Educación Sexual Integral
Educación Sexual Integral
Educación Sexual Integral
Un camino
por recorrer
la equidad de género y
la valoración de la afectividad.
Muchas veces pensamos que todas las personas nos ubicamos en una
categoría: varón o mujer, que por definición se las presenta como excluyentes
una de la otra y esto se daría de un modo “natural”. Otra característica de estas
categorías es que hay un valor social desigual para unas y para otros, esto es,
en muchas ocasiones se valora más lo masculino que lo femenino. Esta
valoración desigual la vemos por ejemplo cuando nos referimos a un conjunto
de personas donde no todas son varones y por norma usamos el masculino y
no cuestionamos la norma, es decir lo vemos como algo “natural” o “normal”, o
hasta no hace mucho tiempo se esperaba que el hijo varón estudiara y que la
hija mujer se ocupara más de cuestiones domésticas.
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El sexo/género está presente desde siempre, pensemos por ejemplo cuando
nos encontramos con una mujer embarazada, una de las primeras cosas que le
preguntamos es “¿es nene o nena?” y en función de la respuesta se construye
socialmente una idea diferente para cada caso. Este ejemplo nos sirve para
pensar cómo vamos construyéndonos como seres sexuados de un modo
cotidiano, casi sin darnos cuenta. Según seamos varón o mujer, se espera que
usemos determinados colores de ropa, realicemos determinados juegos, nos
comportemos y hablemos de una forma en particular, entre otras cosas.
Solemos entender que una “niña” es una persona a la que se le podrá “comprar
vestiditos preciosos” y será “compañera de la mamá”; y con frecuencia se
censurarán algunas expresiones por tildarlas de “machonas”. Pensemos en
alguna niña que nos rodea (hija, nieta, sobrina, vecina) e imaginemos qué tipo
de mensajes habrá de recibir a lo largo de su vida sobre su conducta sexual.
Posiblemente esa persona de adolescente pueda sentirse insegura con su
cuerpo por las “exigencias” que los medios de comunicación plantean acerca
de lo que es un cuerpo bello; pueda tener vergüenza en decir que se masturba
(si lo hace), o tal vez priorice el placer del varón al propio en un acto sexual, o
por ejemplo no se anime a llevar un preservativo en su cartera pensando que
eso puede afectar su “reputación”. Ni que hablar de lo difícil que podría ser
para ella enamorarse de otra chica o no entrar dentro de los parámetros que se
espera respecto de su identidad y/o su expresión de género.
Por otro lado, entendemos a un “niño” como una persona “fuerte” y “vigorosa”
Seguramente habrán escuchado también que “los niños no deben llorar” y que
“tiene que saber pelear”. Ahora repasemos la educación sexual que reciben los
varones de la mano de sus pares, de los consumos culturales como las
publicidades y la pornografía tradicional. Y también de sus familias y de sus
docentes. ¿Qué aprenderán los niños sobre su conducta social y sexual? Que
cuanto más sexo y mujeres lindas “posean” mejor, que pueden “consumir”
prostitución, que siempre deben tener deseo sexual, que no deben ser ni
parecer miedosos, pero principalmente no deben ser ni parecer gay. También
verán como normales sus privilegios de género, como lo puede ser caminar
libremente sin sentirse expuestos al acoso callejero, o realizar mucho menos
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trabajo doméstico que sus hermanas. Ser varón, ya desde bebé y, hasta hace
muy poco, era también la salvaguarda del apellido familiar.
