WINNICOTT
WINNICOTT
WINNICOTT
DE LA DEPENDENCIA A LA INDEPENDENCIA
EN EL DESARROLLO DEL INDIVIDUO1
(1963)
En este capítulo he optado por describir el crecimiento
emocional en los términos del recorrido desde la dependencia
Centro d r'?"' ’.'n$ hasta la independencia. Si hace treinta años se me hubiese
'Lierici de L pedido que realizara esta misma tarea, casi seguramente yo me
habría referido a los cambios en virtud de los cuales la
inmadurez deja paso a la madurez como progresión en la vida
instintiva. Habría hablado de las fases oral, anal, fúlica y
genital. Tal vez las habría subdividido: oral primaria,
preambivalente, oral secundaria, sádica oral, etcétera. Algunos
autores han subdividido mucho la fase anal. Otros se han
contentado con una idea de la fase genital basada en términos
generales en el funcionamiento de los órganos de ingestión,
absorción y eliminación. Todo esto está bien. Es ahora tan
cierto como antes, y puso en marcha nuestro pensamiento y la
estructura de la teoría que nos sirve de timón. No obstante,
ahora, por así decirlo, lo llevamos en los huesos. Lo damos por
sentado, y sólo prestamos atención a otros aspectos del cre-
cimiento, cuando, como de mí ahora, se espera que digamos
algo que no reitere exactamente el conocimiento común, o que
tome en cuenta los últimos desarrollos de la teoría y de nuestra
postura.
Aunque yo haya optado por considerar el crecimiento en los
términos de una dependencia que se convierte gradualmente en
independencia, espero que mis lectores concuerden en que esto
de ningún modo invalida la eventual descripción del
crecimiento en términos de zonas erógenas o de relacioón
objetal. <.
La socialización
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8
con el crecimiento personal, sino también respecto de la
socialización. Digamos que en la salud, que es casi sinónimo de
la madurez, el adulto puede identificarse con la sociedad sin un
sacrificio demasiado grande de la espontaneidad personal, o
bien, a la inversa, que el adulto puede atender a sus propias
necesidades personales sin ser antisocial y, por cierto, sin dejar
de asumir alguna responsabilidad por el mantenimiento o la
modificación de la sociedad tal como se la encuentra.
Heredamos ciertas condiciones sociales; se trata de un legado
que tenemos que aceptar y, de ser necesario, modificar; esto es
lo que finalmente entregamos a quienes vienen después de
nosotros.
La independencia no es nunca absoluta. El individuo sano no
queda aislado, sino que se relaciona con el ambiente de un
modo tal que puede decirse que él y su medio son
interdependientes.
El recorrido
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La dependencia absoluta
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0
porque creo que su importancia no se aprecia. Las madres se
recuperan de este estado y lo olvidan. Yo lo denomino “pre-
ocupación materna primaria”. No es necesariamente un buen
nombre, pero se trata de que hacia el final del embarazo y
durante algunas semanas después del parto, la madre está
preocupada por el cuidado del bebé (o, mejor dicho,
“entregada” a ese cuidado): ese bebé al principio le parece una
parte de ella misma; además, se identifica mucho con la criatura
y conoce perfectamente bien lo que ésta siente. A tal fin la
madre utiliza sus propias experiencias como bebé. De este
modo se encuentra también en un estado dependiente y
vulnerable. Para escribirlo empleo las palabras “dependencia
absoluta” . con referencia al estado del bebé.
De este modo la naturaleza hace lo necesario para satisfacer
lo que el infante necesita, que es un alto grado de adaptación.
Explicaré lo que entiendo por esta palabra. En los primeros días
del psicoanálisis, por adaptación sólo podía entenderse una
cosa: satisfacer las necesidades instintivas í del infante. La
lentitud con que algunos han comprendido que las necesidades
del infante no se limitan a las tensiones instintivas, por
importantes que sean, ha generado muchas concepciones
erróneas. Está también todo el desarrollo del yo del infante, que
tiene sus propias necesidades. En este punto hay que decir que
la madre “no abandona a su infante”, aunque puede y debe
frustrarlo en cuanto a las necesidades instintivas. Sorprende lo
bien que las madres satisfacen las necesidades del yo de sus
infantes, incluso algunas madres que no les dan muy bien el
pecho y rápidamente lo reemplazan por el biberón y un
preparado.
Siempre hay algunas mujeres que no pueden comprometerse
totalmente, como es necesario en esa etapa muy temprana,
atraque ésta dura sólo unos meses hacia el final del embarazo y
al principio de la vida del infante.
Describiré las necesidades del yo, que son multifacéticas. El
mejor ejemplo es la simple cuestión del sostén. Nadie puede
sostener a un bebé a menos que se identifique con él. Balint
(1951, 1958) se ha referido al oxígeno del aire, del que el
infante no sabe nada. Yo podría recordar la temperatura del
agua del baño, que la madre prueba con el codo; el infante
ignora que el agua podría haber estado demasiado caliente o
demasiado fría, pero da por sentada la temperatura corporal.
Hablo todavía de la dependencia absoluta. Se trata de una
cuestión de intrusión o no intrusión en la existencia del infante,
y deseo desarrollar este tema.
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1
Todos los procesos de un infante vivo constituyen un seguir
siendo, una especie de proyecto para el existencialismo. La
madre capaz de entregarse durante un lapso limitado a su tarea
natural, puede proteger el seguir siendo del infante. Toda
intrusión o falla de la adaptación causa una reacción en el
infante, y esa reacción quiebra el seguir siendo. Si la pauta de la
vida del infante es reaccionar a las intrusiones, se produce una
seria interferencia con la tendencia natural de la criatura a
convertirse en una unidad integrada, capaz de seguirteniendo un
self con pasado, presente y futuro. Con una ausencia relativa de
reacciones a las intrusiones, las funciones corporales del infante
proporcionan una buena base para construir un yo corporal. De
este modo se estructura la quilla para la salud mental futura.
Vemos que la adaptación sensible a las necesidades del yo
del infante sólo dura un pequeño lapso. Pronto la criatura
empieza a obtener placer con el pataleo, y a sacar algo positivo
de la rabia por lo que podrían denominarse pequeñas fallas de la
adaptación. Pero por esa época la madre reemprende su propia
vida, que finalmente se vuelve relativamente independiente de
las necesidades del infante. A menudo el crecimiento del niño
corresponde con total exactitud a la reasunción por la madre de
su propia independencia, y estaremos de acuerdo en que una
madre que no puede ir fallando gradualmente en esta cuestión
de la adaptación sensible falla en otro sentido: debido a su
propia inmadurez o a sus propias angustias, falla porque no le
da a su infante razones para tener rabia. Un infante que no tiene
ninguna razón para la rabia, pero que desde luego lleva en sí la
cantidad habitual de ingredientes de la agresividad, sean ellos
los que fueren, enfrenta una dificultad especial, la dificultad de
fusionar la agresión con el amor.
De modo que en la dependencia absoluta el infante no tiene
ningún medio de percatarse de la provisión materna.
La dependencia relativa
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2
período de adaptación con una falla gradual de la adaptación. La
gran mayoría de las madres están dotadas para proveer una
desadaptación graduada, y esto engrana perfectamente con los
desarrollos rápidos que despliega el infante. Por ejemplo, se
inicia la comprensión intelectual, que se desarrolla como una
amplia extensión de procesos simples tales como los reflejos
condicionados. (Piénsese en un infante que espera la comida.
Llega un momento en que el infante puede esperar algunos
minutos porque los ruidos de la cocina indican que pronto le
darán de comer. Esos ruidos no son simplemente estímulos que
lo excitan, sino que se sirve de ellos para poder esperar.)
Naturalmente, la capacidad de los infantes para el empleo
precoz de la comprensión intelectual es muy variable; a menudo
demora su aparición la existencia de alguna confusión en el
modo como se presenta la realidad. Esta es una idea en la que
tenemos que hacer hincapié, pues todo el procedimiento del
cuidado del infante tiene como principal característica una
presentación regularizada del mundo. Esto es algo que no puede
hacerse deliberada ni mecánicamente. Sólo lo logra el manejo
continuo realizado por un ser humano, por una mujer que es
siempre ella misma. No se trata en este caso de perfección. La
perfección es propia de las máquinas. Lo que el infante necesita
es exactamente lo que suele lograr: el cuidado y la atención de
alguien que sigue siendo él mismo. Desde luego, esto se aplica
también al padre.
