Ficha de Cátedra-Aristóteles - Filosofía Del Hombre 2021
Ficha de Cátedra-Aristóteles - Filosofía Del Hombre 2021
Ficha de Cátedra-Aristóteles - Filosofía Del Hombre 2021
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Metafísica, como su nombre lo dice, es aquel saber universal que va más allá (meta) de
lo físico pues no es un conocimiento parcial de la realidad. Aunque, no por ello se
desentiende de ésta ya que, justamente, le confiere la posibilidad de ser.
Por otro lado, la necesidad de una ciencia de esta índole viene determinada por la
necesidad de estudiar, no una parte del ser, sino todo el ser, pero, bien entendido, el ser
como ser, el ser en general. Este ser conviene analógicamente a todas las cosas que son,
pero justamente por esta universal conveniencia deben distinguirse rigurosamente sus
especies a fin de no convertir la filosofía primera en la ciencia única. La Metafísica no es
la ciencia única, sino la primera, la ciencia de las primeras causas y principios o, en otras
palabras, la ciencia de lo que verdaderamente es en todo ser. Por eso la filosofía primera
es el saber de aquello a partir de lo cual toda cosa recibe su ser y el saber del último fin a
que el ser tiende.
En tal caso, la Metafísica estudia el origen, fundamento o principio [arjé] de "lo
que es" [tò tí esti] y llama a éste "lo ente en cuanto ente" o "lo ente en cuanto es" [tò òn
e ón], a saber, el mismísimo "ser". Es decir, el ser es lo que comparten todos los entes.
En cada caso concreto, un "esto determinado" [tóde ti], aquel ente, es o tiene la capacidad
de ser gracias a cierta esencia singular que Aristóteles llama ousía3, trasliterado al latín
como substantia, y que en la modernidad deviene "sujeto" –aquel soporte del cual se
predican ciertas propiedades o cualidades. Una vez más, todo ente posee una ousía; cada
ousía expresa esa posibilidad de ser, sin ella no habría ente. Entonces, cuando hablamos
del ser nos referimos al principio que reside en cada ente4; cuando hablamos de ousía nos
referimos a ese principio de forma concreta. Pero la ousía no es otra cosa que "lo que
hace que esa cosa sea lo que es" (por sí misma), más allá de sus cualidades o propiedades
–accidentes los llama Aristóteles–.
Por ende, la ousía no representa aspectos del ente que pudieran obviarse para
definirlo. La ousía es lo imprescindible de éste, de ella se predican todos sus modos de
ser. Por lo que Aristóteles sostiene que todo ente o "todo lo que es" se puede expresar en
ciertas "categorías", que la fundamental es la ousía (o sustancia) y que luego hay otras
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Ousía es un término que emplea el filósofo para referirse a "lo que es" y que se relaciona con el verbo
"ser" [einai]. Como señala Frede, (1992: 80) el término ya fue usado por Platón, sus seguidores y otros
filósofos, pero Aristóteles lo reviste de un sentido particular y se diferencia de éstos. Encontramos un
amplio desarrollo de su sentido en los libros VII, VIII y IX (Zeta, Eta y Theta) de la Metafísica.
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Según Alfonso Gómez-Lobo hay que tener presente que el objeto de la Metafísica es universal, o sea, que
Aristóteles no se refería únicamente a los objetos que existen físicamente. Lo ente es "lo que es" en todas
sus formas, inclusive aquellas que proceden de la razón o que tienen una naturaleza que excede el plano
sensible. (Cf. 1996: 311)
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(los accidentes) que dependen de ésta como la cualidad, cantidad, relación, lugar, tiempo,
posición, posesión, hacer y padecer. Estas categorías mutan en el ente y no lo determinan
en su esencia. Aristóteles entendió, precisamente, que la ousía posee ese sentido de
hypokeímenon, sustrato. Esto significa que la misma es lo que subyace a todo ente pero
en tanto y en cuanto sí mismo.
Por lo tanto, la ousía es lo propio de ese ente en tanto cosa, su fundamento último
y esencia –he aquí un dato relevante de su teoría. La ousía es lo que el ente "llega a ser".
No olvidemos esta frase que será fundamental para nuestra forma de entender al sujeto.
Aristóteles considera que la esencia de lo que es no reside netamente en la causa,
independientemente de su efecto. Incluso sostiene que especialmente en los seres vivos
como el humano, su esencia resulta de un proceso de realización; hay un sentido
teleológico, una finalidad. En el acto, nuestro llegar a ser, se encuentra la esencia
determinada de cada ente –en este sentido podemos decir que el pensamiento de
Aristóteles es muy concreto–.
Entender las cosas es, para Aristóteles, ver lo que las cosas son. Este ser (cosa),
que para Platón era mero reflejo, es, en cambio, para Aristóteles, una realidad; la cosa es
substancia de la que se enuncian las propiedades o accidentes. La substancia es en este
caso lo individual, la auténtica existencia.5 La substancia es primordialmente aquello que
existe (de modo físico o no), mas lo que existe lo hace en virtud de algo que constituye
su esencia. Decir algo de la substancia, del substrato, es definirlo; de la substancia se
predica la esencia, –aquello que la existencia es, aquello en que consiste, su "qué" o
quiddidad– y el accidente –lo que es, pero de modo contingente–. La esencia se halla en
la substancia, porque es aquello que hace de la substancia un "qué", un "algo que es", un
objeto susceptible de ser conocido. Así, la Metafísica es, en rigor, no la ciencia del ser,
sino la ciencia de aquello que hace que las cosas sean; el ser o esencia de las cosas, lo que
hay en ellas de universal.
