Tarea 3 Danielhernandezblanco

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 5

TAREA 3. Historia Moderna de América. Comentario de texto.

Alumno: Daniel Hernández Blanco


DNI: 52868288M
Centro asociado: Madrid – Gregorio Marañón
El texto a comentar es un fragmento del capítulo IV del “Diario del viaje a la Nueva
España”, obra escrita por el fraile capuchino Francisco de Ajofrín (1719-1789), que relata
cronológicamente su periplo por tierras americanas, desde su salida de Madrid en 1763 hasta su
regreso en 1767, con el objetivo de recaudar fondos para la Misión que su orden había
establecido en el Tíbet en 1703. El encargado principal de esta tarea recaudatoria fue el
compañero de viaje de Ajofrín, el padre Fermín de Olite, elegido para cumplir el acuerdo
alcanzado por Felipe V y las autoridades vaticanas, en relación a la forma de saldar la deuda que
Carlos II había contraído con la familia Spínola por un contrato militar y que, a su vez, esta
familia había cedido a la congregación Propaganda Fide. Aunque el viaje venía comisionado
por el nuncio apostólico en España, el tono de la obra de Ajofrín dista mucho de ser un informe
oficial porque, a pesar de contar con abundantes descripciones de los notables de las ciudades,
datos estadísticos o mapas elaborados por el autor, este diario se aproxima más a una obra
histórico-literaria que relata la vida cotidiana de forma amena y un tanto anárquica, saltando
entre diferentes cuestiones según el autor se las va encontrando en su devenir colonial.
Nuestro texto describe el recorrido de los dos virreyes, el saliente Joaquín de Montserrat
y Cruillas y el entrante Carlos Francisco de Croix, hasta su encuentro en Otumba el 24 de
agosto de 1766, donde se produjo el traspaso de poderes. En este contexto histórico, después de
la derrota en la guerra de los Siete Años y la firma de la Paz de París, la Corona española, que
había sido relegada a potencia de segundo orden, trató de reforzar el poder borbónico colonial y
aumentar los ingresos fiscales. Para ello envió a las colonias inspectores como Juan de Villalba
o José de Gálvez, quién tuvo varios enfrentamientos con el propio Cruillas, y seleccionó
virreyes con perfiles más burocráticos, elegidos entre la alta administración del ejército y no
entre la alta nobleza castellana. Se buscaba que estos cargos no fueran tanto un alter ego del
monarca sino que se limitaran a ejecutar la voluntad real en ultramar.
El periplo del Marqués de Cruillas, que comienza describiendo Ajofrín, es un
excelente reflejo del rígido y pomposo ritual que acompañaba a la monarquía española, ya que
como el cargo del virrey era una prolongación de la autoridad real, su exhibición en público
estaba regulada hasta el más mínimo detalle. Así pues, esta ceremonia comenzó el 19 de agosto
de 1766 con disparos de artillería y la tropa formada en la plaza del palacio, para despedir
solemnemente al Virrey de la capital, que emprendió su marcha acompañado por un largo
séquito de cargos indianos, encabezado por un porta estandarte, los miembros del Real Acuerdo
(Institución consultiva y de gobierno en asuntos de justicia y formada por el propio virrey y los
oidores de la Real Audiencia) y los miembros del cabildo de la ciudad como el Regidor, el
alcalde, alférez real, alguacil mayor, fiel ejecutor, procurador, escribano, etc, entre otros. La
primera parada se realizaba en el santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, importante centro
de culto tanto para indígenas como españoles, ya que en el lugar donde se produjo la aparición
mariana de 1531, el cerro Tepayac, existió un santuario prehispánico dedicado a la diosa
Tonantzin, modificado al comienzo de la conquista por los franciscanos siguiendo la estrategia
realizada en la Reconquista de sustituir antiguos lugares de culto por ermitas cristianas. En su
trayecto hacia San Cristóbal de Ecatepec, lugar elegido para pernoctar, la comitiva del virrey
recibió diferentes muestras de respeto por parte de los alcaldes y gobernadores de los pueblos
que recorrían, así como unas ofrendas denominadas xúchiles, adornos realizados con una base
de madera y recubiertos de flores. La llegada del virrey a Otumba, lugar acordado para
realizarse el trasvase de poder debido a su trascendencia en la conquista de Nueva España, se
produjo el día 22. Al día siguiente, se realizó la entrega del bastón de mando entre el virrey
saliente y el entrante y se finalizó la ceremonia con una gran comida de celebración, que como
presumiblemente sobrepasaría con creces los 12.000 pesos que la real cédula de 1718 destinaba
para todos estos fastos, habría de sufragarse con las aportaciones del cabildo municipal, de los
principales particulares y corporaciones, así como de las arcas del propio virrey. El viaje de
Cruillas finalizaba en la hacienda de San Bartolomé de los Tepetates, de la que Ajofrín adjunta
un plano en su escrito y que era propiedad del capitán Juan de Astiz, donde le esperaba la
virreina con su familia antes de emprender su regreso a España, partiendo del puerto de
Veracruz y haciendo escala previa en La Habana.

