Los Mares Perdidos

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Ferran P.

Aguilar

Los mares perdidos

Pensamientos y psicosis
En memoria de los náufragos
que nunca regresaron.
Cuando los conflictos más intensos, se superan, dejan una
sensación de seguridad y tranquilidad que no se perturba
fácilmente. Son solo estos intensos conflictos y su
configuración lo que se necesita para producir resultados
valiosos y duraderos.

-Carl G. Jung-

Quien con monstruos lucha, que se cuide de convertirse a su


vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el
abismo también mira dentro de ti.

-Friedrich Nietzsche-

Teme a Dios y guarda sus mandamientos, porque esto es el


todo del hombre.

-Eclesiastés 12:13-
Introducción
Espero que este libro alcance a alumbrar las aguas
más profundas. Adonde se originan las
enfermedades, donde existe oscuridad, presión y
caos, el infierno para quienes han habitado allí.

Cuando veo este folio en blanco y quiero escribir,


solo hallo confusión, asimismo, espero que el lector
pueda beneficiarse de la lectura de esta obra, donde
reflejaré mi experiencia con la psicosis y algunas
que otras cavilaciones.
I
Desde los principios de la humanidad, el ser
humano ha vivido con la convicción de la existencia
de un alma substancial, sin embargo, desde el
nacimiento de la ciencia, se cree en una psicología
sin alma. Estamos bajo la influencia de la ciencia
materialista, así que se pone en duda todo lo que no
sea accesible manifiestamente material o que no
pueda ser deducido con los sentidos. ¿Pero como
aprobar o desmentir racionalmente la existencia de
el alma humana?, ¿Es el alma quien habita en un
cuerpo o es el cuerpo el que engendra el alma?

La idea de que el alma sea el resultado de la


segregación de químicos en el cerebro es el
pensamiento contemporáneo actual. El alma en esta
concepción no es una entidad que exista por sí
misma. Por eso mismo, la consciencia, es el alma en
sí, la psique. El problema que encuentro hoy es la fe
total en las causas materiales, como también en
antaño, se acudió de un modo abusivo al espíritu.
Para los primitivos el alma es sin duda algo extraño,
no se halla en un espacio en sí.
Nosotros manifestamos que los pensamientos
brotan en la cabeza, empero, hablando de
sentimientos, alegría más de uno que corresponde
más al corazón, y conforme al las sensaciones
diríamos que por todo el cuerpo. ¿Pero el
pensamiento ocupa algún espacio en nuestro
mundo de tres dimensiones?, ¿o se localiza más
bien al margen del espacio?. Si el alma está al fuera
del espacio, equivale a que es incorpórea. El cuerpo
fallece, empero, ¿cómo puede desvanecerse algo
que está inconexo a él y que es inmutable e
inextenso?. Verbigracia, en el sueño, nuestra psique
consciente desaparece, como también en un
síncope, sin embargo, la vida y el alma permanecen.
¿Por qué ante estos hechos el empirismo primitivo
debería negar el alma?.

En las culturas antiguas los sueños proporcionaban


una fuente de conocimiento divino. Hay muchas
teorías que apuntan que es en virtud del
inconsciente que se hallan estas respuestas.
Actualmente hay estudios que revelan que si
pudiéramos descifrar el contenido latente del
inconsciente alcanzaría un aumento inmenso de
conocimientos.
Carl G. Jung expone estas palabras sobre el
inconsciente colectivo:

Por desgracia, o mejor por fortuna, este ser está


soñando; al menos, tal nos parece, como si este
inconsciente colectivo no tuviera conciencia propia
de sus contenidos; sin embargo, no estamos más
seguros de ello que con los insectos. Este ser
colectivo no parece ya ser una persona, sino más
bien una especie de marea infinita, un océano de
imágenes y de formas que emergen a la conciencia
con ocasión de los sueños o de los estados mentales
anormales.

