La Sociedad Comercial de Responsabilidad Limitada
La Sociedad Comercial de Responsabilidad Limitada
La Sociedad Comercial de Responsabilidad Limitada
l. INTRODUCCiÓN
Hasta ese momento la sociedad anónima se había implantado como el único modelo
legal disponible para las iniciativas empresariales cualquiera fuera el capital involucrado.
Sin embargo, aquellas actividades emprendidas por un grupo reducido de personas,
relacionadas en muchos casos por vínculos familiares o de amistad veían serias
dificultades en su estructura, considerando a la sociedad anónima como muy rígida y
formal lo cual le restaba dinámica a una organización de dimensión mediana o pequeña
que pretendía ser suficientemente flexible. En este sentido, la SRL ofrecía así una
propuesta adecuada para empresas de pocos socios quienes mantenían lazos
personales estrechos y con goce de autonomía patrimonial a través de la responsabilidad
limitada.
1. Antecedentes
El modelo societario fue regulado por primera vez de manera orgánica en el Perú en la
Ley de Sociedades Mercantiles de 1966; sin embargo, algunos autores consideraron que
podría encontrarse en el Código Civil de 1936 un antepasado remoto en la sociedad civil
de responsabilidad limitada la que fue propuesta como un instrumento "familiar" para
efectuar la división de los pequeños patrimonios sin eliminar la personalidad de los
socios, facilitándoles a su vez la administración y directa fiscalización de los intereses
comunes(2).
La SRL tuvo una amplia acogida en virtud de su compatibilidad con los negocios
medianos y pequeños así como su flexibilidad en su regulación.
De acuerdo a lo expuesto se podría decir que la SRL ha sufrido una evolución de lo que
vendría a ser un modelo predominantemente personalista hacia uno que ha adoptado
otros elementos propios de un modelo de naturaleza capitalista conforme se verá
oportunamente. Recogiendo lo afirmado por el Dr. Elías Laroza:
"En un principio la SRL se estructuró sobre la base de las sociedades personalistas en
las que predomina el elemento intuito personae y el affectio societatis, limitándose la
responsabilidad de los socios a su aporte, rasgo característico de las sociedades de
capitales. Es decir, tomó elementos de las formas soeietarias que habían existido hasta
esa época para dar origen a un nuevo tipo con características tanto personalistas como
capitalistas"(4).
La limitación en el número de socios constituye así uno de los rasgos sintomáticos más
característicos de la naturaleza cerrada de la SRL.
Ahora bien, es evidente la similitud de la SRL con el modelo de la SAC lo cual como se
indicó líneas arriba fue advertido oportunamente pues la SAC fue concebida a su vez
para sustituir a la SRL. Vamos a detenemos un instante para comparar las características
de ambas, sin perjuicio de los comentarios que deban realizarse a lo largo de este
trabajo.
La organización de la SRL en base a estos dos órganos pretende darle dinámica Y fluidez
en la gestión. Debe recordarse para estos efectos que las actividades empresariales
compatibles con este modelo son generalmente pe. queños y medianos negocios en los
cuales los socios también ejercen la gestión de la sociedad. En este sentido, la habitual
concentración de capital y gestión a este modelo podía hacer innecesaria la función de
un órgano intermedio.
1. Los socios
En esa misma línea, la LGS exige que los acuerdos se adopten con el voto favorable de
mayorías del capital social. Ello es en virtud que la LGS no impone que los acuerdos se
adopten necesariamente en juntas ni que por ello se apliquen diferentes tratamientos
entre la mayoría del capital social y la mayoría del capital concurrente a una junta,
dejando a salvo en todo caso a los socios que decidan la forma cómo adoptar acuerdos
específicos.
La junta general ha sido definida como reunión de socios debidamente convocados para
deliberar y decidir por mayorías los asuntos relativos a la vida de la sociedad en la órbita
de su propia competencia(S). Entonces, la denominación de junta de socios sugeriría
que se convoca a los socios a una reunión, cuyo objeto sea deliberar y eventualmente,
decidir sobre ciertos asun. tos de interés de la sociedad o los socios.
El texto de la actual norma mantiene el espíritu de la legislación anterior lo cual pudiera
otorgarle flexibilidad a esta forma societaria al prescindir de la denominación de junta de
socios. Y es que el número reducido de socios que estas sociedades suelen tener, hace
que la voluntad social pueda manifestarse sin necesidad de convocar a una junta o
asamblea.
