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CMM

DE LA DEPENDENCIA A LA INDEPENDENCIA
EN EL DESARROLLO DEL INDIVIDUO1
(1963)
En este capítulo he optado por describir el crecimiento
emocional en los términos del recorrido desde la dependencia
Centro d r'?"' ’.'n$ hasta la independencia. Si hace treinta años se me hubiese
'Lierici de L pedido que realizara esta misma tarea, casi seguramente yo me
habría referido a los cambios en virtud de los cuales la
inmadurez deja paso a la madurez como progresión en la vida
instintiva. Habría hablado de las fases oral, anal, fúlica y
genital. Tal vez las habría subdividido: oral primaria,
preambivalente, oral secundaria, sádica oral, etcétera. Algunos
autores han subdividido mucho la fase anal. Otros se han
contentado con una idea de la fase genital basada en términos
generales en el funcionamiento de los órganos de ingestión,
absorción y eliminación. Todo esto está bien. Es ahora tan
cierto como antes, y puso en marcha nuestro pensamiento y la
estructura de la teoría que nos sirve de timón. No obstante,
ahora, por así decirlo, lo llevamos en los huesos. Lo damos por
sentado, y sólo prestamos atención a otros aspectos del cre-
cimiento, cuando, como de mí ahora, se espera que digamos
algo que no reitere exactamente el conocimiento común, o que
tome en cuenta los últimos desarrollos de la teoría y de nuestra
postura.
Aunque yo haya optado por considerar el crecimiento en los
términos de una dependencia que se convierte gradualmente en
independencia, espero que mis lectores concuerden en que esto
de ningún modo invalida la eventual descripción del
crecimiento en términos de zonas erógenas o de relacioón
objetal. <.

La socialización

Hablamos de la madurez del ser humano no sólo en relación


1 Conferencia pronunciada en la Atlanta Psychiatric Clinic, en
octubre de 1963.

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con el crecimiento personal, sino también respecto de la
socialización. Digamos que en la salud, que es casi sinónimo de
la madurez, el adulto puede identificarse con la sociedad sin un
sacrificio demasiado grande de la espontaneidad personal, o
bien, a la inversa, que el adulto puede atender a sus propias
necesidades personales sin ser antisocial y, por cierto, sin dejar
de asumir alguna responsabilidad por el mantenimiento o la
modificación de la sociedad tal como se la encuentra.
Heredamos ciertas condiciones sociales; se trata de un legado
que tenemos que aceptar y, de ser necesario, modificar; esto es
lo que finalmente entregamos a quienes vienen después de
nosotros.
La independencia no es nunca absoluta. El individuo sano no
queda aislado, sino que se relaciona con el ambiente de un
modo tal que puede decirse que él y su medio son
interdependientes.

El recorrido

No hay nada nuevo en la idea de un recorrido desde la


dependencia hasta la independencia. Todo ser humano debe
hacer este viaje, y muchos llegan a algún lugar no alejado de su
punto de destino, a una independencia con sentido social
incorporado en ella. En tal caso la psiquiatría tiene ante sí un
crecimiento sano, tema que a menudo queda en las manos del
estudioso de la educación o el psicólogo.
El valor de este enfoque consiste en que nos permite estudiar
y discutir al mismo tiempo los factores personales y
ambientales. En este lenguaje, “salud” significa tanto salud del
individuo como salud de la sociedad, y la madurez completa del
individuo no es posible en un escenario social enfermo o
inmaduro.

Las tres categorías

Al estructurar este breve enunciado de un tema muy


complejo, encuentro necesarias tres categorías y no dos; no
simplemente la dependencia y la independencia, pues me parece
útil pensar por separado en:

la dependencia absoluta; la dependencia


relativa; hacia la independencia.

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La dependencia absoluta

En primer lugar llamaré la atención sobre las etapas muy


tempranas del desarrollo emocional de todo infante. Al
principio el infante depende totalmente de la provisión física
que le hacen llegar la madre viva, el útero o el cuidado al
infante alumbrado. Pero en términos psicológicos tenemos que
decir que el infante es al mismo tiempo dependiente e
independiente. Debemos examinar esta paradoja. Está todo lo
heredado, incluso los procesos de la maduración y quizás
algunas tendencias patológicas, y tiene una realidad propia, que
nadie puede alterar; al mismo tiempo, el despliegue de los
procesos de la maduración depende de la provisión ambiental.
Podemos decir que el ambiente facilitador hace posible el
progreso constante de los procesos de la maduración, pero el
ambiente no hace al niño. En el mejor de los casos permite que
el niño advierta su potencial.
La expresión “proceso de maduración” se refiere a la
evolución del yo y del self, e incluye la historia total del ello, de
los instintos y sus vicisitudes, y de las defensas yoicas
relacionadas con el instinto.
En otras palabras, una madre y un padre no producen un
bebé, como un pintor un cuadro o un alfarero un jarrón. Ellos
inician un proceso evolutivo del que resulta un huésped en el
cuerpo dfe la madre primero, después en sus brazos, y final-
mente en el hogar que proveen los progenitores; cómo será
finalmente ese huésped está más allá del control de todos. Los
padres dependen de las tendencias heredadas del infante. Podría
preguntarse: “Pero, si no pueden hacer a su propio hijo, ¿qué es
lo que pueden hacer?”. Desde luego, pueden hacer mucho. Diré
que pueden proveer lo necesario para un niño sano, en el
sentido de que es maduro en los términos de lo que significa la
madurez en cualquier momento para ese niño. Si tienen éxito en
esa provisión, los procesos de la maduración del infante no
quedan bloqueados, sino que encuentran sus necesidades
satisfechas y pueden pasar a formar parte del niño.
Esta adaptación a los procesos de la maduración del infante
es sumamente compleja, les plantea a los padres exigencias
enormes y, al principio, es la propia madre la que constituye el
ambiente facilitador. En ese momento ella misma necesita
respaldo, y quienes mejor se lo brindan son el padre del niño
(digamos su esposo), la madre, la familia y el ambiente social
inmediato. Esto es absolutamente obvio, pero no por ello menos
cierto, y es necesario decirlo.
Le he dado un nombre especial a este estado de la madre,

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porque creo que su importancia no se aprecia. Las madres se
recuperan de este estado y lo olvidan. Yo lo denomino “pre-
ocupación materna primaria”. No es necesariamente un buen
nombre, pero se trata de que hacia el final del embarazo y
durante algunas semanas después del parto, la madre está
preocupada por el cuidado del bebé (o, mejor dicho,
“entregada” a ese cuidado): ese bebé al principio le parece una
parte de ella misma; además, se identifica mucho con la criatura
y conoce perfectamente bien lo que ésta siente. A tal fin la
madre utiliza sus propias experiencias como bebé. De este
modo se encuentra también en un estado dependiente y
vulnerable. Para escribirlo empleo las palabras “dependencia
absoluta” . con referencia al estado del bebé.
De este modo la naturaleza hace lo necesario para satisfacer
lo que el infante necesita, que es un alto grado de adaptación.
Explicaré lo que entiendo por esta palabra. En los primeros días
del psicoanálisis, por adaptación sólo podía entenderse una
cosa: satisfacer las necesidades instintivas í del infante. La
lentitud con que algunos han comprendido que las necesidades
del infante no se limitan a las tensiones instintivas, por
importantes que sean, ha generado muchas concepciones
erróneas. Está también todo el desarrollo del yo del infante, que
tiene sus propias necesidades. En este punto hay que decir que
la madre “no abandona a su infante”, aunque puede y debe
frustrarlo en cuanto a las necesidades instintivas. Sorprende lo
bien que las madres satisfacen las necesidades del yo de sus
infantes, incluso algunas madres que no les dan muy bien el
pecho y rápidamente lo reemplazan por el biberón y un
preparado.
Siempre hay algunas mujeres que no pueden comprometerse
totalmente, como es necesario en esa etapa muy temprana,
atraque ésta dura sólo unos meses hacia el final del embarazo y
al principio de la vida del infante.
Describiré las necesidades del yo, que son multifacéticas. El
mejor ejemplo es la simple cuestión del sostén. Nadie puede
sostener a un bebé a menos que se identifique con él. Balint
(1951, 1958) se ha referido al oxígeno del aire, del que el
infante no sabe nada. Yo podría recordar la temperatura del
agua del baño, que la madre prueba con el codo; el infante
ignora que el agua podría haber estado demasiado caliente o
demasiado fría, pero da por sentada la temperatura corporal.
Hablo todavía de la dependencia absoluta. Se trata de una
cuestión de intrusión o no intrusión en la existencia del infante,
y deseo desarrollar este tema.

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Todos los procesos de un infante vivo constituyen un seguir
siendo, una especie de proyecto para el existencialismo. La
madre capaz de entregarse durante un lapso limitado a su tarea
natural, puede proteger el seguir siendo del infante. Toda
intrusión o falla de la adaptación causa una reacción en el
infante, y esa reacción quiebra el seguir siendo. Si la pauta de la
vida del infante es reaccionar a las intrusiones, se produce una
seria interferencia con la tendencia natural de la criatura a
convertirse en una unidad integrada, capaz de seguirteniendo un
self con pasado, presente y futuro. Con una ausencia relativa de
reacciones a las intrusiones, las funciones corporales del infante
proporcionan una buena base para construir un yo corporal. De
este modo se estructura la quilla para la salud mental futura.
Vemos que la adaptación sensible a las necesidades del yo
del infante sólo dura un pequeño lapso. Pronto la criatura
empieza a obtener placer con el pataleo, y a sacar algo positivo
de la rabia por lo que podrían denominarse pequeñas fallas de la
adaptación. Pero por esa época la madre reemprende su propia
vida, que finalmente se vuelve relativamente independiente de
las necesidades del infante. A menudo el crecimiento del niño
corresponde con total exactitud a la reasunción por la madre de
su propia independencia, y estaremos de acuerdo en que una
madre que no puede ir fallando gradualmente en esta cuestión
de la adaptación sensible falla en otro sentido: debido a su
propia inmadurez o a sus propias angustias, falla porque no le
da a su infante razones para tener rabia. Un infante que no tiene
ninguna razón para la rabia, pero que desde luego lleva en sí la
cantidad habitual de ingredientes de la agresividad, sean ellos
los que fueren, enfrenta una dificultad especial, la dificultad de
fusionar la agresión con el amor.
De modo que en la dependencia absoluta el infante no tiene
ningún medio de percatarse de la provisión materna.

La dependencia relativa

Así como he denominado “dependencia absoluta” a la


primera etapa, llamaré “dependencia relativa” a la etapa que
sigue. De este modo puedo distinguir la dependencia que está
más allá del alcance del infante, y la dependencia de la que el
infante puede darse cuenta. Primero, la madre hace mucho para
satisfacer las necesidades del yo del infante pero nada de ello
queda registrado en la mente del niño.
La etapa siguiente, la de la dependencia relativa, es un

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2
período de adaptación con una falla gradual de la adaptación. La
gran mayoría de las madres están dotadas para proveer una
desadaptación graduada, y esto engrana perfectamente con los
desarrollos rápidos que despliega el infante. Por ejemplo, se
inicia la comprensión intelectual, que se desarrolla como una
amplia extensión de procesos simples tales como los reflejos
condicionados. (Piénsese en un infante que espera la comida.
Llega un momento en que el infante puede esperar algunos
minutos porque los ruidos de la cocina indican que pronto le
darán de comer. Esos ruidos no son simplemente estímulos que
lo excitan, sino que se sirve de ellos para poder esperar.)
Naturalmente, la capacidad de los infantes para el empleo
precoz de la comprensión intelectual es muy variable; a menudo
demora su aparición la existencia de alguna confusión en el
modo como se presenta la realidad. Esta es una idea en la que
tenemos que hacer hincapié, pues todo el procedimiento del
cuidado del infante tiene como principal característica una
presentación regularizada del mundo. Esto es algo que no puede
hacerse deliberada ni mecánicamente. Sólo lo logra el manejo
continuo realizado por un ser humano, por una mujer que es
siempre ella misma. No se trata en este caso de perfección. La
perfección es propia de las máquinas. Lo que el infante necesita
es exactamente lo que suele lograr: el cuidado y la atención de
alguien que sigue siendo él mismo. Desde luego, esto se aplica
también al padre.
Debemos detenernos especialmente en el punto de este “ser
ella misma” porque hay que trazar una distinción entre la
persona y el hombre oda mujer, madre o niñera, que actúa esa
parte, tal vez perfectamente bien en algunos momentos, gracias
a haber aprendido a cuidar infantes con algún libro o en algún
curso. Pero esta “actuación” no es suficientemente buena. El
infante sólo puede encontrar una presentación libre de
confusiones de la realidad externa si lo cuida un ser humano
consagrado a él y a la tarea de atenderlo. La madre irá saliendo
de este estado de devoción fácil para ella, y pronto volverá a su
oficina, a escribir novelas, o a una vida social junto al esposo,
pero por el momento está hundida en esa devoción hasta el
cuello.
La recompensa en la primera etapa (de dependencia ab-
soluta) eS que el proceso de desarrollo del infante no sufre
ninguna distorsión. La recompensa en esta etapa de la de-
pendencia relativa consiste en que el infante empieza de algún
modo a percatarse de la dependencia. Cuando la madre está
ausente por un lapso más extenso que el de la capacidad del
bebé para creer en la supervivencia de ella, aparece la angustia,

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que es el primer signo de que el infante conoce. Antes, si la
madre estaba ausente, el infante simplemente no podía
beneficiarse con la especial habilidad de ella para protegerlo de
las intrusiones, por lo cual no quedaba bien establecido un
desarrollo esencial de la estructura del yo.
Después de que el infante de algún modo siente necesidad de
la madre, aparece la etapa en la que empieza a comprender que
la madre es necesaria.
En la salud, poco a poco la necesidad de la madre real se
vuelve violenta y terrible, de modo que las madres detestan
dejar solos a sus hijos, y están dispuestas a sacrificar mucho
para no provocar en ellos malestar y producir odio y desilusión
durante esta fase de necesidad especial, que puede decirse que
dura aproximadamente de seis meses a dos años.
Cuando el niño tiene dos años, se han iniciado nuevos
desarrollos que le dan armas para tratar con la pérdida. Será
necesario referirse a ellos. También hay que tomar en consi-
deración factores ambientales importantes aunque variables. Por
ejemplo, puede formarse un equipo madre-niñera, que es en sí
un tema interesante de estudio. Puede haber tías, abuelos o
amigos de los padres, personas adecuadas que por su presencia
constante merecen ser consideradas sustitutos maternos.
También el esposo de la madre puede ser una persona
importante en la casa, que ayude a crear un hogar; ese padre
puede ser un buen sustituto materno, o gravitar de un modo más
masculino, brindándole a su esposa apoyo y una sensación de
seguridad que ella puede transmitirle al infante.

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No será necesario abordar detenidamente estos detalles más
bien obvios, aunque sumamente significativos. Pero se verá que
varían mucho; de este modo y en concordancia con ellos se
inducen los procesos de crecimiento del infante.
)

Caso clínico

He tenido la oportunidad de observar aúna familia con tres


niños desde el momento de la muerte repentina de la madre. El
padre actuó de un modo responsable, y una amiga de la madre que
conocía bien a los chicos se hizo cargo de cuidarlos; al cabo de
cierto lapso se convirtió en su madrastra.
Uno de esos niños era un bebé de cuatro meses cuando la
madre falleció.súbitamente. Su desarrollo continuó de manera
satisfactoria, sin ningún signo clínico que indicara una reacción.
En mi lenguaje, para este bebé la madre era “un objeto subjetivo”
y la amiga había ocupado la posición de ella. Más tarde el niño
pensaba en la madrastra como si fuera la madre real.
Pero cuando este hermano menor tuvo cuatro años, me lo
trajeron porque estaba empezando a presentar diversas di-
ficultades de la personalidad. En el juego de la entrevista
terapéutica inventó algo que tenía que repetirse muchas veces. El
se ocultaba, y yo introducía una muy leve modificación en, por
ejemplo, la posición de un lápiz sobre mi escritorio. Entonces
venía él, descubría la leve modificación, se encolerizaba y me
“mataba”. El niño habría seguido con este juego durante horas.
Aplicando lo que había aprendido, le dije a la madrastra que se
preparara para hablarle sobre la muerte. Esa misma noche, por
primera vez en la vida, él le dio a la mujer la oportunidad de tocar
el tema, y esto llevó a que el niño necesitara conocer exactamente
todos los hechos relacionados con la madre de cuyo interior él
había salido, y con su muerte. Esa necesidad cobró impulso en los
días siguientes; había que repetirle las cosas una y otra vez.
Continuó su buena relación con la madrastra, a la que seguía
llamando “mamá”.

El mayor de los tres hermanos tenía seis años en el momento


de la muerte de la madre. Simplemente la lloró como a una
persona que era amada. El proceso de duelo le tomó más o menos
dos años, y emergió de él con un acceso de robos. Aceptabh a la
madrastra como madrastra, y recordaba a su madre real como a
una persona tristemente perdida.

