Exegesis Colosenses

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 31

Seminario Diocesano de Parral

Exégesis al texto
de Colosenses
1,15-20
Corpus Paulino

Luis Manuel Silva Ramírez


16-6-2022
1. Análisis del texto
a. Elección y traducción del texto
i. Motivos de la delimitación
Este himno tiene su origen en la necesidad de defender la verdad de la
dignidad de Cristo como Dios y como hombre a la vez, frente a las falsas
doctrinas que habían comenzado a difundirse entre los colosenses.
Es un himno de suma importancia para la cristología paulina. Nos muestra el
sentido de Cristo en el entero de la creación. Es un himno que encontramos en
el Cántico de la Liturgia de Vísperas. Nos centra en la dignidad de Cristo en
su papel dentro de la obra creadora, conservadora y redentora del Padre. Así
como en su relación con la Iglesia, de la que es cabeza y fuente de su vida.
Las enseñanzas y prácticas falsas de Colosas estaban influyendo en los
habitantes de ese lugar y amenazando su fe. Presiones culturales similares
representan desafíos para los miembros de la iglesia en la actualidad.
Pablo escribe la carta a los Colosenses con motivo del riesgo que corre la fe de
esa comunidad, y trata de instruirles al respecto. Este himno abre la sección
doctrinal de la carta como la clave de interpretación y de lectura del resto del
escrito. Es de importancia capital al interno del cuerpo de la carta. Así como
los Colosenses, hoy tambien los cristianos de esta época nos vemos asediados
por corrientes e ideologías que buscan presentar al hombre la verdadera
sabiduría y el verdadero conocimiento basándose en razonamientos
meramente humanos. Sin embargo, para el cristiano la verdadera sabiduría
(sofia) y el verdadero conocimiento (epignosis) se encuentran en Cristo.
Estamos ante uno de los pasajes cristológicos más completos de todo el
epistolario paulino (quizá solo después de Filipenses), síntesis de las
prerrogativas de Cristo: con relación a Dios, a la creación, a la Iglesia. Este
texto nos recuerda que Cristo es el Señor del Universo.
Vivimos en un tiempo en que el hombre mira al universo con una mirada
profunda, que busca descubrir y considerar cómo todo tiene que ver con su
origen y su fin. El cristiano considera todos estos aspectos desde la óptica de
la revelación. El apóstol Pablo presenta a Jesucristo como la Cabeza suprema
de todas las cosas. Cristo es la plenitud, el pleroma, de Dios.
ii. Eventuales indicios de la crítica textual.

1
La Epístola a los Colosenses está escrita en el griego común, conocido como
koiné. El origen de esta forma de la lengua griega, se halla en el proyecto de
unificación de Grecia bajo Filipo de Macedonia. Aunque existen algunos
cambios con relación al griego clásico, las diferencias son mínimas, tales
como reducciones fonéticas de base dialectal jónica, pérdida progresiva de la
distinción de cantidades vocálicas, etc. El griego koiné, es una lengua cómoda,
flexible y perfectamente adaptada para expresar conceptos muy precisos. De
ahí que permaneciera junto con el latín como lengua de cultura y
comunicación en el Imperio Romano.
Como del resto de los escritos del Nuevo Testamento, no existe tampoco aquí
el original, esto es, el primer escrito salido directamente del autor. Las copias
existentes son varias y entre ellas se aprecian diferencias. Debe tenerse en
cuenta que para el Nuevo Testamento hay no menos de 5200 manuscritos y
entre ellos existen más de doscientas cincuenta mil variantes, acumuladas a lo
largo de los catorce siglos en que se han estado produciendo copias del texto
griego. A los errores propios de un sistema de copiado, se añadieron variantes
consecuentes con correcciones y adaptaciones producidas para determinados
lugares geográficos, como era el caso de Alejandría, Antioquia,
Constantinopla, Cartago, Roma, etc. en copias que se adaptaron en ocasiones
idiomáticamente para las grandes ciudades, dando origen a lecturas especiales.
El texto Alejandrino, el más antiguo para los escritos del Nuevo Testamento,
es considerado como uno de los más fiables y fieles en cuanto a la
conservación y preservación del texto original. Los dos testimonios derivados
del Alejandrino son el Códice Vaticano y el Códice Sinaítico, manuscritos en
pergamino de mediados del s. IV. Con la aparición de importantes papiros a lo
largo del s. XX, se puede afirmar que el Alejandrino alcanza a épocas con
mayor antigüedad, llegando a considerarse como del s. 11, más o menos hacia
el 125 d. C. El texto Bizantino, es el más reciente de los del Nuevo
Testamento. En éste se ha intentado pulir lo que pudiera representar alguna
forma ruda en el lenguaje, cambiando las lecturas discrepantes o divergentes
por otra expandida, armonizando los paralelos.
iii. Traducción del texto
15. ὅς ἐστιν εἰκὼν τοῦ θεοῦ τοῦ ἀοράτου, πρωτότοκος πάσης κτίσεως

2
16. ὅτι ἐν αὐτῷ ἐκτίσθη τὰ Πάντα ἐν τοῖς οὐρανοῖς καὶ ἐπὶ τῆς γῆς, τὰ ὁρατὰ
καὶ τὰ ἀόρατα, εἴτε θρόνοι εἴτε κυριότητες εἴτε ἀρχαὶ εἴτε ἐξουσίαι· τὰ πάντα
δι’ αὐτοῦ καὶ εἰς αὐτὸν ἔκτισται,
17. καὶ αὐτός ἐστιν πρὸ πάντων καὶ τὰ πάντα ἐν αὐτῷ συνέστηκεν.
18. καὶ αὐτός ἐστιν ἡ κεφαλὴ τοῦ σώματος, τῆς ἐκκλησίας· ὅς ἐστιν ἀρχή,
πρωτότοκος ἐκ τῶν νεκρῶν, ἵνα γένηται ἐν πᾶσιν αὐτὸς πρωτεύων,
19. ὅτι ἐν αὐτῷ εὐδόκησεν πᾶν τὸ πλήρωμα κατοικῆσαι
20. καὶ δι’ αὐτοῦ ἀποκαταλλάξαι τὰ πάντα εἰς αὐτόν, εἰρηνοποιήσας διὰ τοῦ
αἵματος τοῦ σταυροῦ αὐτοῦ, δι’ αὐτοῦ εἴτε τὰ ἐπὶ τῆς γῆς εἴτε τὰ ἐν τοῖς
οὐρανοῖς. 1
Para el presente trabajo se ha elegido el texto que ofrece la traducción de la
Biblia de Jerusalén, edición revisada y aumentada, de la editorial Descleeé de
Brouwer. Este ha sido el texto con el que se ha trabajado a lo largo del
semestre durante la clase. A continuación el texto traducido:
15 Él es la imagen de Dios invisible,
Primogénito de toda la creación,
16porque en él fueron creadas todas las cosas,
en los cielos y en la tierra,
las visibles y las invisibles,
tronos, dominaciones, principados, potestades,
todo fue creado en él y para él,
17él existe con anterioridad a todo,
y todo tiene en él su consistencia.
18Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia:
Él es el Principio,
el Primogénito de entre los muertos,
para que sea él el primero en todo.

