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EL ORIGEN DEL LENGUAJE

A pesar de las innumerables investigaciones realizadas, no se sabe con certeza cuándo y cómo
nació el lenguaje, esa facultad que el hombre tiene para comunicarse con sus semejantes,
valiéndose de un sistema formado por el conjunto de signos lingüísticos y sus relaciones.
Aunque muchos investigadores tratan de echar luces sobre este misterio, sus resultados no
pasan de ser más que meras especulaciones. No obstante, por la observación de los gritos de
ciertos animales superiores, algunos creen que tales gritos fueron los cimientos del lenguaje
hablado.

Desde el punto de vista antropológico y etnológico, es indudable que el lenguaje articulado


constituye una de las manifestaciones características que separan al hombre de los seres
irracionales. Éstos últimos expresan y comunican sus sensaciones por medios instintivos, pero
no hablan, a diferencia de los seres dotados de conciencia. Por lo tanto, si tuviésemos que
añadir un sexto sentido a los cinco tradicionales, sin duda alguna ésta sería el habla, ya que la
lengua, además de servir para el sentido del gusto y otras funciones cotidianas, tiene la
aplicación de emitir sonidos articulados, una particularidad que, como ya dijimos, nos
diferencia de los animales inferiores con los que compartimos: vista, oído, tacto, olfato y gusto.

De otro lado, el animal no es capaz de planificar sus acciones, puesto que toda su
conducta instintiva está determinada por su sistema de reflejos condicionados e
incondicionados. La conducta humana, en cambio, se define de forma absolutamente
diferente. La situación típica del individuo es el proceso de planteamiento y solución de tal
tarea por medio de la actividad intelectual, que se vale no sólo de la experiencia individual,
sino también de la experiencia colectiva. Consiguientemente, el hombre, a diferencia de los
animales inferiores, sabe planificar sus acciones, y el instrumento fundamental para tal
planificación y solución de las tareas mentales es el lenguaje. Aquí nos encontramos con una
de sus funciones más elementales: la función de instrumento del acto intelectual, que se
expresa en la percepción, memoria, razonamiento, imaginación, etc.

Los primeros signos articulados por los pitecántropos, que habitaron en Asia y África, data de
hace unos 600.000 a. de J.C. Después vinieron otros homínidos cuya capacidad craneal,
superior al "Homo erectus", les permitió fabricar utensilios rudimentarios y descubrir el
fuego, pero también idear un código de signos lingüísticos que los permitiera comunicar sus
sentimientos y pensamientos. Durante el paleolítico (aproximadamente 35.000 a. de J.C.),
tanto el "Hombre de Neandertal" como el "Hombre de Cro-Magnon" dan señales de que
poseían un idioma comunicativo y una anatomía equiparable a la del hombre moderno. Quizás
éstos sean algunos posibles "momentos" en la evolución del lenguaje humano, desde la
remota época en que el "Homo sapiens" hacía simples gestos acompañados de gritos o
interjecciones -a la manera de ciertos animales-, hasta la descripción oral de los objetos
que le rodeaban y la designación de ideas mediante sonidos que suponían el aumento de
la capacidad de abstracción; un periodo en el que nacen las primeras lenguas, coincidiendo
con el desplazamiento de los hombres primitivos.

Con el transcurso del tiempo, los hombres primitivos empezaron a vivir en pequeños grupos
familiares, usando un lenguaje que era de uso exclusivo del grupo, con palabras que
expresaban una idea común para todos. Poco a poco se fueron reuniendo en
comunidades más grandes, formando tribus y poblados. Algunos grupos se desplazaron a
lugares más o menos lejanos buscando nuevos territorios donde se podía encontrar caza y
pesca, mientras otros se trasladaron en busca de regiones más cálidas, generalmente
junto a los ríos, donde construyeron sus chozas y consolidaron su lengua materna. Valga
aclarar que si los habitantes de un lugar carecían de relaciones con los de otros, no es nada
probable que usaran el mismo lenguaje para comunicarse entre sí, lo que hace suponer que
desde el principio hubo varias lenguas, y no una sola "lengua madre” como generalmente
creen los defensores del mito bíblico sobre "La Torre de Babel".

Se debe añadir que la evolución del lenguaje ha sido paralela a la evolución del hombre desde
la más remota antigüedad. Los idiomas que abundan en la actualidad, agrupadas en las ramas
de un mismo tronco lingüístico, siguen causando controversias entre los investigadores, puesto
que el estudio del origen del lenguaje es tan complejo como querer encontrar el "eslabón
perdido" en el proceso de humanización de nuestros antepasados.

¿El lenguaje es innato o adquirido?

En la lingüística, como en otras ciencias del conocimiento humano, existe una disputa entre el
empirismo y el nativismo. El nativismo sostiene que la capacidad de ver, oír, pensar y hablar
son actos innatos o genéticos. En cambio los empiristas, a la cabeza de los behavioristas o
conductistas, están convencidos de que el niño aprende a hablar porque imita a los
adultos -sobre todo a la madre- y porque tiene necesidad de manifestar sus necesidades
y deseos. Según los empiristas, el niño aprende el idioma de la misma manera que otras
destrezas físicas y mentales. Es decir, mediante la llamada "conducta operante", que
está determinada por la influencia de factores externos o adquiridos y no así por medio de
factores innatos o genéticos.

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