Enrique Pichon-Rivière (2017) Vinculo y Teoria de Las Tres D (Depositante
Enrique Pichon-Rivière (2017) Vinculo y Teoria de Las Tres D (Depositante
Enrique Pichon-Rivière (2017) Vinculo y Teoria de Las Tres D (Depositante
Enrique Pichon-Rivière
To cite this article: Enrique Pichon-Rivière (2017) Vinculo y teoria de las tres D (depositante,
depositario y depositado). Rol y status, The International Journal of Psychoanalysis (en español),
3:1, 177-186, DOI: 10.1080/2057410X.2017.1490564
La idea del rol está invadiendo el campo de la psicología, así como el campo operacional
del análisis, transformándose en un vector de la interpretación. Si el analizando adjudica un
rol al analista y el analista se hace cargo de ese rol, en ese momento se produce un
fenómeno fundamental, la base más importante de la situación analítica: la comunicación.
Cuando el analista no acepta el rol adjudicado por el paciente falla la comunicación. Como
dijimos, generalmente es el analista el que no acepta el juego adjudicado por el paciente,
dándose esto sobre todo cuando el adjudicado por el paciente al analista hombre es un rol
femenino, o en caso de tratarse de un analista femenino, cuando la adjudicación es de un
rol masculino. Es decir, la inversión del sexo en la adjudicación del rol suele producir un
fenómeno contratransferencial negativo, provocando el rechazo por parte del analista al
entrar en ese juego relacional.
Por ejemplo, un paciente muy angustiado puede plantear desde la primera sesión su
necesidad de protección y amparo, puede adjudicar al analista, ya sea hombre o mujer, un
rol maternal. En caso de sentirse rechazado la situación le resulta sumamente frustrante,
porque implica la repetición de una situación primitiva importante en su vida como lo es la
relación madre-niño. Si la situación infantil no ha sido superada el paciente procederá por
tanteo durante las sesiones. Hay un tipo particular de desconfianza que podemos llamar la
desconfianza del depositante. El paciente se pregunta a sí mismo si el analista aceptará lo
que quiere depositarle. La actitud del terapeuta debe ser entonces la de un depositario
desaprensivo, con poca ansiedad y capaz de aceptar en depósito cualquier cosa que el
paciente quiera colocarle, sea buena o mala, materna o paterna, femenina o masculina,
etc. Podemos decir que la fantasía última de lo que es la psicoterapia es la posibilidad de
depositar confianza en el otro. Y ese depositar confianza tiene su expresión concreta en la
vida mental del paciente a través de la deportación de determinados contenidos
psicológicos.
Un paciente puede depositar o intentar depositar en el analista, por ejemplo, o bien,
fantasías criminosas, o bien sus partes buenas, o bien lo mejor de él, para que el analista
las cuide. Toda la actividad mental del paciente está dedicada a establecer una
comunicación, sea cual fuere. Para establecer la comunicación necesita depositar parte de
él en el otro. La labor del analista reside en captar la comunicación, hacerse cargo de ella y
trabajar con ella como un riel. El riel del trabajo psicoterapéutico es básicamente el
establecido en esa primera comunicación. Para eso el analista debe colocarse de una
manera particular, como un recipiente abierto a cualquiera o para cualquier cosa, dispuesto
a controlar y cuidar lo depositado en él. Pero este recibir no es un proceso mecánico
1
Este texto fue publicado con el título The link and the theory of the three Ds (depositant, depositary, and
deposited): Role and status en Int. J. Psycho-Anal, 98(1):177-186. Su versión en español corresponde a los
capítulos 11 y 12 de: Enrique Pichon-Rivière (1979) Teoría del Vínculo, Buenos Aires: Nueva Visión.
