Esclavitud, Ciudadanía y Los Límites de La Nacionalidad Cubana - La Guerra de Los Diez Años, 1868-1878

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Esclavitud, ciudadanía y los límites de la nacionalidad cubana: la guerra de los diez años,

1868-1878
Author(s): Ada Ferrer and M. Ferrandis Garrayo
Source: Historia Social , 1995, No. 22 (1995), pp. 101-125
Published by: Fundacion Instituto de Historia Social

Stable URL: http://www.jstor.com/stable/40340412

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ESCLAVITUD, CIUDADANIA Y LOS LIMITES
DE LA NACIONALIDAD CUBANA:
LA GUERRA DE LOS DIEZ ANOS, 1868-1878

Ada Ferrer

El 10 de octubre de 1868, en la jurisdiction oriental de Manzanillo, Carlos Manuel de


Cespedes lanzo el famoso Grito de Yara exigiendo el fin de la domination espanola en
Cuba. Cespedes, un hacendado azucarero educado en La Habana y en Madrid, habia reali-
zado multiples viajes por Europa, habia formado parte de algunas conspiraciones republi-
canas en Espana y era fundador y director de sociedades filarmonicas en Oriente. Un
detractor espanol le acuso de tener las "supersticiones aristocraticas" de todos los "criollos
y mestizos", refiriendose a una carta que Cespedes habia escrito varios meses antes de la
rebelion al autor espanol de un volumen sobre linajes nobles, en la cual solicitaba el escu-
do de armas para sus cuatro apellidos: Cespedes (Osuna), Lopez de Castillo (las islas
Canarias), Luque (Cordoba) y Ramirez de Aguilar (Castilla). ' Cualesquiera que fiiesen sus
ideas sobre las virtudes de su linaje de abolengo, aquella manana del 10 de octubre Cespe-
des reunio a todos los esclavos en su ingenio La Demajagua y les otorgo la libertad. A
continuation, dirigiendose a ellos como "ciudadanos", les invito a que ayudaran a con-
quistar la libertad y la independencia de Cuba. Asi se inicio la primera guerra por la inde-
pendencia cubana. 2
El capitan general espanol de la isla, informado de la situation en el departamento
oriental, aseguro a las autoridades en Madrid que tenia "fiierzas mas que sobradas" para
sofocar la rebelion "en pocos dias". 3 No obstante, casi diez anos y trece generales des-
pues, las autoridades espanolas continuaban viendose incapaces de pacificar la isla. Para

1 Antonio Pirala y Criado, Anales de la Guerra de Cuba, Madrid, F. Gonzalez Rojas, 1895; 1: 254.
2 Hay numerosas descripciones sobre los sucesos del 10 de octubre de 1868. Vease, por ejemplo, Bartolo-
me Maso Marquez, "Copia del parte del pronunciamiento efectuado en la Demajagua en Manzanillo..." en el
Boletin del Archivo Nacional (citado en adelante como BAN), v. 53-55 (1954-1955, pags. 142-145); y Emilio
Bacardi y Moreau, Cronicas de Santiago de Cuba, Madrid, Breogan, 1973, 4: 42. Para una vision mas gene-
ral sobre la Guerra de los Diez Anos tiene particular interes la obra de Ramiro Guerra y Sanchez, La Guerra
de los Diez Anos, 2 vols., La Habana: Cultural, 1950-1952; asi como Emilio Roig de Leuchsenring, La Guerra
Libertadora de los Treinta Anos, La Habana: Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, 1958. Respec-
to a los efectos de la guerra en el proceso de emancipation de la esclavitud merece una atencion especial el
libro de Rebecca Scott, Slave Emancipation in Cuba: The Transition to Free Labor, 1860-1899, Princeton,
Princeton University Press, 1985, cap. 2. I
3 El capitan general Lersundi al ministro de Ultramar, 15 de octubr
Nacional, Seccion Ultramar (citado en adelante como AHN, SU) le

Historia Social, n.° 21, 1995, pp. 101-125. I 101

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conseguir la paz habia que negociar, y el campo de negotiation se habia transformado
radicalmente como consecuencia de la guerra.
En los diez afios transcurridos, decenas de miles de esclavos aceptaron la invitation
de Cespedes. Abandonaron fincas e ingenios y se unieron a las fuerzas sublevadas, para
obtener su propia libertad frente a la esclavitud, al mismo tiempo que luchaban por la
libertad de Cuba frente al colonialismo. De modo que en 1878, las autoridades espanolas
se enfrentaban a unos esclavos combativos y movilizados, a los que no podian razonable-
mente volver a esclavizar, pero quienes, si se les liberaba cediendo a las demandas de los
rebeldes, sentarian un peligroso precedente para aquellos que teniendo su misma condi-
tion se habian mantenido leales a Espafia. No solo habia cambiado el contexto de negotia-
tion a lo largo de esa decada, tambien los que tenian que negociar eran otros. Cuando el
acuerdo de paz firmado el 19 de febrero de 1878 no logro asegurar la pacification, las
autoridades espanolas se vieron obligadas a negociar no con Cespedes, ni siquiera con los
que originariamente habian estado a su lado en la conspiracion, sino con Antonio Maceo,
un mulato perteneciente a una familia de pequenos propietarios libres que durante los diez
anos de guerra habia ascendido al grado de general del Ejercito Libertador cubano. 4 En
1868, un hacendado azucarero de raza blanca liberaba a sus propios esclavos para que se
unieran a la lucha por la independencia de Cuba. En 1878, dieciseis mil esclavos obtenian
su libertad legal por haberse rebelado contra Espana, y fue un general mulato el ultimo de
los dirigentes importantes en deponer sus armas.
Este contraste entre el principio y el final de la guerra, y entre los protagonistas de
cada episodio, da idea de las transformaciones en marcha dentro del movimiento naciona-
lista durante el periodo de 1868 a 1878. No en vano la transformation ha sido por regla
general un tema central en la historiografia de la guerra de los diez anos y de la indepen-
dencia cubana. Los historiadores que han analizado uno u otro proceso han sostenido que
la guerra produjo, por un lado, una radicalizacion del separatismo cubano y, por el otro,
una consolidation de la identidad nacional. La radicalizacion se dio de manera casi invo-
luntaria, cuando la minoria dirigente no tuvo mas remedio que movilizar, en numero cada
vez mayor, a los esclavos y a otros trabajadores rurales y pequenos agricultores para poder
hacer la guerra. Segun fue avanzando el conflicto, estos grupos empezaron a adquirir un
predominio que acabaria "borrando la hegemonia inicial de los sectores ricos" y presio-
nando a los antiguos lideres para que rebasaran sus estrechos objetivos reformistas. 5 al
mismo tiempo, la insurrection de 1868 -al abolir la esclavitud en su territorio, incorporar
en el ejercito rebelde a negros y mulatos libres y esclavos y permitir el ascenso de dirigen-
tes militares de color- sirvio para atenuar las divisiones etnicas entre los distintos grupos
sociales. Segun esta interpretation dominante, todos los sectores etnicos de la sociedad
cubana participaron en el movimiento; y en ese proceso llegaron a compartir un nuevo
sentido de la nacionalidad cubana y una animadversion hacia el dominio espanol. Asi
pues, el paso de ser una colonia fracturada a una nation unificada y radical se dio de una
manera natural en medio de la lucha armada contra Espana. 6

4 En relation al Pacto de Zanjon y la Protesta de Baragua lanzada por Maceo, consiiltese principalmente
Fernando Figueredo Socorras, La revolution de Yara. Conferencias, Miami, Ediciones Universal, 1990
[1902], pags. 241-310; y Jose Luciano Franco, La protesta de Baragua: antecedentes y proyecciones revolu-
cionarias, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1978. Sobre la vida de Antonio Maceo vease Jose Lucia-
no Franco, Antonio Maceo: Apuntes para una historia de su vida, 3 vols., La Habana, Editorial de Ciencias
I Sociales, 1989.
I 5 Sergio Aguirre, "Seis actitudes de la burguesia cubana en el siglo xix", Ecos de Camino, La Habana,
I Editorial de Ciencias Sociales, 1974, pag. 92.
I 6 El ejemplo mas convincente de esta interpretation nos lo ofrece Jorge Ibarra en Ideologia mambisa, La
102 | I Habana, Instituto Cubano del Libro, 1 967.

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Este articulo, informado de las grandes contribuciones de la historiografia cubana,
pretende asimismo resaltar el tema de las transformaciones ocurridas en el nacionalismo
cubano. Pero su fin es demostrar que dichas transformaciones, de las cuales son ejemplos
ilustrativos el cambio de un liderazgo bianco por uno multirracial y el avance de los insur-
gentes esclavos, no sucedieron sin conflictos internos ni respondieron a un consenso. Tam-
poco surgieron linica o principalmente de la confrontation con las autoridades espanolas,
sino por el contrario, de conflictos profundos y continuos entre los separatistas cubanos
respecto a lo que debia ser la nueva nation cubana y el papel que en ella debian jugar los
diferentes grupos sociales. En cierto modo, se trataba de un conflicto sobre los limites de
la nacionalidad cubana en el cual las cuestiones del color y el status legal eran de suma
importancia.

OrIgenes de la guerra

En muchos sentidos puede decirse que la guerra de los diez anos comenzo a pesar de
todos. El fracaso de la Junta de Informacion y la reaction conservadora que trajo consig
la jefatura de Ramon Maria Narvaez en Madrid hicieron casi imposible un cambio pacif
co. 7 A las quejas politicas de la elite criolla se anadieron las economicas, a consecuenc
de la crisis de 1857-1866, exacerbadas por las directrices que en este terreno aplicaba la
nueva administration colonial. 8
Los efectos de esta crisis se hicieron sentir con mayor profundidad en Oriente, cun
de la rebelion. Durante la primera mitad de siglo, las elites occidentales se habian visto
favorecidas por los beneficios del desarrollo economico, en especial de la industria azuca
rera. Los ingenios de cana (ingenios) habian crecido en niimero, en tamano y, debido en
parte al aumento de la poblacion esclava, en capacidad productiva. La prosperidad de los
hacendados de Occidente dependia de una mano de obra esclava, lo cual hizo que el mied
a la sublevacion fuera particularmente tangible en esas zonas. Segiin el historiador cuban
Ramiro Guerra y Sanchez, el hecho de que estos terratenientes no aceptaran el separatis
mo armado no fue tanto el producto de la hostilidad hacia la independencia sino del mied
a que un movimiento armado independentista pudiera apoyar la abolition y promover d
esta forma la rebelion entre las dotaciones de esclavos. 9
La comparacion con el departamento oriental de la isla, concretamente con los distri
tos que en 1868 se alzan en armas, es muy reveladora. Mientras las haciendas azucareras
del oeste se habian desarrollado y mecanizado, las del este habian decaido victimas de
boom economico de las primeras y de las politicas tributarias espanolas. En general, los
propietarios orientales contaban con menos capital para comprar esclavos y para mecani
zar y ampliar sus plantaciones. Esto signified, entre otras cosas, que al depender meno

7 Acerca de los acontecimientos politicos en Cuba y Espana durante el periodo de 1865-1869, vease Lui
Navarro Garcia, La independencia de Cuba, Sevilla, Colecciones Mapfre, 1992, pags. 261-273; Louis A.
Perez, Jr., Cuba: Between Reform and Revolution, Nueva York, Oxford University Press, 1988, pags. 112-12
y Raymond Carr, Spain, 1808-1975, Oxford, Clarendon Press, 1966, cap. 7.
8 Para mas informacion sobre la crisis economica y la politica economica colonial remitir a la obra de
Julio Le Riverend, Historia Economica de Cuba, La Habana, Editorial Ciencias Sociales, 1985, pags. 418-435
y a Benito Besada Ramos, "Antecedentes economicos de la guerra de los diez anos", en Economia y Desarro
llo 13, septiembre-octubre 1972: 155-62.
9 Ramiro Guerra y Sanchez, La Guerra de los Diez Anos, La Habana, Cultural, 1950-1952, 1: 12-14
Respecto a las diferencias en la evolution de una agricultura comercializada entre la Cuba oriental y la occiden-
tal, consultese Julio Le Riverend, Historia Economica, pags. 296-300, 361-363; asi como Rebecca J. Scot
Slave Emancipation in Cuba: The Transition to Free Labor, 1860-1899, Princeton, Princeton University Pres
1985, pags. 21-24. | 103