1
https://www.logosklogos.com/interlinear/NT/Col
3
19pues Dios tuvo a bien hacer residir en él toda la plenitud,
20y reconciliar por él y para él todas las cosas,
pacificando, mediante la sangre de su cruz,
los seres de la tierra y de los cielos.
iv. Estructuración del texto
Una posible estructura es la que ofrece Biblia de Jerusalén, en la cual se nos
presenta el himno compuesto en dos estrofas, vv.15, 16ae y vv. 18bc, 19-20a.
Otra posible estructura es la que nos presenta Pastor Gutiérrez, sj, dividiendo
el himno en dos estrofas2:
15-17: Cristo como centro de la creación
18-20: Cristo como centro de restauración y unión universal.
Derivada de la anterior está la propuesta siguiente, elaborada a partir de un
análisis del texto en dos partes:
*15-17: se afirma que el señorío de Cristo abarca al cosmos en todo su
conjunto, como consecuencia de su acción creadora, ya que "todo ha
sido creado por él"(v.16).
*18-20: se refiere a la superioridad de Cristo en la "nueva creación" por
la gracia, es decir, en el orden de la redención sobrenatural: por medio
de su muerte en la Cruz todas las "potencias celestiales" han quedado
sometidas a su poder; ha reconciliado a los hombres y al mundo con
Dios; y tanto judíos como griegos han sido llamados a integrarse en un
solo cuerpo, la Iglesia, de la que Cristo es cabeza.
Finalmente podemos abordar el texto desde las funciones de Cristo:
15-17: Soberano
18-19: Cabeza
20: Reconciliador
2. Texto en sí mismo.
a. Análisis lingüístico-sintáctico.
2
La Sagrada Escritura. Texto y comentario por los profesores de la Compañía de Jesús. B.A.C. Madrid, 1965.
p. 821.
4
15. ὅς ἐστιν εἰκὼν τοῦ θεοῦ τοῦ ἀοράτου, πρωτότοκος πάσης κτίσεως
Construcción parentética referida al Hijo con ὅς, caso nominativo, masculino,
singular del pronombre relativo el cual; ἐστιν, tercera persona del singular del
presente de indicativo en voz activa del verbo ειµι, ser, aquí es; εἰκὼν, caso
nominativo, masculino, singular del sustantivo imagen; τοῦ, caso genitivo,
masculino, singular del artículo determinado declinado del; θεοῦ, caso
genitivo, masculino, singular del nombre divino Dios; τοῦ, caso genitivo,
masculino, singular del artículo definido el; ἀοράτου, caso genitivo,
masculino, singular del adjetivo invisible; πρωτότοκος, caso nominativo,
masculino, singular del adjetivo primogénito; πάσης, caso genitivo, femenino,
singular del adjetivo declinado de toda; κτίσεως, caso genitivo, femenino,
singular del sustantivo creación, criatura
16. ὅτι ἐν αὐτῷ ἐκτίσθη τὰ πάντα ἐν τοῖς οὐρανοῖς καὶ ἐπὶ τῆς γῆς, τὰ ὁρατὰ
καὶ τὰ ἀόρατα, εἴτε θρόνοι εἴτε κυριότητες εἴτε ἀρχαὶ εἴτε ἐξουσίαι· τὰ πάντα
δι’ αὐτοῦ καὶ εἰς αὐτὸν ἔκτισται,
Sigue con ὅτι, conjunción causal aquí con valor causal porque; ἐν, preposición
propia que rige dativo otra vez instrumental en; αὐτῷ, caso dativo, masculino,
singular de la tercera persona singular del pronombre personal él; ἐκτίσθη,
tercera persona del singular del aoristo primero de indicativo en voz pasiva del
verbo κτίζω, crear, con valor plural según el esquema ático fueron creadas; τὰ,
caso nominativo, neutro, plural del artículo definido lo, aquí las cosas; πάντα,
caso nominativo, neutro, plural del adjetivo indefinido todas; ἐν, preposición
propia que rige dativo de lugar en; τοῖς, caso dativo, masculino, plural del
artículo definido los; οὐρανοῖς, caso dativo, masculino, plural del sustantivo
cielos; καὶ, conjunción copulativa y; ἐπὶ, preposición propia que aquí rige
genitivo con el valor sobre; τῆς, caso genitivo, femenino, singular del artículo
definido la; γῆς, caso genitivo, femenino, singular del sustantivo tierra; τὰ,
caso nominativo, neutro, plural del artículo determinado lo, en sentido de las
cosas; ὁρατὰ, caso nominativo, neutro, plural del adjetivo visibles; καὶ,
conjunción copulativa y; τὰ, caso nominativo, neutro, plural del artículo
determinado lo, aquí también en sentido de las cosas; ἀόρατα, caso
nominativo, neutro, plural del adjetivo invisibles; εἴτε, conjunción disyuntiva
bien, ya sea; θρόνοι, caso nominativo, masculino, plural del sustantivo tronos;
εἴτε, conjunción disyuntiva bien, ya sea; κυριότητες , caso nominativo,
femenino, plural del sustantivo dominios; εἴτε, conjunción disyuntiva bien, ya
sea; ἀρχαὶ, caso nominativo, femenino, plural del sustantivo autoridades; εἴτε,
5
conjunción disyuntiva bien, ya sea; ἐξουσίαι, caso nominativo, femenino,
plural del sustantivo potestades; τὰ, caso nominativo, neutro, plural del
artículo definido lo, aquí en sentido de las cosas; πάντα, caso nominativo,
neutro, plural del adjetivo declinado todas; δι’, forma contracta de la
preposición δια, que rige genitivo a través, por medio; αὐτοῦ, caso genitivo,
masculino, singular del pronombre demostrativo que aquí funciona como
tercera persona singular del pronombre personal declinado de él; καὶ,
conjunción copulativa. y; εἰς, preposición de acusativo que indica dirección y
de ahí finalidad como en este caso, para; αὐτὸν, caso acusativo, masculino,
singular del pronombre demostrativo que aquí funciona como tercera persona
singular del pronombre personal él; ἔκτισται, tercera persona del singular del
perfecto de indicativo, voz pasiva del verbo κτίζω, crear, luego con el valor
plural mencionado anteriormente están creadas, han sido creadas.
17. καὶ αὐτός ἐστιν πρὸ πάντων καὶ τὰ πάντα ἐν αὐτῷ συνέστηκεν.
Se extiende aún con καὶ, conjunción copulativa y; αὐτός, caso nominativo,
masculino, singular del pronombre intensivo él; ἐστιν, tercera persona del
singular del presente de indicativo en voz activa del verbo ειµι, ser, existir,
aquí es; πρὸ, preposición propia de genitivo antes de; πάντων, caso genitivo,
neutro, plural del adjetivo indefinido todo, aquí con sentido de todas las cosas;
καὶ, conjunción copulativa y; τὰ, caso nominativo, neutro, plural del artículo
definido lo; πάντα, caso nominativo, neutro, plural· del adjetivo declinado
todos, que unido al artículo equivale a todas las cosas; ἐν, preposición que rige
dativo instrumental en; αὐτῷ, caso dativo de la tercera persona singular del
pronombre personal él; συνέστηκεν, tercera persona del singular del perfecto
de indicativo en voz activa del verbo συνίστηµί, literalmente en castellano
consistir, luego en sentido plural tienen consistencia, consisten.
18. καὶ αὐτός ἐστιν ἡ κεφαλὴ τοῦ σώματος, τῆς ἐκκλησίας· ὅς ἐστιν ἀρχή,
πρωτότοκος ἐκ τῶν νεκρῶν, ἵνα γένηται ἐν πᾶσιν αὐτὸς πρωτεύων,
Comienza repitiendo lo del versículo anterior con καὶ, conjunción copulativa
y; αὐτός, caso nominativo, masculino, de la tercera persona singular del
pronombre él; ἐστιν, tercera persona del singular del presente de indicativo en
voz activa del verbo ειµι, ser, estar, luego es; ἡ, caso nominativo, femenino,
singular del artículo definido la; κεφαλὴ, caso nominativo, femenino, singular
del sustantivo cabeza; τοῦ, caso genitivo, neutro, singular del artículo definido
lo, luego declinado del; σώματος, caso genitivo, neutro, singular del sustantivo

6
cuerpo; τῆς, caso genitivo, femenino, singular del articulo definido la
declinado de la; ἐκκλησίας, caso genitivo, femenino, singular del sustantivo
iglesia; ὅς, caso nominativo, masculino, singular del pronombre relativo el
cual; ἐστιν, tercera persona del singular, presente, indicativo, voz activa del
verbo ειµι, ser, aquí es; ἀρχή, caso nominativo, femenino, singular del
sustantivo comienzo, principio; πρωτότοκος, caso nominativo, masculino,
singular del adjetivo primogénito; ἐκ, preposición de genitivo aquí indicando
procedencia de, de entre; τῶν, caso genitivo, masculino, plural del articulo
determinado el, aquí los; νεκρῶν, caso genitivo, masculino, plural del adjetivo
muertos; ἵνα, conjunción final para que; γένηται, tercera persona singular del
aoristo segundo de subjuntivo en voz media del verbo γίνομαι, llegar a ser,
aquí sea, llegue a ser; ἐν, preposición que rige dativo de relación en; πᾶσιν,
caso dativo, neutro, plural del adjetivo todo aquí en sentido de todas las cosas;
αὐτὸς, caso nominativo masculino de la tercera persona singular del
pronombre personal él mismo; πρωτέυων, caso nominativo, masculino,
singular del participio de presente en voz activa del verbo πρωτεύω, ser el
primero, aquí el que tiene el primer lugar, el primero.
19. ὅτι ἐν αὐτῷ εὐδόκησεν πᾶν τὸ πλήρωμα κατοικῆσαι
Prosigue con ὅτι, conjunción aquí con valor causal porque; ἐν, preposición
que rige dativo de posición en; αὐτῷ. caso dativo, masculino, singular de la
tercera persona singular del pronombre personal él; εὐδόκησεν, tercera
persona singular del aoristo primero de indicativo en voz activa del verbo
εὐδόκέω, tener placer, luego plugo, agradó; πᾶν, caso acusativo, neutro,
singular del adjetivo todo, aquí toda; τὸ, caso acusativo, neutro, singular del
artículo determinado lo, aquí la; πλήρωμα, caso acusativo, neutro, singular del
sustantivo plenitud; κατοικῆσαι, aoristo primero de infinitivo en voz activa del
verbo κατοικέω, habitar, aquí que habitase, habitase.
20. καὶ δι’ αὐτοῦ ἀποκαταλλάξαι τὰ πάντα εἰς αὐτόν, εἰρηνοποιήσας διὰ τοῦ
αἵματος τοῦ σταυροῦ αὐτοῦ, δι’ αὐτοῦ εἴτε τὰ ἐπὶ τῆς γῆς εἴτε τὰ ἐν τοῖς
οὐρανοῖς.
Continúa con καὶ, conjunción copulativa y; δι’, forma contracta de la
preposición δια, que rige genitivo a través, por medio; αὐτοῦ, caso genitivo,
masculino, de la tercera persona singular del pronombre personal declinado de
él; ἀποκαταλλάξαι, aoristo primero de infinitivo en voz activa del verbo
ἀποκαταλλάσσω, reconciliar; τὰ, caso acusativo, neutro, plural del artículo

