Unión Cívica Radical 1
Unión Cívica Radical 1
Unión Cívica Radical 1
Universal ( masculino), para mayores de veintiún años mas conocida popularmente como “
la Ley Saénz Peña”.
En efecto , Roque Saénz Peña miembro de la Oligarquía terrateniente gobernante desde
1880, formaba parte de un sector dentro de ella , proclive a ceder a las demandas de las
clases medias urbanas y rurales las cuales desde 1890 venían reclamando una inserción
política dentro del modelo económico agro-exportador y por ende, dentro del Estado
Nacional.
La Unión Cívica Radical liderada por Hipólito Yrigoyen, tras las Revoluciones de 1893 y
1905, de carácter cívico –militar,( ambas derrotadas en este último plano), mediante las
consignas de Intransigencia y Abstención Revolucionaria , venía poniendo en jaque a la
elite gobernante. Este líder no definía al radicalismo como un partido sino como un afán de
lucha democrático, con alcances nacionales y con la firme voluntad de no transigir con el
“régimen”.
Un movimiento en el cual la juventud pudiera expiar su ideal ético y democrático en torno a
una política alejada de cualquier clase de “contubernio”.
La “causa regeneradora “, entonces, estaba en marcha.
La Generación del ’37 y la del ’80, ambas pertenecientes al Siglo XIX, habían pensado,
teorizado y llevado a la práctica, un modelo de país basado en los recursos naturales y la
traspolación masiva de inmigrantes europeos que reemplazaran a los criollos “incapaces”
desde aquél punto de vista, de poder sostener un proyecto de Nación que se insertara
adecuadamente en el mercado mundial claramente liderado por Gran Bretaña.
Ferrocarriles e Inmigrantes, Estado Nacional y Partidos Políticos, Democracia y
Capitalismo. Paz y Administración. Orden y Progreso.
Domingo F. Sarmiento, Bartolomé Mitre, Nicolás Avellaneda, Julio Argentino Roca, Juan
Bautista Alberdi, fueron algunos de los hacedores fundamentales de la Argentina
“próspera”.
Líderes políticos y jefes partidarios, presidentes de la Nación, ideólogos, hombres de
acción, conformaron la elite dirigente que debió mediante el consenso y la coacción
organizar una Nación y un Estado Nacional acorde al Capitalismo Internacional ávido de
materias primas y alimentos.
Los pares sindicales de Palacios, al igual que la denominada corriente sindicalista y los
anarquistas, resistían los embates de la oligarquía que no dudaba en reprimir masivamente
huelgas o manifestaciones de protesta, las cuales fueron particularmente violentas en la
primer década del S. XX.
Como podemos observar, el clima de violencia era cada vez mayor en una sociedad a la
cual la oligarquía al decir de Alain Rouquié se la pretendía gobernar como si conformara
parte de una gran estancia.
Este grupo dominante se resquebrajaba al calor de las contradicciones de sus
personalidades principales, quienes ya no alcanzaban para encuadrar políticamente la
efervescencia social.
Los hábitos y costumbres de los argentinos en general y de los habitantes del suelo
bonaerense y porteño en particular se habían transformado al ritmo de la economía nacional
e internacional.
También la conciencia política de los llamados sectores populares había cambiado hasta el
punto de exigir su correspondiente lugar en las decisiones de las políticas públicas.
La Ley Saénz Peña, entonces, obedece tanto a una decisión política de envergadura del
grupo dominante como a una presión sostenida del partido liderado por Don Hipólito
Yrigoyen, quien logró revestir al mismo de un aura revolucionaria.
El presidente electo en 1910, tenía muy en claro su orígen como tal viciado de nulidad.
Por eso planteaba: “No basta que los ciudadanos voten-dijo en su mensaje de asunción-si
los poderes ni amparan su voluntad.”(1).
Agregaría en 1912 que “ Se ha dicho que el voto venal es el mas libre, pero se omitió
agregar que es el único que no merecería serlo”. (2)
Y para sintetizar sus ideas de cambio acordes con las vivencias tanto nacionales como
internacionales en materia de adaptación a esta coyuntura política agregamos esta frase
también pronunciada en el marco de su asunción a la presidencia en 1912 : “Las reformas
no emergen de la quietud ni se nutren de temores ni obran por contemplación(…) Si hay
quebranto o desmedro individual yo lo lamento(…) Las banderas tendrán que agrandar sus
paños y replegar su intransigencia, porque el estado político se ha transformado, y con él
desaparecen los antiguos métodos, lo mismo en la oposición que en los poderes (…) el
momento no es normal, es transitivo y de franco rompimiento con una larga tradición.(3).
Yrigoyen, caudillo de sectores sociales que rápidamente dejaron atrás la Argentina de las
antinomias entre Unitarios y Federales para adentrarse en otra que muestra las pujas en el
marco de un sistema liberal en lo económico y represivo en lo político; y la Unión Cívica
Radical , son quienes proporcionan el espacio de inserción necesario a aquellos sectores.
