de
ellas a través del interrogatorio; además de poder observar
sus actitudes y su comportamiento durante la actuación de las
pruebas. De esta forma, el órgano jurisdiccional formará su
convicción sobre la base de lo visto y oído en la audiencia y
no únicamente de lo que obtenga de los documentos escritos
ofrecidos como prueba; emitiendo, en consecuencia, un
pronunciamiento más ajustado a la realidad de los hechos.

c) Los poderes del dirección del juez:

La NLPT le asigna al juez un rol protagónico dentro del


proceso laboral (Art. III del título preliminar). Esto ha supuesto un
cambio significativo en la visión del juez laboral, pues bajo la
antigua norma procesal aquel no cumple un papel muy activo
dentro del proceso.

Pero no basta que la NLPT coloque al juez como protagonista


del proceso. Para hacer efectivo este rol, el juez necesita estar
dotado de mayores facultades que le permitan tener una
participación más activa en el proceso y frente a las partes,
especialmente dentro de las audiencias. Es así que, por ejemplo,
impulsa el desarrollo del proceso, tiene la potestad de impedir y
sancionar conductas contrarias al deber de probidad, lealtad, buena
fe y veracidad, así como de sancionar la temeridad o mala fe
procesal, puede también solicitar prueba de oficio. No obstante, la
principal innovación de la norma procesal que confiere al juez un
amplio margen de actuación en el proceso es la potestad de
interrogar a las partes y a los que intervengan en la audiencia de
forma libre y sin fórmulas pre constituidas.

156
De otro lado, la NLPT también le ha otorgado la facultad
para interpretar la inconducta de las partes en la actividad
probatoria (Art. 29°) y para proveerse de los medios de convicción
que considere indispensables para el esclarecimiento de la verdad.
Lo que busca la nueva ley procesal es que los jueces tengan un
mayor protagonismo en la solución del conflicto laboral, que sean
verdaderos directores del proceso. Pero para que todo ello sea
posible, se necesita que en el proceso prime la oralidad y que exista
inmediación, pues solo así el juez podrá participar activamente
dentro del desarrollo del proceso con todos sus poderes y
facultades212.

Entonces, el otorgamiento de mayores facultades al juez se


condice con el objetivo de alcanzar una verdad procesal más
ajustada a la realidad empírica. Aunque, de toda la gama de
poderes que se le han atribuido al juez únicamente nos referiremos
aquí a las facultades de instrucción.

En líneas generales, el juez cuenta con dos tipos de poderes


en el proceso: los de dirección formal, que le permiten impulsar las
diversas etapas procesales, tener el control de las audiencias, vigilar
las garantías legales del proceso, entre otras facultades; y, los
poderes de dirección material o de instrucción, que le facultan a
ordenar la prueba que pueda ser requerida para la emisión de la
decisión. En tal sentido, el juzgador no es ni puede ser un sujeto
pasivo; por el contrario, debe contar con amplios poderes dentro
del proceso pero sujetos siempre a la Constitución y a las leyes. Es
decir que en su actuar se encuentra obligado a respetar las garantías
constitucionales y los derechos fundamentales; siendo que, por lo
menos, se debe respetar: la garantía de ser oído, la de defensa y la
de una efectiva contradicción de los medios de prueba213.

212
ALARCÓN SALAS, Magaly [et al.]. Comentarios… Op. cit. pp. 42-43.
213
CARVAJAL RAMÍREZ, Diana. “La oralidad y su relación con los poderes de
instrucción que tiene el juez dentro del proceso”. En: Conocimiento, prueba, pretensión
y oralidad. TARUFFO, Michele y CARVAJAL RAMÍREZ, Diana. Lima: ARA, 2009.
pp. 98-103-107. Puede verse también LANDONI SOSA, Ángel. “Activismo y
garantismo en un proceso civil moderno”. En: ARIZA, María Jesús [et al.]. La
modernización… Op. cit. p. 312.

157
Corresponde a las partes indicar y definir los hechos que
sustentan sus pretensiones y defensas; y, además, de entre todos los
hechos relevantes que han alegado determinar cuáles necesitarán
ser probados. Por eso, una de las garantías fundamentales que
tienen las partes dentro del proceso es el derecho a la prueba. Sin
embargo, la actividad que realizan éstas puede no ser suficiente
para que el juez llegue a descubrir la verdad de todos los hechos
relevantes al caso. Es más, muchas veces las partes pueden tener
razones para encubrir, manipular o tergiversar la verdad de los
hechos; o incluso no siendo así éstas suelen no encontrarse en
igualdad de condiciones culturales o económicas. Siendo pues que,
puede existir una parte débil (como el trabajador) cuyos recursos
son escasos y que, por tanto, se ve limitada para invertir en la
recolección de evidencia, a comparación de la otra parte que sí
podría gastar más recursos. Por lo que, el desequilibrio entre las
partes procesales podría afectar el conocimiento de la verdad.
Entonces, si se dejara exclusivamente en manos de las partes la
actividad probatoria, la probabilidad de descubrir la verdad sería
muy baja214.

En este orden de ideas, dado que el objetivo del proceso es


alcanzar una decisión justa, basada en la reconstrucción veraz de
los hechos, es necesario que, sin dejar de reconocer los derechos y
poderes que tienen las partes para realizar actividad probatoria, se
otorgue al juez un papel activo en el esclarecimiento de los hechos
del proceso. En otras palabras, la aportación de pruebas
corresponde -en principio- a las partes pero se puede atribuir
iniciativa probatoria al juez, siempre que el papel que juegue éste
en la recolección de la evidencia sea suplementario al de las partes.
De modo que, no puede excluirlas ni tomar su lugar; por el
contrario, solamente hará uso de esta facultad cuando considere que
las partes no presentaron evidencia suficiente o toda la
disponible215.

214
TARUFFO, Michele. “Recolección y presentación de evidencia en el litigio civil:
tradiciones culturales y tendencias teóricas”. En: Conocimiento, prueba… Op. cit. pp.
39-40 y 57-59.
215
TARUFFO, Michele. “Recolección y presentación… Op. cit. pp. 61-64. SIMÓN,
Luis María. “Aplicación de los principios dispositivo e inquisitivo en los modernos
procesos civiles por audiencias”. En: ARIZA, María Jesús [et al.]. La modernización…
Op. cit. pp. 351-352.

158
Un juez al que se le atribuye facultades de oficio para
decretar la realización de prueba cumple un rol activo en el proceso
pero eso no significa que sea inquisitivo o autoritario, pues deberá
ejercer sus poderes dentro del proceso sin mermar los poderes y
derechos atribuidos a las partes. Además, el límite para ejercer esta
facultad son los hechos alegados por las partes, no pudiendo
incorporar hechos materiales no invocados en el proceso. En tal
sentido la iniciativa probatoria del juez está sujeta a ciertos
límites216:

a) Solamente se podrá ejercitar esta facultad sobre hechos que


hayan introducidos las partes y requieran ser probados por ser
controvertidos. De modo que, el juez no puede aportar prueba
sobre hechos que no han sido invocados en el proceso por las
partes. Y es que el juez no puede realizar por vía indirecta (a
través de la introducción de medios probatorios) aquello que
le está prohibido hacer por vía directa (el aporte de hechos).

b) También deberá respetar el contradictorio y el derecho de


defensa de los litigantes cuando ordene la prueba.

En consecuencia, el rol del juez en materia probatoria es


activo, pero ello no supone una ruptura del principio dispositivo, ya
que son las partes quienes proporcionan los hechos al juez y la
prueba de oficio se encuentra limitada a los hechos aportados y
controvertidos por las partes. Por ende, el órgano jurisdiccional no
puede verificar la existencia de hechos no afirmados por los
litigantes o por los terceros intervinientes; así como tampoco puede

216
CARVAJAL RAMÍREZ, Diana. “La oralidad y su relación… Op. cit. p. 104.
SIMÓN, Luis María. “Aplicación de los principios… Op. cit. p. 355. PEREIRA
CAMPOS, Santiago. “El proceso civil ordinario por audiencias: la experiencia uruguaya
a 20 años de la implementación de la reforma”. En: ARIZA, María Jesús [et al.]. La
modernización… Op. cit. p. 669. Entonces, se puede atribuir iniciativa probatoria al
juez siempre que se limite a los hechos discutidos en el proceso, -protegiendo así el
principio dispositivo-, a las fuentes probatorias que ya consten en la causa –impidiendo
con ello que se vulnere la imparcialidad del juez-, y se permita el ejercer el derecho de
defensa a los litigantes. Con estos tres límites se evita la figura del juez autoritario.
PICÓ I JUNOY, Joan. “El derecho procesal entre el garantismo y la eficacia: Un debate
mal planteado”. En: QUIROGA LEÓN, Anibal [et al]. El proceso civil: problemas
fundamentales del proceso. CÓRDOVA SCHAEFER, Jesús (ed.). RAE
JURISPRUDENCIA. Lima: EBC, 2011. pp. 24- 26.

159
indagar acerca de la veracidad o falsedad de un hecho afirmado por
una parte y admitido por la contraria217.

4.3. Hacia una flexibilización de la congruencia sobre la causa de


pedir de la pretensión de despido nulo: primacía de lo oral
sobre lo escrito.

Se ha dicho antes que, a pesar de los mayores poderes atribuidos al


juez dentro del proceso laboral, éste sigue siendo un proceso de tipo
dispositivo, aunque atenuado o –si se prefiere- cuasi inquisitivo. En
consecuencia, al mantenerse vigente el principio dispositivo en el nuevo
proceso laboral también lo está el principio de congruencia. Lo que
significa que solamente las partes son quienes pueden aportar los hechos
al proceso y, por tanto, el juez debe emitir su pronunciamiento en base a
los hechos alegados oportunamente por las partes en los plazos
establecidos por la ley.

Entonces, prima facie, no cabría la posibilidad que el juez


fundamentara su sentencia en hechos constitutivos de la pretensión que
no hubieran sido alegados por el demandante, aun cuando éstos
resultaran de la prueba practicada en el proceso. Y menos resolver la
cuestión de fondo basándose en una causa petendi distinta a la que fue
invocada por el demandante en su demanda; toda vez que con ello se
estaría vulnerando el principio dispositivo y, consecuentemente, la
congruencia procesal.

Sin embargo, ¿sería posible la flexibilización del principio de


congruencia en cuanto a los hechos constitutivos de la causa de pedir de
la pretensión de despido nulo, o es que acaso el juez nunca podrá
excederse de los hechos invocados por el demandante?

Para dar respuesta a esta interrogante primero se analizará si cabe


la posibilidad de flexibilizar el principio de congruencia dentro del
proceso en general. Para luego, en base a ello, determinar si dentro del
proceso laboral de despido nulo el juez puede flexibilizar la congruencia
sobre los hechos de la causa de pedir de la pretensión de nulidad y en qué
medida.

217
LANDONI SOSA, Ángel. “Activismo y garantismo…” Op. cit. pp. 316-319.

160
4.3.1. Flexibilización de la congruencia en el proceso judicial.

En virtud al principio de congruencia, entonces, el juez


solamente puede basar su pronunciamiento sobre la pretensión
oportunamente deducida por el demandante, y la oposición
formulada por el demandado en cuanto la delimita; así como en los
actos procesales que constituyan una modificación admisible por la
ley, como se vio anteriormente.

Sin embargo, hoy en día se reconoce a nivel doctrinario y


jurisprudencial la posibilidad de flexibilizar el principio de
congruencia. Sobre este punto son principalmente interesantes los
estudios realizados por MABEL DE LOS SANTOS acerca de la
flexibilización de la congruencia en el proceso civil; quien incluso
ha analizado este fenómeno en relación con el Código procesal
civil peruano.

En este orden de ideas, afirma esta jurista argentina que el


principio de congruencia no tiene carácter absoluto, ya que admite
excepciones o flexibilizaciones bajo determinadas condiciones. La
razón de ello estriba en que el juez tiene la obligación de asegurar
la efectividad del derecho y las garantías constitucionales en su
conjunto. Por lo que, en ciertas situaciones para arribar a una
solución más justa del conflicto es necesario hacer excepciones a la
congruencia (flexibilizarla); pero siempre que se respete el
principio de bilateralidad218.

