Taller Sobre Exclusion Prf. Susi Chavez

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REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA


MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACION
UNIVERSIDAD BOLIVARIANA DE VENEZUELA
NÚCLEO CIUDAD BOLÍVAR
ESTUDIOS JURIDICOS
U.C. EXCLUSION SOCILA Y GRUPOS VULNERABLES

TEMA I
EXCLUSIÓN SOCIAL

Profesora: Alumna:

Abg. Susi Chávez Roxana Maita CI: 13.798.198

Ciudad Bolívar Mayo del 2023.


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1. RELACION ENTRE EXCLUSION Y VULNERALIDDA SOCIAL

El primero de estos conceptos hace referencia a la contrapartida de la inclusión, de


manera tal que la posesión de algo implica un sentido de integración. La primera
utilización de este término data de mediados de la década de 1970 atribuida a Rene
Lenoir en su obraLes exclus: Un Frangaise sur dix, entendiendo como tal que el
fenómeno de la exclusión social presenta rasgos y características singulares en las que
se hallaba un conjunto de personas afectadas por una lista de problemas de muy
diversa naturaleza (Jiménez Ramírez,2008; Lafuente Lechuga & Faura Martínez, 2012;
Soriano Díaz, 2000). Esas dificultades pueden significar una enorme diversidad de
situaciones o posesiones materiales y no materiales, como trabajo, familia,
educación, vivienda, pertenencia comunitaria.

Hernández Pedreño (2010) considera que el fenómeno de la exclusión debe ser considerado
como un proceso, el cual es posee un carácter dinámico, cuya explicación multicausal,
manifestándose en diversas dimensiones (salud, educación, ingresos, etc.), lo cual conlleva a
que el mismo sea heterogéneo y de carácter estructural.

Asimismo la noción de vulnerabilidad hace referencia a la variedad de situaciones


intermedias y al proceso por el cual se está en riesgo de ingresar al espacio de exclusión
(Perona, Crucella, Rocchi & Robín, 2001) y adaptarse activamente en caso de su
materialización efectiva (Lafuente Lechuga & Faura Martínez, 2012). En este sentido, la
vulnerabilidad también comprende la capacidad de cada unidad de referencia (persona,
hogar, comunidad, región, país) para enfrentarse a la exclusión, no sólo da cuenta de los
procesos históricos, sino que se interesa por la posibilidad de sufrir carencias en el futuro
(Lafuente Lechuga & Faura Martínez, 2012). Hernández Pedreño (2010) llega a considerar
incluso que la exclusión presenta diversas intensidades, siendo una de ellas la
vulnerabilidad.

2. PARCTICA QUE LE DIO VIDA A LA VULNERALIDDA Y EXCLUSION SOCIAL EN LA


SOCIEDAD
La vulnerabilidad se ha constituido en un rasgo social dominante en América Latina.
Los impactos provocados por las formas de producción, las instituciones y los valores
que caracterizan al nuevo patrón de desarrollo en los países de la región han dejado a
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los grupos de bajos ingresos y a las capas medias expuestos a elevados niveles de
inseguridad e indefensión. Desde la constitución de los estados independientes, la
pobreza y la mala distribución del ingreso estuvieron presentes en el capitalismo
subdesarrollado latinoamericano. A éstos fenómenos se agrega la vulnerabilidad social
como rasgo específico de la forma que ha adoptado el capitalismo en los últimos años:
economía de libre mercado, abierta al mundo y con “estado mínimo”. Así como en el
pasado la denominada “industrialización por sustitución de importaciones” (ISI) tuvo
en la marginalidad su fenómeno social más distintivo, en el actual período histórico la
vulnerabilidad aparece como el rasgo dominante del patrón de desarrollo vigente. La
vulnerabilidad social es el resultado de los impactos provocados por el patrón de
desarrollo vigente pero también expresa la incapacidad de los grupos más débiles de la
sociedad para enfrentarlos, neutralizarlos u obtener beneficios de ellos.
Frecuentemente se identifica la condición de pobreza de la gente con vulnerabilidad.
Sin embargo, la inseguridad e indefensión que caracterizan a ésta no son
necesariamente atribuibles a la insuficiencia de ingresos, propia a la pobreza. En
efecto, si se comparan las condiciones de vida de los trabajadores urbanos con la de
los campesinos de áreas remotas es probable que éstos, al basar su vida en la
agricultura de subsistencia, se hayan visto menos afectados frente a los programas de
ajuste estructural y a los golpes de naturaleza macroeconómica.

