Tema 8.1 Alteraciones

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Tema 8

Revista de Investigación en Logopedia


Descripción del cambio del TEL al TDL en contexto angloparlante

El Trastorno Específico del Lenguaje (TEL) es un trastorno del neurodesarrollo que afecta
aproximadamente a un 7% de la población y que compromete a la expresión y/o comprensión del
lenguaje oral. Sin embargo, es un trastorno muy desconocido para la población general. Uno de los
factores que lo explican es la gran dispersión terminológica que diferentes profesionales y manuales de
diagnóstico han utilizado para designarlo. Ante el gran desconocimiento del trastorno y la confusión
generada a nivel profesional respecto a la nomenclatura y los criterios diagnósticos Bishop et al. (2016,
2017) llevaron a cabo dos estudios a través del método Delphi en el que participaron diferentes
investigadores, profesionales especializados en el TEL así como personas de asociaciones de familiares del
ámbito angloparlante (consorcio CATALISE). Las principales conclusiones fueron la apuesta por el cambio
terminológico hacia el Trastorno del Desarrollo del Lenguaje (TDL) así como unos criterios de diagnósticos
que enfatizan en las dificultades funcionales que genera el trastorno y en su pronóstico. En el presente
artículo se hace una revisión exhaustiva de todas las implicaciones que los resultados de estos estudios
tienen en la conceptualización, la evaluación y la intervención del trastorno. En el ámbito
hispanohablante es necesario que se lleve a cabo un trabajo de reflexión y consenso que acuerde la
terminología y los criterios de diagnósticos para adaptarlos/ajustarlos al contexto sociocultural y lingüístico
de todos los países de habla hispana.

INTRODUCCIÓN

El trastorno específico del lenguaje (TEL) es un trastorno del neurodesarrollo que afecta a la expresión y/o la
comprensión del lenguaje oral. Implica un lenguaje muy inmaduro y retrasado respecto de la normalidad, y que
la evolución es muy lenta. Se trata de un trastorno que afecta de forma importante a la comunicación,
socialización, desarrollo de habilidades académicas... durante todo el desarrollo de la persona.

El trastorno ha recibido diferentes nombres a lo largo de la historia desde 1822 cuando el médico alemán Franz
Gall describió a los niños que tenían problemas específicos con el lenguaje en ausencia de otras alteraciones
que explicaran esos problemas (afasia congénita, afasia del desarrollo, audiomudez o disfasia), hasta que
Leonard (1981) acuñara el concepto Specific Language Impairment (SLI) que fue traducido al español como
trastorno específico del lenguaje (TEL).
Con la llegada del siglo XXI se ha generado una gran dispersión terminológica con el uso, entre otros, de los
términos trastorno del lenguaje (Ellis Weismer, 2000), trastorno de aprendizaje del lenguaje, trastorno
primario del lenguaje (Kohnert y Ebert, 2010) o trastorno del desarrollo del lenguaje (Norbury, 2008; Valdizán,
2011). Bishop expresaba esta gran dispersión con la combinación de diferentes nombres,
adjetivos/modificadores y descriptores:

Tabla 1. La gran dispersión terminológica del TEL. Traducido y adaptado de Bishop (2014)
Nombre Adjetivo/modificador Descriptor
Necesidad Dificultad Problema Específico Lenguaje Habla y Lenguaje
Discapacidad Invalidez Trastorno Primario del Desarrollo (sin prefijo) Habla/Lenguaje
Desorden Retraso Aprendizaje del Lenguaje
Habla, Lenguaje y Comunicación
Comunicación

Esta dispersión terminológica se ha manifestado en la disparidad que tradicionalmente han mostrado los dos
manuales sobre diagnóstico más relevantes, uno del ámbito de la medicina, la Clasificación Internacional de las
Enfermedades (CIE) y el otro del ámbito psicológico, el Manual de Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos
Mentales (DSM).

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El DSM-IV-TR (American Psychiatric Association [APA], 2000) no recogía una categoría diagnóstica para el TEL
sino que dentro de los Trastornos de la comunicación de inicio en la infancia o la adolescencia se incluían estos
trastornos:

 Trastorno del lenguaje receptivo.