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El hermano intermedio tenía tres años en el momento de la
tragedia. Se encontraba en una fuerte relación positiva con el
padre, y se convirtió en un caso psiquiátrico, necesitado de
psicoterapia (unas siete sesiones a lo largo de un período de ocho
años). El hermano mayor dijo de él: “No le hablamos del nuevo
casamiento de papá porque él cree que matrimonio significa
asesinato”.
Este hermano intermedio se encontraba confuso y era incapaz
de manejar con éxito la culpa que tenía necesidad de
experimentar, porque lamuerte de la madre se había producido
cuando él se encontraba en una fase homosexual con un especial
apego al padre. Dijo: “No me importa, era... (el hermano mayor)
quien la quería”. Desde el punto de vista clínico, se convirtió en
hipomaníaco. Su inquietud extrema duró un largo período, y era
claro que lo amenazaba una depresión. En su juego había un
cierto grado de confusión, pero podía organizarlo lo suficiente
como para transmitirme, en las sesiones de psicoterapia, cuáles
eran las angustias específicas que le causaban desazón.
Aún quedan signos de trastorno psiquiátrico residual en este
muchacho, que ahora tiene trece años, es decir diez años más que
cuando se produjo la tragedia que para él fue traumática.

Un desarrollo importante en el infante es el que denominamos


“identificación”. Desde muy temprano el infante puede presentar
una capacidad para identificarse con la madre. Existen reflejos
primitivos de los que puede decirse que constituyen la base de
estos desarrollos, por ejemplo la sonrisa con la que el bebé
responde a otra sonrisa. Muy pronto la criatura se vuelve capaz de
formas más complejas de identificación, que implican la
existencia de imaginación. Por ejem- pío, el bebé puede desear
llegar a la boca de la madre y alimentarla con su dedito mientras
él mismo toma el pecho. He visto que esto sucede a los tres
meses, pero las fechas no deberían preocuparnos. Un poco antes o
un poco después, ocurre con todos los infantes (salvo algunos
enfermos), y sabemos que después del desarrollo de la capacidad
para “ponerse en el lugar de la madre” se produce en el niño un
gran alivio de la dependencia. De esto proviene el desarrollo
completo de la comprensión de que la madre tiene una existencia
personal y separada, y finalmente el niño llega a poder creer en la
unión de los progenitores, que de hecho condujo a su propia
concepción. Esto tiene lugar mucho más adelante y nunca se logra
en los niveles más profundos.
El efecto de estos nuevos mecanismos mentales sobre el tema
de la dependencia consiste en que el infante puede aceptar
acontecimientos que están más allá de su control, y como es capaz

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de identificarse con la madre o con ambos padres, desvía hacia
una vía muerta parte del odio enorme que experimenta respecto de
lo que desafía su omnipotencia.
Empieza a comprender y quizás a utilizar el lenguaje. Este
importantísimo desarrollo del animal humano les permite a los
progenitores darle la oportunidad de cooperar, a través de la
comprensión intelectual, aunque en la profundidad el infante
sienta aflicción, odio, desilusión, miedo e impotencia. La madre
puede decir: “Voy a salir para buscar un poco de pan”. Esto dará
resultado, a menos, desde luego, que permanezca ausente más del
lapso durante el cual el infante tiene capacidad para mantener, en
sus sentimientos, la idea de que ella está viva.
Deseo referirme a una forma de desarrollo que afecta
especialmente la capacidad del infante para las identificaciones
complejas. Tiene que ver con la etapa en que sus tendencias
integradoras generan un estado en el que es una unidad, una
persona total, con un interior y un exterior, y una persona que vive
en el cuerpo, más o menos limitada por la piel. Una vez que lo
exterior significa “no-yo”, el interior significa yo, y se cuenta con
un lugar para almacenar cosas. En la fantasía del niño, la realidad
psíquica personal está ubicada dentro. Si está situada fuera, hay
buenas razones para ello.
En este punto, el crecimiento del infante toma la forma de un
intercambio continuo entre la realidad interna y la realidad
externa, que se enriquecen recíprocamente.
El niño ya no es sólo un creador potencial del mundo, sino que
también se vuelve capaz de poblarlo con muestras de su propia
vida interior. Gradualmente llega a “abarcar” casi todos los
hechos externos, y la percepción es casi sinónima de creación. De
nuevo tenemos un medio por el cual el niño logra el control de los
hechos externos y del funcionamiento interior de su propio self.

Hacia la independencia

Una vez que estas cosas han quedado establecidas, como


ocurre en la salud, el niño puede gradualmente enfrentar el mundo
y sus complejidades, pues en él ve cada vez más lo que ya está
presente en su propio self. Se identifica con la sociedad en
círculos crecientes de la vida social, pues la sociedad local es una
muestra del mundo personal del self tanto como una muestra de
los fenómenos verdaderamente externos.
De este modo se desarrolla una verdadera independencia; el
niño llega a una existencia personal satisfactoria mientras
participa en los asuntos de la sociedad. Naturalmente, existen
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grandes posibilidades de que se produzcan retrocesos en este
desarrollo de la socialización basta las etapas finales ulteriores a
la pubertad y la adolescencia. Incluso un individuo sano puede
tropezar con una tensión social que exceda lo que él soporta, antes
de su ampliación personal de las bases de la tolerancia.
En la práctica vemos a nuestros adolescentes pasar de un
agrupamiento a otro, ampliando continuamente el círculo e
incluyendo los fenómenos nuevos y cada vez más extraños que la
sociedad genera. Los padres son muy necesarios en el manejo del
hijo adolescente que explora un círculo social tras otro, porque
ellos ven mejor que los jóvenes el momento en que

11
8
Í
¡
ese pasaje del círculo social limitado al círculo social ilimitado es i

demasiado rápido, quizá debido a elementos sociales peligrosos


presentes en el vecindario inmediato, o a los desafíos propios de
la pubertad y de un rápido desarrollo de la capacidad sexual.
También se los necesita especialmente a causa de las tensiones y
pautas instintivas que reaparecen después de haber sido
abandonadas en la edad del deambulador.
“Hacia la independencia” describe las luchas del niño
deambulador y del niño púber. En el período de la látencia, por lo
general los niños están satisfechos con la dependencia que tienen
la suerte de poder experimentar. La latencia es el período en el
que la escuela desempeña el papel de sustituto del hogar, lo cual
no siempre ocurre, pero aquí no tenemos espacio para desarrollar
más este tema.
Debe esperarse que los adultos continúen el proceso de crecer
y madurar, puesto que pocas veces llegan a una madurez
completa. No obstante, en cuanto han hallado un nicho en la
sociedad gracias al trabajo, y tal vez se han casado o llegado a una
solución de transacción entre copiar a los progenitores y la
identidad personal desafiante, una vez, entonces, que se han
producido estos desarrollos, puede decirse que se inició la vida
adulta, y los individuos van emergiendo uno a uno del ámbito
abarcado por esta breve descripción del crecimiento en términos
de “dependencia hacia la independencia”.

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9
8

LA ETICA Y LA EDUCACION2
(1963)

El título de mi conferencia me permite desarrollar no tanto el


tema de la sociedad que cambia como el de la naturaleza humana
que no cambia. La naturaleza humana no cambia. Desde luego, esto
puede discutirse. Pero daré por sentado que esta idea refleja la
verdad, y la tomaré como base. Es cierto que la naturaleza humana
ha evolucionado, del mismo modo que los cuerpos y los seres
humanos, en el curso de cientos de miles de años. Pero tenemos
pocas pruebas de que se haya modificado en el breve lapso de la
historia registrada; en el mismo sentido apunta el hecho de que lo
que vale para la naturaleza humana en el Londres de hoy en día
también es cierto en Tokio, Accra, Amsterdam y Tombuctú. Se
aplica por igual a blancos y negros, a gigantes y pigmeos, a los hijos
de los científicos de Harwell o Cabo Cañaveral y a los hijos de los
aborígenes australianos.
En cuanto al tema que consideramos (la educación moral hoy en
día) esto significa que existe un campo de estudio que podría
denominarse “capacidad del niño humano para ser educado
moralmente”. En esta conferencia me limitaré a ese campo, el del
desarrollo en el niño humano de la capacidad

2 Conferencia perteneciente a un ciclo, pronunciada en el Instituto


de Educación de la Universidad de Londres, en 1962, y publicada por
primera vez (con el título de “The Young Child at Home and at School”)
en Moral Education in a Changing Society, comp. de W. R. Niblett
(Londres, Faber, 1963).
12
0
14. PREOCUPACIÓN MATERNAL PRIMARIA (1956)
i

Esta aportación ha sido estimulada por el trabajo publicado en


Psychoanalytic Study of the Child, volumen IX, bajo el encabezamiento:
«Problemas de la neurosis infantil». Las diversas aportaciones de la
señorita Freud a este trabajo contribuyen a un importante
planteamiento de la teoría psicoanalítica actual en su relación con las
etapas más precoces dé la vida infantil y de la instauración de la
personalidad.
Deseo desarrollar el tema de la primitiva relación madre- hijo, tema
de máxima importancia al principio y que sólo gradualmente queda
desplazado a un segundo plano por el tema del pequeño en tanto ser
independiente.
En primer lugar, necesito acordar con lo que manifiesta la señorita
Freud bajo el título «Errores actuales del concepto». «Las desilusiones y
las frustraciones son inseparables de la relación madre-pequeño...
Echarles a las limitaciones maternas durante la fase oral la culpa de la
neurosis infantil no es más que una cómoda y engañosa generalización.
El análisis debe profundizar más en busca de la causa de la neurosis.»
Con estas palabras la señorita Freud expresa una opinión que los psi-
coanalistas comparten en general.
Pese a ello, es mucho lo que podemos ganar si tenemos en cuenta la
posición de la madre. Hay algo que puede denominarse «medio no
suficiente o insatisfactorio», algo que deforma el desarrollo del pequeño,
del mismo modo que existe un medio bueno o suficiente que permite
que el niño, en cada fase, \
PREOCUPACIÓN MATERNAL PRIMARIA (1956) 398

alcance las apropiadas satisfacciones innatas así como las angustias y


conflictos.
Anna Freud nos recuerda que nos es posible pensar en un patrón
pregenital en términos de dos personas que se unen para lograr lo que
por amor a la brevedad llamaremos «equilibrio homeostálico»
(Máhlér, 1954). A veces recibe también la denominación de «relación
simbiótica». A menudo se afirma' que la madre de un pequeño está
biológicamente condicionada para su misión de especial orientación
hacia las necesidades del pequeño. Utilizando un lenguaje más
sencillo, diré que existe una identificación —consciente pero también
profundamente inconsciente— entre la madre y el pequeño.
Creo que hay que juntar estos conceptos diversos y que debe
rescatarse el estudio de la madre de lo que es puramente biológico. El
término «simbiosis» no nos conduce más allá que a la comparación de
la relación madre-hijo con otros ejemplos de interdependencia en
zoología y botánica. Las palabras «equilibrio honaeostático» tampoco
incluyen algunos de los puntos que se presentan ante nuestros ojos si
examinamos esta relación con el cuidado que la misma se merece.
Lo que nos interesa son las grandes diferencias psicológicas que
hay entre, por un lado, la identificación materna con el niño, y por
otro, la dependencia del niño con respecto a la madre; esta última no
implica identificación, ya que la identificación es un complejo estado
de cosas inaplicable a las primeras fases de la infancia.
Anna Freud nos demuestra que hemos superado aquella burda
fase de la teoría psicoanalítica en la que nos expresábamos como si
para el pequeño la vida empezase con la experiencia instintiva oral.
Ahora nos hallamos ocupados en el estudio del desarrollo precoz y del
self precoz, al que si el desarrollo ha avanzado lo suficiente, las
experiencias del ello pueden más bien reforzar que interrumpir.
Desarrollando el tema del término «anaclítico» utilizado por
Freud, la señorita Freud dice: «La relación con la madre, si bien es la
primera relación con un ser humano, no es la primera relación que el
pequeño establece con el medio. Lo que la precede es una fase anterior
en la que las necesidades no son del inundo objetal sino del cuerpo, y
cuya satisfacción o frustración juegan un papel decisivo».
Por cierto, creo que la introducción de la palabra «necesidad» en
vez de «deseo» ha tenido gran importancia en nuestras teorías, pero
ojalá la señorita Freud no hubiese empleado las palabras
«satisfacción» y «frustración» en este contexto; una necesidad o bien
se satisface o no, y el efecto no es el mismo que el de la satisfacción o
frustración de un impulso del ello.
Quisiera referirme a lo que Greenacre (1954) denomina el tipo
«airullador» dejplaceres rítmicos. Aquí nos hallamos ante un ejemplo
399 ESCRITOS DE PEDIATRÍA Y, PSICOANÁLISIS

de necesidad que es satisfecha o no, pero sería una deformación decir


que el pequeño que no es arrullado reacciona igual que ante una
frustración. Ciertamente, más que ira se produce cierta deformación
del medio en una fase precoz.
Sea como fuere, me parece que hace tiempo que debería haberse
hecho un estudio más amplio de la función materna en la fase más
precoz, por lo que deseo unir las diversas sugerencias y presentar una
teoría para su debate.

LA PREOCUPACIÓN MATERNAL

Mi tesis es que en la fase más precoz estamos tratando con un


estado muy especial de la madre, una condición psicológica que
merece un nombre, como puede ser el de preocupación maternal
primaria. Sugiero que la literatura psicoanalítica no ha rendido
tributo suficiente a una condición psiquiátrica muy especial de la
madre acerca de la cual deseo decir lo siguiente:

Gradualmente se desarrolla y se convierte en un estado de sen-


sibilidad exaltada durante el embarazo y especialmente hacia el final
del mismo.
Dura unas cuantas semanas después del nacimiento del pequeño.
No es fácilmente recordado por lá madre una vez que se ha re-
cobrado del mismo.
Iría aún más lejos y diría que el recuerdo que de este estado
conservan las madres tiende a ser reprimido.

Este estado organizado (que sería una enfermedad si no fuese por


el hecho del embarazo) podría compararse con un estado de
replegamiento o de disociación, o con una fuga o incluso con un
trastorno a un nivel más profundo, como por ejemplo un episodio
esquizoide en el cual algún aspecto de la personalidad se haga
temporalmente dominante. Me gustaría encontrar una buena forma de
denominar este estado y proponerla para que se tuviese en cuenta en
todas las referencias a la fase más precoz de la vida del pequeño. No
creo que sea posible comprender el funcionamiento de la madre
durante el mismo principio de la vida del pequeño sin ver que la madre
debe ser capaz de alcanzar este estado de sensibilidad exaltada, casi de
enfermedad, y recobrarse luego del mismo. (Utilizo la palabra «enfer-
medad» porque una mujer debe estar sana, tanto para alcanzar este
estado como para recobrarse de él cuando el pequeño la libera. Si el
pequeño muriese, el estado de la madre se manifestaría
repentinamente en forma de enfermedad. La madre cori'e este riesgo.)
PREOCUPACIÓN MATERNAL PRIMARIA (1956) 400

He dado a entender esto en el término «dedicada» dentro de las


palabras «madre corriente dedicada» (Winnicott, 1949). Ciertamente,
hay muchas mujeres que son buenas madres en todos los demás
aspectos y que son capaces de llevar una vida rica y fructífera pero que
no pueden alcanzar esta «enfermedad normal» que les permite
adaptarse delicada y sensiblemente a las necesidades del pequeño en
el comienzo; o bien lo consiguen con uno de sus hijos pero no con los
demás. Tales mujeres no son capaces de preocuparse de su propio
pequeño con exclusión de otros intereses, de una forma normal y
temporal. Puede suponerse que en algunas de estas personas se produ-
ce una «huida hacia la cordura». Ciertamente, algunas de ellas tienen
otras preocupaciones muy importantes que no abandonan fácilmente
o que tal vez no sean capaces de abandonar hasta haber tenido sus
primeros bebés. Cuando una mujer tiene una fuerte identificación
masculina se encuentra con que le es muy difícil cumplir con esta parte
de su función materna, y la envidia reprimida del pene deja poco
espacio para la preocupación materna primaria.
En la practica, el resultado consiste en que tales mujeres, una vez
que han tenido un niño, pero habiéndoseles escapado la primera
oportunidad, se encuentran ante la tarea de compensar lo perdido.
Pasan un largo período para adaptarse estrechamente a las crecientes
necesidades del pequeño y no es seguro que consigan reparar la
deformación precoz. En lugar de dar por sentado el buen efecto de la
preocupación precoz y temporal, se encuentran atrapadas en la
necesidad de terapia del pequeño, es decir, la necesidad de un
prolongado período de adaptación a la necesidad o de mimos. En vez
de madres, son terapeutas.
Al mismo fenómeno se refieren Kanner (1943), Loretta Hender
(1947) y otros que han tratado de describir el tipo de madre que es
susceptible de producir un «niño autista» (Creak, 1951; Mahler,
1954). .
Es posible establecer una comparación entre la tarea de la madre,
en lo que hace a la compensación de su pasada incapacidad, y la tarea
de la sociedad que intenta (a veces con éxito) conseguir la
identificación social de un niño desposeído qué se halla en estado
antisocial. Esta labor de la madre (o de la sociedad) encierra una fuerte
tensión debido a que no se realiza de manera natural. La tarea que se
emprende tiene su lugar apropiado en una fase anterior, en este caso
aquella en la que el pequeño sólo empezaba a existir como individuo.
Si es aceptable esta tesis del estado especial en que se halla la
madre y su recuperación del mismo, entonces podremos examinar con
mayor detenimiento el estado correspondiente en que se halla el
pequeño.
401 ESCRITOS DE PEDIATRÍA Y, PSICOANÁLISIS

El pequeño tiene:

Una constitución.
Tendencias innatas al desarrollo («zona Ubre de conflictos en el
yo»).
Movilidad y sensibilidad.
Instintos, involucrados en la tendencia al desarrollo con cambios
en la dominancia zonal.

