110052D Guia S El Fantasma de Canterville y Otros Cuentos

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GUÍA

DIDÁCTICA

Aula de Literatura Vicens Vives


El fantasma de
Canterville
y otros cuentos

Guía Didáctica
Delmiro Antas
Primera edición, 1999

Depósito Legal: B. 34.308-1999


ISBN: 84-316-4986-0
Nº de Orden V.V.: K-929

© DELMIRO ANTAS
Sobre las respuestas al cuestionario.
© EDICIONES VICENS VIVES, S.A.
Sobre la presente edición según el art. 8 de la Ley 22/1987.

Obra protegida por la LEY 22/1987 de 11 de noviembre de Propiedad Intelectual. Los infractores
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préstamo público, alquiler o cualquier otra forma de cesión de uso de este ejemplar.

IMPRESO EN ESPAÑA
PRINTED IN SPAIN

Editorial VICENS VIVES. Avda. de Sarriá, 130. E-08017 Barcelona.


Impreso por LITOGRAFÍA 2003, S.L.
ÍNDICE

Literatura . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6
Lengua y estilo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39
Ética . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 56
LITERATURA

1. EL FANTASMA DE CANTERVILLE

1.1
a Resume con breves frases (tres o cuatro) cada capítulo.
! Capítulo II: Pese a que cada día la limpian con detergente, la man-
cha de sangre reaparece siempre, incluso con la biblioteca cerrada, por lo
que, finalmente, la familia acepta divertida la existencia del espectro. En su
primera aparición pública, el fantasma es humillado por los nuevos dueños
de la casa: el señor Otis le ofrece un lubricante para sus cadenas y los geme-
los lo atacan con almohadas. Indignado, el fantasma decide vengarse.
Capítulo III: La mancha sigue apareciendo con diferentes colores, lo
que inspira jocosos comentarios a la familia, excepto a la pequeña Virginia.
Una noche, el fantasma intenta aterrorizar a los Otis poniéndose su vieja ar-
madura, pero no soporta su propio peso y se cae estrepitosamente. Los Otis
acuden al estruendo y avergüenzan al fantasma por segunda vez: los gemelos
le disparan con cerbatanas, el señor Otis lo amenaza con la pistola y la seño-
ra Otis le sugiere que se cuide la garganta. Cuando el 17 de agosto va a eje-
cutar su nueva venganza, el fantasma se asusta por la presencia de otro es-
pectro, que resulta ser un muñeco ideado por uno de los niños para burlarse
de él.
Capítulo IV: Debilitado por los sobresaltos, el fantasma permanece en-
cerrado en su habitación y renuncia incluso a seguir manchando de sangre el
suelo de la biblioteca. Sólo cumple con la «obligación» de aullar una vez
por semana, y esto con mucha precaución para no ser sorprendido por los
hijos varones, que no paran de asediarlo. El 19 de septiembre es tan dura-
mente ultrajado por los tres niños que tiene que guardar reposo durante bas-
tantes días. Todos opinan entonces que ha abandonado el castillo, pero el
fantasma continúa tramando su venganza, en la que piensa incluir al joven
duque de Cheshire, pretendiente de Virginia.
Capítulo V: Virginia conoce al fantasma y se apiada de él. Sir Simon (el
fantasma), que sólo desea descansar en paz, le pide que le ayude a morir re-
zando por él, para que se cumpla la vieja profecía escrita en el ventanal de
la biblioteca. Juntos traspasan la pared del Salón de los Tapices y penetran en
una enorme y oscura caverna.
Capítulo VI: Como Virginia no aparece, los Otis organizan su búsqueda,
creyendo al principio que la han raptado unos gitanos. A medianoche, Virgi-
nia regresa a través de una abertura de la pared con un cofre repleto de joyas
L I T E R AT U R A 7

y anuncia que el fantasma ha muerto. Todos la siguen por un pasadizo secre-


to hasta una pequeña alcoba, donde encuentran a un esqueleto encadenado
y cerca de él, pero lejos de su alcance, un jarro y una escudilla: los herma-
nos de la esposa asesinada se vengaron de Sir Simon dejándolo morir de
hambre. Gracias a Virginia, la profecía se cumple: el almendro florece por-
que Dios ha perdonado a Sir Simon de Canterville.
Capítulo VII: Tras el entierro solemne del fantasma, el señor Otis ofrece
a Lord Canterville las joyas del cofre, pero el noble las rechaza alegando que
son un regalo de Sir Simon a Virginia. Ésta las luce el día en que, con motivo
de su boda, es presentada a la reina. De regreso al castillo, Virginia visita la
tumba de Sir Simon junto a su marido, pero se niega a explicarle qué paso
cuando estuvo encerrada con el fantasma: sólo le dice que Sir Simon le ense-
ñó que el Amor es más poderoso que la Vida y que la Muerte.

b ¿Con qué capítulos harías coincidir cada parte?


! Planteamiento: Capítulo I. La familia Otis compra la mansión y se
traslada a Canterville. Los Otis afirman que no creen en fantasmas.
Nudo: Capítulos II-V. El fantasma trata de asustar a los Otis, pero choca
con el espíritu pragmático y utilitarista de la familia americana. Los niños, es-
pecialmente los gemelos, lo maltratan repetidas veces. Virginia se apiada de
él y accede a ayudarle.
Desenlace: Capítulos VI-VII. Gracias a Virginia, Sir Simon de Canterville
encuentra la paz. Virginia se casa con el joven duque de Cheshire (este últi-
mo suceso podría considerarse como el epílogo del cuento).

1.2

a ¿Quién fue y por qué se convirtió en fantasma Simon de Can-


terville?
! Sir Simon de Canterville fue un prestigioso noble inglés que en 1575
asesinó a su esposa en la biblioteca de su castillo. Nueve años después, en
1584, desapareció en circunstancias misteriosas, sin que nunca fuera hallado
su cadáver. Desde entonces, su atormentado espíritu merodea por la casa.
Gracias a Virginia descubrimos por qué se convirtió en fantasma: murió sin
confesión y con horribles padecimientos en una cámara oculta. Su alma no
encontró la paz, ya que estaba maldita y sin fe y fue condenada a vagar por
el castillo hasta que el Ángel de la Muerte se apiadara de ella.

b ¿Qué aspecto físico tiene? (Repasa la p. 14).


! Al principio del relato, el fantasma presenta un aspecto deplorable:
es un anciano de ojos enrojecidos, con una larga melena gris que le cae so-
bre los hombros. Sus ropas, de hechura anticuada, están mugrientas y hechas
jirones, y de las muñecas y los tobillos le cuelgan pesados grilletes oxidados.
8 L I T E R AT U R A

c Comenta este aspecto aludiendo a algunos pasajes del relato.


! Hasta el capítulo V el cuento tiene aires de parodia de novela gótica:
lejos de asustar a los nuevos dueños, el fantasma se siente ofendido por ellos.
Gran parte de su fracaso se debe a su decrepitud física —no es capaz, por
ejemplo, de aguantar el peso de su vieja armadura—, pero, sobre todo, al ca-
rácter irreverente y poco dado a los sustos de los Otis. Así, en vez de espan-
tar a los niños, son éstos los que lo aterrorizan a él con sus «cacerías», hasta
el extremo de que teme salir de su escondrijo, y, cuando lo hace, más parece
un viejo enfermizo y medroso que un horrendo espectro.

d ¿Cómo reacciona el fantasma ante los sucesivos menospre-


cios y ataques de que es víctima, y cómo le van afectando?
! Las vejaciones a que se ve sometido el fantasma afectan a su autoes-
tima. Herido en su orgullo, al principio reacciona con valentía y decide ven-
garse de esos «malditos americanos sin historia» (p. 18); pero la tenacidad
con que los Otis borran la mancha de sangre, el nulo efecto aterrador de las
maldades de Sir Simon y el constante acoso de los gemelos minan progresi-
vamente su salud y su voluntad.

e ¿Qué aprecias en el comportamiento o en las ideas del fan-


tasma que hagan de él un ‘artista’? ¿Qué semejanzas encuen-
tras entre el fantasma y lo que se nos dice de Wilde en el tex-
to auxiliar 1?
! El fantasma, como cualquier artista que se precie de serlo, pone el
máximo empeño en sus poses y «composiciones». Su figura inspira a un
tiempo respeto y compasión, como los artistas de finales del siglo XIX, con
quienes comparte además varios rasgos de su apariencia física y de su con-
ducta: el pelo largo, el aire triste y melancólico, el amor por la soledad, el
idealismo, la costumbre de ensimismarse ante los suaves atardeceres de oto-
ño, etc. El fantasma, como Wilde, es un hombre apasionado que no soporta
la vulgaridad ni las malas formas. Quiere llamar la atención y su trato es ex-
quisito, extravagante si se quiere, pero nunca convencional. Su mundo inte-
rior es complejo y atormentado y no se rige por «la severidad barata de la
ética abstracta» (p. 36). Ni el fantasma ni el artista encajan en el mundo
pragmático y materialista de la sociedad industrial.

f ¿Cómo se refleja en este relato esa atracción por el mal?


! El fantasma siente verdadera delectación al componer figuras terrorí-
ficas y recuerda con fruición los males que esas horribles apariciones han
causado en las personas.
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g ¿Por qué desea el fantasma la muerte? ¿Quién le proporciona


el remedio a sus sufrimientos y de qué modo? ¿Cuál es el ver-
dadero vencedor (un sentimiento) del relato?
! El fantasma desea la muerte porque está muy solo, se siente muy des-
graciado y no tiene ningún destino en la vida. Lleva trescientos años sin dor-
mir y está muy cansado. Se imagina la muerte como algo dulce y hermoso,
como un lugar en el que podrá por fin descansar: «oír el silencio. No tener
ayer, ni tener mañana. Olvidar el tiempo, olvidar la vida, estar en paz» (p.
39). El remedio a sus sufrimientos se lo proporciona Virginia cuando le ayu-
da a recuperar la fe e intercede por él ante Dios: apiadada del fantasma, reta
con su pureza a las fuerzas del Infierno y reza con él para que Dios lo perdo-
ne. De esa manera, el amor se convierte en el verdadero vencedor del relato,
pues gracias a él el fantasma obtiene la paz definitiva. Como Sir Simon afir-
ma y Virginia constata, el amor es más poderoso que la vida y que la muerte
(p. 53).

h ¿Crees que el fantasma es también una víctima? ¿Hay algún


parecido entre la figura de Drácula y nuestro fantasma?
! El fantasma de Canterville es a la vez víctima de sí mismo y de quie-
nes lo rodean. Por un lado, sufre las consecuencias de sus propios pecados, a
causa de los cuales murió sin confesión y entre horribles padecimientos y fue
condenado a errar eternamente por el mundo; por otra parte, es una víctima
del materialismo descreído y hostil de la familia Otis.
Tanto el fantasma como el conde Drácula son muertos vivientes, seres
atormentados que no encuentran la paz. Sin embargo, aunque ambos son fi-
guras románticas, los separan numerosas diferencias: Drácula es un anticristo
satánico que no desea convertirse, y aunque muere por amor, no desea mo-
rir; Sir Simon, por el contrario, sí desea morir y recuperar la fe perdida.

i Repasa la Introducción y comenta qué hay en la biografía de


Wilde que lo aproxime al papel de víctima.
! Wilde fue un hombre culto y refinado que adoptó una actitud vital
provocativa frente a la rígida sociedad de su tiempo. Esto, unido a su condi-
ción de homosexual (entonces considerada por la ley como un delito), le
acarreó numerosas enemistades que acabaron por arruinarle la vida. Wilde
fue un inadaptado y un rebelde, y lejos de replegarse sobre sí mismo —co-
mo hace el espíritu de Sir Simon ante la acometida de los Otis— asumió
arrogantemente su papel de víctima e inició una carrera desenfrenada hacia
ninguna parte en busca del placer y de la gloria literaria. Pagó muy cara su
desmesura: por su homosexualidad fue condenado a dos años de cárcel y
trabajos forzados.
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1.3

a Anota y comenta las anécdotas o frases que delaten la burla


irónica a que somete Wilde a los norteamericanos.
! Algunas de las muchas frases irónicas sobre los americanos ya han si-
do convenientemente anotadas en el texto (véanse las notas 2, 11, 14, 15 y
18). Aquí añadimos otras:
pp. 5-6: «Vengo de un país moderno, donde hay de todo lo que el dine-
ro puede comprar. […] Estoy seguro de que, si en Europa existiera algo pare-
cido a un fantasma, pronto lo exhibiríamos en alguno de nuestros museos o
en algún espectáculo ambulante»: Los americanos creen que el dinero es el
único valor supremo y que, por supuesto, puede comprar la voluntad de un
fantasma, ya que entienden que todos los seres naturales y sobrenaturales
son tan pragmáticos como ellos.
p. 6: «Me temo que el fantasma existe, aunque puede que se haya resis-
tido a las ofertas de sus activos empresarios teatrales»: Lord Canterville ironi-
za sobre el materialismo y la prepotencia de los norteamericanos.
p. 6: «Cuando salen de su país, muchas norteamericanas adoptan un
aire de enfermas crónicas, en la idea de que es una forma de refinamiento
europeo»: Wilde se burla del esnobismo y las ganas de aparentar de una par-
te de la sociedad americana.
p. 11: «¡Tonterías! El quitamanchas Campeón, de Pinkerton, y el deter-
gente Parangón acabarán con ella en un santiamén»: El joven Washington
Otis se manifiesta totalmente escéptico ante las fantasmagorías, oponiendo a
las manchas «indelebles» los eficaces productos de limpieza americanos.
p. 12: «—Querido Hiram, ¿qué podemos hacer con una mujer que se
desmaya? —Descuéntaselo del sueldo: verás cómo no se desmaya más»
Nuevamente, el pragmatismo rige la conducta de los Otis: entienden que el
dinero es tan importante para los demás como para ellos.
p. 13: «Los temas que trataron fueron los habituales entre los norteame-
ricanos cultos y acomodados»: Con la enumeración de temas banales que si-
gue a esta afirmación, Wilde ridiculiza las ínfulas culturales de la clase alta
americana.
p. 22: «La ordinariez de los gemelos y el insultante materialismo de la
señora Otis le resultaban sumamente molestos»: El fantasma, como ser idea-
lista y refinado, se resiente de la falta de espiritualidad de la familia Otis.
p. 28. «Y estaba claro también que se movían en niveles bajos de exis-
tencia material y que eran incapaces desde luego de apreciar el valor simbó-
lico de los fenómenos sensibles»: Desde su postura idealista, el fantasma
maldice de nuevo el materialismo americano.
p. 37: «Los Canterville, por ejemplo, tenemos sangre azul, y la más azul
de Inglaterra; pero ya sé que a los americanos eso os importa poco»: Wilde
ironiza por boca del fantasma sobre el supuesto desinterés de los americanos
por la nobleza.
p. 38: «—No creo que me guste América. —Supongo que porque no te-
nemos ruinas ni cosas raras. —¿Cómo que no?: ahí está vuestra flota y vues-
tros modales»: Wilde es sarcástico en esta broma: anatemiza los modales
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norteamericanos, que considera poco refinados, e ironiza sobre su flota, sin


especificar cuál de esas dos cosas es una ruina y cuál una rareza.
pp. 47-48: «Le aseguro que es toda una autoridad en arte, pues de niña
tuvo el privilegio de pasar varios inviernos en Boston»: Wilde propone una
sátira sobre la pretendida importancia cultural de Boston. Véase la nota 14
de la p. 13.
p. 51: «Virginia recibió, pues, la diadema de la nobleza, recompensa de
tantas jovencitas americanas buenas»: La frase satiriza las pretensiones nobi-
liarias, no siempre abiertamente declaradas, de la clase alta americana.

b Describe brevemente a cada uno de los componentes de la


familia Otis. ¿Cómo reacciona cada miembro de la familia
ante el fantasma?
! El señor Otis es un hombre de mediana edad, emprendedor, honrado
y seguro de sí mismo. Diplomático de carrera, ama a su familia y a su país,
tiene una fe ciega en el positivismo y en el progreso y su vida se rige por la
planificación y el sentido común. Sus convicciones republicanas flaquean
cuando su hija Virginia se casa con el duque de Cheshire. El señor Otis es
una persona flemática y decidida, que no se arredra ante los peligros o las
adversidades. Ante la evidencia de que el fantasma existe, acepta con depor-
tividad su presencia en la casa y lo trata como si fuera un viejo criado, ex-
céntrico y algo molesto. Su única preocupación al respecto es que no pertur-
be el descanso nocturno de la familia.
La señora Otis es una mujer de mediana edad, elegante y todavía her-
mosa. Goza de buena salud y, como su marido, tiene un espíritu pragmático
y no es nada remilgada. Asume la existencia del fantasma con naturalidad,
adopta con él una actitud resignada y protectora y convierte sus apariciones
en un motivo de distendida conversación.
Washington es el hijo mayor de los Otis, un joven rubio y bien parecido
que ha heredado de su padre la profesión, la sensatez y el don de gentes. Sus
únicas «debilidades» son el gusto por las gardenias (flores asociadas al ro-
manticismo, poco oportunas para un futuro diplomático, según nos hace ver
el irónico comentario de Oscar Wilde) y su afición a la nobleza (tic de mu-
chos jóvenes americanos de clase alta, quizá poco adecuado para un políti-
co republicano). Pragmático y emprendedor como su padre, se toma como
un asunto personal la demostración de que no existen las manchas «indele-
bles» y se dedica a limpiar con ahínco la de la biblioteca. Washington cola-
bora con sus hermanos en el acoso al fantasma.
Los gemelos son, según el narrador, «los únicos verdaderamente repu-
blicanos de la familia» (p. 7). Revoltosos y nada asustadizos, convierten al
fantasma en un magnífico entretenimiento para sus vacaciones con el que
pueden ejercitar sus artes guerreras.
Virginia Otis es una deliciosa muchacha de quince años, sensible, deli-
cada y gran amazona. Es el único miembro de la familia que no comparte el
pragmatismo materialista de la sociedad americana. Por su carácter humani-
tario, abierto y generoso, ve en el fantasma a un pobre ser atormentado, cuyo
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patetismo le inspira compasión. Lejos de tratarlo como un juguete, o como


un divertido tema de conversación, comprende el drama íntimo de Sir Simon
y le ofrece su ayuda.

c ¿Qué papel desempeña el conde de Cheshire?


! El conde de Cheshire desempeña el papel de «chico bueno», apues-
to, romántico y enamorado, algo alocado debido a su juventud. Valiente,
arrojado y respetuoso, representa la «buena» nobleza inglesa.

d ¿Por qué crees que el fantasma eligió a Virginia para hacerla


confidente de sus desgracias y pedirle ayuda para librarse de
su maldición?
! Porque la encuentra bonita y agradable, nunca le ha ofendido en lo
más mínimo y es ajena al pragmatismo que impera en su familia. El fantasma
ve en Virginia bondad, pureza y sensibilidad suficientes como para deshacer
la maldición que pesa sobre su alma.

e Describe con una frase a otros personajes y di qué función


cumplen en el relato.
! Lord Canterville es un hombre de honradez escrupulosa, de intacha-
ble moral y trato exquisito. Representa la vieja nobleza inglesa.
La señora Umney es un vieja ama de llaves, de impecable presencia y
trato ceremonioso. En el relato, ejemplifica la servidumbre fiel anclada en los
usos y creencias del pasado.