Las posibilidades pueden presentarse desde una SRL que cuente con dos socios de los
cuales uno de ellos -que concentre la mayoría del capital social- podrá "decidir" el destino
de la sociedad, hasta grupos mayores que podría adoptar acuerdos en un contrato u otro
documento que únicamente garantice autenticidad.
La libertad estatutaria se torna bastante flexible para la adopción de acuerdos que
reflejen la voluntad social, no siendo siquiera necesario que éstos consten en un Libro
de Actas y menos que sea legalizado. Asimismo, se resolverá en ese nivel estatuario
relativo al quórum y votación. Sin embargo, un documento en el cual consten los
acuerdos de los socios disminuye considerablemente los conflictos que pudieran
presentarse entre ellos. Ello posibilita recurñr a formas alternativas de registro o archivo
de los acuerdos siempre y cuando la voluntad de los socios quede puesta de manifiesto
de manera indubitable. Del mismo modo, se permite que la convocatoria a reunión o
junta de socios pueda realizarse mediante esquelas bajo cargo, facsímil, correo
electrónico u otro medio de comunicación que permita obtener constancia de recepción.
2. La administración de la SRL
a. Generalidades
La ley actual corrige el criterio anterior eliminando dicha restricción y se limita a señalar
que los gerentes representan a la SRL en todos los asuntos relativos a su objeto. De
este modo, los socios pueden limitar válidamente el alcance de las facultades de
representación de los gerentes, sin perjuicio, claro está, de lo dispuesto en el artículo 12
que dispone que los terceros no se verán afectados por los actos de los representantes
celebrados dentro de los límites de las facultades que les hayan conferido aunque tales
actos comprometen a la sociedad a negocios u operaciones no comprendidos dentro de
su objeto social.
No obstante ello, el artículo bajo comentario establece desde ya que los gerentes o
administradores gozan per se de las facultades generales y especiales de representación
procesal por el solo mérito de su nombramiento. La opción legislativa sigue el derrotero
previsto para la SA en cuanto a los alcances de las facultades de los gerentes lo cual
simplifica la determinación de su ámbito de acción en atención a la naturaleza de esta
"persona órgano" como representante de la sociedad. Finalmente, cabe indicar que en
aplicación del último párrafo del artículo 14 de la LGS estas facultades pueden ser
eventualmente recortadas, ampliarse o ser asignadas de otro modo, si así se dispone en
el estatuto o lo acuerdan los socios.
La disposición es claramente prohibitiva pero sugiere la idea si acaso los socios pudieran
permitir o autorizar al gerente a realizar dicha actividad si consideran que ello no afectaría
la gestión desempeñada en la sociedad.
La legislación española prevé que dicha limitación pueda ser salvada si media el acuerdo
expreso de la junta de socios autorizando la actividad competitiva. Según Broseta Pont,
la doctrina no ha valorado positivamente la posibilidad de soslayar la prohibición por la
vía del acuerdo de la junta y, para impedir, abusos pide que la autorización se conceda
en forma singular e individualizada; por su parte, el artículo 53.2b) de la Ley española
dispone que el acuerdo sea adoptado con la concurrencia de al menos 2/3 de los votos
correspondientes a las participaciones en que se divide el capital social(12).
Ahora bien, con relación a los deberes de los administradores debemos necesariamente
remitimos a las normas que gobiernan lo propio en la SA.
Estimamos así que son aplicables a los administradores los mismos estándares de
probidad y profesionalismo exigidos para aquellos de las SA. Señala Broseta Pont:
"El nivel de diligencia exigido a los administradores de una sociedad limitada en el
ejercicio del cargo coincide con el que se impone en sede de la sociedad anónima al
referirse a los directores"(14).
Como se sabe, una de las grandes dificultades enfrentadas por la doctrina ha sido la
interpretación del enunciado "ordenado comerciante y representante legal", indicado en
el artículo 171 de la LGS al referirse a los directores de las sociedades anónimas.
En cuanto al deber de actuar con lealtad, cabe citar a Ernesto Eduardo Montorell quien
sostiene que este deber:
"Constituye la contrapartida de la confianza depositada por los socios en la designación
de aquellos y se vincula con el plexo de facultades
con que ha sido investido el administrador para el cumplimiento del. objeto social, las
cuales habrán de ser ejercidas en interés de la compañía"(15).
El artículo 288 establece que los gerentes responden frente a la sociedad por los daños
y perjuicios causados por dolo, abuso de facultades o negligencia grave. Previamente,
la sociedad debe decidir la acción de responsabilidad por mayoría simple del capital
social.
