Código Procesal Penal Didáctico - La Actividad Procesal - Artículo 158 - Pronunciamientos Jurisprudencial

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SECCIÓN II

LA PRUEBA
TÍTULO I
PRECEPTOS GENERALES

Artículo 158.- Valoración


1. En la valoración de la prueba el Juez deberá observar las reglas de la lógica, la ciencia y las
máximas de la experiencia, y expondrá los resultados obtenidos y los criterios adoptados.
2. En los supuestos de testigos de referencia, declaración de arrepentidos o colaboradores y
situaciones análogas, sólo con otras pruebas que corroboren sus testimonios se podrá
imponer al imputado una medida coercitiva o dictar en su contra sentencia condenatoria.
3. La prueba por indicios requiere:
a) Que el indicio esté probado;
b) Que la inferencia esté basada en las reglas de la lógica, la ciencia o la experiencia;
c) Que cuando se trate de indicios contingentes, éstos sean plurales, concordantes y
convergentes, así como que no se presenten contraindicios consistentes.

PRONUNCIAMIENTOS JURISPRUDENCIALES:

1 Concepto del derecho a la prueba.


“2. Ya en anterior oportunidad, este Tribunal ha precisado que el derecho
fundamental a la prueba es “un derecho complejo que está compuesto por el
derecho a ofrecer medios probatorios que se consideren necesarios, a que
estos sean admitidos, adecuadamente actuados, que se asegure la producción
o conservación de la prueba a partir de la actuación anticipada de los medios
probatorios y que estos sean valorados de manera adecuada y con la
motivación debida, con el fin de darle el mérito probatorio que tenga en la
sentencia” (Exp. No 6712-2005-PHC/TC, fundamento 15). Así pues, el respeto
del derecho a la prueba supone que una vez admitidos los medios de prueba,
sean estas actuados y valorados de manera adecuada y con la motivación
debida. De esto último se deriva una doble exigencia para el juez: en primer
lugar, la exigencia del juez de no omitir la actuación de aquellas pruebas que
han sido admitidas; y, en segundo lugar, la exigencia de que dichas pruebas
sean valoradas motivadamente con criterios objetivos y razonables”. (EXP. N°
03562-2009 PHC/TC; FJ. 2).
2 El uso de la prueba indiciaria y la necesidad de motivación:
25. Bajo tal perspectiva, si bien el juez penal es libre para obtener su
convencimiento porque no está vinculado a reglas legales de la prueba y,
entonces, puede también llegar a la convicción de la existencia del hecho
delictivo y la participación del imputado, a través de la prueba indirecta
(prueba indiciaria o prueba por indicios), será preciso empero que cuando
ésta sea utilizada, quede debidamente explicitada en resolución judicial; pues
no basta con expresar que la conclusión responde a las reglas de la lógica,
las máximas de la experiencia o a los conocimientos científicos, sino que
dicho razonamiento lógico debe estar debidamente exteriorizado en la
resolución que la contiene.
26. Justamente, por ello, resulta valido afirmar que si el juez puede utilizar la
prueba indirecta para sustentar una sentencia condenatoria, y si ésta, a su
vez, significa la privación de la libertad personal, entonces, con mayor razón,
estará en la obligación de darle el tratamiento que le corresponde; solo así se
podrá enervar válidamente el derecho a la presunción de inocencia, así como
se justificará la intervención al derecho a la libertad, personal, y por
consiguiente, se cumplirán las exigencias del derecho a la debida motivación
de las resoluciones judiciales, conforme a las exigencias previstas por el
artículo 139°, inciso 5, de la Constitución. En ese sentido, lo mínimo que debe
observarse en la sentencia y que debe estar claramente explicitado o
delimitado son los siguientes elementos: el hecho base o hecho indiciario, que
debe estar plenamente probado (indicio); el hecho consecuencia o hecho
indiciado, lo que se trata de probar (delito) y entre ello, el enlace o
razonamiento deductivo. Este último, en tanto que conexión lógica entre los
dos primeros debe ser directo y preciso, pero además debe responder o
sujetarse plenamente a las reglas de la lógica, a las máximas de la
experiencia o a los conocimientos científicos.
Sobre el particular, la doctrina procesal penal aconseja que debe asegurarse
una pluralidad de indicios, pues su variedad permitirá controlar en mayor
medida la seguridad de la relación de causalidad entre el hecho conocido y el
hecho desconocido; sin embargo, también se admite que no existe obstáculo
alguno para que la prueba indiciaria pueda formarse sobre la base de un solo
indicio pero de singular potencia acreditativa. En cualquier caso, el indicio
debe ser concomitante al hecho que se trata de probar, y cuando sean varios,
deben estar interrelacionados, de modo que se refuercen entre sí.
27. Asimismo, cabe recordar que el razonamiento probatorio indirecto, en su
dimensión probatoria, exige que la conclusión sea adecuada, esto es, que
entre los indicios y la conclusión exista una regla de la lógica, máxima de la
experiencia o conocimiento científico, y que, como dijimos supra, el
razonamiento esté debidamente explicitado y reseñado en la sentencia. Y es
que, a los efectos del control de calidad del curso argumental del juez (control
del discurso), ello supone mínimamente que de su lectura debe verse cuál o
cuáles son los indicios que se estiman probados y cuál o cuáles son los
hechos a probar. Pero además, se exige que se haya explicitado qué regla de
la lógica, máxima de la experiencia o qué conocimiento científico han sido
utilizados, y si hubiera varios de estos, por qué se ha escogido a uno de ellos.
Es decir, que el órgano jurisdiccional debe explicitar el razonamiento a través
del cual, partiendo de los indicios, ha llegado la convicción de la existencia del
hecho delictivo y la participación del imputado, con el objeto de garantizar
hasta el límite de lo posible la racionalidad de su decisión (examen de
suficiencia mínima). Con este único afán, este Colegiado Constitucional
considera que es válida, por ejemplo, la vigencia práctica de un cierto control,
incluso del uso de las máximas de la experiencia, pues, de no ser así,
cualquier conclusión delirante sería invulnerable, convirtiéndose así en una
paradójica garantía de discrecionalidad judicial incontrolada”. (EXP. N° 00728-
2008-PHC/TC; FJ. 25 al 27).

3 Requisitos Materiales Legitimadores de la Prueba Indiciaria.


“Cuarto: Que, según lo expuesto inicialmente, la Sala sentenciadora sustentó
la condena en una evaluación de la prueba indiciaría, sin embargo, como se
advierte de lo expuesto precedentemente, no respetó los requisitos
materiales legitimadores, única manera que permite enervar el derecho a la
presunción de inocencia; que sobre el particular, por ejemplo, se tiene lo
expuesto por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, en doctrina que se
comparte, que la prueba por indicios no se opone a esa institución [Asuntos
Pahm Hoang contra Francia, sentencia del veinticinco de setiembre de mil
novecientos noventa y dos, y Telfner contra Austria, sentencia del veinte de
marzo de dos mil uno]; que, en efecto, materialmente, los requisitos que han
de cumplirse están en función tanto al indicio, en sí mismo, como a la
deducción o inferencia, respecto de los cuales ha de tenerse el cuidado
debido, en tanto que lo característico de esta prueba es que su objeto no es
directamente el hecho constitutivo del delito, tal y como está regulado en la
ley penal, sino otro hecho intermedio que permite llegar al primero por medio
de un razonamiento basado en el nexo causal y lógico existente entre los
hechos probados y los que se tratan de probar; que, respecto al indicio, (a)
éste -hecho base- ha de estar plenamente probado -por los diversos medios
de prueba que autoriza la ley-, pues de lo contrario sería una mera sospecha
sin sustento real alguno, (b) deben ser plurales, o excepcionalmente únicos
pero de una singular fuerza acreditativa, (c) también concomitantes a! hecho
que se trata de probar -los indicios deben ser periféricos respecto al dato
fáctico a probar, y desde luego no todos lo son-, y (d) y deben estar
interrelacionados, cuando sean varios, de modo que se refuercen entre sí y
que no excluyan el hecho consecuencia -no sólo se trata de suministrar
indicios, sino que estén imbricados entre sí-; que es de acotar que no todos
los indicios tienen el mismo valor, pues en función a la mayor o menor
posibilidad de alternativas diversas de la configuración de los hechos -ello
está en función al nivel de aproximación respecto al dato fáctico a probar-
pueden clasificarse en débiles y fuertes, en que los primeros únicamente
tienen un valor acompañante y dependiente de los indicios fuertes, y solos no
tienen fuerza suficiente para excluir la posibilidad de que los hechos hayan
ocurrido de otra manera -esa es, por ejemplo, la doctrina legal sentada por
el Tribunal Supremo Español en la Sentencia del veinticinco de octubre de mil
novecientos noventa y nueve que aquí se suscribe-; que, en lo atinente a la
inducción o inferencia, es necesario que sea razonable, esto es, que responda
plenamente a las reglas de la lógica y de la experiencia, de suerte que de los
indicios surja el hecho consecuencia y que entre ambos exista un enlace
preciso y directo”. (R.N. N° 1912-2005-PIURA; FJ. 4/S.P.P; conforme al Acuerdo
Plenario N° 1-2006/ESV-22).

4 Reglas de la actividad Probatoria.


“17. (...) La apreciación de la prueba ha de ser conforme a las reglas de la sana
crítica (concordancia de los artículos 158.1 y 393.2 del CPP), no exenta de
pautas o directrices de rango objetivo. Los elementos que componen la sana
crítica son: (i) la lógica, con sus principios de identidad (una cosa solo puede
ser igual a sí misma), de contradicción (una cosa no puede ser explicada por
dos proposiciones contrarias entre sí), de razón suficiente (las cosas existen
y son conocidas por una causa capaz de justificar su existencia) y del tercero
excluido (si una cosa únicamente puede ser explicada dentro de una de dos
proposiciones alternativas, su causa no puede residir en una tercera
proposición ajena a las dos precedentes); (ii) las máximas de experiencia o
“reglas de la vida”, a las que el juzgador recurre (criterios normativos o reglas
no jurídicas, producto de la observación de lo que generalmente ocurre en
numerosos hechos productos de la vida social concreta, que sirven al juez, en
una actitud prudente y objetiva, para emitir juicios de valor acerca de una
realidad, con funciones heurística, epistémica y justificativa); y, (iii) los
conocimientos científicamente aceptados socialmente (según exigen los
cánones de la comunidad científica mundial) [Rodrigo Rivera Morales: La
prueba: un análisis racional y práctico, Editorial Marcial Pons, Madrid, 2011, p.
254].
Frente al silogismo, en cuyo mérito la premisa menor es la fuente-medio de
prueba, la premisa mayor es una regla de la sana crítica y la conclusión es la
afirmación por el juzgador de la existencia o inexistencia de los hechos
enjuiciados, debe tener presente, como explica Silvia Barona Vilar, (i) que en
el sistema de valoración libre las reglas de la sana crítica deben determinarse
por el juzgador desde parámetros objetivos -no legales-; y, (ii) que, ante la
ausencia de la premisa menor -pruebas válidamente practicadas-, la
absolución es obligada [Derecho Jurisdiccional III. Proceso Penal, 22da.
Edición, Editorial Tirant lo Blanch, Valencia, p. 310].
18. Respecto del juicio histórico, sobre el que recae esta regla jurídica de
máxima jerarquía, es claro que el cumplimiento del estándar de prueba se
refiere, de modo relevante, de un lado, a los elementos objetivos y subjetivos
del tipo penal -objeto e acusación y enjuiciamiento-; y, de otro lado, a la
vinculación del imputado con éstos, a título de autor o de partícipe (artículos
23, 24 y 25 del Código Penal). Estos elementos típicos y la intervención
delictiva -que procesalmente constituyen el objeto o tema de prueba- deben
probarse más allá de toda duda razonable. Cabe acotar que no existe prueba
en sí sino prueba de un tipo penal, de un suceso histórico jurídico-penalmente
relevante afirmado por la acusación -el supuesto fáctico por el que se acusa-
.” (SENTENCIA PLENARIA CASATORIA N° 1-2017/CIJ-433. FJ. 17 y 18).

5 La importancia de la motivación de sentencia en la prueba indiciaria:


Primero. Que, en principio, la motivación descansa tanto en la declaración de
hechos probados cuanto en la interpretación y aplicación de las normas
jurídicas materiales que rigen tanto el injusto penal y la culpabilidad cuanto
las reglas sobre la medición judicial de la pena, así como los criterios de
imputación civil y quantum de la reparación civil. Es de distinguir, por tanto,
entre motivación sobre los hechos y motivación sobre la aplicación del
derecho. No existe, pues, motivación en sí, sino aquella referida básicamente
a un tipo legal, a sus exigencias normativas y al juicio de adecuación típica,
entre otros. Los hechos que deben probarse, en un primer ámbito, son
aquellos que exige la norma jurídico penal para estimar el hecho penalmente
antijurídico y culpable. (...).
Quinto, Que, en atención a la relación entre motivación fáctica y presunción
de inocencia, es de acotar que el examen de esta última garantía importa un
triple control: juicio sobre la prueba, juicio sobre la suficiencia y juicio sobre
la motivación y su razonabilidad. La corrección de la prueba indiciaria se
encuentra en el juicio sobre la suficiencia probatoria, mientras que la
corrección de la motivación se encuentra en el juicio de razonabilidad.
En materia de prueba indiciaría, para que la conclusión incriminatoria pueda
ser tenida por válida es preciso: 1. Que los hechos indicadores o hechos-base
sean varios y viertan sobre el hecho objeto de imputación o nuclear - deben
estar, por lo demás, interrelacionados y ser convergentes: deben reforzarse
entre sí y ser periféricos o concomitantes con el hecho a probar-. 2. Que los
indicios estén probatoriamente bien y definitivamente acreditados. 3. Que la
inferencia realizada a partir de aquéllos, por su suficiencia, sea racional,
fundada en máximas de experiencia fiables -entre los hechos indicadores y
su consecuencia, el hecho indicado, debe existir una armonía que descarte
toda irracionalidad de modo que la deducción pueda considerarse lógica: el
enlace ha de ser preciso y directo-. 4. Que cuente con motivación suficiente,
en cuya virtud el órgano jurisdiccional deberá expresar en la motivación los
grandes hitos o líneas que lo condujeron a la deducción conforme al artículo
158° apartado 3 del Nuevo Código Procesal Penal -tiene que exteriorizar los
hechos que están acreditados, o indicios, y sobre todo que explicite el
razonamiento o engarce lógico entre el hecho base y el hecho consecuencia
y, finalmente, que este razonamiento esté asentado en las reglas del criterio
humano o en las reglas de experiencia común o en una comprensión
razonable de la realidad normalmente vivida y apreciada conforme a los
criterios colectivos vigentes (STCE ciento veinticuatro diagonal dos mil uno,
de cuatro de junio)-.
A final de cuentas, la deducción realizada por el tribunal sentenciador debe
implicar un raciocinio lógico e inteligible que a través de varios indicios
objetivos sobre hechos no delictivos -datos objetivos fiables-, permite llegar
al hecho consecuencia ya conculcador del precepto penal (STSE de quince de
abril de mil novecientos noventa y siete).
En la conformación del análisis integral para la configuración de la prueba
indiciaria, desde luego, no puede dejarse de tener presente lo que se entiende
como "prueba en contrario" y “contraprueba”. En este último supuesto se
ubica contraindicio, que es la contraprueba indirecta, y que consiste en la
prueba de algún hecho con el que se trata de desvirtuar la realidad de un
hecho indiciario, al resultar incompatibles tales hechos entre sí o al
cuestionar aquel hecho la realidad de este, debilitando su fuerza probatoria
[CLIMENT DURAN, CARLOS: La prueba penal, 2da. Edición, Editorial Tirant lo
Blanch, Valencia, dos mil cinco, páginas novecientos treinta y siete guión
novecientos cuarenta y uno] (...)”. (CAS. N° 628- 2015-LIMA; FJ. 1 y 5/SPT).
6 Aplicación de la prueba indiciaria.
“4.8. La Corte Suprema siguiendo el método teórico de los indicios ha
establecido solo que ante la ausencia de pruebas directas cabe recurrir a la
prueba indiciaria, y que esta debe ser examinada y no simplemente enunciada,
sino que debe realizarse un análisis global de los diferentes indicios que
puedan presentarse en la causa, tales como los indicios de capacidad
comitiva, de oportunidad, de mala justificación y de conducta posterior. En
otras decisiones insiste en que la valoración de los indicios debe ser global,
agregando como indicios objeto de análisis los de móvil, actitud sospechosa
y participación comisiva. En base a esta clasificación efectuada por la Corte
Suprema cabe analizar cada uno de los indicios que en su valoración global
pueda enervar válidamente la presunción de inocencia y que pueda aplicarse
en el presente caso. En primer término debe precisarse que todo indicio que
permite mediante la lógica y la experiencia una inferencia con relación al
hecho delictivo, será más relevante cuando mayor sea la aproximación que
permita tener con el mismo. Dentro de la amplia gama de circunstancias que
es menester acreditar para determinar la existencia de un delito y la
participación en el del imputado es necesario, además tener celo, una mayor
exigencia relacionada con la fundamentación, pues los indicios deben ser
necesariamente infalibles e irrefutables para sustentar certeza respecto a la
decisión”. (R.N. N° 1192-2012- LIMA; FJ. 4.8/SPT).