1.4
a ¿Qué contraste se da entre la ambientación de los alrededo-
res del castillo y la que se describe a la llegada a Canterville?
(Consulta la p. 10).
! En los alrededores de Canterville luce una hermosa tarde de julio,
con aromas y sonidos agradables, en medio de un paisaje casi bucólico. Al
entrar en los dominios del castillo, por el contrario, el cielo se encapota y
empieza a llover; frente al bullicio alegre del campo, una extraña calma se
apodera del entorno y una gruesa y silenciosa bandada de grajos (pájaros de
mal agüero) sustituye al arrullo de las palomas.

b ¿A qué obedece el «relámpago pavoroso» que se describe en


el primer párrafo de la p. 12?
! El «relámpago pavoroso» es un recurso típico de la novela gótica que
incrementa la tensión del relato. En este pasaje subraya el contraste entre la
L I T E R AT U R A 13

visión de la señora Umney, para quien el relámpago es la respuesta de las


fuerzas ocultas a la «irreverencia» de Washington Otis, y el comentario indi-
ferente del diplomático.

c ¿Cómo es el lugar donde había estado durante siglos el es-


queleto de Sir Simon? (Véase pp. 44-46).
! Es una pequeña alcoba de techo bajo y abovedado, pobremente ilu-
minada por un ventanuco enrejado. Empotrada en el muro hay una gran ar-
golla de hierro, a la que permanece encadenado el esqueleto de Sir Simon.

1.5

a ¿Cuándo murió Sir Simon? (pp. 6 y 11).


! Sir Simon murió en 1584.

b ¿Hacia qué año transcurre el relato? (p. 51).


! El relato transcurre antes de 1890, fecha en que Virginia y Cecil se
casan. La acción principal sucede unos pocos años antes: cuando los Otis se
trasladan a Canterville, Virginia tiene quince años y Cecil es aún menor de
edad, depende de sus tutores y es estudiante de Eton (pp. 7 y 32). En el relato
se produce un salto temporal cuya extensión no se precisa entre el entierro
de Sir Simon y la boda; sólo se aclara que ésta se celebró cuando Cecil «tuvo
edad» (p. 51).

c ¿Qué periodo del año abarca la acción principal? ¿Tiene qui-


zá algún simbolismo la época en que llegan los Otis a Canter-
ville y la época en que muere finalmente el fantasma? (Véase
pp. 10 y 35).
! La acción principal abarca desde la llegada de los Otis al castillo de
Canterville (mediados de julio) hasta la muerte del fantasma (principios de
otoño). El epílogo tiene dos partes: entierro de Sir Simon (cuatro días después
de la salvación del fantasma) y boda de Virginia (primavera de 1890).
Los Otis llegan al castillo en pleno verano, lo que tal vez constituya en
el relato un símbolo de plenitud, y Sir Simon encuentra la paz en otoño, sím-
bolo de decadencia. Pero además el otoño es la estación preferida de los ar-
tistas, por lo que es significativo que el fantasma muera en esa época del año.
14 L I T E R AT U R A

2. EL GIGANTE EGOÍSTA

2.1
a ¿A qué se deben los cambios en el jardín? ¿Cuándo se da
cuenta el Gigante de esos cambios? ¿Por qué vuelve el jardín
a tener un aspecto primaveral?
! Los cambios se deben a las buenas o malas acciones del Gigante, a la
presencia o ausencia de los niños y a la intervención de Jesús. Cuando el Gi-
gante es bueno y generoso, la naturaleza muestra un esplendor primaveral;
cuando es egoísta se muestra ajada y padece el azote del viento, la nieve y
otros molestos accidentes atmosféricos. El Gigante se percata del estrecho
vínculo que se establece entre su comportamiento y la apariencia del paisaje
cuando advierte que la primavera no llega nunca a su jardín (p. 58), pero, so-
bre todo, cuando regresan los niños y Jesús se le aparece por primera vez: esa
mañana el invierno cesa de pronto. El jardín recobra entonces su aspecto in-
vernal por dos razones: porque los niños vuelven a jugar en él y gracias a que
el Gigante ha cambiado de actitud. En efecto, tras advertir que ha cometido
un error al comportarse con egoísmo, se arrepiente de sus malas acciones,
con lo que el jardín recupera el tránsito natural de las estaciones.

b Anota las diferencias entre la descripción del jardín en pri-


mavera y en invierno.
! Primavera Invierno
buen tiempo mal tiempo
calor frío
luz opacidad
abundancia de colores color gris
presencia de vida ausencia de vida
árboles florecidos árboles sin hojas y sin flores
hierba verde nieve
florecillas multicolores y olorosas escarcha
pajarillos que cantan rumor del granizo
brisa cálida viento helado
alegría tristeza
risas soledad

c ¿Qué elementos personifica y qué cualidad humana les atri-


buye? ¿Qué crees que consigue el autor con la personifica-
ción de esos elementos?
! El autor personifica los siguientes elementos de la naturaleza: los ár-
boles, a los que atribuye sentimientos humanos como la alegría, la tristeza y
L I T E R AT U R A 15

el cariño por los niños; una bella flor (p. 58), que se entristece y decide no
florecer; la nieve, la escarcha, el viento del norte y el granizo, que hablan,
visten y actúan como personas malvadas; el otoño, que posee el don de la
voluntad y la capacidad del lenguaje; y las flores, que tienen ojos y se ríen.
Con estas personificaciones el autor ofrece una imagen idealizada del entor-
no natural, en la que personas y elementos viven en contacto directo, como
si todos fuéramos miembros de una gran familia en la que nuestras acciones,
buenas o malas, afectan a la convivencia de todos, haciendo que predomi-
nen el amor y la armonía o, por el contrario, el desamor y el caos.

2.2
a ¿Qué puede simbolizar la gran diferencia de tamaño entre el
Gigante y los niños?
! La diferencia de tamaño simboliza el desequilibrio de fuerzas exis-
tente en el mundo y las desigualdades que se dan en el seno de la humani-
dad: el Gigante es robusto y poderoso, posee un hermoso jardín para él solo
y vive aislado en su enorme castillo, mientras que los niños, muchos e inde-
fensos, no tienen dónde jugar.

b ¿Es éste el caso del Gigante? ¿Qué sucede al morir el Gigan-


te? Repasa la p. 46 de «El fantasma de Canterville» y di si hay
alguna coincidencia.
! Hacia la mitad del cuento el Gigante toma conciencia de que había
obrado mal y se arrepiente de ello, lo que ennoblece su figura: desde el pun-
to de vista cristiano, el amor vence al pecado y el Gigante recupera su fe.
Cuando el personaje muere, Jesús se le aparece de nuevo, revela su identi-
dad y se lo lleva con él al Paraíso: salva su alma. Su caso es, por ello, similar
al del fantasma de Canterville, que también acaba logrando la salvación.
Además, existen otras coincidencias entre ambos cuentos: en «El fantasma de
Canterville», el almendro estéril florece en otoño porque Dios ha perdonado
a Sir Simon; en «El Gigante egoísta», un árbol florece en invierno y da frutos
cuando Jesús va a recompensar por sus buenas acciones al Gigante.

c ¿Qué función cumple el niño que simboliza a Jesucristo?


! El niño Jesús es un estímulo para la bondad del Gigante: cuando se
le aparece por primera vez suscita su compasión y le muestra el camino del
amor, dándole la oportunidad de rectificar su conducta. Durante el resto de
su vida, su recuerdo acompaña al Gigante como una «dulce herida»: se sien-
te triste por no haber vuelto a verlo, pero reconfortado con su memoria.

d Busca información sobre San Cristóbal. ¿Guarda relación con


este cuento? ¿Pudo inspirarse Wilde en esa leyenda?
16 L I T E R AT U R A

! La Iglesia venera a San Cristóbal (del griego Cristóforos, ‘el que lleva
a Cristo’) como mártir, que supuestamente murió durante la persecución de
Decio, en el siglo III. Su fiesta se celebra el 25 de julio, y se le suele repre-
sentar como un gigante apoyado en un bastón que lleva al niño Jesús en bra-
zos o montado sobre sus hombros, quien o bien extiende la mano en un ges-
to de bendición o bien sostiene el globo terráqueo. Es el patrón de los mori-
bundos y de los automovilistas, a los que protege de los accidentes, y su
atributo es un bastón con hojas.
Pese a que fue muy venerado hasta el siglo XVI, se sabe muy poco de
San Cristóbal, y su historicidad es dudosa. Según la leyenda, Cristóbal era un
gigante cananeo que intentó servir al soberano más poderoso del mundo y se
puso por ello al servicio de Satanás. Pero un día se dio cuenta de que la vista
de un crucifijo bastaba para hacer huir al demonio, por lo que se consagró al
servicio de Jesucristo, dedicándose a ayudar a los viajeros a atravesar un pe-
ligroso curso de agua. Una tarde, un niño le pidió que lo ayudara a cruzar el
río, y el gigante lo aupó en sus hombros; pero el niño le pesaba más y más a
cada paso y el gigante tuvo que apoyarse en su bastón para poder llegar a la
otra orilla, desde donde un ermitaño le guiaba con su luz. «Soy Cristo, tu
rey», le reveló entonces el niño, «has llevado sobre tus espaldas a aquel que
creó el mundo. Como prueba, hunde tu bastón en el suelo: mañana habrá
florecido y dará frutos». Al día siguiente, la predicción se cumplió. El resto
de la leyenda se refiere a la persecución y muerte del gigante.
El cuento guarda un claro paralelismo con la narración de Wilde, en la
que en el mismo momento en que el Gigante ayuda al niño Jesús el árbol flo-
rece y se posan en él los pájaros entre trinos y en cuya escena final, junto a
un árbol florecido y con frutos en invierno, Jesús revela al Gigante su identi-
dad y le anuncia que va a permitirle la entrada en el Paraíso. Por lo tanto, al
menos en los detalles del gigante y el niño, es probable que Oscar Wilde se
inspirara parcialmente en la leyenda San Cristóbal para su cuento, concebido
como una parábola cristiana sobre el poder del amor. No obstante, sus raí-
ces hay que buscarlas también en los relatos de Hans Christian Andersen
(1805-1875) y en los cuentos tradicionales, en los que es frecuente la apari-
ción de lo sobrenatural, de ogros, de gigantes y de niños.

3. EL PRÍNCIPE FELIZ

3.1

a ¿Por qué llaman todos ‘feliz’ al Príncipe? ¿Cuándo deja de ser


tan ‘feliz’, y cómo reacciona después? ¿Qué parecido guarda
el personaje del Príncipe con el del Gigante egoísta? (Véase
texto auxiliar 3).
L I T E R AT U R A 17

! La gente llama ‘feliz’ al Príncipe porque siempre vivió en el Palacio


de la Despreocupación, con lujo y comodidad y porque vivía ajeno a las
desgracias que se producían en su ciudad. El príncipe pierde la felicidad
cuando se convierte en estatua y, desde la altura en que se halla, descubre la
fealdad, miseria y sufrimiento en que vive su pueblo. Entonces siente pena
por los necesitados y se atormenta por no poderlos ayudar, a la vez que se
culpa por la vida que había llevado antes, cuando sí hubiera podido soco-
rrerlos.
Los personajes del Gigante egoísta y el Príncipe feliz presentan varias si-
militudes: ambos viven en sus hermosos castillos separados del mundo por
un gran muro y ambos se arrepienten de su vida anterior y se deciden a cam-
biar de actitud: comprenden que la verdadera felicidad está en la generosi-
dad y en el amor a los demás. Finalmente, ambos son recompensados con la
vida eterna en el Paraíso por su caridad y buenas acciones.

b Localiza dos referencias —dos frases— en las páginas 70 y


76 a esa consideración de la miseria y el sufrimiento.
! p. 70: «Pero ahora que estoy muerto me han puesto a tanta altura que
alcanzo a ver toda la fealdad y miseria de mi ciudad, y aunque mi corazón
sea de plomo, no me queda más remedio que llorar.»
p. 76: «—Mi buena golondrinita —dijo el Príncipe—, siempre me ha-
blas de cosas maravillosas, pero no hay nada tan maravilloso como el sufri-
miento de los hombres y mujeres. Ningún misterio tan profundo como el de
la miseria.»

c ¿Qué lamentable contraste se nos ofrece en la primera visita


de la golondrina? (Repasa la p. 71).
! El contraste ente la pobreza y sufrimiento de la costurera y su hijito
enfermo con el lujo, felicidad y despreocupación egoísta de los amantes del
palacio, que ironizan cruelmente sobre la supuesta pereza de las costureras.

d ¿Qué otros contrastes nos ofrecen las palabras del Príncipe y


las evocaciones de la golondrina? (pp. 70, 73-74 y 76).
! Las palabras de la golondrina contrastan de continuo con las del
Príncipe, ya que, mientras que éste describe las lamentables condiciones en
que viven los pobres de la ciudad, la golondrina evoca la belleza exótica, el
encanto natural y la fascinación artística de Egipto. Así, en la p. 70 la pobre-
za y fealdad de la costurera se oponen a las flores de loto que florecen en el
Nilo y al ataúd de colores del gran Rey; en las pp. 73-74, la miseria del estu-
diante en su buhardilla contrasta con la descripción de los exóticos animales
africanos; finalmente, en la p. 76, la lastimosa desigualdad entre ricos y po-
bres se opone a las historias sobre tierras extrañas, individuos fascinantes y
llamativos animales que narra la golondrina.
18 L I T E R AT U R A

3.2

a Comenta, con referencias concretas al cuento, el desarrollo


de esa relación y, especialmente, su desenlace.
! Al principio del cuento, la golondrina, molesta por tener que viajar
sola y con retraso a Egipto, se cobija a los pies de la estatua y se dispone a
dormir. Al caerle encima dos grandes gotas de agua —que ella interpreta co-
mo de lluvia— se disgusta y decide cambiar de refugio, ya que considera
que las estatuas sólo sirven como resguardo. Pero al caerle una tercera gota,
mira hacia arriba y se queda maravillada de la belleza del rostro del Príncipe,
quien está llorando a la luz de la luna, y se compadece de él.
El Príncipe le explica el motivo de su llanto, pero la golondrina sigue
atenta únicamente a su belleza exterior y, al enterarse de que su corazón es
de plomo, se desanima y piensa: «¡Vaya, no es de oro macizo!» (p. 70) Como
casi todos los que la admiran, opina que la estatua del Príncipe es hermosa y
suntuosa, pero, en sí misma, inútil y alejada de la realidad cotidiana: al prin-
cipio, la actitud de la golondrina manifiesta el materialismo utilitarista pro-
pio de la sociedad burguesa.
Cuando el Príncipe le pide que se quede una noche con él para ayudar
al hijo enfermo de la costurera, la golondrina, que venera la belleza y ansía
emigrar a Egipto, se apiada de él por su aire triste y decide complacerle (p.
71). Ella misma se duele del niño enfermo y lo abanica con sus alas. De re-
greso, le comenta al Príncipe que a pesar del frío nota cierto calor y éste le
responde que es porque ha llevado a cabo una buena acción (p. 73): es el
«calor» del amor. La golondrina empieza a contagiarse de la bondad del
Príncipe y a enamorarse de él por su belleza interior.
Al día siguiente, el ave decide marchar a Egipto y pasa el día visitando
los monumentos de la ciudad, pues adora el arte, pero antes de partir va a
despedirse del Príncipe, quien le suplica que se quede una noche más para
ayudar al estudiante pobre. La golondrina, que se debate entre su deseo de
volar a Egipto y el de ayudar al Príncipe, como tiene buen corazón (p. 74),
acepta quedarse, aunque se resiste a arrancarle a la estatua uno de los her-
mosos zafiros que le sirven de ojos. Finalmente, sin embargo, le lleva la pie-
dra preciosa al estudiante que habita en la buhardilla.
Al día siguiente, en cuanto vuelve a salir la luna, la golondrina intenta
despedirse de nuevo del Príncipe y se excusa diciéndole que tiene miedo de
que empiece a nevar mientras sueña con el cálido y fastuoso Egipto. El Prín-
cipe le pide que ayude a la niña cerillera arrancándole el otro zafiro, a lo que
en vano se opone la golondrina. Conmovida por la bondad y espíritu de sa-
crificio del Príncipe, la golondrina, ya enamorada, decide quedarse definiti-
vamente con él ahora que está ciego (p. 76): aunque sabe que morirá, prefie-
re permanecer junto al ser que ama. El Príncipe también se ha conmovido de
la generosidad de la golondrina y ha empezado a amarla y, como no desea
su mal, le replica que debe marcharse.
Al día siguiente la golondrina entretiene al Príncipe con la descripción
de las maravillas de Egipto, pero éste sólo está atento a la penuria de los ne-
L I T E R AT U R A 19

cesitados e insta a la golondrina a que recorra la ciudad para explicarle lo


que ve: pobreza e injusticia. A continuación le pide que reparta entre los po-
bres los paneles de oro que recubren su cuerpo.
Sin nada más que ofrecer, pasan los días y llega el frío intenso del in-
vierno, pero la golondrina no quiere emigrar porque ama al Príncipe (p. 78).
Cuando comprende que va a morir se despide de él y le pide besarle la ma-
no. El Príncipe cree que marcha a Egipto y le ruega que el beso sea en los la-
bios, puesto que la ama. La golondrina le confiesa la verdad y, tras besarlo,
cae muerta a sus pies, momento en que el corazón del Príncipe se parte en
dos: ambos mueren por amor.

b ¿Cómo le da a entender esto el Príncipe a la golondrina?


¿Cuál es, por tanto, el verdadero valor del Príncipe?
! El Príncipe piensa que la verdadera riqueza es la belleza interior y
que lo que nos hace de verdad felices es amar a los demás. Así se lo da a en-
tender a la golondrina por medio de sus acciones: por amor a los otros, se
desprende de sus ojos y de todas las partes de su cuerpo que son valiosas
hasta convertirse en una estatua anodina y gris; sin embargo, es entonces
cuando él mismo y la golondrina resultan más ricos interiormente. Esta idea
se manifiesta con claridad cuando, tras ayudar al Príncipe por vez primera, la
golondrina le comenta que a pesar del frío nota cierto calor, y él le responde
que es porque ha hecho una buena acción (p. 73). La misma certidumbre se
repite cuando, al pedirle a la golondrina que le arranque su guarnición de
oro y la reparta entre los pobres, el Príncipe le explica que «los vivos siempre
piensan que el oro puede hacerlos felices» (p. 78). En consecuencia, el ver-
dadero valor del Príncipe es su belleza interior: su capacidad de amor y su
generoso espíritu de sacrificio.

c ¿Qué comentan, al principio del cuento, el concejal, la ma-


dre y el profesor de matemáticas? ¿Y los niños?
! El concejal comenta que el Príncipe Feliz es tan hermoso como una
veleta, aunque no tan útil. La madre le dice a su hijo que aprenda del Prínci-
pe, al que nunca se le ocurriría llorar por nada. El profesor de matemáticas
reconviene a los niños por fantasear con la estatua, a la que él mismo no le
concede ningún valor. Estos tres comentarios muestran la perspectiva mate-
rialista desde la que la gente valora a la estatua: les parece un objeto hermo-
so e inútil, carente de sentimientos y que sólo sirve de adorno. Por el contra-
rio, los niños del hospicio opinan que la estatua es tan bella como los ánge-
les de sus sueños: como niños, no están aún «viciados» por el materialismo
de la época y se sienten atraídos por la belleza artística de la escultura, que
no acaban de comprender, pero que los invita a la fantasía.

d Y al final del relato, ¿qué dicen el alcalde, los concejales y el


20 L I T E R AT U R A

catedrático de Arte? ¿Qué destino dan a la estatua y por qué


discuten?
! Al final del relato, el alcalde y los concejales opinan que el Príncipe
tiene un aspecto andrajoso y parece un mendigo, por lo que, sin más consi-
deraciones, derriban su estatua. El catedrático de Arte, conforme con esta re-
solución, sentencia que, como el Príncipe ya no es hermoso, resulta comple-
tamente inútil. Unos y otros valoran sólo la riqueza material y externa de las
cosas, así como su utilidad práctica. Por eso deciden fundir la estatua y pro-
yectan cincelar con su metal otra distinta que sustituirá a la del Príncipe Fe-
liz. Alcalde y concejales discuten acaloradamente sobre a quién de ellos re-
presentará la nueva escultura.

e Comenta el cierre del relato.


! Aunque es de plomo y está roto, el corazón del Príncipe no se derrite
en el horno, por lo que acaba en la basura junto al cadáver de la golondrina.
Dios manda entonces a uno de sus ángeles a recoger «las dos cosas más pre-
ciadas de la ciudad», y se lleva al cielo al corazón del Príncipe y al cadáver
de la golondrina. Con este cierre, Wilde cede al impulso de la justicia poéti-
ca, presente en la mayoría de los cuentos tradicionales, y ofrece un final de
clara inspiración cristiana, acorde con los principios éticos y morales que ri-
gen el relato: Dios recompensa a los justos.

4. EL MEJOR AMIGO

4.1
a ¿Qué relación tenían Hans y el molinero al principio de la
historia? ¿Por qué no quería el molinero ir a visitar a Hans
durante el invierno? ¿Qué le pide el molinero a Hans al lle-
gar la primavera? ¿Qué le ofrece el molinero? ¿Se trata de
una oferta generosa? ¿Por qué? ¿Qué sucede a partir del mo-
mento en que Hans acepta la carretilla? ¿Cómo acaba la his-
toria? ¿Qué dice el molinero una vez muerto Hans?
! Al principio del relato, Hans considera a Hugo su mejor amigo y se
siente orgulloso de él; piensa que es un ser excepcional y le encanta escu-
char sus discursos sobre el altruismo de la verdadera amistad. Aunque es po-
bre, no le importa que su amigo tome cuanto quiera de su huerto. Por el con-
trario, el astuto molinero sólo quiere aprovecharse del bondadoso Hans, a
L I T E R AT U R A 21

quien considera alguien inferior. Aunque es rico, nunca ofrece nada a Hans
salvo palabras.
Durante el invierno Hugo no quiere visitar a Hans porque éste no tiene
nada que ofrecerle y teme, en cambio, que le pida ayuda, cosa que Hans
nunca hace. Aunque sabe que durante esta estación del año Hans está solo y
pasa penalidades, no sólo no está dispuesto a socorrerlo, sino que afirma cí-
nicamente que cuando la gente tiene problemas hay que dejarla sola y no
molestarla con visitas.
Al llegar la primavera, Hugo le pide a Hans una gran cesta de prímulas;
a cambio, el molinero le ofrece una carretilla. Pero no se trata de una oferta
generosa, sino de un acto de puro egoísmo: cuando Hugo va a ver a Hans
con la intención de que le regale una cesta de prímulas, éste le comenta que
quiere vender las flores para desempeñar su carretilla; el molinero busca en-
tonces la manera más adecuada de aprovecharse de Hans y de sacar benefi-
cio de su vieja e inservible carretilla, por lo que le dice que no hace falta que
la desempeñe, que él está dispuesto a regalarle la suya.
A cambio de ese supuesto regalo, el molinero empieza a exigirle al
campesino más y más favores: el primer día una tabla, con la que Hans pen-
só que podría arreglar la carretilla, y una gran cesta de flores; el segundo día,
que le lleve a cuestas un saco de harina al mercado, que se encuentra a más
de nueve kilómetros, y se lo venda a buen precio; el tercero, que le arregle el
tejado de su granero con la tabla que le había pedido; el cuarto, que le suba
al monte las ovejas; posteriormente le encarga otras varias tareas que impi-
den al campesino trabajar en su huerto.
La historia acaba tristemente: Hans muere por ayudar a quien considera
su amigo. Una noche tormentosa Hugo le pide que vaya en busca del médi-
co porque su querido hijo está enfermo. Aunque la noche es oscura y llueve
a cántaros, el molinero le niega a Hans su farol, porque dice que es nuevo y
teme que se estropee. Al no tener luz con que orientarse, Hans no ve por
dónde camina y en el camino de vuelta acaba perdiéndose en el páramo,
donde cae en un pozo y se ahoga.
Una vez muerto Hans, el molinero afirma hipócritamente que su falle-
cimiento supone una gran pérdida para él, que era tan amigo suyo que hasta
le había regalado su carretilla; y que ahora ya no sabe qué hacer con ella, en
casa le estorba, y como está en tan malas condiciones, si la vendiera no le
darían nada por ella. En adelante, afirma el molinero, se cuidará mucho de
no volver a desprenderse de nada, pues cuando uno es generoso siempre su-
fre las consecuencias.

b a) Presentación; b) planteamiento del problema; c) hechos


centrales; d) desenlace; e) epílogo.
! a) La presentación está constituida por el marco narrativo, en el que
una vieja rata de agua menosprecia los esfuerzos de una pata por educar a
sus hijos y afirma que ella nunca se ha casado ni ha querido tener familia
porque considera que la amistad es más perfecta que el amor. Un verderón
le pregunta cuáles son los deberes de un buen amigo y la rata responde que
22 L I T E R AT U R A

lo que espera de un buen amigo es que sea bueno para ella. El verderón se
dispone entonces a contarle la historia del mejor amigo para mostrarle en
qué consiste la verdadera amistad (pp. 83-85).
b) El planteamiento presenta a los protagonistas del relato: el rico y cíni-
co molinero se aprovecha del ingenuo Hans engatusándolo con hermosas
palabras sobre el altruismo de la verdadera amistad (pp. 85-87).
c) En el nudo de la historia se nos explica cómo, al llegar la primavera,
el molinero va a visitar a Hans con la intención de que le regale una cesta de
prímulas. Le ofrece su vieja carretilla y, a cambio, le reclama diversos favores
que impiden a Hans dedicarse a su trabajo (pp. 88-95).
d) En el desenlace, Hans muere por satisfacer la última exigencia del
molinero, quien asegura que la muerte del campesino significa una gran pér-
dida para él (pp. 95-98).
e) En el epílogo, la rata, que se había identificado con el molinero y es-
peraba saber más de él, no acierta a ver el final del cuento y se enfada con el
verderón cuando éste le dice que no ha comprendido la moraleja del relato:
la rata no soporta las historias con enseñanza moral.

4.2

a ¿Quién narra la historia y con qué intención? ¿Quiénes son


los protagonistas de la historia sobre la amistad?
! El narrador de la historia es un verderón que quiere mostrar a la rata
de agua en qué consiste la verdadera amistad. Al contrario de lo que sucede
en las fábulas tradicionales, los protagonistas de la historia narrada por el pá-
jaro no son animales sino dos personas: un molinero y un campesino.

b ¿Cuál es el tema de este cuento? ¿En qué se aprecian en él


las ideas que expresa Wilde en el texto auxiliar 2?
! El tema del cuento es la verdadera amistad, que contrasta con el fal-
so afecto de quienes sólo tienen amigos para aprovecharse de ellos. A lo lar-
go del relato queda de manifiesto que para Wilde lo importante en el hombre
es su riqueza moral, no sus posesiones materiales o su posición social. El au-
tor se identifica plenamente con «el pequeño Hans», de quien dice que es un
«honrado hombrecillo» que no se distinguía por nada «salvo por un corazón
de oro y una cara redonda, graciosa y bienhumorada» (p. 85): se trata de un
alma noble y sencilla que prefiere la amistad del molinero a recuperar sus es-
casos bienes empeñados. Así, cuando el molinero le exige que le llene la
cesta de prímulas hasta arriba, responde: «Querido amigo, mi mejor amigo,
tuyas son todas las flores de mi huerto. Prefiero tu buena estima a mis boto-
nes de plata, ¡vaya que sí!» (p. 90). Cuando al día siguiente renuncia a su tra-
bajo para complacer a Hugo, afirma que «por nada del mundo dejaría yo de
lado la amistad» (p. 91) y se consuela de la ruina de su huerto «con la idea
de que el molinero era su mejor amigo» (p. 95). Pese a que es pobre y vive
L I T E R AT U R A 23

solo, cuando en medio de la tormenta nocturna alguien llama a su puerta,


Hans se apresura a abrir pensando que tal vez sea algún viajero que necesita
refugio (pp. 95-96). Por lo tanto, Hans es una gran persona, ya que goza de
una enorme riqueza moral pese a vivir en la pobreza material.

c Repartíos, por parejas, las páginas 86 a 98 (una página cada


pareja), anotad las frases que tengan un sentido irónico, y co-
mentadlas con los demás.
! Todo el relato está impregnado de un hondo sentido irónico. Frente a
la noble sencillez de Hans, Oscar Wilde muestra la falsedad e hipocresía del
molinero, al que ridiculiza evidenciando el violento contraste que hay entre
lo que dice y lo que realmente piensa y hace. La mayoría de sus afirmaciones
son desvergonzadas y cínicas y ponen de manifiesto su doblez moral.
Es interesante analizar, asimismo, las tres intervenciones de la esposa de
Hugo, que pueden ser interpretadas de diversas maneras. Aunque está claro
que la mujer admira a su esposo y comparte plenamente sus ideas, no resulta
fácil discernir si es una persona «lúcida» que adopta la misma actitud hipó-
crita que su marido, o si, por el contrario, sus palabras son sinceras y reflejan
el adoctrinamiento a que está sometida. En cualquier caso, Wilde les otorga
un claro sentido irónico.
Lo mismo sucede con los siguientes pasajes:
—«El rico molinero era tan buen amigo de Hans que nunca pasaba por
el huerto sin asomarse a la tapia y coger un buen ramo de flores o un puñado
de hierbas olorosas, o sin llenarse los bolsillos de ciruelas y cerezas si era la
temporada» (p. 86): Hugo sólo es amigo de Hans por interés.
–«Los buenos amigos han de compartirlo todo» (p. 86): el molinero
piensa justo lo contrario de lo que dice.
–«La verdad es que eres muy considerado con los demás» (p. 86), afir-
ma la mujer del molinero, pero lo cierto es que al marido los demás sólo le
interesan cuando puede obtener algún beneficio de ellos.
–«Soy su mejor amigo y siempre cuidaré de él, y procuraré que no caiga
en la tentación» (p. 87). El molinero alecciona a su hijo utilizando, otra vez,
el sentido literal de las palabras, pero tanto la esposa como los lectores com-
prenden que elude a Hans para evitar que le pida algo.
–«¡Qué bien hablas!; pero me está entrando sueño… Es como estar en
la Iglesia» (p. 87). La esposa asocia los discursos de su marido a los sermones
de la Iglesia, que le parecen retóricos, monótonos y rutinarios: pura verbo-
rrea. Oscar Wilde no tenía en buena consideración a la Iglesia, que conside-
raba hipócrita y comprometida únicamente con las clases dominantes: en «El
fantasma de Canterville», la dulce Virginia reconoce que a veces le cuesta
mantenerse despierta en la iglesia (p. 38), y el retrato que Wilde hace del
obispo en «El joven rey» no es nada halagüeño (pp. 152-153).
–«Muchos son los que obran bien, pero pocos los que hablan bien, lo
que prueba que hablar es mucho más difícil, y mucho más hermoso tam-
bién» (p. 87), afirma Hugo en una frase que demuestra su cinismo y auto-
complacencia.
24 L I T E R AT U R A

–«¡Qué corazón tienes!; siempre estás pensando en los demás! No te ol-


vides de la cesta grande para las flores» (p. 88). Se trata de otra alabanza de
la esposa de Hugo a su marido envuelta en una ironía, pues al molinero los
demás no le interesan lo más mínimo salvo cuando puede extraer de ellos al-
gún beneficio.
–«Es curioso que una buena acción siempre provoque otra» (p. 89). El
molinero se refiere a su regalo de la carretilla, pero no existe tal «buena ac-
ción», ya que, aunque se la hubiera regalado, la carretilla está inservible.
–«Claro que la carretilla vale mucho más que la tabla, pero la buena
amistad nunca repara en tales cosas» (p. 90). Esta frase es puro sarcasmo,
pues la carretilla no vale nada.
–«La buena amistad es ajena de toda clase de egoísmos» (p. 90). Con
esta frase, Hugo demuestra su hipocresía.
–«La pereza es un gran pecado» (p. 91). Aparentando que quiere darle
un consejo moral, el molinero procura que Hans se levante de la cama y tra-
baje de balde para él.
–«¿De qué vale la amistad si uno no puede decir todo lo que piensa?
Cosas agradables las puede decir cualquiera, y hacer por agradar y alabar,
pero un amigo de verdad dice las cosas desagradables y no le importa dar un
disgusto» (p. 94). Hugo finge que él es el «amigo de verdad» y que por eso se
atreve a decirle a Hans que es un perezoso, cuando, en realidad, sólo quiere
aprovecharse de él.
–«No hay tarea tan amena como la que uno hace por los demás» (p.
95). Hugo se refiere, claro está, al trabajo gratis que le ha hecho Hans.
–«Desde luego una gran pérdida para mí» (p. 98). Al contrario de lo que
cabría esperar en un entierro, el molinero no se refiere a la pérdida moral
que supone la muerte de un ser querido, sino a la pérdida material, ya que a
partir de ahora no podrá seguir aprovechándose de él.

d Sintetiza los rasgos que caracterizan a Hans y al molinero.


Demuestra con ejemplos la retórica falsa del molinero.
! Hans, con quien se identifica el autor, es un hombre sencillo y bue-
no, incapaz de mentir o de traicionar a un amigo. Su candorosa ingenuidad
contrasta vivamente con la astucia maliciosa del astuto molinero, persona
egoísta, insensible y mezquina que hace de la hipocresía su norma de vida.
Ejemplos de su falsa retórica son todas sus frases recogidas en el ejercicio an-
terior.

e Valora la intervención del hijo del molinero (p. 87).


! El hijo del molinero es aún inocente y, ante el retrato que su padre
hace del pobre Hans y de las calamidades que padece durante el invierno,
siente el impulso generoso de ayudarlo. Su razonamiento, desnudo como el
de todos los niños, pone de manifiesto la realidad: Hans está solo y pasa
hambre y frío, mientras que ellos viven en la abundancia y, si son sus amigos,
deberían ayudarlo. La réplica brutal del padre, retórica y engañosa, confunde
L I T E R AT U R A 25

al niño y le hace sentir idiota, y al ver que su madre tampoco lo apoya, no


puede sostener la severa mirada del padre y, avergonzado, rompe a llorar. El
comentario final de Oscar Wilde, «Hay que disculparle, sin embargo, porque
era tan pequeño…», es finamente irónico: por un lado, ése es el punto de
vista del molinero, expresado por medio del estilo indirecto libre, y manifies-
ta una típica postura paternalista ("cuando se haga grande ya aprenderá"); por
el otro, la respuesta sirve al autor para criticar la educación que Hugo está
dando a su hijo, quien, probablemente, acabará perdiendo su ingenuidad y
su bondad naturales.

f ¿Qué animal es una copia exacta del molinero? Justifica tu


respuesta con referencias al texto.
! El animal que se identifica moralmente con el molinero es la rata de
agua. Ambos tienen un carácter y una manera de actuar muy parecidos: son
insensibles y egoístas y no están dispuestos a sacrificarse por nadie; ni com-
prenden ni quieren comprender la bondad de Hans, y, como el crítico litera-
rio, son engreídos, desprecian lo que ignoran y justifican su infame conducta
con frases rimbombantes. Como el molinero, la rata alardea de conocer y
cultivar la verdadera amistad y afirma que «no hay nada en el mundo que
sea más noble ni más preciado que un amigo fiel» (pp. 83-84). Por eso se
identifica con Hugo: «Me cae pero que muy bien ese molinero. Yo también
estoy lleno de buenos sentimientos, así que los dos tenemos mucho en co-
mún» (p. 88). La rata carece de caridad, afirma que los hijos de la pata «me-
recerían ahogarse» (p. 83), es pretenciosa, egoísta y autosuficiente. Se preo-
cupa extraordinariamente por las apariencias y la posición social: «¿Era muy
distinguido?» (p. 85) es lo primero que pregunta sobre Hans. Además, admira
a la gente pedante, como el despreciativo crítico literario (p. 88). En definiti-
va, es un ser insensible que no puede comprender la bondad de Hans y re-
chaza la finalidad moral del cuento relatado por el verderón (pp. 98-99).

5. UN COHETE MUY ESPECIAL

5.1
a ¿Qué se relata en la presentación? Señala algunas frases y com-
paraciones donde se compruebe el tono poético de esta pre-
sentación.
! El marco narrativo de este cuento relata la boda de unos príncipes. El
enlace se celebra con gran boato y numerosas atenciones, la última de las
cuales es un gran despliegue de fuegos artificiales que comienzan justo a
26 L I T E R AT U R A

medianoche. Como la princesa es extranjera y nunca ha visto tales fuegos, el


rey dispone en su honor que sean magníficos y estén atendidos personalmen-
te por el pirotécnico real. El tono poético de esta presentación se observa,
entre otras, en las siguientes frases y comparaciones:
–«Era una princesa rusa, y había hecho toda la ruta desde Finlandia en
un trineo tirado por seis renos. El trineo tenía la forma de un enorme cisne
dorado y entre las alas del cisne iba la propia princesa» (p. 103).
–«Era pálida como el Palacio de Nieve en el que siempre había vivido»
(p. 103).
–«El príncipe la esperaba a las puertas del castillo. Tenía ojos soñadores
de color violeta y el pelo como oro fino» (p. 103).
–«Los príncipes ocuparon la cabecera del Gran Salón y bebieron en una
copa de cristal transparente. Sólo los verdaderos enamorados podían beber
en ella, porque si la tocaban labios falsos, se tornaba gris, opaca y turbia» (p.
104).

b Explica la ironía que emplea a propósito del paje (p. 104).


