PUCV Violencia Economica Su Existencia y Prueba en Nuestra Jurisprudencia

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VIOLENCIA ECONÓMICA: SU EXISTENCIA Y PRUEBA

EN NUESTRA JURISPRUDENCIA

Autores:
Ivanna Versalovic Campbell
Gabriela Paz Ponce Arévalo
Enrique Javier Vargas Rojas
Raúl Andrés Grohnert Gacitúa
Catherine Nicole Romo Contreras
Claudio Escobar Rivas
Juan José Llórente Chimenti
María Trinidad González Borge
José Ignacio Santa Cruz Valencia
Cristobal Melo Carrasco

Profesor:
Mauricio Rios

Universidad:
Pontificia Universidad Católica de Valparaiso

Julio, 2019
Resumen

El presente trabajo busca abordar una de las formas de violencia más comunes presentes en
nuestra sociedad: la violencia económica. Durante mucho tiempo, se ha entendido como
una subespecie de la violencia psicológica, sin parecer necesarios más esfuerzos para
estudiar esta forma de maltrato y, más aún, para comprender su importancia y efectos al
momento de ser conocida y ponderada por los Tribunales de Justicia. Lo anterior, nos
motiva, desde un punto de vista procesal, a indagar sobre esta figura y sus efectos en
nuestra jurisprudencia.

Palabras Clave

VIOLENCIA ECONÓMICA, VIOLENCIA INTRAFAMILIAR, TRIBUNALES DE


FAMILIA, PRUEBA, JURISPRUDENCIA.

Abstract

The present work will try to address one of the most common and present forms of violence
in our society, that is, economic violence. For a long time, it has been understood as a
subspecies of psychological violence, without seemingly necessary more efforts to study
this form of abuse and, even more, to understand its importance and its effects at the time
of being known and considered by the courts of justice. The foregoing motivates us, from a
procedural point of view, to investigate this figure and its effects in our jurisprudence.

Keywords

ECONOMIC VIOLENCE, INTRAFAMILY VIOLENCE, FAMILY COURTS,


EVIDENCE, JURISPRUDENCE.
I. INTRODUCCIÓN

Con la fuerza que ha tomado el movimiento feminista en el último tiempo, es que se


ha llevado la discusión de una multiplicidad de temáticas vinculadas con la violencia de
género, que antes no eran consideradas en las discusiones sociales en nuestro país, yendo
desde la demanda por el derecho a voto, en sus inicios, a la despenalización del aborto,
violencia social sistematizada y estatal, entre otros. En este sentido, no es ajeno a nosotros
que hoy en día la discusión sobre la violencia de género se esté ampliando de manera
general, lo que ha ocasionado la visibilización de conductas violentas de diferente índole y
que han sido normalizadas por la sociedad en su conjunto.

Así las cosas, dentro de las instituciones del Estado encontramos algunas encargadas
de recopilar información acerca de las situaciones de violencia de género, en especial las
referidas a la violencia intrafamiliar. El Boletín Estadístico Anual de la Fiscalía Nacional
publicada en enero del año 2019, indica que existe un total de 134.322 delitos ingresados en
el contexto de violencia intrafamiliar hasta dicha fecha, de los cuales los correspondientes a
delitos de lesiones corresponden a un total de 62.624 casos, por lo tanto, el restante supone
distintos tipos de violencia no solo asociada a la violencia física, sino que en su mayoría a
la correspondiente forma de sometimiento mediante actos piscológicos de violencia.

En este sentido, dentro de esta discusión es que surge el concepto de violencia


económica, como una de las múltiples facetas que tiene la violencia psicológica como
forma específica de violencia de género y que tiene como función el sometimiento de la
mujer no por agresiones físicas, sino que por medios que van más allá de este y que
suponen dejar en un estado mental de desamparo a la víctima de este, tomando la forma de
amenazas, tratos denigrantes, entre otros. Sin embargo, este tipo de violencia, como se
explica a grandes rasgos anteriormente, presenta ciertas dificultades al momento de
denunciar estas conductas ante la justicia.

Y es que, los métodos que se utilizan para someter de esta manera a la víctima,
pueden no necesariamente dejar consecuencias físicas en la misma, por lo que su forma de
prueba puede ser un real problema a la hora de acreditar dicho amedrentamiento, dejando
en una situación de doble vulnerabilidad a quien acude al proceso en busca de protección
ante este tipo de situaciones.

Como mencionamos anteriormente, si ya las discusiones en profundidad sobre la


violencia de género se han tardado en decantar, la violencia económica en sí, ha tenido un
tratamiento mucho más abandonado que otros tipos de violencia. Y es que, la situación de
desventaja a nivel económico a la cual están sometidas las mujeres en nuestro país, aún
cuando está en gran medida normalizada – salarios desiguales, disparidad en el sistema de
pensiones, desigualdad en las tareas domésticas que llevan a las mujeres a dejar de trabajar
por ejercer la carga doble de parentalidad– no es algo que al parecer, sea tan evidente como
para ser reconocida de manera concreta por nuestro ordenamiento jurídico como por los
tribunales de justicia.

A continuación, en el trabajo de investigación que se ha decidido desarrollar nos


hemos hecho cargo en lo que se puede – y con lo que se tiene – de lo que supone la
violencia económica en nuestro país, y como la han desarrollado nuestros tribunales de
justicia, y en específico, cómo es que se desarrolla este tipo de violencia de género y las
formas probatorias que se aceptan para acreditar su concurrencia.

II. VIOLENCIA ECONÓMICA

II.1. Concepto

En razón de la heterogénea aproximación que las disciplinas relacionadas a la materia


hacen al fenómeno de la violencia económica, es menester aclarar ciertos conceptos que se
relacionan estrechamente con ella, y de esa forma poder comunicar al lector de manera
ordenada en qué consiste la misma.

Primeramente, debemos dilucidar que entender por violencia; si recurrimos al


Diccionario de la Real Academia Española, en adelante RAE, se entenderá violencia como
la “cualidad de violento”, tratándose de violento a “dicho de una persona: que actúa con
ímpetu y fuerza y se deja llevar por la ira”.

Como es posible observar, si entendiéramos violencia tal y como lo señala el


diccionario de la RAE, nos resultaría muy insuficiente para comprender a cabalidad lo que
se busca desarrollar en esta investigación; es por ello que, para efectos de la misma y
atendido el enfoque investigativo de este trabajo, nos guiaremos por el concepto de
violencia señalando por la Organización Mundial de la Salud, en adelante OMS, la que la
define como “el uso intencional de la fuerza física, amenazas contra uno mismo, otra
persona, un grupo o una comunidad que tiene como consecuencia o es muy probable que
tenga como consecuencia un traumatismo, daños psicológicos, problemas de desarrollo o
la muerte1”.

Sobre este mismo punto, la 49a Asamblea Mundial de la Salud, del año 1996, declara
que la violencia es un importante problema de salud pública en todo el mundo, que debe ser
evaluado y afrontado por los Estados Miembros, situación que deben comunicar al Director
General de la OMS.

No debemos pasar por alto la mencionada calificación experta que se hace de la


violencia como un problema de salud, ya que nos permite aproximarnos al mencionado
fenómeno social desde una perspectiva multidisciplinaria: interesa al área de la salud,
principalmente a la psicología y a la psiquiatría, también a la sociología en su calidad de
fenómeno social o cultural, y sin ser exhaustivos, a la ciencia jurídica, que si bien mucho se
ha discutido sobre la legitimidad de su extensión a los ámbitos privados de la vida familiar,
1 ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD. (2002). Informe mundial sobre la violencia y la salud (Ginebra.
Oficina de publicaciones).
no podemos desmerecer que su intromisión ha restablecido el imperio de la justicia material
en muchos casos de grave vulneración de los derechos de los miembros de un grupo
familiar.

Como una primera aproximación, podemos observar claramente que si bien el


concepto de violencia otorgado por OMS se aproxima de manera más “compleja” a la
materia, no podemos dejar de criticar que su alcance sigue siendo restringido para nuestros
efectos: establece como requisitos el uso de fuerza física o amenazas, las cuales tiene que
ser intencionales, y producir consecuencias de tipo psicológico o físico en la víctima.