2
A continuación, el capuchino describe en el texto y de forma indirecta el presumible
recorrido del virrey entrante, el Marqués de Croix, ya que es lógico pensar que, al ir
acompañando al saliente, no pudiera presenciar directamente esta ceremonia. Este relato por
tanto se debió basar en la reglamentación existente en las Leyes de Indias sobre este tipo de
ceremonias, que emulaban la ruta que Cortés había seguido en su conquista del imperio mexica.
Para Ajofrín, el viaje comenzaría entonces con la llegada del nuevo Virrey al puerto de
Veracruz y su obligada visita al fuerte de San Juan de Ulúa, construido en 1535 y parada final
de una parte de las mercancías del Galeón Manila desembarcadas en Acapulco antes de partir
hacia Europa, ya que otra parte se comercializaba en la capital mejicana. Reformado en 1601
para instalar la Casa del Gobernador este baluarte fue además una de las cárceles más siniestras
del continente. En su camino hacia Otumba, el nuevo cargo iría recibiendo obsequios (Una
litera del obispo de Puebla, una carroza del caballerizo de Cruillas, varias mulas de carga por
parte del canciller de la Real Audiencia de Méjico, etc) que le ayudarían a realizar la ruta más
confortablemente y debería tener ya el primer contacto con un secretario de Cruillas. Además,
Croix iría enviando cartas cordilleras avisando a los alcaldes de las poblaciones donde pararía a
pernoctar como Tlaxcala, Puebla de los Ángeles, etc, para que fueran preparándole su
alojamiento. Estas “cartas cordilleras”, que eran rutas fijas para la circulación del correo en
Nueva España, estaban desempeñadas casi en exclusiva por la población nativa porque, tras la
monopolización del servicio postal americano por parte de la Corona en 1764, ésta buscó una
mayor eficiencia en la comunicación imperial integrando a los indígenas. En el Virreinato de
Nueva España estos carteros nativos fueron conocidos como “indios correos”, “mandaderos” o
“conductores indios” (“Chaskis” en Perú) y gozaron de varios privilegios (Exenciones fiscales,
no estar obligados a trabajar en la minería, etc), representando un caso excepcional dentro de la
comunidad indígena. Esta denominada “República de Indios” estaba encabezada por caciques
indígenas, que son también mencionados en el texto porque acudirían a agasajar al Virrey y
mostrarle sumisión, como en la ciudad de Tlaxcala, lugar donde el Marqués de Croix debería
realizar su primera entrada oficial, pública y solemne a caballo, escoltado por el gobernador de
los españoles y el cacique indio. Dentro de los festejos que se solían organizar en su honor el
texto menciona los bailes de disfraces o las corridas de toros, espectáculos que ya desde el siglo
XVI se realizaban en las celebraciones de los nombramientos de los virreyes y donde los
participantes, al hacerse a caballo, eran mayoritariamente españoles y criollos. Con la
introducción del toreo a pie los indios comenzaron a participar también en la lidia.
Tras producirse el encuentro anteriormente citado entre los dos cargos en Otumba, el
Marqués de Croix continuaría su viaje hacia la capital, deteniéndose primero en San Cristóbal,
recibiendo allí la visita de numerosos cargos como el arzobispo de Méjico y después en
Guadalupe, donde recibiría a las autoridades de la capital, el cabildo y la Real Audiencia. Por
último, el Virrey finalizaría su periplo con su entrada multitudinaria en la ciudad de Méjico y su
asentamiento en el Palacio Virreinal, acontecimiento que podría estar reflejado en el cuadro “La
Plaza Mayor de Méjico” (1769), atribuido a Juan Antonio Prado y exhibido en el Museo
Nacional de Historia-Castillo de Chapultepec. Esta obra, que ha dado pie a diversas
interpretaciones sobre quién es el protagonista de la misma (El Marqués de las Amarillas, una
alegoría de Felipe V, etc), además de mostrar la animada vida comercial de esta Plaza Mayor y
su mercado del Parián, con los diferentes mercaderes con sus cajones, refleja perfectamente el
gran acontecimiento social que suponía la llegada del Virrey ya que, del mismo modo que lo
habría hecho el monarca, en su recorrido iba tomando posesión simbólica del reino afianzando
el poder real por medio de representaciones ceremoniales similares a la liturgia católica.