218
DE LOS SANTOS, Mabel. “Postulación …Op. cit. p. 92-93. DE LOS SANTOS,
Mabel. Flexibilización de la congruencia civil. Muestreo jurisprudencial. Disponible
en: http://facultad.pucp.edu.pe/derecho/wp- content/uploads/2015/04/Felexibilizaci
%C3%B3n-de-la-congruencia-civil.-Muestro-jurisprudencial-DE-LOS-SANTOS-M.-
.pdf. pp. 1-2. A favor de la flexibilización de la congruencia también a ENDERLE,
Guillermo. Op. cit. pp. 224-235. GOZAÍNI, OSVALDO. “El principio de congruencia
frente al principio dispositivo”. En: Revista peruana de Derecho Procesal. MONROY
GÁLVEZ, Juan (dir.). N° 11. Lima: Communitas, 2008. pp. 145 y ss. CAL
LAGGIARD, Maximiliano. “Principio de Congruencia en los Procesos Civiles”. En:
Revista de Derecho [en línea]. Año IX. Nº 17. pp. 11-24. Uruguay: Facultad de Derecho
de la Universidad de Montevideo, 2010. Consultado el 10 de Julio de 2016. Disponible
en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3271664. En este mismo sentido,
nuestro Tribunal Constitucional también ha reconocido que el principio de congruencia
no tiene un carácter absoluto, debiendo se razonablemente ponderado con el principio
iura novit curia, el cual adquiere especial relevancia en los procesos constitucionales.
STC N.º 02096-2009-PA/TC, emitida el 8 de julio de 2009.

161
En consecuencia, en casos excepcionales es menester
flexibilizar la congruencia; es decir, permitir al juez que se exceda
de los límites subjetivos, objetivos o fácticos establecidos por las
partes, para así garantizar una tutela jurisdiccional eficaz. No
obstante, esta flexibilización siempre deberá tener como límite el
respeto a la garantía de defensa219.

Existe una estrecha vinculación entre la congruencia y el


principio de bilateralidad o garantía de defensa en juicio (también
conocido como principio de contradicción), ya que si el juez se
pronunciara sobre una pretensión que no ha sido deducida, sobre
personas que no han sido parte o sobre hechos que no han sido
materia de debate se afectaría dicha garantía. Por tanto, el principio
de congruencia permite asegurar el derecho de defensa; no
obstante, esto no es óbice para que en determinadas situaciones
excepcionales se flexibilice la congruencia, en aras de lograr una
solución más justa al conflicto y asegurar así otras garantías
constitucionales, específicamente la tutela judicial efectiva. De
hecho, en los ordenamientos procesales existen excepciones
legisladas al principio de congruencia, que buscan dotar de
instrumentos al juez para armonizar los principios y las garantías
vinculadas al debido proceso. En el Código procesal civil peruano,
por ejemplo, se puede observar la flexibilización de la congruencia
en cuanto al objeto en los artículos 683°, 685° y 687°, los cuales
contienen previsiones que permiten al juez disponer, incluso de
oficio, medidas cautelares distintas de la que hubiera sido
solicitada, si así lo exige la naturaleza de las cosas. En cuanto a los
sujetos de la pretensión el Art. 102° y 105° del CPC, permiten al
juez condenar en la sentencia a personas que no fueron
originalmente demandas por el actor. Y con relación al elemento
fáctico la flexibilización se aprecia cuando el ordenamiento
procesal admite la introducción de hechos ocurridos con
posterioridad a la etapa postulatoria durante el curso del proceso220,

219
DE LOS SANTOS, Mabel. Flexibilización …Op. cit. p. 15.
220
DE LOS SANTOS, Mabel. “Postulación … Op. cit. pp. 93-94 y 97-99. DE LOS
SANTOS, Mabel. “Los hechos en el proceso y la flexibilización del principio de
congruencia”. En: DÍAZ, Clemente [et al.]. Los hechos en el proceso civil. MORELLO,
AUGUSTO (dir.). Buenos Aires: La Ley, 2003. p. 63. DE LOS SANTOS, Mabel.
Flexibilización … Op. cit. p. 2 y 6.

162
como sucede en el caso de los hechos nuevos (Art. 429° y 374° del
CPC).

Es necesario hacer una digresión en este punto para dejar en


claro que, aunque la congruencia tenga una íntima conexión con el
principio de contradicción, lo determinante para que exista
congruencia no es el hecho que una cuestión haya podido ser o no
debatida en el proceso, sino que ésta haya sido introducida por la
actividad de las partes y no de oficio por el juez221. De ahí que la
congruencia tiene su fundamento en el principio dispositivo. Si el
juez resolviera sobre petitorios que no han sido solicitados por las
partes o sobre hechos que no han sido objeto del debate por las
partes dentro del proceso, la sentencia será incongruente no porque
determinado pedido o hecho no pudo ser discutido por la otra parte,
sino simplemente porque no fue alegado por ninguno de los
litigantes. No obstante, esto no significa que el pronunciamiento
judicial, además de incongruente, no sea también vulneratorio del
derecho de defensa. Precisamente, por esa íntima conexión entre
congruencia y derecho de defensa es que la flexibilización que se
haga de aquella no debe irrespetar esta garantía constitucional.

La doctrina y jurisprudencia nacional no son ajenas a este


fenómeno, así HURTADO REYES también ha estudiado la
flexibilización de la congruencia, trabajo que ha servido de apoyo a
los órganos jurisdiccionales del Poder Judicial peruano para la
elaboración del Tercer Pleno Casatorio Civil en materia de familia,
llevado a cabo en la ciudad de Lima el 10 de diciembre de 2010, en
el que luego se dictó la Casación N° 4664-2010- Puno222; en la cual
se sienta como precedente judicial vinculante la posibilidad de
flexibilizar algunos principios procesales como la congruencia en
aquellas materias donde el juez tenga facultades tuitivas.

221
ASENCIO MELLADO, José María. Op. cit. p. 200.
222
Casación N° 4664-2010-Puno, de fecha 18 de marzo de 201, dictada en el Tercer
Pleno Casatorio Civil realizado por las Salas Civiles Permanente y Transitoria de la
Corte Suprema de la República del Perú. Consultado el 09 de agosto de 2016.
Disponible en: https://www.pj.gob.pe/wps/wcm/connect/45efab0047ebd8ee8 b59ef1
f51d74444/TERCER+PLENO+CASATORIO+CIVIL.pdf?MOD=AJPERES&CACHEI
D=45efab0047ebd8ee8b59ef1f51d74444.

163
Señala así este reconocido procesalista peruano que el
principio de congruencia en su forma rígida impone al juez la
obligación de pronunciarse únicamente sobre las pretensiones, los
hechos y sujetos involucrados en el proceso, no pudiendo omitir,
variar o excederse en su decisión con respecto a estos tres
elementos. Sin embargo, en determinadas situaciones este principio
tiende a ceder dentro del proceso, aplicándose de manera menos
rigurosa y rígida para el otorgamiento eficaz de la tutela judicial
solicitada. Y es precisamente en este tipo de situaciones cuando nos
encontramos ante la flexibilización de la congruencia. La
flexibilización de la congruencia implica, entonces, un
apartamiento del juez de los rígidos cánones que impone este
principio, aunque ello no supone dar carta libre al órgano
jurisdiccional para la adopción de decisiones arbitrarias, no
discutidas o antojadizas, en las que se aparte de lo peticionado por
las partes sin justificación alguna. Todo lo contrario, aquella debe
desarrollarse en un contexto de pleno respeto de los derechos
fundamentales de naturaleza procesal de las partes223.

Entonces, actualmente la figura de la flexibilización de la


congruencia ya no es un tabú, pues la doctrina la acepta como una
forma adecuada para conceder la tutela judicial efectiva que piden
las partes. Sin embargo, siempre debe tenerse presente que la
flexibilización de este principio, ya sea respecto de los sujetos, del
objeto o los hechos del proceso, solamente será admisible si con
ello no se afecta la igualdad de las partes en el proceso, la defensa
en juicio, o cualquier otra garantía del debido proceso224.

223
HURTADO REYES, Martín. “Soltando las Rígidas Formas. El Principio de
Congruencia Procesal y su Flexibilización en el Tercer Pleno Casatorio Civil”. En:
Tercer Pleno Casatorio Civil [en línea]. Lima: Fondo Editorial del Poder Judicial, 2010.
Consultado el 09 de agosto de 2016. Disponible en: https://www.pj.gob.pe/
wps/wcm/connect/1ca71e004a1e6356a681ee91cb0ca5a5/III+Pleno+Casatorio+Civil.pd
f?MOD=AJPERES. p. 84 En el mismo sentido, Toledo Toribio señala que existen
excepciones al principio de congruencia que se justifican por la necesidad de garantizar
la vigencia del derecho a la tutela jurisdiccional efectiva (Art. 139.3 de la Constitución)
dentro de un Estado democrático y social de Derecho. Y a estas excepciones que se
hacen al principio se les ha denominado hipótesis de flexibilización del principio de
congruencia, TOLEDO TORIBIO, Omar. “El petitorio implícito … Op. cit. p. 14.
224
HURTADO REYES, Martín. “Soltando las Rígidas Formas … Op. cit. pp. 95-96.
DE LOS SANTOS, Mabel. “Postulación y flexibilización … Op. cit. pp. 95-97.

164
De los elementos de la pretensión que podrían flexibilizarse,
interesa únicamente centrarse en la posibilidad de flexibilizar la
congruencia causal. Concretamente, interesa determinar si el juez
podría pronunciarse sobre hechos constitutivos no invocados
oportunamente por el demandante como sustento de su pretensión,
o como hechos nuevos.

En la legislación argentina el Código Procesal Civil y


Comercial de la Nación (CPCCN), prevé una excepción a la
congruencia fáctica de la sentencia al disponer en su Artículo 163°,
inciso 6, que “(…) La sentencia podrá hacer mérito de los hechos
constitutivos, modificativos o extintivos, producidos durante la
sustanciación del juicio y debidamente probados, aunque no
hubiesen sido invocados oportunamente como hechos nuevos”225.

MABEL DE LOS SANTOS226 señala que esta norma procesal se


fundamenta en razones de economía procesal y de eficacia de la
sentencia, pues con ello se permitirá actualizar las cuestiones
fácticas que debe regular la sentencia. En principio, por regla
general, los hechos no alegados por las partes no son objeto de
prueba, ni pueden ser considerados en la sentencia, ya que ésta
recae únicamente sobre los hechos afirmados por las partes como
sustento de su pretensión o su defensa. Precisamente por eso, la
norma procesal en cuestión busca flexibilizar la congruencia ante la
presencia de hechos sobrevinientes, permitiéndole al juez
considerar de oficio en la sentencia aquellos hechos relevantes para
resolver el litigio ocurridos durante el curso del proceso que
resulten de la prueba practicada, aunque no hubieran sido
invocados oportunamente por las partes como hechos nuevos. En
otras palabras, se habilita al juez para merituar en la sentencia

225
Ley 17.454, Código Procesal Civil y Comercial de la Nación [en línea]. Buenos
Aires, 18 de agosto de 1981. Boletín Oficial, 27 de agosto de 1981. Disponible en:
http://www.saij.gob.ar/buscador/codigos.
226
DE LOS SANTOS, Mabel. Flexibilización … Op. cit. pp.8-9. DE LOS SANTOS,
Mabel. “Postulación … Op. cit. pp. 99 y 101. DE LOS SANTOS, Mabel. “Los hechos
en el proceso … Op. cit. pp. 66-67. Por el principio dispositivo son las partes quienes
deben introducir el material fáctico sobre el cual habrá de decidir el juez; pero, dicha
aportación debe realizarse dentro de los tiempos procesales previstos por la ley. Sin
embargo, no puede llegarse a un rigorismo formal, e impedir que se consideren en la
sentencia hechos que surjan durante la tramitación del proceso y que se hallen probados.
ENDERLE, Guillermo. Op. cit. pp. 224-233.

165
hechos que no fueron invocados por las partes en los escritos de
constitución del proceso si éstos resultan de la producción de las
pruebas. Sin embargo, evidentemente esta flexibilización que
realice el juez deberá respetar el derecho de defensa de las partes.

Desafortunadamente, no existe en nuestro ordenamiento


procesal una norma similar a la contenida en el Art. 163.6 del
CPCCN, que permita al juez considerar de oficio los hechos
acaecidos durante el transcurso del proceso y que se hagan
evidentes como resultado de las pruebas practicadas. Por lo que, en
principio, el pronunciamiento de oficio por parte del juez sobre
estos “hechos sobrevinientes” devendrá en la emisión de una
sentencia incongruente; debido que aquel se encuentra prohibido de
excederse de los límites facticos establecidos en su debida
oportunidad por las partes. Siendo que, la única excepción
legalmente prevista a la congruencia fáctica es aquella que permite
introducir los hechos nuevos (Art. 429° del CPC y Art. 21° de la
NLPT) fuera de los plazos previstos en la ley, siempre y cuando
éstos sean incorporados por los litigantes.

Sin embargo, MABEL DE LOS SANTOS, comentando el Art.