Dos características iría acuñando este partido de masas de fines del S. XIX y principios del
XX: una organización nacional y un caudillo enigmático pero creíble y querido tanto por al
militancia de su partido como por el pueblo en general.
En efecto, sus pocas apariciones en público, su ausencia de discursos, lo harían un
personaje mítico dotado de pureza y coraje político en su oposición sistemática al régimen
fraudulento.
Las críticas en este aspecto de sus adversarios políticos y de los medios de comunicación en
sus manos arreciaban acusándolo al caudillo y a su partido de falta de proyectos e ideas
El 2 de abril de 1916 se llevaron a cabo las elecciones nacionales para presidente de la
Nación.
Los electores al Colegio Electoral a favor del radicalismo fueron 143 a pesar del triunfo por
mas de treinta mil votos de diferencia contra sus opositores: 370.000 a 340.000.
Necesitaba Yrigoyen para ser electo 151 electores.
La definición estuvo en las manos del radicalismo santafesino el cual a pesar de haberse
separado del Comité Nacional un año antes le dio los electores necesarios a su partido y
Don Hipólito obtuvo 152 electores alcanzando así la primera magistratura asumiendo el 12
de octubre de 1916.
Una multitud lo llevaría en andas desde el Congreso a la Casa Rosada en un día en el cual
el presidente saliente Victorino de la Plaza lo veía por primera vez personalmente a quien
se colocaba la banda presidencial en representación claramente de las clases medias
urbanas fundamentalmente y rurales, de un país que entraba indudablemente en una etapa
de transición entre su fortaleza económica ( “el granero del mundo”) en su punto máximo
el Centenario de 1910 y la crisis que despuntaba tras dos años de Guerra europea.
Por derecha o por izquierda la UCR estaba destinada a ser presionada durante el ejercicio
de sus gobiernos.
Sobre todo en lo referente a Hipólito Yrigoyen.
Este último, en su primer gobierno, no tuvo la mayoría en la Cámara de Diputados hasta
1918, y, en cuanto a la de Senadores fue minoría hasta el fin de su primer mandato.
Con esta realidad política, a la cual debemos agregar un gabinete donde cinco de los ocho
ministros provenían de la oligarquía terrateniente, la Corte Suprema de Justicia dominada
por el mismo sector al igual que gran parte de las Fuerzas Armadas y la educación superior.
Las estructuras de poder estaban en manos entonces de la elite y había que trabajar y mucho
desde las diferentes instituciones públicas para conquistarlo en función de las propuestas
cívicas del radicalismo.
Autores como David Rock nos plantean que, en sus primeros años de gobierno la UCR, se
transformó en mediador entre la oligarquía y los sectores de clase media urbana que
representaba.
Sin proponer cambios estructurales en lo económico, pero sí presionando para obtener una
mayor porción de las ganancias de ese modelo para redistribuirlo entre sus seguidores.
A los cuales debemos sumar en este esquema dependiente a algunos sectores de la clase
obrera urbana.
Principalmente a aquellos relacionados con los transportes como el ferrocarril y las
empresas marítimas, ejes del esquema agro-exportador.
En este punto debemos remarcar las características personales de Hipólito Yrigoyen, quien
hace uso (y abuso) de su carisma personal para el contacto cotidiano no solo con dirigentes
de los Comités barriales urbanos, sino también con gente del pueblo que hacía largas colas
dentro de la Casa Rosada o en su domicilio particular en el barrio de Constitución,
solicitando y recibiendo favores personales del Presidente.
La confianza que despierta Yrigoyen, genera una mística popular que se extiende por todo
el país adquiriendo el mote de “Padre de los pobres”.
A esto se le debe agregar una organización partidaria realmente aceitada en cada rincón del
país lo cual sirve de sostén al líder de la UCR para llevar a cabo su gestión de gobierno.
Como corresponde a la época, miles de partidarios a este partido, ocupan cargos públicos
principalmente en el Estado Nacional, ya que en la mayoría del as provincias los partidos
conservadores provinciales aún “no conocían la Ley Saénz Peña”.
El personalismo entonces, de Don Hipólito Yrigoyen, era un continuo en las prácticas
políticas argentinas (recordar a Juan M. de Rosas o, en sus antípodas ideológicas a Julio A.
Roca).
Sin embargo para La Nación, el diario de Bartolomé Mitre, precursor y contemporáneo) de la Generación
del ‘ 80 alarmado editorializaba:
Continúa el análisis de este autor planteando que la inflación no se detuvo para los
consumidores argentinos, ya que a su vez la variación en la demande de los productos
agropecuarios generó un aumento de precios del 75 % entre 1910 y 1918.
