Born in Mafia pt.1

Adaptación kookv NO RESUBAS ESTO Singularity
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Advertencias:
Contenido para adultos
Smutt
Angst
Top jk/bottom th
MAFIA AU
Si esta adaptación llego a tus manos, por favor, no la resubas a otras plataformas. Estas historias
en su momento fueron muy especiales para mí y no me gustaría que segundos se afanen del
trabajo y amor que les puse; actualmente YA NO hago adaptaciones ya que me dedico a escribir
mis propias historias taekook, si gustan pueden encontrarlas en wattpad @KarlyJKTH y darme
amor. En fin, espero disfrutes de esta montaña rusa de emociones y ames u odies a los
personajes.
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Prefacio
Tres Años Antes.
Me acurrucaba en el sillón de nuestra biblioteca, leyendo, cuando un golpe sonó.

La cabeza de Yeonjun descansaba en mi regazo y ni siquiera se movió cuando
la puerta de madera oscura se abrió y nuestra madre intervino, su cabello rubio
oscuro recogido con fuerza y anudado en un firme moño en la parte posterior
de su cabeza. Madre estaba pálida, su rostro contraído por la preocupación.
-¿Pasó algo? -pregunté.
Ella sonrió, pero era su sonrisa falsa.
-Tu padre quiere hablar contigo en su oficina.
Me moví con cuidado de debajo de la cabeza de Yeonjun y lo acomodé en la

tumbona. Él atrajo las piernas contra su cuerpo. Era pequeño para un niño de
once años de edad, pero yo tampoco era exactamente alto con un metro setenta
y dos. Ninguno de nosotros lo era. Madre evitó mis ojos cuando avancé hacia
ella.
-¿Estoy en problemas? -No sabía lo que podía haber hecho mal. Por lo general,
Yeonjun y yo éramos los obedientes; Jimin era él que siempre rompía las reglas
y era castigado.
-De prisa. No dejes que tu padre espere -dijo madre simplemente.
Tenía el estómago en nudos cuando llegué frente a la oficina de papá. Después

de un momento reprimiendo mis nervios, llamé.
-Adelante.
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Entré, obligando a mi cara a lucir cuidadosamente reservado. Padre estaba
sentado detrás de su escritorio de caoba en un amplio sillón de cuero negro;

detrás de él se alzaban estantes de caoba llenos de libros que padre nunca había
leído, pero que
escondían una entrada secreta al sótano y un pasillo que conducía fuera de las
instalaciones. Levantó la vista de una pila de hojas, su cabello gris peinado hacia
atrás.
-Siéntate.
Me hundí en una de las sillas frente a su escritorio y crucé las manos en mi

regazo, tratando de no morderme el labio inferior. Padre odiaba eso. Esperé a
que empezara a hablar. Tenía una extraña expresión en su rostro a medida que
me escrutaba.
-La Bratva y la Tríada están tratando de reclamar nuestros territorios. Son cada
vez más audaces. Tenemos más suerte que la familia de Gangneung que también
tiene que lidiar con los japoneses, pero no podemos seguir ignorando por más
tiempo la amenaza que los rusos y los taiwaneses representan.
La confusión me invadió. Padre nunca hablaba de negocios con nosotros.

Éramos aún pequeños. Sabía que no debía interrumpirlo.
-Tenemos que poner nuestra rivalidad con la familia de Busan a un lado y

combinar fuerzas si queremos luchar contra la Bratva y la Tríada. -¿Paz con la
familia? Padre y todos los demás miembros de la Organización de Seúl odiaban
a la familia. Se habían estado matando entre sí durante décadas y solo
recientemente decidieron ignorarse mutuamente a favor de matar a los
miembros de otras organizaciones criminales, como la Bratva y la Tríada-. No
hay un vínculo más fuerte que la sangre. Al menos la familia entiende eso bien.
Fruncí el ceño.
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-Nacido en sangre. Jurado en sangre. Ese es su lema.
Asentí, pero mi confusión solo aumentó.
-Ayer me reuní con Jeon Minho. -¿Padre se reunió con el Capo dei capi, el jefe
de la mafia de Busan? Un encuentro entre Seúl y Busan no había tenido lugar
en una década y la última vez no había terminado bien. Todavía se conoce como
el Jueves Sangriento. Y padre no era ni siquiera el Jefe. Era solo el Consigliere,
el asesor de Kim Yoo que gobernaba la Organización en ese entonces y con ello
la delincuencia en la región.
-Hemos acordado que, para que la paz sea una opción, tenemos que convertirnos
en una sola familia. -Los ojos de padre se clavaron en mí y de repente ya no
quise escuchar lo demás que tenía que decir-. Jeon y yo acordamos que te cases
con su hijo mayor Jungkook, el futuro Capo dei Capi de la familia.
Sentí como si estuviera cayendo en picada.
-¿Por qué yo?
-Jeon y Park han estado hablando por teléfono varias veces en las últimas
semanas, y Jeon quería un mpreg hermoso para su hijo. Por supuesto, somos de
las pocas familias que cuentan con hombres mpreg. Park no tiene hijos mpreg,
de modo que dijo que eras el ser más bello disponible.
Jimin era igual de hermoso y mpreg, pero más joven. Eso probablemente lo
salvó.
-Hay otros hombres hermosos y mpreg, solo se tiene que buscar-dije

ahogadamente. No podía respirar. Padre me miraba como si fuera su posesión
más preciada.
-No hay muchas personas con el cabello como el tuyo, NO hay hombres mpreg
como tú. Park Hee te describió como un ser de oro. -Padre carcajeó-. Eres
nuestra puerta a la familia de Busan.
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-Pero, padre, tengo quince años. No puedo casarme.
Padre hizo un gesto desdeñoso.
-Si yo accediera, podrías hacerlo. ¿Qué nos importan las leyes?
Agarré los brazos de la silla con tanta fuerza que mis nudillos se volvieron
blancos, pero no sentí dolor. El entumecimiento se estaba abriendo paso a través
de mi cuerpo.
-Por mi hubiese sido hoy mismo, pero le dije a Park que la boda tendría que
esperar hasta que cumplas los dieciocho años. Seojoon se mostró inflexible en
cuanto a ser mayor de edad y terminar la escuela. A Minho le pareció bien.
Así que Seojoon le había dicho a mi padre que la boda tendría que esperar. Mi
propio padre me habría arrojado a los brazos de mi futuro esposo ahora mismo.
Mi esposo. Una oleada nauseabunda se estrelló sobre mí. Solo sabía dos cosas
acerca de Jeon Jungkook; se convertiría en el jefe de la mafia de Busan una vez
que su padre se retirara o muriera, y que consiguió su apodo de "Tenazas" al
triturar la garganta de un hombre con sus manos desnudas. No sabía qué edad
tenía. Mi prima Suni tuvo que casarse con un hombre treinta años mayor que
ella. Jungkook no podía ser tan viejo, si su padre aún no se había retirado. Al
menos, eso es lo que esperaba. ¿Era cruel?Había aplastado la garganta de un
hombre.
Será el jefe de la mafia de Busan.
-Padre -susurré-. Por favor, no me obligues a casarme con ese hombre.
La expresión de padre se tensó.
-Vas a casarte con Jeon Jungkook. Estreché la mano con su padre Minho en
cuanto a eso. Vas a ser un buen esposo para Jungkook, y cuando te reúnas con
él para la fiesta de compromiso, vas actuar como una persona obediente.
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-¿Fiesta de compromiso? -repetí. Mi voz sonaba distante, como si un velo

nebuloso cubriera mis orejas.
-Por supuesto. Es una buena manera de establecer vínculos entre nuestras

familias, y va a dar a Jungkook la oportunidad de ver lo que está obteniendo
con el trato. No queremos decepcionarlo.
-¿Cuándo? -Me aclaré la garganta, pero el bulto permaneció inmóvil-. ¿Cuándo

es la fiesta de compromiso?
-En agosto. No hemos fijado una fecha todavía.
Eso era en dos meses. Asentí, aturdido. Me encantaba leer novelas románticas
y siempre que las parejas se casaban en ellas, había imaginado cómo sería mi
boda. Siempre había imaginado que estaría llena de emoción y amor. Nada más
que sueños vacíos de una persona estúpida.
-¿Entonces van a permitirme seguir asistiendo a la escuela? -¿Incluso, qué
importa si me gradúo? Nunca iría a la universidad, nunca trabajaría. Todo lo

que
tendría permitido hacer sería calentar la cama de mi marido. Mi garganta se

apretó aún más y las lágrimas escocieron mis ojos, pero no las dejaría caer.
Padre odiaba cuando perdíamos el control.
-Sí. Le dije a Jeon que tienes tutores especiales y que te vigilamos todo el
tiempo, cosa que pareció complacerle.
Por supuesto que sí. No podía correr el riesgo de que me acercara ni

remotamente a otras personas que no estuviesen dentro de mafia.
-¿Eso es todo?
-Por ahora.
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Salí de la oficina como si estuviera en trance. Había cumplido quince hacía

cuatro meses. Mi cumpleaños se había sentido como un gran paso hacia mi
futuro, y por eso había estado emocionado. Tonto de mí. Mi vida ya había
terminado antes de comenzar. Todo estaba decidido para mí. No podía dejar de
llorar. Jimin acarició mi cabello mientras apoyaba mi cabeza en su regazo. Él
tenía trece años, solo dieciocho meses más joven que yo, pero hoy esos
dieciocho meses significaban la diferencia entre la libertad y una vida en una
prisión sin amor. Intenté muy duro no resentirme con él por ello. No era su
culpa.
-Podrías tratar de hablar con padre de nuevo. Tal vez cambie de opinión -dijo
Jimin en voz baja.
-No lo hará.
-Tal vez madre será capaz de convencerlo.
Como si padre alguna vez dejaría a madre tomar una decisión por él.
-Nada de lo que cualquiera pueda decir o hacer hará alguna diferencia -dije
miserablemente. No había visto a madre desde que me envió a la oficina de
padre.
Probablemente ni siquiera podía enfrentarme, sabiendo a lo que me había

condenado.
-Pero Tae...
Levanté la cabeza y me sequé las lágrimas de mi cara. Jimin me miraba con sus
ojos azules lastimosos, el mismo cielo azul de verano, sin nubes, como los míos.
Pero donde mi cabello era rubio claro el de él era de color rojo. Padre a veces
le decía brujo; y no era con cariño.
-Ya estrechó la mano con el padre de Jungkook.
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-¿Se reunieron?
Eso es lo que también me había preguntado. ¿Por qué había encontrado tiempo
para reunirse con el jefe de la familia de Busan, pero no para contarme de sus
planes de venderme como si fuera su mejor puto? Me sacudí la frustración y
desesperación tratando de abrirse paso por mi cuerpo.
-Eso es lo que padre me dijo.
-Tiene que haber algo que podamos hacer-dijo Jimin.
-No lo hay.
-Pero ni siquiera has conocido al chico. ¡Ni siquiera sabes cómo se ve! Podría
ser feo, gordo y viejo.
Feo, gordo y viejo. Me hubiera gustado que esas fueran las únicas características
de Jungkook de las que tendría que preocuparme.
-Vamos a Google. Tiene que haber fotos de él en Internet.
Jimin saltó y tomó mi laptop de mi escritorio, luego se sentó a mi lado, nuestros

costados presionados uno contra otro. Encontramos varias fotos y artículos
sobre Jungkook. Tenía los ojos grises más fríos que jamás hubiera visto. Podía
imaginar muy bien cómo esos ojos miraban hacia abajo a sus víctimas antes de
poner una bala en sus cabezas.
-Es más alto que los demás -dijo Jimin con asombro. Así era; en todas las fotos
que salía, era varios centímetros más alto que quienquiera que estuviera junto a
él, y era musculoso.
Eso probablemente explicaba por qué algunas personas lo llamaban el Toro a

sus espaldas. Ese era el apodo que los artículos usaban, aunque también lo
llamaban el heredero del empresario y dueño del club, Jeon Minho. Empresario.
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Tal vez por fuera. Todo el mundo sabía lo que realmente era Jeon Minho, pero
por supuesto nadie era tan estúpido como para escribir sobre ello.
-Está con una persona nueva en cada foto.
Me quedé mirando la cara sin emoción alguna de mi futuro esposo. El periódico

lo llamaba el soltero más deseado en Sur Corea, heredero de cientos de millones
de dólares. Heredero de un imperio de muerte y sangre, es lo que debería decir.
Jimin resopló.
-Dios, los chicos y las chicas se lanzan a sus brazos. Supongo que es bien
parecido.
-Se lo pueden quedar -dije con amargura.
En nuestro mundo un exterior atractivo a menudo ocultaba al monstruo en su

interior. Las personas de sociedad solo veían su buena apariencia y riqueza.
Pensaban que el aura de chico malo era un juego. Adulaban su carisma de
depredador bien parecido, ya que irradiaba poder. Pero lo que no sabían, era que
la sangre y la muerte acechaba debajo de la sonrisa arrogante. Me puse de pie
abruptamente.
-Necesito hablar con Seung.
Jo Seung tenía casi cincuenta años y era el leal soldado de mi padre. También
era el guardaespaldas de Jimin y mío. Él sabía todo de todos. Madre lo llamaba
chismoso. Pero si alguien sabía más sobre Jungkook, ese era Seung.
-Se convirtió en un hombre hecho y derecho a los once -dijo Seung, afilando su
cuchillo en un molinillo como hacía todos los días. El olor a cebolla y carne
llenaba la cocina, pero no me dio una sensación de confort como por lo general
hacía.
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-¿A los once? -pregunté, tratando de mantener mi voz estable. La mayoría de

las personas no se convertían en miembros plenamente iniciados de la mafia
hasta los dieciséis años-. ¿Debido a su padre?
Seung sonrió, revelando un incisivo de oro, e hizo una pausa en sus

movimientos.
-¿Crees que se le hizo fácil porque es el hijo del Jefe? Mató a su primer hombre
a los once, por eso se decidió que iniciara antes.
Jimin se quedó sin aliento.
-Es un monstruo.
Seung se encogió de hombros.
-Es lo que tiene que ser. Para gobernar todo Busan, tienes que tener los huevos
bien puestos. -Nos dio una sonrisa de disculpa-. Perdón, no tienen que ser
gallinas miedosas.
-¿Qué pasó? -No estaba seguro de querer saber. Si Jungkook había matado a su
primer hombre a los once, ¿cuántos más había matado en los nueve años
transcurridos desde entonces?
Seung negó con su cabeza afeitada, y se rascó la larga cicatriz que iba desde la
sien hasta la barbilla. Era delgado, y no de buen parecido, pero mi madre me
dijo que pocos eran más rápidos con un cuchillo que él. Nunca lo había visto
pelear.
-No puedo decirlo. No estoy tan familiarizado con Busan.
Vi a nuestro cocinero mientras preparaba la cena, tratando de concentrarme en

algo que no fuera mi estómago revuelto y mi miedo abrumador. Seung estudió
mi cara.
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-Es un buen partido. Él será el hombre más poderoso en la region sur lo
suficientemente pronto. Va a protegerte.
-¿Y quién me va a proteger de él? -susurré.
Seung no dijo nada porque la respuesta era clara: nadie me podía proteger de
Jungkook después de nuestra boda. No Seung, y mucho menos mi padre si es
que se sintiera inclinado a hacerlo. Un matrimonio concretado dentro de la
mafia, solo era un traspaso de propiedad. Al ser cómo objeto de colección
podían hacer cualquier cosa que les placiera con nosotros, en este caso;
conmigo.
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CAPITULO 1
Los últimos dos meses habían pasado demasiado rápido sin importar lo mucho
que deseaba que el tiempo frene, para darme más tiempo para prepararme. Solo
dos días hasta mi fiesta de compromiso. Madre estaba ocupada ordenando a los
sirvientes alrededor, asegurándose que la casa estuviera impecable y que nada
saliera mal. Ni siquiera era una gran celebración. Solo nuestra familia, la familia
de Jungkook y las familias de los respectivos jefes de Busan y Seúl fueron
invitadas. Seung dijo que era por razones de seguridad. La tregua todavía era
demasiado reciente para arriesgarse a una reunión de cientos de invitados.
Me hubiera gustado que la cancelaran por completo. En lo que a mí concernía,

no tenía que conocer a Jungkook hasta el día de nuestra boda. Beomyu saltaba
de arriba abajo en mi cama, con una mueca en su rostro. Tenía solo cinco años
y tenía demasiada energía.
—¡Quiero jugar!
—Madre no quiere que corras por la casa. Todo debe estar perfecto para los
invitados.
—¡Pero ni siquiera están aquí! —Gracias a Dios. Jungkook y el resto de los

invitados de Busan llegarían mañana. Solo una noche más hasta que conozca a
mi futuro esposo, un hombre que mató con sus propia manos. Cerré los ojos.
—¿Estás llorando otra vez? —Beomyu saltó de la cama y se acercó a mí,

deslizando su mano en la mía. Su cabello rubio oscuro era un desastre. Traté de
aplacarlo pero Beomyu apartó la cabeza.
—¿Qué quieres decir? —Había intentado ocultar mis lágrimas de él. Sobre todo
lloraba de noche cuando estaba protegido por la oscuridad.
—Yeonjun dice que lloras todo el tiempo porque Jungkook te ha comprado.
Me quedé helado. Tendría que decirle a Yeonjun que deje de decir esas cosas.
Solo me metería en problemas.
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—Él no me compró. —Mentiroso. Mentiroso.
—Da lo mismo —dijo Jimin desde la puerta, sorprendiéndome.
—Shhh. ¿Qué pasa si padre nos escucha?
Jimin se encogió de hombros.—Sabe que odio que te vendiera como una vaca.
—Jimin —advertí, haciendo un gesto hacia Beomyu. Él miró hacia mí.
—No quiero que te vayas —susurró.
—No me iré por un largo tiempo, Beomyunnie. —Pareció satisfecho con mi

respuesta y la preocupación desapareció de su rostro y fue reemplazada por su
expresión de estar tramando algo.
—¡Atrápame! —gritó y salió corriendo, empujando a un lado a Jimin mientras

corría como un rayo junto a él.
Jimin corrió tras él.
—¡Voy a patear tu trasero, pequeño monstruo!
Me precipité hacia el pasillo. Yeonjun asomó la cabeza fuera de su puerta y él

también corrió tras nuestros hermanos. Madre me cortaría la cabeza si rompían
otra reliquia familiar. Volé escaleras abajo. Beomyu todavía se encontraba a la
cabeza. Era rápido, pero Yeonjun casi lo había atrapado mientras que Jimin y
yo éramos demasiado lentos por los mocasines nuevos que Madre nos había
obligado a llevar.
Beomyu no corrió hacia el pasillo que conducía al ala oeste de la casa y el resto
de nosotros lo siguió. Quise gritarle que se detenga. La oficina de padre estaba
en esta parte de la casa. Estaríamos en grandes problemas si nos sorprendía
jugando. Se suponía que Beomyu debía actuar como un niño maduro al ser el
futuro heredero por no ser mpreg. ¿Qué niño de cinco años actuaba maduro?
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Pasamos la puerta de padre y el alivio se apoderó de mí, pero luego tres hombres
doblaron la esquina al final del pasillo. Separé mis labios para gritar una
advertencia, pero ya era demasiado tarde. Beomyu se detuvo en seco pero
Yeonjun colisionó con el hombre en el centro con toda su fuerza. La mayoría
de las personas habrían perdido el equilibrio. La mayoría de las personas no
median dos metros y no eran macizas como un toro.
Paré en seco mientras el tiempo parecía detenerse a mi alrededor. Jimin jadeó
detrás de mí, pero mi mirada estaba congelada en mi futuro esposo. Miraba

hacia la cabeza rubia de mi hermano pequeño, estabilizándolo con sus fuertes
manos. Manos que había utilizado para aplastar la garganta de un hombre.
—Yeonjun —dije, mi voz aguda por el miedo. Nunca llamaba a mi hermano

por su nombre completo a menos que estuviera en problemas o que algo
anduviera muy mal. Deseé ocultar mejor mi terror. Ahora todo el mundo me
estaba mirando, incluido Jungkook. Sus fríos ojos grises me escanearon de pies
a cabeza, deteniéndose en mi cabello.
Dios, era alto. Los hombres junto a él median más de un metro ochenta, pero él
los eclipsaba. Sus manos todavía estaban sobre los hombros de Yeonjun.
—Yeonjun, ven aquí —dije con firmeza, extendiendo una mano. Lo quería lejos
de Jungkook. Él retrocedió y luego voló a mis brazos, enterrando su rostro

contra mi
hombro. Jungkook levantó una ceja negra.
—¡Ese es Jeon Jungkook! —dijo Jimin amablemente, sin molestarse en ocultar

su disgusto. Beomyu hizo un sonido similar a un gato salvaje enfurecido,
arremetió contra Jungkook y comenzó a golpearle las piernas y el estómago con
sus pequeños puños.
—¡Deja en paz a Tete! ¡No lo tendrás!
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Mi corazón se detuvo en ese momento. El hombre junto a Jungkook dio un paso

hacia adelante. El contorno de un arma de fuego era visible debajo de su
chaleco. Tenía que ser el guardaespaldas de Jungkook, aunque realmente no
entendía por qué necesitaría uno.
—No, Namjoon —dijo Jungkook simplemente y el hombre volvió a su puesto.
Jungkook capturó las manos de mi hermano en una de las suyas, deteniendo el

asalto. Dudé que incluso sintiera los golpes. Empujé a Yeonjun hacia Jimin,
quien envolvió un brazo protector alrededor de él, entonces me acerqué a
Jungkook. Estaba completamente asustado, pero necesitaba alejar a Beomyu de
él. Tal vez Busan y Seúl estaban tratando de dejar su enemistad de lado, pero
las alianzas se pueden romper en un abrir y cerrar de ojos. No sería la primera
vez. Jungkook y sus hombres seguían siendo el enemigo.
—Qué cálida bienvenida recibimos. Esta es la infame hospitalidad de la

Organización —dijo el otro hombre con Jungkook; tenía el mismo cabello negro
pero sus ojos eran más oscuros y más alargados, como gatunos. Era un par de
centímetros más bajo que Jungkook y no tan ancho, pero era inequívoco que
eran hermanos.
—Yoongi —dijo Jungkook en una voz baja que me hizo temblar. Beomyu
todavía estaba gruñendo y luchando como un animal salvaje, pero Jungkook lo
sostenía a un brazo de distancia.
—Beomyu —dije firmemente, agarrando su antebrazo—. Es suficiente. Esa no

es la forma en que tratamos a los invitados.
Beomyu se congeló y luego me miró por encima de su hombro.
—Él no es un invitado. Quiere robarte, Tete.
Yoongi rio entre dientes.—Esto es demasiado bueno. Me alegro que padre me

convenciera de venir.
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—Te lo ordenó —corrigió Jungkook, pero sin apartar sus ojos de mí. No pude
devolverle la mirada. Mis mejillas ardían con fervor por su escrutinio. Mi padre
y sus guardaespaldas se aseguraban que Jimin, Yeonjun y yo no estuviéramos
rodeados de personas muy a menudo, y aquellos que dejaban estar cerca de
nosotros eran familiares o ancianos, éramos tres hermosos mpreg, no éramos
comunes y por lo tanto éramos deseados.
Jungkook no era de la familia, ni anciano. Solo tenía cinco años más que yo,
pero parecía un hombre maduro y me hacía sentir como un niño pequeño en
comparación. Jungkook soltó a Beomyu y tiré de él hacia mí, su espalda contra
mis piernas. Crucé mis manos sobre su pequeño pecho jadeante. Él no dejó de
mirar a Jungkook con ira. Deseé tener su valor, pero él era un niño, y por orden
de generaciones; él sería el remplazo de mis padres. La reglas de la mafia Kim
así lo dictaminaba: ningún mpreg podía ser líder de familia. No se vería
obligado a obedecer a nadie, salvo al Jefe. Podía permitirse la valentía.
—Lo siento —dije, aunque las palabras me supieron agrias—. Mi hermano no

tenía la intención de ser irrespetuoso.
—¡Sí la tenía! —gritó Beomyu. Cubrí su boca con mi mano y él se retorció
debajo de mi agarre, pero no lo dejé ir.
—No te disculpes —dijo Jimin bruscamente, ignorando la mirada de

advertencia que le disparé—. No es culpa nuestra que él y sus escoltas ocupen
tanto espacio en el pasillo. Por lo menos, Beomyu dice la verdad. Todo el
mundo piensa que necesita rebosar de cariño ya que él va a ser el Capo...
—¡Jimin! —Mi voz fue como un látigo. Él cerró la boca con un chasquido,
mirándome con los ojos como platos—. Lleva a Yeonjun y a Beomyu a sus
habitaciones. Ahora.
—Pero... —Echó un vistazo a mis espaldas. Y me alegré que no pudiera ver la

expresión de Jungkook.
—¡Ahora!
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Agarró la mano de Beomyu y lo arrastró lejos junto con Yeonjun. No creí que
el primer encuentro con mi futuro esposo pudiera haber salido peor. Reuniendo
coraje, me enfrenté a él y a sus hombres. Esperaba ser recibido con furia, pero
en su lugar me encontré con una sonrisa irónica en la cara de Jungkook. Mis
mejillas ardían de vergüenza, y ahora que estaba solo con los tres hombres, los
nervios retorcieron mi estómago.
Madre se pondría furiosa si descubría que no me había vestido adecuadamente

para mi primer encuentro con Jungkook. Llevaba puesto uno de mis pantalones
vintage color crema que me llegaba a la cintura y una simple camisa blanca con
volantes en la parte de las muñecas. Estaba silenciosamente feliz por la
protección que toda la tela me ofrecía. Crucé los brazos frente a mi cuerpo,
inseguro de qué hacer.
—Me disculpo por mis hermanos. Son... —Luché por una palabra además de
rudos.
—Protectores contigo —dijo Jungkook simplemente. Incluso su voz era

profunda,
sin emociones—. Este es mi hermano Yoongi.
Los labios de Yoongi estaban extendidos en una gran sonrisa, una que mostraba
todos sus dientes. Agradecí que no intentara tomar mi mano. No creí que
pudiese mantener mi compostura si uno de ellos se hubiese movido más cerca.
—Y este es mi mano derecha, Namjoon. —Él me dio el más breve asentimiento

antes de regresar a su tarea de escanear el corredor. ¿Qué era lo que estaba
esperando? No teníamos asesinos escondidos en trampillas secretas.
Puse mi atención en la barbilla de Jungkook y esperé que pareciera como si en

realidad estuviese viendo sus ojos. Di un paso atrás.
—Debería ir con mis hermanos.
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Jungkook tenía una expresión conocedora en su cara, pero no me importaba que

él viera qué tan incómodo, qué tan asustado me había puesto. Sin esperar que
me de permiso, no era mi esposo ni mi prometido aún, me di la vuelta y
rápidamente me fui, orgulloso de no haber caído en la urgencia de correr.
•••
Madre jaló la suave camiseta de satin con encaje que padre había elegido para
la ocasión. Para el espectáculo de carne, como Jimin lo llamaba. Aunque sin
importar lo mucho que madre lo acomodara, la transparencia no se hacía menos
notoria en mi clavículas y parte de mis pezones, además que mis brazos solo los
cubría la suave popelina. Me miré en el espejo con incertidumbre. Nunca había
llevado nada tan revelador. El pantalón negro de tiro alto se pegaba a mi trasero
y cintura.
—No puedo usar esto, madre.
Madre encontró mi mirada en el espejo. Su cabello estaba peinado hacia arriba

esta vez; era unos pocos tonos más oscuro que el mío. Llevaba un elegante
vestido largo hasta el piso. Deseé que me hubiesen permitido algo más modesto.
—Te ves increíble—susurró.
Gemí.—Me veo como un puto.
—Los putos no pueden permitirse un traje como ese.
Los amantes de mi padre tenían ropas que costaban más de lo que algunas
personas gastaban en un carro. Madre puso sus manos en mi cintura.
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—Tienes una cintura de avispa y el pantalón hace que tus piernas se vean muy
largas. Estoy segura que Jungkook lo apreciará.
Miré mi el escote de mi camisa, la trasparencia era exagerada. Todo era

demasiado exagerado.
—Ten. —Madre me dio un pendiente largo de plata.
Madre forzó una sonrisa falsa en su cara y acomodó mi cabello—. Mantén tu

cabeza en alto. Park te llamó el hombre más hermoso de Seúl. Muéstrale a
Jungkook y a su séquito que eres más hermoso que cualquier persona en Busan
también. Después de todo, Jungkook los conoce a casi todos, pero ninguna
persona es como tú. —La manera en que lo dijo me hizo estar seguro que
también había leído los artículos sobre las conquistas de Jungkook, o quizá
padre le había dicho algo.
—Madre —dije vacilante, pero ella dio un paso atrás.
—Ahora ve. Iré después de ti, pero este es tu día. Deberías entrar al salón solo.
Ellos estarán esperando. Tu padre te presentará a Jungkook y luego iremos
juntos al comedor para la cena. —Ya me lo había dicho docenas de veces.
Por un momento, quise tomar su mano y rogarle que me acompañe; en su lugar,

me di la vuelta y salí de mi habitación. Agradecí que mi madre me hubiera
forzado a aprender a caminar como un modelo durante las últimas semanas.
Cuando estuve frente a la puerta del salón con chimenea en el primer piso del
ala oeste, mi corazón estaba latiendo en mi garganta. Deseé que Jimin estuviera
a mi lado, pero madre probablemente le había advertido
que debía comportarse. Tenía que hacer esto solo. Se suponía que nadie robara
el espectáculo del futuro esposo. Miré la madera oscura de la puerta y consideré
huir.
Risas de hombres se escuchaban detrás de ella, mi padre y el Jefe. Un cuarto

repleto de los más poderosos 20 y peligrosos hombres en el país y se suponía
20
que tenía que entrar. Un solitario cordero entre lobos. Sacudí la cabeza. Tenía
que dejar de pensar así. Ya los había hecho esperar demasiado tiempo. Agarré
la manija y la bajé. Me deslicé dentro, aún sin mirar a nadie mientras cerraba la
puerta. Reuniendo mi coraje, enfrenté la habitación. La conversación murió.
¿Se suponía que diga algo?
Me estremecí y esperé que no pudieran verlo. Mi padre parecía como el gato

que consiguió lo que buscaba. Mis ojos buscaron a Jungkook y su penetrante
mirada me dejó helado. Contuve la respiración. Él dejó su vaso con líquido
oscuro con un audible sonido metálico. Si nadie decía algo pronto, huiría de la
habitación. Rápidamente escaneé las caras de los hombres allí reunidos. De
Busan estaban Yoongi, Jungkook y Minho Jeon, y dos guardaespaldas:
Namjoon y un hombre joven que no conocía. De la Organización de Seúl
estaban mi padre, Park Hee y su hijo, el futuro líder Park Seojoon, así como
Seung y mi primo Bogum a quien odiaba. Y a un lado estaba el pobre Beomyu,
quien llevaba un traje negro como todo el mundo allí. Podía ver que él quería
correr hacía mí y buscar consuelo, pero sabía lo que padre diría de eso.
Padre finalmente se movió hacia mí, puso su mano en mi espalda y me guio

hacia los hombres como un cordero hacia el sacrificio. El único hombre que
parecía en verdad aburrido era Seojoon; él solo tenía ojos para su whisky.
Nuestra familia había ido al funeral de su esposa dos meses atrás. Un viudo en
sus treinta. Podría haber sentido pena si no me asustara tanto, casi tanto como
Jungkook me asustaba. Por supuesto, padre me dirigió directamente hacia mi
futuro esposo con una expresión desafiante, como si esperara que Jungkook se
arrodillara con devoción. Por su expresión, Jungkook bien podría estar viendo
una roca. Sus ojos grises eran duros y fríos cuando enfocaron a mi padre.
—Este es mi hijo, Taehyung.
Aparentemente, Jungkook no le había mencionado nuestro embarazoso

encuentro. Park Hee habló:
—No prometí demasiado, ¿verdad?
21
Deseé que la tierra se abriera y me trague entero. Nunca había estado sometido
a tanta... atención. La manera en cómo todos me miraban, me tenía paralizado,
en especial la forma en cómo Bogum me miraba puso mi piel de gallina. Él
había sido iniciado solo recientemente y había cumplido dieciocho dos semanas
atrás. Desde entonces, había sido incluso más desagradable que antes.
—No lo hiciste —dijo Jungkook simplemente.
Padre pareció obviamente desconcertado. Sin nadie viéndolo, Beomyu se había

colado detrás de mí y deslizó su mano en la mía. Bueno, Jungkook se había
dado cuenta y estaba mirando a mi hermano, lo que provocó que su mirada
quedara demasiado cerca de mi trasero. Me moví nerviosamente y Jungkook
alejó la mirada.
—¿Quizá los futuros esposos quieren estar solos por unos pocos minutos? —
sugirió Jeon Minho.
Mis ojos se dirigieron bruscamente en su dirección y no logré ocultar mi

sorpresa lo suficientemente rápido. Jungkook se dio cuenta pero no pareció que
le importara.
Mi padre sonrió y se dio la vuelta para irse. No lo podía creer.
—¿Debería quedarme? —preguntó Seung. Le di una rápida sonrisa, que

desapareció cuando mi padre sacudió la cabeza.
—Dales unos pocos minutos a solas —dijo. Jeon Minho en realidad le guiñó a
Jungkook. Todos se fueron hasta que solo Jungkook, Beomyu y yo nos
quedamos.
—Beomyu —llegó la fuerte voz de padre—. Sal de ahí ahora.
Beomyu renuentemente dejó ir mi mano y se fue, pero no antes de enviarle a

Jungkook la más mortal mirada que un niño de cinco años podía lograr. Los
labios de Jungkook se arquearon. Luego la puerta se cerró y nos quedamos
solos. ¿Qué había significado el guiño del padre de Jungkook?
22
Lancé una rápida mirada a Jungkook. Él era realmente alto, le llegaba a la

barbilla. Él miró afuera por la ventana. No me dio ni una sola mirada. Vestirme
como un puto no había hecho que Jungkook se interesara más por mí. ¿Por qué
lo haría? Había visto las personas con las que salía en Busan.
—¿Tú elegiste esta ropa?
Salté, sorprendido de que hable. Su voz era profunda y calmada. ¿Alguna vez
se emocionaba?
—No —admití—. Mi padre lo hizo.
La mandíbula de Jungkook se tensó. No podía leerlo y me estaba poniendo cada

vez más nervioso. Metió la mano en el interior de su chaqueta y por un ridículo
segundo realmente pensé que estaba sacando un arma. En su lugar, sostuvo una
caja negra en su mano. Se volvió hacia mí y miré fijamente su camisa negra.
Camisa negra, corbata negra, chaqueta negra. Negro como su alma. Este era un
momento que millones de personas soñaban, pero me sentí frío cuando
Jungkook abrió la caja. En el interior había un anillo de oro blanco con un
diamante grande en el centro entre dos diamantes ligeramente más pequeños.
No me moví.
Jungkook tendió su mano cuando la incomodidad entre nosotros alcanzó su pico

máximo. Me sonrojé y extendí la mano. Me estremecí cuando su piel rozó la
mía. Deslizó el anillo de compromiso en mi dedo, y luego me soltó.
—Gracias —me sentí obligado a decir las palabras e incluso mirarlo a la cara,
que lucía impasible, aunque lo mismo no podía decirse de sus ojos. Se veían
enojados. ¿Había hecho algo mal? Extendió su brazo y enlacé el mío con el
suyo, dejando que me lleve fuera del salón, hacia el comedor. No hablamos.
¿Tal vez Jungkook estaba lo suficientemente decepcionado conmigo que
cancelaría el compromiso? Pero no habría puesto el anillo en mi dedo si ese
fuera el caso.
23
Cuando entramos al comedor, las mujeres de mi familia se habían unido a los

hombres. Los Jeon no habían traído compañía femenina. Tal vez porque no
confiaban en mi padre y los Park lo suficiente para arriesgarse a traer mujeres a
nuestra casa. No podía culparlos. Tampoco confiaría en mi padre o el Jefe.
Jungkook dejó caer su brazo y rápidamente me uní a mi madre y hermanos, que

pretendieron admirar mi anillo. Jimin me dio una mirada. No sabía con qué lo
había amenazado mi madre para mantenerlo callado. Podía decir que Jimin tenía
un comentario crítico en la punta de la lengua. Sacudí la cabeza y él puso los
ojos en blanco. La cena pasó como un borrón. Los hombres discutieron
negocios mientras las mujeres permanecían en silencio. Mis ojos se
mantuvieron desviándose hacia el anillo en mi dedo. Se sentía demasiado
pesado, demasiado apretado, demasiado todo. Jungkook me había marcado
como su posesión.
Después de cenar, los hombres se trasladaron al salón para beber, fumar y hablar
de cualquier otra cosa que necesitara ser discutida. Volví a mi habitación, pero
no pude conciliar el sueño. Con el tiempo, me puse una bata encima del pijama,
salí de mi habitación y bajé las escaleras.
En un arrebato de locura, tomé el pasillo que conducía a la puerta secreta detrás

de la pared en el salón. Mi Abuelo pensó que era necesario tener escapes
secretos en la oficina y el salón con chimenea porque ahí es donde los hombres
de la familia usualmente mantenían sus reuniones. Me pregunté, ¿qué pensó que
pasaría con las demás personas después de que todos los hombres hubieran
huido a través del pasadizo secreto?
Encontré a Jimin con los ojos presionados contra la mirilla de la puerta

disimulada. Por supuesto, él ya estaba allí. Se dio la vuelta, sus ojos muy
abiertos, pero se relajó cuando me vio.
—¿Qué está pasando ahí dentro? —pregunté en un susurro, preocupado de que

las personas en el salón pudieran oírnos.
Jimin se movió a un lado, así que pude ver a través de la segunda mirilla.
24
—Casi todo el mundo ya se ha ido. Padre y los Park tienen detalles que discutir
con Jeon Minho. Solo están Jungkook y su séquito ahora.
Bizqueé a través del agujero, lo que me dio una vista perfecta de las sillas llenas
de gente alrededor de la chimenea. Jungkook se apoyaba contra la repisa de
mármol de la
chimenea, con las piernas cruzadas casualmente, un vaso de whisky en la mano.

Su hermano Yoongi se recostaba en un sillón junto a él, sus piernas separadas
y esa sonrisa lobuna en su rostro. Namjoon y el segundo guardaespaldas que
habían llamado Soobin durante la cena se sentaba en el otro sillón. Soobin
parecía ser de la misma edad de Yoongi, por lo tanto, alrededor de los dieciocho.
Apenas hombres para el estándar de la sociedad, pero no en nuestro mundo.
—Podría haber sido peor —dijo Yoongi, sonriendo. Podría no haberse visto tan
letal como Jungkook, pero algo en sus ojos me decía que solo era capaz de
ocultarlo mejor—. Él podría haber sido feo. Pero, mierda, tu pequeño prometido
es una aparición. Ese traje. Ese cuerpo. Ese cabello y rostro, además de ser tan
especial. —Yoongi silbó. Parecía que estaba provocando a su hermano
apropósito.
—Es un niño —dijo Jungkook con desdén. La indignación se levantó en mí,

pero sabía que debía estar contento que no me viera de otra forma.
—No se veía como un niño para mí —dijo Yoongi, luego chasqueó la lengua.
Le dio un codazo al hombre mayor, Namjoon—. ¿Qué dices? ¿Jungkook está
ciego?
Namjoon se encogió de hombros con una mirada cautelosa hacia Jungkook.
—No lo miré de cerca.
—¿Y tú, Soobin? ¿Tienes ojos funcionales en tu cabeza?
25
Soobin alzó la vista, y rápidamente volvió a mirar abajo a su bebida. Yoongi

echó la cabeza hacia atrás y rio.
—Maldición, Jungkook, ¿le dijiste a tus hombres que cortarías sus penes si
miraban a ese chico? Ni siquiera estás casado con él.
—Él es mío —dijo Jungkook en voz baja, enviando un escalofrío por mi espalda
con su voz, por no hablar de sus ojos. Miró a Yoongi, quien sacudió la cabeza.
—Durante los próximos tres años, estarás en Busan y él estará aquí. No puedes
mantener siempre un ojo en él, o tienes la intención de amenazar a cada hombre
en la Organización. No puedes cortarles a todos sus penes. Tal vez Hoseok
conoce a unos eunucos que puedan mantenerla vigilado.
—Haré lo que tenga que hacer —dijo Jungkook, removiendo la bebida en su

vaso—. Namjoon, encuentra a los dos idiotas que se supone deben proteger a
Taehyung. —La forma en que mi nombre salió de su lengua me hizo temblar.
Ni siquiera sabía que tenía dos guardias ahora. Seung siempre me había
protegido a mí y a mis hermanas. Namjoon se alejó inmediatamente y regresó
diez minutos después con Seung y Bogum, ambos parecían ofendidos por haber
sido convocados como perros por alguien de Busan. Padre estaba un paso por
detrás de ellos.
—¿Qué significa esto? —preguntó padre.
—Quiero tener unas palabras con los hombres que eligió para proteger lo que
es mío.
Jimin resopló a mi lado, pero yo lo pellizqué. Nadie podía saber que estábamos
escuchando esta conversación. A padre le daría un ataque si revelábamos la
posición de su puerta secreta.
26
—Son buenos soldados, ambos. Bogum es el primo de Taehyung y Seung ha

trabajado para mí por casi dos décadas.
—Me gustaría decidir por mí mismo si confío en ellos —dijo Jungkook.
Contuve la respiración. Eso era lo más cercano a un insulto que podría decir sin
llegar a insultar a mi padre abiertamente. Los labios de padre se tensaron, pero
dio una breve inclinación de cabeza. Permaneció en la habitación.
Jungkook se acercó a Seung—. Oí que eres bueno con el cuchillo.
—El mejor —intervino padre. Un músculo en la mandíbula de Jungkook

tembló.
—No tan bueno como su hermano, según los rumores —dijo Seung con un
gesto hacia Yoongi, quien le dedicó una sonrisa de tiburón—. Pero mejor que
cualquier otro hombre en nuestro territorio —admitió Seung finalmente.
—¿Estás casado?
Seung asintió.—Por veintiún años.
—Eso es mucho tiempo —dijo Yoongi—. Taehyung debe verse muy delicioso
en
comparación con tu vieja esposa.
Ahogué un jadeo. La mano de Seung se retorció un centímetro hacia la funda

alrededor de su cintura. Todo el mundo lo vio. Padre observó como un halcón,
pero no interfirió.
Seung se aclaró la garganta. —Conozco a Taehyung desde su nacimiento. Él es

aún es un niño.
—No será un niño durante mucho más tiempo —dijo Jungkook.
27
—Siempre será un niño ante mis ojos. Y soy fiel a mi esposa. —Seung miró
con furia a Yoongi—. Si insultas a mi mujer de nuevo, le pediré a tu padre
permiso para desafiarte en una pelea con cuchillos para defender su honor y te
mataré.
Esto terminaría mal. Yoongi inclinó la cabeza.
—Podrías intentar. —Mostró sus blancos dientes—. Pero no tendrías éxito.
Jungkook cruzó los brazos, luego dio una inclinación de cabeza.
—Creo que eres una buena opción, Seung.
Seung dio un paso atrás, pero mantuvo su mirada fija en Yoongi, que no le hizo
caso.
Los ojos de Jungkook se enfocaron en Bogum y dejó caer la civilidad que había
envuelto al monstruo en su interior hasta ese momento.
Se movió tan cerca de Bogum que mi primo tuvo que inclinar la cabeza hacia
atrás para devolverle la mirada. Bogum intentó mantener una expresión
arrogante y segura de sí mismo, pero se veía como un cachorro Chihuahua
tratando de impresionar a un tigre de Bengala. Jungkook y él bien podrían haber
sido de dos especies diferentes.
—Él es de la familia. ¿Honestamente vas a acusarlo por tener interés en mi hijo?
—Vi cómo veías a Taehyung—dijo Jungkook, sin apartar los ojos de Bogum ni
un momento.
—Como un melocotón jugoso que quieres follarte —agregó Yoongi,

disfrutando de esto mucho más de lo necesario. Los ojos de Bogum se lanzaron
hacia mi padre, en busca de ayuda.
28
—No lo niegues. Conozco el deseo cuando lo veo. Y tú deseas a Taehyung—

gruñó
Jungkook. Bogum no lo negó—. Si descubro que lo estás mirando así de nuevo.

Si me entero que estás en una habitación a solas con él. Si averiguo que tocas
aunque sea su mano, te mataré.
Bogum se puso rojo.
—Tú no eres miembro de la Organización. Nadie te dirá nada incluso si lo violo.

Podría iniciarlo para ti. —Dios, Bogum, cierra la boca. ¿No podía ver el
asesinato en los ojos de Jungkook?—. Tal vez incluso lo filmaré para ti.
Antes de poder siquiera parpadear, Jungkook había tirado al suelo a Bogum y

clavaba una rodilla en su columna vertebral, uno de los brazos de mi primo
retorcido hacia atrás. Bogum luchó y maldijo, pero Jungkook lo contuvo rápido.
Una de sus manos se apoderó de la muñeca de Bogum mientras alcanzaba
debajo de su chaleco con la otra, sacando un cuchillo.
Mis piernas se volvieron débiles.
—Vete ahora —le dije a Jimin en un susurro. Él no escuchó.
Aparta la mirada, Taehyung. Pero no podía. Padre seguramente detendría a

Jungkook. Pero la expresión de padre era de disgusto a medida que observaba
a Bogum. Los ojos de Jungkook buscaron la mirada de padre; Bogum no era su
soldado. Este ni siquiera era su territorio. El honor exigía que obtuviera permiso
del líder Kim, y cuando mi padre asintió, él bajó el cuchillo y cortó el meñique
de Bogum. Los gritos resonaron en mis oídos a medida que mi visión se volvía
negra. Mordí mi puño para sofocar el sonido. Jimin no lo hizo. Él dejó escapar
un chillido que podría haber despertado a los muertos antes de vomitar. Al
menos, se había girado y apuntó lejos de mí. Su vómito se derramó por los
escalones. Detrás de las puertas, reinó el silencio. Nos habían escuchado. Agarré
la parte superior de los brazos de Jimin cuando la puerta secreta se abrió de
golpe, revelando el rostro furioso de padre. Detrás de él estaban de pie Namjoon
29
y Soobin, ambos con sus armas preparadas. Cuando nos vieron a Jimin y a mí,
las devolvieron a sus fundas bajo sus chaquetas.
Jimin no lloró. Pocas veces lo hacía, pero su rostro estaba pálido y se apoyaba
pesadamente contra mí. Si no lo hubiera sostenido, mis propias piernas se
habrían desplomado. Pero tenía que ser fuerte por él.
—Por supuesto —dijo padre entre dientes, frunciéndole el ceño a Jimin—. Debí
haber sabido que eras tú causando problemas otra vez. —Lo apartó
violentamente de mí y lo lanzó dentro del salón, levantó la mano y lo golpeó
con fuerza en el rostro.
Di un paso en su dirección para protegerlo y padre levantó su brazo de nuevo.

Me preparé para el golpe, pero Jungkook atrapó la mano de mi padre con su
mano izquierda. Su mano derecha todavía estaba agarrando el cuchillo que
había usado para cortar el dedo de Bogum. El cuchillo y la mano de Jungkook
estaban cubiertos de sangre. Mis ojos se ampliaron. Padre era el dueño de la
casa, el dueño de todos nosotros. La intervención de Jungkook era un insulto
contra el honor de mi padre.
Seung sacó su cuchillo y padre puso la mano en su arma. Yoongi, Soobin y

Namjoon habían sacado sus propias armas. Bogum seguía en el suelo, inclinado
sobre su mano, sus quejidos siendo el único sonido en la habitación. ¿Había
habido alguna vez un compromiso rojo?
—No era mi intención faltarle el respeto —dijo Jungkook tranquilamente como

si la guerra entre Busan y Seúl no estuviera a punto de estallar—. Pero
Taehyung ya no es su responsabilidad. Perdió su derecho a castigarlo cuando lo
hizo mi prometido. Él es mío para lidiar ahora.
Padre bajó la mirada al anillo en mi dedo, y luego inclinó la cabeza. Jungkook

soltó su muñeca, y los otros hombres en la habitación se relajaron ligeramente,
pero no
guardaron sus armas.
30
—Eso es cierto. —Dio un paso atrás e hizo un gesto hacia mí—. Entonces, ¿te
gustaría el honor de hacerlo entrar en razón?
La dura mirada de Jungkook se fijó en mí y dejé de respirar.
—Él no me desobedeció.
Los labios de padre se estrecharon.
—Tienes razón. Pero como yo lo veo, Taehyung estará viviendo bajo mi techo
hasta la boda y ya que el honor me impide levantar la mano contra él, tendré
que encontrar otra manera de hacer que me obedezca. —Fulminó a Jimin con
la mirada y lo golpeó una segunda vez—. Por cada una de tus malas acciones,
Taehyung, tu hermano aceptará el castigo en tu lugar.
Apreté los labios, con las lágrimas escociendo en mis ojos. No miré a Jungkook
o a padre, no hasta que pudiera encontrar una manera de ocultar mi odio de
ellos.
—Seung, lleva a Jimin y a Taehyung a sus habitaciones y asegúrate que se

queden allí. —Seung enfundó su cuchillo y nos hizo un gesto para que lo
siguiéramos.
Pasé junto a mi padre, arrastrando a Jimin conmigo, quien tenía la cabeza gacha.
Se puso rígido cuando pasamos por encima de la sangre en el piso de madera y
el dedo cortado yaciendo abandonado sobre este. Mis ojos se desviaron hacia
Bogum quien estaba aferrándose a su herida para detener el sangrado. Sus
manos, su camisa y sus pantalones estaban cubiertos de sangre. Jimin tuvo
arcadas como si fuera a vomitar de nuevo.
—No —dije con firmeza—. Mírame.
Él apartó los ojos de la sangre y se encontró con mi mirada. Había lágrimas en

sus ojos y su labio inferior tenía un corte que estaba goteando sangre en su
barbilla y pijama. Mi mano sobre la de él se tensó. Estoy aquí para ti. Nuestras
31
miradas encontradas parecieron ser su única ancla a medida que Seung nos
guiaba fuera de la habitación.
—Mpreg—dijo mi padre en tono de burla—.Ni siquiera pueden soportar ver un

poco de sangre. —Prácticamente podía sentir la mirada de Jungkook perforando
mi espalda antes de que la puerta se cerrara.
Jimin se limpió el labio sangrando mientras
nos apresurábamos detrás de Seung a través del pasillo y por las escaleras.
—Lo odio —murmuró—. Los odio a todos.
—Shh. —No quería que hable así delante de Seung. Él se preocupaba por
nosotros, pero era el soldado de mi padre de los pies a la cabeza.
Me detuvo cuando quise seguir a Jimin a su habitación. No quería que estuviera

solo esta noche. Y tampoco quería estar solo.
—Escuchaste lo que dijo tu padre.
Miré a Seung.—Necesito ayudar a Jimin con su labio.
Seung sacudió la cabeza.
—No es nada. Ustedes dos juntos en una habitación siempre traen problemas.
¿Crees que es sabio irritar a tu padre más esta noche? —Seung cerró la puerta
de Jimin y suavemente me empujó en dirección a mi habitación contigua a la
suya.
Di un paso dentro, luego me giré hacia él.
—Una habitación llena de hombres adultos observando a un hombre golpear a

un niño indefenso, ese es el famoso valor de los hombres de la mafia.
32
—Tu futuro esposo detuvo a tu padre.
—De golpearme a mí, no a Jimin.
Seung sonrió como si fuera un niño estúpido.
—Jungkook podría gobernar Busan, pero esto es Seúl y tu padre es el

Consigliere.
—Admiras a Jungkook—dije con incredulidad—. Lo viste cortar el dedo de

Bogum y lo admiras.
—Tu primo tiene suerte que El Tenazas no le cortó otra cosa. Jungkook hizo lo
que todo hombre habría hecho. Tal vez todo hombre en nuestro mundo.
Seung palmeó mi cabeza como si fuera un gatito adorable.
—Ve a dormir.
—¿Vigilarás mi puerta toda la noche para asegurarte que no me escape de

nuevo? —pregunté desafiante.
—Mejor te acostumbras a ello. Ahora que Jungkook ha puesto un anillo en tu

dedo, se asegurará que siempre estés vigilado.
Cerré la puerta de golpe. Vigilado. Incluso desde lejos Jungkook estaría

controlando
mi vida. Había pensado que mi vida seguiría como solía ser hasta la boda, pero,
¿cómo
podría serlo cuando todo el mundo sabía lo que el anillo en mi dedo significaba?
El
33
meñique de Bogum era una señal, una advertencia. Jungkook había hecho su
reclamo sobre mí y lo haría cumplir a sangre fría.
No apagué las luces esa noche, preocupado de que la oscuridad traiga de regreso
imágenes de sangre y extremidades cortadas. De todos modos vinieron.
Singularity
CAPITULO II
Mi respiración sale en bocanadas a medida que deja mis labios. Incluso mi
grueso abrigo no podía protegerme del invierno de Seúl. La nieve crujía bajo
mis botas mientras seguía a madre por la acera hacia el edificio de ladrillo, el
cual albergaba la tienda de bodas más lujosa en Asia. Seung se arrastraba cerca,
34
mi constante sombra. Otro de los soldados de mi padre cubría la parte trasera,

detrás de mis hermanos. Unas puertas giratorias de latón nos dieron la
bienvenida al iluminado interior de la tienda y la dueña y sus dos asistentes nos
dieron recibieron inmediatamente.
-Feliz cumpleaños, joven Kim -dijo la dueña con su voz cadenciosa.
Forcé una sonrisa. Se suponía que mi decimoctavo cumpleaños debía ser un
día de celebración. En cambio significaba que solo era otro paso más cerca de
casarme con Jungkook. No lo había visto desde aquella noche que cortó el dedo
de Bogum. Me había enviado joyas costosas por mi cumpleaños, navidad, día
de San Valentín y el aniversario de nuestro compromiso, pero ese era el alcance
de nuestro contacto en los últimos treinta meses.
Había visto fotos de él con otras personasen internet, pero incluso eso se detuvo
hoy cuando nuestro compromiso se filtró a la prensa. Al menos ya no haría
alarde de sus putos en público. No me engañaba pensando que él no seguía
durmiendo con ellos. Y no me importaba. Mientras tuviera a otras personas para
follar, con suerte no pensaría en mí de esa manera.
-¿Solo seis meses hasta su boda si estoy correctamente informada? -añadió la

dueña de la tienda alegremente.
Era la única persona que parecía emocionada. No es de extrañar realmente, haría

mucho dinero hoy. La boda que marcaba la unión definitiva de la mafia de Seúl
y Busan iba a ser un asunto espléndido. El dinero era irrelevante. Incliné la
cabeza. 166 días hasta que tenga que intercambiar una jaula de oro por otra.
Jimin me dio una mirada que dejaba en claro lo que pensaba del asunto, pero
mantuvo la boca cerrada. A sus dieciséis años y medio, Jimin finalmente había
aprendido a manejar sus arrebatos, en su mayoría. La dueña de la tienda nos
llevó a la sala de probadores. Seung y el otro hombre se quedaron fuera de las
cortinas. Yeonjun y Jimin se dejaron caer en el lujoso sofá blanco mientras
madre comenzaba a ver los trajes de novio en exhibición. Me quedé de pie en
35
medio de la habitación. La vista de todo el tul blanco, seda, velos, camisas y

sacos blancos brocados y lo que representaban hizo un nudo en mi garganta.
Pronto sería un hombre casado.
Citas de amor decoraban las paredes de la sala de probadores; se sentían como

una burla teniendo en cuenta la dura realidad que era mi vida. ¿Qué era el amor
sino un sueño tonto? Podía sentir los ojos de la dueña y sus asistentes sobre mí,
cuadré los hombros antes de unirme a mi madre. Nadie podía saber que no era
él novio feliz que se suponía debía ser sino un peón en un juego de poder.
Finalmente, la dueña de la tienda se acercó a nosotros y nos mostró sus trajes

más caros.
-¿Qué tipo de traje preferiría tu futuro esposo? -preguntó agradablemente.
-Del tipo desnudo -dijo Jimin, y mi madre le lanzó una mirada. Me sonrojé, pero
la dueña de la tienda rio como si fuese todo muy divertido.
-Hay tiempo para eso en la noche de bodas, ¿no crees? -dijo y guiñó un ojo.
Alcancé el traje más caro de la colección, un sueño de brocado; la blusa estaba

bordada con perlas e hilos plateados que formaban un delicado patrón floreado.
-Los hilos son de platino -dijo la dueña. Eso explicaba el precio-. Creo que tu
novio estará contento con tu elección.
Entonces ella lo conocía mejor que yo. Jungkook era tan extraño para mí como
lo
había sido hace casi tres años. La boda se celebraría en los amplios jardines de
la mansión Jeon. Todo el mundo ya era un hervidero con los preparativos. No
había puesto un pie en la casa o incluso en las instalaciones todavía, pero mi
madre me mantenía al día, no es que se lo hubiera pedido.
36
•••
Para el momento en que mi familia llegó a Busan hace unas horas, mis hermanos
y yo habíamos estado acurrucadas en nuestra suite en el Taejongdae Resort.
Jeon Minho había sugerido que viviéramos en una de las muchas habitaciones
en la mansión hasta la boda en cinco días, pero mi padre había declinado. Tres
años de cooperación tentativa y aún no confían entre sí. Me alegré. No quería
poner un pie en la mansión hasta que tuviera que hacerlo. Padre había accedido
a dejarme compartir una suite con Younjun y Jimin, así mi madre y él tomaron
una suite para ellos. Por supuesto, un guardaespaldas estaba posicionado frente
a cada una de las tres puertas de nuestra suite.
-¿Realmente tenemos que asistir mañana a la despedida de soltero? -preguntó

Yeonjun, sus piernas desnudas se balanceaban sobre el respaldo del sofá.
Madre siempre decía que Nabokov debió tener en mente a Yeonjun cuando
escribió Lolita. Mientras Jimin provocaba con sus palabras, Yeonjun utilizaba
su cuerpo para eso. Había cumplido catorce años en abril, un niño que usaba
sus indefinidas curvas para obtener una reacción de todo el mundo que nos
rodeaba. Se veía como un modelo adolescente. Eso me preocupaba. Sabía que
era su forma de rebelarse contra la jaula dorada que era nuestra vida, pero
aunque los soldados de padre observaban su coqueteo con diversión, había otros
allá afuera que amarían malinterpretarlo.
-Por supuesto que debemos ir -murmuró Jimin-. Taehyung es él feliz novio,

¿recuerdas?
Yeonjun resopló.
-Claro. -Se incorporó bruscamente-. Estoy aburrido. Vamos de compras.
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Seung no estuvo entusiasmado con la sugerencia, incluso con otro de los

guardaespaldas de mi padre a su lado, afirmó que era casi imposible que nos
mantuvieran bajo control. Finalmente cedió como siempre lo hacía. Estábamos
de compras en una tienda que vendía ropa al estilo rockero sexy que
Yeonjun desesperadamente quería probar cuando recibí un mensaje de

Jungkook. Era la primera vez que tenía contacto conmigo directamente y
durante mucho tiempo lo único que pude hacer fue mirar la pantalla. Jimin se
asomó sobre mi hombro desde el probador.
-"Nos vemos en tu hotel a las seis. JK". Que amable de su parte preguntar.
-¿Qué quiere? -susurré. Tenía la esperanza de no tener que verlo hasta el 10 de

agosto, el día de nuestra boda.
-Solo hay una manera de averiguarlo -dijo Jimin, comprobando su reflejo.
Estaba nervioso. No había visto a Jungkook en mucho tiempo. Me acomode los

rulos de mi cabello y luego enderecé mi playera. Jimin me había convencido de
ponerme unos jeans negros ajustados que había comprado hoy. Ahora me
preguntaba si algo que atrajera menos atención a mi cuerpo hubiera sido mejor.
Todavía tenía quince minutos antes de que Jungkook quisiera reunirse conmigo.
Ni siquiera sabía en dónde todavía. Supuse que me llamaría una vez que llegara
y me pediría bajar al vestíbulo.
-Dejar de tontear -dijo Jimin desde su lugar en el sofá, leyendo una revista.
-Realmente no creo que este atuendo sea una buena idea.
-Lo es. Es fácil manipular a los hombres con él. Yeonjun tiene catorce años y
ya lo ha averiguado. Padre siempre dice que somos débiles por ser mpreg y
porque no llevamos cerca una pistola. Tenemos nuestras propias armas
Taehyung, y tendrás que empezar a usarlas. Si quieres sobrevivir a un
matrimonio con ese hombre, deberás usar tu cuerpo para manipularlo. Los
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hombres, incluso los bastardos e insensibles como ellos, tienen una debilidad y
esta cuelga entre sus piernas.
No creía que Jungkook pudiera ser manipulado fácilmente. No parecía como

alguien que perdiera el control, a menos que él lo quisiera y realmente no estaba
seguro de desear que note mi cuerpo de esa manera.
Un golpe me hizo saltar y mis ojos volaron hacia el reloj. Todavía era demasiado
temprano para Jungkook y él realmente no subiría a nuestra suite, ¿o sí?
Yeonjun salió corriendo de su dormitorio antes de que Jimin o yo pudiéramos

siquiera movernos. Llevaba su atuendo de chico rockero: pantalones de cuero
ajustados y una camiseta negra ajustada. Creía que se veía tan adulto en él. Jimin
y yo pensamos que parecía un joven-de-catorce-años esforzándose demasiado.
Abrió la puerta, acentuando su cadera hacia afuera, tratando de lucir sexy. Jimin
gimió pero yo no le estaba prestando atención.
-Hola, Jungkook-dijo Yeonjun con voz aguda. Me acerqué para poder ver a
Jungkook.
Estaba mirando hacia Yeonjun, obviamente tratando de averiguar quién era él.
Yoongi,
Soobin y Namjoon estaban parados detrás de él. Vaya, había traído a su séquito.
¿Dónde estaba Seung?
-Eres el joven Kim Yeonjun, él hermano tercero -dijo Jungkook, ignorando la

expresión coqueta de Yeonjun.
Yeonjun frunció el ceño.
-Ya no soy tan joven.
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-Sí, lo eres -dije con firmeza, acercándome a él y poniendo mis manos sobre sus
hombros. Él era solo un par de centímetros más baja que yo-. Ve con Jimin.
Yeonjun me dio una mirada de incredulidad pero luego se escabulló lejos. Mi

pulso estaba acelerado cuando me volví hacia Jungkook. Su mirada se detuvo
en mis piernas, y luego se movió lentamente hacia arriba hasta que llegó a mi
cara. Esa mirada no había estado en sus ojos la última vez que lo vi. Y me di
cuenta con un sobresalto que era lo que quería.
-No sabía que nos encontraríamos en mi suite -dije, y luego me di cuenta que
debí haberle saludado, o al menos intentado sonar menos grosero.
-¿Vas a dejarme entrar?
Dudé, y luego di un paso atrás y dejé que los hombres pasen junto a mí. Solo
Namjoon se quedó afuera. Cerró la puerta, aunque hubiera preferido que la
mantuviera abierta. Yoongi fue hacia Jimin, quien rápidamente se incorporó y
le dio su mirada más desagradable. Yeonjun, por supuesto, le sonrió.
-¿Puedo ver tu arma?
Yoongi le sonrió abiertamente pero antes de que pudiera responder, dije:
-No, no puedes.
Podía sentir los ojos de Jungkook en mí, deteniéndose en mis piernas y en mi

culo una vez más. Jimin me dio un una mirada de te-lo-dije. Él me pidió que
use mi cuerpo; el problema era que prefería a Jungkook ignorando mi cuerpo
porque todo lo demás me aterrorizaba.
-No deberían estar aquí a solos con nosotros -murmuró Jimin-. No es apropiado.
-Casi bufé. Como si Jimin le importara eso.
Jungkook entrecerró los ojos.
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-¿Dónde está Seung? ¿No debería estar custodiando esta puerta?
-Probablemente está en el aseo o fumándose un cigarrillo -dije, encogiéndome

de hombros.
-¿Sucede a menudo que los deja sin protección?
-Oh, todo el tiempo -dijo Jimin burlonamente-. Verás, Yeonjunie, Taehyungine

y yo nos escapamos cada fin de semana porque tenemos una apuesta de quién
puede ligar con más personas. -Yeonjun dejó escapar una risa aguda.
-Quiero tener unas palabras contigo, Taehyung-dijo Jungkook clavándome su

mirada fría.
Jimin se levantó del sofá y se acercó a nosotros.
-¡Estaba bromeando, por el amor de Dios! -dijo él, tratando de interponerse

entre Jungkook y yo, pero Yoongi lo agarró por la muñeca y tiró de él hacia
atrás.
Yeonjun observaba todo con los ojos muy abiertos y Soobin se quedó en la
puerta,
pretendiendo que esto no le concernía.
-Suéltame, o te voy a romper los dedos -gruñó Jimin. Yoongi levantó las manos
con una amplia sonrisa.
-Vamos -dijo Jungkook, su mano tocando mi espalda baja. Tragué un jadeo. Si

se dio cuenta, no hizo ningún comentario- ¿Dónde está tu habitación?
Los latidos de mi corazón palpitaron más rápido mientras asentía hacia la puerta
de la izquierda. Jungkook me llevó en esa dirección, ignorando las protestas de
Jimin.
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-¡Voy a llamar a nuestro padre! No puedes hacer eso.
Entramos en mi habitación y Jungkook cerró la puerta. No pude evitar sentir

miedo. Jimin no debería haber dicho esas cosas. Para cuando Jungkook se
enfrentó a mí, dije:
-Minnie estaba bromeando. Ni siquiera he besado a nadie, lo juro. -El calor se

deslizó en mi cara ante la admisión, pero no quería que Jungkook se enoje por
algo que ni siquiera había hecho.
Los ojos grises de Jungkook me observaron fijamente con intensidad.
-Lo sé.
Mis labios se separaron.
-Oh. ¿Entonces por qué estás enojado?
-¿Me veo enojado contigo?
Decidí no responder. Él sonrió.-No me conoces muy bien.
-Esa no es mi culpa -murmuré.
Tocó mi barbilla y me convertí en una estatua de sal.
-Eres como un ciervo nervioso ante las garras de un lobo. -No sabía lo cerca que
llegó a lo que pensaba de él-. No voy a atacarte.
Debo parecer dudoso porque soltó una pequeña risa, bajando la cabeza hacia la
mía.
-¿Qué estás haciendo? -susurré con nerviosismo.
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-No voy a tocarte así si eso es lo que te preocupa. Puedo esperar unos días más.
Después de todo, he esperado tres años.
No podía creer que había dicho eso. Por supuesto, sabía lo que se esperaba en
una noche de bodas, pero casi me había convencido de que Jungkook no estaba
interesado en mí de esa manera.
-Me llamaste pequeño la última vez.
-Pero ya no eres un pequeño-dijo Jungkook con una sonrisa depredadora. Sus

labios estaban a menos de un centímetro de los míos-. Estás haciendo esto
realmente difícil. No te puedo besar si me miras de esa manera.
-Entonces tal vez debería darte esta expresión en nuestra noche de bodas -lo
reté.
-Entonces tal vez voy a tener que tomarte totalmente desde atrás, así no tengo
que verla.
Mi expresión cayó y alejé tambaleando, mi espalda chocando con la pared.

