Preventiva 2019

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TRABAJO PRÁCTICO Nº 1: APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DE SALUD

De Lellis (2014) Introducción a la salud pública como campo de conocimiento


y escenario para la acción
La salud es una construcción social relativa, su concepción varía según las
condiciones de vida, estructuras socioeconómicas, avances científico-tecnológicos y
pauta culturales que identifican a los distintos grupos sociales.

Concepto clásico de salud


→ Era pre-hipocrática: concepción mágico-religiosa. La salud es una bendición de
los dioses, la enfermedad un castigo divino.
→ Hipócrates: la salud es un estado natural, un bien preciado. La enfermedad es
desequilibrio y desviación de la norma. Aparece el medio ambiente, las patológicas
eran cambios internos del organismo debidos a alteraciones del medio.
→ Platón: cuerpo y alma. Los trastornos eran un desorden en la organización de los
cuatro elementos.
Durante la civilización romana hubo grandes aportes a la salud pública. sus
conocimientos arquitectónicos se aplicaron a la construcción de acueductos y a
alejar los desechos, previniendo epidemias y muertes en las poblaciones.

Salud (y enfermedad) durante la Edad Media


Con la influencia de la iglesia católica en Europa se piensa que las enfermedades
son producto de la ira de Diosa. La aglomeración de personas durante las Cruzadas
produjo grandes epidemias de infecciones, como la viruela y el cólera. En esta
época se generan las primeras teorías que asocian las patologías a las impurezas
del aire y del ambiente.

Concepto de salud de la modernidad


La salud como ausencia de enfermedad cobra relevancia en este momento. Esto lo
define el discurso médico hegemónico del siglo XIX. “Lo sano” se fue invisibilizando
y la salud se consideraba como tal sólo cuando se la perdía, es el correlato negativo
de la enfermedad. ¿Se puede definir a la riqueza como ausencia de pobreza? ¿O a
la paz como ausencia de guerra?
Paralelamente surgen otras visiones que sostienen que la salud rebasa los límites
del cuerpo físico. Aparece la subjetividad, el comportamiento individual, las
relaciones sociales y la influencia de los ámbitos culturales como determinantes de
los procesos salutogénicos y también del malestar.

Concepción actual de la salud


→ La salud es un proceso que depende del bienestar relativo logrado en un
determinado momento histórico-social-ambiental, que asume como premisa la
mutua transformación que se produce mediante la interacción permanente entre las
personas y sus entornos.
→ Siempre existirá cierto grado de incertidumbre en la aplicación de categorías para
diferenciar salud y enfermedad. La vida se expresa en múltiples situaciones que
reflejan aspectos positivos y negativos, generalmente es muy difícil distinguir con
certeza absoluta si un organismo atraviesa un proceso cuyas manifestaciones se
asocian con lo saludable o lo patológico.
Definición de la OMS (1948): la salud es un completo estado de bienestar físico,
psíquico y social y no sólo la ausencia de enfermedad.
Definición de la cátedra: salud es la situación de relativo bienestar físico, psíquico,
social y ambiental (el máximo posible en cada momento histórico y circunstancia
sociocultural determinada), considerando que dicha situación es producto de la
interacción permanente y recíprocamente transformadora entre las personas
(entidad bio-psico-social-cultural) y sus ambientes humanos (entidad psico-socio-
cultural, bio-físico-química y económico-política), teniendo en cuenta que estos
componentes integran a su vez el complejo entramado de la vida.

Salud pública: recorrido histórico y nociones centrales


Las manifestaciones incipientes de la salud pública se remontan al comienzo del
siglo XIX en Franca. Los trabajadores sometidos a riesgos comunes y concentrados
espacialmente facilitaron la formulación e implementación de estudios para mejorar
su salud. Este escenario de profunda vulnerabilidad y explotación social,
consecuencia del industrialismo, explica las grandes convulsiones sociales y
políticas que ocurrieron en aquella época. Acá se produce la Revolución Francesa.
La asamblea constituyente del primer gobierno revolucionario proclamó la libertad e
igualdad de los individuos y la soberanía de la nación a través de la Declaración de
los Derechos Humanos. Estos principios generales se trasladaron al área sanitaria
mediante la ampliación de los derechos específicos, creando las bases del sistema
de salud francés: modelo estatal de protección de la salud pública en el contexto de
las sociedades desarrolladas. Estos ideales se extendieron a América Latina.
Acá comienzan a desarrollarse los primeros trabajos enmarcados en la medicina
social; los factores sociales y la posición que el individuo ocupa en la estructura
social determina la situación de salud. Dice Joan Frank (1790) “el rico y el pobre
tienen padecimientos distintos porque cada clase social sufre las enfermedades
determinadas por su diferente modo de vivir”.
Una de las corrientes de la medicina social es la higiene. Es una ciencia que versa
sobre la salud con el doble objetivo de conservarla y perfeccionarla. También la
microbiología con el hallazgo de vacunas. Estas medidas curativas y preventivas
ligadas al modelo médico fueron relevantes, pero las grandes conquistas en la
mejora de la salud de las poblaciones se obtuvieron por los cambios en las
condiciones de vida: incremento del nivel educacional, disponibilidad y seguridad de
los alimentos, accesibilidad al agua potable, eliminación segura de desechos,
aprobación de leyes en materia de legislación laboral. Estas victorias a nivel social y
las políticas de salud orientadas a modificar los entornos y la salubilidad del medio
ambiente introdujeron variaciones en los perfiles demográficos y de mortalidad de
las poblaciones a nivel mundial.
Finalizado el siglo XIX el Estado interviene de forma más directa en la configuración
de los modos de aseguramiento destinados a dar cobertura y protección a las
enormes masas de trabajadores incluidas en el desarrollo del aparato productivo. A
través del sistema de seguridad social se asegurará un mayor grado de protección a
los trabajadores y sus familias. La crisis social y económica que sobrevino a las dos
guerras mundiales planteó la necesidad de fortalecer estrategias orientadas a
garantizar los derechos básicos de los ciudadanos.
También como parte de la reconstrucción de la estructura internacional que liga a
las naciones, se crean la ONU y la OMS, entidad de la ONU especializada en
proponer políticas de salud a nivel mundial. Estos organismos trazaron líneas
estratégicas importantes como la APS.

Movimiento de “la nueva salud pública”


En contraste con la salud pública tradicional que actuaba sobre los aspectos
biológicos del individuo y del medio ambiente, se ocupa de la promoción de la salud
y la prevención de enfermedades mediante estrategias que apuntaban a la
modificación de los estilos de vida y de los entornos sociales a través de políticas
públicas, fortalecimiento de las redes sociales y participación comunitaria.
A fines de la década de los 70, la APS comienza a ser adoptada como principal
estrategia para lograr la equidad y la reducción de las desigualdades en cuanto al
acceso a la salud de las poblaciones. en 1978, “salud para todos en el 2000” es la
meta fijada como objetivo mundial en la declaración de Alma Ata.
Desde aquel momento se ha logrado ampliar el alcance de la salud pública,
incluyendo en este campo acciones que no guardan relación sólo con el tratamiento
de las enfermedades ya instaladas o con su prevención específica, sino que
procuran también lograr mejor salud y calidad de la vida para toda la población.
1986 → Carta de Ottawa, referencia insoslayable para el movimiento de promoción
de la salud.
Los 90 → Crisis en los sistemas de salud y en el campo de la seguridad social. Al
ser cada vez mayores las brechas distributivas entre sectores, el acceso equitativo a
la salud para todos se obstaculiza, colocando sobre el tapete la discusión acerca del
rol del Estado como su principal garante. En distintos países se privatizan los
servicios de salud.

Concepto polisémico de salud pública


→ La salud pública, en tanto responsabilidad colectiva, busca garantizar el derecho
a la salud como una necesidad humana básica (Declaración Universal de los
Derechos Humanos). Este derecho se incorporó progresivamente a las cartas
constitucionales del mundo entero, centrándose en la dignidad de las personas. En
Argentina es constitucional.
Donde existe una necesidad nace un derecho. Los derechos son la cara jurídica de
una necesidad, entonces, más que respeto exigen satisfacción, por ello se hace
referencia a su exigibilidad a fin de lograr su efectiva realización.
→ La salud pública es un compromiso del Estado y de la sociedad civil que requiere
de una respuesta institucional organizada.
→ La salud pública es un campo de saberes y técnicas en el cual concurren
diversas disciplinas científicas y marcos teóricos-tecnológicos. La esencia de la
salud pública consiste en adoptar una perspectiva basada en grupos o colectivos
sociales.
→ Definición de Milton terris (1992): la salud pública es la ciencia y el arte de
prevenir las dolencias y discapacidades, prolongar la vida y fomentar la salud y la
eficiencia física y mental mediante esfuerzos organizados de la comunidad para
sanear el medio ambiente, controlar enfermedades infecciosas y no infecciosas y
lesiones, educar al individuo en los principios de higiene personal, organizar los
servicios para el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades y para la
rehabilitación, así como desarrollar la estructura social que le asegure a cada
miembro de la comunidad un nivel de vida adecuado para el mantenimiento de la
salud.
→ Desde el enfoque de salud pública, previamente a toda conducta preventiva se
deben adoptar prácticas diagnósticas que permitan establecer la situación actual de
salud y el pronóstico que cabe esperar si no se adopta ninguna forma de
intervención. Por ello la disciplina que auxilia a la salud pública es la epidemiología.

Promoción de la salud
En Ottawa (1986) se muestra la importancia de proporcionar a los pueblos los
medios necesarios para mejorar su salud y ejercer un mayor control sobre ella.
Dos definiciones:
→ La promoción de la salud es concebida como la suma de las acciones de la
población, los servicios de salud, las autoridades sanitarias y otros sectores sociales
y productivos, encaminados al desarrollo de mejores condiciones de salud individual
y colectiva (OPS/OMS).
→ Es el proceso por el cual los individuos y las comunidades están en condiciones
de ejercer un mayor control sobre los determinantes de la salud y mejorar su estado
de salud.
Ambas coinciden en que la promoción de la salud se dirige a modificar los
determinantes de la salud. La estrategia ofrece la posibilidad de asumir el cambio
desde una política centrada en el consumo de servicios de atención médica hacia
una política promotora de factores que permitan el acceso a la salud positiva como
un derecho básico universal.
→ La promoción de la salud se sustenta en un paradigma holístico de la salud, que
integra todas las características del bienestar humano, conciliando la satisfacción de
las necesidades básicas y el derecho a otras aspiraciones del ser humano. Además
de tener dónde vivir, qué comer, acceso a la salud y trabajo, también necesitamos
paz, justicia, existencia digna, buena calidad de vida, posibilidad de crear, innovar,
sentir placer, acceso a la cultura.
→ Los cinco ejes estratégicos de la promoción de la salud son: construir políticas
públicas saludables, crear entornos favorables, fortalecer la acción comunitaria,
desarrollar aptitudes personales (estilo de vida), reorientar los servicios de salud.
→ Declaración de Helsinki: hace un llamamiento a los gobiernos para que
incorporen a la salud y la equidad a sus agendas y avancen en estructuras, recursos
y capacidad institucional de apoyo a la estrategia de salud en todas las políticas.
→ La PS debe ser interdisciplinaria. Lo principal es que se conjuguen elementos de
todas las disciplinas creando un campo teórico con identidad propia y con tecnicas y
metodologías adecuadas para contribuir al logro de una sociedad más justa y
equitativa.
→ Las intervenciones de la PS deben desarrollarse en el nivel estructural, donde se
plantean las acciones para modificar los ambientes buscando influir en las causas
últimas o determinantes de las condiciones de vida; y en el nivel de los estilos de
vida, buscando lograr cambios conductuales.

Prevención de la enfermedad
Abarca las medidas destinadas no solamente a evitar su aparición, mediante la
reducción y/o eliminación de los factores de riesgo, sino también a proteger a los
grupos más susceptibles y/o desarrollar actividades orientadas a mitigar las
consecuencias de las patologías una vez desencadenadas. Se basa en el principio
de que cuanto más tempranamente se actúe a fin de evitar y/o actuar contra el
curso de los trastornos, más eficientes y eficaces resultan las medidas adoptadas.
De acuerdo al momento, diferenciamos:
- Prevención primaria: acciones adoptadas sobre ciertos grupos poblacionales, con
la finalidad de suprimir los factores de riesgo y/o brindar medidas de protección
específica ante enfermedades reconocidas. La meta de los programas de
prevención primaria radica en llegar a la mayor cantidad posible de grupos de
población que están en riesgo de sufrir un daño determinado. Considera a los
individuos y las poblaciones como expuestos a factores de riesgo identificables.
Ejemplo: actividades desarrolladas con el fin de prevenir el VIH y otras
enfermedades de transmisión sexual mediante el uso de preservativos, programas
educativos para enseñar cómo se transmite y cómo se previene el dengue.
- Prevención secundaria: aquellas acciones orientadas a lograr el diagnóstico
temprano, la captación oportuna y el tratamiento adecuado para el control de la
enfermedad. El objetivo es evitar su aparición o retardar su progreso y la ocurrencia
de secuelas. Ejemplo: tratamiento de la hipertensión arterial en sus estadios
iniciales realizando un control periódico y el seguimiento del paciente, para
monitorear la evolución y detectar a tiempo posibles consecuencias relacionadas
con la enfermedad de base.
- Prevención terciaria: tiene como objetivo mitigar o disminuir las secuelas
discapacitantes asociadas con las enfermedades y/o lesiones una vez producidas, o
bien reducir y/o evitar las recaídas o complicaciones mediante medidas de
rehabilitación e inclusión, que permitan al sujeto recuperar sus capacidades físicas,
psíquicas y/o sociales. Ejemplo: fisioterapia luego de retirar un yeso por fractura.
Modelos de causalidad: hacia los determinantes sociales de la salud
- Modelo de causa simple/efecto simple : Hacia fines del siglo XIX y principios
del XX, las enfermedades que mantenían en vilo a la salud de las
poblaciones eran las “enfermedades infecciosas”. Esta teoría (díada agente-
huésped) afirmaba que existe una sola causa para cada efecto y que ambos
eventos se relacionan en forma lineal. Se asumía que las infecciones podrían
erradicarse eliminando los gérmenes que las causaban. Es una perspectiva
reduccionista. Ni el HIV es suficiente para que se desarrolle el SIDA, ni un
suceso traumático vivido por un sujeto puede llevar de por sí a un trastorno
de estrés pos traumático.
- Modelo de causa múltiple/efecto simple (o tríada ecológica) : sugiere que más
de una causa actúa, por sumatoria, para producir una enfermedad. Así, no
solo un agente afecta a un huésped, sino que el ambiente también actúa en
la causación de las enfermedades. Este modelo llevó a que se conceptualice
la noción de factores de riesgo para enfermedades específicas. Ejemplo:
entre los factores de riesgo para la diabetes tipo 2 en adultos se pueden
mencionar la edad, el índice de masa corporal, el sedentarismo, el consumo
de alimentos no saludables, etc.
- Modelo de causa múltiple/efecto múltiple : se elabora en la década de 1980.
Es homologable al concepto de campo de salud, marco conceptual clave
para evaluar los factores que parecían determinar la situación de salud. La
adopción mecánica de la multicausalidad ha falseado el carácter social de la
enfermedad y de la salud, ya que concede el mismo peso a factores que son
de naturaleza y jerarquía distintas. Existe el riesgo de convertir la
multicausalidad en una nueva variante del monismo causal.

Determinantes sociales de la salud


Este concepto surge durante las décadas de los 80 y los 90 debido a las
limitaciones presentadas por los modelos de causalidad anteriores. Desde la OMS
(1998) se definió a los DSS como “un conjunto de factores personales, sociales,
económicos y ambientales que determinan el estado de salud de los individuos o
poblaciones”. Estos determinantes combinados crean distintas condiciones sociales
que ejercen un claro impacto sobre la vida de las poblaciones.
Se relaciona con el análisis, desde un enfoque poblacional, de las inequidades entre
grupos sociales. El concepto de inequidad se refiere a las diferencias en la situación
de salud que son evitables e injustas.
En cada sociedad se manifiestan modos de vida que son producto de los procesos
generales que dependen de las características del medio donde se asienta, de su
organización económica y política, de su forma de relacionarse con el medio
ambiente, de su cultura, de su historia, etc. El modo de vida es, a su vez, una
unidad conformada por las diversas condiciones de vida de los diferentes grupos de
población que la integran y por las relaciones que se establecen entre ellos. La
situación de salud de cada grupo de población se articula estrechamente con sus
condiciones de vida.

Dimensiones de la forma de vida cotidiana y procesos mediadores que determinan


salud
Modos de vida → alude a lo general
Condiciones de vida → alude a lo particular
Estilo de vida → alude a lo singular
Los procesos mediadores implicados en la determinación de salud son biológicos,
ecológicos, psicológicos, culturales y económicos. Son mediadores porque a través
de ellos los procesos más generales, económicos, políticos, culturales y ecológicos
de una sociedad se manifiestan en la vida cotidiana de sus integrantes,
concretándose en perfiles de modelos de salud.

Las intervenciones en salud pública


Las políticas y planes de salud intervienen a nivel de los procesos antes descriptos.
Es así como actúan sobre los procesos predominantemente biológicos, por ejemplo,
elevando la resistencia inmunológica mediante vacunas. El modo de vida de una
sociedad y, por tanto, las condiciones de vida de los diferentes grupos que la
integran, así como los estilos de vida individuales, son expresión en el espacio de la
vida cotidiana de los complejos procesos que reproducen la existencia de las
diferentes clases, estratos, grupos e individuos que la conforman.
Todo fenómeno de salud en poblaciones humanas, por tanto, está biológica y
socialmente determinado. Esta determinación acontece en los procesos de
reproducción social de las sociedades (generales), de los grupos (particulares) y de
los individuos (singulares) y se muestra en el espacio de la vida cotidiana en los
múltiples procesos mediadores en los que discurre la vida real.

Gavilán (2015) De la Salud Mental a la Salud Integral


Capítulo 3
En este capítulo hace un punteo de conceptos y modelos importantes. Primero
habla de la prevención: busca aminorar el dolor humano, implica, hacer algo para
evitar que se desarrolle un trastorno, es decir, que se identifiquen riesgos de una
comunidad para poder diseñar formas de intervención con mecanismos protectores
específicos, diseñados comprendiendo la complejidad. De esa complejidad, solo se
puede abordar si tenemos en cuenta que una disciplina (que define como un
conjunto de estrategias, métodos, saberes y prácticas relacionados con un objeto de
conocimiento) no alcanza. Hay que apostar a la interdisciplina, como la
yuxtaposición e integración de disciplinas que implica un enriquecimiento del
abordaje, pero más aún, a la transdisciplina que implica una transformación de los
conocimientos, una nueva manera de trabajar y pensar las intervenciones. Enmarca
esto en el paradigma de la complejidad de Morin.

Modelos
Modelo epistemológico social: (pareciera que lo iguala a epidemiología social) en
el que la UA son las poblaciones en sus diversas escalas, superando el modelo
clínico, apostando a explicar desde el contexto social las respuestas individuales.
Tiene en cuenta diferentes planos de análisis: macrosocial, desigualdades,
comunidad, familia, micro-individualidad, etc.
Modelo educativo formal- no formal: es indispensable pensar en la educación
formal y no formal para transmitir buenos hábitos, prevención primaria en las
escuelas, donde el docente es un agente de prevención, por la doble función que
tienen las instituciones educativas: la reproductiva y la transformadora.

Es necesario un modelo integral de prevención que articule ambas:


● Con un enfoque interdisciplinario
● con un enfoque integral del hábitat
● Que trabaje en contexto de vulnerabilidad
● que mantenga principios éticos, teóricos y tecnologías de la intervención
● Que tenga una perspectiva ética, principios teóricos y prácticos en base a la
promoción de salud
● que defiende un enfoque integral.

Modalidades
Prevención específica: surge cuando hay síntoma.
Prevención múltiple inespecífica: va a modificar los estilos de vida,
comprendiendo la multicausalidad de las enfermedades en búsqueda de un
mejoramiento global de las condiciones de vida, cosa que es increíblemente práctico
enseñar en las escuelas, desde promover conductas que promuevan a la
construcción de estilos de vida positivos hasta vacunar, etc.
Ambas modalidades son necesarias.

Capítulo 9
Los sujetos que padecen cualquier tipo de padecimiento no se pueden escindir de la
subjetividad que la enfermedad les produce.
La salud mental debe ser considerada como un proceso determinado histórica y
socialmente por cada sociedad cuya preservación y mejoramiento implica una
dinámica de la construcción social vinculada a la creación de los derechos al
trabajo, a la vivienda, a la educación… un medio ambiente saludable.
Salud mental es la posibilidad de lograr un estado relativo de bienestar donde el
sujeto puede funcionar en el mejor nivel posible de su capacidad intelectual
emocional y física ante las situaciones que le toque vivir. Implica asignarle un valor a
la vida mental y defenderla como un bien social. Cada sujeto vive un conjunto de
interacciones diversas con diversa intensidad de comunicación, tanto familiares
como comunitarias. En ese entramado tenemos que analizar la salud mental.
Entender y analizar la salud mental desde un punto de vista integral, y desde lo
epidemiológico nos posiciona en una mirada psicosocial y desde la epidemiología
crítica, trabajando la complejidad del objeto desde la categoría de perfil
epidemiológico en tanto construcción que permite estudiar las contradicciones que
determinan el modo de considerar la salud, tanto en las dimensiones del contexto
social, modos de vida, etc.
La salud es simultáneamente el movimiento de génesis y reproducción que hace
posible el concurso de procesos individuales que juegan y se determinan
mutuamente. El libre albedrío y la determinación colectiva no son términos
excluyentes, son interdependientes.
La definición de salud propone el bienestar como una aspiración deseable pero
difícilmente alcanzable para el sujeto humano. Las posibilidades de generar
bienestar estable son escasas.
Hay que considerar las variadas fuentes de malestar. Hoy no nos referimos a
patologías de salud mental, sino más bien a problemáticas que incluyen las
nociones de sufrimiento psíquico y de malestar.

Investigación de inestabilidad mental versus salud mental en La Plata (se puede


buscar en internet, es de la misma autora): debido al lugar que tiene el trabajo en
nuestra sociedad, el miedo a perderlo genera actitudes de sumisión con el jefe;
genera síntomas oh por dios que iluminados.

Ley de Salud Mental, por qué cambia el paradigma, proteger la salud en pleno goce
de sus derechos, haciendo hincapié en las capacidades más que en las
imposibilidades, presume la capacidad jurídica de la persona, aun estando
internada.

Modelo Lalonde
Salud según Laframboise hace referencia a cuatro campos:
- Biológico: heredado, organización interna del cuerpo, aparatos, sistemas,
etc.
- Estilos de vida: decisiones que toma el INDIVIDUO dice, sobre las cuales
generalmente tiene ciertos rasgos de decisión, decisiones que pueden
implicar riesgo, a primera vista son decisiones que se adoptar a lo largo de la
vida.
- Medio ambiente: exterior al onvre, hacinamiento, ruido, enfermedades
infecto contagiosas, garantía de DDHH infraestructura sanitarias,
ambientales, etc.
- Organización de los sistemas de salud políticas implementadas desde el
sistema de salud, nivel de intervención, nivel de complejidad de esos,
recursos humanos, etc.

Saforcada habla de salud como situación de relativo bienestar físico psíquico y


social, el máximo posible en cada momento histórico circunstancial, sociocultural,
considerando que dicha situación es producto de la interacción permanente y
recíprocamente transformadora entre el individuo y su ambiente. Y amplia en el
2010, comprendiendo que todos estos componentes integran a su vez el complejo
sistema de la trama de la vida.
Así entra el concepto de calidad de vida, para poder pensar en proceso la salud.
Además del de salud integral, que implica pensar el campo de la salud con todos los
campos que intervienen: el de salud, el educativo, el laboral económico, el de las
políticas sociales.

Campo educativo: estado de educación de cada grupo, inserción en el sistema


formal o no, grado de información de recursos humanos, posibilidades de
capacitación, que estrategias se dan para responder a ciertas demandas.
Campo de salud: programas objetivos, acciones estrategias a lograr el completo
estado de bienestar físico psíquico y social, no solo la ausencia de enfermedad. (la
postura es que no sea completo si no relativo). Problemáticas psicosociales y las
estrategias comunitarias de las poblaciones.
Campo laboral-económico: inserción al campo laboral, desocupación, precariedad,
inestabilidad, trabajo no formal, excluido (esa la sume yo pues #militante).
Relaciones sindicales, seguridad, salubridad en el trabajo, precariedad etc.
Campo de las políticas sociales: Conocimientos, actividades planes recursos,
objetivos cuya articulación permite realizar impactos sobre el medio social elegido,
pueden ser del estado o de la sociedad.

En resumen, la salud desde un enfoque positivo implica pensar en la importancia de


calidad de vida, la salud, la justicia y la ética. Teniendo en cuenta su carácter
histórico, los campos que la atraviesan, poder pensar en el progreso alcanzado, etc.
Salud integral que está compuesta por el conjunto de interacciones de la persona,
su familia, el entorno, las relaciones sociales, comunitarias, el contextos
sociocultural, y la posibilidad de que se cumplan derechos humanos básicos:
trabajo, salud, la justicia, etc.

Ferullo de Parajón (2006) El triángulo de las tres P: psicología, participación y


poder
Doble línea de significaciones del término salud:
a) Sentido restringido: alude a la ausencia de enfermedad y descansa en el
modelo biológico médico. La política sanitaria derivada de este paradigma da
más importancia a la distribución equitativa de los recursos técnicos más
actuales a todos los sectores de la población, que a una educación para la
salud, donde el acento estaría puesto en la prevención y su promoción. Un
supuesto vigente en esta línea es el que considera que los incrementos en el
nivel de salud de una población depende de los logros alcanzados por la
medicina. El problema del poder en juego es evidente, y cuenta con la
legitimación del consenso social. Otro obstáculo son los importantísimos
intereses económicos que se mueven en torno al binomio salud-enfermedad.
b) Sentido amplio: hay un cambio de acento de lo negativo a lo positivo. La
salud ya no es sólo ausencia de enfermedad sino presencia de
potencialidades y capacidades en los hombres y mujeres, que desencadenan
búsquedas para su realización y permiten trabajar para el logro de un mayor
desarrollo y bienestar. Está sostenido por el modelo biopsicosocial o integral,
que se centra en la cultura total, en el estilo de vida de cada puedo, y destaca
la importancia que éste tiene como determinante de la salud. De esta
manera, poseer salud ya no sólo no estar enfermo (no tener síntomas
orgánico-fisiológicos).
El término salud en sentido amplio, al no estar definido de manera unívoca y
clausurante, se abre a múltiples líneas de significaciones que imprimen una
direccionalidad convergente al accionar profesional, pero sin cerrar los diferentes
caminos a través de los cuales puede alcanzársela.

Posición del psicólogo


Todo psicólogo puede definirse como un trabajador del campo de la salud entendida
en su acepción más amplia. En cuanto tal, debe contribuir al logro de las mejores
formas de vida posible para los seres humanos, siendo ellos mismos quienes deben
determinar, en cada caso y situación, qué es lo mejor para ellos.
La posición es el lugar profesional socialmente asignado, con sus previsibles
variaciones espacio-temporales, y está condicionada por el para qué de ese lugar.
Es determinante de la infinita variedad de roles que el psicólogo desempeña como
tal. Desde esa posición obra como común denominador, desde allí se abre el
variado abanico de roles posibles que el psicólogo ha desempeñado y va a
desempeñar.
Los roles, al referirse a las conductas esperables a partir de la posición, nos hablan
de lo múltiple y heterogéneo a la vez que nos remiten a su determinante posicional,
que sí puede ser acotado.
La posición del psicólogo responde a dos interrogantes básicos, quién y para qué,
que constituyen el basamento de los otros que puedan surgir: qué y cómo. Es
importante afirmar que no son las conductas visibles, sino el lugar desde el que se
las realiza lo que permite entender un accionar profesional.

La psicología social comunitaria


Tal vez sería más conveniente hablar de “abordaje comunitario” en lugar de
“abordar a la comunidad”, porque éste último dispara efectos distorsionantes al
crear la ilusoria impresión de unidad, de objeto claro, distinto y acabado, algo que
puede ser visualizado y aprehendido como un todo integral (por eso “comunitaria”
puede ser una palabra-trampa). Sabemos que lo comunitario nos remite a uno de
los ámbitos de trabajo de la psicología que tiene una presentación fenoménica
múltiple, heterogénea y contradictoria.
Es posible sintetizar las diferentes posturas en una simplificada polaridad: en uno de
los extremos estaría la postura de aquellos que sólo creen que trabajan a nivel
grupal cuando se aborda un ámbito territorial determinado en el que se incluyen
distintas organizaciones sociales tomadas en el sentido estricto del término, grupos
numerosos.
En el otro extremo, estarían los que consideran comunidad a todo conjunto de
personas, diferenciado por compartir distintos aspectos de la sociedad de la que
forman parte. Pueden incluir grupos de los más diversos tamaños, el único requisito
necesario es que los miembros del colectivo tengan un denominador común. La
conciencia de la existencia de éste común denominador es lo que sostendrá el
sentido de la comunidad, de ese conjunto de personas con los que se esté
trabajando, que puede estar instalado previamente o surgir durante la realización de
la intervención en cuestión, si es que los integrantes no se conocían anteriormente.
Ésta es la línea de la autora.
La psicología comunitaria no está definida solamente por la amplitud con la que se
considera el fenómeno de estudio, sino por la finalidad que se persigue el tipo de
acciones que con esa finalidad se originen y sostengan. Esto es lo que define en
última instancia si se está trabajando o no a nivel comunitario.
Los rasgos esenciales de la psicología comunitaria son: el carácter supraindividual
(lo que interesa son los efectos logrados sobre la totalidad de esa comunidad en
particular), interdisciplinariedad, dimensión institucional, la concepción de sujeto
como sujeto activo, la búsqueda del logro de la participación, concientización,
autogestión y frecuentemente el cambio social.

Aspectos éticos de la participación


Dos perspectivas desde una ética de la participación:
La primera alude a quién define qué es lo mejor para determinados seres humanos,
refiriéndonos a los integrantes de cada comunidad concreta con la que se trabaja.
Deben ser los mismos integrantes los que determinen siempre qué es lo mejor para
ellos. Lo que es bueno/malo para mí puede ser muy diferente de lo que es
bueno/malo para otros. Esta tarea implica por parte del psicólogo generar y sostener
dispositivos que permitan la autorreflexión crítica, la generación de demandas, las
autoevaluaciones por parte de la comunidad con la que se está trabajando, y
aceptar las decisiones que esa comunidad tome con relación a sí misma.
La segunda perspectiva tiene que ver con la frecuente búsqueda de manipulación
que se da entre los seres humanos. Aquí distinguimos entre:
→ Participación crítica: el acento está puesto en las posiciones y roles desde los
cuales se refuerzan los lazos sociales. El sujeto se vive a sí mismo como uno
distinto de los demás, pero con los que estoy junto por un motivo determinado. Es
un proceso que posibilita y sostiene la unión en la diferencia.
→ Participación acrítica: busca exclusivamente la adhesión de los sujetos. No
pretende ni le interesa el logro de la reflexión consciente de ellos. El acento está
puesto en el lazo social que se busca, de tipo fusional. Esta experiencia suprime el
reconocimiento de las diferencias entre los miembros, sólo pueden sentirse unidos
entre sí a partir de una ideología igualitarista.
Los dos tipos de participación son los extremos de una variable a lo largo de la cual
se ubican las participaciones concretas, dinámicas, cambiantes, más o menos cerca
de uno de esos extremos.
Definiciones de psicología comunitaria
→ Estadounidense: es de Rappaport (1977) y nace como una crítica a la psicología
clínica. “La psicología comunitaria es una disciplina que acentúa la perspectiva
ecológica de la interacción, sosteniendo la posibilidad de mejorar la adaptación
entre las personas y su ambiente a través de la creación de nuevas posibilidades
sociales y el desarrollo de recursos personales, en lugar de hacer hincapié en la
supresión de las deficiencias de los individuos o comunidades”. Esta definición se
caracteriza por el acento en la prevención de la enfermedad y la promoción de la
salud.
→ Latinoamericana: es de Montero (1982) y nace como una crítica a la psicología
social. “La psicología comunitaria es la rama de la psicología cuyo objeto es el
estudio de los factores psicosociales que permiten desarrollar, fomentar y mantener
el control y poder que los individuos ejercen sobre su ambiente individual y social,
para solucionar problemas que los aquejan y lograr cambios en esos ambientes y en
la estructura social”. Deja planteado el lugar del psicólogo en la tarea común.
→ La tercera es un ejemplo de expansión de este campo de trabajo. “La psicología
comunitaria es una ciencia de la salud aplicada en la que confluyen las distintas
disciplinas básicas (médicas, psicológicas, sociológicas, epidemiológicas,
estadísticas) que fundamentan los programas de intervención para la prevención de
la enfermedad, la promoción de la salud y la educación para la salud”.

Conclusión
Triángulo de las tres P: finalizan el recorrido postulando a la participación, en tanto
ejercicio el poder de los sujetos, como una herramienta fundamental del trabajo en
el campo de la psicología social comunitaria. Esto es así en la medida que la
psicología persigue el logro de dicho ejercicio en su búsqueda de potenciar a los
seres humanos.

Chinkes, Lapalma y Nicenboim (1995) Psicología comunitaria en Argentina


Campo diezmado por la historia de nuestro país.
Antecedentes de la psicología social comunitaria en Argentina
Bleger se preocupó tempranamente por esta temática y definió el rol del psicólogo
en el campo institucional y comunitario. Esta tarea implicaba un doble pasaje en el
rol del psicólogo: por un lado de una actividad centrada en la curación de la
enfermedad a un enfoque de prevención de la salud; por el otro un pasaje de un
enfoque individual a uno social. Este último implica modelos conceptuales propios y
campos de aplicación específicos.

Experiencia Lanús: es importante porque se acerca a un abordaje comunitario y de


algún modo lo induce como modelo. Se trata del Hospital Gregorio Aráoz Alfaro de
Lanús, que incorpora a la oferta gratuita y pública de los servicios los principios de
psiquiatría dinámica y la psiquiatría comunitaria, transformando el modelo
institucional con una propuesta interdisciplinaria y comunitaria, poniendo el acento
en la prevención primaria y gestando un equipo de promoción y protección de la
Salud.
De acuerdo a estos lineamientos generales se pusieron en práctica distintos
programas que, según su objetivo específico de aplicación, recuperaron los criterios
psiquiátricos sociales generales:
1) Acción comunitaria: se trata de un programa cuyo objetivo es desarrollar acciones
preventivas masivas, campañas de concientización sobre problemas de salud, curso
de promotores de salud, etc.
2) Educación: mediante este programa se procuró llevar a cabo acciones
preventivas de salud en las instituciones escolares de la zona abordada.
3) Prevención materno-infantil: la tarea consistió en la constitución y seguimiento de
grupos de embarazadas hasta algún tiempo después del parto.
4) Rehabilitación: se constituyó un club de socialización de ex-pacientes del servicio,
con el objetivo de procurar la recuperación social, laboral y familiar en un ámbito
específico fuera del hospital general.
5) Investigación: a través de este programa el departamento de psiquiatría social
intentó la evaluación y planificación de las demás tareas y además la elaboración
teórica de los datos que provee la práctica concreta.
Poco tiempo después, en 1969, este equipo formula el Primer Plan de Salud Mental
para la ciudad de Buenos Aires. Preveía tres niveles asistenciales, según el tipo de
paciente y la ubicación física de la población demandante:
- Servicios de psicopatología en hospitales generales
- Centros de Salud con acción preventiva comunitaria
- Equipos de Salud Mental integrados en los Centros Municipales de salud
general.

Cardarelli establece cuatro etapas caracterizadas por estar vinculadas a un modelo


de desarrollo originado en organismos internacionales y en las condiciones socio-
políticas del país:

A) La institucionalización del desarrollo de comunidades (1966-72): la noción


de desarrollo es equivalente a desarrollo económico a partir de procesos de
planificación. En 1970, se promueve en la Argentina la creación y consolidación de
organismos provinciales de desarrollo de la comunidad.
B) Revisión crítica institucional (1973-75): durante este período se cuestiona el
modelo desarrollista, aparecen documentos sobre la participación popular. La
concepción vigente es que la dependencia y la explotación son consecuencia del
desarrollo capitalista. Disputa en torno al término "comunidad": pasa a ser el motor
del cambio social y comienza a cuestionarse ideológicamente el término. La
concientización de la población pasa a ser la meta de este tipo de programas.
Idealización del trol transformador de la comunidad.
C) La gestión tecnocrática de la Organización (1976-1980): historización perdida.
En los foros internacionales se comienza a hablar de "promoción social o promoción
humana"
D) La Organización Ilustrada (1981-1983): en los organismos internacionales la
participación es entendida como un elemento determinante del desarrollo. La
discusión se desplaza hacia los temas de política y planificación social. La
planificación es entendida como la contribución a las políticas públicas para
promover una mayor igualdad de oportunidades posibles.
Las elecciones del año 1983 movilizan a la comunidad científica local. Desde el
gobierno se implementan programas de alcance nacional: programa alimentario
nacional, programa nacional de alfabetización, programa social básico y proyecto de
acción popular. El común denominador es la participación y la solidaridad
comunitaria.

Otro de los antecedentes es la experiencia acumulada por las ONG. El espacio que
estas instituciones delimitan en el campo social es significativo dentro del conjunto
de prácticas comunitarias, en la medida que configuran un terreno propicio y
potencial para el desarrollo de la psicología social comunitaria.
Los principios metodológicos de estas organizaciones son:
1) Apoyo a organizaciones autogestionarias de los grupos trabajando sobre
necesidades básicas sentidas como prioritarias por los grupos.
2) Conducción de su propio proceso, implicando a los líderes naturales en sus
estructuras de la organización.
3) La gradualidad del proceso de solución de las necesidades mediante la
adecuación de la magnitud y complejidad de los proyectos a los que el grupo
se aboca.
4) Asistencia técnica subsidiaria que apoya y acompaña suministrando el
elemento básico: información y apoyo financiero en las gestiones ante
organismos del estado y agencias internacionales (rol fudamental de las
ONG)

Intervenciones comunitarias - Caso A

Problema abordado
Se presenta un intervención comunitaria en un barrio de un sector popular del
Partido de Quilmes, llevada adelante por el Grupo de Investigación y Acción
Comunitaria, un equipo interdisciplinario pertenecientes al grupo de las
organizaciones no gubernanamentales. El problema abordado es el de la salud
popular.
El objetivo general del proyecto es contribuir con el abordaje comunitario del
proceso de salud-enfermedad, a los procesos de organización barrial que den
marco a la construcción de alternativas sanitarias populares que faciliten el papel
protagónico de la comunidad en la definición de sus prioridades y soluciones. Esta
intervención comunitaria duró tres años y se desarrolla en un barrio suburbano de
3000 habitantes de extrema pobreza e intenta apartarse de los tradicionales
lineamientos de la APS. Por su parte, el equipo técnico plantea la construcción de
alternativas de trabajo en salud, que redefinan este proceso en el sentido de la
superación que sitúan la participación popular en forma subordinada, a la ejecución
de campañas o programas de salud y que en la práctica terminan funcionando como
una "medicina pobre para pobres".

Estrategia de intervención
A partir de un diagnóstico participativo con la comunidad que dura aproximadamente
seis meses se relevan los problemas fundamentales de la misma:
→ Deficiente atención de los servicios públicos, tanto a nivel de servicios médicos,
como de saneamiento ambiental.
→ Problemas sanitarios derivados de las condiciones de vida: parasitosis, diarrea,
desnutrición infantil, enfermedades bronquiales.
→ Escasa posibilidades de atención en emergencia: no ingresan ambulancias al
barrio.
→ Graves problemas de violencia, adicciones, patologías mentales.
→ Inexistencia de una organización vecinal representativa.

A partir del análisis y discusión con la comunidad se evalúa la situación de la


siguiente manera:
→ Si bien las condiciones económicas y ambientales constituyen el núcleo básico
de la problemática sanitaria, el propósito principal para posibilitar el
desencadenamiento de procesos de cambio, es colaborar en la construcción de
organiciones autónomas de los habitantes de la comunidad, dado que posibilitará, el
inicio de un cambio hacia la conquista de mejores condiciones de vida.
- Se delimitan actividades vinculadas al mejoramiento de algunas condiciones de
vida abordable por parte de la comunidad con el apoyo del equipo técnico.

Estos dos ejes se basan en los siguientes presupuestos:


1) El impacto fundamental de un proyecto de intervención comunitaria desde una
institución no gubernamental es el de desencadenar procesos de cambio en las
representaciones de los actores sociales tienen de su papel en la sociedad civil y
por lo tanto de incidir con su práctica social en la modificación de los consensos
sociales que los marginan de condiciones de vida digna.
2) El proceso de organización vecinal autónomo de puede inscribir en este cambio
de las representaciones de la comunidad, como un fenómeno que expresa el
protagonismo y el pasaje de sujetos a actores sociales que amplían sus espacios
políticos-sociales.
3) La legitimación de determinadas visiones de la realidad, como la biomédica, está
basada en la manera como impone su hegemonía teniendo consenso social y por lo
tanto, la construcción de una visión no reduccionista del proceso salud enfermedad
implica la construcción junto a la comunidad de modelos alternativos que obtengan
su legitimidad a partir de la validación de los actores.
4) El abordaje de la problemática sanitaria por la comunidad objetivo, desde esta
perspectiva implica la elaboración y producción de alternativas para el mejoramiento
de sus condiciones de vida que impliquen superar la pasividad y el fatalismo frente a
diversas patologías, reteniendo en sus manos la dirección y planificación del
proceso.

Definición del dominio de la intervención


Se especificó el dominio de intervención del equipo "como el espacio interaccional
del equipo técnico con la comunidad". Esto posibilitó recortar el territorio y operar
sobre el proceso de modificación de este espacio, especialmente a partir del
desarrollo organizacional de la comunidad.
El curso del espacio de intervención fue el siguiente:
a) Equipo técnico/núcleo inicial de vecinos y la Sociedad de Fomento. Junta
vecinal burocrática y rechazada por el barrio.
b) Equipo técnico/comisión de salud. El núcleo inicial excluyó a la sociedad de
fomento y se organizó una comisión de salud.
c) Equipo técnico/centro comunitario. La comisión se desarrolló e integró a
diversos sectores del barrio.

La definición consensual de metas apuntó a resolver la tensión entre objetivos


ideales y objetivos posibles, incluyendo a todos los actores en el diseño y puesta en
práctica de las propuestas.

Procedimientos de abordaje
Se pueden definir operativamente tres formas básicas en que el equipo técnico
realizó su intervención:
- Capacitación y metacapacitación: espacio para construir conjuntamente los
saberes necesarios para el desarrollo de las metas. Incluyó la confección de
diagnósticos, trabajo sobre temas de salud, formas para solucionar
problemas, planificación, aprendizaje organizacional, comunicación social,
etc. Como parte de este proceso se trabajó el aprendizaje de la capacitación
como forma que permita generar conjuntamente los conocimientos
necesarios.
- Asesoramiento: estuvo vinculado especialmente a la información sobre
determinados aspectos técnicos, como por ejemplo, los relacionados a la
ingeniería sanitaria, conocimientos biomédicos, conocimientos de herborística
medicinal, técnicas de construcción, técnicas de dinámica grupal.
- Apoyo a la consolidación grupal: específicamente se trabajaron los vínculos
intragrupales en los dominios de intervención para facilitar el desarrollo de las
tareas y la consolidación grupal. Se utilizaron técnicas que produjeron
cambios en las reglas explícitas e implícitas que el grupo manejaba y
entorpecía su avance.

Puesta en práctica de las intervenciones


El equipo técnico estaba integrado por un antropólogo sanitarista, un sociólogo, un
comunicador social y un psicólogo social. Se sumaban puntualmente en las tareas
de asesoramiento un ingeniero sanitario y un médico.
El abordaje supuso dos momentos permanentes en la tarea: el trabajo de campo y
el trabajo de reflexión acerca de la tarea. Esto permitía enfrentar la tensión entre
empirismo y tecnicismo, en función del desarrollo de una práctica fundamentalmente
operativa donde se planificara cada intervención.
Además, servía para enfrentar la tensión entre la rigidez de los roles profesionales y
la licuación de los mismos, en función de construir un trabajo donde la interdisciplina
no fuera un empobrecimiento de los distintos modos sino un aumento en la riqueza
de las distintas perspectivas.
El diagnóstico participativo realizado a principio del trabajo cumplió un papel
fundamental en la comunicación del equipo con la comunidad. También permitió
sortear, a partir de la delimitación del territorio de operación, la primera dificultad del
trabajo: el carácter burocrático y sin consenso de la sociedad de fomento. Supuso
revertir este escollo a partir de redefinir rápidamente un nuevo espacio.
El proceso de intervención pone a prueba en el espacio del trabajo la confiabilidad
de los actores, que posibilitará legitimar el trabajo conjunto.

Evaluación
Desde el punto de vista sanitario se gestaron instrumentos que permitieron la
autoadministración de determinados recursos, por ejemplo: sistemas comunitarios
de atención de emergencia que posibilitaron el aporte de la asistencia a la red.
Prácticamente todas las metas que se definieron consensuadamente se cumplieron,
siendo quizás el aprendizaje más importante la posibilidad de superar el fatalismo y
encarar la solución.
En cuanto a las limitaciones, si bien el trabajo estuvo dirigido a aumentar la
autonomía del grupo de base a partir de una mejor distribución del capital simbólico,
las características que esto tiene desde el punto de vista políticosocial e institucional
refuerza el clientelismo y tiende a subordinar a los grupos de base.

Rol del psicólogue social


En primer lugar, rescatamos el aporte de su perspectiva a la construcción del ECRO
lo que supone su inserción en el plano de la elaboración interdisciplinaria.
En segundo lugar, el aporte profesional en el análisis del proceso interaccional.
En tercer lugar, la utilización de instrumentos de la psicología social y/o de la clínica
para trabajar en el cambio de estos procesos en un sentido de mayor libertad en la
interacción.
Y en cuarto lugar, su papel en la coordinación y utilización de técnicas grupales para
favorecer los procesos participativos.

TRABAJO PRÁCTICO Nº 2: LA PSICOLOGÍA EN EL CAMPO DE LA APS

Lodieu, Longo, Nabergoi y Soprans (2012) Diagnóstico comunitario y


modalidades de intervención comunitaria
Estrategias de intervención en Salud Mental Comunitaria. Diagnóstico comunitario
como herramienta de producción de conocimiento que permite una planificación
situada de las acciones posibles, introduciendo las nociones de diagnóstico
estratégico, monitoreo estratégico en salud, método de planificación participativa.
Aspectos éticos al diseñar estrategias comunitarias. Ejemplos de esas estrategias
(teatrales, artísticas, laborales) que se proponen con diferentes objetivos
(promoción, prevención, asistencia, rehabilitación, inclusión social, promoción de la
participación) desarrolladas en función de situaciones particulares (desocupación,
catástrofes, discapacidad).

Diagnóstico estratégico (dentro del comunitario)


Se constituye como etapa esencial del proceso de planificación de las acciones en
Salud Mental. Consiste en evaluar por una parte las amenazas (A) y oportunidades
(O) del entorno, y por otra las fortalezas (F) y debilidades (D) de la propia
organización de servicios (matriz FODA).
Con respecto al entorno, es importante conocer no tanto cuál es la situación actual,
sino las perspectivas de evolución de dicha situación en el futuro. Algunas
dimensiones a considerar en el análisis son:
- Las demandas sanitarias de la población
- La situación de los servicios de salud
- El impacto de la legislación y las políticas en el área y en áreas relacionadas
- Los intereses de grupos que tienen relación con los servicios,
- Los recursos claves actuales y futuros, la disponibilidad de recursos materiales y
humanos y las perspectivas de cambios en el futuro.
Se requiere información de diferente tipo: por una parte, acerca del área de
influencia de los servicios. Por otra, sobre los usuarios del sistema, las tendencias y
cambios en el número y el tipo de demanda. Por último, se precisa información
sobre otras organizaciones de la comunidad que tienen/pueden tener relación con
los servicios de Salud Mental.
Es recomendable comenzar, antes del diagnóstico propiamente dicho, con un
examen preliminar de la comunidad. Este debe incluir tanto los problemas presentes
en la comunidad, como el relevamiento de los recursos (materiales y simbólicos,
institucionales y no formales e informales), conocimientos y experiencias presentes
en el territorio. El examen preliminar se basa principalmente en información pre-
existente. Implica una primera aproximación a las necesidades de la comunidad en
Salud Mental y a los recursos existentes para dar respuesta a ellas. Tiene como
objetivo detectar los problemas prioritarios sobre los cuales se profundizará el
diagnóstico. En esta etapa se indagan las características de la comunidad, sus
recursos, se analiza la información y se determinan prioridades.

Esquema básico para la planificación de acciones en Salud Mental (será adaptado


para cada caso particular):
→ Características de la comunidad
→ Características socioculturales
→ Identificación de los recursos de la comunidad
→ Organización política
Entre las técnicas que se pueden utilizar para el análisis del entorno en el
diagnóstico estratégico, la que se utiliza principalmente en salud es la prospección.
La prospección es “un panorama de futuros posibles, de escenarios probables.”
En su construcción se tienen en cuenta las tendencias del pasado y las acciones de
las personas: los proyectos. Es el método de elección para analizar los entornos
cambiantes. Sus peculiaridades principales son:
- La perspectiva del entorno es global.
- Las variables son cualitativas, cuantificadas o no, subjetivas, conocidas u ocultas.
- Supone estructuras evolutivas con interrelaciones dinámicas.
- Hay múltiples futuros inciertos que son la razón de ser del presente.
- Los modelos son cualitativos (análisis estructural) y de impactos cruzados.
- La actitud hacia el futuro es activa y creativa: se formula el futuro deseado.

Construcción de escenarios en Salud Mental Comunitaria


Un escenario es un conjunto de proyecciones, presunciones y estimaciones que,
adecuadamente conjugados, ilustran un abanico de opciones futuras. Es una
secuencia hipotética de sucesos, construida con la intención de poner de relieve los
procesos causales y los puntos de decisión. La construcción de un escenario tiene
por objeto definir un estado futuro de un sistema conocido actualmente, aunque sea
de forma parcial, e indicar los distintos procesos que permiten pasar de la situación
presente a la imagen futura.
Existen diferentes tipos de escenarios y criterios de clasificación. Se distinguen
escenarios exploratorios (se propone explorar los problemas potenciales),
estratégicos (diseña soluciones posibles) y de distribución de recursos (evalúa
opciones de implementación de una estrategia determinada). O sea, se definen
según sea su orientación final. También existen escenarios genéricos (consideran
las tendencias de las políticas sanitarias generales y aspectos demográficos macro)
y específicos (se priorizan las condiciones locales de trabajo y salud).
Entonces, típicamente suelen definirse al menos tres escenarios:
1. uno que visualiza la peor situación posible,
2. otro la más deseable y
3. un tercero que propone una situación intermedia.