La madre que alcanza el estado que he llamado «preocupación


maternal primaria» aporta un marco en el que la constitución del
pequeño empezará a hacerse evidente, en el que las tendencias hacia el
desarrollo empezarán a desplegarse y en el que el pequeño
experimentará movimientos espontáneos y se convertirá en poseedor
de las sensaciones que son apropiadas a esta fase precoz de la vida. En
este contexto no es necesario hacer referencia a la vida instintiva, ya
que lo que estoy tratando empieza antes de la instauración de los
patrones instintivos.
He procurado describir todo esto utilizando mi propio lenguaje,
diciendo que si la madre aporta una adaptación suficiente a la
necesidad, la vida del pequeño se ve muy poco turbada por las
reacciones ante los ataques. (Naturalmente, lo que cuenta son las
reacciones ante los ataques y no los ataques mismos.) Los fracasos
matemos producen fases de reacción ante los ataques y estas
reacciones interrumpen la continuidad existencial del pequeño.
Cualquier exceso en tales reacciones produce, no la frustración, sino la
amenaza de aniquilamiento. Esto, a mi modo de ver, es una angustia
primitiva muy real, muy anterior a cualquier angustia en cuya
descripción intervenga la palabra «muerte».
Dicho de otro modo, la base para la instauración del yo la
constituye la suficiencia de la continuidad existencial, no interrumpida
por las reacciones ante los ataques. La suficiencia de la continuidad
existencial sólo es posible al principio si la madre se halla en el estado
que les he sugerido y que es algo muy real cuando la madre sana se
halla cerca del final del embarazo y en las primeras semanas después
del nacimiento del bebé.
Sólo si la madre se halla sensibilizada tal como acabamos de
exponer, podrá ponerse en el lugar del pequeño y, de este modo,
satisfacer sus necesidades. Éstas, al principio son corporales, pero
paulatinamente pasan a ser necesidades,del yo, a medida que la
psicología va naciendo de la elaboración imaginativa de la experiencia
física.
Empieza a existir una relación yoica entre la madre y el pequeño,
PREOCUPACIÓN MATERNAL PRIMARIA (1956) 402

relación de la que la madre se recupera, y a partir de la cual el niño


puede a la larga edificar en la madre la idea de una persona. Visto
desde este ángulo, el reconocimiento de la madre en tanto que persona
viene de manera positiva, normalmente, y no surge de la experiencia
de la madre como símbolo de la frustración. El fracaso de adaptación
materna en la fase más precoz no produce otra cosa que la
aniquilación del self del pequeño.
En esta fase, el niño no percibe de ningún modo lo que la madre
hace bien. Esto, según mi tesis, es un hecho. Sus fracasos no son
percibidos en forma de fracasos matemos, sino que actúan como
amenazas a la autoexistencia personal.
Recurriendo al lenguaje de estas consideraciones, la construcción
precoz del yo es, por consiguiente, silenciosa. La primera organización
del yo procede de la experiencia de amenazas de aniquilación que no
conducen a la aniquilación y con respecto a las cuales hay
recuperación repetidas veces. Partiendo de tales experiencias la
confianza en la recuperación comienza a ser algo que lleva a un yo y a
una capacidad del yo para enfrentarse con la frustración.
Espero que les parezca que esta tesis contribuye al tema del
reconocimiento de la madre como madre frustrante por parte del
pequeño. Esto es cierto más adelante, pero no lo es en esta fase precoz.
Al principio, la madre que falla no es percibida como tal. A decir
verdad, el reconocimiento de la dependencia absoluta de la madre y de
la capacidad de ésta para la preocupación primaria, o comoquiera que
se llame, es algo que pertenece a la extrema sofisticación y a una fase
que los adultos no siempre alcanzan. El fallo general de
reconocimiento de dependencia absoluta al principio contribuye al
temor a la MUJER que es propio tanto de hombres como de mujeres
(Winni- cott, 1950, 1957a).
Ahora podemos decir por qué creemos que la madre del bebé es la
persona más idónea para el cuidado de éste; es ella quien puede
alcanzar ese estado especial de preocupación ma- temal primaria sin
caerenferma. Pero una madre adoptiva, o cualquier mujer que pueda
estar enferma en el sentido de preocupación primaria, también puede
estar en condiciones de producir una adaptación suficiente, gracias a
cierta capacidad para la identificación con el bebé.
De acuerdo con esta tesis, un medio suficiente en la primera fase
permite que el pequeño comience a existir, a tener experiencia, a
construirse un yo personal, a dominar los instintos, y a enfrentarse con
todas las dificultades inherentes a la vida. Todo esto le parece real al
pequeño, que es capaz de poseer un self que, a la larga, incluso puede
permitirse sacrificar la espontaneidad, incluso morir.
Por el contrario, sin una inicial provisión ambiental satisfactoria
403 ESCRITOS DE PEDIATRÍA Y, PSICOANÁLISIS

este self capaz de morir jamás se desarrolla. La sensación de realidad


se halla ausente y si no hay demasiado caos la sensación definitiva es
de futilidad. Las dificultades inherentes a la vida son inalcanzables, y
no digamos las satisfacciones. Si no hay caos, aparece un falso self que
oculta al verdadero self que se aviene a las exigencias, que reacciona
ante los estímulos, que se libra de las experiencias instintivas
teniéndolas, pero que únicamente estará ganando tiempo.
Se verá que, según esta tesis, es más probable que los factores
constitucionales se manifiesten en la normalidad, allí donde el medio
en la primera fase haya sido el adecuado. A la inversa, allí donde haya
habido un fracaso en esta primera fase, el pequeño se ve atrapado en
unos primitivos mecanismos de defensa (falso self, etc.), que
corresponden al temor a la aniquilación, y los elementos
constitucionales tienden a verse sojuzgados (a menos que sean
físicamente manifiestos).
Es necesario, al llegar aquí, dejar sin desarrollar el tema de la
introyección que el pequeño realiza, de los patrones de enfermedad de
la madre, si bien se trata de un tema de gran importancia en
consideración al factor ambiental de las fases siguientes, después de la
primera fase de dependencia absoluta.
Al reconstruir el desarrollo precoz de un pequeño, no sirve de nada
hablar de instintos, excepto sobre la base del desarrollo del yo.
Se registra una divisoria: /
Madurez del yo: las experiencias instintivas refuerzan el yo.
Inmadurez del yo: las experiencias instintivas interrumpen el yo-

Aquí, el yo implica una suma de experiencias. El self individual


empieza como una suma de la experiencia inactiva, de la movilidad
espontánea, y de la sensación, regreso de la actividad al descanso, y la
gradual instauración de una capacidad para aguardar la recuperación
de la aniquilación; aniquilación resultante de las reacciones ante los
ataques del medio ambiente. Por esta razón, el individuo necesita
empezar en el medió ambiente especializado al que me he referido
bajo el encabezamiento’de «Preocupación maternal primaria».

Centro de Impresiones
PREOCUPACIÓN MATERNAL PRIMARIA (1956) 404

Uoterinl de Estudios de Psico’onk


OBJETOS. TRANSICION ALES
Y FENOMENOS TRADICIONALES

En este capítulo ofrezco mi primera hipótesis, tal como la formulé en 1951,. y luego
sigo con dos ejemplos clínicos.

I. MI PRIMERA HIPOTESIS1

Es bien sabido que los recién nacidos tienden a usar ei puño, los dedos, los pulgares,
para estimular la zona erógena oral, para satisfacer los instintos en esa zona y, además,
para una tranquila unión. También se sabe que al cabo de unos meses los bebés
encuentran placer en jugar con muñecas, y que la mayoría de las madres Ies ofrecen
algún objeto especia! y esperan; por decirlo así, que se aficionen a ellos,
Existe una relación entre estos dos grupos de fenómenos, separados por un intervalo
de tiempo, y el estudio del paso de! primero al segundo puede resultar de provecho y
utilizar importantes materiales clínicos que en cierta medida han sido dejados a un lado.

‘ Publicado en InHirnational Journal of Psycho-Analysís, *ol. 34, Seiíunda Parle, 1953: y en D. W.


Winnicott, Coilecied ñpérs: Throitfh l^dvtrics lo Psydio-AHalysis, 1958a, Londres, Tavistcck
Pubücadons.
LA PRIMERA POSESION . • '

Quiénes se encuentran en estrecho contacto con los intereses y problemas de las


madres tendrán ya conocimiento de las ’ riquísimas pautas que exhiben los bebés en
su uso de su prí- • mera posesión de "no-yo”. Gracias a que las exhiben, es posible
someterlas a observación directa.
' Se advierte una amplia variación en la secuencia de hechos que empieza con las
primeras actividades de introducción del puño en la. boca por el recién nacido, y qué
a la larga lleva al apego a • un. osito., una muñeca o un juguete, blando o duro.-
,. Resulta .claro, que aquí háy\algpumport.anteraparteJ de la excita-
- ción y satisfacción-oraljÁ aunque .estas' puedan ser la base de todo. lo . demás: Sé
piíedén -estudiar..'muchas otras cosas de importancia, entre ellas:.
’ i. La naturaleza del objeto.
2. La capacidad del niño para reconocer el objeto como un' "no-yo”.
3. La ubicación del objeto: afuera, adentro, en el límite.
4. La capacidad del niño para crear, idear,’ imaginar, producir. originar un
objeto.
5. La iniciación de un tipo afectuoso de relación de objeto, introduzco los
términos “objetos transicionalcs” y “fenómenos transícionales'’ para designar la zona
intermedia de • experiencia, entre el pulgar y el osito, entre el erotismo ora! y • la
verdadera relación de objeto,-entre la actividad creadora *' primaria y la proyección
de lo que ya se ha íntroyectado, entre • el desconocimiento primario de la deuda y el
reconocimiento de ; esta C'Dí ‘tá’ ”).
-Mediante esta definición, el parloteo del bebé y la manera en ; que un niño mayor
repite ún repertorio de canciones y meló-, días mientras se prepara para dormir se
ubican en la zona ínter- • media, como fenómenos transícionales, junto, con el uso
que se hace. de . objetos .que no\ forman ..parte del cuerpo del niño i aunque- todavía
-.no . sé los-reconozca / del todo como - pertene-1 cíenles □ la realidad- exterior:/ - k

Lo inadecuado de la formulación habitual de la naturaleza humana


• En.general se reconoce que una exposición de la naturaleza humana en términos
de relaciones ínterpersoaales no resulta suficiente, ni siquiera cuándo se tienen-en
cuenta la elaboración

IS
imaginativa de la función y el total de la fantasía, tanto cons- : cíente como
inconsciente. Hay otra manera de describir a las personas, que surge de. las
investigaciones de las dos últimas • décadas. De cada individuo que ha Llegado a ser
una unidad, con una membrana limitante, y urf'exterior y un interior, puede . decirse
que posee una realidad interna; un mundo interior que puede ser rico o pobre,,
encontrarse en paz’o en estado de guerra. Esto es una ayuda, ¿peco es suficiente?
Yo afirmo que así como hace falta esta doble exposición, también es necesaria una
triple: la tercera parte de la vida de un ser humano, una parte de la cual no podemos
hacer caso omiso^ es una zona intermedia' de experienciaa la cual, contribuyen la
realidad interior y ¡a vida exterior: Se trata de una zona que no i es objeto de desafío
alguno, porque no se le presentan exigen- : cías, salvo la de que exista como lugar de
descanso-para un individuo dedicado a la perpetua tarea humana de mantener separadas
y a la vez interreiacionadas la realidad interna y la exterior.
Es habitual la referencia a la “prueba de la realidad”, y se establece una clara
distinción entre la apercepción y la percep- í ción. Yo afirmo que existe un estado
intermedio entre la jo- capacidad del bebé para reconocer y aceptar la realidad, y su
creciente capacidad para ello. Estudio, pues, la sustancia de la {iíusion\ lo que se
permite ai niño y lo que en la vida adulta es . inherente del arte y la religión, pero que se
convierte en el sello de la locura cuando un adulto exige demasiado de la credulidad de
los"demás cuando los obliga a aceptar una ilusión que no les es propia. Podemos
compartir un respeto por'una experiencia ilusoriat y si queremos nos es posible reunirlas
y formar un grupo sobre la base de la semejanza de nuestras experiencias ilusorias. Esta
es una raíz natural dél agrupamíento entfé los seres humanos.
Espero que se entienda que no me refiero exactamente al osito del niño pequeño, ni
al uso del puño por el bebé (pulgar, dedos). No estudio específicamente él primer objeto
de. lar relaciones de objeto. Mi enfoque ucne que ver con la primer^ pó- sesión, y con
¡a_zona intermedia entre fo jubj^tivo.yjo que se percibe en forma objetiva.

Desarrollo de una pauta personal


En la bibliografía psicoanalítica existen muchas referencias al avance desde la etapa
de “la mano a la boca” hasta la de "la mano a los genitales”, pero quizá las haya en
menor medida en lo que respecta a los posteriores progresos en materia de manipulación
de verdaderos objetos "no-yo”. En el desarrollo de un niño pequeño aparece, tarde o
temprano, una tendencia_aj?rH * tretejer en la trama personal objetos-distintos-que-yo.
En cierta medida, estos objetos representan el pecho materno, pero lo que analizamos no
es este punto en especial.
En el caso de algunos* bebés, el pulgar se introduce en la boca mientras, los
demás dedos acarician el rostro mediante movimientos de pronación y supinación
del antebrazo. La boca, entonces, se muestra activa en relación con. el pulgar,
pero no respecto de los. dedos. Los que-,-acarician..eLiabio.. superior o alguna
otra parte pueden o no llegar a ser más importantes que el pulgar introducido en
la boca. Más aun, se puede encontrar esta actividad acariciadora por' sí sola, sin la
unión más directa de pulgar y boca.
En la experiencia corriente se da unojie los casos siguientes, que complican
una experiencia autoerótica como la succión del pulgar:

‘ ' 19
i) con la otra mano el bebé toma un.objeto exterior, dL . gamos una parte de la
sábana o frazada, y lo introduce en la boca junto con los dedos; o
. iij el trozo de tela se aferra y succiona de alguna manera, o bien no se lo
succiona; por supuesto, entre los objetos usados se cuentan las servilletas
y (más tarde) los pañuelos, y ello depende de lo que se encuentre fácil y
cómodamente al alcance; de la mano; o
iiij desde ios primeros meses el bebé arranca lana y la reúne y la usa para la
parte acariciadora de la actividad; es menos común que trague la lana,
incluso hasta el punto de provocar trastornos: o
ivj se. producen movimientos de masticación, acompañados por sonidos de
“mam-mam”, balbuceos, ruidos anales, ¡as primeras notas musicales,
etcétera..

Se puede suponer que estas experiencias funcionales van acompañadas por ¡a


formación de pensamientos o de fantasías.
A todas estas cosas las denomino fenómenos transí ció nales. Por lo demás, de
todo ello (si estudiamos a un bebé cualquiera) puede surgir algo, o algún
fenómeno —'quizás un puñado de lana o la punta de un edredón, o una palabra o
melodía, o .una

2
0
, modalidad-, que llega a adquirir una importancia vital para el : bebé en el
momento de disponerse a dormir, y que es una i defensa contra la ansiedad, en
especial contra la1 de tipo depre- i sivo. Puede que el niño haya encontrado algún,
objeto blando, o ] de otra ciase, y lo use, y entonces se; convierte en lo que yo j
llamo objeto^ transicional. Este objeto sigue siendo impoftante.
Los padres llegan a conocer su valor y lo llevan consigo cuando- viajan. La
madre permite que se ensucie y aun .que tenga-mal olor, pues sabe que si lo
lava provoca una ruptura en la continuidad de la experiencia del bebé, que
puede destruir-la significación y el valor del objeto para éste.
Yo sugiero que-la pauta de los fenómenos transicionales-.
i empieza a aparecer desde los cuatro a seis meses hasta los ocho a
.r doce. Dejo espacio, adrede, para amplias variaciones.
. Las_pautas establecidas en la infancia pueden persistir eri la. niñez, de
modo que-el primer objeto-blando sigue siendo-una-------------------------
necesidad absoluta a la hora de acostarse; o en momentos de soledad, o cuando
existe el peligro de un estado de ánimo deprimido. Pero en plena salud se.
produce una ampliación gradual de la gama de- intereses, y a la larga esa
ampliación se mantiene incluso cuando está cercana la ansiedad depresiva. La
necesidad de un objeto o de una pauta de conducta específicos, que comenzó a
edad muy temprana, puede reaparecer más adelante, cuando se presente la
amenaza de una privación.
Esta primera posesión se usa junto con técnicas especiales- derivadas de la
primera infancia, que pueden incluir actividades autoeróticas más directas o
existir aparte detestas. En su vida el niño adquiere poco a poco ositos, muñecas
y juguetes duros. Los varones tienden en cierta medida a pasar al uso de
estosailtimos, en tanto-que las niñas se orientan en forma directa aja adquisición
de una familia. Pero tiene importancia destacar que no existe una diferencia
apreciable entre los varones y las niñas, ; en su uso de la primera posesión
“n&yo”, que yo denomino objeto transicional.
Cuando el bebé empieza a usar sonidos organizados (“mam”, L “ta”, “da”)
puede aparecer una palabra para nombrar af objeto } transicional. Es frecuente
que el nombre que da a esos primeros objetos tenga importancia, y por lo
general contiene en parte una palabra empleada por los adultos. Por ejemplo,
la palabra puede ser “naa”, y la “n” provenir del empleo de la palabra
“nene”*por !os adultos.
Debo mencionar que a veces no exisje un objeto transicional
aparte de la madre misma. O el bebé se*siente tan perturbado en su
desarrollo emocional, que no le resulta posible gozar del estado de
transición, o bíense quiebra la secuencia de los objetos usados. Esta,
sin embargo, puede mantenerse oculta. ¡
• 7
Resumen de cualidades especiales de la relación
‘ 1. El bebé adquiere derechos sobre el objeto, y nosotros los
aceptamos. Pero desde el comienzo existe como característica -cierta

2
1
anulación de la omnipotencia.
2J El objeto es acunado con afecto, y al mismo tiempo amado y
mutilado comexcitación.
í: 3. Nunca .debey cambiar,, a menos de que lo cambie el propio bebé.
■;
4. Tiene que sobrevivir ál amor instintivo, así como ai odio, y si se
trata de una característica, a*la agresión pura.
5. Pero ál bebé debe parecerle que irradia calor, o que se mueve, o
que posee cierta textura, o qué- hace algo que parece demostrar que
posee una vitalidad o una realidad propias.
6. Proviene de afuera desde nuestro punto de vista, pero no para el
bebé. Tampoco viene de adentro: no es una alucinación.
7. Se permite que su destino sufra una descarga gradual, de modo
que a lo. largo de los años queda, no tanto olvidado como relegado al
limbo. Quiero decir con esto que en un estado de buena salud el objeto
transicional no “entra”, ni es forzoso que el sentimiento relacionado
con él sea reprimido. No se lo olvida ni se lo llora. .Pierde
significación, y ello porque los fenómenos transi- cionales se han
vuelto difusos, se han extendido a todo el territorio intermedio entre la
“realidad psíquica interna” y “el mundo
i exterior tal como lo perciben dos personas en común”, es decir, a todo
el campo cultural.
I En.-este punto mi tema se amplía y abarca el del juego, y el de
la creación y apreciación artísticas, y el de los sentimientos religiosos,
y el de los sueños, y también el del fetichismo’ las . mentiras y los
hurtos, el origeñ y lá pérdida de los sentimientos afectuosos, la
adicción a. las drogas, el talismán de los rituales obsesivos, etcétera.