Jungkook negó con la cabeza.
-Relájate. Estaba bromeando -dijo en voz baja-. No soy un monstruo.
-¿No lo eres?
Su expresión se endureció y se enderezó, levantándose a toda su estatura de

nuevo. Me arrepentí de mis palabras, a pesar de que eran la verdad.
-Quería discutir la cuestión de tu protección contigo -dijo en una voz sin

emociones, formal-. Una vez que te mudes a mi penthouse después de la boda,
Namjoon y Soobin serán responsables de tu seguridad. Pero quiero a Soobin a
tu lado hasta entonces.
-Tengo a Seung -protesté, pero él negó con la cabeza.
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-Al parecer, él está tomando demasiados descansos para ir al baño. Soobin no
dejará tu lado a partir de ahora.
-¿También va a vigilarme cuando me duche?
-Si quiero lo hará.
Levanté la barbilla, tratando de apagar mi ira.
-¿Permitirías que otro hombre me vea desnudo? En serio debes confiar en que
Soobin no tomará ventaja de la situación.
Los ojos de Jungkook ardieron.
-Soobin es leal. -Se inclinó más cerca-. No te preocupes, voy a ser el único
hombre que alguna vez te vea desnudo. No puedo esperar. -Sus ojos recorrieron
mi cuerpo.
Crucé los brazos sobre mi y aparté los ojos.
-¿Qué hay de Jimin? Él y Yeonjun comparten esta suite conmigo. Viste cómo
puede ser Yeonjun. Va a coquetear con Soobin. Hará cualquier cosa para llamar
su atención. No se da cuenta en lo que podría meterse al hacerlo. Necesito saber
que está a salvo.
-Soobin no tocará a tu hermano. Yeonjun solo está jugando. Es un niño. A

Soobin le gustan sus hombres y mujeres maduros y dispuestos.
"¿Y tú no?" Casi pregunto, pero me tragué las palabras y asentí en su lugar. Mis
ojos se dirigieron hacia mi cama. Este era un recordatorio terrible de lo que
sucedería pronto.
-Hay algo más. ¿Estás tomando la píldora mpreg?
El color desapareció de mi cara mientras me quedaba mirándolo.
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-Por supuesto que no.
Jungkook me escrutó con una calma inquietante.
-Tu madre podría haber hecho que empieces como preparación para la boda.
Estaba bastante seguro que iba a tener un ataque de nervios en cualquier

momento.
-Mi madre nunca haría eso. Ni siquiera quiere hablar conmigo de las cosas del
mpreg.
Jungkook levantó una ceja.
-¿Pero sabes lo que sucede entre dos personas en una noche de bodas?
Estaba burlándose de mí, el muy bastardo.
-Sé lo que ocurre entre las parejas normales. En nuestro caso, creo que la palabra
que estás buscando es violación.
Los ojos de Jungkook brillaron con emoción.
-Quiero que empieces a tomar la píldora. -Me entregó un pequeño paquete. Eran
anticonceptivos para los hombres como yo.
-¿No necesito ver a un médico antes de empezar a tomar el anticonceptivo?
-Tenemos un médico que ha estado trabajando para la familia durante décadas.

Esto proviene de él, es especialista en mpreg. Tienes que empezar a tomar la
píldora inmediatamente. Tarda unas 48 horas para que empiecen a funcionar.
No lo podía creer. Parecía muy ansioso por dormir conmigo. Mi estómago se

retorció.
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-¿Y si no lo hago?
Jungkook se encogió de hombros.
-Entonces voy a utilizar un condón. De cualquier manera, en nuestra noche de

bodas serás mío.
Abrió la puerta y me indicó que avanzara. Como si estuviera en trance, entré en

la sala de estar de la suite. No tenía intención de hacerlo enojar, pero ahora era
demasiado tarde. De todos modos, probablemente no era la última vez. Seung
estaba junto a Jimin y Yeonjun, luciendo molesto. Le frunció el ceño a
Jungkook.
-¿Qué estás haciendo aquí?
-Deberías prestar más atención en el futuro y mantener tus descansos al mínimo

-le dijo Jungkook.
-Me fui solo unos pocos minutos y había guardias delante de las otras puertas.
Jimin sonrió arrogante. Los ojos de Yoongi estaban fijos en él.
-¿Qué estás mirando? -le espetó.
Yoongi se inclinó hacia delante.
-Tu cuerpo caliente.
-Entonces sigue mirando. -Él se encogió de hombros indiferente-. Porque eso

es todo lo que alguna vez llegarás a hacer con mi cuerpo caliente.
-Basta -advirtió Seung.
No estaba observándolo, sino a Yoongi, que tenía una expresión calculadora en

su rostro.
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-Soobin se hará cargo del deber de guardia hasta la boda -dijo Jungkook. Seung
abrió la boca, pero Jungkook levantó una mano-. Está hecho. -Se volvió hacia
Soobin que se incorporó a la vez. Se alejaron unos pasos de nosotros.
Jimin se presionó hacia mí. -¿Qué quiere decir?
-Soobin es mi nuevo guardaespaldas.
-Solo quiere controlarte.
-Shh. -Estaba viendo a Jungkook y Soobin. Después de un momento, Soobin

miró a Yeonjun, luego asintió y dijo algo. Finalmente regresaron a nosotros.
-Soobin se quedará contigo -dijo Jungkook simplemente. Estaba siendo más frío
desde que lo había llamado un monstruo.
-¿Y qué se supone que debo hacer? -preguntó Seung.
-Puedes vigilar su puerta.
-O puedes unirte a nuestra despedida de soltero -sugirió Yoongi.
-No me interesa -dijo Seung.
Jungkook se encogió de hombros.-Haz lo que quieras. El señor Kim y los Park

vienen con nosotros.
¿Mi padre iba con ellos? Ni siquiera quería saber lo que estaban tramando.
Jungkook se volvió hacia mí.
-Recuerda lo que te dije.
No respondí nada, solo agarré con fuerza el paquete de píldoras en mi mano.

Sin decir una palabra más, Jungkook y Yoongi se fueron.Soobin mantuvo la
puerta
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abierta.
-También puedes irte -le dijo a Seung quien lo fulminó con la mirada pero salió
después de un momento.Soobin cerró la puerta con llave.
Jimin se quedó boquiabierto.
-No puedes hablar en serio.
Soobin se apoyó en la puerta, con los brazos cruzados delante de él. No

reaccionó.
-Ven, Minnie. -Lo jalé conmigo hacia el sofá y nos dejamos caer en él. Yeonjun
ya estaba de rodillas en el sillón, viendo a Soobin con gran atención. Los ojos
de Jimin revolotearon a mi mano.
-¿Qué es esto?
-Anticonceptivos.
-No me digas que ese imbécil te lo dio hace un momento para que así pueda
follarte en su noche de bodas.
Apreté los labios.
-No vas a tomarlas, ¿verdad?
-Tengo que hacerlo. Si no lo hago, Jungkook igual no se detendrá. Solamente

estará enojado.
Jimin sacudió la cabeza, pero le di una mirada suplicante.
-No quiero discutir contigo. Vamos a ver una película, ¿de acuerdo? Realmente
necesito la distracción. -Después de un momento, Jimin asintió.
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Elegimos una película al azar, pero era difícil concentrarse con Soobin
vigilándonos.
-¿Te vas a quedar ahí parado toda la noche? -pregunté finalmente-. Me estás
poniendo nervioso. ¿No puedes sentarte al menos?
Se dirigió hacia el sillón vacío y se dejó caer. Se quitó la chaqueta, revelando

una camisa blanca y una funda sosteniendo dos armas junto a un largo cuchillo.
-Guau -susurró Yeonjun. Se puso de pie y se acercó a él. Soobin mantuvo su

atención en la puerta. Él dio un paso en su camino y no tuvo más remedio que
mirarlo. Él sonrió y se deslizó rápidamente en su regazo, así que él se puso
tenso.
Salté del sofá de inmediato y lo jalé fuera de él.
-Yeonjun, ¿qué es lo que te pasa? No puedes actuar de esa manera. Un día, un

hombre va a aprovecharse de ti. -Muchos hombres tenían problemas para
entender que la ropa y los actos de provocación no significaban que tenían
derecho a poseernos.
Soobin se enderezó en el sillón.
-No me hará daño. Jungkook se lo prohibió, ¿cierto?
-Podría robar tu virtud y después cortarte la garganta de modo que no puedas

decirle a nadie -dijo Jimin sin ayudar a nadie. Le lancé una mirada furibunda.
Los ojos de Yeonjun se abrieron como platos.
-No lo haría -dijo Soobin, sorprendiéndonos con su voz.
-No deberías haber dicho eso -murmuró Jimin-. Ahora va a adularte.
-Yeonjun, ve a la cama -le ordené y lo hizo bajo una protesta ruidosa-. Lo siento
-dije-. No sabe lo que está haciendo.
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Soobin asintió.
-No te preocupes. Tengo una hermana de su edad.
-¿Cuántos años tienes?
-Veinte.
-¿Y cuánto tiempo hace que trabajas para Jungkook?
Jimin apagó el televisor para centrarse en su interrogatorio. Me acomodé en el

respaldo.
-Cuatro años, pero he estado haciendo este trabajo durante seis años.
-Debes ser bueno si Jungkook te eligió para proteger a Tae.
Soobin se encogió de hombros.
-Saber cómo desenvolverme en una pelea no es la razón principal. Jungkook

sabe que soy leal.
-Lo que significa que no vas a manosear a Tae.
Puse los ojos en blanco ante ese comentario de Jimin. Soobin probablemente
lamentaba haber abandonado su puesto en la puerta.
-Jungkook sabe que puede confiar en mí con lo que es suyo.
Los labios de Jimin se tensaron. Eso no era lo que debía decir.
-Así que, si Tae sale desnudo de su habitación esta noche y tienes una erección
porque realmente no puedes evitarlo, ¿Jungkook no te castraría?
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Soobin estaba obviamente sorprendido. Se me quedó mirando, como si en

realidad le preocupara que hiciera eso.
-Ignóralo. No lo haré.
-¿A dónde irán Jungkook y los otros hombres para la despedida de soltero?
Soobin no respondió.
-Probablemente a un club nudista después a uno de los prostíbulos que tiene la

familia -murmuró Jimin-. ¿Por qué es que los hombres pueden putear por ahí
mientras que nosotros tenemos que salvaguardar nuestra virginidad para la
noche de bodas? ¿Y por qué Jungkook puede follarse a quien quiera mientras
Taehyung ni siquiera puede besar a un chico? ¿Solo por que somos mpreg?
-Yo no hago las reglas -dijo Soobin simplemente.
-Sin embargo, te aseguras que no la rompemos. No eres nuestro protector, eres

nuestro guardián.
-¿Alguna vez has considerado que estoy protegiendo a chicos que no saben
quién es Taehyung? -preguntó. Fruncí el ceño. -Jungkook mataría a cualquiera
que se atreviera a tocarte. Por supuesto, podrías salir, ligar con un chico y seguir
adelante, porque no serías al que Jungkook degolle.
-Jungkook no es mi prometido -dijo Jimin.
-Tu padre mataría a cualquier hombre que se acerque a ti, porque no querría que
nadie eche a perder sus posesiones más preciadas, tú eres un mpreg, ¿sabes
siquiera cuantos como ustedes aún existen?
Por primera vez, me di cuenta que solo porque me habían cedido a Jungkook
eso no significaba que Jimin no se vería obligado a casarse con otra persona.
De repente me sentí muy cansado.
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-Me voy a la cama.
Me quedé despierto toda la noche, pensando en maneras de escapar de la boda,

pero la única opción sería huir, y aunque Jimin sin duda vendría conmigo, ¿qué
hay de Yeonjun? No podría mantenerlos a ambos a salvo. Y ¿qué hay de
Beomyu? ¿Qué hay de mi madre? No podía dejar a todos atrás. Esta era mi vida.
No conocía nada más. Tal vez era una cobarde, aunque casarme con un hombre
como Jungkook probablemente requiere más valor que huir.
Singularity
CAPITULO III
La tarde antes del día de la boda, mi familia salió del Mandarin Oriental y se
dirigió a la mansión Jeon en la zona más privada de Seúl. Era una enorme
construcción inspirada en palacios coreanos, rodeada por poco más de una
hectárea de jardines. El camino de entrada era largo y sinuoso, dando lugar a
cuatro cocheras dobles y dos casas de huéspedes hasta finalizar en la mansión
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de frente blanco y techo con tejas rojas. Estatuas de mármol blanco se situaban
en la base de la escalera doble que conducía a la puerta principal. En el interior,
los techos decorados, columnas y pisos de mármol blanco, la vista de la bahía y
la larga piscina a través de las ventanas panorámicas me dejaron sin aliento. El
padre y la madrastra de Jungkook nos llevaron hacia el segundo piso del ala
izquierda, donde se encontraban nuestras habitaciones.
Jimin y yo insistimos en compartir habitación. No me importaba si nos hacía

ver inmaduros. Lo necesitaba a mi lado. Desde la ventana podíamos ver cómo
los trabajadores comenzaban a levantar el enorme pabellón que serviría mañana
como local. Más allá, el océano se agitaba. Jungkook no llegaría hasta el día
siguiente, así no podríamos cruzarnos por accidente antes de la boda, lo que
significaría mala suerte. Sinceramente no sé cómo podía tener más mala suerte
de la que ya tenía.
•••
-¡Hoy es el día! -dijo madre con falsa alegría.
Me arrastré fuera de la cama. Jimin tiró de las mantas sobre su cabeza,

murmurando algo acerca de ser demasiado temprano.
Madre suspiró. -No puedo creer que compartieran habitación como niños de
cinco años.
-Alguien tenía que asegurarse que Jungkook no entrara -dijo Jimin por debajo
de la manta.
-Seung patrulló el corredor.
-Como si él protegería a Tae de Jungkook-murmuró Jimin, sentándose

finalmente. Su cabello rojo era un desastre.
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Madre frunció los labios. -Tu hermano no necesita protección de su esposo.
Jimin resopló, pero madre lo ignoró y me hizo entrar al baño.
-Tenemos que prepárate. La esteticista estará aquí en cualquier momento. Toma

una ducha rápida.
A medida que el agua caliente se vertía sobre mí, la compresión se instaló. Esto
era todo, el día que había estado temiendo durante tanto tiempo. Esta noche
sería Jeon Taehyung, esposo del futuro Capo dei Capi y ex-virgen. Me apoyé
contra la cabina de la ducha. Deseé ser como otras parejas. Deseé poder disfrutar
de este día. Deseé no tener que esperar mi noche de bodas con temor, pero había
aprendido hace mucho tiempo que desear no cambia nada.
Cuando salí de la ducha, sentí frío. Ni siquiera mi suave bata de baño pudo
detener mi estremecimiento. Alguien llamó y Jimin entró con una taza y un
plato en la mano.
-Ensalada de frutas y té. Al parecer no puedes comer panqueques porque podría

hincharte. Qué mierda.
Tomé el té, pero negué con la cabeza a la comida.
-No tengo hambre.
-No puedes ir todo el día sin comer o te desmayarás cuando camines por el
pasillo. -Hizo una pausa-. Aunque, pensándolo bien, me encantaría ver la cara
de Jeon cuando lo hagas.
Tomé un sorbo del té y luego del tazón de Jimin saqué y comí unos trozos de
plátano. Realmente no quería desmayarme. Padre se pondría furioso y Jungkook
probablemente tampoco estaría muy feliz por ello.
-La esteticista ha llegado con su séquito. Podrías pensar que se necesitan para
embellecer un ejército de personas.
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Sonreí débilmente. -No las hagamos esperar.
Su mirada preocupada me siguió a medida que entrabamos al dormitorio, donde

Yeonjun y mi madre estaban esperando junto con las tres esteticistas.
Comenzaron su trabajo a la vez, depilando con cera mis piernas y axilas.
Cuando pensé que la tortura había terminado, la esteticista preguntó:
-¿También la zona del baja? ¿Sabe cómo lo prefiere su esposo?
Mis mejillas explotaron con rubor. Madre en realidad me miró en espera de una
respuesta. Como si supiera algo sobre Jungkook y sus preferencias,
especialmente en lo referente al vello corporal.
-Tal vez podríamos llamar a uno de sus putos -sugirió Jimin.
Madre jadeó.-¡JIMIN!
Yeonjun parecía desorientado sobre toda la situación. Podría ser el rey del
coqueteo pero eso era todo.
-Voy a quitar todo, ¿de acuerdo? -dijo la esteticista con voz suave y asentí,
dándole una sonrisa de agradecimiento.
Nos tomó horas prepararnos. Cuando nuestro maquillaje estuvo listo y mi

cabello quedó recogido hacia atrás con una diadema de diamantes rodeándolo
y un sutil velo cayendo sobre mi rostro, mis tías Yurim y Seaji y entraron con
mi traje y los trajes de Jimin y Yeonjun. Faltaba solo una hora para la ceremonia.
Observé mi reflejo. El traje era precioso; la parte de atrás desplegaba a mi
espalda, el bordado de platino brillaba donde la luz del sol lo golpeaba, y la
cima de la cintura
estaba acentuada por una cinta de satén blanco, debajo me habían puesto un
bonito corsé que acentuaba aún más mi figura.
-Me encanta. Te da una figura impresionante -dijo tía Yurim.
55
Ella era la madre de Jisoo.
-Jungkook seguramente lo apreciará -comentó tía Jaeji.
Algo en mi rostro debe haberle dicho a mi madre que estaba a punto de tener un
ataque de nervios, así que apresuró a mis tías para que salgan.
-Dejemos que los tres tengan un momento.
Jimin apareció a mi lado. Su cabello rojo contrastaba maravillosamente con el

el traje color menta. Abrió la caja con el collar. Diamantes y perlas rodeados
por intrincados hilos de oro blanco.
-Jungkook no escatima en costes, ¿verdad? Este collar y tu diadema

probablemente cuestan más de lo que la mayoría de la gente paga por su casa.
La conversación y la risa de los invitados reunidos se elevaban desde los

jardines a través de la ventana abierta en la habitación. De vez en cuando se oía
un ruido metálico.
-¿Qué es ese ruido? -pregunté, tratando de distraerme. Jimin caminó hasta la

ventana y se asomó.
-Los hombres están sacando sus armas y poniéndolas en cajas de plástico.
-¿Cuántas?
Jimin arqueó una ceja. -¿Cuántas armas coloca cada hombre?
-Una. -Él frunció el ceño, entonces cayó en cuenta y asentí con gravedad-. Solo
un tonto saldría de casa con menos de dos armas de fuego.
-Entonces, ¿por qué el espectáculo?
-Es simbólico -dije. Al igual que esta horrible boda.
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-Pero si todos quieren paz, ¿por qué no asistir desarmados? Es una boda,
después de todo.
-Ha habido bodas rojas antes. Vi fotos de una boda donde no se podía decir el
color del vestido de la novia. Estaba empapado en sangre.
Yeonjun se estremeció. -Eso no va a suceder hoy, ¿verdad?
Cualquier cosa era posible.
-No, Busan y Seúl se necesitan demasiado entre sí. No pueden correr el riesgo
de derramar sangre mientras la Bratva y los Taiwaneses representen una
amenaza.
Jimin bufó. -Oh genial, eso es reconfortante.
-Lo es -dije firmemente-. Al menos sabemos que nadie va a venir a hacer daño
hoy. -Mi estómago se retorció en un nudo.
Excepto por mí, tal vez. Probablemente. Jimin envolvió sus brazos alrededor de
mí por detrás y descansó la barbilla en mi hombro.
-Todavía podemos huir. Podríamos quitarte el traje y salir a hurtadillas. Están

todos ocupados. Nadie se daría cuenta.
Yeonjun asintió vigorosamente y se levantó de donde estaba encaramado en la

cama. Jungkook se daría cuenta. Forcé una sonrisa valiente.
-No. Es demasiado tarde.
-No lo es -siseó Jimin-. No te rindas.
-Habrá sangre en mis manos si rompo el acuerdo. Se matarían entre sí en

retribución.
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-Todos tienen sangre en sus manos. Cada puta persona en el jardín.
-No digas groserías.
-¿En serio? Un mpreg no maldice. -Jimin imitó la voz de nuestro padre al

decirlo-. ¿Desde cuándo te comportas como una persona obediente?
Aparté la vista. Él tenía razón. Eso me había llevado directamente a los brazos
de uno de los hombres más letales en el país.
-Lo siento -susurró Jimin-. No lo dije en serio.
Entrelacé nuestros dedos.-Lo sé. Y tienes razón. La mayoría de las personas en

el jardín tienen sangre en sus manos y merecen morir, pero son nuestra familia,
lo único que tenemos. Y hay inocentes como Beomyu.
-Beomyu tendrá sangre en sus manos muy pronto -dijo Jimin con amargura-. Se
convertirá en un asesino.
No podía negarlo. Beomyu comenzaría su proceso de iniciación a los doce. Si

lo que Seung había dicho era cierto, Jungkook había matado a su primer hombre
a los once.
-Pero ahora es inocente, y por ahí hay otros niños y personas así.
Jimin me inmovilizó con una dura mirada en el espejo.-¿De verdad crees que
alguno de nosotros es inocente?
Haber nacido en nuestro mundo significaba haber nacido con sangre en las
manos. Con cada respiración que tomábamos, el pecado era grabado
profundamente en nuestra piel. Nacido en sangre. Jurado en sangre, como el
lema de la Cosa Nostra de Busan .
-No.
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Jimin sonrió sombríamente. se acercó a la cama y levantó mi velo unido a la

diadema. Doblé las rodillas para que así pudiera fijarlo en lo alto de mi cabeza.
Él lo alisó suavemente hacia afuera.-Desearía que te estuvieras casando por

amor. Desearía que pudiéramos reír sobre tu noche de bodas. Desearía que no
lucieras tan jodidamente triste -dijo Jimin con fiereza.
El silencio entre nosotros se extendió. Yeonjun eventualmente asintió hacia la

cama.
-¿Aquí es donde dormirás esta noche?
Mi garganta se tensó.-No, Jungkook y yo pasaremos la noche en el dormitorio

principal. -No creía que consiguiera mucho, si es que algo, de descanso.
Alguien llamó y cuadré los hombros, poniendo mi expresión serena. Suni y

Jisoo entraron, seguidas por madre.
-Guau Tae, estás hermoso. Tu cabello se ve como oro hilado -dijo Jiso. Ella ya
llevaba su vestido de dama de honor y el color menta se veía precioso con su
cabello oscuro.
Técnicamente, solo a las mujeres y mpreg solteros se les permitía ser parte de
la corte de honor, pero mi tío había insistido en que hiciéramos una excepción
con Jisoo. Él estaba realmente interesado en encontrar un nuevo esposo para
ella. Suni llevaba un vestido granate que llegaba hasta el suelo con mangas
largas a pesar del calor de verano. Probablemente estaba destinado a ocultar
cuán delgada se había puesto. Forcé una sonrisa.
Madre tomó el brazo de Yeonjun.
-Vamos, Yeonjun, tus primas necesitan hablar con tu hermano. -Condujo a

Yeonjun fuera de la habitación y luego miró hacia atrás, hacia Jimin quien
estaba sentado con las piernas cruzadas sobre el sofá.
59
-¿Jimin?
Él la ignoró. -Me voy a quedar. No dejaré a Tae solo.
Madre sabía que era mejor no discutir con mi hermano cuando estaba de mal
humor, así que cerró la puerta.
-¿De qué se supone que hablarán conmigo?
-De tu noche de bodas -dijo Jisoo con una sonrisa de disculpa.
Suni hizo una mueca, lo cual me recordó lo joven que era. Solo veintidós años.
Se había puesto delgada. No podía creer que hubieran elegido enviar a estas dos
para hablar conmigo sobre mi noche de bodas. El rostro de Suni hablaba de su
infelicidad. Desde su boda con un hombre casi treinta años mayor que ella, se
había estado desvaneciendo. ¿Eso estaba destinado a calmar mis miedos? Y
Jisoo había perdido a su esposo hace seis meses en un altercado con los rusos.
¿Cómo podían esperar que hable de felicidad conyugal?
Alisé mi traje con nerviosismo. Jimin negó con la cabeza.
-¿Quién las envió de todos modos?,¿Jungkook?
-Tu madre -dijo Suni-. Quiere asegurarse que sepas lo que se espera de ti.
-¿Lo que se espera de él? -siseó Jimin-.¿Qué hay con lo que Taehyung quiere?
-Es lo que es -dijo Suni con amargura-. Esta noche Jungkook esperará reclamar
sus derechos. Al menos él es guapo y joven.
La lástima por ella se despertó en mí, pero al mismo tiempo mi propia ansiedad
hizo difícil consolarla. Tenía razón. Jungkook era apuesto. No podía negarlo,
pero eso no cambiaba el hecho de que estaba aterrado por tener intimidad con
él. No me parecía un hombre que fuera gentil en la cama. Mi estómago se
sacudió de nuevo.
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Jisoo se aclaró la garganta.
-Jungkook sabrá qué hacer.
-Tú simplemente acuéstate boca abajo y dale lo que quiere -añadió Suni-. No
trates de luchar contra él; eso solo lo empeorará, teniendo en cuenta que eres un
mpreg.
Todos la observamos y ella apartó la mirada.
Jisoo tocó mi hombro. -No estamos haciendo un buen trabajo consolándote. Lo

siento. Estoy segura que estará bien.
Jimin resopló.-Tal vez madre debería haber invitado a una de las personas que
Jungkook se ha follado a la boda. Ellos podrían haberte dicho qué esperar.
- Mina está aquí -dijo Suni, luego se puso roja, y tartamudeó-: Quiero decir, eso
es solo un rumor. Yo... -Miró hacia Jisoo en busca de ayuda.
-¿Una de las viejas novias de Jungkook está aquí? -susurré.
Suni se estremeció. -Pensé que sabías. Y en realidad no era su novia, era más
como un juguete. Jungkook ha estado con muchas personas.
Cerró la boca de golpe. Estaba luchando por el control. No podía dejar que la
gente viera lo débil que era. ¿Por qué incluso me importaba si la puta de
Jungkook estaba en la boda?
-Está bien -dijo Jimin poniéndose de pie-. ¿Quién carajo es Mina y por qué
mierda está invitada a esta boda?
-Min Mina. Es la hija de un senador de Busan que está en la nómina de la mafia

-explicó Jisoo-. Tenían que invitar a su familia.
Las lágrimas nublaron mi visión y Jimin se apresuró hacia mí.
61
-Oh, no llores Tae. No vale la pena. Jungkook es un idiota. Ya sabías eso. No

puedes dejar que sus acciones lleguen hasta ti.
Jisoo me entregó un pañuelo.
-Vas a arruinar tu maquillaje.
Parpadeé un par de veces hasta que tuve control de mis emociones.
-Lo siento. Solo estoy un poco emocional.
-Creo que es mejor si se marchan ahora -dijo Jimin bruscamente, ni siquiera

mirando a Suni y a Jisoo.
Hubo crujidos y después la puerta se abrió

y se cerró. Jimin envolvió sus brazos alrededor de mí-. Si él te hace daño, lo
mataré. Lo juro. Tomaré una de esas malditas armas y pondré un agujero en su
cabeza.
Me apoyé contra él.
-Sobrevivió a la Bratva y a la Tríada, y es el boxeador más temido en la familia

de Busan, Minnie. Él te mataría primero.
Jimin se encogió de hombros.-Lo haría por ti.
Me aparté.-Aún eres mi hermano menor. Yo debería protegerte.
-Nos protegeremos el uno al otro -susurró-. Nuestro vínculo es más fuerte que
sus estúpidos juramentos, la Omertá y sus votos de sangre.
-No quiero dejarte. Odio que tenga que mudarme a Busan.
Jimin tragó fuerte. -Te visitaré a menudo. Padre estará feliz de librarse de mí.
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Hubo un golpe y madre entró. -Es hora. -Escaneó nuestros rostros pero no hizo
ningún comentario.
Jimin dio un paso atrás, sus ojos ardiendo en los míos. Luego se dio la vuelta y
salió. Los ojos de madre se enfocaron en el liguero de encaje blanco sobre mi
tocador-. ¿Por que no te lo has puesto? ¿Necesitas ayuda para ponértelo?
Negué con la cabeza, baje mi preciosa pantalón de vestir blanco y observé a mi

sexo cubierto por el tanga de encaje que me habían dado para la ocasión,
mientras deslizaba el ligero hasta arriba hasta que llegó a descansar sobre la
parte superior de mi muslo. Más tarde esta noche Jungkook lo quitaría con su
boca, al ser un hombre mpreg y no una mujer, nos darían nuestro espacio para
que nadie más observará mis piernas y después de quitármelo él lo lanzaría
hacia el grupo de solteros reunidos. Acomode de nuevo mi pantalón.
-Vamos -dijo madre-. Todos están esperando.
Me entregó mi ramo de flores, un hermoso arreglo de rosas blancas, rosas nácar

y ranúnculos rosas. Caminamos en silencio a través de la casa vacía, mis
mocasines resonando sobre los pisos de mármol. Mi corazón latía con fuerza en
mi pecho mientras atravesábamos la puerta corredera de cristal hacia la terraza
con vistas al patio trasero y a la playa. La parte del frente del jardín estaba
ocupada por el enorme pabellón blanco donde se llevaría a cabo la ceremonia
de la boda. Pero detrás del pabellón docenas de mesas habían sido colocadas
para la fiesta posterior.
Me llegaban voces desde el interior del pabellón donde los invitados estaban
esperando mi llegada.
Un camino de pétalos de rosas rojas conducía desde la terraza hasta la entrada

del pabellón. Seguí a madre dentro del pequeño espacio entre la parte exterior
y la parte principal del pabellón. Padre estaba esperando y se enderezó cuando
entramos.
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Madre le dio un breve asentimiento antes de entrar a la capilla improvisada. Su

sonrisa lucía seria cuando me ofreció su brazo.
-Te ves hermoso -dijo en voz baja-. Jungkook no sabrá lo que le golpeó.
Agaché la cabeza.-Gracias, padre.
-Se un buen esposo, Taehyung. Jungkook es poderoso y una vez que tome el
lugar de su padre, su palabra será ley. Haz que me sienta orgulloso, haz que la
Organización se sienta orgullosa.
Asentí, mi garganta demasiado apretada para las palabras. La música empezó a

sonar: un cuarteto de cuerdas y un piano. Padre bajó mi velo. Me alegré de tener
una capa extra de protección, sin importar cuán delgada sea. Tal vez ésta
ocultaría mi expresión desde lejos. Padre me llevó hacia la entrada y dio una
orden en voz baja. La tela se separó, revelando el largo pasillo y muchos cientos
de invitados a cada lado de este.
Mis ojos fueron atraídos hacia el final del pasillo donde Jungkook estaba de pie.
Alto e imponente en su traje y chaleco de color carbón con un lazo plateado y
camisa blanca. Sus elegidos para la corte de honor estaban vestidos con un
chaleco y pantalones de vestir de un gris más claro, y no llevaban chaqueta, así
como corbatín en lugar de una corbata. Beomyu era uno de ellos, con solo ocho,
mucho más pequeño que los demás hombres.
Mi padre me empujó a lo largo del pasillo y mis piernas parecieron llevarme

por propia voluntad a medida que mi cuerpo se sacudía con nervios. Traté de
no mirar a Jungkook, en su lugar observé a Jimin y a Yeonjun por el rabillo de
mi ojo. Ellos eran los dos primeros en mi lado de la corte de honor y verlos me
dio la fuerza suficiente para mantener la cabeza en alto y no salir corriendo.
Pétalos de rosas blancas cubrían mi camino y quedaban aplastadas debajo de
mis pies. Eso era un poco simbólico en sí mismo, aunque estaba seguro que no
estaba destinado a serlo.
64
Singularity
CAPITULO IV
La caminata nos llevó siglos y aun así terminó demasiado pronto. Jungkook
extendió su mano, con la palma hacia arriba. Mi padre tomó las esquinas de mi
velo y lo levantó, luego depositó mi mano sobre la de Jungkook, cuyos ojos
grises parecieron arder con una emoción que no pude entender.
¿Podía sentir mi temblor? No me encontré con su mirada.
El juez nos recibió, luego los invitados, antes de que comenzará su discurso de
apertura. Traté de no desmayarme. El apretón de Jungkook era la única cosa
que me mantenía centrado. Tenía que ser fuerte. Cuando el juez terminó la
primera parte del discurso, mis piernas apenas eran capaces de soportarme.
Anunció el rito de matrimonio y todos los invitados se levantaron de sus sillas.
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-Jungkook y Taehyung-nos llamó el juez-. ¿Han venido aquí libremente y sin

reservas para entregarse el uno al otro en matrimonio? ¿Amarán y honrarán al
otro por el resto de sus vidas?
Mentir era un pecado, pero también lo era matar. Y este salón exudaba pecado.
-Sí -dijo Jungkook con su voz profunda y un momento más tarde mi propio "sí"
le siguió. Salió firme.
-Ya que es su intención contraer matrimonio, unan sus manos derechas y

declaren su consentimiento ante el mundo.
Jungkook apretó mis manos. Las suyas estaban calientes contra mi fría piel. Nos
enfrentamos el uno al otro y no tuve más remedio que mirarlo a los ojos.
-Yo, Jeon Jungkook, te tomo a ti Kim Taehyung, como mi esposo. Prometo ser
fiel en las buenas y en las malas, en la enfermedad y en la salud. Te amaré y te
honoraré todos los días de mi vida. -Qué dulces sonaban las mentiras en su
boca.
Recité las esperadas palabras y Yoongi nos estregó nuestros anillos. Mis latidos
iban tan rápidos como aleteos de colibrí. Jungkook tomó mi anillo del cojín rojo.
Mis dedos temblaban como hojas al viento a medida que los levantaba, su mano
fue fuerte, firme y estable cuando tomó la mía.
-Taehyung, acepta este anillo como un signo de mi amor y fidelidad. -Deslizó

el anillo en mi dedo. De oro blanco con veinte pequeños diamantes.
Lo que tiene intención de ser un signo de amor y devoción para otras parejas no
era más que un testimonio de su propiedad sobre mí. Un recordatorio diario de
la jaula de oro en la que estaría atrapado el resto de mi vida. Hasta que la muerte
nos separe no era una promesa vacía como sucede con tantas otras parejas que
entraban al sagrado vínculo del matrimonio. No había manera de salir de esta
unión para mí. Era de Jungkook hasta el amargo final. Las últimas palabras del
juramento que los hombres hacían cuando iniciaban en la mafia podrían muy
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bien haber sido el cierre de mi voto matrimonial: Entro con vida y tendré que
salir muerto.
Era mi turno para decir las palabras y deslizar el anillo en el dedo de Jungkook.
Por un momento, no estuve seguro si podía lograrlo. El temor sacudiendo mi
cuerpo era tan fuerte que Jungkook tuvo que tomar mi mano y ayudarme. Esperé
que nadie lo hubiera notado, pero los usuales ojos afilados de Yoongi
descansaban en mis dedos. Él y Jungkook eran cercanos; probablemente se
reirían de mi miedo por largo tiempo.
Debería haber corrido cuando aún tenía la oportunidad. Ahora, con los cientos
de rostros de las familias de Busan y Seúl observando detrás de nosotros, huir
ya no era una opción. Tampoco el divorcio. La muerte era el único final
aceptable para un matrimonio en nuestro mundo. Incluso si me las arreglaba
para escapar de los ojos vigilantes de Jungkook así como de sus secuaces, la
violación a nuestro acuerdo significaría la guerra. Nada de lo que mi padre
pudiera decir impediría a la familia de Jungkook ejercer venganza por hacerles
quedar en ridículo. Mis sentimientos no importaban, nunca lo hicieron. Había
estado creciendo en un mundo donde no se conceden opciones, especialmente
a los mpreg como yo, solo éramos un objeto exótico. Esta boda no iba del amor,
la confianza o la elección. Iba sobre el deber y el honor, de hacer lo que se
espera.
Un vínculo para asegurar la paz.
No era idiota. Sabía de qué otra cosa se trataba todo esto: dinero y poder. Ambos
estaban disminuyendo desde que la Mafia Rusa "la Bratva", la Tríada
Taiwanesa, y otras organizaciones del crimen habían estado tratando de ampliar
su influencia en nuestros territorios. Todas las familias de la mafia en Corea
necesitaban dejar a un lado sus luchas internas y trabajar juntas para vencer a
sus enemigos. Debería estar honrado de casarme con el hijo mayor de la familia
de Busan. Eso es lo que mi padre y cada otro pariente habían intentado decirme
desde mi compromiso con Jungkook. Lo sabía, y no era como si no hubiera
tenido tiempo para prepararme para este momento exacto y, sin embargo, el
miedo atenaza mi cuerpo encorsetado en un agarre implacable.
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-Puede besarlo -dijo el juez.
Levanté la cabeza. Cada par de ojos en el pabellón me escudriñó, esperando un

destello de debilidad. Padre se pondría furioso si dejaba que mi terror se
mostrara en mi expresión y la familia de Jungkook lo utilizaría contra nosotros.
Pero había crecido en un mundo donde una máscara perfecta era la única
protección que tenían los hombres como yo y no tuve problemas para adoptar
una expresión
plácida. Nadie sabría lo mucho que quería escapar. Nadie más que Jungkook.
No podía esconderme de él, sin importar cuánto lo intentara. Mi cuerpo no
paraba de temblar.
A medida que mi mirada se encontraba con los ojos grises y fríos de Jungkook,
me dicuenta que lo sabía.
¿Con qué frecuencia había infundido miedo en los demás?
Reconocerlo era probablemente una segunda naturaleza para él. Se inclinó para
cubrir quince centímetros que se elevaba por encima de mí. Sin ninguna señal
de duda, miedo o vacilación en su rostro. Mis labios temblaron contra su boca
a medida que sus ojos se clavaban en los míos. Su mensaje era claro:
Eres mío.
No exactamente. Pero lo sería esta noche. Un estremecimiento me recorrió y los

ojos de Jungkook se estrecharon brevemente antes de que los rasgos de su rostro
se volvieran en una apretada sonrisa a medida que encarábamos a los invitados
aplaudiendo. Él podía cambiar su expresión en un segundo. Tendría que
aprender a hacerlo si quería una oportunidad en este matrimonio.
Jungkook y yo caminamos más allá del pasillo, los invitados aplaudiendo, y

dejamos el pabellón. Fuera, docenas de camareros esperaban con copas de
champagne y pequeños platos de canapés. Era nuestro turno de aceptar las
bendiciones de cada invitado antes de poder dirigirnos a las mesas y sentarnos
para la cena. Jungkook tomó dos copas de champagne y me ofreció una. Luego
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apretó mi mano otra vez y no pareció tener alguna intención de soltarla en

ningún momento. Se inclinó, sus labios rozando mi oreja y susurró:
-Sonríe. Eres un novio feliz, ¿recuerdas?
Me puse rígido pero forcé la más brillante sonrisa en mi cara mientras los
primeros invitados se apilaban fuera del pabellón y se alineaban para hablar con
nosotros. Mis piernas comenzaron a doler cuando ya habíamos pasado la mitad
de nuestros invitados. Las palabras dichas a nosotros eran siempre las mismas.
Elogios para mí y mi belleza, y felicitaciones a Jungkook por tener un esposo
tan hermoso y especial, como si eso fuera todo un logro, siempre seguidos por
insinuaciones no tan ocultas sobre la noche de bodas. No estaba seguro si mi
cara permaneció alegre en todo el transcurso.
Aunque Jungkook se mantuvo observándome como si quisiera asegurarse que

seguía manteniendo la farsa. Suni y su esposo fueron los siguientes. Él era
pequeño, gordo y calvo. Cuando besó mi mano me obligué a no estremecerme.
Después de unas pocas palabras de felicitación obligatorias, Suni agarró mis
brazos y me acercó a su cuerpo para susurrarme al oído:
-Hazlo ser bueno contigo. Hazlo amarte si puedes. Es la única manera de pasar
por esto.
Después se alejó y su esposo envolvió su mano alrededor de su cintura, con una

carnosa mano posándose en su cadera, y luego se fueron.
-¿Qué te dijo? -preguntó Jungkook.
-Nada -dije rápidamente, contento por los siguientes buenos deseos que evitaron
que Jungkook me pregunte más cosas. Asentí y sonreí, pero mi mente zumbó
alrededor de lo que Suni me había dicho. No estaba seguro si alguien podía
hacer que Jungkook hiciera algo que no quiera.
¿Podía hacerlo querer ser bueno conmigo?

¿Podía hacerlo querer amarme? ¿Era incluso capaz de sentir tal emoción?
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Arriesgué una mirada a él mientras hablaba con un soldado del grupo de Busan.
Estaba sonriendo. Sintiendo mis ojos sobre él, se volvió y por un momento
nuestras miradas se encontraron. Había la más oscura y ardiente posesividad en
sus ojos y enviaron un estremecimiento de miedo a través de mi cuerpo. Dudé
que hubiera un parpadeo de gentileza o amor en su negro corazón.
-Felicidades, Jungkook-dijo una fuerte voz femenina. Él y yo nos volteamos y

algo en su comportamiento cambió ligeramente.
-Mina -dijo Jungkook con un asentimiento.
Mis ojos se detuvieron sobre la mujer, incluso cuando su padre el Senador Min
comenzó a hablar conmigo. Era hermosa de una manera artificial con una nariz
demasiado estrecha, labios rellenos y un escote demasiado pronunciado. No creí
que algo de eso fuera natural. O quizá mis celos estaban hablando. Alejé el
pensamiento tan rápido como había llegado. Con una mirada en mi dirección,
ella se inclinó y le dijo algo a Jungkook. Su cara permaneció en una máscara
pasiva. Finalmente, se volvió a mí y me abrazó.
Me tuve que forzar a no ponerme rígido.
-Debería advertirte. Jungkook es una bestia en la cama, también está equipado

como tal. Te dolerá cuando te tome y no le importará, solo eres un simple mpreg.
No le importa nada sobre ti o tus ridículas emociones. Te follará como
un animal. Te follará como un maldito salvaje -murmuró, luego dio un paso
atrás y siguió a sus padres. Pude sentir el color drenándose en mi cara.
Jungkook tomó mi mano y me estremecí,

pero la apretó de todas maneras. Me concentré en mí y lo ignoré. No podía
mirarlo ahora, no después de lo que esa mujer había dicho. No importaba si era
necesario invitarla a ella y a sus padres. Jungkook debería haberlos mantenidos
lejos. Podía notar que se frustraba con mi continúa negativa a encontrarme con
su mirada a medida que hablábamos con los últimos invitados. Cuando
caminamos hacia
las mesas que habían sido establecidas bajo el techo de guirnaldas unidas a las
70
vigas
de madera, dijo:
-No puedes ignorarme para siempre, Taehyung. Ahora estamos casados.
Ignoré eso también. Estaba aferrándome a mi compostura con desesperado

abandono y aun así la sentía deslizarse a través de mis dedos como arena. No
podía, no rompería a llorar en mi propia boda, sobre todo porque nadie las
confundiría con lágrimas de felicidad.
Antes de que pudiéramos tomar nuestros asientos, un coro de "bbo, bbo" estalló
entre nuestros invitados. Había olvidado esa tradición tan estúpida. Cada vez
que los invitados gritaran las palabras tendríamos que besarnos hasta que
estuvieran satisfechos. Jungkook me atrajo contra su pecho duro como una
piedra y presionó otro beso contra mis labios. Traté en vano de no estar tan
rígido como un muñeco de porcelana, sin ningún resultado. Jungkook me soltó
y, finalmente, se nos permitió sentarnos.
Jimin se sentó a mi lado, luego se inclinó para susurrarme al oído:
-Me alegra que no empujara su lengua hasta tu garganta. No creo que pudiera
tragar algún alimento si tuviera que ser testigo de eso.
También me alegró. Ya estaba lo suficientemente tenso. Si Jungkook realmente

trataba de profundizar un beso frente a cientos de invitados, podría perder por
completo la compostura. Yoongi se sentó junto a Jungkook y le dijo algo que
hizo que ambos se rieran. Ni siquiera quiero saber qué clase de broma obscena
podría haber sido. El resto de los asientos en la mesa pertenecían a mis padres,
Beomyu y Yeonjun, al padre de Jungkook y su madrastra, así como a Park, su
esposa y su hijo Seojoon. Sabía que debería estar hambriento. Lo único que
había comido en todo el día eran los pocos trozos de plátano por la mañana,
pero mi estómago parecía contento de vivir solo de miedo.
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Yoongi se levantó de su silla después que todo el mundo se hubo acomodado y

golpeó su cuchillo contra la copa de champaña para silenciar a la multitud. Con
una inclinación de cabeza hacia Jungkook y a mí, comenzó su brindis.
-Damas y caballeros, viejos y nuevos amigos, hemos venido aquí hoy para
celebrar la boda de mi hermano Jungkook y su impresionante y hermoso esposo
Taehyung...
Jimin alcanzó mi mano debajo de la mesa. Odiaba tener la atención de todos

sobre mí, pero fingí una sonrisa brillante. Yoongi pronto hizo varios chistes
inapropiados que tuvieron a casi todo el mundo bramando e incluso Jungkook
se inclinó hacia atrás en su silla con una sonrisa engreída, que parecía ser la
única clase de sonrisa que se permitía la mayor parte del tiempo. Después de
Yoongi, fue el turno de mi padre; alabó la gran colaboración de la mafia de
Busan y la Organización de Seúl, haciendo que sonara como si esto fuera una
fusión de negocios y no una fiesta de bodas. Por supuesto también dio algunas
indirectas que era el deber de un esposo como yo, obedecer y agradar a su
marido. Jimin agarró mi mano con tanta fuerza que para entonces estaba
preocupado que se cayera. Por fin, fue el turno del padre de Jungkook para
brindar por nosotros.
Jeon Minho no era tan impresionante, pero cada vez que sus ojos se posaban en
mí, tenía que reprimir un escalofrío. La única cosa buena de escuchar el brindis
era que nadie podría gritar "bbo, bbo" y que la atención de Jungkook estaba
centrada en otros lugares. Sin embargo, ese respiro duró poco. Los mozos
comenzaron a montar las mesas con los aperitivos; todo, desde la ternera
Haemul pajeon, el Japchae, la Bibimbap Bulgogi, toda una pata de jamón Gogi
gui y para finalizar un Samgyetang sobre una selección de quesos italianos,
ensalada de pulpo, calamares marinados, así como ensaladas verdes y más
aperitivos.
Jimin agarró un pedazo de Japchae y

lo mordió, y luego dijo:
-Quise hacer un brindis como tú hermano pero padre lo prohibió.
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Parecía preocupado que dijera algo para avergonzar a nuestra familia. Jungkook
y Yoongi miraron en nuestra dirección. Él no se había molestado en bajar su
voz y deliberadamente ignoró la mirada de muerte de padre. Tiré de su brazo.
No quería que se metiera en problemas. Con un resoplido, llenó su plato con
aperitivos y empezó a comer. Mi plato aún estaba vacío. Un mozo me llenó la
copa con vino blanco y tomé un sorbo. Ya había bebido una copa de champaña;
eso combinado con el hecho de que no había comido mucho durante todo el día
me hizo sentir un poco mareado.
Jungkook puso una mano sobre la mía, impidiéndome tomar otro trago.
-Deberías comer.
Si no hubiera sentido los ojos de todos en la mesa sobre mí, habría ignorado su
advertencia y bebido el vino. Agarré un poco de kimchi, comí un bocado, luego
puse el resto en mi plato. Los labios de Jungkook se apretaron pero no trató de
convencerme a comer más, ni siquiera cuando el Banchan fue servido y lo dejé
pasar sin tocarlo. Sirvieron asado de cordero para el plato principal. La vista de
los corderos enteros me revolvió el estómago pero era tradicional. El cocinero
rodó una tabla de
rostizados hacia nosotros, ya que teníamos que ser servidos primero.
Jungkook como el esposo consiguió la primera rebanada y antes de que pudiera

declinar, le dijo al cocinero que también me diera una. El centro de la mesa se
llenó con papas asadas al romero, puré de papas trufado, espárragos a la parrilla
y mucho más. Forcé una porción de cordero y de papa en mi boca antes de dejar
mis cubiertos. Mi garganta estaba demasiado cerrada para comer. La acompañé
con otro sorbo de vino. Por suerte Jungkook estaba ocupado hablando con los
lideres de la mesa sobre un club de rusos que habían atacado en Daegu. Incluso
Park Seojoon, el futuro Jefe de la Organización se veía casi animado cuando
hablaba de negocios.
Una banda empezó a tocar cuando la cena hubo terminado, señal de que era el
momento para el baile obligatorio. Jungkook se puso de pie, tendiendo su mano.
Dejé que me levante y al mismo tiempo resonó "bbo, bbo". Jimin entrecerró los
73
ojos y escaneó a los invitados, como si estuviera pensando en atacar al culpable

que había iniciado el canto. Cuando Jungkook me empujó hacia él, tropecé
contra su pecho a medida que el mareo me alcanzaba. Por suerte, nadie se dio
cuenta, porque sus brazos a mi alrededor me sostuvieron firmes. Sus ojos
perforaron los míos cuando bajó sus labios y los rozó contra los míos. La banda
tocó más y más rápido, impulsándonos a entrar finalmente a la pista de baile;
las mesas se habían colocado en círculos alrededor de ella.
Jungkook mantuvo su brazo alrededor de mi cintura mientras me conducía hacia

el centro. Todo el mundo a nuestro alrededor lo veía como un abrazo amoroso,
pero era lo único que me mantenía en posición vertical. Me atrajo contra su
pecho para el vals y no tuve más remedio que descansar mi mejilla contra él.
Podía sentir una pistola debajo de su chaleco. Incluso el novio no pudo venir a
su boda desarmado. Por primera vez me alegraba de su fuerza. No tuvo
problemas en mantenerme de pie durante el baile. Cuando terminó, se inclinó.
-Una vez que estemos de vuelta en la mesa, vas a comer. No quiero que te
desmayes durante nuestra celebración y mucho menos durante nuestra noche de
bodas.
Hice lo que me pidió y me obligué a comer unos cuantos bocados más de papas
y Bibimbap. La mirada alerta de Jungkook comprobándome mientras hablaba
con Yoongi. La pista de baile estaba llena con otras personas ahora. Yeonjun se
levantó de su silla y le pidió bailar a Soobin. Ninguna sorpresa ahí. Él no pudo
negarse, por supuesto. Tampoco pude negarme cuando el padre de Jungkook
me pidió un baile. Después de eso me entregaron de un hombre al siguiente
hasta que perdí la cuenta de sus nombres y caras.
Durante todo momento, los ojos de Jungkook siguieron cada uno de mis
movimientos, incluso cuando se puso a bailar con las mujeres de nuestras
familias. Jimin tampoco pudo escapar a la pista de baile. Lo atrapé bailando con
Yoongi al menos tres veces y su cara se volvía más sombría a cada minuto.
-¿Puedo?
74
Me sobresalté al oír la voz lejanamente familiar que envió un escalofrío de

miedo a través de mi cuerpo. Park Seojoon tomó el lugar de quien había bailado
antes conmigo. Era alto, aunque no tan alto como Jungkook, y no tan
musculoso.
-No pareces impresionado con los festejos.
-Todo es perfecto -dije mecánicamente.
-Pero no elegiste este matrimonio.
Lo miré boquiabierto. Su cabello oscuro y ojos negros le daban un aspecto de

fría eficiencia, mientras que Jungkook irradiaba brutalidad feroz. Diferentes
caras de la misma moneda. En pocos años las dos mafias más importantes de
Corea temblarían bajo sus órdenes. Cerré mi boca.
-Es un honor.
-Y tu deber. Todos tenemos que hacer cosas que no queremos. A veces puede
parecer que no tenemos ninguna elección en absoluto.
-Eres un hombre normal. ¿Qué sabes acerca de no tener opción? -le dije con
dureza, y luego me puse rígido y agaché mi cabeza-. Lo siento. Eso estuvo fuera
de lugar.
No podía hablar así con alguien que era prácticamente mi Jefe. Entonces recordé
que ya no lo era. Ya no caía bajo las reglas de la Organización de Busan. Con
mi matrimonio, me había convertido en parte de la mafia de Busan y por lo tanto
de Jungkook y las reglas de su padre.
-Creo que tu marido está ansioso por tenerte de regreso en sus brazos -dijo
Seojoon con una inclinación de cabeza y luego me entregó a Jungkook, quien
le dio una dura mirada.
Dos depredadores frente a frente.
75
Una vez que estuvimos fuera del alcance del oído de Park Seojoon, Jungkook
me miró.
-¿Qué quería Park?
-Felicitarme por los festejos.
Me dio una mirada que dejó en claro que no me creía. Había un atisbo de
desconfianza en su expresión. La música se detuvo y Yoongi palmeó sus manos,
silenciando a los invitados.
-¡Es hora de aventar la liga!
Dejamos que los invitados se reunieran alrededor de la pista de baile para ver el
espectáculo a través de las sombras, ya que habían montando una pequeña carpa
para no exponer mi cuerpo para otros. Aún así Algunos se pusieron de pie sobre
sillas o sostenían en alto a sus hijos para que todos pudieran observar entre las
sombras el espectáculo.
Jungkook me metió en la carpa, estábamos rodeados pero se sentía algo tan

intimo. Jungkook llegó a a la abertura de mi pantalón, no quería mirar, solo
cerré los ojos. Sentí como sus manos se tensaron cuando me bajo el pantalón,
sabía que mi camisa no lo dejaría ver más allá, pero mis mejillas estaban
ardiendo. Cuando logro quitarme el pantalón, escuche como se arrodillaba. Él
deslizó sus manos hasta mis pantorrillas, sobre mis rodillas y sobre mis muslos.
Me inmovilicé por completo ante el tacto de sus dedos en mi piel desnuda. Piel
de gallina estalló por todo mi cuerpo. El toque era ligero y nada incómodo, y
sin embargo me aterrorizó. Abrí los ojos de golpe y nuestros ojos se
encontraron. Los ojos de Jungkook lucieron decididos cuando miró mi cara. Sus
dedos rozaron la liga en mi muslo derecho y empujó mi camisa, revelando toda
la longitud de mi pierna. Agarré el dobladillo y él puso los brazos detrás de su
espalda, luego se inclinó sobre mi muslo; sus labios rozando la piel debajo de
la liga. Inspiré profundo. Jungkook cerró los dientes alrededor del borde de la
liga y la bajó por mi pierna hasta que aterrizó en mis pies. Levanté el pie de
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modo que pudiera retirar la pieza de encaje. Se enderezó y me ayudó a

colocarme la ropa, sus dedos tocándome ligeramente a través de la tela.
Después salimos de la carpa y presentó la liga a la multitud aplaudiendo. Forcé

una sonrisa y un aplauso también. La única persona que no estaba sonriendo era
Jimin.
-Solteros -gritó Jungkook con su voz profunda-. Reúnanse alrededor. ¡Tal vez
el afortunado será el siguiente en casarse!
Incluso los niños más pequeños dieron un paso adelante, Beomyu entre ellos.
Él tenía el ceño fruncido. Madre probablemente lo había obligado a participar.
Le guiñé un ojo y él sacó la lengua. No pude dejar de reír, el primer gesto
genuino que había logrado durante la fiesta. Los ojos de Jungkook se
precipitaron hacia mí, con una expresión extraña en su rostro. Rápidamente
desvié la mirada. Él levantó el brazo, la liga en su puño antes de arrojarla ante
el grupo de hombres que esperaban.
Yoongi la arrebató en el aire con una impresionante estocada.
-¿Alguna persona de la corte de honor de la Organización está dispuesto a

promover la unión entre nuestras familias? -disparó bromeando, moviendo las
cejas.
Vítores y risas resonaron de muchas personas. Por supuesto, Yeonjun estaba

entre ellos, saltando de arriba abajo con una sonrisa brillante. Todo era un juego
para él. No quería los ojos de Yoongi sobre él, no quería ni su nombre en su
mente cuando pensaba en matrimonio. Como era tradición tenía que escoger a
una persona soltera para bailar. Jungkook se acercó a mí, su brazo alrededor de
mi cintura en un informal gesto posesivo. Me estremecí ante el contacto
inesperado y su cuerpo se puso rígido.
Yoongi extendió su mano hacia Yeonjun, que parecía estar cerca de explotar
del entusiasmo por haber sido elegido. Mi pecho se apretó. Sabía que era una
broma en este momento. Nadie tomaba un niño de catorce años en serio, el
77
problema es que el no era un simple niño coqueto de catorce años, era un mpreg
precioso...exótico. Mientras Jungkook y yo caminábamos hacia la pista de baile,
mantuve un ojo en Yeonjun y Yoongi. Su mano estaba en lo alto de su espalda,
su expresión burlona. No se veía como un hombre que había puesto sus ojos en
su futura pareja.
-Si mi hermano se casara con tu hermano, tendrías familia en Busan - dijo

Jungkook.
-No voy a dejar que tenga a Yeonjun. -Las palabras fueron feroces. ¿Cómo
podía ser duro cuando se trataba de proteger a mi hermano, pero no cuando se
trataba de mí?
-No es Yeonjun a quien quiere.
Mis ojos volaron a Jimin, quien se encontraba con los brazos envueltos
alrededor de su pecho, los ojos como un halcón, siguiéndonos. Padre no
regalaría otro de sus mpreg a Busan. Si quería reforzar la posición de nuestra
familia en la Organización de Busan, necesitaba asegurarse de tener la
suficiente familia a su alrededor.
Después que el vals terminó, un ritmo más rápido comenzó y la pista de baile
se llenó una vez más con los invitados. Jungkook comenzó a bailar con mi
madre y yo aproveché el momento para escapar. Necesitaba unos minutos para
mí. Me quite los mocasines y corrí hacia el borde del jardín donde la hierba se
reunía a la bahía, antes caminé los pocos pasos que llevaban al muelle, donde
un yate estaba al acecho. A mi derecha había una larga playa. El océano se veía
negro bajo el cielo de la noche y la brisa tiraba de mi traje y arrancaba mechones
de mi peinado. Salté en el muelle, con los pies aterrizando en la arena fresca.
Cerrando los ojos, escuché el sonido de las olas. Las tablas de madera crujieron,
haciéndome tensarme antes de ver por encima del hombro a Jimin. Se quitó sus
propios zapatos y se unió a mí en la playa, pasando un brazo alrededor de mis
hombros.
-Mañana te quedarás aquí y yo me iré de nuevo a Seúl -susurró.
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Tragué fuerte.-Estoy asustado.
-¿De esta noche?
-Sí -admití-. De esta noche y de todas las noches siguientes. De estar solo con
Jungkook en una ciudad que no conozco, rodeado de gente que conozco menos
aún, personas que todavía podrían ser el enemigo. De conocer a Jungkook y
descubrir que es el monstruo que creo que es. De estar sin ti, Yeonjun y
Beomyu.
-Vendremos a visitarte tan a menudo como padre lo permita. Y lo de esta noche.

-La voz de Jimin se endureció-. No puede forzarte.
Dejé escapar una risa ahogada. A veces olvido que Jimin era más joven que yo.
Estos eran los momentos que me lo recordaban.
-Puede. Lo hará.
-Entonces, lucharás contra él con todo lo que tienes.
-Minnie -dije en un susurro-. Jungkook va a ser el Capo dei Capi. Es un luchador

nato. Se reirá de mí si trato de resistirme. O mi negativa lo hará enojarse y
entonces realmente querrá hacerme daño. -Hice una pausa-. Suni me dijo que
debería darle lo que quiere, debería tratar de hacer que él sea bueno conmigo,
tratar de hacer que me quiera.
-Estúpida Suni, ¿qué sabe ella? -Jimin me miró enojado-. Mírala, la forma en
que se encoge frente a ese idiota gordo. Cómo le permite tocarla con esos dedos
de salchicha. Prefiero morir que encontrarme debajo de un hombre así.
-¿Crees que puedo hacer que Jungkook me ame?
Jimin sacudió la cabeza. -Tal vez puedes hacer que te respete. No creo que los
hombres como él tengan un corazón capaz de amar.
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-Incluso los bastardos más fríos tienen corazón.
-Bueno, entonces será tan negro como el alquitrán. No pierdas tu tiempo en el

amor, Taehyung. No lo encontrarás en nuestro mundo.
Él tenía razón, por supuesto, pero no podía evitar desearlo.
-Prométeme que serás fuerte. Prométeme que no vas a dejar que te trate como a
un puto. Eres su pareja.
-¿Hay una diferencia?
-Sí, los putos al menos llegan a dormir con otros hombres y no tienen que vivir
en una jaula de oro. Ellos están mejor.
Resoplé.-Eres imposible.
Jimin se encogió de hombros.
-Eso te hizo sonreír. -Se dio la vuelta y su expresión se oscureció-. Jungkook

envió a su perro faldero. Tal vez le preocupaba que hubieras huido.
Seguí su mirada para encontrar a Soobin de pie en la cima de la pequeña colina

con vista a la bahía y al muelle.
-Deberíamos haber agarrado ese yate y haber huido.
-¿A dónde podríamos escapar? Él me seguiría al fin del mundo. -Miré el

elegante reloj de oro alrededor de mi muñeca. No conocía a Jungkook, pero
conocía a los hombres de su especie. Eran posesivos. Una vez que les
pertenecías, no había salida.- Debemos volver. El pastel de boda será servido
en breve.
Nos pusimos nuestros zapatos de nuevo y caminamos de regreso hacia el ruido.

No reparé en Soobin, pero Jimin frunció el ceño.
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-¿Acaso Jungkook te necesita para todo? ¿O al menos, puede hacer pis por si
solo?
-Jungkook es el novio y tiene que atender a los invitados -dijo simplemente,

pero por supuesto que era una amonestación en mi dirección.
Los ojos de Jungkook se posaron en mí al momento en que volví a la fiesta.