7 El deber de Motivar la Prueba Indiciaría:


4.3. Que, de lo actuado se infiere que no existe prueba directa contra el
encausado (...), toda vez que, no fue intervenido en posesión de la droga
incautada y su co-encausada confesa (...) no lo Incrimina. Por tanto, sólo es
posible acudir a la prueba indiciaría para poder imputarle responsabilidad
penal por estos hechos.
El recurso a la prueba indiciaría siempre debe ser realizado
excepcionalmente, pues debe privilegiarse siempre las pruebas directas que
demuestren la culpabilidad del acusado. No obstante, la realidad demuestra
que existen muchos casos en los cuales no es posible acudir a las pruebas
directas. Por ello, muchos casos hacen necesario que el Fiscal acuda a la
prueba indiciaría para probar los hechos que ha fijado en su acusación. A su
vez, la utilización de la prueba indiciaria implica un deber especial de motivar
la resolución que se ampare en ella. En ese sentido, el Tribunal Constitucional
del Perú se ha pronunciado señalando que: "Si bien el juez penal es libre para
obtener su convencimiento porque no está vinculado a reglas legales de la
prueba y, entonces, puede también llegar a la convicción de la existencia del
hecho delictivo y la participación del imputado, a través de la prueba indirecta
(prueba indiciaría o prueba por indicios), será preciso empero que cuando
ésta sea utilizada, quede debidamente explicitada en la resolución judicial;
pues no basta con expresar que la conclusión responde a las reglas de la
lógica, las máximas de la experiencia o a los conocimientos científicos, sino
que dicho razonamiento lógico debe estar debidamente exteriorizado en la
resolución que la contiene.
26. Justamente, por ello, resulta válido afirmar que si el juez puede utilizar la
prueba indirecta para sustentar una sentencia condenatoria, y si ésta, a su
vez, significa la privación de la libertad personal, entonces, con mayor razón,
estará en la obligación de darle el tratamiento que le corresponde; solo así se
podrá enervar válidamente el derecho a la presunción de inocencia, así como
se justificará la intervención al derecho a la libertad personal, y por
consiguiente, se cumplirán las exigencias del derecho a la debida motivación
de las resoluciones judiciales, conforme a las exigencias previstas por el
artículo 139°, inciso 5, de la Constitución. En ese sentido, lo mínimo que debe
observarse en la sentencia y que debe estar claramente explicitado o
delimitado son los siguientes elementos: el hecho base o hecho indiciarlo, que
debe estar plenamente probado (indicio); el hecho consecuencia o hecho
indiciado, lo que se trata de probar (delito) y entre ellos, el enlace o
razonamiento deductivo. Este último, en tanto que conexión lógica entre los
dos primeros debe ser directo y preciso, pero además debe responder o
sujetarse plenamente a los reglas de la lógica, a los máximas de lo
experiencia o a los conocimientos científicos.
Sobre el particular, la doctrina procesal penal aconseja que debe asegurarse
una pluralidad de indicios, pues su variedad permitirá controlar en mayor
medida la seguridad de la relación de Causalidad entre el hecho conocido y el
hecho desconocido; sin embargo, también se admite que no existe obstáculo
alguno para que la pruebo indiciaría pueda formarse sobre la base de un solo
indicio pero de singular potencia acreditativa. En cualquier caso, el indicio
debe ser concomitante al hecho que se trata de probar, y cuando sean varios,
deben estar interrelacionados, de modo que se refuercen entre sí...”. (STC.
Exp. N° 00728-2008, caso LLAMOJA RENGIFO, Fundamentos Jurídicos N° 25
y 26”).

8 Reglas de aplicación de la Prueba Indiciaria.


(…) Que, las reglas para acudir a la prueba indiciaría también han sido materia
de análisis en el Acuerdo Plenario N° cero uno guion dos mil seis guion CJ
diagonal ciento dieciséis, de las Salas Penales Permanente y Transitorias de
la Corte Suprema de la República; fijándose de la siguiente manera: “Que,
respecto al indicio, (a) éste - hecho base - ha de estar plenamente probado -
por los diversos medios de prueba que autoriza la ley -, pues de lo contrario
sería una mera sospecha sin sustento real alguno, (b) deben ser plurales, o
excepcionalmente únicos pero de una singular fuerza acreditativa, (c) también
concomitantes al hecho que se trata de probar - los indicios deben ser
periféricos respecto al dato táctico a probar, y desde luego no todos lo son, y
(d) deben estar interrelacionados, cuando sean varios, de modo que se
refuercen entre sí y que no excluyan el hecho consecuencia -no sólo se trata
de suministrar indicios, sino que estén imbricados entre sí- (...); que, en lo
atinente a la inducción o inferencia, es necesario que sea razonable, esto es,
que responda plenamente a las reglas de la lógica y la experiencia, de suerte
que de los indicios surja el hecho consecuencia y que entre ambos exista un
enlace preciso y directo”
Para que el Tribunal pueda valorar si existe o no prueba indiciarla que
válidamente pueda afectar el principio de presunción de inocencia, deben
respetarse las pautas antes mencionadas. Asimismo, debe existir una
motivación suficiente acerca de por qué los indicios presentados cumplen o
no con las reglas antes fijadas en el pleno. Este mandato no se encuentra
dirigido exclusivamente a los Magistrados, sino que se extiende a toda aquella
parte procesal; que desee postular prueba indiciaría. Especialmente al
Ministerio Público, quien es el titular de la acción penal, y por ende tiene en
sus manos la carga de la prueba ver artículo catorce de la ley orgánica del
Ministerio público- contra el encausado (...).
Que, el extremo de la acusación contra el encausado (...) está enmarcado en
el dictamen acusatorio seiscientos ochenta y cuatro; que, revisada la misma
se puede observar que esta no contiene ninguna prueba directa para
sustentar su acusación contra el referido encausado. En dicha acusación se
emite tan sólo una relación de indicios, los cuales no siguen los parámetros
establecidos en el Acuerdo Plenario antes mencionado; también, podemos
observar que el Tribunal Superior no realizó una adecuada motivación en
torno a por qué considerar que estos indicios en su conjunto puedan constituir
prueba indiciaria.
Los indicios concretos asumidos por el Fiscal Superior y el Tribunal Superior,
serían: a) la información confidencial obtenida por personal de la DIRANDRO,
donde se daba cuenta de la entrega de droga a ciudadanos mexicanos y
colombianos; así como, el hecho que en el Atestado Policial se consignó que
el encausado (...) seguía a pocos metros de distancia, a la encausada (...) quien
llevaba la droga; b) no haber acreditado su solvencia económica para su
estadía en el país; c) tener antecedentes penales por el delito de tráfico ilícito
de drogas; d) haber puesto resistencia a su intervención policial; y e) no logró
justificar su presencia en el lugar de los hechos; todo lo cual haría presumir
que se dedicaba al Tráfico Ilícito de Drogas.
Para que estos indicios puedan ser considerados como prueba indiciaria, los
mismos deberán de ser concatenados entre sí. Asimismo, de cada uno de
ellos deberá extraerse una inferencia, a través de una regla, que ayude a
concatenarlos y demuestren el hecho que se desee probar. En este caso,
dicha labor ha sido omitida por el Ministerio Público, el cual sólo se limitó a
enunciar indicios, olvidándose cuál es el sentido concreto que ellos tendrían”.
(R.N. N° 3023-2012-LIMA; FJ. 4.3/SPT).

9 Requisitos de la Prueba Indiciaria.


“Quincuagésimo. Que la prueba por indicios requiere, como es sabido, (i) que
los indicios –su objeto no es el directamente final de la prueba: la conducta
delictiva–se basen en hechos plenamente probados y no en meras sospechas,
rumores o conjeturas; y, (ii) que los hechos constitutivos de delito y la
participación de los acusados en el mismo, se deduzcan de los indicios a
través de un proceso mental razonado y acorde con las reglas del criterio
humano, detallado en la sentencia condenatoria. El control impugnativo de la
racionalidad y solidez de la inferencia puede efectuarse tanto (i) desde el
canon de su lógica o coherencia–de modo que será irrazonable si los indicios
acreditados descartan el hecho de que se hace desprender de ellos o no
conduzcan naturalmente a él–, como (ii) desde el de su suficiencia o carácter
concluyente–no siendo razonable cuando la inferencia es excesivamente
abierta, débil o imprecisa–. Es de rechazar no solo los supuestos de
inferencias ilógicas o inconsistentes, sino también las inferencias no
concluyentes, incapaces también de convencer objetivamente de la
razonabilidad de la plena convicción judicial”. (R.N. N° 3521-2012-LIMA; FJ.
50/SPT).

10 Requisitos Materiales Legitimadores de la Prueba por indicios.


“Cuarto: Que, según lo expuesto inicialmente, la Sala sentenciadora sustentó
la condena en una evaluación de la prueba indiciaría, sin embargo, como se
advierte de lo expuesto precedentemente, no respetó los requisitos
materiales legitimadores, única manera que permite enervar el derecho a la
presunción de inocencia; que sobre el particular, por ejemplo, se tiene lo
expuesto por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, en doctrina que se
comparte, que la prueba por indicios no se opone a esa institución [Asuntos
Pahm Hoang contra Francia, sentencia del veinticinco de setiembre de mil
novecientos noventa y dos, y Telfner contra Austria, sentencia del veinte de
marzo de dos mil uno]; que, en efecto, materialmente, los requisitos que han
de cumplirse están en función tanto al indicio, en sí mismo, como a la
deducción o inferencia, respecto de los cuales ha de tenerse el cuidado
debido, en tanto que lo característico de esta prueba es que su objeto no es
directamente el hecho constitutivo del delito, tal y como está regulado en la
ley penal, sino otro hecho intermedio que permite llegar al primero por medio
de un razonamiento basado en el nexo causal y lógico existente entre los
hechos probados y los que se tratan de probar; que, respecto al indicio, (a)
éste -hecho base- ha de estar plenamente probado -por los diversos medios
de prueba que autoriza la ley-, pues de lo contrario sería una mera sospecha
sin sustento real alguno, (b) deben ser plurales, o excepcionalmente únicos
pero de una singular fuerza acreditativa, (c) también concomitantes al hecho
que se trata de probar -los indicios deben ser periféricos respecto al dato
fáctico a probar, y desde luego no todos lo son, y (d) y deben estar
interrelacionados, cuando sean varios, de modo que se refuercen entre sí y
que no excluyan el hecho consecuencia -no sólo se trata de suministrar
indicios, sino que estén imbricados entre sí-; que es de acotar que no todos
los indicios tienen el mismo valor, pues en función a la mayor o menor
posibilidad de alternativas diversas de la configuración de los hechos -ello
está en función al nivel de aproximación respecto al dato fáctico a probar-
pueden clasificarse en débiles y fuertes, en que los primeros únicamente
tienen un valor acompañante y dependiente de los indicios fuertes, y solos no
tienen fuerza suficiente para excluir la posibilidad de que los hechos hayan
ocurrido de otra manera -esa es, por ejemplo, la doctrina legal sentada por
el Tribunal Supremo Español en la Sentencia del veinticinco de octubre de mil
novecientos noventa y nueve que aquí se suscribe-; que, en lo atinente a la
inducción o inferencia, es necesario que sea razonable, esto es, que responda
plenamente a las reglas de la lógica y de la experiencia, de suerte que de los
indicios surja el hecho consecuencia y que entre ambos exista un enlace
preciso y directo”. (R.N. N° 1912-2005-PIURA; FJ. 4/S.P.P-Precedente
Vinculante de conformidad al Acuerdo Plenario N° 1- 2006/ESV-22).

11 Criterios para la valoración de la prueba pericial:


“15°. La valoración de la prueba cuenta con dos fases en las que el juez debe
tener en cuenta criterios distintos: (i) La primera fase de la valoración es
meramente un control de legalidad sobre la existencia o no de actividad
probatoria lícita (juicio de valorabilidad), y en caso de su existencia, si ésta
tiene un sentido incriminatorio. (ii) La segunda fase es ya de la valoración en
sentido estricto, cuyo objeto es determinar tanto si existen elementos de
prueba de cargo o incriminatorio y, luego, si tal prueba existente es suficiente
o no para condenar.
16°. El sistema de valoración de prueba que ha acogido nuestra legislación
procesal es el de la sana crítica. Un sistema de sana crítica o valoración
racional de la prueba no limita la posibilidad de establecer criterios
determinados para la valoración, por el contrario, estos servirían de pautas
para el juez que, apoyado en un conocimiento sobre la ciencia o la técnica,
resolverá sobre la base de un sistema de valoración regido por verdaderos
criterios de conocimiento que garanticen a la vez un adecuado juzgamiento.
17°. Las opiniones periciales no obligan al juez y pueden ser valoradas de
acuerdo a la sana crítica; sin embargo, el juez no puede “descalificar” el
dictamen pericial desde el punto de vista científico, técnico, artístico ni
modificar las conclusiones del mismo fundándose en sus conocimientos
personales.
En consecuencia, el juez deberá fundamentar coherentemente tanto la
aceptación como el rechazo del dictamen, observando para ello las reglas que
gobiernan el pensamiento humano; lo que generará, asimismo, la posibilidad
de un control adecuado de sus decisiones. El juez, en suma, no está vinculado
a lo que declaren los peritos; él puede formar su convicción libremente. Ahora
bien, es indudable la fuerza de convicción que tienen los informes periciales,
especialmente los de carácter estrictamente científico técnico. Más discutible
pueden resultar los de otra naturaleza (pericias médicas, o psicológicas, o
contables), pero, en cualquier caso, siempre suelen ser la prueba de cargo,
es decir, la fundamental para enervar la presunción de inocencia [Banacloche
Palao, Julio: Aspectos fundamentales del Derecho procesal penal, La Ley,
Madrid, 2010, p. 268]. Las pericias no son en sí mismas la manifestación de
una verdad incontrovertible [STSE 997/1997, de 8 de julio]. No se puede
conferir a priori valor superior a un medio de prueba sobre otro, por lo que si
respecto a un tema concreto se hubieren llevado a cabo distintas pruebas,
además de la pericial, con resultado diferente, claro es que entonces se
reconoce al órgano jurisdiccional la facultad de realizar la conjunta valoración
de la prueba, que permite estimar eventualmente que la verdad del hecho no
es la que aparece expuesta por la prueba pericial sino la que ofrecen otros
medios probatorios. Igual pauta metodológica tendrá lugar cuando el juez
razonablemente discrepe de todo o de parte del contenido pericial [STSE
1/1997, de 28 de octubre].
Sin embargo, es igualmente plausible que si el juez se aparta de la pericia sin
razones que lo expliquen y justifiquen, se estará ante un razonamiento
contrario a las reglas de la racionalidad.
18°. Los criterios que se exponen están orientados a la fijación de evaluación
de la validez y fiabilidad de la prueba pericial. De ellos se deriva la
diferenciación entre lo que puede considerarse ciencia de la que no es. Al
respecto, la doctrina [Miranda Estrampes, Manuel: “Pruebas científicas y
estándares de calidad”, en La prueba en el proceso penal acusatorio.
Reflexiones adaptadas al Código Procesal Penal peruano de 2004, Jurista
Editores, Lima, 2011, pp. 142 y 143] -sobre la base de la experiencia judicial
norteamericana- ha propuesto los criterios siguientes:
A) La controlabilidad y falsabilidad de la teoría científica, o de la técnica en
que se fundamenta la prueba, lo que implica que la teoría haya sido probada
de forma empírica, no solo dentro de un laboratorio.
B) El porcentaje de error conocido o potencial, así como el cumplimiento de
los estándares correspondientes a la prueba empleada.
C) La publicación en revistas sometidas al control de otros expertos de la
teoría o la técnica en cuestión, lo que permite su control y revisión por otros
expertos.
D) La existencia de un consenso general de la comunidad científica
interesada. (...)”. (Acuerdo Plenario N° 04-2015/CIJ-116. FJ. 15 al 18).