163. 6 del CPCCN en relación al ordenamiento procesal civil
peruano, manifiesta que: “no obstante no hallarse expresamente
legislado en el Código Peruano, el instituto resulta de utilidad al
permitir el dictado de sentencias actuales con relación a los hechos
de la causa”. Más aún porque siendo el proceso civil peruano un
proceso por audiencias, la incorporación de hechos sobrevinientes
resulta natural y regular dentro de la audiencia de pruebas,
respetando siempre el debido contradictorio. En este sentido,
además de los supuestos legislados de flexibilización de la
congruencia, en los que se busca compatibilizar la disponibilidad
de los derechos y la garantía del derecho de defensa, con la
eficacia del proceso para obtener una tutela efectiva, existe una
multiplicidad de situaciones no legisladas que obligarán a los
jueces a analizar la necesidad de flexibilizar la congruencia227.

227
DE LOS SANTOS, Mabel. “Postulación … Op. cit. pp. 99-100.

166
Coincide con esta opinión HURTADO REYES al reconocer que
existen supuestos de flexibilización legislados y no legislados.
Evidentemente, los casos de flexibilización que menos problemas
generan son los que se encuentran autorizados por una disposición
legal (ope legis), porque emanan de la ley. La situación
problemática se presentará, en cambio, en aquellos supuestos en los
que el juez debe apartarse de lo solicitado por las partes,
pronunciándose sobre algo no pedido en el proceso, para proteger
bienes jurídicos de mayor trascendencia que la observancia del
principio de congruencia. Se está aquí frente a una flexibilización
de la congruencia ope judicis, puesto que el juez la realiza sin
respaldo normativo alguno, pero en la necesidad de garantizar la
tutela judicial efectiva; aunque siempre que con ello no se afecte el
derecho de defensa228.

La flexibilización de la congruencia ope judicis puede hallar


su respaldo dentro de la jurisprudencia nacional en el precedente
judicial vinculante establecido en la Casación Nº 4664-2010-
PUNO, dictada en el Tercer Pleno Casatorio Civil. Según este
precedente, “en los procesos de familia, como en los de alimentos,
divorcio, filiación, violencia familiar, entre otros, el Juez tiene
facultades tuitivas y, en consecuencia, se debe flexibilizar algunos
principios y normas procesales como los de iniciativa de parte,
congruencia, formalidad, eventualidad, preclusión, acumulación de
pretensiones, en atención a la naturaleza de los conflictos que debe
solucionar (…)”.

Aunque la sentencia casatoria haya reconocido la posibilidad


de flexibilizar el principio de congruencia en relación a los
procesos de familia, esto no es impedimento para considerar que
también sea posible hacer excepciones a la congruencia dentro del
proceso laboral. Más aún cuando el Derecho laboral tiene un
carácter tuitivo del trabajador, teniendo el juez laboral la obligación
de velar por equilibrar la posición de las partes dentro del proceso y
asegurar que ambas se encuentren en igualdad de condiciones; lo
que muchas veces se traduce en la existencia de norma procesales

228
Describe, además, algunos supuestos legislados de flexibilización de la congruencia.
HURTADO REYES, Martín. “Soltando las Rígidas Formas … Op. cit. pp. 95-98. DE
LOS SANTOS, Mabel. “Postulación … Op. cit. p. 94.

167
que otorgan una protección al trabajador frente a situaciones en las
que el empleador se encuentra en una posición de superioridad. Así
lo reconoce también HURTADO REYES229 al sostener que, aunque el
Tercer Pleno Casatorio Civil solamente analiza la flexibilización de
la congruencia dentro de los procesos vinculados al Derecho de
familia, este no es el único ámbito en el que el que es posible la
flexibilización de la congruencia, ya que también se puede apreciar
en el proceso laboral (por ejemplo con la sentencia ultra petita), en
el contencioso administrativo, en el proceso constitucional e
incluso en el proceso civil -donde la congruencia es inflexible-
cuando se trata de resolver cuestiones en las que se debe proteger
derechos de mayor trascendencia.

En la misma línea, PISFIL CAPUÑAY señala que “los


principios procesales clásicos, si bien funcionan correctamente en
su concepción original, resultan siendo un obstáculo para
materializar derechos que por su naturaleza especial (derechos
fundamentales, sociales y económicos) exigen su excepcional y
ponderada flexibilización (atenuación, resquebrajamiento,
distensión, aligeramiento, morigeración o quebrantamiento)”230.

En consecuencia, es posible –y hasta necesaria- la


flexibilización del principio de congruencia en el proceso laboral,
por cuanto dentro de él cual se ventilan derechos de naturaleza
social, como lo es el derecho al trabajo. Lo que corresponde ahora
es analizar y determinar en qué casos se puede flexibilizar la
congruencia ope judicis dentro del proceso laboral de nulidad de
despido respecto de los hechos que sustentan la pretensión.
Estableciendo, además, cuáles serían los límites dentro de los
cuales se habría de manejar el juez para no vulnerar el derecho de
defensa del demandado.

HURTADO REYES, Martín. “Soltando las Rígidas Formas … Op. cit. pp. 96-98
229
230
PISFIL CAPUÑAY, Oswaldo. “Flexibilización de Principios Procesales Clásicos”.
Ensayo preparado para la Academia de la Magistratura. Lima, abril 2013. cit. por
TOLEDO TORIBIO, Omar. “El petitorio implícito…” Op. cit. p. 14.

168
4.3.2. Flexibilización de la congruencia sobre los hechos de la
causa de pedir de la pretensión de despido nulo.

Se ha señalado líneas arriba que el principio de congruencia


admite ser flexibilizado en casos excepcionales. Esta flexibilización
puede encontrarse regulada en la ley o, por el contrario, no estar
prevista en ninguna norma, pero ser realizada por el juez para poder
garantizar la tutela judicial efectiva, siempre que se respete el
derecho de defensa.

Concretamente, dentro del proceso laboral podemos observar


una excepción legal al principio de congruencia respecto al petitum,
prevista en la NLPT en el Art. 31°, en cuanto permite al juez emitir
un fallo ultra petita, otorgando al trabajador más de lo que ha
pedido en los casos donde ha existido un error en el cálculo del
monto demandado o error en la invocación de la norma aplicable al
caso. Pero a través de la doctrina y jurisprudencia también se ha
reconocido un supuesto de flexibilización de la congruencia no
legislado, y por tanto ope judicis, conocido como petitorio
implícito231, en virtud del cual el juez puede otorgar al trabajador
un pedido que no ha solicitado expresamente en su demanda, si éste
aparece implícitamente en hechos de forma clara y concreta.

En este orden de ideas, si dentro del proceso laboral se ha


permitido hacer excepciones (legisladas y no legisladas) al
principio de congruencia en cuanto al objeto de la pretensión,
podría hacerse lo propio en relación a los hechos que constituyen el
fundamento o título jurídico de la pretensión invocada. Entonces, a
pesar de no existir una norma expresa que lo autorice, sería factible
pensar en la posibilidad de flexibilizar la congruencia causal dentro
del proceso laboral de despido nulo para permitir al juez emitir
sentencia sobre la base de hechos no alegados por el demandante.

Consideramos pues que existen dos razones por las que se


hace necesario admitir la flexibilización de la congruencia causal
en el proceso laboral, y en especial, en el proceso de nulidad de
despido.

231
TOLEDO TORIBIO, Omar. “El petitorio implícito … Op. cit. pp. 14-15.

169
La primera de ellas tiene que ver con la naturaleza jurídica
del Derecho sustantivo al que sirve de instrumento el Derecho
procesal laboral.

El proceso judicial no es un fin en sí mismo, sino un


instrumento que tiene como finalidad garantizar la efectividad del
derecho sustantivo. Este carácter instrumental del Derecho procesal
implica, por tanto, que para cumplir eficazmente dicha finalidad
debe adaptarse a la particular naturaleza del que es su objeto. En
otras palabras, debe adaptarse a la naturaleza del derecho sustancial
y, en consecuencia, asumir técnicas y valerse de los institutos que
sean más idóneos para la garantía del mismo232.

El Derecho del trabajo no se puede catalogar enteramente


bajo una de las dos tradicionales ramas del derecho: público y
privado, debido a que en el Derecho laboral se dan elementos de
ambos Derechos, aunque con caracteres pronunciados de Derecho
público. En este sentido, es un Derecho privado en cuanto a la
regulación del contrato de trabajo, ya que en él rige la voluntad
individual de las partes; pero también es un Derecho público en
cuanto existen normas que regulan la intervención del Estado por
motivos de interés social. El Derecho del trabajo es un Derecho
tutelar del débil, en donde el interés privado “cede ante
consideraciones más superiores del interés general”. De este modo,
algunos autores se inclinan por sostener que el Derecho laboral
tiene naturaleza mixta o dual (pública y privada), mientras que
otros terminan por concebirlo como un Derecho social que no
pertenece a ninguna de las dos grandes ramas del Derecho,
mediante el cual se busca proteger a las clases más débiles de la
sociedad; siendo un Derecho de carácter tuitivo233.

Sea que se le considere como una rama autónoma del


Derecho o con una naturaleza mixta, lo que importa resaltar es el
hecho que el Derecho laboral no es un Derecho estrictamente
privado, pues si bien la relación de trabajo entre el empleador y el

232
CAPPELLETTI, Mauro. El proceso civil … Op. cit. pp. 31-32.
233
Por todos Vid. GARCÍA OVIEDO, Carlos. Tratado elemental de Derecho social. 6ª
ed. Madrid: E.I.S.A., 1954. pp. 1-13. CAPÓN FILAS, Rodolfo y GIORLANDINI,
Eduardo. Diccionario de derecho social. Derecho del trabajo y la seguridad social:
relación individual de trabajo. Argentina: Rubinzal y Culzoni, 1987. pp. 144-146.

170
trabajador es privada, también interviene en ella el Estado a través
de algunas instituciones, o a través de normas favorables al
trabajador. A diferencia del Derecho civil que es netamente un
Derecho privado, el Derecho laboral busca proteger a la parte más
débil de la relación laboral, que es el trabajador, por ser éste quien
se encuentra en relación de subordinación respecto del empleador.
Es por eso que este Derecho tiene una naturaleza social.

De este modo, la regulación del proceso civil no es ni puede


ser igual a la del proceso laboral, lo que no significa que ambos no
se encuentren estructurados sobre los postulados básicos de la
teoría general del proceso y de los principios aplicables a todo
proceso. Pero, en la medida que el Derecho procesal laboral tiene
que adaptarse a las particularidades del Derecho laboral para poder
garantizar su cumplimiento eficaz, debe contemplar principios e
institutos jurídicos favorables al trabajador dentro del proceso que
permitan compensar la desigualdad material existente entre el
empleador y trabajador, sin que ello suponga un desmedro del
empleador. Así, por ejemplo, en el proceso laboral se aplican
principios como el de primacía de la realidad, irrenunciabilidad de
derechos y el principio protector (en sus diversas manifestaciones);
o la inversión de la carga de la prueba a favor del trabajador como
regla general (a excepción del proceso de nulidad de despido).
Asimismo, se otorga al juez mayores facultades en la dirección del
proceso, especialmente en materia de prueba.

A todo esto ha de añadirse el hecho que en el proceso laboral


de despido nulo es donde más se observa la superioridad del
empleador sobre el trabajador. En efecto, a través de este tipo
proceso el trabajador denuncia la existencia de una causa ilícita de
despido; es decir, pretende que se declare la nulidad del despido
por haberse basado éste en un motivo prohibido en tanto
vulneratorio de los derechos constitucionales del trabajador. El
problema, sin embargo, es que –generalmente- el hecho lesivo se
encuentra encubierto por el empleador bajo la apariencia de una
causa justa. Por lo que, es sumamente complicado descubrir la
intención lesiva del empleador, pues ésta difícilmente se encontrará
plasmada en un documento escrito. Así pues, en muchas ocasiones
el trabajador desconoce parte de los hechos que pueden servir para
sustentar su pretensión; los cuales se encuentran bajo el dominio

171
del empleador y que rara vez los pondrá de manifiesto a través de
su escrito de contestación a la demanda.

Así pues, en la medida que los hechos que han constituido la


real causa del despido generalmente se encuentran en la esfera de
conocimiento del empleador, se hace necesaria la flexibilización de
la congruencia de la causa de pedir de la pretensión de despido
nulo, permitiendo al juez tomar en consideración en su sentencia
hechos no alegados por el trabajador en su demanda pero que
resultan revelados durante las actuaciones orales producidas en la
audiencia de juzgamiento.

De lo dicho precedentemente se hace evidente que la segunda


razón por la que se debe admitir la flexibilización de la congruencia
en cuanto a los hechos de la pretensión es por la presencia de la
oralidad en la audiencia de juzgamiento. Y es que, al no existir de
por medio algún pliego interrogatorio o formas rígidas a seguir, la
comunicación entre las partes y el juez durante la audiencia es
directa y también dinámica, lo que contribuye a que –voluntaria o
involuntariamente- se aporten al proceso elementos fácticos que
permiten reconstruir la verdad sobre lo realmente ocurrido y de los
cuales el juzgador no habría tenido conocimiento por el medio
escrito. Es pues dentro de un proceso oral donde existen mayores
posibilidades de descubrir si el empleador despidió al trabajador
por un motivo ilícito, ya que la oralidad dentro de la audiencia
propicia la declaración espontánea de las partes producto del
diálogo entre aquellas y con el juez. Es por eso que, la NLPT ha
dispuesto en su Art. 12.1. que el juez debe basar su sentencia
haciendo prevalecer las actuaciones orales de las partes sobre las
escritas. Precisamente, a través de esta disposición jurídica es que
se podría flexibilizar la congruencia sobre los hechos de la
pretensión. Razón por la cual merece un tratamiento más profundo.

