Cribilone Martin - Monografia
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9 de septiembre de 2020
1
índice
1. Introducción
2. Antecedentes: la implementación del espacio y los métodos que alejan al proyectista del
sujeto
4. Conclusiones
2
1. Introducción
El presente trabajo deriva del interés por identificar las relaciones de poder que se
presentan en la interacción entre arquitecto y cliente y en cómo se construye esa
interacción. Algunos de los interrogantes que surgieron en un principio fueron: ¿Cuál es el
marco que establece los modos apropiados de interacción entre estos actores? ¿Qué
definición tienen los usuarios sobre el rol de los arquitectos? ¿Cuáles son las fuentes que
alimentan a esa definición? ¿Qué definición tienen los arquitectos sobre el rol de los
usuarios? ¿Cómo influye la formación académica en esa definición? El intento por responder
estas preguntas dio cuenta de que el abanico de posibilidades de este tipo de interacción
resultaba demasiado amplio para un trabajo de esta extensión, por lo que se optó por
abordar las últimas dos de ellas.
Es así entonces que el objetivo es identificar algunas condiciones sustanciales que
se presentan en el proceso de formación profesional de los arquitectos de la Facultad de
Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) de la Universidad de Buenos Aires (UBA), que
hacen a la construcción de un rol que se entiende de poder en función de los conocimientos
adquiridos durante dicho trayecto.
Para entender esto nos apoyaremos en conceptos relativos a la teoría de las
interacciones elaborada por Erving Goffman (Wolf, 1979), la teoría del Habitar de Roberto
Doberti (2011), y las cuestiones de poder planteadas por Michel Foucault en “El orden del
discurso” (1970) y “Vigilar y Castigar” (1975).
Para el abordaje de dichas condiciones primero haremos un recorte de antecedentes
históricos que nos permita conocer el origen de algunas de las metodologías elementales en
la actualidad en el aprendizaje de la práctica proyectual, en complemento con la influencia
sobre la percepción de la realidad que tiene el espacio físico en el cual se cursa durante la
carrera de grado. Luego, teniendo en cuenta esto, analizaremos la manera en que se
plantea el ejercicio proyectual, qué rol juegan el proyectista (estudiante) y el sujeto en el
mismo, y finalmente, cómo a partir de esto se establece una relación de poder-saber.
1
Wick, Rainer. Pedagogía de la Bauhaus. Traducción de Belén Bas Álvarez. Madrid, Alianza Forma, 1986; p. 23.
2
Wick, Rainer. Op. cit., p. 27.
3
Wick, Rainer. Op. cit., p. 21.
4
Wick, Rainer. Op. cit., p. 28.
4
el arte teórico”.5 Estas figuras luego confluyeron en jóvenes maestros egresados en esa
formación, incorporados como profesores en 1925, y que apuntaban a una formación
expresionista y de creación.
Este proceso desemboca finalmente en 1927 con la fundación del departamento de
arquitectura, dirigido por Hannes Meyer, que duraría hasta 1933 (año de disolución de la
Bauhaus), y que durante ese tiempo no se encontraría exento de la pedagogía desarrollada
hasta entonces. “«Tipificación, estandarización, producción en serie, producción
masificada», esto es, todo aquello que veinte años antes había postulado Muthesius, se
convirtió en el tema principal del trabajo de la Bauhaus”.6
La decisión de tomar en consideración estas cuestiones radica en el hecho de que
luego este modelo educativo se adoptará, entre otros, como referencia a la hora de
reformular el plan de estudio de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UBA, y que
esto no implicó únicamente la adopción de herramientas y contenidos que orientarían la
manera de enseñar arquitectura, sino que traían implícitos en ellos una perspectiva desde la
cual relacionarse con la realidad, fuertemente influenciada por un sistema de producción
masiva de objetos de diseño (incluyendo al espacio arquitectónico) que propone consigo
una estandarización del sujeto o usuario.
“En la UBA, a pesar de los cambios del programa, siguió recreándose, dentro de los
talleres verticales, el clima del atelier dirigido por el ‘gran maestro’”.7
El cambio en el plan de estudios trajo consigo la incorporación nuevas asignaturas
como Realidad y sus Representaciones, Historia (abordada desde un punto de vista crítico),
y Comunicación; con esta última se incorporó el estudio de Geometría y Dibujo desde una
perspectiva racionalista cartesiana, la cual se caracteriza por los rasgos de precisión,
anomia e infinitud. Precisión en el sentido de correspondencia entre los puntos del espacio
tridimensional y los del plano; la anomia poniendo al observador en el anonimato, y la
infinitud que anula la referencia personal sobre la cercanía o lejanía.8 Es así que el foco se
pone sobre la representación de la realidad y su comunicación mediante el dibujo. Al mismo
tiempo, el abordaje teórico, al desplazarse de los estilos y del sistema clásico de
composición, quedó vacío, y la teoría quedó limitada a conceptos objetivos como
asoleamiento y ventilación. “El problema del conocimiento está en las nuevas geometrías,
las nuevas ideas de física, la relatividad, las nuevas formas del arte que acompañan a las de
las ciencias”.9
Sumado a estas incorporaciones estuvo el Taller Vertical, una asignatura que
buscaba reunir todos los conocimientos adquiridos en las otras materias y ponerlos en
interrelación, y que estuvo condicionada por la experiencia del concurso:
“Los talleres de la facultad parecen haber estado atravesados por la dinámica que
generaban los concursos. La competencia y el espíritu casi deportivo. Los talleres
5
Wick, Rainer. Op. cit., p. 36.