12 El Juez es soberano en la apreciación de la prueba.


28°. “Ésta, empero, no puede llevarse a cabo sin limitación ni control alguno.
Sobre la base de una actividad probatoria concreta -nadie puede ser
condenado sin pruebas y que éstas sean de cargo-, y jurídicamente correcta
–las pruebas han de ser practicadas con todas y cada una de las garantías
que le son propias y legalmente exigibles-, se ha de llevar a cabo con arreglo
a las normas de la lógica, máximas de la experiencia -determinadas desde
parámetros objetivos- y los conocimientos científicos; es decir, a partir de la
sana crítica, razonándola debidamente (principio de libre valoración con pleno
respeto de la garantía genérica de presunción de inocencia: artículos VIII TP,
158°.1 y 393°.2 NCPP).
29°. La selección y admisión de la prueba en el proceso penal se informa del
principio de pertinencia de la prueba -de expresa relevancia convencional-,
así como los principios de necesidad -que rechaza la prueba sobreabundante
o redundante-, conducencia o idoneidad, y utilidad o relevancia. El primero
exige la vinculación lógico-jurídica entre el objeto de prueba y el medio de
prueba. Tal circunstancia no cambia para el caso del procesamiento de delitos
sexuales, donde es en función de las particularidades situacionales del hecho
sexual que se distingue, escoge y prefiere entre los distintos medios de
prueba que se tienen al alcance para determinar, confirmar o rechazar la tesis
inculpatoria objeto de prueba.
30°. La recolección de los medios de prueba en el caso de delitos sexuales no
constituye una selección acostumbrada, uniforme y cotidiana aplicada por
igual a todos los casos de agresión sexual, menos aún su valoración. Atento
al principio de pertinencia, el medio de prueba debe guardar estrecha relación
con la materia que se quiere dilucidar, distinguiéndose: a) por el grado de
ejecución: la de un hecho tentado o consumado; b) por el objeto empleado
para la penetración: miembro viril o un objeto análogo; c) la zona corporal
ultrajada: vaginal, anal o bucal; d) por la intensidad de la conducta:
penetración total o parcial; e) por el medio coaccionante empleado: violencia
física, violencia moral o grave amenaza; f) por las condiciones personales de
la víctima: mayor de edad, menor de edad, aquella que no pudo consentir
jurídicamente, el incapaz porque sufre anomalía psíquica, grave alteración de
la conciencia o retardo mental.
31°. El Juez atenderá, en concreto, las particularidades de cada caso para
establecer la relevancia de la prueba como consecuencia de la declaración de
la víctima o testigo, y la adecuará a la forma y circunstancias en que se
produjo la agresión sexual (unida a su necesidad - aptitud para configurar el
resultado del proceso- y a su idoneidad -que la ley permite probar con el
medio de prueba el hecho por probar-). A manera de ejemplo, si para el
acceso carnal medió únicamente grave amenaza - en cuyo caso ni siquiera
requiere algún grado de resistencia- no es exigible que el examen médico
arroje lesiones paragenitales que evidencien resistencia física por parte de la
víctima. Se ha de acudir a otros medios de corroboración, tal es el caso de la
pericia psicológica, u otras que se adecuen a las peculiaridades del hecho
objeto de imputación.
32°. Las variadas combinaciones que la multiplicidad de conductas reguladas
puede arrojar y aplicarse en la praxis a un supuesto determinado de la
realidad exige al Juzgador valerse de los distintos medios de prueba actuados
en la causa que por su naturaleza puedan corroborar una incriminación. Así
la problemática que advierte respecto a la indebida valoración de la pericia
médico legal que no consigna lesiones paragenitales y/o himeneales, se
despeja sin más a través de una atenta aplicación del principio de idoneidad
de la prueba penal en relación a las circunstancias y medios empleados por
el agresor para conseguir el quiebre de la voluntad de la víctima. Si los medios
delictivos consisten en la amenaza, la penetración vaginal fue incompleta, o
la agresión sexual radicó en la práctica genitalica-bucal, resulta absurdo
admitir a trámite la referida prueba técnica, actuarla y, menos, valorarla. Será
la declaración de la víctima la que, finalmente oriente la dirección de la prueba
corroborativa. De este modo, se desmitifica la prueba médico forense como
una prueba de actuación obligatoria ante la sola mención del tipo legal
imputado. 33°. Lo expuesto no importa disminuir el alcance probatorio de la
pericia médico-legal, sino identificar el contexto en la que sus conclusiones
adquieren real vinculación y potencialidad con la acción delictiva objeto de
imputación. Dicha prueba pericial será trascendente cuando se atribuya -
usualmente por parte de la propia víctima- el empleo de agresión física,
penetración violenta o sangrado producto de los hechos, las que de no
evidenciarse, pese a la inmediatez de la actuación de la pericia, será relevante
para debilitar el alcance de la declaración de la víctima o considerar la
ausencia de corroboración.
34°. El principio de pertinencia y el derecho constitucional de la víctima a que
se proteja su derecho a la intimidad transforman las pruebas solicitadas para
indagar respecto a su comportamiento sexual o social, anterior o posterior al
evento criminal acaecido, en pruebas constitucionalmente inadmisibles,
cuando impliquen una intromisión irrazonable, innecesaria y
desproporcionada en su vida íntima. Éste sería el caso cuando se indaga
genéricamente sobre el comportamiento sexual o social de la víctima, previo
o posterior a los hechos objeto de investigación o enjuiciamiento -esta es la
base de la regla 71 de las Reglas de Procedimiento y Prueba de la Corte Penal
Internacional-. Por el contrario, ningún reparo se advierte en los actos de
demostración y de verificación de las circunstancias en que se realizó la
agresión sexual imputada.
35°. La regla expuesta, en clave de ponderación, está limitada por la garantía
genérica de defensa procesal y en el principio de contradicción. Frente a un
conflicto entre ambos derechos fundamentales y garantías constitucionales,
para proceder a la indagación íntima de la víctima, en principio prohibida
(Regla 71 ya citada), deberá identificarse una vinculación lógica entre la
prueba indagatoria restrictiva de la vida íntima y la tesis defensiva
correspondiente, por lo que dicho examen sólo cabría si (i) tal indagación está
dirigida a demostrar que el autor del ilícito es otra persona y no el procesado;
(ii) o si como, consecuencia de impedir esa indagación, se vulnera gravemente
la garantía de defensa del imputado. Por ejemplo, cuando éste trate de
acreditar anteriores o posteriores contactos sexuales con la víctima que
acrediten de ese modo el consentimiento del acto.
A estos efectos, deberá superarse, además, el test de proporcionalidad que
finalmente justifique la idoneidad de la prueba indagatoria al objeto de la
prueba en prevalencia del derecho de defensa del imputado. Este test exige,
en primer lugar, analizar el fin buscado para ver si es imperioso para la
defensa; en segundo lugar, examinar si el medio para llegar a dicho fin es
legítimo; y, en tercer lugar, estudiar la relación entre el medio y el fin
aplicando un juicio de necesidad. Luego, de ser razonable a la luz de estos
pasos, se aplicará el juicio de proporcionalidad en sentido estricto para
determinar si el grado de afectación del derecho a la intimidad es
desproporcionado [Sentencia de la Corte Constitucional Colombiana T-
453/05, del dos de mayo de 2005].
36°. Estas previsiones jurisprudenciales persiguen evitar innecesarios
cuestionamientos de la idoneidad moral de la víctima, los cuales legitimarían
una gama de prejuicios de género, orientados a rechazar la imputación penal
con base a su comportamiento sexual. Tales cuestionamientos son
innecesarios y conllevan una irrazonable intromisión en la vida íntima de la
víctima sin que aporte ningún elemento probatorio de lo sucedido en la
relación entre víctima y acusado”. (Acuerdo Plenario N° 01-2011/CJ- 116. FJ. 28
al 36).

13 Valoración de la declaración de la víctima.


“15. La regla general de valoración probatoria es la contemplada en el artículo
158.1 CPP: “En la valoración de la prueba el Juez deberá observar las reglas
de la lógica, la ciencia y las máximas de la experiencia [...]”. A este principio el
artículo 393.2 CPP denomina, siguiendo la tradición hispana, reglas de la sana
crítica.
El juez, sin duda, es libre para decidir, según la prueba actuada, acerca de los
hechos objeto del proceso penal. La sentencia penal debe estar fundada en la
verdad, entendida como coincidencia con la realidad –o, mejor dicho, elevada
probabilidad de que hayan ocurrido los hechos–. Para ello, el juez debe
observar los estándares mínimos de la argumentación racional [VOLK,
KLAUS: Curso fundamental de Derecho Procesal Penal, Buenos Aires, 2016,
pp. 387-388].
Un postulado, en el que las exigencias de la racionalidad epistemológica se
expresan con cierta particularidad, tiene lugar en los denominados delitos de
clandestinidad y, por extensión, en los delitos en que su comisión está en
función a la vulnerabilidad de la víctima –que es el caso típico tanto de los
delitos de trata de personas, como de los delitos contra niños, niñas,
adolescentes y mujeres en contextos de violencia familiar o doméstica–. Ha
sido la jurisprudencia de este Supremo Tribunal, a fi n de consolidar
mecanismos de seguridad en la valoración probatoria, traducidos en reglas
valorativas, la que a través de los Acuerdos Plenarios números 2-2005/CJ-
116, de 30-9-2005, sobre sindicación de la víctima, y 1- 2011/CJ-116, de 6-12-
2011, sobre la apreciación de la prueba en el delito de violación sexual, que
sirven para aceptar el mérito de las declaraciones en cuestión –se trata de
un testimonio con estatus especial, pues no puede obviarse la posibilidad de
que su declaración resulte poco objetiva por haber padecido directamente las
consecuencias de la perpetración del delito, así como por el hecho de erigirse
en parte procesal [por ejemplo: STSE de 28-10-1992. FUENTES SORIANO, Obra
citada, p. 124]–, la que estableció las siguientes pautas o criterios: A. Que no
existan motivos para pensar que hay relaciones entre denunciante e imputado
que puedan incidir en la parcialidad de la deposición –es decir, inexistencia de
móviles espurios (imparcialidad subjetiva), que le resten solidez, firmeza y
veracidad objetiva (STSE de 5-11- 2008)–, desde que, como es evidente, no se
puede poner en tela de juicio la credibilidad del testimonio de la víctima por
el hecho de ser tal (STSE de 21-7-2003).
B. Que las declaraciones sean contundentes, es decir, coherentes y creíbles,
sin ambigüedades, generalidades o vaguedades, y que el relato mantenga la
necesaria conexión lógica entre sus diversas partes–. Verosimilitud, que a su
vez exige el suplementario apoyo de datos objetivos que permitan una
conclusión incriminatoria, esto es, presencia de datos añadidos a la pura
manifestación subjetiva de la víctima (STSE de 23-10- 2008); es lo que se
denomina “corroboración periférica de carácter objetiva”. Dos son las
exigencias constitucionalmente impuestas: aportación al proceso
contradictoriamente y corroboración del resultado con datos externos (STCE
57/2009). En este último caso, se entiende que los elementos, datos o
factores, aunque fuera mínimamente, han de ser externos a la versión de la
víctima y referidos a la participación del imputado en el hecho punible
atribuido (STSE de 14-3-2014).
C. Que las declaraciones sean persistentes y se mantengan a lo largo del
proceso, así como que carezcan de contradicciones entre ellas. No se
requiere una coincidencia absoluta, basta con que se ajusten a una línea
uniforme de la que se pueda extraer, al margen de posibles matizaciones e
imprecisiones, una base sólida y homogénea que constituya un referente
reiterado y constante, que esté presente en todas las declaraciones STSE de
10-7-2007). Este supuesto es al que el último Acuerdo Plenario relativizó o
matizó, en atención a las especiales características y situación de la víctima
[ASENCIO MELLADO, Derecho Procesal Penal, Valencia, 2012, p. 289]”.
(Acuerdo Plenario N° 5- 2016/CIJ-116. FJ. 15).

14 El juez puede utilizar tanto las pruebas circunstanciales como los indicios o
las presunciones como base de sus pronunciamientos, cuando de aquéllas
puedan inferirse conclusiones consistentes sobre los hechos.
“62. Además de la prueba directa, sea testimonial, pericial o documental, los
tribunales internacionales - tanto como los internos- pueden fundar la
sentencia en la prueba circunstancial, los indicios y las presunciones, siempre
que de ellos puedan inferirse conclusiones sólidas sobre los hechos. Al
respecto, ya ha dicho la Corte que: en ejercicio de su función jurisdiccional,
tratándose de la obtención y [la] valoración de las pruebas necesarias para la
decisión de los casos que conoce puede, en determinadas circunstancias,
utilizar tanto las pruebas circunstanciales como los indicios o las
presunciones como base de sus pronunciamientos, cuando de aquéllas
puedan inferirse conclusiones consistentes sobre los hechos”. (Caso Castillo
Petruzzi y otros Vs. Perú, Capítulo V, Párrafo 62).

15 Criterios de valoración de la prueba.


“127. La Corte debe determinar cuáles han de ser los criterios de valoración
de las pruebas aplicables en este caso. Ni la Convención ni el Estatuto de la
Corte o su Reglamento tratan esta materia. Sin embargo, la jurisprudencia
internacional ha sostenido la potestad de los tribunales para evaluar
libremente las pruebas, aunque ha evitado siempre suministrar una rígida
determinación del quantum de prueba necesario para fundar el fallo (cfr.
Corfu Channel, Merits, Judgment I.C.J. Reports 1949; Milictary and Paramilitary
Activities in and against Nicaragua (Nicaragua v. United States of America),
Merits, Judgment, I.C.J. Reports 1986, párrs. 29-30 y 59-60).
-Para un tribunal internacional, los criterios de valoración de la prueba son
menos formales que en los sistemas legales internos. En cuanto al
requerimiento de prueba, esos mismos sistemas reconocen gradaciones
diferentes que dependen de la naturaleza, carácter y gravedad del litigio”.
(Caso Velásquez Rodríguez Vs. Honduras, Capitulo VII, Párrafo 126 y 127).

16 La incorporación de elementos de prueba al acervo probatorio debe respetar


los principios de seguridad jurídica y el de igualdad de armas entre las partes.
“48. La Corte ha señalado anteriormente, en cuanto a la recepción y la
valoración de la prueba, que los procedimientos que se siguen ante ella no
están sujetos a las mismas formalidades que las actuaciones judiciales
internas y que la incorporación de determinados elementos al acervo
probatorio debe ser efectuada prestando particular atención a las
circunstancias del caso concreto, y teniendo presentes los límites trazados
por el respeto a la seguridad jurídica y al equilibrio procesal de las partes.
Además, la Corte ha tenido en cuenta que la jurisprudencia internacional, al
considerar que los tribunales internacionales tienen la potestad de apreciar y
valorar las pruebas según las reglas de la sana crítica, ha evitado siempre
adoptar una rígida determinación del quantum de la prueba necesaria para
fundar un fallo. Este criterio es especialmente válido en relación con los
tribunales internacionales de derechos humanos, los cuales disponen, para
efectos de la determinación de la responsabilidad internacional de un Estado
por violación de derechos de la persona, de una amplia flexibilidad en la
valoración de la prueba rendida ante ellos sobre los hechos pertinentes, de
acuerdo con las reglas de la lógica y con base en la experiencia”. (Caso
Ricardo Canese Vs. Paraguay Capítulo V, Párrafo 48).

17 Reglas jurisprudenciales para la apreciación de la prueba.


“21. De acuerdo con lo establecido en los artículos 46, 47, 48, 50, 51, 57 y 58
del Reglamento, así como en su jurisprudencia constante en materia de
prueba y su apreciación, al establecer los hechos del caso y pronunciarse
sobre el fondo la Corte examinará y valorará los elementos probatorios
documentales remitidos por las partes y la Comisión en los momentos
procesales oportunos, las declaraciones, dictámenes y testimonios rendidos
mediante afidávit y en la audiencia pública. Para ello se sujeta a los principios
de la sana crítica, dentro del marco normativo correspondiente teniendo en
cuenta el conjunto del acervo probatorio y lo alegado en la causa. Las
declaraciones rendidas por las presuntas víctimas no pueden ser valoradas
aisladamente sino dentro del conjunto de las pruebas del proceso, en la
medida en que pueden proporcionar mayor información sobre las alegadas
violaciones y sus consecuencias”. (Caso Pollo Rivera Y Otros Vs. Perú,
Capitulo IV, Párrafo 21).

18 La valoración de la prueba como una exigencia constitucional.


Cuarto. La garantía procesal genérica de tutela jurisdiccional está integrada
por la garantía procesal específica de motivación. Esta garantía se concreta,
a su vez, en la exigencia al órgano jurisdiccional de que exprese o explique
las razones jurídicas en que se apoyó para adoptar su decisión: no solo debe
recoger una descripción clara y completa de los hechos sino que debe
fundamentar de manera rigurosa y razonamiento probatorio.
Sobre tal premisa, se afirma que la valoración de la prueba y la justificación
o fundamentación de las resoluciones judiciales son actividades judiciales
notablemente conectadas entre sí y en las que no es posible entender una sin
la otra. Ello es así porque la actividad adquisitiva y valorativa de la prueba se
retrata en la sentencia. De ahí que sea una exigencia constitucional que al
resolver las causas se expresen las razones o justificaciones objetivas que
llevaron a tomar una determinada decisión, pues solo así podrá controlarse
si en ella medió una apreciación razonada de la prueba o, por el contrario, se
incurrió en arbitrariedades en la interpretación y aplicación del derecho, o en
subjetividades o inconsistencias de la valoración de los hechos. (CAS. N° 910-
2015-HUÁNUCO (1ra SPT).