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mujeres, por las relaciones patriarcales que hacen de las mujeres (y los hijos e
hijas) propiedad de los varones y responsables del cuidado del hogar y los
trabajos domésticos” (Maffia, 2016). El objetivo de quien ejerce violencia es
controlar a la pareja a través del maltrato y suele expresarse como abuso de
poder, dominación y control sobre la otra persona y la restricción de sus
derechos. La violencia machista puede ir desde el acoso callejero hasta el
abuso sexual explícito. Se ha interpretado que la violencia de género funciona
como un disciplinamiento para mantener la desigualdad entre varones y
mujeres a partir de la imposición del miedo, logrando que las mujeres no salgan
de los límites que una sociedad y cultura patriarcales les han fijado
tradicionalmente. Reconocer el carácter social, cultural e histórico de las
relaciones entre ambos géneros da lugar a cuestionar este orden. Comprender
y visibilizar estos mecanismos hace posible la denuncia de la desigualdad entre
ambos géneros. A partir de las luchas de los grupos feministas, las mujeres
han ido conquistando lugares en los espacios públicos, han propiciado la
crianza compartida y reivindicado sus derechos. Estos procesos han generado
resistencias y reacomodamientos en las identidades masculinas hegemónicas
que históricamente han detentado su poder y dominación, generando en
algunos casos la incrementación de diversas formas de violencia.
La violencia puede estar presente en los vínculos de una pareja cuando uno de
sus miembros produce daño al otro al ejercer mayor poder, dominio, control o
abuso, manifestándose así una asimetría en la relación. El daño puede ser
físico, sexual, psicológico, social, económico y/o patrimonial; y puede ser
ejercido en varios estos aspectos simultáneamente. Durante mucho tiempo, la
violencia en los vínculos de las parejas ha sido considerado un tema de la vida
privada, creencia que contribuyó a la expansión de la frase “No te metas” como
respuesta al conocimiento de situaciones violentas. Algunos ejemplos de esto
se plasman en frases como las siguientes, variantes de la anterior: “Está mal
hablar de cosas íntimas”; “No nos tenemos que meter en eso”; “Las cuestiones
de la pareja las tiene que arreglar la misma pareja, no hay que meterse” “No
nos vamos a meter en problemas ajenos”. Si bien aún hoy se siguen oyendo
algunas de estas expresiones, es interesante recuperar otra mirada que sitúa a
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la violencia en los vínculos de pareja en un marco que trasciende lo privado y lo
ubica como un problema social y como un problema de salud pública. “Los
problemas sociales son, por definición, cuestiones públicas y no cuestiones
personales o privadas”. Los movimientos feministas enarbolaron con fuerza la
propuesta de instalar como problema social la violencia contra las mujeres. Es
frecuente que las mujeres que han sido víctimas de violencia en la pareja
presenten tasas más altas de embarazos no deseados, abortos, infecciones de
transmisión sexual y problemas de salud mental, que las mujeres que no han
sido víctimas. Entre los trastornos mentales relacionados se encuentran:
angustia emocional (llanto recurrente); incapacidad de disfrutar de la vida;
baja autoestima; depresión; pérdida de confianza en sí misma y en los
demás; perturbaciones en el sueño y en el apetito; estrés postraumáticos;
ideas suicidas; impacto en el bienestar de los hijos y transmisión de
patrones de relación violentos hacia ellos. Los hijos que han sido testigos de
violencia en las parejas suelen tener dificultades en las esferas social, psíquica,
conductual, cognitiva y de la salud en general (Kitzmann, 2003).
Algunas de las acciones para ayudar a personas que estén atravesando estas
situaciones: I) Ayudar a visualizar situaciones de violencia en la pareja. II)
Favorecer la reflexión sobre los estereotipos de género. III) Favorecer el
desarrollo de la autonomía. IV) Promover valores que apunten a favorecer
vínculos saludables, respetuosos y solidarios. V) Promover el desarrollo de
habilidades psicosociales relacionadas con la toma de decisiones con
autonomía, la expresión de pensamientos, sentimientos, y emociones, la
resolución de conflictos mediante el diálogo. VI) Generar un vínculo de
confianza entre docentes y alumnos. VII) Fomentar el conocimiento de los
derechos. VIII) Favorecer el conocimiento de los recursos asistenciales.
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categorización sobre distintos tipos de violencia contra la mujer.