 Trastorno del lenguaje expresivo.
 Trastorno mixto del lenguaje receptivo-expresivo

En la versión actualizada, DSM-V (APA, 2013), se opta por:


- diagnóstico de trastorno del lenguaje para los niños con un vocabulario reducido
- estructuras de frase limitadas
- dificultades en el discurso.
Cuando la afectación es en el ámbito de la pragmática, propone una nueva categoría diagnóstica, la de
trastorno de la comunicación social (pragmático).

El CIE-10 (World Health Organization, 1992), recogía dentro de los Trastornos específi del desarrollo del habla y
del lenguaje los siguientes trastornos que encajarían con las manifestaciones propias del TEL:

 Trastorno de la expresión del lenguaje.


 Trastorno de la comprensión del lenguaje.

En la última versión publicada en 2019, el CIE-11 opta por el término Trastorno del desarrollo del lenguaje del
que distingue tres subtipos:

 Trastorno del desarrollo del lenguaje con afectación en el lenguaje receptivo y expresivo.
 Trastorno del desarrollo del lenguaje con afectación principalmente en el lenguaje expresivo.
 Trastorno del desarrollo del lenguaje con afectación principalmente en la pragmática.

En las últimas versiones (DSM-V y CIE-11) ni la nomenclatura ni los subtipos que incluye son los mismos:

DSM-V CIE-11
Denominación trastorno del lenguaje trastorno del desarrollo del lenguaje
Subtipos No distingue subtipos • Trastorno del desarrollo del lenguaje con afectación en el
lenguaje receptivo y expresivo.
• Trastorno del desarrollo del lenguaje con afectación
principalmente en el lenguaje expresivo.
• Trastorno del desarrollo del lenguaje con afectación
principalmente en la pragmática.

Categoría Trastorno de la Se corresponde con el subtipo Trastorno del desarrollo del lenguaje
diagnóstica comunicación social con afectación principalmente en la pragmática
(pragmático)

Esta dispersión terminológica es uno de los factores que ha generado que, a pesar de su alta prevalencia–
uno de cada catorce niños de promedio presenta este trastorno – sea un trastorno muy desconocido para
la población general, así como también para muchos profesionales del ámbito de la educación o la
psicología, pese a la gravedad.

Este desconocimiento es mayor que otros trastornos que presentan una prevalencia similar o mucho menor
que el TEL como es el caso del TEA –trastorno del espectro autista– (1- 2% de prevalencia) o el TDAH –
trastorno por déficit de atención e hiperactividad– (7,2% de prevalencia), que sin embargo, son mucho más
conocidos por la sociedad.
Al TEL se le ha caracterizado como un trastorno invisible. Esta falta de reconocimiento del TEL tiene
consecuencias en las decisiones sobre las políticas y los recursos que se dedican para su atención y tiene su
reflejo también en el número de proyectos de investigación y de publicaciones que se realizan de este
trastorno en relación con otros trastornos del neurodesarrollo como el TEA o el TDAH que son menos
prevalentes.
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En 2012 Dorothy Bishop, Gina Conti-Ramsden, Becky Clark, Courtenay Norbury y Maggie Snowling impulsaron
la campaña de sensibilización inicialmente llamada Raising awareness of specific language impairment (The
RALLI Internet campaign) para aumentar la visibilidad y el conocimiento del TEL.
La campaña contempló la creación de un canal de Youtube (www.youtube.com/ rallicampaign) que incluyó
videoclips de información sobre el TEL en inglés y español en el que participan las propias impulsoras,
profesionales del ámbito, personas con TEL y familiares.

En 2014, el debate sobre la terminología alcanzó otro hito destacable con la edición de un número especial
dedicado al debate sobre el TEL: criterios de diagnóstico y terminología en la revista International Journal of
Language & Communication Disorders (IJLCD). Este número especial titulado The SLI debate: diagnostic criteria
and terminology y cuya editora fue Susan Ebbels, contó con dos artículos.

Bishop (2014) analizó la terminología para designar los problemas de lenguaje oral de causa inexplicable en
población infantil.
Se planteó:
- si debemos abandonar las etiquetas de diagnóstico
- si el modelo médico es apropiado en este trastorno.
Analizó:
- múltiples criterios utilizados para identificar los problemas de lenguaje de los niños y las etiquetas
utilizadas hasta el momento.
En las conclusiones abogó por:
- adoptar una terminología y unos criterios diagnósticos acordados y comunes por y para todos.