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sus intereses del mantenimiento de la esclavitud, podian en realidad estar mas dispuestos a
correr el riesgo de la agitacion social que una sublevacion contra el regimen colonial posi-
blemente ocasionaria.
La guerra se desencadeno y encontro un apoyo inmediato en la zona de Oriente limi-
tada por Tunas en el noroeste, Holguin en el noreste, Bayamo y Jiguani en el sudeste y
Manzanillo en el sudoeste. Alii la esclavitud estaba en retroceso, los propietarios de fincas
utilizaban ya mano de obra asalariada, y los blancos sobrepasaban en niimero a la pobla-
cion de color libre y a la esclava. I0 La region de Manzanillo es un buen ejemplo. Era el
centro de las propiedades azucareras de Carlos Manuel Cespedes y otros conspiradores
anticoloniales. Aqui el niimero de esclavos solo ascendia al 6 % de la poblacion mientras
los blancos constituian el 51 %. En el distrito de Yara, emplazamiento del ingenio La
Demajagua donde Cespedes dio el Grito de Yara, algo menos del 3 % de la poblacion total
eran esclavos. n Tanto en esta como en otras jurisdicciones del este donde el conflicto
habia echado raices (Manzanillo, Bayamo, Jiguani, Holguin, Tunas), la esclavitud habia
dejado de ser una institution de interes primordial. De ahi que los iniciadores de la rebe-
lion y los residentes de las regiones que al principio la apoyaron, escribia Guerra y San-
chez, hubieran perdido su "temor al negro". 12
Existia, no obstante, otro este en las zonas del centro-sur cerca de Santiago y Guanta-
namo donde la esclavitud aiin representaba una base economica poderosa. En la jurisdic-
tion de Santiago, el 34 % de la poblacion total era esclava al tiempo que la blanca solo lle-
gaba al 25 %. Pero el contraste entre la parte occidental de la provincia que hemos descrito
anteriormente y el distrito de Guantanamo era todavia mayor. Aqui la poblacion blanca se
mantenia mas o menos en la misma proportion (el 27 %), sin embargo el niimero de escla-
vos superaba el 44%. I3 No sorprende, por lo tanto, que los propietarios de esclavos ni
pusieran en marcha la insurrection, ni liberaran a sus esclavos para que luchasen por la
independencia de Cuba. De hecho la mayoria se alio con los dirigentes espanoles y conde-
naron el levantamiento por perjudicar los intereses de Cuba y ser el preludio de la anarquia
y la ruina absoluta de la isla. No se trata de que el alzamiento separatista fuera inexistente
en estas regiones, sino simplemente de que los insurgentes de cada zona se enfrentaban a
una configuration de fuerzas completamente distinta. Los que en estas ultimas zonas se
sublevaron no solo se alinearon en contra de los representantes de la autoridad espanola,
sino tambien frente a la elite criolla local. Es significativo que las areas alrededor de San-
tiago y Guantanamo, algunas de las cuales habian sido "baluarte[s] del regimen colo-
nial", M fuesen de las ultimas pacificadas y de las primeras en alzarse un ano despues, en
la Guerra Chiquita de 1879-1880. l5 Fue de estos lugares, con predominio de la esclavitud,
donde surgieron los lideres negros y mulatos que desempenarian un papel prominente en
el movimiento independentista.

10 Vease Franklin Knight, Slave Society in Cuba during the Nineteenth Century, Madison, University of
Wisconsin, 1970, pags. 157-58.
11 Cuba, Centro de Estadistica, Noticias estadisticas de la Isla de Cuba en 1862, "Censo de poblacion de
la Isla de Cuba en el ano que termino en lo de Junio de 1 862", La Habana, Imprenta del Gobierno y Capitania
General, 1864; y Guerra y Sanchez, La Guerra de..., 1 : 23-24. No he incluido ni a los trabajadores chinos ni a
los yucatecos entre la poblacion blanca.
12 Guerra, ibid., 1: 11-12.
13 Cuba, Centro de Estadistica, ibid., "Censo 1862".
14 Guerra, ibid., 1:26.
15 Para mas informacion sobre la Guerra Chiquita remitir a Francisco Perez Guzman y Rodolfo Sarraci-
no, La Guerra Chiquita: una experiencia necesaria, La Habana, Editorial Letras Cubanas, 1982, y Ada Ferrer,
"Race, Slavery, and the Guerra Chiquita: Social Aspects of Cuban Nationalism, 1879-1880", Cuban Studies 21,
104 I 1991:37-56.

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Clase social y participacion

La insurrection, tanto en las regiones orientales como en las zonas de Puerto Principe
y Las Villas donde poco despues se pusieron en marcha sublevaciones locales, fue un
levantamiento mayoritariamente rural. Por cierto que la rebelion tuvo repercusiones en
ciudades como La Habana y Santiago, en las que pequenos incidentes politicos ocurrian
con cierta frecuencia y que gran parte de la conspiracion previa al estallido ocurrio en ciu-
dades pequenas del este, en Bayamo y Manzanillo entre otras. 16 Sin embargo esta claro
que el grueso de la movilizacion y la lucha tras octubre de 1 868 tuvo lugar en el campo
Los historiadores de la independencia cubana coinciden en que la sublevacion fue rural. l7
Con todo y con eso, ha habido pocas investigaciones sobre los tipos de reclutamiento o la
composition social del rango y las fuerzas de las filas rebeldes.
Los insurgentes coetaneos primero, y los historiadores despues, pintaron la rebelion
como un levantamiento de las elites criollas que adquirio fuerza a medida que fue atrayen
do a sus filas un niimero progresivamente mayor de los sectores populares de la sociedad
cubana. Esta imagen ha favorecido una idea romantica de la guerra. Un ex-sublevado des-
cribia el empefio en los siguientes terminos: "Al empunar las armas el ano 68, [eramos]
una minoria del pueblo de Cuba, sin generates, sin soldados, y sin elementos de ningiin
genero, para combatir la domination espanola... [Pero] si en un principio no tuvimos
generates, la revolution los broto mas tarde de su seno; nuestros soldados sin disciplina s
disciplinaron bajo el fuego". I8 Mientras que los insurrectos cubanos utilizaron esta imagen
en distintas ocasiones para recalcar la gloria y la justicia de su causa, los ftincionarios
espanoles recurrieron a ella para subrayar los peligros potenciales de la rebelion popular
el malestar social. l9 Ambos campos podian confirmar el caracter "popular" de la insurrec-
tion, uno como testimonio de la justicia y legitimidad del movimiento, el otro como prue-
ba de lo indeseable que era. Por lo tanto, este tipo de generalizaciones, procedan del lado
de los insurgentes o de los representantes de la metropolis, deben ser examinados con cu
dado.
Existen, no obstante, otros tipos de documentos que si permiten explorar la clase
social y la participacion en la guerra. El cotejo de las listas de sublevados pertenecientes
los distritos en los que florecio la insurrection revela elocuentes similitudes entre distintas
regiones, tales como el caracter generalmente rural de este movimiento y la presencia e
sus milicias de representantes de multiples sectores de la sociedad colonial. 20
Por otro lado, una comparacion minuciosa pone al descubierto importantes diferen-
cias regionales. Por ejemplo, las listas del area de Guantanamo indican que en ese distrito

16 Hallamos ejemplos ilustrativos de estos incidentes en la correspondencia del Fiscal de la Habana a


Ministro de Ultramar, 30 de enero de 1869, en AHN, SU, leg. 4933, l.a parte, doc. n.° 39; y en Bacardi, ibid,
124.
17 Vease Guerra, ibid., 1: 30-32 y 2: 373-74; o Emilio Roig de Leuchsenring, La guerra libertadora de
los treinta anos, La Habana, Oficina del Historiador de la Ciudad de la Habana, 1958.
18 Marcos Garcia a Diego Echemendia y Marquez, 15 de abnl de 1»7», en el Archivo Nacionai ae uuoa
(en adelante citado como ANC), Donativos y Remisiones (en citas posteriores DR), caja 471, exp. 7.
19 Vease, por ejemplo, el Memorandum de Asuntos de Cuba del Mm. de Estado, 3 de tebrero de ls/b, en
AHN, SU, leg. 4936, l.a parte, libro 15.
20 Las listas de insurrectos, sospechosos o conocidos, durante los primeros anos de la rebelion son nume-
rosas y muchas se conservan en ANC, Asuntos Politicos (en citas posteriores AP), legs. 59 y 60. El historiador
polaco Tadeusz Lepkowski analiza algunas en su estudio "Cuba 1869: desafectos al gobierno e insurrectos",
Estudios Latinoamericanos, 9 (Varsovia, 1982-1984), pags. 125-48. No obstante, dado que recoge listas de La
Habana (donde a pesar de las conspiraciones nunca se puso en marcha la insurrection y, por consiguiente, los
"desafectos" nunca llegaron a convertirse en rebeldes) y listas del este de la isla, sus conclusiones subestiman el
caracter rural del movimiento insurgente. I 105

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la insurrection tuvo un caracter popular. En una region esta en la que la mano de obra
esclava continuaba siendo la espina dorsal de la economia local, la sublevacion vino a
demostrar la notable falta de direction y apoyo de una elite. Aqui, los individuos clasifica-
dos como "hacendados" o "propietarios" no llegaban al 1 % de los insurgentes y el grupo
predominante, identificado simplemente como "de campo", representaba el 89 % del total
en la zona. A pesar de que la lista no especifica si dichos individuos poseian o no las pro-
piedades agrarias en las que vivian, si distingue con toda claridad a los que respondian a la
identification "de campo" de los propietarios agricolas a gran escala o "hacendados". 21
Por lo tanto parece constatarse que si los sectores populares de la sociedad de Guantanamo
habian participado en el conflicto, las capas altas, en cambio, lo habian rechazado.
Esta escena contrasta con la que se observa en Puerto Principe, donde el movimiento
fue constituido claramente por la elite y los elementos populares de la sociedad estuvieron
practicamente ausentes en la iniciativa. En este caso, de los 230 individuos que tomaron
parte, 1 10 (el 49%) aparecen clasificados como "hacendados" y otro 14% de la lista lleva
la description de doctor, abogado o "de comercio". De manera que mas de la mitad (el
63 %) eran profesionales o grandes propietarios, en contraste con el 1 % de Guantanamo. 22
Este predominio es un hecho fundamental para entender la crisis que sufrio la rebelion en
esta zona despues de 1870. 23 Hay tambien otro dato a tener en cuenta: solo el 23 % de los
insurrectos de Puerto Principe se dedicaba a ocupaciones clasificadas como "de campo".
Aunque este grupo esta, al igual que en Guantanamo, claramente diferenciado del de los
"hacendados", esto no significa necesariamente que los primeros fiiesen trabajadores agri-
colas desposeidos de tierras. Francisco Arredondo y Miranda, por ejemplo, que consta
entre los "del campo", era segun sus memorias de la guerra un terrateniente mediano. 24
En Manzanillo, centro del estallido belico, la composition del movimiento local
reviste mayor complejidad que en cualquiera de los dos casos anteriores. Sus listas
demuestran que la elite tuvo una presencia importante en la iniciativa del movimiento. De
los 110 sublevados que alii constan, 42 eran propietarios, 24 realizaban actividades rela-
cionadas con el comercio y 30 habian actuado como representantes de la autoridad espa-
fiola en calidad de oficiales de la milicia voluntaria criolla o de jueces de paz. Aproxima-
damente el 55 % de los que estan en la lista pueden ser identificados como miembros de la
elite local, agricola, comercial o profesional, antes de que estallase la guerra. 25 Al mismo
tiempo, tambien habia una representation notable de otros sectores sociales: por ejemplo,
el 25 % de los rebeldes son identificados como "del campo" o "vegueros" (campesinos
que trabajaban en el cultivo del tabaco). 26 Es decir que en Manzanillo, mas incluso que en

21 "Relation nominal de los individuos de la jurisdiction de Guantanamo que han tornado parte en la insu-
rrection", 15 de mayo de 1869, en ANC, AP, leg. 59, exp. 61. Otros grupos ocupacionales que aparecen repeti-
damente en la relation de insurgentes de Guantanamo son los de trabajadores agricolas de tabacales (3 %) y
artesanos (3 %).
22 "Relation nominal de los individuos de esta Ciudad y jurisdiction que de notoriedad se han comprome-
tido en la insurrection", 17 de junio de 1869, en ANC, AP, leg. 60, exp. 23. Esta lista ha sido reeditada en BAN,
15 (1916), 315-325.
23 Sobre la crisis posterior a la insurrection de Puerto Principe, vease Ada Ferrer, "To Make a Free
Nation: Race and the Struggle for Cuban Independence, 1868-1898", tesis doctoral, Universidad de Michigan
1995, cap. 3.
24 Francisco Arredondo y Miranda, Recuerdos de la guerra de Cuba, La Habana, Biblioteca Nacional
Jose Marti, 1962 [1878].
25 "Relation nominal de los vecinos de esta jurisdiction que consta notoriamente se hallan comprendidos
en la insurrection", Manzanillo, 28 de mayo de 1869, editada en BAN, V, nov.-dic. 1906, 81-112 (pagination
incorrecta en la revista). Entre los miembros de esa buena sociedad he incluido a todas las personas identifica-
das como hacendadas, hombres de negocios, abogados, escritores, profesores y funcionarios locales. He exclui-
do a las de campo, vegueros, artesanos y trabajadores agricolas.
106 I Vega era el termino utilizado para designar un trozo de terreno sembrado de tabaco. Aunque las princi-

