AMÓS

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IGLESIA BAUTISTA PRÍNCIPE DE PAZ

MORELIA, MICHOACÁN, MÉXICO


MINISTERIO DE CAPACITACIÓN

AMÓS
QFB David L. Montemayor vega
INTRODUCCIÓN
Amós, del hebreo ‫( עמֹוס‬Āmōs) que significa “carga, el que lleva la carga”. Es uno de los profetas menores. Lo
único que se sabe del profeta Amós es que era un pastor originario de la ciudad de Tecoa, en el límite del desierto
de Judá (Am 1:1) a 16 kilómetros al sur de Jerusalén, boyero1 y productor de higos (Am. 7:14).

Fig. 1. Ubicación de Tecoa en Judá, de donde era


originario el profeta Amós

Por el versículo 1 del capítulo 1, sabemos que el profeta Amós vivió durante los reinados de Uzías, rey de
Judá (779 – 740 a.C.) y Jeroboam II, rey de Samaria (783 – 743 a.C.). Uzías y Jeroboam II reinaron al mismo
tiempo durante 36 años. Amós nos indica que inició su ministerio dos años antes de un terremoto, del que no se
sabe la fecha en que ocurrió. Así que sólo se puede inferir el tiempo de su ministerio por algunos indicios generales.
El nivel de prosperidad y seguridad que parece estar disfrutando Israel, sugiere que la fecha probable de su
ministerio fue a la mitad del reinado de Jeroboam II, por el año 760 – 750 a.C. Este rey había conseguido rescatar
a los israelitas de la aflicción (2R. 14:15 – 27) que los asirios les habían infligido. En su época los israelitas
volvieron a extender sus fronteras hasta los lugares que tenían en la época de Salomón y a disfrutar una expansión
y prosperidad económica extraordinarias. El comercio floreció permitiendo multiplicar los bienes de consumo.
Samaria, la capital, se convirtió en un centro comercial. Desafortunadamente esa prosperidad no fue acompañada
por un mejoramiento en la moral, la justicia y la religión. Por el contrario, condujo al materialismo con todas las
secuelas de ambición desmedida, cohecho, corrupción judicial, explotación de los pobres, inmoralidad y
relajamiento en la religión.
BOSQUEJO
Se puede dividir el contenido del libro en cuatro partes:
a. Capítulo 1:1 al 2:16. Se tiene una sencilla introducción, donde Amós dice quién es, cuando profetizó, y
el origen de su autoridad para predicar. Anuncia juicio sobre los pueblos vecinos (Am. 1:3 – 2:3), sobre
su Judá nativa, y sobre Samaria (Am. 2:4 – 16). El juicio cae sobre las naciones gentiles por ofensas contra
la humanidad, por violaciones de esas normas dictadas por la conciencia que hacen que los hombres sean
seres humanos; Judá e Israel son juzgadas por dar las espaldas a la revelación divina (Am. 2:4, 11-12),
con el consiguiente colapso moral y social.

