Sentencia Responsabilidad Civil Falla Del Servicio
Sentencia Responsabilidad Civil Falla Del Servicio
Sentencia Responsabilidad Civil Falla Del Servicio
Caso muerte de
recluso en centro carcelario Nacional Modelo / FALLA DEL SERVICIO -
Omisión en el deber de protección de recluso, posición de garante / FALLA
DEL SERVICIO - Falta de atención médica, vulneración del derecho a la salud
Así las cosas, como la parte demandante adujo que la muerte del señor Severo
Escobar Ortega se produjo como consecuencia de la omisión por parte de la
entidad de los protocolos médicos requeridos por el recluso en razón de su estado
de salud (los cuales debían ser realizados por una entidad hospitalaria
universitaria, en este caso la clínica Shaio, tal como lo ordenó el médico
cardiólogo que lo valoró), considera la Sala que le correspondía a la entidad
estatal acreditar que efectivamente se realizaron los exámenes médicos que
requería el recluso. Sin embargo, las pruebas que obran en el expediente no
permiten asegurar que la entidad demandada hubiera procurado la atención
médica requerida por el paciente. A pesar de que se encuentra demostrado que
mientras estuvo recluido el referido interno en la Cárcel del Circuito de Zipaquirá
las atenciones médicas fueron céleres y oportunas, para la Sala es claro que no
se encuentra acreditado que el examen precitado se haya realizado; por tanto, se
le negó al recluso la posibilidad de contar con la prestación de un servicio médico
oportuno, teniendo en cuenta que sus condiciones de salud no eran óptimas. Es
decir, está demostrado que al señor Escobar Ortega no se le brindó la prestación
de un servicio médico oportuno ordenado especialmente para su condición de
salud. Esto se evidencia, debido a que luego de cuatro meses de reclusión en la
Cárcel Nacional Modelo, no se demostró que el paciente fuera llevado la clínica
Shaio para realizarle los exámenes médicos ordenados previamente, y para los
cuales había sido trasladado específicamente a dicha institución. En
consecuencia, se revocará la sentencia impugnada.
CONSEJO DE ESTADO
SECCIÓN TERCERA
SUBSECCIÓN “B”
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de la condena en virtud de su mal estado de salud; esta solicitud fue negada
por el Juzgado 28 Penal del Circuito, con base en la valoración médica que
realizó el Instituto Nacional de Medicina Legal, en la cual dictaminó que su
enfermedad no era grave; sin embargo, recomendó la realización de
controles médicos periódicos al interior del reclusorio y exámenes de
laboratorio en la ciudad de Bogotá. De acuerdo con la valoración del médico
cardiólogo de la Clínica Sociedad Médica de Zipaquirá Luis Alberto Páez,
los exámenes debían realizarse en la Clínica Shaio. Así las cosas el señor
Escobar Ortega fue trasladado a la Cárcel Nacional Modelo, con el fin de
que se realizaran los exámenes médicos prescritos; sin embargo, la entidad
demandada no acreditó dentro del proceso que aquellos exámenes
hubieran sido efectivamente realizados. El 8 de octubre de 1995 el recluso
falleció luego de sufrir un infarto en su celda.
ANTECEDENTES
I. Lo que se demanda
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1. Que la NACIÓN COLOMBIANA, representada por el MINISTERIO DE
JUSTICIA (…), la NACIÓN COLOMBIANA, representada por el CONSEJO
SUPERIOR DE LA JUDICATURA (…) y el INSTITUTO NACIONAL
PENITENCIARIO Y CARCELARIO “INPEC” (…), son SOLIDARIAMENTE
responsables de los daños y perjuicios ocasionados a mis poderdantes
como consecuencia de la muerte de SEVERO ESCOBAR ORTEGA, en
hechos ocurridos el 8 de octubre de 1995.
4
La parte actora fundamenta sus pretensiones en la falla en el servicio en
que incurrió la entidad demandada, al desatender las recomendaciones
especiales que merecía el estado de salud del señor Severo Escobar
Ortega, pues, luego de que se negó la solicitud de suspensión de condena
que el recluso realizó en razón de su avanzada edad y su grave estado de
salud, no se cumplió con los controles médicos prescritos por el Instituto de
Medicina Legal, lo cual condujo a que finalmente el recluso muriera en su
celda.
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llamamiento en garantía de los guardianes y el personal administrativo a
cargo del recluso el día de su muerte; sin embargo, el tribunal, mediante
auto de 22 de octubre de 1997, negó dicho llamamiento por cuanto no se
realizó la identificación de las personas llamadas a responder, tal como lo
exige la ley (f. 84, c.1).
6
Por tanto no se encuentra demostrada una falla en el servicio médico
prestado por parte de la entidad demandada. Al respecto, sostuvo:
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el a quo manifestó que tanto la decisión del juzgado que negó la
mencionada petición, como la del tribunal que confirmó la misma, se
basaron en un dictamen médico legal que indicó que la enfermedad que
sufría el recluso no podía ser calificada como grave, por tanto no daba lugar
a la suspensión de la pena. Añadió que los jueces no están obligados a
velar por el cumplimiento de las recomendaciones médicas al interior de las
cárceles, pues su función es poner en conocimiento de dichas autoridades
el dictamen realizado por Medicina Legal para que se tomen las medidas
necesarias para su acatamiento.
