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“Teorías de los rasgos de la personalidad: Perspectiva de la teoría de los rasgos sobre la

persona, la ciencia de la personalidad, Teoría de los rasgos de Gordon W. Allport”

Curso : Psicología de la personalidad

Docente :

Alumnos :

Sección : B

Ciclo : IV

Tacna – Perú
2023
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Índice

Resumen
Introducción
1. Perspectiva de la Teoría de los Rasgos sobre la Persona
1.1. Constructo de los rasgos
2. Perspectiva de la Teoría de los Rasgos sobre la Ciencia de la Personalidad
2.1. Funciones científicas realizadas por los constructos de los rasgos
3. Teoría de los Rasgos de Gordon W. Allport (1897-1967)
3.1. Rasgos: la estructura de la personalidad en la teoría de Allport
3.2. Autonomía funcional
3.3. Investigación idiográfica
3.4. Comentario sobre Allport
Conclusión
Referencias
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Introducción

Se presenta una tercera perspectiva básica sobre la personalidad, la de las teorías de

los rasgos. Las teorías de los rasgos difieren tajantemente de los enfoques freudianos y

rogerianos que el lector aprendió en los capítulos anteriores. Como se verá, las diferencias

implican no sólo las afirmaciones esenciales de cada teoría, sino también la base de datos

científica sobre la que descansan estas teorías.

Los teóricos de los rasgos ponen un énfasis en que una de las características centrales

de las ciencias es la del cálculo. En la historia de las ciencias físicas, los avances científicos

con frecuencia han sucedido sólo después del surgimiento de las herramientas adecuadas para

calcular con precisión los fenómenos físicos. Si Galileo y Newton no hubieran contado con

medidas relativamente precisas acerca del tiempo, del volumen, y de otras propiedades físicas,

jamás hubieran podido comprobar la certeza del movimiento de los objetos físicos. Si los

físicos de la actualidad no contaran con los instrumentos precisos para detectar la presencia de

partículas subatómicas, su ciencia sería relativamente especulativa. El progreso científico

depende, por lo regular, del cálculo preciso.

Compárese este énfasis con el enfoque de Freud y de Rogers. El trabajo de Freud

carecía virtualmente de métodos científicos objetivos de cálculo. Intuía la presencia de las

estructuras mentales de diversa fuerza, mientras que no proporcionaba ninguna herramienta

para su evaluación.Freud dependía meramente de los reportes de caso de estudio, que son más

interpretativos, y por lo tanto, subjetivos, que el cálculo científico tradicional. Rogers era más

atento a los principios de la evaluación. Sin embargo, algunos de sus principales

planteamientos teóricos (p. ej., el motivo de la autorrealización) no estaban acompañados por

principios de cálculo (Rogers nunca proporcionó una medida de las diferencias individuales, o

de las variaciones intraindividuales, en las tendencias de autorrealización).Ante este


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panorama, los teóricos de los rasgos se preguntaron: ¿podría decirse que estos pensadores

generaron un verdadero progreso científico? Su respuesta: no. El trabajo de “Jung y Freud…

se asemejaba científicamente casi con un desastre”, sentenciaba el teórico de los rasgos,

Raymond Cattell (1965). Los teóricos de los rasgos buscaron una nueva forma de abordar el

estudio de la personalidad; una, cuya medida de los atributos psicológicos fuera tan objetiva y

confiable como las que se encuentran en las ciencias físicas. Este capítulo y el siguiente

revisan el progreso que ellos realizaron.


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1. Perspectiva de la Teoría de los Rasgos sobre la Persona

La gente adora hablar de la personalidad. Puede pasar horas hablando de las

características de una persona: su jefe es enojón; su compañero de cuarto, descuidado; su

profesor, brillante. (Bueno, sería deseable que su profesor fuera brillante, y no descuidado y

enojón). Incluso habla de la lealtad de su perro, y de la flojera de su gato. Al hablar de la

gente, por lo regular se emplean términos de los rasgos de la personalidad. Esto es, palabras

que describen los estilos típicos de la experiencia y la forma de actuar de la gente.