7
definido lo; πάντα, caso acusativo, neutro, plural del adjetivo todo, aquí en
sentido de todas las cosas; εἰς, preposición propia de acusativo hacia, para,
con; αὐτόν, caso acusativo, masculino, de la tercera persona singular del
pronombre personal él; εἰρηνοποιήσας, caso nominativo, masculino, singular
del participio de aoristo primero en voz activa del verbo εἰρηνοποιέω, hacer la
paz, luego habiendo hecho la paz, haciendo la paz; διὰ, preposición que con
genitivo indica por medio, a través de; τοῦ, caso genitivo, neutro, singular del
artículo definido lo, luego aquí declinado de la; αἵματος, caso genitivo, neutro,
singular del sustantivo sangre; τοῦ, caso genitivo, masculino, singular del
artículo definido el, luego aquí declinado de la; σταυροῦ, caso genitivo,
masculino, singular del sustantivo cruz; αὐτοῦ, caso genitivo, masculino,
singular del pronombre personal declinado de él; δι’, forma contracta de la
preposición δια, que rige genitivo a través, por medio; αὐτοῦ, caso genitivo,
masculino, de la tercera persona singular del pronombre personal declinado de
él; εἴτε, conjunción disyuntiva bien, ya sea; τὰ, caso acusativo, neutro, plural
del artículo definido lo, con el significado las cosas; ἐπὶ, preposición que aquí
rige genitivo con el sentido en; τῆς, caso genitivo, femenino, singular del
artículo definido la; γῆς, caso genitivo, femenino, singular del sustantivo
tierra; εἴτε, conjunción disyuntiva bien, ya sea; τὰ, caso acusativo, neutro,
plural del artículo definido lo, con el significado las cosas; ἐν, preposición que
rige dativo locativo en; τοῖς, caso dativo, masculino, plural del artículo
definido los; οὐρανοῖς, caso dativo, masculino, plural del sustantivo cielos.
b. Análisis semántico.
El himno descubre la grandeza de Cristo, tanto en el orden de la creación
como el de la redención, dándole los títulos de Primogénito de toda creación
(v. 15) y Primogénito de entre los muertos (v. 18).
él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda criatura (v.15).
Primero hace referencia a Dios Padre y después al mundo creado. La frase
imagen del Dios invisible expresa la relación de semejanza y dependencia de
Cristo con respecto a Dios. En Gen 1,26 se dice que el hombre es “imagen de
Dios” y en 1 Cor 11,7 Pablo llama al hombre “imagen y gloria de Dios”; la
semejanza, en el caso del hombre, se basa en la voluntad de Dios, mientras
que la semejanza de Cristo con Dios se basa, en cambio, en su filiación divina.
Decir que el Hijo es "imagen del Dios invisible" indica la consubstancialidad
entre el Padre y el Hijo. Expresa además la distinción entre el Padre y el Hijo

8
pues nadie es imagen de sí mismo. La revelación más alta de Dios la realiza el
Hijo de Dios por su Encarnación.
Pablo sabe que el primogénito entre los judíos es quien tiene la primacía de
dignidad y del derecho. Jesucristo es Dios, y por ello, tiene la primacía de toda
criatura.
porque en él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las
visibles y las invisibles, tronos, dominaciones, principados, potestades: todo
fue creado por él y para él (v.16)
Se establecen las relaciones entre Cristo y los seres creados por medio de
expresiones que incluyen la idea de cierta causalidad: «en Él» (ἐν αὐτῷ), es
decir en el Hijo, y también «por medio de Él» (δι’ αὐτοῦ), de Dios Hijo, que
crea todos los seres y «hacia Él» (εἰς αὐτὸν), como fin último de todo.
él existe con anterioridad a todo, y todo tiene en él su consistencia. (v.17)
Que todo tenga en él su subsistencia significa que por Él son conservadas en el
ser todas las cosas. Pablo subraya esta doctrina para poner al descubierto los
errores que presentaban a Jesús como una criatura intermedia entre los seres
corporales y los espirituales, y por tanto, inferior a los ángeles.
él es también la cabeza del cuerpo, de la Iglesia; él es el Principio, el
Primogénito de entre los muertos, para que sea él el primero en todo (v.18)
La segunda parte del himno vuelve a considerar la primacía de Jesucristo
desde una perspectiva nueva: la "regeneración" de la humanidad y del mundo.
Por cabeza podemos entender un principio de autoridad y de vitalidad. κεφαλὴ
es la parte más noble y elevada de todo ser vivo, entendemos así el sentido
primacial en el texto. Además, y especialmente en el ámbito médico, la cabeza
es considerada como el centro vital del cuerpo.
Pues Dios tuvo a bien hacer residir en él toda plenitud (v.19)
La palabra πλήρωμα, "plenitud", la podemos entender de dos maneras:
activamente como “lo que llena” o “lo que completa”; así se puede llamar
pleroma, a todo el conjunto de componentes que disponen a una nave para
zarpar (instrumentos, mercancías, tripulación). El otro sentido de la palabra es
pasivo e indica “lo llenado” o “lo completo”, siguiendo el mismo ejemplo, la
nave es pleroma cuando está equipada. Cristo es "plenitud" (en sentido pasivo)
de la divinidad porque está lleno de todas las perfecciones de la esencia
9
divina; a la vez es plenitud, en sentido activo, de la Iglesia y de toda la
creación. El mundo se acerca a su plenitud en la medida que refleja la
impronta divina con la que fue sellado desde el comienzo.
Y reconciliar por él y para él todas las cosas, pacificando, mediante la sangre
de su cruz, los seres de la tierra y de los cielos (v.20)
Puesto que Cristo tiene la primacía sobre todas las realidades creadas, el Padre
quiso, por medio de él, reconciliarlas todas consigo. El pecado trajo como
consecuencia la separación de Dios y los hombres y la ruptura del orden que
había al comienzo. Cristo restablece la paz derramando su sangre en la Cruz.
Esto abarca a toda la creación. El que en un principio creó todas las cosas en
el cielo y en la tierra ha restablecido ahora la paz entre todas las criaturas.
La capitalidad de Jesucristo sobre el cosmos no radica únicamente en su ser,
como Dios y Hombre, sino también en su actividad soteriológica, cuya
culminación se alcanzará cuando se complete la recapitulación de todas las
cosas en Cristo. Otra dimensión de la capitalidad de Cristo es su ser "caput" de
su Cuerpo, que es la Iglesia. Suele decirse, a partir de San Tomás, que la
capitalidad de Cristo sobre la Iglesia consta de tres elementos: la primacía, la
perfección y el influjo vital.
c. Análisis literario
El lenguaje compacto es característico en griego de la prosa desarrollada
artísticamente, mientras que el estilo continuo es característico del leguaje del
pueblo llano, poco sofisticado en todos los tiempos, tanto de la prosa griega
más antigua como de las secciones narrativas del Nuevo Testamento en
general. Estas últimas se conforman notablemente al estilo semítico, como
ocurre en el texto, propio del autor, construyendo de este modo: a una primera
idea, completa en sí misma, se le agrega una segunda similar, conectada
usualmente por la conjunción και, y, luego una tercera, y así sucesivamente.
Esta forma de construir genera un estilo monótono, uno de cuyos ejemplos
está en la narrativa de Marcos, y no es infrecuente en Mateo, Lucas y Juan.
Otra forma de estilo continuo es aquella en la primera oración se extiende por
medio de una frase de participio, o una construcción similar. Esta es una
forma muy habitual en Pablo, que usa en largas porciones de Efesios. Este
modo no admite expectativa de conclusión y es aún más tedioso y mucho
menos lúcido que la simple conjunción de oraciones con και, y.

