Profetas Mayores y Menores Parte 2
Profetas Mayores y Menores Parte 2
Profetas Mayores y Menores Parte 2
Bosquejo:
Isaías y su mensaje
Para comprender el mensaje de este libro, es necesario estar familiarizado
con la situación histórica del profeta y del pueblo a quien entregó su men-
saje. Muchas de las alusiones, referencias y advertencias pueden
malinterpretarse a menos que los acontecimientos políticos en Judá, sean
cuidadosamente considerados, en relación con las naciones circundantes.
Con el profeta en Jerusalén
Se conoce muy poco respecto al linaje de Isaías, su nacimiento, juventud o
educación, más allá del hecho de que fue hijo de Amos. Aparentemente,
nació y se educó en Jerusalén. Puesto que su llamada al ministerio pro-
fético está definitivamente fechado en el año que murió Uzías (740 a. C.),
es razonable fechar su nacimiento entre el 765 y 760 a. C.
Isaías nació en días de prosperidad. Judá estaba volviendo a ganar su
fuerza militar y económica bajo el competente liderazgo de Uzías. Previa-
mente, la absurda política llevada a cabo por Amasias, había llevado a Judá
a la invasión y a la opresión por Israel y posiblemente el reproche del en-
carcelamiento de Amasias. Este último acontecimiento pudo haber
promovido el reconocimiento de Uzías como corregente allá por el año
792-91 a. C. Con el cambio de reyes en Israel, Amasias fue restaurado en el
trono (782-81) sólo para ser asesinado (768). Esto dio a Uzías el control
único de Judá Y la oportunidad de afirmar su efectivo caudillaje.
Ominosos acontecimientos pronto sembraron amenazantes sombras a
través de las futuras esperanzas de Judá. En Samaría, Jeroboam al morir en
el 753, siguió la revolución y la efusión de sangre hasta que Manahem se
apoderó del trono. En Judá, Uzías fue tocado por la lepra como un Juicio
divino por asumir responsabilidades sacerdotales. Aunque Jotán fue hecho
corregente en aquel tiempo (ca. 750 a. C.), Uzías continuó en el gobierno
activo. La prosperidad económica prevaleció en Judá conforme se extendía
hacia el sur con sus fronteras, incluyendo a Elat en el golfo de Acaba. Hacia
el este, los amonitas eran tributarios de Judá.
Más portentosa fue el acceso al trono de Tiglat-pileser III, o Pul en, Asiría,
en el 745 a. C. La subsiguiente conquista de Babilonia por los asirios,
precipitó una preparación unificada de los gobernantes palestinos para la
agresión asiría. En el 743-738, esta expectación se convirtió en realidad,
cuando el ejército asirio avanzó hacia el oeste en diversas campañas. El rey
asirio informa en sus anales que derrotó a la fuerza palestina bajo el
mandato de Azarías o Uzías de Judá. Thiele fecha este hecho en el primer
año de este período. Manahem, el rey de Israel, también tuvo que realizar
un fuerte tributo a! rey de Asiría (II Reyes 15:19).
Bajo la amenaza pendiente de la agresión asiría, ocurrieron rápidos
cambios en Israel y los mismos tuvieron sus repercusiones en Judá. Cuando
murió Manahem, fue sucedido por su hijo Pekaía, que fue asesinado por
Peka tras dos años de gobierno. El último tomó el trono de Samaría en el
740-39 y comenzó una agresiva política anti-asiria. La muerte de Uzías, el
notable rey de Judá y el más sobresaliente desde los días de David y
Salomón, ocurrió el mismo año.
Durante este año de tensión en el país y en el exterior, el joven Isaías
recibió su llamada profética. Es verosímil que hubiese observado los
desarrollos internacionales con profundo interés cuando las esperanzas de
Judá por la supervivencia nacional se desvanecieron ante los avances de los
ejércitos de Asiría. No está indicado cual fue la actitud religiosa de Isaías
en aquel tiempo. Pudo haber estado familiarizado con Amos y Oseas, que
se mostraban activos en el Reino del Norte. Como hombre joven, pudo
haber estado en contacto con Zacarías, el profeta que tuvo tan favorable
influencia sobre Uzías. En este año crucial, el joven fue llamado a ser el
portavoz de la palabra de Dios, para entregar el mensaje de Dios a una
generación encarada con acontecimientos históricos sin precedentes.
