Monografia Andina
Monografia Andina
Nacional”
TARASCO Y TAZUMAL
AUTORES
DOCENTE
HUARAZ – PERÚ
2022
ÍNDICE
Introducción ................................................................................................................... 3
I. Marco teórico ......................................................................................................... 4
1. TARASCO .............................................................................................................. 4
1.1 La creación del territorio tarasco: leyenda e historia .............................................. 4
1.2 La estructura política del imperio .......................................................................... 5
1.3 La estructura de autoridad .............................................................................. 6
1.4 Las divisiones territoriales dentro del imperio ........................................................ 7
1.5 Poder político, clase y etnicidad ............................................................................. 8
1.6 La economía política del imperio ......................................................................... 10
1.6.1 El comercio mercantil ............................................................................... 10
1.6.2 El sistema tributario ..................................................................................... 10
1.6.3 Los recursos propiedad del imperio ............................................................... 11
1.6.4 Relaciones entre el centro y los mercados locales, regionales e internacionales . 12
1.6.5 El intercambio internacional ......................................................................... 13
1.7 La ideología y las elites imperiales ....................................................................... 15
2. TAZUMAL ........................................................................................................... 17
2.1 Ubicación de Tazumal ......................................................................................... 17
2.2 Hallazgos ............................................................................................................ 17
2.3 Investigaciones en el juego de pelota ............................................................... 18
2.3 Lado norte y oeste de la estructura ...................................................................... 19
3. Antecedentes del área de nuevo Tazumal ............................................................... 20
3.1 Desarrollo de las investigaciones .......................................................................... 20
3.2 Estratigrafía ....................................................................................................... 21
3.3 Arquitectura ................................................................................................. 21
II. Conclusiones ..................................................................................................... 23
III. Referencias Bibliográficas ................................................................................. 24
Introducción
pertenecen: Colima, Jalisco, Nayarit, Michoacán y parte de Guerrero. Cada una de estas
regiones presenta variaciones en los detalles, pero todas expresan una misma actitud
Siendo de gran importancia las evidencias propias de cada cultura y de cómo fueron
también la estructura política del impero Tarasco como tal, divisiones territoriales, poder
1. TARASCO
(Pollard 1993), menciona en 1350 con el territorio más extenso y rico de la cuenca de
Pátzcuaro, bajo el control de su linaje, (Taríacuri y sus aliados en Urichu, Erongarícuaro y
Pechátaro), dirigieron el control de su linaje, Tariacuri y sus aliados en Urichu,
Erongaricuaro y Pechátaro empezaron a dirigir a sus seguidores en una serie de campañas
militares dentro y fuera de dicha cuenca. Desde el rincón suroeste de la cuenca, las conquistas
se extendieron hasta encerrar toda esta zona. Entonces murió Taríacuri, pero, bajo el
liderazgo de Hiripan desde su base de Ihuatzio, la conquista siguió hacia la cuenca del lago
de Cuitzeo.
En la época del primer contacto con los españoles y gracias a estos territorios, que eran los más
densamente poblados, la elite uacúsecha que encabezó las campañas de conquista se enriqueció
enormemente. Está claro que en ese tiempo la expansión militar tarasca consistió en saqueos
dirigidos por el líder guerrero Taríacuri y, más tarde, por Hiripan como representante de un
imperio que más bien era una agrupación de diferentes sociedades con varias “capitales” donde
vivían los miembros de más alto rango del linaje dominante. El botín obtenido en estas conquistas
militares era repartido entre los señores que participaban y la conquista era sólo parcial.
Para la década de 1460, los tarascos habían tomado la provincia de Zacatula en la costa del
Pacífico cerca de la desembocadura del río Balsas, extendido su frontera noreste hasta la cuenca
de Toluca, establecido centros al norte del río Lerma y expandido sus dominios más al norte del
lago de Chapala en el occidente.
(Travel, 2022) hace mención que, fue en la década siguiente que los tarascos empezaron a
encarar la presión militar de los aztecas en la frontera oriental y sobre su límite con Colima
en el oeste. En 1476-77, Axayacatl y los aztecas respondieron a la expansión tarasca con una
gran campaña en que capturaron varios centros fronterizos, incluido el de Taximaroa, y
penetraron hasta el corazón territorial de los tarascos, a la altura del pueblo de Charo. Tras
re- tomar sus centros, los tarascos fortificaron la frontera oriental con una serie de grandes
centros militares y reubicaron allí algunos tarascos y varios pueblos de exiliados matlatzincas
y otomíes que habían huido del dominio azteca. El registro arqueológico indica que en esa
época los tarascos abandonaron la frontera norte (más allá del río Lerma). Hay indicaciones
asimismo de que en ese tiempo los tarascos renunciaron a sus intentos de incorporar a zonas
en Jalisco y Colima, prefiriendo con- solidar su control de las áreas de Tamazula-Zapotlán y
Coalcomán.
Ahuitzotl, y usando sus súbditos (matlatzincas, chontales, cuitlatecas), dirigieron una serie de
ataques contra la frontera sur tarasca en la cuenca del Balsas. Aunque no hubo un claro vencedor
en estos enfrentamientos, lo cierto es que ocuparon buena parte de la atención militar de los
tarascos en las décadas de 1480 y 1490. En 1517-18 los aztecas, ya gobernados por Moctezuma
II, organizaron una última gran ofensiva dirigida por su gran jefe tlaxcalteco, Tlahuicale, contra
la frontera norte tarasca. Esta campaña logró penetrar hasta Acámbaro en el norte antes de ser
detenida por los tarascos en 1519, gracias a dos movimientos coordinados: uno dirigido contra la
cuenca de Toluca desde Zinapécuaro, y otro que partió de la zona central del río Balsas y llegó
hasta la fortaleza azteca en Ostuma. Quizá fue la preocupación de estas dos potencias por la
frontera sur del Balsas lo que permitió al jefe local de Zacatula liberar a su provincia, primero del
dominio tarasco y, después, del control azteca.