CONSIDERACIONES
8
Por ser la demandada una entidad estatal, el proceso es de conocimiento
de esta jurisdicción (art. 82 C.C.A.). Además, esta Corporación es
competente para conocer del proceso, en razón del recurso de apelación
interpuesto por la parte demandante en un proceso con vocación de
segunda instancia, en los términos del Decreto 597 de 1988, dado que la
cuantía de la demanda, determinada por el valor de la mayor de las
pretensiones, que corresponde a la indemnización por concepto perjuicios
materiales en la modalidad de daño emergente, supera la exigida por la
norma para el efecto1.
De la legitimación en la causa
1
La pretensión mayor, fue estimada en $30 000 000, monto que supera la cuantía
necesaria para que un proceso iniciado en 1997 fuera de doble instancia ($13 460 000). Se
aplica en este punto el numeral 10º del artículo 2 del Decreto 597 de 1988 “por el cual se
suprime el recurso extraordinario de anulación, se amplía el de apelación y se dictan otras
disposiciones”, que modifica el artículo 132 del Código Contencioso Administrativo.
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parte actora, actuaciones estas que fueron invocadas en la demanda como
las causantes del daño cuya indemnización se reclama.
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1. El señor Severo Enrique Escobar ingresó a la Cárcel Modelo el 23 de
diciembre de 1994, con el fin de cumplir condena por 48 meses de prisión
por el delito de peculado. El 23 de febrero de 1995 fue traslado a la Cárcel
Circuito Judicial de Zipaquirá, en donde permaneció hasta el 3 de junio de
1995, fecha en la cual fue trasladado nuevamente a la Cárcel Modelo de
Bogotá en virtud del tratamiento médico que debía recibir (copia auténtica
de la tarjeta de control de recluso allegada por el INPEC, f. 171-173, c.2.,
resolución del Ministerio de Justicia y del Derecho que ordenó el traslado de
la cárcel de Zipaquirá a la cárcel Modelo de Bogotá, f 283, c. 2. Resolución
023 del INPEC, “Por la cual se traslada a un interno” de junio 2 de 1995, f.
274, c. 2).
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4. El 7 de abril de 1995, el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias
Forenses realizó examen de reconocimiento médico legal al señor Severo
Escobar Ortega, en el cual dictaminó lo siguiente:
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Artículo 407, D. 2700 de 1991. Suspensión de la detención preventiva. La privación de la
libertad se suspenderá en los siguientes casos:
1. Cuando el sindicado fuere mayor de sesenta y cinco años, siempre que su
personalidad y la naturaleza o modalidad del hecho punible hagan aconsejable la medida.
2. Cuando a la sindicada le falten menos de dos meses para el parto o si no han
transcurrido seis meses desde la fecha en que dio a luz.
3. Cuando el sindicado sufriere grave enfermedad, previo dictamen de los médicos
oficiales o médico particular ratificado bajo juramento.
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padece enfermedad grave el señor SEVERO ESCOBAR ORTEGA,
aunque sugiere el manejo de especialista en cardiopatía, sin que ello
implique un riesgo en la salud del interno. Por modo, que al no tener la
calidad de grave la enfermedad que amerita el peticionario no es viable
la suspensión de la condena que purga. No obstante lo anterior, se
enviará copia del referido dictamen para que el departamento de
sanidad de la cárcel del circuito de Zipaquirá de cumplimiento a las
recomendaciones indicadas.
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8. El 1 de junio de 1995, el médico cardiólogo de la Clínica Sociedad
Médica de Zipaquirá Luis Alberto Páez, ordenó la práctica de un examen
médico en la clínica Shaio en la ciudad de Bogotá (f. 268, 269, c. 2).
11. Mediante oficio de 7 de junio de 1995 (f. 279, c.2), la oficina de asesoría
jurídica de la Cárcel Nacional Modelo de Bogotá informó al doctor Jaime N.
Cabrera, jefe médico de sanidad del mencionado reclusorio, sobre el
requerimiento de tratamiento médico para el interno Escobar Ortega quien
ingresó el 3 de junio de 1995, remitido desde la Cárcel de Circuito Judicial
de Zipaquirá con la siguiente anotación: “me permito remitir a ese centro de
reclusión al interno SEVERO ENRIQUE ESCOBAR ORTEGA, quien
presenta enfermedad comprobada y requiere tratamiento médico especial
en un centro hospitalario de esa ciudad” (f.275, c.1).
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El recluso falleció a las 3:00 pm (protocolo de necropsia suscrito por el
Instituto Nacional de Medicina Legal. f. 100, c. 1., informe de novedad
suscrito por el comandante del pabellón nº. 5 de la cárcel nacional Modelo,
f. 297, c. 1).
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establecimiento carcelario, pierda la vida o sufra lesiones en su integridad
física3.
