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BLOQUE IX: LA CRISIS DEL SISTEMA DE LA RESTAURACIÓN Y LA CAÍDA DE LA MONARQUÍA (1902-1931)

9.1. ALFONSO XIII Y LA CRISIS DEL SISTEMA POLÍTICO DE LA RESTAURACIÓN: LOS PARTIDOS
DINÁSTICOS. LAS FUERZAS POLÍTICAS DE OPOSICIÓN: REPUBLICANOS, NACIONALISTAS, SOCIALISTAS Y
ANARCOSINDICALISTAS.

Tras el "desastre del 98", el régimen de la Restauración (creado por Cánovas) comenzó a descomponerse
durante el reinado de Alfonso XIII (1902-1931). Nació un sentido de autocrítica y de cambio político,
social, económico e intelectual (Regeneracionismo), que expuso el caciquismo, la tensión social, el
anticlericalismo, la pérdida de las colonias, los problemas con Marruecos, la intervención del Ejército en
la vida pública, entre otros problemas. Los regeneracionistas propusieron soluciones desde dentro,
modificando lo existente y adaptándolo a las circunstancias (Maura y Canalejas), y fuera del sistema,
pretendían su liquidación (socialistas, anarquistas, republicanos, carlistas y nacionalistas).

Entre 1898 y 1914, los partidos dinásticos de Maura (conservador) y de Canalejas (liberal) fracasaron
modernizando el sistema, causando la crisis de 1917. En 1899 los conservadores, dirigidos por Francisco
Silvela y posteriormente por Maura (jefe de Gobierno en 1903-1904; “gobierno corto”; y en 1907-1909;
“gobierno largo”) volvieron al poder. Maura promovió una "revolución desde arriba" aprobando la Ley
Electoral de 1907 (el artículo 29 permitió a los caciques continuar con sus pesquisas), la Ley de Bases
para la Administración Local (permitía establecer mancomunidades), la Ley de la Escuadra (promovió
desarrollo de astilleros con la construcción de una flota de guerra para España), creó el Instituto Nacional
de Previsión (1909), e instauró el descanso dominical y el derecho de huelga. En política exterior, España
participó en la Conferencia de Algeciras (1906), que dividió las zonas de influencia entre Francia y
España, y buscó asegurar Melilla manteniendo la presencia en Marruecos. El envío de reservistas
barceloneses a Marruecos en 1909 provocó la Semana Trágica de Barcelona (se incendiaron iglesias), los
socialistas y los anarquistas aprovecharon para convocar una huelga que desembocó en una espiral de
violencia y la dura represión del Gobierno (ejecución Ferrer i Guardia). Alfonso XIII dejó de apoyar a
Maura y éste dimitió (octubre de 1909).

Los liberales gobernaron, primero con Segismundo Moret y en 1910 con Canalejas, que buscó la
regeneración nacional. Aprobó la Ley de Asociaciones Religiosas (“ley del candado”), que aumentó la
separación Iglesia-Estado, la Ley de Mancomunidades (aprobada en 1914 en Cataluña), reguló la jornada
máxima de trabajo, abolió los consumos, modificó el sistema de reclutamiento militar (servicio militar
obligatorio sin exenciones) y se enfrentó a huelgas incontroladas y desórdenes públicos (1911-1912). En
política exterior, se enviaron tropas a Marruecos por la crisis de 1911 (enfrentamiento entre Francia y
Alemania) para garantizar el territorio del Protectorado. Canalejas fue asesinado el 12 de noviembre de
1912, lo que truncó la posibilidad del turno entre Maura y Canalejas, que hubiera dado estabilidad al
país por el camino de la regeneración. El rey encargó el poder a Eduardo Dato (conservador).

Entre las fuerzas políticas de oposición destacan: republicanos (pretendían acabar con la monarquía, en
1908 Lerroux creó el Partido Republicano Radical y en 1913 Melquíades Álvarez el Partido Reformista,
interesado en el proceso democratizador, en sus filas militaba Manuel Azaña), socialistas (el PSOE y la
UGT crecieron lentamente excepto en Madrid, País Vasco y Asturias, se centraron en mejorar la
condición de la clase trabajadora: jornada de ocho horas, derecho a la huelga, entre otros), anarquistas
(se encontraban entre anarcosindicalismo y terrorismo, la CNT tuvo una gran implantación en Valencia,
Cataluña y Andalucía) y nacionalistas; los catalanes de la Lliga crean la Mancomunitat, que coordinaba
las diputaciones catalanas y estaba presidido por Prat de la Riba; contribuyó a la mejora de las
comunicaciones (carreteras, ferrocarril, red telefónica). Se instituyó una escuela de funcionarios de
administración local, de técnicos agrarios y de industriales, el catalán pasa a ser una de las lenguas
públicas en la Administración y se dio la primera cátedra de catalán en la universidad. En 1907 el PNV
consiguió la alcaldía en Bilbao y en 1917 en Vizcaya , en 1911 se fundó el sindicato Solidaridad de
Obreros Vascos, en 1915 la Comunión Nacionalista Vasca y a partir de 1914 surgen movimientos
regionalistas en Galicia, Andalucía y Castilla.

9.2. LA INTERVENCIÓN EN MARRUECOS. REPERCUSIONES DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL EN


ESPAÑA. LA CRISIS DE 1917 Y EL TRIENIO BOLCHEVIQUE.

Tras el “desastre del 98”, España se centró en Marruecos (gobierno de Maura) e inició una política
expansionista para olvidar la pérdida de las colonias y dar impulso a los militares. Con la conferencia de
Algeciras (1906) Francia y España se reparten la tutela de Marruecos, hasta 1909 la expansión había sido
pacífica, a comienzos de julio las tribus rifeñas, que llevaban meses hostigando a los mineros españoles,
matan a varios de ellos y el gobierno decide llamar a filas a los reservistas de Barcelona; socialistas y
anarquistas convocan una huelga que desembocará en la Semana Trágica de Barcelona, además las
tropas españolas sufrieron una emboscada en el Barranco del Lobo.

Con el Tratado de Fez (entre Francia y España) se constituía formalmente el Protectorado de ambas
potencias sobre Marruecos, en la zona española habitaban tribus hostiles. La explotación de ciertos
yacimientos de minerales animó a los Gobiernos a continuar la empresa. Fernández Silvestre inició una
ofensiva (1920) para ocupar la región del Rif (entre Ceuta y Melilla) y llegar hasta Alhucemas. Debido a la
naturaleza del terreno, la falta de agua y la baja preparación de las tropas, el choque con los rifeños de
Abd-el-Krim desencadenó el desastre de Annual. Las pequeñas posiciones fortificadas establecidas
fueron cayendo, en Monte Arruit, tras haberse rendido, los rifeños asesinaron más de 3000 españoles. El
prestigio del Ejército fue dañado y se buscaron responsables (se sugirió que el rey habría instado a
Fernández Silvestre a asumir riesgos innecesarios con su ofensiva). En las Cortes se abrió una comisión
de investigación, presidida por el general Juan Picasso, que reveló un estado de corrupción y de
ineficacia en el Ejército (Expediente Picasso), poco antes de que se debatiera en el Pleno del Congreso, el
capitán general de Cataluña Primo de Rivera dio un golpe de Estado.

Durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918), España, gobernada por Eduardo Dato, se mantuvo
neutral y aprovechó para realizar negocios con los países beligerantes, vendiendo productos agrícolas e
industriales (wolframio, tejidos, cereales). Esto generó enormes superávits y tuvo consecuencias
económicas positivas, se triplicaron las reservas del banco, la creación de más de 12.000 empresas y
aumentó la población activa ocupada. Aunque, también se registraron pérdidas en la flota mercante
española, y consecuencias sociales, como el crecimiento en las diferencias sociales y en la inflación y
crecimiento lento de los salarios, que redujo la capacidad adquisitiva de los trabajadores. A los
problemas sociales en 1917 se añadieron: el malestar en el Ejército (la precaria situación económica, la
política de ascensos gubernamental y el enfrentamiento entre partidarios de ascensos por méritos de
guerra, “africanistas”, y por antigüedad, “peninsulares”) que derivó en la creación de Juntas Militares de
Defensa (sindicatos militares ilegales); la oposición política (buscó crear una Constitución que
democratizara el sistema y permitiera un régimen autonómico para Cataluña), y el movimiento obrero
(influidos por la Revolución Rusa, anarquistas y socialistas declararon una huelga general revolucionaria
en pos de la proclamación de la República, el Ejército y el Gobierno se alinearon, y los parlamentarios de
Barcelona depusieron su actitud ante la amenaza, desactivando protestas militares y políticas).

La triple crisis de 1917 comenzó la etapa final de la Restauración (1917-1923). El gobierno no pudo
resolver los problemas acumulados desde 1898 y tuvo dificultades para obtener una mayoría
parlamentaria, suspendiendo las Cortes con frecuencia. La depresión económica aumentó el desempleo
y la conflictividad social. Tras la revolución soviética, el movimiento obrero se radicalizó en toda Europa,
se fundó el Partido Comunista de España (PCE, 1921), escisión del PSOE. Se radicalizó el nacionalismo
catalán por el fracaso de la propuesta de concesión de un Estatuto de Autonomía a Cataluña por la
Mancomunidad (1918). Entre 1920 y 1923, Barcelona vivió una "guerra social" entre el terrorismo
anarquista y los grupos de pistoleros financiados por la patronal. En Andalucía, los jornaleros ocuparon
tierras durante el trienio bolchevique (1918-1921). En 1921, unos anarquistas asesinaron a Eduardo
Dato.

9.3. LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA. EL FINAL DEL REINADO DE ALFONSO XIII.

El 13 de septiembre de 1923 (antes del debate en el Congreso del Expediente Picasso) el capitán general
de Cataluña, Primo de Rivera, anunció mediante un manifiesto el advenimiento de una dictadura militar
transitoria en España y el estado de guerra. El golpe de Estado fue bien recibido por Alfonso XIII, la
Iglesia, la burguesía y gran parte de la prensa, que esperaban el "cirujano de hierro" mencionado por
Costa; el PSOE y la UGT se opusieron.

En la primera etapa de la dictadura (1923-1925) se creó un Directorio militar (integrado por militares)
que tomó medidas como: la suspensión de las Cortes, de la Constitución y de la Mancomunidad catalana
(solo permitido el uso de la bandera española y el castellano), sustituyó a los gobernadores civiles por
militares, se persiguió el radicalismo vasco, paralizó el Expediente Picasso, se promulgó el Decreto de
Incompatibilidades, se creó el Somatén (una fuerza ciudadana auxiliar de apoyo a las autoridades) y se
pacificó Marruecos. Para ello, España buscó la ayuda de Francia (Abd-el-Krim había atacado la zona
francesa) y juntos realizaron el desembarco en Alhucemas, su éxito llevó a la pacificación de la región en
1927 y a Primo de Rivera a disolver el Directorio militar y establecer un Directorio civil (1925-1930).

Se buscó institucionalizar el régimen fundando la Unión Patriótica (UP, defendía la unidad de España, la
religión y el corporativismo socioeconómico), la Asamblea Nacional Consultiva (para redactar una
Constitución) y se presentó un Proyecto constitucional autoritario que no fue aprobado por la mala
acogida del público. La dictadura, declarada como intervencionista y proteccionista económicamente,
coincidió con una coyuntura económica favorable y apostó por las obras públicas como motor
económico. Se creó el Servicio Nacional de Crédito Agrícola (apoyo del mediano y pequeño campesino),
se promovió la política hidráulica (construcción de embalses) y se inició un ambicioso plan de producción
hidroeléctrica. Se impulsó la industria del automóvil y el uso del carbón español, aumentó la producción
en los sectores siderúrgico, químico y eléctrico, se fundaron CAMPSA (gestionó el monopolio del
petróleo, antigua Repsol) y Telefónica, y se realizó una reforma tributaria.

La dictadura no resolvió el problema catalán ni detuvo el aumento del movimiento obrero. Y su fin se vio
orquestado por el PSOE, la CNT y el PCE (buscaron una solución republicana), los intelectuales
(descontentos por la destitución de Unamuno como rector de la Universidad de Salamanca y la clausura
del Ateneo), el ejército (insatisfecho con el favoritismo hacia los militares africanistas), la crisis de 1929 y
la FAI.

En enero de 1930, Primo de Rivera renunció y Alfonso XIII entregó el Gobierno al general Dámaso
Berenguer para preparar el retorno a la normalidad constitucional. La tarea fue imposible debido a la
falta de habilidad política de Berenguer, el descrédito de la Monarquía, el apoyo a un régimen dictatorial
y la creciente coordinación de las fuerzas republicanas que firmaron el Pacto de San Sebastián (agosto,
buscan trazar un plan para implantar la República). En diciembre, la sublevación de Jaca fracasó (Fermín
Galán y Ángel García fueron fusilados) y en febrero de 1931, el general Berenguer renunció. El nuevo
gobierno del Almirante Aznar convocó elecciones municipales para el 12 de abril, que los republicanos
junto con los socialistas convirtieron en un auténtico plebiscito contra la monarquía, proclamándose la
Segunda República el 14 de abril de 1931.

BLOQUE X: LA SEGUNDA REPÚBLICA. LA GUERRA CIVIL EN UN CONTEXTO DE CRISIS INTERNACIONAL


(1931-1939)

10.1. LA PROCLAMACIÓN DE LA SEGUNDA REPÚBLICA. LA CONSTITUCIÓN DE 1931. EL BIENIO


REFORMISTA (1931-1933).

El gobierno del almirante Aznar (febrero) convocó elecciones municipales (12 de abril 1931) que
republicanos y socialistas (vencieron en 41 de las 50 capitales de provincia) convirtieron en un plebiscito
contra la monarquía, Alfonso XIII salió al exilio y se proclamó la II República (14 de abril). El Gobierno
Provisional (coalición heterogénea carente de un programa unitario), presidido por Niceto Alcalá
Zamora, proclamó el nuevo régimen desde la Puerta del Sol.