II.2. De la Violencia Económica a la Violencia Intrafamiliar

Sobre lo señalado en el punto anterior y situándonos ya geográficamente en nuestro


país, es sumamente relevante analizar brevemente el concepto legal de violencia
intrafamiliar, el cual se encuentra íntimamente ligado con el fondo de nuestra investigación.
El artículo 5º de la Ley N°20.066 del año 2005, señala que “será constitutivo de violencia
intrafamiliar todo maltrato que afecte la vida o la integridad física o psíquica de quien
tenga o haya tenido la calidad de cónyuge del ofensor o una relación de convivencia con
él; o sea pariente por consanguinidad o por afinidad en toda la línea recta o en la
colateral hasta el tercer grado inclusive, del ofensor o de su cónyuge o de su actual
conviviente. También habrá violencia intrafamiliar cuando la conducta referida en el
inciso precedente ocurra entre los padres de un hijo común, o recaiga sobre persona
menor de edad, adulto mayor o discapacitada que se encuentre bajo el cuidado o
dependencia de cualquiera de los integrantes del grupo familiar”.

A partir de lo señalado en la ley, se desprende que el maltrato constitutivo de


violencia intrafamiliar, de aquí en adelante VIF, será aquel que afecte tanto, la vida de la
víctima; su integridad física, a través de conductas que generen algún tipo de lesiones; y su
integridad psíquica, a través de perjuicios a la salud psicológica, por medio de menoscabos,
degradaciones, control a la víctima utilizando intimidación, manipulación, amenazas,
humillación o aislamiento.

Realizando una comparación entre el concepto de violencia que otorgar la OMS y el


de violencia intrafamiliar que dispone nuestra legislación, podemos observar un alcance
bastante mayor de este último. Si bien este circunscribe el asunto al ámbito familiar, por lo
demás, hoy enormemente heterogéneo, también utiliza como verbo rector la palabra
“maltrato”, que de acuerdo p a su uso natural y obvio, podemos entender la como “tratar
mal a alguien de palabra de obra”, y que de acuerdo a un enfoque psicológico actual
puede adoptar diferentes intensidades, formas y manifestaciones.

Por un lado, el maltrato puede ser “sutil” o grave; por otro, físico, verbal, emocional o
psicológico, infantil, bullying, mobbing, maltrato digital, institucional, económico, y por
último y no menos importante, puede ser por acción o por omisión. Esta última distinción
puede tener un gran ámbito de aplicación en la temática de este trabajo, por lo que nos
parece adecuado señalar brevemente que la violencia por omisión se encuentra más
estudiada en el ámbito de la infancia, y consiste en dejar de atender las necesidades básicas
de los mismos. Con todo, también se produce en las relaciones de pareja cuando uno de los
mismos ignora especialmente las necesidades emocionales del otro.

II.3. Características de la Violencia Intrafamiliar

a) Se da en el ámbito afectivo.— Al darse en el seno de la familia, de esto se deriva un


efecto importante: la imposibilidad de plantearlo, enfrentarlo y remediarlo con la
misma claridad y entereza que si fuera un acto de un tercero. Los afectos
involucrados impiden tal objetividad y en muchas ocasiones perciben la violencia
como un mal necesario.
b) Se vive en forma cíclica y escalada.— Lo que se manifiesta en el eufemísticamente
llamado “ciclo de la violencia”.
c) Es un problema social.
d) Debe existir maltrato.— Debe existir un maltrato grave acreditado que afecte la
integridad física o psíquica de la víctima.

De las características recién mencionadas se desprende que en nuestro país no se


encuentran regulados otros tipos de violencia, tales como la violencia patrimonial, sexual o
económica, como acciones autónomas, sino que se las ve como parte de la violencia
psíquica; esto a diferencia de legislaciones extranjeras, tales como Argentina, Costa Rica,
Panamá, Uruguay, México y España, que regulan además aquella violencia que menoscabe
al patrimonio de la víctima o atentan contra su indemnidad sexual, con independencia de
los efectos psíquicos en sendas legislaciones sobre la Violencia Domestica2.

Para ilustrar este punto, la única disposición de la mencionada Ley 20.066 que se
refiere a “perjuicios patrimoniales” es el artículo 11°, relativo a los “Desembolsos y
Perjuicios Patrimoniales”; el que señala que “La sentencia establecerá la obligación del
condenado de pagar a la víctima los desembolsos y perjuicios de carácter patrimonial que
se hubieren ocasionado con la ejecución del o los actos constitutivos de violencia
intrafamiliar objeto del juicio, incluida la reposición en dinero o en especie de bienes
dañados, destruidos o perdidos. Estos perjuicios serán determinados prudencialmente por
el juez”. Como se puede observar, la ley chilena concibe los perjuicios patrimoniales solo
como una consecuencia de un tipo de violencia independiente: la física o psíquica,
siguiendo el concepto del artículo 5°.

Como un segundo ejemplo, debemos tener presente además el concepto de violencia


contra la mujer, entregado por la Convención Interamericana para prevenir, sancionar y
erradicar la violencia contra la mujer "convencion de belem do pará”, ratificada por
nuestro país, la que en su artículo primero entiende por violencia contra la mujer a
“cualquier acción o conducta, basada en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento
físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público como en el privado”. Sin

2 HARRIS MOYA, PEDRO. Conceptos de violencia doméstica y sus clases, Chile y Derecho comparado
(DEPARTAMENTO DE ESTUDIOS, EXTENSIÓN Y PUBLICACIONES. Biblioteca del Congreso
Nacional 2016).
embargo, el artículo siguiente señala que esta acción o conducta puede tratarse de violencia
física, sexual y psicológica, dejando fuera, otra vez, otros subtipos del fenómeno.

II.4. La Violencia Económica

Tal como se señaló anteriormente, en nuestro país se entiende la violencia económica


como parte de la violencia psicológica y, por lo mismo, carece de un concepto legal y de
una enumeración de las características que debe tener la conducta para ser constitutiva de
este tipo de violencia.

Así lo demuestra el documento elaborado por la Comisión Legislativa del Congreso


Nacional: “Conceptos de violencia doméstica y sus clases, Chile y Derecho Comparado”.
En este se señala expresamente que “la ley no considera explícitamente los perjuicios o
daños patrimoniales ni sexuales dentro de los tipos de violencia que establece el artículo 5
ya señalado”.

El mismo documento señala que para ciertos autores como Mouradian, la violencia
económica o patrimonial puede ser entendida como una subcategoría de la violencia
psicológica, sin embargo, la diferencia entre ambas radica en que “el control patrimonial
implica para la víctima finalmente, dependencia del víctimario”, se pretende asilar a la
víctima de otras personas, los abusadores “alargan el brazo del control hasta donde otras
formas de violencia no alcanzan a llegar”.

Por lo mismo, para efectos de nuestra investigación, debemos tener presente el


concepto entregado por la Ley N°1.257 del 2008, sobre no violencias contra las mujeres, de
Colombia, que entiende violencia económica como “cualquier acción u omisión orientada
al abuso económico, el control abusivo de las finanzas, recompensas o castigos monetarios
a las mujeres por razón de su condición social, económica o política”. Junto con la
definición que nos entrega la Fundación PRODEMU, de Promoción y Desarrollo de la
Mujer, que, junto con distinguir entre violencia económica en el ámbito público y privado,
entiende que esta última es “el control, por parte del hombre que provee, en la entrega del
dinero necesario para la mantención del hogar y/o de las hijas o hijos comunes o de otras
personas que integran el núcleo familiar. También constituye violencia económica cuando
un “otro” se apropia del dinero que ganó la mujer con su trabajo, así como la negación,
condicionamiento o extorsión de los recursos económicos necesarios para el hogar común.
También cuando el “jefe de familia” no deja que la mujer trabaje y genere un ingreso
propio”3.

