Rutas y Territorios UDLAP
Rutas y Territorios UDLAP
Rutas y Territorios UDLAP
y territorios
Cartografía histórica
v
4
Rutas
y territorios
Cartografía histórica
De la presente edición:
9
10
Los mapas de Cozcatlán
en las Relaciones
geográficas del siglo XVI
Dra. Laura Elena Romero López
{Profesora de tiempo completo, udlap}
L
l
a llegada de los españoles al Nuevo Mundo alteró to-
das las estructuras preexistentes: las epidemias merma-
ron drásticamente a la población, la nueva fauna trans-
formó los ecosistemas nativos y, poco a poco, el pai-
saje comenzó a modificarse; todo lo que era, dejó de ser.
Nada quedó intacto.¶La Corona española había conquistado un vasto
territorio, del cual desconocía buena parte. Los conquistadores rela-
taron con sus plumas lo que habían presenciado, dando cuenta no sólo
de sus batallas sino de la complejidad social y ambiental. Cartas, cróni-
cas y mapas iban configurando la imagen de la América conquistada.¶
Después de la conquista económica, política, religiosa y lingüística, los
españoles debían conquistar la imagen del que suponían su territorio,
pues las antiguas tradiciones pictográficas no hacían visible, a los ojos
de los colonizadores, la riqueza del Nuevo Mundo. La Corona española
desplegó, desde inicios del contacto, numerosos recursos para cons-
truir su propia versión del territorio y asegurarse de que la repartición
de indios y tierras se hiciera sin merma de los beneficios reales.¶Desde
las primeras décadas del siglo xvi, y ante el desconocimiento que los
reyes tenían de lo que habían hecho suyo a la fuerza, se reguló la forma
en que se describían las Indias (Manso, 2012 , p. 26). Con la llegada al
trono de Felipe II, y ante el caos que imperaba en el Nuevo Mundo, se
inicia una época de control sobre la información que provenía de los
11
dominios americanos. Por ello, se instruyó a Juan de Ovando y Godoy,
antiguo consejero de la inquisición, para reorganizar el Consejo de In-
dias. Ovando realizó este proyecto junto a Juan López de Velasco quien
fue nombrado en 1571 primer cosmógrafo cronista de Indias (Álvarez,
1989).¶A Ovando le debemos el primer cuestionario que sistematizó
la información que había al momento. La versión inicial, que data de
1569, constaba de 37 preguntas, que se aumentaron a 200, dos años des-
pués. De estos cuestionarios resultaron las Relaciones del tiempo de la visita.
Para 1573 se formuló un tercer cuestionario constituido por 135 pregun-
tas, que sirvieron a López de Velasco para redactar la Geografía y des-
cripción general de las Indias (Manso, 2012).¶Los esfuerzos de la Corona
española no se detuvieron ahí. En 1577, después de un ejercicio por ha-
cer un levantamiento cartográfico de España, al que acompañó la des-
cripción histórica, geográfica y estadística, se propuso enviar un nuevo
cuestionario a cada pueblo y provincia a donde llegara el documento,
lo que daría lugar a las Relaciones geográficas de Indias.¶El cuestionario
intitulado Instrucción y memoria de las relaciones que se han de hacer para la
descripción de las Indias que su majestad manda hacer, para el buen gobierno
y ennoblecimiento dellas, constó de cincuenta preguntas y fue enviado a
todo el imperio español. La diferencia con los cuestionarios anteriores
es que éste fue realizado en cada uno de los lugares a los que llegó, de tal
manera que, pese al esfuerzo homogeneizador, lo que se obtuvo fue un
corpus heterogéneo que expuso la complejidad interna de los territo-
rios novohispanos.¶
12
hablan de la avidez por conocer el territorio y a su gente, y construir, a
partir de ello, una cartografía social. La Instrucción indica que el docu-
mento debía entregarse a cada pueblo de españoles y de indios. Los con-
cejos serían los encargados de recibirlos o, en su defecto, los curas o re-
ligiosos. Las respuestas deberían estar a cargo de «personas inteligentes
de las cosas de la tierra» (Acuña, 1985, p. 18). Las respuestas debían estar
acompañadas de la fecha en que se elaboraron, el nombre de la persona
que lo hizo y del gobernador que envió la instrucción. Además, y he ahí
la parte de nuestro interés, cada una de ellas debía estar acompañada de
un mapa que ilustrara el territorio.¶Las cincuenta preguntas pueden
dividirse en las siguientes temáticas: toponimia (1, 9, 13); historia de la
conquista (2); lengua (1, 5); clima (3); recursos (4, 22, 23, 24, 25, 26, 27,
28, 29, 20, 46); costumbres prehispánicas (5, 14, 15); población (5, 48);
geografía (6, 7, 8, 16, 18, 19, 20, 21, 32, 38, 39, 40, 41, 42, 43, 44, 45, 47, 49);
gobierno (7, 11, 12); asuntos eclesiásticos (10, 34, 35, 36); tributo (14, 33);
enfermedades (17, 26); vivienda (31), y colegios y hospitales (37). Los
puntos 10, 42 y 47 solicitan, explícitamente, la elaboración de una «pin-
tura» o la expresión en papel de las respuestas dadas. El énfasis obser-
vado en la geografía y los recursos exponen, de nueva cuenta, los intere-
ses que motivaron esta extraordinaria empresa.¶Sin embargo, como ya
he mencionado, la diversidad interna se impuso a la homogeneidad es-
perada y el resultado son 69 mapas, para el caso de Nueva España, de los
cuales 68% se presumen de manufactura indígena (Mundy, 2000, p.30).