Aparentemente, las personas piensan que los rasgos son centrales para la personalidad. De

igual modo, los investigadores de la personalidad asociados con el enfoque de los rasgos,

consideran a los rasgos como unidades básicas de la personalidad. Obviamente, hay más en la

personalidad que sólo rasgos, pero éstos han estado presentes por mucho tiempo a través de la

historia de la psicología de la personalidad.

1.1. Constructo de los rasgos

¿Qué es, entonces, un rasgo? El término de rasgos de la personalidad se refiere a

aquellos patrones constantes en la forma en la que un individuo se comporta, siente y piensa.

Si se describe a un individuo con el rasgo de amable, se pretende decir que este individuo

tiende a actuar de manera amable a lo largo del tiempo (semanas, meses, quizás años), y en

distintas situaciones (con amigos, familia, extraños, etc.). Además, si se usa la palabra

amable, se quiere decir, por lo regular, que la persona es, por lo menos, tan amable como el

promedio de la gente. Si se creyera que la persona es menos amable que el promedio, no se le

describiría como “amable”. Los términos de los rasgos, por lo tanto, tienen dos

connotaciones: la persistencia, y la distinción. Por persistencia, se entenderá que el rasgo

describe una regularidad en la conducta de la persona. La persona parece predispuesta a actuar

en la forma descrita por el término de este rasgo; de hecho, los rasgos por lo regular son
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descritos como “predisposiciones”, o “costructos predisposicionales” (McCrae & Costa,

1999) para capturar la idea de que la persona parece estar predispuesta a actuar en una

determinada manera. La idea de la predisposición subraya un hecho importante acerca de los

términos de los rasgos en la forma en la que son empleados por los teóricos de los rasgos de la

personalidad. Si una teórica de los rasgos emplea un término de rasgo, por ejemplo, sociable,

para describir a alguien, no se refiere a que la persona siempre va a actuar sociablemente, en

cualquier situación. Como el psicólogo belga de los rasgos, De Raad (2005) subrayó

recientemente, los términos de los rasgos se refieren implícitamente a las conductas en un tipo

de contexto social. Los teóricos de los rasgos esperan que alguien sociable, sea

coherentemente sociable a través de las situaciones que involucran a otras personas, y en las

cuales, la conducta social sea permitida para conservar las normas sociales. No cabe la

expectativa de que la persona sería sociable con los objetos inanimados, o que actuara

sociablemente cuando una figura de autoridad le indicara actuar de modo contrario. La otra

connotación, la distinción, se debe entender simplemente que los teóricos de los rasgos se

preocupan principalmente de las características psicológicas por las que la gente difiere; los

atributos que por lo tanto, hacen a una persona distinta en comparación con las demás. En un

sentido de la palabra rasgo que difiere de la forma en la que la palabra es empleada por los

teóricos de los rasgos de la personalidad, se podría decir que los rasgos de los seres humanos

incluyen su capacidad por reflejarse en ellos mismos, y en usar el lenguaje. Éstos son rasgos

que distinguen a la gente de los animales. Sin embargo, éstos no son rasgos que distinguen a

la gente diferente una de la otra; todo humano adulto que funcione de manera normal puede

reflejarse a sí mismo, al igual que el futuro y el pasado, empleando el lenguaje. Los teóricos

de los rasgos de la personalidad están interesados en los rasgos por los cuales surgen

diferencias significativas entre las personas. La decisión de construir una teoría de la

personalidad sobre la idea de los rasgos implica una determinada forma de pensar a la
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persona. Implica que hay una coherencia sustancial en la vida de las personas. La vida social

contemporánea presenta muchos cambios: la gente cambia de escuelas y de trabajos, conoce

nuevas amistades, se casa, se divorcia, se vuelve a casar, y se mueve en diferentes

comunidades, por no decir diferentes países. En algún punto en el tiempo, la vida puede

significar el tener múltiples papeles: estudiante, empleado, hijo o hija, padre, miembro de una

comunidad. El mensaje fundamental de los teóricos de los rasgos es que, no obstante todas

estas variantes, “ahí dentro” hay una personalidad persistente. La gente posee cualidades

psicológicas que perduran, casi de manera independiente, del tiempo y del espacio.

