Monografía de Jonh Locke
Monografía de Jonh Locke
Monografía de Jonh Locke
EG-273 Filosofía
INTRODUCCIÓN.........................................................................................................3
CONTEXTO HISTÓRICO............................................................................................4
LOCKE Y DERECHO.................................................................................................10
CONTRATO SOCIAL.................................................................................................12
CONCLUSIONES.......................................................................................................15
INTRODUCCIÓN
Hace unos años, siendo específico en 1987 del mes de octubre, un sacerdote argentino
afirmó públicamente, en una misa de celebración, que “Al presidente hay que respetarlo
porque toda autoridad viene de Dios y no del Pueblo como dicen algunos”.
John Locke, el gran filósofo sistematizador del empirismo, sostenía que un niño “es
cera que se forma y moldea como uno quiera, es una tabula rusa”, ya que “nada hay en el
entendimiento que previamente no haya estado en los sentidos”. La base del conocimiento
son las ideas simples que proceden de la experiencia sensible, mientras que las ideas
complejas no son más que fusiones y combinaciones de las anteriores. Rechazó los puntos de
vista metafísicos afirmando que nada podemos saber con certeza de la naturaleza esencial de
las cosas ni de la finalidad del universo.
Siendo así que, se le consideró como el padre del liberalismo por sostener que todo
gobierno surge de un pacto o contrato revocable entre individuos, con el propósito de
proteger la vida, la libertad y la propiedad de las personas, teniendo los signatarios el derecho
a retirar su confianza al gobernante y rebelarse cuando éste no cumple con su función.
En el siglo XV, la Guerra de las Dos Rosas entre las dinastías de los York y los
Lancaster provocó la aniquilación y agotamiento de la nobleza inglesa. En 1485 ascendió al
trono Enrique VII, el primer Tudor, proveniente de una familia que gobernaría por más de un
siglo en la era del absolutismo, en el cual el disgregado poder de los señores feudales fue
reemplazado por los Estados absolutos, dando comienzo a la afirmación de los Estados
nacionales en Europa.
Fue en esta época que comenzaron los cercamientos (enclosures) de tierras comunales
y públicas para criar ovejas, y los campesinos despojados debían vagar, mendigar y robar
para sobrevivir. Es el período de la transición incipiente del feudalismo al capitalismo
criticada por Moro en su Utopía, y el de la “acumulación originaria” descripta por Marx en El
capital.
En 1509 Enrique VIII accedió al trono y reinó hasta 1547. La Reforma de Lutero, las
cuestiones políticas con el Papa y las ventajas económicas hicieron que Enrique VIII
rompiese con Roma, colocándose a la cabeza de la nueva iglesia anglicana y centralizando
aún más su poder. Suprimió los monasterios y sus rentas, que representaban alrededor de un
quinceavo de las de todo el país. Distribuyó las propiedades de la Iglesia Católica, casi la
quinta parte de las tierras inglesas, entre comerciantes y pequeños nobles que se incorporaron
a la gentry y que dominarían la vida agraria.
La última Tudor, Isabel I, reinó desde 1558 hasta 1603. Fue un período de gran
prosperidad económica para la burguesía litoral que realizaba negocios marítimos y para la
gentry asociada a ella. Estaba en auge la doctrina económica mercantilista, que implicaba una
fuerte intervención estatal en los negocios, por lo cual la incipiente burguesía, en su mayoría
puritana y hostil al anglicanismo, comenzaba a sentirse trabada por las reglamentaciones.
Los puritanos, al igual que los hugonotes franceses, eran una vertiente del calvinismo.
Tenían el ideal de conservar “la autoridad de las Sagradas Escrituras, la sencillez de los
servidores, y la pureza de la primitiva iglesia”, intentando expurgar a la Iglesia Anglicana de
todo vestigio de catolicismo por considerarla “romanista” o “papista”. Desde la época de
Isabel, los puritanos estaban arraigados en las clases medias urbanas y la gentry. De acuerdo
a Max Weber, la particular ética de estos protestantes puede ser interpretada como uno de los
factores del surgimiento y desarrollo del capitalismo.
