Lectura Iglesia Contra Estado

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Estado contra Iglesia/Iglesia contra Estado.

Los libros de texto gratuito: ¿un caso de


autoritarismo gubernamental. 1959-1962?
State versus Church/Church versus State.
Free textbooks: a case of governmental authoritarianism,
1959-1962?

Valentina Torres-Septién
Departamento de Historia-Universidad Iberoamericana, México

State versus Church/Church versus State. Free textbooks:


a case of governmental authoritarianism, 1959-1962?
During the heyday of the institutional Revolutionary Party years, precisely
in the years of the Presidency of Adolfo López Mateos, a Government initia-
tive emerged to provide to all Mexican children with free school textbooks.
The novelty and necessary initiative was however debated and fought by the
Mexican right-wing groups who saw in it an authoritarian decision that
fails to take into account social groups of different trends in their elabora-
tion. The issue of its gratuity was not questioned, but not of its obligatory
nature and uniqueness, which were considered as a violation of the rights
of parents to choose the type of education and school texts for their children.
This debate had repercussions throughout the Mexican Republic which led
to popular movements to repudiate the texts of such intensity that the Gov-
ernment was forced to allow the use of other complimentary texts, without
leaving out the official.
Key words: authoritarianism, official text books, Mexican right, social
uprisings.

Historia y Grafía, Universidad Iberoamericana, año 19, núm. 37, julio-diciembre 2011, pp. 45-77
Resumen
Durante el apogeo del Partido Revolucionario Institucional, justamente
en los años de la presidencia de Adolfo López Mateos, surgió desde el
gobierno la iniciativa de dotar a todos los niños mexicanos con libros
de texto escolar gratuito. La novedosa y necesaria iniciativa se vio sin
embargo debatida y combatida por grupos de la derecha mexicana que
veían en ésta una decisión autoritaria al no haber tomado en cuenta a
grupos sociales de distintas tendencias en su elaboración. El asunto de la
gratuidad no fue cuestionado, no así el de su obligatoriedad y unicidad,
que fueron considerados vilatorios de los derechos de los padres de fami-
lia para elegir el tipo de educación y materiales escolares para sus hijos.
Este debate tuvo repercusiones en toda la República mexicana, y llevó
incluso a movimientos populares para repudiar el texto de tal intensidad
que el gobierno se vio obligado a permitir el uso de otros textos comple-
mentarios sin dejar fuera el oficial.
Palabras clave: autoritarismo, libros de texto, derecha mexicana, le-
vantamientos sociales

Artículo recibido: 11/05/2011


Artículo aceptado: 26/09/2011

C omo en todo nuevo gobierno, buena parte de las presiones


que heredó Adolfo López Mateos al tomar posesión de la
presidencia de la República en 1958 estuvieron marcadas por los
acontecimientos del gobierno previo de Adolfo Ruiz Cortines,
aunque también por la emergencia abierta y combativa de gru-
pos beligerantes de todo color político, resultado también de las
influencias extranjeras. La desilusión del llamado “milagro mexi-
cano” en la economía nacional llevó a los grupos más críticos del
país a ver en ello una Revolución fallida. El gobierno, amenaza-
do por los sectores más intransigentes de la izquierda, aunque
también de la derecha, cerraba cada vez más sus filas en torno
al modelo institucionalizado y corporativista. En este artículo se

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analiza un caso paradigmático del autoritarismo de la época que
muestra tanto las posturas del Estado como las del grupo conser-
vador (Iglesia, padres de familia, organizaciones católicas, etcéte-
ra). La emergencia y publicación del libro de texto gratuito, cuya
recepción ocasiono respuestas divergentes y debates encendidos
llevados a cabo muy abiertamente sobre todo a través de la prensa
nacional, como vocera de los grupos de poder, en los periódi-
cos de mayor circulación como el Excélsior o el Universal, que se
mostraron condescendientes con la Iglesia, y en revistas de pos-
turas beligerantes, intransigentes, como Señal, que será un docu-
mento fundamental en esta investigación. Señal, “la revista digna
de entrar en su hogar”, (1954-1979), fue un semanario católico
que llegaba a los hogares cristianos por medio de suscripción, y
cuya promoción se hacía en iglesias y colegios confesionales. En
esta revista participaban escritores católicos, tanto de la jerarquía
como seglares, entre los que destacan el Pbro. Pedro Velázquez
H., Carlos Alvear Acevedo, Antonio Díaz Soto y Gama, Ignacio
Martín del Campo, S. J., Mons. Joaquín Antonio Peñaloza, Ra-
món Zorrilla, Luis Rabasa, Horacio Guajardo, Alejandro Avilés,
Miguel Ángel Granados Chapa, entre otros, y se reproducían al-
gunos artículos de L’Osservatore Romano o de La Vie Catholique
Illustrée. Se recurre también a trabajos señeros que han analizado
este asunto como los de Soledad Loaeza, Clases medias y política
en México, así como los trabajos de Lorenza Villa Lever sobre los
libros de texto gratuito.


El autoritarismo se entiende como la primacía de las funciones de dominación
sobre las de representación y participación. Lo distintivo del modo autoritario
es la concentración o centralización del poder en la que el Ejecutivo ostenta una
preeminencia absoluta en relación con cualquier otra instancia de gobierno y
goza de una amplia autonomía frente a cualquier otro actor político como élites
económicas, sindicales, sociales y, en el caso analizado, religiosas. Véase Soledad
Loaeza, “Autoritarismo”, en Laura Baca Olamendi, et al., Léxico de la política.

Véase Miguel Ángel Granados Chapa, Examen de la comunicación en México.

La revista antitética por su postura de izquierda fue Política, dirigida por Ma-
nuel Marcué Pardiñas, en su primera época de 1960 a 1964, en donde se expre-
saron posturas contrarias a las defendidas por Señal.

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En relación con el problema educativo y con la postura del go-
bierno frente a la decisión de imponer libros de texto gratuitos y
obligatorios para todas las escuelas y niños del país, es importante
destacar las relaciones que mantenía el Estado con la Iglesia a este
respecto, sin perder de vista que éstas a su vez estuvieron permea-
das por las condiciones políticas, económicas, culturales y sociales
imperantes, así como el crecimiento que para esos años era ya de
34.5 millones de personas, según el censo correspondiente.
Las modificaciones relativamente recientes al artículo 3º. cons-
titucional (1946) habían dejado atrás toda noción que pudiera
significar un punto de confrontación tanto con la Iglesia católica
como con los sectores empresariales y conservadores del país.
Se trabajó por ligar el desarrollo de la economía a las tareas
educativas del Estado, se estructuró un lenguaje que no recordara
el del pasado inmediato, pero que a la vez hiciera suyos conceptos
como los de “unidad nacional”, “unidad para la paz” y “democra-
cia y justicia social”.
La respuesta educativa del período a la nueva política social
y económica fue la escuela unificada: “una opción europea que
facilitaba el acceso a la enseñanza media y superior (general y téc-
nica) al mayor número posible de alumnos”. En esta concepción,
que teóricamente englobaba toda posibilidad educativa, pero que
a la vez implicaba la fragmentación ideológica, se podía incluir
sin ningún problema el desarrollo de la educación privada, que
había sido estigmatizada en décadas anteriores. Así, se cubrían las
necesidades que generaba el desarrollo industrial, al capacitar a
técnicos y obreros calificados para satisfacer las necesidades de la
creciente industria.
La educación en el sexenio de Adolfo Ruiz Cortines vivió una
etapa difícil y no se desarrolló a un ritmo paralelo al de la eco-

Se calculaban, en 1950, 25.8 millones de habitantes, en tanto que diez años
más tarde eran ya 34.9 millones, según los censos de esos años.

Secretaría de Educación Pública, Acción Educativa del Gobierno Federal de lo. de
diciembre de 1952 al 31 de agosto de 1954, p. 15.