Debemos detenernos especialmente en el punto de este “ser
ella misma” porque hay que trazar una distinción entre la
persona y el hombre oda mujer, madre o niñera, que actúa esa
parte, tal vez perfectamente bien en algunos momentos, gracias
a haber aprendido a cuidar infantes con algún libro o en algún
curso. Pero esta “actuación” no es suficientemente buena. El
infante sólo puede encontrar una presentación libre de
confusiones de la realidad externa si lo cuida un ser humano
consagrado a él y a la tarea de atenderlo. La madre irá saliendo
de este estado de devoción fácil para ella, y pronto volverá a su
oficina, a escribir novelas, o a una vida social junto al esposo,
pero por el momento está hundida en esa devoción hasta el
cuello.
La recompensa en la primera etapa (de dependencia ab-
soluta) eS que el proceso de desarrollo del infante no sufre
ninguna distorsión. La recompensa en esta etapa de la de-
pendencia relativa consiste en que el infante empieza de algún
modo a percatarse de la dependencia. Cuando la madre está
ausente por un lapso más extenso que el de la capacidad del
bebé para creer en la supervivencia de ella, aparece la angustia,
11
3
que es el primer signo de que el infante conoce. Antes, si la
madre estaba ausente, el infante simplemente no podía
beneficiarse con la especial habilidad de ella para protegerlo de
las intrusiones, por lo cual no quedaba bien establecido un
desarrollo esencial de la estructura del yo.
Después de que el infante de algún modo siente necesidad de
la madre, aparece la etapa en la que empieza a comprender que
la madre es necesaria.
En la salud, poco a poco la necesidad de la madre real se
vuelve violenta y terrible, de modo que las madres detestan
dejar solos a sus hijos, y están dispuestas a sacrificar mucho
para no provocar en ellos malestar y producir odio y desilusión
durante esta fase de necesidad especial, que puede decirse que
dura aproximadamente de seis meses a dos años.
Cuando el niño tiene dos años, se han iniciado nuevos
desarrollos que le dan armas para tratar con la pérdida. Será
necesario referirse a ellos. También hay que tomar en consi-
deración factores ambientales importantes aunque variables. Por
ejemplo, puede formarse un equipo madre-niñera, que es en sí
un tema interesante de estudio. Puede haber tías, abuelos o
amigos de los padres, personas adecuadas que por su presencia
constante merecen ser consideradas sustitutos maternos.
También el esposo de la madre puede ser una persona
importante en la casa, que ayude a crear un hogar; ese padre
puede ser un buen sustituto materno, o gravitar de un modo más
masculino, brindándole a su esposa apoyo y una sensación de
seguridad que ella puede transmitirle al infante.
11
4
No será necesario abordar detenidamente estos detalles más
bien obvios, aunque sumamente significativos. Pero se verá que
varían mucho; de este modo y en concordancia con ellos se
inducen los procesos de crecimiento del infante.
)
Caso clínico
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5
El hermano intermedio tenía tres años en el momento de la
tragedia. Se encontraba en una fuerte relación positiva con el
padre, y se convirtió en un caso psiquiátrico, necesitado de
psicoterapia (unas siete sesiones a lo largo de un período de ocho
años). El hermano mayor dijo de él: “No le hablamos del nuevo
casamiento de papá porque él cree que matrimonio significa
asesinato”.
Este hermano intermedio se encontraba confuso y era incapaz
de manejar con éxito la culpa que tenía necesidad de
experimentar, porque lamuerte de la madre se había producido
cuando él se encontraba en una fase homosexual con un especial
apego al padre. Dijo: “No me importa, era... (el hermano mayor)
quien la quería”. Desde el punto de vista clínico, se convirtió en
hipomaníaco. Su inquietud extrema duró un largo período, y era
claro que lo amenazaba una depresión. En su juego había un
cierto grado de confusión, pero podía organizarlo lo suficiente
como para transmitirme, en las sesiones de psicoterapia, cuáles
eran las angustias específicas que le causaban desazón.
Aún quedan signos de trastorno psiquiátrico residual en este
muchacho, que ahora tiene trece años, es decir diez años más que
cuando se produjo la tragedia que para él fue traumática.
11
6
de identificarse con la madre o con ambos padres, desvía hacia
una vía muerta parte del odio enorme que experimenta respecto de
lo que desafía su omnipotencia.
Empieza a comprender y quizás a utilizar el lenguaje. Este
importantísimo desarrollo del animal humano les permite a los
progenitores darle la oportunidad de cooperar, a través de la
comprensión intelectual, aunque en la profundidad el infante
sienta aflicción, odio, desilusión, miedo e impotencia. La madre
puede decir: “Voy a salir para buscar un poco de pan”. Esto dará
resultado, a menos, desde luego, que permanezca ausente más del
lapso durante el cual el infante tiene capacidad para mantener, en
sus sentimientos, la idea de que ella está viva.
Deseo referirme a una forma de desarrollo que afecta
especialmente la capacidad del infante para las identificaciones
complejas. Tiene que ver con la etapa en que sus tendencias
integradoras generan un estado en el que es una unidad, una
persona total, con un interior y un exterior, y una persona que vive
en el cuerpo, más o menos limitada por la piel. Una vez que lo
exterior significa “no-yo”, el interior significa yo, y se cuenta con
un lugar para almacenar cosas. En la fantasía del niño, la realidad
psíquica personal está ubicada dentro. Si está situada fuera, hay
buenas razones para ello.
En este punto, el crecimiento del infante toma la forma de un
intercambio continuo entre la realidad interna y la realidad
externa, que se enriquecen recíprocamente.
El niño ya no es sólo un creador potencial del mundo, sino que
también se vuelve capaz de poblarlo con muestras de su propia
vida interior. Gradualmente llega a “abarcar” casi todos los
hechos externos, y la percepción es casi sinónima de creación. De
nuevo tenemos un medio por el cual el niño logra el control de los
hechos externos y del funcionamiento interior de su propio self.
Hacia la independencia
11
8
Í
¡
ese pasaje del círculo social limitado al círculo social ilimitado es i
11
9
8
LA ETICA Y LA EDUCACION2
(1963)
LA PREOCUPACIÓN MATERNAL
El pequeño tiene:
Una constitución.
Tendencias innatas al desarrollo («zona Ubre de conflictos en el
yo»).
Movilidad y sensibilidad.
Instintos, involucrados en la tendencia al desarrollo con cambios
en la dominancia zonal.
Centro de Impresiones
PREOCUPACIÓN MATERNAL PRIMARIA (1956) 404
En este capítulo ofrezco mi primera hipótesis, tal como la formulé en 1951,. y luego
sigo con dos ejemplos clínicos.
I. MI PRIMERA HIPOTESIS1
Es bien sabido que los recién nacidos tienden a usar ei puño, los dedos, los pulgares,
para estimular la zona erógena oral, para satisfacer los instintos en esa zona y, además,
para una tranquila unión. También se sabe que al cabo de unos meses los bebés
encuentran placer en jugar con muñecas, y que la mayoría de las madres Ies ofrecen
algún objeto especia! y esperan; por decirlo así, que se aficionen a ellos,
Existe una relación entre estos dos grupos de fenómenos, separados por un intervalo
de tiempo, y el estudio del paso de! primero al segundo puede resultar de provecho y
utilizar importantes materiales clínicos que en cierta medida han sido dejados a un lado.
IS
imaginativa de la función y el total de la fantasía, tanto cons- : cíente como
inconsciente. Hay otra manera de describir a las personas, que surge de. las
investigaciones de las dos últimas • décadas. De cada individuo que ha Llegado a ser
una unidad, con una membrana limitante, y urf'exterior y un interior, puede . decirse
que posee una realidad interna; un mundo interior que puede ser rico o pobre,,
encontrarse en paz’o en estado de guerra. Esto es una ayuda, ¿peco es suficiente?
Yo afirmo que así como hace falta esta doble exposición, también es necesaria una
triple: la tercera parte de la vida de un ser humano, una parte de la cual no podemos
hacer caso omiso^ es una zona intermedia' de experienciaa la cual, contribuyen la
realidad interior y ¡a vida exterior: Se trata de una zona que no i es objeto de desafío
alguno, porque no se le presentan exigen- : cías, salvo la de que exista como lugar de
descanso-para un individuo dedicado a la perpetua tarea humana de mantener separadas
y a la vez interreiacionadas la realidad interna y la exterior.