Siendo los alimentos como así también los alquileres los que as aumentaron durante este
período llegando respectivamente a un promedio del 40 y, el 15 %.
Solo en 1919 pareciera volver al normalidad en al economía argentina con un saldo positivo
en el intercambio comercial de 375 millones oro.
Pero en 1920 desciende a 108 millones y se transforma en déficit en 1921 – 22.
Aumenta la deuda pública de 1.353 millones a 1931 millones entre 1917 y 1922.
A esto se le debe agregar los gastos internos en cien millones de pesos oro durante este
mismo período.
En 1920 además se produce una profunda depreciación de los precios de los cereales junto
a las fuertes medidas proteccionistas de los EE.UU., transformado en el principal acreedor
y comprador de productos del mundo de pos-guerra.
Ante esta situación Yrigoyen decide prohibir la exportación de oro, manteniendo por lo
tanto su oposición a la libertad cambiaria tratando así que el peso siga desvalorizándose.
Este mensaje de agosto de 1920, forma parte del proyecto enviado por el Ejecutivo al
Congreso con el objetivo de justificar una ley que autorice la expropiación de 200.000
toneladas de azúcar para ser vendidas en el mercado interno a precio de costo.
A pesar de las reiteradas oposiciones del Senado, finalmente el proyecto será aprobado.
El Sistema de Patronazgo.
De todos modos los recursos que hacían falta para hacer frente a las necesidades estatales
se pensó en los primeros años de gestión, obtenerlos de impuestos que gravaran
básicamente a los exportadores y a los aliados necesitados de alimentos, en un 5 %.
Luego de dos años de espera en las Cámaras será aprobado, y con este recurso se
comprarán semillas e instrumentos para labranza, mas la construcción de puentes y caminos
que mejoren las comunicaciones en el interior del país.
Otro proyecto aprobado será el de facilitar un crédito de cien millones de pesos a
Inglaterra, Francia e Italia, para financiarles la compra de dos millones y medio de
cereales.
Se pretendía así no romper el equilibrio entre la elite y los sectores medios urbanos y
rurales.
Según David Rock, cinco son los puntos a tener en cuenta para comprender esta
construcción del poder de Yrigoyen quien encarnaba a la UCR durante estos primeros años
de gobierno:
“1) La creación de un sistema de patronazgo para el control del partido.2) El aumento del
gasto público después de 1919. 3) La tendencia a perjudicar a los sectores urbanos que no
estaban en condiciones de beneficiarse con el crecimiento de la burocracia.4) Los signos de
tensión dentro del sector de la elite que pertenecían a la U.C.R. 5) El incremento de los
tributos correspondientes a las provincias del interior con respecto a los de la provincia de
Buenos Aires . “ (11)
Estas palabras de Hipólito Yrigoyen datan de 1920, y ponen blanco sobre negro, la visión
que tenía la UCR, de las ideas socialistas, analizadas éstas como englobalizadoras de las
distintas tendencias ideológicas que por aquellos años dividían a la clase obrera.
En efecto, los Anarquistas nacidos al calor de una concepción “maximalista”, contra todo
aquello que significara el Estado y sus expresiones en la sociedad, los Socialistas
encuadrados dentro del sistema electoral liberal, fuertes competidores del Radicalismo, y la
vertiente Sindicalista cuyas huelgas expresaban el descontento de los trabajadores por sus
bajos salarios y pésimas condiciones laborales.
No era algo menor si a estas situaciones se le agrega la puja por la distribución del ingreso
con la elite conservadora.
En este punto se puede encontrar la respuesta a la ola de conflictos desatada en el período
de la posguerra.
A la inflación se le debe sumar la baja del salario real el cual apenas cubría las necesidades
básicas de la familia trabajadora.
Los sectores vinculados con el transporte fueron los mas afectados por su relación con los
capitales extranjeros, los cuales se estaban reponiendo de la Gran guerra
Entre 1917 y 1919 casi 580.000 trabajadores participaron en huelgas por salarios
principalmente.
La corriente sindicalista como expresión ideológica lideró claramente este proceso,
desplazando por estos años, al menos en estos conflictos, al anarquismo.
El radicalismo parecía garantizar, a pesar de la retracción salarial, un mejor margen de
negociación con el Estado por parte de los sindicatos liderados por aquella corriente.
En este punto cobran importancia los conceptos que transcribimos de Beiró y del mismo H.
Yrigoyen: la armonía de clases y el rol del Estado como árbitro del conflicto que pudiera
suscitarse entre el capital y el trabajo.
Sin olvidar claro está, las consignas electoralistas del radicalismo las cuales lo llevaban a
construir su política laboral muchas veces en función de los trabajadores mas proclives a
votar o no a la UCR.
Con esta visión, quedaban al margen no solo los extranjeros sino también aquellos sectores
del trabajo enrolados con el Anarquismo.
La Semana Trágica.