Muchos
de los invitados ya estaban borrachos, y algunos se habían dirigido a la piscina
y se
encontraban tomando un baño con la ropa puesta. Tendió su mano y agarrándola
acorté la distancia entre nosotros.
-¿Dónde estabas?
-Solo necesitaba un momento a solas.
No hubo tiempo para más discusiones cuando el cocinero puso una mesa con
nuestro pastel de boda en el centro. Era blanco, tenía seis pisos y estaba
decorado con fresas. Jungkook y yo la cortamos en virtud de otro aplauso,
seguido de "bbo, bbo" y poniendo la primera pieza en nuestro plato. Jungkook
tomó un tenedor y me dio de comer un poco como signo de que él me proveería,
luego le di de comer un pedazo como señal de que yo me encargaría de él como
una buena pareja se suponía haría.
Era cerca de la medianoche cuando los primeros gritos resonaron sugiriendo

que Jungkook y yo nos retiráramos a la habitación.
-¡Estás casado con él, ahora a la cama! -gritó Yoongi , alzando sus brazos y
topándose con una silla. Había bebido su parte justa de vino, whisky,
aguardiente y cualquier otra cosa que pudiera tener en sus manos. Jungkook,
por el contrario, estaba sobrio.
El pequeño atisbo de esperanza que había albergado a que estuviera demasiado

borracho para consumar nuestro matrimonio se evaporó. La sonrisa de
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Jungkook en respuesta, toda depredadora, toda hambrienta, toda deseosa, hizo

que mi corazón lata con fuerza en mi pecho. Pronto la mayoría de los hombres
e incluso muchas mujeres se unieron al coro. Jungkook se levantó de la silla y
yo hice lo mismo, aunque quería aferrarme a ella con desesperado abandono,
pero no tenía otra opción. Unas miradas de comprensión y compasión de otras
mujeres y unos poquísimos mpreg se dirigieron a mí, pero eran casi tan malas
como las burlas.
Jimin se levantó de la silla, pero madre lo agarró del brazo, sosteniendo su

espalda. Park Hee gritó algo sobre una sábana, pero el sonido y los colores me
parecían atenuados, como si estuviera atrapado en la niebla. El agarre de
Jungkook alrededor de mi mano a medida que me conducía hacia la casa era lo
único que me mantenía en movimiento. Mi cuerpo parecía estar en piloto
automático. Una gran multitud, que consistía principalmente en hombres, nos
seguía detrás cantando:
-¡A la cama! ¡A la cama!
Cada vez más fuerte a medida que entrábamos en la casa y subíamos la escalera
hacia el segundo piso, donde estaba el dormitorio principal. El miedo era una
insistente punzada en mi pecho. Probé el cobre y me di cuenta que me había
mordido fuerte el interior de la mejilla. Finalmente llegamos frente a las oscuras
puertas de madera de la habitación
principal. Los hombres seguían aplaudiendo por detrás de nosotros y palmeaban
los
hombros de Jungkook . Nadie me tocaba. Me habría marchitado si lo hubieran
hecho.
Jungkook abrió la puerta, entré, encantado de poner un poco de distancia entre

la multitud lasciva y yo. Los gritos aún resonaban en mi cabeza, e hice todo lo
posible para no sujetar mis manos sobre los oídos.
-¡A la cama! ¡A la cama!
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Jungkook cerró la puerta. Ahora estábamos solos para nuestra noche de bodas.
Singularity
CAPITULO V
La conmoción frente a la puerta se detuvo excepto por Yoongi quien seguía
gritando sugerencias lascivas de lo que Jungkook podría hacerme, o yo a él.
-Cállate Yoongi y ve a encontrar una puta a la que follarte -gritó Jungkook. El

silencio reinó afuera.
Mis ojos vagaron hacia la cama tamaño king en el centro de la habitación y el

terror se apoderó de mí. Jungkook tenía su propio puto para follarse esta noche
y hasta el final de los días. El precio por mi cuerpo no había sido pagado con
dinero, pero bien podría haber sido así. Envolví los brazos alrededor de mi
cintura, tratando de aplacar el pánico. Jungkook se giró hacia mí con una mirada
depredadora en su rostro. Mis piernas se debilitaron. Tal vez si me desmayaba,
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me libraría, e incluso si a él no le importaba si estaba consciente y de cualquier

forma me tomaba, al menos no recordaría nada, solo me dolería al día siguiente
m.
Dejó su chaqueta sobre el brazo de la silla cerca de la ventana, los músculos de

sus antebrazos flexionándose. Era músculo, fuerza y poder, y yo bien podría
estar hecho de cristal. Un toque equivocado y me haría añicos. Jungkook se
tomó su tiempo admirándome. Dondequiera que sus ojos tocaban mi cuerpo,
me marcaban como su propiedad, la palabra "mío" se grababa en mi piel una y
otra vez.
-Cuando mi padre me dijo que tenía que casarme contigo, me dijo que eras el
hombre más hermoso que la Organización de Busan tenía para ofrecer, aún más
hermoso y especial que cualquier persona en Busan.
¿Ofrecer? Como si fuera un trozo de carne. Clavé los dientes en mi lengua.
-No le creí. -Caminó hacia mí y me tomó por la cintura. Tragué un grito ahogado
y me forcé a estar quieto mientras miraba su pecho. ¿Por qué tenía que ser tan
alto? Se inclinó hasta que su boca estaba a menos de un centímetro de mi
garganta-. Pero dijo la verdad. Eres el ser más hermoso que he visto jamás y
esta noche eres mío. -Sus labios calientes tocaron mi piel.
¿Podía sentir el terror palpitando en mis venas? Sus manos en mi cintura se

apretaron. Las lágrimas se agolpaban dentro de mis ojos, pero luché para
contenerlas. No lloraría, pero las palabras de Mina se repetían dentro de mi
cerebro.
Te follará como un animal.
Se fuerte. Era un Kim. Las palabras de Jimin destellaron en mi mente. No vas a

dejar que te trate como a un puto.
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-¡No! -La palabra desgarró mi garganta como un grito de batalla. Me liberé de

él, tropezándome unos pasos hacia atrás. Todo pareció detenerse entonces. ¿Qué
acababa de hacer?
La expresión de Jungkook era de estupefacción, después se endureció.
-¿No?
-¿Qué? -espeté-. ¿Nunca antes has escuchado la palabra "no"? -Cállate

Taehyung. Por amor de Dios, cállate.
-Oh, la escucho a menudo. El tipo al que le destrocé la garganta la dijo una y

otra vez hasta que no pudo decirla más.
Di un paso hacia atrás, erizándome.
-Entonces, ¿también vas a aplastar mi garganta? -Era como un perro acorralado,

mordiendo y gruñendo, pero mi oponente era un lobo. Un lobo muy grande y
peligroso.
Una fría sonrisa afloró en sus labios. -No, eso desafiaría el propósito de nuestro
matrimonio, ¿no lo crees?
Temblé. Por supuesto, lo haría. No podía matarme. Al menos no si quería

mantener la paz entre Busan y Seúl. Eso no quería decir que no podía golpearme
o forzarme.
-No creo que mi padre esté feliz si me haces daño.
La mirada en sus ojos me hizo dar otro paso hacia atrás. -¿Eso es una amenaza?
Desvié los ojos de su mirada. Mi padre podría arriesgarse a la guerra por mi

muerte, no porque me amara, sino para mantener su reputación, pero
definitivamente no lo haría por unos cuantos moretones o una violación. Para
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mi padre no sería violación: Jungkook era mi esposo y mi cuerpo era de él, para
tomarlo cada vez que lo deseara.
-No -dije en voz baja. Me odié por ser un sumiso como un perro inclinándose
hacia su alfa, casi tanto como lo odié por obligarme a hacerlo.
-¿Pero me niegas lo que es mío?
Lo miré con furia. Maldita sea la sumisión. Maldito mi padre por venderme
como ganado y maldito Jungkook por aceptar la oferta.
-No puedo negarte algo que no tienes derecho a tomar en primer lugar. Mi
cuerpo no te pertenece. Es mío.
Me matará, el pensamiento se disparó en mi mente un segundo antes de que

Jungkook se me acerque. Con más de un metro noventa, era aterradoramente
alto. Vi su mano moverse en mi visión periférica y me encogí anticipando el
golpe, mis ojos cerrándose. Nada ocurrió. El único sonido era la respiración
dura de Jungkook y el latido de mi pulso en los oídos. Me arriesgué a echar una
mirada hacia él. Jungkook me estaba viendo, sus ojos como un cielo tormentoso
de verano.
-Podría tomar lo que quiero -dijo, pero la ferocidad se había ido de su voz.
No tenía caso negarlo. Era mucho más fuerte que yo. E incluso si gritaba nadie
acudiría a ayudarme. Muchos hombres en mi familia y en la de Jungkook
probablemente me detendrían para facilitárselo, no es que Jungkook tuviera
problema alguno en someterme.
-Podrías -admití-. Y te odiaría por ello hasta el fin de mis días.
Rio entre dientes. -¿Piensas que me importa eso? Esto no es un matrimonio por
amor y ya me odias. Puedo verlo en tus ojos.
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Tenía razón en ambas cosas. Esto no era por amor y ya lo odiaba, pero
escucharlo decirlo aplastó el último trozo de ridícula esperanza que tenía. No
dije nada. Él hizo un gesto hacia las inmaculadas sábanas de la cama.
-¿Escuchaste lo que mi padre dijo acerca de nuestra tradición?
Mi sangre se heló. Lo había escuchado, pero hasta ahora lo había mantenido

fuera de mi mente. Mi coraje no había servido de nada. Me acerqué a la cama y
miré las sábanas, mis ojos fijos en el lugar en donde la prueba de mi virginidad
perdida tendría que estar. Mañana temprano las mujeres de la familia de
Jungkook tocarían a nuestra puerta y se llevarían las sábanas para presentarlas
ante el padre de Jungkook y el mío, para que así, pudieran inspeccionar la
prueba de nuestro matrimonio consumado. Era una tradición enferma, pero no
una que pudiera evadir. El espíritu de lucha me abandonó.
Podía escuchar a Jungkook acercándose por detrás. Tocó mis hombros y cerré
los ojos. No haría ningún sonido. Pero no llorar era una batalla perdida. Las
primeras lágrimas se aferraron a mis pestañas y entonces se derramaron por mi
piel, dejando un candente rastro por mis mejillas y barbilla. Jungkook deslizó
sus manos sobre mis clavículas cubiertas por el satin del traje y después hasta
el borde del cuello de mi camisa. Mis labios temblaron y pude sentir una lágrima
goteando por mi barbilla. Las manos de Jungkook se tensaron contra mi cuerpo.
Por un momento, ninguno de los dos se movió. Me volteó hacia él y empujó mi
barbilla hacia arriba. Sus fríos ojos grises escanearon mi rostro. Mis mejillas
estaban húmedas con lágrimas silenciosas, pero no hice sonido alguno,
solamente le devolví la mirada. Dejó caer sus manos, se echó hacia atrás con
una serie de maldiciones y después golpeó la pared con su puño. Jadeé y di un
brinco hacia atrás. Apreté los labios mientras observaba la espalda de Jungkook.
Estaba mirando hacia la pared, sus hombros agitándose. Rápidamente limpié las
lágrimas de mi rostro. Lo has hecho. Realmente lo has hecho enojar. Mis ojos
miraron rápidamente hacia la puerta. Tal vez podía alcanzarla antes que
Jungkook. Tal vez hasta podía salir antes de que me alcance, pero nunca podría
salir de la propiedad.
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Se giró y se quitó el chaleco, revelando una navaja negra y una funda para
pistola. Sus dedos se cerraron alrededor del mango de la navaja, sus nudillos ya
enrojeciendo por el impacto contra la pared, y la sacó. La hoja era curva como
una garra: corta, filosa y mortal. Era negra como el mango, para que así no
pudiera ser vista fácilmente en la oscuridad. Una navaja Karambit para combate
cuerpo a cuerpo. ¿Quién sabría que la obsesión de Beomyu por las navajas sería
alguna vez de utilidad para mí? Ahora podía cuando menos identificar la navaja
que me abriría. Una risa histérica luchó por salir de mi garganta, pero me la
tragué. Jungkook se quedó mirando fijamente a la hoja. ¿Estaba tratando de
decidir qué parte de mí iba a rebanar primero?
Ruégale. Pero sabía que eso no me salvaría. La gente probablemente le rogaba

todo el tiempo y por lo que he oído nunca los salvaba. Jeon Jungkook no
mostraba piedad. Se convertiría en el próximo Capo dei Capi de Busan y
gobernaría con fría brutalidad.
Jungkook se acercó a mí y di un respingo. Una sonrisa oscura curvó sus labios.

Presionó la punta afilada del cuchillo en la suave piel por debajo de la curva de
su brazo, extrayendo sangre. Mis labios se abrieron con sorpresa. Dejó el
cuchillo sobre la mesa pequeña entre los dos sillones, tomó un vaso y sostuvo
su herida sobre él, luego observó su sangre gotear hacia el vaso sin un atisbo de
emoción antes de
finalmente desaparecer en el cuarto de baño contiguo.
Oí correr el agua y después regresó a la habitación. La mezcla de agua y sangre

en el vaso tenía un color rojo claro. Se acercó a la cama, metió los dedos en el
líquido y luego lo untó en el centro de la sábana. Mis mejillas se ruborizaron
por completo al darme cuenta. Me acerqué a él lentamente y me detuve cuando
aún estaba fuera del alcance de su brazo, no es que hiciera mucho bien. Miré
hacia las sábanas manchadas.
-¿Qué estás haciendo? -susurré.
-Ellos quieren sangre. Tendrán sangre.
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-¿Por qué el agua?
-La sangre no siempre tiene el mismo aspecto. -Él sabría.
-¿Es suficiente?
-¿Esperabas un baño de sangre? -Me dio una sonrisa sardónica-. Es sexo, no

una lucha a cuchillo.
Te follará como un animal. Las palabras quedaron grabadas en mi cerebro, pero

no las repetí. ¿Cuántos vírgenes ha tenido para saber de esto? ¿Y cuántos
entraron voluntariamente en su cama? Las palabras yacían en la punta de mi
lengua, pero no era suicida.
-¿No van a saber que es tuya?
-No. -Volvió a la mesa y sirvió whisky en el vaso con agua y sangre. Sus ojos
sostuvieron los míos a medida que lo bebía de un trago. No pude evitar arrugar
la nariz con asco. ¿Estaba tratando de intimidarme?
Beber sangre realmente no era necesario para eso. Había estado aterrorizado de
él antes de haberlo conocido. Probablemente todavía estaré aterrado de él
cuando incline la cabeza por encima de su ataúd abierto.
-¿Qué tal con una prueba de ADN?
Él rio. No era exactamente un sonido alegre.
-Van a aceptar mi palabra. Nadie va a dudar que he tomado tu virginidad durante

nuestro momento a solas. No lo van hacer porque soy quien soy.
Sí, lo eres. Entonces, ¿por qué me libraste? Otro pensamiento que nunca dejó
mis labios. Pero Jungkook debe haber estado pensando lo mismo porque sus
oscuras cejas se juntaron a medida que sus ojos vagaban por la longitud de mi
cuerpo.
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Me puse rígido y di un paso hacia atrás.
-No -dijo en voz baja. Me quedé helado-. Esta es la quinta vez que retrocedes
de mí esta noche. -Dejó el vaso y tomó el cuchillo en su mano. Luego avanzó
hasta mí-. ¿Tu padre nunca te enseñó a ocultar tu miedo de los monstruos? Te
persiguen si corres.
Tal vez esperaba que contradiga su pretensión de ser un monstruo, pero no era
tan bueno mintiendo. Sí había monstruos, los hombres en mi mundo pertenecían
a ellos. Cuando se detuvo frente a mí, tuve que inclinar la cabeza hacia atrás
para mirarlo a la cara.
-Esa sangre en las sábanas necesita una historia -dijo simplemente mientras
alzaba el cuchillo. Me estremecí y murmuró-: Con esta son seis veces.
Deslizó la hoja por debajo del borde de la camisa de mi bonito traje y lentamente
movió el cuchillo. La tela cedió al paso hasta que finalmente cayó a mis pies,
después hizo lo mismo con mi pantalón. La hoja no tocó mi piel ni una sola vez.
-Es una tradición en nuestra familia desnudar a nuestra pareja de esta forma.
Su familia tenía muchas tradiciones repugnantes. Finalmente estaba de pie

delante de él en mi apretado corsé blanco con sus cordones en la espalda y mi
tanga con el lazo sobre mi trasero. La piel de gallina cubrió cada centímetro de
mi cuerpo. La mirada de Jungkook era como fuego en mi piel.
Retrocedí.
-Siete -dijo en voz baja.
La ira se apoderó de mí. Si estaba cansado que retroceda de él, entonces tal vez
debería dejar de ser tan intimidante.
-Date la vuelta.
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Hice lo que me ordenó, y la aguda inhalación de su aliento me hizo arrepentirme

al instante. Se acercó más y sentí un suave tirón en el lazo que sostenía mi tanga
en alto.
"Un regalo para desenvolver. ¿Cómo un hombre podría resistirse?"
Las palabras de la madrastra de Jungkook aparecieron inadvertidamente en mi

cabeza. Sabía que debajo del lazo, la parte superior de mi trasero quedaría a la
intemperie. Di algo para distraerlo de ese estúpido lazo sobre tu trasero.
-Ya sangraste por mí -dije con voz temblorosa, y luego casi inaudible-. Por
favor, no. -Mi padre estaría avergonzado de mi demostración abierta de
debilidad.
Pero él era un hombre. El mundo era suyo para tomar. Las mujeres y los mpreg
eran suyos para tomar. Y nosotros teníamos que dar siempre sin protestar.
Jungkook no dijo nada, pero sus nudillos rozaron la piel entre mis omóplatos
mientras llevaba el cuchillo a mi corsé. Con un siseo, la tela se deshizo bajo la
cuchilla. Alcé mis manos antes de que esa barrera de protección pudiera caer
también y presioné el corsé contra mi pecho.
Jungkook envolvió su brazo sobre mi pecho posesivamente, atrapando mi brazo

bajo el suyo y agarrando mi hombro, presionándome contra él. Di un grito
ahogado cuando algo duro me dio un ligero empujón en la espalda baja. Esa no
era su arma. El calor inundó mis mejillas y el miedo se apoderó de mi cuerpo.
Sus labios rozaron mi oreja. -Esta noche suplicaste que te evite, pero un día me
vas a pedir que te folle. -No. Nunca, me juré a mí mismo. Su aliento se sintió
caliente contra mi piel así que cerré los ojos-. No creas que porque no reclamo
mis derechos esta noche no eres mío, Taehyung. Ningún otro hombre tendrá
nunca lo que me pertenece. Eres mío. -Asentí, pero él no había terminado
todavía-. Si atrapo a un hombre besándote, le cortaré la lengua. Si atrapo a un
hombre tocándote, le cortaré los dedos, uno por uno. Si atrapo a un hombre
follándote, le cortaré la polla y sus pelotas, y se las daré de comer. Y te haré
observar.
91
Dejó caer su brazo y dio un paso atrás. Por el rabillo del ojo, lo vi avanzar a
grandes zancadas hacia el sillón y hundirse en él. Tomó la botella de whisky y
se sirvió una generosa cantidad. Antes de que pudiera cambiar de opinión, entré
rápidamente en el baño, cerré la puerta y giré la cerradura, luego me estremecí
ante lo estúpido que era. Una cerradura no sería protección alguna frente a él,
tampoco una puerta. Nada en este mundo me podía proteger. Escudriñé mi cara
en el espejo. Mis ojos estaban rojos y las mejillas húmedas. Dejé que los restos
de mi corsé cayeran al suelo y levanté el camisón que uno de los sirvientes había
doblado sobre la silla para mí. Una risa ahogada escapó de mi boca después de
habérmelo puesto sobre la tanga. El camisón era como la más fina tela de araña
que había visto alguna vez y no dejaba nada a la imaginación. Mis pezones, mi
estómago desnudo y mi trasero quedaban expuestos. Terminaba por encima de
mis rodillas con un dobladillo de más encaje. Podría igual de bien salir de este
cuarto desnudo y terminar con esto, pero no era tan valiente. Quité mi
maquillaje, cepillé mis dientes, revolví mi cabello y cuando no pude prolongar
más tiempo lo inevitable, agarré la manija de la puerta.
¿Sería tan malo si dormía en el cuarto de baño?
Tomando una respiración profunda, abrí la puerta y regresé al dormitorio.

Jungkook todavía estaba sentado en el sillón. La botella de whisky estaba casi
medio vacía. Los borrachos nunca eran una buena cosa. Sus ojos me
encontraron y se rio sin humor.
-¿Eso es lo que eliges usar cuando no quieres que te folle?
Me sonrojé ante su lenguaje crudo. Era el whisky hablando, pero no podía

decirle que deje de beber. Ya estaba al borde.
-Yo no lo escogí. -Crucé los brazos, desgarrado entre permanecer de pie y

deslizarme bajo los cobertores de la cama. Pero acostarme se sentía como una
mala idea. No quería hacerme más vulnerable de lo que ya estaba. Pero pararme
delante de Jungkook medio desnudó tampoco era la mejor opción.
-¿Mi madrastra? -preguntó.
92
Simplemente asentí. Él dejó su vaso y se levantó. Por supuesto, me estremecí.

Su expresión se oscureció. No dijo nada mientras caminaba junto a mí hacia el
baño, ni siquiera cuando jadeé a medida que su brazo rozaba el mío. Para cuando
la puerta se cerró, solté un suspiro áspero. Poco a poco me acerqué a la cama,
mis ojos encontraron la mancha de color rojo claro. Me senté en el borde del
colchón. El agua estaba corriendo en el baño, pero eventualmente, Jungkook
saldría.
Me tumbé en el borde de la cama, me volví sobre mi costado y tiré de las mantas

hasta mi barbilla, luego apreté los ojos con fuerza, obligándome a conciliar el
sueño. Quería que este día terminara, incluso si era solo el comienzo de muchos
días y noches infernales por venir. El agua se detuvo y unos minutos más tarde
Jungkook salió del baño. Traté de hacer que mi respiración incluso pareciera
como si ya estuviera durmiendo. Me arriesgué a un vistazo rápido a través de
los ojos medio cerrados, mi cara en su mayoría cubierta
por la manta, y me convertí en piedra. Jungkook solamente estaba usando sus
bóxers negros. Y si Jungkook era impresionante cuando estaba vestido, iba a
todo un nuevo nivel de intimidación medio desnudo. Era puro músculo y su piel
estaba cubierta de cicatrices, algunas delgadas y largas como si un cuchillo
hubiera cortado a través limpiamente, algunas redondas y gruesas como si una
bala hubiera desgarrado su carne. Letras estaban tatuadas en la piel sobre su
corazón. No podía leerlas desde lejos, pero tenía la sensación de que era su lema.
"Nacido en sangre. Jurado en sangre. Entro

vivo y salgo muerto".
Se acercó al interruptor principal de la luz y la apagó, bañándonos en oscuridad.

De repente sentí como si estuviera solo en un bosque en la noche, sabiendo que
en algún lugar algo me estaba acechando. La cama se hundió bajo el peso de
Jungkook y me agarré al borde de la cama. Apreté los labios, permitiéndome
solo respiraciones superficiales. El colchón se movió cuando Jungkook se
acostó. Contuve la respiración, esperando a que él me alcance y tome lo que era
suyo.
93
¿Sería siempre así? ¿Sería miserable por

el resto de mi vida? ¿Mis noches llenas de temor?
La presión de las últimas semanas, o tal vez incluso años, cayeron sobre mí.
Impotencia, miedo e ira se apoderaron de mí. El odio a mi padre me llenó, pero
aún peor era el cuchillo caliente de la decepción y la tristeza. Me había
entregado a un hombre del que no sabía nada, a excepción de su reputación
como un asesino experto, me había ofrecido al enemigo para que hiciera lo que
quisiera. El hombre que debería
haberme protegido de cualquier daño, me había empujado a los brazos de un
monstruo con el único fin de asegurar poder.
Ardientes lágrimas se derramaron de mis ojos, pero el peso en mi pecho no se

levantó. Se puso más y más pesado hasta que no pude aguantar más y un sollozo
entrecortado salió de mis labios. Contrólate, Taehyung. Traté de luchar contra
esto, pero otro sollozo ahogado escapó de mis labios.
-¿Llorarás toda la noche? -La fría voz de Jungkook provino desde la negrura.
Por supuesto, todavía no estaba dormido. Para un hombre en su posición, era

mejor
mantener siempre un ojo abierto. Enterré mi cara en la almohada, pero ahora
que las compuertas se habían abierto, no podía cerrarlas de nuevo.
-No puedo ver cómo podrías haber llorado mucho más, si te hubiera tomado.
Tal vez debería follarte para darte una verdadera razón para llorar.
Empujé las piernas contra mi pecho, haciéndome tan pequeño como fuera
posible. Sabía que tenía que parar. No había sido golpeado o peor, pero no podía
conseguir controlar mis emociones. Jungkook se movió y una suave luz inundó
la habitación. Había encendido la lámpara de su mesita de noche. Esperé. Sabía
que me estaba viendo, pero mantuve mi cara presionada contra la almohada. Tal
vez dejaría la habitación si se hartaba del ruido. Tocó mi brazo y brinqué tan
violentamente que me habría caído de la cama si Jungkook no me hubiera
empujado hacia él.
94
-Es suficiente -dijo en voz baja.
Esa voz. Me calmé inmediatamente y lo dejé acostarme sobre mi espalda. Poco

a poco estiré mis piernas y brazos, y me quedé tan inmóvil como un cadáver.
-Mírame -ordenó, y lo hice. ¿Era esa voz la que lo había hecho tan notorio?-.
Quiero que dejes de llorar. Quiero que dejes de estremecerte por mi toque.
Asentí, aturdido.
Él sacudió la cabeza. -Ese asentimiento no significa nada. ¿No crees que

reconozco el miedo cuando me devuelves la mirada? Para el momento en que
apague la luz, estarás de nuevo llorando como si te hubiera violado de una
jodida vez.
No sabía lo que quería que hiciera. No era como si disfrutara estar terriblemente
asustado. No que el miedo fuera la única razón para mi derrumbe, pero él no lo
entendería.
¿Cómo podía entender que sentía que mi vida me había sido arrancada? Mis
hermanos, mi familia, Seúl, eran todo lo que había conocido y ahora tenía que
renunciar a ellos.
-Así que para darte paz mental y callarte, voy a hacer un juramento.
Me lamí los labios, saboreando el sabor salado de las lágrimas en ellos. Los
dedos de Jungkook se tensaron en mi brazo.
-¿Un juramento? -susurré.
Tomó mi mano y apretó mi palma contra el tatuaje sobre su corazón. Exhalé

cuando sus músculos se flexionaron bajo mi tacto. Él se sentía cálido, la piel
mucho más suave de lo que había previsto.
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-Nacido en sangre, jurado en sangre, juro que no voy a tratar de robar tu

virginidad o lastimarte de ninguna manera esta noche. -Sus labios se torcieron
y asintió hacia el corte en su brazo-. Ya sangré por ti, así que eso lo sella. Nacido
en sangre. Jurado en sangre. -Cubrió mi mano con la suya sobre el tatuaje,
mirándome con expectación.
-Nacido en sangre, jurado en sangre -dije en voz baja. Soltó mi mano y la bajé
a mi estómago, aturdido y confuso.
Un juramento era un gran asunto. Sin otra palabra, apagó la luz y volvió a su
lado de la cama. Escuché su rítmica respiración, sabiendo que no estaba
dormido. Cerré los ojos.
Él no rompería su juramento.
Singularity
CAPITULO VI
La luz del sol golpeó mi rostro. Traté de estirarme, pero un brazo estaba sobre
mi cintura y un pecho firme presionado contra mi espalda. Me tomó un
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momento recordar dónde estaba y lo que había pasado ayer y luego me puse
rígido.
—Bien, estás despierto —dijo Jungkook con una voz que sonaba ronca por el
sueño. La realización me golpeó. Jungkook. Mi marido. Era un hombre casado,
pero Jungkook había cumplido su promesa. No había consumado el
matrimonio.
Abrí mis ojos. La mano de Jungkook agarraba mi cadera y me giró sobre la

espalda. Estaba apoyado sobre un codo mientras sus ojos inspeccionaban mi
rostro. Me hubiera gustado saber lo que estaba pensando. Era extraño estar en
la cama con un hombre ajeno a mi. Podía sentir el calor de Jungkook, a pesar
de que nuestros cuerpos no se estaban tocando.
Ala luz del sol las cicatrices en su piel eran de alguna manera menos
prominentes que la noche anterior, pero sus músculos eran igual de
impresionantes. Me pregunté cómo se sentirían al tacto. Extendió su mano y
tomó un mechón de mi cabello entre dos dedos. Contuve la respiración, pero lo
liberó después de un momento, su cara volviéndose calculadora.
—No pasará mucho tiempo hasta que mi madrastra, mis tías y las otras mujeres
y hombres mpreg casados de mi familia llamen a nuestra puerta para recoger
las sábanas y las lleven al comedor, donde sin duda, todos los demás ya están
esperando que empiece el jodido espectáculo.
Un rubor se extendió sobre mis mejillas y algo cambió en los ojos de Jungkook,
parte de la frialdad sustituida por otra emoción. Mis ojos se encontraron con el
pequeño corte en el brazo de Jungkook. No había sido profundo y ya tenía
costra.
Él asintió.—Mi sangre les dará lo que quieren. Será la base de nuestra historia,
pero esperarán que completemos los detalles. Sé que soy un mentiroso
convincente. Pero, ¿serás capaz de mentirles a todos a la cara, incluso a tu
madre, cuando les cuentes de nuestra noche de bodas? Nadie puede saber lo que
sucedió. Me haría parecer débil. —Sus labios se apretaron con arrepentimiento.
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Arrepentimiento de haberme liberado

y haberse metido en la posición de depender de mis habilidades para mentir.
—¿Débil porque no quisiste violarme?—susurré.
Los dedos de Jungkook en mi cadera se apretaron. Ni siquiera me había dado

cuenta
que todavía estaban allí. Haz que quiera ser bueno contigo, las palabras de Suni
revolotearon por mi mente. Jungkook era un monstruo, no había duda de ello.
No podía
ser de otro modo si quería sobrevivir como un líder en nuestro mundo, pero tal
vez podía hacerlo mantener al monstruo encadenado cuando estaba conmigo.
Era más de lo que había esperado cuando anoche me había llevado hacia el
dormitorio.
Jungkook sonrió con frialdad. —Débil por no tomar lo que era mío para tomar.
La tradición de las sábanas ensangrentadas en la mafia es tanto una prueba de
la pureza del la pareja como de la implacabilidad del marido. Entonces, ¿qué
crees que dirá sobre mí el que te tuve yaciendo medio desnudo en mi cama,
vulnerable y mío, y aun estás aquí intacto como lo estabas antes de nuestra
boda?
—Nadie lo sabrá. No le diré a nadie.
—¿Por qué debería confiar en ti? No hago un hábito de confiar en la gente,

especialmente la gente que me odia.
Descansé mi mano contra el corte en su brazo, sintiendo sus músculos

flexionarse bajo mi tacto.
Haz que sea bueno contigo, haz que te ame.
—No te odio. —Entrecerró los ojos, pero era mayormente verdad. Lo habría
odiado si me hubiera forzado. Ciertamente odiaba lo que el matrimonio con él
significaba para mí, pero no lo conocía lo suficientemente bien como para
98
odiarlo de verdad. Tal vez vendría con el tiempo—. Y puedes confiar en mí

porque soy tu esposo. No elegí este matrimonio, pero al menos puedo elegir
hacer lo mejor con nuestro vínculo. No tengo nada que ganar al traicionar tu
confianza, pero mucho que ganar al mostrarte que soy leal.
Hubo un destello de algo, tal vez respeto, en su expresión.
—Los hombres esperando en esa sala de estar son depredadores. Se aprovechan

de los débiles y han estado esperando por más de una década por una señal de
debilidad de mi parte. Para el momento en que vean una, van a abalanzarse.
—Pero tu padre...
—Si mi padre cree que soy demasiado débil para controlar a la familia, con
mucho gusto dejará que me desgarren.
¿Qué tipo de vida era tener que ser fuerte todo el tiempo, incluso alrededor de
tu familia más cercana? Al menos yo tenía a mis hermanos e incluso hasta cierto
punto, a mi madre y a gente como Jisoo. Los hombres como yo y las mujeres
eran debilidad olvidada en nuestro mundo, solo objetos de decoración. Los ojos
de Jungkook lucían duros. Tal vez éste sería el momento en que decidiera que
realmente no valía la pena el riesgo y me tomaría, pero cuando su mirada
finalmente regresó a mi rostro, la oscuridad estaba controlada.
—¿Qué hay de Yoongi?
—Confío en Yoongi. Pero él es sumamente imprudente. Conseguiría matarse

tratando de defenderme. —Era extraño hablar con Jungkook, con mi marido, de
esta manera, casi como si nos conociéramos.
—Nadie dudará de mí —dije—. Les daré lo que quieren ver.
Jungkook se enderezó y mis ojos fueron atraídos hacia el tatuaje, luego

encontraron
los músculos de su pecho y estómago. Mis mejillas se calentaron cuando me
99
encontré
con la mirada de Jungkook.
—Deberías estar usando más que esta mala excusa de camisón cuando lleguen
las arpías. No quiero que vean tu cuerpo, especialmente tus caderas y muslos.
Es mejor cuando se pregunten si dejé marcas en ti —dijo, luego sonrió—. Pero
no podemos ocultar tu rostro de ellos. —Se inclinó sobre mí y su mano vino
hacia mi rostro. Cerro los ojos fuertemente, encogiéndome. —Esta es la
segunda vez que piensas que voy a golpearte —dijo en voz baja.
Mis ojos se abrieron.
—Pensé que habías dicho... —Mi voz se apagó.
—¿Qué? ¿Que todos esperan que tengas moretones en tu rostro después de una
noche conmigo? No golpeo a las personas en el sexo.
Recordé cuando impidió que mi padre me abofeteara. Nunca había levantado

su mano contra mí. Sabía que muchos hombres en la Organización de Busan
tenían un extraño código de reglas que seguían. No podías apuñalar a un hombre
por la espalda, pero podías cortar su garganta de esa manera, por ejemplo. No
estaba seguro lo que hacía a uno mejor que el otro. Jungkook parecía tener sus
propias reglas también. Aplastar la garganta de alguien con tus propias manos
era aceptable, golpear a tu esposo no lo era.
—¿Cómo se supone que crea que puedes convencer a todos de que hemos
consumado nuestro matrimonio cuando sigues encogiéndote ante mi toque?
—Créeme, el encogimiento hará que todos crean la mentira incluso más porque
definitivamente no habría dejado de alejarme de tu toque si hubieras tomado lo
que es tuyo. Cuanto más me aleje más te tomarán por el monstruo que quieres
que piensen que eres.
Jungkook rio entre dientes. —Creo que podrías saber más sobre el juego de
poder de lo que esperaba.
100
Me encogí de hombros. —Mi padre es el Consigliere.
Inclinó su cabeza en reconocimiento, luego levantó su mano y tomó mi rostro.

—Lo que quise decir antes es que tu rostro no parece que haya sido besado.
Mis ojos se abrieron más.—Nunca he... —Pero por supuesto que él ya sabía
eso. Sus labios chocaron con los míos y mis palmas subieron contra su pecho,
pero no lo alejé. Su lengua provocó a mis labios, pidiendo entrada. Me rendí y
vacilantemente toqué mi lengua con la suya. No estaba seguro de qué hacer y
miré a Jungkook con los ojos muy abiertos, pero él tomó el liderato, cuando su
lengua y labios apresaron mi boca. Era extraño permitir ese tipo de intimidad,
pero no era desagradable. Perdí la noción del tiempo mientras me besaba,
exigente y posesivo, su mano caliente contra mi mejilla. Podía sentir la fuerza
contenida a medida que su cuerpo se presionaba contra mí. Finalmente se retiró,
sus ojos oscurecidos con deseo. Me estremecí, no solo por el miedo, también en
otro lugar.
Un insistente golpeteo sonó y Jungkook sacó sus piernas de la cama y se puso

de pie. Contuve la respiración ante la visión del bulto en su bóxer.
Él sonrió.—Se supone que un hombre tenga una erección cuando despierta

junto a su
esposo, ¿no lo crees? Ellos quieren un espectáculo, tendrán un espectáculo. —
Asintió hacia el baño—. Ahora ve y agarra una bata.
Salté rápidamente de la cama con su sábana manchada y me apuré dentro del

baño, donde agarré la larga bata de raso blanco y la puse sobre mi camisón antes
de levantar los restos de mi corsé que había tirado la noche anterior.
Cuando regresé al dormitorio, vi a Jungkook colocar la funda de su pistola y

cuchillo sobre su pecho desnudo, otra correa de cuchillo con uno de caza de
mayor longitud en su antebrazo cubriendo el pequeño corte, y reacomodó su
rigidez para que fuera incluso más obvia. Mis mejillas se calentaron, me adentré
más en la habitación y arrojé el corsé junto a mi arruinado traje. Jungkook era
un magnífico espectáculo, con su cuerpo alto, músculos y fundas, por no
101
mencionar el bulto en sus pantalones. Un toque de curiosidad me llenó. ¿Cómo

luciría sin nada? Yo era un hombre, sabía lo que había ahí abajo, pero la
curiosidad de verlo era otra cosa. Me apoyé contra la pared junto a la ventana y
envolví un brazo a mi alrededor, repentinamente preocupado de que alguien se
dé cuenta que Jungkook no había dormido conmigo. Estas eran personas
casadas. ¿Notarían que algo no estaba bien?
Me preparé cuando él abrió la puerta de par en par, parándose frente a las

mujeres y alguno otro mpreg reunidos en toda su gloria media desnuda. Hubo
jadeos, risitas e incluso unas cuantas palabras murmuradas, las cuales podrían
haber sido oraciones o maldiciones, siendo pronunciadas demasiado rápido y
bajo para que las escuche. Tuve que reprimir un resoplido.
—Hemos venido a recoger las sábanas —dijo la madrastra de Jungkook en lo

que era alegría apenas oculta.
Jungkook dio un paso atrás, abriendo más la puerta. Varias personas entraron a
la vez, sus ojos moviéndose rápidamente hacia la cama y la mancha, y luego
hacia mí. Sabía que mi rostro estaba rojo, a pesar de que no era mi sangre en las
sábanas. ¿Cómo estas personas podían saltar ante la oportunidad de ver la
prueba de virginidad tomada? ¿No tenían ninguna compasión?
Tal vez pensaban que era simplemente justo lo mismo que ellos habían pasado.
Aparté la mirada, incapaz de soportar su escrutinio. Los dejé hacer lo que
querían. La mayoría de los invitados se había ido, sobre todo los políticos y otra
gente no perteneciente a la mafia; solo la familia más cercana se suponía que
sería testigo de la presentación de las sábanas, pero dado el número de personas
reunidas en el pasillo y en la habitación, no lo habrías sabido.
Únicamente a las mujeres y mpreg en edad de casarse se les permitía estar

presentes cuando las sábanas eran quitadas, como para no asustar los ojos
virginales y puros de los más jóvenes. Podía ver a mis tías entre los
espectadores, así como a mi madre, Jisoo y Suni, pero las mujeres de la familia
de Jungkook estaban al frente ya que esta era su tradición, no la nuestra. Ahora
es tuya también, me recordé con una punzada.
102
Jungkook se encontró con mis ojos brevemente a través de la habitación.

Compartíamos un secreto ahora. No pude evitar sentirme agradecido hacia mi
esposo, aunque no quería estar agradecido por algo como esto. Pero en nuestro
mundo tenías que ser agradecido por la amabilidad más pequeña, sobre todo de
un hombre como Jungkook, especialmente cuando él no tenía que ser amable.
La madrastra de Jungkook, Hwasa, y su prima Hyna empezaron a desnudar la

cama.
—Jungkook—dijo Hwasa con fingida indignación—. ¿Nadie te dijo que fueras

gentil con tu novio virgen?
Eso en realidad le consiguió algunas risitas avergonzadas y bajé la mirada, a

pesar de que quería fruncirle el ceño. Jungkook hizo un buen trabajo con eso,
luego le lanzó una sonrisa lobuna que erizó los vellos de mi cuello.
—Estás casada con mi padre. Te parece que él es un hombre que enseña a sus
hijos a ser gentiles con alguien.
Sus labios se estrecharon, pero no dejó de sonreír. Podía sentir los ojos de todos
sobre mí y me retorcí bajo la atención. Cuando me arriesgué a mirar hacia mi
familia, pude ver sorpresa y compasión en muchos de sus rostros.
—¡Déjenme pasar! —escuché la voz en pánico de Jimin. Mi cabeza se disparó.

Él estaba abriéndose paso a través de las personas reunidas y evitó a madre
quien intentó detenerlo.
Jimin ni siquiera se suponía que estuviera aquí. Pero, ¿cuándo Minnie hacía lo
que se suponía que debía hacer? Empujó a una mujer delgada fuera de su camino
y se tambaleó dentro del dormitorio. Su rostro brilló con disgusto cuando vio
las sábanas que la madrastra de Jungkook estaba sosteniendo y extendiendo
sobre los brazos abiertos de Hyna. Sus ojos encontraron mi rostro,
permaneciendo en mis labios hinchados, mi
cabello despeinado y mis brazos, los cuales todavía estaban envueltos alrededor
de mi
103
cintura. Deseé que hubiera una manera de hacerle saber que estaba bien, que no
era lo
que parecía, pero no con todas esas personas alrededor de nosotros. Él se volvió
hacia Jungkook, quien al menos ya no tenía una erección. La mirada en sus ojos
habría enviado huyendo a la mayoría de las personas. Jungkook levantó las cejas
con una sonrisa de suficiencia.
Él dio un paso en su dirección.
—Minnie —dije en voz baja—. ¿Me ayudas a vestirme? —Dejé que mis brazos
cayeran a mis costados y caminé hacia el baño, tratando de hacer una mueca de
vez en cuando como si estuviera adolorido esperando no exagerar. Nunca había
visto a una persona, menos a un mpreg, después de supuestamente haber
perdido su virginidad.
En cuanto la puerta se cerró detrás de Jimin, lanzó sus brazos alrededor de mí.
—Lo odio. Los odio a todos. Quiero matarlo.
—No hizo nada —murmuré.
Jimin se apartó y puse un dedo sobre sus labios. La confusión llenaba su rostro.
—¿Qué quieres decir?
—No me forzó.
—Solo porque no te resististe a él no quiere decir que no fue violación.
Cubrí su boca con mi mano.—Sigo siendo virgen.
Jimin dio un paso atrás, así que mi mano cayó de sus labios.
—Pero la sangre... —susurró.
104
—Él se cortó a sí mismo.
Él me miró con incredulidad.—¿Tienes el Síndrome de Estocolmo?
Puse los ojos en blanco.—Shh. Estoy diciendo la verdad.
—Entonces, ¿por qué el espectáculo?
—Porque nadie puede saberlo. Nadie. Ni siquiera madre o Yeonjun. No puedes

decirle a nadie, Jimin.
Él frunció el ceño.
—¿Por qué haría eso?
—No lo sé. Tal vez no le gusta hacerme daño.
—Ese hombre mataría a un ciervo bebé si lo mirara de la manera equivocada.
—No lo conoces.
—Tampoco tú. —Negó con la cabeza—. No me digas que confías en él ahora.

Solo porque no te folló anoche no significa que no lo hará pronto. Tal vez
prefiera hacerlo en su penthouse con vistas en el centro la ciudad. Eres su esposo
y cualquier hombre con una polla funcional querría entrar en ti.
—Padre realmente desperdició todos sus comentarios sutiles frente a ti —dije

con una sonrisa. Jimin siguió mirándome—. Minnie, supe cuando me casé con
Jungkook que tendría que dormir con él eventualmente y acepté eso. Pero me
alegra tener la oportunidad de al menos llegar a conocerlo un poco mejor
primero. —Aunque no estaba seguro que me gustarían las partes de él que
llegara a conocer.
Pero sus besos no habían sido desagradables en absoluto. Mi piel todavía se

calentaba cuando pensaba en eso. Y Jungkook definitivamente era agradable a
105
la vista. No que la buena apariencia pudiera contrarrestar la crueldad, pero hasta

el momento no había sido cruel conmigo y de alguna manera pensé que no lo
sería, por lo menos no intencionalmente.
Jimin suspiró.—Sí, probablemente tienes razón. —Se sentó sobre la tapa del
inodoro—. No dormí en toda la noche preocupado por ti. ¿No podías haberme
enviado un mensaje de texto diciendo que Jungkook no reventó tu trasero?
Empecé a desvestirme.—Claro. Y entonces padre o Seung comprobarían tu

celular y lo verían, y estaría condenado.
Los ojos de Jimin me escanearon de pies a cabeza mientras entraba a la ducha,

probablemente todavía buscando una señal de que Jungkook me había
maltratado.
—Aún tienes que actuar como si odiaras a Jungkook cuando lo veas más tarde,
o las personas sospecharán —le dije.
—No te preocupes. Eso no será un problema porque todavía lo odio por

apartarte de mí, y por ser él. No creo ni por un segundo que sea capaz de la
bondad.
—Jungkook tampoco puede saber que te dije. —Abrí el grifo de la ducha y dejé
que el agua caliente lave los últimos indicios de cansancio.
Necesitaba estar completamente alerta para el espectáculo en la sala de estar

después. Mis músculos tensos empezaron a relajarse a medida que la corriente
de agua los masajeaba.
—No puedes entrar —dijo Jimin con rabia, sorprendiéndome—. No me importa

que seas su esposo. —Abrí los ojos para ver a Jungkook abriéndose paso hacia
el baño. Jimin se interponía en su camino.
Rápidamente les di la espalda.
106
—Tengo que arreglarme —gruñó Jungkook—. Y no hay nada aquí que no

hayanvisto ya.
Mentiroso.
—Ahora sal, o verás tú segunda polla, niño, porque voy a desnudarme ahora.
—Idiota arrogante, yo...
—¡Vete! —grité.
Jimin se marchó, pero no sin llamar a Jungkook con unas cuantas palabras. La
puerta se cerró de golpe y nos quedamos solos. No estaba seguro de lo que
estaba haciendo Jungkook y no me daría la vuelta para comprobarlo. No podía
oírlo a través de las salpicaduras del agua. Sabía que no podía permanecer en la
ducha para siempre, así que cerré el agua y enfrenté la habitación.
Jungkook estaba extendiendo crema de afeitar sobre su barbilla con una brocha,
pero sus ojos estaban mirándome en el espejo. Resistí el impulso de cubrirme,
aunque sentí un rubor extendiéndose por mi cuerpo. Él bajó la brocha y alcanzó
una de las toallas de felpa colgando sobre el calentador de toallas, luego se
acercó a mí, todavía en boxers. Abrí la ducha y tomé la toalla de su mano con
un rápido gracias. Él
no se movió, sus ojos insondables a medida que recorrían mi cuerpo. Envolví
la toalla
a mi alrededor, y entonces salí. Descalzo, la parte superior de mi cabeza solo
alcanzaba el cuello de Jungkook.
—Apuesto a que ya estás lamentando tu decisión —dije en voz baja. No

necesitaba explicarme; él sabía lo que quería decir.
Sin decir una palabra, regresó al lavabo, recogió la brocha y reanudó lo que
estaba haciendo antes. Estaba de camino hacia la habitación, cuando su voz me
sorprendió.
107
—No. —Miré hacia atrás y me encontré con sus ojos—. Cuando reclame tu
cuerpo quiero que te retuerzas debajo de mí de placer y no de miedo.
Singularity
CAPITULO VII
Había elegido una ancha camisa naranja veraniega y pantalón de lino para
utilizar, cuando Jungkook salió del baño con nada más que una toalla. Estaba
sentado en la silla frente a mi tocador, poniéndome crema, pero me congelé con
la mano en la cara. Él caminó hacia el guardarropa y tomó unos pantalones
negros y una camisa blanca antes de dejar caer su toalla sin vergüenza. No miré
hacia otro lado lo suficientemente rápido y fui recompensado con su firme
trasero. Miré hacia el piso y me ocupé de revisar mis uñas hasta que me atreví
a dar la cara al espejo otra vez y ponerme la crema.
108
Jungkook se abotonó la camisa, excepto por los dos botones superiores. Ató un
cuchillo a su antebrazo y desenrolló su manga sobre este, luego puso una funda
de pistola sobre su pantorrilla. Me di la vuelta.
—¿Alguna vez vas a alguna parte sin armas? —Hoy no se puso la funda en el
pecho porque no podría quedar escondida con solo una camisa blanca.
—No si puedo evitarlo. —Me consideró—. ¿Sabes cómo disparar un arma o

usar un cuchillo?
—No. Mi padre cree que los mpreg no deberían estar envueltos en peleas.
—Algunas veces las peleas llegan a ti. La Bratva y la Tríada no hacen

diferencias, todos van por igual.
—¿Los matan a todos?
Su expresión se endureció.
—No dije eso.
Esperé a que se explicara, pero no lo hizo. Quizá era lo mejor. Me levanté,

alisando mi camisa, nervioso por encontrarme con mi padre y Jeon Minho
después de la noche de bodas.
—Buena elección —dijo Jungkook—. Cubre tus piernas.
—Así nadie podrá inspeccionar mis muslos.
Eso estaba destinado a ser una broma pero los labios de Jungkook se curvaron
en un gruñido.
—Si alguien trata de tocarte, va a perder su mano.
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No dije nada. Su actitud protectora me emocionó y asustó por igual. Él me

esperó en la puerta y me acerqué con incertidumbre. Sus palabras desde el baño
todavía zumbaban en mis oídos. Retorcerte de placer. No estaba seguro que
estuviera siquiera cerca de estar lo suficientemente relajado a su alrededor para
nada cercano al placer. Jimin estaba en lo correcto. No podía permitirme
confiar en él tan fácilmente. Podía estar manipulándome.
Descansó su mano en mi espalda baja mientras salíamos. Cuando llegamos a lo

alto de las escaleras, ya podía escuchar la conversación y unos pocos invitados
dispersos estaban hablando en pequeños grupos en la gran entrada. Me congelé.
—¿Están esperando para ver las sábanas sangrientas? —susurré, horrorizado.
Jungkook me lanzó una rápida mirada, sonriendo.
—Muchos de ellos, especialmente las mujeres y algunos como tú. Los hombres
podrían esperar detalles sucios, otros podrían esperar para hablar sobre
negocios, pedir un favor, ponerse en mi lado bueno. —Gentilmente me presionó
hacia adelante y bajamos las escaleras.
Soobin estaba esperando a los pies de éstas, su cabello marrón desordenado.

Inclinó su cabeza hacia Jungkook, luego me dio una sonrisa breve.
—¿Cómo estás? —me preguntó, luego hizo una mueca, la parte posterior de sus
orejas se volvieron rojas.
Jungkook rio. No conocía a ninguno de los hombres en la entrada, pero todos le

dieron a Jungkook guiños y anchas sonrisas. La vergüenza se arrastró por mi
cuello. Sabía
lo que estaban pensando, podía prácticamente sentirlos desvistiéndome con sus
ojos. Me desplacé más cerca de Jungkook y él enrolló sus dedos alrededor de
mi cintura.
—Yoongi y el resto de tu familia están en el comedor.
110
—¿Observando las sábanas?
—Como si pudieran leerlas como hojas de té —confirmó Soobin, luego me dio

una mirada de disculpa. No parecía sospechar nada.
—Vamos —dijo Jungkook, empujándome hacia las puertas dobles.
Para el momento en que entramos al comedor, cada par de ojos estuvo sobre
nosotros. Las mujeres y algunos mpreg de la familia estaban reunidos a un lado
de la habitación, divididos en pequeños grupos, mientras los hombres estaban
sentados alrededor de la larga mesa, que estaba repleta de comida. Me di cuenta
que realmente tenía hambre. Ya casi era la hora del almuerzo.
Yoongi se coló entre Jungkook y yo, con un expreso en su mano.
—Te ves como la mierda —dijo Jungkook.
Yoongi asintió. —Mi décimo expreso y todavía no despierto. Anoche bebí

mucho.
—Estabas más que ebrio —dijo Jungkook—. Si no fueras mi hermano tendría

que cortarte la lengua por algunas cosas que le dijiste a Taehyung.
Yoongi me sonrió.—Espero que Jungkook no hiciera la mitad de las cosas que

le sugerí.
No estaba seguro de qué decir a eso. Yoongi todavía me ponía nervioso. Él

intercambió una mirada con Jungkook, quien deslizó su pulgar por mi espalda,
haciéndome saltar.
—Toda una obra de arte lo que nos presentas —dijo Yoongi con un
asentimiento hacia la parte de atrás de la habitación donde las sábanas estaban
puestas sobre un tipo de perchero para una mejor visualización.
111
Me tensé. ¿A qué se refería? Pero Jungkook no pareció preocupado, en su lugar

sacudió la cabeza. Jeon Minho y mi padre estaban llamándonos para unirnos a
ellos y podría haber sido descortés hacerlos esperar demasiado. Padre me
sorprendió cuando llegamos a la mesa y me envolvió en sus brazos. Estaba
sorprendido por esta abierta exhibición de cariño. Tomó mi nuca y susurró:
—Estoy orgulloso de ti.
Le di una sonrisa forzada cuando nos separamos. ¿Orgulloso por qué? ¿Por
perder mi virginidad? ¿Por abrir mis piernas?
Minho puso una mano sobre mí y los hombros de Jungkook, y nos dio a ambos
una sonrisa.
—Espero que podamos tener pequeños Jeon pronto.
Me las arreglé para no dejar ver mi sorpresa. ¿No había mencionado Jungkook
que estaba tomando anticonceptivos?
—Quiero divertirme con Taehyung por un largo tiempo. Y con la Bratva cerca,
no quiero tener niños de los qué preocuparme —dijo Jungkook tensamente. No
había palabras para describir lo aliviado que estaba con las palabras de
Jungkook.
Realmente no estaba listo para niños. Ya tenía suficientes cambios sin añadir
un bebé.
Su padre asintió. —Sí, sí, por supuesto. Entendible.
Después, iniciaron una conversación sobre la Bratva y comenzó a ser bastante

claro que estaba libre. Me deslicé del agarre de Jungkook y caminé hacia la otra
ala de la casa.
Jimin me atrapó a mitad del camino.
112
—Asqueroso —murmuró con un gesto hacia las sábanas.
—Lo sé.
Miré alrededor, pero no pude ver a Beomyu ni a Yeonjun.
—¿Dónde están...?
—Escaleras arriba en su habitación con Seung. Madre no quería que estuvieran

aquí para la revelación de las sábanas. —Se inclinó conspirador—. Estoy tan
feliz que finalmente estés aquí. Estas personas han estado compartiendo
historias de sus sábanas ensangrentadas por horas. ¿Qué carajo está mal con la
familia de Busan? Si escucho una palabra más sobre esto voy a darles un
verdadero baño de sangre.
—Ahora que estoy aquí, dudo que estarán hablando de nada más que la sábana
con sangre de allí —murmuré. Me di cuenta que había estado en lo correcto.
Casi cada mujer y uno que otro como yo, sintió la necesidad de abrazarme y
ofrecerme palabras de consejo que solo me hicieron sentir nervioso. Mejorará.
Algunas veces toma un poco tiempo para que sea cómodo. Y el mejor: Créeme,
me tomó años disfrutarlo. Madre mantuvo su distancia. No estaba seguro por
qué. Jisoo no dijo nada cuando envolvió sus brazos a mi alrededor y sonrió,
antes de alejarse y que otra persona llegara. Madre se paró con sus manos
cruzadas frente a mí, la desaprobación estaba escrita en su rostro. Pero me
alegró que no estuviera compartiendo historias de su noche de bodas con padre.
Me detuve frente a ella y me envolvió en un apretado abrazo. Como mi padre,
no era una persona muy cariñosa pero estaba feliz de su
cercanía.
—Desearía poder haberte protegido de todo esto —susurró antes de dejarme ir.
Hubo un destello de culpa en su rostro. Asentí. No la culpaba. ¿Qué podría haber

hecho? Padre no le habría dejado escapar del trato.
113
—Jungkook no puede parar de mirarte. Debes haber dejado una buena

impresión en él —dijo en broma la madrastra de Jungkook.
Me di la vuelta hacia ella y sonreí con cortesía. Jungkook probablemente solo

quería asegurarse que no dejara salir nuestro secreto por accidente. Desde la
esquina de mi ojo, vi la puerta del final abrirse y Yeonjun se deslizó, seguida de
Beomyu. Probablemente habían aprovechado la ida al baño de Seung para
escaparse. Jimin hizo una mueca cuando Beomyu se detuvo frente a mis
sábanas.
Me disculpé y caminé hacia ellos con Jimin detrás de mí. Madre estaba envuelta
en una conversación educada con la madrastra de Jungkook.
—¿Qué estás haciendo aquí, pequeño monstruo? —preguntó Jimin, apretando

los hombros de Beomyu.
—¿Por qué hay sangre en la sábana? —medio gritó—. ¿Alguien está muerto?
Jimin se echó a reír mientras que Yeonjun pareció sinceramente angustiado al

ver las sábanas. Supuse que estalló su burbuja de los príncipes de cuento de
hadas y hacer el amor bajo las estrellas. Los hombres de la mesa detrás de
nosotros también se echaron a reír y la cara de Beomyu se arrugó con ira.
Aunque solo tenía ocho años, tenía temperamento. Esperaba que se calmara
pronto, o se metería en problemas una vez que fuera iniciado.
Jimin revolvió su cabello.
—¿Te vas quedar con Jungkook? —preguntó Beomyu de repente.
Me mordí el labio.—Sí.
—Pero quiero que vuelvas a casa con nosotros.
Parpadeé, tratando de ocultar mi angustia por escucharlo decir eso. —Lo sé.
114
Beomyu apartó los ojos de las sábanas por un momento.
—¿No irás de luna de miel?
—No ahora. Los rusos y los taiwaneses le están dando problemas a Jungkook.
Beomyu asintió como si comprendiera, y tal vez lo hacía. Con cada año que
pasaba él iba a aprendiendo más del mundo oscuro en que vivía.
—Deja de mirar las sábanas —dijo Jimin en voz baja, pero Yeonjun parecía
demasiado atrapado con la vista.
Su rostro se arrugó. —Creo que voy a vomitar. —Pasé un brazo por sus hombros
y lo conduje fuera.
Él se sacudió en mi agarre.
—Aguanta —le pedí mientras medio corríamos fuera de la habitación, los ojos
de todos siguiéndonos. Nos tropezamos en el pasillo—. ¿Dónde está el baño?
—Esta mansión tenía demasiadas habitaciones.
Soobin nos hizo una seña hacia el final del pasillo y abrió una puerta y volvió a
cerrarla cuando estuvimos dentro. Sostuve el cabello de Yeonjun a medida que
vomitaba en el inodoro y luego lo hice sentarse en el suelo. Le limpié la cara
con una toalla húmeda y un poco de jabón.
—Todavía me siento extraño.
—Pon la cabeza entre tus rodillas. —Me puse de cuclillas frente a él—. ¿Cuál
es el problema?
Él se encogió de hombros. —Te conseguiré un poco de té. —Me enderecé.
—No dejes que Soobin me vea así.
115
—Soobin no... —Mi voz se apagó. Yeonjun, obviamente, estaba enamorado de

él.
Era inútil, pero al menos podía permitirle esa pequeña fantasía, cuando la vista
de las
sábanas ya la había angustiado tanto.
—Lo mantendré afuera —le prometí en su lugar y salí del cuarto de baño.
Soobin y Jungkook esperaban frente a él.
—¿Tu hermano está bien? —preguntó Jungkook. ¿Estaba realmente

preocupado, o solo era educado?
—Las sábanas lo hicieron marearse.
La expresión de Soobin se oscureció.
—No deberían permitir a chicos jóvenes presenciar algo así. Solo los asustará.
—Miró a Jungkook como conteniéndose. Pero Jungkook hizo un gesto
desdeñoso.
—Tienes razón.
—Yeonjun necesita un poco de té.
—Puedo conseguirlo y quedarme con él para que así puedas regresar con tus
invitados —sugirió Soobin.
Sonreí.—Eso sería agradable, pero Yeonjunie no quiere que lo veas.
Soobin frunció el ceño. —¿Me tiene miedo?
—Suenas como si eso no fuera posible —dije con una risa—. Eres un soldado
de la mafia. ¿Por qué no habría de temerte? —Decidí no jugar más con él y bajé
116
la voz—. Pero no es eso. Yeonjunie tiene un tremendo flechazo contigo y no

quiere que lo veas de esa manera.
Eso, y yo no quería a ninguno de los hombres de Jungkook a solas con Yeonjun

hasta que los conozca mejor. Jungkook sonrió.
—Soobin, todavía lo tienes. Capturando los corazones de niños de catorce años

a diestra y siniestra. —Luego volvió su atención hacia mí—. Pero tenemos que
volver. Las personas estarán mortalmente ofendidos si no les das toda tu
atención.
—Me haré cargo de Yeonjunie—dijo Jimin, apareciendo en el pasillo con

Beomyu.
Sonreí. —Gracias —le dije a medida que rozaba su mano al pasar.
Para cuando estuve de vuelta en el comedor, las mujeres acudieron a mi

alrededor, tratando de extraer más información de mí. Fingí estar demasiado
avergonzado para hablar de ello, lo cual habría sido verdad, y solo les di
respuestas vagas. Los invitados con el tiempo comenzaron a irse, y supe que
pronto sería el momento de despedirme de mi familia y marchar a mi nueva
vida.
Beomyu apretó su cara contra mis costillas casi dolorosamente y acaricié su

cabello, sintiéndolo temblar. Padre observaba con un ceño fruncido de
desaprobación. Él pensaba que Beomyu era demasiado mayor para mostrar
emociones como esas, como si un niño no pudiera estar triste. Tendrían que salir
para el aeropuerto pronto, Padre necesitaba regresar a Seúl para hacer negocios
como de costumbre. Me hubiera gustado que pudieran haberse quedado más
tiempo, pero Jungkook y yo también saldríamos para nuestro departamento hoy
mismo. Beomyu sorbió, luego se echó hacia atrás, mirando hacia mí. Las
lágrimas escocían mis ojos pero las contuve. Si empezaba a llorar ahora, las
cosas solo podían ser más difíciles para todos, especialmente para Jimin y
Yeonjun. Ambos se cernían a un par de pasos por detrás de Beomyu, esperando
117
su turno para despedirse. Padre ya estaba junto al Mercedes negro de alquiler,

impaciente por salir.
—Te veré de nuevo pronto —prometí, pero no estaba seguro de cuán pronto
sería eso ¿Navidad? Eso estaba todavía a cuatro meses de distancia. El
pensamiento se estableció como una pesada piedra en la boca de mi estómago.
—¿Cuándo? —Beomyu sobresalió su labio inferior.
—Pronto.
—No tenemos una eternidad. El avión se irá sin nosotros —dijo padre
bruscamente—. Ven aquí, Beomyu.
Con una última mirada de anhelo hacia mí, Beomyu arrastró los pies hacia padre
que de inmediato comenzó a regañarlo. Mi corazón se sintió tan pesado que no
estaba seguro de cómo podía mantenerse en mi pecho sin aplastar mis costillas.
Jungkook se detuvo detrás del Mercedes en su Aston Martin Vanquish gris
acero y salió, pero mi atención se centró en Yeonjun que echó sus brazos
alrededor de mí y después de un momento Jimin se unió al abrazo. Mis
hermanos, mis mejores amigos, mis confidentes, mi mundo.
Ya no pude contener las lágrimas. No quería dejarlos ir. Quería llevaros

conmigo. Podrían vivir en nuestro apartamento, o incluso conseguir uno
propio. Al menos, entonces tendría a alguien a quien amar y que me amara de
regreso.
—Voy a extrañarte mucho —susurró Yeonjun entre hipos y sollozos.
Jimin no dijo nada. Solo apretó su cara en el hueco de mi cuello y lloró. Jimin,
que casi nunca lloraba. Mi fuerte, impulsivo Jimin. No estaba seguro de cuánto
tiempo nos mantuvimos el uno sobre el otro, y no me importaba quién veía esta
muestra abierta de debilidad. Que todos vean lo que significaba el
amor verdadero. La mayoría de ellos nunca lo experimentarían.
118
—Tenemos que irnos —gritó padre. Y la grava crujió.
Levanté la cara. Madre se acercó a nosotros, brevemente tocó mi mejilla y luego

tomó el brazo de Yeonjun y lo llevó lejos de mí. Otra parte de mí siendo alejada.
Jimin no aflojó su agarre de hierro sobre mí.
—¡Jimin! —La voz padre fue como un látigo.
Él levantó la cabeza, sus ojos rojos, sus pecas destacándose aún más. Trabamos
miradas y por un momento ninguno de los dos dijo nada.
—Llámame todos los días. Todos los días —dijo Jimin con fuerza—. Júralo.
—Lo juro —me atraganté.
—¡Jimin, por el amor de Cristo! ¿Tengo que ir por ti?
Se apartó de mí poco a poco, luego se dio la vuelta y prácticamente huyó hacia

el auto. Caminé unos pasos detrás de ellos cuando su auto pasó por el largo
camino de entrada. Ninguno de mis hermanos se dio la vuelta. Me sentí aliviado
cuando finalmente giraron una esquina y se hubieron ido. Lloré por mí mismo
por un tiempo y nadie me interrumpió. Sabía que no estaba solo. Al menos, no
en el sentido físico.
Cuando finalmente me di la vuelta, Jungkook y Yoongi estaban de pie a unos

pasos detrás de mí. Jungkook me veía con una mirada que no tuve la energía
para leer. Probablemente pensaba que era patético y débil. Esta era la segunda
vez que había llorado delante de él. Pero hoy dolía peor. Bajó los escalones,
mientras Yoongi se quedaba atrás.
—Irte de Seúl no es el fin del mundo —dijo Jungkook con calma.
Él no podía comprender. —Bien podría serlo. Nunca he estado separado de mis

hermanos.
119
Ellos eran mi mundo entero. Jungkook no dijo nada. Hizo un gesto hacia su
auto.
—Debemos irnos. Tengo una reunión esta noche. —Asentí. Nada me retenía
aquí. Todo el mundo que me importaba se había ido.
—Estaré detrás de ti —dijo Yoongi, y entonces se dirigió a una motocicleta.
Me hundí en los asientos de cuero de color gris oscuro del Aston Martin.
Jungkook cerró la puerta, rodeó el capó y se instaló detrás del volante.
—¿Ningún guardaespaldas? —pregunté con voz apagada.
—No necesito guardaespaldas. Soobin es para ti. Y este auto no tiene

exactamente espacio para pasajeros adicionales. —Encendió el motor, el
profundo estruendo llenando el interior.
Enfrenté la ventana mientras nos apartábamos de la mansión Jeon. Se sentía

irreal que mi vida pudiera cambiar tan drásticamente debido a una boda. Pero
lo hizo, y cambiaría aún más.
120
Singularity
CAPIYULO VIII
El viaje al departamento pasó en silencio.
Estuve agradecido de que Jungkook no hubiera intentado entablar una

conversación. Quería estar solo con mis pensamientos y mi tristeza. Pronto los
rascacielos se elevaron alrededor del auto a medida que avanzábamos por Busan
a un paso glacial. No me importó. Cuanto más largo fuera el viaje, podría fingir
más tiempo que no tenía un nuevo hogar, pero eventualmente nos detuvimos en
un garaje subterráneo. Nos bajamos del auto sin decir palabra y Jungkook sacó
nuestras maletas del maletero. La mayor parte de mis pertenencias ya habían
sido llevadas al apartamento de Jungkook hacía unos días pero ésta sería la
primera vez que viera donde vivía.
Me quedé junto al auto mientras Jungkook se dirigía a las puertas del ascensor.
Miró
por encima de su hombro y también se detuvo.
—¿Pensando en correr?
Todos los días.
Me acerqué a él.—Me encontrarías —dije simplemente.
—Lo haría. —Había dureza en su voz, colocó una tarjeta en la ranura y las
puertas del ascensor se deslizaron, revelando mármol, espejos y una pequeña
121
lámpara de araña. El ascensor dejaba claro que no era un edificio de

apartamentos normales.
Entramos y los nervios me retorcieron el estómago. Había estado solo con

Jungkook la última noche y durante el viaje hasta aquí pero la idea de estar solos
en su penthouse de alguna manera era peor. Este era su reino.
¿A quién estaba engañando? Prácticamente todo Busan era su imperio. Se
apoyó en la pared de espejos y me observó mientras el ascensor comenzaba su
ascenso. Deseé que diga algo, cualquier cosa en realidad. Me distraería del
pánico creciendo en mi garganta. Mis ojos revolotearon a la pantalla que
mostraba en qué piso estábamos. Íbamos por el piso veinte y aún no se había
detenido.
—El ascensor es privado, solo conduce a los últimos dos pisos. Mi penthouse
está en la parte superior y Yoongi tiene su apartamento en el piso de abajo.
—¿Puede venir a nuestro penthouse cuando quiera?
Jungkook escaneó mi rostro. —¿Tienes miedo de Yoongi?
—Tengo miedo de los dos. Pero Yoongi parece más volátil, aunque dudo que
tú hagas alguna vez algo que no quieres hacer. Pareces alguien que siempre está
bajo control.
—A veces pierdo el control.
Giré el anillo de boda alrededor de mi dedo, evitando su mirada. Esa era

información que no necesitaba saber.
—No tienes nada de qué preocuparte cuando se trata de Yoongi. Está

acostumbrado a venir a mi casa cuando quiere. Pero las cosas cambiarán ahora
que estoy casado. La mayor parte de nuestros negocios se llevan a cabo en otro
lugar, de todos modos.
122
El ascensor resonó y se detuvo, entonces las puertas se deslizaron, abriéndose.