1.3 La estructura de autoridad
La estructura del imperio tarasco en el siglo XVI es reconocida por su alto grado de centralización
política y por ejercer un control sobre su territorio que rara vez fue desafiado. Estas características
podrían estar relacionadas con el surgimiento en el Postclásico tardío (1350-1525 d.C.) de un
sistema social plena- mente identificado con los tarascos, y logrado mediante iniciativas diseñadas
conscientemente para subordinar y reemplazar a las identidades étnico-lingüísticas locales como
la base del ejercicio del poder social o político. A pesar de claras evidencias de una más temprana
heterogeneidad étnica en el centro de Michoacán, incluso en el Postclásico medio (1100-1350
d.C.) (RM, 1956), para el siglo XVI la gente de la región se identificaba a sí misma y era
identificada también mayormente como tarasca. Al parecer, todos los puestos eran heredados de
padres a hijos y preferentemente al hijo de la esposa mayor, aunque en la mayoría de los casos el
rey debía ratificar los nombramientos. Los líderes locales fueron escogidos de entre varios
candidatos por el rey, quien reservó el derecho de reemplazarlos y de revocar sus decisiones. En
algunos lugares, los lazos entre la dinastía central y los líderes locales fueron reforzados mediante
alianzas matrimoniales con las hijas del rey. Estas personas eran conocidas como angámecha, “los
que tienen bezotes entre barba y labio” (Lagunas 2001).
La remoción del bezote era un acto simbólico mediante el cual el rey castigaba a algún
angámecha y lo removía de su puesto (RM 1956, 201-202). Entre los angámecha había
personas de la nobleza hereditaria, los achaecha, y, aparentemente, algunos individuos
comunes que habían sido premiados por su destacado servicio militar. En su papel de
líderes locales personificaron el vínculo entre la dinastía tarasca y la gente común y
manifestaron que la autoridad fluía desde el gobierno central y no desde la nobleza local.
Este flujo de autoridad desde el centro hacia los pueblos fue apoyado por el sistema básico de la
tenencia de la tierra y de los recursos. En los dominios tarascos, los títulos de tierras eran legítimos
porque provenían del mismo rey en un sistema que incluía tanto a los campos agrícolas como a
los derechos de pesca, a los recursos minerales y a las zonas de caza en la cuenca de Pátzcuaro.
Así, por ejemplo, gracias a un otorgamiento del rey, la gente de Tiripitío gozaba del derecho de
pescar en el lago de Pátzcuaro, aunque su pueblo no estaba en la zona lacustre. Pensamos que
disposiciones parecidas por parte del rey establecieron los derechos a la tierra y a la pesca para
pueblos como Xarácuaro, Zurumútaro y Carapan. Los mecanismos que aseguraban que la
distribución de recursos fuera respetada son bien conocidos: un documento de Carapan, por
ejemplo, estableció que cualquier persona que usara campos que no le correspondían sería
sentenciada a morir por los jueces locales y enviada a Tzintzuntzan para ser “ofrecida a los
dioses”.
El control administrativo fue logrado mediante la creación de una serie de centros, cada uno de
los cuales tenía varias comunidades dependientes. Los centros administrativos de estas unidades
se reportaban directamente al palacio en Tzintzuntzan y cada uno de ellos, por su parte, tenía
varias villas y aldeas dependientes dispersas sobre su territorio. Algunos centros también estaban
divididos en subcentros. Beltrán (1982, 118) sugiere que estas subcabeceras resultaron de las
divisiones de los linajes nobles que las gobernaban. Así, la jerarquía administrativa tenía un
máximo de cinco niveles. En las cinco unidades que conocemos a cierto detalle gracias a la
Visitación de Caravajal, el número de pueblos sujetos variaba entre 12 y 44, y el número de
“casas” reportadas entre 244 y 863. Si calculamos la población usando un promedio de seis
personas por vivienda, entonces estas unidades habrían albergado entre 1 464 y 5 178 habitantes.
Navarrete Pellicer (1988), sin embargo, sugiere un promedio mayor a las 11 personas por casa
con lo cual llega a estima- dos de población mucho más elevados. A pesar de la baja densidad
demográfica en las zonas más alejadas del centro tarasco, estas unidades administrativas tenían
una extensión geográfica semejante, de manera que había un máximo de un día de viaje entre
cualquier pueblo y su respectivo centro.
(Shibata, n.d.) hace mención que no está claro si había algún otro nivel entre estos centros
regionales y la capital. Las fuentes documentales sugieren, por ejemplo, que hubo un centro de
recolección tributario en Tancítaro que atendía a buena parte del territorio hacia el suroeste, y el
pueblo de Xacona es mencionado asimismo como uno de los cuatro centros administrativos del
territorio tarasco y sede de uno de los cuatro carachacapecha (administradores). El análisis de
estas fuentes indica que la división en cuatro cuadrantes era más bien simbólica y que representaba
el diseño cósmico de la empresa imperial. Otra sugerencia es que eran sitios don- de se
concentraba el ejército y que posiblemente jugaban también un papel en el sistema de recolección
de tributo. Sabemos, por ejemplo, que las campañas militares de mayor envergadura fueron
organizadas en Xacona, Tacámbaro y Zinapécuaro. Además, la evidencia arqueológica de
Huandacareo (en la cuenca de Cuitzeo) y Zirizicuaro (al este de Uruapan) dos centros
administrativos tarascos en algún momento sugiere que allí donde no había grandes centros de
población los tarascos construyeron espacios públicos para manifestar su administración imperial,
impartir justicia, celebrar rituales y enterrar líderes locales e imperiales.