19 Criterios para la valoración de la prueba pericial.


15°. La valoración de la prueba cuenta con dos fases en las que el juez debe
tener en cuenta criterios distintos: (i) La primera fase de la valoración es
meramente un control de legalidad sobre la existencia o no de actividad
probatoria lícita (juicio de valorabilidad), y en caso de su existencia, si ésta
tiene un sentido incriminatorio. (ii) La segunda fase es ya de la valoración en
sentido estricto, cuyo objeto es determinar tanto si existen elementos de
prueba de cargo o incriminatorio y, luego, si tal prueba existente es suficiente
o no para condenar.
16°. El sistema de valoración de prueba que ha acogido nuestra legislación
procesal es el de la sana crítica. Un sistema de sana crítica o valoración
racional de la prueba no limita la posibilidad de establecer criterios
determinados para la valoración, por el contrario, estos servirían de pautas
para el juez que, apoyado en un conocimiento sobre la ciencia o la técnica,
resolverá sobre la base de un sistema de valoración regido por verdaderos
criterios de conocimiento que garanticen a la vez un adecuado juzgamiento.
17°. Las opiniones periciales no obligan al juez y pueden ser valoradas de
acuerdo a la sana crítica; sin embargo, el juez no puede “descalificar” el
dictamen pericial desde el punto de vista científico, técnico, artístico ni
modificar las conclusiones del mismo fundándose en sus conocimientos
personales.
En consecuencia, el juez deberá fundamentar coherentemente tanto la
aceptación como el rechazo del dictamen, observando para ello las reglas que
gobiernan el pensamiento humano; lo que generará, asimismo, la posibilidad
de un control adecuado de sus decisiones.
El juez, en suma, no está vinculado a lo que declaren los peritos; él puede
formar su convicción libremente. Ahora bien, es indudable la fuerza de
convicción que tienen los informes periciales, especialmente los de carácter
estrictamente científico técnico. Más discutible pueden resultar los de otra
naturaleza (pericias médicas, o psicológicas, o contables), pero, en cualquier
caso, siempre suelen ser la prueba de cargo, es decir, la fundamental para
enervar la presunción de inocencia [Banacloche Palao, Julio: Aspectos
fundamentales del Derecho procesal penal, La Ley, Madrid, 2010, p. 268].
Las pericias no son en sí mismas la manifestación de una verdad
incontrovertible [STSE 997/1997, de 8 de julio]. No se puede conferir a priori
valor superior a un medio de prueba sobre otro, por lo que si respecto a un
tema concreto se hubieren llevado a cabo distintas pruebas, además de la
pericial, con resultado diferente, claro es que entonces se reconoce al órgano
jurisdiccional la facultad de realizar la conjunta valoración de la prueba, que
permite estimar eventualmente que la verdad del hecho no es la que aparece
expuesta por la prueba pericial sino la que ofrecen otros medios probatorios.
Igual pauta metodológica tendrá lugar cuando el juez razonablemente
discrepe de todo o de parte del contenido pericial [STSE 1/1997, de 28 de
octubre].
Sin embargo, es igualmente plausible que si el juez se aparta de la pericia sin
razones que lo expliquen y justifiquen, se estará ante un razonamiento
contrario a las reglas de la racionalidad.
18°. Los criterios que se exponen están orientados a la fijación de evaluación
de la validez y fiabilidad de la prueba pericial. De ellos se deriva la
diferenciación entre lo que puede considerarse ciencia de la que no es. Al
respecto, la doctrina [Miranda Estrampes, Manuel: “Pruebas científicas y
estándares de calidad”, en La prueba en el proceso penal acusatorio.
Reflexiones adaptadas al Código Procesal Penal peruano de 2004, Jurista
Editores, Lima, 2011, pp. 142 y 143] –sobre la base de la experiencia judicial
norteamericana– ha propuesto los criterios siguientes:
A)La controlabilidad y falsabilidad de la teoría científica, o de la técnica en que
se fundamenta la prueba, lo que implica que la teoría haya sido probada de
forma empírica, no solo dentro de un laboratorio.
B)El porcentaje de error conocido o potencial, así como el cumplimiento de
los estándares correspondientes a la prueba empleada.
C)La publicación en revistas sometidas al control de otros expertos de la
teoría o la técnica en cuestión, lo que permite su control y revisión por otros
expertos.
D)La existencia de un consenso general de la comunidad científica interesada.
Este criterio de la aceptación general “general acceptance” deja de ser el
único elemento de decisión (como se había establecido en el caso Frye).
La decisión sobre la admisión de esta prueba ya no corresponde únicamente
a la comunidad científica sino al juez, quien deberá controlar la confiabilidad
de la prueba científica, con arreglo a dichos criterios, y exponer los motivos
de su inadmisión. El enfoque de un tribunal no debe ser sobre las
conclusiones alcanzadas por el perito, sino sobre la metodología empleada
para llegar a estas conclusiones. Y en caso que la conclusión no se desprenda
de los datos que señala en su dictamen, el Tribunal tiene la libertad de
determinar que existe un análisis inaceptable entre premisas y conclusión
[Sanders, Joseph: “La paradoja de la relación metodológica y conclusión y la
estructura de la decisión judicial en los Estados Unidos”, en Derecho
Probatorio contemporáneo: Pruebas científicas y técnicas forenses,
Universidad de Medellín, Medellín, 2012. p. ll0].
19°. A efectos de la valoración de las pericias, estas son clasificadas en
formales y fácticas. Forman parte de las primeras, saberes como la química,
biología e ingeniería, cuya calificación es indiscutible. Así, por ejemplo, la
prueba de ADN se basa en conocimientos científicos biológicos, o las pericias
toxicológicas, físicas, médicas (que se guían por el Manual de Protocolos de
Procedimientos Médicos Legales Instituto de Medicina Legal y Ciencias
Forenses de 1998, Protocolos de Procedimiento Médicos Legales 1997, Guía
Médico Legal Evaluación Física de la Integridad sexual y Manual de
Procedimientos Administrativos de la División Central de Exámenes Médicos
Legales del Perú de 1995), y químicas.
20°. Por otro lado, integran las ciencias fácticas, las ciencias sociales:
psicología, historia, etc. Sus principales pericias son: la pericia psicológica,
psiquiátrica (que cuando son oficiales se orientan por la Guía Psicológica
Forense para la Evaluación de casos en Violencia Familiar 2013, Guía Médico
Legal Evaluación Física de la Integridad sexual, Guía de Procedimientos para
Entrevista Única de Niños, Niñas y Adolescentes Víctimas de Abuso Sexual,
Explotación Sexual y Trata con fines de Explotación Sexual en Cámara Gesell
de 2011, Guía de Procedimientos para la Evaluación Psicológica de Presuntas
víctimas de Abuso y Violencia Sexual atendidas en Consultorio del año 2013 y
Guía de Valoración del Daño Psíquico en Víctimas Adultas de Violencia
Familiar, Sexual Tortura y otras formas de Violencia Intencional del año 2011),
económica, antropológica.
21°. No toda pericia que se utilizará en el proceso tendrá como base
conocimientos científicos, pues como enfatiza el artículo 172º del CPP, también
procederá siempre que, para la explicación y mejor comprensión de algún
hecho, se requiera conocimiento especializado de naturaleza científica,
técnica, artística o de experiencia calificada. Muestra de ello es la pericia
valorativa, balística, contable, grafotécnica, dactiloscópica, informes
especiales de controlaría (que se guía por el lineamiento de Contraloría
General de la República N° 03-2012-CG/GCAL).
22°. Sobre la base de estas consideraciones, se establecen los siguientes
criterios de valoración de la prueba pericial:
A) La pericia como prueba compleja debe evaluarse en el acto oral a través,
primero de la acreditación del profesional que suscribió el informe
documentado: grado académico, especialización, objetividad y
profesionalidad. No se debe poner el acento en que el perito es oficial o de
parte.
B) El informe debe haberse elaborado de acuerdo a las reglas de la lógica y
conocimientos científicos o técnicos. Especialmente, si se analiza el objeto del
dictamen, la correlación entre los extremos propuestos por las partes y los
expuestos del dictamen pericial, y la correspondencia entre los hechos
probados y los extremos del dictamen, la existencia de contradicciones entre
el informe y lo vertido por el perito en el acto oral.
Asimismo, que se explique el método observado, que se aporten con el
dictamen pericial, los documentos, instrumentos o materiales utilizados para
elaborarlos y la explicación cómo se utilizó.
C) Evaluarse las condiciones en que se elaboró la pericia, la proximidad en el
tiempo y el carácter detallado en el informe, si son varios peritos la
unanimidad de conclusiones. Para una mejor estimación será preferible que
se grabe la realización de la pericia, se documente y se detalle cómo se llevó
a cabo.
D) Si la prueba es científica, desde un primer nivel de análisis, debe evaluarse
si esta prueba pericial se hizo de conformidad con los estándares fijados por
la comunidad científica. El juez al momento de evaluar al perito debe examinar
sobre la relevancia y aceptación de la comunidad científica de la teoría
utilizada, y cómo es que su uso apoya la conclusión a la que arribó. De ser
notoria la relevancia y aceptación de la teoría, esto no será necesario.
Asimismo, el juez debe apreciar el posible grado de error de las conclusiones
a las que ha llegado el perito.
23°. Estos criterios son necesarios, pues no es suficiente confiar solo en la
libre valoración del órgano judicial para garantizar que el conocimiento
específico se utilice válidamente y se interprete correctamente como base
para decidir sobre los hechos objeto del proceso. Lo que se requiere para que
las pruebas periciales válidas ofrezcan fundamentos racionales a la decisión
sobre los hechos, es un análisis judicial profundo y claro de las mismas
acorde con estándares fiables de evaluación [Taruffo, Michele: La prueba,
Marcial Pons, Madrid, 2008, p. 100].
Empero, es de anotar, para no llevar a equívocos, que el juez, respecto de la
prueba pericial, debe realizar un examen complejo, que comprende tres
aspectos: 1) Subjetivo, referidos a la persona del perito (personalidad,
relaciones con las partes, escuela científica a la que pertenece, nivel de
percepción, capacidad de raciocinio y verdadero nivel de conocimientos, entre
otros). 2) Fáctico o perceptual -de existir circunscrito al examen del objeto
peritado, a su modo de acercamiento a él, a las técnicas utilizadas, etc. 3)
Objetivo, concretado al método científico empleado, al grado que alcanzó la
ciencia, arte o técnica utilizada, a la existencia de ligazón lógica entre los
diversos elementos integrantes del informe pericial, a la entidad de las
conclusiones: indecisas o categóricas, a la calidad de las fundamentaciones o
motivaciones expuestas en el dictamen [Climent Duran, Carlos: La prueba
penal, Editorial Tirant lo Blanch, Valencia, 2da.edición, 2005, p. 847]. (A.P. N°
4-2015/CIJ-116).

20 Valoración de la declaración de la víctima.


15.°La regla general de valoración probatoria es la contemplada en el artículo
158.1 CPP: “En la valoración de la prueba elJuez deberá observar las reglas de
la lógica, la ciencia y las máximas de la experiencia […]”. A este principio el
artículo393.2 CPP denomina, siguiendo la tradición hispana, reglas de la sana
crítica.
∞El juez, sin duda, es libre para decidir, según la prueba actuada, acerca de
los hechos objeto del proceso penal. La sentencia penal debe estar fundada
en la verdad, entendida como coincidencia con la realidad –o, mejor dicho,
elevada probabilidad de que hayan ocurrido los hechos–. Para ello, el juez
debe observar los estándares mínimos de la argumentación racional [VOLK,
KLAUS: Cursofundamental de Derecho Procesal Penal, Buenos Aires,2016, pp.
387-388].
∞Un postulado, en el que las exigencias de la racionalidad epistemológica se
expresan con cierta particularidad, tiene lugar en los denominados delitos de
clandestinidad y, por extensión, en los delitos en que su comisión está en
función a la vulnerabilidad de la víctima –que es el caso típico tanto de los
delitos de trata de personas, como de los delitos contra niños, niñas,
adolescentes y mujeres en contextos de violencia familiar o doméstica–. Ha
sido la jurisprudencia de este Supremo Tribunal, a fin de consolidar
mecanismos de seguridad en la valoración probatoria, traducidos en reglas
valorativas, la que a través de los Acuerdos Plenarios números 2-2005/CJ-
116, de 30-9-2005, sobre sindicación de la víctima, y 1-2011/CJ-116, de 6-12-2011,
sobre la apreciación de la prueba en el delito de violación sexual, que sirven
para aceptar el mérito de las declaraciones en cuestión –se trata de un
testimonio con estatus especial, pues no puede obviarse la posibilidad de que
su declaración resulte poco objetiva por haber padecido directamente las
consecuencias de la perpetración del delito, así como por el hecho de erigirse
en parte procesal [por ejemplo: STSE de 28-10-1992. FUENTES SORIANO, Obra
citada, p. 124]–, la que estableció las siguientes pautas o criterios:
A. Que no existan motivos para pensar que hay relaciones entre denunciante
e imputado que puedan incidir en la parcialidad de la deposición –es decir,
inexistencia de móviles espurios (imparcialidad subjetiva), que le resten
solidez, firmeza y veracidad objetiva (STSE de 5-11-2008)–, desde que, como
es evidente, no se puede poner en tela de juicio la credibilidad del testimonio
de la víctima por el hecho de ser tal (STSE de 21-7-2003).
B. Que las declaraciones sean contundentes, es decir, coherentes y creíbles,
sin ambigüedades, generalidades o vaguedades, y que el relato mantenga la
necesaria conexión lógica entre sus diversas partes–. Verosimilitud, que a su
vez exige el suplementario apoyo de datos objetivos que permitan una
conclusión incriminatoria, esto es, presencia de datos añadidos a la pura
manifestación subjetiva de la víctima (STSE de 23-10-2008); es lo que se
denomina “corroboración periférica de carácter objetiva”. Dos son las
exigencias constitucionalmente impuestas: aportación al proceso
contradictoriamente y corroboración del resultado con datos externos (STCE
57/2009). En este último caso, se entiende que los elementos, datos o
factores, aunque fuera mínimamente, han de ser externos a la versión de la
víctima y referidos a la participación del imputado en el hecho punible
atribuido (STSE de 14-3-2014).
C. Que las declaraciones sean persistentes y se mantengan a lo largo del
proceso, así como que carezcan de contradicciones entre ellas. No se
requiere una coincidencia absoluta, basta con que se ajusten a una línea
uniforme de la que se pueda extraer, al margen de posibles matizaciones e
imprecisiones, una base sólida y homogénea que constituya un referente
reiterado y constante, que esté presente en todas las declaraciones (STSE de
10-7-2007). Este supuesto es al que el último Acuerdo Plenario relativizó o
matizó, en atención a las especiales características y situación de la víctima
[ASENCIO MELLADO, Derecho Procesal Penal, Valencia, 2012, p. 289].
16.° El artículo 62 del Reglamento estipuló, sobre este punto: “En los supuestos
de retractación y no persistencia en la declaración incriminatoria de la víctima
de violación sexual [que no se explica por qué no se extendió a otros
supuestos de vulnerabilidad: sujetos pasivos y delitos, aunque tal limitación,
por la naturaleza de la norma en cuestión, no permite una interpretación a
contrario sensu, sino analógica], el Juzgado evalúa el carácter prevalente de
la sindicación primigenia, siempre que esta sea creíble y confiable. En todo
caso, la validez de la retractación de la víctima es evaluada con las pautas
desarrolladas en los acuerdos plenarios de la materia”.
Esto último ya ha sido desarrollado en el Acuerdo Plenario número 1-2011/CJ-
116, de 6-12-2011. Cabe precisar que:
A. Los tres elementos arriba descritos no pueden considerarse como
requisitos formales, de modo que tuvieran que concurrir todos unidos para
que se pueda dar crédito a la declaración de la víctima como prueba de cargo.
Tienen, pues, un carácter relativo, encaminado a orientar el sentido de la
decisión judicial pero a los que, en modo alguno, cabe otorgar un carácter
normativo que determine el contenido de la sentencia [FUENTES SORIANO
,Obra citada, p. 126]. Puede reconocerse, desde luego, la existencia de
enemistad entre autor o víctima, pues este elemento solo constituye una
llamada de atención para realizar un filtro cuidadoso de las declaraciones de
aquella, desde que no se puede descartar que, pese a tales características o
debilidades, pueden ostentar solidez, firmeza y veracidad objetiva. De igual
modo, la víctima puede retractarse, por lo que será del caso analizar las
verdaderas razones de la retractación –muy común en razón del lapso
temporal entre la fecha del delito y la fecha de la declaración plenaria–, y el
nivel de coherencia y precisión de la primera declaración incriminadora.
Como se sabe, desde las investigaciones criminológicas, las presiones
sociales, culturales y familiares, así como la propia relación compleja entre
agresor y víctima, tienen una importancia trascendental en la retractación de
esta última.
B. Es imprescindible, eso sí, que el testimonio incriminador sea coherente y
sólido (fiable), y que, además, esté corroborado, es decir, que supere la
exigencia de confrontación de sus aportes con los de otra procedencia,
aunque fuera mínimos, para confirmar la calidad de los datos proporcionados.
C. Es inevitable, no obstante, descartar la sindicación de la víctima cuando
carece de los tres elementos antes enumerados, pues ello determina un vacío
probatorio o ausencia de prueba, que por respeto a la garantía de presunción
de inocencia exige la absolución.
17.°El artículo 61 del Reglamento establece algunas reglas de prueba en
delitos de violencia sexual, referidas tanto al consentimiento como a la
honorabilidad de la víctima. Sobre lo primero, en primer lugar, no se aceptan
conclusiones contrarias sobre el consentimiento a la actividad sexual –este
siempre ha de ser libre y voluntario–, si medió fuerza, amenaza, coacción o
aprovechamiento de un entorno coercitivo. En segundo lugar, cuando la
víctima sea incapaz de dar un consentimiento libre, por las circunstancias
precedentes, no se aceptan conclusiones a partir de alguna palabra o
conducta de esta última –el contexto en que actúa es decisivo–. En tercer
lugar, de igual manera, cuando la víctima guarda silencio o no opone
resistencia, no se puede presumir que aceptó el acto sexual, pues el ejercicio
de violencia, amenazas o el entorno coercitivo en que se ve sometida lo
impide.
Finalmente, no es una regla de experiencia válida, fundar la disponibilidad
sexual de la víctima o de un testigo –dado el bien jurídico vulnerado: libertad
sexual–, sobre la base de su conducta anterior o posterior. Debe analizarse
el hecho violento como tal –en sí mismo–, pues a toda persona, sea cual fuere
su conducta previa o posterior al evento delictivo, se le respeta su libertad de
decisión y, en todo momento, se le reconoce su dignidad.
Es obvio que en casos de menores de catorce años de edad, por el bien
jurídico vulnerado: indemnidad sexual, tales referencias no son de recibo.
(A.P. N° 4-2016/CJ-116.).

