Sallaberry - Los Jesuitas en El Uruguay

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¡n 2014

https://archive.org/details/losjesuitasenuruOOsall
JUAN FAUSTINO SALLABERRY, S. J.

Académico de número del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay;


Correspondiente de la Academia Nacional de Historia de Buenos Aires,
Argentina; de la Academia Nacional de Historia de Bogotá, Colombia;
y del Instituto Histórico de Lima, Perú

Los Jesuítas en Uruguay


TERCERA EPOCA
1872 - 1940

SEGUNDA EDICION CORREGIDA Y AUMENTADA

MONTEVIDEO
Impresores Urta y Curbelo - Soriano 1023
19 4 0

• 0 %
MIG16 1938
JUAN FAUSTINO SALLABERRY, 5. J.

Académico de número del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay-


Correspondiente de la Academia Nacional de Historia de Buenos Aires,
Argentina; \ie la Academia Nacional de Historia de Bogotá, Colombia;
y del Instituto Histórico de Lima, Perú

Los Jesuítas en Uruguay


TERCERA EPOCA
1872 - 1940

MONTEVIDEO
Impresores Urta y Curbelo - Soriano 1023
mprimatur.

Montisvidei, 26 junii 1940.

f Antonius María Barbieri


Archiepisoopus T. Macrensis
Coadjutor et Vicarius Generalis

mprlmi potest.

Bonis Auris, 2 julii 1940.

Thomas J. Travi, S. J.
Pracpositus Provincial ¡s Argentinonsis
Introducción a la Segunda Edición

La primera edición de este libro, LOS JESUITAS EN EL URU-


GUAY — TERCERA EPOCA, apareció con motivo del XXXII
Congreso Eucaristico de Buenos Aires. Fué un apartado copioso de
un trabajo publicado en el número extraordinario de "El Bien Públi-
co", octubre de 1934. Tuvo franco éxito, aun editorial, y se agotó rá-
pidamente. Lo que más agradó a los lectores, fueron las numerosas
monografías de Padres y Hermanos, Profesores Seglares y Alumnos,
cuya estela luminosa en la vida, dejó honda huella en la Residencia
de la calle Canelones y en el Colegio-Seminario, y en los recuerdos y
corazón de sus numerosas relaciones.
Este hecho real y reconocido y demostrado por la rápida absor-
ción del libro, me ha animado a espiayar y completar las principales
monografías de Jesuítas santos y célebres entre nosotros, y a añadir
otras nuevas. Mas como no es posible escribir de todos en particular,
porque eso alargaría inmensamente este volumen, he suplido en parte,
ese presunto deseo de nuestras extensas relaciones, poniendo, al fin,
un catálogo completo, sin omitir ningún nombre de cuantos Jesuítas han
trabajado en el Uruguay en esta tercera época, a que se refiere esta
historia.
Este Catálogo tiene dos partes: en la primera van los nombres de
los Padres, con los principales cargos que han ejercido entre nosotros
y la fecha de su nacimiento e ingreso en religión; y de los que han fa-
llecido, también la fecha de su deceso y en la segunda los Hermanos
Coadjutores.
No me es posible añadir, por falta de datos no fáciles de adquirir,
al menos completos, un catálogo de los Profesionales, que sería, ade-
más, extremadamente largo; pero sí, no puedo resistir a la tentación
de poner un catálogo completo y exclusivo de los Sacerdotes Seculares,
que han salido del Colegio-Seminario del Sagrado Corazón, el cual
dejó de ser Seminario para el Clero Secular en 1922; y ese hecho, hace
que este catálogo sea de necesidad y de justicia.
Añadiré un Catálogo de los Religiosos, ex-alumnos del Colegio
Seminario; y otro de los Jesuítas uruguayos. De éstos la casi totalidad
son ciudadanos naturales del Uruguay, pero incluyo entre ellos algu-
nos, que, no siendo de nacionalidad uruguayos, como Jesuítas lo son,
porque han entrado en la Compañía en el Uruguay, y en ese concepto,
ellos mismos, se consideran uruguayos.
El motivo ocasional de esta segunda edición, no es simplemente
el agotamiento de la primera, ni su éxito editorial, sino otro muy im-
portante; a saber, el primer centenario del arribo de la Moderna Com-
pañía al Río de la Plata— 9 de agosto de 1836— y el cuarto centena-
rio de la Fundación de la Compañía de Jesús, aprobada por primera
vez, por Pablo III, el 27 de setiembre de 1540, en su Bula, Rsgiminii
Militantis Ecclesiae, gloriosa y amada fecha, que la Universal Compa-
ñía se apresta a celebrar con toda solemnidad en todo el mundo; y uno
de cuyos capítulos será renovar su espíritu, y estimular sus energías
con el ejemplo de sus mayores; y de ahí que se haya propuesto refres-
car y renovar su historia por casas y por regiones, a fin de acumular
los datos, que cimenten la historia general de la Orden.
Las fuentes principales en este trabajo, son la Historia Domus, y
las Cartas Anuas del Colegio-Seminario, su Diario y el de la Resi-
dencia; y la tradición viviente, de que soy un testigo de larga actua-
ción; pues he vivido en el Colegio-Seminario la tercera parte de mi
vida, que ya empieza a no ser corta. He conocido a todos los funda-
dores; he sido su compañero, subdito, alumno y condiscípulo, admira-
dor de visu de sus hechos y virtudes y espero ser cariñoso y fiel expo-
sitor de su vida y de su actuación entre nosotros.

EL AUTOR.

Montevideo, Abril de 1940.


Introducción a la Primera Edición

El primer apóstol y primer civilizador del Uruguay fué un Jesuíta,


el Beato Roque González de Santa Cruz. Con él empieza la primera
época de los Jesuítas en el Uruguay, en 1619, y concluye en 1767 con
el extrañamiento de Carlos III. Duró 148 años, casi siglo y medio. En
1747 se establecieron en Montevideo, donde fundaron la primera es-
cuela, formaron los primeros clérigos uruguayos y ejercieron sus minis-
terios con los españoles y europeos, en general, mientras los Jesuítas
del Norte atendían a los indios en los Pueblos del Uruguay, empezados
a fundar por el Beato Roque.
La segunda época empieza en 1841, con motivo del destierro de
Buenos Aires de los Jesuítas, por Rozas, y duró 18 años, hasta que los
desterró Pereira en 1859. El Jesuíta más célebre de esa época y el pri-
mero que llegó al Uruguay en diciembre de 1841, para no moverse en
muchos años, y recibió a los restantes que fueron viniendo al año si-
guiente, fué Francisco Ramón Cabré, llamado el Apóstol de Montevi-
deo, por lo mucho que se desveló por socorrer a los desvalidos y
necesitados, en tiempo de la Guerra Grande; y tenía siempre franca y
cordial acogida en ambos ejércitos, a causa de su inmenso prestigio con
la juventud y con el pueblo en general. Fundó la Congregación de la
Inmaculada y San Luis Gonzaga para varones y la de Santa Filomena
para niñas. La actividad y celo apostólico del P. Ramón en Montevideo
fué inmenso. Se hizo cargo, con asentimiento del Ministro Pacheco,
de una escuela de niños pobres, que defendió contra las acechanzas de
los protestantes, en 1843. En 1846, tomó a su cargo el Colegio de Hu-
manidades, que fundara en 1838 el canónigo D. Antonio de R. de
Vargas, el cual floreció hasta el fin de la Guerra Grande.
Hubo otros Jesuítas célebres de esa época, y merece especial men-
ción el P. José Sató, que acompañó al comandante Andrés Fouet en
la búsqueda de los primeros Vicentinos para fundar las Conferencias,
que se establecieron por primera vez en Montevideo en la Casa de los
los Jesuítas, el 21 de Noviembre de 1858, siendo Superior el mismo
P. Saltó. Este Padre se distinguió entre nosotros por sus ministerios con
los ingleses e irlandeses; y aun estando en Buenos Aires, durante el
destierro, venía de vez en cuando a jercer con ellos los Sagrados Mi-
nisterios.

—5—
En esta segunda época además del Colegio de Humanidades fun-
daron otro en Santa Lucía, donde la Compañía de Jesús volvió a con-
tribuir a la formación del Clero uruguayo, facilitando la -carrera a
varios seminaristas, entre ellos los dos Yéregui, Madruga, y otros de
gran actuación en nuestro medio, sin contar que D. Inocencio María
Yéregui fué el segundo Obispo de Montevideo.
En tiempos que median entre Pereira y Flores, venían algunos
los
Jesuítas alUruguay, por razones de salud, como el P. Joaquín Maria
Suárez, o a ejercer los Ministerios, como el P. Sató; pero no se que-
daban de asiento, a excepción del P. Rosario Lepresti, que fué varios
años Capellán del Hospital de Caridad, Hospital Maciel.

V7
CAPITULO I

LA VUELTA DE LOS JESUITAS


SU PRIMERA Y SEGUNDA JIRA DE MISIONES: DURAZNO, PORONGOS,
SANTALUCI A, CANELONES

No es del caso describir lasmuchas diligencias que se hicieron, en


especial durante el Gobierno de don Bernardo P. Berro, para que
se levantara el destierro de los Jesuítas, impuesto por don Gabriel
Pereira. Sólo diré que constantemente se frustraron las más halagüeñas
esperanzas puestas en los sentimientos religiosos y en los antecedentes
de Don Berrnardo, incluso las que se habían cifrado en la intercesión
de su propia madre, que firmó junto con las damas y caballeros de
Montevideo y del Uruguay que pedían la vuelta de los desterrados;
y esas esperanzas se hubieron de frustar del todo con el destierro del
Siervo de Dios Don Jacinto Vera, el gran amigo y gran defensor de
los Jesuítas, que habían sido sus maestros en Buenos Aires, y a quienes
se reconocía deudor de su carrera y, por lo tanto, del sacerdocio, lo
que más él estimaba en la tierra, y por cuyos ministerios inmoló toda su
vida en aras del sacrificio. Sólo diré que el general don Venancio Flo-
res, concluida la Cruzada Libertadora, por decreto del 4 de abril de
1865, derogó el decreto de don Gabriel Pereira de 26 de enero de 1859,
y dejó a los Jesuítas la entrada libre al país, pero no platónicamente,
sino que tuvo verdadero empeño en que volvieran, y así lo significó
en embajada especial, enviando a Santa Fe a D. Pedro Isasa, acompa-
ñado de su hijo Segundo Flores, a fin de que hiciera todo lo posible
por la vuelta de los Padres, significándoles su especial agrado en que
volviesen. Según tradición de familia, Don Venancio debía a Don
Pedro un gran favor; y en recompensa le dijo que pidiera lo que qui-
siese, y Don Pedro sólo pidió la vuelta de los Jesuítas; y así no es ex-
traño que mostrase en ello especial interés, puesto que deseaba com-
placer a un amigo, fuera del aprecio que pudiera tener "de los Padres
como hombre sensato y católico práctico y obrador en todas sus em-
presas. Porque eso tuvo Flores. Nunca fué hombre indeciso.
No obstante, habían de pasar todavía siete años cumplidos antes
de la vuelta de los Jesuítas para establecerse en el país. El 3 de septiem-
bre de 1872 llegaron a Montevideo para fundar una Residencia, con
las miras de convertirla en colegio, y aun en colegio-seminario, envía-
dos por el Superior, P. Juan Bautista Pujol, los Padres Manuel Martos
y Cosme Roselló.
El P. Roselló venía accidentalmente. Los desfinados a la residen-
cia, ademásdel Superior, P. Martos, eran los Padres Antonio Dalmau
y Antonio Pou, que habían de venir de Chile; y los Hnos. Antonio Mi-
guel Piñón y Luciano Serra, que vendrían de Buenos Aires. Entretanto,
los Padres Martos y Roselló se hospedaron en casa del Vicario Apos-
tólico, Don Jacinto Vera, que los presentó personalmente y los reco-
mendó a la sociedad de Montevideo; y a quien llama el Diario de la
Residencia, "promotor y cooperador de esta fundación". En todas par-
tes manifestó el Sr. Vicario que venían a fundar, una residencia de la
Compañía de Jesús en la República y que esperaba fundasen un ex-
ternado; pero su deseo más íntimo era que fundasen un Seminario.
Los Padres celebraron Misa en la Matriz y allí predicó el Padre
Martos el Sermón de la Natividad de María el 8 de setiembre; y el 10
salieron ambos Padres a Misiones con el Sr. Obispo. Ese día llegaron
a Canelones y no pasaron adelante, porque el ferrocarril sólo llegaba
a Santa Lucía. El 11 llegaron a Florida, y el 12 "durmieron, dice el
Diario, en lo del Gallego, que les preparó habitación en su tienda. El
día 13 llegaron a Durazno, donde dieron una misión, que duró hasta
el 27 de Setiembre. Hubo unas 400 comuniones: 200 de niños y niñas y

200 de personas mayores; y plantaron la Cruz de la Misión de unos


seis metros de alto.
El 28 pasaron a Trinidad (Porongos) donde dieron otra misión,
que duró hasta el 1 1 de Octubre. Comulgaron unas 330 personas ma-
yores y unos 200 niños y niñas. Plantaron la Cruz de la Misión, de
unos seis metros de altura, como la de Durazno, y emprendieron viaje
a San José, de donde salieron el 12 para Santa Lucía, abriendo ese
mismo día la misión, que duró hasta el día 23. Las comuniones de
adultos fueron unas 600; las de niños unas 150.
El 23 volvieron a Montevideo y el 25 empezó el P. Martos la
Novena de Animas en la Matriz con buen concurso, que fué siempre
en aumento. El primero de Noviembre el concurso era numeroso y
las señoras vestían todas de negro.
El 3 de Noviembre predicó el P. Martos un sermón de desagravio
en la Iglesia de la Inmaculada de los Padres Bayoneses, en cuya
Iglesia habían robado el copón. El día 7, predicó el mismo P. Martos
el sermón de apertura del Mes de María en las Salesas; y el 9 em-

prendieron ambos misioneros, con Monseñor Vera, viaje a Canelones,


empezando la misión ese mismo día. En todas estas misiones solía
tener los sermones morales el P. Martos y las pláticas doctrinarias el
P. Roselló, y ambos enseñaban el Catecismo a los niños; Monseñor
Vera confirmaba, confesaba y predicaba como el mejor de los opera-
rios. En Canelones hubo unas 600 comuniones, la tercera parte de
niños. Las misiones solían concluir con el Te-Deum y la plantación
de la Cruz, como ya queda indicado y consta expresamente en El
Diario en todas menos en Santa Lucía.
El 22 volvieron de Canelones a Montevideo y el 25 empezaron los

Ejercicios a las Salesas. Desde este dia ambos Padres tuvieron con-
fesonario en la Matriz. Los Padres, pues, en dos meses y medio, antes
de abrir la Residencia, dieron cuatro misiones con un total de 2480
comuniones; y una tanda de Ejercicios.
Para apreciar el sacrificio de los misioneros, baste notar que hoy
día se va a Durazno en cuatro horas y entonces iban en cuatro días.

CAPITULO II

RESIDENCIA DE S. BORJA, DE LA CALLE CANELONES 216


Principales Ministerios. — Tacuarembó, Ri-
Jiras de Misiones: Las Piedras,
vera, Salto, Paysandú, La Unión, San José, Rocha, Castillos, Meló, Arti-
gas, Treinta y Tres, Mercedes, Fray Bentos, Capilla Jackson, Paso
Molino, Durazno, Sarandí, Salto, Paysandú, Cordón y La Matriz. Ejer- —
cicios al Clero. — Ministerios durante la fiebre amarilla. . .

AÑOS 1872-1880. — LA RESIDENCIA DE S. BORJA, CANELONES N." 216;


PRINCIPALES MINISTERIOS

El 3 de Diciembre, día de San Francisco Javier, Apóstol de las


Indias, llegaron de Buenos Aires los Hermanos Antonio Miguel Piñón
y Luciano Serra. Ese mismo día oyeron misa, comulgaron en la Matriz
y comieron en casa del Vicario Apostólico. Por la tarde se trasladaron,
con el mismo Prelado y con los Padres Manuel Martos y Cosme Ro~
selló, a la xralle Canelones n" 216, a la casa de don Antonio Bonfiglio,
que alquiló a los Padres, a instancias del Pbro. D. Andrés Debenedetti.
capellán de las Salesas, por 85 pesos por mes y por espacio de dos
años. La casa estaba amueblada y bien abastecida para cuatro perso-
nas, gracias a la caridad y solicitud del Sr. Obispo D. Jacinto Vera
y de otros amigos de la Compañía y del Prelado. Así quedó fundada
la residencia de Canelones, que se llamó de San Francisco de Borja,
cuya casa tomada por dos años, sirvió de residencia hasta el 24 de
Octubre de 1879. Debemos contar como fundadores de esta residencia
también a los Padres Antonio Dalman y Antonio Pou, los cuales esta-
ban destinados a ella el día de la fundación. Habían de venir de Chile
y llegaron a Montevideo, el 15 de Enero del año siguiente, 1873
En ese tiempo los Padres no perdieron nunca de vista la fundación
de un Colegio, y en especial de un externado. Y
en lo mismo insistía
el Prelado, Don Jacinto Vera.. Pero entre tanto, se dedicaron a los
ministerios apostólicos. Predicaban en la Matriz v en otras iglesias.
Enseñaban la doctrina cristiana en las iglesias y en los colegios de
ambos sexos. Se dedicaban de lleno al ministerio de oir confesiones,
habla a veinte pasos de distancia. El camino de Tacuarembó a Rivera
es arduo, interrumpido por muchos y malos pasos.
En dicho pago hay muchos mercaderes, cuyo dios es el dinero, y
de entre ellos, muchos fracmasones. A éstos dieron aviso sus cofrades
de Tacuarembó de la misión que estaba por darse de inmediato, y que
la procurasen impedir por todos medios posibles. Celebraron al efecto
un conciliábulo, bebiendo y embriagando al jefe de los pocos soldados
que había en el pago. Entonces, con toda libertad, con todas sus
fuerzas y gran clamoreo, empezaron a insultar a los misioneros, a los
Sacerdotes y a la misma Religión, echando cohetes a la puerta de la
Iglesia, para infundir miedo en el auditorio. Los católicos ciertamente
estaban todos estupefactos; e indignados de tal proceder, trataron de
intimidar a los revoltosos; y aunque algo consiguieron, en lo cual, no
poco ayudó el Padre que predicaba en esos momentos, el cual sin inte-
rrumpir el discurso, infundió moderación y ánimo en los oyentes, de tal
suerte, que permaneciendo en la Iglesia, oyeron todo el sermón.
Diez días permanecieron en Rivera los misioneros con el Rvmo.
Obispo predicando todos los días, sin que los enemigos, aunque ame-
nazantes, hicieran cosa mayor exteriormente, hasta que llegó el último
día, en el cual partiendo los misioneros con el Rvmo. Obispo en dili-
gencia, los vieron alineados al lado opuesto de la línea fronteriza del
Brasil clamando y vociferando; y se rieron de ellos alegremente,
echándoles cohetes en son de burla. Aquí no se colocó la Cruz de la
misión, no fuera que ocurriese algún crimen al estilo de Tacuarembó.
Pocos acudieron a esta misión por el temor infundido por los malos;
sin embargo, alguna cantidad de niños recibió la comunión, que, con
las comuniones de adultos, llegarían quizá a unas 300. Vueltos a Mon-
tevideo, y algo repuestas las fuerzas, se dieron otras misiones."
"Saliendo de Montevideo los Padres Manuel Martos y Cayetano
Carlucci, llegaron a la Villa del Salto, en la que hay gran comercio,
por estar situada a la margen del Río Uruguay y ser muy visitada por
navios procedentes de Montevideo y Buenos Aires. En llegando allí,
con la ayuda de Dios, y siendo bien recibidos, empezamos la misión,
a que acudía devotamente gran multitud, y también gran cantidad de
niños al Catecismo, que se hace cada día. El Párroco y demás sentían
gran consolación, admirando la constancia de los niños, la comunión
general, tanto de los adultos, como de los niños fué muy numerosa,
quam máxima fuit."
"Concluida en paz la misión, fuimos tranquilamente por río a la
villa de Paysandú. También se halla a orillas del Uruguay, no lejos
de Salto. En esta misión fué mayor la concurrencia, así de adultos
como de niños, porque en esta villa abundan más los agricultores, los
cuales son más dados a la Religión que los negociantes de la misión
anterior. Sin embargo, aunque las confesiones y comuniones fueron
más que en Salto, algo hubo que sufrir. Pues los periódicos empezaron
a burlarse de uno de los predicadores, porque alargaba demasiado los
cantos de la misión, nombrando al cantor que les parecía no había

— 12 —
estado muy acertado; y sobre todo, porque el mismo predicador había
impugnado a ciertos maestros de música peligrosos. Pero nada hubo
de importancia, y la comunión así de adultos como de niños, se hizo
con canto y música. También se colocó la Cruz de la misión, junto a
la cual, una gran muchedumbre de hombres escuchó atenta y devota-
mente el sermón de la santa perseverancia. Hay también en esta villa
un hospital, en el cual se confesaron y recibieron la Santísima Euca-
ristía unos 20 enfermos."

AÑO 1875. — LA UNION, SAN JOSE

Este año de 1875, las Cartas Anuas apenas insinúan dos misiones,
a que asistieron conel Obispo los Padres Manuel Martos y Antonio

Pou; y advierten que no dieron más misiones a causa de las revueltas


políticas.

AÑO 1876. — ROCHA, CASTILLOS, MELO, ARTIGAS, TREINTA Y TRES

"Este año, recuperada la paz en esta República, pudimos dar


algunas misiones en lugares distantes entre sí. La primera a 70 leguas,
en la villa de Rocha, en la cual el Rvmo. Obispo con los Padres
Manuel Martos y Francisco Chelos predicaron por espacio de 20 días
al pueblo, que de lejos acudía, administrándose como de costumbre la
confirmación y la comunión general de adultos y niños. También se
colocó la Cruz de la misión. Las confesiones de adultos, 700; las de
niños, 150. Matrimonios, 9."

"De esta villa pasamos al pago de Castillos a 20 leguas de Rocha.


En estepago de pocas casas había muchos que vivían mal, y aunque
estuvimos sólo diez días entré ellos, cooperando la divina gracia, se
hicieron 17 matrimonios, lo cual mucho alegró al Rvmo. Obispo y a
sus compañeros. Hubo pocas confirmaciones a causa del frío y de
la mucha distancia a que viven los vecinos. No obstante, se colocó
la Cruz de la misión con alegría de los vecinos del contorno. Acer-
cándose ya la cuaresma, regresamos a Montevideo."
"Mucho después de cuaresma, el 3 de Setiembre, salieron de
nuevo los Padres Manuel Martos y Francisco Chelos con el Rvmo.
Obispo a parajes lejanos. La primera misión se dió a cien leguas de
Montevideo; pero en el camino hubo trabajos. Hay en esta República
muchos ríos y frecuentes arroyos, y no pocos saltos, que, con frecuen-
cia, ponen la vida en peligro, en especial en las fronteras limítrofes
con el Brasil, del cual dista poco la villa de Meló, lugar donde debía-
mos dar misión. Superadas las angustias del camino, por fin llegamos,
y al día siguiente empezamos la misión y predicamos por espacio de
20 días. Sufrimos gran calor, en especial el P. Chelos por ser dema-
siado obeso. En esta villa se administraron muchas confirmaciones; y

— 13 —
hubo comunión general tanto de adultos ocmo de niños. De niños unos
200. La Cruz fué colocada con gran devoción y concurso."
"De esta misión emprendimos viaje a Artigas, distante 27 leguas
junto a la provincia de Rio Grande del Brasil, del cual la separa el
río Yaguarón. En Artigas misionamos por diez días. El calor era
ímprobo en este pago, en el cual casi todos eran vendedores, que sos-
tienen continuo comercio con los brasileros, que venían muy fácilmente
de su cercana ciudad, que cuenta con unos 5000 habitantes. Es Artigas
una pequeña población y así fueron pocos los que se confesaron. No
se colocó la Cruz de la misión ni hubo comunión general; así juzgó el
Rvmo. Obispo."
"Concluida esta misión, hicimos un difícil camino de 30 leguas
al pago de Treinta y Tres, donde misionamos 20 días con inmenso
fruto; casi todos se confesaron; muchos se confirmaron; hubo comunión
general de adultos y niños, y la Cruz de la Misión fué la mejor de
todas, cual no se había colocado otra.
En esta misión por los tremendos calores y duros caminos, el P.
Francisco Chelos se enfermó; y aunque se le suministraron algunos
remedios, todos fueron inútiles. Y en consecuencia, apenas fué posible,
volvimos a Montevideo, y aunque se le atendió con diligencia y caridad,
al mes de nuestra llegada, el 23 de Noviembre, pasó a mejor vida,
lleno de méritos dejándonos ejemplos de paciencia y de fervor."

AÑO 1877. — MERCEDES, FRAY BENTOS, CAPILLA JACKSON, PASO


MOLINO, DURAZNO, SARANDI

Hacia fin de febrero, el P. Martos y el P. Sebastián Colomer


fueron al pago de Mercedes junto con el Rvmo. Obispo, donde perma-
necieron 15 o más días, predicando sin intermisión la palabra de Dios,
explicando los rudimentos de la fe a los niños y gente sencilla, dis-
puestos siempre a oir las confesiones de los fieles, procuraron para
Dios no pequeña gloria y se evitaron muchos escándalos. El muy
valiente P. Martos, varón verdaderamente apostólico, y encendido en
el celo de las almas, aunque fatigado y casi quebrantado con los tra-

bajos de la misión, sin decaer por nada de ánimo, se mostró dispuesto


a emprender inmediatamente otra nueva misión."
"Dejado, pues, Mercedes, parten para el pago de Fray Bentos,
a donde llegaron sumamente debilitados por el calor, el polvo, y opri-
midos por las molestias del camino. El P. Martos, teniendo en poco
la enfermedad que padecía, aquel mismo día dió principio a la misión
con un sentido sermón, excitando al auditorio al amor de Dios, y a
procurar la salvación de su alma, y todos los días predicaba al pueblo,
pero al fin fué vencido por la enfermedad, y hubo de interrumpir la
predicación. En seguida vino el médico, pero inútilmente, porque los
remedios no surtieron ningún efecto. Entonces el P. Colomer, cono-
ciendo la cercanía de la muerte, preparó a su compañero a recibir los

— 14 —
Sacramentos, el cual, recibidos el Viático y la Extrema Unción, de
mano del Obispo, entregó el 14 de Marzo plácidamente su alma al
Creador. Como buen soldado de Cristo, sucumbió en el combate, lu-
chando denodadamente por la gloria de Dios."
"Se dieron dos misiones de ocho días en dos pagos cercanos a
Montevideo: a saber en la capilla pública de la Sagrada Familia, en
la villa Jackson, y en la parroquia del Paso Molino, ambas con grandes
beneficios de la divina largueza, y con buena concurrencia a los ser-
mones. Las confesiones y comuniones fueron numerosas. Enfervorizada
¡a gente quisieron que se instituyera la Congregación del Santísimo
Corazón de Jesús, para conservar mejor el fruto de las misiones.'
"En Octubre el P. Colomer y el P. Anselmo Aguilar del Colegio
del Salvador, partieron con el limo. Obispo al pueblo de Durazno,
donde por espacio de 15 días trabajaron mucho y recogieron poco
fruto; pero Dios consoló a sus siervos en el pago Sarandí con grande
pesca de hombres de negocios, de esos que implicados en los asuntos
de este mundo, no se preocupan de Dios, ni de la vida eterna, derra-
mando en ellos sus abundantes gracias, para salud de muchos. Hombres
rudos y sencillos, oían con suma atención la exposición de la doctrina
cristiana y se movían intenriormente a penitencia, confesaban con
lágrimas sus pecados, y se proponían emprender nueva vida, acomo-
dada a las costumbres cristianas; por lo cual, el pueblo se renovó todo
con gran provecho de las almas y no menos gloria de Dios."

AÑO 1879. — SALTO Y PAYSANDU. — CORDON Y LA MATRIZ EN


MONTEVIDEO

El fruto cosechado en las misiones, como siempre, fué copioso.


Pero en Salto y Paysandú, donde pululan las sociedades secretas,
nuestros misioneros experimentaron algunas dificultades. Pues los
fracmasones todo lo perturbaron para impedir las misiones. Pero, con
la ayuda de Dios, la Autoridad Civil se puso de parte de los misio-
neros y los patrocinó denodadamente; y por esta causa se malograron
los planes de los malvados.
Por lo mismo, y que los planes de los impíos habían salido fallidos
obtuvieron los fracmasones de la Junta de Instrucción Pública, orde-
nase a los maestros y a los discípulos a ellos sujetos, que todo el
tiempo de la misión no se acercasen para nada a la Iglesia; y al mismo
tiempo ordenó que se recogiesen todos los catecismos del Padre Astete,
que los misioneros habían dado a los niños. Todo esto ponía, por una
parte, de manifiesto el furor de los impíos; y por otra también su
temor por el éxito del Evangelio y de la Santa Misión.
Y, a la verdad, lo que temían los impíos sucedió; pues hubo
muchas conversaciones; los indiferentes se pusieron de parte de la
Religión; los católicos recibieron nuevas fuerzas para rechazar el mal;
sin miedo y sin respeto humano; y finalmente los mismos fracmasones
decayeron de ánimo.

— 15 —
"Análogo fruto obtuvieron nuestros misioneros en dos de las prin-
cipales parroquias de la capital. Durante muchos años, los Párrocos
así de la Iglesia Matriz, como de la Capilla del Cordón, omitieron la
pía costumbre de dar misión cada año, porque juzgaban que era im-
posible guardar el orden y la debida reverencia dentro del Templo.
Los masones que, en esta capital son fuertes y cuentan con gran nú-
mero de socios en la administración de la cosa pública, introduciéndose
en las Iglesias, solían de noche originar grandes escándalos, y esto
lo hacían con impunidad y tenaz perseverancia; con lo cual, en breve,
acaeció el que se suprimieran en las Iglesias todas las funciones
nocturnas.
En tales circunstancias era del todo aleatorio el entablar una
misión, sobre todo en la Iglesia Mayor. Sin embargo, con la ayuda de
Dios y cooperando la industria y la prudencia de los misioneros, la
cosa fué llevada adelante con tanta felicidad, como no se podía espe-
rar de sólo el humano esfuerzo; pues, en tanta frecuencia de fieles,
se guardó el más perfecto orden en todo el tiempo de la misión.
Unaparte de los auditorios se componía de jóvenes irreligiosos
inscritos en las sociedades secretasde la fracmasonería; no obstante,
todos escuechaban con verecundo silencio la refutación de los errores,
que ellos profesaban, y la exposición de los primeros dogmas de la
Religión Sacrosanta. Abundaron las confesiones y comuniones con lo
cual los buenos se animaron y los malos parecían desalentados."
Todos los años daban los Ejercicios al Clero, como cada año lo
advierten las Cartas Anuas. Pero éstas no anotan, ni de mucho, todos
los ministerios de los Jesuítas de la Residencia de la calle Canelones.
Así por ejemplo, en el Diario de la Casa, se anotan en 1873, las misio-
nes de Tala, Pando y Sauce con 2315 comuniones de que no hablan
las Cartas Anuas.
Además dieron misiones en Maldonado, San Carlos, Minas y
Migues. En todas partes fué recibido Monseñor y sus acompañantes
con toda solemnidad, bajo palio y con acompañamiento del pueblo, de
las Congregaciones y de las escuelas municipales, especialmente en
Maldonado y San Carlos, en que hubo repiques de campanas y fuegos
artificiales, para celebrar la entrada de su Ilustrísima.

En
Abril de 1873, estalló la fiebre amarilla. Los Padres se ofrecieron
al Prelado para asistir a los enfermos en el Lazareto, de que se alegró
mucho Su Señoría, porque había pedido esta gracia a otros y se la
habían negado. Desde el 15 de Abril hasta el 24 de Mayo fué al
Lazareto el P. Antonio Dalmau todos los días sin faltar uno solo,
aunque la mortandad se cortó en el Lazareto y en la ciudad el l" de
Mayo, gracia que muchos atribuían a la intercesión de San Felipe y
Santiago, Patronos de Ta Ciudad. Hace notar el Diario de la Residen-
cia, que, de los atacados en la Ciudad, morían el 50 % y casi todos
sin sacramentos; y de los asistidos en el Lazareto fallecían sólo el 20
% y casi todos con los sacramentos.

— 16 —
Hace el Diario de la Casa, que el 30 de Abril de 1873, se
notar
inauguró nuevo oratorio, el cual quiso Don Jacinto Vera que fuese
el

público y pudieran los fieles cumplir en él con el precepto, y se pusiera


un confesonario y se dieran otras facilidades para la recepción de los
Sacramentos; y "ojalá, dijo, hubiese un Oratorio así en cada cuadra
de la población, para que, de este modo, se extendiese más el Minis-
terio". Dijo esto respondiendo a alguien que decía que, en Francia,
Portugal e Inglaterra, había muchos oratorios que, por de fuera, no
parecían Iglesias.
El 5 de Setiembre recibieron los Padres de la Residencia la ines-
perada visita del primer Obispo de Cansas, en los Estados Unidos,
Monseñor Don Juan Bautista Miege, jesuíta francés, que había fun-
dado aquella sede, la había convertido en Metropolitana con cinco
Sufragáneas y las había dotado de Seminarios, Colegios y Casas Re-
ligiosas de todas Ordenes y pidió a Pío IX, lo librase de aquella carga,
para retirarse de nuevo a su celda religiosa. Pío IX, accedió a su
pedido. Renunció, y aceptada la renuncia, se presentó al P. General,
dispuesto a volver a la Orden. El P. General le preguntó si dejaba
deudas en su Diócesis; le respondió que no debía sino 88.000 dólares.
Mientras no pague no regresará S. E. a la Compañía. Monseñor
Miege no se desalentó. Emprendió un viaje por ambas Américas men-
digando de puerta en puerta, hasta recoger el dinero y pagar su deuda.
En Montevideo recogió 2.000 pesos oro uruguayo. Pagada su deuda
ingresó de nuevo en la Compañía y murió en el oficio de Padre Espi-
ritual de uno de nuestros Colegios en Estados Unidos.
El 27 de Mayo de 1875 el P. Cayetano Carlucci empezó a predicar
la novena del Sagrado Corazón en la Matriz, en orden a preparar a!
pueblo para la solemne consagración de todo Vicariato al Corazón
Divino, acto que tuvo lugar en la Matriz el 4 de Junio de ese año.
Leyó el acto de consagración desde el pulpito de la Matriz Don Rafael
Yéregui; asistieron de roquete al Presbiterio los PP. Martos, Torrents
y Pou; y predicó el P. Carlucci el sermón de circunstancias. Al fin
se cantó el Te Deum, y el Sr. Obispo Vera dió la Bendición con el
Santísimo. Durante toda la novena, se advierte, es numeroso el concurso
y los temas interesantes, como que habla de la influencia del Sagrado
Corazón, en los niños, en los Padres y maestros, después de haber
historiado esta misma devoción tan amorosa y simpática.
Ya el año anterior el P. Carlucci había conmovido a la sociedad
de Montevideo, predicando por la noche todos los días durante el mes
de María en la Matriz. Seis sermones debieron llamar mucho la aten-
ción, porque el Diario anota cada día el tema desarrollado y la gran
afluencia de gente a los sermones. El P. Carlucci estaba entonces en
la plenitud de sus fuerzas, en lo mejor de su edad y era el orador
más elocuente que por muchos años tuvo la Compañía en el Río de
la Plata.
Cuando murió el P. Manuel Martos, ya el P. Miguel Cabeza le
había sucedido en el cargo de Superior de la Residencia. El 26 de

— 17 —
Agosto .de 1879, llegó de Buenos Aires el P. Ramón Morel, que se
hizo cargo de la Residencia, que, desde ese día se llamó Residencia-
Seminario, hasta el 24 de Octubre, en que la Comunidad se trasladó
alnuevo edificio que se estaba construyendo entre las calles de Soriano,
Médanos, Canelones y Vázquez.
Por su parte Don Jacinto Vera, dejaba siempre constancia en
actas de la cooperación de los jesuítas en. sus visitas pastorales, y con
humildad que le honra, atribuía a los misioneros el fruto de sus jiras
apostólicas. Citaremos aquí, al azar, algunas de sus palabras. Así, por
ejemplo, en Mercedes, en 1877, escribe: "En la presente visita, han
desempeñado la Misión Religiosa los RR. PP. Manuel Martos y Se-
bastián Colomer de la Compañía de Jesús, con el celo y maestría con
que se distinguen los dignos hijos de San Ignacio". Dos años más
tarde, 1879, escribe en su Visita de Salto: "que la Misión Religiosa
fué desempeñada con ejemplar asiduidad y distinguido celo por los
RR. PP. Narciso Sagresa y Anselmo Aguilar de la Compañía de
Jesús; el resultado no pudo sino corresponder, como correspondió, a su
constante empeño por la salud de las almas. La divina palabra, expli-
cada con altura, y al alcance del auditorio, fué siempre escuchada por
una numerosa y constante concurrencia que sobrellevando las inco-
modidades del tiempo y la estación, asistía con edificación a las dis-
tribuciones de la Santa Misión, habiéndose acercado al Tribunal Santo
de la Penitencia y Mesa de la Sagrada Comunión personas de todos
los sexos, edades y condiciones".

Y así podría ir espigando elogios de los misioneros a través de


las Actas de Visita, mientras que las Cartas Anuas todo lo atribuyen
a la santidad, al celo y pericia del Santo Prelado, verdadero sucesor
de los Apóstoles. En 1878 hablan las Cartas Anuas de Don Jacinto
en los siguientes términos:
"El limo. D. Jacinto Vtra, Obispo de Mcgara, in partibum infi-
delum, y Vicario Apostólico de la República del Uruguay, que distin-
gue con gran amor a nuestra Compañía, siempre anda con los Nuestros
en las supradichas Misiones, las dirige y las gobierna; y en ellas tra-
baja con gran celo, así oyendo confesiones, como administrando la
confirmación."

VARONES ILUSTRES DE LA RESIDENCIA DE SAN BORJA

Su duración fué corta y escaso el número de sus operarios; mas


relativamente produjo un notable número de varones dignos de pasar
a la historia por su celo apostólico y virtudes evangélicas.*

En primer lugar, su primer Superior, el P. Manuel Martos, que


acompañó constantemente al Prelado como confesor suyo, y murió
gloriosamente al pie del cañón, ejerciendo el apostolado en Fray Bentos,
el 14 de Marzo de 1877.

— 18 —
Las cartas Anuas hacen del P. Marios el más cumplido elogio,
como ya queda indicado anteriormente. Confesor del Siervo de Dios,
don Jacinto Vera, le acompañó en todas sus misiones, las cuales
fueron once en 1873. Las cartas no las nombran. Duraban por lo ge-
neral quince días: en los ocho primeros se predicaba tres veces al día
y se hacía, además, la doctrina a los niños. Alaban las Cartas a las
misiones por el gran fruto que se recoge y las consideran muy nece-
sarias por la gran penuria de Sacerdotes.
En 1874 acompañó el P. Martos a Monseñor Vera en las misiones
de Las Piedras, Tacuarembó, Rivera, Salto y Paysandú.
En 1875 solo misionaron en la Unión y San José.
En 1876 recorrieron Rocha, Castillos, Meló, Artigas, Treinta y
Tres.
En 1877 acompañó el P. Martos a don Jacinto Vera, a Mercedes,
en cuya misión tuve yo la suerte de ser confirmado por el Siervo de
Dios; y a Fray Bentos, donde entregó su grande alma a Dios, habién-
dole administrado los Sacramentos el mismo Santo Prelado, su peni-
tente, admirador y amigo, a quien había favorecido con espléndida
caridad todos los días, desde su arribo al país; y ahora le cierra los
ojos, como un padre a su amado y amante hijo, después de haber reco-
rrido con él todo los ámbitos de la República, predicando el Reino
de Dios.
El P. Manuel Martos, primer Superior de la Residencia de San
Borja, es el verdadero fundador de esta tercera época de los Jesuítas
en el Uruguay, y como tal, merece nuestro especial agradecimiento.
Dios lo tenga en gloria.
El P. Cayetano Carlucci, el orador más elocuente que tenía enton-
ces la Compañía de Jesús en estas regiones del Plata, predicó la novena
del Sagrado Corazón en la Matriz, del 27 de Mayo al 4 de Junio,
antes de la Consagración de todo el Vicariato Apostólico del Uruguay,
que abarcaba toda la República, al Sagrado Corazón de Jesús, Con-
sagración que tuvo lugar en "la Matriz y en todas las iglesias del depar-
tamento de Montevideo el viernes 4 de Junio de 1875, y en los días
inmediatos en todas las iglesias del país. El Padre Carlucci acompañó
a Don Jacinto a no pocas de sus Misiones, y trasladado a Córdoba,
donde pasó el resto de su vida trabajando con los obreros católicos y
fundó el célebre Colegio de San José, decoró la Capilla de Lourdes;
y murió en santa ancianidad el 12 de Junio de 1900, dejando una
gloria imperecedera como predicador de poderosa y galana elocuencia,
como varón abnegado y humilde y como incansable trabajador y mora-
lista de primera talla.
El P. Antonio Dalmau tuvo la gloria de asistir todos los días a los
apestados de la fiebre amarilla en 1873, yendo continuamente al Laza-
reto sin temor ninguno al contagio.
El P. Miguel Cabeza, segundo y último Superior de la Residencia,
era un hombre notable por su entereza de carácter. Superior de Buenos
Aires, no dobló la cerviz ante la prepotencia de Rosas, y hubo de

— 19 —
tomar el camino del ostracismo y vino desterrado a Montevideo, donde
murió el 20 de Octubre de 1890, a los 84 años de edad. No usó ante-
ojos en toda su vida. Perdió el oído, pero conservó toda su entereza
y capacidad intelectual y moral casi hasta la hora de su muerte, predi-
cando con voz potente hasta muy poco antes de morir. Era uno de
esos hombres de cuño antiguo, que parecen inmortales e incorruptibles
física y moralmente.

CAPITULO III

FUNDACION DEL SEMINARIO Y COLEGIO SEMINARIO -

Fué aspiración primitiva y constante de los Jesuítas de la tercera


época ,no contentarse con la Residencia, sino fundar un Colegio y
un Seminario, secundando en esto último las aspiraciones del Vicario
Apostólico Don Jacinto Vera, a quien consideraban como el principal
bienhechor y fundador de nuestro solar en el Uruguay. Así lo mani-
festaron desde su arribo en 1872, hablando entonces con preferencia
de un externado y luego de un convictorio y por fin del Seminario.
Así lo expresa, como ya lo hemos indicado, el Diario de la Residencia
de San Borja; así lo expresan con más insistencia y con cierto aire de
amargura, por lo mucho que se difería la fundación, las Cartas Anuas
de 1877, con estas formales palabras: "Las dificultades que esta Re-
sidencia hubo de soportar desde sus orígenes, no parece que hayan
de disminuir, sino más bien aumentar cada día; ocurriendo siempre
nuevos obstáculos que impiden la erección de un Colegio o Seminario,
donde los Nuestros puedan trabajar con más libertad y más frecuen-
temente por la salud de los prójimos. El R. P. Superior muchas veces
ha tratado de esto con libertad de corazón con el meritísimo Prelado;
el cual, a pesar de que siempre muestra la mejor voluntad, y mucho
desea la erección del Seminario, hasta ahora nada firme se ha decre-
tado al respecto, por lo cual los Padres se ven obligados a habitar una
casa particular, muy dislocada y sin capacidad suficiente para la Co-
munidad de los Nuestros y para ejercer bien los Ministerios. No falta,
sin embargo, esperanza de mejorar en el porvenir; pero, permitiéndolo
así Dios, esta esperanza, para muchos, ha sido vana, por lo cual,
digamos con ánimo sumiso: Non riostra, sed tua voluntas [iat, no se
haga nuestra voluntad sino la tuya".
No obstante, esa esperanza no estaba tan remota, como supone
el autor de las Cartas Anuas; pues al año siguiente, se adquirió el
terreno para la edificación, del que primero fué Seminario, luego Cole-
gio-Seminario y por fin Colegio y Colegio Escuela Apostólica; y había
de ser centro de donde irradiara toda la historia y la casi totalidad de
las actividades apostólicas, científicas y literarias de los Jesuítas en
el Uruguay; tanto que escribir la historia de los Jesuítas en el Uru-

— 20 —
guay, en esta época, es poco menos que escribir la historia del Colegio-
Seminario, o simplemente del Seminario, como le llama el vulgo, sin
que sea fácil hacer entrar otro nombre en la mentalidad del pueblo.
A este respecto escribe la Historia Domus: "Constituida esta
Diócesis de Montevideo el año 1878. el limo, y Rvmo. Sr. Jacinto Vera,
a quien que de tiempo atrás fué creado Obispo in partibus. la Santidad
de León XIII entregó la nueva Diócesis en propiedad, y al mismo tiem-
po éste trata con el P. Juan Homs. Superior de nuestra Compañía en
esta Misión, de que se fundara esta casa de nuestra Compañía, la cual
fuera a la vez Colegio-Seminario, en la cual hubiera no solamente jóve-
nes adolescentes que se creyeran llamados por Dios al estado Sacer-
dotal, sino también otros alumnos de humanidades y filosofía, que se
educaran debidamente unos y otros bajo la dirección de nuestra
Compañía ".
El 16 de diciembre de 1878, el siervo de Dios. Don Jacinto Vera,
bendijo la primera piedra, que se halla colocada, e indicada por una
lápida de mármol, al pie de la Virgen de Lourdes, en el testero del
Corredor de la planta baja, frente a los comedores de los Caballeros
y de los Niños.
Era Superior de la Residencia de San Borja el P. Miguel Cabeza,
que es propiamente dicho, el héroe de esta jornada. El compró el
terreno y empezó la obra, como dice la Historia Domus, "con limosnas
de los amigos de la Compañía, que las daban con el expreso intento
de que se fundara un convictorio en Montevideo para la educación de
la juventud cristiana, contando a la sazón con 23.094 pesos. En el
mes de octubre de 1879, al ocupar los Nuestros el edificio, iban gas-
tados 32.043 pesos, es decir. 8.949 pesos más de los que se habían
reunido, exceso que fué cubierto por la Familia Jackson y por el Obis-
po. Ilustrísimo Señor Vera."
La Comunidad de la Residencia de San Borja. se trasladó al
nuevo local, el 24 de octubre de 1879. Bendijo la nueva Casa, el Vicario
General Don Inocencio María Yéregui. En esos momentos se hallaba
Monseñor Vera misionando al Norte, en Santa Rosa del Cuareim; y
con fecha 25 de octubre de 1879, le escribe don Rafael Yéregui, entre
otras cosas, lo siguiente: "Ayer tuvimos gusto de asistir a la ben-
el
dición del Seminario, e instalación de los Padres en él. Inocencio hizo

la bendición, hallándose presentes el P. Homs. Morel. Cabeza, Mola.


Puig. como así mismo. Soler. Silva, mis hermanos José y Fermín, el
boticario del Cordón don Gabriel y yo: nadie más. Don Juan Jackson
no pudo asistir por haber tenido que salir para la estancia. Ayer mismo
recibí el telegrama relativo a este suceso, tan fausto para nuestro
país. Se lo mandé al P. Homs. Hoy ya inauguraron la capilla pública,
en que se celebraron seis Misas. Los Padres muy contentos, y en
especial, el viejo Cabeza".
Y unas líneas más abajo, prosigue don Rafael: "Anoche ha
muerto el desgraciado José Pedro Várela, director general de Instruc-

— 21 —
ción Pública. Sicut vixit .Le hacen los honores fúnebres de minis-
. .

tro.Se dice que, por recomendación del mismo Várela, se le designará


por sucesor al Dr. Vázquez Acevedo. Cualquiera que sea su sucesor,
ha de ser tan malo como él; pues de lo contrario, no podrá llevarse
adelante la obra iniciada por el desdichado Várela; y todos los malos
que son muchos, están a una, para que el sistema de perversión y co-
rrupción se lleve adelante".
Es curiosa esta coincidencia, cuyo alcance para la historia lo pode-
mos conjeturar, o lo pueden conjeturar los que no estén al tanto da
nuestro ambiente en aquellos días con sólo observar que José Pedro
Várela fué el gran reformador y el gran laicizador de la enseñanza
en el Uruguay, corriente a que debía oponerse por su misma vocación
y por voluntad de todos los buenos, y en especial de los católicos el
nuevo establecimiento, que se acababa de bendecir pocas horas antes
del fallecimiento del gran jefe del laicismo docente en nuestra patria.
Con la muerte de Várela no murió su obra. Pero con el nacimiento
del Seminario, nació, sin duda, un apóstol de la verdad que le había
de hacer frente. Creo que nadie ha expresado mejor esta idea, que el
Dr. Lorenzo Martínez Vera en un discurso pronunciado con motivo
del primer centenario de los Jesuítas en el Río de la Plata, en el salón
de actos de ese mismo edificio, cuya bendición acabamos de referir.
La cita es algo larga, pero merece insertarse íntegra, por lo compren-
siva y profunda y por lo bien tendidas que están las líneas entre la
enseñanza laica sin Dios, y la enseñanza cristiana y católica teísta y
fundada en Dios; entre la mera ilustración, que es una enseñanza des-
integrada y trunca y la verdadera educación, que es una enseñanza
integral y que abarca al hombre entero con todas sus relaciones pasa-
das, concomitantes y venideras.
Dejemos la palabra al Dr. Martínez Vera. Dice así:
"El Uruguay debe a los Jesuítas un tipo de cultura y de este
tipo de cultura vamos ahora a hablar. De esta cultura pueden no ser
los Jesuítas los únicos representantes, pero sí son los maestros más
eximios, los más consecuentes, los más perseverantes.
¿Qué entendemos, señores, por cultura?
¿No es ésta más que la instrucción y el saber? ¿Es sólo el perfec-
cionamiento de la inteligencia en cuanto le permite captar mejor el
mundo material? Una escuela que ha predominado a lo largo de un
siglo y que ha sentado sus reales en todo el materialismo: el laicista,
el liberal, el socialista, el comunista, el anarquista, así lo han entendido.

Esta escuela prácticamente domina en nuestra enseñanza pública.


Cultura, para ella, es saber, ciencia, artes, letras: plenitud de la
mente que abarca el mundo sensible. Nada más. Si esto fuera sólo la
cultura, confieso que los Jesuítas habrían tenido en el Uruguay una
influencia poderosa y que nombres como los de Morel, Llussá, Dome-
nech, Sallaberry, Ezpeleta, Strassener. Antillach, Blasco, Angla.
Castro, Cendra, Feliú, Gorrichategui, Ramo. Blanco, Cayuela, Viapla-
na, Furlong, Benítez y Orriols, entre los maestros, darían fe de ella.

— 22 —
Pero la cultura no está sólo, señores, en la mente; está principal-
mente en la voluntad. Prepararnos para la verdad material y dárnosla,
es un mérito, no hay duda; pero mayor es el mérito del que nos prepara
y nos da el bien. La inteligencia como facultad estática, pasiva, que
recibe la luz, es un valor humano; pero mayor valor humano es la inte-
ligencia como facultad dinámica, activa, que marcha hacia la luz o su
bien. Aquélla, la inteligencia pasiva que es entendimiento o talento,
nos da los sabios; pero sólo ésta, la inteligencia activa que es voluntad,
nos da los santos y los héroes y esos formidables caracteres históricos
que cambian por la gravitación de su presencia el curso de la historia.
La cultura es siempre perfeccionamiento del ser, y puesto que en el
hombre los poderes de la voluntad están por encima de los poderes
de la mente, no hay cultura que merezca tal nombre si olvida la for-
mación y desarrollo de lo primordial: la dirección de la voluntad hacia
el bien verdadero, por el amor a éste; la firmeza de la voluntad por el

carácter..
Esta cultura que forma integralmente al hombre jerarquizando sus
facultades, es la cultura que difunden los Padres Jesuítas. Y aquí
está su primer gran mérito: ellos hacen hombres, los dotan para la
vida, los preparan para luchar, los orientan para el bien.
Y porque esta cultura toma todo el hombre, y porque coloca en su
lugar cada elemento humano: el cuerpo y el alma, el cerebro y el cora-
zón, el entendimiento y la voluntad; y porque los perfecciona a todoc
manteniendo su racional jerarquía, esta cultura es una cultura integral.
Cultura integral, cultura total que abarca al hombre todo y se
opone a esa otra cultura parcial que es sólo instrucción y echa en saco
roto esta verdad evidente: que el hombre vale más por las dotes de su
corazón y de su voluntad, que por las dotes de su entendimiento.
Pero la cultura que difunden los Jesuítas es además una cultura
unitaria o centrada. Voy a explicarme.
Conocéis, conocemos, una cultura laica. Esta cultura laica, es una
cultura desintegrada, que carece de centro, que no tiene unidad.
El hombre es un ser que tuvo un origen y que tiene un fin; que
nació, que vive, que ha de morir, que tiene una vida después de la
muerte. La cultura laica forma al educando como si no tuviera origen
ni fin; mira al hombre como si éste no hubiera de morir y como si la
muerte no fuera un pasaje necesario de toda vida. Y para esta vida
sin muerte, sin origen ni fin: sin antecedente, ni consecuente, ni espe-
ranza lo prepara, dándole como antorcha la luz, la libertad. Y esa
vida sin esperanza ni más allá, agitada cada minuto por un nuevo deseo,
es una vida que o se sacia toda en cada minuto de existencia, o no
saca otro resultado del deseo insaciado o vencido que un fracaso o
una angustia irremediables. El hombre de la cultura laica es, como
consecuencia cultural de su cultura, un hombre cuya vida toma en
cada instante la dirección de su deseo; y la misma cultura laica no es
más que el conocimiento múltiple, vario, recargado de hechos o de
cosas que no se ligan entre sí en ninguna verdad total.

— 23 —
Esa cultura laica no ha sido nunca, la que el Uruguay debe a los
Padres Jesuítas. La de ellos nos formó para la vida y para la muerte;
vida y muerte integran para nosotros el proceso de una existencia que,
si empezó con nuestro nacimiento, no ha de tener ya fin por toda la

eternidad. Si nuestro origen no es nuestro, nuestro pasado y nuestro


presente y nuestro futuro está o ha estado todo en nuestras manos.
Somos pilotos de un barco que va hacia la muerte y que ha de anclar
en una u otra playa de la eternidad. Nuestra voluntad es dueña del
timón; pero toda nuestra vida, la de ayer y la de hoy y la de mañana,
va a reunirse toda, en una unidad ya indisoluble, en la playa hacia
donde hayamos dirigido la proa. Si nuestra existencia ha de ser toda
una, la cultura que ha de perfeccionarnos para la vida ha de tener el
mismo centro de toda ella. Dios es ese centro. Y en el centro de toda
la cultura de los Jesuítas está por eso Dios. Y cuando los Jesuítas
enseñan física, y cuando explican química, y cuando difunden mate-
máticas, y cuando nos hacen penetrar la filosofía, por los cuatro cami-
nos nos llevan a Dios. No solo la religión predicada y vivida en la
escuela de los Jesuítas conduce a Dios; toda ciencia, toda enseñanza
converge hacia El. Y no por ello sufre la profundidad del saber, ni
disminuye la intensidad del conocimiento puramente natural, que bien
saben ellos y bien hemos aprendido nosotros, que no hay obra más
acabada, ni ciencia mejor conocida que la obra o la ciencia que se
abordan por Dios. Por algo el Ad Majorem Dei Gloriam, para mayor
gloria de Dios, es el lema de esta orden de acción fecunda. Y porque
toda la enseñanza se llena de Dios, y a El converge y en El entronca,
y El es su base y su cúspide, toda la enseñanza tiene un centro en
el cual termina por ser una unidad, que le da también un sentido uni-

tario a la vida de hoy y a la de mañána .del educando y del hombre.


Por eso he llamado a esta cultura unitaria y centrada y la he
opuesto a la cultura sin hilación, sin centro, sin unidad, descentrada
y desintegrada del laicismo.
Pero la cultura que los Jesuítas difunden es además una cultura
de jerarquía.
Ha primado y prima una cultura libertaria. Esta cultura tiende a
desarrollar en el individuo la libertad que es, para ella, el sumo bien.
Esta cultura libertaria tuvo su embrión en la libertad religiosa y moral
de un Lutero, tuvo en Rousseau y en el siglo XVIII sus filósofos, y
un sistematizador en Kant. El yo libre es el yo rebelde; y la cultura
libertaria vive fomentando la rebeldía personal. Esta cultura es una
cultura de Satán. El "non serviam" fué el primer grito de liberación;
y la cultura libertaria perdura reavivando la llama de Luzbel. Pero la
libertad no es, señores, una regla de la vida: al contrario, es la nega-
ción, la ausencia de toda regla. Realmente no hay libertad sino allí
donde no hay ley o donde no llega la ley. Y existe Dios y existen los
mandamientos; y ante Dios y los mandamientos no cabe la libertad,
sólo cabe la sumisión. El mérito no está en la libertad del rebelde,
sino en la sumisión del esclavo de Dios. La sumisión es dependencia.

— 24 —
es autoridad, es jerarquía. Y esta cultura de los Jesuítas, cultura de
hijos de Dios, es una cultura de jerarquía. Jerarquía interior, en el
orden individual, para sojuzgar las pasiones a la razón. En el orden
individual la libertad no nos da más que al libertino y al bandido;
sólo la sumisión de las pasiones a la razón nos dan al hombre de bien.
Jerarquía exterior en el respeto a la autoridad legítima; a toda auto-
ridad legítima: a la del Papa ,a la del Obispo, a la del padre, a la del
maestro, la del gobernante político. El hombre, el que lo es de bien, y
el santo y el héroe, no se forma por el camino de la libertad; se forma
por el camino del dominio sobre sí que es vencimiento, y el vencimiento
sumisión del cuerpo rebelde al espíritu ilustrado y del alma levantizca
al orden del Creador. Y la sociedad estable y fuerte no se forma por
el camino de la libertad absoluta que es anarquía, sino por el camino

del respeto y sumisión a la autoridad. Y quien quiera hombres sanos


y sociedades fuertes, no podrá hacerlos sobre la base de la libertad
que es negación de la ley, sino sobre la jerarquía que es sumisión al
orden y a la ley. Bien lo saben estos hijos de San Ignacio que no en
vano el Fundador hizo de la obediencia más estricta el fundamento de
la virtud de ellos. En definitiva, ¿es la virtud algo más que el hábito
del sometimiento incondicional del propio yo, a Dios que es su dueño?
Y, ¿quién ha de estar más capacitado para someterse a Dios que el
que, por su amor, se somete a otro hombre en quien ve un represen-
tante?
Cultura integral, cultura unitaria, cultura de jerarquía, ésta es la
cultura que el Uruguay debe a los Padres Jesuítas. Valorar su fruto
práctico, fuera historiar la vida de nuestros tres, de nuestros cuatro
obispos, porque Mons. Viola se formó también aquí, como Mons.
Camacho y Mons. Paternain; fuera recordar la de los más de nuestros
mejores sacerdotes con aquella pléyade inicial de la que sobreviven
Ardoino y Ros y que integraban Castro, Hargain y Oyasbehehe;
luera recordar la de apóstoles seglares de primera fila; fuera narrar
la de millares de hogares cuyas cabezas salieron de estas aulas. Y
el tiempo no da para tanto.

Señores:
La libertad salvaje de la estepa europea hizo conocer al mundo,
hace 16 siglos, al bárbaro medioeval. Serena, en medio de las convul-
siones de un Imperio carcomido, la Iglesia venció la fiera que había
en el bárbaro, y dándole la fe e injertándolo en Cristo, hizo de él el
gran hombre del Medioevo, cuyos prototipos son el Papa León el
'

Grande, un San Agustín de Contorbery, un San Isidoro de Sevilla, un


San Luis Rey de Francia, un San Enrique Emperador, un Santo Do-
mingo de Guzmán, un San Francisco de Asís, un San Buenaventura,
un Santo Tomás de Aquino, un Dante Alighieri.
La cultura desintegrada, la cultura laica y la cultura ljbertaria,
matando la fe en el hombre y separándolo de Cristo, ha despertado la
fiera vencida. Y
la fiera dominándolo todo: dominando en el individuo
la inteligencia y la voluntad atadas al carro de las pasiones, despre-

— 25 —
ciando en la sociedad toda autoridad legítima, tiene sed de sangre y
sed de placer. Quiere hartarse de saqueos y de orgías. Furiosa y
armada se impuso ayer en Rusia, es dueña de Méjico y armada y
furiosa lucha hoy en España, violando conventos, quemando iglesias,
martirizando frailes y monjas, asesinando adversarios y niños; y ma-
ñana. . sabe Dios, señores, lo que será el mañana. Acaso la perse-
.

cución nos envuelva: talentos como Maritain la han temido. Son


muchas las fieras que pueblan el mundo, que el hombre sin ley y sin
moral no es más que eso: la fiera inteligente. Acaso, sin saberlo nos-
otros, se agazapan a nuestro derredor, las que ha engendrado la
cultura sin Dios del Estado, para dar el zarpazo terrible. Tendremos
tal vez que sufrir. Las redenciones no suelen hacerse en los pueblos más
que con sangre, y las redenciones del Cristianismo se .diferencian de
todas las otras en que no se hacen con sangre de paganos o enemigos:
se hacen con sangre de mártires cristianos. Es la ley que Cristo nos dejó
al dar su propia vida para la grande y verdadera Redención funda-
mental. El mundo, este mundo judaico, pagano, sensual, soberbio y
satánico tiene que volver a Dios. Y quizá la expiación de muchas
\idas inocentes sea el camino de las grandes gracias de la Misericordia
tan escarnecida. Si esa hora viene, será la cultura integral, unitaria y
de jerarquía de los Jesuítas, que es la de Cristo y de su Iglesia, que
por algo es esta orden Compañía de Jesús, la que nos dará hombres
de la expiación. Y si quiere Dios que de esa hora nos veamos libres,
y no pase de la amenaza temida, será también esa cultura la que nos
dará los hombres capaces de cambiar, con su prédica y con su ejemplo,
la vida de los demás.

He terminado."

Leemos en un manuscrito de la época: "Construida la primera ala


del edificio,cuyo frente se encuentra en la calle Soriano, a 35 metros
de la calle Médanos, y sigue derecho ha.sta la calle Canelones, opuesta
a Soriano, es decir, un edificio de una cuadra de largo. 87 metros, con
veinte puertas al Este, a igual distancia, 2 metros y pico, y otras tantas
ventanas al Oeste, y por razón del declive del terreno con un piso bajo,
desde la mitad de la manzana hasta Canelones, con diez puertas a un
lado y otras tantas ventanaas o puertas al otro; y además, al lado Este
del frente, cuatro ventanas a la calle Soriano, con otras tantas al inte-
rior, 10 metros, formando todo el conjunto un gran martillo, sin corre-
dores ni segundo piso, sino campo por uno y otro lado, aunque cercado
por una ligera muralla alrededor de las cuatro calles".
"El 20 de febrero de 1880 — dice la misma versión manuscrita —
los primeros Seminaristas, que eran doce niños escogidos de familias
modestas o pobres, y ese mismo día empezaron los Ejercicios, que
han seguido haciéndolos todos los años, por este mismo tiempo, por
espacio de ocho días, y con riguroso silencio, como los nuestros (de

— 26 —
los Jesuítas). Desde un principio se les impuso un reglamento seme-
jante al de Religiosos Escolares y se determinó que no fueran
los
nunca a sus casas, ni aun en vacaciones ,1o cual ha dado muy buenos
resultados.
El primero de marzo se dió principio al curso con una clase de
ínfima, regentada porel P. José Antillach, que, al mismo tiempo, des-

empeñaba el cargo de Prefecto del Seminario."


Ese día primero de marzo, los Seminaristas oyeron Misa y co-
mulgaron de mano del Nuncio Apostólico, Monseñor Luis Matera,
quien les dirigió la palabra y se mostró muy complacido de la funda-
ción de este Seminario, y dijo que daría cuenta a Su Santidad, León
XIII, de tan fausto acontecimiento.
En 18S1 entraron los primeros alumnos seglares, en número de
cinco, siendo el primero de todos ellos el que más ha figurado, el
doctor Elbio Fernández, primer alumno seglar, primer bachiller y
primer abogado de entre los egresados del Colegio-Seminario. El
primer alumno de todos, el verdadero protoalumno, fué don Jaime Ros,
Cura de Tacuarembó desde 1890, actual decano de todos los Párrocos
del Uruguay, que ingresó unos días antes del 20 de febrero de 1880.
El P. Morel, en sus casi doce años de rectorado, construyó el
corredor del pabellón Central, levantó e! ala Sur del edificio, que corre
por la calle Canelones, que comprende al cocina y oficinas anejas, co-
medores, algunos estudios y el salón de actos públicos, la Iglesia y el
P. Garriga el ala de la calle Vázquez, al Este, y el P. Llussá echó un
tercer piso en todo el frente de la calle Soriano.
Con esto, dicho está, que la construcción de esta inmensa mole,
llevó más de 30 años. El que se haya construido en diferentes períodos,
no ha perjudicado a su unidad y armonía. Aun más ,el que, en 1898.
se derrumbase el techo del antiguo dormitorio de los pupilos, arras-
trando consigo parte del salón de actos, lejos de perjudicar a su armo-
nía de conjunto, la ha mejorado notablemente. El actual salón tiene
mejores proporciones, encaja mejor en el conjunto y facilita las comu-
nicaciones internas del edificio. Esa modificación que es la más pro-
funda de todas, ha sido muy feliz en todos conceptos.

CAPITULO IV
ORGANIZACION ESCOLAR Y MATERIAL DE ENSEÑANZA
El edificio está dividido en siete partes, que abarcan toda su
organización y da cabida a todo su material de enseñanza física, inte-
lectual y moral: las clases y los estudios, los gabinetes y bibliotecas,
los refectorios y los patíos, y, por último, la Iglesia.
En los estudios y clases, los alumnos tienen mesas individuales,
sencillas pero cómodas y adecuadas a su edad y condiciones. Hay diez

— 27 —
cursos: cinco de preparatorias, uno de ingreso y cuatro de bachillerato.
En todos ellos se estudia francés e inglés, y se van graduando los
demás estudios, conforme a los planes oficiales, a fin de poder rendir
a su debido tiempo los exámenes en la Universidad del Estado, condi-
ción necesaria, entre nosotros, para la validez de los estudios y de los
títulos.
Durante largos años, los alumnos del Colegio-Seminario se exami-
naban como alumnos libres, con satisfactorio resultado. Pues todos los
años se presentaban más de doscientos alumnos de bachillerato, rin-
diendo unos 1.200 exámenes, y de ellos aprobaban en noviembre el
81 %, término medio, oscilando los promedios entre el 78 % y el 83 % .

De los que caían en noviembre la mitad salvaban en febrero. De modo


que el resultado final de aprobados pasaba siempre del 90 %. Este
dato es tan sólido y seguro, que, habiéndose incorporado el Colegio-
Seminario el año 1933, pudo presentar reglamentados la casi totalidad
de los alumnos del Bachillerato, y no todos los que rindieron libres eran
incapaces de haberse presentado reglamentados.
Con lo dicho queda manifestado que el Colegio-Seminario del
Sagrado Corazón está ahora habilitado. Queda sujeto a la Inspección
Oficial y a la reglamentación universitaria correspondiente. Con ese
motivo ha sido visitado cuatro veces por la Inspección de Secundaria
y Preparatorios. La primera para averiguar el estado de su material
docente, en orden a la incorporación. Los gabinetes, las clases y las
bibliotecas y todo el material de enseñanza, tanto gráfico, mapas, etc.,
como el plástico, modelos de anatomía, zoología, botánica, mineralogía,
etc., y los laboratorios de física, química, merecieron los entusiastas
elogios de los señores inspectores, que parecieron salir muy complaci-
dos. La segunda inspección, con el mismo objeto, fué muy ligera y
llevada a cabo por el señor Presidente y dos miembros del Consejo
de Secundaria y Preparatorios, que también elogiaron la abundancia
y bondad del material.
Concedida la incorporación, el primer año no fué visitado el Cole-
gio-Seminario por la Inspección Universitaria, delicadeza que guarda-
ron, sin duda, para pulsar antes la marcha del establecimiento en los
exámenes de fin de curso, y después venir sin prejuicios, y con la con-
ciencia formada a la inspección a fondo que se le pasó en 1934, sin
dejar de visitar ni una sola materia, y haciendo en cada una de ellas
la inspección completa. La impresión, en general, fué buena, y en algu-
nas clases excelente.
Hicieron sus observaciones, muchas de ellas muy atinadas, y el
Colegio va ajustando sus resortes a su nueva situación; y sin duda
con ventaja en cuanto al resultado de los exámenes, que en 1893 mejoró
en un cuatro o cinco por ciento, en noviembre, y en 1934, fueron toda-
vía mejores en número y calidad y lo mismo en 1935. Examinaron los
profesores del Colegio, bajo la presidencia de los inspectores oficiales.
Para los alumnos es mucho más descansado y cómodo dar los exáme-
nes en esa forma, y al mismo tiempo sienten la presión de las notas

— 28 —
y lecciones de todo el año, que todas influyen en el examen final.. Su
escolaridad debe ser mucho más constante y firme, a fin de no expo-
nerse a perder la reglamentación, o a no sacar la nota suficiente para
presentarse a exámenes, que se obtiene de las reuniones de profesores,
los cuales se reúnen cada trimestre, para dar el promedio de las lec-
ciones y sacar de esos promedios el promedio trimestral, que se comu-
nica a la Universidad y a las familias, conservando en tensión la apli-
cación del alumno, su moral y disciplina. La última reunión de profe-
sores suele estar presidida por un inspector universitario; y ahora de
secundaria y preparatorios.
En cuanto al efecto moral y psicológico, el examen de los regla-
mentados no ha podido ser más halagüeño, en todos sus aspectos;
porque el Colegio-Seminario fué recibido en la Universidad con abso-
luta corrección, en forma absolutamente impecable, tanto por la direc-
ción como por el profesorado y alumnado en general; nos sentimos
como en nuestra propia casa. Y los exámenes fluyeron como una seda,
sin el menor tropiezo. Cuando los exámenes eran libres, se pasaba un
mes de zozobras y de trabajos; y los alumnos llegaban a rendirse de
cansancio. Cuatro o cinco exámenes se resisten bien; pero ocho, nueve
o diez exámenes dados cada dos o tres días, desmoralizan a cualquiera,
por fuerte y calibrado que sea. Mientras esos mismos exámenes, dados
en conjunto, suponen un esfuerzo aislado, mucho más llevadero y
mucho menos pesado. Acaban de obtener la exoneración de exámenes.
Actualmente, el Colegio-Seminario tiene en sus aulas unos 600
alumnos, que se dividen en las siguientes categorías: Apostólicos, Medio
pupilos, Externos con estudio y Externos. Su estado es floreciente y
digno de su larga y honrosa tradición.
En cuanto a su material de enseñanza, aunque siempre fué bueno,
ha mejorado siempre a través de su larga historia de 60 años. El Museo
de Historia Naí»ral se ha enriquecido en su parte de morfología exter-
na con abundantes y riquísimas piezas de la fauna y de la flora nacio-
nal, no solamente por el esfuerzo constante y metódico del P. José
Strássener, profesor tenaz de larga actuación, sino también por la
generosidad del Dr. Alejandro Gallinal, que al esfuerzo tenaz y metó-
dico, añadió un gran lote de piezas zoológicas de la fauna nacional
mandadas embalsamar por su cuenta y riesgo para diferentes museos
y regalando siempre las mejores y las singulares, al Colegio-Seminario,
colegio de su predilección, porque fué el que meció su cuna intelectual,
y es, sin duda, cuna de sus más gratos recuerdos en su vida de hombre
obrador y dinámico.
Tal vez la parte del museo que menos se ha enriquecido es la
flora, aunque tampoco se ha descuidado.
En lo tocante a la anatomía, osteologaí, genicología y todo lo que
se refiere a la biología, o investigación de las leyes de la vida, el
museo ,aunque elemental, es riquísimo, tanto en lo que se refiere a
la fauna como a la flora.

— 29 —
Posee, ante todo, una colección gráfica anatómica de primer orden
con unos 120 mapas de todos los tipos de la vida vegetal y animal, en
colores y de un insuperable relieve y de una presentación admirable,
que más de una vez han hecho lucir los actos públicos del Colegio-Se-
minario, después de haber ilustrado a los alumnos en clase.
Esta ilustración gráfica se completa con la parte ósea del gabinete
que es muy rica y posee abundantes esqueletos de diferentes tipos de
animales, así terrestres como acuáticos, mamíferos, reptiles, aves, etc.
Como Gabinete particular pocos habrá que sean tan ricos en el país.
Pero la veradadera riqueza del Museo de Historia Natural, con-
siste en su abundantísima colección de piezas plásticas de todos los
tipos de animales y plantas, que dan la impresión del estudio completo
y amplísimo de anatomía, desde el hombre hasta los tipos más ínfimos
de la escala zoológica, y lo mismo se diga de la botánica. Tanto del
reino animal, como del reino vegetal hay algunos ejemplares notables
por su magnitud y por su abundancia de datos y prolijidad de labor.
El reino mineral, está muy bien representado y clasificado por el
Dr. Enrique Gil, hombre eminente en la materia. Además de las piezas
clasificadas hay muchas, algunas de gran valor por su tamaño y rique-
za, de la mineralogía y geología indígena, que es, de la edad primaria,
de la formación de Matto Grosso; abundan los mármoles muy variados,
los cuarzos, las ágatas de finísimas aguas, los hidrolitos muy típicos
del Salto, cuya arena es de cuarzo y ágata pura. Algunas tolvas de
cuarzo cristalizado son muy buenas, no pocas amatistadas.

Del gabinete de Física, como profesor que he sido de la materia,


doy fe de que es muy completo y está en perfecto funcionamiento.
Durante bastantes años he podido hacer experimentos diarios en clase,
sin que nunca se me agotasen los elementos; y sin necesidad de un
año para otro, de repetir muchos experimentos. Además de la gran
riqueza de experimentos menudos de todos los tratados de Física,
posee la invalorable condición de tener tres aparatos poderosos con
gran acopio de enseres, que no deben faltar en ningún Gabinete de
Física, para que sea un Gabinete poderoso, en el cual se pueda confiar
de salir a flote en cualquier situación por difícil que sea; a saber: un
gran carrete de Ruhmkorff; un proyector universal de Leybold, y una
máquina neumática de Gaede. Esos tres aparatos, con sus respectivas
baterías completas, son el alma y la potencialidad de un gabinete y de
un laboratorio de física verdaderamente eficiente; y eso lo tiene, y de
muy buena cualidad, el Gabinete de Física del Colegio-Seminario,
amén de muchos otros aparatos de Física.
El inspector, Sr. Velazco Lombardini, que asistió a las clases de
Física, dijo en su informe que el Profesor hizo experimentos verdade-
ros. Pero les halló el defecto de que los hacía el Profesor y no los

— 30 —
mismos alumnos. Hay que distinguir entre los experimentos de cátedra
y los experimentos de laboratorio; entre los experimentos que hace, o
debe hacer el profesor para demostrar sus asertos; y los experimntos
que hacen o han de hacer los alumnos para entrenarse y ejercitarse
ellos mismos cuando quieren o tratan de especializarse en algún tema,
así de Física como de Química. Sería un error pensar que sólo han de
hacerse experimentos de cátedra; pero es un error, no menor, pensar
que sólo han de hacerse experimentos de laboratorio. Estos, durante
la formación del alumno, suponen su ignorancia y llevan muchísimo
tiempo; y se cometen muchos errores prácticos antes de que acierte en
un experimento bien hecho; y sólo pueden tener lugar, como cosa ordi-
naria, cuando se trata de formar especialistas. Mientras que los expe-
rimentos de cátedra, suponen la pericia del Profesor, y van siempre
a golpe seguro, sobre todo si el Profesor es diestro y se prepara. En
cursos de física, como los del bachillerato de ilustración general y no
de especialización, los experimentos de laboratorio, solo pueden tener
lugar en determinadas circunstancias y con determinados alumnos, y
eso al margen de la marcha ordinaria de la clase. De lo contrario se
exponen a perder el curso y a no salir ni especialistas ni alumnos de
formación general.
Por regla general, deben primar los experimentos de cátedra, que,
si se hacen bien, y a tiempo, ilustran perfectamente al alumno, le con-

vencen de la verdad y despiertan las vocaciones de especialistas, que,


en seguida empiezan a hacer experimentos, y a especializarse en las
cosas de su gusto.
En cambio los experimentos de laboratorio, en alumnos no for-
mados, y no iluminados por los experimentos de cátedra, desalientan
al alumnado y sólo graban en su imaginación el fantasma de los fra-
casos de una enseñanza fraccionaria y mal demostrada en los hechos.
Ese es mi leal sentir después de 38 años de cátedra.
El laboratorio y la mesa de cátedra de Química, constituidos, bajo
la dirección del P. José María Blanco, son del corte y estilo de los
del P. Eduardo Vitoria en Tortosa, muy completos y más que sufi-
cientes para el curso de bachillerato; y en el laboratorio pueden traba-
jar muy bien 18 alumnos a la vez, con sus respectivas tomas de gas y
de agua corriente.
No obstante, como en Física, los experimentos, dada la forma del
Bachillerato, han de ser de cátedra y no tanto de laboratorio, por las
-

mismas razones antes dichas. El material del laboratorio de Química


es muy completo y moderno, como el de Física.

En los tres Gabinetes se desarrolla gran actividad durante el


curso. En cierta ocasión, siendo yo Rector, mostraba el Colegio a un
caballero. Al entrar en el Museo de Historia Natural estaba haciendo
clase el P. Strássener, a la vista de varias piezas plásticas,
y no re-
cuerdo si también delante de alguna de esas láminas o mapas, que
llaman de Viena y que ya hemos descrito antes. Yo le seguí mostrando

— 31 —
el Museo, como si tal clase no hubiera;
y pensé que el caballero no
habría atendido a la clase para seguir nuestra conversación de cir-
cunstancias.
Acabada la visita, el caballero se despidió, sin mencionar para
nada la clase del P. Strássener en que yo casi no había advertido.
Pasado un año, o más, caundo yo menos lo pensaba, el mismo caba-
llero me recordó la visita y me ponderó con muchos detalles la clase
del P .Strássener, señal evidente de lo mucho que le llamó la atención
una clase tan práctica; y recorbada detalles y menudencias, que no
pudieron menos de llamarme poderosamente la atención. Lo cual de-
muestra, una vez más, que las explicaciones intuitivas de cátedra son
verdaderamente ilustrativas; y no es menester que sean precisamente
de laboratorio para la ilustración general.

CAPITULO V
VIDA INTELECTUAL: LITERARIA, CIENTIFICA,
FILOSOFICA Y TEOLOGICA.