Por tanto, aunque vivan con ingresos bajo la línea de pobreza no los califica
necesariamente como vulnerables. En cambio, los trabajadores urbanos, al depender
predominantemente de los ingresos provenientes del empleo y verse enfrentados a los
desafíos de las nuevas instituciones y reglas del juego del patrón de desarrollo vigente,
se encuentran más expuestos a la vulnerabilidad social aun cuando no siempre estén
bajo la línea de pobreza

La exclusión como problema social comenzó a visualizarse a final de la década de los


ochenta; en los noventa aparecieron las primeras preocupaciones políticas sobre el
fenómeno. La recuperación económica posterior a la crisis de los setenta evidenció la
existencia de personas cuyas condiciones de vida no mejoraban por más que la
economía creciera, estos eran los "excluidos del sistema". Además, la exclusión social
no sólo designaba el incremento del desempleo a largo plazo y recurrente, sino
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también la creciente inestabilidad de los vínculos sociales (Castel, 1992; Xiberras, 1993;
Aguilar y otros, 1995; Navarro y Luque, 1996; Tezanos, 1998). Desde aquí se ponía de
manifiesto la precariedad económica y también de la relación de sociabilidad,
elemento indispensable para la cohesión social.

El término de exclusión social, en su acepción sociológica actual, denota una manera


de
estar en la sociedad, explicitando la relación social del sujeto con el resto de la
sociedad. Dicha relación no viene definida por lo que el sujeto es (identidad) sino por
lo que carece, por lo que ha perdido. Así, la situación de exclusión tiende a ser definida
por
aquello de lo que se está excluido, esto es, el nivel de vida y los derechos sociales
propios de la sociedad de pertenencia. Por su parte, la exclusión social pone de
manifiesto la relación de desigualdad entre el sujeto y el resto de la sociedad, derivada
de la carencia de determinados derechos sociales, particularmente los relacionados
con la protección de los riesgos y la inseguridad, lo que induce al sujeto a vivir al día o
a sobrevivir en los márgenes de la sociedad. Esta exclusión es especialmente patente
en relación a la educación.

La exclusión de la educación en la sociedad postindustrial infraposiciona a quienes no


tienen una cualificación rentable para el mercado de trabajo. En el contexto del
capitalismo avanzado la educación es la llave para el acceso tanto al empleo como a
la propiedad; además, en la sociedad de la información y del saber es un mecanismo
fuerte de integración (Bell, 1976; Drucker, 1993; Castells, 1997). El acceso a los
conocimientos científicos y técnicos se ha convertido en un criterio de diferenciación
social.

La exclusión de la educación aparece con mayor frecuencia entre los sectores sociales
desfavorecidos, en estos casos el papel jugado por la familia en cuanto agencia
de socialización es fundamental. Diversos estudios han puesto de manifiesto la
interiorización de logro diferencial según la clase social de procedencia.

La exclusión de la educación, entendida como cualificación también se produce por


otros mecanismos. Si la cualificación profesional se ha constituido en una condición
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necesaria, aunque no suficiente para el acceso al empleo, resulta que en una


proporción muy amplia de los cursos de formación profesional no reglada dirigidos a
desempleados exigen una titulación mínima de Graduado Escolar. Si se recuerda que el
fracaso escolar es más preeminente entre la población excluida, se verá fácilmente
que también son excluidos de «los programas de formación dirigidos a las personas
desfavorecidas».

4. VULNERALIDAD SINONIMO DE POBREZA

La vulnerabilidad con regularidad es confundida con la pobreza, para Moser (1998) es


importante que se clarifiquen los conceptos y establece que la diferencia radica en que
los indicadores de pobreza se fijan en el tiempo, convirtiendo a la pobreza en un
concepto estático, mientras que la vulnerabilidad es dinámica, pues cambia y se
transforma en el tiempo-espacio y, su análisis requiere, según Foschiatti (2012) el
examen de las condiciones y factores de riesgo, a la vez que trata de explicar cuáles
son las causas de la pobreza, según Fillgueira y Peri (2004) asociándose a la noción de
activos y recursos que las personas y hogares disponen para su desempeño social.

5. DIMENSIONES DE LA VULNERARACION SOCIAL

1. Dimensión de ingresos

La población con bajos niveles de ingreso enfrenta altos niveles de riesgo, ya que
tienden a localizar sus viviendas en lugares más peligrosos, como laderas o llanuras
propensas a desastres. Suelen vivir en zonas marginadas, con limitado acceso a bienes
públicos, como el agua. Así, la vulnerabilidad social se relaciona con el nivel de
ingresos, debido a que la población con carencias económicas tiende a vivir con
mayores rezagos sociales. Se reconoce que el cambio climático exacerba la pobreza y
las desigualdades, y las personas pobres serán las más vulnerables a sus impactos (Hope
2009, 451).

