Rito de La Ordenación Diaconal y Presbiteral (Recuperado Automáticamente)

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ORDENACIÓN DIACONAL Y PRESBITERAL

“El que quiera servirme, que me siga, dice el Señor; y donde esté yo,
allá también estará mi servidor”. (Jn 12, 26)

CONGREGACIÓN DE LA PASIÓN DE JESUCRISTO


ORDENACIÓN DIACONAL
HNO. GILMER CORONEL HERRERA, CP.
Y

ORDENACIÓN PRESBITERAL
DIAC. JUAN PEDRO TUANAMA ISUIZA, CP.

Por Imposición de manos y oración consecratoria de


Mons. Jesús María Aristín Seco C.P
Obispo del Vicariato Apostólico de Yurimaguas

Lugar: Tarapoto, 25 de enero de 2022


Hora: 11:30 am

1
MONICIÓ N DE ENTRADA
Un saludo cordial de bienvenida a todos los presentes.
Les invito a disponernos a vivir con devoción y respeto esta celebración
eucarística, porque hoy en que conmemoramos la conversión del apóstol
san Pablo, el gran misionero de los gentiles, dos de nuestros hermanos
pasionistas recibirán las órdenes sagradas: El Hno. GILMER
CORONEL HERRERA será ordenado diácono y El Diac. JUAN
PEDRO TUANAMA ISUIZA será consagrado presbítero, por la
imposición de manos y oración consecratoria de Monseñor Jesús María
Aristín Seco. CP.
Para iniciar este acto de fe cristiano se ponen en pie y cantamos.

ORDINARIO DE LA MISA
RITOS INICIALES
Estando todo dispuesto, se inicia la procesión por la iglesia hacia el altar según el modo
acostumbrado. Y terminado el canto de entrada, el obispo y los fieles, de pie, se santiguan,
mientras el obispo dice:

Obispo:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Asamblea:
Amén.
SALUDO
El obispo, extendiendo las manos, saluda al pueblo diciendo:

Obispo:
La paz, la caridad y la fe, de parte de Dios Padre,
y de Jesucristo, el Señor, estén con todos ustedes.
Asamblea:
Y con tu espíritu.
ACTO PENITENCIAL
A continuación, se hace el Acto penitencial: El obispo invita a los fieles al arrepentimiento:

Obispo:
Hermanos:
para celebrar dignamente estos sagrados misterios, reconozcamos
nuestros pecados.

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ORDENACIÓN DIACONAL Y PRESBITERAL

Se hace una breve pausa en silencio.


Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he
pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mí culpa,
por mí culpa, por mí gran culpa. Por eso ruego a santa María, siempre
Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos, que intercedan
por mí ante Dios, nuestro Señor. Dios todopoderoso tenga misericordia
de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
Asamblea:
Amén.
Siguen las invocaciones Señor, ten piedad. Estas invocaciones pueden ser cantadas.

CONGREGACIÓN DE LA PASIÓN DE JESUCRISTO


V/. Señor, ten piedad R/. Señor, ten piedad
V/. Cristo, ten piedad R/. Cristo, ten piedad
V/. Señor, ten piedad R/. Señor, ten piedad
A continuación, se canta o se dice el himno del Gloria.
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que
ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te
bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias,
Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso.
Señor, Hijo único, Jesucristo, Señor Dios, Cordero de Dios,
Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad
de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende
nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú
Señor, sólo tú Altísimo Jesucristo, con el Espíritu Santo, en la
Gloria de Dios Padre. Amén.
Acabado el himno, el obispo, con las manos juntas, dice:
ORACIÓN COLECTA
Oh Dios, que quisiste dar pastores a tu pueblo, derrama
sobre tu Iglesia el espíritu de piedad y fortaleza, que
convierta a estos siervos tuyos en dignos ministros de tu
altar y los haga testigos valientes y humildes de tu
Evangelio. Por nuestro Señor Jesucristo.
Asamblea:
Amén.

3
LITURGIA DE LA PALABRA
MONICIÓN DE LA PRIMERA LECTURA:
El profeta Jeremías reconoce que Dios es el autor y fundamento de la
vocación. En el texto que leeremos a continuación, descubramos el
llamado que Dios nos hace a cada uno de nosotros desde nuestra opción
propia de vida cristiana.
Lectura del libro del profeta Jeremías (1, 4-9)
La palabra del Señor llegó a mí en estos términos:
“Antes de formarte en el vientre materno, yo te conocía; antes de que
salieras del seno, yo te había consagrado, te había constituido profeta
para las naciones”.
Yo respondí: “¡Ah, Señor! Mira que no sé hablar, porque soy demasiado
joven”.
El Señor me dijo: “No digas: Soy demasiado joven, porque tú irás a
donde yo te envíe y dirás todo lo que yo te ordene”.
No temas delante de ellos, porque yo estoy contigo para librarte –
oráculo del Señor.
El Señor extendió su mano, tocó mi boca y me dijo: Yo pongo mis
palabras en tu boca. Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL (Sal 116, 1.2)
R/. Vayan por el mundo entero y proclamen el Evangelio (Aleluya).
Alaben al Señor, todas las naciones;
aclámenlo, todos los pueblos. R/.
Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre. R/.
MONICIÓN DE LA SEGUNDA LECTURA:
En la siguiente lectura, veremos cómo Dios irrumpe en la vida del
Apóstol Pablo y lo va preparando para ser un misionero en favor de
todos los pueblos. Escuchemos con mucha atención.
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (22, 3-16)
En aquellos días, dijo Pablo al pueblo: “Yo soy judío, nací en Tarso de
Cilicia, pero me crié en esta ciudad; fui alumno de Gamaliel y aprendí

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ORDENACIÓN DIACONAL Y PRESBITERAL

hasta el último detalle de la ley de nuestros padres; he servido a Dios


con tanto fervor como ustedes muestran ahora”.
Yo perseguí a muerte a este nuevo camino, metiendo en la cárcel,
encadenados, a hombres y mujeres; y son testigos de esto el mismo
sumo sacerdote y todos los ancianos. Ellos me dieron cartas para los
hermanos de Damasco, y fui allí para traerme presos a Jerusalén a los
que encontrase, para que los castigaran.
Pero en el viaje, cerca ya de Damasco, hacia mediodía, de repente una
gran luz del cielo me envolvió con su resplandor, caí por tierra y oí una
voz que me decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”
Yo le pregunté: “¿Quién eres, señor?”.
Me respondió: “Yo soy Jesús Nazareno, a quien tú persigues”.