Sin embargo, la antigua Ley General de Sociedades disponía en el segundo párrafo del
artículo 280 que los gerentes responderían en los mismos supuestos (daños por dolo,
abuso de facultades o negligencia grave), también frente a los socios o acreedores
sociales cuando hubieran lesionado directamente los intereses de cualquiera de ellos.
En este sentido, como se comentó anteriormente, las imputaciones por negligencia leve
dejarían a 10$ administradores demasiado expuestos y vulnerables frente a actividades
empresariales que son por naturaleza "de riesgo". Ello involucraría interminables
discusiones y potenciales demandas que le restarían dinámica a la actividad comercial
en general y creando así costos de transacción no deseados.
El o los administradores desempeñan un doble rol: (i) en tanto órgano societario dotado
de facultades de representación ante terceros, con deberes y derechos provenientes de
su estatus y (ii) la dimensión de trabajador en tanto se presenten los elementos
esenciales que la ley establece.
V. TRANSFERENCIA DE PARTICIPACIONES
1. Generalidades
La participación social no es solo la alícuota del capital social, sino que se manifiesta
como una relación jurídica tanto entre el socio y la sociedad como con los demás socios,
lo cual determina el nacimiento de un conjunto de derechos y obligaciones de carácter
patrimonial y administrativo que la hacen ver como una realidad unitaria(19).
Según Antonio Perdices, la participación social unifica y sintetiza así una posición de
poder y responsabilidad en el seno de una organización sin perjuicio de que esa posición
se despliegue como en tantas otras cosas en una pluralidad más o menos compleja de
deberes y derechos derivativos(2O).
Para algunos autores la diferencia fundamental radica en el hecho que la acción está
incorporada en un documento o una anotación en cuenta y constituye por ello un valor
mobiliario, mientras que las participaciones carecen de dichos atributos, lo cual ha
llevado que se afirn'1e que la participación es una acción no documentada(22). La
doctrina española ha Jiscutido incluso si podría admitirse que se creen participaciones
sin derecho a voto, aunque no se hallen expresamente reguladas.
Las participaciones sociales como bienes forman parte de la masa hereditaria y como
tales su transmisión mortis causa se verifica con arreglo al derecho de sucesiones, lo
cual supone que la condición de socio podría acarrear una situación de copropiedad
entre los herederos sea por razón de una sucesión intestada o testamentaria.
El artículo 290 de la LGS regula lo relativo a la transmisión de las participaciones por
sucesión. Al igual que !a legislación preqedente, el estatuto podría otorgar a la sociedad
un derecho de preferencia para la adquisición de las participaciones pertenecientes al
socio fallecido. La posición adoptada tiene por objeto prevenir la descontrolada admisión
de cualquier heredero o legatario que exponga a la sociedad a recibir a una persona no
deseada. Vergez afirma que:
"Esta solución responde a dos tipos de consideraciones. Por un lado se confirma que no
se trata de una sociedad estrictamente personalista, pues no funciona a ultranza el intuito
persona e y, por otro lado, se reconoce el significado especial que la transmisión morlis
causa tiene y que no determina en todo caso y de una manera tan clara la entrada de
una tercero ajeno por completo al núcleo personal y económico del causante".
Elías Laroza señala que una de las formas de mantener la sociedad cerrada es a través
de que los socios puedan subrogarse en el derecho de los herederos o legatarios y
adquirir las participaciones de los otros socios, cuando estos fallecen(30). Esta
posibilidad aparece a su vez prevista en el artículo 240 de la LGS referido a la SACo Sin
embargo, a diferencia de lo previsto en ésta, el artículo 290 de la LGS no hace mención
alguna al valor de transferencia de las participaciones ni propone la manera como debe
solucionarse cualquier discrepancia en la determinación del mismo, debiendo ser ello
contemplado en el estatuto.
Conviene analizar el supuesto de que el socio fallecido haya también estado
comprometido a efectuar prestaciones accesorias. Al respecto, habida cuenta el silencio
de la ley sobre este punto específico, debemos considerar que aunque la transmisión
mortis causa implica una cesión de la condición de socio, ello no se haría extensivo a
aquellas obligaciones o relaciones jurídicas atribuidas por consideraciones
personalísimas del fallecido, de modo que los herederos o legatarios se verán liberados
de esta obligación, salvo pacto en contrario claro está.
Las participaciones sociales como bienes pueden ser objeto de copropiedad y son
susceptibles de ser gravadas o sufrir otras cargas como medidas cautelares.