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Puerto Principe y Guantanamo, la sublevacion se alimento de todos los sectores de la
sociedad. En definitiva, si bien en todas las regiones examinadas participaron sectores
sociales diversos, la importancia de cada uno de esos sectores vario de unas regiones a
otras, yendo desde una participacion de la clase dirigente casi nula en Guantanamo a otra
claramente predominante en Puerto Principe.
El hecho de que estos levantamientos locales, liderados por una minoria social diri-
gente, contaran tambien con el apoyo de los trabaj adores o pequenos agricultores, no es
sorprendente dadas las pautas de reclutamiento y de initiation en la rebelion. Aun cuando
los conspiradores iniciales pueden haber sido terratenientes o miembros de una minoria
profesional y urbana con poder, una vez que su complot se convirtio en insurreccion tuvie-
ron que movilizar a otros sectores de la sociedad local. Y a menudo recurrieron para ello a
aquellas personas que estaban unidas a ellos por lazos de patrocinio o dependencia. Asi,
Francisco Arredondo, que habia participado junto con otros hacendados en la trama previa
a la sublevacion de noviembre en Puerto Principe, acudio a los que tenia a su cargo para
reunir una pequena fuerza rebelde y le pidio a su encargado, Eusebio Padron, que hablase
con algunos de los demas trabajadores. 27 Francisco Vicente Aguilera, terrateniente y uno
de los principales conspiradores, "arrastro a todos los que trabaj aban para el y a sus arren-
datarios" a la insurreccion. 28 Una vez que la conspiracion entro en su fase armada, los
dirigentes tuvieron que reclutar verticalmente, y lo hicieron llamando primero a sus subor-
dinados y a las personas que se sentian obligadas hacia ellos.

Raza y participaci6n social

Mientras que las fuentes indican con toda claridad la presencia en el inicio de la rebe-
lion de miembros de las diferentes clases sociales, el aspecto de la composition racial de
las fuerzas insurgentes resulta mucho mas dificil de examinar. Las listas de insurrectos de
Guantanamo, Puerto Principe y Manzanillo raras veces ofrecen datos sobre la raza de los
participantes. En Manzanillo, region en la que el movimiento parece haber disfrutado de
una mayor integration de clase, solo a tres sublevados de los 110 se les identifica como
pardos y a uno como moreno. En Puerto Principe, donde en cambio el caracter elitista de
la sublevacion en sus comienzos se pone claramente de manifiesto, las autoridades espa-
nolas no identificaron a ninguna persona de color entre ellos y, de hecho, la lista concede a
la totalidad de sus 210 miembros el tratamiento de don, reservado en esta epoca exclusiva-
mente a los blancos. 29 Por el contrario, la lista de presuntos sublevados en Guantanamo
solo utiliza don en el 42 % de los casos, lo cual hace pensar que el grado de participacion

pales regiones tabaqueras de la isla se encontraban en la provincia occidental de Pinar del Rio, habia tambien
otros distritos tabaqueros, mas pequenos pero ricos, en las provincias de Santa Clara y Oriente. Vease, por
ejemplo, Pedro Jose Imberno, Guia geogrdfica y administrativa de la isla de Cuba, La Habana, La Lucha,
1891, pags. 283-84. Para conocer cifras concretas sobre el cultivo de tabaco en Manzanillo, consultese Cuba,
Centro de Estadistica, Noticias Estadisticas, "Producciones Agricolas".
27 Francisco Arredondo, ibid., pag. 29.
28 "Relation nominal de los vecinos de esta jurisdiction [Manzanillo], 28 de mayo de 1869 , en BAN, 5,
nov.-dic. 1906,82.
29 A pesar de que en el periodo siguiente a la guerra de los diez anos a veces se utihzaba don para preceder
al nombre de prominentes lideres de color, este tratamiento no les estuvo legalmente permitido a los demas
hasta que se aprobo la legislation de derechos civiles de 1893. Para mas information sobre la campana que se
llevo a cabo al respecto, vease Aline Helg, Our Rightful Share: The Afro-Cuban Struggle for Equality, 1886-
1912, Chapel Hill, University of North Carolina Press, 1995, cap. 1; Raquel Mendieta Costa, Cultura, lucha
de clases y conflicto racial, 1878-1895, La Habana, Editorial Pueblo y Education, 1989, pags. 1-30; y Ferrer,
"To Make a Free Nation", cap. 6. I 107

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de poblacion negra y mulata fue mayor aqui. A pesar de todo, a primera vista, la represen-
tation de las personas de color en las tres zonas parece haber sido bastante menor de lo
que podia hacer suponer su presencia en el total de la poblacion.
Los expedientes de individuos cuyas propiedades fueron confiscadas por haber parti-
cipado en el movimiento separatista confirman en cierta medida esa impresion. Unica-
mente al 3 % lleva la description de pardos o morenos 30 y estos eran en la mayoria de los
casos personas libres, con unas propiedades por lo general modestas. Casi todos estuvie-
ron ausentes en las primeras conspiraciones separatistas, uniendose al Movimiento, por lo
general, despues de que los insurrectos hubieron invadido sus regiones. 31
No obstante, la ausencia relativa de personas de color en las listas gubernamentales
de sublevados y en los registros de embargo no indica necesariamente que tuvieran poca
representation en el levantamiento. En primer lugar porque las listas designaban a los
insurgentes conocidos por las autoridades. En muchas zonas, era menos probable que las
autoridades supiesen la identidad de los agricultores o de los artesanos negros que la de

30 Vease Datos y noticias oficiales referentes a bienes mandados a embargar en Cuba, La Habana,
Imprenta del Gobierno y Capitania General, 1870, pags. 109-218.
31 Son interesantes los registros recogidos en ANC que citamos a continuacion, Bienes embargados (en
citas posteriores BE): 12/22; 18/15; 18/23; 19/11; 22/3; 155/36; 166/40; 182/22. A menudo, resultaba que
muchas de las personas de color a quienes investigaba la oficina de confiscation no tenian propiedad alguna.
Vease ANC, BE: 5/8; 130/18; 144/32-33; 147/24; 147/27; 152/17; 157/34; ademas de los expedientes abiertos a
108 algunos seguidores de Maceo citados a continuacion.

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los hacendados blancos, muchos de los cuales eran conocidos por su hostilidad al gobierno
espanol. Es mas, aunque las personas de color no formaban sino un pequeno subgrupo
dentro de aquellos a quienes el gobierno habia embargado propiedades, esto no significa
de ningun modo que las que carecian de bienes propios no participasen en el movimiento.
En realidad, hay muchas pruebas de que si lo hicieron. En los campos cerca de Santiago,
por ejemplo, los datos confirman que tuvieron una nutrida representation entre los que se
unieron a las filas de los insurgentes.
El 5 de marzo de 1 869, un grupo de soldados rebeldes dirigidos por Antonio Maceo
invadio y prendio fuego a la finca que don Pablo Jimenez poseia en las afueras de Santia-
go. Al dia siguiente incendiaron una casa propiedad de dona Asuncion Garcia. Las autori-
dades espanolas capturaron solo a uno de los insurrectos, el pardo Miguel Sanchez, que
fue puesto en libertad bajo vigilancia. El resto, unos 100, fueron juzgados en rebeldia y
sentenciados a muerte. De los 91 sobre los que pudieron obtener identification, 43 respon-
dian a la clasificacion de pardos, 29 a la de morenos y 7 a la de achinados. 32 Mientras el
grupo incluia a 79 participantes de color, unicamente se identificaba a 7 como blancos.
Ademas, exceptuando a la familia Maceo, ninguno de los insurgentes de color parece
haber tenido posesiones, de modo que no habrian aparecido en los registros de embargo. 33
Tambien en otras partes de Oriente los sublevados de color parecen haber constituido
un grupo destacado desde el estallido de la guerra. A menudo, los que eran capturados por
los espanoles testificaban acerca de otros sublevados con los que habian mantenido con-
tacto y especificaban su raza social. En muchos de estos casos, los testigos recalcaban la
presencia de negros. Constantino Villar, por ejemplo, declaro haber sido atacado por un
grupo de treinta "hombres blancos y de color" en Palma Soriano, cerca de Santiago. Un
esclavo que respondia al nombre de Jose Manuel [Millan] tambien afirmo que en el campo
de San Ramon, proximo a El Cobre, habia un cierto capitan Cintas a cargo de 250 blancos
y 90 negros. 34
A pesar de que este tipo de testimonios no son una base solida, pues no siempre se
preguntaba a los testigos cual era la composition social de las fuerzas rebeldes, esta claro
que la mayoria hizo alusion a la presencia de negros y mulatos, a veces en funciones de
mando. Este es el caso de dos blancos residentes en Baraoca, quienes declararon que ha-
bian sido capturados por una milicia cuyo poder estaba en manos de "Rustan que mandaba
la partida que vino de Guantanamo, el negro Liborio Crea, los mulatos Jose Caridad, Lico
Estevez, Jose Aguedo, y otros" de los cuales no se acordaban. Rustan, a quien a menudo
se hacia referencia como "indio", habia trabajado en un "tren de carretas" en Guantanamo
a principios de la decada de 1 860, pero hacia anos que estaba huyendo de las autoridades

32 "Gubernativo para averiguar si los individuos comprendidos en la relation ... poseen bienes", en ANC,
BE, leg. 10, exp. 44. Achinado era el termino con el que se describia a las personas con rasgos orientales. No
tenian que ser necesariamente chinos, ni siquiera descendientes de estos. Con frecuencia se describia tambien
asi al mulato, como en el caso de los mulato achinado. En 1862, Cuba tenia una poblacion china que sobrepasa-
ba la cifra de 34.000, en su mayoria hombres contratados para trabajar en las plantaciones de azucar. Cuba,
Centro de Estadistica, Noticias estadisticas, "Censo". Acerca de la poblacion china de Cuba puede consultarse
Denise Helly, Ideologie et ethnicite: Les Chinois Macao a Cuba, 1847-1886, Montreal, Les Presses de l'Uni-
versite de Montreal, 1979; y The Cuba Commission Report: A Hidden History of the Chinese in Cuba, Baltimo-
re, Johns Hopkins University Press, 1993 [1876].
33 "Expediente de embargo e incautacion de bienes al pardo Aniceto Chacon" en ANC, BE, leg. 15, exp.
12. En los siguientes expedientes se encuentran fichas de otros miembros del grupo, ANC, BE: 1/19; 2/8; 2/10;
3/43; 5/14; 11/17-18; 14/71; 14/73; 14/90; 15/1; 15/9-10; 18/26; 21/43; 21/36; 97/60; 102/13; 103/17; 103/21;
182/29.
34 "Criminal contra el paisano Manuel Villa" en ANC, Comision Mihtar (en adelante citado como IM),
leg. 125, exp. 6; y "Sumaria instruida contra el negro esclavo Jose Manuel por el delito de insurrection", en
ANC, AP, leg. 58, exp. 44. I 109

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tras haber atacado a un alto oficial espanol en represalia por una paliza publica. Segiin los
testigos, estos sublevados de color eran "enemigos acerrimos de los espanoles a quienes
apellidaban patuses". 35 "Patuses" o "patones" era el termino peyorativo con el que los
cubanos corrientemente se referian a los espanoles en esta epoca.
Incluso en Puerto Principe, donde la mayoria de los dirigentes y seguidores iniciales
constan como blancos, los insurgentes de color fiieron haciendose cada vez mas visibles.
En esta zona se hicieron correr numerosos rumores y cuentos sobre la presencia de negros
en el movimiento. Un poema que "circulaba profusamente" por los alrededores de Puerto
Principe decia:

Los dos gallos de la tierra


tienen una guerra atroz
y al que venciera en la guerra
le comeran con arroz
Los negros. 36