CONGREGACIÓN DE LA PASIÓN DE JESUCRISTO


Mis compañeros vieron el resplandor, pero no comprendieron lo que
decía la voz.
Yo pregunté: “¿Qué debo hacer, Señor?”.
El me respondió: “Levántate, sigue hasta Damasco, y allí te dirán lo que
tienes que hacer”.
Como yo no veía, cegado por el resplandor de aquella luz, mis
compañeros me llevaron de la mano a Damasco. Un cierto Ananías,
devoto de la ley, recomendado por todos los judíos de la ciudad, vino a
verme, se puso a mi lado y me dijo: “Saulo, hermano, recobra la vista”.
Inmediatamente recobré la vista y lo vi. Él me dijo: “El Dios de nuestros
padres te ha elegido para que conozcas su voluntad, para que vieras al
justo y oyeras su voz, porque vas a ser su testigo ante todos los hombres,
de lo que has visto y oído. Ahora, no pierdas tiempo; levántate, recibe el
bautismo que, por la invocación de su nombre, lavará tus pecados”.
Palabra de Dios.
MONICIÓN DEL EVANGELIO
Jesús sigue enviando a hombres y mujeres para que anuncien las
riquezas del evangelio a las gentes; y concretamente hoy estamos siendo
testigos de ello en la vida y vocación de estos hermanos nuestros:
Gilmer y Juan Pedro.
De pie, escuchamos con atención el Santo Evangelio. Pero antes
cantamos el Aleluya.
ALELUYA
El Señor me envió a llevar la Buena Notica a los pobres, a anunciar la
liberación a los cautivos. Lc 4, 18bc

5
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (16, 15-18)
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: “Vayan por
todo el mundo y proclamen en Evangelio a toda la creación”.

“El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será


condenado”.

“A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi


nombre, hablarán lenguas nuevas, tomarán serpientes en sus manos y, si
beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los
enfermos, y quedarán sanos”. Palabra del Señor.
Asamblea:
Gloria a ti, Señor Jesús.
***
RITO DE LA ORDENACIÓN
Después del evangelio, se inicia la ordenación. El obispo, con la mitra puesta, se sienta en la sede
preparada, y se hace la presentación de los candidatos.

ELECCIÓN DEL CANDIDATO AL DIACONADO


A partir de este instante se inicia el Rito de Ordenación. Ahora se hará el
llamado y elección del candidato al diaconado. El diácono llamará al
aspirante al orden del diaconado.
El diácono:
Acérquese el que van a ser ordenado diácono: GILMER
CORONEL HERRERA, CP.
Hno. Gilmer:
Presente.
Y se acerca al obispo, a quien hace una reverencia.

PETICIÓN DE LA ORDENACIÓN
El padre, delegado provincial, presenta ante el obispo al candidato,
pidiendo en nombre de la Iglesia y la Congregación que se le conceda el
Orden de los diáconos.

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ORDENACIÓN DIACONAL Y PRESBITERAL

Delegado provincial:
Reverendísimo Padre, la Santa Madre Iglesia pide que ordenes
diácono a este hermano nuestro.
El Obispo le pregunta:
¿Sabes si es digno?
Delegado provincial:
Según el parecer de quienes lo presentan y después de consultar al
pueblo cristiano, doy testimonio de que ha sido considerado digno.
El Obispo:
Con el auxilio de Dios y de Jesucristo, nuestro Salvador, elegimos

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a este hermano nuestro para el Orden de los diáconos.
Todos manifiestan su aceptación, diciendo:

Asamblea:
Te damos gracias, Señor.
***
ELECCIÓN DEL CANDIDATO AL PRESBITERADO
A continuación, se tendrá el llamada y elección del candidato al
presbiterado. El diácono llamará al que va a ser ordenado presbítero.
El diácono:
Acérquense el que van a ser ordenado presbítero: DIAC. JUAN
PEDRO TUANAMA ISUIZA, CP.

Diac. Juan Pedro:


Presente.
Y se acerca al obispo, a quien hace una reverencia.

MONITOR:
El padre, delegado provincial, presenta ante el Obispo al candidato,
pidiendo en nombre de la Iglesia y de la Congregación que le conceda el
Orden del presbiterado.
Delegado provincial:
Reverendísimo Padre, la Santa Madre Iglesia pide que ordenes
presbítero a este hermano nuestro.

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El Obispo le pregunta:
¿Sabes si es digno?
Presbítero:
Según el parecer de quienes los presentan y después de consultar al
pueblo cristiano, doy testimonio de que ha sido considerado digno.
El Obispo:
Con el auxilio de Dios y de Jesucristo, nuestro Salvador, elegimos
a este hermano nuestro para el Orden de los presbíteros.
Todos manifiestan su aceptación, diciendo:

Asamblea:
Te damos gracias, Señor.
***
MONITOR:
Ahora pueden tomar asiento y nos disponemos a escuchar la homilía de
nuestro Obispo.
HOMILÍA
MONITOR:
Dentro del Rito de la ordenación de los diáconos, el ordenado es
interrogado sobre su compromiso de entrega al Pueblo de Dios, y en
presencia del Obispo y de la comunidad cristiana, manifiesta su voluntad
de cumplir su ministerio, según el deseo de cristo y de la Iglesia.
EXAMEN
PROMESA DEL ELEGIDO DIÁCONO
Después de la Homilía, solamente se levanta el elegido diacono y se pone de pie ante el obispo,
quien le interroga con estas palabras:

Obispo:
Querido hijo, antes de entrar en el Orden de los diáconos, debes
manifestar, ante el pueblo, tu voluntad de recibir este ministerio.
¿Quieres consagrarte al servicio de la Iglesia por la imposición de
mis manos y la gracia del Espíritu Santo?
El elegido responde:
Sí, quiero.

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ORDENACIÓN DIACONAL Y PRESBITERAL

El Obispo:
¿Quieres desempeñar, con humildad y amor, el ministerio de
diácono como colaborador del Orden sacerdotal y en bien del
pueblo cristiano?
El elegido responde:
Sí, quiero.
El Obispo:
¿Quieres vivir el misterio de la fe con alma limpia, como dice el
Apóstol, y de palabra y obra proclamar esta fe, según el Evangelio
y la tradición de la Iglesia?

