Jose Lopez Portillo Reforma Educativa.

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CAPÍTULO II

EL ESTADO DE LA EDUCACION PUBLICA EN 1977

A punto de iniciarse el sexenio del presidente José López Portillo, la educa-


ción, según algunos críticos, afrontaba diversos problemas: evaluar la calidad
de la enseñanza, pues la impartida a los niños, jóvenes y adultos del país era
mala y tendía a ser cada vez peor, evaluación que orientaría a la SEP sobre los
medios adecuados para mejorar la educación e ilustraría a los padres de fami-
lia y a la opinión pública sobre asunto tan importante; reformar administrativamente
la SEP, cuya burocracia –la más numerosa de todas las secretarías– era particu-
larmente onerosa e ineficiente y significaba para el país un elevado costo no
sólo económico sino, lo que era peor, educativo; sanear el ambiente de la SEP ;
exigir responsabilidad en el cumplimiento del deber e introducir a personas
distintas, deseosas de trabajar, y hacer eso a pesar del sindicato. Por otra
parte, era menester establecer igualdad de oportunidades educativas. El sis-
tema escolar favorecía las regiones más pobladas, con perjuicio del medio
rural y los diversos estratos sociales. La igualdad perfecta nunca se consegui-
ría, pero urgía frenar el creciente distanciamiento entre distintas zonas del país
y tender a una distribución más justa de las oportunidades educativas.
A este capítulo pertenecía el problema de niños que no tenían acceso ni
siquiera al primer grado de primaria, por vivir, en su mayor parte, en localidades
pequeñas donde no se justificaba una escuela. Con todo, había que educarlos,
aun con formas distintas, sin duda más costosas, cuyo sostenimiento rebasaba
la capacidad financiera del Estado y obligaba a buscar nuevas fuentes de
financiamiento y a regular las relaciones federación-estados. La carencia de
criterios claros para repartir la carga educativa entre la federación y las entidades
federativas había conducido a situaciones absurdas. Urgía efectuar la descen-
tralización administrativa, no sólo con el apoyo de la ya iniciada, sino con la
ampliación de la esfera de competencia de las autoridades locales en cuestio-
nes técnico-administrativas.
10 TENDENCIAS EDUCATIVAS OFICIALES EN MEXICO

Era preciso, ante todo, mejorar la retención en el sistema escolar. Se-


gún la ley, la primaria era obligatoria para todos los mexicanos, pero sólo el
50% en el medio urbano y el 15% en el rural, de niños inscritos en primero de
primaria la terminaba. La ley demandaba al niño cursar toda la primaria, no
sólo asistir uno o dos años a la escuela. De modo semejante, era preciso
capacitar para el trabajo. El sistema educativo, a pesar de las declaraciones
del gobierno, no preparaba para el trabajo ni infundía los valores propios de
éste ni adiestraba en las técnicas requeridas, cuando el país, a su vez, necesitaba
aumentar la productividad de la economía. Finalmente, la formación de maestros
de enseñanza media era urgente. Muchos de los actuales eran improvisados.
No obstante, el país contaba con las instituciones adecuadas para prepararlos
(Excélsior, noviembre 13 de 1976). Tal era el panorama educativo del país al
comienzo del sexenio de López Portillo.

1. EL PLAN NACIONAL DE EDUCACIÓN (1977)1

El 5 de febrero, el licenciado Muñoz Ledo anunció en un discurso la elabora-


ción de un plan nacional y realista de educación (El Universal, febrero 9 de
1977), pues la simulación es contraria a la esencia misma del proceso educa-
tivo. “La eficiencia de la escuela es la eficiencia de la sociedad”. Latapí (Pro-
ceso, mayo 5 de 1977) alababa tanto la decisión del secretario de elaborar un
plan educativo en ese momento cuanto el método de prepararlo con la coo-
peración de innumerables y heterogéneas organizaciones, oficiales y privadas.
El anuncio de la elaboración del plan recibió un espaldarazo del presidente
López Portillo en reunión con funcionarios de la SEP (El Universal, enero 11
de 1977). La decisión de elaborar un plan educativo era razonable en esos
momentos. La variedad, complejidad y magnitud de los problemas educati-
vos hacían imperioso un esfuerzo conjunto, jerarquizado en un documento
final con metas y políticas para todo el sexenio. La educación había carecido
por muchos años de un compromiso público de esta naturaleza. Las pasadas
administraciones habían hablado de “reformas,” nunca de un plan.