6
Wick, Rainer. Op. cit., p. 48.
7
Williams, Fernando. “Enseñanza y experiencia: primeros resultados de una investigación sobre la historia de la
facultad de arquitectura de la Universidad de Buenos Aires durante su etapa fundacional”. (en: AREA. Nº 17,
Buenos Aires, octubre de 2011; pp. 97-113)
8
Doberti, Roberto. Habitar. Buenos Aires, Nobuko, 2011. p. 75.
9
Molina y Vedia, Juan. “El cese de 1955 en la Universidad Nacional de Buenos Aires. Quiebre del conocimiento
clásico”. (en: Dirección de Archivos de Arquitectura y Diseño Argentinos. De alumnos y arquitectos. Buenos
Aires, FADU-UBA, 2018; pp. 33-47)
5
eran utilizados como una virtual cantera por aquellos docentes que participaban en
concursos. Atraídos por la posibilidad de trabajar junto con sus profesores. (…) los
concursos “fueron el terreno de verificación y contraste de los debates y la
producción de los distintos talleres de la facultad”, dieron nueva vida a la vieja idea
académica de partido, sino que promovieron una aproximación sintética y, al mismo
tiempo, superficial a la problemática propia de cada encomienda”.10
Es decir que los esfuerzos estaban puestos en lograr una síntesis proyectual limitada
a formas puras que, en línea con lo mencionado en el apartado anterior, buscaban abarcar
el proyecto arquitectónico desde una perspectiva objetual que resume, a la vez que las
ideas del proyecto, a los sujetos hacia los que apunta, para lo cual es necesario tomar los
aspectos comunes de determinado grupo social dejando de lado las particularidades
individuales que lo conforman. Esto estaba dado en conjugación con la nueva idea de
partido, que buscaba poner en relación lo teórico y lo proyectual mediante dicha síntesis.
Estas maneras de concebir la enseñanza del proyecto arquitectónico y urbanístico
dieron el puntapié inicial a un modelo cuya esencia continúa, aunque con diversas
modificaciones, hasta la actualidad. Incluso en el período de la última dictadura militar
encontró resguardo en experiencias como la de La escuelita, que dieron continuidad por
fuera del ámbito académico de la facultad, y que fueron llevadas a cabo por docentes que
luego con la vuelta de la democracia lograrían obtener la titularidad en algunas de las
cátedras de Taller.
“… Bernardo Houssay destacaba (…): La Universidad tiene por fin dar no solo una
instrucción, sino especialmente una educación que permita el desarrollo integral y
armónico de las aptitudes intelectuales, estéticas, éticas y físicas del individuo. Esto
solo se consigue en forma completa en el ambiente de sana moral, comunidad de
ideales y cultura superior que se desarrolla en las ciudades universitarias, que
tendremos alguna vez como todos los pueblos más adelantados…” 11
10
Williams, Fernando. Op. cit. p. 110.
11
González Bracco, Mercedes y Romero, Lucía. “La creación de Ciudad Universitaria de Buenos Aires (1968-
1966): proyección de una ecología común para la transformación de la vida académica en la Facultad de
Ciencias Exactas y Naturales”. (en: REDES. Vol. 20. Nº 39, Bernal, diciembre de 2014; pp. 115-137)
6
la ciudad (Manzana de las Luces, Av. Independencia, y los galpones de Recoleta). Esto
significaba la existencia de un sistema de nodos conformados no solo por los espacios
educativos sino por otros espacios frecuentados por los estudiantes, como eran los bares y
cafés, librerías, y salas de arte. (Williams, 2011), y que desaparecería en su nueva
localización. Esto no pasaría desapercibido, hubo voces opositoras al proyecto, entre ellas la
de Wladimiro Acosta, quien manifestaba:
Teniendo como referencia estos aspectos podemos servirnos de ellos para tener en
claro el marco en el que se inserta la enseñanza de arquitectura en la actualidad.
Procederemos entonces a reparar en cómo influyen estas condiciones en la conformación
de una identidad proyectual que tiende a ubicar al/la arquitecto/a en un rol de poder sobre el
sujeto (a quien se destina el espacio a proyectar), estando este último en una posición
normalizada u homogénea y ausente a la hora de llevar a cabo los ejercicios de diseño.
12
González Bracco, Mercedes y Romero, Lucía. Op. cit. p. 123.
13
FADU-UBA. (2020). Plan de estudios de Arquitectura. Recuperado de http://www.fadu.uba.ar/categoria/49-
arquitectura.
7
que permiten el control minucioso de las operaciones del cuerpo” (Foucault, 1975). Mediante
este empleo del tiempo sobre la acción de proyectar y el ejercicio de repetición es entonces
que se moldea, durante un proceso de aprendizaje de lo más simple a lo más complejo (de
una vivienda unifamiliar a un proyecto urbano) la personalidad del proyectista.
Ahora bien, la pregunta radica en cuáles son esos métodos y de qué manera se
introducen, y en ese sentido consideraremos algunos puntos que, si bien depende de cuál
de las 27 cátedras se trate, en lo esencial son comunes a la mayoría de ellas, y esto es, en
la relación que se propone con el sujeto.
4. Conclusiones
Bibliografía consultada: