Aparato Psíquico 2 TOPICA

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Aparato psíquico

Segunda tópica

Esta segunda teoría reformula la primera, pero no la contradice ni la anula.


Tampoco puede establecerse una relación de superposición o de término a
término entre los sistemas de la primera tópica y las instancias de la
segunda: Ello, Yo y Superyó.

El yo es un concepto presente desde los inicios de su elaboración teórica,


utilizado  para referirse a la personalidad o para designar el sistema
preconsciente -  consciente. A partir de 1920 Freud comienza a
reconceptualizarlo y a poner de relieve que la instancia represora yo y sus
mecanismos de defensa son los que le permiten al sujeto evitar  la angustia,
estos aspectos del yo son inconscientes.

Las instancias Ello, yo y superyó son consideradas como una  diferenciación


progresiva en la constitución psíquica. Al momento del nacimiento no hay una
diferenciación entre el yo y el no yo. Este incipiente aparato psíquico, está
constituido solo por el ello, el gran reservorio de la libido (energía dinámica de
la pulsión sexual).

Si lleváramos esta tópica a una representación gráfica esta tendría un extremo


abierto orientado a lo somático, recibiendo los estímulos pulsionales que es de
donde cargara su energía, la que luego será traducida en expresiones psíquicas,
su legalidad es la misma que la del inconsciente de la primer teoría, el ello es
inconsciente y la energía pulsional libremente móvil y capaz de la descarga,
desplazamiento y condensación. El ello será aquello que nos determina desde
un lugar en el que no nos reconocemos.

El Yo es aquella parte de Ello que fue modificada por la proximidad e influencia
del mundo exterior, del que recibe estímulos y de los que se protege. Su
constitución será a partir de lo que toma como modelo de otro humano, por
medio de identificaciones. Un otro con quien establece un encuentro libidinal,
resultado de sensaciones a partir de los cuidados maternos. El yo se constituye
a partir de las primeras relaciones objetales con aquellas personas que
cumplieron funciones parentales. Este encuentro dará lugar a las
identificaciones, donde el yo hace propias, internaliza rasgos del objeto. Si bien
la mayor parte de sus contenidos se rige por el proceso secundario, debemos
señalar que la represión y los mecanismos defensivos del yo son
inconscientes. El término yo designa a aquello que el sujeto reconoce como
propio.
El superyó es la tercera instancia. Se constituye con la declinación del complejo
de Edipo ya que su consecuencia es la renuncia a la satisfacción de los deseos
incestuosos por parte del sujeto, por efecto de la represión. El complejo de
Edipo se enfrenta con la prohibición paterna, siendo la figura del padre quien
encarna la ley, por lo que el superyó no es solo un residuo de las primeras
relaciones objetales del ello sino una enérgica formación reactiva contra las
mismas. Transformara sus deseos en un proceso de identificación con los
padres y se identificara con el progenitor del mismo sexo lo que se constituirá
en la base de la identidad sexual.

La internalización de la ley fundamental, la prohibición del incesto, será la que le


permite la posterior internalización  del resto de las normas culturales. En 1932
Freud realiza una diferenciación entre Ideal del yo, conciencia moral y
autobservación. El superyó realiza una observación  al yo comparándolo con el
ideal, operando la censura en la medida en que se aleja de este. Las tensiones
entre el yo y el superyó dan por resultado sentimientos de inferioridad y de
culpabilidad, el primero relacionado con el alejamiento del ideal del yo y el
segundo por el no cumplimiento normativo de la conciencia moral, por lo que el
superyó determinara lo que ha o no de reprimir el yo. El superyó en su mayor
parte es inconsciente y está relacionado con el “deber ser”.

Conducido por el ello, restringido por el superyó y enfrentándose con la


realidad, el yo intenta establecer cierta armonía entre las demandas que actúan
sobre el.

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