3
A modo de conclusión, podríamos señalar tres cuestiones que nos han parecido
relevantes en el texto. La primera la encontramos en el fastuoso recorrido del cargo saliente
Cruillas, contraviniendo la política de austeridad económica implantada por el visitador José de
Gálvez, quién incluso llegó a prohibir la celebración de ceremonias de entrada triunfal en
cualquier ciudad que no fuese la capital, medida que como hemos podido comprobar en el texto
de Ajofrín, no se respetó.
La segunda cuestión que podemos señalar son las grandes diferencias existentes entre la
relación que Ajofrín hace sobre el recorrido del Virrey entrante, Marqués de Croix y su propio
relato de su correspondencia con Carlos III o el de otras fuentes cercanas, que señalan la rapidez
y austeridad con las que el Virrey entrante tomó posesión de su cargo y se asentó en el Palacio
Virreinal de la ciudad de Méjico. El relato del capuchino, además, contradeciría la versión de
austeridad que varios autores señalaron en la personalidad del nuevo Virrey, en contraposición
con la multitud de quejas recibidas contra su antecesor, el cual se enfrentó, ya en España, a un
juicio de residencia acusado de fraude a la Real Hacienda.
Por último, nos gustaría señalar la relevancia que estas ceremonias siguieron
suponiendo para el afianzamiento de la monarquía hispánica en el siglo XVIII, en una época de
decadencia económica y debilidad internacional. Tanto los monarcas como sus virreyes tuvieron
siempre muy presente la importancia de proyectar una poderosa imagen pública que dificultara
imaginarse la desintegración colonial que traería el nuevo siglo.

4
Bibliografía:

AJOFRÍN, F. De: Diario del Viaje que por Orden de la Sagrada Congregación de Propaganda
Fide Hizo a la América Septentrional en el Siglo XVIII el P. Fray Francisco Ajofrín,
Capuchino. Madrid: Real Academia de la Historia, 1959.

BOSE, W: Orígenes del correo terrestre en México. Los Correos Mayores (1579-1765).
Revista de Historia de América 1947 (http://www.jstor.org/stable/20137583).
Historia del correo de España e Hispanoamérica. 1500-1820. Buenos Aires: Asociación
Filatélica de la República Argentina, 1951.

BRADING, D: Orbe Indiano. De la Monarquía católica a la República criolla (1492 - 1867).


Méjico: Fondo de Cultura Económica, 1991.

CÉSPEDES DEL CASTILLO, G: América Hispánica (1492-1898). Madrid: Marcial Pons,


2021.

CHIVA BELTRÁN, J: El triunfo del Virrey. Glorias novohispanas: Origen, apogeo y ocaso de
la entrada virreinal. Castellón: Universidad Jaime I, 2012.

FLORESCANO, E. y GIL SÁNCHEZ, I: La época de las reformas borbónicas y el crecimiento


económico, 1750-1808. En Historia general de México, Tomo 1. Méjico: El Colegio de Méjico,
1987.

GARCÍA PANES, D: Diario particular del camino que sigue un virrey de México: desde su
llegada a Veracruz hasta su entrada pública en la capital. Madrid: Editorial L. Díaz-Trechuelo.
Centro de Estudios Históricos de Obras Públicas y Urbanismo, 1994.

LORENZEN D. N: La Misión del Tíbet en Nueva España: las limosnas y el cobro del legado de
Spinola. En Historia Mexicana, 63 nº 2. Méjico: El Colegio de Méjico, 2013.

LA MAZA, F. De: El guadalupanismo mexicano. Méjico: Fondo de Cultura Económica, 1984.

MALAMUD, C: Historia de América. Madrid: Alianza, 2005.

MÍNGUEZ, V: Los reyes distantes. Imágenes del poder en el México virreinal. Castellón:
Universitat Jaume I, 1995.

MONTORO LÓPEZ, J: Los virreyes españoles en América. Barcelona: Ed. Mitre, 1991.

RUBIO MAÑÉ, J. I: El Virreinato. Méjico: UNAM, 1983.

VALLE, A. De: Historia de la ciudad de Méjico según los relatos de sus cronistas. Méjico:
Pedro Herrero, 1939.

VALLEJO GARCÍA - HEVIA, J.M: El Correo Mayor de Las Indias (1514-1764). Toledo:
Actas del XII Congreso Internacional de Historia del Derecho Indiano (19 a 21 de octubre de
1998).

ZAPATA FERNÁNDEZ DE LA HOZ, T: El otro yo del rey: virreyes de la Nueva España


(1535-1821). Méjico: Museo Nacional de Historia, 1996.

También podría gustarte