Como señala la CEPAL (2004), la pobreza tiene implicaciones diferenciadas por sexo.
Las mujeres enfrentan limitaciones por su invisibilidad laboral, con poco
reconocimiento público y una elevada participación en el trabajo sin remuneración en el
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hogar. Además, con regularidad padecen discriminación laboral y salarial. Ciertos


indicadores integran esta dimensión.

El primero de ellos, el porcentaje de población ocupada que recibe un salario


mínimo de ingresos. Es sobresaliente la amplia brecha de desigualdad entre la
población que recibe un salario mínimo por trabajo al mes, con amplias desventajas para
las mujeres en todas las regiones del país. La mayor carencia se presenta en la región
sureste. Lo cual representa una importante limitante económica para las mujeres, ante
los riesgos potenciales del cambio climático.

Un segundo indicador reside en el porcentaje de la población ocupada que recibe dos


salarios mínimos de ingreso. El sureste del país es la región con mayor proporción de
población con ingresos de dos salarios mínimos mensuales por trabajo. En esta región
(sureste), como en el oriente, se presenta cierta paridad entre la proporción de mujeres y
hombres con este nivel de ingresos. Sin embargo, se mantiene una desigualdad por sexo
para las restantes regiones del país. La región suroeste es donde se manifiesta menor
proporción de mujeres y hombres con este nivel de ingreso por trabajo.

El tercer indicador está en el porcentaje de la población que recibe ayuda del


gobierno. Se presenta una amplia desigualdad por sexo, en proporción más mujeres que
hombres reciben estas ayudas. La región suroeste tiene más casos para mujeres y
hombres, seguida del sureste. Contrario a ello, la región centro-sur es donde se ubican
menos mujeres y hombres con estas ayudas, debido a que son recursos asignados en
mayor medida a zonas rurales. Estos recursos gubernamentales representan ingresos
extras, lo cual parecer ser favorable para la población que las percibe, sin embargo, son
transferencias que están condicionadas para ser otorgadas a la población objetivo,
quienes son principalmente mujeres y generan mayores cargas de trabajo, así como
fomentar roles de género, a las mujeres se les atribuyen responsabilidades para cuidar y
estar al pendiente de integrantes del hogar. Lo cual, no promueven los derechos de las
mujeres, ni la igualdad de género. Es decir, son ayudas asignadas a las mujeres, pero no
como portadoras de derecho, sino por un derecho derivado de su relación de parentesco
(por ser madres). En el entendido de que las mujeres tienen mayor disposición a
redistribuir los recursos con los integrantes del hogar, por tener un manejo más
prudente, cauteloso, cuidadoso y eficiente, respecto de que realizan los hombres
(Rodríguez 2011, 22).
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2. Dimensión de salud

La inadecuada atención en salud deriva en mayores niveles de vulnerabilidad social ante


eventos extremos, como el cambio climático. La falta de acceso a sistemas de salud
repercute para que la población esté en peores condiciones para enfrentar desastres. Por
ejemplo, en hogares donde se cuidan a personas enfermas se cuenta con menos tiempo,
dinero y energía para dedicarlo a mitigar y adaptarse ante desastres. Las enfermedades
se relacionan con la pobreza, en términos de causa y efecto. El indicador que se utiliza
para esta dimensión es la tasa de mortalidad infantil.

Este indicador muestra la posibilidad de sobrevivir de un recién nacido al primer año de


vida, es decir, mide las defunciones de menores de un año de edad por cada 1.000
nacidos vivos. Asimismo, representa una aproximación sobre la efectividad del sistema
de salud a nivel municipal. En la zona suroeste se presenta la mayor precariedad de este
indicador, seguida por la región oriente del país.

3. Dimensión de educación

La población con menor nivel educativo es más vulnerable a riesgos climáticos por su
relación con la marginación y la pobreza. Las personas menos educadas tienden a tener
poca participación política y con regularidad sus necesidades no son atendidas por el
Estado. Además, suelen depender de actividades económicas asociadas con el clima,
como la agricultura. Por su parte, la capacidad de adaptación se relaciona con los
conflictos de intereses, donde la población con mayor educación presenta mejor
posición para negociar soluciones equitativas.