Al concluir su Rectorado el P. Ramón Morel, habían salido los


primeros bachilleres y los primeros sacerdotes, lo cual importaba ya el
planteo normal de toda actividad literaria, científica, filosófica y teo-
lógica, que habían de medrar en las aulas del Colegio-Seminario y
desarrollarse más y más, como las partes de un organismo sano y lleno
de vida.
En 1885 salió el primer sacerdote, Pbro. Eusebio Clavell. Hizo su
carrera eclesiástica, en el Colegio de la Inmaculada, en Santa Fe, Ar-
gentina, y concluyó sus estudios en el Colegio-Seminario.
Recién en 1888, salieron los primeros sacerdotes, cuya carrera
fluyó íntegra en el Colegio-Seminario.
Eran éstos José Jacinto Catalá y Moyano, José Bergara, Manuel
González y Nicolás M. Berriel. Y
el 1890, antes de que el primer
Rector entregara el mando, salieron Jaime Ros, Antonio S. Ardoino,
José De Luca, Francisco Irisarri y Pedro Oyasbehere. De modo que el
P. Morel vió concluir la carrera a todos los alumnos fundadores que
perseveraron en su vocación, menos al P. Antonio Castro, S. J., que,
por haber entrado en la Compañía de Jesús, retrasó su ordenación
sacerdotal. Y ahora, a la vuelta de medio siglo, podemos afirmar que
todos ellos han sido, y son, gloria de la Iglesia y de la Patria, sin que
ninguno haya apostatado.
¡Qué difícil es que en una colección de doce no haya un Judas!
El mero hecho de que el primer Rector viera los primeros Sacerdo-
tes, ya demuestra por sí mismo que al bajar el P. Morel dejaba insta-
lados todos los cursos del Bachillerato y las Facultades de Letras,

— 32 —
Filosofía y Ciencias y de Teología del Seminario. La Iglesia estaba a
punto de inaugurarse y en marcha los tres Gabinetes de Física. Quí-
mica e Historia Natural, que siempre fueron de los buenos que hubo
y hay en Montevideo.
Toda esa gran máquina docente no ha parado un momento en
60 años de asidua labor. Por las aulas del Colegio-Seminario han pa-
sado más de seis mil alumnos, entre seminaristas y seglares; y de
ellos han salido casi todo el alto Clero, casi todos los actuales Prelados
de esta Provincia Eclesiástica, una gran pléyade de profesionales, in-
dustriales, comerciantes, estancieros, empleados, técnicos y hombres
que han desempeñado todas las humanas actividades. Para darse
cuenta de ello, basta dar una ligera ojeada al Catálogo General de
alumnos y ex-alumnos publicado en 1930, con motivo del cincuente-
nario del Colegio.
Los seminaristas, y con ellos los colegiales seglares, en los prime-
ros doce años siguieron los cursos clásicos del Ratio Studiorum, con
pequeñas modificaciones. Estudiaron, pues, latín y griego, humanida-
des y retórica, según los moldes clásicos, con el natural resultado de
formar hombres de excelente gusto literario y profundamente versados
en las lenguas clásicas, no menos que en las ciencias, la filosofía y teo-
logía. De esos tiempos son Elbio Fernández, Pedro Oyasbehere, los
dos Hargain (Luis y Juan), Timoteo Muns, Angel Navea, Jaime Ros,
Francisco Irisarri, Antonio Castro, Antonio S. Ardoino, Carlos Ferrés,
Agustín Aguerre. para no nombrar sino algunos de los principales.
Había cuatro cursos de humanidades, incluyendo la retórica, tres
de Filosofía y Ciencias Naturales y Exactas y cuatro de Teología;
pero seguían todos los demás cursos. Recién en 1891, empezaron a
darse por separado a los seglares, lecciones de Filosofía en Castellano.
Hasta entonces la habían estudiado en Latín. Este cambio fué una ne-
cesidad, tanto para el resultado de los exámenes, que, aunque nunca
fueron malos, exigían demasiado esfuerzo de parte de los alumnos,
cuya afición al Latín no creo que fuera muy profunda, y cada vez
le tenían menos amor, y hasta, al fin, verdadera repulsión e inquina,
quizá porque la formación clásica, se salía cada vez más de los moldes
de la enseñanza oficial, a la cual debían someterse, al fin de cuentas,
para hacer valer sus estudios en la vida práctica, que se hacía cada
día más absorbente de todas las humanas actividades.
Los Seminaristas y Seglares iban juntos en las clases, pero sepa-
rados en los patios de recreo, y en los salones de estudio. La vida inte-
lectual era común y la vida doméstica separada. Los Seminaristas
tenían sus exámenes de conciencia, oración mental y lectura espiritual,
y otros ejercicios espirituales propios de los que se preparan a servir
en el Santuario, que no son tan propios ni tan acomodados a los Segla-
res, en general, y deahí esa semi-separación de los alumnos de ambas
categorías. No sé lo que, en otros Seminarios haya sucedido: pero, en
lo que toca al nuestro, soy testigo de vista y puedo asegurar que ningún

— 33 —
daño se seguía a los Seminaristas en su trato con los Seglares, tal como
estaba planteada la disciplina entre nosotros.
Antes, Seminaristas eran un buen ejemplo para
al contrario, los
los Seglares y un noble competidor en el cultivo de las ciencias y de
las letras; pues era fama bien conquistada que los Seminaristas figu-
raban siempre, y en todas las clases, entre los mejores alumnos, no
sólo por su piedad, sino también por su aplicación al estudio y por su
aprovechamiento, tenaz y resuelto.
Y juzgando las cosas por sus frutos conforme al consejo del Di-
vino Maestro, en 44 años que duró ese período del Colegio-Seminario,
cuadrando de lleno el nombre a la categoría de los alumnos, de los
Seminaristas perseveraron el 52 % y muy pocos son los que han sido
,

infieles a su vocación, y en general se puede afirmar con toda verdad


que el clero de esa época ha sido santo e ilustrado; con la ventaja de
que los Seminaristas sacaban del Seminario sus mejores amistades y
sus mejores relaciones sociales. Eso me pasó a mí, y son testigos expe-
rimentales todos cuantos cursaron sus estudios en esa gloriosa época
del Colegio-Seminario, a la cual pertenecen, como ya indiqué antes,
casi todos los Prelados de esta Provincia Eclesiástica: el Excelentísimo
Sr. Arzobispo de Montevideo, Dr. D. Juan Francisco Aragone, y los
Excmos. Sres. Obispos de Salto y Florida-Melo, D. Tomás Gregorio
Camacho, D. Miguel Paternain, y el Dr. Alfredo Viola, Obispo Titu-
lar de Bitilio y Coadjutor de Salto con derecho a sucesión, consagrado
por el Excmo. Sr. Nuncio, Dr. Felipe Cortesi, en la Catedral de Mon-
tevideo, el 23 de agosto de 1936, y casi todo el alto clero de la Re-
pública. Al corregir estas pruebas el Dr. Viola es ya Ofispo de Salto
por la santa muerte de Monseñor Camacho.
El Excmo. Sr. Dr. D. Fray Antonio María de Montevideo, Arzo-
bispo de Macra y Coadjutor de Montevideo, no ha sido alumno del
Colegio-Seminario; pero no está desvinculado de él, puesto que hizo
allí su primera comunión y es un glorioso fruto del "Catecismo del

Seminario".
Los Seminaristas y Seglares tomaban de consuno parte en todos
los actos científicos, artísticosy literarios del Colegio-Seminario, que
en todos tiempos han abundado, como ornato y complemento de la
formación de los alumnos, y suelen siempre abundar en todos los esta-
blecimientos docentes regidos por la Compañía de Jesús. Esos actos
suelen ser públicos, privados y semipúblicos. Loe actos públicos se
tienen cinco o seis veces al año, con motivo de las concertaciones men-
suales y promulgación de dignidades y distribución de premios que se
hacen siempre con gran solemnidad y son muy típicas y muy propias
de los Colegios de Jesuítas. Suele de vez en cuando añadirse algún
acto público muy solemne con motivo de algún acontecimiento, como
el 25" aniversario del Centro Apostólico de San Javier, el cincuente-
nario del Colegio-Seminario y otros sucesos de esos que son como
hitos en el camino de la vida y de la historia.

— 34 —
Los privados se tienen en clase, o en algún salón, en presencia
sólo de losalumnos del curso, o de algún curso inmediato y de algunos
profesores. Los semipúblicos, en presencia de todo el Colegio, o bien
en presencia de las familias de un solo curso. Son siempre ejercicios
preparados ad hoc de las materias de clase. Entre éstos fué célebre un
acto de Retórica que dió el P. Blasco en 1890, delante de todo el
Colegio y de todo el Claustro de Profesores. Los alumnos merecieron
un caluroso elogio y ser propuestos como ejemplo a todos sus com-
pañeros por el P. José Saderra Superior de la Misión, que presidía
el acto.
En un excelente estímulo para foguear a
los cursos inferiores es
los niños y hacerles dar con viveza todo lo que saben, corregir al que
se equivoca y fijar los conceptos con precisión en la mente, con afición
y con la plena conciencia de que luchan por una causa, el de las Ban-
das de Roma y Cartago. Hay que ver el brío con que defienden los
derechos de sus respectivas Bandas y cuánta importancia dan a un
punto más o menos, para darse cuenta del estimulo y de! provecho que
se puede sacar de las Bandas romana y cartaginesa. Cada Banda tiene
su bandera y tableros de dignidades, que suman el estímulo corpora-
tivo al estímulo individual de los mejores.
Un día pasaban por el Colegio-Seminario dos visitantes yanquis,
que habían recorrido buena parte de Sud América y de nuestro país,
visitando establecimiento docentes, para llevar sus observaciones a Es-
tados Unidos. Al llegar a una Clase de Preparatoria, en que ardían
los desafíos, se quedaron inmóviles contemplando aquel espectáculo,
para ellos enteramente nuevo, y apreciando el fruto que se podía sacar
de un método tan racional y estimulativo.
No se crea, sin embargo, que, aun en los tiempos clásico del Ratio
Studiorum se descuidasen los estudios prácticos, o de seminario, como
se dice ahora. Voy a poner un ejemplo, sin duda, el más conspicuo
y
de que fui testigo y actor. En nuestro curso, en sexto año, éramos sólo
4 alumnos, Crisanto López y López, Amaro Carve, Ricardo Mackinon
y yo. Teníamos dos horas diarias bien completas de historia natural.
Era profesor el malogrado Dr. Enrique Gil. Creo que, lo menos, una
hora diaria empleábamos en el gabinete trabajando denodadamente en
clasificar rocas y minerales; y clasificamos
y catalogamos, 400 rocas
y 600 minerales, en total, 1.000 piezas. Esa fué una obra fundamental
para el Museo, debida, ante todo y sobre todo, a la pericia y eminencia
del Dr. Gil, siempre con la lupa en la mano y los reactivos a punto
para cerciorarse de las notas salientes de cada pieza, para clasificarlas
y rotularlas.
A la vuelta de muchos años he podido comprobar que nuestra
labor fué de un resultado permanente, a pesar del aumento de piezas
y a pesar de haberse trasladado de lugar varias veces el Museo. Nadie
se ha atrevido a modificar la clasificación del Dr. Gil.
De este episodio estudiantil son testigos y fueron actores el Dr.

— 35 —
Amaro Carve, miembro del Tribunal de Apelaciones, y el distinguido
galeno, Dr. Ricardo Mackinnon, que no me dejarán mentir.
Periódicamente, casi cada año, se practican trabajos prolijos, y a
veces profundos y muy detallados por los alumnos del Colegio-Semi-
nario, que son un verdadero esfuerzo de laboratorio. No pocos actos
de historia natural dados por los alumnos del P. Strássener
y algunos
del P. Viaplana, y del P. Emiliano Suárez son modelos de este género
de este trabajo intensivo y provechoso.

CAPITULO VI
VIDA ESPIRITUAL: FORMACION MORAL DEL CLERO
Y DEL LAICATO CATOLICO.
El tipo de enseñanza que, según el Dr. Lorenzo Martínez Vera,
el Uruguay debe a los Jesuítas, depende ante todo y sobre todo, de
la formación moral del Clero y del Laicato católico.
En la formación del Clero, siguieron siempre los Jesuítas del Cole-
gio-Seminario, el Ratio Studiorum, en el espíritu y en la letra. A cuatro
o cinco años de humanidades, añadían tres años de filosofía y cuatro
de teología escolástica, moral y derecho canónico y otras materias acce-
sorias como liturgia, historia eclesiástica, solfeo, música especial y otros
conocimientos que forman el ornato del Sacerdote y le dan conciencia
de su formación y eficiencia en el ministerio sacerdotal y en la direc-
ción de las almas. Pero eso sólo no forma al Sacerdote en toda su
plentud. Es menester la formación espiritual: y esa sólo se consigue
con el ejercicio de la virtud, la frecuencia de los Sacramentos y la
práctica de las buenas obras y en el propio vencimiento, con humildad,
constancia, piedad y entereza en el ejercicio de la vida cristiana, en el
recogimiento y oración.
Como ya indicamos, los Seminaristas no salían nunca a sus casas,
ni siquiera a vacaciones. Podrá eso discutirse desde el punto de vista
pedagógico; pero no se puede negar que era ya un ejercicio de abne-
gación y vencimiento propio. Hacían todos los años ocho días íntegros
de ejercicios en riguroso silencio. Hacían media hora de meditación,
oían misa, rezaban el Rosario todos los días y comulgaban con frecuen-
cia, acogiéndose en 1903 al decreto de Pío X de la Comunión fre-
cuente y diaria. Hacían examen de conciencia a mediodía y a la noche.
Tenían lectura espiritual diaria y plática una vez por semana. Su co-
municación con el Padre Espiritual y con los Superiores era íntima y
cordial; durante el curso, llevaban cilicio y tomaban disciplina en las
camarillas varias veces a la semana. Pasaban las vacaciones todos
juntos en Santa Lucía y los primeros jueves de mes solían ir al campo
a alguna quinta vecina de la Capital, generalmente a la de Jackson,
en Larrañaga.

— 36 —
.

A estos ejercicios de piedad y mortificación individual, añadían


otros de carácter apostólico y social.
En las postrimerías del siglo pasado y en los comienzos del pre-
sente, acudían muchos pobres a tomar la sopa; y los Seminaristas por
turno les hacían la doctrina cristiana y los preparaban para recibir los
Sacramentos y no pocas veces lograban conversiones y regularizaban
la vida de aquellos infelices.
Los domingos hacían el Catecismo en la Iglesia del Seminario y
los jueves solían ir a la Catedral para ayudar al Dr. Santiago Ha-
retche y a otros catequistas en el gran catecismo de la Metropolitana,
que llegó a ser célebre, por su organización y por su número.
Todos los domingos tenían ejercicio de declamación, predicaban
la homilía en la Iglesia los que se hallaban en condiciones; celebraban
la Misa cantada y daban por la tarde la Bendición solemne con el
Santísimo Sacramento. De esa época salieron muchos y muy buenos
maestros de ceremonias.
Todos, o casi todos, estaban inscritos en el Apostolado de la Ora-
ción y en la Congregación de San Luis y de la Inmaculada, de que
eran muy devotos; y celebraban la fiesta de San Luis Gonzaga con
grandes regocijos de iluminación y fuegos artificiales.
Y sobre todo, era notable su ritmo de vida, siempre tranquilo,
siempre ajustado al reglamento, siempre alegre, siempre marcado con
el signo del buen espíritu. A un trato sencillo, franco, expensivo y
cordial, añadían un tinte de seriedad y exactitud en la disciplina que
era el encanto de cuantos los trataban, y en especial de los forasteros
que pasaban por la Capital. Con motivo de la revolución del noventa
en la Argentina, no pocos argentinos sufrieron destierro y hubieron
de pasar largas temporadas en Montevideo. Entre ellos recuerdo al
Dr. Paco Ayerza, que solía venir al Seminario a tener recreo con los
Seminaristas con mucha frecuencia; y se hizo nuestro grande amigo.
Cuando se le permitió volver a su patria, tuvo la gentileza de venir
a despedirse de los Seminaristas; y con tono de gran sinceridad dijo
estas textuales palabras: "Lo mejor que he visto en Montevideo es el
Seminario, son los Seminaristas."
Era muy ordinario oir a Jesuítas que pasaban por Montevideo,
llevarse de los Seminaristas la mejor impresión, in utroque homine, en
sentido moral y científico. El P. José Saderra, Superior que fué nueve
años de la Misión, asistiendo a una mensual de teología en que defen-
dían Monseñor Antonio S. Ardoino y Monseñor Angel Navea, ambos
con el tiempo Vicarios Generales de Montevideo y de Corrientes, ar-
güyó a fondo, y convencido de la tesis contraria acerca de las obras
meritorias, y de su verdadero mérito ante Dios, con gran fuerza de
argumentos y grandes recursos dialécticos, en que era consumado
maestro con un gran dominio del latín; y cuando quizá los imperitos
habrían pensado que se había disgustado del acto, exclamó y me consta
de buena fuente: "Nuestros teólogos, esto es, los teólogos jesuítas,
podrán saber tanto como éstos .pero más no"

— 37 —
No se podía esperar un elogio más cumplido, ni de un hombre
inás eminente, más experimentado y serio.
Era muy frecuente oir a los viajeros jesuítas que pasaban por
Montevideo, y eran no pocos, porque por Montevideo pasaban todas
las excursiones de Jesuítas que viajaban hacia la Argentina y Río
Grande del Sur, en el Brasil, estas o semejantes palabras: "Este Semi-
nario parece un noviciado de la Compañía de Jesús", tanto era el fervor
que notaban entre los Seminaristas. Yo diría más bien, que parecían
un fervoroso estudiantado de la Compañía de Jesús por su vida interior
y por su aplicación al estudio, a las obras de piedad y de celo; y por su
recogimiento exterior apacible y nada fingido.
Los Seminaristas iban a clase con los Colegiales; pero en todo lo
demás, no se juntaban para nada con ellos. Durante los últimos años
tenían capilla aparte, pero siempre aun en los primeros tiempos oían
Misa a hora distinta. Tenían su dormitorio y sus salones de estudio,
sus patios y sus recreos enteramente separados de los alumnos seglares.
Monseñor Mariano Soler dijo en cierta ocasión solemne, que los
Clérigos formados por los Jesuítas en el Colegio-Seminario eran hom-
bres enteramente sujetos a la disciplina y a la voluntad del Prelado; de
modo que los podía mandar a donde quisiera sin que le opusieran la
menor resistencia; y los hallaba idóneos, por regla general, y ejercita-
dos en todos los ministerios.

Yen general, era proverbial entre los Jesuítas, la absoluta con-


fianza que en ellos depositaba Monseñor Soler, a tal extremo que, en
materia de ordenaciones, no hacía ni quería hacer sino lo que dispu-
siesen los Superiores del Seminario, lo cual era para éstos un verda-
dero compromiso de honor para no defraudar al Prelado ni cometer
la menor injusticia en materia de promociones.

En general podemos afirmar, sin temor de ser desmentidos, que


esta formación de nuestros Seminaristas fué muy bien recibida por los
hombres del siglo pasado, sin excepción ninguna, sobre todo, en nues-
tras filas. Mas a principios de este siglo, al cundir por el mundo el
modernismo, como una onda de frío, no faltaron voces que criticaran
esa formación como impropia para hombres que habían de vivir en el
siglo, tildándola de demasiado recogida y cenobítica.
Noobstante, esa formación y ese tenor de vida impuesto a nues-
tros jóvenes levitas no era sino un trasunto de las normas del Conci-
lio de Trento, en la reforma de los Seminarios, y por eso nuestro Semi-
nario, se llamó y fué siempre, conciliar. Y no otra fué la mente del
P. Ramón Morel, al concretar las doctrinas y preceptos del Concilio
Tridentino, y de nuestro Ratio Studiorum, en un conciso y breve regla-
mento, que constaba de sólo 27 artículos, y que encerraban todo el
programa de vida del Seminario, al cual supo imprimir toda la fuerza
de su férreo carácter y de ese invencible empuje que le dieron fama v
justo renombre, aquí y allende los Andes. Y lo que entonces era el
trasunto del Concilio de Trento, hoy encajaría perfectamente en los

— 38 —
preceptos del Derecho Canónico, que no ha hecho sino, regimentar,
afirmar y ampliar los preceptos del expresado Concilio.
Por lo demás, si hemos de aplicar la expresión evangélica del
Divino Salvador, por sus frutos los sonoceréis, la perseverancia del
^2 '
de los Seminaristas y la bondad de nuestro Clero, debemos con-
!

cluir, que los medios no podían ser mejores con relación al fin que se
proponían: la formación de un clero santo, sano y sabio.

Respecto de la formación espiritual de los laicos, se ha tenido


siempre en el Colegio-Seminario el mayor empeño, como que, para
muchas familias aun no muy católicas, y tal vez liberales, era ésta la
razón formal de colocar sus hijos en el Colegio-Seminario, con pre-
ferencia a las escuelas laicas, y descuidarse en esta materia hubiera
sido defraudar a las familias en sus mejores esperanzas.
En todos los cursos se enseña la doctrina cristiana, desde la pri-
mera preparatoria hasta el cuarto año de Bachillerato, con más o menos
intensidad según los cursos, y siguiendo un método graduado de ma-
,

terias y de repasos. Además, en primero y segundo año, se da un curso


completo de Religión; y en tercero, cuarto de Apologética, fuera del
Catecismo que siempre se repasa. De todas estas materias se da examen
y se ponen notas lo mismo que de las demás del Bachillerato, lo cual
fué muy encomiado por el Excmo. Sr. Arzobispo Dr. D. Juan Francisco
Aragone. desde su primera visita canónica a las clases de Religión,
que conforme a Derecho pasa periódicamente en cumplimiento de su
elevado cargo, haciendo resaltar en sus memoriales de visita la pre-
paración de los alumnos en esta materia de su incumbencia, como Pre-
lado y como Pastor.
Los alumnos del Colegio-Seminario oyen Misa cada día. Muchos
comulgan todos los días y todos con más o menos frecuencia. Rezan
el Rosario cada día. Los sábados cantan en la Iglesia, después de la

clase de la tarde las Letanías Lauretanas o algunas prácticas piadosas


en honor de la S. Virgen, cuya devoción se les inculca por todos los
medios posibles. Siempre se rezan algunas preces al principió y fin de
clase y ellos mismos han tomado la iniciativa algunas veces, en pre-
sencia de los Inspectores, señal ésta de fe, para que Dios les ayude
a salir bien de la prueba. Lo mismo se nota en los días de exámenes.
Casi no hay alumno que no oiga Misa y no comulgue en los días de
exámenes, así libres como reglamentados. Práctica ésta que llama la
atención de los nuevos alumnos y profesores, por lo general y espon-
tánea. Pues nadie, en general, los exhorta a ello.
Cada año hacen un triduo de Ejercicios Espirituales abiertos, con
un par de horas de clase al día. concluyendo con una Confesión y Co-
munión general de todo el Colegio, especie de Comunión Pascual. Todos
los años se da gran solemnidad, a la primera Comunión de un grupo
de alumnos pequeños. A ese acto se invita a las familias que acuden

— 39 —
en gran número. Comulgan con sus pimpollos. Cada Comulgante va
rodeado de todos los de su Familia. Y luego toman todos juntos con
sus respectivas Familias el desayuno en el salón de actos. Es esta una
de las fiestas más emocionantes y más educativas del Colegio-Se-
minario.
Practican todos los años el mes del Sagrado Corazón en Junio; y
el Corazón Divino. Patrón del Colegio y de la Iglesia, se cele-
día del
bra con toda solemnidad; y cantan la Misa los mismos alumnos; y por
ia noche recorre las naves de la Iglesia una solemnísima procesión, en
que se rezan las Cinco Visitas a Jesús Sacramentado y se concluye
con la Bendición del Santísimo.
Ningún mes, sin embargo, tan popular entre los Alumnos y las
Familias como el Mes de María, que suele celebrarse en la Misa de
ocho y media con toda solemnidad con inmensa concurrencia y Comu-
nión general diaria de los alumnos y del pueblo. Suele celebrarse en
octubre. El fruto espiritual de los meses de junio y octubre es evidente
y altamente educador y alentador. Son los meses que más contribuyen
a formar el carácter de los alumnos, y que más impresión hacen en su
vida; en especial el Mes de María, que no lo olvidan jamás, y muchos
deben a él su perseverancia en las buenas costumbres, en la fe católica
y en las prácticas de la Religión y en la devoción a María que es señal
de predestinación, como enseñan los Santos Padres.
Hay dos Congregaciones de la Virgen y San Luis Gonzaga para
los Alumnos Mayores y Menores respectivamente. En un principio
había una Congregación para Seminaristas y Seglares. En 1894, se
dividió en dos Congregaciones: una de Seminaristas y otra de Segla-
res. Más tarde esta última se dividió en dos y la primera desapareció
con la ida de los Seminarista a Santa Lucía y con la ordenación del
último grupo de Sacerdotes que cursaron en el Colegio-Seminario.
Hoy día esas Congregaciones están muy florecientes, con sus sec-
ciones de apostolado y de obras de misericordia con los prójimos y su
actuación en la Acción Católica.
Además florecen en el Colegio-Seminario la Obra de la Santa
Infancia y de la Propagación de la Fe; y con sus pequeñas limosnas
semanales aportan a fin de año muchos centenares de pesos, que mon-
tan algunos miles de liras. Cada año celebran el día Misional con aca-
demias y actos piadosos y colectas para difundir nuestra fe entre
infieles.

Cadadía tienen su lectura espiritual. Cada quincena su plática


en salones y cada domingo oyen la homilía en la Misa de nueve, que
los*

merece capitulo aparte. Esa Misa, llamada también de los Caballeros,


a que acude la Congregación Mayor; y no pocos de los Centros de
Estudiantes Católicos de ambos sexos y muchísimo público y las Fa-
milias de los niños, es una de las Misas impresionantes de Montevideo.
Siempre dan en ella tres Padres la Comunión largo rato. En cierta
ocasión, un ex-Alumno diplomático que había pasado largos años en

— 40 —
el Viejo Mundo, de vuelta a la patria, asistió a esa Misa, y al salir de
la Iglesia,exclamó: Aquí comulgan por multitudes.
Cuando el Padre Cendra tenía algún catecúmeno a medio caer,
a punto de dar el último paso en el camino de su conversión, y que nunca
acababa de darlo, solía introducirlo a esa Misa, con aquella su habili-
dad y su tino en el trato de gentes, y casi nunca le fallaba el tiro. Era
ese el golpe de gracia. Casi no había quien no se entregara.
Todos los veranos suelen venir turistas argentinos, y entre ellos,
no faltan católicos amigos, congregantes del Salvador y de otras Igle-
sias de la nación hermana; y siempre les hace esa Misa excelente im-
presión. Porque ven la Iglesia llena y a la gente comulgando en masa.
Y por eso mismo, esa Misa es altamente educativa y moralizadora
para los alumnos del Colegio-Seminario, que ven a sus hermanos ma-
yores, a sus Papas y a sus familias, cumpliendo con el precepto de oir
Misa los domingos, y con el consejo de comulgar con frecuencia, y
con el deseo de Jesucristo y de la Santa Iglesia, como lo enseña el Con-
cilio de Trento y lo ratifican Pío X
y el derecho canónico, que incluye
en sus cánones el Decreto piano, de la comunión frecuente y diaria.

Tampoco descuida el Colegio-Seminario la educación postescolar


de sus alumnos y de otros alumnos liceales y universitarios y caballeros
católicos de todas las profesiones y humanas actividades. Pero esto
pide capítulo aparte.

CAPITULO VII

EDUCACION EXTRA Y POST ESCOLAR


Academia literaria Uruguay. — Congregación Mayor: Su fundación y
del
objeto.— Palabras proféticas José López. — Desarrollo de
del P. laobra.
—Su estado actual. — Asociación de ex-Alumnos.

ACADEMIA LITERARIA DEL URUGUAY

Con el fin de "formar un centro de unión para los jóvenes que


quieran conformar sus ideas con los principios de la sana moral y filo-
sofía cristianas, y perfeccionar además los conocimientos adquiridos
en las aulas", según reza la primera Acta de la Academia Literaria del
Uruguay, se reunieron en la Biblioteca del Seminario Conciliar, bajo
la presidencia del P. Cándido Darner, los señores Luis Várela, Arturo
Semería, Jacinto D. Durán, Jacobo da Costa y Churruca, José J. Schiaf-
fino, Elbio Fernández, Gabriel Otero Mendoza, Damián Vivas Ce-

— 41 —
rantes, Eugenio Pérez Gorgoroso y Juan B. Schiaffino, dejando fun-
dada Academia, que había de vivir hasta el 14 de setiembre de 1896.
la
Esta reunión tuvo lugar el 4 de julio de 1888. La Academia, pues,
vivió ocho años florecientes, pero efímeros por su falta de duración.
Grandes personajes figuraron en sus filas. Además de los fundadores
ya enumerados, hallamos en sus actas los siguientes nombres entre
los académicos activos: José Pedro Espalter, Arturo Sienra, Jorge
Sienra, José de Luca, Luis Hargain, Pedro Oyasbehere, Carlos M.
Uriarte, José Pastor, Manuel Tiscornia, Bernardo Aguerre, Enrique
y Bernardino Ayala, Antonio y José Llambías de Olivar, Alfredo Aro-
cena, J. A. Méndez del Marco, Rafael Gallinal, Hipólito Gallinal (h.),
Angel Navea, Germán Vidal, Juan Llambías de Olivar, Roberto
Sienra, Alejandro Gallinal, Julio Bonnet, Juan Vicente Algorta y
varios otros.
Entre los Académicos honorarios, hemos de citar a Monseñor
Inocencio María Yéregui y Mariano Soler; a don Francisco Bauzá y
a los doctores Joaquín Requena, Francisco Durá, José M. Carafí,
Carlos A. Berro, Lorenzo Pons, Hipólito Gallinal, Juan Zorrilla de
San Martín, y tal vez algún otro.
Fué fundador y primer director de la Academia el P. Cándido
Darner, que presidió su primera sesión y redactó su reglamento, cuyo
ertículo tercero se expresaba en estos términos: "Aparte de estos ejer-
cicios literarios, la Academia conforme al espíritu de su institución,
invoca como Patrono al Doctor Angélico Santo Tomás de Aquino; y
en manifestación de su catolicismo, acudirá a la Sagrada Mesa .dos
veces al año, es a saber, el día de su Santo Patrono y en la fiesta
del Sagrado Corazón, titular del Seminario."

Su objeto el estudio de la filosofía y literatura cris-


principal era
ramos de la ciencia, a juicio de la Junta Direc-
tianas, sin excluir otros
tiva. Recorriendo las Actas se nota que la asistencia era ejemplar y
asidua y se presentaron muchos y muy buenos trabajos; pero nadie
igualó en laboriosidad y constancia al segundo Director de la Aca-
demia, que la gobernó desde el 11 de julio de 1888 hasta el 14 de
setiembre de 1896, el P. Julián Requena, el cual presentó un juicio
profundo, acabado y muy aplaudido sobre el Tabaré, otro sobre Pereda
y el y varias series de conferencias sobre los primeros prin-
realismo;
cipios de Spencer, sobre el estado .de sociedad y el principio de auto-
ridad, sobre derecho público eclesiástico, que llenaron buena parte de
casi todas las sesiones de la Academia en sus ocho años de vida.
Dió la Academia algunos actos públicos verdaderamente brillan-
tes. De alguno de ellos, dice el Diario de la Casa, que era de los
mejores que habían dado.
El 8 de diciembre de 1888, la Academia envió a León XIII, un
mensaje, en que hacía profesión de fe católica, se proponen oponer
los principios cristianos al crudo positivismo, que se profesa y se
enseña en la Universidad del Estado; le anuncia que ha nombrado

— 42 —
presidente honorario al Obispo de Montevideo, don Inocencio María
Yéregui; protesta de su completa adhesión y sumisión a las doctrinas
de la Iglesia y a la Cátedra de Pedro y pide la bendición Apostólica.
León XIII contesta, con fecha de 21 de junio de 1889, por medio
del Secretario de Estado, Cardenal Rampolla, haciendo resaltar la
complacencia con que Su Santidad había recibido la carta de la Aca-
demia, acepta sus ofrecimientos y les imparte de todo corazón la ben-
dición Apostólica.
Pero León XIII hizo mucho más para distinguir a la Academia,
cuyas doctrinas tomistas eran muy de su agrado. Muerto don Inocen-
cio María Yéregui, le sucedió el Dr. Mariano Soler, el cual se con-
sagró en Roma, y al volver a Montevideo, trajo un recuerdo y una muy
especialísima bendición para la Academia Literaria del Uruguay. La
bendición la recibieron los Académicos en la misa que les ofició Mon-
señor Soler en un día del mes de setiembre de 1891. Y el recuerdo,
y al mismo tiempo finísimo obsequio, que revela no menos el prestigio
y valimiento de Soler ante la Santa Sede que el aprecio que ésta hacía
de la Academia Literaria del Uruguay, reveló al público y se puso de
manifiesto en un acto literario-musical presidido por el mismo Monse-
ñor Soler; y consistía en permitir que la Academia Literaria del Uru-
guay, pusiera en su escudo la estrella que figuraba en el cielo del
escudo del mismo León XIII, rodeada de esta inscripción en semicírcu-
lo: Ecce Leo benedixit nos. Aun hoy día se ostenta en los salones de

la Loyola el escudo de la Academia, con ese letrero y esa estrella de


León XIII.

CONGREGACION MAYOR

Su fundación y su objeto. — Palabras proféticas del P. José López. — Desarro-


llo de la obra. — Su estado actual.

La Congregación Mayor y ha sido siempre, una inmarcesible


es,
gloria del Colegio-Seminario. Fué
su fundador religioso el P. José
López; y el primer seglar que promovió el asunto de su fundación fué el
^Drotoalumno seglar del mismo Colegio, los cuales hablaron con varios
amigos y profesionales; y en junio de 1902, lanzaron la siguiente invi-
tación que concreta bien el título que siempre ha tenido la Congrega-
ción y el intento de sus fundadores, y por eso nos parece oportuno
trasladarla íntegra al papel. Dice así:
"Congregación Mayor de !a Inmaculada Virgen María y San
Luis Gonzaga. —
Colegio-Seminario. —
Montevideo, 15 de junio
de 1902.
Distinguido amigo y compañero: se han cumplido nuestros ardien-
tes votos por la creación de una Congregación Mayor, a la que pudié-
semos seguir perteneciendo los que tuvimos la dicha de estar cobijados
bajo el manto purísimo de la Inmaculada, y a la que pudiéramos atraer
a los que deseen ser Congregantes de la Virgen.

— 43 —
-

Pueden pertenecer a nuestra Congregación los caballeros de


carrera,hayan o no tomado estado; los jóvenes que siguen estudios
y los ex-alumnos del establecimiento; teniendo siempre presente los
dotes morales; pues, en empresas de este género, vale más la calidad
que el número: buenos, aunque sean pocos.
Pretendemos también reanudar los trabajos de la Academia Lite-
raria del Uruguay, con elementos de nuestra Congregación, y trata-
remos de formar .desde luego, una selecta biblioteca, para uso de
nuestros Congregantes.
Por ahora téndremos la reunión mensual los segundos domingos
de cada mes, oyendo el Santo Sacrificio de la Misa, y comulgando a
las 8 ante meridiem. En el mismo día, y con la misma Comunión, se
pueden ganar las indulgencias concedidas al Apostolado de la Oración.
Esperando que usted se dignará adherir a nuestra obra, lo invi-
tamos para la reunión del 21 del corriente.
Con tan fausto motivo, afectuosamente lo saludan. — Elbio Fer-
nández. —
Juan Zorrilla de San Martín. —
Rafael Schiaffino. — Enri-
que Ayala. —
Antonio Llambias. — Carlos Ferrés. — Elzeario Boix.
— José M. Reyes Lerena. — Carlos M. Gurméndez."
"Llegó el deseado día, prosigue el Libro de Actas, y no se vieron
frustradas las aspiraciones de los generosos invitantes. La frecuencia
de caballeros y jóvenes superó las mejores esperanzas".
El P. Rector José López, después del desayuno, dirigió la palabra
a los concurrentes, tomando como tema estas palabras del libro de los
Paralipómenos: "No tengáis miedo; pues, no es vuestra la batalla sino
de Dios. Veréis el auxilio de Dios sobre vosotros; con vosotros estará
el Señor."

No es posible copiar todo el discurso del P. López, que todo


consta en Actas, señal de la importancia que le atribuyeron los Con-
gregantes; y por lo mismo, es imposible pasarlo, en absoluto, por alto.
Extractaremos sus párrafos más salientes, y que mejor pintan el
objeto y la índole de las Congregaciones Marianas, y en especial, de
la Congregación Mayor. Algunas de sus palabras no se cumplieron,
como la reanudación de la Academia Literaria del Uruguay, que nunca
llegó a cuajar en la Congregación Mayor. Pero otras son verdadera-
mente proféticas.
He aquí algunas de sus palabras. "Ya hemos empezado a unirnos
y este pequeño ejército será como el de los valientes Macabeos, que,
pocos en número .pero ayudados de la diestra del Altísimo, destrozaron
completamente a sus tiranos. Tened fe, señores, en Dios, y en vuestro
esfuerzo. Esta planta, hoy débil, se hará pronto un árbol corpulento;
cada día brotarán nuevos retoños; su fruto será copioso y saludable".
Luego con verdadera elocuencia expuso el P. López, los efectos
de la unión en las Congregaciones Marianas. "Congregación, dijo,
quiere decir unión; y la unión hace la fuerza: vis unita fortior. Débiles
son los hilos con que se hace una maroma; aislados se rompen fácil

— 44 —
mente ;pero unidos en varios ramales y retorcidos éstos entre sí,
¿quién será capaz de romperla? Es tan fuerte que encadena cabe los
muelles .a los más poderosos navios .sin que sea parte a romperla la
furia de los desencadenados vendavales.
La Unión es una fuerza poderosísima; y esto lo mismo en las
cosas materiales que en las morales.
De las materiales nos ofrece por doquier ejemplo la naturaleza:
débiles son las gotas de agua. que. unidas, producen desvastadoras
inundaciones: débiles las chispas de fuego, que. unidas, producen bo-
rrascosos incendios: débiles las fibras vegetales, que, unidas, forman
tortísimos maderos: débiles los granos de arena, que. unidos, ciñen,
como barrera, el inmenso mar. y resisten el furor de las tempestades;
débiles la hormigas, pero unidas, trabajando de consuno, excavan los
cimientos de las casas:. y así de todas las demás cosas: de manera
. .

que. si tendemos nuestra mirada por todo el mundo visible, veremos,


sin grande esfuerzo, que las fuerzas incontrastables de la naturaleza,
no son sino en conjunto, unión de muchas fuerzas, en sí muy débiles.
Pasemos ahora a humanas y morales. El hombre pronto
las cosas
se dió cuenta de unión hacía prodigios. Juntáronse por primera
que la
vez en las llanuras del Senaar. y levantando aquella soberbia torre que
se llamó Babel, sólo cesaron cuando los separó el Señor; juntáronse
después para acometer hazañas memorables: y no fué. señores, sino
la unión la que produjo esos hechos legendarios, que narra la historia
en gloriosas páginas: triunfó la unión en las valientes lanzas de la
legión macedónica, en las legiones romanas, en la invasión de los
pueblos bárbaros, que. como torbellino, arrasaron a la antigua Europa;
en la invasión de los árabes, que arrolló al pueblo visigodo;.
. en una
.

palabra, en todas aquellas hazañas, en que la constancia y la fuerza


obtuvieron la palma del triunfo, fué la unión y sólo la unión, la que
condujo a los hombres a la cumbre de la gloria.
Y lo mismo podemos decir de las cosas morales. ¿Qué vale la
opinión de un hombre solo? ¡Poca cosa! Pero haced que muchos
piensen y sientan de la misma manera, y veréis cómo avasalla las mu-
chedumbres. ¡La opinión! Ya sabéis, señores, que ella es la señora
del mundo. .Uniéronse los hombres en la fe cristiana y sepultaron
.

para siempre el Paganismo; unos cuantos misioneros con San Agustín


de Cantorbery recorren la Inglaterra y la hacen cristiana; dos herma-
nos, unidos en la fe. los Santos Cirilo y Metodio. conquistan la Eslo-
vaquia; y un puñado de misioneros planta la Cruz en el corazón gentil
de América.
Los hombres unidos en una idea, transforman el mundo, fundién-
dolo en su idea. La fuerza unida constituye un poder incontrastable.
. .

De aquí nació, en el seno de la cristiandad, la idea de las Congrega-


ciones. Las Congregaciones regulares, que han extendido su acción
benéfica por el universo mundo: y las Congregaciones seglares, que
van atrayendo a su seno a las sociedades y a los pueblos .

— 45 —
Hace el Padre López una digresión por las diferentes clases de
sociedades y por las Congregaciones del extranjero; y luego prosigue:
"¿Dejaría nuestro querido Montevideo de formar también Congre-
gaciones que den savia vigorosa al árbol de la Religión Cristiana? No,
señores, y la idea, lo confieso, no partió de nosotros; partió de uno
de nuestras más queridos amigos, del primogénito de este Seminario,. . .

lo diré, aunque su modestia y humildad se den por ofendidas, del Dr.


/ Elbio Fernández, que me habló con ardoroso celo, de la necesidad de
reunir nuestros elementos dispersos.
El, fe, y ardiente amor a la causa cristiana, vió,
en su profunda
no que nuestra juventud, la juventud formada en este Cole-
sin dolor,
gio-Seminario, y lo mismo puede decirse de otros establecimientos
católicos de enseñanza, se segregaba luego de terminar sus estudios,
y se segregaba ¡ay! tal vez para nunca más juntarse. . Era necesario,
.

absolutamente necesario, crear una Congregación, con la que se for-


mase una no interrumpida unión con los que salen y con los que
quedan, para que los primeros permaneciesen unidos y los segundos,
en su salida, se incorporasen a éstos, formando un núcleo poderoso,
que más tarde influyese en esta querida república.
Por fortuna, señores, contábamos con la buena voluntad de
nuestros amigos del foro y de la medicina, falange esclarecida que no
ha vacilado un punto, en ponerse al servicio de tan santa causa. Ella
fué la primera masa, que, cumpliendo con la ley física de las atraccio-
nes, ha incorporado a sí nuevos elementos, la que ha sido de simpático
ejemplo para los jóvenes, la que, con el tiempo, ha de contemplar, hon-
damente satisfecho, levantarse majestuoso .esbelto, imponente, y como
faro de luz esplendorosa, derramar a torrentes su benéfica luz, sobre
nuestra queridísima juventud oriental.
Consulté el asunto con mis Superiores y tuve el júbilo inmenso
de ver que la bendición copiosa descendía de las alturas. Nuestro que-
rido P. Antonio Garriga, Superior de la Misión, la aprobaba con aplau-
so entusiasta, y mi Reverendísimo Padre General, Luis Martín, la es-
trechaba contra su pecho. Quiero, señores, poner aquí sus textuales
palabras. que traducido es como sigue: "También me gozo de que
. .

V. R. haya establecido una Congregación en la que se fomente la


piedád y se conserven las buenas costumbres de los alumnos, que, ter-
minados sus estudios en el Colegio, se apartan de nuestro lado".
"La buena obra, pues, estaba hecha; Dios la bendecía". Y después
de varias consideraciones, prosigue: "Señores, procuraos convertir en
Apóstoles de vuestra Congregación Mayor; procurad traer a ella
cuantos buenos elementos estén a vuestro alcance; nosotros os la au-
mentaremos cada año con los alumnos que salen de este Colegio;
haced el propósito de presentar cada uno de vosotros uno más en las
reuniones mensuales; vuestra Congregación irá creciendo, llegará a
ser una fuerza formidable; y de ella, nosotros a nuestra vez, os iremos
dando elementos para todo; para el Club Católico, para el Círculo

— 46 —
de Obreros, para las Conferencias de San Vicente, para la prensa,
para el foro, para la propaganda; en una palabra, para todas las obras
de regeneración cristiana, que tan noblemente defienden la causa de
Dios en la República ".
Hace el orador una lijera alusión a los diez primeros Padres de
la Compañía de Jesús y a los Treinta y Tres Orientales, primer núcleo
de la Compañía y de la Patria; y luego concluye: "Sangre de valientes
corre por vuestras venas; hijos sois de héroes, de aquellos héroes que
llevaros también sus proezas al otro lado del anchuroso Plata, for-
zando a los ingleses a abandonar la capital del Virreinato, tras la ver-
gonzosa derrota que vuestros padres les infligieron.
Yo, señores, me traslado con la imaginación al porvenir, y veo
que vuestra Congregación crece, aumenta, se dilata, se impone. Yo la
contemplo celebrar con júbilo sus bodas de plata; no ya en este red-u-
cido local, pues no cabrán en él, sino llenando por completo el amplí-
simo salón de actos que tenemos encima. Los que viváis, señores, ¡con
qué placer contemplaréis vuestra obra! ¡La juventud bendecirá vuestro
nombre, y os mirará con cariñoso respeto! ¡La patria os sentará entre
sus mayores bienehechores!"
Hay en el discurso del P. López, que acabamos de extractar, pala-
bras de alta visión del porvenir, palabras verdaderamente proféticas,
por lo menos en el sentido lato de la palabra. Pues la Congregación
Mayor ha suministrado abundante persona!, y éste es una de sus más
puras glorias, a las Conferencias de San Vicente de Paúl. Todos los
Consejos de la Capital cuentan con miembros Congregantes; y es de
ver la solicitud, con que después del acto de la Congregación, los do-
mingos, se combinan las parejas para visitar a los enfermos.
Muchos socios del Club Católico, son y han sido siempre Congre-
gantes de la Congregación Mayor. Varios de los presidentes del
Círculo Católico de Obreros han salido de las filas de la Congregación
Mayor.
De la Congregación Mayor, y uno de sus fundadores, es el pri-
mer presidente de la Junta Nacional de la Acción Católica.
La Congregación Mayor, no solamente ha sido la primera insti-
tución que adhirió a la A. C. el mismo día de su fundación, sino que
ya dos años y medios antes, el 31 de marzo de 1932," a raíz de la fa-
mosa semana de estudio y oración dictada por el Dr. Antonio Caggia-
no, hoy dignísimo Obispo de Rosario, determinó efectuar esa adhe-
sión, apenas se fundase la Acción Católica, como así ejecutó el mismo
día de su fundación, el 28 de octubre de 1934, y lo comunió por nota
una semana después a la Junta Nacional de Acción Católica, merecien-
do por ello la bendición y un franco aplauso del Excmo. Sr. Nuncio
Apostólico, Dr. D. Felipe Cortesi, que, en carta al P. Juan Faustino
Sallaberry, del 25-XI-1934, escribía: "Acabo de enterarme con agrado
de la adhesión, que la Congregación Mariana ha presentado a la Junta
Directiva de la Acción Católica, recién constituida en el Uruguay, No

— 47 —
otra cosa podía esperarse de una instituteión regida por los Padres
Jesuítas, siempre atentos a conocer y traducir en la práctica, las direc-
tivas y augustos deseos del Santo Padre.
La adhesión de las Juventudes Marianas a las Asociaciones Juve-
niles de la Acción Católica", es asunto de suma importancia, que está
nítida y perfectamente precisado en la carta del Eminentísimo Card.
Pacellí, Secretario de Estado de Su Santidad. Los principios cristianos
que este documento fija y las normas que traza, deben formar objeto
de atento estudio y deben seguirse fielmente, si en verdad se desea el
adelanto y el florecimiento de las dos instituciones, fundadas en-frater-
nal concordia y mutuo aprecio. No dudo que así será, bajo la experta
y celosa guía de los dirigentes; y, al felicitar a V. R. por el bien feliz-
mente iniciado, le saludo y bendigo, rogándole quiera llevar este salu-
do y esta bendición a todos nuestros queridos Congregantes". — Así
Monseñor Cortesi.
La Congregación Mayor tuvo, pues, la doble gloria de ser la pri-
mera en adherir a laAcción Católica y provocar un documento orien-
tador del Representante de la Santa Sede entre nosotros.
En estos momentos está empeñada la Congregación Mayor en una
obra que no es suya, sino de todo el pueblo uruguayo, y en especial,
de todo el Catolicismo uruguayo y de toda la Iglesia Católica del Uru-
guay, y si la ha emprendido la Congregación, no es porque tenga con-
ciencia de que pueda llevarla a cabo por sí misma, sino porque alguien
había de tomar la iniciativa, y porque sabía que había .de contar con
el apoyo moral y material de los Prelados y de todos los hombres y
mujeres de bien de esta generosa y cristiana tierra, en una causa que
atodos les es cara, y que todos la miran como cosa suya; y que, puesta
en vías de realizaciones, no le faltarán recursos materiales y ni el con-
curso decisivo de todas las voluntades.
Se trata de introducir la Causa de Beatificación y Canonización
del Siervo de Dios Don Jacinto Vera, el hombre más popular y más
conocido en todo el Uruguay, primer Obispo de Montevideo y el ver-
dadero Apóstol de la República Oriental del Uruguay, en la verdadera
acepción de la palabra.
El
1 1 de mayo de 1930, a moción del P. Director, la Junta Direc-
tiva,por aclamación, tomó la iniciativa a fin de introducir jurídicamente
la Causa de Beatificación de Don Jacinto Vera. Repartió paradigmas,
a fin de que los fieles hicieran esa petición al Ordinario, y en poco
tiempo, sin ningún esfuerzo ni mayor organización, recogió cerca de
30.000 firmas, que, encuadernadas en tres gruesos volúmenes, entregó
al Excmo. Sr. Dr. D. Juan Francisco Aragone, a quien se dirigió por
nota del 29 de Junio de 1930, pidiendo en nombre propio y de todos los
Católicos uruguayos, la Introducción de la Causa por ante Tribunal
competente, conforme al canon 2003; pasó traslado de la nota a los
Sufragáneos, Excmos. Sres. Tomás Gregorio Camacho y Miguel Pa-
ternain, y dió la noticia al Excmo. Sr. Nuncio, Dr. D. Felipe Cortesi,

— 48 —
en un telegrama con 106 firmas de todos los dirigentes católicos de
Montevideo y algunos de la campaña, de esa petición, que la creía de
todo el pueblo uruguayo y que iba de hecho respaldada con 30.000
firmas recogidas de improviso.
£1 Excmo. Sr. Arzobispo aceptó, en principio, la introducción de
la Causa, en nota del 26 de julio de 1930. "En contestación (a la nota
del 29 de junio), pláceme, escribía, manifestar que aplaudo y acojo
con el mayor entusiasmo la feliz iniciativa de la benemérita Congre-
gación Mayor; y que será para mí un honor y una inmensa satisfacción
el poder contribuir a la glorificación del que fué modelo de Prelados y

dechado de virtudes, haciendo que se instruya en esta Arquidiócesis,


ante Tribunal competente, la Causa de su Beatificación".
En análogos términos contestaron Monseñor Camacho y Pater-
nain. aplaudiendo, sin reservas, la iniciativa de la Congregación Mayor.
El 27 de octubre de 1930, Monseñor Aragone ordenó a la parte
actora nombrase postulador de la causa de Beatificación y Canonización
del Siervo de Dios don Jacinto Vera.
En consecuencia, la Congregación Mayor, que aceptó el encargo,
por nota del 20 de febrero de 1931 nombró Postulador de la Causa,
en Roma, a Monseñor Eduardo Prettner Cippico, quien ha aceptado
el cargo ya ha inscrito su mandato en la Sagrada Congregación de
Ritos, para emprender inmediatamente el proceso diocesano, en orden
a la Beatificación de D. Jacinto Vera.
Llenados todos los trámites legales, el Excmo. Sr. Dr. D. Juan
Francisco Aragone, nombró el Tribunal competente, de que él mismo
es Juez Ordinario, y además, ha nombrado Juez Delegado y Presi-
dente del Tribunal, al Canónigo don Eusebio Clavell; Jueces Adjuntos
Delegados a los Canónigos José Bergara y Germán Vidal; Fiscal De-
legado al Canónigo Dr. David Giordano; Notario Delegado al Pres-
bítero don Atilio Nicoli y Notario Aljunto Delegado al Pbro. José Fe-
lipe Elizalde. Los cuales prestaron juramento y tomaron posesión de
sus puestos el 7 de julio de 1935, quedando ese mismo día, de hecho
y derecho introducido el proceso ordinario de Beatificación y Canoni-
zación del Siervo de Dios don Jacinto Vera. Ahora es juez delegado
el Excmo. Sr. Dr. Antonio María Barbieri.

La parte actora es la Congregación Mayor. El Vice Postulador


extra Urbem es el Pbro. don Martín Héctor Tasende.
Ya están examinados todos los testigos oculares y de la tradición
presentados por el Vice Postulador; se han coleccionado los escritos y
se han presentado a la Sagrada Congregación de Ritos, con la eficaz
ayuda del Dr. Secco Illa, nuestro Embajador en el Vaticano, y presi-
dente de la Congregación Mayor.
De las estampas del Siervo de Dios, con oraciones y sin reliquias
se han agotado dos ediciones de 10.000 ejemplares cada una y está
en venta otra preciosa edición de Mosca Hermanos sin número; y
por fin se reparte gratuitamente una quinta edición de 10.000 ejem-

— 49 —
piares con reliquias del Siervo de Dios, que son muy estimadas de los
fieles, que buscan con sumo interés.
las
El Siervo de Dios, Don Jacinto Vera, va concediendo muchas
gracias y favores, muchos de ellos muy extraordinarios, que van difun-
diendo y arraigando, cada vez más su devoción en el pueblo.
La obra de más aliento y trascendencia que ha emprendido la
Congregación Mayor es, sin duda, ésta de la Causa de Beatificación
y Canonización de Don Jacinto Vera.
En estos últimos tiempos la Congregación Mayor ha mejorado su
local y ha renovado, lenta pero firmemente su mobiliario. No ha des-
cuidado nunca su biblioteca, adquiriendo en tiempos para ella difíciles,
todo el diccionario de Espasa y otras obras de consulta muy necesarias
a los Estudiantes, los cuales no solamente han frecuentado su biblio-
teca, sino también preparaciones plásticas y su microscopio, con no
poco provecho para sus mejores y más asiduos alumnos en la aplica-
ción y el estudio.
Con más o menos fortuna se ha ocupado de la catequesis de ba-
rrios, apostolado verdaderamente fecundo y muy necesario para la di-
fusión de nuestra fe. Fundó su primer Catecismo en el barrio de la
Mondiola, llamado Santa Teresita del Niño Jesús; otro en la Cuchilla
Grande y cuatro en el Cerro y atendió otro en Larrañaga y Monte
Caseros, en todos los cuales trabajaron no poco el P. Delfín Grenón,
P. Guillermo Furlong y P. Juan F. Sallaberry.
Ahora van los Congregantes todos los domingos al Sanatorio de
radiología, o sea, del cáncer; y ejercen su apostolado de caridad y salud
de las almas.
Actualmente la Congregación tiene más de mil socios inscritos,
de los cuales asisten a la procesión de Corpus unos seiscientos a ocho-
cientos y asiduamente a los actos de la Congregación alrededor de
trescientos o trescientos cincuenta, y de ellos unos ciento cincuenta con
absoluta asiduidad. El estado de la Congregación Mayor es floreciente
y goza de muy buena estima en las filas católicas.
Desde hace muchos años, un buen grupo de la Congregación
Mayor hace los Ejercicios cerrados de San Ignacio en Larrañaga.
Muchos años se los dió el P. Castro y el P. Cendra sin contar otros
Padres que se han ido sucediendo en este Santo Ministerio.

ASOCIACION DE EX-ALUMNOS DEL SAGRADO CORAZON

La fundación de la Asociación de ex-Alumnos era una necesidad


sentida en Colegio-Seminario, desde muchos años. Hace unos tres
el
lustros, hablamos seriamente sobre el asunto con varios ex-Alumnos.
Y recuerdo que uno de los que más empeño mostraron, en aquella
ocasión, fué el entonces Bachiller, José Agustín Aguerre Escardó.
Parece que en ocasiones las cosas que más se desean son las que
menos se realizan. Esta fué una de ellas por muchos y largos años.

— 50 —
Por fin, el 31 de julio de 1934, día de Nuestro Santo Padre Igna-
cio de Loyola, un ex-Alumno, bautizado precisamente en la Pila de
Aspeitia, la misma en que fuera regenerado con las aguas lústrales,
nuescro Santo Patriarca, el Dr. Ignacio Zorrilla de San Martín, aca-
bada la comida, cuando ya se había dado la acción de gracias; y todos
levantados de la mesa se disponían a marcharse o a charlar amigable-
mente por rincones y corredores, dejó oir su potente voz tras un toque
de alarma del P. Rector, José Strássener; y propuso sin ambajes ni
rodeos la idea de fundar la Asociación de los ex-Alumnos.
Todos escucharon, guardando sus posiciones, sin acercarse ni ale-
jarse del orador, y todo pasó como un sueño o como una ráfaga de
luz, que alumbra repentinamente el horizonte y luego lo deja como
estaba antes. Por lo que a mí toca, pocas o ningunas esperanzas tuve
de que aquello diera resultado. Todos aplaudimos y nos fuimos. A
todos
nos encantó la idea, pero no creo que nadie saliera con la idea de que
la institución estaba fundada. No obstante, la idea lanzada al vuelo,
en un círculo tan reducido de sólo ex-Alumnos, había de ser semilla
de mostaza, según la frase evangélica, que muy pronto se había de
convertir en realidad y en árbol frondoso y lozano.
Pasado un tiempo, hablaba yo con un un ex-Alumno mío y del
Colegio-Seminario, y le conté el episodio del discurso de Zorrilla. A
mi
hombre le cayó tan al firme la idea, que exclamó entusiasmado:
—Pero, y como no. Esa idea hay que llevarla adelante.
Y, diciendo y haciendo empezó a trabajar al firme, buscando socios
personalmente uno por uno. Profesional y hombre joven y de un entu-
siasmo infantil por su Colegio-Seminario, supo contagiar a varios y
éstos a otros; y así fué creciendo el alud; y el 26 de abril de 1935. casi
nueve meses después del discurso de Zorrilla de San Martín, se fun-
daba la Asociación de los ex-Alumnos del Colegio del Sagrado Cora-
zón, con unos cuarenta socios, fervorosos y decididos.
Ese mismo año, al día del ex-Alumno acudieron más de doscien-
tos,superando todos los cálculos; y este año eran cerca de quinientos.
Han publicado ya sus estatutos. En su primer artículo se establece
que "ha sido fundada con el doble fin de mantener y estrechar los
vínculos de amistad y compañerismo contraídos en el Colegio, y de
velar por los intereses del mismo en lo que concierne a asegurar su
estabilidad y a facilitar el desenvolvimiento de su acción educadora".
Nota simpática de los Estatutos es la de fomentar entre los miem-
bros de la Asociación "protección y solidaridad mutua en toda su am-
plitud"; y la creación de una comisión especial para la defensa del
Colegio.
La Junta Directiva se renueva por mitades cada año, en la Asam-
blea Ordinaria que se reúne el último sábado del mes de mayo. Para
ser Socio se requiere que sea ex-Alumno del Colegio-Seminario; pero
no basta. Es menester, además presentar solicitud y ser admitido por
la Junta Directiva. La Asociación se propone sacar personería jurídica;

— 51 —
y en caso de disolución, sus bienes pasan a la Asociación la Educadora
Uruguaya. "Los socios no tienen participación personal en los bienes
de la Asociación".

CAPITULO VIII

DEFENSA DE LA FE Y COOPERACION CON LA IGLESIA


Ley de Conventos. — Procesión de Corpus. — Conferencias de San Vicente
de Paúl. — Acción Católica. — Apostolado de oración. — Ordenes y
la

Congregaciones Religiosas. — Círculo Católico de Obreros. — Apostolado


Seglar. — Hijas de María y otras Instituciones. — En la prensacatóli-
ca. — En radio.
la

LEY DE CONVENTOS

El mero hecho de que los Jesuítas, en el Uruguay, hayan formado


el Clero Patrio, deja bien sentada y probada la tesis de que han defen-
dido la fe y cooperado con la Iglesia a fondo en su divina misión, de
formar la familia, la conciencia individual y social; y si a esto se añade
la formación cristiana de 6.000 jóvenes, verdadera élite intelectual y
moral de nuestra sociedad durante más de medio siglo, nadie pondrá
en duda su franca defensa de la fe y cooperación de que vamos
tratando.
Pero hay algunos hechos especiales, que han puesto más de relieve
esta cooperación y defensa de la fe, que merecen un capítulo aparte
en la historia de los Jesuítas en el Uruguay.
El primero de esos hechos de algún relieve y trascendencia en
nuestra historia, es la famosa campaña de la Ley de Conventos.
Era presidente de la República el teniente general don Máximo
Santos; y ministro de culto y justicia, el señor Lindolfo Cuestas. Bajo
su gobierno se sancionó la célebre ley que ha pasado a la historia con
el nombre de Ley de Conventos, que tuvo la virtud de levantar una

gran resistencia en todo el país. Pero quien levantó la liebre, no fué de


inmediato, la misma ley en sí misma, sino la reglamentación que, de la
misma hizo el Ejecutivo, dando a la ley una amplitud que no tenía, e
incluyendo en sus efectos, edificios e instituciones a que no alcanzaban
las de la ley.
Esto movió al P. Ramón Morel, Rector del Colegio-Seminario, a
orqanizar la resistencia; v lo hizo con tanto acierto y eficacia, que hizo
fracasar la ley, al demostrar que los Colegios de enseñanza no estaban
incluidos en la Ley. Campaña fué ésta muy sonada en aquellos tiempos,
julio de 1885, y que paso a describir con las mismas palabras textuales
de su protagonista el P. Ramón Morel, que no fió de nadie la narración

— 52 —
de los hechos en el Diario de la Casa, sino a su propia pluma, deján-
donos una larga narración autógrafa de este notable acontecimiento,
que fué, sin duda, el más saliente de toda su vida, y el que con más
justicia ha hecho pasar su nombre a la posteridad. Hablando yo, en
cierta ocasión con el P. Luis Adroer, me dijo: "Este rasgo del P. Morel
es de verdadera grandeza. El P. Morel tuvo un momento sublime".
Oigamos, pues, al P. Morel:
DIA 21 DE JULIO, 1885. —"Hoy se publicó un decreto que
reglamenta la Ley de Conventos; contiene disposiciones inaceptables.
A causa de este decreto se reunieron hoy mismo los Superiores de las
Comunidades Religiosas en casa del Sr. Obispo, para convenir lo que
debían hacer en presencia del decreto. El P. Rector dijo que él no estaba
dispuesto a someterse a ese decreto; y que esperaba que los Superiores
a quienes había escrito hoy mismo sobre el asunto, aprobarían su ma-
nera de pensar. En reunión se resolvió que estudiarían el decreto, y se
reunirían esta noche en nuestro Seminario, para resolver definitivamen-
te lo que debía hacerse.
Por la noche se reunieron en casa los Superiores de las Comuni-
dades Religiosas y acordaron unánimemente protestar contra las dispo-
siciones del decreto, y encargaron al P. Rector la redacción de la pro-
testa, quedando de volver a reunirse mañana temprano, para leerla y
discutirla".
22 DE JULIO. —
"Hoy temprano vinieron a casa los Superiores
Religiosos y aprobaron la protesta que les leyó el P. Rector, acordando
ir inmediatamente, cada uno por distinta calle, para no llamar la aten-

ción, a casa del Sr. Obispo para significarle la resolución en que se


hallaban de no someterse al decreto y leerle al propio tiempo la pro-
testa. Así lo verificaron.
A propuesta del P. Rector, se acordó en casa del Sr. Obispo, que
se agregaran a la protesta algunas razones apoyadas en las leyes del
país; y para esto el P. Rector se vió con el Dr. Juan Zorrilla de San
Martín, quien se encargó de hacerlo hoy mismo y remitirla al Semi-
nario. Los Superiores Religiosos convinieron en venir mañana tempra-
no al Seminario para firmarla.
En casa se compró ropa seglar para los Hermanos Mansilla, Bode,
Más y Dáyer, quienes deben usar traje de seglar en adelante, a causa
de las críticas circunstancias que atravesamos. Hoy se dió principio en
nuestra Capilla a la novena de N. P. S. Ignacio, siguiéndose en todo lo
que se ha hecho en años anteriores. La Comunidad hace también la
Novena por la noche después de las Letanías y se ordenó otra Novena
de Misas para alcanzar del Santo protección en las actuales circuns-
tancias. Por último, se encomendó a todos orasen por este fin.
Por si llegaba el caso de una dispersión, se señaló a cada uno de
los Nuestros, las casas donde debían asilarse."
23 DE
JULIO. —
El Sr. Zorrilla trajo la protesta con las agre-
gaciones ya dichas, y los Superiores la firmaron, enviándola después

— 53 —
al Sr. Secretario del Obispado, para que la hiciera firmar a las Supe-
rioras de las Religiosas. Hoy salieron para Buenos Aires los Padres
Vocos y Groeger.
25 DE JULIO. —
Hoy, a eso de las 2 V£ de la tarde, vinieron los
de comisión encargada de ejecutar el decreto y ley de Conventos,
la
la que se componía del Sr. Brian, Jefe Político de Montevideo, Sr. Nin.
miembro del Supremo Tribunal de Justicia, y Sr. Tezanos, escribano
de Hacienda.
El P. Rector los recibió en la sala de recibo y les dijo que esta
casa no era convento sino Colegio, lo cual era notorio, y bastaba una
simple inspección del edificio para persuadirse de ello; hablóles largo
probándoles la veracidad de su afirmación, y concluyó diciéndoles que
esta casa no estaba comprendida en la Ley de Conventos. Ellos ale-
garon el decreto en que estaban expresamente nombrados los Padres
Jesuítas y aun los Seminaristas; a lo que contestó el P. Rector, que el
decreto era reglamentario de la Ley; y que, por lo tanto, no podía
comprender lo que ésta no comprendía; que, según la misma Ley. el
Gobierno estaba facultado para reglamentar su ejecución, pero de nin-
guna manera podía modificar la Ley; que ésta era la que debía consul-
tarse, y no el decreto, para ver a quienes comprendía la Ley.

El Rector leyóles la Ley artículo por artículo; y después de haber-


les probado, que en toda ella, no se trataba sino de conventos; y que el
título mismo de la Ley estaba probando esta verdad, pues se llama
Ley de Conventos, concluyó preguntándoles cuál era el artículo de la
Ley en que se trataba de este Colegio: y como se hallasen embarazados
para responder, dijeron que el haber firmado la protesta el P. Rector,
era una prueba de que él creía que esta casa estaba comprendida en
la Ley; a lo que les contestó que la protesta se refería al decreto y no
a la Ley; y que él la había firmado, porque entonces tenía un doble
carácter, el de Superior de cuatro misioneros y el de Rector de este
Colegio; y que su firma la había puesto en su primer carácter; pero,
habiendo enviado fuera del país a los cuatro misioneros, porque no
quería sujetarlos a las vejatorias disposiciones del referido decreto, no
quedaba al presente más que el Rector del Colegio, y no estaba com-
prendido en la Ley.
A
esto no supieron qué contestar; y variando el argumento, dije-
ron que siendo habitada la casa por Religiosos era Convento; a lo que
les replicó el P. Rector, que ésta era una falsa argumentación; pues
toda casa o establecimiento recibía su denominación del fin con que
se había establecido; y así se llamaba hospital la casa que tenía por
fin recibir enfermos para que, en ella, fuesen curados, aun cuando su
dirección, como sucedía en Montevideo, estuviese confiada a las Her-
manas de la Cariedad u otras Religiosas. Además era falso que nuestra
casa estuviera habitada por Religiosos, en su carácter de tales, sino
por Profesores, los cuales, aunque fuesen Religiosos, no estaban sino
en su carácter de Profesores, y de empleados de un Colegio, y por

— 54 —
estudiantes y Colegiales, los cuales pasaban de ciento, y, por tanto,
aun bajo este otro punto de vista, la casa no podía llamarse sino
Colegio.
Es de advertir que en el curso de esta discusión, los mismos Comi-
sionados confesaron más de una vez que el decreto era absurdo, mal
redactado, etc., etc. Los señores Nin y Tezanos dijeron que hallaban
razón al P. Rector, paia oponer la excepción que oponía, y que debía
levantarse un acta de todo lo alegado.
Se procedió, pues, a labrar el Acta, y cuando hubieron de firmarla,
el Sr. Brian se negó a estampar su firma. Sobre este punto entablóse
una discusión entre los señores de la Comisión; el P. Rector los dejó
disputar entre sí, hasta que creyó conveniente poner término, indicán-
doles que fuesen a consultar el punto con el Gobierno, del cual ellos
no eran sino delegados. Así lo acordaron y retiráronse para ir a con-
sultar al Presidente de la República.
Entretanto se aprovechó la ausencia de los señores Comisionados
para que salieran de casa y se embarcasen para Buenos Aires los Pa-
drees Dalmau y Escatllar, que habían recibido en la mañana de hoy,
la orden de irse a Buenos Aires.
Pasado un rato, vinieron a casa los señores de la Comisión, dicien-
do que venían resueltos a pasar la visita de la casa en virtud del artículo
primero del decreto ya citado. El P. Rector les contestó que, puesto
que contra toda razón y derecho se le declaraba comprendido en la
Ley de Conventos, él protestaba de semejante proceder, y declaraba
al propio tiempo, que, de ninguna manera, consentiría en la Visita,
pues no se sometía a las disposiciones del decreto que reglamentaba
dicha Ley, por los motivos expresados en la protesta, que había visto
la luz pública en los días anteriores.

Los señores de la Comisión amenazaron con allanar la casa y


hacer uso de la fuerza, a lo que contestó el P. Rector que él no tenía
fuerza que oponerles; pero que entendiesen que habría cosas que no
podrían obtener ni aun por la fuerza, tales como la nómina de los
Profesores, etc., pues estaba dispuesto a dejarse matar antes que sumi-
nistrarles un solo dato, que importase sometimiento al referido decreto
reglamentario; por lo demás, entrando en casa por la fuerza, no harían
más que discurrir por ella sin tino, porque ni él ni ninguno de los de
casa , los acompañaría ni les respondería a una sola de sus interro-
gaciones.
Mientras el P. Rector hacía esta protesta, el Sr. Tezanos salió en
" busca de la fuerza; ésta, sin duda, estaría en la calle; pues en el acto
volvió acompañado de unos doce individuos, entre alguaciles y policia-
les. Cuando todos estuvieron reunidos en la sala de recibo, renovó el

P. Rector la protesta anterior en presencia de todos ellos, agregando


que todos los de casa eran extranjeros y los haría responsables del
más mínimo desacato que cometiesen.
Los señores de la Comisión comenzaron entonces a variar de tono

— 55 —
y a halagar de mil maneras al P. Rector, rogándole con grande humil-
dad que no les obligase a hacer uso de la fuerza, que les permitiese
entrar como amigos; y viendo la resolución de éste de no ceder en nada,
concluyeron por decirle que no entrarían para dar cumplimiento al de-
creto, sino únicamente con el fin de constatar por sí mismos que la casa
era un Colegio y no Convento; y que ellos, aunque no dudaban de la
verdad de sus afirmaciones, como delegados, que eran, del Gobierno,
necesitaban para dar fe, ver las cosas por sí mismos; y concluyeron
asegurando que, del informe que ellos pasarían, no podría por menos
el Gobierno que declararnos, no comprendidos en la Ley de Conventos.

El P. Rector les dijo que él no tendría inconveniente de mostrarles


el Colegio con el único objeto de que se persuadiesen que no era Con-

vento sino Colegio; pero que no les daría dato ninguno que no con-
dujese al esclarecimiento de esta verdad, y que además era menester
que ellos le asegurasen de que en el informe que iban a pasar al Go-
bierno, había de decirse con toda claridad que sólo se les había permi-
tido la entrada con este único fin. Comenzaba ya a obscurecerse y
acordaron volver el lunes próximo a la una de la tarde.
En la noche vinieron varias personas a informarse de lo que había
pasado .Las clases se hicieron como siempre y no se alteró en nada la
distribución diaria, a pesar de la consiguiente ansiedad de los Nuestros
y de los Alumnos.
26 DE JULIO, DOMINGO. — Hoy hubo la distribución de
more en la Capilla. Durante el día de hoy vinieron muchas personas
Compañía a imponerse de lo que había pasado el día ante-
afectas a la
rior.También vinieron varios religiosos de uno y otro sexo con el
mismo objeto.
Por la tarde se supo que las señoras y caballeros católicos prepa-
raban para el día siguiente una gran manifestación a las puertas de
nuestro Seminario. El P. Rector, en el acto que lo supo, habló con las
personas más influyentes para disuadirlas de la manifestación, hacién-
doles ver los funestos resultados que podía tener; rogóles que avisasen
a las personas que habían de tomar parte en ella para que, de ningún
modo, se realizase. Todos ellos quedaron de emplear lo que restaba
del día de hoy y la mañana del lunes, para impedir la proyectada ma-
nifestación.
El Sr. Bauzá quedó de traer escribano mañana, para que constara
de una manera auténtica, que la Visita que se iba a permitir a los
señores de la Comisión era con el único y exclusivo objeto de cercio-
rarse que esta casa era Colegio y no Convento. Se habló también a
algunas personas para que vinieran a servir de testigos de todo esto.
27 DE JULIO, LUNES. —
En la mañana de hoy vinieron también
muchas personas a imponerse de lo que había ocurrido; pues en la
ciudad no se hablaba de otra cosa, y todos tenían los ojos fijos en
nosotros.

— 56 —
A
las doce y media llegó el escribano acompañado del Sr. Bauza
y elDr. D. Jacinto Casaravilla; sucesivamente fueron llegando las
demás personas, que iban a servir de testigos, y eran: Don Juan
Jackson, Don Félix Buxareo, Sr. Caprario, (este señor, que nunca nos
había visitado, vino en días anteriores a ofrecer su casa y cuanto nece-
citásemos para el caso, que se temía, de una dispersión o expulsión;
dijo al P. Rector que lo tomaría como una ofensa, si acudíamos a otros
antes que a él, pues quería tener el gusto de servirnos con el dinero
que necesitásemos, etc., etc.), Don Juan y Don Eugenio O'Neill, Don
Héctor Pareja y otros.
Pasó la una que era la convenida para la Visita; y, como no vi-
niesen los señores de la Comisión, el P. Rector suplicó al escribano y
testigos que hicieran el sacrificio completo, y no se moviesen de casa
en toda la tarde; pues le venía la sospecha de que los señores de la
Comisión, calculando los pasos que se habían dado para traer escri-
bano y testigos, demorasen de intento su venida para que, cansados de
esperar, se fuesen a sus casas, y sorprenderle sin testigos.
Después de las tres de la tarde se aparecieron los señores de la
Comisión y quedaron visiblemente sorprendidos cuando, introducidos
en la sala de recibo, se hallaron en presencia del escribano y de testi-
gos tan respetables.
El Rector les hizo tomar asiento; pero, como ellos estaban tan
cortados y no sabían qué hablar, se levantaron en el acto, diciendo que
iban a dar principio a la visita convenida. El P. Rector les dijo enton-
ces, que deseaba que quedase muy claro y comprobado que él no les
permitía la Visita sino con el único y exclusivo objeto de que se per-
suadiesen que nuestra casa era Colegio y no Convento; y por esto,
antes de introducirlos en casa, hacía esta declaración en presencia del
Escribano y de los testigos que allí estaban; y, asintiendo a esta decla-
ración, los señores de la Comisión, los introdujo en casa el P. Rector,
acompañado del Escribano y dos de los testigos. Uno de los señores
de la Comisión quiso detener a los testigos, diciéndoles que ellos nada
tenían que ver con la Visita, que se quedasen allí, en la sala de recibo;
pero el P. Rector le contestó que estaba en su casa y deseaba que le
acompañasen los dos testigos, con lo cual entraron también los dos
testigos, y el Sr. de la Comisión no se atrevió a replicar.
El P. Rector les mostró los patios, clases, que a esa hora estaban
todas funcionando, salas de estudio, gabinetes de física, dormitorios,
etcétera, etc., siempre acompañados del Escribano y dos testigos, para
que diesen fe de todo. Los señores de la Comisión alabaron mucho el
edificio. Tanto los Padres como los alumnos se portaron con toda la
cortesía del caso. Volvieron nuevamente a la sala de recibo, donde se
les ofreció vino, que no aceptaron. Uno de los señores de la Comisión
rogó al P. Rector, que le diese la nómina de los Profesores, a lo que
éste se negó, alegando que este dato era inconducente ai objetivo de
la visita que les había permitido, renovando la declaración de que no

— 57 —
daría dato alguno que importase, aunque fuese de lejos, sometimiento
a la Ley de Conventos ni a su decreto reglamentario; después de lo
cual se despidieron los señores de la Comisión y se levantó un acta
de todo lo obrado que firmaron el Escribano y todos los testigos, de la
cual quedó copia legalizada en nuestro Archivo.
Esto es lo sustancial de lo que ha pasado en casa en estos días,
omitiendo algunos incidentes curiosos por no alargar esta relación."
28 DE
JULIO. —
"Este día fué de visitas de toda clase de per-
sonas, que venían a felicitar a los Nuestros por todo lo obrado; pues
los testigos del día anterior esparcieron por la ciudad la noticia de lo
que había pasado en casa.
La Comisión siguió visitando las demás casas Religiosas y en todas
ellas halló la misma resistencia que en la nuestra, de manera que para
ahorrarse bochornos los señores de la Comisión, no se presentaban ya
en las casas religiosas donde había escuelas (y las hay en la casi tota-
lidad de las de Montevideo), como ejecutores de la Ley de Conventos,
sino como personas encargadas de cerciorarse, de si esas casas eran
Colegios o Conventos." k

31 DE JULIO. — "FIESTA DE N. S. P. IGNACIO. — Comu-


nión general de los alumnos. A
las ... hubo Misa cantada y panegírico
del Santo, que predicó el Sr. Cura Betancur, quien estuvo muy oportu-
no y prudente al hablar de las persecuciones actuales a las Ordenes
Religiosas. Vinieron algunos Sacerdotes a celebrar a nuestra Capilla,
pero no tantos como en años anteriores, a causa del estado de los
ánimos por la persecución religiosa. No asistió tampoco el Sr. Obispo,
porque su ánimo estaba profundamente contristado y abatido por los
acontecimientos del día.
Comieron con nosotros los señores Luquese y Betancur. Todos
los buenos católicos estaban ocupados en la gran manifestación que
se hizo a las Monjas del Buen Pastor, que abandonaron hoy su Mo-
nasterio por orden del Gobierno, por no haber querido someterse a las
disposiciones del decreto que reglamentaba la ley de Conventos. A eso
de las dos de la tarde, se reunieron en las afueras del Monasterio más
de dos mil personas de lo mejor de Montevideo; estaban allí todos los
carruajes de la ciudad y gran número de gente a pie. Todos escoltaron
a las Monjas hasta la casa de la señora doña Clara Jackson de Héber,
donde se hospedaron hasta su viaje a Buenos Aires. Por este motivo
no nos acompañaron a comer los amigos que acostumbran hacerlo todos
los años en este día."
5 DE AGOSTO. —
Todos estos días han venido muchas per-
sonas a felicitar a los Nuestros por el asunto de la Ley de Conventos.
Parece que el Gobierno está resuelto a no hacer extensiva la Ley a los
Colegios, o por lo menos, a declararla sin ejecución respecto de estos
establecimientos."
Tal la narración del P. Ramón Morel, toda escrita de su puño y
letra, por más que hable del P. Rector en tercera persona. Yo mismo

— 58 —
le oí contar muchas veces todas estas cosas y otros muchos detalles;
y por eso he tenido un especial placer al encontrar en el Archivo una
tan completa y minuciosa relación escrita de su puño y letra con tanta
precisión de conceptos.
Lo cierto es que a su inmenso prestigio, a su serena firmeza, a su
previsión y a su táctica se debió la eficaz resistencia a la Ley de Con-
ventos de 1885, haciéndola fracasar desde los primeros momentos.
En efecto: prescindiendo de fundamentos en que se basa la
los
Ley de Conventos y del pretendido derecho de Patronato,fundado en
su inherencia a la corona y en su ejercicio por ésta, antes de las con-
cesiones pontificias, desvirtuados todos ellos por la cita de Solórzano,
puesto que ni Santos ni otro Gobierno del Uruguay .dotó a la Iglesia,
ni al Prelado ni a Dignidades ni Canónigos; ni Santos podía tener la
pretensión de enviar su atropello a la Santa Sede "para que ella lo
apruebe y lo confirme"; prescindiendo, repito, de los vicios de origen
y de forma que pudiera tener la Ley de Conventos, su artículo 5* era
admisible y no podía, ni debía, en sí, levantar resistencias, puesto que
sólo se refiere a la intervención del Poder Ejecutivo en lo que atañe a
la higiene y al orden público.
En eso el P. Morel no opuso ninguna resistencia. Toda su estra-
tegia se redujo a demostrar que el Colegio-Seminario no era convento
ni casa religiosa "destinada a la vida contemplativa y disciplinaria";
y por eso admitió la Comisión del Gobierno al solo efecto de demostrar
que el Seminario Conciliar no era .ninguna de esas dos cosas. En ello
convino la Coníisión, que se componía de los doctores Alberto Nin y
Angel Brian y del Escribano de Hacienda y de Gobierno D. Tomás
de Tezanos.
Al venir a pasar la visita el 27 de julio de 1885, el P. Morel los
esperaba en la puerta con el Pbro. Nicolás Luquese y los señores Fran-
cisco Bauzá, Juan D. Jackson. Félix Buxareo, Dr. Luis Maglione, Ra-
món L. Barbot. Dr. Vicente Ponce de León, Héctor Pareja, Eusebio
Zoa O'Neill y el escribano público D. Eduardo Simón; y delante de
todos ellos declaró, en su calidad de Rector del Colegio-Seminario, que,
conforme a lo convenido, los admitía con el solo y único objeto de
cerciorarse de que el establecimiento que regentea "no está compren-
dido en la categoría de Conventos, y que, por consiguiente, no le alcan-
zaba la Ley de Conventos y su decreto reglamentario que han visto
la luz pública en estos últimos días".
Acompañaron a la Comisión en la visita, que hicieron por todo
elColegio, los arriba nombrados y además los señores Enrique Erráz-
quin y Lorenzo Caprario, que firmaron como testigos.
Concluida la visita, se mostraron satisfechos del orden, la disci-
plina y las condiciones higiénicas del Colegio. Pidieron la nómina de
los profesores, y el P.negó y les dió sólo el número de
Morel se la
ellos; y y además declaró que "en manera
se ratificó en lo antes dicho,
alguna daba un paso que importara someterse a la Ley de Conventos,

— 59 —
limitándose únicamente a dar el número de los profesores y sus con-
diciones de internos, y externos ".

Yallí mismo, delante de los nombrados, levantó acta de todo lo

actuado, que firmaron todos los nombrados, y autorizó el Escribano


Público D. Eduardo Simón, de la cual poseemos copia legalizada y
autorizada por el nombrado Escribano; de modo que no quedase duda
de que el P. Morel no había reconocido la Ley de Conventos y sólo
había acatado a la Soberanía en orden a cerciorarse de que el Colegio-
Seminario no era Convento, ni casa religiosa correccional, ni de vida
contemplativa; y esto por un instrumento público debidamente autori-
zado y que hiciera fe en todos los tiempos.
La Comisión de Gobierno se mostró conforme, y así lo manifestó
al Ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública, Don Juan Lindolfo
Cuestas, en su informe del 14 a 17 de agosto de 1885, por estas pa-
labras:

"Seminario Conciliar" sito en la calle Soriano, dirigido por la


Compañía de Jesús y regenteado por_mzet>e Clérigos y cinco Profesores
seglares que viven fuera del Establecimiento. Existen cincuenta y ocho
alumnos internos pensionistas y dos gratuitos, treinta y tres medio pu-
pilos pensionistas, seis externos pensionistas y diez y seis gratuitos.
La enseñanza (que) se da es secundaria y superior, comprendiendo
ésta la carrera del Sacerdocio."

Nombra además el informe otros nueve establecimientos visitados,


y de los diez da el "Todos los Estable-
siguiente honroso testimonio:
cimientos inspeccionados se encuentran en perfectas condiciones sani-
tarias; y en ninguno ha notado la Comisión signos o manifestaciones
de que se haga vida contemplativa o disciplinaria; esto es, que los fines
de los Institutos se hayan desvirtuado, convirtiéndose en Conventos o
Monasterios."
Todos siguieron la extratagema fundada en la verdad y la realidad
canónica de los establecimientos, de que no eran Conventos y de que
no les alcanzaban las generales de la Ley del 14 de julio.
Don Juan Lindolfo, recibido el informe, el 17 de agosto de 1885,
le puso al pie la frase lapidaria y fría:

"Enterado. Archívese. — Cuestas."


La Ley estaba muerta. Los únicos que dieron la nómina de los
Religiosos fueron los Capuchinos y las Salesas. Estas dejaron entrar
la Comisión con permiso del Obispo. Las Hermanas del Buen Pastor
no admitieron a la Comisión y su domicilio fué allanado; y así se pu-
blicó la nómina de las Religiosas, que fueron dispersadas. Pero esto
fué el mayor fracaso de la Ley de Conventos: porque las Hermanas
del Buen Pastor, con el beneplácito de todos, han vuelto a su casa y
ocupan exactamente la misma posición que tenían antes del alla-
namiento.

