Módulo 1 - Integración de Las Competencias Socioemocionales en El Aprendizaje, El Bienestar y La Sana Convivencia de Los Estudiantes

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CURSO DE VERANO 2023

Integración de las
competencias
MÓDULO 1
socioemocionales en el
Desarrollo de las
aprendizaje, el competencias
bienestar y
socioemocionales del de
la sana convivencia docente
los
estudiantes

Módulo I: Desarrollo de las competencias


socioemocionales del docente

Material recopilado por:


Lic. Alejandra del Río Sisniegas

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Contacto

Prof. Jacobo Miranda C.


Subgerente de capacitaciones y proyectos especiales
Correo electrónico: [email protected]
Cel: 946043976

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Introducción
Bienvenidos y bienvenidas al curso denominado Competencias socioemocionales para su
desarrollo en los aprendizajes y en la sana convivencia. El curso ha sido diseñado con el
propósito de fortalecer las competencias socioemocionales del docente para que pueda
identificar estrategias socioemocionales para el bienestar propio y la promoción de una sana
convivencia con y entre estudiantes.

La pandemia nos ha permitido tomar aún mayor conciencia sobre la importancia del
componente socioemocional. El retorno a la presencialidad y la “nueva normalidad” nos han
permitido darnos cuenta de grandes fortalezas encontradas durante el periodo de educación
a distancia como la resiliencia, la tolerancia a la frustración, la vocación de servicio entre otras,
también dificultades a nivel emocional tanto propias en nuestra gestión de emociones en
nuestro rol de docente así como en nuestros estudiantes.

Como bien sabemos establecer una convivencia sana permite un clima favorable para el
aprendizaje, en un ambiente con menos estrés y sin amenazas es posible estudiantes
motivados y dispuestos a aprender (de Elorza, 2014; Wiesse, 2018; CASEL, 2021).

Cuando hablamos de procesos de enseñanza-aprendizaje nos damos cuenta que existen dos
elementos estrechamente vinculados entre sí e inseparables: no existe cognición sin emoción
ni emoción sin cognición.

El docente es un referente y ejemplo para sus estudiantes. Los estudiantes tienden a


reproducir lo que su docente hace o dice, incluyendo los comportamientos producto de sus
emociones (García, 2012). Por ello resulta importante iniciar este primer módulo con el trabajo
personal de mirarnos a nosotros mismos y aperturarnos a identificar cómo estamos a nivel
emocional, cómo vamos en el proceso de conciencia emocional y cómo en la regulación de
nuestras emociones. Sin ese diálogo interior será complejo lograr comprender y promover en
nuestros estudiantes competencias socioemocionales que contribuyan a una sana
convivencia. La cultura del bienestar socioemocional empieza por uno mismo.

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1.1. La mirada intrapersonal de las competencias socioemocionales del
docente

El enfoque crítico reflexivo y el proceso de desarrollar nuestras competencias socioemocionales


se encuentran estrechamente relacionados. El surgimiento del constructivismo y el impacto de
la teoría de las inteligencias múltiples abre el debate en pedagogía incluyendo el papel de las
emociones como uno de los aspectos fundamentales en la formación integral de los estudiantes
(García, 2012).

El Informe de Delors (1994) también nos abre las puertas a una educación a favor del
aprendizaje significativo, que se basa en 4 pilares: el aprender a ser, aprender hacer, aprender a
conocer y a vivir juntos. En la práctica sin embargo, suele trabajarse a veces desde un plano
donde aún se le brinda mayor peso al aspecto cognitivo. Pero aprender a conocer también es
aprender a identificar las emociones que se sienten, aprender a hacer es también poner en
práctica estrategias para regular las emociones, aprender a vivir juntos se vincula con la
empatía, la solidaridad, el respeto a las diferencias y aprender a ser simboliza un ser en toda su
complejidad, lo que quiere decir que no se restringe solo al rol del docente en su profesión sino
como persona que siente, piensa, se desarrolla y busca un bienestar (estar bien).

Para ello te invito hacerte estas preguntas como un ejercicio inicial:


● ¿Cómo me siento?
● ¿Cómo me quiero sentir?
● ¿Me es sencillo identificar cómo me siento?
● ¿Me tomo un tiempo para pensar en cómo me siento?
● ¿Cuáles son las emociones que predominan en mí?
● ¿Sé cuáles son los nombres de mis emociones?
● ¿Mi rostro, tono de voz y lenguaje no verbal concuerdan con las emociones que tengo?
● ¿He logrado identificar qué actividades me generan bienestar socioemocional?
● ¿Me ejercito en la regulación de mis emociones?
● ¿Cómo influyen mis emociones en los demás?
● ¿Cómo influyen mis emociones en mis procesos de enseñanza- aprendizaje?
● ¿Me permito sentir todas las emociones o reprimo algunas?

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● ¿Le doy el mismo valor a todas las emociones que siento?

