Vitse, Marc - Un Texto Olvidado Sobre El Tema de La Licitud Del Teatro
Vitse, Marc - Un Texto Olvidado Sobre El Tema de La Licitud Del Teatro
Vitse, Marc - Un Texto Olvidado Sobre El Tema de La Licitud Del Teatro
la controversia sobre la
licitud del teatro:
las Apologías trágicas de
fray Francisco de Rojas
(1654)
Marc Vitse
p. 705-716
TEXTO NOTAS AUTOR
TEXTO COMPLETO
1Hace unos doce años, en junio de 1995, estaba yo
redactando varias Notices para lo que acabaría siendo
en 1999 el segundo volumen del Théâtre espagnol
du XVII siècle publicado en la prestigiosa colección de la
e
Apologías trágicas
3Así, al olvidar que la dedicatoria la firmaba «Fr. Francisco de
Rojas», la estudiosa atribuyó erróneamente al célebre
dramaturgo, muerto ya en 1648, el libelo de un oscuro e
inhábil teatrófobo. Cosa, por supuesto, imposible, como el
lector podrá comprobar más adelante, cuando emprendamos
la descripción detallada del texto.
2 Esta hoja no aparece en el ejemplar que me regaló Robert
Marrast. Se trata, salvo error mío, de la (...)
4Pero aquí no paran los fallos de Ana Vázquez Estévez. En la
transcripción posterior del título del folleto, se olvida de
una è entre «minentissimo» e «ilustrissimo»; en la de la
Dedicatoria omite el « » de «Eminentis. » y lee mal la palabra
mo mo
16¶ VII. Si pecan los que permiten las comedias o los que las
oyen. Es el clásico apartado teológico dedicado al examen de
la naturaleza intrínseca del teatro. Éste no es pecado in se o
de suyo, admite fray Francisco de Rojas; pero sí lo es por sus
«accidentes» (bailes lascivos, cantares con gestos livianos,
trajes deshonestos y escandalosos, etc.). Lo que le da pie para
reanudar sus ataques contra los representantes y, en
particular, contra las representantas, multiplicando ejemplos
sacados de la Biblia, de la Antigüedad y de la patrología.
17¶ VIII. Casos espantosos que han sucedido sobre las
comedias. Se cita primero el ejemplo de Atanasio, obispo de
Alejandría y del santo ermitaño Pavón que lloró por anticipar
la pérdida inevitable de una comedianta. Y se cuenta luego la
anécdota de una santa religiosa que, en Écija, durante la
fiesta del Corpus Christi, tuvo una visión de Cristo
ensangrentado y dolorido, y le preguntó:
pues, Señor, en tiempo que os están regocijando y celebrando en
vuestra Iglesia los favores que la hicistes en daros sacramentado,
¿estáis tan dolorido y congojado? A quien el Señor respondió:
Esposa mía, en aquellas representaciones y autos que los
comediantes hacen son tantos los pecados que contra mí se
cometen, haciendo y profanando con indecencias mi casa, que
tornan a renovarme los tormentos de mi Pasión, y con cada pecado
que cometen me vuelven a crucificar (fol.12r).
Apéndice
[23r] XIV. Que las representantas introducen los trajes
impúdicos e inormes que pierden las monarquías [fols.23r-
25v].
31San Crisóstomo, en la homilía citada, se lamenta y pide al
cielo remedio contra los abusos y trajes profanos que en los
teatros salen cada día, los cuales son anzuelos en que los
simples peces, hombres profanos, se pescan y enlazan en
vicios y torpezas: «Non autem vox aut facies solum muliebres
sed etiam pestem ornamentorum et vestimentorum vocibus
adinvenerunt». ¡Oh infelices tiempos ¡, dice el Santo, donde
ha llegado la vanidad a tal extremo que van los hombres y
mujeres nobles y plebeyas a las comedias, no sólo por ver y
oír las músicas y rostros de los faranduleros, sino que para
sacar como de originales de vanidad y bizarría los trajes e
invenciones de las nuevas galas, como la peste por el
contagio, inficionan la república y el reino. Por eso los
lacedemonios, dice Tito Livio, hicieron ley que solas las
mujeres públicas pudiesen inventar [23v] trajes o traer galas
profanas ni joyas, porque a las mujeres nobles y honradas
sólo la virtud las hermoseaba.