En enero de 1919, en el marco de la ola de huelgas antes mencionada, un suceso que pasó a
la Historia como uno de los mas destacados al momento de recordar las luchas de la clase
trabajadora.
Los Talleres Metalúrgicos Vasena, ubicados en el barrio porteño de San Cristóbal, fueron el
centro del inicio de una huelga por cuestiones salariales.
Estos pequeños talleres se caracterizaban al igual que en otras industrias de envergadura
como el caso de los frigoríficos, en tener a los trabajadores con salarios de hambre.
Recordemos la inflación producida como causa del fin de la guerra y los altos costos de los
insumos industriales provenientes del exterior, ya que recién por estos años comienza a
producirse muy lentamente un proceso de sustitución de algunas importaciones vinculadas
con la industria.
Volviendo a la fábrica propiedad de Pedro Vasena e Hijos Ltda., la misma dependía para su
producción de los insumos de carbón provenientes del exterior, al ser sumamente costosos,
los dueños de los talleres abarataron sus gastos bajando el salario nominal de sus obreros a
casi la mitad en pocos meses.
Esta medida causó una huelga, la cual fue violentamente reprimida causando al muerte de
un grupo de trabajadores.
Tras un mes de enfrenamientos el 9 de enero se convocó a una huelga general que
desembocaría en el inicio de la Semana Trágica.
El cortejo fúnebre que debía transportar a los obreros asesinados por las fuerzas policiales,
marchó desde el sur de la ciudad hasta la Chacarita, acompañado por decenas de miles de
trabajadores, hubo enfrentamientos durante toda la jornada, siendo los mas dramáticos los
producidos al llegar la multitud al Cementerio.
Allí, las fuerzas policiales volvieron a abrir fuego contra la manifestación provocando al
menos una veintena de muertes.
La huelga así cobró aún mas violencia, participando no solo la FORA (de tendencia
Anarquista) como organizadora, sino también sindicatos como la FOM (Federación Obrera
Marítima, Sindicalista) y gran cantidad de sindicatos o núcleos obreros desorganizados que
adherían a la medida en tanto que, la policía, luego las Fuerzas Armadas y grupos
parapoliciales intervenían en las calles, y en los barrios obreros.
En este último punto debe hacerse referencia al surgimiento de jóvenes provenientes de las
clases medias y altas urbanas que, sin distinción partidaria, asumieron por su cuenta con el
apoyo de las organizaciones patronales, sectores de la Iglesia y dirigentes partidarios
conservadores y radicales, que debían restaurar el orden.
Suponían que una Revolución Socialista (Anarquista o Soviética) pretendía tomar el poder
en al Argentina.
La persecución abarcó entonces todo lo relacionado con Bibliotecas obreras, periódicos,
locales sindicales, comerciantes de orígen judío del barrio de Villa Crespo, desatándose
una verdadera “caza de brujas”, ante “el peligro rojo”.
Mientras tanto el gobierno Radical, en los primeros días de la revuelta había mantenido un
acercamiento con los sindicatos, llegando a un acuerdo de aumento salarial y la libertad de
los detenidos, sin embargo la dinámica de los acontecimientos lo superó debiendo apoyar la
intervención de las fuerzas del orden, a las cuales se sumaron los contingentes ya descriptos
que dieron nacimiento a la LIGA PATRIOTICA.
N o fueron ajenos a estos hechos, la Asociación Nacional del Trabajo, la Sociedad Rural, el
Jockey Club, el Círculo Militar, el Círculo Naval, dirigentes políticos Conservadores.
Dirigentes Radicales disidentes como Leopoldo Melo, y Vicente C. Gallo, banqueros como
Carlos A. Tornsquist, directivos locales de empresas ferroviarias inglesas como Manuel
Montes de Oca y el representante diplomático británico en nuestro país: Sir Reginald
Tower.
Estas personalidades e instituciones aprobaron una resolución en enero de 1919 que,
instaba a:
El gobierno de todos modos seguía adelante con su política laboral contenedora y, con su
política de Patronazgo hacia los sectores urbanos no dependientes de un salario.
Hipólito Yrigoyen seguía pregonando además que él era el presidente “de los pobres”.
Por ello confiaba en una política de Estado conciliadora, que se sustentaba en la armonía
entre las clases y que, si debía actuar con la fuerza, lo haría en el marco de la Constitución
y, como última alternativa.
Sir Reginald Tower, con sus aliados internos que ya enumeramos preveía (y deseaba) un
presente y un futuro apocalíptico para el líder popular y sus partidarios:
El auge de posguerra, permitió entre 1920 y 1921, retomar los hilos de la conducción del
proceso iniciado en 1916.
Los contactos con los sindicatos se consolidaron y solo se retrajeron ante una nueva crisis
económica acaecida en mayo-junio de 1921 a causa de la baja de los precios
internacionales del trigo y de al carne, como así también la caída en la cantidad demandada
Como era natural a una economía dependiente como la nuestra, los vaivenes del comercio y
las finanzas europeos repercutían inmediatamente en estas tierras.