Republicado por amable permiso de J. Pichon- Rivière
especialmente para las personas que tienen una formación analítica. Este es precisamente
uno de los factores que más estimula a los psiquiatras jóvenes a buscar una formación
psicoanalítica, al enterarse del carácter significativo que tienen aún los más pequeños
síntomas que expresa un psicótico. El descubrimiento de que todo es significativo es lo que
determina el interés del psiquiatra joven por los pacientes psicóticos. Podemos decir que es
imposible analizar a un paciente psicótico sin conocer esta regla primordial del juego
psicoterápico.
El rol es entonces una función particular que el paciente intenta hacer llegar al otro. En la
vida de relación siempre asumimos roles y adjudicamos roles a los demás. En condiciones
normales cada uno de nosotros debe poder asumir varios roles al mismo tiempo. Por
ejemplo, uno tiene el rol de alumno en el curso, de padre de familia en la casa, de médico
en el consultorio, de amigo en las relaciones sociales, etc. Se establece un interjuego
permanente entre el asumir y el adjudicar. Todas las relaciones interpersonales en un grupo
social, en una familia, etc., están regidas por un interjuego permanente de roles asumidos y
adjudicados. Esto crea precisamente la coherencia entre el grupo y los vínculos dentro de
dicho grupo.
La teoría de los roles se basa en la teoría de las relaciones de objeto. Las relaciones de
objeto son estructuras en las cuales están incluidos un sujeto y un objeto estableciendo una
relación particular entre ellos. A ese conjunto, a esa estructura especial la llamamos vínculo.
El concepto de vínculo es operacional, configura una estructura de relación interpersonal
que incluye, como ya dijimos, un sujeto, un objeto, la relación del sujeto frente al objeto y la
relación del objeto frente al sujeto, cumpliendo ambos una función determinada. Por ello, a
la idea de un rol individual tenemos que agrégale el concepto de rol del vínculo
configurando una estructura social más integrada. Por ejemplo, un grupo de expresión,
como se dice en sociología, es un grupo encargado de mover una determinada ideología;
agrupa individuos que establecen identificaciones mutuas entrecruzadas constituyendo un
vínculo estrecho en función de una ideología determinada. Este vínculo es ideológico y
condiciona en ellos la existencia de una estructura como totalidad que empieza a funcionar
como un grupo con una ideología dada y una operatividad determinada, estableciendo
vínculos con otros grupos sociales. De modo que podemos hablar de vínculos individuales y
de vínculos grupales. Por ejemplo una familia, la familia de los Gómez, establece un vínculo
con la familia de los Pérez. O un grupo de expresión de determinada tendencia ideológica
establece un contacto con un grupo de otra tendencia ideológica o política, etc., de modo
que el primer grupo puede comenzar a crear un determinado vínculo, sea de sometimiento,
o de dependencia, etc,, con el segundo grupo. Pasamos entonces del vínculo individual al
vínculo grupal. El vínculo grupal puede extenderse hasta abarcar toda una nación, de modo
que el infragrupo de una nación, estructurado en función de un vínculo particular con otro
país, determina características particulars entre las dos naciones. El vínculo grupal de una
nación con otra puede sufrir exactamente las mismas vicisitudes que el vínculo individual
establecido entre dos personas. Las frustraciones o agresiones de un grupo o nación
pueden desencadenar frustraciones o agresiones en el otro grupo o nación. Estos grupos
vinculados de una manera particular suelen tender también a tener un determinado rol, o
sea que determinados grupos tienen vínculos y roles particulares. El concepto de rol que
empezamos a conocer individualmente puede ser extendido a los grupo. Entre la asunción
de un determinado rol y la adjudicación de un rol a otro existe siempre un interjuego
parte del paciente, éste descubre la resistencia del terapeuta ante la depositación,
surgiendo en él la necesidad de buscar un sustituto en un hombre de la calle en quien le
sea posible depositar sus objetos internos buenos o perseguidores. Podemos decir que la
liberación del analista depositario de la ansiedad del paciente está dada por el hecho de
que el terapeuta devuelve ese contenido al paciente por intermedio de las interpretaciones,
esclareciendo la situación permanentemente. La actitud esclarecedora del psicoanálisis
reside en que esclarece los contenidos latentes del vínculo establecido entre paciente y
terapeuta, donde el tránsito de cosas buenas y malas es permanente hasta que en un
momento dado el paciente diferencia sus propias cosas buenas y malas de las cosas
buenas y malas del analista, llegando al descubrimiento final de cómo son en realidad el
analista y él. El paciente está dividido, asiste como espectador y al mismo tiempo es actor.