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El elegido responde:
Sí, quiero.
El Obispo:
¿Quieres, como signo de tu consagración a Cristo, observar durante
toda la vida el celibato por causa del Reino de los cielos y para
servicio de Dios y de los hombres?
El elegido responde:
Sí, quiero.

El Obispo:
¿Quieres conservar y acrecentar el espíritu de oración, tal como
corresponde a tu género de vida y, fiel a este espíritu, celebrar la
Liturgia de las Horas, según tu condición, junto con el pueblo de
Dios y en beneficio suyo y de todo el mundo?
El elegido responde:
Sí, quiero.
El obispo:
¿Quieres imitar siempre en tu vida el ejemplo de Cristo cuyo
Cuerpo y Sangre servirás con tus manos?
El elegido responde:
Sí, quiero, con la ayuda de Dios.
Seguidamente, el elegido diácono se acerca al obispo y, de rodillas ante él, pone sus manos
juntas entre las manos del obispo.

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MONITOR: El elegido se acerca al Obispo y, de rodillas ante él, pone
sus manos juntas entre las manos del Obispo. Así manifiesta su
compromiso de conjurarse a Cristo, cabeza y esposo de la Iglesia, para
estar unido radicalmente y de todo corazón al servicio de Dios y de los
hombres.
Si el elegido es un religioso, el obispo dice:
¿Prometes respeto y obediencia al Obispo diocesano y a tu Superior
legítimo?
El elegido:
Prometo.
El Obispo concluye:
Dios que comenzó en ti la obra buena, él mismo la lleve a término

PROMESA DEL ELEGIDO PRESBÍTERO


Solo se levanta el elegido presbítero y se pone de pie ante el obispo, quien lo interroga:

MONITOR: Nuestro hermano que va a ser ordenado diácono puede


tomar asiento, mientras que nuestro hermano que va a ser ordenado
presbítero se pone en pie y ante la presencia del Obispo y de todos los
fieles, manifiesta la voluntad de cumplir su ministerio, según el deseo de
Cristo y de la Iglesia.
Obispo:
Querido hijo, antes de entrar en el Orden de los presbíteros, debes
manifestar, ante el pueblo, la voluntad de recibir este ministerio.
¿Estás dispuesto a desempeñar siempre el ministerio sacerdotal en
el grado de presbítero, como buen colaborador del Orden
episcopal, apacentando el rebaño del Señor y dejándose guiar por
el Espíritu Santo?
El elegido responde:
Sí, estoy dispuesto.
El Obispo:
¿Realizarás el ministerio de la palabra, preparando la predicación
del Evangelio y la exposición de la fe católica con dedicación y
sabiduría?

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ORDENACIÓN DIACONAL Y PRESBITERAL

El elegido:
Sí, lo haré.
El Obispo:
¿Estás dispuesto a presidir con piedad y fielmente la celebración de
los misterios de Cristo, especialmente el sacrificio de la Eucaristía
y el sacramento de la reconciliación, para alabanza de Dios y
santificación del pueblo cristiano, según la tradición de la Iglesia?
El elegido:
Sí, estoy dispuesto.
El Obispo:

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¿Estás dispuesto a invocar la misericordia divina con nosotros, a
favor del pueblo que te sea encomendado, perseverando en el
mandato de orar sin desfallecer?
El elegido:
Sí, lo haré.
El Obispo:
¿Quieres unirte cada día más a Cristo, sumo Sacerdote, que por
nosotros se ofreció al Padre como víctima santa, y con él
consagrarte a Dios, para la salvación de los hombres?
El elegido:
Sí, quiero hacerlo, con la gracia de Dios.

MONITOR:
El elegido se acerca al Obispo y, de rodillas ante él, pone sus manos
juntas entre las manos del Obispo. Así manifiesta públicamente su
compromiso de conjurarse a Cristo, cabeza y esposo de Iglesia, para
estar unidos radicalmente y de todo corazón al servicio de Dios y de los
hombres.
Si el elegido es un religioso, el obispo dice:
¿Prometes respeto y obediencia al Obispo diocesano y a tu Superior
legítimo?
El elegido:
Prometo.

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El Obispo concluye:
Dios, que comenzó en ti esta obra buena, él mismo la lleve a
término.
Seguidamente, se levantan.

LETANÍAS DE LOS SANTOS


El obispo sin mitra y con las manos juntas, exhorta al pueblo, diciendo:

MONITOR:
Viene el momento de la postración, signo de humildad y pequeñez del
hombre ante Dios. Mediante este gesto, los elegidos piden la fuerza y la
protección de Dios Padre, para ejercer el ministerio que hoy la Iglesia le
confiere. Nosotros, como partícipes de esta celebración, nos unimos en
oración, cantando las letanías de los Santos, pidiendo que Dios consagre,
bendiga y santifique a estos hermanos nuestros, elegidos para el Orden
del diaconado y presbiterado.
Obispo:
Oremos, hermanos, a Dios Padre Todopoderoso,
para que derrame generosamente la gracia de su
bendición sobre estos siervos tuyos que ha llamado
al Orden de los diáconos y al Orden de los
presbíteros.
Entonces los elegidos se postran en tierra, y se cantan las letanías, respondiendo todos. En los
domingos y durante el tiempo pascual, se hace estando todos de pie, y en los demás días de
rodillas, en cuyo caso el diácono dice:
Pongámonos de rodillas.

Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.


Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Santa María, Madre de Dios, Ruega por nosotros.
San Miguel, Ruega por nosotros.
San Juan Bautista Ruega por nosotros.
San José, Ruega por nosotros.
Santos Pedro y Pablo, Rueguen por nosotros.
San Andrés, Ruega por nosotros.

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ORDENACIÓN DIACONAL Y PRESBITERAL

San Juan, Ruega por nosotros.


Santo Tomás, Ruega por nosotros.
San Felipe, Ruega por nosotros.
San Bartolomé, Ruega por nosotros.
San Mateo, Ruega por nosotros.
Santa María Magdalena, Ruega por nosotros.
San Esteban, Ruega por nosotros.
San Ignacio de Antioquía, Ruega por nosotros.
San Lorenzo, Ruega por nosotros.
Santas Perpetua y Felicidad, Rueguen por nosotros.
Santa Inés, Ruega por nosotros.
San Gregorio, Ruega por nosotros.