21 Aspectos generales sobre la valoración de la declaración de la víctima.


10°. En el segundo espacio, el cambio esencial es el siguiente:
∞ Modifica el artículo 242 CPP, sobre los supuestos de la prueba anticipada.
Introdujo el literal d), en el apartado 1, en que sin necesidad de un motivo
específico de indisponibilidad o irrepetibilidad, procede anticipar prueba en
los casos de declaraciones de niños, niñas y adolescentes agraviados en los
procesos por delitos de trata de personas, violación contra la libertad sexual,
proxenetismo, ofensas al pudor público y contra la libertad. Una modalidad
especial de actuación de la referida prueba personal es la intervención de
psicólogos especializados –quienes intervienen en ella pero no la dirigen, en
tanto se trata de una potestad exclusivamente jurisdiccional– “[…] en cámaras
Gesell o salas de entrevistas implementadas por el Ministerio Público”
(modalidad parecida a la prescripta en el artículo 171.3 CPP).
∞ Cabe acotar lo insólito del último extremo del aludido enunciado normativo,
pues las actuaciones judiciales se realizan regularmente en las instalaciones
del Poder Judicial, no de una institución ajena a la institución judicial, menos
del órgano acusador –más allá de la posible explicación presupuestal que
entraña–. Ello, por consiguiente, obligará al Poder Judicial a implementar
Salas de Entrevistas propias y bajo sus específicos parámetros de ordenación
procesal, pues de otra forma no se cumpliría a cabalidad el rol directivo del
proceso por el juez y su condición de órgano suprapartes.
10º. El Reglamento regula, de modo específico, lo relativo a las medidas de
protección, a su variabilidad, así como a la consideración de reglas de
conducta (artículo 55) que le atribuye, de suerte que, de ser así, permitirá la
revocatoria de la suspensión condicional de la pena o de la reserva del fallo
condenatorio y, adicionalmente, por expresa remisión legal, del
procesamiento penal del culpable en caso de incumplimiento.
∞ Las medidas de protección (i) deben entenderse como medidas
provisionales que inciden, de uno u otro modo, en el derecho a la libertad del
imputado –y también, según la Ley, en el derecho de propiedad, aunque en
este caso su calidad cautelar es indiscutible–, y buscan proteger a la víctima
de futuras y probables agresiones, con lo que cumplen su función de
aseguramiento y prevención [GIMENO SENDRA, Derecho Procesal Penal,
Madrid, 2015, p. 700]; (ii) buscan otorgar a la víctima la debida protección
integral frente a actos de violencia [DÍAZ PITA, “Violencia de Género: el
sistema de medidas judiciales de protección y de seguridad de las víctimas”.
En Estudios (…), Valencia, p. 338]; (iii) inciden en el periculum in dannum –
peligro fundado en la reiteración delictiva–, pero es apropiado enfatizar que
apuntan a otorgar a la víctima la protección necesaria para que pueda hacer
efectivo el ejercicio cotidiano de sus derechos [FUENTES SORIANO, El
enjuiciamiento de la violencia de género, Madrid, 2009, p. 73].
∞ Tres son sus notas características. Primera, son aquellas que se reconocen
en el artículo 22 de la Ley y 37 del Reglamento, entendiéndose como medidas
específicas. Segunda, incoado el proceso penal, bajo la dirección del juez
penal, también pueden imponerse, sin perjuicio de aquellas, otras previstas
taxativamente en los artículos 248 y 249 CPP. Tercera, como medidas
provisionales, están sujetas al principio de variabilidad, como lo definen el
artículo 41 del Reglamento y, especialmente, el artículo 250 CPP.
∞ Siendo provisionales, las medidas de protección están sujetas a los
principios de intervención indiciaria (sospecha razonable de comisión
delictiva por el imputado) y de proporcionalidad (cumplimiento de los
subprincipios de necesidad, adecuación y estricta proporcionalidad –en orden
a los fines de protección: aseguramiento y prevención–). La revocatoria de la
medida y la aplicación de una medida de restricción más intensa de la libertad
–expresión de su variabilidad–, se tendrá en cuenta la incidencia del
incumplimiento, sus motivos, gravedad y circunstancias, sin perjuicio de las
responsabilidades que del incumplimiento pudieran resultar [GIMENO
SENDRA, Obra citada, p. 700].
∞ De otro lado, el Reglamento instaura reglas de valoración de la prueba
respecto de la declaración de la víctima en delitos de violencia sexual –y de
otros actos de violencia descritos en la Ley, en cuanto sean pertinentes
(artículo 63)–, tanto en el plano de la apreciación del consentimiento y su
credibilidad (artículo 61), como en relación a la persistencia de la sindicación
de la víctima –a su relativización, en todo caso– (artículo 62).
§ 2. Aspectos de Derecho procesal de la Ley 30364 y su Reglamento
11º. Los cambios generados en la legislación procesal penal, desde luego,
serán materia de los debates y estudios jurídicos respectivos, y de las
oportunas interpretaciones y criterios de aplicación por los jueces en los
casos sometidos a su conocimiento. No es posible ni deseable abarcar en este
Acuerdo Plenario, con carácter definitivo, la amplia gama de situaciones
procesales a los que tendrá lugar esta normatividad en los procesos penales
concretos. Por ello, en función a las exigencias más acuciantes del momento,
solo será conveniente abordar dos temas: a) la declaración de la víctima y b)
su valor probatorio, en el nuevo ordenamiento procesal penal.
12º. Declaración de la víctima. El Código Procesal Penal parte de una premisa
fundamental en materia de las actuaciones de la investigación preparatoria,
sancionada en el artículo IV del Título Preliminar CPP. Establece, al respecto,
que “Los actos de investigación que practica el Ministerio Público o la Policía
Nacional no tienen carácter jurisdiccional. Cuando fuera indispensable una
decisión de esta naturaleza la requerirá del órgano jurisdiccional, motivando
debidamente su petición”. En esta misma perspectiva, el artículo 325 CPP
dispone que: “Las actuaciones de la investigación solo sirven para emitir las
resoluciones propias de la investigación y de la etapa intermedia. Para los
efectos de la sentencia tienen carácter de actos de prueba las pruebas
anticipadas recibidas de conformidad con los artículos 242 y siguientes, y las
actuaciones objetivas e irreproducibles [prueba preconstituida] cuya lectura
en el juicio oral autoriza este Código”.
∞ La prueba documental y las diligencias documentadas –prueba
“documentada”– susceptibles de oralización en el juicio oral, desde lo previsto
en el citado artículo 325 CPP, están indicadas en el artículo 383 CPP. Según
esta última norma procesal se oralizan, entre otras, primero, las actas que
contienen la prueba anticipada –bajo los términos del artículo 384 del citado
Código–; y, segundo, las actas que contienen diligencias objetivas e
irreproducibles, de suerte que toda acta o diligencia distinta de ese listado no
puede ser incorporada al juicio, pues, de ser así devendría en inutilizable –
categoría procesal de origen italiano–, por imperio del artículo 393.1 CPP. La
oralización de las declaraciones prestadas en sede de investigación
preparatoria solo es posible en los marcos descritos en los artículos 376.1
CPP (imputados) y 378.6 CPP (testigos y peritos).
∞ La prueba anticipada, en cuanto modalidad de prueba sumarial, está
condicionada al cumplimiento de los requisitos de (i) indisponibilidad o
irrepetibilidad del acto y (ii) urgencia. Estos requisitos se exceptúan –o mejor
dicho, se entienden cumplidos iure et de iure– en el caso de niñas, niños y
adolescentes víctimas de delitos de trata, violación de la libertad personal, de
la libertad sexual, proxenetismo, ofensas al pudor público y contra la libertad
personal, que es uno de los cambios trascendentes de la Ley en el aspecto
procesal.
La aceptación y actuación de la prueba anticipada está sujeta a un trámite
previo de admisibilidad y, luego, al necesario concurso en su actuación del
Fiscal y del defensor del imputado, así como de las demás partes procesales
–lo que presupone, por lo menos, una definición en su actuación de la
individualización del sujeto pasivo del procedimiento penal (imputado y
defensor; si no tiene designado uno, la diligencia se entenderá con el abogado
de oficio) y, por cierto, de la víctima, cuya asistencia jurídica impone la Ley–,
conforme lo estipula el artículo 245.1 y 2 CPP. Queda claro que esta prueba,
por las lógicas de necesidad y urgencia de su actuación, puede ser solicitada
no solo en sede de investigación preparatoria formalizada y del procedimiento
intermedio, sino también en el ámbito de las diligencias preliminares. No
existe ninguna prohibición legal al respecto ni exigencia previa de
procedibilidad.
13º. Desde el punto de vista de la legalidad o licitud de la declaración de la
víctima –juicio de valorabilidad–, esta, para ser considerada jurídicamente
prueba o prueba lícita, debe ejecutarse mediante el supuesto de anticipación
probatoria del artículo 242 CPP o, en su defecto, bajo la regla general, con las
especialidades correspondientes, de actuación en el juicio oral (cfr.: artículos
171.3, 380 y 381.2 CPP), sin que ello obste a que se reciba una manifestación –
o registro de información– en sede de investigación preparatoria con el mero
carácter de acto de investigación. Las notas de contradicción efectiva –de
carácter plena– y de inmediación judicial –de carácter relativa cuando se
actúa en vía de anticipación probatoria, pues se hace ante un juez distinto del
juez de enjuiciamiento–, explican esta exigencia legal, que se enraízan en el
respeto de las garantías del debido proceso y defensa procesal.
14º. Es verdad que el artículo 19 de la Ley estatuye que la declaración de la
niña, niño, adolescente o mujer – incluso de la víctima mayor de edad– se
practicará bajo la técnica de entrevista única y que su ampliación, en sede de
Fiscalía, solo cabe cuando se trata de aclarar, complementar o precisar algún
punto sobre su declaración. No obstante, cabe acotar que esa norma no puede
imponerse a lo que la misma Ley consagra al modificar el artículo 242 CPP, y
al hecho de que la declaración en sede preliminar no tiene el carácter de acto
o medio de prueba.
∞ Esta disposición, en todo caso, solo rige para los procedimientos no penales
de la violencia contra las mujeres y los integrantes del grupo familiar. Para
los procesos penales, como no puede ser de otra forma, son de aplicación las
reglas del Código Procesal Penal y sus respectivas modificatorias. Además,
cabe aclarar que no es que en el primer caso se trate de prueba
preconstituida –como indica la Ley–, sino de una modalidad sui géneris –y
ciertamente opinable– de prueba anticipada, sin intervención del juez. La
prueba preconstituida, por su propia naturaleza, más allá de su
indisponibilidad o irrepetibilidad y urgencia –con casi exclusión del principio
de contradicción en su actuación, por obvias razones–, está referida, con la
salvedad de las pruebas personales, a las pruebas materiales, a los
documentos, a las diligencias objetivas e irreproducibles (recogida del cuerpo
del delito, aseguramiento de documentos, inspección cuando no se identificó
aun al imputado, actos de constancia policial inmediata, diligencias
alcoholimétricas, fotografías, planos, etcétera).
∞ Las citadas disposiciones legales, por lo demás, obligan al Ministerio
Público a trazar una adecuada estrategia procesal para el aporte de la
declaración de la víctima, esencialmente cuando se trata de niños, niñas y
adolescentes, que por su edad son especialmente vulnerables. Está claro que
se debe obtener información de las víctimas para el desarrollo del
procedimiento de investigación preparatoria –muchas técnicas de acceso a
su información pueden articularse más allá de la tradicional “manifestación”–
, pero su declaración con carácter probatorio, si se pretende que sea única,
con evitación de la criminalización secundaria, deberá obtenerse bajo el
sistema de anticipación probatoria o, en su defecto, esperar al juicio oral; dato
último que, por lo que cabe entender, en función a las estructuras de presión
familiar y de dificultades reales de un apoyo integral, con un adecuado
sistema de protección –que es de esperar sea efectivo–, no es especialmente
recomendable.
∞ La información que proporciona un órgano de prueba –prueba personal–
debe cumplir con dos exigencias: contradicción –la más importante y no
excluible– e inmediación.
15º. Valoración de la declaración de la víctima. La regla general de valoración
probatoria es la contemplada en el artículo 158.1 CPP: “En la valoración de la
prueba el Juez deberá observar las reglas de la lógica, la ciencia y las
máximas de la experiencia […]”. A este principio el artículo 393.2 CPP
denomina, siguiendo la tradición hispana, reglas de la sana crítica.
∞ El juez, sin duda, es libre para decidir, según la prueba actuada, acerca de
los hechos objeto del proceso penal. La sentencia penal debe estar fundada
en la verdad, entendida como coincidencia con la realidad –o, mejor dicho,
elevada probabilidad de que hayan ocurrido los hechos–. Para ello, el juez
debe observar los estándares mínimos de la argumentación racional [VOLK,
KLAUS: Curso fundamental de Derecho Procesal Penal, Buenos Aires, 2016,
pp. 387-388].
∞ Un postulado, en el que las exigencias de la racionalidad epistemológica se
expresa con cierta particularidad, tiene lugar en los denominados delitos de
clandestinidad y, por extensión, en los delitos en que su comisión está en
función a la vulnerabilidad de la víctima –que es el caso típico tanto de los
delitos de trata de personas, como de los delitos contra niños, niñas,
adolescentes y mujeres en contextos de violencia familiar o doméstica–. Ha
sido la jurisprudencia de este Supremo Tribunal, a fin de consolidar
mecanismos de seguridad en la valoración probatoria, traducidos en reglas
valorativas, la que a través de los Acuerdos Plenarios números 2-2005/CJ-
116, de 30-9-2005, sobre sindicación de la víctima, y 1-2011/CJ-116, de 6-12-2011,
sobre la apreciación de la prueba en el delito de violación sexual, que sirven
para aceptar el mérito de las declaraciones en cuestión –se trata de un
testimonio con estatus especial, pues no puede obviarse la posibilidad de que
su declaración resulte poco objetiva por haber padecido directamente las
consecuencias de la perpetración del delito, así como por el hecho de erigirse
en parte procesal [por ejemplo: STSE de 28-10-1992. FUENTES SORIANO, Obra
citada, p. 124]–, la que estableció las siguientes pautas o criterios:
A. Que no existan motivos para pensar que hay relaciones entre denunciante
e imputado que puedan incidir en la parcialidad de la deposición –es decir,
inexistencia de móviles espurios (imparcialidad subjetiva), que le resten
solidez, firmeza y veracidad objetiva (STSE de 5-11-2008)–, desde que, como
es evidente, no se puede poner en tela de juicio la credibilidad del testimonio
de la víctima por el hecho de ser tal (STSE de 21-7-2003).
B. Que las declaraciones sean contundentes, es decir, coherentes y creíbles,
sin ambigüedades, generalidades o vaguedades, y que el relato mantenga la
necesaria conexión lógica entre sus diversas partes–. Verosimilitud, que a su
vez exige el suplementario apoyo de datos objetivos que permitan una
conclusión incriminatoria, esto es, presencia de datos añadidos a la pura
manifestación subjetiva de la víctima (STSE de 23-10-2008); es lo que se
denomina “corroboración periférica de carácter objetiva”. Dos son las
exigencias constitucionalmente impuestas: aportación al proceso
contradictoriamente y corroboración del resultado con datos externos (STCE
57/2009). En este último caso, se entiende que los elementos, datos o
factores, aunque fuera mínimamente, han de ser externos a la versión de la
víctima y referidos a la participación del imputado en el hecho punible
atribuido (STSE de 14-3-2014).
C. Que las declaraciones sean persistentes y se mantengan a lo largo del
proceso, así como que carezcan de contradicciones entre ellas. No se
requiere una coincidencia absoluta, basta con que se ajusten a una línea
uniforme de la que se pueda extraer, al margen de posibles matizaciones e
imprecisiones, una base sólida y homogénea que constituya un referente
reiterado y constante, que esté presente en todas las declaraciones (STSE de
10-7-2007). Este supuesto es al que el último Acuerdo Plenario relativizó o
matizó, en atención a las especiales características y situación de la víctima
[ASENCIO MELLADO, Derecho Procesal Penal, Valencia, 2012, p. 289].
16º. El artículo 62 del Reglamento estipuló, sobre este punto: “En los supuestos
de retractación y no persistencia en la declaración incriminatoria de la víctima
de violación sexual [que no se explica por qué no se extendió a otros
supuestos de vulnerabilidad: sujetos pasivos y delitos, aunque tal limitación,
por la naturaleza de la norma en cuestión, no permite una interpretación a
contrario sensu, sino analógica], el Juzgado evalúa el carácter prevalente de
la sindicación primigenia, siempre que esta sea creíble y confiable. En todo
caso, la validez de la retractación de la víctima es evaluada con las pautas
desarrolladas en los acuerdos plenarios de la materia”.
Esto último ya ha sido desarrollado en el Acuerdo Plenario número 1-2011/CJ-
116, de 6-12-2011. Cabe precisar que:
A. Los tres elementos arriba descritos no pueden considerarse como
requisitos formales, de modo que tuvieran que concurrir todos unidos para
que se pueda dar crédito a la declaración de la víctima como prueba de cargo.
Tienen, pues, un carácter relativo, encaminado a orientar el sentido de la
decisión judicial pero a los que, en modo alguno, cabe otorgar un carácter
normativo que determine el contenido de la sentencia [FUENTES SORIANO,
Obra citada, p. 126]. Puede reconocerse, desde luego, la existencia de
enemistad entre autor o víctima, pues este elemento solo constituye una
llamada de atención para realizar un filtro cuidadoso de las declaraciones de
aquella, desde que no se puede descartar que, pese a tales características o
debilidades, pueden ostentar solidez, firmeza y veracidad objetiva. De igual
modo, la víctima puede retractarse, por lo que será del caso analizar las
verdaderas razones de la retractación –muy común en razón del lapso
temporal entre la fecha del delito y la fecha de la declaración plenarial–, y el
nivel de coherencia y precisión de la primera declaración incriminadora.
Como se sabe, desde las investigaciones criminológicas, las presiones
sociales, culturales y familiares, así como la propia relación compleja entre
agresor y víctima, tienen una importancia trascendental en la retractación de
esta última.
B. Es imprescindible, eso sí, que el testimonio incriminador sea coherente y
sólido (fiable), y que, además, esté corroborado, es decir, que supere la
exigencia de confrontación de sus aportes con los de otra procedencia,
aunque fuera mínimos, para confirmar la calidad de los datos proporcionados.
C. Es inevitable, no obstante, descartar la sindicación de la víctima cuando
carece de los tres elementos antes enumerados, pues ello determina un vacío
probatorio o ausencia de prueba, que por respeto a la garantía de presunción
de inocencia exige la absolución.
17º. El artículo 61 del Reglamento establece algunas reglas de prueba en
delitos de violencia sexual, referidas tanto al consentimiento como a la
honorabilidad de la víctima. Sobre lo primero, en primer lugar, no se aceptan
conclusiones contrarias sobre el consentimiento a la actividad sexual –este
siempre ha de ser libre y voluntario–, si medió fuerza, amenaza, coacción o
aprovechamiento de un entorno coercitivo. En segundo lugar, cuando la
víctima sea incapaz de dar un consentimiento libre, por las circunstancias
precedentes, no se aceptan conclusiones a partir de alguna palabra o
conducta de esta última –el contexto en que actúa es decisivo–. En tercer
lugar, de igual manera, cuando la víctima guarda silencio o no opone
resistencia, no se puede presumir que aceptó el acto sexual, pues el ejercicio
de violencia, amenazas o el entorno coercitivo en que se ve sometida lo
impide.
Finalmente, no es una regla de experiencia válida, fundar la disponibilidad
sexual de la víctima o de un testigo –dado el bien jurídico vulnerado: libertad
sexual–, sobre la base de su conducta anterior o posterior. Debe analizarse
el hecho violento como tal –en sí mismo–, pues a toda persona, sea cual fuere
su conducta previa o posterior al evento delictivo, se le respeta su libertad de
decisión y, en todo momento, se le reconoce su dignidad.
Es obvio que en casos de menores de catorce años de edad, por el bien
jurídico vulnerado: indemnidad sexual, tales referencias no son de recibo.
(A.P. Nº 5-2016-CIJ-116).
22 La prueba en el delito de violación sexual.
28º. El Juez es soberano en la apreciación de la prueba. Ésta, empero, no
puede llevarse a cabo sin limitación ni control alguno. Sobre la base de una
actividad probatoria concreta –nadie puede ser condenado sin pruebas y que
éstas sean de cargo–, y jurídicamente correcta –las pruebas han de ser
practicadas con todas y cada una de las garantías que le son propias y
legalmente exigibles–, se ha de llevar a cabo con arreglo a las normas de la
lógica, máximas de la experiencia –determinadas desde parámetros
objetivos– y los conocimientos científicos; es decir, a partir de la sana crítica,
razonándola debidamente (principio de libre valoración con pleno respeto de
la garantía genérica de presunción de inocencia: artículos VIII TP, 158°.1 y
393°.2 NCPP).
29º. La selección y admisión de la prueba en el proceso penal se informa del
principio de pertinencia de la prueba –de expresa relevancia convencional–,
así como los principios de necesidad –que rechaza la prueba sobreabundante
o redundante–, conducencia o idoneidad, y utilidad o relevancia. El primero
exige la vinculación lógico-jurídica entre el objeto de prueba y el medio de
prueba. Tal circunstancia no cambia para el caso del procesamiento de delitos
sexuales, donde es en función de las particularidades situacionales del hecho
sexual que se distingue, escoge y prefiere entre los distintos medios de
prueba que se tienen al alcance para determinar, confirmar o rechazar la tesis
inculpatoria objeto de prueba. 30º. La recolección de los medios de prueba en
el caso de delitos sexuales no constituye una selección acostumbrada,
uniforme y cotidiana aplicada por igual a todos los casos de agresión sexual,
menos aún su valoración. Atento al principio de pertinencia, el medio de
prueba debe guardar estrecha relación con la materia que se quiere dilucidar,
distinguiéndose: a) por el grado de ejecución: la de un hecho tentado o
consumado; b) por el objeto empleado para la penetración: miembro viril o un
objeto análogo; c) la zona corporal ultrajada: vaginal, anal o bucal; d) por la
intensidad de la conducta: penetración total o parcial; e) por el medio
coaccionante empleado: violencia física, violencia moral o grave amenaza; f)
por las condiciones personales de la víctima: mayor de edad, menor de edad,
aquella que no pudo consentir jurídicamente, el incapaz porque sufre
anomalía psíquica, grave alteración de la conciencia o retardo mental.
31º. El Juez atenderá, en concreto, las particularidades de cada caso para
establecer la relevancia de la prueba como consecuencia de la declaración de
la víctima o testigo, y la adecuará a la forma y circunstancias en que se
produjo la agresión sexual (unida a su necesidad –aptitud para configurar el
resultado del proceso- y a su idoneidad –que la ley permite probar con el
medio de prueba el hecho por probar–). A manera de ejemplo, si para el
acceso carnal medió únicamente grave amenaza –en cuyo caso ni siquiera
requiere algún grado de resistencia– no es exigible que el examen médico
arroje lesiones paragenitales que evidencien resistencia física por parte de la
víctima. Se ha de acudir a otros medios de corroboración, tal es el caso de la
pericia psicológica, u otras que se adecuen a las peculiaridades del hecho
objeto de imputación.
32º. Las variadas combinaciones que la multiplicidad de conductas reguladas
puede arrojar y aplicarse en la praxis a un supuesto determinado de la
realidad exige al Juzgador valerse de los distintos medios de prueba actuados
en la causa que por su naturaleza puedan corroborar una incriminación. Así
la problemática que advierte respecto a la indebida valoración de la pericia
médico legal que no consigna lesiones paragenitales y/o himeneales, se
despeja sin más a través de una atenta aplicación del principio de idoneidad
de la prueba penal en relación a las circunstancias y medios empleados por
el agresor para conseguir el quiebre de la voluntad de la víctima. Si los medios
delictivos consisten en la amenaza, la penetración vaginal fue incompleta, o
la agresión sexual radicó en la práctica genitalica-bucal, resulta absurdo
admitir a trámite la referida prueba técnica, actuarla y, menos, valorarla. Será
la declaración de la víctima la que, finalmente oriente la dirección de la prueba
corroborativa. De este modo, se desmitifica la prueba médico forense como
una prueba de actuación obligatoria ante la sola mención del tipo legal
imputado.
33º Lo expuesto no importa disminuir el alcance probatorio de la pericia
médico-legal, sino identificar el contexto en la que sus conclusiones
adquieren real vinculación y potencialidad con la acción delictiva objeto de
imputación. Dicha prueba pericial será trascendente cuando se atribuya -
usualmente por parte de la propia víctima- el empleo de agresión física,
penetración violenta o sangrado producto de los hechos, las que de no
evidenciarse, pese a la inmediatez de la actuación de la pericia, será relevante
para debilitar el alcance de la declaración de la víctima o considerar la
ausencia de corroboración.
34º. El principio de pertinencia y el derecho constitucional de la víctima a que
se proteja su derecho a la intimidad transforman las pruebas solicitadas para
indagar respecto a su comportamiento sexual o social, anterior o posterior al
evento criminal acaecido, en pruebas constitucionalmente inadmisibles,
cuando impliquen una intromisión irrazonable, innecesaria y
desproporcionada en su vida íntima. Éste sería el caso cuando se indaga
genéricamente sobre el comportamiento sexual o social de la víctima, previo
o posterior a los hechos objeto de investigación o enjuiciamiento –esta es la
base de la regla 71 de las Reglas de Procedimiento y Prueba de la Corte Penal
Internacional-. Por el contrario, ningún reparo se advierte en los actos de
demostración y de verificación de las circunstancias en que se realizó la
agresión sexual imputada.
35º La regla expuesta, en clave de ponderación, está limitada por la garantía
genérica de defensa procesal y en el principio de contradicción. Frente a un
conflicto entre ambos derechos fundamentales y garantías constitucionales,
para proceder a la indagación íntima de la víctima, en principio prohibida
(Regla 71 ya citada), deberá identificarse una vinculación lógica entre la
prueba indagatoria restrictiva de la vida íntima y la tesis defensiva
correspondiente, por lo que dicho examen sólo cabría si (i) tal indagación está
dirigida a demostrar que el autor del ilícito es otra persona y no el procesado;
(ii) o si como, consecuencia de impedir esa indagación, se vulnera gravemente
la garantía de defensa del imputado. Por ejemplo, cuando éste trate de
acreditar anteriores o posteriores contactos sexuales con la víctima que
acrediten de ese modo el consentimiento del acto.
A estos efectos, deberá superarse, además, el test de proporcionalidad que
finalmente justifique la idoneidad de la prueba indagatoria al objeto de la
prueba en prevalencia del derecho de defensa del imputado. Este test exige,
en primer lugar, analizar el fin buscado para ver si es imperioso para la
defensa; en segundo lugar, examinar si el medio para llegar a dicho fin es
legítimo; y, en tercer lugar, estudiar la relación entre el medio y el fin
aplicando un juicio de necesidad. Luego, de ser razonable a la luz de estos
pasos, se aplicará el juicio de proporcionalidad en sentido estricto para
determinar si el grado de afectación del derecho a la intimidad es
desproporcionado [Sentencia de la Corte Constitucional Colombiana T-
453/05, del dos de mayo de 2005].
36º Estas previsiones jurisprudenciales persiguen evitar innecesarios
cuestionamientos de la idoneidad moral de la víctima, los cuales legitimarían
una gama de prejuicios de género, orientados a rechazar la imputación penal
con base a su comportamiento sexual. Tales cuestionamientos son
innecesarios y conllevan una irrazonable intromisión en la vida íntima de la
víctima sin que aporte ningún elemento probatorio de lo sucedido en la
relación entre víctima y acusado. (A.P. N° 1-2011/CJ-116.).

