La Etica de La Convivencia

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CONTENIDO: LA IMPORTANCIA DE LOS VALORES EN LA CONVIVENCIA, LA ETICA DE LA

CONVIVENCIA.

IMPORTANCIA DE LOS VALORES EN LA CONVIVENCIA.

En la actualidad vivimos en una sociedad que sufre cambios constantemente y que nos afectan a
cada uno de nosotros. Muchas de las acciones que toman las personas o que tomamos llegan a
repercutir de manera positiva o negativa.

Como personas siempre tendremos necesidades individuales y en grupo que debemos de


satisfacer de la mejor manera. Una de las formas en las que llegamos a cubrir esas necesidades es
a través de la convivencia.

La convivencia es un comportamiento necesario en nuestras vidas, ya que nos ayuda a tener el


sentido de pertenencia. Nuestra vida empieza a convivir desde el momento en que nacemos con
nuestra familia y poco a poco con otras personas.

Es por eso que nuestro comportamiento en la convivencia es un punto vital que nos ayudará a
desarrollarnos mejor. Para poder lograr una convivencia positiva es importante poder desarrollar
valores de convivencia que nos ayuden a tener mejores experiencias.

Importancia
Los valores con un conjunto de atributos que definen y guían la conducta de los seres humanos.
Estos tienen una relación directa con la educación que hemos recibido en el hogar desde nuestros
padres.

Cada uno de los padres en su hogar siempre querrán lo mejor para sus hijos para que tengan una
mejor vida. Es por eso que el enseñarles valores de convivencia forma parte de la base de una
buena educación.

Poder convivir con otras personas no siempre es fácil ya que a todos se nos educa de diferentes
maneras. Más sin embargo los valores siempre deben de ser los mismos si deseamos tener una
buena convivencia con los demás.

Es importante que desde pequeños los niños vayan desarrollando valores que los hagan mejores
personas y que puedan convivir positivamente. Es por eso que la responsabilidad de educar e
inculcarles valores a los niños es algo sumamente importante.

Cabe recalcar que una de las maneras de inculcarles valores a los niños es mediante el ejemplo
que les demos. Es imposible querer exigirle que cumpla los valores a un hijo cuando uno mismo no
los tiene o no los vive.

Valores como el respeto, la puntualidad, la generosidad, ser solidarios, honestos, humildes, tener
empatía, etc. es importante inculcarlos. Para que de esta manera la sociedad pueda tener
convivencia positiva que ayude a todos a tener una mejor calidad.
CONVIVIR: EL TEMA DE LA ÉTICA

¿Qué es convivencia?

La convivencia es la coexistencia física y pacífica entre individuos o grupos que deben compartir
un espacio. Se trata entonces de la vida en común y de la armonía que se busca en la relación
de personas que por alguna razón deben pasar mucho tiempo juntas.

La etimología del término remite al latín, el prefijo ‘con’ y la palabra ‘vivencia’, que significa el acto
de existir. Del mismo modo que confundir o comparar son palabras que presumen, al menos, la
existencia de más de una entidad que ocupa el lugar de otra o tiene alguna clase de vínculo, para
que exista convivencia se necesita una pluralidad de personas.

Por la vivencia se entiende al conjunto de acciones, sentimientos, preocupaciones, valores e ideas


que constituyen la esencia de un ser humano. Cuando se combinan las dos palabras, se llega a la
relación de las personas con los grupos sociales que integran, en un marco en el que
necesariamente aparecerán contradicciones o tensiones.

La medicina, la psicología y la sociología consideran que una buena convivencia es un factor


fundamental para una buena salud emocional, pero también para la integridad física de las
personas.

La psicología se encarga de determinar los trastornos de la convivencia que pueden tener los
individuos y ayuda a solucionarlos, tratando de interpretar si hay alguna causa interna que lleve a
esa situación.

Normas de convivencia
¿El ser humano, ¿es egoísta o solidario por naturaleza?

Thomas Hobbes partió de la base de que las personas son por naturaleza egoístas.

La contradicción primera seguramente llegue cuando se formule la pregunta del título de esta
sección.

 El filósofo Thomas Hobbes, cuando postuló como debían comportarse las personas y
los Estados, partió de la base de que las personas son por naturaleza egoístas.

 Otros pensadores, como Robert Sussman, afirman que la especie humana es


inherentemente solidaria y cooperativa, y podrá ser egoísta de acuerdo al camino personal
y cultural que vaya tomando.

Más allá de las posturas filosóficas, casi todos los modos en los que se han organizado las personas
a lo largo del tiempo incluyen, con distintos matices, las dos nociones, dado que las personas
vivimos combinando la ambición y el interés individual con necesidades y búsquedas de logros
colectivos.

Este fino equilibrio surge como producto de muchas pautas, que son transmitidas a lo largo de las
generaciones. La convivencia entre las personas debe adaptarse a esas pautas.
Pautas de convivencia
Existen muchos ámbitos en los que las personas deben convivir (trabajos, escuelas, espacios
públicos, barrios, edificios, grupos de amigos, familias), por lo que es importante que se
establezcan adecuadas normas y códigos de comportamiento, que hacen a la buena convivencia.