Esta primera aproximación a la Metafísica de Aristóteles y el sentido primordial
de la ousía, nos brindará ciertas directrices para comprender a qué apuntan otros filósofos
que abordaremos, y las discusiones que emprenden acerca del sentido mismo de sujeto y
su razón de ser. Prontamente nos haremos eco de estas líneas en el marco de un debate
vigente y acuciante que la asignatura pretende darse para deconstruir la subjetividad y su
objeto.
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Téngase en mente que la diferencia entre la esencia de lo que es y las modalidades de su existencia es un
asunto propio de la filosofía medieval, discutido explícitamente por ésta.
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2. Unas palabras sobre la Política y el puesto del hombre en ella.
Con todo, otras son también las razones por las cuales este filósofo es un
representante fundacional de la filosofía y demás disciplinas. En esta asignatura
retomamos, por ejemplo, su libro Politeia para acercarnos a una manera de comprender
al ser humano en tanto ciudadano. Su lectura del "hombre" como animal político o cívico
[zoon politikón] nos ofrece la posibilidad de interpretarnos como seres sociales en el
marco de una comunidad políticamente organizada. Este modelo vendrá de la mano de
un cúmulo de críticas que pueden hacerse a su manera de restringir el ámbito público de
la vida [bios] y los roles que en ella ejercemos cada una/o de nosotros. Pues bien, para el
filósofo son unos pocos los que efectivamente pueden considerarse "ciudadanos".
Incluso, la división de estos roles viene justificada por un "origen natural" que dispone a
qué labor estamos predestinadas/os.
Diversos son los motivos a recuperar y cuestionar cuando se atiende a su
posicionamiento político. No obstante, no debe perderse de vista el período en el cual se
gestan sus ideas, su condición de extranjero en la antigua Atenas, a qué modelo político
y forma de organización se contraponía, y especialmente su rol de formador. En la
propuesta del autor la polis asume un papel fundamental y en torno a ella se define la
existencia y tarea de cada una/o de sus integrantes, sea cumpliendo una función
protagónica o subordinándose a sus necesidades.
La polis recupera una modalidad concentrada y autónoma de la sociedad, que
estaba ya en decadencia pero que Aristóteles prefirió frente a la magnitud y el domino del
imperio. Encontramos, de esta manera, la defensa de una organización comunitaria,
autárquica. De esta forma, en la noción de autarkeia yace una reminiscencia a la ousía,
pues alude a la idea de un fin en sí misma. La polis ofrece una vida "digna de ser vivida"
y autonomía para ejercer la soberanía.
Así mismo, el esquema filosófico de la Política en Aristóteles representa no sólo la
idea de una organización comunitaria sino de un estado natural, propio del hombre. Esa
“naturaleza” es el bios (vida política/vida pública) y la zoé (vida reproductiva u orgánica).
En este sentido, la razón por la cual Aristóteles asocia la naturaleza con la vida política,
es la libertad y un origen constitutivamente social del individuo. La libertad vinculada o
localizada en la esfera de lo social, nos indica el anclaje en un origen eminentemente (y
por naturaleza) “entre otros” (Arendt, 2008:43). Pues la libertad en la esfera política está
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caracterizada no sólo por las funciones “públicas” de los hombres que participan en un
espacio compartido, sino también por la organización doméstica privada y necesaria en
la construcción de funciones que hacen a un “todo”; es decir, que organizan una sociedad.
No obstante, el ser político para Aristóteles funda un elemento sin precedentes: el
logos vinculado a un pensamiento racional. Esto quiere decir, por un lado, que el ejercicio
de la participación pública se sostiene mediante la palabra o el discurso en un contexto
de comunicabilidad. Por otro lado, significa que mediante la palabra se puede discurrir
sobre lo justo/injusto; lo bueno/lo malo y lo dañino/conveniente (Aristóteles, 1989). Esta
estructura de la sociabilidad humana en colaboración con la participación política,
conduce a la felicidad (eudaimonía) y a la vida virtuosa de los ciudadanos.
La particularidad con la que aquí nos encontramos es que esa felicidad implica el
ejercicio de la libertad en el sentido de no estar sometido a una autoridad ni al mando de
alguien. Vivir (zoé) entre pares implicaba, sin embargo, que un sector de la sociedad se
vea privado de esta vida política (bios). La esclavitud, ser pobre, estar enfermo eran el
infortunio de una vida activa, que se veía imposibilitada de la participación en la polis.
Este “conjunto doméstico” (oika) que hacía también a la participación pública recorría el
proceso de la vida cotidiana y el “interior del hogar” a la luz de esta esfera pública
(Arendt, 2008: 48).
Ciertamente, podemos decir de la Política (también de la Ética) aristotélica que
tiene un carácter aristocrático, siendo la expresión de un ideal que no desdeña las
realidades y las pasiones humanas, que existen de un modo efectivo y que deben ser
objeto de consideración moral y política. Es en ellas donde se revela la característica
fundamental del pensamiento aristotélico: la gradación de las realidades y de los actos, la
ordenación jerárquica de las diversas esferas, la subordinación de todo cuanto hay a fines.
En el mundo aristotélico aparece siempre la diversidad articulada y fundamentada por
una continuidad.
Bibliografía: