LaMuda MUESTRA
LaMuda MUESTRA
LaMuda MUESTRA
la muda
Editora Nómada
Ethel Barja
la muda
cordero
Editora
en la caja Nómada
cordero
en la caja
ISBN: 978-607-59554-1-4
www.editoranomada.mx
[email protected]
Ingeborg Bachmann
en el patio hay una entrada malva
donde la luz se desquicia
un estrecho que perfora el presente
con la fuerza de un apetito anterior
donde la muñeca semienterrada
ve un panorama arrasado
lo que queda en este lado de la materia
indica que el fracaso es
indirectamente proporcional
a la capacidad de la contracción
con traer el rumor que obsesiona
poco alcanzas
contraer la culpa
poco besas
ven y toca la contra-acción
de la memoria
la contrarquitectura del tiempo
en el despunte de los soles ágiles
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mi recinto
tiene en su bóveda
un vitral vertiginoso
en sus cristales desmenuzo
un ideograma v i o l e n t o
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el astro rota sobre su propio eje
se penetra a sí mismo
alimenta el simulacro
con sus giros alterados
de energía inútil
nada se crea
ni se destruye
se alza de su corteza
una nube de ira
idéntica y estéril
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yo te consuelo
con este fémur
con este encuentro
fortuito de los días
en que esperas atenta
el dictamen sobre lo que queda de ti
sin saberlo
te rodearon
innumerables veces
hasta que por fin
tensión en los ojos
tú y algo convergen
en una agitación
más allá de tu borde
recogieron lo tuyo
hicieron el rito
y corriste por fin
libre
sobre la arena menuda
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la claridad y su envés
disputan la permanencia
y la respiración de las criaturas
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fui un estado mineral
un líquido ansioso
en el núcleo de las cumbres
sumérgete futuro mío
cuenta hacia atrás
contén tu respiración
arquea tu espalda
tacto en ti finalmente
a última hora
he deseado el mar
porque lo conocí tarde
cuando ya no podía aprender a nadar
cuando mi deseo era paisaje
llamo corales
a las ahogadas
hasta que los remolinos hacen lo suyo
hasta que despiertan las algas
aguardo en el fondo
y es mía toda la disonancia
de los navíos destrozados
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un satélite cayó en el desierto
las enterradas sacuden sus brazos
cráteres de luz
susurran toda la noche
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ayer
es el jugo feroz
que amuralla
y recio corroe
la materia propia
y la enemiga
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la caricia en la mitad
conocida
ahoga el rastro
de la otra mitad
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un enjambre
se agita en la maleza
abraza las prendas que ondean
despierta el zapato
al pie del ciruelo
una pasajera más o menos
se estremecen ahora
las líneas imaginarias
que la vieron cruzar
queda en vilo
el recibo de electricidad vencido
la olla prestada
la sed de siempre
al mediodía a cielo abierto
suspendida también
la llamada
y el plato vacío del animal
que la espera detrás de la puerta
solo el fruto maduro
prosigue y cae
silencioso en su regazo
20
soles ágiles
Dagmara Kraus
aquí & ahora
del poema
latitud: 41.823127
longitud: -71.3938484
elevación: 21 m.
15 horas
43
extiendo los brazos
como si pudiera encontrar en el aire
algo que me limpie para siempre
el exterior no es el cielorraso
que me deja al borde de la asfixia
es el terror de lomismo que se ausculta
el desafío que se arranca
de los goznes de la ira
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la algarabía del signo
es la conmoción de los soles ágiles
la hambruna de los dedos
en el intento
de un trazo firme
sobre lo ausente
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hemos caído
pero no tenemos precipicio
entonces
seguimos cavando
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la muda
Virginia Wolf
el tránsito
es un misterio nutritivo y rojo
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h
palpa en su vértebra
la anticipación de su cuello
cruje su infancia
en sus cuerdas vocales
pulidas con piedra pómez
hunde sus dedos
en la hora que gotea
hacia su peso anterior
hacia el lugar del primer corte
qué dimensión nunca saciada
h en intimidad con su vacío
se desocupa sin temblor
ante los restos aún tibios en las paredes
y aunque le repitan… y ella confirme…
ordene su pelo y se haga mínima
casi guarismo negativo
su olor no desaparece
73
muda
retumbar filudo de ayer
aquí en el ojo
disociación de los cuerpos
matriz desdibujada
llena de pájaros amarillos
con sus picos encendidos
astillan el horizonte
ha caído en sílaba
agonizante
a solas
discreta implosión
porque en boca cerrada…
las memorias
nítidas de golpe
atisban su doble fondo
presionan la sien
y las dejas hacer
hacia su marea
henchida
de peces muertos
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solo las retamas perforan esta oscuridad
solo su sed penetra este cascajo
y riega mi falta de sueño
con su vegetal estridencia
sacude mi única espera
la ira de la muda agazapada
en trance
incansable
hacia su rostro nuevo
75
maría revolución
Yo no pregunto, yo deseo.
Federico García Lorca, Poeta en Nueva York
lo que ENVIDIO
de un HOMBRE
es ese no poder
hacerme
a lo Nietzsche
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§ 1. Cada ser vivo, que los filósofos modernos lla-
man un cuerpo orgánico, es generado por una
agitación o movimiento de la naturaleza o, como
dicen los científicos naturales, por algún proceso.1
99
§ 2. Criptogamia, estudio de las criaturas sin flores,
que se atraen y apelmazan en el magnetismo de su
encriptado yo que acontece.2
Sin manifiestos,
dinamista
por la osadía de su movimiento,
ya manifestada
en la tierra que no se termina de remover,
María Revolución se limpia la frente
y me dice que «lo que no se da
y que de darse no existe
pertenece al infinito»
que «esta revuelta fundamental
es despertar molusco
en la otra orilla
a la espera del vértigo».
100
§ 3. La naturaleza en sí misma es solo la primera
costumbre, así como la costumbre es una segunda
naturaleza.3
Advenir,
abjurar
la adhesión a mi torrente
muy a la izquierda
de mi sintagma nominal
y no ser, sino hacer
sin preámbulos,
dar el salto,
reconocer el anticipo
y palpar el estrépito
de la fibra futura.
3 Pascal, Blaise. Pensées and other wrtitings. Trad. de Honor Levi. New
York: Oxford University Press, 1995.
101
§ 4 Lo natural se destruye, se rompe las costillas
cada vez que se contempla detenidamente el cuerpo
propio desnudo frente al mar.
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§ 5. Deseo (decir) de las formas ya mudadas en
cuerpos nuevos que ellos mismos tomaron por ra-
zón y por fuerza, muertos los dioses, incendiada
su casa.4
103
Sobre la autora
125
La poesía de Ethel Barja ocurre en un espacio propicio
del lenguaje. En tiempos de penuria, violencia y des-
afecto, esta poeta se ha propuesto reconstruir la mu-
tualidad del lugar gratuito, que compartimos como el
privilegio de los reencuentros. Sus poemas son mapas
del lugar que vendrá, un espacio sin comienzo ni fi-
nal del habla que nos cifra como el fuego salvador de
la tribu, ABC de ese otro lenguaje, que compartimos
como la certidumbre salvada por el diálogo venidero.
—Julio Ortega
—Rike Bolte
9 786075 955414