En términos de roles podemos expresar que el insight está determinado por la toma de
conciencia de es doble juego de roles, el que está asumiendo y el que está adjudicando al
otro. Esta división funciona en él de una manera irracional e inconsciente. Es lo que se
observa con toda claridad en los pacientes psicóticos, que a medida que van mejorando,
reducen progresivamente la división de su yo o self hasta que llega un momento en que se
integra el yo del paciente y éste comienza a jugar un único rol en cada momento. En la
posición esquizoide se observa cómo el paciente representa los roles simultáneamente; se
habla entonces de bivalencia en la medida en que hay dos objetos. En cambio, en la
posición depresiva el paciente, aunque se halla frente a un solo objeto, tiene una relación
ambivalente. A medida que el paciente se acerca a la normalidad va integrando su
personalidad y va haciéndose cargo de un solo rol en cada situación y momento particular,
si bien puede desempeñar varios roles en distintas situaciones. Una persona normal es,
pues, la que mantiene un determinado rol en una determinada situación y no está dividida
rechazando por un lado y asumiendo por otro.
La teoría de la comunicación nos ofrece la ventaja de que no nos obliga a juzgar si una
conducta es buena o mala: en todo momento observamos simplemente cuál es la finalidad
de la comunicación, conscientes de que lo que el paciente está haciendo es lo único que
puede hacer en ese momento y en esa situación particular. Siempre tenemos la hipótesis de
que un paciente trata de comunicarse de algún modo. Esto es lo que cambia totalmente
nuestra concepción, por ejemplo, del esquizofrénico autista. Antes se pensaba que el
esquizofrénico hacia enormes esfuerzos para no comunicarse; sin embargo, de acuerdo con
la teoría de la comunicación podemos afirmar que el esquizofrénico autista siempre está
haciendo un esfuerzo por comunicarse. El paciente no puede comunicarse en forma directa
a causa de la gran ansiedad que experimenta, razón por la cual distorsiona el proceso de
comunicación, pero eso no significa que su finalidad última no sea la de intentar
comunicarse con el otro. Si el esquizofrénico se comunicara en forma directa
experimentaría una ansiedad de tal magnitud que no la podría tolerar. En esos términos
podemos comprender que la locura es la distorsión de la comunicación con el propósito de
comunicarse, a pesar de todas las dificultades que el enfermo experimenta, ya que la
comunicación directa es vivida con el peligro de su interrupción. El paciente teme que no se
lo acepte en una situación de comunicación directa, o que se rompa la comunicación, o
atacar y destruir el objeto y, en consecuencia, perderlo e interrumpir la relación con él. El
esquizofrénico puede entonces iniciar teóricamente un largo relato o un largo monólogo o
un diálogo incoherente con la finalidad aparente de tomar distancia. La ensalada de
Podemos señalar que es tanto más grave y más angustioso para el sujeto que aprende
cuando la naturaleza del campo de aprendizaje y la naturaleza del oficio que está
aprendiendo son coincidentes, como sucede en este caso, en que el oficio de psicoanalista
coincide con el campo de aprendizaje de la terapia analítica. Esto se debe a que el aprendiz
de psicoanalista tiene que darse cuenta de que toda interpretación en el otro está
determinada siempre por un conocimiento previo de sí mismo, siendo tanto más operacional
interpretación cuanto más espontáneamente acepte el analista su emergente interno para
interpretar. El autoanálisis del analista se organiza automáticamente con la labor de la
interpretación. No es una parte, no es una construcción intelectual en el sentido de una
teoría aprendida, sino que es el emergente que ha surgido espontáneamente en el analista
y que debe ser aceptado en ese momento como el vector más importante de interpretación.