— 60 —
PROCESION DE CORPUS

Una institución eminentemente eclesiástica, y entre nosotros emi-


nentemente popular, en la cual se unen e identifican las aspiraciones de
la Iglesia y del pueblo católico uruguayo, y que altamente honra al
Colegio-Seminario, no porque sea suya, sino porque de él arranca,
desde los tiempos de Cuestas, es la Procesión de Corpus, la cual, en
cierto modo, le debe su existencia y desarrollo. Porque habiendo pro-
hibido Cuestas las manifestaciones públicas del Catolicismo, y que-
dando, por lo mismo, suprimida la Procesión del Corpus, el Gobernador
Eclesiástico, Excmo. Sr. Dr. D. Ricardo Isasa, tuvo la feliz idea de
salir a la calle sin pedir permiso, pagando la multa, si menester fuera,

y mantener la Procesión de Corpus, aunque no hubiera otra manifes-


tación pública del culto católico por nuestras calles. Y diciendo y ha-
ciendo, se arregló con el Rector del Colegio-Seminario, que lo era el
P .Ramón Crexáns, y salió la Procesión, primero alrededor del Colegio-
Seminaric, luego se fué alargando hasta la calle Magallanes, y por
fin, los católicos pidieron, en tiempo de Monseñor Joannemann, en
1919. que la Procesión se lanzara por la calle 18 de Julio, desde el
Seminario hasta la Catedral, ahora ya con la debida autorización, y
por eso, sin duda, ocupa toda la calzada; antes sólo ocupaba el lado
derecho y dejaba el izquierdo libre.
Al principio los fieles se reunían en los patios, salones e Iglesia
del Seminario. Después empezaron a quedarse muchos en la calle So-
riano, porque, o no cabían o les costaba salir del Colegio-Seminario,
salida que alargaba hora y media la Procesión. Para resolver esta di-
ficultad, el P. Sallaberry, Rector, propuso formar la Procesión toda
en la calle: las mujeres en San José Chico, desde Médanos hasta Salto,
y los hombres en Soriano, desde Médanos a Magallanes; y en 1934,
don Joaquín Serratosa Cibils propuso la formación de las mujeres en
18 de Julio, desde Ejido hasta Vázquez, y los hombres en Médanos
y Soriano. desde Constituyente hasta Vázquez. La columna era al prin-
cipio de tres en fondo, luego de cuatro en fondo, más tarde de seis en
fondo y se suprimieron los niños menores de 12 años, después de ocho
y doce en fondo, y por fin, desde 1934, de veinte en fondo, con un
sorprendente resultado.
No hay en el mundo una Procesión de Corpus más popular ni más
arraigada que la de Montevideo. Es toda de la Arquidiócesis: la Cruz
de la Catedral; la Custodia de la Catedral; los ornamentos de la Cate-
dral; y toda la procesión la organizan la Curia y la Catedral. Lo único
que tiene el Colegio-Seminario es el punto de partida; y todos los años
el Excmo. Sr. Arzobispo, o quien haga sus veces, piden la respectiva

venia, traen los ornamentos y organizan la Procesión, que no es nues-


tra, sino Metropolitana, pero tenemos el honor y la gloria de prestarle
nuestra modesta ayuda, dándole el punto de partida, y con él la exis-
tencia desde los tiempos de Cuestas. El nuevo recorrido lo empezó el

— 61 —
22 de junio de 1919. Según unos, eran 25 .000 concurrentes, según otros
35.000 y según otros, muchos más. La impresión era que todo Mon-
tevideo era católico. Hoy pasan de 100.000 (cien mil).
Es tradición de familia que las hermanas doña Sofía y doña Clara
Jackson hicieron voto al Sagrado Corazón, de levantar un templo en
su honor en el Colegio-Seminario, si Santos no desterraba a los Jesuí-
tas. No los desterró, y ellas levantaron uno de los templos más espa-
ciosos y más hermosos de la capital uruguaya, llamado por antono-
masia la Iglesia de los hombres, que ha tenido siempre en nuestra so-
ciedad una intensa vida eucarística, y sobre todo, la inmensa gloria^de
haber contribuido providencialmente a la conservación y desarrollo de
esa inmensa institución del catolicismo uruguayo, la Procesión de
Corpus.
En ella no influyen para nada el aliento ni el fausto oficial. Es
pura y netamente popular. En otros tiempos hemos visto al ejército
formar de parada en la Procesión de Corpus. Hemos visto bajar
nuestra bandera del asta del Cabildo para rendir homenaje al Rey de
la Gloria que paseaba por nuestras calles. Pero don Juan Lindolfo
Cuestas, el ministro de Justicia, Cultos e Instrucción Pública que tanto
bregó por la implantación del divorcio y de la Ley de Conventos, siendo
después Presidente de la República, no solamente no prestó su con-
curso oficial a la Procesión de Corpus, sino que quiso exterminarla y
hacerla desaparecer de las costumbres populares, y lo único que ha
conseguido, a la vuelta de una generación, es agigantarla y arraigarla
en las entrañas mismas de nuestro pueblo, profundamente católico y
por lo mismo profundamente eucarístico.
El año 1934, año del XXXII Congreso Eucarístico Internacional
de Buenos Aires, la Procesión de Corpus de Montevideo ha revestido
extraordinarias proporciones. Según los cálculos de la prensa, en gene-
ral, los que formaban en la Procesión no bajaban de 100.000 (cien
mil) personas. Un periodista contó 1 .600 por minuto, y como el desfi-
le duró 70 minutos, pues la Cruz salió de Ejido a las H en punto y
el palio llegó a Ejido a las 15 y 10, podemos apreciar la columna de-
lante del Santísimo en 112.000 personas. Las que iban detrás del Palio
no bajarían de 15.000. Por consiguiente, no es aventurado decir que
en la Procesión iban de 120 a 130 mil personas.
Fué un grandioso homenaje a Jesús en la Eucaristía; una digna
coronación de la Semana Eucarística Uruguaya; una elocuente mani-
festación de fe en honor del XXXII Congreso Eucarístico Internacio-
nal, y la mejor preparación del catolicismo uruguayo para tan grande
acontecimiento, cual es la primera venida de los Congresos Eucaris-
ticos Internacionales al continente sudamericano, cerrando el ciclo de
su visita a todos los continentes de la tierra; pues nacidos en Europa,
en Francia, salieron del viejo continente, pasando a Londres. Entraron
en Norte América por Canadá, en Montreal. Asomaron en Asia por
Jerusalén. Llegaron al Extremo Oriente por Sidney, en Australia. Visi-

— 62 —
taron el Africa desde Cartago; y ahora arriban a Sud' América por el
puerto de Buenos Aires y toman rumbo a Fiiipinas, en Manila, sede del
futuro congreso. Los Congresos Eucarísticos Internacionales han visi-
tado, pues, todos los grandes continentes del globo terráqueo: Europa.
Asia, Africa, Australia, Norte América y Sud América. En ninguna
parte son ya desconocidos, y en todas partes muy honrados y suma-
mente populares.
Desde 1935, el Santísimo sale de Parroquia del Cordón; y forma
una sola pieza en línea recta desde el Cordón a la Catedral. Este año
de 1940; la gran formación se desarrolló, entre el Cordón y la plaza
Independencia, al pie del monumento a Artigas. Llevó el Santísimo,
el primer Nuncio de Su Santidad, en el Uruguay, Excmo. Sr. Dr. Al-
berto Lévame, Arzobispo Titular de Quersoneso.

CONFERENCIAS DE SAN VICENTE DE PAUL


' La Compañía de Jesús ha tenido la gloria de cooperar con la
Iglesia en las Conferencias de San Vicente de Paul, desde su origen
entre nosotros. La primera Conferencia que se fundó en Sud América,
el 21 de noviembre de 1858, la de San Felipe y Santiago en Montevi-
deo, tuvo por sede la residencia de los Jesuítas y por primer Director
Eclesiástico al Superior de la misma, Padre José Sato.
Al cumplir la Sociedad de San Vicente del Paúl sesenta años
entre nosotros, "El Bien Público", en su número de la fecha, narra
en esta forma el hecho de la fundación de tan benéfica y benemérita
obra, de tan gloriosa historia en esta patria de Artigas.
"Llegó de estación a Montevideo, en el año 1858, el capitán
de fragata Mr. Andrés Fouet, comandante del bricht "Le Zebre", de
la marina de guerra francesa, y su primer pensamiento, a fuer de buen

bretón, de alma llena de fe y de piedad, fué el de beneficiar a los


pobres del país que visitaba (como luego lo hizo en Buenos Aires),
plantando una semilla — la primera que se plantara en Sud América
— del árbol de Ozanam, que daba ya abundantes frutos de bendición,
vivificados por la savia evangélica, por casi toda Europa y en otras
diversas regiones, como la América del Norte.
El comandante Fouet, acompañado del R. P. Sató, S. J., se pre-
sentó ante varios caballeros católicos, a quienes propuso su proyecto,
y como a todos ellos los hallara animados de la mejor voluntad, sin
dilación alguna, y en nombre de Dios, dió principio a la obra, estable-
ciendo en la Casa de los Padres de la Compañía de Jesús, calle 25 de
Mayo, la primera Conferencia, que es la de San Felipe y Santiago,
el día 21 de noviembre de 1858.

Quienes acompañaron a aquel caballero cristiano en la fundación


de la primera Conferencia, fueron los señores Andrés Fouet, Pedro
M. Isasa, José Mones Rosés, Juan C. de la Torre, José Maiía Mora,
Juan Fermín Yéregui, José Ignacio Antuña, R. P. José Sató, S. ]., ya
desaparecidos todos del escenario de la vida. ¡Bendita sea su memoria!

— 63 —
Estos mismos Vicentinos fundaron en el año 1859, las Confe-
rencias de San Francisco y de la Inmaculada Concepción; y en el año
60, las de San Agustín en la Unión y la de Nuestra Señora de Gua-
dalupe, en Canelones, llegando el número a veintitrés; trece en esta
capital y diez en el interior de la República.
Aquella pequeña semilla del árbol de Ozanam, traída aquí desde
lejanas tierras por una mano piadosa, vese hoy convertida en un fron-
doso árbol.
Apenas iniciados los trabajos de la Conferencia de San Felipe y
Santiago, ya se preocuparon los fundadores de ésta, de la instrucción
de la niñez, tan descuidada entonces, pensando, como se dice en una
memoria de la sociedad, que cada uno de los niños socorridos son futu-
ros jefes de familia; y con el producto de una suscrición entre los socios
y otras personas piadosas, fué fundada la escuela de San Vicente de
Paúl, el primero de noviembre de 1859, previa autorización del Insti-
tuto de Instrucción Pública. Gracias al eficaz concurso de esa suscri-
ción, que todavía dura, la escuela de San Vicente, tan benemérita por
valioso contingente prestado a la causa de la educación en nuestra
patria durante sesenta años (ahora son 81 ). y que cuenta con personal
docente competentísimo, y un programa de instrucción primaria, el más
completo, es gratuita, como lo quisieron los fundadores de la Sociedad
de San Vicente, que desde el principio de su santa obra, demostraron
su amor a la niñez,a los hijos de los pobres".
Así la narración del diario católico.
Una de las glorias del Colegio de San Vicente de Paúl es el P.
Antonio Castro, de la Compañía de Jesús, una de las más puras glorias
de la Iglesia y de la patria. Castro era alumno de ese colegio, cuando
entró en el Colegio-Seminario y fué uno de sus fundadores, como ya
queda indicado, y del cual todavía hablaremos.
Los Jesuítas, al ser desterrados por don Gabriel Pereira en 1859,
se fueron con el consuelo de haber contribuido de una manera perma-
nente a la salud de las almas, al haber cooperado en la fundación de
las Conferencias. Y no hay qué decir, que, a su vuelta del destierro,
veintiún años más tarde, volvieron a emprender de nuevo su ayuda
constante y amorosa a las Conferencias. En el Colegio-Seminario flo-
reció siempre y florece la Conferencia del Sagrado Corazón, muchos
años dirigida por el finado P. Roberto Hupfeld, que atiende a muchos
pobres y hace grandes repartos, sobre todo de alimento y ropa al
acercarse los rigores del invierno.
Ya hemos indicado la cooperación que prestan los Congregantes
de la Congregación Mayor a todas las Conferencias de Montevideo;
y en estos últimos años, se han fundado además varias Conferencias
con los alumnos y con los ex-alumnos recién egresados, con los cuales
trabajaron mucho y bien los Padres Delfín Grenón, Guillermo Furlong
y Pedro Casellas; y ahora trabaja el P. Alfredo Perpetua, Zorrilla de
San Martín y otros.

— 64 —
ACCION CATOLICA

El primer Jesuíta, y sin duda uno de los primeros hombres que


hablaron intencionadamente de la Acción Católica en el Uruguay, fué
el P. Joaquín Azpiazu. Azpiazu fué el primer orador a quien yo, y sin
duda algunos otros conmigo, oímos exponer con toda nitidez, y con
verdadero conocimiento de causa, la mente, la definición y los pro-
yectos de Su Santidad Pío XI. La juventud que lo oía, no muy nume-
rosa, pero sí católica y bien intencionada fijó bien en la mente y en
,

el corazón las palabras del P. Azpiazu. Yo, de mí confieso ingenua-


mente, que el P. Azpiazu, allá por los años de 1925 a 1926, fué el
que me abrió los ojos, y me dió a conocer mi obligación acerca de la
Acción Católica; y aunque no la conocía a fondo, ni aun mucho super-
ficialmente siquiera, me dediqué con todas mis fuerzas en las institu-
ciones que me tocaba dirigir, como Asesor y como Padre Espiritual,
cuales eran la Congregación Mayor, la Asociación de Estudiantes
Católicos, el Apostolado Seglar y el Centro de Cultura Católica, a
hacerla conocer y amar.
Parte quizá por mi amor a la Acción Católica, pero mucho más
porque los jóvenes y caballeros católicos, tomaron a honra el patro-
cinar la causa del Papa, y de la cual sabíamos, tratándose de la Acción
Católica, que tocarle en ella era tocarle en la niña de los ojos, es lo
cierto que se hizo un fuerte ambiente en favor de la Acción Católica
en la Asociación de Estudiantes Católicos, que han pasado a ser un
anexo de rama juvenil masculina de la Acción Católica; y forman junto
con la rama femenina, una fuerte federación anexa a la Acción Católica
con unos 3000 estudiantes de. ambos sexos en toda la República.
La Congregación Mayor, como ya queda indicado, fué la primera
institución que adhirió a la Acción Católica en el mismo día de su
fundación. Como una muestra del espíritu y amplitud con que las insti-
tuciones dirigidas por los Jesuítas adhirieron a la Acción Católica, tras-
ladaremos al papel, la nota dirigida por la Congregación Mayor al
Presidente de la Junta Nacional de Acción Católica, Dr. Juan Nepomu-
ceno Quagliotti. con fecha 4 de noviembre de 1934. Dice así:
"Señor presidente: La Junta Directiva de la Congregación Mayor,
de la Inmaculada y San Luis Gonzaga, que tengo el honor de presidir,
en su reunión del 28 de octubre de 1934, decidió en principio, adherir
a la Acción Católica, fundada ese mismo día, en la forma que por dere-
cho le corresponda, avocándose al estudio de la cuestión, a fin de dar
cuanto antes cumplimiento a los deseos de la Asamblea Ordinaria
del 13 de marzo de 1932, que decidió por unanimidad .adherir a la
Acción Católica, así que ésta se fundara.
La Congregación Mayor, como Congregación Mariana, debe estar,
conforme a las Letras Apostólicas de Benedicto XIV y Clemente XIII,
imbuida de espíritu Apostólico; y por eso mira con la mayor simpatía
el artículo 5, inciso 2, de la Acción Católica del Uruguay, y con la

— 65 —
mayor voluntad se presta a coordinar su acción entre las obras auxi-
liaresde Acción Católica del Uruguay, conforme al espíritu y la letra
de San Ignacio de Loyola, en sus Reglas para sentir con la Iglesia,
tan magistralmente expuestas en su Libro de los Ejercicios Espirituales:
"Depuesto todo juicio, debemos tener ánimo aparejado y pronto para
obedecer en todo a la vera esposa de Cristo Nuestro Señor, que es la
Nuestra Santa Madre Iglesia Hierárquica".
Declaran nuestros Prelados en la Pastoral colectiva del 28 de
octubre que la Acción Católica no viene a eliminar ni a absorber las
demás instituciones de nuestra Causa, sino que éstas deben seguir sub-
sistiendo y aumentando, porque son "las mejores auxiliares de la Ac-
ción Católica, mediante la coordinación"; y, por lo tanto, queremos,
señor Presidente, y esperamos, que entre la Congregación Mayor, que
es una institución religiosa de piedad, cultura, beneficencia y aposto-
lado, y la Acción Católica del Uruguay, han de existir conexiones de
amistad, acuerdo y cooperación.
La mejor prueba de la sinceridad y espontaneidad de sus propó-
sitos, la tenemos en la resolución de la Asamblea Ordinaria de la Con-
gregación Mayor, tomada por unanimidad, hace ya más de dos años
y medio; y en esta oportunidad, con que, en el mismo día de la fun-
dación de la Acción Católica, se apresura su Junta Directiva, a dar
cumplimiento a lo dispuesto por la Asamblea.
Por lo demás, señor Presidente, la Congregación Mayor, no sola-
mente no teme, que la Acción Católica venga a eliminarla, sino que,
por el contrario, tiene la íntima convicción de que, si la Acción Cató-
lica, llega a infiltrar en sus entrañas el espíritu de la Iglesia, que es el

espíritu de Cristo, espíritu de apostolado, obrador y efectivo; habrá


sembrado en ellas el germen de salud y vida, que la haga progresar
y consolidarse, con gran provecho de las almas y mucha gloria de Dios,
de la Santa Iglesia y del Laicato Católico entre nosotros. La Congre-
gación Mayor mirará siempre con especial predilección a aquellos de
sus miembros, que mejor y más trabajen en la Acción Católica, sea el
que fuerte el puesto, en que la Jerarquía los coloque.
Será un gran honor para la Congregación Mayor, el que muchos
de sus Congregantes, se sacrifiquen por la Acción Católica, en todos
los ámbitos de la República.

Siempre a sus gratas órdenes, hago votos, señor Presidente, por


que la Acción Católica del Uruguay, que acaba de nacer, se desarrolle
y crezca in immensum, pata gloria de Dios, bien de las almas, y esplen-
dor de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana. Dios guarde al
señor Presidente muchos años. — JUAN F. SALLABERRY, S.
Director. — JACINTO D. DURAN, Presidente. — EVANGELIS-
J.,

TA RAUL PEREZ DEL CASTILLO, Secretario."


La tercera institución en adherir a la Acción Católica, fué el Apos-
tolado Seglar, asociación piadosa y laica con personería jurídica civil,

— 66 —
asesorada también por los Jesuítas; y con los mismos términos substan-
ciales de la Congregación Mayor.
La cooperación de los Jesuítas en el Uruguay, a la Acción Cató-
lica, no puede ser más decidida y franca. El P. Pedro Casellas, el P.
Miguel Viaplana, el P. Luis Parola y otros, han sido y son Asesores
de la Acción Católica, en sus diferentes ramas.

APOSTOLADO DE LA ORACION

Desde lostiempos de Santa Margarita María de Alacoque y desde


¡os días del Beato Claudio de la Colombiére, S. J., la Compañía de
Jesús ha tenido siempre como encomendada por el mismo Salvador la
alta misión de propagar por el mundo la devoción del Sagrado Cora-
zón; y así lo consigna ella en sus Constituciones. En el número 672 del
Epítome del Instituto, se lee: "Todos lleven grabado en el corazón el
dulcísimo encargo hecho por Cristo a la Compañía y por ella aceptado
de mil amores, de cultivar, fomentar y propagar la Devoción al Cora-
zón de Jesús; entre otros medios se les recomienda a los Nuestros que
fomenten y propaguen de un modo especial, la pía federación del Apos-
tolado de la Oración, y la obra de la Consagración de las Familias al
Corazón Divino".
Y no hay duda de que la Compañía de Jesús en el Uruguay, ha
cumplido ampliamente con ambas misiones.
El Director local y Diocesano, suele ser un Padre Jesuíta. Muchos
año, lo han sido el P. Falqueras y el P. Engelberto Wauters.
Y una de las instituciones más florecientes del Colegio-Seminario
es el Apostolado de la Oración .de señoras y señoritas. Son muy nume-
rosas y tienen su casa propia frente al Colegio y junto a la Escuela
Gratuita de San Ignacio, con su biblioteca y oficinas para el gobierno
de la institución. Siempre se han distinguido por su piedad acendrada
y por el vigor de la disciplina. Y es una de las corporaciones femeninas
más numerosas y representativas de la Procesión de Corpus, esa gran
manifestación de la Fe Católica uruguaya, en que se dan cita las insti-
tuciones católicas todas de la capital y no pocas del interior.
La sección de hombres del Apostolado de la Oración nunca ha
sido tan floreciente como la de señoras, quizá porque sus preferencias
se han dirigido a las Conferencias Vicentinas y a la Congregación
Mayor.
Fruto del Apostolado de la Oración, y una de sus mejores espe-
ranzas, es la fundación de la Cruzada Eucarística de niños y niñas,
que comulgan todos los jueves, y muchos de ellos los domingos. La
Cruzada se ha difundido por todo el país. Tiene su órgano, "La Cru-
zada", linda revista infantil, con un tiraje de 4.000 ejemplares.
La Cruzada Eucarística tiene ya formado su espíritu de cuerpo
y es una institución católica de verdadero porvenir para el Apostolado
de la Oración y para la Santa Iglesia. Da gusto ver con qué devoción

— 67 —
y con qué conciencia cumplen los cruzados y cruzadas con sus obli-
gaciones eucarísticas y cuán católicos son en sus infantiles conviccio-
nes. No hay duda de que se prepara en ellos una generación católica
de arraigadas convicciones desde la tierna infancia, y su catolicismo
ostenta las más halagüeñas señales de ser obrador y eficaz. Dios
lo haga.
En la obra de la Consagración de las familias al Sagrado Corazón
trabajó largos años y constantemente el P. Wauters en Montevideo;
y en la campaña el P. Crespí con no pequeño fruto de las almas. Innu-
merables hogares de la ciudad y del campo se han consagrado y con-
sagran cada día al Sagrado Corazón. Muchos contribuyen a esta obra;
pero los Jesuítas, la miran y la han mirado siempre como la niña de
süs ojos. v

ORDENES Y CONGREGACIONES RELIGIOSAS

La Compañía de Jesús no tiene órdenes ni congregaciones de


mujeres bajo su obediencia, pero atiende, conforme a su Instituto, a
las necesidades de todos los que piden sus ministerios. Hay en Monte-
video y en toda la República gran número de Comunidades Religio-
sas, en especial mujeres, a las cuales la Compañía ha ayudado y ayuda
asiduamente con sus ministerios tanto de oir confesiones, como de
pláticas y Ejercicios Espirituales de año.
Ya Padres de la Residencia de San Borja oían las confesiones
los
de los alumnos y alumnas de varios Colegios católicos. Ese ministerio
ha cesado en gran parte, pero en lo tocante a pláticas y Ejercicios a
las Comunidades, lejos de disminuir, nuestra cooperación ha ido en
aumento y ofrece gran ocupación a nuestros operarios, y en tiempo de
vacaciones, también a nuestros profesores.

CIRCULO CATOLICO DE OBREROS: LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES

Una de nuestras instituciones más florecientes, en el Uruguay, es


el Círculo Católico de Obreros. Fundado el 21 de junio de 1885, ha
cumplido gloriosamente sus bodas de oro. Su primer presidente, don
Francisco Bauzá, empezó su discurso de apertura de la primera Asam-
blea con estas significativas palabras: "Si fuera necesario demostrar
la fecunda vitalidad del catolicismo, el acto que celebramos sería una
prueba perentoria". Y
pasados cincuenta años, tenemos esa prueba
no en el acto de inauguración, que era sólo una esperanza, en la reali-
dad vivida durante medio siglo. Lo que era entonces un puñado de
hombres, son hoy en el Círculo, solamente de Montevideo, 14.000
socios y socias.
En la formación y desarrollo interno de esa gran institución, honra
del Catolicismo Uruguayo, no ha tenido parte directa la Compañía
de Jesús. Pero siempre la ha mirado con alta simpatía; y desde muy

— 68 —
antiguo ha cooperado solícita en sus necesidades espirituales. Uno de
los hombres que más han trabajado en el Círculo, y con más aceptación
de los socios, ha sido el P. Miguel Orriols. El P. Orriols, con la deci-
dida cooperación de las autoridades del Círculo, y en especial, del Dr.
Antonio J. Rius, emprendió la obra de Ejercicios Espirituales cerrados
a los socios del Círculo; y durante muchos años se han dado, en nuestra
casa de Campo de Larrañaga, tandas de Ejercicios a muchos centena-
res de obreros, que los hacen con verdadero espíritu, piedad y reco-
gimiento, y con mucho fruto espiritual de sus almas y de sus familias.
Muchos de esos obreros han formado y forman hogares santos, que
comq decía el Dr. Luis Pedro Lenguas, en la Asamblea inaugural de
1885, son "el elemento sano de la sociedad" "la palanca donde debe
descansar la tranquilidad de los Gobiernos, el baluarte del esplendor de
los pueblos", "la sonrisa simpática, que se vislumbra en un porvenir
cercano, de la regeneración de nuestra victoria".
Esa sonrisa, la vemos en parte diseñada, en la Obra de la Perse-
verancia. Muchos de los obreros que hacen Ejercicios se reúnen cada
cuarto domingo de mes en la Iglesia del Sagrado Corazón del Colegio
del Sagrado Corazón. Oyen Misa y comulgan junto con sus Autorida-
des; y luego se reúnen en un comedor del Colegio y oyen una plática.
Muchos años se las ha dado el P. Orriols y otros Padres han continua-
do su obra.
La Escuela gratuita de San Ignacio es una cooperación indirecta,
pero efivaz de la Compañía a la obra del Círculo Católico de Obreros;
y solventa en parte, aunque mínima, aquella necesidad a que se refería
el Dr. Lenguas en su discurso ya citado: "Vuestros hijos que son el

porvenir de la patria, están condenados a recibir una educación bas-


tarda, que inoculó en sus tiernos corazones sólo el materialismo de la
vida, alejando de ellos las sublimes doctrinas del Cristo, único lenitivo
a nuestros trabajos y miserias."
Yaludiendo a la continua cooperación de los Jesuítas en la mag-
níficaobra del Círculo, en su discurso de apertura de la gran velada
del cincuentenario, el Dr. Juan Nepomuceno Quagliotti, presidente a
la sazón del Círculo de Obreros, se expresaba en estos términos:

"A vos, dignísimo R. P. José Strássener, hijo ejemplar de San


Ignacio, presento la intensa gratitud de nuestra obra. Vuestro antece-
sor en el Rectorado, en la época de nuestra fundación, el R. P. Morel,
fué el consejero máximo del núcleo de nuestros fundadores, quien más
aliento les dió por la autoridad de su sabiduría y el prestigio de su
talento; vuestra Orden
Religiosa no ha cesado hasta hoy de colaborar
con nosotros por intermedio de sus hijos, dándonos Capellanes santos,
como los Padres Cendra y Feliú, eficaces como los Padres Iribarren
y Alonso, y conferencistas eximios que están en las memorias de
todos."
El Sr. Arturo E. Xalambrí, después de haber disertado acerca de
los Ejerciciosde San Ignacio en un largo, concienzudo artículo publi-

— 69 —
.

cado en el Album del Cincuentenario del Círculo Católico de Obreros,


en la página 126, añade:
"Con rebosante satisfacción se ha de testimoniar, que esta Em-
presa (la de los Ejercicios Cerrados) ha triunfado por el celo encen-
dido del Secretariado de Acción y Propaganda, que interviene en la
formación y en las erogaciones de las tandas; y a quien el Directorio
confia esta misión ardua. Pero, parte principalísima en la afirmación
y crecimiento de la obra, es el acierto de prudencia y la constancia de
entusiasmo, que, en ella, han puesto los Padres Jesuítas, quienes, para
dirigir y dictar los Ejercicios Espirituales, han prodigado sus mejores
maestros en esa práctica que demanda gracias singulares del cielo, amén
de sabias dotes de espíritu en la experiencia psicológica para desbrozar
el monte espeso y obscuro de las almas, orientarlas hacia la luz de

Dios y educarlas para la alegría en el cumplimiento de la voluntad


divina. ( Fassbender )

La primera tanda se desenvolvió el 1, 2 y 3 de agosto de 1913.


La dirigió a los siete primeros ejercitantes del Círculo, el R. P. Miguel
Orrióls, que logró dar en diferentes períodos, un total de treinta tandas.
Este venerabilísimo Jesuíta, hoy nonagenario, se caracterizó en la direc-
ción de los Ejercicios por su copiosa y sencilla doctrina, vivida y vivida,
de envangelizador y subyugante anedoctario: la sola presencia del
Padre Orrióls, agraciado binario de firmeza y suavidad, era una pre-
dicación ejercitativa.
No cabe el olvido del austero P. Luis Isola, que, como filosas
espadas, penetraba las meditaciones de las postrimerías. Ni al Padre'
Matías Crespí, orlado por la modestia y destellando unción. ¡Con qué
inmarcesible admiración se recuerda al P. Antonio Castro, sabio de
sabios, con vida y muerte de santo!

Y el P. Juan Faustino Sallaberry, otro gran sabioy eminente


apologista, ascético y moralista certero y agudo psicólogo, con inago-
tables alforjas de amenos dichos y hechos. Y luego otros inolvidables
trasuntando piedad y celo, como el P. Ignacio Iribarren y el P. Jesús
Simón. Y el P. Guillermo Furlong forjador de caracteres y de quien,
haciendo juego con humorismo, y trayendo a colación su anécdota
personal e imagen de trampolín, diremos que de sus tandas de Ejerci-
cios se salía diestro en el trampolín del optimismo cristiano y de la
ignaciana fortaleza, para saltar muy alto y por encima de la perfección.
Y finalmente, terminaremos con dos excelsos Jesuítas: el P. Luis
Feliú, de extraordinario vuelo doctrinante, con claridad y hermosura
enamorada de Dios; y el P. Pedro Cendra, dotado de la mayor com-
prensión humana, de comunicativo ardimiento de amor de Jesús, y de
alegre gracia hispana en sus exposiciones, con la que sabía dibujar una
dulce sonrisa en río de lágrimas, que provocaba su arrebatadora cari-
dad. ¡Qué alma se le podrá resistir, dijo de él, otra alma angelical; su
arrebatadora caridad, que tomaba los tonos más tiernos de una madre,

— 70 —
y los unimismaba a más nobles de un padre, y con la que
los consejos
removía pecador más endurecido. ."
las intimidades del .

Concluye el Sr. Xalambrí, haciendo el elogio de la obra de la per-


severancia de que antes hablamos.

APOSTOLADO SEGLAR

El Apostolado Seglar es una institución laica, piadosa y caritativa


que se dedica con afán a visitar y aliviar a los enfermos en los hospi-
tales y a los presos en las cárceles. Atiende a las relaciones de éstos
con sus parientes de campaña, muchas veces con gran fruto. No pocos
enfermos se han puesto en comunicación con sus familias; y no pocos
han pasado a mejor vida, confortados con los Santos Sacramentos,
gracias a las gestiones de los Hermanos, como se llaman ellos entre sí,
los del Apostolado Seglar.
En un principio, no eran sino varones. Hoy cuentan con una sec-
ción de señoras y señoritas, que está muy floreciente.
Como ya indicamos antes, el Apostolado Seglar, fué la tercera
institución que adhirió a la Acción Católica, apenas fundada. Ha sa-
cado personería jurídica civil, y su plataforma es nacional y aun podría
por sus Estatutos, fundar en el extranjero.
No es obra de la Compañía, como no lo es el Círculo Católico de
Obreros, pero en su fundación y desarrollo, y en su misma reglamen-
tación y en la obtención de su personería jurídica, y en su parte más
simpática, cuales son las relaciones de los enfermos y presos con sus
familias de campaña ha cooperado siempre la Compañía de Jesús.
El P. Castro y el P. Sallaberry, han sido sus directores o asesores,
durante largos años, casi todos los de su existencia. Ahora lo es el
P. Miguel Noguera. Las relaciones entre los enfermos y sus familias,
se ha logrado y se logra por la cooperación de la hoja San Javier del
Centro Apostólico de San Francisco Javier, que, como ya indicamos,
llega a todos los rincones de nuestra dilatada campaña.

HIJAS DE MARIA Y OTRAS ASOCIACIONES

Un ministerio abundante de los Jesuítas, desde hace muchos años,


lo constituyen los Ejercicios Espirituales que dan todos los años al
Clero, a Comunidades Religiosas, a las Hijas de María de diferentes
Colegios y Casas Religiosas y a otras instituciones.
Esos mismos ministerios, han arrastrado consigo una cooperación
constante como Asesores Eclesiásticos y Directores Espirituales, que
sería prolijo enumerar, y en otras formas de cooperación a obras que
no son nuestras, pero que cuadran con nuestro Instituto, y nos dan
amplia ocasión de cumplir aquello que nos inculca Nuestro Santo
Fundador: quod gratis accepistis, gratis date.
Ya hemos enumerado los actuales Asesores Jesuítas de la Acción
Católica. Hasta hace poco el P. Jesús Simón era Director Espiritual o

— 71 —
Asesor Eclesiástico de las Hijas de María del Huerto, de la Miseri-
cordia de Pocitos, de las Teresas, de la Asociación del Divino Maestro
y de la Sociedad Española del Pilar, y profesor de griego en el Ins-
tituto de Estudios Superiores con sede en la Universidad del Estado;
y ha dado, en dos años seguidos, sendas series de conferencia? en el
Círculo Católico de Obreros, que han sido cursos completísimos y a
fondo de Apología Católica. En la primera serie, demostró la exis-
tencia de Dios por argumentos científicos extraídos de la cosmogonía,
astronomía y geología; y en la segunda serie habló del origen del
hombre, fundado en argumentos sacados de la geología y arqueología
y de las ciencias biológicas, todo ilustrado con proyecciones y con no
vulgar erudición y gran conocimiento de causa; y siempre con aplauso
y con un lleno completo, que no disminuyó jamás desde el primero
al último día.
La asociación del Divino Maestro, de la cual en otros tiempos
fué director también el P. Juan Muntané, es una institución de
Maestras del Estado, graduadas y en ejercicio de su profesión, todas
católicas y de gran actuación en nuestro medio oficial de la docencia.
La Sociedad Española del Pilar, cuyo actual asesor es el P. Luis
Teixidor, ha venido a llenar un vacío en el ambiente español de Mon-
tevideo y del Uruguay. La colonia española es muy numerosa, y para
nosotros, muy simpática y es para los uruguayos un honor el que nos
tengan, con verdad o sin ella, como el pueblo más español entre los
americanos. Creo que realmente algo tenemos de la franqueza ruda
del español ferreño. Somos realmente poco remilgados y en eso, algo
nos parecemos los nietos a los hijos de la Madre Patria.
Sea de ello lo que que los españoles, venidos
fuere, lo cierto es
de la península, o perdían la o se hacían indiferentes, y si eran
fe,
católicos, y grandes católicos, lo eran individualmente, pero sin formar
cuerpo entre ellos, entre sí mismos. Y ese es el vacío que ha venido
a llenar la Sociedad del Pilar. Ahora hay un grupo de españoles, que
en corporación se profesan católicos, como los había de otras naciones:
ingleses, franceses, italianos, etc.
El P. Juan Corominas, ha cooperado y coopera constantemente en
la Asociación de Santa Elena de la Colonia Inglesa Católica, que tiene
su Club y su sede perfectamente organizados y su escuela y otros
medios de atracción para los hijos de Albión que aportan por estas
tierras. El alma de esa institución es la señora del Ministro Inglés
Sr. Dracke.

El P. Miguel Viaplana, cooperó en la fundación y funcionamiento


como asesor eclesiástico, Asociación intitulada "El Balmes", en
de la
memoria del con sede en el Colegio-Seminario, que
filósofo vicense,
les facilitó el P. Juan Faustino Sallaberry, cuando era director de la
Congregación Mayor. El Balmes empezó por ser una institución espor-
tiva; y luego, queriendo ampliar sus actividades en el campo literario

y filosófico, se dividieron los pareceres y ella se disvidió en dos y la

— 72 —
rama, digásmoslo así, intelectual vino a sentar sus reales en el Colegio-
Seminario; y, por eso arrastró también a la otra parte, y así no se dis-
gregaron las fuerzas; y es hoy una institución floreciente con su buena
biblioteca, gracias a la cooperación de los Jesuítas.
El P. Luis Teixidor es Director Espiritual de las Hijas de María
de las Adoratrices y profesor de filosofía tomista en el Instituto de
Estudios Superiores con sede en la Universidad de la República. Con
mucha' aceptación en dos años, ha dado 46 conferencias o lecciones
sobre la filosofía de Santo Tomás de Aquino. El P. Teixidor tomó la
iniciativa y trabajó con toda actividad en colaboración con el Rvmo.
P. Antonio María de Montevideo, hoy Arzobispo Titular de Macra
y Coadjutor de Monseñor Aragone con derecho a sucederle, para que
los estudiantes católicos universitarios celebrasen el día del estudiante
católico en honor del Angel de las Escuelas, y Patrono de la Escolás-
tica, Santo Tomás de Aquino; y alcanzó en su objetivo un éxito alen-
tador y halagüeño. En lugar del día del Estudiante Católico, tuvimos
la Semana del Estudiante, en que hablaron de la filosofía de Santo
Tomás el mismo P. Teixidor, el Rvmo. P. Antonio María de Monte-
video, el P. Juan Ortega, S. S., el Maestro Jacques Maritein. Los tres
primeros hablaron en el Club Católico, siempre con grande y selecta
concurrencia, y Maritein, además en la Universidad, como lo declaró
él mismo, «al principio de su disertación, convidado y patrocinado por

el Consejo Superior de la Federación de Estudiantes Católicos.

El Consejo Superior de les Federaciones de Estudiantes Católicos,


agradeció al P. Teixidor su intervención en la celebración del día del
estudiante católico universitario en los siguientes términos:
"Los Comités Ejecutivos de las Federaciones de Estudiantes Ca-
tólicos y Católicas, quieren expresarle su más profundo agradecimiento
por su intervención en el día del Estudiante Católico y por su magní-
fica Conferencia. Ella reflejó la preparación y la preocupación del
Sacerdote que busca conocer a fondo no sólo la doctrina que afirma,
sino las tesis adversarias para mostrar sus errores y el absurdo de su
posición.
Lamentan la escasez de tiempo que le obligó a dejar de lado mu-
chos puntos que hubiera deseado conocer.
A la erudición del filósofo, al afán del apostolado del Sacerdote,
al desinterés del amigo de los Estudiantes, queremos que llegue la ex-
presión de nuestra admiración y de toda nuestra cristiana estima.

ARTURO A. MOSSMANN, S.S., Asesor Eclesiástico. —


DE VASCONCELLOS, Presidenta.
El mismo P. Teixidor, en estos momentos, coopera con la Au-
toridad Eclesiástica, en la campaña contra el Raumsolismo, nueva secta
anticristianay anticatólica y supersticiosa, que se está inoculando en
Ja sociedad con no pequeño daño de las almas; y sus actividades han
obtenido franco éxito, en la prensa y en la radiodifusión.

— 73 —
Varios diarios, y en especial, "La Tribuna Popular", han empren-
dido una recia campaña contra el raumsolismo; y el mismo Padre ha
escrito y escribe varios artículos en el "Boletín Eclesiástico" y en otros
periódicos y revistas, especialmente en la Revista Católica órgano ofi-
cial de la Acción Católica.
En materias del Comunismo, el P. Teixidor es un verdadero espe-
cialista, como se reveló en la Conferencia a que antes aludimos y resalta
en la nota del Consejo Superior de las Federaciones de Estudiantes
y Estudiantas Católicas; pues el P. Teixidor hizo una amplísima expo-
sición de las doctrinas comunistas enfrentándolas y careándolas con
las doctrinas de Santo Tomás de Aquino; y su actividad en esta ma-
teria es la más intensa de su vida.
También el P. Ignacio Iribarren desempeña en estos momentos
una campaña social de gran envergadura, cristalizada en hechos como
el Sindicato Obrero "Justicia Social".
El P. José M. Ezpeleta enseña teología fundamental en los cursos
de cultura católica del Club Católico; y el P. Teixidor filosofía en los
cursos catequísticos del Círculo Católico de Obreros.

EN LA PRENSA CATOLICA

La Compañía de Jesús ha prestado siempre una gran atención a


la prensa católica donde quiera que se encuentre, en cualquier parte
del mundo a donde le lleva la mayor gloria de Dios y la salvación de
las almas. El Uruguay no podía ser una excepción a esa regla.
La Compañía dirige y edita dos revistas y una hoja periódica;
esta última de gran difusión. A saber: "El Colegio", "La Cruzada" y
"San Javier".
"El Colegio", hermosa revista ilustrada, es el órgano del Colegio
del Sagrado Corazón.
"La Cruzada", cuya edición es de unos 4.000 ejemplares, es el
órgano de la Cruzada Eucarística, ambas a dos, revista e institución
fundadas y dirigidas por el P. Engelberto Wáuters.
Además de eso, los Jesuítas no han mezquinado su cooperación
a la prensa católica periódica del país. Muchos de ellos esporádica-
mente, según las circunstancias; y algunos con más tenacidad y per-
sistencia.
El P. Teixidor en estos momentos está colaborando metódica y
tenazmente en la prensa, en varios ramos que son verdaderas campa-
ñas en favor del Catolicismo; y que no podemos especificar todavía
por no haber llegado a su pleno desarrollo y no haber pasado el tiempo
suficiente para darles el tinte de las cosas consagradas.
El P. Juan Faustino Sallaberry colabora en "El Bien Público"
desde hace más de 20 años; a veces en colaboraciones esporádicas; a
veces en colaboraciones sistemáticas; y a veces ha seguido desde sus
columnas verdaderas campañas en favor del Catolicismo y del Clero
Uruguayo y de la Iglesia en general. También ha colaborado en el

— 74 —
"Boletín Eclesiástico", en "El Demócrata", en "Tribuna Católica" y
en su sucedánea, "La Revista Católica".

EN LA RADIO

El P. Delfín Grenón es uno de los Jesuítas que más ha colaborado,


y con más vocación, con la Iglesia, en la radiodifusión de nuestras ideas
y de la predicación evangélica. Varias veces predicó las siete Palabras
el Viernes Santo, a través del micrófono.
El P. Juan Corominas ha predicado varios años seguidos el Mes
del Sagrado Corazón y el Mes de María a través del Micrófono de la
trasmisora católica Jackson. El P. Ramón Sellas, el P. Ignacio Iri-
barren, el P. Luis Teixidor cooperan constantemente en la difusión
microfónica.
La Compañía en medida de sus débiles fuerzas ha cooperado con
la Iglesiaen todos los ramos de las humanas actividades que no sean
ajenas a su Instituto. Por mucho que quisiéramos resumir este capítulo
no ha podido menos de alargarse en demasía.

CAPITULO IX

COOPERACION EN ORDEN DIRECTO A LA SALVACION


DE LAS ALMAS
Seminario Conciliar, Colegio y Residencia. — Ministerios Apostólicos:
continúan las misiones. — Centro Apostólico de San Francisco Javier.

Al cerrarse la Residencia de San Borja, de la calle Canelones, y


abrirse el Seminario Conciliar de la calle Soriano, éste no tuvo nunca
elcarácter exclusivo de centro docente. Fué, además Residencia. Hubo
en él siempre misioneros y operarios que se dedicaban, y se dedican
exclusivamente a la vida apostólica. En ese carácter, hallamos en él,
no solamente un P. Costa o un Crespí, que, para todos, y en el concepto
de todos, no han sido sino misioneros y predicadores apostólicos con
absoluta prescindencia de las tareas docentes en la cátedra y en el aula.
Aunque no con una organización como la del Centro Apostólico
de San Francisco Javier, que les da cierta notoriedad y cierta belige-
rancia, a causa de las misiones puramente rurales o suburbanas, en
todos tiempos hemos tenido y tenemos operarios que se dedican exclu-
sivamente al ministerio del confesonario y del pulpito, algunos de ellos
muy notables, y que han alcanzado nombradía entre nosotros, o al
menos, en ciertos círculos de sus actividades netamente apostólicas.
Recorriendo los catálogos que insertamos al fin de este volumen
se hallarán a cada paso nombres de Jesuítas, que mucho han trabajado
en Montevideo, y nunca han ocupado una cátedra; otros se encontra-

— 75 —
rán, y éstos serán los más, que a las tareas docentes, añadían las
tareas apostólicas en diferentes formas y grados, según sus ocupacio-
nes, habilidades y fuerzas físicas y morales. Otros habrá, y éstos tam-
poco escasean, que, agotados en la cátedra, han dedicado a modo de
jubilación, todas sus energías a la tarea exclusiva de la salvación
de las almas.
Bastará sugerir al azar algunos nombres de todos los tiempos de
estas seis últimas décadas para dejar demostrado este aserto y llevar
a la convicción de nuestras relaciones la verdad en esta materia; o sea,
el constante carácter Colegio-Residencia de nuestro viejo Seminario,
tan conocido con el nombre de Colegio-Seminario, o simplemente Se-
minario, hoy Colegio del Sagrado Corazón.
De la Residencia de San Borja, pasaron al Colegio-Seminario los
Padres Cabaza, Civit y Puig en calidad de operarios. En esa misma
calidad han trabajado a través de más de medio siglo, los Padres
Delmau, Benítez, Cendra, Darner Lauro, Escatllar, Folgueras, Feliú
Luis, Fernández Hilario, Freixes, Furió. Hermann, Hupfeld Roberto.
Jordán Evaristo, Orrióls, Pí, Pou, Sánchez Mariano, Tugues, Vocos
Armengaudio y Wauters. Algunos de éstos, y casi todos los demás
han ejercitado los ministerios espirituales al mismo tiempo que en el
Colegio ejercían la enseñanza y otros cargos de dirección en el mismo
establecimiento.
Esta labor silenciosa, desconocida, anónima, es de un resultado
casi meatrevo a decir estupendo, en el apostolado cristiano y católico.
Esos operarios y semioperarios de la viña del Señor, han dado vida
larguísimos años al Catecismo del Seminario, haciéndolo simpático y
amable en los conventillos y pobrerío de muchas cuadras a la redonda;
y han suscitado apóstoles laicos, que llevaran la fe y la regeneración
cristiana a muchísimos hogares de todo el vecindario, y en especial,
de los pobres.
Han dado a la Iglesia del Sagrado Corazón, merecida o no, la
gloriosa consigna de ser una de las mejor atendidas de Montevideo.
Siempre hay en ella, quien atienda al confesonario, a cualquier hora
del día,y sobre todo, en las grandes festividades. Y de esa labor cons-
tante y continua se recoge no pequeño fruto de conversiones. No hay
año que no se bauticen decenas de adultos. Pero lo que da una idea
no sólo del fruto, sino también de.su continuo incremento es el aumento
constante de las comuniones anuales dadas en nuestra Iglesia.

Fácil nos sería insertar aquí la estadística de las comuniones año


tras año. Pero, a más de que esa prodigalidad no aclararía más la
idea ni demostraría mejor la tesis, sería excesivamente larga; y así
nos contentamos con insertar las comuniones de cinco en cinco años,
desde 1880 hasta 1935. He aquí esos números que indican las comu-
niones del año respectivo, y no las del quinquenio como podría erró-
neamente interpretarse:

— 76 —
Año Comuniones
1880 5.813
1885 14.850
1891 30.300
1895 56.800
1900 74.900
1905 57.040
1910 77.950
1915 118.485
1920 125.110
1925 127.200
1930 145.056
1935 143.000

Ese aumento de los ministerios en la vida interna de nuestra


Iglesia, en nada ha perjudicado a las misiones en campaña y fuera
de nuestra casa. Los Operarios del Colegio-Seminario siguieron la
tradición gloriosa de la Residencia de San Borja. sin perjuicio de la
enseñanza. Podríamos en ese sentido, reproducir aquí las narraciones
que en el Diario de la Casa, en las Cartas Anuas y en la Historia
Domus. 'como ya lo hicimos, al tratar de la Residencia borjiana. Mas
para no repetir los motivos, nos contentaremos con sólo enumerar las
misiones; y completar luego esta tesis, con la exposición algo amplia
del gran instrumento misionero, nacido y desarrollado en el Colegio-
Seminario, el Centro Apostólico de San Francisco Javier.
Pues con la transformación de la Residencia en Colegio-Seminario,
no decayeron, como podría sospecharse, los ministerios apostólicos.
Los Padres siguieron acompañando a Don Jacinto Vera, y luego a
ios sucesores, en sus excursiones apostólicas en todo el país. En 1880
dieron los Padres del Seminario, en compañía del Prelado, diez mi-
siones, once en 1881, y así sucesivamente, con más o menos alternati-
vas, hasta que el 17 de agosto de 1896 el P. Francisco Costa fundó el
Centro Apostólico de San Francisco Javier, para dar misiones rurales
en los puntos adonde no llega el sacerdote, buscando en ello la coope-
ración de los clérigos y de todos los religiosos que deseen dedicarse
al ministerio apostólico, en las grandes soledades de nuestra inmensa
campaña, que con la irradiación misionera desde el Colegio-Seminario
ha tenido, y tiene, una difusión y un empuje siempre en auge y de una
extensión e intensidad no sospechadas, irradiación que se ha extendido
estos últimos años a los suburbios de varias ciudades: Montevideo,
Meló, Florida, etc., con extraordinario fruto.
Entre las cosas divinas, dijo un autor antiguo, la más divina es
cooperar con Dios a la salvación de las almas.
He aquí la gran misión del Centro Apostólico San Francisco
Javier: cooperar con Dios a la salvación de las almas.
Lo demuestra ampliamente su gloriosa historia y su fecunda labor
en toda nuestra campaña y en los suburbios de las ciudades; y así lo

— 77 —
han reconocido, sin excepción ninguna, todos los superiores de la
Compañía de Jesús, todos los prelados uruguayos y todos los pontí-
fices desde León XIII hasta Pío XI, recientemente fallecido.
A los cinco días de fundado el Centro Apostólico, el 22 de Agosto
de 1896, el entonces Obispo de Montevideo, Mons. Dr. Mariano Soler,
en cuya Diócesis se fundaba, de su puño y letra escribía: Aprobamos
con gran satisfacción, tan grande y benemérita obra.
Tres años más tarde, el mismo Mons. Soler, ya primer Arzobispo
de Montevideo, llama al Centro Apostólico obra eminentemente grande,
que aplaudimos y bendecimos con toda la efusión de nuestra alma,
calificándola de obra magna para el bien de las almas, augurándotele
nuestra parte los más hermosos y saludables frutos.
Y, cuando ya la historia y la experiencia de un cuarto de siglo
de incesantes fatigas en el cultivo de la viña del Señor, podían dar
una idea de los frutos cosechados en el campo evangélico, tesonera-
mente cultivado por el Centro Apostólico, el inmediato sucesor de
Mons. Soler, el Excmo. Sr. Dr. D. Juan Francisco Aragone, escribía,
con motivo de las bodas de plata de tan benemérita institución, estas
palabras: "El Centro Apostólico de San Francisco Javier llega a su
primera fecha jubilar con una labor que justifica y consagra plena-
mente su nombre. Como Centro, a semejanza de un foco de luz que
difunde por doquier sus fulgores, ha irradiado desde su sede por los
ámbitos del país una intensa, vasta, constante y fecunda siembra de
vida cristiana. Sus estadísticas lo comprueban irrefutablemente."
Conceptos como éstos, de nuestro dignísimo y querido metropo-
litano, podríamos espigar en todos los sufragáneos de esta provincia
eclesiástica, fecundo campo en que se desarrolla la inmensa labor del
Centro Apostólico de San Francisco Javier y de sus Prelados Auxi-
liares, como los Monseñores Dres. Isasa y Estella. Mas, para no ser
prolijos, citaremos únicamente unas palabras de Mons. Tomás G. Ca-
macho, Obispo de Salto, que sintetizan admirablemente el pensamiento
de todos, con esa unción y fervor que le eran característicos. .

Dice así: Nació el Centro Apostólico, a impulsos de la caridad


infinita del Corazón bondadosísimo de Jesús-Hostia, víctima de propi-
ciación por nuestras culpas y bajo la presión de aquel amor que le hizo
exclamar: Quiero misericordia . . He venido para que las almas tengan
.

vida, vida de gracia, de caridad, de virtud,


y que esa vida sea lozana,
vigorosa, exuberante. . .Llevar el conocimiento y el goce de esa vida
sobrenatural, de esa vida de Cristo, al mayor número posible de almas
y extenderla hasta las más remotas extremidades del país, sin reparar
en obstáculos de ningún género, sin arredrarse por ninguna clase de
dificultades, sin perdonar trabajos, ni medir distancias, ni calcular
fatigas, ha sido la brega laboriosa e incesante del Centro Apostólico
de San Feo. Javier, en los veinticinco años que lleva de existencia,
empleados en tan noble, cristiana y bienhechora labor.
Parecidos conceptos podríamos espigar en Mons. José M. Seme-
ría, Mons. Joaquín Arrospide, Mons. Miguel Paternain, Mons. Alfredo

— 78 —
Viola y Mons. Antonio M* Barbieri, todos Obispos misioneros y
grandes conocedores, por sus labores apostólicas, de nuestra inmensa
campaña y de los frutos del Centro Apostólico de San Francisco Javier.
El muy Reverendo Padre general de la Compañía de Jesús, Wlo-
dimiro Ledóchowski, en carta al P. Juan F. Sallaberry, el 10 de Mayo
de 1921, escribía: Me son perfectamente conocidos, no sólo la obra,
sino los estatutos por que se rige el Centro Apostólico, y los ubérrimos
frutos espirituales que de ella han dimanado en toda la República del
Uruguay. Justo es que demos gracias a Dios, que se ha dignado tomar
nuestra Compañía como principal instrumento para establecer y con-
servar tan grande obra. Pues el fin y los medios de que se vale son
muy conformes con nuestro Instituto, y responden perfectamente a las
presentes necesidades de esa región. Es para mí de sumo agrado el que
esta obra sea promovida y recomendada por los celosísimos Obispos
de la República, lo cual es un signo de su excelencia y eficacia.
No excluyamos a los Romanos Pontífices. León XIII, por insi-
nuación de Mons. Soler, concedió Indulgencia Plenaria a todos los
socios del Centro Apostólico, una vez por mes, si confesados y comul-
gados cooperan a esa benemérita obra de las misiones, y para siempre.
Pío X concedió al Centro la Bendición Apostólica; Benedicto XV
la Bendición Papal a todos los socios y protectores.
Y S. S. el Papa Pío X, al tener noticia del Boletín San Javier, le
otorgó una especial bendición y le dió el título de Revista, a pesar de
sus pocas páginas.
Basta esto para demostrar que, desde León XIII hasta nosotros,
el Centro Apostólico ha recibido expresiones de benevolencia de la
Santa Sede, señal manifiesta de la aprobación y bendición del cielo
para la obra de las misiones rurales, patrocinada por el gran Apóstol
de las Indias, San Francisco Javier.

ALGO DE HISTORIA

El P. Bartolomé Más, S. J., de Montevideo pasó a Chile, y allí


fundó un Centro Apostólico que tenía por fin dar misiones en cam-
paña, en pueblitos en formación, y al personal de las estancias o fundos
como dicen allí. Con el P. Más trabajaba en las dichas misiones el
P. Costa, cuando fué llamado a Montevideo para acompañar a Mons.
Pío C. Stella en los pueblos del interior.
En una de estas excursiones por la campaña, se dió cuenta el
P. Costa de la gran necesidad que tenía nuestra campaña de instruc-
ción religiosa. Pronto comprendió que en el Uruguay podía instalar
una obra parecida a la de Chile, de misiones rurales.
El P. Costa dió una tanda de ejercicios a señoras en Agosto
de 1896, y lanzó la idea de fundar el Centro Apostólico, y su palabra
cayó en buena tierra, tanto que el 17 de agosto de aquel año quedó •
fundado el Centro Apostólico.

— 79 —
DEFINICION DEL CENTRO APOSTOLICO

El Centro Apostólico de San Francisco Javier, de Montevideo,


es una institución piadosa que tiene por objeto exclusivo dar misiones
en aquellos parajes donde no llega o apenas puede llegar la influencia
de la parroquia.
En un principio el Centro Apostólico se dedicaba exclusivamente
a las misiones de campaña, a donde no llegaba la acción del Sacerdote,
pero más tarde se dió cuenta que en las ciudades, en las afueras,
hay tanta o más necesidad de misiones que en campaña, y por esto
se introdujo el dar misiones bajo carpas, con excelente resultado.

La idea del Centro Apostólico no puede ser más apostólica ni más


caritativa.Su fin es socorrer aquellas almas más necesitadas que, prác-
ticamente, no tienen sacerdote que las cultive periódicamente. Su campo
de labor son las almas. más desprovistas de medios para instruirse en
lo tocante a religión y practicarla. Esta es la característica del Centro
Apostólico.
Y esa característica es tan original y tan inusitada que, en la
exposición misionera del Vaticano de 1927, se llegó a confundir las
misiones del Centro Apostólico de San Javier con las misiones vivas
entre infieles. Alos oídos europeos, la frase a donde nunca llega el
Obispo, a donde nunca llega el Sacerdote, señó a lugares de infieles,
lugares por lo mismo, sujetos a la Sagrada Congregación de la Propa-
ganda Fide. Ycomo es un hecho muy probado, que los europeos no
tienen ideas muy precisas sobre la geografía de América; de ahí que
no tiene nada de extraño, el que se confundieran las misiones del
Centro Apostólico de San Francisco Javier con misiones vivas, o sujetas
a la Propaganda Fide; y su nombre corriera por el mundo en varias
lenguas, en una lista gloriosa de muchas misiones vivas de la Compa-
ñía de Jesús en el mundo.
Me consta, porque así me lo dijo el P. Ramón Lloverola, que él
como Rvmo. P. José Barrachina, Asistente de España,
Provincial, y el
como era justo, por los fueros de la verdad. Pues
protestaron, saliendo,
las misiones del Centro Apostólico, aunque se den en los puntos de
nuestra campaña, a donde no llegan de ordinario ni el Obispo ni el
Sacerdote, no es porque allí no lleguen su jurisdicción y sus derechos;
pues se dan dentro de la jurisdicción de cada Diócesis y de cada parro-
quia, y con la expresa licencia, y a petición de parte, de cada Obispo
y de cada Párroco, de plena y perfecta jurisdicción ordinaria en Dió-
cesis perfectamente formadas; y siendo tan notorio el hecho, no es
posible pasarlo en silencio en una historia como ésta.

Callarlo, sería dar armas a los que se empeñan en afirmar que


fundamos nuestra hegemonía en hechos falsos. Este hecho, cierta-
mente, no defiende de nosotros, sino de una falsa interpretación de
un concepto, allá en el Viejo Mundo.

— 80 —
ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DEL CENTRÓ

En los primeros tiempos, el Centro se componía de un Director,


que era el P. Francisco Costa. S. J., y un grupo de señoras y señoritas
que se asociaron para contribuir con su labor y sus limosnas a la
evangelización de la campaña del Uruguay.
Las socias llegaron a ser unas 400. Su ideal era formar un capital
intangible, de modo que con sus réditos pudiera el Centro Apostólico
desarrollar su labor con varias binas de misioneros, de modo que cada
tres años se pudiera recorrer y misionar toda la campaña de la Re-
pública. Pero no se pudo llegar al ideal, debido especialmente a un
contratiempo.
Tomaron parte en estas misiones de campaña el P. Costa, hasta
el año 1917, y desde entonces el P. Crespí, y el P. Ernesto Fonseca,
actual director. Además, han tomado parte en estas misiones casi todas
las comunidades de Montevideo. Los PP. del Corazón de María fueron
ios primeros, y en estos 44 años, siempre, más o menos, han sido cons-
tantes colaboradores en el abnegado trabajo de misiones en campaña.
Otras temporadas han misionado PP. Jesuítas, Redentoristas, Ca-
puchinos, Carmelitas, Lazaristas. El P. Costa es el más benemérito
de los misioneros; él lo fundó, lo dirigió 21 años, abrió los primeros
surcos, él tuvo que arrostrar las dificultades de los primeros tiempos.
Es digno de hacerse notar, para gloria de la Divina Providencia,
que, cuando parecía hundirse el Centro, cuando estuvo más pobre,
entonces empezó a resurgir y multiplicar sus actividades, hasta llegar
a tener simultáneamente tres y cuatro binas de Misioneros, distribuidos
en distintos puntos ,de campaña.
Es verdad que se encuentran muchas personas de buena voluntad;
los uruguayos por lo general tienen buen fondo, corazón de oro, y
saben corresponder a los sacrificios de los misioneros.
Casi siempre se encuentran familias hospitalarias que reciben y
hospedan gratuitamente en sus casas a los misioneros durante la
misión. Casi siempre hay quien se ofrece a trasaldar a los misioneros
de un punto a otro. Y, cuando no hay este recurso, el Centro no se
arredra, y sufraga todos los gastos necesarios para la evangelización,
y a la medida de sus fuerzas da una modestísima limosna a los misio-
neros que buscan con celo fervoroso la gloria de Dios, prescindiendo de
recompensas. En los primeros tiempos, las misiones solían durar unos
cinco días y eran suficientes; pero se vió luego la conveniencia de
aumentar su duración, y son ahora de ocho días y se procura siempre
terminar en domingo.
Se tiene siempre en vista la primera Comunión de niños, a los que
se agregan muchos adultos, y la comunión general de todos.
Resulta siempre solemne la colocación de la Cruz, recuerdo de
la Cuando se da por primera vez la misión en un punto, se
misión.
coloca una cruz de cuatro a cinco metros, en un lugar destacado, que

— 81 —
pueda ser vista fácilmente por los transeúntes. La Cruz, en sus brazos
ostenta esta leyenda: Salva tu alma.
Los misioneros del Centro han recorrido varias veces la vasta
campaña del Uruguay, han levantado más de 2.000 cruces nuevas y
las han visitado procesionalmente después de cada misión.
Es visible el bien que ha obtenido el Centro Apostólico en todas
partes, y en aquellos puntos que ha podido visitar con más frecuencia
florece la vida cristiana.
Para conservar el fruto de las misiones se recurre a varios medios
muy útiles.El más general y eficaz es el Boletín San Javier. Son cuatro
páginas de lectura que se remiten mensualmente en número de 30.000,
a otras tantas familias.
Bien puede calcularse que este boletín es leído por más de 200.000
personas, y su influencia alcanza a muchas más.
Este boletín tiene como base principal la enseñanza de la doctrina
cristiana. En forma de pláticas, de preguntas y respuestas, en forma
de consultas y de ejemplos, se tiende siempre a instruir en Catecismo.
Siguen luego explicación de fiestas principales, vidas de Santos, hechos
edificantes, breves prácticas de piedad y de vida cristiana. Novenas y
fiestas principales. Todo esto inculca constantemente y con excelente
resultado.
Todos los años en Cuaresma repite una misioncita, recuerda las
verdades eternas. Este boletín hoy es ya una necesidad, pues no se
conservaría el fruto de las misiones.
El boletín muy frecuetnemente enseña la manera de dar el agua
de socorro y en peligro de muerte, enseña cómo debe ayudarse a los
moribundos, y esto ha sido de muchísima utilidad, y por este medio
muchas almas están ahora en el cielo.
Además, por medio del boletín San Javier, se ofrecen a los lec-
tores crucifijos, rosarios, cuadros, libros útiles y baratos a precio de
costo y aun menos, y de esta manera se puede decir que apenas hay
familia que no tengan algún objeto religioso que da a los hogares
aspecto de hogar cristiano.
Otro medio de conservar el fruto de la misión es establecer la
práctica del Apostolado de la Oración, que exige a los inscritos la
oración diaria, y son ya más de 40.000 los inscritos.

CIRCUNSTANCIAS EN QUE NACIO EL CENTRO APOSTOLICO

El Centro Apostólico nació para discurrir, como dice San Ignacio


en las constituciones d ela Compañía de Jesús, nació para recorrer y
vivir en cualquier parte de la República donde se halle la mayor gloria
de Dios y bien de las almas.
Y siendo el fin del Centro Apostólico el recorrer por todos los
rincones de la República, cuando nació el Centro Apostólico, no le
fueron muy favorables las circunstancias de aquellos tiempos.

— 82 —
De ferrocarriles había muy poca cosa, el servicio era muy escaso
y el recorrido muy corto.
Los medios de movilización eran, el caballo, la diligencia y la
carreta, que muchas veces no llegaban al punto de destino, del mi-
sionero.
es más de admirar y alabar el celo del P. Costa, que por
Por esto
sus años y por su peso, y por no haber llegado a ser nunca buen jinete,
tuvo que pasar malos ratos y muchas incomodidades.
En aquel tiempo no había caminos, ni puentes, los ríos y arroyos
ofrecían muchos pasos malos y aun peligrosos. Los caseríos aislados,
la campaña muy solitaria y poco poblada y el camino accidentado.
Y todo esto lo soportó tesoneramente y con abnegación, el fun-
dador del Centro Apostólico, el P. Francisco Costa.
El estado de cosas ha mejorado enormemente en el período de 44
años. Hay más ferrocarriles, mejores caminos, puentes, una gran red
de autobuses, pero ni aun así se puede decir que sea muy cómoda la
vida del misionero del Centro Apostólico, pues su fin, que no puede
olvidar en ningún momento, es evangelizar a las almas más retiradas,
más alejadas, más necesitadas espiritualmente.
Dios ha bendecido esta obra. Hoy día los misioneros del Centro
Apostólico, donde vayan encuentran ya ambiente cristiano, encuentran
cariño respetuoso, encuentran amigos, encuentran respeto.
Es que hay un secreto en la vida de la Iglesia, es la gracia de
Dios, es el celo apostólico, el deseo intenso de la salvación de las almas.
Hay la abnegación, el amor a la Cruz de Cristo, que está por en-
cima de la educación urbana y rural, y que se impone, es la virtud que
cuando es verdadera y sólida, se capta la admiración de los humildes
y el respeto de todos.
Esta es la representación que llevan los misioneros, van en nombre
de Dios y en su nombre predican y enseñan.
Ahí está esta obra de 44 años de apostolado, ejemplo ijnico en
nuestro país, de una Institución modesta que, sin grandes recursos, a
base de caridad y abnegación, ha levantado un edificio que es coloso
en el Apostolado de nuestra patria, sin salirse nunca de sus líneas
modestas y humildes, que forman su característica y atraen las ben-
diciones del cielo: humilibus dat gratiam.

EL BOLETIN "SAN JAVIER"

Entre los progresos del Centro Apostólico, el más fecundo es.


sin duda, el boletín "San Javier". Son unas pocas páginas mensuales
que gratuitamente se reparten a más de 30.000 familias de campaña.
Para muchas familias es el único medio que tienen para instruirse. ,

Empezó a publicarse el año 1923, por tanto 17 años de fundación,


de incesante propaganda, de instrucción religiosa expuesta con la ma-
yor sencillez y claridad. En las misiones se eligen una o varias personas
para distribuir los boletines y se les manda luego en paquetes de 20,

— 83 —
30, 50 ejemplares, que son leídos con avidez y provecho por los vecinos
de cada paraje.
Unas veces se reparten a los niños a la salida de los colegios para
que los lleven a sus casas, como también a los centros de catecismos.
El boletín es un verdadero órgano de doctrina católica.
Entre otros buenos servicios presta uno a los enfermos de los hos-
pitales de gran consuelo para muchos pacientes y sus familias.
Sucede con frecuencia que enfermos hospitalizados por no saber
o no poder escribir, se pasan meses sin tener noticias de los suyos, y sus
parientes no saben de sus enfermos.
El boletín de vez en cuando avisa a los que viven en campaña
y tienen enfermos en los Hospitales, que pueden dirigirse al Apostó-
lico Seglar.
Los caballeros y señoras que forman esta entidad visitan a estos
enfermos, los alegran, les ofrecen regalitos y escriben a las familias
respectivas con gran consuelo de todos.
Este boletín con la tirada de 30.000 ejemplares mensuales y dis-
tribuido gratis, se sostiene con limosnitas de 10 o 20 centésimos que
suelen mandar los lectores de campaña,
En una palabra, el boletín "San Javier", pequeño en sí es de suma
utilidad y de gran bien espiritual, especialmente por dirigirse a almas
que si no fuera por el boletín, poco o nada podrían instruirse en lo to-
cante a religión.

DATOS ESTADISTICOS

Para completar el cuadro, daremos a continuación algunos datos


estadísticosque ponen a la vista la fructífera labor del Centro Apos-
tólico de San Francisco Javier, de una manera irrefutable:

Misiones 2.273
Bautismos de párvulos 30.568
Bautismos de adultos de 15 a 50 años 5.175
Bautismos de personas de 50 a 90 años 419
Bautismos de padres o madres de familia 424
Confirmaciones 93.803
Comuniones 500.400
Primeras Comuniones, unas 100.000
Primeras Comuniones de mayores de 50 años 7.261
Matrimonios 6.407
Enfermos asistidos, unos 4 000
.

Catecismos distribuidos, más de 1.000.000


Cruces de Misión erigidas 2.072
Inscritos en el Apostolado '
8.461
Vocaciones secundadas, unas 400
Catequesis fundadas, más de 500

— 84 —
Edición del folleto "Llave del Cielo", para enseñar a bien
morir, dar agua del socorro 70.000
Tiraje mensual de "San Javier" 30.000
Libros distribuidos de doctrina y piedad 2.000.000
Impresos varios también de piedad y doctrina 3.000.000
Medallas, unos 4.000.000
Estampas, unos 5.000.000
Crucifijos, más de 300.000
Rosarios, unos 800.000
Cuadros del Sagrado Corazón y otros 7.075

Sin contar el boletín que tira 360.000 ejemplares al año, el Centro


Apostólico ha distribuido entre libros, hojas, folletos, objetos piadosos
unos 17.000.000, los cuales por poco que cueste cada uno, montan
miles de pesos, y si a esto se añaden los gastos de misiones en viajes
y viáticos, el capital invertido en todo ello más en la carpa auto-capilla,
fdtares, ornamentos, vasos sagrados y limosnas a los pobres, llévanse
invertidos más de $ 100.000 en sus cuarenta y cuatro años de exis-
tencia.
El Centro San Javier ha fomentado la construcción de capillas
ayudando con una limosna que suele ser las puertas de las capillas.
Que Dios siga bendiciendo el Uruguay, conservando y acrecen-
tando esta obra modesta y fuerte, para mucha gloria de Dios, y sal-
vación de innumerables almas.

CAPITULO X
DESARROLLO DE LA COMPAÑIA EN EL URUGUAY
EN ESTA TERCERA EPOCA
Elemento humano. — —
Domicilios: Escuela Apostólica. Terceronado.— No-
viciado. —Seminario Interdiocesano. — Asociación del ex-Alumno Sacer-
dote. — Evolución del Colegio-Seminario en sus primeros sesenta años:
un artículo de "El Bien Público". — Residencia de Durazno.

ELEMENTO HUMANO

Durante esta tercera época a que nos estamos refiriendo, han tra-
bajado de asiento en el Uruguay, y con destino estable, trescientos
veinticuatro Jesuítas: 230 Padres y Escolares y 94 Hermanos Coadju-
tores, número nada despreciable, si tenemos en cuenta, que durante
sesenta y un años — 1872-1933 — la Compañía de Jesús no ha tenido
sino una sola Casa en nuestra Patria: primero la Residencia y luego el
Colegio-Seminario de Montevideo, hoy Colegio del Sagrado Corazón.

— 85
Pero ese número, no es un exponente, ni siquiera un lejano eco
del desarrollo de la Compañía de Jesús en el Uruguay. Antes debemos
afirmar, sin temor a ser desmentidos, que en cincuenta y cinco años —
más de medio siglo — el desarrollo de la Compañía entre nosotros,
ha sido nulo o casi nulo; y esa esterilidad se venía notando, desde los
tiempos más remotos, y cuanto más nos alejamos en el tiempo hacia
atrás, la esterilidad es mayor.
En efecto: no tenemos noticia de que ningún uruguayo ingresara
en la Compañía de Jesús en los tiempos de la Colonia, entre los años
1747 y 1767. No se puede alegar que fuese por falta de años de resi-
dencia en Montevideo. Pues era un quinto de siglo; y su crédito era
grande y ya trabajaban denodadamente en la formación del Clero,
según el testimonio del Dr. Nicolás Bárrales. No tomamos en cuenta
los tiempos que precedieron a 1747, que duraron más de un siglo,
desde 1619; porque fueron los tiempos heroicos de la roturación de!
terreno y de penetración apostólica entre los indios bravios y los cha-
rrúas indómitos; y ya sabemos el error que se cometió de no formar
el Clero indígena entre los indios reducidos; y lo lamenta la historia,
porque la civilización de los indios, incluso de los Charrúas, pues
Charrúas eran los indios del Yapeyú. fué una civilización cristiana
de altos quilates y digna de mejor suerte, respecto a su jerarquía; y si
hubieran tenido Sacerdotes y Obispos indígenas, no hubiesen quizá
desaparecido.
Y sea de ello lo que fuere, es del todo evidente, que, con esa men-
talidad, no podía la Compañía desarrollarse en ese elemento criollo de
pura cepa indígena, como se desarrolla hoy en Filipinas, en China,
en la India, en Africa, con ese empuje que le dan las orientaciones de
Pío XI, sobre la formación del Clero Indígena, en territorio de Misio-
nes, en todo el mundo infiel.
Pero no es tan fácil de explicar, cómo es que la Compañía no se
desarrolló en Montevideo, ni se note de ello un conato, siendo ella
española, actuando en ambiente español, y formando para los españo-
les el Clero secular de alcurnia indígena, en el sentido amplio de la
palabra.
En la segunda época — 1841-1859 —
entró en la Compañía un
,

uruguayo, uno sólo. Era éste Juan José Alcain, nacido en Maldonado
el 4 de mayo de 1843. Muy niño se fué a España, en compañía de su

madre que se había quedado viuda, e ingresó allí en nuestra Orden el


22 de mayo de 1857.
Destinado, a América, hizo sus colegios en Santa Fe, donde enseñó
gramática, aritmética y geografía; y fué profesor y prefecto de uru-
guayos tan conspicuos, como Zorrilla de San Martín, Soler, Piñeiro
del Campo, Imas, Betancur y otros, algunos muy íntimos de su familia,
como los hermanos Ricardo y Ruperto Isasa. Vivió diez años en la
religión y murió en Córdoba, el 4 de enero de 1867.
El Padrecito Alcain es una verdadera primicia de la Compañía
de Jesús, así en la tierra como en el cielo. Fué el primero en ingresar

— 86 —
y el primero en volar al cielo, a fin de prepararnos el camino. Las pri-
micias han sido, y son siempre, muy agradables a Dios. Su valimiento
en nuestro favor ha de ser muy agradable ante Dios. Pidámosle que
interceda con Su Divina Majestad, que así como le dió el comenzar
esta obra de las vocaciones a laCompañía, en este mundo y en el otro;
así también le conceda el consumar esta grande obra con muchas y
muy buenas vocaciones, en el presente y el porvenir.
Conocemos algunos rasgos del Padrecito Alcain, que nos lo pintan
como muy piadoso y muy agradecido. Así, él manifestó a los hermanos
Isasa que todos los primeros viernes de mes ofrecía la Comunión por
su madre de ellos, porque había sido amiga y gran bienhechora de su
madre de él, en especial, durante su viudez, hasta su vuelta a España.
En 1865, durante el destierro de los Jesuítas, por consiguiente, en
una época de la cual no nos ocupamos, porque no hay nada que histo-
riar, sino ?s por algunas venidas esporádicas del P. Sató, y P. Suárez,

y la capellanía accidental en Hospital Maciel del P. Rosario Lopresti,


entraron dos uruguayos en la Compañía: los Padres Gil Sánchez Vera
e Ignacio Torre. Ambos fueron muy conspicuos y vivieron largos años
en la Orden. El P. Ignacio Torre murió el 23 de setiembre de 1912
en Sarriá. Fué un Padre Espiritual sumamente estimado y de los que
más renombre tuvieron en la Provincia de Aragón, por la elegancia,
la fluidez, el gracejo y la profundidad de sus pláticas y por su acertada

y amable dirección de los jóvenes Jesuítas, confiados a su pericia y a


su bien entendido celo de la perfección v de la vida religiosa ordenada,
amable y santa. Tuve la dicha de tratarlo y percibir algo de sus finas
y notables cualidades. Hizo sus colegios en Chile, donde tuvo siempre
grandes amigos, entre ellos, Carlos Whalker Martínez.
El P. Sánchez Vera hizo también sus colegios en Chile; enseñó
largos años y ejerció los ministerios como operario en la Argentina;
y en el Uruguay también con relativa frecuencia. Sobrino carnal del
Siervo de Dios, Don Jacinto Vera, Dios le dotó de un temperamento
alegre y resuelto y ejerció con brío los ministerios hasta edad muy
avanzada. Murió en Córdoba.
Desde 1872, en que empieza la época que historiamos, hasta 1887,
no ingresó nadie en la Compañía, en el Uruguay. El primero de esta
época es el P. Simón Gorrichátegui, el cual entró en nuestra Orden
ei 13 de agosto de 1887. Nació en Bérriz, España, el 28 de octubre
de 1867. Vino muy pequeño al Uruguay, y se crió en Mercedes. En
1882 ingresó en el Colegio-Seminario. De modo que, como clérigo y
como jesuíta, fué siempre uruguayo, ni pensó más en las vascongadas,
en lo tocante a su vida de Iglesia v-de Religión. Y tiene la indiscutible
gloria de marcar las primicias de esta tercera época de la Compañía
de Jesús en el Uruguay.
La Compañía, en tres épocas, ha vivido 106 años en el Uruguay.
Desde que llegaron los Jesuítas al país, en esta última época han
trascurrido siete decenios casi completos. En los cinco primeros decenios

— 87 —
sólo han ingresado en la Orden, 16 Jesuítas; y en los dos últimos dece-
nios, en cambio, han entrado 65 religiosos.
En los primeros 50 años ingresaron a razón de 0.3 por año, o sea,
uno cada tres años. En los últimos 20 años han ingresado 3.2 cada
año, casi 10 cada tres años, con esta particularidad, que en el sexto
decenio ingresaron 19; y en el séptimo, 46, lo cual indica una verdadera
progresión geométrica en el aumento, que revela una franca prospe-
ridad llena de esperanzas para el porvenir.
He aquí esa progresión, por decenios:
INGRESARON
Antes de 1870 3
1) 1871-1880 1

2) 1881-1890 3
3) 1891-1900 5
4) 1901-1910 3
5) 1911-1920 4 19

6) 1921-1930 19
7) 1931-1940 . 46 65

Total 84
Descuento anterior a 1871 ... 3

Total neto de nuestra época. . 81

Si, además nos fijamos en que, en el sexto decenio, entraron menos


de dos por año; y el séptimo decenio cerca de 5 por año, notaremos la
progresión; y mucho más, si tenemos en cuenta que, en el último año
— 1940 —han ingresado 14, lo cual da un notable empuje a la progre-
sión enunciada.
A ese próspero resultado ha concurrido la Escuela Apostólica.
Mas no tanto, tal vez como se pudiera pensar; pero sí con mayoría.
Desde 1925 en que se fundó la Escuela Apostólica, han ingresado 55
Sacerdotes y escolares; de ellos 30 de la Apostólica y 25 de otras
fuentes.
La Compañía de Jesús, pues, en el Uruguay llega a su Cuarto
Centenario en franca prosperidad, y puede mirar con la ayuda de Dios
y de los Fieles, con entera confianza al porvenir, que Dios lo haga
próspero y grande, a mayor gloria de Dios y de la Santa Madre Iglesia
Católica Apostólica Romana.

DOMICILIOS: ESCUELA APOSTOLICA

El primer conato oficial, público y manifiesto en favor del desarro-


llo autóctono de los Jesuítas en el Uruguay, lo dió el P. Ramón Llobe-

— 88 —
rola, durante su Provincialato. fundando en Montevideo la Escuela
Apostólica, o Seminario Menor de nuestra Orden, de cuyos resultados
no podemos dudar, y que debemos apoyar con todas nuestras fuerzas,
y bendecir la memoria del Provincial que tuvo y llevó a cabo esa fe-
cunda idea, base primordial de nuestro crecimiento vegetativo en el
Uruguay.
La Escuela Apostólica se fundó el 3 de marzo de 1925. Para esa
época, habían vivido de asiento los Jesuítas, en tres épocas diferentes
en Montevideo, noventa y un años, casi un siglo. En todo ese tiempo
no entraron sino 25 uruguayos en la Compañía: Alcain. Sánchez Vera,
Torre, Figueroa, Gorrichátegui. Castro, Pascual, Ezpeleta, Terra. Sa-
llaberry, Zorrilla de San Martín, Iribarren, Barlén, Correa, Fernández.
Arriaga. Lodeiro, Maiocchi, Cuello. Farías, Notari, Travieso. Rodrí-
guez, Centi, Asiain, incluyendo a los extranjeros entrados en el Uru-
guay y sin contar a los no perseverantes.
El resultado neto, por consiguiente, es de un Jesuíta por cada tres
años y medio. Mientras que ahora, solamente la Escuela Apostólica ha
dado 31 vocaciones, término medio dos por año; o sea, siete cada tres
años y medio, exactamente una entrada relativa, siete veces mayor que
en el periodo anterior. Y como la Escuela Apostólica representa un
poco más de la mitad de los que han ingresado en estos últimos 15 años,
resulta el caudal de entradas a nuestra Orden es cerca de 14 veces
mayor relativamente en estos 15 años, que en los 99 que les prece-
dieron, a saber, un aumento relativo de 1400 %. Y siguiendo esa misma
proporción, en 106 años ha de producir 212 jesuítas.
Eso es lo que nos revelan los hechos y frío análisis de los números.
No tenemos porqué ser pesimistas. Y si a esto añadimos, el despertar
de vocaciones, fuera de las Escuela Apostólica. Desde que se fundó
la Escuela Rpostólica, han ingresado 28, casi seis cada dos años; casi
tanto como los Apostólicos; de modo que, en 106 años llegaría, en esa
proporción, 211, que, sumados a los Apostólicos, nos hacen presagiar
423 Jesuítas uruguayos, en otros 106 años; esto suponiendo que la pro-
porción no mejore; pero todas las perspectivas son de un franco mejora-
miento, tanto en el empeño de los Superiores en hacer medrar a la
Compañía en el Uruguay, como en el despertar de las vocaciones y en
mismo crecer de la fe y de la vida cristiana en nuestra Patria.
Hace medio siglo, era poquísima, o casi nula, la frecuencia de
sacramentos en el Uruguay; casi no había vida Eucarística. Hoy día
la frecuencia de sacramentos es grande y universal; la vida Eucarística
es cada día más intensa, como lo revelan esas riadas de comuniones en
todas las Iglesias, y en ese firme e inmenso incremento cada año de
Procesión del Corpus y el gigantesco resultado del Tercer Congreso
Eucarístico Nacional. Y donde hay vida Eucarística y frecuencia de
Sacramentos, tiene que haber vocaciones; de lo contrario, todo eso sería
ficticio y vacío de sentido. Ese incremento, silencioso, manso y firme,
no puede ser ficticio; porque es como la vida, lento, pero seguro. Un

— 89 —
árbol nace de una semilla, y aunque no se le ve crecer, al fin lo vemos
gigante; y cuanto más lento más robusto, como el queguay, el quebra-
cho, el ñandubay, el secoya welingtonia.
Esperemos en Dios que esta pequeña planta que nació con el esco-
lar Juan José Alacin en 1857, hace exactamente 83 años y ha producido
84 Jesuítas entre vivos y perseverantes, uno por año, sea en adelante
más fecunda y crezca como el árbol de mostaza, según frase del Divino
Salvador, que siendo la menor de las semillas, levante su tallo y sus
poderosas ramas y se haga árbol sano, robusto y grande, a mayor
gloria de Dios, servicio de la Iglesia y salvación de muchas almas,
máxime teniendo en cuenta que, en el último año, 1940, han ingresado
14, más de uno por mes; y antes eran uno por año.