Monitoreo estratégico
Desde la perspectiva de la Epidemiología Crítica se propone la noción de monitoreo
estratégico como herramienta integral que integra y da un giro al concepto de
vigilancia epidemiológica, y que utiliza elementos de la planificación estratégica
desde una perspectiva crítica y comunitaria.
El monitoreo estratégico considera la situación de los determinantes de salud,
además de la observación de las enfermedades y los riesgos. Presta atención no
tanto a los eventos individuales (llamados centinela), sino a los perfiles de grupo y a
los procesos crítico-estratégicos que determinaron su aparición, considerando la
salud en sus distintas dimensiones.
El monitoreo crítico se realiza sobre la necesidad social insatisfecha, sobre los
logros de la acción popular, sobre los determinantes y expresiones de salud
colectiva, como parte de un proceso de planeación estratégica centrada en la
colectividad popular, y que permita fundamentar su evaluación.

La relación con la comunidad: posicionamiento ético y ética relacional


La comunidad es una entidad compleja, múltiple, no homogénea. Es importante
tener en cuenta esto a la hora de diseñar y planificar las intervenciones en Salud
Mental Comunitaria, pues esa relación (que podrá ser comprendida desde la
perspectiva de las diferencias que existen entre los profesionales de la salud y los
diferentes actores de la comunidad) permitirá pensar los encuentros y las diferentes
formas de acercar las mismas.

Se plantea una dicotomía entre los llamados agentes externos y agentes internos de
cambio, protagonistas de la transformación de la realidad y de sí mismos a través de
la acción. la relación con el otro, pone de manifiesto sus diferencias tanto en lo que
respecta al acceso al poder (asimetrías) como al tipo de conocimientos que ponen
en juego en las estrategias comunitarias en Salud Mental (conocimientos técnicos
de parte del equipo de salud versus conocimientos populares, artísticos, etc. de
parte de los agentes comunitarios).
La relación se constituye como eje de las consideraciones éticas en este campo, en
tanto se parte de la idea de que los individuos se construyen en relaciones que al
mismo tiempo son creadas por ellos, y es el tipo de relación que se establece entre
la comunidad y las personas que se acercan a trabajar en ella lo que define la
condición ética de las acciones.
La ética, aludiría a la definición del otro y a su inclusión en la relación de producción
de conocimientos, suponiendo valores como la igualdad y la justicia. Sólo desde una
posición de igualdad es que se genera la posibilidad de justicia.

Por otro lado, la relación entre la comunidad y los agentes externos es una tensión
permanente dentro de las prácticas comunitarias. Hay que desnaturalizar las
diferencias constitutivas de ambos y las cuestiones relativas al poder, y poner el
acento en los puntos de encuentro: la igualdad y las potencialidades de autonomía
que todes portamos. Es esto lo que puede conformar un espacio en el que se
despliegue una ética relacional. La ética relacional se convierte en una propuesta
desde la psicología comunitaria por superar los roles asimétricos socialmente
reproducidos entre academia-intelectuales y la comunidad.
Se trabaja hacia la conservación de la vida humana, promoviendo una mejor calidad
de vida y los cambios sociales necesarios con la participación de la gente de las
comunidades a fin de que puedan tener una vida más saludable.
Desde este posicionamiento, según Agambem las prácticas comunitarias son
definidas como espacios de encuentro entre profesionales, estudiantes, operadores
sociales, etc. y las personas que forman parte de la comunidad. Estos actores
sociales habitan el territorio material y simbólico en el que se desarrolla un plan
conjuntamente diseñado para transformar la realidad de cada uno de los grupos con
un sentido emancipador, un espacio de construcción de experiencia trascendental.
En el proceso de intervención los agentes externos y los grupos comunitarios son
parte constitutiva de una relación de mutua influencia, y se intenta acortar la
distancia que existe entre ellos.

Esta forma de pensar, partiendo de las diferencias entre dos tipos de agentes, abre
busca desnaturalizar la realidad y enriquece las lecturas sobre las implicancias del
trabajo comunitario. Igualmente cabe reconocer que la distinción señalada es una
ficción, ya que por más que alguien se comprenda a sí mismo como externo a una
comunidad, no deja de formar parte de la misma y de estar atravesado por
similares, aunque de distinta forma.

Modalidades de intervención comunitaria


Partiendo de la idea de que cada espacio creará las acciones que respondan a las
necesidades contextuales (políticas, sociales, culturales, geográficas, económicas,
etc.) en las que se inscribe, cada una de ellas surge de un contexto histórico, social
y geográfico particular. Además, se enfocan en diferentes niveles de atención:
promoción, prevención, asistencia y rehabilitación de la salud mental.
→ Frente de artistas del borda: es una experiencia que surge a fines del año 1984,
con el objetivo de producir arte como herramienta de denuncia y transformación
social desde artistas internados y externados en el Hospital Borda, posibilitando
que, a través de diferentes formas de presentaciones, las producciones artísticas
generen un continuo vínculo con la sociedad. Produce arte con el objetivo de
cuestionar el imaginario social de la locura y de contribuir, apoyándose en la
legislación vigente, a un proceso de desmanicomialización.
→ Circuito cultural Barracas: el objetivo es transmitir a los vecinos del barrio
técnicas artísticas que les permitieran ser protagonistas de hechos artísticos
culturales que favorezcan a la vez procesos de participación social y de
comunicación. Conforman un proyecto artístico comunitario que promueve a través
del arte procesos de transformación social para la construcción de ciudadanía y la
promoción de la equidad y de la inclusión social. Es un ámbito de trabajo colectivo
para imaginar y producir ideas, valores y prácticas que contribuyan a revertir
situaciones de exclusión y a construir y fortalecer el capital social de nuestra
comunidad.

Intervención en catástrofes
Dos definiciones:
→ Una catástrofe implica un suceso negativo, a menudo imprevisto y brutal que
provoca destrucciones materiales y pérdidas humanas, ocasionando un gran
número de víctimas y una desorganización social importante. Esta destrucción trae
muchas otras consecuencias que perduran en el tiempo.
→ Una catástrofe es aquella situación en que un fenómeno infausto e imprevisto
afecta a una colectividad de forma global, incluidos sus sistemas de respuesta
institucionales. En la catástrofe, los individuos afectados no podrán contar con
ayuda institucional, al menos en los primeros momentos, y tendrá que hacer frente a
las consecuencias del fenómeno con sus propias fuerzas.
Podemos observar que las dos definiciones de catástrofe son diferentes, incluyendo
esta última, la afectación de los sistemas de respuesta institucional.

Un desastre sería la ocurrencia de un evento o situación traumática (o sus


consecuencias), que puede ser repentino o prolongado en el tiempo. Implica un alto
nivel de estrés a los individuos e individuas de una sociedad, y provoca daños o
pérdidas, de carácter poblacional, material y/o medioambiental, así como perjuicios
en la actividad diaria de una zona, tanto a nivel comunitario como individual, por la
acción de agentes naturales o la actuación –u omisión– humana.

Una emergencia es una situación que aparece cuando en la combinación de


factores conocidos, surge un fenómeno o suceso que no se esperaba, eventual,
inesperado y desagradable por causar o poder causar daños o alteraciones en las
personas, los bienes, los servicios o el medioambiente. La emergencia supone una
ruptura de la normalidad de un sistema, pero no excede la capacidad de respuesta
de la comunidad afectada.

En general se suele clasificar a las catástrofes por su origen, o sea las provocadas
por eventos naturales, las que responden a la acción de los seres humanos, o
aquellas que combinan ambos orígenes.
Un concepto ampliado de emergencia que se utiliza en este texto es el de
Emergencias Humanitarias-Catástrofes.
Las situaciones de emergencia tienen efectos múltiples en la salud mental y el
bienestar psicosocial de la comunidad. Sea cual fuere la situación que desencadena
la emergencia, aumenta la vulnerabilidad, en especial en los grupos poblacionales
más desprotegidos, agravando las desigualdades sociales. Asimismo, aumenta el
riesgo de padecimiento psíquico y agrava los problemas existentes. Se pueden
identificar y clasificar los problemas, según se presenten como de naturaleza más
social o más psicológica y de acuerdo con su temporalidad respecto del evento que
ocasionó la emergencia.
Los problemas que se presentan pueden ser:
- Problemas sociales preexistentes: anteriores a la emergencia. Por ejemplo,
extrema pobreza, pertenencia a un grupo que es objeto de discriminación o
marginado, opresión política.
- Problemas sociales inducidos por la emergencia: por ejemplo, separación de
los miembros de la familia, desintegración de las redes sociales, destrucción
de estructuras comunitarias, de la confianza recíproca y de los recursos,
mayor violencia de género.
- Problemas sociales inducidos por la asistencia humanitaria: debilitamiento de
las estructuras comunitarias o de los mecanismos de apoyo tradicionales.
Entre los problemas de naturaleza predominantemente psicológica cabe mencionar:
- Problemas preexistentes: por ejemplo, padecimientos mentales graves,
abuso de alcohol.
- Problemas suscitados por la catástrofe: por ejemplo, duelo, alteraciones
emocionales, depresión y ansiedad, trastorno por estrés postraumático
- Problemas inducidos por la asistencia humanitaria: por ejemplo, ansiedad
debida a la falta de información respecto de la distribución de alimentos.

Según la guía IASC, los principios fundamentales que deben regir frente a cualquier
intervención son los siguientes:
1. Derechos humanos y equidad: proteger a los individuos y a los grupos que corren
mayor riesgo de ver afectados sus derechos humanos. Promover la equidad y la no
discriminación.
2. Participación: procurar la participación de las poblaciones afectadas en la
respuesta de asistencia humanitaria. En las situaciones de emergencia, hay muchas
personas que dan muestras de suficiente resistencia y que pueden participar en las
tareas de socorro y reconstrucción, en el diagnóstico de la situación, en el diseño, la
ejecución, el seguimiento y la evaluación de la asistencia.
3. Ante todo, no dañar: pero es posible que la ayuda cause daños no intencionales.
Los equipos deben poder aceptar auditorías y revisiones externas que permitan
repensar las acciones realizadas y rediseñar las actividades.
4. Aprovechar los recursos y capacidades disponibles: fomentar las capacidades
locales, apoyando la autoorganización, la autoayuda y fortaleciendo los recursos ya
existentes.
5. Sistemas de apoyo integrados: es importante que las actividades y la
programación estén integradas en sistemas más amplios.
6. Apoyos a niveles múltiples: en las emergencias, las personas resultan afectadas
de diferentes maneras y requieren diferentes tipos de apoyo. En ese sentido
recomiendan para organizar los servicios de salud mental y apoyo psicosocial,
establecer un sistema en múltiples niveles de apoyos complementarios que
satisfagan las necesidades acorde a las situaciones diferentes.

Según la guía IASC, los apoyos se organizan en distintos niveles:


I. Servicios básicos y seguridad: es necesario proteger el bienestar de todas las
personas mediante el establecimiento o restablecimiento de medidas de seguridad,
un adecuado control de la situación y la cobertura de las necesidades físicas
básicas: alimentos, albergue, abastecimiento de agua, servicios básicos de salud,
lucha contra las enfermedades transmisibles.
II. Apoyos de la comunidad y de la familia: este es un apoyo recomendado para un
número más pequeño de personas que están en condiciones de mantener su salud
mental y su bienestar psicosocial si acceden a los principales apoyos de la
comunidad y de la familia.
III. Apoyos focalizados, no especializados: corresponde al apoyo para un número
aún más pequeño de personas, que además necesitan intervenciones más
focalizadas a nivel individual, de familia o de grupo por parte de agentes de salud
capacitados en estas temáticas. Por ejemplo, las sobrevivientes de actos de
violencia de género que pueden necesitar que los agentes de salud comunitarios les
brinden apoyo emocional y les ayuden a lograr medios para ganarse la vida.
IV. Servicios especializados: corresponde al apoyo adicional que necesita un
pequeño porcentaje de la población cuyos padecimientos rebalsan a los apoyos
anteriores, y presentan dificultades para el funcionamiento básico cotidiano. Esta
asistencia debería incluir apoyo psicológico o psiquiátrico para personas con
padecimientos mentales graves, o para aquellos muy afectados por la situación de
emergencia.

Ayuda psicológica en situaciones de emergencia


Valero considera que el primer objetivo de la ayuda psicológica en situaciones de
emergencias consiste en ayudar en forma inmediata a las personas afectadas a
mitigar el impacto emocional de un evento adverso.
Postula como objetivos específicos contribuir a satisfacer las necesidades básicas y
de supervivencia, reducir la tensión y la aflicción, ayudar a los sobrevivientes a
tomar los pasos prácticos para resolver los problemas urgentes causados por el
desastre, favorecer el desarrollo de actividades solidarias y de ayuda mutua,
preservar una zona de seguridad interpersonal para las víctimas, facilitar el
descanso de los supervivientes, proveer contacto social con familiares y amigos,
asistir a las víctimas para localizar y verificar el estado de sus seres queridos.

Catástrofe social
Dictadura del 76, Guerra de Malvinas, atentado a la Embajada de Israel y la AMIA.
Catástrofes crónicas en Argentina: vale diferenciar las catástrofes naturales de las
sociales, donde se juega la crueldad del ser humano; pero hay catástrofes crónicas,
y la crueldad de las inundaciones no es natural. El increíble espectáculo de pueblos
y ciudades enteros inundados en la provincia de Buenos Aires, ¿podrá seguir
situado como catástrofe natural? La negligencia, la indiferencia, la ineptitud o la
corrupción de quienes han tenido a su cargo los destinos del país, ¿no podrían ser
pensadas como otras formas de la crueldad (menos transparentes, menos brutales,
más larvadas, más opacas para los mismos sujetos que la producen) que han
transformado en social e histórica una catástrofe que otrora puede haber sido
pensada como natural?

Usher (2016) Intervención comunitaria y subjetividad


- Relacione los conceptos: intervencion- dispositivo- con subjetividad
La Ley Nº 26657 defne la Salud Mental como una configuración compleja y afirma
que el padecimiento subjetivo debe ser abordado desde perspectivas
interdisciplinarias, intersectoriales, basadas en los principios de la Atención Primaria
de la Salud, buscando el fortalecimiento, restitución o promoción de los lazos
sociales. En este artículo se analizan dos campos de problemas, el de la
intervención comunitaria y el de la construcción de subjetividad, en la búsqueda de
puentes teóricos que permitan prácticas convergentes. Se define la intervención
comunitaria como un dispositivo en el que confluyen elementos heterogéneos:
enunciados teóricos, estrategias metodológicas, lógicas institucionales, normativas,
prácticas profesionalizadas, tensiones éticas y políticas, representaciones sociales,
etc. que confluyen e interactúan con las necesidades y padecimientos personas y
comunidades, estos dispositivos, a su vez, son constructores de subjetividad. Esta
consideración permite avanzar sobre la definición de una intervención clínica
comunitaria enmarcada en el paradigma que propone la ley.
La dimensión subjetiva es generalmente omitida en los dispositivos tradicionales de
intervención social. En las prácticas de la Psicología, se suele considerar al sujeto
solo en su individualidad, analizándolo por fuera de las situaciones en las que se
produce la subjetividad.

La complejidad en los procesos de intervención comunitaria


La Psicología Social Comunitaria ha realizado diferentes aportes en el análisis de la
intervención socio-comunitaria. Se pueden describir diferentes ejes que dan forma a
los dispositivos de intervención: el contexto, las demandas comunitarias, los
paradigmas científicos, los discursos sociales, la formación profesional, las normas
que pautan el ejercicio de una profesión (leyes, incumbencias, códigos de ética,
reglamentaciones institucionales), las políticas públicas. Esta enumeración no agota
las variables que conforman la complejidad de los escenarios comunitarios en los
que trabajamos.
¿Cuál es la relación que se estable entre el sujeto y la sociedad? Las teorías de la
complejidad, sobre todo aquellas que analizan los procesos de estructuración y
desestructuración de sistemas complejos, brindan elementos para analizar la
tensión entre el sujeto y su contexto en los procesos de intervención comunitaria
(hablamos de los sistemas sociales como sistemas abiertos). La intervención
comunitaria se desarrolla en ámbitos institucionales, con situaciones que necesitan
ser abordadas, por su complejidad, desde perspectivas que requieren del trabajo
interdisciplinario, intersectorial, intercultural, con saberes complementarios que
convergen en objetivos compartidos.
Martín Baró afirmaba que es el problema el que debe determinar el tipo de
dispositivo que se usa para afrontarlo y no al revés, y la necesidad de adecuar la
intervención de los psicólogos a los padecimientos de las mayorías populares
latinoamericanas. Esto se relaciona con la caja de herramientas de Foucault, quien
expresa que es necesario que las teorías funcionen como instrumentos con
consecuencias prácticas.

La intervención comunitaria como dispositivo


Para Foucault un dispositivo es una red de relaciones que se pueden establecer
entre elementos heterogéneos (discursos, instituciones, arquitectura, etc., lo dicho y
lo no dicho”. El dispositivo funciona como nexo entre elementos diferentes,
responde a objetivos, tiene una función estratégica que se modifica en el tiempo.
Los dispositivos son máquinas para hacer ver, estrategias para la acción y el
conocimiento que delinean caminos de reflexión y práctica. Pueden ser también
máquinas de control y dominación, siempre encierran tensiones y luchas de poder
entre objetivos en pugna, que se invisibilizan y naturalizan.
Definir la intervención como dispositivo nos permite integrar en un mapa complejo
teorías, herramientas metodológicas, lógicas institucionales, normas, expresiones
artísticas y creativas, procesos comunicacionales, perspectivas éticas y políticas,
prácticas profesionalizadas de manera flexible y comprometida con las necesidades
de las personas y las comunidades con las que trabajamos. Si partimos de
considerar situaciones complejas, una intervención implica operar en campos
diferentes y complementarios, como el subjetivo, el familiar, el institucional, el
comunitario en forma coordinada, simultánea o sucesivamente.

La noción de subjetividad
En los escenarios de intervención podemos visibilizar la manera singular en la que
se enlaza el sujeto y la trama social, lo singular, lo micro-social y lo macro-social. El
análisis de la vida cotidiana nos permite comprender el lazo que se establece entre
cada persona y su comunidad. La vida cotidiana es “la realidad suprema” evidente e
indiscutible que se construye desde la intersubjetividad, allí se elaboran las
representaciones que organizan los procesos sociales y el lenguaje que modula la
comunicación, los procesos de pensamiento, de deseo, de relación. En estos
procesos realidad objetiva y subjetiva se producen simultáneamente. Los
dispositivos institucionales construyen subjetividad.
La subjetividad no es un concepto homogéneo; remite a la tensión entre distintos
niveles de organización, da cuenta de un ser que se muestra en acciones concretas,
en un ámbito social que lo condiciona y al que modifica, que cambia a lo largo de su
ciclo vital, que construye significados. Esta noción sólo puede desarrollarse cuando
se superan determinismos biológicos, psicológicos, lingüísticos, históricos, políticos.
La subjetividad genera formas singulares de configuración de sentido que se
construyen en la interacción social, en un marco histórico y cultural, que se modifica
en el tiempo e implica componentes emocionales, deseantes, cognoscitivos,
relacionales, etc.
En todos los casos refiere a una individualidad en relación. La subjetividad no es
sinónimo de sujeto, aunque se refiere a él; está relacionado con intersubjetividad
pero tampoco se agota en ella. El sujeto, en su construcción, trasciende los
diferentes escenarios y procesos en los que se construyó. El sujeto se constituye
como categoría central de la subjetividad. El sujeto aparece, según Galende,
cuando el individuo se expresa en primera persona, es decir cuando hablando en
nombre propio puede enunciar rasgos, emociones, opiniones que hacen de él un ser
singular.
La subjetividad como producción social constituye simultáneamente al sujeto y a la
sociedad. La construcción de subjetividad se da simultáneamente en dos planos: la
historia individual del sujeto y la historia social. González Rey define la subjetividad
como una configuración compleja que se produce simultáneamente en el plano
social e individual. El concepto de configuración da cuenta de un núcleo dinámico,
en el que interceptan distintos procesos y organizaciones, es un sistema abierto,
histórico, flexible, en cambio permanente. No hay subjetividad sin sujeto, no hay
subjetividad sin la instancia histórico-social en que tiene lugar la vida, anidada en
complejas redes de lazos sociales.
Gilles Deleuze, retomando a Foucault, relaciona el proceso de construcción de
subjetividad con las tensiones entre la delimitación de campos de saber y el
establecimiento de polos de poder. Saber, poder y subjetividad son tres procesos
que se relacionan, interdependen, coexistiendo modalidades heterogéneas a partir
de las cuales pueden conformarse nuevos campos de saber, de poder y también
nuevas subjetividades.
Galende relaciona la noción de subjetividad con la de cultura. No existe una
subjetividad que pueda aislarse de la cultura y la vida social, ni tampoco existe una
cultura que pueda aislarse de la subjetividad que la sostiene. La subjetividad es
cultura singularizada. Entendemos por cultura la modalidad peculiar de relación
entre las personas, con la naturaleza, con lo trascendente, consigo mismo.
El tema de la subjetividad es interdisciplinar, los sucesos históricos, económicos, los
sistemas de organización política e institucional de una sociedad, expresan “una
dimensión subjetiva inseparable del curso de los eventos y procesos que
caracterizan la vida de las personas. La historia de un pueblo se entreteje
íntimamente con la biografía individual, pudiendo en su análisis establecer
paralelismos y causalidades circulares complejas.

El dispositivo clínico comunitario


La intervención concebida como dispositivo refiere a la posibilidad de hacer
perceptibles algunos mecanismos que anudan al sujeto con la comunidad, visibilizar
algunos trazos en la red compleja en la que transcurre la vida cotidiana e intentar
actuar para su modificación procurando, una vida más digna, superando
padecimientos y vulnerabilidades.
Trabajar con dispositivos clínicos es considerar la singularidad de los procesos
personales, grupales, institucionales, sin desconocer la trama más amplia en la que
están insertos, nos permite focalizar simultáneamente al sujeto y sus condiciones
concretas de existencia y abordar el padecimiento desde perspectivas colectivas.
Da el ejemplo del programa “Jefes y Jefas de Hogar”.
Trabajamos en lo que hemos denominado clínica comunitaria. Ulloa, define lo clínico
más allá de los aportes de la medicina o la psicopatología, como una manera de ver,
leer y procesar un campo definido como clínico por el modo de conducción y por
sostener una producción crítica comunitaria que parta de la singularidad de las
producciones psicosociales.
Los dispositivos de intervención psicosocial que buscan trabajar desde una
perspectiva clínica comunitaria tienen estas características:
A) Perspectiva situacional: la situación es el punto de partida de toda
intervención. Recuperamos el concepto de subjetividad situada, que nos
motivó a pensar las consecuencias subjetivas de los cambios ocurridos a
partir de la instalación del neoliberalismo. La actual situación nacional y
latinoamericana nos invita a releer esos aportes. Estos autores (Lewkowicz)
llaman subjetivación a la operación capaz de intervenir sobre la subjetividad y
el lazo social instituidos. Para ello debemos adentrarnos en comprender el
conjunto de condiciones que modulan el padecimiento de quien/es nos
consultan, entender el modo de habitar la vida que esas personas nos
relatan, ver el tipo de lazo que pueden establecer con otros. Las estrategias
de subjetivación en los tiempos contemporáneos consisten en hacer de un
fragmento una situación pero también de una subjetividad fragmentada una
subjetividad situacional, crítica y activa.
B) Anclaje territorial. Trabajo intersectorial : El tiempo y el espacio son
dimensiones constitutivas de las relaciones sociales, organizan la vida
cotidiana. El espacio forma parte de una realidad que se construye
socialmente y como toda construcción responde a valores, se va
transformando a la luz de los acontecimientos históricos, no es neutral, ya
que la definición de la dimensión espacial encierra lo que pretendemos hacer,
en el territorio se despliegan conflictos, solidaridades, saberes y sentidos
comunes, experiencias de vida, racionalidades, discursos, capacidades,
intereses, proyectos. En el territorio se disputa poder. Partir en las
intervenciones de situaciones concretas, analizadas desde el territorio,
implica construir dispositivos que puedan incluir perspectivas generadas
desde diferentes organizaciones territoriales, que partan de considerar la vida
cotidiana de los grupos que nos consultan, incluir su palabra, sus
representaciones, sus saberes, construir estrategias que incluyan diferentes
actores definiendo un problema compartido y acordando estrategias para
abordarlo y transformarlo. La elaboración de mapeos territoriales y el trabajo
en red son herramientas privilegiadas en esta dimensión.
C) Ecología de saberes: trabajo en equipo, interdisciplina, interculturalidad,
reflexividad. Es necesario generar una ecología de saberes, que desde la
perspectiva de la complejidad complejidad, considere que todas las ciencias
son incompletas, que todas las prácticas que de ellas surgen también lo son y
que todas las formas de relación de las personas implican una forma de
conocimiento que debe ser incorporado. Toda actividad interdisciplinaria que
busque convergencia de saberes diferentes, se realiza en espacios de
producción colectiva que requieren de la conformación de equipos de trabajo
para su desarrollo.