Es habitual la referencia a la “prueba de la realidad”, y se establece una clara
distinción entre la apercepción y la percep- í ción. Yo afirmo que existe un estado
intermedio entre la jo- capacidad del bebé para reconocer y aceptar la realidad, y su
creciente capacidad para ello. Estudio, pues, la sustancia de la {iíusion\ lo que se
permite ai niño y lo que en la vida adulta es . inherente del arte y la religión, pero que se
convierte en el sello de la locura cuando un adulto exige demasiado de la credulidad de
los"demás cuando los obliga a aceptar una ilusión que no les es propia. Podemos
compartir un respeto por'una experiencia ilusoriat y si queremos nos es posible reunirlas
y formar un grupo sobre la base de la semejanza de nuestras experiencias ilusorias. Esta
es una raíz natural dél agrupamíento entfé los seres humanos.
Espero que se entienda que no me refiero exactamente al osito del niño pequeño, ni
al uso del puño por el bebé (pulgar, dedos). No estudio específicamente él primer objeto
de. lar relaciones de objeto. Mi enfoque ucne que ver con la primer^ pó- sesión, y con
¡a_zona intermedia entre fo jubj^tivo.yjo que se percibe en forma objetiva.
‘ ' 19
i) con la otra mano el bebé toma un.objeto exterior, dL . gamos una parte de la
sábana o frazada, y lo introduce en la boca junto con los dedos; o
. iij el trozo de tela se aferra y succiona de alguna manera, o bien no se lo
succiona; por supuesto, entre los objetos usados se cuentan las servilletas
y (más tarde) los pañuelos, y ello depende de lo que se encuentre fácil y
cómodamente al alcance; de la mano; o
iiij desde ios primeros meses el bebé arranca lana y la reúne y la usa para la
parte acariciadora de la actividad; es menos común que trague la lana,
incluso hasta el punto de provocar trastornos: o
ivj se. producen movimientos de masticación, acompañados por sonidos de
“mam-mam”, balbuceos, ruidos anales, ¡as primeras notas musicales,
etcétera..
2
0
, modalidad-, que llega a adquirir una importancia vital para el : bebé en el
momento de disponerse a dormir, y que es una i defensa contra la ansiedad, en
especial contra la1 de tipo depre- i sivo. Puede que el niño haya encontrado algún,
objeto blando, o ] de otra ciase, y lo use, y entonces se; convierte en lo que yo j
llamo objeto^ transicional. Este objeto sigue siendo impoftante.
Los padres llegan a conocer su valor y lo llevan consigo cuando- viajan. La
madre permite que se ensucie y aun .que tenga-mal olor, pues sabe que si lo
lava provoca una ruptura en la continuidad de la experiencia del bebé, que
puede destruir-la significación y el valor del objeto para éste.
Yo sugiero que-la pauta de los fenómenos transicionales-.
i empieza a aparecer desde los cuatro a seis meses hasta los ocho a
.r doce. Dejo espacio, adrede, para amplias variaciones.
. Las_pautas establecidas en la infancia pueden persistir eri la. niñez, de
modo que-el primer objeto-blando sigue siendo-una-------------------------
necesidad absoluta a la hora de acostarse; o en momentos de soledad, o cuando
existe el peligro de un estado de ánimo deprimido. Pero en plena salud se.
produce una ampliación gradual de la gama de- intereses, y a la larga esa
ampliación se mantiene incluso cuando está cercana la ansiedad depresiva. La
necesidad de un objeto o de una pauta de conducta específicos, que comenzó a
edad muy temprana, puede reaparecer más adelante, cuando se presente la
amenaza de una privación.
Esta primera posesión se usa junto con técnicas especiales- derivadas de la
primera infancia, que pueden incluir actividades autoeróticas más directas o
existir aparte detestas. En su vida el niño adquiere poco a poco ositos, muñecas
y juguetes duros. Los varones tienden en cierta medida a pasar al uso de
estosailtimos, en tanto-que las niñas se orientan en forma directa aja adquisición
de una familia. Pero tiene importancia destacar que no existe una diferencia
apreciable entre los varones y las niñas, ; en su uso de la primera posesión
“n&yo”, que yo denomino objeto transicional.
Cuando el bebé empieza a usar sonidos organizados (“mam”, L “ta”, “da”)
puede aparecer una palabra para nombrar af objeto } transicional. Es frecuente
que el nombre que da a esos primeros objetos tenga importancia, y por lo
general contiene en parte una palabra empleada por los adultos. Por ejemplo,
la palabra puede ser “naa”, y la “n” provenir del empleo de la palabra
“nene”*por !os adultos.
Debo mencionar que a veces no exisje un objeto transicional
aparte de la madre misma. O el bebé se*siente tan perturbado en su
desarrollo emocional, que no le resulta posible gozar del estado de
transición, o bíense quiebra la secuencia de los objetos usados. Esta,
sin embargo, puede mantenerse oculta. ¡
• 7
Resumen de cualidades especiales de la relación
‘ 1. El bebé adquiere derechos sobre el objeto, y nosotros los
aceptamos. Pero desde el comienzo existe como característica -cierta
2
1
anulación de la omnipotencia.
2J El objeto es acunado con afecto, y al mismo tiempo amado y
mutilado comexcitación.
í: 3. Nunca .debey cambiar,, a menos de que lo cambie el propio bebé.
■;
4. Tiene que sobrevivir ál amor instintivo, así como ai odio, y si se
trata de una característica, a*la agresión pura.
5. Pero ál bebé debe parecerle que irradia calor, o que se mueve, o
que posee cierta textura, o qué- hace algo que parece demostrar que
posee una vitalidad o una realidad propias.
6. Proviene de afuera desde nuestro punto de vista, pero no para el
bebé. Tampoco viene de adentro: no es una alucinación.
7. Se permite que su destino sufra una descarga gradual, de modo
que a lo. largo de los años queda, no tanto olvidado como relegado al
limbo. Quiero decir con esto que en un estado de buena salud el objeto
transicional no “entra”, ni es forzoso que el sentimiento relacionado
con él sea reprimido. No se lo olvida ni se lo llora. .Pierde
significación, y ello porque los fenómenos transi- cionales se han
vuelto difusos, se han extendido a todo el territorio intermedio entre la
“realidad psíquica interna” y “el mundo
i exterior tal como lo perciben dos personas en común”, es decir, a todo
el campo cultural.
I En.-este punto mi tema se amplía y abarca el del juego, y el de
la creación y apreciación artísticas, y el de los sentimientos religiosos,
y el de los sueños, y también el del fetichismo’ las . mentiras y los
hurtos, el origeñ y lá pérdida de los sentimientos afectuosos, la
adicción a. las drogas, el talismán de los rituales obsesivos, etcétera.
•2
2
^a/wticz fie. Cta&s
PSICÓÍQGA "
2
4
esa succión y un punto duro en un pulgar» que fue el resultado de
aquella. Ahora le interesa (como padre) la succión del pulgar de
sus hijos» y el uso de “Naas” por estos.
La historia de siete hijos comunes de esta familia destaca los siguientes
puntos, ordenados para su comparación en el cuadro:
Disponibilidad de ejemplos
Me abstengo deliberadamente de ofrecer aquí más materiales de
casos clínicos,en especial porque no quiero dar la impresión de. que
lo que expongo es raro. En casi todas las historias de casos es
posible encontrar algo interesante en los fenómenos transicio- nales,
o en la falta de ellos.
ESTUDIO TEORICO
2
6
lleva en forma indirecta ai carácter inerte a a una cualidad persecutoria del objeto
interno.4 Cuando subsiste la característica de insuficiencia del objeto exterior, el
interno deja de tener significado para el bebé, y entonces, y solo entonces, el
objeto transicional se vuelve también carente de sentido.’Este último puede, pues,
representar el “pecho externo'’, pero en forma indirecta, debido a que representa
un pecho “interno”.-
Nunca se encuentra bajo el dominio mágico, conio el interno, ni está fuera de
ése dominio como ocurre con la madre verdadera.
Ilusión-desilusión
Con el fin de preparar el terreno para mi propia contribución positiva a este
tema, debo expresar en palabras algunas cosas que en mi opinión se dan demasiado
por sentadas en muchos trabajos psicoanalíticos sobre el desarrollo emocional
Infantil, aunque se las pueda entender en la práctica.