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nomía. El Presidente heredó de su antecesor problemas diversos
como la inflación, un gran desprestigio del gobierno debido a la
corrupción, y un aparato burocrático difícil de mantener; fue par-
tidario de terminar obras comenzadas en el sexenio anterior y de
cambiar el tono de la política, incrementando las obras de benefi-
cio general para la población. José Ángel Ceniceros, su secretario
de Educación, se enfrentó al crecimiento demográfico y urbano,
lo que implicó una muy alta demanda de escuelas que no pudo
cubrirse. La inflación y la pérdida del poder adquisitivo originaron
presiones fuertes por parte del sector magisterial, el cual obtuvo
que gran parte del presupuesto educativo se desviara a ese renglón.
En general estos años fueron pobres en logros educativos, y no
contaron con objetivos claros que vincularan los afanes políticos
generales con la política educativa. Se descuidaron los aspectos
pragmáticos, metodológicos e ideológicos, y sólo se impulsó el
aspecto cuantitativo (más escuelas y maestros). Los demagogos
siguieron hablando de libertad, democracia y justicia social.
Aunque ya presentes en décadas anteriores, Pablo Latapí, res-
petado estudioso del fenómeno educativo, considera que, a pesar
de todo, en esos años se presentaron tres tendencias, sin duda
valiosas en la orientación educativa: la mexicanidad y el arraigo de
nuestras tradiciones, la insistencia en la formación moral y cívica,
y la contribución de las escuelas a la consolidación de la familia,
factores que la favorecieron y que no podían ser objetados por la
reacción, léase la Iglesia, con lo cual las tensiones entre ambos
poderes se hallaban en un momento más o menos tranquilo.
Entre 1957 y 1963, la estabilidad de que había disfrutado el
sistema político se vio resquebrajada por las deficientes condicio-
nes internas y externas del país. Como señala Soledad Loaeza, a
pesar de que la sociedad mexicana seguía siendo débil respecto
al Estado, el desarrollo había propiciado la formación de grupos


Pablo Latapí, “Reformas educativas en los cuatro últimos gobiernos (1952-
1975)”, en Revista de Comercio Exterior, pp. 1324-33

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de opinión “que habían acumulado considerable potencial de ac-
ción autónoma”. La crisis que esto produjo reveló fracturas y una
movilización limitada en tres asuntos principalmente: la libertad
sindical, la libertad de enseñanza y la defensa de la autodetermi-
nación frente a Estados Unidos. En un sistema autoritario, como
lo era el emanado de un presidencialismo a ultranza, la movili-
zación política fue sin duda un reto importante para el Estado,
“en la medida en que a través de ella se integran al juego político
actores o grupos cuya participación prolongada puede amenazar
su monopolio”.
En los últimos días del gobierno de Ruiz Cortines, la disiden-
cia sindical en las organizaciones de ferrocarrileros, telegrafistas,
maestros, electricistas y petroleros había quebrantado la inmovi-
lidad social, fuertemente afectada por el triunfo de la Revolución
cubana. Si bien sus demandas eran fundamentalmente econó-
micas, también en ellas se percibía el desencanto por el enérgico
control estatal. Su impacto obligó al gobierno de Adolfo López
Mateos a afirmar públicamente su naturaleza revolucionaria, ase-
verando que su régimen era de “extrema izquierda” dentro de la
Constitución. Con esta afirmación suponía que la legitimidad de
su gobierno quedaba fuera de toda duda. Sin embargo, estas pala-
bras provocaron fuertes reacciones de los sectores empresariales y
de las clases medias que lo obligaron a tomar acciones concretas
y positivas a favor de la propiedad privada y a limar asperezas con
la derecha.
Desde 1957, cuando se destapó como candidato a la presiden-
cia al Lic. Adolfo López Mateos, la jerarquía católica se avocó a
evaluar las características de su personalidad y de su postura polí-
tica. El ex secretario del Trabajo, era también un ex vasconcelista,
orador reconocido, y “un conciliador en cuestiones sociales” que


Soledad Loaeza, Clases medias y política en México, p. 180.

Ibidem, pp. 180-1.

Roberto Blancarte, Historia de la Iglesia católica en México, p. 173.

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promovió algunas obras de beneficio social muy bienvenidas por
la Iglesia como un impulso a las demandas sociales, tales como
el desarrollo del Instituto Mexicano del Seguro Social (imss), la
creación del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Tra-
bajadores del Estado (issste), así como del Instituto Nacional de
Protección a la Infancia (inpi) donde su esposa tuvo un papel
protagónico.
Como bien señala Roberto Blancarte, López Mateos rompió
la indiferencia política frente a las cuestiones religiosas que había
permanecido vigente durante casi 20 años, después de la declara-
ción de Ávila Camacho como creyente. En su discurso de toma de
protesta como candidato afirmó: “Somos un pueblo que ama sus
tradiciones y que jamás ha renegado de sus creencias”,10 aunque,
como comenta este investigador, “lo que probablemente no calculó
López Mateos fue que, al mismo tiempo que permitió una mayor
expresión política de los católicos –lo que quizá era inevitable–, es-
taba abriendo una compuerta que posteriormente sería imposible
cerrar a menos que se quisiera pagar un alto precio”.11 El régimen,
al recibir el apoyo de la jerarquía católica, abría las puertas para la
crítica posterior de la jerarquía en el terreno socio-político.12

El fantasma del comunismo: un temor compartido

Un asunto exacerbado en estos años fue el relativo a la lucha que


nuevamente manifestaba la Iglesia contra las posturas anticleri-
cales del Estado, manifiestas en la Constitución, y que también
se vinculaban al problema del comunismo: “lo que básicamente
unía a los diversos grupos católicos dentro de la Iglesia (e incluso
a organizaciones políticas afines como el Partido Acción Nacional

10
Adolfo López Mateos, “Toma de protesta como candidato del Partido Revolu-
cionario Institucional”, 17 de noviembre de 1957, cit. por Loaeza, Clases medias
y política…, op. cit., p. 202.
11
Blancarte, Historia de la Iglesia…, op. cit., p. 177.
12
Idem.

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(pan), la Unión Nacional Sinarquista (uns) y la Unión Nacional
de Padres de Familia (unpf ), era antes que nada la creencia en que
el comunismo resultaba ser el enemigo número uno de la nación
mexicana”.13 Sin duda desde antes, pero más aún después de la
Segunda Guerra Mundial, ante el avance comunista encabezado
por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (urss), el dis-
curso anticomunista de un grupo importante de la Iglesia católica
se centraba en la amenaza que el desarrollo rojo significaba para el
mundo occidental. En una visión maniquea que fue resultado de
un exaltado macartismo, se afirmaba sin recelo que el mundo se
dividía en dos campos de batalla: el del “sovietismo” comunista,
y el del “anticomunismo” representado por el capitalismo norte-
americano secundado por los católicos.14 La preocupación y sobre
todo el miedo que se gestó en estos años ante los embates de esta
ideología, no sólo se limitaron a los círculos eclesiásticos, fueron
también asumidos por los sectores católicos pertenecientes a las
clases medias y altas del país. Para estos sectores el comunismo era
un peligro para la educación de sus hijos, para sus inversiones, en
suma, para todos sus privilegios. Al mismo tiempo, existía la idea
–que seguía la doctrina tradicional de la Iglesia cristiana– de que
el laicismo estaba íntimamente ligado y se encontraba en el origen
del materialismo y, en consecuencia, del comunismo en México.
La vinculación Estado-Iglesia estaba a su vez amparada al co-
bijo de una lucha en contra de un fantasma al que ambos temían:
el comunismo internacional. Así mismo, el desarrollo económico
del país profundizaba sus contradicciones en cuanto al problema
educativo, pues mientras para el área conservadora el asunto radi-
caba en los contenidos educativos, los valores sociales, la defensa
de la tradición, para los liberales el sistema escolar debía respon-
der a las demandas sociales y ser un agente de democratización.15
13
Ibidem, p. 187.
14
Fernando Gómez Manrique, “Esta es la crisis política más grande de la histo-
ria”, Señal, 1955, p. 6.
15
Véase Loaeza, Clases medias y políticas…, op. cit., p. 207.