Relación del objeto transicional con el simbolismo


Es cierto que un trozo de frazada (o lo que fuere) simboliza un
objeto, parcial, como el pecho materno. Pero lo que importá’no es
• tanto su valor simbólico como su realidad. El que no sea el pecho

•2
2
^a/wticz fie. Cta&s
PSICÓÍQGA "

(Ü la madre) tiene tanta importancia como la circunstancia de representar al


pecho (o a lasmadce)..
. Cuando se^emglea^elsi^ ya distingue con
claridad enireja^ínta^^ objetos internos y
! loTextfrnos?entrr^primaria y la percepción. Pero en ; mi opinión el término de
objeto transicional deja lugar para el • proceso de adquisición de la capacidad
para aceptar diferencias y semejanzas. Creo que se puede usar una expresión
que designe la raíz del simbolismo en el tiempo, que describa el viaje del niño,
desde lo subjetivopu.ro hasta objetividad; y me parece.que ci objeto
transicional (trozo de frazada, etcétera) es lo que vemos de ese viaje de
progresó hacia la experiencia.
Es posible entender el objeto transicional y no entender del todo la
naturaleza del simbolismo. Én apariencia, este solo se
puede estudiar de manera adecuada en el proceso de crecimiento de
un individuo, y en-el mejor de los casos tiene un significado
variable. Por ejemplo, si consideramos ¡a hostia del Santo Sacra-
mento, que simboliza el cuerpo de Cristo, creo tener razón si digo
que para la comunidad católica romanares el cuerpo, y para la
protestante es un sustituto, un recordatorio, y en esencia no es
realmente, de verdad, el cuerpo mismo. Pero en ambos casos es un
símbolo.

DESCRIPCION CLINICA DE UN OBJETO TRANSICIONAL

Quien se encuentre en contacto con padres e hijos dispondrá de una infinita


cantidad y variedad de materiales clínicos ilustrativos. Los siguientes ejemplos
se ofrecen apenas para recordar á los lectores otros materiales semejantes,
existentes eiysus propias experiencias.

Dos hermanos: constraste en el primer empleo de posesiones


Deformación en el uso del objeto transicional. X, ahora un nombre
sano, tuvo que hacer esfuerzos^para abrirse p'asó hasta llegar a la
madurez. La madre “aprendió a ser madre" en el cuidado de X cuando
este era un bebé, y pudo .evitar otros errores con los demás hijos gracias a
lo que aprendió con él. Además existían razones exteriores para que se
sintiese ansiosa en el momento- de la crianza más bien solitaria de X,
cuando este nació. Tomó su papel de madre con suma seriedad y lo
alimentó a pecho durante siete
meses. Considera que en eí caso de este eso fue demasiado, y
Je resultó muy difícil destetarlo. Nunca se succionó el pulgar o
los dedos cuando lo destetó, "yjKLtuvo nada que le sirviera de
sustituto". Nunca había tenido^ biberón, ni chupete, ni otra
forma de alimentación. Mostró un muy fuerte y prematuro
apegó hacia ella znísmj, como persona, y en realidad la
necesitaba a ella.
Durante doce meses adoptó un conejo ai que acunaba, y su
afectuoso apego por el juguete se transladó a la larga a los conej°s
de verdad. El de juguete le duró hasta que tuvo cinco, o seis
años. Podría describírselo como un conjo/gcfoz. pero nunca tuvo
la verdadera cualidad de un objeto transí- ~ cional. Jamás fue-
como lo habría sido un verdadero objeto .
- 1 transicional,- más importante' que da madre, una parte casi ‘ .
- j inseparable de éL-En ed caso de este niño ~ los tipos dé ansiedad
engendrados por el destete a los siete meses provocaron- más tarde
asma, y solo pudo dominaría en forma gradual. Tuvo suma
importancia,para él encontrar trabajo lejos de su pueblo natal. Su
apego hacia su madre sigue siendo muy fuerte, aunque se ubica dentro
de la definición amplia del término normal o sano. Este hombre no se
ha casado.
Uso típico del objeto transicional. El hermano menor de X, Y,
se desarrolló .en forma muy rectilínea. Ahora tiene tres hijos,
sanos. Fue alimentado a pecho durante cuatro meses y destetado
sin dificultades. Y se succionó el pulgar durante las primeras
semanas, y ello, a su vez “hizo que.el destete le resultara más fácil
que a su hermano’*. Poco después del destete, a (os cinco o seis
meses, adoptó la punta de la frazada en que terminaba la costura.
Se sentía complacido cuando un poco de lana sobresalía de la
punta, y se hacía cosquillas con ella en la nariz. Desde muy
temprano eso se convirtió en su “Naa’J; él mismo inventé esa
palabra en cuanto pudo usar sonidos organizados. Desd que tuvo
más o menos un año pudo reemplazar la punta de la manta<ppr un
jersey verde de lana suave..con una corbata roja. No era un
"consolador-\ como en el caso de su hermanó mayor, depresivo,
sino un “sedante". Y siempre le daba resultados. Este es un
ejemplo típico de lo que llamo objeto transicional. Cuando Y era
pequeño, si alguien le daba su “Naa” lo succionaba en el acto y
perdía su ansiedad, e incluso se dormía a los pocos minutos, si la
hora de dormir estaba cerca. La succión del pulgar siguió simultá-
neamente —duró hasta que tenía tres of cuatro años-, y recuerda

2
4
esa succión y un punto duro en un pulgar» que fue el resultado de
aquella. Ahora le interesa (como padre) la succión del pulgar de
sus hijos» y el uso de “Naas” por estos.
La historia de siete hijos comunes de esta familia destaca los siguientes
puntos, ordenados para su comparación en el cuadro:

X Varón 0 Madre Conejo Fijación materna


Y Varón 4r “Naa” ' (consolador)
Jersey (sedante) Libre

Melliz Chupet Maduración


Nina 0 Burrito (amigo)
os e tardía
Varón 0 "li” li (protector) Psicópata latente
Niña 0 “Ñau” Manta Buen desarrollo
Hijos (tranquilizador)
de Niña + Pulgar Pkigar Buen desarrollo
Y Varón “Mimi (satisfacción) Buen desarrollo
Objetos
s” (clasificación)3
Pulgar Objeto transicional Tipo de niño
Valor de la redacción de la historia
En la consulta con un padre resulta a menudo valioso obtener
información sobre las primeras técnicas y posesiones de toáoslos
niños de la familia. Ello impulsa a la madre a una comparación de su
s h i i o $ entre sí, y ¡e permite recordar y cotejar sus caracterís -
constantemente, hasta que se dormía. Es probable que a la larga se
haya caído, y ahí terminó, el asunto. Pero había algo más. Se mostró
muy tímido al respecto. Se trataba de un conejo color púrpura, de
ojos rojos. "No me gustaba. Solía dejarlo tirado. Ahora ¡o tiene
Jeremy. Se lo regalé. Se lo regalé a Jeremy porque era malo. Se caía
de la cómoda. Todavía me visita. Me gusta que me visiteSe
sorprendió cuando dibujó el conejo color púrpura.
2
Nota agregada: Esto no resulta claro, pero lo dejé como estaba. D. W. W..
197!.
Se advertirá que este chico de once años, con el buen sentido de
3ticas u una edad temprana.

La contribución del niño


Con frecuencia se obtiene información de un niño en lo que respecta a los
objetos transicionales. Por ejemplo:
Angus (de once años y nueve meses) me dijo que su hermano “tiene
toneladas de ositos y qué sé yo” y-que “antes tenía ositos más pequeños”, y
luego siguió hablando de sí mismo. Dijo que nunca tuvo ositos. Había una
cuerda de campanilla que colgaba, cuyo extremo él golpeaba
2
5
la realidad común en su-edad, habla, como si careciera de ese
sentido, cuando describe. las' cualidades y actividades del objeto
transicional. Cuando entrevisté a lamadre, se mostró sorprendida de
qué Angus recordase el conejo.-Lo reconoció con-facilidad.en el
dibujo de colores.

Disponibilidad de ejemplos
Me abstengo deliberadamente de ofrecer aquí más materiales de
casos clínicos,en especial porque no quiero dar la impresión de. que
lo que expongo es raro. En casi todas las historias de casos es
posible encontrar algo interesante en los fenómenos transicio- nales,
o en la falta de ellos.

ESTUDIO TEORICO

A continuación ofrezco algunos comentarios basados en la teoría


psicoanalítica aceptada:
1. Él objeto transicional representa el pecho materno, o el objeto
de la primera relación.
2. Es anterior a la prueba de la realidad establecida.
3. En relación con el objeto transicional el bebé pasa del dominio
* omnipotente (mágico) ai dominio por manipulación (que
implica el erotismo muscular y el placer déla coordinación):
4. A la larga .el* objeto transicional: puede convertirse en un
objeto fetiche y por lo tanto persistir como una característica
de la vida sexual adulta. (Véase el desarrollo del tema por
Wulff: 1946.)
5. A consecuencia de la organización erótica anal, el objeto
transicional puede representar las heces (pero no se debe a ello
que llegue a tener mal olor y a no ser lavado).

Relación con el objeto.interno (Klein)


Resulta interesante comparar el concepto de objeto transí- cíonal con el de
Melanie Klein sobre el objeto interno (1934). El objeto transicional no es un
objeto interno (el cual constituye un concento mental):^ una posesión. Pero (para
el bebé) tampoco es un objeto exterior.
Es preciso formular la siguiente afirmación compleja. El bebé puede emplear
un objeto transicional cuando el objeto interno está vivo, es real y lo bastante
bueno (no demasiado persecutorio).. Tero ese objeto interno depende, en lo
referente a-sus cualidades, de la existencia, vivacidad y conducta del objeto*
exterior; “El fracaso .de este último en el cumplimiento de alguna función esencial

2
6
lleva en forma indirecta ai carácter inerte a a una cualidad persecutoria del objeto
interno.4 Cuando subsiste la característica de insuficiencia del objeto exterior, el
interno deja de tener significado para el bebé, y entonces, y solo entonces, el
objeto transicional se vuelve también carente de sentido.’Este último puede, pues,
representar el “pecho externo'’, pero en forma indirecta, debido a que representa
un pecho “interno”.-
Nunca se encuentra bajo el dominio mágico, conio el interno, ni está fuera de
ése dominio como ocurre con la madre verdadera.

Ilusión-desilusión
Con el fin de preparar el terreno para mi propia contribución positiva a este
tema, debo expresar en palabras algunas cosas que en mi opinión se dan demasiado
por sentadas en muchos trabajos psicoanalíticos sobre el desarrollo emocional
Infantil, aunque se las pueda entender en la práctica.
Un niño no tiene la menor posibilidad de pasar del principio del placer al de
realidad, o a la identif icaeión"^imáriá^jñSas alia" de ella (véase Freud, *1923), si
no existe una madre lo-bastante buena. La “madre” lo bastante buena (que no tiene
por qué ser la del niño) es la. que lleva á cabo la adaptación activa.a las necesi dades
de este y que.la disminuye poco a poco, según la creciente;. capacidad del niño para
hacer frente ai fracaso en materia dé adaptación y para tolerar los resultados de la
frustración. Por supuesto, es más probable que su propia madre sea mejor que
cualquier otra persona, ya qué dicha adaptación activa exige una preocupación
tranquila y tolerada respecto del bebé: en rigor, el
/

4 El texto ha sido modificado aquí, aunque se basa en la primera formulación.


2
7
éxito-en el cuidado de este depende de la devoción, no de h inteligencia
o de la ilustración intelectual.
Como dije, la madre bastante buena comienza con una adaptación
casi total a las necesidades de su hijo, y a medida que pbsa el tiempo'’ se
adapta poco a poco, en forma cada’ vez menos completa, en consonancia
con la creciente’capacidad de su hijo para encarar ese retroceso.
Entre los medios con que cuenta el bebé para enfrentar ese retiro
materno se cuentan los siguientes:
-I.. Su experiencia, repetida a.menudo¿ en el sentido de queda
frustración, tiene un límite de tiempo.. Es claro que al .
• comienzo este debe ser breve;" :; ~.......................
2;: Una creciente percepción del proceso. '
3. El comienzo de la actividad mental.
4. La utilización de satisfacciones áutoeróticas.
5. El recuerdo, el revivir de experiencias, las fantasías, los sueños;
la integración de pasado, presente y futuro.
Si todo va bien, el bebé puede incluso llegar a sacar provecho de la
experiencia de frustración, puesto que la adaptación incompleta a la
necesidad hace que los objetos sean reales, es decir, odiados tanto como
amados. La consecuencia es que ¿ todo'va bien el bebé puede resultar
perturbado por una adaptación estrecha a la necesidad, cuando dicha
adaptación continúa durante demasiado tiempo y no se permite su
disminución natural, puesto, que la adaptación exacta se parece a la
magia y el objeto que se comporta a la perfección no es mucho más que
una alucinación. Pero al principio tiene que ser casi exacta, pues de lo
contrario al bebé no le es posible empezar a desarrollar la capacidad para
experimentar una relación con la realidad exterior, o por lo menos,
formarse una concepción de ella.

La ilusión y su valor
Al comienzo, gracias _a„una adaptación, de1 casi el i00 por ciento:,
la madre ofrece, al bebé la.. oportunidad de.crearse la ilusión de que
su» pecho-‘es* parte de él. Por así decirlo, parece encontrarse bajo-su
dominio mágico. Lo mismo puede decirse del. cuidado en general del
niño, en los momentos tranquilos entre u- na-y otra excitación. La
omnipotencia es casi un hecho de la experiencia. La tarea posterior de
la madre consiste en desilusionar . al bebé en forma gradual, pero no lo
logrará si al principio no le ofreció suficientes oportunidades de
ilusión.
En otras palabras, el bebé crea el pecho una y otra vez a partir

2
8
de su capacidad de amor, o (podría decirse) de
su necesidad. Se desarrolla em él un fenómeno
subjetivo, que llamamos pecho materno. 5 La madre
coloca el pecho en el lugar en que el bebé esta
pronto para crear, y en el momento oportuno.
Por consiguiente, al ser humano le preocupa desde su nacimiento el
problema de la relación entre lo que se percibe en forma objetiva y lo-
que se concibe de modo subjetivo, y en la solución . de este problema no
hay salud para el ser humano que no fue iniciado lo bastante bien por la
madre. La zona inmediata a que me refiero es la que se ofrece al bebé
entre la creatividad primaria] y la percepción objetiva basada en la.
prueba de. la realidad: Los fenómenos transícionales representan las
primeras etapas dél uso de la ilusión,, sin las cuales no tiene sentido
parad ser humanóla idea de una relación con un objeto que otros
perciben como exterior a ese ser.
La idea que se expresa gráficamente en la Figura 1 es la siguiente.
En cierto momento teórico, al comienzo del desarrollo de todo individuo
humano, un bebé ubicado en determinado marco proporcionado por la
madre es capaz de concebir la idea de algo que podrja satisfacer la
creciente necesidad que surge_de la tensión* instintiva. Al principio no
se puede decir que sepa qué se debe crear. En ese momento se presenta
la madre, En la forma corriente, le-ofrece su pecho y su ansia potencial
de-álimentarlo4 f CUandó su adaptación a las necesidades del bebé es lo
bastante . buena, produce en este \a. ilusión dé que existe una. realidad /
exterior que corresponde a su propia capacidad de crear. En otras
palabras, hay una superposición entre ¡o que la madre proporciona.y lo
que el bebé puede concebir al respecto. Para el observador esté, percibe
lo que da madre le presenta, pero eso no es todo. Solo, percibe .el pecho
en la medida en que es posible - crear.uno en ese momento-y lugar. No
hay intercambio entre él y la madre. En términos psicológicos, el bebé’se
alimenta de un pecho que es parte de. él, y la madre da leche a un bebé
que forma parte de ella. En psicología, la idea de intercambio se basa en
una ilusión del psicólogo.