1
Plan Nacional de Educación. México: Secretaría de Educación Pública, 1977, 6 vols.
EL ESTADO DE LA EDUCACION PUBLICA EN 1977 11

Con toda razón, Muñoz Ledo había dicho: “un plan de educación es en
el fondo un sistema nacional de compromisos. Compromisos del Estado, los
ciudadanos, los padres de familia, los maestros, los educandos, y los sectores
productivos” (Latapí, Proceso, marzo 5 de 1977).
Al sugerir el presidente López Portillo, en reunión con Muñoz Ledo y
otros funcionarios de laSEP , formular un plan nacional de educación, recomendó
“recoger todas las experiencias, aprovechar todas las estructuras administrativas
y ‘optimizar’ [sic] el empleo de nuestros recursos, de suerte que se satisficiera
el gran propósito de congruencia con nuestra filosofía política” ( PNE, 1977,
Vol. I, p. 5). El Consejo Nacional Técnico de Educación propuso al licencia-
do Muñoz Ledo los siguientes objetivos primordiales, cuyo logro debería pro-
pugnar la política educativa del país: congruencia con nuestra filosofía política:
Afirmar el carácter popular y democrático del sistema educativo, elevar la calidad
de la educación, estrechar su vinculación al proceso de desarrollo, y comprometer
la acción de la sociedad en el esfuerzo educativo nacional, la difusión de la cultura
y la capacidad para el trabajo (PNE, 1977, Vol. I, p. 6).

La comisión para redactar el Plan Nacional de Educación ( PNE) quedó


integrada por un consejo coordinador presidido por el propio titular de
educación y, como vocales, representantes de las secretarías, departamentos
de Estado e instituciones públicas más estrechamente relacionados con el
sistema educativo. A guisa de asesores, se nombró a representantes de las
cámaras de diputados y senadores y un consejo técnico integrado por ocho
comisiones de estudio y cuatro especiales para los temas, cuya importancia
particular ameritaba examinarse por separado.
Por diversos medios se logró consultar a 150 000 educadores del país,
la tercera parte del personal docente en servicio. El proyecto del plan se
sometió, en seis sesiones que se efectuaron durante agosto de 1977, al
presidente López Portillo y al consejo coordinador. El material presentado se
imprimió en seis pequeños volúmenes.
El PNE presenta los antecedentes históricos de la evolución del sistema
educativo, desde el inicio del México independiente hasta 1977. Describe
luego el panorama actual de la educación en el país y proporciona una síntesis
de los diagnósticos realizados en el curso de los trabajos. Termina con la
estrategia para conseguir los objetivos propuestos.
12 TENDENCIAS EDUCATIVAS OFICIALES EN MEXICO

El plan advierte que, anteriormente, se había puesto mayor énfasis en


crear nuevas instituciones, en vez de transformar las estructuras precedentes,
y caracteriza la educación mexicana como sobresaliente por la extraordinaria
dimensión y complejidad de sus servicios.
Por más que el gobierno federal destinó el 41% de su gasto corriente a la
educación, y a los estados, en promedio, el 40%, el analfabetismo permane-
cía infranqueable, como lo muestra el cuadro siguiente:

CUADRO 1

El analfabetismo desde 1940


Población analfabeta

Años Analfabetos Porcentaje


1940 6 234 000 53.9
1950 6 518 000 43.3
1960 6 742 000 34.8
1970 6 693 000 25.8

(La educación de adultos, 1982, p. 55).

Los problemas, en el interior del sistema escolar, no eran menos agudos.


