Diga El Mundo Lo Que Quiera
Diga El Mundo Lo Que Quiera
Diga El Mundo Lo Que Quiera
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¡DIGA EL MUNDO
LO QUE QUIERA
ESTUDIO EN ÜN ACTO Y EN VERSO
ORIGINAL DF.
U A N JOSÉ CHAZARRI
<-t- -X^r-y^^-»-
13
MADRID
SEVILLA, 14, PRINCIPAL
1886
DIGA EL MUNDO LO OUE QUIERA!
¡DIGA EL MUNDO LO QUE QUIERA!
ESTUDIO
original de
MADRID: 1886
ISTABLECIMIENTO TIPOGRÁFICO
DE M. P. MONTOYA T COMPAÑÍA
Caños, 1.
PERSONAJES ACTORES
Román » Osuna.
EL AUTOR.
ACTO ÚNICO
Decoración modesta, pero no blanca, reducidísima, al extremo da
que el telón del foro debe ocupar la primera caja de bastido-
res, y las dos puertaslaterales han de formar chaflanes apo-
yando sus primeros términos en los bastidores de embocadura:
ventana al foro, con tiestos da flores: la puerta de la derecha
es la entrada de la calle; la de la izquierda, comunica al in-
terior de la casa. Muebles muy modestos, pero muy limpios.
En el foro derecha, cómoda, sobre la que habrá un cuadro pe-
queño que represeute la Virgeu de los Dolores, alumbrado por
una lamparilla. En el foro izquierda, velador con mantel, bo-
tellas y vaso, y copa, platos, cubierto, etc., etc. Talón de calle
detrás de la ventana del foro. La acción empieza á las once y
media de la mañaua.
ESCENA PRIMERA.
MERCEDES , acabando d© arreglar el velador, que está servido.
á Eduardo.
Merc. Sí?
Dol. Gran sorpresa!
Merc. Un imperio, Lola, vales!
Dol. (Sacando el pañuelo.)
Aquí ha presentado:
está: se
todo en seda está bordado
y lleva dos iniciales!
Merc. Dos E. E. Vamos, ya adivino.
Se unen en dicha completa...
Dol. Mi hermana, que es Enriqueta,
con Eduardo, mi padrino^
Merc. Pero muchaeha, tú sabes?...
Dol. Que se casan? Bobería!
Vaya, las niñas de hoy día
sabemos cosas más graves!
No le asuste lá noticia,
pues del mundo en el enredo,
al crecer el cuerpo un dedo
crece cuatro la malicia;
yo soy un ejemplo hecho
de lo que mi voz confiesa...
No llego en cuerpo á la mesa,
pero en picarilla, al techo!
Merc. Vamos, calla.
Dol. Se incomoda?
Merc. No me incomodo.
Dol. En mi anhelo,
yo traigo aquí este pañuelo
como regaló de boda.
Y pues nadie lo recela
quiero yo, sin que haya riña,
que pues lo bordó la niña,
á ellos lo entregue la abuela!
Merc. Dalo tú.
Dol. No hay quien me venza
á hacer esol Usted... no hay más.
Merc. Más tú, por qué no lo das?
Dol. Porque me causa vergüenza!
Mekc. Por qué tan corta este día?
Vamos, tu respuesta aguardo.
Pues no quieres á mi Eduardo?
Dol. Como á un padre, madre míal
Merc. Mucho?
Dol. Justo es que confiese.
Con cariño que ha crecido!
Cómo no? Si no he tenido
otro padre que me bese!
Y á más, en ventura ufana,
que de esto también entiendo,
va á ser su marido, siendo
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el amparo de ini hermana.
MERO. Hija mía... ven aquí...
Comprendo cuando lo pienso
el cariño tan inmenso
que Eduardo siente por tí.
En sus dichas ó en sus penas,
más te ama, aunque no nos cuadre,
que á su novia, que á su madre
y á la sangre de sus venas.
En el mundo eres su edéu!
Su delicia!... Su sosiego!
adora ciego
Sí, hija sí, te
y yo te adoro también,
que eres Lola, á no dudar,
ángel puro en nuestra historia,
desprendido de la gloria
y caido en nuestro hogar!