El poder de la dinastía central estaba vinculado directamente con todos los centros administrativos
menores y el control directo ejercido sobre la toma de decisiones en un nivel local podría
extenderse incluso hasta el nivel de las villas. Sabemos, por ejemplo, que el rey envió a un juez a
resolver disputas en el pueblo de Tetlamán, cerca de Tepalcatepec (Carrasco 1969, 219). En la
cuenca de Sayula, que fue incorporada en el imperio entre 1440 y 1500 d.C., la colonización
durante el Preclásico y Clásico fue dispersa en pequeñas comunidades dedicadas a la explotación
de la sal en la orilla del lago (Valdez y Liot 1994)
En el Postclásico, el poblamiento se extendió hacia las zonas agrícolas del altiplano, al tiempo
que los pueblos se agruparon en lo que los miembros del Proyecto Sayula llaman señoríos o
cacicazgos. Hay evidencia de la ocupación tarasca (o de líderes locales que representaron al
imperio), en los sitios más grandes asociados con cada pueblo local. En su análisis de la Visitación
de Caravajal, Navarrete Pellicer (1988) observa que en algunos de los pueblos dependientes de
las cinco unidades administrativas para las cuales tenemos datos se enumeraron muchos más
señores de los que esperaríamos encontrar en una estructura con este grado de centralización. Cree
que esto indica un mayor control en el nivel local que el que sugiere la Relación de Michoacán.
Dentro de las fronteras del reino tarasco y a lo largo de sus límites, hubo varios enclaves étnicos
no-tarascos compuestos de pueblos diferentes que recibían de manos del rey tierras dentro de su
territorio, o de pueblos no-tarascos que vivían en los límites militares. En el caso de los
matlatzincas de la zona de Charo-Undámeo, sus comunidades fueron administradas en conjunto
y encabezadas por Charo.
Conforme se extendía el territorio del imperio, el éxito económico y político de los tarascos del
Postclásico tardío requirió que sus comunidades, cada vez más heterogéneas, fuesen integradas
para agilizar la explotación económica de sus poblaciones y recursos y proteger la integridad de
las fronteras imperiales. Esta integración fue diseñada para servir a los intereses del centro político
cerca del lago de Pátzcuaro o, más bien, a los de la elite sociopolítica que residía en la capital de
Tzintzuntzan.
Tierra adentro, los líderes locales trataban directamente con los re- presentantes de la
administración central (Relación de Michoacán 1956, Gilberti 1975, Lagunas 1983, Visitación de
Caravajal en Warren 1977). Al parecer, el interior del imperio estaba bajo el control directo de la
capi- tal política. Todos los líderes locales fueron ratificados por la elite de Tzintzuntzan y podían
ser reemplazados, o tener sus decisiones revoca- das, por el rey. Se daba por hecho su lealtad y se
consideraba inusitada la intervención del centro en asuntos locales (Relación de Michoacán 1956,
201-202). Esta lealtad a la dinastía real tarasca fue demostrada en varias ocasiones en el temprano
periodo colonial (Warren 1977, 1985).
En la segunda zona la de la asimilación activa hubo problemas de diferente índole. Muchos de los
recursos básicos mediante los cuales la elite se identificaba provenían de esta zona: el cacao, las
frutas tropicales, el algodón, el copal, las pieles de jaguar, las plumas de aves tropicales, el oro,
la plata y el cobre y estaño (Gorenstein y Pollard 1983; Pollard 1993). Esta zona, que fue
absorbida por el imperio expansionista sólo después de 1440, llegó a jugar un papel cada vez más
importante en la conservación de la elite de la sociedad tarasca. Para que el reino lograra
extenderse más allá de esta zona, la lealtad política de esos tributarios debía asegurarse. Aunque
era poco probable que estallara una rebelión o insurrección en esta región de baja densidad
demográfica, un evento de este tipo habría presionado fuertemente los recursos de los tarascos en
el centro. Mediante su control del acceso a los puestos políticos, la elite central logró limitar el
acceso de las elites locales al poder y al prestigio, que para entonces eran definidos por los
tarascos. Los títulos de tierras en los dominios tarascos sólo eran legítimos si fueran otor- gados
a individuos y pueblos por el rey, se tratará de campos de cultivo, de derechos de pesca o de
minería o de zonas de caza (Beltrán 1982, Carrasco 1986, Pollard 1993).
Los bienes y servicios fluyeron a través de varios canales institucionales que podemos separar en
dos clases básicas: 1) mercados locales y regionales; y 2) agencias controladas por el imperio. Se
cree que estas últimas incluyeron la red tributaria, los comerciantes oficiales dedicados al
comercio a distancia, los campos agrícolas, bosques y minas imperiales y el intercambio oficial
de regalos.
Las fuentes primarias que mencionan las redes económicas tarascas dicen relativamente poco
acerca del mercado o de los mercados, aunque es sabido que los hubo y podemos localizar
algunos centros de este tipo (RM 1956, 223, 61, 92, 114, respectivamente). Gilberti (1559)
anotó los vocablos tarascos para decir “comercio” (mayapeni), “intercambio” (maya- pecua),
“comerciante” (mayapeti), y “sitio de mercado” (mayapeto) (1975,67, 403). La actividad
comercial incluía el alquiler de servicios como acarrear agua (RM 1956, 114), moler maíz
(RM 1956, 114), mendigar por comida y vender esclavos (RM 1956,92, 178). No hay
evidencia que sugiera que los mercados fuesen controlados o regulados por el gobierno,
aunque la Relación de Michoacán incluye una detallada descripción del sistema judicial de
los tarascos. Sabemos que el rey suspendió la actividad comercial sólo en dos ocasiones:
cuando murió un monarca tarasco, y cuando los españoles arribaron en su capital (RM 1956,
246, 223), dos acontecimientos a todas luces extraordinarios, pero que sí indican que a final
de cuentas el comercio estaba subordinado al control político central.
La principal agencia del imperio en cuanto al intercambio económico fue su vasta red tributaria
centralizada y jerárquicamente organizada (véase especialmente, RM 1956, Gorenstein y Pollard
1983, Pollard 1993). Aunque en el fondo el sistema tributario era una institución política, el
grueso de los artículos provenientes de diferentes zonas del imperio que pasaron por sus múltiples
niveles acababa depositándose en los almacenes centrales de la capital en Tzintzuntzan. Fuesen
consumidos en la cuenca por la familia real, la burocracia política y los funcionarios religioso de
los templos imperiales, entregados como regalos a emisarios foráneos o repartidos entre la
población local en épocas de escasez, esos bienes representaron parte importante de la economía
local. Además, fueron utilizados para sostener al ejército, que en épocas de guerra habría reclutado
a muchos hombres del centro de Michoacán.