Algunas consideraciones sobre ellas resultan de interés para tenerlas
en cuenta en el marco de las relaciones interpersonales que pueden
darse al interior de la pareja.
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económicos destinados a satisfacer sus necesidades o privación de los
medios indispensables para vivir una vida digna; la limitación o control de
sus ingresos, así como la percepción de un salario menor por igual tarea,
dentro de un mismo lugar de trabajo.
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abrazar y tocar sin el consentimiento de la pareja. Ignorar, desvalorizar o
descalificar a la pareja en público o en privado. Hacer comparaciones con
otras personas para humillar y menoscabar. Presionar para que la pareja
haga dietas y ejercicios por estar disconforme con su imagen corporal.
Hacer escándalos en público o en privado por cualquier motivo. Negarse
a conversar acerca de los conflictos o desacuerdos. Culpar al resto de las
personas por sus enojos o responsabilizar y culpabilizar a la pareja por
haber provocado el enojo y la ira propios. Aparentar ser una persona
agradable y simpática con los demás, pero ser diferente con la pareja.
Realizar agresiones físicas como tirar del pelo, empujar, dar cachetadas,
pegar con objetos, arrojar objetos, amenazar con armas, etcétera.
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violencia no siempre cumple ciclos que permitan categorizar el proceso de
la violencia en la vida de una mujer; y puede existir un solo hecho de
violencia incluso con consecuencia de femicidio, sin historial previo. Quiere
decir que la mujer no siempre está envuelta en una rueda esquemática y
sistemática de violencia con partes distinguibles con claridad. Las
situaciones se superponen, puede ser que la llamada luna de miel nunca
ocurra o puede que la tensión sea un componente permanente de la
relación. Es importante considerar su ampliación y revisión, porque puede
entenderse que una mujer que no cumple con el ciclo clásico (tensión,
explosión, luna de miel) no sufre patrones de violencia o que se trata de
situaciones aisladas que pueden no ser relevantes.
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El concepto de igualdad de género es una invitación a mirar nuestras
relaciones y acciones, reconociendo que históricamente las mujeres fueron
discriminadas y/o no reconocidas en pie de igualdad en relación con los
varones, y que nuestras acciones en la escuela deben apuntar a tratar de
disminuir esas desigualdades., etc. Implica, por ejemplo, dejar de lado
expresiones del tipo
2. Respetar la diversidad
La concepción con la que se trabaja en este eje asume que las personas
somos todas distintas y esa particularidad se expresa también en el modo en
que cada ser humano piensa, siente, cree, actúa y vive su sexualidad,
convirtiéndolo en un ser único. Esto enriquece la experiencia social en la
medida que nos pone en contacto con la diferencia, con experiencias y
trayectos personales distintos a los propios. El abordaje de este eje implica
reconocer y valorar positivamente las múltiples diferencias que tenemos los
seres humanos, por ejemplo: origen étnico, nacionalidad, creencias religiosas,
políticas, edad, condición social, orientación sexual e identidad de género,
entre otras.
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El respeto por la diversidad significa asumir que todas las personas somos
distintas e iguales en derechos. Nuestra identidad de género y nuestra
orientación sexual forman parte de la diversidad sexual de nuestras
sociedades, sin desconocer que hay determinadas identidades, relaciones y
orientaciones que se han construido como “normales” y legítimas (por ejemplo,
la orientación heterosexual), mientras otras han sido consideradas
erróneamente como “patológicas” y problemáticas (por ejemplo, la orientación
homosexual o las identidades trans).
Llevar adelante la educación sexual desde una mirada integral, supone hacer
de las escuelas espacios inclusivos y respetuosos en los cuales todas las
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personas tengan la libertad de poder expresar su orientación sexual y su
identidad de género sin temor a ser discriminadas o estigmatizadas.
