Fabulas de Esopo y de Atros Famosos Auto

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NYPL R ESEARCH LIBRAR ES

||||
||||||3||068
3 343
|||
1982 2 9
Duructíntck Colection,
Presenteo titt878.
* --- - --- - - - - - - --
Aesop
SPA)SH
¿S

2BMA
|-
FÁBULAs
DE ESO PO,
FILOSOFO MORAL;

Y DE OTROS FAMOSOS AUTORES:


CORREGIDAS DE NUEyo.

- - -34. f
,9 y


%ºs
A

BARCELONA,
--------------
s
EN LA IMPRENTA DE sIERRA y MARTI,
PLAzA DE s. JAyME. Año 1815.
6on las licencias necesarias. A
PROLOGO.

FAbula es un razonamiento que


tiene sombra y apariencia de ver
dad inventado para avisarnos de al
guna cosa. Hay Fabulas Racionales
y Fabulas Morales. Las primeras
son en las que para corregir las cos
tumbres, se finge algun hecho ó di
cho por un hombre, que en reali
dad ni lo hizo, ni lo dixo, pero pu
do ser y suceder. Tales son las Pa
rábolas de que freqüentemente usa
ba Christo nuestro Señor para ha
cer mas clara su doctrina, como la
del Hijo Pródígo, la del Sembra
dor, la de las diez Doncellas, &c.
Las Fabulas Morales son en las que
se introducen las fieras, los árbo
les, las plantas y otras cosas irracio
nales. De este género son las que
- A 2. Eso
Esopo compuso para entretenersuas
desgracias en la servidumbre, como
la del Gallo y la margarita, la del Lo
bo y del Cordero, la del Perro, &c.
Toda Fabula tiene por último
fin la instruccion de los hombres
y la reforma de sus costumbres.
Son un documento tan hermoso y
general á toda clase de personas,
que bien examinadas dan la mejor
enseñanza, no solo á la floreciente
juventud, sino á la mas instruida
y consistente edad. Mas esto lo ha
cen con dulzura y atractivo, mez
clando con el gusto del cuento la
amargura de la reprehension.
Esta descripcion basta para ma
nifestar al Lector, que debe leer es
tas Fabulas, con el deseo de aprove
char, proponiéndose siempre por
objeto su propia utilidad.
- y
VI
5

g. Xºsessºress2 sessºs sºvssººsess2 asº esºta º )


º º
% % 3.

r= f º si ser rayºs y rº si nº º

VIDA DEL AGUDISIMO,


y muy excelente Filósofo Moral Esopo.
cAPITULo I.
EN las partes de Frigia, donde era la
mas antigua ciudad de Troya, habia una
pequeña villa llamada Amenia, en la qual
nació un niño muy disforme, feo de cara,
y de cuerpo, mas que otro alguno se ha
llase en aquel tiempo. Era de grande cabe
za , de ojos agudos, y de negro color, de
carrillos largos, cuello corto, espaldas
gruesas , grandes pies, y grande boca , gi
boso, grande vientre, gruesas piernas, y
tartamudo, tenia por nombre, y se llama
ba Esopo, y como creciese por su tiem
po, sobrepujaba á los otros en astucia, el
qual en pocos dias fué preso, cautivo, y
llevado á tierras estrangeras, y fué vendi
do á un ciudadano rico de Atenas llamado
Aristes. . . -

- CAP
6 VIDA

CAP. II. Se verifica la inocencia de Esopo.


Como este Señor le tuviese por inu
Y til, y sin provecho alguno para los
servicios de la casa, le puso á labrar y ca
bar los campos. Un dia quando Zeneas á
quien estaba encomendada la administra
cion de la heredad por su Dueño, se le
vantase de dormir para trabajar, como
solia hacer, vino el Dueño con el mo
zo llamado Agatopus, y como Zeneas le
mostrase la diligencia de su trabajo , su
cedió que se pusieron baxo de una hi
guera, en la qual habian madurado al
gunos higos mas temprano que en las
otras, las quales dicho administrador con
grande diligencia cogió, y con toda re
verencia las presentó á su Señor dicien
do: á tí pertenecen los primeros frutos
de tu heredad. Y el Señor vista la belle
za de los higos, le dixo: muchas gracias
te hago Zeneas del grande amor que me
tienes, y como fuese hora, segun tenia
de costumbre en todos aquellos dias, de
bañarse en un baño, dixo: Agatopus, to
ma, y guarda con toda diligencia estos hi
gos, porque quando vuelva del baño pue
da comenzará comer con ellos. Pero Aga
tO
y
DE ESOPO. y
topus tomando los higos, y mirandolos,
se encendió tanto en codicia desordena
da de gula, y asi mirando, y remírando
en los higos delante de otro compañe
ro suyo se comió dos, y dixo: si no tu
viese miedo del Señor, yo me comeria es
tos higos, y respondió su compañero: si
tú quieres que los comamos los dos, yo
buscaré modo como no tengamos algun
sonrojo por estos higos. Dixo Agatopus,
cómo podrá ser eso que dices? Dixo el
otro: á nosotros es manifesta cosa, que
Esopo viniendo del trabajo pedirá el pan
que cada dia se le acostumbra dar, y co
mo el Señor pedirá los higos, dirémos
que Esopo viniendo del trabajo , hallando
los higos en la dispensa guardados, se los
comió; y como Esopo será llamado, con
la tardanza, y tartamudez que tiene en su
hablar, no podrá defenderse, y escusarse,
y el señor creerá que él se comió los hi
gos, y nosotros habrémos cumplido nues
tro deseo. Y Agatopus oyendo el conse
jo, con el deseo que tenia de comerse los
higos, sin mas pensar comenzólos de co
mer; y habiendolos comido con gran pla
cer, dixo Agatopus riendo: dolor, y tris
teza ha de ser para Esopo, pues sobre sus
espaldas furiosamente el Señor absolverá
ll6S
8 .. ... pWIDA
nuestra culpa; y asi hablando, y riendo
se comieron todos los higos. Y viniendo.
el Señor del baño, pidió que le traxesen
los higos, para empezar á comer, y Aga
topus le dixo: Señor, como Esopo vinie
se de su trabajo, y hallase los higos en la
dispensa sin dar parte á alguno se los ha
comido. El Señor mandó llamarle, y vi
niendo en su presencia le dixo: vén acá
tú tacaño, sin vergüenza, tan poco me
reverencias, y tan poco me temes, que
los higos que en la dispensa estaban guar
dados para mí, te has comido? Esopo no
pudiendo responder á las palabras del Se
ñor por su tartamuda lengua, estaba te
meroso; y el Señor mandó desnudarle,
pero como en astucias, y cavilaciones fue
se agudo, pensó que alguno de los que
presentes estaban se los habria, comido, y
-asi falsamente lo acusaban de haberse co-.
mido los higos, y puestas en tierra las ro
dillas, por señas le pidió un poco de tiem
po antes de castigarlo. Y conociendo Eso
po, que no podia satisfacer por palabras
al engaño que le habian puesto aquellos
falsos acusadores, que presentes estaban,
y que le era necesario defenderse por arte,
y astucia, por tanto encaminandose al
fuego, tomó una olla de agua caliente,
que
DE ESopo. 9
que alli habia, y de ella se sorbió una, ó
dos tasas, y á poco tiempo que la tuvo

dentro, poniendose los dedos en la boca,


vomitó solamente el agua que habia bebi
do, pues aquel dia no habia comido aun
cosa alguna, y asi pidió por merced á su
Señor, que aquellos falsos acusadores be
biesen de aquella agua caliente, los cuales º
como por mandato de su Señor bebiesen
de ella, y ellos tuviesen la mano en la
boca, paraque no vomitasen: no obstan
te el vientre, movido con el calor del
agua, sacó fuera el agua mezclada con
los higos; y viendo el Señor claramente
-
por
/

IO VIDA
por la experiencia quienes se habian co
mido los higos, vuelto á ellos les di
xo: pues habeis mentido contra este que
no puede hablar, mandó desnudarlos, y
azotarlos publicamente, porque el que
falsamente acusa á otro, será castigado
con la pena misma á que era el otro con
denado.

CAP. III. De qué manera Esopo cobró el


- habla distintamente.

TDEspues se volvió el Señor á la ciudad, y


como Esopo estuviese en su trabajo,
cabando en el campo, vino é él un Sacerdo
te nombrado Isidis, el cual habia errado el
camino, y suplicóle le mostrase por cual
camino podria ir á la ciudad. Esopo co
mo era muy piadoso, lo tomó por la ma
no, le hizo sentar baxo una higuera, y le
dió á comer pan, olivas, higos, y dátiles;
esforzóse mucho que comiese, y Esopo
se fué á un pozo, y traxole agua que be
biese, y despues que Isidis hubo comido,
y reposado, Esopo con grande cariño, y
diligencia le mostró el camino de la ciu
dad; considerando entre sí el Sacerdote,
que con dineros no podia satisfacer á tan
to como de Esopo habia recibido, deter
lls .
DE ESO PO. II
nó de rogar á los Dioses, y Diosas por
aquel que con tanto amor y caridad le ha
bia tratado; y tan afectuosamente lo enco
mendó á los Dioses, que volviendo Esopo
á la heredad á la hora de la siesta, asi como
es costumbre de los trabajadores en tal ho
ra reposar, y dormirse á la sombra de al
gun arbol, asi lo hizo. Esopo. Y habiendo
la Diosa de la piedad, y caridad oídas las

R w

N
Re
S ser

legarias de Isidis, apareció á Esopo y dió


e en gracia, que pudiese hablar distinta
mente, y sin algun impedimento todas las
lenguas de las gentes, y que entendiese to
dos los cantos de las aves, las señales de los
3 Ill
12 - VIDA
animales y de aquí adelante fuese inventor,
y recitador de muchas, y diversas fábulas
Esopo dispertándose dixo entre sí, he re
posado dulcemente, y apareceme que he so
ñado un sueño de grandes maravillas, paré
ceme que sin trabajo hablo, y que las cosas
que veo nombro por sus nombres, los can
tos de aves bien los entiendo, y conozco
las señas de los animales. Por los Dioses.
que todas las cosas entiendo, y no puedo
atinar de donde me ha venido tan sobrado
conocimiento, sino es que por la piedad,
y amor que muchas veces he usado con
los huespedes me han hecho esta gracia
los Dioses; porque á quien hace bien siem
pre se le mueven buenas esperanzas. Es
tando Esopo muy alegre con la gracia re
cibida de los Dioses, tomó el azadon, y
comenzó á cabar en la heredad.

CAP. IV. Esop0 es entregado á Zeneas, y


- vendido por él.
Mº como Zeneas viniese á ellos para
mirar el trabajo que hacian, movido
de ira, sin razon alguna , pegó con una
vara á un compañero de Esopo, y Esopo
enojado de esto, dixo: por qué por un na
da cruelmente nos castigas cada hora, y
nos matas sin razon alguna; y tú ningun
bien
DE ESOPO. I3
bien haces? por cierto yo haré que esta tu
crueldad sea manifiesta al amo. Y oyen
do Zeneas las palabras de Esopo “fué muy
maravillado, como hablaba tan distincta
mente sin ningun trabajo como solia, y
dixo entre sí: á mí me es forzoso preve
nirme antes que aquel malvado me ponga
mal con el amo, y me quite la procura
cion; y luego se fué á la ciudad, y hablan
do al amo, y mostrando el rostro muy te
meroso, dixole: mucha salud logreis, Se
ñor. Y él le respondió, qué es la causa que
vienes temblando! Respondió Zeneas: una
maravilla sucedida en tu heredad. Y dixo
el Señor: por ventura algun arbol antes
de tiempo ha dado algun fruto, ó algun
animal ha parido alguna cosa monstruosa?
Y le respondió, Señor, nada de eso; mas
aquel Esclavo malvado , y priminoso de
Esopo ha comenzado á hablar claramente,
y sin impedimento. Entonces dixo el Se
ñor: Eso buena cosa es, y no parece mons
truosa. Esto no es conforme á disposicion
de naturaleza? Respondió Zeneas, asi es.
Y el Señor dixo: si es asi no es maravilla,
pues vemos en muchos, que cuando se
enojan no pueden hablar, y quitada la ira,
sin embarazo, ni trabajo hablan qualquie
ra cosa. Entonces dijo. Zeneas; él habla
IIl3
I4 JVIDA
malamente, porque me ha dicho, palabras
injuriosas, y asi á los Dioses, y Diosas
cruelmente y sin piedad blasfema; el Se
ñor movido á ira dixo: anda, y haz lo que
quieras de él. Pégale, véndelo, yo te lo
doy, y otorgo por escritura. Zeneas la
aceptó. Recibida dotacion volvióse á la
heredad, y dixo á Esopo: ahora estás en mi
poder, ven, que el Señor te ha dado á mí,
y porque eres hablador, y malo, te quie
ro vender. Y sucedió, que un mercader
que acostumbraba comprar Esclavos pasa
ba por aquella heredad buscando bestias
por alquilar, para llevar cargas, y escla
vos á la feria de Efeso. Y como aquel mer
cader encontrase á Zeneas, que era su co
nocido, lo saludó, y preguntó si sabia al
gunas bestias para vender, ó alquilar. Di
xo Zeneas; no sé alguna, pero tengo un
esclavo muy sabio, y de buena edad que
te lo venderé, si me lo quieres comprar.
Y el mercader dixo, que queria verlo. En
tonces Zeneas llamó á Esopo, y mostróle
al mercader, el cual viendole de forma
tan fea dixo: de dónde es esta fantasma?
Por cierto que no parece sino trompeta de
la batalla de las cosas monstruosas, y á no
tener voz, juzgaria ser pellejo de viento;
y por esta fealdad me has estorbado mi ca
mi
DE ESOp0. 15
mino? Pues creía venir á comprar un es
clavo sabio y bello, y elegante; y dicho
esto, quiso proseguir su camino; pero
Esopo seguia al mercader, y dixole, aguar
date un poco. El mercader le dixo, no me
embaraces mi viage; pues no puedes haber
provecho alguno de mí; porque compran
dote me acusarían, diciendome comprador
de cosas señaladas y de monstruosas ma
ravillas. Esopo le dixo: por qué has veni
do? Respondióle: por cierto que yo venia
pensando comprar un gentil esclavo, mas
tú eres muy sucio y feo, y no he menes
ter tal mercaduría. Dixo Esopo, si me com
pras, nada perderás, y entonces el merca
der le dixo: en qué me podrás aprovecharº
Respondió Esopo: no tienes en el lugar
donde tienes tu casa, algunos niños aplau
didos, ó viciados? Comprame, y hazme
maestro de ellos, que en verdad me ten
drán mas miedo que á una fantasma; y con
estas palabras de Esopo el mercader con
vino en comprarle , y vuelto á Zeneas le
dixo , por qué precio me das este emba
razo? Zeneas le respondió: por tres libras
de oro, ó por treinta dineros, pues nin
guno lo quiere mercar y esto es dartelo
casi de valde. Y el mercader pagado el pre
cio llevólo á casa, y entrando en el lugar
don
16 - VIDA
donde estaban dos niños, en los brazos de
su madre, viendo los niños á Esopo ame
drentados con su vista comenzaron á llo
rar, y esconder sus caras en los pechos de
su madre; y entonces dixo Esopo á su
Dueño: ya tienes prueba de lo que prome
tí, pues ves que luego que estos niños me
han visto, les he parecido alguna fantas
ma: y el mercader se olvidó de la respues
ta de Esopo, dixole : vé, y saluda tus
compañeros. Esopo entrando, viendo los
esclavos dispuestos, y graciosos dixo: Dios
os guarde compañeros, y ellos mirandolo
dixeron: por los Dioses que está loco el
amo, y qué ha de hacer de este espanto,
pues hasta hoy no habia comprado cosa
mas disforme! -

CAP. V. De la astucia de Esopo en elegir


- º su carga.
asi entrando ellos, Esopo entró en la
granja donde estaban juntos, y les di
xo el Señor: llorad vuestra fortuna que no
he encontrado animales por vender, ó al
quilar, y asi partios estas cargas entre vo
sotros, y tomad vituallas para ir á Efeso.
Y como ellos partiesen las cargas de dos
en dos, Esopo dixo: compañeros, ya veis
como yo soy el menor de vosotros, y mas
- fla
- 1DE ESODO, 17 ,
flaco, suplico me deis alguna carga lige
ra; y los compañeros respondieron, pues
no puedes, no lleves nada, y Esopo dixo:
pues vosotros trabajais, no es razon, que
yo quede inutil, y sin provecho al amo, y
los compañeros le dixeron : toma, lo que
quieras, y Esopo mirando lo que habia de
llevar por el camino; es á saber, los sa
cos, fardos, y cestos, tomó un cesto carº
gado de pan, que era suficiente carga pa
ra dos, y dixo: dadme esta carga: y ellos

s - V sexº -
º
l- \
dixeron, no hay cosa mas necia que esta.
Este hombre nos suplica carga ligera, y
toma la mas pesada, y
-- " -
º de lós esclavos,
di
18 PIDA
dixo: pongámoslo por costumbre, y, así
Esopo tomando el cesto de pan, dandoles
que comiesen , tanto les dió, que tenia el
cesto medio vacío levantándose de comer;
aligerado de su carga, antes que los otros
llegó á la posada, y á la noche asi mismo
partió el pan á los compañeros, y asi vació
el cesto. Otro dia como hubiesen madru
gado, Esopo iba delante con el cesto va
cío, y los otros no pudiendole conocer por
el gran trecho del camino que fuese Esopo,
decian los unos á los otros: quién es aquel
que vá adelante, es de nuestra compañía,
ó es algun peregrino? Y uno de ellos di
xo: no veis comio Esopo nos ha vencido
á todos con su astucia, pues nosotros to
mamos cargas que no se disminuyen en el
camino, y él cargado de pan, que cada
dia se gasta, vá ahora sin carga holgando?
CAP. VI. Esopo es vendido otra vez.

Omo llegase á Efeso, el mercader pu


C so en feria los esclavos para vender
los, no hizo pocas ganancias, y solo le
quedaron tres; esto es; el Gramático, el
Músico, y Esopo; y un conocido del mer
cader le dixo ; si llevas estos esclavos á un
lugar llamado Camuntay los venderás,
- . *-- alli
º
DE ESOPO. 19
alli está el Filósofo Xanto, al cual acos
tumbran venir muchos de las Islas nom
bradas Ciclades por causa de aprender en
su escuela. Oyendo esto, el mercaderna
vegó para la montaña; al Gramático, y
al Músico vistió de nuevo, y pusoles á
vender al mercado, y á Esopo como era
muy feo, y sucio de mala disposicion cor
poral, púsole en medio de los dos vestido
de un saco, y como los otros dos fuesen
bellos, y proporcionados, cuantos mira
ban á Esopo se maravillaban de su feal
dad, diciendo; de dónde has sacado cosa
tan espantable, por cierto que este con su
fealdad cubre á todos los otros. Mas Esopo
sintiendo ser escarnecido por palabras in
juriosas, estaba enojado, y á todos mira
ba sañudamente. Y como el Filósofo Xan
to saliese de casa, y entrase al mercado
mirando á una parte, y á otra, vió aque
llos dos mozos muy graciosos de sus per
sonas, y en medio á Esopo; maravillado
de la ignorancia del vendedor, dixo: mi
rad qué saber de hombre y llamando á uno
de ellos, le demandó de dónde era? y él res
pondió, que era de Capadocia; y le pregun
tó: qué sabes hacer? respondió el esclavo, ha
ré lo que tú querrás; y oyendo Esopo esta
respuesta se rió muy desaforadamente. Los
- B2. dis
2O JVIDA
discípulos que habian venido con el Filó-.
sofo viendole reir de aquella manera, dixe
ron entre sí, supliquemosle nos diga la
causa de su tan grande risa, y acercandose
uno de ellos, dixo á Esopo , sabio jóven,
dime de qué te ries tan fuertemente? y
Esopo estando lleno de ira, por verse de
todos escarnecido, le dixo: vete en mala
hora bestia, cabron de mar; y el estudian
te lleno de vergüenza se fué de alli. Mas
el Filósofo dixo al mercader: por cuanto,

me darás el Músico? al qual respondió: por


tres mil dineros; cuyo precio reputando
lo por demasiado, acercóse al otro escla
Vo,
DE ESopo. 2,1
vo, y dixole: De qué tierra eres y él res
pondió: de Lidia. Y dixole el Filósofo, qué
sabes hacer y el esclavo respondió, sé
hacer lo que tú pensarás. Xanto dixo al
mercader, por qué precio daria el escla
vo Gramático? Y respondió, por tres mil
dineros; oyendo esto el Filósofo, calló , y
fuese de allí. Entonces dixeron los discipu
los; Maestro, aquellos eselavos os agradan,
ó no? A los cuales respondió, que le agra
daban , mas era cosa vedada entre ellos
comprar un esclavo por tan gran precio; y
que caeria en grande pena el comprador,
y uno de los discípulos le dixo: pues aque
llos tan gentiles no puedes comprar por
causa de la ordinacion, compra, este que
no hay quien le sobrepuje en fealdad, y
no menos te servirás de este, que de cual
quier otro, y nosotros pagarénos el pre
cio. Respondió el Filósofo: por cierto que
sería cosa muy disforme esta, pues mi mu
ger es muy delicada, y no consentiria ser
servida por tan fea persona. Y otra vez le
dixeron los discípulos: Maestro, muchos
mandamientos nos has hecho, y mostra
do, en los quales tu muger no consenti
rá, salvo por contradiccion; y asi tu mis
mo debes usar de ellos. Y dixo el Filósofó:
sabed de él lo que sabe hacer, para que
- 10
22 VIDA
no perdamos el precio por negligencia, y
vuelto á él el Filósofo le dixo: Dios te sal
ve jóven. Respondió Esopo: suplicote que :
no te enojes por mí. Xanto le dixo: yo te
saludo; y respondió Esopo: y yo asi mis
mo á tí; y dixo el Filósofo: dexate de es
tas cavilaciones, y respondeme á lo que
te preguntáre. Dime, de qué tierra eres
tú? Respondió Esopo, de carne. Dixo Xan
to, no pido eso: sino en qué lugar has
sido engendrado? Respondió Esopo, en el
vientre de mi madre; y dixo el Filósofo:
ni tampoco te pido eso, sino que me di
gas en dónde naciste? Esopo respondió:
mi madre lo sabe en qué aposento, ó sala ,
me parió, ó en qué palacio. Xanto dixo:
dexemonos de eso, dime que has aprendi
do? Respondió Esopo: yo nada sé hacer; y
y Xanto le dixo, de qué manera dices eso?
y Esopo se lo declaró, y le respondió asi
¿ cuanto estos mis compañeros esclavos
an dicho, que sabian hacer todas las co
sas, no han dexado nada para mí. Enton
ces los discípulos maravillandose de él, di
Xeron: por la divina sapiencia que ha resº
pondido discretamente, ¿ quien sepa
todas las cosas, no se halla, y por esta
razon se reía tan fuertemente; y el Filó
sofo le pidió que le
-
disee, querie
- - e
DE ESOPo. 23
le eomprase Dixo Esopo: esto está á tí,
porque nadie te obligará, y si tal voluntad
tienes, abre la bolsa , cuenta los dineros;
y sino cierra la boca. Oídas estas cosas, di
xeron los discípulos, Por cierto que este
sobrepuja al Maestro, y el Filósofo dixo á
Esopo: dime, si te compro, te huirás? y
le respondió: si eso yo quisiese hacer, no
pediria á tí el consejo. Dixo Xanto, tú ha
blas honradamente, mas eres sin forma,
y del todo feo. Respondió Esopo, no se
debe mirar al cuerpo, sino el alina , , y el
corazon del hombre. Entonces dixo el Fi
lósofo al mercader, cuanto queria, por
aquella fantasma? y le respondió: espera,
que en verdad sabes, poco de mercadurias:
Xanto dixo: por qué dices esto? y el merca
der respondió, porque dexas los que son
tus semejantes, y tomas al indigno; toma
uno de estos, y dexa ese espantajo. Repli
có Xanto, no importa, dime cuanto quie
res por él? Dixo el mercader: dame seten
ta dineros, luego los discípulos contaron
el precio; y de esta manera compró el Filó-.
sofo á Esopo. Los arrendadores como su
pieron la venta, pidieron quién habia sido
el vendedor, y comprador? mas el Fiióso
fo, y el mercader concordaron en una,
que dixesen había costado poco. dixo
SO
24 VIDA -

Esopo á los arrendadores, este es el com


prador, y aquel el vendedor y si los dos
niegan yo soy fiel y por tal me afirmo.
Y por este caviloso donaire se conten
taron los arrendadores del tributo, de
xandolos sin pagar, y cada uno partió su
camino, - -

CAP. VII. Comprado que hubo Xanto á


Esop0, se fué á casa para entregarlo á
la muger. -

Omo, Esopo siguiese á su amo Xanto,


y viese que su Señor orinaba caminan
do, le tiró del brazo, y dixole : mi Señor,
si no me vendes á otro, sepas que me hui
ré de tí. Y dixole Xanto, por qué dices eso?
Y Esopo respondió, porque no puedo ser
vir á tal Señor. Y por qué razon, dixo el
Filósofo? porque, dixo. Esopo, no tienes
vergüenza, pues siendo tan gran Señor
no te paras para orinar, y es cierto que
podrias dar algun poco de holganza, y
descanso á la naturaleza, á lo menos el que
bastase para orinar, pues siendo yo como
soy tu esclavo, si me embiases á alguna
parte, y el vientre me pidiese purgacion,
creo , que querrás la haga volando, segun
tú haces esa, que no es tan fea
-
ar
0s
do. Dixo el Filósofo: no tienes que enojar
te de estas cosas, antes abre las orejas, y
está atento á lo que te dixere, yo oriné
caminando por evitar tres cosas. La prime
ra, porque el gran calor de el sol, como
sea medio dia, no me dañase la cabeza. La
segunda es, porque la orina no me queme
los pies. La tercera, y última es, porque
el fetor de la orina no me subiese á la na
riz; y orinando así, me libro de estos tres
daños. Y entonces dixo Esopo, satisfecho
me has. Y llegado el Filósofo á su casa, di
xo á Esopo: esperame aqui un rato entre
tanto que entre en el estudio, y hable de
-- -- tí
26. VIDA,
tí á la Señora. Dixo Esopo, no solo espe
raré, mas haré todo lo que me mandes
Xanto entrando en la casa dixo á su mu
ger: de aqui adelante cesarás de estar mal
quista conmigo, y reñirme diciendome,
que mude tus mozos, cata aquí que te he
comprado uno tan sabio, que hasta aqui
no has tenido otro mas gentil, y elegante.
Las esclavas cuando esto oyeron, creyen
do era asi verdad, comenzaron alli mismo
á contender unas con otras, diciendo una:
el amo me ha comprado este marido. Otra
dixo, yo soñaba esta noche que el amo
me desposaba, y entre tanto que ellas asi
hablaban dixo la muger á Xanto : dónde
está este que tanto alabas, hazlo venir aqui.
Respondió el Filósofo: delante la puerta
está, llamele alguno, que suba el nuevo
comprado; y una de las esclavas, entretan
to que las otras altercaban cual le llamaria,
fué á llamarle, y decia entre sí: yo iré la
primera, y le tomaré por marido; y es
tando á la puerta dixo: dónde está mi nue
vo desposado? y luego Esopo le respon
dió: A quien tú pides yo soy; y como
ella lo mirase, turbóse, y perdido el color,
dixo: huye, y aparta de aqui fantasma, y
donde tienes la cola? Respondió Esopo: si
la cola buscas, no te faltará. Y como él
qui
DE ESO PO 27.
quisiese entrar en la casa, dixo la esclava:
huye fantasma, y no entres, pues por cier
to como te verán , todos los de casa hui
rán; y volviendose la esclava á sus com
pañeras, dixolas: por cierto que andais
muy erradas vosotras, y miradlo; y una
de ellas saliendo fuera, y viendo á Esopo
tan feo, y espantable, dixole: Badajo de
campana hiera tu boca, no te acerques á
mí, y presentóse Esopo delante la Señora,
y como ella lo vió, volvióse hacia atrás,
y dijo á su marido, como cosa de tanto
espanto, y tan monstruosa me habeis comº
prado por esclavo; apartadlo allá de mí.
El Filósofo respondió: muger, tomad pa
ciencia, pues por esclavo os le he compra
do, y para mí es suficiente, y de ciencia.
Respondió ella: no soy tan necia que no
conozca, que ya me aborreceis, y bus
cais otra muger; mas porque claramente
no me lo osais decir, por eso me habeis
traído esta cabeza de perro. Pensad que
antes me iré de casa, que no le mandaré
cosa; y pues es asi, dadme mi dote, y yo
me iré en buena paz. Y Xanto dixó á Eso
po: , cuando ibas por el camino hablabas
mucho, y ahora que es menester no dices
nada? Respondió Esopo: Señor, pues que
tu muger es de esta condicion tan altiva,
- y
23. º JZIDA
y enojosa, arrojala al Infierno. Dixole Xan
to, calla necio, que eres digno de azotes,
pues vés que la amo como á mi mismo,
y no menos. Respondió Esopo: pues la
amas mucho? Dixo Xanto, mas que otra
cosa. Entonces Esopo, dando una patada
en la sala levantó la voz diciendo: este
Filósofo está detenido, y preso de la mu
-

ger; y volviendose á ella le dixo: A tí,


Señora, yo te amaré, y trabajaré porque
hayas paz, y bienes, tú querias que tu ma
rido hubiese comprado un esclavo joven
de edad, gentil de rostro , sabio, bien
compuesto, y adornado, y que te espera
- Se
DE ESO PO. 29
se en el baño, te pusiese en la cama, te .
gratase los pies, y pudieses tú avergonzar
al Filósofo. O Euripides, quisiera tener
tu boca de oro, en nada mentirosa! Asi
como decimos, que son muchas las tem
pestades del mar, y muchas, y grandes sus
olas, asi tambien decimos que es dificil de
soportar la pobreza, pues, todas estas cor
sas son malas para el hombre, pero mas
mal, y de peor soportar es la mala, muger
mas tú, Señora, no quieres esclavos gentiles
que te sirvan, que en poco tiempo pue:
des dar deshonor, é infamia á tu marido
Y como esto oyese la Señora dixole : nd
solo eres feo, y disforme, mas hablador,
y cruel, pues hablas cruelmente, y me dis
famas con estas palabras, pero yo me guar
daré de tí. Entonces el ¿le dixo:
Esopo guarda que la Señora está enojada:
y respondió Esopo: desta manera se ha de
amansar la Señora; y el Filósofo le man
dó callar, diciendo: calla, que bastante
mente has hablado, toma un cesto, y sigue
me, para que compremos alguna verdura.

CAP. VIII. Como Esopo soltó la qüestion


de un hortelano. -

SI se fueron á una huerta: y dixo el


- Filósofo al hortelano, dános verdu-,
- " l'aS,
3o º PID 4 , -

ras, y el hortelano tomó de una parte era


donde habia verzas, y otras verduras mez
eladas, y diólas á Esopo: y como el Señor
pagases el precio, y quisiese irse, dixole
el hortelano: Maestro, que esperes un po
co, porque te querria pedir una qüestion
Dixole el Filósofo: contento estoy de es
perar tu propuesta, dí lo que quieres; y
dixo el hortelano: Maestro; los arboles,
y yerbas, que diligentemente se - siembran,
- -
r, ...
-

- - - -" " - - - . . . . .
-

y cultivan con gran cuidado, por qué vie


nen mas tarde, que las que por sí mismas
nacen, y no se cultivan? Xanto como oye
sa esta quüestion filosofal, y no pudiese res
-. pon
DE ESO PO. 3I
ponderá ella, dixole: Estas, y semejantes
cosas proceden de la providencia Divina.
De cuya respuesta, se rió de buena gana
Esopo; y dixole su amo: necio, ríeste de
mí, ó burlasme? Respondió. Esopo, no
me rio de tí, sino del Filósofo que te ense
ñó, porque, qué solucion de Filósofo
es, que por la Divina providencia proce
den estas cosas tales? Eso tambien lo, sa
ben los albarderos. Y dixole. Xanto, pues
suelta tú la , qüestion. Respondió: Esopo,
si me lo pidiera á mí, cosa facil de hacer
me fuera. Entonces el Maestro volviendo
se al hortelano dixole: no conviene al Fi
lósofo, que continuamente enseña en los
estudios, responder en las huértas, ni sol
tar en ellas las qüestiones, mas este mi
mozo es suficientemente sabio en estas co
sas, y él soltará esta qüestion, pideselo; y
dixo el hortelano: ese sucio sabe letras?ó
qué mala ventura y vuelto á Esopo dixo
le : tú tienes conocimiento de estas cosas?
al cual respondió Esopo, pienso que sí, y
asi estame atento; Tú me pídes, por qué
las yerbas que siembras, y per cultivas, cre
cen menos que las que de sí mismo na
cen, y no se siembran, y cultivan. Oye: asi
como la muger viuda que tiene hijos, y se
casa con otro marido, que tambien iene
l
32 ...Y JVIDA º -

hijos, de los unos es madre, y de los otros


es madrastra , y hace grande diferencia en
tre los hijos, é hijastros; porque los hijos
son criados diligentemente, y con grande
afecto; pero los hijastros con negligencia,
y aborrecimiento: asi la tierra es madre de
las yerbas que de sí nacen, y de las otras
que por mano de hombres se siembran, es
madrastra. Oyendo esto el hortelano le di
xo: grande melancolia me has quitado, de
valde te doy todas las verduras, y quando
quieras mas vendrás por ellas, y las toma
rás, que graciosamente te quiero dar qual
quiera cosa de mi huerta. . . . y
. . o;.
CAP. IX. De como Esopo coció una sola len
teja. , y .

TEspues de tres dias, como el Filóso


D fo se lavase en el baño juntamente
con otros sus familiares, y amigos, em
bió á Esepo diciendo: vé a casa, y toma
el caldero, y la lenteja, y lo mas presto
que pudieses cuezela. Fué Esopo corrien
do, y entrando en la cocina tomó un gra
-no de lenteja solamente, y pusola en el
caldero á cocer, y aparejó prontamente
las cosas que eran necesarias. Despues de
bañados, dixo Xanto á los amigos, hoy co
meréis conmigo lentejas; y por cierto
Il
DE ESOPO. 33
entre amigos no es de mirar el valor de la
cosa , sino á la voluntad con que se dá3
viniendo á comer, mandó el amo á Eso
po, que traxese agua á manos; y él toman
do el jarro de pies, y apartandose en un
lugar secreto llenóle de agua, y lo traxo á
su Señor, el qual sintiendo la olla, le di
xo, qué es esto , perro maldito, estás bue
no? aparta allá eso, trae la vacía, y luego
Esopo traxo la vacía sin agua; y el Filóso
fo muy enojado dixo: vellaco sabes ahora
mas de eso? Respondióle: por tí me fué
mandado, que no hiciese sino lo que tú
me mandases; tú no me dixiste pon agua
en la vacía, lavanos los pies, aparéjanos
los paños, y las otras cosas que son nece
sarias; y sí solo me dixiste, trae la vacía,
ya te la traxe. Entonces dixo el Filósofo
á los amigos: yo no compré esclavo sino
maestro, y mandador: Y como estuvieron
en la mesa pidió el Señor, que si la lenteja
estaba aparejada que la llevase, y Esopo
con la cuchara sacó del caldero la lenteja
que habia puesto á cocer, y traxola á la me
sa. Y pensando el Señor, que traía aquella
paraque viesen si estaban cocidas las lente
jas, rompióla con los dedos, y dixo coci
da está, traela, y comerémos; y Esopo
solamente puso en la mesa los postres, y .
C di
34 JVIDA A
dixole Xanto: qué es de la lenteja? Respon
dió, ahora os la traxe con la cuchara; y el
Señor dixo: verdad es, que traxiste un
grano de lenteja, y grano te dixe yo? Di
xo Esopo: Tú me mandaste que cociese la
lenteja en singular, y no lentejas en plural.
Entonces dixo el Filósofo á los que tenia
combidados, turbado de corazon : por cier
to que este me ha de trastornar el juício;
y luego, porque no pareciera, que escar
necia á los amigos, le mandó diciendo: Vé,
y compra quatro pies de tocino, cueze
los, y ponlos, en la mesa. Luego , Esopo
fué, compró los pies, y pusolos á cocer
en la olla, Y el Señor buscando causa pa
ra castigarle, mientras que Esopo estaba
ocupado en otros negocios, sacó un pie de
la olla, y escondiólo.

CAP. X. Xanto queriendo engañar á Esopo,


se engañó á sí mismo. -

TY Espues de un rato, reconociendo Eso


po la olla, no halló mas que tres pies;
y pensando lo que podria ser aquello, ba
xó al establo, y cortó un pie al lechon que
allí estaba, y volviendo arriba pusolo á la
olla. Mas Xanto, en tanto que Esopo baxó
abaxo volvió el pie á la olla, y Esopo quan
do los pies estuvieron cocidos vaciº la
Olla
DE ESOPO, 35

olla en un plato, halló cinco pies; lo qual,


viendo el Filósofo Xanto, dixo: qué es es
to? por ventura un tocino tiene cinco pies?
Respondió Esopo; y dos tocinos quan
tos pies tienen º Xanto. dixo ocho, mas
aquí hay cinco. Dixo Esopo, y el que es
tá abaxo solamente tiene tres pies. Enton
ces dixo Xanto á sus amigos: no he dicho
yo que este me ha de volver el juício?
Esopo dixo: por ventura no sabes, Señor,
que todas las cosas que se hacen, ó dicen
en otra manera que lo justo, se apartan del
medio, ó virtud? Entonces el Filósofo co
mo no viese causa, P. la qual con razon
2. pu
-
... y JZIDA
hijos, de los unos es madre, y de los otros
es madrastra, y hace grande diferencia en
tre los hijos, é hijastros; porque los hijos
son criados diligentemente, y con grande
afecto; pero los hijastros con negligencia,
y aborrecimiento: asi la tierra es madre de
las yerbas que de sí nacen, y de las otras
que por mano de hombres se siembran, es
madrastra. Oyendo esto el hortelano le di
xo: grande melancolia me has quitado, de
valde te doy todas las verduras, y quando
quieras mas vendrás por ellas, y las toma
rás, que graciosamente te quiero dar qual
quiera cosa de mi huerta. - -

º" , , , ,, , , º o: ; ;
CAP. IX. De como Esopo coció una sola len
teja. , ,, ,, , , , , ,
TEspues de tres dias, como el Filóso
D
fo se lavase en el bañó juntamente
con otros sus familiares, y amigos, em
bió á Esepo diciendo: vé a casa, y toma
el caldero, y la lenteja, y lo mas presto
que pudieses cuezela. Fué Esopo corrien
do, y entrando en la cocina tomó un gra
-no de lenteja solamente, y pusola en el
caldero á cocer, y aparejó prontamente
las cosas que eran necesarias. Despues de
bañados, dixo Xanto á los amigos, hoy co
meréis conmigo lentejas; y por cierto ,
Il
DE ESOPO. 33
entre amigos no es de mirar el valor de la
cosa, sino á la voluntad con que se dá;
viniendo á comer, mandó el amo á Eso
po, que traxese agua á manos; y él toman
do el jarro de pies, y apartandose en un
lugar secreto llenóle de agua, y lo traxo á
su Señor, el qual sintiendo la olla, le di
xo, qué es esto, perro maldito, estás bue
no? aparta allá eso, trae la vacía, y luego
Esopo traxo la vacía sin agua; y el Filóso
fo muy enojado dixo: vellaco sabes ahora
mas de eso? Respondióle: por tí me fué
mandado, que no hiciese sino lo que tú
me mandases; tú no me dixiste pon agua
en la vacía, lavanos los pies, aparéjanos
los paños, y las otras cosas que son nece
sarias; y sí solo me dixiste, trae la vacía,
ya te la traxe. Entonces dixo el Filósofo.
á los amigos: yo no compré esclavo sino
maestro, y mandador: Y como estuvieron
en la mesa pidió el Señor, que si la lenteja
estaba aparejada que la llevase, y Esopo
con la cuchara sacó del caldero la lenteja
que habia puesto á cocer, y traxola á la me
a. Y pensando el Señor, que traía aquella
paraque viesen si estaban cocidas las lente
jas, rompióla con los dedos, y dixo coci
da está, traela, y comerémos; y Esopo
lolamente puso en lºgen los po y
l
36 VIDA
pudiese castigarlo, calló, y lo dexó, pasar
con disimulacion. - ----