En resumidas cuentas, se debe admitir poder hacer algunas


excepciones al principio de congruencia respecto a los hechos de la
pretensión de despido nulo, pues las verdaderas razones del despido
del trabajador solo son conocidas plenamente por el empleador,
quedando en el ámbito de conocimiento del trabajador –por lo
general- solamente algunos hechos configuradores del despido. Por
lo que, si durante la audiencia de juzgamiento producto del debate

172
oral entre las partes y de la interacción de éstas con el juez, las
partes aportan material fáctico adicional sobre la pretensión, el
órgano jurisdiccional no debería ser ajeno a esta situación,
debiendo tomarlos en consideración en la sentencia a pesar de no
haber sido alegados por el demandante en su demanda.

4.3.2.1. La prevalencia de lo oral sobre lo escrito como


instrumento para la flexibilización.

La oralidad en la audiencia de juzgamiento abre paso a


un proceso laboral más permeable y menos rígido en cuanto a
las formalidades, sobre todo en relación a la conducción de la
actividad probatoria, pues durante ésta el juez puede
interrogar a las partes, testigos o a cualquier otro interviniente
en cualquier momento y de forma libre.

Es claro entonces que, dentro de la audiencia la


oralidad es un método para producir información. Dicho con
otras palabras, propicia el intercambio de información, de
forma dinámica y efectiva, entre los sujetos procesales y el
juez, permitiéndole a este último conocer la controversia por
boca de las propias partes cuando exponen sus pretensiones y
contradicciones. Entonces, el juez escuchará directamente a
las partes e irá generándose una convicción progresiva sobre
los hechos en base a todo lo que aprecia durante la
audiencia234.

Precisamente, una de las principales innovaciones de la


NLPT, que consideramos marca un antes y un después en el
objetivo de lograr un proceso laboral en el que se alcance la
verdad, viene dada por el Art. 12.1 el cual establece el

234
ACEVEDO MENA, Roberto Luis. La Nueva Ley Procesal del Trabajo.
Comentarios, Jurisprudencia y Estadística. Lima: ECB Ediciones, 2013. p. 160-161.
Parte del libro compilado en el material de lectura del Pleno Jurisprudencial Nacional
Laboral del año 2013. Disponible en: https://www.pj.gob.pe/wps/wcm/connect/
38261080472f6623b5c4ff0b69dcafad/Tema+3.pdf?MOD=AJPERES&CACHEID=382
61080472f6623b5c4ff0b69dcafad. MARÍN, Felipe [et al]. “Reforma de los Procesos
Civiles Orales: consideraciones desde el debido proceso y calidad de la información”.
En: La modernización… Op. cit. pp. 197-198.

173
predominio de la oralidad en los procesos por audiencias;
como lo es el caso del proceso ordinario laboral.

Las audiencias laborales se desarrollan como un debate


oral de posiciones entre las partes presididas por el juez,
quien tiene además la potestad para interrogarlas en cualquier
momento, lo mismo que a sus abogados y los terceros que
participen de la audiencia. De ahí que, el Art. 12.1 de la
NLPT disponga la prevalencia de las exposiciones orales de
las partes y de sus abogados sobre las escritas, debiendo el
juez –además- dirigir las actuaciones procesales sobre la base
de aquellas y, del mismo modo, pronunciarse en la sentencia
considerando preferentemente lo expresado oralmente en las
audiencias que en lo que aparece escrito.

La prevalencia de las exposiciones orales sobre las


escritas no es una recomendación para el juez laboral sino
una regla de obligatorio cumplimiento. Su aplicación implica,
entre otras cosas, que si un tema planteado en la demanda no
se encuentra lo suficientemente claro, lo que se exprese
verbalmente en la audiencia será lo que determine su sentido
correcto. También de existir incoherencia entre lo escrito y lo
verbal, el juez deberá hacer primar esto último. Lo mismo
sucederá si en la audiencia se estableció determinados hechos
como ciertos o falsos, siendo que luego mediante un acto
procesal escrito no se puede pretender variar lo alegado
verbalmente. En tal sentido, no solo existe una prevalencia de
la oralidad sobre lo escrito, sino también se puede afirmar
que lo escrito se encuentra subordinado a lo oral235.

En consecuencia, la oralidad durante la audiencia de


juzgamiento es un instrumento de suma utilidad para la
obtención de información sobre los hechos. Precisamente,
esta función que cumple la oralidad en la audiencia de
juzgamiento es la que abre la posibilidad de plantear una
flexibilización de la congruencia sobre los hechos de la
pretensión en el proceso de despido nulo, pues el juez deberá

235
ÁVALOS JARA, Oxal. Comentarios a la Nueva Ley Procesal del Trabajo. Estudio y
Análisis crítico de la Ley 29497. Lima: Jurista Editores, 2011. p. 232.

174
emitir su sentencia privilegiando lo manifestado oralmente
por las partes en la audiencia de juzgamiento sobre aquello
alegado en los escritos postulatorios. Pero, claro está, con el
establecimiento de ciertos límites a esta flexibilización, ya
que la audiencia de juzgamiento no se puede convertir en la
oportunidad del trabajador de transformar la demanda y
vulnerar el derecho de defensa del demandado.

Dentro de este orden de ideas, se habrá de establecer en


qué casos es posible hacer excepciones al principio de
congruencia y cuáles serían los límites para hacerlo.

Lo primero que hay que hacer es distinguir en qué


momentos de la audiencia de juzgamiento el órgano
jurisdiccional deberá hacer primar lo oral sobre lo escrito al
momento de emitir su sentencia. Tenemos así que la
audiencia de juzgamiento concentra en un único acto cuatro
(4) etapas procesales: i) confrontación de posiciones, ii)
actuación probatoria, iii) alegatos y iv) sentencia; cada una de
las cuales tiene una finalidad específica. La primera de ellas
básicamente tiene por objeto que las partes expongan
oralmente ante el juez sus peticiones, así como los hechos en
que éstas se sustentan. Es decir que, las partes deben exponer
verbalmente los fundamentos de la demanda y de la
contestación. Luego, en la etapa de actuación probatoria los
litigantes buscan acreditar los hechos que han alegado como
sustento de las posiciones expuestas en la confrontación.
Acto seguido, en la etapa de alegatos, los abogados de las
partes expondrán oralmente ante el juez las razones por las
que debería fallar en un sentido favorable a ellas en mérito a
los hechos que han sido alegados y debidamente probados en
la audiencia. Y, finalmente, en la etapa de emisión de la
sentencia el juez se pronunciará sobre la pretensión
demandada; observando el principio de congruencia.

Vemos pues que, de estas cuatro etapas que componen


la audiencia de juzgamiento, las partes (o sus abogados)
solamente participan en las tres primeras, ya que la última
corresponde exclusivamente al juez, quien –por mandato del
Art. 21.1. en la NLPT- deberá pronunciarse sobre la base de

175
las exposiciones orales que las partes ha realizado durante
toda la audiencia. Pero, de las tres etapas procesales en las
que participan las partes, éstas proporcionan información
relevante al juez sobre los hechos de la pretensión solamente
durante la confrontación de posiciones y la actuación
probatoria, puesto que en la etapa de alegatos las partes
simplemente deben realizar un resumen de los hechos que
han sustentado su posición en relación con lo que se ha
logrado acreditar en la actuación probatoria.

Por tanto, corresponde analizar si el juez puede


flexibilizar la congruencia causal y basar su sentencia en
hechos no alegados o en hechos distintos a los alegados
(nueva causa petendi) por el demandante en su escrito de
demanda, pero que surgen como consecuencia del debate oral
producido entre las partes durante alguna de estas dos etapas
de la audiencia de juzgamiento.

A.- Durante la confrontación de posiciones:

Como se desarrolló en el Capítulo II, en esta etapa de la


audiencia de juzgamiento el juez primero concede la palabra
a la parte demandante, quien debe exponer sucintamente los
hechos que sustentan su pretensión, luego de lo cual cede la
palabra a la parte demandada para que haga lo propio con su
resistencia a la pretensión. Concluida esta exposición el juez
puede conceder nuevamente la palabra a las partes para hacer
aclaraciones o para absolver alguna duda que le haya surgido
al juez con ocasión de lo manifestado por las partes durante
su exposición sobre los hechos.

Entonces, la exposición oral de las posiciones de las


partes hace que el debate entre ellas sea mucho más fluido y
espontáneo, lo que puede conllevar a que en medio de la
discusión o como consecuencia del interrogatorio del juez, las
partes introduzcan hechos que no habían sido afirmados por
ellas en sus actos postulatorios. Por tanto, puede ocurrir que
durante la exposición oral de las partes (o de sus abogados),
de sus actuaciones complementarias producto del derecho de
réplica y dúplica, o de las aclaraciones que realicen frente a

176
una pregunta del juez, las partes aporten hechos referidos a la
pretensión que no habían sido puestos de manifiesto en la
demanda o en la contestación. Ante a esta situación, el juez
debería tomar en consideración en la sentencia estos hechos
aportados recién durante la etapa de confrontación de
posiciones como consecuencia de la oralidad.

Sin embargo, para que el juez pueda hacer una


excepción al principio de congruencia respecto a la causa de
pedir de la pretensión y, en consecuencia, considere en la
sentencia hechos no invocados por el demandante en la etapa
postulatoria, deberá tratarse de hechos que no hubieran
podido ser alegados por el demandante por serle
desconocidos si no fuera porque el demandado los introduce
durante la audiencia producto del debate oral o de su
interacción con el juez. En ese sentido, no cualquier hecho
aportado en la confrontación de posiciones podrá ser tomado
en cuenta por el juez en la sentencia, sino solamente aquellos
“hechos de nueva noticia”; entendiéndose por tales aquellos
hechos sobre los que el demandante no hubiera podido tener
conocimiento con anterioridad a la audiencia de juzgamiento
y de los cuales toma noticia recién durante su realización por
boca de la parte contraria. De modo que, estos hechos no
hubieran podido ser alegados por el demandante ni siquiera
como hechos nuevos236, en la medida en que toma
conocimiento de ellos recién dentro de la propia audiencia de
juzgamiento a través del demandado.

Definitivamente, es difícil pensar que el demandado


aporte hechos que redunden en su propio perjuicio, y más
bien en beneficio del demandante. Es evidente que, si acaso
el despido se ha basado en un motivo ilícito, el empleador se
cuidará mucho en no revelar dicha motivación dentro de su
escrito de contestación de demanda. Sucede, sin embargo,

236
Los hechos de nueva noticia son hechos no conocidos con anterioridad a los actos
postulatorios y de los cuales recién se descubre su existencia durante la audiencia de
juzgamiento. Sin embargo, no se pueden catalogar como hechos nuevos, pues no son
invocados por la propia parte a quien le benefician sino más bien son introducidos por la
parte contraria y que, precisamente, por no haber sido conocidos previamente por el
favorecido no pudieron ser invocados en la etapa postulatoria o como hechos nuevos.

177
que esta cautela del empleador para procurar no revelar las
verdaderas razones del despido será un poco más difícil de
mantener durante la exposición oral que realice ante el juez,
su confrontación con el demandante, o ante el interrogatorio
que le realice el juez cuando así lo estime necesario. De
modo que, es probable que el demandado realice
declaraciones espontáneas sobre los hechos que han rodeado
al despido que difícilmente se expresarían a través de medios
escritos, donde tiene más poder de control sobre lo que se
quiere decir al juez sobre el despido del trabajador.