Estas imagenes, al mismo tiempo que sugieren una importante presencia negra en la rebe-
lion, son quizas igualmente reveladoras de viejas estrategias de manipulation racial con
las que ahora se intentaba combatir y derrotar la insurreccion nacionalista. Pero otros
informes de Puerto Principe tambien indican que los mulatos y los negros tuvieron un
papel importante en el desencadenamiento de la sublevacion. Cesareo Fernandez, secreta-
rio del general insurrecto Manuel Quesada, suministro a los espanoles una valiosa infor-
mation cuando se presento a los espanoles. Hizo un esbozo de los campamentos rebeldes
en la zona indicando el niimero de hombres en cada uno de ellos e incluso dando datos
acerca de su position social. Les informo de que el primer batallon de division, encabeza-
do por Fernando Espinosa, estaba compuesto por 320 soldados de a pie y 80 montados
-"los montados blancos, el resto en su mayoria negros". El segundo batallon, con 300
hombres armados bajo el mando de Magin Diaz, estaba formado en una tercera parte apro-
ximadamente por blancos; el cuarto, con 160 hombres capitaneados por Julio Sanguily,
tenia mayoria de chinos y negros. El sexto, que operaba en torno a Nuevitas y Yaguajay a
las ordenes de Jose Antonio Rodriguez, era mayoritariamente bianco, incluyendo "un
niimero regular de peninsulares". La artilleria, con alrededor de 80 hombres en total, tam-
bien era blansa en su mayor parte. Segiin los calculos de Fernandez, se consideraba que
algo mas de la mitad de todas las fuerzas de Puerto Principe eran de color. 37
En los primeros meses del movimiento, los lideres y conspiradores de la parte occi-
dental de Oriente y Puerto Principe fueron por lo general miembros de la elite blanca. Sin
embargo, cuando la conspiracion se convirtio en una sublevacion abierta, estos lideres
reclutaron y atrajeron a individuos de otras clases sociales y el reclutamiento de personas
de color libres constituyo una parte importante de ese proceso. Quizas mas importantes
aun para entender la direction que tomaria el movimiento mas tarde es la incorporation de
otro grupo menos visible en las listas oficiales: los esclavos rurales de Oriente.

35 Testimonios de D. Vicente de Orbeneja y D. Baldomero Rubio en el "Expediente gubernativo formado


para justificar el concepto politico que merecen los individuos ... de la insurreccion", en ANC, AP, leg. 59, exp.
47. Es tambien de interes la obra de Jose Sanchez Guerra, Rustdn: su participation en la Guerra de los Diez
Anos, Guantanamo, Comite Provincial del P.C.C., 1990, pags. 10-12.
36 Vicente Garcia Verdugo, Cuba contra Espana. Apuntes de un ano para la historia de la rebelion de la
I isla de Cuba, Madrid, Imp. y Lib. Universal, 1869, pag. 188.
I 37 "Relation presentada a S.E. por el secretario que rue del titulado General Quesada. Calculo aproximado
I de las fuerzas insurrectas existente en la jurisdiccion del Camaguey", en AHN, SU, leg. 4934, libro 1, doc. n.° 6.
I Vease asimismo "Memoria reservada de los campamentos de la insurreccion en la jurisdiccion de Puerto Princi-
110 | I pe" en AHN, SU, leg. 4933, libro 4, doc. 9 1 .

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ESCLAVOS E INSURGENTES

Cuando los cabecillas de la conspiracion declararon la soberania de Cuba el 10 de


octubre su primer paso fue liberar a sus propios esclavos, a quienes se dirigieron como
ciudadanos, y a quienes extendieron la invitation de unirse a la lucha por la independen-
cia. Pero en el manifiesto revolucionario que trazaba los objetivos del levantamiento, Ces-
pedes solo expresaba un "deseo" de obtener la abolition. Y esta, ademas, seria gradual; se
indemnizaria por ella a los propietarios y no se llevaria a cabo hasta que finalizara la gue-
rra. 38 El autor del Grito de Yara no abolio la esclavitud. Su decision y la de sus correligio-
narios de liberar a los esclavos que poseian fue un acto individual de manumision, algo
habitual en las sociedades esclavistas; no fue al principio la politica formal del movimien-
to. De modo que, en su capacidad politica de lider del nuevo esfuerzo independentista, no
hizo sino el papel de un amo de esclavos, aunque se tratara de un amo liberal, legitimando
por el momento la continuation de la esclavitud mientras que se pronunciaba en favor de
la libertad para su pais. 39
La postura que inicialmente mantuvo el movimiento insurgente respecto a la aboli-
tion reflejaba en parte su caracter reformista. Otros elementos del programa rebelde con-
tenido en el documento del 10 de octubre pueden considerarse limitados y cautos, simi-
lares al programa del Partido Reformista Cubano de los anos anteriores de esa misma
decada. 40 Por poner un caso, el manifiesto de 1868, a la vez que abogaba por la libertad
para todos los hombres, defendia el apoyo exclusivo a la inmigracion blanca por ser "la
unica que nos conviene". 41 Las institutions de caracter liberal mencionadas en el jamas
fueron creadas. De manera que, igual que expresaban su "deseo" de emancipation, hacian
constar su "admiration" por el sufragio universal, a pesar de lo cual ninguna de las dos
cosas fue decretada por el momento. La abolition, aun aceptando que debia ser gradual e
indemnizada, fue pospuesta.
Estas vacilaciones demostraban las contradicciones inherentes a la mision de la elite
que dirigia la guerra durante el primer periodo. Por una parte, el grupo dirigente se nutrio
de una clase de hombres educados, versados en los principios de la Revolution francesa y
convencidos, al menos en teoria, de la justicia de la abolition. Partian del convencimiento
comiin de que no podian propugnar la libertad para ellos y tener esclavizados a sus veci-
nos. Por lo tanto, criticaban a los antiguos patriotas cubanos por no haber visto esta verdad
y por haber contribuido al mantenimiento de la esclavitud en la isla. 42 Pero, al mismo
tiempo, estos lideres pertenecian tambien a una clase tradicional de terratenientes y due-
iios de esclavos, acostumbrada a las ventajas sociales, politicas y economicas que tener
esas posesiones comportaba en una sociedad esclavista. Por consiguiente, tenian que
reconciliar su aversion ideologica a la esclavitud con los habitos personales de dominio y
superioridad que habian adquirido como amos.
Y lo que es mas importante, tenian que hacer compatible la necesidad de atraer tanto
a los esclavos como a los propietarios, porque si los soldados eran necesarios para hacer la
guerra, tambien lo eran los fondos para sufragarla. Tenian que representar a su movimiento
como beneficioso a dos grupos cuyos intereses eran aparentemente irreconciliables. Los

38 "Manifiesto de la Junta Revolucionaria", 10 de oct. 1868, en Pichardo, Documentos, 1: 358-62.


39 Asi lo seiiala Raul Cepero Bonilla, "Azucar y Abolition", en Escritos Historicos, La Habana, Edito-
rial de Ciencias Sociales, pag. 92.
40 Para mas information sobre el partido reformista remitir a Raul Cepero Bonilla, Azucar y Abohcion
y "El siglo (1862-1868)", en Escritos Historicos, pags. 56-69, 177-179.

I,
41 "Manifiesto de la Junta Revolucionaria", 10 de oct., 1868, en Pichardo, Documentos, 1: 358-62.
42 La Revolution, Nueva York, 13 de oct., 1869, archivado junto con AHN, SU, leg. 4933, 2.a parte, libro
4, doc. n.° 88.

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que al principio empunaron las riendas creyeron que la solution a este dilema estaba en la
moderation. Consecuentemente, Cespedes sostenia, en el manifiesto citado, que la mode-
ration del movimiento era lo que le hacia merecer el apoyo de todos los sectores de la
sociedad cubana. El explicito "deseo de obtener la abolition, gradual y con indemnizacio-
nes", viene a ilustrar esa moderation. 43 Al oir esto, los propietarios de esclavos sabian que
por el momento no tenian nada que perder, y que si luego perdian sus esclavos, serian
compensados. Los esclavos, cuya linica promesa de libertad anterior al 10 de octubre
habia dependido o bien de un acto de manumision llevado a cabo por un amo benevolente
o bien de un arriesgado intento de fuga, se enteraban ahora de que la insurrection se habia
puesto en marcha y de que si ganaban los insurgentes todos serian libres.
Estos cautelosos malabarismos, concebidos para hacer que la guerra fiiera posible,
serian pronto aniquilados por ella. Los limitados planes y las cuidadosas estratagemas de
un punado de conspiradores no pudieron determinar el curso de la rebelion una vez inicia-
da. Las autoridades espanolas se dieron cuenta inmediatamente de la brecha que se abria
entre los propositos iniciales de los cabecillas y las acciones llevadas a cabo por los suble-
vados. A las dos semanas del comienzo, el capitan general espanol hacia la siguiente
observation: "No dudo que los impulsadores de la sublevacion de Yara pensarian en algo
limitado... pero el hecho es que al poco de pronunciarse empezaron por quemar ingenios
y llevarse como libres los esclavos, haciendo desde luego la cuestion social y consitando
con su conducta el espiritu de la gente de color". M
Los lideres trataron de frenar los peligros de agitation social que podian desatar sus
declaraciones y de tranquilizar a los hacendados cuyo apoyo buscaban asegurandoles que
sus propiedades, tanto tierras como esclavos, no serian tocadas. Algunos dias despues del
estallido, Cespedes prometio que el ejercito cubano respetaria las vidas y los patrimonios
de todos, y que a todos trataria con la misma consideration. Al mes siguiente fue mas alia
y decreto que cualquier rebelde que robara a los ciudadanos pacificos o se presentase en
las haciendas para llevarse esclavos o incitarlos al levantamiento, seria juzgado y ejecutado
por el gobierno insurrecto. 45
Ni las medidas ni las promesas funcionaron, pues una vez puesto en marcha, el movi-
miento insurgente no resultaba facil de contener. El decreto no logro evitar que las milicias
se llevasen a parte de las negradas ni que estas huyeran para unirse a ellas, sobre todo en
las zonas costeras al sur de Santiago, El Cobre y en Guantanamo. Las cuadrillas entraban
en los cafetales e ingenios y, sin el consentimiento de los duenos, se llevaban para la insu-
rrection a los varones, sentando el precedente de una practica que continuaria a lo largo de
los diez anos de guerra. Por otra parte, las declaraciones rebeldes en pro de la emancipa-
tion tenian por si solas la virtud de atraer a los esclavos y personas libres de color. Su cre-
ciente participation, fuese voluntaria o forzosa, obligo a los jefes a hacer mas por la aboli-
tion, y a hacerlo con mayor premura, de lo que en principio habian previsto. Y a medida
que avanzaban en este sentido, crecia el numero de participantes de color, asegurando con
ello que el problema de la esclavitud siguiera siendo un tema central en la lucha por la
independencia. El progresivo aumento participativo de estos grupos sociales, aunque favo-
rable desde el punto de vista militar, comprometio la position ideologica de la minoria
dirigente.
Los cabecillas pronto comprendieron que la transition de la esclavitud a la libertad
no podia ser pospuesta, e intentaron controlar el proceso tan estrechamente como era posi-

43 "Manifiesto de la Junta Revolucionaria", 10 de oct., 1868, en Pichardo, Documentos, 1: 358-62. Vease


ademas Jorge Ibarra, Aproximaciones a Clio, La Habana, Editorial Ciencias Sociales, 1979, pags. 56-60.
44 El capitan general Lersundi, 24 de oct., 1868, en AHN, SU, leg. 4933, l.a parte, libro 1, doc. n.° 55.
112 | 45 Esta information aparece en ANC, CM, leg. 125, exp. 6.