Jungkook me hizo un gesto para que salga primero. Lo hice e inmediatamente
me encontré en una enorme sala de estar con elegantes sofás blancos, piso de
madera oscura, una
moderna chimenea de vidrio y metal, aparadores y mesas negras, así como
lámparas de araña de vanguardia. Casi no había color en absoluto, excepto por
algunas piezas de arte moderno en las paredes y piezas de arte hechas de
cristal. Pero toda la pared frente al ascensor era de cristal. Las ventanas dejaban
a la vista una terraza y un jardín en la azotea y, más allá, los rascacielos. El
techo se abría por encima
de la parte principal de la sala de estar y una escalera conducía al segundo piso
del penthouse.
Me adentré en el apartamento y levanté la cabeza. Barandillas de vidrio

permitían una visión más clara de la parte superior. Una luminosa galería con
varias puertas se dividía en él. Una cocina abierta ocupaba el lado izquierdo de
la sala de estar y una enorme mesa negra marcaba el borde entre el comedor y
la sala. Podía sentir los ojos de Jungkook en mí a medida que asimilaba
todo. Me acerqué a la ventana y miré hacia afuera. Nunca había vivido en un
apartamento, incluso un jardín en la azotea no cambiaba el hecho de que era una
prisión alta.
—Tus cosas están en la habitación de arriba, Solar no estaba segura si querías

acomodarlas por ti mismo, así que las dejó en las maletas.
—¿Quién es Solar?
Jungkook vino detrás de mí, nuestras miradas se encontraron en el reflejo de la

ventana.
—Es mi ama de llaves, está aquí un par de días por semana.
Me pregunté si también era su amante. Algunos hombres en nuestro mundo de

hecho se atrevían a ofender a sus parejas llevando a sus amantes a su propia
casa.
123
—¿Cuántos años tiene?
Los labios de Jungkook se retorcieron.
—¿Estás celoso? —Apoyó sus manos en mi cadera y me tensé. No se retiró,

pero pude ver la ira cruzando su rostro. Aunque también noté que no había
contestado mi pregunta. Me salí de su agarre y me dirigí a una puerta de cristal
que dirigía al jardín en la azotea.
—¿Puedo ir afuera?
Su mandíbula se tensó. No era estúpido. Había notado lo rápido que me había

sacudido de su toque.
—Esta también es tu casa ahora.
No se sentía de esa manera. No estaba seguro si lo haría alguna vez. Abrí la

puerta y salí. Hacía viento y el distante sonido de las bocinas llegaba arriba
desde las calles abajo. Muebles de salón blanco ocupaban la terraza, pero más
allá de ella, un pequeño jardín bien cuidado se estiraba hasta una barrera de
cristal. Había incluso en el suelo un jacuzzi cuadrado lo suficientemente grande
para seis personas. Dos sillas de sol estaban establecidas junto a él. Di zancadas
hasta el borde del jardín y dejé vagar mi mirada sobre el centro de la ciudad.
Era una hermosa vista.
—No estás pensando en saltar, ¿verdad? —preguntó Jungkook agarrando la

barandilla a mi lado.
Incliné mi rostro hacia él, tratando de evaluar si éste era su intento de humor.
Parecía serio.
—¿Por qué me mataría?
—Algunas personas en nuestro mundo lo ven como la única forma de obtener

libertad. Este matrimonio es tu prisión.
124
Evalué la distancia entre el techo y el suelo. La muerte era segura, pero nunca
consideraría matarme. Antes de hacerlo, habría corrido.
—No le haría eso a mi familia. Le rompería el corazón a Yeonjunie, Beom y

Minnie.
Jungkook asintió. No podía leer su expresión y eso estaba volviéndome loco.
—Volvamos adentro —dijo él, poniendo una mano en mi espalda baja y

dirigiéndome dentro del apartamento. Cerró la puerta y luego giró hacia mí.
—Tengo una reunión en treinta minutos, pero estaré de vuelta en algunas horas.
Quiero llevarte a mi restaurante favorito para la cena.
—Oh —dije, sorprendido—. ¿Cómo una cita?
Las esquinas de la boca de Jungkook se retorcieron, pero no sonrió.
—Podrías llamarlo de esa manera. Aún no hemos estado en una cita real. —
Envolvió un brazo alrededor de mi cintura y me tiró contra él. Me congelé y la
ligereza desapareció de sus ojos—. ¿Cuándo vas a dejar de tenerme miedo?
—¿No quieres que te tenga miedo? —Siempre había pensado que haría su vida
más fácil si estaba aterrorizado de él. Sería más fácil mantenerme bajo control.
Las oscuras cejas de Jungkook se fruncieron. —Eres mi esposo. Vamos a pasar

nuestras vidas juntos, no quiero a una persona encogido de miedo a mi lado.
Eso realmente me sorprendió. Madre amaba a padre pero también le temía.—

¿Hay gente por ahí que no te tenga miedo?
—Algunos —dijo antes de bajar la cabeza y presionar sus labios contra los
míos. Me besó sin prisa, hasta que me relajé bajo su toque y separé mis labios
para él.
125
Levanté mi brazo y vacilantemente toqué la parte de atrás de su cuello, mis

dedos rozando su cabello. Mi otra mano se presionaba sobre su pecho,
disfrutando la sensación de sus músculos. Él se apartó.
—Tengo casi decidido cancelar esta puta reunión. —Frotó su pulgar sobre mis
labios—. Pero todavía hay más que suficiente tiempo para esta tarde. —Miró
su reloj—. En verdad necesito irme ahora. Soobin estará aquí cuando me haya
ido. Tómate tu tiempo y mira alrededor. —Con eso se dirigió a la puerta y se
fue.
Por un momento, me quedé mirando la puerta preguntándome si alguien me

detendría si salía de este edificio. En lugar de eso me dirigí a la escalera y subí
al segundo piso. Solo una de las puertas blancas estaba entreabierta y empujé
para abrirla. El dormitorio principal apareció frente a mí. Al igual que en la sala
de estar,
la pared entera estaba hecha de ventanas con vista a Busan. La cama extra
grande estaba frente a ella. Me pregunté cómo sería ver el amanecer desde la
cama. La pared detrás de la cama estaba tapizada con tela color negro. Al final
de la habitación, una puerta conducía al vestidor y a la derecha pude ver una
bañera independiente a través de la pared de cristal que separaba el dormitorio
del cuarto de baño.
Caminé hacia allí. Incluso desde la bañera podrías ver la ciudad. A pesar del
muro de cristal, el lavamanos y la ducha no eran visibles desde el dormitorio, y
el váter estaba en su propia pequeña habitación.
—¿Taehyung?
Jadeé, mi corazón latiendo con fuerza en mi pecho mientras seguía lentamente

la voz y encontré a Soobin en la galería, cargando mis bolsos.
—No pretendí sobresaltarte —dijo cuando vio mi cara. Asentí.
—¿Dónde quieres que ponga tus bolsos?
126
Había olvidado que Jungkook los había dejado en el sofá.—No lo sé, ¿quizás
en el vestidor?
Pasó a zancadas por delante de mí y dejó los bolsos en un banco en el armario.

Mis tres maletas al igual que dos cajas de mudanza estaban al lado.
—¿Sabes si necesito vestir elegante para esta noche? Jungkook dijo que quiere
llevarme a su restaurante favorito, pero no me dijo si había un código de
vestimenta.
Soobin sonrió.—No. Definitivamente sin código de vestimenta.
—¿Por qué? ¿Es un KFC? —En realidad nunca había comido en un KFC. Mis
padres nunca nos habrían llevado a un lugar como ese. Jimin, Yeonjun y yo una
vez convencimos a Seung para que nos llevara a McDonalds pero en realidad
ese fue todo el alcance de mis experiencias con puestos de comida rápida.
—La verdad es que no. Creo que Jungkook quiere sorprenderte.
Lo dudaba.
—Entonces, quizás debería desempacar. —Hice un gesto hacia mis maletas.
Soobin mantuvo una distancia prudente de mí. Era amable pero profesional.
—¿Necesitas ayuda?
La verdad es que no quería que Soobin tocara mi ropa interior.
—No. Preferiría estar solo.
El rostro de Soobin se cubrió de compasión antes de darse la vuelta e irse.

Esperé hasta estar seguro que había vuelto al piso de abajo antes de abrir la
primera maleta. Encima de todo estaba una foto mía con Jimin, Yeonjun y
127
Beomyu. Lloré por tercera vez en menos de veinticuatro horas. Los había visto
justo esa mañana, así que, ¿cómo podía ya sentirme tan solo?
Cuando Jungkook llegó casi cinco horas después, me había cambiado a un

pantalón de vestir negro y una delgada camisa sin mangas. A pesar de mis
mejores esfuerzos, mis ojos estaban aún un poco rojos de llorar. Había un límite
para lo que el maquillaje podía hacer. Jungkook lo notó inmediatamente, su
mirada se detuvo en mis ojos y luego se movió rápidamente a la foto de mi
familia en la mesita de noche.
—No estaba seguro de cuál era tu lado. Puedo moverme a la otra mesita de
noche si quieres —dije.
—No, está bien. —El agotamiento estaba claramente escrito en su cara.
—¿La reunión fue bien?
Jungkook apartó la mirada. —No hablemos de ello. Estoy hambriento. —Me

tendió su mano, la agarré y le seguí hasta el ascensor.
Estaba tenso y apenas dijo una palabra mientras íbamos en su auto. No estaba
del todo seguro si esperaba que le diera conversación, y estaba demasiado vacío
emocionalmente para hacer un esfuerzo.
Cuando paramos en un semáforo rojo, me echó una mirada. —Estás genial.
—Gracias.
Estacionó el auto en una zona de estacionamiento cerrada donde apilaban los

autos uno encima de otro, después bajamos una calle con pequeños restaurantes
ofreciendo de todo, una gran variedad de comida de la calle. Se detuvo en un
restaurante que lucia barato y sostuvo la puerta abierta para mí. Sorprendido
caminé dentro del concurrido y estrecho lugar. Pequeñas mesas estaban
dispuestas cuidadosamente juntas y la barra al frente ofrecía bebidas
alcohólicas. Un camarero se nos acercó y una vez divisó a Jungkook, nos guio
128
hacia la parte trasera del restaurante y nos dio la última mesa disponible. La
gente en la mesa de al lado observaban atentamente a Jungkook con los ojos
bien abiertos, probablemente preguntándose cómo podría caber. Tomé asiento
en el banco que recorría a lo largo de toda la habitación y Jungkook se estrujó
en la silla frente a mí. El hombre detrás de él movió su silla a un lado, para que
así Jungkook tuviera más espacio.
¿Sabían quién era o eran así de educados?
—Te ves sorprendido —dijo Jungkook después que el camarero hubiera tomado
nota de nuestras bebidas y nos hubiera dejado con el menú.
—No pensé que te gustara comer en un local así, teniendo en cuenta todo.—
Eso era todo lo que podía decir en un restaurante abarrotado, pero Jungkook
supo que me refería a la Tríada Taiwanesa.
—Este restaurante es el mejor restaurante de la ciudad y no pertenece a una

cadena multinacional.
Fruncí el ceño. ¿Estaba bajo la protección de la familia?
—Es independiente.
—¿Hay restaurantes independientes en Busan?
La pareja de la mesa de al lado nos miraron extrañados. Para ellos nuestra

conversación era probablemente más que un tanto extraña.
—Algunos, pero ahora mismo estamos en negociaciones.
Resoplé. Jungkook señaló mi menú.
—¿Necesitas ayuda?
—Sí, nunca he probado comida de la calle.
129
—La seda de tofu marinada y el bulgogi de ternera son deliciosos.
—¿Comes tofu?
Jungkook se encogió de hombros. —Si está preparado así, entonces sí.
Negué con la cabeza. Esto era surrealista.
—Solo pide lo que creas que es lo mejor. Como de todo, excepto hígado.
—Me gustas que comas más que ensaladas.
El camarero volvió y tomó nuestros pedidos, agarré los palillos de plástico

torpemente, intentando descubrir la mejor manera de usarlos.
—¿Nunca antes has utilizado palillos baratos? —preguntó Jungkook con una
sonrisa de superioridad. ¿Se estaba riendo de mí?
—Mis padres solo nos llevaban a su restaurante favorito y no se me permitía

mucho ir solo a ningún sitio. —La amargura repicó en mi voz.
—Ahora puedes ir a donde quieras.
—¿De verdad? ¿Solo?
Jungkook bajó la voz. —Con Soobin o conmigo, o Namjoon cuando Soobin no

esté disponible.
Por supuesto.
—Ven, deja que te enseñe, es igual que con los palillos finos. —Agarró sus
propios palillos y los mantuvo arriba. Intenté imitar su agarre y después de
varios intentos, conseguí mover los palillos sin sentir que los rompería. Cuando
llegó nuestra comida, me di cuenta que era mucho más difícil agarrar algo con
palillos baratos, que con los de plata.
130
Jungkook me observó obviamente entretenido mientras me tomaba tres intentos

llevar un trozo de tofu a mis labios.
—Con razón las personas de Busan están tan delgados si comen todo el tiempo
así.
—Eres más hermoso que todos ellos —dijo.

Escaneé su cara, intentando averiguar si estaba siendo sincero, pero, como
siempre, su rostro era ilegible. Me permití admirar sus ojos. Eran
extraordinarios con su anillo más oscuro alrededor del gris. Ahora mismo no
eran exactamente fríos, pero los recordaba siéndolo.
Jungkook arrancó un trozo de ternera marinada y lo sostuvo delante de mí. Mis

cejas se alzaron sorprendidas. Jungkook reprodujo mi expresión pero la suya
era más desafiante. Me incliné hacia delante y cerré mis labios alrededor de los
palillos, y luego volví atrás, disfrutando el sabor del bulgogi de ternera. Los ojos
de Jungkook parecieron oscurecerse a medida que me observaba.
—Delicioso —dije.
Jungkook levantó enseguida un trozo de tofu y lo acepté ansioso. Esto era mejor
que luchar en vano intentando someter a los palillos baratos. Estaba agradecido
de que Jungkook me mostrara su lado normal. Me daba esperanza. Quizás esa
era su intención, pero no me importó.
La relajación que había sentido durante la cena se evaporó cuando Jungkook y

yo volvimos a nuestro penthouse y entramos al dormitorio. Fui al cuarto de baño
y me tomé mi tiempo preparándome antes de volver. Los ojos de Jungkook
apreciaron mi conjunto de pijama de satín oscuro. No era exactamente largo,
me el short del pijama me llegaba a los muslos. Seguía siendo mucho más
modesto que la horrible cosa que había usado en nuestra noche de bodas. Y aun
así estaba seguro que había deseo en sus ojos. Una vez que él hubo desaparecido
en el baño, caminé hacia la ventana y me entretuve mirando el horizonte
nocturno. Estaba casi tan nervioso como la noche anterior. Sabía que no estaba
listo para nada más que besarnos.
131
No me giré cuando oí que Jungkook se acercaba por detrás. Su impresionante

estatura se reflejaba en las ventanas. Como ayer, estaba usando solamente
bóxers. Lo miré acercarse a mí y cada músculo de mi cuerpo se tensó. Si él notó
mi reacción no lo demostró. Deslizó un nudillo por mi espalda, enviando una
sensación estremecedora a lo largo de mi cuerpo, honestamente a mi
entrepierna. Cuando no reaccioné extendió su mano, con la palma hacia arriba,
una invitación, no una orden, y aun así sabía que solo había una respuesta
correcta.
Lo miré, pero mis ojos se desviaron hacia la larga cicatriz en su palma. Pasé las
puntas de mis dedos por ella.
—¿Eso es por el juramento de sangre? —Espié su rostro inescrutable. Sabía que

durante la ceremonia de iniciación los hombres tenían que sangrar mientras
recitaban las palabras del juramento.
—No, es esta. —Volteó su otra mano, en donde una pequeña cicatriz surcaba
su palma—. Esa —dijo mirando hacia la cicatriz que yo seguía tocando—,
ocurrió en una pelea. Tuve que prevenir el ataque de una navaja con mi mano.
Quise preguntarle de la primera vez que había matado a un hombre pero

envolvió sus dedos alrededor de mi muñeca y me guio hasta la cama. Mi
garganta se contrajo demasiado para las palabras cuando se sentó en el colchón
y me jaló entre sus piernas. Traté de relajarme en su beso y cuando no hizo
ningún movimiento para
llevar las cosas más lejos sentí en realidad que la tensión se iba y comencé a
disfrutar
de su experimentada boca, pero después él se recostó y me jaló hacia la cama
con él. Sus besos se volvieron más fuertes y podía sentir su erección
presionando contra mi muslo, y también sentía que la mía comenzaba a
despertar. Aun así no me retiré. Podía hacer esto. Sabía lo que venía. Su mano
jugueteó con uno de mis pezones sobre la tela y me tensé a pesar de mis buenas
intenciones para no hacerlo. No la quitó, pero tampoco la movió. Sus besos
hacían que mis pensamientos se enredaran.
132
¿Sería tan malo dormir con Jungkook? Él retrocedió un par de centímetros y

dejó un rastro de besos hacia mi oreja.
—Nunca he querido follar a un hombre tanto como he querido follarte a ti en

este momento.
Me congelé. Sus palabras me hicieron sentir barato. Él era mi esposo y tenía

derecho a mi cuerpo, si le preguntabas a cualquiera en nuestra familia, de
cualquier forma, pero me merecía más que eso. No quería que me folle como él
estaba acostumbrado a hacer con otras personas. Era su esposo. Quería más.
Volteé mi cabeza y empujé mis palmas contra su pecho. Después de un

momento, él cedió.
—No quiero esto —dije, sin molestarme en esconder mi disgusto.
No lo miré pero prácticamente podía sentir su frustración. ¿Qué pensaba? ¿Qué

repentinamente me sentiría lo suficientemente cómodo para dormir con él
porque me había llevado una vez a cenar? ¿Era así como funcionaba con otras
personas? Por un largo tiempo no hizo más que mirarme, después se desprendió
de mí.
Apagó la luz sin decir una palabra y se recostó en su lado de la cama. Deseé que
al menos me abrazara. Esta era mi primera noche tan lejos de mi familia. Habría
sido lindo si al menos me consolaba, pero no le pedí que lo hiciera. En lugar de
eso, jalé las cobijas y cerré los ojos.
•••
Cuando me desperté a la mañana siguiente, Jungkook se había ido. No había

ninguna nota, ni siquiera un texto en mi teléfono. Estaba realmente disgustado.
133
Aventé mis cobijas a un lado. Bastardo. Él sabía que no conocía a nadie en

Busan y aun así no le importaba.
Agarré mi móvil y abrí mis mensajes. Jimin ya me había enviado tres me

nuevos. El último era casi amenazador. Lo llamé. Solo oír su voz era suficiente
para hacerme sentir mejor. No necesitaba a Jungkook o a nadie más, mientras
tuviera a Jimin.
El olor de café y algo más dulce me sacó eventualmente de la habitación para ir

hacia el piso inferior. Los sartenes estaban resonado en la cocina y al dar vuelta
en la esquina, encontré a una mujer pequeña y robusta que se veía lo
suficientemente vieja para ser mi abuela en la estufa, haciendo panqueques. Su
cabello oscuro estaba cubierto por una red. Soobin estaba sentado en un banco
en el bar adyacente a la isla de la cocina, una taza de café frente a él. Se volteó
cuando me acerqué, sus ojos
asimilando mi pijama antes de voltear su cabeza rápidamente. ¿En serio?
La mujer se volteó y sonrió amablemente.
—Debes ser Taehyung. Soy Choi Solar.
Caminé hasta ella para estrechar su mano, pero me envolvió en un abrazo,

presionándome contra su amplio pecho.
—Eres precioso. No me sorprende que Jungkook esté embelesado contigo.
Me tragué un comentario sarcástico.—Eso huele delicioso.
—Siéntate. El desayuno estará listo en un par de minutos. Es suficiente para

Soobinie y para ti.
Me senté junto a Soobin en un banco. Seguía mirando enfáticamente hacia el

otro lado.
134
—¿Cuál es tu problema? No estoy desnudo —dije cuando ya no pude soportarlo

más.
Solar se rio.—Al chico le preocupa que Jungkook se dé cuenta que se comió

con los ojos a su chico.
Sacudí la cabeza, contrariado. Si Soobin insistía en ser un cobarde, tendría que

comer con los ojos cerrados. No me iba a poner una bata porque necesitaba un
guardaespaldas en mi propio hogar.
•••
Ya me estaba quedando dormido cuando Jungkook llegó a casa esa noche.

Mientras
él había pasado su día afuera haciendo Dios sabe qué, yo era un prisionero en
su estúpido penthouse. Las únicas personas que me hacían compañía eran Solar
y Soobin, pero ella se había ido después de preparar la cena y Soobin no era
exactamente el acompañante más comunicativo. Miré cuando Jungkook salió
del cuarto de baño, recién bañado. Apenas reconoció mi presencia. ¿Pensaba
que eso me importaba? Cuando se acostó a mi lado y apagó las luces, dije en la
oscuridad:
—¿Puedo caminar por la ciudad mañana?
—Siempre y cuando lleves a Soobin contigo. —Fue su corta respuesta.
Me tragué mi dolor y frustración. Cuando me había llevado a su restaurante

favorito pensé que intentaría hacer que este matrimonio funcionara, pero
solamente había sido un plan para meterme en la cama. Y ahora me castigaba
135
con la ley del hielo. Pero no lo necesitaba, nunca lo haría. Me quedé dormido
escuchando su rítmica respiración.
Me desperté en medio de la noche por una pesadilla. El brazo de Jungkook

estaba envuelto a mi alrededor, mi cuerpo rodeado por el suyo. Podría haberme
retirado, pero su cercanía se sentía demasiado bien. Una parte de mí aun quería
que este matrimonio funcionara.
•••
Extrañaba tanto a Jimin y a Yeonjun, que era casi una cosa física. Soobin trataba
de ser invisible pero siempre estaba ahí.
—¿Quieres ir de compras?
Casi me carcajeé. ¿Pensaba que ir de compras hacía que todo fuera mejor? Tal
vez eso funcionara para algunas personas, pero definitivamente no para mí.
—No, pero me gustaría ir por algo de comer. Jimin me envió las ubicaciones de
unos cuantos restaurantes que quiere probar cuando venga de visita. Me gustaría
ir a uno de ellos hoy.
Soobin se vio indeciso por un instante y yo exploté.
—Le pedí permiso a Jungkook hace un par de noches, así que no tienes que
preocuparte. Tengo permitido abandonar esta prisión.
—Lo sé, me lo dijo.
136
Esto era ridículo. Lo dejé parado en medio de la sala y me apresuré por las
escaleras hacia el dormitorio. Me cambié rápidamente a una linda playera
blanca y un pantalón deportivo y mis chanclas, agarré mi bolso y mis gafas de
sol, antes de regresar al piso inferior. Soobin no se había movido de su lugar.
¿Por qué no podía fingir ser algo más que mi guardaespaldas?
—Vámonos —ordené. Si quería actuar como mi guardaespaldas, lo trataría de

esa manera. Soobin se puso un saco sobre la camisa para esconder su pistolera,
y después oprimió el botón del elevador. No hablamos durante el viaje hacia
abajo. Esta era realmente la primera vez que veía el lobby del edificio de
apartamentos. Era elegante, mármol negro, arte moderno, un brillante
mostrador blanco detrás del cual se sentaba un recepcionista de mediana edad
en un traje negro. Él inclinó su cabeza hacia Soobin antes de que sus ojos me
enfocaran con obvia curiosidad.
—Buenos días, señor Jeon —dijo con una voz demasiado respetuosa. Casi
tropecé al escucharlo llamarme así. Era fácil olvidar que ya no era un Kim.
Después de todo, mi esposo nunca estaba presente. Asentí en reconocimiento y

luego salí rápidamente. El calor estalló contra mi
cuerpo cuando dejé el aire acondicionado del edificio. El verano en la ciudad,
no era
nada de lo que estar emocionado. El olor de escape y gasolina parecía ser
llevado a
través de las calles como niebla. Soobin estaba un paso detrás de mí y me
pregunté
cómo podía soportar el calor en su elegante traje.
—Creo que necesitamos tomar un taxi —dije, mientras caminaba hacia la acera.
Soobin negó con la cabeza, pero ya había

levantado el brazo y un taxi se desvió
hacia un lado y se detuvo junto a mí. Soobin se quedó unos cuantos pasos atrás,
137
con su mirada alerta sobre mi espalda. Me estaba volviendo loco. Las personas
me estaban dando miradas extrañas.
—¿Puedes caminar a mi lado, por favor? —pregunté a medida que

avanzábamos por la calle Muak-ro donde estaba el restaurante—. No quiero que
la gente piense que me estás protegiendo. —Probablemente todavía estaba
enojado por haberle hecho tomar un taxi, en lugar del BMW negro que gritaba
mafia desde lejos.
—Te estoy protegiendo.
Me detuve hasta que dio un paso a mi lado. El exterior del restaurante estaba
rodeado por flores silvestres creciendo en macetas de terracota y el interior me
recordó los pubs británicos sobre los que había leído. Parecía que cada uno de
los meseros estaba tatuado y las mesas estaban colocadas tan juntas que podrías
haber comido del plato de tu vecino. Pude ver por qué a Jimin le encantaría.
Los labios de Soobin se retorcieron en evidente desaprobación. Probablemente

era la pesadilla de un guardaespaldas.
—¿Tienes una reservación? —preguntó una mujer alta con una perforación en
el tabique nasal.
—No. —Soobin entrecerró los ojos como si no pudiera creer que alguien en
realidad me estuviera preguntando algo como eso. Me encantaba. Aquí no era
Taehyung, esposo de Jeon Jungkook—. Pero solo somos nosotros dos. Y no nos
tomará mucho —dije amablemente.
La mujer miró entre Soobin y yo, luego sonrió.
—Tienen una hora. Son una linda pareja.
Se dio la vuelta para conducirnos hacia nuestra mesa y por eso no vio la
expresión de Soobin.
138
—¿Por qué no la corregiste? —preguntó en voz baja.
—¿Por qué debería?
—Porque no somos una pareja. Tú eres de Jungkook.
—Yo soy yo. Y no lo soy.
Soobin no discutió de nuevo, pero me di cuenta que lo hacía sentir incómodo

actuar como si fuéramos otra cosa excepto un guardaespaldas y él esposo de su
jefe. Comí una ensalada con el aderezo más delicioso y disfruté de observar a
las personas a nuestro alrededor, mientras Soobin comía una hamburguesa y
monitoreaba nuestro entorno. No podía esperar para traer a Jimin aquí.
La tristeza me llenó con el pensamiento. Nunca había estado tan solo en mi vida.
Solo dos días en mi nueva vida y en realidad no sabía cómo sobrevivir los
muchos miles de días que seguirían.
—Entonces, ¿Jungkook llegará nuevamente tarde a casa esta noche?
—Supongo —dijo Soobin evasivamente.
Después de haber comido, obligué a Soobin a dar un paseo por el vecindario del
restaurante por un poco más de tiempo, pero finalmente me frustré con su
postura rígida y su evidente inconformidad y accedí a regresar al apartamento.
Cuando el taxi se detuvo frente al edificio de apartamentos, Soobin le pagó al
chófer y salí del auto. Mientras me acercaba a la fachada de cristal, noté a una
de las primas de Jungkook sentada en el interior del vestíbulo.
¿Qué estaba haciendo aquí?
No habíamos hablado más que un par de frases en la boda y no había tenido la

impresión de que ella estuviera interesada en mi amistad. Confundido, entré al
vestíbulo. Los ojos de Hyna se movieron rápidamente hacia mí, se acercó sin
dudar y me abrazó para mi sorpresa, luego empujó algo en mi mano.
139
—Toma. No dejes que Soobin o alguien más lo vea. Ahora sonríe.
Lo hice, aturdido. Podía sentir un papel doblado y lo que parecía una llave en
mi palma. Rápidamente los guardé en mi bolso cuando Soobin apareció a mi
lado.
—¿Qué estás haciendo aquí, Hyna? —Había un atisbo de sospecha en su voz.
Ella le mostró sus dientes.
—Quería ver cómo estaba Taehyung y preguntarle si podíamos encontrarnos

pronto para almorzar. Pero ahora me tengo que ir. Tengo una cita con el estilista.
—Me dio una mirada de advertencia, y luego se marchó, sus tacones resonando
en el suelo de mármol.
Soobin me estaba observando.
—¿Qué dijo?
—Lo que te dijo —respondí, levantando la barbilla—. Quiero subir. —Él quería
que actuara como su jefe, así que no podía esperar que me abriera con él.
Asintió y me condujo hacia el ascensor con una leve inclinación de cabeza hacia
los dos recepcionistas. Para cuando entramos al penthouse me excusé y me
dirigí al baño de visitas.
Saqué lo que Hyna me había dado y desdoblé el pedazo de papel.
Taehyung
La llave es para uno de los apartamentos propiedad de Jeon. Ven esta noche a
las diez en punto para ver en lo que realmente está metido tu esposo mientras
tú calientas su cama. Se cuidadoso, quédate tranquilo y no le digas a nadie.
Soobin tratará de detenerte. Deshazte de él.
140
La dirección estaba en la parte inferior de la página. La nota no estaba firmada

y estaba escrita a computadora. ¿Era de parte de Hyna? Tendría sentido. La leí
una y otra vez. Podía ser un truco, o peor: una trampa, pero la curiosidad ardía
a través de mí. Jungkook no había sido precisamente el marido más presente.
El único problema era cómo llegar al apartamento y cómo deshacerme de
Soobin. Él nunca dejaba mi lado.
Convencí a Soobin de salir a cenar a un restaurante que, de acuerdo a Google

Maps, estaba a solo cinco minutos a pie de la dirección que Hyna me había
dado. Cuando Soobin utilizó el baño de visitas de nuestro apartamento, empleé
el momento para tomar una pequeña arma que Jungkook mantenía en uno de
los cajones superiores de su armario. La noté cuando había desempacado mis
maletas y doblado mi ropa en los cajones. La escondí en el bolsillo lateral de mi
bolso. A pesar de que no tenía mucha experiencia con armas, sabía cómo
manejarlas en teoría. Mejor prevenir que lamentar.
Eran las nueve y cuarto. Soobin y yo acabábamos de terminar nuestro primer

platillo, cuando me puse de pie y me dirigí al baño. Soobin empujó su silla y
comenzó
a levantarse también.
Lo miré fijamente.—No vas a seguirme al baño. ¿Crees que me perderé en el

camino? Las personas estarán mirando. Nadie sabe quién soy aquí. Estoy a
salvo.
Soobin se hundió de nuevo. El baño estaba más allá de una esquina, más cerca
de la puerta que de nuestra mesa. Salí del restaurante. Luego me apresuré hacia
la dirección. Tomaría al menos cinco minutos antes de que Soobin se aventurara
hacia el baño y esperanzadoramente incluso más antes de que se metiera a
comprobarme.
Cuando llegué frente al edificio de piedra rojiza, dudé. No tenía una recepción,
solo un pasillo estrecho y una escalera empinada. Entonces tomé una
respiración profunda y entré. La llave decía que el apartamento estaba en el
tercer piso. Tomé el ascensor escondido en un rincón oscuro detrás de las
141
escaleras. Durante el trayecto hacia arriba, la duda me superó. Tal vez no

debería haber leído la carta. El ascensor se detuvo y la puerta se abrió con una
sacudida. Mis ojos se movieron rápidamente hacia el botón que me llevaría de
nuevo hacia la planta baja, pero en lugar de eso salí y encontré la puerta del
apartamento. No estaba completamente cerrada.
Mi corazón se agitó con miedo. Esto parecía una idea realmente mala, pero la
curiosidad fue más fuerte que la preocupación. Empujé la puerta y me asomé.
La sala de estar estaba oscura y vacía, pero luz venía de otro lugar. Descansé mi
mano en la pistola en mi bolso, entonces me deslicé aún más adentro, pero me
quedé inmóvil cuando escuché a una mujer gritar.
—¡Sí! ¡Más duro!
El temor se instaló en mí mientras seguía la voz. La había escuchado antes. La

luz se derramaba fuera de una puerta abierta. Me detuve frente a esta, dudando.
Todavía podía darme la vuelta y fingir que nunca había recibido la carta. Otro
gemido flotó fuera de la habitación y me asomé al interior. El calor se precipitó
hacia mi rostro, y entonces pareció drenarse de mi cuerpo por completo.
Min Mina estaba de rodillas con los antebrazos sobre la cama mientras
Jungkook la follaba por detrás. Los golpes de su cuerpo al embestir su culo
llenaban el silencio, solo ocasionalmente interrumpido por sus alentadores
gritos y gemidos. Los ojos de Jungkook estaban cerrados a medida que sus
dedos se clavaban en sus caderas y chocaba contra ella una y otra vez. Mina
volvió su cabeza para mirarme a los ojos y sonrió triunfalmente. La bilis subió
por mi garganta. Así que esto era lo que Jungkook había estado haciendo las
últimas dos noches. Por un loco instante, consideré sacar la pistola y arrojársela
a esos dos. No dispararía contra ellos, incluso si quería. No era un mafioso. No
era Jungkook.
Mis hombros se desplomaron y di un paso atrás. Necesitaba escapar. Los ojos

de Jungkook se abrieron de golpe, estirando la mano hacia el arma de fuego en
la cama junto a él, pero entonces me vio. Se sacudió, y luego se congeló.
142
—¿Qué pasa, Jungkook? —preguntó Mina, moviendo su culo contra él.

Todavía estaba enterrado dentro de ella. Jungkook y yo nos miramos el uno al
otro y pude sentir las lágrimas acumulándose en mis ojos.
Me di la vuelta y corrí. Tenía que escapar. Solo irme. Para cuando salí del
ascensor en el primer piso, comencé a temblar pero no me detuve. Corrí hasta
fuera casi chocando con Soobin que debió haber seguido el GPS de mi teléfono.
Se tambaleó un poco, vio mi cara, luego al edificio y abrió los ojos de par en
par. Él sabía. Todo el mundo parecía saber, a excepción del estúpido de mí.
Seguí a toda prisa, corriendo más rápido de lo que había corrido en mi vida.
Cuando crucé la calle hacia la estación del metro, alcancé a ver a Jungkook con
la camisa y los pantalones desabrochados tambaleándose por la puerta. Soobin
ya estaba persiguiéndome. Pero era rápido. Años de ejercitar en la cinta de
correr finalmente dieron sus frutos. Prácticamente volé por los escalones y
busqué a tientas la tarjeta del metro que
mis hermanos y yo habíamos comprado antes de la boda después de haber
obligado a Seung a mostrárnoslo. Me las arreglé para pasar a duras penas por
las puertas ya cerrándose de un vagón. Ni siquiera estaba seguro de hacia dónde
se dirigía. Pero cuando vi a Jungkook y Soobin dirigiéndose a los rieles, lo único
que importó era que me estaba alejando de ahí.
Lejos de la sonrisa triunfal que Mina me había dado, del sonido del cuerpo de
Jungkook bombeando contra su culo, de su traición. En nuestra noche de bodas
le dije a Jungkook que no lo odiaba. Deseé que me preguntara de nuevo hoy.
Me hundí en un asiento libre, pero todavía estaba temblando. ¿A dónde iba? No
podía huir. Jungkook probablemente ya habría enviado a cada soldado detrás
de mí. Dejé escapar una risa ahogada y recibí algunas miradas extrañas de los
demás pasajeros. ¿Qué sabían ellos? Eran libres.
Agarré mi teléfono y llamé a Jimin. Él respondió al segundo timbre.
—¿Tae?
143
—Atrapé a Jungkook en la cama con Mina. —Más personas me miraron.

¿Acaso importaba? No sabían quién era yo. Los avisos de la boda en el
periódico nunca habían incluido una foto de mí. Realmente no necesitaba más
atención.
—Mierda.
—Sí. —Me bajé en la siguiente estación a medida que empezaba a contarle toda
la historia a Jimin. Me alejé del subterráneo rápidamente porque ese sería el
lugar que buscarían primero. Finalmente me detuve en un lugar ruidoso y oscuro
donde vendían ramen barato y Soju. Pedí una Coca-cola y una porción de
ramen, aunque no tenía ninguna intención de beber o comer.
—¿En dónde estás ahora? —preguntó Jimin.
—En algún lado. Ni siquiera sé. En un restaurante, más o menos.
—Ten cuidado. —No dije nada—. ¿Estás llorando? —Así era. Una vez más me
quedé en silencio. —No lo hagas. No cuando no estoy cerca para consolarte y
patear el puto culo de Jungkook. Sabía que era un idiota. Bastardo de mierda.
Aún no has dormido con él, ¿verdad?
—No, no lo he hecho. Probablemente por eso es que me está engañando.
—No te atrevas a culparte a ti mismo, Taehyung. Cualquier hombre decente

habría
mantenido su pene en sus pantalones o usado su mano.
El ramen y una Coca cola llegaron y di las gracias a la camarera que se quedó
junto a mi mesa durante un par de segundos, su mirada persistiendo en mis
lágrimas. Le di una sonrisa y finalmente captó la indirecta y se fue.
—¿Qué harás ahora? ¿Estás pensando en volver a casa?
144
—¿De verdad crees que padre va a permitir que deje a Jungkook porque me
engañó? Padre ha tenido un amante durante años. —Tampoco es que Jungkook
lo permitiría.
Era suyo, como Soobin nunca dejaba de recordarme.
—Todos los hombres son unos cerdos.
—No puedo olvidar la mirada que Mina me dio. Parecía que había ganado.
—Ella quería que lo vieras, quería humillarte. —Jimin se quedó en silencio—

Eres el esposo del futuro Capo dei Capi. Si alguien te humilla, prácticamente
están insultando a Jungkook.
—Bueno, él estaba muy ocupado ayudándola a insultarme.
Jimin resopló.—Espero que se le caiga el pene.
—Espero que nunca le vuelva a funcionar.
—Apuesto a que le van a patear el culo a Soobin por dejar que te escaparas. Se
lo merece.
Casi sentí lástima por Soobin, pero luego recordé que había sabido sobre Mina
desde el principio. Había estado escrito en su rostro. Dios, ¿cuánta gente sabía?
¿Acaso todos estarían riéndose de mí a mis espaldas?
—¿Estás hablando con Tae? —Pude oír la voz emocionada de Yeonjun en el

fondo.
—Eso no es asunto tuyo. Sal de mi habitación, pequeño entrometido.
—¡Quiero hablar con él! ¡También es mi hermano!
145
—Ahora no. Esto es privado. —Hubo gritos y entonces el sonido de un

portazo,nseguido de los puños martillando contra la madera.
Mi corazón se llenó de calidez y sonreí. Esa había sido mi vida no hacía mucho
tiempo. Ahora solo tenía un marido infiel al que volver.
—¿Y ahora qué? —preguntó Jimin con el tiempo.
—Sinceramente, no sé. —Pagué y dejé el restaurante, volviendo a recorrer las

calles. Estaba oscuro, pero todavía estaban llenas de gente camino a casa de
cenar o de camino a un club o bar.
—No puedes dejar que te trate así. Debes luchar.
—No sé si luchar con Jungkook es algo que quiero hacer.
—¿Qué puede hacerte? No eres su enemigo o su soldado y dijo que no te

golpeará ni que te obligaría a nada. Entonces, ¿qué queda? ¿Encerrarte en tu
habitación sin cenar? —Suspiré—. Tal vez deberías engañarlo. Ir a un club,
encontrar un chico caliente y dormir con él.
Eso no resultaría nada bien con Jungkook.
—Lo mataría. No quiero sangre en mis manos.
—Entonces, haz otra cosa. No me importa, siempre y cuando le hagas pagar a

Jungkook por lo que te está haciendo. Probablemente solo seguirá engañándote.
Lucha.
Pero Jimin era un luchador. Yo prefería las tácticas sutiles.
—Debería deshacerme de este teléfono ahora mismo. Necesito más tiempo para
pensar y no quiero que Jungkook me rastree.
146
—Llámame tan pronto como sea posible. No importa la hora. Si no escucho

nada de ti mañana por la mañana, no me importará a quién tengo que derribar
para volar a Busan.
—De acuerdo. Te quiero. —Antes de que Jimin pudiera decir nada más, apagué
el teléfono, lo deshabilité y lo arrojé en un cubo de basura antes de caminar por
las calles sin rumbo fijo.
Era pasada la medianoche y estaba cansado. La única cosa que me mantenía en

marcha era la imagen de Jungkook volviéndose loco al no poder encontrarme.
Odiaba no tener el control. Y ahora me le había escapado de las manos. Deseé
poder verlo. Compré chocolate caliente y envolví mis dedos alrededor de la taza
de papel caliente mientras me apoyaba en la fachada de la cafetería y dejaba que
mis ojos se perdieran
sobre el escaso número de transeúntes. Cada vez que una pareja pasaba por
delante de mí, tomados de la mano, besándose, riéndose y enamorados, mi
pecho se apretaba.
Mis ojos ardían por el cansancio y mi anterior llanto. Estaba tan cansado. Paré
un taxi y dejé que me lleve a nuestro edificio. Cuando entré en el vestíbulo, el
recepcionista inmediatamente levantó el teléfono. Buen perro, quise decir. En
cambio, torcí la boca en una sonrisa y entré en el ascensor, luego deslicé la
tarjeta para que así me lleve al piso correcto. Estaba casi en calma ahora, al
menos por fuera. ¿Acaso Jungkook estaba en el penthouse? ¿O estaba fuera
cazándome? O tal vez había regresado a su puta y dejado que sus hombres
hicieran el trabajo por él. Cuando había despertado con los brazos de Jungkook
a mi alrededor, o cuando él me había besado, me había permitido creer que tal
vez podría hacerlo amarme. Cuando habíamos cenado juntos, había pensado
que podría enamorarme de él.
Entré al piso. Soobin estaba allí y prácticamente se dejó caer con alivio.
—Está aquí —dijo en su teléfono, luego asintió antes de terminar la llamada.
—¿Dónde está Jungkook? ¿De vuelta con su puta?
147
Soobin frunció el ceño.
—Buscándote.
—Me sorprende que se moleste. Podría haberte enviado o a uno de sus otros
perros. Después de todo, haces todo lo que dice. Incluso cubrirlo mientras él
está fuera engañándome. —Soobin no dijo nada. No estaba seguro de por qué
estaba atacándolo.
Me alejé.
—¿A dónde vas?
—Voy a desvestirme y ducharme. Si quieres ver, eres mi invitado. —Soobin se

detuvo, pero sus ojos me siguieron por las escaleras.
Cerré de golpe la puerta de la habitación detrás de mí, luego la aseguré antes de

entrar en el baño para tomar una ducha. Puse la temperatura tan alta como pude
soportarla, pero el agua no podía lavar las imágenes que se habían refugiado en
mi cerebro. Jungkook enterrado en Mina. Su sonrisa. El sonido de sus caderas
golpeando contra su culo. No estaba muy seguro de lo que estaba sintiendo.
Decepción. ¿Celos? No había elegido a Jungkook, pero él era mi esposo.
Quería que me fuera fiel. Quería que solo me quisiera a mí.
Quería ser suficiente.
Hubo un golpe en la puerta de la habitación cuando salí de la ducha. Envolví

una toalla a mi alrededor y lentamente salí del cuarto de baño hacia el
dormitorio.
—¡Taehyung, déjame entrar! —Había rabia en su voz. ¿Estaba enfadado?
Dejé caer la toalla y me puse un pijama de seda sobre mi cuerpo.
—Voy a patear la puerta si no me dejas entrar.
148
Me gustaría ver que lo hagas. Tal vez te disloques un hombro.
—¡Taehyung, abre la maldita puerta!
Estaba demasiado cansado para seguir jugando con él. Quería que este día se
termine. Quería dormir para eliminar mágicamente mi memoria. Desbloqueé la
puerta, luego me di la vuelta y regresé a la cama. La puerta se abrió de golpe,
chocando contra la pared y Jungkook irrumpió. Agarró mi brazo y la furia ardió
a través de mí.
¿Cómo se atrevía a poner sus manos sobre mí después de agarrarle el culo a

esa puta
con ellas?
—¡No me toques! —grité, retorciéndome de su agarre. Él estaba jadeando, los

ojos desorbitados por la emoción. Su cabello era un desastre y su camisa no
estaba abotonada correctamente. Yoongi estaba parado en la puerta, Soobin y
Namjoon unos
pasos más atrás.
—¿Dónde has estado? —dijo él en voz baja, estiró una mano hacia mí otra vez
y me tambaleé hacia atrás.
—¡No! Ni se te ocurra tocarme otra vez. No cuando usaste esas mismas manos
para tocar a tu puta.
Su expresión fue absolutamente impasible.
—Fuera, todo el mundo. Ahora.
Yoongi se volvió, y él y los otros dos hombres desaparecieron de la vista.
—¿Dónde has estado?
149
—No te estaba engañando si eso es lo que te preocupa. Nunca haría eso. Creo
que la lealtad es lo más importante en un matrimonio. Así que puedes calmarte
ahora mismo, mi cuerpo todavía es solo tuyo. —Prácticamente escupí las
últimas palabras—. Solo caminé por la ciudad.
—¿Caminaste por Busan en la noche, solo?
Me quedé mirando sus ojos, esperando que pudiera ver lo mucho que lo odiaba
por lo que había visto, cuánto dolía saber que me respetaba tan poco.
—No tienes derecho a estar enfadado conmigo, Jungkook. No después de lo que

vi hoy. Tú me engañaste.
Jungkook gruñó. —¿Cómo puedo estar engañándote cuando ni siquiera

tenemos un matrimonio real? Ni siquiera puedo follarme a mi propio esposo.
¿Crees que voy a vivir como un monje hasta que decidas que puedes soportar
mi cercanía?
Ese cerdo arrogante. Él y mi padre se habían asegurado que ni siquiera hablara

con otros hombres hasta mi boda con él.
—Mierda, dios no lo quiera. ¿Cómo me atrevo a esperar que mi esposo me sea

fiel? ¿Cómo me atrevo a esperar esta pequeña decencia en un monstruo?
—No soy un monstruo. Te he tratado con respeto.
—¿Respeto? —Mi voz se elevó—. ¡Te atrapé con otra mujer! Tal vez debería
salir, traer a un individuo al azar de vuelta conmigo y dejarlo que me folle
delante de tus ojos. ¿Cómo te haría sentir eso?
De pronto me arrojó sobre la cama y estaba encima de mí, mis brazos sujetos
por encima de mi cabeza. Empujando a través del asfixiante miedo, dije:
—Hazlo. Tómame, así realmente puedo odiarte. —Sus ojos eran lo más
aterrador que jamás había visto. Sus fosas nasales se dilataron. Volví la cara y
150
cerré los ojos. Él estaba respirando con dureza, su agarre en mis muñecas
demasiado apretado. Mi corazón latía con fuerza contra mi caja torácica
mientras yacía inmóvil debajo de él. Se movió y presionó su cara en mi hombro,
liberando una respiración brusca.
—Dios, Tae.
Abrí los ojos. Soltó mis muñecas, pero mantuve mis brazos por encima de la
cabeza. Lentamente levantó los ojos. La ira había desaparecido de su rostro.
Alcanzó mi mejilla, pero me alejé.
—No me toques con ella en ti.
Se incorporó.—Voy a tomar una ducha ahora, ambos vamos a calmarnos y

luego quiero que hablemos.
—¿De qué hay que hablar?
—De nosotros. Este matrimonio.
Bajé los brazos.—Te follaste a una mujer delante de mis ojos hoy mismo.
¿Crees que todavía hay una oportunidad para este matrimonio?
—No quería que vieras eso.
—¿Por qué? ¿Así podrías engañarme en paz y con tranquilidad a mis espaldas?
Él suspiró y comenzó a desabrocharse la camisa.
—Déjame tomar una ducha. Tienes razón. No debería faltarte más el respeto
tocándote así.
Me encogí de hombros. En este momento no pensaba que alguna vez querría

que me tocara de nuevo, sin importar cuántas duchas tome. Desapareció en el
151
cuarto de baño. La ducha duró un largo tiempo. Me senté contra la cabecera, las
sábanas subidas hasta mi cadera cuando Jungkook finalmente emergió.
Aparté los ojos cuando dejó caer la toalla y se puso los bóxers, luego se metió
en la cama a mi lado con su espalda contra la cabecera. No trató de tocarme.
—¿Lloraste? —preguntó con voz desconcertada.
—¿Creíste que no me importaría?
—Muchas parejas en nuestro mundo están contentos cuando sus maridos usan
prostitutas o adquieren una amante. Como tú dijiste, hay pocos matrimonios por
amor. Si una mujer o un hombre no puede soportar el toque de su esposo, a él u
a ella no le importa que él tenga romances para satisfacer sus necesidades.
Me burlé.—Sus necesidades.
—No soy un buen hombre, Tae. Nunca pretendí lo contrario. No hay hombres
buenos en la mafia.
Mis ojos se posaron en el tatuaje sobre su corazón.
—Lo sé. —Tragué—. Pero me hiciste pensar que podía confiar en ti y que no
me lastimarías.
—Nunca te lastimé.
¿De verdad no lo entendía?
—Dolió verte con ella.
Su expresión se suavizó.—Taehyung, tenía la sensación de que no querías

dormir conmigo. Pensé que estarías contento si no te tocaba.
—¿Cuándo dije eso?
152
—Cuando te dije que te quería, te echaste hacia atrás. Parecías disgustado.
—Nos besamos y dijiste que querías follarme más que a cualquier otra persona.
Por supuesto, me alejé. No soy un puto que puedes usar cuando quieras. Nunca
estás en casa. ¿Cómo se supone que voy a conocerte? —Lució frustrado. Los
hombres de la mafia eran incluso más despistados que los hombres normales—
. ¿Qué habías pensado? Nunca he hecho nada. Eres el único hombre que he
besado. Sabías eso cuando nos casamos. Tú y mi padre incluso se aseguraron
que fuera así, y a pesar de eso, esperabas que fuera de nunca haber besado a un
chico a extender mis piernas para ti. Quería lentitud. Quería conocerte para
poder relajarme, quería besarte y hacer otras cosas primero antes de que
durmiéramos juntos.
La realización finalmente se asentó en sus rasgos, luego sonrió satisfecho.
—¿Otras cosas? ¿Qué tipo de otras cosas?
Lo observé. No estaba de humor para bromas.
—Esto es inútil.
—No, no lo es. —Volteó mi cara a él, luego dejó caer la mano. Había aprendido
su lección—. Lo entiendo. Para nosotros la primera vez no es un gran paso, o al
menos no lo fue para los hombres que conozco.
—¿Cuándo fue tu primera vez?
—Tenía trece y mi padre pensó que era momento para que me convirtiera en un
hombre real ya que ya había sido iniciado. "No puedes ser virgen y un asesino
a la vez". Eso fue lo que dijo. —Jungkook sonrió con frialdad—. Pagó a dos
nobles prostitution; un hombre y una mujer para pasar un fin de semana
conmigo y enseñarme todo lo que sabían.
—Eso es horrible.
153
—Sí, supongo que lo es —dijo Jungkook tranquilamente—. Pero era un

adolescente
de trece años que quería probarse a sí mismo. Era el miembro más joven en la
familia de Busan. Y no quería que el hombre más viejo pensara en mí como un
niño. Sentí un gran orgullo cuando el fin de semana acabó. Dudo que los
prostitutos estuvieran demasiado impresionados con mi actuación pero
pretendieron que era el mejor amante que habían tenido. Mi padre
probablemente les pagó extra por eso. Me tomó muy poco descubrir que no a
todas las personas les gustaba si te venías sobre su cara cuando te dan una
mamada.
Arrugué la nariz y Jungkook soltó una carcajada.
—Sí —murmuró, luego alcanzó una hebra de mi cabello y lo acomodó en mi

oreja. No estaba seguro de por qué siempre hacía eso—. Estuve realmente
preocupado esta noche.
—¿Preocupado de que dejara a alguien tener lo que es tuyo?
—No —dijo firmemente—. Sabía, sé que eres leal. Las cosas con la Bratva
están escalando. Si logran hacerse contigo... —Sacudió la cabeza.
—No lo hicieron.
—No lo harán.
Me alejé de su mano, que se movió de mi cabello a mi garganta. No quería su

toque. Él suspiró.
—Harás esto realmente difícil, ¿verdad? —Lo miré—. Me disculpo por lo que
viste hoy.
—Pero no por lo que hiciste.
154
Él lució exasperado.—Raramente digo que lo siento. Cuando lo digo, es en

serio.
—Quizás deberías decirlo más a menudo.
Tomó una profunda respiración.—No hay forma de que salgas de este

matrimonio, tampoco para mí. ¿Realmente quieres ser miserable?
Estaba en lo correcto. No había forma de salir. E incluso si la hubiera, ¿luego

qué? Mi padre volvería a casarme con el siguiente hombre. Quizás un hombre
como el esposo de Suni. Y sin importar lo mucho que quisiera negarlo, podía
estar desarrollando sentimientos por el Jungkook que vi en el restaurante. No
hubiera dolido tanto verlo con otra mujer si no lo hiciera. Cuando tocaba mi
cabello, me besaba o
envolvía sus brazos en mí durante la noche, había sentido que comenzaba a
enamorarme de él. Deseé poder odiarlo con todo mi corazón. Si Jimin hubiera
estado en mi lugar, él habría preferido odiar a su esposo y ser miserable que
darle la satisfacción a él y a nuestro padre de tomarle afecto.
—No —dije—. Pero no puedo pretender que nunca te vi con ella.
—No espero que lo hagas, pero pretende que nuestro matrimonio empieza hoy.
Un limpio comienzo.
—No es así de fácil. ¿Qué hay de ella? Esta noche no fue la primera vez que
estuviste con ella. ¿La amas? —Mi voz tembló cuando lo dije.
Jungkook se dio cuenta, por supuesto. Me miró como si fuera un rompecabezas

que no podía entender.
—¿Amar? No. No tengo sentimientos por Mina.
—Entonces, ¿por qué la sigues viendo? La verdad.
155
—Porque sabe cómo chupar una polla y porque es muy buena follando.
¿Suficientemente sincero?
Me ruboricé. Jungkook pasó un dedo por mi mejilla.
—Amo cuando te ruborizas cada vez que digo algo sucio. No puedo esperar
para ver tu rubor cuando te haga algo sucio.
¿Por qué no podía dejar de tocarme?
—Si realmente quieres hacer que este matrimonio funcione, si incluso quieres
una oportunidad de hacerme algo sucio, entonces tienes que dejar de ver a otras
personas. Quizás a otras parejas no les importa, pero no dejaré que me toques
mientras haya alguien más.
Jungkook asintió.—Lo prometo. Te tocaré solo a ti de ahora en adelante.
Lo consideré.
—A Mina no le va a gustar.
—¿A quién carajo le importa lo que ella piense?
—¿Su padre no te dará problemas?
—Nosotros pagamos sus campañas y tiene un hijo siguiéndole los pasos que
necesita dinero tan pronto como pueda. ¿Por qué le importaría una hija que no
es buena para nada más que comprar y eventualmente se casará con un hombre
rico? — Lo mismo podía ser dicho para mí y cada mujer en nuestro mundo. Los
hijos podían seguir los pasos de los padres, podían volverse miembros de la
mafia. Todavía recordaba lo mucho que padre había celebrado cuando
descubrió que su cuarto hijo no era mpreg.
—Probablemente esperaba que tú fueras ese hombre.
156
—No nos casamos con personas ajenas a la mafia. Nunca. Ella sabía eso, y no
es que fuera la única persona que me follé.
Le di una mirada severa.
—Lo dijiste tú mismo. Tienes tus necesidades. ¿Cómo puedes decirme que no
me vas a engañar otra vez si te cansas de esperar para dormir conmigo?
Jungkook inclinó la cabeza, sus ojos se estrecharon pensativos.
—¿Intentas hacerme esperar demasiado?
—Pienso que ambos tenemos conceptos muy diferentes de la palabra "esperar

demasiado".
—No soy un hombre paciente. Si demasiado significa un año... —Se apagó. No

podía creerle—. ¿Qué quieres que te diga, Taehyung? Mato, chantajeo y torturo
a personas. Soy el Jefe de los hombres que hacen lo mismo cuando se los
ordeno, y pronto seré el Capo dei Capi, el líder de la más poderosa organización
criminal en la region sur y probablemente de toda Corea. ¿Pensaste que te
tomaría en nuestra noche de bodas y ahora estás enojado porque no quiero
esperar meses para dormir contigo?
Cerré los ojos.—Estoy cansado. Es tarde. —Era tan tarde que en realidad era
temprano.
—No —dijo Jungkook tomando mi cintura—. Quiero que entiendas. Soy tu

esposo. No es como si fueras como otros hombres que pueden elegir a la persona
con la que van a
perderla. ¿Estás asustado de que voy a ser rudo contigo por lo que viste hoy?
No lo seré. Te dije que quiero que te retuerzas debajo de mí de placer, y aunque
eso probablemente no sucederá la primera vez que te tome, te haré venir tan a
menudo como quieras con mi lengua y mis dedos hasta que puedas venirte
cuando esté dentro de ti. No me importa ir lento, pero ¿por qué quieres esperar?
157
Lo observé a través de mis ojos entrecerrados. Por algo que nunca sucederá: que
quieras hacerme el amor y no tomarme como tu posesión. Una parte de mí no
quería aceptar menos, la otra parte sabía mejor. "El amor es algo que las
personas esperan cuando no conocen nada mejor, algo que las personas anhelan
cuando yacen despiertos en la noche, y algo que solo conseguirán de sus hijos.
Algunos hombres no tienen tiempo para tales nociones". Eso es lo que mi padre
decía.
—No te haré esperar por meses —dije en lugar de lo que realmente quería decir,
luego me dormí.
Singularity
CAPITULO IX
Jungkook canceló sus planes para el día siguiente y envió a Yoongi a hacer lo
que necesitaba ser hecho. Una persona en nuestro mundo, aprendías desde
pequeño a no hacer demasiadas preguntas porque las respuestas rara vez eran
buenas. Jungkook se preparó primero y cuando entré en la cocina vestido y
duchado, estaba mirando en la nevera con el ceño fruncido en su rostro.
—¿Sabes cocinar?
158
Resoplé.—¿No me digas que nunca has hecho el desayuno por tu cuenta?
—Por lo general agarro algo en mi camino al trabajo, a excepción de los días

en que la señora Choi está aquí y prepara algo para mí. —Sus ojos recorrieron
mi cuerpo. Había elegido unos pantalones cortos, un playera sin mangas y mis
chanclas negras ya que se supone que iba a hacer mucho calor hoy—. Amo tus
piernas.
Negué con la cabeza, luego caminé hacia él para mirar en la nevera. Él no

retrocedió y nuestros brazos se rozaron. Esta vez me las arreglé para no
estremecerme. Su toque ya no era incómodo y cuando él no me sobresaltaba, en
realidad podía imaginarme disfrutándolo. La nevera estaba bien abastecida. El
problema era que yo tampoco había cocinado nunca, pero no se lo mencionaría
a Jungkook. Agarré la caja de huevos y unos pimientos rojos, y los puse sobre
la encimera de la cocina. No podía
ser tan difícil preparar un omelet. Había visto a nuestro cocinero unas cuantas
veces antes.
Jungkook se apoyó en el mesón central de la cocina y se cruzó de brazos