Reilly, (2014) revisaron la literatura para explorar los orígenes del término trastorno específico del lenguaje
(Specific Language Impairment). Las autoras consideraron:
- que no había evidencia empírica para respaldar el uso continuado del término TEL
- había una evidencia limitada sobre si había proporcionado beneficios reales para los niños y sus familias
debido a los criterios restrictivos de exclusión usados para determinar el acceso a los servicios de
logopedia.
Las autoras propusieron:
- la eliminación de la palabra “específico” para que se usara, por tanto, la etiqueta trastorno del lenguaje.
- que los criterios de exclusión se flexibilizaran y se adoptaran criterios inclusivos que tuvieran en cuenta la
naturaleza fluida del desarrollo del lenguaje, particularmente en el período preescolar.

Ambos artículos incluyeron los comentarios de diferentes personas, seleccionadas por la editora, de gran
relevancia en el estudio del TEL y que representaban a puntos de vista de diferentes agentes (académicos,
logopedas, psicólogos, médicos, profesionales del mundo clínico, educativo y organizaciones de familiares de
personas con el trastorno). Estas personas plantearon sus argumentos a favor y en contra de las conclusiones
de los dos estudios.

Este número especial abrió de manera crucial el debate terminológico y mostró las discrepancias en este
aspecto. El debate tuvo su continuación tanto en un foro creado por el Real Colegio de Logopedas Británico
(Royal College of Speech & Language Therapists, RCSLT) como en un debate en la plataforma Twitter
organizado por el grupo de logopedas australianas WeSpeechies en el que todas las personas que no habían
participado en el número especial pudieron dar su punto de vista y hacer los comentarios y acotaciones que
consideraron.
Para poder llevar a cabo un ejercicio de consenso que obtuviera el máximo respaldo tanto de diferentes
profesionales, académicos y familiares a lo largo de la geografía angloparlante, Dorothy V. Bishop y Maggie
Snowling impulsaron dos estudios basados en el método Delphi:
- uno dedicado a los criterios de diagnóstico del TEL (completado en noviembre de 2015; Bishop et al., 2016)
- otro dedicado a la terminología (completado en septiembre de 2016; Bishop et al., 2017).

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El método Delphi tiene como objetivo la consecución de un consenso basado en la discusión entre expertos
mediante un proceso interactivo. La metodología parte de la selección de un panel de expertos que deben
contestar a un cuestionario. A partir de los resultados obtenidos se vuelve a realizar otro cuestionario que
deberán contestar los mismos expertos, tras darles a conocer los resultados obtenidos en la consulta anterior.
El proceso puede repetirse varias veces hasta alcanzar el máximo nivel de consenso posible. Finalmente, los
responsables del estudio elaboran sus conclusiones a partir del tratamiento estadístico de los datos obtenidos.
El objetivo del primer estudio fue poder conseguir el máximo consenso sobre cómo identificar aquellos niños
que necesitan el apoyo intensivo de un profesional en área del desarrollo del lenguaje que va más allá del que
reciben ordinariamente en las clases.
El objetivo del segundo estudio fue acordar cuál es el mejor término para definir a esos niños con problemas
graves en el desarrollo del lenguaje.

El panel de expertos participantes conformaron lo que los autores bautizaron como el consorcio CATA- LISE,
que estuvo compuesto por 59 personas de países de habla inglesa (Australia, Canadá, Irlanda, Nueva Zelanda,
Reino Unido y Estados Unidos) entre los cuales estaban las personas que habían hecho comentarios en los
artículos del número especial del 2014 y miembros adicionales de las categorías con menos representación de
entre logopedas, psicólogos, maestros de educación especial, audiólogos, pediatras, psiquiatras y asociaciones
de familiares de niños con TEL.