Es posible encontrar en ambos conceptos transcritos que se hace alusión a un abuso


y/o control, por parte del hombre a la mujer y, si bien, estamos conscientes que la violencia
puede darse por parte de la mujer al hombre o de manera cruzada, estadísticamente
hablando, es el género femenino el que se ve más afectado por este tipo de violencia.

3 DIEZ BERLINER, PAOLA (2019). Hablemos de violencia económica (Revisado el 22 mayo 2019), de
Prodemu Sitio web: http://www.prodemu.cl/?s=violencia+economica
II.5. Violencia económica como parte de la Violencia Psicológica o como un
tipo de Violencia Autónoma

Dentro de este punto, es donde cabe preguntarnos ¿es la violencia económica parte de
la violencia psicológica o puede ser calificada como un tipo de violencia autónoma?

Esta cuestión no trata de un tema baladí, ya que a partir de dicha calificación será
posible acercarnos a los medios de prueba que serán empleados en caso de que una persona
alegue ser víctima de violencia económica. Esto ocurre, ya que al ser víctima de violencia
psicológica, lo lógico es que se pruebe dicha acción dañina a través de un informe
psicológico, que acredite que dicha persona ha sido víctima de violencia psicológica,
consistente en violencia económica.

Por el contrario, si la entendemos como un tipo de violencia autónoma, podríamos


permitirnos apreciar instrumentos diversos a informes psicológicos, como por ejemplo, un
documento donde conste efectivamente el control o abuso que alega quien es víctima de
este tipo de violencia.

Para dicho efecto, enumeraremos brevemente los elementos que se pueden


desprender de los conceptos comparados de violencia patrimonial, con el fin determinar si
se encuentran o no en una relación de género- especie:

a) Conducta: De
tanto activa como omisiva. De acuerdo a su descripción, la mayoría de los países
comprenden el “daño”, “transformación”, “sustracción”, “destrucción”,
“distracción”, “retención” y “ocultamiento”. La legislación Española solo se refiere
a la “privación” que debe ser además injustificada e intencional, como también a la
“discriminación en el uso de recursos compartidos”.
b) Culpabilidad:
tampoco se puede saber si se satisface con dolo o solo con un actuar negligente. Sin
embargo, es un elemento que puede inferirse.
c) Bienes: De acu
comprenden, en general, objetos, instrumentos de trabajo, documentos personales,
bienes, derechos y recursos económicos, España, se limita a consagrar un concepto
amplio de “recursos para el bienestar físico o psicológico de la mujer y de sus hijas
e hijos”. De acuerdo a la propiedad, algunas legislaciones comprenden los bienes
pertenecientes a ambos cónyuges, otras los pertenecientes a la mujer, y otras no lo
señalan.
d) Resultado: est
México, las conductas punibles deben afectar la supervivencia de la víctima, y en
Uruguay, coaccionar la autodeterminación de otra persona.

Tanto del elemento “conducta”, como del elemento “bienes”, podemos desprender
que la violencia patrimonial se diferencia claramente de la psicologíca. Si bien puede ser
que un caso determinado puedan concurrir producto de una misma conducta de maltrato, la
anterior enumeración permite descartar la relación de “genero-especie”. Por lo demás, en la
variante psicológica solo se distinguen tres elementos: conducta, culpabilidad y resultado,
estando este último siempre presente en la forma de degradación o control de la conducta o
comportamientos, mientras que en la patrimonial, como dijimos, se relaciona con la
afectación a la supervivencia de la persona o disposición de sus bienes.

Teniendo en consideración que nosotros no tenemos la fortuna de contar con una


disposición como la señalada en el ordenamiento colombiano, nuestra Corte Suprema si se
ha pronunciado respecto a la interrogante de si la violencia económica se considera como
una conducta autónoma o dentro del mismo tipo de violencia psicológica. Si bien, no existe
una amplia gama de sentencias que traten la violencia económica en específico y de manera
acabada (esto porque las temáticas de violencia de género tienen una aproximación actual
en nuestro país), si podemos encontrar fallos en los la jurisprudencia se ha pronunciado
respecto de su existencia y contenido.

En este sentido, podemos señalar la sentencia CS Rol 16.098-2015, en ella el


demandado recurre de casación en la forma ante la Corte, al ser condenado por violencia
intrafamiliar. Los hechos que fundan la causa se refieren a varias situaciones de violencia y
hostigamiento, tanto a la antigua cónyuge y a la hija en común, siendo uno de esos hechos,
la suspensión del pago de alimentos que el demandado proveía voluntariamente. Así las
cosas, dicho tribunal señala que en lo que respecta a violencia intrafamiliar propiamente tal,
la cual en su vertiente psicológica podemos encontrar “el maltrato por la vía económica,
consistente en el ejercicio abusivo de quien se niega a entregar dinero para la
manutención del grupo familiar, a fin de manipular, humillar o castigar a la víctima(...)”.
Entonces, es posible desprender de lo anterior que la Corte Suprema afirmaría la existencia
de este tipo de violencia y lo ubica dentro de los actos realizados no solo por el cónyuge
(como así lo expresa el artículo 5° de la Ley N° 20.066), encaminados a restringir la
manutención del grupo familiar con el fin de someter a la víctima de dicho maltrato a las
vejaciones enunciadas por la Corte anteriormente.

Por otra parte, estableciendo también una definición de violencia económica,


podemos encontrar la sentencia CS rol 32.945-2014, respecto de la cual el demandante
interpone recurso de casación en el fondo contra la sentencia de la Corte de Apelaciones,
que revocó el fallo de primer grado y rechazó la demanda, por no constituir los hechos que
la fundan un acto de violencia intrafamiliar. Aquí la demandante, quien es una persona de
tercera edad, irrumpió en propiedad de su cónyuge la cual compartió con sus hijos años
atrás, sin embargo, al encontrarse ella sin tener donde vivir y encontrándose el inmueble
desocupado, irrumpe en este forzando cerraduras e instalándose a vivir con su actual grupo
familiar. Al percatarse de esta situación, el cónyuge la expulsa de la propiedad.

En este sentido, la parte recurrente afirma que los hechos constituyen violencia
intrafamiliar a la luz de lo que disponen los artículos 3, 5, 7 y 14 de la Ley N° 20.066.
Dicha normativa persigue visualizar el maltrato de los adultos mayores en el marco de la
violencia al interior del hogar (de acuerdo a las reglas de parentesco y convivencia), y no
por el criterio de la habitualidad. Así la parte que recurre el fallo, en este señala que “el
artículo 5° define los actos que son constitutivos de violencia intrafamiliar y la calidad de
la relación entre agresor y víctima, y el artículo 7° le atribuye la naturaleza de violencia
intrafamiliar al hecho de expulsar a un adulto mayor, dueño o poseedor, a cualquier título,
de un inmueble que ocupa para residir, cuando dicho actuar ha sido llevado a cabo por
algunos de los parientes señalados en el artículo señalado”.

Aquí la Corte señala como violencia intrafamiliar “la económica en el descuido o


negativa a contribuir a las necesidades básicas del otro, ejerciendo un abusivo e injusto
control físico y mental utilizando el poder económico”. Por lo tanto aquí reafirmamos el
punto anterior, respecto de lo cual dicha violencia puede jercerse no solo entre cónyuges,
sino que también hacia el resto del grupo familiar. Si bien, dicho recurso no fue acogido por
falta de habitualidad (requisito necesario para determinar la concurrencia de la violencia
dentro del grupo familiar), se aborda la violencia económica dentro de las conductas
catalogadas como violentas dentro del grupo familiar.

III. LA PRUEBA EN LA VIOLENCIA ECONÓMICA

III.1. Consagración Legal

En todo procedimiento uno de los momentos más importantes y decisivos es,


precisamente, la prueba de los hechos discutidos. Es en esa instancia, donde se sustentarán
las pretensiones de hecho de cada parte y dónde el juez deberá, a su vez, ponderar lo
expuesto y fundamentar, finalmente, en base a ello su sentencia. Así, es posible distinguir
dos fases o etapas en la instancia probatoria intraprocesal 4, por un lado, la presentación
propiamente tal de la prueba y, por otro lado, la ponderación o valoración que el juez hace
de la misma. Así, dentro de la primera etapa o fase, como lo sostiene el profesor Claudio
Meneses, es posible distinguir, por un lado, las fuentes de prueba y, por otro lado, los
medios de prueba, las primeras dicen relación con el escenario previo y ajeno al proceso, en
tanto que los segundos corresponden de lleno al campo judicial y se vinculan con lo que
ocurre al interior de un proceso.