CAP. XI. Xanto de las viandas que tenia en


la mesa, embió por Esopo á su querida.
A7 Otro dia, como dos discípulos estu
viesen en el auditorio donde Xanto
leía, uno de ellos aparejó la cena, y como
cenasen él Filósofo tomó una racion de las
viandas, y dióla á Esopo diciendole, vé á
casa mi querida, de esto: y Esopo yen

do á casa, dixo entre sí: ahora se ofrece


ocasion, paraque la Señora se vengue de
mí, por lo que le he dicho, pero se ha de
vér
DE ESOPO.
vér quien es la querida del Señor, y en
trando en casa, asentóse, y llamando á la
Señora por su nombre puso el plato con
la vianda delante de ella, y dixole: Señora
mia , de estas viandas no comerás cosa al
guna. Respondió la Señora, siempre has de
ser loco, y hacer necedades. Esopo dixo,
estas viandas no manda el Señor dartelas á
tí, sino á su querida la perrita, que conti
nuamente le está agasajando, y dixo, vén
acá golosa, hincha tu vientre de estas viandas:
la perrita agasajándole con la cola, vino
al olor de las viandas, á la qual dandoselas
Esopo de hueso, en hueso, decia, el Se
ñor á tí, y no á otro me ha mandado dar.
estas viandas. Despues como volviese dixo
el Filósofo, has dado aquellas buenas vian
das á mi querida? Respondió Esopo, ya se
las he dado, y delante mis ojos se las ha co
mido todas. Pidió Xanto, qué decía quando
se las eomia? Respondió Esopo, cosa nin
guna, mas parecia que se alegraba, y te
amaba. Pero viendo esto la muger de Xanto
llorando, y suspirando se entró en el apo
sento. Y despues que los discípulos hubie
ron comido, y bebido abundantemente, y
con mucho gusto, cada qual por su parte
propuso qüestiones; y uno de ellos pidió
áEsopo, en qué tiempo sera mayor la
- pre
38 prrDA.
priesa, y dificultad en los hombres? Eso
po pronto de ingenio, estando detrás los
otros, respondió, quando los muertos en el
dia del juício buscarán cada uno sus cuer
pos. Lo qual oyendo los discípulos dixe
ron, por cierto, sábio, y pronto es este
mozo, y no es necio, ni faltado de en
tendimiento, mas está bien enseñado de
su Señor. Y despues como pidiese otro,
por qué los animales quando son traídos pa
ra matarlos, calladamente vienen, y no dan
ningun grito, y el lechon no solamente no
se dexa tomar, mas luego grita, y gruñe?
Esopo como tenia grande cabeza respon
dió, los animales, como son Vacas, Ove
jas, y otros, como están acostumbradas
á ordeñarse, ó trasquilarse, vienen callan
do, porque piensan que vienen para ello;
y asi no tienen miedo del hierro; mas el
lechon no es asi, del qual ni lana ni le
che se aprovecha, si sola la carne, y la
sangre, y por lo tanto el lechon grita, y
gruñe. Entonces los discípulos juntos ala
baron, y aprobaron el dicho de Esopo, y
se dividieron los unos de los otros, y se fue
ron para sus casas. El maestro viniendo á
casa, entró en el aposento, y comenzó á
requebrar á su muger que lloraba, y ella
volviéndole las espaldas le dixo: aparta allá,
y ,
DE ESODO. 9
y tén la mano segura. Y el Filósofo la per
suadió diciendo, tú eres mi dileccion, y
no conviene que estés enojosa, y triste
conmigo que soy tu marido. Ella respondió,
que le habian de descasar, porque no era
su voluntad de estár con él de aquí ade
lante. Y dixo al marido, llama la perrita,
y agasájala, á la qual embiaste las viandas.
Y como él no sabia cosa, dixo, qué llevó
para tí, Esopo, del combite? Cosa ninguna,
dixo ella, y el Filósofo : por ventura es
toy borracho, cierto que yo te embié tu
parte por Esopo. Dixo ella, á mí? Res
pondió el Filósofo, á tí. Respondió ella,
no me embiaste á mí, sino á la perrita,
segun dixo Esopo. Entonces dixo Xanto,
llamen aquel esclavo. Y como viniese di
Xole Xanto, á quién has dado aquellas vian
das? Respondió él, á tu querida, como
lo mandaste. Dixo Xanto á Su muger, en
tiendes bien lo que dice Esopo? Respon
dió ella, entiéndolo, pero te digo, y vuel
vo á decir, que nada llevó Esopo para mí,
si solo á la perrita lo dió. Y el Señor dixo
á Esopo, á quién diste las viandas, cabron?
Respondió él, á quien tú mandaste. Dixo
el Señor, yo te las mandé dar á mi queri
d3: yo las dí segun mandamiento á la que
tanto te ama, y llamando á la perritaXOdi
4o VIDA
xo á Xanto, esta es la que tanto te ama, que.
la muger jamás tiene amor á quien le mues
tra amor, porque si la ofenden en la mas mí
nima cosa, luego revela los secretos mas
criminosos de aquel; mas el perro aunque
le pegues, luego al punto mostrándole al
guna señal de amor, simplemente viene con
la cola entre las piernas, y por tanto debias
explicar, que las diese solo á tu muger, y
no á la querida. Triste, y dolorida quedó la
avergonzada Señora ; y buscando forma
para separarse de su marido, un dia quedán
dose sola en casa, tomó las mejores ropas
que tenia, y se fué á la casa de sus padres.
Supo Xanto de su muger la improvisa huí
da, y entristeciéndose mucho de ella, le
dixo Esopo, ahora tienes clara noticia que
no la muger, sino la perrita te ama, y aun
que Xanto con todas veras la solicitó que
volviese, no pudo jamas conseguirlo.
CAP. XII. Esopo hace volver la muger de
Xanto á casa de su marido.
A L fin viendo Esopo la grande tristeza
de su Señor, le dixo, dexa ya el dolorque
tienes por la huída de tu muger, que tan
to te molesta, y acaba, que yo haré que
sin ser rogada vuelva; yeñdo pues al mer
cado, compró mucha diversidad de vola
- te
DE ESO PO. 41

tería, y pasando disimuladamente por la


calle donde habitaba la muger de Xanto,
viendo un mozo á la puerta de su casa, dixo
si sabia quien le vendiese algunos pabos,
que habia menester para unas bodas. Y pi
diendo el mozo quién celebraba bodas, le
dixo Esopo, que era el Filósofo, Xanto.
Oyendo el mozo que el Filósofo Xanto se
casaba, entró apresuradamente en casa, y
lo dixo á la fugitiva Señora, la qual enten
diendo una tan triste y dolorosa nueva
fué con apresurados pasos á la posada de
su marido Xanto, diciéndole : no pienses
que de ninguna manera, viviendo yº su
13.
42 ... JVIDA
fra que muger alguna «ocupe mi lugar.
--
--

CAP. XIII. Del combite que hizo Xanto á


sus discípulos.
Ombidó poco despues Xanto á todos sus
C discípulos, diciendo á Esopo, que les -
traxese una vianda que fuese dulce, y sa
brosa. Esopo yendo al mercado decia en
tre sí: ahora he de mostrar mi admirable
sabiduría, y comprando lenguas de tocino
las puso en la olla. Viniendo Xanto á co

mer con sus discípulos, dixo á Esopo que


traxese á la mesa la deseada vianda: y po
niendo las lenguas con vinagre á la mesa,
empe
DE ESO PO. 43
empezaron á gustar de aquella admirable
sapiencia. Alabando los discípulos del cien
tífico maestro la profundísima doctrina, di
ciendo: este deleytoso comer lleno está de
Filosofía. Mandó luego Xanto á Esopo que
traxese otra vianda, y trayendo mas len
guas adobadas con ajo y pimienta decian
sus discípulos: propiamente nos pertenece
una lengua despues de otra lengüa: mas á
la fin llevando Esopo otra vez lenguas,
enojados ya los discípulos juntamente con
Xanto por tantas lenguas, dixo Xanto: no
hemos de comer mas que lenguas? No te
dixe que traxeses una vianda que fuese
dulce y sabrosa? Respondió Esopo: gracias
hago á los Dioses, que hay aquí hombres
de tan alta inteligencia: qué vianda hay
mejor, mas dulce, y mas sabrosa que la
lengua? Por la lengua son ordenadas to
das las artes. Por la lengua toda la doctri
na, y filosofía es ennoblecida. Por la len
gua las dignidades, los empleos, y las ri
quezas son adquiridas. Por la lengua se
efectuan los matrimonios. Por ella las ca
sas , y las ciudades son enriquecidas. Por
ella los hombres son exaltados, y respeta
dos. Ultimamente en la lengua cstá casi to
da la humana vida. De manera, que no
hay cosa mas dulce que la lengua, de
OS
44 VIDA
los Dioses ha sido dada á los mortales ma
yor ¿ , que la lengua. Con grandísi
mo aplauso, alegres todos los discípulos
de Xanto de la subtilísima respuesta de
Esopo, le abrazaron defendiendo contra
el confuso maestro la pura inocencia.
CAP. XIV. Otro combite de lenguas.
- AS Xanto, trabajando en vengarse,
dixo al otro dia á Esopo delante de
sus discípulos: pues ayer comimos á gusto
tuyo, mudemos hoy las viandas: yo quie
ro que todos mis discípulos coman conmi
go, por lo tanto nos has de llevar la peor,
y mas amarga vianda que encuentres. Par
tió prontamente Esopo, y compró otra
vez lenguas, y las puso en la olla. Mas
viniendo todos al esperado combite, y di
ciendo Xanto á Esopo, que traxese la amar
ga vianda, Esopo llevó las lenguas como
habia acostumbrado. Y admirados los dis
cípulos de Xanto junto con él de que otra
vez volviese á las lenguas, pidieron otra
vianda: emperó trayendoles Esopo mas
lenguas, indignandose contra él, el Filó
sofo Xanto díxole: ahora no te he manda
do llevar vianda dulce, sino amarga. Res
pondió subitamente Esopo: Qué cosa hay
peor, y mas amarga que la lenguala
el
- DE ESOPO. 45
lengua se pierden los hombres: por la len-.
gua llega el hombre á miserable pobreza:
por la lengua son destruídas las ciudades: fi
halmente por la lengua perecen todas las
cosas. Dixo uno de los discípulos de Xanto:
si tú lo crees vendrás á grande locura; por
que tal qual es su gusto, tal es su ánimo.
CAP. XV, Esopo lleva á Xanto un hombre
sin pensamiento.
AS Xanto buscando forma para exe
M cutar en Esopo su cruelísima ira, le
dixo: búscame un hombre sin pensamien
to. Salió prestamente Esopo, y discurrien
do por toda la ciudad, vió un hombre rús
tico, al qual dixo: el Filósofo Xanto te su
plica que comas hoy con él. Y el rústico
no curando de inquirir la causa, porque el
Filósofo le combidaba no conociéndolo,
no hizo mas que seguirle. Y llegando á la
posada, sin mas pensar, se sentó. á la me
Sa. Dixo Xanto secretamente á su muger:
paraque yo pueda castigar á Esopo con
justa causa, pon por obra lo que te dixe
re; y despues le dixo en alta voz: muger,
toma el barreño con agua, y lava los pies ,
al nuevo huesped: pensando que el rústi
co teniendo vergüenza de tan impertinente
ministerio, se despediria, y asi Xanto ten
dria
46 y TDA ) -

dria motivo para reprehender á Esopo, y


castigarlo. La muger de Xanto pronta á

- = -

o o . -

ualquiera cosa, que fuese en daño de


sopo, tomando el barreño con agua co
menzó á lavar los pies al combidado rús
tico. Mas él pensando en sí mismo que el
Filósofo, para mas honrarlo, queria que su
muger le sirviese en aquella forma, estu
vo inmobil. Viendo Xanto, que por este
acto, no habia podido conmover al rústico,
mandó á su muger, le diese de beber. Em
pero pensando aquel que el Filósofo se
enojaria, si no le obedecia, luego comen
zó á beber. Haciendo despues Xanto po
IlCI
DE ESO PO. 47
, ner un bellísimo pescado delante el incon
siderado rústico, prontamente comió, de
aquel, Mas viendo el Filósofo, que no po
dia alterarlo, porque el rústico estuvo siem
pre dispuesto á todo lo que el Filósofo hi
ciese, llamando al cocinero, y reprehen
diéndole de lo mal que había cocido el pes
cado, empezó á castigarlo. Pero el bueno
del rústico, viendo que en el pescado no
altaba cosa alguna, sin pensamiento algu
10 comia de él. Clamó luego Xanto, al
hornero, y culpándolo de haber mal ama
sado el pan, le cubrió de grandísimo ter
Por con palabras afrentosas, mas el horne
0 por disculparse dixo que la muger de
Xanto le habia amasado. Si es verdad lo
que me dices, respondió. Xanto, que mi
muger tenga la culpa, yo la haré quemar
Viva; y dixo á los que servian, que en
cendiesen un grandísimo, fuego para que
marla. Respondió luego el rústico: Señor,
luzme favor de esperar un poco, hasta
que yo trayga la mia. Cuyas palabras oidas
por Xanto, admirado de la constancia del
rustico, se volvió á. Esopo, diciendo ya
le doy por vencido.

CAP.
48 VIDA

CAP. XVI. Respuesta que dió Esopo á la


Justicia.
pºr: tres dias queriendo ir el Filóso
fo Xanto al baño, mandó á Esopo,
que mirase si habia alguno en aquel. Por
lo que yendo Esopo hácia el baño le sa
lió al encuentro la Justicia pidiendole don
de iba. Respondió Esopo, que no lo sa
bia: de cuya respuesta indignandose la
Justicia, luego lo hizo prender. A la qual.
respondió Esopo: luego justa, y verdade
ra era mi respuesta, que no sabia donde
iba, pues me mandas tú ahora ir á la pri
sion: y asi mandándolo soltar la Justicia
volvió. Esopo á su comenzado camino, y
llegando al baño, visto que todos los que
entraban, y salían de él tropezaban en una
piedra, no los tenia por personas, hasta
que uno de ellos, llevándola de alli, hizo
que los otros no tropezasen con ella: lue
go volviéndose diligentemente al Filósofo
Xanto le dixo, que en el baño no había
mas que un hombre. Fué Xanto al baño, y
visto que habia en él mucha gente, indig
nóse contra Esopo. Respondió este, si con
atencion escuchas lo que te dixere, cono
cerás que te he dicho verdad, que no ha
bia en él mas que una persona: quando
yo
DE ESO PO. 49
yo vine, la piedra que vés alli, estaba de
lante el humbral de la puerta, y todos quan
tos entraban tropezaban con ella, no hu
bo alguno que la levantase, sino uno, que
la puso alli donde ahora está, al qual so
lo juzgué por persona. Dixo Xanto, como
has tenido pronto la escusa.
CAP. XVII. Porque los hombres despues de
haber evacuado el vientre, miran la in
mundicia. - -

VOlviendo Xanto del baño á su posada


quiso evacuar el vientre, y estando

presente. Esopo con un jarro en las manos


para darle agua, le pedia Xanto: por qué
E) Call
5o - JVIDA - 4.

causa quando evacuan los hombres en un


lugar descubierto miran luego la inmundicia?
Respondió Esopo leese que evacuando el
vientre antiguamente un Filósofo, sacó el
celebro juntamente con la inmundicia. Por
lo que recelando los hombres, que no les
suceda lo mismo, miran luego sus inmun
dicias. Pero tú no puedes evacuar lo que no
tienes en el vientre. Siguióse despues de es
to, que sentado Xanto un dia en medio de
sus discípulos, teniendo el vaso en la mano
para beber, turbado de la fuerza del vino
no sabia explicar, y resolver muchas y sub
tilisimas qüestiones, que se proponian, por
lo que Esopo le dixo en esta forma: refiere
el famosísimo Dionis, que el vaso lleno de
suavísimo vino, tiene en sí tres propieda
des. La primera, fuerza y brio: La segun
da, jovialidad y alegria. La tercera, locu
ra. Por eso humildemente, Señor, te su
plico, que bebas alegramente, y te dexes
de qüestiones Filosoficas. Dixo entonces
uno de los discípulos: maestro, un hombre
solo podria beber el agua del mar? Respon
dió Xanto: no es cosa imposible, que yo
solo me ofrezco á bebermela toda. Repli
có el discípulo: y si no la bebes, qué quie
res perderº Respondió, Xanto, señor te ha
go de mi posada si solo dexo una gota; y
- asi
DE ESOPO. 5I

asi puestos los anillos por señal de la apues


ta de este imposible acto; el dia siguiente,
lavandose Xanto las manos, y no viendo
se el anillo, dixo á Esopo; si sabia donde
estaba? Respondió, no sé donde está el
anillo; pero sé que muy luego serémos
huespedes de esta casa. Dixo Xanto: por
qué? Respondió Esopo: porque ayer pro
metiendo que beberias toda el agua del
mar, quedó el añillo en señal de apuesta.
La qual imposible promesa oída por Xan
to, suplicó afectuosamente al sapientísimo
Esopo, que con alguna subtilisima indus
tria diese modo como no perdiese tan
- - Da bes
52 p"IDA
bestial apuesta. Respondió Esopo: porque
tengas noticia de mi ingenio, yo prome
to librarte de tan ignominiosa pérdida. Haz
traer á la orilla del mar una mesa llena
de diferentes vasos, y dirás que tienes los
vasos preparados para beberte toda el agua
del mar, como detengan todos los rios que
entran en él, y entonces tú darás cumpli
miento al imposible pacto. Parecióle bien
á Xanto la inefable defensa del prudentísi
mo esclavo: y requiriendolo aquel, que
pensaba tener ya ganada la puesta, para
que pusiese por obra lo que prometido ha
bia, Xanto siguiendo el consejo de Eso
po, quedó no solo libre, sino tambien roga
do de todo el pueblo, porque no prosiguie
se adelante, y el otro perdiese su apuesta.
- cAP XVIII. Ingratitud de Xanto con Eso
p0.
Uplicó el agudisimo Esopo á Xanto des
) pues de este admirable acto que le
diese libertad, mas no pudo conseguirla.
Antes diciendole que mirase, si veria dos
cuervos por ser este buen agüero, le apar
tó de su peticion, y asi quedando el pa
cientísimo Esopo en el mismo cautiverio,
hizo el mandainiento de Xanto. Y vinien
do á la puerta de la posada, y viendo dos
.. . . . - . Cll CI”.- .
DE Esopo. 53

cuervos que estaban en un arbol, luego


lo dixo á Xanto, el qual saliendo de la po
sada, y no viendo mas que un cuervo en
el arbol, porque el otro se habia ido, pren
diendo á Esopo, pensando que se burlaba
de él, le hizo cruelisimamente azotar. Vi
no en esta ocasion un criado de Xanto á
decirle que ya estaba aparejada la comida,
al qual viendo Esopo, dixo: yo por vér dos
cuervos, he sido crudamente azotado, y
Xanto no viendo mas que uno le dán bue
na comida: cuyas graciosas palabras sien
do oídas por Xanto, mandó que no le
azotasen mas. Pocos dias despues dió car
g0
J2 IDA
go Xanto á Esopo, que aparejase una es
plendida comida, y Esopo comprando to
das las cosas necesarias, dixo á la muger
de Xanto que las guardase de las manos de
los gatos, y dixo, bien puedes estar sin
cuidado, que hasta en las malgas tengo
ojos. Por lo que aparejando Esopo lo que
era menester, y volviendo al lugar donde
habia dexado á su Señora, la vió que dor
mia ; y recordandole lo que habia di

cho, que sus malgas tenian vista, levantan


dole las faldas le descubrió el trasero. Lle
gó deutro poco tiempo Xanto con sus dis
cípulos, y viniendo al lugar donde estaba
- apa
DE ESODO. 55
aparejada la mesa, vió á su muger descu
biertas las partes vergonzosas, y llamando
áEsopo, quiso saber la causa de tan ver
gonzosa vista, y Esopo le satisfizo en la
forma ya dicha.

CAP. XIX. Esopo hace solamente entrar á


uno de los combidados.

NTO pasaron muchos dias, que habiendo


N combidado Xanto todos los Filósofos,
y Retoricos, dixo á Esopo, que no dexase
entrar idiota alguno. Sucedió que viniendo
uno de los combidados, Esopo le comen
zó á decir palabras injuriosas, por las qua
les indignandose aquel no quiso entrar en
la casa de Xanto, y muchos otros hicieron
el mismo camino. Finalmente llegó uno
que era de Sutil ingenio, que oídas de Eso
po las oprobiosas palabras, le respondió
asi mismo con palabras injuriosas, al qual
prontamente dexó entrar Esopo en la
posada; y llevandolo delante de Xanto, le
dixo, que ningun Filósofo sino aquel ha
bia llamado á la puerta, y creyendo Xan
to ser burlado de los otros, se enojó mu
chísimo. Pero despues de pocos dias en
contrandose aquellos con Xanto, supo es
te la causa de su vergonzosa huída,
IIl
é
56 VIDA
indignandose contra Esopo, le respondió
éste con estas palabras: Tu me dixiste que
no dexase entrar sino Filósofos, y hom
bres de letras; y habiendo venido esos,
preguntandoles yo, y no sabiendome ellos
responder, juzgué que no eran ellos los
que tú convidabas, hasta que viniendo es
te me supo responder, y por eso no de
xando entrar á aquellos, pensé que so
lo este merecia asistir en el convite so
lemne. Alabaron todos de Esopo la justa
CSCUlS3 •

CAP. XX. Del tesoro que Esopo hizo hallar


á Xanto.

Oco despues yendo Xanto en compañía


de Esopo al lugar donde los antiguos
se sepultaban, vió unas letras esculpidas
en una coluna, á la qual se subia por gra
da, y estaban ordenadas en esta forma:
A. G. Q. F. I. T. A., y pidiendo Esopo
la interpretacion de aquellas letras, Xanto
jamas pudo interpretarlas, hasta que pi
diendolo él á Esopo, se las declaró éste de
esta manera, diciendo: qué me prometes
si te muestro ahí un tesoro innumerable?
Respondió luego Xanto: darte he libertad,
y la mitad de él. Subiendo entonces Pº
* -
DE ESOPO. 5y

á quatro gradas de la coluna, y cabando


encontró gran multitud de tesoro, lo que
puso luego en manos de su amo, dicien
do, que le cumpliese la promesa. Pero no
queriendo Xanto cumplir lo prometido,
dixo Esopo: quien escondió el tesoro en
este lugar, le sellò con las dichas siete le
tras esculpidas, que en latin quieren de
cir: ascende gradus quatuor, fodias, inve
nies thesaurum auri. Que quiere decir: su
be quatro grados, caba, y encontrarás te
soro. Respondió Xanto, pues eres tan su
til, no alcanzarás libertad. Vista entonces
por Esopo la ingratitud de Xanto, le dixo,
que
s8 ... VIDA
que aquel tesoro no podia ser suyo, por
que al Rey pertenecia. En qué manera di
xo Xanto? Respondió Esopo: por estas le
tras que son T. R. D. Q. I. T. A. que quie
ren decir en Latin: Tradito Regi Dionisio,
quem invenisti thesaurum auri. Cuyas pala
bras quieren decir: dá al Rey Dionisio el
tesoro que has hallado. Triste, y adolori
do estaba Xanto, viendose huir de las ma
nos la próspera fortuna, y supuesto que
no veía camino como pudiese poseer el te
soro, puso partido á Esopo que lo divi
diesen. Al qual respondió Esopo: en nada
te agradezco la mitad del tesoro, pues fué
esto ya convenido, y tambien significado
por quien lo escondió, como muestran las
esculpidas letras de esta manera: E. D. Q.
I. T. A. que dicen: euntes dividite quem
invenistis thesaurum auri. Que quiere de
cir: Vosotros pue caminais, partid el teso
ro que habeis hallado. Dixo entonces Xan
to á Esopo, vámonos á casa, y partirémos
el tesoro. Pero llegando á casa, y temien
do Xanto que Esopo divulgase el secreto
tesoro, mandó ponerle en la prision. Gri
taba llorando Esopo con altas voces, que
xándose de Xanto, viendo que negándole
la prometida libertad lo ponia preso: Pero
oyendo los dolorosos clamores de
-
ag l
el
DE ESOPO. 59

Filósofo Xanto, hízolo luego sacar, y dixo


le, que si queria adquirir libertad. refre
nase su mala lengua. Al qual respondió
Esopo, que antes de muy poco tiempo con
tra su voluntad la alcanzaría. ”

CAP. XXI. Como los de la Ciudad de Samos


hacen dar libertad á Esopo, porque les des
cubrió la verdad de un prodigio.
Sº¿ poco despues un admirable
prodigio en la ciudad de Samos, Que
estando sentado el presidente en el tri,
bunal, una Aguila volando le quitóall
el
anillo del dedo, y lo dexó caer en el de
do de un esclavo. Por lo que juntándose
todo el pueblo por un tan espantable pro
digio, dixeron al Filósofo Xanto como á
uno de los mas principales en toda la ca
sa pública, que les interpretase una tan
monstruosa rapiña. Por lo que Xanto, vis
ta la dificultosa interpretacion de aquella,
pidió tiempo de tres dias, en los quales es
taba con grandísima tristeza, sin poder
entender ni declarar lo que significaba
Acercóse á él . Esopo, y viéndole tan
poseído de tristeza, le dixo estas palabras:
Quita de tus flacos hombros una tan poderosa
C3lsa
DE ESO PO. 6.
earga , y sobre mí pon el cargo de respon
der. Dí á los de Samos, que tú no eres in
térprete de monstruosas señales; pero que
yo les declararé el admirable pronostico; y
si yo sé interpretarlo, redundará en tígran
dísimo honor, y gloria: que un esclavo tu
yo les haya sacado de tan grandísima duda;
sino doy en su interpretacion, tú quedarás
sin infamia, y será mia la culpa. Fió Xanto
en las discretas palabras del prudentísimo
Esopo, y el dia siguiente yendo á la plaza
pública donde estaban juntados gran multi
tud de los de Samos, les dixo lo que él, y su
Esopo concertado habian. Y viendo aque
llos, que solo en Esopo se encerraba la pro
fundidad de un tan arduo misterio, le su
plicaron que le hiciese venir delante de su
resencia. Y así habiendo venido Esopo de
ante de ellos, vista su espantosa deformi
dad, no pudieron creer que en él hubiese
alguna doctrina. Pero subiendo Esopo en
un puesto eminente, y haciéndoles señal
que callasen, comenzó á hablar en esta
forma: O prudentes, y virtuosos morado
res de la ínclita ciudad de Samos: no es
carnezcais mi fealdad, pues no se debe mi
rar solo la presencia del hombre, pero sí
la evacuacion de su sutil ingenio: porque
baxo una espaptable, y fea figura noC3Spo
6. p^IDA.
cas veces se ha admirado una profundísi
ma sapiencia. Pero la naturaleza de que
proceden las cosas ha puesto hoy entre el
Señor y el esclavo grandísima contienda
de gloria, porque si vence el esclavo, en
lugar de adquirir libertad, será puesto en
profunda prision: por lo que si yo puedo
alcanzar libertad, y que sin impedimento
alguno pueda explicar las palabras, séd
ciertos que yo es descubriré este profun
dísimo secreto. Gritaron juntos todos los
de la ciudad de Samos: que Esopo alcanza
se libertad; mas no queriéndosela otorgar
Xanto, el presidente que allí asistia, man
dó que por servicio del pueblo se le diese
libertad. Y así fueron ciertas las palabras
de Esopo quando dixo á Xanto, que antes
de poco tiempo contra su voluntad la al
canzaria. Habiendo Esopo adquirido liber
tad de esta manera, volvió á hacer señal al
pueblo que tuviesen silencio, y comen
zó estas científicas palabras: La volante, y
velocísima Aguila, que entre las aves es
lo que el Rey entre los hombres, la qual
quitó el anillo del presidente, significa que
algun Rey quiere usurpar vuestra libertad,
y sujetaros á su imperio. Quedó mortifi
cado todo el pueblo oyendo de Esopo tan
dolorosas palabras; y, aun no las habia aca
ba
DE ESOPO. 63
bado de pronunciar quando viniendo el Se
cretario del Rey Creso, presentó á los de
Samos las letras del Rey, las que decian
así: Creso Rey de Lidia al Senado, y pue
blo. de Samos salud. Los inmortales Dioses,
á los quales todas las cosas están sujetas,
han querido que los baxos se inclinen á
los altos; por lo que os mando que pres
tándome obediencia me seais tributarios,
que de otra manera si lo rehusais, seréis
dados por mí á total destruccion, y ruína,
Leídas, y oídas las letras del Rey Creso por
el Senado, y pueblo de Samos, consulta
ron con Esopo de la imposicion del nuevo
tributo, y aniquilacion de su libertad. Pe
ro Esopo viniendo al Senado explicó su
voto en esta forma: La variable fortuna,
dos caminos ha mostrado á los hombres.
El uno de la libertad, el ingreso de la qual
es áspero, y dificil, mas al fin es fácil , y
ancho; el otro de la servitud, el princi
pio de la qual es ancho, y muy fácil, mas
al fin es áspero, y dificultoso; de aquí vo
sotros podeis elegir el que os parezca me
jor. Oyendo los de Samos el sutilísimo ra
zonar de Esopo, dixeron en altas voces:
como seamos libres no queremos ser escla
vos. Y con esta respuesta despidieron al
Embaxador de Creso. Sabida por el Rey
- Cre
64 JVIDA
Creso la respuesta de los de Samos, moví
do de grandísima ira, deliberó imponer
les tributo, y mandarles que luego se lo
pagasen. Pero el Embaxador que les habia
enviado, le dixo : Jamás podrás sojuzgar
á los de Samos, hasta que tengas en tu
poder á Esopo, por el dictamen, y sabi
duría del qual se gobiernan. Y así Señor, te
aconsejo, que les envies á decir, que si
quieren que les hagas libres del tributo,
te envien á Esopo, del qual has oído muy
grandes maravillas; y ellos por estar en tu
gracia, luego te le enviarán; y en te
niendo tú á Esopo en tu poder, prestamen
te los sujetarás á tu imperio. Puso en exe
cucion el Rey el prudentísimo consejo del
Embaxador, enviando á decir á los de Sa
-mos, que si querian ser inmunes del tri
buto, que le enviasen á Esopo, porque
tenia de él mucha necesidad. Los de Sa
mos, por complacer áCreso, querian que
fuese presto su partida; pero entendiendo
Esopo la engañosa intencion del Rey, vi
no al Senado, y en presencia de todos di
xo estas prudentísimas palabras: O pru
dentísimo pueblo de la ciudad de Samos,
lo que yo mas intensamente deseo es besar
las Reales manos de Creso, mas antes que
me parta, os quiero referir una misteriosa
Fa
DE ESOPO. 65
Fabula: Antiguamente los lobos móvieron
cruelisima guerra á las Ovejas, las quales
no pudiendo defenderse, pidieron socorro
á los Perros, los que peleando valiente
mente las defendian. Emperó los Lobos
discurriendo un agudo engaño, ofrecieron
rpetua paz á las Ovejas, con pacto, que
¿
entregasen los Perros en su poder. Y
consintiendo las mansas, y simples Ovejas
á la engañosa propuesta de los Lobos, ha
llandose despues sin la defensa de los Per
ros, fueron al último ellas comidas de los
Lobos.

CAP. XXII. Esopo parte para el Rey Creso.


PArtió luego Esopo para el Rey Creso,
viendole el Rey, admirandose que un
hombre de tan mala figura bastase á per
turbar, que los de Samos no le obedecie
sen, le dixo Esopo: Muy alto y poderoso
Principe, suplicote te dignes escuchar mis
palabras: Un simple Cazador yendo á cazar
Langostas , prendió una pequeña Cigar.
ra: la qual viendo que el Cazador sin cau
sa alguna queria matarla, le dixo: pues yo
no destruyo los frutos de la tierra, sino
que batiendo mis alas hago mi suave músi
ca, con la qual doy alegria á los caminan
tes: por qué quieres que muera? Pues en
- E mí
mí solo hallarás voz, y oído: cuya justa,
y benigna razon oída del Cazador, la de
Xó libre : y así, Señor, yo te suplico, que
no quieras que yo muera, pues soy de tan
poco valor, y libre de culpa; porque ni
quiero ni puedo hacer daño á alguno pór
mi debilidad, mas yo digo desapasionada
mente lo que es útil á la vida humana.
Por lo qual movido á misericordia el
Rey Creso, le dixo, que no solo le otor
gaba la vida, mas aun qualquiera gracia
que le pidiese. Con la qual promesa, pos
trandose Esopo en tierra, le suplicó que
condonase el tributo á los de Samos. A la
- qual
DE ESOPO. 6y
ual súplica consintiendo el Rey Creso,
sopo le dió innumerables gracias, y com
poniendo despues todas sus sutilísimas Fa
bulas, se las presentó. Y despues de esto
con escritura pública le hizo dár la condó
nacion del tributo , y juntamente otros ri
quisimos dones. Y navegando con pros
pero viento, llegó á la ciudad de Samos,
en donde siendo recibido con grandísimo
honor, y gloria, refirió al Senado, y pue
blo de Samos, la condonacion del tributo.

CAP. XXIII. Quando Esopo comenzó á com


poner sus Fábulas.
Artiendo poco despues Esopo de la ciu
P dad de Samos, buscó diversas regio
nes dando á todos exquisitas Fábulas, y
saludables doctrinas. Y llegando á la ciudad
de Babilonia, luego que descubrió su sa
biduria, fué muy estimado por Licero ex
celentísimo Rey de ella. Sucedió, pues, en
este tiempo, que embiando los unos á los
otros sutilísimas propuestas, el que no sa
bía interpretarlas, quedaba tributario á
quien las enviaba: por lo que enviando al
gunos Reyes á pedir á Licero muy intrin
cadas qüestiones, este por medio de Eso
po declarabalas; y así mismo enviando Li
cero á otros, no sabiendo estos explicarlas,
- - , E2 CIl
68 s VIDA
engrandeció mucho Licero su poderosísi
mo Reyno. -

CAP. XXIV. Esopo adoptó á Eno, y Ene


. hizo traicion á Esopo. º

Doptó por hijo en el mismo tiempo


A Esopo á un bellisimo joven llamado
Eno, hijo natural de un gentil-hombre; y
Eno siendo amado de Esopo excesivamen
te, se juntó carnalmente con una servido
ra del adoptante padre, la qual tenia Esopo
por fidelísima consorte. Y temiendo que
no le sucediese algun daño de un tan
feísimo acto , acusó falsamente á Esopo
delante del Rey con unas fingidas car
tas, hechas en nombre de otro Rey, eon
las quales se ofrecia Esopo á ir á él para in
terpretarle las propuestas. Por cuya falsa
acusacion, movido Licero de ira; mandó
á un valeroso caballero llamado Hermipio,
que luego hiciese morir á Esopo. Pero
Hermipio teniendo de él intrinseca mise
ricordia, y considerando que podria ser,
que en otro tiempo el Rey tuviese necesi
dad de Esopo, no quiso matarlo; mas es
eondióle en una sepultura. Pasado ya algun
tiempo de esta oculta situacion de Esopo,
el Rey Neptanabo de Egipto, entendiendo
que ya Esopo habia muerto, envió
-
* --,


DE ESOPO. 69
dir á Licero una dificultosa propuesta, en
esta manera: Neptanabo Rey de los Egip
cios, al Rey Licero salud. Porque yo quie
ro edificar una altísima Torre, que no to
que en el Cielo, ni en la tierra, si me en
vias maestros que me la edifiquen, te seré
tributario por diez años continuos. -

Recibidas por el Rey Licero las cartas


de Neptanabo, movido de grande tristeza,
llamó todos los Filósofos de su grandísimo
Reyno, buscando el modo de esta sutilísima

respuesta, Mas no sabiendo aquellos hallar


lo, acordandose el Rey del ingenioso Eso
po, lloraba amargamente su inconsidera
- - - da
7o JVIDA -

da muerte. Pero viendo Hermipio las do


loridas lamentaciones del Rey Licero, acer
candose á él le dixo de esta manera: De
xa, Señor, de molestar tu delicada perso
na, que no executé en Esopo tu cruelísi
ma saña, antes previniendo ya esta oca
sion, le he tenido escondido dentro de un
sepulcro. Admirado, y lleno de gozo, y ale
gria el Rey de un tan señalado servicio,
mandó que Esopo fuese traído delante de
su presencia, y viendole tan mortificado,
llorando vivas lágrimas, mandó, que fue
se vestido de muy ricas vestiduras. Y refi
riendo despues Esopo al Rey la causa por
qué fué acusado de su hijo adoptivo; oí
da por el Rey la maldad de aquel, dió
sentencia que padeciese la misma pena,
que ha de padecer el hijo, que á su pro
pio padre quita la vida: pero suplicando
Esopo por él, le fué perdonado el delito.
Dió despues el Rey á Esopo las cartas de
Neptanabo : y viendo Esopo su conteni
do, dixo á Licero: que acceptase la apues
ta, y que pasado el invierno le enviaria
oficiales, que le edificasen la Torre, y en
tónces satisfarás cumplidamente á sus car
tas, y así poniendo el Rey por obra el
consejo de Esopo, despidió al Embaxador
con aquella respuesta: mandó despues Li
CC
DE ESOPo. 71

cero, que Esopo fuese restituido en la pros


peridad primera, Puso tambien en su poder
áEno, porque hiciese de él lo que quisiese
pero Esopo besando la mano al Rey por tan
señalada merced, á su hijo adoptivo le re
prehendió con sus sutiles persuaciones.
CAP. XXV. Esopo perdona á su hijo, y le da
buenos documentos:
- Stá atento, hijo, á mis salutíferas pa
labras, y encierralas en el archivo ser
creto de tu ofuscado entendimiento º9
hay alguno que en el exterior no se le dé
COIl
72 VIDA
consejo: pero en el interior nadie sabe
aconsejarse. Acuerdate que siendo hombre
estás sometido a los humanos delitos, y
caídas. Ama primeramente á nuestro Señor
Dios, y despues á tu Rey. Como seas hom
bre, exerce los actos de hombre, porque
Dios castiga á los que viven injustamente,
Grande maldad es ofender á alguno sin
causa. Tolera la fortuna con igual ánimo.
Muestrate afable á los amigos, porque les
hagas aumentar su voluntad. Desea que tus
enemigos no alcancen aquella prosperidad,
y fuerza con que quieren dañarte, y á tus
amigos mucha prosperidad, y abundancia.
Habla á tu muger cosas que sean útiles,
porque no codicie otro hombre, que sien
do la muger varia, y mudable, si no la
alhagas, luego se inclina á ilicitos actos:
guardate de todo hombre cruel, que el mal
hombre, aunque la fortuna le sea prospe
ra, siempre es malvado, y abominable.
Seas mas codicioso de oir, que de hablar.
Refrena la lengua, y habla poco mien
tras comes, porque en la mesa no se oye
el prudente, pero el necio siempre habla.
No seas envidioso á los que favorece la
fortuna: pero alegrate de sus prosperida
des, porque al envidioso continuamente
le roe la envidia, Seas vigilante en la con
- Ser
- DE ESOpO. 73
servacion de tu familia; de manera, que
no solo como á Señor, sí tambien como á
bienhechor te reverencien. Guardalos de
oprobiosa infamia, y con ellos jamas te
apartes de la razon. No tengas vergüenza
de aprender todos los dias. Guarda no des
cubras tus secretos especialmente á la mu
ger, porque continuamente está prepara
da para disfamarte. Lo que ganes hoy,
guardalo para otro dia, porque mejor es
en muriendo dexar á los enemigos, que
viviendo pedir á los amigos. Reverencia á
los superiores, y bienhechores, pues el
perro, siendo irracional busca el pan agasa
jandoles con su cola. Cosa muy mala es es
carnecer al miserable. No ceses de apren
der, y entender alguna doctrina. Si has to
mado algo prestado, vuelvelo lo mas pres
to que puedas: porque otra vez te lo pres
ten de buena gana. Siempre que puedas
hacer beneficio á alguno, no dexes de exe
cutarlo. Apartate de la compañía del mal
diciente. Franquea tus secretos solo al ami
go muy fiel. Y haz tales obras, que des
pues de hechas, no te hayas de arrepentir
de ellas. Quando te acometen las adversi
dades, no desmayes, ántes sufre con re
signacion. No dés consejo á los malos, y
perversos. Ni imites las costumbre los
- - - OI
... " VIDA
hombres malos. Seas misericordioso con
los enfermos, y peregrinos, porque quan
do seas peregrino halles quien te dé posa
da. El hablar suave es excelente médico
para curar los vicios de un ánimo obstina
do. Aquel se puede tener por bienaventu
rado, que tiene un fidelísimo amigo. Y no
hay cosa por oculta que sea, que no reve

le el tiempo. Con estas, y otras salutíferas


amonestaciones despidió Esopo á su adoptivo
hijo, el qual desesperandose poco tiempo
despues, se arrojó de una altísima Torre, y
así acabó sus malaventurados dias. -

-
--

CAP.
De Esopo. zs
CAP. XXVI. Como Esopo enseña á los hijos
de las Aguilas.
LLamó Esopo. á los falconeros del Rey,
á los quales les mandó que le traxesen
los polluelos de una Aguila, y llevandoselos,
hizoles atar á los pies unos pellejos de vien
to, y despues poner en cada uno un mu
chacho: y subiendo, y baxando el cebo,
hacia volar alto, y baxo las Aguilas. Y ha
ciendoles exercitar cada dia en este exerci
cio, pasó el frigidísimo invierno, despues
tomando Esopo licencia del Rey navegó
con próspero viento á Egypto, y presen
tandose delante del Rey Neptanabo, ad
mirandose éste en compañía de todos los
suyos de la deformidad de Esopo, viendole
un feísimo monstruo ; no pudiendo pensar
que en él hubiese alguna sabiduría, olvi
dandose que el perfectísimo balsamo mu
chas veces se halla en vasos viles, y despre
ciables, dixo Neptanabo á Esopo, á quién
te parece que me asemejo yo, y mis caba
lleros? Respondió Esopo: al resplandeciente
sol, y á sus luminosos rayos. Dixole en
tonces Neptanabo : el Reyno de Licero
comparado al nuestro, qué sería? Respon
dió Esopo con una disimulada risa: no so
lo el Reyno de Licero es prospero
e
º
76 VIDA
el tuyo; pero aun le sobrepuja en muchas
excelencias. Admirandose Neptanabo del
¿ hablar de Esopo, le dixo:
azine traído maestros que me edifiquen
la Torre? Respondió Esopo: muestrame el
lugar donde quieres que se edifique. En
tonces Neptanabo le señaló el lugar donde
quería que se hiciese el edificio. Y el exce
lentísimo Esopo señalando las quatro es
quinas del lugar donde se habia de edificar
la Torre, puso las Aguilas, y los mucha

chos en los pellejos llenos de viento; y su


biendo, y baxando el cebo, hacia subir , y
baxar las Aguilas, y así volan lo alto, y ba
XC9
DE ESOPO, 77.
ro decian los chicos: dadnos cal, piedra, y
ladrillos, paraque podamos edificar la Tor
re. Y siendo este admirable artificio visto
¿ Neptanabo, dixo á Esopo: acáso los
ombres tienen alas? Respondió Esopo: y
tú, siendo hombre, quieres competir conmi
go, que soy semidios? Dixo entónces Nep
tanabo : ya tengo por declarada mi dificil
propuesta. Pero te suplico que me respon
das á otra duda que me ocurre. Yo hice
traer yeguas de Grecia, las quales dicen
que conciben del relinchar de los caballos
de Babilonia. Empero pidiendole Esopo un
dia de término para responder, se fué á la
posada, y mandó á los suyos, que le traxe
sen un gato, el qual siendole traído por los
criados de Esopo, mandó le hiriesen con
un palo; y oyendo los Egipcios tan crue
les golpes, trabajaron en defenderle; pero
no pudiendo librarle, acudieron al Rey, por
razon que ellos adoraban al gato, y le refi
rieron el nefando delito de Esopo. Mandó
Neptanabo que Esopo viniese á su presen
cia, é inerepandolo de un tan abominable
crimen, respondió Esopo: Señor, la causa
por que yo hacia herir al gato, es porque
esta noche pasada me mató en Babilonia
un bellísimo gallo de Liguro, el qual can
tando me denunciaba en la enebro IRO

- Cl62
78 - pWIDA
che todas las horas. Dixo Neptanabo: cómo
es posible que un gato vaya, y venga en
una noche de aquí á Babilonia? Respondió
Esopo: menos es posible, engendren las
yeguas de Egypto con el relincho de los
caballos de Babilonia. Por donde viendo el
Rey la inaudita prudencia de Esopo, hi
zo convocar todos los Filósofos de su Rey
no; y notificandoles la venida de él, les
convidó á todos juntos en una admirable
cena: sucedió que cenando todos con gran
dísima alegria, dixo uno de ellos á Esopo:
Dios aborrece los hombres falsos, y por
eso cometes tú abominable crimen de ve
nerar tan poco la magestad Divina. Dixo
otro Filósofo : yo he visto un suntuoso
Templo, el qual estaba sobre una colum
na, que mantiene doce ciudades, cada una
de las quales es cubierta de treinta firmísi
mas vigas por , donde continuamente dis
curren dos diformes, mugeres. Respondió
Esopo: esta qüestion los ignorantes mucha
chos la saben declarar en Babilonia, por
que el Templo es la rotundidad de la tierra,
la columna es el año, las doce ciudades
son los doce meses, y las dos mugeres
son la noche, y el dia, que succesivamen
te se siguen, las quales se dicen diformes
por la deformidad, y diversidad que tienen.
DE ESO PO. 79
Dixo otro Filósofo: qué cosa es la que ja
más vemos, ni oímos? A la qual dificul
tosa propuesta suplicó Esopo al Rey; que
le diese tiempo para responder hasta al otro
dia. Y estando en la posada, hizo un fin
gido contrato, en el qual el Rey Nepta
nabo confesaba, que el Rey Liguro le ha
bia dexado dos mil marcos de plata, los
que se obligaba á restituirselos para cier
fo tiempo, que era ya pasado; y viniendo
el dia siguiente al Real Palacio, donde es
taban juntados todos los Filósofos. presen
tó al Rey el fingido contrato, requirien
dolo para el cumplimiento; de cuya obli
gacion admirandose el Rey, pidió á todos
sus Príncipes, si sabian que Liguro le hu
biese presentado aquella cantidad : y res
pondiendole todos, que jamás habian vis
to, ni oído tal cosa, respondió Esopo: pues
declarada está la propuesta, pues esta es
una cosa , que jamás la habeis visto, ni
oído. Entonces dixo el Rey Neptanabo: de
justicia deben ser enviados por mí los tri
butos á, Liguro, pues tiene un tan exce
lente Filósofo en su Reyno, y así despidien
do dentro de poco tiempo. á Esopo, envió
alegremente el tributo al Rey Liguro.
Volviendo Esopo á Babilonia contó al
Rey Liguro todo lo que habia sucedido en
- , , Egyp
Egypto, y presentóle el tributo de Nepta
nabo, en vista de lo que mandó el Rey,
que á imágen de Esopo fabricasen de aquel
oro una perfectísima estátua.
CAP. XXVII. Como Esopo fué á Grecia.