A partir de los comentarios del número especial en la revista International Journal of Language &
Communication Disorders, del debate en el foro creado por el Real Colegio de Logopedas británico y del debate
en Twitter de WeSpeechies, las moderadoras del estudio –Bishop y Snowling– crearon inicialmente 76
afirmaciones (por ejemplo: Afirmación 2. El término “trastorno del lenguaje” se propone para los niños que
probablemente tengan problemas de lenguaje que duran hasta la infancia media y más allá, con un impacto
significativo en las interacciones sociales cotidianas o el progreso educativo). Estas afirmaciones fueron
revisadas por un subgrupo de los expertos participantes que finalmente seleccionaron 46 afirmaciones. Con
ellas se inició la primera ronda del estudio enviando las afirmaciones seleccionadas a todos los miembros del
panel de expertos que, de forma totalmente anónima, puntuaron cada afirmación en función de su grado de
acuerdo y pudieron hacer todos los comentarios que consideraron oportunos. Con esta información las
moderadoras enviaron un resumen a todos los participantes con los principales resultados y reformularon, de
acuerdo con las afirmaciones que habían alcanzado mayor consenso y considerando los comentarios
realizados, un nuevo conjunto de 27 afirmaciones que se enviaron de nuevo a los miembros del panel para que
las puntuaran de nuevo e hicieran sus comentarios, realizando así la segunda ronda. Finalmente, las
moderadoras, a partir de las respuestas de la segunda ronda, editaron las 27 afirmaciones definitivas e
incluyeron un resumen de los comentarios. Con ello, enviaron feedback a todos los participantes con los
principales resultados y consensos y elaboraron los dos artículos Bishop.

Figura 1. Proceso llevado a cabo en el estudio Delphi (Traducido de Bishop et al., 2016).

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En febrero de 2020, la revista Perspectives of the ASHA Special Interest Groups editada por la Asociación
Americana de Habla, Lenguaje y Audición (American Speech-Language-Hearing Association, ASHA), publicó un
monográfico dedicado al trastorno específico del lenguaje / trastorno de desarrollo del lenguaje. Contó con
seis artículos.

Algunos de los artículos generaron diferentes polémicas puesto que la propia Dorothy Bishop mostró que
incluían ciertas imprecisiones respecto a los resultados obtenidos en los estudios del consorcio CATALISE.
Generó la publicación de una corrección del artículo de Green (2020a;b) así como una carta al editor (Bishop,
2020) referente al artículo de Rice (2020a) y una respuesta de la propia Mabel Rice (Rice, 2020b).

Con el objetivo de poder transmitir los principales cambios que supusieron los estudios llevados a cabo por el
consorcio CATALISE mediante el método Delphi, se recogen las principales novedades que han comportado.
La ordenación de los contenidos no se presenta en función del número del estudio sino que se ha realizado
bajo el criterio de mayor claridad y entendimiento por parte del lector:

Nueva terminología: El trastorno del lenguaje y el trastorno del desarrollo del lenguaje (TDL)

La primera novedad con relación a la terminología del trastorno es la distinción entre el trastorno del lenguaje
y el trastorno del desarrollo del lenguaje (TDL).
El trastorno del lenguaje (TL) hace referencia a
aquellos niños que presentan dificultades
severas y persistentes en el desarrollo del
lenguaje que afectan al desarrollo social o
escolar en su vida diaria.
Hay un grupo de niños con trastorno del
lenguaje en los que la afectación en el lenguaje
oral ocurre como consecuencia de una
condición biomédica. Estos niños necesitan una
intervención que vaya más allá de las
dificultades del lenguaje y también se centre en
las otras áreas del desarrollo en las que también
impacta esa condición. En estos casos, la
propuesta del CATALISE es diagnosticar a estos
niños, respecto a su afectación en el lenguaje,
como “trastorno del lenguaje asociado a…” e
indicar la condición médica que presentan
conjuntamente al trastorno del lenguaje como
puede ser, por ejemplo:
 Daño cerebral
 Trastornos neurodegenerativos
 Parálisis cerebral
 Hipoacusia neurosensorial
 Síndromes genéticos
 Autismo
 Discapacidad intelectual

El consorcio CATALISE recomienda usar el


término trastorno del desarrollo del lenguaje
(TDL) para designar a aquellos otros niños que la
afectación grave en el lenguaje oral ocurra sin
que haya un trastorno aso- ciado ni una
explicación clara que lo justifique (Figura 2).

Esta terminología substituye a la anteriormente


utilizada; trastorno específico del lenguaje (TEL).