De los niños que ingresaron a la primaria en 1970, menos de la mitad egresaron
seis años después. Ocho de cada diez niños que egresaban de la primaria se
inscribían en la secundaria y de éstos una cuarta parte la abandonaba antes de
concluirla. De los egresados de la educación media básica, más de un tercio
se dirigía de inmediato hacia el mundo del empleo, sin encontrarlo por falta de
capacidad propia o por contracción de la oferta.
La proporción de alumnos desertores del ciclo escolar superaba a la de
quienes dejaban el sistema, aprovechando sus salidas terminales. De ahí, la
relación entre egreso de la escuela y oferta de trabajo había sido hasta enton-
ces incierta e impredecible. La deserción como la reprobación afectaba prin-
cipalmente a los estratos de menores ingresos. En el campo, donde predomi-
naban las escuelas incompletas, sólo uno de cada diez niños que iniciaban la
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primaria podía terminarla. Por tanto, menos de la cuarta parte de los alumnos
de sexto año se localizaba en las regiones rurales.
Las posibilidades de proseguir estudios dependían fundamentalmente de
la capacidad económica de las familias y del desarrollo de las comunidades.
La mayor deserción en México se producía precisamente en la escuela pri-
maria. Así, se agudizaba la transformación intergeneracional de las desigual-
dades. La organización económica y las insuficiencias educativas tendían a
reforzar las diferencias sociales, o bien alentaban expectativas halagüeñas por
medio de la escuela.
Esta situación inducía a preguntarse si el carácter preferencial de la edu-
cación primaria se agotaba allí o bien había que extenderlo a la secundaria
para facilitar la productividad y el desarrollo compartido.
El documento deploraba el abandono prematuro de la escuela por razo-
nes de supervivencia, más temprano cuanto la situación hogareña era más
crítica. Para atacar este fenómeno urgía superar gradualmente la insuficiente
nutrición en los primeros años de la vida, condición primordial del desarrollo
de la inteligencia; la pobreza cultural del medio, freno de la asimilación de
conocimientos; y otros por el estilo.
La estratificación educativa correspondía en gran medida a la social. Los
grupos de mayores ingresos preferían la educación privada, sobre todo en los
niveles medios, en los que la oferta era más diferenciada. Así como el 12% de
los alumnos de educación superior estudiaba en establecimientos privados, el
23% lo hacía en el nivel medio superior, el 26% en escuelas secundarias, y en
primaria sólo el 5%.
A pesar del éxito de los libros de texto, su contenido uniforme hacía
difícil aprovecharlos con grupos e individuos de características distintas y per-
tenecientes a diversas regiones del país. La escasa vinculación con las viven-
cias del educando y las condiciones del medio, así como el poco énfasis en la
creatividad del alumno, influían en el bajo rendimiento del sistema.
El documento deploraba asimismo la deficiente formación del personal
docente y la falta de vinculación con la realidad del país en las carreras de
nivel medio, orientadas específicamente a formar técnicos.
El plan proponía objetivos y estrategias de política educativa, derivadas
del Art. 3o. Así, con el propósito de fortalecer el carácter democrático de la
educación, establecía:
14 TENDENCIAS EDUCATIVAS OFICIALES EN MEXICO

1) Generalizar la educación preescolar; expandir la educación primaria;


y promover la igualdad de oportunidades de acceso y permanencia en el sis-
tema, con el mejoramiento de la atención materno-infantil mediante progra-
mas de orientación masiva; la atención preferente a las necesidades de los
grupos marginados, por la educación bilingüe y otros medios adecuados; la
organización de programas de salud y nutrición; la extensión de los mecanis-
mos de apoyo para estudiantes de escasos recursos; y la ampliación de los
servicios destinados a los adultos.
2) Procurar el desarrollo armónico de todas las facultades del ser huma-
no y, para conseguir este objetivo: mejorar la eficiencia interna del sistema;
estimular las tasas de investigación y experimentación; evaluar sistemáticamente
el rendimiento escolar; revisar permanentemente la estructura de los ciclos y
el contenido de los planes, programas y libros de texto; programar los servi-
cios educativos para fortalecer las funciones normativas; revisar e incrementar
los programas dirigidos a formar y mejorar el personal docente y, para este
objeto, reformar la estructura, los planes y programas de la normal; dar oca-
sión a los maestros de actualizar sus conocimientos y, en fin, aplicar todos los
medios que sirvieran para conseguir este fin; enriquecer la vida cultural, social
y recreativa de las escuelas y de la propia comunidad con el estímulo a la
creatividad, la formación cívica y la solidaridad y otros medios adecuados
para lograr tal propósito; y vincular la educación a los objetivos nacionales y
necesidades del desarrollo.
3) Afirmar los valores nacionales; atender las características regionales y
medios semejantes. Comprometer y organizar los esfuerzos sociales en favor
de la educación. Y para este fin: promover la participación creciente y res-
ponsable de la comunidad en el fomento de la obra educativa, con el estable-
cimiento de Consejos Estatales de Educación; juntas locales de educación y
organización de la orientación a los padres de familia ( PNE, 1977, Vol. I, pp.
39-45).
El plan reconocía la ingente labor realizada por los gobiernos para exten-
der la educación básica del país. Sin embargo, advertía que se aplicaban po-
cos recursos en la educación (4% del PIB), y que el promedio de escolaridad
era escasamente de cuatro años; la atención materno-infantil alcanzaba el 0.5%
de la demanda real y de 100 niños que iniciaban la primaria escasamente 46
de éstos la terminaba ( PNE, Vol. II, pp. 5 y 9).
EL ESTADO DE LA EDUCACION PUBLICA EN 1977 15

