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Cuales son los efectos y beneficios de la Adoración Eucarística?

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Estar en adoración, ante del Santísimo Sacramento, es una oportunidad espiritual que cambia nuestra vida y
nuestro corazón.

SS el Papa Francisco se expresó sobre sus momentos de adoración al Santísimo Sacramento en una entrevista
concedida en 2014:

“Lo que verdaderamente prefiero es la adoración vespertina, aún cuando me distraigo y pienso en otra cosa o
incluso cuando duermo rezando. Así, a la tarde, entre las siete y las ocho horas, estoy delante del Santísimo
durante una hora”. 

Estar delante del Santísimo para el Papa Francisco es importante dentro de sus momentos diarios de
oración. ¿Y para nosotros? ¿Cómo vivimos los momentos de adoración en nuestra vida? ¿Cuáles son los
efectos y beneficios  que ella tiene para nuestra vida?
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Estar delante de Jesús, presente en el Santísimo Sacramento del Altar, es una gracia, un momento profundo de
encuentro e intimidad con el propio Dios. En su infinito amor por todos nosotros, Cristo continúa presente en la
Eucaristía, actualizando en nuestra vida Su misterio de amor, donación y entrega.

Estar en adoración delante del Santísimo Sacramento es una oportunidad espiritual para modificar nuestra vida
y nuestro corazón. Estos momentos deben ser vividos con intensidad y profundidad. El Silencio ayuda.

Ayuda que podamos callar las voces internas para escuchar la voz divina. En el silencio, Cristo nos habla
al corazón.
Es necesario silenciar para escucharlo. En el ruido y en la agitación, se convierte fundamental el ejercicio de
callar para poder escuchar la voz del Señor. Aprender a cultivar momentos de silencio es un desafío para
nuestro tiempo, en el cual vivimos interconectados 24 horas por día.

El primer efecto y beneficio de la adoración es el silencio que comenzó a cultivar en nuestra vida. En la
sencillez de la Eucaristía, el propio Cristo nos enseña a silenciar para que Su presencia sea completa en
nosotros. Silenciar ante el Misterio Eucarístico para silenciar también ante de los misterios de la
vida. Silenciar el corazón para silenciar nuestra propia agitación. Silenciar para escuchar con más profundidad
la voz de Aquel que nos habla al corazón.
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En la adoración, entramos en profundo contacto con el amor de Cristo por cada uno de nosotros. Este mismo
amor que contemplamos somos invitados para llevar a nuestros hermanos y hermanas. Nuestros momentos de
adoración están profundamente arraigados en lo cotidiano de nuestra vida. Ante del Señor, llevamos aquello
que somos: nuestras fragilidades y potenciales, nuestros dolores y alegrías, nuestros pecados y nuestra
santidad. No nos despedimos de lo que somos para estar ante el Señor, sino que nos presentamos en la
condición que nos encontramos para salir transformados de ese encuentro de amor y paz.

En la escuela de Adoración, aprendemos a cultivar una vida interior que germina del misterio de amor de un
Dios que viene a nuestro encuentro para hacernos personas nuevas para un mundo nuevo.

¡Transformados para transformar! ¡Amados para amar! ¡He aquí el mayor efecto y beneficio de la
adoración en nuestra vida! Una vez iluminados por Cristo, somos llamados a ser, en el mundo, una señal de esa
misma luz. Iluminamos tantas situaciones de tinieblas presentes en la vida, en la familia, en la sociedad, en el
trabajo, en la comunidad… Nuestra adoración no debe ser egoísta, sino hecha de momentos de profunda
comunión con todos nuestros hermanos y hermanas en Cristo Jesús.

Padre Flavio Sobreiro

La piedad eucarística es en el siglo XX una parte integrante de la espiritualidad cristiana común. Por eso ya San Pío
X sólo expresaba una convicción general cuando decía: «Todas bellas, todas santas son las devociones de la Iglesia
Católica, pero la devoción al Santísimo Sacramento es, entre todas, la más sublime, la más tierna, la más
fructuosa» (A la Adoración Nocturna Española 6-VII-1908).

Ofreciendo con Cristo toda su vida al Padre en el Espíritu Santo, sacan de este trato admirable un aumento de su fe,
su esperanza y su caridad. Así fomentan las disposiciones debidas que les permiten celebrar con la devoción
conveniente el Memorial del Señor y recibir frecuentemente el pan que nos ha dado el Padre» (Ritual  80).

79. Se recomienda con empeño la devoción privada y pública a la sagrada Eucaristía, también fuera de la Misa, de acuerdo con las normas
establecidas por la autoridad competente, ya que el sacrificio eucarístico es la fuente y el punto culminante de toda la vida cristiana. En la
organización de estos piadosos y santos ejercicios, ténganse en cuenta los tiempos litúrgicos, de modo que vayan de acuerdo con la sagrada
liturgia, en cierto modo deriven de ella y a ella conduzcan al pueblo30.