El Gobierno convocó elecciones a Cortes Constituyentes (28 de junio) y llevó a cabo un programa de
reformas. La coalición republicano-socialista ganó las elecciones y los diputados redactaron una nueva
Constitución (1931) en la que se estableció un régimen republicano, permitió a las provincias constituirse
en regiones autónomas (aspiración autonómica del regionalismo catalán), la división de poderes (el
legislativo para las Cortes unicamerales, se creó la Diputación Permanente, el presidente de la República
como jefe de Estado, y el Tribunal de Garantías Constitucionales solventaría conflictos entre poderes)
recogió derechos y deberes (de reunión, de asociación y de libertad de prensa), estableció el sufragio
universal masculino y femenino (Clara Campoamor) y la separación Iglesia-Estado de los artículos 26 y 27
generó debate (libertad de culto, matrimonio civil, secularización de los cementerios, divorcio,
prohibición a las órdenes religiosas de educar y expulsión de los jesuitas). Era un Gobierno débil a
merced de las Cortes (17 gobiernos en cuatro años). La Constitución fue aprobada, sin someterse a
refrendo popular, el 9 de diciembre, y se completó con la aprobación de la Ley de Defensa de la
República (permitía al ejecutivo limitar los derechos y libertades, especialmente la de prensa). Manuel
Azaña asumió la presidencia tras la dimisión de Alcalá Zamora y Miguel Maura.

El Bienio reformista (diciembre 1931-noviembre 1933) comenzó con Niceto Alcalá Zamora como
presidente de la República y Azaña como presidente del Gobierno, se rompió la unidad republicana con
la oposición de Lerroux. La reforma agraria (septiembre 1932) encargada al Instituto de Reforma Agraria
(IRA), expropió fincas no explotadas por sus propietarios que pasaron a los campesinos en régimen de
arriendo (indemnizando a los afectados), pero la lenta organización limitó su impacto. La reforma
educativa (influida por la Institución Libre de Enseñanza) buscaba utilizar la educación como herramienta
de cambio social, con objetivos como la educación laica, la coeducación, la construcción de escuelas e
institutos, el aumento del salario de los profesores y de número de becas y la creación de Misiones
Pedagógicas para llevar la cultura a las zonas rurales. Para su implementación, se contó con la
colaboración de sindicatos de profesores (Federación de Trabajadores de la Enseñanza, FETE) y
estudiantes (Unión Federal de Estudiantes Hispanos, organizó la Barraca). En la milicia, se aprobó la Ley
del Retiro (pasan a la reserva con sueldo íntegro los oficiales que no jurasen la República), se suprimió la
Academia General de Zaragoza, se derogó la Ley de Jurisdicciones y se creó la Guardia de Asalto. En lo
social, Largo Caballero realizó reformas: jurados mixtos, normativa sobre accidentes laborales, limitó la
jornada laboral y el Decreto de Términos Municipales (fuerza a los patronos a contratar jornaleros de su
municipio).

En septiembre de 1932, Alcalá Zamora firmó el Estatuto de Autonomía de Cataluña y Francesc Maciá se
convirtió en presidente de la Generalitat. La falta de sintonía entre los líderes derechistas del Partido
Nacionalista Vasco (PNV) y los izquierdistas de Madrid bloqueó la posibilidad de un Estatuto vasco hasta
1936.

El 10 de agosto de 1932, Sanjurjo intentó dar un golpe de Estado (Sanjurjada). Los anarquistas de la
Confederación Nacional del Trabajo (CNT) y la Federación Anarquista Ibérica (FAI) lucharon frontalmente
en el ámbito rural, con sucesos como el de Casas Viejas (Cádiz, enero de 1933); incendiaron el refugio de
los dirigentes de la insurrección, y fusilaron a una veintena de personas; fue un escándalo en el
Parlamento y en la prensa que golpeó el Gobierno de Azaña. La crisis económica (“crac del 29”) aumentó
la conflictividad social y el número de huelgas. Las tensiones internas entre republicanos y socialistas y
las presiones externas sumadas a los malos resultados en las dos consultas electorales de 1933
provocaron la dimisión de Azaña y se convocaron nuevas elecciones generales para noviembre de 1933,
en las que la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA, fundada en marzo), dirigida por Gil
Robles, junto al partido de Lerroux, obtuvo la victoria y comenzó el Bienio radical-cedista.

10.2. EL BIENIO RADICAL-CEDISTA (1933-1935). LA REVOLUCIÓN DE ASTURIAS. EL FRENTE POPULAR.


LAS ELECCIONES DE 1936 Y EL NUEVO GOBIERNO.

El Bienio radical-cedista (Segunda etapa de la II República) comenzó con la dimisión de Azaña (noviembre
1933), que obligó a convocar nuevas elecciones, y finalizó en febrero de 1936. Aunque la Confederación
Española de Derechas Autónomas (CEDA) salió victoriosa, Alcalá Zamora encargó la formación de
Gobierno a Lerroux. Los radicales gobernarían solos, pero con el apoyo de los cedistas, lo que resultó en
la debilidad permanente del Gobierno.

En lo religioso se buscó apaciguar tensiones suspendiendo la legislación anterior, lo que escindió el


Partido Radical, creándose el Partido Liberal Demócrata (Martínez Barrios). Las medidas adoptadas por
Lerroux se concretaron en la Ley de haberes del clero, las negociaciones por un Concordato con el
Vaticano y la conservación de la expulsión de los jesuitas. Respecto a la reforma agraria, se devolvieron
tierras a la nobleza, pero aceleró el ritmo de asentamientos ya que el Instituto de Reforma Agraria (IRA)
comenzó a funcionar con cierta eficacia, y la Ley de Términos Municipales (Largo Caballero) fue
derogada. A los condenados por la sanjurjada se les concedió la amnistía, provocando la caída del
Gobierno, sustituido en mayo por el de Ricardo Samper.