NOverpasóEsopo
mucho tiempo, que deseando
el fertil, y bellísimo im
perio de Grecia, suplicó al Rey le diese
licencia para hacer su peregrinacion, pro
metiendole volver prestamente, y emplear
en su servicio todo lo restante de su vida.
A la qual súplica consintiendo el Rey hizo
SUl
Y

DE ESOPo. 8I
su deseado viage; y así paseando bien todas
las bellísimas ciudades de Grecia , comuni
cando su altísima inteligencia, alcanzó gran
dísimo honor, y fama , y finalmente lle
gando á la inclita ciudad de Delfos, vien
do que era poco apreciado de los habi
tadores de ella, les habló en esta forma: O
sapientísimos hombres de la famosísima ciu
dad de Delfos, pareceme que sois semejan
tes al árbol , que quando está plantado en
tierra , parece grande, mas si fuese puesto
en el mar , pareceria una pequeña yerba.
Así estando yo ausente de vosotros, pensa
ba que sobrepujabais en sabiduría á todos
los hombres; pero ahora que os veo, estoy
cierto, que sobrepujais en ignorancia á todos
los vivientes.

CAP. XXVIII. Como Esopo fué condenado á


7ltierte.
Idas estas oprobiosas palabras por los
de Delfos, concibieron contra Esopo
grandísima ira, diciendo: este estando en
soberbecido de la estimacion, que ha teni
do en las otras ciudades, se elevará con
sus fábulas, símiles, y metáforas en tanta
elacion , y soberbia, que querrá usurpar
entre todos nosotros la suprema dignidad
de nuestra
-
ºssengº ciudad; y por lo
fal
82 VIDA -

tanto, concertaron entre ellos de matará


Esopo, maquinando un engaño, imponien
dole que habia incurrido en crimen de sa
crilegio; y buscando oportunidad, le pu
sieron escondida entre su ropa una riquísi
ma copa del Templo de Apolo. Pero Eso
po no sabiendo el engaño de aquellos, par
tió para la ciudad de Focida, y siguiendo
le los de Delfos, con grandísimo ímpetu
lo prendieron : y hallada entre su ropa la
bellísima copa, culpandole de un tan ne

HA
A lºs
3:
ÉS -

fando crimen, le condenaron á ignomi


miosa muerte. Y queriendolo arrojar de la
eumbre de un altimo monte, supleº 6.
s.
DE ESO PO. - 83
les Esopo, que le escuchasen un poco, co
menzó á entonar con dolorida voz estos
salutiferos exemplos. En el tiempo que los
animales irracionales estaban en pacífica
tranquilidad, y concordia , confederandose
el Raton con la Rana, la convidó á cenar,
y estando en un secreto aposento, en don
de habia pan, miel, higos, y muchas otras
delicadas viandas, dixo el Raton á la Ra
na: elige de todas estas delicadas viandas
la que fuere mas de tu gusto: así comien
do con grandísima jovialidad, y alegria,
pidió despues en retorno la Rana al Ra
ton: que pues él la habia convidado á un
solemne convite, viniese con ella á pasear
se por una espaciosa balsa, y paraque pa
sase segura atase su pié con el de ella , de
forma que sin algun recelo llegase á su
suntuosa posada. El ignorante, y grose
ro Raton, dando fé á las engañosas pala
bras de la Rana , ató su pié con el de ella;
y saltando prestamente la falsa Rana en el
agua, y nadando con grandísima veloci
dad por la profundísima balsa, trabajaba
en ahogar al miserable Raton , por lo que
dando espantosos gritos, quexandose del
iniquo engaño de la Rana , fué oido del
Gavilán, y viendo las dos en el agua, fue
ron finalmente por él devoradas. Así voso
- - F2. trOS,
84 VIDA
tros, que exercitais en mí sin causa algu
na vuestra cruelísima ira, sereis devora
dos en venganza mla por los de Grecia, y
Babilonia. Los quales oyendo las amenazas
de Esopo, no cuidaron de soltarlo , antes
procuraron llevarlo al suplicio prevenido.
Pero forcejando, y repugnando Esopo, hu
yó de las manos de aquellos, y fuése al
Templo de Apolo, y subiendo sobre el al
tar, para salvarse, no le aprovechó, por
que los de Delfos por fuerza, y cruelmen
te se lo llevaron del Templo, y con gran
de ímpetu, y cruelísima ira lo llevaron á
matar. Y viendose Esopo llevar así con
fanta vergüenza , y deshonra, dixo: Ciu
dadanos de Delfos, no mireis á mí, mas
mirad que deshonrais la casa de Apolo,
Dios vuestro, en la qual me habia retraido
por salvarme, y vosotros me habeis saca
do de ella, guardandole poco honor, y
respeto. Y no queriendo escuchar sus pa
labras , muy velozmente lo llevaron á la
cruelísima muerte; mas no obstante él les
dixo : O ferocísimos hombres de Delfos,
atended á mis justas amonestaciones. Un
Labrador envejeciendose en sus campos,
deseoso de ver la poblada ciudad, suplicó á
sus parientes, que le llevasen á ella , por
lo que metiendole en un garro 1 in por
OS
1DE ESOPO. 85
dos asnos , le mostraron el camino de la
ciudad , diciendole, que no podia errarle,
mas conmoviendose una turbulenta revolu
cion de viento, obscurecida la tierra por
la conmocion del polvo erró el camino, y
pensando ir á la ciudad por ancha , y se
gura senda, fué llevado por los a8nos á un
peligroso despeñadero; el qual viendose
en tan grande peligro, levantando las ma
nos al Cielo, dixo estas palabras: O inmor
tal Júpiter, no sé en qué he ofendido tu
Magestad, que así has querido sea des
pedazado por ignominiosos asnos. Aten
ded aun, ó cruelísima gente de Delfos,
á esta sucinta similitud mia : Un hombre
amando deshonestamente á su hija , cn
vió su muger á casa de su hermana, y que
dando solo con su hija , le hurtó la virgi
nidad ; pero viendose la dolorida doncella
así violada por su padre le dixo: mas pres
to eligiria recibir este daño de todos quan
tos hombres son en toda la tierra, que de
tí que eres mi padre: así dixo Esopo, ele
giria mas presto sujetarme á todos los pe
ligros del mar, que morir por vuestras ma
nos con oprobiosa infamia : por lo que
suplíco á los inmortales Dioses, pues yo
muero inmune de culpa , que hagan de
mí cruelísima venganza. Mas la ferocísima
gen
86 JVIDA
gente de Delfos no queriendo oirlo, lo arro

NºSº S
Ñ
M\ SQ
Ñ
seyes:
SS ssº sºs

jaron de lo alto del monte; y así acabó el


se pientísimo Esopo sus desgraciados dias.
Emperó tan grandísima hambre, y peste
despues de su muerte vino á los de Delfos,
que jamás pudieron alcanzar remedio de los
inmortales Dioses, hasta que hicieron á Eso
po una bellísima imágen; castigando cruelí
simainente á los que habian causado tan in
justa muerte.
NOT A DE L E I) T ORe

Sºpo vivió en tiempo de Solon el año 576.


antes de la Era Chrisfiana, y en el Rey
12
DE ESOPO. 87
nado de Creso, último Rey de Lidia. El pri
mer maestro que tuvo Esopo fué Damarto,
natural y vecino de Atenas, donde aprendió
la pureza del griego. Fué hecho esclavo, co
mo hemos visto: pero su alma se mantuvo li
bre é independiente de la fortuna. El Filóso
fo Xanto empezá á conocer la viveza de su
ingenio; pero se ha de advertir, que tuvo
otro amo llamado Jadmon, y á este último
debió Esopo su libertad. Algunos creen , que
Esopo es el que baxo el nombre de Locman
se ha hecho tan celebre entre los Orientales.
Platon dá lugar á las Fábulas de Esop0 en
su República. Las dexó este escritas en grie
go, Laurencio Valla las traduxo al latin,
de cuya traduccion han salido estas, que has
ta ahora han corrido en manos de los niños,
tan desfiguradas, que seguramente no las
conoceria su mismo autor, y lo que es mas
con un castellano semi bárbaro, ó aleman,
pues de él apenas se podia sacar, ni el sen
tido de las palabras, ni el contexto de la ora
cion. Nosotros movidos de la utilidad, que
puede resultar de este libro a los niños, lo
hemos impreso corrigiendolo del mejor modo
que hemos podido; esperando disculpen los eru
ditos los defectos que hallaren, asegurandoles,
que no se ha p0dido hacer todo de una vez, y
que enmendarémos lo restante en otra impre
sion.- - - - FA
98

FÁ BUL AS
DE ESO PO.

El Gallo y la Margarita,

L Gallo buscando de qué comer, halló


una piedra preciosa en un lugar in
mundo; y viendola en tal lugar, dixo así:
O inestimable piedra! ¿En el estiercol ya
ces de esta manera? Si algun codicioso te
hubiera hallado, con qué gozo te hubiera
recibido, y así habrias vuelto á tu primer
eS
de Esopo. 8
estado ; pero yo en valde te hallo en este
lugar; pues mas busco aquí alguna cosa de
qué comer, que á tí, por lo que ni yo
aprovecho á tí, ni tú á mí. -

Refiere Esopo en esta Fábula contra aque


llos que leen este libro, y no lo entienden, los
quales no conocen el valor de una tan admira
ble, y preciosa margarita. -

No entender lo que se lee, es la mayor


ignorancia. -

El Lobo, y el Cordero.
L Cordero, y el Lobo cada uno por su
NA parte vinieron á beber en un
* --, -
¿ ElO
o Fábulas
Lobo bebia arriba, y el Cordero mas abaxo,
y mirando el Lobo al Cordero, dixole: ¿por
qué me has enturbiado el agua entretanto que
yo bebia? Respondió el Cordero con pacien
cia: cómo te pude yo enturbiar el agua, que
corre de donde tú bebiste, á donde yo bebia?
El Lobo no cuidando de la verdad, ni de la
razon, dixole: é y por eso me maldices? Res
pondió el Cordero: no te maldixe yo. Mas el
Lobo mirandolo con malos ojos, dixo: seis
meses hace, que me injurió tu padre. Y res
pondió el Cordero: yo en ese tiempo aun no
era nacido. Entonces dixo el Lobo: ¿por qué
me has destruido mi campo paciendomelo?
Dixo el Cordero por cierto aun no tengo
ientes para pacer, y no te he hecho daño
alguno. Finalmente dixole el Lobo: aunque
no pueda soltar tus argumentos, yo quiero
devorarte. Y así tomando al Cordero inocente,
quitóle la vida, y comiólo.
Esta fábula significa, que cerca de los
malos y falsos, no tiene lugar la verdad, ni
la razon; ni vale otra cosa con ellos, sino
la fuerza. Semejantes lobos se hallan en ca
da lugar, los quales por tiranía , buscando
ocasiones, beben la sangre, y afan de los
inocentes, y p0bres.
Poco aprovecha la verdad, y razon, con
- los malos, y perversos, º
.
E
-
de Esopo. 91

El Raton, la Rana, y el Milano.

L. Raton queriendo pasar un rio, pidió


ayuda á la Rana, la qual se le ofreció,
y dixo: que estaba contenta de pasarlo con
mucho gusto. E imaginando entre sí de
ahogarle, y matarle, dixole: para que pases
mas seguramente, ata tu pierna á la mia;
y el Raton creyendo á sus palabras, dexóse
atar con ella , y llegando en medio del
rio, comenzó la Rana á meterse dentro
del agua para ahogar el Raton, el qual pu
so todas sus fuerzas para tenerse encima
del agua. Estando ellos así en porfia, vino
- - ll Il
- , Fábulas
un Milano, y arrebató con sus uñas al Ra
ton, que nadaba sobre el agua, y llevó con
sigo á la Rana que con él estaba atada, y así
los despedazó, y comió á entrambos.
Significa esta fábula, que los que piensan
mal é intentan dañar á los otros, y lo ponen
por obra, á veces se destruyen á sí mismos.

El Perro, y la Oveja.
L. Perro pidió falsamente á la Oveja
cierta cantidad de pan , que dixo ha
berselo prestado. La Oveja lo negó, sobre
lo qual contendiendo, se fueron al Juez,
ante quien fué propuesta la demanda por
. -- el
de Esópo. 93
el Perro pedida, y negada por la Oveja.
El Perro se ofreció de probarlo con testi
gos dignos de fé, é hizo concierto con el
Lobo, con el Buy tre, y con el Milano,
que atestiguasen contra la verdad. Presen
tado el Lobo por testigo, dixo: sé que el
pan que pide el Perro á la Oveja, se lo
prestó. Y el Buytre dixo: ¿por qué niega la
Oveja el pan que recibió prestado? El Mi
lano afirmó , que estaba presente; por lo
qual condenó el Juez á la Oveja, compe
liendola á que vuelva el pan con las costas.
No teniendo la Oveja de qué pagar, aun
que era ya invierno se hubo de trasquilar
su lana; con la qual pagó el pan que no
debia, pasando aquel invierno con harto
trabajo, y frio.
Quiere decir esta fábula. que los hombres
malos, buscando falsos testigos mueven pley
to á los buenos, y hacen mucho mal, y daño
á los inocentes, y á los que poco pueden.
Condicion es natural de los malos, mover
pleytos falsos á los inocentes, y buenos.
El Perro, y el pedazo de carne.
L Perro teniendo un pedazo de carne
en la boca , pasaba por un rio, en el
qual vió la sombra de la carne que él lleva
a ba,
94 Fábulas

ba, pareciendole aquella mayor que la que


*
tenia, abrió la boca para tomar la sombra,
que en el agua parecia, y así se le cayó el
pedazo de la carne, y llevóselo el rio , y
quedó sin lo uno, y sin lo otro, perdiendo
lo que tenia, pensando alcanzar lo otro que
le parecia mayor, lo qual no pudo coger.
Esta fábula significa, que no debe el hom
bre envidiar lo ageno y dudoso, y dexar lo
suyo que es cierto, aunque lo que codicía pa
rezca mayor. Y así segun el comun proverbio,
equien todo lo quiere, todo lo pierde. Muchas
veces pierde el codicioso lo que tiene en su p0
der, queriendo tomar lo ageno. N
0
de Esopo. 95
No debe el hombre dexar lo cierto por lo
dudoso.

El Leon, la Vaca, la Cabra, y la Oveja.


A Vaca , la Cabra , y la Oveja tenian
compañía con el Leon, y como an
dando por las sierras, tomasen un Ciervo,
partieronlo en quatro partes; y queriendo
cada uno tomar la suya dixo el Leon : la
primera parte es mia , pues me toca como
áLeon ; la segunda me pertenece, porque
soy mas fuerte que vosotros; la tercera me
la tomo, porque corrí mas que todos; y
quien focáre la quarta parte, me tendrá
por
96 , , , Fábulas . - - -

por su enemigo; y así tomó todo al ciervo


para Sl.
Esta fábula advierte, que no tome el hom
bre compañía con quien es mas que él, por
que el trabajo es para los menores, y el pro
vecho para los mayores.
Debe el hombre tomar compañía con sus
iguales: Pues como diee el adagio Catalan, ni
de burlas, ni de veras ab ton Senyor parti
rás peras.
N
N/4 -

á3 sº eá
- s

El Sol, y el Ladron.

Os amigos de un Ladron le buscaban


4 una muger, para que tuviese hijos, y
ln
de Esopo. 97
un sábio le dixo este exemplo. En una oca
sion el Sol quiso tomar muger, y casar
se con ella, de lo qual sintiendose agra
viadas todas las naciones, queriendolo es
torbar, fueron á Jupiter, diciendo que no
debia casarse el Sol, porque se haría gran
perjuício á todos ellos. Jupiter movido, á
compasion les pidió las causas de su daño;
y uno de ellos se levantó ante Jupiter, y
dixo: las causas son estas: ahora no tene
mos mas de un Sol, y él solo con su calor
nos molesta, y enoja con tanto grado, que
quasi nos quema. Y si es así ahora, ¿cómo
lo podriamos aguantar, si él tuviese hijos?
Quiere decir esta fábula, que los hombres
mo deben complacer á los malos, y perversos,
antes deben echarlos de sí.
No debe el mal aumentarse, sino dismi
nuirse.

El Lobo y la Grulla.
A L Lobo comiendo carne,
en la garganta un hueso, y pidió á la
Grulla, que pues ella tenia bien largo el
cuello, le quisiese quitar aquel hueso, pro
metiendole por ¿ muchas dádivas, la
qual movida de los ruegos, y prometi
mientos le sacó el hueso, d así guareció el
- Lo
98 Fábulas

Lobo. La Grulla pidiendole que le pagase


su trabajo, y cumpliese lo que le prome
tió, el Lobo le respondió, ó ingrata, y
desagradecida, no sabes que tenias tu ca
beza dentro de mi boca, de manera que
te pudiera degollar si quisiera, y te la dexé
sacar, sin hacerte mal ninguno, ¿y no te
parece que te hice gran bien en ello? ¿qué l,
me pides pues ahora?
Esta Fábula gos demuestra, que hacer bien
á los malos, no aprovecha, porque nunca se
acuerdan del bien , que reciben.
Los malos nunca conocen el bien que les
hacen.
Las
- -
-"

Nº \

Las dos Perras.

NA Perra estando para parir, y no te


miendo lugar en donde, logró de otra
con buenas palabras, que la dexase parir
en su cama: y como ya estuviese buena, y
fuerte, la otra de quien era la cama, le di
xo: pues habia ya parido, y estaba en bue
na disposicion para poderse ya ir con sus
hijos, que se fuese en buena hora. Y la
Perra recibida, le respondió que no que
ria. Despues como ella vió esto, comenzó
de pedir su cama, con mas al inco, ame
nazandola, sino salía de ella. Y la otra con
G2 gran
IOO Fábulas
gran saña respondió: por qué me turbas, y
me injurias? Si fueres mas poderosa, y pu
dieres mas que yo, y que mi compañía, da
riate la cama, y no de otra manera. -

Esta fábula mos avisa, que no demos lo que


tenemos para nosotros mismos á otros, movi
dos de la lisonja; porque debaxo de la miel,
viene á veces la hiel , y amargura.
No deben ser creidos los lisorigeros, porque
á veces debax0 de palabras alagileñas, está
el engaño. -

ss trº es SS ss SS

El Hombre, y la Culebra.

E grandes
tiempo de nvierno, como hiciese
frios, y heladas, un buen hom
bre,
de Esopo, O.

bre, movido de piedad, acogió en su ca


sa una Culebra, y la cuidó, y mantuvo en
todo aquel tiempo. Viniendo el Verano,
comenzó de hincharse, y emponzoñarse la
Culebra, y moverse contra el hombre; el
qual viendo su ingratitud, le dixo que se
fuese en buena hora de casa, y la Cule
bra en lugar de obedecerle, se volvió con
tra él.
Nos muestra este exemplo, que los ingra
tos, y malos, mas se mueven á enojar aque
llos que les hacen bien, que á mostrarseles
agradecidos: por la miel, les dan veneno;
por el fruto, pena; y por la piedad, en
gaño.
La buena obra hecha al ingrato, no so
lamente es perdida, mas siempre dá mal
por bien.
O3 - Fábulas

º z

El Leon, y el Asno.
N Asno encontró un Leon, y dixole
burlandose de él: Dios te salve her
mano, y rióse de él. El Leon indignando
se de sus palabras, dixo entre sí, no quie
ra Dios que con su sangre ensucie mis
dientes, aunque debia dexarte despedaza
do. -

Significa esta fábula, que debemos perdo


mar á los ignorantes, y mecios.
-

, . . c. Los Ratones.

N Raton que vivia en una ciudad, an


J dando por un camino, fué recibido
en una posada, combidado de otro Raton,
que vivia en el campo, y en su casilla le
dió á comer bellotas, habas, y cebada,
con muy buena voluntad. Despues se fué,
y volviendo por allí otra vez, rogó al Ra
ton del campo, que fuese con él á la ciu
dad á divertirse, el qual condescendió á lo
que él pedia; y estando entrambos en la
ciudad, entraron á una camara honesta en
el Palacio donde moraba el Raton, la qual
- . - CS
Io4 Fábulas
estaba llena de todas viandas; y mostrando
todo esto el Raton de la ciudad al otro, di
xole: amigo, come de todas estas viandas,
que tengo en abundancia, y me sobran
cada dia. Y estando ellos comiendo con
alegria, vino subitamente el dispensero,
y abrió la puerta con grande estruendo,
de lo que los Ratones espantados, comen
zaron á huír cada uno por su parte. Y co
mo el Raton de casa tuviese lugares cono
cidos para esconderse, presto se puso en
cobro : el otro que no sabía como escapar
se, subió por una pared arriba con miedo
de la muerte, y así se defendió bastante
turbado. Salió el dispensero de la cama
ra, y cerrada la puerta, los Ratones vol
vieron á salir. Entónces dixo el Raton de
la ciudad al del campo: cómo te turbaste
así, amigo, quando huías, vente acá, y
comamos, ya vés quantas viandas, y de
leytes tenemos, y no hayas miedo, acá
no hay peligro ninguno para nosotros.
Respondíó el Raton aldeano: tú que no
has miedo, come todas estas cosas que tie
nes, pues no sientes esta turbacion, y es
panto por estár acostumbrado. Yo vivo en
el campo alegre, y contento con mis pocas
cosas, y no me turba, ni espanta cosa al
guna. Tú tienes mucho cuidado, y ningu
- 13.
de Esopo. Io5
na seguridad. Tú serás cogido en la rato
nera, ó en algun lazo, ú serás comido
del gato, y en fin eres aborrecido de to
dos.
Esta fábula increpa, y redarguye á aque
llos que se allegan á los mayores, para tener
algunos deleytes, pues mas seguros vivirán en
sus casillas, que en las casas grandes de los
ricos; porque la pobreza alegramente toma
da , mas segura es, que la riqueza; la qual
causa al hombre muchas turbaciones, y tris
tez aS.
Mejor es tener pobreza en paz, que rique
zas con turbacion, y espanto. .

El Aguila, y la Raposa.
- J. -.

L Aguila robó, y tomó á la Raposa


los hijos, para dar de comer á los su
yos. La Raposa siguiendo el Aguila roga
bale que le diese los hijos, y viendo el
Aguila que ella era poderosa, y la Rapo
sa humilde, y pequeña, no hizo caso
de ella, y la menospreció. La Raposa lle
na de furor traxo fuego, y muchas pa
jas, y cercando el arbol donde estaba el
Aguila con sus hijos, puso fuego; y co
O
mo el humo , y la llama ya llegaban á que
mar el nido, forzada el Aguila á causa de que
sus hijos no se quemasen, tomó, y dió á la
Raposa los suyos sin lesion alguna. -
Y así nos enseña esta fábula, que no haga
mos mal á los pequeños, porque no se venguen
de nosotros; pues de muchas maneras puede
molestar el menor al mayor, y allende scria
mos castigados de la llama, y fuego de la jus
ticia divina por ello. - -º

Los grandes no deben hacer mal á los pe


queños, porque muchas vecés se vengan de
ellos. r "- - - - - - - --,
El
de Esopo. . Io7

El Aguila, el Caracol, y la Corneja.


NA Aguila tomando con las uñas un
Caracol, remontó su vuelo con él,
la qual no podia quebrantarlo, porque se
encogia á dentro. Vino allí la Corneja , y
comenzandola á alabar, dixole: por cier
to muy buena cosa traes; mas si no usas
de ingenio, no te aprovecharás de cosa
alguna. Entónces el Aguila, prometiendo
le parte de la caza, le rogó que le acon
sejase. Entonces le dixo la Corneja de esta
manera : vuela muy alto, y dexalo caer
sobre alguna peña, y así se quebrará la
1o8 Fábulas
cascara de él, y de esta manera comerémos de
tu caza. Y por este mal consejo pereció el
Caracol, el qual estaba bien escondido, y
cubierto de la concha.
Quiere decir esta fábula, que muchas cosas
se hacen por arte, prudencia, y consejo, que
no se harian con fuerza.
-

El Cuervo, y la Raposa,
N Cuervo tomando de una ventana un
º llevólo encima de un arbol,
Como lo viese la Raposa, “deseando tomar
selo , con palabras engañosas comenzóle
de alabar, y decir de esta manera: ó ave
- muy
de Esopo. rog.
muy hermosa, no hay en todos los volatiles
quien sea semejante á tí, así en el resplan
dor de tus plumas, como en la disposicion,
y belleza. Si tuvieses la voz clara, no habria
entre las aves quien te llevase ventaja. Y
él gozandose de la vana alabanza, y que
riendo complacer á la Raposa, y mostrar
le su voz, comenzó á cantar, y abriendo
la boca, cayósele el queso que tenia en ella,
y antes de ilegar en el suelo, la Raposa lo to
mó, y en su presencia lo comió luego. Entón
ces el Cuervo pagó la pena de la vana ala
banza. - - "

Amonesta esta fábula, que ninguno debe


oir, ni creer las palabras engañosas de vana
alubanza, porque la vana, y falsa gloria
causa y trae verdadero enojo, y dolor.
Quien te lisongea, tc quiere engañar.
El Leon, el Puerco, cl Toro, y el Asmo.
L Leon estando enfermo, viejo, sin
V, fuerzas, y muy cercano á la muerte,
llegó á él un Puerco montés con saña que
tenia contra él, por haberle herido é inju
riado alguna vez, y lo hirió, y se vengó
del Leon. Dende á poco vino el Toro, é
hirióo muy cruelmente con sus cuernos;
finalmente llegó el Asno, y dióle un par
de
z44.2.2 % (S
11u " ()

de coces en la frente. Y viendo esto el Leon,


con gran suspiro dixo así: quando yo estaba
sano, y en mis fuerzas, y poder, todos me
temian, y honraban; de manera, que la mia
fama espantaba á muchos; pero ahora todos
están contra mí. Quando mis fuerzas, y po
der perecieron, toda mi honra pereció con
ello. " -

Amonesta Esop0 con esta fábula, que los que


están en alguna dignidad, sean mansos, y be
mevolos, pues deben tener, que pueden caer de
ella; y si no tienen amigos, no hallarán quien
les ayude, antes todos, á los que enojaron, se
vengarán de ellos, viendolos caidos.
Las
de Esopo. III,

Los que son constituidos en grandes digni


dades, sean benevolos; porque se cayeron de tal
estado , hallen amigos.

El Asmo, y la Perrilla.
N Asno continuamente veía como su
Señor halagaba, y acariciaba mucho
una Perrilla, por las fiestas que ella le ha
cia. Y dixo entre sí, si á este animal tan
pequeño, y tan inmundo, mi Señor en
tanto grado lo quiere, y estima; y no me
nos toda su familia, quanto mas me ama
rá, si yo le hago algun servicio, y alguna
fiesta, pues yo soy mejor que ella, po
-
re
112. Fábulas
dré mejor vivir, y alcanzar mayor honra.
Y estando el Asno en esto, viendo que el
Señor venia, y que entraba en casa, salió
del establo, y corrió para él, rebuznan
do, y echando pernadas, y coces, y sal
tando sobre él, puso las manos, y patas
sobre los hombros del Señor, y con la len
gua á manera de la Perrilla, comenzó de
lamerle, y á mas de fatigarle, con su gran
peso, le ensució las ropas de lodo, y pol
vo. El Señor espantado de aquellos juegos,
y halagos del ASno, llamó, y pidió socor
ro, y ayuda. Su familia oyendo las voces,
y clamor, vinieron, y dieron de palos, y
azotes al Asno, y quebrantandole las costi
llas, y miembros lo volvieron al establo, y
lo pusieron allí bien atado.
Esta fábula significa, que ninguno no se de
be entrometer en las cosas que no le pertenecen,
pues lo que la naturaleza no le dá, no le con
viene; y así el necio pensando que complace,
causa disgusto, y enfado.
Nadie debe hacer mas de lo que sabe.
El Leon, y el Raton.

Stando un Leon durmiendo en la fal


da de una montaña, los Ratones del
campo, que andaban jugando, llegaron
allí;
de Esopo. II3

allí; y uno de ellos acaso saltó sobre el


Leon, y este le cogió. El Raton viendose
preso, suplicaba el Leon que tuviese mise
ricordia de él, pues no habia errado por
malicia, con voluntad, sino por acaso, por
lo que pedia humildemente perdon. El Leon
viendo que no podia tomar venganza de
aquel Raton, por ser cosa tan pequeña,
y que el matarle antes le sería crimen,
é ignominia, y no gloria ni alabanza,
pues adquiere mayor gloria el que dá li
bertad á alguno, pudiendolo matar, que
no en matarle: dexóle ir sin hacerle mal.
El Raton se fué, dandole muchas gra
, * H cias.
II4. Fábulas -

cias. Despues de algunos dias el Leon ca


yó preso en una red, y viendose así enla
zado, comenzó de rugir, con mucho sen
timiento y dolor. Y como el Raton mismo
oyese este clamor, fué, y preguntóle: ¿qué
cosa le habia acaecido, y qué mal era, de
que tanto se sentia? Y conociendo que es
taba preso en aquella red, y lazo, dixole:
O Señor, toma buen esfuerzo, pues no es
cosa de que debas temer, yo me acuerdo
del bien que de tí recibí, por lo qual te
quiero volver el servicio, y favor. Y así
comenzó de roer con sus dientes, y rom
per los ligamentos, ataduras, y lazos en
aquellos lugares y partes donde conocia que
era necesario para deshacer, y desatarlo,
de manera , que poco á poco sacó al Leon
libre, y exènto de aquella prision , y lo pu
so en libertad.
Quiere decir esta Fábula, que ninguno
presuma menospreciar, y dañar á los meno
res, pues algunas veces acontece á los ma
yores, que han menester á los menores , y
se sirven de ellos: porque el que no basta
á hacer mal al p0deros0, algunas veces le
puede aprovechar. -

No deben los mayores menospreciar á los


menores, porque en algun tiemp0 los han
771e/leSte?”. • - -

* - El
de Esopo. II.5

El Milano, y la Madre.

- L Milano estando enfermo largo tiem


- po habia, ya desesperado de la vida,
rogaba á la Madre con lágrimas, que hi
ciese, por él romerías, y prometiese votos,
alcanzar su salud. Al qual respondió
a Madre, y dixo: hijo, bien haré yo eso
que me ruegas, mas tengo miedo que no
aprovecharé cosa, porque tú has destrui
do todos los templos, y ensuciado los Al
tares, y no perdonaste aun á los sacrifi
cios, y ahora, que pides salud, creo que
no se alcanzará.
- - H2 Quie
116 Fábulus
Quiere decir esta Fábula, que el que en
la prosperidad ofende á muchos, no hallará
en la desgracia amistad. º
El que es blasfemador, merece no ser oido
de los santos en la tribulacion. -

La Golondrina y las otras Aves.

Iendo las Aves que los Labradores cul


- tivaban los campos y sembraban lino,
no recelaban ningun daño. La Golondrina
viendo esto las llamó á todas, y advirtió
les, que esto era gran mal para ellos. Des
pues viendo como nacia, y crecia la si
miente , dixoles: esto se hace, y crece en
Inll62S
de Esopo. 117
nuestro daño, y perjuicio, venid, y quite
moslo; pues como creciere, harán los hom
bres redes, y lazos de él, y nos matarán.
Menospreciando sus palabras, no cuidaron
de seguir su consejo. La Golondrina las per
suadia con buenas razones, á que se cau
telasen, y viendo que nada les hacia fuer
za, entregóse ella á los hombres, para que
pudiese vivir baxo su amparo, y defensa
de sus casas; y las otras que no tomaron
ninguna providencia viven siempre con cui
dado, cada instante en los lazos, y redes.
Esto se dirige contra aquellos que quieren
regirse por sus propias opiniones, y no quie
ren seguir el buen consejo del otro.
Quien no tomáre el buen consejo, arre
pentirse ha de ello.
II8 Fábulas

El astuto Cazador, y el incauto Xilguer0.

TTN astuto Cazador cogió un incauto Xil


- guero. Este viendose preso entre sus
manos le dixo: si yo hubiere previsto tu
traydor engaño, no eres capaz para prender
me; á lo que respondió el Cazador: así
yo pillo á los descuidados, que no se guar
dan de los engaños.
Enseña esta Fábula que no podemos vivir
desprevenidos, y que nos debemos guardar
de los mal intencionados, sino caerémos im
pensadamente en sus trampas, y engaños.
No vive mas el leal, de lo que el traidor
quiere.
Júpiter, y las Ranas.
As Ranas, que antes vivian libremen
—a te en las lagunas, donde mas les gus
taba, pidieron á grandes voces á Júpiter
un Rey, que con rigor refrenase sus li
cenciosas costumbres. Oída esta peticion,
sonrióse el padre de los Dioses, y les en
vió una grande viga. Las Ranas, oyendo
el ruido, que causó en el agua el pesado
madero, huyeron espantadas. Pero des
pues una de ellas sacó poco á poco la ca
beza para ver al nuevo Rey; y viendo que
era madera, las llama á todas. Ellas
-
perº
e
I2 o Fábulas
el miedo, se acercan nadando, y brincan
do sobre el leño, despues de haberle ensu
ciado con todo genero dc inmundicias,
pidieron á Júpiter otro Rey, porque era
inhábil el que les habia dado. Entonces Jú
piter les envió la Cigüeña, la qual las co
menzó á comer una á una. Viendo las Ra
nas tan grandísima crueldad, llamaron con
altas voces á Júpiter, pidiendole que so
corriese á las afligidas, que de lo contrario
todas moririan. Eso no, les dixo el Dios;
pues os dí la viga, la qual menosprecias
teis. Despues no contentas, me pedisteis otro
Rey, os dí la Cigüeña, que ahora teneis,
la qual tendréis para adelante; y con razon,
Pues no quisisteis contentaros con vuestro
bien, justo es que sufrais el mal que os ha
venido.
Demuestra esta Fábula que debemos su
frir con paciencia el trabajo, no sea que nos
suceda otro mayor, y que cada uno debe con
tentarse del estado, que Dios le ha dado.
El bien no es conocido, hasta que es per
dido. -

Las Palomas, el Milano, y el Halcon.


As Palomas, viendose muchas veces
La perseguidas del Milano, por estar se
gu
- de Esopo. I2I

guras, y defendidas de él, tomaron al fuer


te Halcon por defensor, y señor, pensan
do que con su amparo estarian muy segu
ras. El Halcon comenzó á comerse una de
ellas dando á entender, que lo hacia por
castigo, y correccion , pues fingió que ha
bia delinquido. Entonces dixo una, por
mas leve nos era padecer, y sufrir las per
secuciones del Milano, que tener tal de
fensor, que nos mata, y destruye. Pero
dignamente padecemos todo esto, porque
nosotras mismas fuímos causa de nuestro
mal.
Significa esta Fábula, que debe el 7"e
º
T22. Fábulas
bre obrar prudentemente, mirando el fin que
se puede seguir; y que mejor es padecer un
poco de pena, que por librarse de aquella,
caer en otro peligro, y molestia mayor.
El que al malo se encomienda, en lugar
de defensor halla en él su perdicion.

és:
ss S &#º
= SH
S/ -

El Ladron, y el Perro.
N Ladron andando á hurtar de noche,
entró en una casa, en la qual halló
un Perro ladrando á la puerta, y por ha
cerle callar, le echó un pedazo de pan. El
Perro le dixo entonces, por qué me dás es
te pan? ¿me lo dás de gracia, ó para en
ga
de Esopo. " 123
gañarme, y hacerme algun daño? Si tú
matas á mi señor con toda su compañía, y
hurtáres, y lleváres lo que está ren casa, si
ahora me dás el pan porque calle, despues
tendré que morir de hambre. Mas quiero
ladrar, y despertar toda la casa, y avisar
que andan ladrones, que comerme el pan
que medás. No quiero que tu pan entre
en mi boca, porque yo no solamente miro
la presente vida, sino aun la venidera; y
así huye, vete de aquí, sino yo te descu
briré. O buen Perro, dixo el Ladron,
que no quieres comer tal pan, por no per
der tu fidelidad.
Consideren esta Fábula, los que por una
buena comida, pierden muchas veces la vida.
El que prudencia no tiene, lo mucho por
lo poco pierde. Los beneficios de los malos se
hacer sospechosos.
De la Puerca, y del Lobo.

U:to,Puerca estando con dolores de par


vino á ella el Lobo, y saludando
la, dixole: hermana, pare seguramente tus
hijos; pues por la amistad que yo tengo
contigo, tendré gusto de servirte en esta
necesidad. La Puerca conociendo el Lobo,
no creyó sus palabras, ni quiso recibir su
SG
124 * . Fábulas

servicio; antes le rogó que se apartase de allí


para parir con mas libertad. Y así el Lobo
por su ruego se fué, y ella parió en paz.
Y seguramente si creyera al Lobo, se le ha
bria comido con sus hijos. |

Quiere decir esta Fabula, que no debem


creer todas las palabras, porque palabras
hay afectadas, y compuestas, en que muchas
veces se halla uno burlado.

La tierra que quiere parir.


A tierra daba grandes gemidos, di
-

-
ciendo que queria parir. TodasCl0
la Na
ciones oyendo esto fueron espantadas, y
turbadas, de manera, que todo el mundo
estaba alterado, y atemorizado por el gran
gemido, que la Tierra daba. Y así hicie
ron grandes aberturas por muchas partes por
donde pudiese salir el parto. Finalmente ella
parió un raton, y de esto corrió la fama
por todas partes. Oyendo todas una cosa tan
vil, y tan ridícula, los que antes estaban es
pantados, volvieron el gran espanto en jue
go, y riSa.
Significa esta Fábula, que muchas veces
causa temor, y espanto algun hecho, que
en verdad no es de temer; y que una cosa
pe
126 Fábulas
pequeña trae á veces grandes miedos, y es
pantos.
El que amenaza mucho, poco hace.

W
SS
Y4%%
-
Ѻs S2 SS.SS.
SS.3sº SS

El Cordero, y el Lobo.

L Cordero, que andaba paciendo en


tre las Cabras, dixo el Lobo: no es
esta con quien andas tu madre, y mostróle
las Ovejas que estaban bien léjos, respon
dió el Cordero: no busco yo aquella que
me concibió, y parió, sino la que me ha
criado, y me dá de mamar, pues esta es
mi madre. Al contrario, dixo el Lobo,
aquella es tu madre natural, y esta la adop
- ti
de Esopo. ..., 127
tiva: por esto debeis irá ella. Es verdad,
dixo el Cordero, mas mi madre misma
de su propio instinto, y discretamente me
encomendó á esta con quien vivo; pues en
el rebaño de mi madre, los pastores les
quitaban á veces la lana, y los matan para
sus usos, y así anda en hora buena, que
yo quiero morar aqui, y me será mejor
que donde tú muestras.
Significa esta Fábula, que no hay mejor
cosa, que el buen consejo, ni peor que el
consejo malo: y que mas provecho es vivir
fuera de sus parientes en paz, que entre sus
parientes con qüestiones, y guerras.

El Perro, y su Señor.
- Abiendo un Perro servido á su Se
ñor en su juventud, y mocedad muy
diligentemente cazando, y en todo lo que
él podía, y siendo ya muy viejo, y muy
pesado, tomó una Liebre. No pudiendola
tener por su debilidad, se le escapó sin
lesion. El Señor estando muy enojado con
tra el Perro, dixole así: ¿ para qué eres
bueno? Si no me sirves de nada, ¿por
qué quiero yo alimentarte? Al qual respon
dió el Perro: Señor, yo ya tengo muchos
años,
128 Fàbulas -"

años, estoy sin fuerza, y no tengo dientes:


en algun tiempo fuí fuerte, entonces me
alababas por lo que fuí , y ahora me re
prehendes por lo que no puedo. Acuerdate
de lo que hice, y que ahora hago lo que
puedo.
Esta Fábula claramente muestra, que el
que fué bueno, y virtuoso en la juventud,
no debe ser menospreciado en la vejez.
El que á viejo desea llegar, á los viejos
ha de honrar.

Las
de Esopo. I29

Las Liebres, y las Ranas.

DNN cierta ocasion las Liebres, persegui


E das de los Perros, resolvieron : que
para vivir en continuos sustos mas querian
morir. Y así las infelices llegaron á una
laguna, por precipitarse en ellas. Viendo
las Ranas la manada de las Liebres, que
venian á donde ellas estaban, con grande
espanto, y miedo Saltaron todas al agua.
Y viendo esto las Liebres, dixo una de
ellas: hermanas, no desesperemos , sigamos
nuestra vida, pues otros hay tambien que
han, y sufren grandes temores, y espantos
I CO
13o Fábulas
como nosotras, y si alguna adversidad nos
viene, suframosla con paciencia. Vivamos
pues como todos. -

El que no acierta á llevar con paciencia sus


males, mire á los agenos, y aprenda á sufrir;
pues debemos mirar el mal que los otros pa
deceh. 3

Las persecuciones deben sufrirse con pa


ciencia. - "

Lu Cabra , el Cabrito, y el Lob0.


A Cabra queriendo ir á pacer, amones
- tó, y mandó al Cabritillo, que que
daba en casa, que no abriese la puerta del
- CS
de Esopo. 13I
establo á ninguno; porque ella sabía que
muchas bestias fieras, y otros animales
andaban al rededor, buscando los establos
de los ganados, para devorarlos. Y de
xando al hijo aconsejado, fuese á pacer.
Dende á poco vino el Lobo, y fingien
do la voz de la Cabra, llamó á la puerta,
diciendole que abriese. El Cabrito mirando
por una rendija de la puerta; vió que era
el Lobo, y le dixo: yo oigo la voz de mi
madre, mas sé que eres mi enemigo, que
buscas mi sangre con voz fingida, y di
simulada, pues que así es, vete en paz,
y muy cierto que no te abriré.
Quiere decir esta fábula, que quien sigue
el consejo del padre, y de la madre, vive con
seguridad, y al contrario, quien no obedece
los buenos consejos de sus padres, cae en mu
chos peligros, y males, que no puede despues
reparar.