Complejidad, incomodidad: permanentes desafíos


Reflexionar sobre la situación de incomodidad que se siente frente al fin de las
certezas, las turbulencias y el salir de los territorios confortables de los abordajes
rígidos y los encuadres cristalizados. Esta imagen de intervención incómoda es muy
interesante para explorar, da cuenta de un proceso en el que no nos podemos
nunca acomodar de manera definitiva. Lidiar en lo cotidiano con problematizaciones,
incomodidades y búsquedas es el desafío para adecuar nuestras prácticas a los
nuevos paradigmas.
Bang y Stolkiner (2013) Aportes para pensar la participación comunitaria en
salud/salud mental desde la perspectiva de redes
Desde la declaración de Alma-Ata, en 1978, múltiples experiencias han incluido en
sus prácticas en salud/salud mental dispositivos basados en la participación
comunitaria. En el artículo se indagan las lógicas en que son entendidas la
comunidad y la participación comunitaria en un estudio de caso, y se concluye que
sigue siendo un desafío considerar a la población como actor potencial y generar
canales efectivos de participación.
Entendemos la promoción de la salud mental comunitaria desde una perspectiva de
salud integral. Su abordaje incluye necesariamente un enfoque complejo e integral,
y la protección de derechos es una estrategia fundamental.
En el campo de prácticas comunitarias en salud se suele conceptualizar a la
comunidad como una unidad geográficamente situada, compacta y homogénea,
unida por lazos de cooperación e intereses comunes. También la participación
comunitaria se entiende como colaboración en una actividad decidida por otros
desde una estructura vertical.
Estas ideas tienen orígenes en prácticas y formulaciones plasmadas en la estrategia
de Atención Primaria de la Salud a partir de la declaración de Alma-Ata en 1978. En
la que se proponía a la participación comunitaria como un componente central.
El problema reside en que se perpetúa el discurso participativo original tomado de
APS, con las definiciones de comunidad y participación comunitaria de finales de los
años setenta. Las representaciones acerca de la comunidad y lo comunitario que
circulan entre quienes participan de estas experiencias reproducen, por lo general,
sentidos globales y abstractos que artificialmente homogeneizan las características
comunitarias, pero también los mezclan y superponen con otros conceptos que el
discurso participativo incorporó desde diversos paradigmas. A pesar del auge que
ha tenido la idea de redes en intervenciones comunitarias en salud, muchas veces
ha surgido como una nueva moda organizativa. Los actores sociales son ignorados
y el operador continúa actuando como externo al campo de intervención.
El objetivo es revisar aportes conceptuales que, desde la teoría de redes, permitan
redimensionar la participación comunitaria en salud, e indagar las lógicas en que
son entendidas la comunidad y la participación comunitaria en una práctica concreta
de APS integral con enfoque en salud mental articulada en red.

La teoría de las redes en salud


Esta teoría ocuparía el lugar de una actualización crítica de la teoría general de los
sistemas. Comienza a pensarse el cambio como un proceso que se da en forma
discontinua a través de sistemas autoorganizados. A su vez, se desarrollan
modalidades organizacionales novedosas y se visualiza el universo como una red
de interacciones.
Rovere caracteriza las redes en salud desde el lenguaje de los vínculos. Redes
sería un concepto vincular, donde se conectan o vinculan personas. La unidad de
una red sería la unidad de vínculo, en tanto que la unidad básica de vínculo es la
relación entre sujetos. El término sistema de salud resulta homogeneizador; redes
asume la heterogeneidad y permite imaginar heterogeneidades organizadas.
Según Dabas, se entiende la utilidad y potencia en el uso de la noción de
comunidad en términos de redes, ya que la red es un sistema abierto, multicéntrico,
que a través de un intercambio dinámico entre los integrantes de un colectivo e
integrantes de otros colectivos, posibilita la potencialización de los recursos que
poseen y la creación de alternativas novedosas para la resolución de problemas o la
satisfacción de necesidades. Cada miembro del colectivo se enriquece a través de
las múltiples relaciones que cada uno de los otros desarrolla, optimizando los
aprendizajes, al ser éstos socialmente compartidos.
Desde la psicología comunitaria (Montero), se define a las redes comunitarias como
aquellas presentes en los procesos de organización comunal. Las redes de
organización comunitaria serían un entramado de relaciones para un fin común: el
desarrollo, fortalecimiento y alcance de metas específicas de una comunidad en un
contexto particular. Lo constitutivo de las redes de organización comunitaria sería la
relación en la que se encuentran personas unidas por un interés o valor,
proporcionando apoyo social a quienes intervienen en ellas; suponen una cierta
comunidad de creencias o de valores, que constituyen su elemento aglutinador. Se
basan en la información y el conocimiento compartidos. Son ámbitos de
participación, a la cual promueven y canalizan, y una de sus funciones es movilizar
a la comunidad, incorporándola a la solución de conflictos.
Desde esta perspectiva, las redes comunitarias no involucran necesariamente a
todos los miembros de una comunidad. La organización comunitaria refiere al
proceso que desarrolla un grupo de personas involucradas en el trabajo con una
comunidad, para distribuirse las actividades, delegar las responsabilidades,
comprometerse con las normas del grupo y sistematizar, de alguna manera, los
datos y las informaciones producidos en la tarea, a fin de lograr metas de interés
para la comunidad que conduzcan a una mejor calidad de vida.

Participación, actores sociales y poder


El mismo concepto de comunidad como masa compacta y homogénea de intereses
e inquietudes compartidas no deja ver que dentro de todo grupo humano existen
procesos y pugnas de poder, que se expresan en diversos modos de relación,
conformando una compleja trama. Esta trama de poder es la que caracteriza más
fielmente la realidad comunitaria puesta en juego en las acciones participativas
concretas. La perspectiva de redes permite introducir la dimensión activa del sujeto
y las relaciones de poder presentes en la participación en salud.
Colaborar en un proceso sentido como ajeno no es lo mismo que constituirse en
sujeto activo de toma de decisiones en lo referente a los propios procesos de salud-
enfermedad-cuidados. En este sentido, el actor social, que puede tratarse de una
persona o de un colectivo, es el que modifica el entorno material y sobre todo social
en el que está colocado al transformar la división del trabajo, los modos de decisión,
las relaciones de dominación y las orientaciones culturales.
La lógica de redes en salud propone tener una visión diferente del poder, que
implica asumirlo como capacidad para el desempeño de las tareas y
responsabilidades en relación, y no como un objeto o cosa que pertenece a alguien
en particular. El poder es inherente a la organización y tiene que ver con los
vínculos. Una organización que tiene vínculos democráticos administra el poder
como un recurso más y éste sería un uso positivo del poder.

Algunas puntualizaciones en un estudio de caso


La red de instituciones estudiada se propone la realización conjunta de acciones de
promoción de salud mental comunitaria en un barrio del centro de la ciudad de
Buenos Aires. Fue creada en 2006 por las organizaciones que trabajaban con la
población más vulnerable del barrio, con el objetivo manifiesto de coordinar
actividades que tengan relación directa con la vida cotidiana de los vecinos para
promover una mejor calidad de vida a través de la participación creciente de la
comunidad. Se trata de una red intersectorial con base territorial, que incluye al
centro de salud del barrio como un actor central, y articula todas sus prácticas desde
los principios de APS Integral con enfoque en salud mental.
Entre diez y quince organizaciones participan activamente de las actividades
conjuntas, algunas de ellas son instituciones estatales pertenecientes a las áreas de
salud y educación, las restantes son organizaciones de la sociedad civil.
Pertenecientes al sector salud son el centro de salud barrial y un centro de salud
mental.
La particularidad que presenta dicha red es que su trabajo concreto de promoción
de salud se centra en la realización de eventos que despliegan actividades de arte,
creatividad y juego en el espacio callejero como estrategia de participación en salud.
A través de la organización de esas actividades se van definiendo y abordando
participativamente diferentes temáticas en salud, importantes para la comunidad,
tales como: la soledad relacional, la sensación de inseguridad en la calle, la
discriminación hacia parte de la población del barrio, la problemática habitacional, el
distanciamiento existente entre el centro de salud y gran parte de la población
barrial, etc. La organización de los eventos callejeros es participativa, incluyendo a
trabajadores de instituciones estatales referentes de organizaciones no
gubernamentales, agrupaciones barriales y personas que se definen como vecinos.
De esta forma, se entiende que los eventos son organizados desde la comunidad
como motor del funcionamiento de la red, y dando el contenido central a todo el
trabajo articulado. El espíritu y esquema general de realización es compartido y
sostenido desde una articulación colectiva, así como muchas de sus significaciones
y objetivos son comunes. La red pretende funcionar desde una lógica integral y
horizontal, mostrando una preocupación permanente por generar participación de la
comunidad y vincularse a las necesidades del barrio y al proceso colectivo de salud-
enfermedad-cuidado.
Sin embargo, en dos años de observación participante, registro de las actividades y
entrevistas a referentes, se ha observado que en este proceso no todos participan
de la misma forma. A las reuniones de red concurren en su mayoría referentes
institucionales, allí se producen muchos acuerdos y se planifican acciones que luego
se operacionalizan en subgrupos, de los que sí participan la mayoría de usuarios,
familias y vecinos. Se plantea en las reuniones de red una gran dificultad al querer
generar la participación de la comunidad. Los referentes de la red entienden que la
razón de esta dificultad seguramente reside en la comunidad, la que no puede
implicarse en sus propios procesos, sienten los espacios comunitarios como ajenos,
y hacen difícil el acercamiento. Los participantes de la red parecen no registrar la
ausencia del resto de la comunidad al espacio de reunión semanal: un espacio que
podría ser óptimo para dicha participación.
Observamos que operan dos niveles de participación no explicitados:
1. Un primer nivel, compuesto por las organizaciones y sus referentes. Aquí la
participación sigue la lógica de redes descripta, donde diferentes actores (en su
mayoría referentes institucionales) se vinculan horizontal y regularmente de formas
múltiples, con una circulación permanente de información, conformando una trama
con nodos de densidad diversa.
Cada participante representa a su institución en la toma de decisiones, cuyo nodo
se articula en las acciones a realizar. En este nivel se ejecuta la forma ideal de
participación en red, los actores piensan sus realidades y cómo operar sobre ellas,
generando dispositivos para tal fin: la creación de la propia red ha sido uno de ellos.
2. Un segundo nivel, compuesto por las personas que concurren a cada institución
(usuarios o participantes en general) y las personas del barrio no nucleadas en
alguna organización. Aquí se reproduce una lógica vertical propuesta por los
modelos normativos de gestión, dentro de la cual los profesionales o programas del
servicio proponen las áreas, actividades o modalidades de participación, definen
actores de participación y destinatarios. Los sujetos de toma de decisión no
pertenecen a este nivel.
En esta red conviven implícitamente estas dos lógicas de participación, siendo una
preocupación constante y manifiesta de los referentes institucionales (primer nivel)
cómo incluir a las personas más vulnerables (segundo nivel) dentro de instancias de
decisión, como actores activos. Desde la red se realiza este cuestionamiento sin
poder romper con la lógica normativa y sin modificar los viejos esquemas: no
aceptación de la heterogeneidad y no inclusión de la comunidad con la que se
trabaja en la toma de decisiones, reproduciendo parcialmente la estructura vertical
que se quiere romper.
Bajo un funcionamiento en red subsiste una idea de comunidad homogénea y
participación como colaboración. Aunque están dadas las condiciones discursivas
sobre la forma de trabajo, tal vez no lo estén las institucionales reales. En esta doble
lógica de participación observada se invisibilizan las redes informales, seguramente
existentes en el nivel de la comunidad artificialmente homogeneizada. La red
interinstitucional estudiada sería una red visible, que en su funcionamiento hace
invisible otras redes espontáneas, sin conexión entre sí.

Reflexiones finales
Resulta necesario pensar la participación como una real constitución de actores
sociales, como la posibilidad de incrementar interacciones para generar nuevos
actores en la comunidad a través del lenguaje de los vínculos. Considerar a la
población destinataria como actor social sigue siendo un desafío, así como generar
canales efectivos para una participación real. Posibilitar la accesibilidad de la
población a la información sería un paso para reducir la asimetría de poder/saber
existente entre los grupos sociales. Las redes comunitarias podrían constituirse en
parte de la actividad y resistencia de las comunidades, de su expresión como
sociedad, y a la vez que mostrar su capacidad de transformación y de apoyo social,
su poder y su carácter fortalecedor y facilitador en el abordaje colectivo del proceso
comunitario de salud/enfermedad/cuidado.

Stolkiner (2005) Interdisciplina y salud mental


La interdisciplina nace de la incontrolable indisciplina de los problemas que se nos
presentan actualmente, de la dificultad de encasillarlos. Los problemas no se
presentan como objetos sino como demandas complejas y difusas que dan lugar a
prácticas sociales inervadas de contradicciones e imbricadas con cuerpos
conceptuales diversos. Existe un movimiento que va de la ciencia poseedora de un
objeto y un método, a los campos conceptuales articulados en prácticas sociales
alrededor de situaciones problemáticas. De este movimiento hablamos cuando
hablamos de interdisciplina. En su base está la transformación de las formas de
representar el pensamiento científico y su relación con las prácticas que sólo puede
comprenderse en el contexto de las transformaciones y las crisis de un largo
período. En ese mismo contexto se produjeron simultáneamente cambios en las
formas de representarse la salud y la enfermedad, lo “mental” y el abordaje de sus
patologías.
En la década del 80 ya era evidente que la comprensión y la respuesta a los
problemas de padecimiento subjetivo no eran abordables desde un campo
disciplinario específico. La definición compleja del proceso de salud/enfermedad/
atención mostraba la imposibilidad de diferenciar enfermedades “mentales” de
biológicas” y la necesidad de incorporar la dimensión social en su análisis. El éxito
del campo de la salud mental sería, paradójicamente, su extinción para quedar
incorporado en prácticas integrales de salud. La función del psicólogo en las
prácticas en salud no es ocuparse de los problemas o patologías “mentales”, sino de
la dimensión subjetiva del proceso de salud/enfermedad/atención.
Al retornar la democracia quedaba todavía por romper el efecto que el aislamiento y
la invisibilidad habían tenido sobre los actores y las teorías. La entrada del discurso
de la APS impulsaba a trabajar desde una lógica no medicalizante y a incorporar
actores no convencionales en las prácticas. Se reabría el abordaje de las
problemáticas de padecimiento subjetivo desde una definición de problema
multidimensional que llevaba a estrategias no reductibles al exclusivo enfoque
terapéutico y/o psicofarmacológico individual.
Mientras el abordaje interdisciplinario requiere de un contexto donde la tendencia
sea a la integración, la década del 90 se caracterizó básicamente por la
desagregación y fragmentación institucional. La reforma del Sistema de Salud,
consecuente con la del Estado, profundizó la fragmentación histórica del sector
salud en la Argentina y fragilizó la inclusión de sus actores.
La resistencia “teórica” de los profesionales del campo de la salud mental a lo
interdisciplinario había cedido, para ser reemplazada por una mayor aceptación en
el discurso, acompañada de una baja capacidad de concretarlo en hechos.
Simultáneamente la profundización de las brechas de inequidad y el incremento del
desempleo impactaban en los servicios de salud aumentando y complejizando la
demanda. La necesidad de actuar se imponía por los hechos y resultaba
particularmente evidente en el primer nivel de atención.
La crisis del 2001 fue el corolario de ese proceso y conjugó el deterioro de las
condiciones de vida de más de la mitad de la población, con una fuerte aparición
de nuevos actores y formas de participación social ante la emergencia. Muchos de
los postulados que habían legitimado las reformas de los 90 se derrumbaron. Entre
ellos, la necesidad de un estado mínimo y prescindente frente a la operatoria del
mercado. La modificación del escenario se acompaña de nuevas representaciones y
nuevos actores.
En 2005, no hubo un viraje radical de las políticas en salud vigentes con respecto a
las anteriores, pero incluyen una mayor direccionalidad del estado y el retorno del
discurso de la Atención Primaria de la Salud. En relación a la salud mental se
remoza el propósito de buscar formas de asistencia y promoción en comunidad, se
vuelve sobre los postulados de la atención en equipos.

De qué hablamos cuando hablamos de interdisciplina


Hablar de interdisciplina significa situarse necesariamente en un paradigma pos
positivista. Agrupar a quienes adhieren, de diversas maneras, a una epistemología
que no homologa el objeto del conocimiento al objeto real, que reconoce la
historicidad y la relatividad de la construcción de los saberes disciplinarios, que no
supone relaciones lineales de causalidad y que antepone la comprensión de la
complejidad a la búsqueda de las partículas aisladas.
La interdisciplinareidad es un posicionamiento, no una teoría unívoca. Obliga a
reconocer la incompletud de las herramientas de cada disciplina. Legitima las
importaciones de un campo a otro, la multireferencialidad teórica en el abordaje de
los problemas y la existencia de corrientes de pensamiento subterráneas (de época)
atravesando distintos saberes disciplinarios. La actividad interdisciplinaria se
inscribe en la acción cooperativa de los sujetos

Interdisciplina o Interpráctica profesional


En el caso de los equipos llamados interdisciplinarios de los servicios y programas
de salud, la composición de los miembros se desliza desde los campos de las
disciplinas a los de las incumbencias y perfiles profesionales. Los contextos
institucionales en que se desenvuelven no son académicos y pregnan fuertemente
sus prácticas. En los equipos que se desenvuelven en prácticas comunitarias es
cada vez más frecuente que algunos de sus miembros no sean profesionales o no
representen una disciplina científica sino otro tipo de saber (saberes no-
disciplinarios).
La primera tarea de construcción inter-saberes que desafían estos equipos es la
formulación del programa a desarrollar y de sus objetivos. La base de la misma es la
definición del problema y de sus actores. El marco referencial común implica
acuerdos básicos ideológicos: cuál es el tipo de relación que se intenta construir
entre equipo asistencial y beneficiarios del mismo. Al estar demasiado cerca de las
demandas y necesidades sociales, y demasiado lejos de los ámbitos destinados a la
reflexión; la temporalidad de estos equipos suele carecer de dispositivos específicos
en los cuales conceptualizar rigurosamente sus prácticas.
El núcleo de las prácticas interprofesionales es el abordaje interdisciplinario. Sucede
que en ellas se conjugan otros problemas: todo grupo humano pone en juego la
cuestión del poder. Un discurso disciplinario y una competencia profesional son
herramientas de poder, aceptar su limitación reduce el mismo. En los equipos de
salud lo interdisciplinario se manifiesta cuando la distribución de funciones y la
importancia relativa de cada saber se define en relación al problema y no por el
peso o tradición de cada profesión.
Debemos atender a una manifestación de potencia. Uno de los beneficios del
accionar interdisciplinario o interprofesional, cuando se logra, es que la acción
cooperativa reemplaza el derroche de energía puesto en juego en los procesos de
rivalidad y competencia entre pares, indirectamente podría favorecer el
configurarnos como actores del sector.

TRABAJO PRÁCTICO Nº 3: EL PSICÓLOGO COMO PROMOTOR DE SALUD

Czeresnia y De Freitas (2006) La vigilancia de la salud para la promoción de la


salud
La vigilancia en salud pública y la promoción de la salud emergen en un contexto de
crisis de salud pública. Esta crisis se inscribe dentro de una crisis mayor, social y
global, en la que los discursos sociales de la salud están siendo cada vez más
debilitados. Esto exige construir un marco teórico conceptual capaz de actualizar y
reconfigurar el campo social de la salud, permitiendo una vigilancia que contribuya
más allá de una perspectiva de promoción reducida a la aplicación de técnicas y
normas que al final están asentadas en la perspectiva de la prevención de
enfermedades, y reproducen los conceptos clásicos de enfermedad, transmisión,
riesgos, etc. Los problemas de salud deben ser blancos de programas de vigilancia
y de promoción de la salud.

La vigilancia como práctica de la salud pública


La definición actual como supervisión de la ocurrencia de enfermedades en
poblaciones data de los años 50. La vigilancia era definida como el continuo
acompañamiento de la incidencia y distribución de enfermedades, por medio de la
recopilación sistemática, consolidación y evaluación de los registros de morbilidad y
mortalidad, así como otros datos relevantes para la salud. Observamos que acá no
se involucra la directa responsabilidad de las actividades de control, sino que se
centraba mucho más en la información de primera mano, advirtiendo alertas para
informar y aconsejar a la autoridad de salud para que tome decisiones.
En los años 60, el uso de la vigilancia fue ampliado a partir de una campaña para
erradicar la viruela, lo que propició que se consolide como un importante
instrumento de la epidemiología en los servicios de salud.
Al final de los 60, en una Asamblea de la ONU, la vigilancia pasó a ser concebida
como una función esencial de las prácticas de la salud pública, definida como el
estudio epidemiológico de las enfermedades (básicamente se confundía vigilancia
con epidemiología), debiendo tener tres características básicas:
1) Recopilación sistemática de datos
2) Consolidación y análisis de los datos recopilados
3) Diseminación de la información por medio de informes epidemiológicos.
Durante este período y la década del 70 se produce la distinción entre:
→ Vigilancia epidemiológica: centrada en el control de casos y contactos,
obedeciendo a una racionalidad técnico-sanitaria que tenía como base a la clínica y
a la epidemiología.
→ Vigilancia sanitaria: centrada en el control de ambientes, productos y servicios.
Obedece a una racionalidad político-jurídica que tiene por bases las normas que
regulan la producción, la distribución y el consumo de bienes y servicios.

La vigilancia en salud pública y la propuesta de vigilancia de la salud


Por la discordancia de la definición de vigilancia de la OMS, que la mezclaba con
epidemiología (entendida como campo de investigaciones y búsquedas), es más
apropiado el término vigilancia en salud pública.
La vigilancia en salud pública está siendo definida como la sistemática compilación,
análisis e interpretación de los datos acerca de eventos de salud específicos que
afectan a la población. Esta definición tiene dos objetivos básicos:
→ El primero está relacionado con la descripción de los patrones de ocurrencia de
enfermedades relevantes para la salud pública, involucrando aspectos como:
cambios agudos en la ocurrencia y distribución de enfermedades (epidemias),
identificación de grupos/factores de riesgo para elaborar estrategias, detección de
cambios en la práctica de salud (por ejemplo, aumento de cesáreas). También
investiga determinados agravios y medidas de control, por ejemplo, retiro de un
producto del mercado o cierre de un restaurante con condiciones sanitarias
precarias. Acá es fundamental tener, por lo menos, tres aspectos integrados: la
vigilancia de los efectos sobre la salud (agravios y enfermedades), la vigilancia de
peligros (agentes químicos, físicos o biológicos que puedan ocasionarlas) y
vigilancia de exposiciones.
→ El segundo objetivo se relaciona con los subsidios para la prevención y control de
los agravios para la salud. Se busca decidir acerca de la ubicación de recursos,
elección de prioridades, predicción de necesidades futuras, etc.
Al incorporar los condicionantes (estilo de vida) y determinantes socioambientales
de los problemas de salud en las poblaciones, las acciones de vigilancia permitirían
articular un conjunto de políticas económicas y sociales teniendo como meta el
control de las causas y la reducción del riesgo de enfermedades. También
permitirían incorporar la consideración de las tres dimensiones de las necesidades
de salud: daños, riesgos y necesidades sociales de salud.
La propuesta de vigilancia de la salud incorpora y supera los modelos asistenciales
vigentes. En primer lugar, supera la dicotomía entre las prácticas colectivas
(vigilancia sanitaria y epidemiológica) y las individuales (asistencia ambulatoria y
hospitalaria. En segundo lugar, la propuesta de incorporación de nuevos sujetos
extrapola el conjunto de profesionales y trabajadores de la salud, involucrando a la
población organizada e incluyendo los determinantes sociales que afectan a los
distintos grupos poblacionales en función de sus condiciones de vida. Además, la
intervención trasciende los espacios institucionalizados de los sistemas de servicios
de salud, expandiéndose a otros sectores y órganos de acción gubernamental y no
gubernamental.

La promoción de la salud
El movimiento de promoción de la salud surgió formalmente en Canadá en 1974,
con la divulgación del informe Lalonde, cuya motivación central era el
enfrentamiento de los costos crecientes de la asistencia médica y el
cuestionamiento de los límites del abordaje exclusivamente médico para
enfermedades crónicas.
Fue en la década de los 80 con la crisis de la salud pública, cuando la promoción de
la salud se convirtió en la espina dorsal de la nueva salud pública. Esta crisis
derivaba de:
→ Las limitaciones económicas de un estado proveedor y de que la sociedad tenga
que soportar el aumento de los costos de la atención médica
→ El hecho de que, incluso sin limitaciones, este tipo de atención sería incapaz de
atender las necesidades individuales y colectivas de modo que resulte en un mayor
bienestar y aumento de la productividad social.

Existen dos grandes grupos de conceptualizaciones de la promoción de la salud:


1) La PS se restringe a las actividades dirigidas a la transformación de los
comportamientos de los individuos y sus estilos de vida, concentrándose
primariamente en programas dirigidos para riesgos que estarían bajo el
control de los propios individuos. La salud es vista como un recurso para el
dia a dia, cabiendo a la PS contribuir para que los individuos puedan
desarrollar actividades para que alcancen su potencial y respondan
positivamente a los desafíos del medio ambiente.
2) No niega lo anterior pero lo amplía. A la PS también le cabe la intervención
ambiental a través de medios políticos, legislativos, fiscales y administrativos,
los cuales deben ser integrados e intersectoriales, prestando mayor atención
a la articulación de salud con dominios fuera de ellas. La PS está dirigida al
colectivo de individuos y al ambientes en una perspectiva amplia, incluyendo
lo fisico, politico, social, economico y cultural. Las estrategias de promoción
de la salud se darían a través de políticas públicas y de condiciones
favorables para el desarrollo de la salud, así como de refuerzo de la
capacidad de los individuos y comunidades.