Mientras que Peka resistía firmemente a los asirios, un grupo pro-asirio fue
ganando poder en Judá. Aparentemente, este movimiento fue el respon-
sable de la elevación de Acaz al trono en el 736-35 a. C., cuando los ejér-
citos asirios se hallaban activos en. Nal y Urartu. Acaz pudo haber precipi-
tado la invasión asiría de los filisteos en el 734. Al menos, tras de su
retirada, Peka de Samaría y Rezín de Damasco, lanzaron un. ultimátum a
Acaz para unirse a ellos en oposición a Asiría. En este momento, Isaías
quedó implicado en la marcha de los acontecimientos. Fue específicamente
comisionado para avisar al rey de confiar en Dios (Is. 7:lss.). Ignorando el
aviso del profeta, Acaz hizo un tratado con Tiglat-pileser III. Aunque Judá
fue invadida por los ejércitos sirio-efraimíticos y perdió a Edom como
tributaria, Acaz sobrevivió con el avance del ejército asirio. Las sucesivas
campañas asirías dieron por resultado la conquista y capitulación de Siria
en el 732 a. C. Simultáneamente, Peka fue ejecutado y substituido por
Oseas, que aseguró el tributo de Israel al rey de Asiría. Acaz se encontró
con Tiglat-pileser en Damasco y selló su pacto introduciendo el culto de
adoración asirio en el templo de Jerusalén.
La actividad de Isaías durante el resto del reinado de Acaz es obscura. Tuvo
que haber compartido el profundo interés y ansiedad de los ciudadanos de
Judá concernientes a las luchas de Samaría, a unos sesenta kms., al norte
de Jerusalén. Cuando Salmanasar sucedió a Tiglat-pileser sobre el trono de
Asiría, Oseas terminó su servidumbre. Siguiendo un asedio de tres años
por los asirios, Oseas fue muerto, y Samaría conquistada por el invasor en
el 722. Aparentemente, Acaz fue capaz de mantener favorables relaciones
diplomáticas con Asiria, evitando así la invasión de Judá en aquel tiempo.
No hay indicación de que Acaz pudiese haber conocido a Isaías como un
verdadero profeta.
Amaneció un nuevo día para Isaías con el acceso al trono de Ezequías (716-
15 a. C.). Acaz había desafiado al profeta soportando el culto idolátrico en
el templo, pero Ezequías persiguió un radical y diferente curso de acción.
Con todo entusiasmo introdujo reformas, reparaciones y purificación del
templo, enviando invitaciones a los israelitas desde Beerseba hasta Dan
para unirse a las religiosas actividades de Jerusalén. Mientras que Isaías no
hace mención a estas reformas en su libro, la celebración nacional de la
pascua y la conformidad con la ley de Moisés, tuvieron que haberle
alentado por lo que concernía al futuro de Judá.
El conocimiento que se tiene hoy de las relaciones judo-asirias durante el
reinado de Sargón II (722-705 a. C.) es muy limitado. En el relato bíblico,
Sargón sólo se menciona una sola vez (Is. 20:1). Se conoce que Asdod fue
conquistado por los asirios en el 711 a. C. Isaías finalmente advirtió a su
pueblo que no deberían buscar en Egipto ningún apoyo, incluso aunque
Sabako, el etíope, había establecido con éxito la XXV dinastía el año ante-
rior. Durante tres años, Isaías caminó con los pies desnudos y vestido
como un esclavo, explicando su acción como simbólica del hado de Egipto
y Etiopía. ¡Qué estúpido era su pueblo buscando ayuda egipcia rebelándose
contra Asiria. Aparentemente, Ezequías mantuvo favorables relaciones con
Asiria durante este período, pagando tributos. De acuerdo con un prisma
fragmentario, Sargón se jactó de recibir "regalos" procedentes de Judá. De
acuerdo con esto, Jerusalén estuvo segura de un ataque durante aquel
tiempo.
Mientras tanto, Ezequías estaba construyendo sus defensas. El túnel de
Siloé fue construido de forma que Jerusalén estuviese asegurada de un
adecuado suministro de agua en caso de sufrir un prolongado asedio.
Mucho tiempo antes de esto, en los días de Acaz, Isaías había declarado
valientemente que Asiria extendería sus conquistas y su control sobre el
reino de Judá.
En los acontecimientos cruciales que siguieron a la subida al poder de
Senaquerib en Asiria (705 a. C.), Isaías había advertido de forma vital y
anticipada lo que sucedería a Ezequías. El nacionalismo emergió en rebe-
liones por todo el Imperio Asirio. El éxito de Senaquerib en suprimir tales
levantamientos fue el reemplazo de Merodac-baladán por Bel-Ibni sobre el
trono de Babilonia en el 702. Al año siguiente, los asirios dirigían su
avance hacia el oeste. Mediante una milagrosa intervención, Ezequías so-
brevivió.