Veamos algunas de las pautas de convivencia que suelen aplicarse:

 Responsabilidad. Aquellas que se desprenden del sentido de la responsabilidad, entre las


que se encuentran el cumplir horarios y los compromisos que son asignados, el llevar a
cabo las funciones y las pautas de comportamiento que se deben respetar.

 Respeto. Las que tienen que ver con el respeto, como aceptar los puntos de vista ajenos,
no discriminar e intentar comprender y tenerle paciencia a los demás.

 Honestidad. Las vinculadas con la honestidad, como asumir la responsabilidad por los


propios errores.

 Solidaridad. Las solidarias, como colaborar con el cuidado del lugar, integrar a las personas
nuevas que lleguen, ayudar sin esperar una recompensa y abogar por lograr acuerdos en
las decisiones que deban tomarse entre todos.

ANLICE EL SIGUIENTE PARRAFO


Fijar la mirada en la sociedad que somos nos permite comprender el tipo de relaciones que
tenemos y las distintas maneras de convivir, que muchas veces se contraponen. Con los riesgos y
la contingencia que trajo consigo el Covid-19 se exacerba la contraposición de los modos de
convivencia humana, por lo que la reflexión ética no puede dejarse de lado.

La palabra ética va más allá de la idea de normatividad y del uso de los términos bien y mal. Mi
comprensión de la ética tiene que ver con algo más profundo que alude a la convivencia. La ética
es una reflexión sobre la forma como convivimos, es decir, se trata de pensar qué tipo de sociedad
deseamos, y por supuesto, esto requiere de un ejercicio de análisis y contrastes. No es posible
pensar la forma de convivir que deseamos si antes no fijamos la mirada en la sociedad que somos.
Cuando Leonardo Boff explica el significado de la ética lo hace pensando en la morada humana, y
distingue entre la necesidad de tener una vivienda/morada y los distintos modos de organizarla en
función del clima, los materiales disponibles y el tipo de relaciones que se desea configurar a partir
del diseño de la casa. La necesidad de pensar la morada humana será la ética, las distintas formas
de hacer habitable el espacio físico darán origen a distintas morales.

Este asunto se entiende con claridad en la medida que alude a dos cuestiones que se nos
imponen: tener un lugar para vivir y la diversidad de diseños arquitectónicos. Sin embargo, cuando
el ejemplo se aplica a la convivencia humana las cosas se complican; porque si bien, se puede
aceptar en teoría la necesidad de tener una ética -que como la vivienda configure un espacio
habitable que satisfaga y proteja-, aparecen ideas no sólo afines, sino otras contrarias e incluso
contradictorias sobre cómo convivir. Es el problema cotidiano de la confrontación entre las
distintas morales que hoy nos ponen frente al dilema de pensar la convivencia.
En tiempos de la contingencia generada por los riesgos y la incertidumbre que trajo consigo el
Covid-19, la reflexión ética no puede dejarse de lado. Las autoridades de salud, por cuestión de
prevención han irrumpido en el espacio habitable; es decir, en la forma como hemos configurado
la morada humana para señalarnos con una frase la existencia -al parecer- de un modo único y
seguro de convivir: “Quédate en casa” o “usa el cubrebocas”. Algunas autoridades incluso
consideraron conveniente la sanción punitiva de la violación de esta medida, que trajo aparejadas
otras como la determinación de lo que podrían considerarse actividades esenciales y el resto que
pasaron al terreno de lo desplazable. Así, por ejemplo, las creencias y sus expresiones quedaron
reducidas al ámbito de la vida privada, y expuestas sólo a través del uso del internet. Creencias de
todo tipo: religiosas, espirituales, sociales y laborales quedaron reducidas a prácticas de
observación, de llamadas telefónicas y de videoconferencias. Las reacciones fueron diversas.
Algunos incluso, pretendieron señalar, por ejemplo, el modo de comportarse en las celebraciones
religiosas: escuchar el culto acompañado, poner sillas, cuidar la escenografía, pero, sobre todo
“cuidar el vestuario: vístete bien para la misa. Deja el pijama para dormir y el pants para hacer
deporte”. Otros como en el caso de los miembros de Confraternidad Nacional de Iglesias Cristianas
Evangélicas (Confraternice) se negaron a suspender sus reuniones de culto hasta que las
autoridades indicaran por escrito la suspensión para impugnarla legalmente: “que lo
fundamenten, motiven para ver cuáles son las razones jurídicas y no el miedo que está invadiendo
a algunos funcionarios menores, sean municipales, estatales o federales”. Otros simplemente,
desde su perspectiva dejaron pasar los comentarios debido -en parte- a que este tipo de
decisiones irrumpieron en la moral de las familias.

La pretensión de establecer un modo único de vivir, protegerse y cuidar a los que se ama, plantea
consecuencias que han sido complejas. Pronto nos dimos cuenta de que la casa no siempre es un
espacio habitable por distintos motivos, desde aquellos que tienen que ver con decisiones de
políticas públicas que organizan el espacio compartido, o con criterios arquitectónicos en el diseño
de las construcciones -sobre todo aquellas llamadas de interés social-, pero sobre todo con
criterios difusos sobre cómo convivir.

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