Terceracultura Definitivo
Terceracultura Definitivo
Terceracultura Definitivo
INDICE
RESUMEN
ABSTRACT,
1.- INTRODUCCION
2.1 PROBLEMÁTICA
2.2 OBJETIVOS
2.3 HIPOTESIS
5.- RESULTADOS
2.1. PROBLEMÁTICA
2.2. OBJETIVOS
2.3. HIPOTESIS
Los antecedentes
A partir de mitad del siglo XIX, en Gran Bretaña puede seguirse un hilo
conductor que, empezando por el historiador de la ciencia William Whewell,
pasará por la controversia entre T. H. Huxley y Matthew Arnold y terminará -o
reempezará- con la polémica idea de Snow de "las dos culturas" y la respuesta
de F. R. Leavis.
Huxley decía tener dos convicciones muy arraigadas: por un lado, las materias
de la educación humanista no tienen un valor directo suficiente para el
estudiante de ciencias físicas que justifique el -valioso- tiempo a ellas dedicado;
por otro lado, para la adquisición de una auténtica cultura, una educación
únicamente científica es cuando menos igual de eficaz que una exclusivamente
literaria.
Valga decir que esa igualdad de eficacia es para Huxley totalmente insuficiente,
pero le sirve para poner de manifiesto irónicamente la opinión de la mayoría de
ingleses cultos influidos por las tradiciones escolares y universitarias que no
estarían de acuerdo con esa segunda convicción de Huxley, ya que "desde su
punto de vista, sólo se adquiere cultura por medio de una educación liberal, lo
que se entiende como sinónimo, no simplemente de instrucción y educación
literarias, sino de la enseñanza de un tipo concreto de literatura, la de la
antigüedad griega y romana". El apóstol -como le denomina el propio Huxley-
de esa cultura, abanderada por la mayoría de ingleses cultos, responde al
nombre de Matthew Arnold y es citado por Huxley:
"El señor Arnold afirma que cultura significa ‘conocer lo mejor que se ha
pensado y dicho en el mundo'. Esto es, el análisis crítico de la vida tal como
aparece expresado en la literatura".
Huxley ve en Arnold dos proposiciones: 1) el análisis crítico de la vida es la
esencia de la cultura y 2) para tal análisis la literatura contiene material
suficiente para llevarlo a cabo..
Por otro lado, los científicos naturales no deberían haberse apropiado del
concepto de ciencia ya que, según Arnold, el estudio sistemático de los textos
originales, la crítica literaria y el estudio de las lenguas de la antigüedad
también eran ciencias.
John Brockman, tiene una amplia trayectoria en el campo del arte, la ciencia,
los libros, el software e internet.
Es autor y editor de varios libros, entre ellos: La Tercera cultura (1995): ); The
greatest inventions of the past 2000 years (2000) ); Los próximos cincuenta
años (2002) y The new humanists (2003).
Goza del privilegio de haber aparecido en la primera pagina del Science Times
(1997) y del Arts & Leisure (1966), ambos suplementoss del New York Times.
Y este no es el camino de una sola dirección. Así como los académicos de las
humanidades basadas en la ciencia están aprendiendo de la ciencia, y están
influidos por la ciencia, los científicos están alcanzando una comprensión más
amplia sobre el origen de su propio trabajo a través de las interacciones con los
artistas.