El trabajo analítico debe ser lo más espontáneo posible, y la construcción de hipótesis a
través de este tipo de fantasías constituye la labor fundamental del terapeuta. El trabajo
analítico se realiza sobre la base de la construcción de fantasías acerca del acontecer
psíquico del otro. El conocimiento psicológico se basa fundamentalmente en el
conocimiento por analogía. El descubrimiento de la configuración del otro sobre la base de
la analogía con uno mismo aumenta la ansiedad. Si uno analiza a un psicótico y lo
interpreta y le interpreta, en el momento de la interpretación ha asimilado la situación
psicótica con la propia y para poder meterse dentro del otro ha tenido que admitir
ansiedades semejantes en él mismo; caso contrario su experiencia personal no podrá
servirle para el conocimiento del otro. Es decir que el analista debe admitir en él la
presencia de ansiedades psicóticas análogas a las del paciente.
La angustia es un problema fundamental en psicoanálisis y debe ser interpretada como
señal de alarma. El hombre vive dos clases de peligros: uno se vincula con la pérdida de
objetos de amor y está en relación con la libido, el otro se vincula con la muerte o
destrucción del yo y está en relación con la agresión. Cuando una persona se analiza, se
expone a romper el círculo vicioso y a enfrentarse con los dos tipos de ansiedades básicas.
La ansiedad depresiva está en relación con la pérdida de objetos infantiles, hecho que
acontece durante el proceso del desarrollo de la personalidad. El paciente tiene que
abandonar su primitivo objeto pecho de la madre o a la madre como un todo en el momento
en que da un paso adelante y se independiza. La ansiedad está entonces ligada a una
pérdida del objeto de amor, y ésta fue la primera ansiedad descubierta por Freud. Por eso
cuando nos encontramos frente a la expresión de angustia debemos pensar en cuál es su
contenido fundamental, si la pérdida de un objeto amado o el peligro de destrucción del yo.
Podemos decir que la actitud ideal del analista en el proceso de aprendizaje que lleva a
cabo durante la terapia es darle una mano al paciente por medio de la comunicación. El
terapeuta advierte cad momento lo que está sucediendo dentro de él en la medida renquee
recibe los mensajes transmitidos por el paciente, pero además de devolverle esa
información debe interpretarle su dificultad para progresar, para evolucionar. Esta última
finalidad puede ser vivida por el paciente como el deseo del analista de hacerlo adulto de
una vez por todas. Pueden entonces aparecer reacciones de cólera, de fastidio y fantasías
de destrucción del terapeuta como consecuencia de esa sensación de obligarlo a alejarse
de él, motivo éste que puede ser una nueva razón de experimentar una angustia de tipo
depresivo. el paciente puede experimentar por un lado amor hacia el terapeuta, en el
sentido de que siente que éste le da una mano a través de la comunicación, pero al mismo
tiempo puede experimentar dio contra él al sentir que lo empuja lo larga hacia adelante o
afuera. Otro tipo de ansiedad que se da también en el campo del aprendizaje es la situación
triangular que se crea durante la terapia, en la cual el paciente se encuentra con un
personaje al que debe enfrentar y con el que debe conectarse y dialogar, objeto que e
ocasiones puede ser el padre, la madre, el marido, la esposa, etc., que se transforman en el
objeto mismo del conocimiento. Ese objeto tiene que ser destruido, reconstruido y recreado
en función de un labor de análisis y de síntesis dialécticamente resuelta en espiral, lo que
constituye el objeto mismo de conocimiento. La labor que el terapeuta realiza mediante la
interpretación puede ser vivida en nuestro inconsciente como cuando, de niños,
desarmábamos un maquinaria o rompíamos un juguete y después teníamos que armarlos.