Los artículos más comúnmente mencionados en las listas de tributo de la capital son el maíz y las
telas y prendas de algodón. Otros bienes que también aparecen con cierta frecuencia son esclavos,
víctimas de sacrificio (provenientes de las zonas fronterizas), servicios domésticos, objetos
metálicos, armas, frutas tropicales, cacao, algodón (crudo), guajes, pieles de animal (jaguar, etc.),
plumas de aves tropicales, oro, plata y cobre. Otros artículos que circulaban en los mercados y
que son mencionados ocasionalmente con relación al tributo son: sal, frijol, chile, conejos, pavos,
miel, pulque, plumas de pájaros lo- cales y vasijas de barro.
Además de la red tributaria, el imperio controlaba las tierras de la cuenca de Pátzcuaro y de otros
sitios, donde se producían los alimentos para el consumo de la familia real, los nobles de mayor
rango y los asistentes de los templos (RM 1956, 173-180). Es posible que algunos de estos campos
fueron sembrados con maguey, según indican algunas de las ilustraciones de la Relación de
Michoacán y el sitio de Aterio en la orilla sur del lago (Atero: lugar de miel de maguey). Un
indicador del valor de es- tas tierras es que se estipulaba la pena capital en casos de “negligencia”
respecto de las “tierras del rey” o de “dañar el maguey” (RM 1956, 12).
La familia real parece haber tenido asimismo derechos exclusivos a los productos de ciertos
bosques locales, incluida la madera, la leña, el venado y los conejos (Ibid.). De manera
similar, se refiere que las aves del lago y, en menor grado, el pescado, fueron entregados a
la familia real por los cazadores de patos y los pescadores reales (Ibid.). Es posible que estos
bienes formaran parte del tributo que se extraía a las villas tri- butarias de la zona lacustre en
forma de servicios. Alternativamente, quizá reflejen los derechos que ejercía la elite sobre
ciertos recursos.
Hay indicaciones de que algunas minas de cobre fueron explotadas en forma directa por el
imperio. En un documento de 1533, los obreros de la región productora de cobre de Turicato-La
Huacana-Sinagua en la parte central de la cuenca del Balsas, indicaron que entregaban el cobre a
Tzintzuntzan cada 80 días o bien cada vez que el rey se lo pedía (Wa- rren 1968, 47, 50). Esto
sugiere que el monarca enviaba a los trabajadores a las minas según sus propias necesidades, lo
que parecería indicar una relación distinta a la del simple pago de tributo (véase Pollard, 1994,
para una discusión detallada de la relación entre el gobierno y las minas). Sabemos también que
artículos como frutas tropicales, algodón, tela de algodón y objetos metálicos fabricados llegaron
a Tzintzuntzan como regalos entregados por visitantes foráneos y otros líderes tarascos (RM 1956,
228, 238).
Los artesanos asociados con el palacio en Tzintzuntzan producían una amplia gama de bienes
para la casa real: cestería, tapetes, alfarería, artículos hechos con plumas y objetos metálicos
elaborados con oro, plata y cobre (RM 1956, 173-180, Pollard 1972). Además, unos 3 000
albañiles trabajaban en la construcción de edificios públicos (RM 1956, 174- 175). No está claro
si estas personas dependían de la casa real o si paga- ban tributo en forma de actividades y bienes
especiales.
El último mecanismo especializado e institucionalizado mediante el cual fluían los bienes hacia
la cuenca de Pátzcuaro consistía de comerciantes oficiales encargados del intercambio a distancia.
Al parecer, esos mercaderes fueron retenidos por la casa real para proveerla de bienes escasos y
especializados que sólo podían obtenerse en los límites del imperio o, incluso, fuera de éste (RM
1956, 171-172). Las fuentes no indican si vendían parte de sus mercancías en los mercados
regionales o el de Tzintzuntzan. Una mención de mercaderes que vendían esclavos (RM 1956,
184), podría referirse a estos especialistas o bien a personas de la localidad que manejaban
exclusivamente productos también locales.
La gente común obtenía sus bienes en los mercados locales o mediante actividades de
subsistencia, mientras que la elite conseguía los suyos más bien a través de agencias controladas
por el imperio, especialmente las que tenían a su cargo los campos y los usufructos imperiales.
Esto significa que los pueblos que tenían acceso inmediato a recursos valiosos (tierras agrícolas
de primera, pantanos, zonas de pesca) podían intercambiar sus excedentes en el mercado por
artículos no-locales. Por ejemplo, antes de ser exportado a través de los mercados regionales, el
pescado era secado para conservarlo y reducir su peso sin que perdiera su valor nutricional. Otros
pueblos, más al centro del imperio, se dedicaban a producir bienes de manufactura como cestos,
petates, vasijas de barro y objetos metálicos.
El papel de las redes comerciales regionales que integraron todo el imperio e, incluso, atravesaban
sus fronteras, puede documentarse gracias al movimiento de ciertos bienes cuyos lugares de
origen en Michoacán son bien conocidos y cuya distribución se efectuaba a través de los
mercados; aunque por estas limitantes sólo podemos hablar de la obsi- diana (Darras 1998,
Esparza López 1999, Healan 1997, Pollard et al. 1998, Pollard y Vogel 1994) y de la sal (Williams
1999). Estas dos mercancías fueron distribuidas a lo largo y ancho del territorio imperial, desde
la meseta central hasta la tierra caliente, por ejemplo, obsidiana de Zináparo (Esparza López
1999). Algunos alimentos también circulaban en los mercados regionales y hemos identificado
dos zonas que proveían de alimentos a la cuenca de Pátzcuaro: el área de Asajo al noroeste, que
abarca las ricas tierras agrícolas de Comanja y Naranja, y la región de Curinguaro, al sureste, con
los campos de Tiripitío y Huiramba (Cara- vajal 1523 en Warren 1985, RM 1956, Relación
Geográfica de Tiripitío; véase asimismo Pollard 1993).