3
Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia de septiembre 23 del 2009, exp. 17483,
C.P. Myriam Guerrero De Escobar.
16
La jurisprudencia de esta Corporación, al analizar el fenómeno de la
imputación fáctica desde el punto de vista jurídico, ha manifestado lo
siguiente4:
En materia del llamado nexo causal, debe precisarse una vez más que
este constituye un concepto estrictamente naturalístico que sirve de
soporte o elemento necesario a la configuración del daño, otra cosa
diferente es que cualquier tipo de análisis de imputación, supone, prima
facie, un estudio en términos de atribuibilidad material (imputatio facti u
objetiva), a partir del cual se determina el origen de un específico
resultado que se adjudica a un obrar –acción u omisión-, que podría
interpretarse como causalidad material, pero que no lo es jurídicamente
hablando porque pertenece al concepto o posibilidad de referir un acto
a la conducta humana, que es lo que se conoce como imputación.
4
Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia del 26 de marzo de 2009, exp. 17994, M.P. Enrique Gil
Botero.
5
Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia de julio 12 de 1993, expediente 7622, M.P. Carlos Betancur
Jaramillo.
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riesgo permitido, la posición de garante, el principio de confianza, la
prohibición de regreso, etc.) dirigidos a establecer cuándo determinado
resultado es imputable a un sujeto. Lo anterior, como quiera que es
posible que un determinado suceso tenga origen material en una
específica conducta (causa material), pero las consecuencias del
mismo sean atribuidas a un tercero (v.gr. la responsabilidad por el
hecho de las cosas, o por el hecho de otro; la posición de garante) 6.
En otros términos, la causalidad –y sus diferentes teorías
naturalísticas– puede ser empleada para determinar probablemente
cuál es el origen de un hecho o resultado en el mundo exterior, esto es,
en el campo de las leyes propias de la naturaleza o del ser. A contrario
sensu, la imputación surge de la atribución de un resultado en cabeza
de un determinado sujeto; parte del hecho de la sanción originada en el
incumplimiento normativo a un precepto de conducta, es decir, del
deber ser.
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vida, pues sus afecciones cardiacas eran evidentes.
Así las cosas, de conformidad con los hechos que resultaron acreditados en
el análisis del material probatorio aportado al proceso, y en observancia del
estudio de las circunstancias en que sucedieron los hechos, la Sala
encuentra demostrada una falla del servicio de la entidad demandada, ya
que, aunque no es posible imputar la muerte del recluso a la entidad
demandada por la realización de esta conducta, la responsabilidad
patrimonial del Estado se configura por la no prestación del servicio de
salud, lo cual era su deber, lo cual produjo una pérdida de oportunidad de
sobrevivir.
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Se adujo en la demanda que el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario
-INPEC- incurrió en una falla en el servicio al incumplir las recomendaciones
de salud impartidas por el Instituto Nacional de Medicina Legal, pues no se
realizó el tratamiento requerido por el recluso, para el cual fue trasladado a
la ciudad de Bogotá.
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periódicos por parte de la oficina de sanidad del reclusorio, y la realización
de exámenes de laboratorio en un hospital de tercer nivel (universitario) en
la ciudad de Bogotá (f. 265, 266. c. 2).
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la hoja de vida del recluso y copia de la tarjeta dactilar, sin embargo,
respecto de los demás documentos informó: “no ha sido posible ubicarlos,
pero seguimos en el proceso en el archivo de baja para dar una pronta y
diligente respuesta” (f. 172, c. 2).
Así las cosas, como la parte demandante adujo que la muerte del señor
Severo Escobar Ortega se produjo como consecuencia de la omisión por
parte de la entidad de los protocolos médicos requeridos por el recluso en
razón de su estado de salud (los cuales debían ser realizados por una
entidad hospitalaria universitaria, en este caso la clínica Shaio, tal como lo
ordenó el médico cardiólogo que lo valoró), considera la Sala que le
correspondía a la entidad estatal acreditar que efectivamente se realizaron
los exámenes médicos que requería el recluso. Sin embargo, las pruebas
que obran en el expediente no permiten asegurar que la entidad
demandada hubiera procurado la atención médica requerida por el paciente.
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médico oportuno, teniendo en cuenta que sus condiciones de salud no eran
óptimas.
V. Liquidación de perjuicios
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Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia de mayo 11 de 2006, expediente 14694,
C.P. Ramiro Saavedra.
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caso es el parentesco, se infiere o deduce a través del razonamiento lógico,
otro hecho llamado “indicado”, que corresponde al sufrimiento y tristeza
padecidos por los parientes más próximos de la víctima 8, toda vez que no se
ha demostrado lo contrario.
VI. Costas
8
Respecto de la prueba indiciaria ver entre otras: Consejo de Estado, Sección Tercera,
sentencia de febrero 16 de 2001, expediente 12703, C.P. María Elena Giraldo.
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FALLA
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QUINTO: En firme este fallo devuélvanse los expedientes al Tribunal de
origen para su cumplimiento y expídanse a las partes actoras las copias
auténticas con las constancias de las cuales trata el artículo 115 del Código
de Procedimiento Civil.
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