Arequipa Es Una Ciudad Peruana
Arequipa Es Una Ciudad Peruana
Arequipa Es Una Ciudad Peruana
Es la
segunda ciudad más poblada del país, después de Lima, albergando una población de 1 142
900 habitantes en el 2022.1 Desde el punto de vista político cumple el rol de sede oficial del
Tribunal Constitucional2 y es considerada por algunos como la «Capital Jurídica del Perú».34
Su área metropolitana la conforman veintiún distritos conurbados, incluyendo al distrito de
Arequipa, lugar fundacional, histórico y sede del gobierno de la ciudad.
El emplazamiento sobre el cual se encuentra este núcleo urbano fue fundado el 15 de agosto
de 1540, bajo la denominación de «Villa Hermosa de Nuestra Señora de la Asunta». El 25 de
septiembre de 1541 a través de una Cédula Real dictada por el monarca Carlos V pasó a
denominarse «Ciudad de Arequipa». En el periodo virreinal adquirió importancia por su
sobresaliente papel económico,5 y se destacó por su fidelidad hacia la Monarquía Española,6
hecho que la hizo merecedora de títulos como el de «Muy noble y muy leal» o «Fidelísima».7
A inicios de la vida republicana del país, la ciudad asume una gran importancia política y
económica. Arequipa representa durante el siglo xix y xx una especie de contrapeso al poder
centralizador limeño fungiendo como una especie de «segunda capital».8 La ciudad ha sido
foco de rebeliones populares, cívicas y democráticas; así como también cuna de sobresalientes
figuras intelectuales, políticas y religiosas del país.9 Siendo así, en este periodo y durante la
guerra con Chile, fue foco de más de siete levantamientos o revoluciones, desde la
independencia hasta 1850, y sirvió como sede de gobierno del país en dos ocasiones. Durante
el golpe de Estado de Salaverry, el presidente de la república Orbegosoinstaló su gobierno en
la ciudad desde el 13 de enero de 1835 y ordenó sea denominada como «Heroica ciudad de los
libres de Arequipa».10 Durante el conflicto armado con Chile, el presidente Lizardo Montero
declara a Arequipa el 31 de agosto de 1882 como la capital del Perú convocando un Congreso
Nacional el 28 de abril de 1883.
Su casco histórico, fue declarado, en el año 2000, «Patrimonio Cultural de la Humanidad» por
la Unesco.11 El patrimonio histórico y monumental que alberga y sus diversos espacios
escénicos y culturales la convierten en una ciudad receptora de turismo nacional e
internacional. En dicho casco histórico destaca la arquitectura religiosa virreinal y republicana
producto de mezcla de características españolas y autóctonas,12 que constituyen una propia
escuela estilística arquitectónica denominada «Escuela Arequipeña»13 cuya influencia irradió
hasta Potosí.
Cuando Mayta Cápac llegó a la vega del río Chili, no fundó ninguna ciudad. El inca dispuso sus
mitimaes para controlar, espiar y como fuerza de frontera contra los enclaves de pueblos del
interior en expansión. Así, para vigilar a yanaguaras y chumbivilcas destinó a los chillques; para
igual misión con los collaguas, a los callapas; y en la banda oriental del Chili, poblada por los
yarabayas y copoatas, a los chichas.23
Según las crónicas de Pedro Cieza de León, no fue Mayta Cápac quien extendió el dominio
hacia el valle de Arequipa dado que dicho personaje murió antes de aprestarse a la conquista
del Kuntisuyu y fue sino su sucesor quien organizó dichas expediciones. Los planes de
conquista sufrieron otra interrupción ante la amenaza Chanca que llegó a cercar a Viracocha
en su propia capital, y por su debilidad y la de Inca Urca, asumió de hecho el mando Inca
Yupanqui, tomando el nombre de Pachacutec. Venció y exterminó a los Chancas y sólo mucho
después hizo llamamiento de gente y con ella logró la conquista de los Yanaguaras y
Chumbivilcas y a las provincias de la comarca de Condesuyos. Entre ellas estaría el valle del
Chili y aunque no lo dice Cieza de León, queda sobreentendido porque concluyó el dominio del
Callao y sus sucesores serían los encargados de expandir el Incario hacia el Norte.24
La tesis de Cieza de León se contrapone a la tradicional tesis garcilasista la cual sostiene que la
ciudad tuvo una fundación de origen incaico. Considera como equívoca la suposición de que
los Incas alguna vez hayan hecho fundación de una ciudad en el valle del Chili. Los incas se
asentaron en el valle del Chili, conquistaron, tomaron algunas medidas administrativas para
seguridad de los mitmaes y sometimiento de etnias aborígenes, y siguieron de largo, que bien
podía hacerla un tucuiricuc o el Villac Umu y no necesariamente el gobernante del Cusco.