Por tanto, eran más los alumnos desertores que los finalistas en los estu-
dios. A pesar del esfuerzo del gobierno, no era posible garantizar a la mayoría
de los mexicanos la educación básica completa que les proporcionaría los
mínimos fundamentales de capacitación y cultura. Por otra parte, la desvincu-
lación entre los contenidos educativos y la realidad del país, la estructura
curricular poco flexible, los sistemas de evaluación rígidos y los calendarios y
horarios uniformes, constituían obstáculos para el mejor rendimiento de los
estudiantes. Consecuentemente, se requería cuestionar la concepción, el con-
tenido, y la longitud de estos ciclos educativos, para estudiar en qué medida
respondían a las necesidades del mundo actual y de la realidad mexicana.
Convenía también determinar la regionalización y diversificación del pro-
ceso educativo e integrar los primeros ciclos educativos (preescolar, primaria
y secundaria), pues se destinaban a proporcionar al individuo, de modo gra-
dual pero armónico, la formación básica sin la cual no podría incorporarse a la
vida productiva, social y cultural del país. Pero este propósito de integrar la
educación no se lograría cabalmente sin expandir lo más posible la educación
preescolar, medio indispensable para remediar las carencias de los niños de
las clases bajas, especialmente del medio rural y, sobre todo, la educación
inicial (materno-infantil), cuya importancia definitiva en el desarrollo mental
del niño en sus primeros años de vida demostraron los estudios de McVicker-
Hunt (1961, 1979).
Por tanto, la escuela primaria pública debería extenderse a las zonas de
menor desarrollo educativo y también las menos favorecidas económica y
socialmente. Con todo, no podría contentarse el gobierno con esta solución.
El servicio educativo debería proseguirse más allá de la escuela primaria, para
preparar adecuadamente a los niños a ocupar su lugar en la vida.
El documento recordaba un dato sorprendente por lo irracional: el país
destinaba poco más del 20% de su PIB a constituir el capital para obtener los
recursos materiales y apenas un 4% a formar los recursos humanos necesa-
rios para explotar aquéllos.
El PNE señalaba después los medios para impulsar la educación: crear un
consejo nacional de fomento de los recursos humanos para la producción, así
también como consejos estatales y locales; proporcionar un marco técnico
normativo para capacitar esos mismos recursos y brindar el apoyo técnico
necesario para desarrollar la tecnología de la capacitación. Esta sería de
16 TENDENCIAS EDUCATIVAS OFICIALES EN MEXICO