El artículo 292 de la LGS nos remite para estos efectos a los artículos 107 Y 109 de la
LGS que regula el tratamiento del usufructo y la prenda de acciones, respectivamente.
Exige además que la constitución de éstos deben constar en Escritura Pública e
inscribirse en el Registro Público, guardando congruencia con lo requerido para el caso
de la transferencia de participaciones.
Resulta pertinente lo advertido por Elías Laroza en el sentido que esta LGS otorga al
usufructuario el derecho de percibir los dividendos que acuerde la sociedad durante el
período del usufructo(32). En consecuencia, la duda so
bre si los beneficios del usufructo están limitados a los dividendos provenien- .
tes de utilidades de operación o incluyen también las ganancias de capital o cualquier
clase de acciones liberadas ha quedado resuelta por nuestra ley. Desde luego los demás
derechos del socio distintos del de percibir dividendos permanecen bajo el dominio del
nudo propietario.
Vergez comenta sobre el mismo régimen que los créditos a los dividendos acordados
por la sociedad durante el usufructo nacen directa o inmediatamente en el patrimonio del
usufructuario. En tal sentido, si bien en principio el nudo propietario es el legitimado para
votar en la junta general que resuelva sobre la aplicación del resultado del ejercicio, una
vez adoptado el acuerdo favorable al reparto de dividendos, el usufructuario sería el
único legitimado para entablar las acciones correspondientes en defensa de su
derecho(33).
Nos referiremos ahora a la interacción del usufructo con el derecho de separación. El
derecho de separación, corresponde en principio al nudo propietario, pero el ejercicio de
este derecho, tras la adopción por la junta del acuerdo que dé lugar a éste, provocaría
un conflicto de intereses entre el nudo propietario y el usufructuario dado que el ejercicio
del derecho de separación determinará un cambio de sustancia en el usufructo. Ante
esta circunstancia podría exigirse que se requiera tanto el consentimiento del nudo
propietario como del usufructuario(34).
Por último, con relación a la transmisión, ha de quedar claro que la existencia de un
usufructo no impide que el nudo propietario transmita su nuda propiedad o que el
usufructuario enajene su derecho al usufructo tal como lo señala el artículo 1002 del
Código Civil.
El segundo párrafo del artículo 292 de la LGS se refiere a las medidas cautelares que
podrían afectar a las participaciones sociales. Señala el texto de la norma que la
resolución judicial que ordena la venta de la participación debe ser notificada a la
sociedad. Es decir, aunque el título de la norma se refiere a medidas cautelares, la
regulación detallada corresponde al remate la cual es una medida de ejecución forzada
según lo informa la disciplina procesal.
Se dispone en este sentido, que la sociedad puede sustituirse en los postores que
tomarán parte en el remate y podrán así adquirir todas o una parte de las participaciones
por el precio base fijado. Elías Laroza advierte que considerando que es posible pactar
la ejecución extrajudicial de la prenda y al no estar prevista la sustitución en estos casos,
el estatuto debe contemplar el mecanismo que permita ejercer este derecho(37).
Una vez que se adquieran las participaciones por esa vía el gerente ofrecerá las mismas
a los socios operando el derecho de adquisición preferente previsto en el artículo 291 de
la LGS. En caso los socios rehusen a adquirir las participaciones o adquieran solo una
parte, la sociedad procederá a amortizarlas reduciendo el capital.
Cabe señalar, que la LGS derogada contenía una formulación técnica distinta aunque el
propósito legislativo era el mismo. En efecto, el actual artículo emplea una terminología
más adecuada, no solo circunscribiendo el supuesto al caso del embargo sino a cualquier
otra medida cautelar para futura ejecución forzada, tal como reza el artículo 612 del
Código Procesal Civil.
Nuevamente, el silencio legislativo exige hacer un esfuerzo de integración dado que el
artículo 292 de la LGS no dispone cómo se ejercitarán los derechos del propietario frente
a la participaciones afectadas por la medida cautelar. Sin embargo, estimamos que
debería aplicarse, para este efecto, el artículo 110 de la LGS que regula el régimen de
las acciones, pues no habría razón para no asumir que el ejercicio de los derechos del
socio seguirán correspondiendo al titular de las participaciones afectadas por la medida
cautelar, salvo que sea la condición de socio la que es materia de disputa.