52 / Valentina Torres-Septién
La supuesta infiltración comunista que preocupaba a la Igle-
sia, a la unpf y a los grupos católicos conservadores, tanto en el
ámbito político como en el educativo, se avizoraba como un pe-
ligro inminente en las escuelas debido a los maestros comunistas
atrincherados en puestos clave de la sep. Afirmaban, por ejemplo
lo siguiente: “Nos informan que en la Secretaría de Educación,
los comunistas se están apoderando de muchos de los llamados
puestos clave para intensificar el comunismo. Estamos documen-
tándonos bien, para entablar la campaña que sea necesaria; pues
es indebido que con los dineros del pueblo se sostenga a profeso-
res antipatriotas que más bien tratan de servir a Moscú”.16
El comunismo significaba para estos grupos, más que una
doctrina económica, la ausencia de Dios y de principios morales
cristianos. Consideraban que destruía la célula fundamental de la
sociedad, es decir a la familia, y con ella el principio de autoridad
que radicaba en primer lugar en Dios, por delegación de éste en
su Iglesia y finalmente en la familia;17 también afirmaban que pro-
movía el desorden y la anarquía, proposiciones absolutamente
contrarias a la religión. Por ello, en las escuelas católicas se realiza-
ron en aquellos años jornadas muy intensas contra el comunismo,
en las que se hablaba a los estudiantes de los horrores que vivían
los países con estos sistemas; se les atemorizaba insistiendo en
que los niños eran arrancados de los brazos de sus padres para
entregarlos al Estado, que los fieles practicantes eran hechos pri-
sioneros y en ocasiones sufrían tortura y muerte.
La unpf constituyó entonces la Confederación Nacional de
Padres de Familia, con el fin de organizar una asociación en cada
una de las escuelas particulares del Distrito Federal, asociaciones
cuyas funciones eran “vigilar y denunciar” cualquier infiltración
comunista. También servirían para exigir que las condiciones pe-

unpf, circular núm. 49, 1947.


16

17
Véase “Bases doctrinales de la educación católica en México”, en Valentina
Torres Septién, La educación privada en México, 1903-1976, pp. 37 a 51.

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dagógicas y morales de las escuelas respondieran a las expectativas
de los padres de familia. Sus objetivos sobrepasaban con mucho
las expectativas que la Secretaría tenía para estas asociaciones.
En las aspiraciones de la unpf se palpaba un interés activo por la
supervivencia de la escuela privada como concepto: un régimen
de excepción que pudiera ofrecer una educación con contenidos
“especiales” ajenos a la escuela oficial. Después de lograr su reco-
nocimiento oficial en 1940, así como una modesta participación
en la modificación constitucional de 1946, luego de habérsele
aceptado como órgano unificador de las escuelas particulares y
otorgado una amplia tolerancia para el funcionamiento de éstas,
la Unión equivocaría su posición en el debate educativo al no en-
contrar argumentos que la validaran. La pobreza intelectual que
mostró la unpf hizo que el régimen del presidente Ruiz Cortines
ignorara a las asociaciones de padres de familia hasta el grado de
negarles una participación real. Sin embargo, la organización se
mantendría viva, siempre atenta a intervenir en favor de la edu-
cación católica.
En cuanto a la Iglesia católica (entiéndase por ésta a la jerar-
quía), a partir de los años cuarenta, el modus vivendi había ido
estableciendo un acuerdo paulatino entre ésta y el Estado, con
base en el nacionalismo mexicano,18 en contra de modelos sociales
ajenos a la realidad nacional como el comunismo. Para la jerar-
quía eclesiástica México era intrínsecamente católico y considera-
ba que civismo y catolicismo debían estar unidos.19
A pesar de su postura progresista, el obispo de Cuernavaca,
Monseñor Sergio Méndez Arceo, presidente de la Comisión Epis-
copal para la Educación y Cultura, como sostiene Roberto Blan-
carte pedía a la acm (en 1960) que emprendiera una campaña de
inscripción a las Sociedades de Padres de Familia o directamente

18
Véase Blancarte, Historia de la Iglesia…, op. cit., p. 1004.
19
Rodrigo Martínez, “Hay que sostener la idea de patria” en Cultura Cristiana, t.
x, núm. 16, 17 de marzo de 1941, p. 4, cit. por Blancarte, ibidem, p. 105.

54 / Valentina Torres-Septién
la Unión Nacional de Padres de Familia, “con el objeto de prepa-
rarlos a defender la educación de sus hijos, sobre todo en lo que se
refiere a los libros de texto”. […] Esta campaña se convertiría en
el instrumento más eficaz para la continuación de la lucha eclesial
contra el laicismo y el comunismo”.20
Los acontecimientos políticos en Cuba, que se suscitaron a
raíz del levantamiento de Fidel Castro, tuvo como una de sus
consecuencias la supresión del catolicismo en la isla lo que esti-
muló nuevas formas de acción política de los católicos en otras
regiones del continente americano. En México, la democracia
cristiana tuvo una fuerte influencia en el joven Partido Acción
Nacional, que impulsó al episcopado a aprobar una declaración
que subrayaba los peligros del comunismo. La campaña ofrecía
apoyo al gobierno para combatir la amenaza roja y por otro lado
hacía fuertes críticas a las políticas económicas del gobierno.21

El nuevo proyecto educativo y el nacimiento


de un debate

El crecimiento de la población escolar rebasó para entonces la


posibilidad oficial de cubrir la demanda. Las Memorias educati-
vas de aquellos años cuestionan la posibilidad de que el Estado
pudiera solo con la carga educativa. En declaración de prensa el
Secretario de Educación hizo llamados a todos los sectores de la
población para colaborar en la tarea educativa.22 También fueron
innumerables los artículos de prensa en que se hacía la misma pe-
tición, tanto a las autoridades del ramo como a la iniciativa priva-
da. Por ello, era lógico que el Estado impulsara el funcionamiento
de las escuelas sostenidas por particulares, las cuales proliferaron
en las grandes ciudades. La aceptación de estas instituciones fue

20
Ibidem, p. 188.
21
Véase Roderic ai Camp, Cruce de espadas. Política y religión en México, p. 50.
22
Señal, Semanario Católico, núm. 79, 15 de enero de 1956, p. 3.

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consecuencia tanto de la paz relativa entre la Iglesia y el Estado,
como de la necesidad fundamental del gobierno de contar con
más escuelas.
Sin embargo, la unpf -organización paraeclesial que se fundó
en 1917 con el objeto de obtener la libertad de enseñanza, enten-
dida como libertad para enseñar religión en las escuelas–, mantu-
vo una postura de constante beligerancia. La unpf fue desde sus
inicios la abanderada por la defensa de los “derechos educativos”
de los particulares católicos (laicos y eclesiásticos). A lo largo de
los años incluso mantuvo una posición mucho más intransigente
que la misma Iglesia.23 No se conformó con las medidas alcanza-
das con la tolerancia del régimen avilacamachista. Decidió que el
momento era propicio para llevar a cabo sus propósitos de lograr
la tan pretendida libertad de enseñanza. A partir de 1941 levantó
un “censo-plebiscito” en el que se exigía la reforma al artículo 3º.
Posteriormente envío mensajes al Presidente de la República, así
como al secretario de Educación y a las Cámaras, en los que, ade-
más de alabar a la sep por estar resolviendo la cuestión educativa,
pedía la reforma del artículo y que se garantizara y consagrara en
él la libertad de enseñanza. A través de la prensa nacional invitaba
a reuniones escolares, mítines y manifestaciones como medidas
de presión. Todas estas acciones fueron de larga duración, y se
extendieron hasta 1945, año en que se trabajó en las Cámaras la
reforma del artículo tercero, que fue apoyada en mayor medida
por buena parte de los partidos, a excepción de algunos políticos
de izquierda como Narciso Bassols, Alberto Bremauntz, Aurelia-
no Esquivel y otros. Sin embargo, al contar con la aprobación
de Vicente Lombardo Toledano, el artículo fue reformado y, en
general, la respuesta fue favorable en la mayoría de los sectores de
la sociedad; incluso el Sindicato Nacional de Maestros consideró
que “las reformas propuestas por el primer Mandatario no afecta-
ban en nada el espíritu revolucionario de la ley”.