3. Valorar la afectividad
Este eje evidencia que las niñas, los niños y adolescentes son sujetos de
derecho con plena capacidad para participar, ser escuchadas/os y no
discriminadas/os por ningún motivo y considera a las/os adultas/os y al Estado
como garante de sus derechos.
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Cuando aparece el tema de las nuevas concepciones sobre la infancia y la
adolescencia suele pensarse erróneamente que como se habla de igualdad de
derechos “ahora no hay diferencias entre adultos y niños, niñas y
adolescentes”. Sin embargo, la perspectiva de derecho sostiene que las/os
adultas/os, por el hecho de serlo, tenemos la responsabilidad y el deber de
proteger y garantizar los derechos de los más chicos. Esta mirada no elimina la
asimetría necesaria en los vínculos entre adultos y niñas, niños y adolescentes,
sino que promueve otra manera de que estos se vinculen y por lo tanto supone
que las/os adultas/os construyan nuevos modos de ejercer la autoridad. En la
puesta en práctica de esta autoridad tiene que estar representada la voz de los
niñas, niños y adolescentes y para ello es necesario darles lugar en la
construcción de las normas, favorecer el diálogo y la escucha y la participación
en condiciones de igualdad, establecer sanciones que no vulneren sus
derechos.
Por otra parte, es importante resaltar que los derechos son siempre el resultado
de las luchas por su consolidación. El eje “ejercer nuestros derechos”, es una
invitación a que como ciudadanas/os y docentes nos pongamos esos
“anteojos” que permitan preguntarnos cuándo, dónde y cómo se garantizan los
derechos, qué derechos, y sobre todo quiénes están siendo privados de
derechos.
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pares o de adultos, así como también, derecho a la identidad, al buen trato, al
acceso a la educación de calidad para todas/os, a servicios de salud también
de calidad, a expresar las opiniones, a elegir libremente, a ser respetadas/os
en las elecciones que realizamos, a la integridad física, psíquica y moral, etc.
Allí se menciona la Ley N.º 25.673 que crea el Programa Nacional de Salud
Sexual y Procreación Responsable (2003), que elaboró numerosos materiales.
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Que el Estado reconozca o no un derecho tiene importantes implicancias
simbólicas y materiales en la vida de todas las personas. Que todas/os las/os
educandas/os tengan derecho a recibir educación sexual integral es una
conquista que también consideramos importante defender.
Para la ESI los irrenunciables del eje “Ejercer nuestros derechos” son:
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varones y los de las mujeres son distintos en función de las configuraciones de
las identidades de género, es decir, de lo que socialmente se espera de unas y
de otros, basado en la diferencia sexual de las personas.
Desde la ESI nos proponemos trabajar sobre esta concepción más amplia de
salud, promoviendo en chicas y chicos el cuidado integral de la misma, tanto
desde el punto de vista físico como psíquico y social. Se trata de que, al crecer,
las chicas y los chicos aprendan nuevas actividades para cuidarse (como por
ejemplo: seleccionar, dentro de los alimentos de su dieta, aquellos que son
más nutritivos; incorporar hábitos de higiene personal; conocer el
funcionamiento de las partes íntimas del cuerpo; realizar actividad física) y
también para cuidar a otras y a otros.
Desde la ESI, este eje busca el reconocimiento del cuerpo sexuado y sus
distintos cambios como parte fundante de la identidad de las personas. En este
sentido, adquiere particular relevancia el fortalecimiento de la autoestima y la
autonomía, con la finalidad de adoptar decisiones sobre la salud en general, y
la salud sexual y reproductiva en particular, que permitan vivir una sexualidad
sin ningún tipo de coacción, violencia, discriminación, enfermedad o dolencia.