Respecto de los bienes exóticos, sabemos que la turquesa y el peyote llegaban desde tierras más
allá de las fronteras del imperio hacia el noroeste, las conchas marinas de la costa del Pacífico, el
cacao de la delta del río Balsas, la obsidiana y otras piedras del centro-oriente de México y del
occidente de Jalisco, y la serpentina, el jade, el ámbar y las piritas de Oaxaca y puntos más al sur.
No hay evidencia de la importación de cerámica desde más allá de las fronteras imperiales. Los
escasos tiestos exóticos que se han encontrado son, por lo general, del tipo Negro sobre Naranja
azteca III, descubiertos en contextos asociados con las misiones diplomáticas entre los imperios
azteca y tarasco, en el palacio del rey tarasco y en las fortalezas fronterizas (Pollard 1993). Entre
más alejada se encontraba la fuente de esos artículos, menos canales de adquisición había y más
infrecuente su uso. La función de estas importaciones era en buena medida (aunque no
exclusivamente) para señalar las diferencias de estatus entre los miembros de la elite y el resto de
la sociedad (es decir, fueron bienes “de lujo”).
En la actualidad, sólo hay dos tipos de mercancía cuya exportación al resto de Mesoamérica
podemos documentar: ciertos alimentos y objetos metálicos fabricados, especialmente con bronce
y aleados de este metal. La familiaridad de la nobleza azteca con el pescado, los trabajos con
plumas y los productos de madera de Michoacán (Sahagún tomo 10, 41), podría deberse al hecho
de que estos artículos cruzaban la frontera militar oriental, aunque no hay evidencia independiente
de ese comercio. Sahagún (tomo 10, 66-67) indica que se vendía el maíz y el chile de Michoacán
en el gran mercado azteca de Tlatelolco. Dada la demanda de estos productos en el Michoacán
central y las distancias implicadas para su transporte, la única región del estado de donde pudieron
haber salido era la frontera, especialmente la parte oriental de la cuenca de Cuitzeo. Esta zona en
el noreste del reino tarasco era suficientemente productivo como para exportar mercancías básicas
y también suficientemente cercano a la zona controlada por los aztecas en la parte superior del río
Lerma.
Entre los artículos metálicos que encontramos fuera de los límites del imperio tarasco, hay
numerosos objetos hechos de aleados de cobre y bronce de diseño y fabricación tarasca (Hosler
1994). Muchos artículos de metal fueron minados y fabricados en el reino tarasco y luego ex-
portados a varias partes de Mesoamérica, como son Morelos, Oaxaca, Soconusco, Veracruz y
Belice (Hosler y MacFarlane 1996). Algunos artículos fueron elaborados con metales
provenientes de Jalisco en la frontera occidental del imperio (o, incluso, más allá de ella), pero no
sabemos si fueron minados y fabricados allí o si el metal y/o los lingotes fueron importados –
mediante el comercio o el tributo– y luego trans- formados en objetos en el territorio imperial. Es
probable que fueron exportados por los comerciantes a distancia de los tarascos, aunque sólo
conocemos las mercancías que ellos recibían a cambio, más no las que ofrecían (RM 1956). Como
señalan Hosler y MacFarlane (1996), evidencia encontrada en Soconusco sugiere una posible vía
de exportación: el traslado de productos en canoa desde el puerto de Zacatula en la desembocadura
del Balsas para su distribución en la parte sur de Meso- américa. Está documentado que la
fortaleza de Taximaroa fue un importante puerto comercial para los comerciantes tarascos y
aztecas (Pollard 1993).
La creación del imperio tarasco fue acompañada del establecimiento de una nueva ideología, las
raíces de la cual provenían de las diferentes tradiciones culturales características de las
poblaciones michoacanas del Postclásico y de las distintas maneras en que ellas se relacionaban
con la emergente elite (véase Pollard 1993). Entre las varias deidades que conocemos, las que
más se mencionan son Cuerauáperi, Curicaueri y Xarátanga. Al parecer, estos dioses estaban
relacionados con el mayor nú- mero de templos construidos, además de estar vinculados
directamente con el imperio tarasco (véase Monzón en prensa, para los distintos dele- treos y
traducciones de los nombres de esas deidades). La tierra era concebida a la vez como un plato
cóncavo y como el cuerpo de la gran diosa creadora Cuerauáperi, quien representaba las fuerzas
que controlaban la fertilidad, incluidas la lluvia, el parto y la muerte. Cuerauáperi también era la
madre de todos los dioses y fue venerada activamente en todo el territorio tarasco (RM 1980, 15-
17). El sol fue personificado por Curicaueri, el gran dios ardiente y el dios del fuego. El original
dios patrón de la dinastía real tarasca y de linaje chichimeca, Curicaueri era un guerrero y el dios
de la cacería. La diosa de la luna, Xarátanga, era hija de la creadora de la tierra y esposa del sol.
Estaba asociada con el trabajo de parto y la fertilidad. Los dioses patronales de algunos pueblos
fueron reinterpretados en el sistema dual de los cuatro cuadrantes (los cuatro hermanos de
Curicaueri) y cinco direcciones, para unir a todos los dioses del sol de tal manera que la cuenca
de Pátzcuaro emergiera como el centro cósmico.
De manera similar, el arte tarasco reflejaba el común legado meso- americano del México
Postclásico, al tiempo que mostró ciertos rasgos encontrados sólo dentro de los límites del México
occidental o bien exclusivos de la civilización tarasca. Una forma piramidal especializada (la
yácata) fue erigida en los principales centros religiosos asociados con el dios del sol tarasco,
Curicaueri. Los templos y las residencias de la elite tenían dinteles, portales y postes de madera
tallada con pintura en estas últimas y en las paredes. De hecho, la cultura tarasca utilizó la madera
como su principal material de construcción, a diferencia de los pueblos al este y al sur, que usaban
materiales como el bajareque, el adobe y la piedra. La madera también era convertida en muebles,
pilas- tras para las casas, canoas, armas, tambores ceremoniales y figuritas. Entre las esculturas
en piedra hemos encontrado un chacmool y algunas figuritas de animales hechos de basalto.