Carta de Ottawa: se convirtió en la referencia básica y fundamental en el desarrollo


de las ideas de PS en todo el mundo, y la definió por primera vez en términos de
políticas y estrategias. Propone cinco campos de acción:
1. La elaboración e implementación de políticas públicas saludables y la
responsabilización por las consecuencias de las políticas de salud en la
población.
2. La creación de ambientes favorables para la salud
3. El incremento del poder técnico y político de las comunidades en los
procesos que son decisivos para alcanzar mejores niveles de salud, con la
garantía de acceso continuo a la información y oportunidades de aprendizaje
sobre las cuestiones de salud que les afectan.
4. El desarrollo de habilidades y actitudes personales favorables a la salud en
todas las etapas de la vida.
5. La reorientación de los servicios de salud, en dirección a la superación del
modelo biomédico.

Declaración de Bogotá: es la referencia para la promoción de la salud en América


Latina. La PS no puede estar descontextualizada de la necesidad de transformación
de una realidad marcada por intensas desigualdades, resultando las sucesivas crisis
en el deterioro de las condiciones de vida de la mayoría de la población, en el
aumento de los riesgos para la salud y en la reducción de los recursos para
enfrentar los problemas de allí derivados. Tiene cinco premisas:
1. Superación de las profundas desigualdades en la cobertura, acceso y calidad
en los servicios de salud.
2. La necesidad de nuevas alternativas orientadas a combatir simultáneamente
las enfermedades causadas por la pobreza y aquellas que se derivan de la
industrialización y urbanización.
3. La reafirmación de la democracia en las relaciones sociales.
4. La conquista de la equidad, al afirmar que la PS consiste no sólo en
identificar los factores que promueven la desigualdad y propone acciones
para evitar sus efectos, sino también en actuar como agente de
transformaciones radicales en las actitudes y conductas de la población y sus
dirigentes.
5. Desarrollo integral y recíproco de los seres humanos y sociedades.

Vigilancia para la promoción de la salud


En la actualidad la salud pasa a ser tratada como un componente de las propuestas
de desarrollo económico, atribuyéndole un valor de mercado. Se asocia la salud a la
idea de un recurso personal, que puede ser utilizado para lucrar, reforzando el papel
de las actitudes individuales para la promoción, prevención y protección de
enfermedades, como así también para la manutención de una determinada lógica
de mercado situada en la esfera de la economía.
En ese contexto, el control de la información sobre la salud de individuos y
colectivos, a través de estrategias de vigilancia, pasa a ser un elemento estratégico
para la garantía política de la reproducción de la lógica económica dominante,
ocurriendo lo mismo en las esferas sociales y culturales.
En la sociedad industrial capitalista global, donde todos los aspectos de la vida se
privatizan y mercantilizan, no se puede esperar que los problemas sociales, entre
ellos los de salud, sean enfrentados y remediados por el Estado. La salud termina
siendo definida como un recurso privado y de valor económico, y los individuos
tienen que promover su salud y prevenir y protegerse a sí mismos de
enfermedades.
El desafío que surge es formular propuestas de vigilancia de la salud asociadas a
valores relacionados con la promoción de la salud, como calidad de vida,
solidaridad, equidad, democracia, desarrollo, participación y colaboración. Tienen
que estar orientadas a una lógica económica, política y cultural diferente del
neoliberalismo dominante.
Una vigilancia de la salud para la promoción de la salud debe posibilitar que la
población esté habilitada para ello y posea como derecho supervisar las políticas y
acciones en todas las esferas, a través del control social de la información sobre los
determinantes de la salud.

Epidemiología Básica y Vigilancia de la Salud (2017)


- ¿Qué es la epidemiología? Diferencie entre marcadores y factores de riesgo,
los determinantes principales del proceso de Salud Enfermedad, sus objetos
de estudio, sus aplicaciones.
La Epidemiología estudia los procesos de Salud y Enfermedad que afectan a la
población. Se interesa por conocer las características de los grupos que se ven
afectados; cómo se distribuyen geográficamente y en el tiempo los eventos de Salud
y Enfermedad; con qué frecuencia se manifiestan y cuáles son las causas o factores
asociados a su surgimiento. Tal vez, la función más importante de la Epidemiología
es determinar la frecuencia y las tendencias de exposición a factores o marcadores
que se asocian con daño o enfermedad. Se denominan marcadores de riesgo a
aquellos atributos que se asocian con un riesgo mayor de ocurrencia de una
determinada enfermedad y que no pueden ser modificados (pues la exposición a los
marcadores no puede ser evitada). En cambio, la presencia de los factores de
riesgo puede ser controlada y prevenida antes del desarrollo de la enfermedad.
Tres son los determinantes principales de los procesos de Salud-Enfermedad:
persona, lugar y tiempo. En síntesis, conocer y comprender los eventos de Salud o
Enfermedad que ocurren en cierta población requiere describir y analizar el contexto
en el que éstos se producen. Ello permite analizar las causas de las enfermedades y
actuar para su prevención y control.
Clásicamente, la Epidemiología se ocupó del estudio de los factores que causan o
están asociados con la enfermedad, así como también del estudio de la prevalencia,
incidencia y distribución de las enfermedades que afectan a poblaciones humanas
con el objetivo de determinar las formas de prevención y control de estas
enfermedades. Una vez identificados los factores determinantes de la generación y
desarrollo de la enfermedad o de la conservación del estado de Salud, la
Epidemiología puede evaluar las necesidades de atención y recursos para satisfacer
dichas necesidades y medir la eficacia de las medidas implementadas.

Diferencia:
● Epidemiología Descriptiva: Su función es describir cómo se distribuye una
enfermedad o evento en cierta población, en un lugar y durante un período de
tiempo determinado; cuál es su frecuencia y cuáles son los determinantes o
factores con ella asociados. Considera: qué población o subgrupos
desarrollan la enfermedad o lo hacen con más frecuencia; cómo la frecuencia
de ésta varía a lo largo del tiempo y /o en poblaciones con diferentes
características; en qué localización geográfica es más o menos frecuente
dicha enfermedad.
● Epidemiología Analítica Observacional: una vez formuladas las hipótesis es
posible analizarlas para confirmarlas o rechazarlas con el uso de diferentes
técnicas estadísticas, que permiten hacer "inferencias" acerca de una
asociación o relación causal entre variables. Los estudios analíticos
observacionales analizan la relación existente entre la ocurrencia de una
enfermedad y la exposición a determinados factores de protección o de
riesgo en diferentes grupos, por ejemplo, un grupo que no está expuesto al
factor en cuestión y otro grupo que sí lo está.
● Epidemiología Analítica Experimental: examina hipótesis pero lo hace de un
modo más "estricto" aún. Es analítica porque también utiliza grupos de
comparación pero, en este caso, el investigador no sólo observa y analiza los
datos, sino que interviene activamente en el manejo y control de la
exposición, especificando las condiciones del estudio, seleccionando los
grupos de tratamiento, la naturaleza de las intervenciones, el manejo de los
pacientes durante el seguimiento, etc. En cierto sentido "controla" el proceso
de la investigación e introduce modificaciones necesarias para su realización.

Aplicaciones
● Identificar grupos humanos que requieran ser atendidos prioritariamente y
relevar sus necesidades y tendencias en la utilización de los Servicios de
Salud para tomar medidas correctivas.
● Estimar la situación de Salud de la población y sus tendencias a través de
tasas de morbi-mortalidad según sexo, edad, área geográfica y
características socioeconómicas (persona, lugar y tiempo).
● Analizar los niveles y las tendencias de exposición de la población a los
factores biológicos, sociales, económicos, culturales, políticos y ambientales.
● Facilitar la planificación y programación de acciones de Salud.
● Medir el impacto de los Servicios de Salud y de las intervenciones, así como
la eficiencia y eficacia de las decisiones adoptadas.
● Identificar opciones tecnológicas efectivas y seguras que se adapten a la
realidad de nuestro país.

Variables de Persona, Tiempo y Lugar


Son los determinantes principales de los procesos de salud-enfermedad: persona,
lugar y tiempo. Sus atributos o características pueden ser factores o marcadores de
riesgo que "determinan" la aparición de un evento, enfermedad o el estado de salud.
Por eso, cada vez que desarrollemos un plan de estudio, deberemos preguntarnos
en quiénes, cuándo y dónde sucede el evento de Salud o enfermedad.

Usos de la Vigilancia de la Salud


- Cuantificar y calificar en cuanto a su gravedad, a los problemas de Salud
- Cuantificar y calificar los factores, marcadores y grupos de riesgo
- Identificar factores favorables al estado de Salud
- Determinar prioridades para Salud Pública respecto de los eventos que vigila
- Establecer políticas y programas de prevención y control
- Determinar cambios en la frecuencia de enfermedad o eventos no deseados
- Detección y control de Brotes
- Evaluar los Servicios de Salud
- Proveer de información y generar hipótesis para realizar investigaciones
especiales

PolÍticas públicas en Salud Mental (2016) Presidencia de la Nación

Aportes de la epidemiología al campo de la SM y adicciones


Epidemiología como la ciencia dedicada al estudio de procesos colectivos de salud-
enfermedad. Se encarga de abordar los fenómenos que atraviesan al campo de
salud y su manifestación a nivel poblacional.
Estrategia de diseño de políticas públicas en SM:
1) Evaluar integralmente los Sistemas de Salud Mental en los países, estableciendo
una línea de base y realizando el seguimiento de la situación.
2) Mejorar el componente salud mental de los sistemas nacionales de información,
asegurando la recopilación y el análisis regular de datos básicos en salud mental.
3) Fortalecer la investigación en el campo de la salud mental en el contexto de las
necesidades de cada país y los recursos disponibles.
Es importante señalar que el sistema de salud argentino posee como característica
estar fuertemente fragmentado y desarticulado debido a que operan tres
subsectores de atención a la salud (Público, Obras Sociales y Privado).
El 20 de enero de 2014 se aprobó oficialmente el Plan Nacional de Salud Mental
2013-2018, que tiene como propósito proteger y promover la salud/salud mental de
todos los habitantes, formulando contenidos para el diseño, implementación,
monitoreo y evaluación de estrategias, planes, proyectos, programas, actividades,
procedimientos, directrices e intervenciones; jerarquizar e integrar el campo de la
Salud Mental en el campo de la Salud y de las políticas públicas en general; y
disminuir la brecha entre la necesidad y el acceso de la población a la red de
servicios de salud mental.
La Dirección Nacional de Salud Mental y Adicciones como autoridad de aplicación
de la Ley Nacional de Salud Mental y en el marco del Plan Nacional de Salud Mental
determina como dimensiones más relevantes para monitorear las siguientes:
1) Padecimientos y trastornos mentales en general;
2) Consumo de sustancias psicoactivas;
3) Violencia;
4) Red de servicios de Salud Mental y Adicciones.

Especifica cómo se consiguen datos de cada una de las dimensiones, en general


con encuestas de espacios como el Registro Nacional de Personas Internadas por
motivos de Salud Mental, la Encuesta Nacional sobre Prevalencia de Consumo de
Sustancias Psicoactivas, como la Encuesta Nacional de Factores de Riesgo y la
Encuesta Mundial de Salud Escola. La realización de estudios poblacionales en
grupos acotados territorialmente es una importante estrategia complementaria.

Ministerio de salud (2016) Obesidad: determinantes, epidemiología y su


abordaje desde la salud pública
La globalización del mercado que promueve el consumo excesivo de bebidas
azucaradas y de productos de alto contenido calórico y bajo valor nutricional, fue
identificada como el mayor motor de la epidemia de obesidad. La regulación (o no)
de los mercados, las políticas sociales y económicas, la entrada de la mujer al
mercado laboral, los regímenes impositivos y el nivel de desigualdad social
establecen las condiciones en las que los individuos, instituciones y empresas
operan, constituyendo determinantes distales de la obesidad. Por otro lado, la
cultura culinaria, los sistemas de transporte, el diseño arquitectónico del ambiente,
las oportunidades de actividades recreativas, la cultura en cuanto a la estética
corporal, entre otros, constituyen moduladores que acentúan o atenúan el efecto de
dichos determinantes distales. En este sentido, algunos autores definen a la
obesidad como el resultado de personas respondiendo normalmente al contexto
obesogénico en el que se encuentran inmersas.
En Argentina, como en el resto de los países de la región, el desarrollo de la
industria de los alimentos favoreció la segmentación del mercado de acuerdo con el
nivel de ingresos, ofreciendo productos masivos, de baja calidad y con mayor
contenido en grasa y azúcares, a la vez que siguió ofertando alimentos artesanales
y de alta calidad para los sectores de ingresos altos. La oferta de productos
agroindustriales ricos en carbohidratos refinados y grasas saturadas no beneficia la
salud de la población ya que producen un mayor aporte calórico que el requerido, a
expensas de calorías pobres nutricionalmente. Estos condicionantes de la dieta
junto con el desarrollo de hábitos poco saludables producto de la creciente
urbanización (como una baja o nula actividad física), factores genéticos, y aspectos
socio-ambientales (como la ausencia de instalaciones deportivas y de recreación en
espacios públicos, entre otros) influyen y condicionan la presencia y el grado del
sobrepeso y/o de la obesidad.
Finalmente, cabe señalar la gran influencia del marketing para generar necesidades
y hábitos de consumo en las sociedades actuales tan mediatizadas, como producto
del aumento de las redes de comunicación y del desarrollo de tecnologías cada vez
más complejas, efectivas y baratas. A través de las publicidades se crean
representaciones generalmente asociadas a una imagen ideal que moldea los
comportamientos de las personas. Una gran problemática de las sociedades
actuales es que los mensajes que las publicidades reflejan, generalmente no se
corresponden con las recomendaciones elaboradas desde la salud pública. Si bien
la ingesta de productos ultraprocesados en pequeñas cantidades no es dañino para
la salud, su sabor intensificado (a través de sal, azúcares libres, grasas y otros
aditivos) y las estrategias de marketing agresivas y sostenidas, hacen que el
consumo modesto sea improbable.
El entendimiento de los determinantes multidimensionales de la obesidad resulta
fundamental para poder elaborar intervenciones efectivas dirigidas al individuo a fin
de generar hábitos saludables, pero aún más para establecer políticas que
modifiquen el contexto obesogénico que constituye el principal condicionante de
esta epidemia.
La prevención y control de la obesidad y sobrepeso requieren de acciones
multisectoriales de gran escala.
Uno de los tópicos que la sociedad en su conjunto debe discutir es el rol del sector
privado (en particular la industria de los productos ultraprocesados y bebidas
azucaradas) en esta misión. De no tomarse una posición al respecto, la auto-
regulación de la industria de alimentos es el abordaje por defecto. Este enfoque,
defendido por la propia industria, traslada la responsabilidad a las decisiones de
individuos supuestamente informados. La prevalencia creciente de la obesidad en
un mundo donde éste ha sido el escenario, evidencia que el control de esta
epidemia requiere necesariamente de otra estrategia.
Otro abordaje posible es la colaboración público-privado que en ocasiones puede
ser útil como punto de partida para futuras regulaciones. Un ejemplo frecuente de
esta estrategia es la reformulación de la composición de ultraprocesados para
hacerlos más saludables. El beneficio de la reformulación es más evidente en
países de ingresos altos en donde el consumo de ultraprocesados es elevado y el
mercado está ya saturado de este tipo de productos.
El tercer modelo de acción se basa en la regulación del estado. Las experiencias
hasta el momento existentes parecen indicar que esta estrategia debe estar
necesariamente presente en la lucha contra la obesidad. En un documento reciente,
la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud
pusieron en manifiesto que las tendencias actuales en la producción y consumo de
productos ultra-procesados, y los aumentos correspondientes en el índice de masa
corporal, probablemente se pueden revertir mediante regulaciones y otras acciones
como las establecidas para el tabaco y alcohol.
Por otro lado, las estrategias de prevención y control de la obesidad por parte de
organismos públicos requieren tanto de un abordaje dirigido al individuo como a la
población. Las intervenciones que tiene como fin motivar cambios individuales
tienen como limitantes importantes su sustentabilidad y asequibilidad, pero son
apropiadas cuando se aplican a individuos de alto riesgo. Ejemplos de este tipo de
estrategias son los programas educativos y el marketing social.
Un marco conceptual interesante para orientar las acciones es el NOURISHING
framework, creado por el World Cancer Research Fund International. Este marco
conceptual identifica tres grandes dominios de acción: el entorno alimentario, el
sistema de alimentos (producción y suministro de alimentos) y el cambio de
comportamiento alimentario.
Pone algunos ejemplos de intervenciones, para analizar si sirven o no:
● Campañas de comunicación y educación a nivel nacional, comunitario o en
escuelas
● Etiquetado
● Estrategias económicas (subsidios, impuestos y otros incentivos
económicos):
● Cambios en el entorno escolar y laboral:

TRABAJO PRÁCTICO Nº 4: EL PSICÓLOGO ANTE PROBLEMAS ACTUALES


DE SALUD PÚBLICA

CONSUMOS PROBLEMÁTICOS

Epele (2007) La lógica de la sospecha


Es un estudio etnográfico desarrollado en dos barrios pobres del sur del Gran
Buenos Aires. Examina las consecuencias de la criminalización del consumo de
drogas, en los vínculos entre instituciones de salud y usuarios/as de drogas que
viven bajo condiciones de pobreza y marginación social.
La lógica de la sospecha es aquel conjunto de prácticas simbólicas que incluye
desde la duda, la desconfianza, la sospecha, la modificación del significado de los
mensajes, la dificultad de fijar la intencionalidad del interlocutor hasta la elaboración
de teorías sobre planes de aniquilación de determinados grupos sociales. Sospecha
que estructura esta lógica como una barrera entre los usuarios/as de drogas y las
instituciones de salud.
La llegada y la rápida propagación del “paco” ha irrumpido en los medios de
comunicación masiva como un “problema social y sanitario”, tanto por el acelerado
deterioro del estado de salud que implica su consumo como por su asociación con
el incremento de las cifras de muerte-joven en los asentamientos, monoblocks y
barrios empobrecidos del Gran Buenos Aires. Conjuntamente con la rápida
propagación del “paco”, sin embargo, ha quedado al descubierto el vacío, la
negligencia, y la ineficiencia de las instituciones de salud respecto a esta
problemática. Las consecuencias del consumo del “paco” han puesto en evidencia
las profundas heridas y graves secuelas que la criminalización del uso de drogas ha
dejado en aquellos contextos marcados por el crecimiento abrupto de la
desigualdad, de la pobreza y de la exclusión social.
La lógica de la sospecha es aquel conjunto heteróclito de prácticas simbólicas que
definen las propiedades de los vínculos y las posiciones entre los usuarios/as de
drogas y las Instituciones del estado, particularmente las de salud. Operando a
través de un desdoblamiento de la realidad entre lo aparente y lo oculto, la lógica de
la sospecha incluye un conjunto complejo y variado de prácticas simbólicas: la
desconfianza, la duda, la sospecha, el deslizamiento y la inversión del significado en
la lectura de los mensajes, y la producción de elaboraciones y teorías sobre los
orígenes de los malestares, enfermedad y muertes.
Tanto en aquellas prácticas rutinarias de desconfianza y sospecha como en las
teorías extremas sobre planes y complots de aniquilación, la conformación de la
lógica de la sospecha se convierte en un indicador claro de que la fractura y la
fragmentación de la sociedad se ha completado. El reconocimiento de esta lógica
como barrera implica ampliar esta categoría hasta incluir procesos sociales
complejos, que exceden las tradicionales nociones de dificultades económicas,
sociales, y geográficas. En el caso del consumo de drogas en poblaciones
vulnerables, esta particular barrera se conforma en relación con la creciente
desigualdad económico-política y las estrategias de criminalización del uso de
drogas y de la pobreza. Así, este conjunto de prácticas simbólicas han conformado
una lógica al ritmo de la acumulación de experiencias de desigualdad social, del
enfermar y del morir-joven, como también de los modos abusivos en que la ley y la
justicia son ejercidas en estos escenarios sociales.

La historia reciente de las variaciones en las prácticas de consumo de drogas en


poblaciones pobres y marginalizadas del sur del Gran Buenos Aires, no puede
disociarse de las consecuencias de las reformas económicas y políticas que han
modificado las condiciones de vida de la mayor parte de estas poblaciones en las
últimas décadas. Debido a su posición geopolítica, Argentina ha quedado excluida
del mercado de los opiáceos, específicamente de la heroína. Por ello la cocaína se
convierte en la droga paradigmática para entender los modos de articulación entre
cambios estructurales, modificaciones en las prácticas de consumo de drogas y en
la vulnerabilidad.
Primeramente, la desconfianza más generalizada entre los usuarios intensivos de
drogas está basada, por supuesto, en la criminalización del consumo. Es decir, ellos
afirman que no acuden a los centros de atención de salud, porque estos van a
denunciar el uso de drogas, y por lo tanto se transforman en semejantes tanto a la
policía como a la justicia, y en este sentido, actúan, tarde o temprano, en conjunto.
La autora documenta todo un conjunto de experiencias y afirmaciones que hablan
de los posicionamientos de los usuarios/as con representantes e instituciones de la
sociedad dominante en general.
Aunque escuchadas una y otra vez, estas afirmaciones y teorías de sesgo
conspirativo devienen, en un primer momento y para aquellos que tienen cierta
relación con estos usuarios, en elaboraciones desechables por su carácter ilógico e
irracional. La definición de estas elaboraciones como ficciones resulta de la
aplicación de la perspectiva epistemológica realista tradicional cuyas implicaciones
morales supone la innegable “realidad” del carácter auto-inflingido del consumo de
esta sustancia y por lo tanto de los daños y de las consecuencias que produce
individual y socialmente. Lejos de ser una producción desechable, sin embargo, este
tipo de teorías de complot y planes de destrucción de ciertos grupos sociales indica
una dimensión de la experiencia, de gran importancia para la definición de las
barreras existentes entre un conjunto social minoritario y las instituciones de salud
(servicios, mensajes preventivos, y prescripciones) de la sociedad dominante.
Analizar estas elaboraciones, no supone afirmar el contenido de las mismas como
una realidad empírica a corroborar o refutar. Implica reconocer, en el proceso de
emergencia de estas teorías, un indicador de los niveles de daño que las
experiencias reiteradas de malestar, enfermedad y muerte han tenido de generación
en generación en conjuntos sociales oprimidos. Estas experiencias, entonces,
devienen en bases por medio de las cuáles se traza la sospecha como modelo
paradigmático de relación con las instituciones estatales en general y de salud en
particular, y que sólo en ciertas ocasiones, adoptan la estructura extrema de
complot para la aniquilación y el genocidio encubierto.

La noción de barreras en el acceso requiere ser revisada, más específicamente en


aquellas prácticas sociales que como el consumo de drogas no sólo están
sometidas a procesos de criminalización sino que son estigmatizadas, sancionadas
socialmente y por lo tanto promueven prácticas activas de discriminación y
expulsión.
El análisis de las barreras de acceso al sistema de salud para usuarios intensivos de
drogas de poblaciones pobres, sólo puede llevarse a cabo en relación con el
proceso de criminalización del consumo y de las lógicas de opresión políticas-
económicas que estos conjuntos sociales padecen rutinariamente en su vida
cotidiana. En los contextos cotidianos, los usuarios viven en constante amenaza,
persecución y diversos peligros por el hecho de ser consumidores de drogas.

La lógica de la sospecha tiene propiedades particulares. En primer lugar, supone un


desdoblamiento de la realidad entre lo aparente y lo oculto. Este desdoblamiento
implica un posicionamiento por el cual lo que se ofrece a la mirada no es lo que
parece, el significado aparente de los mensajes no expresa el sentido, la intención y
el objetivo real de lo que se comunica, y las diferencias aparentes entre personas e
instituciones esconden una identidad o semejanza oculta. A su vez, esta lógica
incluye un conjunto complejo y variado de prácticas simbólicas: la desconfianza, la
duda, la sospecha, el deslizamiento y la inversión del significado en la lectura de los
mensajes, y la producción de elaboraciones y teorías sobre los orígenes de los
malestares, enfermedad y muertes. Es decir, esta lógica supone procedimientos,
inferencias, asociaciones y vínculos que no están legitimados desde la lógica
normativa (sostenida desde el principio de la identidad y no contradicción), y que por
esta razón, son considerados erróneos, forzados y distorsionados, lo que promueve
la desautorización de las narrativas y de los actores que los enuncian. Por último,
esta lógica integra también posiciones (rechazo, distancia, ocultamiento.), actitudes
(sometimiento, hostilidad, etc.) y prácticas de cuidado auto-referenciales o de
terceros, alternativas al sistema de salud.
Cuando la sospecha y la desconfianza están orientadas hacia las instituciones del
estado y particularmente a las de salud, y más aún cuando adopta la estructura de
un complot de aniquilación, se desdibuja su figura de barrera. Esto se debe al
proceso de desmentida que esta lógica promueve, bien por considerarla como una
caricatura de pensamiento, o en otros, como un efecto secundario y paranoide del
uso intensivo de drogas.