preingreso al trabajo y de capacitación en el mismo: sector agropecuario,


sector industrial, sector de servicios, y sector de administración pública federal.
Obviamente, el PNE abordó asimismo la educación normal, tecnológica y
superior, junto con la investigación científica. Subrayó la enorme importancia
de la primera y reconoció la necesidad de introducir el bachillerato como
elemento antecedente de vincular la normal con las metas señaladas y, natu-
ralmente, promover el desarrollo de los recursos humanos para ella.
La educación tecnológica debía, por su parte, tener en cuenta el desa-
rrollo y diversificación de la economía nacional; las demandas de los distintos
sectores; la necesidad de ayudar a la autodeterminación tecnológica, y el apro-
vechamiento de los recursos.
Con todo, el PNE no definía con suficiente precisión si el objetivo primor-
dial del ciclo era orientar a los estudiantes hacia el trabajo productivo o hacia
otro ciclo de estudios posterior. Se proponía asimismo impulsar la atención a
la demanda; la expansión de los servicios de educación tecnológica; el fomen-
to y desarrollo de los sistemas no escolarizados, y el fortalecimiento de las
opciones terminales. Y no se olvidaba la necesidad de vincular la educación
tecnológica con las actividades económicas, reorganizando y fortaleciendo el
plan escuela-empresa, y fomentando la investigación tecnológica.
El PNE mencionaba asimismo a la comunidad, a la cual debían darse
servicios de actualización, apoyo a la producción local, difusión cultural, y
servicio social. Se consideraban también siete programas de política cultural
de México. Reconocía que la sociedad urbana de los últimos años era
antidogmática por excelencia, abierta a múltiples influencias, variada en sus
gustos y explícita en la protesta y el rechazo de los valores establecidos. Por
otra parte, el pluralismo de influencias hacía imposible entonces un proyecto
cultural basado en una sola tendencia. Por tanto, el Estado debía desarrollar
diversas corrientes e iniciativas.
Obviamente, incluía servicios educativos complementarios, sobre todo
para las zonas deprimidas y grupos marginados: los sistemas abiertos de edu-
cación y la capacitación para el trabajo, y expresaba la necesidad de coordi-
nar los servicios de educación extraescolar, misiones culturales, brigadas, sa-
las populares de lectura y aulas rurales móviles y, además, tener en cuenta la
amplitud del territorio para localizar en cada entidad las zonas más deprimi-
das, con el fin de concentrar en ellas dichos servicios. En esta línea se recalca-
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ba la urgencia de formar técnicos bilingües en educación, agricultura, salud y


recreación. Quince mil promotores y maestros bilingües atendían a 25 000
niños en cursos de español y a otros 318 000 en 3 400 escuelas primarias, es
decir, sólo el 45% de la población en edad escolar urgida de ese servicio. Un
incremento del 10% anual en los próximos cinco años permitiría satisfacer la
demanda de educación primaria en las regiones.
El PNE no olvidaba la educación familiar, tan importante para la adecua-
da formación de los niños, ni la protección del patrimonio cultural de México,
con todas las acciones que implicaba: conservar e investigar el patrimonio
arqueológico-histórico, el sistema nacional de museos, las bellas artes, con las
modalidades del teatro, la música y la ópera, la literatura, las artes plásticas, la
arquitectura y la educación artística; la difusión de las culturas populares, el
estudio sociolingüístico de los grupos indígenas del país, y la capacitación
sociolingüística de hablantes de lenguas indígenas.
Finalmente, mencionaba la política nacional de la cultura impresa, el sis-
tema nacional de bibliotecas, la cultura y la educación audiovisual, los inter-
cambios culturales, el deporte y la educación integral para la salud. Estos eran
los objetivos del área.
El PNE constituía, según Latapí (Proceso, agosto 15 de 1977), el primer
pronunciamiento formal del gobierno de López Portillo en el campo de la
política social. Por tanto, merecía un análisis cuidadoso, fácil de hacer cuando
se dieran a conocer los programas que lo ponían en práctica. De momento, el
análisis debía limitarse al esquema general dado a conocer en fecha anterior.
El esquema del plan era un documento claro por su estructura, conteni-
dos y lenguaje. Considerado formalmente, constituía, sin duda, el esfuerzo
más cabal de planeación en la historia de la educación nacional. Reducía a una
unidad coherente las múltiples propuestas de reforma presentadas por las
comisiones; respetaba en lo sustancial los compromisos de una amplia partici-
pación y estructuraba, en cuatro grandes objetivos, las estrategias y las políti-
cas apropiadas para desarrollar orgánicamente el sistema educativo. Se re-
quería averiguar la capacidad del PNE, considerado como instrumento de po-
lítica educativa, para responder a los problemas educativos. Una lectura críti-
ca del documento señalaba tres temas fundamentales: la reforma educativa
propiamente tal; el empeño por igualar las oportunidades; y la relación de la
educación con la economía.
18 TENDENCIAS EDUCATIVAS OFICIALES EN MEXICO