CONGREGACIÓN DE LA PASIÓN DE JESUCRISTO


San Agustín, Ruega por nosotros.
San Atanasio, Ruega por nosotros.
San Basilio, Ruega por nosotros.
San Benito, Ruega por nosotros.
Santos Francisco y Domingo, Rueguen por nosotros.
San Francisco Javier, Ruega por nosotros.
San Toribio de Mogrovejo, Ruega por nosotros.
San Juan María Vianney, Ruega por nosotros.
Santa Catalina de Siena, Ruega por nosotros.
Santa Teresa de Jesús, Ruega por nosotros.
Santa Rosa de Lima, Ruega por nosotros.
San Martín de Porres, Ruega por nosotros.
San Juan Macías, Ruega por nosotros.
San Pablo de la Cruz, Ruega por nosotros.
San Vicente María Strambi, Ruega por nosotros.
San Gabriel de la V. Dolorosa, Ruega por nosotros.
Santa María Goretti, Ruega por nosotros.
Santa Gema Galgani, Ruega por nosotros.
San Óscar Romero, Ruega por nosotros.
Santos y santas de Dios, Rueguen por nosotros.
Muéstrate propicio, Líbranos, Señor.
De todo mal, Líbranos, Señor.
De todo pecado, Líbranos, Señor.
De la muerte eterna, Líbranos, Señor.

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Por tu encarnación, Líbranos, Señor.
Por tu muerte y Resurrección, Líbranos, Señor.
Por el envío del Espíritu Santo, Líbranos, Señor.

Nosotros que somos pecadores, Te rogamos, óyenos.


Para que gobiernes y conserves a tu
santa Iglesia. Te rogamos, óyenos.
Para que asistas al Papa N. y a todos
los miembros del clero en tu servicio Te rogamos, óyenos.
santo,
Para que bendigas a estos elegidos, Te rogamos, óyenos.
Para que bendigas y santifiques
a estos elegidos, Te rogamos, óyenos.
Para que bendigas, santifiques, y
consagres a estos elegidos, Te rogamos, óyenos.
Para que concedas paz y concordia a
todos los pueblos de la tierra, Te rogamos, óyenos.

Para que tengas misericordia de todos


los que sufren, Te rogamos, óyenos.
Para que nos fortalezcas y asistas en tu
servicio santo, Te rogamos, óyenos.
Jesús, Hijo de Dios vivo, Te rogamos, óyenos.

Cristo, óyenos, Cristo, óyenos.


Cristo, escúchanos, Cristo, escúchanos.
Acabadas las letanías todos continúan de rodillas orando por el elegido, mientras el Obispo se
coloca de pie y con las manos extendidas, dice:

Obispo:
Señor Dios, escucha nuestra súplicas
y confirma con tu gracia
este ministerio que realizamos:
santifica con tu bendición a éstos
que juzgamos aptos
para el servicio de los santos misterios.
Por Jesucristo, nuestro Señor

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ORDENACIÓN DIACONAL Y PRESBITERAL

Asamblea.
Amén.

El diácono, si el caso lo requiere, dice:


Pueden levantarse.

ORDENACIÓN DEL DIÁCONO


Monitor
La imposición de las manos y la oración consecratoria son el centro de la
Ordenación diaconal. Con este gesto es invocado el Espíritu Santo en su plenitud,
ya sea para realizar una curación, transmitir una gracia, una carisma o consagrar a
un elegido para una función determinada. Este gesto era realizado por las primeras

CONGREGACIÓN DE LA PASIÓN DE JESUCRISTO


comunidades cristianas, especialmente por los apóstoles; así, este poder se ha ido
trasmitiendo de generación en generación.

Imposición de las manos y Plegaria de Ordenación diaconal.


El elegido se acerca al obispo, que está de pie delante de la sede con mitra, y se arrodillan ante
él. El obispo le impone en silencio las manos sobre la cabeza.

Obispo:
Asístenos, Dios todopoderoso,
de quien procede toda gracia,
que estableces los ministerios
regulando sus órdenes;
inmutable en ti mismo, todo lo renuevas;
por Jesucristo, hijo tuyo y Señor nuestro
-palabra, sabiduría y fuerza tuya-,
con providencia eterna todo lo proyectas
y concedes en cada momento cuanto conviene.

A tu Iglesia, cuerpo de Cristo,


enriquecida con dones celestes variados,
articulada con miembros distintos
y unificada en admirable estructura
por la acción del Espíritu Santo,
la haces crecer y dilatarse

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como templo nuevo y grandioso.

Como un día elegiste a los levitas


para servir en el primitivo tabernáculo,
así ahora has establecido tres órdenes de ministros
encargados a tu servicio.

Así también, en los comienzos de la Iglesia,


los apóstoles de tu hijo,
movidos por el Espíritu Santo,
eligieron, como auxiliares suyos en el ministerio cotidiano,
a siete varones acreditados ante el pueblo
a quienes, orando e imponiéndoles las manos,
les confiaron el cuidado de los pobres,
a fin de poder ellos entregarse con mayor empeño
a la oración y a la predicación de la palabra.

Te suplicamos, Señor, que atiendas propicio


a este tu siervo,
a quien consagramos humildemente
para el orden del diaconado
y al servicio de tu altar.

ENVÍA SOBRE ÉL, SEÑOR, EL ESPÍRITU SANTO,


PARA QUE FORTALECIDO
CON TU GRACIA DE LOS SIETE DONES
DESEMPEÑE CON FIDELIDAD EL MINISTERIO.

Que resplandezca en él
un estilo de vida evangélica,
un amor sincero,
solicitud por pobres y enfermos,
una autoridad discreta,

16
ORDENACIÓN DIACONAL Y PRESBITERAL

una pureza sin tacha


y una observancia de sus obligaciones espirituales.

Que tus mandamientos, Señor,


se vea reflejado en sus costumbres,
y que el ejemplo de su vida
suscite la imitación del pueblo santo;
que, manifestando el testimonio de su buena conciencia,
persevere firme y constante con Cristo,
de forma que, imitando en la tierra a tu Hijo
que no vino a ser servido sino a servir,

CONGREGACIÓN DE LA PASIÓN DE JESUCRISTO


merezca reinar con él en el cielo.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios por los siglos de los siglos.
Asamblea.
Amén.