Figura 2. Esquema de la toma de decisiones en el uso de las etiquetas


diagnósticas según consorcio CATALISE

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El TDL se define como:
- trastorno severo y persistente en la adquisición y el desarrollo del lenguaje oral
- no asociado a una condición médica
- puede involucrar a uno o varios componentes del lenguaje en diferente grado tanto a nivel expresivo como
receptivo
- afecta al desarrollo social y/o escolar
El consorcio CATALISE incluye tanto el TL como el TDL dentro de la categoría más amplia de necesidades del
habla, lenguaje y la comunicación (Figura 3).

Figura 3. Áreas de afectación de las etiquetas diagnósticas según el consorcio CATALISE en relación con las necesidades del habla, el lenguaje y la
comunicación
El TDL no es un trastorno homogéneo sino que presenta una gran heterogeneidad, ya que estos niños pueden
presentar una gran variedad de dificultades. El lenguaje es muy complejo y puede estar afectado de diferentes
formas. Como puede verse en la figura 3, el trastorno del desarrollo del lenguaje (TDL) puede afectar a una o
diversas de las siguientes áreas:

 Fonología
 Sintaxis
 Morfología
 Semántica
 Acceso al léxico
 Pragmática
 Discurso
 Aprendizaje verbal/memoria

Es importante destacar que, cuando la afectación se encuentra únicamente en la fonología, el diagnóstico no


debe ser de TDL sino el de trastorno de los sonidos del habla (TSH).

Los factores de riesgo del TDL

Existen diversos factores de riesgo ambientales y biológicos asociados con una mayor probabilidad de
presentar problemas de lenguaje que son muy comunes en la población infantil con TDL. Estos factores no
deben usarse para excluir un diagnóstico porque no se ha demostrado de manera clara que tengan una
relación causal directa con las dificultades del lenguaje. Los factores de riesgo no son predictores sólidos del
nivel lingüístico de los niños, pero son más frecuentes en niños con trastornos del lenguaje que en niños con
desarrollo típico. Los factores de riesgo incluyen:

 Tener antecedentes familiares con dificultades del lenguaje


 Ser varón
 Vivir en un entorno con nivel socioeconómico bajo
 Bajo nivel educativo de los padres
 Negligencia, abuso o maltrato infantil
 Complicaciones en la gestación o el parto (a no ser que causen algún síndrome, trastorno o condición).
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La detección del TDL

Para hablar de la detección del TDL resulta obligatorio hacer referencia a los hablantes tardíos.
Un hablante tardío es un niño que:
- entre un año y medio y dos años produce menos de 10 palabras inteligibles
- o que entre dos años y dos años y once meses produce menos de 50 palabras, además presenta
ausencia de enunciados de dos palabras.
Muchos hablantes tardíos evolucionan favorablemente sin ninguna ayuda especial.
La investigación hasta la fecha ha demostrado que es difícil predecir cuáles de estos niños tendrán
problemas a más largo plazo.

CATALISE recomienda una evaluación cada seis meses para seguir la evolución de los hablantes
tardíos.
También se propone que solo en el caso de aquellos hablantes tardíos que tengan entre 2 y 3 años y
presenten problemas de lenguaje se los diagnosticará como TDL si cumplen las siguientes características:

 Pobre comprensión de lenguaje


 Pobre uso de gestos
 Antecedentes familiares de dificultades del lenguaje o trastorno de lenguaje

Si no presentan ninguno de estos factores no se los deberá diagnosticar con la etiqueta de TDL hasta los 5 años
pero se deberá llevar a cabo una espera vigilante con evaluación cada seis meses.

Los niños con dificultades fonológicas en educación infantil que no van acompañados de otros problemas del
lenguaje responden bien a la intervención. En estos casos, se recomienda el diagnóstico de trastorno de los
sonidos del habla (TSH) al ser poco probable que los problemas de lenguaje persistan.

Un término que ha sido muy utilizado tradicionalmente en el ámbito educativo y clínico es el de retraso del
lenguaje. La tradicional distinción entre retraso del lenguaje y trastorno del lenguaje no tiene evidencia
empírica.
CATALISE recomienda que no se use la categoría retraso del lenguaje. Para aquellos niños que no cumplen los
criterios para tener un trastorno del lenguaje, se recomienda usar el concepto niño con dificultades del
lenguaje. En la Figura 4 se puede ver un esquema de las recomendaciones en la decisión de etiquetaje
diagnóstico respecto a la identificación del TDL.