Esta intervención de pintores nativos ocasionó que el resultado fuera
una muestra más de la resemantización que la conquista trajo consigo.
Los mapas que acompañan a las Relaciones geográficas son resultado del
esfuerzo de la Corona por controlar sus colonias pero, sobre todo, son
la forma en que sus pobladores pensaron y habitaron esos territorios.
Son, en suma, un documento antropológico que da cuenta de que el es-
pacio nunca es neutral, siempre es un dominio habitado y resultado de
la cultura de la cual emerge.¶
13
El grupo Cozcatlán
De entre los mapas de manufactura indígena encontramos los que per-
tenecen a la Relación geográfica de Cuzcatlan. El interés por dichos mapas
deriva de incluir la región de la Sierra Negra, en la cual he realizado,
desde hace más de una década, trabajos de investigación.¶De Cuzcatlan
se escribieron dos relaciones, ambas en 1680 y bajo la responsabilidad
del corregidor Juan de Castañeda, razón por la cual ha sido objeto de
interés de algunos estudiosos, entre ellos Del Paso y Troncoso (1905),
Cook (1974), Acuña (1982) y Musset y Vergneault (1991). En general, di-
chos trabajos destacan las particularidades estéticas del mapa, incluso
Carmen Cook de Leonard y Musset y Vergneault realizan algunos es-
fuerzos por decodificar los topónimos de estilo prehispánico que se en-
cuentran en los márgenes de ambos documentos.¶La explicación más
sugerente de la existencia de dos cuestionarios sobre Cozcatlán nos la da
Acuña (1982), para quien la razón se origina en que Juan de Castañeda
y León remitió el manuscrito A (Ms. A) al virrey de la Nueva España,
conde de Coruña, y el manuscrito B (Ms. B) a la Real Audiencia de Mé-
xico, ocasionando que, al recibirse, se le diera prioridad al envío cuyo
remitente era el virrey. Esta duplicación fue originada por el momento
de incertidumbre que vivía el gobierno virreinal en 1580, fecha de la re-
lación de nuestro interés, pues Lorenzo Suárez de Mendoza sustituía
como virrey a Martín Enríquez. En ese contexto, nos dice Acuña, una
segunda versión del cuestionario fue enviada a la Real Audiencia, or-
ganismo en el que recaía el gobierno durante estas etapas (1982).¶Pese
a que ninguna versión es considerada copia de la otra, el Ms. B ha sido
considerado posterior al Ms. A. Ambos manuscritos, al igual que los ma-
pas, contienen –prácticamente– la misma información. Sin embargo, el
mapa B resulta más complejo, pues cuenta con más elementos que el A.
14
Mapa A
Tomado de Acuña (1982).
15
Mapa B
Tomado de Del Paso y Troncoso (1905).
16
Cozcatlán: entre el Valle de Tehuacán y la Sierra Negra
Cozcatlán fue un señorío importante durante la época prehispánica.
Controlaba las regiones de Teteltitlán (Otontepec, figura 1), en el área
popoloca, y Mazateopan y Petlapan, en el área nahua y mazateca (fi-
gura 2).¶
17
Actualmente la región del Valle de Tehuacán y Sierra Negra comprende
21 municipios y abarca cerca de cinco mil metros cuadrados (mapa 1). Los
caminos que comunican a la ciudad de Tehuacán con los municipios más
lejanos de la Sierra Negra, por ejemplo San Martín Mazateopan (mar-
cado en el mapa con el número 4), implican un recorrido de cinco horas
en carretera a la cabecera municipal y dos más de caminata por alrede-
dor de cinco kilómetros. Esto nos permite considerar el extraordina-
rio trabajo que implicó, durante la época colonial, recorrer la zona.¶
En el mapa hemos identificado nueve de las once estancias de la provin-
cia de Cozcatlán (2). El cuestionario, en su novena pregunta, solicita el
18
nombre de éstas y menciona que son diez, pero en ambos mapas apare-
cen once: Santa María Calipan (3), San Antonio Comulco (6), San Pe-
dro Otontepetl (no pudo ser localizada), San Jerónimo Asuchitlán (8),
San Juan Ajusco (7), San Mateo Tlacuchcalco (10), Santiago Tilapan
(1), Santa María Ajujutla (no pudo ser localizada), San Francisco Xitla
man (9) y San Martín Mazateopan (5). En ambos mapas aparece San
José Petlapa (4), aunque en ninguno de los manuscritos sea mencio-
nado. Para dar una idea al lector de las distancias, es importante decir
que entre Cozcatlán y Petlapa, una de las localidades más lejanas de la
provincia, hay 42 kilómetros en línea recta.¶Los antiguos administra-
dores coloniales, junto con los evangelizadores franciscanos que lle-
garon a la zona, acompañados, sin duda, de indígenas de la región, re-
corrieron la zona por estrechos y agrestes caminos. Ambos mapas que
acompañan el cuestionario escrito muestran líneas paralelas selladas
por las herraduras de los caballos que facilitaron la empresa. Este re-
curso estilístico es una muestra más de la reactualización de un antiguo
recurso, pues en los códices prehispánicos los caminos estaban señala-
dos, de igual manera con dos líneas paralelas en las que las huellas de los
pies indicaban la ruta (figura 4).¶
19
Figura 5. Salinas.