La depresión debilitó luego de nuevas e importantes huelgas en el sector del transporte
marítimo, al sindicalismo como corriente que se apoyaba en el gobierno, y a los sindicatos
en general.
Diría Don Hipólito Yrigoyen, en un mensaje al Congreso en 1919, cuando la crisis social
arreciaba promediando su mandato:
Como podemos observar, los últimos años del gobierno de Yrigoyen se desarrollaron al
compás de la situación económica.
En efecto, en 1920, una nueva suba de precios, lo obligó a tomar medidas de protección no
solo para las clases medias sino también para con los sectores obreros que le respondían,
sin romper( o al menos intentándolo) el equilibrio con los productores rurales.
El 60 % de los gastos de una familia obrera se relacionaban con el pan y la carne vacuna, y
precisamente en estos rubros se habían producido los aumentos mas ostensibles.
Una de las mediadas tomadas fue la de un impuesto a la exportación del trigo que recaía
sobre las empresas extranjeras que lo comercializaban y sobre los exportadores. Tratando
de este modo de no presionar sobre los productores.
El Congreso demoró mas de lo previsto para sancionar esta ley enviada por el Poder
Ejecutivo, al cual entró en funcionamiento en enero de 1921.
Inclusive en un momento( 1920), ante la creciente demanda del exterior de este cereal, lo
cual hacía decrecer la oferta en el mercado interno, con el consiguiente aumento sostenido
del precio del pan, se llegó a prohibir la exportación por parte del gobierno para garantizar
el abastecimiento interno.
Yrigoyen así, prefería presionar sobre el ingreso de los exportadores y no aumentar los
aforos aduaneros que habrían traído como consecuencia una suba de precios para el
consumo interno.
Otra de las medidas adoptadas estuvo vinculada con el congelamiento del precio de los
alquileres y la suspensión de los desalojos en la Ciudad de Buenos Aires, a cuyos
habitantes, el Intendente designado por el Poder Ejecutivo, le tocó la misión de organizar
cooperativas de consumidores con el objetivo de controlar la distribución de alimentos
controlando a su vez los precios, entre los cuales se destacaba el precio fijo de los cortes de
carne vacuna.
La caja de resonancia social de este cuadro económico fue el puerto de Buenos Aires que
vio una vez mas al igual que en 1919, enfrentadas a las organizaciones patronales como la
Asociación Nacional del Trabajo con los sindicatos anarquistas y sindicalistas y la
intervención de la Liga Patriótica.
El gobierno llegó a cerrar el puerto por unos meses ante la intransigencia de las empresas y
enviar leyes de reforma social como la del Código General del Trabajo, que sucedió a la
enviada en 1919: la Ley de Conciliación y Arbitraje Obligatorio.
La crisis entonces, se fue extendiendo a otros rubros del trabajo lo cual trajo como
consecuencia un parate en la afiliación a los sindicatos y una baja en al cantidad de
cotizantes.
Tanto Anarquistas como Sindicalistas (principalmente estos últimos) vieron reducida su
capacidad de convocatoria llegando al final del mandato de Yrigoyen en franco retroceso
en comparación vivida hasta 1921.
La fuerte relación que mantuvo el presidente con los gremios enrolados en la corriente
Sindicalista fue tocando a su fin a medida que la crisis subsistía en coincidencia con el final
de su mandato al frente del Poder Ejecutivo.
Los Comités volverían a ser el eje central de su organización política mientras durara el
nuevo gobierno radical bajo la presidencia de Marcelo T. de Alvear, acompañado en el
ejercicio del gobierno por el yrigoyenista Elpidio González.
La Presidencia de Marcelo T, de Alvear, 1922-1928.
Exceptuando San Juan y Mendoza, la Unión Cívica Radical triunfó en todo el país
obteniendo el 48 % de los votos emitidos.
Si bien Alvear al momento de ser elegido como candidato del radicalismo se desempeñaba
como cónsul de París, representaba al grupo mas aristocrático dentro del partido: el
denominado “grupo azul”.
Este sector acordaba con la elite en dos puntos fundamentales que habían sido parte del
sostén (y de las críticas mas duras del “stablishment” local y extranjero): las intervenciones
federales que garantizaban recuperar el control de aquellas provincias que caían en manos
conservadoras y el incremento constante del gasto público.
Precisamente en este último punto, previamente a las elecciones de 1922, Yrigoyen lo había
llevado quizás a su máxima expresión, no solo para garantizar el triunfo del radicalismo,
sino también para asegurarse una organización partidaria, y un control en diferentes
organismos con gente propia a través del ingreso entre 1921 y 1922 de miles de empleados
públicos.
