Rosa y Su Maestro Adorado Oscar

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El trastorno límite de la personalidad (TLP) es una afección mental por la cual una persona

tiene patrones prolongados de emociones turbulentas o inestables. Estas experiencias


interiores a menudo los llevan a tener acciones impulsivas y relaciones caóticas con otras
personas.
Causas
La causa del TLP se desconoce. Se cree que se relaciona con factores genéticos, familiares y
sociales.
Los factores de riesgo incluyen:
 Abandono o miedo al abandono en la niñez o en la adolescencia
 Vida familiar disociada
 Comunicación deficiente en la familia
 Abuso sexual, físico o emocional
El TLP ocurre de igual manera en hombres y en mujeres, aunque las mujeres tienden a buscar
tratamiento más a menudo que los hombres. Los síntomas pueden mejorar después de la
mediana edad.
Síntomas
Las personas con TLP carecen de seguridad en cómo se ven a si mismas y en cómo son
juzgadas por otros. Como resultado, sus intereses y valores pueden cambiar rápidamente.
También tienden a ver las situaciones en términos extremos, o todo es bueno o todo es malo.
Sus puntos de vista sobre otras personas pueden cambiar rápidamente. Una persona que luce
admirable un día puede lucir despreciativa al siguiente día. Estos sentimientos súbitamente
cambiantes a menudo llevan a relaciones intensas e inestables.
Otros síntomas de TLP incluyen:
 Miedo intenso de ser abandonado
 Intolerancia a la soledad
 Sentimientos de vacío y aburrimiento
 Manifestaciones de ira inapropiada
 Impulsividad, como con el consumo de sustancias o las relaciones sexuales
 Actos de autolesión, como hacerse cortes en las muñecas o tomar sobredosis
Pruebas y exámenes
El trastorno límite de personalidad se diagnostica sobre la base de una evaluación
psicológica. El proveedor de atención médica valorará los antecedentes y gravedad de los
síntomas de la persona.
Tratamiento
La psicoterapia individual puede tratar eficazmente el TLP. Además, la terapia de grupo
algunas veces puede servir.
Los medicamentos tienen un papel menor al tratar el TLP. En algunos casos, pueden mejorar
los altibajos en el estado de ánimo y tratar la depresión u otros trastornos que se pueden
presentar con este trastorno.
Expectativas (pronóstico)
Las perspectivas del tratamiento dependen de la gravedad de la afección y de si la persona
está dispuesta a aceptar ayuda. Con la psicoterapia a largo plazo, la persona a menudo se
mejora gradualmente.
Posibles complicaciones
Las complicaciones pueden incluir:
 Depresión
 Drogadicción
 Problemas con el trabajo, la familia y las relaciones sociales
 Intentos de suicidio y suicidio.

El trastorno de identidad disociativo (TID), conocido popularmente como “Trastorno de