Así, respecto a la categoría “medios de prueba”, entendiendo nuestra jurisprudencia


por tales aquellos instrumentos dirigidos "a proporcionar al juez conocimiento sobre los
hechos de que depende el derecho que debe declarar en la sentencia”5, el artículo 341 del
título XI (“De los medios de prueba en particular”) de nuestro Código de Procedimiento
Civil, nos entrega un catálogo de los medios probatorios que pueden hacerse valer en juicio,
a saber, Instrumentos, Testigos, Confesión de parte, Inspección personal del tribunal,
Informe de peritos y Presunciones. Esto, por un lado, constituye y limita el campo de
acción de las partes en materia de prueba, pero, por otro lado, también les entrega claridad,
seguridad y certeza respecto al procedimiento y a las herramientas disponibles para apoyar
su pretensión.

4 MENESES PACHECO, CLAUDIO (2008). Fuentes de prueba y medios de prueba en el proceso civil. Ius et
Praxis, vol. 14, Nº 2, pp. 43-86. Disponible en https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?
script=sci_arttext&pid=S0718-00122008000200003. (Fecha de consulta: 29 de mayo de 2019).
5 Corte de Apelaciones de Punta Arenas 5 enero 1990, RDJ t. 83, sec. 2a, p. 8 (considerando 31°). Véase
también la sentencia del 22° Juzgado Civil de Santiago dictada en los autos "Larraín con Sociedad Industrial y
Comercial Maderera Los Dominicos", publicada en RDJt. 79, sec. 3a, pp. 89-92, en especial considerando 18°
(pp. 91 y 92).)
Ahora bien, al momento de analizar nuestra legislación en materia de prueba de la
violencia intrafamiliar, indudablemente debemos dirigirnos a la legislación especial que
regula el asunto, hablamos de la Ley Nº20.066, de noviembre del año 2005, sobre violencia
intrafamiliar, la cual en su artículo 6 dispone: “Los actos de violencia intrafamiliar que no
constituyan delito serán de conocimiento de los juzgados de familia y se sujetarán al
procedimiento establecido en la ley Nº19.968.". De la lectura, podemos desprender la
existencia de dos tipos de actos de violencia, primero, aquellos que constituyen delito y
que, en efecto, serán de conocimiento de la jurisdicción penal, y, segundo, aquellos de no
constituyen delito y que, por tanto, serán materia de competencia y objeto procesal de una
judicatura civil especial, a saber, los Juzgados de Familia. Todo lo anterior, por medio de
una remisión expresa a la ley Nº 19.968 de agosto del 2004 y confirmada, a su ves, por el
articulo 8 número 16 de esta última. Es, precisamente, este último el procedimiento que nos
interesa analizar en esta oportunidad.

Al respecto, la ley Nº 19.968 (artículos 81 a 101) regula este procedimiento relativo a


los actos de violencia intrafamiliar, en su párrafo segundo, como uno de los procedimientos
especiales que establece el título IV de la misma disposición. Con todo, en materia de
prueba no se innova en el párrafo especial (del título IV) y queda regida esta parte por las
disposiciones generales relativas a la prueba del párrafo tercero del título III de la misma
norma, según se desprende, a su vez, del articulo 81 inciso final, a saber: “El procedimiento
por actos de violencia intrafamiliar se regirá por las normas contenidas en este Párrafo y,
en lo no previsto en ellas, por el Título III de esta ley.”. Así, el párrafo III establece, en
primar lugar, libertad de prueba para las partes (artículo 28), lo que se traduce en que estas
podrán hacer uso de todos aquellos medios de prueba que sean producidos de conformidad
a la ley, en segundo lugar, y como contrapartida a lo anterior, establece para el juez la
facultad de exclusión de prueba (articulo 31), lo que faculta a este tercero imparcial a
excluir “aquellas [pruebas] que fueren manifiestamente impertinentes, tuvieren por objeto
acreditar hechos públicos y notorios, resulten sobreabundantes o hayan sido obtenidas con
infracción de garantías fundamentales”. Así, podemos observar una especie de equilibrio
coherente y racional entre el actuar de las partes y del juez al momento de la presentación
de la prueba, pero esto cambia radicalmente, positiva o negativamente, en un momento
inmediatamente posterior, vale decir, al momento de valorar la misma. Lo anterior, queda
de manifiesto en el artículo 32, el cual dispone: “Los jueces apreciarán la prueba de
acuerdo a las reglas de la sana crítica. En consecuencia, no podrán contradecir los
principios de la lógica, las máximas de la experiencia y los conocimientos científicamente
afianzados. La sentencia deberá hacerse cargo en su fundamentación de toda la prueba
rendida, incluso de aquella que hubiere desestimado, indicando en tal caso las razones
tenidas en cuenta para hacerlo. La valoración de la prueba en la sentencia requerirá el
señalamiento de los medios de prueba mediante los cuales se dieren por acreditados cada
uno de los hechos, de modo de contener el razonamiento utilizado para alcanzar las
conclusiones a que llegare la sentencia.”. Así, finalmente, conforme expresamente lo
señala la norma, será una valoración de conformidad a las reglas de la sana crítica, es decir,
en base a la lógica, la ciencia y la experiencia, la encargada de determinar los hechos
verdaderos, la existencia de actos de violencia y, en efecto, el resultado de la sentencia.

Al tenor de lo expuesto, es posible concluir que el legislador por medio de la


consagración de un procedimiento en base a la libertad de prueba y valorado por medio de
las reglas de la sana critica buscaría un doble objetivo, por un lado, obtener la mejor
información posible, no solo verosímil, sino que veraz, y por otro lado, por medio de la
sana critica, permitirle al juez una valoración de la prueba de acuerdo a su recta razón,
desligándolo de disposiciones cerradas que, sobre todo en materias tan complejas como las
relaciones de familia, no siempre son garantía de justicia en las desiciones judiciales.

III.2. La Sana Crítica

Habiendo hecho el recorrido desde la ley de violencia intrafamiliar (Ley Nº 20.066) a


la ley de juzgados de familia (Ley Nº 19.968), llegamos a la instancia que es realmente
decisiva en el procedimiento, a saber, la valoración de los medios de prueba. En esta etapa,
la prueba presentada por las partes será admitida o desechada por medio de un verdadero
proceso de depuración realizado por el juez. Para lo anterior, nuestra legislación debe optar
por un sistema de valoración de la prueba, ya sea prueba legal o tasada (donde el legislador
indica perentoriamente el valor de cada medio de prueba), prueba libre o convictiva (donde
no se establecen parámetros rígidos de valoración de cada medio, debiendo el juez
únicamente fundamentar la elección de unos en desmedro de otros) o, un intermedio entre
estos, a saber, la sana critica. Lo anterior, entendiendo que “los sistemas […] han
evolucionado respondiendo al desarrollo cultural y la naturaleza de las materias,
explorando la forma en que mejor se cumpla con la garantía del debido proceso, al
obtener la debida y suficiente argumentación de las decisiones jurisdiccionales”6.

Así, como se señaló en el apartado anterior, nuestro legislador opta por una “libre
valoración de la prueba” o sana critica, así lo dispone expresamente el articulo 32 inciso
primero de la ley de tribunales de familia, a saber, “Los jueces apreciarán la prueba de
acuerdo a las reglas de la sana crítica.”. Posteriormente, en el mismo inciso, se refiere a la
implicancia o consecuencia de la aplicación de dichas reglas, esta es: “no podrán [los
jueces] contradecir los principios de la lógica, las máximas de la experiencia y los
conocimientos científicamente afianzados.”. Así, de la lectura de este precepto, podemos
desprender los denominados elementos o limites de la sana critica, a saber, la lógica, la
ciencia y la experiencia. Con todo, para una mayor aproximación y comprensión de este
sistema, es menester comenzar con un concepto del mismo.