Piénsese, por ejemplo, que un ex trabajador que


interpone demanda de despido nulo por motivo de haber sido
despido como represalia por parte del empleador por el inicio
de un proceso judicial en su contra. El demandante denuncia
que a raíz de la demanda judicial en la que solicitó el pago de
los beneficio adquiridos en virtud a un convenio colectivo
celebrado con la empresa el empleador decidió poner fin a la
relación laboral. Por su parte, el empleador alega que no ha
despedido al trabajador en represalia por el proceso judicial
sino por haberle faltado el respeto a uno de sus jefes. Siendo
que el cese del vínculo laboral no tuvo por motivo la
demanda judicial presentada por el trabajador, pues fue
despedido dos meses después del inicio del juicio y que,
incluso, antes de ser despedido había recibido un
reconocimiento por su buen desempeño laboral. Sin embargo,
dentro del debate oral el demandado también agrega que el
trabajador demandante venía teniendo comportamientos
inadecuados dentro de la empresa, habiendo tomado
conocimiento extraoficial sobre la existencia de una denuncia
ante el Ministerio de Trabajo por una hostilidad laboral
inexistente poco antes de producirse el despido. Es claro en
este ejemplo que la reciente denuncia administrativa del
trabajador es un hecho de nueva noticia, en tanto que era
desconocido por el demandante y ha sido puesto de
manifiesto –tal vez inconscientemente- por el empleador
recién durante la confrontación. Y, por tanto, deberá ser
considerado por el juez al momento de emitir su sentencia a
pesar de no haber sido alegado por la demandante en su
demanda como sustento de su pretensión, pues lo más

178
probable es que el empleador haya despedido al demandante
por la denuncia ante la Autoridad Administrativa y no por
aquella presentada ante el Poder Judicial.

En consecuencia, el juez deberá flexibilizar la


congruencia de la sentencia cuando se encuentre frente a
hechos de nueva noticia que han sido traídos al proceso por el
demandado. En otras palabras, el juez podrá emitir su
sentencia basándose en hechos constitutivos de la pretensión
no invocados por el demandante en su demanda, siempre y
cuando estos hechos sean introducidos por la parte
demandada durante la confrontación oral de posiciones y no
hubieran sido conocidos por el demandante con anterioridad
a la audiencia de juzgamiento. Queda claro así que, la
prevalencia de las expresiones orales sobre las escritas como
instrumento para flexibilizar la congruencia fáctica de la
sentencia no es predicable respecto de cualquier tipo de
hecho. Mejor dicho, la regla procesal contenida en el Art.
12.1 de la NLPT no habilita al juez a pronunciarse en la
sentencia sobre hechos de la pretensión que, habiendo sido
conocidos por el demandante, no fueron oportunamente
alegados por éste en su escrito de demanda o como hechos
nuevos (si supo de ellos con posterioridad a su presentación).

En efecto, el juez no puede aplicar en la sentencia la


prevalencia de lo oral sobre lo escrito de forma irrestricta y
absoluta, sino que solamente debe limitarla a aquellas
actuaciones en las cuales la variación de un acto escrito por
uno oral no afecte el debido proceso o “favorezca la
morosidad procesal”237. Vale decir que, la exposición oral de
la demanda o de la contestación, no puede servir para que las
partes aleguen hechos que, debiendo haber sido afirmados en
los actos postulatorios no lo fueron. Siendo que, en estos
casos, el juez no puede hacer primar lo dicho en la audiencia

237
ARÉVALO VELA, Javier. Comentarios a la nueva ley procesal del trabajo. 2ª ed.
Lima: Editorial Rodhas, 2013. pp. 98. Parte del libro compilado en el material de lectura
del Pleno Jurisprudencial Nacional Laboral del año 2013. Disponible en:
https://www.pj.gob.pe/wps/wcm/connect/38261080472f6623b5c4ff0b69dcafad/Tema+3
.pdf?MOD=AJPERES&CACHEID=38261080472f6623b5c4ff0b69dcafad. HUAMÁN
ESTRADA, Elmer [et al.]. Análisis y comentarios… Op. cit. p. 115.

179
sobre los actos escritos de demanda y contestación a la
misma, ya que con ello estaría vulnerando el principio de
preclusión procesal. En consecuencia, lo dispuesto en el Art.
12.1 de la NLPT no puede convertirse en un instrumento para
evadir el principio de preclusión. Entender lo contrario
permitiría favorecer no solo la morosidad procesal sino –
incluso- la realización de conductas contrarias a la buena fe,
ya que las partes bien podrían mantener en reserva algunos
hechos que consideren relevantes al proceso para su
exposición recién dentro de la audiencia de juzgamiento, con
la intención de mermar la garantía constitucional de defensa
de la otra parte, debido a que estos hechos no podrían haber
sido objeto de contradicción ni de prueba por no aparecer en
el escrito de demanda o de contestación.

Entonces, para el caso concreto del demandante, la


etapa de confrontación de posiciones no puede servir para
que el actor incluya en el proceso hechos constitutivos de su
pretensión que, pudiendo haber sido incorporados en su
demanda, no lo fueron. Y menos aún para que el demandante
altere sustancialmente la causa de pedir señalada en su
demanda; es decir, la oralidad dentro de esta etapa procesal
no ser utilizada por el demandante para transformar la
demanda, cambiando la causa de pedir de la pretensión de
despido nulo por otra distinta. De modo que, el juez no podrá
hacer mérito en la sentencia de estas actuaciones orales por
sobre las expresadas en el escrito de demanda.

Es por esta razón que, la flexibilización de la


congruencia se plantea respecto a los hechos que constituyen
la causa petendi de la pretensión de despido nulo solamente
está dirigida a tomar en cuenta en la sentencia aquellos
hechos no invocados por el demandante por ser desconocidos
por el trabajador hasta el momento de la celebración de la
audiencia de juzgamiento; siendo éstos puestos de manifiesto
recién en la confrontación de posiciones por acción del
empleador a través de sus declaraciones orales.

180
No obstante, como se ha explicado al inicio de este
último capítulo, la flexibilización de la congruencia tiene
como límite el derecho de defensa. De modo que, para su
aplicación dentro del proceso de despido nulo el juez deberá
observar algunas pautas, a fin de no vulnerar esta garantía
constitucional del demandado:

1. El juez para considerar en su sentencia los hechos de


nueva noticia deberá verificar que los hechos
introducidos por el demandado en la etapa de
confrontación de posiciones guarden relación con la
causa petendi que sustenta la pretensión de nulidad del
demandante.
Entonces, estos hechos que ponen de manifestó de
forma oral en la audiencia de juzgamiento solamente
deben suponer una integración de la causa petendi, es
decir, hechos que complementan o refuerzan la causa
de pedir, sin modificarla sustancialmente.

2. Estos hechos deben haber sido aportado de forma libre


por el demandado durante la confrontación de
posiciones en ejercicio de su derecho de defensa. Por
tanto, debe haber existido una discusión o debate entre
las partes y no un interrogatorio al demandado con la
finalidad de obtener de él información que favorezca al
demandante. En consecuencia, estos hechos deben
haberse obtenido en un contexto de respeto del
principio del contradictorio y el derecho defensa del
demandado, concediéndole al demandado igual
oportunidad que al demandante para hacer uso de la
palabra y exponer los fundamentos que desvirtúan la
causa de pedir de la pretensión de despido nulo
invocada por el actor en su demanda.
Señala así HURTADO REYES238 que, para que se pueda
flexibilizar la congruencia dentro del proceso se deben
observar algunos parámetros mínimos para evitar la
afectación del derecho de defensa de las partes.

238
HURTADO REYES, Martín. “Soltando las Rígidas Formas … Op. cit. pp. 100-
101.

181
Flexibilizar la congruencia no implica improvisar, no se
trata de sorprender a las partes con algo que no ha sido
peticionado por ellas. El ejercicio del contradictorio, en
consecuencia, es esencial si se pretende flexibilizar la
congruencia.

En consecuencia, la regla procesal de la prevalencia de


lo oral sobre lo escrito contenida en el Art. 12.1. de la NLPT
permitiría al juez hacer una excepción ope judicis al principio
de congruencia procesal en relación a los hechos de la
pretensión, sobre todo porque este artículo exige al juez que
dirija las actuaciones procesales sobre la base de las
exposiciones orales de las partes y sus abogados, antes que
sobre las escritas, debiendo hacer prevalecer aquellas al
pronunciarse en su sentencia. Sin embargo, la flexibilización
de la congruencia causal solamente podrá realizarse en
relación a aquellos hechos constitutivos de la pretensión no
invocados por el demandante en su escrito de demanda por
no ser de su conocimiento sino hasta que son revelados por el
empleador en la confrontación de posiciones. Por tanto, la
regla de la prevalencia de lo oral sobre no puede ser utilizada
por el juez para basar su sentencia en hechos expuestos
oralmente por el demandante en la confrontación de
posiciones que no fueron alegados oportunamente por el
demandante en su demanda, a pesar haber tenido
conocimiento de ellos. La sentencia que haga mérito de estos
hechos será incongruente, en tanto que el juez estará
considerando hechos introducidos al proceso de forma
extemporáneas (salvo se trate de hechos nuevos). Y es que,
como se ha dicho reiteradas veces, la oralidad de la audiencia
no puede ser aprovechada por el demandante alegar hechos
que debieron ser expuestos en la oportunidad procesal
establecida en la ley (demanda) y, cuanto menos, puede servir
para transformar la pretensión procesal. Entenderlo de modo
contrario implicaría permitir la vulneración del principio de
preclusión, y con ello del debido proceso.

Precisamente, una de las primeras interrogantes que


surgió respecto a la prevalencia de lo oral sobre lo escrito es
si cabía la posibilidad que el demandante pueda variar su

182
demanda al momento de sustentar oralmente su pretensión
ante el juez y si es que éste se encuentra facultado para
variarla239.

Sobre el particular el Pleno Jurisdiccional Laboral -


NLPT, celebrado en la ciudad de Lima los días 13 y 14 de
setiembre de 2013, analizó la posibilidad de reformular la
pretensión en la audiencia de juzgamiento. En tal sentido, se
acordó por mayoría que sí es posible la reformulación de la
pretensión en la audiencia de juzgamiento porque en el
proceso laboral se prepondera lo oral sobre lo escrito, de
acuerdo a lo normado por el Art. 12 de la NLPT, no
afectándose con ello el derecho de defensa de las partes en la
medida que se puede correr traslado de la reformulación en la
misma audiencia.

Sin embargo, la mayoría de la doctrina peruana


coincide en sostener que la prevalencia de lo oral sobre lo
escrito no es absoluta. Es verdad que el Art. 12.1. de la NLPT
dispone que el juez debe dirigir las actuaciones procesales
privilegiando lo manifestado oralmente por las partes en la
audiencia sobre las exposiciones escritas y emitir sentencia
en base a lo primero. Sin embargo, esto de ningún modo
puede significar que los actos escritos sean sustituidos
totalmente por las actuaciones orales. Definitivamente, la
oralidad es una herramienta fundamental dentro del nuevo
proceso laboral, pero privilegiar lo manifestado por las partes
en la audiencia sobre los actos procesales escritos no equivale
a afirmar que aquellas puedan modificar sustancialmente los
términos en que ha sido planteado el debate240.

Así pues, la prevalencia de lo oral sobre lo escrito


presupone la existencia de una identidad entre lo escrito y lo
oral, luego de lo cual entre ambos tendrá preponderancia esto
último. Contrario sensu, si no existe identidad entre ambos

239
HUAMÁN ESTRADA, Elmer [et al.]. Análisis y comentarios… Op. cit. p. 115.
240
ARÉVALO VELA, Javier. Op. cit. p. 97. ACEVEDO MENA, Roberto Luis. Op. cit.
p. 162.

183
actos no puede hacerse prevalecer lo oral. De este modo, los
hechos que las partes exponen inicialmente por escrito deben
ser respetados, en la medida que éstos son trasladados a la
otra parte para su análisis y contradicción. Por lo cual, la
prevalencia de lo oral sobre lo escrito dispuesta por el Art.
12.1. de la NLPT se encuentra limitada a aquellas actuaciones
procesales en la que la variación de un acto escrito por un
oral no afecte el debido proceso ni favorezca la morosidad
procesal. Específicamente, para el caso de los hechos del
demandante, si el éste alega oralmente hechos no han sido
referidos en el escrito de demanda dichos hechos no podrán
ser tomados en cuenta en la sentencia241.

No obstante lo anterior, en muchas ocasiones en la


práctica judicial no es extraño que el demandante modifique
su demanda en la audiencia de juzgamiento, ampliando o
variando sus pretensiones de forma sustancial; y que, incluso,
sean los propios jueces laborales quienes terminen
reconduciendo o variando la demanda, por considerar que es
parte de su deber de protección al trabajador por el carácter
tuitivo del Derecho del Trabajo. Sin embargo, ningún el juez
se encuentran facultado para reformular la pretensión del
demandante242.

La modificación sustancial de la demanda supone una


variación cualificada de la pretensión o de los hechos que la
fundamentan. Por tanto, este tipo de modificación de la
demanda dentro de la audiencia se encuentra proscrita, ya que
vulnera los principios de bilateralidad, contradicción e
igualdad, así como del derecho de defensa de la parte
demandada. No es un argumento válido para admitir la
reformulación de la demanda en la audiencia sostener que no
se vulneran los derechos del demandado porque éste podrá

241
ARÉVALO VELA, Javier. Op. cit. p. 98. HUAMÁN ESTRADA, Elmer [et al.].
Análisis y comentarios… Op. cit. p. 116. ÁVALOS JARA, Oxal. Op. cit. p. 233.
242
HUAMÁN ESTRADA, Elmer [et al.]. Análisis y comentarios… Op. cit. pp. 115-
116. CERRUTTI, Daniel y RUGGIERO, Martín. La oralidad mal entendida en la
Nueva Ley Procesal de Trabajo. Consultado el 30 de agosto de 2016. Disponible en:
http://enfoquederecho.com/publico/laboral/la-oralidad-mal-entendida-en-la-nueva-ley-
procesal-del-trabajo/.