personalidad múltiple”, es una de las psicopatologías más frecuentemente representadas en
la ficción.
Personalidad Múltiple: ¿qué es?
Desde El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde hasta Psicosis o El club de la lucha, pasando
por el personaje de Gollum de El señor de los anillos e incluso el personaje interpretado
por Jim Carrey en la comedia Yo, yo mismo e Irene, se cuentan por decenas las obras que
han usado el TID como inspiración debido a lo llamativo de su sintomatología.
Es por este tipo de divulgación que la personalidad múltiple es uno de los trastornos
psicológicos más conocidos, si bien no uno de los mejor entendidos, ni siquiera dentro del
mundo de la Psicología, en el que hay una importante controversia con respecto a la misma
existencia de este trastorno como tal.
Síntomas
La cuarta edición del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV)
define el TID como «la presencia de dos o más identidades –raras veces más de diez- que
toman el control de la conducta de una persona de forma recurrente, teniendo cada una de
ellas recuerdos, relaciones y actitudes propios». En general, las distintas identidades no
recuerdan lo experimentado por el resto, por lo cual no son conscientes de su existencia, si
bien esto no siempre es así. El cambio entre personalidades suele producirse como
consecuencia de estrés.
La personalidad primaria (o la “real”) tiende a ser pasiva y depresiva, mientras que el resto
son más dominantes y hostiles. Son las identidades más pasivas las que manifiestan amnesia
en mayor medida y, en caso de que sean conscientes de la existencia de las personalidades
más dominantes, pueden ser dirigidas por estas, que incluso pueden manifestarse en forma
de alucinaciones visuales o auditivas, dando órdenes a las demás identidades.
En la actualidad, tanto en el DSM como en la Clasificación internacional de
enfermedades (CIE-10), el TID se categoriza dentro de los trastornos disociativos, es decir,
aquellos que se producen por fallos en la integración de la conciencia, la percepción, el
movimiento, la memoria o la identidad (en el caso de la personalidad múltiple, la
desintegración se daría en todos estos aspectos) como consecuencia directa de traumas
psicológicos.
Causas del Trastorno de Identidad Disociativo
Es esta relación con experiencias traumáticas lo que vincula el TID con el trastorno de
estrés postraumático, que se caracteriza por la presencia
de ansiedad y reexperimentación (mediante pesadillas o flashbacks) tras sucesos que ponen
en peligro la vida, como abusos sexuales o catástrofes naturales. Un elemento de particular
interés en este caso es el hecho de que el trastorno de estrés postraumático puede incluir
síntomas disociativos, como la falta de recuerdo de aspectos importantes del suceso
traumático o la incapacidad para experimentar emociones.
Estos síntomas se conciben como una protección contra sentimientos de dolor y terror que la
persona no es capaz de manejar adecuadamente, lo cual es normal en los momentos iniciales
del proceso de adaptación a la vivencia traumática, pero que en el caso del estrés
postraumático se vuelve patológico al cronificarse e interferir en la vida de la persona.
Siguiendo la misma lógica, el TID sería una versión extrema del estrés postraumático de
inicio en la infancia (Kluft, 1984; Putnam, 1997): experiencias traumáticas tempranas,
intensas y prolongadas, en particular negligencia o abuso por parte de los progenitores,
llevarían a la disociación, es decir, al aislamiento de recuerdos, creencias, etc., en identidades
alternativas rudimentarias, que se irían desarrollando a lo largo de la vida, dando lugar
progresivamente a un mayor número de identidades, más complejas y separadas del resto.
Raramente se observan casos de TID con inicio en la edad adulta. Así, el TID no surgiría de
la fragmentación de una personalidad nuclear, sino más bien de un fallo en el desarrollo
normal de la personalidad que resultaría en la presencia de estados mentales relativamente
separados que acabarían convirtiéndose en identidades alternativas.