Detalle del mapa A.
Dibujo L. R.
20
para ella representan los cuadros que rodean a la zona, que en el mapa B
aparecen acompañados de una glosa en español que dice «pilas de sal»,
pues ella propone que se trata de charolas de barro con cuatro patas que
se usaban en la elaboración de sal. A mi parecer, lo que tenemos en el
mapa corresponde a las terrazas que hasta la fecha se emplean para la pro-
ducción de sal en la zona de Zapotitlán Salinas (foto 1), municipio ve-
cino a la región comprendida en los mapas objeto de nuestro interés.¶
21
Finalmente, un dato importante a mencionar sobre los mapas es la pre-
cisión con la cual el pintor ubicó, en el espacio, cada uno de los pobla-
dos. Aunado a esto, la exposición de lo que quizá sean las fronteras del
territorio, mediante la antigua tradición pictórica, nos da cuenta de la
resemantización de la que hablamos inicialmente. Uno de los retos que
nos dejan los mapas A y B es la interpretación de más de 28 topónimos.
Por el vasto territorio que abarcan, es probable que algunos de dichos
topónimos puedan estar en alguna de las lenguas de la región, como
el mazateco y el popoloca, y no sólo en náhuatl, tema que dificulta su
interpretación.¶Sin embargo, vale la pena refrendar –para concluir–
la importancia de los mapas como fuente de información, no sólo
relacionada con cuestiones geográficas o ambientales, sino con
numerosos temas que se ven involucrados en ellos. Re-
cordemos que los mapas son productos culturales
que nos hablan no sólo de los caminos reco-
rridos, sino de los pensamientos y
conocimientos de quienes
anduvieron dichos
caminos.
22
�fuentes de consulta �
Acuña, R. (1982). Relaciones geográficas del siglo xvi: Tlaxcala-2 (Vol. 5).
México: unam.
Álvarez, R. (1999). Felipe II, la ciencia y el Nuevo Mundo. Revista de Indias,
59 (215), 9-30.
Cook de Leonard, C. (1976). Reconstrucción geográfico-política del
reino de Cozcatlan. En Proceedings of the International Congress of
Americanists, 117-130.
Del Paso y Troncoso, F. (1905). Papeles de Nueva España. Madrid: Cosmos.
Manso, C. (2012). Los mapas de las Relaciones Geográficas de Indias
de la Real Academia de la Historia. Revista de Estudios Colombinos,
(8), 23-52.
Mundy, B. E. (2000). The Mapping of New Spain: Indigenous Cartography
and the Maps of the Relaciones Geográficas. Estados Unidos: Uni-
versity of Chicago Press.
Musset, A. y Vergneault, F. (1991). Un regard sur le pueblo de
Cuzcatlan: une aproche pluridisciplinarie de deux cartes jumelles
des «Relations Geographiques des Indes» (1580). En Alain Bre-
ton, Jean-Pierre Berthe y Sylvie Lecoin (Eds). Vingt études sur le
Mexique et le Guatemala: Réunies à la mémoire de Nicole Percheron.
Toulouse: Presses Universitaires du Mirail-Toulouse, 133-162.