mientras sacaba una sartén del armario y encendía la estufa. Lo miré por encima
del hombro.
—¿No me ayudarás? Puedes picar los pimientos. Por lo que he oído, sabes cómo
usar un cuchillo.
Eso hizo que las comisuras de sus labios se contraigan, sin embargo, sacó un
cuchillo del cubo y se acercó a mi lado. La parte superior de mi cabeza apenas
le llegaba hasta a los hombros con mis chanclas planas. Tenía que admitir que
en cierto modo me gustaba. Le entregué los pimientos y señalé hacia una tabla
de madera, porque me dio la sensación de que Jungkook habría comenzado
cortar justo encima de las caras encimeras de granito negro. Trabajamos en
silencio, pero él se mantuvo mirándome a escondidas. Puse un poco de
mantequilla en la sartén, y después sazoné los huevos batidos. No estaba seguro
si necesitaba añadir leche o crema, pero decidí no hacerlo. Vertí los huevos en
159
la sartén chisporroteando. Jungkook señaló con el cuchillo a los pimientos

picados.
—¿Qué hay de estos?
—Mierda —susurré. Los pimientos deberían haber ido primero.
—¿Alguna vez has cocinado?
No le hice caso y arrojé los pimientos en la sartén con los huevos. Puse la estufa
al máximo y pronto el indicio de un olor a quemado llegó a mi nariz. Agarré
rápidamente una espátula y traté de voltear la tortilla, pero se pegó a la sartén.
Jungkook me observaba con una sonrisa.
—¿Por qué no preparas un licuado para nosotros? —Le espeté mientras raspaba
los
huevos medio quemados desde el fondo de la sartén.
Cuando pensé que los huevos eran seguros para comer, los distribuí en dos
platos. En realidad no se veían muy apetitosos. Las cejas de Jungkook se alzaron
cuando puse un plato delante de él. Se dejó caer en el taburete y salté al que
estaba junto a él. Lo observé a medida que tomaba el tenedor y pinchaba un
trozo de huevo, luego lo llevó a sus labios. Tragó, pero era evidente que no
estaba muy impresionado. También tomé un bocado y casi los escupí de
inmediato. Los huevos estaban demasiado secos y demasiado salados. Solté el
tenedor y tragué la mitad de mi licuado, ni siquiera
importándome que no tenía azúcar.
—Oh, Dios mío, eso es repugnante.
Había un toque de diversión en la cara de Jungkook. La expresión más relajada

le hacía parecer mucho más accesible.
—Tal vez deberíamos salir a desayunar.
160
Fulminé con la mirada a mi vaso con mi licuado.
—¿Qué tan difícil puede ser hacer un omelet?
Jungkook dejó escapar lo que podría haber sido una risa. Y entonces sus ojos
revolotearon de nuevo a mis piernas desnudas, las cuales casi tocaban las suyas.
Él puso su mano sobre mi rodilla y me quedé helado con mi vaso contra mis
labios. No hizo nada, solo trazó ligeramente su pulgar de ida y vuelta sobre mi
piel.
—¿Qué te gustaría hacer hoy?
Reflexioné eso, incluso si su mano era muy distractora. Estaba alternando entre
querer quitarlo de mi rodilla y pedirle que siguiera acariciándome. —La mañana
después de nuestra noche de bodas, me preguntaste si sabía cómo luchar, así
que tal vez me puedes enseñar cómo utilizar un cuchillo o una pistola y tal vez
un poco de auto-defensa.
La sorpresa cruzó el rostro de Jungkook. —¿Estás pensando en usarlos contra

mí?
Resoplé.—Como si alguna vez pudiera vencerte en una pelea limpia.
—No peleo limpio.
Por supuesto que no lo hacía.—Entonces, ¿vas a enseñarme?
—Quiero enseñarte muchas cosas. —Sus dedos se cerraron sobre mi rodilla.
—Jungkook —dije en voz baja—. Lo digo en serio. Sé que tengo a Soobin y a

ti, pero quiero ser capaz de defenderme por mi cuenta si pasa algo. Tú mismo
lo dijiste a la Bratva no le importa nada al momento de matar.
Eso le afectó. Y él asintió.—De acuerdo. Tenemos un gimnasio en el que

ejercitamos y nos entrenamos en combate. Podríamos ir allí.
161
Sonreí, emocionado por salir del penthouse y hacer algo útil.—Voy a buscar mi
ropa de entrenamiento. —Salté del taburete y corrí escaleras arriba.
Treinta minutos más tarde nos estacionamos delante de un edificio en mal

estado. Estaba extasiado de emoción y me alegraba tener algo para distraerme
de lo que había sucedido ayer. Jungkook y yo bajamos del auto y él cargó
nuestros bolsos a medida que nos dirigíamos a través de una puerta de acero
oxidado. Cámaras de seguridad estaban por todas partes y un hombre de
mediana edad se encontraba
sentado en un rincón que albergaba una mesa y una silla, así como un televisor.
Dos armas estaban en su funda. Se enderezó cuando vio a Jungkook, y entonces
me vio y sus ojos se abrieron como platos.
—Mi esposo—dijo Jungkook con un toque de advertencia y la mirada del

hombre se apartó de inmediato de mí. Jungkook puso una mano en la parte baja
de mi espalda y me guio a través de otra puerta que daba a un salón enorme.
Había un ring de boxeo, todo tipo de máquinas de ejercicio, maniquíes de
entrenamiento de lucha y cuchillos, y una esquina con esteras donde unos
cuantos hombres estaban luchando. Éramos puros hombres pero sabía que era
el único mpreg.
Jungkook hizo una mueca.
—Nuestros vestuarios son solo para hombres.
—Sé que vas a asegurarte que nadie me vea desnudo.
—Por supuesto que lo haré.
Me reí, y algunos rostros se volvieron en nuestra dirección, y luego más hasta

que cada uno estaba mirando. Volvieron rápidamente a lo que habían estado
haciendo antes, cuando Jungkook me llevó hacia una puerta a un lado, pero
siguieron lanzando miradas mal disimuladas en mí dirección. Algunos de los
hombres mayores le enviaron un saludo a Jungkook. Él abrió la puerta y se
detuvo.
162
—Déjame ver si alguien está ahí dentro. —Asentí, luego me apoyé en la pared
cuando Jungkook desapareció en el vestidor. Justo al momento en que se fue,
pude sentir toda la fuerza de atención de los hombres dirigiéndose hacia mí.
Traté de no dejarles ver lo nervioso que me ponía su escrutinio y casi di un
suspiro de alivio cuando Jungkook volvió a salir, seguido por unos pocos
hombres que fingieron no verme. Me pregunté lo que Jeon les había dicho.
—Ven. —Sostuvo la puerta abierta para mí y entramos a una habitación con

techo bajo, lleno de humedad y el olor de demasiados cuerpos masculinos
ejercitando duro. Arrugué mi nariz. Jungkook rio—. Sé que no es apto para las
narices sensibles.
Agarré mi bolso de sus manos y caminé hacia un armario. Jungkook me siguió

y puso su propio bolso en el banco de madera rayado.
—¿No vas a darme algo de privacidad? —pregunté, con las manos en el borde
de mi camisa.
Jungkook me levantó una ceja antes de quitar su funda y luego tirar de su propia
camisa por la cabeza, revelando su musculoso torso. Dejó caer su camisa en el
banco y luego alcanzó su cinturón, aún esa mirada desafiante en sus ojos.
Apretando los dientes, le di la espalda y deslicé mi playera sin mangas por
encima de mi cabeza. Trate de no pensar en Jungkook que sin duda estaba
observando cada movimiento. Me quité los pantalones cortos y me podría haber
pateado a mí mismo por elegir una tanga esta mañana. Tiré de ella también y oí
a Jungkook inhalar bruscamente cuando me incliné un poco hacia adelante. Mis
mejillas quemaron con calor, al darme cuenta qué tipo de vista le había dado.
Tomé una de los bóxers negros y sencillos que siempre usaba cuando trabajaba
en la cinta de correr, luego me puse mis pantalones cortos para correr sobre ellas
y me di la vuelta hacia Jungkook. Se había puesto pantalones de chándal negros
y una camisa blanca ultra ajustada que mostraba su espectacular cuerpo. Había
un bulto en sus pantalones. ¿Todo por culpa de mi trasero?
—¿Eso es lo que vas a usar para las clases de defensa personal?
163
Me miré a mí mismo. —No tengo nada más. Esto es lo que llevo puesto cuando
salgo a correr. —Los pantalones cortos eran apretados y terminaban en lo alto
de mis muslos, pero no me gustaba mucha tela cuando corría.
—Te das cuenta que tendré que patear el culo de cada tipo que te mire de manera
equivocada, ¿verdad? Y al verte así mis hombres tendrán un momento difícil
para no mirarte de la manera equivocada.
Me encogí de hombros.—No es mi trabajo que ellos se controlen. El hecho de

que estoy usando ropa reveladora no significa que estoy invitando a que miren.
Si no pueden comportarse, ese es problema de ellos.
Jungkook me llevó fuera del vestuario y hacia las esteras de lucha. Los hombres
allí se retiraron inmediatamente y deliberadamente dejaron de mirarme. Seguí
a Jungkook hacia un despliegue de cuchillos. Sus ojos escaneándolos, luego
eligió uno con una larga hoja lisa y me lo entregó. No tomó uno para sí mismo.
Se colocó frente a mí, viéndose completamente relajado. Debía haber sabido
que todo el mundo nos estaba mirando, pero él actuaba como si no le pudiera
importar
menos. Esto no era privado. Tenía que montar un espectáculo para sus hombres.
—Atácame, pero trata de no cortarte.
—¿No vas a usar un cuchillo también?
Jungkook negó con la cabeza.
—No necesito uno. Tendré el tuyo en un minuto.
Entrecerré mis ojos ante su tono desenfadado. Probablemente tenía razón, pero
no me gustó que lo dijera.
—Entonces, ¿qué se supone que debo hacer?
164
—Trata de lanzar un golpe. Si logras cortarme, ganas. Quiero ver cómo te

mueves.
Tomé aire y traté de olvidar a los hombres observándome. Apreté mi agarre en

el cuchillo, y entonces me lancé hacia delante. Jungkook se movió rápido.
Esquivó mi golpe, agarró mi muñeca y me dio la vuelta hasta que mi espalda
chocó con su pecho.
—Al menos no conseguiste mi cuchillo —dije con voz entrecortada. Sus dedos
se apretaron un poco alrededor de mi muñeca, incómodamente pero no
dolorosamente.
Sus labios rozaron mi oreja. —Tendría que hacerte daño para conseguirlo.
Podría romper tu muñeca, por ejemplo, o simplemente quebrarla. —Me soltó y
me tambaleé hacia delante.—Una vez más —dijo Jungkook.
Intenté un par de veces, pero ni siquiera conseguí acercarme a ningún lugar para
cortarlo. Para mi próximo intento, decidí dejar de jugar limpio. Avancé hacia
él, y entonces cuando intentó agarrarme, dirigí una patada entre sus piernas. Los
hombres vitorearon, pero la mano de Jungkook atrapó mi pie antes de que
pudiera hacer impacto y antes de saber lo que estaba pasando aterricé sobre mi
espalda con un ruido sordo. Me quedé sin aliento y el cuchillo se deslizó de mi
mano. Cerré mis ojos con fuerza. Jungkook tocó mi estómago y mis músculos
se contrajeron bajo su cálida palma.
—¿Estás bien? —preguntó en voz baja. Abrí mis ojos.
—Sí. Solo tratando de recuperar el aliento. —Después exploré la multitud—.

¿No tienes un soldado que solo mida un metro cincuenta y algo, y esté aterrado
de su propia sombra dispuesto a pelear conmigo?
—Mis hombres no tienen miedo de nada —dijo Jungkook en voz alta. Me

tendió la mano y me levantó. Se dirigió a sus soldados—. ¿Alguien está
dispuesto a luchar con mi esposo?
165
Por supuesto, nadie dio un paso adelante. Probablemente les preocupaba que
Jungkook los despellejara vivos. Algunos de ellos sacudieron la cabeza, riendo.
La sombra de una sonrisa cruzó el rostro de Jungkook.
—Tendrás que pelear conmigo.
Unos cuantos intentos de ataque más tarde, estaba sin aliento y molesto por mi
incapacidad de hacerle el más mínimo daño a Jeon, pero luego una probabilidad
se ofreció. Me sostuvo contra su cuerpo y su brazo estaba cerca de mi cara, así
que me volví y lo mordí. Él se quedó tan sorprendido que en realidad me soltó
y traté de golpearlo con el cuchillo, pero él agarró mi muñeca.
—¿Me mordiste? —preguntó a medida que miraba mis marcas de dientes en sus
bíceps.
—No lo suficientemente fuerte. No hay ni siquiera sangre —dije.
Los hombros de Jungkook se movieron una vez, luego otra vez. Estaba
luchando contra la risa. No el efecto que había previsto cuando lo mordí, pero
tenía que admitir que me encantó el sonido de su risa profunda.
—Creo que has hecho suficiente daño por un día —dijo.
•••
Agarramos algo de comer de camino a casa, luego nos sentamos en el sofá de

mimbre en la terraza con una copa de vino.
—Estoy sorprendido —dije finalmente. Jungkook y yo estábamos sentados muy

juntos, casi tocándonos y su brazo se extendía sobre el respaldo detrás de mí,
pero hasta el momento se había contenido—. No creí que realmente lo
intentaras.
166
—Te dije que intentaría. Mantengo mi palabra.
—Apuesto a que esto es difícil para ti.
Hice un gesto al espacio entre nosotros.
—No tienes ni idea. Quiero besarte con todas mis jodidas ganas.
Dudé. Besarlo se había sentido bien. Jungkook dejó la copa, luego se movió un
poco más cerca y agarró mi cintura.—Dime que no quieres que te bese.
Separé mis labios, pero no salió nada. Los ojos de Jungkook se oscurecieron y
se inclinó hacia mí, capturando mi boca en un beso, haciéndome perder en la
sensación de su lengua y labios. Jungkook no presionó, nunca movió su mano
de mi cintura, pero había empezado a frotar mi piel allí ligeramente y la otra
mano masajeaba mi cuero cabelludo.
¿Cómo podría sentir eso directo en mi entrepierna?
Con el tiempo me recosté en el sofá, Jungkook se acomodó por encima de mí.

Podía sentirme endurecerme pero no tenía el tiempo o el enfoque necesario para
sentir vergüenza. Los besos de Jungkook me mantenían ocupado. El hormigueo
en mi entrada se volvió difícil de ignorar y traté de aliviar la tensión presionando
ligeramente contra Jungkook.
Jungkook se echó hacia atrás con una expresión conocedora. Y el calor se elevó
en
mis mejillas.
—Podría hacerte sentir bien, Taehyung—murmuró, su mano en mi cintura

estrechándose—. Quieres venirte, ¿verdad?
Oh, Dios mío, sí. Mi cuerpo estaba gritando por ello.
—Estoy bien. Gracias.
167
Jungkook soltó una pequeña risa.—Eres tan terco. —No lo dijo en el mal
sentido. Sus labios bajaron a los míos de nuevo y me di cuenta que daba todo
de él, decidido a romper mi resolución y un par de veces estuve a punto. Estaba
duro y mi orificio latía entre mis piernas, pero no cedería, no tan pronto. Tenía
más control que eso.
Esa noche me quedé dormido con los brazos de Jungkook a mi alrededor y su

erección una insistente presencia en contra de la parte superior de mi muslo. Tal
vez realmente podríamos hacer funcionar este matrimonio.
Singularity
CAPITULO X
168
Cuando desperté a la mañana siguiente, estaba solo en la cama. Me senté,

decepcionado de que Jungkook no me hubiera despertado. Salí de la cama
cuando entró en la habitación desde el pasillo, ya vestido de negro, con una
funda de pistola en el pecho que llevaba dos cuchillos y dos revólveres, y quién
sabía cuántas fundas más llevaba sobre el resto de su cuerpo con más armas.
—¿Ya te vas?
Hizo una mueca.—La Bratva atrapó a uno de los nuestros. Lo dejaron en

pequeños trozos alrededor de uno de nuestros clubes.
—¿Alguien que conozca? —pregunté con temor. Jungkook negó con la

cabeza—. ¿Se involucrará la policía?
—No si puedo evitarlo. —Jungkook acunó mi cara—. Voy a tratar de estar en

casa
temprano, ¿de acuerdo?
Asentí. Bajó la cabeza, mirándome todo el tiempo para ver si iba a echarme
hacia atrás. Sus labios rozaron los míos. Abrí la boca para él y se hundió en el
beso, pero terminó demasiado rápido. Observé su espalda cuando se marchó.
Entonces tomé el teléfono y llamé a Jimin.
—Pensé que nunca llamarías. —Fue lo primero que salió de su boca.
Sonreí. —Ni siquiera me he duchado todavía y son solo las ocho en Busan. No
puedes haber estado despierto durante mucho tiempo.
—No llamaste ayer. Estaba absolutamente preocupado. No pude dormir

pensando en ti. No me gusta que estemos tan lejos y no poder ver por mí mismo
si estás bien. ¿Estás bien?
—Sí, lo estoy. —Le hablé de mi conversación con Jungkook y cómo pasamos

el día de ayer juntos.
169
—Qué noble por su parte el estar de acuerdo en no engañarte de nuevo y

realmente tratar que funcione el matrimonio. Denle a ese hombre unas flores.
—No es un buen hombre, Minnie. No hay hombres buenos en nuestro mundo.

Pero creo que él realmente quiere intentarlo. Y yo también lo quiero.
—¿Por qué no le preguntas si puedo ir de visita por unos días? No tengo escuela
hasta dentro de dos semanas y me muero de aburrimiento sin ti. Podríamos pasar
un par de días en la playa e e ir de compras.
—¿Qué hay de padre? ¿Le preguntaste?
—Me dijo que les preguntara a Jungkook y a ti.
—Le preguntaré. No creo que le importe. No es que esté en casa muy a menudo
en este momento. La mayoría de los días estoy solo con Soobin.
—¿Por qué no le preguntas a Jungkook si puedes ir a la universidad? Tienes

calificaciones perfectas. No tendrías problemas para entrar en alguna buena
universidad.
—¿Para qué? No se me permitirá trabajar nunca. Es muy peligroso.
—Podrías ayudar a Jungkook con sus clubes. Podrías ser su secretario o lo que
sea. Vas a volverte loco si permaneces en ese penthouse todo el tiempo.
—No te preocupes, voy a estar bien —le dije, aunque en realidad no estaba
seguro. Jimin tenía un punto—. Voy a hablar con Jungkook en cuanto a tu visita.
Ahora de verdad tengo que tomar una ducha y comer algo.
—Llámame tan pronto como sea posible. Necesito reservar un vuelo.
Sonreí.—Lo haré. No te metas en problemas.
—Igualmente.
170
Colgué. Entonces me preparé y me vestí con una simple camisa de verano y

unos cómodos shorts. Estaba soleado afuera y quería caminar por algún parque.
Cuando entré en la sala de
estar, Soobin estaba sentado a la mesa con una taza de café frente a él.
—¿Jungkook se enojó mucho contigo? —pregunté mientras caminaba junto a

él
hacia la enorme cocina abierta.
Un pastel de fresa casero se hallaba situado en el mostrador y pude oír a Solar

tarareando en alguna parte. Probablemente estaba limpiando. Soobin se levantó,
tomó su taza y se apoyó en la isla de la cocina.
—No estaba contento. Pudiste haber muerto. Se supone que debo protegerte.
—¿Qué está haciendo Jungkook hoy?
Soobin sacudió la cabeza.
—¿Qué está haciendo? Quiero saber más detalles. ¿Por qué llevaba tantasarmas
con él?
—Él, Yoongi y algunos otros se van a encontrar con los tipos que mataron a
nuestro hombre y luego van a vengarse.
—Eso suena peligroso. —Un toque de preocupación me llenó. La venganza

nunca era el fin de las cosas. La Bratva se vengaría a su vez de la venganza de
Jungkook.
Era una historia interminable.
—Jungkook y Yoongi han estado haciendo esto durante mucho tiempo, son los
mejores y también lo son los hombres que van con ellos.
—Y en lugar de estar divirtiéndote, tienes que cuidar de mí.
171
Soobin se encogió de hombros, luego sonrió.
—Es un honor.
Puse los ojos en blanco.
—Me gustaría ir a correr a Hundae Park.
—¿Vas a tratar de escapar de nuevo?
—¿Por qué lo haría? No hay dónde pueda huir. Y dudo que me dejes escapar
otra vez. Te ves suficientemente en forma.
Soobin se enderezó.
—Está bien. —Me di cuenta que todavía sospechaba de mis motivos.
Me puse pantalones cortos, una camiseta de tirantes y mis tenis de correr,

entonces volví a salir. Soobin se había puesto pantalones de chándal y una
camiseta. Mantenía un alijo de ropa en una de nuestras habitaciones, pero vivía
en un apartamento a unos diez minutos de aquí.
—¿Dónde has escondido tus armas?
—Ese es mi secreto —dijo con una rara sonrisa, pero luego se contuvo y puso
su expresión profesional.
Soobin estaba en forma y fácilmente pudo seguir mi ritmo a medida que

corríamos a través de los muchos senderos en Hundae Park durante la próxima
hora. Se sintió maravilloso en realidad correr fuera por una vez, en lugar de
estar siempre limitado a la cinta de correr. Me sentí libre, casi como si
perteneciera entre todas las personas que hacían cosas normales como pasear a
sus perros o jugar al béisbol. Tal vez Jungkook iría conmigo a correr un día,
cuando los rusos no le estuvieran dando tantos problemas. ¿Cuándo sería eso?
172
Más tarde ese día me senté en la terraza, viendo la puesta de sol, mis piernas
dobladas frente a mi cuerpo. Soobin estaba comprobando su teléfono.
—Jungkook tendrá más tiempo para ti pronto.
Lo miré. ¿Le había parecido solitario?
—¿Te dijo cuándo llegaría a casa hoy?
—No ha escrito todavía —dijo lentamente.
—Eso es una mala señal, ¿verdad?
Soobin no dijo nada, solo frunció el ceño hacia su teléfono. Entré en la casa
cuando hizo demasiado frío fuera, me puse un suéter gigante y me acurruqué en
el sofá, encendiendo la televisión. No pude evitar seguir preocupándome a
medida que el reloj se acercaba a la medianoche, pero con el tiempo me dormí.
•••
Me desperté cuando fui levantado del sofá. Mis ojos se abrieron y miraron la
cara de Jungkook. Estaba demasiado oscuro para distinguir mucho. Soobin debe
haber apagado las luces en algún momento.
—¿Jungkookie? —murmuré.
No dijo nada. Puse una mano en su pecho. Su camisa estaba resbaladiza con
algo, ¿agua? ¿Sangre? Su respiración era constante, sus pasos medidos. Los
latidos de su corazón eran
calmos bajo mi palma. Pero no podía leer su estado de ánimo. Era extraño. Me
llevó
por las escaleras como si no pesara nada. Llegamos a nuestra habitación y me
puso en
la cama. Solo podía ver su figura alta imponiéndose por encima de mí.
173
¿Por qué no decía nada?
Me estiré y a tientas di al interruptor principal junto a la cama. Lo rocé con mis

dedos y las luces se encendieron, y jadeé. La camisa de Jungkook estaba
cubierta de sangre. Empapada en ella. Había un pequeño corte en la garganta de
Jungkook y si las rasgaduras en su camisa eran alguna indicación,
probablemente tenía más heridas. Entonces mis ojos se encontraron con su
rostro y me quedé inmóvil, como un cervatillo tratando de mezclarse, para no
atraer la atención del lobo. Creí que había visto la oscuridad de Jungkook en
algunas ocasiones, creí que ya había entrevisto antes al monstruo bajo la
máscara civilizada. Ahora me daba cuenta que no era así. Su expresión era
impasible pero sus ojos hacían que se me erizaran los vellos en el cuello.
Lamí mis labios.
—¿Jungkook?
Comenzó a desabrocharse la camisa, revelando pequeños cortes y una herida

más larga debajo de sus costillas. Su piel estaba cubierta de sangre. Pero no
podía ser toda suya, en especial no toda la sangre de su camisa. Me preocupó
que todavía no hubiera hablado. Se despegó de su camisa y la dejó caer al suelo.
Entonces se desabrochó el cinturón.
—Jungkook—dije—. Me estás asustando. ¿Qué ha pasado?
Empujó sus pantalones hacia abajo y salió de ellos. Ahora estaba descalzo y
solamente en bóxer mientras se arrodillaba sobre la cama y llevaba una rodilla
entre mis piernas. Comencé a arrepentirme de solo llevar un suéter puesto.
Ascendió lentamente hasta que su cabeza se cernió sobre mí. El pánico apretó
mi garganta, haciendo palpitar mi corazón con más fuerza.
Sus ojos me hicieron querer huir, llorar y gritar, escapar. En lugar de eso levanté
mi mano y acuné su mejilla. Su expresión cambió, una grieta en su máscara
monstruosa. Se inclinó ante el contacto, y entonces bajó su cara y la presionó
174
en el hueco de mi cuello. Respiró profundamente y no se movió durante un buen

rato. Intenté no aterrorizarme. Pero mi mano estaba temblando contra su mejilla.
—¿Jungkook? —dije suavemente.
Levantó la cabeza otra vez. Pude ver un destello del Jungkook que conocía. Se
deslizó de la cama y fue hacia el cuarto de baño. Cuando estuvo fuera de mi
vista, respiré hondo. Cualquier cosa que hubiera ocurrido hoy debió ser horrible.
Me senté mientras escuchaba el agua de la ducha correr.
¿Con qué estado de ánimo volvería Jungkook al dormitorio? ¿El del monstruo
contenido, o casi desatado como hacía un momento?
El agua se detuvo y rápidamente me tumbé en mi lado de la cama y tiré de las

sábanas. Unos minutos después, la puerta se abrió y Jungkook entró con una
toalla alrededor de la cintura. Era blanca, pero unas cuantas gotitas de sangre se
habían filtrado de su herida y manchado el tejido. No caminó hacia el armario
para agarrar un bóxer como solía hacer, en su lugar vino directamente a la cama.
Cuando echó mano a la toalla, aparté los ojos y me giré hacia el otro lado,
dándole la espalda. Levantó la manta y el colchón se movió bajo su peso. Se
apretó contra mí, con su mano enroscada sobre mi cadera, en un agarre que era
casi doloroso, antes de hacerme dar la vuelta hacia él. Mi mente me chillaba que
lo detenga. Estaba completamente desnudo y de un humor escalofriante. Había
pasado parte del día recogiendo los pedazos de uno de sus
hombres y el resto del día matando a sus enemigos. Agarró el dobladillo de mi
suéter y comenzó a subirlo. Puse mis manos sobre las suyas.
—Jungkook—susurré.
Sus ojos se encontraron con los míos. Me relajé ligeramente. Aún había
oscuridad en ellos pero estaba más contenida.
—Esta noche quiero sentir tu cuerpo contra el mío. Quiero sostenerte.
175
Casi pude oír las palabras tácitas: te necesito.
Tragué fuerte. —¿Solo sostenerme?
—Lo juro. —Su voz era ronca como si hubiera pasado horas gritando órdenes.
Bajé mi mano y le dejé quitarme el sueter. Dejó escapar la respiración

suavemente a medida que miraba fijamente mi pecho desnudo. Tuve que luchar
contra el impulso de cubrirme. Las puntas de sus dedos acariciaron el borde de
mis bóxers pero cuando me tensé se retiraron y rodó sobre su espalda alzándome
sobre él. Me senté a horcajadas sobre su estómago, mis rodillas a ambos lados
de él, mi pecho presionado contra su torso. Intenté no mantener mi peso en él
porque no quería lastimar sus heridas, pero envolvió un brazo alrededor de mi
espalda y me presionó firmemente contra él. Su otra mano tocó mi trasero,
haciéndome saltar. Comenzó moviendo su pulgar sobre mi espalda baja y mi
trasero, y lentamente me relajé. Sus ojos estuvieron todo el tiempo taladrando
los míos y con cada momento que pasaba un poquito más de la oscuridad
desaparecía.
—¿Tu corte no necesita puntos?
Se dobló hacia delante y me besó dulcemente.
—Mañana. —Continuó acariciando mi trasero y besándome lentamente como

si quisiera saborear cada momento. Estaba completamente abrumado pero era
agradable. Me encantó que de repente fuera tan amable. Si era así cuando
intimáramos por primera vez, quizás no sería tan terrible. Sentí mis párpados
pesados pero no pude apartar la mirada de Jungkook. Toqué su garganta, unos
centímetros por debajo del corte.
No estoy seguro de por qué me incliné hacia delante y presioné un beso, ligero
como una pluma, sobre su herida. Era pequeña y no necesitaría puntos, no como
la que estaba debajo de sus costillas. Cuando me retiré, Jungkook casi pareció
sorprendido. Su mano en mi trasero se movió hacia abajo, acunando mis nalgas.
Su dedo meñique casi estaba tocándome ahí. Estrujó mis nalgas y por un
176
momento su dedo rozó mi hendidura por encima del tejido. Aguanté la

respiración, impactado por la sacudida que me había atravesado a mi pene con
el pequeño roce. El calor se acumuló en mi entrepierna y sobre todo en mi
entrada y pude sentir cómo me humedecía. Avergonzado, intenté liberarme, sin
querer que Jungkook se diera cuenta que
un simple roce y sus caricias en mi trasero habían causado tal reacción en mi
cuerpo. Quizás no fuera un experto pero había estado imaginando ciertas cosas,
me había acariciado muchas noches. No es que fuera frígido. El cuerpo de
Jungkook me excitaba. Quizás quisiera amor, pero mi cuerpo quería algo más.
El tacto del fuerte torso de Jungkook y su musculoso estómago debajo de mí,
sus dulces besos, sus suaves caricias, hacían que quisiera algo más, aún si la
razón me decía que era una mala idea.
Jungkook frunció el ceño un poco mientras me estudiaba, como si fuera una

difícil ecuación que quisiera resolver. Entonces ligeramente acarició con las
puntas de sus dedos el borde entre mis nalgas y supe que podía sentirlo. Podía
sentir que el fino tejido estaba empapado. También podía sentir mi miembro
duro presionado contra su estómago. Mis mejillas ardieron con mortificación y
bajé la mirada pero no pude girarme y deslizarme de él o siquiera cerrar mis
piernas. Las puntas de sus dedos contra mi entrada eran agradables incluso si
dejaba de moverlos.
—Mírame, Taehyung—dijo Jungkook con voz severa.
Eché un vistazo a sus ojos, aun cuando mi cara estaba a punto de explotar de
vergüenza.
—¿Estás avergonzado por esto? —Trazó su dedo sobre mi bóxer húmedo.
Mi trasero se arqueó y exhalé bruscamente. No podía decir nada. Mis labios se

separaron a media que se escabullían pequeños sonidos que no eran del todo
gemidos. Jungkook movió sus dedos de arriba hacia abajo cuidadosamente,
coquetamente, y pequeños escalofríos de placer reptaron por mi cuerpo. Sentía
que mi miembro cada segundo se endurecía más y comencé a frotarme
ligeramente sobre él. Siempre había pensado que la pasión y los orgasmos
177
llegaban como una oleada contundente sin dejar nada después, algo casi
intimidante, pero esto era como un lento goteo; una tensión deliciosamente
dulce que iba creciendo hacía algo más grande.
Me estremecí encima de Jungkook , mis dedos enredados en sus hombros.

Nunca aumentó la velocidad de sus caricias pero el placer ascendió con cada
roce. Sus ojos perforaron los míos cuando deslizó dos dedos por mi hendidura.
¿Cómo podía sentirse tan intenso? Ni siquiera estaba tocando mi piel. Jadeé y
temblé mientras chispas de placer se disparaban por mi cuerpo. Enterré mi cara
contra el cuello de Jungkook a medida que me frotaba contra el. Su dedo frotó
mi entrada a través de la tela, más y más lento hasta que simplemente descansó
su mano posesivamente sobre mi.
Jungkook presionó su cara en mi cabello.
—Dios, estás tan húmedo, tan duro, Taehyung. Si supieras cuánto te deseo
ahora mismo, huirías. —Rio de manera amenazante—. Casi puedo sentir tu
humedad en mi polla.
No dije nada, solo intenté calmar mi respiración. El latido de Jungkook bajo mi

mejilla era fuerte y rápido. Se movió y por poco tiempo su longitud rozó el
interior de mi muslo. Estaba caliente y duro, igual que yo.
—¿Quieres que te toque? —dije en el más silencioso suspiro.
Estaba medio asustado y excitado por verle desnudo y tocarlo de verdad. Quería
dejar mi marca en él, quería hacerle olvidar las personas de su pasado. La mano
de Jungkook en mi espalda se tensó e inhaló profundo, su pecho se expandió
debajo de mí.
—No —gruñó y levanté mi cabeza confundido y un poco herido. Algo debe

haberse mostrado porque Jungkook sonrió sombrío—. Todavía no soy del todo
yo mismo, Taehyung. Hay demasiada oscuridad en la superficie, demasiada
sangre y rabia. Hoy fue malo. —Sacudió la cabeza—. Hoy cuando vine a casa
y te encontré tumbado en el sofá, tan inocente, vulnerable y mío. —Algo
178
parpadeó en sus ojos, un poco de esa oscuridad que había mencionado—. Me

alegro que no sepas los pensamientos que entonces corrieron por mi mente. Eres
mi esposo y juré protegerte, aún si es necesario de mí mismo.
—¿Crees que perderías el control? —susurré.
—Lo sé.
—Tal vez te subestimas. —Arrastré mis dedos sobre sus hombros. No estaba
seguro si estaba tratando de convencerlo o a mí mismo. Me había asustado, no
había cómo negarlo. Pero él había salido de ello.
—Tal vez confías demasiado en mí. —Pasó un dedo por mi espalda, enviando
una nueva oleada de hormigueos hacia mi miembro—. Cuando te acosté en la
cama como un cordero de sacrificio, debiste haber corrido.
—Alguien me dijo una vez que no corriera de los monstruos ya que ellos
persiguen.
El fantasma de una sonrisa cruzó su rostro.
—La próxima vez, corre. O si no puedes, embiste tu rodilla en mis bolas.
No estaba bromeando.
—Si hubiera hecho eso hoy, habrías perdido el control. La única razón por la
que no lo hiciste fue porque te traté como mi esposo, no como un monstruo.
Él trazó mis labios con su pulgar, luego rozó mi mejilla.
—Eres demasiado hermoso e inocente para estar casado con alguien como yo,
pero soy un bastardo demasiado egoísta para dejarte ir. Eres mío. Por siempre.
—Lo sé —le dije, luego bajé mi mejilla de nuevo a su pecho. Jungkook apagó
las luces y me quedé dormido escuchando los latidos de su corazón.
179
Sabía que una persona normal habría huido de Jungkook, pero había crecido
entre depredadores. Las personas decentes y normales, con trabajos que no
implicaban violar las leyes eran una especie extraña para mí. Y en el fondo, una
parte primordial de mí no podía imaginar estar con alguien que no fuera un alfa
como Jungkook. Me emocionaba saber que un hombre como él podía ser gentil
conmigo. Me emocionaba que fuera mío y yo fuera suyo.
•••
El cielo apenas se estaba volviendo gris sobre el horizonte de Busan cuando

desperté a la mañana siguiente. Todavía estaba tumbado sobre el pecho de
Jungkook, mi pecho desnudo presionado contra su piel caliente, pero me había
deslizado por su cuerpo durante la noche y su rígida longitud estaba presionada
contra
mi pierna. Me moví con cuidado y miré la cara de Jungkook. Sus ojos estaban
cerrados y parecía tan tranquilo, dormido, que era difícil de creer que la misma
cara había albergado tanta violencia y oscuridad la noche anterior.
La curiosidad se apoderó de mí. Nunca había visto una erección que no fuese la
mía, pero estaba preocupado por despertar a Jungkook. Después de lo que él
había dicho, realmente no quería arriesgarme a que perdiera el control. Traté de
mirar por encima de mi hombro la erección de Jungkook, pero de la forma en
que estábamos posicionados tendría que
romperme el cuello para verlo. De repente, un zumbido provino de la mesita de
noche y Jungkook se incorporó tan rápido que chillé. Me llevó con él, con un
brazo estabilizándome alrededor de mi cintura, el otro tratando de alcanzar su
móvil. Pero la nueva posición me había hecho deslizarme por su cuerpo, y ahora
su erección estaba entre mis piernas, su longitud presionada contra mi. Estaba
prácticamente montándolo como una escoba.
Nunca había estado más agradecido por mi ropa interior. Me puse rígido y
también lo hizo Jungkook, el móvil ya presionado contra su oreja. Traté de
180
llegar a una posición menos problemática, pero eso solo hizo que su pene se
frotara contra mí. Él gimió y me quedé helado. Los ojos de Jungkook se
dilataron mientras sus dedos se apretaban en mi cintura.
—Estoy bien Yoongi —dijo con voz áspera—. Estoy jodidamente bien. No.
Puedo manejar esto. No necesito ver al Doc. Ahora déjame dormir. —Jungkook
colgó, puso el teléfono en la mesita de noche y se quedó mirándome.
Estaba tan rígido que él podría haberme utilizado como una tabla de planchar.
Se hundió de nuevo lentamente con todo el control que solo un montón de
abdominales podrían darte. Terminé en una posición sentado, montando entre
sus caderas. Ahora que él estaba acostado su erección ya no estaba tocándome.
Reuniendo valor, balanceé mi pierna por encima de sus caderas, rozando
accidentalmente la erección de Jungkook.
—Mierda —gruñó Jungkook, sacudiéndose debajo de mí. Tuve que reprimir

una sonrisa. Me arrodillé junto a él y luego me permití mirar. Guau. No tenía
nada con qué compararla además que con la mía, pero al ser un hombre mpreg
nuestros miembros eran más pequeños, no podía imaginar que
pudiera ser más grande. Era largo y grueso, y circuncidado. Jimin había ganado
su
estúpida apuesta.
—Vas a ser la muerte para mí, Taehyung—dijo Jungkook en voz baja.
Me di la vuelta, avergonzado. Había estado mirando. Había hambre en la cara

de Jungkook cuando me encontré con sus ojos. Una de sus manos descansaba
sobre su
estómago, la otra estaba arrojada sobre su cabeza. Sus abdominales estaban
tensos por la tensión, de hecho cada centímetro de su cuerpo parecía de esa
manera. De repente fui invadido por la timidez. ¿Por qué había pensado que era
una buena idea echarle un vistazo? Arriesgué otra mirada.
—Si sigues mirando mi miembro con esa expresión aturdida, voy a explotar.
181
—Lo siento si mi expresión te molesta, pero esto es nuevo para mí. Nunca he
visto a otro hombre desnudo. Cada primera vez que voy a experimentar será
contigo, así que...
Jungkook se incorporó. Su voz bajó una octava.
—No me molesta. Es jodidamente caliente y voy a disfrutar de cada primera

vez que compartirás conmigo. —Acarició mi mejilla—. Ni siquiera te das
cuenta lo mucho que me excitas.
Con él sentado, nuestras caras estaban cerca y Jungkook me atrajo para un beso.
Presioné mi mano contra su hombro, luego, lentamente, la corrí por su pecho
hacia su estómago. Jungkook detuvo el beso.
—Anoche me preguntaste si quería que tú me tocaras.
—Sí —le dije, mi respiración alterada—. ¿Quieres que te toque ahora?
El fuego en sus ojos se oscureció.
—Mierda, sí. Más que cualquier cosa.
La forma en que sus ojos depredadores se posaron en mi pequeño cuerpo, me

erizo.
—Eres jodidamente hermoso, Taehyung.
No supe qué decir.
—¿Quieres tocarme ahora? —dijo en voz baja.
Asentí y lamí mis labios. Miré hacia abajo, luego, tentativamente extendí la
mano y pasé mi dedo por encima de su longitud. Se sentía suave, caliente y
firme. Jungkook dejó escapar una respiración áspera, los músculos en sus brazos
tensos por el esfuerzo de contenerse. Rocé la punta, maravillándome de lo suave
182
que era. Jungkook apretó los dientes. Sentí una extraña sensación de poder sobre
él a media que corría mis dedos de arriba hacia abajo lentamente, fascinado por
su sedosidad.
Jungkook tembló bajo mi tacto.
—Tómame en tu mano —dijo en voz baja.

Envolví ligeramente mis dedos alrededor de su eje, preocupado por hacerle
daño. Moví mi mano hacia abajo, luego hacia arriba, sorprendido de lo pesado
que se sentía en mi palma. Jungkook se recostó. Sabía que me estaba viendo,
pero no podía encontrar su mirada, demasiado mortificado por mi propio valor.
—Puedes agarrar más duro —dijo él, después de unas pocas más de mis caricias
tentativas.
Apreté los dedos.
—Más fuerte. No se caerá.
Me sonrojé y me alejé, dejando caer mi mano.
—No quería hacerte daño. —Dios, esto era embarazoso. Ni siquiera podía hacer
esto. Tal vez Jungkook realmente debería volver con Mina. Ella sabía qué hacer.
—Oye —dijo Jungkook con calma, tirando de mí contra él—. Estaba

bromeando. Está bien. —Me besó. Su boca moviéndose contra la mía, inflexible
pero suave, y su mano se deslizó por mi brazo, y mi estómago hasta llegar al
borde de mi ropa interior y introducir su mano para tocar mi miembro.
Contuve la respiración al sentirlo contra mi piel desnuda. Poco a poco comenzó

a masturbarme. Gemí contra sus labios antes de deslizar mi lengua en su boca
para bailar con la suya. El placer se extendió a través de mí a medida que él me
tomaba con su mano. Arrancó su boca de la mía, sus ojos clavados en mí.
183
—¿Quieres intentarlo de nuevo? —preguntó con voz ronca, con una inclinación
de cabeza hacia su dura longitud.
Su mano se movió sobre mí una vez más y me quedé sin aliento, casi incapaz
de pensar con claridad, mucho menos de formar una frase coherente. Mi
miembro dolía con una necesidad que nunca antes había sentido. Deslicé mi
mano por su torso musculoso, siguiendo el fino rastro de vello oscuro hasta su
erección. Envolví mi mano alrededor de ésta y saltó bajo mi toque. Los dedos
de Jungkook se deslizaron más rápidamente contra mi carne húmeda. Sus
caricias firmes haciéndome jadear, pero estaba demasiado ido para que me
importara.
Jungkook cubrió mi mano alrededor de su miembro con la suya,

demostrándome qué tan fuerte apretarlo, tal como él me lo estaba haciendo.
Después movió nuestras manos de arriba hacia abajo por su asta. Yo miré
fascinado. Nos movimos más rápido y más duro de lo que me hubiera atrevido.
La mano de Jungkook, me frotaban más rápido también, hasta que escasamente
podía respirar y mi pulso palpitaba en mis venas. Estaba cerca de despeñarme
sobre el borde.
—Jungkook—jadeé y el apretó mi glande, haciéndome caer en espiral, fuera de

control; me libere contra su mano. Mi cuerpo se contrajo con espasmos mientras
gemía. Mi mano bombeó el pene de Jungkook aún más rápido y con un gruñido
gutural su liberación se extendió sobre él. Temblé contra él a medida que lo
miraba venirse sobre nuestras manos y su estómago. Mis pezones estaban duros
y se frotaban contra su pecho, enviando oleadas de placer a través de mí. Su
erección palpitando en mi palma, se relajó lentamente. Jungkook sacó los dedos
de abajo de mis bóxer y los posó sobre mis nalgas. Cerré los ojos, escuchando
el estruendo de su corazón. Jungkook besó mi coronilla, sorprendiéndome con
ese gesto amoroso. Mi corazón rebozó de nueva esperanza.
Gradualmente nuestra respiración se estabilizó. Jungkook alcanzó la caja de

pañuelos desechables de la mesa de noche y me dio un pañuelo, antes de
limpiarse él mismo. Me sentí un poco cohibido a medida que limpiaba su
esperma de mi mano. No podía creer que lo había tocado de esa manera. Seguía
184
sintiéndome sensible en todos lados y aun así quería sentir su mano nuevamente.
¿Estaba mal haber disfrutado tanto del
toque de Jungkook?
Era mi esposo, pero aun así. No había amor.
Singularity
CAPITULO XI
Jungkook acarició mi brazo y decidí no pensar mucho en ello. Haría lo que
sintiera correcto. Dejé escapar un pequeño suspiro, pero después mis ojos se
enfocaron en la herida bajo las costillas de Jungkook. Estaba sangrando.
Me senté en seguida.
—Estás sangrando. —Me había olvidado de eso—. ¿Te duele?
Jungkook se veía sumamente relajado. Echó una mirada a su herida.
—No mucho. No es nada. Estoy acostumbrado.
Toqué la piel bajo su herida.

185
—Necesita puntadas. ¿Y si se infecta?
—Tal vez tengas suerte y te vuelvas un viudo joven.
Lo miré con furia.
—Eso no es gracioso. —No después de lo que acabábamos de hacer. Me sentía

más cerca de él que nunca, y mi padre solo me conseguiría otro esposo de
cualquier manera.
—Si te molesta tanto, ¿por qué no tomas el estuche de primeros auxilios del
baño y me lo traes?
Salté fuera de la cama y me apresuré hacia el baño.
—¿En dónde está?
—En el cajón, bajo el lavamanos.
No había solamente un estuche de primeros auxilios. Había cerca de doce

estuches. Tomé uno y regresé a la habitación pero antes de unirme a Jungkook
en la cama, levanté mi suéter del suelo y me lo puse. Jungkook se sentó
apoyándose en la cabecera, seguía estando gloriosamente desnudo. Me
concentré en su torso, un poco avergonzado por su flagrante desnudez.
Jungkook acarició mi mejilla cuando me acomodé cerca de él.
—Sigues siendo demasiado tímido para mirarme después de lo que pasó. —

Jaló el borde de mi suéter—. Me gustabas más sin esto.
Apreté los labios.
—¿Qué quieres que haga? —Coloqué el estuche de primeros auxilios entre los
dos y lo abrí.
—Muchas cosas —murmuró Jungkook .
186
—Con el corte.
—Hay toallitas desinfectantes. Limpia mi herida y yo prepararé la aguja.
Abrí uno de los paquetes. El poderoso olor a desinfectante inundó mi nariz.

Saqué una toallita, la desdoblé y la pasé sobre la cortada. Jungkook hizo un
gesto, pero no hizo ningún sonido.
—¿Arde?
—Estoy bien —dijo simplemente—. Limpia más fuerte.
Lo hice, y aunque se sacudió varias veces, nunca me pidió que me detenga.

Eventualmente tiré la toallita en la basura y me recoste. Jungkook perforó su
piel con la aguja y comenzó a coserse a sí mismo, sus manos firmes y seguras.
Solo mirarlo me hizo sentir indispuesto. No podía imaginarme hacerme eso a
mí mismo, pero mientras mis ojos vagaban por el cuerpo de Jungkook y las
muchas cicatrices, me di cuenta que probablemente no era la primera vez que
hacía esto. Cuando Jungkook estuvo satisfecho con su trabajo, guardó la aguja.
—Tenemos que cubrirlo —dije. Busqué en el estuche de primeros auxilios, pero

Jungkook negó con la cabeza.
—Se curará más rápido si permitimos que respire.
—¿En serio? ¿Estás seguro? ¿Qué tal si se infecta?
Jungkook rio entre dientes.—No necesitas preocuparte. Esta no será la última

vez que llegaré a casa herido.
¿Estaba preocupado? Sí. Y no me gustaba pensar en él tomando su salud tan a

la ligera.
187
Jungkook abrió los brazos.
—Ven.
—¿No tienes que irte? —Miré el reloj. Eran apenas las ocho, pero la mayoría
de los días Jungkook se había ido para esta hora.
—Hoy no. Nos hemos ocupado de la Bratva por el momento. Tendré que estar
en uno de los club de la familia por la tarde.
Me reí levemente. No pude evitarlo. Estaba contento de no tener que pasar todo
el día solo nuevamente. Me acurruqué contra el costado de Jungkook y él
envolvió su brazo a mi alrededor.
—No esperaba que te vieras tan feliz —dijo en voz baja.
—Estoy muy solo. —Odiaba lo débil que eso me hacía sonar, pero era la verdad.
Los dedos de Jungkook se apretaron en mi brazo.
—Tengo algunas primas con las que podrías salir. Estoy seguro que les gustaría
ir de compras contigo.
—¿Por qué todo el mundo piensa que quiero ir de compras?
—Entonces haz algo más. Toma un café o ve a un spa, no sé.
—Aún tengo el certificado para un spa que me dieron en mi despedida de

soltero.
—¿Ves? Si quieres puedo invitar a algunas de mis primas.
Negué con la cabeza.
—No tengo muchas ganas de conocer a otra de tus primas después de lo que
Hyna hizo.
188
—¿Qué es lo que hizo? —Se puso rígido junto a mí.
Me retiré, mirando a Jungkook. Después me di cuenta que nunca le había dicho

cómo lo había encontrado en la cama con Mina y después de toda la confusión
de los últimos días, él nunca me lo había preguntado. Probablemente había
tenido más que suficiente ocupándose de la Bratva.
—Ella me dio la carta que me condujo hasta ti y Mina. —Solo decir su nombre
hizo que mi estómago se revuelva nuevamente, y los recuerdos indeseados
volvieron a la superficie. Me senté, lejos de la calidez de Jungkook . Encogí mis
piernas contra mi pecho, agobiado por todo lo que había sucedido.
Jungkook se sentó y me dio un beso en el hombro.
—¿Hyna te dio una carta que te pedía que fueras al apartamento? —Su voz sonó
tensa con la furia apenas controlada.
Asentí, después tragué antes de atreverme a hablar.
—Y una llave. Aún está en mi bolso.
—Esa maldita perra —rugió.
—¿Quién?
—Ambas. Mina y Hyna. Son amigas. Mina debe haberla convencido para
hacerlo. Esa zorra.
Me encogí, alejándome de la furia en su voz. Dejó salir un fuerte suspiro y

envolvió mi cintura con su brazo, atrayéndome contra su pecho y enterrando la
cara en mi cabello.
—Mina quería humillarme. Se veía realmente feliz cuando los encontré.
189
—Apuesto que sí —dijo—. Es una jodida rata tratando de humillar a un Rey.

No es nada.
Guau, estaba furioso. Y no pude evitar sentir alegría por ver a Mina caer en su
desgracia.
—¿Cómo reaccionó cuando le dijiste que no podías verla nunca más?
Se quedó callado. Me tensé.
—Prometiste que no la verías a ella ni a otras personas de nuevo. —Mi voz

tembló y traté de zafarme de su abrazo pero me apretó rápidamente.
¿Me había mentido? No podía creer que había confiado en él, no podía creer
que lo había dejado tocarme ahí y que en realidad yo lo había tocado.
—Lo hice, y no lo haré. Pero no hablé con Mina. ¿Por qué debería? No le debo
una explicación, al igual que no le debo ni una maldita explicación a las otras
personas que follé. —Su cuerpo podría haber estado hecho de piedra de tan
tenso que estaba. Quería creerle. Agarró mi barbilla entre su pulgar y su dedo
índice y giró mi rostro hasta que estuve mirando hacia él—. Tú eres él único
que quiero. Mantendré mi promesa, Taehyung.
—Así que no la verás de nuevo.
—Oh, la veré de nuevo para decirle lo que pienso de su pequeño truco.
—No lo hagas.
Él frunció el ceño.
—No quiero que hables con ella otra vez. Solo vamos a olvidarnos de ella. —
Pude ver que él no quería olvidar—. Por favor.
Exhaló, luego asintió.
190
—No me gusta, pero si eso es lo que quieres...
—Lo es —dije decididamente—. Ni siquiera vamos a hablar de ella nunca más.

Finjamos que no existe.
Jungkook levantó su mano y frotó su pulgar sobre mi labio inferior.
—Tus labios son tan jodidamente besable—Agaché la cabeza para ocultar mi

sonrisa de satisfacción.
—Hay algo sobre lo que quería hablarte —dije.
—¿Más malas noticias?
—Bueno, supongo que eso depende de tu punto de vista. Quiero que Jimin me
visite. La escuela no empieza hasta dentro de dos semanas y lo extraño.
—Han pasado solo algunos días desde que lo viste.
—Lo sé.
—¿Dónde se quedaría?
—No lo sé. ¿Tal vez en nuestra habitación de invitados? —Teníamos tres de

ellas en la planta baja del penthouse.
—Tu hermano es un gran dolor en el culo. —Le di una mirada suplicante—.

¿Qué tal un trato? —dijo con voz ronca.
Los nervios revolotearon en mi estómago.
—¿Un trato?
—No luzcas tan nervioso. —Jungkook sonrió con sarcasmo—. No voy a pedir
que duermas conmigo para que puedas ver a tu hermano. No soy así de imbécil.
191
—¿No? —bromeé y golpeó sus labios contra mí en un beso que envió una
descarga de sensaciones por todo el camino hasta los dedos de mis pies.
—No —dijo contra mis labios—. Pero me gustaría explorar tu cuerpo.
Levanté las cejas.
—¿Cómo?
—Esta noche, trataré de estar en casa temprano después de la reunión en el club

y quiero que nos relajemos en el jacuzzi por un rato y luego quiero que te
recuestes y me dejes tocarte y besarte donde yo quiera. —Lamió mi oreja—. Te
encantará.
Separé los labios con sorpresa. Esto era moverse mucho más rápido de lo que
había pensado que sería, de lo que había pensado que debería. Jungkook debe
haber visto la incertidumbre en mi expresión porque deslizó su mano entre mis
piernas y presionó la palma de su mano contra mi miembro por encima de la
tela de mi ropa interior. Di un salto y dejé escapar un gemido antes de que
pudiera detenerme. Dios, esto era ridículo. Esto era lo que sucedía cuando eras
obligado a vivir en abstinencia durante tanto tiempo.
—Te gusta esto, Tae. Sé que lo haces. Admítelo.
Presionó más fuerte y me froté contra él.
—Sí —jadeé. Movió su mano lentamente sobre mí, enviando torrentes de placer
a través de mi cuerpo—. No te detengas.
—No lo haré —dijo, mordisqueando mi garganta—. Entonces, ¿me dejas

tenerte a mi manera esta noche? No haré nada que no quieras.
Ni siquiera estaba seguro de lo que quería en este momento. A excepción de

que Jungkook no dejara de hacer lo que estaba haciendo con su mano. Le habría
prometido lo que sea en ese momento.
192
—Sí.
Aumentó la presión sobre mi miembro y succionó en mi garganta, luego movió

su lengua por mi clavícula y exploté. Jungkook me besó debajo de mi barbilla
antes de retirarse con una sonrisa. Una vez que bajé de mi clímax, necesité
encontrar una manera de equilibrar el poder entre nosotros. Él me quería más
de lo que yo lo quería a él. Estaba seguro de ello. Y tenía que aprovecharme de
eso.
Apoyé mi frente contra su hombro.
—Entonces, ¿puedo llamar a Jimin y decirle para compre sus boletos de avión?
Jungkook rio entre dientes.
—Claro, pero recuerda nuestro trato. —Su teléfono sonó en la mesita de noche.
Lo recogió—. Por el amor de Dios, Yoongi, ¿ahora qué?
Me aparté. Jungkook se levantó y comenzó a caminar por el dormitorio,

completamente desnudo.
—Cubrimos su espalda. No dejaré que otro jodido restaurante vaya a los rusos.
Sí. Sí. Estaré listo dentro de media hora. —Arrojó su teléfono sobre la mesita
de noche.—Tengo que hablar con el dueño de una cadena de restaurantes.
—Está bien —dije, tratando de ocultar mi decepción.
—Llama a tu hermano y dile que puede venir. Y estaré de regreso a tiempo para
la cena, ¿de acuerdo? Tengo un par de menús de comida para llevar en la cocina.
Ordena lo que quieras. —Se inclinó y me besó—. Dile a Soobin que te lleve a
un museo o algo por el estilo.
Quince minutos más tarde, se había ido, y yo me quedé con mis dudas. ¿Cómo
pude haber aceptado su oferta? Porque me encantaba el placer que me daba.
¿Por qué no disfrutar de ello? Tal vez tendría que vivir sin amor, pero eso no
193
significaba que tenía que ser miserable.
•••
Jimin estuvo en éxtasis cuando lo llamé para decirle que podía visitarme. No le
dije sobre el trato. No podía hablar sobre algo así por teléfono, o nunca. Sabía
que no aprobaría que ceda ante Jungkook tan rápidamente.
Como prometió, Jungkook regresó a casa temprano. Estaba increíblemente

nervioso. Había elegido una hermosa camisa amarilla y unos shorts suaves, y
puse la mesa en la terraza. La sorpresa cruzó el rostro de Jungkook cuando me
encontró afuera.
—¿Pensé que podíamos comer aquí?
Envolvió sus brazos alrededor de mí y me jaló hacia un persistente beso.

Mariposas revolotearon en mi estómago.
—Ordené comida india.
—Estoy hambriento por una sola cosa.
Me estremecí.
—Vamos a comer. —¿Qué haría Jungkook si le dijera que ya no habría trato?

Tomé asiento. Jungkook me miraba con intensidad. Finalmente se dejó caer en
la silla frente a mí. Había una suave brisa que acariciaba mi piel y tiraba de mi
cabello.
—Te ves jodidamente atractivo.
194
Empecé a comer.
—Soobin me llevó al Museo hoy. Fue increíble.
—Bien —dijo Jungkook con un toque de diversión. ¿Podía ver lo nervioso que
estaba?
—¿Qué pasó con el dueño del restaurante? ¿Lo convenciste de que la familia lo
protegerá de los rusos?
—Por supuesto. Ha estado bajo nuestra protección durante más de una década.
No hay ninguna razón para cambiar eso ahora.
—Claro —dije distraídamente, tomando un trago de vino blanco. Jungkook bajó

su tenedor.
—¿Tae?
—¿Hm? —Picoteé un trozo de coliflor en mi plato, sin encontrar la mirada de

Jungkook.
—Taehyung. —Su voz envió un escalofrío por mi espalda y eché un vistazo

hacia él. Se recostaba sobre su silla, con los brazos cruzados sobre su fuerte
pecho—. Estás asustado.
—No lo estoy. —Entrecerró los ojos—. Tal vez un poco, pero sobre todo estoy
nervioso.
Se levantó de la silla y rodeó la mesa.
—Vamos. —Tendió su mano. Después de un breve momento de vacilación, la

tomé y me puso de pie—. Vamos a entrar en el jacuzzi, ¿de acuerdo? Eso te
relajará.
195
Dudaba que estar en el Jacuzzi con él solo en traje de baño me pondría menos
nervioso. No sabía qué esperar y eso me aterraba.
—¿Por qué no buscas tu bañador y yo voy a preparar el jacuzzi?
Asentí y volví a entrar. Escogí mi bañador favorito de encaje blanco con puntos
verdes y una ligera camiseta blanca. Puse mi cabello en una bandana y luego
me miré en el espejo del baño. No estaba seguro por qué esto me ponía tan
nervioso. Esta mañana el toque de Jungkook había puesto mi piel en llamas.
Había prometido no hacer nada que no quisiera. Respiré profundo y entré al
dormitorio. Jungkook estaba esperando por mí en unos shorts negros que no
hacían nada para ocultar su firme cuerpo. Todo músculo y fuerza.
Sus ojos viajaron sobre mí, y entonces deslizó una mano por mi cadera.
—Eres perfecto —dijo en voz baja. Con un suave empujón, me llevó fuera de
la habitación, por las escaleras y a la terraza.
Temblé. La brisa había aumentado y estaba definitivamente demasiado frío para

estar afuera en nada más que un bañador. Jungkook me levantó en sus brazos.
Jadeé sorprendido, mi mano apoyándose contra el tatuaje sobre su corazón.
Mi propio corazón estaba galopando en mi pecho. Enterré mi rostro en el hueco

del cuello de Jungkook , intentando relajarme. El agarre de Jungkook en mí se
apretó cuando entró en el jacuzzi y poco a poco nos bajó en la burbujeante agua
caliente. Me senté en su regazo, mi cara todavía oculta contra su piel. Jungkook
frotó su mano de arriba hacia abajo por mi espalda.
—No hay razón para que estés asustado.
—Lo dice el hombre que aplastó la garganta de un hombre con sus propias
manos. —Quise decirlo bromeando pero mi voz salió inestable.
—Eso no tiene que ver con nosotros, Tae. Eso son negocios.
196
—Lo sé. No debería haber sacado el tema.
—¿Cuál es realmente el problema?
—Estoy nervioso porque me siento vulnerable, estoy a tu merced debido al

trato.
—Taee, olvida el trato. ¿Por qué no intentas relajarte y disfrutar esto? —

Levantó mi barbilla hasta que nuestros labios se estaban casi tocando y nuestros
ojos estaban fijos en el otro.
—Prométeme que no vas a forzarme a hacer algo que no quiero hacer. —Bajé
la mirada hacia su pecho—. Prométeme que no me harás daño.
—¿Por qué te haría daño? —preguntó Jungkook—. Te dije que no voy a dormir
contigo a menos que tú quieras.
—¿Entonces me harás daño cuando durmamos juntos?
Los labios de Jungkook se retorcieron en una sonrisa irónica.
—No, a propósito no, pero no creo que haya manera de evitarlo. —Besó el
punto por debajo de mi oreja—. Pero esta noche quiero hacerte retorcer de
placer. Créeme.
Quería, pero la confianza era una cosa peligrosa en nuestro mundo. Una parte
de mí quería aferrarse a la chispa de odio que había sentido cuando lo había
atrapado con Mina. Pero, otra parte más grande quería fingir que no habíamos
sido forzados a esta unión, quería pretender que podíamos amarnos el uno al
otro.
La lengua de Jungkook se arrastró sobre mi garganta. Se detuvo sobre mi pulso

latiendo a toda prisa y chupó la piel en su boca. Me estremecí por la sensación.
Su cuerpo se sentía caliente y duro contra el mío, me encantaba sentarme en su
regazo; aunque esto no era exactamente cómodo. No había mucha suavidad en
197
el cuerpo de Jungkook, solo firmes músculos. Se removió, presionando su

erección contra mi trasero mientras sus labios reclamaban mi boca. Los besos
enviaron pequeños relámpagos a través de mi cuerpo pero necesitaba que esto
fuera más que algo físico. Quería conocer más sobre el hombre con el que
pasaría el resto de mi vida. Me aparté, consiguiendo un gruñido de Jungkook en
respuesta. Sus dedos se apretaron sobre mi cintura, sus ojos grises
cuestionándome a medida que subían a mi cara. Besé su pecho y lancé mis
brazos alrededor de su cuello.
—¿Podemos hablar un momento?
Estaba claro por la expresión de Jungkook que hablar era la última cosa en su
mente, pero se apoyó contra la pared del jacuzzi.
—¿Sobre qué quieres hablar?
Una de sus manos se deslizó hacia abajo y comenzó a acariciar mi trasero. No

permití que me distrajera de mi objetivo. Incluso si esto era una gran distracción.
La mirada hambrienta en los ojos de Jungkook tampoco ayudó.
—¿Qué le pasó a tu madre? —Sabía que había muerto cuando Jungkook había
sido joven pero Seung no había dicho mucho más, ya sea porque no sabía o
porque pensaba que no debería saber. El cuerpo de Jungkook se volvió rígido,
sus ojos duros.
—Murió. —Dio vuelta a su rostro, flexionando la mandíbula—. Ese no es el

tipo de cosas de las que quiero hablar esta noche.
Su reprimenda escoció. Quería acercarme a él, quería conocer más caras de él,
pero estaba claro que no me dejaría. Asentí. Jungkook removió su mano de mi
trasero y la arrastró lentamente sobre mi cadera, luego la bajó hasta que alcanzó
la cara interna de mi muslo. Se deslizó bajo el fondo de mi bañador, frotando
su dedo en mi entrada. Debería haberlo alejado de un empujón, pero en su lugar
abrí mis piernas un poco más. Jungkook acarició mi cuello, luego se echó hacia
atrás. Enganchó los dedos de su otra mano bajo la parte superior de mi camiseta
198
y tiró de esta hasta dejarme desnudo del pecho. Piel de gallina cubriendo mi piel
y mi pequeño botón erecto por el contacto con la fría brisa.
Jungkook hizo un sonido bajo en su garganta a medida que observaba mi piel.