En efecto, aprovechando esta situación, los EE.UU., venían invirtiendo en este rubro desde
aquella época, incrementando los montos en el período del gobierno de Alvear hasta llegar
a casi el 15 % del total de las inversiones extranjeras cuando unos años antes no alcanzaban
al 6 %.
Los sectores en los cuales se instalaron o consolidaron tenían relación con el petróleo, la
energía, los frigoríficos, automóviles, discografía, etc.
Eso no significaba, ni mucho menos el desplazamiento de Gran Bretaña del dominio de la
economía y las finanzas argentinas, solo que, en materia de importaciones de bienes de
capital o de ciertas manufacturas, los EE.UU. iban ganando preeminencia, al igual que lo
estaban haciendo en el resto del mundo tras el fin de la Gran Guerra.
La competencia entre ambos, en nuestro país, estaba en marcha.
El año 1924.
Se puede decir que este año marca a poco de andar, el gobierno de Alvear; es el punto de
inflexión en su mandato, ya que su nuevo Ministro de Interior Vicente Gallo, aliado al
Senador Leopoldo Melo, intentaron destituir a Yrigoyen de la conducción del Partido
Radical.
Como era de esperar no tuvieron éxito y fundaron su propio partido: la Unión Cívica
Radical Antipersonalista, en clara alusión al liderazgo natural del caudillo.
Solo tuvieron respaldo en la provincia de Santa Fe, como así también de pocos dirigentes
del partido.
Mientras tanto Alvear a causa de estos enfrentamientos entre el Grupo Azul y los
yrigoyenistas, debió armar en 1925 su tercer gabinete en tres años, tras la renuncia de Gallo
La presión de los yrigoyenistas sobre el gobierno para obtener mayor presencia en él
sumado al crecimiento de la popularidad de su líder, fue delimitando cada vez mas la
acción del presidente.
Con este cuadro de situación, Don Hipólito Yrigoyen, obtuvo un apoyo plesbicitario en las
elecciones de 1928.
Mas de 840.000 votos, casi el 57 % del total.
Ganó en todas las provincias excepto en San Juan, y superó en un 10% los votos obtenidos
en 1922.
El 12 de octubre de 1928 asumía por segunda vez la presidencia mediante el sufragio libre,
universal, masculino, obligatorio y secreto del electorado nacional.
Don Hipólito Yrigoyen inició su gobierno sin el gradualismo o la cautela que lo caracterizó
en 1916; los emergentes de las clases medias urbanas, líderes de los comités, hijos de
inmigrantes muchos de ellos con estudios universitarios, son instalados decisivamente en la
conducción del Estado Nacional.
El gasto público fue el sostén de esta política, gracias no solamente a decisiones d este
tenor, sino también a las bonanzas producidas por el boom agro-exportador.
El sistema de Patronazgo volvió con toda su expansión a fin de apuntalar la estructura
política del Partido Radical.
Esta política tendiente a fortalecer las bases partidarias del gobierno, tenía como objetivo
además, construir una estructura que enfrentara adecuadamente a los grupos de poder
tradicionales instalados en el ejército, en la economía y en las provincias donde los
antipersonalistas controlaban el aparato estatal provincial en detrimento del oficialismo
En este sentido, Yrigoyen actuó con celeridad, interviniendo San Juan, Mendoza,
Corrientes y Santa Fe.
Las provincias de Cuyo, estaban dominadas por gobernadores conservadores que habían
hecho del clientelismo una herramienta sumamente eficaz a la ora de dominar durante años
la estructura política de la región.
Los líderes partidarios eran Federico Cantoni y Carlos Washington Lencinas, de Mendoza y
San Juan respectivamente.
Impedirles llegar al Senado de la Nación era el objetivo principal del yrigoyenismo ya que
este contaba con mayoría opositora.
El dominio del interior se imponía como factor preponderante para imponerse en el Senado
y consolidar la estructura nacional bajo las órdenes de Yrigoyen.
Esta disputa, de aparente carácter regional escondía una superior entre las elites
oligárquicas y el gobierno nacional.
Como así también, el enfrentamiento por quien controlaba la producción de petróleo que
ayudaba también a mantener las bases sociales de unos y otros contendientes.
Entre julio y agosto de 1929 la violencia ganó las calles de Buenos Aires entre la derecha
conservadora y los partidarios de Yrigoyen.
Aquella acompañaba los no menos duros debates en el Senado para ver si Cantoni y sus
hombres ocupaban las bancas que supuestamente habían obtenido en elecciones limpias.
El triunfo en uno y otro espacio de disputa fue para los yrigoyenistas, lo cual le permitió al
gobierno comenzar a organizar las elecciones en las provincias intervenidas por decreto en
el último tramo de 1929.
La crisis del sistema capitalista en octubre de 1929 producida por el crack de la Bolsa de
Nueva York, repercutió inmediatamente en nuestro país a causa tanto de la dependencia
del mercado británico con referencia a la colocación de productos alimenticios, como a la
mundialización de la economía lo cual nos insertaba en el circuito comercial, productivo y
financiero del capitalismo.