Figura 4. Esquema cronológico de los criterios de etiquetaje diagnóstico del trastorno del desarrollo del lenguaje (TDL) con relación a las etiquetas de
hablante tardío (HT) y de dificultades del lenguaje
Evaluación y diagnóstico del TDL

Una de las preguntas más importantes que las familias y el profesorado se plantean cuando se encuentran con
un niño que presenta dificultades en el lenguaje oral es ¿cuándo se le debe derivar para hacer una
evaluación?
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CATALISE recomienda que la derivación para hacer una evaluación especializada se haga cuando:

 El profesorado, las familias o profesionales de la salud muestren una preocupación por el desarrollo del
habla, el lenguaje o la comunicación (evitar el Ya hablará…).
 Se observe una falta de progreso en el desarrollo del lenguaje o en los resultados académicos a pesar de
tener apoyo específico en el aula.

Además, como muchas dificultades del lenguaje oral pasan desapercibidas o quedan enmascaradas por
dificultades graves en otras áreas, se recomienda hacer a una evaluación especializada del lenguaje oral en
aquellos niños que presentan dificultades:

 Conductuales o psiquiátricas
 De comprensión lectora
 De audición

Una vez que el niño haya sido referido para llevar a cabo una evaluación, CATALISE recomienda que las fuentes
de información para llevar a cabo el diagnóstico de TDL deben ser múltiples e incluir:

 Entrevistas y/o cuestionarios a família y profesorado


 Observación directa del niño
 Test estandarizados
 Evaluaciones basadas en criterios evolutivos

Los criterios de exclusión que tradicionalmente se habían utilizado para el diagnóstico del TEL ahora se
flexibilizan y se ajustan a la evidencia que han mostrado diferentes investigaciones en los últimos años:

 El cociente intelectual no verbal (CINV) mínimo evaluado con test estandarizados se establece en una
puntuación de 70. Anteriormente se había utilizado la obtención de una puntuación de 85 o superior en la
evaluación del CINV como punto de corte. Con este criterio muchos niños que presentaban dificultades del
lenguaje y obtenían una puntuación en CINV inferior a 85 y superior a 70 (límite establecido a partir del que
se considera que el niño presenta una discapacidad intelectual) quedaban excluidos. Por ello, CATALISE
recomienda bajar el criterio de CINV mínimo hasta 70.
 No se requiere ninguna discrepancia entre el nivel lingüístico y el CINV. La justificación que había
detrás de este criterio era que debía existir una discrepancia considerable entre el nivel de lenguaje oral que
había de ser más bajo de lo normal y la inteligencia no verbal que debía estar dentro de los parámetros de la
normalidad. Diferentes estudios han demostrado que un nivel de CINV de entre 70 y 85 no tiene un efecto ni
en la aparición ni en la gravedad del trastorno del lenguaje. Por ello, CATALISE recomienda que no se requiera
esta discrepancia.
 Se elimina un punto de corte del nivel lingüístico. Para garantizar que los niños tuvieran un nivel de
gravedad importante se había establecido como punto de corte que los niños presentaran –1,25 o –1,5
desviaciones típicas (DT) por debajo de la media en escalas estandarizadas de evaluación del lenguaje. Sin
embargo, estos puntos de corte planteaban muchas controversias sobre el número y tipo de pruebas que se
debían utilizar. CATALISE opta por una visión más holística y recoge que el trastorno debe ser grave y
persistente y afectar al desarrollo social y/o escolar sin establecer un punto de corte en la evaluación
lingüística.

CATALISE enfatiza en la afectación funcional, que interfiere tanto a la comunicación como a su desempeño de
las actividades escolares, y en el mal pronóstico en lugar de dar importancia a una puntuación o percentil de
corte en una o diversas pruebas del lenguaje. Se recomienda que el diagnóstico de TDL se haga cuando:

 El niño presenta dificultades que le crean obstáculos en la comunicación o el aprendizaje en su vida


diaria.
 Los problemas de lenguaje oral sea muy improbable que se resuelvan (o no se han resuelto) a los 5
años.
 Las dificultades del lenguaje oral no estén asociados a ninguna condición biomédica.