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ble en medio de una revuelta armada. De modo que, a los tres meses del comienzo de la
guerra, modificaron su postura abolicionista, y concretaron algo mas sus vagas promesas
sobre las indemnizaciones que se recibirian tras la victoria independentista. El primer paso
se dio formalmente el 27 de diciembre de 1868, cuando Cespedes dispuso por decreto que
todos los esclavos de los enemigos de la causa cubana serian considerados libres y sus
duefios no recibirian indemnizaciones; en los casos en que tuvieran amos separatistas y
con el consentimiento de estos se presentasen a las autoridades rebeldes, su libertad iria
acompanada de compensaciones a sus ex propietarios. Mientras tanto, estos duefios se
reservaban la potestad de "prestar" sus esclavos a los insurrectos y, al hacerlo, preservaban
sus derechos de propiedad hasta que la abolicion total fuese decretada oficialmente. En
cambio, los fugitivos que se dirigiesen a las patrullas sublevadas o fuesen capturados por
estas, serian devueltos a sus amos separatistas. 46 A pesar de que muchos historiadores han
considerado que este decreto marca la abolicion de la esclavitud en la joven repiiblica, esta
claro que significo una emancipation muy restringida, accesible unicamente a una minima
parte y, por lo general, solo valida con el consentimiento de los amos. La minoria dirigen-
te, dando muestra de un deseo de aplacar a los de su propia clase, intento de manera agre-
siva controlar la situation legal y los movimientos de los esclavos en las zonas ocupadas.
La nueva constitucion redactada en Guaimaro en abril de 1869 fue mas alia del
decreto de Cespedes cuando declaro que "todos los habitantes de la Republica [eran] ente-
ramente libres". 47 Los efectos potenciales de esta proclama general fueron recortados, no
obstante, en julio del mismo ano, al redactar la Camara de Representantes el Reglamento
de Libertos que exigia a todos los libertos que trabajasen sin compensation. 48 Ese mismo
mes, la Camara modifico la Constitucion de Guaimaro y legislo que "los ciudadanos de la
Republica, sin distincion alguna, estan obligados a prestarle toda clase de servicio confor-
me a sus aptitudes".49 Todas estas regulaciones estuvieron vigentes hasta finales de 1870
cuando, en una circular fechada el 25 de diciembre, Cespedes dio termino a la mano de
obra forzada de los libertos con la justification de que, si bien en 1868 no habian estado
preparados para la libertad, "el transcurso de dos anos ante el espectaculo de nuestras
libertades, [ha sido] suficiente para considerarlos ya regenerados, y franquearles toda la
independencia". Sin embargo, esta libertad tenia ciertas condiciones, ya que el texto conti-
nuaba diciendo que bajo ninguna circunstancia debia permitirseles "permanecer ocio-
sos". 50 Es decir que se seguia controlando las actividades y los movimientos de los liber-
tos.

La postura ambivalente mantenida por la ciipula de la insurrection respecto a la abo-


licion y a la participation esclava en el movimiento independentista se puso de manifiesto
en estos decretos y pronunciamientos formales. Tambien se hizo evidente en la organiza-
tion y en las actividades de las fuerzas rebeldes en los campamentos y campos de batalla.
Los jefes militares querian reclutar a los esclavos para incrementar sus milicias. El
coronel Juan Cancino, por ejemplo, dijo por escrito que planeaba "atraer algunos esclavos
de Manzanillo a nuestras filas ofreciendoles que si toman las armas para combatir el
gobierno espafiol seran libres, puesto que ese mismo gobierno es quien lo ha esclavisa-
do". 51 Su plan para atraerlos tenia la ventaja de identificar a un enemigo comun y, lo que
es mas importante, de dar una imagen de los insurrectos como libertadores benevolos que

46 C. M. Cespedes, Decreto, 27 de die. de 1868, en Pichardo, Documentos, 1: 370-73.


47 Constitucion de Guaimaro, en Pichardo, Documentos, 1: 376-79.
48 "Reglamento de libertos , en Pichardo, Documentos, 1: 38U-5Z.
49 Citado en Cepero Bonilla, Azucar y abolicion , ibia., pag. iu/.
50 C. M. Cespedes, 25 de die. 1870, en Pichardo, Documentos, 1: 388.
51 El coronel Juan Cancino al campamento provisional de Palmas Altas, 30 de die, 1508, en ahin, mj,
113
leg. 4457.

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pondrian fin al gobierno esclavista y liberarian a todos. Por lo tanto, se daba a entender
que entre los libertos debia existir una deuda de gratitud hacia los insurrectos. Es decir que
el mensaje abolicionista que se lanzaba en los campamentos iba mas alia de la ideologia
de este signo: incluia aspectos que respondian al deseo de aumentar el ejercito disponible
y de crear un medio potencial de controlar a los recien liberados, alimentando su gratitud y
sumision a las estructuras rebeldes. El deseo de presentarse a si mismos bajo una imagen
liberadora y de alentar un sentimiento de deuda en los esclavos convertidos en soldados
respondia a un esfuerzo por dirigir y mediatizar el proceso de la emancipation.
Las expresiones "atraer" y "reclutar" a las negradas para la causa eran muy comunes
y, ciertamente, en ambos terminos hay implicito un reconocimiento del arbitrio y la liber-
tad de action de la persona a la que se recluta. Sin embargo, si en algunos casos es posible
que los oficiales aceptasen en los aludidos la capacidad de eleccion, en otros parecian pen-
sar que, siendo esclavos, su presencia en el levantamiento debia darse por hecha. De aqui
que la practica de llevarselos fuera tan frecuente como el enrolamiento. Incluso los propios
insurrectos se referian a este proceso como "forzoso reclutamiento". 52
A pesar del citado edicto prohibiendo la toma de esclavos sin el permiso de sus pro-
pietarios, esta practica se convirtio en norma, particularmente en los alrededores de San-
tiago, El Cobre y Guantanamo. En El Cobre, los hacendados pagaron en vano a Jesus
Perez para que organizase un grupo de voluntarios cuyo fin era proteger sus propiedades
de tales incursiones. El resultado fue que Perez y sus setenta hombres armados acabaron
alistandose, invadiendo haciendas, cogiendo toda clase de viveres y llevandose para la
revolution a los que alii encontraban. 53 Estas invasiones se extendieron por toda la region
y, con o sin la cooperation de los administradores de las fincas, los resultados fiieron los
mismos. En diciembre de 1868, un grupo de 153 sublevados entro en el cafetal de San Fer-
nando, en las afiieras de Guantanamo, y se llevo a 30 esclavos de la dotation. 54 En enero
de 1869, los insurrectos invadieron el ingenio La Santisima Trinidad de Giro, cerca de El
Cobre, donde quemaron los campos de caiia y capturaron a 87 esclavos. Un incontable
niimero de esclavos fueron extraidos de sus fincas de este modo, y los que luego fiieron
atrapados por los espanoles testificaron haber participado en la rebelion contra su volun-
tad, insistiendo en que o bien las tropas, el encargado de la finca o el dueno los habia for-
zado a abandonar su trabajo. De acuerdo con sus testimonios, habian acatado la orden de
dejar las tierras con la misma prontitud con la que antes habian obedecido la de quedarse a
trabajarlas. No eran los unicos en hacer declaraciones por el estilo: casi todos los prisione-
ros que fueron jugados en los tribunales militares espanoles por haber participado en la
sublevacion, intentaban librarse del castigo aludiendo que habian sido arrastrados contra
su voluntad y bajo amenaza de muerte.
Es imposible llegar a saber, en consecuencia, hasta que punto la captation se hizo por
la fuerza o en que medida se trato de una eleccion libre. Si nos consta que, unido a la exis-
tencia de un "reclutamiento forzoso", hubo casos que se sumaron y ayudaron a la causa
voluntariamente. Sin ir mas lejos, el esclavo Pedro de la Torre se presento el mismo en un
campo rebelde proximo a Holguin y expreso "el deseo de sostener la Santa Causa". Segun
testigos, Jose Manuel [Estefert] huyo del cafetal Bello Desierto no solo para participar en

52 Francisco Arredondo, ibid., pag. 97. Vease asimismo Reglamento que ha de observarse en el recluta-
miento para el Ejercito Libertador, Camaguey, Imp. La Libertad, 1869.
53 A. Pirala, ibid. , 1 : 266, 29 1 -93.
54 "Diligencias formadas para averiguar si es cierto que una partida de insurrectos se llevaron junto con los
esclavos de la hacienda San Fernando del Dr. Fernando Pons el negro emancipado nombrado Martin", en ANC,
AP, leg. 57, exp. 18. Petition del E. G. Schmidt, en Los Archivos Nacionales de los Estados Unidos (en citas
114 | I posteriores USNA, R. G. 76, entrada 34 1 , U.S. and Spanish Commission, solicitud n.° 8 1 .

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la insurreccion, sino tambien para presentarse en otras fincas con panfletos insurgentes y
proclamas abolicionistas, intentando "seducir" a otros. 55
Incluso cuando hay constancia de que las cuadrillas invadieran propiedades y cogie-
ran todas o parte de las dotaciones, es conveniente no dejarse llevar por analisis superficia-
les si queremos comprender la naturaleza del contacto y la interaction de soldados y escla-
vos. Por lo general, en estos allanamientos las partidas reunian al grueso de la dotation
para escoger a los mejor dotados fisicamente y, con frecuencia, les daban discursos expli-
cando el significado de la causa que sostenian y su nexo con la abolition. Al principio
algunos jefes militares, deseosos de obtener el apoyo de los terratenientes, trataban de
ejercer una influencia moderadora en dichas arengas. Maximo Gomez y Donato Marmol,
por ejemplo, a cambio de la cooperation recibida de parte de los duenos, prometieron
"decirle en seguida a los esclavos, pintandoles en su lenguaje los insuperables incon-
venientes que tendria para ellos la abolition repentina, y los inmensos beneficios que les
traera la abolition gradual y rapida sin embargo, la abolition ennoblecida y ennoblecedora
por el trabajo, la honradez y el bienestar". 56 No obstante, este mensaje de moderation y
paciencia no era percibido por los esclavos con tanta claridad como el de emancipation,
pues cuando estos luego describian el contenido de tales alocuciones lo que mas destaca-
ban era el mensaje de libertad.
Las autoridades espanolas, que se mantenian al tanto de estos sucesos, informaban de
que los esclavos estaban siendo "forzosamente estraidos" de la fincas cerca de Santiago,
no con las armas ni con amenazas, sino "con enganos y otras promesas" hechas por algu-
nos cabecillas como Donato Marmol. 57 Seguramente se basaban en informaciones como
las que Zacarias Priol, del cafetal de la Esperanza en Ti-Arriba, proporciono al ser interro-
gado y contestar que el, junto a otros mas, fueron llevados a la fuerza. Solo que si analiza-
mos los detalles de su declaration, vemos que el proceso fue algo mas complejo que una
simple extraction forzosa. De acuerdo con su explication, el general Marmol llego a la
plantation, agrupo a unos cuarenta miembros de la dotation y "les hizo jurar por la virgen
de la Caridad que si alcanzaban el triunfo de la insurreccion todos ellos serian libres".
Despues de haber hecho el juramento, le siguieron a Sabanilla donde los sublevados tenian
alrededor de nueve mil hombres. Es decir que, en palabras de Priol, le "siguieron", no
"fueron llevados", y la liberation prometida es lo que precipito su fuga. Por mucho que
Marmol precisara que linicamente el triunfo final les haria libres, esto no podia servirles
de gran consuelo a los duenos que veian reducidas sus negradas, tanto si estas se iban
voluntaria como involuntariamente. 58
No todos los dirigentes rebeldes fueron tan prudentes en lo que decian sobre la inmi-
nente libertad. Al ingenio de San Luis, cercano a Santiago, por ejemplo, llego un pequeno
grupo armado y, con la colaboracion del mayoral, se llevo para la rebelion a parte de los
esclavos. Uno de los escogidos, Eduardo [Norma], fue apresado despues por los espanoles
"con armas en las manos". No es de sorprender que afirmase haber sido arrastrado por la
fuerza, e incluso afiadiese que el y los demas se habian visto obligados a coger las armas
que los insurrectos les ofrecian, "pues no les quedaba otro remedio". Detallo que a cada
uno le habian dado un machete, "los cuales les decian que los afilaran todos los dias tanto

55 El comandante Andres Brisuelos al general Julio Grave de Peralta, 3 de die. 1868, .en AHN, SU, leg.
5837; y "Sumaria instruida contra el negro esclavo Jose Manuel por el delito de insurreccion", febr. 1869, en
ANC, AP, leg. 58, exp. 44.
56 "Alocucion a los hacendados de Cuba de Donato Marmol y Maximo uomez, i 1 de die. ae i»05, reeai-
tado en Bacardi y Moreau, ibid., 79-81.
57 "Expediente instruido sobre la averiguacion y conducta del negro esclavo agregado a este batallon, Juan
de la Cruz (a) Bolivar", en ANC, AP, leg. 62, exp. 32.
58 Vease el testimonio del esclavo Zacarias Priol en ANC, AP, leg. 62, exp. 34. I 115