80. Los fieles, cuando veneran a Cristo presente en el Sacramento, recuerden que esta presencia proviene del Sacrificio y tiende a la comunión
sacramental y espiritual. Así, pues, la piedad que impulsa a los fieles a adorar la santa Eucaristía los lleva a participar más plenamente en el
misterio pascual y a responder con agradecimiento al don de aquel que por medio de su humanidad infunde continuamente la vida divina en los
miembros de su Cuerpo. Permaneciendo junto a Cristo, el Señor, disfrutan de su trato íntimo, le abren su corazón por ellos y por todos los suyos
y ruegan por la paz y la salvación del mundo. Ofreciendo con Cristo toda su vida al Padre en el Espíritu Santo, sacan de este trato admirable un
aumento de fe, esperanza y caridad. Así fomentan las disposiciones debidas que les permiten celebrar con la devoción conveniente el memorial
del Señor y recibir frecuentemente el pan que nos ha dado el Padre. Traten, pues, los fieles de venerar a Cristo Señor en el Sacramento de
acuerdo con su propio modo de vida. Y los pastores en este punto vayan delante con su ejemplo y exhórtenlos con sus palabras31.
81. Acuérdense además que con esta oración ante Cristo, el Señor, presente en el Sacramento, prolongan la unión con él conseguida en la
comunión y renuevan el pacto que los impulsa a mantener en sus costumbres y en su vida lo que han recibido en la celebración eucarística por la
fe y el sacramento Procuraran pues que toda su vida discurra con alegría en la fortaleza de este alimento del cielo, participando en la muerte y
resurrección del Señor. Así cada uno procure hacer buenas obras, agradar a Dios, trabajando por impregnar al mundo del espíritu cristiano y
también proponiéndose llegar a ser testigo de Cristo en todo momento en medio de la sociedad humana32

RITUAL DE LA SAGRADA COMUNIÓN Y DEL CULTO A LA EUCARISTÍA FUERA DE LA MISA

Pablo VI escribió:
“Es para nosotros un deber muy dulce honrar y adorar  en la hostia, que nuestros ojos
ven, a la Palabra encarnada, que nuestros ojos no ven, y que, sin dejar el cielo, se hace
presente ante nosotros”.

involucrarse más en su comunidad parroquial. 


En la intimidad de la Eucaristía, algunos consideran que son llamados al
ministerio del altar, otros a contemplar la belleza y la profundidad de este misterio,
otros a hacer que este impulso de amor sea derramado sobre los pobres y débiles, y
otros aprovechan el poder transformador en las realidades y los gestos de la vida
cotidiana.
EN EL DIÁLOGO CON DIOS
Al postrarse ante el Santísimo Sacramento, el adorador experimenta la ternura
de Dios.
Nuestra fe toca el Corazón de Jesús y libera su poder de curación y el amor en
nosotros, nuestra familia y el mundo, cada vez que vamos a Él en el Santísimo
Sacramento.

La madre Teresa de Calcuta, dice:

“No fue hasta 1973 cuando comenzamos la hora santa diaria, que nuestra comunidad comenzó a crecer y florecer”.

La Madre Teresa distingue tres gracias recibidas de la adoración eucarística.

En primer lugar, se aprende a amar a sus hermanos con el amor que brota de la Eucaristía.

En segundo lugar, el reconocimiento de Jesús bajo las especies del pan y el vino ayuda a reconocer mejor a Cristo en los más pobres entre los
pobres.

Por último la adoración permite dar a la gente que sirve, no sólo el sí mismo o lo que ella posee, sino más bien, a Jesús, que vive en ella. 

Jesús en la Eucaristía cura e ilumina no sólo a individuos, sino también a grupos,


movimientos que se unen para crecer en celo y ardor en el anuncio del Evangelio.
N LA CONCIENCIA SOCIAL
Al permitir que el Espíritu actúe, la adoración de la Eucaristía insta al alma a
desarrollar un verdadero amor social, para lo cual se prefiere el bien común a
lo particular.

Juan Pablo II dijo:


“Por la adoración,  el cristiano contribuye misteriosamente a la transformación
radical del mundo”.

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que adoran al Santísimo revela que en el adorar, los feligreses aprenden a
discernir, la presencia real del Señor más allá de las apariencias de pan.
Y también crecen en la conciencia de la presencia eficaz del Sacrificio de la Cruz, se
hace presente en cada misa.
EN LA MISA
Entre los frutos personales, es bueno destacar que renueva las disposiciones
interiores para acercarse dignamente los sacramentos.
Benedicto XVI nos recuerda el vínculo intrínseco entre la misa y la adoración
eucarística.
Él escribe:
“La adoración eucarística no es más que el desarrollo explícito de la celebración de la
Eucaristía, que es en sí misma el acto más grande de adoración de la Iglesia  Recibir la
Eucaristía significa adorar al que recibimos.”

EN LA GRACIA  DE LA UNIDAD
EN EL SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIÓN
Uno no puede permanecer delante del Santísimo Sacramento sin que fluya la luz
de Cristo que ilumina el alma e ilumina la conciencia.

EN LA EVANGELIZACIÓN
La adoración es ‘ir a Él’. La evangelización es ‘ser enviado a’.
Pero antes de ‘ir a’ otros en el nombre de Jesús, primero tenemos que ‘ir a
Jesús en la Eucaristía’.

EN LA PAZ, EL ORDEN, LA SEGURIDAD


Jesús, hablando a Santa Faustina, dijo:

“La humanidad no encontrará paz hasta que se dirija con confianza a Mi Misericordia.
.
El Trono de la Misericordia, es el Tabernáculo”.

Por lo tanto, no puede haber una verdadera paz en nuestros corazones, las
familias y el mundo sin girar hacia el Corazón Eucarístico de Jesús

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