Sin duda definir la sana critica no es tarea sencilla, pues durante mucho tiempo se ha
discutido su sentido y alcance, tanto por la doctrina como por la jurisprudencia. Así, por un
lado, para el destacado jurista uruguayo Eduardo Couture las “reglas de la sana crítica son,
ante todo, las reglas del correcto entendimiento humano. En ellas interfieren las reglas de
la lógica, con las reglas de la experiencia del juez”7, para Couture la sana critica seria la
“unión de la lógica y de la experiencia, sin excesivas abstracciones de orden intelectual,
pero también sin olvidar esos preceptos que los filósofos llaman de higiene mental,
tendientes a asegurar el más certero y eficaz razonamiento.”8. Complementando esta
aproximación, la jurista nacional María Ines Horvitz señala “El sistema de […] sana crítica
racional puede entonces ser entendido como aquél caracterizado por la inexistencia de

6 Sentencia Corte Suprema Rol Nº 7.213-2010


7 COUTURE, EDUARDO J. Fundamentos del Derecho Procesal Civil (Editorial Depalma, 3ª edic, Buenos Aires, 1958, p.
270) [Consultado el 19 de Mayo del 2019)
8 COUTURE EDUARDO, J., ob. cit., n° 7, p. 271.
reglas legales tendientes a regular el valor probatorio que el juez debe asignar a los
medios de prueba, pero que impone al juez la obligación de fundamentar su decisión
haciendo explícitas las razones que la han motivado, las que no pueden contradecir los
principios de la lógica, las máximas de la experiencia y los conocimientos científicamente
afianzados. La fundamentación de la sentencia constituye un elemento central en la
diferenciación entre este sistema y el de la íntima convicción”9. Por otro lado, nuestra Corte
Suprema a sostenido que “La sana critica es aquella que nos conduce al descubrimiento de
la verdad por los medios que aconseja la recta razón y el criterio racional puesto en
juicio”10. Asimismo, el máximo tribunal reconoce que “es la actividad encaminada a
considerar los medios probatorios tanto aisladamente como mediante una valoración de
conjunto”. Y que, además, “se deben tener presente las leyes de la lógica, la experiencia y
los conocimientos científicamente afianzados en la comunidad en un momento
determinado, por lo que son variables en el tiempo y en el espacio, pero estables en el
pensamiento humano y la razón.”11. Finalmente, la corte de casación considera “Que así
como las leyes reguladoras de la prueba son a un sistema de prueba tasada; la sana crítica
lo es a un sistema de apreciación de la prueba por medio de la persuasión racional del
juez.”12.

Por tanto, de la lectura conjunta de las diferentes aproximaciones, se puede concluir,


como acertadamente lo hace nuestro tribunal supremo, que “La sana crítica está referida a
la valoración y ponderación de la prueba, esto es, la actividad encaminada a determinar
primero los aspectos que inciden en la decisión de considerar aisladamente los medios
probatorios, para precisar su eficacia, pertinencia, fuerza, vinculación con el juicio y
cuanto pueda producir fe en el juzgador respecto de su validez y su contribución al
establecimiento de la verdad de los hechos controvertidos, esto es el mérito que puede
incidir en la convicción del sentenciador. Luego, en una valoración conjunta de los medios
probatorios así determinados, extraer las conclusiones pertinentes en cuanto a los hechos
y fijar la forma en que sucedieron los hechos. En ambos escalones deberá tener presente el
magistrado las leyes de la lógica, la experiencia y los conocimientos científicamente
afianzados en la comunidad en un momento determinado, por ello es que son variables en
el tiempo y en el espacio, pero estables en el pensamiento humano y la razón. Este es el
contenido de la sana crítica o su núcleo medular; son los aspectos que no pueden ser
desatendidos.”13. En estos términos, por ejemplo, estaría pensada y planteada por el
legislador al consagrarla en diferentes disposiciones jurídicas, sin ir mas lejos, en el articulo
32 de la ley Nº 19.968 (tribunales de familia), así como en el artículo 14 de la ley Nº18.287
(juzgados de policía local); el articulo 8 de la ley Nº 18.101 (arrendamiento de predios

9 OYARZÚN RIQUELME, FELIPE (2016). Aplicación de las máximas de la experiencia en un modelo de


valoración racional de la prueba (Memoria para optar al grado. Derecho U. Chile)
10 Sentencia de la Corte Suprema de Justicia, de 6 de enero de 2003, Rol N° 400-01, citada por CORTEZ
MATCOVICH, GONZALO, El nuevo procedimiento regulado en la ley N° 19.496 sobre protección de los
derechos de los consumidores, Editorial LexisNexis, 1a edic, Santiago, 2004, p. 61
11  Diario Constitucional (2017) CS establece que la sana crítica es la actividad encaminada a considerar los
medios probatorios tanto aisladamente como mediante una valoración de conjunto (Revisado 18 mayo, de
Diario Constitucional) Sitio web: http://www.diarioconstitucional.cl/noticias/jurisprudencia-
judicial/2017/08/04/cs-establece-que-la-sana-critica-es-la-actividad-encaminada-a-considerar-los-medios-
probatorios-tanto-aisladamente-como-mediante-una-valoracion-de-conjunto/
12 Sentencia Corte Suprema Rol Nº 7.213-2010
13 Sentencia Corte Suprema Rol Nº 7.213-2010
urbanos); el articulo 62 de la ley Nº 19.300 (medio ambiente); el articulo 455, 456 y 459
del código del trabajo, letra d); entre otros.

Como podemos observar, la opción legislativa de la ley 19.968 se aleja de las leyes
reguladoras de la prueba contenida en el CPC del año 1902, y se alinea con las más
recientes tendencias en la materia. Al respecto, el mensaje del proyecto de ley que creó
nuestro actual Código Procesal Penal señala que el sistema de prueba tasada es sólo
coherente con el sistema de prueba escrito, el juicio oral, por esencia, tiene como objetivo
que el juez pueda apreciar directamente los elementos de prueba y formarse una convicción
por esa vía. Tasar la prueba significa quitar al juez la posibilidad de reconstituir los hechos
a partir de los medios de prueba. Esto es desconocerle su competencia más elemental.

Sin embargo, la coherencia con el procedimiento oral no fue el único motivo por el
cual Chile se volcó – no sin reticencias- a esta novedosa modalidad de valorar la prueba,
sino que también, se buscó dar libertad a los jueces, toda vez que se había dado lugar una
especie de “libertinaje probatorio” debido al anacronismo del sistema y la imposibilidad de
trabajar con él. En efecto, en materia penal la criminalidad es cada vez más complicada y
más difícil encontrar testigos que den cuenta de lo que ocurrió, en materia de familia, la
interdisciplinariedad y privacidad de los motivos que dan origen a las acciones, hacen
aplicables análogamente las mismas fundamentaciones.

Habiendo logrado una aproximación al concepto de sana crítica y entendiendo su


estructura, nos referiremos a sus límites o elementos esenciales, estos son, la lógica, la
ciencia y la experiencia.