Entonces se inclinó y succionó mi pezón en su boca y, al mismo tiempo, frotó
su pulgar sobre mi orificio. Gemí por la sensación, inconsistentemente froté mi
miembro contra su duro cuerpo. Gruñó contra mi piel y liberó mi pezón con un
audible sonido hueco. Acercó su mirada a mí mientras su lengua acariciaba mi
pequeño botón. Traté de mirar hacia otro lado, pero gruñó.
—No, mírame.
Y lo hice. Observé mi pezón desaparecer en su boca una vez más, lo

observémientras jugueteaba con su lengua, sus hambrientos ojos sobre mí.
Mordió suavemente y mis caderas se sacudieron contra su mano, todavía
burlándose contra mi calidez. En un momento dado, traslado aquella mano
sobre mi ansioso miembro, y comenzó a frotarlo de arriba a abajo, deteniéndose
con más fuerza sobre mi glande. La liberación se estremeció a través de mi
cuerpo. Jungkook se retiró a la velocidad de un rayo, agarró mis caderas y me
levantó sobre el borde del jacuzzi.
—Jungkook, ¿qué...? —Jungkook arrancó la parte inferior de mi bañador,

prácticamente
rasgándolo por la fuerza ejercida. Di un grito ahogado y por inercia, cubrí mi
entrepierna, Jungkook se posicionó entre mis piernas, empujó mis manos y
separo mis muslos tan lejos como fue posible y bajó su cabeza.
Grité de nuevo, horrorizado y sorprendido y... oh, Dios. Jungkook corrió su

lengua todo el camino desde mi entrada hasta mis testículos.
—Mierda, sí —gruñó.
Mis ojos se lanzaron alrededor. ¿Y si la gente nos veía? Una parte del jacuzzi
estaba abarcada por una pantalla, pero Jungkook chupó mi miembro y no
importó nada más.
199
—Mírame —ordenó contra mi glande, la sensación de su aliento contra mi carne

caliente haciéndome estremecer. Miré hacia abajo, mi piel ardiendo con
vergüenza y excitación mientras me encontraba con su mirada. Sus ojos se
clavaron en los míos, y lentamente, deslizó su lengua en mi miembro y bajó
hasta mi entrada. Gemí—. Eres mío — dijo con dureza, me lamió de nuevo con
más fuerza pero aún más lento—. Dilo.
—Soy tuyo —dije sin aliento, sus pulgares me separaron aún más, revelando el
interior de mi pequeña entrada rosada.
Soltó una respiración baja, una sonrisa satisfecha curvando sus labios. Quería
que me tocara ahí, no deseaba nada más. Se inclinó hacia adelante, sus ojos en
mí, y dio vueltas con su lengua alrededor, estirándome. Chillé, mi mano
disparándose y agarrando el cabello de Jungkook. Me vine de manera violenta,
manchándome el estómago, temblando y gritando, retorciéndome contra los
labios de Jungkook. Pero no se detuvo. Era implacable. Tiré mi cabeza hacia
atrás, mirando hacia el cielo nocturno. Jungkook no me dijo que lo mirara esta
vez. Pero podía escuchar todo lo que estaba haciendo. Cómo chupaba y lamía,
la forma en que canturreaba con aprobación, la forma en que soplaba contra mi
miembro sensible, luego lamía de nuevo.
Mi cuerpo entero estaba en llamas, temblando. No podía soportar mucho más,

pero Jungkook succionó mi miembro hasta lo más profundo de su garganta y
me vine, mis músculos apretándose alrededor de él. Apreté los ojos, y mi
espalda se arqueó sobre el frío mármol. Estaba tan caliente. ¿Cómo puede
alguien estar tan caliente? Los sonidos de Jungkook lamiéndome estaban mal
pero me excitaban como nada nunca lo había hecho.
Jungkook sacó su lengua a medida que los últimos picos de mi orgasmo me

hundían.
Antes de saber lo que estaba pasando, sentí su dedo contra mi abertura y lo
deslizó casi todo el camino. La intrusión fue extraña e inesperada. Me sacudí y
jadeé por el dolor. Mi cuerpo se volvió rígido mientras trataba de recuperar el
aliento.
200
—Mierda, estás tan jodidamente apretado, Tae.
Apoyé las palmas contra el borde del jacuzzi, tratando de relajarme. El agua se
derramó cuando Jungkook salió del agua para inclinarse sobre mí, su dedo
todavía en mí.
Me mordí el labio, pero no lo miré.
—Oye —dijo en una voz áspera. Me encontré con su mirada—. Debería haber
entrado más lento, pero estabas tan excitado.
Asentí, pero no dije nada. No podía superar la sensación de su dedo en mí. No

se movía, pero estaba ahí, llenándome. Jungkook me besó en los labios. Sus
ojos estaban más oscuros de lo que jamás los había visto y tan llenos de deseo
y hambre que me asustaron y excitaron al mismo tiempo.
—¿Todavía duele? —dijo con voz áspera.
Moví mi cadera ligeramente, tratando de encontrar las palabras para la

sensación.
—Es incómodo y arde un poco. —Me sonrojé.
Jungkook lamió mis labios, luego chupó mi labio inferior.
—Sé que soy un imbécil por decirlo, pero la idea de mi pene dentro de tu
apretado orificio me pone tan duro.
Mis ojos se abrieron más, pero él sacudió la cabeza.
—No estés tan aterrado. Te dije que no lo intentaría esta noche.
—También dijiste que no me harías daño. —Fue más para provocarlo que nada
más, ya que en realidad no estaba enfadado con él.
201
Poco a poco me estaba acostumbrando a su dedo dentro de mí y lo que había

hecho antes de eso había sido un paraíso. Ya quería sus labios y lengua de nuevo
sobre mí. Algo en la expresión de Jungkook cambió, pero no pude leer la
emoción.
—No pensé que lo haría, Tae—dijo en voz baja—. Estabas tan excitado y
dispuesto. Pensé que mi dedo entraría sin problemas. Quería usar mis dedos
para tu cuarto orgasmo.
Me estremecí y una pequeña descarga de placer se formó en mi núcleo una vez

más. Casi deseé que Jungkook moviera su dedo ahora.
—Dolió porque tomaste mi ya sabes... —El calor se precipitó en mis mejillas y

algo brilló en los ojos de Jungkook.
—¿Tu virginidad? No, ángel. No estoy tan profundo y quiero reclamar esa parte
de ti con mi polla, no con mi dedo.
¿Ángel? Una calidez se instaló en mi pecho. Sacó su dedo lentamente, mis

músculos anales apretándose alrededor de él, enviando un extraño cosquilleo a
través de mi miembro. Trazó el mismo dedo sobre mi labio y lo sumergió en mi
boca. Lo rodeé con mi lengua, sin siquiera saber por qué. Jungkook gimió. Sacó
su dedo de inmediato y empujó su lengua entre mis labios. Me apreté contra su
pecho, mi lengua luchando con la suya.
—Vamos adentro. Quiero lamerte otra vez.
202
Singularity
CAPITULO XII
Exhalé.
—¿Me dejarás poner mi dedo en ti una vez más? Esta vez voy a ir muy lento.
—Sí —dije. Él saltó del jacuzzi y me ayudó a ponerme de pie. Luego me levantó
en sus brazos, mis piernas envolviéndose alrededor de su cintura mientras me
llevaba adentro.
Me bajó frente a la cama y desapareció en el cuarto de baño solo para volver

con una toalla. Envolvió la toalla alrededor de mí y empezó a frotar suavemente
para secarme. Cerré los ojos, disfrutando de la sensación. No podía creer que
había dejado que Jungkook hiciera lo que había hecho. No podía creer que
quería que lo hiciera de nuevo. Todo era tan abrumador. Sabía que era
demasiado rápido, pero como Jungkook había dicho, ¿qué estaba esperando? Él
era mi esposo.
—¿Tienes frío?
203
Mis ojos se abrieron lentamente. Jungkook dejó caer la toalla, dejándome

desnudo. Sus manos se deslizaron de arriba abajo por mis brazos. Todo mi
cuerpo estaba cubierto de piel de gallina.
—Un poco.
Jungkook me tumbó en la cama antes de que él se enderezara y deslizara hacia

abajo sus pantalones cortos. Su erección saltó libre, dura y larga, y de repente
la ansiedad se apoderó de mí. Había puesto un dedo en mí, tal vez ahora quería
dar el siguiente paso. Tal vez estaba confundido acerca de algunas cosas en este
momento, pero sabía una cosa: no estaba listo para eso.
Todavía apenas conocía al hombre frente a mí, y dormir con él, dejarlo estar en
mí de esa forma era demasiado, muy íntimo. Tal vez esta noche había sido su
forma de manipularme. Nadie iba tan lejos en la mafia sin ser un maestro de la
manipulación. Apreté las piernas juntas y me corrí hacia atrás. Jungkook se
detuvo, con una rodilla ya apoyada en la cama.
—¿Taehyung? —Sus dedos se cerraron alrededor de mi pantorrilla y me eché

hacia
atrás y empujé mis piernas contra mi pecho. Él suspiró—. ¿Ahora qué? —Se
sentó a mi lado, su longitud casi rozando mi pierna—. Di algo.
—Esto es demasiado rápido —dije en voz baja.
—¿Porque estoy desnudo? Ya has visto antes mi pene. Incluso me tocaste.
Mi cara ardió.
—Creo que estás tratando de manipularme. Si te diera la oportunidad, irías todo

el camino hoy mismo.
—Por supuesto que lo haría, pero no puedo ver lo que la manipulación tiene que
ver con eso —dijo con una pizca de ira en su voz—. Te deseo. Nunca mentí
204
sobre eso. Voy a aceptar lo que sea que estés dispuesto a dar y estabas dispuesto
en el jacuzzi.
—No con lo del dedo —espeté, de repente también enojado—. Tal vez
intentarás lo mismo con el sexo. —Sabía que sonaba ridículo.
Jungkook se echó a reír. Se inclinó muy cerca.
—Eso no funcionará. Mi pene no se deslizará dentro de ti tan fácilmente,

créeme, y va a dolerte mucho más.
Me estremecí, recordando lo que Mina había dicho en nuestra boda. Te follará

como un animal. Jungkook soltó una respiración áspera.
—No debería haber dicho eso. No fue mi intención asustarte.
Lo observé por encima de mis piernas. Deslizó los nudillos por mi costado
ligeramente. Sus labios se aflojaron.
—Dime que disfrutaste lo que te hice en la terraza —murmuró Jungkook, había

una pizca de necesidad en su voz, tal vez incluso vulnerabilidad.
—Sí —dije sin aliento. Él se inclinó más cerca, sus labios en mi oído.
—¿Qué te gustó más? ¿Mi lengua chupandote? ¿O cuando pasé la lengua todo
el camino por encima de tu entrada? ¿O cuando chupe ahí?
Oh, Dios. Me estaba excitando de nuevo. La profunda voz de Jungkook vibró a

través de mi cuerpo.
—No lo sé.
—¿Tal vez tengo que mostrarte otra vez? —Jungkook empujó contra mis
tobillos, que estaban presionados contra mí hasta que hubo suficiente espacio
para que su mano
205
se deslice entre ellos y mis muslos. Él me acunó con su mano. Estaba a punto
de acostarme para que fuera más fácil para él, pero él negó con la cabeza—.
No—dijo con voz áspera—. Quédate de esa manera. —Sus dedos comenzaron
a moverse en contra de mi orificio y mis testículos, cuatro de ellos burlando,
dando vueltas, frotando.
Apoyé la barbilla en mis rodillas, respirando con dificultad. Jungkook besó mi

oreja y pasó un brazo alrededor de mi hombro, empujándome contra su costado.
Era extraño, sentarse con las piernas apretadas contra el pecho mientras él me
tocaba, pero se sentía muy bien. La erección de Jungkook se frotaba contra la
cara externa de mi muslo, su respiración caliente contra mi oído.
—Relájate —dijo en voz baja. Hubo una ligera presión contra mi apertura.
Miré hacia abajo entre mis piernas. Jungkook me tentaba con su dedo meñique.
Sumergió la punta, y luego rodeó mi abertura otra vez antes de entrar en mí una
vez más, deslizándose un poco más profundo cada vez que lo hacía.
—Mírame.
Lo hice, atrapado en la intensidad de sus ojos grises.
—Estás tan excitado, suave y apretado. No puedes imaginar lo jodidamente bien

que se siente. —Su longitud se deslizó a lo largo de la cara externa de mi muslo
de nuevo.
Sus labios apretados contra los míos, su lengua exigiendo entrada. Su dedo se
deslizó dentro de mí, esta vez todo el camino. Era solo su dedo pequeño pero
ya estaba emocionado. Él comenzó a moverse dentro de mí y jadeé en su boca,
sacudiendo mis caderas, necesitando más. Él bombeó dentro y fuera lentamente.
Podía sentir el placer creciendo de nuevo y moví mi pelvis en sincronía con su
dedo. Apartó la mano, provocando un sonido de protesta de mi parte.
Jungkook se rio, un estruendo profundo en su pecho. Se arrodilló frente a mí y

separó mis piernas para entonces mirarme fijamente. Él trazó su dedo índice
206
sobre la cara interna de mis glúteos, y luego frotó mi abertura con él. Sin apartar
nunca su mirada de mi cara, empujó la punta dentro, mis músculos se apretaron
y solté una respiración baja. No dolió, así que me relajé. Comenzó a deslizarse
dentro y fuera lentamente, moviéndose un poco más profundo cada vez como
había hecho con su dedo meñique. Su boca se cerró sobre mi miembro.Gemí,
mis piernas cayendo más abiertas. Mi placer iba en aumento aterradoramente
rápido a medida que Jungkook trabajaba sobre mí con su dedo y labios. Me vine
una vez más con un grito, sacudiendo mis piernas, mis caderas
estremeciéndose. Jungkook tomándome, engullendo toda mi esencia. Me volví
loco. Mis dedos apretaron la manta cuando me rompí en pedazos. Jungkook
retiró el dedo, besó mi ombligo, y luego se acostó a mi lado, su erección roja y
brillante. Extendí la mano, extendiendo la gotita de líquido que había goteado
por toda su punta.
Jungkook gruñó, sus abdominales flexionándose.
—Quiero tu boca sobre mí —dijo en voz baja. Me quedé inmóvil, con la mano
también inmóvil sobre él. Parecía justo después de lo que acababa de hacer,
pero no tenía ni idea de cómo hacerlo realmente, no como el lo hacia.
Una mamada era un nombre bastante

confuso, porque sabía que no debía mamar su erección exactamente, pero por
desgracia no estaba muy seguro de qué hacer en detalle. ¿Y si no me
gustaba?Recordé sus palabras en cuanto a Mina, que sabía cómo chupar una
polla. No es que quería ser cualquier cosa como ella, pero tampoco quería
fallarle por completo. Estaba pensando demasiado en esto.
—¿Es porque no quieres o porque no sabes cómo hacerlo? —preguntó

Jungkook con calma, pero me di cuenta que tenía problemas para hacer que su
voz sonara de esa manera. Me había dado varios orgasmos. Probablemente
estaba a reventar—. Puedes masturbarme como la última vez —dijo cuando me
quedé en silencio. Su mano apartó un mechón de cabello rubio de mi cara, sus
ojos grises interrogantes.
—No, quiero decir, creo que quiero hacerlo.
207
—¿Crees? —La diversión teñía la voz de Jungkook—. ¿Pero?
—¿Qué pasa si no me gusta?
Jungkook se encogió de hombros, pero era obvio por su expresión que no le

gustaba la idea.
—Entonces no lo hagas. No voy a forzarte.
Asentí y llevé mi cara un poco más cerca de su erección, que no se había

suavizado en absoluto durante nuestra conversación. Jungkook se tensó en
anticipación, las yemas de sus dedos contra mi cuero cabelludo retorciéndose.
—No sé qué hacer —admití, avergonzado.
Su erección se sacudió en respuesta. No pude evitar reír y Jungkook sonrió con

su
sonrisa depredadora.
—Te gusta torturarme con tu inocencia, ¿verdad?
Soplé contra su punta, recordando que me gustaba eso cuando el lo hacía,

funcionó por que lo hice gemir.
—No creo que por eso se llame mamada, ¿verdad?
De hecho soltó una verdadera risa y el sonido llenó mi estómago con mariposas.
—Vas a ser mi muerte, Ángel.
—No te rías —dije con una sonrisa—. No quiero hacer algo mal.
—¿Quieres que te diga qué hacer? —La excitación ardió en sus ojos.
Asentí.
208
—Está bien —dijo con voz ronca—. Cierra tus labios alrededor de la punta y
ten cuidado con tus dientes. Justo como lo hago contigo. No me importa que
sea un poco áspero, pero no lo mastiques.
Resoplé, y entonces, los nervios me hicieron quedarme inmóvil. Los dedos de

Jungkook se deslizaron por mi cabello hasta que llegaron a descansar en la parte
posterior de mi cabeza. Él no me empujó, aunque por la forma en que se tensó
me di cuenta que quería. Tomé la punta en mi boca. Era gruesa, así que tuve
cuidado de no arañarlo con mis dientes. Su punta estaba un poco salada, pero
no en un mal sentido.
—Ahora gira tu lengua alrededor de él. Sí, de esa forma. —Me observaba, con
la mandíbula apretada—. Llévalo un poco más en tu boca y mueve tu cabeza de
arriba hacia abajo. Ahora chupa mientras te mueves. Sí, mierda. —Sus caderas
se sacudieron cuando estuve lo más profundo que podía llegar, conduciendo su
erección aún más en mi interior. Me dieron arcadas así que me eché hacia atrás,
tosiendo.
Acarició mi cabello.
—Mierda, lo siento. —Frotó su pulgar sobre mis labios—. Voy a tratar de

quedarme quieto.
En lugar de llevarlo de nuevo en mi boca, recordé algo que el hacía que yo había
descubierto recientemente que amaba; lo lamí desde la base hasta la punta.
Él gimió.
—¿Está bien así? —susurré antes de hacerlo de nuevo.
—Mierda, sí.
Me tomé mi tiempo lamiendo cada centímetro de él, pero sobre todo su punta.
Me encantaba la sensación de ella contra mi lengua.
209
—Esto se siente jodidamente bien, pero en serio me quiero correr. —Miré hacia
arriba con incertidumbre. Me había corrido cuando él me acarició y lamió
suavemente. ¿Necesitaba que fuera más brusco?¿También iba a necesitar que
fuera brusco durante el sexo? Las estúpidas palabras de Mina saltaron de nuevo
a mi mente, pero las hice a un lado. No dejaría que ella arruinara esto para mí.
—¿Qué necesitas que haga? —susurré.
—Chupa más duro y sigue mirándome con tus malditos hermosos ojos.
Fijé mi mirada en la suya y lo llevé en mi boca hasta que golpeó la parte

posterior de mi garganta, luego, bombeé mi cabeza de arriba hacia abajo rápido
y duro, mis labios firmemente apretados en torno a él. Jungkook gimió, sus
caderas sacudiéndose suavemente. Sus ojos ardiendo en los míos, sus dientes
apretados.
—Si no quieres tragar, tienes que apartarte...
Me aparté, liberándolo con un sonoro sonido y un momento más tarde derramó

su semilla sobre su estómago y piernas. Jungkook cerró los ojos a medida que
su erección se estremecía. Su mano estaba todavía en mi cabello, acariciando
suavemente mi cuello y cuero cabelludo. Me soltó poco a poco, pero agarré su
mano y la apreté contra mi mejilla, necesitando su cercanía después de lo que
habíamos hecho. Sus ojos se abrieron con una mirada ilegible en ellos. Su pulgar
rozó mi mejilla suavemente. Nos quedamos así durante un par de segundos, y
luego Jungkook se incorporó, fijándose en el lío en sus muslos y abdominales.
—Necesito una puta ducha. —Jungkook tomó un pañuelo y limpió el esperma

de ambos, antes de balancear las piernas sobre la cama y ponerse de pie.
Asentí, extrañamente decepcionado de que hubiera salido de la cama tan rápido.

De pronto me sentí consciente de mi mismo, de lo que había hecho.
Jungkook me tendió la mano. —Ven. No quiero ducharme solo.
210
Salí de la cama torpemente, puse mi mano en la suya y lo seguí al baño. A

medida que el agua caliente se vertía sobre nosotros, Jungkook comenzó a
enjabonar mi cuerpo, así que cerré los ojos, disfrutando de la sensación de sus
manos sobre mí. Él se presionó contra mi espalda, envolviendo un brazo
alrededor de mi estómago.
—Entonces, ¿eso estuvo bien para ti? —preguntó en voz baja.
Probablemente estaba preocupado de que no lo haría otra vez, si no me había

gustado.
—Sí.
Me besó en la garganta. Lo hacía muy seguido. Se sentía tan suave, amoroso e

íntimo, pero sabía que no estaba destinado a eso.
—Me alegra, porque en serio me gustó mucho estar en tu boca.
Me sonrojé de vergüenza y una extraña sensación de logro. Ridículo.
—¿Estás enojado que no lo hice, ya sabes, tragar? Apuesto a que las personas
con las que has estado hasta ahora siempre lo hacen.
—No, no estoy enojado. No voy a mentir, me encantaría venirme en tu boca,

pero si no quieres eso, está bien.
Salimos de la ducha y nos secamos antes de arrastrarnos de nuevo en la cama.

Apoyé la cabeza sobre el pecho de Jungkook. Él apagó las luces,
envolviéndonos en la oscuridad.
—¿Cuál fue tu reacción, cuando tu padre te dijo que ibas a casarte conmigo? —
murmuré. Había estado pensando en ello durante un tiempo.
Los dedos de Jungkook en mis caderas se detuvieron.
211
—Lo esperaba. Sabía que tendría que casarme por razones tácticas. Como
futuro Capo, no puedes dejar que las emociones o los deseos gobiernen
cualquier parte de tu vida.
Me alegré por la oscuridad, de ese modo Jungkook no podía ver mi cara. Sonó
tan
desapegado y sin emociones. Sus toques y besos me daban ganas de creer que
tal vez
estaba empezando a preocuparse por mí, pero ahora no estaba tan seguro.
—¿Y tú? —preguntó.
—Estaba aterrado.
—Solo tenías quince. Por supuesto que estarías aterrado.
—Todavía estaba aterrado el día de nuestro matrimonio. Aún no estoy del todo
seguro que no me aterras.
Jungkook se quedó en silencio.
—Ya te lo dije, no tienes ninguna razón para temerme. Voy

a proteger y cuidar de ti. Te voy a dar todo lo que quieras y necesites.
Excepto por una cosa: amor.
—Pero la familia siempre es lo primero —dije ligeramente—. Si tuvieras que

matarme para proteger el negocio, lo harías.
Jungkook se puso rígido, pero no lo negó. Mi padre siempre decía que solo hay
espacio para un amor verdadero en la vida de un hombre y eso es la mafia.
212
Singularity
CAPITULO XIII
imin se las arregló para conseguir un boleto para un vuelo dos días más tarde.
Estaba desbordada de emoción ese día. No había pasado mucho tiempo desde
la última vez que lo había visto pero se sentía como una
eternidad. Ya estaba oscureciendo cuando Jungkook y yo llegamos al
aeropuerto. Deseé que Jimin hubiera conseguido un vuelo matutino o en la
tarde, en lugar de este.
Desde mi comentario que Jungkook me mataría para proteger a la familia, había

estado emocionalmente desconectado, no que hubiera sido un libro abierto
inclusive antes de eso. La única manera en que interactuábamos era en la noche
cuando Jungkook me daba placer con sus manos y boca, y yo a él en respuesta.
Tal vez sin la visita inminente de Jimin, hubiera intentado hablar con él o
incluso pedido que me muestre dónde trabajaba, en lugar de eso le había dado
el espacio que obviamente quería. Jungkook estacionó el auto y salimos. No
intentó tomar mi mano. No creía que fuera el tipo de hombre que toma de la
mano, pero tocó mi espalda baja mientras entrabamos al área
de llegadas en el aeropuerto.
—¿Estás seguro que estarás bien con Minnie viviendo con nosotros durante los
próximos días?
213
—Sí. Y le prometí a tu padre que lo protegería. Es más fácil si está viviendo en

nuestro apartamento.
—Te provocará —dije.
—Puedo manejar a un niño.
—No es tan pequeño. Apenas es más joven que yo.
—Puedo manejarlo.
—Jungkook—dije firmemente—. Jimin sabe cómo presionar los botones en las

personas. Si no estás absolutamente seguro que puedes controlarte, no lo dejaré
cerca de ti.
Lo ojos de Jungkook se encendieron. Había estado al borde durante todo el día.
—No te preocupes. No lo mataré ni a ti en los próximos días.
Di un paso hacia atrás. ¿De dónde salió eso? ¿Estaba enojado por lo que había
dicho? Era la verdad, ambos lo sabíamos.
—¡Taehyung!
Me di la vuelta y Jimin se precipitó hacia mí, dejando caer su maleta en el

camino. Chocamos casi dolorosamente, pero lo apreté fuertemente contra mí.
—Estoy tan feliz que estés aquí —susurré.
Asintió, luego se hizo hacia atrás, buscando mi rostro.
—No hay moretones visibles —dijo audiblemente, su mirada dirigiéndose

detrás de mí hacia Jungkook —. ¿Solo golpeas lugares que estén cubiertos por
la ropa?
214
Agarré su mano y le di una mirada de advertencia.
—Ve por tu equipaje —ordenó Jungkook—. No quiero quedarme aquí toda la

noche.
Jimin lo miró fijamente pero fue a recuperar su maleta y regresó hacia nosotros.
—Un caballero lo habría traído por mí.
—Un caballero, sí —dijo Jungkook con una apretada sonrisa.
Caminamos de vuelta hacia nuestro auto, mi brazo enlazado con el de Jimin.

Jungkook caminó unos cuantos pasos por delante y se puso detrás del volante
sin una palabra.
—¿Cuál es su problema? Es incluso más idiota de lo que recordaba.
—Creo que los rusos le están dando problemas.
—¿No lo hacen siempre? —Jimin puso su maleta en la cajuela del auto antes
de que ambos nos sentáramos en el asiento trasero.
Jungkook levantó sus cejas hacía mí.
—No soy tu chófer. Ven al frente conmigo.
Me sorprendió su severidad, pero hice lo que dijo y me senté de inmediato. El

rostro de Jimin se frunció con enojo.
—No deberías hablarle de esa forma.
—Es mi esposo. Puedo hacerle y decirle lo que quiera.
Fruncí el ceño. Jungkook se giró hacia mí, encontrando mi mirada. No pude

reconocer la mirada en sus ojos. Así que se volvió para mirar la calle.
215
—¿Cómo están Yeonjunnie y Beom?
—Tan molestos como el infierno. Especialmente Yeonjun. No deja de hablar

de Soobin. Está enamorado de él.
Me reí e incluso los labios de Jungkook temblaron. No estaba seguro por qué,
pero
me estiré y coloqué mi mano sobre su pierna. Sus ojos se movieron hacia mí
brevemente, luego cubrió mi mano con la suya hasta que tuvo que cambiar la
velocidad de nuevo. Los ojos de Jimin estuvieron atentos a medida que
observaba. Me bombardearía de preguntas al momento que estuviéramos solos,
sin duda. Cuando entramos en el apartamento, el olor a carne rostizado y cebolla
llegó hasta nosotros.
—Le pedí a Solar que prepare una agradable cena —dijo Jungkook. Las cejas
de Jimin se levantaron con sorpresa.
—Gracias —dije.
Jungkook asintió.
—Muéstrale a tu hermano su habitación y luego podemos comer. —Todavía

estaba distante y tenso. Lo observé dar vuelta en la esquina hacia el área de la
cocina.
Le mostré a Jimin su habitación de invitados, pero rápidamente me jaló dentro

y cerró la puerta.
—¿Estás bien?
—Sí. Te lo dije al teléfono. Estoy bien.
—Prefiero escucharte decirlo cuando puedo ver tu rostro.
—No te estoy mintiendo, Minnie.
216
Agarró mi mano.—¿Te forzó a dormir con él?
—No, no lo hizo. Y no lo he hecho.
Sus ojos se ampliaron. —Pero algo sucedió entre ustedes dos. Quiero detalles.
Me alejé.
—Debemos ir a cenar ahora. Solar estará molesta si la comida se enfría.

Podemos hablar mañana cuando Jungkook esté ocupado con sus asuntos.
—Mañana —dijo Jimin firmemente.
Abrí la puerta y lo llevé hacia el área del comedor. Sus ojos lo asimilaron todo,
luego se volvieron rendijas cuando vio quién más estaría cenando con nosotros:
Yoongi.
Él y Jungkook estaban de pie junto a la mesa, discutiendo algo, pero se

separaron
cuando nos notaron.
—¿Qué está haciendo él aquí? —dijo Jimin, su nariz arrugada.
Destellando su sonrisa de tiburón, Yoongi caminó hacia él y agarró su mano

para besarla.
—Es bueno verte de nuevo, Jiminnie.
Jimin alejó su mano rápidamente.
—No me toques, ni me llames por apodos ridículos.
Tenía que dejar de provocarlo; a él le gustaba demasiado. Jungkook y yo nos

sentamos juntos y Yoongi junto a Jimin. No estaba seguro que fuera la mejor
decisión. Miré hacia Jungkook, pero su mirada cautelosa estaba sobre nuestros
217
hermanos. Solar irrumpió, sirviendo la carne rostizada, junto con una gran
variedad de platillos. Comimos en silencio por un momento hasta que Jimin no
pudo contener más su lengua.
—¿Por qué aplastaste la garganta de ese tipo?
Bajé mi tenedor, esperando que Jungkook explote, pero solo se reclinó en su

silla y cruzó los brazos sobre su pecho.
Jimin resopló.
—Vamos. No puede ser un gran secreto. Tienes tu apodo por eso.
Yoongi sonrió.—Tenazas es un lindo nombre.
Jungkook sacudió la cabeza.
—Lo odio.
—Te lo ganaste —dijo Yoongi—. Ahora cuéntales la historia o lo haré yo.
Había tenido curiosidad sobre ello por un buen rato. Nadie en la Organización
de Seúl quiso darme detalles y todavía no me había atrevido a preguntarle a
Soobin.
—Tenía diecisiete —comenzó Jungkook —. Nuestro padre tiene muchos

hermanos y hermanas, uno de mis primos subió a las filas de la mafia a mi lado.
Él era varios años mayor y quería convertirse en Capo. Sabía que mi padre me
elegiría, así que me invitó a su casa y trató de apuñalarme por la espalda. El
cuchillo solo rozó mi brazo y cuando tuve la oportunidad envolví mis manos
alrededor de su garganta y lo ahogué.
—¿Por qué no le disparaste? —preguntó Jimin.
218
—Era de la familia y solía ser parte de la tradición dejar nuestras armas cuando
entrábamos a la casa de un miembro de la familia —dijo Jungkook con
frialdad—. Ya no
es así, por supuesto.
—La traición enojó tanto a Jungkook , que aplastó por completo la garganta de
nuestro primo. Se ahogó en su propia sangre debido a que los huesos de su
cuello cortaron a través de la arteria. Fue un desastre. Nunca había visto nada
igual. —Yoongi parecía un niño en la mañana de navidad. Era algo más que un
poco perturbador.
Jungkook miró hacia su plato, las manos agarrando con fuerza sus muslos. No
era de extrañar que no le gustara confiar en la gente. Ser traicionado por la
familia debe haber sido horrible.
—Es por eso que Jungkook siempre duerme con un ojo abierto. Ni siquiera pasa
la noche con una persona sin un arma bajo la almohada o en algún lugar de su
cuerpo.
Jungkook disparó a su hermano una mirada fulminante.
Yoongi levantó las manos. —No es como si Taehyung no sepa que te follabas
a otras personas.
No creía que esa fuera la razón por la reacción de Jungkook.
—Así que, ¿estás llevando un arma ahora mismo? —preguntó Jimin—. Todos
somos de la familia, después de todo.
—Jungkook siempre lleva un arma. —Yoongi se inclinó hacia Jimin—. No lo

tomes como algo personal. No creo haberlo visto nunca sin un arma desde ese
día. Es la manía de JK.
Jungkook no llevaba un arma de fuego cuando estábamos solos. Llevaba una

cuando Soobin o Solar estaban allí, incluso cuando Yoongi estaba allí, pero
219
cuando Jungkook y yo compartimos cama, no había una pistola debajo de la

almohada o en cualquier otro lugar. Eso es probablemente porque puede
dominarte con las manos atadas a la espalda. Aun así parecía un riesgo
innecesario.
Jungkook pasó el resto de la cena tenso y silencioso, pero los argumentos de

Yoongi
y Jimin llenaron el silencio. No estaba seguro de quién ganó más peleas. Cuando
terminamos de comer, me levanté para limpiar la mesa. Solar ya se había ido y
no quería dejar los platos sucios esperando para cuando ella regresara mañana.
Jungkook me sorprendió cuando también se levantó y llevó los platos de servir
y las demás cosas al lavavajillas. Bostecé, exhausto.
—Vamos a la cama —dijo Jungkook en voz baja.
Miré a Jimin. Había tanto que quería hablar con él, pero era tarde y mañana
sería otro día.
—No antes de que Yoongi se vaya. No voy a dejarlo solo con mi hermano.
Jungkook asintió con gravedad.
—Tienes razón. No debería estar a solas con él. —Se acercó a Yoongi y puso
una mano en su hombro antes de inclinarse y decirle algo al oído. La cara de
Yoongi oscureció de ira, pero se levantó sin problemas, dio a Jimin su sonrisa
de tiburón y luego salió del apartamento sin decir nada más.
Jimin vino hacia mí.
—Está obsesionado conmigo.
La preocupación se aferró en mi interior.
—Entonces deja de meterte con él. Le gusta que lo hagas.
220
—No me importa lo que le gusta.
Jungkook se inclinó a mi lado contra el mostrador, envolviendo su brazo

alrededor de mi cintura para el evidente descontento de Jimin.
—Yoongi es un cazador. Ama la persecución. Será mejor que no hagas que

quiera perseguirte.
Me preocupaba que ya fuera demasiado tarde para esa advertencia. Jimin puso
los ojos en blanco.
—Me puede cazar todo lo que quiera. No llegará hasta mí. —Él me miró—. No
te vas a ir a la cama, ¿verdad?
—Estoy muy cansado —le dije con aire de culpabilidad.
Los hombros de Jimin se desplomaron.
—Sí, yo también. Pero mañana te quiero todo para mí. —Dio una mirada
mordaz a Jungkook antes de partir hacia su habitación. Se detuvo en el umbral
de su puerta—. Si escucho gritos, ninguna pistola debajo de la almohada te
salvará, Jeon.—Con eso, cerró la puerta.
Jungkook rozó mi oreja con sus labios.
—¿Vas a gritar para mí esta noche? —Lamió mi piel y me estremecí.
—No con mi hermano bajo el mismo techo —dije, incluso cuando un

hormigueo se deslizó entre mi entrepierna, traicionándome.
—Ya lo veremos —gruñó Jungkook, luego mordió suavemente mi garganta.

Gemí, pero rápidamente mordí mi labio para ahogar el sonido.
Jungkook tomó mi mano y me llevó escaleras arriba. Con cada paso que nos
acercamos a la habitación, la presión en mi entrepierna aumentó. No podía creer
221
lo ansioso que estaba mi cuerpo por su toque, por la liberación que me traía. Era
la única vez que me olvidaba de todo acerca de mi vida, la única vez que era
libre de las ataduras de nuestro mundo.
Jungkook cerró la puerta detrás de nosotros y esperé que eso no llamara la

atención de Jimin. Pero no tuve mucho tiempo para preocuparme porque
Jungkook me quitó la ropa, y entonces me levantó en sus brazos, solo para
recostarme en medio de la cama. Jungkook le dio un beso a mi miembro en
contra de mi tanga de encaje, inhalando, antes de besar mi estómago y costillas,
luego mis pezones.
—Mío —gruñó contra mi piel, haciéndome temblar de excitación. Deslizó sus

manos por mis pequeños botones. Mis pezones estaban duros—. Amo tus putos
pezones. Son tan rosados, pequeños y perfectos.
Apreté las piernas juntas, pero Jungkook agarró mi ropa interior y la bajó. Pasó
un dedo por mi miembro, sonriendo satisfecho. Su mirada hambrienta volvió a
mi pecho e inclinó la cabeza y arrastró su lengua de un pezón al otro. Gemí
suavemente. Se tomó su tiempo con mis pezones y cuando se movió lentamente
más abajo ya estaba jadeando. Sus labios encontraron mi miembro, burlándose
suavemente, y luego de repente su lengua se deslizó por toda su extensión fuerte
y rápido; me tapé la boca con una palma, ahogando los jadeos y gritos.
—No —gruñó Jungkook. Agarró mis dos muñecas en sus manos y las apretó
contra
mi estómago, atrapándolas allí. Mis ojos se abrieron más.
—Jimin escuchará.
Él sonrió y chupó mi glande duro y rápido, después, suave y gentil. Lloriqueé y

gemí, mi cuerpo temblando por el esfuerzo para mantenerme tranquilo.
—Oh, Dios —jadeé cuando Jungkook deslizó su dedo dolorosamente lento en

mi interior, luego moviéndolo dentro y fuera a ritmo con sus movimientos en
mi miembro.
222
Enterré la cara en la almohada. El agarre de Jungkook en mis muñecas se tensó

y el placer rasgó a través de mí. Grité en la almohada, mi espalda arqueada, mis
piernas temblorosas. Jungkook se trasladó más arriba en mi cuerpo hasta que se
inclinó sobre mí, de rodillas entre mis piernas abiertas.
—¿Cuándo vas a dejar que te tome? —susurró con dureza contra mi garganta.
Me volví de piedra. Jungkook levantó la cabeza, sus ojos encontrando los míos.
—Mierda. ¿Por qué tienes que verte tan jodidamente asustado cuando te hago
esa pregunta?
—Lo siento —dije en voz baja—. Solo necesito más tiempo.
Jungkook asintió, pero había una necesidad profunda en sus ojos que parecía
crecer cada día. Pasé las manos sobre su pecho, sintiendo la funda de su pistola
debajo de la camisa. Se echó hacia atrás y yo me incliné hacia delante,
comenzando a desabrochar su camisa, dejando al descubierto su torso tonificado
y la funda de color negro con la pistola y el cuchillo. Jungkook se quitó la
camisa y yo abrí la funda, ayudándole a salir de ella. Las empujó al suelo. Y las
palabras de Yoongi volvieron a mí a medida que pasaba las manos por el pecho
desnudo de Jungkook. Presioné un beso contra el tatuaje de Jungkook, luego
contra las heridas cicatrizando sobre sus costillas. Rocé los pezones de
Jungkook con mis dedos y él gimió en respuesta. Rápidamente salió de sus
pantalones. Bajé mis labios a su erección, pero me detuve a unos centímetros
de su punta.
—Si no te quedas en silencio, voy a parar.
Los ojos de Jungkook destellaron. Él puso su mano sobre mi cabeza.
—Tal vez no voy a permitir que pares.
—Tal vez voy a morderte.
Jungkook se rio entre dientes.
223
—No te detengas, no voy a hacer ni un sonido. No quiero ofender los oídos

virginales de tu hermano.
—¿Y qué hay de mis oídos virginales? —Besé su punta.
—No deberías ser un virgen todavía —dijo Jungkook en voz baja. Tomé su
erección en mi boca para distraerlo. Hizo un sonido profundo en su garganta,
luego se calmó mientras me ocupaba de él. Lo saqué de nuevo antes de que se
viniera.
Después de que él mismo nos hubo limpiado, me abrazó.
—Lo siento, por lo que te hizo tu primo —dije en la oscuridad.
—Debería haber sabido bien que no podía confiar en nadie. La confianza es un

lujo que la gente en mi posición no puede permitirse.
Puedes confiar en mí, quería decir, porque él podía hacerlo. No importa lo

mucho que trataba de luchar contra esto, me había enamorado de él.
—La vida sin confianza es solitaria.
—Sí, lo es. —Besó la parte de atrás de mi cuello, luego nos quedamos en

silencio.
224
Singularity
CAPITULO XIV
Jungkook estaba durmiendo cuando desperté, su cuerpo envuelto alrededor del
mío, su dureza presionando contra mi espalda baja. Me desenredé y me deslicé
en el cuarto de baño. No era tarde aún, pero Jimin era madrugador y yo no podía
esperar a pasar el día con él.
Tomé una larga ducha, sintiéndome más despierto ya. Salí de la ducha y envolví
una toalla alrededor de mí, entonces regresé al dormitorio. Jungkook estaba
sentado en el borde de la cama, pero se levantó cuando entré. Su erección
sobresalía. Le di una sonrisa burlona mientras él curvaba sus dedos sobre mi
cadera.
—¿Duro de nuevo?
Él gruñó. —Siempre estoy duro por ti. Un día mis bolas van a explotar.
Podía oír movimiento en algún lugar en el apartamento, entonces una maldición.

Jimin estaba despierto.
—Debería ir con él.
—Oh no, no lo harás —dijo Jungkook con voz áspera. Me besó posesivamente
y me paré de puntillas para hacerlo más fácil para él. Un beso no podía lastimar,
pero por la forma en que Jungkook estaba frotándose contra mí sabía que quería
más que un beso. Él me dio la vuelta y tiró de mí a ras contra su pecho así su
erección presionaba en mi espalda.
225
Jadeé.
Estábamos frente al espejo que llegaba hasta el piso al otro lado de la cama.
Jungkook agarró la toalla y la tiró al suelo, dejándome desnudo. Él besó mi
garganta, los ojos puestos en mí a través del espejo. Sus fuertes manos viajaron
hasta mis costados. Capturó mis pezones entre su índice y pulgar, y los hizo
girar. Mis labios se abrieron y un suave gemido escapó. Podía escuchar a Jimin
subiendo las escaleras hacia nuestro piso.
Oh Dios.
Jungkook pellizcó mis pezones, luego tiró de ellos. Cerré los ojos ante la
deliciosa sensación que se extendió a través de mí. Salpicó mi garganta y
clavícula con besos y lamidas, mientras su mano se deslizaba hacia abajo, por
encima de mi estómago y entre mis muslos. Jimin se detuvo fuera de nuestra
habitación. Jungkook movió su pulgar sobre mi entrada y yo mordí mi labio
para evitar gemir.
—¿Tae? ¿Estás despierto?
—Tu hermano es una jodida molestia —murmuró Jungkook en mi oído, luego

lamió
la piel debajo antes de chuparla. Su dedo índice se deslizó entre mi orificio,
luego entró en mí. Exhalé—. Pero estás tan jodidamente apretado, Ángel. —
Una nueva ola de placer se acumuló entre mis piernas—. Sí —gruñó Jungkook
en mi oído. Sus ojos se clavaron en mí en el espejo y no pude apartar la mirada.
Su dedo se deslizó
dentro y fuera de mí.
No podía creer que estaba haciéndome observarlo follarme con el dedo. No

podía creer lo mucho que esto me excitaba. Sus dedos pellizcaron mi pezón de
nuevo, más duro esta vez y pude sentirlo todo hasta mi miembro. Lloriqueé.
226
—¿Taehyung? —Jimin golpeó la puerta. Dios, él no se detendría. Traté de

apartarme. Esto estaba mal. No podía hacer esto con mi hermano fuera de la
puerta.
Jungkook sonrió, su agarre en mí apretándose. Su segunda mano se movió hacia

abajo y frotó mi miembro mientras la otra seguía deslizándose dentro y fuera de
mí. Estaba girando fuera de control. Sus labios se aplastaron contra los míos,
tragando mis gemidos a medida que el placer me cubría. Mis piernas se
contrajeron y me mecí contra las manos de Jungkook mientras me venía con
fuerza. Jungkook no dejó de mover sus manos, incluso cuando traté de alejarme.
En su lugar, empujó mis hombros hasta que me incliné hacia delante, mis manos
levantándose para apoyarme contra el espejo. Mis ojos se abrieron como platos
cuando él se arrodilló detrás de mí, palmeando mi trasero y luego abriéndome.
Y entonces su lengua estaba allí, deslizándose en busca de mi entrada.
Lamió toda mi longitud. Perdí todo sentido de mí mismo, incluso cuando
escuché el insistente toque de Jimin y sus llamadas ocasionales. Lo único que
importaba era la lengua de Jungkook, mientras me llevaba más y más alto. Esto
tenía que estar mal, pero se sentía demasiado bien. Mordí el interior de mi
mejilla y a medida que el dolor y el placer se mezclaban, mi segundo orgasmo
cayó sobre mí. Mis piernas cedieron y caí de rodillas al lado de Jungkook,
jadeando y resollando, con la esperanza de que Jimin no pudiera oírlo.
Miré a Jungkook, pero él sonrió, había hambre en su rostro. Se puso de pie, y

su erección se movió. Vi cómo empezaba a acariciarse frente a mi cara. Sabía
lo que quería. Separé mis labios y él deslizó su punta dentro. El sabor salado de
su pre- eyaculación extendiéndose en mi lengua. No podía creer que estaba
chupando a Jungkook con Jimin cerca, pero lo erróneo de esto me excitó aún
más.
¿Qué estaba mal conmigo?
Acarició mi mejilla mientras su otra mano agarraba la parte posterior de mi

cabeza. Sus ojos nunca me dejaron a medida que se deslizaba lentamente dentro
y fuera de mi boca. No estaba seguro de por qué me gustaba, pero lo hacía.
227
—Eres tan hermoso, Taehyung—murmuró él, empujando un poco más

profundo en mi boca. Giré mi lengua alrededor de su punta y exhaló
bruscamente, así que lo hice de nuevo.
Los pasos de Jimin retrocedieron por las escaleras pero yo seguí chupando a
Jungkook, lenta y sensualmente. La mano de Jungkook me guio, una ligera
presión contra mi cabeza. Lo chupé más rápido, aumentando la presión de mis
labios.
—Agarra mis bolas.
Lo hice. Me encantaba cuán suaves se sentían en mi palma. Jungkook meció

sus caderas más rápido.
—Quiero venirme en tu boca, Ángel —dijo ásperamente.
No estaba seguro si eso era algo que me gustaría, pero a Jungkook no le

importaba saborear mi polla, de modo que debería al menos darle una
oportunidad. Asentí y chupé más profundamente. Jungkook gruñó, sus caderas
corcoveando más rápido. Después de unos pocos empujes más, se vino en mi
boca. Tragué. Sabía extraño y era más de lo que había pensado que sería, pero
no era exactamente malo.
Jungkook aún acarició mi mejilla mientras se ablandaba en mi boca. Se echó

hacia atrás, su pene deslizándose fuera de mis labios. Tragué otra vez. Jungkook
agarró mi brazo y me levantó, su boca aplastando la mía en un beso feroz. No
le importó probarse a sí mismo en mis labios.
—Espero que recuerdes esto todo el día.
Jungkook se fue poco después del desayuno y Jimin inmediatamente me sacó a

la terraza del techo, lejos de los oídos atentos de Soobin.
—¿Qué está pasando? Has estado actuando extraño toda la mañana. ¿Por qué
no contestaste cuando te llamé esta mañana? —Aparté la vista, un rubor
228
extendiéndose en mis mejillas. Los ojos de Jimin se abrieron de golpe—. ¿Qué

hizo?
—Él me chupó —admití.
—¿Lo dejaste?
Me reí.
—Sí. —Más calor se elevó en mis mejillas ante el sonido de ansiedad en mi

voz.
Jimin se inclinó hacia delante.
—¿Te gusta?
—Me encanta.
Jimin se mordió el labio.—Odio pensar en ti con él, pero realmente pareces

disfrutar de eso. Supongo que tiene sus ventajas que Jungkook follara a cada
persona de sociedad en Busan.
No quería pensar en ello.
—Entonces, ¿cómo se siente?
—Como si estuviera rompiéndome. Es abrumador y sorprendente, y no sé cómo

describirlo.
—Pero, ¿no dormiste con él?
Negué con la cabeza.
—Todavía no, pero no creo que Jungkook quiera esperar mucho más tiempo.
229
—Que se joda. Puede follarse a sí mismo. —Él entrecerró los ojos—. ¿Te hizo
mamarlo?
—No me hizo hacerlo. Quise hacerlo.
Jimin no parecía muy convencido.
—¿Y? Dime más. Sabes que tengo que vivir a través de ti. Estoy tan
jodidamente cansado de estar bajo vigilancia durante todo el día. Quiero un
novio. Quiero tener sexo y tener orgasmos.
Resoplé.
—Dudo que padre lo permita.
—No tengo la intención de preguntarle —dijo Jimin con un encogimiento de

hombros—. Estoy aquí ahora. Nadie me está impidiendo divertirme, ¿verdad?
Mis ojos se abrieron más.
—Padre me mataría si dejo que ligues con personas mientras estás aquí.
—Él no tiene que saber, ¿verdad? —Se encogió de hombros—. No es que yo

voy a decirle.
Me quedé boquiabierto, luego reí.
—Bueno, a menos que quieras seducir a Soobin o a Yoongi, tus opciones son
un poco limitadas.
—Uff, no. No quiero a ninguno de los dos. Quiero un hombre normal. Un tipo
que no sepa quién soy.
—Bueno, no sé cómo podríamos encontrar un hombre para ti.
230
Jimin sonrió.
—¿Qué tal si vamos a un club?
—Soobin no me deja fuera de su vista después de que escapé de él una vez. No

hay manera en que podamos escaparnos de él e ir a un club.
Jimin analizó esto. Me preocupaba el plan loco que pudiera ocurrírsele. De

hecho, me gustaba la idea de salir por una noche a bailar. Siempre había
imaginado cómo sería pasar una noche en la pista de baile y soltarme.
—Soobin puede venir con nosotros. Te está vigilando a ti, no a mí. Tal vez
puedo escabullirme.
—¿Y entonces qué? ¿Un polvo rápido en una cabina de baño? ¿De verdad
quieres experimentar todas tus primeras veces de esa manera?
Jimin me fulminó con la mirada.
—Al menos, los experimentaría en mis propios términos. Sería mi elección. Tú

no tienes opción alguna. Jungkook y padre te las quitaron todas. No entiendo
cómo puedes estar tan tranquilo al respecto. ¿Cómo no puedes odiar a
Jungkook?
A veces me preguntaba eso.
—Debería odiarlo.
La cara de Jimin se desmoronó.
—Pero no lo haces. Mierda, Taehyung, ¿realmente te preocupas por él? ¿Lo

amas?
—¿Realmente preferirías que lo odie y sea miserable?
231
—Te trata como un prisionero. En realidad, no crees que Soobin está solo para
tu protección, ¿cierto? Él te vigila, para que ningún otro hombre consiga nada
de ti.
Sabía eso.
—Vamos de compras.
—¿En serio? Eso es tan esposo trofeo de tu parte.
—Cállate —le dije en broma, queriendo aligerar el ambiente—. Vamos de

compras por algunos ardientes atuendos para esta noche. Podemos visitar uno
de los clubes de Jungkook.
Jimin sonrió.
—Quiero vestir algo que le dé a los chicos una puta erección con solo mirarme.
•••
Soobin había esperado fuera de la tienda mientras íbamos de compras.

Probablemente, había comprobado previamente si había una entrada trasera que
pudiéramos utilizar para escapar. Aún no le había dicho acerca de nuestro plan
para salir a un club. Era mejor si se lo revelaba de golpe al último momento.
Jimin silbó cuando me di la vuelta para que pudiera admirar mi atuendo.
—Santa mierda. Eres sexo andante. O tal vez muerte andante, porque Jungkook
probablemente matará a cada tipo que te mire de la manera equivocada.
232
—Jungkook no matará a nadie por mirar.
—¿Quieres apostar?
No, no lo haría. Nunca había usado nada atractivo en público. Los pantalones
de cuero negro se abrazaban a mi cuerpo con tanta fuerza, que parecía una
segunda piel. La camisa transparente negra sin mangas que había metido en la
cadera, revelaba mi sutil figura.
—Tampoco te ves nada mal —le dije. Jimin saltó de la cama.
—¿Te parece? —Me dedicó una sonrisa seductora. Realmente se veía muy
atractivo en su leotardo negro y calientes pantalones de cuero negro.
—Eres un peligroso menor de edad. —Lo bueno es que no teníamos que

preocuparnos de tener que mostrar una identificación. Enlacé nuestros brazos y
la saqué de la habitación y bajamos la escalera. Soobin estaba sentado en el sofá,
limpiando su cuchillo. Sus ojos se alzaron y se detuvo por completo. Su mirada
vagó por nuestros cuerpos. Nunca antes me había mirado abiertamente.
—¿Nos estás comprobando? —No pude dejar de burlarme de él. Era siempre
tan controlado. Esta pequeña llama de humanidad era un alivio.
Se puso de pie bruscamente, envainando el cuchillo en su funda. Sus ojos se

centraron de nuevo firmemente en mi cara.
—¿Qué está pasando? —Había un atisbo de tensión en su voz.
Me acerqué a él y en realidad se tensó como si pensara que saltaría sobre él. Eso
casi me hizo reír.
—Jimin y yo queremos ir a Red. —Ese era uno de los clubes más populares de
la ciudad.
Soobin negó con la cabeza.
233
—Ese pertenece a la Bratva.
—Oh, entonces, ¿cuál es el club más caliente que pertenece a la familia?
Soobin no dijo nada al principio. Metió la mano en el bolsillo y sacó su teléfono,

probablemente para llamar a Jungkook. Algo se rompió dentro de mí entonces.
No podía creer que él tuviera que pedirle permiso a Jungkook. Le di una mirada
a Jimin y señalé a Soobin que había empezado a escribir. Se acercó a él y le
pellizcó el trasero. Él saltó y yo aproveché el momento para arrebatarle su
teléfono. Él dio un paso amenazador hacia mí, con los ojos llameantes de furia,
luego se congeló.
—Taehyung—dijo—. Devuélvemelo.
Deslicé el teléfono en mi cintura. Los pantalones eran lo suficientemente

apretados como para no haber riesgo de que se deslice hacia abajo.
Jimin se alejó de Soobin, sonriendo.
—Por qué no metes la mano en los pantalones de Tae y lo consigues. Voy a

tomar una foto y enviársela a Jungkook.
Los ojos de Soobin se detuvieron en la forma de su teléfono en mis pantalones,

pero sabía que él no trataría de conseguirlo.
—Esto no es divertido.
—No, no lo es, tienes razón —dije bruscamente—. Soy un adulto. Si te digo

que me lleves a un club, no quiero que le pidas permiso a mi esposo. No soy un
niño, ni soy su propiedad.
—Eres de Jungkook—dijo Soobin con calma.
Me acerqué a él, tan cerca que tuve que inclinar la cabeza hacia atrás.
234
—Jimin y yo vamos a un club. Así que a menos que quieras mantenerme a punta
de pistola, nos llevarás allí o nos dejarás en paz.
La mandíbula de Soobin se tensó. La mirada en sus ojos me hizo comprender

por qué era mi guardaespaldas. Por primera vez recordaba que Soobin era un
asesino.
—Te llevaré. Pero irán a Euphoria. Es de Jungkook.
—¿Es bueno? —preguntó Jimin.
—Es más caliente que el maldito Red. —Soobin estaba realmente molesto.
—Entonces, llévanos allí.
Se puso la chaqueta y nos llevó al ascensor.
—A Jeon no le va a gustar —dijo.
Jimin y yo nos sentamos en la parte trasera mientras Soobin conducía el auto a

través del tráfico. Saqué el teléfono y comprobé lo que Soobin había estado
escribiendo.
Para: Jeon
Taehyung quiere ir a un club. ¿Tiene permiso?
Él había conseguido enviarlo antes de que yo se lo arrebate, pero la respuesta

de Jungkook había llegado después.
De Jeon: No.
Mi sangre hirvió. Jimin resopló.
—No puedo creer su puta osadía.
235
Soobin nos miró a través del espejo retrovisor.
—¿Jeon respondió?
—Sí —respondí—. Dijo que debes estar cerca en todo momento.
Soobin se creyó mi mentira y realmente se relajó. Jimin parpadeó. Jungkook se

pondría como una furia, pero en realidad no podía importarme menos.
Soobin estacionó el auto en un callejón lateral y nos llevó alrededor de la
edificación. Una línea larga de personas esperaban frente a la entrada, pero
Soobin los pasó de largo.
—Oye, estúpido de mierda, hay una fila —gritó un chico. Soobin se detuvo, una
fría furia remplazó su calma usual.
—Adelántense —nos dijo Soobin a nosotros antes de girarse hacia el chico.
Jimin apretó mi mano y me jaló hacia los dos guardias del frente. Eran tan altos
y musculosos como Jungkook.
—No pareces lo suficientemente mayor para entrar a un club —dijo el hombre

de piel oscura.
—¿Es un problema? —preguntó Jimin con una sonrisa coqueta.
Los ojos del hombre se movieron a algo detrás de mí.
—Soobin —dijo con un indicio de confusión.
—Pertenece al jefe, Seowa. Es Jeon Taehyung y su hermano Kim Jimin de la

Organización de Seúl.
Ambos hombres me miraron, luego dieron un paso atrás respetuosamente.
—No sabíamos que iba a venir esta noche. El jefe no dijo nada —dijo Seowa.
236
Soobin hizo una mueca, pero no dijo nada. En su lugar nos guio a Jimin y a mí
al interior, más allá del guardarropa teñido de luz azulada y el área del bar.
Detrás, las puertas se abrían hacia una oscura pista de baile. Luces azules y
blancas destellaban y ritmos de hip hop llegaron hacia nosotros.
Jimin tiró de mi mano, esperando que fuéramos en esa dirección.
—Deberíamos ir primero con Jungkook—dijo Soobin.
—¿Está aquí? —pregunté sorprendido.
Soobin asintió.
—El club tiene muchos cuartos traseros y un sótano donde manejamos algunos
negocios.
—¿Por qué no vas a decirle que estoy aquí mientras Jimin y yo vamos a la pista?
Soobin me dio una mirada.
—De ninguna jodida manera.
—Entonces es tu problema. Jimin y yo vamos a bailar. —Soobin agarró mi

muñeca. Me tensé—. Déjame ir ahora mismo —susurré y lo hizo, su pecho se
agitó.
Jimin y yo caminamos dentro del club. Los ritmos vibraban bajo nuestros pies
como
si el piso hubiera cobrado vida. El club estaba lleno de cuerpos sudorosos.
Soobin nos siguió a mi hermano y a mí mientras nosotros nos retorcíamos a
través de la multitud de bailarines hacia otra área del bar.
—Dos Gin Tonics —dije. El camarero frunció el ceño brevemente antes de ver
a Soobin, luego preparó nuestras bebidas y nos las dio. Soobin se inclinó sobre
la barra y dijo algo al hombre, quien asintió y se alejó de la barra. Sabía lo que
237
significaba. Tomé un profundo trago de mi bebida, luego dejé el vaso en la barra

y fui hacia la pista de baile.
Dejé que la música reclamara mi cuerpo y comencé a retorcerme al compás.

Jimin rio salvajemente, echando su cabeza hacia atrás. Parecía más feliz de lo
que lo había visto en un largo tiempo. Movía sus caderas y su trasero,
sacudiendo y girando su cuerpo al ritmo. Me paré más cerca y copié sus
movimientos. Nuestros ojos cerrados a medida que perdíamos completamente
el sentido de todo lo que nos rodeaba, mientras dejábamos que el sonido nos
aleje de quiénes éramos. No estaba seguro de dónde estaba Soobin y no me
importaba.
Esto se sentía como la libertad.
Los hombres estaban viéndonos. No reaccioné a sus miradas hambrientas. No

sería justo alentarlos. Jimin no compartía mi moderación. Sonreía y coqueteaba,
batiendo sus pestañas y pasando las manos por su cabello. Unos pocos hombres
comenzaron a bailar alrededor de nosotros. Jimin se presionó a uno de ellos,
con las manos en su pecho. Otro hombre elevó sus cejas hacia mí, pero sacudí
la cabeza. Abrió su boca, luego la cerró y se retractó. No necesité mirar atrás.
Solo seguí bailando. Sabía quién estaba detrás de mí, lo sabía por las miradas
de respeto de las personas alrededor de mi. Giré mis caderas, empujando mi
trasero, levantando mis manos. Unas firmes manos se asentaron en mis caderas.
Por un segundo temí que pertenecieran a algún suicida idiota, pero eran unas
manos fuertes que conocía. Me arqueé, presionando mi trasero contra una
entrepierna. Sonreí. Estaba retorciéndome
contra un cuerpo musculoso y la respiración caliente de Jungkook rozó mi oreja.
—¿Para quién estás bailando?
Incliné mi cabeza para mirar sus flameantes ojos grises.
—Para ti. Solo para ti.
238
La expresión de Jungkook era hambrienta, pero todavía había un indicio de

enojo, también.
—¿Qué estás haciendo aquí?
—Bailando.
Estrechó sus ojos.—Le dije a Soobin que no.
—No soy tu posesión, Jungkook. No me trates como si lo fuera.
Sus dedos en mi cintura se apretaron.
—Eres mío, Taehyung, protejo lo que es mío.
—No me importa ser protegido, pero me importa estar preso. —Me di la vuelta
en los brazos de Jungkook, vislumbrando a Jimin en un odioso argumento con
Yoongi—. Baila conmigo —grité.
Y Jungkook lo hizo. Sabía por fotos en internet que a menudo había estado en
clubes en el pasado y era bastante obvio cómo movía su cuerpo. Un hombre tan
alto y musculoso como él no debería ser capaz de moverse tan suavemente. Sus
ojos nunca dejaron los míos, sus manos posesivamente en mi cintura. Jungkook
agachó su cabeza hacia mí para susurrar en mi oído.
—Te ves jodidamente caliente, Taehyung. Cada hombre en este club te desea y
por eso, quiero matarlos a todos.
—Soy solo tuyo —dije ferozmente, y Dios me ayude porque era la verdad, no
solo por el anillo en mi dedo que me marcaba como suyo.
Los labios de Jungkook chocaron contra los míos, feroces, demandantes y

posesivos, y me abrí a él, dejando que me reclame frente a todos.
239
—Estoy tan jodidamente duro —gruñó Jungkook contra mis labios y pude sentir
su
erección contra mi estómago—. Mierda. Tengo una reunión con uno de nuestros
distribuidores en cinco minutos.
No pregunté qué estaban distribuyendo. No quería saber.
—Está bien —dije—. Regresa cuando tengas tiempo. Voy a tomar una bebida.
—Ve al área VIP.
Sacudí la cabeza.
—Quiero pretender que soy un chico ordinario esta noche.
—Nadie que te mire pensará que eres ordinario. —Sus ojos viajaron por la
longitud de mi cuerpo y me estremecí. Luego dio un paso atrás, con obvio pesar
en su cara—. Namjoon y Soobin te estarán vigilando. —Estaba a punto de
asentir cuando reconocí una cara familiar en el área VIP mirándome. Mina.
Mi respiración se detuvo. Estaba sentada en el regazo de otro hombre y no

estaba aquí por Jungkook, pero la mirada en sus ojos lo decía todo. No había
terminado con él. Jungkook siguió mi mirada y maldijo.
—No está aquí por mí.
—Sí, claro que lo está.
—No puedo sacarla. Viene aquí todas las veces de fiesta. Ni siquiera la he visto
desde esa noche. Usualmente me quedo en la parte trasera.
Asentí, un bulto formándose en mi garganta. Jungkook tomó mi barbilla entre

su pulgar y su índice, forzándome a mirarlo a los ojos.
240
—Solo eres tú, Taehyung. —Miró a su reloj, luego se alejó—. Realmente

necesito irme ahora. Estaré de regreso tan pronto como pueda. —Se dio la vuelta
y se fue dando
zancadas a través de la multitud que se abrió ante él.
Yoongi lo siguió y Jimin se paró detrás de mí.
—Ese idiota.
—¿Quién? —dije distraídamente. Mina había desaparecido del área VIP.
—Yoongi. El tipo tuvo el valor de pedirme que no baile con otros hombres.
¿Quién se cree que es? Mi dueño. Qué se joda. —Se detuvo—. ¿Estás bien?
—Sí —susurré—. Vamos a la barra. —Namjoon y Soobin caminaron a un paso

detrás de nosotros pero me giré hacia ellos, sintiéndome al borde—. ¿Pueden
vigilarnos de lejos? Me están volviendo loco. —Sin una palabra más se
separaron y tomaron posiciones en las esquinas del club.
Solté una respiración y me senté en un banco en la barra. Ordené dos nuevos

Gin Tonics y tomé un profundo sorbo del frío líquido, tratando de relajarme.
Jimin sacudía su pierna.
—Puedes ir a bailar —le dije, pero sacudió la cabeza y balanceó su cabeza con
la música.
—En unos minutos. Te ves pálido.
—Estoy bien —dije, mis ojos registraban el club en señal de Mina, pero parecía
haber desaparecido en el aire. Había demasiadas personas en la pista de baile
para encontrarla, de todos modos.
—De verdad necesito ir al baño —dijo Jimin después de un rato. Su Gin Tonic
estaba casi terminado.
241
—Necesito sentarme durante unos minutos más.
Jimin me miró preocupado pero después se escabulló y Namjoon lo siguió a una

distancia prudente. Apoyé la cabeza en mi palma, respirando hondo. Un brazo
chocó levemente contra el mío, alarmándome. Retrocedí cuando un hombre con
cabello largo y rubio se apoyó a mi lado contra la barra. Estiró el brazo hacia
mí para agarrar una pajita. Su chaqueta rozó mis pecho y me incliné aún más
hacia atrás, y aparté la vista, incómodo con la mirada que me estaba dando.
—¿Cómo te llamas? —gritó.
Intenté ignorarlo. Algo en él estaba seriamente poniéndome de los nervios.