El Hombre, y la Culebra.

N la casa de un pobre Hombre acos


tumbraba venir una Culebra, y alií se
mantenia con las migajas que caían de su
mesa: este tiempo todas las cosas le venian
muy prosperamente. Dende á poco el Hom
bre se indignó contra
* , - 2.
coletº l
y.
132 Fábulas.

la hirió con una segur. Despues de lo qual


aquel Hombre volvió en su primera pobreza,
y así entendió, que por la Culebra se habia,
antes que la hiriese, enriquecido: por lo qual
pidió perdon á la Culebra. La Culebra res
pondió al Hombre así: porque conozco que
te pesa, yo estoy contenta de perdonarte, y
continuó en freqüentar su casa; pero jamás
volvieron á su antigua amistad, y vivieron
siempre con recelo. -

Quiere decir esta fábula, que el que daña,


6 hiere á otro, siempre debe estár sospechoso,
y vivir en continuo, sobresalto. - -

Num
de Esopo. I33
r: Nunca es perfecto amigo el que ha sido tu
enemigo.

El Ciervó, la Oveja, y el Lobo.

L Ciervo pedia una hanega de trigo á


la Oveja, diciendole, que se lo habia
prestado paraque se lo volviese, y eso pe
dia estando el Lobo presente, haciendo
fé de ello. La Oveja espantada por la pre
sencia del Lobo, confesó que era ver
dad, aunque no habia sido así, y pidió
plazo para buscarlo, el qual se lo otorgó
el Ciervo. Y pasado el termino, volvió el
Ciervo á pedir el trigo. A lo que re
di
I34 Fábulas.
dió la Oveja: mi promesa fué forzada, víen
dome en presencia de mi enemigo; pero aho.
T2 él no está: y estoy sin miedo, te nie
go lo prometido, pues prometí lo que no de
bia, grande es el engaño que traes, el qual
por ahora no te aprovechará, pues no te
pagaré.
Esta fábula enseña que de nada sirve lo
que se alcanza por fuerza, y que, ó tarde, ó
temprano se conoce el engaño.

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S.
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El Calvo, y la Mosca.

Uº Mosca picó á un Calvo en la ca


-/ beza que tenia descubierta, y querien
do
de Esop0. 135
do matarla se dió una gran palmada por to
mar la mala Mosca. Ella riendo, y burlan
dose de él, no dexaba de enojarlo. El qual
le dixo: aunque me hiera, é injurie á mí li
geramente, y me moleste, y me haga Inal,
facilmente me reconcilio conmigo; pero
animalejo vil, me alegraré matarte aun con
mayor daño mio.
Esta fábula enseña que nadie debe procu
rarse enemigos, y que la injuria pocas veces
queda sin castig0.
A la burla impertinente, se dá su mereci
d0.

La Zorra, y la Cigüeña.
- - y

DIcen, que una Zorra convidó primero


á cenar á una Cigüeña, y que la puso
solo caldo en su plato, del qual no pudo
gustar de modo alguno la Cigüeña ham
brienta. Despues de algunos dias la Cigüe
ña pidió á la Zorra, que fuera á comer con
ella, y le presentó una redoma llena de gi
gote, en la qual no podia la Zorra entrar
la cabeza. Mas la Cigüeña metiendo su pi
co, comia á Satisfaccion , matando de
hambre á su combidada; y burlando de
-- Clla
136 Fábulas

ella le dixo, amiga tú me hiciste ayunar, y


así yo te pago con la misma moneda, pues
una burla se paga con otra burla.
Todos deben llevar con paciencia, que se les
trate, como ellos trataron á otros.
Si el burlador fuere burlado, sufralo con
agrado, pues donde las dán las toman.

El
de Esop0. 137

El Lobo, y la Imágen.

E" Lobo halló una Imágen en el campo,


la qual una, y muchas veces revolvia,
y viendo que no tenia sentido, dixo. Bella
Imágen qué lástima que no tenga cele
bro!
Semejantes imágenes hay en cada ciudad;
pues la hermosura sin prudencia es imágen
sin sentido.

El
138 Fábulas,

El Grajo soberbio, y los Pabos Reales.


. .

Grajo, hinchado de vianda, recogió


- las plumas, que se le liabian caído á
un Pabo Real, y se engalanó con ellas.
Luego desdeñandose de sus iguales, se en
tremetió en la hermosa manada de los Pa
bos. Los quales conociendo que no era de
su especie, le quitaron por fuerza las plu
mas hurtadas, y le echan de sí ápicadas.
El Grajo viendose tan mal parado, medio
muerto, y avergonzado, se allegó á los Su
yos, de los quales desechado tambien, pa
deció grave Sonrojo. Entónces uno de los
Gra
- de Esopo. 139
Grajos, á quienes habia despreciado antes, le
dixo: si te hubieras contentado de vivir en
tre nosotros, y querido pasar con lo que te
dió la naturaleza, ni hubieras padecido
aquella afrenta, ni ahora tuvieras que sen
tir esta repulsa. --

Consideren esta fábula los que no contentos


de su estado, y dones de la naturaleza, se ele
van, ó se visten de adornos artificiales, que
muchas véces causan su ruina é infamia.
Contentate con tu suerte.

Una Mosca, y una Mula.


NA Mosca se sentó en un carro, y ri
-
ñendo á la Mula, que tiraba de él, le
l
Y4o Fábulas
dice: O quan perezosamente andas! ¿no an
darás mas apriesa? Mira no sea que te pun
ce el cuello con mi aguijon. Respondió la
Mula: tus palabras no me hacen fuerza. A
quien yo temo, es á este que sentado en
mi silla me rige con el freno, y con el la
tigo te puede matar átí, pues yo bien sé
quando conviene parar, y quando apretar el
pdSO.
Se burla esta fábula de los que siendo fa
-

cos, echan grandes bravatas, y quando habla


el fuerte han de callar.
Son dignas de risa las fanfarronadas

La Mosca, y la Hormiga.

A Mosca, y la Hormiga contendian


sobre qual de ellas era mejor. Y co
menzó la Mosca primero á razonar, dicien
do de esta manera: Tú no puedes igualarte
conmigo, por quanto te llevo ventaja en to
das las cosas, pues donde quiera que haya
alguna vianda, yo la gusto, me siento asi
mismo en la cabeza del Rey, y cómo en
su mesa, beso las Damas, y mugeres dul
cemente, quando me place, lo que tú no
puedes hacer. Dixo la Hormiga; tú alabas
tu poca vergüenza, ¿por ventura desean á tí
para alguna cosa de eso que dices? CSOS
- C
Reyes y matronas castas, sin vergüenza al
guna te llegas; pero eres fastidiada de todos,
y echada al instante que llegas; tú vives solo
en estio, y viniendo el frio, y la helada luego
desmayas, ó mueres. Mas yo en todos tiempos
me conservo sanísima, y vivo segura, pero á
tí con azote ventoso te ahuyentan, y te echan
de sí. -

Quiere decir esta fábula, que quien á sí


mismo se alaba, y desalaba á los otros, es
reprehendido.
La vana alabanza no sirve de nada.

- - El
142 Fábulas

cº E. A.

NR S n

S
º Nº
lº y R

El Lobo, y la Zorra, siendo juez el Mono.


N Lobo acusaba á la Zorra de un hur
to. Negaba ella ser capaz de semejan
te delito. Sentóse en medio como juez un
Mono, ante el qual alegaban razones, y
descubrian sus crimenes. El Mono pronun
ció esta sentencia: no consta, que tú ha
yas perdido, lo que pides: y creo que tú,
Zorra, has hurtado lo que astutamente nie
gas. Por lo qual mandó que viviesen en per
petua concordia, pero que se recelase el
uno del otro.
Al que una vez fué cogido en mentira cla
"4,
de Esop0. I.43
ra, no se dá crédito, aun quando dice verdad.
e. Al mentiroso nadie le cree.
s . - y

La comadreja , y el Hombre.
Eseando una Comadreja, cogida por
un Hombre, huír de la muerte, que
le amenazaba, le dixo: Ruegote, que me
perdones, en atencion á que limpio la casa
de los ratonés, que te molestan. Respon
dió el hombre: Si eso lo hicieras por mi
respeto, lo agradecería, y te concedería el
perdon que pides; pero tú matas los rato
nes para comertelos, y para lograr los des
pojos, que habian de roer ellos, y así no
- - quie
L44 Fábulas
quieras venderme beneficios vanos. .
Esto lo deben considerar aquellos, que solo
obran por su particular interés, y venden á
los Otros servicios.
No solo se ha de mirar la obra , sino la vo
luntad con que se hace. -
-
-

La Rana, y el Buey. -
U Rana, viendo pacer á un Buey en
el prado, pensó entre sí, que podria
ser tan grande como él, si hinchaba su
¿ y cuero arrugado: y así comenzó á
incharse, de manera, que parecia á ella,
que era grande como el Buey, y pregun
taIl
de Esopo. 145
tandolo á sus hijos, le respondieron que no.
Ella se hinchó otra vez, y les volvió á pre
guntar, si era tan corpulenta como él, ellos
respondieron, que no. É hinchandose terce
ra vez con mas fuerza, rompió el cuero, y
rebentada murió, por eso se dice: no te hin
ches; y no te rebentarás. -

El Marques quiere ser IQuque, el Duque


quiere ser Príncipe, todos quieren salir de su
estado; pero al fin todos llegan á rebentar.
El que mucho se quiere hinchar, por fuer
za ha de rebentar.

- El Leon, y el Pastor.
Endo un Leon por una montaña erró
el camino, y pasando por un lugar
muy espinoso, se le entró una espina en
la mano; y no pudiendo andar por el su
mo dolor que le causaba, salióle al encuen
tro un Pastor, y como le viese el Leon,
comenzó de halagarlo con la cola, tenien
do la mano alzada. Viendo el Pastor venir
para sí el Leon fuerte, y espantoso, tur
bado de su presencia, comenzó de dar
le del ganado para que comiese, mes el
Leon no deseaba comer, sino saludable
medicina; y así puso la mano en el seno
del Pastor; y como viese el Pastor la llaga,
é hinchazon en su mano, entendió lo que
que
146 Fábulas.

queria el Leon , y con su buen ingenio, y


con una lesna aguda, poco á poco le abrió
la hinchazon, y le sacó la espina. Sintien
dose sano el Leon , lamió la mano del Pas
tor, y sentóse á su lado: y tomando poco á
poco sus fuerzas, fuése de él salvo, y sano.
Despues de esto fué tomado el Leon en un
lazo, y puesto en el lugar de las fieras. El
Pastor fué tambien preso por la justicia, y
sentenciado á las bestias hambrientas, y fe
roces, para ser devorado por ellas. Puesto
así en aquel Anfiteatro, salió el Leon para
con él con grande impetu, y furia, y lle
gando al Pastor, luego le conoció, y sen
de Esopo. 147
tóse á su lado, defendiendole de las demás
bestias, del qual no quiso apartarse ni de
xarlo solo, de lo que entendió el Pastor,
ue el Leon estaba allí para su defensa; y
¿ esto presumió, que era aquel el Leon
que habia sanado, y sacadole la espina de
la mano. Y sabida del Pastor la verdad del
hecho, se les dió la libertad á entrambos, el
Leon se fué para las montañas, y el Pastor
para su tierra. -

Esta Fábula mos amonesta , que ninguno


sea ingrato al beneficio que recibe, antes cor
responda con otra gracia, ó servicio, quando
el caso se ofreciere, pues amor con amor se
paga.
El que buena obra de otro recibe, en nin
gun tiempo la olvida.
El Caballo y el Leon.

N Leon, no pudiendo ya cazar por su


extremada vejéz, determinó matar un
Caballo, que pacia en el campo. Para esto
fingió ser Médico, y se llegó á él pregun
tandole por su salud. El Caballo conocien
do el engaño, y la mala intencion del
Leon, le respondió con disimulo, que es
taba muy malo, y que se le habia metido
una espina en el pie; y dixole: O herma
- K2 1102
148 Fábulas

N S S
NSWS
º
SWS

no, quanto me alegro de tu venida, pues


creo que los Dioses te han traido aquí pa
ra darme la salud, y así ruegote que me
socorras, y que me saques esta espina que
me fatiga mucho. El Leon mostrando que
tenia gran pesar de su mal, se ofreció á
sacarsela luego, pero siempre con la inten
cion de matarle. Pusose el Caballo en bue
na aptitud para lograr su intento, y al tiem
po de ir el Leon á sacarle la espina, le dió
un par de coces en la frente, y se esca
pó, dexando el Leon tendido en el sue
lo. Cobrando despues, el Leon su senti
do, y su fuerza se levantó, y viendo
SC
de Esopo. I49
se en tan mal estado, y que el Caballo no pa
reció, dixo entre sí: con quanta razon pa
dezco este daño, pues venia yo á matar al
Caballo baxo pretexto de amistad. -

Esta Fábula enseña, que no debemos fingir


jamás lo que no somos, pues luego que uno es
conocido queda burlado.
Ninguno se alabe del oficio que no sabe.

El Caballo, y el Asn0.

N Caballo brioso, y muy bien enjaeza


do, ensoberbecido de las ricas guarni
ciones que llevaba se encontró con un As
no en un camino estrecho, el que venia
- C3l
I 5o Fábulas
cargado desde muy lejos, y porque no le
hizo lugar al instante, dicese que le dixo
el Caballo con arrogancia: Pollino, bestia
indigna, ¿por qué me impides el paso? ¿por
qué no te paras, hasta haber yo pasado?
No sé como no te mato á coces. El Asno
espantado de la soberbia del Caballo se
apartó, y le dexó pasar libremente. Entón
ces el Caballo para manifestar su superiori
dad, y su brio, pasó con mucha fachenda,
y magestad. Despues de algunos dias cor
rió tanto el Caballo, que enflaqueció de
manera, que no se pudo reparar, y así se
hizo inutil para el regalo de su amo. Este
le destinó entónces á llevar estiercol, á ti
rar el carro, y á trabajar en el campo, tro
cando los arneses bordados en albardas, y
aparejos de labor; y así cargado, y fatiga
do iba por esos caminos. El mismo Asno
paciendo en el campo vió á el Caballo, que
traía una carga de estiercol y porquería, y
le dixo: ¿No eres tú aquel Caballo que le
parecia sobrepujar á los demás animales?
¿ Dónde está tu soberbia, y orgullo? ¿A
qué ha venido á parar tu superioridad, y
dominio sobre mí? -

Enseña esta Fábula, que el poderoso en


el tiempo de su prosperidad, no debe menos
preciar al pobre, porque si se le trueca
s S/6r
su
de Esopo. I5 I
suerte, lo que muchas veces suele suceder, no
sienta entonces la burla, y menosprecio.
No insulte el poderoso al p0bre, y filisera.

Los Quadrupcdos y las Aves.

L OSen Quadrupedos, y las Aves estaban


continua guerra, y se dieron una
batalla. Durante la qual el Murcielago, te
miendo los sucesos de la guerra, y viendo
que los Quadrupedos eran mas poderosos,
desertó de las Aves, y se pasó á los enemi
gos. Pero, llegando el Aguila poco des
pues, esforzó de tal manera á las Aves,
- que
152 Fábulas
que peleando con mayor esfuerzo, vencie
ron á los quadrupedos. Ultimamente se hi
cieron las paces, y todos condenaron al
Murcielago á quitarle las plumas en casti
gó de su perfidia, y le prohibieron que ja
más se presentase á su vista. De que se ha
seguido que el Murcielago nunca sale de
dia sino de noche.
Quantos Murcielagos se hallan en las ciuda
des, que llenos de vergüenza por su infideli
dad, y malicia, no pueden salir de dia, por
no ver la cara de los que han ofendido.

El Halcon, y el Ruiseñor.
- Allandose una mañana el Halcon en el
nido de un Ruiseñor, le suplicó esta
- - aVe,
de Esopo. I53
ave, que no dañase á sus hijos. Respondió
el Halcon: haré lo que me ruegas, si can
tares bien. El Ruiseñor por miedo de per
der á sus hijos, comenzó á cantar. Entón
ces dixo el Halcon: amigo, no cantaste bien,
y así tomando un hijo del Ruiseñor, comen
zóle de comer. A la sazon llegando un Ca
zador, armó un lazo al Halcon, y hallando
lo ocupado, facilmente le cogió.
No podemos vivir desprevenidos, pues unos
con otros vivimos en continua guerra, y quien
tiene enemigos, no duerma.
La Zorra, y el Lobo.

L Lobo juntó mucha provision en su


", cueva para su mantenimiento, y vivir
á su placer por largos dias. La Zorra sa
biendo esto se fué á la cueva del Lobo, y
dixole: amigo, ha muchos dias que no te
he visto, y he sentido mucho tu ausencia,
y así te ruego que me quieras consolar. El
Lobo, conociendo las engañosas palabras
de la Zorra, respondióla: tú no vienes á
verme, porque estés cuidadosa de mi sa
lud, sino para ver si puedes pillar algo de
lo que tengo, y así no agradezco tu veni
da. La Zorra para vengarse del Lobo, se
fué á encontrar un Pastor, y le
-
deses e
el parage, donde el Lobo vivia retirado,
acompañandole ella misma á la cueva. Al
instante que el Pastor vió al Lobo lo mató
á pedradas, y á palos. Despues mató tam
bien á la Zorra, y dixo ella muriendo: con
quanta razon padezco este trabajo, pues
procuré la muerte del Lobo.
No debe el hombre hacer daño al otro, por
que quien á hierro mata á hierro muere.
Jamás á ninguno acuses, que mas se suele
ganar por defender, que acusar.
de Esopo. I 55

El Cierv0 y el Cazador.
N ciervo bebiendo en una fuente, vió
en el agua su sombra, y se deleytaba
mirandola, muy satisfecho de sus grandes
cuernos, pero muy mal contento de sus
piernas, diciendo que eran muy mal corta
das, y demasiado ligeras. Mientras se halla
ba en esta consideracion, oyó la voz de un
Cazador, que con los perros le perseguia,
y viendole ya muy cercano, dicese que se
valió de la ligereza de las piernas, y se es
capó de entre sus enemigos. Despues en
trando en un bosque se enredó CUl61
v.
con sus
156 Fábulas
cuernos, entre las ramas, de suerte que no
pudo andar un paso. Entonces le prendió
el Cazador, y viendose el Ciervo cogido,
mudó de parecer, y alabó lo que antes me
nospreció, y menospreció lo que antes ala
baba.
A veces lo que mas agrada daña. El Am
bicioso piensa que los empleos, y dignidades
son biens apreciables; si él sabía á que ma
les nos expone la grandeza, mudaría sin duda
de pensamiento. -

La Zorra, el Gallo, y los Perros.


TTNA Zorra hambrienta embistió á unas
Gallinas y á un Gallo, los quales pa
ra librarse de sus uñas se subieron á un
arbol. Viendo la Zorra que no podia subir
en él, habló al Gallo en esta forma; ami
A
go, buenas nuevas te vengo á traer, ayer
se firmaron las paces entre todos los ani
males, de suerte que no habrá mas riñas,
ni enemistades entre nosotros ; y así te
ruego que baxes con las Gallinas, que nos
reconciliarémos, pues deseo darte un abra
zo. Amiga, respondió el Gallo, buenas
nuevas nos has traido, yo no sabia nada
de eso, me alegro mucho de tener amis
tad contigo: y extendiendo el eue
el
3.-
Gallo, y mirando á lo lexos, vió que ve
mian dos grandes Lebreles, y dixo á la Zor
ra: mira yo tengo por cierto todo lo que
me has dicho; pues si no me engaño veo
venir dos correos á anunciarnos la noticia.
Entonces dixo la Zorra: á mí no me con
viene quedar aquí, y es preciso que me
vaya. ¿Por qué temes? dixo el Gallo: ¿No
hay paz entre nosotros? Te ruego que mo
te vayas, pues luego que estén aquí los
correos, baxarémos nosotros, y celebra
rémos juntos, como tú decias, este dia.
Los correos eran los Lebreles. La Zorra
no quiso esperarlos, y se escapó; y el
Ga
I58 Fábulas
Gallo se puso áreir entónces, burlandose
de la Zorra. -

Muchas veces con palabras amistosas nos


engaia el enemigo; es menester vivir adver
tidos, pues muchas Zorras corren en esta vi
da. - - -

Debaxo de la miel, está la hiel.

ssessSSSS y

La Muger, y el Marido difunto.

NA Muger, sentida, triste, y llorosa


U por la muerte de su marido, se fué á
una casa cerca del cementerio donde esta
ba enterrado, para pasar allí sus dias de
luto y tristeza. En el mismo tiempo un
hom
de Esopo. 159
hombre cometió un delito, por el qual
fué. ahorcado por la justicia, y despues se
gun costumbre pusieron al ajusticiado un .
soldado de á caballo, que le custodiase
de dia y de noche, para que nadie le
uitase. El soldado fatigado de la sed, fué
º casa en que vivia la muger á pedir
agua para beber, y viendola le agradó en
extremo. Con este motivo iba el soldado
muy á menudo para tener un rato de con
versacion, dexando al ajusticiado abando
mado en el suplicio. Al principio la conso
laba, despues requebrandola se enamora
ron los dos. Sucedió una vez, que estan
do divertidos, y holgandose con ella, le
hurtaron el ahorcado. Viendose el soldado
en este conflicto, y temiendo el castigo
de su culpable descuido, corrió otra vez
á la casa de la muger, y postrado á sus
pies manifestó su sentimiento. La qual le
dixo: Caballero, siento vuestra pena, pe
ro no sé como remediarla. Respondió el
soldado: ruegote que me ayudes, y á tí
misma pido consejo. Teniendo la muger
compasion de él, desenterró su marido,
pusole en la horca, en lugar del ajusticia
do, y así encubrió el descuido del solda
do, con el abandono que hizo de su mari
do, y ultimamente casaronse los dos.
En
16o Fábulas
En esto viene é parar á veces el amor de
las Mugeres. Muchas abandonan á sus mari
dos por un capricho del amor. No hay cosa
constante en esta vida.

El Hombre joven, y la mala Muger.


TTN hombre joven iba á casa de una Mu
ger prostituta, á quien amaba en ex
tremo. Luego que hubo entrado, dexó su
capa, y se puso á hablar de sus amores, y
así pasó todo el dia con ella. Por la noche
satisfecho ya de sus disoluciones, quiso re
tirarse á su casa, pero antes de partir di
xole la mala muger que le diese dinero,
*- pa
de Esopo. I6r
para cierta gala que queria comprarse. El
joven sacó su bolsillo, y al instante la Mu
ger se apoderó de todo lo que en él ha
bia. Despues ella tuvo deseos de poseer
una sortija muy preciosa que el joven lle
vaba en el dedo, y se la pidió con tanto
encarecimiento, que el joven se la dió, y
no teniendo ya que darle, tomó su capa, se
despidió de ella, y salió de aquella casa.
Quedó la Muger con mucho desconsuelo,
derramando lagrinas, y desesperandose.
Una de sus vecinas que oyó sus gritos y
sentimientos, y que habia advertido que
el joven se habia ido, pasó corriendo á
la casa de su vecina, y creyendo conso
larla diciendola que el joven no tardaria
mucho en volver. Ah! mi amiga, le res
pondió ella toda desgreñada y llorosa, no
siento yo la pérdida de su persona, ni su
ausencia, sino el no haberle yo pillado la
capa, que le ha quedado.
Enseña esta Fábula que la mala Muger no
ama sino el dinero, y que tiene un apetito
insaciable; de suerte, que quanto mas tiene
mas quiere, y aunque el joven le hubiese
dado el pellejo, habría la mala Muger llo
rado.

. L. El
El Padre, y el Hijo mal criado.

N Padre tenia un hijo mal criado, y


un sábio le contó este cuento: Un
Labrador unció un Becerro con un Buey
para amansarle, pero el Becerro con los
cuernos heria al Buey, y lanzaba el yugo
en el suelo. Entonces dixo el Labrador al
Becerro; no te he puesto el yugo paraque
ares, ni labres las tierras desde luego, si
no para domarte, mientras eres joven, y
si no quieres amansarte ahora, con piedras
y con palos serás castigado. -

Los hijos se deben castigar quando so


pe
de Esopo. 163
pequeños, porque quando es blanda la cera,
se imprime mejor el sello.

In H=

La Vivora, y la Lima.

Ntró una Vivora en la fragua de un


Herrero, y buscando alguna cosa de
comer comenzó de roer una Lima que en
contró. Viendo esto la lima, dixo á la Vivo
ra así: ¿tonta á quién muerdes? ¿No vés que
tus dientes no pueden romperá aquello, que
consume y rompe al hierro?
Hombre flaco, oye á la Vivora que te di
ce que es tontería reñir con el que es mas
poderoso que tú.
L2 El
164 - Fábulas
El menor debe siempre temer al mayor.

Los Lobos, y Ovejas.


OS Perros hacian centinela, y guarda
á las Ovejas, y las defendian del in
sulto de los Lobos. Conociendo esto los
Lobos enviaron mensageros á las Ovejas,
diciendo que querian paz con ellas, con
tal que para la comun seguridad les envia
sen en rehenes á los Perros, y que ellos
les enviarían á sus hijos. Convinieron las
Ovejas; y así los Perros pasaron á la parte
de los Lobos, y los Cachorros de estos á
la parte de las Ovejas. Creyeron las Ove
- JaS»
de Esopo. - I65
jas, que de este modo vivirian en perpetuo
sosiego y tranquilidad; pero sucedió muy
al contrario; pues pocos dias despues los
hijos de los Lobos, viendose separados
de sus madres, empezaron á ahullar. Los
Lobos que habian ya degollado á los Per
ros mientras dormian, oyendo los gritos
de sus hijos corrieron á socorrerlos, y se
echaron sobre las Ovejas, baxo pretexto
de haber ellas rompido el tratado de alian
za, y de haber maltratado á sus hijos. Co
mo á las Ovejas les faltó la defensa de
los Perros, fueron despedazadas por los
Lobos. -

Con lo que el hombre es defendido, no lo


ponga en poder del enemigo.

La
166. Fábulas

La Hacha , y el Mango.
Abiendo un hombre fabricado una Ha
- cha, pidió á los Arboles madera fuer
te de que hacerle un mango. Al punto crde
naron todos, que se le diese de acebuche.
Recibió su dadiva, y ajustado el mango á.
la segur, comenzó á cortar con ella á los
altos robles; y mientras andaba escogiendo
los que habia de cortar, cuentan que la En
cina dixo al Fresno, bien merecido lo tene
mos, pues dimos al hcºmbre la madera pa
ra servirse de la Hacha.
No demos armas á los enemigos, pues
$6.
de Esopo. 167
se pueden servir de ellas contra nosotros, y
para esto atendamos: que del cuero salen las
C07"7"6247Se

AW l. -

% "W N

El Perro, y el Lobo.
N Lobo flaco, y fatigado de la ham
bre se encontró casualmente con un
Perro gordo, y bien cuidado. Saludaron
se mutuamente, y dixole el Lobo de esta
manera: Dime por tu vida: ¿cómo estás
tan gordo? ¿quién te dá la comida, pues
engordas de esta manera? quando yo que
soy mas valiente perezco de hambre. El
Perro respondió llanamente. Tú puedes lo
grar
I68 Fábulas
grar la misma fortuna, si te atreves á ser
vir á mi amo como yo. ¿En qué? replicó
el Lobo. En ser guarda de la puerta, di
xo el Perro, y defender la casa por la no
che de los Ladrones. Yo convengo en es
to, respondió el Lobo, pues ahora ando
expuesto á las nieves y lluvias, pasando
una vida trabajosa en las selvas, ¿quánta
mas cuenta me tiene vivir á sombra de te
jado, y hartarme de comida sin tener qué
hacer? Pues vente conmigo dixo el Perro.
Yendo los dos juntos reparó el Lobo, que
el cuello del Perro estaba pelado del pe
so de la cadena, y dixo. ¿De qué es esto º
amigo? dime por tu vida. No es nada,
respondió el Perro, como me tienen por
inquieto, me atan entre dia paraque des
canse, y vele quando llegáre la noche; y
como me sueltán al anochecer, ando por
donde se me antoja. Traenme pan sin pedir
le, el Amo desde su mesa me alarga los hue
sos, y la familia me arroja sus mendrugos,
y así sin fatiga se llena la panza. Bien, di
xo el Lobo, ¿pero si quieres salir de casa,
te dan licencia? Eso no, respondió el Per
ro: pues si no tienes libertad, concluyó el
Lobo, disfruta tú estos bienes, que tanto
alabas, que yo ni reynar quiero, si me ha
de faltar la libertad. E
l
de Esopo. 169
El pobre es mas feliz que cl esclavo rico,
pues la libertad es vida, esta es la que exce
de á todas las riquezas del mundo.

Las Manos, los Pies, y el Vientre


OS Pies y Manos embidiosos, habla
a ron con el vientre, diciendo así: Tú
solo sacas provecho de nuestras ganan
cias. ¿Y para quién trabajamos nosotros si
no para tí? Para un goloso, que sin to
mar parte en los trabajos, tú solo recibes
el fruto. Y así escoge una de dos cosas, ó
toma oficio, de que te mantengas, ó mue
rete de hambre. El vientre abandonado de
CS
17o Fábulas
esta manera, estando sin comida muy largo
tiempo, perdió su calor, y enflaqueció. De
esto se siguió, que todos los miembros sin
tieron el mismo trabajo, y enflaquecieron
tambien, y de resultas todo el cuerpo mu
rió.
Ninguno hasta para sí, los unos hemos me
mester á los otros. A veces la caida de uno es
la desgracia de much0s.

s
5. SS S

SSS

La Mona , y la Zorra.

. A Mona pedia á la Zorra, que puesto


a que tenia tan gran cola, le diese un
poco de ella para cubrir sus nalgas; tú
VeS
de Esopo. 171
ves amiga, le decia, que tú tienes demasiado
rabo, y que yo no tengo el que necesito.
La Zorra se puso á reir á carcaxadas, y
dixole; aunque yo tuviese cien veces mas
cola de la que tengo, y la arrastrase por el
suelo, entre espinas y lodos, quisiera mas
decer esta incomodidad, que darte la co
ue necesitas.
os ricos no retengan lo que les sobra,
denlo antes á los que lo han menester.
Lo que al hombre no aprovecha, y otro
lo ha menester, no lo debe retener.

El Mercader, y el Asno.
Uº Mercader iba por un camino con un -

Asno con gran priesa, para llegar á


- ll Ila
172 Fábulas -

una feria, pegandole muy á menudo con el


palo, por causa que la carga llegase mas
presto, y ganase algo con ella. El ASno
viendose tan cargado y azotado tan sin ra
zon, caminando mas de lo que pedian sus
fuerzas, estaba deseando con ansia la muer
te, pensando que despues de muerto ten
dria sosiego y tranquilidad, y así quebran
tado y cansado murió. Pero despues de muer
to le desolló el Mercader, é hizo de su cuero
panderos, que son siempre batidos y heri
dos.
Ninguno debe desear la muerte para salir
del trabajo en que vive; debemos siempre
amar la vida para tener mas que merecer.
No desces la muerte por holgar, si des
pues has de penar.
El Ciervo, y el Buey.

E Lescapar
Ciervo perturbado y espantado para
de la muerte que le amena
zaban los Cazadores que le embestian, en
tróse en un establo, que era el sitio mas
á mano. Allí un Buey le dixo al refugiado: ,
Dónde has venido infeliz, pues por tus
¿ corriendo has venido al matadero, y
ado tu vida á la merced de los hombres?
A esto respondió humilde el Ciervo: tú
por
de Esopo. I73

por ahora no me descubras que yo me sal


dré á la primera ocasion que se ofrezca,
y le escondió el Buey en un lugar obscuro
del establo. Entran y salen una y otra vez
los Pastores del establo, y ninguno repara
en el Ciervo. Entra tambien el Boyero,
ni este lo advierte. El Mayordomo cuenta
los Bueyes, y se sale sin haberle visto.
Gozoso entonces el ciervo dá las gracias
al Buey, por haberle dado asilo en su des
gracia. Yo dixo el Buey, deseo verte li
bre; pero si viniere aquí el de cien ojos
en gran riesgo estará tu vida. Al decir es
to entra el Amo despues de la cena, y ha
- - - . bien
174 Fábulas
biendo visto entre dia que los bueyes esta
ban facos, comenzó á mirar todos los pese
bres, y como los vió vacíos llamó al Boyero,
y le dice: ¿por qué hay aquí tan poca hoja?
Aquí faltan las mullidas. ¿Por qué no quitas
estas telarañas? Al tiempo que así lo regis
tra todo, descubre tambien los altos cuernos
del Ciervo, y convocados los pastores, le
mandó matar.
La vista del Amo engorda el Caballo, y
por esto debe ser solicito en sus cosas.
Fiate mas de tus ojos que de los agenos.
El Leon Reynante.
L Leon hecho Rey de las fieras queria
Va alcanzar buena fama, no usando de
sus crueldades, y así prometió no hacer
daño á nadie. De esta suerte todos á por
fia querian estar cerca del Leon; pero des
pues arrepintiendose de esta promesa,
buscó motivos falsos para devorarlas. Lla
mando á algunas en secreto las pedia si le
olía mal la boca. y tanto á las que decian
que sí, como á las que decian que no, á
todas las mataba. Llamó despues á la Mo
na, y le preguntó, si le olia mal la boca.
La qual respondió que no, antes le dixo
que le olía bien. Viendo el Leon ¿ la
de Esop0. 17s

Mona le alababa, la perdonó por enton


ces; pero poco despues mudó de proposi
to; y pensó un pretexto para despedazar
la. Mandó por esto venir á los Médicos,
fingiendo que estaba enfermo, y tomando
le el pulso, dixeronle que comiese algu
nas viandas ligeras, porque las fuertes e
causaban indigestion. El Leon dixo entre
sí: la carne de las Monas nunea la he co
mido, quiero probarla, pues será la mas
ligera que puedo comer. Luego envistió á la
Mona de quien habia recibido tantas alaban
zas, y la comió.
Recelate del que te puede dañar, no sea
. ... - que
176 Fábulas
que el hablar te pierda, y el no hablar te ma
e. Aparta un poco de los que de pueden man
dar. Ni tan cerca del fuego que te quemes,
ni tan lexos que tirites de frio.

- Una Zorra á unas Ubas.

NA Zorra obligada de la hambre, suspi


raba por unas Ubas, que colgaban de t
una alta parra, saltando hácia á ellas con
todas sus fuerzas; mas como no pudo alcan t
zarlas, retirandose dixo: aun no están ma
duras; no quiero cogerlas en agraz.
Deberán apropiarse esta Fábula, los que
de palabra disminuyen lo que no pueden por
- 0bra,
de Esop0. 177
obra. El soberbio hace como que desprecia lo
que no puede conseguir.

La Comadreja, y los Ratones.


NA. Comadreja ya débil por sus años y
vejéz no pudiendo dar alcance á los
Ratones, que andaban listos, se revolcó
en la harina, y se tendió á la larga en un
rincon obscuro. Un Raton, creyendo que
era cosa de comer, la asaltó luego, y sor
prendido por ella, pagó con la vida su fal
ta de advertencia. Otro pereció en la mis
ma suerte; y á este siguió el tercero. Des
pues de otros varios, vino tambien un
- M Ra
-

178 Fábulas
Raton muy experimentado, que muchas
veces se habia escapado de las trampas, y
ratoneras; y conociendo á la lengua la za
lagarda de su sagáz enemiga, dixo: Así
medres, como eres harina, la que estás
ahí tendida.
Es preciso ir advertidos, porque tras de
la miel está la hiel. A veces lo que no puede
la fuerza, lo alcanza el ingenio.

El Baquero, y el Lobo. -

TTTN Lobo huyendo de un Cazador que le


- seguia se escondió en una cueva, y
supiicó á un Pastor que le veía, que no le
- des
de Esopo. 179.
descubriese, pues sería causa de su muerte.
Prometióle el Pastor guardarle el secreto.
Vino poco despues el Cazador, y preguntó
al Pastor por el Lobo. Yo le vívenir cor
riendo, y yi de tí, respondió el Pas
tor, y pasó á la otra parte del monte, de
suerte que podrás muy presto hallarlo; pe
ro al mismo tiempo le señalaba con los
ojos á la cueva donde se habia refugiado
el Lobo. El Cazador no atendiendo á las
señas se fué por donde el Pastor le decia,
y, salió el Lobo de la cueva. Entonces le
dixo el Pastor: ¿Qué te parece? Me agra
deces el haberte yo librado la vida? Res
pondió el Lobo: , Por cierto yo doy
mil gracias á tu lengua, pero maldigo
á tus ojos, pues por poco me dan la
Imuerte.
o Hay malditas lenguas que hablan lo que no
creen. Algunos parecen buenos en las pala
bras, pero son perversos en las obras.

El Pabo Real áJuno.


V el Pabo Real á la Diosa Juno, que
xandose de que no le hubiese dado
la voz del Ruiseñor, cuya voz era la admi
racion de quantos le oían, y él era la ri
sa de todos, luego que empezaba á cantar.
- . M2 En
18o Fàbulas

-
-

l,
Entonces por consolarle le dixo la Diosa:
Pero tú le haces ventaja en la hermosura
y grandeza. Los brillos de la esmeralda.
resplandecen en tu cuello, y con las ma
tizadas plumas de tu cola formas una rue
da de perlas. ¿De qué me sirve replicó el,
Pabo, esta belleza muda, si el Ruiseñor
me excede en la voz? A, vosotros, respon
dió la Diosa, se os repartieron las propie
dades al arbitrio de los Hados. A tí la her
mosura, al Aguila la fuerza, al Ruiseñor
la melodía, al Cuervo el buen auspicio, á
la Corneja el mal agüero, al Gallo el seña
lar las horas, y todos están contentos con y
- -
- e. - - Sll
- de Esopo I8 I
su suerte. No quieras pretender lo que no
se te ha dado á tí, no sea que burlada tu
esperanza, tengas despues mas motivo de
queXa. -

Contentese cada uno con lo que Dios le dió,


pues él sabe lo que nos conviene. A veces pedi
mos lo que es causa de nucstra ruina.
Contento con lo tuy0 n0 codicies lo ageno.

¿Nº Sè3. Ñ s &N


S=# Sº N. Nºsos º es
º swss º Sºs

El Lobo, y los Labradores.


N Lobo cerval cayó en un lazo. Vien
- do los Labradores que estaba preso,
unos le herian con palos, otros se burla
ban de él. Dixo uno de ellos: no le
- ? - , IIld
º
182 Fábulas
mal ninguno, pues él no hace mal á na
die. Otros, teniendo tambien lástima de él,
le daban algun bocado de pan. Venida la
noche todos se fueron para sus casas, pen
sando que moriria. Pero el Lobo, cobrando
sus fuerzas, saltó del hoyo, y librandose
de aquel peligro, se fué á su cueva. Des
pues de algunos dias, acordandose de las
injurias, que habia recibido, se fué con
gran furia al Lugar, embiste á los Labra
dores y los mata. Como vieron esto los del
Lugar, rogaron al Lobo que les asegurase
las vidas. Entonces respondió él mansamen
te, que no haria mal á ninguno, sino á los
que le injuriaron y maltrataron, y pedian su
Illlerte, -

No hagas mal á nadie, pues la injuria no


... queda sin castigo. El que hoy tienes maniata
do, puede mañana verse libre, y vengarse
de las injurias que le habrás hecho, y así
seas compasivo con todo el mundo,
El Carnicero, y los Carmeros.
Untos los Carneros en una manada, vien
J do que entraba el Carnicero, no hicie
º ron caso, y lo disimularon. Tomó el
Carnicero uno de ellos y lo mató. Ni por
esto se dieron por entendidos, y solamen
- te
te decian entre sí, á éste tocó, y á mí
no, dexemos que se lleve á quien quisie
re y finalmente él mató á todos á excep
cion de uno solo. Despues tomó á aquel
para matarle, y este último dixo al Carni
cero: Dignamente somos degollados por tí
uno á uno, porque al principio no cuida
mos de defendernos, y conservar nuestras
vidas.
El que no cuida de defenderse con tiempo,
y de ayudar á su vecino, le caerá la misma
suerte; pues con tiempo se debe remediar el
peligro que se espera.
184 Fábulas

El Caballo, el Ciervo y el Cazador.


NL Caballo y el Ciervo riñieron cierta
vez, y viendo el Caballo que el Ciervo
le heria y maltrataba, y que era mas li
gero en correr, y que de ninguna ma
nera le podia vencer; se fué á encontrar
un Cazador, y dixole: Quiero mostrarte
un Ciervo maravilloso, si puedes herirlo
con tus flechas, ó tu lanza, tendrás mu
cha carne que comer, y de su cuero y de
Sus cuernos sacarás mucho dinero. Movi
do el Cazador de la codicia, dixole: ¿có
mo podré yo coger este Ciervo? Respon
- dió
de Esopo. 18.5
dióle el Caballo : Monta tú sobre mí, y
yo te lo mostraré. El Cazador montó en el
Caballo, y se fué por donde estaba el Cier
vo. Pero como el Ciervo sintiese venir aquel
Cazador para prenderle, huyó por la mon
taña, y se escapó. El Caballo viendo ya frus
tradas sus esperanzas, cansado y fatigado,
dixo al Cazador: Puesto que no has podido
prender al Ciervo, apeate, y busca tu vida
acostumbrada, y dexame en libertad. No
quiero soltarte, dixo el Cazador desde la
silla: una vez que has venido en mi poder,
has de quedarte para mi descanso y regalo;
y si comienzas á echar coces, mira que en
la no tengo un palo, con el qual te aman
S3162e -

El que pára lazo á otro, á veces es en él


cogido. No debe el hombre tomar amistad con
quien puede mas que él.
El Pajarero, y las Aves.