23
24
Encontrando nuestro
camino
Mtro. Alejandro Ortiz Lima
{Profesor de tiempo completo, udlap}
25
peculiar que, actualmente, nadie cuestiona. Una dice que el norte se em-
pezó a poner en los protomapas en la parte de arriba porque este polo te-
rrestre apunta hacia cierta estrella solitaria, guía inequívoca de antiguos
navegantes, que se mantiene inmóvil en la noche. Otra versión, más
mundana, dice que fueron los cartógrafos europeos quienes, por moti-
vos táctico-militares, decidieron dibujar a Europa «por arriba» de sus
colonias africanas. Como sea, los mapas son un compendio de conven-
cionalismos culturales y reflejan nuestra propia visión del mundo: ses-
gada y subjetiva, en representación de nuestra humanidad. ¶Pensemos
cómo se hacían los mapas en la antigüedad, sin fotografía satelital. Eran
elaborados por hábiles ilustradores que reinterpretaban las bitácoras de
los viajeros y exploradores, es decir, los diseñadores de mapas se tenían
que imaginar cómo era el contorno de los continentes teniendo única-
mente esas crónicas, seguramente llenas de exageraciones, fantasías y,
por supuesto, de imprecisiones geográficas. Basta buscar en internet un
mapa del continente americano del siglo xviii, y veremos a la península
de Baja de California separada totalmente del continente, cual enorme
isla en medio del Pacífico, y era representada así porque los dibujantes
no tenían suficientes datos, debido a que eran tierras quasi inexplora-
das. Son imprecisos, pero hermosos, esos mapas llenos de arte náutico,
con detalladas rosas de los vientos, ángeles soplando sobre las velas de
los barcos de los viajeros, y terribles monstruos marinos asomando en
medio de los océanos.¶Los cartógrafos europeos no fueron los úni-
cos en hacer estas bellas piezas de información, otras culturas, en otras
épocas, también tuvieron su propia cartografía. Los códices prehispáni-
cos, por ejemplo, llenos de simbolismo, cuentan historias de migracio-
nes, guerras, conquistas de territorios, eventos importantes, leyendas y
creencias, datos todos relevantes para la vida de las comunidades de la
América precolombina. Se podría decir que la historia de los mapas es
la historia de las civilizaciones humanas.¶Los mapas, además de refle-
jar las aspiraciones y sueños de las diferentes culturas, tienen sin duda
muchos usos y aplicaciones. Ya sea como «guías de fe», usados para en-
contrar el Jardín del Edén, en peregrinaciones a santuarios sagrados de
26
los primeros cristianos o como instrumento logístico de rutas que los
marinos mercantes como Marco Polo y Erik el Rojo usaban cuando co-
merciaban con China, India y Medio Oriente, o exploradores en busca
de nuevas tierras como Magallanes, Vasco de Gama, James Cook, Colón
y, más tarde, Pizarro y Cortés, por citar algunos. Éstos usaban unos in-
genuos pero hermosos mapas ilustrados con brillantes colores y mucho
dorado, que incluían escudos reales, castillos y hasta los tres reyes ma-
gos a caballo, a diferencia de los que actualmente utilizamos, como ma-
pas turísticos al visitar una ciudad por primera vez, mapas abstractos de
transporte que semejan diagramas eléctricos, aquellos que forman parte
de complejas infografías en publicaciones científicas, o los modernos
you are here, que nos salvan de la angustia de perdernos en los laberínti-
cos museos y aeropuertos. Sea cual sea su utilidad, los mapas proporcio-
nan información certera, nos permiten salir de un mundo desconocido
para entrar a uno conocible.¶Los mapas se han vuelto compañeros tan-
gibles de nuestra historia, piezas invaluables de diseño que representan
visualmente nuestros pasos, logros y deseos, instrumentos cambiantes
y adaptables a cada tecnología que aparece y desaparece, desde los ma-
pas tallados en piedra, hasta los mapas interactivos en pantallas táctiles,
pasando, desde luego, por aquellos dibujados sobre pergaminos y papi-
ros o impresos sobre papel. En el futuro, tal vez en hologramas proyec-
tados en el aire, los mapas nos seguirán ayudando sin duda a hacer un
poco más comprensible nuestra realidad.
27
ban las piezas expuestas, conformando un discurso museográfico que
resaltaba el poder de esos instrumentos cartográficos que hemos usado
durante toda la historia humana.¶Conocimiento, dominio y control
son formas de poder. Desde el mismo tamaño de algunos de los ma-
pas expuestos se apreciaba esa intención de sorprender e intimidar,
como el grandioso mapa de vista de pájaro de la ciudad de Venecia,
de Jocopo de Barbari, del año 1500, de casi tres metros de largo, dibu-
jado sobre seis pedazos de corteza de árbol, que comunica el mensaje
«somos una gran ciudad, como ninguna otra ha habido». O los mapa-
mundis, con esa visión eurocentrista, que enfatizaban la supremacía
de los imperios sobre las colonias africanas y americanas. ¿Quién dijo
que el norte debía estar «arriba» y el sur «abajo»?, pues nada menos que
los cartógrafos renacentistas, que servían a los intereses de las coronas
europeas (el que paga manda, dirían por ahí). Sólo por curiosidad bus-
quen en internet Down Under maps para tener una visión «austral-cen-
trista» y rompan para siempre un pesado paradigma, impuesto por quie-
nes decidieron un hemisferio norte «por arriba» del sur. Si esto no es
poder, entonces no sé qué sea. Y, más allá de representar una visión es-
pecífica del mundo, los mapas nos asignan un lugar dentro de él. Cada
generación ha plasmado en ellos su propia visión e intereses.¶ Quizá la
era de la fotografía satelital vino a simplificarlo todo; tal vez cosas más
interesantes pasaron en la época de los grandes descubrimientos (1400 a
1700 d.C.). Sin embargo, si observamos los mapas actuales, por ejemplo
los que hay en los grandes centros comerciales, aquellos que nos ubican
con un punto rojo dentro de un contexto de frenético consumismo «us-
ted está aquí», en realidad nos están dando mucho más que una ubica-
ción geográfica; nos señalan nuestro verdadero papel en el mundo. Creo
que el título sí terminó siendo, en cierto sentido, una cuestión filosófica.