La lógica, en primer lugar, dice relación con una lógica formal o monotónica (en
contraposición a la lógica no monotónica o la lógica factual), la cual “se refiere solo a
proposiciones analíticas —no transmiten ninguna información sobre cuestiones de hecho,
es decir, solo aluden a símbolos que empleamos en nuestros intercambios lingüísticos”14,
pensemos, por ejemplo, en A es igual a A. Su utilidad viene dada por la posibilidad de
resumir nuestros recorridos intelectuales en normas lógicas, ahorrándonos repetir intensos
cursos de análisis. Por medio de ella se “pretende distinguir entre los razonamientos
correctos, de aquellos que no lo son, en cuyas proposiciones debe existir una vinculación
racional”15. Así, de ella se desprenden las leyes de la identidad, la no contradicción, el
tercero excluido y la razón suficiente.
En segundo lugar, la ciencia o conocimientos científicamente afianzados se refieren a
“conclusiones que se adquieren aplicando el método científico […]. Los conocimientos
científicos están asociados a las teorías y leyes de las diversas ciencias, las que se han
construido mediante el método científico, el cual está caracterizado fundamentalmente por
la demostración”16. Por su parte, para Rodrigo Cerda “los conocimientos científicos están
constituidos por el saber humano proporcionado por las ciencias”17. Para Coloma y
Agüero, un conocimiento científicamente afianzado seria “uno que, gracias a la
tecnología, ha sido “operacionalizado” para su uso, o sea, ha sido traducido en reglas que
14 LARROCAU, JORGE
15 Sentencia Corte Suprema Rol Nº 7.213-2010
16 Sentencia Corte Suprema Rol Nº 7.213-2010
17 CERDA, R (2013). Valoración de la prueba: Sana crítica (Librotecnia. Santiago. P. 39.)
indican como se debe proceder”18. Por lo tanto, el rasgo característico de este elemento —y
propio de toda ciencia— viene a ser su carácter verificable.

Finalmente, la experiencia o máximas de la experiencia se refieren a “las nociones de


dominio común y que integran el acervo cognoscitivo de la sociedad, las que se aprende
como verdades indiscutibles”19. Así, para Eduardo Couture son “normas de valor general,
independientes del caso específico, pero como se extraen de la observación de lo que
generalmente ocurre en numerosos casos, son susceptibles de aplicación en todos los otros
casos de la misma especie”20. Por su parte, Joel Gonzales Castillo postula algunos
elementos comunes a las máximas de la experiencia, a saber, “1º Son juicios, esto es,
valoraciones que no están referidas a los hechos que son materia del proceso, sino que
poseen un contenido general. Tienen un valor propio e independiente, lo que permite darle
a la valoración un carácter lógico; 2º Estos juicios tienen vida propia, se generan de
hechos particulares y reiterativos, se nutren de la vida en sociedad, aflorando por el
proceso inductivo del juez que los aplica; 3º No nacen ni fenecen con los hechos, sino que
se prolongan más allá de los mismos, y van a tener validez para otros nuevos; 4º Son
razones inductivas acreditadas en la regularidad o normalidad de la vida, y, por lo mismo,
implican una regla, susceptible de ser utilizada por el juez para un hecho similar; 5º Las
máximas carecen de universalidad. Están restringidas al medio físico en que actúa el juez,
puesto que ellas nacen de las relaciones de la vida y comprenden todo lo que el juez tenga
como experiencia propia”21. En palabras de la Corte de Apelaciones de Santiago “una
“máxima” es una “regla, principio o proposición generalmente admitida por todos los que
profesan una facultad o ciencia”, y es también una “sentencia, apotegma o doctrina buena
para dirección de las acciones morales”, y, por ultimo denota una “idea, norma o designio
a que se ajusta la manera de obrar”. “Experiencia”, por su parte, es el “advertimiento,
enseñanza que se adquiere con el uso, la práctica o solo con el vivir”22.

La importancia de los conocimientos científicamente afianzados es manifiesta en


materia de violencia intrafamiliar, especialmente de la ciencia psicológica y de las ciencias
sociales en general. Como se ha podido observar en los primeros apartados del presente
trabajo, es gracias a ellas que muchas veces los jueces pueden llegar a tener por
establecidos los hechos que alegan las partes en sus demandas. Por lo demás, en este
sentido se orientaba precisamente el Mensaje presidencial que dio origen a la Ley 19968,
estableciendo dentro de sus objetivos específicos que la jurisdicción tenga un carácter
interdisciplinario: Los tribunales que se crean, requieren tratar el conflicto en su
integralidad, considerando los múltiples aspectos involucrados, a fin de ofrecerles
soluciones también integrales.

En este sentido, se incorpora en cada Tribunal de Familia un Consejo Técnico,


compuesto por asistentes sociales y psicólogos, que tendrá el carácter de organismo auxiliar
de la administración de justicia, y prestará asesoría especializada a los jueces. La función

18 COLOMA CORREA, RODRIGO / AGÜERO SAN JUAN, CLAUDIO (2014). Lógica, ciencia y experiencia en la
valoración de la prueba (Revista Chilena de Derecho Vol. 41 Nº 2, p. 687)
19 Sentencia Corte Suprema Rol Nº 7.213-2010
20 COUTURE EDUARDO, J., ob. cit., n° 7, p. 192.
21 JOEL GONZÁLEZ, CASTILLO (2006). Revista Chilena de Derecho (Vol. 33 Nº 1)
22 Sentencia Iltma. Corte de Apelaciones de Santiago Rol Nº 1148 - 2011
primordial del Consejo Técnico será la de asesorar a los jueces en el análisis de los hechos
y situaciones relacionadas con los asuntos de que conocen y en cualquier otra materia de su
especialidad en que el juez lo solicite, así como en la adopción de la resolución que mejor
convenga a los intereses permanentes del grupo familiar.

En relación con la variante económica y visto que en Chile esta no se encuentra


delimitada jurídicamente, la intervención de especialistas en material de salud mental en el
juicio es el medio probatorio por excelencia. Si bien la libertad de prueba permite que en él
ingresen una serie de objetos y documentos incluso audiovisuales, la ausencia de una
tipificación de la conducta constitutiva de “daño”, “transformación”, “sustracción”,
“destrucción”, “distracción”, “retención” y “ocultamiento” de los objetos sobre los cuales
recae la violencia económica en nuestro concepto de violencia intrafamiliar, restringen al
juez a probar el resultado de la violencia psicológica, es decir, la degradación y el control
de las acciones y comportamientos de la víctima, para lo cual utilizará un peritaje
psicológico y/o la asesoría del Consejo Técnico.

Con respecto a la lógica y a las máximas de la experiencia consideramos que ellas no


constituyen por si mismas un elemento ha desarrollar en la presente temática, su aparte será
el mismo que en los otros procedimientos en que se contempla el uso de la sana crítica.

En virtud de lo expuesto, habiendo delimitado y estructurado la sana crítica y sus


elementos, cabe aproximarnos desde una vereda más próxima al objeto central del presente
análisis, esto es, ¿Cómo se relaciona, actúa y responde la sana critica frente a los actos de
violencia económica en nuestra jurisprudencia? ¿Es un sistema de valoración de la prueba
efectivo?

III.3. Valoración de la Prueba: La Sana crítica y la Violencia Económica en


nuestra Jurisprudencia.

En primer lugar, cabe recalcar lo dicho anteriormente al momento de caracterizar la


violencia económica, y es que si bien, la violencia intrafamiliar es un tema tratado hace ya
un tiempo por nuestra doctrina y legislación, la verdad es que la violencia de género en su
generalidad no ha sido una temática tocada de manera acabada, por lo que existen muchas
aristas de esta problemática respecto de la cual aún nos encontramos al debe. En este
sentido, si bien los tribunales como vimos, aceptan la existencia de la violencia económica,
el material frente a este especial tipo de violencia se encuentra poco desarrollado y
disperso, por lo que se hace difícil su estudio. Por otra parte también es importante
mencionar, que respecto a la revisión de casos de familia para poder determinar como es la
aplicación por parte de los jueces de la sana crítica, es particularmente difícil su revisión
exhaustiva por lo reservado de algunos fallos.

