La Novela Gótica
La Novela Gótica
La Novela Gótica
En el último tercio del siglo XVIII surge en Inglaterra una nueva corriente
que pondrá los cimientos del próximo Romanticismo: esto es el Gótico,
historias que incluyen elementos mágicos, fantasmales y de terror,
poniendo en tela de juicio lo que es real y lo que no.
En el siglo XVIII, conocido como el de la Ilustración, el hombre creía que era capaz de
explicarlo todo mediante la razón. La literatura de estos años está plagada de ensayos
filosóficos y de novelas de costumbres que reflejaban la realidad. Sin embargo, en el
último tercio de siglo surge en Inglaterra una nueva corriente que pondrá los cimientos
del próximo Romanticismo: esto es el Gótico, historias que incluyen elementos
mágicos, fantasmales y de terror, poniendo en tela de juicio lo que es real y lo que no.
Sin embargo, la reina del género haría su irrupción en la década de los noventa: Ann
Radcliffe, autora de seis novelas entre las que sobresale Los misterios de Udolfo (1794),
en donde una joven francesa, Emily, es llevada a los Apeninos italianos tras la muerte
de sus padres y encerrada en el castillo del esposo noble de su tía. Destacan también Los
castillos de Athlin y Dunbayne (1789) o El Italiano o el confesionario de los penitentes
negros (1797).
Matthew Gregory Lewis se sintió inspirado para escribir otra de las obras cumbres del
género: El Monje (1796). Ambientado en Madrid, varias historias se entrecruzan,
aunque el núcleo son las desdichas del monje Ambrosio, cuya debilidad por lo
pecaminoso le hará caer en las garras del diablo.
La novela gótica...
Evolución
Las novelas góticas clásicas se fundieron con el Romanticismo a comienzos del siglo
XIX. En este período encontramos Frankenstein o el moderno Prometeo (1818)
de Mary Shelley y El vampiro (1819) de John Polidori, nacidas ambas tras una apuesta
durante una noche en Suiza. Shelley logró la inmortalidad, mientras que Polidori
también gozó del éxito y fue referente de escritores posteriores al dotar de una fuerte
personalidad a su protagonista —lord Ruthven, un aristócrata seductor— y alejarse del
típico vampiro del folclore.
Posteriormente, existe una literatura de terror inspirada en los inicios del goticismo.
Mencionaremos algunas, como La abadía de Northanger (1818) de Jane Austen; El
espectro del novio (1820) de Washington Irving; La muerte amorosa (1836) de
Téophile Gautier; Jane Eyre (1847) de Charlotte Brönte y Cumbres borrascosas (1847),
de su hermana Emily Brönte; La caída de la Casa Usher (1839) de Edgar Allan Poe; El
Monte de las Ánimas (1864) de Gustavo Adolfo Bécquer; Carmilla (1872) de Sheridan
LeFanu; Drácula (1897) de Bram Stoker; Otra vuelta de tuerca (1898) de Henry James
o El fantasma de la ópera (1910) de Gaston Leroux. A finales del siglo XX, las novelas
vampíricas de Anne Rice se consideran herederas del Gótico.