DoL. Vamos, no tanto, no tanto.
Merc. Hija...
DoL. Es una tontería!
Ea, vaya... Vaya, alegría
y á ver si se seca el llanto.
MERC. Deja el llanto que me anega
y que mi dolor contiene.
DOL. Yo no quiero que usted pene...
Chito!Que mi hermana llega.
Conque basta de arrechucho!
ESCENA Iií.
diálogo.
ESCENA. IV.
Dichas. — Eduardo.
(Toda esta escena del estudio es muy cómica,
muy movida y muy alegre.)
Eduard. Gran beso! Bravo: me alegra.
Enr. Eduardo!
Eduard. Es raro, á fé míal
beso con tanta alegría
en los labios de una suegra!
Merc. De veras?
Eduard. (Pasando á colocarse en medio de las dos, y be -
ESCENA V.
Enriqueta. — Eduardo.
Eduard. Hay que andar vivo!
Enr. Y de tal prisa el motivo,
dime, se puede saber?
Eduard. Celos?
Enk. Yo?
Eduard. Vamos!
Enr. Qué afán!
Y aunque ..
afectando tranquilidad.)
(Ah!) Falta mucho?
Eduard. No: nada.
algo solo del dorado
y el escudo ya empezado
que corona la fachada.
Enr. Ten cuidado!
Eduard. No me apuro.
Enr. A veces...
Eduard. Temores vanos!
Tengo yo muy buenas manos
y elandamio está seguro.
Enr. . Y hay tanta prisa?
Eduard. Infinita!
Enr. Mas por qué?
Eduard. Me hablas en broma?
Pues no sabes que hoy se toma
de dichos la señorita!
— 17 —
De veras? como los dos?
Lo mismo en su casa pasa.
Es feliz porque se casa:
como yo!
(Bendito Dios!)
Hay allí tal movimiento!...
más de lo que yo quisiera:
ni por dentro ni por fuera
hay quien descanse un momento.
Adornos!... Ricos tapices!...
Alfombras!... Muebles sin par!
Hija... Qué se yo! .. La mar!
(Preocupada )
2
— 18 —
hacen arder con pasión '
y el otro en mi corazón!
(©reeiendo en expresión hasta el final de la
escena.)
Eduard. Enriqueta!
EnR. Tú el primero
reinaste aquí. (Por el corazón.)
Eduard. Yo?
Enr. Y es más:
que el último tú serás!
Lo quieres así?
EDUARD. (Loco de amor.)
Yo quiero
de amor mi ser embriagado,
ofrecerte decidido,
lo que tú no hayas pedido,
lo que tú no hayas soñado!
Tal vale tu amor, si es cierto,
que por poderlo pagar,
quisiera en perlas cambiar
las arenas del desierto,
y en oro trocar ufa oo
de amor el pecho sediento,
el azul del firmamento
y el azul del Occeano!
Mi cariño en su crisol
anhela en afán profundo...
darte por trono este mundo,
y por corona ese sol!
ESCENA VI.
diálogo,
ESCENA VIL
Mercedes. —Enriqueta.
Merc. Adiós, vendabal furioso:
esun torbellino andando.
Enr. Siempre está alegre, contento.
Merc. No le atormentan* cuidados.
(Mercedes coge algunos objetos del velador
ve y se
dirije á la izquierda.)
Enr. Siempre así!
Mer. Que Dios lo quiera!
Enr. Se vá usted?
Merc. Tardaré un rato.
— 21 —
Tengo que hacer allá dentro
y no es cosa de dejarlo .
ESCENA VIII.
Enriqueta.
modf.)
Y nace en sus amores
si
el germen de la agonía,
consuélalo, madre mía,
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por tus benditos dolores,
que si su dicha consiste
en mi suf'rhnientJ aquí,
(Cayendo de rodillas.) '
ESCENA IX.
Rom. Lo ignoro.
Enr. Aquellos, en conclusión,
aunque no tengan perdón,
— 23 —
quitan vidas ó hurtan oro,
dos cosas en que al fijarse...