Recordemos que la Armada Invencible española (otra ironía histórica), enviada por
Felipe II para invadir Inglaterra, fue derrotada en 1588, año del nacimiento de Thomas
Hobbes. Ese año marcó el declive definitivo del poderío naval español en beneficio de la flota
inglesa. Comenzaba la decadencia de una España católica frente al desarrollo de una
Inglaterra protestante. Fue la etapa del apogeo del poder marítimo inglés, amasando grandes
fortunas comerciales e industriales.
Esta pacífica revolución señaló el triunfo definitivo de una nueva estructura social,
política y económica basada en los derechos individuales, la libre acción económica y el
interés privado, creando las premisas políticas para el ulterior desarrollo del capitalismo en
Inglaterra. Fue la culminación de un proceso que comenzó con la Guerra Civil y que
benefició los intereses de la burguesía eliminando gran parte de las supervivencias feudales.
La contracara de este triunfo burgués fue la derrota de sus movimientos más radicalizados y
democráticos como los Niveladores, Cavadores y otros.
Fue un filósofo y médico inglés, considerado como uno de los más influyentes
pensadores del empirismo inglés y conocido como el «Padre del Liberalismo Clásico ''.
Fue uno de los primeros empiristas británicos. Influido por las ideas de Francis
Bacon, realizó una importante contribución a la teoría del contrato social. Su trabajo afectó en
gran medida el desarrollo de la epistemología y la filosofía política. Sus escritos influyeron
en Voltaire y Rousseauu, pensadores de la Ilustración francés a, así como los revolucionarios
estadounidenses. Sus contribuciones al republicanismo clásico y la teoría liberal se reflejan
en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos y la Declaración de Derechos de
1689.
Defendió la tolerancia religiosa hacia todas las sectas protestantes e incluso a las
religiones no cristianas; pero el carácter interesado y parcial de su liberalismo quedó de
manifiesto al excluir del derecho a la tolerancia tanto a los ateos como a los católicos (siendo
el enfrentamiento de estos últimos con los protestantes la clave de los conflictos religiosos
que venían desangrando a las islas británicas y a Europa entera).
Mostró interés por diversas disciplinas, entre las cuales filosofía, política, medicina y
ciencias experimentales. John Locke nació en Wrington en 1632. Estudió en la Christ Church
de Oxford. Al finalizar sus estudios permaneció allí para enseñar griego y retórica.
Locke cree que el gobierno absoluto nunca puede ser legítimo, porque, a su juicio, el
absolutismo es peor que el estado de naturaleza. De forma muy resumida, podemos decir que,
desde el punto de vista de Locke, el gobierno sólo puede surgir del consentimiento de las
personas a él sujetas. Locke se vale de la idea del contrato social, pero a diferencia de Hobbes
que lo utiliza para garantizar la seguridad y la libertad de los asociados por medio de un
soberano absoluto, lo emplea para mantener que el gobierno legítimo sólo puede fundarse en
el consentimiento de personas libres e iguales que parten del estado de naturaleza y son todas
soberanas sobre sí mismas. De este modo, Locke trata de limitar las formas posibles de
régimen legítimo para excluir el absolutismo, y al mismo tiempo, justificar la resistencia a la
corona desde las bases de la división constitucional de poderes.
Locke es realmente uno de los fundadores del liberalismo. Esto no se puede afirmar
de Hobbes porque, aunque postula, de un lado, que el fundamento del pacto político son los
individuos que convienen y pactan instituir a la persona civil del Estado como autoridad
representativa, de otro lado, basa la legitimación del dominio político en la autoridad
legisladora del soberano absoluto. Locke es liberal porque parte de la idea de la igualdad de
los hombres, como seres racionales y libres, y busca asegurar el espacio de acción para el
ejercicio de la libertad mediante la institucionalización jurídica de iguales libertades. Así,
afirma la prioridad de los derechos individuales y de la división constitucional de poderes
frente a la voluntad del legislador democrático. Es liberal porque piensa que la legitimidad
del poder político sólo puede surgir del consentimiento de las personas a él sujetas.
