Meyer & Kurtz (2006, JPA) Actualizando Terminologia en Evaluacion de Personalidad (TRADUCIDO) PDF
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Meyer & Kurtz (2006, JPA) Actualizando Terminologia en Evaluacion de Personalidad (TRADUCIDO) PDF
Gregory J. Meyer
Department of Psychology
University of Toledo
John E. Kurtz
Department of Psychology
Villanova University
Por décadas, los psicólogos han clasificado en forma dicotómica los Tests de
Personalidad como objetivos o proyectivos. Estos términos aparecen en artículos
científicos y en libros de textos, y se han vuelto tan arraigados que es común ver
cursos separados en programas clínicos para graduados usando esa etiqueta en los
títulos de los cursos (Por ejemplo: “Evaluaciones Objetivas”; “Proyectivas”). En el
interés de avanzar en la ciencia de la evaluación de la personalidad, creemos que
este es el momento de terminar esta práctica histórica y retirar estos términos de
nuestro vocabulario formal y el discurso general describiendo los métodos de las
evaluaciones de la personalidad.
Para los Test de Personalidad, el término objetivo se refiere típicamente a
los instrumentos en el cual los estímulos son un adjetivo, proposición o pregunta
que es presentada a una persona a quien se le pide indicar cuan correctamente se
describe su personalidad utilizando un limitado conjunto de opciones de respuestas
dadas externamente (verdadero vs falso, sí vs no, escalas Likert, etc.). Lo que es
objetivo en estos procedimientos es que el psicólogo que está administrando no
necesita caer en un juicio para clasificar o interpretar las respuestas de quien
realice el test. Éste debe interpretar las preguntas, considerar sus características
personales, evaluarse él mismo en relación a lo mejor que pueda, decidir el grado
en el cual las características encajan con su personalidad, y luego elegir si
transmitir honestamente esta información en su respuesta.
Por otro lado, el término proyectivo generalmente hace referencia a
instrumentos en el cual los estímulos son una tarea o actividad que es presentada a
una persona a quien se le pide generar una respuesta con una mínima orientación
externa o una restricción impuesta sobre la naturaleza de esa respuesta. Lo que es
proyectivo en una prueba como ésta es el requerimiento de generar una respuesta
frente a la ambigüedad; al hacer esto, la persona proyecta o expone las
características de los elementos de su personalidad.
Desafortunadamente, los términos objetivo y proyectivo cargan múltiples, a
menudo pocos claros, significados incluyendo algunas connotaciones que son muy
engañosas cuando se aplican para instrumentos y métodos de evaluación de
personalidad. Por ejemplo, el término objetivo implica certeza y exactitud. Estas
1
son connotaciones deseables y positivas. Un problema es que estas connotaciones
positivas no están totalmente garantizadas en los inventarios a los cuales ellos
típicamente se refieren. Los errores de los resultados son, sin duda, una
preocupación potencial (e.g., Allard y Faust, 2000). Más sustantivamente, sin
embargo, si las escalas de auto-informe que son clasificadas como objetivas fueran
realmente “objetivas” en el sentido literal de la palabra, entonces no existiría la
enorme cantidad de literatura que estudia los distintos estilos de respuestas y los
sesgos que afectan los resultados derivados de éstos instrumentos. De hecho, la
literatura sobre el tema de los estilos de respuesta, la simulación, y el sesgo de la
prueba de estas técnicas parece más grande de la literatura sobre cualquier otro
tema centrado en lo concerniente a su validez o aplicación. Más allá de las
tendencias o distorsiones francas, Meehl (1945) señaló, hace más de medio siglo,
que los procesos que influencian las respuestas del evaluado incluyen lo inherente a
la ambigüedad en los ítems del test, limitaciones en su auto-conocimiento o auto-
percepción, dinámicas personales y hasta proyecciones. Otra cuestión que resulta
de la aplicación del término objetivo para ciertos instrumentos de personalidad es
que aquellos etiquetados como tales tenderán a ser vistos positivamente,
simplemente por la virtud de la connotación positiva de dicho término. Las pruebas
que no son categorizadas así, tenderían a ser vistas como menos positivamente,
independientemente de la información psicométrica, porque ellos son después de
todo no objetivos. De acuerdo a esto, una no intencionada consecuencia de esta
terminología es que alentaría o perpetuaría los prejuicios eternos de algunos
métodos alternativos de las evaluaciones que no llevan la etiqueta de objetivos.