IMPOSICIÓN DE LA ESTOLA Y DALMÁTICA.


Acabada la oración consecratoria el obispo, con la mitra puesta se sienta. El ordenado se ponen
de pie, y un diácono o ministro le pone la estola diaconal y le viste la dalmática.

Monitor
Desde este momento, nuestros hermanos Juan Pedro Tuanama Isuiza, Roberto
Mejía Altamirano y Wilmer Geraldo Jaramillo son diáconos, por ello recibirán las
insignias propias de este Orden.
LA ESTOLA: Es una banda larga y estrecha que cuelga del cuello, utilizada por
los diáconos en forma diagonal para la celebración de los sacramentos.
LA DALMÁTICA: Vestidura que representa el reinado de Cristo, y que el diácono
se coloca sobre la estola para el ejercicio de su ministerio.
Mientras los nuevos diáconos se revisten con las vestiduras propias de los
diáconos, cantamos.
Mientras tanto, puede cantarse un canto apropiado.
ENTREGA DEL LIBRO DE LOS EVANGELIOS
El ordenado, ya con sus vestiduras diaconales, se acerca al obispo, quien entrega al nuevo
diácono, arrodillado ante él, el libro de los evangelios, diciendo:

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Monitor
El Obispo hace entrega el Libro de los Evangelios a los nuevos diáconos para la
proclamación de la Palabra de Dios, como signo del ministerio que va a
desempeñar.

Obispo:

Recibe el Evangelio de Cristo,


del cual has sido constituido mensajero;
convierte en fe viva lo que lees,
y lo que has hecho fe viva enséñalo,
y cumple aquello que has enseñado
y se retira el diacono a su lugar.

ORDENACIÓN DEL PRESBÍTERO


Monitor
La imposición de las manos y la oración consecratoria son el centro de la
Ordenación de los Presbiterios. Con este gesto es invocado el Espíritu Santo en su
plenitud, ya sea para realizar una curación, trasmitir una gracia, un carisma o
consagrar a un elegido para una función determinada. Este gesto era utilizado por
las primeras comunidades cristianas, especialmente por los apóstoles; así, este
poder se ha ido transmitiendo de generación en generación.

Oración de súplica
Entonces se acerca el elegido para el Orden del presbiterado. Todos se levanta.
El obispo, dejando la mitra, de pie, con las manos juntas y de cara al pueblo, dice:

Oremos, hermanos, a Dios Padre todopoderoso,


para que derrame generosamente sus dones
sobre este elegido
para el ministerio de los presbíteros.
Y todos, durante un espacio de tiempo, oran en silencio.

El elegido se acerca al obispo, que está de pie delante de la sede y con mitra, y se arrodilla ante
él.
El obispo impone en silencio las manos sobre la cabeza del elegido.
Después, todos los presbíteros presentes, revestidos de estola, imponen igualmente en silencio
las manos sobre el elegido.

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ORDENACIÓN DIACONAL Y PRESBITERAL

Después de la imposición de manos, los presbíteros permanecen junto al obispo hasta que se
haya concluido la Plegaria de Ordenación, pero de modo que la ceremonia pueda ser bien vista
por los fieles.

Estando el elegido de rodillas ante él, el obispo, sin mitra, con las manos extendidas, dice la
Plegaria de Ordenación:

Obispo:

Asístenos, Señor, Padre santo,


Dios todopoderoso y eterno,
Autor de la dignidad humana
y dispensador de todo don y gracia;

CONGREGACIÓN DE LA PASIÓN DE JESUCRISTO


por ti progresan tus criaturas
y por ti se consolidan todas las cosas.
Para formar el pueblo sacerdotal,
tú dispones con la fuerza del Espíritu Santo
en órdenes diversos a los ministros de tu Hijo Jesucristo.

Ya en la primera Alianza aumentaron los oficios,


instituidos con signos sagrados.
Cuando pusiste a Moisés y Aarón al frente de tu pueblo,
para gobernarlo y santificarlo,
les elegiste colaboradores,
subordinados en orden y dignidad,
que les acompañaran y secundaran.

Así, en el desierto,
diste parte del espíritu de Moisés,
comunicándolo a los setenta varones prudentes
con los cuales gobernó más fácilmente a tu pueblo

Así también hiciste partícipes a los hijos de Aarón


de la abundante plenitud otorgada a su padre,
para que un número suficiente de sacerdotes

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ofreciera, según la ley, los sacrificios,
sombra de los bienes futuros.

Finalmente, cuando llegó la plenitud de los tiempos,


enviaste al mundo, Padre santo, a tu Hijo, Jesús,
Apóstol y Pontífice de la fe que profesamos.
Él, movido por el Espíritu Santo,
se ofreció a ti como sacrificio sin mancha,
y habiendo consagrado a los apóstoles con la verdad,
los hizo partícipes de su misión;
a ellos, a su vez, les diste colaboradores
para anunciar y realizar por el mundo entero
la obra de salvación.

También ahora, Señor te pedimos nos concedas,


como ayuda a nuestra limitación, estos colaboradores
que necesitamos para ejercer el sacerdocio apostólico.

TE PEDIMOS, PADRE TODOPODEROSO,


QUE CONFIERAS A ESTE SIERVO TUYO
LA DIGNIDAD DEL PRESBITERADO;
RENUEVA EN SU CORAZON EL ESPÍRITU DE
SANTIDAD;
RECIBA DE TI EL SEGUNDO GRADO
DEL MINISTERIO SACERDOTAL
Y SEA, CON SU CONDUCTA, EJEMPLO DE VIDA.

Sea honrado colaborador del orden de los obispos,


para que por su predicación,
y con la gracia del Espíritu Santo,
la palabra del Evangelio
dé fruto en el corazón de los hombres
y llegue hasta los confines del orbe.

20
ORDENACIÓN DIACONAL Y PRESBITERAL

Sea, con nosotros, fiel dispensadores de tus misterios,


para que tu pueblo se renueve
con el baño del nuevo nacimiento,
y se alimente de tu altar;
para que los pecadores sean reconciliados
y sean confortados los enfermos.
Que en comunión con nosotros, Señor,
implore tu misericordia
por el pueblo que se le confía

CONGREGACIÓN DE LA PASIÓN DE JESUCRISTO


y en favor del mundo entero.