La relación con el gobierno izquierdista catalán empeoró y se detuvo la tramitación del Estatuto de
Autonomía vasco. El clima de agitación social, la división de los republicanos radicales, el enfrentamiento
con catalanes y vascos, la radicalización del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y la presión de la
CEDA por entrar al Gobierno provocaron la crisis del Ejecutivo. Lerroux formó un nuevo Gabinete en el
que entraron tres miembros de la CEDA. Como reacción algunos sectores del PSOE, la Unión General de
Trabajadores (UGT), el Partido Comunista de España (PCE) y de Confederación Nacional del Trabajo
(CNT), prepararon una insurrección contra el Gobierno precedida de una huelga general revolucionaria
(5 de octubre). La deficiente organización y la ausencia de anarquistas limitaron su impacto, excepto en
Cataluña; donde Lluís Companys (sucesor del fallecido Francesc Macià) proclamó en Barcelona el Estado
Catalán, el movimiento fue liquidado, sus responsables encarcelados (Azaña, que se encontraba en la
ciudad) y el Estatuto suspendido; y en Asturias, hubo una alianza entre socialistas y anarquistas (al grito
de “Uníos Hermanos Proletarios”; UHP) que llevó a una auténtica guerra civil entre el 5 y el 12 de
octubre. Los insurrectos (los mineros se armaron con dinamita) controlaron Avilés, la fábrica de armas de
Trubia y asediaron la guarnición de Gijón, la Legión, enviada por el Gobierno y dirigida por Franco, sofocó
la sublevación a costa de 1.500 muertos y una brutal represión. Aumentó el odio y temor entre izquierda
y derecha. Se intentó llevar a cabo la reforma constitucional y la de la ley electoral, pero fracasaron y la
reforma agraria se paralizó. Finalmente, en 1935, los escándalos de corrupción en el Partido Radical
(estraperlo y Nombela) provocaron la dimisión de Gil Robles y se encargó el Gobierno a Portela
Valladares, se convocaron elecciones para febrero de 1936.

Los partidos de izquierda formaron el Frente Popular (republicanos de izquierda, socialistas, nacionalistas
catalanes y gallegos, y comunistas: PCE y Partido Obrero de Unificación Marxista, POUM). Reivindicaba
las reformas del primer bienio y la amnistía para los encarcelados por los sucesos de la revolución de
octubre. Mientras los partidos de derechas se presentaron unidos en torno a la CEDA. El Frente Popular
ganó las elecciones con mayoría absoluta y Azaña formó un nuevo Gobierno solo con republicanos de
izquierda, ya que los socialistas y los comunistas prefirieron darle apoyo parlamentario. El Gobierno se
centró en cumplir las promesas electorales (restablecimiento de la Generalitat, amnistía presos políticos
de la revolución del 34). La destitución de Alcalá Zamora como presidente de la República por Azaña
(encargó a Indalecio Prieto formar Gobierno, pero rehusó por no contar con apoyo del PSOE) y Casares
Quiroga ocupó la presidencia, la intensificación incontrolada de la reforma agraria (los jornaleros
ocuparon ilegalmente fincas en Extremadura y Andalucía, actuaciones legalizadas por el Gobierno
posteriormente) y el deterioro del orden público (quema de iglesias; anticlericalismo; huelgas
promovidas por la UGT y la CNT; conflictividad social) provocaron el enfrentamiento civil. El asesinato del
teniente izquierdista José Castillo (12 de julio) por falangistas y la posterior muerte como represalia de
Calvo Sotelo (13 de julio), diputado del partido Renovación Española, justificó la sublevación de la
guarnición de Melilla (17 de julio de 1936) y Franco voló a Marruecos para liderar sus tropas. El
alzamiento se extendió hasta la Península entre el 17 y el 21 de julio, comenzando la Guerra Civil el día
18.

10.3. LA GUERRA CIVIL: LA SUBLEVACIÓN MILITAR Y EL ESTALLIDO DE LA GUERRA. LA DIMENSIÓN


INTERNACIONAL DEL CONFLICTO.

Tras el triunfo del Frente Popular en las elecciones de 1936, la situación político-social empeoró
rápidamente en España, con un desorden espontáneo y una violencia sin objetivo claro. El deterioro del
orden público y el temor entre los más conservadores al programa de la izquierda en el poder
desencadenó la intervención del Ejército. Desde finales de 1935, un grupo de oficiales (liderado desde
abril por el general Mola) conspiraba. El Gobierno los separó (Goded a Baleares, Mola a Pamplona y
Franco a Canarias), pero Mola contactó con los generales Goded, Varela y Queipo de Llano (Franco
permaneció indeciso hasta el último momento) y con fuerzas civiles hostiles al régimen (carlistas,
falangistas, Renovación Española y sectores de la Confederación Española de Derechas Autónomas;
CEDA), Sanjurjo (exiliado a Portugal tras su intentona golpista) fue la cabeza visible de la conspiración
(dirigido contra los excesos del Gobierno del Frente Popular). El plan consistía en dar un golpe de Estado
seguido de un directorio militar inspirado en el de Primo de Rivera. El asesinato del teniente izquierdista
José Castillo (12 de julio) por falangistas y la posterior muerte como represalia de Calvo Sotelo (13 de
julio), diputado del partido Renovación Española, justificó la sublevación de la guarnición de Melilla (17
de julio de 1936) y Franco voló a Marruecos para liderar sus tropas. El alzamiento se extendió hasta la
Península entre el 17 y el 21 de julio, comenzando la Guerra Civil el día 18. La lucha fue violenta y
confusa, quedando de manifiesto el fracaso de la sublevación (concebida como un golpe rápido).

Los sublevados contaban con Álava, Baleares (salvo Menorca), Castilla y León, Cáceres, Canarias,
Córdoba, Galicia, Granada, Marruecos, Navarra, Sevilla, Zaragoza, y el Ejército de África (soldados
profesionales); los republicanos con 21 capitales, entre ellas Madrid, Barcelona, Valencia y Bilbao, un
ejército de milicianos (voluntarios sin apenas instrucción) y gran parte de la Aviación y la Marina (división
de efectivos militares más o menos a la mitad).

La Guerra Civil Española (1936-1939) obligó a las grandes potencias a adoptar posiciones individuales y
colectivas, al ser un conflicto de trascendencia internacional. En agosto de 1936, Francia y Reino Unido
propusieron la creación de un Comité de no intervención (sede en Londres) para prohibir cualquier
ayuda militar a los bandos enfrentados. Solo estos países respetaron esta medida, Alemania e Italia
apoyaron a los franquistas y los soviéticos a los republicanos, mientras Estados Unidos se mantuvo
neutral para no alentar el comunismo europeo. La ayuda alemana a los franquistas fueron la Legión
Cóndor (unidad de élite de aviación que serviría de aprendizaje para la renacida Luftwaffe alemana) y los
panzers; la italiana sería más voluminosa tanto económica como militarmente, mandaron el ejército de
tierra, el CTV (Cuerpo de Tropas Voluntarias) y la flota italiana (que obstaculizó los envíos de material
soviético); la legión extranjera estaría formada por portugueses (Legión Viriato) e irlandeses (Legión de
San Patricio); también recibirían apoyo del Vaticano y el catolicismo internacional. Los intelectuales
liberales o de izquierdas (Ropert Capa) se sintieron obligados a participar en la guerra de España, esto
serviría para que algunos, como George Orwell, descubrieran la verdadera naturaleza del totalitarismo
comunista. Por otro lado, la Unión Soviética fue el principal suministrador de material militar para la
República. Para hacer frente a los pagos por la adquisición del material obligaron al traslado de las
reservas del Banco de España a su territorio ("oro de Moscú"). La Internacional Comunista creó las
Brigadas Internacionales, un cuerpo de voluntarios (comunistas en su mayoría) de 70 países distintos
para combatir el fascismo, que tuvo un valor más propagandístico que militar, aunque su presencia en
combate fue importante los primeros momentos en el Frente de Madrid. México también apoyó a los
republicanos, ofreció asilo a los exiliados tras la contienda.