TDNN el verano estando las Aves con gran


placer á la sombra de un árbol, co
miendo las hojas que caían, vieron á un
Pajarero, que enderezaba las cañas, re
clamos, y aparejos que traía en su costal.
Las Aves simples é ignorantes decian unas
á otras: O qué piadoso es este hombre
el
186 Fábulas

el qual por su mucha bondad nos compo


ne nuestra morada. Pero una de ellas muy
experimentada, la qual habia ya escapado
una vez del lazo de los cazadores, dixo á
las otras : Guardaos Aves simples é ig
norantes: huid y libraos del engaño de es
te hombre, y si quereis conocer la verdad
de esto que os digo, mirad á sus hechos
y á sus obras, y vereis, que la que to
máre de vosotras la matará para comersela
despues á bocados.
Por el consejo de uno se pueden librar
muchísimos. El buen consejo nunca se debe
despreciar.
E/
El Hombre bueno, el Hombre falso y las
Monas. ,
-

OS Hombres el uno bueno, y el otro


falso eran compañeros. Andando por
el mundo, llegaron al país de las Monas.
Viendolos el Rey Mono, mandólos dete
ner, y traer á su presencia. Puestos ya en
el tribunal preguntóles el Rey: qué era
lo que decian de él en otras partes, y
qué les parecia é? El hombre falso; co
menzando de hablar primero, dixo: Pare
ceme que tú eres Rey sábio y muy pode
roso, y todas las gentes dicen lo
A
tº.
TC
183 Fábulas -

x.
Preguntóle despues el Mono, qué le pa
recia de los que estaban al rededor de él?
Respondió: Que eran sus Caballeros, Ca
pitanes y Ministros. Entonces por esta ala
banza, mandó que fuese aquel Hombre re
munerado. Habiendo visto esto el Hombre
bueno dixo entre sí: Si este que en todo
miente es querido y remunerado, quanto
mas lo seré yo, que diré la verdad de to
do. Estando él en este pensamiento, le
preguntó el Rey: ¿dime tú ahora, quién
soy yo, y estos que están conmigo? Di
xo el hombre bueno: Tú y todos los que
estais aquí sois Monas. Oyendo esto el Rey
mandó al instante que el Hombre bueno
fuese muerto y despedazado con los dientes
y las uñas. -

Así va el mundo por lo regular. El que


ama la lisonja no aprecia la verdad.
Un Borrico, y un Leon.
-
A

QUeriendo un Leon cazar en compañía de


un Borrico, se subió con élá una mon
taña, y juntamente le previno, que
con especial esfuerzo de su voz espantase
á los conejos, á las liebres, y á las fie
ras, para salirles él al encuentro, quando
huyesen. El Borrico rebuznó de repente con
tO
-numwwww"
N º A

todo el aliento que pudo, y con la novedad


del estruendo, asustó á las bestias; las qua
les huyendo temerosas por sendas desconoci
das, caen todas en las garras del Leon; el
# despues de cansado de tanta carnicería,
ama fuera el Jumento, y le manda callar.
Entónces él engreído: ¿Qué te parece, le
dice, del socorro de mi voz? Cosa grande,
respondió el Leon ; tanto, que si no te co
nociera á tí, y á tu raza, hubiera huido
igualmente asustado.
: El cobarde y fanfarron deslumbra á los
que h0 le cou0cen, y es la risa de los que sa
ben quien es.;.. - - - - -

--- . El
f9o Fábulas

r
-

El Hombre, y el Leon.
TTN Hombre y un Leon viajaban juntos,
LJ llegaron á un Lugar donde vieron una
estatua de piedra, que representaba un At
leta, ó á Hercules, quando desquixaraba á
un Leon. Esto que tú vés, dixo el Hombre
al Leon su compañero, prueba que los Hom
bres somos mas fuertes, y masivalerosos que
vosotros los Leones. Respondió el Leon: Si
entre nosotros se hallasen escultores, como
los hay entre vosotros, verias muchos mas
Hombres despedazados por los Leones, que
Eleones muertos por los Hombres. Mu
• - -
-
de Esop0. 19r
Muchas historias vemos pintadas, que no
son verdaderas; pues hay Hombres que con
solo coger un pincel tierno, harán en esta
iida, que sea Cielo el mismo Infierno.
-

El Buytre y las otras Aves.


Ingiendo el Buytre, que queria celebrar
el dia de su nacimiento, convidó á las
otras Aves menores á cenar; y como estuvie
sen dentro de su cueva, cerró la entrada,
y comenzó de matar á una, despues á otra,
hasta acabar con todas.
Quando un poderoso te halaga, y te convi
da, guarda que no te engañe. . - -
192 Fábulas

//,

La Pulga, y el Camello.
NA Pulga, que estaba en la carga de
un Camello, se vanagloriaba, y decia
que era mas que el Camello; pues él la lle
vaba encima. Quando llegaron al meson baxó
la Pulga, y se puso en los pies del Camello
para morderle, y le dixo: Amigo, yo he te
nido compasion de tí, y para no darte mas
peso, he baxado, y me he puesto en este lu
gar. Mientes, maldita, dixo el Camello, pues
tú no puedes añadir, ni quitar á mi carga.
Si has baxado, ha sido para punzarme con
tu aguijon.
4l
- de Esop0. 193
Algunos venden los agravios por finezas;
y cada uno mira por su provecho.
º

<N
)\

La Hormiga, y la Chicharra.

CNN el Invierno la Hormiga sacaba al Sol


E el trigo que en el Verano habia reco
gido. La Chicharra llegando á ella con
hambre, pidióle que le diese un poco de
aquel trigo. A la qual dixo la Hormiga:
Amiga, qué hiciste en el Estio? Respon
dió la Chicharra: No tuve tiempo para re
coger, porque andaba por los sotos can
tando. La Hormiga riendose de ella, y me
tiendo el trigo en su casilla, dixole: Si
N C3Il
194 , , , Fábulas -

cantaste en el Verano, danza ahora en el


Invierno. -

Debe el hombre imitar á la Hormiga. Es


to es, debe trabajar á su tiempo, paraque no
le falte de comer en adelante; pues el perezo
so siempre está menestcroso. -

mo ASS Nº º -

º AM º Awºº
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s sºs SN\s Sºs - s/2) s$2 ss ¿

ºrº"Aés.
La Corneja, y la Oveja.
NA Corneja ociosa y holgazana, su
bióse encima una Oveja, molestando
la con el pico. La Oveja le habló de esta
manera: si molestases, y enojases al Per
ro, como á mí: no podrias sufrir sus la
dridos, ni la ira de sus colmillos. La Cor
- I1Ce
de Esopo. I95
neja respondió: , Yo me subo á los colla
dos, y desde allí lo registro todo, y como
tengo muchos años y experiencia, envisto
desde allí á los humildes y buenos, y dexo
en paz á los valerosos y malos, y así bien
sé lo que hago.
El cobarde abandona la honra, y toma pa
ra sí la seguridad.

A Nºss=

La Encina, y la Caña.
A Encina se burlaba de la Caña, y
le decia en tono de menosprecio: Qué
flaca que eres : , por qué no estás firme co
mo yo? por qué baxas la cabeza al mas le
«. N2 ve
196 Fábulas
ve viento? Mira como yo levanto la mia
hasta las nubes, y no la rindo á nadie, an
tes resisto á las mas furiosas tempestades.
De aquí puedes inferir que soy mas fuerte
que tú. Poco despues vino un uracan furio
so, el qual no hizo mas que doblar la caña,
y derribó á la soberbia Encina, no obs
tante su fortaleza.
De esta manera sucede muchas veces: los
soberbios son destruidos, no obstante su resis
tencia, y los humildes muchas veces escapan
del peligro, dando lugar, y sufriendo á los
que son mas fuertes. . a"

El humilde permanece, y el soberbio pe


2°ece. - *

La
de Esopo. 197

La Espada, y el Caminante.
N Hombre caminando halló una Espa
da que yacia en el camino; y pre
guntóle, quién la habia perdido? La Espa
da respondió así: Por cierto, á mí uno
solo me perdió, mas yo he perdido á mu
chos. - -

El malo á muchos daña, pero al fin pe


"606, -

E?
198 - Fábulas

El Mulo, la Raposa, y el Lobo.

- Un Mulo paciendo cerca de una mon


A taña, vino la Raposa, y preguntóle:
¿Quién eres tú? Respondióle: soy bestia.
Replicó la Raposa: no digo eso, sino
quién fué tu padre? Respondió el Mulo:
el Caballo fué mi abuelo. Le dixo otra vez
la Raposa: ni eso te pregunto yo, sino di
me, cómo te llamas? A lo qual dixo el Mu
lo: Por cierto yo no sé mi nombre, pore
que mi padre murió, siendo yo pequeño:
pero á causa que no se ignorase mi nom
bre, lo escribió en mi pie izquierdo, y co
V II10
de Esopo. , 199
mo no sé leer, será preciso que tú mismo
lo leas, si quieres satisfacer tu curiosidad.
La Raposa que entendió el engaño, se fué
á la montaña á encontrar á un Lobo, con
quien tenia estrecha amistad; y encontran
dolo casi muerto de hambre debaxo la som
bra de un arbol, le dixo de esta manera: O
loco, por qué te mueres de hambre, levan
tate, vete aquí cerca á un prado, donde ha
llarás á un Mulo grande, gordo, y sober
bio, matalo, y hartate de él.
Se levantó el Lobo, se fué hácia el
¿? y preguntó al Mulo, quién era? El
ulo respondíó, soy bestia. Dixole en
tónces el Lobo, no pregunto eso, sino
quien fué tu padre? El Mulo respondió, el
Caballo fué mi abuelo. Al qual dixo el Lo
bo: Ni, eso te pregunto, sino dime, có
mo te llamas? A lo que respondió el Mulo:
yo no sé mi nombre, pues mi padre mu
rió siendo yo pequeño, y porque nadie
ignorase mi nombre, lo hizo escribir en
un canto de ese mi pie izquierdo, y así
puedes tú leerlo para satisfacer tu curiosi
dad. -

El Lobo atendiendo solo á las palabras


del Mulo, y no conociendo el engaño,
tomó el pie del Mulo, y comenzó de limr
piarlo, pensando hallar allí su nombre. Y
a - CS
2OO Fábulas
estando el Lobo muy atento en esto, el Mu
lo le dió una coz en la frente, que le hizo -.
saltar los sesos.
La Raposa que estaba detras de una ma
ta escondida, dixo entonces con gran risa:
O loco, tú no conoces todavia las letras, y
querias leer? Justo castigo ha sido este de
tu presuncion. -

La mas principal locura, de quantas lo


curas son, es la vana presuncion. Si alguna
cosa quieres saber de acá, ó de állá, el tiem
po te lo dirá.
El Berraco, los Corderos, y el Lobo.
UN pequeño Berraco vivia en una ma
nada de Puercos, el qual indignado,
é hinchado de vanidad, porque no podia
mandar á su gusto, andaba al rededor de
la campaña echando brabezas, gruñiendo,
y sacando á fuera los colmillos, pensan
do de esta manera espantarlos á todos. Y
viendo que no hacian caso de él, enoja
do, dixo así, qué me aprovecha estar aquí;
pues aunque yo mande, nadie me obede
ce, y aunque me enfade, nadie huye de
mí, y determinó apartarse de allí, y mu
dar de domicilio. Se fué por la montaña, y
vino á parar á una manada de Corderos.
- Allí
N

SS NN

Allí empezó á gruñir, y á manifestar sus


dientes. Viendo esto los corderos empeza
ron á huir, espantados y atemorizados. El
Berraco dixo entónces: aquí me conviene
habitar, pues soy temido y respetado. Al
cabo de algunos dias vino por allí un Lobo,
y viendole los Corderos se escaparon por
entre las peñas. Pero el Berraco, pensando
que los Corderos le defenderian, no quiso
huir, y así le tomó el Lobo hambriento, y se
lo llevó. Pasó por casualidad el Lobo por la
manada de Puercos de donde se habia esca
ado dicho Berraco, el qual conociendolos
daba grandes voces, y les pedia socorro.
- -
2O2. Fábulas
Conociendolo los puercos, se levantaron al
instante, y envistieron al Lobo, y pudieron
librar á su compañero del peligro de muer
te en que se hallaba. Entónces el Berraco,
viendose libre en medio de ellos, lleno de
dolor y de vergüenza, dixo: Ahora conoz
co por verdadero el proverbio, que dice:
Que en las fortunas y adversidades, siem
pre es bueno estar cerca de sus amigos y pa
rientes; pues es cierto que si no hubiera sali
do de entre los mios, no hubiera y0 padecido
estos males.

La Raposa y el Gallo.

* TNA Raposa hambrienta vió un Gallo


en una casa, y le dixo con buenas
palabras: O mi señor Gallo, qué hermo
sa voz tenia tu padre, el qual era muy
amigo mio: asimismo pienso que tú lo se
rás de hoy adelante. Yo vengo á cono
certe por la amistad que tenia con él, y
así te ruego que cantes, para ver si tie
nes tan buena voz, ó mejor que tu padre.
El Gallo dando credito á las engañosas
palabras de la Raposa, comenzó á cantar
cerrando los ojos, para sacar mejor su
voz. Entónces la Raposa saltó sobre él, y
lo tomó. Los hombres del lugar, que vie
Y TOIl
ron esto corrian tras la Raposa, dicien
do, dexa el Gallo que no es tuyo. Oyen
do esto el Gallo, dixo á la Raposa: no
oyes que dicen aquellos rusticos aldeanos?
Por qué no les respondes? Diles que yo
no soy suyo, sino tuyo, y que tú te llevas
tu Gallo, y no el suyo. Creyó la Raposa,
y dexando el Gallo de la boca, dixo: Yo
llevo mi Gallo, y no el vuestro, y entre
tanto que la Raposa decia estas palabras,
el Gallo voló á un arbol vecino, y desde
lo alto, dixo á la Raposa, miente, señora
mia, porque yo soy de los hombres, y
no tuyo. La Raposa, conociendo el en
- ga
2o4 Fábulas
gaño, y mordiendo su boca, concluyó di-.
ciendo: O boca, quántas cosas dices, que
despues te pesa haberlas dicho! Por cierto
si ahora no hubieses hablado, no hubieras
perdido el Gallo.
Muchas personas hablan, sin pensar pri
mero lo que han de hablar, y dicen tales co
sas, que despues se arrepienten de haber
las dicho. La palabra que soltares, no la
puedes revocar; y así piensa lo que has de
hablar. -

El Hombre, y el Dragon.

Ierto Dragon habitaba en un rio, y co


mo menguase el agua, quedó en se
co en un arenal donde yacia. Pasando por
allí un Hombre, dixole: O Dragon, có
mo estás aquí de esta manera? Respon
dió el Dragon: Andaba por la orilla de
este rio, mientras crecian sus aguas, aho
ra que han menguado, me he quedado en
seco, y no puedo ir sin agua; pero, si tú
me quieres llevar atado sobre tu borrico
á mi morada, yo te daría allí mucho oro
y plata. El Hombre movido de la codicia,
tomó el Dragon, y pusolo sobre su borri
co, y atado lo conduxo á su cueva; lle
gando allí, le desató, le dexó en liber
- - tad,
tad, y pidióle el oro y plata que le había pro
metido... Dixole entónces el Dragon: ¿Có
mo por haberme atado me pides oro y
en recompensa? El Hombre replicó:
o me pediste que te atase? Respondió el
Dragon : No estamos en eso, yo tengo
hambre y te quiero comer. Dixo el Hom
bre: segun eso me quieres pagar mal por
bien. Durante esta disputa, compareció
una Raposa, la qual habiendo oido todas
las razones, dixoles: qué cosa es esta de
que tanto disputais, y causa tanta discor
dia? El Dragon habló primero, y dixo:
Este Hombre me ató muy fuertemente,
po
go6 Fábulas,
poniendome sobre un Borrico: traxome has
ta aquí, y ahora me pide no sé que cosas.
Despues dixo el Hombre, oyeme, seño
ra Raposa. Este Dragon andaba por un
Rio, y fué echado á un arenal seco, y es
taba á puntos de perecer. Pasando yo por
allí, me pidió que lo atase, que lo pusiese
sobre mi Borrico, y lo traxese á esta cue
va, prometiendome por elloºoro y plata:
ahora no solo no quiere darme lo prome
tido, sino que quiere matarme, para co
merme despues. Dixo la Raposa al Hom
bre: Tontamente lo hiciste. Por qué le atas
te? Pero muestrame ahora como estaba el
Dragon atado, y despues yo juzgaré. To
mó el Hombre al Dragon , lo puso sobre
el Borrico, y le ató. Entonces preguntó la
Raposa al Dragon: Dime, tan fuertemen
te te ató? Cómo, respondió el Dragon,
me ató cien veces mas fuerte de lo que
hace. La Raposa dixo al hombre, atalo
pues, tan fuerte como puedas. El Hom
bre lo ató lo mas que pudo. Preguntó la
Raposa al Dragon, tan fuertemente te ató?
Respondió el Dragon, por cierto, sí se
ñora. Dixo la Raposa al Hombre: Haz un
ñudo, y aprieta bien los lazos, que quien
bien ata, bien desata, y ¿ al lu
gar de donde, lo tomaste, y dexalo allí
ata
de Esopo. 2oyº
atado como está, y no te podrá comer. Lo
hizo el Hombre como lo ordenó la Raposa,
y pagó el Dragon la pena de su perfidia.
A quien te hizo beneficio, vive siempre
agradecido, que es de ingratos el olvido. Si
algun bien has recibido, ten memoria mien
tras vives de él, y de quien lo recibes. - a

El Borrico enfermo, y el Lobo.

L Lobo fué á visitar al Borrico que es


taba enfermo, y comenzó de tocarle,
y palparle el cuerpo, y preguntabale en
quales partes mas se dolia? Respondióle el
Borrico: Los lugares donde me palpas me
- - due
2o8 Fábulas
duelen mas, y conociendo la intencion del
Lobo al instante se levantó.
El hombre en todos los lances debe estar ad
vertido, para conocer el engaño. Al hombre
malo nunca se debe dar fe.

. La Raposa y el Gato.

A Raposa encontró un Gato, y le sa


ludó, diciendo: Hermano, salvo seas
de todos males. El Gato respondió: La sa
lud sea contigo. Luego preguntó la Rapo
sa al Gato : Sabes hermano muchas artes?
Respondió el Gato: No sé mas que sal
far, y subir á los arboles y paredes: y con
GS =
de Esopo. 2o9
esto me escapo de algunos peligros. En
tónces le dixo la Raposa, puesto que no
sabes mas , y eres tan ignorante y necio,
no mereces vivir. Dime tú, pues, dixo el
Gato á la Raposa: quántas artes sabes? Res
pondió la Raposa: yo sé cien artes, y no
como quiera, sino perfectamente, cada una
de las quales me basta para vivir mediana
mente, y para escaparme tambien de mu
chos peligros. El Gato, oyendo esto, dixo:
por cierto mereces larga vida y salud, pues
sabes mucho. Estando en esta conversacion,
dixo el Gato á la Raposa: Hermana, yo
veo venir un hombre á caballo con dos perros
muy grandes y muy ligeros, que son nues
tros enemigos. Dixole la Raposa: Vaya, que
no sabes lo que dices, y se conoce que eres
muy ignorante y medroso; y aunque esto
fuese, qué priesa te habias de dar? Quando
estuvo mas cerca el Caballero, los perros vie
ron el Gato y á la Raposa, y comenzaron á
correr hácia ellos. La Raposa viendo que los
perros corrian, y se acercaban, dixo al Gato:
Hermano, huyamos. Respondió entónces el
Gato: no es necesario, vamos, que tú eres
muy medrosa. Dixo la Raposa con mas ahin
co: Hermano en verdad ahora es necesario
huir, cada uno procure para sí. El Gato
halló un árbol, y se
-- -
mues en él, y SC
2IO Fábulas
se libró. Dexando los perros al Gato, aprie
tan tras la Raposa. El Gato desde el árbol
gritaba, viendola acosada de los perros: Her
mana Raposa, ahora es tiempo de valerte de
alguna de aquellas cien artes, que dixiste que
sabias, pues te hallas en inminente peligro
de tu vida. Pero alcanzandola los perros, la
cogieron y mataron. N,

Cada qual conozca bien, qué es lo que pue


de , y quien es. Nadie presuma saber mas de
lo que sabe. El necio que es presumido, luego
es conocido.
º

El Lobo, y el Chibo.

U Nlo,Loboel qual
seguia á un Chibo para matar
se subió á una alta peña,
y en ella se aseguró. El Lobo se puso ba
xo la peña esperando á que baxase el Chi
bo. Al cabo de tres dias los dos abandona
ron el puesto. El Chibo entónces movido
de la sed, fuése á un rio, y mirando su
sombra en el agua, dixo entre sí: Yo ten
go buenas piernas, hermosa barba, y gran
des cuernos, y con todas estas perfeccio
nes me hace huir un solo Lobo? De aquí
en adelante yo le quiero esperar, y resistir,
y no huir de él como hasta ahora. El Lo
bo, que estaba tras del Chibo, escuchaba
- - cla
de Esopo. 211.

claramente todo lo que él decia, el qual le


envistió, le agarró por la pierna con los
dientes, y dixole: Qué dices, Chibo indigno;
por qué echas brabatas? Viendose el Chibo
preso, dixole: O Señor Lobo, tened com
pasion de mí, yo bien conozco mi culpa, y
así perdone mi atrevimiento. Pero el Lobo,
no haciendo caso de sus palabras, le despe
dazó y comió. -

Con los fuertes y rigurosos mo eches braba


tas, ni te precies de tus fuerzas, si no las tie
nes, porque tarde ó temprano serás herido.

02 El
2. I2, Fábulas.

El Lobo, y el Asno.
Ncontrando un Lobo á un Asno le sa
E ludó diciendole: Hermano, tengo mu
cha gana de comer, y así disponte, que
quiero , comerte. Respondió el Asno: Haz
Señor lo que tú quieras, porque á tí per
tenece mandar, y á mí obedecer: y si me
comes, me librarás de muchos trabajos y
fatigas, pues paso una vida muy fatigosa;
orque el amo me hace traer el vino de
a bodega, el grano de las eras, el trigo
al molino, y la leña del monte, me hace
arar la tierra, dar vueltas á unaº:
le
y
de Esopo. 213
llevar el estiercol, y las piedras, para edi
ficar las casas; por lo que muchas veces
maldigo el dia en que nací , y apetezco el
morir. Pero antes que me mates una sola
cosa te quiero pedir, y es que no me comas
en el camino, porque sería esto en descre
dito mio: Y los vecinos y mi amo dirian:
cómo el Asno se dexó comer así tan sin
vergüenza? Por esto oye mi consejo: Va
mos á la montaña, atame con esta cuer
da, como si fuese tu esclavo, como en
efecto lo soy, y yo te ataré en el cuello,
y así iré contigo al monte, y allí me ma
tarás á tu gusto. El Lobo, que no conoció
el engaño, dixo: hagamoslo como tú di
ces; de modo que el Lobo ató al Asno, y
éste al Lobo, y dixo entónces el Asmo:
Vamos donde quieras. El Lobo respondió:
muestrame el camino. De muy buena ga
na, dixo el Asno; y así comenzó á cami
nar para la casa de su amo. Quando el Lo
bo vió cerca la vecindad, y el pueblo, di
xo: Mira que no vamos por camino dere
cho. El Asno respondió: Señor, no digas
eso, pues este es el camino mas derecho.
El Lobo conociendo el engaño , queria
volver atras, mas el Asno tiraba siempre
adelante. Durante esta pendencia, salió el
amo de su casa, y advertiendo esta no
VC
214 Fábulas
vedad, llamó á sus criados, y fueron to
dos á envestir al Lobo, y le hirieron á pa
los. Uno de ellos queriendo darle un golpe
en la cabeza con una hacha, erró el gol
pe, y rompió la cuerda. Y así suelto el Lo
bo huyó para la montaña. El Asno entró
á su establo, y viendose libre del Lobo,
comenzó á rebuznar y á dar grandes vo
ces. Oyendo el Lobo al Asno, decia: Una
vez y no mas, por mas que robuznes no me
cogerás.
Si eres de muchos temido, de muchos debes
guardarte, mira que todo el mundo está des
pierto, no tomes consejo de aquel á quien tú
piensas dañar; porque el que va por lana,
vuelve trasquilado.

Los
Los tres Corderos, y un Carnero.
T Corderos viendo á un Carnero que
huía temeroso, le escarnecian, y se
burlaban de él. El qual les dixo: ó igno
rantes, si vosotros supiesedes, qual es la
causa porque huyo, y tengo miedo, no os
burlariais de mí.
Muchas veces criticamos las obras agenas,
ignorando las causas que mueven á hacerlas.
Mas sabe el mecio en su casa, que el sábio en
la agena.

La
are ritulas

. La Culebra, y el Labrador.

UTNy Labrador iba á sembrar un campo,


pasando por un camino, pisó una
Culebra, la qual dixo: O mal hombre,
por qué me has lesiado, y pisado, no ha
biendote yo hecho daño? no te fies te di
go de quien hiciste mal. El Labrador no
hizo caso de estas palabras, y continuó su
camino. El año siguiente, yendo el La
brador por la misma senda, hablóle la Cu
lebra otra vez, y dixole : Dónde vas, ami
go? El qual respondió: Voy á sembrar
el campo. Dixo entónces la Culebra: Guar
- da
* - de Esopo. 217.
date no siembres en tierra de regadío, por
que este será año de muchas aguas, y aho
gará la semilla; pero tú no creas á quien
hiciste mal. Y fuése el Labrador pensando
que le engañaba, y sembró en tierra de
regadío. En efecto hubo aquel año muchas
lluvias, y se perdieron los trigos; y así
no cogió aquel hombre cosa alguna. El
año siguiente pasando el Labrador por el
mismo camino, yendo á sembrar el cam
po, preguntóle la Culebra: Dónde vas,
amigo? Dixo el Labrador: á sembrar. Le
amonestó la Culebra que no sembrase en
lugar seco, porque aquel año habria gran
de sequedad, y se perdería quanto se sem
brase en lugar seco, y dixo en fin: pero
tú no creas á quien hiciste mal. El Labra
dor pensando que queria engañarle, no hi
zo caso de lo que decia, y sembró en tier
ra de secano, y aconteció aquel año que
hubo mucha sequedad, de manera que se
secó todo el campo, y todos los trigos se
perdieron. El tercer año pasando el Labra
dor por donde estaba la Culebra, le dixo
ella: Dónde vas hombre? El respondió:
Voy á sembrar mis campos. Y le dixo la
Culebra: Si quieres coger pan este año,
siembra en tierras comunes, que no sean,
ni muy humedas, ni muy secas, sino -
pla
2I8 Fábulas
pladas; pero vuelvote á decir: que no dés
credito á quien hiciste mal. El Labrador
hizo aquel año lo que la Culebra le acon
sejó, y cogió mucho trigo. Volviendo el
buen hombre cierto dia de sus campos,
dixole la Culebra: Amigo, has visto como
las cosas te han sucedido como yo te ha
bia dicho? Respondió él : Es verdad, así
han acontecido, como tú dixiste, por lo
que te estoy muy agradecido. La Culebra
le pidió entónces que le hiciese una gra
cia. El Labrador le dixo: Qué galardón
pides de mí? La Culebra respondió: No te
pido otra cosa, sino que mañana me envies
á tu hijo único con una olla de leche, y
mostróle un agujero en donde le habia
de poner, y añadió: cuidado con lo que
te dicho muchas veces, que no dés
credito, á quien mal hiciste. Con esto se
fué el buen hombre para su casa, y el dia
siguiente envió á su hijo único con la le
ehe á la montaña, segun lo habia prome
tido á la Culebra; y llegando al lugar que
el Padre le habia mostrado, puso la leche
en el agujero, y luego saliendo la Cule
bra saltó en el mozo, y le mordió de ma
nera, que murió. El Labrador contrista
do por la muerte de su hijo, se fué á en
contrar la Culebra, y hablóle así:
- -
º.
l

º,
de Esopo. - 219
dita Culebra, tú me engañaste, diciendome
que te enviase á mi hijo, y le has muerto
fraidoramente. La Culebra desde una alta pe
ña le respondió: Yo niego eso que tú di
ces, pues yo no te he engañado: Tú me pi
saste y me heriste con tus pies, y por consi
guiente me hiciste mal: no te dixe muchas
veces, que no creyeses á quien mal habias
hecho? -

Tén memoria, y no lo olvides, que nunca


es perfecto amigo, el que te ha sido ene
migo. A quien ofendiste alguna vez procura
pedirle perdon, y hacerle todo el bien que
puedas; pero atiende siempre al refran, que
dice: nunca tu casa le abras, ni cures de
sus palabras.
El Asmo Doctor.

N cierto dia celebraron junta los ani


males: el Leon tomó la palabra, y
empezó á hablar de este modo: Hace mu
cho tiempo, amados compañeros, que es
tamos despreciados de los hombres. La
causa de esto no pienso sea otra que la
de que ellos no nos entienden, ni noso
tros les entendemos: nuestro lenguage pa
ra ellos es una algarabía; dixo: y el Asno,
sin pedir licencia, habló de este modº si
- e
22o Fábulas.

S
N

el hombre no nos entiende, es porque


nosotros no formamos palabras, y él las
forma: sus palabras tienen consonantes, y
voeales: las vuestras solo se componen de
consonantes : mas las mias son vocales:
juntad estas con las vuestras, y ya podré
mos hablar, y escribir las leyes de Licur
go. No tardes en enseñarnos, le dixeron
sus compañeros; mas el Asno que espera
ba esta resolucion , alza el hozico, enris
tra sus orejas, empina el rabo, y forman
do un ronco murmullo en su guargüero, le
pasó á sus anchas narices, y despidió cin
co rebuznos, de los que cada uno ernº
e
de Esopo. 22
de las cinco vocales, A., E, I, O, U. Pe
ro el caso fué, que al oir el primer rebuz
no, fué tal la gritería del concurso, que al
concluir el Asno sus temibles vocales, faltó
poco para que todos diesen con el Asno en
tierra: vaya fuera el Doctor, decian unos;
palos en el burro, clamaban otros, y con
cluyeron todos: no queremos cinco vocales,
que son otros tantos bocados del Doctor
ASno.
La paga del ignorante, que presume de sá
bio, debe ser la burla y el desprecio.
Si mucho y bien estudias, sabras algo: pe
ro si poco y mal entendido, serás menos que
el Doctor Asn0.

La Raposa, y el Lobo pescador. -

TN Stando la Raposa comiendo un pesca


do cerca de un rio, llegó un Lobo
con hambre, y pidió que le diese par
te del pescado que comia. La Raposa le
dixo: Señor, no me hables de esto, porque
no te sería muy decoroso, que tú comie
ses de las sobras de mi mesa, no quiera
el Cielo, que te abandones en tanto gra
do; pero quiero darte un consejo. Trae
me aquí una cesta, y te enseñaré á pescar:
de manera, que quando te faltare de co
- IIle T,
222 Fábulas

mer, á lo menos no te faltará pescado pa


ra alimentarte. Oyendo estas razones el
Lobo, se fué al primer lugar, y hurtó una
cesta bien grande, y traxola á la Raposa,
la qual la ató á la cola del Lobo, y di
xole: Entra en el agua, y anda tú delante
con tu cesta arrastrando, y yo iré detrás
moviendo los peces, y así sabrás pescar,
como tambien sabes cazar. El Lobo cre
yendo á la Raposa, entró en el rio con
su cesta atada al rabo, y la Raposa iba de
tras echando piedras dentro de la cesta ; y
estando ya llena la cesta de piedras , dixo
el Lobo: Qué es esto, cómo está tan
- 3l

de Esopo. 223 y
la cesta que no puedo moverla? Respondió
la Raposa: Amigo, doy gracias á los Cie
los, porque has salido buen pescador: es
pera un poco, mientras voy á buscar quien
nos ayude á sacar este pescado. Entonces
se fué la Raposa al lugar, y dixo á los hom
bres: O hombres! Qué haceis aquí? Yo
vengo á traeros una buena nueva, y es
que el Lobo, que os come vuestros gana
dos, no contento de ello, aun saca los pe
ces de vuestro rio. Oyendo esto fueron to
dos con los perros, lanzas y palos al rio
á encontrar al Lobo. Así que le vieron de
aquella manera, le hirieron de muerte, y
uno de ellos, queriendo darle una cuchilla
da, erró el golpe, y le cortó la cola. En
tónces viendose el Lobo libre, y sin cola,
escapó medio muerto, y se refugió en la
montaña. -

En este tiempo acaeció, que el Leon se


hallaba en aquellas montañas muy enfer
mo, al qual iban á visitar todas las bes
tias. Fué tambien el Lobo desrabado y pes
cador, el qual dixo al Leon : Mi Señor,
y mi Rey, yo he andado hasta ahora
buscando medicina para tu salud, y no la
he hallado; pero he sabido que hay en es
ta Provincia una Raposa de particular vir
tud para curar toda suerte de enfermeda
des,
224 Fábulas
des, llamala y quitale el pellejo de mane
ra que quede viva, y envuelvete el vientre
y el estómago con él, y luego estarás, sa
no. La Raposa tenia la cueva allí cerca
donde moraba el Leon, y oyó todas estas
palabras, y quando el Lobo salió de la
cueva, se cubrió toda de lodo y estiercol,
y se fué á encontrar el Leon, y dixole: Se
ñor, suplicote, que no me hagas daño. No
tengas miedo, dixo el Leon, pero llegate
mas acá, que te quiero besar y decirte un
secreto. La Raposa le dixo: Ya ves, Se
ñor, que con la priesa que he venido á vi
sitarte no he tenido tiempo de limpiarme,
y estoy llena de lodo y porquería, y me
dá vergüenza el acercarme á tí, y temo
causarte enojo, y hastío. Mira, yo me
limpiaré primero, y despues vendré á tí,
y me dirás lo que quieres; pero antes que
me vaya, te quiero decir la causa de ha
ber venido con tanta priesa. Yo he anda
do casi por todo el mundo, buscando me
dicina para curar tu dolencia, y me ha
dicho un Físico Griego de Atenas, que en
esta Provincia hay un Lobo sin cola, gran
de, y muy gordo, al qual quitaron la cola
para cierta medicina, que dicen tiene par
ticular virtud para curar toda suerte de en
fermedades. Así puedes tú llamarlo, y quan
- - - do
de Esopo. 225
do le tengas en tu presencia, puedes quitarle
el cuero, dexandole vivo; con la advertencia
que le dexes la cabeza, y los pies por deso
llar; porque me han prevenido que estas par
tes eran ponzoñosas, y con su cuero envuel
ve tu vientre, y luego estarás sano y alegre;
y dichas estas palabras se partió. Poco des
pues vino el Lobo, y acercandose al Leon,
este le cogió, le quitó el cuero, y caliente se
lo aplicó al vientre, conforme la Raposa le
habia dicho. El Lobo así desnudo, y sin pe
llejo, se fué á la montaña, luego las abis
pas, y moscas comenzaron á picarle, y á
morderle barbaramente, y huía sin saber á
donde iba. La Raposa que estaba en una pe
fía alta, llamandole con gran risa, le decia:
¿Quién eres tú, que vas con el sombrero en
la cabeza, y guantes en las manos en tiem
po, tan caluroso; y huyes sin saber lo que
te haces? Escucha esto que te digo: Quan
do estuvieres en casa, habla bien de tu amo,
y señor; y quando fueres en la corte, dí
bien de todos, y si no quieres decir bien,
no digas mal.
Nunca la uenganza es permitida. Quando
alguno te ha injuriado, y no puedes reme
diarlo, lo mejor es olvidarlo.

P E
SNASS,
3. Nº S.
ss N. N. N.

El Lobo echando un pedo.


TIerto dia levantandose el Lobo muy de
mañana, echó un pedo por detras, y
dixo: Esto es muy buena señal. Doy gra
cias á los Cielos, pues hoy me hartaré á
mi gusto, y comeré muchas víandas, se
gun me ha mostrado ahora el trasero que
me ha sonado. Y así se fué á buscar aven
turas. Halló en el camino mucha manteca
de puerco, que se cayó á unos Harrieros,
y volviendola, y revolviendola de una, y,
otra parte, la olió muchas veces, y dixo:
No comeré hoy de tí, porque sueles des
-- º -- COIIl
de Esopo. 227
componerme el vientre, y estoy cierto
que hoy tendré mejores viandas, segun lo
que esta mañana me ha indicado el trase
ro. Un poco mas adelante halló un tocino
salado, y seco, el qual volviendolo, dixo:
No comeré hoy de tí, pues estoy cierto,
que hoy he de hartarme de buenas vian
das, segun me anunció mi trasero. Baxan
do despues á un valle, halló una Yegua
con un hijo, y dixo entre sí: Gracias al
Cielo, ya sabía yo, que hoy habia de har
tarme de buenas comidas, y llegandose á
la Yegua, dixole: Hermana, yo vengo muy
cansado, tengo hambre, y me habrás de
dar á tu hijo, para que le, coma. La Yegua
respondió: Haz lo que te gustáre; pero,
señor, ayer caminando, se me hincó una
espina en este pie, ruegote, que pues eres
Cirujano afamado, que me la saques, y cu
res primero, y despues comeras á mi hi
jo. Creyendo esto el Lobo, se llegó al pie
de la Yegua, para sacarle la espina, y ella
le dió tan grande coz á la frente; de ma
nera que dió con él en el suelo, y así se
escapó del Lobo, y con su hijo se fué á la
montaña. El Lobo recobrando los senti
dos, y volviendo en sí, dixo: No hago ca
so de esta injuria, pues que hoy espero
diartarme, y continuó su camino. Apenas
- P2 hu
228 Fábulas
hubo andado quatro pasos, halló dos Car
neros, que pacian en el prado, y dixo en
tre sí: Ahora sí, que comeré á mi gusto,
y llegando á los Carneros los saludó, y les
dixo: Hermanos, aparejaos, pues he de
comer á uno de vosotros. Respondió el
uno: Haz lo que gustares, pero te supli
camos, que primero dés una sentencia jus
ta en el pleyto que tenemos sobre este pra
do, que fué de nuestro padre, y no sabe
mos como partirlo entre los dos, y por
esto reñimos todos los dias; por tanto ¿
la particion, justa de él, y despues harás
de nosotros lo que tú quisieres. Respondió
el Lobo: yo haré con mucho gusto lo que
me suplicais; pero quisiera que me dixe
seis, en qué modo quereis que lo parta?
Entónces dixo el otro Carnero: Señor,
ya que pides el modo, á mí me parece
que no debes partirlo : sino que: tú te
pondrás en medio del prado, y nosotros es
tarémos uno en cada extremo, y correré
mos ambos á un tiempo, y aquel que lle
gáre á tí primero, le darás el prado; y el
otro te lo comerás tú quando quieras. Di
xo el Lobo: Hagase de esta manera, que
me parece buen modo. Y así se fueron los
Carneros cada uno á su extremo, y cor
riendo con gran priesa é impetu al o.e
de Esopo. 229
del prado donde estaba el Lobo, y le die
ron los dos á un tiempo tan fiero golpe,
que el Lobo cayó en el suelo, quebranta
das las costillas y medio muerto; pero po
co despues volvió en sí, y dixo: Ni aun
debo hacer caso de esta otra injuria, pues
yo he de hartarme hoy, segun me lo anun
ció el trasero. Llegando á una ribera halló
una Puerca con sus hijos, que pacía en el
prado, y dixo: bendito sea este dia, ya sa
bia yo que hoy habia de hartarme de bue
nas viandas, y dixo á la Puerca: Herma
na, hoy quiero comer á tus hijos. Respon
dió ella: Señor, como tú mandáres, pero
deben lavarse, y limpiarse primero, segun
nuestra costumbre lo requiere. Por tanto
te ruego, pues la fortuna te ha traido
aquí, que tú mismo los laves, y despues
escoge de ellos los que mas te agradaren.
El Lobo le dixo que le mostrase la fuente,
ó rio; y estando ya sobre una peña, tomó
el Lobo un Lechon para meterlo en el
agua, y lavarlo, la Puerca se llegó á él, dió
le un gran golpe con el hozico, y le echó
dentro del agua, y la fuerza del rio arre
bató, y se llevó el Lobo, y cayó en un mo
lino, de donde salió muy lastimado. Hu
yendo de aquel peligro, dixo: No es mu
cho el dolor que me ha causado este infor
- tu
23o Fábulas
tunio, ni debe retratarme de mi esperan
za, pues segun ha solfeado esta mañana
mi trasero, he de hallar muchas viandas
en este dia. Y razonando de esta manera,
pasó cerca de un lugar, donde vió unas
Cabras, que estaban encima de un hor
no, y dixo: Ahora veo una vianda que
mucho codicio, y fuése hácia ellas. Al
instante que ellas vieron al Lobo, escon
dieronse dentro del horno. Estando el Lo
bo en frente del horno, las saludó, y dixoles;
Hermanas, el Cielo os guarde, yo he ve
nido á visitaros, y á comer alguna de vo
sotras. Dixeron ellas: Señor, oyenos, y
despues haz de nosotras lo que gustáres.
Nosotras no venimos aquí, sino á oir lo
que tú cantas, pues nos gusta mucho tu
voz. Canta un poco, y despues haz de no
sotras lo que quieras. El Lobo que presu
mia mucho de cantar, comenzó á ahullar,
y á dar muy grandes voces. Los Aldeanos
oyendo las voces, y ahullidos del Lobo, sa
lieron todos con armas, y Perros, y le die
ron tantos golpes, que quedó casi muer
to. En fin pudo librarse de los Perros, y
cansado de correr se puso debaxo de un
arbol á descansar, entónces empezó á que
xarse de esta manera: O Cielos, quán
tos males me han sobrevenido! quí in
OT
de 23I
fortunios he padecido hoy Pero yo ten
go la culpa de todo; pues quién me hizo
despreciar la manteca de Puerco, que ha
llé en el camino, y desechar asimismo la
carne salada, sino mi soberbia, y vanidad?
Si yo no he aprendido jamás medicina, de
dónde me habia de venir el querer curar á
la Yegua? Si yo no he estudiado leyes, y
en mi vida he sido Juez, quién me metió
á juzgar el pleito de los Carneros? Si yo
no he sido jamás comadre, ni lavandera,
por qué quise lavar en el rio los cochinos?
O Jupiter, tira desde tu trono un cuchillo
sobre mi cabeza! En esta sazon habia un
hombre encima de un arbol limpiando, y
cortando algunas ramas, el qual oyó las
palabras del Lobo, y luego le tiró la ha
cha con que limpiaba el arbol, é hirió al
Lobo en el espinazo, que le hizo caer en
tierra, y levantandose, y mirando al Cielo,
y al arbol, dixo: O Jupiter, qué presto
me has castigado, y has oido mis súplicas!
Se fué así, escarmentado de su soberbia,
y presuncion, y humillado, y abatido, á
los montes de donde habia salido tan sober
bio, y tan lleno de vanidad. -

Lo que muestra el agilero, no es verdade


ro. Tú, que crees en prestigios, mirate en
este espejo, toma de mí este consejo. Si tie
- 1762S
232 Fábulas - -

mes alguna esperanza, mira bien que no te


empines, que son dudosos los fines.
El Lobo, y el Perro flaco.
N hombre rico tenia una manada de
Ovejas, y un Perro que las seguia pa
ra defenderlas del Lobo ; pero este hom
bre era tan avariento que no daba de co
mer al Perro. Un dia ¿ el Lobo al
Perro, dixole, qué flaco que estás! Yo sé

bien porque no engordas; pues tu Amo es


muy avariento. y mezquino; pero, si tú
quieres, yo te daré un consejo, y engor
- da
de Esopo. 233
darás luego. Respondió el Perro: Damelo
¿ vida tuya, que te lo estimaré infinito.
ixo entonces el Lobo: Mi consejo es es
te; permiteme entrar todos los dias en la
manada de los Corderos, y tomaré uno de
ellos: tú seguirásme corriendo, y despues
de haber corrido un largo trecho, fingirás
que estás cansado, y que te caes de fla
queza. Los pastores viendo esto luego di
rán, ciertamente si el Perro no estuviese
. tan flaco, habria tenido fuerzas bastantes
para seguir el Lobo, y no dudo que te me
jorarán la racion, y te hartarán. Pareció
bien este consejo al Perro, y convinieron
en ello. Entró, pues, el Lobo en la ma
nada, tomó un Cordero, y se escapó con
él. El Perro siguió tras el Lobo, y se dexó
caer en el suelo, como desmayado de ham
bre. Viendo esto los pastores, dixeron: De
esto tiene la culpa el amo; si diese mas co
mida al Perro, estaría mas gordo, y tendria
mas fuerzas, y segun el espiritu que tiene,
habria alcanzado al Lobo, y éste no se ha
bria llevado el Cordero.
El Amo, que oyó las razones de los Pas
tores dixo: Mis criados tienen la culpa, vi
llanos; pues yo tengo, mandado que se
harte bien el Perro, y ahora acabo de ver
que está muerto de hambre. De aquí en
- ade
234 Fábulas
adelante quiero que se dé al Perro carne
cocida, y pan de harina, paraque engorde
luego.
Vino otra vez el Lobo al Perro, al qual
dixo: Hermano, ¿no te dí buen consejo?
Respondió el Perro: Por cierto, bueno, y
necesario para mí. Pues continuemos, di
xo el Lobo, yo entraré otra vez en la ma
nada, tomaré un Cordero, y huiré con él:
tú correrás tras mí, me alcanzarás, y me
darás un golpe, que no será muy fuerte, y
te caerás en el suelo. Luego dirán los Pas
tores: ciertamente si á este Perro se le die
se bastante comida, tendria mas fuerzas, y
no se habria el Lobo llevado el Cordero,
y aun él mismo no escapára vivo. Respon
dió el Perro: Amigo, yo tengo miedo á
mi Señor, el qual me da de comer; pero
no me da en abundancia, y así consiento
en esto que dices.
Entró otra vez el Lobo en la manada, to
mó un Cordero, y escapó con él, siguióle
el Perro, segun entre ellos estaba concerta
do, y quando alcanzó al Lobo, le dió un
golpe en el pecho, y se dexó caer, como
aquel que no se puede tener de flaco. Vien
do esto los Pastores, dixeron : Por cierto si
él tuviese comida en abundancia, no se lle
varia nuestro Cordero el Lobo, ni escaparia
vivo... Oyen
- de Esopo. 235
- Oyendo esto el Señor les dixo: Os man
do, que de aquí en adelante harteis bien al
Perro. Y así le daban mucha carne, y pan
en abundancia, de suerte que el Perro en
gordó en extremo.
Vino tercera vez el Lobo, y dixole: Muy
buen consejo te dí esta postrera vez, her
mano. Respondió el Perro, conozco que
es buen consejo, y muy provechoso á los
dos. Dixo entónces el Lobo: Quiero en
trar á tomar un cordero con tu licencia,
en premio de lo que te he merecido. Res
pondió el Perro: Amigo, ya recibiste tu
galardon, pues ya te llevaste dos Corde
ros. Dixole otra vez el Lobo: si á títe
gusta, tomaré otro Cordero. Dixo el Per
ro: no quiero, y si lo haces, juro por mi
vida que no escaparás vivo. Viendo el Lo
bo esto, dixole : Ya que tú no quieres es
to, alomenos dame un consejo, pues me
muero de hambre. Al qual dixo el Perro:
Mira, ayer cayó una pared del quarto de
mi Señor, donde hallarás mucho pan, to
cino, y carne salada, si tú vas allí de no
che, podrás hartarte á tu gusto. Dixo en
tónces el Lobo: Hablas con ingenuidad, ó
me engañas, ó quieres engañarme? yo te
mo que si entro allí me descubrirás, y ven
drá tu Amo, y los Pastores, y me matarán.
Res
236 Fábulas
Respondió el Perro: por mi fe te juro, que
no haré tal cosa, porque no están á mi
cargo estas mercaderías, ni debo guardar
sino los Corderos, y las Ovejas, y por esto
no te descubriré. Asegurado el Lobo de la
palabra del Perro, quando fué de noche
obscura, se fué al quarto que le dixo el
Perro, y comió mucha carne, pan, y otras
cosas, y bebió vino en tal abundancia, que
se emborrachó. Dixo entre sí el Lobo en
medio de su borrachera: yo he visto al
gunas veces que los hombres quando es
tán borrachos, cantan, se alegran, y se di
vierten, ¿por qué yo no he de cantar, y di
vertirme tambien? y así comenzó á ahu
llar. Oyendo los otros Perros su voz, co
menzaron á ladrar: los hombres dispertaron
entónces, y dixeron: por cierto cerca estará
el Lobo, pues los Perros ladran mucho.
Rondaron toda la casa, y lo hallaron en la
dispensa, y aquí acabó sus dias el Lobo.
Si á tus familiares no les das lo que les de
bes, de tu casa á tu despecho sacarán pan, vi
no, y su provech0.
Mas pierde el avaro que el liberal.