10
Además de la conexión de elementos por medio de conjunciones, relativos,
participios subordinados, etc. aún queda en la redacción el estilo paratáctico,
desconectado (asindético). Una forma de expresión semejante resultaba hasta
repugnante al estilo del griego ya se trate de que los miembros unidos por
asíndeton sean oraciones enteras o meramente palabras. Su uso es limitado en
el Nuevo Testamento, apareciendo mayoritariamente en los escritos de Pablo.
Conviene aquí apuntar los paralelismos encontrados en los siguientes lugares:
"Él es", en el v. 15 y en el v. 18; así también los calificativos el primogénito v.
15 y v. 18; porque/pues en él v. 16 y v. 19; en los cielos y en la tierra, v. 16 y
v. 20.
d. Estilo y género literario.
Este pasaje tiene una profunda cualidad de himno. Continúa la oración que
empezó en el v. 12. Aunque no sea tan claro si comienza en el v. 13 o, como
parece más probable, en el v. 15. Tampoco es del todo evidente cuál es el
origen exacto y el contexto original del mismo. Posiblemente sea litúrgico-
bautismal, con raíces judeocristianas. Las razones de critica interna para llegar
a esta conclusión son, entre otras, la repetición de términos, las expresiones
ajenas a la tradición paulina y la frecuencia de oraciones de relativo con "es" a
continuación.
Para una comprensión global del himno dentro de la carta, parece adecuado
tener presentes las otras ideas que el autor irá mencionando y aun
desarrollando en el resto del escrito y que, muy verosímilmente, tenía en su
mente cuando insertaba el himno en este comienzo. Este himno desarrolla
algunos temas cristológicos apuntados en ciertos pasajes paulinos, como 1 Co
8,6 en cuanto a la creación o 1 Co 15,20 en lo referente a Cristo resucitado. De
ahí que sea muy importante para la cristología paulina.
Todo este himno tiene una perspectiva universal y cósmica muy notable. Se
percibe, entre otras cosas, por la insistencia en los adjetivos "todas" y "todo",
que aparecen seis veces en estos pocos versículos, aunque hay puntos más
relativos a la humanidad, sobre todo en la segunda parte. El himno muestra
una cristología muy desarrollada, que implica una relación de Jesucristo con el
Padre de unas características peculiares y únicas.
3. Texto en su contexto literario.
a. Contexto literario inmediato

11
Este himno cristológico tiene su origen en la necesidad de defender la verdad
de la eminente dignidad de Cristo como Dios y como hombre a la vez, frente a
las falsas doctrinas que habían comenzado a difundirse entre los colosenses.
Es un canto al Hijo de Dios hecho hombre. Viene precedido por una acción de
gracias y oración. Como siempre, éstas anticipan mucho de lo que está en la
carta. La acción de gracias enfatiza el hecho de que la fe y el amor ya están
presentes en los colosenses. La oración pide la sabiduría y el entendimiento
del Espíritu para que puedan vivir vidas dignas de Cristo, hecho posible
gracias al poder de Dios. Nótese cómo al final la oración da lugar una vez más
a la acción de gracias (12), que luego se desvanece en una declaración que da
la razón de ello: la redención del Hijo de Dios para participar de su herencia.
Después del himno encontramos el papel de Pablo. En el párrafo hay dos
temas vinculados entre sí. Por un lado, se presentan los trabajos y
padecimientos del predicador en favor de la comunidad, como un elemento
importante de su actividad. El otro tema es precisamente la revelación de este
misterio, contrapuesta al anterior desconocimiento. Si recordamos todo lo que
ha dicho el autor anteriormente acerca de la figura de Cristo y su significación
soteriológica para el cosmos y la humanidad, se comprende fácilmente que lo
llame aquí "Misterio". Se trata de un párrafo que pone de manifiesto la
conexión entre la actividad apostólica en el contexto eclesial y la
comunicación de Cristo a todos los seres humanos, superando todo
particularismo.
b. Contexto literario amplio
La característica principal de este texto es su cristología. Todos los problemas
que surgían de las enseñanzas erróneas afectaban directamente al menoscabo
de Jesucristo, rebajándolo de su posición de único Mediador entre Dios y los
hombres. La intención del apóstol es dejar firmemente establecido la absoluta
suficiencia de Cristo y su preeminencia sobre todo y sobre todos, único en
quien habita corporalmente toda la plenitud de la divinidad. En este escrito se
destaca la función de Señor que Cristo ejerce en relación con todo el universo
y toda la creación.
4. Estudio del texto en su contexto histórico
a. Unidad del texto
Unida a la cuestión de la autenticidad está la de si Colosenses fue un escrito
ficticio, redactado en forma de carta para combatir dificultades, allí donde se
12
dieran, o si realmente fue un escrito que se envió a unos destinatarios
concretos con una finalidad concreta, tal como acabamos de decir. Entre una
hipótesis y otra caben respuestas intermedias, como la de que fuera una carta,
pero no enviada precisamente a los colosenses, sino a otros cristianos más o
menos cercanos, y otras análogas.
Dadas las características del escrito, su estilo directo, las alusiones a detalles y
problemas concretos (p.e. 2,1.8.16.20-23), las menciones de Laodicea (2,1;
4,13-16) o Hierápolis (4,13) y otras abundantes relativas a personajes
determinados y conocidos (Epafras en 1,7 y 4,12; Tíquico en 4,7; Onésimo en
4,9; Aristarco, Marcos, Jesús el Justo, Lucas, Demás y Arquipo en 4,10-17),
demasiado sofisticadas para una argumentación que sugiera su carácter
ficticio, parece, como decíamos al comienzo de esta introducción, que se trata
de una caria real escrita en nombre de Pablo, aunque probablemente no por
encargo directo del Apóstol, para afrontar dificultades surgidas entre algunas
comunidades del valle del Lico.
Por un lado, Colosenses presenta algunos paralelos con la caria a Filemón; por
otro, comparte ciertos rasgos con Efesios. En ese sentido constituye una
especie de "puente" entre la correspondencia claramente auténtica de Pablo y
la deuteropaulina, independientemente de la postura que se adopte sobre la
autenticidad.
Un argumento en contra de la autoría de Pablo descansa en la aparente
dependencia literaria de la Carta a Filemón. En primer lugar por los muchas
personas que se citan en Colosenses y que parecen tomarse de la carta a
Filemón. No puede olvidarse que Filemón era miembro de la iglesia en
Colosas, de modo que en escritos dirigidos a quienes pertenecen a la misma
comunidad y conocen las mismas personas, es lógico, por tanto, que se
mencionen los mismos nombres.
Respecto al estilo y vocabulario, hay quienes justifican su negativa de la
autoría que el estilo y el vocabulario no concuerdan con las cartas auténticas
de Pablo. Para ello dicen que falta el apelativo hermanos, que figura
frecuentemente en los escritos auténticos de Pablo. Esa falta se aprecia
también en Efesios y en las pastorales. Además, consideran que el estilo es
recargado, muy diferente del que aparece en las cartas auténticas, pero muy
semejante al de escritos cristianos posteriores. Muestra de ese estilo diferente
son las frases largas como es la de 1, 9-20, que es una sola frase en el texto

13
griego; así como la acumulación de sinónimos como ocurre en 1, 9, 22, o de
genitivos como en 2,2, 12, o de relativos y de participios como en 1,3-8 y 2,6-
15. Ese estilo dificulta también la comprensión del escrito. La falta del
vocativo hermanos, no es un argumento sólido, puesto que el estilo de la carta,
el tiempo de redacción, el lugar donde se produjo, las razones del escrito, etc.
no exigen su uso. Sin embargo, el término aparece en el exordio (1,2).
Téngase en cuenta que un autor varía el estilo de sus escritos según convenga.
Se cita también como base de la teoría contra la autoría de Pablo, que hay en
Colosenses palabras que no figuran en el resto de los escritos auténticos de
Pablo, estos hápax legómena, son concretamente cuarenta y ocho, en relación
con los escritos paulinos y treinta y tres con el Nuevo Testamento. Las
palabras son usadas conforme conviene a la argumentación o enseñanza que
las contiene. Pablo está abordando en la Epístola asuntos de herejías y
problemas que surgen de un contexto filosófico y, especialmente, del
incipiente movimiento gnóstico, de ahí que tenga que usar términos
correspondientes a la apologética para esos temas, lo que necesariamente le
lleva a usar términos que no fueron necesarios antes.
b. Época y autor
Por el relato de Hechos, Lucas presenta a Pablo evangelizando la provincia de
Frigia en dos ocasiones. En la primera pasó por la región norte al dirigirse de
Pisidia a Galacia (Hch 16,6); en la segunda cursó una breve visita a las
iglesias resultado de su trabajo de evangelización en el viaje anterior (Hch
18,23). Sin embargo, parece probado que Pablo no estuvo nunca en Colosas
debido a lo que encontramos en 2,1, por tanto, no pudo haber sido fundada por
él directamente. La iglesia allí establecida fue obra personal de Epafras. A él
se refiere en la Epístola, cuando escribe en 1,5-7. Con toda razón se le puede
considerar como fundador, quien sostenía continua oración por todos los
creyentes, no sólo de Colosas sino de las ciudades próximas, Laodicea y
Hierápolis (4,12-13).
Epafras había venido a Roma a dar cuenta a San Pablo del estado de la
comunidad colosense y a pedirle consejo y ayuda moral contra las malsanas
doctrinas de quienes perturbaban la paz y el fervor de los recién convertidos.
Bien convencido estaba Epafras del profundo interés del Apóstol por el bien
espiritual de los fieles. Las noticias que le traían a Roma eran en verdad muy
consoladoras: los colosenses hacían notables progresos en la fe, en la caridad;