10.4. FASES MILITARES DE LA GUERRA CIVIL. LA EVOLUCIÓN POLÍTICA Y ECONÓMICA EN LAS DOS
ZONAS. CONSECUENCIAS ECONÓMICAS Y SOCIALES DE LA GUERRA. LOS COSTES HUMANOS.

El 17 de julio de 1936 se sublevó la guarnición de Melilla, Franco voló a Marruecos para liderar sus
tropas. El alzamiento se extendió hasta la Península entre el 17 y el 21 de julio, comenzando la Guerra
Civil el día 18.

La guerra se dividió en fases: en la primera (julio 1936-marzo 1937), la guerra de columnas y lucha por
Madrid, los sublevados avanzaron desde el norte (Mola con los requetés navarros) y desde el sur (Franco
con el Ejército de África) en columnas ligeras (buscando conquistar Madrid), encontrándose ambas en
Gredos (septiembre), y conquistando Badajoz. Mola quedó detenido en Guadarrama y Franco se desvió a
Toledo para liberar el Alcázar, a pesar de perjudicar en su intento de tomar la capital, se consolidó como
jefe de la sublevación. En noviembre intentaron el asalto frontal a Madrid. El Gobierno fue evacuado a
Valencia y dejaron el mando a la Junta de Defensa de Madrid. El fracaso de las maniobras envolventes
(batallas del Jarama, febrero de 1937, y de Guadalajara, marzo de 1937) de Franco se vieron
compensados por la toma de Málaga. En la segunda fase (abril-noviembre de 1937), la campaña del
norte, la defensa de Madrid obligó a Franco a comenzar una guerra de desgaste, la ofensiva fue dirigida
contra el norte, cayendo Bilbao (junio 1937), Santander (agosto) y Asturias (octubre). Destacó el
bombardeo de Guernica (26 de abril) de la Legión Cóndor alemana (Guernica, de Picasso, mostró el
horror de lo que eran capaces los nazis). El general Vicente Rojo diseñó ofensivas de distracción, que
fracasaron, en el frente de Madrid (Brunete, julio de 1937) y en el de Aragón (Belchite, septiembre de
1937). La caída del norte reforzó a los sublevados, haciéndose con recursos mineros e industriales. En la
tercera fase (diciembre 1937-noviembre 1938), la batalla del Ebro, el Ejército republicano es derrotado
en la batalla de Teruel (diciembre 1937). Franco desplaza la guerra al frente aragonés, alcanzando el
Mediterráneo por Vinaroz (el territorio de la República quedó dividido en dos) e iniciándose el ataque
sobre Valencia. En julio del 38, el Ejército republicano cruzó el río Ebro y alcanzó por la espalda a los
franquistas. La batalla del Ebro fue la más larga y sangrienta y los republicanos (derrotados) dejaron de
existir como fuerza militar organizada. En la cuarta fase (noviembre 1938-abril 1939), la toma de
Cataluña y el final de la guerra, entre diciembre y enero se desarrolló la campaña para conquistar
Cataluña, en febrero cayó Barcelona. Negrín pretendió alargar la guerra, lo que provocó el golpe de
Estado de Casado, que trató de negociar la paz con los franquistas, pero Franco impuso la rendición. Sus
tropas entraron en Madrid (28 de marzo) y, el 1 de abril, Franco escribió su último parte de guerra y
declaró su victoria.

La evolución política en el bando republicano inició con la dimisión del gobierno de Casares Quiroga,
siguieron los de Martínez Barrio y José Giral. En septiembre de 1936 es nombrado presidente Largo
Caballero, se aprobó el Estatuto de Autonomía de Euskadi, y en noviembre el Gobierno se trasladó a
Valencia. Se nacionalizaron industrias (CAMPSA) y compañías ferroviarias, se controlaron bancos, y se
colectivizaron empresas. En mayo de 1937 Negrín formó un nuevo Gobierno, que trasladó a Barcelona. A
pesar de la caída del frente Norte y las derrotas de 1938. Negrín pide resistir provocando conflictos
internos que desembocaron en el golpe de Estado de Casado y Besteiro (marzo 1939). La caída de
Barcelona y Madrid provocó el hundimiento republicano. La evolución política en el bando franquista,
estuvo marcada por la muerte de Sanjurjo, y el liderazgo de Franco. Se crea la Junta de Defensa Nacional
(Burgos). Franco es nombrado Generalísimo y Jefe del Estado español. Se disuelve la Junta de Defensa
Nacional, y Franco crea la Junta Técnica del Estado. Recibe el apoyo de la Iglesia, se convierte en Caudillo.
En abril de 1937 decretó la unión de falangistas y carlistas en FET de las JONS. El 30 de enero de 1938 se
formó el primer Gobierno, en el que Franco era el presidente y Jefe del Estado, es decir asumió el poder
del Ejército, el partido, el Gobierno y la Administración. Elaboraron una legislación reaccionaria: Fuero
del Trabajo, magistraturas de trabajo y sindicatos verticales, restableció la pena de muerte y en febrero
de 1939 se promulgó la Ley de Responsabilidades Politicas.

El impacto demográfico fue dramático, la tasa de natalidad cayó casi diez puntos y la sociedad quedó
marcada por la destrucción y el sufrimiento. La guerra se cobró 145.000 vidas en combate, 130.000 más
con la represión, republicanos en el campo de concentración de Mauthausen, y 400.000 heridos. Medio
millón de españoles (científicos e intelectuales; Antonio Machado) salieron de Cataluña en 1939 y un
tercio permanecieron exiliados en Francia, México y Argentina. Las cárceles franquistas se llenaron de
presos políticos y se expulsó a los depurados de la Administración. Económicamente, la guerra dañó el
60% de las vías de comunicación (puentes, carreteras, etc.), el 80% de las instalaciones industriales (País
Vasco, Asturias), la mayoría de los campos de cultivo y un tercio de la cabaña ganadera; provocando
desabastecimiento y hambre en las ciudades. Junto a las deudas con alemanes e italianos, la economía
española se estancó hasta finales de siglo.
BLOQUE XI: LA DICTADURA FRANQUISTA (1939-1975)

11.1. LA CREACIÓN DEL ESTADO FRANQUISTA. GRUPOS IDEOLÓGICOS Y APOYOS SOCIALES. ETAPAS DE
LA DICTADURA Y PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS DE CADA UNA DE ELLAS. EL CONTEXTO
INTERNACIONAL: DEL AISLAMIENTO AL RECONOCIMIENTO EXTERIOR.

Acabada la Guerra Civil Española (1936-1939), tras ser nombrado Franco Generalísimo y Jefe de Estado
(1 octubre 1936), comenzó el periodo conocido como franquismo (1939-1975).