Buena parte del arte tarasco fue elaborado con materiales perecederos que sólo rara vez han
sobrevivido, como madera tallada, artesanías hechas con plumas y textiles. El medio más
abundante disponible a los tarascos para expresar sus creencias y estilos fue la alfarería. Algunas
de sus estilos de cerámica eran del uso exclusivo de la elite, mientras que otros fueron utilizados
para ofrendas rituales o jugaban algún papel en las principales ceremonias religiosas y políticas.
Esas piezas fueron caracterizadas por su extensa decoración, su fino acabado y su estilo más bien
no-representacional. Tanto en su estilo como en su forma, el trabajo metalúrgico de los taras- cos
era distinto al de los pueblos contemporáneos en el centro y sur de México, prueba tanto de la
antigua tradición metalúrgica en el occidente de México y de los cánones de diseño propios de
los tarascos (Hosler 1994). Sólo el diseño de sus trabajos en oro indica nexos con el centro y sur
de México.
La medida en que los tarascos participaron en el sistema de estilos y símbolos internacionales del
Postclásico no está clara (véase Berdan y Smith 2003). El lenguaje tarasco tiene palabras para
decir “escribano” (carari) y “escribir, pintar” (carani) (Gilberti 1975), pero los únicos códi- ces o
lienzos conocidos de su territorio imperial datan del periodo colo- nial. Roskamp enumera 19
documentos pictográficos, incluida la Rela- ción de Michoacán con sus 44 ilustraciones (1999,
75). Varios de estos documentos (como el Lienzo de Jucutacato), muestran reclamos de tierras
por parte de pueblos nahuas en el imperio, aunque otros representan a poblaciones étnicamente
tarascas (por ejemplo, los Títulos de Carapan). Todos, sin embargo, están elaborados en el estilo
de los códices aztecas. Así, tanto en sus creencias como en su arte, los tarascos y el Estado ta-
rasco compartían la tecnología y la ideología básicas del Postclásico mesoamericano, al tiempo
que resaltaban un cierto conjunto único de formas y estilos.
La imagen que emerge del Postclásico tardío, entonces, es una mezcla. Las materias primas y
algunos productos terminados fueron importados desde más allá de las fronteras del imperio y en
cantidades cada vez mayores durante ese periodo, aunque la identidad básica de la elite era
señalada mediante bienes manufacturados en el centro de Michoacán. Por otra parte, en el
Postclásico tardío una de las mercancías más tecnológicamente complejas y altamente valoradas
objetos fabricados con bronce o aleados de este metal– era producida en Michoacán y
comercializada ampliamente en toda Mesoamérica. En vista de los mecanismos económicos y
políticos mediante los cuales este comercio tuvo lugar dentro de la estructura imperial, el
intercambio de artículos metálicos fabricados por materias primas y objetos requeridos para
mantener el estatus de las elites sirvieron para acelerar los procesos de centralización social,
política y económica que dejaron a las elites locales y regionales más dependientes del patrocinio
del Estado e, inversamente, dejaron a la dinastía real más dependiente de su participación en el
sistema de intercambio mesoamericano. (Colegio De Michoacán et al., n.d.)
2. TAZUMAL
2.2 Hallazgos
Entre los hallazgos más importantes de Tazumal se encuentra la Virgen de Tazumal, que fue
encontrada en 1892 por el historiador Santiago Barberena, quien la trasladó al Museo Nacional;
y el llamado Chac-Mool, el cual fue encontrado en la ahora nombrada Laguna Seca de
Chalchuapa. Tazumal fue investigado formalmente en 1940 por el arqueólogo Stanley Boggs,
quien identificó 13 estructuras, desde plataformas pequeñas hasta el montículo grande, con 24
metros de altura. En esa época, Tazumal experimentaba daños relacionados con su proximidad al
centro urbano de Chalchuapa, donde se extraía tierra de las estructuras para hacer ladrillos de
adobe, y se construyó un tanque de agua sobre el montículo principal. En 1942 se inició la primera
de las 12 temporadas de investigación. Durante ese mismo período, Boggs llevó a cabo obras de
conservación y reconstrucción en las Estructuras 1 y 2, en las cuales utilizó cemento. La magnitud
de esta reconstrucción y la utilización de cemento fueron seriamente criticadas, pero es evidente
que la alternativa en aquel momento era de no permitir que Tazumal se siguiera destruyendo.
El sitio Tazumal es ineludible destino para los amantes de la arqueología. Cuenta con un museo
y guías locales. El Museo Stanley Boggs describe la secuencia habitacional de las culturas
prehispánicas de los períodos Preclásico, Clásico y Postclásico, y presenta los diferentes sitios
que conforman el área arqueológica de Chalchuapa, como son: El Trapiche, Laguna Cuscachapa,
Las Victorias, Casa Blanca, Laguna Seca, y Grupo Penate.
