Estres y Salud
Estres y Salud
Estres y Salud
Generalidades
Hoy en día, los modelos más aceptados en el estudio del estrés lo conciben según
una serie de características generales:
1) es un tipo de interacción individuo-ambiente, en el que es necesario estudiar
los dos polos
2) señalan su carácter dinámico, como un sistema de retroalimentación
3) destacan una serie de variables mediadoras entre los estímulos estresores y
las respuestas de estrés (evaluación cognitiva, afrontamientos,
controlabilidad, comunicación interpersonal, apoyo social, etc.)
4) consideran las emociones (ansiedad, depresión, ira, etc.) como estados
fijados en determinados momentos o niveles del proceso de estrés
5) hacen énfasis en la caracterización de variables psicológicas moduladoras
(especialmente personales)
6) generan variados procedimientos de manejo e intervención que deben ser
consecuentemente aplicados (15, 16).
A pesar de los numerosos estudios acerca del estrés todavía hoy se sigue
discutiendo acerca de tres problemas básicos, relacionados con el proceso salud-
enfermedad:
Fue precisamente Selye quien generó inicialmente un modelo biológico del estrés,
concibiéndolo como un sistema de fases. El identificó tres fases en la respuesta
fisiológica al estrés: 1) fase de alarma, 2) fase de resistencia, y, 3) fase de
agotamiento. El organismo se alerta (reacción de alarma), se desencadena la
actividad autónoma (etapa de resistencia) y si esta actividad dura demasiado, se
produce el daño y ocurre el colapso (fase de agotamiento). En forma de diagrama,
estas fases componentes del Síndrome General de Adaptación se muestran como
sigue:
1 2 3
Los primeros recursos (movilizadores de energía) vienen siendo como las tropas
de primera línea, provocan los siguientes efectos:
- Liberación de adrenalina y noradrenalina al torrente sanguíneo por las
glándulas suprarrenales. Estas hormonas, estimulantes poderosos, aceleran
los reflejos, incrementan el ritmo cardíaco y la presión arterial, elevan
la concentración de azúcar en la sangre, aceleran el metabolismo. Aumentan
- la capacidad y el desempeño a corto plazo, conforme llega más sangre a los
músculos y pulmones, aumenta el suministro de energía y las respuestas se
agudizan.
Las reacciones defensivas son como las tropas acuarteladas, que emprenden
determinadas acciones para limitar el daño producido por el enemigo:
Todas estas reacciones corporales son benéficas cuando se producen por corto
tiempo y ante agresores que las ameriten. Si se mantienen por largo tiempo,
producen una serie de efectos desfavorables: afectaciones del sistema
cardiovascular y renal, trastornos de la concentración de azúcar en la sangre
asociados a la diabetes y la hipoglicemia, agotamiento físico, pérdida de peso,
endurecimiento de las arterias por aumento de colesterol circulante, trastornos
estomacales y digestivos, afectaciones de la temperatura corporal, aumento de la
sensibilidad a dolores ordinarios (cabeza, espalda), incremento de ulceraciones
y rebote de reacciones alérgicas, inmunodepresión, disminución de respuestas
sensoriales e intelectuales, problemas sexuales, aumento de trastornos en la
circulación sanguínea, etc.
Cada una de las reacciones corporales ante las exigencias del medio, si no es
mantenida por largo tiempo, es útil en sí misma. Estas adaptan al cuerpo para
que responda a los desafíos que enfrenta, haciendo que permanezcamos firmes y
devolvamos los golpes, impulsándonos a una retirada estratégica. Esta respuesta
de "ataque o huida" sucede a nivel del Sistema Neurovegetativo, es decir, no
ocurre conscientemente, es automática, de la misma manera en que nuestro
organismo realiza procesos digestivos, eleva el ritmo cardíaco cuando corremos
tras un ómnibus, o ajusta nuestro termostato corporal cuando nos movemos de un
ambiente frío a uno caliente o viceversa. Nosotros no decidimos, es el organismo
el que reconoce la necesidad de una respuesta. En su ejecución, sucede gran
cantidad de reacciones, cada una tiene una función específica para adaptarnos y
enfrentar el desafío que nos presenta. Están planeadas por naturaleza como
reacciones
inmediatas, rápidas, de corta duración, diseñadas para desaparecer tan pronto
corno ha pasado la urgencia. Si no cesan, comienzan a tener un efecto adverso,
se convierte en una reacción lenta, tardía, de efectos nefastos sobre el
organismo y la economía de sus recursos. Al decir de D. Fontana (8) es como un
ejército que se prepara para una amenaza exterior y que permanece movilizado sin
que se les permita entrar en acción. No sólo sufre el país (organismo en este
caso) debido a que sus habitantes utilizaron sus energías para empuñar las
armas, en lugar de acelerar la economía, sino que también sufre porque los
soldados desocupados (recursos fisiológicos movilizados y mantenidos) se
inquietan y se vuelven destructivos, saqueando y llevando a cabo prácticas
ilegales (efectos nefastos de estos recursos).