14
pero el cuadro luminoso de las virtudes cristianas presentaba las manchas de
falsas doctrinas, de jactanciosos pseudodoctores y perturbadores del bienestar
de la Iglesia. San Pablo, o bien movido espontáneamente por el deseo de
remediar tan funesto mal, o bien a petición del mismo Epafras, escribió esta
carta, cuyo portador es Tíquico (4,7; Hch 20,4), uno de sus fieles discípulos.
Epafras queda en Roma asistiendo al Apóstol en su prisión (4,12). La orden de
San Pablo de que la carta sea leída a la cristiandad de Laodicea da a entender,
según parece, que esta comunidad adolecía, en cierto sentido, de los mismos
males doctrinales (4,16).
La iglesia se congregaba en las casas de algunos de los miembros. Una de
ellas era la de Filemón (Flm 1,2). En el mismo versículo antes citado se
mencionan juntos a tres creyentes de Colosas: Filemón, Apia y Arquipo. En la
Epístola se menciona a Arquipo como miembro de la iglesia en Colosas (4,
17), siendo uno de los tres a quienes se dirige la Carta a Filemón.
Tradicionalmente se ha dicho que Pablo escribió Colosenses. Pero en la
actualidad no es tan evidente esta afirmación. Las razones a favor de la
autenticidad son la constante tradición, la coherencia en varias concepciones
con el pensamiento indiscutiblemente paulino y el hecho de que el valle donde
se encuentra Colosas fuera destruido por un terremoto en año 61; la ciudad
habría quedado desierta durante un tiempo (de hecho fue reconstruida algo
más tarde) y ello implicaría que, probablemente, la carta se habla dirigido a
Colosas antes de tal destrucción, todavía en vida de Pablo. Las razones en
contra de la autenticidad son las que normalmente se aducen: vocabulario
diferente y distinto estilo del de las cartas indiscutidamente paulinas;
concepciones teológicas también un poco diversas en algunos puntos
importantes de cristología, eclesiología y escatología.
En conjunto parece algo más probable, por las diferencias apuntadas, que no
fue Pablo el autor directo de la carta; pero en este caso, y teniendo presentes
las coincidencias con el pensamiento paulino, se puede pensar, más
verosímilmente que en otros casos, que un discípulo inmediato de Pablo
redactó el escrito muy poco después de la muerte del Apóstol o en vida de
éste. Otra posibilidad entre las tantas que se ofrecen es que esa persona
hubiese utilizado algún escrito o notas de Pablo para escribir su carta. Pero se
trata de hipótesis.

15
En todo caso, el autor ha querido aprovechar la autoridad de Pablo para
combatir algunas desviaciones que se dieron, al parecer, en esta zona. De
hecho, pretende asumir la personalidad del Apóstol y habla en primera
persona (1,1.24-25; 2,1).
Si se considera auténtica y se tienen también en cuenta sus relaciones con
Filemón, habría que colocar la fecha de Colosenses hacia el final de la vida de
Pablo, es decir, en torno al año 60. Pero, si, como es más probable, es
deuteropaulina, hay que pensar en una fecha más tardía. Dada la dependencia
de este escrito por parte de Efesios, habría que situarlo antes. Se fija Efesios
hacia finales del s. I, muy convencionalmente entre el 70 y 90. En ese caso,
habría que hablar para Colosenses de una fecha a partir del año 65 y siempre
un poco anterior a la que se asigne a Efesios. Probablemente hay que preferir
la más antigua, dado que Colosenses, a diferencia de su pariente Efesios,
parece más bien una carta real, cuyo autor intenta aprovechar más
directamente la autoridad y prestigio de Pablo, en cuyo caso no debería
colocarse demasiado lejos de su existencia histórica.
Por lo que se refiere al lugar de composición, las precisiones son igualmente
mínimas. Cuatro de los escritos del apóstol Pablo se conocen como escritos de
la prisión, o mejor técnicamente escritos del cautiverio, porque fueron
redactados durante un tiempo en que estaba preso, o tal vez más
concretamente, detenido, pero no necesariamente en prisión, sino en una casa
de alquiler en la ciudad de Roma (Hch 24,27). Estos escritos son las cartas a
Efesios, Filipenses, Colosenses y Filemón.
Es evidente que los escritos del cautiverio pudieron haberse producido en
otros lugares además de Roma, para los que se presentan argumentos de
apoyo. Uno de ellos sería Cesarea, proponiéndose que Onésimo, el esclavo
convertido, pudo haber huido desde Colosas y refugiarse en la ciudad, aunque
un argumento como este resulta muy débil puesto que pudiera aplicarse a otros
lugares como Éfeso e incluso, como lo más probable, Roma, donde por el
tamaño de la ciudad podría pasar más desapercibido. Pablo estuvo preso en
Cesarea durante un tiempo aproximado al de Roma y en las condiciones
semejantes, por tanto, bien pudo haber producido los escritos de la prisión,
desde este lugar.
Otra propuesta para el lugar de los escritos de la prisión es Éfeso. Ésta
descansa esencialmente en algunas frases de los escritos paulinos en las que

16
hace referencia a conflictos y, en cierta medida, a un tiempo de prisión en
Éfeso. También podría hablarse de Éfeso, dado que era el centro cristiano
cercano más importante en esa zona y época, pero no encontramos datos más
concretos.
Finalmente, está la propuesta de que los escritos de la prisión fueron
producidos en Roma, donde Pablo estuvo preso por dos años, detenido en una
casa de alquiler en donde tenía plena libertad para recibir a todos y predicar el
evangelio (Hch 28,30-31). Algunos de los que acompañaron al apóstol hasta
Roma, son mencionados en los escritos de la prisión, como es el caso de Lucas
cuya presencia con el apóstol está atestiguada en su propio relato (Hch 27-28),
mencionado en Filemón 24, y Colosenses 4,14. Igual ocurre con Aristarco
(Hch 27,2), citado también en el mismo texto de la carta a Filemón y en
Colosenses 4,10. No debe olvidarse que el apóstol hace referencia en uno de
esos escritos al pretorio y a los creyentes pertenecientes a la casa de César (Fil
1, 13; 4,22).
Con todo, es necesario decir que la probable inautenticidad en nada
menoscaba la inspiración y canonicidad del escrito.
c. Historicidad
Colosas era una de las ciudades que se establecieron a orillas del rio Lico,
próxima a las de Laodicea y Hierápolis, con las que mantenía continuas
relaciones sociales y comerciales, de ahí que Pablo les pida a los colosenses
que saludasen a los hermanos de esas otras dos ciudades (4,15-16). Laodicea
estaba a unos 16 km. y Hierápolis a unos 20. Las tres ciudades formaban parte
de la provincia romana de Frigia, en el Asia Menor. En tiempos de Pablo, la
población de la ciudad estaba formada mayoritariamente por frigios, si bien
había también grupos importantes de griegos y de judíos. Se consideraba la
población como laboriosa y también culta, muy dados a cultos y propensos a
teorías, por lo que las escuelas gnósticas enseñaron a muchos sus principios.
La ciudad estaba bajo jurisdicción romana, formando parte de la provincia de
Asia. En la provincia romana de Frigia se establecieron varias iglesias
cristianas, aunque a muchas de ellas no se las menciona en escritos
apostólicos. Estas iglesias estaban muy vinculadas entre ellas. Frigia fue una
antigua región de Asia Menor que ocupaba la mayor parte de la península de
Anatolia. Este país, donde se encontraba Colosas, era famoso como lugar de
culto de los misterios frigios. La principal diosa era Cibeles, la Magna Mater,