Los indicadores utilizados para esta dimensión es el porcentaje de población


analfabeta. Este presenta una relativa paridad por sexo, para la mayoría de zonas del
país, lo cual se explica por los avances en el acceso equitativo a la educación tanto para
niñas como niños. No obstante, en la región suroeste se encuentra cierta precariedad
educativa, en especial para la población femenina. Caso semejante, aunque en menor
alcance, para la zona oriente; lo cual indica que todavía prevalecen desigualdades de
género en el país, generadas por barreras familiares derivadas de que las niñas asumen
responsabilidades de cuidado, de hermanas y hermanos menores, y trabajo doméstico en
el hogar. En cambio, los niños regularmente tienen preferencia para mantenerse en la
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escuela. Además, el propio sistema educativo no favorece la autonomía de las niñas y


tampoco generan propuestas para lograr la igualdad sustantiva de género (UNESCO
2012, 25).

El promedio de escolaridad resulta otro indicador. Existe un avance en el país sobre la


equidad en los niveles de escolaridad por sexo, principalmente en los niveles básicos.
Existe una relativa paridad por sexo en el promedio de educación por sexo en México.
La semejanza en los grados educativos por sexo representa un logro hacia la paridad
entre los sexos en el sector educativo (UNESCO 2012, 22). Sin embargo, la región
suroeste destaca por tener los niveles de educación más precarios para mujeres y
hombres.

4. Dimension de vivienda

El tipo de asentamientos y la infraestructura de la vivienda influyen en la vulnerabilidad


social para la población. Los fenómenos extremos como lluvias, inundaciones y
tormentas intensificados por el cambio climático afectan el territorio de forma desigual,
dependiendo de las condiciones físicas de la vivienda. Uno de los indicadores utilizados
para esta dimensión es la población en viviendas sin drenaje.

Población en viviendas sin electricidad, resulta otro de los indicadores. En la mayoría


de viviendas de Venezuela se cuenta con electricidad. Sin embargo, en ciertos hogares
todavía se tiene esta restricción que limita el uso de aparatos eléctricos, como medios de
bienestar e información. La región noroeste presenta más población con esta carencia y
la región sur-centro es donde menor proporción de viviendas carecen de electricidad. A
su vez, se mantienen datos casi idénticos para mujeres y hombres en las ocho regiones.

Otro indicador de esta dimensión resulta la población en viviendas sin refrigerador.


Contar con refrigerador en el hogar permite mantener la comida en buen estado durante
mayor tiempo, lo cual resulta relevante ante eventos climático que imposibilitan
comprar alimentos. La población que habita en viviendas sin refrigerador presenta una
distribución espacial similar al caso de las viviendas sin drenaje, son las regiones
suroeste y occidente donde menos hogares tienen este electrodoméstico. Las mujeres y
los hombres presentan proporciones muy similares de vulnerabilidad para las ocho
regiones revisadas.
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En la población en viviendas sin agua entubada reside el último indicador. Semejante


a los indicadores de viviendas sin drenaje y sin refrigerador, las regiones más
vulnerables son suroeste y occidente. Como en los otros indicadores de esta dimensión,
los datos por sexo son muy semejantes en las ocho regiones del país.

5. Dimensión de factores demográficos

Una composición de población altamente dependiente (proporción de niñas y niños, y


de adultos mayores) conlleva a mayor propensión de padecer riesgos, por su limitada
movilidad y elevada propensión a enfermedades. Por su parte, la población indígena
enfrenta alta discriminación social, lo cual desfavorece la oportuna información ante
desastres, la movilidad y la resiliencia. Los indicadores que integral esta dimension son:

Relación de dependencia. La relación de dependencia es semejante para mujeres y


hombres en las ocho regiones revisadas. Las regiones suroeste y centro-norte tienen
mayor vulnerabilidad para este indicador. CENAPRED (2006) reconoce que la relación
de dependencia conlleva una situación de no actividad laboral remunerada, donde la
población enfrenta restringida capacidad de consumo y limita obtener recursos útiles
para minimizar riesgos ante eventos extremos provocados por el cambio climático.

Promedio de personas en la vivienda. Entre mayor número de personas en un hogar se


generan más restricciones sociales y se pueden propagar más las enfermedades. Ante
eventos extremos se genera mayo adversidad para la población con niveles de
hacinamiento, lo cual limita la recuperación y posterga los riesgos.