De acuerdo a los resultados de la investigación, la sospecha y la desconfianza que


atraviesan los vínculos y definen las barreras entre usuarios/as de drogas con las
instituciones de salud pueden ser sistematizadas en las siguientes dimensiones:
– Postergación y/o Rechazo a recurrir a los centros de atención de la salud, frente a
malestares, enfermedades y/o situaciones críticas.
– Negación y ocultamiento del hecho de ser consumidores de drogas frente a los
profesionales de salud.
– Desarrollo de prácticas o sistemas de prácticas de cuidado o curación, auto-
referenciales o llevadas a cabo por terceros.
– Transmisión de las experiencias y fortalecimiento de los vínculos entre usuarios
para la resolución de emergencias y problemas de salud, alternativas al sistema de
atención de salud estatal.
– Rechazo e incluso modificación del sentido de mensajes, prácticas y campañas
preventivas, de cuidado y de atención ligados a las instituciones de salud-
enfermedad.

Historia de la producción de la lógica de la sospecha

La práctica de la inyección: década de los ochenta e inicios de los noventa: las


prácticas de consumo tenían las siguientes características: acceso restringido a las
sustancias, cocaína de alto grado de pureza, y dominancia en el consumo por vía
inyectable. Las redes sociales de usuarios de drogas tenían un gran número de
miembros, una estructuración jerárquica y si bien tenían referencias territoriales
específicas, es decir, barrios o zonas de barrios, se registraban diferentes tipos de
contactos entre redes de diferentes vecindarios. Las fuerzas policiales tenían bajos
niveles de penetrabilidad en aquellas áreas donde se registraba el consumo más
intensivo. El acceso a las sustancias, específicamente a la cocaína, dependía de
contactos y relaciones entre personas. En este sentido, los vínculos sociales
regulaban el acceso a las sustancias, los modos de consumo y la disponibilidad de
los materiales de inyección específicamente las jeringas.
Si bien en Argentina la legislación habilita la compra de jeringas en las farmacias,
sin que se requiera prescripción médica para tal fin, de acuerdo a los propios
actores sociales, el acceso a las jeringas estaba restringido por el estigma y la
discriminación que acompañaba al hecho de ser pobre y sospechado de ser usuario
de drogas. En el consumo inyectable de drogas, el proceso de compartir jeringas
puede considerarse como una solución de compromiso entre las consecuencias de
la ilegalidad, la persecución y la escasez de recursos como también el
fortalecimiento de los vínculos entre las redes y el progresivo ocultamiento y
autoexclusión de los usuarios/as de espacios de visibilidad y peligro.
Una de las situaciones típicas narradas por los entrevistados, que refiere a los
primeros tiempos en que se estabilizó el consumo de drogas, era la demanda y la
curación de abscesos producidos por la inyección intensiva y/o el uso de material de
inyección en condiciones no higiénicas o inadecuadas. Los dolores y peligros de
estos procesos infecciosos, hacían necesario y urgente la atención médica. De
acuerdo a los/as usuarios/as y ex usuarios/as, sin embargo, las prácticas curativas
adoptaban, frecuentemente, características no sólo discriminantes sino claramente
abusivas. De modo semejante a los casos de aborto, en ocasiones se llevaban a
cabo curaciones sin anestesia y con comentarios que culpabilizaban a los pacientes
de los orígenes de las infecciones.
Desde los primeros momentos, la brecha existente entre los usuarios de drogas
pobres y los servicios de atención de la salud, estuvo definida principalmente por el
miedo, la amenaza, el peligro de la “denuncia” por parte de los profesionales de
salud sobre el consumo de sustancias ilegales. La posibilidad misma del desarrollo
de estos y otros abusos está directamente relacionada con el hecho de que el
consumo de drogas es penalizado, por lo que los usuarios están sujetos a una
reducción de sus derechos sociales y legales. No obstante, el grado de
criminalización y de represión en el curso de los ochenta y principios de los noventa
era menor que en la actualidad. En primer lugar, el uso de drogas no era visto como
un “problema social” generalizado ni estaba asociado a los discursos oficiales de
“seguridad” del presente. En segundo lugar, las estrategias para obtener recursos
de los usuarios todavía tenían un mayor grado de movilidad entre las economías
formales, informales, legales e ilegales, que luego y como consecuencias de las
reformas económicas de los noventa, se harían más dependientes sino exclusivas
del ámbito de la ilegalidad.
Por lo tanto, estas experiencias-tipo referidas al uso de drogas en diferentes ámbitos
de la vida cotidiana, fueron conformando un acervo de saber compartido,
transmitidos en las redes de usuarios, que definieron progresivamente mapas de
circulación de los espacios urbanos e instituciones, de tránsito y de evitación, de
participación y de exclusión, de aceptación y de peligro.
La constitución del dispositivo policial-judicial-sanitario: década de los noventa: la
rápida propagación de la cocaína en los barrios pobres del sur del gran Buenos
Aires que acompañó las reformas económicas al principio de los noventa, implicó
cambios en las características de las sustancias, del acceso y de las prácticas de
consumo de drogas. Esta situación no sólo facilitó la accesibilidad y la propagación
del consumo, sino que la cocaína accesible “para pobres” vio reducida su pureza,
haciendo en cierto grado imprevisible su grado de toxicidad y por lo tanto, los
problemas de salud asociados. Fue recién con la aparición de los primeros casos de
VIH-SIDA, entre usuarios de drogas por vía inyectable sus parejas e hijos, cuando el
grado de extensión de consumo de drogas quedó en evidencia tanto para los
profesionales de la salud como para los programas encargados de responder a la
emergencia instalada por la epidemia.
Conjuntamente con la expansión de la infección y muerte por SIDA entre los
usuarios de drogas, no sólo se modificaron progresivamente las prácticas de uso
sino también que este “encuentro forzado” entre instituciones de salud y usuarios/as
de drogas-pobres adoptaría ya un patrón diferenciado.
Aún considerando la falta de información y de programas preventivos, desde los
primeros momentos de la epidemia, las crónicas de las condiciones en que la
infección y la muerte por SIDA afectaron a los usuarios de drogas de poblaciones ya
vulnerables, no puede disociarse de los procesos de penalización del consumo, de
criminalización e incluso de represión policial que, como hemos mencionado
anteriormente, ya venían afectando a estos conjuntos sociales. No obstante, las
circunstancias particulares del morir del SIDA narradas por los sobrevivientes y
testigos señalan las coordenadas sociales específicas que profundizan la
vulnerabilidad de los usuarios/as.
Si bien la penalización del consumo o la tenencia para el consumo suponen un
proceso judicial que tiende a la rehabilitación –por tratamiento compulsivo– del
consumo de drogas, los jóvenes pobres han tenido una mayor exposición a
procesos judiciales más complejos, generalmente por su pertenencia a determinada
clase social (la progresiva criminalización de la pobreza) y a su participación directa
o indirecta en actividades ilegales. En ocasiones, por ejemplo, del reporte –
prescripto por ley– de heridas de arma blanca o de bala que tenían los usuarios
corroboraron y promovieron esta visión de los centros de salud como bocas de
control, de criminalización y de represión.
Conjuntamente con la sanción de la ley de estupefacientes en 1989 y la rápida
expansión de la cocaína en los noventa, se fue desarrollando un complejo
dispositivo policial-judicial-sanitario que impone no sólo la prisión sino el tratamiento
de rehabilitación compulsiva con internación cuando la persona es acusada de
tenencia de estupefacientes para consumo personal, muestra indicios de
dependencia física y prefiere la abstinencia a las drogas antes que el
encarcelamiento. Por medio de este dispositivo, no sólo proliferaron los servicios
estatales de atención terapéutica, organizaciones no gubernamentales para el
tratamiento, y clínicas privadas, sino también un sistema de subvención estatal de
becas para la internación de aquellos/as jóvenes cuyo estado de salud lo requiriera.
En este sentido, los profesionales de salud mental, psiquiatras y psicólogos, se
convirtieron en responsables tanto de los tratamientos de rehabilitación, como
también en la función de peritos judiciales, de confirmar o no la intención, el
compromiso y el logro de la rehabilitación de la adicción, o de su incumplimiento y
por lo tanto, la obligación de cumplir como sentencia alternativa, en prisión.
Por lo tanto y para aquellos usuarios que desarrollan actividades ilegales, el nivel de
ocultamiento y de rechazo a concurrir a los centros de salud asume, en ocasiones,
formas extremas. Mientras que la mayoría de los malestares y problemas de salud
son resueltos por los propios individuos o por conocidos terceros de modo informal,
las heridas de mayor dificultad (de arma blanca o de fuego) implica en algunos
casos el “asalto” de las guardias médicas para obligar a los médicos a la atención.

Fines de los noventa, colapso del 2001 y pos-colapso: la llegada del “paco a los
barrios pobres y asentamientos del Gran Buenos Aires a finales de los noventa, y su
rápida expansión en el curso del nuevo milenio, se correlaciona con el deterioro
acelerado de las condiciones de vida, con la devaluación del peso con respecto al
dólar que hizo de la cocaína disponible “para pobres” un bien progresivamente poco
rentable y por lo tanto en vías de extinción.
Esta sustancia presenta grandes diferencias con respecto a la cocaína, incluso
aquella disponible para pobres a finales de los noventa. El carácter efímero del flash
placentero, la compulsión al consumo, la pérdida abrupta de peso, el deterioro
corporal acelerado, los dolores y las enfermedades reiteradas en el sistema
respiratorio, trastornos emocionales y de pensamiento, los sentimientos de amenaza
y miedo, el encierro y ocultamiento progresivo, los estados de desesperación,
accidentes e intentos y/o suicidios, devienen para los usuarios, sus familiares y
conocidos no sólo en consecuencias del consumo intensivo del “paco” sino en
evidencia de cierta intencionalidad de aniquilación.
De este modo, la sospecha como práctica simbólica y lógica de relación con las
instituciones del estado y de salud encuentra su fundamento tanto en las marcas
corporales, emocionales y simbólicas que el consumo intensivo de “paco” va
dejando en los usuarios y sus redes sociales, como en la progresiva normalización
del “morir joven” en las últimas décadas y el incremento acelerado de su frecuencia
desde los finales de los noventa en los barrios pobres y asentamientos del Gran
Buenos Aires.
Los propios actores sociales (usuarios, ex usuarios, vecinos, etc.), narran los
complejos modos en que la epidemia del VIH-SIDA, las agresiones y conflictos, la
represión policial abusiva, suicidios, abortos, accidentes y muertes en situaciones
“dudosas” han convertido a la muerte entre jóvenes y adolescentes en una tragedia
normalizada.
La profundización de la pobreza, la desnutrición, y las experiencias reiteradas de
muerte de adolescentes y jóvenes de estos barrios, se dan conjuntamente con el
desamparo, la negligencia y hasta la participación de ciertas instituciones estatales
en su ocurrencia y/o en su falta de reparación.
La criminalización y penalización del consumo de drogas, la persecución policial y el
arresto, la amenaza de la denuncia, el tratamiento y la rehabilitación compulsiva,
son las que han promovido este progresivo pasaje desde la experiencia a la
construcción. Es decir, este conjunto de experiencias han promovido un pasaje
progresivo entre los usuarios activos de drogas desde la normalización de las
expectativas de enfermar y/o morir siendo joven y pobre, hacia la sospecha de la
existencia de un plan organizado de “hacer morir” a los jóvenes pobres a través de
la introducción del consumo de pasta-base.

Consideraciones finales
Interrogar estos vínculos desde la perspectiva de los usuarios/as supone el
reconocimiento de una dispersión heteróclita de experiencias, narraciones,
elaboraciones y posicionamientos cuya lógica encuentra a la sospecha como eje de
estructuración.
Hablar de lógica, en lugar de representaciones sociales, hace posible suspender la
exigencia de someter las producciones simbólicas de los usuarios/as a los criterios
epistemológicos de facticidad, y por lo tanto de veracidad, que impone las
operaciones de corroboración, desmentida o simple eliminación de estas prácticas y
productos como desechos simbólicos.
Estas prácticas simbólicas que se han ido construyendo al ritmo que la desigualdad,
la pobreza, la criminalización y la represión, devienen en parte de los procesos de
visibilidad y ocultamiento, expulsión y auto exclusión, que han ido definiendo los
patrones de vulnerabilidad y morbi-mortalidad de estos conjuntos sociales.
Finalmente, como dispersión que atraviesa diversas áreas de la vida cotidiana, la
aproximación de la sospecha como lógica, intenta capturar los complejos circuitos
de producción y de reproducción de la fragmentación social y de vulnerabilidad.
Esta lógica se ha convertido en parte inherente de los vínculos entre los usuarios/as
de drogas y los representantes de las instituciones, sólo a través de las
modificaciones de estos vínculos será posible participar en la promoción del
bienestar, la salud y la supervivencia de estas poblaciones.

Tufró y Carrioli (2018) Tratamiento comunitario


La Ley Nacional de salud Mental establece que el tratamiento de las situaciones de
consumo esté a cargo de equipos interdisciplinarios, integrados por profesionales,
técnicos y otros trabajadores capacitados, y del Plan Integral para el Abordaje de los
Consumos Problemáticos (Plan IACOP, Ley 26934) que habilita la creación de
Centros Comunitarios para la prevención de los consumos problemáticos, la
Sedronar comienza a diseñar una estrategia de abordaje territorial, para lo que
desarrolla diferentes modelos de dispositivos.
En 2015 surge la propuesta de desarrollar la estrategia de Tratamiento Comunitario
desde la Secretaría, teniendo en cuenta que “El abordaje integral en el ámbito de la
salud implica un conjunto de acciones individuales y colectivas que incluyan a todos
los sujetos que participan en los procesos de salud-enfermedad-cuidado. Supone
entonces, llevar adelante acciones en todos los niveles de atención que no se
limiten a los ámbitos “clásicos” del sistema de salud. De esta manera, se comprende
el proceso de salud-enfermedad-cuidado desde la perspectiva de derechos para
diseñar estrategias que consideren la fragilidad social, política y/o jurídica de las
personas y la promoción, protección y/o garantía de sus derechos de ciudadanía.

Origen del tratamiento comunitario


Desde fines de la década de 1980 diversas organizaciones de la sociedad civil
latinoamericanas se unieron para pensar un proceso de investigación en la acción
para el tratamiento y cura de las farmacodependencias en poblaciones gravemente
excluidas. A partir de allí y de la unión con algunas organizaciones europeas se
comenzó a diseñar (en la acción) lo que hoy podemos llamar Tratamiento
Comunitario.

Definición
El Tratamiento Comunitario es una estrategia de abordaje territorial, basada en la
investigación en la acción y en la epistemología de la complejidad.
Tiene como objetivo intervenir en las realidades de las comunidades locales y
desarrollar dispositivos locales de bajo umbral. Desde TC se promueve la
reorganización de los recursos comunitarios, con el fin de incrementar sus
competencias en materia de prevención, contención y reducción del daño y riesgo
en relación a los consumos de sustancias y situaciones críticas asociadas.

El TC se centra en la perspectiva de redes y la reducción de daño. Entiende que el


sufrimiento y vulnerabilidades que padecen los sujetos y las comunidades no parten
necesariamente por el uso de las sustancias, lícitas o ilícitas, y sus efectos
psicoactivos, sino por las relaciones sociales que las engendran y hacen que
circulen, que las convierten en problemas de seguridad, en obstáculos para el
desarrollo y en asuntos de salud pública.

El objetivo general del tratamiento comunitario es promover el mejoramiento de las


condiciones de vida de las personas que abusan de sustancias y viven en una
situación de exclusión social grave. Trabajando con la comunidad local y por medio
de ella, entendida como un conjunto de redes sociales que definen y animan un
territorio, se generan las condiciones de armado del dispositivo de tratamiento
comunitario como alternativa a tratamientos institucionales o como complemento de
los mismos en el marco de un abordaje integral acorde a la complejidad que
presenta esta problemática.
Los dispositivos de Tratamiento Comunitario (de bajo umbral), están diseñados para
las personas que no acceden a otros dispositivos por la complejidad que suponen.
En esta línea se busca además la articulación de ellos con otro tipo de dispositivos
de diversas complejidades.

Entre los principales objetivos específicos del tratamiento comunitario se


encuentran:
- Mejorar las condiciones de vida por medio de la reducción o disminución de
las conductas de riesgo y de sus consecuencias.
- Mejorar las condiciones de vida por medio de propuestas de vida a nivel
individual, familiar, de grupo y comunitario. Implica iniciar un proceso de
salida de las situaciones de riesgo, incrementar la red subjetiva, incluyendo
actividades diversificadas de tipo ocupacional y cultural por medio de
procesos educativos, organizativos, de rehabilitación y cura, de modificación
del campo ocupacional y de sostenimiento.
- Detener el agravarse de los procesos destructivos, los que son promovidos
desde afuera y los que son promovidos desde el interior de la comunidad
- Incrementar la seguridad, disminuir el riesgo en las conductas. Encontrar
nuevas formas en la resolución de conflictos entre actores comunitarios.

Tratamiento comunitario implementado en Sedronar


En la Argentina, si bien desde la política pública hubo diferentes experiencias
territoriales para trabajar las situaciones de consumo de drogas ellas no lograron
institucionalidad suficiente, como para poder consolidarse y presentarse como una
respuesta eficaz a una compleja problemática multidimensional.
La implementación de la metodología de TC desde el Estado implica pensar “el
encuentro” entre lo comunitario y lo estatal en el marco de una política pública,
pensar los diversos umbrales de accesibilidad de los dispositivos estatales, pensar
como el estado se acerca a la comunidad y como la comunidad accede a los
recursos estatales. Generar las condiciones para ese “encuentro” es uno de los
pilares de TC. Desde 2016 la Sedronar lleva adelante la implementación de la
propuesta de TC. Esto implica complejizar así la mirada sobre la problemática
considerándola desde una perspectiva multicausal y entendiéndose también como
emergente de derechos previamente vulnerados.

Los equipos de TC propician la implementación de acciones que fortalecen tanto la


corresponsabilidad como las interdependencias entre procesos de arriba hacia
abajo - las políticas - y procesos de abajo hacia arriba - la participación protagónica
y los productos de las comunidades.
Se contempla a los sujetos destinatarios de las Políticas Públicas en este marco
como integrantes de una comunidad y a sus respectivas redes (redes subjetivas de
las personas, redes subjetivas comunitarias de los equipos, redes operativas, red de
recursos comunitarios y las redes de líderes de opinión).

Los equipos están integrados por personas con diversos perfiles (profesionales y no
profesionales, referentes locales y/o comunitarios, entre otros). Cada equipo se
encuentra acompañado por un/a referente técnico (tutor/a) desde Sedronar central.
Estos últimos cumplen la función de seguimiento y acompañamientos técnico
cotidiano de las experiencias.

Selección de territorios
Si bien la formación y desarrollo del Tratamiento Comunitario tiene indicadores y
procesos que atraviesan todas las experiencias, cada equipo, cada comunidad,
entendida como sistema de redes, aborda de forma particular las situaciones de
sufrimiento social en general y las de consumo problemático en particular acorde al
contexto en el que se encuentran.

Herramientas de seguimiento, medición y evaluación de proceso:


- Diario de Campo: Es el instrumento clave en el proceso de investigación en la
acción, es la herramienta que permitirá construir las otras como la red
subjetiva comunitaria, la hoja de primer contacto. Debe contener todas las
actividades desarrolladas, los encuentros hechos y las observaciones
realizadas.
- Red Subjetiva Comunitaria: está constituida por todas las personas con las
cuales un operador considera tener relaciones amigables.
- Hoja de primer contacto: es el instrumento de registro y ordenamiento de las
informaciones esenciales relacionadas con el primer contacto. Este es un
breve proceso que inicia o tiene la finalidad de iniciar un proceso más largo
llamado “Tratamiento Comunitario”.
- Seguimiento de procesos personales: La finalidad de este instrumento es
acompañar y ayudar a sistematizar el trabajo de tratamiento comunitario
realizado con personas y sus redes. Los datos y consideraciones producidas
por medio del análisis de los contenidos de estas herramientas de
sistematización son utilizados en el trabajo con el sujeto y con la propuesta.
- Sistema estratégico de resultados: responde a la necesidad de esclarecer
cuales son los resultados del Tratamiento Comunitario. Apoyar en la
sistematización de las prácticas de tratamiento comunitario y favorecer la
reflexión y la atención sobre algunos contextos de vulnerabilidad que son
campos específicos del tratamiento comunitario.

El Tratamiento comunitario se fundamenta en la práctica de 5 ejes o aspectos


macros que se relacionan y se complementan: organización (entendida como
prevención), asistencia (cuidado), educación, terapia y trabajo. Constituyen un
sistema abierto no pre ordenado (esto significa que no es necesario iniciar con el
primer eje). Sirve para orientar el trabajo de los equipos en las distintas
comunidades.

Consolidación y desafíos
En cuanto a la implementación, los equipos se han consolidado en las
comunidades, comienzan a ser referenciados por sus miembros y por las demás
organizaciones e instituciones con las que articulan. Pudieron identificar redes y
actores que no estaban visibilizados, y por lo tanto no formaban parte de la
respuesta comunitaria para el abordaje.
En cuanto la población con la que se trabaja, cómo se puede ver en los datos, la
misma responde a condiciones de vulnerabilidad variables, en donde el consumo y
abuso de sustancia, es una más de las vulnerabilidades que los atraviesan, pero no
la única.
En cuanto a los desafíos, el primero y más importante es poder determinar si estos
equipos pueden realizar su trabajo sin el monitoreo permanente y la coordinación de
Sedronar. Por un lado, es necesario fortalecer a la “minoría activa”. Para TC,
Minoría activa es el grupo de personas constituida por los actores y agentes
comunitarios, que siguen desarrollando actividades e iniciativas de TC, después que
el equipo se ha ido de la comunidad es el producto estratégico del TC, es el
indicador que asegura que el TC se ha convertido en un elemento de la cultura
comunitaria.
El segundo es profundizar la evaluación y seguimiento del proceso, tanto de los
casos abordados, como el impacto comunitario de las intervenciones. Es necesario
poder desarrollar alguna herramienta, que de forma sencilla, pueda dar cuenta de
los cambios que se producen en las comunidades, a partir de la implementación de
TC en el territorio.
El tercero, es lograr una mayor articulación con los otros efectores de Sedronar y
otras organizaciones e instituciones, que brindan una atención de mayor
complejidad.

ESI
Greco (2007) Sexualidades, adolescencias y escuelas. Una perspectiva
institucional
Sexualidad y escuela. Nos obliga a pensar aquello que produce y se produce en la
escuela con sus efectos sobre las subjetividades, tanto a partir de decisiones
explícitas (plasmadas en diseños curriculares, planificaciones, proyectos
formulados, acciones educativas cotidianas intencionalmente realizadas, etc.) como
en la forma de acontecer institucional “invisible” (lo cotidiano que circula en
palabras, gestos, aprobaciones o rechazos en relación con las situaciones e
identidades de los sujetos, conflictos emergentes en torno a la sexualidad y los
vínculos, situaciones de discriminación, contenidos negados, conocimientos
silenciados o sesgados, pedagogías implícitas, etcétera).
“Sexualidad” excede ampliamente los procesos de genitalidad y reproducción y que
se aleja de una idea naturalizadora de desarrollo humano en el que vamos
atravesando etapas que se suceden y se borran a medida que progresa una sobre
otra, podremos concebir en toda su amplitud y complejidad las cuestiones que
nombra:
● Cómo se constituyen los sujetos desde los primeros momentos de la vida, los
trazos que quedan y persisten de cada historia en particular en cada sujeto,
lo que en el adulto persiste del niño/a y adolescente que fue (y, en cierta
manera, sigue siendo);
● Cómo se humaniza a las nuevas generaciones, cómo se teje
intergeneracionalmente lo humano que se transmite y se crea de nuevo, a la
vez, en las relaciones con otros;
● Las diversas formas de devenir seres sexuados, de “hacerse” varones y
mujeres en un marco de relaciones sociales, culturales, históricas;
● Las maneras en que los cuerpos cobran significados, se valorizan o
desvalorizan, sufren o gozan, se transforman, se vuelven espacios
imaginarios que otorgan una identidad, se cuidan o se exponen, acusan el
paso del tiempo;
● Las relaciones de género; los poderes, estereotipos y transformaciones
históricas en juego, diferencias y desigualdades;
● Maternidades y paternidades, las configuraciones familiares en la actualidad;
ser hijos e hijas adolescentes, ser madres y padres adolescentes o adultos,
las parejas adolescentes, las parejas adultas.
Adolescencias
Apertura psíquica, tiempo de experimentación, de creación de condiciones para el
devenir adulto, compás social, adolescentes que se proyectan en un futuro posible y
“elegible”, pero otros y otras que no pueden, que se vuelven adultos sin
mediaciones; adolescentes en las escuelas y las universidades, otros y otras fuera
de todo espacio educativo y/o laboral, incluso familiar, adolescentes que ya no son
lo que eran, que son claramente “otros” para los adultos. Y también jóvenes y
adolescentes que crean, piensan, participan, se movilizan, aprenden, sueñan,
proyectan, producen lazos sociales de muy diversas maneras, aun cuando nuestra
mirada sobre ellos y ellas quede perpleja y no reconozca ningún parecido de familia.
Construir una mirada hecha de confianza es el desafío de hoy, en las instituciones
educativas, ante nuestros/as adolescentes (aun cuando los sintamos lejanos,
ajenos, radicalmente distintos/as), no sólo para que confíen en nosotros/as, sino
para instituir una relación a partir de nuestra confianza hacia ellos y ellas.
Escuelas
Para muchos jóvenes con los que dialogamos, hablar de sexualidad en la escuela
sería una forma más, distinta, fundamental, de “hacerles lugar”, les daría nuevas
oportunidades de comprenderse a sí mismos y a los otros y otras, de hablar y de
escuchar, así como de relacionarse con algunos de sus profesores/as.
Aceptar el desafío de incluir la sexualidad entre los lenguajes de la pedagogía nos
lleva necesariamente a volver a pensar diversos aspectos de las instituciones y de
lo escolar: tiempos, espacios, divisiones disciplinares, formas de enseñanza y
aprendizaje, relaciones, etc.
Para trabajar en escuelas
● Considerar el trabajo educativo sobre sexualidad, con los adolescentes, en
las escuelas como una apuesta colectiva.
● Descreer de los acuerdos tácitos acerca de los conceptos que mencionamos:
sexualidades, adolescencias, escuelas.
● Buscar y generar apoyos institucionales, en los que directivos, profesores,
tutores, preceptores puedan manifestar su acuerdo con este trabajo y
participen directa o indirectamente con él.
● Crear redes dentro de la escuela. No desestimar la opinión de nadie que
integre la comunidad de la escuela, AHRE generar sistemas de encuestas,
relevamiento de opiniones entre docentes, no docentes, padres, madres y
alumnos/as, acerca de los diversos temas que componen el concepto de
sexualidad tal como lo planteamos al inicio.
● Crear redes con otras instituciones.