1) La reforma educativa: ésta contenía propósitos sumamente ambicio-


sos: revisar permanentemente la estructura de los ciclos y de los contenidos
de los planes, los programas y los libros de texto, con objeto de acrecentar su
vinculación a las necesidades, intereses y capacidades reales de la población;
mejorar la administración escolar, los calendarios y horarios de labores; apro-
vechar eficientemente los recursos disponibles; intensificar los esfuerzos para
la superación de los maestros en servicio; y promover la cultura popular, la
acción editorial de la SEP y el impulso a las bibliotecas. La carencia de progra-
mas particulares impedía opinar sobre el alcance de estos propósitos. El plan
contenía tres proposiciones de enorme importancia.
La reforma profunda de la enseñanza normal, elevándola al nivel superior, e
integrando sus diversas modalidades [curiosamente, no se menciona específicamente
la universidad pedagógica] (II, 2.2); el establecimiento de un sistema de evaluación
escolar que asegurara la adquisición de conocimientos y habilidades (II, 1.2); y el
estímulo a la experimentación educativa (II, 1.1). (PNE, Vol. I, 1977, pp. 37-47).

Sin embargo, se echaba de menos una más amplia referencia a las ten-
dencias de la reforma educativa del pasado sexenio: el uso del método histó-
rico y experimental en el proceso de enseñanza-aprendizaje; la promoción de
actitudes inquisitivas, científicas y críticas; o el empleo de científicos de alto
nivel en la elaboración de los libros de texto, etc. Estas tendencias de ningún
modo deberían interrumpirse.
Se hubiera deseado una actitud más enérgica respecto del poder
deseducativo de la televisión y la coordinación de este medio con la política
educativa, si bien se mencionaba el empeño por elevar los mensajes que di-
fundían los medios de comunicación y el empleo intensivo de los medios de
difusión impresa y electrónicos en programas que ayudaran a mejorar la cul-
tura.
2) El plan señalaba también un conjunto de medidas preventivas y
compensatorias de la desigualdad: protección materno-infantil, programas de
salud y nutrición, atención preferente a grupos marginados e indígenas y apo-
yo a estudiantes pobres.
3) No se olvidaba la necesidad de vincular la educación tecnológica con
las actividades económicas, reorganizando y fortaleciendo el plan escuela-
empresa y fomentando la investigación tecnológica.
EL ESTADO DE LA EDUCACION PUBLICA EN 1977 19

De gran importancia era distribuir equitativamente la carga financiera entre


la federación y los estados, de acuerdo con los niveles de ingreso de cada
región, y otras innovaciones en el financiamiento de la educación, como la
contribución razonable de los alumnos para el sostenimiento de los estudios.
Es preciso añadir que el plan, junto con esas laudables e imperiosas
medidas reformistas, hubiera debido abrirse cauce a otras reformas más
innovadoras de educación popular, educación liberadora, socialmente pro-
ductiva y solidaria, que integrara las acciones educativas en proyectos de
cambio social, económico y político más profundo y a largo plazo.
En otro artículo sobre el plan, Latapí (Proceso, septiembre 26 de 1977)
lo censuraba por carecer de metas cuantitativas. Además, los programas pu-
blicados distaban mucho de ser tales en sentido estricto. No establecían las
metas operativas ni precisaban los recursos de toda clase que se utilizarían ni
asignaban responsabilidades específicas. Sobre todo, el articulista echaba de
menos la ausencia de jerarquización del programa. Afirmar que todo tenía
prioridad era negar que hubiera prioridades. Si el plan serviría de instrumento
efectivo para tomar decisiones, debería dar prioridad a unos programas con
preferencia a otros. Esta tarea todavía estaba por realizarse y obviamente
encontraría resistencia u oposición de algunos grupos.
Asimismo, inquietaba el conocimiento de las personas que llevarían al
cabo una renovación tan profunda como la propuesta. El mal funcionamiento
del sistema educativo se debía, en muchos casos, a las limitaciones y deficien-
cias de los actuales funcionarios: inspectores, directores de escuela, maestros
o empleados burócratas.
Inesperadamente, el licenciado Muñoz Ledo renunció el 9 de diciembre
de 1977 a la SEP (UnomásUno, diciembre 10 de 1977) y lo sustituyó el
licenciado Fernando Solana Morales.
Latapí (Proceso, diciembre 19 de 1977) calificó de “importante y cons-
tructivo el [trabajo] de Muñoz Ledo al frente de la SEP”, y confiaba en que
Fernando Solana respetaría, en lo sustancial, el PNE, aprobado ya por López
Portillo en su primer informe de gobierno. Además, expresó que la política
educativa hasta ese momento había sido “funcionalista”: “su meta suprema no
había sido mejorar la educación sino perfeccionar el aparato; se había preocu-
pado más por ser medio de control social que de ayuda a la liberación”. Y
20 TENDENCIAS EDUCATIVAS OFICIALES EN MEXICO