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para trabajar como para matar patones". Y declaro que se les habia asegurado "que si
mataban a todos los patones de Cuba para que todos fueran libres... entonces no tendrian
que decir ni mi amo ni mi senor". 59 De estos discursos, en los que se les prometia una vida
libre contrastandola con su vivir diario, lo que Eduardo Norma habia retenido no era el
sentido de la paciencia o de la moderation, sino el convencimiento de que sus acciones
presentes, tanto en el trabajo como en la lucha, producirian unas condiciones nuevas, bajo
las cuales no tendria que estar sometido por mas tiempo a esa clase de hombres que hasta
ahora lo habia dominado.
La confusion existente acerca de si los esclavos se unieron motu proprio o no, refleja
la forma dudosa en que los jefes miraban a quienes habian prometido la libertad. ^Se trata
de hombres y mujeres dispuestos a escoger el camino de la independencia? ^O eran sim-
ples siervos de los que se podia disponer, al igual que de otros medios propios, para hacer-
los trabajar en los campos de batalla del mismo modo que en los de cafe o cafia de aziicar?
Los lideres, si bien de alguna manera ideologicamente comprometidos con la emancipa-
tion, se vieron obligados a dirigir y organizar la transition de la esclavitud a la libertad en
las zonas rebeldes. Y en este proceso, revelaron cuanto podian temer de una abolition
incontrolada que habria de incorporar al movimiento armado a los individuos recien libe-
rados. Revelaron ademas lo dificil que era para ellos recibir y aceptar a estos individuos
como soldados o ciudadanos libres.
La mayoria de las veces, a los libertos/esclavos se les asignaron papeles subordina-
dos. 60 Muchos se convirtieron en asistentes de los oficiales con las funciones de un criado:
cocinar, hacerles las camas y lavarles la ropa. 61 A otros se los ponia a hacer trincheras, a
construir casas de campana, hospitales militares y cosas parecidas. 62 Se les armaba con un
machete que utilizaban tanto para las labores agricolas como para combatir. Otras de las
tareas que realizaban en apoyo de las tropas podian incluir desde trabajar en las minas de
sal o en la recoleccion de cafe, hasta hacer zapatos. Casi todos los que testifican haber
sido sacados de las haciendas por las milicias habian de este tipo de tareas. Marcos
[Villastre], de 60 anos de edad y africano de nacimiento, por ejemplo, fue puesto a pelar
platanos por ser "tuerto y viejo". 63
Para los jefes separatistas, fuesen militares o civiles, la emancipation de los esclavos
y su integration en la lucha independentista exigia que estos trabajasen, productiva y
calladamente, en labores subsidiarias. De esta forma, su trabajo proporcionaria una ayuda
material necesaria, a un tiempo que ayudaria a disipar el miedo a la agitation social. Sin
embargo, los esclavos no siempre compartian esta idea de lo que significaba participar en
el levantamiento por la independencia. Pues mientras que los jefes militares que los acep-

59 En ANC, CM, leg. 129, exp. 27.


60 Sobre los papeles asignados a los esclavos en la insurrection vease R. Scott, ibid., en particular pags.
48-49 y 58-59.
61 Vease, por ejemplo, Maximo Gomez, El viejo Edud 6 mi ultimo asistente, La Habana, Instituto Cubano
del Libro, 1972 [\%92\ passim\ y Arredondo, Recuerdos de lasuerra de Cuba, pags. 100, 109.
62 Tambien hay pruebas de que los esclavos incorporados al ejercito estaban organizados en "compaiiias
de libertos" o en "Militias de color". Consultense, por ejemplo, los siguientes documentos cogidos por las tro-
pas espanolas: Jesus M. Figueredo a C. Miguel Figueredo, Salado, 26 de abr., 1869; general Felix Figueredo al
comand. Juan Cortes, 3 de abril, 1869; y comand. Jose Fonseco a [?], Bayamo, 8 de nov., 1868; todos ellos en
AHN, SU, leg. 5837. Aunque ninguno da information concreta sobre estas companias o militias, todos hacen
alusion a su existencia.
I 63 "Criminal contra Don Emilio Rivera, Don Antonio Socarias, negros esclavos Marcos, Pedro, Victor,
I Tomas, Eduardo, el libre Esteban Perez, prisioneros con las armas en las manos", en ANC, CM, leg. 129, exp.
I 27. Para el caso de los esclavos arrastrados de las haciendas por los insurgentes y sometidos a labores de sir-
I vientes, vease ANC, AP, legajos 61-70. Muchos de ellos pasaron a servir al ejercito espanol en trabajos pareci-
116 I I dos. Vease AHN, SU, legs. 4439, 4457, 5837, 5844.

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taban o incluian en sus tropas esperaban tener unos reclutas obedientes y agradecidos, los
esclavos, conscientes de las proclamas sobre la abolition, esperaban hacer valer el comien-
zo de una libertad sin precedentes.

Insurrectos-esclavos

Una vez integrados en las filas de los insurrectos, los esclavos frustraron cons
mente las expectativas de los jefes rebeldes, haciendo que el sistema tradicional de
nes sociales corriera el peligro de ser subvertido. Pues aun cuando los dirigentes l
guian considerando siervos que ahora prestaban sus servicios a la incipiente repu
cubana, algunos de los nuevos libertos empezaban a verse a si mismos como pers
libres comprometidas en una lucha armada. Uno de ellos, Magin, fue objeto de me
disciplinarias por haber molestado dos veces consecutivas a los residentes de Bar
En la segunda ocasion, un oficial le habia ordenado llevar a pie un mensaje para el
otro campamento. Al poco de abandonar su campo, paro en una finca, cogio un cab
autorizacion alguna y "diciendo que hera Jefe y que nadie le podia interrumpir su
to",64 se dirigio hacia Santiago. El hecho de que proclamara con orgullo ser un jefe
de en posesion de su tiempo y sus movimientos, si no con poder sobre otros, hace
en que la insurrection podia ofrecer a los participantes nuevas formas de autoiden
cion. Por lo menos, gracias a ella, Magin tenia un espacio que le permitia afirmar
grado de independencia y movilidad, algo que no habria podido hacer en su antigua
tion de esclavo rural.
Parece ser que la forma mas usual de defender esa nueva movilidad e indepen
era huir de los puestos que se les habia encomendado. Segiin el oficial Joaquin Rie
operaba en las inmediaciones de Santiago, los esclavos ansiosos por eludir sus tare
paban a otros lugares donde estaban convencidos de que dispondrian mejor de su ti
movimientos. Riera se quejaba a Juan Cortes, uno de los jefes civiles de la zona,
algunos se habian dirigido a su campo atraidos por su fama de indulgente. Expres
queja en los siguientes terminos:

... no conviene que usted sea muy credulo con esa clase de gente que se llama libertos ... N
respeto y se creen que pueden marcharse donde les da la gana. Saben ahi se pasa la vida ma
fugan del trabajo marchandose a ese punto.

. . . Usted es bastante ilustrado para comprender que los libertos estan corrompidos y que
prestan oidos estamos completamente perdidos. 65

Habia unas discrepancias claras entre esclavos e insurrectos en torno a cuales d


ser los limites de la nueva libertad y estas diferencias de opinion convirtieron el probl
de la disciplina en un elemento central del discurso insurgente. El Ejercito Libertador
blecio un aparato disciplinario algo parecido al sistema espanol de tribunales mi

64 Angel Ramirez, prefecto de Barajagua, al general Julio Grave de Peralta, 1 de die. de 1868, en
SU, leg. 4439. Encontramos otro caso similar relacionado con una persona de color en "Criminal co
pardo libre Jose Bonifacio Martinez (a) Sere acusado de insurrecto", en ANC, CM, leg. 128, exp. 3. Jo
nez, trabajador agricola, fue arrestado por proclamar publicamente haber sido guardia de los insurgente
dispuesto a regresar al campamento rebelde y amenazar a todo aquel que intentara evitarlo, dando
"Viva Cuba libre!" y "Viva la libertad" todo el tiempo.
65 Joaquin Riera a Juan Cortes en AHN, SU, leg. 4439. La carta no va techada pero todos los aocu
117
archivados junto a ella datan de los dos primeros anos de la guerra.

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Aquellos a quienes se cogia robando, desertando o mostrando poco respeto hacia sus supe-
riores eran sometidos a consejos de guerra, cuyas sentencias parecen haber sido tan estric-
tas, o mas, que las impuestas por sus equivalentes espanoles. 66 A pesar de estar tambien
sujetos a este sistema formal y legal, los esclavos podian recibir otro tipo de castigos. De
hecho, al ser interrogados por las autoridades espanolas, a menudo decian haber sido casti-
gados con los cepos de campana. Y los jefes militares, altamente preocupados por contro-
lar su comportamiento, mencionaban con frecuencia la necesidad de escarmentar piiblica-
mente a los libertos discolos, incluso con "una buena paliza para ejemplo" del resto. 67 De
manera que cuando habia que punir conductas nuevas, propiciadas por las nuevas condi-
ciones, se aplicaban antiguos metodos.
Estas medidas disciplinarias, que sirven de ejemplos de los esfuerzos realizados para
controlar la movilidad de los libertos y la transition a libertad, contribuyeron a producir el
efecto contrario. En cuanto los esclavos vieron que quienes les habian hecho promesas de
libertad buscaban ahora los medios de retrasar su puesta en practica, empezaron a mar-
charse de los campamentos. Los documentos militares espanoles muestran la frecuencia
con la que se trasladaban de un lado a otro de la campina, individualmente o en grupos
pequenos, con el afan de evitar ser capturados por los insurrectos para acabar cayendo en
manos de los espanoles. Por poner un caso, 108 de ellos fueron cogidos en las zonas cafe-
taleras de Oriente en solo cuatro dias. 68 Es decir que la perdida para la rebelion era doble;
no solo se quedaban los insurrectos sin un niimero potencial de soldados y obreros, sino
que estos mismos terminaban beneficiando a las tropas enemigas, que los utilizaban de
acemileros y en papeles "anexos a su condition de esclavo". 69 A mediados de 1 870, el
capitan general de la isla informaba al ministro de Ultramar de que, en una ocasion, 32
esclavos se habian presentado voluntariamente diciendo "unanimes que preferian con
mucho ser esclavos espanoles a mambis libres". 70
Pero lo cierto es que muchos de estos fiigitivos intentaron con la misma energia evitar
los campamentos militares de los espanoles. Algunos constituyeron pequenas comunida-
des de exesclavos o se unieron a las de los palenques formados anteriormente por esclavos
profugos que se habian ocultado en las regiones montanosas fuera del alcance de la planta-
tion y del estado. La relation entre estos grupos de evadidos independientes y el movi-
miento insurreccional hizo patentes las contradicciones que surgieron en las relaciones entre

66 Son ilustrativos los archivos de los consejos de guerra durante los ultimos anos de la guerra, en ANC,
DR, 463/18; 469/15; 577/28; y 577/51.
67 Vease, por ejemplo, "Criminal contra D. Emilio Rivera, y otros" en ANC, CM, leg. 129, exp. 27; gene-
ral Rebustillo a [nombre tachado], Los Cocos [Santiago], 28 de jul. 1869, y carta del Comandante Jose Ruiz al
coronel Jose C. Sanchez, camp, de San Nicolas, 30 de marzo de 1870, ambas en AHN, SU, leg. 4439.
68 "Diario de Operaciones, Regimiento de La Habana N° 6 de Infanteria, ler Batallon", en Servicio Histori-
co Militar (en adelante SHM), Ultramar, Cuban microfilm collection (en citas posteriores CMC), rollo 1. leg. 5.
69 Vease "Expediente del moreno Andres Aguilera" en ANC, AP, leg. 62, exp. 19. Para otros casos de
esclavos que solicitaron la libertad por haber servido a Espana, sus solicitudes se encuentran en ANC, AP, legs.
61-70. Karen Robert, en "Slavery and Freedom in the Ten Years' War, Cuba, 1868-1878", Slavery and Aboli-
tion, 13 (1992): 181-200, proporciona information sobre los servicios realizados por los esclavos en el ejercito
espanol.
70 El capitan general Caballero de Rodas al ministro de Ultramar, 16 de mayo 1870, en AHN, SU, leg.
4933, 2.a parte, libro 5, doc. n.° 99. Subrayado en el original. El termino mambi era el nombre que comunmente
se les daba a los insurrectos. Algunos lo han interpretado literalmente como la cria de un mono y un buitre; para
otros no es sino el nombre que los indios daban a los que se opusieron a los primeros conquistadores espanoles.
Aunque pudo empezar a utilizarse referido a los insurgentes con un sentido peyorativo, lo cierto es que, segun
indican las fuentes, estos llegaron a usarlo con orgullo para referirse a si mismos. Vease Miguel Barnet, Bio-
grafia de un cimarron, La Habana, Ciencias Sociales, 1986, pag. 169; Antonio Rosal Vazquez, En la mani-
gua, diario de mi cautiverio, Madrid, 1876, pag. 248. Y Fernando Ortiz, "Un afrocubanismo: el vocablo
118 I I mambi", en Etnia y sociedad, La Habana, Editorial Ciencias Sociales, 1993, pags. 102-103.