28
piro, actualmente conservado en Turín, Italia, que data aproximada-
mente de 1160 a.C. y muestra, en uno de sus fragmentos, tres rutas que
atraviesan una zona de minas en el desierto al oriente del Nilo. En este
mapa, lo que parecen ser caminos son en realidad trayectos humanos
a través de ríos en temporada de sequía, es decir, rutas estacionales. Al
parecer este mapa fue hecho para ayudar al faraón Ramses IV a obtener
bloques de piedra para usarlos en la elaboración de estatuas (Harrell y
Brown, 1992).¶También existen antiguos mapas chinos que muestran
rutas. El sobreviviente más antiguo es una serie de siete mapas dibuja-
dos en tableros de madera que fueron descubiertos en una tumba de la
dinastía Qin, en la provincia de Gansu, fechada en 300 años a.C. aproxi-
madamente. Algunas de las rutas representadas se complementan con
descripciones de distancias entre lugares con abundantes recursos fo-
restales (Hsu, 1993). En estas representaciones cartográficas muchas ve-
ces es difícil distinguir si la ruta representa un camino o el curso de un
río, pero esto podría deberse a que los dibujantes en realidad no hacían
una distinción en términos de uso práctico entre ambos.¶Los romanos
fueron los constructores de los caminos más importantes del mundo
antiguo. Elaboraron un mapa, conocido como Peutinger (nombrado
así por uno de sus propietarios en el siglo xvi), el cual muestra una ex-
tensa red de caminos que parten de Roma hacia todos los rincones del
mundo conocido hasta entonces (siglo iv a.C.). En este mapa aparecen
marcas distintivas que probablemente representan etapas o paradas a lo
largo de cada ruta, que se pensaba servían a viajeros potenciales a pla-
near sus trayectos, aunque otras opiniones se inclinan más por pensar
que se trata de un mapa con propósitos conmemorativos u ornamenta-
les. Sea cual sea su propósito, el mapa Peutinger es una elaborada pieza
de información visual que nos permite echar un vistazo al extenso y
poderoso imperio romano de la época precristiana (Albu, 2005).¶To-
dos estos ejemplos de mapas muestran el acto de moverse a lo largo de
una ruta o a través del espacio físico, de un punto determinado a otro.
A esta acción se le conoce como wayfinding. Generalmente, este tipo de
mapas responden a tres preguntas fundamentales: ¿dónde estoy?, es de-
29
cir, dónde me encuentro en un momento dado, en el comienzo de mi
trayecto, en relación al espacio o camino que deseo navegar; ¿a dónde
quiero ir?, es decir, cuál es exactamente mi destino y dónde está en re-
lación con el lugar donde me encuentro ahora; ¿cómo le hago para lle-
gar allá?, es decir, cuáles son los medios, la ruta, las instrucciones que
necesito tomar o seguir para completar mi trayecto satisfactoriamen-
te.¶La última pregunta es esencial que sea respondida por cualquier
instrumento de navegación, llámese mapa, instrucción o menú de op-
ciones. De alguna manera siempre sabemos en dónde nos encontramos
en un momento dado (en un sentido amplio). Por ejemplo, no necesi-
tamos de un mapa que nos diga en dónde estamos cuando nos encon-
tramos en casa o en la oficina. Pero cuando cruzamos la entrada de un
centro comercial desconocido, buscando una zapatería, un mapa que
amablemente nos diga «tú estás aquí», es, sin duda, la mejor bienvenida.