En cuanto al procedimiento para el caso del remate, la LGS dispone claramente que la
sustitución de los postores debe operar antes del acto de remate de modo que carezca
de objeto lIevarlo a cabo. No obstante, al abordar el mismo régimen para el caso de las
SAC se evidencia un procedimiento distinto. Parecería, sin embargo, que la fórmula
adoptada en el artículo 292 ofrecería una vía más expeditiva que para las SAC en caso
de adquisición de las participaciones por parte de la sociedad, dado que evita la
realización del remate y hace innecesaria la subrogación en la adjudicación.
El segundo párrafo del artículo 239 de la LGS señala que dentro de los 10 días útiles de
efectuada la venta forzosa la sociedad tiene derecho a subrogarse al adjudicatario de las
acciones por el mismo precio que se han pagado por ellas. Es decir, la norma plantea
una diferencia en cuanto a la mecánica operativa aplicable para salvaguardar la
integridad o cohesión del grupo dado el carácter cerrado atribuido a ambos modelos. No
obstante, estimamos que una regulación homogénea hubiera sido mejor desde un punto
de vista orgánico o sistemático.
En esta línea surgieron algunas propuestas que sugerían una regulación uniforme sobre
ese tema. El Dr. Juan Momoy planteó en ese sentido que si las acciones o participaciones
sujetas a medida cautelar pasaran a la etapa procesal de ejecución forzada, sería de
aplicación lo dispuesto en el artículo 239 de la LGS (adquisición preferente en caso de
enajenación forzada). De esa forma, se eliminarían los artículos 110 Y el segundo párrafo
del artículo 292 de la LGS, respectivamente, que mantienen los procedimientos de
ejecución disímiles que se indican(38}.
Finalmente, la medida cautelar al igual que los gravámenes debe inscribirse en la partida
social, requiriéndose para ello la resolución judicial respectiva.
Si la sociedad sólo tiene dos socios, la exclusión de uno de ellos solo puede ser resuelta
por el Juez, mediante demanda en proceso abreviado. Si se declara fundada la exclusión
se aplica lo dispuesto en la primera parte del articulo cuarto".
Todo socio puede separarse de la sociedad en los casos previstos en la ley y en el
estatuto. Sin embargo, la norma actual omite referirse a los socios que no tienen ninguna
función dentro de la sociedad y sólo hace referencia al socio gerente, con lo cual no
quedarían claras las causales aplicables a socios sin funciones.
El Dr. Elías Laroza indica al respecto que:
"Debe entenderse que el procedimiento regulado en el artículo 293, bajo comentario, es
aplicable a todos los socios que, en atención a un elemento personalista que caracteriza
a esta forma societaria de carácter cerrado, violan los estatutos o cometen actos dolosos
contra la sociedad.
En cambio el socio gerente puede ser también excluido cuando se dedique, por cuenta
propia o ajena, al mismo género de negocios que constituye el objeto social, supuesto
que era innecesario incluir en el artículo 293 por estar previsto en el artículo 287"(41).
Compartimos dicho comentario en el sentido que el socio que no desempeñe el cargo de
gerente puede también ser sancionado por la sociedad excluyéndolo de la misma. Sin
embargo, el socio gerente podrá ser excluido por razones de lealtad.
Por otro lado, Ulises Montoya refiere que el caso de separación del socio gerente que se
dedique por cuenta propia o ajena al mismo género de comercio que constituye el objeto
de la sociedad se trata de revocación por inobservancia de la prohibición de
competencia(42). Empero, es importante hacer la diferenciación entre gerente y socio.
Al socio gerente puede revocársele la condición de gerente de la empresa, es decir,
podrá ser "removido" como gerente pero eso no implica que deje de ser socio. Sin
embargo, el socio puede ser "excluido" por sus acciones como gerente, en tanto incurra
en las infracciones materia de análisis en el presente acápite.
La norma indica, asimismo, que la exclusión del socio se acuerda con el voto favorable
de la mayoría de las participaciones sociales. Dicha precisión determina un giro en la
concepción de la SRL en la actual LGS, al precisar que la mayoría aplicable no se refiere
a las personas que integran la sociedad sino a las participaciones que cada socio
integrante posee. Dicho esto, se pone fin a la idea que consideraba a la SRL como una
sociedad personalista a ultranza y que, en ese sentido, eran los socios en tanto personas
y no las participaciones, los que decidían el futuro del socio infractor.
El artículo 296 de la LGS anterior señalaba a la letra que la exclusión y la separación de
los socios se regirán por las disposiciones de las sociedades colectivas y anónimas
respectivamente, en cuanto sean aplicables. En ese sentido, al carecer de una regulación
específica sobre la exclusión habría que observar la normatividad prevista para este tema
en las sociedades colectivas y anónimas, hecho que a priori podría haber llamado la
atención dada la naturaleza distinta de ambas formas sociales (las sociedades colectivas
son marcadamente personalistas y las sociedades anónimas son de corte capitalistas).