6. Dimension de población

Esta dimensión se considera un grupo de población que padece discriminación. La


incidencia de los desastres en la población depende de las condiciones sociales de las
personas. La discriminación desfavorece la información oportuna ante desastres y la
resiliencia después de los eventos. El indicador que se utiliza en esta dimensión es el de
población indígena. La distribución de la población indígena en el país se concentra en
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las regiones del sur (sureste y suroeste) y en menor proporción en la zona oriente. La
mayoría de municipios donde se ubica la población indígena cuentan con una estructura
muy precaria (CENAPRED 2006, 352). La población indígena se encuentra en los
estratos más pobres y desfavorecidos de México, sus niveles de vida están por debajo de
los promedios nacionales y locales (García et al. 2006, 9). Además, las desigualdades de
género en esta población son más marcadas, debido a que mantienen roles y patrones
sociales de sumisión hacia las mujeres. Con regularidad, la población femenina indígena
padece dobles desventajas, por carencias materiales y sociales, y por la discriminación
como consecuencia de su condición de género (García et al. 2006, 9).

7. Dimensión de dependencia de la agricultura

La agricultura es la principal actividad económica sensible al clima. Las repercusiones


del cambio climático inciden directamente en este sector económico. Esta dimensión se
integra por dos indicadores: población ocupada en la agricultura y población en zonas
rurales.

En el primer indicador es predominante la participación masculina en la agricultura. Es


el indicador con mayor disparidad que desfavorece a los hombres, ya que presentan alta
vulnerabilidad social ante el riesgo que implica el cambio climático. La región suroeste
es donde más hombres y mujeres se concentran en el sector primario, con dominante
participación masculina. En menor porcentaje, las regiones noroeste y occidente
también tienen importante ocupación masculina en este sector económico. Este
indicador evidencia la división sexual del trabajo, ya que las mujeres en el sector rural
trabajan principalmente en organizaciones comunitarias y familiares, donde su
participación es sin remuneración y comúnmente se considera como ayuda; lo cual suele
subregistrar la participación femenina en el sector agrícola (García et al. 2006, 34).

En el segundo, en las localidades rurales (menores de 2.500 habitantes) la agricultura es


fundamental para el sustento económico. Son zonas con mayores tasas de fecundidad,
mortalidad infantil y ausencia de servicios básicos. En la región suroeste y oriente se
concentra la población rural que agudiza las limitadas posibilidades de resiliencia en
estas zonas del país. 

5. INDICADORES DE EXCLUSIÓN SOCIAL


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Para medir la exclusión social utilizamos 35 indicadores que mide la participación en el


empleo, en la capacidad de renta, en el acceso a derechos básicos como son la vivienda, la
salud, la educación, participación política, y que miden la ausencia de lazos sociales (la
soledad) y las relaciones sociales conflictivas.

Categorías diagnósticas

Como consecuencia de la aplicación del presente instrumento, se derivarán las


siguientes categorías diagnósticas:

Inclusión social: la situación de inclusión social es multicausal, tiene que ver con el
acceso adecuado de las personas a los sistemas de protección social existentes, y con
la facilidad que tienen las personas para utilizar la información precisa para acceder a
los derechos y deberes que como ciudadanas les corresponden. Tiene que ver con sus
capacidades personales y sociales para relacionarse y con la participación social.

Riesgo de exclusión social: una persona puede encontrarse en situación de riesgo de


exclusión social, cuando se entiende que se da la presencia o ausencia de una serie de
características o factores personales o sociales que hacen que aumenten las
probabilidades de aparición de consecuencias adversas que deriven en situaciones o
procesos de exclusión social.

Exclusión social: las personas se encuentran en situación de exclusión social cuando


sus condiciones de vida y convivencia se están viendo afectadas por múltiples
carencias que persisten en el tiempo. Al acumularse provocan la existencia de una
situación de exclusión social que está relacionada directamente con los recursos
personales, los recursos relacionales y los recursos materiales. La intensidad de la
exclusión social puede ser:
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Leve: desarraigo inicial o leve. Personas que disponen de contactos frágiles con sus
familiares o red de apoyo.
Moderada: fase avanzada de desarraigo. Personas que han roto sus lazos sociales
básicos.
Grave: no participa en la sociedad. Precariedad o ausencia de relaciones sociales y
afectivas.