184
realizar las alegaciones que considere convenientes dentro de
la misma audiencia. No es lo mismo preparar con antelación
la contestación a un petitorio concreto que contestar en la
misma audiencia una pretensión intempestiva243, o
contradecir una causa de pedir distinta a aquella que se
resistió en la contestación.

Es claro entonces que, la prevalencia de lo oral sobre lo


escrito no habilita al demandante, y menos aún al juez, a
cambiar intencionalmente la causa de la pretensión de
despido nulo. Dicho de otro modo, el trabajador no puede
aprovechar la oralidad de la audiencia para cambiar de forma
ex profesa la causa de pedir en la que sustentó su pretensión
de nulidad dentro de su escrito de demanda. Esto toda vez
que supondría una vulneración al derecho de defensa de la
parte contraria; y también al principio de preclusión. No
tendría sentido que la ley regule la presentación de la
demanda y de la contestación a la misma por el medio escrito
si luego, durante la audiencia de juzgamiento, se permitiera al
demandante plantear el debate sobre una cuestión distinta a la
propuesta en su acto postulatorio de demanda.

Es por eso que, la flexibilización de la congruencia


causal que se plantea en este trabajo solamente es predicable
sobre hechos constitutivo de la pretensión no invocados por
el demandante en su escrito de demanda en la medida que le
eran desconocidos; pero además, los mismos deben guardar
relación con la causa de pedir en la que el demandante ha
sustentado su pretensión de despido nulo. De modo que, si el
juez fundara su sentencia en hechos que configuran una
causa petendi distinta a la que fue alegada por el demandante
la sentencia sería incongruente por extra petita.

Sin embargo, nos preguntamos: ¿qué pasaría si como


producto del debate oral entre las partes durante la
confrontación de posiciones el demandado revelan hechos no
conocidos con anterioridad por el trabajador -y que por tanto,
no pudieron ser alegados en su debida oportunidad- que

243
CERRUTTI, Daniel y RUGGIERO, Martín. Loc. cit.

185
permiten al juez apreciar la existencia de una causa de pedir
distinta a la que fue invocada el demandante como sustento
de su pretensión de nulidad? ¿Podría el demandante, o
incluso el propio juez, reformular su pretensión y aceptarse la
posibilidad que juzgador base su sentencia en hechos
constitutivos de una causa de pedir distinta a la que fue
alegada por el actor en su demanda?

Este escenario es distinto al comentado líneas más


arriba. No se trataría de un caso de variación intencionada de
la causa petendi por parte del demandante, sino de una
situación en la que la participación oral del demandado
durante la etapa de confrontación de posiciones denota la
posibilidad de que el despido se hubiera configurado por un
motivo ilícito distinto al alegado. Por ejemplo, podría suceder
el caso de un trabajador que interpone una demanda de
nulidad de despido por la causal prevista en el inciso c) del
Art. 29° de la LPCL y, sin embargo, durante el debate oral de
posiciones el empleador demandado introduce hechos que
evidencian que el motivo del despido fue el profesar una
religión distinta a aquel. Es evidente que, en este caso -al
menos aparentemente- el motivo ilícito del despido es
distinto del que ha sido alegado por el demandante y
discutido en la confrontación de posiciones. Y que, por tanto,
el cambio de la causa de pedir de pretensión originaría una
modificación sustancial de la demanda; con la diferencia que
en este supuesto la variación de la causal de despido nulo no
estaría fundada en un actuar deliberado del demandante.

Dentro de este orden de ideas, consideramos que, única


y exclusivamente en este supuesto estaría permitida la
reformulación de la causa petendi de la pretensión por parte
del demandante; pudiendo –incluso- simplemente
incorporarla como otra causa de pedir de la pretensión
aquella alegada en la demanda. Sin embargo, si el juez
admite la reformulación de la causa de la pretensión deberá
retrotraer el estado del proceso nuevamente a los actos
postulatorios, a fin de garantizar el derecho de defensa del
demandado, en la medida que la causa petendi que sustentará
la pretensión de nulidad de despido no será la misma que

186
aquella que el demandado contradijo en su contestación. Por
lo que, deberá concedérsele la oportunidad de contradecir los
hechos que constituirán la nueva causa y ofrecer los medios
probatorios correspondientes. Entonces, la reformulación de
la causa de la pretensión debe hacerse en la etapa de
confrontación de posiciones, ya que luego de esta etapa se
procede a la actuación probatoria en la que se practicarán los
medios de prueba destinados a acreditar o desvirtuar los
hechos que constituyen la pretensión del demandante. En
consecuencia, si el juez advierte hechos configurativos de una
causa de pedir distinta a la alegada por el demandante al
momento de la emisión de la sentencia, no podrá tomarlos en
consideración en su pronunciamiento, pues a pesar de que
estos hechos han sido aportados por el propio demandado, no
han formado parte de la causa de pedir invocada por el
demandante y, en consecuencia, no fueron objeto de debate ni
de actuación probatoria.

Ahora bien, el cambio de causa de la pretensión habrá


de producirse solamente a pedido de parte y nunca de oficio.
Y es que, aunque los hechos configurativos de la nueva causa
de pedir los aporta el mismo propio demandado durante la
confrontación de posiciones, el juez siempre debe conservar
su imparcialidad dentro del proceso laboral.

Definitivamente, para garantizar la igualdad de las


partes en el proceso laboral se debe partir por reconocer la
existencia de una situación de desigualdad entre trabajador y
empleador; desigualdad que debe ser compensada o
equilibrada mediante la estructuración de un proceso con
características especiales. Este proceso especial es el laboral,
el cual exige un mayor protagonismo del juez pero esto no
significa que éste debe ser menos imparcial que cualquier
otro juez. El derecho a un juez imparcial es una garantía que
forma parte del derecho al debido proceso (y a la tutela
jurisdiccional efectiva) y que, por tanto, debe ser observado
en cualquier tipo de proceso judicial, incluido el laboral. En
consecuencia, las mayores facultades que le han sido
conferidas al juez dentro del proceso laboral, siempre las
deberá ejercer dentro de ciertos límites, que aunque más

187
laxos que los del proceso civil, no pueden llevarle a la
arbitrariedad244.

De este modo, a pesar de las mayores las facultades de


dirección del juez dentro de la NLPT, el juez laboral debe ser
imparcial al momento de tramitar y resolver la pretensión del
trabajador, como cualquier otro órgano jurisdiccional. El
carácter tuitivo del Derecho Laboral no justifica, por tanto, un
favorecimiento hacia el trabajador dentro del proceso. De
modo que, el juez no puede actuar como parte y alterar la
causa de pedir de la pretensión motu propio. Recuérdese
también que, el proceso laboral sigue siendo un proceso
dispositivo, aunque mucho más atenuado y flexible que el
proceso civil. Razón por la cual el juez laboral continúa
estando vinculado a la causa de pedir en la que el demandante
ha sustentado su pretensión; ergo, no puede cambiarla si el
demandante no se lo ha solicitado. Además, se debe tener en
cuenta que el trabajador no acude solo al proceso sino en
compañía de un abogado, que debe conocer de Derecho. En
este sentido, si el demandando aporta hechos configurativos
de una causa de pedir diferente a la invocada, tanto el juez
como el abogado de la parte demandante se encuentran en la
capacidad de advertir esta situación. De modo que, no se
puede justificar la intervención de oficio para cambiar la
causa petendi en una seudo-protección al trabajador, pues el
abogado se encuentra en condiciones de apreciar la existencia
de hechos que constituyen una nueva causa de pedir y ejercer
la defensa del trabajador solicitando al juez la reformulación
de la causa de la pretensión.

B.- Durante la actuación probatoria.

De acuerdo a la NLPT, el juez inicia esta etapa de la


audiencia de juzgamiento enunciando los hechos que no
requieren de actuación probatoria por ser hechos admitidos
(incluyendo aquellos aceptados recién en la confrontación de

244
SOLTAU SALAZAR, Sebastián. “Vigencia del derecho a un juez imparcial en el
nuevo proceso laboral peruano”. En: Revista Laborem. N° 12. Lima: SPDTSS, 2013.
pp. 149-165.

188
posiciones), presumidos por ley, notorios o contenidos en
resolución judicial con calidad de cosa juzgada. Sin embargo,
en la práctica generalmente solo se suelen determinar los
hechos que son controvertidos, luego de lo cual se enuncian
los medios de prueba que se admiten por estar destinados a
probarlos; así como las cuestiones probatorias admitidas, en
caso de existir éstas.

Como ya se ha dicho, la audiencia de juzgamiento


consiste básicamente en un debate oral entre las partes,
pudiendo el juez interrogar en cualquier momento a aquellas,
a sus abogados y a cualquier tercero que participe en ella; lo
que tendrá lugar principalmente durante la etapa de actuación
probatoria.

Precisamente, es en esta etapa procesal donde, a nuestro


juicio, existe mayor probabilidad que surjan los denominados
“hechos de nueva noticia”. Esto debido a que el debate oral
entre las partes se intensifica durante la actividad probatoria,
principalmente respecto de aquellos medios de prueba cuya
actuación es eminentemente oral, como la declaración de
parte o el testimonio de testigos o peritos; obteniéndose de
estos mucho más información de lo que podría ofrecer un
medio probatorio escrito. En tal sentido, durante la actuación
probatoria no solo es posible que el demandado revele hechos
que no eran conocidos por el demandante, sino que también
cabe la posibilidad que los testigos, peritos o cualquier otro
tercero que preste su declaración proporcione elementos
fácticos relevantes para resolver el conflicto laboral que eran
desconocidos por el trabajador.

Y es que, como señala GOMEZ VALDÉZ, “es el contacto


directo entre todos los protagonistas el que permite, a veces,
con los gestos, el silencio, la diatriba y hasta del lapsus
esgrimido” determinar qué fue lo ocurrió en la relación
laboral. Es pues a través del diálogo abierto que el juez va
tomando nuevas ideas y formándose un criterio sobre el caso,
lo que conllevará a que formule preguntas a cuantos

189
participantes estén en frente de él. Para después, dictar
sentencia en base a todo aquello que tuvo que ver con el
debate oral previo245.

En el proceso laboral el juez cuenta con amplios


poderes de dirección material y el interrogatorio es uno de los
instrumentos procesales a través del cual despliega estos
poderes de dirección dentro de la práctica probatoria. El rol
del juez en el nuevo proceso laboral es de vital importancia,
ya que es el encargado de dirigir el debate oral de posiciones
y se encuentra facultado para intervenir en el desarrollo de la
audiencia a través del interrogatorio. De este modo, el órgano
jurisdiccional ahora tiene una participación activa, a
diferencia de lo que ocurría en la regulación procesal anterior
donde el juez era percibido como un sujeto pasivo,
principalmente debido a que el proceso laboral era
predominantemente escriturario246. Queda claro pues que, la
oralidad es un elemento esencial para que el ejercicio
eficiente de los poderes de dirección material del juez sobre
todo durante la actuación probatoria.

En cuanto la forma del interrogatorio, el Art. 24 de la


NLPT no exige a las partes la presentación de pliegos de
preguntas, con lo cual se confiere plena libertad tanto al juez
como a aquellas para formular las preguntas que estimen
necesarias a efectos de lograr la reconstrucción de los hechos
y dilucidar la controversia. Esa libertad que se otorga para
realizar el interrogatorio apuesta por preferir el fondo sobre la
forma, pero además es un claro ejemplo del rol protagónico
del juez como director del proceso. El informalismo en la
actuación probatoria busca que el juzgador pueda percibir
directamente la convicción con la que se presta una
declaración, la forma en que se responden las preguntas, la

245
GÓMEZ VALDÉZ, Francisco. Op. cit. pp. 305-306.
246
ARIZA, María Jesús. “La prueba y el rol de juez”. En: La modernización… Op. cit.
pp. 863-864. SILVA VALLEJO, José Antonio. La ciencia del Derecho procesal. Lima:
FECAT, 1991. pp. 778-779. ALARCÓN SALAS, Magaly [et al.]. Comentarios a la…
Op. cit. p. 102.

190
conducta del interrogado. Todo lo cual le ayudará a tener un
conocimiento más cercano sobre los hechos247.