En segundo lugar, como lo explicamos anteriormente, ahora pasaremos a revisar


como han analizado la prueba de la violencia económica mediante la sana crítica. De esta
forma, podemos encontrar primeramente la sentencia CS Rol Nº 206-2009, que
corresponde a un recurso de casación en el fondo interpuesto por el demandado por
violencia intrafamiliar, respecto del cual, se determinó en primera y segunda instancia,
dicha parte sometía a su núcleo familiar mediante su poder económico y dejaba en una
situación de menosprecio y desamparo a su cónyuge, condenándolo por violencia
intrafamiliar y a la obligación de abandonar el hogar común. Así las cosas, dentro del
recurso incoado, dentro de las pruebas que la parte demandada presenta son informes
psicológicos de la contraparte, certificados bancarios, cuentas de servicios, comprobantes
de pago de universidad de uno de sus hijos, la declaración de un sacerdote, el pago de la
pensión alimenticia, entre otros. Si bien, la parte demandada presenta una amplia gama de
prueba para desacreditar los hechos en cuestión, la Corte expresa que de acuerdo al resto de
la prueba se comprueba que la forma de comunicación desde el demandado hacia la
demandante era mediante manipulación y denostación en el ámbito económico, lo que la
dejaba en una situación especial de desamparo, como así lo explica dicho tribunal el cual
expresa que dicha situación de violencia se manifiesta en “querer controlar las vidas de su
familia a través del poder económico”, además de esto, el demandado no da cuenta de su
real situación económica y no permite participación en decisiones importantes.

En este sentido, si bien como se demuestra, el violentador presentó pruebas en las que
se demostraba que aportaba a la estabilidad económica del grupo familiar, no desvirtuó el
hecho de que por la forma de aportar este ejercía poderío y manipulación sobre el grupo
familiar por este medio. En este sentido, como vimos anteriormente en la caracterización de
la violencia económica, esta no solo se refiere a la negativa a entregar dinero para la
manutención del grupo familiar con el fin de manipular, humillar o castigar a la víctima,
sino que también quien utiliza esta situación privilegiada para someter física o
psicológicamente a la víctima dejándola en una situación de desamparo. Por lo que respecto
de la prueba presentada, se comprueba en autos por parte del tribunal que concurrían los
elementos para determinar que la parte demandante fue víctima de dichas vejaciones
acogiendo su demanda y condenando al demandado a pagar una multa de 2 UTM y a dejar
el hogar común en un plazo no mayor a 30 días.

De esta forma y respecto de este caso en particular, podemos ver que la violencia
económica puede ejercerse de varias formas, y su acogimiento o no por parte de tribunales
dependerá de la manera en que esta se acredite y no supone únicamente la presentación de
pruebas en que conste una aportación económica o no al núcleo familiar, sino que también,
de la valoración que puedan hacer los jueces de las pruebas rendidas y el razonamiento al
que puedan llegar de cómo se llevan las relaciones interpersonales en el núcleo familiar, de
esta manera, la prueba es una forma no solo de evidenciar actos concretos de violencia, sino
también una forma mediante la cual los jueces se pueden acercar a observar cómo se
llevaban las relaciones de familia y de qué manera esas conductas particulares pueden
afectar en los individuos que la componen.

A continuación, tenemos también la sentencia de la Corte de Apelaciones de


Concepción, Rol Nº 507-2009, la cual corresponde a una apelación también a una denuncia
por violencia intrafamiliar que fue acogida por el Juzgado de Familia de Talcahuano. En
este fallo, lo único que se trae como prueba son 2 informes periciales de psicólogas
distintas presentadas por la denunciante en la cual, estas expresan que la denunciante habría
sufrido violencia psicológica y económica de antigua data y, un testigo presentado por el
denunciado, el cual no veía hace mas de 2 años pero que expresa nunca vió situaciones de
violencia.
Al comienzo de la sentencia el tribunal expresa que “es conveniente tener presente
que los hechos que pueden conformar violencia intrafamiliar, no se encuentran tipificados,
por lo que deben evaluarse de acuerdo a la realidad de la pareja involucrada (..)En todo
caso, para considerar que un determinado hecho constituye un acto de violencia
intrafamiliar, debe revisarse si tal acción esta fuera del natural estado, situación o modo
de la pareja en conflicto”. Por lo que de esto se entiende, las conclusiones del proceso se
darán no solo por la prueba presentada de manera objetiva, sino que también, entendiendo
el contexto y relación natural de pareja que estos lleven. En este sentido, es que la Corte al
valorar las pruebas presentadas expresan que, si bien existen estos informes, en ninguno de
ellos se presentan hechos o actos concretos de violencia (solo hay referencias generales y
abstractas) sino que se refiere a que generalmente existían palabras denostativas o insultos
(como expresa la psicóloga, el denunciado al parecer se relacionaría con su pareja a través
del miedo) como groserías y discusiones económicas, las cuales la Corte estableció podían
referirse a problemáticas generales de pareja, ya que consideran normal discutir por temas
económicos y además, no existe prueba de esta violencia ya que no se mencionan hechos o
golpes ni denuncias.

Al revisar la causa y hacer sus observaciones, finalmente dicha Corte opta por
revocar la sentencia de primera instancia y rechazar la denuncia, ya que como no se
presentaron pruebas de hechos concretos de violencia, no pueden inferir la concurrencia de
la violencia en este caso. Así como esta misma lo expresa, refiriéndose a que “El sistema
de la sana critica constituye un sistema de valoración libre de la prueba, pero teniendo
presente que ello no significa en absoluto facultad para el juez de formar su convicción de
manera arbitraria, toda vez, que libertad importa uso razonado de la lógica y del buen
sentido, guiados y apoyados por la experiencia que obtiene de la labor que ejerce y el
medio social en que se desenvuelve (...) Es necesario tener presente que el valor de la
prueba pericial debe ser determinada por el tribunal según la idoneidad del perito, la
objetividad y calidad de su informe y declaración, y su concordancia con los otros medios
de prueba, apreciado todo ello conforme a la sana critica”. De esta forma, la Corte da a
entender que si bien, las reglas de la sana crítica deben aplicarse de manera tal que ayude al
juez a hacer una visión general del conflicto, para solucionarlo de mejor manera teniendo
en cuenta una coherencia con el proceso y las pruebas presentadas, los conocimientos
culturales que permiten al juez interiorizarse en la situación en conflicto y los
conocimientos aportados por determinadas ciencias (mediante la prueba de peritos), aún así
la prueba debe ser tajante en demostrar situaciones concretas de violencia evidenciables
mediante esta.

IV. CONCLUSIÓN

Para finalizar, parece pertinente recordar lo que señala la OMS al respecto de la


violencia, sosteniendo que constituye un problema de salud del cual los Estados deben
hacerse cargo. Si bien es cierto que Chile ha avanzado en la materia, primeramente
mediante la creación de una justicia especializada con competencia para conocer los casos
de violencia intrafamiliar, y seguidamente mediante la modernización de la ley que regula
el fenómeno; es posible evidenciar, a partir de una breve revisión de la legislación
comparada al respecto, que aún nos queda mucho por trabajar.
Es más, estas legislaciones comparadas no restringen el fenómeno mediante la
denominación “violencia intrafamiliar”. Muchos de ellos han preferido utilizar el concepto
“violencia doméstica”, poniendo el acento en aquello que especifica la problemática: su
desarrollo en el ámbito privado o afectivo, y extendiéndolo a aquellas relaciones que no
caben dentro de un concepto acotado de familia, aun imperante en algunos sectores en
nuestro siglo XXI.

La violencia económica o patrimonial es un fenómeno ampliamente difundido, tanto


territorialmente como temporalmente. Si bien hoy en día las demandas feministas han
conquistado grandes avances para el desarrollo de las mujeres, no se debe invisibilizar la
dependencia económica que muchas de ellas aún sufren, y que tiene su causa en ámbitos
culturales y de oportunidades sociales.

Por lo demás, las víctimas de este recientemente visualizado tipo de violencia no son,
claramente, solo las mujeres, de hecho, el espacio que estas han ganado justa y
necesariamente en el ámbito laboral, han dado paso a un nuevo tipo de organización
familiar, donde en determinados casos son los hombres quienes dependen económicamente
de una mujer para satisfacer sus necesidades de supervivencia. Lo mismo ocurre en con las
familias homoparentales.

Lo que pretende este trabajo es dar cuenta del vacío legal que tiene Chile en la
materia, y analizar como la libertad que la ley 19968 le otorga al juez para valorar los
medios de prueba presentados se hace insuficiente, toda vez que la estrechez del concepto
de violencia intrafamiliar que prescribe el articulo 5° de la Ley 20066, solo da espacio para
condenar conductas en su mayoría activas, que impliquen un perjuicio en la integridad
física o psíquica, pero no otras acciones u omisiones que de probable menor gravedad o
extensión, que no generen un daño físico o psicológico, pero que afectan gravemente la
dignidad de las personas.

