Afán de Santidad
Afán de Santidad
Afán de Santidad
Por eso, ahora que estás en presencia de Dios, respóndete una vez
más a esa invitación del Señor. Dile –si de verdad quieres ser santo–
que te ayude, que tú pondrás todo lo que puedas de tu parte, pero
que somos poca cosa y que necesitamos que nos dé su gracia de
continuo.
Por eso, solo los santos, son los únicos que han disfrutado
enteramente del tiempo que han pasado en esta tierra. Un santo
triste es un triste santo. Y esa santidad ni existe, ni Dios la quiere
para ti. Es más, cuando veas que no eres feliz, que la alegría
verdadera ha desaparecido de tu vida, será porque te has alejado de
Dios. Si Él es la suma felicidad, solo los que están cerca de Dios serán
felices. Y esa es la voluntad de Dios para ti… que seas feliz. Pero no
con la felicidad falsa que ofrecen muchos, sino con esa que es
auténtica, con esa que se descubre cada vez que te miras al espejo y
sabes que eres tú mismo, no una marioneta del pecado, un espejismo
de la felicidad que ofrece un mundo alejado de Cristo. ¡Dale gracias a
Dios por haber experimentado esa realidad en tu vida concreta y
decídete cada día, cuando te levantes, a decirle de nuevo a Dios: ¡Soy
tuyo! Yo… quiero ser santo hoy.