Al mismo tiempo, las connotaciones del término proyectivo, no siempre se
aplica cuando se considera los instrumentos típicamente clasificados como
proyectivos. Por ejemplo, las respuestas hacia las manchas de tinta de Rorschach
tienen más que ver con la clasificación de los estímulos y los estilos de resolver los
problemas que con la proyección en el sentido del clásico término Freudiano, donde
sentimientos personales no deseables o los impulsos son vistos como residentes
externos de la personalidad (ver Exner, 1989). Dificultades similares emergen
cuando se considera expandir la definición del término proyectivo como
originalmente Frank (1939) lo definió en referencia a tipos de tests de
personalidad. Frank consideró a los Test Proyectivos como aquellos que
inducirían al sujeto a revelar las maneras de organizar las experiencias
individuales dándole un campo (objetos, materiales, experiencia) con una
relativamente pequeña estructuración y patrones culturales, de manera que
la personalidad puede proyectar hacia aquél campo plástico su manera de ver
la vida, sus significaciones, sus patrones de conducta y especialmente sus
sentimientos. Así, obtenemos una proyección del mundo privado de la
personalidad individual porque él debe organizar el campo, interpretar el
material y reaccionar afectivamente a él. … El proceso importante y
determinante es la personalidad del sujeto, la cual opera hacia el estímulo-
situación como si tuviera una significación enteramente privada para él sólo,
o un carácter enteramente plástico que hizo reemplazar el control del sujeto.
2
dadas (e. g., Meyer, 1993, 1997). La característica de la personalidad asociada con
este estilo de respuestas son interpretativamente importante en su propio derecho.
Sin embargo, las presencia de esta complejidad de respuestas confunde esfuerzos
para interpretar los resultados de las pruebas que psicólogos están más interesados
en interpretar (e.g., Exner, 2003).1 La situación es similar con las técnicas
temáticas de relatos de historias, en el cual el número de palabras dadas y el
estímulo específico de las imágenes seleccionadas para el uso ejerce una poderosa
influencia sobre los resultados finales obtenidos.
De esa manera, la vieja y familiar terminología de los Test de personalidad
objetivo y proyectivo tienen connotaciones engañosas que no servirán tan bien en
el campo de la evaluación psicológica mientras buscamos tener una comprensión
más diferenciada de los métodos de evaluación. Una pregunta relevante entonces
se presenta: ¿Cuál es la mejor terminología alternativa?
Es bastante fácil identificar alternativas razonables para suplantar el término
objetivo. Casi exclusivamente, este término ha sido aplicado a cuestionaros que son
completados por la misma persona. En consecuencia, una alternativa razonable es
referirse a estos tests como “Auto-Informes” (self-report inventories) o “Inventarios
Calificados por los Pacientes”. Además, para avanzar en la ciencia de la evaluación
es igualmente importante diferenciar el auto-informe de los inventarios
completados por informantes entendidos. Dado que esas fuentes de información en
evaluaciones de personalidad están lejos de ser intercambiables (e.g., Achenbach,
Krukowski, Dumenci, & Ivanova, 2005; Achenbach, McConaughy, & Howell, 1987;
Costa & McCrae, 1992; De Los Reyer & Kazdin, 2005; Kraemer, Measelle, Ablow,
Essex, Boyce, & Kupfer, 2003; Meter, 2002; Meyer et al., 2001), sería óptimo
diferenciar todos los métodos de cuestionario especificando el tipo de informante
que da los juicios. De esta forma, la valoración de un par sería etiquetada como tal
y diferenciada de la escala de un cónyuge, cuestionarios de padres, y etc.
No es fácil identificar un solo término o frase que pudiera suplantar el
término proyectivo. De hecho, cuando discutimos este tema con colegas, hay
desacuerdos para encontrar una palabra que reemplace y es un gran obstáculo
para cambiar. Ningún término parece completamente adecuado. Los instrumentos
que son típicamente sometidos bajo la etiqueda de proyectivo incluye el Rorschach
((1921/1942) y otros test de mancha de tinta (e.g., Holtzman, Thorpe, Swartz, &
Herron, 1961), Test de Apercepción Temática de Murray (1943) y el posteriormente
desarrollado estímulo de Ejercicio de Historias en Imágenes (e.g., Smith, 1992),
medir el completamiento de oraciones y varias tareas para dibujar figuras (e.g.,
Naglieri & Pfeiffer, 1992). Las amplias diferencias entre estas tareas hacen
desafiante encontrar un término alternativo adecuado que albergara todas sus
diversas características. Algunas posibilidades incluyen “test de performance o
desempeño”, “tareas de comportamiento”, “métodos constructivos”, “medidas de
respuestas libres”, “pruebas de expresión de la personalidad”, “métodos implícitos”
y aún “prueba de atribución”. Es poco probable que cualquiera de estas etiquetas
satisfaga a todo esos expertos. Sin embargo, es muy difícil encontrar una
alternativa adecuada que hable de la imprudencia de usar un término global para
caracterizar la esencia de todas estas medidas. A cambio, esto resalta la necesidad
1
La confusa influencia de esta varianza tan llamada “primer factor” es extendida con otros instrumentos
también. Una excelente discusión del problema y de un esfuerzo sofisticado para mitigar influencia sobre
el MMPI-2 puede ser encontrada en una reciente especial publicación del Journal of Personality
Assesment (Meyer, 2006) tratando con el MMPI-2 Escala Clínica Estructurada (Tellegen et al., 2003)].