Asimismo, no podríamos comenzar un trayecto hacia un destino si este
mapa no nos dijera cuáles zapaterías hay ahí y dónde están.¶Sabemos,
por experiencias propias, que no siempre necesitamos de herramientas
para encontrar una ruta. Cuando nos movemos por lugares conocidos
no usamos mapas porque echamos mano de nuestros propios «mapas
mentales» que construimos de manera inconsciente y almacenamos en
nuestra memoria. Lo mismo sucede con viajes o trayectos, por largos o
complejos que sean, que recorremos varias veces, aunque dejemos espa-
cios de tiempo largos entre uno y otro. ¶En términos generales, aque-
llos mapas que mejor nos ayudan a elegir satisfactoriamente un trayecto
apropiado son los que describen a detalle el espacio físico o contexto,
que ayudan a identificar el destino y que muestran posibles rutas alter-
nas o desviaciones entre el lugar de inicio y el destino. Estos súper mapas
bien podrían clasificarse en dos grandes categorías: los mapas de itine-
rario y los mapas de red. Los primeros se enfocan en mostrar primor-
dialmente una sola ruta o trayecto. Los segundos, en cambio, describen
todo un sistema de rutas o trayectos dentro de un contexto definido o
delimitado, como una región o país. No todos los mapas encajan perfec-
tamente en una u otra categoría, las cuales responden a dos necesidades
30
complementarias (y a veces contradictorias): la información detallada
de rutas específicas que nos ayuden a mantenernos en la ruta fijada y, por
otro lado, la necesidad de comprender cómo varias rutas están en rela-
ción unas con otras, con diferentes características geográficas, y el posi-
ble (o posibles) punto de origen y de destino, haciendo que los trayec-
tos puedan ser planeados o elegidos por sobre otros.¶Se podría decir
que los mapas de itinerario son los descendientes cartográficos directos
de las bitácoras escritas o verbales de los antiguos viajeros. Éstas eran a
menudo muy detalladas, pero debido a que las rutas que describen son
lineales por naturaleza, son potencialmente inexactas en su represen-
tación. La antigua solución a este problema fue enrollar los mapas para
hacer más fácil su transportación y almacenaje, como por ejemplo, algu-
nos mapas de rutas del antiguo Egipto y China. Nuestro conocimiento
de éstos y, en general, de los mapas usados en otras épocas es limitado.
Sin duda podemos identificar variables constantes del wayfinding, en-
tendiéndolo como una tarea cognitivo-pragmática que se basa en cua-
tro etapas: llevar a cabo una elección de ruta, identificar puntos de refe-
rencia (landmarks), ejecutar una secuencia de pasos y calcular tiempos
y distancias.¶Sin embargo, los verdaderos viajeros saben que
encontrar su camino por el mundo es en realidad
un viaje que tiene que ver más con el espíritu,
con nuestras identidades personales y
culturales, y ése, quizá, sea el
verdadero desafío
de los mapas.
31
�fuentes de consulta �
32
Selección de mapas de
la Biblioteca Franciscana
33
Historia tolteca-chichimeca
Ed. Facsimilar
Kirchhoff, P. (1900-1972)
–1976–
v
Este códice fue elaborado en papel europeo entre los años 1550 y 1560. El manus-
crito se conservó en Cuauhtinchán (cerca de Tecali, Puebla) hasta la primera
mitad del siglo xviii, cuando pasó a manos del italiano Lorenzo Boturini –histo-
riador, anticuario y cronista de las culturas indígenas de Nueva España–. Hacia
1743 fue confiscada su colección, pasando a la Secretaría del Virreinato, donde
permaneció hasta 1830.¶El códice relata la historia de los siete pueblos chichi-
mecas que fueron dirigidos por los toltecas para conquistar y llegar a merecer
sus tierras y su gobierno. Su lugar de origen estaba en Chicomoztoc o las Siete
Cuevas, situado en algún paraje de la llanura o el desierto, conocido como la tie-
rra divina o Teotlalli, donde formaban parte de los cazadores nómadas del norte
de México. Entre ellos estaban los tolteca-chichimeca, que fueron los primeros
en tomar el camino pasando por Colhuacatepec, el Cerro Curvo o el Lugar de
los Ancestros, hasta llegar a un pequeño asentamiento otomí junto a la rivera de
un río, que convierten en su capital y nombran Tollan en su lengua, el náhuatl,
que quiere decir «entre los juncos o carrizos», y es allí donde este grupo tomó
el nombre de toltecas, los habitantes de Tollan. Este códice se encuentra en la
Biblioteca Nacional de Francia.F
Breve historia del códice (s.f.). Revista ciencia. Obtenido el 25 de enero de 2017 desde:
http://www.revistaciencia.amc.edu.mx/index.php?option=com_content&view=ar-
ticle&id=39:el-codice-azcatitlan-una-mirada-a-un-libro-de-historia&catid=15
Navarrete, F. (2004). The Hidden Codes of the Codex Azcatitlán. RES 45 SPRING
(144-160).