Los grupos ideológicos del régimen fueron: el catolicismo, mediante la Asociación Católica Nacional de
Propaganda; los tradicionalistas (carlistas, integrados en la FET de las JONS mediante el Decreto de
Unificación, 19 abril 1937) y los falangistas (versión española del fascismo), que fueron el aparato
propagandístico del régimen mediante la Sección Femenina, el Frente de Juventudes, Auxilio Social y
Sindicato Español Universitario (SEU).

Los apoyos sociales del régimen fueron: los militares (identificaron el deber de defender a España con el
servicio a Franco, poseían ventajas materiales y sociales) y el clero, agradecido al declararse el Estado
confesional y católico, e influyente socialmente al ser permitida su labor educativa.

Terminada la Guerra Civil, bajo el marco legal de la Ley de Responsabilidades Políticas (febrero 1939) y la
Ley de Represión de la Masonería y el Comunismo (1940), se ejerció una gran represión. En la primera
fase (1939-1945) la dictadura estuvo influida por la Italia fascista (Serrano Suñer), Franco organizó su
régimen sin una Constitución, sobre una concentración total de los poderes políticos y el control,
designando los mandos militares, obispos, rectores universitarios, alcaldes y directores de medios de
comunicación. Las primeras leyes promulgadas fueron: el Fuero del Trabajo (1938), la Ley de Unidad
Sindical (1940, estableció el Sindicato Vertical) y la Ley de Cortes (1942, integradas por procuradores
designados por Franco). En la segunda etapa el régimen lentamente buscó alejarse del modelo fascista,
impulsando la imagen de democracia orgánica con: el Fuero de Españoles (1945), la Ley de Referéndum
Nacional (1945), la Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado (1947, se constituye España como reino y se
atribuía a Franco la Jefatura del Estado con carácter vitalicio), la Ley de Principios del Movimiento
Nacional (1958, el Movimiento Nacional como única ideología política de la dictadura) y la Ley Orgánica
del Estado (1966). Franco nombró a Juan Carlos de Borbón sucesor (1969) y comenzó a destacar Carrero
Blanco como figura.

Respecto al exterior, España se declaró neutral al iniciar la Segunda Guerra Mundial, reorientando
posteriormente a la no beligerancia, suministró materias primas y apoyó al ejército alemán con la
División Azul. En 1943 regresó a la neutralidad. Al finalizar la guerra, los gobiernos aliados retiraron sus
embajadores y en 1946 la ONU condenó el régimen de Franco, comenzando una etapa de aislamiento
internacional.

La coyuntura internacional se hizo más favorable a Franco con el inicio de la Guerra Fría por el
anticomunismo común al de Estados Unidos. El papel de la Iglesia Católica y de la Santa Sede fue
decisivo en el fin del aislamiento del régimen, firmándose un Concordato entre España y el Vaticano
(1953). Con la victoria electoral de Eisenhower (1953) se selló un triple convenio (defensivo, de ayuda
económica y de mutua defensa), que supuso la instalación de bases militares (Torrejón) y el compromiso
del envío de material y armamento y el saneamiento de la economía española. Finalmente, España fue
admitida en las Naciones Unidas (1955), y Eisenhower visitó España (1959).

11.2. POLÍTICA ECONÓMICA DEL FRANQUISMO: DE LA AUTARQUÍA AL


DESARROLLISMO.TRANSFORMACIONES SOCIALES: CAUSAS Y EVOLUCIÓN.

El régimen franquista se construyó sobre las ruinas de la Guerra Civil española (1936-1939), que dañó
gravemente la economía y la estructura productiva del país y lo sumió en un caos organizativo durante
años. La Segunda Guerra Mundial (1939-1945) impidió cualquier ayuda extranjera. La política económica
impuesta hasta 1959 fue la autarquía y el intervencionismo estatal, pero resultó altamente ineficaz. El
nivel medio de vida de 1936 no se recuperó hasta 1952. Se pretendió el crecimiento económico
intensivo y autónomo, sin dependencia exterior, pero la escasez de recursos financieros y tecnológicos lo
dificultaron. El Estado impulsó la industrialización a través del Instituto Nacional de Industria (INI, 1941),
reconstruyendo carreteras y creando las primeras empresas de automoción, pero la agricultura quedó
marginada provocando escasez de alimentos. El control gubernamental de precios y cantidades en la
cartilla de racionamiento no acabó con la escasez y surgió el mercado negro (estraperlo). Los salarios se
mantuvieron bajos y muchos habitantes de las ciudades volvieron al campo para conseguir alimentos.

En los años 50, España dejó atrás la cartilla de racionamiento, los ministerios económicos fueron
ocupados por personas dispuestas a reimpulsar la economía, y comenzó una etapa de transición entre
intervencionismo autárquico y mayor aperturismo. Los nuevos ejecutivos promovieron un giro radical en
el régimen, especialmente económicamente. En 1957, se incorporaron al nuevo gobierno personas con
elevados conocimientos económicos (algunos vinculados al Opus Dei), conocidos como tecnócratas.
España ingresó en instituciones económicas internacionales (Fondo Monetario Internacional, Banco
Internacional de Reconstrucción y Fomento) y, en los sesenta, se sumaron a los tecnócratas figuras como
Manuel Fraga (ministro de Información y Turismo) y Carrero Blanco, que pusieron en marcha tres planes
de desarrollo entre 1962 y 1975 para obtener un crecimiento mayor y equilibrado, creando polos de
desarrollo y promoción que pretendían potenciar la industrialización.

La agricultura y la producción industrial crecieron significativamente en España, y el turismo otorgó


grandes beneficios. La renta nacional se recuperaba gracias a la estabilidad de los precios y buenas
cosechas, y empezaron a llegar ayudas económicas y financieras estadounidenses. En 1959 se
implementó el Plan de Estabilización con medidas como la devaluación de la peseta y una amnistía fiscal,
sentando las bases para el desarrollo económico de los años sesenta.

Entre 1960 y 1973, España tuvo la mayor tasa de crecimiento en Europa gracias a la modernización
económica y la incorporación de nuevas tecnologías, no mejoró tanto la productividad del sector
servicios. El subsector de los transportes se modernizó y el turismo experimentó un crecimiento
espectacular, mientras que el sector agrario cambió (disminuyó su mano de obra). Hubo desequilibrios
en algunas zonas y transformaciones sociales, como el gran crecimiento poblacional con el denominado
baby boom (gracias a las mejoras sanitarias y la política pronatalista franquista) y la emigración (primero
a América y desde los 60 generalmente a Europa occidental) motivada por la deficiente situación
económica de posguerra. Los emigrantes enviaban remesas de sus sueldos en el extranjero para sus
familias que, junto con el turismo, equilibraron la economía. También hubo corrientes migratorias
internas desde el centro a la periferia y Madrid, que causaron el despoblamiento rural y la concentración
poblacional en grandes ciudades.

A mediados de los años sesenta, apareció en España una numerosa clase media (fenómeno tardío, pero
rápido comparado a otros países) como consecuencia del desarrollo económico y el crecimiento de la
renta. Se implementaron medidas como la Ley General de Educación de 1970, la atención sanitaria
universal, el acceso a la vivienda, y la Ley de Bases de la Seguridad Social. La sociedad española se
homologó con el modelo estadounidense y europeo occidental.