1
Boyero: persona que tiene como oficio cuidar y conducir bueyes.

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b. Capítulo 3:1 al 6:14. La serie de discursos es esta sección se presenta con una fórmula claramente definida
en cada caso. (Am. 3:1; 4:1; 5:1; 6:1). Aquí se pone el acento en los privilegios de Samaria, pero la
pecaminosidad de la nación ha transformado el privilegio en la base sobre la cual se apoya Amós para
elaborar su doctrina de juicio. El privilegio envuelve al pueblo de Dios en el castigo, y de allí la insistencia
de Amós en que la posición no salva (Am. 3:1 – 2) y que el “día de Yahvéh” traerá tinieblas y no la luz
que tan confiadamente esperaban (Am. 5:16 – 20).
c. Capítulo 7;1 – 9:10. Una serie de cinco visiones de juicio, en cada una de las cuales el juicio se da a
conocer bajo un símbolo: langostas (Am. 7:1 – 3), fuego (Am. 7:4 – 6), una paloma (Am. 7:7 – 9), fruta
de verano (Am. 8:1 – 14), y la destrucción de un santuario (Am. 9:1 – 10). En el capítulo. 7:10 – 17 Amós
muestra las credenciales que lo acreditan para dirigirse al pueblo de Dios de este modo.
d. Capítulo 9:11 – 15. Un epílogo que describe la restauración del reino davídico.
CIRCUNSTANCIAS
El ministerio y el mensaje de los profetas hebreos estaba íntimamente entrelazados con las condiciones en que
vivía el pueblo al cual estaba dirigida su prédica.
Condiciones políticas y sociales. Más de 40 años antes del ministerio de Amós, Asiria había aplastado a
Siria, la vecina de Samaria en su frontera norte. Esto permitió a Jeroboam II extender sus fronteras (2R. 14:25), y
crear un comercio lucrativo que dio lugar a una poderosa clase mercantil en Samaria. Lamentablemente la riqueza
de que gozó Samaria no estaba bien distribuida entre el pueblo. Permaneció en poder de los príncipes mercaderes,
que destinaban sus nuevas riquezas a mejorar su propio nivel de vida. (Am 3:10, 12, 15; 6:4), y descuidaron
completamente la clase campesina, que hasta entonces había constituido la columna vertebral de la economía de
Samaria. Los síntomas inequívocos de una sociedad moralmente enferma pronto comenzaron a evidenciarse. En
la época de Amós la opresión de los pobres por los ricos era común (Am 2:6), como también una cruel indiferencia
entre los pudientes para con la aflicción de los hambrientos (Am. 6:3 – 6). La justicia estaba al lado del mejor
postor (Am. 2:6; 8:6). En épocas de sequía (Am. 4:7 – 9) los pobres sólo podían recurrir al prestamista (Am. 5:11;
8:4 – 6), ante quien con frecuencia tenían que hipotecar su tierra y hasta su propia persona.
El estado de la religión. Naturalmente, las condiciones sociales en Samaria afectaron las costumbres
religiosas. En lugar de abandonar la religión, la estaban pervirtiendo. En los santuarios religiosos nacionales (Am.
5:5) se mantenía el ritual (Am. 4:4), pero éste iba de la mano con la infidelidad y la inmoralidad. Lejos de agradar
a Yahvéh incitaba el juicio divino (Am. 3:14; 7:9; 9:1 – 4); en lugar de eliminar las transgresiones las aumentaba
(Am. 4:4). En los santuarios nacionales no se podía encontrar a Dios (A. 5:4), por cuanto no podía él aceptar el
culto que se practicaba allí (Am. 5:21 – 23); el verdadero interés del pueblo estaba en otros dioses (A. 8:14).
Además, este rico ceremonial y los sacrificios costosos se ofrecían a expensas de los pobres (Am. 2:8; 5:11).
AMÓS Y EL SISTEMA DE SACRIFICIOS
Amós tenía pleno conocimiento de las tradiciones de su propio país, tanto históricas (Am. 2:9; 3:1, 13; 4:11; 5:6,
25; 7:16), como religiosas (Am 4:4, 5:22; 8:5), y legales (Am. 2:8; Ex. 22:26; Am. 8:5; Lv. 19:35; Am. 2:4; Dt.
17:19). Esto ayuda a proporcionar un fondo para el entendimiento de su actitud aparentemente hostil para con la
religión que veía alrededor de sí, y particularmente de lo que a menudo se considera su rechazo de todo el sistema
de sacrificios por su falta de autorización divina (Am. 5:25). Juntamente con otros versículos ocasionales en los
profetas preexílicos (Is. 1:10 – 15; Jer. 7:21; Os. 6:6; Mi. 6:7) tenemos aquí, sin embargo, no una condena del
régimen de sacrificios como tal, sino de la forma en que se lo estaba corrompiendo en esos tiempos. Toda vez que
se leyese el Pentateuco los oyentes de la época de Amós seguramente eran instruidos en las tradiciones patriarcales
y mosaicas en el sentido de que el sacrificio había constituido siempre parte de la religión del pueblo de Dios, y
que él lo había aceptado al darle su aprobación. Teniendo en cuenta, entonces, que en 5:25 Amós no hace una
aseveración, sino que hace una pregunta retórica, sólo hay una respuesta posible: una respuesta afirmativa
inmediata. El equilibrio del hebreo sugiere, sin embargo, que Amós no dirigía su pregunta contra la institución del
sacrificio sino contra el lugar preponderante que se le estaba dando: “¿Me ofrecisteis sacrificios y ofrendas…?”
La deducción (“¿Era acaso la totalidad de vuestra religión entonces, como lo es hoy?”) encuadra en el contexto en