Códice Xolotl
Ed. facsimilar
Edición, estudio y apéndice de Charles E. Dibble
–1996–
v
cocy 1256
Fol. (31 cm).
cocy 1722
4° (25 cm)
Este libro del criollo Francisco Xavier Clavijero (Francesco Saverio Clavigero)
forma parte de un conjunto de textos sobre historia americana escrita por jesui-
tas expulsados de territorios españoles. Carlos III (1716-1788) —rey de España—
en el mismo decreto de expulsión concedió una «pensión graciosa» para los his-
toriadores que escribieran sobre América, quedó condicionada a no dar «justo
motivo de resentimiento a la Corte con sus operaciones o escritos» (1767).¶En
esta imagen se pueden observar los lagos de México, sin embargo, se repite en
varias obras atribuyendo el dibujo a distintos autores. También podemos supo-
ner que el original se tomó de la obra Giro del mondo, de Giovanni Francesco
Gemelli Careri de 1721.F
cocy 1804
Fol. (27 cm)
Antonio Solís fue un literato que se ocupó en escribir obras de teatro y come-
dias. En 1660 encabezó la terna propuesta por los miembros del Consejo de
Indias para ocupar la plaza vacante como Cronista de Indias. Al siguiente año, en
1661, Felipe IV rubricaba su nombramiento como historiador de Indias. Dicho
nombramiento supuso que abandonara la escritura dramática para centrarse
exclusivamente en la redacción de la historia de la conquista de México, que no
terminaría hasta casi dos décadas después, en 1682. Podemos observar, entonces,
las rutas que siguió Hernán Cortés y su tripulación para explorar tierra adentro,
desde las costas de Veracruz.F
Flórez, E. (1702-1773)
–1759–
v
sato 0532
4° (22 cm)
Todos los mapas en la obra de Flórez los dibuja él, pero el grabado lo elabora
otra persona (como se puede observar, en la parte inferior del mapa del lado
izquierdo aparece Flórez del y en el extremo derecho el nombre del grabador),
en el caso de la Lusitania Ptolemae fue Manuel Rodríguez –quien ilustró obras
como Espectáculo de la naturaleza o conversaciones acerca de las particularidades de
la Historia Natural, del abad Pluche, así como las obras de don Juan de Palafox
y Mendoza– y en el mapa de Flórez, Jerónimo Gil y Antonio Espinosa quienes
también desarrollaron tipos de letras para imprenta.F
Centro Virutal Cervantes. (1997-2017). Centro Virtual Cervantes. Obtenido desde: http://
cvc.cervantes.es/artes/velazquez/biografia_04.htm
Redacción UDT. (24 de noviembre de 2007). UnosTiposDuros. Teoría y práctica de la cali-
grafía. En línea. Obtenido desde: http://www.unostiposduros.com/tipografia-y-cali
grafia-en-espana-durante-la-segunda-mitad-del-siglo-xviii/
España sagrada: theatro geográfico-histórico de la iglesia de
España: origen, divisiones, y límites de todas sus provincias,
antigüedad, traslaciones, y estado antiguo, y presente de sus
sillas, con varias dissertaciones criticas
Tomo XIV, De las iglesias de Abila, Egitania,
Lamego, Lisboa, Ossonoba, Pacense, Salamanca,
Viséo, y Zamora, según su estado antiguo
Flórez, E. (1702-1773)
–1758–
v
sato 0531
4° (22 cm)
Historiador oficial y protegido del monarca ilustrado Fernando VI, el padre Fló-
rez, de la orden de San Agustín, fue autor de la España Sagrada, obra histórica
que sirvió de referente y marcó las pautas a varias generaciones de historiadores.
Fue una de las mayores empresas historiográficas del siglo xviii español (toda-
vía está inconclusa) que contó con el apoyo del rey Fernando VI y de la Orden de
San Agustín. En un principio la España Sagrada iba a consistir en una serie cro-
nológica en la que iban a tener cabida papas, emperadores, reyes, concilios, san-
tos y herejes, ese objetivo inicial experimentó un cambio convirtiéndose en una
geografía eclesiástica de España con la descripción de sus sedes episcopales, que
pretendía ampliarse a una historia general de la Iglesia de España. En su obra,
Flórez utilizaba un método de rigor sistemático basado, en la medida de lo posi-
ble, en el uso y consulta de las fuentes documentales directas.F
cova 082
4º (22 cm)
Las dificultades con las que se había topado en su camino como aprendiz de his-
toriador incitaron a Flórez a componer dos obras dedicadas a la instrucción de
los jóvenes: una impresa en Madrid en 1743, la Clave Historial …, le sirvió de guía
en la España Sagrada. Este mapa, muestra claramente la división de los distintos
pueblos en tiempos prerromanos.F
Gimeno, P. (s. f.). Enrique Flórez . Obtenido el 26 de enero de 2017 desde: http://www3.