! El rey dispuso que se doblara el salario al paje que al ver ruborizada
a la princesa la comparó con una rosa roja. Pero como el joven no recibía
ningún sueldo, «la medida no le sirvió de mucho al muchacho»; eso sí, el
«bello gesto» del rey fue inmediatamente publicado en La Gaceta de la Corte
como si de verdad hubiera tenido algún valor, con lo que quedó constancia
de la «noble generosidad» del monarca.

c ¿Cómo critica o hace burla del rey? (pp. 104 y 106).


! Por un lado, Wilde subraya la ignorancia del rey con respecto a la
música: el monarca toca la flauta, y está convencido de que su música es de-
liciosa; sin embargo, «la tocaba muy mal, pero nadie se había atrevido nun-
ca a decírselo, porque era el rey. La verdad es que sólo sabía dos piezas y
nunca estaba muy seguro de cuál de las dos estaba tocando» (p. 104). Por
otro lado, el autor demuestra la cursilería e ignorancia del rey al transcribir
sus comentarios sobre los fuegos de artificio. El rey, que tiene la costumbre
de entrometerse en las conversaciones de los demás, explica a la princesa
que los fuegos artificiales son como la aurora boreal «sólo que mucho más
naturales» (p. 106). Esta chocante afirmación caracteriza al personaje como
pedante y afectado, ya que al encarecer los fuegos pone en evidencia tanto
su ignorancia (nunca ha visto la aurora boreal, pero supone a la princesa fa-
miliarizada con ella) como su cursilería (compara ambos fenómenos como si
fueran dos espectáculos nocturnos y se decanta por lo artificial porque lo en-
cuentra más «natural», es decir, menos rebuscado). Finalmente remata la cur-
silería asegurando que los prefiere incluso a las estrellas (también luces en la
noche), porque frente al «desorden» de éstas, los fuegos están domesticados
y son «tan deliciosos» como su propia música (pp. 104-106).
L I T E R AT U R A 27

5.2

a ¿Qué tiene de «especial» el cohete protagonista del cuento?


¿Qué relaciones mantiene con los demás artefactos pirotéc-
nicos? ¿Y con los demás seres que lo rodean: la rana, la libé-
lula, el ánade? ¿Cómo acaba el cohete?
! El cohete no tiene nada de «especial», salvo su agrio carácter. Lo
único que llama la atención es su altura y «lo mejor que tenía era la pólvora»
(p. 114). El personaje está convencido de que es un ser superior y de que
pertenece a la clase alta; con los demás artefactos pirotécnicos adopta una
actitud despreciativa y distante, y, llegado el caso, no duda en humillar a al-
guno. Lógicamente, no es ni querido ni respetado. Tras ser rechazado por los
criados del rey y arrojado al barro, el cohete sigue mostrándose altanero y
presuntuoso con cuantos animales se le acercan, pero no logra retenerlos a
su lado. Su máximo objetivo es llamar la atención y dejar admirados a todos
los que le rodean, pero cuando finalmente se enciende y sube al cielo es ple-
no día y nadie lo ve, ni siquiera los niños que lo habían echado al fuego para
avivar la llama, ya que están dormidos. El desenlace del cuento, pues, no sa-
tisface en modo alguno las elevadas ambiciones del personaje.

b Emplea al menos seis adjetivos para caracterizar al cohete.


Procura justificar cada adjetivo empleado.
! El adjetivo que mejor le cuadra al cohete es el de fatuo (‘presuntuoso
y vano’). Otros términos que lo definen son los siguientes:
–Vanidoso: tiene un alto concepto de sí mismo (de clase alta, culto y re-
finado) y le gusta presumir; como se cree superior a los demás, pretende que
lo admiren.
–Despreciativo: menosprecia a todo el mundo.
–Egoísta: sólo piensa en sí mismo.
–Afectado: tanto sus maneras como sus palabras se caracterizan por una
absoluta falta de naturalidad.
–Malhumorado: no hace ni admite bromas.
–Pesimista: predice la desgracia de los príncipes y afirma estar muy tris-
te por ello.

c Cita y comenta brevemente una serie de frases del cohete en


donde se pueda comprobar lo que decimos. Repasa, para
ello, las pp. 107, 114, 118 y 120.
! La ceguera vanidosa del cohete se evidencia en su convicción de que
él es el protagonista de la fiesta que celebra el rey: «¡Qué suerte tiene el hijo
del rey», exclama, «que va a casarse el mismo día en que a mí van a dispa-
rarme! (p. 107). Por otro lado, cuando empiezan los fuegos artificiales, el co-
28 L I T E R AT U R A

hete no puede ser disparado porque tiene mojada la pólvora, pero él comen-
ta: «Supongo que me reservan para algún acontecimiento importante; eso es
lo que ocurre, no hay duda» (p. 114). Al día siguiente un obrero exclama:
«¡Vaya, qué cohete más malo!», y lo arroja fuera del muro; él, que ha toma-
do a los empleados por una comisión de la corte, reflexiona: «¿Malo? ¿Malo?
¡Imposible! Lo que ha dicho es ‘majo’. Malo y majo suenan muy parecido y
a veces hasta significan lo mismo» (p. 114). La misma invidencia manifiesta
cuando aterriza en el barro de la acequia y afirma que «no hay duda de que
se trata de algún balneario de moda y que me mandan aquí a reponerme» (p.
114). Algo más tarde, mientras se encuentra medio hundido en el barro, le
dice al ánade que él aún no ha aparecido en público, «pero cuando ocurra
será un magnífico espectáculo» (p. 118). En el desenlace del cuento, el cohe-
te explota sin que nadie se percate de ello. Su varilla va a parar sobre una
oca, que exclama: «¡Santo cielo! Van a llover palos!» y se apresura a zambu-
llirse en el agua, momento en que el cohete pronuncia sus últimas palabras:
«Sabía que iba a causar un gran revuelo» (p. 120). Nada más lejos de la rea-
lidad.

d ¿A qué personaje de «El mejor amigo» te recuerda el cohete


y en qué aspecto?
! El cohete especial recuerda al molinero de «El mejor amigo», pues
ambos son vanidosos, engreídos y egoístas.

e Localiza en las pp. 110, 117, 118, 119 y 120 algunos comen-
tarios del cohete que pudieran interpretarse en este sentido.
! Como el artista modernista, el cohete se cree único, poseedor de una
sensibilidad excepcional y superior a los demás: «Yo soy un cohete muy es-
pecial y desciendo de unos padres muy especiales», dice en las pp. 107-110;
«Odio la mala educación y los malos modales, sean los que sean, porque yo
soy extremadamente sensible. No hay en todo el mundo nadie tan sensible
como yo», agrega en la p. 110. Por otro lado, se siente incomprendido y afir-
ma padecer «la soledad del genio» (p. 118), juzga que su valía no es valora-
da en su justa medida y tiene la esperanza de que eso cambie en el futuro:
«Seguro que algún día reconocerán un genio como el mío» (p. 116). Como
el artista, el cohete sabe que su tarea posee tan sólo una finalidad estética y
es ajena a cualquier utilidad práctica, de ahí que desprecie con tono aristo-
crático el trabajo manual: «Una persona de mi posición nunca es útil. Tene-
mos ciertos talentos y eso es más que suficiente. Yo no siento el menor inte-
rés por ninguna clase de actividad […]. De hecho, siempre he sido de la opi-
nión de que el trabajo duro no es sino el refugio de la gente que no tiene
nada que hacer» (p. 117). Finalmente, sus ansias de notoriedad se manifies-
tan de continuo, como cuando afirma que su primera aparición pública «será
un magnífico espectáculo» (p. 118); en otro momento exclama «¡Magnífico!
L I T E R AT U R A 29

Van a encenderme a plena luz del día, para que todos puedan verme» (p.
119), y «Ahora voy a explotar. Prenderé fuego al mundo entero y causaré tal
estruendo que nadie hablará de otra cosa en todo un año» (p. 119). Final-
mente, el cohete se extingue con la errónea convicción de que ha causado
«un gran revuelo» (p. 120).

5.3

a Explica en qué consiste el humor de sus intervenciones (pp.


106, 107 y 110).
! La intervención del buscapiés es, en sí misma, la menos cómica, pero
sirve de entrada para las otras, que lo son más. Este personaje está maravilla-
do por lo que ve en el jardín real y, contento, exclama que los tulipanes ama-
rillos no serían más hermosos ni aunque fueran auténticos petardos, lo que,
en su ingenuidad, le lleva a pensar lo provechoso que es viajar, ya que per-
mite desprenderse del prejuicio de considerarse uno a sí mismo mejor que
los otros. El sabiondo estrellón, por su parte, llama «estúpido» al buscapiés
por pensar que ha viajado sólo para conocer el jardín real. Pero él mismo re-
sulta ridículo al afirmar que el mundo es tan grande que le llevaría tres días
recorrerlo de cabo a rabo.
En cuanto a la girándula, lo que dice es muy razonable, tal y como se
indica en la nota 1 de la p. 106, pero su intervención resulta cómica por el
contraste que mantienen sus melancólicas afirmaciones con el tono festivo
del resto de los personajes: su aire triste y su obsesiva afirmación de que el
amor ha muerto le confieren un carácter pintoresco dentro del conjunto. Re-
mata la comicidad de su intervención el hecho de que se quede dormida re-
pitiendo siempre lo mismo, como una caja de música que ha ido perdiendo
fuerza. En cuanto a la bengala, es cómico que se atreva a corregir la dicción
del cohete («pirotécnico» en vez del ridículo «pilotécnico») pero que no lo-
gre soportar la orgullosa y despreciativa reacción de éste, por lo que, abru-
mada, se pone a reñir a los pequeños buscapiés. Con todo, el momento más
divertido de la escena se produce cuando el petardo, tras las pomposas pala-
bras del cohete sobre su propia sensibilidad, le pregunta al estrellón qué es
una persona sensible y éste le responde que «Alguien que, como tiene callos,
siempre pisa a los demás». Con esta pulla, simple y coloquial, el estrellón ri-
diculiza las ínfulas del cohete, pues lo desautoriza por completo a los ojos
del humilde petardo.

b Comenta también la intervención de la rana (pp. 114-115).


¿Cómo caracteriza Wilde a cada uno de los personajes con
que trata el cohete al final del cuento?
! La rana es aun más vanidosa que el cohete y no le deja ni siquiera
abrir la boca. Igual que el protagonista, concibe la realidad de manera con-
traria a como es: piensa que su canto es el sonido más musical del mundo,
30 L I T E R AT U R A

tan fascinante que cuantos lo oyen se quedan despiertos sólo para escuchar-
lo. En realidad, se trata de un ruido tan molesto que impide dormir a cuantos
lo oyen. La presunción y egoísmo de la rana alcanzan la desfachatez cuando
declara que, como en toda conversación hay alguien que tiene que escuchar,
prefiere ser ella la que hable, ya que así se ahorra tiempo y se evita discusio-
nes. En cuanto a la libélula, se muestra indiferente a la cháchara del cohete y
no se detiene a escucharlo. Finalmente, el ánade es un ser tranquilo y pacífi-
co, alguien práctico a quien sólo le interesan las cosas útiles y la vida familiar.

6. EL RUISEÑOR Y LA ROSA

6.1
a ¿Qué o a quién representa el ruiseñor?
! El ruiseñor representa al artista, que posee un concepto elevado de la
belleza y el amor.

b ¿Puede el amor exigir este tipo de condiciones?


! No. El verdadero amor es desinteresado. Exigirle al estudiante una
rosa roja que haga juego con su vestido no es más que un capricho propio
de una muchacha frívola y coqueta.

c ¿Cómo entiende el ruiseñor el amor? ¿Crees que lo que dice


se corresponde con la situación del estudiante y su amada?
! El ruiseñor cree que el amor es un prodigio maravilloso, más valioso
que cuantas riquezas hay en el mundo, y que no se puede comprar ni ven-
der. Sin embargo, sus afirmaciones no se corresponden con la situación del
estudiante y su amada, que conciben el amor de un modo materialista. El
ruiseñor cree que el estudiante es un verdadero enamorado, ejemplo vivo del
amor que él siempre ha cantado, pero en realidad el joven no ama a la hija
del profesor, sino que adopta una postura egoísta: únicamente le preocupa
satisfacer sus propios deseos y no está dispuesto a sacrificarse por ella ni a
amar si no es correspondido. Cuando su amada lo rechaza reacciona airada-
mente recriminándole su actitud y, acto seguido, dado que el amor no le re-
sulta útil, vuelve a sus estudios.

d Comenta su actitud.
! El lagarto, la mariposa y la margarita consideran ridículo llorar por
amor. Con la respuesta de estos tres personajes, Oscar Wilde pone de mani-
L I T E R AT U R A 31

fiesto lo alejada que están la poesía y el idealismo de la sociedad civil; ésta


se rige por criterios estrictamente pragmáticos, lo que coloca al artista en
una situación marginal.

e ¿En qué consiste? ¿Qué sacrificios o qué comporta el amor?


¿Qué puede simbolizar el color rojo de la rosa requerida?
! La única manera que tiene el ruiseñor de conseguir una rosa es sacri-
ficándose: él mismo ha de crearla con su música a la luz de la luna. Para ello
ha de cantar toda la noche con el pecho clavado en una espina hasta que le
atraviese el corazón; de esta forma su sangre pasará al rosal y éste tendrá
fuerza para florecer. Con este episodio Wilde quiere decirnos que el amor,
cuando es verdadero, es generoso y desinteresado: llegado el caso, por amor
se puede sacrificar todo, incluso la propia vida.
En el cuento, el rojo simboliza sobre todo la pasión; pero también la be-
lleza, la pureza y la fuerza del amor.

f Localiza estas comparaciones y coméntalas en el contexto


del cuento.
! –«El amor es mejor que la vida»: El ruiseñor ama la vida, pero está
dispuesto a morir por ver satisfecho el amor del estudiante, que él juzga ver-
dadero.
–«El amor es más sabio que la filosofía»: La filosofía, con sus intrinca-
dos razonamientos, trata de resolver los enigmas planteados por el hombre,
pero, aunque ha profundizado mucho en el conocimiento del ser, aún no ha
hallado las respuestas a esos enigmas. Por el contrario, el amor, con su apa-
rente simplicidad, ilumina las zonas más oscuras del pensamiento humano.
Recordemos que Wilde suele referirse a la filosofía de forma irónica: en «Un
cohete muy especial» la libélula le recomienda al cohete que, ya que es tan
inteligente que no se entiende a sí mismo, enseñe Filosofía. Al final de «El
ruiseñor y la rosa» el estudiante, desengañado de obtener nada con el amor,
«como en estos tiempos lo práctico lo es todo» (p. 131), se vuelve al estudio
de la Filosofía y de la Metafísica.
–«[El amor es] más poderoso que el poder»: Esta frase recuerda el ada-
gio clásico «Omnia vincit Amor» («todo lo puede el amor»). No hay fuerza
más poderosa que el amor, ya que sin él no existiría el mundo.
–«[El amor] tiene las alas del color de las llamas, y del color de las lla-
mas es su cuerpo. Dulce como la miel son sus labios, y su aliento como el
incienso»: Esta descripción es muy poética. Tanto su ritmo como su conteni-
do recuerdan los versos de El cantar de los cantares, composición evocada
por otros escritores finiseculares como Rubén Darío. Wilde imagina al amor
como un ser fantástico, pájaro de fuego, de labios dulces y aliento perfuma-
do: se trata de una fantasía romántica de claro trasfondo orientalista, similar
a las evocaciones de Egipto de la golondrina en «El Príncipe Feliz».
32 L I T E R AT U R A

g Comenta alguna de las muchas comparaciones que emplean


uno y otra (pp. 123, 124 y 126). Para ello, anota los elemen-
tos con que se compara. Observa también el ritmo de la pro-
sa (pp. 124 y 126).
! –p. 123: «Tiene el pelo oscuro como la flor del jacinto y los labios ro-
jos como la rosa de sus deseos». Wilde emplea dos comparaciones:
ELEMENTO REAL ELEMENTO COMPARADO BASE DE COMPARACIÓN
pelo flor del jacinto oscuridad y belleza
labios rosa rojez
–p. 124: «[El amor es] más precioso que las esmeraldas».
ELEMENTO REAL ELEMENTO COMPARADO BASE DE COMPARACIÓN
amor esmeralda valor y belleza
–p. 126: «Mis rosas son rojas: rojas como las patas de la paloma y más
que los grandes abanicos de coral que no cesan de mecerse en la hondura
del océano».
ELEMENTO REAL ELEMENTO COMPARADO BASE DE COMPARACIÓN
rosa roja patas de la paloma rojez
formaciones de coral
Tanto en la p. 124 como en la 126 la prosa tiene un ritmo marcada-
mente poético, con mucha cadencia. Ésta se logra a través de varios recur-
sos: enumeraciones, correlaciones, bimembraciones, contrastes, repeticiones
de palabras, oraciones yuxtapuestas que guardan un estrecho paralelismo en-
tre sí, reforzado por anáforas, etc. A modo de ejemplo, reproducimos en for-
ma de verso un par de párrafos (recordemos que en el original inglés el texto
es aun más melódico):
Lo que yo canto, para él es sufrimiento;
lo que para mí es alegría, para él es dolor.
No cabe duda que el amor es maravilloso.
Más precioso que las esmeraldas,
y más valioso que el ópalo fino.
No puede cambiarse ni por perlas ni por granates,
ni se halla a la venta en la plaza del mercado. (p. 124)
En este pasaje el ritmo se consigue mediante los paralelismos («más pre-
cioso que las esmeraldas, / y más valioso que el ópalo fino»), las correlacio-
nes («Lo que yo canto, para él es sufrimiento; / lo que para mí es alegría, para
él es dolor») y la anáfora («ni por perlas ni por granates, / ni se halla a la ven-
ta en la plaza del mercado»).
Mis rosas son rojas:
rojas como las patas de la paloma
y más que los grandes abanicos de coral
L I T E R AT U R A 33

que no cesan de mecerse en las honduras del océano.


Pero el invierno me ha helado las venas,
la escarcha me ha quemado los capullos,
y la tormenta me ha quebrado las ramas,
con lo que este año no daré flores. (p. 126)
En este segundo pasaje el ritmo se logra mediante la repetición (“rojas”
en la primera y segunda líneas) y la correlación (“invierno”, “escarcha” y
“tormenta” aparecen en paralelo y se corresponden simétricamente con “ve-
nas”, “capullos” y “ramas”).