17
una diosa de la fertilidad. Estaba asociada con su hijo y esposo el dios sol al
que los griegos llamaban Adonis. En los tiempos primeros del cristianismo,
muchas supersticiones e incluso herejías que entraron en la Iglesia, tenían
origen en las creencias frigias.
En cuanto a la sociedad judía afincada en la ciudad, se asentó allí desde el
tiempo en que Atíoco el Grande (223-187 a.C.) estableció en la región a dos
mil familias de Babilonia en Lidia y Frigia, para apoyar su dominio sobre la
región. Esos judíos se multiplicaron y extendieron por toda la zona
montañosa. Entre los judíos que estuvieron en Pentecostés, en el año de la
muerte de Cristo, había judíos de Frigia (Hch 2,10).
5. Relectura.
a. Exégesis bíblica.
ὅς ἐστιν εἰκὼν τοῦ θεοῦ τοῦ ἀοράτου
Pablo inicia la enseñanza sobre Jesucristo, afirmando que es la imagen del
Dios invisible, literalmente el cual es. Como primer predicado de Cristo
aparece el de imagen invisible. El concepto de imagen expresa la idea de
semejanza reveladora, de modo que la imagen es la revelación visible de
aquello que representa. En este sentido considera a Cristo en un doble aspecto
de revelación, como imagen: a) en relación con Dios Padre, al decir que es
"imagen del Dios invisible"; b) en relación con el cosmos, en cuanto que Él es
"primogénito de toda creación". La primera dificultad que conlleva el que
Cristo sea la "imagen del Dios invisible", es que en un hombre, aunque
concebido de forma única por obra del Espíritu, que tiene todas las
propiedades y componentes del hombre, pueda expresar la infinita grandeza
del Dios invisible en su "cuerpo de carne". El término imagen no es una
manifestación aproximada como ocurre con una fotografía o una estatua, sino
que al ser engendrado el Logos por vía mental, como Verbo expresado por el
Padre, no puede sino manifestar al Padre con absoluta fidelidad en virtud de su
procesión de Él y como término absoluto del principio que es el Padre. Por
esta razón el Hijo no puede ser sino la imagen perfectísima del Padre. Cristo
es en su dimensión divino-humana, la misma imagen de Dios.
Sintéticamente el sentido global es éste: el Hijo es presentado como imagen de
Dios y modelo de la creación. En términos simples: como si Dios, al crear,
primero hubiese pensado en su Hijo encarnado y, conforme a ese modelo,
reflejo e imagen de sí mismo, hubiese formado a las criaturas. Se podría ver
18
una especial referencia a los seres humanos, tanto en el empleo del término
"imagen de Dios", en que puede resonar Gn 1,26-27, como en el hecho de que
el Hijo se haga hombre.
Escribía Gregorio Nacianceno:
"Se le llama imagen porque es consubstancial y porque, en cuanto tal, procede
del Padre, sin que el Padre proceda de Él. La naturaleza de una imagen
consiste, en efecto, en ser una imitación del arquetipo del que se dice imagen.
Con todo, aquí hay algo más; pues, en este caso, tenemos la imagen inmóvil
de un ser que se mueve; pero en el caso del Hijo tenemos la imagen de un ser
vivo, una imagen que tiene más semejanza con su modelo que la tenía Set con
Adán y la que tiene cualquier ser engendrado con su progenitor; tal es, en
efecto, la naturaleza de los seres simples, que no puede ser semejante en un
sentido y no serlo en otro, sino que debe ser perfecta representación de un ser
perfecto”3
πρωτότοκος πάσης κτίσεως
La segunda verdad tiene que ver con el hecho de que Jesucristo es el
primogénito de toda creación. De otro modo, esa es la relación con el mundo
creado. Pablo le llama aquí πρωτότοκος, predicado adjetivo sin artículo. Esta
fue una expresión fundamental en la controversia arriana, sustentada por sus
seguidores, quienes pretendía demostrar que Jesucristo no es eterno, sino que
fue la primera creación de Dios. Sin embargo, al ser un predicado sin artículo
no se puede referir a origen, en el sentido de la primera criatura creada, sino a
causa de toda la creación y razón de ser de la misma. El calificativo está
plenamente ligado a la prioridad de tiempo.
Cristo encarnado es heredero y dueño absoluto de todo lo creado. Primogénito
en el Antiguo Testamento es expresión para referirse al hijo amado que
mantenía la primacía de honor entre el resto de los hermanos. Cristo es el Rey
heredero de todo. A esto corresponde el título mesiánico del Salmo citado en
el párrafo anterior. Quien es Unigénito, no puede dejar de ser Primogénito,
porque al único Hijo de esa condición le corresponde todo el honor y toda la
herencia, porque no hay otro heredero.
Cuando Pablo le llama primogénito de la creación, no está refiriéndose a
origen de existencia, sino a la razón esencial que la hizo posible. No se trata
3
Gregorio Nacianceno. Discurso teológico 30, 20.
19
de que el que es imagen de Dios, sea el primero de las criaturas, sino todo lo
contrario, todas ellas existen por la causa generacional creadora que las
originó que es Cristo mismo. Al ser el primogénito de toda la creación, se
pone de manifiesto que es otro distinto a toda la creación, por tanto, el Hijo de
Dios, no puede ser una criatura, sino el principio creador que las origina.
ὅτι ἐν αὐτῷ ἐκτίσθη τὰ πάντα
Luego de presentar a Cristo como imagen de Dios y situarlo como razón de
ser de la creación, pasa a presentarlo como Creador de todo cuanto existe. No
hace distinción entre cosas materiales o espirituales, simplemente con una
construcción con el artículo neutro τὰ, y el adjetivo indefinido πάντα, que
viene a significar todas las cosas, esto es, todo cuanto existe.
Esta verdad de Jesucristo como Creador, no es una idea novedosa de la mente
del apóstol Pablo, sino una verdad enunciada en distintos lugares de la
Escritura. El apóstol Juan lo dice con otras palabras: "Todas las cosas por Él
fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho" (Jn 1,3). De
otro modo, no hay nada que viniese a la existencia sin la acción creadora del
Hijo de Dios. No solo por la autoridad omnipotente que le corresponde a su
condición de Persona Divina, sino como enseña aquí el apóstol, como causa
originadora y sustentadora de la creación. La razón que permite a Cristo ser el
Creador está en que "Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda
creación" (v. 15). El Hijo es el primogénito de toda creación que siendo un
predicado sin artículo no puede referirse a origen, en el sentido de ser la
primera criatura creada, sino la causa de toda la creación. El Hijo es el Agente
ejecutor de la trina Deidad en la obra creadora.
La creación no surgió por medio de Él, sino en Él mismo, es decir, con
relación al Hijo, Él es la causa originaria de toda la creación. No se trata de
que el Hijo fuese modelo o paradigma de todo lo creado, sino centro de unidad
y cohesión en lo que todo adquiere su verdadero valor y realidad. La creación
tiene en el Hijo lugar de encuentro y razón de ser. La tercera grandeza de
Cristo a la que se refiere el apóstol, luego de enseñar que es la imagen del
Dios invisible, y el primogénito de toda creación, es su condición Creador de
todo.
πάντα ἐν τοῖς οὐρανοῖς καὶ ἐπὶ τῆς γῆς, τὰ ὁρατὰ καὶ τὰ ἀόρατα

20
Un segundo elemento de la cláusula habla de la creación definitiva. Por un
lado, están todas las cosas que hay en los cielos. Es interesante el plural
“cielos”, que comprende conforme a la expresión teológica propia de los
judíos los niveles establecidos para designar la totalidad de esta esfera. Según
esa división estarían las cosas que hay en el primer cielo, esto es el cielo
atmosférico; también con el segundo cielo, el de las estrellas; y con el tercer
cielo, lugar donde de forma especial se manifiesta Dios en su gloria, rodeado
de los ángeles que le sirven. Pero, también es Creador de cuanto existe sobre
la tierra.
El Creador lo es tanto de las cosas visibles como de las invisibles. No cabe
duda que las cosas visibles son aquellas que el hombre puede distinguir con su
vista. La expresión es una generalización de las cosas materiales. Es cierto que
muchas cosas materiales del microcosmos, y otras muchas del vasto universo
que por su distancia no pueden verse con el ojo humano, están comprendidas
también aquí.
εἴτε θρόνοι εἴτε κυριότητες εἴτε ἀρχαὶ εἴτε ἐξουσίαι
Pero también se hace alusión a la creación de las cosas invisibles diciendo que
se trata de ángeles, que como espíritus son invisibles a los hombres. En ese
sentido menciona cuatro grupos de ángeles. Sin embargo, no se trata de
establecer una escala ascendente o descendente en los ángeles en cuanto a
eminencia entre ellos, como si existiesen cuatro clases rigurosamente
diferenciadas. En este lugar tampoco pretende establecer aspectos doctrinales
sobre los ángeles sino simplemente afirmar la supremacía de Cristo sobre
ellos, colocándolo también como Creador frente a la criatura. Algunos
eruditos entienden que tronos y dominaciones deben referirse a ángeles que
sirven directamente al Trono de Dios, es decir, espíritus cuyo ministerio se
desarrolla en la proximidad del Trono, y principados y potestades a espíritus
inferiores o con otro tipo de ministerio. En esta línea de pensamiento en los
dos primeros ministerios citados, estarían los serafines y los querubines; en el
segundo, los ángeles y los arcángeles.
Los ángeles son creados por Dios (Sal 148, 2-5), lo que significa que Cristo es
Dios por cuanto se le atribuye a Él la creación angélica en el pasaje que se
considera.
El apóstol tiene mucho interés en precisar a los lectores que Cristo no es un
ángel o un ser superior a ellos que tuvo como ellos principio de existencia,
21
sino el eterno y soberano creador de los ángeles como corresponde a quien es
Dios verdadero
τὰ πάντα δι’ αὐτοῦ καὶ εἰς αὐτὸν ἔκτισται
La construcción de la oración utilizando ἔκτισται, perfecto de indicativo en
voz pasiva, expresa una actividad plenamente consumada, como quedaron
creadas, o tal como se traduce han sido creadas. Esta es la misma verdad que
enseña el apóstol Juan: "todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de
lo que ha sido hecho, fue hecho" (Jn 1,3). Todas las cosas tienen cohesión en
Él, como un sistema armoniosamente regulado. Todo el universo está
dispuesto y ordenado por la palabra de Dios.
La condición mediadora de Cristo se aprecia en la afirmación que el Pablo
hace en el versículo que se comenta. El apóstol está aplicando también a
Cristo una causalidad instrumental en la creación, en cuanto es Mediador. No
es un mero instrumento en manos de Dios, porque Él también es Dios. Se trata
de una causalidad eficiente, por tanto, se intuye también una referencia al
Verbo pre-encarnado.
Cristo es la razón de toda la creación y la causa final de ella. Como
Primogénito es heredero de todo. Cuando el apóstol dice que toda la creación
es ''para Él" está refiriéndose al señorío de Cristo, ya que cuanto existe le está
sometido como Señor. Todo el universo creado está dirigió a Él y le está
sometido. Al colocar a Cristo en el origen causante de la creación y el término
final de cumplimiento pleno para lo que fue creado todo, se está expresando la
verdad de su preexistencia eterna.
καὶ αὐτός ἐστιν πρὸ πάντων
No podía ser menos, puesto que todo fue hecho por Él, no podía sino ser
preexistente el Creador a la creación. La Biblia enseña que antes de que el
universo viniera a la existencia, Cristo ya existía (Jn 1,1-2; 1 Jn 1,1). Cristo
pertenece en cuanto a Persona Divina, al Ser de Dios y, aunque en su
humanidad está vinculado al tiempo de los hombres, antecedía a ellos en todo
porque es Dios verdadero, Unigénito del Padre. Su existencia como hombre,
su temporalidad por medio de su naturaleza humana, no es un comienzo de su
Ser personal, sino el resultado del envío que el Padre hizo, pero, la unidad de
acción y de relación entre el Padre Y Cristo hace que pueda decir que "yo y el
Padre somos uno".