Para ello, hemos demostrado tanto doctrinaria como jurisprudencialmente, aunque


con pequeños reparos, que hemos llegado a un punto evolutivo en que la violencia
económica o patrimonial es claramente diferenciable de la violencia psicológica. Para ello,
por un lado, distinguimos los elementos constitutivos de cada tipo de maltrato, y
concluimos como la variante económica se estructura de manera diversa, especialmente en
relación a las conducta, los bienes y el resultado exigido, Por otro lado, hemos observado
como la jurisprudencia, a pesar de verse encorsetada por la legislación vigente, reconoce la
existencia del maltrato económico e incluso a llegado a sentencia condenatorias teniendo en
cuenta sus antecedentes.

Sin embargo, para llegar a este reconocimiento, los jueces se encuentran con una serie
reparos legales que hemos intentado reseñar:

a) La ausencia de un concepto legal de violencia económica, que delimite sus requisitos:


conducta, objeto, culpabilidad y resultado, tal como ocurre en la legislación comparada.
b) La estrechez del concepto de violencia intrafamiliar otorgado por el artículo 5 de la Ley
20066, que si bien pretendió ser amplio incluyendo la conducta “maltrato”, no alcanza
estas manifestaciones del fenómeno en comento, que pueden ser más sutiles y
rebuscadas, ya que dicha acción solo puede tener como resultado una “afectación a la
vida, la integridad física o psíquica”.
c) La sana crítica, que si bien nos inclinamos por la efectividad de su consagración en
materia de familia, tal como señala arriba, ella no resulta eficiente en vista del
mencionado vacío legal.

De esta manera, esperamos que este trabajo constituya una demostración del estado
en que actualmente se encuentra la cuestión en la doctrina y jurisprudencia nacional, y
contribuya a visibilizar el fenómeno, tanto desde el punto de vista sociocultural, como
desde el punto de vista jurídico, con el objeto de propender a su mejoramiento, y a la
protección de las víctimas de este tipo de maltrato, que si bien, no necesariamente resulten
con una afectación de su integridad física, si lo serán en su integridad psíquica, en su
dignidad, autoestima y supervivencia.

V. BIBLIOGRAFÍA

A) JURISPRUDENCIA

1. Corte de Apelaciones de Punta Arenas 5 Enero 1990, RDJ t. 83, sec. 2a, p. 8 (considerando
31°).
2. Sentencia del 22° Juzgado Civil de Santiago dictada en los autos "Larraín con Sociedad
Industrial y Comercial Maderera Los Dominicos", publicada en RDJt. 79, sec. 3a, pp. 89-
92, en especial considerando 18° (pp. 91 y 92).)
3. Sentencia Corte Suprema Rol Nº 7.213-2010
4. Sentencia de la Corte Suprema de Justicia, de 6 de enero de 2003, Rol N° 400-01,
citada por CORTEZ MATCOVICH, GONZALO, El nuevo procedimiento regulado
en la ley N° 19.496 sobre protección de los derechos de los consumidores, Editorial
LexisNexis, 1a edic, Santiago, 2004, p. 61
5. Sentencia Iltma. Corte de Apelaciones de Santiago Rol Nº 1148 - 2011

B) DOCTRINA

1. HARRIS MOYA, PEDRO. Conceptos de violencia doméstica y sus clases, Chile y


Derecho comparado (DEPARTAMENTO DE ESTUDIOS, EXTENSIÓN Y
PUBLICACIONES. Biblioteca del Congreso Nacional 2016).
2. DIEZ BERLINER, PAOLA (2019). Hablemos de violencia económica (Revisado el 22
mayo 2019), de Prodemu Sitio web: http://www.prodemu.cl/?
s=violencia+economica
3. MENESES PACHECO, CLAUDIO (2008). Fuentes de prueba y medios de prueba en el
proceso civil. Ius et Praxis, vol. 14, Nº 2. Disponible en
https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-
00122008000200003. (Fecha de consulta: 29 de mayo de 2019).
4. COUTURE, EDUARDO J. Fundamentos del Derecho Procesal Civil (Editorial
Depalma, 3ª edic, Buenos Aires, 1958) [Consultado el 19 de Mayo del 2019)
5. OYARZÚN RIQUELME, FELIPE (2016). Aplicación de las máximas de la experiencia en un
modelo de valoración racional de la prueba (Memoria para optar al grado. Derecho U.
Chile)
6. LARROCAU, JORGE.
7. CERDA, R (2013). Valoración de la prueba: Sana crítica (Librotecnia. Santiago)
8. COLOMA CORREA, RODRIGO / AGÜERO SAN JUAN, CLAUDIO (2014). Lógica, ciencia y
experiencia en la valoración de la prueba (Revista Chilena de Derecho Vol. 41 Nº
2)
9. COUTURE EDUARDO, J., ob. cit., n° 7, p. 192.
10. JOEL GONZÁLEZ, CASTILLO (2006). Revista Chilena de Derecho (Vol. 33 Nº 1)

C) OTROS

1. ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD. (2002). Informe mundial sobre la violencia


y la salud (Ginebra. Oficina de publicaciones).
2. Diario Constitucional (2017) CS establece que la sana crítica es la actividad encaminada a
considerar los medios probatorios tanto aisladamente como mediante una valoración de
conjunto (Revisado 18 mayo, de Diario Constitucional) Sitio web:
http://www.diarioconstitucional.cl/noticias/jurisprudencia-judicial/2017/08/04/cs-establece-
que-la-sana-critica-es-la-actividad-encaminada-a-considerar-los-medios-probatorios-tanto-
aisladamente-como-mediante-una-valoracion-de-conjunto/
Síntesis de Proposiciones y Conclusiones

Del trabajo realizado, la investigación y el análisis tanto de nuestra legislación como de


nuestra jurisprudencia, podemos sostener:

1. Del análisis estadístico de los casos de violencia intrafamiliar conocidos por


nuestros tribunales de justicia, específicamente, por los juzgados de familia, queda
de manifiesto que del total de denuncias por violencia intrafamiliar realizadas en el
año 2018, el 53% corresponden a tipos de violencia de diferente naturaleza a la
física, abarcados todos, a juicio de nuestra jurisprudencia, por el concepto de
violencia psicológica. Por lo anterior, es evidente el poco empeño de nuestra
legislación por desarrollar y reconocer aquellos tipos de violencia diferentes a la
física y psicológica, conformándose nuestros tribunales con subsumirlos en esta
última, sin más esfuerzos por tratar el asunto.

2. A pesar del desarrollo y avance legislativo en materias de familia, aún es posible


observar la carencia de un concepto legal sustantivo de violencia económica que
delimite sus requisitos (conducta, objeto, culpabilidad y resultado), tal como ocurre
en la legislación comparada.

3. Súmese a lo anterior, la estrechez del concepto de violencia intrafamiliar otorgado


por el artículo 5 de la Ley 20.066 que, si bien pretendió ser amplio y general,
incluyendo la conducta “maltrato”, no alcanza estas manifestaciones del fenómeno
en comento, que pueden ser más sutiles y especificas, ya que dicha acción solo
puede tener como resultado una “afectación a la vida, la integridad física o
psíquica”.

4. Respecto a la sana crítica, como sistema de valoración de la prueba designado por el


legislador para los actos de violencia intrafamiliar, si bien nos inclinamos por la
efectividad de su consagración en materia de familia, como el mal menor, ella no
resulta eficiente en vista del mencionado vacío legal.

5. Creemos firmemente en la necesidad de reconocer normativamente los nuevos tipos


de violencia, como autónomos y con características y requisitos propios. Lo
anterior, por un lado, por medio de su consagración expresa en el texto legal, en
concordancia con el derecho comparado, o, por otro lado, y en subsidio de lo
anterior, por medio de la ampliación del concepto de violencia intrafamiliar presente
en nuestra legislación vigente.

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