Así todas las naciones, congregadas en Cristo,


formarán un único pueblo tuyo
que alcanzará su plenitud en tu Reino.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,


que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios, por los siglos de los siglos.
Asamblea:
Amén.

UNCIÓN DE LAS MANOS Y ENTREGA DEL PAN Y EL VINO


Acabada la oración consecratoria el obispo, con la mitra puesta se sienta. El ordenado se ponen
de pie.

IMPOSICIÓN DE LA ESTOLA Y LA CASULLA


El presbítero presente torna a su lugar; pero algunos de ellos colocan al ordenando la estola al
estilo presbiteral y le visten la casulla.

Monitor:
Desde este momento este hermano nuestro forma parte del presbiterio. La estola y
la casulla son signos de compromiso de servicio, de ayuda a su obispo y a las
comunidades, mediante las celebraciones litúrgicas.

21
LA ESTOLA: Es símbolo de los poderes sagrados que recibe el sacerdote, como
pastor que lleva a sus ovejas sobre sus hombros, como maestro que enseña a sus
discípulos; como guía que conduce a las personas a la vida eterna.
LA CASULLA: Vestimenta litúrgica y abierta por los costados para la celebración
de la Misa. Simboliza la caridad que debe caracterizar el servicio pastoral del
sacerdote, y por apoyarse sobre los hombros, el suave yugo del Señor.
Mientras el nuevo sacerdote se reviste con los ornamentos propios del presbítero,
cantamos.

Monitor:
Desde este momento este hermano nuestro forma parte del presbiterio.
La estola y la casulla son signos de compromiso de servicio, de ayuda a
su obispo y a las comunidades, mediante las celebraciones litúrgicas.

UNCIÓN DE LAS MANOS Y ENTREGA DEL PAN Y EL VINO

Monitor
El Obispo unge con el santo crisma las manos del ordenado, como signo de total
consagración, de entrega y pertenencia a Dios.

Seguidamente, el obispo recibe el gremial y unge con el santo crisma las manos del ordenado,
que permanece arrodillado ente él, diciendo:

Jesucristo, el Señor,
a quien el Padre ungió
con la fuerza del Espíritu Santo,
te auxilie para santificar al pueblo cristiano
y para ofrecer a Dios el sacrificio.
El Obispo y el ordenado se lavan las manos.
ENTREGA DE LA PATENA Y EL CÁLIZ
Monitor
El Obispo entrega al ordenado el cáliz y la patena principales instrumentos
sagrados para la celebración de la eucaristía.

Seguidamente, el diácono lleva el pan sobre la patena y el cáliz, con el vino y el agua, para la
celebración de la misa, se lo entrega al Obispo, quien a su vez lo pone en manos del ordenado
arrodillados ante él diciendo:

Recibe la ofrenda del pueblo santo


para presentarla a Dios.
Considera lo que realizas

22
ORDENACIÓN DIACONAL Y PRESBITERAL

e imita lo que conmemoras,


y conforma tu vida
con el misterio de la cruz del Señor.
ABRAZO DE PAZ

Monitor
Con el beso de las manos y el abrazo de la paz, el Obispo y los demás sacerdotes
manifiestan su alegría al recibir a estos hermanos nuestros en el diaconado y
presbiterado.
Finalmente, el obispo besa a cada ordenando, primero a los presbíteros y después a los diáconos,
diciendo:

La paz contigo.

CONGREGACIÓN DE LA PASIÓN DE JESUCRISTO


El ordenado responde:

Y con tu espíritu.
De igual manera todos o al menos algunos presbíteros presentes pueden saludar al presbítero
recién ordenado, y lo mismo pueden hacer todos o al menos algunos diáconos con respecto a los
diácono recién ordenados.

Mientras tanto, puede cantarse una canción de acuerdo al momento

LITURGIA EUCARÍSTICA
Acabada la Liturgia de la Palabra, el sacerdote coloca en el altar el corporal, el purificador, el
cáliz y el misal; mientras tanto puede ejecutarse un canto adecuado.

Conviene que los fieles expresen su participación en la ofrenda, bien sea llevando el pan y el
vino para la celebración de la eucaristía, bien aportando otros dones para las necesidades de la
Iglesia o de los pobres.

El sacerdote se acerca al altar, toma la patena con el pan y, manteniéndola un poco elevada sobre
el altar, dice en secreto:

Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este pan, fruto de
la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos de tu
generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros
pan de vida.
Después deja la patena con el pan sobre el corporal.

Si no se canta durante la presentación de las ofrendas, el sacerdote puede decir en voz alta estas
palabras; al final el pueblo puede aclamar:

23
Bendito seas por siempre, Señor.
El diácono, o el sacerdote, echa vino y un poco de agua en el cáliz, diciendo en secreto:

El agua unida al vino


sea signo de nuestra participación en la vida divina de quien
ha querido compartir nuestra condición humana.
Después el sacerdote toma el cáliz y, manteniéndolo un poco elevado sobre el altar, dice en
secreto:

Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este vino, fruto de
la vid y del trabajo del hombre, que recibimos de tu
generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros
bebida de salvación.
Después deja el cáliz sobre el corporal.
Si no se canta durante la presentación de las ofrendas, el sacerdote puede decir en voz alta estas
palabras; al final el pueblo puede aclamar:

Bendito seas por siempre, Señor.


A continuación, el sacerdote, inclinado, dice en secreto:

Acepta, Señor, nuestro corazón contrito


y nuestro espíritu humilde;
que éste sea hoy nuestro sacrificio
y que sea agradable en tu presencia,
Señor, Dios nuestro.
Y, si se juzga oportuno, inciensa las ofrendas y el altar. A continuación el diácono o un ministro
inciensa al sacerdote y al pueblo.

Luego el sacerdote, de pie a un lado del altar, se lava las manos, diciendo en secreto:

Lava del todo mi delito, Señor,


limpia mi pecado.
Después, de pie en el centro del altar y de cara al pueblo, extendiendo y juntando las
manos, dice una de las siguientes fórmulas:

Orad, hermanos,
para que este sacrificio, mío y vuestro,
sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.
El pueblo responde:

El Señor reciba de tus manos este sacrificio,

24
ORDENACIÓN DIACONAL Y PRESBITERAL

para alabanza y gloria de su nombre,


para nuestro bien
y el de toda su santa Iglesia.
Luego el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración sobre las ofrendas.
La oración sobre las ofrendas termina siempre con la conclusión breve.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Dios, Padre santo,


tu Hijo quiso lavar los pies de los discípulos
para darnos ejemplo;
recibe los dones que te presentamos

CONGREGACIÓN DE LA PASIÓN DE JESUCRISTO


y haz que, al ofrecernos como oblación espiritual,
nos llenemos de espíritu de humildad y de celo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Asamblea
Amén.