El problema se suscitaba con la interpretación de la última frase del artículo indicado, en
virtud del cual no quedaba del todo claro si el régimen de las sociedades colectivas
resultaba aplicable solo en lo que se refiere a la determinación de las causales de
exclusión acogiendo una forma de adopción del acuerdo por mayoría de capitales, o
dicha remisión alcanzaba incluso la mecánica de adopción del acuerdo de exclusión.
Para tal efecto, la inclinación en uno u otro sentido, estaba determinada por el análisis
de la naturaleza jurídica de la figura de la exclusión en el contexto de las sociedades de
carácter personalistas. Césa:r Luna Victoria se adscribía a la posición de considerar que
el acuerdo de exclusión se realizara en base a personas y no a capitales sosteniendo
que las causales de exclusión son efectivamente parte de la concepción de una sociedad
de personas por lo que resultaba coherente aplicar a las causal es de una sociedad de
personas con un procedimiento de una sociedad de capitales. Sin embargo, el tema
admitía la posición contraria dada la composición mixta de la estructura de la SRL.
La LGS ha puesto fin al debate en el plano regulatorio al disponer que la exclusión del
socio se acuerde con el voto favorable de la mayoría de las participaciones sociales, sin
considerar, desde luego, las del socio cuya exclusión se discute. Se formula la precisión
adicional queel acuerdo conste en escritura pública y se inscriba en el registro de
sociedades mercantiles.
Si bien es cierto que, dichas regulaciones pueden ser incluidas en el estatuto de cada
sociedad pudo haberse considerado dentro de la norma, de modo que se eviten
potenciales abusos de derecho por parte de la mayoría que excluye al socio.
A modo ilustrativo, la legislación argentina regula los efectos de la exclusión del socio de
la siguiente forma:
1. El socio excluido tiene derecho a una suma de dinero que represente el valor de su
parte a la fecha de la invocación de la exclusión.
2. Si existen operaciones pendientes, el socio participa en los beneficios o soporta sus
pérdidas de acuerdo a su participación.
3. La sociedad puede retener la parte del socio excluido hasta concluir las operaciones
en curso al tiempo de la separación.
4. El socio excluido responde hacia los terceros por las obligaciones sociales hasta la
inscripción de la modificación en el registro público de comercio(43) .
De esta manera, el socio excluido, a pesar de haber sido sancionado, con la decisión de
excluirlo no es privado de sus derechos económicos con respecto a la sociedad.
Respecto a la inscripción ante Registros Públicos de la exclusión y separación del socio,
la Ley del Registro de Sociedades ratifica que para el cómputo del quórum y la mayoría
no se deben considerar las participaciones del socio que ha sido separado o excluido.
Del mismo modo indica que la inscripción de la separación del socio puede inscribirse en
mérito de escritura pública, sin que sea necesario la intervención de la sociedad. Dicha
inscripción no está sujeta a que se inscriba previa o conjuntamente, al acuerdo de
reducción de capital ni la modificación del pacto social.
Es entonces, importante destacar, la necesidad de modificar el estatuto de la sociedad a
fin de eliminar de la misma al socio separado o excluido, y adicionalmente, se precisa la
reducción del capital correspondiente a dicho socio. No obstante, la ley no obliga a que
dicho trámite se efectúe conjuntamente con la inscripción de la separación; con lo cual
se evita retrasar el tema de inscripciones innecesariamente, dejando la operatividad de
la reducción del capital social que se materialice en acto posterior.
En ese sentido, la acogida que pueda tener la SRL depende más de la regulación de la
SA (46). y para ello quizás no hubiera sido necesario diseñar un modelo como la SAC
dado que la personalización de la SA se podría obtener mediante la limitación de la
transmisibilidad de acciones. La simplicidad de la gestión queda asegurada con la
ausencia de capital mínimo y la gestión de ésta al ocupar los cargos directivos.
Dependerá de los empresarios en este caso elegir cuál es el modelo que mejor se adapte
a sus necesidades, si bien se puede anticipar que el número de SAC supere a las SRL.
Aun así, por lo menos los empresarios tendrán más opciones en cuanto a sus esquemas
societarios que deseen utilizar y en el contexto de una economía de mercado, debe
propiciarse la libertad de elección y sobre todo con opciones.