En realidad, el cuerpo humano ha evolucionado a lo largo de miles de años para
enfrentarse a las amenazas, movilizándose y luego encarándolas, pero el medio en
el que vivimos ahora ha cambiado a tal grado desde la Revolución Científico-
Técnica que, una vez movilizado, no es capaz de cumplir siempre las
instrucciones de atacar o huir, no está seguro de que el peligro ha pasado y
deben ser retirados los recursos. Nuestra sociedad contemporánea, por lo
general, no permite pelear físicamente, o escaparnos cuando encaramos
estresores, pero tampoco los elimina, de manera que se nos permita relajarnos.
Permanecemos en un estado constante de preparación para la acción que no
llegamos a ejecutar, y el cuerpo, al tiempo, comienza a sentir los efectos. De
aquí a muchos miles de años, quizás, la fisiología humana habrá evolucionado a
través de la respuesta ataque-huida, y producirá algo capaz para adaptarse a las
exigencias de la vida. Pero en el presente, utilizamos un sistema desarrollado a
lo largo de millones de años de vivir cerca de la naturaleza, para enfrentarnos
a un medio que ha cambiado más allá de lo reconocible en poco más de un siglo.
Antes, los estresores se relacionaban con la supervivencia física (necesidad de
alimento, de abrigo, de seguridad, de una pareja para procrear); en las culturas
actuales, al menos en el mundo occidental de nuestros tiempos, los estresores
tienen menos que ver con los mecanismos básicos de supervivencia y están más
asociados al éxito social, a la generación de niveles de vida cada vez más
altos, a la satisfacción de las expectativas de nosotros mismos y de los demás.
Sucede así, que con frecuencia, son las reacciones lentas, duraderas y
continuas, que el organismo no puede detener automáticamente, caracterizadas
ante todo por la secreción de cortisol (y no adrenalina), las que producen
efectos nefastos en el organismo: hiperglicemia, acidosis, deshidratación,
anomalías electrolíticas, aumentando las consecuencias inmunosupresoras, el
fraccionamiento de proteínas y los procesos de lipólisis, glucogenésis y
citogénesis. Ante situaciones prolongadas de tensión constante, se produce
entonces una respuesta de estrés crónico sin conciencia de urgencia, que afecta
desfavorablemente el organismo: por modulación del sistema límbico (respuestas
emocionales a situaciones cotidianas) se activa crónicamente la secreción de
Hormona Adrenocorticotrópica (ACTH) y también de endorfinas, produciéndose más
cortisol inmunosupresor (21).
Cognoscitivos:
Decremento de la concentración y la atención, aumento de la
distractibilidad, deterioro de la memoria a corto y largo plazo, cambios
en la velocidad de respuesta, aumento de la frecuencia de errores con
decisiones inciertas, deterioro de la capacidad de organización y
planeación a largo plazo, pérdida de objetividad y capacidad crítica, los
patrones de pensamiento pueden volverse confusos e irracionales.
Emocionales:
Aumento de la tensión, disminución de la capacidad para relajar tono
muscular y detener preocupaciones ansiosas, aumento de hipocondría,
cambios en rasgos de personalidad y preocupación por apariencia física,
aumento de problemas de personalidad preexistentes, debilitamiento de las
restricciones morales con cambios en códigos de conducta y control de
impulsos sexuales, aumento de explosiones emocionales, depresión del ánimo
y sensación de impotencia e incontrolabilidad de los actos propios,
pérdida de la autoestima con sentimientos de incompetencia.
Conductuales:
Aumento de problemas de la comunicación y el habla (tartamudez, farfulleo,
vacilación), disminución de interés y entusiasmo por objetivos y metas
vitales, disminución de pasatiempos, aumento del ausentismo e
impuntualidad al trabajo, aumento del consumo de drogas y sustancias
psicoactivas, descenso en los niveles de energía, alteración de los
patrones de sueño, incremento del cinismo acerca de usuarios y clientes y
también de los colegas, rechazo a cambios o nueva información aunque sean
útiles, aumento de la tendencia a trazar nuevos límites al trabajo,
excluyendo todo lo desagradable, adopción de soluciones superficiales y de
carácter provisional y a corto plazo, aparición de patrones de conducta
extraños (conductas impredecibles, manerismos), amenazas de daño
autoinfligido (suicidio).