Los niños que viven en un entorno familiar desfavorecido deben diagnosticarse como TDL si presentan
dificultades graves y persistentes del lenguaje, de igual manera que se diagnostican los demás niños en
entornos más favorecidos.
Se rechaza la idea de que las dificultades del lenguaje puedan ser causadas por el entorno familiar porque no
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existen indicadores fiables que lo demuestren.
El nivel socioeconómico bajo únicamente se debe considerar como un factor de riesgo que interacciona con
muchos otros.

También se considera el multilingüismo dentro de los acuerdos. Los niños con una limitada exposición a la
lengua propia del país de acogida pueden ver restringidas sus oportunidades sociales y educativas. En estos
casos, no se les debe diagnosticar como TDL a no ser que, después de solicitar una evaluación, se demuestre
que tienen una pobre expresión y/o comprensión en su primera lengua; (figura 2).
Para poder diagnosticar como TDL a un niño que tiene como primera lengua una lengua diferente a la del
contexto en el que vive se le debe evaluar el nivel de competencia en su primera lengua y, en caso de mostrar
un trastorno severo y persistente, optar por el diagnóstico.

La clasificación de subtipos del TDL

Las diversas clasificaciones del TEL que se han propuesto nunca han conseguido ser mutuamente excluyentes,
hecho que ocasionaba que muchos niños no encajasen perfectamente en ninguno de los subtipos propuestos.
CATALISE recomienda que no se distingan entre subtipos de TDL.
Proponen que el diagnóstico debe indicar las áreas afectadas, por ejemplo, “Niño con TDL con afectación a nivel
expresivo en fonología, acceso al léxico, morfología y sintaxis”.

Las comorbilidades del TDL

Los trastornos del neurodesarrollo presentan una gran comorbilidad entre ellos, esto es debido a que
comparten afectaciones en diferentes bases cognitivas.

 TDAH  Trastornos del habla


 Problemas motores (incluyendo el  Alteraciones en las funciones ejecutivas
trastorno del desarrollo de la  Trastornos de la conducta o emocionales
coordinación o dispraxia evolutiva)  Trastornos emocionales
 Dislexia

Los trastornos anteriores se pueden presentar de forma concurrente con el TDL y no deben usarse para excluir
su diagnóstico puesto que no puede justificarse la afectación en el lenguaje como consecuencia de su
coexistencia –hay niños con estos trastornos que no tienen problemas en el lenguaje oral.
Además, la evidencia fruto de la investigación ha demostrado que la intervención en el área de lenguaje no se
debe realizar de forma diferente cuando hay un trastorno comórbido que cuando no se encuentra asociado a
otra patología.
Ante la presencia de estos trastornos CATALISE propone que se deberá utilizar un doble diagnóstico (TDL
comórbido con…/ TDL y …):

Intervención y TDL

CATALISE recoge algunas recomendaciones sobre la atención educativa y la intervención de los niños con TDL.
La población con TDL presenta dificultades para:
- aprender nuevas palabras y conceptos: no recuerdan algunas palabras cuando las quieren usar y los
problemas en expresión y/o comprensión les dificultan hacer acciones conjuntas con sus amistades y ello
puede generar aislamiento.
- para recordar información cuando cuentan historias o eventos vividos y esto puede generar que no
cuenten a familiares o educadores episodios de victimización (bullying).
- para escuchar y realizar otras tareas al mismo tiempo. Eso provoca que no puedan seguir largas ni
complejas explicaciones y, en consecuencia, muchas veces parece que no estén atentos. Por ello, se ha de
confirmar siempre que el niño ha entendido la información antes de cualquier instrucción o tarea.

CATALISE recoge que los niños con unos ambientes familiares desfavorecidos y diagnosticados como TDL
deben recibir intervención igual que el resto de niños con TDL, puesto que no hay ninguna evidencia que ellos
respondan peor a la intervención.