2. Perspectiva de la Teoría de los Rasgos sobre la Ciencia de la Personalidad

La perspectiva de la ciencia de la personalidad está implícita en la mayoría de los

enfoques de los rasgos. Los teóricos de los rasgos se interesaban por el cálculo y decían que el

principal primer paso en la construcción de una ciencia de la personalidad era la habilidad

para medir los rasgos psicológicos de manera confiable y válida. Este punto de vista muestra

un tipo de conservadurismo que es de gran valor para las ciencias.

Los teóricos de los rasgos sentían que los cálculos científicos deberían restringir y

determinar el surgimiento de teorías. Ellos decían que se debería plantear una estructura de la

personalidad, si, y sólo si, los análisis estadísticos de las medidas cuidadosamente construidas

indican la existencia de tal estructura. Por esta razón, los teóricos de los rasgos de la mitad del

siglo XX rechazaron la manera de teorizar tanto de Freud como de Rogers, ya que ambos se

permitieron crear teorías que iban más allá de la información que les era disponible; no habían

medidas directas, o indirectas de la fuerza de los impulsos libidinales, de los motivos de la

autorrealización, y demás (Cervone & Pervin, 2009).


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2.1. Funciones científicas realizadas por los constructos de los rasgos

Los teóricos de los rasgos usan constructos acerca de los rasgos que cumplen con por

lo menos dos, y en ocasiones tres, funciones científicas: la descripción, la predicción, y la

explicación (Ardila, 1997).

● Descripción

Todos los teóricos de los rasgos de la personalidad emplean constructos de

rasgos de manera descriptiva. Los rasgos sintetizan la conducta típica de una persona,

y por lo tanto describen el modo en el que una persona típicamente es. Ya que la

descripción es un primer paso esencial dentro de cualquier planteamiento científico,

las teorías de los rasgos podrían ser vistas como proveedoras de hechos descriptivos

básicos que necesitan ser explicados por cualquier teoría de la personalidad (Montaño

et al., 2009).

La mayoría de los teóricos de los rasgos buscan no sólo describir a los

individuos, uno a la vez. Tratan de establecer un esquema descriptivo general dentro

del cual cualquiera y todas las personas pueden ser descritas.

● Predicción

¿Qué se puede hacer con el conocimiento que brindan los marcadores de los

rasgos de la personalidad de una persona? A lo largo de la historia de las teorías de los

rasgos, una respuesta básica a esta pregunta es: se pueden predecir cosas.

La gente con diferentes niveles de un determinado rasgo de personalidad

pueden diferir previsiblemente en su conducta diaria. Por ejemplo, si una persona

conoce las autoevaluaciones de un grupo de estudiantes universitarios sobre sus

rasgos, tales como la extraversión y la seriedad, esa persona puede predecir las
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dimensiones de sus ambientes personales, tales como el arreglo, y el grado de limpieza

de sus oficinas personales y sus dormitorios. Por lo regular, se pueden hacer

predicciones de gran importancia práctica.

● Explicación

Además de la descripción y la predicción, una tercera tarea científica es la de la

explicación. Si la psicología de la personalidad aspira a ser una ciencia, entonces debe

superar el reto más importante de una teoría científica, a saber, la explicación. Nótese

que la predicción y la explicación son cosas muy diferentes. Por ejemplo, en la

antigüedad, los habitantes de Babilonia describían y predecían los sucesos

astronómicos tales como los eclipses lunares, pero parecían no tener ningún tipo de

conocimiento científico de por qué estos eventos ocurrían del modo en el que lo

hacían.

Algunos teóricos de los rasgos sugieren que los constructos de rasgo pueden

ser empleados para explicar la conducta de una persona. Se podría decir que un

estudiante llega puntualmente a clase, y que toma buenos apuntes porque es una

persona con alto índice de los rasgos de seriedad. No obstante, no todos los psicólogos

de los rasgos emplean términos de los rasgos para cumplir esta tercera función

científica, la explicación.Algunos se limitan a la descripción y a la predicció

3. Teoría de los Rasgos de Gordon W. Allport (1897-1967)

Una figura de gran importancia histórica para el desarrollo de la teoría de los rasgos, y

de la psicología de la personalidad en general, fue el psicólogo de la Universidad de Harvard,

Gordon W. Allport. La historia recuerda a Allport más por los temas que trataba, y los

principios que recalca, que por alguna teoría en particular que haya creado. A lo largo de su

larga e influyente carrera, Allport subrayó las dimensiones saludables y organizadas de la