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esclavos e insurrectos de manera mas general. En el decreto de diciembre de 1868, Cespe-
des habia otorgado la libertad a los apalencados dandoles el derecho a unirse a los suble-
vados y vivir con ellos o, si lo preferian, a quedarse en sus comunidades, "reconociendo y
acatando el gobierno de la revolution". 71 No obstante, en la practica, el contacto entre
estos transfugas y los oficiales militares era muy tenso.
Los primeros, que se identificaban con el santo y sena de "cubanos" cuando se les
daba el "alto, ^quien va?", se mostraban a menudo dispuestos a ayudar a los segundos
comunicandoles detalles relacionados con el trafico clandestino que mantenian con otras
naciones caribenas o proporcionandoles information sobre el emplazamiento de las tropas
enemigas. 72 El insurrecto Castulo Martinez, rememorando sus encuentros con un palenque
rebelde, nos ofrece una vivida description de ese intercambio. Los apalencados habian
establecido su campo en un claro del monte, donde levantaron un altar con ramas en lo
alto del cual colocaron una cabra disecada. Era, segun interpretaba, el matiabo del campo,
"el dios protector del campamento", y el elemento mas importante en los rituales de esta
comunidad. A continuation describe como los acampados daban vueltas al altar cantando
en un dialecto africano, hasta que una de las mujeres sintio que un santo surgia de su inte-
rior y cayo al suelo temblando. Entonces el jefe del grupo le coloco la mano en la cabeza y
le pregunto donde se encontraban los espanoles. Ella respondio repitiendo las palabras que
le decia el santo. Los que habian tenido la oportunidad de presenciar estas ceremonias
hablaban de ellas con miedo, convencidos de que la cabra estaba salpicada de sangre
humana y de que contenia cenizas de los cuerpos humanos que los apalencados habian
quemado. 73
Los jefes militares, sabedores de su existencia, preferian que los palenques colabora-
ran con ellos antes que con los espanoles. Albergaban ademas la esperanza de que, inician-
dolos en la lucha independentista, lograrian inculcarles las costumbres propias de un siste-
ma republicano. Asi que fueron mostrando cada vez mayor intolerancia frente a lo que
para ellos era una falta constante de disciplina en estas comunidades de fugitivos. Un ofi-
cial cuenta que eran "dados a la cantinela. . . mas que a montar guardias y a pelear; y llega-
ron a convertirse en una plaga tan fiinesta y peligrosa" que los jefes insurrectos se vieron
pronto obligados a capturar a sus cabecillas y juzgarlos sumaria y piiblicamente en tribu-
nales militares. Anadia que eran "cazados a viva fuerza para traerlos a prestar servicios a
la repiiblica, ya que de miseros esclavos habian pasado a ser ciudadanos libres". 74 Su testi-
monio refleja perfectamente la naturaleza de la relation entre el separatista bianco y el
esclavo negro. El primero se veia a si mismo con el orgullo de un liberador que habia con-
vertido a unos simples esclavos en "ciudadanos, en patriotas, y en soldados de la
libertad". 75 Al mismo tiempo, la idea que se formaba del segundo como ciudadano era
algo particular: alguien a quien, dada su situation, se podia cazar y de cuyo trabajo, por lo
general, todavia podia apropiarse uno para contribuir al nacimiento de una nation.
Felix Figueredo, jefe insurrecto de la region de El Cobre, nos presenta otro buen
ejemplo de este tipo de contradicciones. Al explicar sus motivos para unirse a la insurrec-

71 C. M. Cespedes, Decreto, 28 de die. 1868, en Pichardo, Documentos, 1: 370-73.


72 Fernando Ortiz, La secta Conga de los matiabos de Cuba, Ciudad de Mejico, UN AM, 1956, pags. 317-
318, cita a Castulo Martinez, La Discusion, La Habana, 13 de agosto 1903. Para mas information sobre los
palenques y el trafico de armas entre los insurrectos y Haiti, Jamaica y Santo Domingo, vease Donna Wolf,
The Caribbean People of Color and the Cuban Independence Movement, Tesis doctoral, Universidad de Pitts-
burgh, 1973, pags. 77-78.
73 F. Ortiz. ibid..nkzs. 317-20.
74 Cita de Ramon Roa en F. Ortiz, ibid., pags. 318-319.
75 "10 de Octubre", en La Revolution, Nueva York, 13 de oct. 1869, adjunto a AHN, SU, leg. 4933, 2.*
119
parte, libro 4, doc. n.° 88.

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cion, da por encima de cualquier otra razon su fe en el abolicionismo, "porque a ella le
arrastraba la idea de la libertad de todos los esclavos". 76 Como otros dirigentes, sentia un
compromiso profundo con la abolition y trataba, al menos en teoria, de ser consecuente
con ese sentimiento en su gestion diaria al servicio de la repiiblica rebelde. En febrero de
1 869, escribio al general Julio Grave de Peralta en Holguin para expresarle su preocupa-
cion porque algunas libertas estaban siendo retenidas sin necesidad en la finca de San
Juan, propiedad de Ursula Palacios, y en otras haciendas de la zona. Exponia que no solo
eran innecesarias alii sino que el hecho de retenerlas "podia hacerles pensar que seguian
siendo esclavas" como era el caso de cuatro varones negros que mantenian en la planta-
tion. Figueredo solicitaba permiso para trasladar a todos a otro campamento "para que
pierd[ieran] la costumbre de decir mi amo>\ 77 Le preocupaba no solo que pudiesen creerse
equivocadamente esclavizadas sino tambien que continuaran poniendo en practica costum-
bres de la esclavitud. Desde su punto de vista, y el de otros en su misma position, conver-
tir a los esclavos en personas libres, igual que convertirlos en ciudadanos, exigia dirigir sus
movimientos y controlar sus costumbres. Conviene decir que incluso en esta ocasion dejo
tras de si a uno para que sirviera a la familia propietaria de San Juan.
Algunos jefes aspiraban a cambiar los habitos discursivos tanto de las negradas reclu-
tadas en sus filas como de los soldados libres y de sus propios colegas. Se decia, por ejem-
plo, que Chicho Valdes, un lider del movimiento en Puerto Principe, insistia en la elimina-
tion de cualquier muestra de devotion religiosa del discurso rebelde. Por lo que cuenta un
secretario que abandono su campamento, Valdes elimino el termino "Dios" de la formula
final tradicionalmente utilizada en la correspondencia: "Dios, Patria y Libertad". Tambien
llego a borrar el adjetivo "Santo" de todos los nombres propios, de manera que la hacienda
de San Jose paso a llamarse Jose, e incluso se referia a su correligionario Julio Sanguily
como "Guili". 78
Pero estas tentativas para integrar los convencionalismos del liberalismo en las practi-
cas discursivas de los insurrectos cubanos eran intrinsecamente distintas a las que se reali-
zaban para modificar el comportamiento de los esclavos rebeldes. Tanto en el caso de los
apalencados, a los cuales se buscaba, juzgaba y en ocasiones se ejecutaba, como en el de
los otros, a quienes llevaban a la fuerza de un puesto a otro y castigaban, la forma en que
intentaron dominar a los recien reclutados no respondia a un simple ejercicio de autoridad
sobre nuevos soldados, sino al caracter particular de la relation entre amos vestidos de ofi-
ciales y esclavos convertidos en ciudadanos. La pugna a la hora de definir los minimos o
los maximos de esa nueva libertad, limitada y ambigua, no se reducia solo a cuestiones
como el tiempo, la movilidad y el trabajo de los individuos esclavizados, era tambien una
batalla sobre los simbolos de la esclavitud, de la libertad y de la nueva nation. Para la
ciipula del movimiento no era suficiente que los apalencados, ahora libres, ayudaran a la
republica en armas, debian ademas asumir las costumbres de hombres libres en un estado
libre, y desde luego entre ellas no se incluian unos rituales que se consideraban africanos y
salvajes. Para Felix Figueredo, la designation "mi amo" era igualmente inadecuada en una
republica independiente y civilizada.

76 Citado en A. Pirala, ibid., 1: 287.


77 Carta de Felix Figueredo al general Julio Grave de Peralta, San Juan, 1 1 de tebr. 1869, en AHN, bU,
leg. 5837.
78 A. Pirala, ibid., 1: 635-36. Manuel de Jesus (Chicho) Valdes y Urra fue alumno de Jose de la Luz y
Caballero y participo en la conspiracion de Narciso Lopez en 1851. En el periodo anterior al estallido de la
rebelion formo parte de la Junta Revolucionaria Cubana de Emigration de Nueva York. A uno de sus hijos le
llamo Hatuey, nombre del ultimo jefe indio que sucumbio al dominio espanol. Murio en 1871 en su granja de
San Jose por causa de unas fiebres. I 121

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ClUDADANOS-ESCLAVOS

Un estudio de la terminologia aplicada a cuestiones de caracter nacional, racial o


politico en la documentation rebelde, publica e interna, revela como los propios lideres
fiieron elaborando una interpretation de la condition esclava y de la identidad cubana en
el transcurso de la guerra. Utilizaban elementos de un discurso emergente de igualdad
racial, un discurso en el que se reconocia explicitamente como cubanos no solo a los crio-
llos blancos sino tambien a los esclavos y personas de color libres. Una proclama publica-
da en La Habana declaraba: "Cada Cubano (bianco o negro; pues todos somos iguales)...
Todos, sin distincion de color, de edad, o de sexo, pueden servir... a su Patria y a la Liber-
tad". 79 De este modo las declaraciones oficiales hacian sistematica referencia a la igualdad
de los cubanos, blancos y negros.
No obstante, lo cierto es que esas declaraciones estaban matizadas por la idea de que
a cada grupo le correspondia el tratamiento de "cubano" en un grado distinto. Un articulo
aparecido en un periodico separatista editado en el exilio, que circulaba en la isla de mane-
ra clandestina, nos ofrece un buen ejemplo al respecto. Decia asi: "todos los hombres son
nuestros hermanos, cualquiera que sea el color de su tez, cualquiera que sea la raza a la
que pertenezca... La libertad para todos los hombres, de todas las razas, de todos los pue-
blos, en todos los climas!". Su autor, que hacia a continuation referencia a los derechos y
meritos de los cubanos, escribia: "el esclavo quedo convertido en ciudadano... se puso a
nuestro lado y empuiio valientemente para conquistar los derechos que se le prometian...
El cubano, al despojarse de su propiedad, demostro al mundo su amor a la libertad...". 80
Un examen atento de estas manifestaciones piiblicas deja ver que seguian funcionando dis-
tinciones de grupo: por un lado "nosotros" o los patriotas blancos, por el otro, "ellos" o las
autoridades espaiiolas y en algun lugar intermedio, como aliados o discipulos, los escla-
vos, que continuaban siendo "otros" y no totalmente "cubanos". Chicho Valdes presenta
esa diferenciacion de manera mas obvia aiin. En una carta dirigida a un correligionario
suyo proclamaba: "Viva la union de cubanos, espanoles y africanos!". 81 Y en los mismos
terminos expresaba un periodico independentista la justicia del abolicionismo cuando
publicaba: "...no seria justa la causa de los cubanos si pidieramos libertad para nosotros y
la negamos al pobre africano o a su hijo". 82 Todos estos autores ponian de manifiesto que
tanto para ellos como para sus lectores "el cubano" era, al menos implicitamente, un amo
benevolente dispuesto a renunciar a su propiedad por su nation. Y el esclavo, aunque
ahora libre, todavia no era cubano.
La contraposition entre el separatista, a quien se identificaba con un bianco o criollo,
y el descendiente africano era corriente en el discurso nacionalista fuese a quien fuese diri-
gido. El parrafo que cito a continuation, extraido de un folleto propagandistico dirigido a
las dotaciones rurales, viene a ilustrar el proceso de conceptualization de la identidad
cubana y esclava:

Los negros son los mismos que los blancos.


Los blancos no son esclavos ni trabajan para los negros. Los negros no deben tampoco ser esclavos
ni trabajar para los blancos.