Un niño no tiene la menor posibilidad de pasar del principio del placer al de
realidad, o a la identif icaeión"^imáriá^jñSas alia" de ella (véase Freud, *1923), si
no existe una madre lo-bastante buena. La “madre” lo bastante buena (que no tiene
por qué ser la del niño) es la. que lleva á cabo la adaptación activa.a las necesi dades
de este y que.la disminuye poco a poco, según la creciente;. capacidad del niño para
hacer frente ai fracaso en materia dé adaptación y para tolerar los resultados de la
frustración. Por supuesto, es más probable que su propia madre sea mejor que
cualquier otra persona, ya qué dicha adaptación activa exige una preocupación
tranquila y tolerada respecto del bebé: en rigor, el
/
La ilusión y su valor
Al comienzo, gracias _a„una adaptación, de1 casi el i00 por ciento:,
la madre ofrece, al bebé la.. oportunidad de.crearse la ilusión de que
su» pecho-‘es* parte de él. Por así decirlo, parece encontrarse bajo-su
dominio mágico. Lo mismo puede decirse del. cuidado en general del
niño, en los momentos tranquilos entre u- na-y otra excitación. La
omnipotencia es casi un hecho de la experiencia. La tarea posterior de
la madre consiste en desilusionar . al bebé en forma gradual, pero no lo
logrará si al principio no le ofreció suficientes oportunidades de
ilusión.
En otras palabras, el bebé crea el pecho una y otra vez a partir
2
8
de su capacidad de amor, o (podría decirse) de
su necesidad. Se desarrolla em él un fenómeno
subjetivo, que llamamos pecho materno. 5 La madre
coloca el pecho en el lugar en que el bebé esta
pronto para crear, y en el momento oportuno.
Por consiguiente, al ser humano le preocupa desde su nacimiento el
problema de la relación entre lo que se percibe en forma objetiva y lo-
que se concibe de modo subjetivo, y en la solución . de este problema no
hay salud para el ser humano que no fue iniciado lo bastante bien por la
madre. La zona inmediata a que me refiero es la que se ofrece al bebé
entre la creatividad primaria] y la percepción objetiva basada en la.
prueba de. la realidad: Los fenómenos transícionales representan las
primeras etapas dél uso de la ilusión,, sin las cuales no tiene sentido
parad ser humanóla idea de una relación con un objeto que otros
perciben como exterior a ese ser.
La idea que se expresa gráficamente en la Figura 1 es la siguiente.
En cierto momento teórico, al comienzo del desarrollo de todo individuo
humano, un bebé ubicado en determinado marco proporcionado por la
madre es capaz de concebir la idea de algo que podrja satisfacer la
creciente necesidad que surge_de la tensión* instintiva. Al principio no
se puede decir que sepa qué se debe crear. En ese momento se presenta
la madre, En la forma corriente, le-ofrece su pecho y su ansia potencial
de-álimentarlo4 f CUandó su adaptación a las necesidades del bebé es lo
bastante . buena, produce en este \a. ilusión dé que existe una. realidad /
exterior que corresponde a su propia capacidad de crear. En otras
palabras, hay una superposición entre ¡o que la madre proporciona.y lo
que el bebé puede concebir al respecto. Para el observador esté, percibe
lo que da madre le presenta, pero eso no es todo. Solo, percibe .el pecho
en la medida en que es posible - crear.uno en ese momento-y lugar. No
hay intercambio entre él y la madre. En términos psicológicos, el bebé’se
alimenta de un pecho que es parte de. él, y la madre da leche a un bebé
que forma parte de ella. En psicología, la idea de intercambio se basa en
una ilusión del psicólogo.
5 *
Incluyo en el termino todos los. cuidados maternos. Cuando se'dice que el
primer objeto es el pecho, creo que la palabra upecho** se usa para denominar h
técnica de la crianza tanto como la carne real. Ls imposible seTuna^madré bastante
bueña (según mí manera de exprcirio) si se usa un biberón para la alimentación.
• ’'
2
9
En la Figura 2 se da forma a la zona de ilusión, para mostrar cuál
entiendo yo que es la función principal del objeto y el fenómeno
transicionales. Uno y otro inician al ser humano en lo que siempre será
importante para él, a saber, una zona neutral de '.experiencia que no será
atacada. Acerca del objeto transicional puede decirse que se trata de un
convenio entre nosotros y el ) bebé, en el sentido de que nunca le
formularemos la pregunta: “¿Concebiste esto, o te fue presentado desde
afuera? " Lo importante es que no se espera decisión alguna al
respecto. La pregunta no se debe formular.
Este problema, que al principio le interesa sin duda al bebé humano
en forma oculta, se convierte poco a poco en un problema evidente
debido a que la tarea principal de la madre (aparte de ofrecer la
oportunidad para una ilusión) consiste en desilusionarlo. Esto es previo
a la tarea del destete, y además sigue siendo una de las obligaciones de
los padres y los educadores. En otras palabras, ese aspecto de la ilusión
es intrínseco de ¡os seres humanos, e individuo alguno lo resuelve eñ
definitiva por sí mismo, aunque-!a comprensión, teórica' del problema
pueda proporcionar. una solución teórica. Si las cosas salen bien en ese
proceso de desilusión gradual, queda preparado el escenario para las
frustraciones que reunimos bajo la denominación de destete; pero es
preciso recordar que cuando hablamos de los fenómenos (que Klein,
1940, esclareció específicamente con su concepto de la posición
depresiva) que rodean al destete, damos por* supuesto el proceso
subyacente gracias al cual se ofrece una oportunidad pura lu ilusión y
la desilusión gradual. Si la ilusióibdcsiluMiui ; toman un camino
equivocado, el.bebé no puede recibir algo (un normal como el destete,
3
0
ni una reacción a este,«y entonces rcsub.» absurdo mencionarlo
siquiera. Eá simple terminación de h _uh- mejntaoión a pecho no es un
destete.
.Se advierte la enorme importancia de este en el casó del bebé
normal. Cuando presenciamos la compleja reacción que se desencadena
en determinado bebé debido al proceso del. destete, sabemos que puede
producirse en él porque el proceso de ilusión- desilusión se desarrolla tan
bien, que podemos hacer caso'omiso de él mientras analizamos el destete
real. 1
3
1
KKSUMEN
Cordel-5
Un niño de .siete años fue llevado por sus padres, en marzo de
1955, al Departamento de Psicología del Hospital de Niños de
Paddíngton Green. También concurrieron los otros dos miembros
de la familia: una niña dé diez’años que asistía a una. escuela
diferencial y una pequeña bastante normal,. de cuatro. El caso
había- sido derivado por el médico de la familia debido a una serie
de síntomas que, indicaban una perturbación en el carácter del
chico. Un test
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3
de inteligencia indicó que.este tenía un CI de 108. (Para los fines de
esta descripción se omiten tocios los detalles que no tienen pertinencia
inmediata respecto del tema principal de este capítulo.) .
Primero recibí a los padres, en una prolongada entrevista en la
cual me ofrecieron una clara descripción del desarrollo del niño y de
ías deformaciones de ese desarrollo. Omitieron, sin embargo, un
detalle importante, que luego surgió en una entrevista con el chico.
No resultó difícil ver que la madre era una persona depresiva;
informó que había-sido hospitalizada a consecuencia de esa depresión,
Gracias al relato de los padres pude enterarme de que la madre cuidó
a! niño hasta que este tuvo tres años y tres meses, momento en que
nació su hermana. Esa fue la primera separación importante, y la
segunda se produjo a los tres años y once meses, cuando la madre-
sufrió una operación..Cuándo el chico tenía cuatro años y nueve
meses su madre estuvo internada en un hopital para enfermos
mentales durante dos meses, y en ese lapso su tía materna lo cuidó
muy bien. Para entonces, todos los que se ocupaban del niño
coincidían , en que era un chico difícil, aunque exhibía muy buenas
características. Tenía cambios repentinos de estado de ánimo y
asustaba a todos diciendo, por ejemplo, que cortaría en pedacitos a la
tía. Aparecieron en él muchos síntomas curiosos, como por ejemplo la
necesidad compulsiva de lamer cosas y a. personas; emitía ruidos
compulsivos con ¡a garganta; a menudo se negaba a contener el deseo
de mover el vientre y se ensuciaba. Mostraba una evidente ansiedad
por el defecto mental de su hermana mayor, pero lá deformación de su
desarrollo parece haber comenzado antes de qué ese factor adquiriese
importancia.
Después de la entrevista con los padres recibí al chico. Se
encontraban presentes dos asistentes sociales psiquiátricos y dos
visitantes. El niño no ofrecía .a primera vista una impresión, de
anormalidad, y pronto me acompañó en un juego de garabatos. (En
este juego trazo en forma impulsiva cierto tipo de líneas e invito al
niño entrevistado a convertirlas en algo; luego las traza él y me invita,
a su vez, a encontrarles alguna forma.)
En este caso el juego de garabatos condujo a un curioso resultado.
La pereza del chico resultó evidente en seguida, y
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4
traducía casi todo lo que yo hacía a algo relacionado Ú'II una cuerda.