Antes de esto actuaba con naturalidad y no tenía las formalidades que usarían los españoles
por su arraigo feudal.25
Por otro lado las crónicas garcilasistas extendidas ampliamente en los proto-historiadores
arequipeños, todos los cuales, en la segunda mitad del siglo xviii y comienzos del xix, dan por
hecho que fue Mayta Cápac el primer Inca que halló el valle del Chili. Por ello, Francisco Javier
Echeverría y Morales, Juan Domingo Zamácola y Jáuregui y sendos plagiarios: Juan Gualberto
Valdivia y Antonio Pereyra y Ruiz, repiten puntualmente la cita del cronista cusqueño. 26 De
dicha visión hispánica se desprende la crónica de Garcilaso de la Vega, calificada como
históricamente imprecisa,27 y que describe que alrededor del año 1170 Mayta Cápac se
detuvo con su ejército en el despoblado valle del río Chili, al que llamó «Ari-qquepay»,
expresión q
ue significa «quedémonos aquí». Dicho inca repartió terrenos entre tres mil familias, que
fundaron los caseríos o pueblos de Yanahuara, Cayma, Tiabaya, Paucarpata, Socabaya,
Characato, Chiguata y otros.28
Al contador, al tesorero y a los oficiales reales de la caja hacendaría de la ciudad, por decreto
de Felipe II, se les asigna la facultad de desempeñar el cargo de regidor de manera simultánea,
produciendo duplicidad de competencias y discordias de poder. Para evitar los conflictos de
competencias, se decide que los cargos de alferazgo y regidores se venderían convirtiéndose
en perpetuos. Este sistema tuvo vigencia hasta el momento de la independencia del país.
Entre las primeras obras públicas realizadas en la ciudad se lista a la Iglesia Mayor, la casa del
ayuntamiento, el puente sobre el río Chili y el monasterio de Nuestra Señora de Gracia.36 En
1609, por solicitud elevada al papa Paulo V el 20 de julio de 1609 accedió en Bula y el 6 de
enero de 1612 autoriza la demarcación del obispado de Arequipa. El monarca Felipe III
encomienda esta misión al Virrey Juan de Mendoza y Luna.37
Hallándose en esta ciudad el Virrey D. Francisco de Toledo, con motivo de la visita general que
hizo al territorio de su jurisdicción, a pedido del Cabildo y siendo procurador general Diego
Hernández Hidalgo previa una información de nueve testigos de los más antiguos vecinos y
fundadores de la ciudad, mandada actuar por el decreto de 20 de agosto de 1571 ante el
Escribano Juan Ruiz de Gamarra, le concedió, con fecha de 7 de noviembre de 1575, el título
de "muy noble y muy leal", en virtud de sus méritos y servicios a la causa real.
Según Travada ese título fue confirmado por Felipe II "con muchas más honras" en dos
cédulas, una fechada en Badajoz el 20 de septiembre de 1580 y la otra en Madrid el 28 de
enero de 1594, lo cual no parece muy exacto, toda vez que en esa como en otras cédulas se
hacía únicamente referencia a ese título, que ya tenía Arequipa. La de Badajoz contiene elogios
para las matronas de esta ciudad por el valioso donativo que hicieron de sus joyas a fin de
aliviar la situación del Tesoro Real, exhaustos por los fuertes gastos que ocasionaban las
guerras contra los musulmanes y protestantes, y la de Madrid es también de agradecimiento
por haber aceptado la nueva contribución de la Alcabala, que produjo una buena renta.
Durante el virreinato la ciudad destacó por ser el eje comercial del centro y sur de este, a
través del puerto de Quilca e Islay. Esto influyó en el desarrollo de una pequeña burguesía en
desmedro de los grandes terratenientes. Arequipa se mantuvo fiel a la causa real durante las
guerras civiles de los conquistadores por lo que recibió el título de "Muy noble, leal y
fidelísima". Sin embargo no estuvo ajena a los pensamientos e ideales libertarios que se
manifestaron a través de la Academia Lauretana. Entre los próceres de la Independencia
destaca el poeta Mariano Melgar quien fuera fusilado por los realistas después de la batalla de
Humachiri.
Desde los años 1900 el espíritu rebelde arequipeño, renace de la pluma de un grupo de
intelectuales, una nueva generación de liberales caracterizados por el anticlericalismo en una
sociedad sumamente católica y por su oposición al centralismo económico y político del
país,62 esta oposición arequipeña a la centralización política y económica del país condujo de
forma natural a una posición constitucionalista en la década de 1930 y la subsecuente
adopción de ideologías Demócrata-Cristianas en las décadas de 1940 y 1950. Los abogados y la
iglesia proyectaron una fuerte influencia en la política arequipeña, así como también la clase
media que obtuvo mayor participación al declinada la prosperidad económica en el sur del
país.60
Estos nuevos intereses toman estructura política con mayor claridad en el interior del país cuya
estructura política más fuerte era la ciudad de Arequipa, y sus puntos fuertes de este potencial
electoral a nivel nacional que se vio reflejada por fortaleza en la candidatura de Fernando
Belaúnde Terry en las elecciones presidenciales de 1956. La región sur, dominada por la ciudad
de Arequipa tiene una larga historia de separatismo con la República del Perú, y la clase alta
arequipeña del siglo xx ha conservado una distintiva identidad regional.60
A mediados del siglo xix, la ampliación de la demanda internacional contribuyó a que los
terratenientes y caudillos reorganizaran la explotación colonial del campesinado indígena en
Puno mediante la expansión de la gran propiedad al tiempo que un círculo de arequipeños
controlaba la comercialización y el procesamiento de la lana a expensas de las comunidades
campesinas.63
Al impulso de este mercado, más extenso que profundo, Arequipa se construye desde la
segunda mitad del siglo xix como una ciudad de clases medias, comerciantes, artesanos,
profesionales, sede de una élite macro regional que en la ciudad ubica sus negocios
modernos.64 En periodo, la élite arequipeña pasa de acopiar, transformar y exportar la lana, a
producirla, adquiriendo las tierras de medianos ganaderos o de indígenas del altiplano y
desarrollando un sistema de explotación sustentado en la renta. Esta Arequipa moderna del
siglo xx, de viejas familias, sectores industriales, amplias clases medias y de obreros
organizados en sindicatos, se construye como una ciudad burguesa, ciudadana,
democrática.65