Para ello es necesario que cuando en la escuela se trabaje el eje “cuidado del
cuerpo y la salud”, se incorporen otras dimensiones además de la biológica,
como por ejemplo la historia personal, los discursos científicos, los derechos
humanos, las ofertas de la sociedad de consumo sobre todo a partir de los
medios masivos de comunicación, la representación de los cuerpos a través de
las distintas manifestaciones artísticas. También es importante propiciar la
reflexión crítica sobre los modelos y los mensajes de belleza que circulan en
nuestra sociedad y que pueden influir negativamente en una/o misma/o y en los
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vínculos interpersonales promoviendo la desnaturalización de los prejuicios y
los estereotipos vinculados con el cuerpo y la salud. De esta forma, valoramos
positivamente nuestro cuerpo reconociendo que la sexualidad y el cuerpo
también se vinculan con el disfrute y el placer.
A veces, los nenes y las nenas hacen cosas jugando, como levantarle la pollera
a la abuela o meterse debajo de la mesa para espiar a la gente que está
sentada. Esas son buenas oportunidades para conversar, sin enojarse, sobre la
propia intimidad y el respeto por la intimidad de los demás. Las partes del
cuerpo que están cubiertas por la ropa interior o por la malla se llaman partes
íntimas. Podemos explicarles que son aquellas partes de su cuerpo que sólo
ellos, LAS PARTES DEL CUERPO 7 Respetar la intimidad el crecimiento es
importante acompañar También podemos decirles que nuestro cuerpo va
cambiando a medida que crecemos. El cuerpo de un hombre grande es
diferente al de un niño: es más alto, tiene la espalda más ancha, puede tener
barba y vello en el pecho, en las axilas, en el pubis y en las piernas. También
son distintos el cuerpo de una niña y el de una mujer adulta. Cuando crecen,
las mujeres tienen pechos o mamas más grandes, caderas más anchas y les
aparece vello en las axilas, en las piernas y en el pubis. Cuando los niños y las
niñas se tocan sus genitales, podemos sentirnos intranquilos y tener dudas
sobre cómo actuar: ¿tenemos que retarlos?, ¿tenemos que permitir esta
conducta?, ¿hay que distraerlos para que dejen de hacerlo?, ¿hacemos cómo
que no pasa nada y pasamos por alto esta situación? Alrededor de los 3 o 4
años, niños y niñas sienten gran curiosidad por conocer su cuerpo, empiezan a
prestar más atención a sus partes íntimas y es posible que se toquen sus
genitales. Están descubriendo su cuerpo. Se tocan porque es una manera de
conocerlo y también porque sienten placer al hacerlo. No están haciendo algo
indebido o que no es propio de su edad. Todo lo contrario, esto es esperable
en los nenes y las nenas desde la temprana infancia. Incluso es posible que se
toquen delante de los demás y tal vez nos resulte chocante. Pero si los
castigamos o retamos, puede que piensen que la zona genital es “mala” y “fea”,
que están haciendo algo que está mal. De esa manera, sin querer, estamos
relacionando la curiosidad, el placer y la sexualidad con lo negativo, y esto es
justamente lo que deberíamos evitar. ¿Qué podemos hacer entonces? 8 o
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quienes los cuidan pueden ver o tocar. Y esto, cuando lo hacen por razones de
higiene y de salud. Por ejemplo, cuando van al hospital con alguien de la
familia o cuando los ayudan en el baño de casa. Sobre las partes íntimas
también es importante tomar en cuenta esto: nenes y nenas, alrededor de los
cuatro años, empiezan a sentir pudor o vergüenza y no quieren que otros los
miren desnudos. También empiezan a poder ir al baño o vestirse solos. Es
fundamental respetarles esos espacios de intimidad porque eso ayuda a que se
sientan más independientes y aprendan a respetar la propia intimidad y la de
las demás personas. Cuando los niños y las niñas se tocan las partes íntimas
LAS PARTES DEL CUERPO esos espacios de respetarles intimidad sienten
curiosidad Es muy importante, para su propio cuidado, que les enseñemos esto