Entre sus diez dibujos aparecieron los siguiente' objetos:
lazo
* látigo
fusta cuerda de yo-yo cuerda anudada otra
fusta otro látigo
3
6
niño se aburrió e interrumpió el juego. Fue una gran gran prueba
de la falta de ansiedad del padre. Pero al día siguiente el chico
hizo otra vez lo mismo en un árbol que podía verse con facilidad
desde la ventana de la cocina. La madre salió corriendo, muy
asustada.y segura de que se había ahorcado.
Elsiguiente detalle adiciona! puede...resultar valioso para
la comprensión del caso. Aunque el chico; qué.ahora tiene'
once años, se desarrolla como un "tipo recio”, es muy tímido*
y se ruboriza con facilidad. Tiene una cantidad de ositos que
para él son niños. Nadie se atreve a decirle que son juguetes.
Les es muy fiel, les muestra un gran afecto y les fabrica
pantalones que exigen una labor de costura muy cuidadosa. Su.
padre dice que parece encontrar una sensación de seguridad en
su familia, a la cual cuida maternalmente de ese modo. Si
llega’ algún visitante, los acuesta a todos en la cama de su
hermana, porque nadie, aparte de su familia propia, debe saber
que él tiene esa otra familia. Junto con ello existe una
hostilidad a defecar, o una tendencia a ahorrar las heces. Por lo
tanto no resulta muy difícil adivinar que tiene una
identificación materna basada en su propia inseguridad en
relación con su madre, y que eso puede convertirse en
homosexualidad. Del mismo modo, la preocupación por los
cordeles puede desarrollarse y llegar a ser una perversión.
Comentario
El comentario que sigue parece ser adecuado.
1. Se puede considerar el cordel como una ampliación de • todas
las otras técnicas de comunicación.. Las cuerdas unen,-así como
colaboran en la acción de envolver objetos y de mantener ' juntos
materiales no integrados. En ese carácter, tienen un sentido simbólico
para todos: una exageración en su utilización puede corresponder con
suma facilidad ai comienzo de un sentimiento de inseguridad o a la
idea de una falta de comunicación. En este caso particular percibe la
anormalidad que se insinúa en el uso de cordeles por eJ chico, y es
importante encontrar una manera de formular el cambio que podría
llevar a que su uso se pervirtiera.
Parece posible llegar a esta formulación si se tiene en cuenta el
hecho de que la función del cordel consiste en pasar de la
comunicación al rechazo de la separación. Como tai rechazo, se
‘convierte en una cosa en sí mismo, en algo que posee peligrosas
propiedades y debe ser dominado. En este caso la madre hizo frente,
antes de que fuese demasiado tarde, ai uso del cordel por el niño,
cuando ese uso todavía ofrecía esperanzas. Cuando falta la esperanza
3
7
y la cuerda representa un rechazo de la separación, significa -que ha
surgido un estado de cosas mucho más complejo, difícil de .curar,
debido a los beneficios secundarios que emanan de ia habilidad que se
desarrolla cuando es preciso manejar un objeto a? fin de dominarlo.
Por consiguiente este caso tiene un interés especial, si permite, la
observación del desarrollo de Una perversión.
2. También se ve en este material la* utilización que puede
hacerse de los padres. Cuando es posible usarlos, trabajan con gran
economía, en especial si se tiene en cuenta el hecho de que nunca
existirán suficientes psicoterapeutas para tratar a todos los que
necesitan tratamiento. En este caso existía una buena familia que
había pasado momentos muy difíciles debido a la. desocupación del
padre; que pudo hacer frente a Ja plena responsabilidad por una niña
retrasada, a pesar de la tremenda carga, social y familiar, que ello
significa; y que sobrevivió a las malas fases de la enfermedad
depresiva de la madre, incluso a un período de hospitalización. En
semejante familia tiene que haber mucha fuerza, y sobre la base de
esta suposición se adoptó la decisión de invitar a los padres a hacerse
cargo de la terapia de su propio hijo. Al hacerló aprendieron muchas
cosas, pero necesitaban que se les informase respecto de lo que
hacían. Además era preciso apreciar su éxito y verbalizar todo el
proceso. El hecho de haber sacado a su hijo de una enfermedad otorgó
a los padres confianza en lo referente a su capacidad para hacer frente
a otras dificultades que aparecen de vez en cuando.
3
8
patología manifestada en la zona de los fenómenos transi- cionales? -
3
9
infancia<.superíores a su: capacidad para tolerarías y por lo tanto
traumáticas; imponían la necesidad de organizar nueva serie de
defensas. •
Gran parte del material de este análisis tiene que-vér con el
llegar al lado negativo de las relaciones,.¿es.decir, con ,eL ,.
fracaso gradual que debe de experimentar el niño cuando los
padres no están a mano. La paciente se muestra muy sensible a
todo ello respecto de sus propios hijos, y atribuye buena parte de
las dificultades que tuvo con eí primero al hecho de que lo dejó
durante tres días para salir, de vacaciones con su esposo, cuando
comenzó un nuevo embarazo, es decir, cuando el chico tenía casi
dos años. Se le informó de que este había llorado cuatro horas sin
parar, y cuando regresó a su hogar le resultó imposible, durante
mucho tiempo, tratar de reestableccr la relación.
Nos encontramos ante el hecho de que a los animales y a los
niños pequeños no se Íes puede explicar lo que sucede. El gato no
podía entender. A un niño de menos de dos años tampoco se le
puede informar como corresponde acerca del nuevo bebé que. se
espera,, aunque a. "‘los veinte meses, más o menos’’ resulta -
cada .-vez .-más-Tactibie . explicarlo con palabrasque un-piño
pequeño
Cuando.-no es-posible ofrecer'una explicación y la madre .se
encuentra ausente pára’tener uh’ nuevo hijo', está muerta desde el
puntó de vista del pequeño. Ese es el significado de muerta.
Es una cuestión de días, horas o minutos. Antes de ¡legar al
límite ía madre sigue viva; después de‘ superarlo está
muerta. Entre uno y otro momento hay un precioso instante delira,
pero se pierde muy, pronto^.o...Q_ujzá_imiua. se lo experirnerita,
siempre existe en potencia y alberga el temor a Ja violencia.
. De aquFllegamos a los dos extremos, tan distintos entre sí: la
mtierte de ía madre cuando.se halla presente, y su muerte cuando no
puede reaparecer y por lo tanto volver a vivir. Esto se relaciona con el
momento anterior a aquel en que el niño logró la capacidad de dar
vida a las personas en la realidad psíquica interna; lejos de la
tranquilidad de ver, - sentir, oler.
. Se puede decir qúe la infancia de .esta paciente fue un- _• . gran
ejercicio, precisamente *en esa zona. Cuando teñía once-.
años la evacuaron, durante la guerra; olvidó por completo su infancia
y a sus padres, pero siempre mantuvo con firmeza el derecho a no
llamar '‘tío’* y “tía” a quienes la cuidaban, que era la técnica habitual.
A lo largo de todos esos años se las arregló para no llamarlos de
ninguna ma~ ñera, y ese era el lado negativo del recuerdo de sus
padres. Se entiende que ja pauta para todo ello quedó-establecida en la
4
0
primera infancia. *:
Por consiguiente, mi paciente llegó a la situación, que . también
aparece en la transferencia, en que lo único real es ■ Ja brecha, es
decir, la muerte, la ausencia o la amnesia. Durante la sesión tuvo una
amnesia específica, cosa que le. molestó, y resultó que la
comunicación importante oue.yo : debía recibir era la de que podía
producirse un vacío-que • quizá fuese el único hecho y Ja única cosa
reales.
En relación con ello, mi paciente recordó que en el consultorio hay
una manta en la cual una vez se envolvió y que usó para un episodio
regresivo durante una sesión analítica. En la actualidad no va a
buscarla ni la usa. Ocurre que. la manta que no existe (porque ella no
v$ a buscarla) es más real que la que podría llevarle el analista, como
en verdad tuvo la idea .dé hacerlo. Las reflexiones ai respecto la
enfrentan a la ausencia de la manta, ó quizá sería mejor decir a la
irrealidad de esta en su significado simbólico.
A partir de ahí hubo un desarrollo en términos de la idea de los
símbolos. El último de sus analistas anteriores “será siempre más
importante para mí que mi analista actual. -Y agregó:- Puede que
usted me haga bien, pero él me gusta más. Y eso seguirá siendo así
cuando me haya olvidado de él por completo. Lo negativo de él es
más real que lo positivo de usted”. Quizás estas no sean sus palabras
exactas, pero fue lo que me transmitió en su claro lenguaje propio, y
lo que necesitaba que yo entendiera.