Listado de indicadores:

El instrumento consta de un listado de indicadores ordenados por dimensiones y, a su


vez, organizados en cinco ámbitos vitales:

 Económico, laboral y residencial


 Convivencia
 Personal
 Salud
 Social

Criterios aplicados

Para valorar las situaciones de exclusión social, se tienen en cuenta dos criterios:

Criterio 1: se refiere a las carencias personales y relacionales. Valoramos si carece de


apoyo social proveniente de redes primarias y secundarias, así como de recursos
personales. Se tienen en cuenta indicadores de los ámbitos convivencia, personal y
social.
Criterio 2: relativo a la merma de la autonomía personal y económica, valora
indicadores de los ámbitos económico-laboral, convivencia, personal y de la salud.
Criterio 1:
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En el primer criterio se contemplan los indicadores de los ámbitos convivencial,


personal y social para determinar el «punto de corte» entre las situaciones de
exclusión social de las que no lo son. Las opciones son las siguientes:
Opción A: las personas que presenten más de 8 indicadores con valores 0 (en zona de
inclusión), pueden estar en situación de inclusión social o en situación de riesgo de
exclusión social.
Opción B: las personas que presenten 8 o menos indicadores con valores 0 (en zona de
inclusión), pueden estar en situación de riesgo de exclusión social o en situación de
exclusión social.

Aún no se concreta con claridad ninguna de las situaciones. Para ello, se valora el
segundo criterio, lo cual permitirá concretar si se trata de una situación de inclusión,
riesgo o exclusión.
Criterio 2:
En este segundo criterio se contemplan los ámbitos económico-laboral, convivencial,
personal y de la salud y se contabiliza el porcentaje de indicadores baremados con
valores 1 ó 2, los cuales indican que la persona sufre carencias. Se debe comprobar
que, al menos, dos de los cuatro ámbitos superan el porcentaje mínimo de carencia.

Por ejemplo, si se obtienen los siguientes resultados en la valoración de una persona:

65% de los indicadores del económico-laboral-residencial puntuados con 1 o 2,


50% de los del personar también puntuados con 1 o 2, se considerará que cumple el
criterio 2, pues la persona sufre carencias en dos de los cuatro ámbitos vitales.

GRUPOS QUE SE CONSIDERA VUNERABLES

Los grupos vulnerables son aquellos grupos que por sus condiciones sociales,
económicas, culturales o psicológicas pueden sufrir maltratos contra sus derechos
humanos. Dentro de éste grupo se encuentran insertas las personas de la tercera
edad, personas con discapacidades, mujeres, niños, pueblos indígenas, personas con
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enfermedades mentales, personas con VIH/SIDA, trabajadores migrantes, minorías


sexuales y personas detenidas.
El concepto de vulnerabilidad se aplica a aquellos sectores o grupos de la población
que por su condición de edad, sexo, estado civil y origen étnico se encuentran en
condición de riesgo que les impide incorporarse al desarrollo y acceder a mejores
condiciones de bienestar.

Identificación de los grupos vulnerables Entre ellos tenemos a:

      ➢ Personas Detenidas mujeres y hombres


      ➢ Personas Con Discapacidad física y mentalmente
      ➢ Mujeres
      ➢ Niñas, Niños Y Adolescentes
      ➢ Adultos mayores
      ➢ Pueblos etnias Indígenas
      ➢ Personas Con Enfermedades infectocontagiosas
      ➢ Trabajadoras (Es) domésticas, conserjes, obreros(as), artistas, cultores y cultoras,
Campesinos(as), servidores (as) sexuales.
      ➢ Grupos religiosos.
      ➢ Inmigrantes extranjeros e indocumentados.
      ➢ Homosexuales.
      ➢ Bisexuales.
      ➢ Transexuales.

La historia de los derechos humanos es muy extensa, estos están establecidos en la


Declaración Universal de los Derechos Humanos desde diciembre de 1948. Esta
declaración fue aprobada por los diferentes representantes de varios países de todo el
mundo, para así convertirse en la base de todas las naciones.
Esta comprende de 30 artículos de tipo social, económico, civil, político y cultural, los
cuales deberían ser aplicados a todos los ciudadanos que se rigen bajo esta
declaración, que desde el principio menciona que no debe existir ninguna excepción
para el goce de estos. Ya que como afirma el artículo 2 inciso 1 de esta Declaración:

Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración,
sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de
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cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o


cualquier otra condición. (1948, p.6).

Esto quiere decir, que todo ser humano tiene derechos a que lo protejan dentro de la
sociedad, sin importar su edad, su sexo, su raza, su origen o su clase social, no hay
ningún aspecto que tenga un individuo, que sea una condición que permita que estos
derechos no se le cumplan o no se le respeten, puesto que estos tienen ciertas
características, son inherentes, universales e indivisibles, además de muchas otras, que
están basadas en un mismo fin, el cual es, que le pertenecen a las personas por el
simple hecho de ser seres humanos, sin ninguna excepción.