En 1963, C. P. Snow, escribió una especie de epílogo sobre Las dos culturas,
que denominó Un segundo enfoque. Llama la atención que, ya al empezar este
segundo texto, remarca cuáles fueron sus objetivos al dictar la conferencia
Rede: "A lo sumo esperaba obrar como un acicate para la acción, primero en la
enseñanza, y segundo -en mi propio criterio la última parte de la conferencia
fue siempre la más apremiante- en avivar el interés de las sociedades ricas y
privilegiadas por aquellas otras con menos fortuna". En lo que se refiere al
avivamiento de las sociedades occidentales por aquellas que eufemísticamente
están en desarrollo, prosigue la optimista profecía que ya anunciara en Las dos
culturas: "Todo depende de que la revolución científica se extienda por el
mundo entero". Hasta aquí nada nuevo. La novedad viene justo a continuación,
cuando hace una confesión que, entiendo yo, arroja un poco de luz sobre la
conferencia de 1959: "Antes de escribir la conferencia pensaba titularla ‘Ricos y
pobres', y ahora me arrepiento un poco de haber cambiado la idea". En efecto,
debería haberla titulado Ricos y pobres, porque la propia estructura de la
conferencia implica que la conclusión es la de imbricar el proceso de desarrollo
tecnológico y científico en la batalla contra la desigualdad. Bajo este contexto la
idea de las dos culturas es, o debiera ser, si damos por buena la confesión
anterior, una mera excusa, de menor enjundia, para proponer y auspiciar su
alegato, casi panfletario, a favor de la implantación de la revolución científica en
los países pobres. Volvamos ahora al tema de la enseñanza a caballo de una
cuestión tan criticada incluso por gente que apoyó a Snow en la reyerta con
Leavis: el Segundo Principio de la Termodinámica. "Me he arrepentido en
cambio de haber empleado, como piedra de toque del saber o ignorancia en
materia científica, la pregunta: ¿Qué sabe usted del Segundo Principio de la
Termodinámica?". Este principio, admite Snow, es de la mayor trascendencia y
generalidad; sin embargo, añade que no tiene valor alguno para un no científico
conocerlo enciclopédicamente, a menos que lo comprenda en el lenguaje de la
física [8]. ¿Es exigible, se pregunta Snow, tal comprensión a mediados del siglo
xx, Snow cita a Lord Cherwell para responder afirmativamente: "esa
comprensión debería formar parte de una cultura general del siglo veinte".
Pero, pese a estos "pros", cuestiona la idoneidad del ejemplo para su
propósito: "Sin embargo, preferiría haber escogido un ejemplo distinto. Había
olvidado que la enunciación del principio es para casi todo el mundo una jerga
un poco insólita, y por lo tanto cómica" .Sorprende que el hecho de que en
algunos resulte cómico sea la razón final por la que Snow renuncie a hacer del
principio de entropía la piedra de toque del saber científico; y más teniendo en
cuenta que él mismo admite que muchos físicos convendrían en que es quizá
la más incisiva y oportuna de todas. En su lugar propone otra rama de la
ciencia que también debiera considerarse parte de la cultura general: "Esta
rama de la ciencia es hoy conocida por el nombre de biología molecular".
Conjetura que ese estudio reúne las características ideales "para encajar en un
nuevo modelo de enseñanza", ya que es el mejor candidato a piedra de toque
del saber científico. Pero además, o incluso con más urgencia que la reforma
educativa, Snow cree que entre esas dos culturas debe existir una tercera, que
haga de puente entre ambas. ¿A qué tercera cultura se refiere particularmente
Snow?: "dicha cultura no tiene más remedio, para cumplir su cometido, que
entenderse en su propio lenguaje con la cultura científica" y "cuando llegue,
algunas de las referidas dificultades de comunicación serán por fin allanadas".
Así que este debe ser el gran cometido de una tercera cultura: solventar los
problemas de comunicación entre los dos gremios para que los literatos, a
priori quienes comunican con el público, puedan transmitir los conocimientos
científicos a la sociedad de una manera más comprensible y luchar de esta
manera contra la ignorancia propia y la del público.
c) Jonah Lehrer : “En 1959 C. P. Snow declaro que nuestras dos culturas
-artes y ciencias- sufrian de una profunda incomprensión mutua. Como
resultado, Snow dijo, nuestro conocimiento se había convertido en una
coleccion de campos aislados, cada uno con sus propios habitos y
vocabularios. Los intelectuales literarios analizaban a T. S. Elliot y a
Hamlet, mientras que los científicos estudiaban las particulas
elementales del universo. "Sus actitudes eran tan diferentes" escribía
Snow, "que no podían encontrar una base común". La solución de Snow
a este cisma epistémico era la formación de una Tercera Cultura. El
esperaba que esta nueva cultura pudiera cerrar la brecha
comunicacional entre científicos y artistas. Cada lado podía beneficiarse
de la comprensión del otro. En tanto los poetas contemplaran a Einstein
y los científicos leyeran a Coleridge, nuestra ficciones y nuestros datos
podrían nutrirse mutuamente…Mas alla, esta tercera cultura podría
mantener a raya las extravagancias de ambas culturas en sus extremos.