En el cuadro aparece e] tema de la nostalgia: corresponde al
precario dominio que puede tener una persona sobre la
representación interna de un objeto perdido. Este tema reaparece
en el siguiente.informe sobre un caso (véase pag. 44).
La paciente habló después sobre su imaginación y los límites
de lo que consideraba real,. Empezó, por decir: “No creía de
veras, que hubiese'un ángel de pie junto a mi.cama; por otra parte
solía, tener un águila encadenada a mi muñeca.” Por cierto que
esto no le, parecía real, y el acento recaía sobre las palabras
“encadenada a mi muñeca”. También poseía un caballo blanco,
tan real como era posible, y “cabalgaba en el a todas partésy lo
amarraba a un árbol y todo eso”. Ahora le gustaría» tenerlo para
poder encarar esa experiencia del caballo blanco y hacerla real de
otra manera, Mientras hablaba yo me di cuenta de lo fácil que
sería considerar esas ideas como alucinatorias, fuera del contexto
de su edad en aquellas ocasiones y de sus experiencias
excepcionales en relación con las repetidas pérdidas de padres en
otros sentidos buenos. “Supongo que quiero algo que nunca, se
vaya”, exclamó. Esto lo formulamos diciendo que lo real es lo
4
1
que no se encuentra presente. La cadena es una negación de la
ausencia del águila, y representa el aspecto, positivo.
De ahí pasamos a los símbolos que desaparecen. Afirmó que
había logrado cierto éxito, durante mucho tiempo, en lo referente
a hacer que sus símbolos resultaran reales a pesar de las
separaciones. Los dos llegamos a una conclusión al mismo
tiempo, a sabe», que su elevado intelecto había sido explotado,
pero a cierto precio. Empezó a leer desde muy temprano,, y leía
mucho; ha meditado mucho desde la primera época’y usado
siempre el intelecto para conseguir que las cosas siguieran
andando, y gozó, con ello; pero se sintió aliviada (así me pareció)
cuando le dije que con ese empleo de la inteligencia siempre
existe e¡ temor de un defecto mental. A partir de ello llegó muy
pronto a su interés por los niños amistas y a su íntima vinculación
con •a esquizofrenia de un amigo, situación que ejemplifica la
idea del defecto mental a pesar de la existencia de una buena
inteligencia. Se sentía muy culpable por haberse enorgullecido de
su intelecto, que fue siempre un rasgo evidente en ella. Le
resultaba difícil pensar que quizá su amigo poseyera un buen
potencial intelectual, aunque en el caso de él sería preciso decir
que había caído en lo contrario, a saber, en un retraso por
enfermedad mental.
Describió varias técnicas para hacer frente a la separación. Por
ejemplo: una araña de papel a la cual le arrancaba una pata por cada
día que su madre se encontraba ausente. Además, también tenía
chispazos, como los llamaba ella, y de pronto veía, por ejemplo, a su
perro Toby, un juguete: “Oh, ahí está Toby.’* En el álbum de la
familia hay una foto-de ella con el juguete Toby, ai cual, ha olvidado,
salvo en los chispazos. Eso llevó a un terrible incidente con su madre,
quien le dijo: 'Tero nosotros te ‘oímos’ llorar todo el tiempo que
estuvimos ausentes.” En esa ocasión se encontraban a seis kilómetros
y medio de distancia. Ella tenía dos años entonces, y pensó: “¿Es
posible que-mi madre me dijese una mentira? ” No pudo tolerar 1.a
situación y trató de negar lo que sabía que era cierto, es decir, que su
madre había mentido. Le resultó difícil verla de esa manera, porque
todos decían: “Tu madre es maravillosa.”
Desde ese punto nos pareció factible llegar a una idea que
resultaba nueva desde mi punto de vista. Teníamos la foto de una niña
que poseía objetos transicio na les, y existían evidentes fenómenos
transicionales, y todo ello era simbólico de algo, y real para la niña;
pero poco a poco'o quizá con frecuencia durante un tiempo, tuvo que
dudar de la realidad de la cosa que simbolizaban. Es decir, que si
eran simbólicos del afecto su madre y de la confianza que podía tener
4
2
en ella, seguían siendo reales por sí mismos, pero no lo era lo que
representaban. El afecto de su madre y la confianza.en ella eran
irreales.
Eso parecía estar muy cerca de lo que la había obsesionado toda la
vida, la pérdida de animales, la de sus propios hijos, por lo cual
formulo la siguiente frase: “Lo único que tengo es io que no tengo.”
Hay en ella un desesperado intento de convertir la negativa en una
defensa de última trinchera contra el final de todo. Lo negativo es lo
único positivo. Cuando llegó a esto dijo a su analista: “¿Y qué piensa
hacer al respecto? ” Yo guardé silencio, y ella continuó: “Ah, ya
entiendo.” Pensé que quizá le molestaba mi dominante inactividad.
“Me callo porque no sé qué decir”, le respondí. Ella replicó
rápidamente que estaba bien. En realidad le complacía el silencio, y
habría preferido que yo no dijese nada. Es posible que, como analista
silencioso, hubiera podido unirme a su analista anterior, que ella siem-
pre buscará, como bien lo sabe. Siempre esperará que vuelva y le diga
“ ¡Muy bien hecho’ ”, o algo por el estilo. Y ello incluso mucho
después de que haya olvidado cómo era. Y yo pensé que en realidad
quería decir lo siguiente: después que él se hundiera en el. estanque
general de la* subjetividad, para unirse a lo que a ella le parecía que
había poseído cuando tenía una madre, yantes de empezar a darse
cuenta de las deficiencias de esta como tál„ es decir, de sus ausencias.
Conclusión
En esa sesión habíamos recorrido todo el terreno exis-“ tente entre
la. subjetjvidad_yja objetividad, y terminamos con una especie de
juego. Ella viajaba en tren, rumbo a su casa, de vacaciones, y decía:
“Bueno, pienso que será mejor que me acompañe, quizás hasta la
mitad del trayecto.” Hablaba de lo mucho que le importaba tener que
dejarme. Sería solo por una semana, pero ahí había también un.
ensayo de las vacaciones de verano. Asimismo estaba deciéndome que
al cabo de poco tiempo,, cuando se hubiese alejado de mí, ya no le
molestaría. Por..consiguiente, en una estación de mitad de camino yo
descendí “y regresé en el tren caluroso”, y ella'se burló de mis
aspectos de identificación maternal, y agregó: “Y será-muy fatigoso, y
habrá muchos chicos y bebés, y todos se le treparán, y es probable que
le vomiten encima, y se lo tendrá bien merecido.”
(Se entiende que. no había en ello idea alguna de que la
acompañase de veras.')
Antes de irse dijo: “¿Sabe que me parece que-cuando me fui,.en la
época’de la evacuación [durante la guerra], podúj decir que iba a. ver
si mis padres estaban allí? Por lo que parece, creí que los encontraría
allí.” (Ello insinuaba la certeza de que no se los encontraría en el
4
3
hogar.) Y se infería qu ejiabía necesitado uno o dos años para
encontrar la respuesta, a saber: que ellos no estaban allá» y que esa
era la realidad. Ya me había dicho, acerca de la manta que no usaba:
“Usted sabe, ¿verdad? , que la manta podría ser muy cómoda, pero la
realidad es más importante que la comodidad, y por lo tanto una no
manta puede ser más importante que una manta
Este fragmento clínico es un ejemplo de lo valioso que resulta
tener en cuenta las diferencias que existen entre los fenómenos en
términos de su posición cq la zona' que se extiende entre la realidad
exterior, o compartida, y el sueño verdadero.
4
4
nWWinnicott
RealidadyJuego
CJ.M.E.Ps
$
COPIAS AÑO
5 O'X
PAPEL DE ESPEJO
DELA MADRE Y LA FAMILIA
EN EL DESARROLLO DEL NIÑO j
14
7
así como la interrelación y relación de objeto psicosomáticos.
Un bebé es sostenido y manipulado de manera satisfactoria, y dado
esto por sentado se le presenta un objeto en tal forma, que no se viola su
legítima experiencia de omnipotencia. Ef resultado puede ser el de que el
bebé sepa usar el objeto y sentir que se trata de un objeto subjetivo, creado
por él.