Pero más allá que el juez pueda observar los gestos,


actitudes, dubitaciones o cualquier otra conducta por parte de
los litigantes, testigos, peritos o terceros al prestar sus
declaraciones, importa sobre todo que a través de un
interrogatorio libre de formas se puede obtener información
más precisa sobre los hechos, pues éstos son proporcionados
directamente por las partes o sus medios probatorios. Es claro
entonces que, es mucho más probable obtener la verdad de
los hechos a través de la actuación oral de los medios de
prueba porque ésta fluirá casi de manera espontánea de las
declaraciones de los litigantes, sus testigos o cualquier otro
interviniente cuando éstos son interrogados. Lo anterior,
principalmente, porque entre la formulación de la pregunta y
la respuesta que debe dar el interrogado no puede mediar
demasiado intervalo de tiempo; siendo más difícil para aquel
mentir en su respuesta, por el poco tiempo que tiene para
pensarla. De ahí que actuación oral de los medios de prueba
puede dar lugar, a veces, a la introducción en el proceso de
hechos que no fueron invocados por alguna de las partes en la
demanda o contestación a la misma; o incluso en la
confrontación de posiciones.

Conviene ahora determinar si los hechos de nueva


noticia introducidos por el demandado a raíz de la práctica de
la prueba podrían ser considerados por el juez dentro de la
sentencia sin incurrir en incongruencia. A priori, la respuesta
tendría que ser negativa pues, como se vio al tratar sobre el
principio de congruencia, los hechos alegados tienen
preminencia sobre los hechos probados, de modo que, si los
hechos que resultan de la prueba no coinciden con aquellos
que fueron alegados por las partes en los actos postulatorios

247
El interrogatorio a la parte, testigo o perito será iniciado por el juez, quien es el
encargado de dirigir el desarrollo de esta diligencia; luego de lo cual podrán intervenir
los abogados de las partes, sea para formular preguntas sobre aspectos que no han sido
específicamente cuestionados por el juez en el interrogatorio o repreguntas para aclarar
las respuestas que han sido brindadas al juzgador. ALARCÓN SALAS, Magaly [et al.].
Comentarios a la… Op. cit. pp. 136-138.

191
no podrían ser tomados en cuenta por el juez por no haber
sido invocados oportunamente. Es decir que, el juez no puede
basar su sentencia en hechos no alegados por el demandante,
aun cuando éstos resultasen de la prueba practicada, pues no
fueron aportados en su debida oportunidad.

Sin embargo, como ya se ha explicado, dentro del


proceso laboral no se puede mantener una congruencia
procesal tan rígida como la vigente en el proceso civil. Más
aún si se tiene en cuenta que en el proceso de nulidad de
despido el trabajador demandante denuncia la existencia de
un motivo ilícito como causa del despido. Siendo que, en la
mayoría de casos, el trabajador no conoce exactamente todo
el contexto dentro del cual se produjo la cesación del vínculo
laboral. En este sentido, sería contradictorio con el espíritu de
la nueva norma procesal laboral si se impidiera al juez
considerar en la sentencia aquellas declaraciones orales
producidas voluntariamente durante la actuación probatoria
de la audiencia de juzgamiento a través de las cuales se ha
conocido lo que realmente ha ocurrido entre las partes.

Además, como ya se visto, el principio de congruencia


admite excepciones cuando ello es necesario para garantizar
la efectividad del derecho a la tutela judicial, y en la medida
que no se afecte el derecho de defensa de la parte. De modo
que, a decir de HURTADO REYES248, “el desplazamiento de la
formalidad rígida de la congruencia debe producirse
esencialmente cuando hay otras situaciones o derechos de las
partes que merecen tutela jurídica por encontrarse por encima
o trascender a la formalidad estricta que destila del principio
de congruencia que debe ceder ante la importancia de estos”.
Como ocurre en el caso del proceso de nulidad de despido,
donde se encuentra en juego el derecho de trabajo, que es el
medio de subsistencia de la persona.

248
HURTADO REYES, Martín. “Soltando las Rígidas Formas … Op. cit. p. 101.

192
De otro lado, ARAZI249 señala que la carga de la
afirmación de los hechos por las partes no es exigible
“cuando de las circunstancias especiales del caso surja que el
juez puede hacer mérito a hechos no alegados sin afectar el
derecho de defensa de la contraria; lo mismo cabe decir
respecto de los hechos anteriores a los escritos constitutivos
del proceso. Serán siempre las particularidades de cada
proceso lo que guíe al juzgador”.

Siendo pues la finalidad del proceso laboral la emisión


de una sentencia justa basada en la verdad de los hechos, en
aquellos casos donde el demandante no ha podido alegar
hechos constitutivos de la causa petendi de la pretensión, por
encontrarse en la esfera de conocimiento de su contraparte, si
éstos son revelados o puestos de manifesto por el propio
demandado dentro de la actuación probatoria necesariamente
deberán ser merituados por el juez para sustentar su
pronunciamiento, sin que la sentencia incurra por ello en
incongruencia. En consecuencia, frente a estos hechos de
nueva noticia obtenidos en la actuación probatoria sería
posible, y hasta necesario, flexibilizar la congruencia
procesal, haciendo prevalecer en la sentencia las
declaraciones orales brindadas por el demandado (o alguno
de sus medios de prueba) sobre las expresadas en su escrito
de contestación a la demanda, pero siempre y cuando se
respete el derecho de derecho de defensa del demandado, así
como que ello no suponga una trasformación de la demanda.

Por tanto, es necesaria “una intervención activa y


diligente del juez que balancee adecuadamente los principios
procesales inherentes al debido proceso (igualdad,
bilateralidad y economía procesal), haciendo más maleables
algunos principios”, como es el caso de la congruencia, para
asegurar que el proceso “permita llegar a la verdad material y
que la interpretación de la norma procesal facilite la efectiva
operatividad del derecho sustancial”250.

249
ARAZI, Roland. “El sistema dispositivo y los hechos”. En: DÍAZ, Clemente [et al.].
Los hechos en el proceso civil. MORELLO, AUGUSTO (dir.). Buenos Aires: La Ley,
2003. p. 78.
250
DE LOS SANTOS, Mabel. “Los hechos en el proceso … Op. cit. p. 70.

193
Ahora bien, al igual que como se hizo con la etapa de
confrontación de posiciones, para que se pueda admitir la
flexibilización de la congruencia sobre los hechos de nueva
noticia que pone de manifestó el demandado durante la
actuación probatoria, el juez deberá observar algunas reglas
para poder considerarlos en su sentencia:

1) Que el interrogatorio realizado a las partes, testigos,


peritos o a los terceros que participen haya versado
sobre los hechos fijados como controvertidos; alegados
por los litigantes en sus actos postulatorios y expuestos
oralmente en la confrontación de posiciones.

La práctica de la prueba debe estar dirigida a lograr el


esclarecimiento de las pretensiones de las partes y por ello se
justifica el mayor protagonismo del juez dentro de esta etapa.
Así pues, cumplido el principio de aportación de parte, la
actividad probatoria debe ser aprovechada por el juez para
esclarecer los hechos del proceso. Por tanto, presente el
testigo, el perito, o la parte ante el juez, éste debe gozar de
ciertas prerrogativas para solicitar aclaraciones o adiciones a
las cuestiones que fueron planteadas por las partes. De lo
contrario, no tendría justificación alguna instaurar un sistema
oral pleno en la fase de práctica de la prueba. Lo anterior no
significa que el juez no tenga limitaciones en cuanto a la
realización de sus preguntas, pues siempre tendrá que
respetar los términos del debate251. Igual ocurre para el caso
del interrogatorio que realicen las partes, quienes –además-
deberán formular las preguntas observando las reglas de
conducta establecidas en la norma procesal.

Entonces, durante la actuación probatoria el juez puede


realizar preguntas con la finalidad de obtener aclaraciones o
adiciones sobre lo manifestado por los interrogados. Las
preguntas aclaratorias presuponen la existencia de algo que
no se ha comprendido y que, por tanto, se busca que la

251
ARIZA, María Jesús. “La prueba y el rol de juez”. En: La modernización… Op. cit.
pp. 865-866. CAPPELLETTI, Mauro. El proceso civil… Op. cit. pp. 71-74.

194
persona interrogada esclarezca. Al realizar este tipo de
preguntas el juez deberá tener cuidado de no extralimitarse, y
principalmente, de no introducir él mismo nuevos hechos al
proceso252. Por lo que, generalmente, a través de este tipo de
preguntas no se obtendrá información nueva sobre la
controversia, pues solamente están destinadas a absolver
dudas o inquietudes del juez (o de la contraparte) o a explicar
de mejor modo lo manifestado en la audiencia. De modo que,
las preguntas aclaratorios ayudarán al juez sobre todo a
determinar la falsedad o veracidad del hecho, apreciando si
existe contradicción en lo declarado, o actitudes o
comportamiento de los que se pueda extraer conclusiones
sobre los hechos.

En cuanto a las preguntas que se formulan para obtener


algo adicional a lo que se ha dicho, esto es un poco más
peligroso. Por eso, el juez deberá respetar el ámbito fáctico
de lo alegado por las partes. Incluso, en ocasiones, a pesar
que se pregunte sobre el mismo hecho, la manera en cómo se
formula la pregunta puede llevar a obtener resultados
distintos, mucho más satisfactorios cuando ésta la realiza una
persona especializada en la materia. Así pues, estas adiciones
de información se pueden obtener aun incluso sin que el juez
tenga voluntad de preguntar una cuestión distinta a la de las
partes. En todo caso, en el interrogatorio que se realice
siempre se deberá respetar los elementos fácticos
introducidos por las partes253.

Es pues, principalmente, a través de este segundo tipo


de preguntas de donde se podría obtener información fáctica
adicional a la inicialmente aportada por el demandado en su
escrito de contestación de demanda, la cual puede haber
estado ocultando por ser contraria a sus intereses. La
obtención de estos hechos dependerá en buena cuenta de la
habilidad que se tenga al interrogar y del conocimiento que se
posea sobre la materia. De ahí que se haya dicho que la

252
ARIZA, María Jesús. “La prueba y el rol de juez”. En: La modernización… Op. cit.
pp. 864-865.
253
Ibídem. p. 865.

195
oralidad, la informalidad, la inmediación y las mayores
facultades de instrucción del juez durante la audiencia de
juzgamiento son elementos esenciales para el esclarecimiento
de la verdad de los hechos dentro del proceso.

Además, adviértase que el Art. 12.1 de la NLPT


dispone que el juez debe dirigir las actuaciones procesales
haciendo prevalecer las expresiones orales de las partes sobre
las escritas. Por tanto, es posible que el juez, frente a una
respuesta de la parte demandada, de su testigo, perito o
cualquier otro medio de prueba de actuación oral; formule
una nueva pregunta en base a la respuesta dada. Aunque
siempre tendrá como límite no desviar el interrogatorio a
hechos distintos de los que han formado parte de la causa
petendi de la pretensión del demandante.

2) Que los hechos aportados por el demandado, no


invocados por el demandante por no serle conocidos
con anterioridad a la audiencia de juzgamiento, sean
resultado de la práctica de la prueba.

3) Que durante la actuación probatoria se haya respetado


el derecho de defensa del demandado, habiéndole
otorgado igual oportunidad para contradecir y probar
los hechos que alega como resistentes a la pretensión
del demandante.
De este modo, en la práctica de la prueba, y
principalmente en el interrogatorio, el juzgador debe
mantener una posición imparcial frente a las partes,
estando prohibido de favorecer al demandante, ya sea
otorgándole mayores oportunidades de intervenir
durante la actividad probatoria o ejerciendo su facultad
para interrogar solamente a la parte demandada.

4) Que los hechos de nueva noticia que surjan de la


actividad probatoria se encuentren relacionados con la
causa petendi que sustenta la pretensión del
demandante. Por tanto, aquellos hechos que puedan dar
lugar a la configuración de una causa de pedir distinta a
la que ha sido objeto de debate en el proceso no podrán

196
ser considerados por el juez en la sentencia. De lo
contrario, el pronunciamiento judicial será
incongruente.
En tal sentido, el juez no podrá considerar en la
sentencia aquello hechos que no hayan sido objeto de
discusión entre las partes dentro del proceso.

Entonces, ante la introducción por el demandado de


hechos desconocidos por el trabajador (constitutivos de la
pretensión) durante la actuación probatoria, se habrá de
permitir al juez flexibilizar la congruencia fáctica para
considerar en su sentencia estos hechos no invocados por el
demandante pero que resultan de la producción de la prueba;
en aras de alcanzar una sentencia justa basada en la verdad de
los hechos. Sin embargo, no podrá resolver la pretensión en
base una causa petendi distinta a la alegada por la parte
demandante como sustento de su pretensión, aun cuando de
la prueba practicada se aprecie la existencia de hechos o
indicios que hicieran al juez llegar a la conclusión de que el
despido en realidad se ha basado en un motivo ilícito
diferente al invocado por el trabajador. Esto por cuanto,
dichos hechos formarían parte de otra causa de pedir que
nunca fue objeto de debate ni de prueba por las partes dentro
de la audiencia. Por lo que, una sentencia en este sentido
afectaría el derecho de defensa del demandado y el debido
proceso.