Evaluación y Tratamiento
El número de diagnósticos de TID ha aumentado en los últimos años; mientras algunos
autores atribuyen esto a una mayor conciencia del trastorno por parte de los clínicos, otros
consideran que se debe a un sobrediagnóstico. Se ha propuesto incluso que el TID se debe a
la sugestión del paciente debida a las preguntas del clínico y la influencia de los medios de
comunicación. Asimismo, también están los que opinan que existen una falta de formación
sobre las manifestaciones del TID y una infravaloración de su prevalencia que llevan a que
muchos casos de TID no sean detectados, en parte por una exploración inadecuada.
En este sentido, cabe tener en mente que, según Kluft (1991), sólo un 6% de los casos de
personalidad múltiple son detectables en su forma pura: un caso típico de TID se
caracterizaría por una combinación de síntomas disociativos y síntomas de estrés
postraumático con otros síntomas no definitorios del TID, como depresión, crisis de pánico,
abuso de sustancias o trastornos alimentarios. La presencia de este último grupo de síntomas,
mucho más obvios que el resto de síntomas del TID y muy frecuentes por sí solos, llevaría a
los clínicos a obviar una exploración más profunda que permitiera detectar la personalidad
múltiple. Además, es obvio que a las personas con TID les resulta difícil reconocer su
trastorno por vergüenza, miedo al castigo o a causa del escepticismo de los demás.
El tratamiento del TID, que generalmente requiere años, se dirige fundamentalmente a la
integración o fusión de las identidades o, al menos, a coordinarlas para lograr el mejor
funcionamiento posible de la persona. Esto se lleva a cabo de forma progresiva. En primer
lugar se garantiza la seguridad de la persona, dada la tendencia de las personas con TID a
autoagredirse e intentar suicidarse, y se reducen los síntomas más interferentes con la vida
cotidiana, como la depresión o el abuso de drogas. Posteriormente se trabaja la confrontación
de los recuerdos traumáticos, como se haría en el caso del trastorno de estrés postraumático,
por ejemplo a través de exposición en la imaginación.
Por último, se integran las identidades, para lo cual es importante que el terapeuta respete y
valide el rol adaptativo de cada una para facilitar que la persona acepte como propias esas
partes de ella misma. Para una descripción más detallada del tratamiento del TID se puede
consultar el texto Guidelines for treating dissociative identity disorders in adults, third
revision, de la International Society for the Study of Trauma and Dissociation (2011).
Depresión mayor (trastorno unipolar)
Los pacientes tienen un aspecto triste, con ojos llorosos, ceño fruncido, comisuras de la boca
hacia abajo, postura decaída, escaso contacto visual, ausencia de expresión facial, pocos
movimientos corporales y cambios en el habla (p. ej., voz baja, falta de prosodia, uso de
monosílabos). El aspecto puede confundirse con el de una enfermedad de Parkinson. En
algunos pacientes, el estado de ánimo depresivo es tan profundo que se acaban las lágrimas;
dicen que son incapaces de sufrir las emociones habituales y sienten que el mundo se ha
vuelto anodino y apagado.
La nutrición puede sufrir un deterioro importante, que requiere una intervención inmediata.
Algunos pacientes con depresión descuidan su higiene personal o incluso a sus hijos, otros
seres queridos o a sus mascotas.
Para el diagnóstico de depresión mayor, ≥ 5 de los siguientes síntomas deben haber estado
presentes casi todos los días durante un período dado de 2 semanas, y uno de ellos debe ser
el estado de ánimo depresivo o pérdida de interés o placer:
 Estado de ánimo depresivo la mayor parte del día
 Marcada disminución del interés o placer en todas o casi todas las actividades la
mayor parte del día
 Aumento o pérdida significativa (> 5%) de peso, o disminución o aumento del apetito
 Insomnio (a menudo insomnio de mantenimiento del sueño) o hipersomnia
 Agitación o retardo psicomotor observado por otros (no informado por el mismo
paciente)
 Fatiga o pérdida de energía