23
Véase Torres Septién, La educación privada en…, op. cit., pp. 164-71.

56 / Valentina Torres-Septién
No obstante, la unpf, que esperaba una modificación en sus
términos, la rechazó. Insertó en los periódicos de mayor circula-
ción un boletín en el que solicitaba la adhesión de firmas de sus
partidarios para que el artículo fuese reformado “en términos que
consagraran y garantizasen la libertad de enseñanza”. Publicaron
en la prensa frases como la que decía: “Los particulares propo-
nen ayudar al Estado para la construcción de escuelas siempre y
cuando sea en recintos forjados de caracteres y de espíritus libres
abiertos a todas las inquietudes e impregnados de un hondo ideal
patriótico”.24
A esto se sumó el semanario católico Señal, de amplia difusión
por esos años. Sostenía la necesidad de aumentar el número de
escuelas, sobre todo en los estados, de incrementar la capacidad
técnica y agrícola de campesinos y obreros, así como de apoyar a
la Universidad Nacional y al Instituto Politécnico Nacional. Todo
esto se haría sólo si se contaba con la cooperación de la iniciati-
va privada, siempre y cuando se llegara a un acuerdo con otros
grupos religiosos y se respetara el derecho de los padres de familia
para elegir el tipo de educación de sus hijos.
La unpf aprovechó estos años de relativa armonía con la sep y
de impulso a la iniciativa privada en el ámbito escolar para hacer oir
las demandas por las que había venido luchando por décadas. Fue
precisamente en este contexto en el que se dio el debate en torno a
los libros de texto gratuito: en los primeros años de la década de los
sesenta del siglo pasado. La fuerza que tomó la Iglesia frente a una
medida autoritaria del gobierno se equiparó con otra respuesta en
términos de igualdad de fuerzas promovida por la Iglesia, aunque
finalmente el Estado ejercería su predominio político.
López Mateos llamó a ocupar nuevamente la jefatura de la sep a
Jaime Torres Bodet, quien recientemente había dejado la presiden-
cia de la unesco. El secretario presentó al Presidente un documento

24
El Nacional (México), 9 de febrero de 1958; El Universal (México), 9 de fe-
brero de 1958.

Estado contra Iglesia/Iglesia contra Estado. Los libros de texto… / 57


en el que opinaba sobre la situación en el campo educativo y que
más tarde sería la base del Plan Nacional para la Expansión y el
Mejoramiento de la Educación Primaria (Plan de Once Años),
que fue un primer esfuerzo de planificación educativa a un plazo
mayor que el sexenal, con la intención de abatir el grave problema
educativo. En ese lapso se debería terminar con el rezago educa-
tivo y hacer posible que todos los niños en edad escolar tuvieran
acceso a un aula.25 De esta manera se daba al proyecto un aspecto
de cruzada nacional, en la que la intervención de todos los inte-
grantes de la sociedad era necesaria para alcanzar el éxito.
En este renovado marco educativo fue donde nació la idea de
editar y distribuir libros de texto para todos los niños de la escuela
primaria con el objeto de hacerla más democrática y efectivamen-
te gratuita. La intención del Presidente era que dichos libros se
repartieran en todos los planteles del país, incluyendo a los co-
legios particulares, pues consideraba: “Todos son niños y todos
son parte de nuestro pueblo”. El mandatario advirtió al Secretario
de Educación que “los libros que entregue a los niños nuestro
gobierno sean dignos de México y no contengan expresiones que
susciten recuerdos, odios, rencores, prejuicios y estériles contro-
versias”.26 En estas palabras se preveía ya que los textos podían
suscitar discusiones al reconocer versiones distintas del pasado.
El 12 de febrero de 1959 se creó la Comisión Nacional de
los Libros de Texto Gratuitos (conaliteg). Con ella, el Estado
pretendió fortalecer sus mecanismos de control frente a las insti-
tuciones educativas privadas, tanto laicas como religiosas. El de-
creto señalaba la necesidad de que los textos fueran gratuitos. La
Comisión dependería de la misma sep, responsable de sancionar
los contenidos de los libros, y de verificar su apego a los progra-
mas vigentes. Los libros de texto, según la conaliteg, estarían
fundamentados tanto en el artículo 3º como en la Ley Orgánica de

25
Diario Oficial, 31 de diciembre de 1958.
26
Jaime Torres Bodet, Equinoccio, p. 241.

58 / Valentina Torres-Septién
Instrucción Pública de 1942, que proponían la “unidad nacional”
y la “unificación educativa” como los valores que debían prevale-
cer en los libros.
De inmediato estas consideraciones levantaron ámpula en di-
versos grupos. Los primeros en protestar fueron los profesores,
que enviaron una carta abierta al Presidente en la cual menciona-
ban que “dentro de una sociedad pluralista como es la sociedad
mexicana, no puede pretenderse, sin lesionar el criterio demo-
crático, una uniformidad en materia cultural”.27Algunos intelec-
tuales, como Jesús Silva Herzog, Rubén Salazar Mallén, Andrés
Henestrosa, Luis Garrido e incluso los conservadores René Capis-
trán Garza y Francisco Monterde habían manifestado su adhesión
a la medida.28
Cuando a principios de 1960, la sep dio a conocer la lista de
los textos que se autorizaban para la enseñanza del 5° y 6° grados
–pues del 1° al 4° contarían ya con el texto gratuito–, declaró al
respecto: “es obligatorio el uso del libro de texto único y gratuito
en todas las escuelas primarias, trátese de particulares u oficiales,
de federales o estatales, e incluso de escuelas municipales, excepto
para los últimos años de primaria”.29
Desde el ámbito de su autoridad el texto gratuito se convirtió
en obligatorio, lo cual provocó una discusión de niveles alarman-
tes en diferentes sectores sociales. Una primera polémica fue la
meramente comercial: aquellos que vieron afectados sus intereses
económicos y comerciales y que consideraron anticonstitucio-
nal tal determinación. El primero en tratar el problema fue el
profesor Valentín Zamora Orozco, quien publicó un desplegado
dirigido al Presidente de la República en el que manifestaba su
desacuerdo, pues al dejar fuera otros textos violaba los derechos de
quienes trabajaban en ellos, dejándolos “en el desamparo”. Sin
27
“Carta abierta de un grupo de profesores al Presidente de la República”, en El
Universal (México), 8 de agosto de 1961.
28
Excélsior (México), 30 de agosto de 1960.
29
Excélsior (México), 9 de febrero de 1960.

Estado contra Iglesia/Iglesia contra Estado. Los libros de texto… / 59


embargo, el argumento no se constreñía al aspecto económico,
ya que también señalaba que se estaba actuando contra la libertad
de enseñanza, pues daba lugar a un monopolio que beneficiaba a
personas extrañas a la actividad educativa.30 A este debate se unió
la Sociedad Mexicana de Autores de Libros de Texto, afirmando
que los textos gratuitos excedían la capacidad de comprensión de
los niños pequeños, así como que no se ajustaban a los nuevos
programas escolares.31
Otro grupo de profesores de las escuelas primarias del Distri-
to Federal –probablemente de las particulares–, insistieron en su
carácter antidemocrático, pues al establecer como único el pen-
samiento oficial, el Estado se constituía en “dictador científico”.
Pedagógicamente los consideraron deficientes, ya que no se ade-
cuaban al programa ni a la capacidad de los niños; demandaban
libertad de métodos y cátedra; y pedían que se permitiera el uso
“libre y abundante” de otros textos escolares.32 Fueron muchos los
editoriales, artículos y notas que desde entonces aparecieron en la
prensa atacándolos o defendiéndolos.
La revista Señal publicó innumerables artículos semanales en
los que se prevenía a los feligreses de los peligros del comunismo.
La Iglesia por su parte también estuvo presente en la campaña
anticomunista a través de pastorales que se sucedían una a otra.
Toda esta movilización anticomunista tuvo un efecto favorable
en la respuesta de ciertos sectores a las demandas de la unpf. Al
respecto Loaeza comenta que “la religión seguía siendo uno de
los elementos clave de identidad nacional”.33 Sin embargo la sep,
en su postura autoritaria, no cedería ante las presiones, e incluso
llegó a recordar a las escuelas privadas que debían sujetar sus en-
señanzas a lo dispuesto por el Estado.34

30
Excélsior (México), 7 de febrero de 1960.
31
Loaeza, Clases medias y políticas…, op. cit., pp. 254-5.
32
Excélsior (México), 24 de agosto de 1960.
33
Loaeza, Clases medias y políticas…, op. cit., pp. 306-10.
34
Excélsior (México), 27 de febrero de 1960.