6.2

a ¿Qué palabras del estudiante lo dan a entender? (Repasa las


pp. 127-128). Comenta su significado.
! Cuando oye el canto del ruiseñor, el estudiante, «que sólo sabía de
las cosas que vienen escritas en los libros» y carece de sensibilidad artística,
no entiende al pájaro, que es un verdadero artista. Por eso lo acusa de falta
de sinceridad, y le reprocha que su canto está vacío y no posee utilidad algu-
na: «Tiene estilo, pero ¿tendrá sentimiento? Me temo que no. De hecho, co-
mo casi todos los artistas: todo estilo y nada de sinceridad. No se sacrificaría
por los demás. No piensa sino en su música, y ya se sabe que las artes son
egoístas. Hay que reconocer, sin embargo, que algunas notas hermosas sí tie-
ne su voz. Es una pena que no signifiquen nada, ni sirvan tampoco de nada».

b Compruébalo en sus intervenciones de las pp. 123 y 131. Co-


menta la última frase del cuento.
! La última frase del cuento resume el carácter del estudiante: carente
de sensibilidad artística y, por tanto, incapaz de reconocer la auténtica belle-
za y los valores artísticos, se refugia en los libros y adopta una actitud des-
preciativa hacia el amor, que considera un sentimiento estúpido y poco prác-
tico. Tal actitud es atribuida habitualmente por Oscar Wilde al crítico de arte,
representado aquí por la figura del estudiante.

c ¿Cómo reacciona la amada cuando se le entrega la rosa? ¿Có-


mo acaba la rosa y qué representa su destino final?
! La hija del profesor, muchacha frívola y materialista, rechaza la rosa
porque otro pretendiente mejor, el sobrino del chambelán, le ha regalado
unas joyas, «y todo el mundo sabe que las joyas cuestan mucho más que las
flores» (p. 130). Dolido y despechado, el estudiante ya no quiere la rosa para
nada y la tira al arroyo, donde es aplastada por la rueda de un carro. El desti-
no final de la rosa representa el desprecio y la incomprensión a que se ve so-
metida la obra del artista.
34 L I T E R AT U R A

7. EL JOVEN REY

7.1
a ¿Cuáles son los orígenes del joven príncipe? ¿Qué tiene de
romántico y de poco convencional el comportamiento de la
madre?
! El príncipe es fruto del amor prohibido entre la hija del rey y un fo-
rastero. Repudiado al nacer por su abuelo, fue encomendado a un matrimo-
nio de humildes campesinos, que lo criaron como hijo suyo. El comporta-
miento de la hija del rey es el propio de una heroína romántica: enamorada
de un extranjero de humilde condición social, se enfrenta a la voluntad de su
padre (pues está obligada a casarse con quien él decida) y se rebela contra
las cadenas impuestas, escogiendo libremente su destino. Al descubrirse la
«traición», las consecuencias son trágicas: lejos del perdón que tal vez ha-
bría esperado la princesa, el viejo rey ordena asesinar a los esposos y destie-
rra sin rango a su único nieto, obligándolo a crecer como un rústico cabrero.

b ¿Qué frases nos dan a entender, desde el primer momento,


esta característica del personaje? Coméntalas.
! El amor a la libertad del joven rey se menciona ya en el segundo pá-
rrafo del cuento (p. 135): al marcharse los cortesanos se queda, por fin, solo
y se siente aliviado. El narrador lo presenta como un «cachorro recién atrapa-
do por los cazadores en la espesura», tendido sobre los cojines como en una
jaula, con «la mirada indómita y la boca abierta». También se hace referen-
cia explícita a sus ansias de libertad en la p. 137: «Cierto que a veces echaba
en falta la hermosa libertad de la vida en el bosque y que tendía a impacien-
tarse en las tediosas ceremonias de la corte que ocupaban buena parte de la
jornada». Mientras que en el ámbito natural la independencia del muchacho
es completa, en el mundo cortesano debe acatar los deseos de los otros y su-
fre las limitaciones que impone el protocolo.

c ¿Qué consecuencias acarrea el atesoramiento de riquezas


por los poderosos?
! El anhelo de riquezas conduce a la explotación de los pobres, que
quedan así condenados al dolor, la miseria y el sufrimiento.

d ¿Qué visión nos ofrece Wilde del desván en que se hallan los
telares y de las personas que allí trabajan? ¿Qué relación hay,
según el tejedor, entre ricos y pobres?
L I T E R AT U R A 35

! Oscar Wilde presenta la fábrica textil como si fuera una sala de con-
denados del Infierno, un lugar deshumanizado y cruel: ruidoso, oscuro, ma-
loliente, húmedo e insalubre. Los trabajadores son como prisioneros cuyo
único «pecado» es la pobreza; allí se hacinan en pesadas y monótonas tareas
hombres, mujeres y niños: seres hambrientos, doloridos y enfermos en cuyas
vidas no hay ni un ápice de alegría o belleza.
Según el tejedor, los ricos esclavizan a los pobres y se quedan con el
producto de su trabajo: son esclavos a pesar de que nadie ve sus cadenas.
Los pobres necesitan trabajar para vivir, pero como les dan salarios tan mez-
quinos, a duras penas si pueden subsistir, mientras que los ricos disfrutan de
bienes en abundancia.

e ¿Qué calamidades asolan al hombre?


! Epidemias mortales (malaria, calentura), plagas (langosta), guerra,
hambre, sequía y peste, todas ellas causadas, según el sueño, por la codicia
de los poderosos.

f ¿Cómo terminan? (pp. 142, 144 y 149).


! De los tres sueños el joven rey se despierta con un grito, aterrorizado
de saber que el sufrimiento de las clases humildes es necesario para que él
luzca joyas y fastuosos vestidos en su coronación.

g ¿Cómo reacciona el príncipe al despertar? ¿Qué opinan los


cortesanos de sus palabras? (pp. 149-150).
! Al despertar, el joven rey está profundamente dolido por la verdad
que le han revelado sus sueños y se niega a seguir disfrutando de la belleza a
cambio del dolor de los demás, así que renuncia a los ricos atuendos de su
coronación. Pero su resolución disgusta a los cortesanos, que creen algo
trastornado a su señor, ya que no comparten para nada su responsabilidad
social: «¿Y qué tenemos nosotros que ver con las vidas de los que trabajan
para nosotros?», exclaman. Por eso insisten en que el joven rey debe olvidar
sus tres sueños y engalanarse «de la forma adecuada». Algunos cortesanos
llegan a indignarse con la conducta del joven monarca, pues consideran que
es infamante para ellos y para la nación.

h ¿Se pone el pueblo de lado del joven rey? (p. 151).


! No. Al verlo ataviado como un mendigo, la gente se burla de él, to-
mándolo por el bufón de palacio. Cuando le cuenta sus tres sueños al pue-
blo, un hombre le responde con amargura que los pobres tienen trabajo gra-
cias al lujo de los ricos, y que si no trabajaran se morirían de hambre. ¿Y có-
mo evitar la injusticia y el trato cruel que reciben los pobres si los ricos
basan su poder en la miseria de los pobres? Dado que el joven rey no puede
36 L I T E R AT U R A

remediar las desigualdades sociales, debería regresar con los suyos y vestirse
de acuerdo con su condición, ya que, en último término, la miseria del pue-
blo no es algo que le afecte a él personalmente: «¿Qué tenéis que ver vos
con nosotros y nuestros sufrimientos?»

i ¿En qué basa el obispo su argumentación?


! El obispo basa su argumentación en la convicción de que el dolor y
la miseria del mundo son voluntad de Dios, por lo que tenemos que resig-
narnos a ellos. En su exposición no distingue entre lo que tiene origen huma-
no (la injusticia y la crueldad) y lo que tiene origen natural (las enfermeda-
des y los ataques de los animales). Puesto que el joven rey no puede socorrer
personalmente a todos los necesitados ni cambiar los instintos del león o del
jabalí para que no perjudiquen al hombre, es mejor que olvide sus sueños,
ya que «El yugo de este mundo es excesivo para un solo hombre y demasia-
do agobiante todo su dolor para un solo corazón» (p. 153). Sin embargo, esta
última frase contradice explícitamente el mensaje de Jesucristo, por lo que el
joven rey exclama: «¿Y decís eso en este lugar?» (p. 153).

j Comenta la siguiente frase del príncipe: «¿Por qué ha de po-


nerse el júbilo prendas hechas por la aflicción?»
! El joven rey rechaza adornarse con los objetos que han causado tan-
to dolor, ya que es injusto y moralmente reprobable que para que unos dis-
fruten del lujo otros tengan que padecer.

k ¿Qué coincidencias observas entre el joven rey y Jesucristo?


! El joven rey, como Jesucristo, hace suyo el dolor y las culpas de los
demás, aspira a un mundo mejor en el que todos los hombres se comporten
como hermanos y entiende que la única forma de alcanzarlo es a través del
amor. Como Jesús, renuncia a todo lo material (en su caso, a la belleza y a
los privilegios de su posición) y asume en sí mismo el papel de víctima re-
dentora, cargando sobre sus hombros el peso del pecado. Expuesto a la ver-
güenza pública, la gente no entiende su sacrificio y le afea su actitud. Los
poderosos, además, consideran que su comportamiento es transgresor y se
muestran dispuestos a matar al joven monarca. El rey, como Jesús, sin más ar-
mas que la verdad y el amor, acepta con tristeza ese final: va a ser ejecutado
por aquellos a quienes pretendía ayudar. Pero entonces se produce el mila-
gro, y el joven rey es coronado por el poder de Dios.
L I T E R AT U R A 37

8. ACTIVIDADES DE SÍNTESIS

8.1
a ¿En qué cuentos destacarías el tema del amor, y qué diferen-
tes vertientes o matices adopta en cada uno de ellos?
! El tema del amor está presente en todos los cuentos menos en «Un
cohete muy especial». El amor al prójimo es el nexo de unión de todos ellos,
pero aparece de forma particular en «El Gigante egoísta», «El Príncipe feliz»
y «El joven rey». En «El mejor amigo» se recrea el tema de la amistad, y en
«El ruiseñor y la rosa», el tema del amor y el arte como entrega y sacrificio.

b ¿En qué cuentos se hace referencia a símbolos cristianos o al


propio Jesucristo? (repásese el texto auxiliar 6).
! Símbolos cristianos o referencias explícitas al cristianismo aparecen
en «El fantasma de Canterville», donde Virginia lucha por la salvación del al-
ma de Sir Simon y se produce el milagro del almendro florecido; en «El Gi-
gante egoísta», donde el niño con el que traba amistad el protagonista es el
propio Jesús; en «El Príncipe feliz», donde Dios salva al Príncipe y a la go-
londrina y los conduce al Paraíso por medio de la intervención de un ángel;
y en «El joven rey», donde el protagonista revive la Pasión de Cristo y es fi-
nalmente ungido por el cielo.

c ¿Qué personajes (y qué relatos) sufren este cambio, y en qué


consiste?
! El reconocimiento de un pasado en el que el héroe ignoraba los pe-
cados o los males ajenos y el consiguiente arrepentimiento se produce en
los protagonistas de «El Gigante egoísta», «El Príncipe feliz» y «El joven rey».
El primero reconoce su egoísmo y cambia radicalmente de actitud, con lo
que encuentra la felicidad; el segundo padece al conocer la injusticia y el su-
frimiento que reinaban en su ciudad y dedice pedirle ayuda a la golondrina
para desprenderse de sus riquezas en beneficio de los más humildes. En
cuanto a «El joven rey», sufre al descubrir que su riqueza tiene origen en el
dolor de los más pobres; desde ese instante, se enfrenta a los cortesanos, al
pueblo y a la Iglesia en la defensa de sus solidarias ideas.

8.2

a ¿Cuáles son y qué parece denunciar en ellos Wilde?


! Aunque la crítica social se halla presente en otros cuentos, sólo es te-
ma central en «El Príncipe feliz» y «El joven rey». En ambos relatos, Wilde
38 L I T E R AT U R A

denuncia la injusticia social y la opresión y padecimiento de las clases traba-


jadoras y aboga por una mejor distribución de la riqueza y por el fin de la
explotación del hombre por el hombre.

b ¿En qué relatos (y en qué personajes) aparece censurada esta


actitud?
! Esta actitud aparece especialmente censurada en «El mejor amigo», y,
en menor medida, en «El joven rey». En el primero de esos relatos Oscar
Wilde critica la moral acomodaticia que practican el molinero y su esposa,
cuyos valores supremos son el bienestar material y la posición social, susten-
tados ambos en las apariencias; en «El joven rey», practican el fariseísmo los
cortesanos y el obispo, como manifiestan bien a las claras sus argumentos.

8.3

a ¿En qué pasajes de «El joven rey» o de «El ruiseñor y la rosa»


adviertes esa sublimación de la belleza?
! En «El joven rey» la sublimación de la belleza se hace patente en la
descripción de la vida palaciega del protagonista y en su admiración y entu-
siasmo por los objetos hermosos (pp. 136-140). En «El ruiseñor y la rosa» es-
ta sublimación se advierte en la descripción que el ruiseñor hace del estu-
diante (p. 123), en las poéticas palabras con que los tres rosales se definen a
sí mismos (pp. 125-126), en la evocación de la vida y del amor por parte del
protagonista (pp. 126-127) y en el relato del nacimiento de la rosa, que im-
plica la muerte del ruiseñor (pp. 128-129).

b ¿Qué personajes de diferentes relatos simbolizan al artista?


¿Qué características tienen en común?
! Varios personajes representan al artista en los cuentos de Wilde: el
fantasma de Sir Simon, la golondrina de «El Príncipe feliz» y el ruiseñor. De
los tres, los más parecidos entre sí son la golondrina y el ruiseñor, seres sensi-
bles e idealistas que se sacrifican por amor. Los tres, sin embargo, son indivi-
duos marginales debido precisamente a su sensibilidad artística: se trata de
seres incomprendidos por una sociedad materialista y convencional. Al mis-
mo tiempo, los tres poseen un conocimiento profundo de la vida que está ve-
dado al resto de los personajes.

c ¿Qué personajes asumen este papel en estos cuentos?


! El papel de víctima lo asumen el fantasma de Sir Simon (aunque a re-
gañadientes), el Príncipe feliz, la golondrina, el pequeño Hans, el ruiseñor y
el joven rey.
LENGUA Y ESTILO

1. LA DESCRIPCIÓN

1.1
a Señala, en ese fragmento, una primera parte informativo-na-
rrativa.
! La parte informativo-narrativa está constituida por la primera frase:
«Como el castillo de Canterville está a once quilómetros de Ascot, la esta-
ción de ferrocarril más cercana, el señor Otis había telegrafiado para reservar
un carruaje, y en él emprendieron la marcha con buen ánimo». El pasaje nos
informa acerca de la situación aislada del castillo y de las razones por las
que el diplomático alquila un carruaje, y nos relata brevemente el trayecto
desde Ascot a Canterville.

b Indica un trozo descriptivo y analiza qué sensación produce.


¿De qué elementos se vale el autor para provocar esa sensa-
ción? Cambia los adjetivos por sus antónimos. ¿Qué efecto
produce ahora la descripción?
! Aparte la primera frase, el resto del párrafo puede considerarse des-
criptivo, y dividirse en dos partes: la descripción de los alrededores de Can-
terville y la del entorno más inmediato del castillo. La primera sugiere una
sensación de bienestar, ya que presenta el paisaje como un locus amoenus
(‘lugar agradable’); la segunda produce desasosiego, ya que ofrece un pano-
rama desolador.
Si cambiamos los adjetivos de la primera descripción por sus antóni-
mos, el resultado es una imagen inversa a la ofrecida, como podemos apre-
ciar en las siguientes dos oraciones: «Era una desapacible tarde de julio, y el
aire traía el aroma áspero de los pinares. Llegaba como una brusca voz el
arrullo de las palomas torcaces y se adivinaba entre los helechos chirriantes
el pecho herrumbroso de algún faisán». Lejos de transmitir serenidad, la des-
cripción resulta ahora desapacible.

c ¿Está su uso justificado? ¿Por qué?


! Su uso está plenamente justificado: esta conjunción señala el paso a
un nuevo ambiente, opuesto por completo al anterior. Mientras que el paisa-
je entre Ascot y Canterville es hermoso y apaciguador, la entrada en el casti-
llo de la familia Otis se produce bajo un cielo lluvioso y atravesado por aves
de mal agüero.
40 LENGUA Y ESTILO

d ¿Es la parte final más descriptiva o más narrativa? ¿Por qué?


¿Qué tipo de adjetivos encuentras en ella? ¿Qué sugieren al
lector?
! Es una parte más narrativa que descriptiva, pues explica cómo el cli-
ma se transforma súbitamente. El narrador no se ocupa de una realidad estáti-
ca sino que relata una serie de cambios que se suceden con gran rapidez. Los
adjetivos de esta parte, inferiores en número a los de la anterior, sugieren un
ambiente enrarecido: «extraña», «silenciosa» y «gruesas».

1.2

a ¿Con qué compara la rosa? ¿Crees acertadas las comparacio-


nes? ¿Por qué? ¿Qué intención tienen?
! Wilde compara a la rosa con la niebla, con la aurora y con la sombra
de una rosa en un espejo de plata. Se trata de comparaciones muy acertadas
que sugieren la palidez de la rosa, que está naciendo y aún no tiene forma
definida. Además de dotar de aire poético al relato, la abundancia de esas
comparaciones subraya con insistencia el esfuerzo enorme que exige del rui-
señor el nacimiento de la rosa y, por consiguiente, la magnitud del sacrificio
que el pájaro lleva a cabo.

b ¿Cómo consigue el ritmo de la prosa en ese fragmento?


! El ritmo poético de este fragmento se sustenta, básicamente, en la re-
petición, que aparece en expresiones como «canción tras canción» y «pétalo
a pétalo» y en estructuras paralelísticas y anafóricas. Cabe observar, por
ejemplo, que dos de las frases del pasaje son prácticamente idénticas y apa-
recen contiguas: «Como la sombra de una rosa en un espejo de plata, como
la sombra de una rosa en un estanque». Además, el fragmento se inicia y se
acaba con la misma expresión: «en el brote más alto del rosal».

c Busca en los párrafos siguientes frases en que el autor com-


pare la rosa con otros objetos o situaciones, expresando cada
vez un color más rojo. Anota ésas y otras frases que tengan
un tono marcadamente poético.
! –«Cantó el nacimiento de la pasión en el alma de un hombre y una
doncella. Y un delicado tinte rosáceo inundó las hojas de la flor, como el ru-
bor del rostro del novio cuando besa los labios de la novia» (p. 128).
–«Acerbo era el dolor, y su canto se tornaba más y más intenso, porque
cantaba el amor acendrado por la muerte, el amor que no muere en la tumba.
Y la rosa maravillosa se volvió carmesí, como la rosa del cielo de Oriente.
Carmesí era la corona de pétalos, y rojo como un rubí su corazón» (p. 129).
LENGUA Y ESTILO 41

1.3

a ¿Con qué frases y adjetivos se describe a la madre? ¿Qué


efecto producen en el lector?
! Las frases con que describe a la madre son las siguientes: «una mujer
sentada a la mesa. Tiene la cara flaca y consumida, y las manos rojas y des-
cuidadas, todas picoteadas por la aguja, porque es costurera». Los adjetivos
utilizados para definir al personaje son «flaca» y «consumida», y los que des-
criben sus sufridas manos son «rojas», «descuidadas» y «picoteadas por la
aguja». Esta descripción inspira la compasión del lector, ya que ofrece la
imagen de una mujer laboriosa y sin embargo pobre, ajada, maltratada por la
vida y desgastada por el exceso de trabajo.

b ¿Sabrías indicarlos? ¿Qué persigue Wilde con ello?