DISCAPACIDAD
Pantano, ¿Qué necesitan las familias de personas con discapacidad?
Diferencia entre demanda y necesidad: la necesidad se puede satisfacer con la
instrumentación del apropiado recurso.
Tipos de necesidades:
Necesidad de información, orientación y asesoramiento. Necesidad de apoyo,
contención y acompañamientos. Acceso a la atención en salud. Necesidad de
coherencia entre los equipos y personas que intervienen. Necesidad de inserción
social del discapacitax. Aceptación y no discriminación.
Necesidades que no emergen a menos que los profesionales pregunten: de
espacio- de conocer otras familias en la misma situación, de información de
sexualidad.
Menciona que la interrelación familias-interventores- sujeto discapacitado se da
siempre aspectos no técnicos, y en eso se juega la transferencia,
contratransferencia. También suma el enfrentamiento a una falta. Se juegan
entonces, descripciones, explicaciones, conceptos técnicos, emociones,
interacciones, sentimientos positivos y negativos, traídos desde cada uno de los
miembros y niveles involucrados. Entonces propone que en cada intervención debe
haber un espacio de diálogo abierto donde cada persona involucrada comente que
comprende y vivencia emocionalmente estar viviendo esa “situación crítica”.
Les demandan a los profesionales: que les expliquen bien las cosas, que trabajen
interdisciplinariamente, que apoyen y contengan, etc. Las de arriba, pero detalladas:
Información: Los familiares consideran la información que les otorgan insuficiente,
inexacta, toda de una vez, o incomprensible por uso del lenguaje excesivamente
técnico. Suma que al momento de diagnosticar los familiares emocionalmente están
en crisis por lo que la comunicación no puede ser técnica, inentendible, sin
contención de lxs familiares. También remarca que es necesario que sean
profesionales idóneos en el capo de la discapacidad, con información cualificada.
Apoyo y sostén: principalmente en el momento de diagnóstico, la entrada a la
escuela, la pubertad y las decisiones vocacionales.
Trabajo interdisciplinario: principalmente por la falta de coordinación entre ellos, hay
un ejemplo en el que una le dice “se va a quedar asi toda la vida” y otro “va a poder
cambiar y socializar”.
Relativiza que las familias a veces los hacen sentir como deudores y les piden que
solucionen todos sus problemas y no recurren al Estado por ejemplo. Entonces
como que se va generando cierta dependencia entre las familias y lxs psicologxs
Salvarezza (2007) Envejecimiento. Psiquis, poder y tiempo
Viejismo
Butler sostiene que el viejismo, el prejuicio de un grupo contra otro, se aplica
principalmente al prejuicio de la gente joven a hacia la gente vieja. Subyace al
viejismo el espantoso miedo y pavor a envejecer, y por lo tanto, el deseo de
distanciarnos de personas mayores que constituyen un posible retrato de nosotros
mismos en el futuro. Los jóvenes temen envejecer y los viejos envidian la juventud.
El viejismo no solo disminuye la condición de las personas mayores, sino la de
todas las personas en su conjunto. Detrás de él encontramos un narcisismo
corrosivo, la incapacidad de aceptar nuestro destino futuro. Estamos enamorados
de nosotros mismos jóvenes. Hay una preocupación narcisista hacia nuestro propio
envejecimiento y muerte.
A pesar de que los estereotipos en los cuales se basa el viejismo son muy fáciles de
desmontar, hay que reconocer que están arraigamos en muchos estratos de la
población y tienen un accionar nefasto sobre los viejos, al impedir el reconocimiento
de sus desarrollos, diferencias y capacidades individuales.

Capacitación
La mejor forma para combatir al viejismo es el esclarecimiento y la capacitación,
pero haciendo la salvedad de que esto apunta solo a una de las dimensiones del
viejismo: psicológica o actitudinal individual, es decir, a un nivel micro. Esto tiene
que ser completado con programas de carácter macro que involucren a la mayor
cantidad de actores sociales intervinientes. Todos tenemos la responsabilidad en
educar al público en los aspectos emocionales, psiquiátricos y psicológicos de la
vejez.
Pensándolo desde la psicología, en los últimos tiempos se han conjugado dos
hechos importantes:
a) La gerontología se comenzó a perfilar como un campo interdisciplinario de
estudio de la vejez, donde la misma deja de considerarse como un mero acontecer
biológico para pasar a ser entendida multicausalmente en los distintos factores que
la condicionan. Por lo tanto, no es solo del dominio de la medicina, sino que se
interrelaciona con los aportes de la psicología y la sociología.
b) Se crearon dentro de las carreras de psicología, en distintas universidades
argentinas, cátedras relacionadas con la vejez. Acá se pone sobre el tapete el rol
que se espera del psicólogo en salud pública, y específicamente, el rol en la salud
mental de la población vieja.
En los últimos años se abrió un vasto campo laboral ligado a la psicogerontología, la
instalación masiva de geriátricos, especialmente en grandes centros urbanos. Poco
a poco los psicólogos fueron incluidos, a veces sin un rol claro y definido o sin
conocimiento del objeto de trabajo. Una gran parte de psicólogos recién recibidos
comienzan sus primeros pasos en la profesión trabajando en estos
establecimientos, sin los recursos teórico-técnicos necesarios.
Como señala Iacub, desde esta perspectiva, la inserción del psicólogo en este
campo tendría básicamente dos objetivos. Primero, provocar cambios en la
subjetividad de los “internos”, en tanto estos son sujetos deseantes. Segundo, en su
atravesamiento institucional, ya que a menudo el primer tropiezo de los psicólogos
en su escucha son las quejas ligadas a la misma (aburrimiento, soledad, sentimiento
de abandono).
Es importante saber que los viejos no son los que llaman a los psicólogos. Es la
institución la que los busca por motivaciones diversas, no siempre muy claras, y que
no suelen responder a una búsqueda de mayor eficiencia. El psicólogo debe saber
que siempre el motivo de la consulta, institucional o privada, no es el problema sino
un síntoma del mismo. La presencia del psicólogo, para los viejos, será parte de un
espacio a constituir, desde el mismo habrá que empezar a recuperar una demanda
más ligada a lo institucional, que mostrará la realidad del problema.

Interdisciplina
Ninguna de las profesiones involucradas en la gerontología tiene, por si sola, los
recursos necesarios y suficientes para atender a la complejidad de los problemas
que afectan a los pacientes viejos. No se trata de debatir si existe o no la necesidad
de colaboración interprofesional en gerontología, nace la noción de equipo
interdisciplinario y se introduce en estos ámbitos institucionales, pero su
conformación y efectividad no es suficiente para responder a las necesidades que
determinan su creación.
Uno de los mayores impedimentos para el trabajo interdisciplinario es el modelo
tradicional de formación universitaria. Además, a medida que se multiplican las
áreas de especialización profesional, la comunicación se torna más difícil. El
psicólogo no tiene claro cuál es su rol dentro de los equipos, en su carrera de frado
tiene que recurrir a los aportes de las ciencias biológicas y sociales de la vejez.
Hay que derribar el supuesto de que la gerontología se ocuparía de la normalidad y
la geriatría de la patología, idea que pretende que la normalidad y patología
humanas pueden ser estudiadas de forma separada. Hablar del campo de la
psicogerontología es hablar del estudio y abordaje de la normalidad y la patología
en el campo psi de los viejos.

Solidaridad
La promoción de la salud y prevención de la enfermedad no concierne solamente al
individuo, es materia del sector público. La sociedad debe estar permanentemente
sensibilizada hacia aquellos integrantes que son vulnerables, que están en riesgo, y
esto incluye a los viejos. La sociedad debe ocuparse de ellos. El concepto de
contrato social incluye el desarrollo de cadenas de seguridad que social que nos
protejan mientras vamos envejeciendo. Desafortunadamente, esta cadena ha
comenzado a resquebrajarse en algunas sociedades y en otras directamente no
existe. El autor habla de la falta de empleo, y retoma a Butler, quien sostiene que no
hay que ver a los viejos solamente como una población que es una carga para la
sociedad, sino también como una fuerza independiente y positiva dentro de las
familias, la comunidad y la nación. En tanto las sociedades van envejeciendo y la
mediana edad se alarga, es necesario desarrollar nuevos métodos de educación
permanente para asegurar la continuidad de la productividad personal y de la
sociedad.
Solemos llamar a los viejos sector pasivo, que estaría sostenido por el sector activo,
es decir, sobre los trabajadores más jóvenes. Ahora bien, al aumentar
desproporcionadamente el número de viejos respecto a la población total, el costo
de mantenimiento para el sector productivo será cada vez más alto y menos
trabajadores tendrán que hacerse cargo de los más viejos. Entonces, si el sector se
debilita por falta de empleo, ¿Quién solventará la seguridad social de los viejos?
La solidaridad será una virtud que se va perdiendo, no por falta de voluntad sino por
falta de recursos para hacerla efectiva. La respuesta que observamos a la pregunta
anterior es que la responsabilidad se está transfiriendo del sector público al privado
y se le exige cada vez más al individuo que sea el artífice de su propio destino, sin
importar el precio que deba pagar por ello.

Familia
Ante este inevitable pasaje de lo público a lo privado se intenta una última y retórica
solución, que es la de apelar a la que la familia se haga cargo dentro de sí del
soporte total del viejo. Retórica porque al invocar a la familia se lo hace desde una
visión parcial e idealizada de la misma, sin tener en cuenta la realidad sobre la cual
está asentada. Hay facetas de la vida familiar que son ignoradas, como todas
aquellas relacionadas con la agresividad dentro del sistema familiar. Es conocido
también dentro de la violencia familiar, la resistencia que tienen los viejos para
denunciar los maltratos que reciben dentro de sus familias, por temor o vergüenza, y
cuando lo hacen frecuentemente no son tomados en cuenta por considerar que “son
cosas de viejo”.

Biomedicalización
Las terapias psicológicas se popularizaron y el campo de la medicina se vio
cuestionado e invadido, su capacidad de dar respuesta a una gran variedad de
patologías se puso en entredicho. Además, como principal perjudicada apareció la
industria farmacológica, que se vio obligada a armar su estrategia de marketing para
recuperar el terreno perdido. Comenzó a crear enfermos y a proponer cada vez más
remedios para curarlos. Al mismo tiempo, fue haciendo presión sobre los círculos
académicos para que presentaran problemas de origen psicológico o social desde
una perspectiva biológica y con curación estrictamente con medicamentos.

Transmisión generacional y vejez: perspectivas clínicas


La transmisión generacional es un proceso que se sucede en el tiempo, implica un
trabajo psíquico que abarca el proyecto identificatorio. El sujeto, cuando se apropia
activamente de los contenidos del legado, es garante de su continuidad. También la
transmisión pone en juego los medios de los que se vale una generación para
transmitir a la siguiente sus estados psíquicos.
La clínica de la vejez expresa múltiples configuraciones de la transmisión. Por un
lado, encontramos personalidades que favorecen la franca manifestación de la
transmisión intergeneracional e intersubjetiva, por otro, observamos la
patogenización de la función de transmisión por problemáticas psíquicas del viejo
y/o de los vínculos familiares.
Diferentes acontecimientos pueden obturar las expectativas naturales de la
transmisión:
- Fallecimiento de miembros de la generación más joven
- Migraciones
- Constante convivencia con pares, como es el caso de personas
institucionalizas que, abandonadas por sus familias, carecen de contacto con otras
generaciones sucesivas.
Ahora bien, la ausencia de miembros consanguíneos no es condición para que surja
patología. Si la función de transmisión-adopción está conservada, el acto de
transmitir será posible y el legado se dirigirá no necesariamente a los hijos, sino a
algún otro significativo de la generación siguiente que obtuvo ese espacio en algún
momento de su historia. La presencia de alguien más joven puede tornarse en
nuevo continente para la transmisión y para el desarrollo de un impulso parental,
ligado a una potencialidad humana creativa.
El relato mismo de la historia puede ser el catalizador para iniciar la metabolización
de situaciones traumáticas, elaborar duelos y posibilitar cambios en posiciones
existenciales hasta ahora paralizantes. También, las generaciones siguientes son
depositarias de la transmisión alienante, sufren las consecuencias de los secretos,
los silencios y el pacto denegativo.

Chaux (2011) Múltiples perspectivas sobre un problema complejo:


comentarios sobre cinco investigaciones en violencia escolar
La agresión que sufren muchos estudiantes puede tener consecuencias académicas
y psicológicas graves en el corto y largo plazo. Somos conscientes de que no es
fácil lograr disminuciones efectivas en la agresión. Incluso, algunas evaluaciones
rigurosas no han encontrado cambios significativos en programas bien
estructurados. Es un problema serio y muy prevalente, que debemos comprender
mejor para identificar, ensayar y evaluar constantemente nuevas alternativas para
prevenirlo.
Una de las principales contribuciones de este compendio de artículos es la
diversidad de perspectivas que presenta. Un problema tan complejo como la
violencia escolar requiere una mirada integral que abarque las perspectivas de los
distintos actores involucrados.

Perspectiva de los estudiantes


“Ustedes los grandes no saben lo que pensamos nosotros, no nos toman en
cuenta”. Esta queja es válida y resulta irónico pretender promover la convivencia
pacífica entre los estudiantes sin escucharlos atentamente. Ellos describen el papel
fundamental que juegan diversos roles:
a) Víctimas: sufren la intimidación
b) Intimidadores líderes: inician y lideran la intimidación
c) Asistentes: ayudan a el/la líder de la intimidación, por ejemplo, reteniendo a la
víctima o participando en la intimidación después de que el/la líder la ha
iniciado
d) Reforzadores: al reírse, al incitar o, simplemente, al servir de audiencia,
terminan reforzando la intimidación;
e) Defensores: intervienen para frenar la intimidación, para defender de
maneras no agresivas a la víctima o para consolar a la víctima una vez la
agresión ha terminado
f) Externos: se alejan de las situaciones de intimidación o no están presentes
cuando ocurren.
Las dinámicas de agresión dependen sustancialmente de lo que hagan esas otras
personas que están alrededor. Esto tiene implicaciones muy relevantes para las
intervenciones porque, en vez de buscar directamente que los agresores dejen de
serlo, puede ser más efectivo lograr que algunos observadores pasivos decidan
asumir el rol de defensores y, al hacerlo, frenen una dinámica que reforzaba la
agresión.
La agresión debe prevenirse siempre porque puede generar daños físicos,
emocionales y/o sociales en quienes la reciben. Intervenciones que promuevan que
los estudiantes no valoren la agresión de sus compañeros, sino que, en cambio,
promuevan la popularidad de quienes actúen de manera prosocial, podrían ser muy
efectivas porque llegan directamente a aquello que más buscan muchos niños,
niñas y adolescentes: el reconocimiento de sus pares.
Varios estudiantes entrevistados resaltaron la importancia del rol que pueden
cumplir los demás actores de la comunidad educativa, especialmente profesores y
padres. Sobre los padres y madres de familia, por ejemplo, destacaron la necesidad
de que puedan brindar afecto, apoyo, confianza y atención. Con respecto a los
profesores, mencionaron que deberían ser fuente de autoridad y afecto,
simultáneamente. Estas ideas son muy coherentes con estudios que indican que los
estilos parentales y docentes que combinan autoridad con afecto están asociados
con un mejor desarrollo emocional, social y académico.
Las intervenciones deben llegar tanto a padres como a profesores, buscando
promover este tipo de estilos parentales y docentes, dado que muchos padres o
profesores creen erróneamente que solo hay dos extremos: o ser autoritario,
imponiendo el orden, a veces incluso por la fuerza, o ser permisivo, brindando
cariño y dando libertad de acción. En cualquier caso, los comentarios de los
estudiantes resaltan la importancia de que las intervenciones sean integrales,
buscando involucrar al resto de la comunidad educativa, especialmente a los padres
y profesores. Este tipo de intervenciones integrales son cruciales.
Tomar en cuenta la perspectiva de los estudiantes es fundamental. Sin embargo,
sería un error implementar directamente sus recomendaciones sin pasar por un
proceso de análisis crítico y evaluación. Por ejemplo, algunos adolescentes parecen
creer que la agresión es la mejor manera para ejercer la disciplina y frenar la
agresión, que los padres tienen derecho al maltrato (“ellos tienen más derecho”), o
que a veces las víctimas se merecen la agresión que reciben (“algo habrá hecho”).

Rol de los profesores


Los profesores están en un lugar privilegiado desde el cual pueden contribuir a
prevenir la agresión y promover la convivencia. Es claro que este lugar privilegiado
no puede significar que deban asumir todo el peso de la responsabilidad. La
prevención de la violencia debe ser una responsabilidad compartida entre la familia,
la escuela y la sociedad en general y se necesita que cada uno cumpla su parte
para que se puedan realmente lograr cambios de manera integral. Sin embargo,
algunos profesores parecen responsabilizar de los problemas de violencia escolar a
factores externos incontrolables, como la existencia de casos de estudiantes
problemáticos, padres despreocupados, instalaciones físicas insuficientes o, incluso,
un sistema educativo deficiente. Esto puede llevar a que algunos profesores se
desliguen de su responsabilidad, al creer que no van a poder contribuir a mejorar la
convivencia.
Visiones más complejas sobre el problema de la violencia escolar podrían, en
cambio, brindar más alternativas a los profesores sobre el rol que podrían asumir en
la promoción de la convivencia. Por ejemplo, cuando la agresión escolar se ve como
una dinámica grupal, la solución preferida no es sacar a algunos, sino cambiar lo
que el grupo valora o cómo el grupo responde ante las situaciones de agresión. Una
formación de profesores que promueva la comprensión de que un estudiante recurre
con frecuencia al bullying como una manera para conseguir reconocimiento y
popularidad en su grupo puede ayudar a que consideren nuevas alternativas como,
por ejemplo, generar acuerdos con toda la clase para que los observadores
rechacen cualquier acto de agresión de sus compañeros, en vez de derivar al
departamento de psicología, orientación o a instancias disciplinarias a los agresores
o a las víctimas. Este tipo de alternativas ayuda a recuperar la creencia de los
profesores en que ellos sí pueden cumplir un rol central en la promoción de la
convivencia desde sus salas y escuelas.
Muchos profesores necesitan una mejor comprensión sobre los tipos de agresión y
sus dinámicas. Algunos profesores hombres, por ejemplo, parecen empatizar más
con víctimas de bullying físico que con víctimas de bullying verbal o relacional,
mientras que profesoras mujeres empatizan por igual con las víctimas de todos los
tipos de bullying. Esto es muy relevante porque los estudiantes requieren que los
profesores, quienes en muchas situaciones representan para ellos la única figura de
autoridad accesible, les brinden todo el apoyo ante cualquier situación de bullying,
incluso cuando no tienen heridas físicas que mostrar.
En un futuro cercano todos los currículos de formación de profesores deberían
incluir cursos y prácticas específicas sobre este tema, si realmente queremos que
todos tengan la capacidad para asumir de manera responsable y efectiva el rol que
tienen.

La comunidad educativa
La violencia escolar requiere ser trabajada de manera integral, incluyendo a los
estudiantes, profesores, orientadores y otros profesionales, directivas y familias. No
es una responsabilidad exclusiva de los orientadores, especialmente si tomamos en
cuenta que las dinámicas de grupo que sustentan la mayoría de las situaciones de
agresión no se pueden frenar con intervenciones individuales. Eso hace
particularmente difícil la solución cuando no se logra una coordinación de esfuerzos
desde los distintos frentes. De hecho, es común que, en vez de coordinación, haya
acusaciones mutuas del estilo: “esto es responsabilidad de los padres, ellos nos los
traen mal educados” o “esto es responsabilidad del colegio, para eso lo llevo allá,
para que lo eduquen”. Justamente por esta razón, las intervenciones deben
involucrar a todos los actores.
Asimismo, las intervenciones integrales no solamente deben buscar mejorar el clima
en las aulas, sino también el clima escolar en general. Por ejemplo, si se quiere
promover que los estudiantes sean capaces de manejar sus conflictos de manera
pacífica, los adultos de la institución también lo deben hacer, no solamente en los
conflictos que tienen con sus estudiantes, sino también en los conflictos entre ellos:
entre profesores, entre profesores y directores, entre directores y padres de familia,
entre otros. Es decir, las intervenciones deben crear mecanismos de promoción de
un clima escolar pacífico.

Contexto cultural
Las investigaciones son chilenas, excepto una que se realizó en Brasil. No es
posible generalizar los resultados a otros contextos, pero sí salta a la vista que las
dinámicas detrás del fenómeno de violencia escolar pueden ser más comunes de lo
que podríamos pensar dadas las diferencias culturales.

Implicaciones para políticas públicas


- Capacitación de profesores en ejercicio y de profesores en formación : los
profesores, y quienes se están formando para serlo, requieren formación que
les permita identificar y diferenciar los diversos tipos de agresión que ocurren
en el contexto escolar y contar con herramientas prácticas para prevenir y
responder adecuadamente a este tipo de situaciones. Los currículos de
formación de docentes deben promover una comprensión clara y un manejo
adecuado de estos temas. Todo profesor recién graduado de su licenciatura,
en cualquier área, debe ser capaz de promover un clima constructivo en sus
aulas, manejando constructivamente cualquier situación de agresión o
indisciplina y promoviendo que los mismos estudiantes aprendan a frenar
situaciones de maltrato entre compañeros. Debe, además, ser capaz de
manejar pacíficamente cualquier conflicto que tenga con sus estudiantes, con
colegas o con cualquier otro miembro de su comunidad educativa. Esto no
solamente contribuiría a prevenir la agresión y promover la convivencia, sino
que seguramente contribuiría a mejorar el desempeño académico de los
estudiantes, así como la motivación, involucramiento y autoeficacia de los
mismos profesores.
- Promoción de programas integrales : varios de los estudios muestran que la
violencia escolar no puede tratarse como algo generado exclusivamente por
individuos problemáticos, sino como un asunto complejo que involucra a
diversos actores de la comunidad educativa y que debe tratarse con
programas integrales que busquen influir en las dinámicas de grupo, en el
clima de aula, en el clima escolar y en el clima familiar. Las políticas públicas
sobre violencia escolar deben incluir desarrollo, adaptación y promoción de
programas integrales que le lleguen a estudiantes, profesores, directivas,
padres de familia y demás miembros de las comunidades educativas, incluso
realizando esfuerzos adicionales con quienes más lo necesitan por estar en
mayor riesgo de problemas de violencia más adelante.
- Apoyo a nuevas evaluaciones: realizar evaluaciones rigurosas es costoso y
complejo en términos técnicos, por lo cual es fundamental el apoyo del
Estado. Convocatorias que garanticen el apoyo técnico de expertos pueden
tener un enorme impacto, porque garantizan que se genere capacidad en
estrategias rigurosas de evaluación. Sin evaluaciones rigurosas, la legislación
que se ha desarrollado y los grandes esfuerzos que se están realizando se
pueden perder. En el fondo, el costo que las evaluaciones implican es bajo en
comparación con el enorme beneficio que generan, tanto en la promoción de
convivencia pacífica y la formación integral de ciudadanos como en la
promoción de un mejor desempeño académico.

TRABAJO PRÁCTICO Nº 5: EL PSICÓLOGO ANTE PROBLEMÁTICAS


ACTUALES EN SALUD PÚBLICA

De Lellis, Keena y Mattioni (2013) Estigma y medios de comunicación en el


marco de las políticas públicas de salud mental
A partir de la sanción de la ley nacional de salud mental y adicciones se ha colocado
en la agenda pública la necesidad de adoptar políticas que tomen en cuenta
aspectos tales como la necesidad de lograr una mayor inclusión social; lograr una
respuesta integrada en salud mental y adicciones, promover la participación de
usuarios y familiares y el fortalecimiento de la red de servicios que sustituyan
progresivamente a la respuesta asilar.
Situados en este marco, consideramos necesario generar proximidad en la temática
según lo propuesto en el Marco de Referencia para la implementación de la
Estrategia Regional de Salud Mental (OPS, 2011) donde se plantea la necesidad de
impulsar iniciativas intersectoriales para la promoción de Salud Mental como posible
respuesta a la problemática vinculada al estigma y a la discriminación que sufren las
personas con trastornos mentales. Otra meta a alcanzar, propone la reducción de la
brecha de información existente en el campo de la salud mental mediante el
mejoramiento de la producción, análisis y uso de la información, desde un enfoque
intercultural y de género.