El núcleo central de la concepción de legitimación del dominio político propuesta por
Locke es el individualismo normativo que dota al individuo con autonomía moral y que
sustituye a la autoridad legisladora de Dios y de la naturaleza mediante el derecho de todo
individuo a ser limitado en su libertad solamente mediante aquellas leyes con las que él
habría concordado en el marco de procedimientos definidos por medio de un contrato. De
este modo, el eje central de su contractualismo es la idea de la legitimación de la autoridad y
del dominio a través de la renuncia voluntaria a la libertad natural bajo la condición de una
reciprocidad estricta. Para la organización conceptual de los diferentes componentes de su
teoría Locke se sirve del argumento contractualista que vincula la concepción del estado de
naturaleza, la justificación de la propiedad privada, el modelo de contrato para instituir el
dominio político y la doctrina de la resistencia.
LOCKE Y DERECHO
Locke presenta la ley natural como una ley que es respetada en el estado de naturaleza
y mientras así lo sea, ley natural, razón y libertad se armonizan perfectamente. El estado de
naturaleza es un estado de paz, equilibrio y mutuo respeto mientras no intervenga ningún
elemento perturbador. "Pero hay enemigos internos y enemigos externos. Dentro de cada
hombre, el amor propio, la parcialidad y la venganza tienen la posibilidad de destruir el
fundamento racional que sostiene el estado de naturaleza" (Cavarero, 1998: 158).
Los hombres por naturaleza están dispuestos a formar una sociedad común; sin
embargo, ellos pueden actuar en contra de esta disposición y así, convertir el uso de la fuerza
en la pauta del derecho. Precisamente, tales individuos que utilizan la fuerza y no la razón,
son también los enemigos externos de aquellos que se mantienen como agentes libres y
racionales en el estado de naturaleza.
Los hombres tienen derechos que pueden ser violados. Esto condiciona una fragilidad
del estado de naturaleza que debe ser compensada. Así, el derecho a la conservación de la
vida humana y a la conservación del género humano genera el derecho a castigar al
transgresor y el consiguiente derecho de resarcimiento que puede demandar la víctima
(Cavarero, 1998: 158).
Y para que los hombres se repriman a la hora de invadir los derechos de los demás,
eviten los daños mutuos y se observe la ley natural, cuyo deseo es la paz y la preservación de
la humanidad, en este estado ha sido puesta a disposición de todos los hombres la ejecución
de la ley de la naturaleza, por la cual, cualquiera tiene el derecho a castigar a los transgresores
en un grado tal que impida su violación (Locke, 1991: 7).
Cada individuo tiene, pues, el derecho y el deber de actuar en concordancia con la ley
natural; por la misma razón cada individuo tiene el derecho y el deber de castigar a quienes
violan esta ley. La perfecta igualdad, otorga a cada uno, y en la misma medida, el derecho a
castigar. Así, por derecho natural cada uno debe cuidar de que se imparta justicia. "Pues esta
ley natural resultaría vana […] si no existiera nadie en ese estado de naturaleza que tuviera el
poder de ejecutar la ley y, con ello, preservar a los inocentes y reprimir a los culpables"
(Locke, 1991: 7).
No es razonable que los hombres sean jueces en los casos en que ellos mismos están
implicados, pues el amor propio puede inclinarlos a actuar con parcialidad, a favor suyo y en
el de sus amistades. Y por el contrario, la ofuscación y la sed de venganza les puede llevar
demasiado lejos a la hora de castigar a los otros (Locke, 1991: 13).
Así, la imposibilidad de que exista un juez común que pueda impedir el despliegue de
las pasiones violentas tanto en el agresor que viola la ley como en el juez que se extralimita
en sus funciones, se convierte en un problema que desestabiliza el estado de naturaleza. Este
problema puede ser caracterizado así: en el estado de naturaleza se da tanto la posibilidad de
que agentes libres y racionales se conviertan en violentos agresores, como la posibilidad de
que el poder ejecutivo de la ley natural de juzgar a los criminales degenere en sed de
venganza.