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conducta humana. Este énfasis contrastaba con otras perspectivas de ese tiempo que ponían

un énfasis en las dimensiones animales, neuróticas, de reducción de tensión, y mecanicistas de

la conducta. Allport criticó al psicoanálisis con respecto a esto; tenía un gusto particular por

contar la siguiente historia. Durante un viaje por Europa a los 22 años, Allport decidió que

sería interesante visitar a Freud. Al entrar a la oficina de éste, se encontró con un expectante

silencio mientras Freud esperaba conocer la razón de la misión de Allport. Al no estar

preparado para este silencio, Allport decidió empezar una conversación informal describiendo

a un niño de cuatro años de edad que padecía de una fobia por la suciedad, a quien había

conocido previamente en el tren. Luego de terminar su descripción del niño y de su

compulsiva madre, Freud le preguntó: “¿y ese pequeño niño era usted?” Allport describe así

su respuesta:

“Atónito y sintiéndome algo culpable, hice lo posible por cambiar el

tema. En tanto que el malentendido de Freud sobre mi motivación resultaba

divertido, también provocó una profunda reflexión. Me di cuenta de que él

estaba acostumbrado a las defensas neuróticas, y que mi motivación manifiesta

(una especie de tosca curiosidad, y de ambición juvenil) se le escapaba. Para

lograr un progreso terapéutico, él tendría que atravesar mis defensas, pero

sucedía que el progreso terapéutico no era aquí el asunto. Esta experiencia me

enseñó que la psicología profunda, con todos sus méritos, puede sumergirse

demasiado hondo, y que los psicólogos harían bien en dar pleno reconocimiento

a los motivos manifiestos antes de poner a prueba al inconsciente”.

Fuente: Allport, 1967

Un aspecto particularmente divertido de este episodio es que Allport personalmente

era muy meticuloso, puntual, limpio y ordenado; teniendo muchas de las características
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asociadas por Freud con la personalidad compulsiva. ¡La pregunta de Freud bien podía no

estar tan fuera de lugar como lo sugería Allport!

La primera publicación de Allport, escrita junto con su hermano mayor Floyd, se

centraba en los rasgos como un elemento importante de la teoría de la personalidad (Allport &

Allport, 1921). Allport creía que los rasgos eran unidades básicas de la personalidad. De

acuerdo con él, los rasgos en verdad existen, y se encuentran en el sistema nervioso. Éstos

representan predisposiciones generalizadas de la personalidad que dan cuenta de las

regularidades en el funcionamiento de una persona a través de situaciones y a lo largo del

tiempo. Los rasgos pueden ser definidos por tener tres propiedades; esto es, frecuencia,

intensidad, y rango de situaciones. Por ejemplo, una persona muy sumisa con frecuencia sería

muy sumisa a lo largo de un amplio abanico de situaciones.

3.1. Rasgos: la estructura de la personalidad en la teoría de Allport

En el ahora clásico análisis de los descriptores de personalidad, Allport y Odbert

(1936) diferenciaban los rasgos de personalidad de otras unidades de análisis importantes en

el estudio de la personalidad. Allport y Odbert definían a los rasgos como “tendencias

determinantes generalizadas y personalizadas, modos persistentes y regulares de la adaptación

de un individuo con su entorno” (1936). Los rasgos son por lo tanto, diferentes de los estados

y las actividades que describen esas dimensiones de la personalidad que son temporales,

breves, y causadas por circunstancias externas. Chaplin, John, y Goldberg (1988)

reprodujeron las clasificaciones de los descriptores de personalidad propuestas por Allport y

Odbert en tres categorías: rasgos, estados, y actividades. El cuadro 7-1 es una lista de los

ejemplos de cada una de las tres categorías. Por ejemplo, mientras que una persona bien puede

ser amable a lo largo de su vida, un encaprichamiento (un sistema interno) casi nunca dura, y

aún la parranda más gozosa debe llegar a un final.


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Habiendo distinguido los rasgos de los estados y de las actividades, la siguiente

pregunta es si pueden existir distintas clases de rasgos. Allport abordaba esta pregunta al

distinguir entre los rasgos cardinales, los rasgos centrales, y las predisposiciones secundarias.