TERCERON A DO

El primero de mayo de 1937, se abrió en Montevideo, en la calle


Rosell Ríus Terceronado de la Provincia Argentina, lo cual es una
el
gran bendición para todo el Uruguay; porque el Terceronado, o casa
de Tercera Probación, es, una fragua donde la Compañía de Jesús
templa las primeras armas de sus Neosacerdotes, con un tercer año de
Noviciado, durante el cual repiten el Mes de Ejercicios, repiten todas
las pruebas del Noviciado, mes de cocina, mes de hospital y añaden
como entrenamiento apostólico un mes de ministerios con los prójimos,
como los discípulos que enviaba el Señor delante de sí in omnem civi-
tatem et locum quo erar ipse venturus; y la experiencia de los siglos
demuestra que no hay cosa igual en fervor, entre nosotros al de esos
hombres, esos nuevos Sacerdotes, que, caldeados en la schola affectus
enfervorizan a la región que los rodea.
Cada año se renuevan todos; y todos se suceden con renovado
espíritu en la predicación del Evangelio; y son un centro de fervor y
de oración, de abnegación y sacrificio, que Dios implanta en las ciuda-
des, pueblos y naciones que tienen la dicha de poseer una Casa de
Tercrea Probación.
Demos gracias a Dios; y que Dios acreciente la nuestra con largas
y duraderas bendiciones de fervor y apostolado, como ya lo va expe-
rimentando y sintiendo el Uruguay con las correrías apostólicas por las
Parroquias de Campaña de nuestros fervorosos Tercerones; como ya
lo atestiguan los señores Curas, que los buscan con avidez, para el
mes de octubre en que suelen tener sus jiras apostólicas de entrena-
miento y de ejercicio de tología pastoral práctica, en la mejor acepción
del vocablo.

NOVICIADO

El Terceronado, como ya hemos visto, se fundó luego, y funciona


prósperamente, desde 1937. El Noviciado se abrió el 28 de marzo de
1940, con treinta Novicios: 26 escolares y 4 Coadjutores.

— 90 —
Era el Noviciado para el Uruguay una verdadera y primordial
necesidad para el desarrollo normal y progresivo de la Compañía en
nuestro País. Con el Noviciado en Córdoba perdíamos más del 90 ''/<
,

y en ocasiones, hasta el 100 %, de las vocaciones. Las familias se re-


sistían, y no sin razón, a veces, a dejar ir a sus hijos, sobre todo, niños

y jóvenes a una región tan lejana, aunque amiga, y que supo captarse
íntimamente las simpatías de todos cuantos tuvimos la dicha de hacer
en nuestro noviciado. Pero eso no lo ven las familias.
ella
Ahora, gracias a Dios, ya tenemos el Noviciado entre nosotros;
y, sin duda, como el Terceronado, será un gran centro de bendiciones
del Cielo. No hay gente más fervorosa que los novicios de cualquier
Orden o Congregación que sean. En ellos parecen reverdecer las pri-
micias del Espíritu de Dios, del Espíritu Santo. Dios los riega en abun-
dancia con los dones de su divina gracia, porque son los tiernos almá-
cigos, que han de representar con el tiempo, y en edad madura, el gran
plantel de los Consejos Evangélicos y la flor y nata de la perfección
cristiana en la Iglesia de Dios. Y por eso Dios, los llena de sus dones
y gracias, a fin de que levanten muy alto el edificio de la perfección;
primero en sí; y luego, simultáneamente, en sí y en los demás.
Un Noviciado es un foco de fervor, un foco de oración, un foco
de luz, que penetra en los cielos, como la oración de los niños. Es tam-
bién un foco de apostolado en ciernes. Los Novicios suelen ser grandes
Catequistas; y donde quiera que se establece un Noviciado, luego flo-
recen los Catecismos en una gran zona a la redonda. Son los primeros
ensayos de los Apóstoles del porvenir.
Ya tenemos el Noviciado. Roguemos a Dios, que lo bendiga, lo
conserve y lo prospere para bien de las almas y gloria de nuestra Santa
Madre la Iglesia.

Por de pronto, los primeros síntomas y los primeros pasos, no


pueden ser más halagüeños, más consoladores ni más promisores para
la Compañía de Jesús en el Uruguay.

Apenas se supo con toda seguridad la fecha de la apertura, una


verdadera ola de alegría y de entusiasmo inundó el alma de nuestros
amigos y bienhechores: unos se apresuraron a contribuir eficazmente
al arreglo de la casa, a su adaptación al nuevo fin a que se la destinaba;
otros facilitaron la tela para todo el ajuar y la tela para indumentaria
de los Novicios y todo el surtido de la ropería; muchos trabajaron per-
sonalmente en la limpieza y en adorno de la casa; y cuando llegaron
los Novicios hallaron sus piezas enteramente aderezadas, las camas
hechas y todo limpio y ordenado, ejecutado todo con amor v caridad
por manos bienhechoras y entusiastas de la mayor gloria de Dios.
El día de la llegada de los Novicios, todo fué recogimiento y si-
lencio, con todas las distribuciones en regla, como si se tratara de una
Casa de Probación en plena marcha. Eso no hubiera sido posible, sin
la obra eficaz y práctica de nuestros bienhechores, que tomaron la ins-
talación como obra suya; y dejaron todo tan previsto
y ajustado, que

— 91 —
habiendo llegado los Novicios, venidos de Córdoba, el 27 de marzo,
a las 23, cantando su Te Deum de acción de gracias y levantándose
algo tarde el 28 por la mañana, antes de mediodía ya seguían las dis-
tribuciones, como si la Casa hubiera funcionado siempre.
Durante el mes de abril ingresaron diez Novicios en grupos esca-
lonados; y al celebrarse el 28 de abril de este año de 1940, la inaugu-
ración oficial, eran 30 los Novicios, pues 20 eran de Córdoba: 16 esco-
iares y 4 coadjutores. Presidió la función el Excmo. Sr. Nuncio de
Su Santidad, Dr. D. Alberto Lévame, Arzobispo T. de Quersoneso,
con un lleno completo de la Capilla Jackson. El P. Rector y Maestro
de Novicios, Luis Parola, explicó en breves palabras, el objeto y la
necesidad del Noviciado; agradeció a nuestros bienhechores su gran
solicitud por esta obra, primordial para el desarrollo de la Compañía de
Jesús en el Uruguay.
A continuación, el Excmo. Sr. Nuncio, en un breve y substancioso
discurso, dijo donosamente que los Noviciados eran a las Ordenes y
Congregaciones, lo que las cunas al Matrimonio: el fruto de bendición.
Felicitó a la Compañía de Jesús, a los Novicios y al Uruguay por este
gran acontecimiento, no sin hacer notar que era el primer Noviciado
que se inauguraba durante !a gestión del primer Nuncio de Su San-
tidad en la República Oriental del Uruguay.
Cantado el Te Deum y dada la Bendición Solemne con el San-
tísimo, pasaron todos a la Casa de Probación, donde se les sirvió un
champagne y las familias visitaron minuciosamente toda la Casa, que
toda ella daba la impresión de alegría y buen espíritu. Representaba a
la Iglesia Uruguaya el Excmo. Sr. Dr. D. Antonio María Barbieri;
había mucha representación de Ordenes y Congregaciones Religiosas
y el Laicato Católico hizo alarde de simpatía a nuestra Orden; mani-
festación espontánea que obliga nuestra gratitud y nos pone en el
grave compromiso de corresponder con las obras, a tan sanas y tan
alegres esperanzas.
Este hecho nos obliga a inscribir con letras de oro cuatro nombres
en los anales de la Compañía de Jesús en el Uruguay: Wlodimiro
Ledóchowski, General de la Compañía de Jesús; Camilo Crivelli, Visi-
tador de la Provincia Argentina; Tomás José Travi, Provincial; y
Juan Francisco Aragone, Arzobispo de Montevideo; a aquéllos por
haberlo fundado; a éste por haber dado su alta venia.
Dios bendiga a esas manos primordialmente bienhechoras; y a
todas las demás que han hecho posible esta gran inauguración; este
gran acontecimiento de la historia eclesiástica en nuestra Patria; y las
inspire para llevarla a feliz término a través del tiempo y del espacio.

CASA DE EJERCICIOS

Larrañaga, como vulgarmente se la llama, fué en un principio, el


Asilo de la Providencia. Luego Juniorado y semi-noviciado de la Com-
pañía de Jesús; y por fin, largos años casa de campo del Colegio-Semi-

— 92 —
nario y del Colegio del Sagrado Corazón. Durante esta última etapa
como ya hemos historiado en los capítulos VIII y IX, sirvió constan-
temente de Casa de Ejercicios; y en ella han hecho Ejercicios Cerrados
más de 1200 Obreros Católicos y muchos centenares de Congregantes
y de caballeros católicos.
Y ahora que se ha fundado, en ella, el Noviciado, no perderá ese
carácter, antes lo acrecentará; pues oficialmente nuestros catálogos
la denominan "Casa de Probación y de Ejercicios Espirituales".
Para ello será habilitada "la Escuelita", a la cual se le echará
un piso encima; piso que se correrá por encima de la Capilla.
Ambos pisos tendrán un corredor central y cerca de cincuenta
aposentillos con agua corriente, luz, cama, mesa y silla, como el apo-
sento de Elias y presentarán todas las comodidades para los Ejerci-
tantes.
Larrañaga será, pues. Noviciado y Casa de Ejercicios, ambas
cosas oficial y canónicamente constituidas. Alabado sea Dios.

SEMINARIO INTER DIOCESANO

En diciembre de 1922, salieron del Colegio-Seminario los últimos


Seminaristas. Eran éstos Luis Roberto de Santiago, Olegario M.
Núñez, Enrique Giannasso, José Felipe Elizalde.
Todo el Seminario Menor y los Filósofos habían pasado a Santa
Lucía, bajo la dirección del Clero Secular, siendo allí su gran Rector
el Presbítero Santiago Buletti, que formó una generación de Sacerdo-

tes, que hoy ejercen su apostolado en todos los ámbitos de la Re-


pública.
Así pasaron diez años. Y los Jesuítas por orden expresa de la
Santa Sede y voluntad de los Prelados de esta Provincia Eclesiástica
del Uruguay, volvían a hacerse cargo de la formación del Clero Uru-
guayo. El sábado 11 de febrero de 1933, estando los Seminaristas de
paseo en la Parroquia de Canelones, y solazándose en el Prado de
aqiíal|la ciudad, "a las nueve y media, se escribe en el Diario de la
Casa, llega al campamento el P. Vivas, acompañado del P. Balaguer,
y el último nos lee en "El Bien Público", la noticia de que se harán
cargo de nuestro Seminario, los Padres Jesuítas".
La noticia era en cierto modo, prematura, pero del todo exacta.
Ese mismo año, el 28 de febrero, se firmó por el Rvmo. P. Provincial,
Luis Parola, el Convenio que fué ratificado y sellado por los Excmos.
señores Dr. Juan Francisco Aragone, Arzobispo de Montevideo, Don
Tomás Gregorio Camacho, Obispo de Salto, y Don Miguel Paternain,
Obispo de Florida y Meló.
"La Compañía de Jesús, reza el Convenio, se hace cargo de la
Dirección del Seminario Menor Arquidiocesano y Mayor Interdioce-
sano de Montevideo, entendiendo que el servicio de Dios Nuestro
Señor, y el amor y obediencia a la Santa Sede, se lo exigen."
"Las Bases que regirán en el desempeño de tan delicado cometido

— 93 —
serán las "Normas para el Seminario Mayor lnterdiocesano de la Pro-
vincia Eclesiástica delUruguay", con el adjunto Apéndice l" anterior- ,

mente elaboradas, en mutua inteligencia de ambas partes y enviadas a


la Sagrada Congregación de Seminarios, conforme a la adjunta copia."
"La Compañía se compromete a hacerse cargo del establecimiento,
en el transcurso del mes de marzo, e iniciar los cursos a primeros de
abril del presente año de 1933; y a poner, por lo menos, tres Sacerdo-
tes de la misma: a saber: un Rector, que será el Prefecto de los Estu-
dios; un Prefecto de disciplina, que podrá ser al mismo tiempo el
Ecónomo; y un Padre Espiritual."
"Este Convenio, firmado por el P. Provincial de la Compañía de
Jesús y sellado con su sello, tendrá valor cuando sea ratificado con la
firma de los Excmos. Prelados interesados."
"Buenos Aires, 28 de febrero de 1833". Siguen las firmas y los
sellos del Provincial y los tres Prelados de Montevideo, Salto y Flo-
rida-Melo.
El domingo, 12 de marzo, apunta el Diario de los Seminaristas de
Santa Lucía: "A las nueve y media, sabemos por "El Bien Público"
la noticia de que han sido nombrados para ocupar la dirección del Se-
minario los Padres José Doménech, S. J., Juan Muntané, S. J., Padre
Espiritual, y Martín Gómez, S. J.. Prefecto de disciplina y Ecónomo."
Datos también exactos, pero no eran todavía oficiales; pues recién
el primero de abril se leyó al P. Doménech la patente de Rector, acto

a que asistieron el Excmo. Señor Arzobispo y algunos otros amigos.


Los Seminaristas, desde Santa Lucía, estaban alerta para seguir
de cerca el movimiento de transferencia del Seminario; y describe así
el Diario de la Casa ese acto:

"Abril, 1933. —
Sábado primero. —
En Montevideo (escriben
en Santa Lucía), toma de posesión oficial del Seminario lnterdiocesano
por los Padres de la Compañía de Jesús. En presencia de los Señores
Obispos, Monseñor Juan Francisco Aragone, Arzobispo de Montevi-
deo y de Monseñor Tomás Gregorio Camacho, Obispo de Salto, y del
limo. Sr. Canónigo Augusto Rey y de los Padres Paredes Aureliano
y Juan Angel y de los Seminaristas de Salto, se lee en el Refectorio
nota del Superior General de los Padres Jesuítas, por la cual se nombra
Rector del Seminario lnterdiocesano al P. José Doménech, S. J."
Sigue el Diario nombrando a todos los de la Comunidad, ya antes
indicados.

Los Seminaristas, como era despidieron a sus Directores


justo,
seculares con toda solemnidad. El día escogido fuéel veinte de marzo,
a que trasladaron la solemnidad de San José, y describe el Diario, en
los siguientes términos:

"Lunes, 20. —
Gran fiesta en honor de San José. —
Dice la Misa
de Comunidad el R. P. Rector Dr. Miguel Balaguer y durante ella se
toca el armonium y se entonan varios motetes. A las ocho desayuno
extraordinario. A las 10 se engalana el comedor para el banquete de

— 94 —
despedida de vacaciones y despedida como Directores de los Padres
del Clero Secular. A las 12 llega de Canelones el P. Quaglia en repre-
sentación del P. Vivas, Cura Párroco de aquella ciudad. Viene a al-
morzar con nosotros nuestro buen amigo Juan A. Passeggi.
A las 12 y j/^, banquete de despedida.
A la mitad de la comida hizo uso de la palabra en nombre de los
Seminaristas el joven filósofo Raúl H. Gómez.
A los postres, hicieron uso de la palabra, en primer lugar, el R. P.
Espiritual. Dr. Angel Casañas, que, con sencillas e inspiradas pala-
bras, expuso el significado del homenaje, que tributábamos en esos
momentos al Clero Secular; y agradeció en su nombre y en nombre de
los demás Sacerdotes, las múltiples atenciones recibidas de parte de
los Seminaristas, en los años que habían permanecido entre nosotros;

y luego hizo votos por el éxito futuro en los años del nuevo período,
en que entraría en breve nuestro Seminario.
En segundo término, hizo uso de la palabra, el R. P. Rector Dr.
Miguel Balaguer, el cual con sencillas y sinceras palabras, nos hizo
ver lo que era para él la entrega del Seminario; los fines que persiguió
en permanencia breve en el Rectorado del Seminario; y por último, hizo
resaltar lo que significaba para el Clero y para nosotros, la toma de la
Dirección del Seminario por los Padres Jesuítas, haciendo notar y resal-
tar las virtudes y aptitudes que tenían dichos Padres para dirigir el
Seminario, con el beneplácito y conformidad de todos, diciendo que,
en vista de ello, preveía el éxito de los mismos por dichas causas en la
delicada misión que se les confiaba.
Terminado el almuerzo, fueron hasta Canelones los Padres Juan,
Balaguer, Freiré y Quaglia, regresando los tres primeros horas más
tarde. Por la noche, festejando el gran día del Patriarca San José y el
día oficialmente último de las vacaciones, en medio de una gran alga-
zara, quemamos un "Señor Judas" y elevamos unos cuantos cohetes.

Todavía el día 23, ofrecieron una velada literario-musical a los


Clérigos Directores. El 26 llegaron a Montevideo los Seminaristas de
Salto. El 28 dos de ellos, Hugo A. Caballero y Tomás Assartdri, fueron
a visitar a los Seminaristas de Santa Lucía; y lo mismo el 30 el Sr. Ar-
zobispo con los Padres Doménech y Martín Gómez.
El domingo, 2 de
dando hurras y vivas a
abril, escribe el Y
Diario: "A las 2 y 2 partimos,
la bella y pintoresca ciudad de Santa Lucía,
rumbo a Montevideo. A las 4 y ]/
,2 llegamos a nuestro Seminario, de
Montevideo. Nos esperaban el Sr. Arzobispo y el Sr. Obispo de Salto,
los Padres Jesuítas Doménech, Gómez y Muntaner y los RR. PP. Pa-
redes y Juan. Vienen con nosotros los Padres Freiré. Balaguer y Saa.
Nos encaminamos en seguida a la Camarilla, para arreglar nuestras
cosas. Luego al patio a tomar mate con nuestros nuevos compañeros,
los salteños.. A las 9 puntos para la meditación de mañana, o plática
.

inicial de los Ejercicios por el Padre Martín Gómez."


El lunes. 10 de abril, dijo la Misa y predicó el Sr. Arzobispo Dr.

— 95 —
Juan Francisco Aragone; entonó el Veni Creator; y delante de todo el
Claustro, prestó Juramento, el Profesor de Filosofía, P. Nicolás M.
Buil; y promulgada la distribución, pasaron a las clases, en que se tuvo
la Lectio brevis y recibieron la visita de Mr. Aragone, Mr. Camacho
el canónigo Rey y el P. Rector. Quedaba inaugurado el primer curso

del Seminario Mayor Interdiocesano y Menor Metropolitano de Cristo


Rey en Montevideo bajo la dirección de los Padres Jesuítas, que, por
cuarta vez en la historia del Uruguay, se hacían cargo de la formación
del Clero en nuestra Patria.
No obstante, aun faltaba la inauguración solemne, que las Auto-
ridades Eclesiásticas de Montevideo, Salto y Florida-Melo quisieron
que fuese con toda solemnidad y con toda publicidad, señalando para
ello el día 27 de abril, día de San Pedro Canisio, Jesuíta y Doctor de
la Universal Iglesia. Para ese día concurrieron el Excmo. Sr. Nuncio
Apostólico, Dr. Felipe Cortesi, Arzobispo de Cirase, y los Excmos.
Señores Obispos Tomás Gregorio Camacho, Obispo de Salto, y Mon-
señor Miguel Paternain, Obispo de Florida-Melo.
El luto repentino del Excmo. Sr. Arzobispo impidió, el que la
inauguración tuviera lugar el día de San Pedro Canisio y se difirió
para el 29 de abril de 1933. Ese día se inauguró con una enorme con-
currencia de todas las clases sociales de Montevideo, y del Clero secu-
lar y regular, que se dió perfecta cuenta de la trascendencia del acto;
y de su importancia histórica.
En efecto: con la fundación del Seminario Mayor Interdiocesano,
empieza una nueva era en la historia eclesiástica del Uruguay; y para
la Compañía de Jesús empieza la cuarta época de su actuación en la
formación del Clero Indígena, o del Clero Nacional. En cada una de
esas épocas, se nota un jalón en el desarrollo de la Jerarquía Ecle-
siástica.
En 1747 los Jesuítas formaban el Clero de la Parroquia de Mon-
tevideo.
En 1853, se encargaron de formar el Clero del Vicariato Apos-
tólico de Montevideo.
En 1880, tomaron el Seminario de la Diócesis de Montevideo.
En 1933, tomaron a su cargo el Seminario Mayor Interdiocesano
de la Provincia Eclesiástica del Uruguay, perfectamente constituida.
Parroquia, Vicariato Apostólico, Diócesis, Provincia Eclesiástica:
he aquí los jalones recorridos en esas cuatro épocas verdaderamente
gloriosas de la Compañía de Jesús en la historia eclesiástica de nuestra
Patria. No podían hacer un apostolado ni más universal, ni más pro-
fundo y radical, que formando los apóstoles, que han de regir los des-
tinos de la Iglesia, desde la más alta jerarquía del Arzobispado hasta
el último Párroco, el último capellán, el último Sacerdote, simple con-

fesor, director y salvador de almas, o predicador de la Divina Palabra.

Cuando se hicieron cargo los Jesuítas del Seminario Mayor Inter-


diocesano, y menor Metropolitano, por circunstancias especiales, no

— 96 —
estaban plenamente establecidos y desarrollados todos los cursos, o
todo el ciclo de estudios de un Seminario Completo. Este ciclo se fué
completando gradualmente y terminó al fin del curso de 1937, en que
salieron los primeros Sacerdotes del Seminario, Interdiocesano propia-
mente dicho. Y para no dejar ambiguo este punto, indicaremos única-
mente, que los del Seminario Mayor, o sea, los filósofos y teólogos,
durante varios años fueron a estudiar al extranjero. En 1933, al tomar
a su cargo la Compañía de Jesús, estaban completos los cursos de letras
y empezaban el primer año de filosofía. Ahora el ciclo de filosofía y
ciencias naturales, matemáticas, física, química, cosmografía, historia
natural, apologética, religión, está completo. También se ha completado
el ciclo de teología y ciencias eclesiásticas, dogma, moral, derecho ca-
nónico, ascética, acción católica, teología pastoral teórica y práctica y
otras por el estilo.
Como clase de teología pastoral práctica, se ha impuesto a todos
los teólogos la obligación de enseñar el Catecismo en varios centros
y parroquias, los sábados por la tarde. También los filósofos hacen
catecismo eri la Cripta del Seminario, como preludio a la clase de teo-
logía pastoral práctica. Esa clase, en forma obligatoria, empezó
en 1936. Ese año se publicaron por primera vez las Efemérides del
Seminario, que tanto contribuyen a la estabilidad del orden y a las
informaciones a la Jerarquía.
Este mismo año, se les impuso otras dos obligaciones importantes
para la formación del Sacerdote: la liturgia y la música.
Como ejercicio práctico y continuo de liturgia, y al mismo tiempo
del arte filarmónico, se les ha impuesto la Misa cantada todos los
domingos. De esa manera se movilizan los maestros de ceremonias, los
ministros del altar, preste, diácono y subdiácono, todo el acolitado en
sus diferentes formas, el organista y los cantores; y hasta el incen-
sario y mil otras menudencias, que desconocerían el día que se viesen
solos en las parroquias y capillas, si no las hubiesen manejado, y hasta
cierto punto, administrado en el Seminario.

Para afianzar el ejercicio teórico, y aun práctico eficaz de la


música, se les ha puesto clase de solfeo obligatoria a todos, entrando
la música en la disciplina del Seminario, lo mismo que cualquier otra
materia, con sus sanciones y exámenes a fin de curso, sin perjuicio de
que los más idóneos estudien más especialmente determinados instru-
mentos, en especial el órgano y el piano. El fruto es muy patente y
está a la vista de todos. Dos años han cantado, con general aplauso,
la Semana Santa en la Catedral; y este año nuestra Schola Cantorum
debutó con aplauso en el Club Católico el día del Pontífice, 30 de
junio 1940, mereciendo un y cumplido elogio del Excmo. Sr. Nun-
fino
cio Apostólico, Dr. Alberto Lévame, en el discurso de clausura.
Rige en el Seminario la piedad y el buen espíritu, la frecuencia
de Sacramentos; la comunión diaria en la Misa diaria; las frecuentes
visitas al Santísimo. Tienen sus pláticas semanales, sus retiros cada

— 97 —
mes, Ejercicios anuales, su lectura espiritual, sus exámenes de con-
ciencia, todo según las disposiciones canónicas y prácticas generali-
zadas en los Seminarios regidos por la Compañía de Jesús en las cinco
partes del mundo; y de modo muy especial en la Ciudad Eterna, a los
ojos del mismo Soberano Pontífice, cuya es también la iniciativa y la
definitiva institución y erección de este Seminario Interdiocesano, como
la de todos los de su género, conforme a los Sagrados Cánones, sin
excluir nunca la voluntad de los Obispos; pues, como dicen las Bases,
en su número cuarto: "El Excmo. Sr. Arzobispo de Montevideo y los
Señores Obispos de Salto y Meló, según lo acordado en las confe-
rencias episcopales que tuvieron lugar, bajo la presidencia del Excmo.
Sr. Nuncio Apostólico, en febrero de 1928, en la ciudad de Monte-
video, confían la dirección espiritual, didáctica y disciplinaria a la Com-
pañía de Jesús, por el tiempo que placiere a los señores Obispos y a la
Compañía; pudiendo la una o la otra parte rescindir el compromiso,
con tal de avisar a la comparte con un año de anticipación"; y como
añade la Sagrada Congregación de Seminarios y Universidades: "Nin-
guna de las partes puede rescindir o inmutar el convenio, aun llenado
el tiempo para el cual hubiere sido aprobado, sino con el previo con-

sentimiento de esta Sagrada Congregación, y notificada la otra parte


un año, o por lo menos seis meses antes". (S. C. de Seminarios y Uni-
versidades, (11-1-1939).
En 1936, se ordenaron 8 subdiáconos; y cuatro esperan cumplir
la edad canónica, para ordenarse. Egresaron, pues, en 1937, doce Sacer-
dotes, incluyendo tres que fueron a proseguir sus estudios en Roma y
licenciarse o doctorarse, en Derecho Canónico.
El número de alumnos llegó en 1837 a ochenta y cuatro; pasando
de 64 a 84; y en 1939 y 1940 pasaron de cien. El estado es, por lo tanto,
relativamente próspero; ya que nunca había llegado a ese número; pero
mientras no cuadruplique el número no lo podemos dar por absoluta-
mente próspero. Algo suple la falta de número, la alta perseverancia
de los Seminaristas, por su selección y buen espíritu; y esperamos que
vayan en aumento el número, la selección y la perseverancia para gloria
de Dios y bien de las almas y de la Santa Iglesia.
i

ASOCIACION DEL EX-ALU MIMO SACERDOTE


20 de octubre de 1936

El Dr. Miguel Balaguer, en su discurso de despedida, en Santa


Lucía, cuyo resumen conocemos, a través del Diario de la casa, afirmó
que los Jesuítas se hacían cargo del Seminario Interdiocesano, "con el
beneplácito de todos". Esa, gracias a Dios, es una verdad, una realidad
tangible, puesta a la vista de todos, de una manera solemne, altamente
cordial y contundente 20 de octubre de 1936. Ese día se hicieron dos
el
cosas fundamentales, que significan y conservan ese beneplácito y esa
cordialidad, en el espacio y en el tiempo: la fundación de la Asociación
del ex-Alumno Sacerdote y el día del ex-Alumno, también Sacerdote.

— 98 —
El 20 de setiembre de 1936, falleció en Rosario Oriental, el primer
Rector del Seminario de Santa Lucía y de Instrucciones, Presbítero
Santiago Buletti. Con ese motivo, la Dirección del Seminario Mayor
Interiocesano y Menor Metropolitano de Cristo Rey, de Montevideo,
determinó celebrar sus exequias con toda solemnidad, el día trigésimo
de su muerte: e invitó al Clero de la Provincia Eclesiástica del Uruguay
a los funerales, que acudieron en buen número, así Prelados como
Sacerdotes.
Al día siguiente, "El Bien Público", hizo de las fiestas, la siguien-
te crónica:
Ayer tuvo lugar en el Seminario Interdiocesano el funeral y el ho-
menaje del Seminario y del Clero al P. Buletti. Cantó la Misa el Dr.
Oscar Andrade, ex-Rector del Seminario. Presidieron el duelo los
Excmos. Sres. Dr. D. Juan Francisco Aragone, Dr. D. Alfredo Viola
y Dr. D. Fray Antonio María de Montevideo.
Concluido el funeral, el Excmo. Sr. Viola impuso la sotana a dos
Seminaristas de Salto, Francisco Garelli y Enrique Gutiérrez, a los que
dirigió breves y muy sentidas palabras.
La oración fúnebre estuvo a cargo del Dr. Carlos Freiré que di-
sertó sobria y cálidamente sobre las virtudes y las grandes cualidades
del P. Santiago Buletti.

El P. Juan Faustino Sallaberry, S. J., Rector del Seminario Inter-


diocesano, aprovechando la presencia de Sacerdotes de toda la Repú-
blica, todos admiradores y muchos discípulos del P. Buletti, o colegas
en el profesorado, los sentó a la mesa y les propuso dos ideas que
fueron aceptadas por aclamación: establecer el día del ex alumno Sacer-
dote; y fundar la Asociación del ex-Alumno Sacerdote.
Como día del ex alumno Sacerdote quedó establecido el día 21 de
junio, día de San Luis Gonzaga, muy popular entre los Congregantes
y Seminaristas.
Respecto a la Asociación, se estableció por unanimidad, que abar-
case o los ex-alumnos del Colegio-Seminario, del Seminario de Santa
Lucía y del Seminario Interdiocesano. sin perjuicio de que los primeros
pudieran pertenecer, además, a la Asociación de ex-alumnos del Cole-
gio-Seminario.
Reinó un gran ambiente de cordialidad, y todos quedaron muy
satisfechos.

En la comida, hablaron, además del P. Rector, el Dr. Carlos Frei-


ré, en nombre de los ex-Alumnos de Santa Lucía, y el Pbro. Aureliano
J. Paredes.
La Comisión provisoria, encargada de redactar el Reglamento y
llamar a la primera Asamblea, quedó establecida en la siguiente forma:
P. Jun Faustino Sallaberry, Rector del Seminario Interdiocesano;
doctor Oscar Andrade, y Presbíteros Jerónimo Silva, Atilio Nicoli y
Germán Saa.

— 99 —
» DISCURSO DEL P. SALLABERRY, S. J.

Excelentísimos señores:
Reverendos señores hermanos en el Sacerdocio:

Cuando santo patriarca Jacob, se sintió morir, reunió a todos sus


el
hijos en el lecho de muerte y los bendijo con bendiciones del cielo y de
la tierra. A
cada cual dió su bendición especial; y todos en conjunto,
habían de formar el pueblo escogido, con la ayuda de Dios, y con la
unión más íntima, que se pueda imaginar en este mundo, cual es, la
unión de la sangre. Eran todos hijos de un solo tronco; y habían de
formar un solo Pueblo, el Pueblo de Dios, de cuyas entrañas, había de
nacer el Redentor, en el momento mismo en que el cetro de Israel se
deslizara del hilo genético de Judá: Non auferetur sceptrum de Juda,
et dux de femóte ejus, doñee ueniat qui mittendus est, et ipse erit ex-
pectatio gentium.
Node otra suerte, señores, un gran patriarca, un santo Patriarca
del Clero Uruguayo, el Presbítero Santiago Buletti, reúne hoy a sus
hijos junto a su féretro, para bendecirlos a todos con bendiciones de
todo género, y con bendiciones especiales para cada uno de ellos; pues
a todos los conoce personalmente —
intus et foris y así como en —
vida pronunció sus palabras de aliento y magistrales que formaran el
conjunto y la masa de toda una generación del Clero Uruguayo; asi
también, a ejemplo de Jacob, tuvo para cada uno de sus hijos, sus ben-
diciones y sus palabritas especiales, que, salidas de su alma generosa
y grande, llegaban a lo íntimo del corazón de cada uno de ellos, las
cuales formaban su característica, y delineaban su personalidad, en ese
divino conjunto, que había de formar el Pueblo de Dios, el ejército del
Dios de las Alturas, ese genus electum, regale Sacerdotium, de que nos
habla el Apóstol San Pedro; y esa falange, ese ejército, ese genus
electum, sois vosotros, señores, unidos al Padre Buletti, en espíritu, y
encarnando, en él, toda una generación de Sacerdotes, que no ha de
quedar esporádica y aislada; sino que ha de buscar, y hallar su conso-
lidación y su inmortalidad, para gloria del Redentor, en este hogar,
formado por ese Sacerdote santo y sabio, que supo infundiros su espí-
ritu, y forjar en vuestra alma, la imagen de su grandeza.

Cuando Elias se había de separar de Elíseo, éste le pidió su dupli-


cado espíritu: Obsecro, ut fiat in me, dúplex spiritus tuus.
-,
—Rem difficilem postulasti, fué la respuesta. — Cosa difícil, pero
no imposible. El espíritu de Elias se reveló, en sus obras, y en especial,
en el poder de su manto, que dividió las aguas del Jordán y las pasaron
a pie enjunto ambos Profetas; y Elíseo conoció que había heredado su
duplicado espíritu en que lo vió partir y pudo recoger su manto tauma-
turgo; pero no se convenció de su poderosa herencia, hasta que, gol-
peando por dos veces las aguas de! Jordán, éstas se dividieron y dieron
paso a pie enjunto, de nuevo a Elíseo y a los hijos de los profetas.

— 100 —
El espíritu de Beletti, señores, era espíritu de unión; y en esto se
conocerá, que habéis heredado su espíritu, en que os mantengáis uni-
dos, en el espacio y en el tiempo. La base ya la tenemos. Vuestra unión
en la Catedral, en el sacrificio del altar; vuestra unión esta mañana,
en la Cripta del Seminario; y vuestra unión, en este ágape, ha de ser
si no el cimiento, el principio de una perenne unión que tenga su domi-

cilio en este hogar, que es vuestro segundo hogar: porque el primer


hogar es la familia, y el segundo, es el Colegio, es la casa de formación,
es el Seminario; es ésta vuestra casa, a la cual debéis de quedar vincula-
dos, a través de las contingencias, en el tiempo y en la eternidad.
Yo, como Rector, indigno sucesor del Padre Buletti, en esta Santa
Casa, debo hacer sus honores; y en ese concepto, hago moción para
que dejemos establecido el día del ex-Alumno Sacerdote del Seminario
Mayor Interdiocesano de Cristo Rey, que abarca toda esta Provincia
Eclesiástica; y se nombre una Comisión que estudie la posibilidad y la
conveniencia de fundar a su debido tiempo, la Asociación del ex-Alum-
no Sacerdote.
Para el día del ex-Alumno me atrevo a proponer el día 21 de junio,
día de San Luis Gonzaga; porque es un día muy popular entre los Se-
minaristas, día que ellos celebran como en los tiempos antiguos, con
diferentes juegos y fuegos artificiales; día que nos une, al natural, con
el Clero, puesto que ellos mismos buscan la comunicación de una ma-
nera especial, inmediata y relacionada con la misma fiesta de San Luis.
En cuanto a la Asociación, si se funda, creo que ha de ser con el
mínimo de obligaciones y con el máximo ,de cordialidad; y con aquella
caridad que pidió Jesús para los Apóstoles y para todos los que habían
de creer, por su palabra, en El: ut omnes unum sint, ut Tu, Pater, in
Me, et Ego, in Te. — He dicho.
Hasta aquí la crónica del diario católico. Asumiendo la represen-
tación de los ex-Alumnos del Padre Buletti, y en especial de los ex-
Alumnos del Seminario de Santa Lucia, el Dr. Carlos Freiré, contestó
al P. Rector en breves y cordiales palabras. Dijo en substancia, que
había tratado con todos los Seminaristas, y se había dado perfecta
cuenta, de que las relaciones entre los Seminaristas y la Dirección del
Seminario eran tan cordiales y familiares como en los tiempos del Padre
Buletti y puesto que el Padre Rector había invocado el Nombre del
Padre Buletti, nadie podía tener ni la menor dificultad en adherir a las
ideas propuestas por el Padre Rector. Que, por su parte, hacía suya,
y no dudaba, de que todos también harían suya, la idea de fundar la
Asociación del ex-Alumno Sacerdote, a que todos asintieron con visi-
bles muestras de aprobación. Y lo mismo la idea de fundar el día del
ex-Alumno, que será sin duda, fecundo en actos de compañerismo, de
cordialidad y de gran animación con los gratos recuerdos de los días
del Seminario.

Una gran salva de aplausos, acogió las últimas palabras del Dr.
Freiré.

\
— 101 —
Luego hizo uso de la palabra el Presbítero Aireliano J. Paredes,
en nombre de los ex-Alumnos del Colegio-Seminario, el cual asistió al
Presbítero Santiago Beletti en su última enfermedad. "Así como el
águila busca el nido para morir, así también el Padre Buletti se retiró
a su ciudad natal para entregar su alma a Dios", con absoluta pre-
sencia de ánimo y con gran resignación en la voluntad de Dios. Su
muerte fué la de un santo; y el pueblo también le ha correspondido,
como se patentizó en sus exequias y en la gran manifestación del do-
mingo pasado, con la concurrencia de los de San José que vinieron en
tren especiall a Rosario: oyeron la Misa Parroquial y junto con d
pueblo de Rosario se trasladaron en número de más de dos mil al ce-
menterio, con asombro de los mismos que le habían conocido tan hu-
milde y tan modesto y tan enemigo de figurar, tanto que alguien ex-
clamó: "Nunca hubiera creído que Santiago fuera así".
El Pbro. Paredes, en lenguaje familiar y muy ameno se alargó en
consideraciones sobre la importancia del día del ex-Alumno, sobre todo,
para los Párrocos solitarios de Campaña, que sienten verdadera año-
ranza por el trato con sus hermanos. En el día del ex-Alumno nos
veremos y trataremos todos cordialmente, siquiera una vez en el año.
Hizo moción para que pudiesen pertenecer a la Asociación del ex-
Alumno Sacerdote, los Sacerdotes egresados del Colegio-Seminario, en
cuyo nombre hablaba, los del Seminario de Santa Lucía y del Seminario
Interdiocesano.
Esta moción del Presbítero Paredes fué acogida con un aplauso
y aprobada por aclamación; sin perjuicio, añadió Monseñor Alfredo
Viola, de que los ex-Alumnos del Colegio-Seminario puedan también
pertenecer a la Asociación de ex-Alumnos del viejo Seminario.
Hubo un general cambio de ideas; varios hablaron brevemente,
en cortos monólogos y diálogos, que dominaban toda la sala. El Padre
Rector pidió que se votasen formalmente las dos mociones que él hi-
ciera acerca de la Asociación del ex-Alumno Sacerdote y de su día; y
por todos se dijo que estaban ya aprobadas; y en consecuencia se nom-
bró la Comisión que ya antes mencionamos. Y se dió por terminado
el acto.
Todos quedaron altamente satisfechos y contentos; y todos recor-
daban con fruición todos los actos del día, a cual de ellos mejor, empe-
zando por la Misa Cantada, la oración fúnebre del Dr. Carlos Freiré;
la documentación fotográfica y biográfica de todo lo actuado, desde la
salida del Templo hasta hora de comer.
la
La y paseos da al Seminario un no
cinta biográfica por jardines
sospechado realce. Es una buena documentación de esta hermosa y
fraternal fiesta, toda cordialidad; y esperamos sinceramente que ento-
nará más y más el buen espíritu del Seminario Mayor Interiocesano y
Menor Metropolitano de Cristo Rey de Montevideo, para bien de nues-
tra Iglesia, de nuestros Seminaristas y de nuestro Clero.
El Excmo. Sr. Arzobispo aprobó la primer Acta, añadiendo al pie
estas textuales palabras:

— 102 —
"Firmamos esta Acta, con inmenso placer, bendiciendo esta obra
y deseando que ella prospere ampliamente, para mayor gloria de Dios
y bien de nuestro amadísimo Clero. — JUAN FRANCISCO ARA-
GONE, Arzobispo de Montevideo".
Firmaron también esa Acta, los Excelentísimos señores D. Tomás
G. Camacho, D. Miguel Paternain, Dr. Antonio María Barbieri, Dr.
Alfredo Viola, Monseñor Fernando Damiani y los Canónigos D. An-
tonio J. Ardoino, D. Eusebio Clavell, D. Enrique Borzone, D. Antonio
Sosa Ponce, D. Germán Vidal, D. Emilio Bertone, Dr. David Gior-
dano, el canciller de la Curia D. Luis R. de Santiago y otros Sacerdotes
asambleístas.
La Comisión Provisoria trabajó activamente, y en Asamblea del
la
21 de junio de 1937 presentó los Estatutos para su discusión y apro-
bación; y como quedaron algunos artículos pendientes, en la Asamblea
del 9 de agosto de ese mismo año, obtuvo su aprobación; y la ratifica-
ción de la orden de presentarse la Mesa a las Autoridades para obtener
la personería jurídica, que se obtuvo sin observación por parte del Eje-
cutivo, el 12de noviembre de 1937.
Han dado su nombre, como asociados, los Excmos. señores Obis-
pos y Arzobispos, los canónigos y más de la mitad del Clero de esta
Provincia Eclesiástica. El día del Ex-Alumno se ha fijado en 9 de
agosto, fiesta de San Juan Bautista María Vianney, principal Patrono
de la Asociación del Ex-Alumno Sacerdote del Seminario Mayor de
Cristo Rey, de Montevideo.
La Asociación tuvo su representación oficial en el Congreso de
Ex-Alumnos de los Jesuítas reunido en Buenos Aires en 1937; hizo
'
gestiones ante las Autoridades Eclesiásticas con el fin de organizar y
reanimar los días de retiro del Clero; sus miembros tomaron parte muy
activa y substancial en la organización del Tercer Congreso Eucarístico
Nacional; y felicitó, en su calidad de tal, a las Autoridades Eclesiás-
ticas por el grandioso resultado del Congreso. Ha aprobado ya su Re-
glamento Interno y se dispone a celebrar con toda solemnidad el cuarto
Centenario de la Compañía de Jesús; y en una audiencia obtenida del
Excmo. Sr. Nuncio Dr. D. Alberto Lévame, consiguió de S. E. I. y
Rvma. que pontificara en el Seminario el día del Ex-Alumno en home-
naje al cuarto Centenario de la Compañía de Jesús.
Los frutos de unión y caridad son notables, y por eso espera-
mos en Dios, que la Asociación del Ex-Alumno Sacerdote, vaya ade-
lante en creciente prosperidad, para gloria de Dios y bien del Clero,
como se expresa Monseñor Aragone en las palabras antes citadas.

RESIDENCIA DE DURAZNO

En la Compañía de Jesús, además de los establecimientos docen-


tes y de beneficencia, como Seminarios. Universidades, Colegios, Ob-
servatorios, Redacciones de Revistas, Casas de Escritores, Leproserías,
en que los Jesuítas ejercen diversos géneros de apostolado, que no es

— 103 —
directamente el de la salvación de las almas, como objetivo inmediato
y principal del establecimiento o casa; tiene además de todos esos y
otros quizá que se pudieran enumerar, como el Instituto Bíblico por
ejemplo, tiene dos géneros de Casas muy propios de su Instituto, y
muy sumamente ignacianos, en que los Sacerdotes se dedican, de suyo,
inmediata y exclusivamente a! ministerio directo de la salvación de las
almas, en el pulpito, en el confesionario, en las misiones y en otras
actividades análogas.
Los habitantes de esas Casas, fuera de los Hermanos Coadjuto-
res, se llaman en general operarios y misioneros. No son nunca profe-
sores, sino sólo predicadores y directores de almas y de instituciones
que, a tal fin se encaminen.
Esas Casas son las Casas Profesas y las Residencias. Unas y otras
viven de los ministerios y de las limosnas de los prójimos y no pueden
tener rentas ni capitales. Viven de su trabajo y de la caridad de los
fieles.
La primera casa que tuvieron los Jesuítas en el Uruguay en esta
época, fué la Residencia de San Borja en la calle Canelones, como ya
lo hemos reseñado; la cual se convirtió en el Colegio-Seminario, o como
se dijo en un principió, en el Seminario Conciliar de la calle Soriano.
La última casa que han fundado es la Residencia de Durazno,
inaugurada el 31 de mayo de 1933, un mes después del Seminario In-
terdiocesano. Sus operarios, o misioneros, no han sido sino los Padres
José María Ezpeleta, Antonio Barlén, Manuel María Solá y Estanislao,
los HH. Alfredo Aunión, Arsenio Gómez y Juan Palmer.
Empezaron en una casa alquilada, junto a la Iglesia del Carmen,
que les ha entregado la Mitra, para mientras permanezcan en Durazno,
adquiriendo la casa en propiedad.
El P. Barlén, ministro de la Casa, no se mueve de Durazno y
ejercita los ministerios domésticos; y los otros operarios recorren con-
tinuamente la República, y aun llegan hasta la República Argentina
en sus excursiones apostólicas.
El primer año de su funcionamiento, se notó en Durazno un au-
mento de 16.000 comuniones. Los Padres trabajan bien y al firme, y
Dios ha de bendecir sus ministerios. La casa de Durazno en plena
prosperidad se ha cerrado absorbida por el Noviciado. Aún así espe-
ramos en Dios, que el pesimismo de nuestro historiador P. Rafael
Pérez que da por absolutamente estéril, o poco menos, a América en
lo tocante a vocaciones, muy desmentido ya en la Argentina, Chile,
Perú, Bolivia, Colombia, Venezula, Brasil, y en parte también en el
Uruguay en estos dos últimos decenios, como lo hemos demostrado
antes, reciba un nuevo, rotundo y eficaz .desmentido con la prospe-
ridad y fecundidad de nuestro futuro Noviciado, que se nos presenta
como una halagüeña, y no pequeña esperanza. Dios lo haga.

— 104 —
EVOLUCION DEL COLEGIO-SEMINARIO EN SUS PRIMEROS CINCUEN-
TA AÑOS: UN ARTICULO DE "EL BIEN PUBLICO"

Con motivo de las bodas de oro del Colegio-Seminario se produjo


una gran conmoción en Montevideo, en todo el alumnado y sus fami-
lias, que tuvo sus proyecciones en todo el país y aun en los países
vecinos; y en todos los tonos se hizo eco de su historia y de sus vaive-
nes en el tiempo y el espacio, la prensa local y extranjera.
"El Bien Público", se ocupó extensamente de los festejos del cin-
cuentenario; y el 28 de febrero de 1930, publicaba en recuadro y lugar
destacado el resumen de su historia en los siguientes términos:
"El l p de marzo de 1880 abrió por primera vez sus clases, con 15
(eran 12; y durante el curso ingresaron otros tres) alumnos y
un solo profesor. Llega a sus bodas de oro en plena prospe-
ridad. En el curso de 1929 tenía 621 alumnos y 22 profesores. De los
alumnos, 24 pertenecían a la Escuela Apostólica de San Javier, y 217
a la Escuela Gratuita de San Ignacio, dependencias directas del mismo
Colegio, bajo su misma dirección. En 50 años han desfilado por sus
aulas cerca de 6000 (seis mil) alumnos, sin contar los de la Escuela
Gratuita, la cual hace tres años que funciona.
Comunidad en 1880. — P. Ramón Morel, rector; P. José Antillach,
prefecto y profesor; P. Miguel Cabeza, padre espiritual; P. José Civit,
operario y misionero; P. Ramón Puig, operario; H. Bernabé Dáyer, co-
cinero; H. Juan Bella, sacristán; H. Ignacio Rota, maestro de fábrica
del edificio.
Alumnos fundadores. — Ardoino Antonio S., Barbosa Manuel,
Barretto Eugenio, Bergara José, Berriel M. Nicolás, Calabria Juan,
Castro Antonio, De Luca José. Etcheún Juan Cancio, Hargain Luis,
Irisarri Francisco, Lanaro Lorenzo, Oyazbehere Pedro, Planato Anto-
nio, Ros Jaime.
Calidad de ex alumnos.
los — 121 sacerdotes, de ellos los tres pre-
lados de Montevideo, Salto y Meló, los Vicarios Generales, fiscales y
secretarios de las curias, la mayoría de los canónigos y gran parte de
los párrocos de la República. Un gran número de profesionales, auto-
res, periodistas, industriales, políticos, legisladores, ministros y hom-
bres de negocio en todas las actividades humanas."
En torno de este recuadro publicaba un extenso artículo de cir-
cunstancias, que no dudo en transcribir, como alto exponente, y como
un fiel eco de las fiestas cincuentenarias y un buen resumen de la his-
toria del Colegio-Seminario, vista desde las columnas de la prensa.
Dice así:

"EL COLEGIO SEMINARIO CUMPLE MAÑANA, 1." DE MARZO,


50 AÑOS DE VIDA

El Colegio-Seminario del Sagrado Corazón, fundado y dirigido


por los Padres Jesuítas, cumple mañana cincuenta años. Es una fecha

— 105 —
grata y gloriosa para el catolicismo y para la patria. En medio de las
mayores dificultades, el Colegio-Seminario, o simplemente el Semina-
rio, como se le llama popularmente, ha sabido sostenerse durante medio
siglo, la mitad de la vida de la República, sin cerrar un solo día sus
aulas, gozando siempre de amplia aceptación y confianza de todas
la
las clases sociales, por la seriedad de su disciplina, la solidez de su
enseñanza y la amplitud de sus métodos.
Sujeto a los programas oficiales, ha logrado una gran libertad de
movimiento en medio de nuestro estatismo enseñante. Envía sus alum-
nos libres a la Universidad y suele salvar en Noviembre el 80 de %
sus exámenes, pasando del 50 %, los que se salvan en Febrero, salvan-
do, al fin de cuentas, más del 95 %
de los que se presentan a exámenes:
y esto en todos los cursos, desde ingreso a 4' año.
Es, sin duda, ésta la mejor ejecutoria de nuestro gran instituto
católico, cuyas bodas de oro celebramos con honor y con orgullo: eje-
cutoria acreditada por hombres de todos los credos, y sin ningún credo,
que han tenido a gloria, enviar allí a sus hijos, desde la fundación hasta
nuestros días. Allí han estudiado los hijos de Santos, los hijos de Batlle,
Luis, de Serrato y tantos otros que sería prolijo enumerar, bien cono-
cidos por su público liberalismo, y aun por su fobia anticatólica, sin
que esto fuera óbice a colocar sus hijos en el Seminario, lo cual acredita
la secular pedagogía jesuítica, tan admirada en el mundo entero por la
eficacia de su nunca bien ponderado Ratio Studiorum, en cuya médula
vibra el espíritu de emulación.

En Seminario, a través de un orden plácido y sereno, reina una


el
febril actividad física, intelectual y moral. Los patios amplios y lumi-
nosos, las clases claras y espaciosas, con mesa individual para cada
alumno, los campos de sport en Larrañaga, el artístico y limpio templo,
la litturgia solemne y grave, el bullicio de la muchachada en los recreos,

y el silencio sepulcral en los estudios; la fiebre de corrección en las


clases inferiores con las famosas bandas de Roma y de Cartago, con
sus irreconciliables bandos de romanos y cartagineses, en medio de la
amistad más firme e imperecedera después de la fraternidad, forman
un armonioso conjunto, elevado por el carácter, la emolución y la más
franca alegría, que pone admiración y nos rejuvenece el alma, a los
que, habiendo sido largos años alumnos de ese Colegio, lo contempla-
mos desde afuera, cuando ya peinamos canas y sentimos el peso de la
responsabilidad en la vida.
Prueba de todo esto es la facilidad con que el Colegio-Seminario,
lo mismo presenta sus alumnos en los campos de
que ya se
sport, en
han hecho populares sus actos de gimnasia anuales en el Parque Rodó,
que a los exámenes universitarios, y a la lucha por la vida, empezando
por la vida universitaria, donde relativamente pocos fracasan, una vez
han vencido la prueba del bachilerato; y toda la República está llena
de alumnos egresados del Seminario, que honran con su formación y
con su entereza moral, las carreras profesionales.

— 106 —
Ahora mismo, mientras escribimos estas lineas, recordamos los
nombres del doctor Mendivil, ministro de Hacienda, del doctor Guaní
de la Suprema Corte, del doctor Carve del Tribunal de Apelaciones,
del doctor Martínez Thedy ministro de Chile, doctor Irureta Goyena
decano de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, doctor Saenz
condecorado por el gobierno francés con la Gran Cruz de la Legión de
Honor, doctor Alejandro Gallinal presidente del Banco de la Repú-
blica, doctor Vicente Mora Rodríguez, adjunto al fiscal de gobierno,
doctor Héctor Payssé Reyes, adjunto fiscal del Crimen, doctor Aurelio
Terra Arocena delegado de los profesores al Consejo de la Facultad
de Química y Farmacia, doctor Juan Carlos Arrosa defensor de oficio,
doctor José L. Durán Rubio defensor de oficio, doctor Vargas y Aro-
cena Folie jueces de Paz de la capital, doctor Fermín Huertas Berro
juez de lo civil, doctor Mario Ponce de León miembro del consejo de
Higiene, delegado del Uruguay al Congreso sanitario internacional
de Sheffield. arquitecto Alejandro Malherbe jefe técnico del empadro-
namiento, doctor Gustavo Gallinal representante de la Alta Corte en
Patronato de Menores, doctor Rafael Schiaffino delegado al Congreso
médico de Rio Janeiro y al Instituto Histórico Geográfico también de
Río, doctor Joaquín Secco Illa presidente del Banco de Cobranzas,
Locaciones y Anticipos, ingeniero Pro. Facelli jurado en las exposi-
ciones del Prado, doctor Eduardo Rodríguez Larreta delegado a la
Asamblea de la Liga de las Naciones, y así pudiéramos ir siguiendo.
Pero no queremos omitir el sugestivo dato, de que, actualmente,
el 12 por ciento de los legisladores son ex-alumnos del Seminario: de
Francisco Ponce de León, Luis Ponce
ellos tres senadores, los doctores
de León y señor Lizardo González; y 14 diputados: doctores Abella
José. Abella Viera Andrés, Aguirre, Albo. Algorfa Camusso, De Luis,
Gallinal. Herrera y Thode, Pedragosa Sierra, Pérez Silvestre, Ponce
de León, Prando, Romero y Ximénez.
Algo más que todo eso, ha sido, sin embargo, el Seminario regen-
teado por los jesuítas. Ha sido y es, un foco de acción y vida católica
que se ha difundido pujante por todos los ámbitos del país, cumpliendo
ampliamente las miras de pura cepa ignaciana de formar hombres,
que difundan la mayor gloria de Dios, el bien de la Iglesia y la salva-
ción de las almas. Baste decir que todo el alto clero uruguayo se ha
formado en las aulas del Seminario, desde las primeras letras hasta las
Facultades de Letras, de Filosofía y Teología. Los diocesanos que tan
dignamente dirigen los destinos de la Iglesia uruguaya. Monseñor
Aragone, Camacho y Paternain, los vicarios generales Ardoino y Da-
miani, los fiscales eclesiásticos doctores Zervi, Guillade y Viola, los
secretarios Tasende, Buletti y Bertone. los canónigos Bergara, Bian-
chetti, Rey, Defunchio, De Luca (en Italia), y la inmensa mayoría
de los párrocos, capellanes y clérigos de todo el país son obra del
Colegio-Seminario. Nadie negará que de ellos depende toda la acción
católica del país en todas sus manifestaciones, en todos sus matices,

— 107 —
como que ellos son la raíz de toda la vida sobrenatural de esta pro-
vincia eclesistica, el conducto legítimo que nos une a Roma, a la Ca-
beza Visible de la Iglesia, al Vicario de Jesucristo en la tierra, al Sobe-
rano Pontífice. En ese sentido ninguna institución se puede comparar
al Colegio-Seminario en este medio siglo que acaba de pasar.

Y su mayor mérito consiste en haber formado junto al clero, un


laicato católico de verdadero empuje, unido al clero como un solo
hombre en defensa de nuestra causa. No vamos a decir que todos los
alumnos de los jesuítas han sido y son católicos fervorosos, ni siquiera
que son simplemente católicos; pero sí, no titubeamos en afirmar, que
de sus aulas ha salido y sale una verdadera élite católica que deja
sentir su influencia en todas partes: y aun los no católicos de sus
alumnos, no dejan de reconocer su mérito y el bien que les han hecho
con sus enseñanzas y con su ejemplo; y. lejos de ser sus enemigos, se
honran con su amistad sencilla y honesta.
Para no mencionar sino las principales instituciones dirigidas por
los mismos jesuítas en su Colegio, insinuaremos sólo tres: la Congre-
gación Mayor de Caballeros y Jóvenes, con más de mil socios, de los
cuales unos 300 activos, de lo más selecto del catolicismo uruguayo;
el Apostolado de la Oración con unas 3000 socias de nuestra alta so-
ciedad; y el Centro Apostólico de San Francisco Javier, de señoras y
algunos socios, que se preocupan de las misiones rurales, en los puntos
de campaña adonde no llegan los curas párrocos, y han dado ya en
más de 30 años, unas 1200 misiones y empiezan a darlas ahora en los
suburbios de la capital con muchísimo fruto de la gente sencilla y
menos favorecida por el cultivo espiritual. La Congregación Mayor y
el Apostolado ejercen su influencia espiritual y benéfica en la médula
misma de nuestra sociedad, entre nosotros mismos y nuestras familias.
El Centro Apostólico es una vanguardia que lanza nuestra sociedad
católica a los desvalidos de campaña; y cual sea el aprecio y estima
en que lo tengan nuestros prelados, el clero y el pueblo de todo el
país, se vió claro, cuando celebró en 1921 sus bodas de plata en que
se produjo un inusitado movimiento en la ciudad y en la campaña,
que tuvo fuerte resonancia aun en la prensa menos adicta a nuestra
causa, llegando a decir un colega que "Montevideo estaba ensotanado"
en aquellos días.
En 1922 salieron los últimos sacerdotes formados en el Colegio-
Seminario, y en ese concepto, pierde una de sus características más
genuinas y pronunciadas; pero, en cambio, han germinado en sus en-
trañas otras dos nuevas instituciones, que, sin duda, les darán un
nuevo carácter en su segundo cincuentenario. Nos referimos a la Es-
cuela Apostólica de San Javier, fundada el 3 de marzo de 1925; y a
la Escuela Gratuita de San Ignacio, que abrió sus clases a principios
de marzo de 1928. Esta tendrá honda influencia en nuestro pueblo
sencillo, y aquella en las filas de los mismos jesuítas, que deseamos
crezcan entre .nosotros con elementos autóctonos.

— 108 —
"El Bien Público" adhiere incondiiconalmente a las fiestas cin-
cuentenarias de nuestro querido Instituto y le desea largos años de
vida y prosperidad para bien de la Iglesia y de la Patria.
Actualmente, el Colegio del S. Corazón cuenta con 784 alumnos:
24 apostólicos, 560 colegiales entre preparatorias, ingreso y bachille-
rato; y 200 niños en la Escuela gratuita de San Ignacio. La exonera-
ción de los exámenes, dió al Colegio un gran repunte en los cursos de
bachillerato: y él, que nunca cerró sus puertas en 60 años de vida,
confiemos en que le espera un fuerte rejuvenecimiento y nuevos y me-
recidos triunfos literarios, científicos y morales, mejorando siempre su
actuación dentro del ambiente católico, y más en estos tiempos de la
Acción Católica, preparando líderes a nuestra causa, que tanto los
necesita, como proclamara por todo lo alto Nuestro Santísimo Padie
el Papa Pío XI y su digno sucesor S. S. Pío XII. Los Colegios Cató-
licos tienen en esta hora solemne del mundo una gran Misión Provi-
dencial: y no dudamos de que el Colegio del Sagrado Corazón sabrá
llenarla.

CAPITULO XI

ETOPEYAS DE ALGUNOS JESUITAS ILUSTRES


Padres: Morel, Garriga, López, Antillach, Blasco, Sitjar, Requena, Angla,
Planas, Ramo. Lauro Darner, Quilez, Sanfuentes, Colomer Francisco
Colomer Sebastián. Costa, Augusto Hupfeld, Roberto Hupfeld, Gorrichá-
tegui, Castro, Cendra, Luis Feliú. Gómez, Benítez, Wauters, Orriols,
Hermanos: Rota. Dáyer, Torras, Calatayud. Bellooh.

P. TvíOREL

El más grande hombre fué, sin duda, nuestro primer Rector, el


P. Ramón Morel, chileno. Su vocación a la compañía tuvo algo de
extraordinario: pues sintió su vocación de repente, mirando un cuadro
de San Luis Gonzaga, mientras esperaba al P. Rector en la portería
del Colegio de San Ignacio por asuntos de libros: pues era librero de
oficio y liberal de profesión. Al preguntarle el Rector qué se le ofrece,
contestó, sin titubear: entrar en la Compañía, como lo consiguió. Nació
el 16 de agosto de 1834; entró en la Compañía de Jesús el 24 de julio

de 1861. Murió en Santiago de Chile el 24 de julio de 1908. Llegó a


Montevideo el 26 de agosto de 1879. y ese mismo día asumió las riendas
del gobierno de la Residencia-Seminario y el 24 de octubre de ese
mismo año pasó, con toda la Comunidad, al lugar que hoy ocupa el
Colegio-Seminario, de que fué su primer Rector.
El P. Morel empuñó con tanto vigor y entereza el timón de esta
nave, que flotaba en las ondas de la miseria y de la extrema pobreza,
que, a la vuelta de casi 12 años, baja del puente de mando dejando

— 109 —
construida la Iglesia y casi todo el edificio; fundados todos los gabi-
netes de química, física e historia natural; organizados todos los cursos
del bachillerato y la facultad de filosofía y teología para los semina-
ristas. El prestigio del P. Morel, entre nosotros, no tenía límites; y
lo mismo brillaron su entereza y su tino en la construcción de esta
inmensa fábrica, en la organización de su vida interna y de sus rela-
ciones sociales, que en las circunstancias más difíciles y aciagas porque
pudieron pasar, no solamente este Colegio-Seminario, sino también
todas las instituciones católicas y toda la Iglesia uruguaya, como lo
hemos expuesto con toda prbligidad y con palabras autógrafas del
mismo P. Morel, al tratar de la ley de conventos.
Esta fué la mayor victoria del P. Morel, en su vida, y agigantó
su talla.
Pero el P. Morel, a pesar de su grandeza de alma y sus grandes
dotes de gobierno, no hubiese podido dar un paso, ni poner un solo
ladrillo en toda esta inmensa fábrica, si no hubiera sido por la genero-
sidad de nuestros bienhechores, entre los cuales debemos enumerar
a Don Jacinto Vera, a las familias Jackson, Cibils, Heber, Buxareo,
Isasa, Yéregui, Piñeyro del Campo, y entre las personas que más se
distinguieron a doña Dolores Martínez, doña Plácida Costa de Bur-
zaco, doña Rosalía García Zúñiga y los Presbíteros don José y don
Pedro Letamendi, sin contar otras muchas personas, en especial de
las familias antes nombradas, que tomaron con todo empeño la fábrica
de este edificio, llegando las hermanas doña Clara y doña Sofía y doña
Josefa Errasquin Jackson a levantar por sí solas toda la iglesia, desde
los cimientos hasta el farol de la cúpula con su cruz enhiesta.

Apenas llegó a Montevideo la noticia de la muerte del P. Morel,


se produjo un gran sentimiento en la ciudad; se recordaron los méritos
extraordinarios de ese esclarecido varón para con la sociedad, la Iglesia
y el Estado. Los ex-alumnos del Colegio-Seminario mandaron celebrar
en la Catedral un solemnísimo funeral, en que predicó la oración fúne-
bre el más elocuente orador del Clero uruguayo en aquellos días, Dr.
Luis Hargain. Los ex-alumnos Sacerdotes se cotizaron para levantar
un monumento consistente en un busto de bronce del fundador y primer
Rector del Seminario. Pasados algunos años, en 1923, con motivo de
la salida de los últimos Sacerdotes del Colegio-Seminario, los ex-alum-
nos Sacerdotes, dieron cumplimiento a su proyecto, pero en otra
forma. Colocóse en el hall de la portería un monumento de mármol
blanco y rosado, que engasta dos placas de bronce. La primera de
las placas representa al Siervo de Dios don Jacinto Vera, que entrega
al P. Morel los primeros alumnos seminaristas; y la segunda repre-
senta al P. Morel que entrega al Prelado, que lo era a la sazón Mons.
Mariano Soler, los primeros neo-Sacerdotes. La inspiración no puede
ser más significativa ni más feliz. En la primera placa la silueta de los
seminaristas y del Prelado se proyectan en un campo inculto, aunque
fecundo y de una exuberante naturaleza. En el fondo de la segunda

— lio —
placa se divisa la inmensa mole del Colegio-Seminario y la Iglesia ya
concluida con sus torres y su airosa cúpula, que dan carácter y com-
pletan la fachada, todo en cielo de oro, risueño como una aurora de
primavera y pintoresco y placentero como un crepúsculo de otoño, y
en él se proyectan las siluetas del P. Morel y de los primeros Sacer-
dotes, formados por ese grande hombre.
El monumento es obra de Melloni; y lleva las siguientes inscrip-
ciones: Gloria [iliorum, paires eorum (Prov. XVII, 6). Paires nostri
e Societate Jesu sunt. La gloria de los hijos, son sus padres, nuestros
padres son los de la Compañia de Jesús.
Oí decir al P.Morel que, en sus estudios de bachillerato en el
siglo, fué condiscípulo de don Diego Barros Aranha; y que de noventa

y tantos que eran en primera preparatoria, solo dos de ese curso llega-
ron a recibirse de bachilleres: don Diego Barros Aranha y el P. Ramón
Morel; y ninguno de los dos acabó carrera, en el siglo.
Pero Barros Aranha, me dijo, aunque uno de los más cortos, era
el más constante y más estudioso de todo el curso y el que más brilló

entre todos nosotros. Hay en esta Trase un rasgo de modestia del P.


Morel. Pues no creo que su fama fuera menor que la de Barros Aran-
ha, aunque éste le ganaría como escritor abundante y fácil. El P. Morel
acabó brillantemente su carrera eclesiástica en la Compañía de Jesús
y llegó a ser profeso de cuatro votos, la más alta graduación que da
la Compañía a sus hijos.
Barros Aranha fué largos años rector y dueño de la Universidad
de Santiago. El P. Morel fué Rector de San Ignacio, en Santiago, dos
veces, y una vez Rector y fundador del Colegio-Seminario de Monte-
video, donde brilló como astro de primera magnitud, sobre todo, en
su famosa campaña contra la ley de conventos, en que actuó en una
plataforma nacional y de alta resonancia, como ya lo hemos expuesto.
Y en Santiago debió su notiriedad, en gran parte, a un encuentro
con elRector de la Universidad, su condiscípulo Barros Aranha.
Daban en Chile grandísima importancia a la gramática de Bello, y
tuvo el Rector de la Universidad especial empeño en dejar mal a los
Jesuítas en esa materia. El P. Morel, que sospechó el lance, le armó
una celada que lo dejó escarmentado para toda su vida. Hizo examinar
secretamente a los alumnos por un tribunal justo e imparcial, compuesto
indistintamente de católicos y liberales que dieron sus notas muy favo-
rables a los alumnos. Al ser éstos reprobados en su totalidad, o casi
totalidad, por los examinadores universitarios, publicó el P. Morel en
doble columna ambos resultados; y dejó tan al descubierto la injusticia
del atropello, que nunca jamás se atrevió el prepotente Rector a hacer
a los Jesuítas injusticia en los exámenes, aunque nunca fué benévolo
con ellos.
Este es un rasgo que pinta al P. Morel de cuerpo entero: siempre
sereno, siempre atinado y enérgico. Yo mismo le oí decir, que en los
mayores apuros sentía mayor serenidad y quietud de ánimo; de ahí

— 111 —
que su visión fuera siempre clara y profunda, llegando siempre al
fondo de las más arduas cuestiones; y su voluntad nunca flaquease
ante la imposición y la fuerza.

P. GARRIGA

Sucedió en el Rectorado al JP. Ramón Morel. Fué el segundo


Rector del Colegio-Seminario, el cual tomó en pleno desarrollo y supo
darle nuevo empuje. Aunque sucedió a un coloso, no desmereció de su
grandeza, al menos en muchos puntos, por más que no le igualara por
sus prendas de carácter. El P. Morel fué todo un carácter, y en eso
no tuvo rival. Pero el P. Antonio Garriga era un hombre mucho más
culto y fino en el trato. Ambos rivalizaban en serenidad y grandeza
de alma, en la visión penetrante de los hombres y de las cosas; pero
se diferenciaban también mucho por su formación y su carácter. El
P. Morel entró hombre hecho en la Religión y tenía una gran expe-
riencia del mundo. Había sido político y liberal en su juventud, comer-
ciante de fibra, hecho a la lucha y a los azares de la vida.
El P. Gárriga no tuvo esa experiencia. Entró joven en Religión.
Pero fué un espíritu cultísimo con toda la experiencia y la prudencia
de un hombre de gobierno de excepcionales dotes, el hombre providen-
cial que había de completar y perfeccionar la obra del P. Morel, en el
Colegio-Seminario.
En Morel construyó la Iglesia y el P. Garriga la dotó
efecto: el P.
de altares.El P. Morel organizó los estudios desde ínfima hasta la
teología, sin excluir las clases de adorno, como solfeo y dibujo; pero
al P. Garriga, que era buen músico, dió un gran empuje al solfeo y al
canto. Enseñó a los Seminaristas el canto gregoriano. El mismo les
hacía clase de solfeo y de canto. Introdujo el Oficio Parvo solemne-
mente cantado todos los sábados y él mismo venía por la mañana tem-
prano a dirigir el canto de los Seminaristas, en la Capilla de los Cole-
giales. Era un excelente maestro de Rúbricas e introdujo la Misa can-
tada todos los domingos en la iglesia del Seminario, oficiando en el
altar mayor los Seminaristas ordenados in sacris. Eso dió nuevo relieve
a la predicación de la homilía los domingos por los Seminaristas que ya
había introducido el P. Morel.
El P. Morel construyó el edificio, dejando casi terminadas la
Iglesia y las alas de Canelones, Central y Soriano; el P. Garriga cons-
truyó el ala de Vázquez y surtió a la Iglesia de altares; y ya no quedó
por construir sino el tercer piso de Soriano, ejecutado por el P. José
Llussñ, su actual Rector.
El P. Garriga, pasó de Rector del Colegio Seminario, a Superior
de Misión Chilena-Paraguaya, que gobernó nueve años. Concluido
la
su gobierno, fué Ministro del Colegio la Inmaculada en Santa Fe y
del Seminario de Villa Devoto, donde murió en santa ancianidad el
28 de setiembre de 1922.

— 112 —
P. LOPEZ

El P. José López, andaluz, llegó a Montevideo siendo todavía


escolar, y fué profesor de ínfima y suprema. Concluidos sus estudios,
volvió de nuevo a Montevideo y fué Rector del Colegio-Seminario
desde el 1 de febrero de 1899 hasta el 13 de marzo de 1904. Su recto-
rado fué uno de los más azarosos del Colegio-Seminario, a causa de
las arbitrariedades del Presidente Cuestas, que le obligó a retirar al-
gunos sujetos, que le enviaban los superiores para reforzar su personal
y por las trabas que oponía el Gobierno a la introducción de Sacerdo-
tes y de religiosos en el país.
A lo cual, se añadía la guerra civil larga y sostenida; y las difi-
cultades que consigo llevan las guerras, siendo una de ellas el estado
precario de las finanzas del Colegio-Seminario; y mérito suyo fué el
haber entonado el espíritu del Colegio y su estado moral y físico, en
medio de tantas dificultades.
Pero entre todas sus obras, hay una que merece especial mención
y de la cual ya hemos hablado: la Congregación Mayor de la Inma-
culada, fundada por él, el 21 de junio de 1902. Aunque el P. López
no hubiera hecho otra cosa, esa sola obra bastaba para que su nombre
marcara profunda huella en nuestra sociedad y en la Iglesia del
Uruguay.
Y su mérito crece de punto, por la conciencia con que hizo esa
fundación y por la visión clara que tuvo de su importancia y de su
porvenir, como lo demuestra su magnífico discurso inaugural que, en
gran parte, hemos copiado antes y cuya lectura recomendamos de
nuevo, como un digno y fiel reflejo de la personalidad del P. López.
El P. López fué Rector de Montevideo, de Buenos Aires y de
Santiago de Chile. Fué uno de esos hombres llenos de dotes de Go-
bierno, que envía Dios a las Religiones, para bien muchas veces de
generaciones enteras.
La diabetis lo fué minando poco a poco. Pasó los últimos años de
su vida en una silla de ruedas, en la cual decía su Misa sentado, y en
ella iba al confesonario que le habían arreglado para que pudiera
entrar en su silla rodante y allí oía largas horas las confesiones de los
fieles, con gran aceptación y edificación de éstos. Sus mismos peni-
tentes tenían a gala el llevarle de su aposento al confesonario y apro-
vechar su santo ministerio.
Dijo Misa hasta su última hora. Déjenme, decía, que es el único
consuelo que me queda: el poder celebrar.
Murió, pues, piadosa y santamente, en Santiago de Chile el 28
de febrero de 1935 a los 70 años de edad y 47 de Compañía.

P. ANTILLACH
/

Entre los Profesores y Prefectos merece especial mención el P.


José Antillach, primer profesor y primer Prefecto del Seminario. Nació

— 113 —
en España el 2 de julio de 1840 y murió en Mendoza el 6 de agosto
de 1903. Hombre alto y bien hecho, de robustas proporciones; cabello
blanco como la nieve, la cara y las manos blanquísimas, las cejas po-
bladas y negras, era una interesante figura por su constitución física
y humana; pero mucho más por su formación artística, literaria, inte-
lectual y moral. Eximio helenista y latinista, dominaba con gran soltura
las lenguas de Homero y del Lacio. Era un buen músico y un excelente
poeta, cuyos diálogos en verso se hicieron célebres en nuestras públi-
cas concertaciones, siempre inspirados y oportunos. Elegante y firme
orador, tenía todas las dotes que hacen a un hombre eximio en la so-
ciedad y en la cátedra; ni siquiera le faltaba esa bondadosa firmeza
que suele ser el secreto del éxito del profesor en su clase. Sólo una
cualidad le faltaba al P. Antillach, pero esa misma falla fué un nuevo
motivo de éxito en su vida, por más que le hiciera pasar algunos malos
ratos. El Padre Antillach todo lo podía hacer menos improvisar, y
menos como orador. El contraste entre el hombre preparado e impro-
visando era verdaderamente notable; pero el P. Antillach, que se
conocía a sí mismo, casi nunca improvisó, y de ahí que su actuación
fuese de las más brillantes de los hombres de su generación, y tuvo
momentos de éxitos claros y rotundos. Entre todos fué célebre el pane-
gírico de Santo Domingo de Guzmán, que predicó en Santiago de
Chile. Tuvo largo tiempo para prepararse, y se superó tanto a sí
mismo, que, según dicen, hubo de salir de Santiago a fin de no des-
decir de tan sublimes alturas. En cambio, habiéndosele encargado el
panegírico de San Luis Gonzaga en la Catedral de Montevideo, se
olvidó de prepararlo; y en la improvisación, se encontró tan cohibido
que nadie hubiera dicho que ese era el gran orador de siempre; y
digo de siempre, porque siempre se preparaba; y Antillach preparado
era un eximio orador y un artífice de la palabra y del bien decir, con
voz potente y gran fuerza de convicción y persuación.

P. BLASCO

Otro profesor de alcurnia, aunque no con tan relevantes cualidades


ni físicas ni morales, fué el P. Francisco Javier Blasco, mejor recor-
dado y muy querido entre nosotros. Sin duda alguna tenía una erudi-
ción literaria mucho más vasta que el P. Antillach, pero eso mismo
perjudicó a su estilo, que se hizo amanerado y postizo; y más parecía
un empedrado de frases ajenas, rebuscadas acá y allá, en el mar de
sus lecturas, como agujas en un pajar, todas muy bonitas, pero sin
unidad medular y que brillaban como lamas de oro en la superficie,
mientras decoloraban y, a mi juicio, destruían el estilo. Eso no obstan-
te, el P. Blasco fué uno de los profesores más distinguidos y más apre-

ciados en nuestro medio universitario por sus dotes y su gran forma-


ción literaria. Fué gloria de este Colegio-Seminario el haberlo tenido
de ministro, prefecto y profesor. Murió en Santiago de Chile el 19

— 114 —
de octubre de 1917, dando una tanda de Ejerciicos, y dió gracias a
.

Dios de morir al pie del cañón.


En lo que más demostró, a mi juicio, su mucha virtud y abnega-
ción, fué en haber llevado siempre con buen humor un dolor de cabeza
endémico, durante muchos años, sin quejarse nunca. Sólo algunas veces
se le notaba que se apretaba las sienes con fuerza con el índice y el
pulgar frunciendo algo el ceño, sin duda, en las puntadas más fuertes.
Este dolor de cabeza le provino de un exceso de trabajo que se tomó
para dominar en poco tiempo el programa de historia literaria impuesto
de improviso por la Universidad. El P. Blasco dominó el programa
con asombro de todos, pero quedó toda la vida fatigado por una fuerte
jaqueca, que puso a prueba para toda su vida, su capacidad de resis-
tencia para el trabajo, en medio del. sufrimiento, que es la mayor
prueba que uno puede dar de su amor de Dios y del prójimo; por ambas
causas trabajó siempre el P. Blasco.
La personalidad del P. Blasco brilló al firme en nuestra Univer-
sidad. Cuatro años después de su muerte, el decano de secundaria y
praparatorios, que formaban entonces parte de la Universidad, me
decía, con gran acento de sinceridad: "yo estoy y he estado siempre
muy agradecido al Seminario, porque su profesor el P. Blasco me formó
en Gramática por su gran dominio del latín, dándome lecciones gratis,
lo cual no se ve fácilmente, pues todo servicio se paga."
Le sentaba muy bien el aire de mar. Por eso, los Superiores lo
pusieron en la ocasión de hacer varios viajes a Europa, con itinerarios
lo más largo posible y volvía regenerado y rehecho, hasta que la ja-
queca y el sobrecansancio se manifestaban de nuevo en su endémico
dolor de cabeza.
Fué un confesor y un director de almas muy estimado en Mon-
tevideo y en Santiago de Chile. Tuvo un gran confesonario y Dios
bendijo sus trabajos con frutos de bendición y vocaciones religiosas.
Era, como ya dijimos, muy querido de sus alumnos y todos guardamos
de él muy gratos recuerdos. Como prueba apodíctica de esos gratos
recuerdos, plácenos insertar aquí la semblanza que del P. Blasco hace
uno de sus alumnos, el Dr. Juan Vicente Algorta, al que citaremos más
de una vez en el rodar de estas páginas. Dice así:
"El P. Francisco Javier Blasco, nuestro inolvidable maestro de
literatura, a quien le cupo la extraordinaria tarea de ajustarse a un
nuevo Programa impuesto por la Universidad, una absurda montaña
bibliográfica creada por un snobismo enciclopedista banal y antipeda-
gógico. Los Apuntes literarios del P. Blasco hicieron en esa época
mucho ruido.
Fueron admirados como un asombroso exponente de laboriosidad
y de buen criterio por la gente tranquila y sensata que miraba las
cosas sin prejuicios de escuela y fueron combatidos por el exclusivis-
mo parcial y tendencioso de un racionalismo cerrado a toda aprecia-
ción ecuánime. El mérito principal de los Apuntes del P. Blasco lo
daba su firmeza en combatir la tendencia a esas tolerancias amables

— '-
115 —

/
y bonachonas con el error y con el mal, sin admitir pilatunos distingos
encubiertos con un falso ropaje de humanitarismo que dan entrada in-
sensible y fácil a la subversión de conceptos primero, a la subversión
de costumbres en seguida, llevando a la intolerable conclusión de
partir tranquilamente buenas migas, como la cosa más natural del
mundo, con el error pecaminoso.
El P. Blasco daba el grito de alarma con toda energía, llamando
valiente y ásperamente las cosas por su nombre, contra esa nueva mo-
dalidad, y mostraba bien claramente cómo podía rodar hasta el abismo
esa bolilla colocada en el plano inclinado de una estúpida o culpable
condescendencia.
Tristes ejemplos —
señores —
nos da hoy a diario la vida de
esa consentida tendencia engendrando un confusionismo desolador y
anarquizante entre el bien y el mal, y a cuyo influjo pernicioso, des-
graciadamente, también son sus victimas muchas pobres almas buenas.
Esa inquietante preocupación del P. Blasco, si no tuviera otro mérito
espiritual, como los grandes y positivos méritos que tuvo, bastaría para
señalar su figura simpática y combativa y hacerla digna de la más
/usta y alta considearción." ("El Bien Público", 9-VIII-1936, p. 14,
columnas 5-6; núm. 17810).