! El contraste principal se da entre la fealdad y miseria en que viven la
costurera y su hijo y el lujo de la capa de satén que está bordando la mujer, y
entre el dolor de la madre por no poder socorrer a su hijo enfermo y la des-
preocupación que predomina en la vida de los cortesanos. Con esos dramáti-
cos contrastes Wilde quiere denunciar una injusticia social y subrayar la res-
ponsabilidad de los ricos en el sufrimiento de los pobres.

2. LA IRONÍA

a Repasa las páginas 114 a 120 e indica qué comentarios de los


personajes son irónicos, sarcásticos (cuando la ironía es hi-
riente o tiene mala intención) o simplemente burlescos.
! En sus conversaciones con la rana, la libélula y el ánade, el cohete
sufre los comentarios irónicos de sus interlocutores. La rana parece burlarse
de él cuando elogia su «deliciosa» voz (p. 115) tras oírle carraspear y cuando
asegura con cinismo que «ha sido un placer charlar contigo» (p. 115) des-
pués de haberse limitado a monologar ante el cohete. La libélula no es me-
nos descarada con él: cuando del cohete se declara «tan inteligente que a
veces no me entiendo ni una sola palabra» (p. 116), el insecto responde con
sutil ironía que «entonces deberías enseñar Filosofía» (p. 116), con lo que su-
giere a un tiempo la estupidez el cohete y lo enrevesado de cierto pensa-
miento filosófico. Finalmente, el pato dispara contra el cohete una pregunta
cruel: «¡Qué forma tan curiosa la tuya! ¿Naciste así, si no es indiscreción, o
es consecuencia de algún accidente?» (p. 117). El cohete, sin embargo, no se
deja amedrentar, y se burla de sus interlocutores: acusa a la rana de ser «una
42 LENGUA Y ESTILO

provinciana» (p. 116), dice de la libélula que es una estúpida a la que «segu-
ro que no le sobran muchas ocasiones para mejorar su inteligencia» (p. 116)
y considera que el pato padece la supina ignorancia de los seres vulgares (p.
117). Pero no todos los comentarios irónicos se dirigen contra los personajes
del cuento; algunos alcanzan a la sociedad victoriana en general. Por ejem-
plo, la rana se burla de la mediocridad de las clases elevadas cuando afirma
que «discutir es muy vulgar, porque en la buena sociedad todo el mundo tie-
ne exactamente las mismas opiniones» (p. 115). El pato, por su parte, pone
de manifiesto la hipocresía de quienes afirman apreciar las cosas espirituales
y poéticas cuando exclama: «¡Ah las cosas elevadas de la vida qué hermosas
son! Eso me recuerda que tengo mucha hambre!» (p. 118).

3. EXPRESIÓN ORAL

3.1
La redacción de un guión radiofónico es una actividad en la que se pue-
den fomentar diferentes aspectos creativos y académicos y en sí misma pue-
de constituir una secuencia didáctica. Podría iniciarse con una introducción
al lenguaje radiofónico (forma parte del currículo) y completarse con la audi-
ción de uno o varios textos literarios radiados. Sería interesante poder visitar
una emisora de radio y observar su funcionamiento.
Ya en materia, procederemos a redactar el guión y, finalmente, lo graba-
remos. A modo de ejemplo, anotamos un posible guión del primer capítulo:
NARRADOR.—(Tono neutro, informativo.) Cuando el diplomático nor-
teamericano Hiram B. Otis compró la mansión de los Canterville, todo el
mundo le dijo que cometía una locura, porque no había la menor duda de
que el lugar estaba encantado. Hasta el propio Lord Canterville, hombre de
honradez escrupulosa, se creyó en el deber de comentárselo cuando habla-
ron de las condiciones de venta:

(Pausa.)
LORD CANTERVILLE.—(Voz seria y respetable.) Nosotros mismos deja-
mos de residir allí debido a las horrendas apariciones del fantasma de Sir Si-
mon de Canterville.
OTIS.—(Escéptico y autosuficiente.) Debo decirle, milord, que no creo
en esas fantasías: por el mismo precio me quedo con el mobiliario y el fan-
tasma. Vengo de un país moderno, donde hay de todo lo que el dinero puede
comprar. Estoy seguro de que, si en Europa existiera algo parecido a un fan-
tasma, pronto lo exhibiríamos en alguno de nuestros museos o en algún es-
pectáculo ambulante.
LENGUA Y ESTILO 43

LORD CANTERVILLE.—(Irónico, pero sin perder la educación.) Me te-


mo que el fantasma existe, señor Otis, aunque puede que se haya resistido a
las ofertas de sus activos empresarios teatrales. Hace tres siglos que se sabe
de él: para ser exactos, desde 1584, y siempre se presenta antes de que fa-
llezca algún miembro de la familia.
OTIS.—Lo mismo que el médico de cabecera. Milord, los fantasmas no
existen.
(Música.)
NARRADOR.—Semanas más tarde se cerró el trato, y a finales de vera-
no el diplomático se trasladó con su familia a Canterville. La familia Otis es-
taba formada, además de por el ilustre diplomático, por la Sra. Otis, mujer de
mediana edad aún hermosa, elegante y de excelente salud; el hijo mayor,
Washington Otis, joven bien parecido que se preparaba para la carrera diplo-
mática; la dulce Virginia, encantadora muchachita de quince años, excelente
amazona, de sana belleza y buen corazón; y unos gemelos traviesos y revol-
tosos que siempre acababan recibiendo azotes.
(Música.)
NARRADOR.—Los Otis se trasladaron a Canterville a mediados de ju-
lio, en un espléndido día que se torció en cuanto se acercaron al viejo casti-
llo. (Pausa breve. El tono del narrador se vuelve sombrío y misterioso. Sue-
nan, lejanos, los graznidos de los grajos y el sonido de las primeras gotas de
lluvia.) En cuanto el carruaje en el que viajaban enfiló la avenida que desem-
bocaba en la mansión, el cielo quedó encapotado, una calma extraña pare-
ció apoderarse de la atmósfera, sobre las cabezas de los Otis pasó una ban-
dada de grajos y antes de que la familia llegase a la casa ya habían caído al-
gunas gruesas gotas de lluvia. (Tras una pausa, el narrador recupera el tono
neutro.) En la escalinata de entrada los esperaba una anciana pulcramente
vestida con un uniforme de seda negra y una cofia y un delantal blancos. Era
la señora Umney, el ama de llaves, que saludó a los Otis con una profunda
reverencia, al tiempo que les decía, con la singular cortesía de otra época:
UMNEY.—(Voz profundamente reverencial.) Sean bienvenidos al casti-
llo de Canterville.
(Pausa.)
NARRADOR.—(Con voz cada vez más intrigante y siniestra.) Ya en la
biblioteca, los Otis se sentaron y comenzaron a mirar a su alrededor, mien-
tras la señora Umney les servía el té de las cinco. De pronto, la señora Otis
reparó en algo que había en el suelo, al lado mismo de la chimenea: una
mancha de color rojo apagado. (Breve pausa.) Ajena a su verdadero significa-
do, le dijo a la señora Umney:
SRA. OTIS.—Me temo que ahí se ha caído algo.
UMNEY.—(En voz baja y misteriosa.) Así es, señora: ahí se ha derrama-
do sangre.
44 LENGUA Y ESTILO

SRA. OTIS.—(Disgustada y levantando algo la voz.) ¡Qué horror! Las


manchas de sangre son espantosas, y más en la sala de estar. ¡Hay que lim-
piarla en seguida!
UMNEY.—(Tras una pausa, con un tono grave.) Es la sangre de Lady Ele-
anore de Canterville, asesinada ahí mismo por su marido, Sir Simon de Can-
terville, en 1575. Nueve años más tarde, en 1584, Sir Simon desapareció en
circunstancias muy extrañas. Nunca se ha encontrado el cadáver, pero su
atormentado espíritu aún merodea por el castillo. (Breve pausa.) La mancha
ha dejado muy admirados a turistas y visitantes… (Tras una breve pausa.) Y
no hay forma alguna de hacerla desaparecer.
(Música tétrica de fondo.)
WASHINGTON.—(Eufórico.) ¡Tonterías! El quitamanchas «Campeón»,
de la casa Pinkerton, y el detergente «Parangón», de la casa Cleener, acaba-
rán con ella en un periquete.
NARRADOR.—Y antes de que la aterrorizada ama de llaves pudiera in-
tervenir, él ya se había arrodillado y restregaba el suelo con una especie de
barra de labios negra. Poco después no quedaba ni rastro de la mancha de
sangre.
WASHINGTON.—(Triunfante.) ¡Ni rastro de la mancha! ¡Sabía que Pin-
kerton lo conseguiría!
NARRADOR.—(Serio, tras una breve pausa.) Pero apenas había acabado
de hablar cuando un relámpago pavoroso iluminó la estancia en penumbra.
(Trueno prolongado. Estallido de un rayo.)
LOS GEMELOS.—(Al unísono.) ¡Menudo trueno!
OTIS.—(Sin inmutarse por el rayo, pero molesto por el cambio de tiem-
po.) ¡Qué clima tan espantoso! Supongo que este viejo país está tan superpo-
blado que el buen tiempo no da para todos.
(Se oye el estrépito de un cuerpo que cae al suelo.)
VIRGINIA.—¡La señora Umney se ha desmayado!
SRA OTIS.—(Confusa.) Querido Hiram, ¿qué podemos hacer con una
mujer que se desmaya?
OTIS.—(Pragmático.) Descuéntaselo del sueldo, verás como no se des-
maya más.
NARRADOR.—Y la verdad es que muy poco después la señora Umney
volvía en sí. Se la veía, sin embargo, muy afectada, y con toda la seriedad
del mundo le advirtió al señor Otis:
UMNEY.—Señor, estos ojos han visto cosas que pondrían los pelos de
punta a cualquier cristiano, y he pasado noches y más noches sin pegar ojo
por las cosas espantosas que aquí ocurren.
OTIS.—Querida señora Umney, mi familia no cree en fantasmas.
UMNEY.—(Inquieta.) Le aseguro que el de Sir Simon puede ser muy pe-
ligroso…
LENGUA Y ESTILO 45

OTIS.—(Interrumpiéndola.) Le ruego que se serene. Si lo consigue, me


comprometo a aumentarle el sueldo en dos libras: le aseguro que eso acaba-
rá con todos sus temores.
UNMEY.—Sospecho, señor Otis, que el fantasma de Canterville no en-
tiende de dinero. Así que espero que Dios les proteja.
(Música.)
3.2
Esta actividad, como la anterior, requiere un alto índice de participación
por parte del alumno y en sí misma puede constituir una secuencia didácti-
ca: «La literatura oral: los cuentos tradicionales». Si la infraestructura del
centro lo permite, resultaría muy gratificante contar el cuento, una vez adap-
tado, a alumnos de niveles inferiores y comprobar su reacción. De esta for-
ma, quienes hubieran preparado la actividad vivirían la magia del fabulador,
del contador de cuentos.
A modo de ejemplo, presentamos una posible adaptación para ser na-
rrada oralmente de «El Gigante egoísta»:

Había una vez un Gigante muy egoísta que se fue a visitar a un ogro
amigo suyo y se estuvo con él siete años. Durante ese tiempo, los niños iban
a jugar al jardín del Gigante y eran muy felices allí, ya que era un lugar pre-
cioso, al que acudían todas las tardes al salir del colegio.
Cuando regresó, el Gigante se enfadó muchísimo con los niños y los
echó del jardín, porque lo quería para él solo. Para que no volvieran más, le-
vantó un muro alrededor y puso un letrero enorme que decía «PROHIBIDO
EL PASO».
Los niños se quedaron sin tener dónde jugar, así que se pusieron muy
tristes. Cuando llegó la primavera, ni los pájaros, ni las flores ni el buen tiem-
po quisieron entrar en el jardín del Gigante egoísta, por lo que allí siguió
siendo invierno. Y mientras en todas partes el paisaje se llenaba de color y de
alegría, el jardín del Gigante estaba siempre lleno de frío, nieve y escarcha.
Luego vinieron el granizo y el viento del norte.
—¡Qué raro! —decía el Gigante, que vivía solo en su enorme castillo—,
no entiendo por qué tarda tanto la primavera.
Una mañana, el Gigante estaba despierto en la cama cuando oyó una
música muy hermosa.
—Deben de ser los músicos del rey —dijo.
Era tan sólo el canto de un pajarillo, pero, como hacía tanto tiempo que
no oía a ninguno, al Gigante le pareció la música más bella del mundo. Tam-
bién olió un perfume agradable que entraba por la ventana y pensó que la
primavera había llegado finalmente a su jardín.
Luego, se asomó a la ventana y vio una escena maravillosa. Los niños,
que habían entrado por una grieta del muro, estaban otra vez jugando en el
jardín, subidos a los árboles. Los árboles estaban tan contentos de volverlos a
46 LENGUA Y ESTILO

ver que habían florecido todos; los pájaros cantaban y toda la tierra estaba
cubierta de hierba y de florecillas silvestres. Era un espectáculo encantador.
Pero en un rincón del jardín seguía siendo invierno. Allí había un niño
muy pequeño que lloraba amargamente porque no se podía subir al árbol; el
árbol estiraba sus ramas para que el niño subiera, pero el niño era demasiado
pequeño para trepar por él. Por eso en aquel rincón del jardín seguía siendo
invierno, porque había un niño que lloraba y no era feliz.
Entonces el Gigante se dio cuenta de lo egoísta que había sido y se arre-
pintió profundamente de lo que había hecho. Bajó corriendo a ayudar al ni-
ño, pero al verlo, los otros niños se asustaron y echaron a correr, por lo que
volvió a ser invierno. Pero el niño pequeño aún seguía intentando subir al ár-
bol y, sin que él se diera cuenta, el Gigante lo cogió en brazos y lo subió al
árbol, que floreció al instante, por lo que los pájaros se posaron en sus ra-
mas, cantando de alegría. El niño se abrazó al Gigante y le dio un beso de
agradecimiento.
Al ver que el Gigante ya no era malo, los otros niños volvieron, por lo
que de nuevo fue primavera en el jardín. Entonces el Gigante cogió un hacha
enorme y destruyó el muro, y luego dijo a los niños:
—Podéis venir siempre que queráis: el jardín es vuestro.
Y se puso a jugar con ellos. Al llegar la noche, el Gigante preguntó por
el pequeño que le había dado un beso, pues era su preferido, pero los niños
le contestaron que no sabían quién era, que no lo habían visto nunca. Y en-
tonces el Gigante se puso muy triste.
Desde aquel día siempre fue bueno con los niños, y jugaba con ellos to-
das las tardes.
Pasó el tiempo y el Gigante envejeció. Y como estaba ya muy débil para
jugar, se sentaba en un butacón a ver cómo se divertían los niños. Todas las
tardes se acordaba del niñito del primer día y ya no le importaba que fuera
invierno, porque sabía que después de los días de frío habría de llegar la pri-
mavera.
Un día de invierno en que estaba muy viejecito y muy débil vio una es-
cena maravillosa: en un rincón del jardín había un árbol todo cubierto de
preciosas flores blancas. Las ramas eran todas de oro y de ellas colgaban fru-
tas de plata. Al pie del árbol estaba el niño pequeño al que el Gigante tanto
había querido.
El Gigante bajó corriendo al jardín con gran alegría y se acercó al niño.
Entonces vio que el niño tenía marcas de clavos en las palmas de las manos
y en los piececitos y se enfadó muchísimo.
—¿Quién se ha atrevido a hacerte daño? —gritó el Gigante—. Dímelo,
que cojo mi espada y lo mato.
—¡No! —respondió el niño—, que éstas son las heridas del amor.
—¿Quién eres tú? —preguntó el Gigante.
Y entonces el Gigante comprendió que aquel niño era el niño Jesús, y
un extraño temor se apoderó de él, por lo que se arrodilló ante el pequeño.
Jesús sonrió al Gigante y le dijo:
LENGUA Y ESTILO 47

—Una vez me dejaste jugar en tu jardín: hoy vendrás conmigo al Paraí-


so, que es mi jardín.
Y cuando los niños llegaron corriendo aquella tarde, se encontraron al
Gigante muerto bajo un árbol, todo cubierto de flores blancas.

4. LÉXICO Y SEMÁNTICA

4.1
a Busca qué palabras del siguiente párrafo de «El fantasma de
Canterville» podrían ser sustituidas por las que tienes abajo:
«El día siguiente […] Simon de Canterville.» (pp. 13-14).
! referencia: alusión hallar: encontrar
deambular: dar un paseo anímicos: psíquicos
citó: hizo alusión hogares: casas
liviana: ligera ha contado: ha referido
lento: cansino ventaja: superioridad
básicas: elementales consuetudinarias: habituales
acento: deje cultivados: cultos
frecuentemente: a menudo

4.2
a Escribe la palabra más adecuada y precisa en cada caso:
! a) (1) sendas (2) flameantes (3) varas
b) (1) raudos (2) ramilletes
c) (1) adoptó (2) altanero
d) (1) fruncir (2) ceño (3) severo

4.3
a Completa el texto con la palabra cuya definición aparece
más abajo.
! El fragmento corresponde a las pp. 139-140 del cuento «El joven
rey». Las palabras omitidas son las siguientes:
(1) bóveda (6) leve (11) languidez
(2) burbuja (7) jazmines (12) vehementemente
(3) cansinos (8) bucles (13) exquisito
(4) brumosa (9) laúd
(5) ruiseñor (10) párpados
48 LENGUA Y ESTILO

5. CREACIÓN

5.1
a Poneos en la situación del niño y explicadle a un amigo, con
el lenguaje apropiado, vuestra versión de las cosas.
! Ha muerto Hans. Yo apenas lo conocía, pero me entristece mucho su
muerte. Mi padre siempre decía que era su mejor amigo, pero no estoy muy
seguro de que fuese así. Dicen que Hans era demasiado bueno y que mi pa-
dre abusaba de él.
La verdad es que nos hizo muchos favores. Sin ir más lejos, fue a buscar
al médico un día en que yo me había hecho daño al caerme de una escalera.
Y por eso murió: porque aquella noche llovía mucho, el campo estaba muy
oscuro y el pobre Hans se cayó en un pozo. Dicen que la culpa la tuvo mi
padre, que le obligó a ir a buscar al médico y encima no le quiso dejar su fa-
rol porque tenía miedo de que se lo estropease.
No sé. Recuerdo que mi padre le dijo a mi madre que hacía muy mala
noche y que Hans estaría encantado de ir en su lugar a buscar al médico,
porque así podría devolverle el favor que le había hecho regalándole la ca-
rretilla. Claro que, según mi padre, no se podía comparar una cosa con otra,
porque, a fin de cuentas, lo único que él le pedía a Hans era que diese un re-
cado. Pero de esta forma Hans sería feliz, y mi padre decía que él se preocu-
paba mucho por la felicidad de sus amigos, porque en eso consiste la verda-
dera amistad.
Lo cierto es que a veces no comprendo mucho a mi padre. Siempre de-
cía que Hans era su mejor amigo pero nunca quiso invitarlo a casa. Ni si-
quiera cuando era invierno y Hans estaba solo y no tenía nada que comer. Y
eso que nosotros vivimos bien.
Un día de invierno le dije a mi padre que si Hans no tenía comida po-
día venir a casa, que yo le daría de la mía y jugaría con él. Y mi padre se en-
fadó mucho conmigo y me dijo que era tonto y que no servía de nada en-
viarme a la escuela porque no entendía nada de nada. En cambio Hans siem-
pre nos estaba haciendo regalos: flores, frutas y muchas más cosas. Y
también nos arregló el techo del granero, y…
La verdad es que me da mucha pena que Hans se haya muerto. Ojalá
yo no me hubiese caído de la escalera, y ojalá mi padre no hubiera ido a
buscar a Hans aquella noche.

b Redacta por escrito el diálogo que crees que sostendrían.


