Enriquecimiento Ilícito
Enriquecimiento Ilícito
Enriquecimiento Ilícito
TEMA:
Enriquecimiento ilícito: ¿se debe establecer un monto dinerario específico para
su imputación?
CURSO:
Derecho Penal IV
PROFESOR:
Dr. Raúl Martínez Huamán
AUTOR:
Diana Cristina Moreno Gallegos (19020386)
Lima - Perú
2023
1. Introducción
En el marco de la lucha contra la corrupción y el abuso de poder, uno de los
fenómenos más preocupantes que afecta a las sociedades modernas es el enriquecimiento
ilícito por parte de funcionarios o servidores públicos.
2. Conceptos previos
Se considera que existe indicio de enriquecimiento ilícito cuando el aumento del patrimonio o
del gasto económico personal del funcionario o servidor público, en consideración a su
declaración jurada de bienes y rentas, es notoriamente superior al que normalmente haya
podido tener en virtud de sus sueldos o emolumentos percibidos o de los incrementos de su
capital o de sus ingresos por cualquier otra causa lícita.
Como se observa, el sujeto activo de este delito es un funcionario o servidor público y
el sujeto pasivo es el Estado. La conducta típica del delito es el incremento ilícito del
patrimonio, lo cual abarca tanto el aumento de activos como la disminución de pasivos. Tal
como señala el Acuerdo Plenario N.º 3-2016/CJ-116, “se trata […] de un típico delito
especial propio o funcionarial de infracción de deber. Sobre todo, porque el enriquecimiento
ilícito que sanciona la ley se materializa a través de actos sucesivos o simultáneos de abuso
de la posición y competencias funcionariales del sujeto activo y que originan para él un
mejoramiento patrimonial indebido” (f.j. n.° 13). Esta acumulación de actos ilegales, que se
orientan hacia el beneficio económico personal, se convierte en la esencia del
enriquecimiento ilícito.
Cabe mencionar que este delito puede consumarse mediante un proceso gradual, pero
debe ocurrir durante el ejercicio de la gestión o competencia funcional del funcionario
público; es decir, desde que asume el cargo hasta que cesa en él. Además, debe derivar de
modalidades específicas de abuso funcional, que no deben constituir otros delitos funcionales
como corrupción pasiva, peculado o colusión. Esta característica lo convierte en un delito
subsidiario o residual.
Por otro lado, al ser un delito contra la administración pública, se protege un bien
jurídico general que se concretiza en uno específico. Este va más allá de la protección de las
reservas fiscales, engloba el correcto funcionamiento de la Administración Pública. De
acuerdo a Salinas Siccha (2012) los principios entorno a este bien jurídico son la protección
jurídica de la transparencia y la probidad con la que debe actuar el agente por razón de su
cargo (p. 761). Bajo ese mismo enfoque, Montoya Vivanco (2012) señala que:
[E]l funcionario público tiene deberes de probidad y transparencia que trazan una frontera
clara entre las fuentes legítimas y las fuentes ilícitas de enriquecimiento. En otras palabras, el
funcionario público, a diferencia de los demás ciudadanos, solo puede enriquecerse a través
de actos considerados lícitos previamente, por lo que toda fuente de enriquecimiento que no
esté en este parámetro puede considerarse (indiciariamente) ilícita (p. 64).
Asimismo, el Recurso de Casación N.° 343-2012 Lima (16 de abril de 2013) señala
que:
[E]l verbo rector de este delito está constituido por el “enriquecerse ilícitamente” […], es
decir, la constatación de un enriquecimiento real del funcionario y la falta de justificación
sobre el origen ilícito de dicho enriquecimiento. Al respecto, para la doctrina nacional
mayoritaria, estos elementos se relacionan con el incremento real del patrimonio económico
del sujeto activo —el que puede estar constituido por el conjunto de bienes y derechos
estimados en dinero, muebles /e inmuebles, derechos, e incluso gastos excesivos—que éste no
puede explicar (f.j. n.° 8).
3. Estado de la cuestión
Ahora bien, volviendo al tema central de la cuestión: ¿se debe exigir un monto
dinerario mínimo para determinar la consumación del delito de enriquecimiento ilícito? Tal
como señala el AP N.º 3-2016/CJ-116 (12 de junio de 2017) “la discusión gira en torno a
determinar si cabe considerar un componente cuantitativo mínimo de incremento en los
activos o de disminución de los pasivos del funcionario público para poder imputar la
realización del delito” (f.j. n.° 13).
Asimismo, el tercer párrafo del art. 401 del Código de 1991 establece que constituye
un indicio de enriquecimiento ilícito “cuando el aumento del patrimonio o del gasto
económico personal del funcionario o servidor público, en consideración a su declaración
jurada de sus bienes y rentas, es notoriamente superior al que normalmente hubiera podido
tener en virtud de los sueldos o emolumentos percibidos o de los incrementos de su capital o
de sus ingresos por cualquier otra causa lícita” (AP N.º 3-2016/CJ-116, f. j. n.° 13).
Cuando el monto a que ascienda el enriquecimiento ilícito no exceda del equivalente de cinco
mil veces el salario mínimo diario vigente en el Distrito Federal, se impondrán de tres meses a
dos años de prisión, multa de treinta a trescientas veces el salario mínimo diario vigente en el
Distrito Federal al momento de cometerse el delito y destitución e inhabilitación de tres meses
a dos años para desempeñar otro empleo, cargo o comisión públicos. Cuando el monto a que
ascienda el enriquecimiento ilícito exceda del equivalente de cinco mil veces el salario
mínimo diario vigente en el Distrito Federal, se impondrán de dos años a catorce años de
prisión, multa de trescientas a quinientas veces el salario mínimo diario vigente en el Distrito
Federal al momento de cometerse el delito y destitución e inhabilitación de dos años a catorce
años para desempeñar otro empleo, cargo o comisión públicos (art. 224 Código Penal Federal
de México).
De igual manera, el Texto Único del Código Penal de Panamá adoptado por Ley N.°
14 de 2007, establece que “la pena será de seis a doce años de prisión si lo injustificadamente
obtenido supera la suma de cien mil balboas (B/. 100,000.00)”.
Como se puede apreciar, tanto el tipo penal mexicano como el panameño establecen
de manera expresa que la cantidad dineraria constituye un agravante para la imputación del
delito de enriquecimiento ilícito. En nuestro contexto jurídico, “la agravante no está en
relación con el monto del incremento, sino con la posición especial que ocupan determinados
funcionarios públicos” (Montoya Vivanco, 2014, p. 74).
Así pues, el AP N.º 3-2016/CJ-116 concluye en que “no cabe exigir un monto
dinerario específico para identificar el enriquecimiento ilícito pero si una valoración
razonable de su magnitud como desbalance notorio y apreciable en el patrimonio personal o
familiar del funcionario, para, en base a ello, inferir e imputar su presencia” (f.j. n.° 13) .
Por tanto, estoy a favor de que no se debe exigir una cantidad dineraria específica para
la consumación del delito de enriquecimiento ilícito.
5. Conclusiones
6. Bibliografía
Chanjan, R., Padilla, A. y Gonzales, M. (2022, 12 enero). 10 claves para reconocer el delito
de enriquecimiento. IDEHPUCP. https://idehpucp.pucp.edu.pe/notas-informativas/10-
claves-para-reconocer-el-delito-de-enriquecimiento-ilicito/#_ftn6