Un rasgo cardinal expresa una predisposición que resulta tan presente y característico en la

vida de una persona, que casi cualquier acto es elocuente de su influencia. Por ejemplo, se

habla de la persona maquiavélica, llamada así a partir del retrato de Niccolò Machiavelli del

exitoso mandatario del Renacimiento; de la persona sadista, llamada así por el Marqués de

Sade; y de la personalidad autoritaria que lo ve casi todo de un modo estereotipado y blanco y

negro. Por lo general la gente tiene, si acaso, pocos de tales rasgos cardinales. Los rasgos

centrales (p. ej., la honestidad, la amabilidad, la seguridad en sí mismo) expresan

predisposiciones que cubren un rango más limitado de situaciones que las que corresponden a

los rasgos cardinales. Las predisposiciones secundarias son rasgos que por lo menos son

evidentes, generalizados y persistentes. En otras palabras, la gente posee rasgos con distintos

niveles de relevancia y generalidad.

Allport no proponía que un rasgo fuera expresado en todo tipo de situaciones,

independientemente de las características de la situación. Reconocía la importancia de la

situación al explicar por qué una persona no se comporta del mismo modo todo el tiempo.

Escribió: “los rasgos por lo regular surgen en una situación y no en otra” (Allport, 1937). Por

ejemplo, incluso de la gente más agresiva se puede esperar que modifique su comportamiento

si la situación pide una conducta no agresiva, e incluso las personas más introvertidas pueden

comportarse de un modo extrovertido en determinadas situaciones. Un rasgo expresa lo que

una persona generalmente hace en muchas situaciones, no lo que hará en cualquier situación.

De acuerdo con Allport, constructos tales como rasgo, y situación son necesarios para explicar

la conducta. El constructo de rasgo es necesario para explicar la consistencia de la conducta,


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mientras que el reconocimiento de la importancia de la situación es necesario para explicar la

variabilidad de la conducta.

3.2. Autonomía funcional

Allport analizó no sólo los rasgos regulares, sino también los procesos motivacionales.

Daba especial relevancia a la autonomía funcional de los motivos humanos. Esto es, que

incluso cuando los motivos de una persona adulta pueden tener su origen en los motivos

reductores de tensión del niño, como lo sugería Freud, el adulto se libera de los motivos

tempranos. En la vida adulta, los motivos se vuelven independientes de, o autónomos de, las

tempranas pulsiones reductoras de tensión. Lo que en un principio comenzó como un intento

por reducir el hambre o la ansiedad, puede convertirse en una fuente de placer y motivación

por sí misma. Lo que comenzó como una actividad diseñada para ganarse la vida, puede

volverse placentera y un fin en sí misma. Aunque el trabajo duro y la búsqueda de la

excelencia puedan ser motivadas, en un principio, por un deseo de contar con la aprobación de

los padres y demás adultos, éstos pueden convertirse en fines valiosos por sí mismos;

perseguidos independientemente de si son subrayados por los demás. Entonces:

Lo que una vez fue extrínseco e instrumental, se vuelve intrínseco y forzoso. La

actividad una vez sirvió a una pulsión o una necesidad simple; ahora sirve para sí, o en un

sentido más amplio, sirve a la autoimagen (auto-ideal) de la persona. La infancia ya no es la

que dirige, es la madurez” (Allport, 1961).

Esto, por supuesto, coloca al trabajo de Allport aparte del de Freud, ya que Freud

explicaba las conductas adultas en términos de pulsiones tempranas de la infancia cuya fuerza

motivacional básica perduraba a lo largo de la edad adulta.


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3.3. Investigación idiográfica

Una última característica distintiva de las aportaciones de Allport es su énfasis en la

excepcionalidad del individuo. A diferencia de los otros teóricos de los rasgos de los que aquí

se hablará, Allport básicamente promovía un enfoque idiográfico de investigación. Una

estrategia idiográfica, como se explicó en el capítulo 2, se enfoca en el individuo

potencialmente único. Los estudios exhaustivos de las personas en lo individual son

concebidos como un camino para aprender acerca de la gente en general. Este enfoque

contrasta con el de otros teóricos de los rasgos, que por lo general adoptan procedimientos

nomotéticos en los que un gran número de individuos son descritos en términos de una serie

de rasgos comunes y universales de la personalidad.