5 *
Incluyo en el termino todos los. cuidados maternos. Cuando se'dice que el
primer objeto es el pecho, creo que la palabra upecho** se usa para denominar h
técnica de la crianza tanto como la carne real. Ls imposible seTuna^madré bastante
bueña (según mí manera de exprcirio) si se usa un biberón para la alimentación.
• ’'

2
9
En la Figura 2 se da forma a la zona de ilusión, para mostrar cuál
entiendo yo que es la función principal del objeto y el fenómeno
transicionales. Uno y otro inician al ser humano en lo que siempre será
importante para él, a saber, una zona neutral de '.experiencia que no será
atacada. Acerca del objeto transicional puede decirse que se trata de un
convenio entre nosotros y el ) bebé, en el sentido de que nunca le
formularemos la pregunta: “¿Concebiste esto, o te fue presentado desde
afuera? " Lo importante es que no se espera decisión alguna al
respecto. La pregunta no se debe formular.
Este problema, que al principio le interesa sin duda al bebé humano
en forma oculta, se convierte poco a poco en un problema evidente
debido a que la tarea principal de la madre (aparte de ofrecer la
oportunidad para una ilusión) consiste en desilusionarlo. Esto es previo
a la tarea del destete, y además sigue siendo una de las obligaciones de
los padres y los educadores. En otras palabras, ese aspecto de la ilusión
es intrínseco de ¡os seres humanos, e individuo alguno lo resuelve eñ
definitiva por sí mismo, aunque-!a comprensión, teórica' del problema
pueda proporcionar. una solución teórica. Si las cosas salen bien en ese
proceso de desilusión gradual, queda preparado el escenario para las
frustraciones que reunimos bajo la denominación de destete; pero es
preciso recordar que cuando hablamos de los fenómenos (que Klein,
1940, esclareció específicamente con su concepto de la posición
depresiva) que rodean al destete, damos por* supuesto el proceso
subyacente gracias al cual se ofrece una oportunidad pura lu ilusión y
la desilusión gradual. Si la ilusióibdcsiluMiui ; toman un camino
equivocado, el.bebé no puede recibir algo (un normal como el destete,

3
0
ni una reacción a este,«y entonces rcsub.» absurdo mencionarlo
siquiera. Eá simple terminación de h _uh- mejntaoión a pecho no es un
destete.
.Se advierte la enorme importancia de este en el casó del bebé
normal. Cuando presenciamos la compleja reacción que se desencadena
en determinado bebé debido al proceso del. destete, sabemos que puede
producirse en él porque el proceso de ilusión- desilusión se desarrolla tan
bien, que podemos hacer caso'omiso de él mientras analizamos el destete
real. 1

Desarrollo de la teoría de la ilusión-desilusión


Aquí se da por supuesto que la tarea de aceptación de la . realidad
nunca queda terminada, que ser humano alguno se encuentra libre de la
tensión de vincular la realidad interna con da exterior, y que el alivio de
esta tensión lo proporciona una zona intermedia de experiencia (cf.
Riviere, 1936) que no es objeto de ataques (las artes, la religión,
etcétera). Dicha zona es una continuación directa de lá zona de juego del
niño pequeño que “se pierde” en sus juegos.
En la infancia la zona intermedia es necesaria para la iniciación i de
una relación entre el niño y el mundoK y la posibilita* una j crianza lo
bastante buena en la primera fase crítica. Para todo ello | es esencial la
continuidad (en el tiempo) del ambiente emocional exterior y de
determinados elementos del medio físico, tales como el o los objetos
transícionales.
Al bebé se le pueden permitir ¡os fenómenos transícionales gracias
al intuitivo reconocimiento, por parte de los padres, de la i tensión
inherente a la percepción objetiva, y no lo desafiamos ■ respecto de la.
subjetividad u objetividad, en ese punto en que existe el objeto
transicional.
Sí un adulto nos exige nuestra aceptación de la objetividad'de . sus
fenómenos subjetivos, discernimos o diagnosticamos locura. • Pero si se
las arregla para disfrutar de su zona intermedia sin presentar exigencias,
podemos reconocer nuestras correspondientes zonas intermedias y nos
complacemos en encontrar cierta medida de superposición, es decir, de
experiencia en común entre los miembros de un grupo de arte, religión o
filosofía.

3
1
KKSUMEN

Llamamos la atención hacia el rico campo de observación que


proporcionan las primeras experiencias del niño sano, tales como % se
expresan anee todo en la relación con la primera posesión.
Esta se vincula en el tiempo con los fenómenos autoeróticos y la
succión del puno y ,del pulgar, y más adelante con el primer animal o
muñeca blandos y con los juguetes duros. Por otra parte tiene
vinculaciones con el objeto exterior (el pecho materno) y con los objetos
internos'(ela pecho mágicamente introyeefado),. pero es distinta; de.
ellos. . •
Los objetos y fenómenos Xransicionáies pertenecen al reino de
. la ilusión que constituye:1a base de"iniciación de la experiencia. .
\ Esa primera etapa dé! desarrolla es posibilitada por la capacidacf
especial de la. madre para adaptarse a las necesidades de su hijo, con lo
cual le permite forjarse la ilusión de que lo que él cree existe en la
realidad.
La zona intermedia de experiencia, no discutida respecto de su ‘
pertenencia a una realidad interna o exterior (compartida), constituye la
mayor parte de la experiencia del bebé, y se conserva a lo largo de la
vida en las intensasexperiencias que corresponden a p las artes y la
religión, a la vida imaginativa y a la labor científica creadora.
Por lo general el objeto transicional del bebé se descarga poco a
poco, en especial a medida que se desarrollan los intereses culturales.
De estas consideraciones surge la idea de que la paradoja aceptada-
puede tener un valor positivo. . Su solución conduce a una organización
de defensa que en el adulto se puede encontrar como autoorganización
verdadera o falsa (Winnicott, 1960a).

-II. UNA APLICACION DE LA TEORIA

O '.Es-claro que ló transicional. no. es-el óbjeto; Este representa la \ t


ransición del bebé, de un-estado en .que sé. encuentra fusionado a : / ja
madre aunó de relación con ella como algo exterior y separado. ; Ésto se"
entiende a menudo como éípunto en que el bebé crece y sale de una
relación de objeto de tipo narcisista, pero yo me he abstenido de emplear
este lenguaje porque no estoy seguro de que eso sea lo que quiero decir;
por otra parte, omite la ¿dea de independencia, tan esencial en las
primeras etapas, antes de que el
bebé se sienta seguro de que pueden existir cosas que no forman parte de
él.

PSICOPA TOLOGIA QUE SEMANIFIESTA EN


LA ZONA DE FENOMENOS TRANSICIONALES

He asignado gran importancia. a la normalidad de los fenómenos


transicionales. Ello'no obstante, eñ el examen clínico de algunos casos se
puede discernir una psicopatológía.. Cómo ejemplo del manejo de
la.;separación y la pérdida por el niño, llamo la atención hacia la ..fórma
en que. la primera puede afectar alós fenómenos’transicionales.
Como bien se sabe, cuando se encuentra ausente la madre, o’ alguna
otra persona de la cual depende el bebé, no se produce un cambio
inmediato porque este tiene un recuerdo o imagen mental de la madre, o
lo que podemos denominar una representación interna de ella, que se
mantiene viva durante cierto período. Si la madre se ausenta durante un
lapso superior a determinado límite medido en minutos, horas o días, se
disipa el recuerdo dé la representación interna. Cuando ello se produce,
los fenómenos transicionales se vuelven poco a poco carentes de sen tido
y el bebé no puede experimentarlos.- Presenciamos entonces la descarga
dei objeto. Antes de la pérdida vemos a veces la exageración del empleo
del objeto transicional como parte de la negación de que exista el peligro
de desaparición de su sentido; Para aclarar este aspecto de la negación
ofreceré un breve ejemplo clínico del uso de un cordel por un niño. -

Cordel-5
Un niño de .siete años fue llevado por sus padres, en marzo de
1955, al Departamento de Psicología del Hospital de Niños de
Paddíngton Green. También concurrieron los otros dos miembros
de la familia: una niña dé diez’años que asistía a una. escuela
diferencial y una pequeña bastante normal,. de cuatro. El caso
había- sido derivado por el médico de la familia debido a una serie
de síntomas que, indicaban una perturbación en el carácter del
chico. Un test

Publicado en Child Psychology and Psychiatry, vol. 1, 1960; y en Winnicott.


The Maturarionai Proccsscs and thc Facilitafing Environmení, 1965, Londres,
Hogarth Press e Instituto de Psicoanálisis.

3
3
de inteligencia indicó que.este tenía un CI de 108. (Para los fines de
esta descripción se omiten tocios los detalles que no tienen pertinencia
inmediata respecto del tema principal de este capítulo.) .
Primero recibí a los padres, en una prolongada entrevista en la
cual me ofrecieron una clara descripción del desarrollo del niño y de
ías deformaciones de ese desarrollo. Omitieron, sin embargo, un
detalle importante, que luego surgió en una entrevista con el chico.
No resultó difícil ver que la madre era una persona depresiva;
informó que había-sido hospitalizada a consecuencia de esa depresión,
Gracias al relato de los padres pude enterarme de que la madre cuidó
a! niño hasta que este tuvo tres años y tres meses, momento en que
nació su hermana. Esa fue la primera separación importante, y la
segunda se produjo a los tres años y once meses, cuando la madre-
sufrió una operación..Cuándo el chico tenía cuatro años y nueve
meses su madre estuvo internada en un hopital para enfermos
mentales durante dos meses, y en ese lapso su tía materna lo cuidó
muy bien. Para entonces, todos los que se ocupaban del niño
coincidían , en que era un chico difícil, aunque exhibía muy buenas
características. Tenía cambios repentinos de estado de ánimo y
asustaba a todos diciendo, por ejemplo, que cortaría en pedacitos a la
tía. Aparecieron en él muchos síntomas curiosos, como por ejemplo la
necesidad compulsiva de lamer cosas y a. personas; emitía ruidos
compulsivos con ¡a garganta; a menudo se negaba a contener el deseo
de mover el vientre y se ensuciaba. Mostraba una evidente ansiedad
por el defecto mental de su hermana mayor, pero lá deformación de su
desarrollo parece haber comenzado antes de qué ese factor adquiriese
importancia.
Después de la entrevista con los padres recibí al chico. Se
encontraban presentes dos asistentes sociales psiquiátricos y dos
visitantes. El niño no ofrecía .a primera vista una impresión, de
anormalidad, y pronto me acompañó en un juego de garabatos. (En
este juego trazo en forma impulsiva cierto tipo de líneas e invito al
niño entrevistado a convertirlas en algo; luego las traza él y me invita,
a su vez, a encontrarles alguna forma.)
En este caso el juego de garabatos condujo a un curioso resultado.
La pereza del chico resultó evidente en seguida, y

3
4
traducía casi todo lo que yo hacía a algo relacionado Ú'II una cuerda.
Entre sus diez dibujos aparecieron los siguiente' objetos:

lazo
* látigo
fusta cuerda de yo-yo cuerda anudada otra
fusta otro látigo

Después de esa entrevista tuve otra con los padres y los


interrogué acerca de la preocupación del niño por las cuerdas.
Respondieron que se alegraban, de que hubiese encarado el tema;
ellos no lo habían mencionado porque no estaban seguros de su
importancia. Dijeron que el chico había llegado a obsesionarse con
todo lo que tuviera relación con un cordel, y en rigor cada vez que
entraban en una habitación se encontraban con que había atado las
sillas a la mesa, o hallaban, por ejemplo, un almohadón unido ai hogar
por una cuerda Según ellos, esa preocupación por los Q0rdcíes
adquiría POCO a poco una nueva característica, que les inquietaba en
lugar de causarles un interés común. Poco* tiem po antes había atado
una cuerda al cuello de su herma - na (aquella cuyo nacimiento
impuso su primera separación de su madre).
Yo sabía que en esa clase de entrevista tenía muy pocas"
posibilidades de acción: no podría recibir a esos padres o al niño más
de una vez cada seis meses, ya que la familia vivía en el campo. Por lo
tanto actué de la siguiente manera. Le expliqué a la madre que su hijo
se encontraba ante el temor a una separación, y ‘trataba de negarla
utilizando el cordel, del mismo modo-que un adulto negaba su
separación respecto de un amigo empleando el teléfono. La. mujer se
mostró escéptica, pero yo le hice saber que si llegaba a encontrar
algún sentido en lo que le decía, me agradarla que conversase sobre el
asunto con su hijo, en-el momento conveniente, para informarle
acerca de mis afirmaciones y desarrollar luego el tema de la
separación según la reacción del chico.
No volví a tener noticias de ellos hasta que volvieron a
visitarme, unos seis meses después. La madre no me informó de lo
que había hecho, pero yo se lo pregunté y me relató lo ocurrido poco
después de la visita anterior. En esa ocasión le pareció que lo que yo
decía era tonto, j5ero una noche, habló del tema con el chico y lo
encontró ansioso por hablar de sus relaciones con ella y de su temor
de una falta de contacto con ella. Con su ayuda, la madre recordó
todas las separaciones que se habían producido entre ellos, y pronto se
convenció de/que yo tenía razón, dadas las reacciones, de él. Más.
aun, a partir,del momento en que - mantuvo esa conversación'terminó
el juego con los cordeles.- : Ya no hubo más objetos atados
como;.antes. Entabló-mu-^ , chas otras, conversaciones con su hijo;
acerca de su senti- _ miento de separación respecto de ella, e hizo el
importante , comentario de que sentía que la separación más
importante fue la pérdida de ella que sufrió el chico cuando la inter-
naron debido a su grave depresión; no se trataba solo de que ella se
iba, dijo, sino de su falta de contacto con él a consecuencia de su
absorbente preocupación por otros asuntos.
En una entrevista posterior me contó que un año después de su
primera conversación con el niño se produjo la reanudación de los
juegos con cordeles y dé objetos atados con ellos. Estaba a punto
de internarse en un hospital para ser operada, y le dijo: “Por tus
juegos con cuerdas veo que te preocupa que me vaya, pero esta
vez solo estaré ausente unos pocos días, y la operación no es
grave.” Después de es- ta’cónversación terminó la hueva fase de
juego con cordeles.
Me he mantenido en contacto con esta familia y colaboré en
varios aspectos de la educación escolar del chico y en otros
terrenos. Hace poco, cuatro años después de la primera entrevista,
el padre informó de una hueva fase de interés por las ¡ cuerdas,
vinculada con otra depresión de. la. madre. Esta fase duró dos
meses; desapareció cuanto-toda la •
familia*.salió de vacaciones y cuando se produjo: una mejoría ;' en
la situación .del hogar (el padre consiguió trabajo^ después de un
período de desocupación). Junto con ello se advirtió un
mejoramiento en el estado de la madre. El padre ofreció otro
detalle de interés, vinculado con el tema Durante su fase reciente,
el niño había hecho algo con una cuerda, que ai padre le parecía
importante porque mostraba cuán íntimamente estaban vinculadas
esas cosas con la mórbida ansiedad de la madre. Un día regresó a
su casa y descubrió al chico colgado de una cuerda, cabeza abajo.
Estaba inmóvil y fingía muy bien hallarse muerto. El padre sodio
cuenta de que debía haberse el desentendido, y rondó por el jardín
durante media hora, ocupado en vanas tareas, luego de lo cual el

3
6
niño se aburrió e interrumpió el juego. Fue una gran gran prueba
de la falta de ansiedad del padre. Pero al día siguiente el chico
hizo otra vez lo mismo en un árbol que podía verse con facilidad
desde la ventana de la cocina. La madre salió corriendo, muy
asustada.y segura de que se había ahorcado.
Elsiguiente detalle adiciona! puede...resultar valioso para
la comprensión del caso. Aunque el chico; qué.ahora tiene'
once años, se desarrolla como un "tipo recio”, es muy tímido*
y se ruboriza con facilidad. Tiene una cantidad de ositos que
para él son niños. Nadie se atreve a decirle que son juguetes.
Les es muy fiel, les muestra un gran afecto y les fabrica
pantalones que exigen una labor de costura muy cuidadosa. Su.
padre dice que parece encontrar una sensación de seguridad en
su familia, a la cual cuida maternalmente de ese modo. Si
llega’ algún visitante, los acuesta a todos en la cama de su
hermana, porque nadie, aparte de su familia propia, debe saber
que él tiene esa otra familia. Junto con ello existe una
hostilidad a defecar, o una tendencia a ahorrar las heces. Por lo
tanto no resulta muy difícil adivinar que tiene una
identificación materna basada en su propia inseguridad en
relación con su madre, y que eso puede convertirse en
homosexualidad. Del mismo modo, la preocupación por los
cordeles puede desarrollarse y llegar a ser una perversión.