PREFACIO II DE LAS ORDENACIONES

25
CRISTO, ORIGEN DE TODO MINISTERIO ECLESIAL

V/. El Señor esté con ustedes.


R/. Y con tu espíritu.

V/. Levantemos el corazón.


R/. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V/. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.


R/. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,


alabarte y darte gracias,
padre santo, Dios omnipotente y misericordioso,
de quien proviene toda paternidad
en la comunión del Espíritu.

En tu Hijo Jesucristo, sacerdote eterno,


siervo obediente,
pastor de pastores,
has puesto el origen y la fuente de todo ministerio,
en la viva tradición apostólica
de tu pueblo peregrino en el tiempo.

Con la variedad de los dones y de los carismas


tú eliges dispensadores de los santos misterios,
para que en todas las naciones de la tierra
se ofrezca el sacrificio perfecto,
y con la Palabra y los sacramentos
se edifique la Iglesia,
Comunidad de la nueva alianza,
templo de tu gloria.

Por este misterio de salvación,


unidos a los ángeles y a los santos,
cantamos con gozo el himno de tu alabanza:

Santo, Santo, Santo…


El ministerio de música canta: Santo, Santo, Santo...
PLEGARIA EUCARÍSTICA III

26
ORDENACIÓN DIACONAL Y PRESBITERAL

Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo.


Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
El obispo, con las manos extendidas, dice:

CP Santo eres en verdad, Padre,


y con razón te alaban todas tus criaturas,
ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro,
con la fuerza del Espíritu Santo,

CONGREGACIÓN DE LA PASIÓN DE JESUCRISTO


das vida y santificas todo,
y congregas a tu pueblo sin cesar,
para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin mancha
desde donde sale el sol hasta el ocaso.
Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas, dice:

CC Por eso, Padre, te suplicamos


que santifiques por el mismo Espíritu
estos dones que hemos separado para ti,
Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y sobre el cáliz
conjuntamente, diciendo:

de manera que se conviertan


en el Cuerpo y  la Sangre de Jesucristo,
Hijo tuyo y Señor nuestro,
Junta las manos.

que nos mandó celebrar estos misterios.


En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse claramente
y con precisión, como lo requiere la naturaleza de las mismas palabras.

Porque él mismo,
la noche en que iba a ser entregado,

27
En la Misa vespertina del Jueves Santo:
habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo,
los amó hasta el extremo;
y, mientras cenaba con sus discípulos,

Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó pan,
y dando gracias te bendijo,
lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:
Se inclina un poco.

TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL,


PORQUE ESTO ES MI CUERPO,
QUE SERÁ ENTREGADO POR VOSOTROS.

Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora,


haciendo genuflexión.

Después prosigue:
Del mismo modo, acabada la cena,
Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó el cáliz,
dando gracias te bendijo,
y lo pasó a sus discípulos, diciendo:

Se inclina un poco.

TOMAD Y BEBED TODOS DE ÉL,


PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE,
SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA,
QUE SERÁ DERRAMADA POR VOSOTROS Y POR TODOS LOS
HOMBRES PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.

HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA.


Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora, haciendo
genuflexión.
Luego dice una de las siguientes fórmulas:

28
ORDENACIÓN DIACONAL Y PRESBITERAL

CP Éste es el Misterio de la fe.


O bien:

Éste es el Sacramento de nuestra fe.


Y el pueblo prosigue, aclamando:

Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección.
¡Ven, Señor Jesús!
______________________________________________________
O bien:

CONGREGACIÓN DE LA PASIÓN DE JESUCRISTO


CP Éste es el Misterio de la fe, Cristo nos redimió.
Y el pueblo prosigue, aclamando:

Cada vez que comemos de este pan


y bebemos de este cáliz,
anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.
O bien:

CP Éste es el Misterio de la fe, Cristo se entregó por nosotros.


Y el pueblo prosigue, aclamando:

Salvador del mundo, sálvanos,


que nos has liberado por tu cruz y resurrección.
______________________________________________________
Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice:

CC Así, Padre,
al celebrar ahora el memorial
de la pasión salvadora de tu Hijo,
de su admirable resurrección y ascensión al cielo,
mientras esperamos su venida gloriosa,
te ofrecemos, en esta acción de gracias,
el sacrificio vivo y santo.

29
Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia
y reconoce en ella a la Víctima
por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad,
para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo
y llenos de su Espíritu Santo,
formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.

C1 Que él nos transforme en ofrenda permanente,


para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos:
con María, la Virgen Madre de Dios, con San José su esposo,
los apóstoles y los mártires,
(san N.: santo del día o patrono)
y todos los santos,
por cuya intercesión
confiamos obtener siempre tu ayuda.

C2 Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación


traiga la paz y la salvación al mundo entero.
Confirma en la fe y en la caridad
a tu Iglesia, peregrina en la tierra:
a tu servidor, el Papa N., a nuestro Obispo N.,
Pueden hacerse también mención de los Obispos coadjutores o auxiliares y; en las
concelebraciones, del obispo que preside la celebración.
__________________________________________________________
El obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:

A mí, indigno siervo tuyo,


Cuando celebra un obispo que no es el Ordinario, dice:

A mi hermano N., Obispo de esta Iglesia de N.,


A mí, indigno siervo tuyo,
_______________________________________________

al Orden episcopal,
y a estos hijos tuyos que han sido ordenados hoy,
diácono y presbítero de la Iglesia
a los demás presbíteros y diáconos,
y a todo el pueblo redimido por ti.

30
ORDENACIÓN DIACONAL Y PRESBITERAL

Atiende los deseos y suplicas de esta familia


que has congregado en tu presencia.

Reúne en torno a ti, Padre misericordioso,


a todos tus hijos dispersos por el mundo.
† A nuestros hermanos difuntos
y a cuantos murieron en tu amistad
recíbelos en tu reino,
donde esperamos gozar todos juntos
de la plenitud eterna de tu gloria,
Junta las manos.