E¿
de Esop0. 23?

El Perro embidio30.

rTIerto Perro embidioso yacia en un pe


sebre, que estaba lleno de heno, don
de iban todos los dias los Bueyes, á quie
nes no dexaba comer. Un Buey oprimido
de la hambre, quiso arrimarse al pesebre
para tomar un poco de heno; pero se lo
impidió el Perro, ladrando, y mostrando
los dientes con saña. Bestia embidiosa, le
dixo el Buey, qué naturaleza es la tuya
tan perversa; pues no quieres permitir que
yo me aproveche de una cosa que tú no
puedes aprovechar. Conservaba tambien es
te
238 Fábulas
te Perro un hueso, que no podia roér, ni
quiso jamás que otro Perro lo royese, ni se
aprovechase de él.
Jamás codicies lo ageno. Lo que para tí no
quieres, dexalo aprovechar á otro si puede.
Nunca tú tengas embidia de que tu vecino
medre. No quieras perder un ojo, á trueque
que otro ciegue.

El Padre, y los Hijos.

N hombre murió, y en su testamento


dexó todos sus bienes á tres hijos que
tenia; es á saber, un Manzano, un Chibo,
y un Molino. Enterrado el padre dixeron
los
de Esopo. 239
los hijos: vamos al Juez, y pidamosle, que
nos reparta esta hacienda. Fueron los tres
hermanos al Juez, y le hablaron de esta
manera: Señor, quando nuestro padre mu
rió, nos dexó en su testamento su hacienda
por iguales partes, y que nos la repartie
semos. El Juez les preguntó qué cosa era?
Dixeron ellos: Señor, un Manzano, un
Chibo, y un Molino. El Juez dixo: ¿Pues,
cómo os dexó el Manzano? Respondieron
ellos, á partes iguales, de manera que no
hubiese mas para uno que para otro. Dixo
el Juez, cómo se podrá partir el Manzano?
Respondió entónces el hermano mayor,
yo tomaré lo bueno, y malo. El segundo
dix o : yo tomaré lo que fuere verde, y se
co. El tercero dixo: yo escojo las raices con
el tronco, y las ramas. Oidas estas pala
bras dixo el Juez: ¿Quién de vosotros ten
drá la mejor parte? Ciertamente, ni yo ni
otro puede describirlo. Así pues, qualquie
ra de vosotros, que pudiere declarar quien
ha escogido la mejor parte, tome el arbol
por entero.
Vamos á la otra manda, dixo el Juez.
¿El Chibo, cómo lo dexó vuestro Padre?
Respondieron ellos : Dispuso que aquel lo
heredase, el qual mejor supiese formar de
él un discurso oratorio haciendole mayor.
- En
24o Fábulas
Entonces el hermano primero dixo así:
Pluguiese ai Cielo que este Chibo fuese
tan grande, que de una vez pudiese beber
toda el agua del mar, toda la que hay de
bajo del Cielo, y todavia no bastase para
llenar su barriga. El hermano segundo di
xo Segun yo pienso, yo me llevaré el
Chibo, pues yo le haré mayor que todos:
Pluguiese al Cielo que pudiesemos juntar
todo el cañamo, lino, lana, y seda que hay,
y ha habido, y formar de esto una cuer
da, y que el Chibo fuese tan grande, que
no bastase esta cuerda á ceñir su pierna.
Dixo el hermano tercero: Aunque yo soy
el ultimo en hablar, entiendo que el Chi
bo será mio, porque yo le haré mayor de
esta manera: Pluguiese que hubiese una
gran Aguila, la qual volase hasta el Cielo
y volando desde allí por todas las quatro
partes del mundo, fuese el Chibo tan gran
de, que siempre le viese debaxo de sus
ies. Acabados estos discursos, dixo el
¿, pidoos quál de vosotros ha hecho
mayor al Chibo, porque ni yo ni otro algu
no podrá declararlo, y sea de aquel que lo
declare.
Vamos á la otra manda, dixo el Juez. ¿El
Molino, cómo mandó vuestro Padre - que
sea repartido? Respondieron ellos: Nues
- trO
de Esopo. 241
tro Padre ordenó que se diese á aquel que
fuése mas mentiroso. El primero dixo:
pues el Molino debe ser mio; porque soy
el mas mentiroso de todos; lo qual probó
de este manera: muchos años ha que duer
mo en una cama grande, y por un aguje
ro cae sobre mi oreja una gotita de agua,
la qual me ha liciado las venas de mi cabe
za, que me ha trastornado los sesos, me
ha descoyuntado los miembros, me ha que:
brantado los huesos, y podrido el cere
bro; de manera que ya sale y me corre el
meollo por la otra oreja; y así he queda
do tan inútil, que no puedo levantarme de
la cama, ni volverme de la otra parte, ni
inclinar la cabeza. El segundo hermano di
xo: Segun yo pienso el Molino será mio,
porque yo soy mas mentiroso, y sino voy
á la prueba. Aunque yo ayune quince dias
ó un mes entero, si me allegáre á una me
sa llena, y abundante de viandas muy bue
nas, no podré comer ninguna cosa, por
la fuerza de mentir, á no ser que otros
me hagan abrir la boca, metiendome la
vianda en ella. Dixo el tercero: Creo por
cierto, que yo ganaré el Molino, porque
es evidente que soy mas mentiroso: Pues,
aunque yo sufriese la sed hasfà morir, y
tuviese agua hasta la garganta, primero
Il G.
242, Fábulas - -

me moriria, que baxar la cabeza para be


ber una gota de agua, si algun otro no
me abriese la boca por fuerza, y no me la
echase en ella. Entónces dixo el Juez: Yo
ño entiendo, ni hay en el mundo quien
pueda entender, qual de vosotros sea mas
mentiroso, por ende "¿ la senten
cia por ahora ; y así se fueron del Tribu
nal sin saber como habian de repartirse la
hacienda. .
Quando pleitees alega buenas razones, no
sea que el Juez perplex0, no pueda juzgar
tu causa, ó te condeme á las costas.

La Raposa, y el Lobo.
TTNA Raposa con su hijo fué á encon
trar al Lobo, y le habló de esta ma
nera: Mi Señor Lobo, pidote por mer
ced, que quieras criar á mi hijo, y enseñar
de aquellas artes que tú sabes. El Lobo
convino en esto, y entónces la Raposa de
xó su hijo, y volvió á su cueva. Una no
che tomando al hijo de la Raposa el Lobo,
se fué á unos corrales de ovejas, para ro
bar alguna de ellas; pero fué sentido de
los perros, y no pudo tomar nada. Al ama
necer subió á lo alto de un monte, y dixo
á su ahijado: Ya sabes que á noche fuimos
al
de Esopo. 2.43
al corral de las ovejas, y que trabajé mu
cho para pillar alguna de ellas, pero en
vano; ahora estoy cansado y fatigado; tú
vela un poco mientras yo duermo; y mira
quando salieren las bestias del lugar á pa
cer, y me despertarás para ver si puedo
tomar alguna. Durmióse el Lobo, y á la
mañana despertóle el ahijado, llamandole:
Señor, Señor. El Lobo le dixo: ¿qué quie
res ahijado? El qual respondió: Señor, ya
salen los puercos. Dixole el Lobo: no ha
go caso de este ganado, porque son ani
males súcios, y sus sedas y cerdas me las
timan el gaznate quando las como, y dur
mióse otra vez. Pasada una hora llamóle
otra vez el ahijado: Señor, Señor. Res
pondió el Lobo: ¿qué quieres? Dixo él: mi
ra que salen las vacas á pacer. Dixo el
Lobo: no quiero tomar ninguna de ellas,
porque los Pastores que las guardan son
fuertes y crueles, y los Mastines que traen,
malos y bravos, los quales luego que me
sienten, ladran, y me persiguen hasta ma
tarme, y se durmió otra vez. Despues pa
sada una hora, el ahijado llamó al Lobo:
Señor, Señor, ya salen las Yeguas. Dixo
le el Lobo: mira á qué parte van. El ahi
jado miró donde iban, y volvió diciendo:
Señor, han entrado en un prado cerca de
en
Q2 la -
244 Fáhulas
la montaña donde hay muchos alamos.
Oyendo esto el Lobo, se levantó, y se
fué con cautela, y llegó escondidamente
hasta el prado, donde estaban las Yeguas,
tomó una de las gruesas por las narices, y

la ahogó, despues se la llevó, y se la co


mió con su ahijado. Viendose harto el Ra
posillo, llegó al Lobo, y saludandolo, di
xo: Señor, si alguna cosa mandas, yo la
cumpliré con gusto; y supuesto que yo ya
sé lo suficiente, y lo que me basta para bus
car la vida, pidote licencia para ir á vivir
con mi madre. El Lobo respondió, hijo,
no quiero que te vayas, porque yo sé que
- te
-
- de Esopo. 245
te pesará si te fueres tan poco instruido.
Respondió el ahijado: pues sé lo que me
basta, no estaré mas aquí. Y viendo el Lo
bo que absolutamente queria irse, dixole:
Vete en paz, pero vuelvote á decir que te
pesará de ello antes de poco tiempo, y su
puesto que te quieres ir, darás muchas
memorias á mi comadre. El Raposillo se
fué para su madre, la qual viendole , di
xole: ¿Por qué te vienes tan pronto de tu
escuela? Respondióle el Raposillo: véngo
me, porque me hallo bastante instruido,
y he aprendido tanto, que yo podré man
tener tus hijos sin trabajo alguno. Pre
guntóle la madre: Hijo, cómo has apren
dido tan pronto? Respondió él : No puedo
satisfacerte con razones, la práctica te lo
dirá: levantate y sigueme, y verás como he
salido buen maestro. La madre, aunque
no confiaba en que su hijo se hubiese ins
truido tan presto, no obstante para com
placerle y darle gusto, le siguió. Hizo en
tónces el Raposillo lo mismo que vió ha
cer al Lobo; se fué de noche á las Ovejas
para tomar una de ellas, y como no pudo,
se subió á un monte cerca de un lugar, y
dixo á la madre: Ya sabes que estoy can
sado y fatigado, y así me dormiré un po
co. Tú velarás esta noche, y mira quando
s S3
Y46 fábulas
salieren las bestias á pacer, y quando las
vieres, despiertame, y tú verás entonces lo
que yo sé, y lo que he aprendido. Cerca
de la montaña llama la Raposa á su hijo,
el qual respondió: ¿qué quieres madre? Ella
dixo: Mira que salen los puercos á pacer.
Respondió su hijo: No hagamos caso de
ellos; porque son súcios y fastidiosos, y
con sus cerdas dañan al gaznate quando se
comen. Una hora despues llamó otra vez
la madre á su hijo. Y él respondió: por qué
no me dexas dormir un poco, pues sabes
que estoy cansado? Ella le dixo: las Vacas
salen del lugar. Respondió el Raposillo: No
hagamos caso de ellas, madre mia, por
que sus Pastores son muy vigilantes, y las
guardan muy bien, los Perros que llevan
son muy feroces y muy fuertes. Apenas
hubo pasado una hora , que llamó otra vez
la madre á su hijo, diciendole que se le
vantase. El Raposillo dixo: ¿Qué es esto
madre mia? Ella respondió: Las Yeguas
que salen á pacer. A esto respondió el Ra
posillo con mucha alegria: Mira , madre,
á donde irán. Dixo la Raposa: Hijo, han ,
entrado en un prado cerca del monte. En
tónces se levantó el Raposillo, y dixo á la
madre: ahora verás lo que he aprendido,
quedate aquí, y mira lo que haré. ue
e
de Esopo. 247
el Raposillo, y llegó al lugar donde las Ye
guas pacian, y embistió á una de las mas
gordas, tomandola por las narices, para
ahogarla, y matarla como lo hizo el Lobo;
pero la Yegua, no sintiendo el peso del
Raposillo, comenzó de correr hácia los
Pastores, llevandolo colgado de sus nari
ces, donde tenia sus dientes hincados. Vien
do esto la Raposa desde lo alto del monte,
comenzó á gritar: O hijo mio, suelta la
Yegua, y vuelvete acá; mas no pudiendo
el Raposillo sacar los dientes, que tenia
bien clavados en las narices de la Yegua,
le arrastraba la Yegua por fuerza. Y quan
do vió la Raposa, que los Pastores iban
corriendo á matar á su hijo, se puso á gri
tar llorando: Ay de tí hijo mio! ¿por qué
te saliste tan presto de la escuela? ¿Por qué
no te quedaste mas tiempo con tu maestro
el Lobo? Ahora morirás, y dexarás á tu ma
dre sin consuelo. Estando en estos senti
mientos la Raposa, llegaron los Pastores,
y con palos y piedras mataron al Raposillo.
El necio piensa que todo lo sabe, y el atre
vido al cabo lo paga. De saber mucho no te
precies, y aunque en ciencia crezcas, jamás
tú te ensoberbezcas. Es muy propio de los sá
hios, el pensar que nada saben.
- . . . . - -

- E,
248 Fábulas

El Lobo, y el Carmero.
Un Pastor de Ovejas se le murió un
Perro, que queria mucho, porque
mataba á los Lobos. Sentia mucho su per
dida, y lloraba de dia y de noche por la
falta que le hacia. Oyendo sus lamentos un
Carnero soberbio, dixo al Pastor: Corta
me á mí los cuernos, visteme la piel del
Perro que se te ha muerto, y yo apartaré
á los Lobos con mi vista, pues creerán
que soy el mismo Mastin. El Pastor tomó
su consejo, le cortó los cuernos, y le vis
tió con la piel del Perro. Los Lobos ve
--- -
nian
de Esopo. 249
nian á las Ovejas, y viendo aquel Carne
ro, creyendo que era Perro, todos se es
capaban de miedo que le tenian. Pero un
dia vino un Lobo hambriento, tomó una
Oveja y se escapó. El Carnero viendo esto,
corrió tras el Lobo con gran priesa El
Lobo creyendo que era Perro, se escapa
ba á toda priesa. El Carnero corria siem
pre tras él; pero acaeció, que al pasar por
unos matorrales y abrojos, se le cayó la
piel de Perro, y pareció luego la lana de
Carnero. El Lobo viendo esto, entendió el
engaño, y se allegó á él, y le preguntó:
Quién eres tú? El Carnero no pudiendo
negar lo que era, dixo:Soy Carnero. Pues,
amigo, dixo el Lobo: ¿Por qué te vistes de
ropas agenas? Pensabas que no serías cono
cido? Ahora pagarás tu atrevimiento, y lue
go le degolló. -

No es el hábito lo que hace el monge. Con


los mayores que tú, ni de noche ni de dia,
jamás entres en porfia. No salgas fuera de
tí, donde quiera que anduvieres, que te
acuerdes de quien eres.

E
N
A
W
/

El Leon, y su hijo.

U Leon, viendose perseguido en un


lugar, quiso mudar de domicilio; y
así tomó un hijo que tenia, y fuése á vivir
en otra parte. Despues de mucho tiempo
de estár allí, el hijo preguntó á su Padre
un dia, si eran naturales de aquella region?
Respondióle el Leon: No, somos de otro
lugar, solo venímos á esta tierra, para
huir de los lazos, que nos armaban los
hombres. ¿Y quién era el que nos perse
guia? preguntó el Leoncito. Respondió el
Padre: Un hombre astuto, y diestro ll U162
- 3l ll
de Esopo. 25 I
allí habia. Dixo entonces el Leoncito: ¿Y
quién es este hombre fuerte que espanta á
los Leones? Respondió el Padre: No es
tan grande ni tan fuerte como nosotros;
pero es muy ingenioso y artero. Pues, yo
iré á encontrarle, y vengaré nuestras inju
rias. El Leon rogó á su hijo, que de nin
guna manera fuese allá, pues temia que
no cayese el Leoncito en algun lazo, y le
dijo: Hijo mio creeme, no vayas allá,
pues si vas, temo te sucederá alguna des
gracia. Pero el Leoncito no hizo caso de
lo que decia su Padre, y se fué á éncon
trar al hombre. En el camino halló un Ca
ballo, que pacia en un prado, muy mal
tratado, y casi rotas las costillas, y pre
guntóle, dime Caballo: ¿Quién te ha inju
riado, y te ha puesto de esta manera? Res
pondió el Caballo: un hombre, que mon
ta todos los dias sobre mí, y me hace an
dar y correr mas de lo que puedo, y me
rompe las costillas á palos. Dixole el Leon
cito: Juro por vida mia, que yo vengaré
tu injuria. Caminando mas adelante halló
un Buey muy herido y maltratado, y le di
xo: Quién te ha injuriado de esta mane
ra? Respondió el Buey; un hombre, que
me hace arar y trabajar la tierra, hiriendo
me con la punta de hierro hasta las ¿-
ASe
252 Fàbulas
ñas. Exclamó entonces el Leoncito: O.
quántos males ha cometido este hombre
Por vida mia que yo me vengaré de él.
Despues mirando en el suelo, vió las pisa
das de un hombre, y preguntó al Buey:
¿de quién son estas pisadas? El qual res
pondió: Estas pisadas son del hombre que
me ha injuriado. Entónces el Leoncito es
tendió su mano sobre las pisadas, y dixo:
Cómo, ¿tan pequeño pie tiene el hombre,
y tantos males hace? Y dixo al Buey que
le mostrase á este hombre. Allí está, dixo
el Biley. Viendo el Leoncito al hombre,
que con una azada estaba cabando la tier
ra, acercandose á él, le dixo: O hombre,
quántas maldades has cometido eontra mí,
contra mi Padre, y contra otras bestias,
cuyos Reyes somos nosotros, yo vengo
pues á vengarme de tí. El hombre mos
trandole un palo, y una hacha que tenia,
dixo al Leoncito: Juro por mi vida que si
tú subes, con estos instrumentos te haré
pedazos. Respondió el Leoncito, viendo
al hombre tan resuelto á matar, supuesto
que tú no quieres que yo me vengue de tí,
vamos tú y yo á mi Padre, que él hará jus
ticia á todos. Dixo el hombre : está muy
bien , vamos allá. Dexó el hombre su tra
bajo, y se fué con el Leoncito; Pe e:
- Ul
de Esopo. 253
lugar de ir por el camino derecho, ibase
ºor una senda en donde tenia parados sus
zos; y andando el Leoncito tras el hom
bre, cayó luego en un lazo, en el qual
fué preso, Entónces el hombre le dió de
palos hasta matarle. El Leoncito le decia:
O hombre, tén piedad de mí, no me hie
ras en la cabeza, ni en el vientre, hiere
me en las orejas, que no quisieron oir el
consejo de mi Padre; hiereme en el cora
zon, que no quiso aprender la saludable
doctrina que mi Padre me enseñaba quan
do me decia, que no fuese á encontrarte,
porque tú eres astuto l. diestro. Pero el
hombre le hartó de palos, y le mató.
Sigue el consejo de quien te quiere bien.
De aquel debes aprender de quien has naci
do. Igualmente dice el sábio, que el venga
tivo se acarrea su daño.

El Leon, y la Raposa.

E L.esteLeonengaño
fingia que estaba enfermo, con
hacia venir á sí á todos
los animales. Quando los tenia en su cue
va, los mataba á medida que iban llegando.
Llegó tambien la Raposa, y desde afuera
hablaba con el Leon, diciendo: que sentia
mucho su enfermedad. El Leon, viendo
que .
254 Fábulas

que la Raposa no entraba, y le hablaba de


puertas afuera, le dixo: ¿por qué no entras?
Sabes por qué, dixo la Raposa, porque veo
aquí las pisadas de los que entran, y no de
los que salen.
En todo lo que vas á hacer, si no vés
buen aparejo, muda luego de consejo.
El discreto escarmienta en la cabeza
agena.

El Caballero, la Raposa y el Escudero.


V vió unaunRaposa,
Caballero con su Escudero,
y dixo: O Dios y
- qué
- de Esopo. 25s
qué grande es esta Raposa. ¿De esto te
maravillas, Señor? dixo el Escudero:
fé mia yo he estado en una region, donde
ví una Raposa, que era mayor que un
Buey. El Caballeró, aunque conoció que
el Escudero mentia, disimuló por entón
ces. A poco rató despues, dixo exclaman
dose: O Júpiter muy poderoso! Suplicote
que nos guardes hoy de toda mentira, y
ermitas que pasemos el peligroso rio, que
emos de pasar. sin riesgo ni peligro, y
-

guianos salvos y sanos de todo daño en la


posada á descansar. El Escudero oyendo
estas deprecaciones, preguntó al Caballe
10 :
256 Fábulas
ro: Señor, suplicote me digas ¿qué cosa te
mueve á esta súplica? Respondió el Caba
ero; No sabes tú una cosa tan manifiesta
á todos los que viajamos? Sepas, pues,
que hoy hemos de pasar un rio, del qual,
si alguno entráre que en aquel dia haya
mentido, no puede salir vivo, y será en
él ahogado. Oyendo esto el Escudero, tur
bado de miedo, al llegar á un pequeño ar
royo, dixo: Señor, ¿este es el rio peligro
so, del qual hablaba Vmd.? Respondió el
Caballero: No es este, aun estamos lexos
de él. Dixo el Escudero; sabes por qué lo
regunto; porque la Raposa de que hoy
¿ hablado á Vmd. no era mayor que un
Asno. Respondió el Caballero: Yo no hablo
ahora de la Raposa. Llegaron á otro rio,
y dixo: Señor, ¿es éste el rio de que ha
blaste hoy ? Dixo el Caballero; Aun esta
mos lexos de él. Dixo entónces el Escude
ro: sabes por qué lo pregunto, porque me
acuerdo de la Raposa, que dixe que era
tan grande como un Asno, y ahora digo,
ue era grande como un Becerro. Dixo el
aballero: yo no hablo, si ella era grande
ó pequeña. Llegaron á otro rio, y dixo el
Escudero: ¿Es éste, Señor, el rio? Respon
dió el Caballero: Aun está algo lexos. Yo.
lo pregunto, dixo el Escudero, porque la
de Esop9. 257.
Raposa que yo ví no era mayor que un
Carnero. Dixo el Caballero: Dexa ya de
hablar de tu Raposa, y habla de otra cosa.
Llegando ya muy tarde á un rio, dixo el
Escudero: Señor, Señor, este será el rio
de que me hablaste. El Caballero dixo: Es
verdad, este es aquel rio, que ahoga á los
que dicen mentiras. El Escudero lleno en
tónces de miedo, y de confusion, dixo: Se
ñor, yo confieso que he mentido en órden
á la Raposa, pues yo te juro por mi cabe
za, que aquella Raposa, que yo ví en aque
lla otra region, no era mayor que la que hoy
vimos. Entónces riendo á carcaxadas, dixo
el Caballero increpandole: y yo te juro asi
mismo, que la agua de este rio no es de peor
condicion, ni mas peligrosa que la de
otros rios.
De la mentira, y falsedad huye de todas
maneras, porque viviendo no mueras. En
quantas cosas tratáres de qualquiera calidad,
habla siempre la verdad.
El Aguila, y el Escarabajo.

UNAra matarla,
Aguila volaba tras una Liebre pa
la qual viendo que no se
odia escapar, pidió socorro, y ayuda á un
scarabajo. Este la recibió bajo su ampa
R ro,
258 Fábulas

º),
%24

-
-

ro, prometiendole que la defenderia. Llegó


el Aguila para prender á la Liebre. El Esca
rabajo, dixo entónces, detente, y te suplico
que no mates la Liebre, pues yo la defiendo.
El Aguila menospreciando los ruegos, y pe
ueñéz del Escarabajo, tomó, y mató á la
Liebre. Viendo esto el Escarabajo, sentido
de la iujuria, siguió al Aguila, para ver
donde tenia su nido. Quando estuvo allí, su
bió al nido del Aguila, y echó sus huevos
abajo, y se rompieron, y de esta manera
vengó la muerte de la Liebre.
A los menores que tú, no tengas en me
nosprecio, porque el que quiera, puede ven
cº. «a gar
de Esopo. 259
garse de tí. Nadie desprecies por leve, que
una pavesilla ardiendo puede causar grande
incendi0.

F=--=

El Gallo, y el Gato.
TUN L Leon Rey de los animales queria ma
E tar al Gallo, y dió este encargo al Ga
to, con las razones que le movian á ello.
Luego enviste el Gato al Gallo, y le dice:
ven acá Gallo, has de morir. ¿Por qué? di
xo el Gallo. Porque llevas cresta coronada,
y esto es propio de Reyes, y no de vasa
llos. Qué ¿acaso yo me la he puesto? ¿Si
me la ha dado la naturaleza, qué culpa ten
go yo? Quedó el Gato convencido por en
R2 tón
26o Fábulas
tónces, y dixole: vete, vete: Apenas ha
bia vuelto las espaldas, le llama otra vez:
ven acá Gallo. ¿Qué quieres? Has de mo
rir. ¿Por qué? Porque tienes muchas mu
geres, y esto no está bien visto, quando
los demás animales no tienen mas de una.
Dice el Gallo: ¿qué culpa tengo en esto?
Yo no me las busco, sino que me las dan
para multiplicar mas á costa mia. Quedó
cortvencido el Gato, pero no contento. De
ahi á poco llamalo otra vez, y dice: ven
acá Gallo. Responde el Gallo algo enfada
do, ¿qué me quieres? Has de morir. ¿Y por
qué? Porque levantas mucho la voz, y des
iertas á los dormidos. ¿Pues qué culpa
¿ en ello? dice el Gallo, ¿canto mas de
lo que es menester? Antes bien mi canto,
sirve de relox á los que han de ir al traba
jo. Bien, dixo el Gato, vete, vete. Pero
poco le duró la quietud, pues le llamó otra
vez, diciendo : Gallo ven acá. ¿Qué me
quieres ahora? Que has de morir. ¿Y por
qué? Aquí no hay mas por qué, concluyó
el Gato, sino porque así lo queremos, y
así murió el Gallo. - -

¿Quál es el hecho mas vil? El no poder


ofender, y rebentar por poder. Para hacer
mal, y daño, nunca faltan pretextos. Si al
poder se junta la malicia, nadie ºcop w

- - El .
El Aguila, y el Cuerv0.
L Aguila, volando desde una peña muy
alta, tomó, y arrebató un Cordero de
una manada. Viendolo él Cuervo, quiso ha
cer lo mismo. Se puso á volar con mucha ve
locidad, y se dexó caer sobre el Cordero mas
gordo del mismo rebaño, para llevarselo co
mo el Aguila, pero enredó sus uñas con la
lana, y no pudo salir de allí. Entónces cor
rió el Pastor, le cogió, y cortandole las alas,
lo dió á los muchachos para jugar. Pregun
tóle alguno, ¿qué Ave eres? Y el Cuervo
respondió: En quantos al pensamiento fuí
Aguila, pero en quanto á las obras cº.
... 11
- -
262 Fábulas
Ninguno debe hacer lo que no alcanzan sus
fuerzas. Haz lo que puedas, y no mas, no
reyne en tu pensamiento algun loco atrevi
miento.

s &
N

. . La Zorra, y el Chibo.
Hº una Zorra caido sin pensar
en un pozo, y estando detenida allí
por ser algo alto el brocal, llegó un Chi
bo sediento al mismo ¿?
preguntóla, si
el agua era dulce, y abundante. La Zorra
le respondió: baxa, amigo, porque es tan
buena el agua, que no acaba de hartarse
de ella mi gusto. Baxó el Chibo, y luego
la Raposa salió del pozo, estribando en
º - SllS
de Esopo. 263
sus altos cuernos, y dexó el Chibo metido,
y atollado en el pozo, -
, Algunos por no perecer ellos, pierden á
otros. No es de honrados pretender su pro
vecho, y utilidad, causando incomodidad.


La Raposa, y la Zarza. , , ,
Y, - * --

Uº Raposóa perseoguida de los Perros


.
,
se refugi dentr de una Zarza Pero
quando ella sintió, que las espinas de la
Zarza la punzaban, y lastimaban, dixo entre
sí: Desgraciada de mí! Yo he venido á am
pararme de una malvada. Esta me hará der
ramar mas Sangre, que los perros que me ,
perseguian. No
*-
264 Fábulas
No te ampares de los malos, ni sigas su
compañía, ni de noche ni de dia.
Del malo no se debe esperar obra buena.

El Hombre, y el Dios de madera.


N Hombre tenia un Dios, que él mis
U mo se habia fabricado. Pedia á aquel
Dios que le diese riquezas, y bienes; pero
el Dios de madera se hacia sordo á sus sú
plicas, y cada dia el hombre se empobre
cia mas. Cierto dia enfadado el Hombre,
tomó su Dios por la pierna, y á palos lo
rompió. Al tiempo de romperle la cabeza,
salió mucho oro, y plata de ella. Quedó sor
prendido el Hombre, y dixo: EsteD un
GS
de Esopo. 265.
Dios fantastico, ¿podia jamás creer ni pen
sar, que podian mas con el los palos que
las súplicas?
El malo no aprovecha sino por fuerza.
Arbol hay que solo á palos dá la fruta.

El Pescador, y los Peces.


N Pescador en su barquilla tocaba la
flauta, creyendo que ai son de la mu
sica vendrian los Peces, y que los tomaria
con , la mano; pero , viendo que los Peces
no hacian caso de la musica, echó la red
en la mar, y sacó muchos pescados. Entón
ces exclamó el Pescador, diciendo: 0 pes
cados mios yo pensaba que vosotros gus
2 ta
-266 Fábulas
tabais de musica, pues he visto siempre que
al salir del agua s pero conozco ahora,
que me tiene mas provecho el servirme de
la red que de la flauta. -

No proyectes cosas nuevas, si te vá bien


con las antiguas. Oye pues mi consejo : Las
cosas que son inciertas, por ciertas no has de
tener, porque no sabes si han de ser.
- -

El Gato, y los Ratones.


Upo un Gato: que en una casa habia mu
chos Ratones, fué allí para cazarlos. En
efecto en los primeros días tomó muchos
de ellos. Los Ratones viendose persegui
dos, determinaron no baxar mas del te
cho,
de Esopo. 267
cho, para no estar expuestos á las uñas del
Gato. Sabiendo esta determinacion el Ga
to, fingió que era muerto, y colgóse de un
madero, que atravesaba en aquella pieza;
pero un Raton que se asomó, para ver si
estaba el Gato, luego que le vió de aquella
suerte, dixo: Amigo, por mas que hagas el
mortecino, yo no baxaré de aquí.
De los escarmentados salen los arteros.
El hombre prudente una vez puede ser enga
ñado, que dos no.

El Cazador, y la Abutarda.
U J. Cazador paró sus lazos en el campo
para cazar Grullas, y prendió con ellas
* una
268 - Fábulas -

una Abutarda, la qual viendose presa, pe


dia al Labrador que la soltase; pues ella no
era Grulla, sino Abutarda; y decia: Mira
que yo soy de las aves la mas piadosa, pues
no desamparo á mi padre en la vejez. El
Cazador, sonriendose, dixo: Bien entien
do lo que dices; pero tú ibas en compañía
de las Grullas, que ocasionan mucho daño
en estos campos, conviene, pues, que con
ellas mueras.
La compañía de los buenos trabaja por
conservarla, la de los malos dejarla. Dime
con quien andas, y te diré quien eres.
*

El
de Esopo. 269

El Pastor mentiroso.

A Pacentaba un Pastor á sus Ovejas en


una montaña. Muchas veces pedia so
corro á los Labradores, que trabajaban en
los campos vecinos, diciendo: Ay de los
Lobos! Oyendo los Labradores los gritos,
dexaban su labor, y venian á socorrerlo;
y no hallando por allí Lobo alguno, se
volvian á su trabajo. Habiendo el Pastor
repetido esto varias veces, y conociendo
los Labradores la burla; fué el caso, que un
dia el Lobo verdaderamente entró á su re
baño. Entónces el Pastor pidió socorro,
gri
27o Fábulas
gritando: Ay de los Lobos! Mas los Labra
dores, pensando que se burlaba, no fueron
á socorrerlo, y así el Lobo mató muchas
Ovejas. -

Guarda no ser mentiroso, porque es un vi


cio entre nos, que aborrece mucho Dios.
Al que acostumbra á mentir, nadie le cree
aun quando dice verdad.

La Madre, y el Hijo ladron.


Madre
UNArobos, quenohacia
castigaba á su Hijo los
de cosas pequeñas,
¿ era niño, antes bien le disculpaba.
iste creció en malicia, al paso que crecia
CIn
de Esopo. 271
en edad. Un dia robó una manzana, la traxo.
á su Madre, y ésta no le reprehendió. Otro
dia robó los libros á un compañero suyo
en la escuela, corrió á enseñarlos á su Ma
dre, quien en lugar de castigarle, le re
cibió con mucha alegria. Quando ya mas
grandecito robó en casa de un vecino co
sas de mucho valor, ni por esto la Madre
le reprehendió. Viendo que nadie le corregia,
cada dia iba de mal á peor, y al cabo salió
un ladron famoso. En fin fué tomado por la
Justicia, y condenado á ser ahorcado como
ladron. -

Estando ya en la horca dixo á la Justicia,


que queria ver á su Madre por la ultima
vez, y así que les suplicaba que fuesen á
buscarla; y se hizo así como él pedia. Quan
do él la vió, le pidió que se acercase que
queria decirla una cosa en secreto, y ar
rimando su boca á la oreja de la Madre, se
la cortó con los dientes. Despues, volvien
dose al pueblo, dixo: No os maravilleis,
Señores, de que yo haya cortado la oreja
á mi Madre; pues ella es la causa del mal,
que ahora padezco; si ella me hubiese cas
tigado quando niño, yo no me veria ahora ,
obligado á acabar mi vida con una muerte
tan infame. -

Desde la infancia ha de empezar el Padre


- la
272 Fábulas
la crianza, y educacion de sus hijos, corri
giendoles las faltas por leves que sean. Quan- l
do es tierna la vara la doblarás, quando se
ca no p0drás.
Quien bien ama, bien castiga. El ciege
amor de los Padres pierde á los hijos.

Ñ: - = l Se s
S = # #32 % nia

2.32
La Hormiga, la Paloma, y el Cazador.

YAyó una Hormiga en el agua, y se aho


gaba. Viendolo una Paloma, que es
taba en un arbol vecino, le echó una ra
ma, con la qual se libertó la Hormiga. Lle
gó un Cazador, y armó sus lazos, para
prender á la paloma. La Hormiga el
pelu
- de Esopo. 273
peligro en que se hallaba su bienhechora.
Corrió luego, y dió un fuerte mordisco al
Cazador en el pie. Al ruido que éste hizo
para librarse de aquel dolor, la Paloma ad
virtió el peligro en que se hallaba, y se es
capó. , -

Amor con amor se paga, y hacer bien


- nunca se pierde.
e
r
y.

La Abeja, y Júpiter.
TT A Abeja, que es madre de la cera, fué
- TLa á hacer sacrificio á los Dioses, y ofre
ció á Júpiter la miel. Quedó muy conten
to el Dios Júpiter de este
- " - -
sias, y dóº. -
274 Fábulas , , , . .

dó que se le otorgase qualquiera gracia


que pidiese. Conociendo la Abeja, que el
Dios Júpiter le era muy propicio, le hizo
una súplica de esta manera: O Dios Júpi
ter suplico á tu Magestad, que concedas
á tu servidora esta gracia y merced : que
qualquiera que se allegare á las colmenas,
para hurtar la miel, y yo le mordiere, que
muera el tal luego.
Júpiter que amaba á los hombres, dis
currió maduramente sobre la gracia que la
Abeja pedia; y en fin lo resolvió de esta
manera: Bastante es que tú muerdas al que
te hurtare la miel: ahora añado que sitú
quando mordieres dexares el aguijon, mueras
tambien. .

Pidamos á Dios lo que nos convenga, él


sabe lo que nos ha de conceder. Muchas ve
ces pedimos cosas, que serian nuestra ruina,
si Dios nos las concediese.

El Dios Mercurio, y un Carpintero.


N la ribera de un rio cortaba madera un
- Carpintero, y cayósele el hacha den
tro del rio. El pobre Carpintero viendose
sin la hacha, con la qual ganaba su vida,
eomenzó á llorar, pidiendo socorro á Mer
curio en aquella necesidad. Oyendo esto
& Mer
Mercurio, movido de compasion, apare
cióle, y preguntóle la causa de su quexa.
El informado de todo, traxo el Dios Mer
curio una hacha de oro, y preguntóle ¿si
era aquella la hacha que habia perdido? El
qual respondió que no. Despues le enseñó
Mercurio una hacha de plata, y dixole ¿es
esta la hacha que has perdido? El Carpin
tero dixo que no. Entonces le enseñó una
de hierro. El Carpintero luego que la vió,
dixo ser suya. Aquí la tienes, dixo entón
ces el Dios Mercurio, y en premio de tu
bondad y hombría de bien, tomalas todas
V.- . S2 freS.
276 Fábulas
tres. Tomólas el Carpintero, y se fué muy
alegre á contar su buena dicha.
La virtud siempre halla su recompensa.
Contentate con lo tuyo, no codicies lo ageno.
La sinceridad siempre es loable.

El Hombre, y la Pulga.
TNA Pulga mordió á un Hombre, és
te quando se sintió herido, la cogió.
Quando iba á matarla, le dixo la Pulga:
Considera, Hombre, que yo no he hecho
mas que morderte, mas tú quieres quitar
me la vida. Esto lo habria yo merecido, si
hubiese intentado quitarte la tuya. Respon
* --- - dió
- ... de Esopo. -- 277
dió el Hombre: Si esto qué dices hubiese
estado en tu poder el hacerlo, no dudo lo
habrias hecho, pues á sangre fria has he
cho lo que has podido, y habiendo dicho
esto la mató.
Hombres hay que á sangre fria hacen to
do el mal que pueden hacer.

El Hombre, y las dos Mugeres.


N Hombre se hallaba ya en medio de
su edad, y amaba tiernamente á dos
Mugeres, la una vieja, y la otra moza, las
uales vivian todas en una misma casa. Ca
a una tenia el gusto de peynarlo, y de lim
plar
278 Fábulas
piarle la cabeza. La Muger jóven, paraque
no pareciese tan viejo, le quitaba todos los
cabellos blancos, que tenia. La Muger vieja,
para hacerle mas viejo á fin de que disgustase
á la jóven , le quitaba todos los cabellos me
gros. Por último, quedó el buen Heinbre
pelado.
Linda cosa es la Muger , pero si ella se
malea, mal te irá por bien que sea. Si quie
res estár á gusto, y vivir á tu placer, toma
de tu edad la Muger.

El Labrador, y sus Hijos.