La baja de los precios internacionales de los productos agropecuarios, la depreciación del
peso con respeto al dólar estadounidense y otras monedas europeas en un 20 %, el cierre de
la Caja de Conversión que garantizaba hasta ese momento ( diciembre de 1929), la
convertibilidad del peso.
De allí en mas, se evitó la salida de oro, manteniéndose la Argentina bajo ese patrón
monetario intentando que la moneda nacional se cotizara a la par de otras monedas
extranjeras.
A pesar de esta medida coyuntural, el peso continuó depreciándose, no solo por el aumento
del valor de las importaciones sino por un proceso inflacionario que produjo desocupación
y baja de salarios.
A su vez los sectores exportadores habitualmente favorecidos por los precios
internacionales, ante la caída de estos últimos junto a las ventas, disminuyeron
drásticamente sus pagos al fisco perjudicando los ingresos del Estado, ingresos que también
se vieron reducidos por la caída en la cantidad de bienes importados, cuyos altos precios no
alcanzaban a cubrir (a pesar del pago de impuestos en este rubro) las necesidades estatales.
A esta situación se le debe agregar el déficit de la balanza comercial.
Esta situación se reflejó rápidamente en la política cuando en las elecciones para diputados
poco antes del golpe producido en el mes setiembre de ese mismo año, en la Capital
Federal y la Provincia de Buenos Aires, el yrigoyenismo perdió casi 120 mil votos
comparada con las presidenciales de 1928, a manos del Partido Socialista Independiente y
los conservadores.
Ambos partidos políticos declaraban el 15 de agosto de 1930:
El golpe militar de 1930, fue causado por los grupos conservadores, con indisimulable
apoyo de sus aliados del ejército, en defensa de sus propios intereses corporativos, como así
también la incidencia de los monopolios petroleros como la Standard Oil y la Shell.
Aquí conviene hacer algunas aclaraciones.
Si bien lo factores que contribuyeron al golpe de estado como venimos describiendo son
multicausales, un ministro francés al enterarse de la caída de Yrigoyen, le habría dicho al
embajador argentino en París, Alvarez de Toledo: “Señor embajador, su revolución huele a
petróleo”.(20)
Entre 1927 y 1928, las dos corporaciones petroleras, la norteamericana Standard Oil y la
británico-holandesa Shell, desatan y ponen fin a una “guerra” de competencia por el
mercado mundial de los combustibles.
El acuerdo supone el reparto equitativo de dicho mercado.
El cartel, se plantea controlar consumo y explotación a lo largo y a lo ancho de todo el
mundo.
En el caso de nuestro país, las cuotas se fijaban del siguiente modo: 45,8% para la Standard
Oil, 27,6% para la Royal-Dutch Shel, y 14,6 % para YPF, cuyo director era el general
Mosconi.
Este militar venía propugnando desde 1927, a inhabilitación de las compañías extranjeras
para explotar nuestros recursos naturales. El proyecto de ley aprobado por diputados en
1927 es bloqueado por los senadores, en 1929(recordar en este sentido el conflicto con el
Senado por parte de Yrigoyen ni bien comienza su segundo mandato)
Entre setiembre y octubre del año 1929, el debate en el Senado es precisamente la
nacionalización del petróleo propuesta por el poder ejecutivo, mientras la Standard Oil
logra concesiones de explotación por parte del gobierno salteño.
A esta situación se le debe sumar la decisión de Yrigoyen de bajar por decreto el precio de
los combustibles el 1° de agosto de 1929, otorgándole a YPF la facultad de imponer los
precios de manera uniforme.
La campaña electoral en marzo de 1930, tiene una serie de consignas que giran en torno al
conflicto petrolero: “Defensa de la soberanía nacional”, “Defensa del petróleo”, “Defensa
de la riqueza nacional”, claramente la lucha contra los trusts y por la Ley de
nacionalización del petróleo, acompaña los primeros meses del segundo mandato de
Hipólito Yrigoyen.
A ello había que agregarle finalmente los acuerdos para obtener ese recurso de la Unión
Soviética a la cual se le entregaría a cambio: cueros, cereales, carnes.
La empresa instalada en la Argentina desde 1922 proveniente de ese país era la Iuyamtorg.
El golpe del ‘30 produciría su retiro de estas tierras cerrando el acuerdo entre el gobierno
Radical y los Soviéticos.
La Unión Cívica Radical, de manera consecuente desde 1891, batalló durante veintiún años
hasta obtener aquello que su máximo líder, Hipólito Yrigoyen, consideraba fundamental
para aquella sociedad: el voto secreto, universal ( masculino) y obligatorio, ya que ésta era
considerada la herramienta fundamental para incorporar a las decisiones políticas del
Estado Nacional a cientos de miles de argentinos.