P. SITJAR, PROTOMARTIR DEL COLEGIO-SEMINARIO

Murió en Gandía, España, el P. Tomás Sitjar, víctima de la


fobia marxista, anarquista y comunista, mártir de la
bolchevique,
fe católica como lo podemos creer piadosamente. Es el protomártir
del Colegio-Seminario, donde enseñó por espacio de siete años filosofía
y ciencias, en especial matemáticas y cosmografía. Por ahí anda un
texto viejo de Piaggio, lleno de notas suyas, que debiera guardarse
como una reliquia. Andan también algunos apuntes de Cosmografía en
cuadernos y papeles sueltos.
El P. Sitjar, siendo todavía estudiante, vino a Montevideo en 1889.
Sucedió al P. Menas Plana en las clases de filosofía. Como en aquel
tiempo, en especial, los seminaristas estudiaban la facultad completa
de filosofía, y el P. Sitjar seguía el curso entero de tres años, enseñó
lógica, criteriología, ontología, cosmología, psicología, ética, derecho
natural, teodicea, y además, como ya indicamos, matemáticas y cos-
mografía.
Era el P. Sitjar uno de los profesores más queridos de los alumnos.
Muy compañero y muy amigo del P. Blasco, ambos hicieron juntos
en Montevideo sus largos años de Colegios: el P. Blasco dedicado a
las letras y el P. Sitjar a la filosofía y a las ciencias. Ambos eran muy
estimados del alumnado y de la sociedad en general. Ambos eran
bajos de estatura: uno aragonés y el otro catalán. Ambos de una pre-
paración vastísima y de genio vivaz y despierto; pero de caracteres
enteramente opuestos.

— 116 —
Al P. Blasco le gustaban las gayas letras; hablaba siempre en
literato y eso amaneró su estilo, que se hizo, como ya dijimos, algo
postizo. El P. Sitjar, por el contrario, era absolutamente ajeno a todo
formulismo. En su lenguaje, y en sus escritos, que no son muchos, se
nota una absoluta simplicidad, ajena a todo adorno postizo, y una
sinceridad robusta, que nace de su gran talento y su gran empeño en
penetrar bien las cuestiones y expresar los conceptos con claridad
meridiana.
El P. Sitjar, no hacía gala de erudición en su ctedra; pero tenía
sumo esmero en sentar bien el estado de la cuestión, en definir bien
los conceptos; y en dar a cada cosa su justo valor. Era en ese sentido,
un eximio profesor; y así lo debieron entender los Superiores, que,
después de siete años de Colegios, en Montevideo, lo dedicaron largos
años a la enseñanza de los mismos Jesuítas, en Europa.
Su clase era amena y su proceder sencillo. Muchas veces nos leía
trozos de escogidos autores, no solamente de filosofía, sino también de
letras y de vidas de santos y de héroes de la Iglesia. El 25 de no-
viembre no se descuidaba nunca de leernos algo de Santa Catalina,
virgen y mártir, patrona de los filósofos, y filósofa ella misma.
Algunas veces, cosa a que yo nunca me he atrevido, tenía con
nosotros sus ratos de conversación en clase, o por ser su santo, o por
algún otro acontecimiento, que lo llevase consigo, por su oportunidad
o importancia. Sabía con gran tacto dejar introducir, o introducir él
mismo la conversación, que nunca era muy larga, ni muy frecuente,
ni tomaba nunca el carácter de un perdedero de clase, y cortarla con
la misma naturalidad y sin ninguna violencia. En este manejo de la
clase, dentro y fuera de su materia, sin dejarse dominar por el alum-
nado, sin perder tiempo y sin parecer que lo perdía, no he visto entre
mis profesores, ninguno que lo superase; ni que tal vez le igualase.
Pues no he visto ninguno que fuese por esos caminos con tanta fir-
meza, suavidad y mesura.
Y de ello soy. sino abonado, amplísimo testigo; pues fui alumno
suyo cinco años, siempre en filosofía: tres en Montevideo y dos en
Europa; y puedo asegurar, sin temor a ser desmentido, que lo mismo,
con la misma bondad, con la misma libertad de espíritu, trataba a sus
alumnos seglares, que a sus alumnos jesuítas. Era el mismo hombre,
con la misma naturalidad en todas partes.
Ya muy entrado en años, los Superiores lo pasaron de repente
de la cátedra al gobierno; y ha pasado gobernando endémicamente,
digámoslo, así, los últimos años de su vida; hasta morir mártir con
casi toda su Comunidad.

"Hace injuria al mártir, dice San Agustín, el que ruega por el


mártir". Bautizado en su propia sangre va al cielo, sin pasar por el
purgatorio. Es un acto heroico, que libra al mártir de toda culpa y todo
reato de pena. Se cumple en el martirio, la palabra de los Libros Santos:
caritas operit multitudinem peccatocum, la caridad borra la multitud de

— 117 —
los pecados. Y
como dice el Redentor, nadie tiene mayor caridad, que
el que da vida por sus hermanos; y en la misma proporción, nadie
la
tiene mayor caridad, que el que da la vida por Dios.
Ego diligentes me diligo, dice el Señor: yo amo a los que me aman.
¿Y qué mayor amor, que dar la vida El? ¿Ni qué prueba más fulmi-
nante del amor divino, que dar al mártir el cielo, incondicionalmente,
absolutamente, sin pasar por el purgatorio?
Tenemos, pues, un mártir, así lo debemos pensar piadosamente,
en el cielo. El P. Sitjar es el protomártir del Colegio-Seminario y el
Protomártir de los Jesuítas del Uruguay en esta su tercera época que
estamos historiando.
El protomártir del Uruguay y protomártir de Sud América es el
Beato Roque González de Santa Cruz, que murió en la Provincia del
Uruguay, tal como la entendían los españoles; y en la diócesis de Bue-
nos Aires, a que también pertenecía el Uruguay.
En ese sentido, no podemos llamar al P. Sitjar protomártir del
Uruguay. Pero sí es el primero que da su sangre y su vida en defensa
de la fe, de entre los Jesuítas que han trabajado en el Uruguay en esta
tercera época. Trabajó entre nosotros, los mejores años de su vida:
los años de su juventud. Aquí ejerció las primicias de su ministerio do-
cente; aquí dejó hondas y extensas vinculaciones en su alumnado y en
las familias de sus alumnos, y de cuantas familias estaban y están
vinculadas a nuestro veterano Seminario, como se complace en llamarle
el Pueblo, nombre ya de honda raigambre en nuestras costumbres y
lenguaje, y que, no se borra con artificios, ni con haber cambiado de
fin y de oficio.

El P. Sitjar, entró niño en la Compañía, el mismo día que cumplió


14 años y 4 meses. Era, según dicen sus compañeros, un muchacho
bien apuesto, recto, espigadito. Pero un golpe que se había dado en las
costillas, produjo una anormalidad en su desarrollo. Se le dobló la co-
lumna vertebral y se le llegaron a dislocar tres o cuatro vértebras; y le
quedó una pierna más corta que !a otra; y hubo de llevar toda su vida,
un zapato con la suela levantada como un decímetro. El famoso elec-
trólogo, Dr. Luis Cirera, le arregló algo la espina dorsal; le devolvió
fas vértebras dislocadas a su lugar y estacionó la deformación que
parecía tomar un desarrollo, lento pero indefinido.

Y
mérito fué de su gran carácter y de su excelente formación reli-
giosa y de su alto espíritu de sacrificio, el no haber perdido nunca el
buen humor; y el haber trabajado toda su vida, hasta darla en el mar-
tirio por amor de Dios, sin descanso y con gran provecho de las almas,
en especial de sus alumnos y de sus subditos, en cuya compañía ha con-
sumado el supremo holocausto, de dar su vida por Cristo.
Por lo que a mí toca, muchos favores le debo; y entre otros el
haberme dado a mí solo, en el Colegio-Seminario, un curso especial de
metafísica, tomando por texto la obra grande del P. Urráburu, que
entonces estaba muy adelantada, y acababa de salir a la luz pública.

— 118 —
Valga éste como un testimonio de gratitud, y como una prueba del
empeño que se tomaba el P. Sitjar por la formación de sus alumnos.
En vida tuve también ocasión de testimoniarle mi estima y gratitud,
eligiéndolo por padrino de mi primera Misa, en que le tuve muy pre-
sente en mis oraciones y mementos. Y
si ahora le ofrezco las Misas

y oraciones que prescriben nuestras reglas, no es porque los necesite,


como piadosamente lo podemos creer, sino porque la obediencia así lo
establece;y porque Dios hará que a alguien aprovechen.
Ha muerto el P. Sitjar a los 70 años de edad y 56 de vida reli-
giosa, empleada toda en la enseñanza y el gobierno, dando un notable
ejemplo de constancia y fortaleza.

PADRE REQUENA
Entre los profesores de teología y sagrada escritura del Seminario
merece especial mención el P. Julián Requena, orador nada vulgar,
dotado de un gran don de gentes; y, por eso, una de los sacerdotes
más apreciados de la alta sociedad uruguaya. Cuando lo nombraron
prefecto del Colegio se sintió una general impresión de íntima satis-
facción y alegría. Gracias a su gran don de gentes, fundó y llevó a
gran florecimiento una institución que tuvo sus días de gloria' y ha
muerto: la Academia Literaria para Caballeros. Aun recuerdo con emo-
ción algunos de sus brillantes actos en el Salón del Colegio Seminario.
Nació en Valencia el 9 de enero de 1845. Murió en Buenos Aires
el 4 de abril de 1897, recién nombrado Rector del Seminario de Regina

Martirum.
El Dr. Juan Vicente Algorta Camusso ha trazado del P. Requena
una vigorosa semblanza, escrita con especial ponderación; mas los que
conocimos y tratamos al Padre, la hallamos justiciera y sensata.
Leamos alDr. Algorta:
"Surge así en primera línea, en ese desfile breve de evocación, la
figura austera, de empaque hidalgo, de nuestro Prefcto, el R. P. Julián
Requena. Irradiaba de su gallardía, de su presencia y de sus ojos llenos
de vida, el influjo de un ascendiente de evidente superioridad intelec-
tual. Los seminaristas de aquella época hablaron con elogio de sus
magistrales clases de Teología y de Sagrada Escritura. Los pupilos
admirábamos su don de gentes y la habilidosa comprensión con que
solucionaba los casos difíciles, concillando las exigencias reglamenta-
rias con las consideraciones especiales requeridas por los casos de ex-
cepción. Comprendemos así hoy que el P. Requena hubiera podido ser
un formidable diplomático. Psicólogo sutil, penetraba directamente en
el alma de los muchachos y discriminaba con experta fijeza las fallas

y las virtudes de sus espíritus. En el paso incesante de caracteres dis-


tintos por la Sala de la Prefectura, el P. Requena templaba con mano
maestra las disonancias espirituales, fortaleciendo al débil y remiso,
estimulando al fuerte y animoso; duro contra las tendencias sensibleras
él no quería formar muñecos para afrontar la vida: exigía pasta de

hombres, de hombres de carácter, y sobre todo, de hombres cristianos.

— 119 —
Su poder de convicción estaba apuntalado por una ilustración
vastísima y un conocimiento pedagógico amplio y práctico. Entre los
padres de los alumnos, las palabras del P. Requena sobre la aprecia-
ción de sus hijos era algo así como un Evangelio, y gracias a sus sabias
indicaciones, muchas almas desviadas pudieron a tiempo rectificar sus
rumbos en una orientación salvadora.
Hombre de extraordinaria facilidad de palabra y de suprema ele-
gancia en agrupaba el P. Requena a públicos enormes cuando
el decir,
ocupaba la cátedra sagrada. Hicieron época dos famosas oraciones
suyas: un Sermón de las Siete Palabras predicado en la Catedral que
inició con un exhordio original cautivando la atención de los oyentes
desde su comienzo: "Al Calvario, al Calvario, subamos al Calvario,
al monte del Señor". No fué su alocución patética grabando con pre-
cisión de artístico aguafuertista en la imaginación de sus oyentes el
cuadro conmovedor lo que más relieve le diera a ese sermón. Fué la
adaptación de las palabras del Salvador al examen magistral de los
problemas sociales de la época lo que valoró realmente esa magnífica
pieza oratoria cuyos comentarios duraron bastante tiempo. En la misma
cátedra conmovió también en forma intensa a su auditorio con una
famosa oración fúnebre con motivo de los funerales por las víctimas
del naufragio de un buque de guerra español, el "Reina Regente". La
evocación del trágico suceso sirvió de eje al talento del P. Requena
para hacer girar con eficiente habilidad y con provechoso fruto ante
la consideración de sus oyentes los problemas religiosos sustanciales
en su inmanencia imperturbable, frente a la fugacidad efímera de las
grandezas humanas. Esta oración fué vastamente comentada hasta en
la prensa y dejó huella en la colonia española y en el enorme público
que la escuchó.
La preparación literaria del P. Requena lo llevó a la realización
de un acariciado proyecto: la fundación de la Academia Literaria, con
la que congregó a los escritores católicos de aquella generación y cuya
Revista fué exponente de un período de elevada cultura. Posiblemente
su identificación con ese centro de estudios tuvo demasiado hondo
arraigo, porque al poco tiempo de ausentarse el P. Requena de Mon-
tevideo, esa institución que diera tantas brillantes muestras de positivos
valores literarios, añorando el estímulo de su empeñoso animador, lan-
guideció y murió como la planta huérfana del cultivo celoso de su
jardinero.
Faz importantísima de esta personalidad ilustre fué su condición
de hombre de consejo en nuestra sociedad y en nuestras instituciones
católicas. Su solicitada intervención escuchada con todo respeto y con
toda la aceptación emanada de la autoridad moral de aquel gran Señor
evitó muchas desaveniencias, corrigió muchos errores, llevó la paz a
muchos espíritus atribulados, y creó, por tanto, a nuestra sociedad una
deuda grande de imborrable gratitud que aun no ha sido debidamente
saldada para con ese dignísimo Maestro. Sean a lo menos estas
desaliñadas palabras mías como una pequeñísima entrega a cuenta de

— 120 —
lo mucho que a este preclaro jesuíta le debe la sociedad de Montevi-
deo." ("El Bien Público", 1. c).

PADRE ANGLA

El P. Ramón Angla, falleció en olor de santidad, en Valparaíso


el 7 de julio de 1933.
Nació en Viladecaballs, Barcelona, el 13 de noviembre de 1850.
Vino al Colegio-Seminario en 1887. Fué Profesor de Infima y Media,
enseñó francés, geografía, geografía física, aritmética, álgebra, caste-
llano, historia antiguay media. Era uno de esos hombres impertérritos
y laboriosos, que llevan con brío el pondus diei estus. No era que tu-
viese gran facilidad. Es que tenía una gran laboriosidad y una santi-
dad eximia, que todo lo suplía. Era alto, delgado, de nariz aguileña,
ojos grandes y garzos, ágil como un resorte, todo su cuerpo levemente
cimbrado a modo de arco de flecha; y estaba siempre dispuesto, a
cualquier hora del día o de la noche, a prestar un servicio, hacer un
favor al prójimo. Para él no había amigos ni enemigos. Todos eran
hombres o mujeres, redimidos por la sangre de Jesucristo y dignos, o
capaces, del reino de los cielos. Su caridad fraterna no tenía límites,
ni en extensión ni en intensidad. A todo se prestaba, sin mirar el sacri-
ficio, con notable espontaneidad.
Un hombre, de no mucha facilidad, que enseñaba a la vez tantas
materias como él enseñaba, y más siendo de genio fuerte y pronto,
como él sin duda, lo era, fácilmente, podría perder la paciencia: y nada
tendría eso de extraño: pero el P. Angla andaba tan sobre sí, que
muchas veces se veía que una cosa le había impresionado mal. y que
estaba a punto de estallar la tormenta; pero reprimía el gesto al vuelo,
se le inmutaba el rostro, mas no daba la menor muestra de impaciencia
y seguía la clase, como si nada hubiese pasado.
Fué varias veces Superior de Vacaciones en Santa Lucía, a donde
iban algunos Padres y Hermanos y los Seminaristas a descansar en
verano de las tareas del curso. Allí es donde su caridad fraterna se
ingeniaba, para complacer a todos y hacer el descanso de esos días,
lo más ameno posible, en medio de la pobreza que por doquiera res-
plandecía. En cierta ocasión, al comienzo de las vacaciones, faltó una
cama. El P. Superior indicó una. Averiguado el caso, resultó que era
la suya propia, Inmediatamente compraron un catre que era la cama
que allí se usaba: y se lo arreglaron, sin que él se diera cuenta, colo-
cando en la cabecera una corona de rosas. El P. Angla nada dijo, ni
se dió por entendido.
Una vez, a fin de curso, le dijo un alumno, a quema ropa: "Padre,
rece por nosotros un amén y saldremos bien en todos los exámenes".
Esto no lo decía de broma; lo decía por la íntima convicción que
tenía de la eficacia de la oración de un santo ante Dios Nuestro Señor.
Es lo cierto que sus explicaciones no eran muy brillantes; pero, eso sí,
muy preparadas y prolijas. El no tenía nunca gran opinión de su clase,

— 121 —
aunque tampoco era un derrotista, sino un criterio muy recto y muy
sano, y hasta jovial y alegre, reflejo de la gran caridad fraterna que
siempre es bondadosa, en sus obras, en sus palabras y pensamientos.
Ni tampoco los alumnos se formaban un extraordinario concepto de su
propia formación: mas llegados los exámenes su clase era siempre de
las triunfadoras y de las que mejor salían de las pruebas de fin de
curso. Es que allí iban aunadas la humana cooperación y la gracia de
Dios, que siempre bendecía a manos llenas las obras de su siervo fiel
y prudente, constituido por el mismo Dios, sobre su familia infantil,
para guiarla por este mundo y encaminarla hacia su último fin, con
suavidad y eficacia.
Y esos resultados los obtuvo, no- solamente en Montevideo, sino
también en otras partes, especialmente en el Colegio de San Ignacio,
en Santiago de Chile, donde enseñó, siendo escolar, antes de venir a
Montevideo; y donde había dejado fama de ser uno de los mejores
Profesores y más santos de aquel Colegio. Tanto, que estando, un
año, una división algo indisciplinada con solo presentarse el Padre
Angla, todos se convinieron en portarse con toda corrección, por no
dar un disgusto al santo.
Entre los Ministerios ejercidos por el P. Angla en el Colegio-
Seminario el más fructuoso, sin duda, fué el de la Dirección de las
Congregaciones Marianas de los Alumnos seglares y Seminaristas,
de la Inmaculada y San Luis. Cuando él las tomó estaban juntas; y
luego se separaron en 1893, formando dos Congregaciones.
En 1891, siendo Director el P. Angla He la Congregación de Semi-
naristas y Seglares, tomó a su cargo la celebración del tercer cente-
nario de la muerte de San Luis Gonzaga, y obtuvo en esa gestión un
completo éxito, pudiendo decirse, que, con esas solemnidades, se inau-
guró gloriosamente la Iglesia del Sagrado Corazón. La Novena de
San Luis estuvo solemnísima. Predicaron en ella, los primeros días,
Monseñor Mariano Soler, el Dr. Lorenzo Pons, el Pbro. Pedro Oyas-
behere; y los últimos cuatro días el celebérrimo P. Camilo M. Jordán,
que tuvo también a su cargo el panegírico del Santo. Recuerdo que
momentos antes de subir al púlpito, el P. Jordán no se sentía bien y
no se animaba a salir de el P. Angla, le habló con tal
la Sacristía; y
insinuación y bondad tanta, que Jordán se sometió; y, subiendo
el P.
al púlpito, echó un gran panegírico, una de sus grandes piezas ora-
torias.
Adornó e iluminó el P. Angla profusamente la Iglesia, que bien lo
necesitaba en tan gran solemnidad; pues no tenía altares, y sus des-
nudas paredes no ostentaban otro ornato que el cuadro de la Vidente
de Paray, entonces Beata y hoy Santa Margarita María de Alacoque,
obra eximia de Passani, de cinco metros de alto por tres de ancho; y
aunque bastaba él solo para honrar la Iglesia en su inauguración, re-
sultaba chico en un templo de tan grandes dimensiones, pues mide
60 metros de longitud, 27 de ancho y 22 de alto hasta la bóveda y 54
hasta la Cúpula; y, además, la luz no le daba bien en el altar mayor,

— 122 —
y se borraba con los reflejos, de modo que parecía una mancha negra
desde las naves de la Iglesia. Toda la Iglesia quedó cubierta de colga-
duras azules y rojas, y entre el altar mayor, las arañas y las comizas
interiores del templo ardían el día del centenario unas 3.000 velas. Se
soldaron al estaño, arandelas en todo el largo de la baranda, y no se
volvieron a utilizar más, que yo sepa, desde entonces hasta que fueron
quitadas, al revocar y dar a la Iglesia un sobrio ornato por dentro,
haciendo resaltar sus líneas con algunos toques dorados y un suave
contraste de sus bajos relieves, de un pajizo más o menos obscuro y
pátina en los chapiteles, obra exquisita y de buen gusto del Arquitecto
Elzeario Boix; y que, en general, agradó a los arquitectos; porque,
decían, que esta Iglesia no necesita sino que le hagan resaltar sus
líneas, que son perfectas y dignas de Tossi, el malogrado arquitecto,
cuyas obras en Montevideo son de todos estimadas.
En el ornato del templo para las fiestas centenarias, cooperaron
entusiastas los Sacristanes de la Catedral y de algunas otras Iglesias,
como asimismo los Seminaristas y otras personas amigas. Passani, que
estaba entonces en Montevideo, preparó un trasparente de San Luis
Gonzaga, para colocarlo en el arco de medio punto, hoy cegado, que
estaba encima del altar mayor, y formaba juego con el que se ve en
el coro. Passani no entregó su trasparente hasta el día 20 de junio,
víspera de San Luis, cuando estaba ultimado todo el ornato de la
Iglesia.
El ventanal es enorme. Está a unos 20 metros del nivel del suelo.
Era tal laprofusión de luces y ornatos postizos del altar mayor que
era imposible pensar en removerlos, para levantar el pesado marco
de Passani. Lo más lógico y natural parecía desistir de la empresa. A
eso no se resignaba fácilmente Passani; y al P. Angla y a su ilimitada
caridad, no le sufría el corazón frustrar las esperanzas del artista, que
había trabajado a marchas forzadas, para exhibir en su centenario
la gloria de su compatriota, San Luis Gonzaga. Todos nos contagia-
mos con la caridad de nuestro Director, y pusimos manos a la obra.
No sabría dar o recordar detalles; pero sí puedo afirmar que
trabajamos toda la noche desde las 22 hasta las 4 de la madrugada.
Se gastó mucho tiempo en los preparativos. Concluidos éstos, con rela-
tiva rapidez, lo subimos por el lado del Exangelio; y desde allí lo
deslizamos dando la vuelta por la esquina, hasta la pared del fondo
de la Iglesia y lo colocamos en su sitio. Estaba bien calculado. Cupo
exactamente en el ojo de medio punto. Al abrirse la Iglesia a las 5
de la mañana, apareció la gloria de San Luis en el trasparente de
Passani. No he visto más ese cuadro. No sé qué habrá sido de él.
Desde muy temprano, del 21 de junio de 1891, empezaron las
confesiones; y se notaba un gran movimiento de Fieles. Se veía claro
que iba a ser un gran día. La Misa de Comunión General fué concu-
rridísima. Cosa para nosotros nunca vista, tres Padres a la vez, daban
la Comunión en el altar mayor. Por la tarde se llenaron los patios y
la Iglesia de gente que había de ir a la Procesión. Fué ésta, sin duda,

— 123 —
la procesión más concurrida y numerosa del Uruguay en el siglo XIX.
Nadie recordaba cosa semejante. De cuatro o seis en fondo, dió la
vuelta por Soriano, Ejido, 18 de Julio, Vázquez y Soriano con un lleno
completo.
Cansado Monseñor Soler de esperar en el altar mayor, pensó que
la gente no se movía. Hizo una indicación al P. Jordán; y éste salió
nervioso a la puerta de la Iglesia. AI verlo venir, el Comisario le dijo:
no se apure, Padre, la gente sale bien. Han salido ya 6.000 mujeres; y
todavía faltan muchas y todos los hombres. Cuando las andas salían
de la Iglesia, la Cruz llegaba por el lado opuesto.
El Dr. Vicente Algorfa Camusso hace del P. Angla el siguiente
panegírico, que expresa con firmeza lo que todos pensábamos del
P. Angla:
"Ocupa sitio preferente en mi recuerdo otro Maestro mío: evoco
con viva emoción y con profundo y respetuoso afecto la figura ascética
y venerable del R. P. Ramón Angla.
Alto, enjuto, de una palidez cetrina, parecía una .de esas figuras
de los cuadros del Greco que penden, cubiertos de polvo, de los muros
de algunas iglesias toledanas. Difícilmente se concibe una adustez
exterior semejante encerrando una fineza espiritual más exquisita.
Había algo paradógico en toda su contextura: un temperamento exce-
sivamente nervioso, rápido en el arranque ante un impulso cualquiera
que paraba de golpe su arremetida y sofocaba su reacción con una
tranquilidad portentosa. No he visto jamás en hombre alguno un do-
minio más absoluto de la voluntad ni he visto nunca una disciplina
espiritual semejante.
Su capacidad de trabajo causaba asombro, y suplía con la exten-
sión e intensidad en el cumplimiento de sus ocupaciones realizadas con
escrupulosa conciencia la agilidad mental de los grandes talentos. Nos
enseñó geografía y matemáticas, ciencias e historia. La metodización
de su tarea incesante y abrumadora beneficiaba a sus clases con éxitos
señalados. Fué un gran Maestro de humanidades, pero sobre todo fué
un Maestro eximio de virtud. Maestro en toda la extensión del concep-
to que enseñaba con el ejemplo; maestro de verdadera caridad, maestro
de cristianismo.
Su abnegación y el permanente llamado o el conocimiento de
una necesidad ajena se habían hecho famosos, y para aquella alma
blanca y buena, era una verdadera tortura la voz del agradecimiento
por el bien recibido. "No es a mí, no es a mí que no soy nada —inte-
rrumpía al reconocido — déle las gracias a Dios Nuestro Señor".
Su piedad serena y tranquila tenía en el ministerio de la Dirección
de lasCongregaciones Marianas un ancho campo de acción. En otra
oportunidad, ocupándome de este varón santo y eminente, yo he .dicho
que era un Apóstol de la Eucaristía. La comunión frecuente era para
él el remedio heroico y de infalible eficacia contra las lacras y miserias

del espíritu. Era su permanente consejo para todos: Para los buenos.

— 124 —
a fin de que afianzasen sus virtudes; para los descarriados a fin de que
encontrasen con la luz de la Gracia la senda oculta del bien.
Un buen día, los que habíamos sido sus discípulos y éramos sus
admiradores y amigos, supimos con estupor que el P. Angla, cumplien-
do órdenes de sus superiores, se iba de Montevideo, donde durante
muchos años había sembrado el bien. Se iba con ese sacerdote ejemplar
saturado de la gracia divina, un amigo bondadoso, un maestro emi-
nente, se iba un consejero prudente dejándonos en amarga orfandad
espiritual.
Enorme y penosa fué para todos la impresión de la noticia. A guisa
de consuelo nos quedaba tan sólo en el fondo del alma una firme con-
vicción: habíamos tenido el privilegio extraordinario de haber tratado
y conocido bien de cerca a un verdadero santo.
Hace poco tiempo el Padre Angla moría en Chile. Cayó en su
ley. El frío penetrante de la cárcel de Santiago donde había pasado
largas horas confesando y auxiliando a los presidiarios, lo hirió de
muerte, y en pocos días de enfermedad, conociendo su fin próximo,
plácidamente, sin que ninguna perturbación alterase la fervorosa unción
de sus postreras jaculatorias, rodeado por sus hermanos de religión
edificados ante la agonía del justo, entregaba su alma grande y noble
al Creador. Allí también en Chile, se tuvo la certeza que era un verda-
dero santo el anciano sacerdote que acababa de morir."

PADRE PLANAS

Un carácter por demás sencillo y por demás comunicativo y muy


querido y apreciado por todos cuantos le trataron, fué el P. Menas
Planas. Nació en España, el 20 de febrero de 1849 y murió en Mon-
tevideo el 3 de noviembre de 1905. Llegó al Colegio-Seminario en 1884,
y en los 19 años que permaneció entre nosotros fué bibliotecario, direc-
tor de las Conferencias de San Vicente de Paul. Enseñó filosofía,
derecho canónico y teología escolástica y pastoral. Tenía un confe-
sionario muy selecto y numeroso. Sus consejos eran muy buscados y
sus soluciones muy estimadas. Es que era un profundo folósofo y un
nada vulgar canonista. Su exterior campechano y algo rústico y hasta
algo desgalichado, servía de cubierta a un corazón de oro y a un espí-
ritu cultísimo.
Para darse cabal cuenta de su carácter y de cómo las gastaba él
con sociedad montevideana, baste el siguiente rasgo. Iba por
la alta
una de las calles céntricas de Montevideo con un Hermano Coadjutor,
cuando vieron venir por la vereda de enfrente, y elegantemente vestido,
un caballero, de galera de felpa, levita cerrada, guante blanco, blan-
diendo su bastoncito con empuñadura de plata. Verlo el P. Planas,
atravesar corriendo la calle, ponérsele delante y atajarlo plantificándole
la mano en el pecho, todo fué uno, exclamando exabrupto:
—¡Cachafás! ¡Cuánto tiempo que no te veo! ¿Qué es de tu vida?
¿Cuánto tiempo hace que no te confiesas?

— 125 —
El caballero sonriente y halagado, lejos de dar la menor muestra
de disgusto, le golpea cariñosamente la espalda, contesta por orden a
todas sus preguntas y quedan combinados en día y hora para la con-
fesión, como la cosa más natural del mundo.
Uno de los pasajes más apostólicos y más sintomáticos del P. Me-
nas, fué la constancia y bondad con que sostuvo al Dr. Enrique Gil en
sus tentaciones contra el suicidio. Cuando un hombre de la alcurnia del
Dr. Gil, acudía al P. Menas, en sus tribulaciones, no puede ser sino
porque hallaba en él una bondad inagotable, una caridad ilustrada y
un noble corazón, que palpitaba al tenor del suyo, tan bueno y tan
cristiano.

PADRE FALGUERAS

Otro hombre verdaderamente santo, varón de muy austeras cos-


tumbres, y que aún recuerdan muchos con veneración y profundo
aprecio, fué el P. Antonio Falgueras. Nació en Hostalrich, Gerona,
el 2 de febrero de 1864 y murió en Santiago de Chile el 29 de agosto
de 1924. Enseñó filosofía, fué misionero y director del Apostolado de
la Oración, que lo recuerda con gran veneración: y donde quiera que
vivió el P. Falgueras dejó en el ambiente, esa impresión de santidad.
Gran director de almas, sus penitentes le han correspondido con un
aprecio y admiración nada vulgares, lo cual es signo de que no era un
hombre común, y de que algo debía de percibirse en aquella persona
escueta, pálida y de un aspecto ascético y eremítico que llamaba la
atención desde los primeros momentos, aunque nada hubiera en él de
afectado o postizo ni en el porte, ni en el trato. Era la santidad que se
le traslucía a través de la sotana y le manaba de todos los poros, de
una manera atrayente, por más que él no fuera de suyo, amable, sino
más bien austero suavemente serio en su trato.
IXn hermano suyo, también Jesuíta y Sacerdote, el P. Francisco
Falgueras, carácter abierto y alegre, el polo opuesto del P. Antonio,
decía con mucha gracia: "Mi hermano es santo y lo parece. Yo no lo
parezco, pero también lo soy".

PADRE KÉLLER

El P. Luis Kéller murió santamente, a los 84 años de edad


y 66 de vida religiosa. Nació en Herdecke, Westfalia, Alemania,
el 4 de junio de 1850, y pasó a mejor vida, en Montevideo, el 14 de
junio de 1934. Modesto y sencillo, retirado del trato mundano, era un
verdadero estudioso y hombre muy piadoso y de mucha oración. Can-
,

taba el Divino Oficio en su pieza y encomendaba a Dios constante-


mente a las almas del Purgatorio. Su entretenimiento constante eran la
oración y los libros. Fué director de los casos de conciencia y enseñó
cánones y teología pastoral y moral durante un cuarto de siglo en el
Colegio-Seminario y ya cuando vino, había tenido largos años de ense-

— 126 —
ñanza y ministerios en su patria, en Inglaterra y en el Brasil. Era un
eximio humanista. Dominaba el latín y el griego, el inglés, el portugués.
Su madre se casó de segundas nupcias con el padre de otro gran mo-
ralista, el P. Agustín Lehmkulh, S. J.: y de ahí sus vinculaciones con
ese grande hombre, al cual guardó siempre gran cariño, como a su
propio hermano, y de las cuales se ha hecho eco la prensa en su necro-
logía. Era el P. Kéller muy estimado en el Clero. Sus discípulos le con-
servaron siempre gran estima y cariño, por su virtud, su bondad y su
ciencia sana y sólida, pero sin ninguna ostentación, a pesar de la ele-
gancia de su exposición por el perfecto dominio que tenía de la lengua
del Lacio y de la materia que trataba. Murió como un predestinado en
santa ancianidad, después de una larguísima enfermedad que llevó con
eximia paciencia y gran resignación en la voluntad de Dios, llegando
a provocar la admiración del médico que lo asistía, por la tranquila
serenidad con que esperaba que le llegara su hora. Al fin murió en una
de esas arritmias y parálisis del pulso que le aquejaban, sin tener
apenas tiempo sino para recibir la absolución y la extremaunción.

PADRE RAMO

Un hombre muy campechano y muy amado y estimado de sus


discípulos fué el Ramo. Nació en Chiva, Valencia, el 24 de
P. Felipe
abril de 1846, y murió en Montevideo el 3 de febrero de 1923. Era un
varón muy benemérito. Después de haber trabajado largos años de
misionero en Filipinas, emprendió en Montevideo la vida de Colegios,
tan pesada para un misionero, hecho a divagar por los tugurios de los
indios y vivir al aire libre. Lo general suele ser que hay gran facilidad
en dejar la cátedra para emprender la vida de ministerios: y lo contrario
suele considerarse como algo .heroico y más en hombres entrados en
edad y con largos años de predicación evangélica. Y ese es cabalmente
el caso del P. Ramo. Y lo que es más notable, tomó con tanto empeño

las clases, que llegó a ser un excelente profesor de Cosmografía y


Matemáticas. El mismo día que cayó en cama, pidió que le adminis-
traran los Sacramentos.
A su médico, el Dr. Escardó y Anaya, que había sido alumno suyo,
le dijo: "Mira, Víctor, no me abandones. Dentro de dos semanas me
muero ". De donde dedujo el doctor, y me lo dijo a mí, que según los
cálculos del P. Ramo, éste se moría el dos o el tres de febrero: pero que
no había señales de tanta gravedad por el momento. Y, en efecto, fa-
lleció el tres de febrero.

PADRE LAURO DARNER

Un hombre fino, y por muchos estimado, lo fué el P. Darner.


Nació en Castellón de Ampurias, Gerona, el 16 de Abril de 1861 y
murió en Córdoba el 24 de febrero de 1926. Fué ministro del Colegio-
Seminario. Prefecto General, Sub-Prefecto de Estudios, de tonos y

— 127 —
sermones. Enseñó teología escolástica. Estuvo además en Larrañaga,
donde fué ministro o superior de la casa, director del Catecismo y en-
señó humanidades e historia. Era un espíritu muy culto y muy bien
formado en las letras divinas y humanas. Ejerció siempre altos cargos
en la Compañía. Fué Vice-Provincial y. Rector muchos años en Villa
-Devoto y Córdoba. Su hermano, el P. Cándido Darner, fué también
Director de la Academia y profesor de Literatura: pero no dejó entre
nosotros tan hondos recuerdos como el P. Lauro.

PADRE QUILEZ

No era aún Sacerdote cuando vino a Montevideo en 1886. Muy


poco estuvo entre nosotros, pero ha dejado un grato recuerdo y una
luminosa estela de su paso por nuestras aulas. El Dr. José Irirureta
Goyena, invitado en 1930 para asistir a las solemnidades del cincuen-
tenario del Colegio-Seminario, aceptó complacido: y dijo que si en su
mente no bullera sino el recuerdo de los Padres Quilez y Jesús Más,
bastaría eso para asegurar que guardaba de su vida de colegio, los más
gratos recuerdos. Ambos han fallecido. El P. Pablo Quilez murió en
Manresa el 15 de abril de4 1893, mientras hacía su tercera Probación,
no mucho después de haberse ordenado de Sacerdote. Desapareció
cuando apenas empezaba a tenerse sobre su persona las más halagüe-
ñas esperanzas, en la edad viril, a los 33 años recién cumplidos, puesto
que nació el 25 de febrero de 1860.
Fué director del museo de historia natural y del gabinete de física:
y enseñó cosmografía, física, aritmética, álgebra y geografía física.

PADRE SANFUENTES

Pocos hombres han dejado en sus alumnos de todas partes una


impresión más universal y pareja de su gran talento matemático y de
su ingenio en la cátedra, como el P. Luis Sanfuentes. Nació en San-
tiago de Chile, de una de las más linajudas familias de la capital trasan-
dina, el 30 de octubre de 1832, y murió en Santa Fe el 30 de Abril
de 1897. Como el P. Morel, entró adulto en Religión. Fué un fervoroso
convertido, que se abrazó con la Cruz de Cristo con un impetuoso
denuedo. Era un carácter férreo. Ya encorvado por los años y las en-
fermedades, conservó siempre la vivacidad de su mirada penetrante y
profunda y la clarividencia de sus ideas, que exponía con claridad
meridiana y salpicaba con frases cáusticas y llenas de calor y de vida,
calor y vida que contrastaban notablemente con su cuerpo descoyun-
tado y flaco y extenuado por las grandes hemorragias que lo agotaban
y ,1o dejaban exangüe. Lo que en él nunca desfallecía era su estilo y
la penetración de su mirada, la vivacidad de sus negros ojos, grandes

y escrutadores.
Fué profesor mío tres años de matemáticas: y tuve la gloria de ser
siempre su amanuense, porque el P. Sanfuentes no tenía fuerzas físicas

— 128 —
para escribir en la pizarra. Nunca jamás se sentaba en la cátedra. Dic-
taba siempre de pie la explicación y un alumno le hacía los procedi-
mientos y las figuras en el pizarrón. Desde el primer día hasta el
último del curso explicaba siempre materia nueva. Oficialmente no re-
pasaba: pero era tan exigente en raciocinar y en fundar lo presente en
lo pasado, demostrado y explicado, que todos los días estaba repasan-
do: y, al concluir la materia, no quedaba sino el dar examen. Otros
Profesores podrían sacar un porcentaje mayor de aprobados, presentar
a la prueba final grupos más parejos y homogéneos: pero a presentar
alguno o algunos alumnos que merecieran la felicitación unánime del
tribunal examinador, no creo que nadie jamás le igualara, lo que es,
a mi juicio, una concluyente demostración de cuán a fondo explicaba
el P. Sanfuentes las matemáticas que fueron su especialidad, y hasta
dónde llegaban sus discípulos de aplicación y verdadero talento.
No era, pues, el P. Sanfuentes un Profesor en el sentido vulgar
del vocablo, sino un gran Maestro, en el noble y verdadero sentido
de la palabra.
Si las fuerzas físicas le hubiesen acompañado, hubiera sido un gran
orador sagrado. Los pocos sermones que predicó en su vida, formaron
época y se recordaron largo tiempo como piezas cabales en su género.
Una vez en nuestra clase, hubo de salir a la mitad de la hora, por una
hemorragia que le asaltó delante de nosotros. En otra ocasión, consa-
grada ya la hostia en el altar, y antes de consagrar el cáliz, le asaltó
otra hemorragia: y concluyó el Santo Sacrificio el P. Miguel Orrióls,
que era entonces Prefecto General del Colegio-Seminario.
El P. Sanfuentes fué Director del Apostolado de la Oración, y
enseñó inglés, física, aritmética razonada, álgebra, geometría y trigo-
nometría.

PADRE COLOMER FRANCISCO

Merece una mención honrosa en estas páginas el P. Francisco


Colomer, siquiera sea por la simpatía que supo despertar entre los
Seminaristas, durante los pocos años que estuvo en el Colegio-Semina-
rio. Vino a Montevideo en 1883. Era español. Nació el 10 de agosto
de 1847 y murió en Santa Fe el 13 de octubre de 1913. De trato muy
sencillo y de no muy finos modales, era un alma muy bondadosa y un
verdadero estudioso. Fué profesor de Infima y enseñó física, química
e historia.
Andando los años, llegó a ser un gran químico. Dejó una obra
manuscrita encuadernada en once volúmenes, la cual se conserva en
la Biblioteca del Colegio de la Inmaculada en Santa Fe. Fué Director
del Observatorio Meteorológico de aquel Colegio, en cuya función le
alcanzó la muerte después de una larga y penosa enfermedad. Dejó
muchos apuntes de diferentes materias, lo que prueba su asidua labor,
como hombre de estudio. La nota más simpática que resplandece en
esos apuntes, por cierto muy variados, es el empeño que se tomó en

— 129 —
dominar la historia de los países en que vivió, que fueron especialmente,
elUruguay, Chile y Argentina.

PADRE COLOMER SEBASTIAN

De prendas de carácter muy distintas del anterior, fué el P. Se-


bastián Colomer. Español, como él, nació el 14 de junio de 1842 y
murió en Buenos Aires, el 25 de diciembre de 1902. Fué misionero en
la Residencia de la calle Canelones, acompañó a Don Jacinto Vera en
varias de sus Misiones y ayudó a bien morir al P. Manuel Martos,
primer Superior de los Jesuítas en el Uruguay, en esta tercera época,
en la Misión de Fray Bentos de 1877. En el Colegio-Seminario enseñó
muchos años teología escolástica, dogmática y sagrada escritura, y fué
Bibliotecario y Prefecto de casos, de tonos y de sermones. Tenía una
gran afición al pulpito. Componía muy bien, pero la voz y el gesto no
le acompañaban. Era un hombre sencillo que nunca sospechó la malicia
del mundo. Un buen teólogo y moralista, digno de aprecio por su cien-
cia y su buena fe, por su profunda religiosidad, por su empeño en cum-
plir con sus deberes de hombre y de religioso, pero que no entendió al
mundo ni el mundo lo entendió a él. En Religión fué muy apreciado y
enseñó siempre las altas ciencias eclesiásticas, con fama de laboriosidad
y suficiencia.

PADRE COSTA

Entre los operaciones y misioneros que han ejercido los sagrados


ministerios en este Colegio-Seminario, ocupa un lugar preeminente el
P. Francisco Costa. Su fundación, el Centro Apostólico de San Fran-
cisco Javier, es una de las obras más fecundas de la acción católica
uruguaya. Su acción alcanza precisamente a las regiones menos favo-
recidas por el cultivo espiritual: los puntos de campaña y de los subur-
bios de la capital adonde nunca o casi nunca llega la acción del sacer-
dote. Pueblos y rancherías que no hubieran visto nunca un sacerdote,
son hoy día, gracias al Centro Apostólico, núcleos bien cultivados en
que florece la vida cristiana y se cumple con la ley de Dios y de la
Iglesia; y hasta se cultivan la piedad, la vida eucarística y la devoción
al Corazón Divino y a la Santísima Virgen. Es una de las obras cató-
licas más universales que irradian de este Colegio-Seminario. Las
socias y socios del Centro Apostólico de San Javier merecen nuestras
más calurosas felicitaciones por su obra de fecundo y eficaz apostolado.
De pocos hombres se puede decir con más verdad que del P. Costa
las palabras del Salvador a sus apóstoles: "Os he puesto para que
vayáis y llevéis fruto y vuestro fruto permanezca".
Prueba de ello son los informes anuales del Centro Apostólico de
San Francisco Javier y los datos estadísticos publicados en otro lugar
de este libro.

— 130 —
El Centro Apostólico. Esa es la obra del P. Costa. Obra grande,
obra santa, obra permanente, obra fructífera, obra modesta, obra fe-
cunda! Dios bendijo al Uruguay con la venida y permanencia en el
Uruguay del P. Costa durante un quinto de siglo. Fué un gran misio-
nero; fué un grande hombre entre nosotros; él evangelizó toda nuestra
campaña. Laus Deo.
El P. Costa nació en Rupiá, Gerona, el 28 de octubre de 1855,
y murió en Mendoza el 29 de junio de 1923. Vino a Montevideo en
1896. Fundó el Centro Apostólico el 17 de agosto de ese año, y es uno
de los varones apostólicos a quienes más deben la Patria y la Iglesia
entre nosotros.
Como un homenaje al P. Costa, reproducimos aquí, el artículo de
fondo que dedicó "El Bien Público", al Centro Apostólico, en ocasión
de su cuarentenario. Dice así:
"EL CENTRO APOSTOLICO DE SAN JAVIER. — Su actua-
ción y naturaleza específica.—Obra de penetración y vanguardia. —
No podemos dejar pasar esta fecha, sin dedicar una nota marginal a
nuestra gran institución misionera: el Centro Apostólico de San Fran-
cisco Javier, fundado el 17 de agosto de 1896, por el jesuíta Padre
Francisco Costa, notable apóstol de nuestras soledades rurales, que
recorrió con infatigable celo durante casi cuatro lustros.
El Centro Apostólico tiene por objeto llevar la voz del Evangelio
allí a donde, de ordinario, no llega la voz del sacerdote. Envía parejas

de misioneros, a los puntos de nuestra inmensa campaña retirados, y


cuanto más lejos mejor, de toda Iglesia y de toda parroquia y de todo
centro de cultivo espiritual. Ha sido esa una idea genial, que ha pro-
ducido copiosos frutos en aquellos parajes precisamente, que si no
hubiera existido el Centro Apostólico, no hubieran visto nunca un
sacerte; y gracias a esa admirable institución evangélica, son centros
cultivados, en que el sacerdote es popular y amado; en que florece el
Apostolado de la Oración y del buen ejemplo; en que funcionan más
de quinientas catequesis o escuelas de religión; y en que numerosos
fieles cumplen con pascua y viven cristianamente.
Baste decir que, en 40 años, el Centro Apostólico ha regularizado
6407 (seis mil cuatrocientos siete) matrimonios y ha secundado unas
cuatrocientas vocaciones sacerdotales y religiosas.
Y, lejos de agotarse la finalidad de su primitiva fundación, en
estos últimos años, ha refluido su acción evangélica a los suburbios de
Montevideo y algunas ciudades del interior, dando misiones bajo carpa,
en los barrios a donde tampoco puede llegar habitualmente la acción
del sacerdote, siendo en este punto, su abandono, tanto, o mayor, que
en los más lejanos rincones de nuestra remota y olvidada campaña.
Mas no es menester ese reflujo hacia los barrios de las grandes
urbes para dar pábulo a las misiones del Centro. Aun hay, por desgra-
cia, muchas y extensas regiones de nuestros dilatados campos, que
harto necesitan del laboreo evangélico, a que puede aún enderezar la

— 131 —
proa el Centro Apostólico, sin salirse nunca del inmenso piélago en
que se ha engolfado por su índole y por sus empresas siempre de pene-
tración y vanguardia.
Es, en efecto, el Centro Apostólico una obra de penetración y
vanguardia. De penetración pacífica y desarmada, de conquista espi-
ritual, de conquista de almas y corazones para Dios y para su Iglesia,
que le dan cierto parecido con las misiones vivas entre infieles; a tal
punto, que, en la exposición Misional del Vaticano, de 1925, se con-
fundió lastimosamente al Centro Apostólico de San Francisco Javier
con una Misión Viva entre infieles; y como esa versión dió la vuelta
al mundo en varias lenguas (nosotros la hemos visto, por lo menos en
castellano y en francés), bueno será que dejemos aquí constancia con
motivo de estas fiestas cuarentenarias, que las misiones del Centro
Apostólico de San Javier se desarrollan, absolutamente fuera de la ju-
risdicción de la Propaganda Fide, ya que tienen lugar en Diócesis y
Parroquias perfectamente organizadas, y constituidas canónicamente en
(

una Provincia Eclesiástica, con su metrópoli y sufragáneas plena-


mente constituidas al tenor de los Sagrados cánones.
Las solemnidades, pues, que hoy celebra el Centro Apostólico,
están plenamente justificadas y merecen de nuestra parte el más calu-
roso aplauso que se lo tributamos gustosos, sin reservas ni atenuantes
por su proficua labor en nuestra campaña, por muchos tan olvidada, y
tan digna de nuestra atención y respeto, como granero de nuestras
urbes, y como perpetuo renuevo de sangre, de moralidad y energía."
(16-IX-1936).

PADRE AUGUSTO HUPFELD

Era el P. Augusto Hupfeld, una noble figura: alto, bien propor-


cionado, finísimo en el trato,orador elocuente, misionero celoso e incan-
sable, dominaba el castellano como su propio idioma: y dejó en Mon-
tevideo extensas y hondas simpatías.
Nació en Cassel, Hessel, Alemania, el 27 de Agosto de 1856. Pro-
testante de origen, se convirtió al Catolicismo en Chile e ingresó en la
Compañía de Jesús, haciendo con todo brillo los estudios eclesiásticos.
Ordenado de sacerdote, dedicó la mayor parte de su vida a la predica-
ción evangélica entre nosotros y la Madre Patria. Murió en Barcelona el
26 de Octubre de 1905. Vino al Colegio-Seminario en 1895: y fué Pre-
fecto de convictorio, de tonos y de sermones, Sub-Prefecto de estudios
y Bibliotecario. Enseñó teología escolástica e historia eclesiástica.
En su muerte tuvo rasgos de hombre santo y murió de la manera
más envidiable en que puede acabar un cristiano, católico y Sacerdote.
En efecto: se retiró a hacer los Ejercicios de San Ignacio por espa-
cio de .ocho días. Concluidos éstos, pidió al P. Rector permiso para
alargarlos dos días más. Obtenida la licencia, pocas horas antes de
que se cumpliese el plazo, a la madrugada del último día de Ejercicios,
entregó su alma a Dios, después de haberse estado preparando diez

— 132 —
días seguidos, en retiro absoluto, sin pensar en otra cosa, sino en su
alma y en Dios.
¿Habría tenido algún presentimiento de su muerte? No lo creo
improbable. Esa licencia conseguida de los Superiores, para alargar el
retiro hasta la hora de la muerte no deja de ser harto significativa: y
altamente edificante. Dios lo tenga en su gloria.

PADRE ROBERTO HUPFELD

Nació, como Augusto, en Cassel, Hessel. Alemania, el 18 de enero


de 1855. Era, pues, veinte meses mayor que su hermano. Ambos si-
guieron los mismos pasos en venir a Chile, convertirse al Catolicismo
e ingresar en la Compañía de Jesús; ir a España y concluir allí su
carrera eclesiástica. Pero ambos se diferenciaron en el carácter y en
el brillo de los estudios. Augusto era mucho más profundo y erudito

teólogo y un eximio orador. Roberto mucho más práctico en la vida,


y si no tenia la elocuencia del pulpito, poseía en grado eminente la
elocuencia del trato familiar e íntimo, sobre todo en los momentos difí-
ciles de la vida, y en el luto de las familias. En eso el P. Roberto no
tenía rival.
Vino al Colegio-Seminario de Montevideo en 1891; y ya no salió
más de esa casa hasta la hora de su muerte que acaeció el 27 de no-
viembre de 1935, fortalecido con los Santos Sacramentos y la bendición
papal.
Como el P. Blasco, sufrió toda su vida, desde estudiante, un fuerte
y endémico dolor de cabeza, que no le hizo perder nunca su invariable
e inagotable buen humor ni aminoró nunca su carácter jovial y dicha-
rachero; y cuanto más le dolía la cabeza, más contento se mostraba. Y
lo que es más digno de admiración, y no tan fácilmente de mitación. el
P. Hupfeld, tuvo la invariable virtud y constancia de levantarse a cual-
quier hora de la noche, y aun varias veces en una misma noche, para
asistir a los enfermos y moribundos, sin tomarse por eso, más horas de
sueño, pues siempre dijo la Misa de 5 y 15; y sin dar la menor muestra
durante el día de abatimiento o cansancio. Esta fué. sin duda, la virtud
característica del P. Hupfedr. hija de su abnegación y de su gran dón
de gentes, que creaba amigos y bienhechores en todas partes, como tal
vez no haya habido otro en su generación.
Ese entrenamiento en el sufrir, se manifestó de lleno en algunos
hechos concretos. Una vez se dislocó el hombro; y al volverle el brazo
a su lugar, no dió el menor grito, ni la menor muestra de debilidad.
Y las mismas muestras de abnegada fortaleza dió en su última
enfermedad, que fué larga y penosísima. Un ántrax en el cuello, que se
desarrolló enormemente. Ni tajos, ni cauterios, ni la más cruel carni-
cería fué capaz de amilanar al P. Roberto, ni hacerle prorrumpir en
gemidos y quejas, guardando su ecuánime alegría en cuanto se lo per-
mitió el dominio de sus sentidos, no sin gran admiración de los médicos
que lo asistían, Dr. Benítez. Dr. Morelli y Dr. Artagaveytia. Fué un

— 133 —
ejemplo de fortaleza, como otro Santo Job, de que nos habla la Sagrada
Escritura.
En Colegio-Seminario ejerció los cargos de Procurador, Soto-
el

ministro, prefecto de divisióny de la Iglesia, Procurador de la Escuela


Apostólica, Director de las Conferencias de San Vicente de Paúl.
Enseñó francés y visitaba los hospitales. Esas fueron sus ocupaciones,
aunque no simultáneas durante 44 años que permaneció entre nosotros.
En ninguna de ellas fué adocenado y vulgar, y en varias fué una ver-
dadera eminencia.
Como procurador fué un verdadero especialista y hombre de efi-
caces y variadísimos recursos; y lo mismo se diga como director de las
Conferencias de San Vicente de Paúl y como visitador de Hospitales
y de enfermos. Era hombre que siempre iba derecho a Dios a través
de sus bromas y dicharacherías, que las tenía inagotables; y que nunca
le perjudicaron porque todos sabían, que. en medio de su buen humor,
era uno de los Sacerdotes más serios y más santos de la capital uru-
guaya.
El Dr. Juan Vicente Algorta, su discípulo y admirador, hace de
él lasiguiente semblanza, que completa mis pensamientos y me ahorra
un esfuerzo para poner de relieve su poderosa personalidad. Dice así:
"Cierro, por fin, este desfile rápido e incompleto de viejos queri-
dos maestros con la evocación de una figura excepcional, única en
nuestro medio: nuestro Prefecto de Convictorio durante muchos años,
figura que todos vosotros conocisteis después y que, si tuvisteis la dicha
de tratarla, tenéis que haberlo admirado y haberla querido bien hon-
damente: lloramos todavía con íntima tristeza al querido R, P. Roberto
Hupfeld .Pasada su primera juventud en la vida mundana de su
. .

vieja Alemania, fué tocado por la Gracia, juntamente con un hermano


suyo, en un viaje a Chile. Dos hombres jóvenes distinguidos, de exce-
lente posición, con un porvenir brillante en su esfera de acción comer-
cial, golpeaban las puertas del Noviciado de Santiago para darse ente-
ramente al servicio de Cristo, que recién conocían, deslumhrados por
la luz seductora irradiada de su Divina persona. Augusto y Roberto
Hupfeld se incorporaban a la Compañía de Jesús. Los dos hermanos
conservaron, dentro de la modesta sencillez propia de todo jesuíta, la
atrayente fineza de origen. El P. Augusto fué poco tiempo nuestro
Prefecto y Maestro de Apologética: un intelectual y un orador desta-
cado. El P. Roberto fué mucho tiempo nuestro Prefecto de Convictorio:
un religioso ejemplar y un misionero cuyas dotes de exquisito hombre
de mundo encontraron campo de acción fecunda en la sociedad en que
vivía.

Cuando recién conocimos al P. Roberto, nuestra División lo recibió


con recelosa prevención; creyó que ese Padre, alemán, de pelo blanco,
de tez rosada, de ágil desenvoltura, venido a convivir nuestra vida iba
a imponer en el orden interno la seca disciplina germánica con la rigi-
dez militar frecuente en su raza. ¡¡¡Qué malos psicólogos resultamos

— 134 —
todos!!! A los pocos días el P. Roberto era ya el gran amigo de los
ochenta y tantos pupilos a su cargo. Había tenido tiempo de apreciar
las modalidades propias de cada uno de nosotros y de descubrir, ajus-
tándose a las diferencias de carácter y de inclinaciones de cada uno,
la forma apropiada en su trato individual. Su perspicacia en el cono-
cimiento espiritual de sus pupilos, y los originales recursos de que
echaba mano para mayor simpatía y acentuar así, imperceptiblemente
un ascendiente indispensable en un puesto de mando, hicieron de su
Prefectura un cargo bien llevadero, pues aquella División entera en
la que había algunos "potros que domar", se vanagloriaba en ser, no
la División N 9 tanto, sino la División de los amigos del P. Hupfeld.
¡Y con qué eficacia mantenía sin violencia su autoridad!! Una sola
palabra, á veces nada más que un gesto, modificaba como por encanto
una actitud desordenada o un propósito inconveniente, y su reprensión
amistosa doblegaba los pujos de prepotencia y de altanería tan frecuen-
tes en la edad en que empieza a asomar el bozo.
Su espíritu jovial mantenía una sana alegría en el ambiente escolar.
Se vinculó así hondamente en el afecto a todos los muchachos exten-
diendo el secreto de esa estimación a todas las familias, empezando
desde entonces, por el conocimiento general de esas condiciones, a
formarse y crecer cada día la popularidad enorme de que gozaba el
bondadoso sacerdote al final de su existencia.
Pasaron los años, y el P. Roberto, frente a otro cargo de mayor
responsabilidad, aprovechaba esa simpatía general con que había sa-
bido revestir a su persona para ejercer su ministerio, entre todos los
planos sociales, con ardiente caridad y con extraordinarios frutos.
Vale la pena relatar un episodio: permitidme así seguir abusando
de vuestra atención tan sólo un minuto más.
Fui testigo de su preocupación torturante al saber que un ex com-
pañero nuestro, a quien su soberbia y su vanidad le habían amargado
la vida y envenenado el espíritu, y que había tirado por la ventana sus
creencias religiosas, gravísimamente enfermo, estaba desahuciado por
los médicos. El P. Hupfeld había intentado visitarlo varias veces y
siempre le fué negada la entrada a su casa. No se conformaba con ese
rechazo, y no sabía ya de qué medio valerse para que ese pobre hombre,
a quien en el fondo no consideraba malo, muriese cristianamente. Claro
está que reforzaba su acción con fervorosas oraciones. Pocas semanas
después leía yo con sorpresa en el aviso mortuorio de ese antiguo con-
discípulo, que había muerto confortado con los auxilios religiosos.

Visité al P. Hupfeld y me contó radiante de alegría la forma cómo


había conseguido de aquel hombre su reconciliación con Dios.
Procuro reproducir el relato con la mayor fidelidad posible: "Nada
— me decía el P. Hufeld— el Espíritu Santo me inspiró y, nada
más. . .Volví una vez más a interesarme por su salud y a pretender
verlo, el porterillo, con gran desplante, me dijo: "Dice el patrón que no
vuelva más por aquí porque no quiere saber nada con usted". Y di-

— 135 —
ciendo esto me cerraba la puerta. Jugué el todo por el todo. Yo . . . .

fingí una enorme indignación y abriendo la puerta increpé al portero


que ya subía la escalera y seguí atrás de él gritando: "No es cierto,
no es cierto. Don Fulano no puede haberme mandado decir semejante
grosería. . . No es cierto. . . No es cierto. . . Tú has entendido mal. . .

esto no puede ser. ." Y llegamos al patio. El portero habría creído


.

que yo me había vuelto loco y asustado abrió la puerta del cuarto del
enfermo. Alcancé a ver a Fulano reclinado en la cama Me miró con . . .

furia . Fui hacia él


. . No lo dejé hablar y seguía exaltando mi in-
. . .

dignación. No faltaba más.


. . Don Fulano, a quien tanto quise en . .

el Colegio y a quien siempre he recordado con cariño no va a recibir


a un viejo amigo porque está enfermo y tiene escrúpulos en recibirme
en la cama. No faltaba más. ." Y así ahogaba la intentona de pro-
. . .

testa de Fulano. "Tus amigotes te acompañaban en las horas de


. .

provecho y hoy te dejan solo. Yo que entonces no te vi, vengo aho- . .

ra a consolarte y a acompañarte en esta soledad. ." El enfermo me .

dijo secamente: "Bueno, siéntese. ¿qué quiere?. ." El Señor había . . .

puesto palabras en mi boca Estuvimos horas conversando. Ordenó . . .

después que me llevaran en su automóvil al Colegio, y todos los días


me mandaba buscar. Conforté y auxilié a aquel pobre muchacho
. .

hasta el momento de su muerte. ¡Alabado sea Dios!. . . . .

Y se reía el buen Padre con aquella risa franca suya con la fruición
del chico que cuenta una afortunada travesura . . .

Señores: esa caridad del Padre Hupfeld exponiéndose para arran-


car un alma de las garras del mal y abriéndole las puertas felices de
la Eternidad, emociona y edifica. No es ella un rasgo singular en esta
casa; ella impregna el espíritu ignaciano a que aludía al principio, y
ella reconforta y encausa con el ejemplo la libre determinación de
nuestros actos para hacernos más dignos, más honorables, más
cristianos.
Que estas semblanzas de algunos viejos Maestros, fuertes en el
trabajo y en la acción, soldados de una legión que pretende la con-
quista de las almas para realizar en esta tierra las pragmáticas salva-
doras de la sublime doctrina que nos manda amar a nuestros seme-
jantes, nos sirva en estas horas de horror que pasa la humanidad para
ayudarnos al mejor cumplimiento de sus preceptos y para inspirar una
actividad fecunda en nuestras vidas con el sagrado lema imperecedero
de esta Compañía: "Ad Mayorem Dei Gloriam."

P. GORRICH ATEGUI

Un hombre benemérito del Colegio-Seminario fué el P. Simón


Gorrichategui. Nació en Berriz, Vizcaya, el 28 de octubre de 1867, y
murió en Montevideo el 7 de diciembre de 1925. Vino al Uruguay muy
niño y se crió en Mercedes. Entró en el Colegio-Seminario, y luego
en la Compañía de Jesús. Ya Sacerdote, volvió al Colegio-Seminario

— 136 —
y fué ministro, prefecto de convictorio, de música y de la Iglesia, con-
sultor de la casa, secretario del Colegio, y enseñó castellano, latín,
religión, moral, álgebra, geografía física, historia y física.
Ejerció todos los cargos menos el de Rector. Profesor de caste-
llano durante 23 años, fué un gran especialista en esa materia. Era un
buen cantor y un buen músico. Llegó a ser simultáneamente ministro,
prefecto de división y profesor en varias materias, sin que nunca
jamás le arredrase el trabajo, ni diese la menor muestra de fatiga cde
impaciencia. La justicia paternal era su invariable norma. No dejaba
culpa sin sanción; pero jamás se excedía en el castigo, ni lo afeaba
con enfados y malos modos. No tenía cualidades muy brillantes, pero
las cualidades medias que hacen a un hombre correcto y universal,
afianzadas en una abnegación sin límites, las tenía en grado eximio.
Tuvo la dicha, como el P. Blasco, de morir al pie del cañón casi el
mismo día en que sus alumnos daban el examen de geografía física,
materia que enseñó muchos años.
El P. Gorrichátegui trabajó largos años con un estómago delicado.
Casi no comía. Su principal, y muchas veces, único alimento, era la
leche, que, como buen vasco, tomaba con fruicción. A fin de curso,
al dejar las clases y divisiones y sentir, en consecuencia, la relajación

y laxitud de nervios que trae consigo, el soltar por un tiempo el timón


de la nave por mucho tiempo sostenido al firme, sin descuidar un
detalle, invariablemente le venía, como efecto inmediato, un gran de-
rrame de vilis, que lo dejaba extenuado. Su único remedio era sen-
tarse en una butaca por espacio de 24 horas, sin tomar alimento y sin
moverse para nada. A las 24 horas empezaba por tomar unas gotas de
leche helada, aumentando gradualmente la dosis hasta que el estómago
le sostuviera una buena taza del precioso licor; y ya se daba por sano

y nuevo y empezaba sus lijeras tareas de vacaciones, como prefecto,


como ministro, como cantor y director de juegos y los recreos extra-
ordinarios de verano que los tomaba con íntima complacencia, haciendo
grata la sociabilidad fraterna de la temporada y recobrando de nuevo
sus fuerzas para las lides del curso siguiente, en ese continuo batallar
y en esa cruz nunca interrumpida de la enseñanza, en que tuvo ver-
daderos éxitos aquí y en Regina Martynm, Buenos Aires, donde tuvo
también eximios alumnos y dejó muy gratos recuerdos, que han de
exhumar otros historiadores.

P. CASTRO

De la misma edad del P. Gorrichátegui, con muy pocos meses


de diferencia, y que murió, como él, a los 58 años, en 1925, fué el
P. Antonio Castro, de santa e imperecedera memoria. Ambos eran ex
alumnos del Colegio-Seminario; y ambos lo sirvieron largos años con
abnegación sin límites, muriendo ambos al pie de la cátedra, el P.
Castro a mitad, y el P. Gorrichátegui a fin de curso.

— 137 —
El P. Castro fué, indiscutiblemente, el talento más poderoso de
su generación en el Colegio-Seminario. Es la gloria más pura de los
alumnos fundadores. Siendo seminarista, un año se enfermó grave-
mente del tifus; y a una larga enfermedad hubo de suceder una larga
convalecencia, hasta muy cerca de fin de curso. No obstante, sin
asombro de nadie y sin que nadie sospechase la menor injusticia.
Castro, en la distribución final, se llevó todos los premios de su clase.
Nació el P. Castro en Salto, el 30 de abril de 1867, y murió en Mon-
tevideo el 8 de julio de 1925. Hombre humilde y modesto como pocos,
no tuvo jamás empeño en hacer lucir sus grandes cualidades. La pala-
bra fluía de sus labios con asombrosa facilidad. Nunca jamás tropezaba
en el hilo de su discurso. Su inteligencia calaba las ideas con profun-
didad y limpieza, las ordenaba en orden lógico; y luego manaban de
sus labios como una cascada de plata, siempre sonoras y claras, siempre
tranquilas y decidoras, sin ningún ornato superfluo, y sin el menor
desaliño, ni en el fondo ni en la forma. Fué ministro de la Casa, pre-
fecto del Seminario, director de la Congregación Mayor y de un
Círculo de Estudios muy concurrido y que le dió gran prestigio entre
los universitarios que acudían a su cátedra como a un oráculo, distin-
guiéndose en la interpretación de la Sagrada Escritura, ampliación de
matemáticas, física y química. Enseñó en el Colegio-Seminario esas
mismas materias, en especial química, física, álgebra, geometría, cos-
mografía, apologética, filosofía, instrucción cívica e industrias. Durante
largos años predicó la Seisena de S. Luis y dió los Ejercicios a los con-
gregantes en Larrañaga.
Tenía muy buena pluma, como autor claro y didáctico, pero su
fuerte fué la cátedra y el consejo individual y profundo, en que fué un
consumado maestro; y por eso se le tuvo por un gran maestro de
juventud, y la juventud le correspondió, pues quiso llevar su cadáver,
y lo llevó, a pulso al cementerio desde cuatro cuadras antes de llegar
a la necrópolis, donde el clero cantó solemnemente el Responso, Juan
Zorrilla de San Martín habló en nombre de la Congregación Mayor
y otros seis oradores, especialmente jóvenes universitarios de todos los
sectores de la opinión, hicieron uso de la palabra, con una sinceridad y
una emoción pocas veces vista. Esa fué la mejor prueba de que el
P. Castro, sin pretenderlo, llegó a ser un gran caudillo de la juventud
estudiosa, que acudían a escuchar sus lecciones de todos los campos
de la opinión, y su entierro fué la apoteosis de un jesuíta por todos
los sectores de la opinión, acontecimiento verdaderamente notable, que
no creo se haya dado nunca en nuestra historia, ni es fácil que se repita
en el correr de las generaciones. El P. Castro ejerció todos los cargos
del Colegio-Seminario, menos el de Rector. Tuvo siempre a su cargo
muchas materias, y éstas de las más difíciles, porque para su abnega-
ción y clarividencia no había dificultades en el camino de la vida. A
su muerte, como se ve. hubo un gran movimiento de opinión, cuyos
ecos se han amortiguado ya, como los ecos de una descarga lejana.
Espasa insertó en sus apéndices la biografía del P. Castro. El Dr.

— 138 —
Dardo Regules escribió de él una bella y profunda semblanza, en que
le pinta como el hombre de la paz interior. En realidad, Castro era
un hombre robusto, algo huraño por temperamento, pero amable y
dado por principio, y absolutamente sereno y tranquilo como la estra-
toesfera. adonde no llegan las tempestades. Fué una gloria de la Igle-
sia, de la Patria y de la Compañía de Jesús.
Escribió un folleto anónimo que alcanzó gran difusión, intitulado
"Los muertos que vos matáis gozan de buena salud". Su obra más aca-
bada y perfecta es la "Química moderna que obtuvo un franco éxito,
,

y cuya única edición se agotó completamente. Es que llenó un vacío,


en el estricto sentido de la palabra. Después de la química dualista de
Langlebert, y de la dualista y semidualista de Troot, la química
unitaria de Castro cayó, no como una lluvia de mayo, sino como una
imperiosa necesidad, sin que le hiciera competencia la Química de
Rafael Miero, que fué, sin disputa, el hombre que implantó entre
nosotros el sistema moderno del unitarismo en química, divulgando
en la cátedra las ideas de Wurtz, que sólo conocíamos por referencias
de los eruditos, pero que no habían penetrado en el ambiente estudian-
til universitario, desviado por el dualismo de Langlebert y de Troost.

Miero era demasiado extenso para los estudiantes; y de ahí el éxito


del P. Castro, que fué lástima no perfeccionara y no repitiera las edi-
ciones de su texto, que hubiera prestado incalculables servicios a la
enseñanza y a la ciencia.
El libro del P. Castro que alcanzó más resonancia, y que fué muy
ponderado en las oraciones necrológicas del Cementerio Central, fué
su "Lógica viva", refutación de Vaz Ferreira, que llegó a penetrar
en el ambiente universitario, como una daga de acero, y que aun no
ha perdido su actualidad entre nosotros.
El P. Castro tenía el plan bien meditado de escribir un texto
completo de Filosofía. Como profesor de la materia escribió y mimeo-
grafió varios apuntes, en que no tanto desarrollaba los temas, como
enumeraba las ideas, que desarrollaba en clase con gran competencia
y profundidad de concepto, siendo escuchado por sus alumnos con un
aprecio y una admiración por el Maestro pocas veces alcanzado en
nuestro medio; y que tardará en repetirse. De esta sincera y profunda
admiración fueron un eco fiel y prolongado los discursos pronunciados
en su entierro por alumnos y profesores, por católicos y liberales, como
no se había visto nunca en el sepelio de un modesto religioso, que, de
lo único que hacía alarde, era de su modestia y humildad, siempre
proverbiales en Castro, desde los lejanos días del Seminario y del
noviciado. Los alumnos de 4° año, colocaron en la clase del Colegio,
un magnífico retrato de su gran maestro.
Se cuenta que al pasar por el Salvador, de paso para el noviciado
de Córdoba, fué a servir en la cocina con una sotana vieja y raída;
y el P. Reverter, Rector del Colegio, le quiso dar una lección de lo
que ha de ser la verdadera pobreza, diciéndole, al verle, estas textua-
les palabras: "Los jesuítas son pobres, pero no roñosos", traduciendo

— 139 —
así el pensamiento de San Bernardo acerca del hábito de los monjes,
que ha de ser pobre, pero siempre limpio. Podrá estar remendado, pero
no sucio.
El P. Castro no anduvo acertado en la edición de su Filosofía.
Anda impresa la Lógica y la Criteriología, pero su impresión no es
didáctica ni llamativa. La excesiva modestia del P. Castro se reflejó
demasiado en la impresión de sus libros, algunos de los cuales han
quedado inconclusos, tal vez por error práctico suyo, e hijo de su
misma humildad y de su espíritu de pobreza; y fué no dejar todo el
trabajo al editor: como lo demuestra el que hayamos encontrado mon-
tañas de cuadernillos impresos y sin doblar, con tal desorden para
los profanos en achaques de imprenta, que no los hemos sabido orde-
nar; y no sé qué habrá sido de ellos. Algunos de sus alumnos y admi-
radores han redondeado algunos ejemplares que no sabemos si saldrá
alguno completo; y es una lástima que, por falta de método adminis-
trativo, se hayan perdido esos libros.
Esa misma humildad que, en Castro fué proverbial desde la infan-
cia y se acentuó todos los días de su vida, le hizo ocultar no pocas de
sus habilidades. Castro estudió música; y con su gran talento, penetró
muy a fondo en el arte filarmónico; pero su oído se puso de parte de
su humildad, ya que no correspondía su dureza auditiva a su gran
comprensión de la música.
Hubo otras artes, que le pudieron hacer lucir; y no lo hicieron
por su innata modestia, pero que, en las muestras que nos dejó, reve-
laron mucho mejor su genio que en arte de Eslava y Verdi. En Santa
Lucía, con un simple cortaplumas, cinceló en dos discos de madera
de unos quince centímetros de diámetro, los Corazones de Jesús y
de María para el dintel de la portería de la Casa de Campo de los
Seminaristas, donde figuraron muchos años, como adorno piadoso,
frugal y elegante. A la sazón no sé lo que se habrán hecho.
Siendo teólogo, en el Colegio Seminario, pintó un hermoso cuadro
de Santo Tomás de Aquino, que mucho tiempo estuvo en el estudio
de los Seminaristas. Era un inspirado lápiz, que representaba al Angel
de las Escuelas sentado en su escritorio, con la pluma en la mano y
el sol radiante en el pecho. Es esta otra obra del P. Castro que no

sabemos qué se ha hecho.


También se le atribuye el San Jerónimo que figura en la portería
del Colegio. De ese no tengo tanta certeza, como del de Santo Tomás
de Aquino. El San Jerónimo me parece de más mérito que el Santo
Tomás.
En mi larga carrera de profesorado, me ha tocado tres veces
suceder en la cátedra al P. Castro; y dos de ellas, a mitad de curso.
No hay cosa más comprometida que suceder, en esas condiciones, a
un profesor eminente y admirado de sus discípulos, con la desventaja
para el gusto de los alumnos que el P. Castro hablaba mucho y pre-
guntaba muy poco, o nada, y yo hablo menos y pregunto mucho. En
octubre de 1895, me anunció el P. Superior de la Misión, José Saderra,

— 140 —
que, al año siguiente,iría a suceder al P. Castro en física y química,
en Colegio de San Ignacio, Santiago de Chile. No pude menos de
el
manifestar mi extrañeza y confesar llana y lisamente que no me encon-
traba preparado.
— Lo mismo decía Castro: y mire
... usted!
— No me compare a mí con Castro; porque Castro era el primer
talento de su tiempo.
— Usted haga ánimo; y vaya no más.
Y así fué. En esa ocasión, el P. Castro me escribió desde España
una larga carta sobre química, en que se revelaba conocedor del sis-
tema dualista que primaba en nuestro tiempo en Montevideo, y que
me podía hacer mucho daño. En caso de hacerme falta su instrucción
hubiese llegado tarde, pues ya estaba empezado el curso y no recuerdo
si ya había entregado esa cátedra al P. Colomer, que me la tomó la

víspera de Pentecostés. Pero ya en mi curso, tuvimos un segundo año


de química a Troost reformado; y mi asiduo trato con el Dr. Enrique
Gil me había puesto muy en las líneas generales del sistema atómico-
unitario; y desde un principio busqué y encontré a ¡Wurtz, que era
entonces el gran maestro.
La segunda vez que sucedí a Castro fué en 1921, siendo yo Rector
del Colegio-Seminario. Esta vez hubo alguna desconfianza de los alum-
nos y me lo manifestó el P. Cendra; porque, decían, que no me enten-
dían. Yo recibí la advertencia; y les advertí, a mi vez, que no tuviesen
cuidado, pues tenía en la materia larga experiencia y todo, o gran
parte, dependía del modo y del método; pues el P. Castro daba leccio-
nes muy cortas; analizaba prolijamente los temas, mientras que yo
daba lecciones largas y analizaba mucho menos. En cambio, el P. Cas-
tro casi no repasaba, ni preguntaba las lecciones, mientras que yo re-
pasaba mucho y no me daba por satisfecho hasta que me formaba la
conciencia de que todos sabían responder y penetraban bien los con-
ceptos; y, en efecto, llegué a tranquilizar a mis alumnos, que no pudie-
ron menos de ver que, por muchos caminos, se va a Roma.
La tercera vez que le sucedí, fué cuando, herido Castro de muerte,
se retiró de la cátedra para no volver más. Una recaída de la gripe
complicada con un ataque cerebral se lo llevó en cuatro días. El do-
mingo asistió a la Congregación Mayor: y se retiró de la Iglesia herido
de muerte. Postróse en cama vestido, sin decir a nadie nada. Faltaron
unas llaves de la Congregación, y al acudir al Director en busca de
ellas, lo hallaron en cama; y conscientes de su gravedad, llamamos al
médico y acudieron el Dr. Víctor Escardó y Anaya y el Dr. P. Luis
Pedro Lenguas. Le hicieron una fuerte sangría, que pareció aliviarlo
y tuvimos la ilusión de que se habría salvado. Pero el mal se agravó
rápidamente y el miércoles, a la madrugada, pasó a mejor vida con
una circunstancia muy especial y muy consoladora en aquellos momen-
tos supremos. Estaba sentado en la cama, en estado de coma hacía ya
muchas horas.

— 141 —
De repente se incorporó y volvió con gran viveza los ojos al cru-
cifijo que tenía en la mesa de luz. Se lo alcanzamos rápidamente; y
al imprimirle un vigoroso beso, expiró inclinado sobre la imagen del
Redentor.
Yo aproveché el momento para decirle que le habíamos dado la
Extrema Unción. Tengo certeza moral de que me entendió lo que le
decía; y lo exhorté a un acto de amor de Dios, que es lo que estaba
haciendo. Fué una muerte preciosa en la presencia del Señor.
Todos quedamos convencidos de que en aquellos instantes, tuvo
un momento de completa lucidez, última ráfaga en este mundo, de
aquella noble y preclara inteligencia, que pasaba de la visión opaca
y mortal de las criaturas a la visión eterna y clarísima de Dios, como
piadosamente lo podemos esperar de sus virtudes, y, sobre todo, de
su profunda y nunca desmentida humildad, pues Dios da su gracia,
y, por lo tanto, su gloria, a los humildes.
El Dr. Dardo Regules, bajo el epígrafe "Algunos hombres que
hemos encontrado en la vida. - El Padre Antonio Castro: el hombre
de la paz interior", traza la siguiente semblanza:
"El Padre Castro era un sabio, hemos oído decir. Bien. Pero eso
no nos interesa del todo.
El Padre Castro era un conferencista de precisión y de sustancia.
Un orador de austeridad dominadora. Un expositor de definitivo don
didáctico. También era todo esto, pero no estaba ahí tampoco su relie-
ve más profundo. *
El Padre Castro era un filósofo, en el sentido exacto del término,
con una extensa cultura matemática y científica. Era un polemista in-
exorable. Era un lógico de diamante. Era todo eso, sin duda. Pero, a
pesar de todo, no estaba ahí tampoco su signo más original.
Cada uno verá en aquel hombre fuerte una faceta dada. Para
nosotros, lo que había de más profundo en este varón esclarecido era
la perfecta paz de su espíritu: era el hombre de la perfecta paz interior.
Fijemos más detenidamente nuestro pensamiento.
Los mundanos, los que agitamos nuestra vida, nuestra impaciencia
y nuestra frivolidad en los mil ideales secundarios del medio social,
no comprendemos lo que es la paz interior hasta que damos con estos
hombres que viven y florecen en el fondo anónimo y milagroso de los
conventos.
¿Qué nos han dado, a nosotros, la sabiduría y el mundo? Nos han
dado, generalmente, la vida como angustia y el pensamiento como
dolor. En el mundo no se conoce la paz, apenas se conoce la lucha.
La lucha por la gloria transitoria,por la vanidad personal, por la
verdad, por la sanción moral del presente.
El primer rendimiento es toda una legión de atormentados intelec-
tuales, que desfilan bajo la impaciente necesidad de la verdad. De la
verdad que buscan, sin verla y sin encontrarla. Puede ser, simplemente,
la verdad científica. Es, muchas veces, la verdad moral. Es, en grados
más profundos, la verdad religiosa. La tortura del que no ve; y la tor-
— 142 —
tura del que ve parcialmente; y la tortura del que ve y no cree, o no
cree del todo. Toda esa sutil gama de matices que son otros tantos
. .

problemas angustiosos, de esas mil almas que pasan por nuestro lado,
cada una con su insatisfacción y su vida incompleta, luchando con ese
dolor de pensar, que es el agudo punzamiento de la vida contem-
poránea.
Y luego, el otro grupo de atormentados. Los atormentados por la
preocupación moral. La vida con sus pasiones, con sus intereses, con
sus ansias, se apreta de incertidumbres y de responsabilidades. Los
problemas de conducta tienen angustias desgarradoras. La vida, desde
el radio del mundo, no se entrega del todo a ningún ideal profundo.
Y la frivolidad de los mil incentivos secundarios, da la amargura de
la vida incompleta, y la disipación que se opone a la vida perfecta.
Y he aquí el signo del Padre Castro: era el hombre de la paz
interior. Tenía la paz intelectual y la paz moral.
En el orden intelectual, había llegado a la claridad de la sabiduría.
Creía, sin dudas. Y creía serenamente, con el definitivo apaciguamiento
que da a la inteligencia el conocimiento de la verdad. Parecía que para
él no había problemas, sino como ejercicio de dialéctica. La razón le

había dado cuanto podía darle.