Tomé un sorbo de mi bebida e intenté parecer que estaba ocupado buscando a
alguien.El hombre continuó mirándome de forma lasciva con una fea sonrisa en
su cara.
—¿Estás esperando a alguien?
Me di la vuelta, intentando de verdad ignorarlo y no hacer de esto algo

importante. Si comenzaba a perder los nervios, Soobin vendría y haría una
escena. Quizás ya estaba de camino. Mi visión comenzó a nublarse y mi
estómago dio una sacudida. Tomé otro sorbo de mi bebida pero no ayudó. Me
deslicé del taburete pero mis piernas estaban temblando y me sentía mareado.
Me agarré a la barra detrás de mí. Y de repente la boca del hombre estaba en mi
oreja, con su aliento a cigarrillo
rancio en mi cara.
—Voy a follar tu culo apretado. Te haré gritar, puto.
Su agarre en mi brazo fue demoledor cuando intentó arrastrarme lejos de la

barra. Mis ojos encontraron a Soobin quien se estaba dirigiendo hacia mí, con
la mano bajo su chaqueta donde estaban su arma y cuchillo. Impaciente debido
a nuestro lento progreso, mi agresor envolvió un brazo a mi alrededor, como un
novio enamorado preparado para ayudar a su pareja ebria a salir del club.
242
—Te follaré como un animal. Te follaré como un maldito salvaje, puto — rugió
en mi oreja.
Lo miré fijamente, sentía mis extremidades pesadas, mi boca como si estuviera

llena de algodón. Había oído esas mismas palabras no hacía mucho.
Forcé mis labios a sonreír.
—Eres hombre muerto.
La confusión atravesó la cara del hombre un segundo antes de que se

contorsionara en agonía. Me soltó y mis piernas me traicionaron, pero Namjoon
me agarró, su brazo reemplazando el del hombre. Mis ojos corrieron a toda
velocidad buscando a Jimin. Merodeaba detrás de Namjoon, con su cara
lánguida de preocupación. Soobin estaba cerca detrás de mi agresor, su cuchillo
enterrado en el muslo del hombre.
—Vas a seguirnos. Si intentas correr, morirás.
—Agarra su bebida —le dijo Namjoon a Jimin—. Pero no bebas.
Namjoon medio me cargó hacia la parte trasera del club y un tramo de escaleras
abajo. Abrió la puerta con el hombro y entramos dentro de una especie de
oficina.
—¿Qué está pasando?
—Probablemente drogas —dijo Soobin, dándole al hombre que agarraba una

buena sacudida.
—Traeré a JK—dijo Yoongi con una sonrisa perversa.
Atravesó otra puerta y un momento después Jungkook entró a toda prisa en la

habitación, tan alto e impactante como de costumbre. Colgaba en el agarre de
243
Namjoon, mi cara medio presionada contra su pecho. Jungkook frunció el ceño,

y entonces comenzó a ir de un lado para otro entre mi agresor y yo.
—¿Qué pasó? —rugió.
De repente estaba frente a mí, alzándome en sus brazos. Mi cabeza cayó contra
su torso al mirar hacia él. Me llevó al sofá. Jimin se arrodilló a mi lado,
sujetando mi mano.
—¿Qué le ha pasado? —gritó.
—Drogas —dijo Soobin otra vez—. Este jodido enfermo estaba intentando
arrastrarlo fuera.
Jungkook se acercó a mi agresor.
—¿Pusiste drogas en la bebida de mi esposo, Hyesook?
¿Jungkook conocía a ese hombre? Un destello de confusión cruzó por mi mente

nublada.
—¡Esposo! No sabía que era tuyo. No lo sabía. ¡Lo juro! —El labio inferior del
hombre estaba temblando.
Jungkook apartó la mano de Soobin y envolvió sus dedos alrededor del mango
del cuchillo aún enterrado en la pierna de Hyesook. Lo giró y el hombre gritó.
Soobin lo retuvo erguido por los brazos.
—¿Qué planeabas hacer con él una vez que lo sacaras?
—¡Nada! —gritó el hombre.
—¿Nada? Así que si mis hombres no te hubieran detenido, ¿tú simplemente lo

habrías dejado en el hospital? —La voz de Jungkook era placentera, calmada,
244
su rostro
desprovisto de emoción.
El agarre de Jimin era doloroso. Tragué y aclaré mi garganta.
—Voy a follar tu culo apretado —susurré.
Jungkook giró la cabeza y entonces, estuvo a mi lado, su cara tan cerca de la

mía que podría haberlo besado. Quizás eran las drogas pero absurdamente en
ese momento, quería besarlo de verdad, quería arrancarle su camisa, quería...
—¿Qué has dicho, Taehyung?
—Voy a follar tu culo apretado. Te haré gritar, puto. Te follaré como un

maldito salvaje, puto. Eso fue lo que me dijo.
Jungkook me miró fijamente a los ojos, un músculo trabajando en su mandíbula.

Antes que pudiera moverse, Jimin se había puesto de pie de un salto y voló hacia
Hyesook. Golpeó su cara y pateó su ingle, y luchó ferozmente contra el agarre
de Yoongi cuando este lo arrastró lejos de Hyesook.
—¡Vas a morir! —gritó.
Jungkook se enderezó y él dejó de moverse.
—Suéltame —siseó.
—¿Prometes comportarte? —preguntó Yoongi con una sonrisa entretenida.
Asintió, con su mirada fija en Hyesook. Yoongi dejó caer sus brazos y él arregló
su ropa.
—Te harán sangrar —dijo fríamente—. Y espero que violen ese culo feo tuyo
con ese palo de escoba que está ahí.
245
—Jimin —dije con voz ronca. Él se volvió hacia mí y se hundió al borde del
sofá, tomando mi mano una vez más.
Yoongi no apartó la mirada de él.
—Le haré pagar, Jiminnie.
—No —dijo Jungkook firmemente. Sehun pareció a punto de estallar de

alivio—. Es mi responsabilidad.
Yoongi y Jungkook intercambiaron una larga mirada, entonces Yoongi asintió.

Jungkook acercó su cara a la de Hyesook.
—¿Querías follarte a mi esposo? ¿Querías hacerlo gritar? —Su voz atravesó mi

creciente mareo y envió un escalofrío por mi espalda. Estaba encantado de que
no fuera dirigida hacia mí. Había estado asustado de Jungkook antes, pero nunca
había sonado nada parecido a esto.
Hyesook sacudió la cabeza frenéticamente.
—No, por favor.
Jungkook envolvió su mano alrededor del cuello de Hyesook y lo levantó hasta

que se
sostuvo sobre las puntas de los dedos de sus pies y su cabeza comenzó a tornarse
roja. Luego, lo lanzó lejos y Hyesook chocó contra el muro y se desplomó en el
suelo.
—Espero que tengas hambre —gruñó Jungkook —, porque voy a hacerte comer
tu polla.
—Llévalos al auto, Soobin —ordenó Yoongi mientras Jungkook desenfundaba

su cuchillo.
246
Soobin me tomó en sus brazos y salió por la puerta de atrás, con Jimin justo
detrás de nosotros. El mareo recubrió mi cerebro y presioné mi cara contra la
chaqueta de Soobin. Se puso tenso.
Jimin resopló.
—¿Crees que Jungkook también cortará tu pito porque él se apoyó en ti mientras

estaba mal?
—Jungkook es mi jefe y Taehyung es suyo.
Jimin murmuró algo por lo bajo pero no pude entender sus palabras.
—Ábreme la puerta —dijo Soobin y a continuación estaba tendido en el frío

cuero.
Jimin levantó mi cabeza y la puso en su regazo. Sus dedos desenredaban mi

cabello y posó su frente contra la mía.
—Ese tipo recibirá lo que merece. —Cerré los ojos. Había condenado a muerte
a un hombre con mis palabras. Mi primer asesinato—. Tu guardaespaldas ni
siquiera se atreve a esperar en un auto con nosotros. Jungkook es una bestia.
—Soobin, sigue vigilando —susurré.
—Claro.
Debo haberme quedado dormido porque de repente la puerta se abrió de un tirón

y Jungkook habló.
—¿Cómo está?
—Mierda —dijo Jimin, con voz estridente—. Estás cubierto en sangre.
Abrí los ojos, pero tenía problemas enfocando.
247
—Solo mi camisa —dijo Jungkook, la molestia clara en su voz. Hubo susurros.
—Eres un sin vergüenza —dijo Jimin.
—Me voy a quitar la camisa, no mis malditos pantalones. ¿Alguna vez cierras
la boca?
—Tome, jefe.
Borrosamente vi a Jungkook poniéndose una nueva camisa.
—Quema eso, y encárgate de todo, Soobin. Yo manejaré.
Una mano rozó mi mejilla y el rostro de Jungkook flotó sobre mí. Luego se
marchó,
cerró la puerta y se deslizó detrás del asiento del conductor. El auto comenzó a
moverse y mi estómago se revolvió. Jimin se inclinó hacia adelante, su cabeza
entre los asientos.
—Eres bastante sexy, ¿lo sabías? Si no estuvieras casado con mi hermano y no

fueras tan cabrón, podría considerar darte una oportunidad.
—Jimin—gruñí. Cuando él estaba asustado, nervioso o enojado, nunca paraba

de hablar y cuanto más hablaba más ofensivo se ponía. Y alrededor de Jungkook
estaba constantemente enojado.
—¿Qué? ¿Un gato se comió tu lengua? He oído que usualmente saltas a todo lo
que no tiene un agujero—dijo Jimin.
Jungkook aún no había dicho nada. Me hubiera gustado ver su cara para ver qué
tan cerca de explotar estaba. Había matado a un hombre no hacía mucho tiempo;
Jimin realmente debería callarse. Jimin se echó hacia atrás, pero sabía que no
había terminado aún. No se rendiría hasta que consiguiera molestarlo un poco.
Entró en el garaje subterráneo del edificio de apartamentos.
248
—Aquí estamos —susurró Jimin en mi oído. Deseé que le hablara así de

razonable a Jungkook como lo hacía conmigo.
La puerta del auto se abrió y Jungkook me levantó en sus brazos. Me llevó hacia
el ascensor privado y entró en él. Las luces halógenas brillantes lastimaron mis
ojos,
pero los mantuve abiertos para observar a Jungkook y a Jimin en el espejo. Él
se inclinó
a su lado y su expresión no era un buen augurio.
—¿Has tenido un trío?
Jungkook no movió ni un músculo. Estaba mirándome pero mantuve mi

atención en el espejo, intentando enviar a Jimin un mensaje en silencio, de que
cierre la boca.
—¿Cuántas personas has violado antes de mi hermano?
La cabeza de Jungkook se disparó hacia arriba, sus ojos ardiendo mientras

miraba a Jimin. Presioné la palma de mi mano suavemente contra su pecho y
bajó la mirada hacia mí. La tensión continuó.
—¿No puedes hacer algo más con tu boca que ladrar?
Jimin se enderezó.
—¿Como qué? ¿Darte una mamada?
Jungkook rio.—Chico, nunca has visto ni siquiera otra polla que la que te
cuelga. Solo mantén tu boca cerrada.
—Jimin —grazné en señal de advertencia.
Por fin llegamos al último piso y Jungkook salió a nuestro penthouse. Se dirigió
a las escaleras hacia nuestro dormitorio cuando Jimin le bloqueó el paso.
249
—¿A dónde lo estás llevando?
—A la cama —dijo Jungkook, intentando esquivar a mi hermano pero él siguió

sus movimientos.
—Está drogado con Roofies. Ésta es probablemente la oportunidad que has

estado esperando. No voy a dejarlo solo contigo.
Jungkook se quedó muy quieto como un lobo a punto de atacar.
—Voy a decirlo una sola vez y es mejor que obedezcas. Sal de mi camino y ve
a la cama.
—¿O qué?
—Jimin, por favor —supliqué.
Buscó mi cara, y entonces, asintió una vez y rápidamente besó mi mejilla.
—Mejórate.
Jungkook pasó a su lado, llevándome por las escaleras y luego dentro del
dormitorio principal. Las náuseas que habían sido una presión distante en mi
estómago se convirtieron en una punzada insistente.
—Voy a vomitar.
Jungkook me llevó al baño y me sostuvo sobre el sanitario mientras vomitaba.
—Lo siento —dije cuando terminé.
—¿Por qué? —Me ayudó a ponerme de pie, aunque lo único que me mantenía
en posición vertical era su agarre de acero sobre mi cintura.
—Por vomitar.
250
Jungkook negó con la cabeza y me dio una toalla húmeda. Mis manos temblaron
a medida que me limpiaba la cara con ella.
—Es bueno que sacaras algo de esa mierda de tu sistema. Putas drogas, es la
única manera para que feos como Hyesook follen.
Me llevó de vuelta a la habitación hacia la cama.
—¿Puedes desnudarte?
—Sí. —Para el momento en que me soltó, caí hacia atrás y aterricé en el

colchón. La risa burbujeó de mis labios, y entonces una nueva ola de mareos
me golpeó y gemí. Se inclinó sobre mí, su cara ligeramente borrosa.
—Voy a sacarte tu ropa, huele a humo y vómito. —No estaba seguro por qué
estaba diciéndolo. No era como si no me hubiera visto desnudo antes. Agarró
el dobladillo de mi camisa y la pasó sobre mi cabeza. Lo observé mientras
bajaba la cremallera de mis pantalones de cuero y los deslizó bajo mis piernas,
sus nudillos rozando mi piel, dejando la piel de gallina a su paso. Se giró
bruscamente y desapareció de mi vista. Puntos de colores bailaron dentro y
fuera de mi visión y estaba a punto de otro ataque de risa cuando Jungkook
regresó y me ayudó a entrar en una de sus camisas. Él estaba solamente en
bóxers. Deslizó los brazos bajo mis rodillas y omóplatos y me movió hacia
arriba hasta que mi cabeza se apoyó en la almohada, luego se metió en la cama
junto a mí.
—Eres impresionante, ¿sabes? —balbuceé.
Jungkook escaneó mi rostro, después presionó una palma sobre mi frente. Me

reí tontamente y extendí la mano esperando tocar su tatuaje, pero calculé mal la
distancia y rocé mis dedos a través de su abdomen y luego más abajo. Siseó y
arrancó mi mano, alejándola, y la presionó contra mi estómago.
—Taehyung , estás drogado. Intenta dormir.
251
—Tal vez no quiero dormir. —Me moví en su agarre.
—Sí quieres.
Bostecé.—¿Vas a sostenerme?
Jungkook no dijo nada pero apagó las luces y envolvió sus brazos a mi alrededor
desde atrás.
—Es mejor que te recuestes de lado en caso de que te sientas enfermo de nuevo.
—¿Lo mataste?
Hubo una pausa.
—Sí.
—Ahora hay sangre en mis manos.
—Tú no lo mataste.
—Pero tú lo mataste por mí.
—Soy un asesino, Taehyung. Eso no tiene nada que ver contigo. —Tenía todo
que ver conmigo pero estaba demasiado cansado para discutir.
Escuché su respiración durante algunos instantes.
—Sabes, a veces me gustaría poder odiarte, pero no puedo. Creo que te amo.
Nunca pensé que pudiera. Y a veces me pregunto cómo sería si me hicieras el
amor.
Jungkook apretó sus labios contra mi cuello.
—Duerme.
252
—Pero no me amas —murmuré—. No quieres hacerme el amor. Quieres follar

conmigo porque te pertenezco. —Su brazo se apretó a mi alrededor—. A veces
me gustaría que me hubieras tomado en nuestra noche de bodas, entonces por
lo menos ya no desearía algo que nunca será. Me quieres follar como follaste a
Mina, como un animal. Por eso es que me dijo que vas a follarme salvajemente,
¿cierto?
Mi lengua se sentía pesada y mis párpados se pegaban entre sí. Estaba hablando
sin sentido, soltando palabras que no debería decir.
—¿Cuándo te dijo eso? ¿Ángel, cuándo?
La voz aguda de Jungkook no pudo extraerme de la niebla cubriendo mis

pensamientos y la oscuridad me reclamó.
Singularity
CAPITULO XV
1Una ola de malestar me despertó. Tropecé hacia el baño y vomité otra vez, de
rodillas sobre el suelo de mármol frío, demasiado agotado para levantarme. Me
253
estremecí. Jungkook se acercó a mí y tiró de la cadena antes de apartarme el

cabello de la frente.
—No luzco tan sexy, ¿verdad? —Me reí con voz ronca.
—Esto no debería haber sucedido. Debería haberte mantenido a salvo.
—Lo hiciste. —Agarré el asiento del inodoro y me tambaleé hasta levantarme.

Las manos de Jungkook me agarraron de la cintura.
—Tal vez un baño te ayudará.
—Creo que me ahogaría si me tumbo en la bañera ahora mismo.
Jungkook abrió el grifo de la bañera mientras todavía me sostenía con una

mano. El cielo se volvía gris sobre Busan.
—Podemos tomar un baño juntos.
Intenté una sonrisa burlona.—Solo quieres agarrar y tocar.
—No voy a tocarte mientras estás drogado.
—¿Un Capo con moral?
La cara de Jungkook lucía seria.—Aún no soy un Capo. Y tengo moral. No

mucha, pero un poco.
—Solo estoy bromeando —susurré a medida que apoyaba la frente contra su

pecho desnudo.
Me frotó la espalda y el movimiento envió un dulce hormigueo hasta mi

miembro. Retrocedí y cuidadosamente me acerqué al lavabo para cepillarme los
dientes y lavarme la cara. Jungkook cerró el grifo cuando la bañera estaba casi
llena. Entonces me ayudó a salir de mi tanga y se quitó sus bóxers antes de
254
levantarme hacia la bañera. Zambullí la cara bajo el agua por un momento,

esperando que se despeje la niebla que quedaba en mi cabeza. Jungkook se
deslizó detrás de mí y me atrajo hacia su pecho.
Su erección se presionaba contra mi muslo. Me giré, de modo que estaba frente

a Jungkook y su longitud se deslizó entre mis piernas, rozando mi entrada,
mientras mi pene se frotaba en sus abdomen. Me puse rígido. Jungkook solo
tendría que empujar sus caderas hacia arriba para entrar en mí. Él gimió, apretó
los dientes, y entonces estiró su mano entre nosotros y apartó su erección de
manera que descansara sobre el muslo de nuevo; luego tiró de mí hacía su torso.
—Algunos hombres se habrían aprovechado de la situación —murmuré.
Jungkook apretó la mandíbula.—Soy esa clase de hombre, Taehyung. No te

engañes creyendo que soy un buen hombre. No soy ni noble ni un caballero.
Soy un bastardo cruel.
—No conmigo. —Apoyé la nariz contra el hueco de su cuello, respirando su

familiar olor a almizcle.
Jungkook besó la parte superior de mi cabeza.
—Es mejor si me odias. Hay menos posibilidades que te lastimes de esa manera.
¿Qué es lo que dije anoche cuando estaba drogado? ¿Le dije que me había
enamorado de él? No podía recordar.
—Pero no te odio.
Jungkook besó mi cabeza una vez más. Me hubiera gustado que dijera algo. Me
hubiera gustado que dijera que él...
—Mencionaste algo que Mina te dijo. —Su voz era casual, pero la tensión se
apoderaba de su cuerpo—. Algo sobre follarte salvajemente.
255
—Oh, sí. Dijo que me harías daño, follarme como un animal, follarme como un
maldito salvaje, cuando me habló durante la recepción de nuestra boda. Me
asustó mucho. —Entonces fruncí el ceño—. Creo que ese tipo de anoche dijo
lo mismo.
—Antes de que lo matara, dijo que una de las mujeres que le compró la droga
le dijo que eras un puto que necesitaba que le dieran una lección. Le dio dinero
en efectivo.
Levanté la cabeza.—¿Crees que fue Mina?
Los ojos de Jungkook lucían como un cielo tormentoso.
—Estoy seguro que fue ella. La descripción encaja y quién más tendría interés
en atacarte.
—¿Qué vas a hacer?
—No puedo matarla, incluso si quiero cortar su puta garganta, causaría

demasiados problemas con su padre y hermano. Sin embargo, voy a tener que
hablar con ellos. Decirles que necesitan ponerle una puta correa o no habrá más
dinero de nuestra parte.
—¿Qué pasa si se niegan?
—No lo harán. Mina ha jodido las cosas durante mucho tiempo. Probablemente
la enviarán lejos a Europa o America para rehabilitación o alguna mierda como
esa.
Le di un beso pero la tensión no dejó el cuerpo de Jungkook.
—No puedo dejar de pensar en lo que habría ocurrido si Namjoon y Soobin no

hubieran estado allí, si ese hijo de puta te hubiera sacado del club. El
pensamiento de sus sucias manos sobre ti me da ganas de matarlo de nuevo. La
idea de que podría haber... —Negó con la cabeza.
256
Sabía que no era porque Jungkook tuviera sentimientos por mí. Era posesivo.
No podía soportar la idea de que alguien más pudiera haber puesto sus manos
sobre mí, que alguien pudiera haber tomado lo que Jungkook consideraba suyo.
La resignación me llenó.
—Cuando Jimin se marche en unos pocos días, puedes tenerme —susurré

contra su garganta.
Las manos de Jungkook se detuvieron en mi espalda. No me preguntó si estaba

seguro. No lo esperaba tampoco. Jungkook lo había dicho: no era un buen
hombre.
•••
Jimin y yo habíamos pasado los últimos días probando diferentes cafeterías y

restaurantes, hablando, riendo y comprando, pero hoy Jimin tenía que volver a
Seúl. Mis brazos alrededor de él lo apretaban mientras estábamos de pie en el
pasillo de embarques del aeropuerto. Jimin tenía que pasar por seguridad pronto,
pero no quería dejarlo ir. No solo porque lo echaría de menos terriblemente,
sino también porque estaba ansioso por mi promesa a Jungkook. Me preparé y
me aparté de Jimin.
—Visítame de nuevo pronto, ¿de acuerdo?
Él asintió, con los labios apretados.—Llámame todos los días, no te olvides.
—No lo haré —le prometí. Él retrocedió lentamente, luego se volvió y se dirigió

a la línea de seguridad.
257
Esperé hasta que entró y desapareció de mi vista. Jungkook se quedó unos pasos
detrás de mí. Corrí hacia él y presioné mi cara contra él. Me acarició la espalda.
—Pensé que podríamos ir a cenar y luego tener una noche relajante. —Sonaba
hambriento y emocionado, pero no por la comida.
—Suena bien —dije con una pequeña sonrisa. Algo se removió en la cara de
Jungkook, pero luego desapareció de inmediato.
No había comido mucho; mi estómago ya estaba agitado. No quería correr

ningún riesgo. Jungkook fingió no darse cuenta. Comió lo que yo no. Cuando
entramos de nuevo en nuestro penthouse, me dirigí hacia el mueble del bar, en
busca de un poco de coraje líquido, pero Jungkook agarró mi muñeca y me
atrajo hacia él.
—No lo hagas.
Me levantó en sus brazos y me llevó escaleras arriba a nuestra habitación.

Cuando me puso en el borde de la cama, mis ojos encontraron su entrepierna.
Ya estaba duro. Los nervios se retorcieron en mi interior. Me quería. No me
negaría a él, no esta noche. Jungkook se subió a la cama y me tumbé, con las
palmas de mis manos contra la manta. Sus labios encontraron los míos, su
lengua adentrándose, así me relajé bajo su hábil boca. Esto era bueno, familiar
y reconfortante. Los músculos de mis piernas se aflojaron. Jungkook apartó su
boca de la mía y me chupó el pezón a través de la tela de mi camisa . Acuné su
cabeza, dejando que sus caricias experimentadas se llevaran mi miedo. Había
una urgencia en sus besos y toques que nunca antes había sentido.
Tiró de mi ropa y las deslizó por mi cuerpo, dejándome en solo mi ropa tanga.
Se tomó un momento para admirar mi cuerpo antes de moverse hacia abajo y
enterrar su cara entre mis piernas, deslizando la lengua en mi miembro sobre mi
ropa interior. Con un gruñido, las agarró y arrancó, y luego las tiró. Su boca era
caliente y exigente, pero con demasiada rapidez se detuvo y metió un dedo en
mí. Luego se levantó bruscamente y se quitó la camisa antes de quitarse las
fundas y los
258
pantalones. Su cuerpo estaba tenso y la erección más dura de lo que había visto.
El
hambre cruda en su rostro envió una punzada de miedo a través de mí.
—Eres mío.
Y entonces Jungkook se inclinó sobre mí, sus rodillas separando mis piernas y
su
punta tocando mi entrada. Mis músculos se paralizaron y clavé las uñas en sus
hombros, cerrando los ojos. Esto iba demasiado rápido. Él parecía apenas
controlado. Pegué la cara en el hueco de su cuello, tratando de dejar que su olor
me calme. Jungkook no se movió, su erección todavía solo tocando ligeramente
mi entrada.
—Taehyung—dijo en voz baja—. Mírame. —Lo hice. Su mirada era hambre

mezclada con algo más gentil. Intenté concentrarme en la parte más suave.
Durante mucho tiempo, nos miramos el uno al otro. Él cerró los ojos y descendió
de modo que su cuerpo estaba al ras del mío—. Soy un idiota —dijo con voz
áspera. Me besó en la mejilla y la sien.
La confusión me invadió. —¿Por qué? —Dios, ¿esa voz pequeña era mía?
Jungkook era mi esposo y sonaba como si estuviera aterrado.
Estaba aterrado, pero debería haberlo ocultado mejor.
—Estás asustado y se me ocurre perder el control de esta manera. Debería

saberlo mejor. Debería prepararte adecuadamente y en su lugar casi empujo mi
polla en ti.
No sabía qué decir. Me moví y la erección de Jungkook se frotó sobre mi

entrada, haciéndome jadear. Jungkook soltó una respiración áspera, cerrando
los ojos con fuerza. Cuando los abrió de nuevo, el hambre estaba contenida. Se
deslizó hacia abajo hasta que su cabeza se cernió sobre mi pecho y sus
abdominales se presionaron contra mi miembro. Exhalé ante la fricción y los
músculos de Jungkook se flexionaron. Podía decir que aún estaba al borde.
259
—Eres mi esposo —dijo con ferocidad, como para recordárselo a sí mismo.
Luego sus dedos se cerraron alrededor de mis pezones y tiró de ellos. Gemí,
sacudiendo mi pelvis, haciendo que mi polla roce contra los abdominales de
Jungkook una vez más.
—Deja de retorcerte —ordenó Jungkook, casi suplicante.
Él tiró de nuevo, y esta vez me obligué a quedarme quieto, pero un gemido

escapó de mis labios. La expresión de Jungkook era de absoluta concentración
y restricción a medida que tiraba y retorcía, giraba y frotaba. Arqueé la espalda,
prácticamente empujando mi pecho en su rostro y con mucho gusto aceptó mi
invitación y chupó uno de mis pezones en su boca. Cerré los ojos mientras me
chupaba y con sus dedos me pellizcaba el otro. Se movió y sus dedos se
deslizaron delicadamente sobre mis costillas, mis caderas, mis costados antes
de que su lengua siguiera el mismo camino. Mordió la piel sobre los huesos de
mi cadera, y luego acarició el lugar con su lengua. Todo mi cuerpo estaba en
llamas, desesperado por la liberación. Sus dedos comenzaron a masajear mis
muslos, separándolos aún más a medida que avanzaba más abajo. Besó mi
glande, y entonces la cara interna de mi muslo antes de morderlo suavemente.
Jadeé y balanceé las caderas. Él deslizó su mano por debajo de mi trasero y me
alzó unos cuantos centímetros, luego besó mi entrada. Gemí ante el suave toque.
Me besó de nuevo, moviendo los labios contra el anillo de este, y entonces se
echó hacia atrás. Mis ojos abriéndose por completo. Me observó, y luego besó
mi apertura y pude sentir como mi miembro se endurecía más. Los pulgares de
Jungkook abrieron mis mis glúteos para él y pasó su lengua sobre mi orificio.
Me estremecí y sentí otra oleada. Jungkook lamió suavemente, sin tocar ni una
sola vez mi miembro. Él rodeó la lengua alrededor de mi entrada, pero nunca
me tocó donde necesitaba su toque.
—Jungkook, por favor. —Sacudí las caderas una vez más.
Jungkook lambió dentro de mi y yo grité.
—¿Quieres esto?
260
—Sí.
—Pronto —gruñó y deslizó un dedo en mi interior, follándome con él

lentamente mientras su lengua se deslizaba alrededor de mi apertura,
recubriéndome con su saliva. Me relajé con un gemido. Jungkook se llevó
entonces mi miembro a su boca y succionó, trayéndome más y más cerca del
borde.
—Córrete —dijo Jungkook contra mi carne dura.
Movió su dedo más rápido y presionó su lengua contra mi glande con más
fuerza.
—Me voy a co...
Jungkook sacó su dedo y entonces entró de nuevo con dos dedos. Di un grito
ahogado ante el malestar, pero mi orgasmo rasgó a través de mí, el dolor
mezclándose con el placer a medida que mi cuerpo trataba de acostumbrarse a
la plenitud. Jungkook besó la cara interna de mi muslo, luego gimió.
—Estás tan jodidamente apretado, Ángel. Tus músculos están exprimiendo mis
dedos ferozmente.
Mi pulso estaba desacelerando, y eché un vistazo a Jungkook. Me estaba

observando, con dos dedos enterrados en mi interior. Los deslizó un par de
centímetros y di un respingo, pero lentamente encontró un ritmo mientras se
deslizaba dentro y fuera.
—Relájate —murmuró Jungkook y lo intenté—. Tengo que dilatarte, Ángel. —

Jungkook trazó su lengua por mi miembro otra vez.
Tarareé de placer. El malestar en mi entrada disminuyendo con cada vaivén de

la boca de Jungkook y pude sentir cómo me acercaba a otra liberación.
Jungkook también debió haberlo sentido. Sacó sus dedos y se alzó hasta que
quedar apoyado sobre mí. Se alineó a sí mismo, abrió mis piernas y movió mis
261
caderas hasta que encontró el ángulo que quería, entonces su punta rozó mi
entrada. Y solo así me congelé de nuevo. Tenía ganas de llorar de
frustración. ¿Por qué mi cuerpo no cooperaba conmigo?
Jungkook besó mi barbilla, luego mis labios.
—Taehyung. —Mis ojos finalmente encontraron los suyos.
Su expresión reflejaba una especie de lucha interna. Envolví mis brazos

alrededor de él, mis palmas descansando en su espalda flexionada. La
resolución reclamó su expresión. Empujó sus caderas y la presión aumentó. Me
puse aún más tensa y Jungkook dejó escapar una respiración áspera.
—Relájate —dijo a medida que acunaba mi mejilla y besaba mis labios—. Ni

siquiera estoy dentro todavía. —Su mano acarició mi costado hasta llegar al
muslo.
Él lo tomó y me abrió un poco más. Luego se empujó lentamente. Apreté mi

agarre sobre él, presionando mis labios. Dolió. Dios, dolía como el demonio.
Jamás encajaría. Lloriqueé cuando la sensación de desgarro fue demasiado y
me tensé aún más. Jungkook detuvo su movimiento, con la mandíbula apretada.
Llevó una de sus manos a mi miembro y me froto.
—Eres tan hermoso —murmuró en mi oído—. Tan perfecto, ángel. —Sus

palabras y sus toques en mi polla me hicieron relajarme un poco, así que empujó
un poco más lejos. Me tensé nuevamente. Y Jungkook me besó en la boca—.
Ya casi. —. Me masturbo lentamente y exhalé. A través del dolor y el malestar
podía sentir pequeñas descargas de placer. Jungkook se tomó su tiempo para
excitarme con su mano y basarme. Sus labios eran calientes y suaves, y su mano
experta en mi miembro enviaba sensaciones de hormigueo por todo mi cuerpo.
Poco a poco, mis músculos se aflojaron alrededor de su pene.
Balanceando sus caderas hacia delante, empujó hasta el fondo y me quedé sin
aliento, mi espalda arqueándose en la cama. Apreté los ojos con fuerza,
respirando por la nariz para conseguir superar el dolor. Me sentía demasiado
262
lleno, como si fuera a rasgarme. Enterré mi cara contra la garganta de Jungkook

, y empecé a contar, tratando de distraerme. "Se vuelve mejor", eso es lo que
dijeron las mujeres en mi despedida de soltero, ¿pero cuándo?
Jungkook se movió, lentamente y solo un centímetro, pero dolía demasiado.
—Por favor, no te muevas —jadeé, y entonces apreté los labios de vergüenza.
Otras personas habían pasado por esto y se habían acostado y sufrido a través
de todo.
¿Por qué no iba yo a hacerlo? El cuerpo de Jungkook se puso tenso como una
cuerda
estirada. Tocó mi mejilla a medida que se retiraba, obligándome a mirarlo.
—¿Te duele tanto? —Su voz era pura moderación, sus ojos oscuros con una
emoción que no podía ubicar.
Contrólate, Taehyung.
—No, no mucho. —Mi voz quedó atrapada en la última palabra, porque

Jungkook se había girado—. Está bien, Jungkook. Solo muévete. No voy a
enojarme contigo. No tienes que contenerte por mí. Solo acaba de una vez.
—¿Crees que quiero usarte de esa forma?

Puedo ver lo jodidamente doloroso que es. He hecho muchas cosas horribles en
mi vida, pero no voy a añadir eso a mi lista.
—¿Por qué? Haces daño a la gente todo el tiempo. Solo porque estamos casados
no tienes que fingir que te importan mis sentimientos.
Sus ojos brillaron.—¿Qué te hace pensar que tengo que fingir?
Mis labios se separaron. No me atreví a tener esperanza, no me atreví a leer

demasiado en sus palabras, pero Dios, quería hacerlo.
263
—Dime qué hacer —dijo con dureza.
—¿Puedes abrazarme un tiempo? Pero no te muevas.
—No lo haré —prometió, y entonces me besó en los labios. Él apretó los dientes
mientras bajaba por completo.
Estábamos tan cerca, ni siquiera una hoja de papel habría encajado entre
nosotros. Jungkook envolvió un brazo bajo mis hombros y me apretó contra su
pecho, luego nos besamos, nuestros labios deslizándose uno sobre el otro,
nuestras lenguas enredándose, suaves y tentadoras. Jungkook acarició mi
costado y mis costillas antes de deslizar una mano furtivamente entre nosotros
y dibujar pequeños círculos en mi pezón. Poco a poco mi cuerpo se relajó bajo
su suave caricia y el sabor de su boca en la mía. El dolor en mi ano se tornó en
un dolor sordo y mi paredes se aflojaron en torno a Jungkook, mi cuerpo
acostumbrándose a su tamaño. Jungkook
no pareció darse cuenta o prefirió ignorarlo, en lugar de eso siguió besándome.
Su uña
arañó suavemente mi pezón y una descarga de placer se disparó en mi
entrepierna. Me
eché hacia atrás, mis labios hinchados y calientes de nuestros besos.
Los ojos de Jungkook estaban entrecerrados.
—¿Aún puedes...? —pregunté.
Se movió y pude sentir lo duro que estaba. No se había suavizado en absoluto.

Mis ojos se abrieron con sorpresa.
—Te dije que no soy un buen hombre. Aunque sé que estás sufriendo, todavía
tengo una erección porque estoy dentro de ti.
—Porque me deseas.
—Nunca he deseado nada más en mi vida —admitió Jungkook.
264
—¿Podemos ir despacio?
—Por supuesto, Ángel. —Manteniéndome cerca todavía, se retiró unos

centímetros mirando mi rostro.
La mirada de preocupación en su rostro deshizo un nudo en mi pecho. Exhalé.

Todavía dolía pero no tanto como antes y tras el dolor había un toque de algo
mejor. Jungkook se movió con cuidado dentro de mí y encontró un lento y suave
ritmo. Me impregné en la sensación del cuerpo fuerte de Jungkook presionado
contra mí, las afiladas líneas en su rostro. Sus ojos nunca dejaron el mío. No
parecía importarle el ritmo lento. La tensión en sus hombros y cuello era el
único signo de cuán difícil estaba siendo esto para él. Cambió el ángulo y una
chispa de placer me atravesó.
Jadeé. Jungkook se detuvo.
—¿Te he hecho daño?
—No, me ha gustado —dije con una sonrisa temblorosa.
Jungkook sonrío y repitió el movimiento, enviando otro hormigueo a través de

mí.
Bajó sus labios a los míos. No estaba seguro de cuánto tiempo mantendría el
ritmo lento, pero estaba sintiéndome dolorido y sabía que no iba a correrme. Ni
siquiera estaba cerca, a pesar de los destellos ocasionales de placer. Un dolor
leve los cubría demasiado. No sabía cómo decir lo que necesitaba decir. Debió
ver algo en mi rostro porque dijo:
—¿Estás bien?
Mordí mi labio.—¿Cuánto queda hasta que tú...?
—No mucho, si voy un poco más deprisa. —Escaneó mi rostro y asentí. Se

sostuvo a sí mismo con sus codos y empujó más rápido y un poco más duro, y
presioné los labios y enterré la cabeza en su hombro, agarrándome a su espalda.
El dolor había vuelto, pero quería que Jungkook se corriera.
265
—¿Taehyung? —dijo Jungkook con voz áspera.
—Sigue. Por favor. Quiero que te corras.
Gruñó y siguió empujando. Sus jadeos iban más rápido. Se empujó más
profundamente que antes y mordí su hombro para evitar sollozar de dolor.
Jungkook se tensó con un gruñido, después se estremeció y pude sentirle
expandirse aún más en mí, llenándome hasta que estuve seguro que me desharía.
Paró de moverse, sus labios contra mi garganta. Pude sentirle ablandándose en
mí y casi suspiré con alivio. Me sostuve de Jungkook, disfrutando de la
sensación de su rápido latido y del sonido de su pesada respiración. Jungkook
salió y se tumbó junto a mí, llevándome a sus brazos. Me apartó el cabello de
mi rostro sudoroso con una caricia. Sentí algo hormigueándome por dentro y
me cambie de posición incómoda.
—Te traeré una toallita. —Jungkook salió de la cama y se dirigió hacia el cuarto
de baño. Me sentí frío sin él. Estiré las piernas e hice una mueca por el dolor.
Me senté y mis ojos se ampliaron. Había sangre embadurnando mis muslos y la
cama, mezclada con el semen de Jungkook. Él se arrodilló en la cama a mi lado.
Debió de lavarse a sí mismo porque no había nada de sangre en él.
—Hay mucha más sangre que en la escena falsa que creaste durante nuestra
noche de bodas. —Mi voz temblaba.
Jungkook separó mis piernas cuidadosamente y presionó la toallita cálida y

húmeda contra mí. Aguante la respiración. Jungkook besó mi rodilla.
—Eres mucho más apretado de lo que pensaba —dijo en voz baja.
Retiró la toallita y me sonrojé, pero la arrojó al suelo sin volverla a mirar antes
de presionar sus manos contra mi abdomen.
—¿Qué tan malo es?
Volví a poner mi cabeza en la almohada.
266
—No tan mal. ¿Cómo puedo quejarme cuando tú estás cubierto de cicatrices de
cuchillos y heridas de bala?
—No estamos hablando de mí. Quiero saber cómo te sientes, Taehyung. En una
escala del uno al diez, ¿cuánto te duele?
—¿Ahora? ¿Siete?
Jungkook se tensó. Se tumbó a mi lado, enrollando un brazo a mi alrededor y

escaneando mi rostro.
—¿Y durante?
Evité sus ojos.
—Si diez es para el peor dolor que nunca haya sentido, entonces nueve.
—La verdad.
—Diez —susurré.
Jungkook tenso su mandíbula.—La próxima vez será mejor.
—No creo que pueda pronto otra vez.
—No me refería ahora —dijo firmemente, besando mi sien—. Estarás dolorido

por un tiempo.
—En una escala del uno al diez, ¿cómo de duro fuiste? La verdad —imité sus
palabras.
—Dos.
—¿Dos? —Debí parecer bastante horrorizado porque Jungkook frotó mi

estómago suavemente.
267
—Tenemos tiempo, seré tan amable como necesites.
—No puedo creer que Jeon, El Tenazas, Jungkook haya dicho "amable" —dije
coquetamente para suavizar su humor.
Jungkook sonrió con suficiencia. Acunó mi rostro y se inclinó hacia mí.—Será

nuestro secreto.
Las emociones se atestaron en mi pecho.
—Gracias por ser amable. Nunca pensé que lo serías.
Jungkook rio, un sonido franco.—Créeme, nadie está más sorprendido que yo

de esto.
Rodé hasta mi lado, retorciéndome de dolor y acomodándome contra el hombro

de Jungkook .
—¿Nunca has sido amable con nadie?
—No —dijo amargamente—. Nuestro padre nos enseñó a Yoongi y a mí que

cualquier tipo de amabilidad era una debilidad. Y nunca hubo espacio en mi
vida para ello.
Aún si las palabras querían quedarse atascadas en mi garganta, dije:
—¿Qué pasa con las personas con las que estuviste?
—Eran el medio para un fin. Quería follar, así que buscaba un chico o una chica
y me los
follaba. Era duro y rápido, definitivamente no amable. Mayormente me los
follaba desde atrás así no tenía que mirarlas a los ojos y pretender que me
importaban una mierda. —Sonaba frío y cruel.
268
Besé su tatuaje, queriendo disipar de nuevo esa parte de él. Sus brazos a mi
alrededor se estrecharon.
—La única persona que podría haberme enseñado cómo ser amable era mi
madre. —Sostuve la respiración. ¿Me diría ahora algo sobre ella?—. Pero se
mató cuando tenía nueve años.
—Lo siento. —Quise preguntar qué pasó pero no quería presionarle y hacer que
se retire detrás de su fría máscara. En lugar de eso, acuné sus mejillas. Parecía
sorprendido por el gesto pero no me aparté. Lamí mi labio, intentando suprimir
mi curiosidad.
—¿Todavía te duele? —preguntó de repente.
Por un momento, no supe de qué hablaba. Acarició con su mano mi abdomen.
—Sí, pero hablar ayuda.
—¿Cómo te ayuda?
—Me distrae. —Reuní coraje—. ¿Puedes decirme más cosas sobre tu madre?
—Mi padre le pegaba. La violaba. Yo era joven pero entendía lo que pasaba.
No pudo soportar a mi padre mucho más, así que decidió cortarse las venas y
meterse una sobredosis.
—No debió dejarlos a ti y a Yoongi solos.
—Yo la encontré.
Me levanté de un salto y le miré fijamente.
—¿Tú encontraste a tu madre después de que se cortara las venas?
269
—En realidad, ese fue el primer cadáver que vi. Por supuesto, no fue el
último.—Se encogió de hombros como si no tuviera importancia—. El suelo
estaba cubierto de su sangre, me resbalé y caí. Mi ropa se empapó en su sangre.
—Su voz era calmada, indiferente—. Salí del cuarto de baño corriendo, gritando
y llorando. Mi padre me encontró y me abofeteó. Me dijo que fuera un hombre
y me lavara. Lo hice. No he vuelto a llorar otra vez.
—Eso es horrible. Debiste estar aterrorizado. Solo eras un niño.
Se quedó en silencio.—Me hizo duro. Llegado el momento, cada niño tiene que
perder su inocencia. La mafia no es lugar para los débiles.
Sabía eso. Había visto cómo padre había intentado entrenar a Beomyu en los
últimos años y siempre me rompía el corazón cuando mi hermano pequeño tenía
que actuar como un hombre en lugar del niño pequeño que era.
—Las emociones no son una debilidad.
—Sí, lo son. Los enemigos siempre apuntan a aquello que pueda hacerte más
daño.
—¿Y a dónde tendría que apuntar la Bratva si quisieran hacerte daño?
Jungkook apagó las luces.—Nunca lo sabrán.
Esa no era la respuesta que esperaba pero estaba demasiado cansado para
reflexionar sobre ello. En lugar de eso, cerré los ojos y dejé que el sueño me
reclame.
270
Singularity
CAPITULO XVI
Caminar dolía como el infierno, y sentarme no era exactamente cómodo

tampoco. Hice una mueca de dolor cuando regresaba a la habitación en donde
Jungkook estaba acostado con su cabeza apoyada sobre su brazo.
Me observaba.—¿Adolorido?
Asentí, sonrojándome.—Sí. Lo siento.
—¿Por qué lo sientes?
Me recosté a su lado.
—Pensé que tal vez querrías hacerlo de nuevo, pero no creo que yo pueda
hacerlo.
Jungkook deslizó la punta de sus dedos sobre mis costillas.
—Lo sé. No esperaba que estuvieras listo tan pronto. —Acarició mi estómago,
después lo hizo un poco más abajo—. Podría chuparte si estás dispuesto a ello.
271
Mi miembro se contrajo y realmente quise decir que sí. —No creo que sea buena
idea.
Jungkook asintió y volvió a acomodarse contra las almohadas. El cobertor se

enredaba alrededor de sus caderas, revelando su musculoso torso y las cicatrices
que ahí había. Me acerqué, poniéndome sobre él. Tracé sus cicatrices,
preguntándome qué clase de historias se escondían detrás de cada una de ellas.
Quería saberlas todas, quería comprender a Jungkook cicatriz por cicatriz, como
un rompecabezas. ¿Dónde había obtenido la cicatriz larga en su hombro y la
herida de bala bajo sus costillas? Jungkook
estaba haciendo su propia exploración con sus ojos, vagando sobre mi pecho y
cara.
Pasó un dedo por mis pezones.
—Tu cuerpo es perfecto. —Su toque era más posesivo que sexual, pero podía
sentirlo en todo mi ser, de cualquier forma. Tratando de distraerme, me detuve
con las yemas de los dedos en una cicatriz casi borrada en sus abdominales.
—¿Cuándo obtuviste esta cicatriz?
—Tenía once años. —Mis ojos se ensancharon. Estaba bastante seguro de saber
hacia dónde iba la historia—. La familia no estaba tan unida como lo está ahora.
Algunos hombres pensaron que podían arrebatar el poder matando a mi padre y
sus hijos. Era medianoche cuando escuché gritos y balazos. Antes de poder salir
de la cama, un hombre entró en la habitación apuntando su pistola hacia mí.
Sabía que moriría mientras miraba el cañón. No estaba tan asustado como pensé
que lo estaría. Él me hubiera matado, si Yoongi no hubiera brincado desde atrás
cuando jaló el gatillo. La bala golpeó mucho más abajo de lo que se suponía e
hirió mi parte central. Dolió jodidamente. Estaba gritando y probablemente me
habría desmayado si el hombre no se hubiera dado la vuelta para matar a
Yoongi. Yo tenía una pistola escondida en un cajón de mi mesa de noche, la
saqué y metí una bala en la cabeza del hombre antes de que pudiera matar a mi
hermano.
272
—Fue tu primer asesinato, ¿cierto? —murmuré.
Los ojos de Jungkook, que habían estado perdidos en otro tiempo, se enfocaron
sobre mí.
—Sí. El primero de muchos.
—¿Cuándo volviste a matar?
—Esa misma noche. —Sonrió sin humor—. Después de ese primer hombre, le
dije a Yoongi que se escondiera en mi armario. Protestó pero era más grande y
lo encerré. Para entonces había perdido mucha sangre pero tenía mucha
adrenalina y podía seguir oyendo los balazos en la parte de abajo, así que me
dirigí hacia el ruido con mi pistola en alto. Mi padre estaba en un duelo con dos
atacantes. Bajé las escaleras pero nadie me prestó atención, así que le disparé a
uno de ellos por la espalda. Mi padre se encargó del otro con un disparo en el
hombro.
—¿Por qué no lo mató?
—Quería interrogarlo para saber si aún había otros traidores en la familia.
—¿Entonces qué hizo con el tipo mientras te llevaba al hospital?
Jungkook me dirigió una mirada irónica.
Jadeé.—No me digas que no te llevó.
—Llamó al Doc de la familia, me dijo que presionara la herida y comenzó a

torturar al tipo para obtener información.
No podía creer que un padre dejara a su hijo sufrir dolor y arriesgara su vida,
para poder obtener información.
273
—Podrías haber muerto. Algunas cosas deben de atenderse en el hospital.

¿Cómo pudo hacer eso?
—La familia es lo primero. Nunca llevamos a los heridos a un hospital. Hacen

muchas preguntas y la policía se ve involucrada, además, significa admitir
debilidad. Y mi padre tenía que asegurarse que el traidor hablara antes de tener
oportunidad de suicidarse.
—¿Entonces estás de acuerdo con lo que hizo? ¿Habrías visto a alguien que
amas sangrar hasta morir para así poder proteger a la familia y tu poder?
—Mi padre no me ama. Yoongi y yo somos su garantía para el poder y una

manera de mantener el nombre de la familia. El amor no tiene nada que ver con
eso.
—Odio esta vida. Odio a la mafia. Algunas veces desearía que hubiera alguna
manera de escapar.
La cara de Jungkook se quedó inmóvil.—¿De mí?
—No —dije sorprendiéndome—. De este mundo. ¿Nunca has querido llevar

una vida normal?
—No. Esto es quien soy, quien nací para ser, Taehyung. Es la única vida que
conozco, es la única vida que quiero. Para mí el conformarme con una vida
normal sería como ser un águila en una pequeña jaula del zoológico. —Se
detuvo—. Tu casamiento conmigo te encadena a la mafia. Sangre y muerte
serán tu vida mientras yo viva.
—Entonces que así sea. Iré a donde tú vayas, sin importar lo oscuro que sea el
camino.
Por un momento Jungkook contuvo la respiración, después agarró la parte

trasera
de mi cabeza y me besó ferozmente.
274
•••
Había pensado que Jungkook querría acostarse pronto conmigo después de

nuestra primera vez, pero no me presionó. Aún cuando traté de ocultarlo, podía
darse cuenta que seguía adolorido unos días después. Me dio placer con la boca
algunas veces, sin penetrarme nunca con su dedo, y yo lo hice venirse con mi
boca para corresponder. No estaba seguro si estaba esperando mi aprobación,
pero cuando regresó a casa una semana después de haber tomado mi virginidad,
viéndose exhausto y enojado, quise hacerlo sentir mejor. Después de bañarse,
se tambaleó hasta la cama
usando solo sus bóxers, sus ojos llenos de oscuridad.
—¿Mal día? —susurré mientras se acostaba en la cama a mi lado. Se recostó

sobre su espalda y miró hacia el techo con la mirada vacía. —¿Jungkook?
—Perdí a tres de mis hombres hoy.
—¿Qué pasó?
—La Bratva atacó uno de nuestros almacenes. —Sus labios se estrecharon, su

pecho jadeando—. Haremos que ellos paguen. Nuestra respuesta los hará
sangrar.
—¿Qué puedo hacer? —dije suavemente, mientras mi mano acariciaba su

pecho.
—Te necesito.
275
—De acuerdo. —Deslicé el playera sobre mi cabeza y me quité los bóxers. Me

hinqué a un lado de Jungkook . Él se deshizo de su ropa interior y su erección
se liberó. Aferrándose a mis caderas, me puso sobre su estómago. Los nervios
me revolvían el estómago. Había esperado que para mi segunda vez Jungkook
volviera a estar arriba. La idea de descender sobre su pene después de lo mucho
que me había dolido la última vez me aterrorizaba, pero si Jungkook me
necesitaba, entonces podía hacerlo. Grité de sorpresa cuando Jungkook agarró
mi trasero y me izó hacia su cara, de ese modo me estaba cerniendo sobre su
boca.
Me presionó hacia abajo y grité de placer, mis manos levantándose para

presionarse contra la cabecera. Esto era más intenso que cualquier cosa que
Jungkook me hubiera hecho. Su lengua se deslizó en mí profundamente y
masajeó mi culo con dedos firmes. Miré hacia abajo a los ojos de Jungkook a
medida que cerraba su boca sobre mi orificio. Sacudí mis caderas,
presionándome contra su boca. Él gruñó. La vibración envió placer a través de
mí y comencé a rotar mis caderas, montando la cara de Jungkook, mientras el
me expandía y preparaba. Cerré los ojos, dejé que mi cabeza cayera hacia atrás
mientras Jungkook me follaba con su lengua una vez más, gimiendo todo el
tiempo. Y entonces me rompí en pedazos, meciéndome contra la boca de
Jungkook y gritando su nombre. En algún lugar profundo dentro de mí quería
estar avergonzado, pero estaba demasiado excitado. Cuando mi orgasmo se
calmó, traté de apartarme de los labios de Jungkook , pero él me sostuvo rápido,
sus ojos quemándome mientras me lamía con movimientos lentos. Era
demasiado, pero él era implacable. Con caricias suaves y golpecitos de su
lengua
poco a poco construyó mi placer de nuevo. Mis jadeos llegaron más rápido y
dejé de
escapar, en cambio, permití que Jungkook moviera mis caderas de ida y vuelta
mientras lamía. Estaba a segundos de mi segundo orgasmo. Sin previo aviso, se
retiró y en un movimiento fluido me volteó sobre mi espalda y se arrodilló entre
mis piernas, su erección presionada contra mi entrada. Me tensé, pero Jungkook
no entró. Inclinó la cabeza para poder succionar mi pezón en su boca y frotó la
punta de su erección de ida y vuelta sobre mi miembro. Maullé inútilmente ante
la sensación. Había estado tan cerca de venirme antes y podía sentirme llegando
276
allí de nuevo. Luego él sumergió solo la punta en mi apertura. Di un grito

ahogado ante el breve dolor, pero él se retiró rápidamente y deslizó su
resbaladiza punta sobre mi polla de nuevo. Hizo esto una y otra vez hasta que
estaba jadeando y tan duro, entonces soltó mi pezón con un ruido de succión y
acercó su cara a la mía. Su punta se deslizó en mi apertura, pero esta vez no se
retiró. Lentamente se deslizó dentro de mí hasta el fondo, sin apartar sus ojos
de mí. Mordí mi labio para ahogar un sonido. No fue tan doloroso como la
última vez, pero todavía era incómodo. Me sentía demasiado estirado,
demasiado lleno. Jungkook tomó la parte posterior de mi cabeza y comenzó a
moverse. Mi respiración se enganchó a pesar del ritmo lento pero Jungkook no
vaciló. Se deslizó dentro y fuera a un ritmo dolorosamente lento y suave, hasta
que mi respiración se detuvo atrapada en mi garganta. Él aceleró pero arañé sus
brazos y volvió a desacelerar. Bajó su boca a mi
oído, su voz baja y ronca cuando habló.
—Me encanta tu sabor, Ángel. Me encanta cómo montaste mi maldita boca. Me

encanta mi lengua en ti. Me encanta tu abertura y tu pene, y me encanta que eres
todo mío. —Jungkook mantuvo su empuje constante mientras susurraba en mi
oído.
Y me olvidé del dolor sordo, y gemí. Nada era más atractivo que Jungkook
hablándome sucio con su profunda voz de barítono. Jungkook siguió hablando
y a través de la incomodidad pude sentir un orgasmo construyéndose. Jungkook
coló su mano entre nosotros y encontró mi miembro, frotando frenéticamente a
medida que empujaba dentro de mí. Aceleró un poco, y me quejé de ambos,
dolor y placer. Sin embargo, Jungkook no desaceleró. Él estaba jadeando, su
piel resbaladiza por el sudor mientras luchaba por controlarse. Pude ver en su
rostro cómo su agarre se desvanecía, pero no perdió el control. Gemí mientras
se deslizaba mucho más profundo en mí. El placer irradiaba a través de mi
cuerpo.
—Córrete para mí, Tae —dijo con voz áspera, aumentando la presión sobre mi
miembro. Otro pico de placer mezclado con dolor golpeó a través de mí y me
corrí, jadeando y gimiendo mientras mi orgasmo sacudía mi cuerpo. Jungkook
gruñó y empujó con más fuerza. Me aferré a él, los dedos clavándose en sus
277
hombros a medida que él se acercaba a su propio clímax. Con un gemido

gutural, Jungkook se tensó por encima de mí y pude sentirlo liberarse en mi
interior. Gemí ante lo lleno y estirado que me sentía.
Jungkook se mantuvo empujando hasta que pude sentirlo ablandarse. Salió pero
se quedó encima de mí, su peso apoyado en sus antebrazos—. ¿Fui demasiado
rudo? —
preguntó con voz ronca.
—No, estuvo bien. —No me atreví a preguntar cuánto más duro podía ir.
Besó la comisura de mi boca, luego mi labio inferior hasta que hundió su lengua
en mí para un delicioso beso. Nos besamos durante mucho tiempo, nuestros
cuerpos resbalosos presionados uno contra el otro. No estaba seguro de cuánto
tiempo estuvimos así, besándonos, pero con el tiempo pude sentir a Jungkook
poniéndose duro de nuevo.
Mis ojos se abrieron con sorpresa.
—¿Tan pronto? Pensé que necesitabas tiempo para descansar.
Jungkook se rio, un sonido profundo y atractivo. —No con tu cuerpo desnudo

debajo de mí. —Amasó mi trasero—. ¿Cuán
adolorido estás?
Demasiado adolorido, pero por la forma en que frotaba su erección ligeramente

contra mis entrada, no podía decirlo.
—No demasiado adolorido.
Jungkook me dio una mirada que dejó en claro que reconocía la mentira, pero
rodó sobre su espalda, llevándome con él. Monté a horcajadas sus abdominales.
Debe haber
visto lo nervioso que estaba porque acarició suavemente mis costados.
278
—Tómate tu tiempo. Tienes el control.
Balanceó sus caderas, frotando su longitud sobre mis nalgas.
—Te quiero en control —admití.
Los ojos de Jungkook se oscurecieron.
—No le digas algo así a un hombre como yo. —Pero agarró mis caderas y me
colocó por encima de su erección. Desde este punto de vista se veía aún más
grande.
Frotó su punta en pequeños círculos sobre mi orificio mientras su otra mano se

arrastraba hacia mi pene y lo tomaba. Se alineó a sí mismo con mi apertura antes
de agarrar mis caderas y lentamente guiarme hacia abajo. Cuando estaba casi
en el fondo, me detuve, recuperando el aliento. Coloqué mis palmas contra su
pecho a medida que trataba de acostumbrarme a la nueva posición. Se sentía
más grande y mis músculos anales se apretaron con fuerza alrededor de su
erección. Jungkook apretó los dientes. Pasó sus manos hacia arriba por mi torso
y tomó uno de mis pezones otra vez, retorciéndolo entre sus dedos. Gemí e hice
pequeños movimientos de balanceo con mis caderas. Jungkook presionó su
mano contra mi miembro y lo frotó, entonces, mientras gemía, me empujó hasta
el final, hasta la base de su erección. Grité de sorpresa más que de dolor y me
congelé, exhalando lentamente para superar la sensación de plenitud absoluta.
—Taehyung—dijo Jungkook con voz áspera. Me encontré con su mirada. Un

indicio de
incertidumbre brillaba en sus ojos. Forcé en mis labios una sonrisa.
—Dame un momento.
Él asintió, sus manos descansando ligeramente en mi cintura mientras me

observaba. Solté otra respiración, y luego moví mis caderas experimentalmente.
Había una punzada dolorosa pero también había placer.
279
—¿Me ayudas? —susurré, mirándolo fijamente a través de mis pestañas.
Sujetó mi cintura, sus dedos extendiéndose a través de mi trasero y guiándome

en un ritmo lento de balanceo y rotación. Era estimulante sentir la fuerza de su
cuerpo debajo de mis manos, sentir sus músculos pectorales flexionarse bajo
mis dedos, pero incluso mejor, era la mirada en sus ojos mientras me veía
encima de él. El hambre y la admiración mezcladas con otra emoción que no
me atrevía a adivinar se desplegaron en sus ojos. El pecho de Jungkook se sentía
sólido bajo mis palmas, su respiración volviéndose más rápida mientras
empezaba a empujar hacia arriba, conduciéndose dentro de mí más duro y más
rápido. Su mano se movía de ida y vuelta
sobre mi miembro a medida que se conducía dentro de mí sin cesar. Grité.
Jungkook agarró mis caderas en un apretón fuerte y empujó más rápido. Lancé
mi cabeza hacia atrás, montando a través de mi orgasmo mientras sentía a
Jungkook tensarse debajo de mí y liberarse con un gemido bajo. Me estremecí
sin poder evitarlo encima de él cuando bajé de mi clímax. Me dejé caer hacia
delante sobre el pecho de Jungkook y presioné mis labios en los suyos. Su
corazón latía con fuerza contra mis pechos. Colgó sus brazos alrededor de mi
espalda y me apretó con fuerza contra él.
—No voy a perderte —gruñó, sorprendiéndome.
—No lo harás.
—La Bratva se está acercando. ¿Cómo puedo protegerte?
¿Por qué la Bratva tendría algún interés en mí?
—Encontrarás una manera.
280
Singularity
CAPITULO XVII
Un par de semanas había pasado y el sexo se había vuelto mejor cada vez que
lo hacíamos. Tenía la sensación de que Jungkook seguía refrenándose un poco,
pero no me importaba. A veces me preguntaba si tal vez él necesitaba hacer el
amor suavemente tanto como yo, después de todo el estrés que pasaba con la
Bratva.
¿Hacer el amor? Sin importar lo mucho que tratara de ignorar mis sentimientos,
sabía que amaba a Jungkook. Tal vez era natural enamorarse de la persona con
la que estabas casado, la persona con la que compartías intimidad. No estaba
seguro de por qué me había enamorado de Jungkook, a pesar de mis mejores
intenciones antes de nuestro matrimonio de no dejarlo entrar en mi corazón,
solo sabía que lo había hecho. Sabía lo que los hombres como Jungkook
pensaban del amor. No le había contado de mis sentimientos, a pesar de que un
par de veces las palabras habían estado en la punta de mi lengua después de
yacer en los brazos del otro, sudorosos y saciados después del sexo. Sabía que
Jungkook no lo diría de vuelta y no quería quedar tan vulnerable.
Vi la puesta del sol sobre Busan desde mi posición en el sillón de la azotea.