2.3 Investigaciones en el juego de pelota
Durante seis temporadas consecutivas con el afán de confirmar la existencia del Juego de Pelota,
se realizaron excavaciones de ocho pozos (1, 2, 3, 4, 11, 12, 13 y 14) en las Estructuras B1-3 y 4
(Figuras 1 y 2). Aquí se describen los tres frentes de excavación que fueron la Estructura B1-4,
Estructura B1-3 y alrededor de las mismas. ESTRUCTURA B1-4 Durante la segunda temporada
de campo se trazó el Pozo 2 en la esquina sureste al pie de la Estructura B1-4. Se localizó un muro
de piedras (Figura 4a). Aproximadamente a 1.50 m del muro hacia fuera, se encontró una
alineación de piedras (Figura 4a, c). Hacia el norte del mismo pozo, se extendió la excavación
hasta el límite del Parque Arqueológico de Tazumal, pasando sobre la parte más alta de la
estructura. No se presentó ninguna evidencia de mampostería en la extensión del Pozo 2 (Figura
4a). En la sexta temporada del año 2007, se amplió el mismo pozo hacia el este para reconocer la
esquina sureste de la Estructura B1-4 y el ancho de la misma (Figura 3). Se encontró la esquina
sureste y el muro norte de la estructura, con un total de 9 m de ancho. Además, se localizó la
banqueta en el sector sur y este de la estructura. Esta banqueta tiene un ancho de 1.50 m
aproximadamente. De la misma se extendía hacia el sur un piso rojo. El muro de piedras
continuaba de la esquina sureste hacia el norte y a 7.50 m de la misma dobla hacia el este, los
muros presentaban repello rojo (Figura 4d). Así en total, el muro tiene un ancho de 1.50 m. En el
muro y pasillo, se localizó un revestimiento de color rojo similar al del piso. En el primer cuerpo
de la estructura, se encontró un talud con repello del color amarillo. En el sector oeste de la
Estructura B1-4, se realizó el Pozo 12 con extensiones para confirmar la longitud de la misma
estructura. Se localizó un piso y el arranque del muro con repello de barro amarillo en dirección
este-oeste a un nivel de un poco menos de 719.00 m sobre el nivel del mar. Más arriba del piso
amarillo, se encontró una parte de piso rojo al nivel de 719.00 m (Figura 5a). En el perfil norte
del Pozo 12, se observó una línea de piedras que podría corresponder al mismo muro de piedras
encontrado en el Pozo 2 (Figura 5b). Sin embargo, no se pudo encontrar la esquina suroeste, ni el
muro oeste de la Estructura B1-4. ESTRUCTURA B1-3 En el lado norte de la Estructura B1-3,
se realizó el Pozo 1 con extensiones. Alrededor del nivel de 719.00 m se observó un estrato muy
compacto (Figura 6d), que aún no se ha podido confirmar si correspondía a un piso. En el sector
sur de la estructura se realizó otra excavación como extensión del Pozo 1. Tampoco se encontró
ninguna parte original de la estructura. En el extremo este de la Estructura B1-3 se hizo el Pozo
11 con extensiones, aquí únicamente se encontró un piso de color rojo un poco arriba del nivel
722.00 m (Figura 6a) y otro piso arriba en el nivel 719.00 m (Figura 6b). ALREDEDOR DE LAS
ESTRUCTURAS B1-3 Y 4 En B1-3 y B1-4 se realizó el Pozo 4 para conocer la estratigrafía de
la parte baja entre ambas estructuras. A un metro de profundidad se encontró una tumba moderna
(Figura 6c). Al este de estas dos 459 estructuras, se realizó el Pozo 3 para confirmar el límite del
Juego de Pelota. Se encontraron dos pisos de color rojo al nivel de 720.00 m y el otro un poco
más arriba a 719.00 m. Sobre el piso rojo se encontró una concentración de piedras (Figura 5e).
A unos diez m del Pozo 3 en dirección al museo del sitio, se realizó el Pozo M5 para identificar
la estratigrafía (Figura 5f). Entre los niveles 719.00 m y 718.00 m, se encontró un piso y dos pisos
más gruesos que incluían piedrín negro. Debajo del último piso se encontró parte de un entierro
con la ofrenda que corresponde al periodo Preclásico Tardío (Figura 5f). Al oeste de las
Estructuras B1-3 y 4 se realizaron dos pozos para definir la secuencia arquitectónica (Figuras 5c
y d). En los Pozos 13 y 14, se localizó el mismo piso rojo un poco más arriba del nivel 719.00 m.
En los Pozos 22, 21 y 24 se localizó el muro que viene de la esquina noreste del Basamento Norte
hacia el Pirámide B1-1. Este muro tiene una altura de 724.00 m aproximadamente (Figura 7d).
Para definir el talud-tablero de la Estructura 1b se trazó el Pozo 19 en el lado oeste. Se encontró
la cornisa y el talud, aunque no se pudo conocer su forma completa. Se hallaron dos pisos
correspondientes a esta misma estructura entre los niveles 724.00 m y 723.00 m (Figura 7c).
Excavando más profundo en el Pozo 19, se encontraron dos pisos más entre los niveles 722.00 m
y 721.00 m. Estos dos pisos podrían ser de la subestructura de la misma estructura o de la otra
estructura más antigua. En el Pozo 25 extensión sur, se encontró un piso abajo del nivel de 723.00
m (Figura 7b).
Sin embargo, en los Pozos 19 y 25, extensión sur se encontró una capa de arena blanca que
podría ser de ceniza volcánica del Ilopango. En el Pozo 25 se encontraron más de dos pisos
entre los niveles de 724.00 m y 723.00 m. También un poco más arriba del nivel 720.00 m se
encontró un piso (Figura 7e). En la parte noreste del gran basamento se realizó la Trinchera 23
para conocer la secuencia arquitectónica (Figura 7a). Se encontraron dos pisos alrededor del
nivel 724.00 m. Se observó una capa con una concentración de bloques de adobe como en los
Pozos 6 y 8. Abajo de la misma capa, se localizó otra capa con varias piedras. LADO OESTE
Se realizó el Pozo 26 para ver la posibilidad de la existencia de un hipotético templo principal.
El Pozo 26 se ubicó en el eje del Basamento Oeste o Edificio de las Columnas. Rompiendo la
parte restaurada de cemento, se encontró una capa de tierra y piedras. Al retirar esta capa, se
hallaron seis gradas con una parte de las mismas quebradas. También, se hizo el Pozo 27 en el
eje del Edificio de las Columnas en donde se encontró un piso a una profundidad de 0.30 m
aproximadamente. Se realizó el Pozo 18 para identificar la ceniza volcánica o TBJ. Se encontró
una parte de ceniza volcánica, aunque no fue posible identificar con seguridad como TBJ.
3. Antecedentes del área de nuevo Tazumal
Además, Boggs mencionó una estatua de barro encontrada en el sitio a poca distancia del lado
noreste del Parque Arqueológico Tazumal, la cual parece que representa a un Xipe Totec
(Boggs 1945). Desde 1968 Robert J. Sharer inició el Proyecto Arqueológico de Chalchuapa
del Museo Universitario de Pennsylvania, durante el cual se realizó el reconocimiento
superficial en el área ubicada al noreste de la Estructura B1-1 del Parque Arqueológico
Tazumal y al sur de la laguna Cuzcachapa. La mayoría de los tiestos recogidos durante dicho
reconocimiento pertenecen al periodo Clásico y se encontraron también tiestos de los periodos
Postclásico y Preclásico. Además, se registraron ocho montículos bajos en la misma área
(Sharer 1978).