Cuando reconocemos la necesidad de este auto diagnóstico emocional y mirada intrapersonal


(de nosotros mismos) podemos estar más seguros de que tenemos herramientas o nos falta aún
trabajar nuestras competencias socioemocionales de modo que nos será más fácil identificar
también en qué podemos aportar en las competencias socioemocionales de las personas con las
que nos rodeamos y así generar un buen clima para la convivencia sana y respetuosa.

La deconstrucción en la práctica pedagógica

La introspección en el quehacer pedagógico, la reflexión individual y en diálogo con otros


permite construir una imagen, preguntas y afirmaciones sobre lo vivido. Mendoza (2016)
postula que en la medida en que este saber se hace explícito, se construye, se convierte en un
saber sobre la educación, como “los conocimientos y las actitudes de los docentes en torno a
la enseñanza, el aprendizaje, la evaluación y, en definitiva, el currículo” (p. 57).

Preguntémonos qué requiero modificar en mi práctica, en mis actitudes, en mis creencias que
me permitan contribuir a una convivencia más saludable. El proceso de introspección puede
estar cargado de incomodidades porque nos ponemos a nosotros mismos en incertidumbres
y cuestionamos nuestro propio ser. Pero como todo, cuestionarnos solo quiere decir que
somos capaces de analizar y razonar, que tenemos un pensamiento reflexivo y crítico, que
somos capaces de tomar decisiones y valorar nuestra identidad. Capacidades de orden
superior vinculadas a nuestra especie que nos permite seguir siendo mejores personas que
respetan los derechos humanos, el bien común, el medio ambiente y que desarrollen valores
como el respeto, la tolerancia, la empatía, la solidaridad y la justicia.

Y… ¿Qué son las competencias socioemocionales?

Conjunto de conocimientos, capacidades, habilidades y actitudes necesarios para tomar


conciencia, comprender, expresar y regular de forma apropiada los fenómenos emocionales,
cuya finalidad es aportar un valor añadido a las funciones profesionales y promover el
bienestar personal y social (Bisquerra, 2009).

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Un mismo evento puede generar emociones diferentes en distintas personas, las emociones
más comunes son: miedo, tristeza, asco, alegría e ira.

Centrémonos en dos de ellas: conciencia emocional y regulación emocional.

1.2 Conciencia emocional

Al conocer las propias emociones, Goleman lo llamó Autoconciencia Emocional (Bisquerra,


2009, p. 133). Esto consiste en conocer y adecuar las emociones; y, para ello, se requiere
tomar conciencia, reconocer lo que se está sintiendo y aceptarlo. Rafael Bisquerra, experto
en educación emocional, señala que el desarrollo de las competencias emocionales es el
objetivo de la educación emocional. Para él, la conciencia emocional es la primera
competencia para poder pasar a las otras (Bisquerra, 2009).

Por ejemplo, si una persona pasa mucha tristeza, con un nivel de autorreflexión de sí mismo
se plantea preguntas y repreguntas para lograr identificar sus emociones y los posibles
hechos que la generaron. Este gran paso de darse cuenta (tomar conciencia de sus
emociones) ayudará a afrontar esta emoción, y plantearse acciones y estrategias para hacerle
frente.

Es preciso resaltar la necesidad de no desligar este aspecto emocional con el aspecto


cognitivo y comportamental. Considerando que la emoción nos predispone a la acción en la
medida que valoramos e interpretamos un acontecimiento a partir de factores como nuestras
experiencias personales, contexto o aprendizajes de vida. Asimismo, es indiscutible desligar
la emoción de la cognición y el comportamiento, dado que algunas de las reacciones
fisiológicas y comportamentales que desencadenan las emociones son innatas, mientras que
otras pueden adquirirse. De allí la importancia de que se puede aprender a regularlas (CASEL,
2021).

1.3 Regulación emocional

Empecemos comprendiendo o recordemos qué significa la palabra emoción, la cual deriva del
latín emotio, cuyo significado etimológico es “movimiento hacia” (Quintanilla, 2007), lo que
sugiere que la emoción se denomina así debido a que presenta esta tendencia a la acción.
Entonces, ¿será posible regular nuestras emociones?

Manejar las emociones hace referencia a la habilidad de hacerle frente a las propias
emociones tratando de expresarlas de manera adecuada, por ejemplo, la ira, o el lidiar ante
el temor. Las dificultades se dan cuando las emociones se expresan de manera inapropiada
o perduran por más tiempo (Goleman, 2019).

En este sentido, la regulación emocional además de ser una competencia socioemocional


importante está estrechamente vinculada con nuestro autocuidado. Cuando logramos regular
nuestras emociones de forma apropiada, nos podemos sentir más plenos y seguros, somos
más tolerantes, abrimos paso a la creatividad y la apertura de mente e interactuamos mejor
con los demás.