Tan natural es el estrés para la vida, que a veces hacemos un buen trabajo para
inventarlo nosotros mismos; en efecto, hay personas que "se buscan el estrés":
aventurándose a la exposición prolongada a nuevos eventos, llenos de
incertidumbre y de riesgo para la salud, dejando las cosas para el último
momento, presionándonos a hacer otras... A veces, posponemos no sólo lo
desagradable, sino aquello que disfrutaríamos al hacerlo o que es necesario
hacer para sentirnos satisfechos y apreciados. Es que acaso debemos hacer
nuestro mejor trabajo sólo cuando tengamos un cierto grado de presión? Hasta
dónde puede llegar esa presión? Cuáles son sus fuentes? Qué papel juegan los
estresores del ambiente sociolaboral y del hogar?
Se ha señalado que tan estresantes pueden ser los eventos positivos o percibidos
como agradables, como los aversivos o amenazantes, ya que ambos producen un
cambio al que la persona deberá adaptarse. Tener un hijo, prepararse para una
cita deseada o lanzarse en paracaídas en práctica deportiva desde un avión puede
ser estresante, aunque difícilmente puedan considerarse estos eventos como
aversivos. De hecho, muchas personas desean y llevan a cabo las conductas
necesarias para exponerse a dichas situaciones. Parece ser, sin embargo que los
efectos de ambas situaciones no son los mismos. Suns y Mullen (30) han
demostrado que no hay relación entre acontecimientos estresantes positivos y
trastornos psicofisiológicos, pero sí entre estos y los acontecimientos
aversivos. Kanner y cols (31) achacan los efectos negativos de las situaciones
de estrés en el organismo más que a sus características de novedad, a las de
indeseabilidad.
La teoría de los eventos vitales ha ido decayendo, al irse conociendo todos los
factores que confieren carácter estresante a una situación y desarrollarse los
modelos cognitivos del estrés. En su
libro: "Stressful life events" Dohrenwend y cols (28), exponen resultados que
cuestionan la propia esencia de estimar el estrés rígidamente a partir de los
estresores vitales. Además de algunos patrones personales que pueden servir como
"refractores" del estrés y que después analizaremos con más detalle, cuatro
indicadores pueden explicar la enorme variación de los datos en las
investigaciones realizadas al efecto. Uno de ellos, como ya se dijo, es la
novedad del evento, muchas veces no se investiga si ya los sujetos habían
experimentado con anterioridad esos cambios.
Hay que considerar aquí que la repetitividad provoca habituación, y por tanto,
disminuirá el carácter estresante del evento. Otro es el apoyo social, que
deviene importante modulador, un factor contenedor o "buffer" del estrés. El
trae un efecto protector de las relaciones sociales, y es, además, un moderador
en las consecuencias mismas del estrés.
Lazarus y Folkman (33) distinguen tres tipos básicos de valoración del medio y
sus demandas: a) irrelevante, cuando las demandas del entorno no conllevan
implicaciones para la persona, b) benigno-positiva, cuando se evalúa las
demandas del medio como favorables para lograr o mantener el bienestar personal,
y, c) estresante, que pueden ser de tres tipos: daño o pérdida, amenaza y
desafío. La evaluación de daño o pérdida ocurre cuando el individuo ya ha
recibido un perjuicio (lesión, pérdida de un ser querido, etc.). En la
evaluación de amenaza se prevén daños o pérdidas, aunque estos todavía no hayan
ocurrido y pueda solucionarse o afrontarse anticipadamente. La evaluación del
desafío implica la previsión anticipada de situaciones de daño o pérdida o de
amenaza, con la diferencia de que la persona piensa que tiene fuerzas o
habilidades suficientes para afrontarlas con éxito y obtener ganancias. Esto
hace que la situación de desafío conlleve generalmente emociones placenteras
(impaciencia, regocijo), mientras que la amenaza, suele ir acompañada de
emociones corno miedo, ansiedad, hostilidad.
Las estrategias de afrontamiento pueden ser muy variadas, incluso en una misma
situación pueden utilizarse con éxito diferentes formas de afrontamiento, por lo
que puede haber muchas estrategias adecuadas. Por eso, el que unas personas
utilicen un tipo de estrategias de afrontamiento y otras no, no quiere decir que
una persona actúe mejor que otra. Sólo intentan controlar la situación de manera
distinta, probablemente porque sus recursos y habilidades son también
diferentes.