Comentario
El comentario que sigue parece ser adecuado.
1. Se puede considerar el cordel como una ampliación de • todas
las otras técnicas de comunicación.. Las cuerdas unen,-así como
colaboran en la acción de envolver objetos y de mantener ' juntos
materiales no integrados. En ese carácter, tienen un sentido simbólico
para todos: una exageración en su utilización puede corresponder con
suma facilidad ai comienzo de un sentimiento de inseguridad o a la
idea de una falta de comunicación. En este caso particular percibe la
anormalidad que se insinúa en el uso de cordeles por eJ chico, y es
importante encontrar una manera de formular el cambio que podría
llevar a que su uso se pervirtiera.
Parece posible llegar a esta formulación si se tiene en cuenta el
hecho de que la función del cordel consiste en pasar de la
comunicación al rechazo de la separación. Como tai rechazo, se
‘convierte en una cosa en sí mismo, en algo que posee peligrosas
propiedades y debe ser dominado. En este caso la madre hizo frente,
antes de que fuese demasiado tarde, ai uso del cordel por el niño,
cuando ese uso todavía ofrecía esperanzas. Cuando falta la esperanza

3
7
y la cuerda representa un rechazo de la separación, significa -que ha
surgido un estado de cosas mucho más complejo, difícil de .curar,
debido a los beneficios secundarios que emanan de ia habilidad que se
desarrolla cuando es preciso manejar un objeto a? fin de dominarlo.
Por consiguiente este caso tiene un interés especial, si permite, la
observación del desarrollo de Una perversión.
2. También se ve en este material la* utilización que puede
hacerse de los padres. Cuando es posible usarlos, trabajan con gran
economía, en especial si se tiene en cuenta el hecho de que nunca
existirán suficientes psicoterapeutas para tratar a todos los que
necesitan tratamiento. En este caso existía una buena familia que
había pasado momentos muy difíciles debido a la. desocupación del
padre; que pudo hacer frente a Ja plena responsabilidad por una niña
retrasada, a pesar de la tremenda carga, social y familiar, que ello
significa; y que sobrevivió a las malas fases de la enfermedad
depresiva de la madre, incluso a un período de hospitalización. En
semejante familia tiene que haber mucha fuerza, y sobre la base de
esta suposición se adoptó la decisión de invitar a los padres a hacerse
cargo de la terapia de su propio hijo. Al hacerló aprendieron muchas
cosas, pero necesitaban que se les informase respecto de lo que
hacían. Además era preciso apreciar su éxito y verbalizar todo el
proceso. El hecho de haber sacado a su hijo de una enfermedad otorgó
a los padres confianza en lo referente a su capacidad para hacer frente
a otras dificultades que aparecen de vez en cuando.

Nora agregada en 1969


En la década transcurrida desde que se escribió‘este informe
llegué a. entender que nó era posible curar a ese chico de su
enfermedad. Seguía en pie la vinculación con la enfermedad depresiva
de la madre, de modo que no se podía impedir que volviese,
constantemente a su casa. Sea como fuere, habría podido seguir un
tratamiento personal, pero en el hogar ello resultaba imposible; allí
conservaba la pauta que ya se encontraba establecida en el momento
de la primera entrevista.
Durante la adolescencia aparecieron en é! nuevas'inclinaciones.’
en especial la tendencia al uso de drogas, y no podía salir de su casa
para estudiar. Todos los intentos para ubicarlo en algún lugar, lejos
de?su madre, fracasaron porque se escapaba y volvía al hogar.
Se convirtió en un adolescente insatisfactorio, holgazaneaba y en
apariencia desperdiciaba su tiempo y su potencial intelectual (como se
señaló más arriba, tenía un Cí de 108).
Hay que preguntarse: un investigador que estudiase este caso de
adicción a, las drogas, ¿tendría d'adecuado respeto por. la psico-

3
8
patología manifestada en la zona de los fenómenos transi- cionales? -

III. MATERIAL CLINICO: ASPECTOS DE LA FANTASIA

En la parte final de este libro exploraré algunas de las ideas que.


se me ocurren cuando me encuentro dedicado al trabajo clínico y me
parece que la teoría que elaboré para mi propio usó, respecto de los
fenómenos transicionales. afecta lo que veo y oigo, y lo que hago.
Aquí ofrezco en detalle algunos materiales clínicos procedentes de
un paciente adulto, para mostrar de-qué manera el sentimiento mismo
de pérdida puede convertirse en una forma de integrar la
autoexperiencia.
El material corresponde a una sesión de análisis de una paciente, y
lo presento porque reúne varios ejemplos, de entré la gran variedad de
los que caracterizan a la vasta zona existente éntrela objetividad y la
subjetividad ~~
Esta paciente, que tiene varios hijos y posee una elevada
inteligencia, que usa en su trabajo, se hace tratar debido a una
amplia gama de síntoma tología que por lo general se agrupa
bajo el término de “esquizoide”. Es probable que quienes tienen
contacto con ella no se den cuenta de lo nial que se siente, y en
verdad que por lo general se le muestra . afecto y se lá considera
una persona valiosa.
La sesión de que hablamos comenzó con un sueño que se
podría describir como depresivo. Contenía materiales de
transferencia, muy directos y reveladores, en los cuales el
analista era una mujer avarienta y dominante. Ello le permite
recordar con nostalgia a un analista anterior que para

ella es una figura muy masculina- Es un sueño, y como tai se lo


puede usar a modo de material para la interpretación- . La paciente
se manifestó encantada de seguir soñando. Ai mismo tiempo logró
describir ciertos enriquecimientos de su vida real en el mundo.
•’
De vez en cuando se apodera de ella algo que se podría
denominar fantaseo. Está haciendo un viaje en tren y se produce
un accidente. ¿Cómo sabrán los hijos qué le ha sucedido? Y en
verdad; ¿cómo lo sabrá el analista? Podría estar gritando, pero su
madre no la oiría. Luego habló sobre su experiencia
más .espantosa,én la cual dejó, un gato durante un momento,
y-‘.despü&v’sK-zentéfó de que■'había;estado' maullandó
varias .y " se une a las muchasseparaciones que experim^ de su,

3
9
infancia<.superíores a su: capacidad para tolerarías y por lo tanto
traumáticas; imponían la necesidad de organizar nueva serie de
defensas. •
Gran parte del material de este análisis tiene que-vér con el
llegar al lado negativo de las relaciones,.¿es.decir, con ,eL ,.
fracaso gradual que debe de experimentar el niño cuando los
padres no están a mano. La paciente se muestra muy sensible a
todo ello respecto de sus propios hijos, y atribuye buena parte de
las dificultades que tuvo con eí primero al hecho de que lo dejó
durante tres días para salir, de vacaciones con su esposo, cuando
comenzó un nuevo embarazo, es decir, cuando el chico tenía casi
dos años. Se le informó de que este había llorado cuatro horas sin
parar, y cuando regresó a su hogar le resultó imposible, durante
mucho tiempo, tratar de reestableccr la relación.
Nos encontramos ante el hecho de que a los animales y a los
niños pequeños no se Íes puede explicar lo que sucede. El gato no
podía entender. A un niño de menos de dos años tampoco se le
puede informar como corresponde acerca del nuevo bebé que. se
espera,, aunque a. "‘los veinte meses, más o menos’’ resulta -
cada .-vez .-más-Tactibie . explicarlo con palabrasque un-piño
pequeño
Cuando.-no es-posible ofrecer'una explicación y la madre .se
encuentra ausente pára’tener uh’ nuevo hijo', está muerta desde el
puntó de vista del pequeño. Ese es el significado de muerta.
Es una cuestión de días, horas o minutos. Antes de ¡legar al
límite ía madre sigue viva; después de‘ superarlo está
muerta. Entre uno y otro momento hay un precioso instante delira,
pero se pierde muy, pronto^.o...Q_ujzá_imiua. se lo experirnerita,
siempre existe en potencia y alberga el temor a Ja violencia.
. De aquFllegamos a los dos extremos, tan distintos entre sí: la
mtierte de ía madre cuando.se halla presente, y su muerte cuando no
puede reaparecer y por lo tanto volver a vivir. Esto se relaciona con el
momento anterior a aquel en que el niño logró la capacidad de dar
vida a las personas en la realidad psíquica interna; lejos de la
tranquilidad de ver, - sentir, oler.
. Se puede decir qúe la infancia de .esta paciente fue un- _• . gran
ejercicio, precisamente *en esa zona. Cuando teñía once-.
años la evacuaron, durante la guerra; olvidó por completo su infancia
y a sus padres, pero siempre mantuvo con firmeza el derecho a no
llamar '‘tío’* y “tía” a quienes la cuidaban, que era la técnica habitual.
A lo largo de todos esos años se las arregló para no llamarlos de
ninguna ma~ ñera, y ese era el lado negativo del recuerdo de sus
padres. Se entiende que ja pauta para todo ello quedó-establecida en la

4
0
primera infancia. *:
Por consiguiente, mi paciente llegó a la situación, que . también
aparece en la transferencia, en que lo único real es ■ Ja brecha, es
decir, la muerte, la ausencia o la amnesia. Durante la sesión tuvo una
amnesia específica, cosa que le. molestó, y resultó que la
comunicación importante oue.yo : debía recibir era la de que podía
producirse un vacío-que • quizá fuese el único hecho y Ja única cosa
reales.
En relación con ello, mi paciente recordó que en el consultorio hay
una manta en la cual una vez se envolvió y que usó para un episodio
regresivo durante una sesión analítica. En la actualidad no va a
buscarla ni la usa. Ocurre que. la manta que no existe (porque ella no
v$ a buscarla) es más real que la que podría llevarle el analista, como
en verdad tuvo la idea .dé hacerlo. Las reflexiones ai respecto la
enfrentan a la ausencia de la manta, ó quizá sería mejor decir a la
irrealidad de esta en su significado simbólico.
A partir de ahí hubo un desarrollo en términos de la idea de los
símbolos. El último de sus analistas anteriores “será siempre más
importante para mí que mi analista actual. -Y agregó:- Puede que
usted me haga bien, pero él me gusta más. Y eso seguirá siendo así
cuando me haya olvidado de él por completo. Lo negativo de él es
más real que lo positivo de usted”. Quizás estas no sean sus palabras
exactas, pero fue lo que me transmitió en su claro lenguaje propio, y
lo que necesitaba que yo entendiera.
En el cuadro aparece e] tema de la nostalgia: corresponde al
precario dominio que puede tener una persona sobre la
representación interna de un objeto perdido. Este tema reaparece
en el siguiente.informe sobre un caso (véase pag. 44).
La paciente habló después sobre su imaginación y los límites
de lo que consideraba real,. Empezó, por decir: “No creía de
veras, que hubiese'un ángel de pie junto a mi.cama; por otra parte
solía, tener un águila encadenada a mi muñeca.” Por cierto que
esto no le, parecía real, y el acento recaía sobre las palabras
“encadenada a mi muñeca”. También poseía un caballo blanco,
tan real como era posible, y “cabalgaba en el a todas partésy lo
amarraba a un árbol y todo eso”. Ahora le gustaría» tenerlo para
poder encarar esa experiencia del caballo blanco y hacerla real de
otra manera, Mientras hablaba yo me di cuenta de lo fácil que
sería considerar esas ideas como alucinatorias, fuera del contexto
de su edad en aquellas ocasiones y de sus experiencias
excepcionales en relación con las repetidas pérdidas de padres en
otros sentidos buenos. “Supongo que quiero algo que nunca, se
vaya”, exclamó. Esto lo formulamos diciendo que lo real es lo

4
1
que no se encuentra presente. La cadena es una negación de la
ausencia del águila, y representa el aspecto, positivo.
De ahí pasamos a los símbolos que desaparecen. Afirmó que
había logrado cierto éxito, durante mucho tiempo, en lo referente
a hacer que sus símbolos resultaran reales a pesar de las
separaciones. Los dos llegamos a una conclusión al mismo
tiempo, a sabe», que su elevado intelecto había sido explotado,
pero a cierto precio. Empezó a leer desde muy temprano,, y leía
mucho; ha meditado mucho desde la primera época’y usado
siempre el intelecto para conseguir que las cosas siguieran
andando, y gozó, con ello; pero se sintió aliviada (así me pareció)
cuando le dije que con ese empleo de la inteligencia siempre
existe e¡ temor de un defecto mental. A partir de ello llegó muy
pronto a su interés por los niños amistas y a su íntima vinculación
con •a esquizofrenia de un amigo, situación que ejemplifica la
idea del defecto mental a pesar de la existencia de una buena
inteligencia. Se sentía muy culpable por haberse enorgullecido de
su intelecto, que fue siempre un rasgo evidente en ella. Le
resultaba difícil pensar que quizá su amigo poseyera un buen
potencial intelectual, aunque en el caso de él sería preciso decir
que había caído en lo contrario, a saber, en un retraso por
enfermedad mental.
Describió varias técnicas para hacer frente a la separación. Por
ejemplo: una araña de papel a la cual le arrancaba una pata por cada
día que su madre se encontraba ausente. Además, también tenía
chispazos, como los llamaba ella, y de pronto veía, por ejemplo, a su
perro Toby, un juguete: “Oh, ahí está Toby.’* En el álbum de la
familia hay una foto-de ella con el juguete Toby, ai cual, ha olvidado,
salvo en los chispazos. Eso llevó a un terrible incidente con su madre,
quien le dijo: 'Tero nosotros te ‘oímos’ llorar todo el tiempo que
estuvimos ausentes.” En esa ocasión se encontraban a seis kilómetros
y medio de distancia. Ella tenía dos años entonces, y pensó: “¿Es
posible que-mi madre me dijese una mentira? ” No pudo tolerar 1.a
situación y trató de negar lo que sabía que era cierto, es decir, que su
madre había mentido. Le resultó difícil verla de esa manera, porque
todos decían: “Tu madre es maravillosa.”
Desde ese punto nos pareció factible llegar a una idea que
resultaba nueva desde mi punto de vista. Teníamos la foto de una niña
que poseía objetos transicio na les, y existían evidentes fenómenos
transicionales, y todo ello era simbólico de algo, y real para la niña;
pero poco a poco'o quizá con frecuencia durante un tiempo, tuvo que
dudar de la realidad de la cosa que simbolizaban. Es decir, que si
eran simbólicos del afecto su madre y de la confianza que podía tener

4
2
en ella, seguían siendo reales por sí mismos, pero no lo era lo que
representaban. El afecto de su madre y la confianza.en ella eran
irreales.
Eso parecía estar muy cerca de lo que la había obsesionado toda la
vida, la pérdida de animales, la de sus propios hijos, por lo cual
formulo la siguiente frase: “Lo único que tengo es io que no tengo.”
Hay en ella un desesperado intento de convertir la negativa en una
defensa de última trinchera contra el final de todo. Lo negativo es lo
único positivo. Cuando llegó a esto dijo a su analista: “¿Y qué piensa
hacer al respecto? ” Yo guardé silencio, y ella continuó: “Ah, ya
entiendo.” Pensé que quizá le molestaba mi dominante inactividad.
“Me callo porque no sé qué decir”, le respondí. Ella replicó
rápidamente que estaba bien. En realidad le complacía el silencio, y
habría preferido que yo no dijese nada. Es posible que, como analista
silencioso, hubiera podido unirme a su analista anterior, que ella siem-
pre buscará, como bien lo sabe. Siempre esperará que vuelva y le diga
“ ¡Muy bien hecho’ ”, o algo por el estilo. Y ello incluso mucho
después de que haya olvidado cómo era. Y yo pensé que en realidad
quería decir lo siguiente: después que él se hundiera en el. estanque
general de la* subjetividad, para unirse a lo que a ella le parecía que
había poseído cuando tenía una madre, yantes de empezar a darse
cuenta de las deficiencias de esta como tál„ es decir, de sus ausencias.

Conclusión
En esa sesión habíamos recorrido todo el terreno exis-“ tente entre
la. subjetjvidad_yja objetividad, y terminamos con una especie de
juego. Ella viajaba en tren, rumbo a su casa, de vacaciones, y decía:
“Bueno, pienso que será mejor que me acompañe, quizás hasta la
mitad del trayecto.” Hablaba de lo mucho que le importaba tener que
dejarme. Sería solo por una semana, pero ahí había también un.
ensayo de las vacaciones de verano. Asimismo estaba deciéndome que
al cabo de poco tiempo,, cuando se hubiese alejado de mí, ya no le
molestaría. Por..consiguiente, en una estación de mitad de camino yo
descendí “y regresé en el tren caluroso”, y ella'se burló de mis
aspectos de identificación maternal, y agregó: “Y será-muy fatigoso, y
habrá muchos chicos y bebés, y todos se le treparán, y es probable que
le vomiten encima, y se lo tendrá bien merecido.”
(Se entiende que. no había en ello idea alguna de que la
acompañase de veras.')
Antes de irse dijo: “¿Sabe que me parece que-cuando me fui,.en la
época’de la evacuación [durante la guerra], podúj decir que iba a. ver
si mis padres estaban allí? Por lo que parece, creí que los encontraría
allí.” (Ello insinuaba la certeza de que no se los encontraría en el

4
3
hogar.) Y se infería qu ejiabía necesitado uno o dos años para
encontrar la respuesta, a saber: que ellos no estaban allá» y que esa
era la realidad. Ya me había dicho, acerca de la manta que no usaba:
“Usted sabe, ¿verdad? , que la manta podría ser muy cómoda, pero la
realidad es más importante que la comodidad, y por lo tanto una no
manta puede ser más importante que una manta
Este fragmento clínico es un ejemplo de lo valioso que resulta
tener en cuenta las diferencias que existen entre los fenómenos en
términos de su posición cq la zona' que se extiende entre la realidad
exterior, o compartida, y el sueño verdadero.