23 Nulidad:
la valoración de la prueba que no ha sido sometida a conocimiento y a debate
por las partes, afecta la garantía del debido proceso. SEXTO. Desde la
perspectiva procesal, igualmente, al recurrente se le reconocen derechos y
garantías. En cuanto a la actuación probatoria, esta se encuentra sujeta a lo
establecido en los artículos 229, 232 y 237 del Código de Procedimientos
Penales; ello es que la prueba a actuar en el juicio oral solo puede ser llevada
a cabo con el respeto de las reglas de su admisión, y queda vedado valorar
aquello que no ha sido sometido a contradictorio, pues la “sorpresa” en la
valoración de actuación judicial que no ha sido sometida a conocimiento y
debate de las partes afecta la garantía del debido proceso.
SÉPTIMO. En el presente, revisten gravedad los hechos incriminados y el
contexto en que estos de realizaron, de ahí que frente a un acto de violación
contra menores, las autoridades deben llevar adelante el proceso con
determinación y eficacia, sin violentar las reglas del proceso, pues no es
posible juzgar a costa de todo, ya que tenemos obligaciones importantes
dentro del sistema de justicia: el deber de debida diligencia en la investigación
y sanción y la aplicación adecuada del marco jurídico de protección. (R.N. Nº
2717-2016-LORETO (1ra SPT).

24 Principio de inmediación y la valoración de la prueba por el juez.


10. En relación al principio de inmediación, […]. Mediante este se asegura que
“la actividad probatoria debe transcurrir en presencia del juez encargado de
pronunciar sentencia, puesto que solo de esta manera se garantiza que exista
un contacto directo entre el juzgador y los medios de prueba aportados al
proceso, que permitirá a este ponderarlos en forma debida y plasmar sus
conclusiones en finilla suficiente y razonada al momento de emitir sentencia
condenatoria” (STC N° 0849-2011-HC/TC).
11. En la STC 2201-2012-PA/TC este Tribunal recordó que la actuación y la
valoración de la prueba personal, en su relación con el principio de
inmediación, presenta dos facetas: una personal y otra estructural:
La primera, que se refiere a los datos relacionados con la percepción
sensorial del juez: lenguaje, capacidad narrativa, expresividad de las
manifestaciones, precisiones en el discurso, etc., no es susceptible de
supervisión y control en apelación, es decir no puede ser variada. La segunda,
cuyos datos se refieren a la estructura racional del contenido de la prueba,
ajenos en sí mismos a la percepción sensorial del juzgador, si puede ser
fiscalizada y variadas. En este contexto, el relato fáctico que el juez asume
como hecho probado no siempre es inmutable, pues a) puede ser entendido o
apreciado con manifiesto error o de modo radicalmente inexacto; b) puede ser
oscuro, impreciso, dubitativo, ininteligible, incompleto, incongruente o
contradictorio en sí mismo: o, c) ha podido ser desvirtuado por pruebas
practicadas en segunda instancia. STC N°. 2028-2004-HC/TC). (STC. EXP. N°
02738-2014-PHC/TC-ICA).

25 El principio de inmediación y su relación con el derecho a la prueba.


5. […] “el principio de inmediación conforma el derecho a la prueba. De acuerdo
con el principio de inmediación, la actividad probatoria debe transcurrir en
presencia del juez encargado de pronunciar sentencia, puesto que solo de
esta manera se garantiza que exista un contacto directo entre el juzgador y
los medios de prueba aportados al proceso, que permitirá a este ponderarlos
en forma debida y plasmar sus conclusiones en forma suficiente y razonada
al momento de emitir sentencia condenatoria” (Exp. Nº 0849-2011-HC/TC, FJ
6). Sin embargo, este Tribunal Constitucional también tiene sentado en su
jurisprudencia que ni todo derecho ni todo principio es absoluto, pues estos
se pueden sujetar a limitaciones o excepciones. En ese sentido, tal como lo
señala la literatura especializada que ha sido válidamente recogida por la
Corte Suprema de Justicia de la República (Casación Nº 05-2007-Huaura) y
que este Tribunal la hace de recibo, la actuación y la valoración de la prueba
personal en su relación con el principio de inmediación presenta dos
dimensiones: una personal y otra estructural. La primera, que se refiere a los
datos relacionados con la percepción sensorial del juez: lenguaje, capacidad
narrativa, expresividad de las manifestaciones, precisiones en el discurso,
etc., no es susceptible de supervisión y control en apelación, es decir no puede
ser variada. La segunda, cuyos datos se refieren a la estructura racional del
contenido de la prueba, ajenos en sí mismos a la percepción sensorial del
juzgador, sí puede ser fiscalizada y variadas. En este contexto, el relato fáctico
que el juez asume como hecho probado no siempre es inmutable, pues a)
puede ser entendido o apreciado con manifiesto error o de modo radicalmente
inexacto; b) puede ser oscuro, impreciso, dubitativo, ininteligible, incompleto,
incongruente o contradictorio en sí mismo; o, c) ha podido ser desvirtuado por
pruebas practicadas en segunda instancia. En este segundo conjunto de
supuestos, se encuentra constitucionalmente justificada la variación del valor
de la prueba personal otorgada por el juez de primera instancia sobre la base
del principio de inmediación, y, por tanto, no sería preciso declarar la
inconstitucionalidad del acto procesal que lo contiene. (STC. EXP. N° 02201-
2012-PA/TC).

26 La garantía de la inmediación de la prueba en juicio oral.


(…) Por ello, si bien con carácter general una vertiente del principio de
inmediación puede identificarse con la presencia judicial durante la práctica
de la prueba, en un sentido más exacto, en realidad, “la garantía de la
inmediación consiste en que la prueba se practique ante el órgano judicial al
que corresponde su valoración. En la medida en que implica el contacto
directo con la fuente de prueba, la inmediación adquiere verdadera
transcendencia en relación con las pruebas caracterizadas por la oralidad,
esto es, las declaraciones, cualquiera que sea el concepto en el que se
presten. De modo que su dimensión de garantía constitucional (...) resulta
vinculada a la exigencia constitucional de que los procesos sean
predominantemente orales, sobre todo en materia penal” (STC N° 135/2011, de
fecha 12 de setiembre de 2011).
13. La inmediación, así, es una garantía de corrección, que evita los riesgos de
valoración inadecuada a causa de la intermediación entre la prueba y el
órgano de valoración y que, en el caso de las pruebas personales, permite
apreciar no solo lo esencial de una secuencia verbal trasladada a un escrito
por un tercero, sino la totalidad de las palabras y el contexto y modo en que
fueron pronunciadas. Esto es, permite acceder a la totalidad de los aspectos
comunicativos verbales y no verbales del declarante y de terceros. En este
sentido, tal garantía implica:
[...] una actividad procesal que ha de insertarse en la segunda instancia y que
se identifica con una vista o audiencia, pública y contradictoria, en la que se
realice el examen “directo y personal” –esto es, con inmediación– de las
personas cuya declaración va a ser objeto de nueva valoración. Este examen
“personal y directo” implica la concurrencia temporoespacial de quien declara
y ante quien se declara, pues la garantía constitucional estriba tanto en que
quien juzga tenga ante sí a quien declara como en que el declarante pueda
dirigirse a quien está llamado a valorar sus manifestaciones. (STC N° 135-2011,
de fecha 12 de setiembre de 2011). (STC. Exp. N° 02738-2014-PHC/TC-ICA).

27 Valoración probatoria en casos de estructuras criminales organizadas.


DÉCIMO QUINTO. Que, en principio, para dilucidar la situación jurídica de los
involucrados en este proceso penal, es de tener presente que se trata de un
delito cometido en los marcos del funcionamiento de una estructura criminal.
El modelo de imputación debe tener en cuenta el rol y el comportamiento
conjunto de todos los imputados, cuyas conductas se integran en orden a la
finalidad del plan criminal de la organización, vinculada al tráfico de drogas
(injusto de organización e injusto personal). Todos los hechos del conjunto de
integrados a la organización, como de los vinculados a ella, forman parte del
hecho total o único de la estructura criminal actuante. No es, pues, un injusto
individual y, por ende, no puede tratarse de esa forma. De igual manera, la
valoración de la prueba debe asumir esos criterios de imputación, objetiva y
subjetiva. La inferencia probatoria que corresponde, luego de extraer el
elemento de prueba y ordenar la información que resulte de ella, debe asumir
las lógicas de actuación de una organización criminal y las máximas de
experiencia producto del conocimiento y de la criminalística configurada para
esta modalidad de injusto. (R.N. N° 3227-2014-LIMA (SPT).