Cual fue la duración de la vida de Isaías, es algo desconocido de los
registros existentes. Aparte de su asociación con Ezequías por el 700 a. C,
hay poca evidencia disponible concerniente a sus últimos años. Sin ninguna
evidencia escriturística en contra, es razonable concluir con las sugerencias
indicadas, que Isaías continuó su ministerio en el reino de Manases. Si el
registro de la muerte de Senaquerib es conocido como de Isaías en origen,
entonces el profeta todavía vivía en el 680 a. C., para indicar lo que final-
mente ocurrió al rey asirio quien habló tan despectivamente y con desdoro
del Dios en quien Ezequías había puesto su fe. La tradición acredita a
Manases con el martirio de Isaías; el profeta fue serrado en dos cuando fue
descubierto escondido en el hueco del tronco de un árbol. Desde el punto
de vista de su longevidad, es válido proyectar su ministerio hasta los días
de Manases. El hecho de que Isaías tuviese unos veinte años cuando recibió
su llamada profética en el 740 a. C. es una lógica suposición. Su edad en el
momento de su muerte, tras el 680 a. C. no debería sobrepasar los ochenta
años aproximadamente.
Los escritos de Isaías
¿Escribió Isaías el libro que lleva su nombre? Ningún erudito competente
duda de la historicidad de Isaías ni el hecho de que parte del libro fuese
escrito por él. Algunos limitan la construcción de Isaías a porciones escogi-
das desde 1 al 32, mientras que otros le acreditan con 66 capítulos com-
pletos.
El análisis más popular de este libro es su división tripartita. Aunque existe
falta de unanimidad entre los expertos en detalles, el siguiente análisis
representa un acuerdo general entre aquellos que no apoyan la unidad de
Isaías.
El Primer Isaías consiste del 1 al 39. Dentro de esta división, solo
selecciones limitadas desde el 1 al 11, 13 al 23 y 28 al 32, son realmente
adscritas al profeta del siglo VIII. La mayor parte de esta sección tiene su
origen en subsiguientes períodos. El Segundo Isaías, o Deutero-isaías, 40-
55, es atribuido a un autor anónimo que vivió después del 580 a. C. Este
escritor vivió entre los cautivos de Babilonia y refleja las condiciones del
exilio en sus escritos. A pesar del hecho de que numerosos eruditos le
reputan como uno de los más notables profetas del Antiguo Testamento, ni
su nombre real ni cualquier clase de hechos atestiguan su existencia. El
Tercer Isaías, o Trito-isaías, 56-66, es atribuido a un escritor que describe
las condiciones existentes en Judá durante el siglo V; los eruditos fechan a
su autor con anterioridad al retorno de Nehemías en el 444 a. C. La mayor
parte de aquellos que apoyan este análisis no limitan el libro de Isaías a
íres autores. Numerosos escritores, muchos de los cuales vivieron después
del exilio, ya tarde en el siglo II a. C., hicieron contribuciones
fragmentarias.
La opinión de que Isaías escribió la totalidad del libro con su nombre, data
con anterioridad de al menos el siglo II a. C. Aunque escritores modernos
puedan afirmar que hay "un acuerdo universal entre los eruditos por una
diversidad de autores, la unidad de Isaías ha sido capazmente defendida.
La popularidad de la moderna teoría ha tendido a eclipsar los argumentos
de aquellos que han estado convencidos de que Isaías, el profeta del siglo
VIII, fue el responsable de la totalidad del libro.
Defendiendo la unidad de Isaías, un escritor ha resaltado que la moderna
teoría no puede ser considerada como completamente satisfactoria en
tanto en que no explica la tradición del origen de Isaías. Las declaraciones
de los judíos en el segundo siglo II a. C., atribuyen a Isaías la totalidad del
libro. Él reciente descubrimiento de los rollos del mar Muerto, fechándolos
en el mismo período anterior, verifica el hecho de que el libro entero fue
considerado como una unidad en aquel tiempo.
Análisis de este libro
El libro de Isaías es uno de los más comprensivos de todos los libros del
Antiguo Testamento. En el texto hebreo, Isaías se coloca en quinto lugar en
extensión tras del de Jeremías, Salmos, Génesis y Ezequiel. En el Nuevo
Testamento, Isaías es citado por su nombre veinte veces, que excede del
número total de referencias de todos los otros profetas en los libros del
Nuevo Testamento.
Varios temas pueden ser rastreados a todo lo largo del libro. Los atributos
y características de Dios, el remanente, el Mesías, el reino mesiánico, las
esperanzas de la restauración, el uso de Dios de las naciones extranjeras y
muchas otras ideas se encuentran frecuentemente en los mensajes del
profeta.