11.3. LA OPOSICIÓN A LA DICTADURA: PRINCIPALES GRUPOS Y EVOLUCIÓN EN EL TIEMPO. LA CRISIS


DEL FRANQUISMO DESDE 1973 A LA MUERTE DE FRANCO.

Durante la dictadura franquista (1939-1975) fueron varias las fuerzas que se opusieron al régimen.

El maquis, guerrilla promovida por anarquistas y comunistas, desde Francia se infiltraba en España y en
octubre de 1944 organizaron una ofensiva en el valle de Arán. Actuaban en zonas montañosas y
sufrieron una dura represión. A principios de los 50 habían dejado prácticamente de actuar. Los
monárquicos de don Juan de Borbón, quien difundió el manifiesto de Lausana (Suiza) acusando al
régimen de Franco de inspirarse en los totalitarismos del Eje y se ofreció como alternativa para evitar
otro conflicto civil. En 1945, se formó un gobierno republicano en el exilio (México) presidido por José
Giral. Buscaron contactos con los monárquicos y en 1948 establecieron un programa democrático en el
Pacto de San Juan de Luz. Sin embargo, la unidad de acción terminó por romperse. La Iglesia fue un pilar
del régimen de Franco, pero en 1962, el Concilio Vaticano II marcó una nueva etapa en la Iglesia más
tolerante, abierta y crítica con regímenes que no respetaran los derechos humanos, lo que originó un
desapego creciente. Ya en los 50, organizaciones católicas (Juventud Obrera Cristiana) y el clero vasco
criticaron el gobierno, mientras los «curas rojos» apoyaron a los grupos ilegales y antifranquistas.

En los años 60, la oposición al régimen franquista creció y se hizo más visible con la consolidación del
sindicato ilegal Comisiones Obreras, la protesta nacionalista en las provincias vascas y el movimiento
estudiantil (jóvenes activistas, cobró importancia a finales del franquismo y protestaron contra la falta de
libertad en España y la reacción represiva del gobierno). Destacaron las huelgas mineras asturianas de
los 60. A comienzos de los 60, la oposición interna y externa se reunió en Múnich y mediante el
denominado Contubernio de Múnich pidió la restauración de libertades y la democracia en España. Las
protestas modificaron la acción represiva, se crearon salas penales especiales, el Tribunal de Orden
Público y se utilizó el Estado de excepción.

A finales de los 60, en las provincias vascas surgió Euskadi Ta Askatasuna ("País Vasco y libertad"; ETA),
organización terrorista que buscaba la independencia vasca mediante acciones terroristas. La represión
contra ETA no dio resultado y actuaciones como el proceso de Burgos de 1970 se volvieron en contra de
Franco. El 20 de diciembre de 1973 asesinaron en un atentado al presidente del Gobierno, Luis Carrero
Blanco.

La muerte de Carrero Blanco fue un duro golpe para Franco y Arias Navarro fue elegido nuevo presidente
del Gobierno (formado por figuras partidarias de la continuidad y otras partidarias de la reforma). El
ejecutivo se vio desbordado por la crisis económica mundial (1973); la política dubitativa agravó sus
efectos, subieron los precios del petróleo (afectó especialmente a España por su dependencia
energética), mientras, la agitación social y sindical aumentaba; el fin de la dictadura en Portugal (antiguo
aliado Franquista) mediante la Revolución de los claveles, las tensiones con el Vaticano por el caso
Añoveros (obispo de Bilbao que difundió panfletos a favor de la cultura vasca en los templos) y las
críticas al gobierno de los grupos más ultras del franquismo (denominados «búnker»). Las acciones
terroristas de ETA, FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriótico) y GRAPO (Grupo de Resistencia
Antifascista Primero de Octubre) aumentaron y asesinaron numeros agentes del orden. Franco permitió
ejecuciones que provocaron protestas internacionales. En esos momentos, hubo una manifestación de
apoyo a Franco frente al Palacio de Oriente (1 de octubre). Su salud se deterioró rápidamente y el rey
Hassan II de Marruecos lo aprovechó junto con el aislamiento español y sus tensiones internas, para
desafiar a España con la “Marcha Verde” sobre el Sáhara español. Franco cedió el territorio a Marruecos
y a Mauritania en el Acuerdo de Madrid. Juan Carlos asumió la jefatura del Estado y Franco murió el 20
de noviembre de 1975.

BLOQUE XII. NORMALIZACIÓN DEMOCRÁTICA DE ESPAÑA E INTEGRACIÓN EN EUROPA (DESDE 1975)

12.1 LA TRANSICIÓN: ALTERNATIVAS POLÍTICAS TRAS LA MUERTE DE FRANCO. EL PAPEL DEL REY Y EL
GOBIERNO DE ADOLFO SUÁREZ. EL RESTABLECIMIENTO DE LA DEMOCRACIA: LAS ELECCIONES DE
JUNIO DE 1977. LA CONSTITUCIÓN DE 1978. EL ESTADO DE LAS AUTONOMÍAS. EL TERRORISMO
DURANTE LA TRANSICIÓN.

La Transición (1975-1978) fue un periodo de transición de la dictadura a la democracia en España. El


último presidente del Gobierno de Franco, Arias Navarro, y sus ministros (Adolfo Suárez, Calvo Sotelo,
Manuel Fraga) eran miembros del régimen franquista y partidarios de su reforma, realizada desde las
instituciones franquistas. Juan Carlos de Borbón fue clave en la liquidación del franquismo. La crisis del
petróleo (1973), que agudizó los problemas políticos por los conflictos sociales, obstaculizó estos
cambios también apoyados por la oposición: antifranquistas (obreros, estudiantes), políticos
(monárquicos, liberales, democratacristianos y socialdemócratas), partidarios de la ruptura (socialistas;
divididos en el Partido Socialista Popular, “PSP”, de Tierno Galván y el PSOE de Felipe González;
anarquistas; prácticamente desaparecidos; y el PCE de Santiago Carrillo, rival de los socialistas que
emprendió una línea de moderación), y nacionalistas (catalanes y vascos, ETA evolucionó hacia un
independentismo radical y revolucionario hasta su cese definitivo de la actividad armada en 2011).

El Gobierno de Arias Navarro no pudo realizar reformas por la obstrucción de los continuistas (el búnker;
importantes en las instituciones) y la oposición (con huelgas y manifestaciones). Presionado por el rey,
dimitió en julio de 1976 y Adolfo Suárez fue nombrado presidente. En septiembre se hizo público el
proyecto de Ley para la Reforma Política (apoyado por las Cortes franquistas) cuya aprobación por
referéndum (diciembre) inició la transición española. La Ley para la Reforma Política estableció la
soberanía popular, el voto directo, igualitario y secreto y el bicameralismo (Congreso y Senado). Se
aprobaron las primeras elecciones democráticas (junio).