N Labrador estando ya muy cercano á
la muerte, llamó á sus Hijos, y les di
XG 3
de Esopo. 279
xo: Hijos mios, antes que yo muera, de
seo instruiros de todo, y así os digo: que
yo dexo todos mis bienes en nuestra viña;
quando quisiereis partirlos entre vosotros,
buscadlos en ella, y allí los hallaréis. Des
pues de haber fallecido el Padre, se fueron
ellos á la viña á buscar los bienes que el Pa
dre habia dicho, y creyendo hallar un teso
ro, cabaron la viña con mucho afán, y con
todos los instrumentos que se necesitan para
cultivar la viña, y no hallaron el tesoro que
creían, pero como la viña fué muy bien ca
bada, dió mucho fruto aquel año; y par
tiendoselo entre sí, dixo uno de ellos: el
fruto de la viña es sin duda el tesoro que el
Padre nos ha dexado.
Del continuo trabajo se saca el tesoro. El
Hombre que tiene oficio, lleva consigo su pa
trimonio.

El Lobo, la Muger, y el Hijo.


N Lobo hambriento buscaba de comer
para sí, para la Loba, y para sus Hi
jos. Con mucha cautela y silencio, se acer
có á una casa de campo, con la esperan
za de pillar allí alguna cosa. Apenas llegó
el Lobo, oyó que una Madre decia á su
Hijo que lloraba: Si no callas, te es: al
- " . O
23e Fábulas

lli
III IIII m

l.
º E
-

º. ja

Lobo rabioso, paraque te coma. Creyendo


el Lobo estas palabras, pasó toda la noche,
esperando que la Madre le diese á su Hijo, se
gun se lo habia prometido. Mas el Hijo, des
pues que lloró mucho, de cansado se dur
mió, por lo qual perdió toda su esperanza
el Lobo, y se volvió á su cueva.
Luego que la Loba vió que volvia el Lo
bo con la misma hambre, dixole: Qué te
ha sucedido, como no traes alguna cosa,
pues te veo venir con la boca abierta y tris
te? Respondió el Lobo: no te maravilles
de esto; pues me ha engañado una Muger
fO
de Esopo. 28 r
toda la noche, prometiendome que me da
ria á su Hijo, porque lloraba, y al cabo no
me lo ha dado, y me ha hecho perder el
tiempo.
Todas las cosas del mundo muy variables
pueden ser; pero mas lo es la Muger. Quien
á Mugeres dú crédito, casi siempre queda
burlado.

¿
SS #º
Ss

La Tortuga, y el Aguila.
Ierto dia la Tortuga se enfadó de andar
siempre por la tierra, y suplicó al
Aguila que la levantase en el ayre lo mas
alto que fuese posible. El Aguila para dar
le gusto la tomó con sus uñas, y la subió
-
13S
282 Fábulas
mas alta que las nubes. La Tortuga vien
dose tan elevada, dixo: Mi Reyna, quánta
envidia me tienen ahora todos los anima
les, que me miran en tanta elevacion so
bre ellos! No pudiendo el Aguila sufrir mas
la vanidad de la Tortuga, la desamparó , y
cayendo desde lo alto sobre unas peñas se
rompió en muchas piezas, y de esta manera
castigó su orgullo.
Si la fortuna te sube, mira no te empines,
que son dudosos los fines.

r-NEcia la Langosta madre á su hija: Hija


- mia, tú deberias corregirte de un de
fec
".
- de Esopo. 283
fecto que noto en tí mucho tiempo hace,
y es que andas con las piernas torcidas;
# por qué no las enderezas? Respondió la
hija: Madre mia, yo no hago mas de lo
que vos haceis; si vos andais de la misma
manera, ¿cómo quereis que yo me corrija?
Es menester, Señora, que vos os corrijais
primero.
Antes que reprehendas á otro, mirate en
tu espejo, toma de mí este consejo.

Ne

El Borrico vestido con la piel de Leon. »


rTNA vez el Borrico se vistió con una
U piel de un Leon, que encontró Ca
-
en el
284 Fábulas
camino, y se fué al monte. Creyendo que
era un Leon, todos los animales espantados
huian de él; de suerte, que el espanto era
general en aquella comarca. Decia el Borri
co entre sí: O qué buen trage he tomado
Todos me respetan y huyen de mí. El Hom
bre que le habia perdido, é iba en busca de
él, viendole desde léjos no le conocia, y le
temia tambien; pero como la piel del Leon
no bastaba á cubrir sus largas orejas, co
noció que era el Borrico que buscaba, y
entónces á palos le quitó la piel, y le rom
pió las costillas.
Por mas que se vista de seda la Mona,
Mona se queda. Seas honesto en tu vestir,
viste siempre en el grado de tu oficio, ó de
tu estado.

La Rana Medico, y la Raposa.


Alió una Rana de sus lagunas, y se fué
entre los demás animales diciendoles
que era muy hábil en la medicina, y que les
curaria toda suerte de enfermedades. To
dos dieron credito á la jactancia, y vana
eloqüencia de la Rana. Viendo esto la Ra
posa dixoles: O qué locura es la vuestra:
Me maravillo mucho de vosotros. ¿Cómo
podeis pensar que la Rana puede curar la
. IIldS
de Esopo. 28s

mas pequeña enfermedad? Si ella fuése Mé


dico como pensais y ella os dice, siendo
hidrópica como es, y tan cargada de males
como está, ¿no se habria curado á sí misma
primero? No deis crédito á sus embustes, y
menos á quien se alaba á sí mismo. La Ra
na avergonzada se escapó luego, y se volvió
á la laguna.
No salgas fuera de tí donde quiera que
anduvieres, que te acuerdes de quien eres.
No te precies de saber lo que no sabes.
- -
--- y

Los
Los Perros.
Un Perro le pusieron un cencerro por
que mordia á quantos pasaban cerca
de él, á fin de que oyendo el ruido todos
se escapasen para no ser mordidos. Pero
el Perro creyendo, que le habian puesto
el cencerro para adorno de su persona, se
presentaba muy ufano, y no hacia caso de
los demás Perros. Un Perro viejo y experi
mentado, viendole tan altivo, y soberbio
le reprehendió con estas palabras: O loco
y desventurado! ¿Cómo eres tan necio, y
tan ignorante? ¿Crees tal vez que tu amo
te ha hecho algun honor en ponerte el
- C62Il
e" -- de Esopo. 28y
cencerro? No, pues sepas que este cen
- cerro es tu mayor menospreció, y un tes
timonio de tu malicia, paraque todos º se
guarden de tu traicion. Oyendo este desen
gaño, se fué lleno de confusion, y se es
condió en un lugar obscuro de donde jamás
salió.
Muchos convierten en substancia lo que les
daña, y hacen gala de su sambenito; temen
tan poco la mala fama, que se glorian de su
misma infamia.
-

El Camello, y Júpiter
TN L Camello, viendo á los Toros con
cuernos, estaba mal contento de sí,
- y
288 Fábulas
y se fué á presentar su quexa á Júpiter de
esta manera : Es cosa muy vergonzosa que
una tan gran bestia como yo, no tenga ni
armas, ni defensa alguna; pues los Toros
tienen cuernos, los Puercos dientes, los
Erizos puntas, los Gatos uñas, y así á pro
porcion todos los animales tienen con qué
defenderse. Por tanto, te ruego que me
dés cuernos como los de los Toros, para
defenderme de mis enemigos. Entónces Jú
piter enfadado le dixo: porque no estás con
tento con lo que te dió la naturaleza, te qui
to las orejas, y se las arrancó.
El que codicia lo ageno, merece que le qui
ten lo suyo. Contentate con lo que la naturale
za te dió. -

Los Compañeros.
TYOs hombres yendo por un camino,
prometieron ser compañeros íntimos,
convimiendo entre sí de no desampararse
jamás, por adversa que fuese la fortuna ó
la desgracia. Apenas habian hecho , este
convenio, quando les envistió un Oso. Vien
dose en este conflicto; el uno se subió en
un árbol lo mas presto que pudo; el otro
no tuvo otro remedio, que el de tender
se en el suelo sin respirar, haciendo el
muerto. Quando llegó el Oso volvió y re
volvió el que estaba tendido en el suelo, y
le
de Esop0. 289

le olió por largo rato en la boca, y pensando


que estaba muerto le dexó, y se fué para la
montaña. Despues que el Oso se fué, baxó el
otro del arbol, diciendo á su compañero:
Ruegote que me digas, ¿qué te decia el Oso,
quando te hablaba en la oreja? Respondió el
que habia estado tendido en el suelo: Cierta
mente me ha enseñado muchas doctrinas, y
en especial una, y es esta: Que en quanto
pueda me guarde de malas compañías, y di
chas estas palabras se apartó de su Compa
ñero, y se fué solo por otro camino, di
ciendo: Mas vale ir solo, que mal acompa
fíado. -

T Uila
29o Fábulas

Una Olla de cobre, y otra de barro.

TN rio salió de madre, y se llevó dos


- Ollas, la una de cobre, y la otra de
barro. El movimiento de las dos no era
igual, porque la de barro como mas lige
ra iba delante, y la de cobre mas atras,
pues era mas pesada. La de cobre pedia á
la de barro, que la esperase un poco, pa
ra ir en su compañía, que no temiese que
no la haria daño, ni mal alguno. Respon
dió la de barro; aunque yo creo tus pala
bras, no quiero esperarte; porque temo
que la corriente, y movimiento del agua,
I1O
de Esopo. 291.
no nos hiciese dar golpes, y todo el daño
vendria sobre mí, y así no conviene estar
demasiado cerca de tí.
Toma siempre compañero de tu estado, y
condicion. .

Los quatro Bueyes, y el Lobo.

Uatro grandes, y fuertes Bueyes hicie.


ron compañía, y tramaron estrecha
amistad. Iban juntos á pacer en los pra
dos, se defendian mutuamente de sus enemi
gos, y vivian en perpetua concordia. El
Lobo viendo que no podia nada con ellos,
porque estaban siempre muy unidos, pen
T2 só
292 Fábulas
só un medio como poderlos separar, y así
puso enemistades entre ellos, diciendo á ca
da uno en particular, que los otros se bur
laban de él, y que le aborrecian. De esta
manera logró, que el uno miráse con mal ojo
al otro, y que se recelase, y cautelase cada
uno de por sí. Y así creciendo la sospecha
entre ellos, se disminuyó la amistad, y con
cordia, en tanto, que ya iban solos á pacer.
Viendo el Lobo, que ya estaban separados,
y que no andaban en compañía, los iba ma
tando urio á uno. El último buey antes de
morir dixo estas palabras: En efecto mori
mos nosotros por nuestra culpa, porque di
mos credito á los malos consejos del Lobo;
pues si nosotros en concordia hubiesemos
permanecido, en ninguna manera el Lobo
nos hubiera acometido.
Aun á las cosas pequeñas aumento da la
concordia, y al contrario la discordia.

El
de Esopo. 293

s é
S2 RSNS %% \
-

a -

El Leon, el Toro, y el Chib0.

L Leon buscaba de qué comer, y halló


un Toro muy grande que pacia en un
prado. Viendo el Toro que el Leon le em
bestia, huyó luego á la montaña, buscan
do lugar seguro para esconderse. Llegó en
una cueva en la que vivia un Chibo, y que
ria entrar en ella. El Chibo con los cuer
nos le impedia la entrada; de manera que
por miedo del Leon pasó adelante, dicien
do así: Ahora yo sufro esta injuria; pero
sepas que no temo á tí, sino al Leon que
me sigue, y que otra vez me vengaré. Aho
la
294 Fábulas
ra soy desgraciado, mañana seré dichoso. -

Si la fortuna te es adversa, no te aflijas,


que muy presto suele mudar de gesto.

Júpiter , y la Mona.
J Upiter mandó un dia, que todos los ani
males viniesen á su presencia con sus
hijos; para ver qual de ellos era mas her
moso. Todos comparecieron , entre los
quales vino la mona con su hijo, y presen
tandolo delante de Júpiter, dixo así: O Jú
piter, tú sabes que yo llevo ventaja á to
dos, aunque algunos creen lo contrario.
Pero es cierto que mi hijo es el mas her
O
de Esopo. 295
moso de quantos veas aquí presentes. Oyen
a do estas palabras de la Mona, Júpiter em
pezó áreir, y dixo así: No te alabes á tí
misma, ni á tus cosas, sino serás escarneci
da, y menospreciada de todos.
El alabarse es de vanos, lo bueno que tú
tuvieres callarlo la prudencia te obliga, es
pera que otro lo diga.

El Pabo, y la Grulla.
TNL Pabo convidó á la Grulla á cenar, y
fué qüestion entre ellos sobre las vir
tudes, y prendas naturales de que estaban
dotados. Comenzó el Pabo á alabar sus
plu
296 Fábulas
plumas, diciendo que eran muy hermosas;
y abriendo su cola le decia: mira qué aba
nico tan rico; pero tú no tienes ninguna
disposicion agradable. Entónces respondió
la Grulla, y dixo así: Es verdad, confieso
que tú eres mas hermoso, y que tus plu
mas son mas lucientes; pero tú no puedes
volar por los ayres, y has de vivir á la faz
de la tierra. Yo aunque no tengo las plu
mas tan lucientes, y tan hermosas como las
tuyas, no obstante ellas me levantan, y ele
van hasta las nubes; y desde allí contem
plo las maravillas del mundo, y lo veo todo
debaxo mis pies. - -

Jamás á nadie menosprecies, ni alabes tu


hermosura, que es bien que poco dura. A los
menores que tú no tengas en menosprecio,
porque es condicion de necios.
El Tigre, y el Cazador.
Odas las fieras temian á un Cazador
muy famoso en el arte de la ballesta;
de suerte que no osaban salir de sus cue
vas, sin riesgo de su vida; y así vivian
los animales en continuo sobresalto. El Ti
gre valeroso los animaba, y les decia así:
No temais, que en quanto yo, pudiere os
ayudaré, y defenderé con mi fortaleza, y
OS
de Esopo. 297

os libraré de todos los peligros. La Zorra


le respondió, que se expondria temeraria
mente, pues no podia él solo ser mas fuer
te que los Cazadores. Pero él no hizo caso
de este consejo, y embistió á un Cazador
que estaba allí cerca. El Cazador preparó
el arco, y le disparó una saeta que le pa
só de parte á parte. Entonces el Tigre co
noció su ciega temeridad, y al mismo tiem
po lloraba su desgracia. -

Es la temeridad un ardimiento sin cordu


ra. Entónces comienza á estimar la vida el
temerario, quando está vecino á
-
ºrar l
--
298 Fábulas

El Sol, el Avariento, y el Embidioso.

Jº envió el Sol para exáminar las vo


luntades de los hombres. Luego se pre
sentaron dos delante del Sol, que eran de
condiciones muy diferentes, pues el uno
era avariento, y el otro embidioso, á los
quales dixo el Sol : ¿Qué es lo que pedís?
decidlo con la confianza de que os será
otorgado; y de lo que pidiere el primero
daré el doble al segundo. Oyendo esto el
Avariento, quiso que pidiese Prirel
-

*-- -
Il
de Esopo. 299
Embidioso, para tener el doble de lo que
él pediria, pensando que pediria riquezas.
El Embidioso viendo que él habia de ser
el primero en pedir, y que por lo mismo
el Avariento habia de recibir el doble que
él, no pudo encubrir su embidia, y así pi
dió, que á él le sacasen un ojo, para que
al Avariento le sacasen dos. El Sol oyendo
esta demanda, subió á Jupiter, y refirióle
quan grande era la embidia de los hom
bres: De modo, que muchos de buena ga
na padecen algun daño, porque otros pa
dezcan, y slentan mayores desgracias.
De los bienes que otro tenga, nunca tú ten
gas embidia, porque es una vivora que roe
sus propias entrañas.

El Pino, y la Mata.
N Pino muy hermoso, y alto, estando
cerca de una Mata con escarnio le de
cia: ¡Oh qué fea que estás Ni tienes dis
posicion alguna. En verdad no eres digna
que estés cerca de mí, ni debes participar
de mi sombra: porque yo soy alto, grande
y derecho, y casi llego á las nubes; de
suerte que sirvo para la construccion de
las casas, y de navíos, y para muchas otras
cosas. La Mata respondió: Tú estás muy
33
3oo. Fábulas

j
M), \ A N
s. Nº
gº-º

satisfecho de tu hermosura, y menosprecias


á los otros: pero vendrá tiempo en que te
cortarán las ramas, y perderás la lozanía, y
frondosidad que gozas.
A los menores que tú no tengas en menos
precio, porque es condicion de mecios.

El Pescador, y el Pez.
N Pescador en la orilla del mar sacó
- con el anzuelo un pequeño Pez. Di
xole el Pezecillo: Ruegote que tengas
compasion de mí, y que me des liber
tad, porque soy pequeñito, y no
- ---
-
º. T3S
de Esopo. 3or.

rás provecho de mí. Yo te prometo que


quando seré mas grande, volveré á esta ori
lla para que me cojas, y me prendas otra vez
con el anzuelo. Respondió el Pescador: Yo
no sé si serás tan tonto de cumplir tu pala
bra; pero sé bien que no soy tan necio que
me fie de tí, y que dexe lo cierto por lo
incierto.
El hombre no debe dexar aquello que se
gura, y pacificamente posee, por lo venidero
é incierto; porque segun dice el refran: mas
vale Paxaro en mano, que Buytre volando.

El
3os Fábulas

-
Eé==
sis
- EEEEE
=======rtrº
- -

El Joven, y el Ladron.
N hombre joven estaba sentado, y ar
rimado á un pozo. Vino un Ladron
con intencion de robarle. El hombre jo
ven conoció la mala intencion del La
dron, y fingió que lloraba, con muchos
extremos de dolor, y tristeza. Entónces le
preguntó el Ladron, ¿por qué te afliges de
esta manera? Ay! dixo el Mozo, yo vine
aquí con un cantaro de oro á Sacar agua,
y se me ha roto la soga, y se me ha cai
do el cantaro dentro del pozo. El Ladron
oyendo esto se quitó sus vestidos, y baxó
lue
de Esopo. 3o 3
luego al pozo para aprovecharse de lo que
el otro fingia que habia perdido. Mientras
XA que él estaba abajo, buscando lo que no ha
bia, el Mozo tomó los vestidos del Ladron,
y se fué al Lugar.
El malo muchas veces no advierte el peli
gro á que se arroja, porque le ciega su ma
licia, y cae en muchos precipicios

La Corneja sedienta.
Uºbeber,
Corneja sedienta fué á un pozo á
y encontró allí un cubo en
que habia un poco de agua, que el Ave no
podia alcanzar; pero como ella se moria
de sed, la necesidad la hizo valer de la as
tu
3o4 Fábulas
tucia. Por esto traxo con el pico muchas
¿? y las iba echando en el cubo,
asta que el agua subió, y así bebió, y apa.
gó su sed. --

Puede á veces mas el arte, y el ingenio que


la fuerza: por esto dice el refran, mas vale
arte que ingenio.

El Leon, y la Cabra.
N Leon hambriento vió una Cabra,
que pacia en una alta peña; y viendo
ue era inaccesible el subir allí, empezó
hablarle con palabras alhagüeñas, y le
decia: Amiga, qué haces aquí sobre estas
peñas, y lugares secos, donde no
3

de Esopo. 3o5
hallar frutos para comer. Dexa esa tierra
tan estéril, y baxate á los prados verdes
donde yo habito. Baxa, te digo otra vez.
Respondió la Cabra: Sí, tienes razon, yo
baxaré á pacer en estos prados con mucho
gusto; pero bien entendido, dixo ella con
un tono de burla, que esto será quando yo
no te veré mas en esta comarca.
A los viles y lisonjeros nunca tu casa les
abras, ni cures de sus palabras.

El Labrador, y el Toro.
N Labrador tenia un Toro que le em
bestia siempre con los cuernos, y de
terminó Serrarselos, pensando que así ne
le
«a
3o6 Fábulas
le haria daño. El Toro irritado por haber
perdido sus armas, escarvaba la tierra con
s los pies, de manera que llenaba á todos, y
al amo mismo de polvo y arena. Entonces
dixo el Labrador: ¿De qué me ha servido
la precaucion de cortar los cuernos al To
ro? Este es un malvado animal; pues aho
ra me hace mas daño con sus pies que no
me hacia estos dias pasados con su cabe
za, yo te entregaré al Carnicero, y allí
pagarás tu malicia. - -

Los hombres incorregibles son semejantes á


los Toros bravos, que vienen á parar en
manos de la Justicia; pues el castigo del in
corregible es la muerte. - :

. La Mona, y sus hijos.


U NaAmaba
Mona parió dos hijos de una vez.
y queria mas al uno que al
otro; de manera que al uno de continuo le
halagaba, al otro ninguna fiesta le hacia.
Sucedió que yendo la Mona por una Mon
taña con sus hijos, la envistió un Cazador
con los perros, y para escaparse de aquel
peligro, tomó en sus brazos el hijo que
mas amaba, y al otro le mandó que subie
se sobre sus espaldas; y de esta manera co
menzó á huir. Mas viendose acosada de
los perros, no tuvo otro arbitrio para li
brar
de Esopo. 3o7
------ - ---- .

brar su vida, que echar el hijo que llevaba


en sus brazos; como lo hizo; y quería tam
bien echar al otro, que tenia encima: sino
que él se agarró tan fuerte al cuello de su
madre, que no fué posible arrojarlo. Habien
do la Mona perdido al hijo que mas amaba,
comenzó á amar al otro, y hacerle muchas
caricias, apreciando entónces lo que antes
menospreciaba.
El amor del Padre debe ser igual con los
hijos , no debe manifestar mas afecto al uno
que al otro.
Tambien es un punto importante á los pa
dres el no amar demasiado á los hijos, porque
es perderlos el amarlos con un amor desorde
mado. V2. El
308 - Fábulas

El Caminante, y el Satiro.
N Caminante llegó á una montaña ás
pera, donde encontró muchas nieves;
de suerte que no se conocia el camino, ni
él sabia donde acogerse. Estando en este
conflicto vino á él un Satiro, y le dixo:
que entrase á su casa, que allí descansaria.
El Caminante aceptó el convite, y entró á.
casa del Satiro. Entónces el Satiro le hizo
sentar, y le dió de comer lo mejor que te
nia. Despues le traxo un vaso de vino ca
liente, para que calentase su estomago. Ha
lló el Caminaníe el vino demasiado calien
te, y soplaba en él para enfriarlo. Viendo
... ". 62S
"... - de Esopo. 3O
esto el Satiro, dixo: Ola? Yo advierto aho
ra que tú haces cosas contrarias con tu bo
ca, pues con ella calientas lo que es frio, .
y con ella enfrias lo que es caliente. Sal
luego de la montaña, y no vuelvas acá otra
vez, porque nosotros los Satiros no pode-.
mos sufrir hombres de dos caras.
Anda, que así sois los hombres, con una
cara halagais, y con la otra maldecis: en pre
sencia sots amigos, y en ausencia enemigos.

IAM l l NN WN
W")

sos
as
El Toro, y el Raton.

TN Toro fuerte y grande, estando echa


do para dar reposo á su cuerpo, era
molestado de un Raton, que con sus dien
teS
3Io Fábulas
tes chicos le mordia. El Toro se volvia de
una y otra parte para echar de sí al Raton.
Entónces el Raton se escordia á un agu
jero, y despues volvia á molestar al Toro,
esto lo hizo. tantas veces, que el Toro se
enojó mucho de ello, pues no se podia ven
gar de él, porque apenas le podia ver. El
Raton se burlaba del toro, y le dixo: Aun
que la naturaleza te haya dado el cuerpo
tan grande, y mucha fuerza, no puedes
hacerme daño; y yo me rio de tí.
No deben los poderosos menospreciar á sus
subditos por humildes que sean; porque has
ta un mosquito es malo por enemigo. Lo me
jor, y mas seguro es tratar bien á todos.

El Amade, y su dueño.

T Enia un hombre un Anade que cada dia


le ponia un huevo de oro en su nido.
Pero el hombre no estaba contento con es
to, y queria que le pusiese dos huevos ca
da dia. El Anade no pudo hartar la codi
cia de su dueño, y así cada dia ponia su
huevo, que era lo que mas podia ¿ El
hombre pensando sobre esfo, creyó que
el Anade tenia algun tesoro escondido
dentro de sí; y para enriquecerse de una
vez, mató al Anade, abrióle por la barri
8 d»
de Esopo 3II

ga, y buscó el tesoro por todas partes. No


hallando dentro del Anade nada de lo que
pensaba, conoció el mal que habia hecho,
y lloró por mucho tiempo su desventura,
nacida de su codicia.
Es menester que cada uno se contente con
lo que Dios le ha dado; pues, quien todo lo
quiere, todo lo pierde; y bien dice el re
fran: que la codicia rompe el saco.
312 Fàbulas

La moneda encomendada.
Yº un Español á la Meca, pasó por
Egypto; y conociendo que habia de
andar por tierras despobladas y desiertas,
temiendo los peligros del camino, deter
minó dexar encomendada la moneda que
traía á un hombre de fé y crédito, llevan
do consigo la que era menester, para su
sustento, y continuó su viage. Al volver de
la Meca pidió su dinero á aquel á quien
lo habia entregado. Este se lo negó, y di
xo que nunca habia visto fal hombre. El
-
Español oyendo esto se fué muy triste á
encontrará sus compañeros con quienes
: - vi
de Esopo. 313
vino de la Meca, á los quales les refirió el
caso, y les pidió consejo. Oyendo esto los
compañeros dixeron, que no podía ser que
aquel hombre le negase el dinero; porqueº
estaba reputado, y tenido por hombre de
bien. El Español se fué otra vez á encon
trarle y le pidió con mucha humildad y
buen modo el dinero que le habia enco
mendado; pero no pudo alcanzar nada, por
que él se lo negó otra vez, amenazando
le porque le infamaba. El Español se fué
muy triste, y encontró á una vieja vestida
de Peregrina con su bordon, que le dixo:
Señor, ¿qué tiene Vmd. alguna pena; pues
le veo muy triste y turbado? El Español le
refirió todo lo que le pasaba con aquel
hombre, á quien habia encomendado el
dinero. La buena vieja le comenzó á con
solar, diciendo, que tuviese buena espe
ranza, pues ella le daria medio como po
der recobrar el dinero. El Español dixo:
¿cómo podrá ser esto? Respondió ella: De
esta manera. Traeme un hombre de tu tier
ra, de quien tú fies. El le traxo su com
pañero: Al qual dixo la vieja: que manda
se hacer quatro caxitas pintadas, y por
afuera bien guarnecidas de plata y seda, y
las llenase de piedrecitas de la calle. Quan
do tengas estas caxitas prevenidas, las ha
- T3S
3I4 Fábulas \ -

rás llevar una despues de otra á la casa de


aquel que niega el dinero, dandole á enten
A der, que las quieres poner en su poder y
guarda. Al mismo tiempo que los hombres
º entraren en la casa con aquellas caxitas,
tú irás á ella, y le pedirás tu dinero en
presencia de todos, y mediante Dios lo con
seguirás. - -

El Español se fué, y cumplió todo lo que


la vieja le previno; y entrando su compa
fiero primero con los que traian las caxitas
en casa del que negó el dinero, dixo: Se
ñor, aquí están unos Mercaderes Españo
les, que traen piedras preciosas, oro, y
plata: los quales quieren pasar á la Meca;
y habiendo oido tu buena fama y fidelidad,
te suplican que les guardes estas quatro ca
xas hasta que vuelvan, porque no las quie
ren llevar consigo por temor de ser roba
dos en el camino. Al mismo tiempo te su
plican el secreto, porque no quieren que
se sepa, que tengan tan gran tesoro y ri
quezas. Quando ellos estaban diciendo es
tas palabras, llegó el Español, y le pidió
con mucha prisa el dinero. Entónces el
hombre que se lo habia negadó, temiendo
que los otros no retirasen las caxas, oyen
do las quexas del Español, le dixo: Ami
go, ¿cómo habeis tardado tanto á pedºs e
- de Esopo. 315
el dinero, que os tengo guardado? y lue
go se lo entregó. Dexaron allí las caxas y
quedó el buen hombre burlado. -

- Con piedra se prueba el oro, si es falso :


ó fino su nombre, mas ya el oro prueba al
h0mbre. -

El Lobo, y el Cabrito.
E" Cabrito pacía no muy lexos de su ca
V, sa en un prado. Viendole el Lobo se
llegó á él para matarlo. Quardo el Cabrito
vió al Lobo, se escapó á su casa, y se en
tró donde estaban los Carneros. El Lobo
Ya
viendo burladas sus esperanzas, determinó
tentarlo con palabras blandas, y de amis
tad,
316 Fábulas - -

tad, diciendole: ¿O animal imprudente y


loco, qué buscas tú en este lugar entre es
tos Carneros? ¿No vez como la tierra está
-
sangrienta y mojada de la sangre de los que
mata todos los dias el Carnicero? Ruegote
que no vivas aquí, donde no puedes espe
rar otra cosa sino la muerte. Sal luego , y
vuelvete al prado á pacer. Respondió el Cor
dero: O Señor Lobo, no tomes tanto cuida
do de mí, pues tus palabras no podrán al
canzar que yo me vaya de aquí; porque mas
quiero que el Carnicero me mate, que no
ser muerto por tí.
Si alguno, sin pedirlo tú, te quiere dar
consejo, mira que puede engañarte, y si tal
temes, no des credito á sus palabras.
El Raton, y el Gato.
TN Raton grande reñia muchas veces
con un Gato. Y dixo á un ratoncillo
que le daria buena paga, y le haria prin
cipal de su casa, si llevaba una carta al
Gato. El ratoncillo no entendiendo el en
gaño del Raton, tomó la carta, y empren
dió el camino. Estando cerca de un bos-.
que, dixo entre sí: La paga que me ha ofre
cido el Raton es grande; pero el viage es
eligroso; porque á donde voy, mas caso
ará de mí, que de la carta; y así no quie
. ..." rO
ro ir. Si el Raton tiene riñas con el Gato,
que se las componga; despues que yo habré
recibido algun daño, ó me habrán muerto,
el Raton no me lo recompensará.
ehemos siempre mirar lo que nos puede
QC 76 C67".

La prueba de la Amistad.

L Ucano Sábio de la Arabia, despues de


haber dado saludables consejos y doc
trinas á su hijo, le preguntó: Hijo mio,
dime, ¿quántos amigos tienes? Respondió
el hijo: Segun yo pienso, tengo mas de
- Clel
318 Fábulas

cien amigos. Dixole el padre: Hijo mio,


no puedes decir que uno es amigo tuyo,
hasta que lo hayas probado. Yo tengo mas
años que tú, y hasta ahora no he hallado
sino un medio amigo, y tú sin haberlos
probado dices que tienes cien? Pruebalos
primero antes de creer que son amigos.
Respondió el hijo: Padre ¿cómo los tengo
de probar? Dixo el Padre, prevente de es
ta manera. Mata un Becerro, metelo en un
saco, y haz que el saco quede un poco en
sangrentado de afuera. Llevalo á alguno de
estos amigos que tienes, y dile que es un
hombre que has muerto; y que le ruegas
- - CO
de Esopo. 319
como amigo, que te ayude á ocultar tu
delito y á enterrar al muerto, porque la
Justicia no te castigue. Asi los irás proban
do á todos, y entre tanto verás si encuen
tras á uno, que te sea amigo.
El hijo hizo quanto el Padre le aconse
jó, y el primer amigo á quien fué á encen
trar, respondió así: Amigo, vete allá con
tu muerto, no entres con él en casa, si co
metiste este delito, preparate para el cas
tigo. Yendo despues de un amigo á otro
amigo, requiriendolos con las mismas pala
bras, que le dixo el Padre, todos le res
pondieron casi del mismo modo: Amigo, el
easo es grave. y tal, que no conviene, que
entre en nuestras casas; allá te las hayas;
pues si tú cometiste este crimen, no nos
metas á nosotros en peligro.
Se volvió el hijo al Padre, y refirióle to
do lo que le habia pasado. El qual dixo en
tonces á su hijo : Hasta aquí has experi
mentado lo que dice el Filósofo: que mu
chos se llaman amigos; pero son pocos ó
ninguno en la realidad. Ahora vete á en
contrar á aquel medio amigo mio, y haz
con él la misma prueba, y veas lo que te
dirá. El hijo se fué á encontrarle, y le di
xo lo mismo que habia dicho á sus fingidos
amigos, diciendo que era un hombre que
- ha
32o Fábulas
habia muerto, &c. El qual le dixo: Entras
muchacho, porque no conviene manifes
tar este secreto á los vecinos., y despues
hizo que saliese de casa su muger y la fa
milia, y quedando solos, empezó á cabar
para enterrar el saco con el muerto sin que
nadie lo supiese ; pero no fué menester,
porque el hijo descubrió todo el hecho á
aquel hombre, y dandole las debidas gracias
se volvió á su Padre, y le refirió lo que le
habia pasado. Entonces dixo el Padre: de
semejantes amigos habla el Filósofo, quando
dice: Aquel es buen amigo, que te ayuda
en la necesidad.
Viendo el hijo que un medio amigo ha
cia esto, preguntó al Padre: ¿Viste jamás
á algun amigo entero? Respondió el Pa
dre: No lo he visto jamás; pero lo he oí
do contar una vez. Pidióle el hijo entónces
que se lo refiriese. Dixo el Padre: lo que
oí contar fué de dos Mercaderes, de los
¿ el uno vivia en Egypto y el otro en
eldach, y solo se conoeian de oidas, y por
cartas que se enviaban uno á otro por ra
zon de comercio. Pasado algun tiempo el
Mercader de Beldach se fué á Egypto, sa
lió su amigo á recibirle, y se lo llevó á su
casa, sirviendole y tratandole con la ma
yor amistad. Estando allí muy regalado el
Mer
de Esopo. 32I
Mercader de Beldach, cayó gravemente en
fermo. Su amigo llamó á los Médicos de
aquella ciudad, los quales vinieron, y to
maronle el pulso, dixeron que su enferme
dad no era del cuerpo, sino del ánimo, ó,
bien que estaba enamorado, ó que tenia
mucha codicia. Oida la relacion de los Mé
dicos el Mercader de Egipto se fué al de
Beldach, y le dixo: Si había en casa alguna
muger, de la qual estuviese él enamorado,
y fuése causa de su enfermedad. Respon
dió el enfermo : Muestrame todas las mu
geres de la casa, que te diré la verdad. El
Mercader de Egipto hizo poner delante
de él todas las mugeres de su casa. Entre
ellas habia una muchacha muy hermosa, á
la qual amaba mucho el Mercader de Egip
to, y la tenia para casarse con ella. Vien
dola el de Beldach, dixo: Amigo. de esta
depende mi vida, ó mi muerte. Oidas estas
palabras, y sin dilacion luego le entregó
aquella muchacha por muger, y casando
se con ella, cobró al instante la salud, y
se volvió á su tierra.
Despues de algun tiempo sucedió qu
aquel Mercader de Egipto perdió todos sus
bienes, y se vió reducido á la mayor mise
ria. Deliberó entónces ir á ampararse de
aquel amigo que tenia en Beldach. Llegó
X- - allí
322 Fábulas
allí una noche, y muy triste, y desconsola
do se fué al Templo. Quando salió, vió
que dos hombres reñian, y que el uno ma
tó al otro, y se escapó, quedandose él allí
aturdido. Los vecinos que oyeron el ruido,
salieron á vér qué cosa era, y hallaron un
hombre muerto. Buscaron luego quien ha
bia sido el agresor, y hallando solo el Mer
cader de Egipto, le prendieron, y pre
guntaron, si él habia muerto aquel hom
bre. El Mercader, que cansado de su des
gracia deseaba morir, dixo: sí, yo le ma
té. Oido esto le llevaron á los Jueces, los
quales le condenaron á la horca. Acudió
mucho gentío á ver la sentencia, segun
costumbre, y entre otros fué tambien su
amigo, á quien habia hospedado en su ca
sa, y viendo que el que llevaban á la hor
ca era su amigo de Egipto, acordandose,
de los muchos beneficios que habia recibi
do de él, deliberó, y determinó padecer la
muerte, y el suplicio por él, y dixo en voz
alta: O Jueces! ¿por qué condenasteis, y
quereis matar á quien no tiene culpa? Es
- te que llevais al suplicio no merece la muer
te; yo soy el que la merezco; pues yo fuí.
el que mató al hombre. Los Jueces oyen
do esto le prendieron, y condenaron á
muerte, y dieron libertad al de Egipto. Pero
- el
de Esopo. 323
el hombre que verdaderamente habia he
cho la muerte, estuvo presente á todas es
tas cosas; y viendo la fidelidad, y amor
grande de dichos dos amigos , y que el
uno queria morir por el otro, no pudo di
simular mas; é instigado de su propia con
ciencia, se fué á los Jueces, y dixo: Oíd,
Señores. La Justicia Divina me castigaria
gravemente, si yo no confesaba mi delito.
Yo fuí, quien mató á aquel hombre, que
hallasteis en la calle, no dudeis , esto es
cierto, y no puedo sufrir que muera este
inocente. Yo soy el culpado, condenadme
á mí, que estoy pronto á padecer la pena.
Los Jueces, viendo un caso tan extraño,
conduxeron á los tres en presencia del
Rey, refiriendole de qué manera, y forma
todo habia pasado. El Rey, oyendo que el
culpado habia confesado la culpa tan inge
nuamente , solo con el fin de librar á un
inocente, le perdonó la vida. El Mercader
de Beldach llevó á su casa al de Egipto, y
consolandole en sus desgracias, le dixo:
Si quieres vivir en mi compañía todo quan
to yo tengo será tuyo; pero si quieres vol
verte á tu tierra, partamos todo quanto
yo tengo en partes iguales, y toma una
arte, y yo me quedaré con la otra. Lo
icieron así: el Mercader de Egipto tomó
X2 la
324 - Fábulas
la mitad de los bienes que le dió su amigo,
y se volvió á su tierra.
Acabada esta historia, dixo el hijo á su
Padre: Un amigo como este jamás pienso,
ni espero encontrar.
Las desdichas de tu amigo, si fueres amigo
fiel. las has de sentir como él.
Probarás á tus amigos; sabe lo que tienes
en ellos que no es malo conocerlos.


La sentencia de una Casa
N hombre estando cercano á la muer
te dexó á su hijo en testamento una
sola casa que tenia. El hijo vivia de su tra
bajo, y algunas veces padecia hambre; pe
-- " - TO
de Esopo. 325
ro nunca que vender su casa por tener
una memoria de su Padre. Un vecino suyo,
que era rico, y codicioso, procuraba todos
los medios para poseer dicha casa, pero
conociendo el mozo sus astucias, y enga
ños, huia de su compañía paraque no lo
engañase. Un dia el vecino llegóse al mo
zo, y le dixo; Supuesto que tú no me quie
res vender la casa, á lo menos te pido que
me alquiles una parte de ella, para tener
allí diez toneles de aceyte, y tú me los
guardarás. El mozo no temiendo ningun
engaño, alquilóle una camara de su casa,
y se fué á trabajar. Mientras él estaba fue
ra de su casa, entró el vecino en ella cin
co toneles llenos de aceyte, y otros cinco
medio llenos, y quando el mozo llegó, le
entregó las llaves de la camara, y dixole:
A tí encomiendo estos diez toneles llenos
de aceyte, guardalos bien, saludóle, y se
fué. El mozo creyó que todos diez toneles
estaban lienos, porque no pensaba que un
hombre le engañase. Pasado algun tiem
po, quando el aceyte se vendia muy earo,
dixo el vecino al mozo, saquemos el acey
te que está en tu casa para venderlo, y te
pagaré el alquiler. Fuéron los dos á sacar
el aceyte, y hallando cinco toneles llenos, y
cinco medio llenos, dixo el vecino al mo
Z0 :
326 Fábulas
zo: Tú me has robado el aceyte , que te
encomendé. El mozo dixo entónces: Se
ñor, yo no he robado el aceyte. Oyendo
esto el vecino le acusó ante el Juez. El mo
zo respondió á la acusacion, y dixo: ¿
no negaba haber recibido los diez toneles
de aceyte; pero que él era inocente, y que
pedia tiempo para responder, y probar su
inocencia. El Juez le concedió la dilacion
precisa; y durante este tiempo fué á pe
dir consejo á un Filósofo, hombre de bien,
y abogado de los pobres, y declarandole
toda la verdad del hecho, afirmóle con ju
ramento que era injustamente acusado. El
Filósofo conociendo la sencillez, y verdad
del mozo, movido de compasion dixole:
Hijo, confia, que yo te ayudaré; pues la
verdad debe ser preferida- al engaño, y se
fué con él ante el Rey, el qual habiendo
oido una, y otra parte, dixo el Rey al Fi
lósofo: Te cometo esta causa, paraque tú
dés una sentencia justa. El Filósofo obede
ciendo el mandamiento del Rey, dixo de
esta manera: El vecino es hombre rico, y
de buena fama, y no podemos pensar que
pida una cosa injusta; pero tampoco pode
mos creer que este mozo de quien no he
mos oido jamás cosa mala, haya robado el
aceyte. Así pues paraque se evidencie la
- Ver
de Esopo. 327
verdad, vease la cantidad de heces que
hay en los cinco toneles llenos, y las que
hay en los cinco medio llenos. Si las canti
dades son iguales; seguramente el mozo
habrá robado el aceyte; si son desiguales
no habrá nunca habido en los medio lle
nos , tanto aceyte, como dice el vecino, y
así habrá engaño sin duda de parte del ve
cino. Se hizo la prueba, y se hallaron do
bladas heces en los toneles llenos que en
los otros medio llenos. Entónces reprehen
dieron al vecino, y dando muchas gracias al
Filósofo, dexaron en paz al mozo.
Quando no tengas razon, no reyne en tu
pensamiento algun loco atrevimiento.
-- La Sentencia justa. -

Uº Mercader perdió una bolsa con


/... mil florines en una calle. Un hombre
pobre la halló, la llevó á su casa, y la dió
á su muger paraque la guardase. La qual
dixo con mucha alegría: No tengas miedo
que los dé á nadie, si el Señor nos dió es
tos bienes, guardemoslos. Otro dia se pre
gonó por la ciudad: que un hombre habia
perdido mil florines, y que prometia cien
florines de hallazgo al que se los restitu
yese. -

El hombre que los halló, dixo á su mu


- ger:
328 Fábulas

ger: Volvamos estos mil florines, y ten


drémos los cien que nos dán de hallazgo,
los quales nos aprovecharán mas que los
mil, pues los retendriamos injustamente,
y los dieron al que los habia perdido. El
Mercader así que los vió dixo al pobre:
Aun no me has vuelto todo lo que hallas
te, pues faltan aquí quatro cientos. El po
bre decia que no habia hallado mas de los
mil. Estando en esta contienda se fuéron
ante el Juez, en cuyo poder depositaron
los mil florines. Mandó el Juez que un Fi
lósofo decidiese la qüestion. El Filósofo di
xo al pobre: Amigo, dime la verda ¿ha
3.S-

- —-
de Esopo. - 329
llaste mas de los mil florines? Respondió el
pobre: Sabe Dios, que restituí todo quan
to hallé. Entónces dixo el Filósofo: Este
hombre es rico, de buen credito, y mu
chos testigos trae, no es de creer que pi
da sino lo justo, y aquello que realmente
¿º Este pobre tambien tiene buena
ama, al qual no menos se debe creer, ma
yormente habiendo vuelto estos mil flori
nes, que habia hallado en la calle, los qua
les pudiera retener, si quisiera, y dice ha
ber vuelto todo lo que halló. Por tanto mi
sentencia es que se dén cien florines al po
bre porque ha entregado los mil, y que se
pongan en deposito los restantes; porque
segun parece no son los que perdió el Mér
cader, pues dice que perdió mil quatro
cientos, y quando parezcan se le darán.
Esta sentencia gustó á todos los que esta
ban allí presentes. El Mercader dixo entón
ces: Señor, yo confieso mi culpa, y voy á
deciros la verdad. Estos mil florines son
mios, pues yo queria defraudar á este pobre
los cien florines que le habia prometido. El
Juez por un efecto de su clemencia, man
dó que se le volviesen los mil florines, des
contando los cien que habian dado al po
bre.
Cumple siempre la palabra, aunque la
dés
33O - Fábulas, .
dés á un Moro, pues es un precioso tesoro.
Guardate de prometer, mas si prometer qui
sieres, cumple lo que prometieres. -

Los tres Compañeros.