La primera fase se llevó a cabo entre diciembre del 2001 y febrero del 2002. En base a la solicitud
enviada por una empresa lotificadora al Consejo Nacional para la Cultura y el Arte,
CONCULTURA, la Unidad de Arqueología de dicho Consejo realizó la inspección del área
denominada Lotificación Ciudad Nuevo Tazumal, situada al noreste del Parque Arqueológico
Tazumal durante noviembre de 2001 y se detectaron siete montículos dentro del área. Luego la
Unidad de Arqueología decidió inmediatamente conservar como zona verde tres de los siete
montículos, los cuales son más altos que otros.
Además se realizaron investigaciones arqueológicas sobre otros cuatro montículos
denominados como Montículos 1, 3, 6 y 7. El 10 de diciembre del 2001, la Unidad de
Arqueología empezó las excavaciones en el Montículo 1, después en los Montículos 3, 6 y
7. El 6 de febrero del 2002, la Unidad finalizó todas las investigaciones en dicha área, la
cual se liberó después. La segunda fase se llevó a cabo entre julio y septiembre del 2003.
En abril del 2003 la empresa lotificadora comenzó la terracería de calles del lugar y se
destruyó la parte norte del Montículo 2, en donde se encontró el cimiento de un edificio
prehispánico y el piso de dicha arquitectura, los cuales no se pudieron detectar en la
observación superficial. Inmediatamente se tuvo una reunión entre la Unidad de
Arqueología y la empresa, las cuales alcanzaron el acuerdo de realizar la segunda fase de
investigaciones y establecer mejor la zona de protección en dicho terreno. El 24 de julio
del 2003 se comenzó la segunda fase de investigaciones y finalizó el 23 de septiembre del
mismo año.
3.2 Estratigrafía
La estratigrafía del área de Nuevo Tazumal es muy simple. Desde el nivel de la superficie actual
cuenta sólo con dos estratos culturales. La primera capa es la tierra de color negro, la cual tiene
el grosor entre 10 y 80 cm. La segunda, es la tierra de color café, cuyo grosor oscila entre 20 y
100 cm. Ambas capas contienen materiales arqueológicos. La tercera capa es la tierra arenosa del
color café amarilloso, la cual es estéril sin material cultural. Toda la arquitectura que se ha
encontrado durante las investigaciones está construida sobre el nivel superior de la segunda capa
(de tierra de color café), o el nivel inferior de la primera capa (de tierra de color negro). Los pisos
hechos de barro que se han registrado en los tres cortes de las calles trazadas por la empresa
lotificadora, están colocados sobre la tercera capa. Además, se han encontrado dos entierros, los
cuales se excavaron en la época prehispánica desde el nivel sobre la superficie de la tercera capa
o poco más abajo.
3.3 Arquitectura
Durante las dos fases de investigaciones en Nuevo Tazumal se han registrado diversos elementos
arquitectónicos, como las siguientes: una plataforma circular (Estructura 1), dos plataformas
largas (Estructuras 2a y 2b), una plataforma poligonal (Estructura 3), dos plataformas semi-
ovaladas (Estructuras 4 y 7), cuatro plataformas cuadrangulares (Estructuras 5, 6, 8 y 9), ocho
cimientos (Estructura 10, Conjunto Arquitectónico 1 y Conjunto Arquitectónico 2; Figura 2).
Toda la arquitectura mencionada está construida con piedras y lodo. La mayoría de las piedras
utilizadas como material constructivo son de origen volcánico, las cuales abundan alrededor de la
Zona Arqueológica Chalchuapa. En algunas construcciones tales como las Estructuras 1 y 6 se
observaba el uso de piedras volcánicas 4 labradas como bloques. No se pudo detectar ningún
repello sobre sus paredes hechas de piedra. Aquí se explicarán los detalles de cada arquitectura.
II. Conclusiones
El poder que los tarascos ejercían sobre las ciudades sometidas, variaba según el papel
que éstas desempeñaban en la organización administrativa del reino. Así, los vínculos
con las cabeceras diferían de los vínculos con sus sujetos. De esta manera, el estatus
central hasta los pequeños pueblos rurales, a través de las cabeceras y conservando el
mexica, con la explotación del altépetl; por otro lado, en Tazumal que también la
arqueología salvadoreña", habiendo sido clave para la creación de casi todos los
con Guatemala. Donde validó que Sus primeras ocupaciones fueron hacia el año 1200
a. C., en sus primeros tiempos recibió una fuerte influencia olmeca; su mayor desarrollo
Posclásico se edificaron nuevas estructuras con el estilo tolteca, para ese entonces
Tazumal habría formado parte del Imperio Tolteca. Alrededor del año 1200 d. C. fue
abandonado definitivamente.
III. Referencias Bibliográficas
Azul. (2018, December 23). Tazumal es uno de los sitios arqueológicos mas
https://www.redalyc.org/pdf/137/13709904.pdf
https://pueblosoriginarios.com/meso/maya/sitios/tazumal.html
http://campusdigital.uag.mx/academia/material/Tarascos/Tarascos.htm
Elsalvadorturismo.com.sv.
http://www.elsalvadorturismo.com.sv/turismoelsalvador/sitios-arqueologicos-de-
el-salvador/tazumal-el-salvador/index.html
CATA. https://www.visitcentroamerica.com/visitar/sitio-arqueologico-
tazumal/#:~:text=La%20ocupaci%C3%B3n%20de%20Tazumal%20tuvo,cer%C3
%A1mica%20con%20forma%20de%20lagartos
Parque Arqueológico Tazumal - Ministerio de Cultura. (2021, September 20).
http://www.famsi.org/reports/03101es/52shibata/52shibata.pdf