60 / Valentina Torres-Septién
A la aparición del libro de texto único, y a la amenaza del co-
munismo se sumó un rumor sobre la posible nacionalización de
las escuelas particulares. Esta suposición estaba fundamentada en
atentados sufridos por establecimientos particulares en algunas
ciudades del interior y en otras medidas tomadas por la Secreta-
ría de Educación, como la suspensión temporal que dictó para
nuevas incorporaciones de primarias, secundarias y normales, y
a la poca atención que daba a las solicitudes de reconocimiento
de validez de los estudios de las nuevas preparatorias. La preocu-
pación por el rumor de la nacionalización provocó la reunión de
los comités estatales y municipales de la unpf en todo el país.
Esta movilización dio como resultado que, para mayo de 1962,
18 uniones estatales estuvieran listas para contender contra el
Estado.
Otro asunto que vendría a atizar el fuego sería el conflicto de la
Universidad Autónoma de Puebla (uap); en dicha ciudad, alber-
gue de una sociedad muy tradicionalista, en ocasiones “cerrada”,
el fantasma del comunismo se manifestaba como un problema de
grandes dimensiones. El problema se gestó en torno a la disposi-
ción legal de la Universidad que prohibía a miembros de órdenes
y organizaciones religiosas ejercer como funcionarios o maestros.
Durante el conflicto, las escuelas particulares participaron de una
manera tangencial al apoyar el movimiento y ser parte de los gru-
pos aliados a la Iglesia que eran contrarios a los “comunistas” de
la Universidad Autónoma de Puebla.
La Revolución cubana provocó una gran movilización entre
los grupos de izquierda y los de derecha. Estos últimos siguieron
una política anticomunista que congregó a un gran número de
sectores de la sociedad,35 que veían al comunismo como una gran
amenaza para el continente americano. Lo culpaban de diversos
males como el estatismo, la violación de las libertades individua-
les, la promoción de la irreligiosidad y de tener un carácter subver-

35
Loaeza, Clases medias y políticas…, op. cit., p. 258.

Estado contra Iglesia/Iglesia contra Estado. Los libros de texto… / 61


sivo; afirmaban que influía en “la noción de pérdida de la libertad,
de la religión, de la identidad nacional, de la estabilidad”.
El miedo que despertó la Revolución cubana en ciertos sec-
tores del país provocó que el 24 de abril de 1961 el Frente Uni-
versitario Anticomunista, creado en 1955 en Puebla, organizara
una manifestación contra Fidel Castro. Este acto estuvo apoyado
por los colegios particulares confesionales como el Benavente, el
Oriente y el Carlos Pereyra, instituciones de renombre pertene-
cientes a lasallistas y jesuitas. La manifestación motivó el enojo de
quienes apoyaban al movimiento revolucionario y estallaron en-
frentamientos violentos. La uap fue calificada de comunista por
quienes decían defender los valores tradicionales del país. El gru-
po contrario a la uap se integró con algunos empresarios, grupos
de padres de familia, organizaciones católicas y la Iglesia.
Si bien este conflicto tuvo momentos muy difíciles tanto para
la ciudad como para el gobierno y la Iglesia poblanos, después
de enfrentamientos, mítines y cierres de escuelas y comercios, se
llegó a una negociación entre la Iglesia y las autoridades federales.
Sin embargo, los acontecimientos violentos que se vivieron en
esos meses fortalecieron las alianzas entre los grupos de derecha,
los cuales se manifestaría días más tarde y con toda su fuerza en
Monterrey en contra del libro de texto único.
La batalla que se libraría contra el texto único (y obligatorio)
tendría trascendencia nacional. La unpf se lanzó a la carga y, des-
de un principio, alimentó la polémica en los diarios más impor-
tantes del país. El 25 de febrero de 1960 envió una carta abierta al
Presidente López Mateos en la que admitía el derecho de la sep a
editar y regalar libros de texto, pero se oponía al hecho de que no
utilizarlos en las escuelas privadas fuera motivo de que esa misma
dependencia coaccionara a maestros y escuelas bajo amenaza de
aplicación de sanciones penales y administrativas. Éstas ya habían
sido anunciadas días antes y consistían, en el caso de los profeso-
res, en el castigo con prisión desde tres meses a doce años, y en
la suspensión temporal o destitución definitiva del empleo. Las

62 / Valentina Torres-Septién
escuelas particulares serían multadas y clausuradas en caso de que
se utilizaron otros textos. 36 El decreto de creación de los libros de
texto gratuito no hacía explicita su obligatoriedad, ni su unicidad.
Estos conceptos se van a ir clarificando poco a poco a lo largo del
debate que se da en torno a ellos. Una primera postura autoritaria
del gobierno se da en febrero de 1960, cuando la sep señala que el
texto es único y gratuito “en todas las escuelas primarias, trátese de
particulares u oficiales, de federales o estatales e incluso de escue-
las municipales, excepto para los dos últimos años de primaria”.37
El 25 de febrero de 1960, la unpf respondió con una carta
abierta al Presidente en la que impugnaba que se sancionara a las
escuelas que no lo utilizaran.38 Al distribuirse el libro para el pri-
mer grado, la unpf, el Partido Acción Nacional, el Movimiento
Familiar Cristiano y la jerarquía católica, así como algunas escue-
las particulares declararon su inutilidad y entregaron a los padres
de familia las listas de libros adicionales que necesitaban com-
prar.39 Todos ellos se movilizaron en una estrecha relación, tanto
en la posición ideológica que defendían, como en la participación
conjunta en actividades.
La unpf no condenaba al libro de texto por su calidad de gra-
tuito, pues consideraba que era justa su existencia para los alum-
nos que no pudieran comprar otro. Lo que impugnaban era su
calidad de obligatorio y único; contra estas dos disposiciones lu-
chó denodadamente. Su acción no se limitó a la prensa escrita,
sino que se extendió a una oposición abierta, militante, que envol-
vió a sectores importantes en varias ciudades. Condenó también
su método, pues criticaba que fuera único y condensara hasta sie-
te asignaturas, así como que fuera uniforme, sin tomar en cuenta
las diferencias regionales. Señalaba su temor de que las men-
tes de los niños “quedaran en la práctica a merced de los vaivenes
36
Véase Lorenza Villa Lever, Los libros de texto gratuito, pp. 173-89.
37
Excélsior (México), 9 de febrero de 1960.
38
Villa Lever, Los libros de texto…, op. cit., pp. 173-89.
39
Idem.

Estado contra Iglesia/Iglesia contra Estado. Los libros de texto… / 63


políticos e ideológicos de los secretarios de Educación en turno”.
Presentó los textos como una expresión autoritaria y aun totalita-
rista del Estado.40
En un desplegado enviado al Presidente y al secretario de Edu-
cación Pública la unpf se pronuncia contra “los graves atenta-
dos que en algunas dependencias de la Secretaría de Educación
Pública están cometiendo al imponer arbitrariamente el libro de
texto único bajo muy severas amenazas de índole administrativa y
penal con el carácter obligatorio y exclusivo en la totalidad de las
escuelas primarias oficiales y particulares del país”.41
El 5 de septiembre de 1960, la unpf protestó contra la “impo-
sición de una verdad oficial” que atentaba contra la “libertad de
cátedra”.42 En su Boletín, acusaba al Estado de llevar a cabo una
campaña para hacer creer a los padres de familia que debían apo-
yarlo en la tarea de educar a la niñez, pero que únicamente acudía
a ellos cuando su ayuda le era imprescindible.43
La Sociedad Mexicana de Autores de Libros Escolares solicitó
a la Barra Mexicana de Abogados que externara su posición al
respecto; ésta se manifestó en el sentido de que la imposición de
textos era “un acto anticonstitucional, ilegal y contradictorio con
las prácticas culturales vigentes en México”.44
En el Seminario Internacional de Derechos Humanos de las
Naciones Unidas, el ministro de la Suprema Corte, Mariano Azue-
la, declaró que en México “se vive en un régimen precario de
libertad de enseñanza” y que “no se puede establecer una escuela
primaria sino con autorización oficial que se otorga al capricho de
la autoridad y debe sujetarse a los programas oficiales de gobier-

40
Excélsior (México), 16 de febrero de 1960, Boletín de la Unión de Padres de
Familia (bunpf), 2ª época, no. 6, diciembre de 1960 – enero de 1961, pp. 7-8.
41
Excélsior (México), 16 de febrero de 1960.
42
“Carta abierta de la unpf ”, en El Universal (México), el 5 de noviembre de
1950.
43
bunpf, 2ª época, no. 7, febrero – marzo de 1961, p. 1.
44
Señal, Semanario Católico, no. 368, 27 de agosto de 1961, p. 4.