En el día a día solemos tener situaciones que funcionan como “gatilladores”. En algunos casos
el tráfico o el grito de un niño o niña nos pueden generar cólera, ira, ofuscamiento, mientras
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que una noticia triste o ser testigo de una injusticia nos puede generar pena, desánimo,
vergüenza. Ello es normal porque nos recuerda que somos seres humanos que sentimos y
las emociones que sentimos siempre son válidas porque nos brindan información que nos es
útil para tomar conciencia y darnos cuenta de la estrategia que usaremos para manejarla de
forma apropiada (autorregularnos).

1.4 Estrategias para desarrollar competencias socioemocionales, el


autocuidado y el bienestar socioemocional docente

Veamos cuáles son esas estrategias que podemos poner en práctica con nosotros mismos
para autocuidarnos a nivel emocional y regular nuestras emociones.

- Respiración plena - CALMA

La respiración plena, conocida también como respiración consciente o respiración de 5


sentidos, se refiere a tomar conciencia sobre la respiración de modo que el cuerpo entre en
un estado de relajación para luego retomar las actividades con más atención y concentración.
Cuando se realiza de forma frecuente permite al cuerpo y la mente regular mejor las
emociones.
Para poder aplicarla puede considerar el siguiente acróstico*:

C Conscientemente respiro
A Acojo y Acepto mis sensaciones, emociones y pensamientos; los noto y los dejo pasar
L Llevo toda mi atención a mi respiración y Logro enfocarme en el aquí y el ahora
M Me cuido y se siente bien
A Actúo desde la calma

(*Acróstico creado por Gina Graham y Joan Hartley (2019))

Practicaremos la inhalación y exhalación profunda realizando el siguiente ejercicio:


•Ponerse en un lugar cómodo, sentado o de pie, puede cerrar o no los ojos. Puedes estar
echado pero no puedes quedarte dormido porque sino ya no estarías siendo consciente de tu
respiración.
•Acerco mis dedos a mi boca como si tuviera un globo entre ellos.
•Tomo aire suavemente por la nariz preparándome a inflarlo.
•Lo retengo y cuando no puedo más, suelto el aire por la boca muy despacio como soplando.
•Puede repetirlo varias veces.
•Cada vez que termines, identifica en tu cuerpo las zonas que se encuentran relajadas.

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La respiración plena, es una práctica meditativa o de mindfulness (en español, atención plena)
respaldadas por la evidencia científica, que impactan positivamente en nuestras emociones y
pueden contribuir en la mejora de nuestra salud mental así como nuestro bienestar.

- Diario emocional

Expresar las emociones nos permite identificarlas y conocerlas, para ello puedes contar con
una libreta o cuaderno personal donde puedas a través del dibujo, la escritura o cualquier
medio expresar tu sentir, de las distintas emociones. No tiene que ser solo aquellos momentos
que te hicieron pasar malos ratos, anímate a escribir también esos momentos alegres que te
hicieron sentir bien.
Comparte con tu diario las situaciones que te pasaron, cómo te hicieron sentir, qué estrategias
usaste y cómo puedes mejorar una siguiente vez. Luego puedes revisar lo que haz escrito o
dibujado y comparar tus diferentes vivencias. Lo más importante es que puedas reconocer tus
emociones.

¡Anímate a trabajar en tu autocuidado emocional,empieza la sana convivencia contigo


mismo!

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Referencias
Bisquerra, R. (2009). Psicopedagogía de las Emociones. Ed. Síntesis.
http://www.codajic.org/sites/www.codajic.org/files/Psicopedagogia%20de%20l
as%20emociones%20-%20Rafael%20Bisquerra%20Alzina-1.pdf

Colaborativo para el aprendizaje académico, social y emocional (CASEL) (2021). SEL:


¿Cuáles son las áreas de competencias básicas y dónde se promueven?
https:// casel.org/sel-framework/

De Elorza, G. (2019). Revolución del Aprendizaje en Tiempos de lo Digital: Nuevos


Territorios Educativos Siglo XXI (Spanish Edition)

Delors, J. (1996). Los cuatro pilares de la educación. La educación encierra un tesoro.


Informe a la UNESCO de la Comisión internacional sobre la educación para el
siglo XXI. pp. 91-103.

Fundación Wiese (9 de noviembre de 2018). Diálogos educativos. Las emociones, el


clima y los aprendizajes - Las emociones y el aprendizaje - Lucho Bretel
[Archivo de video] https://www.youtube.com/watch?v=ElEJWiGANW4

García Retana J. (2012). La educación emocional, su importancia en el proceso de


aprendizaje. Revista de Educación, 36 (1), 1 - 24.
https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=44023984007

Goleman, D. (2019). La inteligencia Emocional 4ta. Ed. Buenos Aires.

Mendoza V, J y R. Roux. (2016). La investigación docente y el desarrollo profesional


continuo: un estudio de caso en el noreste mexicano. Innovación Educativa, 16
(70). 43 – 60.

Ogden, P.; Minton, K. & Pain, C. (2011). El trauma y el cuerpo.

Quintanilla P. (2007). Revista Psicoanálisis PUCP. 5, 139-146. Lima- Perú

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