4
4
nWWinnicott

RealidadyJuego
CJ.M.E.Ps

$
COPIAS AÑO
5 O'X
PAPEL DE ESPEJO
DELA MADRE Y LA FAMILIA
EN EL DESARROLLO DEL NIÑO j

En el desarrollo emocional individual el precursor del espejo es el rostro de


la madre. Me referiré al aspecto normal de esto, así como a su psicopatología.
No cabe duda de que el trabajo de Jacques Lacan, “Le Stade du Miroir”
(1949), influyó sobre mí. Lacan se refiere al uso del espejo en el desarrollo del
yo de cada individuo. Pero no piensa en él en términos del rostro de la madre,
como yo deseo hacerlo aquí.
Me refiero solo a los niños que tienen vista. La aplicación más amplia de la
idea, de manera de abarcar a los que tienen mala visión o carecen de ella por
completo deberá quedar para cuando se haya expuesto el tema principal. La
afirmación desnuda es la siguiente: en las primeras etapas del desarrollo emo-
cional del niño desempeña un papel vital el ambiente, que en verdad aún no ha
sido separado del niño por este. Poco a poco se produce la separación del no-yo
y el yo, y el ritmo varía según el niño y el ambiente. Los principales cambios se
producen en la separación de la madre como rasgo ambiental percibido de
manera objetiva. Si no hay una persona que sea la madre, la tarea de desarrollo
del niño resulta infinitamente complicada.

Publicado en P. Lomas (compj, The Predicament of the Family:


A Psycho-analytical Symposium. 1967. Londres, Hogarth Prcss c Instituto de Psicoanálisis.
Permítaseme simplificar la función ambiental y afirmar pocas palabras
que implica:
1. Aferrar
2. Manipular
3. Presentar el objeto.
El niño puede responder a estos ofrecimientos ambientales, pero el
resultado en el bebé es la máxima maduración personal. Por maduración
en esta etapa entiendo los distintos significados de la palabra integración,

14
7
así como la interrelación y relación de objeto psicosomáticos.
Un bebé es sostenido y manipulado de manera satisfactoria, y dado
esto por sentado se le presenta un objeto en tal forma, que no se viola su
legítima experiencia de omnipotencia. Ef resultado puede ser el de que el
bebé sepa usar el objeto y sentir que se trata de un objeto subjetivo, creado
por él.
Todo ello corresponde al comienzo, y de ahí nacen las inmensas
complejidades que abarcan el desarrollo mental y emocional del bebé y el
niño.6
En cierto momento el bebé echa una mirada en derredor. Es posible
que cuando se encuentre ante el pecho no lo mire. Lo más probable es que
un rasgo característico sea el de mirar la cara (Gough, 1962). ¿Qué ve en
ella? Para llegar a la respuesta debemos basarnos en nuestra experiencia
con pacientes psico- analíticos que pueden recordar los primeros
fenómenos y verba- lizar (cuando sienten que les es posible hacerlo) sin
ofender la delicadeza de lo que es preverbal, no verbalizado y no vcrbali-
zable, salvo, quizás, en poesía.
¿Qué ve el bebé cuando mira el rostro de la madre? Yo sugiero que
por lo general se ve a sí mismo. En otras palabras, la madre lo mira y lo
que ella parece se relaciona con lo que ve en él. Todo esto se da por
sentado con demasiada facilidad. Yo pido que nq se dé por supuesto lo
que las madres que cuidan a sus bebés hacen bien con naturalidad. Puedo
expresar lo que quiero decir yendo directamente al caso del bebé cuya
madre refleja su propio estado de ánimo o, peor aún, la rigidez de sus
propias defensas. En ese caso, ¿qué ve el bebé?
Por supuesto, nada se puede decir sobre las ocasiones aisladas en que la
madre no puede responder. Pero muchos bebés tienen
una larga experiencia de no recibir de vuelta lo que dan. Miran y no se ven a
sí mismos. Surgen consecuencias. Primero empieza a atrofiarse su capacidad
creadora, y de una u otra manera buscan en derredor otras formas de conseguir
que el ambiente les devuelva algo de sí. Es posible que lo logren con otros
métodos, y los niños ciegos necesitan reflejarse a sí mismos por medio de otros
sentidos que no sean el de la vista. En verdad, una madre cuyo rostro se
encuentra inmóvil puede responder de algún otro modo. La mayoría de ellas
saben responder cuando el bebé está molesto o agresivo, y en especial cuando se
encuentra enfermo. En segundo lugar, este se acó- \' moda a la idea de que
cuando mira ve el rostro de la madre. Este, entonces, no es un espejo. De modo
que la percepción ocupa el lugar de la apercepción, el lugar de lo que habría
podido ser el comienzo de un intercambio significativo con cL ;T mundo, un
proceso bilateral en el cual el autoenriquecimiento alterna con el descubrimiento del
6
Para un estudio más profundo y detallado de estas ideas el lector puede
consultar mi trabajo The Theorv oí the Parent-Inj'ant Relation- ship (1960b).
' ' ‘'í, ■, J 148 á
significado en el mundo de las cosas
vistas.
Es claro que en este esquema de cosas hay etapas que se detienen a mitad
de camino. Algunos bebés no abandonan del todo las esperanzas y estudian el
objeto y hacen todo lo posible para ver en él algún significado, que encontrarían
si pudiesen sentirlo. Otros, atormentados por este tipo de fracaso materno
relativo, estudian el variable rostro de la madre, en un intento de predecir su
estado de ánimo, tal como todos nosotros estudiamos el tiempo. El bebé aprende
muy pronto a hacer un pronóstico: “Ahora puedo olvidar el talante de mamá y
ser espontáneo, pero en cualquier momento su expresión quedará inmóvil o su
estado de ánimo predominará, y tendré que retirar mis necesidades personales,
pues de lo contrario mi persona central podría sufrir un insulto/*
Inmediatamente detrás de esto, en dirección de la patología, se encuentra la
predecibilidad, que es precaria y obliga al bebé a ¿ esforzarse hasta el límite de
su capacidad de previsión de acón- ¿ tecimientos. Ello provoca una amenaza de
caos, y el nino or- ganiza su retirada, o no mira, salvo para percibir, a manera de
- defensa. El que es así tratado crecerá con* desconcierto en lo que respecta a
los espejos y a lo que estos püeden ofrecer. Si el rostro de la madre no responde,
un espejo será entonces algo que se mira, no algo dentro de lo cual se mira.
Para volver al avance normal de los hechos, cuando la joven normal estudia
su rostro en el espejo se está diciendo que ahí se
encuentra el rostro de su madre, y que esta puede verla y está en
rapport con ella. Cuando, en su narcisismo secundario, las jóvenes y
los muchachos miran para ver belleza y para enamorarse, ya existen
pruebas de que se ha insinuado la duda acerca del amor y
preocupación permanentes de la madre. De modo que el hombre que
se enamora de la belleza es muy distinto del que ama a una joven y
siente que es hermosa y se ' encuentra en condiciones de ver qué hay
de bello en ella.
No insistiré en mi idea; por el contrario, ofreceré algunos
ejemplos, de manera que el lector pueda elaborarla.

Ejemplo I
Me refiero primero a una mujer que conozco, quien se
casó y crió a tres magníficos hijos varones. Además fue un
buen respaldo para su esposo, que tenía un puesto importante
y creador. Entre bambalinas, esta mujer se encontraba
siempre cerca de la depresión. Perturbó gravemente su vida
matrimonial al despertar todas las mañanas en estado de
desesperación. No podía hacer nada para evitarlo. La
solución de la depresión paralizante se producía todos los
días cuando llegaba el momento de levantarse y al final de
sus abluciones, y luego de vestirse ; podía “ponerse la cara”.
Entonces se sentía rehabilitada y le era posible enfrentar al
14
9
mundo y hacerse cargo de sus responsabilidades familiares.
A la larga, esta persona, excepcionalmente inteligente y
responsable, reaccionó ante una desgracia con un estado
depresivo crónico, que al final se convirtió en una
perturbación física, crónica e incapacitante.
He aquí un molde repetido, cuyo similar cualquiera puede
encontrar en su experiencia social o clínica. Lo que muestra este caso
n|o hace más que exagerar lo que es normal. Se exagera la tarea del
espejo, de tomar nota y aprobar. La mujer tenía que ser su propia
madre. Si hubiese tenido una hija, no cabe duda de que habría
encontrado un gran alivio, pero quizás aquella habría sufrido por él
hecho dé tener excesiva impor- . tancia en lo referente a corregir la
incertidumbre de su madre en relación con la visión que esta tenía de
ella.
El lector estará pensando ya en Francis Bacon. No me re- ^Tiero
al Bacon que dijo: “Un rostro hermoso es un elogio silencioso” y “Lo
que un cuadro no puede expresar es la mejor parte de la belleza”, sino
al exasperante, diestro y desafiante

' ' ‘'í, ■, J 150 á


> artista de nuestro tiempo que pinta una y otra vez el rostro humano
deformado de manera significativa. Desde el punto de
; vista de este capítulo, este Francis Bacon de hoy se ve en el
rostro de su madre, pero con cierto retorcimiento en él o ella
• que nos enfurece, a él y a nosotros. Nada sé acerca de la vida
i privada de este artista, y solo lo presento porque se introduce
i por la fuerza en cualquier estudio actual sobre el rostro y la
! persona. El rosto de Bacon me parece estar muy lejos de la
> percepción de lo real; .cuando mira caras me da la impresión de
; estar esforzándose penosamente para que se lo vea, cosa que
i constituye la base del mirar creador.
Advierto que vinculo la apercepción con la percepción al J
postular un proceso histórico (en el individuo) que depende del
ser visto:
5 Cuando miro se me ve, y por lo tanto existo.
{ Ahora puedo permitirme mirar y ver.
¡ Ahora miro en forma creadora, y lo que apercibo también lo
i percibo.
i En verdad no me importa no ver lo que no está presente
¡ para ser visto (a menos de que esté cansado).

( Ejemplo II
' Una paciente informa: “Ayer por la noche fui a un café
¡ y me sentí fascinada al ver allí a los distintos personajes”,
; y describe a algunos de ellos. Ahora bien, esta paciente
. tiene un aspecto llamativo, y si supiese usarse podría ser
la figura central en cualquier grupo. Le pregunté: “¿Alguien
la miró? ” Consiguió pasar a la idea de que en verdad había
atraído buena parte del fuego de las miradas, pero la
acompañaba un amigo y sintió que la gente lo miraba a
: él.
A partir de ahí pudimos realizar un estudio preliminar de
• su historia de recién nacida y de la infancia, en términos de
ser vista en una forma que pudiese hacerle sentir que existía.
En rigor había tenido una experiencia deplorable en ese
sentido.
Este tema quedó luego perdido, portel momento, en o- tros
tipos de material, pero en cierto modo todo el análisis de esta
paciente gira en torno de ese “ser vista” como lo qué í en
realidad es, en un momento cualquiera; y en ocasiones ese ser
vista de verdad es para ella, de una manera sutil, lo principal
de su tratamiento. Es particularmente sensible como crítica
pictórica, y la falta de belleza desintegra su personalidad, a tal
punto, que reconoce esa falta porque ella misma se siente
espantosa (desintegrada o despersonalizada).

Ejemplo III
Tengo un caso de investigación, una mujer que ha sido
objeto de un análisis muy prolongado. En una etapa muy
avanzada de su vida esta paciente ha llegado a sentirse real/
y un cínico podría decir: ¿para qué? Pero a ella le parece que
ha valido la pena, y gracias a ella yo mismo aprendí mucho
de lo que sé sobre los primeros fenómenos.
Este análisis involucraba una grave y profunda regresión
a la dependencia infantil. La historia ambiental era muy
perturbadora en muchos sentidos, pero en este caso me
refiero al efecto que tuvo sobre ella la depresión de su
madre. Esto se elaboró en repetidas ocasiones, y como
analista tuve que desplazar a esa madre para permitir que la
paciente empezara a ser una persona. 7 ,
Ahora, cerca del final de mi trabajo con ella, me envió un
retrato de su nodriza. Yo ya tenía uno de su madre, y llegué a
conocer muy íntimamente la rigidez de las defensas de esta.
Se hizo evidente que la madre (según dijo la paciente) había
elegido una nodriza deprimida para que la remplazara, de
manera que pudiese evitar la pérdida total del contacto con
sus hijos. Una nodriza vivaz habría “arrebatado” los hijos a
esa madre deprimida.
Esta paciente muestra una notable falta de lo que ca-
racteriza a tantas mujeres: el interés, por. su rostro. Por cierto
que no había pasado por la fase adolescente de examén de sí
misma en el espejo, y ahora solo se mira en él para recordarse
de que “parece una vieja bruja” (según sus propias palabras).
Esa misma semana la paciente encontró una foto de mi
cara en la sobrecubierta de un libro. Me escribió para decirme
que necesitaba una ampliación para ver las líneas y todos los
rasgos de ese “viejo paisaje”. Le envié la foto

7 En mi trabajo Metapsychological ánd Clinical Aspects of Regression


vithin the Psycho-Analvtical Set-Up informé acerca de un aspecto de este •aso
(1954). _ .
(vive lejos, y ahora solo la veo de vez en cuando), y al mismo tiempo
le ofrecí una interpretación basada en lo que trato de decir en este
capítulo.
La paciente creía que no hacía más que adquirir el retrato de ese
hombre que tanto había hecho por ella (y así es). Pero necesitaba que
se le dijera que mi rostro surcado de arrugas tenía ciertos rasgos que
para ella se vinculan con la rigidez de los de su madre y su nodriza.
Tuve la certeza de que era importante que yo supiese eso acerca
de la cara, y que pudiera interpretar la búsqueda, por la paciente, de un
rostro que la reflejase, y al mismo tiempo entender que, debido a mis
arrugas, mi rostro, en la foto, reproducía parte de la rigidez de su
madre.
En verdad, esta paciente tiene una cara muy buena, y cuando está
con humor para ello es una persona simpa- ?- tiquísima. Sabe
preocuparse, durante un período limitado, . por los asuntos de otras
personas y por sus problemas. ¡Cuántas veces esta característica
sedujo a otros individuos y los hizo pensar que ella era alguien en
quien resultaba posible apoyarse! Pero la verdad es que en cuanto se
siente comprometida, en especial con la depresión de alguien,
mecánicamente se retira y se acurruca en la cama, con una botella de
agua caliente, para abrigar su alma. En ese momento es vulnerable.

Ejemplo IV
Después de escribir todo lo que antecede una paciente me trajo, en
una hora analítica, material que habría podido estar basado en lo que
escribo. La mujer de que se. trata se muestra muy preocupada por la
etapa de su esta- blecimiento como individuo. A lo largo de la hora in-
trodujo una referencia a “Espejo, espejo de la pared”, etcétera, y luego
dijo: “¿No sería terrible que el chico mi- y rase en el espejo y no viera
nada? ” :

El resto del material se relacionaba con él ambiente proporcionado


por su madre cuando ella era pequeña, y la imagen era la de una madre
que hablaba con algún otro, salvo que se encontrase- ocupada en
forma activa en una relación positiva con el bebé. La insinuación
quería decir que este miraba a la madre y la veía hablando con cual-
quier otra persona. La paciente describió luego su gran interés por las
pinturas de Francis Bacon, y se preguntó si podría prestarme un libro
sobre el artista. Se refirió en detalle al libro. Bacon “dice que le gusta
tener un espejo sobre sus cuadros, porque cuando la gente los mira no
ve solo un cuadro; incluso puede llegar a verse a sí misma”.
Después la paciente habló sobre “Le Stade du Miróir”,
porque conoce el trabajo de Lacan, pero no pudo establecer la
vinculación que yo me siento capaz de elaborar, entre el espejo
y el rostro de la madre. No era mi tarea en esa sesión ofrecer
esa vinculación a mi paciente, porque en esencia esta se
encuentra en la etapa de descubrir cosas por su propia cuenta, y
en tales circunstancias una interpretación prematura aniquila su
creatividad y resulta traumática, en el sentido de que contraría
el proceso de maduración. Este tema sigue teniendo
importancia en el análisis de la paciente, pero también aparece
con otras formas.
Esta visión del bebé y el niño que ven la persona en el rostro de la
madre, y después en un espejo, ofrece una manera de ver el análisis y
la tarea psicoterapéutica. La psicoterapia no consiste en hacer
interpretaciones inteligentes y adecuadas; en general es un devolver al
paciente, a largo plazo, lo que este trae. Es un derivado complejo del
rostro que refleja lo que se puede ver en él. Me gusta pensar en mi
trabajo de ese modo, y creo que si lo hago lo bastante bien el paciente
encontrará su persona y podrá existir y sentirse real. Sentirse real es
más que existir; es encontrar una forma de existir como uno mismo, y
de relacionarse con los objetos como uno mismo, y de tener una per-
sona dentro de la cual poder retirarse para el relajamiento.
Pero no querría dar la impresión de que pienso que esa tarea
4
Véase Granéis Bacon: Catalogue raisonné and documentaron (Alley, 1964).
Erir su Introducción a este libro John Rothenstein escribe: . .contemplar un cuadro
de Bacon es mirar en un espejo y ver en él nuestras propias penas y nuestros
temores a la soledad, el fracaso, la humillación, la vejez, la muerte y el peligro de
una catástrofe innominada. Su preferencia, confesada, por el barnizado de sus
cuadros también tiene relación con su sentimiento de dependencia respecto de la
casualidad. Dicha preferencia se debe al hecho de que el espejo aparta en cierto
modo a los cuadros de su ambiente (así como las margaritas y las barandillas
apartan a sus figuras de su ambiente pictórico) y proteje, pero lo que más importa
en ese caso es su creencia de que el juego de reflejos fortuitos realzará sus
cuadros. Le he oído observar que sus trabajos, en especial los de tono azul oscuro,
se benefician cuando permiten que el espectador vea su propio rostro en el
espejo.”
de reflejar lo que trae el paciente es fácil. No lo es, y resulta
emocionalinente agotadora. Aun cuando nuestros pacientes no lleguen
a curarse, se muestran agradecidos con nosotros porque los vemos
como son, y ello nos proporciona una profunda satisfacción.
Lo que mencioné, en términos del papel de la madre, de devolver al
bebé su persona, tiene la misma importancia para el niño y’ la familia.
Es claro que a medida que el primero se desarrolla y los procesos de
maduración se vuelven más complicados, y las identificaciones se
multiplican, aquel depende cada vez menos de la devolución de la
persona por el rostro de la madre y el padre, y por los rostros de otros
que se encuentren en relaciones de padres o de hermanos (Winnicott,
1960a). Pero cuando una familia está intacta y marcha hacia adelante
durante un período, todos los niños se benefician gracias a que pueden
verse en la actitud de los miembros de la familia o en la de toda esta.
Podemos incluir aquí los espejos reales que existen en la casa, y las
oportunidades que tiene el chico de ver a los padres y a otros mirarse
al espejo. Pero es preciso entender que el espejo real tiene importancia
ante todo en su sentido figurativo.
Esta podría ser una manera de formular la contribución que puede
realizar una familia en lo que se refiere al crecimiento y
enriquecimiento de la personalidad de cada uno de sus integrantes.