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de desechar el término proyectivo del vocabulario referido a los métodos de
evaluación.
Uno de los pasos iniciales para avanzar en el entendimiento científico de
cualquier fenómeno es nombrar y clasificar sus componentes de una manera
significativa. La inadecuada y primitiva naturaleza del término proyectivo es
revelada cuando intentamos llegar a una etiqueta abarcativa para caracterizar
tareas tan diversas como dibujar la familia propia, contar historias en respuesta a
imágenes y decir cómo se ve una mancha de tinta. Aplicar un término global e
indiferenciado para tanta diversas colecciones de tareas de evaluación parece
cercano a una clasificación de pruebas médicas como “pruebas visuales” o “pruebas
no visuales”, con la categoría “visual” incluyendo tareas que van desde reflexiones
observadas de endoscopio hasta Imágenes de Resonancia Magnética, y la categoría
“no visual” incluyendo tareas que van desde métodos de palpación (ejemplo:
sensibilidad abdominal) hasta métodos olfatorios (ejemplo: Olores indicativos de
infección), métodos auditivos (ejemplo: detectar dificultad para respirar con un
estetoscopio).
Tal como sería retrógrado aplicar tales simples categorías a pruebas
médicas, el campo de la evaluación de la personalidad no avanzará apoyándose en
la terminología cruda de caracterizar globalmente a todas las tareas que no son
cuestionarios de auto-informe o escala de valorización del informante. Así, si uno
de los términos observados más arriba no parecen adecuados para reemplazar el
término proyectivo, sería lo más óptimo para los clínicos, investigadores y
profesores simplemente referirse a las tareas de evaluación por sus nombres
específicos, como por ejemplo: Método de la mancha de tita de Rorschach, Tareas
de mancha de tinta de Holtzman, TAT de Murray, SCT de Loeving. El Journal of
Personality Assessment facilitará la transición a la más adecuada terminología
diferenciada de evaluación pidiendo a los autores que eviten referirse a categorías
de Test de personalidad como objetivos o proyectivos. Esperemos que otros
periódicos de evaluación unan esas fuerzas y adopten una posición similar.
Esta edición no implica que las palabras proyectivo y objetivo no pueden ser
usadas en el contexto de referirse a información específica de instrumentos de
personalidad. Es cierto que todos los test de personalidad pueden proporcionar más
o menos información objetiva. También es cierto que instrumentos como el
Rorschach o TAT pueden capturar proyecciones de la personalidad, definidas
estrechamente por Freud o más ampliamente por Frank, y esto puede además
ocurrir cuando los pacientes realizan los inventarios (Meehl, 1945). Esto no es un
problema si los autores eligen esos términos cuidadosamente y deliberadamente
para posteriores comunicaciones científicas (ejemplo: cuando uno está escribiendo
aspectos de respuesta que se cree que indican dinámicas proyectadas). Más bien,
nuestra objeción es con el uso reflexivo de los términos y distintivos métodos
utilizados para evaluar la personalidad.
AGRADECIMIENTOS
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REFERENCIAS
5
Meyer, G. J., Finn, S. E., Eyde, L., Kay, G. G., Moreland, K. L., Dies, R. R., et al.
(2001). Psychological testing and psychological assessment: A review of evidence
and issues. American Psychologist, 56, 128–165.
Murray, H. A. (1943). Thematic Apperception Test manual. Cambridge, MA:
Harvard University Press.
Naglieri, J. A., & Pfeiffer, S. I. (1992). Validity of the Draw A Person: Screening
Procedure For Emotional Disturbance with a sociallyemotionally disturbed sample.
Psychological Assessment, 4, 156–159.
Pang, J. S.,&Schultheiss, O. C. (2005). Assessing implicit motives in U.S. college
students: Effects of picture type and position, gender and ethnicity, and cross-
cultural comparisons. Journal of Personality Assessment, 85, 280–294.
Rorschach, H. (1942). Psychodiagnostics (5th ed.). Berne, Switzerland: Verlag Hans
Huber. (Original work published 1921)
Smith, C. P. (Ed.). (1992). Motivation and personality: Handbook of thematic
content analysis. New York: Cambridge University Press.
Tellegen, A., Ben-Porath, Y. S., McNulty, J. L., Arbisi, P. A., Graham, J. R., &
Kaemmer, B. (2003). The MMPI-2 Restructured Clinical Scales: Development,
validation, and interpretation. Minneapolis: University of Minnesota Press.