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Repercusión de los estudios en el ámbito clínico y científico

Tras más de tres años de publicación de los dos estudios, la adopción de estos criterios ha sido ampliamente
asumida tanto en el ámbito académico como en el ámbito clínico en toda la geografía angloparlante. A nivel
científico, se puede observar el número de publicaciones que se han producido desde 2018 hasta el 2020 con
el uso del nombre “Developmental Language Disorder” que es muy superior que el de “Specific Language
Impairment” (Tabla 2).
Tabla 2. Número de publicaciones con el nombre “Developmental Language Disorder” y “Specific Language
Impairment” en Pubmed en últimos tres años (fecha de consulta 5/01/2021).
DLD SLI
2018 55 71
2019 107 54
2020 150 48

A nivel clínico las principales organizaciones profesionales de logopedas del ámbito angloparlante han optado
por utilizar esta terminología en sus escritos y revistas oficiales. Se trata de asociaciones como la ASHA, la
RCSLT o la Speech Patholog y Australia.
En el ámbito hispanohablante, que representa una población mundial de más de 400 millones de personas, es
necesario aún establecer un debate para poder llegar a un acuerdo sobre este trastorno.
Se debería debatir, consensuar y decidir si:
- se debe producir un cambio en la etiqueta del trastorno y adoptar la terminología TDL,
- se deben establecer consensos sobre la evaluación y el diagnóstico
- se deben tomar por válidas las recomendaciones del CATALISE también en nuestro contexto lingüístico.

El mayor intento de consenso en el contexto hispanohablante fue llevado a cabo por la Asociación Española
de Logopedia, Foniatría y Audiología e Iberoamericana de Fonoaudiología (AELFA-IF) mediante su comité de
expertos sobre el TEL. Los acuerdos a los que llegaron se publicaron en un artículo de la revista de la
asociación y establecieron diferentes directrices respecto a la terminología y a los criterios de diagnósticos. Sin
embargo, ese trabajo se llevó a cabo antes que se publicaran los dos estudios en el ámbito angloparlante. Por
tanto, es urgente llevar a cabo ese trabajo de reflexión y que culmine con un acuerdo que sea ampliamente
asumido por todos los países de habla hispana. Sería fundamental que este debate partiera del análisis de la
situación que actualmente tiene el trastorno en los diferentes países hispanohablantes teniendo en cuenta sus
características socioculturales y lingüísticas que son diferentes a las del contexto anglosajón.

Conclusiones

A partir de la gran dispersión terminológica que estaba teniendo el trastorno del lenguaje oral en la etapa infantil en el
ámbito angloparlante, Bishop (2016, 2017) llevaron a cabo dos estudios con método Delphi para llegar a un acuerdo sobre
el término y los criterios diagnósticos. En estos estudios participaron 59 expertos que representaban a diez disciplinas (entre
ellas, educación, psicología, logopedia, pediatría y psiquiatría infantil) de países de habla inglesa (Australia, Canadá,
Irlanda, Nueva Zelanda, Reino Unido y Estados Unidos) que en tres rondas fueron puntuando diferentes afirmaciones
hasta llegar a un acuerdo de alrededor del 80% en la última de ellas. En el primer estudio, dedicado a los criterios
diagnósticos, se optó por rebajar el límite mínimo CINV desde 85 hasta 70; la eliminación de un punto de corte del nivel
lingüístico y la apuesta por una concepción más holística y que enfatiza en la afectación funcional que se focaliza en la
incidencia que el trastorno tiene en el desarrollo social y escolar del niño. En el segundo estudio, dedicado a la terminología
(Bishop et al., 2017), las autoras acordaron el uso del término general trastorno del lenguaje para referirse a todos los
niños que muestran dificultades en la comprensión y/o la producción de lenguaje que les causa un deterioro funcional en la
vida cotidiana, sea cual sea su causa. Por otro lado, se optó por la etiqueta trastorno del desarrollo del lenguaje en
sustitución de la de trastorno específico del lenguaje (en inglés, Developmental Language Disorder en substitución de
Specific Language Impairment) para referirse a aquellos niños con trastorno del lenguaje que no esté asociado con una
etiología biomédica conocida.

Estos estudios han tenido una gran repercusión en el ámbito angloparlante y han sido ampliamente asumidos tanto por los
profesionales como por los investigadores y académicos. En el ámbito hispanohablante es necesario que se lleve a cabo un
proceso de reflexión y consenso similar que culmine con un amplio acuerdo compartido por todos los países de habla
hispana.

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