Un ejemplo de los procedimientos idiográficos de Allport es el análisis del uso de

materiales únicos para el caso individual. Por ejemplo, Allport publicó 172 cartas de una

mujer en particular. Las cartas fueron la base para una caracterización clínica de su

personalidad, así como para el análisis cuantitativo. Este tipo de investigación idiográfica

subraya el patrón y organización de múltiples rasgos dentro de una persona, más que la

postura de una persona, relativa a los demás, sobre las variables sobre rasgo aisladas.

3.4. Comentario sobre Allport

Para la mayoría de los psicólogos de la personalidad, Allport es una figura reverencial.

Una reciente biografía (Nicholson, 2002) recalca sus aportaciones no sólo a la psicología de

los rasgos, sino al surgimiento general de la psicología de la personalidad como una disciplina

científica única. No obstante, las aportaciones de Allport fueron limitadas. Explicó el

constructo de los rasgos, pero hizo poca investigación para establecer la utilidad de ciertos

constructos específicos. Creía que muchos de éstos eran hereditarios, pero no hizo estudios

para sustentarlo. Documentó que la gente muestra una serie de patrones de conducta únicos y
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persistentes, relacionados con el rasgo, pero no proporcionó ningún modelo procesual

detallado para explicar esa conducta. En otras palabras, ningún modelo de los procesos

psicológicos exactos que motivan y guían las acciones relacionadas con los rasgos.

Su hincapié en los métodos idiográficos también resultó hasta cierto punto fallido.

Algunos lo sentían anticientífico, considerando que el estudio de las idiosincrasias

individuales estaba en conflicto con una búsqueda científica por las leyes generales. En

retrospectiva, ésta era una pobre lectura de los esfuerzos idiográficos de Allport. Para

construir una ciencia sobre los seres humanos que resultara adecuada, podía ser absolutamente

necesario estudiar a las personas en lo individual a detalle. Las estrategias idiográficas pueden

promover, más que afectar, un conocimiento general de las personas. Al igual que Freud,

Allport apuntaba que los estudios de caso detallados podían ofrecer cierto insight sobre los

principios generales hallados a lo largo de los diferentes casos individuales. Los científicos de

otras ciencias humanas observan esto de manera similar; por ejemplo, un reconocido

antropólogo que estudia a detalle el sistema de significados de ciertas culturas en particular,

llega a la conclusión que, como un principio general del conocimiento científico, “el camino

para las simplicidades generales, reveladoras de la ciencia reside en una inquietud con lo

particular, lo circunstancial, lo concreto” (Geertz, 1973).

Este planteamiento idiográfico, sin embargo, no es el que perseguía la mayoría de los

teóricos de los rasgos además de Allport. Los subsecuentes teóricos de los rasgos pusieron

poca atención a los estudios idiográficos. En vez de esto, contrario a las propuestas de Allport,

estudiaron a poblaciones de individuos y trataron de identificar las diferencias individuales

más importantes en la población en general.


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Conclusión

- El cálculo, las cuidadosas medidas basadas en datos, de los teóricos de los rasgos

pueden tener un valor práctico enorme al identificar y establecer una teoría viable de

los rasgos de la personalidad.

- Los rasgos nos describen de alguna manera y forman lo que es nuestra personalidad, y

desde el punto de vista de Allport entendemos que muchas cosas de las que hacemos

se relacionan directamente con nuestra personalidad, ya sea una acción con otra

persona o con uno mismo, toda influencia y actúa de una manera que nos lleva a ser

predecibles por así decirlo con lo que nuestro comportamiento respecta.


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Referencias

Ardila, R. (1997). Psicología de la personalidad y síntesis experimental del

comportamiento. Redalyc. https://www.redalyc.org/pdf/805/80529303.pdf

Cervone, D., & Pervin, L. (2009). Home. YouTube.

http://13.87.204.143/xmlui/bitstream/handle/123456789/7270/Personalidad

%20%20teor%C3%ADa%20e%20investigaci%C3%B3n%202009.pdf?

sequence=1&isAllowed=y

Montaño, M., Palacios, J., & Gantiva, C. (2009). Redalyc.Teorías de la personalidad.

Un análisis histórico del concepto y su medición. Redalyc.

https://www.redalyc.org/pdf/2972/297225531007.pdf

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