64 / Valentina Torres-Septién
no, el que se reserva su derecho de clausurarla sin que el juicio de
amparo sirva como remedio para impedirlo”. Azuela considera-
ba esas disposiciones como “contrarias a la voluntad del pueblo
mexicano por injustas”.45
Estas reclamaciones las hizo suyas la unpf, la cual no dejó de
manifestarlas en cartas, desplegados, iniciativas y solicitudes al
Estado acusando a los textos por su carácter autoritario, mismas
que nunca fueron contestadas por las autoridades educativas. A
este ataque por parte de las fuerzas de derecha o “reaccionarias”,
respondieron otros grupos defensores del libro de texto gratuito:
maestros independientes, algunas sociedades de padres de familia
auspiciadas por la sep y el Sindicato Nacional de Trabajadores del
Estado (snte), que se dedicó a atacar a las escuelas particulares
por su carácter “reaccionario” y por ser “centro de propaganda
religiosa y de combate sistemático contra todas y cada una de las
medidas avanzadas del gobierno federal”.46
El 31 de enero de 1962, la Sección Permanente del Libro de
Texto del Consejo Nacional Técnico de Educación (conate) pu-
blicó un acuerdo en el que ratificaba el carácter obligatorio de
los libros de texto gratuito, mismo que provocó una gran pro-
testa en la capital del estado de Nuevo León, la cual fue dirigida
por la recientemente creada Comisión Organizadora de la Unión
Neoleonesa de Padres de Familia (unlpf ) y encabezada por el
ingeniero Elliot Camarena. La Comisión convocó a los padres de
familia a que asistieran a una gran manifestación que partiría de la
Alameda Mariano Escobedo hacia el Palacio de Gobierno, donde
se realizaría una asamblea pública. Es de notar la alarma que ya
corría por la supuesta infiltración comunista:

Lo que nos alarma justamente a los padres de familia es que se


nos imponga un texto único y un método único […] Imponer-
nos ahora un solo texto único y una metodología desconocida en

45
Idem.
46
Loaeza, Clases medias y políticas…, op. cit., p. 276.

Estado contra Iglesia/Iglesia contra Estado. Los libros de texto… / 65


el medio nuestro, y probablemente en la mayoría de los países
occidentales, es algo que terminantemente no podemos aceptar
porque sería el primer gancho, el primer lazo que se nos tendiera.
Si lo aceptáramos ¿qué podrá impedir que de un año para otro
ese texto único y obligatorio traiga ideas tendenciosas que vayan
llevando a nuestros hijos hacia la doctrina comunista? Y ¿quién
podrá asegurarlo, señor Gobernador, viendo algunas de las gen-
tes que lo rodean a usted, y otras que están enquistadas en la Se-
cretaría de Educación desde hace años? […] ¿Cree usted que nos
sentimos tranquilos cuando a partir de septiembre próximo los
maestros tendrán como libro de guía de texto escrito en Cuba,
y por una cubana, y todavía más, en 1960 cuando iniciaban la
revolución escolar los comunistas de Fidel Castro? Desde luego
no lo he leído y no puedo jurarlo pero ¿Qué nos puede mandar
de bueno el actual régimen de Cuba? 47

Esta manifestación estuvo secundada por miembros del mfc, el


pan, la banca, la industria y el comercio, cuyos dirigentes permi-
tieron a sus trabajadores y empleados asistir al mitin. Unas tres-
cientas mil personas, según los datos más optimistas,48 salieron a
la calle al grito de: “¡México, sí! ¡Comunismo, no! ¡Exigimos la
libertad de enseñanza! ¡La religión y patria son sagradas, no las
manchen! El Estado quiere imponernos métodos de educación
desconocidos sin darnos la oportunidad de opinar ni escoger. ¡No
aceptamos!”49 Ahí, frente a palacio, se leyeron varios emotivos dis-
cursos con trozos como éstos que enardecieron a los presentes:

[…] no estamos dispuestos por ningún concepto a que se pase


sobre la voluntad de nosotros […] [El Estado] tiene el deber de
promover, facilitar la educación, pero nunca debe suplantar, ni

47
El Norte (Monterrey), 11 de febrero de 1962.
48
Señal, Semanario Católico, núm. 386, 11 de febrero de 1962, pp. 8-9; Boletín
del Archivo de la Acción Católica Mexicana (bahacm), febrero de 1962, y Excélsior
(México), febrero de 1963.
49
Señal, Semanario Católico, núm. 386, 11 de febrero de 1962, pp. 7-8.

66 / Valentina Torres-Septién
menos suprimir a los padres de familia […] Negar el derecho de
los padres significa que el gobierno democrático se transforme en
dictadura […] Pedimos que se nos restituya el derecho natural
y primario de educar a nuestros hijos […] Que se restituya a la
educación nacional la misión de formar hombres completos […]
Lo importante, lo básico, lo fundamental es que las autoridades
quieren implantarlo [el texto único] sin previa autorización de
los padres de familia, sin que ellos lo conozcan siquiera.50

Esto último era inaceptable para la unpf, que ya desde 1946 se


sentía con el derecho de representar a los padres de familia en toda
acción que el Estado tomara con respecto a la educación. Hasta
entonces, pocos realmente conocían los textos. Es muy posible
que en esa multitud algunos ni los hubieran hojeado siquiera. Sin
haberlo estudiado a fondo consideraban que “carece de estímulo
a los valores espirituales de la persona humana. No se habla de
honestidad, amor, de veracidad, ni de otras cualidades que que-
remos ver implantadas en nuestros hijos”.51 También lo conside-
raban “materialista” porque era “sospechosamente parecido a los
complejos de Blonsky y al programa educativo que actualmente
está en vigor en Cuba”.52 Pero el movimiento contra el texto era,
más que nada, una manera en que los empresarios de Monterrey
manifestaban su inconformidad contra el autoritarismo del Es-
tado y contra la política, a todas luces contraria a sus intereses,
sobre todo en lo referente a la economía y al apoyo que se daba a
la Revolución cubana. La movilización tuvo éxito, pues sin duda
logró conmover a una parte importante de la opinión pública.
El Gobernador contestó en un tono conciliatorio afirmando
que no existiría un nuevo sistema educativo ni se trataba de in-
terferencias ideológicas; invitó a los padres de familia a formar
una comisión para discutir lo que consideraban lesivo en textos

50
Ibidem, pp. 7-9.
51
Señal, Semanario Católico, núm. 394, 8 de abril de 1962.
52
Señal, Semanario Católico, núm. 404, 24 de junio de 1962, p. 4.

Estado contra Iglesia/Iglesia contra Estado. Los libros de texto… / 67


y programas. Esta comisión se integró inmediatamente y el 26
de febrero se iniciaron las pláticas entre los representantes de los
padres de familia y los enviados de la sep. Las reuniones no lleva-
ron a ningún entendimiento; por el contrario, se rompieron las
relaciones entre las autoridades de la sep y los padres de familia.
Sin embargo, las pláticas continuaron con los representantes de
Educación del estado y finalmente se llegó a conclusión de que
Nuevo León podría utilizar otros libros a condición de que tam-
bién se distribuyeran sin costo. De esta manera el texto gratuito
dejo de ser único y se convirtió en complementario.53 El gobierno
federal no permaneció callado y, aunque no contestó directamen-
te a las demandas de la unpf, Torres Bodet manifestó una y otra
vez el interés de la sep de que, con el libro, se lograría la unidad
de todos los mexicanos y que todos los niños podrían acercarse a
la cultura y los valores nacionales.54
La polémica entre la unpf y la prensa periódica se mantuvo
viva durante varios meses. En abril, la unpf envió al gobernador
Livas Villarreal un estudio sobre los programas educativos y los li-
bros de texto obligatorios. En 126 cuartillas enlistaban objeciones
y soluciones, más el deseo de ver resuelto el problema de manera
“justa e imparcial”.55
Los padres de familia seguían considerando que los progra-
mas reformados eran “tendenciosos y materialistas” y que no les
merecían confianza, pues habían sido elaborados por “altos fun-
cionarios del Ministerio de Educación Pública que son conocidos
como comunistas”. 56 En cuanto a su contenido pedagógico, les
parecían de inferior calidad a los anteriores, porque alejaban al
niño de su realidad y de su medio ambiente, y los situaban en
áreas lejanas de su mundo. Criticaban, por ejemplo, que se for-
maran equipos de trabajo, ya que el niño perdía su individualidad
53
Ibidem, p. 11 y Excélsior (México), 13 de febrero de 1962.
54
Señal, Semanario Católico, núm. 39, 7, 6 de mayo de 1962, pp. 4-5.
55
Señal, Semanario Católico, núm. 402, 1 de junio de 1962, p. 4.
56
bahacm, v. 25, no. 1, marzo de 1962, p. 20.