Pero a pesar que se mencione en la Declaración Universal de los Derechos Humanos


que nadie debería ser discriminado, dentro de la sociedad existen grupos vulnerables,
es decir, aquellos individuos que por algún aspecto o cualidad son vistos de forma
diferente ante la sociedad, dentro de estos grupos vulnerables se puede mencionar a
mujeres, niños, migrantes, personas discapacitadas, personas en pobreza o adultos
mayores; ya que debido a sus condiciones erróneamente se cree que no tienen las
mismas habilidades o capacidades que el resto que no se encuentra en ninguna de
esas circunstancias, y permite que las personas puedan llegar a pensar que por el
hecho de tener esas diferencias ya sea sociales, económicas o físicas no merecen tener
los mismos derechos, lo que provoca que a estos grupos muchas veces no se les
cumplan o garanticen los DDHH.
Lastimosamente una de las causas por las que se crean estos grupos vulnerables es la
desigualdad que existe en la sociedad a la hora de cumplir con sus derechos humanos,
un ejemplo claro es la desigualdad de género,  razón por la cual las mujeres se
encuentran dentro de los grupos vulnerables, y por lo que llevan mucho tiempo
luchando, ya que sufren de muchas injusticias; otro ejemplo muy claro es en la
pobreza, por las desigualdades de salarios o ingresos, y así en cada grupo vulnerable se
presenta la desigualdad de una manera u otra.

En general, la desigualdad social ocurre en los países subdesarrollados y también


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puede presentarse en países con niveles altos de desarrollo, producto de la falta de


educación, de mejores oportunidades en el mercado de trabajo y también por la
dificultad de acceso a los bienes culturales o a los servicios sanitarios o a la educación
que padece la mayor parte de la población. (Significados, 2017).
Otra de las causas ligadas a la desigualdad y que se debe eliminar es la discriminación,
tener un trato desigual con otras personas por algún motivo de raza, sexo, política,
etc., es decir, que la discriminación es lo que permite que exista la desigualdad, por
ende, ambos son problemas que deben de erradicarse en la sociedad, para hacer del
mundo un lugar en el que todos gocen de sus derechos, sin excepción.

Es por esa razón que se ha visto necesario crear leyes a las que se les puede llamar
“especiales” para estas personas, ya que estas se conforman de derechos que no están
incluidos en otros documentos que son más generales, porque estas están enfocadas
en necesidades más específicas de los grupos vulnerables de la sociedad, por eso su
propósito es buscar una manera de evitar la desigualdad e injusticias.
En conclusión, el incumplimiento de los derechos humanos sobre todo en los grupos
vulnerables sí es algo que se puede erradicar, comenzando por dejar a un lado la
discriminación y las desigualdades de la sociedad, los seres humanos son los únicos
que pueden cambiar esta realidad, teniendo en cuenta que todos somos iguales ante
la ley, y que nadie tiene más derechos que otro, por eso es importante que las
personas de todas las edades conozcan sobre esto. Además de que el gobierno y sus
instituciones siempre deben cumplir con velar, garantizar y tratar de que se respeten
los derechos de sus ciudadanos.

Cuando todas las personas sean conscientes de la existencia de sus derechos, es


cuando podrán defenderlos y exigir que sean cumplidos. Por esa razón es importante
que las personas que sí conocen del tema compartan el conocimiento a otros que lo
desconocen y que sepan qué instituciones velan porque se logren cumplir, y que se
puede acudir a estas en casos de que sufran alguna desigualdad o injustica.
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La historia de los derechos humanos no termina, son años de luchar por el


cumplimiento y respeto, en especial aquellos grupos vulnerables que luchan el doble
por no ser vistos diferentes en la sociedad, y han tenido que crear leyes especiales que
los protejan, hay que comenzar desde los más pequeños, inculcando valores y
conocimiento, solo así se lograra erradicar la vulnerabilidad de las personas y se
lograra el goce de los derechos humanos en toda la sociedad.
7. LA VULNERALIDDA SOCIAL ES UN RASGO IMPORTANTE DE LA REALIDAD SOCIAL
CONTEMPORÁNEA