Todo ello corresponde al comienzo, y de ahí nacen las inmensas
complejidades que abarcan el desarrollo mental y emocional del bebé y el
niño.6
En cierto momento el bebé echa una mirada en derredor. Es posible
que cuando se encuentre ante el pecho no lo mire. Lo más probable es que
un rasgo característico sea el de mirar la cara (Gough, 1962). ¿Qué ve en
ella? Para llegar a la respuesta debemos basarnos en nuestra experiencia
con pacientes psico- analíticos que pueden recordar los primeros
fenómenos y verba- lizar (cuando sienten que les es posible hacerlo) sin
ofender la delicadeza de lo que es preverbal, no verbalizado y no vcrbali-
zable, salvo, quizás, en poesía.
¿Qué ve el bebé cuando mira el rostro de la madre? Yo sugiero que
por lo general se ve a sí mismo. En otras palabras, la madre lo mira y lo
que ella parece se relaciona con lo que ve en él. Todo esto se da por
sentado con demasiada facilidad. Yo pido que nq se dé por supuesto lo
que las madres que cuidan a sus bebés hacen bien con naturalidad. Puedo
expresar lo que quiero decir yendo directamente al caso del bebé cuya
madre refleja su propio estado de ánimo o, peor aún, la rigidez de sus
propias defensas. En ese caso, ¿qué ve el bebé?
Por supuesto, nada se puede decir sobre las ocasiones aisladas en que la
madre no puede responder. Pero muchos bebés tienen
una larga experiencia de no recibir de vuelta lo que dan. Miran y no se ven a
sí mismos. Surgen consecuencias. Primero empieza a atrofiarse su capacidad
creadora, y de una u otra manera buscan en derredor otras formas de conseguir
que el ambiente les devuelva algo de sí. Es posible que lo logren con otros
métodos, y los niños ciegos necesitan reflejarse a sí mismos por medio de otros
sentidos que no sean el de la vista. En verdad, una madre cuyo rostro se
encuentra inmóvil puede responder de algún otro modo. La mayoría de ellas
saben responder cuando el bebé está molesto o agresivo, y en especial cuando se
encuentra enfermo. En segundo lugar, este se acó- \' moda a la idea de que
cuando mira ve el rostro de la madre. Este, entonces, no es un espejo. De modo
que la percepción ocupa el lugar de la apercepción, el lugar de lo que habría
podido ser el comienzo de un intercambio significativo con cL ;T mundo, un
proceso bilateral en el cual el autoenriquecimiento alterna con el descubrimiento del
6
Para un estudio más profundo y detallado de estas ideas el lector puede
consultar mi trabajo The Theorv oí the Parent-Inj'ant Relation- ship (1960b).
' ' ‘'í, ■, J 148 á
significado en el mundo de las cosas
vistas.
Es claro que en este esquema de cosas hay etapas que se detienen a mitad
de camino. Algunos bebés no abandonan del todo las esperanzas y estudian el
objeto y hacen todo lo posible para ver en él algún significado, que encontrarían
si pudiesen sentirlo. Otros, atormentados por este tipo de fracaso materno
relativo, estudian el variable rostro de la madre, en un intento de predecir su
estado de ánimo, tal como todos nosotros estudiamos el tiempo. El bebé aprende
muy pronto a hacer un pronóstico: “Ahora puedo olvidar el talante de mamá y
ser espontáneo, pero en cualquier momento su expresión quedará inmóvil o su
estado de ánimo predominará, y tendré que retirar mis necesidades personales,
pues de lo contrario mi persona central podría sufrir un insulto/*
Inmediatamente detrás de esto, en dirección de la patología, se encuentra la
predecibilidad, que es precaria y obliga al bebé a ¿ esforzarse hasta el límite de
su capacidad de previsión de acón- ¿ tecimientos. Ello provoca una amenaza de
caos, y el nino or- ganiza su retirada, o no mira, salvo para percibir, a manera de
- defensa. El que es así tratado crecerá con* desconcierto en lo que respecta a
los espejos y a lo que estos püeden ofrecer. Si el rostro de la madre no responde,
un espejo será entonces algo que se mira, no algo dentro de lo cual se mira.
Para volver al avance normal de los hechos, cuando la joven normal estudia
su rostro en el espejo se está diciendo que ahí se
encuentra el rostro de su madre, y que esta puede verla y está en
rapport con ella. Cuando, en su narcisismo secundario, las jóvenes y
los muchachos miran para ver belleza y para enamorarse, ya existen
pruebas de que se ha insinuado la duda acerca del amor y
preocupación permanentes de la madre. De modo que el hombre que
se enamora de la belleza es muy distinto del que ama a una joven y
siente que es hermosa y se ' encuentra en condiciones de ver qué hay
de bello en ella.
No insistiré en mi idea; por el contrario, ofreceré algunos
ejemplos, de manera que el lector pueda elaborarla.
Ejemplo I
Me refiero primero a una mujer que conozco, quien se
casó y crió a tres magníficos hijos varones. Además fue un
buen respaldo para su esposo, que tenía un puesto importante
y creador. Entre bambalinas, esta mujer se encontraba
siempre cerca de la depresión. Perturbó gravemente su vida
matrimonial al despertar todas las mañanas en estado de
desesperación. No podía hacer nada para evitarlo. La
solución de la depresión paralizante se producía todos los
días cuando llegaba el momento de levantarse y al final de
sus abluciones, y luego de vestirse ; podía “ponerse la cara”.
Entonces se sentía rehabilitada y le era posible enfrentar al
14
9
mundo y hacerse cargo de sus responsabilidades familiares.
A la larga, esta persona, excepcionalmente inteligente y
responsable, reaccionó ante una desgracia con un estado
depresivo crónico, que al final se convirtió en una
perturbación física, crónica e incapacitante.
He aquí un molde repetido, cuyo similar cualquiera puede
encontrar en su experiencia social o clínica. Lo que muestra este caso
n|o hace más que exagerar lo que es normal. Se exagera la tarea del
espejo, de tomar nota y aprobar. La mujer tenía que ser su propia
madre. Si hubiese tenido una hija, no cabe duda de que habría
encontrado un gran alivio, pero quizás aquella habría sufrido por él
hecho dé tener excesiva impor- . tancia en lo referente a corregir la
incertidumbre de su madre en relación con la visión que esta tenía de
ella.
El lector estará pensando ya en Francis Bacon. No me re- ^Tiero
al Bacon que dijo: “Un rostro hermoso es un elogio silencioso” y “Lo
que un cuadro no puede expresar es la mejor parte de la belleza”, sino
al exasperante, diestro y desafiante
( Ejemplo II
' Una paciente informa: “Ayer por la noche fui a un café
¡ y me sentí fascinada al ver allí a los distintos personajes”,
; y describe a algunos de ellos. Ahora bien, esta paciente
. tiene un aspecto llamativo, y si supiese usarse podría ser
la figura central en cualquier grupo. Le pregunté: “¿Alguien
la miró? ” Consiguió pasar a la idea de que en verdad había
atraído buena parte del fuego de las miradas, pero la
acompañaba un amigo y sintió que la gente lo miraba a
: él.
A partir de ahí pudimos realizar un estudio preliminar de
• su historia de recién nacida y de la infancia, en términos de
ser vista en una forma que pudiese hacerle sentir que existía.
En rigor había tenido una experiencia deplorable en ese
sentido.
Este tema quedó luego perdido, portel momento, en o- tros
tipos de material, pero en cierto modo todo el análisis de esta
paciente gira en torno de ese “ser vista” como lo qué í en
realidad es, en un momento cualquiera; y en ocasiones ese ser
vista de verdad es para ella, de una manera sutil, lo principal
de su tratamiento. Es particularmente sensible como crítica
pictórica, y la falta de belleza desintegra su personalidad, a tal
punto, que reconoce esa falta porque ella misma se siente
espantosa (desintegrada o despersonalizada).
Ejemplo III
Tengo un caso de investigación, una mujer que ha sido
objeto de un análisis muy prolongado. En una etapa muy
avanzada de su vida esta paciente ha llegado a sentirse real/
y un cínico podría decir: ¿para qué? Pero a ella le parece que
ha valido la pena, y gracias a ella yo mismo aprendí mucho
de lo que sé sobre los primeros fenómenos.
Este análisis involucraba una grave y profunda regresión
a la dependencia infantil. La historia ambiental era muy
perturbadora en muchos sentidos, pero en este caso me
refiero al efecto que tuvo sobre ella la depresión de su
madre. Esto se elaboró en repetidas ocasiones, y como
analista tuve que desplazar a esa madre para permitir que la
paciente empezara a ser una persona. 7 ,
Ahora, cerca del final de mi trabajo con ella, me envió un
retrato de su nodriza. Yo ya tenía uno de su madre, y llegué a
conocer muy íntimamente la rigidez de las defensas de esta.