CONGREGACIÓN DE LA PASIÓN DE JESUCRISTO


por Cristo, Señor nuestro,
por quien concedes al mundo todos los bienes. †
115. Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz, y elevándolos, dice:

CP Por Cristo, con él y en él,


o a ti, Dios Padre omnipotente,
CC en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria
por los siglos de los siglos.

El pueblo aclama:
Amén.
Después sigue el rito de la Comunión.

RITO DE LA COMUNION
Una vez que ha dejado el cáliz y la patena, el sacerdote, con las manos juntas, dice:

Fieles a la recomendación del Salvador


y siguiendo su divina enseñanza,
nos atrevemos a decir:

O bien:
Llenos de alegría por ser hijos de Dios,
digamos confiadamente
la oración que Cristo nos enseñó:
O bien:

31
El amor de Dios ha sido derramado
en nuestros corazones
con el Espíritu Santo que se nos ha dado;
digamos con fe y esperanza:
O bien:
Antes de participar en el banquete de la Eucaristía,
signo de reconciliación
y vinculo de unión fraterna,
oremos juntos como el Señor nos ha enseñado:
Extiende las manos y, junto con el pueblo, continúa:

Padrenuestro, que estás en el cielo,


santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
El sacerdote, con las manos extendidas, prosigue él solo:

Líbranos de todos los males, Señor,


y concédenos la paz en nuestros días,
para que, ayudados por tu misericordia,
vivamos siempre libre de pecado
y protegidos de toda perturbación,
mientras esperamos la gloriosa venida
de nuestro Salvador Jesucristo.
Junta las manos.

El pueblo concluye la oración, aclamando:


Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por
siempre, Señor.
Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice en voz alta:
Señor Jesucristo,
que dijiste a tus apóstoles:
"La paz os dejo, mi paz os doy",
no tengas en cuenta nuestros pecados,

32
ORDENACIÓN DIACONAL Y PRESBITERAL

sino la fe de tu Iglesia
y, conforme a tu palabra,
concédele la paz y la unidad.
Junta las manos.
Tú que vives y reinas
por los siglos de los siglos.
El pueblo responde:
Amén.
El sacerdote, extendiendo y juntando las manos, añade:
La paz del Señor esté siempre con vosotros.
El pueblo responde:
Y con tu espíritu.
Luego, si se juzga oportuno, el diácono, o el sacerdote, añade:

CONGREGACIÓN DE LA PASIÓN DE JESUCRISTO


Daos fraternalmente la paz.

O bien:
Como hijos de Dios, intercambiad ahora
un signo de comunión fraterna.
O bien:
En Cristo, que nos ha hecho hermanos con su
cruz,
daos la paz como signo de reconciliación.
O bien:
En el Espíritu de Cristo resucitado,
daos fraternalmente la paz.

Y todos, según la costumbre del lugar, se dan la paz. El obispo da la paz al diácono o al ministro.

Después toma el pan consagrado, lo parte sobre la patena, y deja caer una parte del mismo en el
cáliz, diciendo en secreto:

El Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo,


unidos en este cáliz,
sean para nosotros
alimento de vida eterna.

Mientras tanto se canta o se dice:


Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,

33
danos la paz.
Si la fracción del pan se prolonga, el canto precedente puede repetirse varias veces. La última
vez se dice: danos la paz.

A continuación el obispo, con las manos juntas, dice en secreto:


Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo,
que por voluntad del Padre,
cooperando el Espíritu Santo,
diste con tu muerte la vida al mundo,
líbrame, por la recepción de tu Cuerpo y de tu Sangre,
de todas mis culpas y de todo mal.
Concédeme cumplir siempre tus mandamientos
y jamás permitas que me separe de ti.

O bien:
El obispo hace genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un poco elevado sobre la
patena, lo muestra al pueblo, diciendo:
Éste es el Cordero de Dios,
que quita el pecado del mundo.
Dichosos los invitados a la cena del Señor.
Y, juntamente con el pueblo, añade:
Señor, no soy digno
de que entres en mi casa,
pero una palabra tuya
bastará para sanarme.
El sacerdote dice en secreto:
El Cuerpo de Cristo me guarde para la vida eterna.
Y comulga reverentemente el Cuerpo de Cristo.

Después toma el cáliz y dice en secreto:


La Sangre de Cristo me guarde para la vida eterna.
Y bebe reverentemente la Sangre de Cristo.

Después toma la patena o la píxide, se acerca a los que quieren comulgar y les presenta el pan
consagrado, que sostiene un poco elevado, diciendo a cada uno de ellos:
El Cuerpo de Cristo.
El que va a comulgar responde:
Amén.
Y comulga.

34
ORDENACIÓN DIACONAL Y PRESBITERAL

Luego, de pie en la sede o en el altar, el obispo dice:

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Concede, Señor, a tus siervos,


alimentados con esta Eucaristía,
procurar tu gloria y la salvación de tus hijos,
siendo siempre fieles ministros del Evangelio,
de los sacramentos y de la caridad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Asamblea

CONGREGACIÓN DE LA PASIÓN DE JESUCRISTO


Amén.

BENDICIÓN FINAL
El diácono hace la invitación:
Inclínense para recibir la bendición
Enseguida, el obispo extiende las manos sobre los ordenados y da la bendición.

Obispo:
El Dios que dirige y gobierna la Iglesia
mantenga su intención
y fortalezca sus corazones
para que cumplan fielmente su ministerio

Asamblea.
Amén.

Obispo:
El que te ha confiado a ti, diácono,
La misión de predicar el Evangelio de Cristo
y de servir al altar y a los hombres
te haga en el mundo su testigo conveniente
y ministro de la caridad.

Asamblea:
Amén.

35
Obispo:
Y a ti, presbítero, te haga pastor verdadero
que distribuya la Palabra de la vida y el Pan vivo,
para que los fieles crezcan en la unidad del cuerpo de Cristo.

Asamblea:
Amén.

Obispo:
Y a todos Ustedes, que están aquí presentes,
Los bendiga Dios todopoderoso,
Padre, X Hijo, X y Espíritu X Santo.

Asamblea:
Amén.

Diacono:
La alegría del Señor sea nuestra fuerza. Pueden ir en paz.

Asamblea.
Demos gracias a Dios.
Dada la bendición y despido el pueblo por el diácono, se vuelve procesionalmente a la sacristía
de modo acostumbrado.

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