Afirma que este inconsciente es igual que el


consciente, tiene percepciones, intenciones,
sentimientos y pensamientos. A diferencia que en él
habita la experiencia de culturas de hace miles de
años, pues ha vivido las incontables vidas, la familia,
ciudad, tribus, etc. Es decir, el inconsciente ha
vivido siempre y se ha sido heredado.
Para darle sentido a nuestras vidas nos contamos
historias sobre quienes somos. Esa historia (mito)
regula nuestras emociones y determina la
importancia de los acontecimientos que
experimentamos. Nuestra cultura está plagada de
mitos que regulan nuestros comportamientos en
sociedad, en consecuencia, imitamos una historia
que no entendemos. Así, patrones fundamentales de
nuestro comportamiento se convierten en
elementos clave de nuestras historias, y esas
historias (socialmente determinadas) nos permite
identificar en que consiste un buen comportamiento
y un mal comportamiento en un entrono donde se
halla seguridad o impredecibilidad. El hombre
espera esa semejanza, ya sea de forma consciente o
inconsciente con su mujer, como el padre a los
hijos, como también en un grupo de amigos, etc.
Cuando el ser interioriza que no sabe absolutamente
nada del otro, cuyos sentimientos, pensamientos,
percepciones y deseos difieren de los nuestros,
descubre que realmente es otro, y se produce una
perturbación psíquica a causa de la falta de orden en
el mundo. En la cultura (lo conocido), esta
capacidad de imitación nos permite generar y
comunicar imágenes, para así trasmitirlas de unos a
otros. No solo imitamos las ideas, sino que también
que somos capaces de imitar la metahabilidad, a
saber, somos aptos de desarrollar los patrones
conductuales que generan nuevas habilidades. En
conclusión, se puede advertir que los patrones
conductuales que forman nuestras historias están
grabados en nuestro comportamiento social. O
desde el punto de vista Junguiano, el inconsciente
colectivo está influenciado por los conocimientos
acumulativos de la cultura.

Todo lo que sabemos (en su gran mayoría), lo


sabemos porque alguien lo ha descubierto, ha
explorado algo que no entendía. El ser humano no
percibe lo que es desconocido, ya que nos
encontramos protegidos por la cultura, lo que nos es
familiar, y de este modo nos comportamos de una
manera predecible. Así es como nos privamos (o
protegemos) del misterio que se encuentra en
nosotros. Lo desconocido es el territorio exterior a la
cultura, lo que queda por explorar, lo inconsciente,
la matriz, lo inesperado, el receptáculo donde nos
hallamos. Es la agresión sin temor ni culpa, son las
moscas y los gusanos devorando el cuerpo en
descomposición, es lo que contamina la psique, es
lo que paraliza, induce temor y horror, son los gritos
que escoltan la locura, es la sonrisa del demente.
Explorar lo desconocido es arriesgarse a la locura,
visualizar el abismo, es desorientarse y sumergirse
en lo más profundo del océano.
II
Siempre he sido un chico reservado y observador,
en mi infancia me invadía la timidez cada vez que
me rodeaba de un gran multitud de personas. Así
que constantemente me atormentaban
pensamientos ansiosos, y en consecuencia (o no),
me aislaba en mí, convirtiéndome en un dividuo
ensimismado, retraído de la sociedad. Fui a un
colegio de religión judeocristiana, ya que mi madre
siempre ha creído en Dios como asimismo mi
abuela, por ende, siento que tengo un estigma en mi
memoria, una influencia que me podría haber
conducido hacia la creencia religiosa. Hoy en día,
en mis 21 años de edad, no considero la existencia
de ningún ser omnipresente ni omnipotente creador
del cosmos, empero, debo confesar, que no soy
ningún estudioso sobre esas disciplinas, sin
embargo, algo en mí me hace comprender en mi
subjetividad un grado de belleza hacia lo divino,
pienso que es algo intrínseco en el Homo sapiens la
búsqueda de un más allá, de la transcendencia.
Al verme al espejo, me percaté de las formas que
componía mi ser material en la existencia, siendo
como un líquido en el interior de un frasco, algo que
no podía atravesar, sintiéndome así limitado por lo
que compone ser un ser humano, a saber,
sensaciones, emociones, sentidos, etc. Inclusive, el
propio pensamiento lo hallo per se limitado.
Emerjo en un mundo, en una vida la cual no he
elegido, en una experiencia que no puedo esquivar.
Menester final estar

Formulaba pensamientos que no formaban parte de


mí ser, y que me invadían constantemente, no me
sentía un yo individual, sino que las palabras que
había leído estaban grabadas en mi memoria, todos
los conocimientos valiosos que había adquirido un
hombre en su vida ahora los poseía yo. Sentía que
estaba vislumbrando el mundo desde una
consciencia más extensa. En esos días estaba
experimentando conmigo mismo sobre los
fenómenos del sistema racional e intuitivo, que es
una manera optimizada de concebir los procesos
mentales. Me parecía fascinante y a la vez me
producía pánico descubrir el porqué del origen
algunos pensamientos cuotidianos. Entonces me
empecé a preguntar si lo que la sociedad piensa es
realmente lo que quiere (incluyéndome a mí).
Lo que más me preocupaba era el estrés que me
producían los pensamientos, ya que veía el entorno
como un recipiente y yo el líquido que contenía.
Sobre todo las palabras me afectaba, e intentaba
razonar que modo me afectaría inconscientemente.

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