C.I.M.E.Ps.
Ceeteo de Impresiones
de fstMriíój do Psirclosif
•s ' • ___
^PlogftCioNe^ I . tDiro^l V^IOO’T

11. EL DESTINO DEL OBJETO TRANSICIONAL

Trabajo preliminar para una charla pronunciada en


la Asociación de Psicología y Psiquiatría Infantil,
de Glasgow, el 5 de diciembre de 1959
Aunque ya muchos de ustedes están bien familiarizados con lo
que he dicho acerca de los objetos transicionales, quisiera ante todo
volver a enunciar mi concepción al respecto, para luego pasar a mi
tema principal de hoy, que es la cuestión de su destino. Enunciaré,
pues, cuál es a mi parecer la significación de los objetos
transicionales.
A mi entender, a estos objetos los encontramos en diversos
procesos de transición. Uno de ellos se vincula con las relaciones de
objeto; el bebé se lleva el piiñp. aja boca,Juego el pulgar, luego hay
una mezcla del uso del pulgar y délos demás dedos, y escoge algún
objeto para manipularlo. Poco a poco comienza a usar objetos que
no son parte de él ni de la madre.
Otra clase de transición tiene que ver con, el pasaje de un qbjeto
que es subjetivo para~eí bebé a otro que es objetiva mente percib^o~q
externo. Al principio, cualquier objeto que entabla relación con el
bebé es creado por éste —o al menos ésa es la teoría a la que yo
adhiero—. Es como una alucinación. Se da cierto engaño y un objeto
que está a mano se superpone con una alucinación. Como es obvio,
aquí tiene suprema importancia la • forma en que se conduce la madre
o su sustituto. Habrá madres que son buenas y otras que son malas en
lo que atañe a posibilitar que un objeto real esté exactamente allí
donde el bebé alucina un objeto, de modo tal que el bebé se haga la
ilusión de que el mundo puede ser creado y de que lo que es creado es
el mundo.
En este punto, ustedes estarán pensando en la expresión de la señora
Sechehaye, “realizaciónjsimbólica”,1 o sea, el convertir al símbolo en algo
real; sólo que desde nuestro punto de vista, al ocupamos déla primera
infancia, pensamos que lo que se conviertejen real es la alucinación. De
hecho, esto pone en marcha la capacidad del bebé para el uso de símbolos,
y si el crecimiento prosigue su marcha el objeto transicional resulta ser
el'primer símbolo. En este caso el símbolo es al mismo tiempo la
alucinación y una parte objetivamente percibida de la realidad externa.
De todo esto se deduce que estamos describiendo la vida de un bebé
que significa asimismo la relación que el ambiente tiene con él, a través de
la madre o de su sustituto. Nos estamos refiriendo a una “pareja de

72
crianza”, para emplear la expresión de Merrill Middlemore. 8 9Nos
referimos al hecho de que no existe eso denominado bebé, pues cuando
vemos a un bebé en esta temprana etapa sabemos que vamos a encontrar
los cuidados del bebé, cuidados de los cuales el bebé forma parte.
Esta manera de enunciar el significado del objeto transicional nos
fuerza a utilizar la palabra “ilusión”. La madre posibilita al bebé tener la
ilusión de que los objetos de la realidad externa pueden ser reales para él,
vale decir, pueden ser alucinaciones, ya que sólo a las alucinaciones las
siente reales. Para que a un objeto exterior se lo sienta real, la relacióncon
él debe ser la relací^ncon’ima alucinación. Üstedes coincidirán conmigo
en que esto hac’eestallar un antiguo enigma filosófico, y tal vez ya estén
pensando en esos dos tercetos, uno de Ronald Knox:

¿La piedra y el árbol siguen existiendo cuando no hay


nadie en el patio?
y la réplica:

La piedra y el árbol siguen existiendo mientras los


observa su seguro servidor,...10

El hecho es que un objeto exterior carece de ser para ustedes o para


mí salvo en la medida en que ustedes'o yo lo alucinamos, pero si somos
cuerdos pondremos cuidado en no alucinarlo salvo en los casos en que
sabemos qué se tiene que ver. Por supuesto, si estamos cansados o
anochece, cometeremos algunas equivocaciones. En mi opinión, con su
objeto transicional el bebé se halla todo el tiempo en ese estado en que le
posibilitamos ser, y aunque es algo loco, no lo calificamos así. Si el bebé
pudiera hablar, diría: “Este objeto es parte de la realidad externa y yo lo
creé”. Si alguno de ustedes o yo dijéramos esto, nos encerrarían, o tal vez
nos practicarían una leucotomía.
Esto nos da un significado de la palabra “omnipotencia” que
realmente necesitamos, porque cuando hablamos de la omnipotencia de la
primera infancia no sólo queremos decir omnipotencia del pensamiento:
pretendemos señalar también que el bebé • cree en una omnipotencia que
se extiende a ciertos objetos, y quizás abarque a la madre y a algunos otros
integrantes del ambiente inmediato. Una de las transiciones es la que va
del i control omnipotente dé losobjetos externos a la renuncia a ese
control, y eventualmente al reconocimiento de queTiay fenómenos que
están fuera del control personal. El objeto transicional que forma parte
tanto del bebé cómo de su madre adquiere un nuevo carácter, el de una
8 M. A. Sechehaye, Symbolic Realizatian, Nueva York, Intemational Universities
Press, 1951.
9 M. P. Middlemore, The Nursing Couple, Londres, Hamish Hamilton, 1941.
10 Los puntos suspensivos reemplazan la firma, “Dios", que figura en el terceto
reproducido. El contexto exige esa omisión, ya que aquí es cualquier ser humano el
que confiere existencia a los objetos al alucinarlos. Obviamente los tercetos,
relacionados con la controversia sobre la filosofía de Berkeley, son bien conocidos por
el público de habla inglesa, para lo cual esta aclaración resultaría superflua. [T.]

73
“posesión”.
Creo que durante el período en que el bebé utiliza objetos
transícionales se proce san otras^tran sicjqnes. Por ejemplo, la que
corresponde a las capacidades en desarrollo del niño, su creciente
coordinación y el paulatino enriquecimiento de su sensibilidad. El sentido
del olfato está entonces en su apogeo y probablemente nunca en la vida
alcance otra vez esa intensidad, excepto quizás en el curso de episodios
psicóticos. También la textura tiene el mayor significado que jamás pueda
alcanzar,

74
y lo seco y lo húmedo y también lo frío y lo cálido poseen un significado
tremendo.
Junto a ello,' debe mencionarse la extrema sensibilidad de los labios
infantiles y, sin duda, del sentido del gusto. La palabra “repugnante” nada
significa todavía para el niño, y al principio ni siquiera le preocupan sus
excreciones. El babeo y baboseo característicos de la primera infancia
cubren al objeto, haciéndonos acordar del león en su jaula del zoológico,
que casi parece ablandar al hueso con su saliva antes de poner fin a su
existencia mediante un mordisco y comérselo. ¡Qué fácil resulta imaginar
los muy tiernos y acariciadores sentimientos del león hacia ese hueso que
está a punto de aniquilar! Así pues, en los fenómenos transicionales vemos
surgir la capacidad pára los sentimientos tiernos^alpar que la relación
instintiva directa sucumbé a la represión primaria.
De esta manera, apreciamos que el uso que hace el bebé de un objeto
puede articularse, de una forma o de otra, con el funcionamiento corporal,
y en verdad es inimaginable que un objeto tenga significado para un bebé
si no“éstá así articulado. Este es otro modo de decir que el yo se basa en un
yo corporal.
He dado algunos ejemplos con el único propósito de recordarles todas
las posibilidades que existen, según ilustra el caso de sus propios hijos y de
los niños que ustedes atienden. A veces vemos que la madre misma es
utilizada como si fuese un objeto transicional, lo cual si persiste puede dar
origen a grandes perturbaciones; por ejemplo, un paciente del que me
ocupé recientemente utilizaba el lóbulo de la oreja de la madre. Como
ustedes conjeturarán, en estos casos en que es utilizada la madre, es casi
seguro que hay algo en la madre misma —una necesidad inconsciente de
su hijo o hija— a cuya pauta se amolda el niño.
Tenemos luego el uso del pulgar o_de-o_tros dedos, que puede
perdurar, y puede haber o no simultáneamente un acariciarse con cariño
una parte del rostro "ó alguna parte de la madre ode un objeto. En algunos
casos estas caricias continúan y se pierde de vista el chupeteo del pulgar o
de otros dedos. Con frecuencia sucede, asimismo, que un bebé que no
empleaba la mano o el pulgar para la gratificación autoerótica use, sin
embargo, un objeto de alguna clase. En tales casos, habitualmente el
interés del bebé se hace extensivo y pronto otros objetos se vuelven
importantes para él. Por alguna razón, las niñas tienden a persistir con los
objetos suaves hasta que usan muñecas, y los varones tienden a adoptar
más prontamente objetos duros. Tal vez sería más apropiado decir que el
varón que hay en los niños de ambos sexos pasa a los objetos duros, y la
niña que hay en los niños de ambos sexos tiende a conservar su interés por
la blandura y la textura, que a la larga se articulará con la identificación
materna. A menudo, cuando hay un neto objeto transicional desde época
temprana, éste persiste aungue el niño de hecho se aplique en mayor
medida a nuevos objetos, menos importantes;, tal vez en momentos de
gran congoja, tristeza o deprivación vuelva al objeto original o al pulgar, o
pierda por completo la capacidad de utilizar símbolos y sustitutos.

75 2
Quisiera dejar el tema en este punto. El cuadro clínico muestra una
variedad infinita, y sólo podemos hablar fructíferamente de las
consecuencias teóricas.

EL TRANSITO DEL OBJETO TRANSICIONAL

Hay dos enfoques de este tema:


A. Los viejos soldados nunca mueren, sólo desaparecen. El objeto
transicional tiende a ser relegado al limbo de las cosas a medias olvidadas
que se amontonan en el fondo del cajón o en~ la parte posterior del
estante de los juguetes. Sin embargo, lo usual es que el niño lo sepa. Por
ejemplo, un varoncito que yaba olvidado su objeto transicional tiene una
fase regresiva luego de padecer una deprivación, y vuelve a él. Más tarde
habrá un retorno gradual a las otras posesiones, adquiridas con posterio-
ridad. El objeto transicional puede ser, entonces,
i. suplantado pero conservado
ii. gastado
iii. entregado (lo cual no resulta satisfactorio)
iv. conservado por la madre —como reliquia de una preciosa época de
su vida (identificación)—
v. etc. ■'
Todo esto se vincula con el destino del objeto en sí.
B. Llego ahora al punto principal que quiero exponer para su debate.
No es una idea nueva, aunque creo que lo era cuando la referí en mi
artículo original. (Ahora que me ocupo de esto, temo que ustedes lo
encuentren demasiado obvio, salvo, por supuesto, que no estén de acuerdo
conmigo.)
Si es cierto que el objeto transicional y los fenómenos transicionales
están enja base misma del simbolismo, creo~que podemos sostener con
derecho qué éstósféríómenos marcan el origen, en la vida del bebé y el
niño, de una tercera zona de existencia, tercera zona que, según creo,
ha_sido difícil acomo- dar dentro deTa teoría psicoanalítica, la cual tuvo
que edificarse en forma gradual según el método de la ciencia, que es el de
poner piedra sobre piedra.
Puede resultar que esta tercera zona sea la vida cultural del individuo.
¿Cuáles_sqn estasJresz.oijaslJJna, la fundamental, es la realidad
psíquica,o interior dgl individuo, el inconsciente si ustedes prefieren (no el
inconsciente reprimido, que sobreviene muy pronto pero, decididamente,
más tarde). A partir de esta realidad psíquica personal es que el individuo
“alucina” o “crea” o “piensa” cosas o las “concibe”. De ella están hechos los
sueños, aunque éstos se revisten de materiales recogidos en la realidad
exterior.
La segunda zona es Ja realidad exterior,_el mundo que
paulatinamente es reconocído^orno^DlSTINTO..DJE_MI_.por el bebé
sano en desarrollo que ha establecido un self, con una membrana limítrofe

76
y un adentro y un afuera; el universo en expansión, a partir del cual el
hombre se contrae [contraéis], por decirlo así.
Ahora bien, los bebés y los niños y los adultos traen hacia dentro suyo
la realidad exterior, como ropaje para revestir sus sueños, y se proyectan
en los objetos y personas externos enriqueciendo la realidad exterior
mediante sus percepciones imaginativas.
Pero pienso que encontramos en verdad una tercera zona, unajzon adel
vivir que corresponde a los fenómenos transic i o n a - les del bebé y en
verdad deriva de éstos. En la medida en que el bebé no haya llegado a los
fenómenos transicionales, pienso que su aceptación de los símbolos será
deficiente y su vida cultural quedará empobrecida.
Sin duda, ustedes apreciarán lo que quiero decir. En términos algo
burdos: vamos a un concierto y escuchamos uno de los últimos cuartetos
de cuerdas de Beethoven (como ven, soy una persona refinada). Este
cuarteto no es un mero hecho externo producido por Beethoven y
ejecutado por los músicos; ni tampoco es un sueño mío, que a decir verdad
jamás habría sido tan bueno. La experiencia, sumada a mi manera de
prepararme para ella, me permite crear un hecho glorioso. Lo disfruto
porque, como digo, yo lo he creado, lo aluciné, y es real y estaría de todos
modos allí aunque yo no hubiese sido concebido.
Esto es loco. Pero en nuestra vida cultural aceptamos la locura,
exactamente como aceptamos la locura del niño que afirma (aunque no
puecTa expresarlo con sus balbuceos): “Yo lo aluciné y es parte de mi
madre, que estaba ahí antes de que yo viniese al mundo”.
De ello inferirán por qué pienso que el objeto transicional es
esencialmente distinto del objeto interno de la terminología de Melanie
Klein. El objeto interno es una cuestión de realidad interior, y se vuelve
más y más complejo a medida que transcurre cada momento de la vida del
bebé. El objeto transicional es para nosotros un pedazo de su frazaditá,
pero para el bebé es representativo tanto del pecho de la madre como del
pecho, internalizado de la madre. 7

Repárese en cuál es la secuencia cuando la madre está ausente. El


bebé se aferra a su objeto transicional. Luego de un cierto tiejnpo la madre
internalizada se diluye y el objeto transicional deja de tener significado. En
otras palabras, el objeto transicional es simbólico del objeto interno, al que
la presencia viva de la madre mantiene vivo.
De igual manera, quizás, un adulto puede hacer el duelo por alguien, y
en el curso de su duelo deja de disfrutar de las actividades culturales; la
recuperación será acompañada de un retorno a todos los intereses
intermedios (incluidas las experiencias religiosas) que enriquecen la vida
de un individuo sano.
Pienso, entonces, que los fenómenos transícionales no “pasan”, al
menos no cuando hay salud. Pueden convertirse en un arte perdido, pero
esto forma parte de la enfermedad de un paciente, de una depresión, y es
algo equivalente a la reacción frente a la deprivación en la infancia, cuando

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el objeto y los fenómenos transícionales pierden en forma temporaria (o a
veces permanente) su sentido o son inexistentes.
Me gustaría mucho conocer sus reacciones frente a esta idea de una
tercera zona del experienciar, su relación con la vida cultural y, según he
sugerido, el hecho de que derive de los fenómenos transícionales de la
infancia.

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