Pero armarlos de otra manera, con una Gestalt diferente, aunque con los mismos
elementos. Un buen analista sería aquel que no busca en sí mismo la pieza que falta, sino
que trata de resolver con lo que tiene, por un camino diferente, la situación del paciente. Es
decir, debe armar una nueva Gestalt que resuelva los problemas del aprendizaje.
Uno de los factores básicos de la ansiedad del conocimiento es el temor psicológico a
quedar encerrado, el temor claustrofóbico, o sea a quedarse metido dentro del objeto de
conocimiento sin poder salir de él. Si el paciente es un psicótico esa es la ansiedad básica
ante el aprendizaje que experimenta el psiquiatra, quien teme quedar encerrado dentro de
la locura de su paciente, contaminarse con ella, hacer una locura de a dos, dado que en la
medida en que más entiende a un psicótico se ha acercado más a su propia ansiedad
psicótica, siendo su miedo fundamental el de quedarse mezclado o confundido con el otro.
El proceso de comprensión está basado en el de la reintroyección del objeto dentro del cual
uno se ha metido previamente con la finalidad de conocerlo. Podemos decir que este
proceso de reintroyección llega en ocasiones a ser tan peligroso que el proceso de
conocimiento puede quedar paralizado cuando se teme que dicho objeto de conocimiento
sea un peligro para el sujeto. Como mecanismo defensivo pueden producirse divisiones en
el sujeto con la finalidad de poder asimilar cierto tipo de conocimiento sin que contamine o
dañe el resto de su personalidad, cierta cantidad de conocimientos sin correr el riesgo de
que contaminen a los restantes. Es decir, se ha producido un a división esquizoide en el
terapeuta.
Al analizar el problema de la angustia tenemos que relacionarlo con los conceptos de
tiempo y espacio. La angustia depresiva está ligada principalmente al tiempo, al tiempo de
espera para poder obtener algo; en tanto que la angustia paranoide es una angustia
predominantemente espacial en la medida en que está ligada sobre todo con el lugar donde
está ubicado el perseguidor, es decir en el área 1, 2 o 3. Pero en las dos angustias están
presentes ambas dimensiones, porque la angustia depresiva también está ligada al espacio
en la medida en que el objeto bueno puede estar alejado del sujeto y serle inaccesible, y lo
mismo sucede con la angustia paranoide ya que la proximidad temporal del obispo peligroso
puede aumentar la angustia persecutoria. De modo que podemos decir que existen
alteraciones de los vínculos, tanto de los internos como de los externos, en relación con el
tiempo y el espacio, pero siempre predominando una u otra de las dos dimensiones. O sea
que la consideración del vínculo debe ser hecha siempre en un contexto cuatridimensional.
El fenómeno de la sugestión debe comprenderse sobre la base de un proceso de
identificación introyectiva, en la medida en que el paciente asimila aspectos del terapeuta
que utiliza para corregir su pattern de conducta de una manera ciega sin recurrir al
esclarecimiento. Cumple una orden emanada del analista (que él introyecta y luego asimila),
con quien dialoga y conversa, pero que es el momento en que va a actuar deja de ser un a
heterosugestión para transformarse en una autosugestión.
El psicoanalista es para el paciente una especie de plancha de test proyectivo. Varía según
que, cuando entra a la sesión, lo encuentre vestido de una manera particular, esté afeitado
o no, etcétera. El primer emergente espontáneo que surge de la sesión debe ser tomado en
la interpretación y ese emergente puede ser tanto algo verbal como algo corporal expresado
por el paciente a través de su cuerpo, de su expresión o de cualquier actitud que exprese en
ese momento. Todo esto tiene una particular significación en ese contexto analítico. Esta
posición de encuentro es lo que determina la apertura de la sesión psicoanalítica y
configura muchos aspectos de la Gestalt sesión.