! Como el anterior, éste es un ejercicio de respuesta abierta, si bien el
alumno debe respetar, al crear la situación dramática, el carácter de los per-
sonajes creados por Wilde. El alumno debería respetar el carácter de cada
LENGUA Y ESTILO 49

personaje. Supongamos, por ejemplo, que el molinero llega al otro mundo


cuando Hans ya lleva mucho tiempo en él. Los dos personajes podrían man-
tener el siguiente diálogo:
HANS.—¡Hugo! Mi buen amigo Hugo, ¡qué alegría me da volver a verte!
HUGO.—¿Alegría? ¿Te estás burlando de mí?
HANS.—No, yo nunca haría eso. Siempre te consideré mi mejor amigo.
Y me entusiasmaba oír cómo hablabas. Eras un gran orador, sí señor.
HUGO.—¿Y crees que vamos a seguir siendo amigos aquí?
HANS.—Por mí, encantado. Lo único que pasa es que aquí no voy a
serte de mucha ayuda, ya que no hay nada que hacer ni tampoco tengo nada
que ofrecerte, salvo mi amistad.
HUGO.—Pues si eso es todo lo que tienes para mí, adiós muy buenas.
No seré yo quien pierda el tiempo contigo. Ya encontraré algo mejor.
HANS.—Pero Hugo, aquí todo el mundo me aprecia y valora mucho mi
amistad.
HUGO.—¿Ah, sí? Deben de ser todos tan bobos como tú.
HANS.—Pensaba que el largo tiempo transcurrido desde mi muerte te
habría hecho recapacitar; pero ya veo que estaba equivocado. Lo siento por
ti: aquí no podrás engañar a nadie; tendrás que conformarte con lo que eres.
Pero dime una cosa, ¿nunca sentiste, siquiera una vez, un poco de arrepenti-
miento?
HUGO.—¿Arrepentimiento? ¿De qué?

5.2
a Redactad una instancia bien argumentada y dirigida al alcal-
de en que, muy respetuosamente, exijáis que no sólo se dero-
gue esa orden sino que se levante además una estatua a la
golondrina.
! Ilustrísimo señor:
MONTSERRAT HERRERO VIDAL, con DNI 41.333.928, domiciliada en
esta ciudad, calle París, 17, 2º, 4ª
EXPONE: que estoy muy triste porque el Ayuntamiento ha decidido de-
moler la estatua del Príncipe Feliz y sustituirla por otra, que forjarán con su
mismo metal.
Sepa usted que se trata de una decisión muy cruel. Si el Príncipe está
ahora deslucido y parece un mendigo es precisamente porque su belleza in-
terior resplandece más que nunca. Antes, cuando vivía en el Palacio de la
Despreocupación, ignoraba el sufrimiento de su pueblo; pero en cuanto supo
de él, fue tanto su dolor y su deseo de hacer el bien que no dudó en despren-
derse de todo lo que poseía para favorecer a los necesitados. Como era una
estatua y no podía moverse, pidió ayuda a la golondrina que ustedes encon-
traron muerta a sus pies. Fue ella quien le arrancó el rubí, los zafiros y los
panes de oro para repartirlos entre los pobres. Por amor al Príncipe, la golon-
50 LENGUA Y ESTILO

drina renunció a emigrar a Egipto, por lo que acabó muriendo de frío, dicho-
sa, eso sí, de haber sido útil a un príncipe tan generoso y de haberse sacrifi-
cado por amor. Y sepa usted que, al verla muerta a sus pies, al Príncipe se le
partió el corazón de dolor.
¿Y quieren ustedes ahora recompensar tan noble sacrificio y tan bello
gesto derruyendo la estatua y tirando la golondrina a la basura? ¿No es así
como trataron a Jesús los poderosos de su tiempo, pagando la bondad de
Cristo con su terrible ejecución?
Por todo ello, y con el debido respeto,
SOLICITA: que recapacite y rectifique su error.
Siga el ejemplo del Príncipe y preocúpese de los más débiles. Se sentirá
usted mismo más feliz. Después convoque un pleno del Ayuntamiento y
mande reparar la estatua del Príncipe; ordene también que a sus pies, o en su
hombro, erijan otra en memoria de la golondrina, y que en el pedestal de
ambos graben una leyenda que explique su hermosa historia de amor.
Puesto que estoy convencida de que es usted un hombre sensato y bon-
dadoso, me despido con la confianza de que escuchará mis súplicas.
Ciudad, 14 de febrero de 1999
Rúbrica
ILMO. SR. ALCALDE DE NUESTRA CIUDAD

b Las mismas ideas pueden exponerse en forma de discurso


que, una vez redactado, leeréis con la debida entonación an-
te la clase.
! Queridos compañeros:
Hoy ha llegado a nuestros oídos la cruel decisión del Ayuntamiento de
demoler la estatua del Príncipe Feliz y sustituirla por otra, que forjarán con su
mismo metal. Antes de que eso ocurra, quiero contaros una bella historia de
amor.
Todos recordamos la magnífica estatua que adornaba la plaza junto al
colegio. Pero pocos nos hemos parado a pensar quién fue aquel hombre al
que su pueblo llamaba el Príncipe feliz.
Sólo nos fijábamos en su esbelta figura y en sus lujosos adornos, y ahora
nos parece un mendigo porque los ha perdido. Pero es precisamente ahora
cuando su belleza interior resplandece más que nunca.
Debéis saber que antes, cuando vivía en el Palacio de la Despreocupa-
ción, el Príncipe ignoraba el sufrimiento de su pueblo; pero que, en cuanto
supo de su existencia, fue tanto su dolor y su deseo de hacer el bien que no
dudó en desprenderse de todo lo que poseía para favorecer a los necesitados.
Sin embargo, como era una estatua y no podía moverse, tuvo que pedir ayu-
da a una golondrina rezagada, la que ayer apareció muerta a sus pies. Fue
ella quien le arrancó el rubí, los zafiros y los panes de oro y los fue repartien-
do entre los pobres. Por amor al Príncipe, la golondrina renunció a emigrar a
Egipto, por lo que acabó muriendo de frío, dichosa, eso sí, de haber sido útil
LENGUA Y ESTILO 51

y de haberse sacrificado por amor. Como había sido tan generosa, al verla
caída, al Príncipe se le partió el corazón de dolor.
¿Y piensan ahora nuestros gobernantes recompensar tan noble sacrificio
y tan bello gesto derruyendo la estatua y tirando la golondrina a la basura?
¿No es así como trataron a Jesús los poderosos de su tiempo, pagando la
bondad de Cristo con su terrible ejecución? ¿Acaso no hay nada bueno en el
alma de nuestros gobernantes? ¿No creéis que debemos dirigirnos al alcalde
y exigirle que rectifique su error?
Creo que si logramos convencerlo se sentirá él mismo más feliz. Hagá-
mosle ver que debería seguir el ejemplo del Príncipe y preocuparse por los
más débiles. Y en lo que a nuestro asunto se refiere, debería convocar un ple-
no del Ayuntamiento, mandar que restauren la estatua del Príncipe y ordenar
que a sus pies o en su hombro erijan otra escultura en memoria de la golon-
drina, y que en el pedestal graben una leyenda que explique su hermosa his-
toria de amor.
Sólo así se hará justicia.

5.3

a Completa el relato de Wilde añadiendo esa parte que no se


nos revela.
! En este ejercicio se valorará especialmente la inventiva del alumno,
quien, no obstante, deberá esforzarse por respetar el modelo del relato, de
acuerdo con lo que se narra en las pp. 39-41. Una posible forma de comple-
tar la narración sería la siguiente:
«Después de que Virginia penetrase en la caverna, el miedo se apoderó
de ella. La oscuridad era total y un frío intenso le insensibilizaba el cuerpo y
le hacía tiritar. De pronto notó que la mano de Sir Simon tiraba de la suya:
era suave y le proporcionaba un agradable cosquilleo que iba subiendo por
el brazo. Virginia se aferró a los huesos del fantasma, y entonces advirtió que
Sir Simon temblaba de emoción. De repente, una horrible aparición se hizo
visible frente a ellos. Virginia recordó lo que Sir Simon le había advertido, y,
parsimoniosamente, empezó a recitar las palabras del Padrenuestro, a cuyo
mágico son se deshizo la espantosa forma.
Avanzaron silenciosos por la gruta. Extraños seres cruzaban veloces jun-
to a ellos y murmuraban incomprensibles letanías. Después de que doblaran
un recodo, se iluminó la imagen de Lady Eleanore, en pie y con el corazón
atravesado por una daga. Al contrario de lo que había dicho Sir Simon, era
una mujer hermosa, de exquisito perfil y contornos delicados. Sus ojos, dul-
ces y soñadores, expresaban a un tiempo sorpresa y terror.
Sir Simon tuvo una convulsión y cayó de rodillas al suelo, pero de sus
cuencas vacías no brotó lágrima alguna. Lady Eleanore miró entonces a Virgi-
nia. Su mirada era profunda y misteriosa, del intenso azul del mar. Una voz
familiar e íntima le susurró al oído:
52 LENGUA Y ESTILO

—¿Crees de verdad que Sir Simon debe ser perdonado de tan horrible
crimen? Vuélvete con los tuyos, Virginia. No intentes romper los sagrados
vínculos del más allá.
Virginia se arrodilló junto a Sir Simon. Estrechó aun más su temblorosa
mano y, sin poder contener el torrente de lágrimas, desgranó uno a uno los
embriagadores versos de la fe:

Creo en Dios padre, todopoderoso,


creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único hijo…

Acabado el salmo, Lady Eleanore avanzó hacia ellos. Un halo de luz


envolvía su figura. Se acercó al que fuera su esposo y, con una infinita ternu-
ra, le besó en la frente. Luego se desvaneció poco a poco. En el lugar que an-
tes ocupaba brillaba un pequeño joyero.
Sir Simon había dejado de temblar y las voces ya no se oían, ni se veían
tampoco las diabólicas siluetas. Virginia y el fantasma atravesaron el muro y
llegaron a la alcoba que había servido de tumba a Sir Simon. Éste se acomo-
dó en su esqueleto y, a punto ya de expirar, pronunció sus últimas palabras,
apenas audibles en la penumbra:
—Gracias, Virginia. No pierdas nunca tu fe. Sigue ese pasadizo; cuando
llegues al final, la pared se abrirá a tu paso y podrás entrar en el rellano de la
escalera. El cofre, por supuesto, es para ti: es el regalo con que Eleanore te
premia por haberme devuelto a ella. Queda en paz, Virginia. Adiós.
Y dicho esto, Sir Simon expiró. Su apariencia espectral se deshizo y sólo
quedaron sus huesos, ahora ya definitivamente en paz.»

b Escribe un cuento breve en que relates lo que os ocurriría en


tal caso.
! La trama del cuento puede adoptar direcciones muy diversas, depen-
diendo de cuáles sean las reacciones de sus personajes. Al contactar por vez
primera con el marciano o con el animal capaz de hablar, los humanos pue-
den manifestar terror, indiferencia o curiosidad. En este último caso, querrán
indagar en la vida del personaje, quien tal vez se encuentre en un aprieto pa-
ra el que busca solución. Un marciano, por ejemplo, puede tener dificulta-
des para regresar a su planeta, por lo que una posibilidad es que el cuento
relate cómo un grupo de niños ayuda al extraterrestre a viajar de vuelta a su
lugar de origen. Con la redacción del texto se pretende fomentar tanto la in-
ventiva del alumno como su dominio de la verosimilitud y de las técnicas
narrativas. Una forma de incentivar a la clase en la preparación de este ejer-
cicio consistiría en animar a los alumnos a que presenten su cuento a algún
concurso literario.
El otro ejercicio creativo que propone esta actividad es la redacción de
una adaptación teatral de algún pasaje de «El fantasma de Canterville». A
LENGUA Y ESTILO 53

modo de ejemplo, adaptamos la escena en que los Otis descubren la man-


cha de sangre en la biblioteca:
«(Biblioteca del castillo de Canterville. Sala ancha y espaciosa, ricamen-
te adornada al estilo Tudor. Grandes librerías de puertas emplomadas tapizan
las paredes. Entra la dudosa luz de una tarde de tormenta por los amplios
ventanales del fondo. Los Otis se han ido sentando a una gran mesa, situada
a la izquierda del espectador e iluminada por un viejo candelabro. A la dere-
cha, una espléndida chimenea encendida. La señora Umney sirve el té. La
señora Otis se pasea por la sala, escudriñándolo todo. De pronto se detiene y
repara en algo que hay en el suelo, junto a la chimenea.)

SRA. OTIS.—Sra. Umney, me temo que ahí se ha derramado algo.


UMNEY.—(Con voz baja y misteriosa.) Así es, señora. Ahí se ha derra-
mado sangre.
SRA. OTIS.—(Disgustada.) ¡Qué horror! Las manchas de sangre son es-
pantosas, y más en la sala de estar. ¡Hay que limpiarla en seguida!
UMNEY.—(Sonriendo.) Es la sangre de Lady Eleanore de Canterville,
asesinada ahí mismo por su marido, Sir Simon de Canterville, en 1575. Nue-
ve años más tarde, Sir Simon desapareció en circunstancias muy extrañas. Su
cadáver nunca ha sido encontrado, pero su atormentado espíritu aún mero-
dea por el castillo. La mancha ha dejado muy admirados a turistas y visitan-
tes… (Breve pausa, enfatizando.) Y no se quita con nada.
(Música tétrica de fondo. El joven Washington Otis,
que ha seguido atento la conversación, se levanta y se dirige
hacia el lugar donde se encuentra la mancha.)
WASHINGTON.—(Eufórico.) ¡Tonterías! El quitamanchas «Campeón»
de la casa Pinkerton y el detergente «Parangón» acabarán con ella en un pe-
riquete.
(Antes de que la aterrorizada ama de llaves pueda intervenir,
Washington se arrodilla y frota el suelo con una especie de barra
de labios negra. Poco después no queda ni rastro de la mancha de sangre.)
WASHINGTON.—(Orgulloso, en pie.) ¡Sabía que Pinkerton lo conse-
guiría!
(Un relámpago pavoroso ilumina la estancia. Suena un trueno prolongado. Al
estrépito se ponen todos de pie y la señora Umney se desmaya.)
OTIS.—(Algo molesto.) ¡Qué clima tan espantoso! Supongo que este
viejo país está tan superpoblado que el buen tiempo no da para todos.
SRA OTIS.—(Confusa.) Querido Hiram, ¿qué podemos hacer con una
mujer que se desmaya?
OTIS.—(Pragmático.) Descuéntaselo del sueldo, verás como no se des-
maya más.
54 LENGUA Y ESTILO

(La señora Umney vuelve en sí, aunque se le ve muy afectada.)


UMNEY.—Señor Otis, no debería tomarse a broma las desgracias que se
ciernen sobre esta casa. Estos ojos (se los señala con el dedo) han visto cosas
que pondrían los pelos de punta a cualquier cristiano, y he pasado noches y
más noches sin pegar ojo por las cosas espantosas que aquí ocurren.
OTIS.—(Afectuoso. A medida que habla, la Sra. Otis se acerca a él y co-
rrobora con gestos cuanto dice su marido.) Mi querida señora Umney, le ase-
guramos que ni mi esposa ni yo tenemos miedo a los fantasmas. Venimos de
un país en que esos temores están ya superados. Pero no se enoje, compren-
demos su aprensión. Y para que no nos juzgue mal, ahora mismo le promete-
mos un aumento de sueldo y le damos permiso para retirarse: ya ha tenido
bastantes sustos por hoy.
(La señora Umney hace una profunda reverencia.)
UMNEY.—Buenas noches, señor. Y que Dios los proteja.
(Después, el ama de llaves se retira muy lentamente.)»