Taylor (41) señala tres criterios que permiten evaluar la eficacia de los
afrontamientos a la enfermedad: a) Funcionamiento bioquímico y psicofisiológico
(debe mejorar con la eficacia de los afrontamientos), b) Rapidez con que se
retorne al nivel anterior de actividad (pre-enfermedad) o a un ajuste funcional
que permita mejor desempeño, y, c) Reducción del distrés psicológico y las
emociones asociadas (ansiedad, depresión). La autora recomienda 8 estrategias de
intervención para mejorar los afrontamientos a las enfermedades crónicas:
Emociones y estrés
Desde este punto de vista el estrés puede ser definido como un proceso que
incluye transacciones entre el individuo y su medio ambiente durante el cual los
estresores están íntimamente conectados con reacciones emocionales a través de
la percepción de amenaza, en una secuencia temporal simplificada como sigue
(47):
Estresor Percepción de amenaza Reacción emocional
Muy relacionados con los estudios sobre estrés y emociones, están los trabajos
sobre los patrones configuracionales y funcionales de la personalidad como
predeterminantes de las enfermedades Múltiples investigaciones han reportado la
asociación entre determinados patrones de personalidad y enfermedades como las
cardiovasculares y el cáncer.
Otro patrón muy reclamado para explicar las relaciones entre el estrés, las
emociones y el cáncer es el llamado "tipo C" descrito por varios autores. Ya se
ha acumulado bastante evidencia de que la represión de emociones ligadas a
procesos traumáticos favorece la disminución de la inmunocompetencia y las
personas que no realizan confidencias tienen más posibilidades de enfermar
física y mentalmente. Aunque la investigación del patrón C no es tan consistente
como la del patrón A y se le atribuyen problemas metodológicos, algunos estudios
prospectivos bien controlados han encontrado evidencias a su favor.
Existen intervínculos genéticos entre estos estados emocionales los cuales están
dados por una parte, por el hecho de que el nivel y tipo de ansiedad y depresión
personal son factores predisponentes de los estados correspondientes. Así, una
persona con un alto nivel de ansiedad personal inespecífica es más propensa a
sufrir estados de ansiedad patológica ya que habitualmente percibe múltiples
situaciones como amenazantes, mientras que una personas con alta ansiedad
personal específica es más probable que sólo sufra ansiedad situacional cuando
se enfrente al tipo particular de situación amenazante para ella.
Así cuando el individuo duda de sus recursos para enfrentar la demanda, pero
esta no es valorada como amenazante para motivos importantes para el sujeto se
producen los estados de tensión operacional y emocional que se caracterizan por
vivencias de tensión e incertidumbre , asociadas a otras vivencias positivas
como la curiosidad, el reto, etc., en dependencia de las características
específicas del contexto en que ocurren.
Cuando las situaciones son crónicas y/o cuando se produce una afectación
“masiva” de las motivaciones más importantes para el sujeto, cuando empiezan a
entrar en conflicto necesidades importantes y la valoración de incapacidad e
ineficacia se generalizan a todas las situaciones vitales, afectando no
solamente la autoestima, sino la autovaloración como mecanismo de autoregulación
de la personalidad, estamos ante la presencia de estados de ansiedad y depresión
patológicas (los trastornos llamados neuróticos) . Estos estados suelen alcanzar
gran intensidad y pueden tener una sintomatología importante. La intensidad y la
cantidad de síntomas pueden disminuir (por la acción de fármacos, por soluciones
temporales de los conflictos, etc.) pero quedan las estructuras psicológicas que
a manera de “factores de riesgo” , se expresarán como predisposiones
personales, relativamente estables, a experimentar estados de ansiedad o
depresión frecuentes, o sea la ansiedad o depresión como rasgo de la
personalidad, o como preferimos llamarlas, la ansiedad o depresión personal
Cuadro 1: Caracterización diferencial de las formas de ansiedad y depresión
Depresión Los síntomas propios Compleja, con la Alta estabilidad y Alta estabilidad y relativa
patológica de la depresión, trsiteza como relativa independencia de la
aunque no componente rector independencia de situación . Puede que el
necesariamente . acompañada de la situación . sujeto no reconezca vínculos
Generalmente se fracaso, Puede que el de su estao con situaciones
combina con síntomas irritabilidad, etc. sujeto no vitales.Suele aparecer
ansiosos. En reconezca vínculos combinada con la depresión
Psiquiatría se de su estao con patológica. generlamente