Las fuerzas políticas españolas fueron: Alianza Popular (Manuel Fraga), UCD (Adolfo Suárez), PCE, PSOE
(Felipe González), Convergencia Democrática de Catalunya (Jordi Pujol), el PNV y Euskadiko Ezkerra. Los
grandes triunfadores fueron UCD seguido del PSOE. Tras las elecciones, el Congreso nombró siete
diputados para redactar un primer texto de la Constitución, que lograse un amplio apoyo de la izquierda
y la derecha. El consenso entre el gobierno de UCD, las fuerzas políticas y los sindicatos derivó en la
firma de Los Pactos de la Moncloa en octubre de 1977. Que buscó estabilizar la economía y modernizó
la Seguridad Social y la sanidad.

El 6 de diciembre de 1978 se aprueba en referéndum una nueva Constitución que pone fin a la dictadura
y a los enfrentamientos civiles. Recoge los principios de: soberanía nacional, monarquía parlamentaria
como forma de Estado, y la unidad de España compatible con la pluralidad nacional. Se establece al rey
como Jefe de Estado, teniendo el mando supremo de las fuerzas armadas, la división de poderes: el
poder legislativo en dos cámaras (Congreso de los Diputados y Senado) elegidas por sufragio universal, el
poder ejecutivo reside en el Gobierno, y el judicial corresponde a los juzgados y tribunales, coordinados
por el Tribunal Supremo y Tribunal Constitucional. Recoge una declaración de derechos y libertades muy
avanzada, y define un Estado no confesional. Distingue entre nacionalidades y regiones, dos vías para
crear comunidades autónomas: vía rápida (art. 151) para las nacionalidades históricas (utilizado por
Andalucía), y vía lenta por el art. 143.

El gobierno de Suárez comenzó a descentralizar el Estado, estableciendo preautonomías (primero en País


Vasco y Cataluña) y con el Título VIII de la Constitución de 1978 mediante el Estado Autonómico. El Título
VIII permitía a las comunidades autónomas una amplia capacidad de autogobierno. Cada comunidad
tenía su propio gobierno y parlamento elegido por sufragio universal. Los Estatutos pasaron a ser norma
básica de las autonomías y determinaban sus competencias. El Estado Autonómico (vía intermedia entre
Estado centralista y federal) quedó cerrado en 1983, con 17 autonomías y 2 ciudades autónomas, Ceuta
y Melilla.

Con respecto al terrorismo, la extrema derecha protagonizó la matanza de los abogados laboralistas en
Atocha. GRAPO secuestró al presidente del Consejo de Estado. Los militares conspiraron contra el
Gobierno con la "Operación Galaxia". Además, ETA asesinó a un centenar de personas en la década de
los 70. La reacción contra el terrorismo de Suárez fue el desmantelamiento del franquismo (Tribunal de
Orden Público, Sindicato Vertical y Movimiento Nacional) y la legalización del PCE.

12.3. LA INTEGRACIÓN DE ESPAÑA EN EUROPA. CONSECUENCIAS ECONÓMICAS Y SOCIALES. LA


MODERNIZACIÓN DE LAS INFRAESTRUCTURAS. EL PROGRAMA DE CONVERGENCIA Y LA CREACIÓN DEL
EURO.

La Transición española (1975-1978) impulsó la presencia global de España. La entrada en la OTAN, en la


CEE y la liberalización económica, ayudaron a convertirla en uno de los Estados de referencia mundial.

Durante la Transición, prácticamente todas las fuerzas políticas buscaron integrar a España en las
instituciones europeas, pero la seguridad y la defensa fueron aspectos conflictivos. El Gobierno de
Leopoldo Calvo Sotelo buscó integrar a España en la OTAN (el PSOE se opuso por motivos ideológicos),
lográndolo en 1982 y ratificándolo en el referéndum de 1986. La integración de España en la CEE fue un
proceso difícil que se abrió tras la muerte de Franco. Los franceses bloquearon inicialmente las
negociaciones para su entrada (1977) por la amenaza a sus intereses agrarios. Las negociaciones
comenzaron en febrero de 1979, y el Tratado de Adhesión se firmó el 12 de junio de 1985, siendo el
ingreso efectivo el 1 de enero de 1986 al mismo tiempo que Portugal.

España apoyó los cambios introducidos en el Tratado de Maastricht (1992), que rebautizó a la
Comunidad Europea como Unión Europea. El tratado pretendía establecer una mayor integridad política
aumentando la unión económica y monetaria. Los acuerdos fueron ratificados casi unánimemente por el
Parlamento español y exigió un Plan de Convergencia económica para formar parte de la Unión
Económica y Monetaria Europea (tasa de inflación punto y medio menor que los tres países de la Unión
con menos inflación, déficit público limitado en el 3% del PIB, tipos de intereses menores a dos puntos
por encima de los tres países con menores tipos, mantener un tipo de cambio estable). Aunque parecía
factible inicialmente, el auge económico de los 80 llegó a su fin y la Guerra del Golfo de 1992 provocó
una breve crisis en el país. En 1999 España cumplió los objetivos del Plan de Convergencia y fue uno de
los miembros fundadores de la Unión Económica y Monetaria Europea (zona euro). En diciembre de
1995, el Consejo Europeo (reunido en Madrid) denominó EURO a la nueva moneda, puesta en
circulación el 1 de enero de 2002 en la eurozona.

Tratados como el de Ámsterdam (1997; revisó los resultados de Maastricht y avanzó sus objetivos), el de
Niza (2000; reformó el Tratado de Ámsterdam aceptando la idea de una Europa de dos velocidades y
aprobando reformas estructurales, estancadas con el auge de los países euroescépticos), el proyecto de
Constitución Europea (2003; pretendía una mayor integridad política, fue aceptado por España pero se
paralizó por el rechazo de Francia y Holanda) y el de Lisboa (2007; pretende una visión reducida de la
Constitución, pero quedó en suspenso por el rechazo de Irlanda) marcaron la ampliación y la reforma de
la Unión Europea.

La integración de España en Europa tuvo importantes consecuencias económicas, el PIB se duplicó de


1985 a 2013, la brecha entre España y otros miembros de la UE disminuyó (entró con el 72% de la media
y llegó al 91% en 2014, habiendo llegado al 103% en 2007), el comercio exterior se multiplicó por siete y
la agricultura se benefició de la PAC; sociales, los Fondos de Cohesión (FEDER, FEOGA, IFOP, FSE), que
ayudaron al desarrollo y modernización de la sociedad española, la colaboración en la lucha contra el
terrorismo al crear un espacio europeo de seguridad y justicia, y el apoyo a la investigación científica
(Horizonte 2020); y supuso la modernización de las infraestructuras, las inversiones de la UE
desempeñaron un papel crucial en el desarrollo del país, costeando infraestructuras viarias (carreteras y
autopistas, red de ferrocarriles, etc.), educativas, rurales, etc. Las inversiones de la UE fueron de más de
300.000 millones entre 1986 y 2013..

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