En la década del ochenta, Después del notable período económico expansivo de posguerra, la
crisis fiscal del estado y la insuficiencia de las políticas keynesianas colocaron en jaque al
Estado de Bienestar en el capitalismo industrializado. De manera simultánea, las debilidades
económico-tecnológicas y el autoritarismo político alcanzaron un límite insostenible en el
“socialismo real”, llevándolo a su debate. En la misma década del ochenta la crisis de
paradigmas en los centros tuvo su propia expresión en la periferia subdesarrollada. En América
Latina, la denominada “década perdida” no sólo expresó contradicciones económicas, sociales
y políticas de coyuntura, sino que puso en evidencia el agotamiento del patrón de desarrollo
que había caracterizado a la región en los últimos cuarenta años. La apertura hacia la
economía mundial, el retiro del estado de la actividad productiva y el papel predominante del
mercado en la asignación de los recursos se convirtieron en los ejes del nuevo patrón de
desarrollo.

En el ámbito macroeconómico, el manejo equilibrado de las cuentas fiscales y el control


riguroso de la oferta monetaria alcanzaron prioridad en la política pública. En el plano social,
las políticas universales abrieron paso a la focalización de los recursos públicos, al mismo
tiempo que se establecieron condiciones legales e institucionales para que el sector privado
extendiera sus inversiones hacia la educación, la salud y la previsión social. A fines de los años
noventa, consolidadas las bases del nuevo patrón de desarrollo en casi todos los países de
América Latina, se destaca el éxito logrado en la estabilidad de precios, pero no se observa un
crecimiento económico sostenido y su ritmo está todavía lejos del que caracterizó al período
de posguerra. En el plano social, el desempleo se encuentra en dos dígitos, el ritmo de
reducción de la pobreza ha decaído en comparación a las décadas previas al ochenta y se
amplió la brecha de la distribución del ingreso (CEPAL, 1999; Altimir, 1997; CEPAL, 1997; BID,
1998; OIT, 1999).
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Pero lo más distintivo de la realidad social de fines de los años noventa es la vulnerabilidad.
Porque más allá de las condiciones de pobreza y de concentración del ingreso, propias al
capitalismo subdesarrollado, la economía de mercado abierta al mundo y el repliegue
productivo y social del Estado han generado un aumento de la indefensión y de la inseguridad
para una gran mayoría de personas y familias de ingresos medios y bajos, las que
experimentan una notable exposición a riesgos especialmente en las áreas urbanas. Existen
factores objetivos y otros de carácter subjetivo que otorgan a la vulnerabilidad un rol
explicativo fundamental. En primer lugar, la acentuación de la heterogeneidad productiva, con
efectos en la ocupación, la segmentación del trabajo y mayor precariedad de éste. Se agrega a
ello la desregulación laboral (o flexibilización), sin seguros de desempleo, con impacto en la
protección de los asalariados. En segundo lugar, los sistemas mixtos de educación, salud y
previsión, de carácter privado para las familias de altos ingresos y públicos para las capas
medias y de bajos ingresos, con un manifiesto debilitamiento de éstos últimos. En tercer lugar,
la disminución del peso cuantitativo de las organizaciones sindicales y su menor significación
cualitativa como instrumentos de compensación de poder frente a los gremios empresariales.
Finalmente, el notable crecimiento del sector informal de la economía, con alto peso en el
empleo, y el escaso apoyo que recibe de las instituciones financieras privadas y del estado.

En los años sesenta, para entender la especificidad social del patrón de desarrollo de la ISI,
surgió el concepto de marginalidad. Tanto en los sesenta como en los noventa la pobreza y la
concentración del ingreso han estado presentes en los países de América Latina. Sin embargo,
la marginalidad otorgó un sello distintivo al patrón de desarrollo de posguerra con el vigoroso
crecimiento experimentado por los flujos migratorios de los pobres hacia las ciudades, atraídos
por las mayores oportunidades que ofrecía el empleo en la industria y en el sector público, así
como por las políticas sociales que favorecían especialmente a los grupos urbanos.
Actualmente, en cambio, el rasgo social distintivo es la vulnerabilidad, resultante de los
mayores riesgos provocados por el estilo de producción y las instituciones económicas y
sociales características de una economía que se ve obligada a mejorar su presencia
competitiva en el mercado mundial. Por tanto, la persistencia de la pobreza y la mala
distribución del ingreso son fenómenos que constatan las carencias y desigualdades propias al
capitalismo subdesarrollado; en cambio, la vulnerabilidad parece ser un rasgo social
dominante propio del nuevo patrón de desarrollo en los países de la región. Esto es lo que la
convierte en un interesante concepto explicativo de la problemática social de fines del milenio,
complementario a los tradicionales enfoques de pobreza y de distribución del ingreso.

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