Así pues, dado que el límite para la flexibilización de la


congruencia es el derecho de defensa de las partes, y el
respeto al debido proceso, si la sentencia recoge hechos
distintos a los que han configurado la causa de pedir de la
pretensión discutida en la audiencia será incongruente, en
tanto que el demandado se defendió sobre una causa diferente
a la sentenciada y respecto de la cual no tuvo oportunidad de
contradecir. Por tanto, a pesar de las mayores facultades de
dirección que tienen el juez dentro de la actuación probatoria,
el ejercicio de las mismas en esta etapa de la audiencia de
juzgamiento no puede excederse del límite de los hechos
controvertidos, siendo éstos sobre los cuales girará toda la
actividad probatoria. Y en la medida que estos hechos

197
controvertidos se encuentran referidos a la causa petendi de
la pretensión alegada por el demandante, el juez solamente
podrá tomar en cuenta en la sentencia aquellos hechos que se
encuentren relacionados con ella.

Finalmente, hemos de concluir el presente trabajo


citando las palabras de JUAN COLERIO, quien describe con
excepcionalidad el escenario que proceso oral le proporciona
al juez sobre los hechos sobre los que habrá de resolver y
emitir su sentencia. Así pues, a decir de este jurista argentino,
“la decisión de fijar los hechos se posibilita y enriquece
notablemente con el relato directo de las partes sobre cómo
ocurrieron los acontecimientos que llevaron al conflicto. La
percepción que puede tener el juez, además de las palabras,
del lenguaje corporal de la persona contándole las
circunstancias por las que promovió o por las que fue citado a
ese proceso, es irremplazable, y la descripción del abogado
en los escritos introductorios, como los hechos volcados en
un acta, se desdibujan ante esta versión directa de los
protagonistas. La oportunidad, además, que tiene el juez en
esa ocasión de preguntar alternativamente a ambas partes
para aclarar todas aquellas cuestiones fácticas que aparecen
como oscuras, contradictorias, y aun otras, que
deliberadamente fueron omitidas en los escritos iniciales y
que espontáneamente las partes revelan en ese acto, en tales
condiciones, la fijación de los hechos es mucho más precisa
que en un proceso sin inmediación. También la formación de
la convicción del juez sobre cómo sucedieron los hechos
tendrá una mayor aproximación a la realidad y facilitará la
conciliación, pero aun cuando ello no ocurra, la posterior
sentencia se ha de corresponder mucho más con los
verdaderos hechos; en consecuencia, tendrá menos de ficción
y más de solución justa”254.

254
COLERIO, Juan Pedro, en “Reformas al Código Procesal Civil y Comercial de la
Nación”, coordinado por FALCÓN, Enrique. Santa Fe: Rubinzal Culzoni, 2002. pp.
165-166. cit. por: GOZAINI, Alfredo. “Los hechos y la verdad en el proceso por
audiencias”. En: DÍAZ, Clemente [et al.]. Los hechos en el proceso civil. MORELLO,
AUGUSTO (dir.). Buenos Aires: La Ley, 200523. p. 141.

198
Esto no hace sino reafirmar que la oralidad dentro del
proceso laboral es el mejor instrumento para el
esclarecimiento de los hechos y la revelación de aquellos
otros que deliberadamente fueron omitidos por las partes en
sus actos postulatorios. Con lo cual, frente a circunstancias en
las que el empleador ha omitido hechos que, de haber sido
conocidos por el demandante, hubiera invocado como
constitutivos de su pretensión, se hace necesario que el juez
realice una excepción al principio de congruencia para
considerar este tipo de hechos en su sentencia, claro está
dentro de los límites que aquí se han señalado. Todo lo cual
redundará en una protección más efectiva del derecho a la
tutela judicial y el logro de un proceso justo.

199
200
CONCLUSIONES

PRIMERA.- La dación de la NLPT ha supuesto un cambio en la forma


de concebir al proceso laboral, no solo porque se acerca
más a un proceso basado en la verdad de los hechos sino
porque también propende al logro de un proceso más
expeditivo y eficaz. Sin embargo, en el ímpetu por lograr
una mayor celebridad, a través de la concentración de un
gran número de actos procesales, el legislador ha omitido
regular algunas cuestiones fundamentales para la procura
de un debido proceso; lo que ha supuesto que en la
práctica procesal no exista una uniformidad en la manera
cómo los jueces intentan suplir estos vacíos legales.

Prueba de ello la encontramos en la resolución de las


excepciones, y el subsiguiente saneamiento procesal; etapa
ausente dentro del nuevo proceso laboral y respecto de la
cual los jueces adoptan diferentes posturas, precisamente
porque la ley no señala en momento procesal en que el
juez debe pronunciarse sobre ellas. Actualmente se deja a
la discrecionalidad del juez la determinación del orden en
que serán resultas las defensas procesales del demandado.
No obstante, lo más adecuado es que sea la propia norma
procesal la que regule esta cuestión, a fin de evitar que el
juez cruce la línea que lo separa de un actuar arbitrario
bajo un equivocado ideal de protección al trabajador. El
principio pro actione y demás que permiten equilibrar la
desigualdad procesal existente entre el empleador y el
trabajador no puede llevar al juez a dejar su posición

201
imparcial y de director del proceso para pasar a
convertirse en el defensor del trabajador.

En este orden de ideas, se hace necesaria la


implementación de una reforma en la ley que permita
mejorar su aplicación y, sobre todo, salvaguardar los
derechos de las partes dentro del proceso para evitar correr
el riesgo que el órgano jurisdiccional incurra en algún tipo
de arbitrariedad como producto de las deficiencias de la
ley. Celeridad procesal, economía y concentración sí, pero
con respeto al debido proceso, esto último no puede
sacrificarse en arar de obtener un sistema procesal más
rápido que resuelva los conflictos laborales suscitados
entre el trabajador y el empleador. Es recomendable, por
tanto, la modificación de la NLPT incorporando en su
texto algunos actos procesales necesarios para la buena
conducción del proceso.

SEGUNDA.- La oralidad si bien es un instrumento indispensable para


alcanzar una sentencia justa, basada en la verdad de los
hechos, necesita también la conjunción de la inmediación
y de una participación activa del juez, mediante el
ejercicio de sus poderes de dirección. No se puede
concebir un proceso oral tendente a la búsqueda de la
verdad real en el que no se exija, además, la presencia
directa y personal del juez con las partes y con sus medios
de prueba durante la realización de la audiencia. Pero
también, la sola presencia del juez en la audiencia no es
suficiente para lograr una reconstrucción veraz de los
hechos, pues de nada servirá esto si no se dota al juez de
una serie de prerrogativas que le permitan tener una
participación activa y dinámica dentro de la misma.
Oralidad, inmediación y facultades del juez son, entonces,
los tres pilares sobre los que se ha de asentar un proceso
cuya finalidad es descubrir la verdad de los hechos.

202
TERCERA.- El nuevo proceso laboral continúa rigiéndose por el
principio dispositivo y, en consecuencia, el juez sigue
sujeto a la observancia del principio de congruencia. La
congruencia de la sentencia en cuanto a los hechos exige
que el juez solamente considere en ella aquellos hechos
alegados oportunamente por las partes en sus actos
postulatorios y que, entre los hechos invocados y los que
resulten probados deben prevalecer los primeros, no
siendo posible que el órgano jurisdiccional tome en cuenta
hechos resultantes de la actuación de las pruebas que no
fueron alegados en su oportunidad por las partes. Sin
embargo, existen determinadas circunstancias que hacen
factible, e incluso necesaria, su flexibilización en relación
a la sentencia en pos de lograr una tutela eficaz de los
derechos. Concretamente, en el caso del proceso de
despido nulo se encuentra en discusión la afectación del
derecho al trabajo por la existencia de un despido fundado
en un motivo ilícito que, a su vez, vulnera otros derechos
del trabajador. En tal sentido, se trata de proteger un bien
jurídico no es exclusivamente privado sino de interés
social, al encontrarse su titular en relación de desigualdad
por su subordinación frente al empleador. Agregándose a
ello que el motivo prohibido por el que el empleador
despide al trabajador en su mayoría de veces se encuentra
encubierto bajo la apariencia de una causa justa.

En consecuencia, la naturaleza del bien jurídico que se


encuentra en juego dentro del proceso de nulidad de
despido amerita, e incluso hace necesario, flexibilizar la
regla de la congruencia para permitirle al juez excederse
del elemento causal de la pretensión, con el límite del
respeto del derecho de defensa.

203
CUARTA.- La regla de la prevalencia de lo oral sobre lo escrito
facilita la figura de la flexibilización de la congruencia
causal. De este modo, los hechos que se ponen de
manifiesto producto del debate oral entre las partes
durante la audiencia de juzgamiento, aunado a aquella
información adicional aportada por ellas o sus medios de
prueba a través del interrogatorio, permiten una
reconstrucción veraz de los hechos ocurridos que no puede
ser desconocida o ignorada por el juez por un rígido
respeto de la congruencia procesal. La oralidad dentro del
proceso, en consonancia con los demás instrumentos
jurídicos proporcionados por la NLPT, obligan al juez a
adoptar una postura más permeable o flexible en relación
los hechos sobre los cuales debe basar su sentencia. En
este sentido, se debe hacer una excepción al principio de
congruencia frente a los hechos de nueva noticia. Se trata
pues de hacer mérito en la sentencia de hechos
desconocidos por el demandante con anterioridad a la
presentación de su demanda, o como hechos nuevos, en
tanto que recién son descubiertos durante el desarrollo de
la audiencia de juzgamiento por acción del demandado
debido a la oralidad e inmediación con que ésta se
desenvuelve. Definitivamente, la flexibilización de la
congruencia respecto a los hechos de nueva noticia no solo
apunta al logro de un proceso más cercano o ajustado a la
verdad de los hechos ocurridos sino también a la
obtención de una solución justa de los conflictos laborales
y a la efectividad del derecho objetivo.

Estos nuevos hechos aportados al proceso deben estar, sin


embargo, relacionados con la causa de pedir de la
pretensión del demandante. Esto significa que el juez
puede sentenciar el proceso tomando en consideración
hechos no invocados por el demandante, mientras éstos no
se aparten o configuren una la causa petendi distinta a la
inicialmente invocada en la demanda como sustento de la
pretensión. En consecuencia, la flexibilización de la
congruencia de la causa petendi propuesta en esta tesis
permitirá al juez emitir una sentencia ultra petita respecto
a los hechos, por cuanto éste podrá basar su decisión en

204
hechos no invocados por el demandante pero que no se
apartan de la causa petendi alegada por el actor. Es decir
que, además de los hechos alegados por el demandante,
toma en cuenta otros tantos a pesar de no haber sido
invocados por aquel.

QUINTA.- La reformulación de la pretensión dentro de la audiencia


de juzgamiento, a pesar de haber sido admitida por cierto
sector de la jurisprudencia, no puede sino ser rechazada de
manera tajante. Esto no solamente porque afecta el
derecho de defensa de la parte demandada, en tanto que
todos sus medios de prueba y la oposición misma se
encuentra dirigida a resistir una pretensión
sustancialmente distinta a la que luego se intenta hacer
valer en la misma audiencia de juzgamiento; sino porque
además carecería de todo sentido el establecimiento de una
etapa postulatoria sujeta a un plazo preclusivo si luego
durante la propia audiencia de juzgamiento se permitiese
transformar la pretensión inicialmente planteada.

No obstante, el único supuesto excepcional de


reformulación de la pretensión del despido nulo, en cuanto
a la causa de pedir, que podría aceptarse es si acaso como
consecuencia del debate oral entre las partes se advirtiera
la presencia de hechos no conocidos con anterioridad por
el demandante configurativos de una causa de pedir
distinta que sustente la pretensión de nulidad, siempre y
cuando dicha reformulación sea peticionada por la parte
actora en la etapa de confrontación de posiciones, nunca
de oficio por el juez pues éste se sigue sujetando al
principio dispositivo. En este orden de ideas, solamente en
este supuesto se puede conceder al juez la facultad de
admitir un cambio de causa de pedir si el demandante lo
solicita.

205
De lo anterior se evidencia que, aun cuando el juez tenga
la posibilidad de flexibilizar la congruencia fáctica, ello no
lo habilita a variar la causa petendi de la pretensión si no
se lo pide el actor y únicamente dentro de la etapa de
confrontación de posiciones. Por lo que, la flexibilización
de la congruencia sobre la causa de pedir no permite al
juez emitir una sentencia extra petita, por aplicación del
principio dispositivo y el respeto de las garantías del
debido proceso.

206
BIBLIOGRAFÍA

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