Se hizo evidente que la madre (según dijo la paciente) había
elegido una nodriza deprimida para que la remplazara, de
manera que pudiese evitar la pérdida total del contacto con
sus hijos. Una nodriza vivaz habría “arrebatado” los hijos a
esa madre deprimida.
Esta paciente muestra una notable falta de lo que ca-
racteriza a tantas mujeres: el interés, por. su rostro. Por cierto
que no había pasado por la fase adolescente de examén de sí
misma en el espejo, y ahora solo se mira en él para recordarse
de que “parece una vieja bruja” (según sus propias palabras).
Esa misma semana la paciente encontró una foto de mi
cara en la sobrecubierta de un libro. Me escribió para decirme
que necesitaba una ampliación para ver las líneas y todos los
rasgos de ese “viejo paisaje”. Le envié la foto
Ejemplo IV
Después de escribir todo lo que antecede una paciente me trajo, en
una hora analítica, material que habría podido estar basado en lo que
escribo. La mujer de que se. trata se muestra muy preocupada por la
etapa de su esta- blecimiento como individuo. A lo largo de la hora in-
trodujo una referencia a “Espejo, espejo de la pared”, etcétera, y luego
dijo: “¿No sería terrible que el chico mi- y rase en el espejo y no viera
nada? ” :
C.I.M.E.Ps.
Ceeteo de Impresiones
de fstMriíój do Psirclosif
•s ' • ___
^PlogftCioNe^ I . tDiro^l V^IOO’T
72
crianza”, para emplear la expresión de Merrill Middlemore. 8 9Nos
referimos al hecho de que no existe eso denominado bebé, pues cuando
vemos a un bebé en esta temprana etapa sabemos que vamos a encontrar
los cuidados del bebé, cuidados de los cuales el bebé forma parte.
Esta manera de enunciar el significado del objeto transicional nos
fuerza a utilizar la palabra “ilusión”. La madre posibilita al bebé tener la
ilusión de que los objetos de la realidad externa pueden ser reales para él,
vale decir, pueden ser alucinaciones, ya que sólo a las alucinaciones las
siente reales. Para que a un objeto exterior se lo sienta real, la relacióncon
él debe ser la relací^ncon’ima alucinación. Üstedes coincidirán conmigo
en que esto hac’eestallar un antiguo enigma filosófico, y tal vez ya estén
pensando en esos dos tercetos, uno de Ronald Knox:
73
“posesión”.
Creo que durante el período en que el bebé utiliza objetos
transícionales se proce san otras^tran sicjqnes. Por ejemplo, la que
corresponde a las capacidades en desarrollo del niño, su creciente
coordinación y el paulatino enriquecimiento de su sensibilidad. El sentido
del olfato está entonces en su apogeo y probablemente nunca en la vida
alcance otra vez esa intensidad, excepto quizás en el curso de episodios
psicóticos. También la textura tiene el mayor significado que jamás pueda
alcanzar,
74
y lo seco y lo húmedo y también lo frío y lo cálido poseen un significado
tremendo.
Junto a ello,' debe mencionarse la extrema sensibilidad de los labios
infantiles y, sin duda, del sentido del gusto. La palabra “repugnante” nada
significa todavía para el niño, y al principio ni siquiera le preocupan sus
excreciones. El babeo y baboseo característicos de la primera infancia
cubren al objeto, haciéndonos acordar del león en su jaula del zoológico,
que casi parece ablandar al hueso con su saliva antes de poner fin a su
existencia mediante un mordisco y comérselo. ¡Qué fácil resulta imaginar
los muy tiernos y acariciadores sentimientos del león hacia ese hueso que
está a punto de aniquilar! Así pues, en los fenómenos transicionales vemos
surgir la capacidad pára los sentimientos tiernos^alpar que la relación
instintiva directa sucumbé a la represión primaria.
De esta manera, apreciamos que el uso que hace el bebé de un objeto
puede articularse, de una forma o de otra, con el funcionamiento corporal,
y en verdad es inimaginable que un objeto tenga significado para un bebé
si no“éstá así articulado. Este es otro modo de decir que el yo se basa en un
yo corporal.
He dado algunos ejemplos con el único propósito de recordarles todas
las posibilidades que existen, según ilustra el caso de sus propios hijos y de
los niños que ustedes atienden. A veces vemos que la madre misma es
utilizada como si fuese un objeto transicional, lo cual si persiste puede dar
origen a grandes perturbaciones; por ejemplo, un paciente del que me
ocupé recientemente utilizaba el lóbulo de la oreja de la madre. Como
ustedes conjeturarán, en estos casos en que es utilizada la madre, es casi
seguro que hay algo en la madre misma —una necesidad inconsciente de
su hijo o hija— a cuya pauta se amolda el niño.
Tenemos luego el uso del pulgar o_de-o_tros dedos, que puede
perdurar, y puede haber o no simultáneamente un acariciarse con cariño
una parte del rostro "ó alguna parte de la madre ode un objeto. En algunos
casos estas caricias continúan y se pierde de vista el chupeteo del pulgar o
de otros dedos. Con frecuencia sucede, asimismo, que un bebé que no
empleaba la mano o el pulgar para la gratificación autoerótica use, sin
embargo, un objeto de alguna clase. En tales casos, habitualmente el
interés del bebé se hace extensivo y pronto otros objetos se vuelven
importantes para él. Por alguna razón, las niñas tienden a persistir con los
objetos suaves hasta que usan muñecas, y los varones tienden a adoptar
más prontamente objetos duros. Tal vez sería más apropiado decir que el
varón que hay en los niños de ambos sexos pasa a los objetos duros, y la
niña que hay en los niños de ambos sexos tiende a conservar su interés por
la blandura y la textura, que a la larga se articulará con la identificación
materna. A menudo, cuando hay un neto objeto transicional desde época
temprana, éste persiste aungue el niño de hecho se aplique en mayor
medida a nuevos objetos, menos importantes;, tal vez en momentos de
gran congoja, tristeza o deprivación vuelva al objeto original o al pulgar, o
pierda por completo la capacidad de utilizar símbolos y sustitutos.
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Quisiera dejar el tema en este punto. El cuadro clínico muestra una
variedad infinita, y sólo podemos hablar fructíferamente de las
consecuencias teóricas.
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y un adentro y un afuera; el universo en expansión, a partir del cual el
hombre se contrae [contraéis], por decirlo así.
Ahora bien, los bebés y los niños y los adultos traen hacia dentro suyo
la realidad exterior, como ropaje para revestir sus sueños, y se proyectan
en los objetos y personas externos enriqueciendo la realidad exterior
mediante sus percepciones imaginativas.
Pero pienso que encontramos en verdad una tercera zona, unajzon adel
vivir que corresponde a los fenómenos transic i o n a - les del bebé y en
verdad deriva de éstos. En la medida en que el bebé no haya llegado a los
fenómenos transicionales, pienso que su aceptación de los símbolos será
deficiente y su vida cultural quedará empobrecida.
Sin duda, ustedes apreciarán lo que quiero decir. En términos algo
burdos: vamos a un concierto y escuchamos uno de los últimos cuartetos
de cuerdas de Beethoven (como ven, soy una persona refinada). Este
cuarteto no es un mero hecho externo producido por Beethoven y
ejecutado por los músicos; ni tampoco es un sueño mío, que a decir verdad
jamás habría sido tan bueno. La experiencia, sumada a mi manera de
prepararme para ella, me permite crear un hecho glorioso. Lo disfruto
porque, como digo, yo lo he creado, lo aluciné, y es real y estaría de todos
modos allí aunque yo no hubiese sido concebido.
Esto es loco. Pero en nuestra vida cultural aceptamos la locura,
exactamente como aceptamos la locura del niño que afirma (aunque no
puecTa expresarlo con sus balbuceos): “Yo lo aluciné y es parte de mi
madre, que estaba ahí antes de que yo viniese al mundo”.
De ello inferirán por qué pienso que el objeto transicional es
esencialmente distinto del objeto interno de la terminología de Melanie
Klein. El objeto interno es una cuestión de realidad interior, y se vuelve
más y más complejo a medida que transcurre cada momento de la vida del
bebé. El objeto transicional es para nosotros un pedazo de su frazaditá,
pero para el bebé es representativo tanto del pecho de la madre como del
pecho, internalizado de la madre. 7
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el objeto y los fenómenos transícionales pierden en forma temporaria (o a
veces permanente) su sentido o son inexistentes.
Me gustaría mucho conocer sus reacciones frente a esta idea de una
tercera zona del experienciar, su relación con la vida cultural y, según he
sugerido, el hecho de que derive de los fenómenos transícionales de la
infancia.
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