Con respecto a las características de la interpretación hemos señalado que la interpretación
ideal es aquella que partiendo del análisis de la relación presente en el aquí-ahora conmigo
se extiende al análisis de las relaciones que se establecieron antes con otros personajes,
para finalmente terminar en cómo será en el futuro de la relación del sujeto con otros
objetos. Como sabemos, Freud trabajó fundamentalmente en la dimensión del pasado, en
tanto que el análisis existencial lo hizo en la dimensión del futuro, en el proyecto o en la
fantasía consciente o inconsciente que el sujeto tiene de su devenir. Tomas French Y Franz
Alexander consideraron en forma sistemática el análisis del trastorno del aprendizaje. Ellos
plantearon la neurosis como una dificultad o una inhibición del aprendizaje. Kurt Lewin, de la
Escuela Guestaltista, sobre todo a través de Richman, Strachey y Ezriel. Este último
transformó el análisis del aquí-ahora en una tarea sistemática e imprimió al método un
carácter cada vez más a-histórico al considerar el material del aquí-ahora en su particular
significación presente. A esto le agrega el análisis de las dificultades del aprendizaje que el
paciente repite en la situación transferencial, las que pueden ser resueltas a través e su
relación con el terapeuta. A nosotros, como psicoanalistas dinámicos, lo que más nos
interesa es saber de qué manera el vínculo externo está configurado o preconfigurado por
una relación histórica del vínculo interno. Lo que al psicoanalista le interesa
fundamentalmente es el análisis de las fantasías subyacentes al material manifiesto. O sea,
captar en cada momento el contenido subyacente o fantasía inconsciente que está
actuando en esa estructura incluida como una determinada ideología.
Durante todo el curso hemos desarrollado una hipótesis fundamental: es necesario que el
analista tenga conciencia de que trabaja constantemente con un esquema referencial. Este
esquema tiene un carácter instrumental y se lo debe confrontar permanentemente en el
campo operacional, donde tiene que ser rectificado o ratificado.
Este esquema referencial debe ser analizado como un todo, como una Gestalt en función
que tiene una historia personal en cuanto a los conocimientos y fantasías, que influyen
sobre la manera de interpretar el terapeuta. En todo momento se debe analizar la fantasía
de analizar que tiene el analista. En general podemos decir que muchos analistas trabajan
sin tener una teoría clara de la enfermedad y de la curación, lo que determina que recojan
los indicios sin un esquema referencial definido, creando una mescolanza de esquemas
referencia diversos provenientes de Freud, Klein, Sullivan, Horney, Rank, Adler, etc., sin
que estén integrados ni dinámica ni históricamente. Es fundamental incitar al análisis de las
cosmovisiones com tentativas de crear una mente analítica, mejor dicho con un mínimo de
mente analítica capaz de trabajar con un común denominador aceptable para los demás.
Podemos decir que muchos de los defectos del trabajo psicoanalítico radican en que el
analista no tiene in mente una teoría del psicoanálisis coherente que funcione como un
todo. Debemos crear un encuadre analítico de la investigación. Podemos afirmar que el
común denominador consiste en considerar el material bajo dos aspectos: una
superestructura o contenido manifiesto y una infraestructura o contenido latente. Debemos
analizar la acción y la interacción de uno sobre el otro y la existencia fenomenológica de
una infraestructura y de una superestructura. El contenido latente y el contenido manifiesto
son dos capas que actúan una sobre otra creando una forma, un esquema referencial
general y básico como punto de partida. Se nos plantea el problema de repensar el
psicoanálisis, volverlo a pensar y situarlo de nuevo históricamente en el aquí-ahora.
Tenemos que tratar de estudiar todo el proceso analítico como el desarrollo de un serie de
espirales en las que se elaboran determinadas complicaciones que, una vez resueltas,
determinan una disminución de la angustia, una comunicación más franca y directa, un
progreso en el aprendizaje y una mejor adaptación a la realidad.