añadía: “un cambio en la orientación de los recursos educativos puede pro-


mover mayor igualdad social”.
Al renunciar el licenciado Muñoz Ledo en diciembre de 1977, el Plan
Nacional de Educación no se desechó totalmente. El nuevo secretario Fer-
nando Solana señaló, en el marco conceptual de planeación, cinco grandes
objetivos nacionales del sistema educativo y 52 programas encaminados a
organizar los esfuerzos para el logro de aquéllos. Complementariamente fijó
prioridades y metas para concertar todas las acciones del sector educativo. En
1980 añadió otro programa. Los cinco objetivos fueron los siguientes: 1) ofrecer
educación básica a todos los mexicanos, especialmente a los niños; 2) vincular la
educación terminal con el sistema de producción de bienes y servicios, social
y nacionalmente necesarios; 3) elevar la calidad de la educación; 4) pugnar
por enriquecer la atmósfera cultural del país; y 5) elevar la eficiencia adminis-
trativa del sistema.
Los objetivos se descomponían en metas. El primero: asegurar la prima-
ria completa a todos los niños; castellanizar y proporcionar la primaria bilin-
güe a la población indígena; proporcionar a la población adulta la oportunidad
de recibir la educación básica o completarla en su caso; ampliar la educación
preescolar; ofrecer la secundaria a quienes la demandaran; desarrollar las
distintas modalidades de la secundaria técnica, según las necesidades de cada
zona; y las últimas dos, no prioritarias: ampliar la educación inicial; y atender la
educación de la población atípica.
El segundo tiene dos metas: fomentar la educación profesional de nivel
medio superior; coordinar el desarrollo de la educación media superior;
fomentar la educación de nivel medio superior agropecuario, tecnológica in-
dustrial, y de ciencias y tecnologías del mar; apoyar los programas guberna-
mentales de capacitación para el trabajo y en él, en coordinación con las
dependencias responsables.
El tercero: elevar la educación normal; mejorar los contenidos y méto-
dos educativos; capacitar y mejorar profesionalmente al magisterio en servi-
cio; desarrollar materiales y tecnologías educativos; evaluar el rendimiento
escolar; y fomentar la investigación educativa.
El cuarto: promover el hábito de la lectura; difundir la cultura a través de
los medios masivos de comunicación; impulsar la educación artística y preser-
EL ESTADO DE LA EDUCACION PUBLICA EN 1977 21

var y difundir el patrimonio artístico; coordinar el desarrollo del deporte; y


otros por el estilo.
El quinto: implantar sistemas que elevaran la eficiencia de la acción edu-
cativa; descentralizar las decisiones y los trámites administrativos; impulsar la
planeación educativa; adecuar permanentemente las normas jurídicas que re-
gulaban el sistema educativo y cuidar de su ambientación; y otros semejantes
(Memoria, 1976-1982, pp. 20-38; Programas y metas del sector educati-
vo. México: SEP , 1979-1982).
Lo específico de la planeación elaborada por el secretario Solana fue su
carácter pragmático, expresado en prioridades claras y metas y programas
concretos.

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