28 Criterios de valoración de la prueba de cargo e indiciaria para condenar o


absolver al investigado.
SEXTO: La prueba en el proceso penal, es la actividad procesal llevada a cabo
por el Ministerio Público y los demás sujetos procesales, dirigida a convencer
al juez de la veracidad de los hechos afirmados por las partes procesales.
Esta actividad procesal, debe ser apreciada por el juzgador en base a una
sana crítica racional. El punto de partida de este modelo de valoración de la
prueba, es que el juez la valora según su libre convicción. Sin embargo, la
libre valoración de la prueba, no significa discrecionalidad o arbitrariedad
judicial; la convicción interna del juez, alcanzada con la prueba actuada en
juicio, debe ajustarse necesariamente a las reglas de la lógica, de la ciencia y
las máxima de la experiencia.
SÉPTIMO: A partir de la valoración de la prueba, en base a los criterios
precedentemente referidos, el juzgador llega a la convicción sobre la
existencia del suceso fáctico o suceso histórico; condición sine qua non para
condenar a un imputado. Sin embargo, para la absolución del procesado, no
es necesario que el juez llegue al convencimiento de que no hay base fáctica
para imputarle responsabilidad penal, sino que debe asumir su inocencia
mientras no se actúe pruebas suficientes para destruirla. Se trata de una
presunción aparente o verdad interina, pues durante el proceso constituyese
un hecho verdadero hasta que el Ministerio Público logre probar lo contrario.
OCTAVO: En ese sentido, la sentencia condenatoria requiere de la valoración
de suficiente prueba de cargo que, desde una sana critica racional, lleve al
juzgador al convencimiento de la existencia del hecho en que funda la decisión
de condena. Por lo general, este nivel de certeza se alcanza, de manera
óptima, a través de la prueba directa.
Sin embargo, el carácter subrepticio que caracteriza ordinariamente a la
realización de un delito, trae como consecuencia, que no siempre se cuente
con prueba directa de cargo. Bajo esta circunstancia, dar relevancia
probatoria únicamente a la llamada prueba directa, significaría tener que
asumir niveles intolerables de impunidad por deficiencia o insuficiencia
probatoria. En este contexto, que se entiende no sólo la utilidad sino la suma
importancia de la prueba indiciaria en la persecución penal, pues, en muchos
casos la actividad probatoria en el proceso penal sólo puede llevarse a cabo
a través de la prueba por indicios. (R.N. N° 261-2015-LIMA NORTE (2da SPT).

29 Concepto de prueba indiciaria.


Tercero. […]: “… lo especifico de la prueba indiciaria consiste en que es de
naturaleza indirecta e inferida racionalmente. Su significado probatorio es
descubierto mediante la aplicación de un razonamiento correcto. Una de las
premisas debe contener el significado del dato indiciario. Por esta razón, la
prueba indiciaria, es también uno de los medios probatorios de carácter
indirecto y ‘no representativo’, a diferencia de los llamados ‘medios
probatorios de carácter histórico’ (representativo) o llamados también
‘típicos’”. (R.N. N° 422-2011-SAN MARTÍN (SPP).

30 Esquema operativo para el tratamiento de la prueba indiciaria.


Décimo tercero. […] el tratamiento de la prueba indiciaría. En primer lugar, una
vez acreditado el indicio, podrá construirse el juicio de inferencia, cuya
razonabilidad debe estar sustentada en las máximas de la experiencia, regla
de la lógica o principio científico. Además, la caracterización d la prueba
indiciaría da cuenta de que se trata de una prueba de naturaleza compleja,
con una estructura disgregada en tres elementos relacionados entre sí: el
indicio, la inferencia Lógica y el hecho consecuencia o inferido.
Décimo cuarto. La prueba por indicio demanda dos requisitos adicionales con
incidencia en la inferencia lógica: i) Carácter PRECISO del enlace, aquel solo
será preciso siempre que la deducción no conlleve a una amplitud difusa de
posibles alternativas, dentro de ellas el hecho consecuencia, sino que la
realización dl delito sea la única explicación razonable de la existencia del
indicio, significándose que la inferencia lógica no alcanzará el estándar
probatorio requerido, si el indicio es demasiado abierto o débil como para
poder deducir específicamente, a partir de él, la existencia del hecho criminal,
excluyendo otras alternativas de explicación. Debe descartarse la existencia
de hipótesis alternativas al curso causal de la comisión delictiva, pues,
existiendo otra posibilidad razonable resultante de una solución distinta o
alternativa, se dará lugar una incertidumbre, obligando a decantar por aquella
que resulte más favorable, en aplicación del derecho a la presunción de
inocencia, optando por la absolución; ii) Carácter DIRECTO del enlace, implica
que la conclusión directamente inferida debe ser la existencia del delito, de
manera que no resulta admisible que sea simplemente un dato a partir del
cual pueda suponerse, a su vez, la existencia del delito. En este aspecto, la
derivación lógica del indicio debe coincidir, sin más, con la realidad del delito
y la culpabilidad del acusado. (R.N. N° 2255-2015-AYACUCHO (SPP).

31 Requisitos de la prueba indiciaria.


21. […], la prueba indiciaria o circunstancial, en principio, ha de partir de hechos
plenamente probados, y aunque no sea directa, es válida, constitucionalmente
correcta y tiene consideración de prueba de cargo suficiente apta para
destruir la presunción iuris tantum de inocencia, para lo cual requerirá de los
siguientes requisitos.
(i)La concurrencia de una pluralidad, concordancia y convergencia de indicios
contingentes, o excepcionalmente únicos pero de una singular potencia
acreditativa, así como la ausencia de contraindicios consistentes, los mismos
que deben estar plenamente acreditados, toda vez que no se puede construir
certeza sobre la base de meras probabilidades:
(ii)la conexión entre el hecho base y el hecho consecuencia debe ajustarse s
ciertos métodos –regla de la lógica y las máximas de la experiencia, como
elementos del sistema de valoración– que han precedido a la “valoración de
la prueba”, puesto que la prueba indiciaria es suficiente e idónea para
“comunicar” al sistema jurídico-penal acerca de la responsabilidad e
intervención –dolosa o culposa– del imputado en el delito. Y por último;
(iii)La necesidad de fundamentar el razonamiento utilizado por el juzgador a
fin de determinar si lo valorado constituye o no una prueba apreciable. (R.N.
N° 3416-2011-LIMA (SPP).

32 Requisitos legitimadores de la prueba indiciaria que permite enervar el


derecho a la presunción de inocencia.
Cuarto: […] Sala sentenciadora sustentó la condena en una evaluación de la
prueba indiciaría, sin embargo, como se advierte de lo expuesto
precedentemente, no respetó los requisitos materiales legitimadores, única
manera que permite enervar el derecho a la presunción de inocencia; que
sobre el particular, por ejemplo, se tiene lo expuesto por el Tribunal Europeo
de Derechos Humanos, en doctrina que se comparte, que la prueba por
indicios no se opone a esa institución [Asuntos Pahm Hoang contra Francia,
sentencia del veinticinco de setiembre de mil novecientos noventa y dos, y
Telfner contra Austria, sentencia del veinte de marzo de dos mil uno]; que, en
efecto, materialmente, los requisitos que han de cumplirse están en función
tanto al indicio, en sí mismo, como a la deducción o inferencia, respecto de los
cuales ha de tenerse el cuidado debido, en tanto que lo característico de esta
prueba es que su objeto no es directamente el hecho constitutivo del delito,
tal y como está regulado en la ley penal, sino otro hecho intermedio que
permite llegar al primero por medio de un razonamiento basado en el nexo
causal y lógico existente entre los hechos probados y los que se tratan de
probar; que, respecto al indicio, (a) éste –hecho base– ha de estar plenamente
probado –por los diversos medios de prueba que autoriza la ley–, pues de lo
contrario sería una mera sospecha sin sustento real alguno, (b) deben ser
plurales, o excepcionalmente únicos pero de una singular fuerza acreditativa,
(c) también concomitantes al hecho que se trata de probar –los indicios deben
ser periféricos respecto al dato fáctico a probar, y desde luego no todos lo
son–, y (d) y deben estar interrelacionados, cuando sean varios, de modo que
se refuercen entre sí y que no excluyan el hecho consecuencia –no sólo se
trata de suministrar indicios, sino que estén imbricados entre sí–; que es de
acotar que no todos los indicios tienen el mismo valor, pues en función a la
mayor o menor posibilidad de alternativas diversas de la configuración de los
hechos –ello está en función al nivel de aproximación respecto al dato fáctico
a probar– pueden clasificarse en débiles y fuertes, en que los primeros
únicamente tienen un valor acompañante y dependiente de los indicios
fuertes, y solos no tienen fuerza suficiente para excluir la posibilidad de que
los hechos hayan ocurrido de otra manera –esa es, por ejemplo, la doctrina
legal sentada por el Tribunal Supremo Español en la Sentencia del veinticinco
de octubre de mil novecientos noventa y nueve que aquí se suscribe–; que, en
lo atinente a la inducción o inferencia, es necesario que sea razonable, esto
es, que responda plenamente a las reglas de la lógica y de la experiencia, de
suerte que de los indicios surja el hecho consecuencia y que entre ambos
exista un enlace preciso y directo. (R.N. N° 1912-2005-PIURA (SPP).

33 Clasificación de los indicios.


Sétimo. […], desde la óptica de la prueba por indicio, corresponde analizar la
valoración sobre la prueba del hecho investigado a partir de indicios. Así, es
posible afirmar que no obstante la negativa del encausado […], respecto al
delito de favorecimiento al Tráfico ilícito de Drogas que se le atribuye; no
puede soslayarse que existen indicios de cargo, que acreditan la
responsabilidad penal de éste. En efecto, de lo actuado en el proceso
advertimos:
A. INDICIO ANTECEDENTE: El indicio antecedente es el que tiene lugar antes
de la realización del hecho delictivo que está generalmente vinculada a la
preparación del delito. En el caso de autos se aprecian diversas llamadas
realizadas entre el acusado […] y el coacusado […], y entre éste último y la
coacusada […]; un día antes y el mismo día de la intervención policial,
conforme se aprecia del reporte de llamadas remitidas por la empresa de
telefonía CLARO. Ello demuestra que, antes de la intervención de los tres
procesados, ya existía una previa coordinación para la materialización del
delito. Este hecho, se corrobora, con la declaración del procesado […], quien a
nivel preliminar, y en presencia del representante del Ministerio Público [lo
que legitima y dota de validez a la declaración, conforme lo estipula el artículo
62º del Código de Procedimientos Penales], señaló que tres semanas antes
de su viaje a Abancay, visitó a su tío Cárdenas Barazorda [procesado] en la
cárcel de Andahuaylas. En esta misma manifestación, refirió también, que
horas antes de su viaje a la ciudad del Cusco, se contactó con su tío [Cárdenas
Barazorda] para que lo ayude llevar una bolsa [precisamente donde se
encontró la droga]. Si bien, en la instrucción y en el juzgamiento, el encausado
[…], varió su versión, señalando no haber encargado nada a su tío y que
coincidentemente se encontraron en el mismo carro; sin embargo, esta
retracción no invalida su declaración primigenia; toda vez que ésta fue
realizada con las garantías procesales exigidas por la ley, es decir, estuvo
presente el representante del Ministerio Público, y su Abogado defensor; lo
que le da categoría de prueba. A ello se suma que, el testigo Alfredo Pahuara
Alarcón [conductor de la unidad vehicular intervenida y donde los
procesados… transportaban droga], en su manifestación preliminar, en
presencia del representante del Ministerio Público [lo que legitima y dota de
validez a la declaración, conforme lo estipula el artículo 62º del Código de
Procedimientos Penales], así como en su declaración a nivel judicial, señala
que el procesado […] le pidió para que el coencausado […] aborde también el
vehículo donde iba él –en el paradero donde se encontraba Cárdenas
Barazorda también se encontraba la sentenciada Rivas Vargas, es así que
ambos subieron al vehículo–. En consecuencia la retracción del coprocesado
[…], y evitar la agravante de pluralidad de agente (3 o más personas).
B. INDICIO DE OPORTUNIDAD MATERIAL: Supone necesariamente la prueba
de la existencia de hechos delictivo, siendo preciso para ello probar que el
acusado se encontraba en el lugar del delito, o al menos en sus inmediaciones
al momento de la comisión del delito. Como señala Jauchen, siendo aceptado
por el imputado este primer eslabón, debe pasarse a la evaluación de otros
extremos como la autoría. Este tipo de indicio está referido a que se debe
tener certeza de la presencia física del inculpado en el lugar y momento de la
comisión del delito. El procesado Cárdenas Barazorda, tanto a nivel
preliminar, sumarial así como en juicio oral, ha reconocido haber sido
intervenido en compañía de sus coprocesados […] en el vehículo donde se
encontraban los dos equipajes [dos bolsas tipo maletín] en cuyo interior se
halló droga [pasta básica de cocaína], lo cual se condice con el Atesatdo
Policial Nº 01-13-DIRTEPOL-APU-DIVICAJPF/DEPANDRO-AB; toda vez que en
dicho documento se detalló que “(…) siendo a las 11:30 horas del 24 de abril de
2013, personal de la DEPANDRO PNP de Abancay y la Fiscalía Adjunta
encargada de la Fiscalía Especializada en Tráfico Ilícito de Drogas en el frontis
de la Comisaría de Bellavista de la Cuidad de Abancay (…) en estas
circunstancias, se intervino al vehículo de placa de rodaje A8Q-963,
perteneciente a la empresa de transporte “Apusuyo” que provenía de
Andahuaylas con dirección hacia Abancay y precederse al registro respectivo
se advirtió que era conducido por Alfredo Pahuara Alarcón y en la parte
posterior, debajo de los dos últimos asientos, se hallaba una bolsa (tipo
maletín) de la tela a cuadros multicolor (…) en cuyo interior se encontró nueve
paquetes rectangulares, tipo ladrillo, precitados con cinta de embalaje (…)
contençian al parecer alcaloide de cocaína. Asimismo, debajo de los asientos
nueve y diez, se detectó una bolsa de tela a cuadros multicolor (…) en cuyo
interior se encontró (…) nueve paquetes (…) contenían al parecer alcaloide de
cocaína (…). Acto seguido, se procedió a efectuar indagaciones preliminares
con los ocupantes del vehículo intervenido, observándose que el pasajero
Edgar Gonzales Cárdenas reconoció ser el propietario de los equipajes
incautados, así como se advirtió la actitud sospechosa y de nerviosismo de
los pasajeros Emiliano Cárdenas Barazorda y Dora Rivas Vargas, por lo que
todos los mencionados fueron intervenidos para los fines de la investigación,
(…)”. En este sentido, es razonable sostener que la presencia de dicho
encausado en el interior del vehículo, no se debía a una mera casualidad o
porque éste se dirigía a San Jerónimo-Andahuaylas con el propósito de
solicitar su certificado de trabajo de la empresa APOSUYO [tesis de defensa
del acusado, a nivel preliminar y sumarial], sino, fue coordinada con los
sentenciados […] para transportar la droga hallada en el interior del vehículo
intervenido. Esta coordinación se corrobora por el hecho del nivel de
confianza y cercanía entre todos los acusados; puesto que Gonzales Cárdenas
y Rivas Vargas, mantenían una relación sentimental; y, Gonzales Cárdenas era
sobrino del encausado Cárdenas Barazorda.
C. INDICIO DE PARTICIPACIÓN EN EL DELITO: Surge al momento de la
ejecución del delito y que permite inferir las circunstancias en las que se
habría cometido el delito y las personas que habría participado. A esta clase
de indicios se le asigna una especial capacidad probatoria en razón de su
objetividad, por lo que autores como ELLERO o MITTERMAIER los calificaron
de “testigos mudos”. En caso de autos, se aprecia esta clase de indicio, por
cuanto el encausado Cárdenas Barazorda colocó en el vehículo público, de
placa de rodaje A8Q-963, una de las bolsas donde se encontró nueve paquetes
rectangulares, tipo ladrillo, forrados con cinta de embalaje de color amarillo,
conteniendo cada uno pasta básica de cocaína [según se advierte del acta de
registro vehicular y el cata de orientación, descarte, pesaje, lacrado y
embalaje de alcaloide de cocaína]. Este hecho, ha sido probado con la
declaración del testigo Alfredo Pahuara Alarcón, quien tanto a nivel
preliminar y en presencia del representante del Ministerio Público [lo que
legitima y dota de validez a la declaración conforme lo estipula el artículo 62º
del Código de Procedimientos Penales], así como jurisdiccional, ha señalado
en forma reiterada y coherente que a petición del procesado Edgar Gonzales
Cárdenas detuvo su unidad vehicular cerca a un grifo a las afueras de la
ciudad de Andahuaylas, lugar en el que subieron los coacusados, Dora Rivas
Vargas y Emiliano Gonzales Barazorda; siendo éste último quien subió con
una bolsa a cuadros [según se advierte del acta de registro vehicular, en dicha
bolsa se encontró pasta básica de cocaína] y la guardó en la parte trasera del
vehículo.
D. INDICIO DE CONOCIMIENTO. También se aprecia un indicio de conocimiento
del hecho punible. En efecto, el acusado Cárdenas Barazorda sabía que la
bolsa que portaba y que luego la colocó debajo de los últimos asientos del
vehículo, donde viajaba como pasajero, contenía droga. Este hecho fue
confirmado por el testigo Alfredo Pahuara Alarcón, chofer del vehículo que
transportaba a los tres acusados; quien refirió a nivel preliminar y judicial que
al ser intervenido por la Policía, el acusado cárdenas Barazorda le pidió que
“no dijera nada a los policías y que se calle”.
E. INDICIO DE MALA JUSTIFICACIÓN. El papel de este indicio, en la
construcción de la prueba indiciaria, se limita en estricto, a reforzar el
carácter epistemológico de los indicios incriminatorios ya acreditados; al
resultar desacreditada la hipótesis fáctica explicativa (alternativa) ofrecida
por el encausado. Es más, las circunstancias incriminativas solamente se
derrumban si el imputado da una explicación plausible de los datos recogidos
contra él, reforzándose, por el contrario, si dicha explicación es deficiente o
inventada. La justificación del procesado Emiliano Cárdenas Barazorda,
respecto a su presencia dentro del vehículo de transporte de pasajero y en
compañía de sus dos coacusados; decanta en un aspecto poco creíble e
inverosímil; toda vez que manifestó que se dirigía a Abancay a recabar un
certificado de trabajo, solicitándole al chofer del transporte público, Alfredo
Pahuara Alarcón, que lo traslade a dicha ciudad; sin embargo, el referido
conductor tanto a nivel preliminar y en presencia del representante del
Ministerio Público así como en el sumarial, preciso que el acusado Cárdenas
Barazorda le dijo que se dirigía a Abancay porque iba a trabajar con un carrito
por la ruta Challhuacho. Esta contradicción, trato de ser explicada por el
encausado, con el argumento de que había tenido una pelea con dicho chofer,
anteriormente; si ello fuera así, no resulta lógico que una persona le pida un
favor a otra con la que mantiene enemistad o rivalidad. Además, el referido
acusado no tenía dinero conforme se aprecia del acta de registro personal, lo
que permite concluir que dependía del dinero que se les encontró a sus
coacusados [Edgar Gonzales Cárdenas y Dora Rivas Vargas]. (R.N. Nº 2257-
2015-APURIMÁC [2da SPT]).