Sobre el concepto de agenda


El concepto de agenda pública ha sido formulado en forma sistemática desde las
ciencias políticas, con el objeto de describir el proceso de inclusión de temas que,
en virtud de su problematización como cuestiones sociales significativas, el Estado
termina incorporándolas en su programa de acción, confiriéndole de esta manera
carácter de legitimidad a las mismas. Desde esta concepción, las cuestiones
emergentes en la sociedad son problematizadas por la acción de grupos de presión
que utilizan canales institucionales para situar su demanda en la órbita del Estado y
así movilizar los recursos necesarios para su resolución.
Una vez que el problema es considerado como asunto de interés público origina el
proceso de formulación e implementación de la/s políticas específicas, que implica
la articulación de acciones y recursos orientados al logro de determinados fines.
Apoyándonos en el uso metafórico del término agenda, debemos reconocer que
esta es limitada, pues hay aspectos que pueden ser incluidos y tratados en nuestra
planificación diaria y otras cuestiones cuya resolución debemos aplazar para más
adelante. Incluso debemos preguntarnos por qué algunos temas ingresan y otros
no, y qué proceso de política pública se desencadena a partir de aquellos temas que
ingresaron en la agenda pública. Varios aspectos deben ser examinados y/o
presupuestos para promover la inclusión de un tema en la agenda pública y hacerlo
visible como cuestión social: a) Se adquiere visibilidad como resultado de un
proceso que puede secuenciarse en etapas, desde la problematización social hasta
la implementación de una política pública.
b) Los actores corporativamente organizados son quienes hacen visible un tema
como cuestión pública hacia la cual deben referenciarse otros actores sociales que
intervienen persiguiendo sus objetivos e intereses en un campo determinado. Una
de las herramientas principales para componer la agenda pública son los medios
masivos de comunicación. Cómo se trabaja desde los medios en la construcción de
agenda puede ser una vía de análisis muy interesante para reconocer el poder
relativo del que disponen los actores, y el papel que ejercen los propios medios
como actores corporativamente organizados para la prosecución de sus intereses y
para incluir o no ciertos temas en el tratamiento periodístico. Asimismo, el papel de
los medios de comunicación masiva, y de manera específica de la televisión, es
especialmente importante en la promoción de hábitos y conductas. La televisión se
distingue de otros medios de comunicación por que llega al público primordialmente
en su hogar y por la inmediatez con que es recibida la información. Tal vez sólo
superada por la radio en cuanto a las personas que se exponen a sus mensajes, la
televisión tiene mayor influencia sobre el espectador

Las cuestiones de salud mental y el tratamiento por los medios de comunicación


Concebir la relación entre el campo de la salud mental y los medios de
comunicación requiere analizar las distintas dimensiones que intervienen en esta
relación, histórica, sensible y significativa.
A partir de los cambios políticos y culturales se abre la posibilidad de problematizar
y desmitificar argumentos erróneos vinculados a la Salud Mental, y al “loco”. En
primer lugar, se puede definir a los medios de comunicación masiva como empresas
cuyo beneficio económico proviene de la prestación de un servicio informativo a la
sociedad. Dice Alfredo Torres que son medios de difusión masiva y no medios de
comunicación social, por cuanto no existe diálogo ni decisión consensuada con el
cuerpo social en la mirada sobre la realidad y menos en su valor noticiable.
En efecto, las noticias no son hechos dados que el periodista se limita a transmitir
sino construcciones realizadas por el medio y que, por lo tanto, incluyen una mirada
particular sobre la realidad.
La construcción del acontecimiento realizada por los medios necesita ser legitimada
por otros actores sociales. La noticia es una institución social y una realidad
histórica, legitimada socialmente para cumplir la función de estructurar la realidad
misma. Walter Miceli habla de dos campos que interactúan en la determinación y
construcción de las noticias: el contexto de generación y legitimación de las noticias
y el contexto de producción, procesamiento de información y diferenciación
mediática.
En el primero de ellos juega un rol importante el sistema de medios: “un punto
puede generar una noticia, pero si el sistema no lo absorbe, la noticia finalmente se
muere en ese punto. Es un círculo constante en el que un medio legitima a otro.” Sin
embargo, en este proceso inciden otros actores: los agentes económicos, políticos y
los mismos periodistas del diario. Dentro de este contexto también debe
incorporarse la concepción de multimedios, donde un grupo de socios tiene el
control, manejo y propiedad sobre varias empresas de comunicación. Dichas
corporaciones conforman y hacen al funcionamiento de la mayor parte del sistema
de medio. Esto estaría regulado por la Ley de Medios, pero claramente no.
De esta manera, aunque los medios no imponen opiniones (¿no?), sí contribuyen a
crear los marcos de análisis de la realidad, dando lugar a determinadas formas de
pensar. Son constructores de la realidad, ya que lo que no pasa por ellos parecería
no existir.
Determinados factores arraigados en la sociedad están asociados a la existencia de
mitos y estereotipos que generan el estigma, tales como:
a) Formular generalizaciones erróneas sobre grupos de personas a partir de un
caso singular,
b) Establecer juicios de valor basándose en manifestaciones observables sobre
la apariencia personal
c) Aceptación acrítica de estereotipos transmitidos socialmente
d) Asociación de la excentricidad, la excepcionalidad y diversidad con lo
patológico
e) Discriminación administrativa y retaceo sobre oportunidades para la inclusión
social .
Existen estudios suficientes que afirman que los mensajes de los medios de
comunicación son una de las fuentes más importantes de información sobre el tema,
y que la misma tiene, en la mayoría de los casos, evidentes sesgos de carácter
negativo. Uno de los principales determinantes de la ecuación enfermedad mental=
violencia que potencia el estigma son los medios de comunicación. Abundan los
reportajes sensacionalistas que publican los medios de comunicación siempre que
un antiguo paciente mental comete un acto violento, es común el mal uso popular y
periodístico de términos psiquiátricos (como "psicótico" y "psicopático") y, por último,
los medios de comunicación de masas explotan de estereotipos reduccionistas que
potencian y perpetúan la estigmatización de los pacientes. A consecuencia de estas
actuaciones, la opinión pública encuentra justificado su miedo y su rechazo a los
enfermos mentales y trata de segregarlos de la comunidad, porque les presupone
peligrosos.
La realidad es que, en general, los actos violentos graves cometidos por personas
con trastornos mentales importantes aparecen concentrados en una pequeña
fracción del número total de pacientes, especialmente con problemas sobreañadidos
de abuso de alcohol y tóxicos. La mejor manera de afrontar esta situación no pasa
por establecer formatos de asistencia crecientemente coercitivos sino por trabajar
para eliminar la estigmatización y la discriminación, desarrollar servicios
asistenciales accesibles y volcados en mantener el contacto con los pacientes así
como de ofrecer intervenciones de calidad acordes con la evidencia científica.
La guía de Estilo en Salud Mental y Comunicación expresa que resulta frecuente la
publicación de noticias breves en las cuales la información se sintetiza de manera
incorrecta; de forma que queda simplificada y se pierden datos relevantes. La
omisión de cierta información hace que ésta esté sesgada, con lo cual se mantienen
los prejuicios. Por ejemplo, no se suele profundizar en el estado de la persona con
enfermedad mental, si estaba bajo tratamiento, siguiendo la medicación, etc.
Una aproximación empírica
La investigación se desarrolló durante cuatro meses (julio a septiembre de 2011).
Consta de una búsqueda de publicaciones en prensa y televisión de medios locales.
Principales hallazgos:
a) Es frecuente encontrar noticias que no hacen referencia directa a la salud
mental, especialmente en artículos de opinión o en sección de deportes y
cultura, donde la línea divisoria entre información y opinión no es tan precisa,
que se usan elementos y terminología del campo médico para describir
situaciones, personas o cosas que no están vinculadas.
b) Otro modo de distorsión es la etiquetación de las personas sustantivando y/o
adjetivación su condición. En muchos casos, debido al escaso espacio
disponible, en los titulares se etiqueta a los individuos con una enfermedad
mental, sustantivando su condición. Empero, en el cuerpo de la noticia, solo
quienes ahondaron en la lectura de la misma se suele adoptar el uso
adecuado. Con recurrencia, puede observarse el uso de imágenes negativas
y poco normalizadoras, donde se muestran personas en actitud pasiva, sin
ningún tipo de interacción social, transmitiendo sensación de lástima,
soledad, aislamiento, desequilibro, etc.
c) También es frecuente encontrar noticias relacionadas con sucesos violentos
en las que se cita que el acusado (o presunto autor del delito) padece una
enfermedad mental. En relación a esta asociación distorsionada, es menester
evitar la unicausalidad, tratando de no relegar la causa de un acto violento o
delictivo directa y exclusivamente a una enfermedad mental.

Síntesis y recomendaciones
Los medios de comunicación deben representar la realidad del modo más ajustado
posible; sin confundir y/o ignorar datos científicos, técnicos; informándose y
documentándose de manera adecuada. De esta manera se incrementa la
objetividad y la calidad, en detrimento de la simplificación excesiva y sesgada.
Otra recomendación apunta a potenciar la información individualizada y vivencial
que pueden aportar las propias personas afectadas. Esto permite ver más la
singularidad de la persona y menos la etiqueta; pudiendo tener acceso a los medios
sin intermediarios ni intervención de terceros Romper con los conceptos que han
acompañado tradicionalmente a la enfermedad mental, implicaría no recurrir a
creencias, mitos, prejuicios, estereotipos; tales como que las personas que padecen
la enfermedad mental tienen doble personalidad, sufren un castigo o son genios o
artistas puede resultar un innegable avance en la reversión del estigma en las
personas con padecimiento mental.

Valle Rodríguez y Bueno Sánchez (2006) Las políticas públicas desde una
perspectiva de género
La política pública suele entenderse como un curso de acción, una definición de
principios y/o flujos de información en relación con un objetivo público definido en
forma democrática. La política se expresa en orientaciones, instrumentos,
programas, normas institucionales, entrega de productos, servicios, etc. A su vez,
toda política pública es expresión de un proceso que involucra sujetos y tiempos
diferenciales, en el momento en que una problemática es interpretada y abordada
por una política pública, refleja un nivel de entendimiento, vinculación y acuerdo,
logrado entre la sociedad y el gobierno sobre qué problemas merecen atención a
través de las diferentes fases evolutivas de la política pública. 
De particular interés resulta el proceso de conformación e implementación de una
política pública. En primer término, una política pública requiere de un complejo
proceso de formulación y planificación que incluye la definición de objetivos y a
partir de ellos conformar los programas y medidas concretas a incluir en los planes.
La formulación efectiva de las políticas depende de un profundo análisis de cada
una de las situaciones problemáticas sobre población y desarrollo socioeconómico
de cada país en específico, basado en datos precisos, investigaciones sistemáticas
y análisis competentes. La conformación de una política y su planificación e
implementación ulterior debe estar precedida de una investigación de carácter
multidisciplinario, que permita poner de manifiesto el problema o situación
problemática que invita o recomienda la concepción, diseño e implementación de
una determinada política pública. 

GÉNERO
Lo que es el género, lo que son los hombres y las mujeres, los tipos de relaciones
que se producen o deben producirse entre ellos, todas estas nociones no reflejan ni
elaboran simplemente “datos” biológicos, sino que son en buena parte producto de
procesos sociales y culturales. 
Se hace referencia al sistema de géneros como un conjunto de principios
estructurados coordinadamente que la sociedad elabora para legitimar y reproducir
las prácticas, representaciones, normas y valores que las sociedades construyen a
partir de la diferencia sexual anatomo-fisiológica. El sistema de géneros es un
sistema de poder en torno a ciertas capacidades y potencialidades de los cuerpos
humanos: la sexualidad y la reproducción. El núcleo fundamental del sistema se
encuentra en el control que los varones ejercen sobre la reproducción y la
sexualidad de las mujeres y, derivado de este control, sobre la capacidad de trabajo
de las mujeres.
Hablar de perspectiva de género entonces implica tomar en cuenta que el género
afecta transversalmente a todos los hechos sociales y en particular los
concernientes a las relaciones entre población y desarrollo. Esto quiere decir: que
los ejes articuladores de las relaciones entre población y desarrollo, tales como el
empleo, la pobreza, la equidad, el acceso a bienes y riquezas; así como la
diversidad de aspectos que involucra la reproducción de la población habrán de
examinarse tomando en cuenta las características que asumen cuando se les
enfoca desde el ángulo del género.  Importa reiterar que se avanza hacia una
perspectiva de género porque hay una diferencia de participación en los distintos
hechos sociales según género. Al igual que como ocurre con la globalización
neoliberal, no es lo mismo la implicancia de los diferentes problemas en los hombres
que en las mujeres. No es lo mismo como se benefician o perjudican de una manera
peculiar según se trate de hombres y mujeres. 
Atendiendo al género, los hechos sociales en general y los problemas de población
en particular, se pueden analizar desde dos perspectivas: 
 Un enfoque general que incluya la dimensión de género como una parte
integrante del conjunto, esto es, como algo anecdótico, marginal, específico o
particular, o 
 Partir del enfoque de género como elemento estructurador de todo el
conjunto, ya que el género afecta transversalmente a todos y cada uno de los
hechos sociales. 
Los estudios indican que los actuales procesos de liberalización comercial y de
internacionalización de la economía pueden incrementar las desigualdades sociales
y económicas entre países, pero también entre mujeres y hombres y entre las
propias mujeres pertenecientes a diferentes grupos socioeconómicos. 
Szasz y Lerner identifican tres abordajes de cuestiones sociodemográficas desde
una perspectiva de género. Primer abordaje: Estudios de la mujer en el campo
sociodemográfico –en particular aspectos relacionados con el ámbito reproductivo y
las políticas de población focalizadas a la reducción y control de la fecundidad- que
se hacen con referencia a las condiciones o situación social de las mujeres
(condiciones de opresión, sumisión y desventajas frente a los hombres). “Es a partir
de planteamientos feministas de preocupación por la situación de vulnerabilidad y
desventaja de las mujeres y por mejorar sus condiciones de vida, que adquieren un
lugar prominente los estudios de la mujer en el campo sociodemográfico”.
Segundo abordaje: Parte de la conceptualización del género como una construcción
social y cultural de las diferencias entre hombres y mujeres. Se trata de privilegiar, a
nivel de estrategia metodológica y empírica, las dimensiones centrales que den
cuenta de la diferenciación socialmente construida entre los sexos para comprender
y explicar los comportamientos demográficos. “En este sentido, las diferentes
motivaciones, la mayor o menor autonomía de la mujer en el proceso de toma de
decisiones, el control y poder ejercido por otros actores tanto en el ámbito material
como simbólico, la valoración y roles asignados a ellas son, entre otros aspectos,
los que subyacen en las modalidades y características que asumen los movimientos
migratorios de las mujeres, en la frecuencia y caracterización de los procesos de
morbilidad que las distinguen, y en sus comportamientos y prácticas reproductivas.
Tercer abordaje: Parte de considerar al género desde una dimensión relacional, esto
es, el énfasis de la investigación se pone en la inclusión y otorgamiento de un
significado al término relacional en los estudios de género. Se trata aquí, entre otros
aspectos, de “relaciones sociales que se construyen a partir de las condiciones
sociales que estructuran las opciones del comportamiento individual, condiciones,
actores y relaciones sociales que, a su vez, difieren según los diversos ámbitos de
referencia en que participan las mujeres y los hombres: el ámbito reproductivo,
escolar, laboral, social, político, religioso, etc.”
Avanzar en la formulación de las políticas públicas con una perspectiva de género
implica en primer término la necesidad de producir un estudio-diagnóstico de género
que al identificar y describir la situación y características del objeto de estudio y
transformación en cuestión, tome en consideración las diferencias entre mujeres y
hombres, y en un plano causal, analizando los factores que generan desigualdades
y evaluando la factibilidad de modificarlas. Consecuentemente, a partir de estudios
de esta naturaleza puede avanzarse en la elaboración de propuestas de acción que
procuren modificar las desigualdades de género que hayan sido detectadas. 
En relación a este aspecto del enfoque de las políticas públicas desde una
perspectiva de género se ha estado planteando el concepto de transversalización de
la perspectiva de género que se define como el proceso de valorar las implicaciones
que tiene para los hombres y para las mujeres cualquier acción que se planifique, ya
se trate de legislación, políticas o programas, en todas las áreas y en todos los
niveles. Los criterios necesarios para la transversalización de la perspectiva de
género, han sido planteados en los términos de:
• La responsabilidad de poner en marcha la estrategia de la transversalización se
extiende a todo el sistema y radica en los niveles más altos dentro de los
organismos, según afirma Carolyn Hannan, Directora de la División de las Naciones
Unidas para el Adelanto de la Mujer. 
• Es preciso establecer mecanismos adecuados y fiables para controlar los
progresos realizados. 
• La identificación inicial de cuestiones y problemas en todas las áreas de actividad
debería ser tal que permita diagnosticar las diferencias y disparidades en razón del
género. 
• Jamás habría que dar por supuesto que hay cuestiones o problemas indiferentes
desde la perspectiva de la igualdad entre los géneros. 
• Deberían realizarse sistemáticamente análisis por géneros. 
• Para traducir la idea de la transversalización en realidades son importantes una
clara voluntad política y la asignación de los recursos adecuados, incluidos recursos
adicionales financieros y humanos si es necesario. 
• No eliminar la necesidad de elaborar políticas y programas específicamente
destinados a las mujeres, así como una legislación positiva en su favor; tampoco
eliminar la necesidad de unidades o coordinadores para las cuestiones de género. 

Sánchez Antelo, Acceso y adherencia al tratamiento de mujeres usuarias de


sustancias psicoactivas en la Argentina
Compara prácticas y trayectorias de consumo de sustancias psicoactivas, el acceso
a servicios de salud y la adherencia a los tratamientos, de mujeres de 18 a 65 años
de cuatro núcleos urbanos de la Argentina.
Los estudios sobre equidad de género en la adherencia al tratamiento de las
adicciones, señalan la existencia de diferencias en la accesibilidad simbólica de las
mujeres. Las consumidoras de sustancias psicoactivas resultan sancionadas
socialmente, ya que contradicen los estereotipos del género femenino. De este
modo, el estigma lleva a no tener la posibilidad subjetiva de solicitar tratamiento de
manera oportuna y con mayores dificultades que los varones, en el vínculo con los
equipos de salud. Entre las limitaciones más marcadas, se ha señalado que los
modelos de tratamiento se han diseñado fundamentalmente para los pacientes
varones y no consideran de manera sistemática las necesidades específicas de las
usuarias mujeres. Es por esto la necesidad de incluir la perspectiva de género como
herramienta orientada a identificar las diferencias en el acceso y promover su
inclusión, en el diseño, ejecución y monitoreo de las políticas de salud.
En Argentina, la tendencia nacional para la población general (16 a 65 años) implica
el incremento del consumo de sustancias psicoactivas a edades cada vez más
tempranas y con una creciente participación del consumo de mujeres,
principalmente en algunas de las sustancias.
Estudios internacionales señalan que el inicio del consumo, la relación con cada
sustancia y las modalidades de consumo varían según la etapa del ciclo de vida y
adquieren diversos significados según el género. Esta diversidad requiere, por parte
de los servicios de salud, estrategias de abordaje complejas y en múltiples niveles
para garantizar el acceso a una atención de salud temprana y oportuna.

Perspectiva conceptual
En Argentina, las explicaciones sobre el consumo de sustancias psicoactivas
reducen una problemática compleja a un problema de orden individual y/o familiar,
desconociendo los condicionantes de clase, género y edad, entre otros aspectos.
Por el contrario, los análisis interdisciplinarios dan cuenta de la complejidad del
fenómeno y evidencian que el uso de sustancias psicoactivas forma parte de una
trayectoria, que modula y es modulada, por procesos socioculturales, contextos
donde se produce, a las sustancias psicoactivas utilizadas, así como a los vínculos
que se establecen con los servicios de salud. Estos determinantes sociales
condicionan las posibilidades de acceso a los servicios del sistema y, por tanto, la
adherencia a un tratamiento.
El término “sustancias psicoactivas” hace referencia al conjunto de sustancias que
poseen un efecto psicoactivo en el cuerpo humano, sean legales o ilegales. El uso
problemático de sustancias psicoactivas, incluido el alcohol, refiere a un patrón de
consumo que provoca problemas, ya sean individuales o colectivos.
Al hablar de mujeres, no nos referimos a una esencia o una condición
natural/biológica, asociada al sexo-femenino. Aun así, las nociones de “femenino” y
“masculino” de la cultura occidental, condensan una serie de representaciones
simbólicas hegemónicas que se las asocia con características específicas que
funcionan como reguladores identitarios.Estas regulaciones determinan modos
diferentes de vivir, enfermar, consultar, ser atendidos/as y morir.
En términos de salud pública, el consumo de sustancias psicoactivas reviste de
interés por las incidencias sobre la salud individual y colectiva, cuyas consecuencias
introducen tensiones y desafíos a los servicios de salud. En este contexto, la noción
de acceso se entiende como la “oportunidad de alcanzar y obtener atención de la
salud en situaciones en las que se percibe la necesidad de atención.
La adherencia al tratamiento no es entendida como resultado de una voluntad y/o
conducta individual, sino que es parte de un proceso de negociación y
renegociación entre las pacientes, sus vínculos socio-afectivos y el equipo
profesional. Es decir, las posibilidades de ser parte del tratamiento abarca a todas
las esferas del mundo cotidiano, y es un proceso en constante definición,
apropiación y resignificación.

Características del consumo y violencias


De esta investigación surge que la modalidad de policonsumo es la más frecuente
(simultáneo o consecutivo). Las principales sustancias utilizadas son el alcohol,
seguidas de marihuana, cocaína y psicofármacos. Aun así, el alcohol es la sustancia
omnipresente en todos los territorios, más allá de las diferencias en los motivos y los
patrones de consumo y su uso problemático, suele dar origen al tratamiento.
El inicio del consumo se vincula a relaciones sexo-afectivas, siendo en la mayoría
de los casos,de la mano de sus parejas, quienes son los principales proveedores de
sustancias.
Otro elemento común en los distintos territorios, ha sido la omnipresencia de las
violencias, principalmente en el marco de las relaciones de pareja o de ex parejas,
pero ya presentes en las familias de origen, de estas mujeres. Las violencias de
género relatadas involucran múltiples modalidades: física, psicológica, económica,
patrimonial, social y sexual. Si bien las violencias física y sexual fueron identificadas,
señaladas y descriptas, tanto por las mujeres como por los profesionales
entrevistados, se describen situaciones que corresponden a otros tipos de violencia.

Acceso al sistema de salud en general y al de salud mental en particular


En el vínculo con el sistema sanitario general, se observa que los equipos de salud
no indagan sobre el consumo de sustancias. Sólo en los controles obstétricos, si los
hubo, se las interroga sobre el uso de sustancias psicoactivas. Aun cuando la
mayoría de las mujeres afirman que durante los embarazos y la lactancia
suspendieron el uso de SP, inmediatamente después retomaron el consumo.
Ninguna mencionó haber recibido orientación, atención o derivación especializada,
para el tratamiento del uso de sustancias psicoactivas durante los embarazos.
Con respecto a la accesibilidad inicial a los servicios específicos de atención por uso
problemático de sustancias psicoactivas, la demanda se da principalmente por
imposición de un tercero (algún familiar o por intervención judicial) y en menor
medida por iniciativa propia. El estigma del consumo femenino de drogas se
presenta como la principal barrera de acceso a los tratamientos. El inicio del
tratamiento se produce luego de un período largo de consumo solitario, en muchos
casos desencadenado por la amenaza de pérdida de los hijos. Entre los
profesionales se observa una disposición a garantizar el acceso de las mujeres al
tratamiento, señalan abordar de forma igualitaria la atención tanto de varones, como
de mujeres.

Maternidad: motivador y obstaculizador de la adherencia


Entre las que acceden al tratamiento, lo hacen sin apoyo social o afectivo, lo que
dificulta su adherencia. Mujeres y profesionales identifican el doble efecto del rol
materno: por un lado, los hijos y el cuidado de los mismos, surge como la motivación
principal para la búsqueda y sostenimiento de tratamiento, particularmente cuando
son casos judicializados. Por otro lado, la falta de red de apoyo familiar, institucional
y social, se ven demandadas para de proveer cuidado y atención a los hijos, lo que
las impulsa a la deserción de los tratamientos. Esta carencia de soporte y la
exigencia de cumplir el rol de madre es naturalizada.

Relevancia para las políticas en salud


Aun cuando no se trabaje específicamente en salud mental, cabría alertar a los
efectores del sistema de salud, ya que poseen mayores oportunidades de entrar en
contacto con mujeres que presentan un consumo problemático de sustancias, así
como de mejorar los procesos de articulación inter-institucionales dentro del
sistema.
En particular, remarca la necesidad de introducir en la entrevista clínica, tal y como
sugiere la OMS, la indagación sobre uso de sustancias psicoactivas y
especialmente sobre alcohol. Esta sustancia es la protagonista de numerosos
eventos de intoxicación aguda en mujeres y habilitante de situaciones de extremo
riesgo en un contexto donde la violencia de género es la norma naturalizada.

Relevancia para la formación profesional


Los propios profesionales resaltaron la necesidad de acceder a una formación
específica sobre género, consumo de sustancias psicoactivas y sobre violencias.
Entre otros tópicos, será clave trabajar la diferencia entre garantizar equidad de
género en el acceso a los tratamientos, pero esto será posible si se reconocen las
necesidades específicas de cada género.

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