En el orden moral, había llegado a afirmar definitivamente la ley
del espíritu. La vida —
esa vida que es como un río que se despeña y
se sale de cauce —
había llegado en él a acomodarse en su cauce
propio. Había aniquilado la vanidad. No es que la estuviera venciendo.
No. Había llegado a no ser asunto de su conciencia. Había muerto la
tentación del éxito. No es que la dominara por el vencimiento interior.
No. Es que había llegado a suprimir ese problema moral. Vivía ajus-
tado a la ley de Dios. Pero, serena y apaciguadamente, no con la
fuerza y con la perseverancia de las cosas heroicas, sino con la espon-
taneidad y con la alegría de las cosas naturales.
Todos sus actos trascendían a esa paz moral. En sus discursos,
no sobraba una palabra para el adorno estético. En sus lecciones, no
había un rozamiento de simple interés retórico. En su conducta, no
había un gesto de frivolidad ni de mundanismo. Todo trascendía a lo
mismo: al justo ejercicio de la voluntad de Dios.
No tenía conflictos intelectuales ni morales, este raro varón que
cruzó por nuestros caminos inciertos. Tuvo la serenidad de la sabiduría
y la paz de los varones.
* * *

Y queda algo interesante que subrayar.


Solemos encontrar espíritus apaciguados porque no tienen el sen-
tido crítico de la vida, ni los aguijonea el dolor del pensamiento. La
ignorancia puede ser fuente de serenidad interior. La fe del carbonero
es confiada, pero además es serena.
No era este el caso del Padre Castro, desde luego.

— 143 —
La paz llegó para él, por el camino de la sabiduría. Encontró en
la ciencia, donde tantos adivinan el instrumento de una gran inquietud
espiritual, la vía de una serenidad consoladora y esperanzada.
La paz por la sabiduría. La ciencia como técnica de nuestra vida
interior. He aquí lo sustancial que ofrece a nuestros espíritus cultivados
y mundanos la lección de este espíritu pacificado y superior.
Y he ahí también, lo educativo, en orden al rendimiento de la
sabiduría, cuando lo confrontamos con nuestro intelectualismo univer-
sitario y nuestro enciclopedismo teórico, que apenas sirven para sos-
tener malamente nuestra altanería intelectual. ¿Qué es la ciencia en
nuestras manos? Las más de las veces, el precio de un privilegio aca-
démico, sin nervio y sin sustancia. Cuando mucho, el instrumento de
un progreso material, sin felicidad y sin alma. Nuestra ciencia no pasa,
cuando llega muy lejos, de la técnica industrial y social. He aquí, sin
embargo, que sabiduría es paz interior. O como se dice en el Libro
de la Sabiduría, definiéndola, que oímos comentar al propio Padre
Castro: "Amad la justicia los que juzgáis la tierra. Sentios bien de
Dios, y buscadlo con sencillez de corazón. ." .

* * *

Pero tendría derecho a preguntar: Tal apaciguamiento de los con-


flictosde la inteligencia y de la voluntad, ¿habrá producido una dis-
posición contemplativa del espíritu, en pugna con la acción, especie
de esterilidad negativa, a fuerza de tanto depurar los reactivos de la
voluntad? . . .

No. Y
he ahí otra originalidad de este espíritu de inusitada je-
rarquía superior.
El Padre Castro vive en plena acción. No sólo eso: Vive con el
interés más despierto y atento, por cuanto actúa en la conciencia viva
de la humanidad. Acaso repitiendo la fórmula del esclavo antiguo, que
recoge Rodó para estructurar su filosofía, pueda decirse de él: Pues
fué hombre, nada de lo humano la fué indiferente.
En los últimos diez años de su vida, la obra de acción es sencilla-
mente asombrosa. Da clases magistrales —
hasta de seis materias dis-
tintas por día —
matemáticas, física, química, cosmografía iy humani-
dades. Escribe textos eficaces sobre las ciencias experimentales. Revela
a la opinión culta del país, la obra de Chesterton, en conferencias llenas
de saber y de gracia, como Vaz Ferreira había anticipado a Bergspn,
en lecciones señaladas y profundas. Examina, en un curso libre de un
año, las doctrinas teosóficas, espiritualistas y los estudios orientalistas,
confrontándolos con las más nuevas formulaciones de la investigación
contemporánea. Se enfrenta, con ademán hidalgo, al maestro Vaz
Ferreira, la más vigorosa
figura de la filosofía universitaria, y examina,
en libros ágiles y fuertes, sus concepciones originales y sus ensayos de
psico-lógica. Restablece, en un curso de sustancia científica y de atre-
vida disciplina literaria, la doctrina ortodoxa sobre la Biblia y los

— 144 —
Evangelios, frente a los postulados que proclama la cátedra universi-
taria a cargo de Osvaldo Crispo Acosta, José Pedro Segundo y Julio
Lerena Juanicó, y agota, con suficiencia definitiva y con criterio cer-
tero, el contenido filosófico e histórico de los estudios bíblicos, en el
doble problema de sus orígenes y de su inspiración revelada. Dirige,
con un pasmoso conocimiento del instrumental, un sector de sesudas
investigaciones astronómicas, que la Universidad confía a su aptitud,
en el excepcional eclipse de 1920, y produce un informe severo y sus-
tancioso. Da clases de especialización filosófica, a cientos de estudian-
tes que siguen, con espíritu atento, su autoridad y su sinceridad inque-
brantables.
Prepara, en horas fecundas, una obra de cuatro tomos con una
exposición sistemática de la Filosofía. Y
predica cien veces en el año,
y desde luego, año tras año, por seis años consecutivos, en las seisenas
de San Luis, pronunciando aquellos sermones, modelos en su género,
precisos, claros y convincentes, dedicados anualmente a examinar uno
de los libros del Antiguo Testamento, con esa simplicidad transparente
que pasa sobre los textos inmortales, desde los Sapienciales hasta el
libro de Daniel.
Y
aconseja, y enseña, y ejerce el ministerio sacerdotal, todo a
todas horas, como si nunca estuviera de prisa y como si el tiempo mar-
cara el ritmo seguro e impenetrable de las ansias de su corazón. Y
luego, por esparcimiento, tiene un agudo sentido de la música, maneja
las dotes del escultor con donosura y gracia, trabaja en madera con
la aptitud de un artista, y juega al ajedrez con la estrategia 'de un
maestro consumado.
¿Qué resorte de la acción ha apagado en este espíritu su paz
interior y su experiencia mística? . . .

Un sabio. Un filósofo. Un conferencista. Un lógico. Todo eso no


importa.
Todo eso lo hemos encontrado muchas veces en los libros y en
la vida.
En cambio, lo que pedimos a la vida, nosotros, los que vivimos en
el mundo y ejercemos el magisterio del pensamiento, es la paz. La paz
que no nos inhiba ni para el raciocinio, ni para la acción, que no nos
sacrifique esa luz que hemos encendido en nuestra alma, ni el sentido
crítico a que hemos aplicado nuestra inteligencia. eso nos lo trae el Y
contagio de este espíritu, cuyos restos mortales vimos ayer pasar entre
una muchedumbre conmovida, mientras su alma veía ya la plenitud
de esa sabiduría que supo descifrar en el signo de los horizontes
cercanos. ." . —
("El Bien Público", 12-VIII-1925).
Por su parte, el Dr. Hugo Antuña, director de "El Bien Público",
en el artículo de fondo de su diario, escrito en recuadro enlutado, y
con letra bastardilla, se expresa en los siguientes términos:
Una invalorable pérdida nacional. —
Noble y grande espíritu,
este que ayer dejó la tierra. Fuera del claustro, por los caminos del
mundo, hubiera ocupado cimas ante las cuales se inclina toda muche-

— 145 —
dumbre. En la casa religiosa, en el voluntario apartamiento del medrar
humano, tuvo los destellos que llegan, por virtud de su propia inten-
sidad, a la multitud de inteligencias.
Levantó su cátedra. Floreció en ella su ingenio, a semejanza del
ingenio de los maestros antiguos, en las cátedras ilustres. Universal
y ecléctico, pudo acoger a generaciones sucesivas, y a auditorios dis-
tintos, con igual amplitud de gesto propicio y eficaz. Fué, por exce-
lencia, el maestro. Su voz, igual y rítmica, paseó con materias innu-
merables, ante concursos de discípulos recogidos y fieles. Dió a la
enseñanza la vibración sostenida de su alma apostólica y el fuerte
aliento de su espíritu privilegiado.
Bajo la pesadumbre del trabajo corrió su vida. Cada hora de su
existencia irreprensible tuvo su consagración a una labor, austera y
difícil, bajo la luz votiva de su espíritu. Lecciones, conferencias, libros,
predicación: con ello nutrió el Padre Castro la fecundidad de sus años.
El "nulla dies sive linea" fué, para él, sentencia inseparable y amiga.
Nada perjudicó, a la solidez de su obra, la multiplicidad de sus
aspectos. Fué, en cada uno de ellos, magistral y fuerte. La filosofía
y las ciencias lo reconocieron, por igual, como cultivador sagaz y pro-
fundo. Los estudios religiosos fueron, para él, dominio grato y seguro.
Con un conocimiento radical de lenguas muertas, y curvado cons-
tantemente sobre toda fuente de cultura, la sabiduría no fué, en él.
capa superficial ni apariencia retórica. Fué sabiduría de verdad, incor-
porada al centro mismo de su dinámica interior, carne palpitante de
toda enseñanza suya, gustada en la profundidad del pensamiento antes
que vertida en el aula serena. Con un pasmoso equilibrio intelectual,
poseyó el raro don de viajar, de una materia a otra, con maestría su-
prema. No tuvo el amor del período armonioso, ni persiguió la magia
del estilo. Le interesó más la realidad medular de las cosas. Prodigioso
de claridad, preciso, sustancial en cada palabra, con un admirable poder
de síntesis, cada lección suya quedaba inserta, incisivamente, en la
inteligencia cautivada del auditorio. No fué amigo de encerrar su
ciencia en fórmulas herméticas, ni en construcciones esotéricas. La
dió, a manos llenas, con prodigalidad inagotable. De él, como de un
espíritu, también universal y pródigo, puede decirse que, en el campo
de la inteligencia, su sombra —
sombra buena y tutelar —
se extendió
a lo largo de todas las rutas.
Lógico, inexpugnable, su método dialéctico era arma penetrante
y defensa suma. Su discurrir, hacia seguros términos, tenía algo del
correr inexorable del agua por el cauce fijo. No tenía necesidad de
arte dramático para dominar el concurso de auditores atentos, ni va-
riaba jamás, mientras la explicación continuaba, la vaga melancolía de
sus ojos. Su lógica tenía la fuerza en sí misma, en su trabazón pode-
rosa, resistente y económica.
Autor de Tratados de Física, de Química, de Filosofía, de libros
polémicos, no se desmintió nunca, en él. su don de claridad perfecta,
surgente de su propio dominio pleno de cuanta materia quiso tratar

— 146 —
en su vida. Verdadero talento, admirablemente servido por dotes se-
cundarias, la vida intelectual no pudo ser, en él, caminar angustioso,
sino viaje victorioso y sereno.
Y he aquí que ese maestro, floreciente en sabiduría y en ingenio,
complejísimo en la cultura y firme en toda orientación, que exornó su
cátedra con prestigios inmarcesibles y atrajo hacia su palabra infati-
gable corrientes renovadas de inteligencias, que extendió la sonoridad
de su nombre por todo ambiente de pensamiento y de curiosidad inte-
lectual, no vivió sino en su celda, y en su aula.Y fué, ante todo, sacer-
dote dignísimo. He aquí que antes que toda aquella gloria — que tiene
su valoración humana — la gloria del Padre Castro fué la de un
religioso ejemplar, modelo y guía." —9-VIII-1925.

P. CENDRA
Tal vez, y sin tal vez, creo que el hombre más querido, más
conocido y más popular, al detalle, de cuantos Jesuítas han pasado
"por el Colegio-Seminario en estos 60 años de su existencia, ha sido
el P. Pedro Cendra. Es el Francisco Ramón Cabré de esta época.
Nació en Anglés, Gerona, el 6 de enero de 1869 y murió en Monte-
video el 6 de febrero de 1933. He dicho popularidad al detalle, porque
no había quien no conociera personalmente al P. Cendra en un vas-
tísimo círculo de relaciones: y no había a quien el P. Cendra no cono-
ciese con todos sus pelos y señales. Era un gran fisonomista y tenía
una prodigiosa memoria para recordar los nombres, y unirlos a las
personas. Esa sola cualidad ya basta para hacerlo a un hombre sim-
pático y sentirse halagado al verse reconocido a través del tiempo y
las así longitudinales como sociales. Pero el P. Cendra
distancias,
unía, a ese don de gentes, que resulta del mero hecho de ser un gran
fisonomista, una gran bondad de corazón. Era lo único que a él siempre
le traicionaba: la bondad ingénita de su corazón generoso y nacido
para hacer el bien a manos llenas, así material como espiritual. Cuando
cayó enfermo, en 1923, no había quien no preguntase por el P. Cendra:
y los niños chicos, llamaban Cendra a quelquier Sacerdote que viesen.
Mil veces me pararon por la calle, gentes de todo color y condición
preguntando por el P. Cendra. El médico dijo que nunca había tenido
un enfermo por quien tantos se interesasen.
No faltaban quienes creyeran que no tenía carácter. Pero yo creo
que, en su línea, era un gran carácter. El P. Cendra, por carácter, por
educación, y quizá también por sistema, se abstraía y prescindía del
mundo que le rodeaba y atendía intensamente a la persona con la cual
conversaba: y por más importuna que ella pudiera parecer, jamás in-
terrumpía su conversación, hasta que se hubiera agotado el tema y
la persona se despidiera. El jamás lo daba por agotado, aunque espe-
rase medio mundo para hablar con el P. Cendra. Cada una que lo
tomaba, tenía de él el monopolio. En eso el P. Cendra era incorregible,
si es lícito hablar así. Tengo de ello varios ejemplos, pero voy a citar

— 147 —
dumbre. En la casa religiosa, en el voluntario apartamiento del medrar
humano, tuvo los destellos que llegan, por virtud de su propia inten-
sidad, a la multitud de inteligencias.
Levantó su cátedra. Floreció en ella su ingenio, a semejanza del
ingenio de los maestros antiguos, en las cátedras ilustres. Universal
y ecléctico, pudo acoger a generaciones sucesivas, y a auditorios dis-
tintos, con igual amplitud de gesto propicio y eficaz. Fué, por exce-
lencia, el maestro. Su voz, igual y rítmica, paseó con materias innu-
merables, ante concursos de discípulos recogidos y fieles. Dió a la
enseñanza la vibración sostenida de su alma apostólica y el fuerte
aliento de su espíritu privilegiado.
Bajo la pesadumbre del trabajo corrió su vida. Cada hora de su
existencia irreprensible tuvo su consagración a una labor, austera y
difícil, bajo la luz votiva de su espíritu. Lecciones, conferencias, libros,
predicación: con ello nutrió el Padre Castro la fecundidad de sus años.
El "nulla dies sive linea" fué, para él, sentencia inseparable y amiga.
Nada perjudicó, a la solidez de su obra, la multiplicidad de sus
aspectos. Fué, en cada uno de ellos, magistral y fuerte. La filosofía
y las ciencias lo reconocieron, por igual, como cultivador sagaz y pro-
fundo. Los estudios religiosos fueron, para él, dominio grato y seguro.
Con un conocimiento radical de lenguas muertas, y curvado cons-
tantemente sobre toda fuente de cultura, la sabiduría no fué, en él.
capa superficial ni apariencia retórica. Fué sabiduría de verdad, incor-
porada al centro mismo de su dinámica interior, carne palpitante de
toda enseñanza suya, gustada en la profundidad del pensamiento antes
que vertida en el aula serena. Con un pasmoso equilibrio intelectual,
poseyó el raro don de viajar, de una materia a otra, con maestría su-
prema. No tuvo el amor del período armonioso, ni persiguió la magia
del estilo. Le interesó más la realidad medular de las cosas. Prodigioso
de claridad, preciso, sustancial en cada palabra, con un admirable poder
de síntesis, cada lección suya quedaba inserta, incisivamente, en la
inteligencia cautivada del auditorio. No fué amigo de encerrar su
ciencia en fórmulas herméticas, ni en construcciones esotéricas. La
dió, a manos llenas, con prodigalidad inagotable. De él, como de un
espíritu, también universal y pródigo, puede decirse que, en el campo
de la inteligencia, su sombra —
sombra buena y tutelar —
se extendió
a lo largo de todas las rutas.
Lógico, inexpugnable, su método dialéctico era arma penetrante
y defensa suma. Su discurrir, hacia seguros términos, tenía algo del
correr inexorable del agua por el cauce fijo. No tenía necesidad de
arte dramático para dominar el concurso de auditores atentos, ni va-
riaba jamás, mientras la explicación continuaba, la vaga melancolía de
sus ojos. Su lógica tenía la fuerza en sí misma, en su trabazón pode-
rosa, resistente y económica.
Autor de Tratados de Física, de Química, de Filosofía, de libros
polémicos, no se desmintió nunca, en él, su don de claridad perfecta,
«urgente de su propio dominio pleno de cuanta materia quiso tratar

— 146 —
en su vida. Verdadero talento, admirablemente servido por dotes se-
cundarias, la vida intelectual no pudo ser, en él, caminar angustioso,
sino viaje victorioso y sereno.
Y he aquí que ese maestro, floreciente en sabiduría y en ingenio,
complejísimo en la cultura y firme en toda orientación, que exornó su
cátedra con prestigios inmarcesibles y atrajo hacia su palabra infati-
gable corrientes renovadas de inteligencias, que extendió la sonoridad
de su nombre por todo ambiente de pensamiento y de curiosidad inte-
lectual, no vivió sino en su celda, y en su aula. Y
fué, ante todo, sacer-
dote dignísimo. He aquí que antes que toda aquella gloria —
que tiene
su valoración humana — la gloria del Padre Castro fué la de un
religioso ejemplar, modelo y guía." —9-VIII-1925.

P. CENDRA
Tal vez, y sin tal vez, creo que el hombre más querido, más
conocido y más popular, al detalle, de cuantos Jesuítas han pasado
por el Colegio-Seminario en estos 60 años de su existencia, ha sido
el P. Pedro Cendra. Es el Francisco Ramón Cabré de esta época.

Nació en Anglés, Gerona, el 6 de enero de 1869 y murió en Monte-


video el 6 de febrero de 1933. He dicho popularidad al detalle, porque
no había quien no conociera personalmente al P. Cendra en un vas-
tísimo círculo de relaciones: y no había a quien el P. Cendra no cono-
ciese con todos sus pelos y señales. Era un gran fisonomista y tenía
una prodigiosa memoria para recordar los nombres, y unirlos a las
personas. Esa sola cualidad ya basta para hacerlo a un hombre sim-
pático y sentirse halagado al verse reconocido a través del tiempo y
las distancias, así longitudinales como sociales. Pero el P. Cendra
unía, a ese don de gentes, que resulta del mero hecho de ser un gran
fisonomista, una gran bondad de corazón. Era lo único que a él siempre
le traicionaba: la bondad ingénita de su corazón generoso y nacido
para hacer el bien a manos llenas, así material como espiritual. Cuando
cayó enfermo, en 1923, no había quien no preguntase por el P. Cendra:
y los niños chicos, llamaban Cendra a quelquier Sacerdote que viesen.
Mil veces me pararon por la calle, gentes de todo color y condición
preguntando por el P. Cendra. El médico dijo que nunca había tenido
un enfermo por quien tantos se interesasen.
No faltaban quienes creyeran que no tenía carácter. Pero yo creo
que, en su línea, era un gran carácter. El P. Cendra, por carácter, por
educación, y quizá también por sistema, se abstraía y prescindía del
mundo que le rodeaba y atendía intensamente a la persona con la cual
conversaba: y por más importuna que ella pudiera parecer, jamás in-
terrumpía su conversación, hasta que se hubiera agotado el tema y
la persona se despidiera. El jamás lo daba por agotado, aunque espe-
rase medio mundo para hablar con el P. Cendra. Cada una que lo
tomaba, tenía de él el monopolio. En eso el P. Cendra era incorregible,
si es lícito hablar así. Tengo de ello varios ejemplos, pero voy a citar

— 147 —
uno que duró años, y tiene, por lo tanto, testigos que no me dejarán
mentir. Mientras fué Capellán de los Obreros Católicos, siempre que
había sesión del Secretaariado del Círculo, venían a buscarlo: y no
eran pocas las veces que habían de esperarlo largos y largos ratos,
porque el P. Cendra no sabía desprenderse de la persona que tenía
en visita.
Estando ya gravemente enfermo, le pasó eso mismo con el médico
de cabecera. Le daba hora: y si a esa hora estaba con alguna visita,
hacía esperar largamente al Galeno, hasta que un día éste se fué a
la visita y lo reprendió seriamente; y con razón, porque si el P. Cendra
tenía que atender a esa persona, él tenía que atender a su clientela,
y no podía en cada enfermo perder largas horas de antesala.
Esto que, para otros, hubiera sido una causa de fracaso, porque
lo hacía pasar por desordenado, y que dejaba lo substancial y general
por lo accidental y singuTar, fué en el P. Cendra, a mi juicio, el secreto
del éxito. Porque persona atendida por él una vez, le quedaba adicta
para toda la vida. Cada persona que le consultaba, se creía preferida
por él; y seguía acudiendo al P. Cendra con la más absoluta confianza.
Un caballero amigo me decía, que entre los beneficios que había
recibido de Dios en el camino de la vida, uno era muy especial, el haber
tropezado con el P. Cendra.
Vino a Montevideo, siendo todavía escolar, en 1891; y estudió
humanidades en Larrañaga. Siendo Sacerdote volvió y estuvo entre
nosotros largos años, hasta que Dios se lo llevó a mejor vida. Enseñó
largos años geometría, trigonometría, cosmografía, comercio, religión,
historia y geografía. Llegó a ser un excelente profesor de historia. Fué
director del Catecismo de la Iglesia, y de las Congregaciones de San
Juan Berchmans y de Santa Filomena; y, por fin. Capellán del Círculo
Católico de Obreros.
Su obra maestra, y en la que se mostró un verdadero genio, fué
el Catecismo. Contaba con un estado mayor de unas setenta señoritas

y unos treinta jóvenes, que le hacían de catequistas en otras tantas


secciones del Catecismo. Tenía todo el pago dividido en cantones,
para la recluta de los niños y niñas y los conocía a todos personal-
mente; y sabía dónde vivía cada uno y las faltas que tenían. Llevaba
una contabilidad minuciosa de los premios que daba y de las cosas
que tenía para poder atraer a la gente menuda. Empezaba el curso
con una rifa general, como reclame de la doctrina. Hacía el Catecismo
por la mañana los domingos; y, concluido el Catecismo, oían Misa a
las 11 1/4, y durante la Misa les predicaba con entusiasmo y con
unción, hablando siempre a la mente y corazón del mundo infantil, y
aun del mundo adultao y provecto, que le oían con atención, y no sin
gusto, puesto que asistían en gran número, estando siempre llena la
Iglesia.
Pero, en lo que el P. Cendra se excedía a sí mismo, era en la
preparación de la Primera Comunión, que tenía lugar todos los años,
el día de la Inmaculada Concepción, 8 de diciembre. Hacía Catecismo

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diario durante los meses de octubre y noviembre, alternando día por
medio niños y niñas. Organizaba sus huestes infantiles y los proveía
a todos de trajes de primera Comunión, especialmente a los pobres, de
modo que todos aparecían el Inmaculada uniformados y rosa-
día de la
gantes; ocupaban lugar preferente en la Iglesia, y el acto era presen-
ciado por las familias que acompañaban a sus infantes, en el día más
grande de su vida, cuando se acercaban, por primera vez, a Jesús Sa-
cramentado.
A los que habían hecho la primera Comunión, les daba el desayu-
no en los patios del Colegio-Seminario: y por la tarde los reunía de
nuevo en el templo, y con gran solemnidad, les hacía renovar las pro-
mesas del Bautismo. Sentaba a un Padre, si posible fuera, al Rector
o al Provincial, en el Presbiterio, en un sillón de brazos, de roquete,
estola y bonete: y hacía venir a la baranda del comulgatorio a los niños
y niñas en grupos de veinte en veinte, o de treinta en treinta, bien ali-
neados; e hincados en el comulgatorio, les hacía repetir las promesas
del Bautismo, por grupos o por escuadras. El penúltimo año de su vida,
cuando estaba ya muy grave, se hizo bajar de la Enfermería en una
silla de brazos y presidió él mismo esta ceremonia, sentado en el Pres-

biterio, de roquete, estola y bonete; y estaba allí más orondo que un


sultán, pasando revista a sus tropas. En los dos o tres años últimos de
su vida siguió en espíritu, y en gran parte, en persona, la administra-
ción y dirección, del Catecismo desde la Enfermería.
Todos los domingos, por la tarde, reunía toda su gente menuda,
para darle una sesión de biógrafo en el salón de actos, interrumpida
con cánticos y algunas consideraciones piadosas.
Esta obra catequística, que no era del P. Cendra en sus orígenes,
sino obra del Colegio-Seminario, y de la Iglesia, que tuvo el gran acierto
de ponerlo frente a ella; y supo secundar sus iniciativas, dando al Ca-
tecismo cierto aire característico, se conserva en todo su vigor, como
obra de fondo y que no dependía de un solo hombre; y los nuevos
Directores, le han conservado las características y los elementos con-
quistados por el genio del P. Cendra; y la han mejorado en el sentido
de la disciplina y el orden; pues el P. Cendra, en esa parte, dejaba
algo que desear. Su resorte era la bondad y la popularidad, pero no
precisamente el orden, que es el ornato y da proporción a las cosas.
Donde el P. Cendra hacía un supremo esfuerzo para conseguir el
orden, era en los ensayos y en el acto de la Primera Comunión del día
de la Inmaculada; y por eso le salía un acto insuperable e impecable
en el fondo y en la forma.
El Catecismo era el principal ministerio del P. Cendra, pero no el
único. Dió, en su vida, muchas tandas de Ejercicios a toda clase de
personas: Comunidades Religiosas de ambos sexos, grupos de caba-
lleros, jóvenes, señoras, señoritas, obreros y obreras. Predicaba conti-
nuamente la Divina Palabra; y, sobre todo, ejercía el apostolado indi-
vidual, con cada persona que se le acercaba, de una manera insupera-
ble, y quizá no ingualada por ningún Sacerdote en Montevideo. Cada

— 149 —
año bautizaba de cincuenta a cien adultos, gue había catequizado él
mismo, uno por uno, sin rendirse nunca jamás en el trato con las per-
sonas, aunque se le veía a veces llegar extenuado de cansancio a la
noche, sobre todo en los últimos años, en que el cáncer interior iba mi-
nando su organismo: porque el P. Cendra no se entregó nunca. Trabajó
con todo denuedo, mientras le quedó un aliento en el cuerpo agotado,
extenuado y frío. Por eso creo yo, y lo repito, que, en su línea, fué
un gran carácter. Hombre que no se rinde, podrá no ser prudente, pero
es todo un carácter.
Además de bautizar de cincuenta a cien disidentes o infieles con-
vertidos por él a la fe, catequizaba otros tantos católicos abandonados
y fríos en las prácticas religiosas que acudían a él para instruirse y
entrar de nuevo, o por primera vez, por el aro, como buenos católicos
prácticos y concientes. Ese apostolado del P. Cendra, ejercitado año
tras año, sin decaer jamás, y cada vez con más sazonados frutos de la
salvación de las .almas, es para mí, una maravilla, que no debe callar
la historia.
En 1923, siendo yo Rector del Colegio-Seminario, y el Dr. Anto-
nio J.Rius Presidente del Consejo del Círculo Católico de Obreros,
vacó la Capellanía del Círculo. El Dr. Ríus quiso a todo trance que
tomásemos nosotros, los Jesuítas, la Capellanía del Círculo. A mí me
pareció la idea providencial y que redondeaba nuestros ministerios con
los Obreros Católicos: pues les dábamos, desde hacía muchos años, los
Ejercicios Cerrados en Larrañaga; teníamos, como fruto de esos Ejer-
cicios, la obra de la Perseverancia, en nuestra Iglesia, con numerosas
Comuniones de Obreros todos los últimos domingos de mes; el Cate-
cismo de nuestra Iglesia era frecuentado en su casi totalidad por los
hijos de los obreros: y planeábamos, ya casi por vías de hecho, la Es-
cuela gratuita de San Ignacio, para los hijos de los obreros; y, de hecho,
confesábamos a muchos de los Obreros y les administrábamos los últi-
mos Sacramentos en el lecho de la muerte. Tomar, por consiguiente,
la Capellanía del Circulo, era redondear nuestra obra.
Ese año, cabalmente, era el último del magisterio del P. Cendra
en el Colegio-Seminario. Ya no le daban las fuerzas para sostener los
grupos dé clase: y lo destinaban los Superiores a los Ministerios con
los prójimos, y fué el primer Capellán Jesuita del Círculo Católico de
Obreros. Aceptamos la Capellanía con la condición de que el Capellán
no había de tomar parte, ni tener voto en las deliberaciones, ni en el
Consejo, ni en las Asambleas; y que, como se suponía que era el Direc-
tor Espiritual y Confesor de los Obreros, había de considerársele inhi-
bido de informar en pro y en contra de nadie, ni para ser admitido o
despedido, ni para ninguna sanción de los socios, así en favor como
en contra.
Aceptadas esas condiciones por el Círculo, el P. Cendra ejerció
su Capellanía con gran paz y sin que oyera nunca una queja de nadie.
Ejerció, sobre todo, con los moribundos un gran apostolado. Solamente
el primer mes, administró los últimos Sacramentos a 122 socios y socias.

— 150 —
El P. Cendra no era un gran teólogo ni un gran canonista o mo-
ralista; pero fué prácticamente un gran psicólogo. Supo conocer las
almas y pulsar los corazones y ponerse a tono, con todos cuantos le
trataban: y de ahí que su consejo fuese siempre buscado y requerido;
y de ahí la fuerza y eficacia de su apostolado, individual sobre todo.
Pero las solas fuerzas humanas, ni la habilidad, ni el carácter podían
llegar a donde él llegó. El Sacerdote predica, pero, como dice el Após-
tol San Pablo, Dios da el incremento, Dios toca los corazones. Dios
infunde la gracia, Dios santifica las almas. El P. Cendra era un ena-
morado de la Santísima Virgen. Sentía hacia la Madre de Dios, una
infantil devoción. Siempre que daba una tanda de Ejercicios, armaba
a todos los Ejercitantes de un pequeño devocionario y de un Rosario;
y no dejaba nunca de encomendarse y de encomendarlos a ellos, a la
Santísima Virgen; y solía concluir sus preces con esta triple invocación:
"Madre, aquí tienes a tu hijo. Madre, aquí tienes a tu hijo. Madre, aquí
tienes a tu hijo".
Esta jaculatoria, repetida por él, conmovía. Era una oración
sublime.
Nada tan edificante, nada tan conmovedor, como la paciencia y
resignación con que el P. Cendra, llevó su última, larguísima y peno-
sísima enfermedad. Siempre fué un enamorado de Jesús Crucificado;
pero en los dos últimos años extremó ese amor, en la escuela y en el
lecho del dolor. Pidió los Sacramentos muy ^ tiempo; y cuando se sintió
morir escribió con mano firme su testamento, expresando su gozo de
morir en la compañía de Jesús, con paz y serenidad.

P. LUIS FELIÚ

Es uno de los más nobles caracteres que han desfilado por el Co-
legio-Seminario. Figura caballeresca, de finísimos modales, sencillo y
puro en el trato, cautivaba desde los primeros momentos. Nació en
Barcelona, el 28 de marzo de 1868 y murió en Montevideo el 25 de
junio de 1929. Tuvo siempre una salud muy endeble; pero, débil y todo,
supo corresponder a la divina gracia, y trabajó como buen soldado de
Cristo, todos los días de su vida. Entró en la Compañía de Jesús el 29
de setiembre de 1885, muy joven aún, pero que ya, cual otro Luis Co-
loma, había vivido mucho mundo y era un gran conocedor de los hom-
bres y de las cosas. A causa de su quebrantada salud, tuvo que salir
del noviciado; pero no volvió más a la casa paterna. Se retiró a la casa
de unos tíos suyos, muy santos y personas muy bien, a quien él cari-
ñosamente llamaba los Tiítos porque ambos eran enanos, varón y mu-
jer, hermanos de su padre, ambas personas cultísimas, que tenían su
mansión bien puesta, sin lujo, pero con todas las comodidades de una
Familia Cristiana, incluso su Oratorio Privado; y como eran muy que-
ridos, en Barcelona, nunca les faltaban Capellanes que les dijeran la
Misa domingos y muchos días festivos y de trabajo.
los Yo mismo,
que siempre tan amigo y compañero del P. Feliú, tuve
fui el honor de
celebrar Misa varias veces en lo de los Tiítos.

— 151 —
A ese santuario doméstico se retiró el joven Feliú, cuando le fal-
taron las fuerzas físicas, para seguir en el Noviciado. La Tiíta era muy
celosa de que su Luisito no omitiera ninguno .de los Ejercicios espiri-
tuales y prácticas religiosas del Noviciado; y ella misma le guiaba el
Rosario y le hacía la lectura espiritual en el Kempis y en el P. Rodrí-
guez, y se cuidaba de que no omitiese la Meditación ni los exámenes
de conciencia, ni, mucho menos, la Misa diaria.
Luis, en una palabra, salió materialmente de las paredes del Novi-
ciado, pero no volvió más al siglo ni con los hechos, ni con el corazón,
que ya se lo había entregado a Dios y no se lo retiró ni se lo escatimó
jamás. En ese tenor de vida, los Superiores no pudieron menos de ver
en Luis una vocación decidida, aunque contrariada por la falta material
de salud. Pero su familia hizo aun más; propuso pagar a Luis su viaje
a América, y todas las expensas hasta que hiciera sus votos en la Com-
pañía de Jesús, si así era la voluntad de Dios.
El P. José Saderra. Superior de la Misión, que era un noble ca-
rácter y uno de los hombres más cultos que yo he conocido, comprendió
mejor que nadie, los tesoros de alma y espíritu, que se encerraban en
aquel cuerpo debilitado y casi enteque; y no solamente aceptó la pro-
posición de la familia Feliú, sino que favoreció a Luis con toda energía
y le dió todas las facilidades para que pudiera cumplir con su vocación.
Por eso Luis se vino a América y llegó a Montevideo en 1892, siendo
todavía Novicio de la Compañía de Jesús. Hizo parte de su Noviciado
en Larrañaga, de allí pasó a Córdoba, Argentina, donde concluyó su
Noviciado e hizo la Profesión Religiosa. Hizo Colegios en el Salvador
y la Carrera Eclesiástica en Regina Martyrum, siendo, al mismo tiempo
Prefecto del Seminario. Todos los Prelados se discutieron el honor t

de ordenar al P. Feliú; y así es que recibió las Sagradas órdenes suce-


sivamente, de manos de Monseñor Boneo, Monseñor Espinosa y Mon-
señor Castellanos.
En seguida fué enviado a Chile, donde fué Prefecto General del
Golegio de San Ignacio, y dejó un imborrable recuerdo en la alta socie-
dad santiaguina.
Trasladado a Santa Fe, Argentina, se reveló como un gran maes-
tro de literatura, en las aulas del histórico Colegio de la Inmaculada,
donde tuvo la gloria de contar entre sus discípulos a Gustavo Martínez
Zuviría, alias, Hugo Wast, el gran novelista argentino, tenido por al-
gunos por el mayor novelista católico de la edad presente; y ambos
tuvieron la gloria de ser confundidos, al blandir sus primeras armas
literarias en defensa de la causa. Porque, habiendo salido el P. Feliú
en defensa de fe católica en contra de un positivista, que empezaba a
hacer estragos con su constante prédica, el adversario, y no pocos, cre-
yeron que el refutador era Martínez Zuviría. Y, por el contrario, ha-
biendo éste impugnado por la prensa a un poeta inmoral, que se pre-
sentaba en plaza con un buen éxito de librería, el poeta, y no pocos,
creyeron que el refutador era el P. Feliú. Aquí podemos decir, por una
coincidencia histórica, que los grandes genios se juntan. Cuando habló

— 152 —
elMaestro pensaron que era el Discípulo, y cuando habló el Discípulo,
pensaron que era el Maestro; y ambos lo hicieron tan magistralmente,
que muchos polemistas hubieran querido acabar por donde ellos em-
pezaron.
Viendo las dotes literarias del P. Feliú, los Superiores desearon
que escribiese una historia literaria, que sirviera de texto en los Cole-
gios de la Compañía de Jesús, y con ese designio, lo enviaron a Cór-
doba. Pero allí, el éxito de sus ministerios lo absorbió de tal suerte,
que no pudo dar cima a la empresa. Apenas sí escribió algunos capítu-
los que no sé si están organizados y preparados para la imprenta.
El P. Feliú, en Córdoba, fué el Apóstol por antonomasia, en toda
ciase de ministerios, con todas las clases sociales, y con personas de
todas edades y sexos. La Penitenciaría, la Correccional de niños, los
Hospitales, Asilos, Orfanotrofios, las Conferencias de San Vicente de
Paúl, las Colonias de Convalescíentes, las Madres lapsas, toda clase
de pobres y desvalidos, la Asociación de Profesoras del Divino Maes-
tro, y mil otras instituciones fueron ayudadas o fomentadas, o funda-
das, o acrecentadas, o favorecidas, por el P. Feliú, cuya autoridad y
prestigio no tenía límites, ni ante las Autoridades Eclesiásticas y Civi-
les de la Provincia, ni ante los Presos de la Cárcel. No había quien se
resistiera a las insinuaciones del P. Feliú. Su nombre era un prestigio
y un símbolo.
En cierta ocasión, se sublevaron los presos de la Cárcel Pública;
y resistían armados y bloqueados dentro de cuatro paredes a la Au-
toridad, que no le iba quedando otro remedio que exterminarlos por
las armas o rendirlos por hambre; y para no llegar a tales extremos
intentaron una mediación del P. Feliú. Y el P. Feliú, solo, sin una
guardia de vista, y sin ninguna defensa humana, armado de su solo
prestigio ante los recluidos, penetró en la Cárcel. Lo recibieron con
todos los honores. Pactó con ellos y salió del recinto con la paz hecha
y los presos vueltos, voluntaria y pacíficamente, a sus celdas; ponién-
dose tranquilamente en manos de las autoridades; porque tenían la
íntima convicción de que palabra dada por el P. Feliú, era como un
Evangelio, como la palabra de Dios. Ese solo hecho prueba hasta
dónde había llegado el prestigio del P. Feliú en la docta ciudad de
Córdoba.
He querido poner estos antecedentes: primero porque el biogra-
fiado se lo merece; y segundo, porque de otra manera, no hubiera teni-
do explicación lógica, el repentino éxito de sus ministerios en Monte-
video, donde, podemos decir que apenas pasó por la tangente, dejando,
sin embargo, una luminosa estela, muy superior en intensidad a lo que
podían suponer sus pocos ministerios ejercitados entre nosotros. Es
que estaban cargados del pasado y eran un presagio de un brillante
porvenir.
Parecerá extraño, que, a un hombre de la alcurnia del P. Feliú,
lo sacasen poco menos que violentamente de Córdoba; y, de la noche
a la mañana, lo trasladasen a Montevideo. Para muchos será todavía

— 153 —
un misterio. Para mi es cosa muy clara; y creo que ha llegado ya el
tiempo de disipar dudas y dejar la verdad histórica en su legítimo lugar.
La razón por la cual salió el P. Feliú de Córdoba, la sé de fuente di-
recta. Me la dijo el mismo P. Feliú; y como me la dijo él a mi, así la
diré yo al público, casi con las mismas palabras, con que él me la refirió.
Los ministerios y atenciones del P. Feliú en Córdoba, habían cre-
cido tanto en número y en intensidad, que ya no le dejaban reposar, ni
de día ni de noche, ni se podía excusar muchísimas veces, sin ofensa
de unos y de otros; y aunque hacía tiempo que eso le acaecía, sin em-
bargo, llegó un momento en que su organismo ya no pudo resistir más
y él mismo pidió ahincadamente al P. Provincial, Ramón Lloberola,
que lo sacase de Córdoba; pues su organismo siempre débil y ahora ya
agotado, no podía más con aquella pesada Cruz. El P. Provincial acce-
dió a su pedido; y el P. Feliú, apenas obtenida la venia, y conocido su
destino, se fué a él volando por el único camino que le hubiera sido
posible, viniéndose sin despedirse y sin llamar la atención de las gentes.
De que, en eso, el P. Feliú tuvo intuición de la realidad de las
cosas, lo prueba el hecho, de que, el P. Cendra que debía suplirle en
Córdoba, no pudo salir de Montevideo por haber intentado despedirse
de sus relaciones, antes de partir a su destino.
A mí no me cabe la menor duda, de que el P. Lloberola, ya que
se veía en la necesidad de acceder al pedido del P. Feliú, quiso canjear
a esos dos grandes hombres, para que sus respectivos ministerios sufrie-
ran todo lo menos posible, en cada una de las Ciudades afectadas por
su respectivo Apóstol.
El P. Feliú vino a Montevideo destinado por los Superiores para
Capellán del Círculo Católico de Obreros; y fué el primer cargo que
tuvo dado directa y formalmente por disposición de la obediencia. Era
ese su destino. Pero a medida que se fueron presentando las oportu-
nidades, ejerció, como es natural, otros cargos. Fué Director Espiritual
de la Asociación de Profesoras del Divino Maestro, de la Asociación
de Estudiantas Católicas Universitarias, y de la Congregación de las
Hijas de María de las Hermanas Alemanas.
Como Capellán del Círculo Católico de Obreros, se dedicó el
P. Feliú, a visitar asiduamente las Familias de los Socios, fundado en
el principio de que no tendrían inconveniente en llamarlo en caso de
enfermedad, si los había visitado en salud; pues no era signo la venida
del Capellán de que había enfermos en casa. El P. Feliú tenía concien-
cia de su irresistible influjo, como amigo, en cualquier hogar que visi-
taba. Su insinuación y su trato y su don de gente eran garantía de que
sería siempre bien recibido en cualquier circunstancia que se presen-
tase. Esa obra seguida por varios, o muchos años, hubiera llegado a
abrir hondo surco a la semilla Evangélica en los hogares del Círculo.
Dios dispuso de su Capellán que estaba maduro para el cielo; y los
hombres debemos acatar sus altos, justos, sabios y paternales juicios.
Quizá en ninguna institución de las dirigidas por el P. Feliú en
Montevideo dejó más honda huella en el poco tiempo que pudimos

— 154 —
disfrutar de sus ministerios, que entre las Estudiantas Católicas. Ellas
se hicieron representar para hablar ante su tumba; han recordado cons-
tantemente su memoria; y aun palpita fresca, entre ellas, la memoria
del llorado Director.
Lo menos, un par de años, explicó el P. Feliú, los Evangelios, con
grande aplauso y un sorprendente éxito en los Cursos de Cultura Ca-
tólica. Allí tuvo de discípulos a hombres de primera fila del Catoli-
cismo Uruguayo, que aun lo recuerdan con admiración y cariño, entre
ellos, el Dr. Dardo Regules, el Dr. Ignacio Zorrilla de San Martín y
otros que sería prolijo enumerar. Días pasados me decía este último:
"A mí el P. Feliú me enseñó a leer los Evangelios". El joven abogado
Dr. Enrique Gamio más de una vez ha manifestado que, para él, el
P. Feliú fué un hallazgo en la vida. Y otros por el estilo.
Era el un egregio expositor. Menos la voz que no era muy
P. Feliú
poderosa, todo le ayudaba para ello. Ideas claras, estilo bien definido
y flúido. Era un delicado, fino e inspirado poeta, en prosa y en verso.
En nuestras fiestas domésticas, emisiones de votos, primeras Misas,
bodas de oro y de diamante y otras por el estilo, nunca faltaban las
poesías del P. Feliú. Siempre delicadas, siempre oportunas, siempre
gratas a los festejados y festejantes, siempre esperadas y siempre aplau-
didas por todos. En eso no tuvo rival en su generación, ni aun creo que
nadie se le igualara, como sistema tenaz y constante, durante largos
años; porque el P. Feliú vivió 43 años bien cumplidos en religión, y
estaba a punto de cumplir los 44; y lo curioso es que todavía dejó
escritas algunas poesías compuestas ad hoc para algunos festejos do-
mésticos, que se aproximaban. En esto, como en todo, el P. Feliú murió
al pie del cañón, o mejor, al pie de la Cruz, y abrazado con ella a
ejemplo del Redentor.
Como Profesor de Literatura, dió espléndidos actos en Santa Fe,
y muchos diálogos, comedias y piezas dramáticas suyas fueron muy
aplaudidas y estimadas. No había concertación, academia, acto público
o privado, promulgación de dignidades que no fuera sazonado con al-
guna poesía del P. Feliú. Todos los Profesores sentían como una ne-
cesidad de cobijarse bajo la inspiración del P. Feliú. A
tanto se llegó
en eso, que un día un Profesor de Matemáticas, le pidió que le hiciese
una composición sobre el Triángulo, para un acto que debía dar con
sus alumnos en una promulgación mensual de dignidades. Al Padre le
hizo tan mala impresión, que tomó la pluma, y en un abrir y cerrar de
ojos, le hizo una sátira fulminante e inspiradísima ridiculizando el
Triángulo. Sobre todo, arrancó estruendosos aplausos la gráfica des-
cripción del Triángulo Equilátero: la misma variedad por todos sus
lados y por todos sus ángulos. Siento no recordar de memoria ni si-
quiera una estrofa.
Sus artículos en revistas y periódicos eran muy buscados, aunque
sus ministerios no le dejaban prodigarse mucho. Bien coleccionados
podrían quizá representar un buen tomo y algunos tomos. Tanto en
Córdoba, como en Montevideo, fueron muy apreciadas sus pláticas

— 155 —
o conferencias o conversaciones monologadas, o como se las quiera
llamar, que solía hacer a señoras o señoritas, mientras, en algún salón,
trabajaban en labores para los pobres y obras de beneficencia. Ese es
otro tópico en que no ha tenido rival y quizá no tenga nunca suplente.
Era un buen calígrafo, un buen dibujante y caricaturista, aunque
siempre delicado y correcto, sin herir susceptibilidades.
Era, pues, el P. Feliú un hombre nada vulgar, y, en muchas
cosas, extraordinario.
Su piedad era honda y sencilla. Decía la Misa con quietud y sosie-
go. Rezaba el Oficio Divino con mucha calma, y sin mostrarse nunca
apurado en los ejercicios de piedad, mostrando siempre un amor filial
hacia Dios y hacia la Santísima Virgen y a los Santos, en especial, a
los de la Compañía. Y como había vivido, así murió.
Predicó la Novena y el Panegírico de San Luis Gonzaga, que era
su Santo Patrono, en el Hospital de Caridad, concluyendo el domingo
23 de junio de 1929. Inmediatamente se sintió mal y cayó en cama. El
25 no parecía que estuviese muy grave. Sin embargo, el P. Feliú pidió
urgentemente al P. Rector, que lo era el P. José M. Ezpeleta, que le
diese los Sacramentos: y luego se lo mandó decir por otros Padres.
Vista la instancia del enfermo, el P. Rector accedió, aunque no pare-
ciera que hubiese tanta urgencia. Por la tarde le dieron el Viático,
la Extrema Unción y la Bendición Papal e indulgencia Plenaria para
la hora de la muerte: y era de ver la devoción con que seguía las cere-
monias, respondía a todo y se santiguaba con calma y haciendo la
Cruz bien hecha: desde la frente hasta el pecho y del hombro izquierdo
hasta el derecho, como reza el Catecismo. Concluida la ceremonia, al
cabo de una hora falleció. Tenía, pues, razón al pedir los Sacramentos.
Murió con todas las señales de un predestinado. Lo asistió el
P. Cendra; y como éste le pidiera que se acordase de él en el cielo,
el P. Feliú delineó una sonrisa en sus labios, que parecieron pronunciar,
o mejor dibujar, la palabra Peret, diminutivo catalán con que siempre
llamaron al P. Pedro, los suyos: y, con esa palabra, espiró concluyendo
su vida con un acto de caridad fraterna, como había vivido en sus cons-
tantes ministerios con los pobres y desvalidos.

P. GOMEZ
%

El P. Martín Gómez fué uno de los Fundadores del Seminario


Interdiocesano, su primer ministro, prefecto, ecónomo, profesor de
moral y derecho canónico. En "El Bien Público", encontramos del
P. Gómez la siguiente necrología, que equivale a una etopeya, y nos
ahorra el tenerla que entretejer. Hela aquí:
"Acaba de fallecer este benemérito y digno Sacerdote de la
Compañía de Jesús. Ejercía ahora el cargo de Ministro y Prefecto del
Seminario Mayor Interdiocesano, desde que lo tomaron los Jesuítas.
Era. pues, uno de los inauguradores de la nueva era del Seminario
de Cristo Rey, en la avenida de Instrucciones.

— 156 —
Hombre de alta formación clásica, fué alumno de los Jesuítas en
Orihuela, estando todavía en el siglo: y era tenido por uno de los me-
jores de su clase. Del aprecio en que le tenían los profesores se puede
colegir, de que le dieran a defender, en público, las tesis de toda la
filosofía en latín, último acto de esta índole que tuvo aquel colegio
en los tiempos de su formación clásica, o del Ratio, como la llaman
los Jesuítas.
Oriundo de Andalucía, nació el 20 de mayo de 1869; ingresó en
la Compañía de Jesús el 17 de octubre de 1894; y ha pasado a mejor
vida el 19 de diciembre de 1934, a los 65 años de edad y 40 de vida
religiosa.
La mayor parte de su vida sacerdotal y religiosa la ha pasado en
América. Fué prefecto de la Inmaculada en Santa Fe, Superior de
Mendoza y Concepción, Ministro y Prefecto en Ancud, en cuyos
cargos le sorprende la muerte entre nosotros.
Pero el fuerte del P. Gómez era la Teología Moral, cuya Cátedra
desempeñó muchos años en Ancud y Concepción de Chile, y desem-
peñaba ahora en el Seminario Interdiocesano.
Su venida a nuestro Seminario, se la consideró como una verda-
dera adquisición, porque a sus dotes de sensatez y equilibrio mental y
madurez científica añadía su vastísima erudición en Moral. En la Re-
pública transandina se le tenía por uno de los Moralistas más aprecia-
dos y más consultados de Chile.
No ha dejado obras escritas. Pero era un catedrático de garra. Y
en Buenos Aires, siendo Director de la Congregación de hombres, diri-
gió una editorial de propaganda católica, que llegó a publicar y difun-
dir muchos y muy buenos folletos, algunos de los cuales formaron épo-
ca, como el estudio psicológico, por ejemplo, de María Heurtin, ciega-
sordo-muda estudiada por Luis Arnould, P. Grost y otros psicólogos.
Su muerte es para nuestro Seminario Interdiocesano, y para nos-
otros, una verdadera pérdida. Para él, no dudamos que haya sido el
principio de la eterna recompensa a sus trabajos y fatigas por la mayor
gloria de Dios y la salvación de las almas.
Apenas se sintió grave, viendo que le ofrecían el Viático, pidió y
exigió todos los Sacramentos, con estas valientes palabras dignas de
un Sacerdote y Moralista Católico:
—Si puedo recibir el Viático, tengo derecho a recibir la Extrema-
Unción. Y así exijo que se me administren todos los Sacramentos.
Los recibió todos muy a tiempo y con toda lucidez, sin descuidar
varios encargos, para el caso de que hubiera de fallecer, aun en tiempo
en que apenas aparecían los primeros síntomas de gravedad.
Murió con la entereza del hombre y con la tranquilidad de con-
ciencia del Religioso y del Sacerdote Cristiano y Católico: y añadire-
mos, Jesuíta.
Descanse en Paz; y que Dios le tenga en su gloria, como es de
esperar de su santa vida y edificante muerte." ("El Bien Público", 20
XII-1934).

— 157 —
Al morir el P. Gómez, estaban los Seminaristas en Vacaciones.
Al volver los Menores, el 28 de diciembre, hacen esta acotación en
su Diario:
"Sábado, 28 de diciembre. — Antes de dar las ocurrencias del
día, debo dejar constancia del fallecimiento de nuestro apreciado
Padre Prefecto, R. P. Martín Gómez, S. J., acaecido el 19 del corriente
mes de diciembre. Todos los Seminaristas nos encontrábamos en vaca-
ciones. Los que pudieron, asistieron a la Misa, que, por el descanso
eterno de su alma, se celebró en la Iglesia del Sagrado Corazón, Padres
Jesuítas; y al sepelio de sus restos; y todos con el mayor fervor de
nuestras almas, elevamos nuestras humildes plegarias al Señor, pidién-
dole pagara al buen Padre Gómez con premio imperecedero, los sacri-
ficios que se impuso, siendo nuestro Superior; y el aprecio santo que
nos profesó, siendo nuestro amigo, con noble finalidad de hacernos
santos."

P. BENITEZ

El P. Carlos Octavio Beníte Lafuente era argentino. Nació


en Concepción de Corrientes, el 21 de noviembre de 1867, hizo sus
estudios eclesiásticos, bajo la dirección de los Jesuítas, en el Cole-
gio-Seminario de la Inmaculada en Santa Fe. Ordenado ya de diácono,
ingresó en la Compañía de Jesús, el 24 de mayo de 1890. Hecho su
noviciado en Córdoba, estudió de nuevo teología en Tortosa, España;
y ordenado ya de Sacerdote, vino a Montevideo, en 1901, donde ha.
vivido los últimos 37 años de su vida, donde ha sido, ante todo, y
sobre todo, un gran confesor de hombres y director de sus almas, nota
que se ha hecho resaltar por la prensa y los discursos necrológicos con
motivo de su muerte, en especial, el Excmo. Sr. Arzobispo, Dr. D. Juan
Francisco Aragone, en las palabras de clausura de la Concentración
Mariana; y el Dr. Hugo Antuña, que fueron sus penitentes larguísi-
mos años.

He aquí lo que decía "El Bien Público", en su artículo de fondo


del domingo 18 de abril de 1937:
"Su reclinatorio, en la Capilla de los Niños, en la Iglesia del
Colegio-Seminario, tenía siempre largas colas de hombres, de jóvenes
y de niños, que esperaban pacientes, horas y horas, la absolución, el
consejo y la dirección del Padre Benítez.
Sobre todo, los domingos y días de fiesta, desde las primeras
horas de la mañana, hasta muy cerca del mediodía; y particularmente,
hasta las diez de la mañana, la cenefa de católicos que esperaban la
absolución del apóstol, de confesionario de hombres entre nosotros,
era fenómeno silencioso, respetuoso, tranquilo y quizás más admirable
que imitable, durante siete lustros, hasta nuestros días; y hasta cierto
punto, una especie de milagro moral, que ha tenido por testigo a todo
lo más calificado del Catolicismo de Montevideo, en la Iglesia de los
Padres Jesuítas, en nuestro viejo y querido Seminario.

— 158 —
Un hombre que eso hacía, no podía ser nada vulgar.
Algo de extraordinario debía ocultarse, en el aspecto sencillo y
hasta algo rústico, de este correntino de pura fibra guaraní.
Era, ante todo, y sobre todo, un poderoso director de conciencias.
Tenía una potente visual, para leer en el fondo de las conciencias y
dirigir las almas con absoluta firmeza, siendo, como era, escrupuloso.
Algo debía tener, en eso, de San Alfonso María de Ligorio: que, con
ser el primer moralista de la Iglesia, cuyas sentencias pueden seguirse
tuto pede, al decir de Pío IX, era también perseguido de los escrúpulos.
En ese sentido, como director de almas masculinas, el Uruguay
ha perdido un hombre de esos que, como los genios, aparecen raras
veces; y son, en su línea, cumbres de la humanidad.
Era el Padre Benítez, un gran maestro de la dirección de las .

almas; y sus amistades en Montevideo eran infinitas."


En Montevideo, fué profesor de filosofía y teología, durante un
quinto de siglo. Sus discípulos, y en especial los alumnos de teología
tuvieron de la ciencia y erudición del P. Benítez un altísimo concepto.
A varios Sacerdotes de los más conspicuos de nuestro Clero, hemos
oído decir, en más de una ocasión, que el P. Benítez les había enseñado
a estudiar. Era, en efecto, el P. Benítez un maestro que sabía, como
pocos, poner a sus alumnos en comunicación con las fuentes y darles
ilustración y formación de primera agua, por sus vastísimos conoci-
mientos de la tradición cristiana, y en especial de los Santos Padres,
en que era un verdadero especialista, en la estricta acepción del voca-
blo; y reunió en el Colegio-Seminario la mejor biblioteca de Santos
Padres, que había en nuestra Capital.
Ya desde sus mejores años, como notó el Presbítero Luis R. de
Santiago en su oración necrológica en el Cementerio, el P. Benítez
defendió con entusiasmo y amplísimo saber, e indiscutible penetración
y talento de definibilidad del dogma de la Asunción de la Virgen al
cielo en cuerpo y alma y su mediación universal.
Esa misma devoción a la Santísima Virgen, y su vasta ciencia
marianológica, hacía del P. Benítez un entusiasta director y admirador
de las Congregaciones Marianas, como lo recuerdan los ex-Alumnos
Congregantes del Colegio-Seminario; y. lo hizo notar Monseñor Ara-
gone en la oración de clausura antes mencionada.
Bien se lo pagó la Señora, llevándoselo en día sábado, dedicado a
la Santísima Virgen, y durante la primera concentración de la Fede-
ración de Congregaciones Marianas de Hombres del Uruguay.
Mientras se tenía la Asamblea de Clausura en el salón de actos del
Colegio-Seminario, el P. Benítez estaba de cuerpo presente en la porte-
ría, coincidencia que muchos hicieron resaltar,
y que "El Bien Público"
expresa en los siguientes términos:
"Una nota curiosa destaca hoy su muerte: Ella ha venido a coin-
cidir con la gran concentración de Congregaciones Marianas que se
realiza en Montevideo, y que hoy precisamente en el viejo Colegio
de los PP. Jesuítas tiene su misa y realiza su asamblea.

— 159 —
Ante elcuerpo del gran director de la Congregación Mariana,
del devoto ferviente de los dogmas Marianos, los congregantes harán
con sus medallas una corona que será todo un símbolo. Sus desvelos
por las glorias de María Inmaculada, su labor por la vida espiritual de
la Congregación de la Virgen, tendrán así un reflejo visible de la
gloria con que Dios ha de premiarle más allá de la muerte, de esta
muerte en día de sábado, propicia a las misericordias infinitas que
brotan de la omnipotente mediación de María" (18-IV-37).
Con el sepelio del P. Benítez coincidió con muy pocos minutos de
diferencia, el de un general. El féretro del Padre iba unos pasos delante
de la cureña, que conducía el cadáver del general; y el ejército nacio-
nal en correcta formación hizo la venia, primero al Padre Benítez y
después al general.
Y mientras se pronunciaban los discursos en elogio del Padre,
se oían los cañonazos de ordenanza y las descargas de fusilería por
el entierro del general, que formaron un conjunto triste y armonioso,
en que se entrelazaron la Cruz y la Espada, en un concento, que nadie
había buscado, y que Dios, sin duda, quiso, para glorificación de
su siervo.

P. WAUTERS
El P. Engelberto ¡Wauters y Smets era belga. Nació en Lovaina,
provincia de Brabante, el 28 de junio de 1867. Niño aún ingresó en la
escuela apostólica de Tournout, de donde salió destinado a Méjico,
y con el fin de aprender castellano, ingresó en la Compañía de Jesús,
en Veruela, España, el 16 de julio de 1885. Concluida su carrera ecle-
siástica en la Madre Patria, ordenado ya de Sacerdote y hecha su ter-
cera probación, llegó a Montevideo el 12 de febrero de 1903.
En el Colegio-Seminario desempeñó los cargos de ministro, de pre-
fecto; fué profesor de humanidades y de retórica de los seminaristas;

y luego largos años operario, en que ha desarrollado una acción asidua


y profunda en todas las clases de nuestra sociedad, desde el confesio-
nario, el pulpito, los ejercicios espirituales y las asociaciones por él
dirigidas.
Largos años director local y diocesano del Apostolado de la Ora-
ción, fundador y alma de la Cruz Eucarística en todo el País; apóstol
de la Obra de la Consagración de familias al Sagrado Corazón; Cate-
quista asiduo de la Iglesia del Sagrado Corazón de los Jesuítas en el
Colegio-Seminario y uno de sus más antiguos y apreciados confesores;
director además de la Asociación para la Protección de las Sirvientas;
su repentina muerte y desaparición fué muy sentida, por una gran parte
de nuestra sociedad, desde los más pobres conventillos circunvecinos
del Colegio-Seminario hasta las más distinguidas familias en que era
muy apreciado como hombre de consejo y como director espiritual.
El fundó y escribió constantemente La Cruzada Eucarística, única
revista infantil de pura cepa, que haya vegetado entre nosotros, llegan-

— 160 —
do a tener su tiraje varios miles de ejemplares, y siendo muy apreciada
por los niños y niñas de la Cruzada Eucaristica. Obra es ésta que queda
huérfana y que, dificilmente dará con una pluma tan infantil, como la
del P. Wauters, de tan pura vocación y de tanto acierto y carácter en
su índole y en su género. ¡Qué difícil es, a las personas adultas, hablar
el lenguaje de los niños, en bueno y señalado estilo, agradeble a ellos;

y no desagradable a los adultos. Esas cualidades, las tenía en grado


eminente, el Padre Wauters.
Su pluma pasó silenciosa y anónima, pero hizo mucho bien; y cons-
tituyó las delicias de muchos millares de niños.
Su muerte, casi repentina, tuvo algunos caracteres de predestina-
ción, que no dejó de impresionar hondamente a los fieles, que lo vieron
caer al pie del altar.
Era el viernes 6 de agosto, día de la Transfiguración del Señor,
primer viernes de mes. A las cuatro de la tarde, subió al pulpito, como
de costumbre. Pronunció la plática del Apostolado, tomando por texto,
las palabras de San Mateo: ET TRANSFIGURATUS EST. Concluí-
do el sermón, bajó a la Sacristía; se revistió; salió al Altar Mayor para
dar la Bendición con el Santísimo; y al pie del altar fué fulminado por
un ataque cerebral. Perdió el conocimiento; y no le recobró más.
Al día siguiente, 7 de agosto de 1937, a eso de las 9 de la mañana
y algunos minutos, entregaba su alma al Creador.
Su muerte produjo gran sensación en todo el Catolicismo infantil
de toda la República. En todas partes se han ofrecido Misas y Comu-
niones generales por el descanso de su alma. Los héroes de esa cruzada
eucaristica por el alma del P. Wauters, han sido los niños y niñas de
la Cruzada Eucaristica. que tuvieron en él, su fundador y su primer
apóstol, en todas partes conocido y en todas partes amado por el Ca-
tolicismo Infantil del Uruguay, a que supo dar espíritu de cuerpo y un
gran espíritu cristiano y católico, que esperamos sea duradero; pues no
es posible dejar morir obra de tanta enjundia y de tanto porvenir para
el Apostolado de la Oración y para el Catolicismo uruguayo. Tal vez

su salvación y ulterior desarrollo consista, en hacerla Diocesana y crear


sendas Cruzadas Eucarísticas en cada Diócesis de esta Provincia Ecle-
siástica. Dicho sea esto de paso, como una .sugestión de historiador,
y sin ninguna pretensión de llevar la suya adelante, ni de dar normas
a la jerarquía, sino sólo como una opinión personal, nacida del amor a
la Cruzada, y del gran deseo de que ella se desarrolle con vida propia,
e independiente de la savia que pueda venirle del director, sea éste el
que fuere.
Nuestro diario católico "El Bien Público", bajo el epígrafe: "Una
gran pérdida para nuestra Iglesia", se expresa en los siguientes tér-
minos:
"Ya en números anteriores significamos todo el valor y los gran-
des merecimientos del querido Padre Wauters; hoy queremos insistir
sobre el hondo pesar que en el seno de nuestra sociedad ha producido

— 161 —
su muerte; pesar que revela claramente cuan ancha y honda fuera su
siembra espiritual a lo largo de sus jornadas.
Sus sepelios congregaron un número abultadísimo de personas
ligadas al ilustre jesuíta desaparecido por lazos de gratitud y admira-
ción cordial.
Interpretaron fielmente el sentir de los presentes tres oradores de

palabra elocuente y emocionada: el Dr. Víctor Escardó y Anaya que


habló en representación de la Junta Nacional de la Acción Católica;
el Dr. Juan Vicente Chiarino a nombre de los ex-alumnos y el Senador

Nacional, Dr. Juan B. Morelli, expresando el sentimiento de los diri-


gidos por el confesor admirable que había en el Padre Wauters.
A través de las frases de los tres distinguidos hombres de nuestra
causa surgió el Padre Wauters, como apóstol de la Cruzada Euca-
rística, como el maestro insustituible de los catecismos, como el direc-
tor inspirado y prudente de las conciencias, como el gran servidor y
amigo de todos los que sufrían y estaban deseosos de consejo, de orien-
tación y de paz.
La figura del Padre Wauters, siempre bien recordada en el seno
de esta sociedad que encontró siempre en él, a un guía, un consejero
y un sacerdote realmente paternal, que se consagró de cuerpo y alma
a los más altos servicios del espíritu y de Dios." — "El Bien Público",
10-VIII-1937.
El P. Wauters, en su paso por este mundo y por este Uruguay
querido ha dejado obra postuma, debida toda, a sus iniciativas: la gran
Cruz de Pan de Azúcar, en el cerro más visible y saliente de nuestra
Patria. Cruz gigantesca de treinta y cinco metros de altura, visible de
varias leguas a la redonda, grandioso símbolo y monumento del autor
de La Cruzada Eucarística.

P. ORRIOLS

El P. Miguel Orriols y Serra, nació en Ripoll, Gerona, España,


el 22 de diciembre de 1845. Estaba próximo a cumplir los 92 años de
edad; y tenía ya cumplidos 63 de vida religiosa. Desde muy joven
sintió la vocación al Sacerdocio; e hizo su carrera eclesiástica, parte en
Vich, parte en Barcelona, parte en Valencia, siguiendo los azares de
la guerra carlista, siendo a un mismo tiempo soldado y seminarista.
Siempre guardó los más gratos recuerdos del coronel de su regimiento,
por los cuidados paternales que le dispensó en todo momento; porque
siempre le facilitó los medios para proseguir sus estudios y porque
siempre le dió ocupaciones adecuadas y compatibles con su carácter
de joven que se preparaba a servir en el Santuario. Siempre le decía
mi coronel; y no recuerdo que le hubiese nombrado nunca. En cierta
ocasión, habiéndose trasudado el regimiento de Barcelona a Valencia,
el joven Orriols, quedó con destino en Barcelona; y cuál no sería la
estupefacción de su coronel, al vérselo entrar por puertas, a poco .de
llegar a Valencia.

— 162 —
—Pero, Orrióls, ¿qué has hecho?
— ¿Y cómo quería, usted, que yo estuviera separado de mi padre?
Con esta respuesta se lo ganó; y pudo seguir tranquilo en Valen-
cia, prestando su servicio militar en las filas del Gobierno; y conti-
nuando su carrera.
Ordenado de Sacerdote y concluido su servicio fué vicedirector de
un internado en Vich, sintió la vocación religiosa, e ingresó en la
Compañía en Francia, en momentos en que nuestra Orden se hallaba
desterrada de la Madre Patria, y los jesuítas parte desterrados y
parte dispersos por todos los ámbitos de la Península.
El P. Orrióls no volvió más a España. Concluido su noviciado
fué a Chile. En Santiago fué prefecto de división y profesor algunos
años y vino a Montevideo en 1887, con el cargo de ministro y prefecto
general, que ejerció con gran entereza y rectitud y con cierta firmeza
inflexible, que formaron en él carácter, en medio de su bondad y buen
sentido qué lo tuvo en gran escala. Era de los hombres que no se dejan
ilusionar, ni tampoco amilanar; y saben hacer frente con la misma apa-
cible tranquilidad a la favorable que a la adversa fortuna; y por eso,
son invencibles.
De Montevideo pasó a Buenos Aires con los mismos cargos.
También en Córdoba ejerció los ministerios, hasta que los Superiores
con notable acierto, lo nombraron Superior de la Residencia de Men-
doza, cargo que desempeñó durante doce años, y en que se revelaron
su genio organizador y su gran celo por la salvación de las almas,
fomentando las misiones al pueblo en las provincias del Norte de
la Argentina y los ejercicios espirituales al Clero y Congregaciones
religiosas.
La obra más genial de su vida fué la construcción de la gran
Iglesia de la Residencia de Mendoza. Cuando él llegó estaban echados
los cimientos y la obra paralizada. Con un solo albañil y dos peones,
y sólo diez pesos en caja, emprendió la continuación de esa inmensa
mole, que ya no se detuvo más en su marcha ascendente. A la vuelta
de doce años, los muros rebasaban las cornisas; y sólo faltaba cubrir
la Iglesia, obra que llevó a cabo el sucesor del P. Orrióls, P. Joaquín
Capará, y en que ya no hubiera podido trabajar un hombre solo.
La ejecución de las paredes es tan perfecta, que la Iglesia ha sido
revocada por dentro; pero no por fuera, porque a juicio de los arqui-
tectos los ladrillos están presentados con tanta perfección, que sería
un absurdo cubrirlos. Ellos desnudos son el mejor ornato del Templo
en su exterior y una gloria de la ciudad de Mendoza. ¡He aquí una
obra de genio del P. Orrióls! ¡Levantó un Templo a Dios, digno de
la atención de los técnicos!
En 1914, volvió el P. Orrióls a Montevideo, ya maduro en años
y con un gran bagaje de experiencia en la vida apostólica; y por cierto
que la ha aprovechado bien y con mucho fruto de las almas y de la
mayor gloria de Dios. A él se debe entre nosotros, la introducción de
los Ejercicios Espirituales cerrados a hombres, obreros y caballeros
que solían acompañarlos. Durante largos años, dió cada año varias
tandas de Ejercicios a Obreros en Larrañaga, en tandas pequeñas de
25 a 30 Obreros, llegando a pasar del millar los que hicieron los Ejer-
cicios bajo su dirección. La doctrina del P. Orrióls era sana y sólida;
su anecdotario infinito y su experiencia acrisolada y larga: de ahí que
sus Ejercicios fueran muy del gusto de los obreros y de los caballeros
que los acompañaban, siempre en número limitado, pero muy escogido,
entre ellos el Dr. Antonio J. Rius, el Dr. Vicente Ponce de León, el
Dr. Román Lezama Muñoz y otros que sería prolijo enumerar.
Fué largos años Capellán de la Cárcel Correccional y de la Peni-
tenciaría de hombre y de mujeres, éstas a cargo de las Hermanas del
Buen Pastor. Oí decir al Sr. Juan Carlos Gómez Folie, nuestro gran
técnico en la dirección de cárceles, que el orden y la moralidad en
ellas toda se la debía al P. Orrióls. Se refería a los años en que el
P. Orrióls fué su Capellán y director espiritual, asiduo y eficaz; por
su energía y su buen trato y su gran conocimiento de los hombres y
de la situación de aquellos desgraciados, muchos de los cuales depo-
sitaban en el P. Orrióls toda su confianza; y todos ellos no podían
menos de apreciar y estimar en alto grado su gran celo y su caridad
en asistirlos, guiarlos, aconsejarlos, consolarlos, alentarlos, en medio
de su desgracia. Esta era una de sus fojas más brillantes de su servi-
cio como varón apostólico y que sólo busca la gloria de Dios y la sal-
vación de las almas.
Su confesionario y su trato como director espiritual y guiador de
almas era muy estimado. En su última enfermedad, que fué muy
larga, pues estuvo en la enfermería más de dos años, y de ellos más
de un año y medio sin levantarse de la cama y sin poderse mover para
nada; en todo ese tiempo nunca le quitaron del Catálogo el cargo de
confessarius domus et vitorum, confesor de la casa y de hombres.
Muchos de los jesuítas y no pocos sacerdotes seculares y hombres
acudían a la enfermería a confesarse con el P. Orrióls, casi hasta la
víspera de su muerte; pues conservó siempre la capacidad mental y
la frescura del lenguaje.
Unos días antes de su muerte, a principios de agosto, el día del
ex-Alumno, acudimos varios del año 1888 a saludar a nuestro antiguo
Prefecto; y nos hizo rezar delante del niño Jesús y nos pidió oraciones
para que le ayudásemos a llevar su enfermedad, no sólo con paciencia,
sino también con alegría. En eso fué admirable. Siempre que se le pre-
guntaba cómo se sentía, invariablemente respondía: "Alegre, gracias
a Dios". Ysiempre la alegría en la enfermedad.
Como unos días antes de su muerte le amenazara la uremia, el
P. Rector, Luis Parola, le indicó la conveniencia de recibir los Sacra-
mentos, a que respondió con su habitual entereza:
—Ni admito, ni rehuso. Se hará lo que V. R. diga.
—Pues, entonces, juzgo conveniente que los reciba.
—¡Ah! gracias a Dios; es un nuevo beneficio que debo a Dios
Nuestro Señor, el de recibir a tiempo y por orden de la obediencia,

— 164 —
los Santos Sacramentos; y los recibió con toda la alegría de su alma
y de todo corazón.
Donde mejor se reflejó la formación espiritual del P. Orrióls, fué
en su ancianidad, en el tiempo transcurrido entre su imposibilidad de
salir de casa y su reclusión en la enfermería. Con gran sacrificio, siguió
la vida común en la Capilla, en el refectorio, en el recreo, sin faltar
nunca a los actos de comunidad: pudo decir, con San Berchmans: Mea
máxima pcenitentia vita communis; mi mayor penitencia es la vida
común.
En los ratos libres durante el día, fuera de la oración y de los
tiempos dedicados a la lectura, se entretenía en cultivar el jardín de
la azotea del Colegio-Seminario, que en ese tiempo, que duró varios
años, estuvo siempre cubierto de flores en todas las estaciones del año.
incluso los días más rigurosos del invierno, Y así llevó una vejez decen-
te, simpática, estética y hasta poética, cultivando flores y matando

hormigas, que eran su formidable enemigo. No sin alguna gracia, lla-


maban su jardín el Jardín de Semíramis. Concluiremos esta etopeya
con las siguientes palabras, que le dedica "El Bien Público", en su
artículo necrológico:
"Con esa p#az que fué parte integrante de su estampa austera y
venerable, obscureció para siempre bajo las pestañas hirsutas y em-
blanquecidas por el tiempo, la vida de un hombre que fué para todos
un ejemplo y para los virtuosos una imitación difícil y una conquista
envidiable.
Conocimos al Padre Orrióls ya viejo y nos pareció que siempre
debió haber sido así, viejo. Porque en el fondo de su figura pequeña
vibraba un espíritu nuevo, una energía que se proyectaba, una bondad
que hacía la luz en sus palabras, en sus advertencias, en sus consejos,
y terminaba por convencernos que para este hombre, la juventud no
hubiera sido imprescindible ni para sus esfuerzos ni para sus extra-
ordinarias realizaciones.
El Padre Orrióls fué muchas cosas, pero sobre todo fué un con-
fesor de super valimiento. A esa tarea se entregó casi por completo;
y así, silenciosamente, hizo el bien más grande en la más humilde de
las formas.
Dios puso a prueba su valor con la misma intensidad conque lo
había dotado generosamente para la vida, y en estos últimos días so-
portó, con la conformidad evángélica de los iluminados, los terribles
dolores de su cuerpo llagado, esperando la muerte con la misma impa-
sible serenidad conque se enfrentó a los más graves problemas de
conciencia, con el corazón abierto en la expectativa sublime"
(22-VIII-37).

Hermanos Coadjutores

Un elemento indispensable en todos nuestros Colegios, en todas


nuestras empresas, son los Hermanos Coadjutores. Por su número se

— 165 —
elevan aproximadamente a la tercera parte de la Orden; y en esa
proporción han actuado en este Colegio-Seminario. Los Hermanos diri-
gen lo que llamamos las oficinas: portería, ropería, cocina, enfermería,
despensa .comedores, sirvientes y mil otras menudencias indispensa-
bles en el buen régimen de una familia, de un hogar, de una casa. Un
Hermano Coadjutor santo y bueno es siempre un grande hombre,
muy superior a su humilde ministerio. Por esta casa han desfilado
algunos Hermanos Coadjutores muy notables en su línea.

H. ROTA

El Hermano Ignacio Rota era un excelente carpintero, un buen


mecánico, un capataz insuperable y un buen maestro de obras, que
dirigió, con D. Juan Lladó, toda esta inmensa fábrica: no menos que
un hombre providencial en los momentos difíciles por que atravesó
el Colegio-Seminario en 1885. Era un hombre listísimo en la más
genuina expresión del vocablo. Generalmente, cuando los demás iban,
él ya estaba de vuelta, como suele decirse.

H. DAYER

El polo opuesto del Hermano Rota, era el H. Dayer suizo de


nación. Tranquilo, dulce, bondadoso. Sólo pensaba en su cocina y en
tenernos a todos contentos. De vez en cuando nos daba algún asado
con cuero al horno, tierno y jugoso. Nunca pensaba mal de nadie, y
era de todos amigo, muy piadoso y muy santo.

H. TORRAS

Del H. Juan Torras, dijo el diario católico, en su nota necrológica:

"Acaba de fallecer el H. Juan Torras, largos años Sacristán en


Sagrado Corazón, del Colegio-Seminario, muy conocido
la Iglesia del
de todo el mundo católico que frecuenta aquella Iglesia.
Era el H. Torras español de nación. Nació el 2 de febrero de
1858. Había cumplido los 77 años de edad y estaba a punto de cumplir
los 50 de vida religiosa.
Era el extinto uno de esos grandes Hermanos de la Compañía de
Jesús, tan modestos en su porte como eficaces en su acción. Hombre
humilde y piadoso. En los últimos años de su vida se quedó entera-
mente ciego; y llevaba su ceguera con ejemplar resignación, dado a
la oración y a las pocas ocupaciones, que le permitía su absoluta falta
de vista.
Fué sacristán hasta que. la vista no le dió más.* Y en su estado de
ceguera, no tenía sino un sentimiento: el no poder trabajar más para
la gloria de Dios.

— 166 —
Estuvo algunos años en Larrañaga. allá por el año 1891, y siguien-
tes: y casi el resto de su vida religiosa lo pasó en el Colegio-Seminario,
del cual, sin duda, era una columna por la santidad de su vida.
Muere tranquilo en la paz del Señor, con plena conciencia de lo
que hace y ofreciendo su vida en holocausto a su Creador y Señor.
Descanse en paz" (l-VI-1935).
Era el H. Torras de mediana estatura. Más bien alto que bajo.
Muy enjuto de carnes. Y aunque rosado de rostro, parecía un cuerpo -

momificado. Y conservó siempre el mismo aspecto desde su juventud,


hasta su última vejez, sin que le hiciera variar mucho ni su estado de
ceguera. Caminaba medio arrastrando los pies, recto como una espiga,
sin mirar casi donde pisaba.
Por su porte, y por su modo de caminar, nadie hubiera sospechado
su absoluta seguridad para andar por los puntos más peligrosos, sin
titubear lo más mínimo. Más de una vez le hemos visto pasar cami-
nando con la mayor naturalidad por el pretil de la nave lateral de la
Iglesia, desde la torre hasta la base de la cúpula; a veces hablando y
volviendo la vista con absoluta seguridad, sin. asomo de miedo de que
*
podía perder el pie.
Otras veces le hemos visto trepar por la escalera de grampas que
conduce a la cumbre de la cúpula de nuestra Iglesia, que tiene 54
metros de altura, hasta el pie del cupulín con la misma naturalidad
con que pudiera hacerlo un albañil avezado y diestro.
Todos estos eran gajes de su oficio; y los cumplía con agilidad
y limpieza. Con mucha más facilidad, esperamos en Dios, que haya
subido a los cielos, después de una vida larga, modesta, santa y pura.

H. CALATAYUD

El H. Justo Calatayud. nuestro excelente portero, especie de


Alonso Rodríguez de esta casa, murió en olor de santidad, y su me-
moria perdura en los anales de la Orden y quizá también en la me-
moria de muchos que le conocieron y experimentaron su caridad sin
límites, llena de abnegación y paciencia, por amor de Dios y del
prójimo.
Su Rector, el P. Ramón Crexáms. en carta al P. José Auger,
27-IX-1908, se expresaba en estos términos: "Ya saben ahí que hemos
perdido al H. Calatayud, que, con sus buenos ejemplos y fervorosas
oraciones, sostenía como una columna este Colegio-Seminario. Sólo
el pensar que hemos ganado un intercesor en el cielo, puede hacer más
llevadera esta pérdida. .