(Román quiero hablar, y Enriqueta quiere ha-
blar.)
no hables, nó: deja que arguya;
la una es mejor que concluya,
y el otro puede ganarse;
mas ni en sofisma, ni en ciencia
haber puede defensor,
para el que roba el honor
y la paz de la concieneial
E.OM. Te explicas, hija, de un modo,
que, francamente, dá grimal
Enr. De mi desgracia en la cima,
tú me lo has robado todo!
Tul Tú!...
ROM. Porqué has de cansarte!
Enr. Infame!
ROM. Calma completa!
(Después de uua pau-a.)
Dime, es verdad, Enriqueta,
que vas muy pronto á casarte?
Enr. Lo sabes?
Rom. Sí, lo sé todo.
Enr. "
• Pues...
Rom. Cesa, nada me digas.
Enr. Para que no me persigas?...
ROM. (Interrumpiéndola.)
No habrá manera, ni modo!
Porque yo tranquilo esté,
sin causarme sinsabores,
has de estar libre de amores.
ENR. (Con irouia )
Me amas mucho?
ROM. (Fríamente.) No lo sé.
(Pausa.)
Consista en lo que consista,
desde el día en que me miraste...
Enr. Primero en que me infamaste.
ROM. Yo no te pierdo de vista,
y aunque te causen ofensas,
por medios, quizá falaces,
— 24 — '
«Resistiendo y esperando
«pasé mi tiempo mejor,
»mas una noche velando
»ví á mi madre, agonizando
sen su lecho de dolor.
«Engañarte no me es dado:
»sabe claro y sin patrañas,
»que esa niña que has criado
»y por mi hermana ha pasado,
»es hija de mis entrañas!
ESCENA X.
Dichos. —Eduardo.
Eduard. (A Enriqueta.)
Déjalo: si no lo entiende;
lo entiendo, Enriqueta, yo!
Enr. Tú!...
Eduard. Yo, que siento un ariete
que me arranca el corazón!
Yo, que....
Rom. Sin vacilación!...
Eduard. (Iuterrumpiéudolo.)
No hables tú... tú... calla y vete!
Enr. Por qué has vuelto?
_ 28 —
EOUA.RD. Suerte cruel!
Sarcasmo atroz de que aún dudol
Para concluir su escudo
vine en busca de un cincel,
y él en insondable abismo
por inconcebible audacia,
labrando iba mi desgracia
con el cincel del cinismo.
(Movimiento d« Román.)
No bables, sé que altivo estás,
y aunque mi mente se ofusca,
en una frase que busca
mi afán, sé que me dirás,
que de vana suerte en pos
elmundo en necia jactancia,
establece gran distancia
entre el vivir de los dos.
En bora buena! gozad
en los dorados salones
de mentira, de ficciones
y de orgullo y vanidad!
pero con su fe sencilla
deja en eterna quietud
el reposo y la virtud
de la modesta boardilla,
ó teme que el pobre un día
con luz que en su alma se encienda,
se despoje de la venda
que le ata la felonía,
y en alas de la esperanza
mida, con medida triste,
la diferencia que existe
entre el trabajo y la holganza!
que quizá entonce en su afán
sin cuidados tan prolijos,
lleve más pronto á sus hijos
algún pedazo de pan!
Rom. Pronto, sal.
Enr. Eduardo, calma!
EduaRD. Ob! por profundos arcanos
voy á estrujar con mis manos
las infamias de tu alma!
— 29 —
No tiemblo ante tu presencial
Sal!
Sin sustol Voy...
(Después de mirar despreciativamente a Bduardo
y Enriqueta, sale.)
Salió.
Ve, si no te asusto yo,
te asustará tu conciencia!
ESCENA X.
Eduardo. —Enriqueta .
Y así se marcha... A
no verlo!.
Sale de aquí sin matarlo,
porque no puedo pensarlo
y no acabo de creerlo!
Te extrañas, porque salió
ileso? Infame! Cruel I
Si en vez de matarle á él
estoy por matarme yo!
La muerte á mí!
Pensar loco!
Al menos no sufriría!
Yo tu inocencia quería;
la vida me importa poco,
que al nacer, brisas insanas
por do quiera respiramos,
y abandonamos
al morir,
estas miseriashumanas!