CONTRATO SOCIAL
John Locke utilizan los instrumentos del contrato social para justificar el origen del
poder político; los dos parten de categorías similares: el individuo libre, igual y racional en el
estado de naturaleza, el pacto como elemento fundador del poder político, la representación
política, y proponen constituir un Estado que sirva para superar las inseguridades y
desequilibrios propios del estado de naturaleza. Sin embargo, entre estos dos autores hay una
gran diferencia: Locke representa la defensa de un modelo de Estado liberal y Hobbes
personifica la justificación de un Estado absolutista. Esta diferencia se acentúa básicamente
por el papel que juega en el modelo lockeano la doctrina de la resistencia. Tal asunto resulta
fundamental en los Dos ensayos sobre el gobierno civil, ya que le permite a Locke organizar
sistemáticamente los diferentes componentes de su teoría. El autor de los Dos
ensayos modifica esencialmente la forma como Hobbes trata el asunto de la soberanía
mediante la justificación del derecho del pueblo a resistirse de manera legítima contra quien
detenta el poder.
El problema central de la filosofía política de Locke se comprende a partir de
establecer su diferencia básica con Hobbes.1 Hobbes somete, mediante su fundamentación
contractual del Estado, el principio democrático de la autonomía pública a la autoridad del
soberano. Su modelo de Estado parte de un individuo orientado racionalmente hacia la
consecución de sus intereses básicos, definidos en el Leviatán en la forma de derechos
naturales a la vida, la libertad y la propiedad, los cuales no tienen seguros los hombres en el
estado de guerra. A través de la ficción de un estado de naturaleza original dominado por un
enfrentamiento radical entre sus miembros, Hobbes pudo dar el siguiente paso para mostrar
que el individuo aceptaba limitar su libertad natural para someterse a la voluntad de un
soberano, y poder disfrutar así de su libertad civil como miembro del Estado. Locke pretende
mostrar que el absolutismo es incompatible con un gobierno legítimo. Locke cree que el
gobierno absoluto nunca puede ser legítimo, porque, a su juicio, el absolutismo es peor que el
estado de naturaleza. De forma muy resumida, podemos decir que, desde el punto de vista de
Locke, el gobierno sólo puede surgir del consentimiento de las personas a él sujetas. Locke se
vale de la idea del contrato social, pero a diferencia de Hobbes que lo utiliza para garantizar
la seguridad y la libertad de los asociados por medio de un soberano absoluto, lo emplea para
mantener que el gobierno legítimo sólo puede fundarse en el consentimiento de personas
libres e iguales que parten del estado de naturaleza y son todas soberanas sobre sí mismas. De
este modo, Locke trata de limitar las formas posibles de régimen legítimo para excluir el
absolutismo, y al mismo tiempo, justificar la resistencia a la corona desde las bases de la
división constitucional de poderes.
Locke es realmente uno de los fundadores del liberalismo. Esto no se puede afirmar
de Hobbes porque aunque postula, de un lado, que el fundamento del pacto político son los
individuos que convienen y pactan instituir a la persona civil del Estado como autoridad
representativa, de otro lado, basa la legitimación del dominio político en la autoridad
legisladora del soberano absoluto. Locke es liberal porque parte de la idea de la igualdad de
los hombres, como seres racionales y libres, y busca asegurar el espacio de acción para el
ejercicio de la libertad mediante la institucionalización jurídica de iguales libertades. Así,
afirma la prioridad de los derechos individuales y de la división constitucional de poderes
frente a la voluntad del legislador democrático. Es liberal porque piensa que la legitimidad
del poder político sólo puede surgir del consentimiento de las personas a él sujetas. El núcleo
central de la concepción de legitimación del dominio político propuesta por Locke es el
individualismo normativo que dota al individuo con autonomía moral y que sustituye a la
autoridad legisladora de Dios y de la naturaleza mediante el derecho de todo individuo a ser
limitado en su libertad solamente mediante aquellas leyes con las que él habría concordado en
el marco de procedimientos definidos por medio de un contrato. De este modo, el eje central
de su contractualismo es la idea de la legitimación de la autoridad y del dominio a través de la
renuncia voluntaria a la libertad natural bajo la condición de una reciprocidad estricta. Para la
organización conceptual de los diferentes componentes de su teoría Locke se sirve del
argumento contractualista que vincula la concepción del estado de naturaleza, la justificación
de la propiedad privada, el modelo de contrato para instituir el dominio político y la doctrina
de la resistencia.