Snow se volvió profético, al menos en parte. La Tercera Cultura es ahora
un movimiento cultural genuino. Sin embargo, mientras esta nueva
tercera cultura recoge la frase de Snow, se aleja de su proyecto. Mas
que referirse al diálogo entre artistas y científicos, la tercera cultura
contemporánea refiere a científicos que se comunican directamente con
el público general. Ellos están traduciendo sus verdades para las
masas.”
Sin embargo, cuando uno relea ahora los capítulos de aquel debate, no
es esta demorada victoria de C. P. Snow lo que mas llama la atención.
Sino el que en el interregno se haya hecho mucho mas importante –e
incluso dominadora- una tercera opción cultural, que algunos exigentes
llamarían subcultural, y a la que, aunque ya era muy visible en esa
época, ninguno de los polemistas concedió la menor importancia. Una
cultura que no puede ser considerada ni literaria ni científica, y tal vez en
sentido estricto ni siquiera cultura, pero si algo que hace sus veces para
una vasta porción de la humanidad, cuya vida intelectual y espiritual
mayoritariamente ocupa y alimenta. Me refiero a aquella que fabrican,
vulgarizan y diseminan los medios masivos de comunicación, todo ese
polimórfico material que provee al gran público -ese que grafica la
expresión: el lector o espectador promedio- de los conocimientos y
también las experiencias, mitos, emociones y sueños que satisfacen sus
necesidades practicas y espirituales básicas para funcionar dentro de la
sociedad moderna.”
Los cinco expedientes aludidos por Hottois pueden ser considerados como
contribuciones a una tercera cultura, en el sentido en que se ha usado esa
expresión en occidente desde la segunda mitad siglo XX, es decir como
intentos de salvar la brecha entre lo técnico y lo simbólico, entre las ciencias y
las humanidades.
Pueden ser asociadas a los expedientes cuarto y quinto a los que se refirió
Hottois. Se trata, respectivamente, de la Tercera Cultura, propuesta (propuesta
por Jhon Brockman) y la Bioética (Propuesta inicialmente por V.R. Potter). En
ambos casos hay, explicita o implícitamente, un intento de superar el cisma de
la cultura occidental al que aludió Snow.
Hay una intrínseca relación entre las implicaciones éticas y sociales de las
nuevas tecnologías, los avances científicos y la necesidad de una disciplina,
discurso o expediente que introduzca la reflexión humanista en el seno de la
ciencia.
La Revolución Biotecnológica
Y el Surgimiento de la Bioética.
La revolución biotecnológica y la aplicación de los conocimientos científicos a
las practicas medicas ha dado lugar a la aparición de la Bioética, disciplina que
en los últimos 25 años, ha adquirido un enorme cuerpo doctrinal convirtiéndose
en una de las ramas mas desarrolladas de la ética.
Conclusión:
La Bioética como tercera cultura.
Surge como respuesta a las formas de innovación a través de la investigación
científica aplicada en las que el desarrollo tecnocientifico pone de manifiesto
las posibilidades manipuladoras e intervencionistas de la ciencia
contemporánea. Su aparición no es fortuita. Sociológicamente, rinde justicia al
desarrollo eminentemente practico de la tecnociencia:desde las tecnociencias
de investigación básica (que revelan cuestiones éticas porque implican la
experimentación con seres vivos) y a las tecnociencias aplicadas (que
manifiestan problemas relativos a la procreación, a la extracción y el trasplante
de órganos, por citar algunos ejemplos). Por todo ello, la bioética verifica el
carácter fuertemente técnico del proyecto occidental contemporáneo y se
muestra como un espacio privilegiado para la interacción entre los
conocimientos tecnocientificos y humanistas.
5.- RESULTADOS
8.- ANEXOS.