32Y Valerio Máximo dice que a los trescientos y veinte años
de la fundación de Roma concedieron los senadores a las
mujeres poder vestirse de galas profanas y preciosas, por
privarlas del vino, de que fácilmente se tomaban, juzgando
por menor inconveniente el vino que las galas. Mas en estos
tiempos, uno y otro se usa. Y los efectos de las galas
muestran cuánto embriagan a las mujeres, pues la hermosa
Erifile por ellas entregó a la muerte su marido Anfiaro
[Amfiarao] y a su hijo Al [c] meón. Y el jurisconsulto Scaevola
escribe de una mujer que mandó en su testamento la
enterrasen con las galas y joyas que tenía. Y Plutarco dice que
Tarpeya entregó el Capitolio a los albanos por unas joyas y
galas que le dieron. Y San Jerónimo, explicando el
capítulo 2 del profeta Baruch, dice que es pasión inseparable
de las mujeres el andar compuestas y adornadas. Y Valerio
Máximo, y Plinio el menor, y Tito Livio, y Ovidio, Próspero
[ ¿Propercio?] y Virgilio cuentan repúblicas y monarquías que
se han perdido por la profanidad de costosos atavíos, galas,
invencio [24r] nes de trajes, con lo cual se verifica la profecía
de Crisóstomo: «Pestem vestimentorum adinvenerunt».
33Y que sea contagio pestilencial el traje profano y galas
mujeriles, lo dice Demóstones [sic], que afirma ser costumbre
en los antiguos romanos escarnecer y tener por bufones a los
que andaban muy ajustados y peinados y como afeitados los
rostros. Y Cornelio Tácito dice que los poetas hacían sátiras
elegantes contra el hombre que veían traer rizados y crespos
los cabellos. Y Ovidio escribió a la hermosa Fed [r] a, que era
tenida por prudentísima en la república, que toda su opinión
de cuerda perdería si se pagaba (como decían) de las galas y
atavíos de Hipólito. Y Diógenes Sinopeo, viendo a un galán
muy peinado, compuesto y adornado, dijo: «A éste, poco le
falta para mujer o para ser hombre de vil trato». Y Virgilio
escribe haber sido los troyanos vencidos por haber peleado
con trajes y galas femeninas. Y Julio Fírmico afirma que todos
los que se rizan y peinan las caballeras nacen con influjo de
las estrellas que llaman las siete cabrillas en la sexta parte del
signo Tauro. Y Pelagio, con ser un gran hereje, se tapaba los
ojos en topando un galán afeitado, pulido y con el cabello y
co [24v] pete enrizado. Y San Jerónimo afirma que muchas
monarquías se perdieron por los excesivos trajes y galas.
34Concluyo mi discurso con lo que San Crisóstomo dice en la
homilía citada: «In theatro quidem cum aureis ornamentis
callidissima meritrix incedit pauper maerore conficitur, et
dives improbo ardens incendio, domum suam reddiens
deformiorem uxorem despicit». Que de las comedias salen los
ricos y los pobres tristes y melancólicos. El pobre, porque ve
en hombres y mujeres tanta gala, y sin trabajo, sino con
bailes y chanzas y cantares profanos, y él, trabajando de sol a
sol, no alcanza para vestirse de sayal. El rico se atormenta
cuando entra en su casa, habiendo visto en el teatro tanta
gala, tanta profanidad, desenvoltura y vanidad, y ve a su
mujer mal adornada, porque no puede más, según los
calamitosos tiempos que alcanzamos donde para las galas de
una mujer no tiene el rico hacienda.
Comentario
35San Juan Crisóstomo no es solamente el que abre y cierra,
antes de la Conclusión propiamente dicha de la segunda
Apología, este apartado dedicado al vestuario teatral. Es
también el autor más citado por fray Francisco de Rojas en su
corto libelo. Son más de veinte las menciones de este «gran
Padre de la Iglesia griega» (fol.16r), cuyos textos se citan y
comentan, a veces de manera muy extensa, en no pocas de
estas traducciones-adaptaciones-glosas tan características
del uso de los textos ajenos en los tratadistas del Siglo de
Oro. En nuestro folleto, ocupan estas manipulaciones de las
Homilías del Santo unas 7 páginas de las 50 (25 folios) del
conjunto, o sea, el 14 % del texto total.
36Pero dicha preeminencia otorgada a Crisóstomo —es rasgo
nada infrecuente, aunque no tan pronunciado, entre los
teatrófobos áureos— no significa que nuestro libelista tenga
de la obra de dicho Santo un conocimiento correcto y que sus
citaciones sean fidedignas. Miremos, para ejemplificarlo, la
primera cita textual en latín hecha en el apartado que
publicamos (y transcrita a continuación en la forma precisa en
que aparece), cita que se saca de la Homilía 69 sobre el
Capítulo 21 del Evangelio según San Mateo y que es la
continuación de otra hecha en el apartado XIII ( «Ameretricum
igitur cantibus statim cupidinis flama incendit auditores» ,
fol 22r):
Non autem vox, aut facies solum muliebres, sed etiam pestem
ornamentorum, et vestimentorum vocibus adinvenerunt.