Más allá del contenido y repercusión académica del trabajo de Locke, debe tomarse en
cuenta su influencia en la construcción del liberalismo en el mundo, y no podemos dejar de
considerar que la historia del liberalismo es paralela a la de la democracia. Además, ya en el
terreno de la realpolitik es necesario referir el impacto que tuvieron sus ideas en la
Revolución de Independencia de Estados Unidos y en la Revolución Francesa.
Particularmente en la generación de instrumentos cruciales como la Constitución de Estados
Unidos de 1787, y las que le siguieron en el continente americano, especialmente las
constituciones mexicanas que recibieron su influencia y la Constitución francesa de 1791,
cuyo preámbulo es la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.
Locke no enuncia la teoría de la separación de poderes, como la conoce la doctrina
siglos después, pero la anuncia antes que Montesquieu. Para Locke la clave está en el poder,
esa es su preocupación central. Claro que el poder así mencionado no se entiende si no se liga
a la idea de Estado como su indisoluble conexión. Tal vez Locke haya sido en el fondo un
anarquista, como debería preciarse de serlo un liberal auténtico, pero está convencido de que
la corrupción, los vicios, la degeneración de algunos hombres han hecho indispensable la
creación de comunidades agrupadas bajo la directriz del poder del Estado. Eso no significa
que el Estado por los hombres creado para proteger su propiedad, en todas las formas
imaginables, al que hay que obedecer, no deba tener unidad, dirección y finalmente poder.
Locke lo menciona como el “cuerpo viviente” y le atribuye al Legislativo ser el alma que da
forma, vida y unidad a la comunidad.
Locke no habla de poderes iguales, equivalentes, análogos; afirma que el Legislativo
es el poder supremo porque representa la fuerza de la unidad de la comunidad y
particularmente el poder. La comunidad para sostenerse y permanecer como una unidad debe
tener solamente un poder supremo. Consecuentemente, para Locke, el Ejecutivo es
inevitablemente inferior: éste no puede hacer las leyes y su poder es delegado. Locke estima
que ambos poderes, el Legislativo y el Ejecutivo, pueden ser ejercidos por la misma persona
o cuerpo colegiado. Supone que el segundo tiene algo que hacer en el Legislativo, porque
tiene en mente la Constitución de Inglaterra, con su régimen parlamentario por excelencia.
Locke piensa en otro poder al que llama “federativo”. Este poder es el que se ocupa de
la relación con el exterior, con otras comunidades en relaciones amistosas o bien para
proteger a la comunidad de agresiones externas. Por ello debe estar en manos del Ejecutivo a
fin de que éste pueda tomar las decisiones inmediatas y oportunas, para lo cual debe disponer
de la mayor libertad posible. Debe recordarse que Locke no formuló ni propuso una teoría,
simplemente analizó y dio su opinión para entender el fenómeno del poder. Por eso no
consideró al Judicial un poder separado, ni siquiera lo mencionó así; mientras, sus
contemporáneos habían considerado al Judicial como independiente. No tenía sentido para
Locke ponerlo al lado de los poderes Legislativos y Ejecutivo. El Poder Judicial para
Locke debe ser vertical e indiferente a los demás, y además conocido y autorizado. Locke no
habla de separar los poderes en la concepción que ahora tenemos de esta figura, sino de
manera muy práctica considera que el poder debe balancearse, y para ello diferentes partes
del mismo deben estar en diferentes manos.
CONCLUSIONES