Alan Coe - Cuando Das Lo Mejor
Alan Coe - Cuando Das Lo Mejor
Alan Coe - Cuando Das Lo Mejor
Me gustaba una chica, muy hermosa ella. Lo que más me gustaba era su estilo
y su sonrisa. ¡Era tan tierna! Tenía una voz entre tierna y sensual. Cuando la
conocí, quedé perplejo. De inmediato me gustó. Me presenté con nervios. No
sabía qué decir, a dónde mirar, cómo comportarme…
La conocí en una salida con amigos. Ella venía como amiga de una amiga de
uno de mis amigos. Quería hablarle, sentarme con ella… estar con ella. Pero
mis inseguridades flotaron, y no pude hacer más de lo normal: cruzar
comentarios de vez en cuando, hacerle un favor (como alcanzarle algo) de vez
en cuando… pero todo, siempre, en grupo.
Ahí nos pusimos a hablar, qué hacíamos, con quién vivíamos, qué
estudiábamos… etc. Cuando llevábamos como 45 minutos hablando, la amiga
decidió irse, por lo cual ella también se iría. Lo único que pude decir fue “ash
¿ya te vas? ¿me vas a dejar solo?” a lo cual ella respondió con una sonrisa y
me dijo “te acompaño por Instagram, agrégame y me escribes”, creo que no
pude contener la sonrisa, y de inmediato la agregué. Mientras se organizaban
para salir, se despedían de los demás y llegaba el carro, le dije “ya te saludé” y
ella sonrió y em dijo “dale, ya hablamos”
Ufff, yo estaba muy contento. Y le conté que no. Y bueno, nos pusimos a
hablar. Nos quedamos como 2 horas chateando. Me dio su WhatsApp. Me dio
miedo porque no sabía cómo actuar, si demostrar mucho, poco o nada. Pero
hablamos normal como 3 días. Hasta que decidí invitarla a salir. Pero me dijo
que tenía poco tiempo. Sin embargo, me dijo que me sacaría tiempo. Y ese día
me llamó, por la noche. Me preguntó “¿qué haces”, le dije “nada, voy para la
casa”, me dijo ¿Nos vemos? Estoy libre ahora.
Le dije que por supuesto que sí, que dónde nos veíamos. Elegimos un centro
comercial. Nos vimos y UFF, jamás había sentido tanta química. Nos
quedamos hasta tarde, pero sentí que no era necesario decirle que me
gustaba… y aunque parecía que yo le gustaba también, eso sí me daba miedo
preguntar.
Cuando llevábamos 2 meses saliendo, la invité por tercera vez a mi casa. Ese
día se quedó. Y la pasamos muy bien, pero todo se dio, no busqué. Para mí,
fue maravilloso. Todo, como iba, todo. Y entonces pensé “ella me gusta mucho,
quiero que sea mi novia”, y se lo propuse. Ella me dijo que no quería tener una
relación, que venía de una relación difícil, y que prefería estar sola.
Yo, todo ese tiempo siempre fui honesto, sincero… todo o hice bien.
Caballeroso, detallista, atento. No quería ser apresurado, quería dejar las
cosas fluyeran solas, que se dieran solas, no la quería que se sintiera
presionada. Cuando tenía el carro la recogía del trabajo, la llevaba a la casa…
Aunque nunca entré, ella me decía que su papá era muy celoso con eso.
Pero luego hice retrospectiva, y me di cuenta que habían algunas cosas raras.
Empecé a sospechar.
Luego, al otro día estaba como rara. Actitudes que empecé a notar desde
antes, ciertos días de la semana ella se ponía así.
¿Saben qué pasó? Que tenía otro chico. Y no es que no tuviera tiempo, es que
con el chico se veían seguido, porque era del mismo conjunto. Y, ese día que
se fue tarde la noche y que supuestamente tenía que trabajar, era que se iba
de viaje con el otro, y como vivían en el mismo conjunto de ahí salían.
¿Cómo lo supe?
La confronté y me contó que él era el exnovio, pero que estaban arreglando las
cosas. Me fui de ahí, muy dolido. Ella me dijo que luego, si terminaban, me
buscaba. Le dije que no hiciera eso. Y me fui de ahí. Quería llorar.
Un mes después salimos en grupo otra vez, fue la amiga, y ella me contó que
ellos llevaban años, y que jamás habían terminado. Sólo que ese día que ella
fue, a la fiesta donde la conocí, habían peleado.
Me sentí tonto, por confiar en alguien que, por estar tan tragado, demostró
señales de alerta (red flags), y yo de tonto le creí. Le ofrecí lo mejor de mí,
porque pensé que esa química se daba una vez en la vida, y resulta que no fue
química, sólo ella quería tener a quien la tratara como quizá su novio no lo
hacía, y llegué yo.
Finalmente quiero decir, es lógico sentir pena cuando una pareja nos
abandona, pero lo único que ocurrió es que no fue capaz de ver tu verdadero
valor. Es la otra persona quien no te merecía y no tú a ella.
Estamos seguros de que aparecerá esa persona que, como el joyero, verá en tí
lo que otros no fueron capaces. Encuentra quien sea capaz de ver la joya que
eres TÚ, esa persona te hará feliz.
- HÉCTOR C. ALCÍVAR.