 Sentimientos de inutilidad o de culpa excesiva o inapropiada

 Capacidad disminuida para pensar o concentrarse, o indecisión

 Pensamientos recurrentes de muerte o suicidio, intento de suicidio o un plan


específico para suicidarse

¿Qué es el síndrome maníaco depresivo?


El síndrome maníaco depresivo, conocido también con el nombre de trastorno bipolar, es un
tipo de trastorno afectivo o del estado de ánimo que supera los altibajos cotidianos,
convirtiéndose en una seria condición médica y un importante tema preocupante de la salud
en Estados Unidos. El síndrome maníaco depresivo se caracteriza por episodios periódicos
de gran júbilo, con ánimo eufórico o irritabilidad (episodios que constituyen la fase maníaca)
a los que se contraponen episodios también periódicos de síntomas depresivos clásicos.
La depresión es un trastorno depresivo que afecta al cuerpo, al estado de ánimo y a los
pensamientos. Puede afectar o alterar radicalmente la alimentación, el sueño y la manera de
pensar, pero no es lo mismo que sentir tristeza o estar decaído, ni tampoco es indicio de
debilidad personal ni constituye un estado que pueda disiparse o modificarse a voluntad. Las
personas que sufren una enfermedad depresiva no pueden simplemente "recobrar el ánimo"
y reponerse. A menudo es necesario el tratamiento que, a veces, es incluso decisivo para la
recuperación.
Existen tres tipos de depresión que pueden clasificarse en tres grupos principales:
 Depresión grave (depresión clínica)
 Síndrome maníaco depresivo (trastorno bipolar)
 Distimia (trastorno distímico)
¿A quiénes afecta el síndrome maníaco depresivo?
El síndrome maníaco depresivo afecta por igual a hombres y mujeres (aunque las mujeres
son más propensas a la depresión que a la manía), y comienza a menudo en la adolescencia
o juventud. De hecho, la edad promedio de aparición de los primeros episodios maníacos
ronda los 25 años.
Cuando los síntomas se manifiestan antes de los 12 años, se los confunde a menudo con el
trastorno hiperactivo de déficit de atención (su sigla en inglés es ADHD), un síndrome
caracterizado por dificultades serias y persistentes que generan falta de atención, distracción,
impulsividad e hiperactividad.
El síndrome maníaco depresivo suele manifestarse en miembros de una misma familia y se
cree que en algunos casos se trata de una enfermedad hereditaria. Se están llevando a cabo
intensas investigaciones para identificar un gen que puede ser responsable de este trastorno.
¿Cuáles son los síntomas del síndrome maníaco depresivo?
A continuación, se enumeran los síntomas más comunes del síndrome maníaco depresivo.
Sin embargo, cada individuo puede experimentarlos de una forma diferente.
Entre los síntomas depresivos podemos citar los siguientes:
 Tristeza, ansiedad o sensación de "vacío" persistentes.
 Pérdida de interés en actividades que antes se disfrutaban.
 Llanto excesivo.
 Mayor inquietud e irritabilidad.
 Menor capacidad de concentrarse y tomar decisiones.
 Disminución de la energía.
 Pensamientos de muerte o suicidas, intentos de suicidio.
 Aumento de los sentimientos de culpabilidad, desamparo y, o desesperanza.
 Alteraciones del peso y, o del apetito debido a comer de forma insuficiente o excesiva.
 Alteraciones en los hábitos del sueño.
 Aislamiento social.
 Síntomas físicos que no ceden ante los tratamientos estándar (por ejemplo, dolor
crónico, dolor de cabeza).
Entre los síntomas maníacos podemos citar los siguientes:
 Autoestima exagerada.
 Menor necesidad de descanso y de sueño.
 Mayor distracción e irritabilidad.
 Mayor agitación física.
 Compromiso excesivo en actividades placenteras que pueden tener consecuencias
dolorosas, como conductas provocativas, agresivas o destructivas.
 Mayor locuacidad.
 Sentimientos de "excitación" o de euforia.
 Mayor deseo sexual.
 Mayor nivel de energía.
 Escaso sentido común en personas que lo tenían.
 Mayor negación de la realidad.
Para diagnosticar el síndrome maníaco depresivo, el individuo debe mostrar síntomas de
manía y de depresión en grado diverso según la gravedad del trastorno. Los síntomas del
síndrome maníaco depresivo pueden parecerse a los de otros trastornos psiquiátricos.
Siempre consulte a su médico para el diagnóstico.
¿Cómo se diagnostica el síndrome maníaco depresivo?
Como se ha comprobado que a menudo la depresión coexiste con otras condiciones médicas,
como cardiopatía, cáncer o diabetes, y también con otros trastornos psiquiátricos como el
abuso de drogas y la ansiedad, el diagnóstico y tratamiento en las etapas iniciales son
cruciales para la recuperación. A menudo el diagnóstico se hace después de un examen
psiquiátrico minucioso y una historia médica realizados por un psiquiatra u otro profesional
de la salud mental.
Tratamiento del síndrome maníaco depresivo
El tratamiento específico del síndrome maníaco depresivo será determinado por su médico
basándose en lo siguiente:
 Su edad, su estado general de salud y su historia médica.
 Qué tan avanzada está la enfermedad.
 Su tolerancia a determinados medicamentos, procedimientos o terapias.
 Sus expectativas para la trayectoria de la enfermedad.
 Su opinión o preferencia.
El tratamiento puede incluir cualquiera de los siguientes elementos o una combinación de
ellos:
 Medicamentos (por ejemplo, anticonvulsivos que estabilizan el ánimo como el litio,
el valproato o la carbamazepina y, o antidepresivos como Prozac, Zoloft o Paxil).
 Psicoterapia (en la mayoría de los casos, terapia cognitivo-conductista o interpersonal
orientada a modificar la visión distorsionada que tiene el individuo de sí mismo y de
su entorno, con énfasis en las relaciones complicadas y la identificación de los
factores de estrés en el entorno para aprender a evitarlos).
 Terapia electroconvulsiva (su sigla en inglés es ECT).
Un adecuado reconocimiento de la variedad y cambios extremos del estado de ánimo
asociados con el síndrome maníaco depresivo es fundamental para determinar un tratamiento
eficaz y evitar las dolorosas consecuencias de una conducta maníaca imprudente.
En la mayoría de los casos, es necesario un tratamiento preventivo a largo plazo para
estabilizar los altibajos del estado de ánimo característicos de esta enfermedad.

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