uah.es/imagines_cilii/Anticuarios/Textos/florez.htm
España sagrada: theatro geográfico-histórico de la iglesia de
España: origen, divisiones, y límites de todas sus provincias,
antigüedad, traslaciones, y estado antiguo, y presente de sus
sillas, con varias dissertaciones criticas
Tomo XIII, De la Lusitania antigua en común,
y de su metrópoli Mérida en particular
Flórez, E. (1702-1773)
–1756–
v
sato 530
4° (22 cm)
Por razones de salud del padre Flórez, el mapa antiguo de Lusitania, de su auto-
ría, no pudo salir en el tomo general de la provincia con el mapa ptolemaico
(los primeros mapas realizados por el griego Ptolomeo [el mismo astrónomo que
descubrió los epiciclos en el sistema planetario] el cual se basa en un sistema
de latitud y longitud donde describe el mundo de su época, sin embargo, con
errores), pero se publicó en el siguiente tomo dedicado a sus iglesias. El mapa
de Lusitania antigua de Flórez es de buen tamaño, con cartela decorativa con
monedas sobre una pirámide (ver Flórez, Tomo XIV –SATO 0531-). Mientras
que el mapa ptolemaico –aquí presentado– luce una cartela con las ruinas de un
edificio con vegetación y un caballo.F
coge 0520
4° (22 cm)
coce 427
8° (17 cm)
sato 190
4° (20 cm)
Tirinus, J. (1580-1636)
–1738–
v
coce 1021
Fol. (38 cm)
Este plano de Tierra Santa, en la obra de Jacobus Tirinus, está rodeado de pane-
les que muestran objetos sagrados, incluso una lámpara de aceite de siete brazos,
el Arca de la Alianza, el altar de los sacrificios, el Tabernáculo, el plano y la pers-
pectiva del Templo. En el centro, insertado en un ojo de pájaro, se encuentra el
plano de la antigua Jerusalén basado en la obra del geógrafo bíblico español, Juan
Bautista Villalpando. Está orientado con el Este hacia arriba, el mapa incluye
los territorios de las doce tribus en ambos lados del río Jordán y la ruta del Éxo-
do.¶Juan Bautista Villalpando (1552-1608) fue un jesuita andaluz, experto en
Ezequiel, Isaías y san Pablo, y arquitecto discípulo de Juan de Herrera, construc-
tor de El Escorial. Junto con Jerónimo de Prado (1547-1595), prepara un estu-
dio monumental para la reconstrucción del templo de Salomón a partir del texto
bíblico del profeta Ezequiel y siguiendo los lineamientos urbanísticos del arqui-
tecto romano Vitrubio. Entre las ilustraciones que enmarcan el ojo de pájaro
se observan unas monedas romanas –del lado izquierdo– y el congius de Ves-
pasiano, hecho en el año 75 d. C. Por medio de este congius el peso de la libra
romana ha sido comprobado.F
cocy 1817
8° (16 cm)
Suárez, C. (2004). Traducción y cultura nacional o Volney por Luz y Caballero. Revista de
la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí, (1-2), 80-86.
Volney, C. F. (1942). Las ruinas de Palmira: la ley natural y la historia de Samuel. París: Gar-
nier Hemanos.
Geographia historica donde se describen los reynos provincias,
ciudades, fortalezas ... y se refieren las guerras ... y sucessos
memorables ... y se hace una compendiosa memoria de los
varones insignes ... de cada reyno
Tomo primero
Murillo Velarde, P. (1696-1753)
–1752–
v
sato 426
4° (20 cm)
Geografía historica está escrita en diez volúmenes que abarcan la historia y geo-
grafía universal, fue editada en Madrid en 1752. La obra está dedicada a la Vir-
gen de Guadalupe (Villoria, 2016). Este primer volumen incluye un mapamundi
dibujado por el autor. En el prólogo a la obra, el autor indica «Cinco Mapitas he
mandado hacer con gran trabajo, para que el lector forme alguna idea general de
lo que se lee: si se acabaren con tiempo, se pondrán. Lo mismo digo de las apro-
baciones, porque me voy luego, y no puedo esperar ni un instante» (Murillo,
1752). Sin embargo, sólo se encuentra este mapamundi en toda la obra.¶El libro
aquí presentado corresponde a la primera edición. La Biblioteca Franciscana
conserva 16 volúmenes, algunos repetidos, pero no se tiene la obra completa.F
Díaz de la Guardia y López, L. (2001). Datos para una biografía del jurista Pedro Murillo
Velarde y Bravo. En Espacio, Tiempo y Forma, IV, (14) (407-471).
Villoria, C. (2016). La producción cartográfica del jesuita Pedro Murillo Velarde (1696-
1753). En El Siglo de las Luces: III Centenario del Nacimiento de José de Hermosilla
(1715-1776) (147-160).
78
79
Fichas catalográficas
EDITORIAL
UDLAP
Izraim Marrufo Fernández
Director
0
�biblioteca antigua �
otros libros de la colección
s
La serie Biblioteca Antigua está diseñada con la familia tipográfica Espinosa Nova, interpretación
digital de la primera letra romana impresa, acuñada por Antonio Espinosa en el
Nuevo Mundo. La versión electrónica en PDF de este libro fue preparada
por el Departamento de Publicaciones de la Universidad de las
Américas Puebla en diciembre de 2020. Ex hacienda
Santa Catarina Mártir, San Andrés Cholula,
Puebla, México, C. P. 72810. Edición
para consulta, no comercial.