34 Prueba indiciaria toma hechos acontecidos en la realidad y a través de una


inferencia lógica llega a establecer responsabilidad.
3.1. El recurrente, al fundamentar sus agravios, sostiene que ninguno de los
agraviados lo sindica como una de las personas que haya participado en los
hechos y si bien Jorge –quien se encontraba en el tercer piso del local de la
empresa y que al frente de esta se suscitó el ilícito penal– anotó el número
de placa del vehículo que participó en el evento delictivo, no se consideró que
la distancia existente entre ambas ubicaciones genera dificultad para que se
produzca un reconocimiento o visualización como el realizado; sin embargo,
cabe señalar que esta tesis formulada no es de recibo, puesto que si bien en
autos no obra prueba directa que vincule al encausado en la comisión de los
hechos, existen instrumentales y datos objetivos que permiten colegir su
presencia y participación en el evento delictivo, como es el caso de la
diligencia de reconocimiento vehicular llevada a cabo el tres de febrero de
dos mil nueve, en presencia del representante del Ministerio Público. A través
de dicha instrumental las personas de Jorge y Orieta sostienen que fueron
testigos presenciales de los hechos y que por la ubicación en que se
encontraban –en ese momento– lograron divisar y anotar la placa N.° SOG-
998, correspondiente a uno de los vehículos que participó en el hecho ilícito;
dicho reconocimiento permitió establecer que la propiedad y/o titularidad del
citado vehículo recaía en la persona de Florencio, quien al brindar su
declaración a nivel preliminar, tres días después de suscitados los hechos –
veinte de enero de dos mi nueve–, en presencia del representante del
Ministerio Público, refirió que el mencionado vehículo es de su propiedad y
que lo alquilaba al encausado Miguel, como así lo corroboró con el contrato
privado de alquiler de vehículo donde se aprecian sus correspondientes
firmas en señal de conformidad. El citado vínculo contractual adquiere
idoneidad a través de la pericia grafotécnica practicada al cuaderno de color
naranja donde se anotaban las cuotas que pagaba el encausado, por el uso
del vehículo en cuestión –que obra en autos–, en la que se determinó
(concluyó) que las firmas atribuidas al citado encausado trazadas en la
segunda hoja del citado cuaderno, correspondientes a los días 8, 9, 16, 17, 18,
24, 25 y 29 de enero y 01 de febrero de 2009, el cual presenta el rótulo “cuota
de garantía Miguel Aliaga”, proceden del puño gráfico de su titular, esto es,
del encausado. Dicho resultado permite establecer categóricamente que el
encausado Miguel fue la persona que alquiló el vehículo en cuestión –de placa
N.° SOG-998– de propiedad de Florencio y que el día del suceso delictivo –
diecisiete de enero de dos mil nueve– estuvo en posesión de ella, inferencia
que se armoniza con la declaración brindada por el propietario de referido
vehículo Florencio, quien manifestó que en dicha fecha su vehículo lo poseía
el encausado Miguel, versión que se refrenda, a su vez, con la diligencia de
confrontación llevada a cabo en sesión de audiencia; que a partir de todo lo
expuesto es posible colegir que el encausado Miguel fue una de las personas
que participó en el evento delictivo, pues las máximas de la experiencia
enseñan que si una persona alquila un vehículo para servicio de taxi, y para
ello suscribe un contrato y paga cuotas a su propietario, y luego pretende
desconocer su firma en dichos documentos, es evidente que ello es con el
único propósito de sustraerse de cualquier circunstancia que lo vinculen a un
hecho delictivo. (R.N. N° 2049-2014-LIMA (SPT).

35 Estándares constitucionales mínimos para la valoración de la prueba


indiciaria.
17. En ese sentido y verificándose de autos que la Sala Penal Liquidadora de
la Corte Superior de Justicia de Huánuco no ha cumplido con los estándares
constitucionales mínimos para la valoración de la prueba indiciaria en el caso
de la recurrente, toda vez que no ha merituado los cuestionamientos
formulados a la eficacia probatoria de los indicios hallados en su contra, ni
mucho menos ha explicitado su singular fuerza acreditativa (dada su escasa
pluralidad), ni la conexión lógica que vincularía a tales indicios con la comisión
del acto delictivo por parte de la favorecida, corresponde estimar la demanda
en este extremo.
21. Al respecto, es de apreciarse que dicha instancia tampoco ha efectuado
una valoración de la prueba indiciaria acorde con los cánones
constitucionales desarrollados supra. Si bien la sentencia absuelve parte de
los cuestionamientos formulados por la favorecida respecto del mérito
probatorio de los indicios hallados en su contra, no cumple con sustentar la
singular fuerza acreditativa de tales indicios (dada su escasa pluralidad) en
el caso, ni la conexión lógica que vincularía a tales indicios con la comisión
del acto delictivo por parte de la favorecida. El omitir estos requisitos en la
valoración de la prueba indiciaria anula la legitimidad de su uso, pues se
estaría partiendo de una presunción de culpabilidad del imputado antes que
de la presunción de inocencia.
22. Los argumentos a los que recurre dicha instancia para inferir la
responsabilidad de la recurrente resultan insuficientes, toda vez que para
atribuir responsabilidad penal a un justiciable no basta con descartar los
contra indicios presentados por la parte imputada, sino que luego de ello,
corresponde al órgano jurisdiccional hacer explícita la conexión lógica que
vincula tales indicios con la comisión del acto delictivo que se imputa, esto es,
precisar qué regla de la lógica, máxima de la experiencia o conocimiento
científico le llevan a deducir que el imputado participó en el ilícito, requisito
que no se ha cumplido en el caso de autos y que resulta más reprochable aún
si se toma en cuenta que la Fiscalía Suprema correspondiente advirtió los
vicios de la sentencia recurrida en su oportunidad, sin que la Sala Penal
Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la República haya expuesto las
razones que la llevaron a apartarse del Dictamen N° 741-2014- 1°FSP-MP. Por
ello, tal y como ha ocurrido en casos similares (STC 07717-2013- HC/TC),
también corresponde estimar la demanda en este extremo. (STC. EXP. Nº
00491-2016-HC/TC-HUÁNUCO).

36 Límites a la actuación probatoria en los juicios a reos ausentes.


Tercero: Que si bien es cierto el imputado tenía la condición de reo ausente,
ello en modo alguno puede limitar su derecho a la prueba pertinente, en tanto
se trata de un elemento de carácter instrumental que integra el contenido
esencial del derecho de defensa reconocido en el inciso catorce del artículo
ciento treinta y nueve de la Constitución Política, sin que desde el principio de
proporcionalidad pueda justificarse impedir toda solicitud de prueba por la
mera condición de reo ausente, pues se introduce un factor disciplinario ajeno
por completo a la función y razón de ser de la actividad probatoria, solo
limitable por razones de estricta pertinencia y legalidad [vinculada a la regla
de pertinencia, en tanto que lo ilegal es en sí mismo impertinente], así como
por motivos de conducencia y utilidad [que responden a la regla de necesidad
de la prueba], y de oportunidad procesal; que, en tal virtud, el procedimiento
especial establecido en el artículo trescientos veintiuno del Código de
Procedimientos Penales debe interpretarse a la luz del derecho fundamental
a la prueba y al debido proceso, que exige entender que el desarrollo del juicio
oral no puede concebirse como una actividad meramente leída sino como una
actividad procesal que implica, entre otros numerosos actos procesales, la
actuación de la prueba bajo los principios de oralidad, inmediación y
concentración. (R.N. N° 1768-2006-LORETO (SPP).

37 Ausencia de requisito para considerar como prueba indiciaria.


CUARTO.- […]. La prueba indiciaría tiene como primer elemento un indicio, que
es un hecho cierto definitivamente probado o totalmente demostrado, que
está en relación íntima con otro hecho, que es el injusto culpable o hecho
consecuencia, al que se llega por medio de una conclusión natural o
inferencia. Lo que ha de evitarse en estos casos es la falta de racionalidad de
la inferencia, que puede producir tanto por la falta de lógica de la inferencia –
los indicios constatados excluyen el hecho consecuencia o no conduzcan
naturalmente a él–, como por el carácter no concluyente de la inferencia por
excesivamente abierta, débil o indeterminada.
En el presente caso se sostiene la presencia de un móvil –indicio de móvil
delictivo–, referido a que se intentó matar a […], cuñado del acusado, por […],
quien era socio del agraviado […], en venganza por haberle vendido una combi
robada. Las testificales que obran en autos no avalan ese dato. […] en su
manifestación […] si bien incrimina a […], sólo deduce su autoría pues lo llamó
antes del atentado para preguntar por su paradero, pero no pudo ver a su
autor dado que el hecho ocurrió en horas de la noche. La hermana del
agraviado niega ese móvil en su declaración. Además, como se sabe, la
virtualidad de los indicios reside en su acumulación y concordancia entre sí
[los indicios deben ser múltiples y aparecer relacionados]; el indicio de móvil
delictivo es siempre anfibológico –puede ser vinculado a una gran cantidad de
hechos independientes entre sí, o derivar en distintas explicaciones sobre el
hecho–. (R.N. N° 173-2012-CAJAMARCA (SPT).

38 Presunción de inocencia sobre la correlación de la prueba indiciaria.


Quinto. Que, en atención a la relación entre motivación fáctica y presunción
de inocencia, es de acotar que el examen de esta última garantía importa un
triple control: juicio sobre la prueba, juicio sobre la suficiencia y juicio sobre
la motivación y su razonabilidad. La corrección de la prueba indiciaria se
encuentra en el juicio sobre la suficiencia probatoria, mientras que la
corrección de la motivación se encuentra en el juicio de razonabilidad.
En materia de prueba indiciaria, para que la conclusión incriminatoria pueda
ser tenida por válida es preciso: 1. Que los hechos indicadores o hechos-base
sean varios y viertan sobre hecho objeto de imputación o nuclear –deben
estar, por lo demás, interrelacionados y ser convergentes: deben reforzarse
entre sí y ser periféricos o concomitantes con el hecho a probar–. 2. Que los
indicios estén probatoriamente bien y definitivamente acreditados. 3. Que la
inferencia realizada a partir de aquéllos, por su suficiencia, sea racional,
fundada en máxima de experiencia fiable –entre los hechos indicadores y su
consecuencia, el hecho indicado, de existir una armonía que descarte toda
irracionalidad de modo que la deducción pueda considerase lógica: el enlace
ha de ser preciso y directo–. 4. Que cuente con motivación suficiente, en cuya
virtud el órgano jurisdiccional deberá expresar en la motivación los grandes
hitos o líneas que lo condujeron a la deducción conforme al artículo 158
apartado 3 del Nuevo Código Procesal Penal –tiene que exteriorizar los
hechos que están acreditados, o indicios, y sobre todo que explicite el
razonamiento o engarce lógico entre el hecho base y el hecho consecuencia
y, finalmente, que este razonamiento esté asentado en las reglas del criterio
humano o en las reglas de experiencia común o en una comprensión
razonable de la realidad normalmente vivida y apreciada conforme a los
criterios colectivos vigentes (STSE ciento veinticuatro diagonal dos mil uno,
de cuatro de junio). (CAS. N° 628-2015-LIMA (SPT).

39 Los indicios de la mala justificación y móvil delictivo son insuficientes para


acreditar la comisión del delito.
Noveno. Que sobre los hechos atribuidos al encausado […] no consta en autos
prueba directa. No existen testigos presenciales. Nadie lo vio el día y hora de
los hechos en el lugar donde se cometió el delito. Es verdad que, en un primer
momento, mintió sobre su relación con la agraviada y que siempre mantuvo
clandestina su relación sentimental con aquella, a la vez que no había
reconocido al niño que procreó con ella, pero luego, ante la evidencia de la
prueba genética, admitió el vínculo amoroso y sexual. También es cierto,
igualmente, que siempre negó el delito y permanente mente expuso como
coartada que estaba en Lima, laborando en el hostal Cavani.
Décimo. Que, como se sabe, el que un acusado mienta para excluir toda
sospecha en su contra no es un indicio necesario o, mejor dicho, grave y
suficiente de que, en efecto, cometió el delito imputado –el indicio de mala
justificación siempre es de carácter contingente–. La mentira sería, en todo
caso, un suceso verosímil, pero no cierto como para erigirse en indicio base
de una inferencia probatoria categórica, la cual requiere de datos adicionales,
sobre una concreta intervención delictiva.
La regla fundamental es que corresponde a la Fiscalía probar los elementos
constitutivos del delito. La mentira de una coartada en modo alguno permite
inferir que ineludiblemente cometió el delito –para una condena no es del
caso probar necesariamente lo negativo, sino puntualmente lo positivo; que
el reo delinquió, no que mintió–. (R.N. N° 152-2015-JUNIN (1ra SPT).

40 Valoración de la prueba en los delitos contra la indemnidad sexual.


Décimo primero: Si bien es cierto, la agraviada no concurrió al acto oral para
esclarecer algunas incoherencias y contradicciones observadas en su
entrevista preliminar, esto se debió a que la Sala Superior lo rechazó, bajo el
argumento de no revictimizada. Al respecto, la “no revictimización” de la
víctima no puede convertirse en un obstáculo para la averiguación de la
verdad procesal cuando, precisamente, lo que se discute es la calidad de
víctima de la declarante; máxime cuando es perfectamente posible llevar a
cabo la nueva declaración en sala de entrevista única o en cámara Gesell, sin
exponer a la agraviada. La “no revictimización” no es un principio absoluto y,
por tanto, no puede estar por encima del derecho constitucional a la
presunción de inocencia contemplado en el literal “e” del inciso 24 del artículo
2 de la Constitución Política. Ha sido precisamente, en ese sentido, que en el
Acuerdo Plenario N° 1-2001/CJ-116, sobre la apreciación de la prueba en los
delitos contra la libertad sexual, se llegó a la conclusión de que:
“Excepcionalmente, el Juez Penal, en la medida que así lo decida podrá
disponer la realización de un examen a la víctima en juicio cuando estime que
tal declaración o exploración pre procesal de la víctima: a) no se ha llevado
conforme a las exigencias formales mínimas que garanticen su derecho de
defensa; b) resulte incompleta o deficiente; c) lo solicite la propia víctima o
cuando esta se halla retractado por escrito; d) ante lo expuesto por el
imputado y/o la declaración de otros testigos sea de rigor convocar a la
víctima para que incorpore nueva información o aclare sectores oscuros o
ambiguos de su versión; e) evitarse el contacto entre víctima y procesado,
salvo que el proceso penal lo requiera”. Criterio que no han sido observados
por la Sala Penal Superior, a pesar de que la propia agraviada solicitaba su
declaración judicial, en las cartas que obran en autos. (R.N. N° 3303-2015-
LIMA (2da SPT).

41 Prueba traslada.
4.4. Segundo, respecto de la prueba trasladada, es un supuesto excepcional
de la prueba puesto que se trata de una prueba generada en un primer
proceso, la cual es extraída de este e insertada en un segundo proceso
distinto. Se trata de un supuesto excepcional puesto que la inmediación de
dicha prueba, su utilización, obtención y en algunos casos inclusive la
valoración ha sido sometida a la inmediación del Juez del primer proceso, el
cual es uno diferente del juez del secundo proceso quien finalmente será el
encargado de utilizarla como sustento para la imposición de una condena. En
ese sentido al tratarse de un supuesto excepcional está legalmente previsto
en el artículo 261 del Código de Procedimientos Penales los requisitos que
deben cumplirse para poder aplicarla.
4.5. Finalmente, todos estos elementos probatorios pueden constituirse como
prueba únicamente al ser introducidos al juicio oral. La fase del juicio oral
viene constituida por un conjunto de actuaciones que tienen como eje
fundamental la celebración del juicio, que como acto concentrado es la
máxima expresión del proceso penal. Únicamente la actuación de los medios
probatorios durante el juicio oral puede generar una prueba idónea para
quebrantar la presunción de inocencia que le asiste al procesado. Asimismo,
la actuación de pruebas durante el juicio oral implica respetar el derecho a la
defensa que le asiste al procesado al tener la posibilidad de oponerse y
contradecir dicha prueba, adicionalmente, es el único momento en el cual e
Juez puede entrar en contacto con la prueba, apreciarla plenamente y, por
tanto, hacer una valoración completa de ella. (R.N. Nº 515-2016-LIMA (SPP).

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