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Amós. Los vv. 22 – 23 y el v. 24 ofrecen una opción en apariencia únicamente (se trata de un modo bíblico
frecuente de recalcar la debida prioridad de las cosas, por ej. Pr. 8:10; Lc. 14:26); en el fondo constituyen un
llamado a la restauración de un verdadero equilibrio en el que, como en la forma mosaica, los sacrificios actúen
como la provisión divina para las caídas de un pueblo comprometido a una vida de obediencia ética a la ley de
Dios.
EL MENSAJE DEL PROFETA
a. El concepto que Amós tenía de Dios es fundamental para entender su mensaje a Samaria. El Señor es el creador
del mundo (Am. 4:13), pero sigue estando activamente presente como su Sustentador. Es él quien hace que
sucedan el día y la noche, y el que controla las olas del mar (Am. 5:8; 9:6). Él resuelve si ha de prevalecer el
hambre (Am. 4:6 – 11) o la abundancia (Am. 9:13). El Señor controla también los destinos de las naciones.
Refrena tal nación (Am. 1:5), levanta tal otra (Am. 6:14), rebaja la de más allá (Am. 2:9). También controla
la distribución de las mismas (Am. 9:7). Es por lo tanto el Juez de ellas (Am. 1:3 – 2:3) cuando trasgreden sus
leyes morales.
b. Naturalmente que el mensaje de Amós evidencia un interés particular en Israel. En un sentido muy especial
era la voluntad de Yahvéh elegirla para entrar en una relación pactual consigo (Am. 3:2). A través de sus
siervos le ha hecho conocer su voluntad (Am. 2:11; 3:7). Pero como elevados privilegios comprometen a Israel
con grandes responsabilidades; y el no hacerlo significaría para su pueblo un juicio mucho más severo que el
que se habrá de desatar sobre las naciones paganas. Si Israel quebrantaba las leyes de Yahvéh (Am. 2:4) no
podía esperar otra cosa que el juicio (Am. 4:12).
c. A Amós le preocupaba también proclamar el concepto de que una ley que se quebranta por iniquidad no podía
remediarse con ritos, festivales u ofrendas únicamente. A la verdad, Yahvéh ya estaba en pie al lado del altar
listo para destruirlo (Am. 9:1 – 4). El ritual más complejo le resultaba abominación cuando era ofrecido por
un pueblo que no tenía la menor intención de ponerse a la altura de las normas éticas que establecían sus santas
leyes. Una religión de este tipo, centrada en el ceremonial y el ritual, estaba divorciada de la moral, y esto no
podía menos que ser detestado por Yahvéh.
d. Los que antecede significa que la preocupación principal de Amós consistía en exigir justicia, en el nombre
del Señor, de parte del pueblo del Señor (Am. 5:24). La justicia era para Amós el atributo moral más importante
de la naturaleza divina. Todo ultraje de la ley moral, ya sea que fuere perpetrado por las naciones paganas
(Am. 1:3 – 2:3) o por Israel (Am. 2:4 – 16), era un ultraje a la naturaleza de Dios y constituía, por consiguiente,
una provocación a la justicia divina. Si Yahvéh es justo, luego la injusticia, la deshonestidad, la inmoralidad,
no pueden ser toleradas por él, y deben recibir una severa retribución de su parte.
e. Pero el juicio no constituía la última palabra de Amós para Samaria (Am. 5:4). En efecto, cierra con una
promesa de que habría un día promisorio para ella (Am. 9:11 – 15). La tendencia actual a rechazar estos
versículos como si no pertenecieran a Amós debe resistirse. No está fuera de lugar que un judaíta afirme la
esperanza davídica, ni es impropio que Amós (a pesar del lugar que le dio al juicio) coronase la afirmación
negativa de pérdida final (Am. 7:1 – 6) con una equivalente de gloria final.
CÓMO LEER AMÓS
Quizá por ser un campesino, Amós usó un estilo de redacción sencillo, cargado de fuerte lenguaje campesino. La
organización de este libro también es clara: los capítulos 1 y 2 ponen en fila a las naciones del Medio Oriente para
enjuiciarlas; los capítulos 3 al 6 brindan una serie de mensajes de parte de Dios (que comienzan por lo general con
“Oíd esta palabra que ha hablado Jehová”); y los últimos tres capítulos comunican el juicio de Dios mediante cinco
visiones muy gráficas.
A lo largo de todo su libro, Amós permanece cerca de su preocupación personal: la crueldad y el
tratamiento inhumano entre la gente. Las injusticias que Amós condena tienen una resonancia muy conocida para
el oído latinoamericano moderno. Al leer, pregúntese: “¿Qué diría Amós de mi a mi pueblo?”.

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Es buena idea leer Amós y Oseas en forma conjunta, ya que ellos brindan dos visiones de una misma
situación. Amós era un visitante proveniente del sur y se quedó espantado por las injusticias que vio en cada
mercado. Oseas enfatizó la dimensión interna, la relación con un Dios de amor, que había sido abusada.
Amós predijo que Israel sería castigada y su predicción resultó cierta. Después del Rey Jeroboam, el
gobierno se deterioró. Cinco reyes subieron al trono en los siguientes 13 años; cuatro de los cuales fueron
asesinados. Treinta años más tarde Israel era desmantelada definitivamente por los ejércitos asirios. La
información histórica sobre ese periodo aparece en 2 Reyes 14:23 – 17:41, aunque cabe estar alerta al hecho de
que los reyes de Judá e Israel aparecen intercalados.
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1:1 – 2:16 Proclamación de juicio a las naciones
1:1 Identificación del autor
1:2 – 2:3 Juicios contra naciones extranjeras: Damasco, Filistea, Edom, Amón y Moab
2:4 – 16 Juicio contra el pueblo elegido (Judá e Israel)
3:1 – 6:14 Juicio contra Israel
3:1 – 15 Israel será castigado
4:1 – 13 Israel no aprendió la lección de los castigos pasados
5:1 – 27 Lamentos de Dios sobre Israel
6:1 – 14 Ayes sobre los injustos
7:1 – 9:10 Cinco visiones de juicio venidero
7:1 – 3 Visión de la plaga de langostas
7:4 – 6 Visión de fuego
7:7 – 17 Visión de la plomada y materiales históricos
8:1 – 14 Visión de canasto de fruta de verano
9:1 – 10 Visión de la destrucción del templo
9:11 – 15 Visión de bendiciones mesiánicas

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