68 / Valentina Torres-Septién
y su personalidad. Su mente sería presa fácil de aquellas doctrinas
políticas y sociales “opuestas al concepto tradicional cristiano”.57
Veían en la formación de estos equipos “a manera de células”,
una acción propicia a la organización de “células comunistas”.58
La unpf percibía al niño como un compuesto de cuerpo y alma,
y por consiguiente había que enseñarle el amor a la verdad, a la
justicia y al honor, despertar su conciencia de dignidad, sentido
de libertad e interés por la cultura.59
El presidente López Mateos, en un discurso pronunciado en
Guadalajara, ratificó su decisión de defender los textos:

Mi gobierno reitera su inquebrantable decisión de seguir adelan-


te en esta tarea. No solamente haremos cada año mayor número
de libros de texto, sino que seguiremos buscando los medios más
idóneos para superarlos, educando con ellos a la niñez mexicana
en el amor a la patria, en el ejemplo de nuestros héroes, en el
apego de nuestras tradiciones, en la devoción a la familia y en la
fraternidad hacia todos los pueblos de la tierra.60

Esta postura gubernamental, muy consecuente con la forma au-


toritaria que empleaba el gobierno postrevolucionario, tuvo tam-
bién su respuesta de parte las corporaciones afiliadas de una u otra
manera al aparato estatal, como el propio Sindicato Nacional de
Trabajadores de la Educación, la Confederación Nacional de Or-
ganizaciones Populares, la Confederación de Trabajadores Mexi-
canos, y algunos padres de familia, entre otros.61
La unpf condenó al texto único como antijurídico, antide-
mocrático y antipedagógico, puesto que convertía al maestro en

57
Señal, Semanario Católico, núm. 403, 17 de junio de 1962, p. 4. bahacm, v. 25,
no. 1, marzo de 1962, p. 20.
58
Señal, Semanario Católico, núm. 404, 24 de junio de 1962, p. 11, El Norte
(Monterrey), 1 de febrero de 1962, p. 10.
59
El Norte (Monterrey), 1 de febrero de 1962, p. 10.
60
Excélsior (México), 16 de mayo de 1962.
61
Véase Excélsior (México), 17 de mayo de 1962, 28 de mayo de 1962.

Estado contra Iglesia/Iglesia contra Estado. Los libros de texto… / 69


“un repetidor mecánico” e iba contra la Constitución. Tal vez lo
que más les preocupaba era “la enseñanza y el aprendizaje de la
verdad oficial” como en países totalitarios en ese momento: Italia,
Alemania, Rusia, la Argentina peronista y la Cuba castrista.62
Novedades publicó una entrevista con el asesor del Consejo
Nacional Técnico de la Educación, Daniel A Moreno, quien hizo
una buena descripción del asunto, sobre todo en lo que esta im-
posición significaba para la “reacción”, pues efectivamente poco
se había estudiado su contenido. El problema era sin duda una
cuestión de lucha frente a una decisión de la autoridad:

El Libro de Texto Gratuito ha venido a quitarle a eso que se llama


la iniciativa privada, y que en materia de educación reside en las
escuelas particulares, la oportunidad de influir a su antojo en la
mentalidad de los niños. Hay muchas nociones de Civismo y de
Economía, lo mismo que de historia, que en las escuelas parti-
culares sufrían serios retoques. En dichas escuelas se impartían
dichas asignaturas de un modo francamente tendencioso. Con el
libro gratuito, que es además obligatorio, no será tan fácil realizar
tales escamoteos. La enseñanza tendrá que apegarse más a la ver-
dad. Por otra parte, tengo la impresión de que no es el contenido
del libro lo que despierta la susceptibilidad de sus atacantes sino
la injerencia del Estado en estos terrenos.63

La unpf señaló que los textos oficiales serían aceptados cuando


fueran “aprobados con la intervención y representación auténtica
de los padres de familia y cuando se cumpliera el ofrecimiento
[…] de que habrá diversidad de libros para que los padres tengan
oportunidad de hacer uso de sus derechos”.64
Tiempo, de Nuevo León, publicó la siguiente noticia redactada
por la Agrupación Regiomontana, “amante de las libertades de su
62
Documento de la unpf firmado por su presidente Ramón Sánchez Medal,
Excélsior (México), 22 de mayo de 1962.
63
Novedades (México), 22 de mayo de 1962.
64
Señal, no. 413, 11 de octubre de 1962.

70 / Valentina Torres-Septién
Patria y de su ciudad”, seguramente patrocinada por el Departa-
mento estatal de educación, y que revierte el argumento:

A partir del día 1 de este mes de septiembre, tus hijos e hijas que
asisten a las escuelas primarias, sólo están obligados a usar para
sus clases del 1° al 4° años, y para las asignaturas de aritmética
y geometría del 6°, los libros de texto y cuadernos de trabajo
gratuito que distribuye el gobierno federal. Estos libros han sido
ya recibidos por los directores y maestros de todas las escuelas
primarias de Nuevo León. Tal es, nuevoleonés, el primer triunfo
que has obtenido al defender tus libertades contra el predomi-
nio oscurantista y retrogrado del Grupo Industrial Cuauhtémoc,
Vidriera, o sea el de los señores Roberto y Eugenio Garza Sada y
Andrés, Roberto y Camilo Garza Sada y las empresas y hombres
de negocios que les son adictos.65

En otras entidades ocurrieron incidentes parecidos. En Guanajua-


to, el gobernador Juan José Torres Landa anunció: “nos cabe el
orgullo de informar que a la fecha no ha habido guanajuatense que
impugne el libro único de texto”, afirmación rebatida de inmedia-
to por los padres familia, quienes se negaron a aceptar el texto por
ser una “imposición dictatorial, por considerar la obligatoriedad
como ilegal, porque al ser único y obligatorio afecta a los económi-
camente débiles, porque no toma en cuenta las diferencias de los
ambientes rurales y urbanos de grandes ciudades y pequeños po-
blados y porque contradice el concepto de propiedad privada”.66
En carta abierta al Secretario de Educación Pública, el Comité
Regional de Padres de Familia de Zamora y Jacona, Michoacán,
se manifestó contra los nuevos programas divididos en áreas, cu-
yos fundamentos resultaban difíciles de explicar, y contra el texto
único por las mismas razones que argumentaba la unpf.67

65
Tiempo, 3 de septiembre de 1962.
66
Señal, Semanario Católico, núm. 422, 1 de diciembre de 1962.
67
Excélsior (México), 28 de mayo de 1962, p. 10.

Estado contra Iglesia/Iglesia contra Estado. Los libros de texto… / 71


La Iglesia había permanecido callada durante gran parte del
debate. El 1 de agosto de 1962, el obispo de Tehuantepec señaló
sus preocupaciones cuando acusó al gobierno de estar orientando
la educación hacia el socialismo, en un afán claramente totalita-
rio, basándose en que:

Ni la dignidad humana, ni los maestros, ni la autoridad sagra-


da de los padres de familia, ni el derecho divino que recibió de
la Iglesia de Cristo para educar a sus hijos, puede tolerar esta
solución […] Para que la intervención de los padres de familia
sea eficaz, mucho importa que se asocien en organizaciones res-
ponsables, con el fin de lograr su propia formación de ayudar y
vigilar las escuelas […] 68

En estas palabras se palpa el temor de la Iglesia de perder esa


facultad que había considerado suya desde tiempos remotos: la
de ser ella la educadora de la niñez, y no el Estado, pues éste les
imponía una verdad oficial por encima de todos los preceptos re-
ligiosos y morales de la Iglesia. Detrás de todo esto encontramos
una postura irreconciliable en tanto que se está luchando por la
imposición de valores antagónicos.
Poco más tarde, el Episcopado envió a sus fieles una Exhor-
tación pastoral sobre la paz escolar en México, en la que expuso su
punto de vista sobre el problema. En ella volvió a su postura tra-
dicional, basada en la encíclica de Pío XI, Divini illius magistri,69
de 1929, en la que señala que son la familia, la Iglesia y, a falta de
éstos, el Estado, quienes estaban obligados y tenían el derecho
a educar. Ahí se habla nuevamente de salvar la libertad de en-

68
Guillermo Villaseñor García. La soberanía del Estado ante la Iglesia, pp. 186-7.
69
Encíclica dada a conocer el 31 de diciembre de 1931. En ella señalaba, sin
lugar a dudas, que el fin único de la educación católica era la formación del
individuo con vistas a un fin trascendente: la salvación de su alma. La escuela
católica era un medio para alcanzar este propósito y por ello la Iglesia, a través
de sus ministros y de las órdenes religiosas, debía trabajar fervientemente para
conseguir su desarrollo.