Res Compañeros, los dos Ciudadanos,
- y el otro del Campo, iban á la Meca,
y les faltó la comida en el camino; de ma
nera que no temian otra cosa sino un poco
de harina que solo bastaba para hacer un
pequeño pan. Los Ciudadanos dixeron en
tre sí: Poco pan tenemos, y nuestro com
pañero es grande comilon , lo mejor será
que nos lo comamos nosotros dos mien
tras él durmiere, y amasaron el pan, y le
CO
de Esopo. " 331
cocieron. Despues llamaron al otro com
pañero, y le dixeron: Tú ya vés que tene
mos poco pan, lo mejor será que se lo co
ma uno solo, y para saber qual de los tres
ha de ser, hemos determinado hacerlo de
esta manera: Durmamos todos, y aquel
que tuviere mas maravilloso sueño, se co
merá el pan. Convinieron todos, y echaron
se á dormir. El Compañero del Campo co
noció el engaño, y quando los dos dor
mian, sacó el pan, y se lo comió, y volvió.
se á dormir. Poco despues el uno de los
dos compañeros se levantó como espanta
do de un maravilloso sueño, al qual pre
guntó el otro compañero: ¿Amigo, qué
es esto? Respondió él: Pareciame, que
dos Angeles abriendo las puertas del Cie
lo, me llamaban delante del trono del Se
ñor con mucho gozo. Grande sueño ha si
do este; mas yo he tenido otro mas mara
villoso: Pues pareciame que dos Angeles
malos por tierra firme me llevaban al in
fierno. El Compañero del Campo que oyó
todo lo que ellos decian, hizo como que
dispertaba, y así que los vió, huyó de ellos,
fingiendo un grande espanto. Uno de los
otros dos le dixo: ¿De qué huyes? Respon
dió él: ¿No he de huir? ¿Quién sois voso
tros? Ellos dixeron: Tus Compañeros so
IIIOSe
332 ... Fábulas
mos. El les preguntó: ¿Cómo os volvisteís
Respondieron: Nunca nos partimos de aquí,
¿cómo hablas de nuestra vuelta? Dixo en
tónces el del Campo: Parecióme que dos
Angeles abriendo las puertas del Cielo, se
llevaron el uno de vosotros delante del
Señor; y que dos Angeles malos se lleva
ban al otro arrastrando al infierno, y pen
sé que nunca volveriais; pues yo nunca he
oído que nadie haya vuelto ni del Cielo,
ni del infierno, por consiguiente me levan
té, y me comí el pan,
El desengaño que en el mundo mas asombra,
es que un engaño se deshaga con otro engaño,
y que un hombre engañe á otro hombre.

El Labrador, y la Avecilla.
N Labrador iba todas las mañanas á una
- huerta, que tenia para divertirse con
el canto de las aves. Se sentaba debaxo de
un árbol, en el qual se ponia siempre una
Avecilla, cuyo canto le gustaba mas que
el de las otras. No contento de esto deter
minó el buen hombre prenderla para lle
varla á su casa, pensando que allí le diver
tiria mas. En efecto le armó un lazo, y la
prendió. La Avecilla viendose presa dixo
al hombre: ¿Por qué me has prendido?
Respondió el Labrador: Yo te he prendi
- - do
de Esop0. 333

do por tu canto dulce, y suave, que alegra


mi corazon. Dixo la Avecilla: En vano has
trabajado, pues yo no cantaré. El Labra
dor le dixo entónces : Si no cantas, yo te
mataré, y despues te comeré. Preguntó la
Avecilla: ¿De qué manera me comerás? Si
me cueces con agua el bocado será peque
fio: Si me asas será mucho menor; y así
dame libertad, que yo te enseñaré tres co
sas que te serán de mas provecho. Entón
ces el Labrador creyendose hacerse rico
con lo que le enseñaria la Avecilla, la sol
tó de sus manos, y ella puesta en libertad
dixole así: La primera cosa que te quiero
62II -
334. Fábulas,
enseñar es esta : que no creas todas las pa
labras que oyeres, en especial aquellas que
no parecen verdaderas. La segunda; que
guardes lo que es tuyo, y que te conten
tes con ello. La tercera; que no te duelas
de las cosas perdidas, las quales no puedes
cobrar.
Dichas estas palabras, cantó dulcemen
te el Ave esta cancion: Bendito sea el Se
ñor, que ha permitido que este Labrador
me diese libertad. Pero si este hombre hu
biese sabido, que yo llevo en mis entrañas
una piedra preciosa, llamada Jacinto, cier
tamente no me habria soltado, y me ha
bria muerto, para poseer este tesoro. Al
oir esto el Labrador, lleno de dolor, y llo
rando dixo: O desventurado de mí! Por
que creí las palabras de la Avecilla, dicien
dome que la soltase; pues yo me habria
enriquecido! Al qual respondió élla: O lo
co, por qué te atormentas? Presto has ol
vidado la doctrina que te dí. ¿Tú crees que
una Ave tan pequeña como yo, puede traer
en sus entrañas una piedra que pese una
onza? No te acuerdas que te dixe: que no
creyeses todas las palabras? Además, si
era tuya pues me prendiste, ¿por qué no
me guardaste? Finalmente: si tú perdis
te la tal piedra; supuesto que ahora no la
pue
de Esopo. 335.
puedes cobrar, á por qué te dueles de ella?
Bien conozco que no te acuerdas de las tres
doctrinas que te dí; dicho esto la Avecilla
-

- se fué, quedando el honbre muy descon


teIntO.
Ninguna cosa hay mas rica en esta vida
de viento, como el hombre estár contento.

S
Ñs

El Filósofo, y el Giboso.

UN Filósofo tuvo el honor de presentar


L) al Rey unos versos que habia com
puesto en elogio de su Magestad. El Rey
quiso premiar al Filósofo, y dixole: Pide
lo que quieras con arreglo, que te será
COIl
336 Fábulas
concedido. El Filósofo pidió al Rey, que
le hiciese portero de la ciudad por un mes,
con esta condicion, que todos los que tu
viesen algun defecto corporal, y pasasen
por aquella puerta, que le pagasen por ca
da defecto un dinero. El Rey se lo otorgó,
y le mandó dar un privilegio sellado. Es
tando ya el Filósofo en exercicio, y sentado
en la puerta de la ciudad, llegó un Gibo
so cubierto con una capa, y al ir á entrar
por la puerta, el Filósofo le pidió un dine
ro, diciendo que era Giboso. No querien
do él pagar el dinero, el Filósofo le quitó,
y tomó la capa, y al descubrirle, vió que
era tuerto, y le dixo: dos dineros has de
pagar, pues eres Giboso, y tuerto. No que
riendo él pagar los dineros, el Filósofo le
quitó el sombrero de la cabeza, y vió en
tónces que tenia sarna, y así le dixo: tres
dineros debes. pagar, porque eres Giboso,
tuerto y tienes sarna. No queriendo él
gar los tres dineros, el Filósofo le enseñó
el privilegio, y entónces fué preciso que pa
gase tres por lo que al principio no le ha
bria costado sino uno.
No busques dilaciones, haz de grado, y
placer, lo que por fuerza ha de ser.

Eas
Las Fábulas.

niño se deleytaba mucho en oir fá


bulas ó cuentos, y pedia muchas ve
ces á su maestro que le refiriese algunas.
Al qual dixo el maestro: Hijo, cuydado no
te acontezca, lo que aconteció á un Rey
con un Filósofo. El niño dixo entónces:
maestro mio, decidme como"fué esto. Di
xo el maestro: Un Rey tenia un Filósofo,
que cada vez que el Rey queria divertirse,
le había de contar cinco fábulas. Una no
che no podia dormir el Rey, y mandó al
Filósofo, que le contase muchas fábulas á
- Y IllS
338 Fábulas,
mas de las cinco que acostumbraba. El
Filósofo algo cansado, se las referia muy
breves. El Rey le dixo entónces: Muy bre
ves son estas fábulas, cuentame alguna que
sea mas larga. El Filósofo empezó de esta
manera; Cierta vez un Labrador pudo jun
tar mas de mil libras, y se fué á una feria
á comprar dos mil Ovejas, y volviendo á
su casa, crecieron tanto los rios, que no
podián pasar las Ovejas por el puente. Es
taba el Labrador con muchos cuidados por
no saber como pasar las Ovejas. En fin vió
una barquilla, en que podian pasar una ó
dos Ovejas cada vez; y así comenzó á pa
sar las Ovejas de dos en dos. Refiriendo
esto se durmió el Filósofo; pero el Rey le
dispertó, y le dixo: Acaba de referir la fá
bula. El Filósofo respondió: Señor, este
rio es muy grande, la barca pequeña, y
las Ovejas muchas. Dexa pasar el Labrador
con todas sus Ovejas, y despues acabaré
la fábula. Con estas palabras se contentó
el Rey, y se durmió. Dixo entónces el maes
tro al niño: Hijo, si de aquí en adelante me
enfadas, diciendome que te cuente fábulas,
yo te referiré este exemplo. -

Muchos hombres hay pesados, no lo seas


con ningul0, huyc de ser uno de ellos, no seas
jamás importuno.
- El
de Esopo. 339

W
¿H
Ñ y
y
El Labrador, el Lobo, la Raposa, y el
- Queso.
UN Labrador tenía unos bueyes que no
querian arar la tierra, y enfadado mu
chas veces, decia: Ojalá os comiesen los
Lobos, porque no quereis arar bien. Un
Lobo oyendo esto estuvo todo un dia es
perando, quando se los daria el Labrador.
Vino la noche, y el Lobo viendo que en
vano habia esperado todo el dia, pues el
Labrador se iba con los Bueyes á su casa,
dixo al Labrador: muchas veces me has
prometido los Bueyes, cumple hoy lo que
prometiste, que yo estoy pronto para re
Y2 ci
34O Fábulas -

cibirlos. Respondió el Labrador: Es ver


dad, yo te los he prometido, pero sin in
tencion de cumplir la promesa. Dixo en
tónces el Lobo: no te partirás de aquí, si
no me cumples la palabra. Tuvieron esta
contienda por largo rato, y no pudiendo
convenir entre sí, acordaron en que la Ra
posa decidiese su qüestion. Fueron á en
contrar la Raposa, y le refirieron el caso.
La Raposa, habiendo oido la qüestion, di
xo: Para que yo pueda hacer Justicia, quie
ro hablar á cada uno de vosotros separa
damente. Convinieron en esto los dos. La
Raposa habló primero con el Labrador, y
le dixo: Tú me darás un par de gallinas
ara mí, y yo haré que tú te quedes con
os Bueyes. El Labrador dixo que sí. Des
pues dixo al Lobo: , Amigo, yo he dicho
al Labrador que te dé un queso, y que tú
desistirás de la pretension que tienes con
tra él. Convino el Lobo en esto, agrade
ciendoselo mucho. Dixo entónces la Rapo
sa al Labrador que se fuese con los Bue
yes; y despues al Lobo dixole que la si
guiese, que le daria el queso. Llevó la Ra
posa al Lobo de una parte á otra, espe
rando que saliese la luna. Salida ya la lu
na lo llevó á un ¿ donde mostrando
le la sombra que hacia la luna en el agua,
di
de Esopo. - 34I
dixole: Amigo, mira aquí dentre tienes el
queso, y muy grande, baxa, sacalo con
tigo. El Lobo respondió: O amiga, tú me
debes entregar el queso, y por lo mismo
baxa tú, y si no pudieres subir con él, yo
te ayudaré. La Raposa consintió en esto,
pero con astucia. Habia en el pozo dos cu
bos grandes atados en una soga , con que
se sacaba agua, de tal modo que quando
uno subia el otro baxaba. La Raposa entró
en un cubo, y con el peso baxó al pozo, y
allí estuvo mucho tiempo. Viendo que nun
ca subia, le dixo el Lobo desde arriba: Ami
ga, dime, ¿por qué tardas tanto? ¿Que no
sacas el queso? Ella respondió: Amigo, tan
grande es, es que yo sola no lo puedo sacar,
baxa en el otro cubo para ayudarme. El
Lobo, entrando en el cubo, comenzó de
baxar, y como era mas pesado , hizo su
bir el otro cubo con la Raposa. Quando la
Raposa se vió á la boca del pozo, con mu
cho gozo saltó á fuera, dexando al Lobo
dentro del pozo. Desde arriba decia la Ra
osa al Lobo. Dexaste el bien presente por
o venidero é incierto, ahora no tienes ni
Bueyes ni Queso.
Las cosas que son inciertas, por ciertas ns.
has de tener, pues no sabes si han de ser.
E?
, La Tempestad, y la Olla.
TNAbricó un Alfarero una Olla, y valióse
T, de toda su arte para hacerla perfecta,
y para que mejor se cociese, y con breve
dad se secase, la puso al ayre. Vino despues
una grande tempestad de viento y lluvia,
la que acercandose á la Olla, preguntóle:
¿Qué cosa eres tú? ¿Cómo te llamas?. Ella
olvidandose que era de lodo, dixo en to
no de yanidad: Tengo por nombre Olla,
formada por mano del Alfarero con arte é
ingenio: de suerte que quedé Olla con per
feccion. Le dixo entónces la tempestad de
esta manera: Aunque tengas por nombre
- - - Olla,
de Esopo. 343
Olla, y estés bien trabajada segun presumes,
de aquí á poco has de reducirte en aquello
de que eres hecha, destruyendote yo con
agua, pues no eres otra cosa sino vil tierra.
Dichas estas palabras llovió mucho: y la
Olla, que todavia no estaba cocida, se des
hizo en tierra.
En el linage no encumbres tan altos los
pensamientos, que desafies los vientos.
Acuerdate de quien eres, y de qué estás
compuesto.

El Rey, y el Sustre.
N Rey tenia un maestro Sastre muy
bueno, y mandóle que hiciese un ves
ti
344 Fábulas
tido precioso para sí, y otros para su fami
lia , y que esto fuese con la mayor breve
dad. Dispuso que su Mayordomo diese to
do lo necesario al Sastre, y abundante co
mida todos los dias para él y para sus dis
cípulos, entre los quales habia uno que se
llamaba Nedio, que excedia á todos en co
ser. Un dia les dió el Mayordomo pan ca
liente con miel, y mandó que guardasen
de aquella miel para Nedio, que estaba au
sente, y dixo el Maestro: No come Nedio
miel, y se la comieron toda ellos. Despues
de comer vino Nedio, y dixo: ¿Por qué co
miste sin mí, y aun me parece que no me
guardaste mi parte? Respondió el Mayor
domo: Tu Maestro dixo que no comias
miel, por esta razon no te hemos guarda
do la parte que te tocaba. El calló por en
tónces, esperando ocasion de hacer otra
burla al maestro. Un dia estando el Sastre
ausente, preguntó el Mayordomo á Ne
dio, si en algun tiempo habia visto mejor
Sastre, que su Maestro. Señor, respondió
Nedio, muy buen Sastre sería mi Maestro,
si no le atormentase cierta enfermedad. Di
xo el Mayordomo ¿qué enfermedad pade
ce el Sastre? Nedio respondió: Mi amo es
frenetico en tanto grado, que quando le
dá este mal quiere matar á todo el mundo.
- - Di
- de Esopo. 345
Dixo el Mayordomo: si yo supiese quan
do le viene este mal, yo le haria atar muy
fuerte, porque no hiciese daño á nadie.
Dixo Nedio : Quando tú vieres, que él mi
ra sobre la mesa á una y otra parte, dan
do golpes de mano en ella, sepas que en
tónces le viene su mal, y si no te apartas,
te dará igualmente que á nosotros. El Ma
yordomo dió las gracias á Nedio de haber
le avisado. y se puso de prevencion. El día
siguiente Nedio escondió con prevencion las
tixeras: Buscandolas su Maestro, miraba
una y otra parte, y no hallandolas, da
ba con la mano sobre la mesa. Luego que
vió esto el Mayordomo, que se hallaba allí
presente, mandó que le atasen, porque
no hiriese á alguno, y le heria á palos
El Sastre, que no sabia lo que era esto,
daba muchas voces, diciendo: 3 por qué le
herian sin razon y sin culpa? Quando es,
tuvieron ya cansados de darle de palos, le
respondió el Mayordomo : Esto lo hemos
hecho por tu mismo bien y provecho; pues
Nedio nos ha dicho, que algunas veces te
enfurecias, de manera que si no te ataban
y castigaban, herias á todos los que se ha
llaban presentes, por esta razon lo he yo
mandado. Entónces dixo el Sastre á Nedio:
O malvado y cruel, ¿quándo me viste tú
621
346 Fábulas,
enfurecido? Respondió Nedio : Entónces
quando dixiste que yo no comia miel. El
Mayordomo, y todos los que estaban allí
presentes que oyeron estas palabras, cono
cieron entónces que era una burla que hizo
Nedio á su Maestro, y le reprehendieron.
En quantas cosas tratares de qualquiera
calidad, habla siempre la verdad. A tu amo
si fiel eres, en público has de alabarlo, y en
secreto avisarl0. -

- La Mona, y las Nueces.


Na Mona estando debaxo un nogal, y
habiendo oido que las nueces eran
muy sabrosas, se subió al árbol, y toman
do
de Esopo. 347
do una puez, sin quitarle la cáscara verde,
se la queria comer. Hallandola amarga la
echó abaxo. Probó otras, y hallandolas amar
gas, como la primera, se enfadó, y dixo:
Malditos sean los que me dixeron que las
nueces eran muy sabrosas , ciertamente me
han engañado, pues yo no he probado nun
ca cosa tan amarga. Y aborreció el nogal to
da su vida. - - —

Ten paciencia, que hasta al fin nadie es


dichoso. - -

Aquelóo transformado en Serpiente, en Toro


y en Monstruo marino.
C la Gentilidad que Aquelóo peleó
U, una vez con el fuerte y valeroso Her
" - -- cu
348 Fábulas
cules su rival, pero quedó vencido. Inme
diatamente tomó la figura de una serpien
te, baxo la qual fué vencido tambien: des
pues tomó la figura de un toro, con la que
fué vencido tercera vez; porque Hercules
le agarró por las hastas, le echo á tierra,
le arrancó una de ellas; y convirtiendo
le en monstruo marino, le arrojó al rio
Toas.
No riñas con quien puede mas que tú. Los
pequeños perecen, quando quieren competir
con los grandes; y -así no se las apuestas-á
los mayores.

-
El Loco, y el Cazador.
\

N la ciudad de Milan habia un famoso


Médico, que curaba á los locos de es:
ta manera: Tenia en casa un corral donde
habia una laguna ó balsa de agua, y des
nudando á los locos, los ponia dentro del
agua, atados en una grande piedra para
que no pudiesen salir, y permanecian allí,
hasta que estaban curados de la locura. Uno
de los locos que allí habia, pidió un dia al
Médico que le sacase del agua, pues ya es
taba sano. El Médico le sacó luego, pero
le dixo que de ninguna manera se moviese
del corral, y que no saliese de la puerta.
Es
de Esopo. 349

Estando un dia el loco á la puerta del cor


ral, vió venir un hombre ácaballo con un
halcon en la mano, y un perro que le se
guia, y llegando allí le preguntó el loco:
¿Quién és, Vd.? Soy Cazador, respondió
el otro. ¿Y esto en que vienes montado,
que cosa es? Es un caballo. ¿Y lo que traes
en la mano? Es un halcon, y es muy bue
no para cazar perdices. ¿Por qué traes el
perro? Porque es necesario para la caza,
pues con él encuentro las liebres, conejos
y aves. Satisfecho ya el loco de las res
pues
35o Fábulas
puestas del Cazador, preguntóle: ¿dime,
qué puede valer quanto cazas tú con el per
ro y halcon en un año? Respondió el Caza
dor: No te puedo responder cosa cierta,
ero pienso que valdrá de quatro á cinco
¿s de oro. Pidióle entónces el loco:
¿Quánto puedes gastar para mantener tu
caballo, perro y halcon cada año? Gasto
mas de cinqiienta libras de oro. Entónces
dixo el loco maravillado de la locura del
Cazador: Ruegote que te vayas presto de
aquí, para que no te vea el amo de esta
casa, pues si él te halla aquí, y sabe esta
tu locura, seguramente te pondrá en la bal
sa de agua con los otros locos, y aun pue
de ser que te ponga mas adentro, porque
tu locura es mayor.
Todos somos locos: unos por la parte de
adentro, y otros por la parte de afuera; quien
mas quien menos. No digas tú , y0 no soy loco,
pues es pasion que á todos toca, calla tú, y
cierra la b0ca. .

Los
Los Gallos, y la Perdiz.
CRIerto hombre compró una Perdiz, y la
puso entre unos Gallos, que tenia. Es
tos la mataban á picadas. La Perdiz estaba
muy afligida del mal tratamiento que le da
ban. Pero viendo otro dia que los Gallos
reñian entre sí, y se picaban el uno al otro
se consoló, y dixo: De aquí en adelante
no me afligiré tanto, pues veo que los Ga
llos hacen lo mismo consigo.
El hombre prudente debe con paciencia
tolerar las injurias; porque todos tenemos
que sufrir en esta vida.
Arion
352 - Fábulas,

y Arion, y el Delfin. l

Ubo en otro tiempo un Caballero d


adelantada edad, llamado Arion, fa
moso músico, y por su habilidad amigo, y
muy favorecido de Piriander Rey de Corin
to. Cierta vez se despidió Arion del Rey,
y se fué á ver la Italia y Sicilia, donde de
xó admirados á todos con la suavidad de su
música. Resolvió despues volverse á Corin
to, y se embarcó. Los marineros tenien
do á Arion en su nave, y estando en alta
mar, resolvieron el matarle, para robarle
los dineros que tenia. Conociendo Arion la
mala intencion de aquella gente, les dió to
do
de Esop0. 353
do quanto tenia, y les suplicó le salvasen la
vida. Los marineros no hicieron caso- de
sus súplicas, y le mandaron que él de su
propia voluntad se arrojase al mar.. Arion
viendo que de todas maneras habia de mo
rir, suplicó á los marineros que antes le
dexasen cantar una cancion con que con
solase su desgracia. Los marineros le otor
garon esta gracia. Se puso á cantar Arion
en lo mas alto de la popa una cancion muy
triste, y acabada se arrojó al mar con sus
vestidos é instrumento. Un Delfin movido
de piedad recibió á Arion, y llevó su persor
na á Lagonia, desde donde Arion se fué á
Corintó, y presentandose al Rey le refi
rió lo que le habia sucedido. Los marineros
creyendo que Arion habia muerto, prosi
guieron su viage, y así que llegaron á su
destino, el Rey mandó que fuesen en la car
cel, y preguntándoles si habian visto á Arion;
respondieron que lo habian visto en Italia
muy rico. Entónces mandó el Rey salirá
Arion con el mismo y estido é instrumento
con que se arrojó al mar, y aturdidos y pas
mados los marineros, se vieron precisados
á confesar su culpa. - -

Mejor piedad se halla á veces en los ani


males que en algunos hombres; pues hombres
hay que lo parecen, y u0 lo son.
- - Z. - Ve
aros

Venus, y la Gallina.
Regúntó la Biosa Venus á la Gallina
rº ¿qual es la causa porque quince Galli
nas estais contentas con un Gallo, y una
muger no está contenta con un marido?
dixole la Galliñá : Porque la muger tiene
muy º desreglado el apetito, y jamás se con
tenta con lo que tiene. -

- - -

--- "La Liebré, y la Tortuga. .

A Liebre burlabase de la Tortuga, y le


La decia que tenia muy cortos los pies. La
Tortuga se puso áreir, y dixo á la Liebre:
¿Quieres que apostemos quien sorerº
ll
. ... de Esopo. sss

Tú te burlas de mis pies, y verás que soy


mas veloz que tú. La Liebre respondió: Tú
sabes lo que pueden hacer mis pies; pero
una vez que tú lo quieres, elijamos un Juez,
que determine lo que hemos de correr, y
eligieron á la Raposa, como la mas astuta
de todos los animales; la qual determinó el .
lugar, y la carrera. - -

La Tortuga hizo el camino sin descansar


hasta llegar al término. La Liebre, fiandose
de sus pies, y descansando un poco, se
durmió. Quando despertó, corrió muy apri
sa para llegar al puesto; pero fué en vano
su diligeneia, porque así que llegó, vió la
, Z2 Tor
356 Fábulas,
Tórtuga que reposaba, y avergonzada entón
ces, confesó que la Tortuga la había ganador
El que es negligente y descuidado no gan
nada. Paso que dure. A mas prisa mas vogar.

-
* . , - s y “

El Castor, y el Cazador. 3
UN Cazador perseguia á un Castor con
el designio de aprovecharse de cierta
parte de su cuerpo para la medicina. El Cas
tor que conoció su intencion, y que no
¿ , arrancó con los dientes aque
a parte, y la arrojó al Cazador, y de esta
manera pudo escapar de sus manos.
Dehe á veces el hombre abandonar algo pa
ra salvar el todo. Del mal el menos. ...,
- La
de Esopo.

La Ama, y las Criadas.

Na Ama de una casa era muy laborio


Usa, y al cantar el Gallo despertaba
todos los dias las Criadas. Estas determina
ron matar al Gallo, pensando que de esta
manera podrian dormir un poco mas: pero
les sucedió todo al contrario, porque la
Ama ignorando la hora en que el Gallo can
taba, se levantaba mas temprano, y desper
taba las criadas antes de tiempo. -

Es muy falible la opinion del vulgo. Mu


chas veces es lo mas útil lo que él tiene por
dañoso y malo. - El
El Viejo, y la Muerte.
UºhazViejo que venia del bosque con un
de leña, y hallandose cansado del
largo camino, que habia hecho, puso el
haz en tierra para descansar un rato. Moles
tabale la consideracion de los trabajos y pe
nas que pasaba, y desesperado llamó á la
muerte: O muerte decia, ven á dar fin á
mis dias, acaba mis trabajos. Ven, no tar
des, yo te quiero, yo te deseo. Se le apa
reció luego la muerte, y le dixo: Hombre,
qué quieres de mí? Ay dixo el hombre es
pantado de verla, no quiero nada, vete,
que solo tu figura me espanta y me atemo.
Tl-e
de Esopo. 359
riza, huye de mi presencia, que yo me voy
á mi casa á alargar la vida, si puedo.
Las preocupaciones pervierten el juicio, y
hacen apetecer á veces lo que aborrecemos

El Javalí, y el Asmo. .
TTN Asno se burlaba de un Javalí. Este en
furecido, mostrandole los colmillos, de
dixo: Anda que no hago caso de tus burlas;
facil cosa me sería el vengarme de tí; pero
no quiero ensuciarhne en tan poca cosa, ya
es bastante castigo el menosprecio. ,
Es de un corazon noble, el mo hacer ca
s0 de las injurias.
El
El Cuervo, y su Madre.
TN Cuervo hallandose enfermo, decia á
su Madre: Madre mia no llores; an
tes suplica á los Dioses que me vuelvan la
salud. Hijo, dixo la Madre, está bien; pe
ro de quien de los Dioses esperas alcanzar
esta gracia, pues no hay alguno á quien no
hayas ofendido en sus altares, hurtando la
carne de los sacrificios.
a Nada puedes merecer del que tienes ofen
ido, -

El
# S
, , º SSSS
-

Nº ºese. Rºsses-
SS

El Padre, el Hijo y el Asmo. -

TN Padre y un Hijo iban á una feria á ven


. der un Asno, y le llevaban delante solo,
y sin carga alguna. Encontraron en el camino
á unos hombres, que les dixeron: O tontos
é insensatos! ¿de qué os sirve el dar de comer
al Asmo? ¿Por qué no montais en él, y no os
cansaréis tanto, ni romperéis tanto los zapa
tos? No se cansará el Asno por esto, pues el
llevar carga es su oficio, y ha nacido para el
trabajo. Además está bastante gordo y fuerte
para sufrir la carga. El Padre oidas estas pa
labras, hizo montar al Hijo en el Asno, cami
nando él á pie. A poco rato encontraron á
OtrOS
662 Fábillas.
otros que venian de la Ciudad, y les dixeron:
O qué grande locura es esta El Hijo que es
jóven, fuerte y robusto, va descansado en el
Asno, y el Padre viejo y flaco, que casi no
puede mover los pies va á pie. Qué mala crian
za dá el padre al Hijo Esto le hará perezoso
y holgazan. El Padre conociendo que tenian
razon, mandó baxar al hijo, y subió él en el
Asmo, siguiendo el Hijo atras á pie. Luego
que los vieron otros caminantes, les reprehen
dieron de esta manera: O qué cruel y duro de
corazon es este Padre! Parece que tiene mas
lástima del Asno, que de su Hijo: pues permi
te que el Hijo ande ápie con estos calores, pu
diendo el Asno que es bastante fuerte llevar
á los dos á un tiempo. Oyendo el Padre estas
razones hizo subir al Hijo llevando el Asmo
á los dos á un tiempo. Encontraron á otros
caminantes dixeron: Mirad aquíá dos hom
bres sobre un pobre jumento, bien podemos
decir, que esta es carga de Portugal, dos bes
tias sobre un Animal. El pobre Asno no se pue
de tener sobre sus piernas, y se caerá muerto
del peso; por cierto mejor sería que ellos lle
vasen el Asno en hombros, sino quieren verle
muerto luego. El Padre al oir estas palabras,
dixo: Bien me parece lo que han dicho estos
hombres. Sigamos pues su consejo para que
no se nos muera el Asno. Atemosle de pies y
IIld
de Esopo. y r
" 363
manos con una soga , y atravesando un palo
le llevarémos en hombros hasta la Ciudad.
Llevando ellos el Asno de esta manera atado
de pies y manos en hombros, encontraron á
unos que riendose dixeron: Qué necedad!
Qué tonteria! Quién ha visto jamás tal dis
parate? Dos hombres llevan á un Asmo á
cuestas; pudiendo el Asno llevar á los dos á
un tiempo, pues tiene fuerzas bastantes pa
ra todo. ¿Quién lo ha visto jamás? Mejor sería
que pues no se sirven de él conforme deben,
le matasen, y quitandole el pellejo se apro
vechasen de él, y no ir cargados con todo un
Asmo á cuestas; pues al entrar á la Ciudad to
dos se han de burlar de ellos. Entónces el Pa
dre enfadado tomó el palo con que llevaban
el Asno, y dióle un gran golpe en la cabeza,
de manera que el Asno cayó muerto, y em
pezando á desollarlo decia: O quántas inju
rias hemos hoy sufrido por este Asno. Aho
ra creo que tendrán fin nuestras reprehensio
nes. Acabado de desollarlo, tomó el pellejo,
y se lo puso al hombro, para llevarlo á la Ciu
dad para venderlo. Luego que llegó, se fué á
la plaza donde habia la feria. Los mucha
chos, viendo aquel hombre ensangrentado
y puerco con el pellejo del Asno en los hom
bros, empezaron á burlarse de él, y toman
dole el pellejo unos por una parte, y otros
364 Fábulas de Esopo.
por otra, se vió el buen viejo en muchos apu
ros, y al último tuvo que soltar el pellejo; y
así llegó á perder la hacienda por dar crédi
to á las palabras del vulgo. .

Muestranos esta fábula, que no hay hom


bre en el mundo, grande ni pequeño, de qual
quier estado, ó condicion, que no sea por
otro reprehendido, infamado, é injuriado en
sus hechos y acciones, pues lo que unos ala
ban, otros vituperan en una misma persona:
pero por eso no debe el hombre dexar de se
guir la razon por complacer á todos; pues
debe considerar qual sea la reprehension, ó
murmuracion, si justa, ó injusta; y si es in
justa, no hacer caso de ella, porque como
todos seamos diferentes en las voluntades, é
inclinacion, á unos agrada una cosa, y á otros
desagrada. Tambien disgustarán á algunos es
tas fábulas; pero serán no obstante del agrado
de otros. Si el docto encuentra en, su narra
cion un estilo pueril, y algunas alusiones ne
cias, afectadas, ó excesivas, ú otros defectos
en el estilo, es preciso advertir que están es
critas mayormente para la gente sencilla, pa
ra que con estos exemplos aborrezca el vicio
y ame la virtud, y así es preciso hablarles
en este lenguage, siguiendo en esto el con
sejo de Lope de Vega, que dice:
El vulgo es necio, y por aquesto es justo
Hablarle en necio para darle gusto.
TABLA DE ESTE LIBRo. -

AP. 1. Patria y dispo Cap. 18. Ingratitud de Xan


sicion de Esopo, p. 5. to, con Esopo, pag. 52.
Cap. 2. Se verifica la imo Cap. 19. Esopo hace sola
cencia de Esopo, p. 6. mente entrar á uno de
Cap. 3. De qué manera co los convidados, pag. 55.
bró Esopo el habla, p. 1o. Cap. 2o. Del tesoro, p. 56.
Cap. 4. Esopo es entrega. Cap. 21. Como los de la
do á Zeneas, pag. 12. Ciudad de Samos, p. 59.
Cap. 5. De la astueia de Cap. 22. Esopo parte pa
Esopo, pag. 16. N ra el Rey Creso, pag. 65
Cap. 6. Esopo es vendido Cap. 23. Quando Esopo
otra vez, pag. 18. comenzó . pag. 67.
Cap. 7. Comprado que hu Cap. 24. Esopo adoptó á
bo Xanto á Esopo, p. 24. Eno, y Eno hizo trai
Cap. 8. Como Esopo soltó cion á Esopo, pag. 68.
la qüestion de un horte Cap. 25. Esopo perdona á
lano, pag. 29. -
º su hijó, pag. 71.
Cap. 9. De como Esopo co Cap. 26. Como Esopo en
ció una sola lenteja, p. 32 seña, pag. 75.
Cap. 1o. Xanto queriendo Cap. 27. Como Esopo fué
engañar á Esopo, p. 34. á Grecia, pag. 8o.
Cap. 1. Xanto de las vian Cap. 28. Como Esopo fué
das que tiene en la me condenado á muerte, p.8
-
sa, pag. 36. -

Cap. 12. Esopo hace volver FABULAS.


la muger de Xanto áca El Gallo y lá Margar. p. 88
sa de su marido, p. 4o. El Lobo y el Cordero, p. 89
Cap. 13. Del convite, p. 42. El Raton, y la Rana, p. 91
Cap. 14. Otro convite, p. 44 El Perro y la Oveja, p. 92.
Cap. 15. Esopo lleva áXan. El Perro, y el pedazo de
to, pag. 45 carne, pag. 93
Cap. 16. Respuesta que dió El Leon, y la Vaca, p. 93
Esopo á la Justicia, p. 48. El Sol, y el Ladron, p. 96
Cap. 17. Porque los hom El Lobo, y la Grulla, p. 9:º
.bres, pa8.49. Las dos Perras, pag, ...99
El Homb. y la Culeb. p. 1oo pag. 139
El Leon, y el Asmo, p. 1 o 2 La Mosca, y la Hormiga,
Los Ratones, pag. 1 o3 pag. 14o
El Aguila, y la Rap. p. 1 o 5 El Lobo, y la Mona, p. 142
El Aguila, el Caracol y la La Comadreja, y el Hom
Corneja, pag. 1o.7 bre, pag. 143
El Cuervo, y la Rap. p. 1 o8 La Rana, y el Buey, p. 144
El Leon, y el Puerco, p. 1 o9 El Leon, y el Pastor, p. 145
El Asno, y la Perrilla, p. 1 El Caballo, y el Leon, p. 147
El Leon, y el Raton, p. 112 El Caballo, y el Asno,p. 149
El Milano y la cMadre, Los Quadrupedos, y las
pag. 1 5. y Aves, pag. 151
La Golondrina, pag. 116 El Halcon, y el Lobo, p. 152
El astuto Cazador, p. 118 La Zorra, y el Lobo, p. 153
Júpiter y las Ranas, p. 1 9 El Ciervo, y el - Cazador,
Las Palomas, el Milano pag. I 55
, y el Halcon, pag. 12o La Zorra, y el Gallo, p. 156
El Ladron,y el Perro, p. 122 La Muger, y el Marido
La Puerca, y el Lobo, p. 123 difunto, pag. 158
La tierra que queria pa El Hombre Jóven, p. 16o
rir, pag. 124 El Padre, y el Hijo, p. 162.
El Cordero y el Lobo, p. 126 La Vívora, y la Lima, p. 163
El Perro, y el Señor, p. 127 Elos Lobos, y las Ovej. p. 164
Las Liebres, y las Ranas, La Hacha, y el Mang.p. 166
pag. 129. • El Perro, y el Lobo, p. 167
La Cabra, el Cabrito y el Las Manos, y los Pies, p.169 N
24
Lobo, pag. 13o La Mona, y la Zorra, p. 17o
El Hombre, y la Culebra, El Mercader, y el Asmo,
pag. 131 pag. 17
El Ciervo, la Oveja, y El Ciervo, y el Buey, p. 172
el Lobo, pag. 133 El Leon Reymante, p. 174
El Calvo, y la Mosea, p. 134 Una Zorra á unas Ubas,
La Zorra, y la Cigüeña, pag. 176
pag. 1 35 La Comadreja, y los Ra
El Lobo, la Imágen, p. 137 tones, pag. 177
El Grajo soberbio, p. 138 El Baquero, y el Lob.p.178
Una Mosca, y una Mula, El Pabo Real áJuno, p. 179
El Lobo, y los Labrado El Lobo echando un pedo,
res, pag. 181 pag. 226 -

El Carnicero, y los Car El Lobo, y el Perro flaco,


- neros, pag. 182 pag- 232
El Caballero, el Ciervo y El Perro envidioso, p. 237
* el Cazador, pag. 184 El Padre,y los Hijos, p. 238
El Pajarero, y las Av.p. 185 La Raposa, y el Lobo, p. 242
El Hombre bueno, el falso El Lobo, y el Carnero, p.248
y las Monas, pag. 187 El Leon, y su hijo, p. 25o
Un Borric. y un Leon, p. 188 El Leon. y la Ra posa, p. 254
El hombr. y el Leon, p. 19o El Caballero, la Raposa y
El Buy tre, y las Aves, p. 19 el Escudero, pag. 254.
La Pulga, y el Camello, El Aguila, y el Escarabajo,
pag. 192 pag. 257 -
La Hormiga, y la Chichar. El Gallo, y el Gato, p. 259
ra, pag. 193 El Aguila, y el Cuervo,
La Corneja, y la Oveja, pag. 261
pag. 194 La Zorra, y el Chibo, p. 262.
La Encina, y la Caña, p. 1 93 La Raposa,y la Zorra, p. 263
La Espada, y el Caminan El Hombre, y el Dios de
º re, pag. 197 madera, pag. 264
El Mulo, y la Raposa, p. 198 El Peseador, y los peces,
El Berraco, los Corderos y pag. 265
el Lobo, pag. 2oo El Gato, y los Ratones,
La Raposa,y el Gallo.p.2o.2 pag. 266 -

El Hombre, y el Dragon, El Cazador, y la Abutar


pag. 2o4 - da, pag. 267
El Borrico enfermo, p. 2o.7 El Pastor mentiroso, p. 2. 69
La Raposa, y el Gato. p. 2o.8 La Madre, y el híjo la
El Lobo, y el Chibo, p. 2 o dron, pag. 27o ,
El Lobo, y el Asmo, p. 2 12. La Hormiga, la Paloma y
Los tres Corderos, p. 21 3 el Cazador, pag. 272
La Culebra, y el Labrador, La Abeja, y Júpiter, p. 273
pag. 2 6 El Dios Mercurio, p. 273
El Asno Doctor, pag. 2 9 El Hombre, y la Pulga,
La Raposa, y el Lobo pes pag. 276
eador , pag. 22 El Hombre, y las dos Mu
-

geres, pag. 277 El Raton, yelCabritop.319.


El Labrador,é Hijos, p. 278 La prueba de la amistad,
El Lobo y la Muger, p. 279 pag-31 y - -

La Tortuga, y el Aguila, La Sentencia de la casa


pag. 28 º pagº, 324 - -

Las dos Langostas, p. 28b Las Sentencia justa, p.32


El Borrico vestido con la Los tres Compañeros, p. 33a
piel del Leon, pag. 283. El Labrador, y la Aveci
La Rana Médico, p. 284 lla, pag. 332
Los Perros, pag. 286 El Filósofo, y el Giboso,
El Camello,y Júpiter, p. 287 Pag- 335- -

Los Compañeros, p. 288 Las Fábulas, pag. 332


Una Olla de cobre, p. 29o El Labrador, el Lobo, la
Los quatro Bueyes, p. 29 Raposa, y el Queso, p.339
El Leon, y el Toro, p. 293 La Tempestad, y la Olla,
Júpiter, y la Mona, p. 294 pag 342. -

El Pabo, y la Grulla, p. 295 El Rey, y el Sastre, p. 343


El Tigre, y el Cazador, LaMona,y lasNueces, p.346
º pag. 296 - Aquelóo, transformado en
El Sol, el Avariento , y Serpiente, pag-34? - ¿
el Envidioso, pag. 298 El Loco,y el Cazador,p.348
JEl Pino, y la Mata, p. 299 Los Gallos, y la Perdiz,
. El Pescador, y el Pez, p.3oo pag- 351 -

El Jóven,y el Ladron, p.3o2 Arion, y el Delfin, p.352


La Corneja sedienta, p. 303 Venus, y la Gallina, p. 354
El Ieon, y la Cabra, p.3o4 La Liebre, y la Tortuga,
El Labrador, y, el Toro, Idem.
pag. 305 El Castor, y el Cazador,
La Mona, y sus hijos; p. 3o6 pag. 356
El Caminante, y el Satiro, La Ama,y las Criadas,p-357
º pag. 3o8 El Viejo, y la Muerte, p.358
El Toro, y el Raton, p. 3o.9 El Jabalí, y el Asmo, p. 359
El Anade, y su dueño, p. 31 o El Cuervo, y su Madre
La Moneda encomendada, prg. 36e -

* -- pag. 312. El Padre, el Hijo y el


El Lobo, y el Cabrito, p.315 Asmo, pag. 36.1
.E IN e l
por 2 6 1955

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