Tus ideas no te eximen
de delitos agravantes ...
Se deja de existir, antes
de llevar á cabo el crimen!
Enr. Tal dices?
Eduard. Sí: digo tal.
Enr. No lo digas: loca estoy!
Que criminal, dices, soy?
Eduard. Sí, Enriqueta, criminal!
El mundo te exige, y yo,
morir buena y pura siendo!...
— 30 —
Enr. Morir una, lo comprendol
Matar á su madre, noli
Porque es fuerza que así juntes,
amor y odio tan profundo?
EdüARB. Eso, pregúntalo al mundo,
á mí no me lo preguatesi
Al destino que ea su ira,
sin que nada el mal acalle,
nos arrojó en este valle
de miserias y mentira!
(Después de una ligera pausa, dice muy rápido
y como asaltado por uua idea.)
Si con bendición de arriba
y fé en mí, noble y sincera,
efectuado se hubiera
el lazo que á unirnos iba,
mañana, por gran dolor,
aunque, á los necios desprecio,
al desprecio de algún necio
me hubiera hecho acreedor.
No, Enriqueta! Aunque me pasmo
con este amor que sentí,
no quiero ver sobre mí
desprecio, burla y sarcasmo,
que quiero, con alegría,
si alguien me llega. á ofender
pedazos poder hacer
al que ultraje la honra mía!
Y con derecho y razón
hirviendo sangre en mi pecho,
con razón y con derecho
estrujar su corazón! (Pausa.)
Enr. Todo inútil!
Edüard. Todo! Sí.
Enr. Será...
Edüard. De dolor esencia
para el mundo indiferencia,
aunque muerte para mil
Enr. Basta: aun resta una verdad
que me devuelva quietud.
Edüard. Cual?
Enr. La más pura virtud
— 31 —
de todas. La Caridadl
Ante ella mi ser hoy postro
porque cubra en ansia loca,
la pureza de su toca
la vergüenza de mi rostro!
Voy á existir, sin patrañas,
porque no te martiricen,
junto á enfermos que agonicen
con la hija de mis entrañas!
EüUARD. (Al oir que va A separarse do la niña.)
La niña... tu hija!...
Enr. Sí.
EüUARD. (En colmo del dv.lor.)
el
Enriqueta!..Justo Dios!
Es que se muere? Se muere?...
(don arrauque del alma.)
Libertad que al bien inclinas!
Volcaues mil que abrís grietas!
— 33 —
Hilo que rayo sugetasl
al
Ciencia que al mundo dominasl
Emplead juntos el poder
y arrancad, por ser mi suerte,
á las garras de la muerte
la vida de esta mujer,
aunque el fuego, si es eterno,
que en vida su ser encienda,
con Satanás se desprenda
de las llamas del infierno!
(Pausa. La mira: no sabe que hacer, y grita.)
Madrel
ESCENA. XI.
Dichos. — Mu rcedes.
Merc. Hijo!
^Mercedes sale sin precipitación, porque lo ha
oido todo.)
Eduard. Si en algo cree...
Merc. Eduardo!
Eduard. Allí, que se muere.
(Al final del parlamento anterior, ha quedada en
la izquierda, y eu este momento llega Mercedes á
donde está Enriqueta derimayada.)
El mundo, el mundo lo quiere!...
Madre... yo ..
Merc. Todo lo sé.
Eduard. (Oon mucha ansiedad.)
Respira?
Merc. Sí.
Eduard. Por favor! >
Va Verdad en suma!
á morir?
Merc. No, Eduardo; sólo la abruma
el peso de su dolor!
EaüARD. Qué hacer?
Merc. Depende de tí
Piensa.
Eduard. Pensar? Ni nn momento!
Si ya aquí no hay pensamiento,
si sólo hay sombras aquí!
— 34
ESCENA ULTIMA.
Dichos.— Dolores.
Dol. . Enriqueta!
(Al verla desmayada se acerca á ella, diciendo.
Ay! ..
PROVINCIAS Y ULTRAMAR.
EXTRANJERO.
FRANCIA: Librería española de E. Denné, 15, me
Monsigni, París. PORTUGAL: D. Juan M. Valí i.