72 / Valentina Torres-Septién
señanza “como patrimonio sin precio que todos los hombres de
buena voluntad deben defender, cualquiera que sea su convicción
religiosa” y se exhorta a los fieles a la defensa de sus derechos.70
La pastoral fue rebatida en la prensa y también por la Academia
Mexicana de la Educación, la cual se avocó a la defensa del laicis-
mo y a cuestionar la postura de la Iglesia al señalar: “No es posible
tomar en serio la cuestión del Estado, en la forma en que la tratan
las cartas pastorales. Se pretende en ellas reducirlo a la condición
de una comunidad de segunda importancia, temporal y servil y
subordinarlo a los designios de la Iglesia Católica”.71 Sin embargo,
con esta carta pastoral la mayoría de los obispos, aunque no el
cardenal Garibi ni el arzobispo Miranda, se apacigua el debate, en
tanto que la Iglesia consideró que en esos momentos el debate no
daba para más. A partir de la publicación de esta carta pastoral,
los movimientos en contra de los textos disminuyeron.
Aunque el debate continuó, sobre todo en la prensa,72 poco
a poco los ánimos se fueron calmando, sobre todo cuando las
escuelas particulares estuvieron seguras de que mantendrían su
régimen de excepción al poder utilizar libros de texto comerciales
a la par que los oficiales. Sin embargo, no hubo una postura uná-
nime de la derecha. Por el contrario, algunas escuelas adoptaron
de inmediato el texto, sobre todo aquéllas de más escasos recursos;
otras lo utilizaron como texto complementario; otras más cum-
plían pidiendo a sus alumnos “llenarlos” en los últimos meses del
año escolar; algunas simplemente los guardaban en los anaqueles
de los salones de clase.
Inexplicablemente en este debate no estuvieron presentes los
intelectuales mexicanos, como bien afirma Lorenza Villa Lever,73

70
Excélsior (México), 8 de mayo de 1963.
71
Boletín de la Academia Mexicana de la Educación, núm. 5, mayo-junio de
1963.
72
Véase por ejemplo el debate entre Ramón Sánchez Medal y el columnista de
Excélsior, Pedro Gringoire.
73
Villa Lever, Los libros de texto…, op.cit., p. 94.

Estado contra Iglesia/Iglesia contra Estado. Los libros de texto… / 73


ni tampoco se pronunció al respecto la Universidad Nacional, que
en otros momentos igualmente polémicos sí habían manifestado
su postura.

A pesar de sus grandes diferencias, tanto Iglesia como Estado han


compartido una visión autoritaria del ejercicio del poder, al en-
frentar un mesianismo religioso frente a un mesianismo laico.74
El libro de texto gratuito fue desde su gestación un motivo de
presión tanto desde el poder gubernamental frente a los grupos
más conservadores, –y dentro de éstos a la Iglesia como enemigo
tradicional por el control educativo–, que al proclamarlo “único”
mostraba toda su autoridad y fuerza política, así como desde los
grupos contestatarios que se enfrentaron abierta y francamente
ante esta decisión que consideraron arbitraria. La imposición de
los textos se vino a sumar a la larga, larguísima lucha que vivió
la Iglesia en contra de una autoridad que relegó y negó su tradi-
cional ejercicio en las tareas educativas que consideraba como su
responsabilidad desde la época colonial.
La pugna que suscitaron sobrepasó la capacidad de valorar en
su momento el impacto benéfico en relación con la equidad edu-
cativa así como en la importancia de mantener la identidad nacio-
nal, a lo que contribuía este instrumento en la educación elemen-
tal de millones de niños mexicanos.75 Las posturas intransigentes
y poco reflexivas privaron sobre los beneficios de índole social.
Ni el tiempo, ni los cambios de contexto político modificaron
la beligerancia educativa de los sectores conservadores. Gracias
a la alternancia en el poder, con el Partido Acción Nacional, es-
tos grupos promovieron en años recientes la creación de nuevos
textos; me refiero en concreto a la iniciativa de la esposa del pre-

74
Véase, Gloria Villegas, “Estado e Iglesia en los tiempos revolucionarios”, en
Patricia Galeana, Relaciones Estado-Iglesia: encuentros y desencuentros, pp. 183-
203.
75
Lorenza Villa Lever, Cincuenta años de la Comisión Nacional de Libros de Texto
Gratuitos: cambios y permanencias en la educación Mexicana, pp. 170-80.

74 / Valentina Torres-Septién
sidente Vicente Fox, la controvertida Martha Sahagún, quien con
el apoyo de la dirigente sindical Elba Esther Gordillo, en el año
2003 elaboraron 36 millones de libros de una Guía de Padres, se-
rie de tres libros que se distribuirían gratuitamente a los niños del
país con consejos a los progenitores.76 Esta Guía, que se presentó
como “una alianza generosa por encima de las ideologías, credos
religiosos y partidos políticos, justamente porque se trata de la
educación, entendida como construcción del espacio comparti-
do y la cultura común de los ciudadanos”,77 en última instancia
mostraba la decisión de la derecha de incluir en el currículum
educativo sus tradicionales puntos de vista.
No obstante, y a pesar de que en la actualidad ya hay voces
que piden su actualización tecnológica, los libros de texto gratuito
siguen imprimiéndose, pero sobre todo siguen utilizándose en la
mayoría de las aulas, tanto de los colegios católicos como de las
escuelas públicas, con lo cual el Estado demostró su fortaleza ante
las presiones de empresarios, la Iglesia y los grupos de la “reac-
ción”; por otro lado, sigue vivo en la derecha el interés por impo-
ner su visión educativa.

Fuentes consultadas
Archivos
Unión Nacional de Padres de Familia, Archivo personal de Monseñor Faus-
tino Cervantes, Arquidiócesis de México.
Archivo de la Secretaría de Educación Pública.
Archivo de la Acción Católica Mexicana.
Hemeroteca Nacional.

76
El antecedente de estas guías se encuentra en el texto elaborado durante el
gobierno estatal de Vicente Fox en Guanajuato. El texto Así educa Guanajuato…
así guía, que en su momento recibió una fuerte crítica de autoridades como Olac
Fuentes Molinar, subsecretario de Educación Básica y Normal quien declaró
que dicho texto “…no agrega nada a la calidad educativa”, en La Jornada, 10 de
febrero de 2003.
77
La Jornada, 2 de febrero de 2003.

Estado contra Iglesia/Iglesia contra Estado. Los libros de texto… / 75


Publicaciones periódicas
Boletín de la Academia Mexicana de la Educación. México, 1963.
Boletín del Archivo de la Acción Católica Mexicana. México, 1962.
Boletín de la Unión Nacional de Padres de Familia, México, 1961.
Diario Oficial de la Federación, México, 1958.
El Nacional, México, 1958.
El Norte, Monterrey, 1962.
El Universal, México, 1958-1961.
Excélsior, México, 1960-1963.
La Jornada, México, 2 de febrero de 2003.
Novedades, México, 1962.
Política, primera época. México, 1960-1964.
Revista de Comercio Exterior. México, 1965.
Señal, semanario católico, México, 1947-1962.
Tiempo, Monterrey.

Bibliografía
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76 / Valentina Torres-Septién
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Texto Gratuitos: cambios y permanencias en la educación Mexicana, Méxi-
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Estado contra Iglesia/Iglesia contra Estado. Los libros de texto… / 77

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