22
καὶ τὰ πάντα ἐν αὐτῷ συνέστηκεν
Además de la preexistencia esta también la consistencia de todo lo creado. El
texto griego dice literalmente todas las cosas en Él mantienen su consistencia.
Cristo no sólo creó todo el universo, sino que la cohesión de toda la creación
ocurre en Cristo.
En Cristo todas las cosas encuentran su cohesión y se mantienen juntas. El
universo no es un caos, sino un cosmos, sistema armoniosamente regulado. El
universo se sustenta mucho más que por gravedad y leyes físicas
gravitacionales, por la acción sustentadora y cohesionadora de Cristo. Las
investigaciones físicas de la ciencia hablan de una cohesión atómica en todo el
universo que mantiene unidos los cuerpos a causa de la unidad de los átomos.
Sin embargo, no hay una razón que justifique la existencia del núcleo, de
modo que los científicos dicen que algún impedimento inexorable los
mantiene unidos, pero que la naturaleza de ese impedimento es un misterio.
καὶ αὐτός ἐστιν ἡ κεφαλὴ τοῦ σώματος, τῆς ἐκκλησίας
Aquí se está considerando la supremacía del Cristo, primeramente en la
creación, y ahora en la Iglesia, que incluye la soberanía en orden a la
redención. Quiere decir esto que el Señor es el origen y causa en el reino
espiritual de los creyentes redimidos. Esto conduce a considerar la verdad
teológica que Cristo, como Cabeza, es razón de vida y de crecimiento del
cuerpo que es la Iglesia.
La supremacía de Cristo en relación con la Iglesia comprende también el
propósito final de Dios para cada uno de los miembros del cuerpo el cual es
que crezcamos en todo en Aquel que es la cabeza. En todo el crecimiento el
cuerpo va acompasado como colectividad y cada uno de los miembros como
individualidades al nivel de la Cabeza que es Cristo. Esto conduce a otra
conclusión básica, no es posible vivir la vida cristiana sin la necesaria
vinculación con Cristo. Quiere decir esto que si Cristo es la Cabeza de la
Iglesia, luego la vida de ella depende de Él. Esto es, la iglesia es un organismo
vivo que unido inseparablemente a Cristo recibe de Él la vida.
ὅς ἐστιν ἀρχή
El apóstol hace notar que Jesucristo es el principio. En este sentido debe
entenderse como origen y también como primacía. Cristo es el principio, de la
nueva creación de Dios manifestada en la Iglesia.
23
πρωτότοκος ἐκ τῶν νεκρῶν
No sólo es el primero en sentido de dignidad, sino el primero como fuente de
toda resurrección. Siendo el primogénito de entre los muertos, comunica vida
por su resurrección. El término primogénito señala a Cristo como el primero
de los hombres en ser resucitado y revestido de inmortalidad. Por su
resurrección Jesucristo se convierte en espíritu vivificante. Cristo colocó la
base de la esperanza para todos los que estamos en Él, así que, como Él fue
resucitado de entre los muertos para nunca más morir, así también cada
creyente en Él.
ἵνα γένηται ἐν πᾶσιν αὐτὸς πρωτεύων
El apóstol llega a una conclusión que resume la enseñanza anterior. Tanto en
la creación como en la Iglesia y, finalmente, en la resurrección de entre los
muertos, Cristo tiene el primado. Literalmente se lee en el texto griego: para
que en todas las cosas sea Él quien tiene el primer lugar.
ὅτι ἐν αὐτῷ εὐδόκησεν πᾶν τὸ πλήρωμα κατοικῆσαι
El apóstol hace aquí una referencia al beneplácito del Padre, quien tuvo
complacencia en que toda la plenitud habitase en Cristo. Cristo es el Unigénito
del Padre, de modo que todo el amor, la comunión plena y el beneplácito solo
tiene un punto de destino que es el Hijo, ya que con nadie más que con Él
puede existir esa relación y el tal vínculo.
El apóstol presenta a Cristo como la plenitud de Dios, que equivale a todo el
contenido, la plétora, la perfección, la suprema y absoluta expresión de la
Deidad. Así Cristo es la plenitud de la mediación de la gracia, de donde
tomamos todo. Además, es también la plenitud de los tesoros de la sabiduría.
Quiere decir esto que la Deidad absoluta, completa y perfecta reside en Jesús.
καὶ δι’ αὐτοῦ ἀποκαταλλάξαι τὰ πάντα εἰς αὐτόν,
Siguiendo la enseñanza sobre la supremacía de Cristo, añade aquí otra gloria
de Jesús, la reconciliación. En ella se presenta como mediador en la
reconciliación. La gran diferencia en el concepto de reconciliación en el
Nuevo Testamento y el del mundo profano es que el sujeto de la
reconciliación, no es el hombre sino Dios. El sentido de reconciliar es cambiar
de posición, de modo que en la operación de salvación Dios, en base a la obra
de Cristo en la Cruz reconcilia al mundo consigo, cambiándolo de posición

24
para poder pronunciar el llamamiento a salvación. Esto no depende ni es en
modo alguno una acción humana o parcialmente humana, sino absolutamente
divina. Esencialmente la reconciliación es poner fin a un estado de enemistad
entre Dios y el hombre. La base de la reconciliación es la muerte de Cristo,
que cancela la deuda de los delitos humanos, rehabilitando al pecador.
εἰρηνοποιήσας διὰ τοῦ αἵματος τοῦ σταυροῦ αὐτοῦ
La reconciliación puede llevarse a cabo mediante la obra de Cristo en la Cruz.
Esta obra permite también a Dios declarar justificado a todo aquel que cree.
La reconciliación es un don de Dios orientado y destinado al pecador. A este
don divino responde la fe que el hombre ejerce en aceptación personal a la
obra que Dios hizo. Como el apóstol hace notar en el versículo la base de la
reconciliación es mediante la sangre de la Cruz, es decir, la muerte de Cristo.
εἴτε τὰ ἐπὶ τῆς γῆς εἴτε τὰ ἐν τοῖς οὐρανοῖς
La dificultad consiste en entender que es la reconciliación de las cosas que
están en los cielos. Algunos plantean la posibilidad de que se trate de una
reconciliación con los ángeles caídos, pero esta posición afectaría
directamente a la revelación. El alcance más probable de esta afirmación
paulina puede entenderse teniendo en cuenta que el pecado afectó al universo
destruyendo la armonía entre la creación y el Creador. El universo está siendo
restaurado a la adecuada relación con el Creador. En un futuro toda rodilla se
doblará ante él. En ese sentido todo lo que hay en los cielos ha sido
reconciliado por la obra de Cristo. La creación angélica goza ya de esta
victoria de Dios en Cristo.
b. Teología del texto.
Colosenses contiene enseñanzas en varias áreas de teología, incluyendo: la
divinidad de Cristo (1,15-20); la reconciliación (1,20), la redención (1,13-14)
y la naturaleza de la iglesia (1,18).
Cristología. El núcleo principal de la doctrina. En relación con el Padre, Cristo
es la imagen absoluta, definitiva y perfecta. En relación con el universo es
Creador y cabeza, incluyendo a los ángeles. La subsistencia de todo lo creado
es por Él y Él es el fin de todo cuanto existe. En la economía de la gracia, el
Señor es Salvador y cabeza de la Iglesia, la cual es su cuerpo. Jesús, nuestro
Señor, es el primero en todo, porque en Él habita de modo permanente la