La profundidad de la reforma política obtenida, le permitiría acceder al gobierno,
legítimamente, sin el consabido fraude electoral pergeñado por la oligarquía terrateniente
desde 1862.
La “chusma” yrigoyenista, el pueblo, pertenecientes en su mayoría a las clases medias
urbanas y rurales, con menor incidencia en la clase obrera, sustentaba la Intransigencia y la
Abstención Revolucionaria, las dos consignas que dieron base al acceso al gobierno del
nuevo partido con alcance nacional que era la UCR.
El poder, mientras tanto, construído durante décadas por la oligarquía y sus aliados
británicos, sería disputado por el radicalismo durante los primeros seis años de mandato de
Yrigoyen.
Si bien es cierto que el modelo económico agro-exportador seguía vigente, y que le
permitía a los sectores medios mejorar gradualmente su inserción social, una Argentina
diferente en la segunda década del Siglo XX, se estaba abriendo paso.
La clase obrera se organizaba al compás del auge económico agro-pastoril en los rubros de
servicios y transportes, como así también en la cadena agroindustrial como los frigoríficos,
y, la llegada de capitales estadounidenses permitían el desarrollo de talleres industriales
cada vez con mas presencia en la economía.
Una clase obrera que oscilaba entre el anarquismo opositor a ultranza de las instituciones de
la democracia liberal , el socialismo de corte parlamentarista (principal opositor electoral
en las barriadas obreras porteñas del partido Radical) y el sindicalismo, sector este último
que veía en Hipólito Yrigoyen un presidente capaz de escuchar y dar respuestas a sus
reclamos de neta raigambre laboral, alejados de toda manifestación política.
En este marco no se puede olvidar la Semana Trágica y los sucesos de la Patagonia ( que
costarían cientos de vidas de rabajadores) en los cuales, la represión a cargo de las Fuerzas
Armadas y los grupos terratenientes demuestra la extrema debilidad del gobierno Radical
en el marco de esa sorda disputa por el control de los resortes de poder estatales y del voto
popular.
El interludio de Alvear, demuestra que aún dentro del mismo partido Radical, subsistían
quienes preferían el acuerdo permanente con la oligarquía, antes que enfrentarlos aunque
mas no fuera con reformas sociales que les pusieran algún límite a su poderío institucional
y económico.
Las bonanzas de posguerra fueron correctamente aprovechadas, y el ingreso mas continuo
de los capitales norteamericanos, le permitieron al grupo radical antipersonalista gobernar
sin demasiados sobresaltos.
Sin embargo Don Hipólito, “el personalista”, acusado de demagogo y demasiado apegado a
los sectores populares sería plebiscitado en 1928.
Su segunda presidencia estaría marcada por la crisis mundial económica de 1929 y la
depresión iniciada en 1930.
Pronto quedaría demostrado que las Fuerzas Armadas y la oligarquía terrateniente volvían
para restaurar el poder conservador en la Argentina.
La magnitud de la crisis de 1930, fue para ellos solo medida en función de sus intereses
sectoriales.
La participación popular sería reemplazada por el fraude, el modelo agro-exportador solo
en manos de las familias “patricias” en acuerdo con el Reino Unido de la Gran Bretaña .
El Estado volvería a ser de quienes por tradición patricia “lo merecían”, con un nuevo actor
social: las Fuerzas Armadas, mas concretamente el Ejército, gobernando los destinos de la
Patria.
“Ha sonado otra vez para bien del mundo, la hora de la espada.
así como ésta hizo lo enteramente logrado que tenemos hasta
ahora, y es la independencia, hará el orden necesario, implantará
la jerarquía indispensable que la democracia ha malogrado hasta
hoy, fatalmente derivada por el socialismo.”(21)
Estas palabras fueron pronunciadas por el poeta Leopoldo Lugones con motivo de
conmemorarse un nuevo aniversario de la batalla de Ayacucho, en diciembre de 1924.
“ (…) En 1862, el presidente que fijó la línea liberal había dicho que la Argentina estaba
identificada con la Europa hasta los mas que es posible “.Setenta años después el presidente
Justo , restaurador del liberalismo a ultranza, envió a Inglaterra una comisión destinada a
negociar las carnes ; uno de sus enviados, Guilermo Leguizamón, no tuvo empacho en
afirmar:”La Argentina es una de las joyas mas preciadas de la corona de Su Graciosa
Majestad “; y el jefe de la misión comercial-¡nada menos que el vicepresidente de la
Nación Argentina, doctor Julio Argentino Roca!- confirmó ese peregrino criterio
declarando:”La Argentina es, por su interdependencia recíproca, desde el punto de vista
económica una parte integrante del Reino Unido.” “.(22).
Citas bibliograficas.
BIBLIOGRAFIA ESPECIFICA.