Copia un artículo de "El Amigo del Obrero", y luego prosigue:


"Fácilmente podrá añadir V. R., que le conoció, lo que se escapa a
la vista de los de fuera: aquel consuelo sensible, que se le notaba,
cuando podía servir a los Nuestros; aquella solicitud en buscarse nuevas
ocupaciones, sin faltar en lo más mínimo en la portería; aquella práctica
constante de la mayor abnegación y continua mortificación en todas

— 167 —
las cosas posibles; aquella obediencia tan rendida y aquella humildad
tan ingenua.
El último año que pasó sin poder trabajar, fué para él de oración
casi continua, que sólo interrumpía para edificar con santas conver-
saciones a los que le visitábamos. Ibamos a su aposento, no sólo para
ejercitar la caridad, sino para aprender conformidad con la Divina
Voluntad, celo de la salvación de las almas, estima de las cosas espi-
rituales, etc., etc.
Si V. R. le hubiese visto moribundo con los brazos cruzados sobre
el pecho, aun cuando no daba ya señales de entender lo que le decía-
mos, con aquel sociego y tranquilidad, sin duda experimentaría, como
nosotros, mayor inclinación a encomendarse a sus oraciones, que a
ofrecerle sufragios."
Así el P. Crexáns, el cual hizo suyo el artículo de "El Amigo del
Obrero", copiado por 'La Semana Religiosa"; y bien podemos hacerlo
nuestro nosotros, apoyados en su autoridad, y por eso lo transcribimos
íntegro. Helo aquí:
-"El sábado, 19 del corriente, a las cuatro y media de la tarde,
con la preciosa muerte de los justos, descansó en la paz del Señor, el
H. Justo Calatayud, S. J., que, por espacio de 14 años, había desem-
peñado el cargo de portero en nuestro Colegio-Seminario. Cuantos
irecuentábamos dicha portería, habíamos tenido ocasión de admirar
la afabilidad de su trato, la igualdad de su ánimo, su ingenuidad en-
cantadora, su paciencia inalterable, la piedad de que rebozaba su
espíritu, aun en medio de la agitación y del cúmulo de atenciones e
impertinencias a que, en portería tan concurrida, necesariamente tenía
que satisfacer. Solo una virtud heroica podía disimular con una dulce
sonrisa y con una imperturbable serenidad, así el malestar y casi con-
tinuos dolores con que una aguda diabetes, desde mucho tiempo, venía
minando su salud, como los arduos trabajos e inevitables molestias de
su tan difícil y laborioso cargo.
Recibió los últimos sacramentos con todo el fervor de un alma
que, desde el año de 1888, en que ingresó en la Compañía de Jesús,
había vivido consagrado por completo a la mayor gloria de Dios, y a
su continua abnegación en provecho de los prójimos. Desde las pri-
meras horas del sábado conoció que sería el día postrero de su vida
y muy a propósito para su partida, pues era la víspera de la Virgen
de los Dolores, sábado 19, dedicado a San José, circunstancias que
aumentaban el contento y alegría con que acostumbraba a mirar su
cercana muerte.
Tres horas antes de morir, como le apretara mucho la sed y no
le conviniese beber, bastó recordarle la sed de Jesús moribundo en la
cruz, para quedar sumamente complacido y consolado. Después de
haber acompañado él mismo verbalmente las preces de los agonizantes,
abandonó este destierro para volar al cielo a recibir el premio debido
a una vida tan santa y ejemplar.
No debemos dar nuestro pésame a los queridos Padres Jesuítas,
pues, al perder un Religioso de tal valer, han ganado un intercesor
en el cielo" (Cartas Edificantes de la Asistencia de España, año 1908,
n. 2, pág. 311-312).

H. BENLLOCH

El H.- Vicente Benlloch, nuestro gran despensero, tan conocido


por los muchachos, y más por sus grandes amigos, para quienes solía
tener sus inagotables reservas. Era tan consecuente con sus amigos,
que, aun a la hora de la muerte, me pidió un favor para uno de ellos,
invocando su calidad de moribundo, para moverme a que se lo conce-
diera. El H. Benlloch era uno de los hombres más abnegados y sufri-
dos que yo he cono.cido en mi vida: despreciador de sus propias como-
didades y activísimo en buscar las comodidades ajenas. Por eso quizá
el Señor le concedió una muerte pacífica, sin dolores, con plena lucidez
hasta el último momento, y sin los estertores de la agonía. Cuando
llegó su último momento, dijo al H. Enfermero: "Téngame la cabeza
que me voy". Se la tuvo y se fué.
Digamos una palabra siquiera de los profesores seglares.

FLAQUER, PONS. GIL, REY, CALVO


Pbro. FLAQUER

El Pbro. D. Alberto Flaquer, noble y santo sacerdote, confesor


de la fe, que hubo de huir de Francia, su patria, perseguido de la
Masonería, apareció entre nosotros con sotana y faja francesa; y vivió
retirado algunos meses en Colegio-Seminario, como si fuera un Padre
Jesuíta. Nosotros creíamos que se llamaba el P. Hospes, porque con
ese nombre lo designaban en el cuadro de las misas. Pasados unos
tres meses desapareció el P. Hospes; y antes de que nos percatásemos
vino el P. Requena al recreo de los Seminaristas y nos preguntó ma-
liciosamente:
—Y Padre Hospes?
¿el
— ¡Ah!, hoy no
cierto, le hemos visto decir Misa. ¿Qué? ¿Se
ha ido?
— Es que no es jesuíta ni se llama Hospes. Desde anoche es Te-
niente de Aguada.
la
— ¡Ah! ¡Pero . . . mire! . . .

Y
nos contó en pocas palabras algo de su odisea. El P. Flaquer
era un gran sacerdote. Fué en el Colegio-Seminario profesor de
francés y canto llano. Fué un gran bienhechor de los seminaristas. A
él le debieron su carrera, entre otros, los Pbros. Julio Lasplaces y José

Romero, que han pasado a mejor vida; y aun viven no pocos seglares,
de entre los cantores de la Aguada y de los alumnos de la Sagrada
Familia, a quienes ayudó eficazmente el P. Flaquer en la prosecución

— 169 —
de sus estudios. Todo su dinero lo gastaba en seminaristas y estudian-
tes pobres. Vez hubo que llegó a socorrer hasta once seminaristas a
un mismo tiempo, que, para un bolsillo pobre como el suyo, no deja
de ser una fuerte erogación; más de un potentado se consideraría impo-
sibilitado, y eso sin contar otros estudiantes pobres de sus queridos
guatenses.
El Presbítero Flaquer era todo de la Iglesia y de los pobres; no
creo que ahorrase ni un centésimo de cuanto ganaba con su asiduo
trabajo en la Parroquia y en la cátedra. Es uno de los grandes modelos
de desprendimiento que ha tenido el clero uruguayo. No supo la Ma-
sonería Francesa el gran bien que nos hizo con el presente del
P. Flaquer, cuyo nombre no se puede pronunciar en toda la Parroquia
de la Aguada sin que al punto se oiga esta exclamación:
— Era un gran sacerdote.

Sr. PONS

D. Lorenzo Pons, profesor de lenguas, algo bajo, retaco, lleno de


salud y de vida, era todo un "dandy", siempre correctamente vestido,
de galera de felpa, botines de charol y levita cerrada. Al llegar a clase,
dejaba su galera boca arriba en la esquina de la cátedra. No siempre
usaba guantes, pero cuando los llevaba hacía con ellos un bollo y los
echaba dentro de la galera. En seguida sacaba su pañuelo de seda, olía
el agua de colonia, frotando levemente la cara y lo echaba también
dentro de la galera. Ponía la rodilla derecha sobre la silla, se santigua-
ba piadosamente, rezaba el Padre Nuestro, y empezaba su clase con
febril actividad: cuatro muchachos escribiendo verbos en una pizarra;
y uno, en otra, desarrollando un tema en inglés o francés, según fuera
la clase, y él preguntando la lección activamente sin perder ripio de
tiempo. Al tocar la campana, al fin de clase, recogía su pañuelo de seda,
y si los traía, sus guantes; enhiesta su galera en su mano izquierda,
como una torre de Pisa, olvidando siempre sobre la cátedra el papelito,
en que tenía apuntados, o no apuntados, los que indefectiblemente
aquel día habían de ir al P. Prefecto por su mal comportamiento en
clase, papelito por supuesto de que no hacía mención, en saliendo de
clase, ni ante el Prefecto ni ante nadie. Era como soldado pintado en
batalla: siempre amagaba y nunca daba. Todos lo queríamos: y no
recuerdo que nadie le faltase gravemente al respeto.
Don Lorenzo Pons, alias Míster "Ticher", o Míster Pons, como
le llamábamos nosotros, era un hombre por demás sencillo, a pesar de
su correcto indumento y su vestido de etiqueta.

Dr. GIL

El Dr. Enrique Gil, profesor de ciencias naturales, era sin


género de dudas, uno de los profesores más eminentes de su genera-
ción en la República. Temperamento enfermizo, aanhiado por conti-

— 170 —
nuos dolores y enfermedades, tenía una nube en un ojo. que daba
cierto aspecto extraño a su mirada. Pero, apenas decía las primeras
palabras, ya cautivaba y subyugaba a todos cuantos le trataban. Por
lo que a mí toca, no dudo en afirmar, que el Dr. Enrique Gil es el
profesor más eminente que yo he conocido, dentro y fuera de la Com-
pañía. No he visto ningún profesor en quien concurrieran, a la vez,
tantas cualidades sobresalientes. Justicia, moralidad, bondad sin lími-
tes, dominio absoluto de las materias y de la clase. Nadie temía al
Dr. Gil, pero nadie se hubiera atrevido a causarle el menor disgusto.
Por eso en su clase había siempre aplicación, naturalidad y orden
absolutos, cosas no fáciles de conseguir simultáneamente, sin que se
estorben unas a otras. Yo guardo del Dr. Gil los más gratos recuerdos,
como profesor bueno y de fibra, en medio de su mansedumbre. En
sexto año éramos sólo cuatro alumnos de historia natural con dos
horas de clase dianas. No perdimos ni un minuto de tiempo. Traba-
jamos contentos y clasificamos y catalogamos, gracias a la inmensa
pericia del Dr. Gil. 600 minerales y 400 rocas, dejando científicamente
ordenado el museo de historia natural, que después otros han enrique-
cido y llevado a mucha mayor perfección. Ha sido inmensa la gloria
de este Colegio-Seminario al haber tenido largos años de profesor, y
como uno de los profesores más asiduos y familiares, al Dr. Gil. Tenia
el Dr. Gil gran cariño al Colegio; y en todo el colegio había hacia él

un suave ambiente de amor y de respeto. Era un profesor modelo:


respetado y querido, que respetaba y quería a sus alumnos. Nunca
jamás dejó mal a un niño en clase. Muy rara vez felicitaba ni decía la
menor alabanza por bien que se le diera la lección; pero, en cambio,
por mal que ésta se supiera, difícilmente se daba nadie cuenta de que
un niño no sabía la lección: porque el Dr. Gil, con sus infinitos recur-
sos, dialogaba de tal suerte, que todos aprovechábamos el tiempo, y
la lección siempre salía bien dicha la supiera o no el interrogado. De
ningún profesor he aprendido yo tantas lecciones prácticas de sana
pedagogía como del doctor Enrique Gil; y siento inmenso placer en
poderle hacer justicia, en una ocasión como ésta; pues, aunque es cierto
que murió trágicamente, a mí no me dió sino buenos ejemplos; y es
opinión común y bien fundada, que, a pesar de su delirio, murió como
un santo, porque santa era su vida, y más en sus últimos años, en que
luchó heroicamente en contra de la tentación tratando largas horas
con su confesor el P. Menas Planas, el cual, apenas falleció el Dr. Gil.
comunicó de oficio y espontáneamente a la Curia, que le podían dar
tuta conscientia, sepultura eclesiástica; pues había luchado constante-
mente como buen católico contra la tentación del suicidio. Dios lo tenga
en su gloria.

Sr. REY

Entre los profesores de música, sólo citaré a don Severino Rey,


y a don Carmelo Calvo. El señor Rey padre del Canónigo D. Augusto

— 171 —
Rey, era un hombre sencillo y simpático .excelente padre de familia
que ejercía su profesorado con gran entereza y energía.

Sr. CALVO

Don Carmelo Calvo, uno de los grandes músicos, quizá el más


eminente de su tiempo entre nosotros, por todos reconocido como un
gran director de orquesta, fué uno de los más grandes amigos y bien-
hechores del Colegio-Seminario, por cuyo bien se sacrificó en todo
momento, sin escatimar fatigas ni trabajos. Era, como Rey, un exce-
lente cristiano y un fervoroso católico; y ambos se querían como dos
hermanos, tanto que Calvo acabó sus días en casa de los hijos de Rey,
en santa y venerable ancianidad.
Esto decía yo, con muy pocas variantes, en el discurso inaugural,
que tuve el honor de pronunciar a principio de curso en 1930. Por mu-
cho que fuera mi deseo de recordar otros varones esclarecidos que han
honrado las cátedras y los Ministerios Sagrados en el Colegio-Semina-
rio, no me fué posible, o por la falta de tiempo, o porque algunos aún
vivían y era propósito mío, no detenerme en elogiar, hombres que aún
no habían pasado a mejor vida. Quiero suplir, en parte, esa deficiencia,
siquiera sea en aquellos más reclamados por la opinión, y en algunos
que han fallecido durante el último decenio.

CAPITULO XII

A MANERA DE EPILOGO
LA NOTA CARACTERISTICA DE LOS JESUITAS EN SUS TRES EPOCAS
URUGUAYAS, HA SIDO LA FORMACION DEL CLERO

La nota característica de los Jesuítas, durante los tres períodos


que han vivido en el Uruguay, ha sido la formación de nuestro Clero.
A ella han contribuido desde el país y desde el extranjero con notable
tenacidad. En esto no han tenido semejante. Y, por eso, no es extraño
que todos los Obispos Uruguayos, sin excepción alguna, hayan sido
alumnos de los Jesuítas, y que casi todo el Clero Uruguayo haya pasado
por sus manos. Y es, sin duda, ésta una de las glorias más puras de
la Compañía de Jesús en el Uruguay. Y uno de sus apostolados más
universales y más profundos: porque han formado los Apóstoles y
toda la Jerarquía de esta Provincia Eclesiástica, cuyo Clero es un
Clero modelo y que, sin despreciar a nadie, no cede en ciencia y en
virtud y celo por la Salvación de las almas, a ningún Clero del mundo.
En su relativamente corta existencia, ha dado Obispos santos y verda-
deros Apóstoles, como un Jacinto Vera, un Inocencio María Yéregui,
un Pío Cayetano Stella. un Ricardo Isasa, un Joaquín Arrospide, un

— 172 —
José Marcos Semería, un Tomás Gregorio Camacho, y Obispos que
tenían todo eso, y eran además sabios de primera línea y de lo más
eruditos de su siglo, verdaderos padres de la Iglesia por su ciencia y
su virtud, como un Mariano Soler, que era, sin duda, uno de los Pre-
lados más sabios y más conocidos de su generación, en el país y en el
extranjero.
No menciono al Dr. D. Dámaso Antonio Larrañaga, porque no
me consta que hubiese estudiado con los Jesuítas. Pero esto no des-
virtúa la proposición sentada anteriormente: porque Larrañaga no fué
nunca consagrado con la plenitud del Sacerdocio, no por falta de mé-
ritos: pues era un varón justo, y uno de los hombres más sabios de su
generación, sino, sin duda, por haber quedado, en los últimos años
de su vida, enteramente ciego. Pero sí debemos contarlo entre los
sapientísimos prelados uruguayos, que tuvieron fama mundial. Entre
los hombres que ya pasaron, podemos afirmar que la Jerarquía Uru-
guaya, ha tenido en un lapso de tiempo, relativamente breve, dos ver-
daderos sabios de reconocida nombradía, uno seguro alumno de los
Jesuítas.
Las Pastorales del Dr. Mariano Soler, sus Viajes por Ambos
Mundos y Viajes Bíblicos, las Ruinas de Palmira y de Babilonia, su
Apología de la Compañía de Jesús, y otras que sería prolijo enumerar,
son verdaderos monumentos de erudición y de la ciencia de su tiempo.
Las Ruinas de Palmira y Babilonia están escritas con datos tomados
sobre el terreno y de esta última, dice Carlos Walker Martínez, que
es honra de la lengua castellana y de Sud América.
El 27 de abril de 1933, se inauguró el Seminario Mayor Inter-
diocesano y Menor Metropolitano de Cristo Rey, de Montevideo. Es
la cuarta vez que los Jesuítas se hacen cargo de la formación del Clero
en el Uruguay.
La primera vez fué hacia 1746, en que abrieron la primera escuela
de Montevideo. "De esta escuela —
dice el Dr. Nicolás Bárrales,
primer Cura Párroco de Montevideo, —
a más de otros grandes pro-
vechos que se han seguido, ha sido uno muy principal, el que varios
niños de capacidad y de padres de conveniencia han pasado a estudiar
gramática en la misma Residencia, a cuya enseñanza está también
dedicado otro Padre, siendo así que, por lo común, no son más de
tres, con el Superior y un Hermano Coadjutor. De esta aplicación de
los Padres a enseñar la gramática, ha resultado el que hoy día tiene
esta ciudad seis hijos estudiando facultad mayor, parte en el Real
Seminario de Córdoba, y parte en el Colegio de Buenos Aires, sin
otros cinco que están próximos a entrar en filosofía; y los más de ellos,
con capellanías sólidamente fundadas, y suficientes para ordenarse con
ellas; de suerte que, aunque no se aplicasen más niños a la gramática,
dentro de pocos años tendrá esta ciudad, de seis a siete Clérigos, hijos
de sus principales familias, los que, criados en la escuela de la Com-
pañía, se espera serán de mucho lustre, ejemplo y provecho, para este
pueblo y su jurisdicción".

— 173 —
Asi hablaba el primer Cura de la Matriz, y de Montevideo, en
informe fechado el 30 de setiembre de 1761; y añadía con cierto aire
de satisfacción y de triunfo: "De este antecedente, notoriamente cierto,
se infiere que, a beneficio de la grande aplicación de los Padres, está
ventajosamente suplida la grande dificultad que dice el informe que
hay de hallar Clérigos que vengan a esta ciudad, por falta de congrua".
Y yo puedo añadir que esa congrua era tan generosa que, en
tiempo de Monseñor Vera, y del Gobierno de Berro, se pensó seria-
mente en reclamar esos beneficios, con la idea de elevar el Vicariato
a Diócesis, con un presupuesto global de unos 60.000 pesos al año,
cuya principal entrada, si no la única, había de proceder de esos bene-
ficios. Creo que nada se hizo por la insensatez de aquel Gobierno, que
se enfrascó estéril y perjudicialmente en el famoso conflicto, que ha
pasado a la historia con el nombre antonomástico de "el conflicto ecle-
siástico". Pero, de todos modos, ese hecho, o proyecto, indica el con-
cepto en que se tenía de esas becas o patrimonios sacerdotales, en
tiempos más cercanos que los nuestros, a la presencia dé los hechos.
De las palabras de Bárrales se deduce que toda la Comunidad de
Montevideo estaba dedicada a la formación de nuestro Clero; pues
siendo sólo cuatro, tres se dedicaban a la enseñanza, el Hermano
Coadjutor y dos Padres. Y los Padres, expresamente, a los alumnos de
la Escuela que deseaban seguir la carrera eclesiástica, y en orden a
ella, y nada más que a ella; era, pues, un verdadero Seminario Menor,
en el actual significado del vocablo. Todo eso se acabó con la expulsión
de los Jesuítas en 1767. Esa Escuela Seminario duró, pues, unos 20
años.
Desterrados de Buenos Aires, por Rozas, en 1841,
los Jesuítas
se refugiaron en Uruguay; y a vuelta de mil peripecias vinieron a
el
fundar un Colegio en Santa Lucía, donde se dedicaron, por segunda
vez, a la formación de nuestro Clero. No tengo una nómina de los
Sacerdotes, formados por los Jesuítas en la época colonial. Sólo me
consta que, a ella, perteneció el primer sacerdote uruguayo, Dr. José
Manuel Pérez Castellanos, gloria del Uruguay, y sabio de primera
agua. Pero no dudo que no desmerecerían de los que se formaron en
esta segunda época, en que salieron hombres tan eminentes como Don
Inocencio María Yéregui, segundo Obispo de Montevideo; y su her-
mano don Rafael Yéregui, el gran secretario de Don Jacinto Vera, y
a quien hará justicia la historia, pues actuó en los tiempos difíciles del
conflicto eclesiástico con brillantez y absoluta fidelidad a la Iglesia.
De Santa Lucía salieron también un Madruga, un Auferil, un Echagüe,
este último de Paraná, y otros que no sería difícil enumerar.
El 26 de enero de 1859, fueron desterrados los Jesuítas del Uru-
guay, por el Gobierno de don Gabriel Pereira.
Después de la Cruzada Libertadora, el Gobierno provisorio de
Flores, por decreto del 4 de abril de 1865, levantó el destierro a los
Jesuítas, pero no volvieron a la Patria hasta el 3 de setiembre de 1872.
A los 88 años de su arribo a nuestras playas, el 1" de marzo de 1880,
— 174 —
\
se hicieron por tercera vez cargo del Clero Uruguayo, en el Colegio-
Seminario de la calle Soriano y Médanos. El 19 de febrero de ese
año llegó el primer seminarista de esta tercera época, Jaime Ros. Al
día siguiente llegaron Antonio S. Ardoino, Antonio Castro, Francisco
Irizarri, etc., hasta doce seminaristas que entraron en Ejercicios ese
mismo día, 20 de febrero, para salir el 29 por la mañana y entrar en
clase el primero de marzo, después de haber recibido la Comunión de
mano del Excelentísimo Señor Nuncio Apostólico, Dr. D. Luis Matera.
Las "Cartas Anuas" de aquel año, relatan el hecho con estas fru-
gales palabras: "Los Seminaristas pintan bien, en este primer curso
literario: pues con ocho días de Ejercicios Espirituales, han echado
el fundamento, no sólo para este año, sino también para los años veni-

deros, recibiendo, además, el Sacratísimo Cuerpo de Cristo Nuestro


Señor, de mano del limo. Sr. Matera, Nuncio Apostólico en estas
Repúblicas del Plata. Luego, el Ilustrísimo Varón, muy amigo de
nuestra Compañía, habló muy amablemente a los alumnos, y les sig-
nificó que era, para él, gratísima la erección de este Seminario; y que
él escribiría sobre esto al Romano Pontífice".

De aquella primera planta, viven aun Don Jaime Ros, el Decano


de losPárrocos de esta Provincia Eclesiástica y protoalumno del Cole-
gio-Seminario; el Rvmo. Señor Canónigo D. Antonio S. Ardoino, Deán
del Cabildo de la Arquidiócesis de Montevideo; el Canónigo José de
Luca y el señor Lorenzo Lanaro. Entre los finados de aquel primitivo
plantel, figuraron hombres tan eminentes como un Antonio Castro y
Simón Gorrichategui, de quienes hicimos ya larga mención en su
propio lugar.

Un Pedro Oyasbehere, periodista de alta escuela, luchador incan-


sable, integérrimo defensor de nuestra Causa, con la palabra y con
la pluma; poeta y orador distinguido, que hizo honor a las letras uru-
guayas. Párroco del Durazno, libró allí recias batallas por nuestra
causa. Fundó el Colegio de las Hermanas Alemanas, que aun dura,
y ha progresado. Fué director de "El Bien Público". Herido de una
parálisis, llevó su enfermedad con gran resignación y paciencia durante
varios años. Decía Misa en su casa; y solía decir con mucha gracia,
que no le quedaba sano sino el corazón para amar a Dios y desear
su mayor gloria. Fué excelsa gloria del Clero Uruguayo.
Un Luis Hargain, que, concluida su carrera en el Colegio-Semi-
nario, pasó al Colegio Pío Latino de Roma, donde se doctoró en la
Universidad Gregoriana; y ha sido, sin duda, el primer canonista de
su generación entre nosotros. Varón eximio y brillante, prestó a la
Iglesia su más valioso concurso en momentos delicados y difíciles. Era
el Dr. Hargain una verdadera gloria de la Iglesia Católica en el
Uruguay.
Otros, aunque no tan conocidos, no son menos dignos de aprecio;
como un Francisco Irisarri, sereno y profundo teólogo, y Mamerto
Nicolás Berriel, párroco santo y modoso.

— 175 —
Y, si echamos una mirada de conjunto a la actuación del Colegio-
Seminario del Sagrado Corazón, en la formación de nuestro Clero,
veremos que no puede ser más brillante. Por sus aulas pasaron 251
seminaristas de los cuales perseveraron en su vocación 130, y desis-
tieron antes de ordenarse 121; o sea, perseveraron el 52 % y fallaron
el 48 %. Entre los que perseveraron hemos de contar 11 fallecidos
durante sus estudios, 15 religiosos y 104 Sacerdotes Seculares; y a
ellos pertenecen los tres Prelados de esta Provincia Eclesiástica, el
Vicario General de Salto, todos los Canónigos y buena parte de los
Párrocos y otros Sacerdotes del alto Clero uruguayo, y algunos profe-
sores del Seminario Interdiocesano.
Entre que vinieron, después de los fundadores, debe-
los finados
mos destacar Obispo de Salto, don Tomás Gregorio Camacho, que
al
gozó fama de Santo desde el Seminario y murió en olor de Santidad,
orador distinguido y prelado de gran envergadura, por su rectitud de
criterio, por su valentía y por su santidad, que reunió en torno a su
féretro, a todo su Clero, al Clero de todo el Uruguay; a sus diocesanos
y a todo el pueblo uruguayo, en las proporciones de una verdadera
apoteosis. No es posible desarrollar en pocas líneas la obra de Monse-
ñor Camacho. Párroco de Carmelo, Santa Lucía y la Aguada; fundador
y director de "El Amigo del Obrero", en todas partes se dejó sentir
el hombre fuerte
y organizador. Profanado el Cristo del Cordón,
levantó como un Demóstenes la opinión pública y arrastró a los
hombres católicos a aquel famoso acto de desagravio, que formó época
en el Uruguay. Obispo de Salto, su obra material y espiritual es
inmensa. El Arzobispo Coadjutor Monseñor Antonio María Bar-
bieri en dos oraciones fúnebres magistrales y toda la prensa nacional
se han ocupado de ella estos días y está a la vista de todos. A mi
juicio, la más grande obra de Monseñor Camacho ha sido formar un
Clero uniforme, eficaz, disciplinado, celoso y muy adicto a la Mitra.
Deja un preseminario, un Seminario Menor y Mayor muy bien formado
en espíritu y letras; y la obra de los Ejercicios Espirituales, según el
método de San Ignacio, con un empuje, como tal vez no los tenga
ninguna diócesis de América, por lo general, amplia y arraigada.
Nació Monseñor Camacho, en San José, el 16 de febrero de 1868;
se ordenó de Sacerdote el 24 de octubre de 1891 y fué consagrado
Obispo el 9 de noviembre de 1919.
A su muerte fué de Montevideo a Salto, en tren expreso, una gran
representación de caballeros católicos, de Religiosos y de Clérigos pre-
sididos por el Excmo. Sr. Arzobispo Dr. Juan Francisco Aragone,
el Excmo. Sr. Arzobispo Coadjutor Dr. Antonio María Barbieri, el
Excmo. Sr. Obispo de Florida-Melo D. Miguel Paternain. Todo Salto
estaba conmovido. En el sepelio hicieron uso de la palabra repre'sen-
tantes de la Acción Católica, de la prensa, de las Instituciones Cató-
licas y hasta del campo liberal. Fué una apoteosis nunca vista en Salto.
Cantó la Misa Monseñor Aragone. Tuvo la oración fúnebre Monseñor

— 176 —
Barbieri. Sus restos descansan en la Capilla del Santísimo de la Cate-
dral de Salto, al lado de la Epístola.
Entre los clérigos, destacamos la excelsa figura del canónigo Juan
Hargain, versado y profundo teólogo; al celoso Párroco Manuel
González; al modesto y virtuoso Gervasio Villa; al insigne y popular
Párroco de Florida, Crisanto López y López, bajo profundo y buen mú-
sico; al inspirado poeta y orador elegante Miguel Lacroix; a Olegario
María Núñez, poeta mucho más delicado, hombre cultísimo. Párroco de
primera fuerza, tronchado en la flor de su edad, como fruta madura
para el cielo, donde habrá recibido la condigna recompensa de sus
juveniles trabajo en el apostolado y en la cura de almas; a Francisco
Deubaldo, alma Cándida y llena de Dios, que, después de largos años
de cura de almas, pasó santamente a mejor vida, después de una muy
larga y dolorosa enfermedad; al Dr. José María Garí, glorioso Párroco
de San Francisco, arrebatado a la vida en la mitad de sus días.
El Canónigo Augusto Rey, hijo del Maestro de Música, Don
Severino, uno de los hombres más activos y más eficaces del Clero
Uruguayo. Concluyó la Iglesia Parroquial de Mercedes, una de las
más grandes y más hermosas del País, muy parecida en estilo y dimen-
siones a la del Colegio-Seminario, pero de fachada más amplia y más
fastuosa. Adelantó las obras de la Parroquia de Pocitos en sólo cuatro
meses que fué allí Cura Vicario. A la vista de todos está en Monte-
video, su obra maestra de la Parroquia del Cordón, donde transformó
y reedificó la Iglesia, con hermosas proporciones y nobles materiales
y construyó la Casa Parroquial, mejorando lo que había y levantando
teatro y salones para comodidad de los feligreses, no parando de edi-
ficar desde que tomó posesión de la Parroquia hasta el último de
su vida.
Pero donde se agigantó su personalidad, y llegó a tener relieves
nacionales, y adquirió de toda justicia las proporciones de una figura
procer de nuestro Clero, a pesar de su juventud, fué en el tristemente
célebre proceso de "las campanas funerarias", en 1906, siendo Párroco
de Minas. La Junta Económica de Minas prohibió los toques funera-
rios de campanas. Rey desacató la orden, defendiendo los derechos
de la Iglesia. La Junta insistió en sus pretensiones, poniendo al Cura
en la alternativa de ir a la cárcel o de pagar una multa de 20 pesos.
Rey no cedió y fué a La conmoción fué universal y el triunfo
la cárcel.
delCura y de completo y más completas aun las fiestas
la Iglesia,
de desagravio de parte de los vecinos y de todo el país, en especial
de Montevideo, arraigando para siempre las Peregrinaciones al
Verdún.
De todas partes llovieron felicitaciones. Conservamos lo menos
cinco de Monseñor Soler, que alentó al Cura en todo momento, en
el importuno conflicto. En una de ellas decía: "Mariano Soler. Arzo-
bispo de Montevideo, saluda al Sr. Cura de Minas y lo felicita con
toda efusión, por el espléndido éxito de las fiestas patronales, y el
colosal triunfo de la tonta cuestión liberalesca sobre dobles; pero, al

— 177 —
mismo tiempo, comprende que es cuestión de vida o muerte, para no dar
principio a la ingerencia liberal en las cosas de la Iglesia. Por tanto
hay que jugar el todo por el todo; y preparar su gente para la resis-
tencia y pago de multa, etc., y si lo llevan a la cárcel, hacerle esplén-
dida manifestación".
Rey siguió la consigna de su Prelado. Jugó el todo por el todo.
Fué el héroe del momento y obtuvo un triunfo completo, cuya docu-
mentación conservamos, y que áun vive y palpita en las tradiciones
minuanas.
Así no es extraño que los Prelados distinguieran siempre al Con-
fesor de la Fe. De Monseñor Soler consta por lo dicho el aprecio que
le tenía. En carta del 14 de noviembre saludaba "al ya inmortal Cura
Vicario de Minas"; y Monseñor Aragone le dió los Curatos de Pocitos
y del Cordón, lo nombró Canónigo de la Metropolitana, Párroco Con-
sultor, Examinador y Juez Sinodal, cargos que desempeñaba, cuando
pasó a mejor vida.
Era Rey un excelente músico, organista, e introdujo con ardor el
canto popular entre los Fieles, donde quiera que fué Párroco. Siempre
los artistas lo consideraron como su modesto Mecenas. Nunca conoció
las tacañerías en favorecer a los. artistas en el arte sagrado y fué un
gran entusiasta de la solemnidad del culto divino. Dios le habrá pre-
miado, lo mucho que se sacrificó para levantarle templos y dar esplen-
dor a su culto. Es Augusto Rey una legitima gloria del Colegio-Semi-
nario. Su augusta figura merecía esta larga disgresión. Es un homenaje
de justicia y de cariño que tributo a mi querido condiscípulo y amigo
de toda la vida.
Otro carácter constructivo, como Rey, fué Elíseo Verdier, aunque
muy inferior a él en dotes y en gusto artístico. Construyó la
Iglesia de Castillos, siendo Párroco de Rocha. Algunas obras hizo en
la Parroquia de Salto. Ensanchó la Parroquia, y actual Catedral, de
Florida y edificó de planta la Casa Parroquial con buens comodidades.
En todas esas obras reveló un gran talento administrativo, una gran
abnegación por la Causa; pero poco gusto arquitectónico. Monseñor
Paternain lo propuso a la Santa Sede para Cura en propiedad de Du-
razno, de provisión Pontificia, para suceder en el cargo a Mons. Joa-
quín Arrospide, que había sido promovido a la Mitra de Meló, siendo
Cura de Durazno, y en ese cargo le alcanzó la muerte después de una
larga y penosa enfermedad. Era Verdier un carácter austero y tenaz
en sus empresas, no pocas veces, coronadas por el éxito, por aquello
de que "labor omnia vincit improbus".
Un carácter campechano, bondadosa por demás, doctor y campero
al mismo tiempo, Fiscal y Pro- Vicario de Meló, Párroco y Consultor
Diocesano, fué el Presbítero Doctor D. Manuel Guillade, a quien tan-
tos recuerdan con cariño, por sus insuperables prendas de bondad y
de carácter.
El Pbro. Antonio Ferrari, Párroco de Carmelo, acaba de conmo-
ver a toda su feligresía, Dios ha dispuesto de su alma a la hora menos

178 —
pensada. Ha sido un incansable apóstol, humilde y bondadoso. Dió
gran impulso a todas las obras parroquiales de Carmelo. Refaccionó
el templo y proyectaba levantar uno de la planta mucho más artístico

y grandioso. Fundó el Colegio de las Hermanas de la Merced muy flo-


reciente en Carmelo. Su muerte ha sido muy sentida y aun resuenan
sus ecos.
El Canónigo Carlos Bianchitti, Cura Rector de la Aguada, cuya
bondad e inocencia de vida fueron en él características, desde la tierna
infancia. Su mirada serena y tranquila, su amable y franca sonrisa, el
tono de su voz, todo trashumaba una candidez benigna y amable, que
traía instintivamente con profunda simpatía. Hombre acomodado por
familia, dejó todos sus bienes para^ la Iglesia y obras de caridad y be-
neficencia. Hizo progresar en su Parroquia el "Eco Parroquial", órga-
no de la misma. Bajo su paternal administración florecían las institu-
ciones piadosas, en especial, la Congregación de Jóvenes de la Inmacu-
lada Concepción y San Estanislao de Kostka v el Círculo de Estu-
diantes Católicos "Héctor Miranda".
Santiago Buletti, primer Rector del Seminario de Santa Lucía
en su segunda época, bajo el régimen de Sacerdotes Seculares, 1919-
1927, varón de profunda humildad y de hondo y vasto saber. Fué, en
su generación, uno de los sabios del Uruguay, de excesiva modestia
como se lo reprochan el Pbro. Juan E. Pérez y Ernesto Pinto, por
haber escondido la luz de su ingenio debajo del celemín.
El Pbro. Juan E. Pérez, escribe de él los siguientes conceptos:
"Colocado en un ambiente propicio, hubiera sido un formidable pole-
mista, superior a don David su tío, según las muestras dadas al pasar
en algunas escaramuzas periodísticas. En artículos que de él nos han
quedado, se revela un pensador de fuste y en algún ensayo poético,
al que él nunca dió importancia, demostró que podía volar con alas
propias en el cielo del romanticismo en sus mejores tiempos.
Como maestro de segunda enseñanza, es unánime la opinión de
los discípulos, que rodearon su cátedra, sobre su profundo saber, la
claridad de ideas en tan diversas materias, como le tocó explicar, y el
modo atrayente y original con que presentaba sus lecciones llenas de
interés. Todavía se recuerda en San José el brillo con que dictó provi-
soriamente una cátedra de filosofía en el Liceo Departamental, gran-
jeándose la admiración y el respeto de profesores y alumnos.
Profundo conocedor de nuestra historia patria, había allegado una
valiosa información bibliográfica y gráfica del Clero de ambos órdenes,
antiguo y moderno, especialzándose en aquellos que tuvieron actuación
en la zona que hoy ocupa la Diócesis de Salto.
Su correspondencia con muchos de los que cultivan los estudios
históricos entre nosotros, fué abundante y de una legítima nobleza en
facilitar datos, con tanto trabajo por él recogidos, sin que nunca ciertos
miramientos, por lo demás muy legítimos, le llevasen a reservar para
si las adquisiciones personales en la materia.

— 179 —
Pero, por sobre todo este cúmulo de brillantes cualidades, cam-
peaba su espíritu sacerdotal, serio y correctísimo, dentro de su inves-
tidura, y al mismo tiempo, sanamente festivo y sembrador de la más
legítima hilaridad". ("El Bien Público", 21-IX-1936).
Así el Presbítero Pérez.
La gloria más legítima de Buletti, ha sido
el haber formado en
ciencia, virtud, letras y una generación de Sacer-
espíritu apostólico, a
dotes, que forma hoy la plana mayor del Clero joven de nuestra Repú-
blica. San Ignacio de Loyola, en su famosa carta sobre la Obediencia
a los Padres y Hermanos de la Provincia de Portugal, se despide ha-
ciendo votos, "porque así el conocimiento verdadero y amor de Dios
Nuestro Señor posea enteramente y rija vuestras ánimas por toda esta
peregrinación, hasta conduciros con otros muchos por vuestro medio
al último y felicísimo fin de su eterna bienaventuranza"; esa corona de
almas salvadas a que se refiere el Santo Fundador ha de ser tanto
más valiosa cuanto esas almas sean de Sacerdotes, que, a su vez, son
fuente de la salvación y perfección de otras muchas almas; y esa fué
la corona que se llevó Santiago Buletti de este mundo: un núcleo de
celosos Sacerdotes, que están fructicando en toda esta Provincia Ele-
síástica del Uruguay.
Nació el Presbítero Santiago Buletti, en el Rosario Oriental, el
22 de setiembre de 1882; y falleció allí mismo, el 20 de setiembre de
1936, cuando le faltaban sólo dos días para cumplir 54 años de edad.
Su muerte fué muy sentida. Al sepelio asistió una gran cantidad
de Sacerdotes de ambos Cleros. Predicó la oración fúnebre el Excmo.
Sr. Dr. Alfredo Viola, Obispo Titular de Bitilio y Coadjutor de Salto.
En el cementerio hablaron el P. Juan Faustino Sallaberry, S. J., en
nombre de la Iglesia, y Ernesto Pinto en nombre de sus alumnos y
amigos. La conmoción era grande y el silencio profundo, digno home-
naje a su inveterada modestia. El 19 de octubre celebraron en la Cate-
dral sus alumnos Sacerdotes sus honras fúnebres con toda solemnidad;
y el 20 celebró por su alma un solemne funeral, el Seminario Mayor
Intediocesano y Menor Metropolitano, de Cristo Rey, de Montevideo.
Ese mismo día, 20-X-1936, se fundó bajo sus auspicios la Asociación
del ex-Alumno Sacerdote, a que pueden pertenecer los ex-Alumnos del
Colegio-Seminario y del Seminario de Santa Lucía e Instrucciones, en
que Buletti fué alumno y Rector y otros Sacerdotes como socios
adherentes.
El presbítero Pedro Juan Orsé, casi 20 años, párroco de Minas,
levantó allí el Colegio de San José y refaccionó el frente de la Iglesia
Parroquial. Su pueblo que sintió inmensamente su muerte, acaba de
trasladar sus restos del cementerio a la Iglesia de sus afanes y le ha
tributado un homenaje apoteósico.
Nota. —
El Colegio-Seminario tiene 60 años. En ese lapso de
tiempo han pasado a mejor vida un número relativamente grande de
sus alumnos Sacerdotes. En cambio casi no ha muerto ninguno de los
alumnos seglares, en edad madura y en condiciones, de honrar estas

— 180 —
páginas con numerosas monografías. Será ésta una tarea que habrá de
emprender el historiador que venga después del Centenario de este
hogar de la intelectualidad uruguaya.
Sólo haré mención aquí de Jerónimo Toribio Lares, que entró en
el Colegio-Seminario en 1910 y murió en olor de santidad en 1921.

Era todavía muy joven, casi un adolescente y ya luchaba por la vida


con la fortaleza de un gigante y con la cordura de un hombre en plena
madurez. Estudiaba arquitectura. Su concentración al estudio era gran-
de. Los modelos de su taller particular buenos y relativamente abun-
dantes, ejecutados por él mismo, con amor y con empeño.
Esa concentración al estudio no le impedía el trato social. Era un
vicentino activísimo y sus compañeros de Causa le hicieron una verda-
dera ovación, acompañando sus restos en gran número, y pronunciando
en el Cementerio Central sentidísimos discursos. Era todavía un mu-
chacho, y recibía las ovaciones de un hombre maduro y encanecido
en el bien.
ésta serían muy honrosas para esta página. Pero
Menciones como
no tengo datos concretos.
El 29 de abril de 1933, los Jesuítas se hicieron cargo, por cuarta
vez, de la formación del clero uruguayo, tomando el Seminario Mayor
Interdiocesano de toda esta provincia eclesiástica, recién erigido por
la Santa Sede.
Además, los Jesuítas se hicieron cargo ese mismo día, del Semina-
rio Menor de. la Diócesis de Montevideo. Y
por eso el Seminario de
la Avenida Instrucciones se denomina Seminario Mai/or Interdiocesano

y Menor Metropolitano de Cristo Rey de Montevideo.


El Seminario para ser tal, debe estar erigido por decreto formal
del Obispo, o por lo menos virtual, si es Diocesano, y si es Regional
o Interdiocesano por decreto formal o virtual de la Santa Sede, cujus
solius est erigere Seminaria Inter diocesana (W. Onclin, Jus Pontifi-
cium. Romae. annus XV, fase. IV, pág. 289. n. 4).
El canon 1354, III, dice claramente que el Seminario Interdioce-
sano o Regional está constituido por autoridad apostólica: y en el canon
1357, IV, se añade, en consecuencia, que el régimen general y la admi-
nistración del Seminario Interdiocesano o Regional se rige por normas
establecidas por la Santa Sede: "Seminarii interdiocesani vel regionalis
régimen universum et administrado regitur normis a Sancta Sede
statutis".
Estas son las características del Seminario Mayor Interdiocesano
de que se han hecho cargo tomar por cuarta vez en
los Jesuítas, al
nuestra historia eclesiástica la formación del Clero Uruguayo. Han
tomado, además, el Seminario Menor de Montevideo. En el Seminario
Mayor, de jure y de ¡acto hay seminaristas de todas las Diócesis del
Uruguay. En el Menor, hay de hecho, pero no de jure, seminaristas
de todas las Diócesis.
En esta cuarta ocasión la Compañía de Jesús tiene un mérito espe-
cial, y es que ha tomado el seminario por pura y formal obediencia a

— 181 —
la Santa Sede; y, en ese sentido, pudo exclamar, y de hecho exclamó,
el P. Provincial, Luis Parola, en el discurso inaugura! del 29 de abril
de 1933: "Ahora no temo el fracaso, porque tomamos el Seminario por
obediencia al Santo Padre; y el varón obediente hablará victorias".
Este año de 1940, han llegado los alumnos seminaristas seculares
a 106; de ellos, 60 de Montevideo; 32 de Salto y 14 de Florida-Meló.
Hay además otros 20 en Salto y Florida.
EN EL EXTRANJERO

Unode los acontecimientos más típicos de nuestra historia ecle-


siástica es la constante cooperación de los Jesuítas en la formación de
nuestro Clero, desde otras tierras. En tiempo de la Colonia, como bien
lo nota el doctor Bárrales, los humanistas de Montevideo iban a prose-
guir sus estudios superiores de Filosofía, Teología y Derecho y quizás
también de Retórica, a Buenos Aires y Córdoba, donde los Jesuítas
profesaban esas facultades; y no es probable que esos alumnos de los
Jesuítas salieran de nuestras aulas montevideanas para ir a estudiar
a los Conventos de otras órdenes religiosas, al menos como tesis gene-
ral; ya que el Real Seminario de Córdoba y el Colegio de Buenos
Aires, a los cuales se refiere expresamente Bárrales, eran de los
Jesuítas.
Al volver los Jesuítas a Buenos Aires, después de restaurada la
Compañía en 1837, emprendieron de nuevo, con toda generosidad, esa
grata y gloriosa tarea; y aunque no hubiesen formado sino a Don
Jacinto Vera, último Vicario Apostólico y primer Obispo de Monte-
video, podrían gloriarse de que habían contribuido eficazmente a la
formación de todo el Clero Uruguayo. Porque Don Jacinto Vera, como
Vicario Apostólico, en 1863, envió un grupo de seminaristas al Colegio
de la Inmaculada, de Santa Fe, donde contribuyeron los Jesuítas a la
formación del Clero por espacio de 21 años, hasta 1884, en que salió
el último de los uruguayos, formados en aquel histórico Colegio.
En 1869, empezó Don Jacinto Vera a enviar seminaristas a Roma,
donde se formaron, y aun hoy día se siguen formando, en el Colegio
Pío Latino Americano y en la Universidad Gregoriana, ambos a cargo
de los Jesuítas.
De esos seminaristas enviados a Santa Fe y a Roma, han salido
hombres tan eminentes como el Dr. Mariano Soler, último Obispo y
primer Arzobispo de Montevideo; el Dr. Ricardo Isasa. primer Obispo
electo de Salto y Arzobispo de Staurópolis; el Dr. Pío Cayetano Stella,
Obispo de Amizón; Monseñor Joaquín Arrospide, Obispo de Meló;
Monseñor José Marcos Semería, Obispo Dimisionario de Meló y
después Obispo de Prússa; Monseñor Alfredo Viola, Obispo titular
de Bitilio, y actual de Salto; Monseñor Nicolás Luquese. primer Obispo
electo de Meló, Secretario y Vicario General largos años del Obispado
y Arzobispado de Montevideo; el Dr. Santiago Haretche, uno de los
hombres más conspicuos de nuestro Clero; Juan L Bimbolino, a quien

— 182 —
sus compañeros de Colegio apodaban "el Santo"; párroco celoso y
realmente santo, que levantó la casa parroauial y la iglesia de la
Aguada; el Dr. Norberto Betancour, excelente carácter, orador sagrado
de alto vuelo; y otros muchos que pudiéramos enumerar, como Santiago
Silva, Olegario Berrier, Nicanor Falcón, Pedro Podestá, Casto Imas,
Gil Sánchez, S. J.; Ignacio Torre. S. J.; Monseñor Eusebio de León,
canónigo honorario de Loreto y uno de los oradores más brillantes del
Clero uruguayo; y, finalmente, el canónigo Francisco Mujica y el
canónigo Eusebio Clavell, este último el único sobreviviente de aquella
hornada, y el último en ordenarse de todos ellos.
Entre esos, vale destacar al Dr. Soler, escritor fecundísimo, inves-
tigador incansable e indomable luchador, uno de los Prelados más
sabios de su generación; al Dr. Isasa, Vicario General y Gobernador
Apostólico del Arzobispado y de toda la Provincia Eclesiástica del
Uruguay, varón de invencible bondad y de caridad a toda prueba; al
Dr. Stella, gran misionero, que durante treinta y tantos años no hizo
otra cosa en su vida sino dar misiones en toda la República, sin tregua
y sin descanso; y a Monseñor Arrospide, modelo de Párrocos rurales
y Obispo sencillo y popular, especie de gran Párroco de toda su Dió-
cesis, que visitaba cordialmente y conocía como las palmas de
sus manos.
También fué alumno de los Jesuitas, en el extranjero, aunque no
en el país, el Arzobispo Coadjutor de Montevideo, con derecho a suce-
sión, el Dr. D. Antonio María Barbieri, alumno distinguido de la
Universidad Gregoriana, en Roma.

- 183 -
Comunidades fundadoras

A) DE LA RESIDENCIA DE SAN BOBJA, CALLE CANELONES

3 diciembre 1872

P. Manuel Martos, Superior P. Pou Antonio


P. Roselló Cosme H. Piñón Antonio Miguel
P. Dalmau Antonio H. Serra Luciano

B) DEL COLEGIO -SEMINARIO

1 marzo 1880

P. Ramón Morel, Rector P. Ramón Puig


P. José Antillach H. Bernabé Dáyer
P. Miguel Cabeza H. Juan Bella
P. José Civit H. Ignacio Roca

C) SEMINARIO MAYOR INTERDIOCESANO Y MENOR METROPOLITANO

29 abril 1933

P. José Doménech, Rector P. José González


P. Martín Gómez H. Emilio Beltrán
P. Juan Muntané H. Ricardo Saez

D) RESIDENCIA DE DURAZNO

31 mayo 1933

P. José María Ezpeleta, Superior P. Manuel María Sola


P. Antonio Barlén H. Alfredo Aunión

NOVICIADO DE SAN JUAN BERCKMANS Y CASA DE EJERCICIOS

28 marzo 1940

P. Luis Parola, Rector, Maestro de No- P. Joaquín Añón, Padre Espiritual (ha-
vicios bita en el Seminario Interdiocesano).
P. Domingo C. Correa, Ministro, Procu- P. Cayetano Pinto, Sotoministro, Socio
rador, Consultor, Bibliotecario del Maestro de Novicios, Profesor,
Prefecto de salud, Consultor

— 184 —
COADJUTORES VETERANOS

H Manuel Fardavila, Cocinero. Compra- H. Salvador Polop, Refitolero, ad omnia


Despensero, Despertador
dor, H. Juan Rebicich. Sacristán, ad omnia
H. Pedro Pezzolo, Enfermero, Hortelano

NOVICIOS ESCOLARES

Delfino Ricardo, 6-X-1938 Bessonart Luis, 11-111-1940


Urteaga Francisco, 20-X-1938 Patri Carlos, 11-111-1940
Forni Rubén A., 29-XI-1938 Patri Rodolfo, 11-111-1940
Odriozola Juan, 3-1-1939 Ferrés Terra Alberto, l-IV-1940
Camargo Jorge, 8-1-1939 Zaffaroni Zubieta Juan. l-IV-1940
Suilar Francisco, 14-11-1939 Chálela Curi Lino, l-IV-1940
Pellegrini Vicente, 16-111-1939 Cueik Mergel Juan, 2-IV-1940
Magriñá Alberto, 31-111-1939 Katzenstein G. Rodolfo, 8-IV-1940
López Jordán Rafael, 9-V1II-1939 Ryan Honour José, 8-IV-1940
Gíribaldi Eduardo, 15-VIII-1939 Pena Arregui Tomás, S-IV-1940
Croccia Atilio, 7-XII-1939 Torre S. Miguel, 8-IV-1940
Assandri Andrés, 11-1-1940 Cabrera M. Ubaldo, 15-IV-1940
Wiurnos Tomás, 1S-I-1940 4
Rey Pérez Antonio, 15-IV-1940

NOVICIOS COADJUTORES

Torres Pedro, 21-VIII-193S Pederne^a José. 11-111-1939


Guixot Manuel, 11-111-1939 Zanella Bruno, 28-IV-1939

Padres 3; Escolares 26; Coadjutores S; total 37

RECTORES DEL COLEGIO-SEMINARIO

P. Ramón Morel, 1 agosto 1881-22 febre- P. José Llussá, 23-diciembre 1909-15 no-
ro 1891. Antes había gobernado, como viembre 1915
Superior y Vice-rector de la Residen- P. José Doménech, 15 noviembre 1915-
cia de San Borja y del Seminario. 26 enero 1921
P. Antonio Garriga, 22 febrero 1891-18 P. Juan Faustino Sallaberry, 26 enero
diciembre 1895 1921-21 febrero 1927
P. Pablo Gualdo, 1S diciembre 1895-1 fe- P. José María Ezpeleta, 21 febrero 1927-
brero 1899 8 diciembre 1932
P. José López, 1 febrero 1899-13 marzo P. José Strássener, 8 diciembre 1932-10
1904 enero 1937
P. Ramón Crexans, 13 marzo 1904-23 di- P. Parola Luis, 10 enero 1937-27 febre-
ciembre 1909 ro 1940
P. José Llussá, 27 febrero 1940

RECTORES DEL SEMINARIO INTERDIOCESANO


P. José Doménech, 1 abril 1933-S no- P. Juan Faustino Sallaberry, S noviem-
viembre 1935 bre 1935

SUPERIORES DE DURAZNO
P. José María Ezpeleta P. Domingo C. Correa

— 185 —
JESUITAS URUGUAYOS HASTA EL 30 ABRIL 1940
Orden cronológico de ingreso
NOTA: —
P. significa Padre o Sacerdote; E., Estudiante o Escolar; H., Her-
mano o Coadjutor.
La supresión de la P-E-H indica que siguen los de la misma categoría.
E. Alcain Juan José, 22-V-1857 Bazzano Juan C., 3-XI-1931
P. Sánchez Vera Gil, 25-11-1865 Carrau Guillermo, 2-XII-1931
Torre Ignacio, 24-VIII-1865 Escardó Mauricio, 7-XII-1931
H. Bonet Ramón (1), 25-X-1878 Muñoz José María, 29-11-1932
Pigueroa José (1), 15-VIII-1886 Bazzano Orestes, 26-111-1932
P. Gorrichátegui Simón (1), 13-VIII- Algorta Gerardo, 20-VI-1932
1887 López García José F., 26-IV-1933
Castro Antonio, 9-IV-1889 Capparelli Luciano, 3-III-1934
H. Pascual Secundino, 21-11-1893 Cicalesi Vicente O-, 3-III-1934
P. Ezpeleta José María, 8-VIII-1893 Zunino Ricardo, 16-X-1934
E. Terra Fernando, 8-VIII-1893 Somacal Santiago, 2-III-1935
P. Sallaberry Juan Faustino. 17-111-1894 Yriberry Arturo (2), 3-III-1935
Zorrilla de San Martín J. C, 27-VIII- H. Duro Oscar, 15-IV-1935
1898 E. Carbón José Amado, 23-IV-1935
Iribarren Ignacio, 27-IX-1901 Requena Alfredo,
30-1-1936
Barlén Antonio, 3-VI-1902 Sierra Atanasio, 4-II-1936
Correa Domingo C, 23-V-1908 Frijio Huberto, 3-III-1936
H. Samuel Fernández, 14-X-1911 Viera Luis, 11-111-1936
P. Arriaga Nilo, 7-VI-1813 Lopepé Mario, 30-VI-1936
H. Lodeiro José (1), 6-VII-1913 Cabrera Miguel A., 1-III-1937
Maiocchi Ernesto, 31-111-1918 Novoa José H„ 31-111-1937
Cuello Silverio, 5-II-1923 Delfino Ricardo, 6-X-1938
Farías Modesto, 30-VIII-1923 Urteaga Francisco (3), 20-X-193S
Notari Pedro, 15-X-1923 Fornl Rubén A., 28-XI-1938
Travieso Manuel I., 9-XI-1923 Odriozola Juan, 3-1-1939
Rodríguez Sixto D„ 2-III-1924 Pérez Juan C, 2S-II-1939
Centi Luis, 19-VIII-1924 H. Zanella Bruno (4), 28-V-1939
P. Asiaín Justo M„ 29-IX-1924 P. Cueik Jacobo (5), 20-VI-1939
H. Montaña Fermín, 19-V-1925 E. Giribaldi Eduardo, 15-VIII-1939
Gómez Arsenio (1), 31-XII-1926 Assandri Andrés, 11-1-1940
P. Llama Alejo, 15-VI-1927 Bessonart Luis, 11-111-1940
E. Acuña Daniel, 3-III-1928 Patri Carlos, 11-111-1940
Alves Aparicio, 3-III-1928 Patri Rodolfo, 11-111-1940
Bruzzone Martín, 28-IX-1928 Ferrés Alberto, l-IV-1940
Novoa José Amoldo, 28-IX-1928 Zaffaroni Juan, l-IV-1940
Sancho Juan, 28-IX-1928 Chálela Lino, l-IV-1940
Dibar Arturo, 5-III-1930 Cueik Juan, 2-IV-1940
Sabates Luis V., 24-111-1930 Ketzenstein Rodolfo, 8-IV-19I0
Bruzzone Luis A., 29-VIII-1930 Pena Tomás, 8-IV-1940
H. Sarobe Pedro, 29-VIII-1930 Torre Miguel, 8-IV-1940
E. Mullin Carlos, 16-11-1931 Ryan José, 8-IV-1940
Acuña Francisco. 5-VI-1931 Cabrera Ubaldo, 15-IV-1940
Chiappini Félix C, 14-VIII-1931 Rey Antonio, 15-IV-1940

(1) Español; (2) Peruano; (3) Argentino; (4) Italiano; (5) Libanés.

Padres 14; Escolares 53 ;


Coadjutores j t¡ ; total 83.

Han fallecido 4 Padres: Sánchez Vera, Torre, Gorrichátegui, Castro: y 3 Es-


colares: Alcain, Terra, Acuña Francisco; de donde, resultado neto de sobrevivientes
que perseveran en su vocación:
Padres 10; Escolares 50; Coadjutores 16; total neto 76.

— 186 —
EX ALUMNOS RELIGIOSOS

A) Bel Colegio-Seminario:

Aguirre Armando. Capuchino, falleció Fernández Caravia César, Salesiano


Algorta Gerardo, S. J. Fernández Samuel, S. J.
Arriaga Nilo, S. J. Gorrichátegui Simón, S. J., falleció
Asiafn Justo, S. J. Katsenztein Rodolfo, S. J.
Baggi Agustín, S. J., falleció Morales Arrillaga S., Redentorista
Barlén Antonio, S. J. Mullin Carlos, S. J.
Bazzano Juan Carlos, S. J. Muñoz José María, S. J.
Carrau Guillermo, S. J. Paolino Liberato, Palotino
Castro Antonio, S. J., falleció Paternain E Sr. Miguel, Redentorista,
Correa Domingo C, S. J. Obispo de Florida-Melo
Escardó Mauricio, S. J. Requena Alfredo, S. J.
Kzpeleta José María, S. J. Sallaberry Juan Faustino, S. J.
Fáber Martínez Luis, S. J., falleció Terra Fernando, S. J., falleció
Faccelli Villar Eduardo, Salesiano Zaffaroni Juan, S. J.

B) De la Escuela Apostólica:

Acuña Daniel Llama Alejo


Acuña Estanislao Xovoa José Amoldo, primer Apostólico
Acuña Francisco, falleció (3-III-1925)
Alves Aparicio Xovoa José H.
Bruzzone Luis A. Odrizola Juan
Bruzzone Martín Patri Carlos
Cabrera Miguel A. Patri Rodolfo
Cabrera ITbaldo M. Pena Tomás
Capparelli Luciano Pérez Juan Carlos
Cicalesi Vicente O. Salmón Jorge H.
Chiappini Félix Sancho Juan
Dibar Arturo Sarobe Pedro
Forni Rubén Sierra Atanasio
Frijio Humberto Somacal Santiago J.
Lopepé Mario J. Viera Alejo

C) Be la Bscuela Gratuita de San Ignacio:

Pía Luis. Capuchino Vitola José, Capuchino


Vitola Carmelo, Capuchino Andrés Dreaitot, Salesiano

B) Bel Seminario Interdiocesano:

Assandri Andrés, S. J. Giribaldi Eduardo, S. J.


Carbón José Amado, S. J.

— 187 —
SACERDOTES EX- ALUMNOS DEL COLEGIO-SEMINARIO DEL SAGRADO
CORAZON, DE MONTEVIDEO

Por orden alfabético, con indicación global de los años de estadio en


nuestro Seminario

Alfaro Santos. 1898-1898, Párroco, dió- Camacho Mons. Tomás Gregorio, 1881-
cesis de Montevideo. 18"91.Párroco. Primer Obispo de Salto.
Arag-one Mons. Juan Francisco, 1898- Falleció, en olor de Santidad.
1900. Doctor, estudió en Roma. Párro- Cánepa D. Alberto, 1897-1901.
co, visitador de parroquias, segundo Casebonne Pedro, 1896-1900. Teniente
Arzobispo de Montevideo. cura, párroco del Salto. Falleció.
Ardoino Alberto J., 1889-1895. Doctor. Cátala y Moyano José Jacinto, 1880-
Estudió en Roma. Párroco, Examina- 1888. Canónigo. Capellán, diócesis de
dor y Juez Sinodal, diócesis de Mon- Montevideo.
tevideo. Falleció. Castro Antonio, 1880-1889. Jesuíta. Fa-
Ardoino Antonio, S., 1880-1890. Párroco. lleció.
Vicario General y Canónigo de Mon- Cavajani Juan Aquiles, 1899-1907. Te-
tevideo. Deán del Cabildo. niente, diócesis de Montevideo.
Aguirre Armando, 189S-1900. Capuchino. Cervetti Carlos María, 1911-1921. Párro-
Falleció. co. Prefecto de estudios, .profesor del
Arriaga Nilo. 1911-1913. Jesuíta. Seminario, Asesor de los Estudiantes
Arrivillagra Arturo M
1899-1908. Párro- Católicos. Falleció.
co. Rector del Seminario de Itatí, Co- Cláuser Santiago, 1SS4-1892. Párroco.
rrientes. Organista. Diócesis de Montevideo.
Arrospide Antonio, 1901-1910. Secreta- Clavell Eusebio, 1S85-1885. Canónigo, Se-
rio del Obispado de Meló. cretario, Provisor eclesiástico. Dióce-
Azcoitia Luis. 1906-190S. Fallecido a po- sis de Montevideo.
co de ordenarse. Corcín Abdón, 1895-1896. Párroco, Dióce-
Barlén Antonio, 1897-1901. Jesuíta. sis de Montevideo.
Barredo José María, 1903-1912. Vicario Correa Domingo C, 1907-1908. Jesuíta.
foráneo, Párroco, diócesis del Salto. Correa Manuel, 1916-1920. Pasó a Santa
Barrnetaveña Urbano, 1S99-1902. Fué a Lucía. Párroco, Diócesis de Montevi-
Roma. Párroco de San Ramón. Falle- deo.
ció. Cúneo Celestino, 1S88-1S92. Capellán,
Bergara José, 1880-1888. Párroco, Exa- diócesis de Montevideo.
minador y Juez Sinodal, Canónigo de Curtí Justo, 1884-1895. Párroco, diócesis
Montevideo, Deán. Falleció. de Corrientes, Argentina.
Berriel Mamerto Nicolás, 1880-1988. Pá- Damiani Fernando. Monseñor, Protono-
rroco, Capellán, Mointevideo. Falleció. tario Apostólico. Párroco; Vicario Ge-
Bertone Emilio, 1905-1914. Secretario de neral y Provisor de Salto.
la Diócesis de Meló. Fiscal Ecleciás- Dante José, 1898-1900. Párroco, Diócesis
tico de Montevideo. de Corrientes.
Bianchetti Carlos. 1889-1899. Párroco, Defunchio José. 1893-1903. Párroco, Exa-
Canónigo, Párroco Consultor. Falleció. minador y Juez Sinodal, Párroco Con-
Borrazás Santiago. 1915-1920. Pasó a sultor, Canónigo de Montevideo.
Santa Lucía. Párroco. Diócesis de Dei-Cas Jerónimo. 1905-1912. Párroco,
Montevideo. Doctor. diócesis de Montevideo.
Borzone Enrique, 1898-1909. Canónigo, Delgado Marcial, 1892-1894. Teniente
Párroco, Párroco consultor, en Mon-
tevideo.
De Luca José, 1880-1890. Párroco. Ca-
Buletti Santiag-o. 1899-1906. Rector del nónigo, en Italia.
Seminario, profesor, Secretario, Can- De Santiago Luis Roberto, 1912-1922.
cillery Consultor en Salto. Falleció. Párroco, Canciller, diócesis de Mon-
Cabrera Enrique, 1916-1920. Pasó a San- tevideo.
ta Lucía. Párroco, Diócesis de Mon- Deubaldo Francisco, 1890-1901. Párroco,
tevideo. Doctor. diócesis de Montevideo. Falleció.

— 188 —
Di Martino Bicardo, 1912-1921. Párroco, Hargain Luis 1880-1890. Pasó a Roma.
Vicario Foráneo, diócesis de Monte- Doctor, Fiscal Eclesiástico de Monte-
video. video. Gran orador.
Diz Máximo, 189S-1908. Párroco, Tenien- Howard Mariano, 1892-1898.
te cura en la Diócesis de Buenós Ai- Iglesias Fernando. 1891-1900. Párroco,
res. diócesis de Montevideo.
Elizalde José Felipe, 19141922. Director Irisarri Francisco, 1680-1890. Párroco.
de la Contribución al Culto, diócesis Diócesis de Montevideo. Falleció.
de Montevideo. Maestro de Ceremo- Jnlien Emilio, 1894-1898.
nias. Lacroi* Miguel. 1895-1902. Párroco, Poe-
Elizalde Joan Carlos, 1918-1920. Pasó a ta. Falleció en Florida, diócesis de
Santa Lucia. Teniente, Párroco, dió- Meló.
cesis de Montevideo. Lasplaces Julio, 1893-1903. Teniente,
Ezpeleta José María, 1884-1893. Jesuíta. gran poeta. Diócesis de Salto. Falleció.
Fáber Martínez Luis 1906-1908. Jesuíta, López Crisanto, 1886-1897. Párroco, Dió-
Misionero en el Extremo Oriente. Fa- cesis de Meló. Falleció.
lleció. Llombart Luis 1907-1915. Párroco, dió-
Falce Antonio, 1S97-1905. Párroco, en cesis de Florida-Melo.
Italia. Melía Eugenio, 1893-1903. Prefecto y
Ferrari Antonio, 19021912. Párroco, dió- profesor del Seminario, Montevideo.
cesis de Salto. Falleció. Méndez José. 1903-1912.
Fierro José. 1897-1903. Pasó a Xápoles. Menéndez Aquiles. 1917-1920. Pasó a
Párroco, diócesis de Montevideo. Fa- Santa Lucía. Párroco, Subdirector de
lleció. la A. C. Diócesis de Salto. Doctor.
Firpo Bafael, 1890-1900. Meny Eduardo, 1903-1912. Párroco, Vi-
Fontes Arrillag-a José M., 1893-1905. Pá- cario Foráneo, Párroco Consultor, dió-
rroco, diócesis de Meló. Falleció. cesis de Salto.
Fnentes Vera Anacleto, 1883-1892. Pá- Mestre Jnan, 1917-1920. Pasó a Santa
rroco, diócesis de Montevideo. Falle- Lucía. Párroco, diócesis de. Montevi-
ció. deo.
Gari José M., 1892-1895. Pasó a Roma. Morales Arrigada Salvalor, 1916-1920.
Doctor. Párroco. Diputado departa- Pasó a Santa Lucía. Redentorista.
mental. Diócesis de Montevideo. Fa- Moratorio Luis A 1911-1921. Párroco,
lleció. diócesis de Montevideo.
Oazzano Joan. 18S6-1890. Pasó a Roma. Muns Timoteo. 1883-1891. Párroco, Poe-
Párroco. Diócesis del Salto. Falleció. ta premiado varias veces. Diócesis de

Oiannasso Enrique, 1911-1921. Buenos Aires.


Giordano David, 1894-1900. Pasó a Ro- Havea Angel, 1885-1894. Párroco, Vica-
ma. Doctor. Párroco, Vicario General rio General de Corrientes, Argentina.
ele Meló. Defensor del vínculo. Asesor Nicoli Atilio María. 1907-1919. Capellán,
de la F. J. C. U. y de la A. C. Dióce- subdirector de la Contribución al
sis de Montevideo. culto. Asesor de la A. C.
González Mannel. 18S3-1888. Párroco de Nuñez Olegario M
1910-1922. Párroco,
Santa Lucía. Falleció. diócesis de Montevideo. Poeta.
Gorricháteg-oi Simón. 1SS2-1887. Jesuita. Olivan Floro, 1902-1911. Párroco, dióce-
Falleció. '.
sis de Montevideo.
Guerra Mariano. 1917-1919. Pasó a Villa Orosa José, 1903-1903. Profesor, cape-
Devoto, Argentina. Doctor, Poeta, Te- llán, diócesis de Montevideo. Falleció.
niente de la Diócesis de la Plata. Pro- Orsi Fedro Juan, 1901-1910. Párroco, Pá-
fesor del Seminario. rroco Consultor, Vicario Foráneo, dió-
Guillarte Mannel. 1894-1900. Pasó a Ro- cesis de Montevideo. Falleció.
ma. Doctor, Párroco, Consultor Dio- Oyasbehere Fedro. Párroco, periodista,
cesano. Fiscal y Provicario de Meló. diócesis de Montevideo. Falleció.
Guimaraes Enrique Falleció. Era cole- Paolíno Eiberato. 1912-1913. Palotino.
gial.
Paredes Aureliano, 1910-1919. Párroco,
Hargain Jnan. 1886-1896. Capellán, Ca- Párroco Consultor, Profesor del Semi-
nónigo Doctoral, Montevideo. nario Interdiocesano, diócesis de Salto.

— 189 —
Fasseggi Luis A., 1883-1893. Profesor Profesor del Seminario, diócesis de
del Seminario, físico y químico. Dió- Montevideo.
cesis de Montevideo. Sosa Ponce Antonio, 1897-1905. Canóni-
Faternain Mons, Miguel, 1907-1915. Re- go, Párroco, Contador de la Arquidió-
dentorista. Obispo de Florida y Meló. cesis.
Pellerey Pélix, 1907-1917. Párroco, dió- Sosa Auquilio, 1916-1920. Pasó a Santa
cesis de Plorida 1 Melo. Lucía. Párroco, diócesis de Florida-
Pérez Pélix de Valois, 1893-1899. Párro- Melo.
co, diócesis de Montevideo. Stig-liani Carlos, 1907-1917. Párroco. Dió-
Pérez Generoso, 188 3. Vicario General cesis de Salto.
de Montevideo y Meló. Pasó a Roma. Tamburini Domingo, 1893-1901. Canóni-
Capuchino. Estudió en Roma. Doctor. go, Párroco,Párroco Consultor, dióce-
Pérez Juan £., 1891-1901. Párroco, Juez sis deMontevideo.
Prosinodal, diócesis de Salto. Tasende Martín Héctor, 1901-1906. Pasó
Pérez Marcial, 1S87-1896. Párroco, Vica- a Lovaina. Párroco, Secretario Gene-
rio Foráneo, Constituyente, diócesis ral del Arzobispado, de la Comisión de
de Montevideo. arte sagrado, Examinador Sinodal,
Rey Augusto, 1887-1896. Párroco, Párro- Predicador y profesor. Diócesis de
co Consultor, Examinador y Juez Si- Montevideo. Orador sagrado.
nodal, Organista, Canónigo de Monte- Urriátegui Mateo, 1902-1902.
video. Concluyó la Iglesia de Merce- Verdier Eliseo, 1887-1896. Párroco, dió-
des, reconstruyó la del Cordón con su cesis^ de Florida-Melo. Falleció.
casa parroquial. Falleció. Vidal Germán. 1884-1895. Canónigo, Ca-
Rius Ensebio, 1890-1900. Canónigo, Ca- pellán, Periodista, "El Mud^o", Exa-
pellán, Pro-Secretario del Arzobispa- minador y Juez Sinodal, diócesis de
do, diócesis de Montevideo. Montevideo.
Romero José, 1894-1903. Teniente, Dió- Villa Gervasio. 1884-1893. Capellán, de
cesis de Montevideo. Falleció. la diócesis de Montevideo. Falleció.
Ros Jaime, 1880-1890. Párroco de la dió- Viola Mons. Alfredo, 1906-1914. Obispo
cesis de Florida-Melo. Primer alumno de Salto. Pasó a Roma. Doctor. Con-
del Seminario: el primero en llegar en sultor diocesano, Fiscal y Visitador
febrero de 1880. Desde que salió del de Parroquias.
Seminario ha sido Párroco de Tacua- Vivas Augusto I., 1901-1909. Párroco,
rembó, sin cambiar de Parroquia ni de Vicario Foráneo, diócesis Montevideo.
oficio. Wercelay Diego, 1897-1898.
Sallaberry Juan Faustino, 1888-1894. Willat Juan. 1887-1896. Capellán, Cen-
Jesuíta. sor Sinodal, diócesis de Montevideo.
Salvatierra Sergio, 1S96-1898. Zervi Juan Duis. 1900-1902. Pasó a Ro-
Sánchez Eustaquio, 1889-1892. ma. Doctor. Fiscal, Promotor de la
Sánchez Pedro, 1896-1906. Justicia, Examinador y Testigo Sino-
Scholinsky Eduardo, 1896-1904. Párroco, dal, Visitador de Parroquias y Dele-
diócesis de Salto. gado para las Comunidades Religio-
Silva Jerónimo J., 1893-1901. Párroco, sas. Notable orador, diócesis de Mon-
capellán, examinador y Juez sinodal, tevideo.

SEMINARISTAS FALLECIDOS DURANTE DA CARRERA

Etcheún Juan Canci, 1880-1882. Bazzano Agustín, 1888-1896.


Rogido Rafael, 1881-1883. Dema Anselmo. 1898-1900.
Vera Manuel, 1888-1888. Mazzarchi Francisco, 1901-1902.
Gari Alberto, 1886-1890. Romero Juan, 1902-1902.
Miranda Joaquín, 1886-1890. Nartallo Tomás, 1905-1913.
Meny Remigio, 1889-1890.

— 190 —
PADRES JESUITAS QUE HAN TRABAJADO EN EL URUGUAY V SUS
PRINCIPALES C AROOS

Por orden alfabético

Junto nombre, se anota el año de su primera llegada al Uruguay y, si era


al
escolar, se la añade la letra E. Se ponen los cargos, no por orden cronológico, sino
de importancia. Si ha desempeñado varias veces un cargo, rio se repite ni se hace
notar la repetición, para evitar proligidad. Ponemos las menos fechas biográficas
posibles; y, esas, al fin de los cargos, para facilitar la lectura y el paso de un
nombre a otro.

Acuña Daniel. 1937, B. Profesor de quí- Añón Joaquín, Padre espiritual de


1935.
mica, de castellano e historia sagra- la Casa, operarioy confesor en el Se-
da. Uruguayo, nació 21 julio 1912; in- minario. Desde 1936, Director Espiri-
gresó 3 marzo 1928. tual del Seminario Mayor Intercioce-
Alonso Antonio, 1934. Procurador, ope- sano y Menor Metropolitano de Cristo
rario, consultor, capellán de Miramar. Rey, director de la Congregación de
Vice Superior de la Escuela Católica. la Inmaculada y San Luis y de las
Andaluz, nació 15 agosto 1874; ingresó obras de la Propagación de la Fe,
ya Sacerdote en la Argentina el 14 de Santa Infancia, San Pedro Apóstol, del
agosto de 1912. Apostolado de la Oración para los
Altamirano Moisés. Profesor de química, Alumnos, visita los hospitales con los
zoología y botánica, prefecto de divi- Seminaristas Congregantes. Español,
sión, Secretario del Colegio, Confesor nació 26 julio 1869; ingresó 6 julio
del Seminario Interdiocesano. Argen- 1884.
tino, nació 29 mayo 1906; ingresó 28 Asiain Justo M
E., 1934. Profesor de
,

marzo 1923. matemáticas, director de la revista


Amorós Fabrés Joan, 1922, E. Prefecto "El Colegio", prefecto de división.
de división, Profesor de Ingreso, ense- Uruguayo, nació en Montevideo el 5
ña catecismo, aritmética, geometría, junio 1909; ingresó 29 setiembre 1924.
castellano. Español, nació en Barcelo- Armeng-ou Duis, 1889, E. Enfermo. Es-
na 11 noviembre 1896; ingresó en la pañol, nació en Manresa 29 octubre
Compañía 2 octubre 1916. 1864; ingresó 15 julio 1886. Murió en

Angla Ramón, 1SS7. Profesor de Irifima Montevideo 4 enero 1892.


Arnau Permín G., 1905. Director de la
y Media, enseña francés, geografía fí-
Congregación Mayor. Enseña zoología
sica, aritmética, álgebra, castellano,
historia antigua y media, geografía. y química. Español, nació 13 enero
1864; ingresó 11 mayo 1888.
Director de la Congregación de San
Audi Fanicello José, 1895, E. Ministro,
Luis. Español, Viladecaballes, nació
Prefecto de división, Director de los
el 13 noviembre 1850; ingresó en la
gabinetes de física, química e histo-
Compañía 6 octubre 1869; murió en
ria natural. Enseña física, química,
olor de Santidad en Valparaíso 7 julio
historia natural, geografía, álgebra,
1933.
cosmografía, geografía física. Espa-
Anguela Juan. E. Estudia humanidades
ñol, nació 8 octubre 1876; ingresó 24
en Larrañaga. Español; nació 10 mar-
julio 1891.
zo 1873; ingresó 5 noviembre 1890.
Auger Ramón, 1896. Ministro, Prefecto
Antillach José, 1880. El primer profe- de Convictorio, de salud, de tonos y
sor del Colegio-Seminario. Prefecto sermones, Director de casos de con-
del Seminario y de música. Director ciencia. Enseña catecismo, derecho ca-
de la Academia Literaria. Profesor de nónico, sagrada escritura. Español, na-
suprema, enseña humanidades, retóri- ció 21 marzo 1856; ingresó 4 noviem-
ca, latín, griego, gramática, aritméti- bre 1878. Falleció 8 enero 1931.
ca, geografía, historia universal y Ballber Jaime, 1906. Español, nació 23
americana. Español, nació 2 julio 1840; octubre 1865; ingresó 20 setiembre
ingresó 16 setiembre 1867. Murió en 1882. Murió en Montevideo 23 junio
Mendoza 6 agosto 1903. 1906.

— 191 —
Barlén Antonio. 1!H5. Prefecto de] Se- logía. Español, nació 16 noviembre
minario. Profesor de Preparatoria. En- 1878; ingresó 18 marzo 1896.
seña catecismo, apologética, religión, Blasco Francisco Javier, 1890, E. Minis-
botánica, mineralogía, historia ameri- tro, Prefecto de convictorio, subpre-
cana y patria, geografía física. Du- fecto de estudios. Enseña retórica, li-
razno. Ministro y operario. Urugua- teratura .castellano, humanidades,
yo, nació 19 mayo 1880; ingresó 3 historia universal. Director de la Con-
enero 1902. gregación Mayor. Prefecto de tonos y
Barrera Manuel, 1900. Ministro, Prefec- sermones. Español, nació en Santa
to de Convictorio y de salud, Subpre- Eulalia, Teruel, 25marzo 1864; ingre-
fecto de estudios, Consultor. Español, só 18 junio 1881. Murió en Santiago
nació 8 diciembre 1S66; ingresó 2 se- de Chile 19 octubre 1917.
tiembre 1881. Bosch Francisco, 1897, E. Profesor de
Bas Buenaventura, 1906, E. Prefecto* de • ínfima y media. Enseñó aritmética,
división. Enseña literatura. Español, castellano, francés, historia universal,
nació en Igualada, 26 junio 1880; in- física. Español, nació 22 febrero 1872;
gresó 30 abril 1898. Murió en Santia- ingresó 23 julio 1888. Murió en Mon-
go de Chile 29 noviembre 1925. tevideo 23 junio 1911.
Becier Guillermo, 1893, E. Estudia hu- Bognñá Juan, 18S1. Bibliotecario. Espa-
manidades en Larrañaga. Alemán, na- ñol: nació le Feb. 18.35, ingresó 31
ció 14 setiembre 1870; ingresó 11 fe- Dic v 1863.
brero 1891. Boix Ginés, 1SS4. Enfermo. Español: na-
Benítez I.afuente Carlos O., 1901. Biblio- ció 21 Jun. 1859, ingresó 5 Set. 1877.
tecario, Prefecto de tonos y de ser- Murió en Santa Fe, 17 Ag. 1889.
mones, "Director de la Congregación Briansó José María, 1896, E. Enseñó re-
de San Luis, enseña teología escolás- tórica, historia literaria, matemáticas.
tica, filosofía, sociología .historia uni- Español: nació en Castelvell, Tarrago-
versal y eclesiástica, Director de ca- na, 13 May. 1867, ingresó 2 Jul. 1881.
sos de conciencia. Argentino, nació en Murió en Buenos Aires 25 Ag. 1921.
Concepción, Corrientes, 21 noviembre Brieba Urriola Arturo, 1914, E. Profesor
1867; ingresó 24 mayo 1890. Murió en de preparatoria. Chileno: nació en San-
1

Montevideo 17 abril 1937. tiago *12 Oct. 1891, ingresó 18 En. 1909.
Benítez lafuente Samuel, 1893, E. Es- Brusa Juan José. 1937. Ministro, padre
tudió humanidades en Larrañaga. Ar- espiritual de la Apostólica y de los
gentino, nació en Concepción, Corrien- '
alumnos del Colegio-Seminario; ense-
tes, 13 octubre 1876; ingresó 24 mayo ña religión en ingreso y en la Escuela
1890. ,
Gratuita de San Ignacio: director de
Bertón Roberto, en el Terceronado, Mi- la Congregación de los alumnos y de
nistro procurador, Prefecto de Iglesia San Berchmans en la Escuela de San
y de salud de los Nuestros. Director Ignacio y de la obra de las Misiones.
Local del Apostolado de la Oración, Argentino, nacfó 9 octubre 1904; in-
de la Congregación de la Inmaculada gresó 3 junio 1918.
y los Beatos Mártires Roque Gonzá- Buil Ag-uilar Nicolás M., 1906. Bibliote-
lez de Santa Cruz y Compañeros, y de cario. Enseña Teología, historia ecle-
la Virgen de Luján y de Santa Tere- siástica, Prefecto del Seminario, pre-
sita del Niño Jesús. Consultor. Argen- fecto de tonos y sermones. Catequista
tino, nació 23 julio 1905; ingresó 22 en las Escuelas de Religión de la Li^a
marzo 1923. de Damas Católicas. Profesor de teo-
Berro Antonio, E., 1930. Enseña latín a logía en el Seminario Mayor Interdio-
los Apostólicos, y en el Colegio, ma- cesano. Apologista. Español, nació en
temáticas, geografía universal, Pre- Betors, Huesca, 16 Mar. 1870, ingresó
fecto de división. Argentino, nació 22 7 Ab. 1891.
junio 1906; ingresó 23 febrero 1921. Burrial Olmo Pedro, 1S96. Espera desti-
Blanco José María, 1914. Ayudante del no. Español: nació en Gramén, Hues-
Director de la Congregación Mayor, ca, 9 DiC. 1864, ingresó 15 Ag. 1S79.

sección S. Berchmans. Enseñó apolo- Murió en Santiago de Chile, 28 Ag.
gética, religión, física, química, zoo- 1919.

