9 La Esencia Del Ser PDF

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1. La esencia del ser y 2.

El no-ser Miquel Ricart


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11. 1 La esencia del ser y 2 El no-ser


Miquel Ricart Palau
[email protected]
www.miquelricart.com

Enero, 2019

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1. La esencia del ser


La esencia del ser… No hay –ni quizá deba haber– mayor preocupación inte-
lectual que la de intentar aproximarse a qué es la esencia humana. Y en cuanto a saber
la verdad de la esencia del ser, tal verdad parece permanecer inasequible a nuestro
razonamiento. Y es que “esencia” es una palabra de la mayor importancia, y en
especial cuando se refiere al ser. Miraré de avanzar. Define el Diccionario de la
Lengua “esencia” como “aquello que constituye la naturaleza de las cosas, lo
permanente e invariable de ellas”. Esto en su primera acepción. Pero podemos muy
bien conciliar esta acepción con la segunda del propio Libro, que dice que esencia es:
“lo más importante y característico de una cosa”.
¿Cuál puede ser –de existir– la relación entre la “esencia” y la “sustancia”? ¿Es
accesible la esencia a la “percepción”? ¿Pueden nuestros sentidos captar o aún
aproximarse a la “esencia”? ¿Es la esencia imperceptible? No sé si es este el camino
adecuado para aproximarse al concepto de “esencia”. Posiblemente estemos aden-

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trándonos en el terreno de la abstracción. Quizá asociemos más el concepto de esencia


con lo “no tangible pero sí existente”.
Intento aproximarme al concepto de esencia, y parece que el mismo esté
“detrás” de mismo, en su “interior”.
Por otra parte, parece incontestable que la esencia del hombre va unida a su
corporeidad. O a su vida (existencia). No hay ser sin corporeidad. Ni tampoco esencia
del ser sin existencia. Nosotros no equiparamos –como se ha hecho en ocasiones– al
“ser” con la “esencia”. Su íntima relación conceptual no significa en modo alguno su
equivalencia.
En todo caso, la esencia es, hablando del ser, conceptualmente el último grado
del concepto del mismo, el último lugar o espacio intelectual al que poder llegar. No
hay “más allá” de la “esencia”.
El tema de este escrito ha sido, en concreto, la esencia del ser. Pero el caso es que
nadie “comprende” qué es el ser. Acaso, ni siquiera nadie lo intuye. No hay “com-
prensión” alguna del hombre de sí mismo; lo que hay caso es “perplejidad”. No
recuerdo (y no puedo por tanto hacer aquí una referencia concreta) donde leí que el
hombre está “perplejo” ante su realidad; pero me he permitido adoptar tal idea, porque
creo que es espléndida en su profundidad, su claridad y también en su veracidad.

2. El no-Ser
El no-ser no debe en modo alguno confundirse con la nada, como en alguna
ocasión he tenido ocasión de leer. Me permito hacer notar aquí que el escrito número
13 de esta serie mía trata de forma específica sobre la nada. Su título es Cinco carac-
terísticas del concepto de la nada y puede verse en mi web www.miquelricart.com.
Pero el no-ser es diferente de la nada, como decíamos. Es, por otra parte el no-
ser una expresión usada bastante habitualmente. Pero debe ser definida y estudiada
en sus justos términos. No-ser es, evidentemente, todo aquello que no es el ser; por

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ejemplo, un objeto físico. Siendo esto así, creo, como se ha dicho, que se está dando
a esta expresión un contenido erróneo al equipararlo con la nada. También, en algunos
casos, se establece una relación del no-ser con el vacío (sin adjetivar), e incluso con
el vacío absoluto y el vacío cuántico. En el muy recomendable libro de John D. Barrow
El libro de la nada, afirma el autor que no existe una “caja vacía”. Se entiende
“absolutamente vacía”. Afirma asimismo en otro lugar del libro que “los filósofos
existenciales se han esforzado en extraer algún sentido del contraste entre el Ser y el
no-Ser”. Creo que sigue faltando el concepto concreto de no-ser al establecer la anterior
consideración. ¿Se pretende que el no-ser, junto con el ser, constituya la totalidad de la
realidad? ¿Es eso lo que se considera como fondo de la cuestión?
O bien, ¿Sería el no-ser el conjunto de todos los reinos vivos –menos el hombre–
añadiendo a dicho no-ser todo lo inanimado y el propio espacio infinito? Pero, en
todo caso, ciertamente eso no es la nada en modo alguno. Sería, quizá, un espacio, un
espacio específico.
Encuentro de la mayor importancia la afirmación de Aristóteles que recoge
Barrow en el libro citado, según la cual “la nada no tenía causa ni efecto, no tenía
razón y no tenía fin”. Son formidables estas afirmaciones del pensador Estagirita que
tan bien califican a la nada. Realmente, hay que pensarlas con detenimiento, aparte
de la admiración inmediata que necesariamente provocan.
La pregunta tantas veces pensada y formulada de “porqué hay algo en lugar de
nada”, carece de respuesta hasta el momento. Nosotros nos mantendremos –mientras
no haya motivo para cambiar de opinión– pensando únicamente en el ser corpóreo,
en la realidad perceptible y en la nada intuible. Como máximo, consideraremos, al
no-ser como lo complementario al ser. En mi sentir, esa es la posición intelectual
más adecuada.

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Bibliografía

Barrow, John D., El libro de la nada, Crítica, Barcelona, 2001


Diccionario de la Lengua Española, Real Academia Española, Espasa Libros,
S.L.U., Madrid, 2014

Enciclopedia Oxford de Filosofía, Ted Honderich (editor), Editorial Tecnos,


Madrid, 2001

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