79 Proclama del Comite Republicano, La Habana, 10 de julio 1870, en AHN, SU, leg. 6087. Se guarda
I otro original en leg. 4933, 2.a parte, libro 5, doc. n.° 3.
I 80 "10 de Octubre", en La Revolution, Nueva York, 13 de oct. 1869, en AHN, SU, leg. 4933, 2.a parte,
I libro 4, doc. n.° 88.
I 81 Carta de Chicho Valdes a C. Esteban Estrada, enero de 1869, editada en Bacardi, ibid., 4: 85.
122
I 82 Boletin de la Revolution, 3 1 de die. 1868, citado en Cepero Bonilla, "Azucar", pag. 99.

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Los cubanos quieren que los negros sean libres.
Los espanoles quieren que los negros sigan siendo esclavos.
Los cubanos estan peleando contra los espanoles.
Los negros que tienen verguenza deben ir a pelear junto con los cubanos.
Los espanoles quieren matar a los cubanos para que los negros nunca sean libres.
Los negros no son bobos, tienen el corazon grande y pelean juntos con los cubanos.

Si a los ingenios no se les da candela, se hace la zafra, el dinero de la zafra se lo cojen los espanoles
y entonces los espanoles mandan muchisimos soldados con muchos fusiles y canones para matar a
los cubanos y los negros se quedan esclavos para siempre.
Ya llego la hora de pelear. Es mejor estar en el monte peleando junto a los cubanos para que todos
los hombres, lo mismo los negros que los cubanos, sean libres, que estar trabajando como escla-
vos. 83

Este documento, escrito en un lenguaje sencillo que identificaba a aquellos a quienes iba
dirigido simplemente como "los negros", 84 dejaba sentado a sus lectores el compromiso
de los sublevados con la abolition. Sin embargo, al mismo tiempo que su autor manifesta-
ba una firme conviction en la igualdad de todas las personas, su formulation establecia
unas barreras conceptuales entre dos grupos: uno, el "cubano" y otro, el "negro", que no
era exactamente el mismo que el cubano.
Esa tension constante en torno a una conception de la nacionalidad que podia presen-
tarse como incluyente o excluyente a la vez, es asimismo evidente en la correspondencia
interna del movimiento. Las cartas entre oficiales y/o civiles locales no suelen contener
largos discursos sobre la libertad y la igualdad, por el contrario, es muy probable que
vayan acompanadas de peticiones de ropa y alimentos para los soldados. Lo que si inclu-
yen a menudo es indicaciones taquigraficas de como los insurrectos y sus aliados marca-
ban lineas divisorias de unos grupos con otros. Me refiero a indicadores como el del trato
de ciudadano. Aunque es imposible saber el significado que daban en realidad al termino,
no cabe duda de que lo utilizaban con frecuencia a modo de aposicion en sus documentos
formales e informales. De forma que cuando en ellos aparecen nombres de participates
van normalmente precedidos de esta palabra, de su abreviatura c. o de c.c. (ciudadano
cubano), incluso tratandose de desertores del Ejercito o prefectures. 85
Si es cierto que la palabra ciudadano, o su abreviatura, era una formula convencional
en la correspondencia de los rebeldes, tambien parece ser que hacian un uso muy modera-
do de ella cuando se referian a los esclavos u otros insurrectos de color. En un diario de
campana en el que se describe el asalto del 6 de abril de 1870 al ingenio de Santa Ana, el
autor informal "se pusieron a mis ordenes voluntariamente los c.c. Mariano Santoyo,
Andres Obregon, Rafael Hidalgo, Nicolas Hidalgo y tres morenos esclavos". 86 Pese a que
las comunicaciones oficiales, escritas por los superiores o sus representantes, aseguraban
que el movimiento por la independencia habia convertido a todos los individuos en ciuda-
danos, en los papeles rutinarios no siempre se les concedia este tratamiento, al menos en

83 Proclama de la Junta Libertadora de Color, Imp. del Negro Laborante, La Habana, 1 de oct. 1869, en
AHN, SU, leg. 4933, 2.a parte, libro 4, doc. n.° 96.
84 Esta forma de referirse a los esclavos simplemente como a los negros o los negros de la dotacion es
frecuente en los documentos de la epoca.
85 Veanse, por ejemplo, las cartas de los rebeldes capturados que se encuentran en AHN, SU, leg. 4438.
86 Division de Sancti Spiritus, Diario de Operaciones del Escuadron, desde el 10 de abril de 1870, en
ANC, Fondo Adquisiciones (en citas posteriores FA), leg. 101, exp. 38. I 123

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un principio. En ocasiones, podia ser que algiin insurgente los identificase como "ciudada-
nos libertos" o "morenos c." pero, por lo general, el tipo de distinciones que establece
Francisco Arredondo y Miranda al decir "algunas patriotas y varios negros" eran igual-
mente comunes, si no mas, durante los primeros anos de guerra. 87 No es que estos ejem-
plos de denomination selectiva sean indicios de un programa formal del movimiento, sino
que combinados con las proclamas rebeldes acerca de la igualdad y la nacionalidad cubana
indican que los limites que circunscribian las identidades raciales y nacionales estaban
siendo modificados y que el significado de categorias como "cubano" y "ciudadano" esta-
ba en pleno proceso de transition.
Es verdad que habia un choque entre las declaraciones teoricas y una practica que
negaba a los libertos el control de su propio trabajo y movilidad. El choque era notable
incluso si contrastamos esas manifestaciones con un discurso menos formal que revela
hasta que punto algunos lideres seguian resistiendose a considerar cubanos o compatriotas
a los esclavos. Sin embargo, conviene recordar que tanto estos ultimos como las personas
de color libres tuvieron un contacto frecuente con el discurso separatista y, aun dada su
ambigiiedad y limitaciones en cuestiones como la abolition y la igualdad racial, esto es
importante. Pues junto a esa minoria dirigente que introdujo el termino "ciudadano" para,
despues, reservar en la practica cotidiana su aplicacion a un grupo escogido, habia otros
que pudieron oirlo, aprenderlo y redefinir su uso.
Emeterio Palacios, un tabaquero negro libre de la ciudad de Santiago, experimento
ese aprendizaje. Al principio de la rebelion esta ciudad bullia de rumores sobre los espa-
noles y las tropas sublevadas. Desde las afueras de Santiago los habitantes podian ver la
bandera cubana de la insurrection ondear en lo alto de las montanas vecinas para guiar
hacia los campamentos a los posibles reclutas. De manera que, sin ser el escenario mismo
de la batalla, la ciudad (con un 40 % de personas de color libres) estaba muy consciente de
la proximidad del levantamiento y se vio abierta al debate de una "Cuba libre". 88 A los
pocos dias del estallido, Palacios fue detenido por los espanoles, que sospechaban de el
por haber recibido informes de que se le habia visto "conferenciando muy en secreto con
otras personas de su misma clase". Curiosamente, lo que provoco su arresto no fiieron esas
supuestas reuniones, sobre las cuales no constaba ninguna prueba en su hoja de archivo,
sino un incidente muy concreto en un cafe local donde habia parado a un hombre bianco,
D. Jose Gilli, y poniendole la mano en el hombro "con gesticulaciones y ademanes muy
significativas" le habia dicho: "que hay, ciudadanito, ya es hora, ojo, ya es hora". 89 En el
interrogatorio, Palacios nego haber pronunciado dichas palabras, y, por supuesto, nego
tambien haber tenido conexion alguna con el movimiento.
Fuese cierta o no, la acusacion en si misma muestra algunos de los efectos de la
sublevacion en la conducta de los individuos a quienes afecto. En el caso de que creamos a
Palacios, los significativo es que sus acusadores veian verosimil ese tipo de comporta-
miento en una persona negra en medio de los acontecimientos que estaban sucediendo; les

87 La referenda a "ciudadanos libertos" (o su abreviatura "C.s") se encuentra en el informe de "El coronel


Lino Perez haciendo constar que los libertos Ramon Bravo y Bonifacio Carre quedan bajo las facultades de Jose
M. Quesada [8 de mayo de 1870]" en ANC, FA, leg. 101, exp. 44. La referencia "moreno C." aparece en la
carta de Rafael Boster al capitan de Auras, 27 de die. 1868, en AHN, SU, leg. 5837. La ultima cita esta sacada
de Arredondo, Recuerdos, pag. 54.
88 Para mas informacion sobre la poblacion de color de Santiago vease Rafael Duharte Jimenez, El negro
de la sociedad colonial, Santiago de Cuba, Editorial Oriente, 1988, pags. 91-115. En relation a la vida en la
ciudad de Santiago durante los primeros anos de la insurreccion, tiene particular interes la obra de Bacardi,
ibid., vol. A, passim.
89 La description de este incidente esta recogida en "Sumaria contra el moreno libre Emetrio Palacios por
124 I sospechas de hallarse en relaciones con los sublevados", en ANC, CM, leg. 128, exp. 6.

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parecia razonable asegurar que un trabajador negro libre pudiera utilizar ciertos elementos
del discurso rebelde. Es mas, asumian que los testigos de la acusacion compartirian un
sentimiento comun: que esa forma de comportarse suponia una amenaza para el orden
publico.
Por el contrario, si aceptamos la version de sus acusadores y decidimos que las pala-
bras atribuidas a Palacios eran ciertas, lo relevante no es solo el hecho de que emplease el
trato de "ciudadano", sino el contexto concreto en que lo hizo: uso la palabra en un tono
familiar con un hombre bianco, respetable vecino de la ciudad, colocandole la mano en el
hombro. Un intercambio de este tipo habria representado una cierta nivelacion. El termino
"ciudadano" habia sido acunado teoricamente para los cubanos simpatizantes de la causa,
y cuando la elite separatista decidio conceder esta designation a los negros, celebro su
propia generosidad. Pero aqui habia un trabajador negro que lo utilizaba para dirigirse
de manera informal a un criollo bianco. El mayor sarcasmo era que ademas de negarle el
preceptivo don y tratarlo como a un igual, le aplicaba el diminutivo ciudadanito, con la
misma actitud que las personas de otra raza cuando dicen negrito.
Si las implications politicas que tuvo el hecho de que una minoria dirigente se con-
virtiera en paladin de la ciudadania de sus compatriotas negros fueron indudablemente
importantes, fue mas relevante y revolucionario desde el punto de vista politico que la pro-
pia poblacion de color, esclava y libre, hiciera valer esas reivindicaciones de fraternidad y
ciudadania.
Los lideres de la rebelion podian reconocer en teoria lo que negaron en la practica.
Sin embargo, no podemos ignorar numerosos testimonios que indican que las personas de
color aprehendieron el mensaje de libertad e igualdad de un discurso nuevo a sus oidos, y
demostraron su deseo de convertirlo en realidad. Por consiguiente, aunque se diera el caso
de que un superior bianco hablase de "hermanos carnales" para referirse a las personas de
color, lo cierto es que estas tenian la oportunidad de hacer suyas esas afirmaciones de
igualdad y hermandad. 90 Y algunas de las que asi lo hicieron, ademas, pudieron convertir-
se a su vez en lideres insurgentes cuando la guerra progreso. Esto explica que un insurrec-
to negro llamado Guerra, teniente coronel ya en 1873, tratara de hermano a un oficial
espanol al que tenia prisionero, insistiendo de hecho en que "toito somo hermano". 91 O
que el coronel negro Cecilio Gonzalez, interpretando lo que era mejor para la patria Cuba,
se refiriese a otros oficiales de su misma raza no solo como oficiales sino tambien como
"conciudadanos". 92 Y que en 1878, al aceptarse formalmente una paz sin abolicion ni
independencia, fuera Antonio Maceo el que capitanease el llamamiento de los insurgentes
negros y blancos a continuar la sublevacion.
Las personas de color, ya fueran cabecillas o seguidores, demostraron estar familiari-
zadas con el discurso rebelde y dispuestas a utilizarlo. Mas aiin, poco a poco fueron ana-
diendo a aquellos aspectos que garantizaban la abolicion y la libertad formal otros elemen-
tos ligados a las ideas de ciudadania y de lo cubano. La incorporation de este amplio grupo
social al movimiento armado por la independencia fue acompanada de una iniciacion, qui-
zas mas gradual, al discurso y la ideologia del separatismo cubano. En este proceso inicia-
dor, los cubanos de color fueron receptores activos que utilizaron ese discurso para hacer
valer su legitimo derecho a la ciudadania cubana, con todo lo que ello comportaba.

Traduccion de M. Ferrandis Garrayo

90 Se dice que Manuel Quesada, general en Puerto Principe, se referia a los negros como hermanos carna-
les. Vease A. Pirala, ibid., 1 : 637.
91 Rosal Vazquez, ibid., pigs. 13-18.
92 Carta de Cecilio Gonzalez a hudora, 26 de enero 18/b, en ahin, bu, leg. 4VJ0, i. pane, noro id, aoc.
n.°51. I | 125

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