5.4

a Escribidle una carta reconviniéndole por su falta de sensibili-


dad y su egoísmo.
! Ciudad, 14 de febrero de 1999
Apreciado compañero:
Hemos sido testigos de tu ruin conducta y no podemos por menos que
manifestarte nuestra más sentida reprobación.
Tanto lloriquear porque Margarita no te hacía caso, tanto jurar y perju-
rar que por ella estarías dispuesto a todo, tanta palabrería… ¿para qué? Ni es-
tabas enamorado de Margarita ni te importaba un bledo la forma de conse-
guirla. Sólo querías lucirte junto a ella, que todos viésemos que tú eras su
preferido. Por eso nos alegramos de que te haya dado calabazas. Y de que te
haya puesto en tu sitio.
A raíz de lo sucedido nos hemos dado cuenta de que eres un ser vulgar,
materialista e insensible. Para su desgracia, el ruiseñor lo ha comprobado en
carne propia.
¿Acaso has conocido nunca a una criatura más exquisita que ese pájaro
generoso? Sin pedirte nada a cambio sacrificó su vida por ti, para que pudie-
ses alcanzar ese amor que tanto decías anhelar. Él, que amaba la vida como
nadie, prefirió tu felicidad a la suya propia.
¡Pero tú qué vas a saber, si no eres más que un ignorante y un egoísta!
¿No te diste cuenta de que la rosa roja que le llevaste a Margarita había bro-
tado de la noche a la mañana? ¿No se te ocurrió preguntarte por qué había
florecido justamente aquel día, allí, bajo tu ventana? ¿Te fijaste en ella? ¿Olis-
te su perfume? ¿Acariciaste sus delicados pétalos?
LENGUA Y ESTILO 55

¿Qué hiciste con ella, di? ¿Qué hiciste? Seguro que ni te diste cuenta de
que era el sublime regalo de aquel ruiseñor del que una vez dijiste que tenía
un hermoso canto pero que estaba vacío de sentimiento.
Y ahora, ¿dónde está la rosa del amor?
Firma y rúbrica

5.5

a Observa la interpretación que ha hecho de los personajes


simbólicos de la Muerte y la Avaricia (pp. 146-147) y descrí-
belos basándote en su dibujo.
! Alicia Cañas representa a la Muerte como una mujer extremadamen-
te delgada que camina hacia la Avaricia pidiéndole dinero con una mano ex-
tendida. Lleva una túnica de color negro verdoso desde la cabeza a las pan-
torrillas, un velo del mismo color oculta su cara, y calza unos botines muy
flexibles, más parecidos a unos gruesos calcetines negros que a unas botas.
Viste también una sobretúnica oscura y de ribetes anaranjados, muy holgada,
que le cubre, a modo de chaqueta, del cuello hasta los muslos. De su cuerpo
sólo se ven sus escuálidas pantorrillas y la mano derecha, muy pálida y del-
gada. Bajo la sobretúnica sobresale la manga de un blusón, muy holgado y
de color naranja. Dos dragonzuelos de formas imprecisas y color verde chi-
llón, uno de ellos moteado de suaves topos rosáceos, se agarran a su cuerpo,
uno sobre el brazo extendido y otro en el faldón de la sobretúnica. Varias co-
las verdes y puntiaguadas, se supone que de otros dragones ocultos, cruzan
su vestimenta, y una de ellas sobresale hacia delante a la altura de las rodi-
llas. Del cuello hacia atrás caen caprichosamente hasta el suelo tres largas
cintas negras, y de su espalda arranca el extremo afilado de una guadaña con
la que arrebata la vida a la gente.
La Avaricia no es menos siniestra. Se trata de una mujer vieja y estrafala-
riamente vestida, sonriente y en actitud de negar, con el brazo derecho reco-
gido sobre sí misma. Su vestimenta recuerda los ricos atavíos de las mujeres
nobles de finales de la Edad Media. Va cargada de joyas y se cubre la cabeza
con una gran toca de tres puntas, blanquecina por fuera y verde por dentro.
Viste una blusa azul ceñida hasta el cuello, de la que sólo se le ve el torso,
un lujoso vestido verde hasta los pies, con rica cenefa estampada, visible por
la parte de atrás, y una amplia capa cogida por delante, también verde, aun-
que de un tono más subido, y ribeteada de amarillo, como el vestido. Luce
una vistosa corona empedrada y de su cuerpo penden, atadas con cuerdas,
varias bolsas de monedas, una de ellas rota. La capa está adornada con mo-
nedas de oro y piedras preciosas. Brazaletes, collares y otras joyas se amon-
tonan en su brazo y su cuello. Una gran piedra roja destaca en su frente. La
capa, o el vestido, se cierra en el brazo para dar arranque a una amplia y lu-
josa manga blanca. Prendidas del brazo cuelgan, oscilantes, varias cintas do-
radas de diferente tamaño.
ÉTICA

1. UNA LECCIÓN DE AMOR

1.1
a ¿Es ésta realmente una pareja de enamorados? Argumenta tu
respuesta.
! No. La hija del profesor es una muchacha frívola y materialista que
sólo aspira a casarse con alguien de buena posición social; mientras no tiene
otro pretendiente mejor, coquetea con el estudiante; pero más tarde, lo me-
nosprecia por ser pobre. Si lo hubiera amado de verdad, ni le hubiera tortura-
do con exigencias caprichosas como la de conseguirle una rosa roja para el
vestido ni se hubiera burlado de él hablándole tan crudamente del sobrino
del chambelán. En cuanto al estudiante, tampoco ama de veras a la hija del
profesor, sino que adopta una postura egoísta: únicamente le preocupa satis-
facer sus propios deseos y ni está dispuesto a sacrificarse por la muchacha ni
concibe el amor sin ser correspondido. Cuando ella lo rechaza reacciona ai-
radamente recriminándole su actitud y, acto seguido, dado que el amor no le
resulta útil, vuelve a sus estudios.

b ¿Es el amor, como dice el ruiseñor, ‘algo misterioso’? ¿Por


qué?
! Sí. Filósofos y poetas coinciden en afirmar que el amor es una estado
de ánimo particular muy difícil de definir que trasforma radicalmente al ser.
Se manifiesta de formas muy diversas y produce reacciones variadas, a veces
contradictorias entre sí. Limitándonos al «amor de pareja», todos los enamo-
rados coinciden en que es algo maravilloso, una fuerza que arranca del inte-
rior de la persona y que la impulsa por encima de cualquier consideración,
sea de orden moral, político, estético, social o económico.

c ¿Quién da esa lección y en qué consiste? Organizad un deba-


te sobre si el supremo sacrificio del ruiseñor podría ser una
prueba definitiva del verdadero amor.
! La lección la da el ruiseñor. Consiste en demostrar que el verdadero
amor es desinteresado y generoso, y no se detiene ni siquiera ante el máxi-
mo sacrificio. Por idealismo amoroso, el ruiseñor ofrece su vida al estudiante,
quien ni está verdaderamente enamorado ni aprecia el sacrificio.
Para evitar que el debate se disperse en temas demasiado distintos, con-
É TICA 57

vendría que la conversación se centrase en la definición de la esencia del


amor: los alumnos deben describir qué es amar. Esta tarea ya es de por sí pe-
liaguda. Si llegan a la conclusión de que el verdadero amor es entrega abso-
luta y consiste como diría Pedro Salinas, en «vivir en otra persona», podrían
cuestionarse a continuación el siguiente dilema: «¿Qué es preferible: sacrifi-
car la propia vida por amor, como hacen el ruiseñor y la golondrina, o sobre-
vivir sin amor?»

d ¿Qué paralelismo (además de que ambas son aves) guarda la


golondrina con el ruiseñor del anterior cuento? ¿Y la pareja
ruiseñor/rosa con la de golondrina/estatua?
! Tanto la golondrina como el ruiseñor representan a la figura del artis-
ta. Ambos personajes son seres sensibles e idealistas que se sacrifican por
amor. Ambos tienen, además, un profundo sentido de la belleza y aman la
vida apasionadamente. Sin embargo, los dos eligen morir para ayudar a al-
guien por quien sienten afecto. Con la intención de que nazca una rosa roja,
el ruiseñor clava su pecho en una espina: su comportamiento simboliza la
actitud del artista que lo da todo a cambio de una obra bella. Del mismo mo-
do, la golondrina muere por amor a la estatua del Príncipe: prefiere perder la
vida a alejarse del ser que ha mostrado una generosidad tan admirable.

e ¿Qué gran lección de amor aprendemos con la golondrina?


¿Crees que la golondrina cambia tras conocer al Príncipe? Si
así lo crees, demuéstralo.
! La golondrina aprende con el Príncipe a valorar la belleza interior de
los individuos y a sacrificarse generosamente por los demás. Cuando llega a
la ciudad, se muestra como un ser pragmático y materialista que considera
que una estatua no sirve para nada «si no te protege de la lluvia» (p. 69) y
que lamenta que el corazón del Príncipe sea de plomo y no de oro macizo
(p. 70). Además, cuando el Príncipe le pide su primer favor, el ave se muestra
reticente a llevarlo a cabo, porque sueña con regresar a Egipto (pp. 70-71).
Finalmente, sin embargo, la golondrina comprende las razones del Príncipe y
decide renunciar a su propio beneficio a favor del bienestar de los que su-
fren. Esta actitud ocasiona su muerte, pues el invierno la sorprende en la ciu-
dad, pero la golondrina se siente feliz porque muere junto al Príncipe, cuya
misericordia y generosidad le han impresionado.

f En tu opinión, ¿manifiesta el Príncipe una actitud egoísta res-


pecto a la golondrina? ¿Por qué?
! El Príncipe no es egoísta, ya que obra siempre movido por la genero-
sidad y el amor al prójimo y nunca es consciente de que los favores que soli-
cita de la golondrina vayan a dañarla. Si le pide ayuda es porque él mismo
58 É TICA

no puede moverse. Cuando le ruega que desengarce el rubí de su espada es


poco el esfuerzo que exige de la golondrina y grande el favor que le hace al
niño enfermo. Al ver que el ave colabora, le ruega que se quede otra noche
más. La tercera noche, una vez arrancados los dos zafiros que le sirven de
ojos, la golondrina decide libremente permanecer junto al Príncipe, momen-
to en que éste repara en su sacrificio y, dolorido, le dice: «debes irte a Egip-
to» (p. 76). Entre ellos surge una íntima amistad y cuando la golondrina se
despide de la estatua porque sabe que va a morir, el Príncipe, que está ena-
morado de ella, aún cree que va a emigrar a Egipto. Pero entonces compren-
de la verdad y se le parte el corazón de dolor.

g ¿Qué razón o razones podrían explicar el comportamiento


de estos personajes? ¿De qué son víctimas?
! Ambos personajes obran inmoralmente más por ignorancia que por
mala fe, pues cuando comprenden lo beneficioso de la bondad comienzan a
comportarse adecuadamente. Por otro lado, los dos sufren: Sir Simon es vícti-
ma de su propia falta de arrepentimiento y de su carencia de fe, así como
del materialismo descreído de los Otis, y el Gigante padece por culpa de su
propio egoísmo, que le impide ser feliz.

h ¿Cómo consigue la felicidad el Gigante?


! El Gigante consigue la felicidad arrepintiéndose de su egoísmo ini-
cial y mostrando amor por los demás, especialmente por los niños.

i Estableced un debate sobre esta última cuestión.


! El debate debería centrarse en la cuestión de si es posible alcanzar la
plenitud amorosa con la persona amada, lograr esa «comunicación perfecta»
entre dos seres y esa «confusión» de almas de la que hablan los poetas. Po-
dría dedicarse un apartado a discutir si el amor pleno que tan a menudo en-
salza la literatura es compatible con la convivencia cotidiana con la persona
amada y si el amor ideal es definitivamente inalcanzable, o, por el contrario,
aprehensible en determinados momentos. El debate podría ilustrarse leyendo
y comentando en clase algunos poemas de Pedro Salinas (el amor como ideal
inalcanzable que sólo se vislumbra fugazmente: La voz a ti debida, Razón de
amor), Luis Cernuda (el amor imposible: La realidad y el deseo) y Jorge Gui-
llén (el amor pleno como realidad presente: Cántico).

1.2

a ¿Qué nuevo paralelismo podemos establecer entre el peque-


ño Hans («El mejor amigo»), el ruiseñor y la golondrina? ¿Es
feliz Hans?
É TICA 59

! Estos tres personajes se caracterizan, entre otros rasgos, por su bon-


dad y generosidad; también por su ingenuidad y su lealtad. El ruiseñor no
mantiene una relación de amistad con el estudiante, pero, como Hans con el
molinero, se sacrifica por alguien que no lo merece. Sin embargo, Wilde re-
presenta al campesino como una persona feliz, pues el ejercicio de la bon-
dad no sólo hace dichosos a quienes son objeto de ella sino también a quien
la practica. Así lo demuestra el caso del abnegado Hans, quien vive en paz
consigo mismo, no siente envidia de nadie, manifiesta una benévola tenden-
cia a contentarse fácilmente, es alegre de carácter y adopta siempre una acti-
tud positiva ante las adversidades.

b ¿Podrías desmontar su ‘curiosa’ argumentación?


! De forma explícita, el molinero censura a Hans por su supuesta falta
de verdadera amistad en dos ocasiones. En primer lugar, cuando le pide que
le regale una cesta de prímulas llena hasta arriba y Hans, que necesita ven-
derlas, reacciona con un gesto afligido. Entonces le recrimina su actitud di-
ciéndole que «la buena amistad es ajena a toda clase de egoísmos» (p. 90).
Al día siguiente, el molinero le pide a Hans que le lleve a cuestas el saco al
mercado y se lo venda y Hans responde que no puede porque tiene mucho
trabajo; entonces el molinero le reprocha su negativa argumentando que
obra inadecuadamente teniendo en cuenta que él va a regalarle la carretilla
(p. 91). En ambos casos, los argumentos del molinero son fácilmente rebati-
bles desde un punto de vista ético. Es evidente que Hugo tan sólo pretende
aprovecharse de Hans: el molinero es el verdadero egoísta, pues no corres-
ponde ni a uno solo de los favores de Hans y además cada vez se muestra
más exigente con él. Lo de mentarle la carretilla a cada momento es puro ci-
nismo, ya que no se la regalado y además carece de cualquier valor.

c ¿Se puede amar sin ser correspondido? ¿Se puede ser amigo
sin ser correspondido?
! Se puede amar sin ser correspondido, ya que la fuerza del amor está
en el que ama, no en el que es amado. Sin embargo, la amistad exige reci-
procidad: la verdadera amistad es un continuo dar y recibir.

d ¿Habéis actuado alguna vez como el molinero o como Hans?


! Este ejercicio es de respuesta abierta. Para evitar que la contestación
se quede en una simple anécdota, el profesor deberá subrayar la necesidad
de que sea sincera. Por su parte, el alumno tendrá que analizar con profundi-
dad su respuesta, recapacitar sobre su experiencia y extraer de ella las con-
clusiones oportunas.

e ¿Os atreveríais a redactar, en grupos, una especie de «Decá-


logo de la amistad»?
60 É TICA

! De este ejercicio pueden resultar textos muy diversos. Transcribimos


uno a modo de ejemplo:
–La amistad nace entre dos o más personas con independencia de su se-
xo, raza, nacionalidad, creencias políticas o religiosas, profesión, posición
social, etc.
–La amistad es posible a cualquier edad.
–Los amigos se reconocen a sí mismos como iguales.
–La amistad nace de la simpatía y el respeto mutuo.
–Los amigos pueden compartir gustos y aficiones o, simplemente, mani-
festar cierta afinidad de caracteres.
–La amistad exige lealtad.
–El verdadero amigo es generoso y se preocupa por el bienestar de sus
amigos.
–La amistad es desinteresada.
–La verdadera amistad sobrevive a los engaños y a las adversidades.
–La amistad exige reciprocidad.

2. JUSTICIA SOCIAL

a ¿Podrías resumir las quejas y reivindicaciones del tejedor en


las pp. 141-142? ¿Qué nueva forma de esclavitud tiene que
afrontar el tejedor?
! El tejedor se queja de la miseria en que vive y del desamparo en que
se hallan los pobres. Aunque tanto los ricos como los pobres son hombres y,
por tanto, son esencialmente iguales, los amos visten ropas hermosas y tie-
nen comida en abundancia, mientras que los trabajadores visten harapos y se
hallan debilitados por el hambre. Aunque la riqueza de la gente acaudalada
es el resultado del trabajo de los pobres, los ricos se desentienden de las cla-
ses humildes, que ni siquiera reciben la ayuda o el consuelo de los sacerdo-
tes. Por eso Wilde considera que el trabajo mal pagado es una forma de es-
clavitud. El obrero necesita trabajar para vivir, pero, como percibe un salario
tan mezquino, apenas si tiene suficiente para sobrevivir.

b ¿Qué relación establece entre la pobreza, el pecado y la ver-


güenza? ¿Crees que hay alguna relación entre pobreza, mar-
ginación y delincuencia?
! Al describir la miseria que atenaza a las clases trabajadoras, el teje-
dor establece una clara relación de causa-efecto entre la pobreza, el pecado
y la vergüenza: la pobreza induce a las clases humildes a cometer pecados
que el personaje no especifica, pero que pueden identificarse con el ejerci-
cio de la violencia, el robo y la prostitución. Como es lógico, esas faltas pro-
vocan el arrepentimiento y la vergüenza.
É TICA 61

El alumno debería reflexionar sobre el círculo vicioso que forman la po-


breza, la marginación y la delincuencia. Bastaría un simple análisis estadísti-
co para comprobar cómo la delincuencia común se nutre esencialmente de
los barrios pobres y zonas deprimidas. Para ilustrar el tema se podría ver en
clase alguna de las películas que recrean de forma magistral esa clara depen-
dencia. A modo de orientación, recomendamos Rebeldes, de Francis Ford
Coppola, Navajeros, de Álex de la Iglesia, o Últimas tardes con Teresa, de Vi-
cente Aranda.

c ¿Crees que la hay necesariamente?


! Este ejercicio es de respuesta abierta. El alumno debería reflexionar, a
partir de los casos concretos que conozca, sobre si es irremediable que la ri-
queza de unos se base en la miseria de otros. Puede resultar muy ilustrativo
el análisis de las estadísticas sobre el reparto de la riqueza y de los recursos
económicos en todo el planeta. Esto permitiría comentar las relaciones entre
los países del hemisferio norte y los del hemisferio sur y la creciente degrada-
ción del medio natural, especialmente en las naciones pobres. Asimismo, po-
drían analizarse las relaciones sociales y económicas que se establecen en el
seno de cada país y valorar si la existencia de «bolsas» de marginación es la
consecuencia de ciertas actitudes de determinados individuos o de un fun-
cionamiento inadecuado de la sociedad por lo que se refiere al reparto de la
riqueza.

d ¿Podría establecerse algún paralelismo entre el amor del rey


por las cosas bellas y costosas y el consumismo occidental?
¿Padece el tercer mundo este consumismo?
! Como el anterior, éste es un ejercicio de respuesta abierta, aunque
conviene que el alumno deslinde la atracción por las cosas bellas que siente
el joven rey (esteticismo) del prosaico placer que nuestra sociedad encuentra
en el mero hecho de gastar dinero y acumular productos innecesarios (con-
sumismo) y que analice en qué medida la publicidad y los medios de comu-
nicación de masas facilitan y potencian los hábitos consumistas de los países
occidentales. Finalmente, puede reflexionar sobre las consecuencias negati-
vas de la escalada consumista (proliferación de actitudes materialistas, agota-
miento de los recursos naturales, valoración economicista de la vida y de las
relaciones sociales, etc.) y sobre cómo el llamado tercer mundo, que nutre
de materia prima a los países occidentales, padece una nueva forma de colo-
nialismo que frena el desarrollo de los países pobres.

e ¿Qué opinas de la argumentación de ese hombre?


! La argumentación de ese hombre anónimo refleja el fatalismo y la
desconfianza hacia los ricos de una buena parte de las clases desfavorecidas.
62 É TICA

Como él, muchos consideran que la injusticia es inevitable, ya que el hom-


bre es egoísta y dominante por naturaleza y las relaciones sociales se susten-
tan en el poder de unos sobre otros. Acostumbrados a la explotación y a la
obediencia, algunos pobres desconfían de los «salvadores», y más si éstos
proceden de otra clase social. A este resignado fatalismo popular (“Siempre
habrá ricos y pobres”, “Para que haya ricos tiene que haber pobres”, etc.) el
alumno podría oponer los innegables avances sociales que se han producido
a lo largo de la historia y la evidencia de que éstos han tenido lugar gracias
al esfuerzo colectivo de las clases humildes, pero también a la existencia de
dirigentes sociales de clase alta que, con su ejemplo o predicamento, han
convencido a los menos favorecidos de la necesidad de que dichos cambios
se produjeran.
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