correspondería a lo situaciones necesita de tratamiento
que antes se vitales.Suele psicológico. Se constatan
diagnosticaba como aparecer combinada los trastornos cognitivos
neurosis depresiva. con la ansiedad descritos por Beck y otros
patológica. como la sobregeneralización,
generalmente el pensamiento irracional,
necesita de etc
tratamiento
psicológico
En este modelo, la eficacia relativa de los mecanismos de autorregulación
personal determina el éxito o fracaso en la resolución de estas contradicciones
y las posibilidades de desarrollo normal o anómalo de la personalidad. Los
estados constituyen, así, la expresión resultante de la interacción realidad-
interna y realidad-externa, propia del proceso de estrés. Ellos se ubican a lo
largo de un "continuum" que revela los diferentes grados de desestabilización
de la personalidad a partir de la complejidad, amplitud e internalización de
las contradicciones. Este desarrollo no tiene que evolucionar necesariamente
hacia la patologización, pues también el proceso inverso, de corrección y
normalización, transcurriría siguiendo estas etapas. Entonces, la corrección
psicológica de los estados emocionales negativos deberá dirigirse a la
modificación de las contradicciones específicas de estos estados, a su
simplificación y externalización. no importa las técnicas que se utilicen en
esta corrección (entrenamientos en asertividad, resolución de problemas,
incremento del apoyo social).
"...una orientación global que expresa hasta qué punto uno tiene la amplia,
resistente y dinámica sensación de confianza en que los estímulos provenientes
del entorno (interno o externo) en el curso de la vida son estructurados,
predecibles y manejables (comprensibilidad), los recursos están disponibles
para afrontar las demandas que exigen estos estímulos (manejabilidad) y estas
demandas son desafíos que merecen una inversión y un compromiso
(significatividad)..."
Otro modelo que pone énfasis en la personalidad, como variable que interviene
en el afrontamiento a la vida, propiciando salud, es el de resistencia
(hardiness), propuesto por S. Kobasa (107, 108). La perspectiva salutogénica y
el enfoque activo y propositivo centrado en la personalidad con comunes al SC y
permiten considerarla como una realidad dinámica que establece una relación con
la situación específica de cada momento a partir del cambio y la interacción, y
no solamente de la reacción pasiva a los estresores. Según Kobasa, en ella se
involucran tres dimensiones: implicación, que es la medida en la que el sujeto
se involucra en las situaciones; reto, que es la medida en que el sujeto
percibe que las situaciones complicadas son una oportunidad para crecer, y
control, que es la medida en que se está convencido de poder intervenir en el
curso de los acontecimientos. Para la autora, la personalidad resistente (PR.)
lleva consigo menores consecuencias negativas del estrés.
Las emociones tienen un gran peso en los modelos teóricos actuales que intentan
explicar el papel de factores psicosociales en el proceso salud-enfermedad. Las
emociones negativas (ansiedad, depresión, ira) incidirán en el desarrollo de
este proceso hacia la enfermedad, a través de una gran diversidad de mecanismos
psicosociales y psiconeuroinmunológicos. Por otra parte, las emociones
positivas (tensión, implicación y compromiso en la tarea, desafío con seguridad
en sus propias posibilidades) serán enriquecedoras y protectoras, y dirigirán
el proceso hacia la vertiente de salud. La interacción de estas emociones en
las situaciones y condiciones reales en que viva el individuo, en que ha sido
educado y formado, regirán el balance del proceso de estrés. Hay que recordar
aquí que la caracterización psicosocial de la salud no se da solo por la
ausencia de mecanismos o sensaciones enfermizas, o de sus indicadores
objetivos, sino por la presencia de una óptima capacidad de trabajo, deseos de
actividad, inclinación al logro de éxitos vitales, y también por el predominio
de un sentimiento de bienestar, de alegría de vivir, de autorrealización
personal.
Ante los reiterados intentos de medir el estrés, tendríamos que hacer frente,
valiente y decididamente, a una pregunta crucial: es que acaso puede medirse?
Se puede tener una medida única del estrés por el que atraviesa la persona,
cuando es éste un proceso de interacción global, que se desarrolla a lo largo
de toda su vida, de una forma dinámica y cambiante? Sin embargo, sí se
pueden medir algunos de los componentes en este proceso y de las variables que
lo determinan. El estrés es el conjunto de todos los factores analizados, pero
ninguno de ellos en concreto.
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