La siguiente perspectiva abarca el contenido de Isaías:
I. El mensaje y el mensajero
II. Los proyectos del reino: contemporáneos y futuros
III. Panorama de las naciones
IV. Israel en un mundo de creación
V. Esperanzas verdaderas y falsas en Sión
VI. El juicio de Jerusalén demorado
VII La promesa de la divina liberación
VIII. El reinado universal de Dios establecido
Con esta perspectiva como guía, el libro de Isaías puede ser analizado
completamente considerando cada división por separado.
I. El mensaje y el mensajero
Este pasaje puede ser considerado muy bien como una introducción. Casi
todos los temas de mayor importancia, desarrollados más tarde, están
inicialmente mencionados aquí. Una lectura cuidadosa y el análisis de estos
capítulos introductorios proporcionan una base para la mejor comprensión
del resto del libro.
¿Recibió Isaías su llamada al servicio profético tras haber entregado el
mensaje en 1-5? ¿Por qué registra esa llamada en cap. 6 en vez de 1 como
es el caso en Jeremías y Ezequiel? Tal vez él quisiera retratar la gravedad
pecadora de su generación y así proporcionar al lector una mejor compren-
sión de la reserva en aceptar la responsabilidad recaída sobre él en este
ministerio profético.
Isaías 1 revela y expone las condiciones extremadamente graves en el
pecado y en la moral. Israel ha olvidado a su Dios y es peor que el buey
que, por lo menos, vuelve a su dueño para que le alimente con el pienso.
Las gentes son peores que las de Sodoma y Gomorra en su formalidad
religiosa. Los sacrificios que fielmente se hacían de conformidad con la ley,
desagradan al Señor mientras prevalece la injusticia social. El sacrificio y la
oración son una abominación para Dios si no se ofrecen en un espíritu de
contrición, humildad y obediencia. La condenación pesa sobre el pecador
pueblo de Judá. Sión, que representa la colina del capitolio, está para ser
"redimida por la justicia" significando que el juicio vendrá sobre todo
pecador (Is. 1:27-31). La sola esperanza expresada en este capítulo de
apertura, se otorga al obediente (vss. 18-21).
En directo contraste a esta condenación de Jerusalén, Isaías anuncia y
sostiene la más grande esperanza de restauración. Sin ninguna
incertidumbre, anuncia que en el futuro Sión será destruido y arado como
un campo, pero en un subsiguiente período será restaurado como el centro
que gobierne todas las naciones. La paz y la justicia saldrán de Sión para
todos los pueblos. Prevalecerá la paz universal cuando Sión haya sido
restablecida como el gobierno central de todas las naciones.
Amonestando a su pueblo para que se vuelva a Dios en la obediencia (2:5),
Isaías atrae la atención a los problemas contemporáneos. Mientras que
tengan fe en los ídolos y vivan en el pecado, esta esperanza no les sera
aplicada. Les espera el juicio, pero se promete la salvación a aquellos que
pongan su confianza en Dios (2:6-4:1). A través del proceso de purificación
y juicio, todos gozarán de la protección de Dios y de sus bendiciones. Ellos
compartirán la gloria de la restaurada Sión (4:2-6).
Isaías ilustra vividamente su mensaje en el cap. 5. La parábola de la viña ha
sido considerada como una de las más perfectas en su clase, en la Biblia.
Israel es la viña del Señor. Tras agotar todas las posibilidades de hacerla
productiva, el propietario decide destruir esta viña. Consecuentemente, los
votos y juicios pronunciados sobre Judá son justos y razonables, puesto
que Dios ha ejercido su amor y misericordia sin percibir los frutos de un
vivir recto en su pueblo elegido.
Para esta generación pecadora, Isaías es llamado a ser un portavoz de
Dios. No es de extrañar que se halle temeroso y tiemble cuando se hace
consciente de la gloria de un Dios santo cuya justicia requiere el juicio
sobre el pecado. Asegurado de la limpieza y el perdón de su pecado, Isaías
en voluntaria obediencia está de acuerdo en ser el mensajero de Dios. No
tiene la respuesta de toda la ciudad a su ministerio. El hecho de que tiene
que advertir al pueblo hasta que las ciudades queden destruidas y sin
habitantes, le habría sugerido que pocos, relativamente, habrían escuchado
su advertencia; sin embargo, no desespera. Se le proporciona un rayo de
esperanza, que cuando el bosque sea destruido, aún quedará un tronco,
significando con ello un remanente en la destrucción de Judá.
La llamada de Isaías representa un clímax que encaja con esta sección
introductoria. Aunque la mayor parte de este pasaje recarga el énfasis
sobre la situación pecadora contemporánea del pueblo y de que el juicio
les espera, la llamada de un profeta indica la preocupación de Dios por su
pueblo. En el ministerio de Isaías, la misericordia de Dios está expresada a
Judá antes de que el juicio sea ejecutado.