— 192 —
Bustamante José, 1892. Ministro en La- zoología. Español: nació en Celrá, Ge-
rrañaga y prefecto de la Iglesia. Fun- rona, 6 Jun. 1867; ingresó 17 Dic.
dador de las Adoratrices. Español: 1884. Falleció en Chile, 16 febrero
nació 19 Ab. 1834; ingresó 19 Oct. 1937.
1855. Murió en Buenos Aires, 5 Set. Casabayó Boquer Pedro. 1888. Profesor
1909. de Media, enseña aritmética, geogra-
Cabeza Miguel, 1S75. Superior 1877-1879, fía física, griego, castellano. Espa-
Operario, Procurador, Consultor. Es- ñol, nació en Caldas de Mont Buy 31
pañol: nació 29 Set. 1806, ingresó 20 Ag. 1851, ingresó 3 Ab. 1869. Murió en
Dic. 1829. Murió en Montevideo, 20 Montevideo 2 May. 1928.
Oct. 1890. Casellas Pedro, 1936. Profesor de apolo-
Canal Lorenzo 1888. Ministro, Procura- gética, y geografía; prefecto de divi-
dor, Consultor. Enseñó teología moral sión; director de la Congregación Ma-
y dogmática en Larrañaga. Español": yor, y de las Conferencias de San Vi-
nació 10 Ag. 1829, ingresó 6 Set. 1857. cente de Paúl para jóvene; Asesor
Murió en Buenos Aires 30 Noy. 1907. Eclesiástico de la Junta Diocesana de
Canongía Ramón. 1S91, E. Estudió hu- la Acción Católica; visita con los Con-
manidades en Larrañaga. Espaüol: na- gregantes el sanatorio de cancerosos.
ció 24 Set. 1870, ingresó 1» En. 1888. Español: nació 4 Set. 1888; ingresó 16
Murió en Manila 6 Set. 1906. Dic. 1904.
Cañadas Prefecto de Convic-
liáis. 1922. Castro Santo Antonio. Ministro, Pre-
torio, de Estudios y salud de los alum- fecto del Seminario, Director de la
nos. Secretario del Colegio, Director Congregación Mayor, enseña apologé-
de la Academia Literaria de los raa- tica, filosofía, instrucción cívica, in-
moyores, Consultor. Español: nació 29 dustrias, física, química, álgebra, geo-
Jul. 1871, ingresó 30 Jul. 1887. metría, cosmografía, ampliación de
Capará Joaquín, 1895. Prefecto de divi- matemáticas, Director del Círculo de
sión. Profesor de Suprema, enseña Estudios. Uruguayo: nació en Salto 30
aritmética. Ministro en Larrañaga, Ab. 1867, ingresó 9 Ab. 1889. Murió en
Prefecto de Iglesia. Director del Apos- Montevideo 8 Jul. 1925.
tolado y de la Congregación de San Cayuela Boberto 1912. E. Profesor de
Luis. Español: nació 8 Jun. 1865, in- Media, Director de la Academia Lite-
gresó 21 Jun. 1890. raria, enseña literatura,
castellano,
Casas José, 192 1, E. Prefecto de divi- historia antigua, media, mo-
griego,
sión, enseña aritmética. Español: na- derna, zoología. Español: nació 8 Feb.
ció 1» Ag. 1893, ingresó 19 Set. 1907. 1887, ingresó 20 Jul. 1901.

Carabajal Fernández Baúl, 1925, E. Pre- Cendra Terrades Pedro. 1891, E. Estu-
dia humanidades en Larrañaga. Direc-
fecto de división, Profesor de Ingreso,
enseña catecismo,, aritmética, castella- tor del Catecismo, de las Congrega-
ciones de San Berchmans y de Santa
no, geografía patria, americana y eu-
ropea. Sub-director de la A. A. Loyo-
Filomena, Capellán del Círculo Cató-
lico de Obreros. Enseña catecismo, re-
la. Argentino: nació en Yapeyú, 27.
ligión, historia antigua, media, moder-
Mar. 1900. ingresó 27 Dic. 1915.
na, americana, geografía patria, co-
Carcavina Pedro, 18994. Prefecto de di-
mercio, geometría, trigonometría, cos-
visión. Español: nació en Ayerbe,
mografía. Operario. Español: nació en
Huesca, 28 Ab. 1859, ingresó 23 Jun.
Anglés, Gerona, 6 En. 1869, ingresó
1880. Murió en Santiago de Chile, 3
13 Ag. 1887. Murió en Montevideo 6
Jul. 1923.
Feb. 1933.
Carlncci Cayetano, 1874. Operario, Con- Civit José, 1881. Operario. Español: na-
sultor. Italiano: nació en Kápoles, ció 12 Ab. 1842. ingresó 12 Oct. 1872.
1834, ingresó 27 Set. 1852. Murió en Murió en Monte\-ideo 3 Jul. 1882.
Córdoba 12 Jun. 1900. Closella Bienvenido, 1891, E. Estudia hu-
Carreras Juan O., 1S93, E. Prefecto de manidades en Larrañaga. Prefecto de
división y de música. Director de la división, enseña caligrafía. Español:
Congregación de S. Berchmans. Ense- nació en Manresa 21 Mar. 1867. ingre-
ña retórica, literatura, filosofía, histo- só 21 Ag. 1889. Murió en Tortosa 26
ria universal, química, mineralogía, Set. 1915.

— 193 —
Codina Matías, 1937. Rector del Terce- nes en campaña (17 agosto 1896). Di-
ronado en la Casa de los Beatos Már- rector del Apostolado. Visita hospita-
tires Ríoplatenses, desde el 1? de ma- les. Español: nació en Rupiá, Gerona,
yo 1937. Instructor y examinador de 28 Oct. 1855, ingresó 24 Jul. 1888. Mu-
los Padres de Tercera Probación; Con- rió en Mendoza 29 Jun. 1923.
sultor de Provincia; prefecto de salud Crespí Vidal Matías, 1917. Operario, Mi-
de los Nuestros; examinador de can- sionero, Director del Centro Apostóli-
didatos para la Compañía de Jesús. co de San Francisco Javier, Fundador
Confesor del Seminario. Español: na- y director de la hoja "San Javier"
ció 25 Feb. 1871; ingresó 12 Jun. 1889. con un tiraje de 30.000 ejemplares.
Culomer Francisco, 1883. Profesor de In- Español: nació en San Lázaro, Balea-
fima. Enseña física, química, historia. res, 12 Oct. 1878; ingresó 4 Jun. 1915.
Español: nació 10 Ag. 1847, ingresó 23 Crexans Ramón, 188S, E. Rector 13 mar-
Set. 1863. Murió en Santa Fe 13 Oct. zo 1904-25 diciembre 1909. Prefecto de
1913. estudios, Director de la Congregación
Colomer Sebastián, 1877. Operario. Bi- Mayor y la de San Luis, de Alumnos.
bliotecario, Prefecto de casos, tonos
y Profesor de Infima y Preparatoria.
sermones. Enseña teología escolástica Enseña aritmética, historia patria. Es-
y dogmática, sagrada escritura. Espa- pañol, nació 1» Set. 1864, ingresó 23
ñol: nació 14 Jun. 1842, ingresó 29 Jun. 1883.
Jun. 1865. Murió en Buenos Aires 25 Chelos Francisco Teodoro, 1875. Opera-
Dic. 1902. rio, Consultor. Español: nació 1? Ab.
Cclombo David, 1906, E. Prefecto de di- 1829, ingresó 18 May. 1860. Murió en
visión, enseña catecismo y religión. Montevideo 23 Nov. 1876.
Ministro, prefecto y profesor de latín Chorro Francisco, E. 1881. Profesor de
en el Seminario Interdiocesano. Ita- Media. Español: nació en Javea, Ali-
liano: nació 26 Ju. 1880, ingresó 19 cante, 30 Set. 1856, ingresó 12 Nov.
Ene. 1897. 1874. Murió en Gandía 1 Set. 1915.
Coi-ominas Juan, 1933. Operario, da Ejer- Dalmau Antonio, 1873. Operario, Consul-
cicios Espirituales, predicador; ha pre- tor, Prefecto de Casos, Bibliotecario,
dicado por radio varios años seguidos Director del Apostolado. Español: na-
el Mes del Corazón y el Mes de María ció 15 Feb. 1829, ingresó 28 Mar. 1855.
desde la difusora católica Jackson y Murió en Mendoza 22 Jul. 1894.
otras radios. Español: nació 15 marzo Darner Cándido, 1888. Director de la
1871; ingresó 28 julio 1887. Academia Literaria. Enseña retórica.
Correa Correa Domingo C, 1926. Minis- Español: nació 3 Ab. 1854, ingresó 18
tro del Colegio y del Noviciado, Pro- Mar. 1869. Murió en Santiago de Chile
curador, enseña matemáticas y latín, 24 Set. 1905.
capellán de Miramar. Uruguayo, na- Darner Lauro, 1890. Ministro, Prefecto
ció en Lascano, Rocha, 23 Noviembre de Convictorio, Sub-prefecto de estu-
1891, ingresó 23 May. 1908. dios, Director de la Academia Litera-
Correa José Francisco, 1893, E. Estudia ria. Enseña teología escolástica, pre-
humanidades en Larrañaga. Prefecto fecto de tonos y sermones. Prefecto
de división. Enseña retórica, historia de división. En Larrañaga Ministro,
universal, literatura, química. Chileno: Director del Catecismo, enseña huma-
nació 6 Oct. 1874, ingresó 11 Feb. 1891. nidades, historia. Español: nació en
Correa Silvestre, 1892, E. Estudia hu- Castellón de Ampurias, Gerona, 16 Ab.
1861, ingresó 22 Ab. 1875. Murió en
manidades en Larrañaga. Chileno: na-
ció en Talca 31 Dic. 1858, ingresó 20
Córdoba 24 Feb. 1926.
Feb. 1890. Murió en Santiago de Chi-
Dávila Moisés, 1891, E. Profesor de In-
le 2 Mar. 1917.
fima y Media. Argentino: nació en
Córdoba 3 Jun. 1866, ingresó 2 Feb.
Cortés Jnan, E., 1933. Enseña historia
1885. Murió en Buenos Aires, 18 Ju.
antigua, griega y romana. Español:
1930.
nació 1? Set. 1905, ingresó 14 Ag. 1923.
Delg-ado José María, 1890. Ministro. Es-
Costa Francisco, 1896. Operario, Misio- pañol: nació 9 Set. 1858, ingresó 30
nero, Fundador del Centro Apostólico Ab. 1881. Murió en Montevideo 28 Ab.
de San Francisco Javier para Misio- 1890.

— 194 —
Delpiano Víctor, 191". E. Prefecto de di- Mayor. Enseña castellano, aritmética,
visión, Profesor de Preparatoria, en- geografía.En su rectorado se conclu-
seña matemáticas, geometría, física, yó Escuela Gratuita de San Igna-
la
comercio, geografía física. Chileno: cio; se proveyó de muebles e inaugu-
nació 19 Feb. 1889, ingresó 3 May. ró en pleno, en todos los cursos y la
1908. dejó plenamente organizada; se adqui-
De Novaes Américo, 1909. Enfermo. Por- rió la quinta de Miramar en que se
tugués: nació 15 Feb. 1862, ingresó 6 ha fundado el Terceronado; se blan-
Jul. 1889. queó el Colegio por dentro y los cos-
Díaz Natalio, E., 1932. Enseña latín en tados Este y Sur de la Iglesia; se ad-
la Apostólica, y en el Colegio, inglés; quirieron las estatuas de San Roberto
prefecto de divcisión. Español: nació Belarmino y San Pedro Canisio, doc-
17 Noviembre 1901, ingresó 4 setiem- tores de la Universal Iglesia, y se co-
bre 1924. Concluye su carrera en el locaron en el Altar de San Ignacio.
Colegio Máximo de San Miguel, Ar- Profesor de teología dogmática y di-
gentina. Ha venido dos años de pre- rector de Catecismo en el Seminario
fecto de división del Seminario Mayor Mayor Interdiocesano; y de teología
Inteddiocesano y Menor Metropolitano, fundamental en los cursos de Cultura.
en las vacaciones de Santa Lucía. Católica en el Club Católico. Urugua-
Dibar Arturo, E. Prefecto de la Escuela yo, nació en Rocha 21 abril 1872; in-
Apostólica, profesor Uruguayo, nació
. gresó el 8 agosto 1893.
en Carmelo el 5 noviembre 1814; in- Falgneras Antonio. 1900. Operario, Mi-
gresó 3 marzo 1930. sionero, Director del Apostolado, Pre-
Doglia Andrés, 1917. Prefecto de divi- fecto de tonos y sermones. Enseña fi-
sión, Director de la Congregación de losofía, Director de la Academia de
San Luis. Enseña castellano. Italiano, religión. Español, nació en Hostalrich,
nació el 19 marzo 1880; ingresó 9 mar- Gerona, 2 febrero 1864; ingresó 30 ju-
de 1898. lio 1880. Murió en Santiago de Chile
Doménech Estanislao, en Durazno. Mi- 29 agosto 1924.
nistro, operario, misionero, visita hos- Taller Clemente, 1877. Operario, Consul-
pitales, da ejercicios espirituales, Pre- Español, nació 31 marzo 1814; in-
tor.
fecto de salud y de Iglesia, biblioteca- gresó 11 octubre 18 34.
rio, Director de catecismo y de la Cru- Peliú Buenaventura, 1890. Padre Espiri-
zada Eucarística. Español, nació el 4 tual. Español, nació 15 diciembre 1825;
enero 1891; ingresó 5 julio 1905. ingresó 9 enero 1843. Murió en Monte-
Doménech José, 1906, E. Rector 15 no- video 18 julio 1903.
viembre 1915-26 enero 1921. Prefecto Peliú Perrer luis, 1892, E. Estudia hu-
de convitorio y de estudios, Director manidades en Larrañaga. Capellán del
de la Congregación Mayor y del Apos- Círculo Católico de Obreros, Director
tolado. Enseña filosofía, química, lite- de la Asociación del Divino Maestro,
ratura, sociología y pedagogía. Primer de la Asociación de Estudiantes Ca-
rector del Seminario Mayor Interdio- tólicas Universitarias, de la Congre-
cesano y Menor Metropolitano. Espa- gación de Hijas de María de las Ale-
ñol, nació el 12 octubre 1879; ingresó manas. Español, nació en Barcelona
23 setiembre 1895. 28 marzo 1868; ingresó 29 setiembre
Domingo Joaquín, 1894. Enfermo. Se es- 1885. Murió en Montevideo 25 junio
capó del Vilardebó, y no se ha sabido 1929.
más de él. Español, nació 12 marzo Fernandez Hilario, 1892. Operario Direc-
1850; ingresó 14 junio 1868. tor de la Congregación Mayor. Espa-
Escatllar Buenaventura, 1884. Operario. ñol, nació 14 enero 1845; ingresó 6 ju-
Español, nació 15 mayo 1825; ingresó lio 1899. Murió en Córdoba 12 julio
11 octubre 1854. Murió en Santa Fe 1912.
9 mayo 1898. Perrer José María, 1897. Prefecto de di-
Bzpeleta Herrera José María, 1914. Rec- visión. Español, nació 11 octubre 1863 ;

tor desde el 22 febrero 1927 hasta el ingresó 10 agosto 1892.


8 diciembre 1932. Prefecto general~del Pinochietto Osvaldo, E., 1924. Enseña
Colegio y de estudios, subprefecto de religión, catecismo, castellano, histo-
estudios, director de la Congregación ria sagrada y patria, geografía ame-

— 195 —
ricana, prefecto de división. Argenti- García de Loydi Ludovico 1922, E. Pro-
no, nació en Buenos Aires, el 6 mayo fesor de Preparatoria e Ingreso. En-
1911; ingresó 11 marzo 1927. seña catecismo, urbanidad, historia
Fonseca Ernesto. Operario, predicador, universal y patria, geografía patria y
misionero, da ejercicios espirituales, sudamericana. Argentino, nació en Co-
director del Centro Apostólico de San rrientes 10 enero 1900; ingresó 27 ene-
Francisco Javier, director de la revis- ro 1918.
ta "San Javier", examinador de can- Garriga Antonio, 1891. Rector 22 febre-
didatos. Argentino, nació 8 diciembre ro- 1891-18 diciembre 1895. Prefecto
1904; ingresó 9 febrero 1920. de estudios. Profesor de castellano,
Pont Ramón, E. Prefecto de división. Es- organiza la liturgia en el Seminario.
pañol, nació en Vich 29 noviembre Hizo los altares de la Iglesia. Espa-
1861; ingresó 25 febrero 1879. Murió ñol, nació en Manresa 27 febrero 1847;
en Valparaíso 18 setiembre 1923. ingresó 6 agosto 1866. Murió en Bue-
Franco Salvador, 1886, E. Estudia teo- nos Aires 28 setiembre 1922.
logía moral y dogmática. Prefecto de Gibernau Fío, 1889, E. Prefecto de di-
división, Profesor de preparatoria, en- visión, de tonos y sermones, Director
seña latín. Operario. Español, nación de las Congregaciones de S. Berch-
15 enero 1859; ingresó 24 marzo 1880. mans y S. Luis, Profesor de Infima.
Murió 26 agosto 1934. Enseña castellano, aritmética, geogra-
Freixes Mannel, 1889. Operario. Espa- fía. Español, nació 3 marzo 1862; in-
ñol, nació el 1 enero 1830; ingresó 15 gresó 24 noviembre 1880. Murió 5 se-
setiembre 1861. Murió en Santa Fe 22 tiembre 1934.
diciembre 1893. Glronés José, 1891, E. Estudia humani-
Furlong Guillermo, de la Academia de dades en Larrañaga. Español, nació
Historia de Buenos Aires. Miembro 20 diciembre 1867; ingresó 8 noviem-
activo de la Asociación Amigos de la bre 1889.
arqueología, gran investigador y asi- Gómez Ferreyra José Avelino, 1928, E.
duo historiador; ha escrito varias Prefecto de división, Subdirector de la
obras: Glorias Santafesinas, Los Je- A. A. Loyola. Profesor de Ingreso, en-
suítas y la Cultura en el Río de la seña latín, castellano, geografía pa-
Plata, La Virgen de los Milagros, tria, americana, europea y universal.
etc.; notable biógrafo; enseña litera- Prefecto de música. Argentino, nació
tura, historia antigua, media, moder- en Córdoba 28 abril 1904; ingresó 29
na y contemporánea; historia pa-
e abril 1919.
tria. Argentino, nació en Arroyo Se- Gómez Rocafort Juan, 1929, E. Prefecto
co, provincia de Santa Fe el 21 de de división, Profesor de Preparatoria.
junio 1889; ingresó 15 abril 1903. Enseña latín, religión, castellano, his-
Furió Benjamín. Ministro, Prefecto de toria patria. Español, nació en Gero-
Iglesia, Director del Catecismo, ense- na 27 enero 1895; ingresó 24 enero
ña historia antigua griega y romana, 1921.
y geografía universal. Español, nació Gómez Martín. 1933. Fundador del Se-
23 diciembre 1875; ingresó 22 abril minario Interdiocesano. Ministro, pre-
1892. fecto, procurador y consultor; profe-
Galarza Francisco Javier. 1923. E. Pro- sor de moral y derecho canónico. Fué
fesor de Preparatoria, enseña aritmé- hombre eminente y una bendición de
tica. Argentino, nació el 25 diciembre Dios en el Seminario Mayor Interdio-
1892; ingresó 24 diciembre 1907. cesano y Menor Metropolitano de Mon-
Galiño Manuel. En el Seminario Inter- tevideo, en sus primeros comienzos,
diocesano, Procurador, enseña latín y ejercitando en él todos los cargos,
castellano. Español: nació 13 marzo menos el de Rector. Español, nació en

1902; ingresó 5 setiembre 1919. Huércal-Overa, Almería, el 20 marzo


García de Arias Luis, 1915, E. Prefecto 1869; ingresó el 17 octubre 1894; mu-
de división. Profesor de Preparatoria rió en Montevideo el 19 diciembre
e Ingreso. Enseña religión, castella- 1934.
no, instrucción cívica, geografía físi- Gomis Francisco, 1887, E. Prefecto de
ca, zoología. Español, nació el 11 ma- división, Director del museo de histo-
yo 1887; ingresó 6 octubre 1906. ria natural y de los gabinetes de fí-

— 196 —
sica y química. Enseña geometría, fí- les, Director de las Conferencias de
sica y química. Español, nació en Man- San Vicente de Paul. Enseña francés.
resa 21 enero 1861; ingresó 16 junio Alemán, nació en Cassel, Hessen, 18
1880. Murió en Córdoba 2 marzo 1924. enero 1855; ingresó 31 diciembre
González José. E. 1926. Director de la 1877. Murió en Montevideo 27 noviem-
Academia Literaria y de Declamación; bre 1935.
enseña clase práctica de castellano; Hurley Juan. 1894. E. Estudia humani-
prefecto de división. Fué profesor de dades en Larrañaga. Argentino, nació
retórica y uno de los fundadores del en Pergamino, 1 noviembre 1875; in-
Seminario Mayor Interdiocesano y Me- gresó 19 mayo 1892.
nor Metropolitano de Montevideo. Ar- Hurley Julián, E. Estudia huma-
1895,
gentino, nació en Buenos Aires el 6 nidades en Larrañaga. Enseña gramá-
febrero 1901; ingresó 18 febrero 1916. tica y humanidades. Argentina, nació
Gorrichátegui Simón, 1902. Ministro, en Pergamino 29 mayo 1878; ingresó
Prefecto de Convictorio, de división, 19 mayo 1892.
de la Iglesia y de música. Profesor de Infante Eugenio, 1887. Prefecto de divi-
Media. Enseña castellano, religión, sión, de tonos y sermones. Biblioteca-
moral, historia americana y patria, la- rio, Profesor de preparatoria, Elemen-
tín, álgebra, física, geografía física, tal. Suprema; enseña castellano, arit-
Secretario del Colegio. Consultor. Es- mética. Operario. Chileno, nació en
pañol, nació en Bérriz, Vizcaya, 28 Santiago 15 noviembre 1859; ingresó
octubre 1867; ingresó 13 agosto 1887. 31 diciembre 1875.
Murió en Montevideo 7 diciembre 1925. Iribarren Ignacio, 1929. Operario, Biblio-
Orenón Delfín. 1905. E. Prefecto de di- tecario, Capellán del Círculo Católico
visión. Enseña filosofía, instrucción de Obreros, Director de ¿a Congrega-
cívica, francés, castellano, aritmética, ción de Berchmans de la Escuela Gra-
geometría. Argentino, nació en Espe- tuita de San Ignacio. Procurador, pro-
ranza 23 junio 1897; ingresó 2 octubre fesor y director del Catecismo en el
1895. Seminario Interdiocesano. Conferen-
Groeger Guillermo, 1884. Operario. Ale- cista por radio. Apóstol del obrerismo.
mán, nació 17 mayo 1837; ingresó 14 Uruguayo, nació en Carmelo 11 di-
1

junio 1858. ciembre 1875; ingresó 27 setiembre


Gnaldo Pablo. 1895. Rector 18 diciem- 1901.
bre-1 febrero 1899; Prefecto de estu- Izurieta Craig Juan José. lí>28. E. Pre-
dios. Director del Apostolado. Espa- fecto de división, Director del labora-
ñol, nació 27 diciembre 1894; ingresó torio de química. Enseña química, bo-
23 julio 1870. Murió en Buenos Aires tánica, mineralogía, geología. Argen-
3 abril 1903. tino, nació en Chascomús, Prov. Bue-
Hermana Francisco Javier. 1 S 2 Minis-
f1 .

nos Aires, 29 julio 1904; ingresó 30


tro, Prefecto de la Iglesia y de salud, julio 1919.
Director del Apostolado. Padre Espi-
Jordán Bayod Evaristo, 1901. Sotominis-
ritual y Prefecto de la Iglesia y de
tro,Prefecto de la Iglesia, Director
salud en Larrañaga. Alemán, nació en
de la Academia de Liturgia. Profesor
Nieder Roth, Ober-Bayern. 10 junio
de Infima y Media. Operario. Español,
1836; ingresó 9 agosto 1858. Murió en
nació en Alcañiz, Teruel, 26 octubre
Santa Fe 13 agosto 1917.
1861; ingresó 14 agosto 1879.
Hupfeld Stegemoeller Augusto. 1895.
Prefecto de convictorio, de tonos y Juan Sanz Juan Bautista, 1890, E. Bi-
sermones. Subprefecto de estudios, bliotecario, Cursa teología moral y
bibliotecario. Enseña teología esco- dogmática. Español, nació 5 marzo
lástica, historia eclesiástica. Alemán, 1861; ingresó 5 enero 1877.
nació en Cassel, Hessen, 27 agosto Keller Kramer Luis. 1899. Director de
1856; ingresó 1? marzo 1877. Murió en casos de conciencia; enseña derecho
Bareclona 26 octubre 1905. cannico. teología pastoral y moral.
Hupfeld Stegemoeller Roberto, 1891. Pro- Alemán, nació en Herdecke, Wetsfa-
curador. Sotoministro, Prefecto de di- lia, 4 jünio 1850; ingresó 30 setiem-
visión y de la Iglesia, Procurador de bre 1868. Falleció en Montevideo 16
la Escuela Apostólica, visita hospita- junio 1934.

— 197 —
Ziapalma A. Lucio, 1899. Operario, Bi- 1888, ingresó 13 Oct. 1904. Murió en
bliotecario; enseña latín. Argentino, Mar del Plata 12 En. 1926.
nació el 19 octubre 1864; ingresó 15 Martí Gabriel, 1905. E. Prefecto de di-
octubre 1884. Murió 30 julio 1938. visión. Español: nació 23 Ag. 1868, in-
Leal Gabriel M Profesor de latín y pre- gresó 7 Jul. 1886.
fecto de liturgia en el Seminario Ma- Martínez Ramón, 1913, E. Estudia teo-
yor Interdiocesano y Menor Metropo- logía. Español: nació 31 May. 1880, in-
litano de Cristo Rey de Montevideo. gresó 19 En. 1897. Murió 30 setiembre
Brasilero, nació en Río Janeiro 25 1938.
marzo 1908; ingresó 26 marzo 1923. Martos Manuel, 1872. Superior 3 diciem-
Xiérida Felipe. Prefecto de división. Es- bre 1872-14 marzo 1877, Procurador,
pañol, nació 5 febrero 1882; ingresó Operario. Español: nació 17 Dic. 1813,
31 agosto 1899. ingresó 24 Nov.' 1830. Murió en Fray
López José, 1891. Rector 1 febr. 1899-13 Bentos, 14 Mar. 1877.
marzo 1904. Fundador de la -congrega- Más Bartolomé, 1891. Ministro y profe-
ción Mayor, 21 junio 1902. Prefecto de sor de humanidades en Larrañaga. Es-
estudios, Director de la congregación pañol: nació 11 Mar. 1849, ingresó 24
Mayor. Profesor de Infima y Supre- Ab. 1875. Murió en Santiago de Chile
ma. Español, nació 5 enero 1865; in- 27 Dic. 1906.
gresó 30 junio 1888. Murió 23 febrero Más Jesús, 1884, E. Prefecto de división.
1935. Profesor de Elemental. Español: na-
Lorente Constantino, E. Enseña aritmé- ció 1? Jun. 1860, ingresó 14 Ab. 1874.
tica, historia antigua y media. Espa- Mateu Rafael. En el Terceronado, mi-
ñol, nació 28 noviembre 1897; ingresó nistro, procurador, prefecto de Iglesia
28 noviembre 1912. y de salud. Consultor, director del
Llama Alejo, E. Enseña Catecismo, re- Apostolado de la Oración. Español: na-
ligión, castellano, historia sagrada, ció 2 En. 1869, ingresó 12. Feb. 1884.
geografía patria; prefecto de división. Matus Carlos Julio, E., 1930. Enseña his-
Uruguayo, nació en Rivera, el 5 junio toria patria, castellano, religión, latín
1912; ingresó el 15 junio 1927. a los Apostólicos, Directorde la Lo-
Llobera Colls José, 1912. Director de la yola, gran organizador de los juegos
Academia literaria, Prefecto de tonos esportivos. Chileno: nació 13 May.
y sermones, Profesor de Suprema; en- 1905, ingresó 20 Dic. 1921.
seña retórica, castellano, griego. Es- Mendieta Pedro, 1881. Ministro, Prefec-
pañol, nació en Fortiá, Gerona, 18 fe- to de Convictorio, Subprefecto de es-
brero 1865; ingresó 25 julio 1879. tudios.Director del Apostolado y de
Llussá José, 1909. Rector desde 23 di- loscasos de conciencia. Profesor de
ciembre 1909 a 15 noviembre 1915 y Infima. Argentino: nació 20 Jul. 1846,
desde 27 febrero 1940: prefecto de es- ingresó 14 May. 1864. Murió en Bue-
tudios, Director del Apostolado de la nos Aires 12 Jun. 1910.
Oración, profesor de sociología y pe- Mercader Juan Pablo. En el Seminario
dagogía, director de la Asociación del Interdiocesano, profesor de retórica,
Exalumno; en su rectorado se levantó elocuencia sagrada y profana, latín,
el tercer piso de la calle Soriano. Es- griego y castellano, prefecto de divi-
pañol: nació en S. Julián de Vilatorta, sión, director de la Liga Misional Pío
Barcelona, 22 setiembre 1829; ingresó XI, y subdirector de la Propagación
5 julio 1887. Ex-Provincial, ex-Supe- de la Fe, de la Santa Infancia y la
rior de la Misión y ex-Viceprovincial Obra de San Pedro Apóstol. Español:
de Chile. nació en Barcelona, 29 enero 1914; in-
Manon Tomás, 1924, E. Prefecto de di- gresó 41 marzo 1929.
visión, Profesor de Ingreso, enseña ca- Mercader Manuel, E. En el Seminario
tecismo, aritmética, castellano, geo- Interdiocesano, profesor de filosofía,
grafía patria, americana y europea. prefecto de división. Español: nació
Argentino: nació 7 Jun. 1895, ingresó en Barcelona, 22 Dic. 1916. ingresó 9
27 Dic. 1911. Mar. 1932.
Mainer Mena Enrique, 1914, E. Prefecto Meroni Virgilio. E. Profesor de matemá-
de división. Enseña filosofía. Argen- ticas, deAcción Católica y Catecismo,
tino: nació en Buenos Aires 11 Set. prefecto de división, director de "El

— 198 —
Colegio". Argentino: nació 12 Julio San Jerónimo-Norte, Santa Fe, 30 Oct.
1914, ingresó 7 En. 1930. 1890, ingresó 22 Feb. 1907.
Mico Angelino, 1936. Ministro, Prefecto Mullin Carlos. E. Profesor de química,
de disciplina y salud de los Alumnos, prefecto de división. Uruguayo: nació
Secretario del Seminario Mayor Inter- en Montevideo 8 Ag. 1914, ingresó 16
diocesano y Menor Metropolitano de Feb. 1931.
Cristo Rey de Montevideo; profesor de Muntané Mestre Juan. 1904. Biblioteca-
castellano; director de la Congrega- Prefecto de división, de tonos y
rio,
ción de la Inmaculada y San Luis sermones, padre Espiritual del Semi-
Gonzaga y de la Obra de la Propa- nario, Director de las Estudiantes Ca-
gación de la Fe y de la Santa Infan- tólicas universitarias, de la Propagan-
cia. Español: nació en Gandía, el 11 da Fide y de la Santa Infancia. Ense-
Jun. 1887, ingresó 23 Set. 1906. ña literatura. Español: nació en Fal-
Mico Salvador, 1936. Profesor de mate- set, Tarragona, 28 Jun. 1868, ingresó
máticas, castellano e inglés. Prefecto 2 En. 1886.
dé división. Español: nació en Gandía, Noguera Miguel, 1934. Operario, predica-
8 Oct. 1883, ingresó 9 Mar. 1900. Murió dor, da Ejercicios Espirituales. Asesor
en Buenos Aires 9 Mar. 1937. Eclesiástico del Apostolado Seglar.
Moné José, 1881. E. Español: nació 10 Español: nació 29 Set. 1865, ingresó 7
Set. 1848, ingresó 21 Oct. 1863. Murió Set. 1896.
en Montevideo 31 Jul. 1907. Nunia Américo. E. En el Seminario In-
Montalba Julio, 1895, E. Estudia huma- terciocesano, profesor de latín y ana-
nidades en Larrañaga. Chileno: nació tomía, prefecto de división. Argenti-
6 En. 1874. ingresó 12 Mar. 1893. no: nació 31 Jul. 1907. ingresó 3 Ab.
Morel Ramón. 1879. Superior de la Re- 1933.
sidencia. Seminario desde el 26 de
Núñez David. 1934. Profesor de apolo-
agosto 1879. Vice-Rector del Semina-
gética y religión; director de las Con-
rio desde el 12 Octubre 1879. Rector
gregaciones de San Luis y San Berch-
desde 1? de Agosto de 1881 hasta el
mans, en la Escuela de San Ignacio;
22 de Febrero 1891: aproximadamente
operario de los pobres del contorno;
11 años y medio de gobierno. Primer
en 1937 pasa al Seminario Interioce-
Rector: levantó de planta la Iglesia
sano de profesor de filosofía escolás-
y la gran mayoría del Colegio. Fundó
tica; prefecto de la Cripta, director dei
la Biblioteca y los tres gabinetes de
Catecismo del Seminario, del Aposto-
física, química e historia natural; y
lado de la Oración y de las Conferen-
puso en marcha todas las clases del
cias Vicentinas, por él fundadas. Es-
Seminario, de Infima hasta Teología,
pañol: nació el 26 Jun. 1898, ingresó
y todos los cursos del Bachillerato. 4 Set. 1917.
Prefecto de estudios y de la Iglesia.
Procurador. Consultor. Chileno: nació Ochoa Benedicto, 1919, E. Enseña huma-
16 Ag. 1834. ingresó 24 Jul. 1861. Mu- nidades, castellano, historia america-
rió en Santiago de Chile 24 Jul. 1908. na y patria. Argentino: nació en Cór-
Morey Francisco, 1933. Ministro, procu- doba 26 Jul. 1898, ingresó 29 Mar.
rador, prefecto de la Escuela Apostó- 1914.
lica y de salud; capellán de Miramar. Olmedo José Z 1915. E. Prefecto de di-
consultor de la- Casa. Español nació
: visión. Bibliotecario,enseña literatura
7 Ag. 1876, ingresó 2 Jul. 1896. y castellano. Argentino: nació 20 Ab.
Moyano Crisólogo. 1936, E. Profesor de 1887, ingresó 12 May. 1904.
historia media, moderna y americana, Orriols Serra Miguel. 18S7. Ministro,
de catecismo y religión, bibliotecario, Prefecto de Convictorio, Subprefecto
subdirector de la Congregación Mayor; de estudios, Director de la Congrega-
prefecto de división. Argentino: nació ción de Seminaristas y Externos, Fun-
19 Nov. 1905, ingresó 2 Dic. 1920. dador y director de la Obra de la Per-
Mühn Williner Adolfo, E.. 1924. Prefecto severancia para Obreros Católicos.
de división. Profesor de Ingreso, pri- Operario, da ejercicios a obreros en
mer Padre Espiritual de la Escuela Larrañaga, visita hospitales y cárce-
Apostólica. Enseña catecismo, reli- les, Padre Espiritual. Español: nació
gión, geografía. Argentino: nació en en Ripoll, Gerona, 22 Dic. 1845, ingre-

— 199 —
só 17 Jun. 1874. Murió en Montevideo Nacional de Acción Católica de Hom-
el 21 de Ag. de 1937. bres; examinador de candidatos a la
Ortega Ballestero Juan, 1922. Padre Es- Compañía; da los puntos de medita-
piritual de la Escuela Apostólica, da ción a los Hermanos Coadjutores. En
semanal al Seminario de San-
el retiro su rectorado se incendió la Iglesia del
ta Lucía. Enseña catecismo, física, Sagrado Corazón y adelantó mucho su
matemáticas, cosmografía. Director reparación; se preparó la casa de La-
del gabinete de física. Consultor. Es- rrañaga para el Noviciado, cuyo pri-
pañol: nació en Barcelona, 11 May. mer rector y cuyo primer maestro ha
1876, ingresó 19 En. 1894. sido; y se está construyendo la Casa
Ortells Antonio, 1897. Prefecto de divi- de Ejercicios adosada al Noviciado.
sión. Enseña matemáticas. Español: Italiano:nació 18 Jul. 1885, ingresó
nació 20 Dic. 1861, ingresó 20 Nov. 23 Jul. 1903.Ex-Maestro de Novicios
1879. * en Córdoba y ex-Provincial.
Ortiz Fernández Moisés, 1913. Prefecto
Fedrosa José, 1920, E. Prefecto de di-
de división, Director de la Academia
visión, enseña filosofía. Español: na-
de Declamación, Profesor de Ingreso,
ció 14 Nov. 1886, ingresó 28 Feb. 1913.
enseña catecismo, religión, castellano,
aritmética, geografía patria, america-
Perpetua Alfredo. Padre Espiritual de
la Escuela Apostólica, Director de las
na y europea, historia antigua, media,
moderna y contemporánea. Chileno: Congregaciones de la Inmaculada y
nació 25 Nov. 1877, ingresó 27 Feb. San Luis y S. Berchmans de la Escue-
la de San Ignacio y de las Conferen-
1897. Falleció en Valparaíso, 29 Julio
cias de San Vicente de Paúl, predica-
1936.
dor, enseña religión, historia antigua,
Ortoneda Baldomero. Profesor de histo-
romana y griega. Argentino: nació el
ria natura], prefecto de división; di-
20 Oct. 1903, ingresó 21 Oct. 191S.
rector de juegos en Larrañaga y de
Fi Ludovico, 1876. Operario. Español:
campamentos Floresta. Español: nació
nació 31 Oct. 1818, ingresó 7 Jul. 1844.
25 May. 1906, ingresó 30 Oct. 1926.
Murió en Buenos Aires 22 Ag. 1887.
Fagés José, 1885. Profesor de Infima,
Flanas Menas, 1884. Bibliotecario, Direc-
Consultor. En Larrañaga prefecto de
tor de las Conferencias de S. Vicente
la Iglesia, Director del Apostolado y
de Paúl. Enseña filosofía: lógica, me-
de la Congregación de San Luis. Es-
tafísica general y especial, ética, de-
pañol: nació en Lérida, 28 Feb. 1841,
recho natural, derecho canónico, teolo-
ingresó 24 Oct. 1865. Murió en Men-
doza gía escolástica y pastoral, geometría.
1? Jul. 1916.
Español: nació 20 Feb. 1849, ingresó
Faravano Fedro, 1920. E. Profesor de
19 Jun. 1867. Murió en Montevideo el
preparatoria; 1935 Ministro, Prefecto
3 Nov. 1905.
general de disciplina y subprefecto de
Foceiro José Vicente. En el Seminario
estudios en el Seminario Mayor Inter-
Interdiocesano, Ministro, prefecto de
diocesano y Menor Metropolitano, pro-
estudios y de disciplina, profesor de
fesor de filosofía, de Acción Católica
urbanidad. Consultor. Español: nació
y de urbanidad, director de la Acade-
16 Set. 1905, ingresó 31 Dic. 1925.
mia de sociología para los teólologos
y filósofos, de las Conferencias Vi- Fortabella José, 1892, E. Estudia huma-
centinas y de las Hijas de María del nidades en Larrañaga. Español: nació
Huerto y de las Teresas. Argentino: 27 Mar. 1870, ingresó 12 Nov. 1887.
nació 11 Dic. 1890, ingresó 9 Oct. 1907. Fou Antonio, 1873. Operario, Biblioteca-
Farola Luis. Rector desde 10 En. 1939 a rio, Consultor. Español: nació 11 Ag.
21 Feb. 1940, en que pasó a Rector del 1832, ingresó 13 Nov. 1856. Murió en
Noviciado de San Berchmans, en La- Mendoza 22 En. 1887.
rrañaga; director de la Escuela gra- Fruñonosa Francisco, 1921, E. Profesor
tuita de San Ignacio; prefecto de es- de Preparatoria, enseña catecismo,
tudios y de salud; profesor de apolo- castellano, geografía patria y sudame-
gética; director del catecismo de la ricana, historia patria, urbanidad. Es-
Iglesia, de la Asociación de Exalum- pañol: nació 23 Mar. 1893, ingresó 24
nos, Asesor Eclesiástico del Consejo Mar. 1911.

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Fuig Ramón. 1S80. Operario, Misionero. ña teología moral y pastoral, historia
Español: nació 22 Ab. 1848, ingresó eclesiásticá,sagrada escritura, dere-"
21 Jun. 1867. cho canónico, Director de la Congre-
Pujadas Francisco Javier. 1901. rrefec- gación de San Luis. Español, nació
to de división, Director de la Congre- en Valencia 9 enero 1845; ingresó 4
gación de San Berchmans, Profesor de mayo 1873. Murió en Buenos Aires 4
Preparatoria. Español: nació 15 Oct. abril 1897.
1863, ingresó 30 Jul. 1879. Reverter José. 1886. Ministro, Prefecto
Pnmarola Joaquín. 1891. E. Estudia hu- de convictorio y de estudios, Consul-
manidades en Larrañaga. Español: na- tor, Padre Espiritual del Seminario;
ció 18 Jun. 1871, ingresó 15 En. 1889. enseña teología escolástica. Español,
Murió en Santa Fe, 21 Jul. 1893. nació en Tortosa 18 diciembre 1846:
Quílez Pablo. 1S86, E. Director del mu- ingresó 22 diciembre 1864. Falleció 21
seo de historia natural y de física, en- mayo 1933 en Santiago de Chile.
seña física, aritmética, álgebra, geo- Riba Santiago, 1890. Prefecto de convic-
grafía física, cosmografía. Español: torio, subprefecto de estudios. Consul-
nació 25 Feb. 1860, ingresó 7 Dic. 1877. tor. Español, nació en Igualada, Bar-
Murió en Manresa 15 Ab. 1893. celona, 27 mayo 1844; ingresó 4 octu-
Ramo Madalena Pelipe. Director del ga- bre 1862. Murió en Tortosa 20 julio
binete de física. Profesor de Media y 1921.
Suprema, enseña álgebra, geometría, Rinsche Lambers Federico, 1909, E. Pro-
trigonometría, cosmografía. Operario, fesor de Preparatoria. Alemán, nació
Padre Espiritual. Español, nació en en VVerl, Westfalia, 30 noviembre
'
Chiva, Valencia. 24 abril 1846; ingresó 1883; ingresó 1 mar. 1898.
11 enero 1869. Murió en Montevideo Rius Rorrás José. 1916. E. Profesor de
3 febrero 1923. Infima, enseña castellano, latín, grie-
Ramoneda Julia Eduardo. 1925. Prefecto go. Español: nació en Alfarrás. Léri-
de división. Profesor de Ingreso, y da, 22 Dic. 1873, ingresó 16 Oct. 1909.
Preparatoria; enseña francés y cas- Murió en el mar, 7 Nov. 1927.
tellano. Español, nació en Barcelona Rodríguez Manuel. 1897. Enseña filoso-
20 febrero 1894; ingresó 9 marzo 1915. fía,geografía, historia universal. Pro-
Raynel Franco Luis. 1017. Director de fesor de Media y Suprema. Español:
los gabinetes de física y química. Chi- nació en Canarias 30 Ab. 1862, ingresó
leno, nació en Santiago 31 julio 1876; 2 May. 1880.
ingresó 26 abril 1897. Murió en Santa Roselló Cosme. 1872. Misionero, funda-
Fe 8 agosto 1924. dor de la Resistencia de la calle Ca-
Redón Rodolfo. Profesor de latín, espa- nelones. Español: nació el 8 Set. 1835.
ñol, religión y catecismo, director del ingresó 26 Set. 1857. Acompañó a Mon-
Apostolado de la Oración y de las Hi- señor Vera en cuatro misiones, antes
jas de María y Santa Teresita. Ambas de abrirse la Residencia; y luego pasó
instituciones adquirieron el estandar- a Buenos Aires, donde era profesor de
te en su tiempo; y esta última fué historia.
erigida y agregada a la Prima Prima-
Roselló Freixa Domingo, l uir. Prefecto
ria de Roma. Consultor catequiza a
de división. Profesor de Preparatoria.
los Hermanos coadjutores y a los sir-
Español: nació en Palma de Mallorca
vientes. Español, nació en Teruel 13
7 Noy. 1873, ingresó 21 En. 1903.
enero 1883 ingresó 8 mayo 1924,
;

siendo ya Sacerdote y habiendo sido Ruiz Francisco ,18S8, E. Prefecto de di-


Canciller de la Diócesis de su origen. visión. Profesor de Infima, enseña re-
Reig Miguel, 1904. Profesor de Infima y tórica, humanidades, castellano, grie-
Media. Nació 15 abril 1861; ingresó go. Español: nació 24 Jul. 1864. ingre-

30 abril 1881. Murió en Buenos Aires só 3 Set. 1881.

8 mayo 1909. Sáenz Julián, 1933. Director de la Loyo-


Requena Julián. 18S7. Prefecto de con- la, profesor de Matemáticas. Ecónomo

victorio, Subprefecto de estudios, Pre- del Seminario Interiocesano, profesor


fecto de división, Director de la Aca- de filosofía, geografía, latín, matemá-
demia de Literatura para caballeros, ticas. Español: nació en Bilbao 20
Director de casos de conciencia, ense- Jun. 1896, ingresó 17 Jul. 1917.

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Salcedo Lorenzo, 1904, E. Espera desti- Samperio José Vicente, 1933, E. Profe-
no. Español: nació 9 Ag. 1880, ingresó sor de latín en la Escuela Apostólica
15 Feb. 1896. y aritmética en el Colegio; ordenado
Sallaberry Elutchanz Juan Faustino, ya de Sacerdote, y hecha su tercera
1921. Rector, 26 enero 1921 a 22 febre- probación, va al Seminario Mayor In-
ro 1927, prefecto de estudios, consul- terdiocesano y Menor Metropolitano y
tor, Padre Espiritual de la Comuni-
. es profesor de matemáticas y de cien-
dad, Director de la Congregación Ma- cias, director de los gabinetes y de
•yor, Asesor Eclesiástico de la Asocia- la Academia de Sociología. Argentino:
ción de Estudiantes Católicos Univer- nació 8 Jun. 1906, ingresó 2 Ab. 1925.
sitarios y Liceales y del Apostolado Sánchez Mariano, 1900. Operario, Direc-
Seglar; enseña apologética, filosofía, tor del Apostolado. Español: nació en
instrucción cívica, cosmografía, física, Barbastro, Huesca, 7 Dic. 1849, ingre-
química, industrias, historia univer-, só 2 Jun. 1876. Mirió en Buenos Aires
sal, catecismo, religión. En su Rectora- 10 Oct. 1927.
do del Colegio, se renovó el material Sánchez Rincón Sebastián, 1925, E. Pre-
de las clases, poniendo mesas indivi- fecto de división, de música, Director
duales; se pusieron crucifijos tallados de la Academia de Declamación y de
a mano en todas las clases; se pintó Literatura, enseña latín, historia an-
la Iglesia por fuera al óleo y por den- tigua, media, moderna, contemporánea,
tro al secotín; se levantó de planta la americana y patria. Español: nació en
Escuela Gratuita de San Ignacio; se Cintruénigo, Navarra, 5 En. 1900, in-
fundó la Escuela Apostólica, La Edu- gresó 18 Feb. 1916.
cadora Uruguaya y "El Colegio"; se Sanfnentes Luis 1885. Director del Apos-
adquirió el terreno de La Floresta y tolado, enseña matemáticas, aritméti-
se plantó el bosque de pinos. Desde el ca razonada, álgebra, geometría, tri-
8 de Nov. de 1935, Rector del Semi- gonometría, física, inglés. Chileno: na-
nario Mayor Interiocesano y Menor ció 30 Oct. 1832, ingresó 7 Dic. 1858.
Metropolitano de Cristo Rey. En su Murió en Santa Fe 30 Ab. 1897.
rectorado, se desmontó la viña para Santillana Joaquín. Escritor, predicador,
patio, la cancha baja de fútbol y se da ejercicios espirituales, escribe la
concluyó la alta; se hicieron los (gal- historia de la casa. Español: nació 21
pones de los patios, las canchas de Ag. 1870, ingresó 21 Oct. 1884.
basketball y de bochas; se plantaron Sanz Francisco Javier, 1895, E. Prefecto
los trasparentes de los cercos y las de división. Español: nació en Maspu-
cepas de la parra; se reforzó el gabi- jols, Tarragona, 11 Oct. 1878, ingresó
nete con la máquina de Gaede; se ins- 6 Oct. 1890. Murió en Ñuble, Chile, 10
taló el motor en el pozo para el re- Dic. 1926.
gadío; se implantó la gimnasia, y se Sastre Cruez Manuel J. del, 1910. E Cu-
sedondearon los estudios y las acade- seña retórica, humanidades, química,
mias. En muchos de estos trabajos mineralogía, historia universal, zoolo-
colaboraron los seminaristas con su gía, botánica, director del museo de
trabajo personal. Actor en la Causa historia natural y gabinete de quími-
de Beatificación y Canonización de ca. Argentino: nació en San Cristóbal,
Don Jacinto Vera. Académico de Nú- Santa Fe, 8 Feb. 1887, ingresó 7 Set.
mero del Instituto Histórico y Geo- 1902.
gráfico del Uruguay y correspondien- Sellas Ramón. 1935. Operario, predica-
te de la Academia de Historia de Bue- da Ejercicios Espirituales, enseña
dor,
nos Aires, de Lima y de Bogotá. Uru- catecismo en la Escuela Gratuita de
guayo: nació en Mercedes 15 Feb. San Ignacio. Español: nació 1« Oct.
1871. ingresó 17 Mar. 1894. 1866, ingresó 4 Oct. 1883. Murió en
Salvado José. E. Prefecto de división. Montevideo 22 Dic. 1937.
Español: nació 7 Jun. 1861, ingresó Serra Juan. 1 ROI Ministro, Prefecto de
.

.2 Jul. 1878. Iglesia y Salud, Director del Aposto-


Salvado Juan M
1910, E. Profesor de
. lado. Español: nació 22 Set. 1854, In-
Media, enseña humanidades, castella- gresó 29 Oct. 1871.
no, griego. Español: nació 11 Dic. Serrat Ramón, 1892. En Lárrañaga, en-
1893, ingresó 7 Dic. 1910. seña griego y geografía. Español: na-

— 202 —
ció 30 Set. 1840, ingresó 12 Ag. 1860. vida, sobre todo con la habilitación
Murió en Mendoza 20 Nov. 1912. de Loyola y por las visitas a noso-
la
Simór. Jesús, 1934. Operario, predicador, comios por grupos de Congregantes.
conferencista, da Ejercicios Espiritua- Luxemburgués: nació en Luxemburgo
les, profesor en el Seminario Inter- 24 Ab. 1875, ingresó 24 Set. 1891.
diocesano de latín, retórica, poética, Snárez Emiliano, 1933. Prefecto General
historia literaria, director espiritual y y secretario del Colegio, consultor, di-
asesor eclesiástico de la Sociedad Es- rector de la Congregación de la Virgen
pañola del Pilar, de las Hijas de Ma- y San Luis Gonzaga para los alumnos,
ría de la Misericordia, del Huerto, de profesor de apologética, zoología y bo-
las Teresas, de la Asociación del Di- tánica. Español: nació 6 En. 1899, in-
vino Maestro, Director del Ca- gresó en la Argentina 17 Dic. 1916.
tecismo en el Colegio-Seminario, pro- Teixidor Luis, 1935. En el Seminario In-
fesor de griego en los cursos de Estu- terdiocesano, profesor de teología dog-
dios Superiores con sede en la Uni- mática, moral, derecho canónico, ascé-
versidad. Llaman mucho la atención tica, latín; preside los casos de cons-
dos series de conferencias en el Círcu- ciancia, director de la academia de de-
lo Católico de Obreros, en los años clamación de los teólogos, biblioteca-
1935-1936, sobre la existencia de Dios rio; director espiritual de las Hijas de
y sobre el origen del hombre. Espa- María de las Adoratrices. Ha desarro-
ñol: nació 2 Set. 1891, ingresó 13 Jul. llado dos cursos de tomismo en los
1906. cursos Superiores con sede en la Uni-
Sitjar Tomás. 1889, E. Enseña filosofía, versidad, y prepara en colaboración
lógica, metafísica, psicología, ética, con otros la fiesta de Santo Tomás de
derecho natural, teodicea, matemáti- Aquino entre los universitarios cató-
cas, cosmografía. Español: nació 21 licos; muy activo y muy especialista
Mar. 1866, ingresó 21 Jul. 1880. Murió en la campaña anticomunista, escri-
mártir con sus subditos. biendo artículos y folletos, hablando
Solá Manuel María, 1832. Misionero y por radio; director de los catecismos
predicador, da Ejercicios Espirituales. de barrio en Piedras Blancas y en el
Uno de los fundadores de la Residen- Portland. Profesor de filosofía en el
cia de Durazno, donde ejerce los mis- Instituto catequístico. Español: nació
mos cargos y es bibliotecario y padre 15 febrero 1875, ingresó 18 Oct. 1892.
espiritual de la casa. Español: nació Telles Luis, 1891. Estudia humanidades
19 Ab. 1867, ingresó 2 Set. 1884. en Larrañaga. Prefecto de división.
Sosa Benavides Telésforo. 1916, E. Di- Chileno: nació 22 Mar. 1850, ingresó
rector de la Academia de Literatura, 16 Mar. 1888. Murió en Santiago de
enseña francés, geografía física. Ar- Chile 16 Mar. 1913.
gentino: nació en Alta Gracia, Córdo- Toledo Migmel. 1895, E. Estudia humani-
ba," 5 En. 1893, ingresó 14 Dic. 1906. dades en Larrañaga. Chileno: nació 8
Strássener Nockels José. 1900, E. Rector Ag. 1876, ingresó 14 Mar. 1893.
desde el 8 de diciembre de 1932 al 10
Torti Ortells Luis Héctor. 1925. E. Pre-
de enero de 1937: prefecto de estudios,
fecto de música, enseña historia anti-
de división y de convictorio, prefecto
gua, moderna, contemporánea. Argen-
general y de salud, director de la Con-
tino: nació en Buenos Aires 26 Oct.
gregación de la Virgen y San Luis
1899. ingresó 4 Mar. 1915.
para los colegiales, de la revista "El
Colegio", del museo de historia natu- Traval Ramón. Prefecto de Iglesia, pro-
ral, profesor de primer año y de otros
fesor de Infima, enseña francés, arit-
cursos, enseña religión, catecismo, mo- mética, geografía. Español: nació 29
ral, zoografía, anatomía, fisiología, Mar. 1861, ingresó 29 Oct. 1878.
geografía, historia americana y patria. Troncoso Pallette Eduardo A . 191ñ. E.
En su rectorado se pintaron al óleo Prefecto de división. Fundador y di-
los frentes del Colegio-Seminario que rector de la Asociación Atlética Lo-
dan a Canelones y Vázquez; la Con- yola, enseña catecismo, religión, fran-
gregación Mayor se dividió en dos cés e inglés. Argentino: nació en Ba-
secciones, Caballeros y Jóvenes, que radero, Buenos Aires, 3 Jun. 1890, in-
le han dado una nueva inyección de gresó 15 Jun. 1905.

— 203 —
0
Tugues Miguel. 1897. Padre Espiritual, 3 May.1863, ingresó 10 Abr. 1890. Mu-
Profesor de Suprema, enseña retórica, rió en Santiago de Chile, 17 Oct. 1836.
historia eclesiástica, sagrada escritu- Vizcarro Bel Conrado. 1893, E. Estudia
ra, Operario. Español: nació en Ba- humanidades en Larrañaga. Prefecto
laguer, Lérida ,3 Mar. 1847, ingresó 5 de división, Profesor de Infima, ense-
Dic. 1862. Murió en Buenos Aires 13 ña aritmética y geografía. Español:
Jun. 1919. nació en Cálig. Castellón de la Plana,
Ureta Manuel. Prefecto de división, Bi- 28 En. 1868, ingresó 14 Ab. 1891. Mu-
bliotecario, Profesor de Ingreso, ense- rió en Córdoba 4 Jul. 1927. .

ña aritmética, álgebra, comercio, his- Vocos Armengaudio. lS8ff. Ministro, Pre-


toria patria y americana. Chileno: na- fecto de la Iglesia y de salud, Direc-
ció en Santiago 3 Jun. 1878, ingresó tor del Apostolado, Consultor, Opera-
5 En, 1895. rio. Argentino: nació en Córdoba 2
Uriarte Gabino, 1895, E. Estudia huma- Nov. 1848, ingresó 3 Set. 1863. Murió
nidades en Larrañaga. Español: nació en Montevideo 26 Mar. 1896.
21. Oct. 1876, ingresó 22 Jul. 189.3. Vocos Sandalio, 1SS2. Profesor de Infi-
Valdés José Elias, 1895. E. Estudia hu- ma. Argentino: nació en Córdoba 3
manidades en Larrañaga. Chileno: na- Set. 1849, ingresó 24 Jul. 1863.
ció 9 May. 1896, ingresó 12 Mar. 1893.
Wauters Smets Engelberto M., 1903. Mi-
Valles Jaime, 1897, E. Enseña retórica
nistro, Prefecto de Convictorio, Sub-
y matemáticas. Español: nació 19 Feb. prefecto de estudios. Prefecto de ser-
1875, ingresó 28 Jun. 1 890. mones y tonos, Consultor, Director
Velilla Miguel, 1892. E. Prefecto de di-
diocesano y local del Apostolado de la
visión, enseña retórica y matemáticas.
Oración. Director de la obra de la Con-
Español: nació 19 Jul. 186S, ingresó 1? sagración de las Familias al Sagrado
Oct. 1884.
Corazón, de la Cruzada, Fundador y
Vendrell Juan. 1887, E. Prefecto de di- Director de la revista infantil "La
visión. Español: nació 28 Ab. 1858, in- Cruzada", Director de la Asociación de
gresó 6 Jul. 1884. Murió en Buenos Protección de Sirvientas. Concibió el
Aires 3 Jul. 1890. proyecto, y lo dejó en vías de hecho,
Viaplana Carim Mig-uel, 1908. E. Prefec- la gran Cruz de Pan de Azúcar.
to de Convictorio, de división, y de la Belga: nació en Lovaina 28 Jul. 1867,
Escuela Apostólica de San Francisco ingresó 16 Jul. 1885. Murió en Monte-
Javier, Prefecto de estudios, Secreta- video 7 Ag. 1937.
rio del Colegio, Director de la revista
Williner Gregorio Julio. 1934. Experi-
"El Colegio", Profesor de primer Año, mentado y activo entomólogo, profe-
enseña religión, castellano, geografía sor de historia natural, sagrada y pa-
e historia americana y patria, aritmé-
tria, y de geografía patria, prefecto de
tica razonada, zoografía, anatomía, fi-
división. Argentino: nació 13 Junio
siología, Consultor, Prefecto de salud,
1909, ingresó 14 Set. 1924.
Asesor Eclesiástico del Consejo de
Zaragozí Francisco. Ministro, Director
Hombres de la Acción Católica de
de la Escuela Apostólica, profesor de
Montevideo, "Director del museo de
filosofía, urbanidad, catequiza a los
historia natural y de la Academia de
sirvientes, Director de la Congrega-
Alumnos Mayores. Español: nació en
ción Mariana para' los Apostóli-
Vinebre. Tarragona, lo En. 1883, in-
cos y de al Asociación de la Liga
gresó 18 Ag. 1899.
pro vocaciones en el Uruguay, predi-
Vidal Antonio. 1S93. Bibliotecario, ense- cador dominical, consultor, examina-
ña retórica y derecho canónico. Espa- dor de candidatos para la Compañía.
ñol: Nació en Igualada. Barcelona, 23 Español: nació 30 enero 1904; ingresó
Jun. 1864, ingresó 30 Ag. 1879. Murió 19 marzo 1919.
en Buenos Aires 24 Jun. 1923.
Zorrilla de San Martín Juan Carlos,
Vila Ignacio, 189». Operario. Español: 1937. Profesor de filosofía, enseña ca-
nació 24 Ag. 1860, ingresó 12 Ag. 1888. tecismo, historia literaria, historia de
Villalón Zoilo, 1892, E. Estudia humani- la edad media y contemporánea, Di-
dades en Larrañaga. Enseña historia rector de "El Balmes", de "El Colé- •

universal. Chileno: nació en Santiago gio", de la Congregación de San Luis

— 204 —
,:

para los alumnos mayores, consultor, Zurbitu Eustaquio, lliOü, E. Prefecto de


examinador de candidatos para la Convictorio, Subprefecto de estudios,
Compañía de Jesús. Uruguayo, nació Secretario del Colegio, enseña litera-
en Montevideo, el 12 Feb. 1882, ingre- tura. Español: nació 20 Dic. 1893, in-
gó 27 Ag. 1898. Autor de varios libros. gresó 30 Nov. 1908.

CATALOGO DE LOS HERMANOS COADJUTORES Y SUS PRINCIPALES


CARGOS

Agustín Mariano, 1917. Sastre. Español: ingresó 14 Ag. 1886. Murió en Monte-
nació 10 Nov. 1860, ingresó 2 Dic. video 6 Nov. 1923.
1891. Murió 15 noviembre 1931. Bernat José, 1889. Portero, cocinero. Es-
Allemand Vincent, 1905. Enfermero. Ar- pañol: nació 13 Set. 1856, ingresó 19
gentino: nació en Baradero, Buenos Mar. 1880.
Aires, 15 May. 1879, ingresó 21 Jun. Bode Guillermo. Sacristán. Alemán: na-
1902. Falleció 15 noviembre 1931. ció 28 Ab. 1830, ingresó 24 Feb. 1866.
Andrés Vilanova Jaime, 1912. Compra- Murió en Buenos Aires 30 Mar. 1901.
dor, patrón de sirvientes. Español: na- Bozal Angel, 92. Sastre, ropero. Espa-

„ció en Valencia 5 Nov. 1884, ingresó Mar. 1864, ingresó 7Set.


ñol: nació 1
18 Ab. 1909. 1879. Murió en Córdoba 14 Mar. 1940.
Artigues Sebastián, 191 G. Ad doméstica. Cabanach Prancisco José. 1923. Prefecto
Español: nació 19 Ag. 1888, ingresó 9 de la Escuela Apostólica, Profesor
Feb. 1907. Administrador de "El Colegio". Es-
Aunión Aunión Alfredo. 1917. Despense- pañol: nació 9 Set. 1878, ingresó 10
ro, comprador, patrón de sirvientes. jul. 1894.
Español: nació en Bellreguart, Valen- Calatayud Justo, 1890. Portero, despen-
cia, 7 Jul. 1885, ingresó 16 Jun. 1911. sero. Español: nació 10 Feb. 1864. in-
Balagnier Mauricio, 1888. Patrón de sir- gresó 24 Nov. 1888. Murió en Monte-
vientes. Español: nació 27 Dic. 1 S 1
:!
video 19 Set. 1908.
ingresó 11 Mar. 1866. Murió en Bue- Calbo Juan. 1888. Profesor de Elemental.
nos Aires 21 Jun. 1894. Español: nació en Benlarrés 27 Mar.
Barlabé José, 1889 Espera destino. Es-
:
.
1 858, ingresó 14 Dic. 1877. Murió en
pañol: nació 14 Nov. 1837, ingresó 30 Santa Fe 17 Feb. 1937.
Jul. 1866. Murió en Buenos Aires 11 Cano Marcelino. 1916. Cocinero. Español:
Dic. 1&08. nació 25 Ag. 1889, ingresó 25 Febr.
Barrera Feliciano. Enfermero. Chileno: 1911.
nació 8 Ag. 1860, ingresó 2 Feb. 1885. Cavallé Juan. 1876. Sacristán, ropero:
Bartling Guillermo. Repitolero. Alemán: Español: nació en La Selva, Tarra-
nació en Barmen, Rheinland, 31 Mar. gona, 4 Nov. 1837, ingresó 30 Mar.
1837, ingresó 3 Ab. 1867. Murió en 1861. Murió en Palma de Mallorca 29
Buenos Aires 3 Set. 1924. Mar. 1919.
Batlle Joaquín. Seminario Interdiocesa- Cervera José, 1893. Sastre. Español: na-
no, portero, sastre y ropero. Español ció 3 En. 1869, ingresó 4 Mar. 1891.

nació en San Jorge, Gerona, el 7 May. Murió en Buenos Aires 30 Jul. 1908.
1863, ingresó 7 Mar. 1887. Falleció en
Climent Clemente, 1916. Ad doméstica.
Montevideo, 3 Ab. 1938. Español: nació 24 Oct. 1889, ingresó 17
Set. 1905.
Bella Juan, 1877. Sastre, ropero. Espa-
Cuello Lino, 1898. Sastre, ropero. Argen-
ñol: nació en Manresa, 11 Ab. 1840,
tino: nació en Córdoba 25 Dic. 1877,
ingresó 12 Nov. 1863. Murió en Bue-
ingresó 10 Oct. 1895.
nos Aires 17 Ag. 1914.
Cuello Silverio, 1928. Patrón de sirvien-
Beltrán Emilio. Comprador, enfermero, tes. Uruguayo :nació en Tacuarembó
patrón de los sirvientes en Seminario 20 Jun. 1894, ingresó 5 Feb. 1923.
Intediocesano. Español: nació 13 May. Dáyer Berbabé, 1S80. Cocinero, despen-
1882, ingresó 21 Ab. 1931. sero, comprador. Suizo: nació en Here-
Benlloch Corrente "Vicente. Despensero, mance, Valais. 11 Jun. 1842, ingresó
comprador, patrón de sirvientes. Es- 27 Feb. 1879. Murió en Córdoba 3 Nov.
pañol: nació en Valencia 5 Set. 1857, 1919.

— 205 —
Deneger Carlos, 1878. Portero, sastre, ro- García Rogelio, 1937, en el Terceronado,
pero. Alemán: nació en Arnsberg, cocinero y despensero. Argentino: na-
Westfalia, 13 Nov. 1842, ingresó 14 ció 27 abril 1914, ingresó 31 Oct. 1930.
.Jim. 1865. Murió en Puerto Mont 1» Gil Antonio, 1899. Enfermero en Larra-
Ab. 1918. ñaga. Sacristán. Español: nació 12
De-Marco Guarino. 1904. Sastre, ropero. Nov. 1847, ingresó 1? Jun. 1873. Murió
Italiano: nació Jun. 1878; ingresó 1
3 en Montevideo, 6 Jun. 1912.
En. 1893. Giner Miguel, 1937. Sacristán. Español:
Doménech Juan. Sacristán. Español: na- nació 6 Mar. 1904, ingresó 7 Dic. 1924.
ció 7 diciembre 1904, ingresó 7 setiem- Gomar Orts José, 1903. Peluquero, coci-
bre 1921. nero, refitolero. Español nació en
:

Duhalde Francisco, Ad
doméstica.
1906. Ruat, Valencia, 2 Jun. 1866, ingresó
Argentino: nació 30 Mar. 1879, ingresó 11 Feb. 1894. Falleció en Montevideo
19 Mar. 1903. 28 Dic. 1932.
Escantilla Fernando, 1932. Profesor, pre- Gómez Arsenio. 1933. En la residencia de
fecto de división. Español, nació 12 Durazno. Portero, cocinero, ad omina.
Oct. 1907, ingresó 18 Mar. 1925. Español: nació 18 Jul. 1902, ingresó
Escrig- Escrig- Abdón, 1909. Portero, pa- 31 Dic. 1926.
trón de sirvientes, enfermero. Espa- Hernández Bernabé, 1SS9. Ropero. Espa-
ñol: nació en Adzaneta, Castellón, 24 ñol: nació 11 Jun. 1852, ingresó 1? Ab.
Nov. 1881, ingresó 24 Set. 1907. 1888. Murió 19 May. 1935.
Espar José, 1888. Sastre, ropero, enfer- Klingbeil Lucas, 1891. Enfermo en La-
mero. Español: nació 13 Ab. 1865, in- rrañaga. Alemán: nació en Margonin,
gresó 20 Feb. 1884. Murió 10 Jul. 1537. Herzocktum-Posen, 4 Ab. 1842, ingre-
Esteve Estanislao, 1917. Sacristán. Es- só 29 Oct. 1873. Murió en Córdoba 14
pañol: nació 12 Oct. 1869, ingresó 29 Mar. 1917.
Mar. 1914. Lanrini Virginio. 1931. Cocinero. Uru-
Ezqnerra Pedro, 1909. Comprador, patrón guayo: nació 3 Ag. 1903, ingresó 28
de Sirvientes. Español: nació 23 Mar. Ag. 1922.
1853, ingresó 19 Ab. 1888. Murió en Locleiro José. 1927. En el Terceronado,
Córdoba 30 Jul. 1920 sastre, ropero y refitolero. Portugués:
Fernández Samuel. 1931. Maestro en pre- nació 5 Oct. 1895, ingresó 6 Jul. 1913.
paratorias, ayudante del profesor de Lozano Rufino. 1894. Patrón de sirvien-
física, prefecto de división. Uruguayo: tes. Nació 16 Nov. 1868, ingresó 18
nació en San José 19 Dic. 1891, ingre- Mar. 1S89.
só 14 Oct. 1911. Mansilla Justo, 1883. Sacristán, sastre,
Farías Modesto. En el Seminario Inter- enfermero. Español: nació 11 Mar.
diocesano. Portero, sastre, ropero. 1856, ingresó 14 Ag. 1876.
Uruguayo: nació 15 Jun. 1903, ingresó Más Antonio. 1881. Despensero, refito-
2 Feb. 1934. lero. Español: nació en Granollers.
Ferrandis Federico. 1911. Patrón de sir- Barcelona, 14 Ab. 1836, ingresó 3 Jun.
1876. Murió en Buenos Aires 14 Jul.
vientes. Español: nació 6 Nov. 1887,
1922.
ingresó 29 Jul. 1905.
Menarg-ues Ramón, 1936. Cocinero y
Ferrer Bonet Iñigro, 1913. Electricista,
comprador. Español: nació 18 Ag. 1883,
sastre, ropero, sacristán. Español: na-
ingresó 1? En. 1905.
ció en Huesca 1? Jun. 1891, ingresó Michelino Tedeschi Joaquín, 1925. Elec-
30 May. 1908.
tricista, mecánico, patrón de sirvien-
Fignerola Agustín. 1893. Comprador, pa- tes. Italiano: nació en Lavaría Lumi-
trón de sirvientes, refitolero. Español: naco, Udine, 25 Ab. 1902, ingresó 8
nació en Balaguer, Lérida, 17 Julio Set, 1920.
1842, ingresó 22 Enero 1865. Murió en Miranda Ensebio, 1886. Refitolero, des-
Montevideo 16 Feb. 1925. pensero. Chileno: nació 16 Dic. 1836,
Galmés Guillermo, 1909. Cocinero. Espa- ingresó 5 En. 1862. Murió en Mendoza
ñol: nació 9 Set. 1875, ingresó 22 Dic. 15 May. 1898.
1906. Mochiutti Guido. En el Terceronado, co-
García S. Jesús, 1916. Cocinero. Español: cinero, refitolero, ad omnia. Italiano:
nació 13 En. 1894, ingresó 3 Ab. 1914. nació 6 Feb. 1905, ingresó 7 Set. 1936.

— 206 —
Montaña Fermín, 1929. Hortelano. Uru- Ribalta Rusell Antonio, 1924. Refitolero.
guayo: nació en Rivera 7 Jul. 1885, Español: nació en Barcelona 17 Dic.
ingresó 19 May. 1925. 1894, ingresó 21 Feb. 1922.
Mühn Leonardo. En el Terceronado, co- Rodríguez Sixto, 1937. En el Tercerona-
cinero, comprador, sacristán. Argen- do, portero, sacristán, despertador.
tino: nació en Esperanza, provincia de Uruguayo: nació 28 Mar. 1896, ingre-
Santa Fe, 24 Oct. 1895; ingresó 9 En. só 2 Mar. 1924.
1920. Rota Ignacio, 1878. Carpintero, Director
Mnnar Miguel, 1811. Cocinero. Español: de la fábrica del Colegio-Seminario y
nació 11 Jun. 1877, ingresó 15 Ag. de la Iglesia. Español: nació 31 Jul.
1903. 1833, ingresó 7 Oct. 1860. Murió en
Nadal Ramón, 1886. Portero. Español: Montevideo 27 En. 1897.
nació 26 Nov. 1838, ingresó 31 Mar. Rotg-er Ramón, 1888. Portero. Español:
1866. Murió en Buenos Aires, 29 Jul. nació 22 Dic. 1842, ingresó 30 Jul.
1914. 1866. Murió en Santa Fe 22 Nov. 1891.
Padrón Brito Liborio, 1908. Enfermero, Saez Ricardo. Enfermero. Portero del
encuadernador. Español: nació en Val- Seminario Mayor Interdiocesano y
verde, Isla de Hierro, Canarias, 23 Jul. Menor Metropolitano de Montevideo.
1866, ingresó 15 .Ag. 1900. Español: nació 4 Ab. 1909; ingresó 18
Palmer Juan B. En Durazno, 1937. Co- Mar. 1926. Murió en Buenos Aires 25
cinero, portero y para todos los ofi- Oct. 1939.
cios domésticos. Nació 3 Ag. 1904, in- Sánchez Fernando, 1922. Refitolero; en
gresó 18 Már. 1931. el Seminario Interdiocesano, portero.
Pallarás Sans José, 1923. Prefecto de di- Español: nació 7 Nov. 1889, ingresó
Visión, profesor, ayudante del Procu- 21 Set. 1913.
rador. Español: nació en Mataró, Bar- Sánchez Rafael. En el Terceronado y Se-
celona, 19 Ab. 1896, ingresó 6 Jul. minario Interdiocesano, Portero, sa-
1918. cristán, refitolero, ropero, campanero.
Fardavila Rosales Manuel, 1923. Cocine- Español: nació en Galicia 17 Mayo
ro, también cocinero en el Noviciado. 1901, ingresó 14 Ag. 1923.
Español: nació en Aldán, Ponteve- Sañé Luis, 1874. Portero, ropero, refito-
dra, 29 Ag. 1893, ingresó 19 Oct. 1916. lero. Español: nació 27 Ab. 1843, in-
Farellada Nicolás. En el Seminario In- gresó 26 Set. 1862. Murió en Buenos
terdiocesano, portero, sastre, ropero. Aires 11 Ag. 1885.
Español: nació en Manresa el 22 Ag. Schorro José, 1876. Cocinero, portero,
1880, ingresó 14 Feb. 1897. despensero. Nació 11 Jun. 1816, ingre-
Pascual Secundino. Estudia humanida- só 10 Oct. 1840.
des en Larrañaga. Uruguayo: nació Serafino Juan, 1876. Despensero. Italia-
en Montevideo 1» Jul. 1874; ingresó no: naciA 25 Jun. 1870, ingresó 1? Set.
21 Feb. 1893. 1887.
Pastor León. 1888, Enfermero. Español: Serra Luciano, 1873. Cocinero, compra-
nació en Liria, Valencia, 20 Feb. 1853, dor, despensero, enfermero, sacristán,
ingresó 15 Jul. 1878. Murió en Córdo- portero. Español: nació en Vich 18
ba 25 Ag. 1927. En. 1834, ingresó 17 En. 1863. Murió
Piñón Antonio, 1873. Portero, ropero, re-
en Santa Fe 3 Ag. 1915.
Suárez José. Despensero, Comprador, pa-
fitolero.Español, nació 5 May. 1808,
ingresó 13 Ab. 1839. trón de los sirvientes. Español: nació
31 Jul. 1874, ingresó 19 Mar. 1893.
Fiqueres Joaquín, 1881. Enfermero, ca-
Subirana Manuel, 1893. Portero. Espa-
cristán, sastre, ropero. Español: nació
ñol: nació 16 Dic. 1872, ingresó 19 Oct.
22 Ab. 1861, ingresó 18 Mar. 1878.
1889.
Puigdellivol Juan, 1890. Sastre, patrón Tapiol Sastre José, 1923. Portero. Espa-
de sirvientes. Español: nació 14 Mar. ñol: nació en Valls, Tarragona, 15 Set.
1843, ingresó 10 May. 1864. Murió en 1876, ingresó 18 Set. 1891.
Santiago de Chile 5 Ag. 1907. Torras Toñellas Juan, 1887. Cocinero y
Quetglás Antonio, 1905. Comprador, pa- hortelano en Larrañaga. Cocinero, re-
trón de sirvientes. Español: nació 29 fitolero, depensero, sacristán. Espa-
En. 1877, ingresó 26 Set. 1900. ñol: nació en Castellfollit del Boix,

— 207 —
Barcelona, 2 Feb. 1858, ingresó 15 Jul. Vidal Cosme, 1883. Prefecto de división,
1885. Falleció en Montevideo 31 May. patrón de sirvientes, ropero. Profesor
1935. en Larrañaga. Español: nació 2 Set.
Torrella Angel, 1890. Procurador, com- 1843, ingresó 19 Ab. 1862. Murió en
prador, patrón de sirvientes. Español: Montevideo 8 Ab. 1896.
nació 8 Dic. 1854, ingresó 7 Dic. 1876. Vinaixa Reverter Domingo, 1915. Profe-
Murió en Montevideo 17 Set. 1894. sor, Sub-director de la Escuela Gra-
Torrónteg'ui Silvestre, 1886. Sastre. Es- tuita de San Ignacio. Español: nació
pañol: nació 31 Dic. 1858, ingresó 7 en Tortosa 10 May. 1880, ingresó 1»
Dic. 1876. Ab. 1908.
Trullás José, 1898. Prefecto de división, Xandri Antet Hilario. Prefecto de divi-
profesor. Español: nació 14 Nov. 1867, sión, Pintor, Profesor de dibujo. Es-
ingresó 6 Jul. 1884. pañol: nació en San Hilario Sacalm,
Ug'uet Salvador, 1909. Profesor de pre- Gerona, 14 Oct. 1859, ingresó 21 Jwn.
paratoria. Español: nació 24 Dic. 1880, 1878.
ingresó 31 Mar. 1896. Znazo José Antonio, 1881. Patrón de sir-
Viciano Miguel, 1918. Patrón de sirvien- vientes. Español: nació 20 Set. 1848,
tes. Español: nació 18 Nov. 1886, in- ingresó 30 Jul. 1879. Murió en Buenos
gresó 2 Jun. 1907. Aires, 29 Ag. 1913.
Videla Juan, 1933. Cocinero. Argentino:
nació 27 Oct. 1911; ingresó 1? Mar. Padres y Escolares, 235; Coadjutores,
1928. 100; Total, 335

V7

— 208 —

SUMARIO
Pág.

INTRODUCCION A LA SEGUNDA EDICION 3

INTRODUCCION A LA PRIMERA EDICION 5

CAPITULO I. — La vuelta de los Jesuítas. — Su primera y segunda jira


de Misiones: Durazno, Porongos, Santa Lucía, Canelones 7

CAPITULO H. — Residencia de S. Borja, de la calle Canelones 216. —


Principales Ministerios. — Jiras de Misiones: Las Piedras, Tacua-
rembó, Rivera, Salto, Paysandú, La Unión, San José, Rocha, Casti-
llos, Meló, Artigas, Trenta y Tres, Mercedes, Fray Bentos, Capilla

Jackson, Paso Molino, Durazno, Sarandí, Salto, Paysandú, Cordón


y La Matriz. — Ejercicios al Clero. — Ministerios durante la fiebre
amarilla 9

CAPITULO — Fundación del Seminario y Colegio-Seminario ....


III. 20

CAPITULO IV. — Organización Escolar y material de enseñanza 27

CAPITULO V. — Vida Intelectual: Literaria, Científica, Filosófica y


Teológica 32

CAPITULO VI. — Vida Espiritual: Formación Moral del Clero y del


Laicato Católico 36

CAPITULO VII. —
Educación extra y post Escolar. Academia lite- —
raria del Uruguay. —
Congregación Mayor Su fundación y objeto.
:

Palabras proféticas del P. José López. Desarrollo de— la obra. —


Su estado actual. —
Asociación de ex-Alumnos 41

CAPITULO VIII. —
Defensa de la Fe y cooperación con la Iglesia. —
Ley de Conventos. —
Procesión de Corpus. —
Conferencias de San
Vicente de Paúl. —
Acción Católica. —
Apostolado de la oración. —
Ordenes y Congregaciones Religiosas. —
Círculo Católico de Obre-
ros.— Apostolado Seglar. —
Hijas de María y otras Instituciones.
En la prensa católica. —
En la radio 52

CAPITULO IX. — Cooperación en orden directo a salvación de la las


almas. — Seminario Conciliar, Colegio y Residencia. — Ministerios
Apostólicos: continúan las misiones. — Centro Apostólico de San
Francisco Javier 75
Pág.

CAPITULO — Desarrollo de Compañía en Uruguay en esta


X. la el ter-
cera época.— Elemento humano. — Domicilios: Escuela Apostó-
— Terceronato. — Noviciado. — Seminario Interdiocesano. —
lica.

Asociación del ex-Alumno Sacerdote. — Evolución del Colegio-Se-


minario en sus primeros sesenta años: un artículo de "El Bien Pú-
— Residencia de Durazno
blico". 85

CAPITULO XI. — Etopeyas de algunos Jesuítas — Padres:ilustres.


Morel, Garriga, López, Antillach, Blasco, Sitjar, Requena, Angla,
Planas, Ramo, Lauro Darner, Quilez, Sanfuentes, Colomer Francisco,
Colomer Sebastián, Costa, Augusto Hupfeld, Roberto Hupfeld, Gorri-
chátegui, Castro, Cendra, Luis Feiiú, Gómez, Benítez, Wauters,
Orriols; Hermanos: Rota, Dáyer, Torras, Calatayud, Belloch 109

CAPITULO XII. — A manera de epílogo. — La nota característica de


los Jesuítas en sus tres épocas uruguayas, ha sido la formación
del Clero 172

Comunidades fundadoras. — La residencia de San Borja, Canelo- calle


nes. — Seminario Mayor Interdiocesano y Menor Metropolitano. —
Residencia de Durazno. — Noviciado de San Juan Berchmans y
Casa de Ejercicios. — Coadjutores veteranos. — Novicios escolares.
— Novicios Coadjutores. — Rectores del Colegio-Seminario. — Rec-
tores del Seminario Interdiocesano. — Superiores de Durazno .... 184

Jesuítas uruguayos hasta el 30 Abril 1940 186

Ex-Alumnos Religiosos. — Del Colegio-Seminario. De — la Escuela Apos


tólica. — De la Escuela Gratuita de San Ignacio. — Del Seminario
Interdiocesano 187

Sacerdotes Ex-Alumnos del Colegio-Seminario del Sagrado Corazón, de


Montevideo 188

Seminaristas fallecidos durante la carrera 190

Padres Jesuítas que han trabajado en el Uruguay y sus principales


cargos 191

Catálogo de los Hermanos Coadjutores y sus principales cargos 205

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