Soobin estaba adentro, leyendo una revista deportiva en el sofá. Algunas veces
había considerado pedir a Jungkook que detuviera la constante presencia de
Soobin. Nada podía pasarme en nuestro penthouse, pero bueno, no podía
hacerlo. Me habría sentido más solo sin Soobin en el apartamento, incluso si no
hablábamos mucho. Solar solo venía en torno a la hora del almuerzo para
limpiar y preparar el almuerzo así como la cena, y Jungkook desaparecía casi
281
todos los días. Todavía no me había encontrado con ninguna de las personas de
la familia para un café. De todos modos, después de la traición de Hyna en
realidad no estaba interesado en conocer mejor a la familia de Jungkook.
Mi teléfono vibró en la mesa pequeña. Lo recogí, viendo el nombre de Jimin

aparecer en la pantalla. La felicidad estalló en mi pecho. Solo habíamos hablado
esta mañana, pero no era inusual que mi hermano llamase más de una vez al día
y no me importaba. Al momento en que oí su voz, me incorporé, con el corazón
latiendo en mi pecho como loco.
—Tete—susurró él, su voz llena de lágrimas.
—Minnie, ¿qué pasó? ¿Qué está pasando?¿Estás herido?
—Padre me ha cedido a Yoongi.
No entendí, no pude.
—¿Qué quieres decir con que te ha cedido a Yoongi? —Mi voz tembló y las
lágrimas ya ardían en mis ojos al escuchar los sollozos desgarradores de Jimin.
—Jeon Minho habló con padre y le dijo que Yoongi quería casarse conmigo.
¡Y padre estuvo de acuerdo!
No podía respirar. Me preocupaba que Yoongi no dejara a Jimin salirse con la

suya respecto a su rudeza en su contra. Era una persona al que no le gustaba ser
rechazado, pero ¿cómo padre podía haber accedido?
—¿Padre dijo por qué? No entiendo. Ya estoy en Busan. No necesitaba casarte

también con alguien de la familia.
Me puse de pie, ya no podía quedarme quieto. Empecé a caminar por la terraza,

tratando de calmar mi pulso corriendo a toda prisa con respiraciones lentas.
282
—No sé por qué. Tal vez padre quiere castigarme por decir lo que pienso. Él
sabe lo mucho que desprecio a nuestros hombres y lo mucho que odio a Yoongi.
Quiere verme sufrir.
Quería estar en desacuerdo, pero no estaba seguro que Jimin estuviera

equivocado. Padre pensaba que al ser mpreg necesitábamos ser puestos en su
lugar y qué mejor manera de hacerlo con Jimin que atarlo a un hombre como
Yoongi. Detrás de sus sonrisas se ocultaba algo oscuro y enojado, y tenía la
sensación de que Jimin no tendría el sentido común para no provocarlo hasta
que él perdiera el control.
—Oh, Minnie. Lo siento mucho. Tal vez pueda hablar con Jungkook y él puede
hacer que Yoongi cambie de opinión.
—Tae, no seas ingenuo. Jungkook lo sabía desde el principio. Es el hermano de

Yoongi y el futuro Capo. Algo así no se decide sin que él no esté involucrado.
Sabía que él tenía razón, pero no quería aceptarlo. ¿Por qué Jungkook no me
había
dicho nada de esto?
—¿Cuándo tomaron la decisión?
—Hace unas semanas, incluso antes de ir a visitarte.
Mi corazón se encogió. Jungkook había dormido conmigo, me había hecho

confiar en él y amarlo y no se había molestado en decirme que mi hermano
estaba siendo vendido al suyo.
—¡No lo puedo creer! —susurré con dureza. Soobin me observaba a través de

las ventanas, ya levantándose del sofá—. Voy a matarlo. Él sabe cuánto te amo.
Sabe que no lo hubiera permitido. Habría hecho cualquier cosa para evitar el
acuerdo.
Jimin se quedó en silencio en el otro extremo.
283
—No te metas en problemas por mí. De todos modos, es demasiado tarde. Seúl
y Busan ya se dieron la mano en cuanto a esto. Es un trato cerrado y Yoongi
no dejará que me escape de sus garras.
—Quiero ayudarte, pero no sé cómo.
—Te amo, Taehyung. La única cosa que me impide cortarme las venas en este
momento es saber que mi matrimonio con Yoongi significa que voy a vivir en
Busan contigo.
El miedo aplastó mi corazón.
—Jimin, eres la persona más fuerte que conozco. Prométeme que no vas a hacer
nada estúpido. Si te haces daño, no podría vivir conmigo.
—Eres mucho más fuerte que yo, Taehyung. Tengo una bocaza y una ostentosa
bravuconería, pero tú eres resistente. Te casaste con Jungkook, vives con un
hombre como él. No creo que yo pudiera haberlo hecho. No creo que pueda.
—Lo resolveremos, Minnie.
Las puertas del ascensor se abrieron y Jungkook entró en nuestro apartamento.

Sus ojos se movieron de Soobin a mí, sus cejas frunciéndose.
—Acaba de llegar. Te llamaré mañana. —Colgué a medida que la furia ardía a

través de mí. No había pensado que jamás podría odiar a Jungkook de nuevo,
ni siquiera por un momento, pero en este segundo quería hacerle daño.
Irrumpí dentro, mis manos envolviéndose en puños mientras me dirigía hacia

Jungkook. No movió ni un músculo, solo me observó con controlada calma. Esa
calma más que cualquier otra cosa alimentó mi rabia. No estaba seguro de lo
que él pensó que iba a hacer, pero no era atacarlo, eso fue obvio a partir de su
reacción. Mis puños golpearon su pecho tan duro como pude. La conmoción
cruzó el rostro de Jungkook , todo su cuerpo explotó con tensión. Por el rabillo
del ojo, vi a Soobin dar un paso en dirección a nosotros, obviamente inseguro
284
si se suponía que debía hacer algo. Él era mi guardaespaldas, pero Jungkook era
su jefe. Por supuesto, Jungkook no tuvo problemas para controlarme.
Después de un momento, agarró mis dos muñecas en su mano. Odié que pudiera
vencerme tan fácilmente.
—Taehyung, ¿qué...?
No pudo terminar porque alcé mi rodilla y solo sus reflejos rápidos me

impidieron golpear mi objetivo. El sonido de los sollozos de Jimin resonó en mi
mente, haciéndome perder cualquier racionalidad que aún me quedara.
—Vete —ordenó Jungkook bruscamente. Soobin lo hizo sin protestar. Los ojos
llameantes de Jungkook se encontraron con los míos, pero estaba más allá de
tener miedo. Moriría por Jimin. Probé otra patada y rocé la ingle de Jungkook
esta vez. Él gruñó y me empujó abajo en el sofá, inmovilizando mis piernas con
sus rodillas, y empujó mis brazos por encima de mi cabeza—. Por el amor de
Dios, Taehyung. ¿Qué te pasa?
Lo fulminé con la mirada.
—Sé lo de Jimin y Yoongi —espeté, y luego perdí por completo el control y me

puse a llorar, grandes sollozos arrasaron mi cuerpo. Jungkook soltó mis
muñecas y se echó hacia atrás para que así pudiera mover las piernas. Me miró
como si fuera una criatura que jamás entendería.
—¿De eso se trata esto? —Sonaba incrédulo.
—Por supuesto que no entiendes, porque nunca has querido a nadie más que a
tu propia vida. Jamás podrás entender cómo se siente que tu propio corazón se
rompa al pensar en la persona que amas siendo lastimada. Yo moriría por las
personas que amo.
Sus ojos eran duros y fríos cuando se levantó.
285
—Tienes razón. No entiendo. —La máscara fría estaba de vuelta. No la había

visto dirigida a mí en semanas. Me sequé los ojos y también me puse de pie.
—¿Por qué no me lo dijiste? Lo has sabido desde hace semanas.
—Porque sabía que no te gustaría.
Sacudí la cabeza. —Sabías que estaría enojado contigo y no querías arruinar tus
posibilidades de follar conmigo. —Ni siquiera me sonrojé, a pesar de que nunca
había usado la palabra abiertamente.
Jungkook se puso rígido.
—Por supuesto que quería follarte. Pero me dio la impresión de que disfrutaste
nuestras sesiones follando.
Quise hacerle daño. Era tan frío. Por supuesto que siempre había sido sobre
tomar lo que era suyo, de reclamar mi cuerpo. No le importaba una mierda sobre
mí, o nadie.
—Y te preocupaba que no fuera un actor lo suficientemente bueno para engañar

a todo el mundo después de nuestro pequeño truco en nuestra noche de bodas.
Incluso te engañé. —Dejé escapar una risa horrible—. Te hice creer que en
realidad lo disfruté.
Algo brilló en los ojos de Jungkook, algo que me hizo querer retractarme de mis
palabras por un momento, pero luego su boca se alzó en una sonrisa cruel.
—No me mientas. He follado con suficientes putos para reconocer un orgasmo

cuando lo veo.
Me estremecí como si me hubiera golpeado. ¿Acababa de compararme con sus

putos? Dije la cosa más horrible que pude pensar.
286
—Algunas personas incluso experimentan un orgasmo cuando están siendo

violadas. No es porque lo estén disfrutando. Es la forma en que su cuerpo le
hace frente.
Durante un largo tiempo, Jungkook no dijo nada. Sus fosas nasales se dilataron,
su pecho se hinchó y sus manos se apretaron en puños. Parecía como si quisiera
matarme en el acto. Entonces la cosa más espantosa ocurrió, la ira desapareció
de su rostro. Su expresión se volvió una sin emociones, sus ojos tan suaves e
impenetrables como el acero.
—Tu hermano debería estar feliz de que Yoongi lo quiera. Pocos hombres
pueden soportar su labia.
—Dios, esa es la razón, ¿verdad? —dije con disgusto—. Es porque él le dijo

que nunca conseguiría su cuerpo caliente ese día en el hotel. No le gustó. No
pudo soportar que él fuera inmune a su encanto espeluznante.
—No debió haberlo desafiado. Yoongi es un cazador determinado. Consigue lo

que quiere. —Todavía sin un atisbo de emoción, ni siquiera en la voz de
Jungkook.
Era como si estuviera hecho de hielo.
—¿Consigue lo que quiere? No es una cacería si lo obliga a casarse al pedirle a

mi padre su mano. Eso es cobardía.
—No importa. Se van a casar. —Giró su espalda hacia mí, como si me estuviera
permitiendo marchar.
Jungkook no lo entendía. No podía. No conocía a Jimin tan bien como yo. Él

no accedería a esta unión sin refutar como yo. Me dirigí al ascensor.
—Taehyung, ¿qué coño estás haciendo?
287
Estuve en el ascensor antes de que Jungkook pudiera llegar a él, y estaba de

camino a un piso más abajo. Salí al apartamento de Yoongi. Era básicamente
un reflejo de nuestro propio apartamento, excepto que no era un dúplex. Yoongi
se encontraba sentado en un sillón, escuchando algún tipo de música rap de
mierda cuando me vio.
Se puso de pie, mirándome con cautela a medida que se acercaba hacia mí.
—¿Qué estás haciendo aquí?
Empujé mis palmas contra su pecho cuando se detuvo frente a mí.
—Retira tu propuesta. Dile a mi padre que no quieres a Jimin.
Yoongi rio.
—¿Por qué lo haría? Lo quiero. Siempre consigo lo que quiero. Jiminnie no

debería haber jugado con los chicos grandes.
Perdí el control y le di una bofetada en la cara. Mi estúpido temperamento. Por

lo general reinaba sobre él, mejor que mis otros hermanos, por lo menos, pero
no hoy. Agarró mi brazo, me empujó hacia atrás de modo que mi espalda chocó
dolorosamente con la pared y me atrapó entre ella y su cuerpo. Di un grito
ahogado.
—Tienes suerte de que eres él esposo de mi hermano.
El ascensor sonó cuando se detuvo y se abrió.
—Suéltalo —gruñó Jungkook, saliendo de él.
Yoongi retrocedió a la vez y me dio una sonrisa fría. Jungkook se acercó a mí,
sus ojos escaneando mi cuerpo antes de enfrentarse a su hermano.
—No vas a hacer eso otra vez.
288
—Entonces, enséñale modales. No voy a dejar que me golpee de nuevo. —

¿Enséñale modales? Su matrimonio con Jimin terminaría en una catástrofe total.
La voz de Jungkook cayó una octava.
—No vas a tocar a mi esposo otra vez, Yoongi. Eres mi hermano y recibiría una
bala por ti, pero si lo haces de nuevo, tendrás que vivir con las consecuencias.
—Se enfrentaron entre sí y por un momento me preocupé que sacaran sus
cuchillos y lucharan contra el otro.
Eso no era lo que había pretendido. Sabía cuánto se preocupaba Jungkook por
su hermano, más de lo que se preocupaba por mí, de todos modos. Yoongi era
la única persona en que Jungkook confiaba. Durante un tiempo, había pensado
que yo podría ser esa persona, pero si ese fuera el caso, hoy habría ido de manera
muy diferente. Sabía que el hecho de que me protegiera era un juego de poder
y no de emociones. Por tocarme, Yoongi había mostrado una falta de respeto
hacia Jungkook y por supuesto no podía dejarlo pasar.
—No voy a golpearte de nuevo, Yoongi —dije entre dientes, aunque las
palabras supieron horribles en mi boca—. No debería haberlo hecho.
Los dos hombres se volvieron hacia mí con sorpresa. Yoongi relajó su postura.
Jungkook no lo hizo.
—Lamento si te lastimé o asusté —dijo Yoongi. No podía decir si lo decía en

serio o no. Tenía la máscara impasible puesta al igual que su hermano.
—No lo hiciste.
Jungkook sonrió, luego se acercó a mí y me empujó contra él posesivamente.

Nuestros ojos se encontraron y como si recordara nuestras palabras anteriores,
su sonrisa desapareció y sus labios se apretaron. No me soltó pero su agarre en
mí se aflojó. Me aparté de él, siendo incapaz de soportar su expresión por más
tiempo y enfrenté a Yoongi.
289
—No te cases con Jimin —lo intenté de nuevo y el agarre de Jungkook en mi

cintura se apretó en señal de advertencia. No le hice caso—. Él no quiere casarse
contigo.
—Tú tampoco querías casarte con Jungkook y aquí están —dijo Yoongi con su
sonrisa de tiburón.
—Jimin no es como yo. Él no va a llegar a un acuerdo con un matrimonio

arreglado.
Jungkook dejó caer su mano de mi cintura.
—Va a ser mi esposo en el momento en que cumpla dieciocho años. Ningún

poder en este universo me detendrá de hacerlo mío.
—Me das asco. Todos ustedes lo hacen —dije.
Con eso di un paso atrás en el ascensor. Jungkook no me siguió. Ni siquiera me

miró para ver si estaba volviendo de nuevo a nuestro apartamento. Sabía que no
iría a ninguna parte. Incluso si aún quisiera huir, no podía. Mi corazón le
pertenecía, aunque él no tuviera un corazón que me pudiera dar a su vez.
290
Singularity
CAPITULO XVIII
Me retorcí y di vueltas, sin poder conciliar el sueño. No estaba acostumbrado a

estar solo en la cama. Aunque Jungkook y yo apenas habíamos hablado en los
últimos tres días desde nuestra pelea y no habíamos tenido relaciones sexuales,
siempre terminábamos en los brazos del otro durante la noche. Claro que al
momento de despertar nos separábamos. Echaba de menos la cercanía de
Jungkook. Extrañaba hablar con él, extrañaba sus besos, sus caricias, su lengua
caliente entre mis muslos y en mi miembro. Suspiré a medida que me endurecía.
No cedería. De todos modos, ¿cuánto tiempo más podría Jungkook aguantar sin
sexo? ¿Y si no aguantaba? ¿Y si follaba otra vez con Mina?
Supuestamente ella estaba en Inglaterra, pero quién sabía si eso era la verdad.
O tal vez había encontrado una nueva persona para follar. Mis ojos encontraron
el reloj. Eran casi las dos de la madrugada. Un gran peso se instaló en mi
pecho. ¿Renunciaría Jungkook tan fácilmente a nuestro matrimonio? ¿Por qué
no? Había conseguido lo que quería. Había reclamado mi cuerpo. No era como
si fuera la única persona que podía darle lo que deseaba. Un golpe sonó en la
planta baja, seguido de voces profundas. Una de ellas era de Soobin, la otra de
Jungkook. Me deslicé fuera de la cama y rápidamente salí corriendo de la
habitación solo en una playera. Me quedé inmóvil en la escalera. Las luces
estaban apagadas pero la luna y los rascacielos circundantes proporcionan
suficiente luz para que pudiera ver lo que estaba sucediendo.
Jungkook estrangulaba a Soobin. Di otro paso hacia abajo y los ojos de

Jungkook se dispararon hacia mí, furiosos y salvajes. El monstruo había
regresado. Sus brazos estaban cubiertos de sangre. Soobin dejó de luchar
cuando se dio cuenta que Jungkook era demasiado fuerte.
291
—Nunca traicionaría a la familia —dijo Soobin con voz ahogada, luego tosió—
. Soy leal. Moriría por ti. Si fuera un traidor, Taehyung no estaría aquí, seguro
e ileso. Estaría en manos de la Bratva.
Jungkook aflojó su agarre y Soobin cayó de rodillas, jadeando. Bajé las

escaleras restantes, ignorando la negación de Soobin con la cabeza. ¿Qué estaba
sucediendo? Jungkook nunca había estado tan alterado.
—Fuera, ahora —gruñó a Soobin.
Cuando Soobin no se movió, Jungkook lo agarró por el cuello y lo arrastró hasta

el ascensor. Antes de que las puestas se cerraran, la mirada preocupada de
Soobin se posó en mí. Jungkook tecleó el código en el panel al lado del ascensor
que lo desactivaba y evitaba que la gente entre a nuestro apartamento, y luego
se volvió hacia mí. No solo los brazos sino también su camisa estaba cubierta
de sangre. Sin embargo, no vi agujeros de bala en su camisa o pantalones.
—¿Estás bien? —dije, pero incluso mi susurro se sintió demasiado alto en el

silencio.
Me acerqué a Jungkook lentamente mientras sus ojos seguían mi movimiento

como un tigre al ver a un antílope. Un extraño destello de excitación me atestó.
A pesar de lo que había visto, sabía que Jungkook realmente no me haría daño.
Cuando casi lo había alcanzado, Jungkook se abalanzó hacia mí y estrelló sus
labios contra los míos. Jadeé y empujó su lengua dentro de mi boca. Sus manos
desgarraron mi playera, arrancándolo de mi cuerpo. Cuando este cayó al suelo,
rasgó mi bóxer. Su mirada hambrienta me recorrió, me atrajo hacia él y mordió
mi garganta, luego bajo a mis pezones. Jadeé de dolor y excitación. Debí haber
corrido como Jungkook me había dicho hacía mucho tiempo, pero este lado de
él me encendió, y mi excitación habló
más fuerte que mi miedo, incluso cuando Jungkook me empujó hacia el sofá y
me inclinó sobre el respaldo. Una mano sostenía mi cuello mientras la otra mano
se deslizaba
en mi entrada. Empujó dos dedos en mi interior, dolía pero realmente estaba
ansioso de él.
292
Solté una respiración áspera a medida que mis paredes se estrechaban

firmemente alrededor de sus dedos. Los sacó. Le oí desabrochar su cinturón y
sus pantalones, y me estremecí de miedo y excitación. Jungkook me mordió una
nalga, después la espalda baja y entonces el hombro antes de empujar toda su
longitud en mi interior sin previo aviso.Grité, pero Jungkook no dudó, presionó
su pecho contra mi espalda mientras me sometía con un brazo alrededor de mi
pecho, y entonces empezó a arremeter fuerte y rápido. Me mordí el labio. Dolía
pero también se sentía bien. Cada vez que me embestía golpeaba un lugar
profundo en mí que enviaba chispas de placer a través de
mi cuerpo. Jungkook se inclinó, su cálido aliento contra mi cuello y frotó su
mano sobre mi miembro.
Grité, jadeé y gemí. Pude sentir la tensión construyéndose. Los gruñidos y

jadeos de Jungkook encendiéndome aún más. Sus dedos retorcieron mi pezón
de forma casi dolorosa y mordió el hueco de mi cuello, estrellas estallaron ante
mi visión mientras explotaba. Grité el nombre de Jungkook una y otra vez
mientras temblaba como consecuencia de mi orgasmo pero no se detuvo. Me
embistió más fuerte y rápido, su implacable mano en mi miembro a medida que
su respiración se volvía dificultosa, y luego me vine de nuevo, rompiéndome en
mil pequeños pedazos de placer. Mis piernas se desmoronaron pero Jungkook
me clavó contra el respaldo con su cuerpo. Con un gruñido, agarró mis caderas
y me folló más duro.
Mañana estaría magullado y dolorido, pero me tenía sin cuidado. Cuando se

estremeció contra mí y mordió el otro lado de mi garganta, me quedé sin fuerzas
sobre el sofá. Demasiado satisfecho y agotado para hacer cualquier cosa
mientras se venía en mi interior. Pensé que había terminado, pero Jungkook me
apartó del respaldo y me bajó al suelo. Separó mis piernas tanto como pudo.
Estaba demasiado sensible y posiblemente no podría venirme de nuevo, pero
los ojos de Jungkook me inmovilizaron con su intensidad. Agarró mis muñecas
y empujó mis brazos por encima de mi cabeza,
luego frotó dos dedos en mi orificio, antes de hacer círculos en mi apertura y
deslizarlos hacia adentro centímetro a centímetro. Puse los ojos en blanco a
medida que me tocaba de una manera tortuosamente lenta. Mis paredes ciñendo
sus dedos y escuché sonidos procedentes de la parte posterior de mi garganta
293
que no reconocí. No tocó mi miembro, simplemente me folló con sus dedos con
una intensa mirada en su rostro.
—¿Es esto una puta mentira? —preguntó a medida que retorcía sus dedos en mi
interior, haciéndome jadear de placer—. Dime, Taehyung. Dime que disfrutas
esto tanto como yo. —La desesperación en su voz me sobresaltó.
Retorció sus dedos otra vez dando justo en el lugar indicado y gemí.
—Sí, Jungkookie. Disfruto esto.
Golpeó mi próstata con su dedo y me arqueé, apartándome del suelo, pero lo

retiró a pesar de mi protesta.
—¿Así que mentiste? ¿Por qué?
Me estaba volviendo loco de deseo. Quería que tocara aquel bulto de nervios,
quería que sus dedos fueran más rápido, quería que me folle.
—¡Sí, mentí! —Me retorcí en su agarre, deseando liberar mis manos para
alcanzar su polla. Ya estaba duro y quería convencerlo de detener mi tortura,
pero era demasiado fuerte y demasiado implacable.
—¿Por qué? —gruñó. Sus dedos se detuvieron y quise gritar de frustración.
—Mentí porque odio amarte, porque odio que puedas herirme sin tener que
poner un dedo sobre mí, porque me odio por amarte a pesar de que nunca me
amarás de vuelta. —Jungkook liberó mis muñecas, sus ojos oscuros y
cuestionadores. No quería hablar. Alcancé su erección y le di un fuerte apretón.
—Ahora, fóllame.
Agarró mis piernas y me atrajo hacia él, mis pies presionando contra sus
hombros, y entonces se deslizó en mi interior con una fuerte estocada, mis
músculos anales apretándose alrededor de su polla con tanta fuerza que gruñó.
Me folló aún más duro
294
y arañé con mis dedos el piso de madera a medida que mis ojos permanecían
firmemente cerrados. Desmoronándome por las emociones y el placer. Mi
espalda se frotó contra el suelo duro, estaba dolorido y mis piernas estaban
rígidas pero me vine otra vez cuando Jungkook se liberó, y luego me desmayé.
•••
Mi cuerpo entero dolía. Gemí cuando me moví y me di cuenta que estaba

acostado en la cama. Jungkook debe haberme llevado hasta arriba anoche. Mis
ojos se abrieron y encontré a Jungkook observándome con una expresión
extraña en su rostro.
—¿Qué hice? —preguntó en un susurro áspero.
Fruncí el ceño, bajé la mirada hacia mi cuerpo. Las mantas estaban retiradas,
revelando toda la longitud de mi cuerpo y las pruebas de las acciones de anoche.
Había moretones en forma de dedos en mis caderas y muñecas. Mi garganta y
hombros estaban sensibles donde Jungkook me había marcado y mis muslos
internos estaban rojos por la fricción. Estaba hecho un desastre. Me senté e hice
una mueca por el horrible dolor en mi espalda baja. Sin embargo, no pude
encontrar algo de lo cual lamentarme. No siempre desearía esta rudeza, pero de
vez en cuando era agradable un cambio de ritmo.
—Taehyung, por favor dime. ¿Yo hice...?
Busqué sus ojos, tratando de averiguar de qué estaba hablando. Odio a sí mismo
brilló en su rostro y entonces me di cuenta lo que pensaba.
—¿No recuerdas?
295
—Recuerdo fragmentos. Recuerdo someterte. —Su voz se rompió. No estaba

tocándome. De hecho, estaba sentado al borde de la cama tan lejos de mí como
le era posible. Parecía agotado y roto.
—No me heriste.
Sus ojos se posaron en los moretones.
—No me mientas.
Me arrodillé y me moví hacia él, incluso cuando se tensó.
—Fuiste un poco más rudo que de costumbre pero lo deseaba. Lo disfruté.
Jungkook no dijo nada, pero me di cuenta que no me creía.
—No, en serio, Jungkook. —Besé su mejilla y bajé la voz—. Me vine por lo

menos cuatro veces. No recuerdo exactamente todo. Me desmayé por la
sobrecarga de sensaciones. —El alivio arrastró un poco la oscuridad de los ojos
de Jungkook, pero me sorprendió que no se burlara de mi comentario. —No
entiendo qué te pasó. Incluso atacaste a Soobin.
—Mi padre está muerto.
Salté.—¿Qué? ¿Cómo?
—Anoche. Tenía una cena en un restaurante pequeño en Gobunno cuando un

francotirador le metió una bala en la cabeza.
—¿Y tu madrastra?
—Ella no estaba allí. Estaba con su amante. También fue asesinada,

probablemente porque la Bratva pensó que era su esposa. Alguien debe haberles
dicho dónde encontrarlo. Solo unos pocos sabían que iba allí. Estaba de
incógnito. Nadie podría haberlo reconocido. Tiene que haber un traidor entre
296
nosotros.
Singularity
CAPITULO XIX
El cielo sobre Busan colgaba con nubes pesadas, pero no llovió. Se ajustaba a
la ocasión. Para el entierro de Jeon Minho, la élite de Busan, la familia, así como
los miembros más importantes de la Organización de Seúl se habían reunido en
el cementerio. El perímetro alrededor de él había sido cerrado y la mayor parte
de los soldados de la mafia de Busan estaban resguardando para asegurarse que
la Bratva no perturbara el funeral. Una reunión de los miembros más
importantes de Busan y Seúl en este momento era un riesgo, pero pagar respeto
al Capo dei Capi era más importante.
297
Jungkook se alzaba alto y estoico junto a la tumba de su padre. Él era ahora el

nuevo
Capo y no podía mostrar ni un atisbo de debilidad, ni siquiera después de la
muerte
de su padre. Jungkook y su padre no habían sido cercanos en el sentido
tradicional, pero
perder a tu padre, por cruel y frío que hubiera sido, siempre abría un agujero en
ti. Me di cuenta que muchos de los hombres mayores en la familia veían a
Jungkook con una mirada calculadora en sus ojos. Jungkook no dio ninguna
indicación de darse cuenta, pero eso sin duda era un acto. Tan pronto después
que asumiera el poder era el momento más peligroso para cualquiera. No había
conocido muy bien a Jeon Minho y no me lamentaba por eso. Para mí, el funeral
solo podía significar una cosa: la oportunidad de ver a mi familia de nuevo.
Jimin, Beomyu y Yeonjun estaban con padre y madre entre los invitados de la
Organización de Seúl. Habían llegado esta mañana y no podía esperar a pasar
algún tiempo con ellos. Cada invitado estrechó la mano de Jungkook , palmeó
su hombro y le dijo algunas palabras de consuelo, la mayoría de ellas mentira.
¿Cuántos de estos hombres estaban esperando una oportunidad para arrebatar
el poder de las manos de Jungkook? Cuando fue el turno de mi padre, tuve que
impedirme atacarlo por haber accedido a casar a Jimin con Yoongi. En lugar de
eso, apreté los dientes y le di una sonrisa fría. Jimin deliberadamente evitó los
ojos de Yoongi. Había perdido peso y se me rompió el corazón al verlo tan
desesperado.
Me alegré cuando terminó el funeral. Los lideres y sus secuaces tenían una
reunión prevista para la noche, para discutir la creciente amenaza de los rusos.
En nuestro mundo no había mucho tiempo para llorar a los muertos. Seúl y
Busan tenían que encontrar una manera de detener a la Bratva antes de que otro
Capo perdiera la vida. Y esos serían Jeon Jungkook o Park Hee.
Jungkook me quería fuera de Busan, así que me envió a la mansión Jeon en a

las afueras de la ciudad. A Jimin, Yeonjun y Beomyu se les permitió
acompañarme durante la noche
antes de que tuvieran que irse a Seúl mañana por la noche. Tenía la sensación
298
de que padre esperaba que yo hiciera entrar en razón a Jimin en cuanto a su

matrimonio arreglado con Yoongi. La fiesta de compromiso estaba prevista para
inicio de noviembre, así que Jimin no tenía mucho tiempo para llegar a un
acuerdo con eso. Madre se quedó con padre en la ciudad, pero enviaron a Seung
con nosotros. Él, Namjoon y Soobin nos mantendrían a salvo.
Llegamos a la mansión alrededor de la hora de la cena y el personal ya había

preparado una comida para nosotros. Mi corazón se llenó de felicidad cuando
Yeonjun, Beomyu, Jimin y yo nos instalamos alrededor de la larga mesa de
comedor, pero quedó atenuado por el hecho de que nuestros tres guardaespaldas
discutían de la amenaza rusa en voz baja y por la negativa de Jimin a comer más
de dos bocados. No quería hablar de su compromiso con Yoongi con todo el
mundo allí presente. Más tarde, cuando se hubieran ido a la cama, Jimin y yo
tendríamos tiempo suficiente para eso. Beomyu fue el único que mantuvo la
conversación en nuestro lado de la mesa
yendo a toda marcha a medida que me contaba con entusiasmo sobre la
colección de cuchillos que padre le había dado. Yeonjun estaba ocupado dando
miradas furtivas a Soobin, que era completamente ajeno a sus suspiros.
Después de la cena, nos dirigimos a la logia con vista al mar. El cielo de la

noche aquí centelleaba con estrellas. En el centro de la ciudad, rara vez podía
verlas. Namjoon se
había ido a hacer Dios sabe qué, probablemente comprobar el sistema de
seguridad, y Seung y Soobin se habían instalado en la sala de estar; desde allí
nos podían observar sin oír nuestra conversación. Beomyu se encontraba
acurrucado junto a Yeonjun dormido, mientras él estaba escribiendo algo en su
teléfono a medida que comprobaba a Soobin de vez en cuando.
—¿Quieres hablar? —le susurré a Jimin que estaba sentado a mi lado, con las
piernas apretadas contra su pecho. Él sacudió la cabeza. Sentía como si una
grieta hubiera crecido entre nosotros desde que se había enterado de la noticia
de su compromiso y no sabía por qué—. Minnie, por favor.
—No hay nada de qué hablar.
299
—Tal vez no es tan malo como piensas. —Él me dio una mirada de incredulidad
pero seguí hablando—. Cuando me enteré que tenía que casarme con Jungkook,
estuve aterrorizado, pero he llegado a un acuerdo con eso. Jungkook y yo nos
estamos llevando mejor de lo que creía posible.
Jimin me fulminó con la mirada.
—No soy como tú, Taehyung. Tú estás dispuesto a complacerlo, a hacer todo
lo que él diga. No soy así. No me someto a nadie.
Me estremecí. Jimin nunca había arremetido contra mí de esa manera. Se

levantó de un salto. Traté de alcanzar su brazo, pero él se lo quitó de encima.
—Déjame solo. No puedo hablar contigo ahora mismo. —Se dio la vuelta y
salió corriendo hacia la playa.
Me puse de pie, sin saber si debía seguirlo, pero sabía que no me haría caso
cuando estaba así. Seung se asomó. Levanté una mano.
—No, dale unos minutos a solas. Está enfadado.
Seung asintió y luego sus ojos se dirigieron a Beomyu.
—Debería llevarlo a la cama.
Estaba a punto de asentir cuando una alarma estridente rompió el silencio, pero
se detuvo unos segundos más tarde. Los ojos de Beomyu se abrieron de golpe
mientras se aferraba a Yeonjun, ambos me miraron como si yo supiera lo que
estaba pasando. Soobin irrumpió hacia nosotros, con dos armas en mano,
cuando apareció un punto rojo en la frente de Seung. Grité, pero era demasiado
tarde. Hubo un disparo y la cabeza de Seung salió arrojada hacia atrás,
salpicando sangre por todas partes. Yeonjun empezó a gritar y aun así no podía
moverme. Me quedé mirando a los ojos muertos de Seung. Un hombre que
había conocido toda mi vida. Soobin se lanzó sobre mí y aterrizamos en el suelo
300
cuando una segunda bala golpeó la puerta de cristal, enviando fragmentos por
todas partes.
—¿Qué está pasando? —grité, la histeria sacudiendo mi cuerpo.
—La Bratva —fue todo lo que Soobin dijo mientras me arrastraba hacia la sala
de estar.
Luché contra él. Yeonjun y Beomyu se encogían al lado de un sillón, todavía

en
el campo de tiro del francotirador.
—¡Ve por ellos!
Pero Soobin ignoró mi orden y él era demasiado fuerte para mí. Me empujó
contra una pared interior de la sala de estar, su agarre clavándose en mi piel con
mucha
fuerza, sus ojos duros y salvajes.
—Quédate aquí. No te muevas.
—Beom y Yeon —jadeé.
Él asintió, luego se agachó y se precipitó al exterior. Me temblaba todo el

cuerpo. Soobin regresó con mis hermanos, que se aferraban a él
desesperadamente. Envolví mis brazos alrededor de ellos fuertemente al
momento en que estuvieron a mi lado. Y entonces mi mundo se inclinó.
—Jimin —susurré.
Soobin no me oyó. Estaba gritando en su teléfono.
—¿Dónde? ¿Cuántos? —Su rostro palideció—. Mierda. —Se volvió hacia mí

y su expresión hizo que mi estómago diera un vuelco—. Los rusos están en la
301
propiedad. Demasiados para nosotros. Te llevaré a la habitación de pánico en el

sótano donde vamos a esperar hasta que lleguen los refuerzos.
Agarró mi brazo pero me aparté.
—Lleva a Beomyu y Yeonjun allí. Tengo que advertir a Jimin.
—Tú eres mi responsabilidad —siseó Soobin. En algún lugar de la casa, el

cristal se hizo añicos. Sonaron más disparos.
—No me importa. No voy a ir contigo. Harás lo que digo. Llévalos a la

habitación de pánico. Si algo le pasa a Beomyu o Yeonjun me mataré y ni tú ni
Jungkook o cualquier otro poder en el mundo podrán hacer que cambie eso.
Quiero que los protejas. Mantenlos a salvo. Eso es todo lo que me importa.
—Deberías venir con nosotros.
Sacudí la cabeza.—Tengo que encontrar a Jimin.
—Jungkook estará aquí pronto.
Sabía que eso no era cierto.—¡Vayan, ahora!
Nos miramos el uno al otro y finalmente se giró hacia mis hermanos.
—Quédense abajo y sigan mis órdenes.
Voces masculinas gritaron algo en ruso, y entonces, más tiros salieron

disparados. Namjoon no sería capaz de mantenerlos alejados por mucho tiempo
si el número de voces eran alguna indicación.
Soobin me empujó un arma. La agarré, luego me agaché y corrí hacia afuera.

La sangre de Seung cubría las baldosas de piedra pero no miré su cuerpo. Me
apresuré por la pendiente hacia la bahía cuando me di cuenta de la vibración de
302
mi teléfono. Lo saqué y lo presioné sobre mi oreja a medida que escaneaba la

playa buscando a Jimin.
—¿Taehyung? —sonó la voz preocupada de Jungkook —. ¿Estás a salvo?
—Mataron a Seung. —Fue la primera cosa que salió de mi boca.
—¿Dónde estás?
—Buscando a Jimin.
—Taehyung, ¿dónde está Soobin? ¿Por qué no está llevándote a la habitación

de pánico?
—Tengo que encontrar a Jimin.
—Taehyung. —Jungkook sonaba desesperado—. La Bratva te quiere. Ve a la

habitación de pánico. Estoy tomando el helicóptero. Estaré ahí en veinte
minutos. Ya estoy en camino.
Jungkook necesitaría más de veinte minutos incluso en helicóptero y no sería

capaz de llevar a muchos hombres con él, eso sin mencionar el tiempo que le
tomaría abrirse paso dentro de la mansión. Existía la posibilidad de que fallara.
Jimin vino corriendo hacia mí. Sus ojos muy abiertos.
—No puedo hablar más —le susurré.
—Tae...
—¿Qué está pasando? —preguntó Jimin, mientras tropezaba contra mí.
—La Bratva. —Lo arrastré hacia el muelle, donde estaba el barco anclado.
303
Sería más seguro esconderse allí que volver a entrar y buscar la habitación de
pánico. Las tablas del muelle gimieron bajo nuestro peso a medida que
avanzábamos hacia el barco. Pero entonces el grito de Yeonjun atravesó la
noche y me congelé. Jimin y yo intercambiamos una mirada. Sin decir una
palabra, nos dimos la vuelta y corrimos hacia la casa.
Mi corazón martillaba en mi pecho cuando llegamos a la logia. La sala estaba

desierta. Me arrodillé junto a Seung y tomé sus cuchillos incluso aunque me
estremecía. Le di uno a Jimin y puse otro en mi bolsillo trasero.
—Vamos —dije en voz baja. Ni siquiera estaba seguro de lo que Jimin y yo

íbamos a hacer una vez que estuviéramos dentro.
Había disparado una pistola una vez

y solo había manejado un cuchillo cuando estuve haciendo fintas con Jungkook,
que no era una buena señal en contra de la mafia rusa. Sin embargo sabía que
no podría vivir conmigo mismo si no encontraba a mis hermanos. A mi todo.
Jimin y yo nos arrastramos dentro. Estaba oscuro. Alguien debe haber apagado
las luces de toda la casa. Contuve la respiración, pero estaba terriblemente
tranquilo. Me acerqué a la puerta que conducía al vestíbulo cuando un brazo
salió disparado y se envolvió alrededor de mi cintura. Grité, luchando, tratando
de apuntar la pistola hacia mi atacante, pero torció mi muñeca. El dolor atravesó
mi brazo y el arma cayó de mis dedos. Jimin jadeó detrás de mí. Lo golpeé. Una
voz profunda me gruñó en ruso. Oh, Dios. Mi pie chocó con su espinilla. Me
empujó, pero antes de que pudiera recuperar el equilibrio, su puño chocó con
mis labios. Mi visión se volvió
negra y caí sobre mis rodillas mientras la sangre llenaba mi boca y goteaba sobre
mi
barbilla, el sabor salado y caliente haciendo que la bilis suba por mi garganta.
Unos dedos se retorcieron en mi cabello y fui levantado, llorando por el doloren

mi cuero cabelludo. A mi atacante no le importó. Me arrastró dentro del
vestíbulo por mi cabello. Pude ver a Jimin en los brazos de otro hombre alto.
Estaba inconsciente. Un hematoma ya formándose en su frente. Me tiraron al
304
piso delante de un par de piernas vestidas en jeans y rápidamente miré hacia

arriba a una cara marcada por viruela y fríos ojos azules.
—¿Cuál es tu nombre, puto? —preguntó con un fuerte acento coreano. ¿No me

reconocía? Supuse que me veía diferente con sangre en toda mi cara. Le devolví
la mirada desafiante. Me dio una patada en el estómago y me tropecé, sin
aliento—. ¿Cuál es tu nombre?
Mis ojos se dirigieron hacia un cuerpo a mi derecha. Namjoon. Estaba haciendo

ruidos de gorgoteo, agarrándose una herida sangrante en el estómago. No vi a
Yeonjun, Beomyu o Soobin en ningún lugar y esperé que hubieran llegado a la
habitación de pánico. Por lo menos, ellos iban a sobrevivir. Una mano agarró
mi barbilla y tiró mi cabeza hacia arriba.
—¿Vas a decirme tu nombre o tengo que hacer que Igor le haga daño? — Señaló
con la cabeza hacia Jimin que yacía de lado en el suelo de mármol, parpadeando
aturdido.
—Taehyung—dije tranquilamente.
—¿Al igual que Jeon Taehyung? —preguntó el hombre con una sonrisa cruel.
Asentí. No tenía sentido negarlo. Dijo algo en ruso y el hombre se carcajeó.

Sentí escalofríos por la forma en que estaba mirándome.
—¿Dónde están los otros? ¿Tu sombra y los niños?
Me tomó un momento darme cuenta a quién se refería con mi "sombra".
—No lo sé —dije.
Igor pateó a Jimin. Él gritó. Sus ojos se encontraron con los míos y pude ver
que no quería que yo dijera nada, pero, ¿cómo podía verlos lastimándolo? Voces
y disparos nos llegaron desde afuera. El líder de los rusos me agarró y empujó
mi espalda al ras contra su pecho, antes de colocar una cuchilla contra mi
305
garganta. El miedo paralizó mi cuerpo al escuchar el sonido de la lucha. Me

arrastró hacia atrás, más cerca de la sala de estar. Igor estaba tirando a Jimin de
su cabello. Él no
parecía capaz de pararse. Otro mafioso ruso salió arrojado hacia atrás cuando
una bala atravesó su garganta.
—Tenemos a tu esposo, Jeon. Si quieres verlo en una sola pieza es mejor que
detengas el combate y sueltes tus armas.
Jungkook entró, con una pistola en cada mano. Yoongi estaba un paso detrás de
él.
—Entonces, ¿éste es tu esposo, Jeon? —dijo el hombre. Su respiración caliente

contra mi cuello.
Me retorcí en su agarre, pero me sostenía en un abrazo mortal. La cuchilla

rebanó mi piel y me quedé inmóvil. El rostro de Jungkook era una máscara de
furia mientras veía a mi captor. Yoongi giró los cuchillos en sus manos una y
otra vez, sus ojos desviándose hacia la silueta temblorosa de Jimin en el suelo.
Namjoon había dejado de gorgotear. Esta noche muy bien podría acabar con
todos nosotros ahogándonos con nuestra propia sangre.
—Déjalo ir, Vitali —gruñó Jungkook.
Vitali agarró mi garganta con más fuerza.
—No lo creo.
Apenas podía respirar en su agarre, pero en lo único que podía pensar era en
que podía perder a todos los que amaba esta noche. Tenía la esperanza de que
me matara primero. No podía soportar la idea de ver a todos morir.
—Tomaste algo que nos pertenece, Jeon, y ahora tengo algo que te pertenece a
ti. —Vitali lamió mi mejilla y casi vomité—. Quiero saber dónde está.
306
Jungkook dio un paso hacia adelante, luego se congeló cuando Vitali levantó el
cuchillo a mi garganta de nuevo.
—Bajen sus armas o cortaré su garganta.
Vitali era estúpido si pensaba que Jungkook haría eso, pero entonces vi con
horror cómo Jungkook dejaba caer sus armas al suelo.
—Tu esposo sabe delicioso. Me pregunto si sabe así de delicioso en todas

partes. —Me dio la vuelta, de modo que terminé frente a él. Su mal aliento
golpeó mi rostro. Por el rabillo de mi ojo, pude ver Jungkook mirándome, pero
deseé que mirara hacia otro lado. No quería que viera esto. Los labios de Vitali
se acercaron más y estuve seguro que vomitaría.
Traté de inclinarme hacia atrás, pero se rio maliciosamente y agarró mi cadera

pero apenas lo noté, porque mi movimiento había hecho que la navaja se hunda
en mi trasero. Mientras Vitali arrastraba su lengua por mi barbilla, deslicé mi
mano en el bolsillo trasero de mi pantalón, saqué el cuchillo, liberé la cuchilla
y la hundí en su muslo. Gritó, tambaleándose hacia atrás y luego se desató el
caos. Jungkook prácticamente voló a través de la habitación y me atrajo hacia
él a medida que cortaba la garganta de Vitali de oreja a oreja. La cabeza del
hombre se inclinó hacia atrás, la sangre saliendo a borbotones, y entonces se
desplomó. Las balas atravesaron el aire y hubo gritos. El suelo estaba
resbaladizo por la sangre y solo el firme agarre de Jungkook en mi brazo me
mantuvo en posición vertical.
Debe haber dejado caer el cuchillo en algún momento porque estaba disparando
una bala tras otra desde una elegante arma negra con silenciador. Recogí un
arma de entre un charco de sangre. Estaba resbaladiza en mi mano, pero su peso
se sentía bien. De repente, Soobin también estaba allí. Mis ojos trataron de
encontrar a Jimin pero se había ido de su lugar en el suelo. Jungkook disparó a
otro enemigo y se agachó por el arma del tipo muerto dado que la suya estaba
sin balas, cuando uno de los mafiosos rusos a nuestra derecha apuntó a
Jungkook. Grité una advertencia y al mismo tiempo me tambaleé hacia delante
y apunté mi arma hacia el hombre y disparé. Ni siquiera pensé en ello. Me había
307
jurado a mí mismo que no vería a alguien que amaba morir esta noche, incluso
si eso significaba que yo tenía que morir primero.
La bala impactó en mi hombro y mi mundo explotó con dolor. Mi disparo

alcanzó al tipo en la cabeza y cayó al suelo muerto. Jungkook me llevó a su
lado, pero mi visión se volvió negra. Cuando recuperé mis sentidos, Jungkook
estaba acunándome en sus brazos. Todo
estaba en silencio a nuestro alrededor a excepción de los gemidos de alguien.
Me tomó un momento darme cuenta que eran míos y luego el dolor pasó a través
de mí y deseé haberme quedado inconsciente pero necesitaba saber si todo el
mundo estaba bien.
—¿Estás bien? —grazné.
Jungkook temblaba contra mí.
—Sí —dijo entre dientes—. Pero tú no. —Estaba presionando mi hombro. Eso
probablemente explicaba el dolor. La parte trasera y delantera de mi camiseta
estaban resbaladizas con un líquido caliente.
—¿Qué hay de Jimin, Beom y Yeon? —susurré, incluso cuando la oscuridad

quiso reclamarme de nuevo.
—Bien —gritó Jimin desde algún lugar.
Sonaba muy lejos o tal vez era mi imaginación. Jungkook deslizó sus manos
debajo de mí y se levantó. Grité de dolor, las lágrimas escapando de mis ojos.
El vestíbulo estaba lleno de nuestros hombres.
—Te llevaré al hospital —dijo Jungkook.
—Jungkook—dijo Yoongi en tono de advertencia—. Deja que el Doc lo

maneje.
Él ha estado cuidando de nuestros asuntos desde hace años.
308
—No —gruñó Jungkook—. Taehyung necesita una atención adecuada. Ha

perdido demasiada sangre. —Podía ver a algunos de los hombres de Jungkook
mirando hacia nosotros antes de pretender que estaban ocupados. Él era su
Capo. No podía mostrar debilidad, ni siquiera por mí.
—Puedo hacer una transfusión de sangre —dijo una voz profunda y

tranquilizante. El Doc. Tenía más de sesenta años con el cabello blanco como
la nieve y un rostro amable.
El agarre de Jungkook en mí se apretó. Me aferré a su brazo.
—Está bien, Jungkook. Deja que cuide de mí. No quiero que me lleves a un
hospital.
Es demasiado peligroso.
Los ojos de Jungkook mostraron vacilación, luego, lentamente, asintió.
—¡Sígame! —Me llevó hacia la escalera pero perdí el conocimiento otra vez.
•••
Desperté en una cama suave, sintiéndome maltratado y mareado. Mis ojos se

abrieron. Jimin yacía a mi lado, durmiendo. Afuera estaba iluminado, así que
debían haber pasado varias horas. Había un enorme hematoma en su frente pero
supuse que yo tenía peor aspecto. Estábamos solos y la decepción me llenó.
Traté de incorporarme y fui recompensado con un feroz latido en mi hombro.
Al mirar hacia abajo, encontré la parte superior de mi brazo y hombro envueltos
con vendas.
Jimin se agitó, luego me dio una sonrisa de alivio.
—Estás despierto.
309
—Sí —susurré. Mi boca se sentía como si estuviera llena de algodón.
—Jungkook ha estado vigilando tu cama casi toda la noche, pero Yoongi lo

obligó a salir y ayudarle con los mafiosos rusos que capturaron.
—¿Capturaron a varios?
—Sí, están tratando de extraerles información.
Mis labios se fruncieron, pero no podía sentirme mal por ellos.
—¿Cómo estás?
—Mejor que tú —dijo Jimin, luego cerró los ojos—. Siento haberte tratado mal
ayer. Me habría odiado para siempre si eso hubiera sido lo último que te dijera.
Sacudí la cabeza.—Está bien.
Saltó de la cama.
—Mejor le digo a Jungkook que estás despierto o me arrancará la cabeza.
Desapareció, y un par de minutos más tarde, Jungkook entró. Se paró en la

puerta, con una expresión ilegible mientras dejaba vagar su mirada sobre mí.
Luego se acercó a la cama y me dio un beso en la frente.
—¿Necesitas morfina?
Mi hombro se sentía como si estuviera en llamas.
—Sí.
Jungkook se volvió hacia la mesita de noche y tomó una jeringuilla. Alzó mi

brazo y deslizó la aguja en el hueco de él. Cuando terminó, tiró la jeringa en la
basura, pero no soltó mi mano. Entrelacé nuestros dedos.
310
—¿Perdimos a alguien?
—Unos pocos. Namjoon y un par de soldados —dijo, entonces se detuvo—. Y

Seung.
—Lo sé. Lo vi recibir un disparo. —Mi estómago se revolvió violentamente.

Todavía parecía irreal. Tendría que escribirle una carta a la esposa de Seung,
pero necesitaba tener la cabeza despejada para hacer eso.
—¿Qué quiso decir ese tipo Vitali cuando dijo que tenías algo que le pertenecía?
Los labios de Jungkook se apretaron.
—Interceptamos una de sus entregas de drogas. Pero eso no es importante

ahora.
—¿Qué es importante, entonces?
—Que casi te pierdo. Vi que te dispararon —dijo Jungkook con una voz extraña,
pero su expresión no reveló nada—. Tienes suerte que la bala solo golpeó tu
hombro. El doctor dice que se curará por completo y serás capaz de utilizar tu
brazo como antes.
Intenté una sonrisa, pero la morfina me estaba poniendo lenta. Parpadeé,

tratando de mantenerme despierto. Jungkook se inclinó hacia abajo.
—No hagas eso de nuevo, nunca.
—¿Qué? —suspiré.
—Recibir una bala por mí.
311
Singularity
CAPITULO XX
Me rindo a quién he sido por quien eres

Porque nada me hace más fuerte que tu frágil corazón.
-Turning page
•••
Tomar un baño era una lucha. Tuve que cubrir los vendajes con un adhesivo a
prueba de agua, lo que a su vez era una molestia enorme, pero la sensación del
agua caliente llevándose la sangre y el sudor valió la pena. Jimin, Beomyu y
312
Yeonjun se habían ido hace menos de una hora. Padre había insistido en irse.
No es que estuvieran mucho más seguros en Seúl. La Bratva también se
acercaba a la Organización. Al menos, los tuve conmigo un día más de lo
previsto. Me habían mantenido entretenido a medida que permanecía acostado
en cama mientras Jungkook tenía que encargarse de todo. Como Capo no podía
abandonar a sus
soldados. Necesitaba mostrarles que tenía un plan de acción.
Ya me sentía mucho mejor. Tal vez ese era el efecto persistente de los
analgésicos que había tomado hace dos horas. Salí de la ducha y torpemente me
puse los bóxers. Podía mover ambos brazos, pero el doctor había dicho que
debía usar mi brazo izquierdo lo menos posible. Ponerme una playera resultó
más difícil. Me las había arreglado para deslizar una manga por encima de mi
hombro lesionado cuando entré de nuevo en la habitación y encontré a
Jungkook sentado en la cama. Se levantó inmediatamente.
—¿Terminaste con los negocios? —pregunté.
Asintió. Se acercó a mí y deslizó la playera correctamente en su lugar, luego me

llevó
hacia la cama y me hizo sentar. No habíamos sido capaces de hablar a solas
desde nuestra primera conversación y entonces había estado drogado por la
morfina.
—Estoy bien —dije de nuevo, porque parecía que necesitaba oírlo.
Él no dijo nada durante un largo tiempo antes de que de repente se arrodillara

ante mí y presionara su cara contra mi estómago.
—Podría haberte perdido hace dos días.
Me estremecí.
—Pero no lo hiciste.
313
Miró hacia mí entonces.—¿Por qué hiciste esto? ¿Por qué recibiste una bala por
mí?
—¿De verdad no sabes por qué? —susurré.
Él se quedó muy quieto, pero no dijo nada.
—Te amo, Jungkook. —Sabía que decirlo en voz alta era un riesgo, pero pensé
que iba a morir hace un par de días, así que esto no era nada.
Jungkook acercó su cara a la mía y acunó mis mejillas.
—Me amas. —Lo dijo como si le hubiera dicho que el cielo era verde, o que el
sol giraba alrededor de la tierra, o que el fuego era frío al tacto. Como si lo que
había dicho no tuviera sentido, como si no encajara en su visión del mundo—.
No deberías amarme, Taehyung. No soy alguien que debe ser amado. La gente
me teme, me odia, me respeta, me admira, pero no me ama. Soy un asesino. Soy
bueno asesinando. Probablemente mejor que en cualquier otra cosa, y no me
arrepiento. Mierda, incluso a veces me gusta. ¿Esa es la clase de hombre que
deseas amar?
—No es una cuestión de desear, Jungkook. No es como si pudiera optar por

dejar de amarte.
Él asintió, como si eso explicara mucho.
—Y odias amarme. Recuerdo que dijiste eso antes.
—No. Ya no. Sé que no eres un buen hombre. Siempre lo he sabido, y no me

importa. Sé que debería hacerlo. Sé que debería pasar las noches despierto,
odiándome por estar bien con el hecho de que mi esposo es el jefe de una de las
organizaciones criminales más brutales y más mortales en Asia. Pero no lo
hago. ¿En
qué me convierte eso? —Hice una pausa, mirando hacia abajo a mis manos, las
manos que habían acunado una pistola hace dos días, al dedo que había apretado
314
el gatillo sin vacilar, sin una sacudida o temblor—. Maté a un hombre y no me

siento mal. Ni un poco. Lo haría de nuevo. —Miré a Jungkook—. ¿En qué me
convierte eso, Jungkook? Soy un asesino como tú.
—Hiciste lo que tenías que hacer. Él se merecía morir.
—No hay uno de nosotros que no merezca la muerte. Probablemente nos la

merecemos más que la mayoría.
—Eres bueno, Taehyung. Eres inocente. Te obligué a entrar en esto.
—No lo hiciste, Jungkook. Nací en este mundo. Elegí quedarme en este mundo.
— Las palabras del día de mi boda me vinieron a la mente—. El hecho de nacer
en nuestro mundo significa nacer con sangre en tus manos. Con cada aliento
que tomamos el pecado está grabado profundamente en nuestra piel.
—No tienes otra opción. No hay manera de escapar de nuestro mundo.

Tampoco tenías opción al casarte conmigo. Si hubieras dejado que esa bala me
matara, al menos habrías escapado de nuestro matrimonio.
—Hay pocas cosas buenas en nuestro mundo, Jungkook, y si encuentras una

por lo
general te aferras a ella con todas tus fuerzas. Tú eres una de esas buenas cosas
en mi vida.
—No soy bueno —dijo Jungkook casi con desesperación.
—No eres un buen hombre, no. Pero eres bueno para mí. Me siento seguro en
tus brazos. No sé por qué, ni siquiera sé por qué te quiero, pero lo hago y eso
no va a cambiar.
Jungkook cerró los ojos, pareciendo casi resignado.
—El amor es un riesgo en nuestro mundo y una debilidad que un Capo no puede
permitirse.
315
—Lo sé —dije incluso cuando mi garganta se cerró con fuerza.
Los ojos de Jungkook se abrieron de golpe, feroz y ardiente por la emoción.
—Pero no me importa, porque amarte es lo único puro en mi vida.
Las lágrimas llenaron mis ojos.—¿Me amas?
—Sí, aunque no debería. Si mis enemigos supieran lo mucho que significas para
mí, harían cualquier cosa para conseguir poner sus manos sobre ti, para hacerme
daño a través de ti, para controlarme mediante amenazas. La Bratva lo intentará
de nuevo, y los demás también lo harán. Cuando me convertí en un hombre de
la mafia, juré poner en primer lugar a la familia y reforcé ese mismo juramento
cuando llegué a ser el Capo dei Capi a pesar de que sabía que estaba mintiendo.
Mi primera opción siempre debería ser la familia.
Contuve la respiración, incapaz de pronunciar una palabra. La mirada que me

dio casi me rompió en pedazos.
—Pero tú eres mi primera opción, Taehyung . Acabaré con el mundo entero si

tengo que hacerlo. Mataré, mutilaré y chantajearé. Haré cualquier cosa por ti.
Tal vez el amor es un riesgo, pero es un riesgo que estoy dispuesto asumir, y
como has dicho, no es una opción. Nunca pensé que lo haría, nunca pensé que
podría amar a alguien así, pero me enamoré de ti. Luché contra eso. Es la
primera batalla que no me importa perder.
Colgué mis brazos alrededor de él, llorando, y entonces gemí de la punzada en

mi hombro. Jungkook se retiró.
—Necesitas descansar. Tu cuerpo necesita sanar. —Me hizo acostarme; pero

me aferré a sus brazos.
—No quiero descansar. Quiero hacerte el amor.
Jungkook pareció afligido.—Voy a hacerte daño. Tus suturas podrían rasgarse.
316
Arrastré mis manos sobre su pecho, por su estómago tenso hasta que rocé el
bulto en sus bóxers.
—Él está de acuerdo conmigo.
—Siempre está pero no es la voz de la razón, créeme. —Me reí, y luego hice
una mueca cuando el dolor se disparó por mi brazo.
Jungkook aún se cernía sobre mí, pero negó con la cabeza.
—A eso me refiero.
—Por favor —susurré—. Quiero hacerte el amor. He querido esto por mucho
tiempo.
—Siempre he hecho el amor contigo, Taehyung.
Tragué fuerte y comencé a acariciar la erección de Jungkook través de la tela

delgada. Él no se retiró.
—¿No quieres esto?
—Por supuesto que quiero. Casi nos perdimos el uno al otro. No quiero nada
más que estar lo más cerca posible de ti.
—Entonces, haz el amor conmigo. Lento y suave.
—Lento y suave —dijo Jungkook en voz baja y supe que ya lo tenía. Se movió
hasta el borde de la cama y comenzó a masajear mis pies y pantorrillas. Abrí
mis piernas más amplio. Mi playera se alzó, dejando al descubierto mi bóxer a
Jungkook. Sus ojos viajaron hacia el bulto formado y supe que podía ver lo
mucho que quería y necesitaba esto. Jungkook gimió contra mi tobillo, y
entonces arrastró sus dedos por mi pierna, solamente rozando la piel hasta que
acarició mi entrada con los dedos y lentamente acarició mi miembro—. Haces
317
que lento y suave sea muy duro para mí. Si no estuvieras herido, me enterraría
en ti y te haría gritar mi nombre.
—Si no estuviera herido, querría que lo hicieras.
Jungkook sacudió su lengua a través de mi tobillo y luego suavemente chupó

mi piel en su boca.
—Mío.
Luego cubrió mis pantorrillas y muslos de besos, diciendo la palabra "mío" una
y otra vez mientras se abría camino hacia mi entrada. Deslizó mis bóxers hacia
abajo, y entonces se posicionó entre mis piernas y besó entre mis muslos, cerca
de donde realmente lo quería.
—Mío —susurró contra mi carne caliente. Me arqueé e inmediatamente me

estremecí de dolor.n—Quiero que te relajes por completo. Sin tensar los
músculos o el hombro te hará daño —dijo, sus labios rozando contra mí centro
mientras hablaba, dejándome aun más duro por la excitación.
—Siempre me tenso cuando me vengo —dije en broma—. Y realmente, en

serio, tengo muchas ganas de venirme.
—Lo harás, pero sin tensarte.
No le dije que pensaba que eso era imposible. Jungkook probablemente podía
verlo en mi cara y su expresión decía que aceptaba el desafío. Debería desafiarlo
más a menudo. Cuando empezó a darme placer con toques delicados, besos y
lamidas que hicieron que mis dedos se doblaran con necesidad, sentí que mis
músculos anales se relajaron y mi mente derivó a un capullo de felicidad. Mis
gemidos tranquilos y el suave sonido de la boca de Jungkook trabajando en lo
más profundo de mi, se mezclaban con el silencio de la habitación. Un nudo se
formó lenta y profundamente en mis testículos, y cada roce de la lengua de
Jungkook que lo tensó, luego deliciosa y lentamente el nudo aflojó y mi
orgasmo fluyó a través de mi cuerpo como la miel, solté un largo suspiro a
318
medida que Jungkook mantenía mi orgasmo en marcha por lo que pareció como
un sin fin de toques suaves.
Lo vi levantarse a través de una neblina que no tenía nada que ver con los
analgésicos. Se deslizó fuera de su ropa interior mientras yo yacía acostado
saciada en la cama. Mi cuerpo estaba zúmbenles bando como si cada célula
hubiera sido infundida con el dulce placer. Se estiró por encima de mí, su punta
en mi entrada. Luego se deslizó dentro de mí muy lentamente, estirándome.
Dejé escapar un largo gemido cuando me llenó por completo.
—Mío —dijo en voz baja.
Me quedé mirándolo a los ojos a medida que se retiraba centímetro a centímetro

hasta que sólo su punta estaba en mi interior antes de entrar de nuevo una vez
más.
—Tuyo —susurré.
El camino extendiéndose ante nosotros era uno de oscuridad, una vida de

sangre, muerte y peligro, un futuro de siempre cuidarme las espaldas, de saber
que todos los días podía ser el último para Jungkook, de temer que un día podría
tener que verlo recibir una inyección letal. Pero este era mi mundo y Jungkook
era mi mío, y recorrería este camino con él hasta el final. A medida que me
hacía el amor, llevé mi mano hasta el tatuaje sobre su corazón, sentí su corazón
latiendo contra mi palma. Sonreí.
—Mío.
—Siempre —dijo Jungkook.
319
Singularity
La continuación de este libro es You.
320

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Adaptación kookv NO RESUBAS ESTO Singularity

Contenido para adultos

Me acurrucaba en el sillón de nuestra biblioteca, leyendo, cuando un golpe sonó.

-¿Pasó algo? -pregunté.

Ella sonrió, pero era su sonrisa falsa.

-Tu padre quiere hablar contigo en su oficina.

Me moví con cuidado de debajo de la cabeza de Yeonjun y lo acomodé en la

-De prisa. No dejes que tu padre espere -dijo madre simplemente.

Tenía el estómago en nudos cuando llegué frente a la oficina de papá. Después

Entré, obligando a mi cara a lucir cuidadosamente reservado. Padre estaba

sentado detrás de su escritorio de caoba en un amplio sillón de cuero negro;

Me hundí en una de las sillas frente a su escritorio y crucé las manos en mi

La confusión me invadió. Padre nunca hablaba de negocios con nosotros.

-Tenemos que poner nuestra rivalidad con la familia de Busan a un lado y

-Nacido en sangre. Jurado en sangre. Ese es su lema.

Asentí, pero mi confusión solo aumentó.

Sentí como si estuviera cayendo en picada.

-¿Por qué yo?

-Hay otros hombres hermosos y mpreg, solo se tiene que buscar-dije

-Pero, padre, tengo quince años. No puedo casarme.

Padre hizo un gesto desdeñoso.

-Si yo accediera, podrías hacerlo. ¿Qué nos importan las leyes?

Será el jefe de la mafia de Busan.

-Padre -susurré-. Por favor, no me obligues a casarme con ese hombre.

La expresión de padre se tensó.

-¿Fiesta de compromiso? -repetí. Mi voz sonaba distante, como si un velo

-Por supuesto. Es una buena manera de establecer vínculos entre nuestras

-¿Cuándo? -Me aclaré la garganta, pero el bulto permaneció inmóvil-. ¿Cuándo

-En agosto. No hemos fijado una fecha todavía.

-¿Entonces van a permitirme seguir asistiendo a la escuela? -¿Incluso, qué

importa si me gradúo? Nunca iría a la universidad, nunca trabajaría. Todo lo

tendría permitido hacer sería calentar la cama de mi marido. Mi garganta se

Por supuesto que sí. No podía correr el riesgo de que me acercara ni

Salí de la oficina como si estuviera en trance. Había cumplido quince hacía

-Tal vez madre será capaz de convencerlo.

Probablemente ni siquiera podía enfrentarme, sabiendo a lo que me había

-Ya estrechó la mano con el padre de Jungkook.

-Eso es lo que padre me dijo.

-Tiene que haber algo que podamos hacer-dijo Jimin.

-Vamos a Google. Tiene que haber fotos de él en Internet.

Jimin saltó y tomó mi laptop de mi escritorio, luego se sentó a mi lado, nuestros

Eso probablemente explicaba por qué algunas personas lo llamaban el Toro a

-Está con una persona nueva en cada foto.

Me quedé mirando la cara sin emoción alguna de mi futuro esposo. El periódico

-Se lo pueden quedar -dije con amargura.

En nuestro mundo un exterior atractivo a menudo ocultaba al monstruo en su

-Necesito hablar con Seung.

-¿A los once? -pregunté, tratando de mantener mi voz estable. La mayoría de

Seung sonrió, revelando un incisivo de oro, e hizo una pausa en sus

Jimin se quedó sin aliento.

Seung se encogió de hombros.

-No puedo decirlo. No estoy tan familiarizado con Busan.

Vi a nuestro cocinero mientras preparaba la cena, tratando de concentrarme en

-¿Y quién me va a proteger de él? -susurré.

Me hubiera gustado que la cancelaran por completo. En lo que a mí concernía,

—¡Pero ni siquiera están aquí! —Gracias a Dios. Jungkook y el resto de los

—¿Estás llorando otra vez? —Beomyu saltó de la cama y se acercó a mí,

—Yeonjun dice que lloras todo el tiempo porque Jungkook te ha comprado.

—Él no me compró. —Mentiroso. Mentiroso.