a nenes y nenas: “Si te sentís mal porque alguien quiere ver o tocar tus partes
íntimas, tenés que decir ‘no’, estás en todo tu derecho y se lo tenés que contar
rápido a alguien de confianza, como a algún familiar o a tu maestra”. Para el
cuidado de uno mismo LAS PARTES DEL CUERPO 9 su propio cuerpo
conocer • Las partes del cuerpo humano. • Las diferencias corporales entre
mujeres y varones. • Los nombres de las partes íntimas. • El cuidado del
cuerpo y de la salud. • El respeto por la propia intimidad y la de los demás. • La
seguridad y la confianza para preguntar lo que necesitan saber. • A pedir ayuda
ante situaciones que hacen daño. • Algunas pautas de cuidado y protección
para prevenir el abuso sexual. • A reconocer y respetar emociones y
sentimientos propios de la sexualidad: miedo, vergüenza, pudor, alegría,
placer. La escuela enseña Explicarles que tocarse no es malo, pero que es
parte de la propia intimidad como, por ejemplo, cuando van solos al baño. Por
eso no deben hacerlo delante de los demás. Y también decirles que no lo
hagan todo el tiempo porque puede irritarse la zona genital y sentir dolor. Si
usan algún elemento para tocarse, como palitos o juguetes, conviene
explicarles que no lo hagan porque se pueden lastimar.
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Vilma MedinaDirectora de Guiainfantil.com
1 de noviembre de 2018
Prevenir el abuso sexual infantil es una tarea difícil para los padres, cuidadores,
y la sociedad en general, y es que nunca llegaremos a entender cómo alguien
en su sano juicio puede aprovecharse y abusar de un menor. Los pelos se nos
ponen de punta cuando ese abuso no es solo emocional o físico, sino que tiene
un tono más sexual. ¡Incomprensible total!
En estas situaciones más que nunca, los padres ignoran el modo en el que han
de enfrentarse al cuidado de sus hijos y sus necesidades, lo que hará que el
niño sea un aprendiz a través de ensayos y errores.
- Abuso sexual infantil es también forzarle, por ejemplo, a tocar los genitales de
otra persona o hacerlo él mismo con el objetivo de que el otro se excite.
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- Abuso sexual infantil es hacer que pose desnudo para una fotografía o vídeo
pornográfico.
- Diga a los niños que "si alguien trata de tocarte el cuerpo y de hacerte cosas
que te hacen sentir raro, dile que NO a la persona y que se lo cuente
enseguida.
- Enseña a los niños que el respeto a los mayores no quiere decir que tengan
que obedecer ciegamente a los adultos y a las figuras de autoridad. Por
ejemplo, no les diga "siempre tienes que hacer todo lo que la maestra o el que
te cuida te mande a hacer."
- Habla claro con tu niño o niña sin tabúes ni prejuicios sobre los temas de
la sexualidad.
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- Demuéstrale confianza para que exista una mejor y mayor comunicación.
Ningún padre quiere pasar por este trance y, quizás por ello, cuesta darse
cuenta de que un hijo está sufriendo abuso sexual. Analizar su
comportamiento y su conducta son importantes si sospechamos algo.
- Está inquieto
Se muestra constantemente activo, nervioso y, lo que es peor, agresivo con él
mismo (puede llegar a auto-lesionarse), con la familia y con sus compañeros.
- Problemas de sueño
Muchas veces el niño no es consciente de lo que le está pasando y no sabe si
está bien o mal y esto le mantiene inquieto, afectando a su calidad del sueño y
con frecuentes despertares y pesadillas.
- Se muestra distante
El niño que sufre acoso sexual no confía en nadie; para él todo el mundo es
malo y esto puede hacer que rompa la relación con la persona que le cuida,
sea su padre, madre o abuelo.
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comportamiento del niño como pueden ser una separación, la pérdida de un
ser querido, un cambio de colegio, ¡toca actuar! Tu hijo es lo primero.
Para la ESI los irrenunciables del eje “Eje Cuidar el cuerpo y la salud” son:
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