25
plenitud de la divinidad. La obra realizada por Jesucristo es la reconciliación,
mediante la muerte y la resurrección del Salvador.
La posición cósmica de Jesucristo. La gloriosa dimensión del Señor ha de ser
considerada no sólo desde el punto de vista soteriológico, sino como imagen
de Dios, creador, sustentador del universo, cabeza de la Iglesia y depositario
de la plenitud. El apóstol presenta a Cristo mayor que las potencias celestiales,
no importa el rango que tengan puesto que Él es el Creador, primogénito del
Padre, y la imagen del Dios invisible. Pero también tiene supremacía en la
obra de salvación, con repercusión en las cosas celestiales.
Aparece por primera vez el término πλήρωμα, plenitud (v. 19). Este término
es usado como núcleo principal en toda la Epístola y posiblemente fuese
también el pensamiento central del apóstol,
Las potestades celestiales. Como consecuencia de la falsa doctrina que se
introducía entre los creyentes procurando la adoración a los ángeles.
Estableciendo un resumen sobre la parte dogmática, relativa a la Persona y
obra de Jesucristo, puede sintetizarse de la siguiente manera:
a) En relación con el Padre (1, 15-17); es su imagen perfecta; es Creador y
cabeza de todo el universo.
b) En el orden de salvación (1, 18-19): Es el Salvador; cabeza de la Iglesia;
origen y razón de todo, porque en él habita de modo permanente la plenitud de
Dios.
c) Relativo a la obra de Cristo (1, 20-23): es una obra de reconciliación.
d) Finalmente en cuanto a la gloria de Jesucristo (2,1-23): Cristo es exaltado
sobre la filosofía (2, 1-10); exaltado sobre el legalismo (2, 11-17); sobre el
misticismo (2, 18-19); sobre el ascetismo (2,20-23).
c. Actualización.
Este himno tiene como centro a Cristo, del cual se exaltan el primado y la obra
tanto en la creación como en la historia de la redención. Son dos los
movimientos que podemos encontrar en el texto. En el primero (15-17) se
presenta a Cristo como primogénito de toda criatura (v. 15). Él es la “imagen
de Dios invisible”, esta expresión encierra toda la carga que tiene el icono:

26
más que la semejanza, se subraya la intimidad profunda con el sujeto
representado.
Cristo vuelve a proponer en medio de nosotros de modo visible al Dios
invisible, pues en él vemos el rostro de Dios. Por ser Dios, Cristo es anterior a
todo, pero no sólo por ser eterno, sino también y sobre todo con su obra
creadora y providente: Por medio de él fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles... Todo se mantiene en él (vv. 16-17).
Más aún, todas las cosas fueron creadas también por él y para él (v. 16).
Así san Pablo nos indica una verdad muy importante: la historia tiene una
meta, una dirección. La historia va hacia la humanidad unida en Cristo, va
hacia el hombre perfecto, hacia el humanismo perfecto. Con otras palabras,
san Pablo nos dice: sí, hay progreso en la historia. Si queremos, hay una
evolución de la historia. Progreso es todo lo que nos acerca a Cristo y así nos
acerca a la humanidad unida, al verdadero humanismo. Estas indicaciones
implican también un imperativo para nosotros: trabajar por el progreso, que
queremos todos. Podemos hacerlo trabajando por el acercamiento de los
hombres a Cristo; podemos hacerlo configurándonos personalmente con
Cristo, yendo así en la línea del verdadero progreso.
En el segundo movimiento (18-20) encontramos la figura de Cristo salvador
dentro de la historia de la salvación. Su obra se revela ante todo al ser la
cabeza del cuerpo, de la Iglesia (v. 18): este es el horizonte salvífico
privilegiado en el que se manifiestan en plenitud la liberación y la redención,
la comunión vital que existe entre la cabeza y los miembros del cuerpo, es
decir, entre Cristo y los cristianos. La mirada del Apóstol se dirige hasta la
última meta hacia la que, como hemos dicho, converge la historia: Cristo es el
primogénito de entre los muertos (v. 18), es aquel que abre las puertas a la
vida eterna, arrancándonos del límite de la muerte y del mal.
Este es el pleroma, la plenitud de vida y de gracia que reside en Cristo, y que a
nosotros nos dona y comunica (v. 19). Con esta presencia vital, de la que nos
hace partícipes, somos transformados interiormente, reconciliados,
pacificados: ésta es una armonía de todo el ser redimido. Vivir como
cristianos significa dejarse transformar interiormente hacia la forma de Cristo.
Así se realiza la reconciliación, la pacificación.
Decía san Proclo de Constantinopla: “el que nos ha redimido no es un simple
hombre -comenta san Proclo-, pues todo el género humano era esclavo del
27
pecado; pero tampoco era un Dios sin naturaleza humana, pues tenía un
cuerpo. Si no se hubiera revestido de mí, no me habría salvado. Al encarnarse
en el seno de la Virgen, se vistió de condenado. Allí se produjo el admirable
intercambio: dio el espíritu y tomó la carne”.
Estamos ante la obra de Dios, que ha realizado la Redención precisamente por
ser también hombre. Es el Hijo de Dios, salvador, pero a la vez es también
nuestro hermano, y con esta cercanía nos comunica el don divino. Es
realmente el Dios con nosotros.
6. Conclusión
Este cántico es un himno cristológico, que canta la primacía absoluta de
Cristo, tema también de toda la carta a los Colosenses, en donde este himno
está incluido. Proclama el papel de Cristo en la eternidad y en la historia.
Al considerar a Jesucristo como imagen de Dios no podemos concebir sino
una imagen en todo igual a la perfección de Dios Padre; la razón de ello nos la
da en el v. 19 al afirmarnos que en Cristo habita permanentemente toda la
plenitud de la divinidad. La imagen, Cristo, es de tal perfección, que iguala a
su prototipo o modelo, es decir, al Padre, del cual no difiere sino por el hecho
de la eterna generación.
Con relación al mundo creado, Cristo tiene el título de Primogénito de toda
criatura. Esta frase ha sido interpretada de distintas maneras por los exegetas.
Para algunos indica de preferencia la prioridad de tiempo: engendrado antes
que toda la creación, anterior a todas las criaturas. Para otros autores, Cristo es
el Primogénito en cuanto que es el heredero, el dueño absoluto de todo lo
creado. Otros entienden el mayor entre los hermanos. A Jesucristo, como
Primogénito, le incumben la anterioridad, prioridad de existencia, la
trascendencia de naturaleza y, sobre todo, el imperio y la heredad absoluta de
todas las criaturas.
Todas las cosas fueron creadas por medio de Cristo, su centro de unidad, de
cohesión, que confiere a todo ser su verdadero valor y realidad. Todo fue
creado por Él y para a Él, es decir, todas las cosas permanecen en su existencia
continua por medio de Cristo y con vistas a Cristo. Todas las cosas están
orientadas, dirigidas a Cristo como al culmen de su perfeccionamiento. Todo el
universo creado está dirigido a Él, le está sometido; Él es la corona de la
creación.

28
Cabeza implica la idea de supremacía. En los términos relativos a la medicina
significaba el centro del que reciben la vida los otros miembros del cuerpo. Cristo
es la cabeza de la Iglesia, no solamente en el sentido de ser la cabeza la parte más
importante del cuerpo, la que ejerce control sobre los demás miembros, sino por
ser el centro adonde confluyen las fuerzas del organismo y por ser la sede de la
vida, que se derrama por todos los miembros y los une en un conjunto orgánico y
vital. Él es el principio, no solo en posición, sino como fuente de la vida y de la
nueva creación, el primogénito de entre los muertos, el primero que salió
del sheól para comunicarnos su propia vida de gloria.
Cristo, por su muerte en la cruz, llevó a cabo la reconciliación y pacificación
universal. El modo de la reconciliación y pacificación universal es la sangre de
Cristo, su muerte en la cruz. El objeto de esta reconciliación es universal; se
extiende a todas las criaturas que por el pecado no mantenían su recto orden
hacia Dios. Se llama, de modo más general, pacificación.
7. Bibliografía
Biblia de Jerusalén, nueva edición revisada y aumentada. Descleé de
Brouwer. Bilbao 1998.
Sagrada Biblia: San Pablo: Epístolas de la cautividad, vol. 8. EUNSA 1986
G. Pérez Rodriguez, San Pablo: cartas de la cautividad y pastorales. PPC,
España 1971
P. Gutiérrez, La Sagrada Escritura. Texto y comentario, Biblioteca de Autores
Cristianos, Madrid 1965
https://www.almudi.org/articulos-antiguos/7787-el-himno-de-colosenses-col-
1-15-20
https://videosmipactoconjesucristo.blogspot.com/2013/08/informacion-de-
colosenses.html
http://www.franciscanos.org/oracion/canticocolosenses.htm
https://www.churchofjesuschrist.org/study/manual/new-testament-study-
guide-for-home-study-seminary-students/introduction-to-colossians?lang=spa
B. Pitre, M. P. Barber, J. A. Kincaid. Paul, a New Covenant Jew. Rethinkink
Pauline Theology. Eerdmans Co. Estados Unidos de América 2019
F. Pastor. Corpus Paulino II. Descleé de Brouwer. España 2005

29
J. Sánchez Bosch. Escritos paulinos. Verbo divino. España 2002
M. Herranz. San Pablo en sus cartas. Encuentro. Madrid. 2008
J. Bortolini. Introducción a san Pablo y sus cartas. San Pablo. Colombia.
2007

30

También podría gustarte